Está en la página 1de 5

ORGANIZACIÓN Y PODER EN COMUNIDADES, RONDAS CAMPESINAS Y

MUNICIPIOS
[Alejandro Diez Hurtado]
 EL GOBIERNO DE LAS COMUNIDADES CAMPESINAS
o De las comunidades a las dirigencias comunales
Hildebrando Castro Pozo, en nuestra comunidad indígena (1974), señala la existencia de
agentes y tesoreros, sacristanes y mayordomos de capilla. Menciona también las asambleas y
el trabajo municipal y la relación de subordinación de los indígenas frente a los alcaldes
municipales y otras autoridades políticas. Las comunidades indígenas del Perú, de Dobyns
(1970), es un texto lleno de interesantes detalles sobre las obras comunales, la diferenciación
campesina y la voluntad orientada hacia el progreso, pero no incluye un apartado sobre las
dirigencias comunales.
Recién en la década de 1970 se multiplican los estudios sobre la comunidad y su complejidad
constitutiva y organizativa en por lo menos dos direcciones: por un lado, se empieza a
analizar su estructura y sus mecanismos de poder; por otro, se la inserta en el campo político.
Ambos aspectos suponen derroteros de análisis que no siempre son complementarios pero que
han trazado dos campos de discusión sobre la comunidad y sus circunstancias: uno ubicado en
el lado académico, otro orientado hacia una discusión sobre la posición de las colectividades
en el marco del Estado.
En el primer campo, el análisis de la organización tradicional de la comunidad da
origen a la hipótesis sobre su origen colonial debido a la integración de cargos civiles,
tradicionales y religiosos en una única escala de prestigio (Fuenzalida 1976). La pista de los
sistemas de prestigio sería sin embargo más fructífera e interesante para muchos estudiosos
que emprendieron el análisis detallado de los cargos y los mecanismos de autoridad
tradicional, la mayor parte de las veces circunscrito al ámbito ritual, aunque con diversos
matices entre ellos. Rasnake (1989) enfatiza los elementos rituales de los envarados, rastrea su
origen en los cabildos coloniales y se enfoca en las funciones, las fiestas y los ciclos
económicos y ceremoniales y en el poder simbólico y religioso de las insignias de la
autoridad. Wachtel (1990), en su tratado sobre la aimarizacion de los uruchipaya, estudia la
estructura social y los rituales contenidos en los complejos sistemas de cargos que combinan
funciones ‘religiosas’ y ‘políticas’ y contribuyen a lo largo del tiempo a construir relaciones
de proximidad y distancia entre los diversos grupos de una misma colectividad. Earls (1991)
analiza los conjuntos de cargos como sistemas con capacidad de conservar y transmitir
información en el marco del proceso de socialización de los individuos al establecer
correspondencias entre el prestigio, la edad y el conocimiento. Recientemente, Pérez Galán
(2004) enfatiza el uso de diversos registros y lógicas en la constitución de estas autoridades
tradicionales pues destaca el doble carácter de los cargos: uno ‘local’ al interior de las
comunidades, respetuoso de los principios de ordenamiento interno y defensa de la
costumbre; y otro ‘externo’ que responde a la demanda de exotismo y tradicionalidad de parte
de los turistas que visitan las ferias dominicales de Písac y que los comuneros usan para
presentarse frente al gobierno municipal. Todos estos trabajos se refieren a las autoridades
comunales en un entorno más ritual y social que político o de gestión de la vida cotidiana de
las comunidades.
De otro lado, la comunidad empieza a observarse inmersa en un complejo campo político en
movimiento. De alguna manera, se analiza la comunidad insertada en el poder local, primero
en términos de ‘casta’, ahora diríamos étnicos, como en El indio y el poder (Fuenzalida y
otros 1970) en donde se esbozan algunos mecanismos de articulación del poder hacia arriba
como la ‘estructura arborescente’ que complementa el enfoque del ‘triángulo sin base’ (Cotler
1969) y configura un modelo analítico sobre el poder local que en la práctica supone la
negación de la existencia de un poder comunal más allá de cierta capacidad de articulación.
De acuerdo con este enfoque, los campesinos de las comunidades se integraban en una
múltiple red ascendente de intermediaciones desde los dirigentes locales hasta las autoridades
políticas locales y regionales; en las haciendas la situación era más grave pues, según la lógica
del triángulo sin base, no existía ningún tipo de articulación entre iguales, dominando la
articulación hacia arriba. Desde esta perspectiva tenía poca importancia e interés cualquier
análisis de las dirigencias y la organización comunales.
Contemporáneamente, desde una orientación más política, la comunidad fue vista como un
actor más en medio de diversas disputas políticas locales en las cuales comparte la arena
política con los municipios y otros agentes, configurando complejos y diversos escenarios en
cada distrito (Alberti y Sánchez 1974).
Desde mediados de la década de 1970 hasta la segunda mitad de la siguiente década, las
dirigencias comunales se harán visibles en la literatura de distinta manera aunque sin ocupar
una posición central en la discusión y el análisis de lo comunal. Mossbrucker (1990) que se
centra en un debate entre las posiciones comunitaritas y familiaristas en las formaciones y la
explicación de la comunidad de lo comunal, alineando de un lado a quienes consideran la
comunidad ante todo como un colectivo frente a quienes enfatizan su carácter de asociación
interfamiliar. En su análisis, el autor se inclina hacia la posición familiarista por la vía de los
mecanismos de cooperación e interacción.
o Los trabajos contemporáneos
La mayor parte de estos estudios se refiere a la dirigencia de la comunidad como un ente
colectivo compuesto por un cuerpo de directivos sujeto a la voluntad de una asamblea
comunal y, aunque eventualmente se menciona que son conducidos por una dirigencia
comunal, rara vez se analiza su formación, su funcionamiento o características. Hay sin
embargo en el conjunto algunos trabajos que proporcionan una imagen más completa y
compleja de las comunidades. Revesz (1992) analiza la formación y la fractura interna que
enfrenta la comunidad campesina de Catacaos, estudia los procesos de elecciones comunales
como una arena política en la que se ventilan posiciones divergentes sobre el accionar
comunal pero también sobre el campo político regional y nacional. Seligman (1992 y 1995)
ubica las acciones de las dirigencias y los comuneros de Huanoquite dentro de los campos
complejos y cambiantes de intereses diferenciados por razones de prestigio y riqueza y por la
capacidad o incapacidad de los actores en disputa de actuar en el marco de los frecuentes
cambios de legislación y las reglas del juego. Apel (1996) destaca los roles de las dirigencias,
la personalidad y la trayectoria de algunos líderes y en particular las acciones y la constitución
de las rondas campesinas en la construcción de lo comunal en Frías. Diez (1998) aborda el
tema de las dirigencias en la sierra de Piura en su proceso histórico de formación en el marco
de los cambios organizacionales y de las reglas políticas a lo largo del tiempo.
Una lectura detallada del tratamiento específico de la organización y las dirigencias
comunales por estos autores permite formular algunas afirmaciones de carácter general que,
sin pretensiones de universalidad, ilustran distintos aspectos de la temática en cuestión.
Muchos de ellos son novedosos con relación a los trabajos de las décadas anteriores. Entre
estos temas generales destacan:
1. La constatación y la reiteración de que nos enfrentamos a fenómenos distintos. Golte
(1992) propone un modelo de clasificación de las comunidades según siete tipos
correspondientes a los diversos escenarios geográficos en los que tienen su territorio.
Gonzales de Olarte (1994) propone una matriz para la clasificación de las comunidades a
partir de diversos criterios de producción, posición, diversificación y tipo de conducción
comunal. Diez (1999) propone una clasificación de acuerdo con el tipo de gobierno comunal
relacionado con la antigüedad y el origen de las comunidades.
2. La separación entre dirigencias comunales políticas contemporáneas y el análisis de
los cargos y las formas tradicionales de autoridad relegadas al ámbito de lo ritual e histórico.
Coombs (1987) sobre la comunidad de Chetilla, intentan esbozar en forma detallada los
vínculos entre ambos sistemas, haciendo hincapié en que los cargos políticos y religiosos,
internos y externos, terminan configurando desde el poder y la organización locales un único
entramado de poder.
3. La importancia y el énfasis en el análisis histórico de corta y mediana duración como
elemento explicativo de la situación actual de la dirigencia, el poder comunal y la propia
situación de la comunidad, recurrente en buena parte de los trabajos reseñados, aborda a las
comunidades y su organización como instituciones dinámicas y cambiantes en el tiempo.
Flores Galindo (1987) y Bonilla (1991), que reúne trabajos sobre los cambios en la
organización y las instituciones a lo largo del tiempo y en diversas regiones del Perú y las
múltiples formas institucionales y la problemática en las que estaban insertas las comunidades
andinas de Perú, Bolivia y Ecuador en el siglo XIX
4. La coexistencia de la comunidad con nuevas organizaciones que le disputan diversas
funciones prácticas, además del control del espacio comunal local.
Las dimensiones y las características de la dirigencia de la comunidad se vislumbran de
manera parcial y por lo general poco ordenada en los trabajos analizados. Las primeras
definiciones de la comunidad incorporaban elementos de la organización andina con
referencias al trabajo comunal o al intercambio de trabajo y no a la dirección o la
organización de la comunidad (Matos Mar 1976). De la Cadena (1986) afirmaba que la
capacidad de solucionar conflictos es una de las funciones características y necesarias de esta
y una de las razones de su existencia. Diez (1999) destaca la existencia de una dirigencia y
una estructura comunales como uno de los cuatro componentes que definen la comunidad:
para él no hay comunidad sin propiedad colectiva y sin reconocimiento estatal, pero tampoco
sin dirigencia y sin liderazgo.
Estos estudios muestran que todas las comunidades tienen, al menos formalmente de acuerdo
con lo estipulado por la ley de 1987, una directiva comunal que comparte el espacio con los
responsables de otras organizaciones más modernas y, algunas veces, también con algunas
autoridades tradicionales que aún es posible encontrar cumpliendo funciones rituales o
simbólicas en el sur andino y en la sierra de Lima o en algunas zonas de la sierra norteña
(Plascencia 1994; Diez 1999).
El nombramiento de las autoridades se realiza por elecciones directas entre los comuneros
inscritos, lo que supone mecanismos institucionalizados para la renovación de los padrones,
sistemas complejos de votación y elaboración de lista de candidatos. Las reglas y los
procedimientos para la elección de las directivas, suelen ajustarse a costumbres locales que
oscilan entre la realización de elecciones ‘rituales’ en las que los resultados son acordados o
conocidos de antemano y la confrontación electoral entre facciones internas o entre grupos de
comuneros con afiliación política conocida y reconocida, como en la comunidad de Catacaos
(Revesz 1992; Castillo y Diez 1995).
En el marco de la comunidad como instancia política, aún en el caso de que esta no fuera la
característica central de la comunidad, es posible adelantar también algunas hipótesis sobre
las dirigencias y la organización comunales, algunas de las cuales remiten a la propia
constitución de la comunidad:
1. La dirigencia comunal es un actor político complejo, con funciones de regulación
interna y articulación externa y sus acciones responden a ambos ámbitos.
2. La dirigencia comunal refleja la estructura social y la clasificación internas de los
comuneros.
3. Su funcionamiento interno responde a una dinámica de construcción de facciones
formadas de acuerdo con el contexto.
4. La política local se construye en la tensión y la interacción entre la dirigencia comunal.
5. El buen o el mal funcionamiento de la comunidad depende del liderazgo y la
personalidad de sus dirigentes.
Estas cinco afirmaciones llevan a otra más general: la dirigencia comunal seria el locus de la
construcción de equilibrios y se constituiría en un punto nodal de la política comunal.
 LAS RONDAS CAMPESINAS
Conocidas también en algunas zonas como comités de rondas o comités de autodefensa.
Los trabajos sobre rondas campesinas delinean su proceso de expansión a partir de pequeños
focos de origen hasta cubrir en la actualidad buena parte del territorio rural andino y
amazónico. Se crean primero en la sierra norte como organizaciones para el control de
abigeato; aparecen luego en la sierra y la selva sur y central como organizaciones de defensa
frente a la amenaza de la violencia política; finalmente, se multiplican en todo el territorio
nacional supliendo diversas funciones que no eran desarrolladas por otras organizaciones
locales ni por el Estado.
 Las rondas del norte se organizan en comités en el nivel de los caseríos y se agrupan
en centrales comunales, distritales y provinciales. La mayor parte de los trabajos señala la
existencia de conflictos de intereses entre las rondas y ministerio público y tensiones
constantes con abigeos, policías y jueces. Muchas rondas norteñas se han proyectado a la
implementación de acciones de desarrollo comunal y varios de sus dirigentes se han
catapultado políticamente a ocupar cargos en los concejos municipales de sus distritos (Diez
1997; Hernández 1994)
- Muestran diversas localidades ayacuchanas como Cangallo y Huanta, como reacción y
respuesta distintica en su enfrentamiento contra Sendero Luminoso (Del Pino 1992; Degregori
1992; Coronel y Loayza 1992)
 Las rondas cusqueñas son organizaciones dependientes de las comunidades en las que
se forman y tienen una estructura organizacional intermedia entre las rondas norteñas y los
comités de autodefensa pues desarrollan algunas de las funciones de unas y otros.
 Por su parte, las rondas de la selva alta, aparte del componente étnico, son similares a
las de Ayacucho. Aparecieron poco a poco en San Martín (1986), Junín (1990), Jaén (1991) y
otros lugares, de acuerdo con los ritmos de expansión de la violencia política.
Pocos trabajos enfatizan el hecho de que las rondas, más que colectivos, constituyen redes.
Con excepción de las rondas comunales del área surandina, la mayor parte de las rondas se
articulan de tal manera que forman entramados que conectan localidades adyacentes, pero
también lejanas, en cadenas de autoridad creciente por las que circulan conocimiento,
información e incluso consignas. Además de ser una organización en red, la ronda es una de
las pocas organizaciones rurales con capacidad y competencia para imponer sus decisiones y
ejercer coerción sobre sus miembros, los habitantes de las localidades en las que operan,
incluso contra terceros, lo que reporta ampliamente en los principales trabajos que se ocupan
de ella (Gitlitz y Rojas 1995; Huber 1995; Starn 1991).
 EL MUNICIPIO Y LA ORGANIZACIÓN COMUNAL
Para comprender a la comunidad se necesita entender el ámbito del municipio. Ello era
evidente en los estudios desarrollados en la década de 1950 y en aquellos previos a la reforma
agraria, solo posteriormente el interés se desplazó hacia las instituciones reformadas y a otras
fuerzas políticas, descuidando muchas veces la influencia de esta institución en el espacio
local por considerar a las comunidades fenómenos aislados de su entorno político municipal,
prácticamente inexistente en los análisis de muchos de los estudios sobre comunidades a lo
largo de dos décadas.
 El interés por la municipalidad como tema de análisis se centraría desde entonces en
un intento de comprender los espacios locales, casi siempre con un enfoque de mediana
duración histórica, lo que responde además a los procesos de concertación local centrados en
el municipio que se multiplican desde esa década (Diez 1999).
El municipio representa tanto un ámbito de poder como un espacio social complejo que se
inserta de múltiples maneras en la problemática de las comunidades y en otras formas de
organización de los espacios rurales y urbanos.

También podría gustarte