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El ciclo de Born–Haber es un ciclo de reacciones químicas desarrollado en un principio por el físico

Max Born y el químico alemán Fritz Haber en 1917. El ciclo de Born–Haber comprende la
formación de un compuesto iónico desde la reacción de un metal (normalmente un elemento del
grupo 1 o 2) con un no metal (como gases, halógenos, oxígeno u otros). Los ciclos de Born–Haber
se usan principalmente como medio para calcular la energía reticular, que no puede ser
determinada experimentalmente.

Cuando se forma un compuesto iónico a partir de los sus iones, se desprende una gran cantidad de
energía. Esta energía recibe el nombre de energía reticular. En concreto, se puede definir la
energía reticular como la energía liberada cuando se forma un mol de compuesto iónico a partir de
sus iones en estado gaseoso:

Proceso de formación de un compuesto iónico: liberación de la energía reticular

Cuanto mayor sea la energía liberada en el proceso, más estable será la red cristalina en cuestión.

Además de experimentalmente, dicha energía reticular se puede calcular a partir de la llamada


ecuación de Born-Landé:

No obstante, esta ecuación depende de algunas constantes, como la constante de Madelung, A, o


n, el coeficiente de compresibilidad, cuyos valores no siempre se conocen con precisión. Por este
motivo, se puede recurrir para la determinación de la energía reticular, a un ciclo termodinámico
que recibe el nombre de Ciclo de Born-Haber.

Este ciclo se basa, por así decirlo, en desglosar el proceso global en un conjunto de procesos
parciales.

La reacción química global que tendrá lugar para la formación del compuesto iónico, será aquella
en la que se parte de las sustancias más estables en la naturaleza (a temperatura ambiente) para
los elementos que forman la red cristalina. Siguiendo con el ejemplo del cloruro sódico, la forma
más estable del sodio puro en la naturaleza es el sodio metálico, sólido, Na(s). Para el cloro, la
forma más estable es el cloro gaseoso diatómico, Cl2(g). La reacción será:

En esta reacción se desprende cierta cantidad de energía, debido a que el NaCl es más estable que
el Na(s) y el Cl2(g) por separado. A esta energía que se desprende, la llamamos variación de
entalpía de formación, concepto en el que profundizaremos en el tema de termodinámica.

Por otra parte, también hemos definido la energía reticular de la red iónica, que es generalmente
lo que deseamos calcular mediante este Ciclo de Born-Haber, como la energía desprendida cuando
se forma un compuesto iónico a partir de los iones en estado gaseoso:

La resonancia (denominada también mesomería) es una herramienta empleada


(predominantemente en química) para representar ciertos tipos de estructuras moleculares. La
resonancia consiste en la combinación lineal de estructuras teóricas de una molécula (estructuras
resonantes o en resonancia) que no coinciden con la estructura real, pero que mediante su
combinación nos acerca más a su estructura real.

El efecto es usado en una forma cualitativa, y describe las propiedades de atracción o liberación de
electrones de los sustituyentes, basándose en estructuras resonantes relevantes, y es simbolizada
por la letra R o M (a veces también por la letra K). El efecto resonante o mesomérico es negativo (-
R/-M) cuando el sustituyente es un grupo que atrae electrones, y el efecto es positivo (+R/+M)
cuando, a partir de la resonancia, el sustituyente es un grupo que dona electrones.

La resonancia molecular es un componente clave en la teoría del enlace covalente. Para su


existencia es imprescindible la presencia de enlaces dobles o triples en la molécula. El flujo neto de
electrones desde o hacia el sustituyente está determinado también por el efecto inductivo. El
efecto mesomérico como resultado del solapamiento (traslape) de orbitales p (resonancia) no
tiene efecto alguno en este efecto inductivo, puesto que el efecto inductivo está relacionado
exclusivamente con la electronegatividad de los átomos, y su química estructural (qué átomos
están conectados a cuáles).

Numerosos compuestos orgánicos presentan resonancia, como en el caso de los compuestos


aromáticos.

Las estructuras de resonancia son un conjunto de dos o más estructuras de Lewis que describen
colectivamente el enlace electrónico de una sola especie poliatómica que incluye enlaces
fraccionales y cargas fraccionales. Las estructuras de resonancia son capaces de describir
electrones deslocalizados que no pueden expresarse mediante una sola fórmula de Lewis con un
número entero de enlaces covalentes.
os enlaces mostrados en los diagramas de Lewis a veces no pueden representar la verdadera
estructura de una molécula.

Ejemplos

Esquema 2. Ejemplos de resonancia en las moléculas de ozono, benceno y el catión del grupo alilo.

La resonancia del ozono se representa por dos estructuras de ácidos covalentes resonantes en la
parte superior del Esquema 2. En realidad los dos átomos de oxígeno terminales son equivalentes
y forman una estructura híbrida que se representa a la derecha con -1/2 indicando que la carga se
reparte entre los dos átomos de oxígeno y los enlaces dobles o insaturaciones.

El concepto del benceno como híbrido de dos estructuras convencionales (en la mitad del
esquema 2) fue uno de los hitos importantes de la química, ideado por Kekulé, de tal forma que
las dos formas del anillo que representan la resonancia total del sistema se suelen denominar
estructuras de Kekulé. En la estructura híbrida a la derecha, el círculo substituye los tres enlaces
dobles del benceno.

El catión del grupo alilo (parte inferior del esquema 2) tiene dos formas resonantes mediante el
enlace doble que hace que la carga positiva esté deslocalizada a lo largo de todo el catión del
grupo alilo.

En cristalografía, el factor de empaquetamiento atómico (FEA), es la fracción de volumen en una


celda unidad que está ocupada por átomos. Este factor es adimensional. Para propósitos prácticos,
el FEA de una celda unidad se determina asumiendo que los átomos son esferas rígidas.

El factor de empaquetamiento es una fracción que indica cuánto volumen ocupan las partículas, ya
sean átomos, iones o moléculas, en el espacio interno de un cristal. Su valor siempre es menor a 1,
que viene a ser el 100% del volumen del cristal; más exactamente, la celda unitaria del mismo, la
cual es la representación más pequeña del todo el cristal.

Un factor de empaquetamiento del 100% significa que las partículas ocupan el volumen de la celda
unitaria en su totalidad. Físicamente es imposible que esto ocurra, porque implicaría, por ejemplo,
que los átomos deformaran sus radios y se disolvieran como si fueran un “líquido electrónico”. La
geometría de los átomos, esférica por conveniencia, siempre da lugar a espacios vacíos durante su
empaquetamiento.

Con respecto a cristales de un componente (los que contienen un tipo de átomo único), el FEA se
representa matemáticamente por:
donde:

Nátomos , es el número de átomos en la celda unidad,

Vátomo es el volumen de un átomo, y

Vcelda unidad es el volumen ocupado por la celda unidad.

Matemáticamente se puede probar que, para estructuras de un componente, el valor del FEA del
arreglo más denso de átomos es de alrededor de 0.74. En realidad, debido a factores
intermoleculares específicos, esta cifra puede ser mayor. Referente a estructuras de componentes
múltiples puede exceder el 0.74.

La celda unidad para la estructura cúbica centrada en el cuerpo, BCC, contiene dos átomos: un
octavo (1/8) de átomo en cada esquina del cubo y un átomo en el centro. Dado que el volumen de
cada átomo ubicado en las esquinas es compartido con las celdas adyacentes, cada celda BCC
contiene dos átomos.

Los índices de Miller es la notación utilizada para identificar direcciones y planos en un cristal. La
ventaja de su uso reside en que con ella, y sobre todo en los sistemas cúbicos, resulta fácil
evidenciar las simetrías del cristal.

Los valores de los índices se determinan basándose en un sistema de coordenadas cuyo origen
está situado en un vértice de la celdilla unitaria y cuyos ejes (x,y,z) coinciden con las aristas de la
celda unitaria.

El parámetro de red hace referencia a la distancia constante de las celdas unitarias o "dimensión
de cada celda" con respecto a su estructura cristalina, por eso en una cúbica tenemos a=b=c. Las
estructuras o redes en tres dimensiones generalmente tienen tres parámetros de red, a, b y c. Sin
embargo, en el caso especial de redes cúbicas simples, todos los parámetros son iguales, con lo
cual nos referimos a ellos como a. Del mismo modo, en las estructuras cristalinas hexagonales, los
parámetros a y b son iguales, por lo que únicamente consideraremos a y c.

En el crecimiento epitaxial, el parámetro de red es una medición de la compatibilidad estructural


entre diferentes materiales.

Ya que los parámetros de red tienen dimensiones de longitud, su unidad en el sistema


internacional es el metro. No obstante, suelen darse en submúltiplos como el nanómetro o el
angstrom.

Es interesante la forma de designar direcciones o planos dentro de un cristal, porque muchas de


las propiedades de los materiales cristalinos dependen del plano o dirección que se considere. Por
ello, resulta especialmente importante encontrar una forma cómoda y rápida de identificar las
direcciones y planos cristalográficos. La notación empleada se denomina notación de índices de
Miller.

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