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contencioso-administrativo
1. Competencia
Sobre la base de esas premisas, lo importante es saber cuáles son las reglas de
competencia en cada caso, pues estas permiten saber «a qué juez, entre los
muchos que existen, le debe ser propuesta una litis» (Priori, 2004, p. 39). En
palabras de Ariano:
Ahora bien, un tema que no debe pasar inadvertido es que el fuero o especialidad
de lo contencioso-administrativo no se encuentra regulado expresamente en la
Ley Orgánica del Poder Judicial —por mandato de su artículo 23—, pero debería
estarlo, para afirmar su competencia en dicha ley básica. Actualmente la
competencia del fuero está desarrollada por la LPCA, pero recordemos que se
trata de una ley ordinaria y, en realidad, la propia existencia de este ámbito
jurisdiccional debería partir de la propia Ley Orgánica del Poder Judicial.
De otro lado, hay que tener en cuenta que todo el contencioso- administrativo del
régimen de empleo público y servicio civil, así como de los regímenes
previsionales públicos, así como el de la responsabilidad funcional derivada del
régimen sancionador de la Contraloría General de la República, está entregado a
la competencia de los jueces laborales, por mandato de la Ley Orgánica del
Poder Judicial y la ley Procesal del Trabajo, aun cuando sujeto a las «reglas» del
TUO de la LPCA.
Sobre la norma, Espinosa-Saldaña apunta que «el razonamiento que impulsa esta
distinción es indudablemente interesante y atendible, pues busca que situaciones
ya conocidas por una instancia colegiada a nivel administrativo sean vistas
también por una instancia colegiada en el escenario jurisdiccional» (2012, p. 14).
Sin embargo, como veremos más adelante al estudiar los medios impugnatorios,
esta regla de competencia funcional es el origen de un serio problema. Al
establecer como competente en primera instancia a una sala especializada de la
Corte Superior, se genera que, tanto en apelación como en casación, sean
competentes las salas de la Corte Suprema, con lo cual se priva de su esencia al
recurso de casación. Además, contraviene la regla que se está convirtiendo en
universal en el derecho comparado, donde los procesos contencioso-
administrativos son conocidos desde primera instancia por jueces unipersonales,
sin distinguir privilegios indebidos entre entidades públicas. Por lo tanto, creo
que debería retornarse al sistema inicial de la LPCA, que establecía la
competencia simple entre: en primera instancia, el juez especializado; en segunda
instancia y vía de apelación, la sala especializada; y en casación, excepcional, la
Sala Constitucional y Social de la Corte Suprema de Justicia de la República.
3. Capacidad
La capacidad para ser parte se identifica con la capacidad civil, es decir, con la
aptitud que un sujeto tiene para ser titular de situaciones jurídicas (derechos,
deberes, obligaciones, etcétera). En la doctrina procesal se distingue entre la
capacidad para ser parte y la capacidad procesal. La primera es la aptitud para ser
titular de situaciones jurídicas procesales, mientras que la segunda es la aptitud
para realizar por sí misma dichas situaciones jurídicas (Priori, 2009, p. 165).
4. Legitimación para obrar
Tiene legitimidad para obrar activa quien afirme ser titular de la situación
jurídica sustancial protegida que haya sido o esté siendo vulnerada por la
actuación administrativa impugnable materia del proceso.
También tiene legitimidad para obrar activa la entidad pública facultada por ley
para impugnar cualquier actuación administrativa que declare derechos
subjetivos; previa expedición de resolución motivada en la que se identifique el
agravio que aquella produce a la legalidad administrativa y al interés público, y
siempre que haya vencido el plazo para que la entidad que expidió el acto declare
su nulidad de oficio en sede administrativa.
Como puede apreciarse de la norma citada, se exige que el legitimado afirme ser
titular de una situación jurídica sustancial (derecho subjetivo, interés legítimo)
que haya sido o este siendo vulnerada por la actuación administrativa impugnada,
lo cual va en línea con lo dispuesto en los artículos 62, 118 y 120 del TUO de la
LPAG, que regulan la legitimación de los administrados en cuanto a la titularidad
de derechos subjetivos e intereses legítimos (sobre el tema, véase el exhaustivo
estudio de Medina Alcoz, 2016). Nótese que no se exige haber sido parte en el
procedimiento administrativo, lo cual es perfectamente lógico, si consideramos
que la finalidad del proceso es la tutela efectiva de las situaciones jurídicas y no
la mera revisión del procedimiento administrativo. En ese sentido, es clave que el
particular simplemente afirme y pruebe ser titular de un derecho subjetivo o
interés legítimo que haya sido afectado por una actuación u omisión
administrativa, hecho que debe conectarse con el interés para obrar que muestre
para afirmar la necesidad de tutela jurisdiccional para lograr la satisfacción de su
derecho o interés afectado por la actuación u omisión administrativa.
De otro lado, resulta pertinente mencionar que el artículo 14 del TUO regula la
legitimación para obrar activa en tutela de intereses difusos:
1.
1.
1. El Ministerio Público, que en estos casos actúa como
2. El Defensor del Pueblo
3. Cualquier persona natural o jurídica.
Dicha norma establece una amplia legitimación, al incluir a cualquier persona
natural o jurídica para que pueda activar el proceso contencioso- administrativo
en tutela de un interés difuso o «derecho de incidencia colectiva», es decir, un
interés que beneficia a la colectividad —por ejemplo, la protección del medio
ambiente, del patrimonio cultural, de la legalidad urbanística, entre otros
similares—. No obstante, conviene apuntar que, actualmente, se encuentran en
duda los alcances del rol de la posibilidad de que el Ministerio Público actúe
como parte en los procesos de tutela de intereses difusos, debido a la derogatoria
total del artículo 14 de la LPCA, que precisamente regulaba la participación del
Ministerio Público en los procesos contencioso-administrativos. Sin embargo,
pese a dicha derogatoria, entendemos que el numeral 1 del artículo 14 del
TUO LPCA sí permite que el Ministerio Público pueda accionar en defensa de
tales intereses difusos como parte demandante, vía un proceso contencioso-
administrativo.
1.
1.
1. La entidad administrativa que expidió en última instancia el
acto o la declaración administrativa impugnada.
2. La entidad administrativa cuyo silencio, inercia u omisión es
objeto del proceso.
3. La entidad administrativa cuyo acto u omisión produjo daños
y su resarcimiento es discutido en el proceso.
4. La entidad administrativa y el particular que participaron en
un procedimiento administrativo trilateral.
5. El particular titular de los derechos declarados por el acto
cuya nulidad pretenda la entidad administrativa que lo
expidió en el supuesto previsto en el segundo párrafo del
Artículo 13 de la presente ley.
6. La entidad administrativa que expidió el acto y la persona en
cuyo favor se deriven derechos de la actuación impugnada
en el supuesto previsto en el segundo párrafo del Artículo 13
de la presente ley.
7. Las personas jurídicas bajo el régimen privado que presten
servicios públicos o ejercen función administrativa, en virtud
de concesión, delegación o autorización del Estado están
incluidas en los supuestos previstos precedentemente, según
corresponda.
Conforme adelantamos, la administración pública es quien asume, por lo general,
la posición de parte demandada o la legitimación pasiva. Sin perjuicio de ello, en
algunos casos —como acontece en los procedimientos trilaterales, o con el
proceso de lesividad— la legitimación pasiva también corresponde a sujetos que
tienen interés en que el acto o actuación cuestionados por la vía del proceso se
mantengan. Vale indicar que dicho interés debe ser directo, real y personal, y no
un mero interés simple en la legalidad.
Por último, el artículo 16 del texto anterior del TUO de la LPCA (artículo 14 de
la LPCA) regulaba la intervención del Ministerio Público en los siguientes
términos:
1.
1.
1. Como dictaminador, antes de la expedición de la resolución
final y en casación. En este caso, vencido el plazo de 15 días
para emitir dictamen, devolverá el expediente con o sin él,
bajo responsabilidad funcional.
2. Como parte, cuando se trate de intereses difusos, de
conformidad con las leyes de la materia.
Cuando el Ministerio Público intervenga como dictaminador, el órgano
jurisdiccional le notificará obligatoriamente con la resolución que pone fin a la
instancia o con la que resuelve la casación, según sea el caso.
Como ha señalado Priori (2009, p. 170), el Ministerio Público fue señalado como
el causante de las demoras en el proceso contencioso- administrativo. De ahí en
que, el año 2008, con la reforma del decreto legislativo 1067, se reguló de forma
muy estricta su actuación como dictaminador, otorgándole un plazo perentorio de
quince días para emitir su dictamen en el proceso.