Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
I. Planteamiento
El Diario “EL PAIS”, recogía el pasado día 27 de Marzo de 2013, con el título “Cerebro de delincuente”
una noticia sobre el hallazgo de un método científico para predecir si un criminal podría
reincidir, realizando únicamente un escáner a su cerebro. Las pruebas de “neuroimagen”, que se
han usado para medir qué pasa en el cerebro en todo tipo de situaciones, han creado expectativas
muy esperanzadoras y optimistas para la predicción y tratamiento de conductas y enfermedades
mentales, por lo que se configuran, hoy día, como una herramienta cargada de posibilidades entre
los investigadores y, en el caso de la conducta delictiva, para medir la probabilidad de reincidir de los
condenados.
La idea de predecir el comportamiento humano -en concreto el criminal- por métodos científicos no
es nueva. Ya lo intentó Cesare Lombroso en el siglo XIX, con su obra "El hombre criminal", en la que
intentó identificar y clasificar a los delincuentes por su aspecto.
Cesare Lombroso, es considerado el creador de la Antropología Criminal. Según escribe el propio
autor, en 1870 y durante varios meses, recorrió cárceles y asilos, investigando sobre individuos vivos
y sobre cadáveres, tratando de hallar las diferencias esenciales entre los locos y los criminales. El
criminal para Lombroso es un sujeto que constitucionalmente supone un paso atrás en la evolución,
que posee signos anatómicos superados en la especie humana; es una reproducción del hombre
primitivo y posee una serie de estigmas degenerativos de orden anatómico, morfológico, biológico y
funcional. De esta forma, Lombroso, establecía una conexión directa entre las malformaciones
craneales y determinados tipos de una desviada personalidad. Precisamente, la palabra "malhechor",
viene de ahí, persona mal constituida.
El método al que hace referencia el Diario “EL PAIS”, en su notica ha sido hallado por un equipo de
neurocientíficos dirigido por KENT KIEHL, neurocientífico de la “Red de Investigación de la
Mente” en Albuquerque (Estados Unidos), que estudió a un grupo de 96 prisioneros, que iban a ser
puestos en libertad. Los expertos escanearon el cerebro de los reclusos mientras éstos utilizaban un
programa de computador que les hacía tomar decisiones rápidas e inhibía las reacciones
impulsivas.
Los investigadores utilizaron resonancias magnéticas para centrarse en la actividad de una área del
cerebro llamada "circunvolución del cíngulo anterior" (CCA), la cual es una pequeña región en la parte
frontal involucrada en el control motor y ejecutivo; es un área de “interfaz entre la emoción y el
conocimiento”, con competencias sobre el “autocontrol emocional, la resolución de problemas, el
reconocimiento de errores y una respuesta adaptativa a condiciones cambiantes en yuxtaposición
con las emociones”. Una vez que estos penados fueran liberados, los expertos realizaron
un seguimiento de los mismos durante cuatro años. De acuerdo al estudio de los
neurocientíficos, aquellos ex-reclusos que tenían una baja actividad en el CCA (está relacionada
con la impulsividad y el autocontrol), eran más proclives a reincidir nuevamente, una vez liberados.
Los resultados fueron publicados en la revista “Proceedings of the National Academy of
Sciences”.
Lo que está detrás de estos intentos es la base de las disquisiciones sobre el comportamiento humano
desde hace ya muchos siglos: si nacemos de una manera o nos hacemos. Este estudio vuelve a
poner sobre el tapete la vieja polémica sobre si el delincuente, nace o se hace. Ya Sócrates el
gran pensador de la Grecia clásica, decía a este respecto que "el hombre malvado no lo es por
nacimiento, sino por falta de cultura", inclinándose así por el criterio de ese grupo de expertos que
consideran que las causas del delito están en el medio social en que se desarrolla el individuo, frente
al de los que piensan que el sujeto nace con ciertas taras genéticas, que le hacen más proclive al
crimen. Y es que la polémica clásica continúa todavía viva en nuestros días, entre aquellos para
quienes la herencia lo es todo y a aquellos para los que el ejemplo y la educación son las causas del
comportamiento individual del ser humano, sea este de tipo criminal o normal. Trasladado al lenguaje
criminológico, es el debate entre el genotipo -lo innato- y el fenotipo -lo adquirido-.
III. Conclusión
Quizás en las disquisiciones sobre el comportamiento humano, en concreto, de la conducta delictiva,
entre lo innato y/o lo adquirido, como en ningún otro tema se haga verdad el adagio latino “virtus in
medio est”. El término medio es siempre el más acertado, por lo que pensamos, como lo han hecho
otros muchos, que ambos factores, el congénito y el adquirido, podrían combinarse y dar lugar a la
conducta antisocial o, en último extremo, al crimen.
No es posible encontrar una explicación genética en todos los delitos, tampoco una endocrinopatía
puede bastar por si sola para determinar la causa del crimen, sin el concurso de otros factores,
tampoco, científicamente, se puede sostener la existencia de un "cromosoma del crimen". Es decir,
que como ya sostuvo Miller en "The Lancet" (1975): "mejor que buscar una explicación genética para
los problemas sociales, deberíamos atacar las condiciones y la estructura socioeconómica
responsable de los problemas de conducta y de la mayoría de las dificultades que confronta nuestra
sociedad".
En todo caso, todos estos estudios serán siempre bienvenidos, como ayuda para entender y
comprender la complejidad de la conducta humana, aunque nunca deberían ser usados como
métodos definitivos con fines de orden público.