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4 '-I mi .

ÜOÉQOLDGIA
- FI: socfi
‘¡éshflí
JoJa
¡BAG cor;
a. A
Eduardo Viveíros de Castro
Metnfi sicascaníbales
Líneas de antropología postestructural

Del mismn autor l

A incans/úncín da alma selV/Igerlt, San Pablo, 2002 Tmducidn por Stella Mastraxfgelo
From me enemy‘: paint nfview: Hunnmity mui divluity in
m! Atunzaninrt suriety, Chicago, 1992
Synxbnl: rlmtstandfar llxemselves, Chicago, 1935
The inventíon afculture, Chicago, 19m
Lethal speech: Daribi nlyth n: synxbalic abvinrían, Illlaca, 1975

553431
conocimiento

= SAN J 0A UIN
mmThcA
Primera edición, 2010 Índice
© Katz Editures
ChArlnne ZIE
C1427BXF—Buenos Aires
Calle rlel Earcn N" 40, 3° D
28004—Madrifl
wwunkntzeditaresuzom
Títulu de la edición original: Málaphysiques cannibales
Lignes dhnthrapalogie pnst-struetumle
© Presses Universitaires de France, 2009

Cat ouvrage, publié dans le cadra du Programme d'Aide á la


Publication Victoria Ocampo, hénéficie du soutien de Culturas»
france, opérataur du Ministéra Francais das Afl aims Elrangáres,
du Minisiére Francais de la Culture et de la Gummunica-
liun al du Service de Coopéralinn et d'Acti0n Culturelle de Agradecimientos
lükmlmssade de France en Argentine.

Esta abra, publicada en el marca del Prngrama de Ayuda a la mmm PARTE: 131. ANTI-NARCISO
Publicación Victoria Ocampo, cuenta con el apoyo de culturas 1. Un impresionante retorno de las cosas
france, uperador del Minislerin narices de Asuntos Extranjeras,
del Ministerio ¡rsncés de la Cultura y de la Comunicación y del 25 2. Peíspectivismo
Servicio de Cooperación y de Acción Cultural de la Embajada 45 3. Multinaturalísmo
de Francia en Argentina.
59 4. Imágenes del pensamiento salvaje
ISBN Argentina: 97888745564641
ISBN España: 978—B4—9Z9á6—25—9 ‘ SEGUNDA win‘ CAPITALISMO v ¡ESQUIZOFRENIA DESDE EL
1. Antropología. 2. Eslructuralismo. l. Mnslrangalu, Stella, Irad. 170m0 DE VISTA ANTROPOLÓGlCO
II. Tïtulu
CDD 149.96 35 5. Un entrecruzamiento curioso
99 6. La antisociologia de las ntultiplicidades
El contenido intelectual de esla obra se encuentra ¡19 7. Todo es producción: la filiación intensiva
protegido por diversas leyes y tratados internacionales
que prohíben la repraduccifin integra n exit-estadia,
realizada pnr cualquier procedimiento, que no cuenta
con la autorización expresa de] editor.
TERCERA PARTE LA ALIANZA DEMONÍACA
Diseña rle calecciún: thulün kunst 139 8. Metafísica de la predación
Impresa en España pur Romanya Valls S.A. 153 9. Chamanismo transversal
08785 Capellades 165 1o. La producción no es toda: los devenires
Depósito legal: 13390112010 183 u. Las condiciones intensivas del sistema
cuna/r PARTE: m. CUGITD CANIBAL
199 12. El enemigo en el concepto
213 13. Devenires del estructuralismo

243 Bibliografía

l
Es cn intensidad que
se debe interpretar todo.
E1 Anti-Edipo
Agradecimientos

1.-
El ternarde estelibro se ha alimentado de investigaciones ex-
puestas enias publicaciones mencionadas a continuación, que
han Sido ailíptaclasncorregidas, considerablemente modifi ca-
dásy deb}: roiladás ‘con Iniras a esta redacción:

1. "Puspectivismo e multináturalismó na América indíge-


'
na”? E. Viveims de Castro, Áinconsíñncialda alíria selva»
gïm, Sim Pablo, CosacNaify, 2002‘, bp. 347-399.
Pupéfs‘ in ÉociálAnthropnlag}, 7, 2003.
l z. “AndïMunclíáster
jÏPérspeétival ánthrobology andihe method of controlled
equivoca-Nim”, Tipiíí (Ioúrnal of the Society for the Anthropo-
logy of Lowland South America), 2 (1), 2004, pp. 3-22.
4. “Filiagño intensiva e alianca demoníaca”, Novas Estudos
Cebmp, 77, 2007, pp. 91-126.
5. "Xamanísmo transversal: Lévi-Strauss e a cosmopolíti-
ca amazónica”, en R. Caixeta de Queiroz y R. Freire Nobre
(eds.), Lévi-Strauss: leíturus brasileims, Belo Horizonte, EdiA
tota uI-‘MG, 2008, pp. 79-124.

Numerosas personas han contribuido a la realización de


estos textos. La mayoría de ellas aparecen en la bibliografia
de esta obra. Sin embargo, quisiera mencionar en particular
los nombres de Tánia Stolze Lima, Marcio Goldman, Oiara
10 | Mrwlnm (¡mmm

Bonilla, Martin l-Iolbraad, Peter Cow, Deborah Danowskí,


Marilyn Strathern, Bruno Latour, Marshall Sahlins, Casper Primera parte
Jensen, Philippe Descola y Anne-Christine Taylor, quienes El Anti-Narciso
merecen agradecimiento por haber sido, en diversas formas,
causantes, inspiradores, cofirmantes, defensores, traductores,
críticos o de una manera u otra mejoradores de las ideas pro-
puestas en este libro.
Una primera versión de esta obra fue presentada en oca-
sión de una serie de conferencias pronunciadas en el Institut
d’études avancées de París (Maison Strger), en enero de 2009.
Agradezco a Yves Duroux y Claude Imbert su genemsainvita-
ción, su calurosa recepción yel ambiente de trabajo estímulang
te queme procuraron durante esas semanas de invierno. Last,
pero seguramente notrleust, debo agradecer a Patrice Maniglier,
que hizo posible este‘ libro invítáxidome a emprenderlo, ofre—
ciéndome el contexto ideal-para publicarlo y haciéndome es-
cribirlo (literalmente). Pero, aun más importante que todo eso,
debo agradecerle lo quedél mismo lla escrito sobre temas muy
cercanos, lo que despertó mildeseo de emprender esta obra,
simplemente porque habia aprendido algo nuevo.
l
Un impresionante retorno de las cosas

I
Un día túve la intención de escribir un libro que fuese de algu-
na manera un homenaje a Deleuze
de vista de mi propia disciplina; se llamaría El AntivNurcisa: de
la untmpalngía como ciencia menor, y su propósito iba a ser ca-
racterizar las tensiones conceptuales que atraviesan la antropo—
login contemporánea. Sin embargo, desde la elección del título
oomenzaron a. surgir problemas. Rápidamente advertí que el
proyecto rumba la contradicción, la menor torpeza de mi parte
¡india convertirlo en un amasijo de bravatas muy poco anti»
narcísistas sobre la excelencia de mis posiciones preferidas.
-' Fue entonces que resolví elevar ese libro al nivel de las obras
de ficción, o más bien de las obras invisibles, el tipo de obras
que Borges ha comentado mejor que nadie, y que a menudo
son mucho más interesantes que los libros visibles, como se
oonvencerá quien lea las reseñas de ese gran lector ciego. Mejor
que escribir el libro, me pareció más oportniro, entonces, escri-
bir ‘sabreese libro‘, como silo hubieran escrito otros. Metafísicas
ranfbales es pues ‘la tarjeta de presentación de otro libro, titu-
lado ElAnti-Narciso, que, a fuerza de ser imaginado constante-
mente, ha terminado por no existir nuncagsalvo precisamente
a través delas páginas que siguen. ‘ '
El objetivo principal de El AntivNurcisu es —tomemos pres»
tado de mïofi cioel presente “etnográfico”- responder a la si—
14 I MEIAFÍSKAS [ANIKAHS un IHPRESIONAHIE REIIIRHO I)! {AS (MAS l 15

guiente pregunta: ¿qué les debe conceptualmente la antropo- entrañas fue engendrado su proyecto intelectual. Es conocida
logía a los pueblos que estudia? Las implicaciones de esa pre- la popularidad de que goza, en ciertos circulos, la tesis según la
gunta sin duda se percibirán con más claridad si abordamos el cual la antropología, exotista y primitivista de nacimiento, no
problema por la otra punta. ¿Las diferencias y las mutaciones puede ser otra cosa que un teatro perverso en el que el “otro”
internas de la teoría antropológica se explican principalmen- siempre es “representado” o “inventado” de acuerdo con los
te (y desde el punto de vista histórico-crítico exclusivamente) sórdidos intereses de Occidente. Ninguna historia, ninguna
por las estructuras y las coyunturas de las formaciones sociales, antropología puede camuflar el paternalismo complaciente de
de los debates ideológicos, de los campos intelectuales y de los esa t sis, que transfigtira a esos autodeclarados otros en ficcio-
contextos académicos de los que surgieron los investigadores? nes e Iza-imaginación occidental, sin voz ni voto. Acompañar
¿Es ésa la única hipótesis pertinente? ¿No sería posible proce- semejante fantasmagoría subjetiva con una evocación de la
der a un desplazamiento de la perspectiva quemuestre que los dialéctica de la producción activa del Otro por el sistema colo-
más interesantes entre los conceptos, los problemas,’ las enti-, nial es simplemente agregar el insulto a la injuria, y proceder
dades y los agentes introducidos por las teorías antropológicas como si todo discurso “europeo” sobre los pueblos de tradi-
tienen su origen en la capacidad imaginativa de las sociedades ción no europea no tuviera otra función que iluminar nuestras
(o los pueblos, o los colectivos) que se proponen explicar? ¿No ‘representaciones del otro”, es hacer de cierto poscolonialísmo
sera allí donde reside la originalidad de la antropología, en esa teórico el estadio último del etnocentrismo. A fuerza de ver
alianza, siempre equivoca, pero con frecuencia fecunda, entre siempre al Mismo en el Otro —de decir que bajo la máscara del
las concepciones y las prácticas provenientes de los mundos del otro es “nosotros” lo que nosotros mismos contemplamos-,
"sujeto” y del “objeto”? , terminamos por contentarnos con acortar el trayecto que nos
La pregunta de El Anti-Narciso es entonces epistemológica, conduce directamente al final y no interesarnos más que en lo
es decir, politica. Si todos estamos más o menos de acuerdo en que “nos interesa”, a saber, nosotros mismos. a
decir que la antropología, a pesarde que el colonialismo cons- Por el oontrarlo, una verdadera antropologia “nos devuelve de
tituye uno de sus a priori históricos, hoy parece estar en vías nosotros mismos una imagen en la que no nos reconocemos”
de cerrar su ciclo kármico, entonces es preciso aceptar que es (Maniglier, zoosb: 773-774), pues lo que toda experiencia de otra
hora de radicalizar el proceso de reconstitución de la disciplina cultura nos ofrece es una oportunidad de realizar una experi-
llevándolo hasta su fin. La antropología está lista para aceptar mentación sobre nuestrapropia cultura; mucho más que una
integramente su nueva misión, la de ser lateoría-práctica de la variación imaginaria, una puesta en variación de nuestra ima-
descolonización permanente del pensamiento. _ ginación. F5 preciso extraer todas las consecuencias de la idea de
Pero es posible que no estemos todas de acuerdo. Hay quie- que las sociedades y las culturas que constituyen el objeto de la
nes todavía creen que la antropología ‘es el espejo dela socie- invtmigación antropológica influyen, o para decirlo claramente
dad. No, ciertamente, el de las sociedades que dice estudiar aya coproducm, las teorías sobre la sociedad y la cultura formuladas
no somos tan ingenuos (aunque. .)—, sino de aquellas en cuyas a partir de esas investigaciones. Negar eso es aceptar un cons-
16 | ntiirttlti: (AHIBALES un IMPHSIOIIAHTE REIHRHO Di [AS unn t 17

tructivísmo de sentido único que, so pena de autoimplosióit, está permanecer al aire libre; que debe continuar siendo un arte de
obligado a desembocar en el acostumbrado “relato corto”: hasta las distancias, y mantenerse alejada de los recovecos irónicos del
el momento en que el autor de la denuncia crítica toma la plu- alma oocidental (si el Occidente es una abstracción, su alma defi-
ma, la antropología siempre ha construido mal su objeto, pero nitivmiertte no lo es); que debe ser fiel al proyecto de exterioriza-
a partir de esc momento se hace la luz y empieza a construir ción de la razón que siempre la ha empujado, en forma insistente
lo correctamente. En realidad, cuando nos inclinamos sobre las -con demasiada frecuencia muy a su pesar- a salir del ambiente
lecturas que se han hecho de Time and the Other (Fabian, 1983) sofocante del Mismo. La viabilidad de una autentica ende-antro-
'
y sus numerosos sucedáneos, es imposible saber si estamos de pol aspiración que hoy, por múltiples razones, se encuentra
nuevo frente a una crispación de desesperanza cognitiva ante la en el orden del día de la agenda disciplinaria- depende así, en
inaccesibilidad de la cosa cn sí, o ante la vieja taumaturgia ilumi— forma crucial, de la ventilación teórica favorecida desde siempre
nista según la cual el autor encarna a la razón universal llegada por la aro-antropologia, ciencia "de campo” en el sentido verda—
para disipar las tinieblas de la superstición): ya no la de los indíge- deramente importante.
nas, sino por supuesto la de los autores que lo han precedido. La El objetivo de El Anti-Narciso, entonces, es ilustrar la tesis
desexotización del indígena, que no esta tan lejos, contraproduce según la cual todas las teorías antropológicas no triviales son
una fuerte exotización del antropólogo de no hace tanto tiempo. versiunes de las prácticas de conocimiento indígenas: asl, esas
Proust, que sabía dos o tres cosas sobre el tiempo y sobre el otro, teorías se ubican enuna estricta continuidad estructural con las
decía que nada parece mas antiguo que el pasado reciente. . pragmáticas intelectuales de los colectivos que históricamente
Bloquear este tipo de reflexión epistcmológica-política es uno se encuentran en “posición de objeto” con respecto a la disci-
de los principales objetivos de El Anti-Narciso. Pero para realizar plina.‘ Se (rata de esbozar una descripción performativa de las
esa tarea, lo último que deberíamos hacer sería implicar a la an- transformaciones del discurso de la antropología que estan en
tropología en una relación servil con la economía o la sociología, el origen de la interiorizacíon de la condición transformacio-
queriendo hacerle asumir, en un espíritu de emulación obsequio- nal de la disciplina en cuanto tal, es decir el hecho (teórico,
sa, los inetarrelatos de la modernidad predicados por esas dos desde luego) de que no es más que una anamorfosis discursiva
ciencias (Englund y Lcach, 2000), cuya función principal parece de las etnoantropologías delos colectivos estudiados. Toman:
ser la recontextualización represiva de la práctica existencial de do el ejemplo, por asi decir al alcance de la mano; de las c011-
todos los colectivos del mundo en los términos del “colectivo de ccpciones mnazónicas de “perspectivismo” y de “multinatura-
pensamiento” (thought collective) del analista.‘ La posición que se lismo” (el autor de estas líneas es un etuólogo ainericanísta), la
sostiene aqui, por el contrario, afirma que la antropología debe intención de El Anti-Narciso consiste en mostrar que los estilos

l Véase la distinción propuesta pl)! Levi-Strauss (i973 [i964]: 360161) entre


la antropologia, ciencia "cmmruga", que adopta “el punto de vista dela 2 Lo que de ninguna Inancra quiere decir que las primeras y las segundas sean
inmaneiicia”, y la economía y la sociologja, ciencias “centrlpelas”, que epísttmológícanientc hontogéneas, desde cl punto de vista d: las técnicas
atribuyen un “valor lrasccndenlal" a la sociedad del observador. empleadas y de los problemas implicados (Strathern. m7).
18 | HEÏAFISIIAS [AHIBMEX un mPRmouANIt REIBRHO ut LAS (nus l 19

de pensamiento propios de los colectivos que estudiamos son dd atributo o el criterio fundamental que distinguiría al sujeto del
la fuerza motriz de la disciplina. Un examen más profundo de discurso antropológico de todo lo que él (es decir nosotros)
esos estilos y de sus implicaciones, particularmente desde el no es: lo no-occidental, lo no»moderno o lo no-humano. Di»
punto de vista de la elaboración de un concepto antropologi- cho de otro modo: ¿qué es lo que “no tienen” los otros que
co de concepto, debe ser capaz de mostrar su importancia en los constituye, ante todo, como iio-occidentales y no-moder-
la génesis, hoy en curso, de una concepción totalmente nueva nos: el capitalismo y la racionalidad? ¿El individualismo y el
de la práctica antropológica. Una nueva antropología del con- cristianismo? (O quizás, más modestamente, ‘ü lu Goody: ¿la
cepto, en suma, que corresponde a un nuevo concepto de la escritura alfabética y la dote matrimonial?) ¿Y cuáles serian a
antropologia, según el cual la descripción de las condiciones continuación las ausencias aun más estruendosas que consti-
de autodeterminación ontologica de los colectivos estudiados tuirían a esos otros como no-humanos (o más bien a los no-
prevalece absolutamente sobre la reducción del pensamiento humanos como nuestros verdaderos otros): el alma inmortal?
humano (y no humano) a un dispositivo de reconocimiento: ¿El lenguaje? ¿El trabajo? ¿La Lichttmg? ¿La prohibición? ¿La
clasificación, predicación, juicio, representación. . . La antropoe neotaenia? ¿La metaintencionalidad? v
logia como “ontologla comparativa”. (Holbraad, 2003): tal es el Todas esas ausencias se parecen. Porque en verdad poco im—
verdadero punto de vista de la inmanencia.’ Aceptar la oportu- porta‘, puesto que el problema, justamente el problema, contie-
nidad y la importancia de esta tarea de pensar el pensamiento neya la forma de la respuesta: la forma de una Gran Particióil,
de otro modo es comprometerse con el proyecto de elabora- de un ¡nismo gesto de exclusión que hace de la especie humana
ción (le una teoria antropológica de la imaginación concep- el análogo biológico del Occidente antropológico, confundien-
tual, sensible a la creatividad y a la reflexividad inherentes a la do a todaslas otras especies y todos los otros pueblos en una
vida de todo colectivo, humano y no humano. álteridad privativa común. En realidad, interrogarse sobre lo
que‘ “nos” hace diferentes de los otros -otras especies y otras
Así, el titulo del libro que estábamos describiendo tiene la in« culturas, pooo importa quiénes son “ellos”, porque lo que im-
tención de sugerir que nuestra disciplina ya está escribiendo los porta es“nosotros”— es ya una respuesta.
primeros capitulos de un gran libro que sería para ella como su Por lo tanto no se trata en absoluto, al rechazar la pregunta
Anti-Edipo. Porque si Edipo es el protagonista del mito funda- ‘¿Qué es (lo propio de) el Hombre?”, de decir que el “Hom-
dor del psicoanálisis, nuestro libro propone la candidatura de bre’ no tiene esencia, que el ser del Hombre es la libertad y la
Narciso para el puesto de santo patrono o demonio tutelar de la‘ indetelminación. Se trata de decir que la pregunta “¿Que es el
antropología, que (sobre todo en su versión “filosófica”) siempre Hombre?” ha llegado a ser, por razones históricas demasiado
ha estado un poco demasiado obsesionada por la determinación evidmtes, una pregunta alla que es imposible responder sin
fingimiento; en otras palabras, sin continuar repitiendo que lo
3 Así, no es exncuunenre el mismo punto que señala [Avi-Strauss en el pasaje propio del Hombre es no tener nada propio, lo cual aparente-
citado más arriba. mente le da derechos ilimitados sobre todas las propiedades
2o r MEIAFIXIIAS «Mmmm un IMPRESWHANIE RHoRun D! LAS ¡OSAS t 21

de todos los demás. Respuesta milenaria en “nuestra” tradición se trata más bien de “irreducirlos” (Latour) y dc indefinirlos,
intelectual, que justifica el antropocentrismo por esa im-pro- haciendo que todas las lineas de partición se flexionen en una
piedad humana: la ausencia, la finitud, la falta-de-ser son la curva infinitamente compleja. No se trata de borrar los con-
distinción que la especie se ha consagrado a llevar, en beneficio tornos, sino de plegarlos, de densificarlos, dc irisarlos y de di-
(Según quieren hacernos creer) del resto de los vivientes. La fractarlos; “He ahi lo que quisieramos decir: un cromatismo
carga del hombre: ser el animal universal, aquel por el cual exis- ’
generalizado“ (Deleuze y Guattari, 198o: 123). Cromatismo:
te un universo. Los no-humanos, como sabemos (¿pero cómo es con el lenguaje del estructuralismo que se escribe el pro-
lo sabemosï), son “pobres en mundo”; hasta la alondra... En de su posteridad.
granfia
cuanto alos humanos no occidentales, se nos enlpuja discreta-
mente a sospechar que en materia de mundo, de todos modos El borrador de El Anti-Narciso empezó a ser pasado en lim-
están reducidos a la porción congrua. Nosotros, sólo nosotros, pio por un grupo de antropólogos que son responsables de la
los europeos,‘ somos los humanos completos, o si se prefiere, profunda renovación de la disciplina. Aun cuando sc trata de
grandiosamcnte incompletos, los millonarios en mundos, los autores conocidos, su obra todavía está lejos de tener el reco-
acumuladores de mundos, los "configuradores de mundos”. La nocimiento y la difusión que lnerece, incluso, para el caso de
metafísica occidental es verdaderamente la fans et nrígo de to- uno de ellos, en su propio país de origen. Nosreferimos aqui
dos los colonialismos. al estadounidense Roy Wagner, que tiene en su activo la muy
Puesto que el problema cambia, la forma de responderle rica noción de “retroantropologla” (reverse antmpalflgfl). o la
cambia también: contra los grandes divisores, una antropolo- elaboración de una vertiginosa semiótica de la “invención” y
gía menor haría prolifcrar las pequeñas multiplicidades -no de la “convención”, asl como el esbozo visionario de un con-
el narcisismo de las pequeñas diferencias, sino lnás bien el , Cepto antropológico del concepto; a la antropóloga británica
antinarcisísmo de las variaciones ContinuaSA; contra los hu- Marilyn Strathern, a quien debemos una desconstrucción-
manismos completos o finalizados, un “humanismo inter- potenciación cruzada del feminismo y de la antropologíai
minable” (Maniglier, 200o), que rechaza la constitución de así como las ideas-fuerza de una “estética indígena” y de un
la humanidad como un orden aparte. Subijayo: haría proli- “análisis indígena” que constituyen de alguna manera las dos
ferar la multiplicidad. Porque no se trata en absoluto, como partes de una anticrítica melanesia de la razón occidental, o
lo recordaba oportunamente Derrida (2006), de predicar la también la invención de un modo de descripción etnográ-
abolición de las fronteras que unen-separan signo y mundo, fica propiamente posmaliitowskiano; y al bórgoñón Bruno
personas y cosas, “nosotros” y “ellos”, “humanos” y "no-hu- Latam‘, a quien debemos los conceptos transontológicos de
manos”: las facilidades reduccionistas y los monismos portá- colectivo y de actor-red, el movimiento paradójico de un
tiles están tan fuera del juego como las fantasías fusionales; “no-haber-sido-nunca” (moderno) y el reencantamiento an-
tropológioo de la práctica de las ciencias. A éstos han venido
4 Me incluyo aquípor cortesía.’ a agregarse, más recientemente, muchos otros colegas que no
221 MHAHSIIAS (AHIBAlíS UN H1PRESIOIIAHIE Mmmm DE m (OSAS i 2.3

nombraremos, en la medida en que sería imposible hacerlo consagrado al balance de la herencia estructuralista en los es-
sin cometer una injusticia, por omisión o por comisión.’ tudios del parentesco, el decano de nuestra disciplina hacia un
Pero mucho antes que todos ellos, citados o no, estaba ya comenmio tan penetrante como decisivo:
Claude Levi-Strauss, cuya obra tiene una cara vuelta hacia el pa-
sado de la disciplina, que ella corona, y otra hacia su futuro, que Es digno de notar que a partir de un análisis crítico de la
anticipa. Si Rousseau, según este autor, debe ser visto como el noción de afinidad, concebida por los indios sudamerica-
fundador de las ciencias humanas, entonces habría que decir del nos como una bisagra entre dos opuestos: humano y divi-
propio Levi-Strauss que no sólo las refundó, con el estructura- amigo y enemigo, pariente y extraño, nuestros colegas
lismo, sino que las ha virtualmente "in-fiindado”, indicando el - brasileños hayan llegado a aislar lo que podría llamarseuna
camino hacia una antropología de la inmanencia, camino por metafísica de la predación. [.. .] De esa corriente de ideas se
el cual él, por lo demás, “como Moisés conduciendo a su pueblo z-desprmde una impresión de conjunto: nos agrade o nos in-
hasta una tierra prometida de la que él jamás contemplaría el - quiete, la filosofía ocupa de nuevo el centro del escenario. Ya
esplendor”, jamás se aventuró realmente.‘ Al plantear el cono- "no nuestra filosofía, de la que mi generación pidió a los pue-
cimiento antropológico como una transformación de la praxis lílos exóticos ayuda para deshacerse; sino, por un asombroso
indígena ¿‘la antropología intenta elaborar la ciencia social de retorno de las cosas, la de ellos (Levi-Strauss, 200o: 72o).
lo observado” (Levi-Strauss 1958 [i954]: 397)— y diez años más r
tarde al definir las Mitalúgicas como “el mito de la mitología” Laobservación resume con precisión, como veremos, el conte-
(1964: 2o), Levi-Strauss echó las bases de una “filosofía por ve- nido de este ensayo, escrito precisamente por uno de los colegas
nir” (Hamberger, 2004: 345), marcada positivamente por el sello brasileños.’ En realidad, nosotros no sólo tomamos como uno
de la interminabilidad y de la virtualidad. de nuestros ejes etnográficos ese uso propiamente metafísico
Claude Levi-Strauss, fundador del pinstestructuralismo... que los indios sudamericanos hacen dela noción de afinidad,
Hace ya diez años que, en el posfacio a un volumen de L’Homme sino que además esbozamos una reanudación del problema de
¡wii-lación entre, por un lado, las dos filosofías evocadas por
5 Habría que hacer una gran excepción para Tim Ingold que, con Philippe Lévi-Strauss sobre el modo de la no-rclacion ¿‘la nuestra” y
Descola —de quien hablaremos más adelanta es sin duda el antropólogo que “la de ellos”— y por el otro esa filosofía por venir que el estruc-
¡nas ha hecho por volver a poner en discusión las particiones ontológicns
englohantcs de nuestra tradición ínlelectnal, en particular la que separa a turalismo proyecta.
la “humanidad” del “snnincnrc” (véase Ingold, 200o). 1;. muy estimulante Porque se trata efectivamente de filosofía, nos agrade o nos
obra de Ingold (que ha tenido fuerte influencia en mis trabajos sobre el inquiete... O más bien, se trata de restablecer cierta conexión
perspectivisnlo anterindio) denota, sin embargo, una deuda sistémica con la
Íenomenología, lo que hace que sns relaciones con los autores ylos conceptos entre la antropología y la filosofía pasando revista nuevamente
que sc examinan en este ensayo sean mas bien indirectas.
o La alusión a Moisés se encuentra en la “Inlruducíción a la obra de Marcel
MaussWLcvLsuanss,195o;mvnrrlnnrcr agre “Debe de haber en alguna 7 vans. Viveiros de Castro, 2am, para otro comentario de ese pasaje, destacarlo
parle nn pasaje decisivo que Mauss no frnnqncó. cnrnhur. por Maniglicr (2oo5b).
24| MUMISIIAS [AHÍBMES ‘ i

a la problemática transdisciplinaria que se ha constituido a un .


2
lado y a otro de la imprecisa frontera entre estructuralismo y
Perspectivismo
postestructuralismo, durante ese breve instante de efervescen-
cia y cle generosidad del pensamiento inmediatamente anterior
a la revolución conservadora que en el curso de los últimos
decenios se ha mostrado particularmente eficaz para transfor-
mar el mundo, tanto desde el punto de vista ecológico como
del político, en algo perfectamente irrespirable.
Un doble trayecto, entonces: una lectura cruzada entre la an-
tropología y la filosofía, informada por el pensamiento ama-
Es a este tipo de recalificación de la actividad antropológica que
zónico, por un lado —es absolutamente esencial recordar aquí
Tania Stolie Lima y yo hemos querido contribuir al proponer‘
“los fundamentos amerindios del estructuralismo” (Taylor,
el concepto de un perspectivismo amerindió que reconfiguraría
2oo4: 97)- y por otro, por el estructnralismo “disidente” de Gi-
un complejo de ideas y prácticas cuya capacidad de perturba-
lles Deleuze (Lapoujade, 2006). Y también el destino es doble:
ción intelectual no ha sido debidamente apreciada (si es que
aproximarse al ideal de una antropología en cuanto ejercicio de
ésa es la palabra que conviene) por los especialistas, pese a su
descolonización permanente del pensamiento, y proponer otro
vasta difusión en el Nuevo Mundo.‘ A éste ha venido a agregar
modo de creación de conceptos distinto del modo filosófico.
se eliconoeptoi sinóptico de multínaturalismn, que presentaba
Pero por último se trata de antropología. La intención de
el pensamiento amerindio como un socio insospechado -un
este paseo por nuestro pasado Iecientc es más prospectiva que
precursor oscuro, si se quiere- de ciertos programas filosóficos
nostálgica. Aspira a despertar ciertas posibilidades, a entrever
contemporáneos, como algunos que se desarrollan en torno
algún claro que permita a nuestra disciplina imaginar, al me» a una teoría de‘ los niundos posibles, o los que’ de entrada se
nos para sí misma, en cuanto proyecto intelectual, un desenlae
ce que no sea —dramaticemos un poco— la muerte por asfixia.
dust’) aquellos que, tras constatar el fin de la hegemonía
chucista qrie obligaba a encontrar respuestas epistemológicas
a lindas las preguntas ontológicas, definen poco a poco nuevas
líneas de fuga del pensamiento bajo las banderas del “empiris-
¡no trascendental” ‘o del "realismo especulativo”.

l Para las primeras fuentes, véase Lima, 1999 [i996], 2005 [i995]; yVivelros ¡le
(‘amarga (19951; 2002.3; 2oo4a. b. En lo que sigue repetimos líleralmente pasajes
ytemzs ¡nrpliamenle oonocidos por el público antropológico, y sobre todo por
las mmiznisxas, pero que creemos será útil retomar para los demás lectores.
26 InUArImAr (ANIBMES ‘ PERSPEUIVHHO i 27

Los dos conceptos surgieron después de un análisis de los cosmopollticas amazónicas, relacionadas con la noción dc
presupuestos cosmológicos de la “metafísica de la predación” multiplicidad perspectiva inherente a lo real, y una parábola
que acabamos de evocar. Ocurre que esa metafísica, como se lévisïraussiaila muy conocida sobre la conquista de América,
deduce del resumen de Levi-Strauss, alcanza su más alta cx- registrada en Race et Histoire:
presión en el gran rendimiento especulativo de las categorias
indígenas que denotan la alianza matrimonial, fenómeno que — En las Antillas mayores, algunos años después del descubri-
nosotros traducimos en otro concepto, el de afinidad virtual.‘ miento de América, mientras los españoles enviaban co1ni-
La afinidad virtual es el esquematisnlo característico de lo que siones de investigación para indagar si los indígenas tenían
Deleuze llamaría "la estructura Otro”3 de los mundos amerin- alma o no, estos últimos se dedicaban a sumergir blancos
dios, y como tal, esta marcada en forma indeleble por el signo prisioneros a fin de verificar, mediante una vigilancia pro-
del canibalismo, motivo omnipresente de la imaginación re- longada, si sus cadáveres estaban sujetos a la putrefacción o
lacional de los habitantes de esos mundos. Perspectivisrno in- = no (Lévi-Strauss,1973 [i952]: 384).
terespecífico, multinaturalismo ontológico y alteridad cahíbal
forman entonces las tres vertientes de una alter-antropología FJ autor veía en esc conflicto de antropologías una alegoría ba-
indígena que es una transformación simétrica e inversa de la rroca del hecho de que una de las manifestaciones tipicas de
antropología occidentahisimétrica igualmente en el sentido de la naturalaa humana es la negación de su propia generalidad.
Latour, e inversa también en el sentido de la reverse an thrapola- Una especie de avaricia congénita, que dificulta la extensión
gy de Wagner. Es trazando ese triángulo que podremos empe- de los predicados de la humanidad a la especie como un todo,
zar a acotar una de esas filosofías “de los pueblos exóticos” que parece ser-justamente uno de esos predicados. En suma, cl et-
Levi-Strauss contraponía a la “nuestra” o, dicho de otro modo, nooentrismo es como el buen sentido (del que talvez sólo pue-
a tratar de realizar algo del imponente programa esbozado en da ser.
el capítulo 4 (“Geofilosofla”) de ¿Qué es ‘la filosofia? (Deleuze y mundo. El formato de la lección es familiar, pero eso no la hace
Guattari,1993 [Quest-ce que la philosophiefi, 1991]), aunque sea menos mordíente. El hecho de favorecer la propia humanidad
al precio —pero es necesario estar dispuesto a pagarlo- de cierta en detrimento de la del otro-pone de manifi estouna semejanza
imprecisión) metódica y de una equivocidadintencional. esencial con ese otro despreciado: puesto que el otro del Mis-
mo (del europeo) muestra ser el mismo que el otro del Otro
Este trabajo tuvo como punto de partida perfectamente con- (del indígena), el Mismo termina por mostrarse, sin saberlo,
tingente, como debe ser, la súbita percepción de una resonan- 90m0
cia entre los resultados de nuestras investigaciones sobre las Ésa anécdota claramente fascinó a Lévi-Strauss, que la re-
lfltará denuevo en Tristes trópicos. Pero allí introduce un ses-
z Viveiros de Castro, 2001; 2002i) [.993]. Véase iii/m, cap. n. go irónicoradicional, que marca una diferencia antes que una
3 Deleuze, maga. semejanza entre las partes, observando que en sus indagacio-
28 I MEIAHSIUS (ANlBAlES l PERSVEIIIVISMÜ I 29

nes sobre la humanidad del otro, los europeos invocabalt las los españoles del incidente de las Antillas, la dimensión marcar
ciencias sociales, lnientras que los indios confiaban más bien da era la del alma; para los indios el'a el cuerpo. Los europeos
en las ciencias naturales; y que, mientras que los primeros pro- nunca dudaron de que los indios tuvieran cuerpos (también
clamaban que los indios eran animales, los segundos se con- los animales los tienen); los indios nunca dudaron de queilos
tentaban con sospechar que los europeos eran dioses. “A ig- europeos tuvieran almas (también los animales y los espectros
norancia igual ¡concluye el autor— este último procedimiento de los muertos las tienen): el etnocentrismo de los europeos
ciertamente era más digno de hombres” (1955: 81-83). Si ése es consistía-en dudar de que los cuerpos de los otros contuvíeran
realmente el caso,‘ eso nos obliga a concluir que, pese a una un
ignorancia igualacerca del otro, el otro del Otro no era exacta- cuerpos; el etnocentrismo indio, por el contrario, consistía en
mente el lnismo que el otro del Mismo, Quizás se podria decir dudar de que otras almas o espíritus pudieran estar dotadas de‘
que era su opuesto exacto, si no fuera por el hecho de que, en un cuerpo materialmente similar a los cuerpos indígenas.‘
los lnundos indígenas, la relación entl'e esos dos otros de la hu-
manidad, la animalidad y la divinidad, es completamente otra
En los términos de la semiótica dé Roy Wagner ¿melancsísta que
que la que nosotros helnos heredado del cristianismo. El coli-
pronto se révelará como un mediador crucial para la teoría del pers-
traste retórico de Levi-Strauss es eficaz porque evoca nuestras
peclivistno amerindio—, el cuerpo pertenecería a la dimensión de lo
jerarquías cosmológicas, más que las de los taínos.‘
innato o delo espontáneo ‘de la antología europea (la “naturaleza”),
De todos modos, fue una meditación sobre ese desequilibrio
dimensión que es el resultado contra-inventado de una operación de
lo que nos condujo a la hipótesis según la cual los regímenes
simbolizración "convencionaliiante’; mientras que el alma Sería la ‘di-
ontológicos amerindios divergen de los regímenes más exten-
mensión construida, “diferenciante”, que “especifica y hace concreto
didos en Occidente precisamente en lo que se refiere a las fun-
el‘_mundi) convencional trazando distinciones radicales y concretalr
ciones semióticas inversas atribuidas al cuerpo y al alma, Para
dólágwdivïdúalidades’singulares del mundo” (Wagneralgsi: En
42‘).
4 como lo ha mostrado ya Sahlills (1995), la asociación de los invasores con
las divinidades locales, fenómeno observado en diversos cncuenlros entre a I: vieja alma lia recibido nolnbres nuevos, aliora avanza cnmascarada;
los Modernos y los lndlgcnas, dice nmclio más sobre lo que los indigenas la ennmalo simbólico, el csplritn en el sentido de mind... El problema
piensan de la divinidad que sobre lo que piensande la modernidad o‘ de la ieolagieo del alma delos olros lia pasado a ser direelamcme el enigma
europeídad. s ' I filosófico oonocido como el “problem afalher iiiinds’, hoy en’la punta de
5 la anécdota proviene de la Historia de lar India: de Oviedo; habría tenido -las ¡qüesïigrioncs nenrolecnológicas sobre la conciencia humana. sobre el . .
lugar en La Española (la invcsiigaeion iieelia en in; por los frailes de la fspírilu de las bestias y sobre la inteligencia de las máquinas (los dioses se
orden de san leroninro enne los colonizadores) y en Puerto Rico (cl reluojón han instalarlo en los lnicroprocesadores Inici): En esios dos úllinlos cases,
henrístico de mi joven español, emboscada y (lespilés ahogado por los se nah de saber si determinados animales no ielrdrlall, al fin de cncnras,
indios). Es mi argnnaemo mas que demuestra la neccsidad de nacer remoinar algoasr como \In alma o ima conciencia —|al vez incluso una cnlmraa, y
, ' la “arqueologia dc las ciencias humanas” por lo menos a la coniroversia de reclpmmnarle, si cierlos sislcmas materiales no autopoiéticos. en otras
valladolid (1550-1551), el celebre debate enire las casas v Sepúlveda sobre la palabras. dcsprovistos de un cuerpo propiamente dicho, podrian mostrarse
namralcra delos indios americanos (Parlgen, i982). apacesdcimeneionalidad. e
3o I Mrurliltis (AlllBAlEX ‘ PERSPEUIVISMÜ I 31

los mundos indígenas, por el contrario, el alma “es experimentada quese representan a sI mismos”; es decir, acontecimientos que se ma-
como... una manifestación del orden convencional implícito en to- nifiestzn simultáneamente como símbolos y como referentes, disol-
das las cosas [. ..]”, y“sintetiza los modos según los cuales su poseedor viendo el contraste convencional. Es necesario observar, ante todo,
es similar a los demas [seres], más allá de los modos según los cuales que el mundo de los referentes, “la realidad”, se define aqui como un
difiere de ellos” (ibíd; 94); el cuerpo, por el contrario,’ pertenecería a acontecimiento semiótica: el otro del signo es otro signo, dotado de
la esfera de lo que corresponde a la responsabilidad de los agentes, es Incapacidad singular de "representarse a si mismo”. El modo de exis-
una de las figuras fundamentales delo que es preciso construir contra tencia deJas entidades actuales en cuanto acontecimientos u ocasio‘
un fondo innato y universal de una “humanidad inmanente" (íbída nes e latautegorla. A continuación, es preciso destacar que el propio
86-89). En pocas palabras, la praxis europea consiste en "hacer almas” contraste entre los dos modos es el mismo resultado de una opera-
(y en diferenciar culturas) a partir de un fondo corporal-material ción (y de una percepción) convencionalizante: la distinción entre
dado (la naturaleza); la praxis indigena consiste en "hacer cuerpos” invención y convención es ella misma convencional, pero al mismo
(y en diferenciar las especies) a partir de un continuo socioespiritual tiempo toda convención es producida por una contra-invención, Ese
dado: dado precisamente en el mito, como veremos. ooritrames, pues, intrínsecamente recurrente, sobre todo si com-
El sistema teórico de Wagner, conceptualmente denso y muy ori- prendemos que las culturas humanas se oponen fundamentalmen-
ginal, se resiste al resumen didactico. Rogamos al lector que experi- tea] modo de simbolizaciórt que privilegiar) (convencionalmente)
mente directamente The invention of culture (1981), que contiene su
más elegante y lograda exposición. Grnssa mado, se podría decir que al otro la función de ser lo “dado”. Las culturas (los macrosistemas
la semiótica wagneriana es una teoria de la praxis (humana y verosi- [rumanos de convenciones) se distinguen por lo que definen como
milmente no humana) que la concibe como consistiendo exhaustiva- perteneciente a la esfera de responsabilidad de los agentes —el mun-
mente en la operación recíproca y recurrente de dos modos de sim- do de lo 'c_onatruid0”- y por lo que pertenece (porque es contra-
bolizacióti: 1) el simbolismo convencional o coleclivizante (también; construido como perteneciente) al mundo de lo “dado”, es decir de
literal), en que los signos se organizan en contextos estandarizados construido:
(dominios semánticas, lenguajes formales, etc.) en la medida en que
se contraponen a un plain) heterogéneo de “referentes”, es decir, en El núcleo de todo conjunto de convenciones culturales es una dis-
que son vistos como simbolizando algo distinto de ellos mismos; y 2) tinción simple entre los tipos de contextos, los no-convencionaliza-
el simbolismo diferenciante o inventiva (también: figurativo), modo dos o los dela convención misma, que deben ser deliberadamente
‘en el cúal el mundo de los fenómenos representados por la simboli- articulados en el curso de la acción l\un¡ana,ylos tipos de contextos
zación convencional es aprehenclidoconio constituido por “simbolos que deben ser contra-inventados en cuanto "motivación", bajo la
máscara convencional de lo “dado” o de lo “innato”. Naturalmente
no hay más que dos posibilidades: un pueblo que practica de-
7 Aqui “¡rmovanroe en relación con Wagner (en el sentido que c1 da a esa , liberadamente una forma de acción difercnciante, contraiinventará
palabra), que no planteaba la cuestion del estatulo del cuerpo para las
culluras diferenciantes en The ¡rtvemínn afclllttlmu invariablemente una colectividad motivante [la sociedad y sus con-
32 I MEIAFISIIAS (AIIIBAlES ‘ PERSPEUIVISMO l 33

venciones] como lo “innato”, mientras que un pueblo que practica implicaciones teóricas de ese estatuto no marcado o genérico
deliberadamente una forma de acción colectivizante contra-inven- dela dimensión virtual (el “alma”) de los existentes, premisa
tará una motivación diferenciante (Wagner, 1981: 51), capital de una poderosa estructura intelectual indígena, capaz,
inter alía, de contra-describir su propia imagen dibujada por la
El quiasma antropológico señalado por Levi-Strauss en rela- antropología occidental, y por esa vía “devolvemos de nosotros
ción con el incidente de las Antillas cuadraba muy bien con dos mismos una imagen en la que no nos reconocemos”. Esa doble
caracteristicas que empezaban a distinguirse en la etnografla torsión, materialista y especulativa, aplicada a la representación
amazónica. Ante todo, venía a confirmar por una vía inespera- usua , psioologista y positivista, del animismo, es lo que hemos
da la importancia de toda una economía dc la carparalidad en llamado "perspectivismoï en virtud de sus analogías —por lo
el corazón mismo de las ontologías que acababan de ser redefi- menos tan construidas como constatadas- con las tesis filosó-
nidas -en forma un poco unilateral, como se puede ver- como ficas asociadas con esa etiqueta según podemos encontrarlas
animistus.‘ Confi rmar, decimos entonces, porque era algo que en Leibnii o en Nietzsche, en Whitehead o en Deleuze.
las Mítológícas ya hablan demostrado abundantemente -pero
era necesario saber tomarlas literalmente, es dccir como cons- (lomo zya hablan señalado diversos etnólogos, aunque casi
tituyendo una transformación mítica de las transformaciones siempre de pasada, numerosos pueblos del Nuevo Mundo (vc-
míticas que eran su objeto— descri iendo, en una prosa que rosímilmente todos) comparten una concepción según la cual
unía el rigor cartesiano con la vcrba rabelesiana, una antro- el mundo está compuesto por una multiplicidad de puntos de
vista: todos los existentes son centros de intencionalidad, que
pología indigena formulada en términos de flujos orgánicos
y de codificaciones materiales, de multiplicidades sensibles y aprehenden a los otros existentes según sus respectivas caracte-
risticas y capacidades. Las presuposiciones y las consecuencias
de dcvenires-animales, antes que expresada en los términos
espectrales dc nuestra propia antropologia, tanabrumada en deesa idea no son reductibles al concepto corriente de relati-
vismo que a primera vista parecerian evocar. En realidad se dis-
comparación por la monotonía jurídico-teológica (pensemos
en los derechos y los deberes, en las reglas y los principios, en ponen en un plano ortogorlal en la oposición entre relativismo
yuniversalismo. La resistencia del perspectivismo amerindio a
las categorías y las “personas morales” que conforman nuestra
los términos de nuestros debates epístemológicos hace dudar
disciplina)? A continuación, permitía entrever algunas de las
de la transportabilidad de las particiones ontológicas que los
alimentan. Es la conclusión a la que llegaron (aunque por ra-
a 12.1 lema del animisirto acababa dc ser enriquecido por los trabajos de
Philippe Dcscola (i992, 1996). que pres|al>an una alención sostenida a los
¡nalcrixles amazónicos. i 3‘
9 Véase SeegcnDaMatta yVivciros d: castro (1979) pm “na primera formuladófl
- ¡l ilaamaojiadoso y sensual a 1a vez" del carnisnio ¡’enanrenolúgico (Deleuze
de 1a problemática (le 1a corporalidad cn la América indigena. Explícilamerlte yGluttnri. |99|: lóy) —“el atractivo dela madcra pudfítia”, diría un lector de La
apoyado en IasMítalógíras. este trabajo Íuc desarrollado sin ninguna conexion mnbyla mido- siempre ha pensado la encarnación desde el punto de vista del
con el lema del emllnrlimetnt, que lbn a tomar por asalto a ia anlropologla en las ‘Iüneuln culinario antes que el de ia Santísima ‘Trinidad.

ELIDTECA SAN JOAQUIN


ÜÜEMA DE BIBLIOTECAS
34! MEIAFÍSIIAS [ARIEAUS PÍRXPEIIHIIXMH I 35

zones diferentes) los numerosos antropólogos que sostuvieron cha frecuencia también los objetos y los arlefactos—, dotados
que la distinción entre Naturaleza y Cultura -artículo primero todos de un mismo conjunto general de disposiciones percep-
de la Constitución de la disciplina, en que ella hace acto de leal- tivas, apetitivas y cognitivas, o dicho de otro modo, de “almas”
tad a la vieja matriz metafísica occídental- no se puede utilizar semejantes. Esa semejanza incluye un mismo modo, por así
para describir ciertas dimensiones o dominios internos de las decirlo performativo, de apercepción: los animales y demás
cosmologías no occidentales sin antes hacerla objeto de una no-lmmanos dotados de alma “se ven como personas", y por
crítica etnológica rigurosa. consiguiente “son personas”; es decir, objetos intencionales o
En el caso presente, esa crítica imponía la redistribución de de dios caras (visible e invisible), constituidos por relaciones
los predicados ordenados en las dos series paradigmáticas de sociales y existentes bajo el doble modo pronominal de lo re-
la “Naturaleza” y la “Cultura”: universal y particular, objetivo y flcxivoylo recíproco, o sea de lo colectivo. Sin embargo, lo que
subjetivo, físico y moral, hecho y valor, dado e instituido, ne- esas personas ven —y por lo tanto lo que son en cuanto perso-
cesidad y espontaneidad, inmanencia y trascendencia; cuerpo nas- constituye precisamente el problema filosófico planteado
y espíritu, animalidad y humanidad, etc. Este nuevo reparto de por y para el pensamiento indigena. ‘
las cartas conceptuales nos condujo a sugerir la utilización de la Ia similitud de las almas no implica que se comparta lo que
expresión "mnltinaturalismo” para designar uno de los rasgos esas almas expresan o perciben. La forma como los humanos
distintivos del pensamiento amerindioten relación con las cos- ven a los animales, a los espíritus y a otros actnantes cósmicos
mologías “multiculturalistas” modernas; en tanto estas últimas es profundamente diferente de la forma como esos seres las
se apoyan en la implicación mutua entre la unicidad de la natu- veir y se ven Típicamentei-esta tautología es algo así como un
raleza y la multiplicidad de las culturas —la primera garantizada grado cero del perspectivismo-, los humanos, en condiciones
por la universalidad objetiva de los cuerpos y de la sustancia, la normales, ven a los humanos como humanos y a los anima-
segunda generada por la particularidad subjetiva de los espiri- les 00m0 animales; en cuanto a los espíritus, ver a esos seres
tus y de los significados-Q" la concepción amerindia supondría, habitualmente invisibles indica con seguridad que las "condi-
por el contrario, una unidad del espíritu y una diversidad de los ciones” no son normales (enfermedad, trance y otros estados
cuerpos. La “cultura” o el sujeto representaría la forma de lo uní- secundarios). Los animales predadores y los espíritus, por su
versal, y la "naturaleza” o el objeto la forma de lo particular. parte, ven a los humanos como presas, mientras que las presas
La etnografía de la América indígena esta poblada de refe- ven a los humanos como espíritus o como predadores: “El ser
rencias a una teoría cosmopolítica que describe un universo humano se ve a sí mismo como tal. La luna, la serpiente, el ja-
habitado por distintos tipos de actuantes o de agentes subje- guar yla Madre de la viruela, en cambio, lo ven como un tapir
tivos, humanos y no humanos -los dioses, los animales, los o-un pecarí, a los que matanÏ-observa Baer (1994: 224) sobre
muertos, las plantas, los fenómenos meteorológicos, con mu- los matsiguenga de la Amazonia peruana, Al vernos a nosotros
como no-humanos, es a sí mismos (a sus respectivos congéne-
¡o c. Ingold, 199]: 35o. res) que-los animales y los espíritus ven como humanos; ellos
36i «mima: (AHIBAHS PERSPKTIVIXHO i 37

se perciben como (o se vuelven) seres antropomorfos cuando cosmos son intensivamente personas, virtualmente personas,
están en sus casas o en sus aldeas, y aprehenden sus comporta- porque cualquiera de ellos puede revelarse como (transformar-
mientos y sus caracteristicas bajo una apariencia cultural. Per- seen) una persona. No se trata de una simple posibilidad lógi-
ciben su alimento como un alimento humano (los jaguares ven ca, sino de una potencialidad ontológica. La,“personidad”’y la
la sangre como cerveza de maíz, los buitres ven los gusanos de “perspectividad” —la capacidad de ocupar un punto de-vista-
la carne putrefacta como pescado asado, etc); ven sus atribu- son cuestión de grado, de contexto y de posición, antes que pro-
tos corporales (pelo, pluma, garras, picos, etc.) como adornos piedades distintivas de tal o cual especie. Algunos no-humanos
o instrumentos culturales; su sistema social esta organizado a act izan esa potencialidad de manera más completa que otros;
la manera de las instituciones humanas (con jefes, chamanes, algunos, además, la manifiestan con una intensidad superior a la
mitades exogámicas, ritos. . .). de nuestra especie y en ese sentido son “más humanos” que los
Resultan necesarias algunas precisiones. El perspectivismo humanos (Hallowell, 196o‘ 69). Además, la cuestión posee una
sólo rara vez se aplica a todos los animales (aunque casi siem- esencial cualidad a posteriori. La posibilidad de que un ser hasta
pre incluye a otros seres, por lo menos los muertos); Parecerla ahí insignificante se revele (al soñador, al enfermo, al chamán)
referirse principalmente a especies como los grandes preciado- como un agente prosepomórfico capaz de afectar los asuntos
res y carroñeros, por ejemplo el jaguar, la anaconda, el buitre humanos esta siempre abierta; en lo que se refiere a la ‘personi-
o el aguila arpía, así como a las presas típicas de los humanos dad de’ los seres, la experiencia "personal” es, justamente, más
como los cerdos salvajes, los monos, los peces, los cérvidos o el decisiva que cualquier dogma cosmológico.
tapír. De hecho una de las dimensiones fundamentales de las - Si no’ hay nada gue impida pensar a un existente cualquie-
inversiones perspectivistas es la que concierne a los estatutos ra como persona ¿s decir, como aspecto de una multiplicidad
relativos y relacionales del predador y la presa. La metafísica biosocial—, no hay nada que impida hacer lo mismo con otro co-
amazónica de la predación es un contexto pragmática y teó- lectivo humano. Por lo demas, tal es la regla: la extraña generosi-
rico altamente favorable al perspectivismo. Dicho esto, no hay dad que hace que pueblos como los amazónicos vean humanos
existente que no se pueda definir en términos de su posición ocultos bajo las formas más improbables, o más bien, afirmen
relativa en una escala de capacidad predatoria. que hasta los seres más improbables son capaces de verse como
Porque si no todos los existentes son necesariamente personas humanos, existe junto con el conocido etnocentrismo de esos
defucto, el punto fundamental es que nada impide (dejure) que mismos pueblos, que niegan la humanidad a sus congéneres, a
todas las-especies o todos los modos de ser lo sean. En suma, veces incluso (o sobre todo) asus vecinos más cercanos, tanto
no se trata de uu problema de taxonomía, de clasificación, de gflïgrá ficacomo históricamente. Como si, frente a la madurez
“etnociencia”." Tadas los animales y demas componentes del
dinka del Sudán: "Los dinka no tienen ninguna teoría sobre el principio
segona cual ciertas especies están incluidas entre las divinidades clánicas y
n Comparar coli lo que dice Lienhardt sobre la colección lieleróclita de Mm m No hay ninguna razón, según sn pensamiento, por la que cualquier
i especies, entidades y fenómenos que sirven como divinidades clánicas a los cosa Im pueda sei 1;. divinidad de nn clan” (Lienhardt, 1961: no).
38 I Mriirlsirlx (AMBMES PERSPKIIVISMH I 39

valerosamente desencantada de los viejos europeos, rcsignados ella." Es en eso precisamente que consiste el proceso del parentes-
desde hace mucho tiempo al solipsismo cósmico de la condición co amerindio: la “reproducción” como estabilización intensiva de
humana (endulzado, es verdad, por el consuelo de la ii1tersubje- lapredacián, su inacabantiento deliberado, a la manera del célebre
” de Bateson (o de los balineses),
tividad intraespeclfica), nuestros pueblos exóticos oscilasen per— “plano continuo de intensida
petuamente entre dos narcisismos infantiles: el de las pequeñas que inspiró a Deleuze y Guattari. En otro texto de lévi-Stratlss
diferencias entre congéneres, y el de las grandes semejanzas entre que trataba, no por casualidad, de canibalismo, esa idea de una
especies completamente diferentes. Es evidente que los otros no identidad por sustracción recibió una formulación que se ajusta

pueden ganar nunca: etnucéntricos y animistas, siempre están perfectamente al perspectivismo amerindio:
del lado de la desmesura, por defecto o por exceso. l:
El hecho de que la condición de “persona” (con la forma hu- El problema del canibalismo... no consiste en buscar el por»
mana como su forma aperceptiva universal) pueda ser “extendi- qué de la costumbre, sino al contrario, cómo se desprendió
da” a las demás especies así como “negada” a otros colectivos de ese límite inferior de la predación del que depende quizás la
nuestra especie hace pensar, ante todo, que el concepto de persa» vida social (Levi-Strauss, 1984: 144; véase también 1971: 617),
na —centro de intencionalidad constituido por una diferencia de
potencial interno— es anterior y lógicamente superior al concepto Lo que no es otra cosa que una aplicación del precepto estruc-
de humana. La humanidad es la posición del congénere, el modo turalista clásico, según el cual “la semejanza no existe en sí: no es
reflexivo del colectivo, y como tal es derivada en relación con las más que un caso particular de la diferencia, el caso en que la di-
posiciones primarias de predador o de presa, que necesariamente ferencia timde hacia cero” (Levi-Strauss, 1971: 32).“ Desde luego,
se relacionan con otros colectivos, otras multiplicidades persona- todo está en el verbo “tetider”. Porque, como observa el autor, la‘
les en una situación de alteridad perspectiva." La semejanza o la diferencia “no se anula nunca por completo”. De hecho podría-
congeneridad surgen por la suspensión deliberada, socialmente mos decir que sólo se expande en toda su potencia conceptual
producida, de una diferencia predatoría dada; no son anteriores a cuando se vuelve lo más pequeña posible: entre gemelos, por
ejemplo, diría un filósofo amerindio (Lévi-Strauss, 1991).

iz El término “birmano” nct designa una sustancia sino una relación. Las célebres
Ia noción de que los no humanos actuales poseen un aspecto
designaciones, a ia vez Íngemlas y arrogantes, de los pueblos primitivos, que
significarian “los seres ittttrtanosmns verdaderos itotniares’: parecen funcionar prosopomórfico invisible es una presuposición fundamental de
ett forma pragmática, c incluso sltttáctíca, no tattto como sttstatttivossitto como varias dimensiones de la práctica indígena, pero llega al primer
pmtiantbres que marcan la posición “stibjelive” dei enunciantc. Es por esa razón
que ias categorias indigenas de identidad colectiva poseen esa gran variabilidad
coutexlual tan caracteristica de los pronombres, tnarcanda el contraslc sil u‘ ‘Taylor yviveiros de Castro. 2006: 151; Viveiros de Castro, 20ml).
olro desde la parcntela inmediata de un Yo hasta todos los humanos, o, como |4 Fl precepto cs clásico, pero tmty pocos antropólogos supuestamente ,
hemos visto, todos los seres dotados de coitcieticia; su sedimentación como ‘fllmcmnlislaf han sabido realmenle llevar esta idea hasta el final, es decir,
“elnonimo” parece ser en gran medida utt artefacto producido en el contexto Inkallá dc rJIn tnistttn. Tal vez porque si lo hicieran se acercnriatt demasiado
de ta interacción con el elnúgrafo. a Dífl ïmtaeet répétítiott.
40i HEÏAFÍXIIAS [ARIBMES | Plfl iPítllVlïHo I 41

plano en un contexto particular, el chamanismo. El chamanismo El chamanismo amerindio se guía por el ideal inverso: cono-
amerindio se puede definir como la habilidad que manifiestan al- oer es “personificar”, tomar el punto de vista de lo que es preciso
gunos individuos para atravesar las barreras corporales entre las conocer. 0 más bien de quien es preciso conocer, porque todo
especies y para adoptar la perspectiva de subjetividades aloespe- consiste en saber “el quién de las cosas” (Guimaraes Rosa), sin lo
cíficas, de manera de administrar las relaciones entre éstas y los cual sería imposible responder en forma inteligente a la pregun-
humanos. Al ver a los seres no humanos tal como se ven ellos 1a del “porqué”. La forma del Otro es la persona. Para utilizar un
mismos (como humanos), los chamanes son capaces de asumir vocabulario en boga, podríamos decir que la personificación o la
el papel de interlocutores activos en el diálogo transespecífico; y _ subjetivacíón cbamánicas reflejan una propensión a universali-
'
sobre todo, son capaces de volver para contar el cuento, cosa que r “actitud intencional” destacada por algunos filósofos mo-
los profanos dificilmente pueden hacer. El encuentro o el inter— demos del espiritu (o filósofos del espíritu moderno). Para ser
cambio de perspectivas es un proceso peligrosmy un arte politico, más precisos: puesto que los indios son perfectamente capaces
una diplomacia. Si el relativismo occidental tiene el n1ulticultura- de adoptar las actitudes "física” y “funcional” (Dennett, 1978) en
lismo como política pública, el chamanismo amerindio tiene el su vida cotidiana, diríamos que nos encontramos aquí frente a
inultinaturalismo como política cósmica. unideal epistemológico que, lejos de querer reducir la "intencio»
El chamanisnio es un modo de actuar que implica un modo nalidad ambiente” a nivel cero para alcanzar una representacion
de conocer, o más bien un determinado ideal de conocimiento: absolutamente objetiva del mundo, más bien apuesta a lo con-
Ese ideal estaría, en algunos aspectos, en las antípodas de la epis- trarioïel conocimiento verdadero apunta a la revelación de un
temología objetivista que la modernidad occidental estimula. máximo de intencionalidad, a través de un proceso de “abduo
Para esta última, la categoría del objeto proporciona el telas: co— ción de la agentividad” sistemático y deliberado. Hemos dicho
nocer es “objetivar”, es poder distinguir en el objeto lo que le es ya que el chamanismo era un arte político. Ahora decimos que
intrínseco de lo que pertenece al sujeto conocedor y que, como es un arte politico.“ Porque la buena interpretación chamánica
tal, ha sido indebida o inevitablemente proyectado sobre el obje» es la que logra ver cada acontecimiento como siendo, en verdad,
to. Conocer, asi, es desubjetivar, hacer explícita la parte del sujeto una acción, una expresión de estados o de predicados intencio-
presente en el objeto, de modo de reducirla a un mínimo ideal nales de un agente cualquiera. El éxito interpretativo es direc—
(o de ampliarla con miras a la obtención de efectos críticos es- tamente proporcional al orden de intencionalidad que se logra
pectaculares). Los sujetos, igual que los objetos, son vistos como atribuir al objeto o noema.“ Una entidad o un estado de cosas
resultados de procesos de objetivación: el sujeto se constituye o
se reconoce a sí mismo en los objetos que produce, y se conoce
¡S hrtlaciún entre la experiencia artistica yel proceso de “abducción de la
objetivamente cuando logra verse "desde el exterior”, como un igcnlivitlarl‘ ha sido analizado pm’ Alfred G211 en An ¡md Agency (1993).
"¿S0?- NÉCSÍFO juego epistemológico se llama la objetivación: lo 16 Himnos referencia aquí al concepto de Dcnnclt sobre la irordinalidad
que no ha sido objetivado permanece irreal o abstracto. La for- de lns sistemas intencionalcs. Un sistema intencional de segundo orden
es aquel en que el observador atribuye al objeto no solamente creencias,
ma del Otro es la cosa. deseos)‘ olns intenciones (primer orden), sino también creencias, etc.,
42| MUAFISKAS (ANÍBAIES PERXPKYIVHMO i 43

que no se presta a la subjetivación, es decir, a la actualización Porque este último tiene que estar desarrollado hasta alcanzar su
desu relación social con quien lo conoce, es chamánicanlente forma intencional plena —la forma de un espiritu o de un animal
insignificante, es un residuo epistémico, un “factor impersonal” bajo su rostro humano- o bien, como mínimoptener una rela-
que se resiste al conocimiento preciso. Nuestra epistemología ción demostrada con un sujeto, es decir estar determinado como
objetivista, es inútil recordarlo, va en sentido contrari ' para clla, algo que existe “en la proximidad” de un agente (Gell, 1998).
la actitud intencional del sentido común es una ficción cómo- e- Fm cuanto a la segunda opción, la idea de que los agentes no
da, algo que adaptamos cuando el comportamiento del objeto humanos se perciben a sí mismos y sus comportamientos bajo la
cognoscible es demasiado complicado para descomponerlo en fio y dela cultura humana desempeña un papel crucial. La tra-
procesos fisicos elementales. Una explicación científica exhaus- duoción de la “cultura” a los mundos de las subjet ¡dades extra-
tiva del mundo debe ser capaz de reducir cualquier acción a una humanas tiene como corolario la redefiniciónde varios aconteci-
cadena causal de acontecimientos, y éstos a interacciones mate- mientos y objetos “naturales” como indicios a través de los cuales
rialmente densas (sobre todo, nada de “acción” a distancia). es posible inferir la agentividad social. El caso más corriente es el
Por lo tanto, si en el mundo naturalista de la modernidad un de la transformación de algo que, para los humanos, es un simple
sujeto esiun objeto insuficientemente analizado, la convención hecho bruto, en un artefacto o un comportamiento altamente ci-
epistemológica amerindia sigue el principio inverso: el objeto es viliudo, desde el punto de vista de otra especie: lo que nosotros
un sujeto insuficientemente interpretado. Aqui, es necesario sa- llamamos “sangrrïïes la “cerveza” del jaguar, lo que nosotros ve-
ber personificar, porque es necesario personificar para saber. El mos corno un charco de barro, los tapires lo experimentan corno
objeto de la interpretación es la contrainterpretación del objeto." una granasa ceremonial, y así por el estilo. Los artefactos poseen
esa antología ambigua; son objetos, pero necesariamente indican
sobre las otras creencias. La tesis eog vista ¡nas aceptada quiere que sólo el un-sujeto, porque son comoracciones congeladas, encarnaciones
Homo sapiens presente una intencionalidad do orden igual o superior a dos. materiales deiuna intencionalidad no materralY asi, lo que unos
observenros que el prineipiu chamanislico dela “abducción de nn maximo
de agentividad ingenryi" va en contra, evidentemente. de ios dogmas dc llaman “naturaleza” bien puede resultar la “cultura” de los otros.
la psicologia fisicalista: “Los psicólogos han recurrido con frecuencia al Haíahí una lección indígena que la antropologia podría apro-
principio conocido por ei nombre de “ley de parslnronia de Lloyd Morgan’: ycdiar. Porque no hay por qué tomar la distribucióndiferencial
que puede ser visto como nn coso particular de la navaja de Occam. Ese
principio deierrninn que a cada organismo se debe atribuir el rninnno rie delo dado y lo construido por un intercambio anodino, un sim-
inteligencia, o de conciencia‘, o de racionalidad, suficiente para dar cuenta de ple cambio de signos que dejaria intactos los términos del proble-
su comportamiento" (Dennelt, 1978: 274). En realidad, la sonajn del chamán ma. Hay"mda la diferencia del mundo”. (Wagner, 1981: 51) entre
es un instrumento de un genero totalmente distinto de la navaja de Occam;
esta última puede servir para escribir artículos de lógica o de psicología, pero un mundo en el que lo primordial se experimenta como trascen-
dificilmente podria servir, por ejemplo, para recuperar almas. dencia desnuda, pura alteridad antiantrópica -lo no-construido,
¡7 oorno observa M. Stralhem (i999: 239) acerca de nn régimen epistemológico
similar al de los amerindio .“[Esm] convención [cfi Wagner supm] quiere
que los objetos de interpretación Jrumanos o no- scan entendidos eomo persooidod [pzrsmilmnrl] de 1o que se está interpretando. 1...] Asi, lo que se
otras personas; en realidad, el acto mismo de interpretación presupone la mcuemrazl hacer interpretaciones, son siempre coniranrterpreiuciones. ..
44l Mmrltun (AJIIBAHS =

lo no-ínstituido, lo que se opone a la costumbre y al discursm“ y


un mundo de la humanidad inmanente, donde lo primordial re—
viste una forma humana. Esa presuposición antropomórfica del
Mu tinaturalismo
mundo indigena se opone radicalmente al persistente esfuerzo
antropocéntrico de “construii” lo humano como no dado, como
el ser mismo de lo no-dado, que se observa en toda la filosofía
occidental, incluso la más radical (cf. Sloterdijk, zooo: 2o y ss., 35
y 55.). Hay que destacar, sin embargo, que, al contrario de las fan-
Í
tasías en torno al paraíso narcisista (o la antropología en versión
Disney) de los pueblos exóticos, la presuposicíón de humanidad
"Si es verdad que todos nosotros, hombres modernos, tenemos el
no hace el mundo indígena más familiar ni más tranquilizador:
donde todas las cosas son humanas, lo humano es otra cosa. Hay
lo nue precede no es sino el desarrollo en cierto modo deductivo,
mucho más mundo en el cielo y en la tierra de lo que sueña nues-
efectuado por la práctica teórica indígena, de la intuición restau-
tra antropología. Describir ese multíverso donde toda diferencia
r-adoraide la mitología del continente, á saber, la de un medio pro—
es política, porque toda relación es social, como si fuera una ver-
piamenle prehistórico -el celebre pasado ‘absoluto, ese pasado que
sión ilusoria de nuestro propio universo, unificarlns a través de
nunmiha sidolpresente y que por lo tanto nunca pasó, mientras
la reducción de la invención del primero a las convenciones del
que el presente no deja de pasar- definido por la inlerpenetrabili-
segundo, es elegir‘ una forma demasiado simple —y políticamente
(‘lid oríltolúgica de todos los “insistentes” que pueblan y constituyen
mezquina— de relación entre ambos. Esa facilidad explicativa ter-
mina por generar toda suerte de complicaciones, porque ese pie
_' Como ¡ios lo enseñan las Milalógíms, laforma privilegiada para
tendido monismo ontológico se paga finalmente con una prolife-
pbneren forma de discurso el plano de inrnanencia indigena se ar»
ración de dualismos epistemológicos: emicy etir, metafórico y lie‘
ticiJla en mimo a las causas y las consecuencias de la especíacióit —la
teral, consciente e inconsciente, representación y realidad, ilusión
y verdad y podríamos continuar. Esos dualismos son dudosos no los adnanhes que figuran en él, concebidos como compartiendo toe
porque toda dicotomía conceptual es perniciosa por principio,
¿Osuna condición general inestable en la quelos aspectos humanos
sino porque éstos en particular exigen, como condición para la ync humanos se hallan inextricablemente mezclados:
llllifiCaCÍÓn de los dos mundos, una discriminación entre sus res-
pectivos habitantes. Todo Gran Divisor es mononaturalista.
_ [e Quisiera plantear una pregunta sencilla: ¿que es un n¡ito?]
- Es todo lo contrario de una pregunta sencilla [..‘.]‘Si le
m “La naturaleza es diferente del hombre: no ha sido ¡“manda por él, se opone
a la coslumbre, al discurso. La naturaleza es lo primordial, es decir lo no-
construido, lo no-insliluidcn.(Mcrleau—Ponty,1995 [.955]: o). n name yGuattari, 199i: son. i
45 I MEÏHÍSIUS LANÍBMES ' Nuuluuukulsnn I 47

y
preguntan a un indio americano, hay muchas posibilidades lógicos cuando entran en el proceso cosmológico; de ahi en
de que responda: una historia del tiempo en que los hom¡ adelante, las dimensiones felinas y humanas de los jaguares
bres y los animales todavia no eran distintos. Esa definición - (y las de los humanos) funcionarán alternándose como po-
me parece muy profunda (Lévi-Strauss y Éribon, 1988: 193). tenciales figura y fondo cada una de la otra. A partir de ahi,
la transparencia original o complicatío infinita se bifurca o se
La definición es realmente profunda; profundicemos en ella, ‘ explim en la invisibilidad (de las almas humanas y de los espí-
entonces, a riesgo de hacerlo en una direccion un poco dife- ¡ l ritus animales) y en la opacidad (del cuerpo humano y de los
rente de la que Lévi—Strauss tenia en mente para su respues— -’ "ro jes? somáticos animales)‘ que marcan la constitución de
ta. El discurso mítico consiste en un registro del movimiento ' todos los seres mundanos. Esa invisibilidad y esa opacidad, sin
i
de actualización del presente estado de cosas a partir de una embargo, son relativas y reversibles, toda vez que el fondo de
condición precosmológica virtual dotada de transparencia ürtualidad es indestructible o inagotable (los grandes rituales
perfecta, un “caosmos” en el que las dimensiones corporales y ‘ indigenas de recreación del mundo son justamente los dispo-
espirituales de los seres todavía noise ocultaban mutuamente. Ï Sitivos de oontraefectuacióit de ese fondo indestructible).
Ese precosmos, lejosde mostrar una identificación primordial Decíamos más arriba que las diferencias en vigor en los mitos
entre humanos y no humanos, como se acostumbra a descri- son infinitas e internas, al revés de las diferencias externas fini-
birlo, está recorrido por una diferencia infinita, aun cuando ' tas entre las especies. En realidad, lo que distingue a los agentes
(o porque) esa diferencia es interna a cada personaje o agente, ‘ y los pacientes de los acontecimientos míticos es su capacidad
al contrario de las diferencias finitas y externas que constitul-j ‘ intrínseca de ser otra cosa; en ese sentido, cada personaje difiere
yen las especies y las cualidades del mundo actual‘. De ahí el íntimamente de sí mismo, puesto que desde el principio el dis-
régimen de multiplicidad cualitativa propio del mito. En ri-
gor, es imposible decidir la cuestión de si el jaguar mítico, ’ es decir, transformado. Esa “auto-” diferencia es la propiedad
por
ejemplo, es unlbloqtie de afectos humanos bajo la forma de un caracteiística de la noción de “espiritu”, y es por eso que todos
jaguar o un bloque de afectos felinos bajo forma lrumana, por- los seres míticos son concebidos como espiritus (y como cha-
que ‘la “metamorfosis” mítica es un acontecimiento; es decir, manes), así como, recíprocamente, todo modo finito o existente
un cambio sin moverse del lugar, una superposición de estados actual puede manifestarse como (porque ha Sido) 11" ESPÍTÏÍU.
lieterogéneos, más que una trasposición extensiva de estados toda vez que su razón de ser se encuentra relatada en el mito. La
homogéneos. El mito no es historia, porque la metamorfosis supuesta indiferenciación entre los sujetos míticos es función de
no es un proceso, “no era todavía” un proceso y“no será jamás”
unproceso; la metamorfosis es anterior y exterior al proceso z fl Innfivu del perspeclivismo está casi siempre asociadooon la idea de que
del proceso, es una figura (una figuración) del devenir. la forma visible de cada especie es una simple envoltura (un "ropajeÜ que
omita im brma interna humana, accesible únicamente, como hemos visto,
Así, la linea general trazada por el discurso mítico describe I los ojos de la misma especie o de ciertos conmutadores perspectivas como
la instantánea pérdida de importancia de los flujos precosmo- los chamanes.
43 I HHAFÍSIIAS (ANÍBMES ‘ HUlÏlHAIURAllSMfl I 49

su constitucional irreductibilidad a las esencias o las identidades valos exhemos, cuantificables y medibles, puesto que las dife-
fijas, ya sean genéricas, específicas o incluso individuales} rmcias entre las especies son sistemas finitos de correlación, de
En suma, el mito propone un régimen ontológico coman- proporción y de permutación de caracteres, del mislno orden
dado por una diferencia intensiva fluyente que incide sobre y de la misma naturaleza. El continuo heterogéneo del mundo
cada uno de los puntos de un continuo heterogéneo, en que la precosmológico deja así el lugar a un discreto homogéneo, en
transformación es anterior a la forma, la relación es superior a Ï términos del cual cada ser no es más que lo que es, y lo‘ es sólo
los términos y el intervalo es interior al ser. Cada sujeto mítico, porque no es lo que no es. Pel'o los espíritus son la prueba de
al ser puraivirtualidad, "ya era antes” lo que "será a continua- quéno todas las virlualidades han sidonecesariameltte actua-
ción”, y es por eso que no hay nada actualmente determinado: lizafiias y de que el turbulento flujo mítico continúa rugienclo
Por lo tanto, las transformaciones extensivas introducidas por sordamente bajo las discontinuidades aparentes entre los tipos
laiespeciación (lata sensu) posmitica ——el pasaje de lo continuo y las especies. _
a lo discreto que constituye el gran‘ (lni)tema de lei-antropolo- "El petspectivismo amerindio conoce entonces en el mito un
gía estructural- se cristalizan en bloques molares de identidad lugar geométrico en el que la diferencia entre los puntos (le
interna infinita (cada especie es interiormente homogénea, sus vim ala vez se anula y se exacerba. En ese discurso HlJSOIUÍOr
miembros son igual e indiferentemente representativos de la cada tipo de ser aparece a los otros seres tal como se aparece a sl
especie en cuanto tal)! Esos bloques están separados porvinter« mismo {omo humanor, mientras que actúa ya manifestando
su naturaleza distintiva y definitiva de animal, de planta o ‘de
espíritu.’ Punto de fuga universal del perspectivismo, el mito
3 Pcnscittos en los cuerpos deslotalizados o “desorganizador que vagan en los
mitos, con penes removibles y anos personificados, con cabezas que rnedan, habla de un estado del ser en que los cuerpos y los nombres, las
personajes cortados e‘it pedazos, intercambio de ojos entre el oso hormiguero almas ylas acciones, el yo y el otro se interpenetran, sumergi-
'
y el jaguar, elcétcra. dos en un mislno medio presubjetivo o preobjetivo.
4 Como sabemos. los mitos contienen diversos momentos de “relalivizacion” El proyecto de la antropología es precisamente contar el “fin”
(en el sentido rie Wagner, 198!) de esa convención puesto que, justamente, no
existe identidad infinita, porque la diferencia nunca se anula por completo. deeseïmedio”: dicho de otro modo, describir el “pasaje de la Na-
Véase ei divertido ejemplo rie El arigm rie Iris ¡Maneras (le trtesn, acerca de los turalem ala Oiltura”, tema al que Levi-Strauss atribuye un papel
ltratrlntonios mal combinados: "¿atte proclaman en realidad esos mitos? central en la tnitología amerindia. No sin razón, es preciso decirlo,
Que es culpable y peligroso eonrtindir las diferencias físicas entre las lntijcrcs
con las tiirereiteias espeelfieas que separan a los animales de los humanos al contrario de lo que han sugerido otros: solamente habría que
.‘ o a los animales entre ellos. [c] omo limnanas. liis mujeres, bellas o feas, precisar que la centralidad de ese pasaje no excluye, más bien lo’
ntereeeit todas obtener un cónyuge. [. ..] Conlmpncstas en bloque alas
esposas atrimales, las humanas no tienen iringnit valor: pero si la armadura contrario, su profunda ambivalencia, su doble sentido (en vzirios
r
tuttiea se invierte, no puede no revelar ese misterio: saber, aunque la sociedad
quiera lguorarlo, que tortas las lmmaitas no tienen nitigún valor o tienen v! ‘Sin duda, ett los tiempos utilices, los humanos no se disiingulan de los
todas el mismo valor, porque nada puede impedir que difieran entre ellas en animales, pero entre eses seres indifercnciados que debían dar naeinuento a
su esencia anilnalr que las hace desigualmentc deseables para los ltraridos” unnsy otros, algunas relaciones cualitativas preexisllnn a especificidades que
(Levrstrauss, 1967: ao-tsi. ¡od-via pertnarteclatt en estado virtual" (Lévtstrnuss, 197i: 526).
S0 I HEIAHSILAS (AHlBAlU . HUIIIHAIURALISMH I 51

sentidos) para el pensamiento indígena, como resulta evidente a humanos? Precisamente, creo, porque nosotros, los humanos,
medida que se avanza en la lectura de las Mitalágicas. Así como losvemos como animales, viéndonos a nosotros mismos como
habría sido importante destacar que lo que pasa, y lo que sucede humanos. Los pecaris no pueden verse como pccarís (y qui-
en ese pasaje, no es exactamente lo que se imagina. El pasaje no es zás especular sobre el hecho de que los humanos y otros se-
un proceso de diferenciación de lo humano a partir de lo animal, res son pecarls bajo sus ropajes específicos) Pmque 351 95 el
como en la vulgata evolucionista occidental. La mndición común a modo como san Vistas por los humanos. Si los humanos se ven
los hombres y u los animales no es la unimalidad, sim) la humanidad. como humanos y son vistos como no-humanos —animales ‘o
Ia gran divis ón mítica muestra no tanto a la cultura distinguién- espiritus- por los no-humanos, entonces necesariamente los
dose de la naturaleza como a la ¡naturaleza alejándose de la cultur . animales deben verse como humanos. Lo que el perspectivis-‘
los mitos cuentan como los animales perdieron los atributos que mo afirma, en definitiva, no es tanto la idea de que los anima-
los hombres heredaron o conservan. No es que los humanos sean les son “en el fondo” parecidos a los humanos, sino la idea de
antiguos no-humanos, sino, que los no-humanos son antiguos qüefen cuanto humanos, “en el fondo” son otra cosa; tienen,
humanos. Así, si nuestra antropología popular ve la humanidad finalmente, un “fondo”, otro “costado”, son diferentes de ellos
como algo erigido sobre bases animales, normalmente ocultadas mismos. Ni animismo —que afirmaría una semejanza sustan-
por la cultura —l1abríamos sido otrora “completamente” animales, cial o analógica entre animales y humanos- ni totemismo —que
yseguirlamos siendo animales "en el fondo”: el pensamiento in- afirmaría una semejanza formal u homológica-entre diferen-
digena por el contrario concluye que tras haber sido otrora huma- cias intrahumartasy diferencias irlter-animales- el perspecti-
nos, los animales y otros existentes cósmicos continúan siéndolo, vismo afirma una diferencia intensiva que lleva la diferencia
aunque lo son de una manera que no es evidente para nosotros.‘ humanoIno-humano al interior de cada existente. Asi, cada ser
se encuentra como separado de si mismo, y sólo se vuelve se-
La cuestión más general que se plantea entonces, es la de saber mejante alos demás bajo la doble condición sustractiva de esa
por qué la humanidad de cada especie de existente es subjeti- autnseparación comúnay de una ‘estricta complementariedad;
vamente evidente (y al mismo tiempo altamente problemática) porque si lodos los modos de lo existente son humanos para
y objetivamente no evidente (y al mismo tiempo obstinada: sí mismos, ninguno es humano para ningún otro, por lo tan-
mente afirmada). ¿’Por qué los animales (u otros) se ven como to la humanidad es recíprocamente reflexiva (el jaguar es un
.¡ , hombre para el jaguar, el pecarí es un hombre para el pecarí),
a Ia revelacion de cse costado normalmente oculto de los seres (y es por eso l pero no puede ser mutua (en el momento en que el jaguar es
que es concebido de diversas maneras 17210 no de todas las mancras- como
“más verídico” que el Coslada aparente) csm Ínlimantcrlte asociado con un hombre, el pecarí no lo es, y viceversa)! Ése es, en último
la violencia, en las lradiciones intelectuales respectivas: la animalidad del
humano, para nosotros. y ln Immnnldarl del animal, para los amerindios, 7, Asívemos que, si para nosotros “el hombre es el lolm dclihqmbreí para ,
raramente se aclualizarl sin dar lugar a consecuencias destructivas. Los cubeo ¡ns inf“): es el lobo el que puede ser un hombre para cl lobo; sin embargo
del ¡mroeste dela Amazonia dicen que "¡a ferocldad del jaguar es de origen subs-Em siempre el‘ hecho de que el hombre y el lobo no ser hombre
humano” (Irving Goldman). - _ (áluhn) al mismo tiempo. v pueden
5M MEIAHSIKA‘: (AIHBALES ‘ MUHIHAIURALISMD \ 53

análisis, el sentido del “alma”. Si todos tienen alma, nadie coin- está pasando algo: los buitres le han robado el alma, está en vias
cide consigo mismo. Si todo puede ser humano, entonces nada‘ de transformarse en uno de ellos, dejando de ser humano para
es humano en forma clara y distinta. La humanidad de fondo sus parientes (y recíprocamente); en suma, está gravemente
hace problemática la humanidad de forma, o de figura. enfermo, quizá muerto. O bien, lo que es casi lo mismo, está en
Pero finalmente, si los no humanos son gente, y por lo tanto vias de volverse chamán. Hay que tomar todas las precauciones
se ven como gente, ¿por qué no ven a todas las personas cósmi- para mantener las perspectivas separadas entre ellas, porque
cas como se ven a sl mismos? Si el cosmos está saturado de hu- son incompatibles. Sólo los chamanes, que gozan de una espe-
manidad, ¿por qué ese éter metafísica es opaco, o en el mejor de cie e doble ciudadanía en relación con la especie (y la condi-
los casos, por qué es como un espejo sin azogue, que devuelve la ción de vivo o muerto) pueden establecer comunicación entre
imagen de un humano por un lado solamente? Estas preguntas, ellas, en condiciones especiales y controladas,‘
como ya lo habiamos anticipado al hacer el comentario sobre el Pero aqui queda una pregunta mas importante. La teoría pers-
incidente de las Antillas, nos dan acceso al concepto amerindio de pectivisla amerindia ¿supone realmente una pluralidad de repre-
“cuerpo”. Es igualmente a través de ellas que se puede pasar de la sentaciones del ntundo? Basta considerar lo que dicen los etnógra-
noción todavía semiepistemológica de perspectivismo a la noción fos para percibir que lo que ocurre es exactamente lo contrario:
verdaderamente ontológica de multínaturalismo. todos los seres ven (“representan”) el mundo dela misma mu-
La idea de un mundo que comprende una multiplicidad de mm: lo que cambia es el mundo que ven. Los animales utilizan
posiciones subjetivas evoca inmediatamente la noción de rela- las mismas “categorías” y valores que los humanos: sus mundos
tivismo. Las alusiones directas o indirectas a esa noción son fre- giran ahededorrde la caza y la pesca, de la cocina y las bebidas
cuentes en las descripciones de las cosmologías amerindias. To- fermentadas, de las primas cruzadas y de la guerra, de los ritos
memos, al azar, esta conclusión de Kaj Arhem, etnógrafo de los de iniciación, los chamanes, los jefes, los espíritus... Si la luna, las
makuna. Después de haber descrito ¡ninuciosamente el universo scrpientesylos jaguares ven a los humanos como tapires o pecarls
perspectiva de ese pueblo del noroeste de la Amazonia, Arhem es porque ellos, igual que nosotros, comen tapires y pecaris, ali-
concluye: la noción de múltiples puntos de vista sobre la realidad mentos humanos por excelencia. Y no podría ser de otro ¡nodo
implica que, por lo que se refiere a los makuna, “todas las pers- porque; siendo humanos en su departamento, los no-humanos
pectivas son igualmente válidas y verdaderas”, y que “no existe ven las cosas como las ven los humanos, es decir, tomo nosotros
una representación verdadera y correcta del mundo” (1933: 124). humanos las vemos en nuestro departamento. Pero las cosas que
El autor tiene razón, ciertamente, pero sólo en cierto senti- ellas ven, cuando las ven como nosotros las vemos, son atras: lo que
do. Porque es sumamente probable que, en lo que se refiere a para nosotros es sangre, para los jaguares es cerveza; lo que para
los humanos, los makuna dirían, por el contrario, que sí existe
una representación verdadera y justa del mundo. Si un hombre
s Para paraliasear a Scan Fitzgerald. podríamos decir que :1 signo de
empieza a ver los gusanos que infestan un cadáver como pes- una inteligencia chamánica de primera línea es la capacidad de ver
cado asado, como hacen los buitres, tiene que concluir que le rimllllínealnente según dos perspectivas incompatibles.
54 I llllAllSuA‘: (AHÍBMES » MUUIHAIURMIXMD l 55

las almas de los muertos es un cadáver podrido, para nosotros es El perspectivisnlo es un multinaturalismo, porque una pers-
mandioca fermentada; lo que nosotros vemos como un charco de pectiim no es una representación.
barro, para los tapires es una gran casa ceremonial. . . Una perspectiva no es una representación, porque las re-
A primera vista, la idea parece algo contraintuitiva, parece trans- .‘ presentaciones son propiedades del espiritu, mientras que el
formarse incesantemente en su contrario, como en el caso de los punta de vista está en el cuerpo. Ser capaz de ocupar un punto
objetos multiestables de la psicoflsica.“ Gerald Weiss, por ejemplo, de vista es sin duda una potencia del alma, y los no-humanos
¿
describe el mundo de los ashanirlka de la Amazonia peruana como son sujetos en la medida en que tienen (o son) un espíritu;
“un mundo de apariencias relativas, donde diferentes tipos de seres perofila diferencia entre los puntos de vista -y un punto de vista
ven las mismas cosas de diferente manera? Una vez más, es verdad, ‘ n_o es otra cosa que una diferencia- no está en el alma. Ésta,
en cierto sentido. Pero lo que Weiss “no ve”, justamente, es que el formalmente idéntica en todas las especies, percibe solamente
hecho de que diferentes tipos de seres vean las mismas cosas de di- la misma cosa en todas partes; la diferencia entonces debe ser
_
ferente manera es simplemente una consecuencia del hecho de que dada por la especificidad de los cuerpos:
diferentes tipos de seres ven cosas diferentes de la misma manera. ' Los animales ven del mismo modo que nosotros cosas di-
Porque ¿que es lo que cuenta como “las mismas cosas”? ¿Mismas ferentes de las que vemos nosotros, porque sus cuerpos son
en relación con quien, con qué especie, con qué manera? diferentes de los nuestros. No me refiero aquí a las diferencias
El relativismo cultural, o multiculturalismo, supone una di- fisiológicas -en cuanto a eso, los amerindios reconocen una
versidad de representaciones subjetivas y parciales, incidentes uniformidad básica de los cuerpos-, sino a los efectos que sin-
sobre una naturaleza externa, una y total, indiferente a la re- — gularizan cada especie de cuerpo, sus fuerzas y sus debilidades:
presentación. Los amerindios proponen lo contrario: por un lo que come, su forma de moverse, de comunicarse, dónde vive,
lado, una unidad representativa puramente pronominal: es si es gregario o solitario, tímido o arrogante... La morfología
humano todo ser que ocupe la posición de sujeto cosmológico; corporal es un signo importante de esas diferencias, a pesar de
todo existente puede ser pensado como pensante (existe, luego que puede ser engañosa, porque una figura humana, por ejem-
piensa), es decir como “activado” o “agentado” por un punto plo, puede ocultar un afecto-jaguar. Lo que aquí llamamos el
de vista?“ por otro lado, una diversidad radical real u objetiva. "cuerpo", entonces, no es una fisiología distintiva o una anato-
mia característica; es un conjunto de maneras y de modos de
o El cubo de Nccker seria el ejemplo perfecto de ello, porque su ambigüedad t ser que constituyen un hubitus, un ethos, un ethogrumzl. Entre
gira justamente alrededor de tuu oscilación de perspectiva. En la mitología la subjetividad formal de las almas y la materialidad sustancial
amazónica se encuentran numerosos casos de personajes que, frente a
un testigo hutttatto, pasan rápidatttettterlc una forma a otra, de humana de los organismos, está ese plano central que es el cuerpo como
(seductora) a animal (terrorifica). haz de afectos y de capacidades, y que está en el origen de las
lo El punto de vista crea, no el objeto, como diria Saussure, sino el propio Perspectivas. Lejos del esencialismo espiritual del relativismo,
sujeto. “Ese es el fttttdamento del pcxspeclivisuto. Este no significa una
dependencia con respecto a un sujeto definido previamente: al conlrarlo, el perspectivisnto es un manierismo corporal.
será sujeto lo que viene al punto de vista.
56; MuArIiItAr IANiKMES - MULIIHATHRALIXNO l 57

El multinaturalismo no supone una Cosa-en-Si parcialmente ferencia de esos conceptos: el cuerpo es la sede y el instrumento
aprehendida por las categorías del entendimiento propias de cada \ de la disyunción referencial entre los “discursos” (los semiogra-
especie; no se debe creer que los indios imaginen que existe un mas) de cada especie. El problema del perspectivismo amerin-
“algo = :8’, algo que los humanos, por ejemplo, verían como sangre dio, pues, no es encontrar la referencia común (por ejemplo, el
ylos jaguares como cerveza. Lo que existe en la mnltinaturaleza no l Í planeta Venus) a dos representaciones diferentes (la “Estrella de
son entidades autoidénticas diferentemente percibidas, sino mul- la mañana” y la “Estrella de la tarde”), sino por el contrario, el de
tiplicidades inmediatamente relacionales del tipo sangrelcerveza. i contornear el equivoco que consistiría en imaginar que cuando
Si se quiere, no existe más que el limite entre la sangre y la cerveza, '
cljaguardice “cerveza de mandioca” está haciendo referencia a la
el borde por el cual esas dos sustancias “afines” se comunican y —' i “misma cosa” que nosotros, simplemente porque “quiere decir”
divergen entre ellas." Por último, no hay un x que sea sangre para ‘ la misma cosa que nosotros. En otras palabras, el perspectivismo
una especie y cerveza para otra; desde el primer momento hay una’ supone una epistemología constante y ontologlas variables: las
sangrelcerveza que es una de las singularidades o de los afectos ‘ mismas representaciones, otros objetos; sentido único, referen-
'
característicos de la multiplicidad humanojaguar. La semejanza cias múltiples. El objeto de la traducción perspectivista —una de
i
afirmada entre los humanos y los jaguares, haciendo de manera las principales tareas de los chamanes- no es entonces encontrar
que los dos beban ‘cerveza’: está alli sólo para que se perciba mejor un sinánimn (una representación correferencial) en nuestra len-
lo que hace la diferencia entre humanos yjagualcs. “Se está en una‘ gua conceptual humana para las representaciones que las otras
lengua o en la otra: no hay ninguna tras-lengua como no hay tras: especies utilizan para hablar de la misma cosa aut there, el objeti-
mundo” (Iullien, 2008; 135). Efectivamente, se está en la sangre o , v0, por el contrario, es no perder de vista la diferencia escondida
en la cerveza, nadie bebe la bebida-en-sí. Pero toda cerveza tiene : en el interior de los homónimo: engañosos que conectan-separan
un regusto de sangre, y recíprocamente. nuestra lengua y la de otras especies. Si la antropologia occidem
Comenzamos a poder comprender cómo se plantea el pro- tal se basa en el principio de la caridad interpretativa (la buena
'
blema de la traducción para el perspectivismo amerindio, y en» voluntad del pensador, su tolerancia frente a la humanidad tosca
consecuencia a percibir cómo se plantea el problema de la tra-. ' del otro), que afirma una sinonimia natural entre las culturas
ducción del perspectivismo en los términos de la ontosemiótica‘ _ humanas, la alter-antropologia amerindia muy por el contrario,
i’ afirma una homonim ia contranatura entre el discurso de las es-
de la antropología occidental. Así, la posesión de almas similares
implica la posesión de conceptos análogos por parte de todos .' pecies vivientes que da origen a toda clase de equívocos fatales
los existentes. Lo que cambia cuando se pasa de una especie de (el principio de precaución amerindio; un mundo compuesto
existente a otra, por lo tanto, es el cuerpo de esas almas y la re-i ' enteramente de focos vivientes de intencionalidad no puede me-
, i l t - nos que contener una buena dosis de malas intenciones).
Afi nde cuentas, la noción de multinaturalisrno no es la sim—
u Etlnrológicamentc, afln es clque está situado nzflfinisaqnelcuyo dominio
‘cantina mío. m; afines son los que se comunican por los bordes, los 'V ‘ i ple repetición del multiculturalismo antropologia). Se trata de
can't!
que tienen en común" únicamente lo que los separa. dos modos muy distintos de conjugación de lo múltiple. De ese
58 I Mrurmus (AHIBAIEX «

modo, podemos tomar la multiplicidad como un tipo de plu-


ralidad; la nmltiplicidad de las culturas, por ejemplo; la bella
diversidad cultural. 0, por el contrario, tomar la multiplicidad
en la cultura, la cultura en cuanto multiplicidad. Este segundo f
sentido es el que nos interesa. Aquí la noción de multinatu-
ralismo resulta útil por su carácter paradójico: como nuestro‘
macroconcepto de “naturaleza” no admite un verdadero plu-
ral, eso nos lleva espontáneamente a tomar conciencia del so-
lecismo ontológico contenido en la idea de “(varias) naturale-
zas”, y por consiguiente a realizar el desplazamiento correctivo
Híblanms del perspectivismo y del multinaturalismo indige-
que esto impone. Parafraseando la fórmula de Deleuze sobre el
na como teoría cosmopolítica indígena.‘ Utilizamos delibera-
relativismo (1988: 3o), diríamos entonces que el nmltinatura-
lismo amazónica no afirma tanto una variedad de naturalezas damente la palabra "teoría”. Una tendencia muy extendida en
¡á antropologia de los últimos decenios consiste en negar al
como la ¡naturalidad de la variación, la variación coma natura- .
pensamiento salvaje las características de una verdadera ima-
leza. La inversión de la fórmula occidental del inulticulturalis-
ginación teórica. Pienso que esa negación es en si misma una
mo no se aplica únicamente a los términos (naturaleza y cultu:
prueba, ante todo, de cierta falta de imaginación teórica por
ra) en su determinación respectiva por las funciones (unidad y
¡firm de los antropólogos. Eliperspectivismo amerindio¡ antes
diversidad) sino también a los valores mismos de “término” y
de ser un objeto posible para una teoría que le. es extrínsef?‘
"funciónï Los lectores antropólogos reconocerán aquí, por su-
puesto, la formula canónica de Levi-Strauss (1958 [1955]: 252-
253): el multinaturalismo perspectivista es una transformación epistemológico secundario de una antología animista prima-
ria (Desoola, 2005), o como una pragmática fenomenológica
en doble torsión del multiculturalismo occidental. Marca el
pasaje de un umbral semiótica-histórico que es un umbral de emergente en las culturas “miméticas” de pueblos cazadores
(Willerslev, 2oo4)- nos invita a construir otras imágenes teó-
traducibilidad y de equivocidad; un umbral, justamente, de
ricas de la teoria. Porque la antropologia no puede contentarse
transformación perspectiva.“
con describir minuciosamente “el punto de vista del indigena”
(Malinowski), si es para a continuación divertirse señalando

r ‘Cosmopnlllicef’, no hace falta recordarlo, es un término que reivindica


un: conexión con el trabajo de Isabelle srerrgers (1003 lngssl) y delB-KHHO
mm. me úllimo, por sn parte, ha adoptado el concepto amazónica (le
mullinatulalisnio para designar la no- ahilidad (desde un punto ae vlste
n “Pasaje de un uilrhraVen Lévi-Slrauss (2001: 29); al respecto, véase el Onslhnpolltico) del pal modernista Inulticulluralisnru/mono¡rzluralismo
comentario esencial de Mrum Almeida (mas). (bmw, 1999.1002). '
6o I MUAFÍSIHS UNÍBUES IMÁGENES Mt PEHSAMIEIIH) SAlVAJE l 61

sus puntos ciegos, englobando de ese modo ese punto de vista, por otra parte, no es un tipo de tipo, sino un concepto de con-
en la mejor tradición critica, en el punto de vista del observa. cepto, cuyo uso más interesante consiste no tanto en clasificar
dor. La tarea que el perspectivismo contrapone a ésa cs la otra, cosmologías que nos parecen exóticas como en contra-analizar
"simétricaï de descubrir qué es un punto de vista pum el indi- antropologías que nos parecen demasiado familiares.
gena, es decir, cuál es el concepto de punto de vista presente en
las culturas amerindias: cuál es el punto de vista indígena sobre _ Más allá dela falta de imaginación teórica, que nunca debemos
el concepto antropológico de punto de vista, Evidentemente, el . subestimar, hay otras razones, por lo demás uu poco contradic-
concepto indigena de punto de vista no coincide con el con- mrigs entre ellas, para la amplia aceptación del doble estándar
cepto de punto de vista del indígena, del mislno modo que el que negaba a los no-modernos la capacidad o la impotencia
punto
de vista del antropólogo no puede ser el del indigena de la teoría: por un lado, la tendencia a definir la esencia de la
(no hay fiasión de horizontes), sino el de su relación (perspec- praxis indigena en los términos de la Zuhandenheit heidegge-
tiva) con este último. Esa relación es una relación de dísloca- riana; por el otro, la negación de cualquier función auténtica
ci/ónyreflexiva. El perspectívismo amerindio es una estructura de cono iento a las “representaciones semiproposicionales”
intelectual que contiene una teoría de su propia descripción (Sperber) que tendrian al pensamiento salvaje como rehén
por la antropología; porque es, justamente, otra antropología,’ cada vez que se sale de los limites modestos y tranquilizadores
situada perpendicularmente a la nuestra.‘ Es por eso que cl de la enciclopedia y la categorización.
perspectivismo no es un sllbtipo de animisnlo en el sentido de El problema, de hecho, reside en la identificación privilegia-
Descola, un “esquema de la práctica” que posee razones que da de la facultad de pensar coll el "sistema de juicio” y del co-
sólo la antropología conoce. No es
un
tipoasino un concepto; nocimiento con el modelo de la proposición. La antropología
contemporanea, tanto la vertiente fenomenológico-construc-
cionista como la cogllítivo-instruccionista, diserta desde hace
2 “F: porque la eslruclura se define más rigurosamente como un sistema
de transformación, que no puede ser representada, sin hacer (le la ya tiempo con elocuencia sobre las severas limitaciones de ese
‘representación una parte de ella misma”(Maniglier,2au0:138).Anne- modelo para dar cuenta de las economías intelectuales de tipo
Taylor encontró la palabra más felíz para describir la antropologia: nn oocidental (o no moderno, no letrado, no doctrinal y otras
Shristinc
Disciplina cuya actividad propia es colocar en paralelo el punto de vista
' dd 911365230 y el de sus sujetos de estudio para sacar un instrumento de ausencias “constitutivas”). Dicho de otro modo, el discurso an-
¿fi Fvpfi ctrïlllelüoa. tropológico se consagra a la empresa paradój ica que consiste en
mgeam esfuerzo conceptual deliberado, dado que los puntos de vista en apilar,pmposicionessobre proposiciones acerca dela esencia
cuesllón cuán colocados, la mayoría de las veces, en forma perfectamente
perpendicular (malas: purposes), y que el punto en que se cruzan no es el no proposicional de los discursos de los otros, charlando in-
lugar geomelrlcorle la naturaleza humana, sino mas bien la encrucijada de terminablemente, por así decirlo, sobre lo obvio. Deberlamos
la equivocidad (Véase más abajo). Los korowai de Nueva Guinea occidental alegrarnos (teóricamente) cuando los indígenas dan prueba de
concibeu la relación ‘de invisibilidad mutua y la inversión de perspectivas
entre sllmvndade 10s vívós vel de los muertos según la imagen de un tronco IIn sublime desdén hacia la práctica de la autointerpretación o
de árbol caído atravesado sobre otro (Stasch, muy: 97). de un desinterés aún más sublime por la cosmología y el siste-
l IMÁGENES Ml PEHSAHIENIG SALVAJE I 63
52I METAFÍSKÁS UMBMES y‘

ma: la ausencia de interpretación indígena tiene la gran ventaja _ '- lilvor o m contra, y sin embargo, todo eso concede demasiado
de permitir la proliferación de interpretaciones antropológicas ala proposición y reafirma un concepto totalmente arcaico de
sobre esa ausencia, yel desinterés por la arquitectura cosmoló» - concepto, que continúa pensándolo como una operación de
gica permite construir hermosas catedrales antropológicas en subsunción de lo particular bajo lo universal, como un movi-
''
que las sociedades están organizadas según su mayor o menor miento esencialmente clasificatorio y abstractivo. Pero en lugar
disposición a la sistematicidad. En suma, cuanto más práctico deerechazar el concepto, se trata ante todo de saber encontrar
es el indigena, más teórico es el antropólogo. Agreguemos que ' en el ooncepto lo infrafilosófico y, recíprocamente, la concep-
ese modo no proposicional es concebido como manifestación‘ tualidad virtual en lo infrafilosófico. En otras palabras, es ne-
de una fuerte dependencia de sus “contextos” de transmisión a cesario llegar a un concepto antropológico de concepto, que
y de circulación, lo que lo ubica en las antípodas de lo que se— asuma la extraproposicionalidad de todo pensamiento creador
ría, según se imagina, el discurso de la ciencia y su maravillosa tfsalvaje”) en su positividad integral, y que se desarrolle en una
capacidad de universalización. Por lo tanto, todos nosotros es dirección totalmente diferente de las nociones tradicionales de
tamos necesariamente circunscritos por nuestras “circunstan- _ categoría (innata o transmitida), de representación (proposi-
cias”y nuestras “configuraciones relacionales”, pero unos están i ' cional o semi—) o de creencia (simple o doble, como se dice de
¡oh cuánto! más sistemáticamente circunscritos —más circuns las flores).
tanciados y configurados que los otros. , ' El perspectivismo amerindio, o el multinaturalismo pers-
Entonces no se trata, en primer lugar, de contestar la tesis d pectivo, es uno de los pretendientes antropológicos al concepto
la no proposicionalidad intrínseca del pensamiento no domes- \ de concepto. Sin embargo no fue recibido así, por lo menos al
ticado, luchando por restablecer el derecho de los otros a una L principio, en algunos ambientes académicos,’ Al contrario, fue
' considerado como una generalización descriptiva referente a al-
“racionalidad” que ellos nunca han reivindicado. Debemos
entender que la idea profunda de Levi-Strauss de un pensa- f gunas propiedades de un discurso-objeto en posición de radical
miento salvaje proyecta otra imagen del pensamiento, y no otra gtlgterioridad frente al discurso antropológico, y como tal incapaz
idea del salvaje. Lo que se trata de contestar es la idea implíci- detener ningún efecto estructural sobre ese discurso. Por lo tan-
ta de que la proposición debe continuar funcionando como to no debe sorprender que hayamos asistido a discusiones más
prototipo del enunciado racional y átomo del discurso teórico. o menos animadas sobre la cuestión de saber si los bororo o los
Lo no proposicionales visto‘ como esencialmente primitivo, ¡(una “eran perspectivistas” u otra cosa; se pensaba que era po-
como rio-conceptual e incluso anticonceptual. Naturalmente, sible señalar con el dedo a “un perspectivista” paseándose por la
eso sé puede sostener “en favor” o "en contra” de esos Otros selva; había incluso quienes se preguntaban, en el mejor espíritu
sin concepto. La ausencia de concepto racional puede ser vista
positivamente como signo de la desalienación existencial de s_' Manáalos oyenles amerindios a quienes lie lenido ocasión de exponer
losepueblos, en cuestión, manifestación de un estado de no»sea ‘ l las ¡amm de fueru en uso en|re las “eeemeees” indigenas y las “ciencias”
parabilidadydel conocer y el actuar, del pensar y el sentir, etc. A ooridcnlales que las circunscribcn y las administran.
64 I MEÏAFÍSIUIS (AlllBAlES ' ‘ VHÁGEHESDHPEHSAHIENIOSMVAH | 65

de las Cunas persas, “¿cómo es posible ser perspectivista?” Recí- En Panielü tmture et culture, obra que retoma, corrige y completa
procamente, hubo escépticos que no se privaron de declarar, no el panorama trazado en El pensantienta salvaje, Descola propone una
sin cierto sarcasmo; que nadie había sido nunca perspectivista, re-‘específimcióit del concepto de totcmistno, colocándolo al costado
que todo ese ruido se hacia en torno a cosas sabidas desde mu- de otras tres “orttologías” o “modos de identificacion” —csta sinoni-
cho antes, detalles menores de las ntitologlas amerindias; y que mia no deja de tener su interés-, a saber, el animismo, el analogisnto
de todos modos no podía tratarse de una “Teoría”, sino más bien y el naturalismo. El autor construye asi una matriz cuadrada en la
de un efecto especial ( en el sentido cinematográfico) producido que las cuatro ontologlas básicas están distribuidas según las relacio—
por ciertas constricciones pragmáticas cuyo principio escapaba nes ¿le continuidad o de discontinuidad entre las dimensiones cor-
por principio a los interesados, que hablaban a los jaguares sin poruleso espirituales (denominadas según los neologismos “fisicali-
darse cuenta de que era porque ellos hablaban de jaguares que dad“ eïnteriorida ”) de las diferentes especies de seres.‘ Esa matriz
los jaguares hablaban; Una enfermedad del lenguaje, en suma: traduce una influencia del esquema propuesto en mi artículo sobre
Con todo eso, la posibilidad que quedaba‘ bloqueada de entrada,- el perspoctivisrtto arnerindio (Viveiros de Castro 1998 [i996], como
en ese contexto de recepción, era la de un examen serio de las por lo demas destaca generosamente Descola. En ese texto, que he
consecuencias del perspectivismo para la teoria antropológica, retomado en parte más arriba, establecía un contraste un poco suma-
la transformación que imponía a toda una práctica del concepto‘ rio entre dos esquemas ontológicos “cruzados”, a saber, la cornbina-
en la disciplina: en suma, la idea de que las ideas designadas por ción de continuidad metafísica (el alma genérica) y discontinuidad
esa etiqueta no constituían un objeto de la antropología entre física (los cuerpos específicos) entre las especies de existentes, que
otros, sino que proyectaban otra idea de la antropología: una al- sería propia del multinamralismo psicomórfico indígena, y la com-
ternativa a la “antropología antropológica” occidental, que sub: binacion de continuidad fisica y discontinuidad metafísica, típica del
vertian en sus fundamentos. t — . mnlticttltnralismo atttropocetttrico moderno, en que los httmanos,
a la vez que se comunican con el resto de la creación a través de la
En parte, la interpretación naturalista (o más bien analogista) del matter-ia corporal, se separan de él gracias a la sustancia espiritual (y
perspectivisrno, que lo considera como una propiedad entre otras sus avamres corttemporarteos)! Ese contraste evoca, en sus grandes
de determinado esquema de objetivación del mundo —el artimisntoá
se abrió camino en el espacio antropológico local después de que 4 Esas diferentes especies conducen, en último analisis, a la polaridad
Philippe Descola clio un lugar a esa noción en su nmgmtm opus, Par‘ llllmalmslno humanos. Se nos dice que el naturalismo rttoderno, por
. ejmtprn. cs “una de lts expresiones posibles de esquemas más generales que
dela ¡nature et culture (2005). Me sería imposible aquí hacer justicia a
i‘ gobiernan la objelivacion del mundo y delos demás (Desoola, Z005: r3).
ese libro monumental, en el cual a menudo se hace referencia ’a mi Li dualidad entre la naturaleza (el nturtdo) y la cultura ola sociedad (los
trabajo: las divergencias que me veo obligado a formular‘ se expresan dnnás),si bien es criticada, por lo demás continúa, quizas irtevitablcmettte,
- sirviendo como telón de fundo.
sobre un fondo de diálogo que ya dura mucho tiempo, mutuamen-
5 ' Eluehdón con los trabajos anteriores de Desoola centrados enla continuidad
te enriquecedor, y que supone un acuerdo profundo sobre muchas apirilual etnrelos seres cn vigor en los mundos "animarse, tino delos grandes
otras cuestiones que nuestra disciplina trata. Iwnnrs de Pnrvdelrl ttnrttre ec culture consiste jnstamenlc cn incluir en forma
66 I Mtwlsltit (MÏÍBMES IMÁGENES DEL PEIISAHIEIHO tAlVME I 67

lineas, el esquema animista y naturalista de Descola; basta agregar recordar que el animismo tiene como presuposiciótt fundamental la
los otros dos casos de figura, a saber, aquellos en los que predominan de que otros seres que los httmaltos son personas, es decir, términos
las relaciones “paralelas” de continuidad o discontinuidad entre las de relaciones sociales: coittrariamettte al totemismo, sistema de clasi-
dimensiones física y metafísica, para generar los otros dos esquemas, ficación que utiliza la diversidad natural para significar las relaciones
cl totemismo y el analogismo, respectivamente (íbid.:176).° intrahumanas, cl attitnismo utilizaría las categorías de la socialidad
El impulso original de Par-dela rmture e! culture fue probablemente para significar las relaciones entre humanos y no-huntanos, Asi, lla:
el mismo que lia guiado a tantos antropólogos (y filósofos) de nuestra hría una sola serie -la serie de las personas— en lugar de dos; y las
generación: una insatisfacción frente al interés un poco unilateral del ¡ela "ones entre “naturaleza” y“cultura” tendrian qtte ver más con la
estructuralisnto por la vertiente descontinttista y clasificatorla, meta- contigüidad metonímica que con la semejanza metafórica.’
fórica ysintbólica, totémica y mitológica del pensamiento salvaje. en Por mi parte, lte tratado de escapar de lo que me parecía una con-
detrimento de sus aspectos continuistas y “transcategoriales”, meto- cepción amesivamertte combinatoria del pensatniettto salvaje, valori-
nímicos e indiciales, pragmáticos y rituales. En resumen, después de mndo el polo “menor” de una posición muy problematica de El pen-
tantos años de pasearnos por el lado de Levi-Strauss, se sospechaba samiento salvaje, la del totemismo y el sacrificio (véanse infm, caps. 8
que era necesario volver a explorar el lado de Lévy-Bruhl; sin olvidar 7-9)- Lo que yo colocaba en la columna de] sacrificio (en el sentido de
que, igual que para Méséglise y Guermautes, habia mas de un cantino Hui-Strauss), en mi análisis del chamanismo y el canibalismo ame—
que unía esas dos direcciones (las cuales, de todos modos, no estaban rindiospDescola lo poníaen la cuenta del animismo; y fue en gran
tan alejadas como creía el punto de vista del Narrador). El animismo, medida gracias a esa “sinonimia” conceptual que nuestros trabajos
primera antología señalada por Descola, a partir de’ su experiencia se fecundaron mutuamente: creíamos hablar de las mismas cosas...
amazónica, constituía precisamente un pasoren esa dirección. Basta Pero mientras que yo, tnuclto más alla de las ntetonitnias sacrificiales,
apuntaba a un “otro” de la razón clasificatoria, o más precisamente a
una combinación no combinatoria o alógica de la noción central del
diacrítica la dimensión corporal: de manera que mi querido colega podría eslnlctnralismo —la de transformación», el atttor de Par dela rmture et
anttnciamte, como lo hizo, en forma ntentorablgelltanak Boesoon al francés
Igctthardt, que lo que yo aportó n su teoría fue el cuerpo
culture seguia otra trayectoria. Descoladecidió ampliar en extensión
s No oculto que tengo cimas reservas en cuanto a la Íutldamcnlaciútl de esos eiproyoctn de El pertsamieztto salvaje. A la vez que restringe el senti-
dos esquemas paralelos (o por lo menos en cuanto a su pertenencia n la do genérico que la noción de totemismo tiene en LévivStrauss (para
misma categoría onto-iipológica que los esquemas crnudos), en la medida 1
en que suponen definiciones mutuamente independientes de la “fisicalidad” quien termina por ser un sinónimo de toda actividad de significar
y de la “interioridnd”, lo que tenderia latithiétt a sustattcíalizarlos, ción), de modo de transformarla en un tipo de antología entre otros,
mientras quc los esquemas cruvados requieren simplemente valores “de todo el procedimiento de deducción delas cuatro ontologías básicas
posición”, dctemtinables por contrasle irncmo, en que un polo funciona t en Pm dalt) tratare et culture es de inspiración netamente “totémica”
rccíprocamcnle como ¡‘ottdo o como figura para el otro. l-‘su lnarcaria nnn
diferencia intportante entre lo que yo llamo perspectivislno y el anintísmo de ._ >

o una elaboración particular del segundo, sino más bien como otro ¡nada (le 7 Como ya hemos observado, la introducción dela corporalidad diferencial
funcmnnnuzuto de la dislinción entre cuerpo y alma, vino: lrsocr más complejo ese modelo
lMÁGENU un PEHSAHIEHIÜ XMVAJE l 69
68 I nrltrlslcix (Aúltttïs

(en el sentido original de Levi-Strauss) antes que “sacrificíal”? Desco- es decir, en una dirección postestructural. Digamos entonces que si
la concibe su objeto como un juego contbittatorio cerrado, y su obj el desafio que Descola percibió y superó es, de alguna manera, el de
tivo es el establecimiento de una tipología de esquemas de la práctica rcescribir El pensmníenm salvaje después de haber asimilado profun—
i
—las formas de objetivación del mundo y de los demás— según reglas damente Las palabras y las casas, el desafío que yo vengo plantean-
de composición finitas. En ese sentido, el libro es tan profundatnenJ dome desde hace algún tiempo es el dc cómo releer las Mitnlágícrls
te “totemista” como “altalogista”, lo cual no debe sorprender, pues- apartir de lodo lo que Mil mesetas me ba “desertseñado” sobre la
to que la contribución particular de Pur dela nature el‘ culture a la‘ antropología.’
cosmología del estructuralismo consistió en dividir el totemísmo de .D'_cho
i esto, el perspectivismo no es alérgico a toda problemática
Levi-Strauss en dos subtipos, el del totemísmo sensu Descola y el del de sificación, y no la condena como intrínsecamente logocérttrica
analogismo. En realidad, y sin poner en duda en absoluto el hecho o cualquier otro pecado similar. Y si se miran las cosas de cerca, no-
de que la definición de analogismo se ajusta magnífi camentea una
‘ sotros los antropólogos somos todos un poco analogistas... En ese
serie de fenómenos y de estilos de civilización (en particular los de sentido, el pcrspectivisnto es la reduplicación o la “intensificación”
los pueblos que otrora se calíficaban de “bárbaros”), es preciso decir dle la libido clasificatoria, en la medida ‘en que su problema caracte-
sin embargo que el analogismo existe ante todo en el propio Pur del!)
‘ rístico se puede formular de la siguiente manera: ¿Qué pasa cuando
nature et culture, libro que da pruebas de una erudición y una fine- el clasificada se Vuelve tlasíficrtdar? ¿Qué pasa cuando ya no se trata
7a analítica admirables, pero que por otro lado es completamente — derordenar las especies en que se divide la naturaleza, sino de saber
atlalogista desde el punto de vista de la teoria y del método, como lo cómo esas especies emprenden ellas mismas csa tarea? Y la pregunta
muestra su inclinación a las clasificaciones totales, su gusto por las ácplantem-¿qtté naturaleza hacen ellas de ese modo (cómo objetivan
identificaciones, por los sistemas de correspondencias, por las pro? los jaguares “el mundo y los otros”)? ¿Qué pasa cuando la cuestión
piedades, por los esquemas de proyección microcosmos-macroco pasa a ser la de saber cótno furtcionaría el operador totémico desde
mos... En realidad es imposible, por construcción, que el sistema de cl-punto de vista del tótem? O bien, de manera más general ——per0
Dcscola no exprese en forma predominante una de las cuatro ontolo- , exactamente en el mismo sentido— ¿qué pasa cuando preguntamos a
' los indígenas qué es la antropología?
glas que identifica; la idea misma de identificarlas es una idea analo-
gísta. Un espíritu animista, o un cerebro naturalista, probablemente
tendría ideas diferentes. Ideas pcrspectivistas, por ejemplo, de las que‘ 9 Eshapruxitrtación de Prtrrlelñ nature et cullurea La: pnlnllms y las cams
cl presente libro es precisamente una versión. ‘ mdd): impedintos destacar que el gran libro de Foucault se muestra
Porque el problema que se plantea para ml no es el de ampliar el ‘ ¿ ladiulmgnt plicado (y complicado) por su propia periodización, ntientras
que la attention de saber si Prtr rlelrt nature er culture llega a situarse en su
estructuralismo ewextensión, sino el de interpretado en intensidad, ¡ímpia lipologla, o por el contrario cn cuanlo modo de pensar se excluye de
losmndns de pensamiento que sitúa, me parece que no ettcrtentra respuesta
dara cn el libro. Señalemos, por último, que la diferencia en relación con
dillzshuruespectivas obras dc referencia dentro del corpus iévistraussiano es
a En el libro de Dcscolar el sacrificio recibe asi una ínterprelación más
restringida o lileialista, ya qu: es considerado como una caracteristica hn significativa o más que la diferencia entre el kantisnio de las palabras y lar’
' dela amrsyh nomadulogla poslcorrelacionisla de Mil mesetas.
onlologla analogista antes que del artimismo.
7o I MEIMISHAS (AIIIRAIIS lMÁGíNES un PENSAMIENIÜ SAlVAJE l 71

La antropología “social” o “cultural” se llama así —o más bien, Ï Pero la comparabilidad directa no siempre significa traduc-
debería llamarse así- no por contraste con una antropología ¿ tibilidad inmediata, y la continuidad ontológica no implica
"física” o “biológica”, sino porque la primera cuestión que debe transparencia epistemológica. ¿Cómo reproducir las analo-
enfrentar es la de definir lo que es “social” o “cultural” para el v‘ gías trazadas por los pueblos amazónicos en los términos de
pueblo que estudia, o dicho de otro modo, cuál es la antropo- nuestras propias analogías? ¿Qué pasa con nuestras compa-
logía de esos pueblos, la antropología que tiene a ese pueblo r raciones cuando las comparamos con las comparaciones de
' los indígenas?
co1no agente y no como paciente teórico. Esto equivale a decir
que hacer antropología es comparar antropologlas, no mucho -‘_ ul proponemos la noción de equivocidad para reconcep-
más que eso, pero también nada menos. La comparación no es tualizar, oon ayuda de la antropología perspectivista amerin-
sólo nuestro instrumento analítico principal, es también nues- dia, ese procedimiento emblemático de nuestra antropología
tra materia primera y nuestro horizonte último puestoque lo académica," la comparación. La operación que tenemos en
que comparamos son siempre y necesariamente comparaciones, mente no es la comparación explícita entre dos o más entida-
en el mismo sentido que, para el método estructural (el que se dessocioculturales igualmente externas al observador, hecha
aplica en Mitalágícas) el objeto de toda transformación es nece- con Iza-intención de detectar constantes o de identificar varia-
“ ciones conceptuales con valor nomotético. Ciertamente es uno
sariamente otra transformación y no una sustancia original. No
podria ser de otro modo, puesto que toda comparación es una de los procedimientos más populares en antropología, pero no
transformación. Si la cultura, según la elegante definición proce- es másqile uno entre otros a nuestra disposición, es una “regla
sal de Strathern (1992c: 47) “consiste en la manera según la cual reguladora’ del método antropológico. En cambio, la compa-
las personas establecen analogías entre los diferentes dominios ración a la que hacemos referencia es una “regla constitutiva”
de sus mundos”, toda cultura es entonces un gigantesco y multi-‘ ' del método. Se trata del procedimiento implicado en la traduc-
i
dimensional dispositivo de comparación. Y si la antropología —y ción de conceptos prácticos y discursivos del “observado” en
ahora cito a Wagner (1981: 35)— “estudia la cultura por la inter- los términos del dispositivo conceptual del “observador”; por
mediación dela cultura”, entonces “las operaciones que caracte- ‘ lo tanto, estamos hablando de la comparación, en la mayoría
rizan nuestra investigación, cualesquiera que sean esas operacio- delos casos implícita o automática —su explicitación o su to-
nes, debenrset también propiedades generales de la cultura”. En picalinición es un momento esencial del método- que incluye
'' como uno de sus términos el discurso del antropólogo, y que
suma, la antropología y el indígena están realizando “operacio-
nesintelectuales directamente comparables” (Herzfeld, 2001: 7), Se desencadena desde el primer minuto del trabajo de campo o
de la lectura de una mortografl aetnográfica. ‘
y tales operaciones son ante todo’ operaciones comparativas, Las
relaciones intraculturales, o comparaciones internas (las “ana- Esas dos modalidades comparativas no son ni equivalentes
logías entre dominios” de Strathern) y las relaciones intercultu- ni independientes. La primera de ellas, habitualmente alabada
rales, o comparacionesexternas (la “invención de la cultura” de Píïífl llepermitiría una lriangulación objetivante del duelo ima-
Wagner) están en estricta continuidad ontológica. ginario entre el yo y el otro (que marcarla la segunda opera-
72 | nrmlsltis (KNÍBMES a‘ INÁEEHIS un rmsmuum mvur I 73

'
ción), y así daría acceso a las propiedades atribuibles por entero l qué es exactamente, que puede ser, o debe ser, unaltraduccióit
al observado, es menos inocente de lo que parece. Ahí tenemos yoómo se realiza esa operación. Es ahí que las cosas se com-
plican, como lo muestra Talal Asad (1986) en términos que yo
suscribe (o traduzco) aquí: en antropologia, la comparación
define los términos en los que se pondrán en relación dos o ¡nas sirve a la traducción, y no al revés. La antropología compara
culturas extrañas a la suya, y con frecuencia extrañas entre sí para traducir, no para explicar, justificar, generalizar, interpre-
Cuando compara los kachin con los nuer, no lo hace a pedido de lanoontextualizar, decir lo obvio y así por el estilo. Y si traducir
los kachin o de los nuer; lo que hace por ese medio es desapare- l esíempre traicionar, como dice el proverbio italiano, una tra-
cer de la escena comparativa, ausentándose del problema que él ducción digna de ese nombre —aquí no hago más que parafra-
mismo ha planteado (impuesto) a los kachin y a los nuer: como seat aWalter Benjamin (o más bien a Rudolf Pannwitz)— es la
si los dos se comparasen por sí mismos... Éstos emergen así de que traiciona la lengua de llegada y no la de partida. La buena
discurso antropológico, y se les otorga una objetividad común traducción es la que consigue hacer que los conceptos extraños
en cuanto entidades socioculturales comparables en virtud de deformen y subvicrtan el dispositivo conceptual del traductor;
un problema planteado por otra entidad sociocultural que, al para que la intentio del dispositivo original pueda expresarse
determinar las reglas del juego, se revela como verdaderament 4 en élyde este modo transformar la lengua de llegada. Tirada:-
fuera del juego, sans pureil. Si eso recuerda al lector la idea del _ cíán, traición, transformación. Ese proceso en la antropología
“estado de excepción” de Agamben, es porque se trata de la mis- estructural, como es sabido, se llama el “mito”; uno de sus si-
ma idea: that’: the idea. ' nónimos es “antropología estructural”. r
- Traducir el perspectivismo amerindio, entonces, es ante todo
interna al objetmproducida por su pluralización comparativa, no l‘ traducir la imagen de la traducción que contiene: la imagen de
tiene el poder mágico de símetrizar la situación entre sujeto y oli-f‘ un.movimiento de equivocidad controlada; “controlada” en el
mismo smtido en que se puede decir que caminar es una ma-
puro espíritu comparativo, ni tampoco el de hacer explícita por nera de caer. El perspectivísmo indigena es una doctrina de lo
" equivoco, es decir, de la alteridad referencial entre conceptos
sí misma la otra comparación subyacente, la que, como hemos
visto, implica al observador en su relación con el observado. homónimos; el equivoco aparece alli como el modo de comu-
Esa implicación se llama “traducción”. En la actualidad, de- nicación por excelencia entre diferentes posiciones perspecti-
cir que la traducción cultural es la tarea distintiva de la ana-Jl.‘ Vas,y por lo tanto como condición de posibilidad y límite de la
' ‘
tropología es un lugar común." El problema consiste en sabe empresa antropológica.‘ . - ,i
y - La teoría indígena del perspectivismo surge de una compara-
ción implícita entre las maneras por las cuales los diversos modos
¡o Un lugar común, por la menos en algunos medios, porque en otros sc deoorporalidad hacen “naturalmente” la experiencia del mundo
sostiene que la verdadera ¡area de la antropología no es hacer 1.. traducción l‘ v
cultural de nada sino por el contrario su reducción natural. “' en cuanto multiplicidad afectiva. Semejante teoria nos aparece,
74! MEIAFISIKÍS (AHIBAIES ¡Mmm Im VEHSAMHHVI) tAlvAu | 75

así, como una antropologia invertida, puesto que ¡nuestra propia '¡ selva y llega a un poblado desconocido donde los habitantes
etnoantropologla procede por la vía de la comparación explícita Íl ló invitan'a refrescarse ofreciéndole una calabaza con “cerveza
de las distintas maneras como diferentes tipos de mentalidades, A de mandioca” que él acepta complacido, y entonces con gran
se representan “culturalmente” el mundo, planteado éste como el ¡ estupefacción constata que sus anfitriones le tienden una cala-
origen unitario de sus diferentes versiones conceptuales. Por esa f,’ baza desbordante de sangre humana. Lo que naturalmente le
razón, una descripción culturalista del perspectivismo implica permite concluir que no se encuentra entre humanos. Tanto-la
la ¡negación o la deslegitimación de su objeto, su retroproyección’ ' parábola como el mito giran en torno a un tipo de disyunción
co _unicativa en que los interlocutores no estaban hablando
pológico: una anti- o preantropología. dela‘ misma cosa, y lo ignoraban (en el caso de la anécdota
El concepto de perspectivismo propone una inversión de esa de Puerto Rico, el "diálogo” se desarrolla en el plano del razo-‘
inversión: ahora le toca el turno al indígena, es the turn of the namiento comparativo de Levi-Strauss sobre el etnocentrismo
native. No “ the return of the native”, como decía Adam Kup recíproco). Así como los jaguares y los humanos dan el mismo
(2003) en tono irónico a proposito del granrmovimiento etn ' nombre a cosas diferentes, los europeos y los indios “hablaban”
político que inspira ese desplazamiento reflexivo, a saber, la “il g de una misma humanidad, y se preguntaban si ese concepto
digenización de la modernidad” (Sahlins, 200o), sino the tur autodéscriptivo se aplicaba al Otro; pero lo que los europeos
el turno, el kairós, la vez, el desvío, la vuelta inesperada. No Th ylos indios consideraban el criteriodefinitorio (la intensidad)
mas Hardy sino más bien Henry James, el genio consumado delr del concepto era radicalmente diferente. En suma, tanto el rela-
arte de la perspectiva: el turno del indigena, entonces, como si _, to de Iévi-Strauss como el mito giran en torno a un equivoco.
dijéramos la vuelta de tuerca, the turn of the screw (mejor que X " Pensándolo bien, 1a anécdota de las Antillas se parece a in-
screw the native, como a veces parece que algunos de nuestros numerables otras anécdotas que se encuentran en la literatura
colegas prefieren). En la perspectiva de Kuper, la historia que etnogrífiea, o en nuestras propias reminiscencias del trabajo
queremos contar es, en realidad, un cuento de horror, una ani de campo. De hecho, resume la situación o el acontecimiento
tropologia cognitiva alternmndialista o (como lo oí una vez de‘ antmpológico por CXCClCHClHuPOÏ ejemplo, en el archicélebre
la boca de Patrice Maniglier) un “altercognitivismo”... Jt episodio del capitán Cook, tal como lo ha analizado Marshall
H i 'J Sahlins (1985), podemos ver una transformación estructural de
Pero finalmente eso es lo que estaba en juego en la parábolal las experiencias cruzadas de Puerto Rico: se trata de dos ver-
vistraussiana de las Antillas. Ésta no solo dice mucho “sobre” el‘ siones del motivo arquetlpico de la equivocidad intercultural.
Visto desde la Amazonia indígena, lo intercultural no es otra
00M que un caso particular de lo interespeclfico, y la historia
i
110 es sino una versión del'mito. ‘
' "Es preciso destacar
las numerosas patologías que amenazan la comunicación en-
76| ncwmu: (AHÍBALES ‘ un IHPRUHHIAHÍ! Rnumm DE LAS (om I 77

tre el antropólogo y el indígena, igual que la incompetencia lo que sería el sentido común: y ése es nuestro objeto de es-
lingüística, la ignorancia del contexto, la falta de empatía, l Indio” (2003: 2). No podria estar en desacuerdo con esto. So-
indiscreción, la ingenuidad, la mala fe, el olvido y tantas otra‘ lamente insistiría en la idea según la cual, si la antropologia
deformaciones o carencias que pueden afligir empiricamente. existe (de jura), es únicamente porque lo que Herzfeld llama
la enunciación antropológíca." Contrariamente a esas pat ‘Ïsentido común” no es, justamente, común. Agregaria además
logías contingentes, el equivoco es una categoria propiamen quela inoonmensurabilidad de las “nociones” en juego, lejos de
te trascendental, una dimensión constitutiva del proyecto de ser un estorbo para su comparabilidad, es exactamente lo que
'
traducción cultural propio de la disciplinas} No es una simple la pfirmite y la justifica (como argumenta M, Lambek (19981).
facticidad negativa, sino una condición de posibilidad del disï. 3 Porque sólo vale la pena comparar lo inconmensurable, com—
curso antropológico, lo que justifica su existencia (¿quidjurís?) parar lo mensurable es tarea de los contadores. Finalmente,
Traducir es instalarse en el espacio del equivoco y habitarlo. No hay que insistir en el hecho de que se debe tomar el misunders-
para deshacerlo, porque eso supondría que nunca ha existido fandíngen el sentido de esa equivocidad que se encuentra en el
sino todo lo contrario, para destacarlo o potenciarlo, es decir; 1 multinaturalísmo perspectiva: un equivoco no es una “falta de
para abrir y ensanchar cl espacio que imaginábamos que no ; intetpretaciónWen el sentido de una carencia), sino más bien
i
existía entre los “lenguajes” en contacto, espacio ocultado jus un “exceso” de interpretación, en la medida en que no se capta
tamente por el equivoco. El equivoco no es lo que impide l que hay más de una interpretación en juego. Y sobre todo, esas
relación, sino lo que la funda y la impulsa: una diferencia d interpretaciones son necesariamente divergentes,‘porque no
perspectiva. Traducir es presumir que hay, desde siempre y par tienen‘ relación con modos imaginarios de ver el mundo, sino
siempre, un equivoco; es comunicar por la diferencia, en luga con los mundos reales que se ven. En las cosmologías ame—
de guardar al Otro en silencio presumieitdo una univocalidad ii riridias, en realidad, el mundo real de las diferentes especies
originaria y una redundancia última -una semejanza esencial-a depende de su punto de vista, porque el “mundo en general"
entre lo que el era y lo que nosotros “estábamos diciendo”. J; corisíste-en esas diferentes especies, es el espacio abstracto de
M. Herzfeld ha observado recientemente que "la antropolo, divergencia entre ellas en cuanto puntos de vista."
gía se ocupa de los equivocas (mísunderstandings), incluyendo La antropología, entonces, se interesa ‘en los equívocos, en el
nuestros propios equívocos sobre nosotros mismos, los antro sentido literal de inter esse estar entre, existir en medio. Pero
pólogos, puesto que la equivocidad es, en general, resultado d ' como decía Roy Wagner (1981: 2o), hablando de sus relaciones
la ínconmensurahilidad mutua entre las diversas nociones d iniciales con los daribi ‘de Nueva Guinea, “su manera de no
I entender-me no era la misma que tenía yo de no entenderlos”,
ll Conto es sabido. las “patologías de la comunicación” son nn gran tema de la ' 10 que quizás sea la mejor definición antropológica de la cul-
mitologia lévistraussíana, del Grial n Asdiwal. ¡
12 Estas consideraciones son evidentemente una paráfrasis (unaflanalogíz entre 5
dominios", Strathem) de un pasaje muy conocido de Deleuze y Gnaltari ' ¡3 Nohay puntos de vista sobre las cosas: los seres y las cosas son puntos dc
(1991: sgyssd- ‘ ' . vista. diria Deleuze (mas: 203).
mima: net PEHSAHIEIHO SALVAJE l 79
78 I Mmmm LMHKMES

tura que se haya propuesto jamás.” El punto crucial aquí no‘ , equivocidad intercultural; y es equivoco en la medida en que se
‘y funda en“.‘la paradoja que se crea cuando se imagina una cultu»
es el hecho empírico de las incomprensiones, sino el "hecho
trascendental” de que ellas no eran las mismas. La cuestión,’ _ ' ra para un pueblo que no la imagina por si mismo” (1981: 27).
i
entonces, no consiste en saber quién está equivocado, y menos Es por eso que, aun cuando los “malentendidos” se transfor-
aun en saber quien engaña a quién. El equivoco no es un error, man enïntendidos”, cuando el antropólogo transforma su in-
ni una confusión ni una falsedad, sino el fundamento mismo comprensión inicial de los indígenas, en “su cultura”, o cuando
de la relación que lo implica, y que es siempre una relación con los-indigenas comprenden, por ejemplo, que lo que los blancos
la exterioridad. Un error o una confusión no pueden definirse ban “regalos” eran en realidad “mercancías”, aun enton-
como tales más que en un “juego de lenguaje” dado, mientras ces, os equivocos continúan no siendo los mismos. El Otro de
‘ los Otros es siempre otro. Y si el equivoco no es error, ilusión
que el equivoco es lo que ocurre entre dos diferentes juegos de
lenguaje. La confusión y el error suponen premisas constituía ' o mentira sino la forma misma de la positividad relacional de
das de antemano, y constituidas como homogéneas, mientras indiferencia, su opuesto no es la verdad, sino más bien lo unl-
que el equivoco 11o solamente “supone” la heterogeneidad de v voco, en cuanto aspiración a la existencia de un sentido único
y trascendente. El error o la ílusiónïpor excelencia consistiría,
justamente, eii-imaginar que debajo de cada equivoco hay un
unívoco, y que la antropologia sería su ventrílocuo.

síntesis es disyuntiva e infinita: tomarlo como objeto determ r lo lante se trata de algo más y de algo totalmente distinto
na otro equivoco mas arriba, y así sigue; ,7 r . t s deun return of the native. Si hay retorno, es más bien el “im-
El equivoco, en suma, no es una falla ‘subjetiva, sino untdis presionante retorno de las cosas” de que hablaba Levi-Strauss:
positivo de objetivación. No es un error ni una ilusión ï-no elzretorno (le la filosofíaal centro del escenario. Pero no, como
losugería el autor, en forma de una alternativa exclusiva entre
o la fetichización—, sino la condición limite de toda relación nuestra filosofía y la de ellos (¿otro caso de liomonimia? tanto
social, condición que pasa a estar ella misma sobreobjetivada mejor), sino en cuanto sintesis disyuntiva entre la antropolo-
EÍH. entendida como metafísica experimental o geofilosofía de
tural”, en que los juegos de lenguaje divergen al máximo, Bs Gimpo, yla filosofía entendida como la práctica etnoantropo-
divergencia, no es preciso decirlo, incluye la relación entreel ÏÚEÍCa sui generis que consiste en crear conceptos (Deleuze y
discurso del antropólogo y el del indigenaJAsí, el concepto an i Gllaïtari, 1991). Ese planteamiento de la antropología y la filo—
tropológico de-cultura, por ejemplo, como lo argumenta Wagvi “¡En como transversales —una “alianza demoníaca”, como dirán
ner, es el equivoco que surge como tentativa de resolución del '95 amores de Mil mesetas- se establece conrmiras a un interés
Wmún, la entrada a un estado (unaimeseta de intensidad) de
¿ A t
düoolonización permanente del pensamiento. t , s,
14 “Their mísunrlerslnrtrlirlgofmenm tlotrhesntrxe a: my ynísundeslntiríílrg «¡amm
sm munsui; “maru; r mÁtEHU nu PENXAMIEHIO SALVAIÍ l 81

Es inútil recordar que la antropologia es social y cultural tan práctica, permltanme decir) son resultado del encuentro
desde siempre está atravesada de arriba abajo por conceptos entre cierto devenir-deleuziailo de la etnología americanista y
problemas filosóficos, desde ese concepto filosófico entre to cierto devenir-indio de la filosofía de Deleuze y Guattari —de-
dos, el de “mito”, hasta el problema, también muy filosófico venirindio que pasa en forma decisiva, como veremos, precie
evocado por Levi-Strauss, de saber cómo salir de la/filosotïa, samente por el capítulo de Mil mesetas sobre los devenires.
dicho de otro modo, de la matriz cultural dc la antropología _ ¿Esto quiere decir que “los indios son deleuzianos”, como
La cuestión, en consecuencia, no es saber si los antropólogos: yo tuve el tupé de declarar cierto día?“ Sí y no. Sí, en primer
deben reanudar un diálogo nunca interrumpido con la filolf tér _ino porque la filosofía de Deleuze y Guattari no suena a
sofia, sino con cual filosofía vale la‘ pena conectarse. Está cla hueco si la percutimos con las ideas indígenas; después, porque
ro‘ que eso dependede lo que se quiere, y de lo que se puede la línea de pensadores privilegiados por Deleuze, en la medida
Es perfectamente posible definir una imagen del pensamiento . ren que se constituye corno una línea menor en la filosofía occi-
salvajecon ayuda de Kant, de Heidegger o de Wittgenstein; No’ dental, permite una serie de conexiones hacia el exterior de esa
es menos posible establecer muchos paralelismos directos enel“ tradición. Pero al fin de cuentas, no, los indios no son deleuzia-
plano de los contenidos: por ejemplo, las cosmologías amazó nos, porque pueden ser tanto kantiairos como nietzscheanos,
nicas, ricas en semejanzas equivocas con la distinción entre el ¡anto bergsonianos como wittgensteinianos, y merleaupontia-
' nos, marxistas, freudianos, lévistraussianos sobre todo. Has-
mundo de las esencias y el mundo de las apariencias, parecen
conducir naturalmente a una lectura platonizante (cuyo úni la creo haber oído hablar de indios haberntasianos, y entonces
co interés, sin embargo, residirla justamente en mostrar hasta se podría decir que todo es posible.
qué punto ese platonismo indio no es más que aparente). Perói Sl y no. Evidentemente, "el problema está mal planteado”.
todo, repito, depende del problema que nos plantea el pensa‘ _- Porque desde el punto (le vista dc una contra-antropología
miento salvaje, o, en otros términos,‘ de cuáles sorrlos probléj multinaturalista, de lo que se trata es de leer a los filósofos a la
mas filosóficamente interesantes que estamos en condicions} luz del pensamiento salvaje, y no al revés; se trata de actualizar
de discernir en los innumerables y complejos agenciamicntos los innumerables deveniuotro que existen en cuanto virtuali-
semioprácticos inventados por los colectivos que la antropolo’ dades de nuestro pensamiento. Pensar desde un afuera (no ne-
gía estudia. i . cesariamente la China)" para ir al encuentro del pensamiento
He elegido la filosofía de Deleuze y, más enparticular, los dos del Afuera, por la otra punta. Toda experiencia de otro pensa-
volúmenes de Capitalismo y esquizofrenia, escritos con Guattaï-l ‘ miento es una experiencia sobre el nuestro.
ri,-‘como el instrumento más apropiado para retransmitir ‘l
frecuencia de onda que yo esperaba captar en el pensamient ¡s Viveiro: de Castro, 2006.
amerindio. El perspectivismo y el multinaturalismo, en cuantd 15 Pauenfi un delmrs (la China), es el título de un libro de Francois Iullien

objetos resintetizados por el discurso antropológico (porqué Üllllíen yMarchaisse, 1mm) que, como el resto de su obra, es una referencia
lmïlmtnte paradigmalica para ElAnri-Nnrciso, incluso en los raros
las teorías indígenas no se presentan preembaladas en forma momentos en que no consigo estar totalmente de acuerdo con ella.
Segunda Parte
Capitalismo y esquizofrenia
desde el punto de vista antropológico
Deleuze
Para mi generación, los ‘nombres de Gilles
del pen»
Gllattaiïievqcan ante ‘(odo el cambio de orientación
' en el eürsó de
nlienio que mariyïó el fin de la década de 196o,
algunos elementos ‘clave de la percepción
_ clíal se inventaron las consecuencias ‘y la
irulmral adual (le Occidente. El sentido,
realidad en si dales; canñbioáoxl el objeto de una controversia
' i
'
_ ‘ga hasta hoy. _ ‘
que
los" idores espirituales del orden, esas "niañi(as”
todo algode
'_ bajanpamla Mayoría,‘ el cambíoiiéprésenta sobre
ser prote-
las generaciones futuras deblan y toílavía deben
de ayer
‘gldas, ‘loli prótéétores deltoy iïleron los protegidos
convicción de qlie
‘¡elsa y aki continúa: (le manera de reforzar la
lo que significa
Élacólileqiiiiiento-óá Se oonéumó sin consumarse,
tuvo lugar
gine ¿irrealidad no ‘pasó nadaJLa verdadera revolución
el eufemis-
95mm ellaímhtecimienlo; y la Razón (para emplear
consolidó la
illo habitual) habría triunfado’; la Razón-Riera‘ que
se realiza el
¡lláquina planetaria del Imperio en cuyas entrañas
'
. 015eración que se veicnroxtafla ¡‘nor la emanacióifgloríosa
no
el calipital
de Noósfera‘: laïeconóriiiarde la infolmaciónfl Si

rï-rigzuneyskengus, 2.005: 49-53,


‘ un suvnmuuulrtiln tumosn I 87
86 | MUNÍSKAS (¡Mmm

tiene siempre razón, en revancha tenemos la impresión de que lei i esas contracorrientes no tienen una vida fácil en la Francia de
razón está siempre encantada de que el capital la viole. los primeros años de este nuevo siglo. Las relaciones entre an-
Para muchos otros, por el contrario, los que continúan insis- tropología y filosofía se han intensificado visiblemente en el
tiendo románticamente (para utilizar el insulto habitual) en la curso de los últimos treinta años, pero ese proceso se desarro-
idea de que otro mundo es posible, sólo será posible enfrentar; lló principalmente en el mundo academico anglosajón donde
la propagación de la peste neoliberal y la consolidación tecn laanlropología, igual que las otras humunitiaï, se ha mostrado
política de las sociedades de control (el Mercado es el Estado‘, más “abierta” a la “filosofía continental” que la propia antro-

el Estado es el Mercado: no es cuestión de elegir entre los dos)l pología francesa. La analítica existencial de Heidegger, la fe-
si seguimos siendo capaces de conectarnos con los flujos de nomenologla de la corporalidad de Merlean-Ponty, la micro-
deseo que afloraron momentáneamente en laysuperficie ha ffsim del poder de Foucault y el método de deconstrucción de
ya más de cuarenta años. Para ésos, el acontecimientovpuro q Derrida han venido a aumentar, en las décadas de 198o y 199o,
fue el 68 aún no ha pasado y es posible que ni siquiera haya c los vientos continentales que ya soplaban durante la de 197o, y
menzado nunca, inscrito como parece estar en una espe 'e_ ú l que propagaron en la antropologia estadounidense y británica
futuro o de subjuntivo histórico (Deleuze y Guattari, 1984),“ los aromas de los diferentes marxismos de la “vieja Europa”,
l
Con o sin “razón”, me gustaria incluirme entre estos últimos una sucesión de influencias que por lo demás pueden ser vistas
Es por eso que diría lo mismo de la influencia de Gilles Deleu‘ 60m0 reacciones inmunológicas al estructuralismo, amenaza
y su socio Felix Guattari, autores de la obra más importante 1 continental predominante en la década de 196o. En la vieja Eu-
l’
desde el punto de vista de una política del concepto, produci, ropa, en particular en Francia, las relaciones entre antropolo-
en filosofía en la segunda mitad del siglo xx. Por “lo mismo) , gíay filosofia se han ido debilitando poco a poco, a medida que
quiero decir que esa influencia está lejoside haber actualiza _: elestrucmralismo perdia su impulso paradigmático, o si no,
do todo su potencial. La presencia de Deleuze (y Gtiattari el‘, se han reconfigurado sobre bases más pre- que postestrtictu-
ciertas disciplinas o campos de investigación contempor lalistas (Levi-Strauss y Eribon, 1988: 131), por lo menos desde
en efecto, es menos notable de lo que cabría esperar. Unadisc el lado antropológico del asunto. El postestructuralismo filo-
plina en la que esa presencia se muestra todavía algo tímid ei 55500,13 French theory por excelencia, tuvo escaso efecto sobre
l
la que yo practico, la antropología social.‘ lflflntmpología que se haceen la propia Francia, mientras que
POr el contrario fue el principal responsable del acercamiento
Para la antropologia, entre las dos disciplinas en los países de lengua inglesa (no sin
ri es por lo menos tan grande como el de pensadores com? lifivocar reacciones violentas, hay que señalarlo, de parte de
Michel Foucault y Jacques Derrida, cuyas obras‘ ya han sid‘ . 106 cardenales académicos locales).
extensivamente absorbidas por lo que podríamos llamar l i‘ Esverdad que no faltan ejemplos de comicidad involuntaria
contracorrientes dominantes en las ciencias humanas contem "Blas apropiaciones de la French theory por los antropólogos y
poráneas, incluyendo la antropología. Hay que observarq ‘"5 Cüngéneres del mundo exterior al hexagono. Pero la indife-
83 I Mrwliitr’: (MIÍBALES ' — uu EHIRHRUZAHIENIÜ curioso I 89

rencia hastiada, cuando no la hostilidad abierta, que las cien la que el conocimiento antropológico aparece como un plus-
cias humanas francesas en general demuestran frente a la consr valor simbólico extraído por el “observador” del trabajo exis»
telación de problemas que designa esa etiqueta -doblemente tenciald “observado?
peyorativa, por cierto« es mas que lamentable, porque ha crea- F512’: claro que las cosas no han llegado realmente a ese pun-
do una divergencia interna a la disciplina, desencadenandr’); to.’ En cuanto a la antropologia, hay que señalar el hecho de
un proceso de extrema incomprensión recíproca, y al fin de" ‘que los ejemplos de dinamismo y de creatividad han sido más
cuentas reflexiva, entre sus principales tradiciones nacionales, numerosos de lo que podría hacer pensar la mención de los
La proposición desencantada de rebautizar la disciplina como no bres de Latouny Iullien solamente, y también que está ocn4
“entropología” (Lévi—Strauss, 1955: 478) parece adquirir de rca? rriendo un cambio de guardia, que no necesariamente irá en el
pente una dimensión autorreferencial. Malestar‘ en la teoria ‘dei sentido de un endurecimiento de las tendencias descritas más
la civilización... . < arriba. Además, siempre ha habido investigadores sagaces que
Un curioso entrecruzamiento, sin embargo. Mientras la an defendían sin ambages la reciprocidad de perspectivas como
tropologla anglosajona actual no vacilaba en apropiarse dela - una exigencia constitucional del proyecto antropológico, ne-
filosofía francesa (o más en general continental) de los años. gándose así a suscribir el “epístemicidio” de sus objetos, según
1960 y 197o, injertándola en forma inventiva en el habita; la fuerte expresión de Bob Scholte. Así, el tsunami reaccionario
empirio-práctico autóctono, la antropologia francesa, por- su que contó entre. sus víctimas un pequeño pero no menos ilustre
parte —con las habituales excepciones, las más notables de la
cuales fueron las de Bruno Latour y Francois Iullien, pensado‘ 2V si eorumroinos las dos direcciones lamadas por el pensamiento francés
' despues del momento eslrncluralisla, a saber, el cognitivismo y ei
¡C5 Célebres. pero al margen de la tnainstream de la disciplina pmmmciorniisino, eslá claro que la antropología de esc país lia derivado
tanto taxonómica como pol íticamente- mostraba signos de re - miami: casi unánime hacialel primero de esos atraclcires, al puma de que
absorción por su sustrato geológico durkheimiano, lo que no _ h paioprwcognizivo" pasó a ser cl operador predominante de la función
mir; en cl discurso reciente de la disciplina. El cognilivismo airtmpológico
le impedía dejarse seducir al mismo tiempo por representantes se n: rimslrado, al fin de cuentas 4a proximidad institucional y psicológica
con franquicia de la escolastica logicista anglosajona, que en la, del: figura gigantesca de LévirStrauss quizá pueda cxplicarlo-, mucho más
Francia de las últimas décadas ha conocido una expansión tanr . unliutmcluralisla que los diferentes casos de postcsrructuralisnros filosóficos
d; Foilnult, Deleuze o Derrida; por otra parte, esta segunda direccion sc
rápida e inexplicable como la de la cadena McDonalds. Otra - hadesarroiiado, como es sabido, en imbricacióir tensa pero fecunda con
tendencia a destacar, no sin cierta molestia -más aun porqu eiuiipmsirucnrraiisiuu” que arraiga enla obra de Allliusxer y de Lacan y
no llega verdaderamente a contrabalancear la prccedente-, es ' ¡eexpanrle enla de A. Bzrliou, 12. Balibar, L-A. Miller, L-c. Milner y orros
; (Mirliglier, zorro), .
la de la vasta naturalización sociocognitiva (en el plano del¿i s’ Emvyseguru de que entre el Inomenlo en que (re)escribo este párrafo y el
subconsciente
de la disciplina) de cierto tipo de naturalismo‘ momento de su publicación nlc irrilaré conmigo mismo más de una ve7. e
P5‘°°C°8‘¡“1V° (proyectado sobre el inconsciente de su objeto) inicninrc agregar largas enmiendas. Pero asi es como me vienen las cosas,
nqiulyaliora. Y, naturalmemc, excluya de anlemano a todos mis cofrades
ques erYPerfecta coherencia con la axiomática del capitalismo;
amnieauisias (¡nosotros hemos sido siempre superestrucluralístas!) de esta
“Em-tw” e“ Vlgmilustifi cauna economía del conocimiento en aizreciocion insolente.
‘Pwwvwvnwvvvwvnum m Ivvb

9o} Mmnsuuszrnlarxrs . 4 - un(HIRHRUZANIENIHKURIDSH | 91

contingente de antropólogos -algunos de los cuales, como es Entre los miembros de esa generación hay que destacar a Pa-
sabido, en un‘ momento dado ínvocaron el nombre de Lévi- trice Maniglier, uno delos intérpretes ¡nas originales que se han
Strauss para arrogarse el papel de censores de las costumbres inclinado sobre el proyecto estructuralista. Ese autor ha sabido
republicanas- no dejó de chocar con los bastiones de la resis- poner de-manifiesto la singular ontología del signo, subyacente
tencia, tanto del lado de los antropólogos (por ejemplo Favret- a la Semiología saussureana, que es igualmente consustancial a
Saada, 200o) como del de los filósofos, donde es preciso seña - la concepción lévistraussiana de la antropología. La lectura que
lar la poderosa obra de Isabelle Stengers, la pensadora que más ‘ Maniglier hace de la arttropologta de Levi-Strauss refleja una in-
' pero perfectamente explícita, de la filo-
ha hecho por realizar plenamente -es decir por la izquierda- el fl’ _ cia esencial, discreta,
principio latouriano de la “simetría generalizada”. ' sofia de Deleuze. No es preciso decir que esa lectura difícilmente
En conjunto, subsisten razones para cierto optimismo. Hoy obtendría el asentimiento integral de los dos pensadores impli-
dia se asiste, por ejemplo, al comienzo de una reevaluación’ cados, y sin duda menos aun (lo que ya es más interesante) el de
histórico-teórica del proyecto estructuralista. Es difícil prever’, los disdplilos autoproclamados de dichos pensadores. Pero la lí-
cuál será el efecto en el campo intelectual (en el sentido amplio i nea ha sido trazada: la antropologia estructural, afirma Maniglier
del término) de ese “acontecimiento estructural” que fue 1 sin inrimtarse, es “a la vez empirista y pluralista”, y la filosofia que
entrada de Levi-Strauss a la “Bibliotheque de la Pléiade”. Pero' , subtimde es, "en todo sentido, una filosofía práctica? ¡Un Levi-
llega en el mismo momento en que su obra empieza a ser re Strauss empirista, pluralista, pragmática”! Finalmente alguien
lo ha-dicho. El lector habrá comprendido que aquí nos hallamos
en los antípodas‘ de “el-pensamiento-de-Ievi-Strauss” que Ieanne
'
Favret-Saada había filstigado con tan admirable sarcasmo.

testimonio de uno de esos impresionantes retornos de las cosas


i
¡al-novedad de la filosofía de Deleuze fue percibida pronto por
que su autor gusta de observar: la herencia del estruclúralísmo las politicas coittraculturales que nacieron en 1968, como el
antropológico, dejando a un lado los homenajes piadosos y lasu arte experimental y los movimientos de minorías, principal-
excePtlones honorables, parece estar mejor administrada ho mehte por ciertas corrientes dela más importante de ellas, el
en Francia por la filosofía (la suya) que por la antropología feminismo. Poco después se incorporó al repertorio concep-
H 8° ‘referencia aqui al proyecto de rehabilitación de la obr tual de nuevos proyectos estratégicos de antropología simé-
de‘ y ill-Strauss emprendido por una joven generación de fi trioo-reílexivafcomo los science studies, y fue reivindicadapor
lówífiaflfl? “Punta a recuperar la originalidad y la radicalidad Ciertos influyentes análisis de la dinámica del capitalismo tar-
¡“telecllla-l del pensamiento francés de los años sesenta.“
ciepfc.fr>). Pero evidentemente seria preciso remontarnos más arriba, al
4 Pienstïsobïe-lodo cn e] equipo reunido en tomo al Centre international est-um pionero de Jean Pctitot que redcfinio la genealogía teórica del
¿féludc dela phílosophie francaise contemporainc del ENS (<h|tp:I/\vww. cslructnnlismo (véase Pelítot, 1999). r
un (HVRKRUZAMIEHIH [IJRIDSB | 93
92| "¡WWW (AHWMÍE

dio. Como contrapartida, las tentativas de articulación entre la Iatour, las conexiones son actuales y explícitas, “molares”, y
antropología clásica —el estudio de sujetos y objetos minorita constituyen uno de los elementos de la infraestructura teórica
rios, en todos los sentidos de esas tres palabras- y los conceptos de ese pensador; mientras que al mismo tiempo, porciones sig-
de Deleuze son todavía asombrosamente raras y casi siempre nificativas de la obra de Latour son muy ajenas al espíritu de la
,
tímidas, contrariamente a lo que se podría esperar. Porque’ filosofia deleuziana (sin dejar por eso de ser estimulantes).
finalmente, el díptico Capitalismo y esquizofrenia (Deleuze y No es por casualidad que los tres antropólogos que acaba-
Guattari,‘1972, 198o) basa muchos de sus argumentos en una mos de citar estén entre los raros que podrian ser etiqueta-
vasta bibliografía referente a los pueblos no occidentales, de dos ¿con justo título como postestructuralistas (más bien que,
los guayaki a los kachin y de los dogon a los mogoles,'desa por ejemplo, como posmodernos). Asimilaron lo que liabía de
rrollando a partir de ellos tesis ricas en implicaciones antro nuevo en el estructuralismo y siguieron su camino, en lugar
pologicas; incluso demasiado ricas, quizás, para constituciones deemharcarse en proyectos teóricos francamente retrógra-
intelectuales más delicadas. Por lo demás, las obras de algunos dos, como el seudoinmanentismo sentimental de los mundos
de los antropólogos que en los últimos decenios han dejado su vividos, de las moradas existenciales y de las prácticas incor-
poradas, por no hablar del ¡nacho-positivismo de las Teorías ,
marca, como Roy Wagner, Marilyn Strathern o Bruno Latou l‘
a quienes ya he1nos citado, indican conexiones sugestivas co del Todo del género sociobiologla (ortodoxa o reformada), la ,
las ideas de Deleuze; conexiones que, sobre todo, aún no han economía política del sistema mundial, el neodifusionismo
sido bien conectadas entre ellas. _En el’ caso de Wagner pareá, , delas “invenciones de la tradición”, etc. Del mismo modo, el
cen ser puramente virtuales, fruto de una “evolución paralela},
» pensamiento de Deleuze, por lo menos después de Diferencia
(en el sentido de Deleuze) o de una “invención? (en el sentido‘ y repetición y Lógica del sentido, puede ser visto como un pro-
de Wagner) independiente, lo que no las hace menos reales ni yecto de desterritorialización del estructuralismo, movimien-
menos asombrosasnErt Strathern las conexiones son “parcial-l to del que el autor ha separado las intuiciones de más largo
les” (como corresponde a la autora de Partíul connections), o‘ alcance para, apoyándose en ellas, partir en otras direcciones
muy indirectas (pero la índirectíon es el procedimiento prefev. (Maniglier, 2006: 468-469)!‘ De hecho, a la vez que elaboran
rido de Strathern); dicho esto, la antropóloga de Cambridge; la expresión filosófica más avanzada del estructuralismo, esos
que comparte con Deleuze-Guattari un conjunto de términos dos libros lo someten a una tensión teórica violenta que llega a
conceptualmente densos, como multiplicidad, perspectiva, d' rom la ruptura. Una ruptura que se hará explícita en El Anti-
vidual, fractalidad, es, en varios aspectos, el autor más ‘Ïmole-t Edipa, libro que fue uno de los principales ejes de cristalización
cularmente” deleuziano entre los tres citados.‘ En el caso de del postestructtlralismo en su sentido propio, es decir en tanto
un estilo de pensamiento que se desarrolló como una radicali-
5 Marilyn Strafl rernenoontrará muy raro esle retrato que la presema como
anlropóloga deleuziana. Pero todos recordarán, justamente, la descripción que
hace Deleuze desu ¡método de lectura de los filósofos como un arte del retral 6 Véucel artículo fundador de Deleuze, zum. (.972), que inspiró buena parte
delos avances internos del eslructuralisitto, como los realizados por Pelitot.
“No se Irala de ‘hacerlo pareeido’..
UN EIHRHRUZAMIEHIO (UÑHJSH l 95
94 I Mriirliicl: tiulsilrs

(la
zación de los aspectos i'evolucionarios del estructuralismo en tres maneras de rechazar la metáfora y la representación
la
relación con el Slam quo ante, y también como estruendoso metáfora como esencia de la representación), de privilegiar
rechazo (por momentos demasiado estruendoso) de sus aspec pragmática por encima de la semántica y de dar preferencia
lin-
tos más conservadores. a la coordinación antes que la subordinación. El “viraje
de la con-
El antropólogo que decide leer o releer a Deleuze y Guatta- güístico” que en el último siglo fue el centro virtual
ri, después de años de inmersión en la literatura de su pro- vergencia de temperamentos, proyectos y sistemas filosóficos
pia disciplina, no puede dejar de experimentar una 8611531 Jandiversos, parece empezar suavemente a volverse hacia otros
del
ción curiosa, corno un déjü vu al r'evés: esto se escribió ya ¿_ cost os, alejándose de la lingüística y, hasta cierto punto,
Los des-
después... Muchas de las perspectivas teóricas y las técnicas, lengiiaje, en cuanto macroparadigma antropológico.
descriptivas que en la antropología sólo recientemente han plaumientos señalados más arriba muestran como todasrlas
perdido un aroma de escándalo, forman rizoma con textos líneas de fuga del lenguaje en cuanto modelo han sido trazadas
v
delenze-guattarianos de hace veinte o treinta años.’ Para tibia , j desde el interior mismo del modelo del lenguaje.
' F5 el signo mismo el que parece alejarse del lenguaje. El sen-
car con precisión el valor antropológico de esos textos habría
[y el
que recorrer en detalle la red de fuerzas en que la antropolog timientosde una discontinuidad ontológica entre el signo
Mel-mie, el lenguaje yel mundo, que garantizaba la realidad
gía social se halla envuelta hoy, cosa que desborda el alcanc e
de este ensayo. Si quisiéramos ser genéricos, sin embargo, no del primero y la inteligibilidad del segundo y recíprocamente;
es difícil señalar la participación de esos dos pensadores en y que sirvió de fundamento y de pretexto a tantas otras discon-
la sedimentación de lo que podríamos llamar cierta estética, tinuidades y exclusiones —entre mito y filosofía, magia y cien-
conceptual contemporánea. r
\
Así, desde hace algún tiempo se observa nn desplazamiento metafl sicamenteobsoleta, al menosen los términos en que se
del centro de interés en las ciencias humanas hacia los proceso S planteaba tradicionalmente; es por alil que estamos en proceso
semióticos como la metoniinia, la indexicalidad y la literalidad: de dejar de ser modernos, omás bien que estamos en proceso
que
de no haberlo sido nunca.‘ Del lado del mundo (un lado
' yarno tiene “otro lado”, puesto que ahora sólo está liecho de
7 ‘Es posible que el senliniielito de ¿ga vu sea también cl sentimiento de , « una pluralidad indefinida de lados), el desplazamiento corres-
‘habitar en una malriz cilltilral. .
« Diferencia y iepctirídii para recordar que Deleuze vela su libro como expresión pondiente ha conducido a privilegiar lo fraccionario-fractal
de cierto espíritu de la época del que tenía la intención de extraer todas las Yulo diferencial en detrimento de lo unitario-entero y de lo
consecuencias filosóficas (Deleuze, mi: i). Por el contrario, el lector podrá combinatorio, a discernir milltipliaidades chatas donde sólo se
asombrarse del reducido número de referencias hechas a los dos volúmenes dc
rCapiralísnla y esqlrizaperira en la líteralura antropologia de lengua francesa.
Uri ejemplo reciente y nolahlc es Pm (Ield nrmn-e el culture de P. Dcscola (2005). Aquí mmigo en cuenta para nada, porque iodavla no lie asimilado todas
que contiene muchas analogías sorprendentes con los desarrollos que se m: implicaciones,‘ la reapertura dc la semlologla saussiireaaa ‘emprendidaen
encuenlran en ql capllulo a de ElAilti-Eíipnyen la nicsela 5 de Mil mesetas, a ‘pm Maniglier, «ralsajo conceptual que incluye una redefinición del signo
' una 1.7, 465).
pero dondeel nombre de Deleuze no aparece mas que ima vez. ‘antología de los deveiiires y delas mulliplicidades” (2006:
a, , un ¡lliiistoiuzillluilutunlnso i 97
96l Mrmlsltriunísnrl

' audibles.’ Una nueva imagen del pensamiento. Nomadología.


buscaban totalidades jerárquicas, a interesarse en conexiones
transcategoriales deelementos lteterogéneosmás que en las Multinaturalismo.
correspondencias entre series intrínsecamente homogéneas) . Las líneas que siguen exploran una dimensión lnuy limitada
a poner el acento en la continuidad ondulatol'ia o topología, de esa cido-estética contemporánea. Más a título de ejemplo
ca de las fuerzas antes que en la discontinuidad corpllscular que otra cosa, se indican aqui dos direcciones para la profun-
o geométrica de las formas. La discontinuidad molar entre las dización de un diálogo posible entre la esqllimfilosofía de De-
dos series conceptualmente homogéneas del significante ytel leuze yGuattari y la antropología social. En primer término se
significado, por un lado —ellas mismas en relación de discont
nuidad estructural— y la serie fenomenológicamente continua’ leuzianos y temas analíticos influyentes en la antropología de
de lo real, por otro lado, se resuelve en discontinnidades moléej hoy. A continuación se examinará una incidencia específica de
culares, o más bien, que revelan la continuidad como intrínsefi la antropología social clásica —la teoría del parentesco— sobre la
camente diferencial y heterogénea (distinción crucial entre las concepción delcuzo-guatlariana de la máquina territorial pri-
ideas de continuo e indiferenciado). Una “antología clrata” (De mitiva, o semiótica presignificante.
Landa, 2002), por último, en la que lo real surge col-no multil
plicidad dinámica inmanente en estado de variación continuar‘ 9‘ la min. d: uua oiuologla chslta reluite a la “nnivocidad del ser”, tesis medieval
como un metasistema lejos del equilibrio, antes que como lil-lá kddada por Deleu7e: “la unívocidad es ln síntesis inmediata delo nrúltiplc: cl
manifestación combinatoria o una implementación gramatical - unn no se dice más que dc lo lnúltiple, cn lugar de que este ullimu se sulmrdírle
__ ¡l uuueuum al género superior y comun capaz de euglobailu" (Znurabichvili,
de principios o reglas trascendentes, y como relacion difereri-t ‘f 2.005’. h). El conlentarísla continúa: “El corolario de esa sintesis inmediata d:
ciante, es decir, como sintesis disyuntiva de heterogéneos, ant e" lo múlliple es cl despliegue de todas las cosas en uu plano común de igualdad:
que como conjunciórfdialéctica (“horizontal”) o totalizació i. aqurmumarya uo |icne cl sentido de una identidad genérica, sino d: una
__ fiolnunítïaciún transversal y sin jerarquía entre seres que solamente difieren. La
jerárquica (“vertical”) de contrarios. A ese achatamientoo lindaa (o l.jerarquía) también cambia de sentido: yu no es la medida externa
tológico viene a corresponder una epistemología “simétricalv ’- ¡le los Sens m relación con uu metro, sino la medula interior a cada uno en su
' ltháúnmnsus
(Latour, 1991). En rigor, asistimos a la disolución de la distinli propios llmilm ."La idea dela antología cllam cala largamente
i num-mila cn De Landa, 2002: el autor la desarrolla en una dirección propia eu
_,- pc Landa. ¡m6. Iensen (mn4) luce uu excelente análisis clelnuy las repercusiones
nea-mmm; (bien iuuclaclas o no) de esas ontologlas. particularmente
= ‘md uso de ralour. Este ullinlo, en Remembiiilg the Sutial, insiste en el
2004) en la que el conocer ya no es un modo de representa!
lo desconocido, sino de interactuar con él, es decir un moil
mpmnivo metodológico de "nlanlcncr chato lo social” qu: es propio dc la
mi: del amar-red”, cuyo olro nombre, por lo demás, seuaflautulugja del
de crear más que de contemplar; de reflexionar o de comun},l’ ‘l ifllllblinmla” (Iatour, 200531). El análisis conceptual propio cima teoria (su
car (Deleuze y Guzlttari, 1991). La tarea del conocimiento dei u Illétndnde ahuiacïón, uulu Wagner) consiste en un dcsenglobalnicltto jerárquico
¡._ dd socials de uiaucia deliberar las diferencias intensivas que lo atraviesan y
de ser la de unificar lo diverso bajo la representación y pasa" ln dumtalinn, operación radicalmente diferente dela de capitular frente al
ser la de "multiplicar el número de agentes (ugencieslque pu? “individmlkmcr: al contrario delo que afirman los retroprofelas del viejo
blan el mundo” (Latour, 1996a). Las armónicas deleuzianas s V‘ "Stan-mm hullsllco.
. ¡
r 1,
l

En El Anti-Edipo (1972), primer volumen de Capitalismo y l


esquizofienia, Deleuze y Guanari derriban el pilar central del l
¡einplo del psicoanálisis, a saber, la concepción reaccionaria l
del deseo como carencia, reemplazándólo por una teoria de l
las máquinas deseantes vistas como pura productividad posi- ¡
tiva que debe ser codificada por el socius, la máquina depro- l
ducción social. Esa teoria pasa por un vasto panorama de la
historia universal, pintado en el capítulo central del libro en
un es1ilo deliberadamente arcaizailte, que de entrada podría
asustar al lector antropólogo. No sólo los dos autores utilizan
la secuencia tradicional salvajismo-barbarie-civilización como
marco de exposición, sino que las abundantes referencias et-
hflgrá ficasestán tratadas de un modo que se podría calificar de
fióomparación aleatoria”. Pero ese mismo lector no tardará en
darse cuenta de que el topa: de los tres estadios está aquí some-
¡Ído a una interpretación que es cualquier cosa menos tradi-
cíonaLyque la impresión de ausencia de control comparativo
deriva del hecho de que los “controles” que emplean los auto-
res son muy distintos de los usuales; son “diferenciantes”,antes
que’ "colectivizantesï-para hablar como Roy Wagner. El Anti-
Edípo, en "efecto, es resultado de un “prodigiosa esfuerzo por
Pensar de manera diferente” (Donzelot, 1977: 28); su propósito
"10 es sólo denunciar los paralogismos represivos del Edipo y
10o l Mrlirlrltil íilllsilts lA Allllsotlolnaii D! lu lilJlllvlltlllAntl i ¡ol

del psicoanálisis, sino instaurar una verdadera “antisociología podemos? Esos marcos cambian y con ellos las posibilidades
(íbíd; 37). Un proyecto como ése deberia despertar‘ interés eli ¡le pensamiento cambian también; cambia la idea de lo que es
la antropología contemporánea, por lo metros la que no se’; pensalgyde lo que es pensable; la propia idea de marco cambia
considera como una rama exótica e inofeilsivzl de la sociología”A con el marco de las ideas. Es posible que el concepto de multi-
sino que por el contrario ve esta última como una modnlida plicidad sólo haya llegado a ser antropológicalnente pensable
en regla general un poco confusa, y casi inevitablemente no —y por lo tanto pensable por la antropología- porque nosotros
»¡ estamos pasando a un mundo no merológíco y posplural, un
Inativa, de "atico-antropología .
El segundo libro del díptico, Mil mesetas (Deleuze y Guatt mundo-en el que jamás hemos sido modernos; un mundoque
ha dejado atrás, por desinterés más que por cualquier Aujhe-
kung. la alternativa infernal entre el Uno y lo Múltiple, el gran
dualistno que gobierna los dos dtlalismos mencionados más

‘arriba así como muchos ott'os dualismos menores.‘
La multiplicidad es asi el metaconccpto que define cierto tipo
semiótica-materiales de lo más diversas, asi como por una cal de entidad cuya imagen concreta es el “rimma” de la introducción’
lidad desconcertante de conceptos nuevos. ‘ de Mil mesetas.’ Como ha observado Manuel de Landa, la idea
El libro expone e ilustra una teoría de las vnultíplicidades, si Í de multiplicidad es fruto de una decisión inaugural de naturaleza
duda el tema deleuziano qtle ha tenido la mayor repercusión á _ álttiesencialista y antitnxonomista: con su creación, Deleuze des-
la antropología contemporánea, La multiplicidad deleuzianalep (¡ona las nociones metafi sicasclásicas de esencia y de tipo.‘ Es el
el concepto que parece describir mejor no sólo las nuevas prátsi Principal "mstrumentoi de un “prodigioso esfuerzo” por pensar el
ticas de conocimiento propias de la antropología, sino tambié _
1- Sobred modelo memlógico, véase Slrallrcrit, 1992 a. Sobre la idea de tin
los fenómenos de las que éstas se ocupan. Su efecto es an .
_ mundo pnspi\’|ral,Véas€vS\ratl|em, 19m: xVl; 199m: 314.134 y paxsínl; 1992 b:
todo liberador. Consiste en hacer pasar una línea de fuga etttr , 91. Izcxprcsión "allernativa internal“ proviene de Pignarre y stengers. 2005.
los dos dualismos que forman de alguna manera los muros Cl 3 Diga mttamncepw parque cada concepto es en si una nttillipiicidad, attn
¡" clundnno toda multiplicidad es forzosamente conceptual (Deleuze y
la prisión epistemológica en que está encerrada la antropologí
, Giulia-i, 1991: zi y 55.). , l
(para su propia protección, por supuesto) desde sus orlgenc 4 El conneplo deleuziano se origina en la filosofia de Bergson (¡carla delas
en las tinieblas de los siglos xvnl y xrx: Naturaleza y Cultura, po dns mnltiplicidadcs, intenslvns y exkensivas) y en la geometria de Gauss y
- Riemmn (las variedades como superficies n-dimensioitales intrínsecamente
un liado, Individuo y Sociedad por el otro, 10s “marcos men
definidas). Acerca de la relación con Bergsun, véase Deleuze, 1966: cap.
tales Jïltimos” de la disciplina, los que, como se acostumbi; unirte Rizmalln, Deleuze y Guauari, tgllu: 602x609. Sobre los aspectos ‘l
decir, iio podemos considerar falsos porque es a través de eiid Inahemáfims más getteralcs de la multiplicidad deleuziatta véase, aparte
-— dela ingeniosa reconstrucción de De Landa (2001: 9.10; ¡un y pnsrínr),
que pensantos lo verdadero y lo falso. Pero ¿es verdad que ‘g ygnprsxtwuns sc-
_. Inc artículos de Duffy, smith, llurie y Plotnitsky en DltlÏy (ed.), 2006.
_ Zourahichvili (1003: 5154) nos ofrece un excelente resumen dcl sentirlo
"iïlnssrm del concepto enla obra de Deleuze. l
n Mvrstmuss. 1973 [t9ó4ll Strathern, 19m Viveiros de Castro, song.‘
LA AHTISOLIOWGÍA DE LAS HUHIPLIIIDADU I ¡O3
101l Muulgltl; (¡Matus

(“devenires”) en-
pensamiento como una actividad distinta de la de reconocer, cla- a-centrado formado por relaciones intensivas
a individua-
sificar y juzgar y para determinar lo que significa pensar como, tie singularidades heterogéneas que corresponden
(las “ecceidades”).
singularidad intensiva antes que como sustancia o sujeto. Las i111 cinnes extra sustantivas, o a acontecimientos
un ser, sino
tenciones filosófico-políticas de esa decisión son claras: transfer} Así una multiplicidad rizomática no es realmente
difference engine,
mar la multiplicidad en concepto y el concepto en multiplicidad = un agenciamiertto de devenires, un “entre”, una
Bruno
o más bien el diagrama intensivo de su funcionamiento.
apunta a cortar el lazo primordial entre el concepto y el poder, en con el con-
otras palabras, entre la filosofía y el Estado. Ése es el sentido del‘ latour, al señalar la deuda de la teoría del actor-red
red no es una cosa
célebre llamado a “invertir el platonismo” (Deleuze, 1969b). oepto Pe rizoma, es totalmente explicito: una
(Latour, zoos:
Una multiplicidad es diferente de una‘ esencia, las dimensio,' porque toda cosa puede ser descrita como una red
inscripción y
i29-¡31). Una red es una perspectiva, un modo de
nes que la componen no son ni propiedades constitutivas ni c a medida
terios de inclusión clasificatoria. Uno de los componentes pri de descripción, el “movimiento registrado de una cosa
2003: 227).
cipales del concepto de multiplicidad es, por el contrario, u que se asocia con muchos otros elementos” (Jensen,
diferentes aso-
Pero esa perspectiva es interna o ínmanente; las
noción de individuación como diferenciación no taxonómicá _ de si mis-
ciaciones de “cosas” la hacen diferir progresivamente
un proceso de "actualización de lo virtual” distinto de una rea como
zación de lo posible por limitación y refractario a las categoria' mafés la cosa misma lo que se ha comenzado a percibir
remonta a
múltiple” (Iatour, 2005: 116). En suma, y la tesis se
tipológicas de la similitud, la oposición, la analogía y la iden son las
Leibniz, no hay ningún punto de vista sobre las cosas:
dad. La multiplicidad es el modo de existencia de la diferenct 79;
cosas ylos seres los que “son” puntos de vista (Deleuze, 1968‘
intensiva pura, esa “irredttctible desigualdad que forma la oo
1969d: m3). Si no hay entidad sin identidad, no hay multiplici-
i
dición del mundo” (Deleuze, 1968: 286).’ Las nociones de tipo, j ‘
dad sin petspectivismo.
de entidad se revelan en general totalmente ‘inadecuadas cuand ni tampoco
Si no es un ser, un tizoma tampoco es un ser,
intentamos definir las multiplicidades rizontáticas. Si es cie la uni-
varios seres. La multiplicidad no es algo más grande que
que “no hay entidad sin identidad”, según la bonita rima de Qui unidad superior; más
ne, entonces debemos concluir que las multiplicidades no pi! dad, algo asi como una pluralidad o una
den aspirar a esa condición. Un rizoma no se comporta com bien es algo como menos que uno, obtenido por sustracción
minora-
una entidad y tampooo define un tipo; es un sistema reticulfi (¡Inportancia de las ideas de menor, de minoridad, de
ción en Deleuze). Toda multiplicidad esquiva la coordinación
1:
enrínseca impuesta por una dimensión suplementaria (n +
t de la
5 A comparar con Levi-Strauss, entre otros pasajes similares: “[1311 "1 s_ll'principio”, n y su “contexto”, etc.); la inmanencia
desequilibrio está siempre dado..." (1966: nz); “¡su ser del mundo consist lmlltiplicidad es autoposición, anterioridad al contexto mis-
v" “ha dísparidad- D01 mundo, no se puede d puramente que es; es
bajo la forma dc una asimetría primera" mo: Las multiplicidades son tautegóricas, igual quevlos simbo-
medma ¡mama «Se
aqttt frente a dostemas capitales del estructuralismo, a través de los . k - l que) Poseyendn su
19s: wágneúanos . pmpim
. .
cuales se comunica wn su posteridad: el de la naturaleza necesannntettle _ _)
desequílibrada de la estructura y el de 1.. asimetría constilttliva de la realida‘
i, \ lA ANIIXÜKIMOGIA DE [AS MulllPlItIuAnES I 105
104i nmrliltiurtleiusr

un sistema dc, n — 1 dimensiones (Deleuze y Guattari, 198o: 13, La persona fractal de Wagner, las conexiones parciales de
27, 31) en que el Uno opera solamentecomo lo ‘que es precii»l Strathem, las redes sociotécnicas de Callon y Latour son algu-
so sustraer para producir el ¡múltiplo que entonces se creapo nos ejemplos antropológicos muy conocidos de lnultiplicidades
“destrascendencia”; manifi esta“una organización propia del chatas. “Una persona fractal no es nunca una unidad que está
múltiplo en cuanto tal, que no tiene ninguna necesidad de lá; en relación con un agregado, o un agregado en relación con una
unidad para formar un sistema’? (Deleuze, 1968: 2.36).
r 14;’: unidad, sino siempre una entidad con la relacionalidad (reía tian-
Las mulliplicidades son, así, sistemas cuya complejidad tesi»" ship) integralmente implicada” (Wagner, 1991: 163). La imbrica-
"lateral”, refractaria a la jerarquía o a cualquier otra forma d ció de los conceptos de multiplicidad, implicación e intensidad
unificación trascendente, una complejidad de alianza más queiï‘ es, como es sabido, un punto largamente elaborado por Deleuze
de filiación, digámoslo para anticipar el argumento principal (1968, cap. vl). Francois Zourabichvili, uno de los más finos co-
de este ensayo. Como se forman en el lugar y en el moment _ mentaristas de ese filósofo, observaba que “{la] implicación es
en que líneas intensivas abiertas (líneas de fuerza y no líneas e_l movimiento lógico fundamental de la filosofía de Deleuze”
contorno, Deleuze y Guattari, 198o: 621) conectan elemento _(2oo4 [i994]: 82); en otra parte subrayaba que el pluralismo de—
heterogéneos, los rizomas proyectan una ontología fractal qllÉ lenziano supone una “primacía de la relación” (2003: 52, n. 1). La
ignora la distinción entre “parte” y “todo? Una concepción d filosofia de la diferencia es una filosofía de la relación.
es
la complejidad ¡nas bien barroca que romántica, como seña _ Pero no se trata de cualquier relación. La multiplicidad
Kwa (2002). En realidad, la multiplicidad es el cuasi-objeto qu un sistema formado por una modalidad de síntesis relacional
viene a reemplazar a las totalidades orgánicas del romantici distintïi deuna conexión o conjunción de tér ‘y os. Se trata de
mo y a las asociaciones atómicas de la Ilustración que parec l-‘topeijacióit que Deleuze llama síntesis disyuntiva o disyulncíón
agotar las posibilidades de que disponía la antropología; p
lo tanto, la multiplicidad invita a una interpretación compi nal) la similitud o la identidad, sino la divergencia o la, distancia;
tamente diferente de los megaconceptos emblemáticos della, modo relacional que puede también tomar el nombre de ‘Ïdeve-
disciplina, Cultura y Sociedad, hasta el punto de volverlos “te II_¡IÏ”._ La síntesis disyuntivajo eldevenir es “el operador principal

ricamente obsoletos” (Strathern et aL, 1996 [1989].
esiel movimiento de la diferencia en cLianto tal, el movimiento
Ctïntrifugo por el cual la diferencia escapa al atraclor circular de
o “No creemos en tonalidades más que n! lado. [ ) HI todo no coexiste . r
solamente con las partes. es contiguo a ellas, el mismo producido aparte, lá contradicción y la superación dialécticas. Diferencia positi-
y aplicándose a ellas...” (Deleuze y Gualtari, 1972: 50-52). Sobre la ‘ Va antes que opositiva, indiscernibilidad de heterógéneos antes
heterogeneidad de los elementos conectados err rizoma, eslintporlante nor‘: qlleconciliación de contrarios, la síntesis disyuntiva hace de la
que no se refiere a una condición sustantiva previa, o una esencia, de los r
términos (lo que cuenta como heterogéneo, en este sentido, depende de la; dísyunción la “naturaleza nlisma de la relación” (Zourahichvili,
“predisposielorros culturales” del observador; Slralhem, 1996: 525) sino ¡irá _ ¡994 [i904]: log), y de la relación un movimiento de “implica-
bien un efecto deulia lnultiplicidad que hace hcterogéneos los ¡érnïirros qu ción recíproca asimétrica” (Zourabicllvili, 2003: 79) entre los tér—
conecta, haciéndolos funcionar como singularidades mmcgoricas. u:
106! MEIAFISIÍAS (ÁNIKHES LA AIHISDKIOLOnIA D! LAS HULIIPLICIDADES l 107

minos o las perspectivas ligadas por la síntesis, que no se resuelve hace de éste una figura no-merológica y“posplural”, que de esa
'
ni en equivalencia ni en una identidad superior: manera traza una línea de fuga a la alternativa infernal entre
el uno ylo múltiple que Marylin Strathern, con su perspicacia
La idea más profunda de Deleuze es ésta: que la diferencia habitual, designa como el callejón sin salida característico de la
es también comunicación, contagio de los heterogéneos; eri antropología:
otros términos, que una divergencia nunca estalla sin con‘
taminación recíproca de los puntos de vista [...] Vincular“ Los antropólogos en general han sido animados a pensar
es siempre hacer comunicar de un lado y del otro de una que lo múltiple es la alternativa al uno. En consecuencia, nos
distancia, por la heterogeneidad misma de los términos ocupamos ya sea de unos, es decir, de sociedades que tienen
(Zourabichvili, 2004 [1994]: 99). atributos singulares, o bien de una multiplicidad de unos
- [ ] Un mundo obsesionado por los unos y las multiplica-
Para volver a los paralelismos con la teoria antropológica contem- ciones y divisiones de unos tiene mucha dificultad para con-
poránea, recordemos que el tema de la separación relacionante es’ oeplualizar las relaciones... (1991: 52-53).
omnipresente en la obra de RoyWagneryde Marylin Strathern. La’
concepción de la relación como “abarcando disyuncíón y conjuh Se hace pues necesaria una terapia de desobsesión. Comparar
ción a la ve1 (together) es la base de una teoría que afirma que ‘y a’ milltiplicidades no es lo mismo que hacer converger particu-
relaciones establecen una diferencia entre las personas” (Strath il l. laridades en torno a generalidades, como es habitualmente el
1999: 126; cf. también 1996: 525, y 1988: cap. 8). Se podría decírque‘ caso en los análisis antropológicos que buscan semejanzas sus-
el “sistema M” (Gell, 1999), la grandiosa descripción de Stratlierifll tanciales debajo de diferencias accidentales: “en toda sociedad
de la socialidad en Melanesia como intercambio de perspectivas l)?» humana...” Lo que remite a una observación puntual de Al»
como proceso de implicacióniexplicacióh relacional es una teoriel.
’ bert Lautmann (el autor de referencia de Deleuze para todo l
A mi relacionado con matemáticas): ‘
simétrico-antropológica de la síntesis disyuntiva,’ .
Desde un punto de vista metateórico, podríamos agrega _
que la multiplicidad sustractiva antes que aditiva ‘del rizomïl La constitución, por Gauss y Riemann, de una geometría
diferencial que estudia las propiedades intrínsecas de una
7 Esta teoría tiene como referencia el artículo fundamental de Wagner (1977) sobre“ variedad, independientemente de cualquier espacio en que
el “parentesco anntogiexwen Melanesia, en el que el lenguaje derïlujo” y el "cone: . estaría inmersa esa variedad, elimina cualquier referencia a
y recuerda extrañamente H Ami-Ezlipa (que el autor no cita y que probablemente, ' un contenedor universal o a un centro de coordenadas prí-
no conocía) Entre los trabajos recientes que pueden ser inscritos enla esfera
u¿ influencia de las ideas de Wagner y de Slrallrern ¿er-ramos la monografl ade vilegiadas (apud Smith, 2006: 167, n. 39).
« S, Rupert srm (2009) Sobre la imaginación relacional delos Knrowai de Nueva
‘ Guinea Occidental, una defensa e ilustración del poder auloproblcmalizante de Si donde dice geometría dijera antropología, las implicaciones
pensamiento salvaje, que se encuentra expumtn cn la sorprcndcnlc teoría korowai
de la relación como itiulliplicidad disyuntiva y hetcrogenélica. ‘ ‘ ‘* serían evidentes. ¿Qué podría hacer el papel de variedad para
¡A Auusnuutonli DE [AX nuuwutluiurs | 109

la antropología? Todo lo que se acostumbra a denunciar ri« u} verdad es que‘ la diferencia va difiriendo, que el cambio
tualmente como una contradicción y un escandalo se vuelve va cambiando y que al tomarse así a sl mismos como fines,
y
súbitamente concebible: ¿describir o comparar variaciones sin el cambio y la diferencia atestigilan su carácter necesario
presuponer un fondo invariable? ¿Dónde están los universales? absoluto... (Tarde, 1999 [i895]: 69).
¿Qué fue de la constitución biológica de la especie, de las leyes v
de lo simbólico, de los principios de la economia política (por Chungling Kwa, en un articulo ya citado, señalaba “la diferencia
no hablar dela famosa“realidad exterior”)? Coilcebible en po- fundamental entre la concepción romántica de la sociedad como
tencia, no en acto, por cierto. Pero hemos ganado por lo menos o ismo y la concepción barroca del organismo como una so-
el derecho a especular en esersentido. Que no se diga que con r ciedad’ (1002: 26). Aun cuando no cita nombres, sería la defini-
y
eso la antropologia estaría haciendo contrabando de mercan- ‘ ción perfecta de la diferencia entre la sociología de Dnrkheim
cias intelectuales exóticas, como la geometría diferencial; no la
i del primero, el “punto de vista sociológico universal” del segun-
son más exóticas que las que alinrentai) la ortodoxia antro-
pológica sobre la comparación y la generalización, tributaria do. sostiene que “toda cosa es una sociedad, todo fenómeno es
como es la disciplina de una metafísica bimilenaria; la misma ‘i un hecho social” (Tarde, 1999 [189512 s8. 67) Esta Posición niega
metafísica, recordémoslo, que se enorgullecia de no admitir V toda validez a la distinción entre individuoy sociedad. Par“ Y
entre sus muros a nadie que no fuese un geómetra. _ todo, igual que ignora la pertinencia de cualquier diferencia en-
Pero comparar multiplicidades quizás tampoco sea lo mis-l tre lo humano y lo no-‘humano, lo animado y lo inanimadp, la
m0 que establecer invariantes correlacionales por medio de persona
analogías formales entre diferencias extensivas, como en el sociologismo sin fronteras de Tarde culminan en sufpsiconioit
caso de las comparaciones estructuralistas‘ clásicas en las qué fismo universal”: todo es personas, “pequeña5 P5750“? Ühd"
“no son las semejanzas, sino las diferencias, las que se parecen? 43), personas en personas y así, personas ¡ill the way down. A
(Levi-Strauss, 19628: 111). Comparar multiplicidades —que son’ Diferencia intensiva, diferencia deperspectiva, diferencia de

lud sobre la enfermedad difiere del punto de vista de la enfer-


interna y externa; aquí el análisis comparativo iguala a la sínte- medad sobre la salud.’ Porque la diferencia nunca es la misma,
sis separativa. Por lo que se refiere a las multiplicidades, no son; V el trayecto no es el mismo en los dos sentidas:
las relaciones lo que varía, sino que las relaciones son lo que ,
une: son las diferencias las que difieren.‘ Como escribía hace Una meditación del perspectivismo nietzscheano da su con-
más de un siglo el sociólogo molecular Gabriel Tarde: sistencia positiva a la dísyunción: distancia entre dos puntos

' '
s u» que por h; ¿tenías seria‘ una‘ glosa aceptable de la “fórmula canónica de] " 9 13mm, .959 d: 2.32.293. Del mismo modo. en la dialéctica del amo y el
mÍtrWdeLévi-‘Slrauss. cschvo cs dialéctica el esclavo, no el amo (Deleuze, 1952: n).
110 I MEIAFISKAS (AIIIBAlES r LA Auusouolntn I}! lu MHUWLILIDADES t m
i y
de VÏSM; a la vez imposible de descomponer y desigual a sí 4 díadas deleuzianas son siempre medios para llegar a otro sitio.
puesto que el trayecto no es el mismo en los dos sen- El caso ejemplar aquí es, una vez más, la distinción entre la raíz
misma,
tidos (Zourabichvili, 2003: 79). y el rizoma. En el que tal vez sea el pasaje más citado de Mil
mesetas se puede leer:
La . r . . . . '
de -en otras palabras, la com-
comparación multiplrcidades
paración en cuanto "invención de nmltiplicidad” (Wagner + Lo. que cuenta es que el árbol-raíz y el rizoma-canal no
' ' - - . r .
D e l EUR) — es síntesis disyuntiva igual que las ¡‘elaqgngs se oponen como dos modelos: uno actúa como modelo y
una‘
que pone en relación. como calco trascendente, aun cuando genera sus propias

Los textos deleuzianos parecen complacerse en la multiplica el modelo y esboza un mapa, aun cuando constituye‘ sus
‘z, n d » - . a
. diferencia _ . . . , incluso si suscita un canal clespótico.
ci ' '
y iepetición, intensivo y exten-
, l propiasjerarquías, tierra, ni de tal o
SIVO r n z ma
yI ay
lasddiaclas. virtual y actual, línea y segmento, No setrata de tal o cuallugar sobre la
sedentario,
flujo y quanta, código y axiomático, desterritorializacion cual momento de la historia, menos todavia de tal o cual
' ‘ "v ' . ,
ret y mayor, molecular y molar, liso ¡alegoría en el espíritu. Se trata del modelo, que no cesa
erritorialización, menor
y estriado... Por esa signatura estilística, Deleuze ya ha sido de erigirse y de desplomarse, y del proceso que nocesa de
'
ta C h d o d‘e filósofo “duallsta " (Jameson, 1997), lo que es‘ Po} _ alargarse, de romperse y reanudarse. Otro o nuevo dualis-
la No invocamos un
decir lo menos, una conclusión un poco apresurada.“ mo, Problema de la escritura. [
la exposición de los dos tomos de Capitalismo y dualismo más que para rechazar otro. No nos servimos de
Elcurso de
¿Wuïlflfïe fll fls que pululan las dualidades, es interrumpido»
en un dualismo de modelos’ mas que para llegar a un proceso
' v , .
da expresiones adversauvas, por modalnza- que rechazarla todo modelo. Se necesitan cada vez correc-
alca momento por dualismos que no quisi-
especificaciones,
involuciones, subdivisiones y otros r
- _ totes cerebrales que ‘deshagan los
. . .
5 p azamientos
‘titanes, argumentauvos de las distinciones duales (u _' mos hacer, por los cuales pasamos. Llegar ala fórmula má-
PLURALISMO = MomsMo, pasando
autores precisamente acababan de proponen _ giiai que buscamos todos:
23:531 qu: elos - - -
interrupciones metódrcas es Justamente eso, una
.
Cuegfi h“ e méïüdlo y no una manifestacion de arrepentimien-
.. ‘y ópod '39 absolutamente necesario, el mueble que no paramos de
Guattari, 198o: 31).
Ï° P01‘ 91 Pecado binario: son momentos perfectamente distinÏ
' _ desplazar (Deleuze y
tosdelacont S ruccrón conceptual." N1r principios,
r- a. —.
m fines, las

¡o Po}unainlelrpretacíónmásinte r a D1 filósofo dc la o. finalmente, de los espacios lisos y estriado: (ilríd: 59,). Inmediatamente
“dualidad inmediata o noadialédiiïair xïéa; 123i: C2220 después de‘ haber dislinguido dos polos, procesos o tendencias, cl análisis
n Ese]casüdwrckmlfl
. ordeladualidadenlrelaarboresce| " 1 - nu - dzkum-guatlariano, por un lado, desdobla la polaridad en mas pularidadcs,
de multiplicidad; “mezcla” de
. tnujqqascn forma asiunélrica enla primera (produciendo así una delos
YG“"‘"‘"‘>
- 193°’ “’*“'1°‘d°=|ipos
(ima 47); de ¡a distinción enlre forma de la expresiónly forma ia c r a jm) y. por otra parte, nunca deja de lmcer nomr’ la‘ Inebcla defncln polos
‘ ‘
(una: no); de la oposición enlre
segmeutario y centralizado (un-r:- iniciales.
112 l MHAHSKAS (Allllalllts r r lA ANIIWLIOIOGÍA DE lAs MUHIPHIIDADES l 113

Además de hacer a un lado, de pasada, las lecturas que redu» tual empieza por el establecimiento de un polo actual-ex-
cen su filosofía a una teoría (le la Gran Di ón (el Occidente tensivo y un polo virtuaLintensívo. El analisis subsecuente
arborcscente, el Otro rizomático), los autores ilustran aquí dos consiste en mostrar como la dualidad cambia de naturaleza
procedimientos característicos. Primeramente, el tratamiento según sea considerada desde el punto de vista de un polo o
de los conceptos en un modo menor o pragmática, como ins- del otro. Desde el punto de vista del polo extensivo (arbores-
trumentos, puentes o vehículos antes que como objetos, signi- cente, molar, duro, estriado, etc.),ila relación que lo distin-
ficaciones o destinos finales: el filósofo como pensador salvaje. gue del segundo es típicamente una oposición: una disyun-
De ahí el pragmatismo lúcido de Deleuze y Guattari hacia las ciónfxclusiva y una síntesis limitativa, es decir una relación
propensiones dualistas del pensamiento en modo inercial. En El que es ella misma extensiva, molar y actual. En la óptica del
AarlïEdipv defienden una concepción monista de la producción otro polo (intensivo, rizomático, molecular, blando, liso), sin
deseante; en Mil mesetas proponen una teoría pospluralista de i} embargo,.no hay oposición sino diferencia intensiva, impli-
las multlplícidades: dos empresas claramente no clualistas. Pero \ cación o inclusión disyuntiva del polo extensivo en el polo
no por eso suponen que los clualismos sean un obstáculo ne intensivo o virtual; la dualidad planteada por el primer polo
gociable con sólo un poco de buena voluntad. Los dualismos es-revelafla como el rostro, la fase o el eco molar de una mula
‘ tiplicidad molecular situada en el otro polo.“ Es como sí cada
son reales, ¡to imaginarios; no son simples efectos de un sesgo
ideológico”, sino resultado de un funcionamiento o de un es< * polo aprehendiera su relación con el otro siguiendo su propia
tado específico de la máquina abstracta, la segmentación dura 04 naturaleza; dicho de otro modo, como si la relación entre los
sobrecodificante (existen otras máquinas abstractas, y ¿tros fun- dos polos perteneciera en forma necesaria y alternativa al ré—
cionamientos). Si hay que deshacer los dualislnos es ante todo gimen de uno u otro polo, el régimen de la contradicción o
porque realmente se han hecho. Y es por la misma razón que es el de la línea de fuga (Deleuze y Guattari, 198o: 2634.64). Es
posible deshacerlos, porque se han hecha realmentejpoique los imposible trazarla desde el exterior, desde un tercer polo que
autores tampoco piensan que los dualísmos sean el horizonte laengloba. El perspectivismo —la dualidad como multiplicia
de acontecimientos de la metafísica occidental, el límite abso—
luto que sólo puede ser denunciado (deconstruiclo) pero jamás n ‘lulnaallernaliva, una rlisyuncion exclusiva es determinada en relación con
lln principio que constituye sus dos términos o los dos subconjuntos, y que
atravesado por los prisioneros de la caverna. Para deshacerlos,
sin embargo, es importante evitar la trampa circular que co ulandnla disyunción es inclusiva)" (Deleuze y Guatlari, 1972: 95). El modelo
sistiría en negarlos o contradecirlos; es preciso salir de ella ¿‘en ¡Darme hemprano en el corpus delcuziano, como lo muestra el comentario
del: división de Bergson entre la duración y el espacio (Deleuze, i966): no
forma calculada”, es decir siempre por la tangente, por una línea esposihlc definirla sinlplemcnte como una diferencia (le Naturaleza, porque

de fuga. Y eso nos conduce al segundo procedimiento. .- ladifmncia existe ante iado entre la duración, que soporta y transporta
Las cualidades deleuzianas son construidas y transformar mdas las difirencias dc naturaleza, y el espacio, que no mueslra más que
das según un esquema recurrente que las determina con’ flifelmcias de grado. “No hay pues diferencia de naturaleza entre las dos
milzdzsdela división; la diferencia de naturaleza eslá toda entera de un
nlultiplícidades mínimas. Es así que toda distinción concepy, lado” (¡I¡¡d.: 23).
114 ¡ Mutngttr; (‘tuning ; [A ANIISOKIOIOGÍA Di u: MUHIPIIIIDADES | 115

dad- es lo que la dialéctica —Ia dualidad como unidad- deb una versión o una transformación del otro polo, “cada uno
negar para imponerse como ley universal.“ i z.‘ proporcionando el contexto y la base del otro”, como lo resume
Los dos polos o aspectos de cualquier dualidad se conside Strathern en un contexto (vale la pena decirlo) muy diferente
ran siempre presentes y activos en todo fenómeno o proceso: (1991: 72)!‘
Tipicamente su relación se conceptualiza como de “presuposli ' F5 importante destacar que la presuposiclon recíproca define
ción recíproca”, noción propuesta en numerosas ocasiones en‘ como igualmente necesarios los dos polos de toda dualidad, ya
Mil mesetas“ en lugar de la causalidad (lineal o dialéctica), del) que está dado que se condicionan mutuamente, pero no hace de
la reducción macro -) micro o de los esquemas hilemórficó ellosypolos simétricos o equivalentes. La interpresuposición es
una relación de implicación recíproca asimétrica: “El trayecto no
posición recíproca se puede acercar a la doble semiótica wag es el mismo en los dos sentidos”. Así, cuando Deleuze y Guatta-
lteriana de la invención y la convención, en que cada modo de ri distinguen los mapas rizomáticos de los calcos arhorescentes,
simbolización precipita o “contrainventa” el otro, según un sis‘ observan que los mapas están constantemente en proceso de ser
tema de alternancia figura-fondo (Wagner, 1981: cap. 3; 1986 1‘ totalizados, unificados y estahilizados por los calcos, que a su vez
están sometidos a toda clase de deformaciones anárquicas indu-
cidas por el proceso rimmático. Pero al fin de cuentas, "siempre
como las que gobiernan la economía logica del género o 1a al‘ hay que reportar el calco sobre el mapa. Y esa operación no es en
culación entre los modos de intercambio melanesios en los qu absoluto simétrica a la precedente” (Deleuze y Guattari, 198o:
un polo —masculino o femenino, mismo sexo o sexo opuesto _‘ 21). Y no son silnétricas porque una de las operaciones trabaja
intercambio mediato o inmediato— se describe siempre como en sentido oontrario al devenir que es el proceso del deseo (lbld;
334),’ mientras que la otra trabaja en favor de este último."
13 Para un antropólogo anlericanisla; esa dualidad de dualidadcsrecuerda, i; _ 1' Esa relación asimétrica entre proceso y modelos en presupo-
¡rresisliblemenle el argumento cenltallde la Histarírrrle Lince (Lóv
199) [tony], las concepciones conlrastantes de la getnelidad en el Viejo sición recíproca (en que el rizoma es proceso mientras que el
Mundo y en el Nuevo. Ya se ve adonde quiero llegar”.
14 Deleuze y Guanari, 198o: s9. a5, unaroo, s29. i ,
r5 Wagner sitúa la relación de producción rectproca cnlre el momento dc la r iq En ¿universo del parentesoo y el género en Melancsiafi cadarelación no
convención y el de la invención en la “dialéclicf cultural (¡yan 52; el ténnln

. '- puede prwenir más que de otra relacion l. . .1 las relaciones conyugales y
dialéctica es ampliamente utilizado en Wagner, 1986). Pero esa dialéctica. nlhlcrsmr metáforas unas de olras, y son una fuente interna de reflexión”
además de ser expllcilantente definida como no-hegelíana, recuerda » (Stralllcmranor: 24o).
ilnnedialaluente la presupusicion recíproca y la síntesis dísyunliva: “Una ‘r v Enun urlículo citado en la nota anterior, Slrathcrn hace la siguiente
tensión o una allernación similar a un diálogo entre dos concepciones o _. "pbiervaciomfiars relaciones de sexo opuesto sc alternan al tnislno lielnpo
puntos de vista que se contradicen yse refuerzan simulláltealncnte” (Wagner \ ¡aun hndmïimtes del mi ¡o sexo y Contienen en sl una premisa intrínseca
1981: z). Es resumen, una dialéclia-l sin resolucion ni conciliación: una? l ii de alnernnncia" (ibirt: 12.7).Ése sería un ejemplo de presuposición recíproca
zsílnéttica: la relación entre relaciones sonlcsrxy relaciones cmxsaexes. ella
dc Baleson, ahora lo veo, cs la conexión transversal entre las evoluciones ‘mirmsnle tipo ¿mss-sex. lo que es olra forma mas de ilustrar la premisa
conceptuales aparalelas de Roy Wagner y Deleuze-Guntlari. lévislnnuiana según la cual la identidad es un caso particular dela dircrcncia.
I 117
115 I MEIAHSÍCAS UNÍEMES‘ r ¡A Annsntlntotili ui ¡AX MuliIPLItinAnEi

'
' ' - . (operan el uno sobre
árbol es modelo ) rec “er d i‘ l? dlsïlmïlón entre la diferencia yla te aflivos en todo acto de simbolización hay "toda
allá de ellos),
ne gaci,6 n d esarrollada en Diferencia y repetición‘i la negación es‘
- el otro, puesto que no hay nada más de
real > pero su realidad es
v .
negativa. La negación no es la diferencia del mundo” entre las culturas cuyo “contexto
_ _ p I puramente en los términos de Mil
smo la diferencia invertida, cxtensivizada, limitada y opositivi. controV-elvector de territorialización, control
zada (Deleuze, 1968: 3023 y ss ) E5 Pm. eso que l a pesar d e que y las culturas cuyo
mesetas es el modo convencional,
. entre los modos no es
Deleuze y Guattari advierten más de una vez u es el modo diferenciante. Si el contraste con-
favorece la simbolizaciún
de establecer un contraste axiológico entre el izoma y e r- V en si axiológico, la cultura que
_ que generó la teoría de
la blanda-molecular y la segmentariedad’ venci nal y coiectivizante «la cultura
‘ . colectiva’? se orienta en
gol,
ura-moseglgmentariedad
ar Y así pere estilo (DeleuzeyGuattari, 193031,59.‘
l la cultura en cuanto “representación
p A la dialéctica de la inven-
suosiste siempre una tendencia y una contratendencish»
' - « dirección al calco, bloquea y reprime
r .
. la actualización “reportada
instancia, debe ser
os
360),movimientos tot a l diferentes. y la 1
i’ ciómy por esa razón y en última
. mente el contraste propuesto en
contra-efectuación de lo virtual. El primer movimient o sobre el mapa”. Del mismo modo,
‘ - 4 . _ Fon“. del “regalo” y de la
siste enla caída d l potencial o de mtensida ' The Gender of the Gift entre las socialidades
de como interna al mun-
en la Inedida e“ 611::dtifeiencias
s as Se en extensión y se encahl “mercancía” es explícitamente asumida
nan en estados de] co s Ïphcan . . 1988: 16, 136, 343), pero al mis-
do de la mercancía (Strathern,
creador o «¡mpficadolï fidflïïvgigas. l S‘ es un movimiento,’ mo tiempo todo ocurre como si la forma-mercancía fuese una
amiga y’ de la forma-regalo antes que
de retorno o de causalid a‘:1 aal “V63(‘hd-I537)i\1na“involución'
,, transformación (o deformación)
una socialidad del regalo
, no por eso deja de ser estrictamente contempor lo contrario, puesto que el análisis de
- - a aprehender la particula-
neo e primero dad
creadioïa es su condmón trascendental) y m nos obliga, en cuanto antropólogos,
I - . . de la antropología mis-
cuanto tal es im’ osÍbKi e(lille
e Este ultimo movimiento e53’ ridad de las presuposiciones culturales
anular. i propias metáforas capitalistas
el Acontecimienfo o el D ¿Vfi lllïi puro reservorio de intensidad; ma. y a descomponer nuestras
' ‘P sobre la mercancía no
l a parte, en todo lo que acontece, que escapa a su p ro Pm amm (íbid; 309). El punto de vista del regalo
de la mercancia sobre el rc-
lización (Deleuze y Guattai'i )‘ 1991‘. 147) , es el mismo que cl punto de vista
' .
Una vez más a n t e de procesos interimplic galo. implicación recíproca asimétrica.“
ashimetria
dos es inevüabïe recoreíltaar ciertos aspectos de la semiótica dér
R0 W 5153, 116i 121422)- La naturaleza “dialéctica”i
«y fgiier (1931: '
u obviacional” de la relación entre los dos m o d os wagneria
. a _ V‘ uu dualismo únicamente para
_ ¡Jl Es: mimi; estrategia cn la que se evoca por ejemplo, en su librito
dÉ5“Ï¡l3_<>ÍlZaclón remite a una de los modos, la diferencias’ duphnr ¡otro es utilizada también por Iatour,
“:3 contraste opositívo entre los‘ repertorio de los modernos no se
:1 mlnïnclói¡’l'nlennas que el .
imli crílica sobre los faitiches: “El doble
y feliches, sino enla [. . .1 distinción,
os mo os es e ‘resultado - en cuanto tal i de la operac ión d dnbchiuur en su distinción de hechos
hechos y de los (eliches que hacen en
mássntíLcntre la separación delos totalmente de aquélla,
que difiere
teoria, por un lado, y el pasaje a la práctica
¡me! otro (Laiour, 1996b: 42-43).
7
Todo es producción: la filiación intensiva

Si efectivamente hay una asimetría implicativa que pueda con-


siderarse primaria en el sistema conceptual deleuziano, reside
en la distinción entre lo intensivo (o virtual) y lo extensivo (o
actual). Lo que me interesa aquí es evaluar el alcance de esa
distinción para la relectura hecha en Capitalismo y esquizofre-
nia" de dos categorías clave de la teoría clásica del parentesco,
la alianza y la filiación. La elección sé justifica, en primer lugar,
porque el tratamiento que Deleuze y Guattari dan a esas dos
nociones expresa con una lclaridad particular un importante
desplazamiento que tiene lugar entre El Anti-Edipo y Mil me-
setai En segundo lugar, porque la elección sugiere la posibill»
dad ¡le una transformación de la antropología del parentesco
de manera de alinearla sobre‘ lbs desarrollos “no humanistas”
(Ienseíi, 2004) que hoy se producen en ‘otros campos de in-
vestigación. Porque la cuestión es efectivamente la posibilidad
de Conversión de las nociones de alianza y de filiación clásil
mmente-uonsideradas como coordenadas de la horninizacidn
en cuanto efectuada en y por el parentesco, en modalidades
de apertura sobre lo extrahumano. Si lo humano no es una
esencia‘ ¿qué implicaciones tiene est) para una antropología del
- ' > ’ » ‘
parentesco?
Después de haber desempeñado un papel casi totémico en
la disciplina entre 195o y 197o, cuando indicaban por sinécdo-
12o! MHMISÚAS (Aulmiis ' mon ¡s vnouuctanu u ¡ummn IIHEIISIVA x 121
y

que dos concepciones diametralmente opuestas del parentesco ¿ gelsy Freud,para llegar hasta LéviÏStrauss
yleaüh
(‘Csïábaïzïí
(Dumont, i971), las nociones de alianza y de filiación, siguien- ï en 1972), el primer libro del dlptico reesciibeppoi ¡comp
principal interlocu-
do el destino general del paradigma morganiano en el que se i la teoria del socius primitivo. Tiene por
Y
insertahan, súbitamente perdiei'on su valor sinóptico, a la hora ‘i tor el estruciuralismo de Levi-Strauss, fl PWPÓSÏW del ‘mah
una cantidad de
de asumir la función de simples convenciones analíticas, y eso "' en buena medida contra el cual, se moviliza
van del fimcionalismo
cuando no llegaron al final de su carrera activa pasando del » ref rencias teóricas y etnograficas que
uso a la mención. Las páginas que siguen proponen una inte— p deeMalinowski al juralisrno de Fortes, de la experimentación
Mei-
rrupción reflexiva de ese movimiento, sugiriendo que algunas .V cmo ca de Griaule y Dieterlenlal
etnomarxisipoï d;
partes de la teoria clásica se pueden reciclar. No se trata cierta- flagsoux y Terray, de la selgmenltariedad relaciona
IeL van:-
mente de proponer una vueltaatrás; no se trata de reproducir Pritchard ala dramaturgia social de Victor
a e da“fc?
C96“
cepción lévistraussiana del parentesco, basada e“
furnerá
los formalismos un poco vanos de la"alianza prescriptiva”, que _
i como condición
hicieron mucho por la repercusión de Lasestructuras funda- trascendenml de la prohibición del incesto
mentales del parentesco, ni de volver a la metafísica sustancia-
i de la socialidad (Lévi-Strauss, 1967 [1949l). es rechazada par
an-
lista de los grupos de filiación, la marca registrada de la escuela Deleuze y Guattari porque ven en ella una generalización
desventaja,
británica (de inspiración durkheímiana) de Radcliffe-Brown (ropológica del Edipo. Los autores comparan, con
de Levi-
Meyer Fortes y lackGoody, Se trata, por el contrario, de im el Ensayo sobre el don de Mauss (la principal ¡referencia
es este úl-
ginar los contornos posibles de una concepción rizomática de Strauss) con la Genealogía de lu moral de Nietzsche:
de cabeceia
parentesco capaz de extraer todas las consecuencias de la pre; timo, sugieren, el que debería ser el verdadero libro
misa según la cual “las relaciones son parte integrante de las . de los antropólogos.
personas” (Strathern, i992b: 101).‘ Si la teoría de los grupos de - < entre- '
. . A y Nie t h
filiación tenia por arquetipo las ideas de sustancia y de ¡den t, Esa diferencia establecida en El Arm-Edipo Mauss
entre “intercambio y
dad (el grupo eii cuanto individuo metafísica), y la teoría de me parece un poco exagerada. La distinción ‘
- - ‘bl
la alianza matrimonial, las ideas de oposición y de integración “deuda” no corresponde a ningun desarrollo de
. - 3 Despu e o o, l:
Mauséss rjctitnzcl
(la sociedad como totalidad dialéctica), la perspectiva que y no es tan evidente como dicen los autores. '
En el pri-
propone aquí toma de la obra de Deleuze y Guattari algunos fille se intercambia en el pullnchr o en la kula son deudas;
agonístico de rega-
elementos para una teoria del parentesco en cuanto diferenc _ Iner caso sobre todo, el objetivo del intercambio ‘
.. A - la deu d a . E n
y multiplicidad (la relación como disyunción ínclusiva). u los es‘maltar (en ocasiones literalmente) al socio por

La antropología social ocupa un lugar de privilegio en Capita- z Iahihlinleca etnológica de Deleuze y Giiattari tiene una
lismo y esquizofrenia. Empezando por Bachofen y Morgan, D‘!
provista, lo que refleja las condiciones del ambiente antmpo
secclióóïfggïéïklï
_g, más
' enla Epoca, cuando el africanisino de
- ruc ura .
e esïnhïspcclïlrtïid
a r l ‘sala incia.¡rencia10:51h
3 Zceimfllxlizmchc er la philarapliíe (Deleuze, 1962: l55)«
aïarsciee
l “Persnns have relntíims integral m rlieni”
122i Mmrlrwrixuïilsitr: i, t 10D!)livkflnutílñ fl.[AFILIMIÜHINHHXIVA | 17.3

El Anti-Edipo, la noción de intercambio está siempre tirada ya sea en la economia del don que se opone a la economía mercantil del
hacia el lado del intercambio mercantil (lo que permite a los autores intercambio (>L> homenaje a Georges Bataille)” (Deleuze, 1969: 334;
contraponer el “intercambio” y el “regalo”), o bien hacia el lado del puntos suspensivos en el original).
contrato social, ideas que estan indudablemente presentes en el En-
sayo, pero que están claramente subordinadas, me parece, a la idea como quiera que sea, El Anti-Edipo propone, contra el tema
más fundamental de obligación, concebida por Mauss no tanto como del intercambio como síntesis sociogenética de intereses com‘
norma trascendente sino como división interna del sujeto, depen- tradidorios, el postulado según el cual la máquina social res—
dencia de este frente a una alteridad inmanente. Además, la teoria po e al problema de la codificación de los flujos del deseo.
níetzscheana de la represión protohistórica de una “memoria bio- D euze y Gucattari proponen una concepción inscriptora Jjel
lógica”, indispensable para la creación de una “memoria social”, no socios es inscriptor”, a él toca marcar 105 CUSFPOS- Y?‘ que l“ 5"‘
es tan incompatible con el paradigma hominizante que las teorías colación no es sino una actividad secundaria (1972: 217 y ss.)— y
maussianas del intercambio tienen en común con las estructnralistas, a la vez produccionista: “Todo es producción”,(ibid.: .10). lïn el
Pienso que solamente cuando Deleuze y Guattari definen claramente mejor estilo de los Grundrisse, la producción, la distribución y
el devenir como antimemorla, en Mil ¡mesetas (Deleuze y Guattari‘, k el consumo se plantean como momentos de una producción
198o: 324), se puede decir que decididamente los términos del proï en cuanto proceso universal. La inscripción es el momento del
blema han cambiado. registro o de la codificación de la producción que contra-efes
El contraste Mauss/Nietzsche remite a un telón de fondo polemii lúa el socios fetichizaclo como instancia de lo Dado natural o
co sobre el cual aparecen los nombres de Hegel, Kojeve, Bataille, el divino; superficie mágica de inscripción o elemento de anti-
College de Sociologie, y, más cerca de nosotros, los de‘l.évi—Stra‘usls; , producción (el “Cuerpo sin Órganos”).
Lacan y Baudrillard, entre otros. La “economia generalizada” dcdu Pero, en definitiva, no llegamos a librarnos de la impresión de
cida por Bataille de una lectura nietucheana del Ensayo sobre el dim que la demolición esquizoanalitica del parentesco que se hace
raramente se menciona en El Anti-Edipo (i972: 1o, 225). El desprecio y‘ en ElAntí-Edipo es todavia incompleta, justamente porque pre-
de Deleuze y Guattari por la categoría batailleana de transgresión (la tende ser una critica. Nótese bien el kantismo acentuado, inclu-
observación es de Lyotard) podria explicar en parte ese cuasi-silencio. s0 paródioo, del lenguaje de ese librozvilusión trascendental, uso
Dicho esto, en el ensayo sobre Klossowski incluido en la Lógica del ¡legitimo deylas sintesis del inconsciente, los cuatro paralogis-
sentido Deleuze establece un contaste entre intercambio, generalidad mos de Edipon. El Anti-Edipo, así, se apoya en el Edipo; es un
(equivalencia) y repetición falsa, por un lado, y regalo, singularidad libro necesariamente, o peor aún, dialécticamente edípico.‘ Está
(diferencia) y repetición auténtica por el otro. Alli se anticipan las anclado en una concepción antropocéntrica de la socialidad: su
problema sigue siendo el de la hominización, el “pasaje” de la
comienzo de Diferencia y repetición: Deleuze, i968: 7) pero ahora el
contraste está ‘asociado con Bataille: Theodore, el héroe de una de las i ‘¡amd-napal tenia una antbición iéáirifana. .
novelas de Klossowskí, "Sabe que la vieja repetición está en el don B98713979)
“¿num ‘. g‘ ¡nue EX Pwobutttott: LA HLIMIOM IHIEHSIVA I 12s
u,“ “mmm” y

V
Naturaleza a la Cultura. Evidentemente, las insuficiencias deese racterlstims de la “máquina territorial primitiva” y de su “de-
enfoque sólo se revelan desde el punto de vista radicalmente ana clinación” de la alianza y la filiación (ibid; ¡71). La hipótesis
al
tiedlpico del segundo volumen de Capitalismo y esquizofrenia; fundamental para la construcciónrde una teoría alternativa
lu fi—
En realidad, no seria absurdo imaginar a los autores de Mil mese- estructuralisnto, ahi, consiste en hacer aparecer dos veces
Nación. La primera vez, en cuanto estado genérico e intensivo
tas decir, considerando su libro precedente, que toda y cualquier
interrogación de tipo “antropológico” sobre la distintividadde del parentesco, la segunda vez como estado particular y exten-
no
la especie o de la condición lfumana, cualquiera que sea el signo sivo en oposición complementaria a la alianza. La alianza
o la causa de su elección (o de sn maldición), está irremediable; _ apa más que en el momento extensivo: su función consiste
mente comprometida con el Edipo. Porque el defecto no está en precisamente en codificar el parentesco, es decir, en operarel
«
la respuesta, sino en la pregunta. V pasaje del parentesco intensivo al parentesco extensivo,
La limitación del enfoque del primer volumen de Capitalise Los autores postulan la existencia primordial de una filiar
ma y esquizafieníu explicaría así la interpretación de la alianza ,2) ción preoosmológica intensa, germinal, disyuntiva,‘ nocturna
como desempeñando eri exclusiva el papel de transmisor del y ambigua, un “implexo” o “influjo germinal” (íbida 191).que
triángulo edipico. Argumento que sitúa la parentalidad antes _ es el primer carácter de la inscripción marcada sobre el cuerpo
que la conyugalidad (la pritnera "se prolonga” en la segunda) pleno y no engendrado de la tierra: “fuerza pura de la filiación
y la alianza como simple instrumento para la filiación (Deleu-: ‘i o genealogía, Numen” (ibidr, 181). Ese attalisis se apoya cast ex»
por
ze y Guattari, 1972: 85-86). En otras palabras, lav crítica de las clusivamente en una interpretación de los relatos recogidos
concepciones del intercambio instaurada por ElAnttïEdipo de» .- Marcel Griaule y su equipo en África Occidental, especialmente
pende de una contrateorla del Edipo en la que son la filiaciónv‘ '_ en el gran mito del origen de los dogon publicado en Le renard
‘y püle (Griaule y Dieterlett, 1965): el huevo cósmico de Amma, la
y la producción las que aparecen como primordiales, antes que
la alianza y el intercambio. En ese sentido; como en otros por Tierra plaoentaria, el trickster incestuoso Yuruggu, los Nommo,
lo demás, El Anti-Edipo es efectivamente un libro antiestructua “gemelos? hermafroditas y antropoofidiomorfos. ..
5 .F.l lugar que ese relato ocupa en la argumentación gene-
ralista. Pero si Deleuze y Guattari se han distanciado así dela
evaluación lévistraussiana de laestrüctura del parentesco huñ ral revela ser de gran importancia teórica: funciona como
mano, ha sido preciso ante todo que aceptasen algunos de loá “el anti-mito de referencia” de El Anti-Edipo.’ En el capitulo z
términos en que la cuestión del parentesco fue formulada pol’ (“Psicoanálisis y familiarismo”) los autoresthablan establecido
Levi-Strauss. Por ejemplo, parecen creer que la alianza es dit‘
asunto de parentesco, y que el parentesco es un asunto de s04
' s Élarllcnlo de Carlryy Ádlcr (1971) sobre cl mito dogon está ‘en el orígen del

ciedad. Por una vez, se muestran demasiado prudentes. u Inga: atribuido a ese horizonte etnográfico; está cilado en losvmolnenlos
auque; del análisis. Esos dos attttopalogos, con x. ZeKnP1¿f||>18Y“°"
llcnhmenle el Inanllsclllfl del tercer capítulo de kIAtnt-Edtpa
El capitulo 3 (“Salvajes bárbaros, civilizados”), parte cetttral
-
y la más larga de El Anti-Edipo, empieza exponiendo las ca— ¡rencia delerminalllc en el estudio de carrtyy Adler‘ (x971: a7. tt. t):
i
>' vano (s PRODIJEKIÓH: lA ¡Itlltlúll IHTEHSWA I 127
126i Mmrlsui: [Aíiluiur

un contraste entre las concepciones teatral-expresiva y maquí= como se puede decir que hay “figura” y "figuraï para evocar un
nico-productiva del inconsciente, lo que los llevaba a subra- concepto clave de la geofilosofla (el concepto, de alguna ma-
yar muchas veces la pregunta impaciente: “¿Por qué volver al nera, del ‘cuasi-concepto; véase Deleuze y Guattari, i991: 86 y
mito?” (Deleuze y Guattari, 1972: 67, 99, 134), refiriéndose con ss.). La cuestión del sentido completamente diferente que la
eso al uso emblemático de la historia griega que hace el psicoaï enunciación mítica asume cuando salimos del mundo prefi-
nálisis. Pero en el capítulo siguiente (ibizi: 181-195), cuando lle- losófioo de los-“Maestros de Verdad” (Detíeune, 1981 [1967])
gan al final de su reconstrucción antropológica del parentesco, y de su régimen monárquico de enunciación, mundo clásico
son ellos mismos los que, al fin de cuentas, vuelven al mito. De- del elenista, del historiador de la filosofía, para entrar en
leuze y Guattari no introducen los materiales dogon sin pasar el mundo extrafilosófico de las “sociedades contra el Estado”;
por una reevaluación radical del concepto de mito: , mundo del pensamiento salvaje, de la alteridad antropologi-
ca radical, pues bien, esa cuestión todavía no ha recibido un
i -‘ ‘
análisis-a su altura.‘ v
[E11 recurso al mito es indispensable, no porque seria una rex
' Pero" el metamito dogon no es un pensamiento cualquiera
presentación trasladada o incluso invertida de las relaciones y
reales en extensión, sino porque sólo él determina conforme que se le habría ocurrido a un pensamiento salvaje genérico. Es
al pensamiento y a la práctica indígena las condiciones in- un mito cosmogónico de una población de África Occidental,
tensivas del sistema (incluyendo el sistema de la producción) región donde florece una cultura del parentesco profundamen-
(Deleuze y Guattarí, 1972: 185), i V; p _ te marcada por las ideas de ancestralídad y de descendencia, así
i
como por la presencia de agrupamientospolíticos constituidos
Esas evaluaciones aparentemente díscordantes del recurso al sobrela base de un origen parental común (los linajes). Por lo
mito, en el seno mismo de El Anti-Edipo, ‘requerirían una rea ¿ lahto no sorprende que los autores de ElAnti-Edipa lleguen,
flexión más profunda que la que estoy en condiciones de hacer a través de ese mito, a la filiación como ‘dimensión relacional
por el momento. A título especulativo, se puede decir que 16 original del parentesco, y que vean la‘ alianza como una dimen-
que se observa, entre las referencias a la tragedia de Edipo y al sión adventicia cuya función seria distinguir las afiliaciones de
ciclo del-zorro pálido (renard püle), es menos una diferencia linaje. Nos hallamos en el senolde un universo de parentesco
de “actitud frente a un mismo mito que una diferencia en‘ el estructural-funcionalista, muy fortesíano (Fortes, 1969, 1983).
mito mismo, una diferencia interna a lo que llamamos “mito”: L0 que es intenso y primordial son los linajes filiativos ambi-
la historia de Edipo pertenece al régimen bárbaro u “oriental? gllos, involucionados, implicados ‘y (pre-fincestuosos que pier-
del significante despótico, mientras que el relato dogon pert den su uso inclusivo e ilimitativo en la medida en que, siendo
necería más bien al régimen salvaje de la semiótica primitiva
6 FJ debate entre Lévi-Slrauss y Ricoeur sobre el análisis estrudural delos ‘mitos
o “presignificante” (en el sentido de Deleuze y Guattari, 198o: se ílrifim en esa diferencia (véase “I; pensée smwage el le simciurausmei
147 y ss.). No se trata pues de un solo‘ y mismo mito, de un lspriagunoviembre de 1963). Riclill’ (1994) aporla sugerencias interesantes
_mismo otro genérico del logos, hay mito y mito, exactamente sobre los difereulcs regímenes del inilo; véase infm: 141.
113‘ "HWSÚH ‘WÍBÁUS i lona n PRÜDUIKIÚN: lA FILIAUÚN INIEHSWA I 129

el objeto de una memoria “nocturna ybiocósmica”, tienen que i l deja otra expresión que la mítica” (ibid.: 188). Evidentemente,
“remontar la represión” ejercida por la alianza para poder cx- subsiste la cuestión de saber qué sería una expresión mítica en
plícarse y actualizarse en el espacio físico del socius (Deleuze y un sentido no trivial, puesto que el mito “no es expresivo, sino
Guattari, 1972: 183). i condiciomnte” (ibid: 185).
Y sin embargo todo sucede como si el sistema de los dogon, Así, el campo del parentesco a partir de la prohibición del
que son sinecdóqilicamente los Salvajes a esa altura de El AntiA incesto queda organizado por la alianza y la filiación y en una
Edipo, expresara la teoría cle la filiación en el plano virtual o relación de presuposición recíproca comandada actualmente
intensivo y la teoría de la alianza en el plano actual o exten- po; la primera y virtualmente por la segunda. El plano intensi-
sivo. Porque los autores refieren totalmentea ellos las crítica vo del mito está poblado por filiaciones preincestuosas que ig-
de Leach a Fortes acerca de la “filiación complementaria”, así i; noran la alianza. El mito es intensivo porque es (prefincestuoso,
'
como concluyen, de un pasaje crucial de Levi-Strauss sobre la yvioevflsa: la alianza es “realmente” el principio de la sociedad,
lógica del matrimonio entre primos cruzados (1967: 151-154), y el fin del mito. Es difícil no recordar aquí el último parrafo de
que “las alianzas nunca derivan de filiaciones, ni se reducen Fstrucrums elementales del parentesco, en el cual Levi-Strauss
ellas”, y que “en ese sistema en extensión, no hay filiación pri-s observa que, en sus mitos sobre la Edad de Oro y el Más Allá,
mera, ni primera generación ni intercambio inicial, sino siem "la humanidad ha soñado con aferrar y fijar ese instante fugi-
pre y ya alianzas...” (Deleuze y Guattari,'1972: 182, 184).’ En e tivo en el que se permitía creer que era posible burlar la ley del
orden cle lo extensivo, la filiación reviste un carácter u postería, intercambio, ganar sin perder, disfrutar sin compartir” y que,
rí,i"administrativo' y jerárquico”, mientras que la alianza, qu así, para ella la dulzura total, “eternamente negada al hombre
en ese orden es primero, es “política y económica” (ibíd; 172)¡_ i social", consistiría en “vivir entre s!” (1967: 569-570).
i‘
El afín, el aliado por matrimonio como personaje sociopoll Para retomar el problema en los términos de la economía
tico, está allí desde el principio para hacer que las relaciones conceptual de El Anti-Edipo, me parece que el aspecto deci-
familiares sean siempre relaciones coextensivas al campo socia sivo del análisis del mito dogon es la determinación de la fi-
(íbíd; 188). Pero antes de ese comienzo hay algo: en el orden de‘ liación (intensiva) como operador de la síntesis disyuntiva de
la génesis metafísica, o dicho de otro modo, desde el punto de inscripción -el(los) Nommo(s) que es/son uno y dos, hombre
vista mítico (íbíd; 185), la alianza viene después. “El sistema Silki y mujer, humano y ofidio; el zorro pálido que es a la vez hijo,
extensión nace de las condiciones intensivas que lo hacen po hermano y esposo de la Tierra- mientras que la alianza es el
Operador de la síntesis conjuntiva:

Tal es la alianza como segundo carácter de inscripción: la


en las estructuras dc parentesco, hacer como si las alianzas derivaran dc : alianza impone a las conexiones productivas la forma ex-
líneas de filiación y de sus relaciones. aun cuando las alianza laterales y tensiva de una conjugación de personas, compatible con las
los bloques de deuda condicionan las filiacímres extensas en el sistema de .
extensiomyno al contrario“ (im: 22o). r disyunciones de la inscripción, pero por el contrario reac-
13o | Mïlkílíluí rinleiizt , i V000 ¡x vkunumen: lA Human HHENSIVA v 131

ciona sobre la inscripción determinando un uso exclusivo ordenar, discernir, discretizar y administrar una filiación pre-
y limitativo de esas mismas disyunciones. Por lo tanto es inoestuosa anterior? ¿O bien seria posible concebir una alianza
forzoso que la alianza aparezca representada míticamente interisafanedípica, que comprenda “relaciones personales en
como algo que sobreviene en cierto momento en las líneas intensidad”? En resumen, el problema ‘consiste en construir un
« de filiación (a pesaride que en otrosentido ha estado allí concepto de la alianza como síntesis disyuntiva.
siempre) (Deleuze y Guattarl, 1972: 182). -Sin embargo, para hacerlo sería preciso tomar una distan-
z cia mayor queila que toma El Anti-Edipo frente a la sociocos-
Hemos visto más arriba que la síntesis disyuntiva es el régimen mqlogla de Levi-Strauss, sometiendo a la vez el conceptode
relacional característico de las multiplicidades. Como se puede intercambio a una interpretación deleuziana o “perversiva”. Y
leer inmediatamente después del pasaje que acabamos de citar, para ese fin es preciso, a la vez y recíprocamente, empezar por
el problema no es ir delas filiaciones a las alianzas, sino “pasar admitir de una vez por todas que la teoría lévistraussianádel
de un orden intensivo energético a un sistema extensivo”. Y en intercambio matrimonial continúa siendo, al fin de cuentas,
ese sentido, - una construcción antropológica infinitamente más sofistícada
e interesante que la doctrina jnralista de los grupos de filiación.
el
[q]ue la energia primera deliorden intensivo... sea una ener- En cierto sentido, Estructuras elementales del parentesco fue
gía de filiación, no modifi caen nada ‘la cuestión, porque esa y
e primer Anti-Edipo, en la medida en que operó una ruptura con
filiación intensa todavía no es extendida, todavía no comporta la imagen del parentesco como centrado en la familia y domi-
ninguna distinción de personas y ni siquiera de sexo, sino sola- nado por la parentalídad, o para decirlo de otro modo; la rela-
ción entre El Anti-Edipo y Estructuras elementales es análoga a
mente variaciones prepersonales de intensidad ' ’ » t »
la relación entre este último libro y Tntem y tabú»
i Para retomar el discurso estmcturalista del parentesco en
Sería preciso agregar aquí que si eseorden intensivo no conoce.
distinción de persona ni de sexo, tampoco conoce distinción clave anüedipica es preciso, por lo menos, abandonar la pres-
al-
de especia, y especialmente distinción entre humanos y no- cripción del “átomo de pareiitalidad” en términos de una
humanos: en el mito, todos los actuantes ocupan nn campo ternativa exclusiva —esa mujer tiene que ser mihermana o bien
tío
interaccional único, a la vez ontológicamente heterogéneo Y mi esposa, esc hombre tiene que ser mi padre o bien mi
sociológicamente continuo (donde toda cosa es humana, l malemo- y su reformulación en términos de una disyunción
humano es otra cosa). . inclusiva o no-1'estrictiva:“si es... si es“ l») “y/o”. La diferencia
Surge entonces naturalmente la pregunta: ¿si el hecho de entre hermana y esposa, hermano y cuñado, debe ser toma-
y
que la energia primaria sea una energia de filiación no camï da como una diferencia irtterna,“imposible de descomponer
bia nada, es posible determinar un orden intensivo en el-ctial desigual a si misma”: lo que dicen Deleuze y Guattari sobre la
la energía primaria sea una energía de alianza? ¿Es realmente- esquizofreniay las disyunciones masculino/femcitirto y muer-
necesarío que la alianza funcione únicamente y siempre paid‘ Íolvivo a las que hace frente, sería válido también en rtuestro
132I METAHSllAStAVIÍBALES , 7 i000 r: Pnonumúu: LA HUAKIOH IHIUISIVA I 133

caso: una mujer dada es de hecho mi hermana o mi cuñada, uno se ve a sí mismo como “del mismo sexo”, en la ntisma me-
pero “precisamente ella está de los dos lados”, hermana del lado dida en que el otro es visto “como” siendo del sexo opuesto, y
de las hermanasl y de los hermanos), esposa del lado de las recíprocamente. Las dos caras del término relacionador crean,
esposas (y de los maridos); no las dos a la vez para mí, “sino asl, una división interna a los terminos vinculados. Todos se
cada uno/a de las/los dos al término de una distancia que ella vuelven dobles: las “ntujeres” y los “hombres”; el vinculador
sobrevuela deslizándose [. . .] uno/a al extremo del/de la otro/a y losvinculados revelan ser permutables sin volverse por eso
como las dos puntas deun bastón en un espacio imposible de redundantes; cada punta del triángulo de la afinidad incluye
descomponer” (Deleuze y Guattari, 1972: 90-91). las otras {los puntas como versianes de si misma.
Este punto se puede reformular en un lenguaje que cual-
quier antropólogo reconocerá. Mi hermana es mi hermana Podemos retomar elanálisis que hace R. Wagner (1977) del intercam-
porque es una esposa para otro: las hermanas no nacen herma- bio matrimonial entre los daribí de la Melanesia: el clan patrilirleal
nas sin nacer al mismo tiempo esposas; la hermana existe para dador de mujeresvelas mujeres que cede como un flujo eferente de su
que haya esposa; toda “mujer” es un término -una metarrela- propia sustancia masculina; pero el clan receptor verá el flujo aferen-
ción- constituida por la relación asimétrica entre las relaciones te como constituido por sustancia femenina: cuando las prestaciones
de ‘Ïhermana” y de “esposa” (evidentemente, lo mismo se aplica matrimoniales siguen el camino inverso, la perspectiva se invierte. El
a los “hombres”). La consanguineidad de la hermana, así como autnr concluye: “ha que podria describirse como intercambio, o re- ¡ha
su afectación sexual molar, no es algo dado -nu‘nca ha habido ciprocidad, es en realidad una [. . .] ¡lubricación de dos visiones de la
un "dato biológico de base” (Héritier, 1981} sino más bien algo misma cosa (ilzid, p. 62). La interpretación del intercambio de dones
instituido, no sólo al mismo título que la afinidad de la esposa, melanesio como tensionalmente definible en términos de intercam-
sino también por su intermedio (causalidad formal al revés). bio de perspectivas (en que, obsérvese bien, es la noción de perspecti-
Es la relación de sexo opuesto entre mi hermana/esposa y yo vala que determina conceptualmente la de intercambio y no al revés)
lo que genera mi relación de mismo sexo con mi cuñado. Las ha sido elevada por Marilyn Strathern a un nivel muy alto de sofisti-
relaciones de sexo opuesto no sólo generan relaciones de mis- cación en Th: Gender afthe Gift (1988), probablemente el estudio an-
mo sexo, sino que además les comunican también su propio tropológico más influyente del último cuarto de siglo. Ese aspecto de
potencial diferencial interno (Strathern, 1988, 2001). Dos cuña- las obras de Wagner y Strathern representa asi una “transformación
dos están unidos entre ellos del mismo modo que lo están las anticipada“ del tema de las relaciones entre el perspectivismo cosmo-
dladas de sexo cruzado que fundan su relación (hermano/her- lógim y la afinidad potencial, que en esa época apenas empezaba a
mana, nnarido/esposa): no a pesar de su diferencia, sino a causa esbomr la etiología amazonista. La sinergia de las interpretaciones
de ella. Uno de los cuñados ve el rostro conyugal de su herma- tuvo lugar mucho más tarde (Strathern, 1999: 246 y siga; 2005: 135-
na en el marido de ésta; el otro ve el lado sororal de su esposa x62; Viveiros de Castro, 1998, zoosa). i - i i
en el hermano de ella. Cada uno ve al otro como definido por sobre el lema de la anterioridad de la determinación “esposa” so-
el nexo del sexo opuesto que los diferencia uno del otro: cada i bre la de "hermana", aconsejo al lector que vuelva a un pasaje del
134i Humanas (KNÍBAIES ¡nun ES Pkfl lllitilúll: lA FIIIAUÜH IIHENSIVA I 135

original de El pertsatnietira salvaje, suprimido en la edicion de 1962 sustancialista (en el doble sentido del término) totalmente extraña
pero recuperado por Frédéric Keck en la edicion critica incluida en a la ontologia lévistraussiana de la diferencia. Para el estructuralis-
las Oeuvres de La Pléiade: mo, en realidad, una idea como la de “no-acumulación de lo iden-
tico.” es el propio arquetipo (si sc meipermite el oximoron) de un
'
El fundamento especulativo de las prohibiciones alimentarias y principio secundario.
de las reglas de exogarnia consiste entonces en una repugnancia a
unir términos que pueden serlo desde un punto de vista general Pero esa duplicación compleja creada por el intercambio (en la
(toda mujer es “copulable”, conto todo alimento es “comible”) quqhay, notémoslo de pasada, dos triángulos, uno por cada sexo
pero entre los cuales el espíritu ha puesto una relación de simi- tomado como “unidor”), Deleuze y Guattari la describen explíci-
litud en un caso particular (la mujer, o el animal, de mi clan)... tamente en un comentario sobre la analogía entre la homosexua-
¿[P]or qué cse cúmulo de conjunción... es considerado nefasto? lidad y la reproducción vegetal incluido en Sadama y Gamarra.
La única respuesta posible... es que la similitud primera no es Aquí se puede entrever algo del orden de un “átomo de género”:
duda como un hecho, sino promulgada camu una ley [..-.] Asimi-
lar la semejante baja una nueva relación estaría en contradicción [Eli tema vegetal... nos trae además otro mensaje y otro có-
can la ley que ha aceptada lo semejante como media de crear algo digo: cada uno es bisexuado, cada uno tiene los dos sexos,
diferente. En realidad, la similitud es el medio de la diferencia, y pero oompartimentados, incomunicantes; el hombre es
m2 es nada más que esa... (Levi-Strauss, 2003: 1834-1835, n. 14; las solamente aquel en quien la parte masculina predomina
cursivas son mías). estadísticamente, la mujer es aquel en quien la parte feme-
nina predomina estadísticamente. Tanto que a nivel de las
Ciertamente, no es porque contradiga la idea que Levi-Strauss se combinaciones elementales, es necesario hacer intervenir
hace en general de la semejanza y de la diferencia que ese notable por lo menos a dos hombres y dos mujeres para constituir
pasaje fue suprimido; por el contrario, se trata aqui de una elabo- la multiplicidad en la que se establecen las comunicaciones
ración que anticipa la fórmula, ya citada, que encontraremos más transversales [...]: la parte masculina de un hombre pue-
tarde en El hombre desnudo (“la semejanza no existe en sí: no es sino de comunicarse con la parte femenina de una mujer, pero
un caso particular de la diferencian?) y que por lo demás no es también con la parte masculina de una mujer, o con la parte
sino una enunciación más abstracta del argumento sobre la gemeli- femenina de otro hombre, o también con la parte masculina
dad imposible aunerindia que encontramos en Historia de Lince. Sin de otro hombre, etc. (Deleuze y Guattari, 1972: 82).
embargo el pasaje me parece elocuente por su valor diacritico: per-
mite medir bien la distancia que separa el concepto estructuralista "Por lo menos dos hombres y dos mujeres”. Si se vincularan
del intercambio matrimonial de principio: como el de “no-acumu- por un“intercambio de hermanas”, es decir por un arreglo ma-
lación de lo idéntica" propuesto por Francoise Héritier, principio trimonial entre dos pares de germanos de sexo opuesto (dos
que hace derivar la similitud de si misma, según una decisión previa dividuos bisexuales, en resumen), se llegaría a una versión ex-
i
135i MEHFÍSIÏAS (‘AHIBALES n‘,

tensiva, canóriicamente estrucluralista, de la multiplicidad-gé- Tercera parte


nero. Pero, evidentemente, “es en intensidad que hay que inter-
pretar todo” (ibid; 186). Es la tarea que parece estar haciendo el
La alianza demoníaca
pequeño “etcétera” del final del pasaje citado. ¿Del intercambio
al devenir? ‘
8 .. «
Metafísidapdev la predacíón

La lecturá a contrapelo del estructuralismo que se propone


en lals píiginias que siguen exige un rápido desvío ppt el relato
autobiogriíficc; para el cual Solicito la indulgencia del lector‘,
rogándolc que tengá ein cuenta que este ‘relato se basa empíri-
caméni ri mi experiencia como etnólogo americanista.
¡Én ‘¡als
Elfensamielito salvaje, en que el “préestnicturalismo” de las Es-
tructuras elzmzfitules empieza a dejar sLilugar al “postestructu-
rálismo" dc las Mitológïcás,‘ Lévi-Stratlas establece un contraste
pamdigrháticcií‘ eñtredtotemismo” y “sacrificio” que ha llegado
fxizaslrriiir, pareilml, ui-i Válor que se podría ¿escribir como pro-
biatliénïe mítico, ‘que me permite formular en forma distinta lo
que percibía confusarñente corno los límites de la antropologia

¿el perímeho de la jurisdicción del método lévistraussiantr


como en el sentido matemático-dinámico, el atractor hacia el
¡iendéli ciertas virlualidádes de ese método. Ese contraste
file inïporitante; ‘en pairticular, para una relcctura de la etno-

flpzaweté,

.
1 Viveiro: (k Castro, 199‘: [|986].‘
1401 MEIAFIXHAS (Amaru: ‘
MHAHSIU DE lA PREDKIÚH I 141

Me sirvió de punto de apoyo para una tentativa de repensar e] I impoflante de las tribus de lengua Lupi, establecida en Rio d
sentido del canibalismo guerrero y del chamanismo, institu ‘
Janeiro y Bahia.
ciones cosmopoliticas centrales (o más bien “descentrales’i’) de Suia sin duda útil recordar los rasgos generales del canii
los tupí y de otras sociedades amerindias. balismo tupinambá. Se trataba de un sistema muy elaborado
de captura, ejecución y devoración ceremonial de enemigos.
La cuestión de la existencia de ritos “sacrificiales” en la Amazo Los prisionuos de‘ guerra, con frecuencia tomados a pueblos
nia indígena plantea el problema de las relaciones históricas de la misma lengua y las mismas costumbres que los que los
tipológicas entre las culturas de las tierras bajas de Sudaméric apregaban, podían vivir bastante tiempo juntoa estos últimos,
y las formaciones estatales andinas y mesoamericamas, en qu ’ antes de sufrir la ejecución solemne en la plaza central de la
el sacrificio es un dispositivo teológica-político esencial. D aldea. En’ general eran bien tratados, vivían en libertad ‘vigí-
trás de ese problema se encuentra el otro, más vasto, del surg lada durante toda la duración de los largos preparativos para
miento del Estado en las sociedades llamadas primitivas. Enil el gran rito de ejecución; se acostumbraba darles mujeres del
'
Amazonia, el fenómeno que concentra la atención de los esp grupo oomo esposas: con eso los prisioneros se convertían en
cialistas interesados en la cuestión es el del chamanismd,pue cuñados (“enemigo” y “cuñado” se‘ dice igual en tupí antiguo:
to que el chamán parece asumir a veces la apariencia proto- tovajar, término que literalmente significa “contrario”); ya en
sacerdotal de un delegado de la trascendencia. Pero el consens esto seve cómo la predación amerindia implica la cuestión de
americanista es que la definición clásica, franco-sociológicadï la afinidad, como observaba Levi-Strauss“. El ciclo ritual al-
sacrificio (Hubert y Mauss, 19'50 [1899], que sigue funcionando * canzaba su punto culminante en el momento de la ejecución
como referencia general de la disciplina, no da cuenta en forma del cautivo,'acto que tenía el valor de una iniciación para el
satisfactoria del complejo del chamanismo sildamericano. oficiante (éste recibía un nombre nuevo, sufría escarificaciones
Y sin embargo, la conexión entre la etriografía araweté y l‘ conmemorativas, ganaba el derecho a casarse y tener hijos,*el
noción de sacrificio no se me impuso directamente a pariii‘ ’< acceso a] paraíso, etc.), y a continuación venía la devoración
de las prácticas chamánicas de ese pueblo, sino a partir de del cuerpo del cautivo por todos los presentes, es decir por los
su
discurso escatológico. La cosmología de los aravweté reserva anfitriones y los invitados de aldeas vecinas, con excepción‘ del
un lugar de honor al canibalismo póstumo: las divinidades _ oficiante-verdtlgo, que no sólo no comia nada del cautivo sino
celestes (los Maíldevoran las almas de los muertos que llegan’ que entraba en reclusión funeraria, es decir en un período de
al cielo, como preludio a larmetarmorfosis de estos último duelo._l‘.n otras palabras, iniciaba un de identificación
en seres inmortales, semejantes a los que los devoran: Comg’ _ i y
proceso
' con el “contrario” al que acababa de matar.’ ,
argumenté yo en mi monografía, ese canibalismo místico-f] La antropofagia de los tupinambá ha sido interpretada con
nerario es una transformación estructural evidente del cam- fmcuencia como una forma de “sacrificio humano”, ya sea en el
balisnro bélicmsociológico de los tupinambá que habitaban’: sentido figurativo de la expresión, utilizada por algunos de los
en la costa del Brasil en el siglo XVI, y que constituían la más Píimeros cronistas, o en un sentido conceptualmente preciso.
142| MEIAFÍXÍUS (AMBAR: _: _' METAFISIU M lA vktunlñu v 143

no
divino araweté imponía al canibalismo humano tupínambá
se referia al contenido simbólico de esa práctica ni a su función
' una
a del siglo XVI em- . social, sino que consistía en un deslizamiento pragmática,
brasileño. ‘Sin a los valo-
Saulgzrt y; losïrnaterizles es que torsión o una traslación de perspectiva que afectaba
postuló una informacion objeto, de medio y de fin, de
ntes. un destinatario del sacrificio, una
“o figxulsaba En lealïfueernan res y las funciones de sujeto y de '
K .
entidad sobrenatural”. Según él, el sacrificio estaba destinada sí y de otro.
A continuación llegué a concluir que la idea de un cambio
la rela-
coqrdinadc de puntos de vista hacía más que describir
caní-
ción entre las versiones araweté y tupinambá del motivo
cani-
entidades sobrenaturales implicadas en el canibalismo tupí y ‘ bal. Ese cambio manifestaba una propiedad del propio
lo definl
que la razón del rito es propiciarlas, Es verdad que, justamente balismo tupí, en cuanto esquema actancial. Entonces
el que el
e“ el C350 de lOs aïaweiér había “exitidades sobrenaturales” des-r como un proceso de trasmutación de perspectivas, en
de incor-
emPeñandü el Papel de polo activo de la relación canibal. Pero “yo” está determinado en cuanto “otro” por el acto
“yo”, pero
de acuerdo con mi lectura de la escatología de ese pueblo a tr poración de ese otro, que a su vez se convierte en un
vés de la sociología tupinamba, esrrcondición sobrenatural de siempre en el otro, literalmente “a través del otro”. Esa defini-
los no tenía mucha importancia. Yo argumentaba < ción se proponía resolver una cuestión simple, pero insistente:
devoradores No
que los Max arawetés (es decir los dioses) ocupaban el lugatl; i ¿qué em lo que verdaderamente se comía de ese enemigo?
de un
que en el rito tupinambá correspondía al grupo en función del podia ser su materia o su “sustancia”, dado que se trataba
víc-
sujeto —el grupo del matador y sus aliados, que devomban a] canibalismo ritual, en el que el consumo de la carne de la
los
mleufi ïasque el lugar de objeto del sacrificio, el cau- / tima, en términos cuantitativos, era insignificante: además,
Ïmlïïfi
Ivo e lo ocupaban los muertos arawetés. Los testimonios de que se atribuya alguna virtud fisica o metafísica
rito tupmalïllbít, en las
por ultimo, ocupaban el lugar de cnsujetos que a los cuerpos de los enemigos son raros e inconcluyentes,
vivos, no
entre os tupinambá tocaba al grupo enemigo, del que Pmveg
arawcíés fuentes que conocemos. En consecuencia la “cosa” comida
podia ser, justamente, una “cosa”, ya que era, y esto es esencial,
un cuerpo. Ese cuerpo era con todo un signo, un valor pura-
'
3 n 1 a me ¿’d r a en que la muerte ceremonial .
r r era considerada como el kalds - mente posicional; lo que se comía era la relación del enemigo
de
.-\ IIn"1" 5 (l? bclh muerte), la relación enlre los grupos enemigos poseía una' con sus devoradores, o dicho de otro modo, su condición
posilividad cseticíal: no sólo daba acceso a la iilniortalidad individual sino
que además permitía la venganza colectiva, que crn el motor el motivo ‘ ‘ ”
w. central de la vida de los tupinaunbá - Es de Soares de Souza ser}; m,mu 1 n mu: v; a-ser ejecutado y devorado rápidamente], sino que tien: la opinión
. nCom. os lnpmambá_ son muy bclicosos. todos sus fundamentos de qllesu muerte es honorable, y que le conviene mucho más morir así que
laprslmr v ‘ ‘ cs imposible
consisten, en. sabor mo hacer In guerraasirscontm - o n ¡ 4 en su asa, dc alguna muerte contagiosa; porque (dicen ellos)
., _. _ M, _ _ pero si se
sobre la dialéclica de la nnlerle del individuo y la vid: dselïïfipzlalsiiïzalsc} vznyrse de la muerte, que ofende y mata a todos los hombres,
pasaje de There‘: “Y nó renséis que el preso se asombra (le esas noticias venga: los que han sido muertos v masacrados en hechos de guerra”.
144i Miiiilsiiii (Áuliiius Mriulsiti DE lA PREDMIOH | 145

enemiga. Lo que se asimilaba de la víctima eran los signos de su eraal mismo tiempo una filosofia caníbal de la política, había sido
alteridad, y lo que se buscaba era esa alteridad como punto de‘ esbozado en grandes líneas por la teoría clastriana de la guerra
vista sobre el Sí. El canibalismo y el tipo de guerra india asocia- (Chismes 1977; véase P. Clastres y L, Sebag, 1963; H. Clastres, 1968
da con él implicaban un movimiento paradójico de autodeter: I - y1972, para artículos pioneros). Sin embargo, su generalidad y sii
'
minación recíproca por el punto de vista del enemigo. , complejidad etnográfica apenas empezaban a ser reconocidas,
Con esa tesis yo proponía, evidentemente, una contrainter graciass: los esfuerzos de varios colegas amazonistas, más o menos
pretación de algunos preceptos clásicosde la disciplina. Si el‘ en el mismo momento eu que yo me inclinaba sobre los materia-
objetivo de la antropología multiculturalista europea es descri, . les papi.’ Esos trabajos apuntaban a una economía de la alteridad
bir la vida humana tal como es vivida desde el punto de vista’ predatoria como régimen basal de la socialidad amazónica: la idea
del indígena, la antropofagia ¡nultinaturalista indígena asume‘ I.‘ de que lafïnterioridad” del cuerpo social está íntegramente cons-
como condición vital de autodescripción la prensión “semiófí tituida por la captura de recursos simbólicos —nombres y almas,
sica” —la ejecución y devoración- del punto de vista del enemi- personas ytrofeos, palabras y memorias- del exterior. La elección
go. La antropofagia como antropología.‘ > de la incorporación de atributos provenientes del enemigo como
Esa idea me sobrevino escuchando los cantos de guerra principio de movimiento lleva al socius amerindio a “definirse”
araweté, en los cuales el guerrero, a través de un juego deíctic‘ según esos mismos atributos. Es lo que se podía ver en acción
y anafórico complejo, habla de sí mismo desde el punto de visy. durante el gran momento ritual de la vida de los tiipinambá,-la
ta del enemigo muerto; la víctima, que es el sujeto (en los do ejecución del cautivo, en que el lugar de honor está reservado a la
sentidos) del canto, habla de los araweté a los que ha matado,- figura gemelar del matador y su víctima, que se reflejan y se rever—
y liabla de su matador »que es el que “habla”, es decir, el que haran al infinito. Finalmente, he ahí lo esencial de la “metafísica de
canta las palabras del enemigo muertoa como de un enemigo la predación” de que hablaba Lévi»Strauss: la sociedad primitiva
canlbal (aunque entre los araweté lo único que se come son,
palabras). A través de su enemigo, el matador araweté se veo‘ s Algunos de ellos merecen una meuciau‘ ‘especial: la tesis esencial de Bruce
se propone como enemigo, “en cuanto enemigo”, Se aprehende Albal (1935) sobre el complejo bélicoíuiierario delos yaiioiiiami; los
como sujeto a partir del momento en que se ve a sl mismo y}? estudios reunidos por rmrick Mcnget (ma; a) en un número del Journal
lle iu Société dzs nmérirrmisres, y cn parlicular los ariicuios de Taylor (i985)
través de la miradade su víctima o, más bien, en que pronuncia Ï sobre la cacerlsi de Cabimas de los iibaros como dispositivo de captura
su singularidad por la voz de su víctima. Perspectivísmo. dnviniialidades de personas, y ei de Cliaiiineil (1935) sobre la economía
i La semiofagia guerrera de los tupl estaba lejos de ser una ela cosmológica de la guerra entre los yagiia; los trabajos de Menget (lgBjl):
' i933) sohle el sistema de “adopción” dc mujeres y niños enemigos por
boración fuera de lo común en el paisaje amerindio. El tema del los ikpeng; el artículo (le Erikson (iyxñ) sobre la ctnosociologla caiilbsil
existencia de una filosofia política indígena del canibalismo, qu delos indigenas dc lengua pana; y el de Overing sobre las imágenes
del canibalismo en la cosniologla dc los piaroa. En los años siguientes
los estudios se iniiltiplicaron (más allá de los numerosos trabajos de los
4 o, eu la vena del humor feroz de Oswald de Andrade, autor dei célebre ¡Iwcnigadores ya mencionados. citenios los de P. Descola, B. Kcifenheiin, i.
Marufi euariiillapiífagv de ma, de la odontología como antología... v (lomhegA, Vilnga, c. Fausto. A. surmies, D. Karadimas, '12 Stolze Lima...)
u..,.v. fifiwfifimfi...

146 I MEIAHSlEAS (mmm Mmmm n: LA PMDAKIOH | 147

como sociedad sin interior, que no llega a ser “ella misma” más Í lencias de proporcionalidad que operan en el totemismo y en
l.
que füem de sí, Su inmanencia coincide con su trascendencia. los demás “sistemas de transformación” analizados en El pen-
Fue asi, no tanto por el chamanismo como por la guerra yel samiento salvaje. Las transformaciones lógicas del totemismo
canibalismo, que me enfrente por primera vez al problema del se establecen entre términos que ven sus posiciones recíprocas
sacrificio. Y si la noción de Mauss me parecía inapropiada —no modifi cadaspor permutaciones, inversiones, quiasmas u otras
hay destinatario, no hay nada sagrado“ .—, la noción propuesta ,7“ redístríbuciones combinatorias y extensivas: el totemismo es
por Levi-Strauss en su estudio del totemismo, por el contrario, un tópico de la discontinuidad. Las transformaciones sacri-
iluminaba con una luz nueva la antropofagia tupí. É ficiales, por el contrario, desencadenan relaciones intensivas
que modifi canla naturaleza de los términos mismos, porque
El contraste entre totemismo y sacrificio se presenta inicial- "haoen pasar” algo entre ellos; la transformación, aqui, no es
mente bajo la forma de una oposicion ortogonal entre los sisi i tanto una permntación sino una transdurcíón, en el sentido de
temas totem y manidu de los ojíbwa establecida en los primeros Gilbert Simondon: apela a una energética de lo continuo. Si el
capítulos de El totemismo hay (Lévi-Straussggóza: 32). En el
i objetivo del totemismo es establecer una semejanza entre dos
capítulo vu de El pensamiento salvaje se generaliza y se redíbuja series de diferencias dadas cada una por su lado, 1a meta del sa-
oposición (Levi-Strauss, 1962i): 2.98), sistematizándola en los crificio es inducirvuna zona o un momento de indiscernibilidad
la
siguientes términos: , entre dos polos que se suponen autoidénticos, lo que implica
1) El totemismo postula la existencia de una homología en lardiferencia de forma totalmente distinta (por así decirlo, por
tre dos series paralelas (especies naturales y grupos sociales) dentro, en lugar de por fuera). Recurriendo a una alegoría ma-
estableciendo una correlación formal y reversible entre dos sisi’ temática, se podría decir que el modelo de transformaciones
temas de diferencias globalmente isomorfas. lll, estructurales del totemismo es el análisis comhinatorio, mien-
z) El sacrificio postula la existencia de una sola serie, conti- tras que el instrumento necesario para exploranel “reino de la
nua y orientada, a lo largo de toda la cual se efectúa una me i continuidad? (Levi-Strauss) establecido por las metamorfosis
diación real e irreversible entre dos términos polares y no intensivas del sacrificio remitiría más bien a algo del orden del
mólogos (humanos y divinidades), cuya contigüidad debe se i“ cálculo diferencial: imaginemos que la muerte de la víctima sea
por identificaciones o aproximaciones analóigican, - el trazado de una tangente, la mejor aproximación a la curva
establecida ’
sucesivas. h de la divinidad. , ._
l
3) El totemismo es metafórico, el sacrificio es metonímico; el‘ Así, la defini ón de Levi-Strauss del totemismo lo aprehende
primero es “un sistema interpretativo de referencias”; el según como un sistema de formas, mientras que la del sacrificio recu-
do es "un sistema técnico de operaciones”; el primero es de rre a formulaciones que sugieren la presencia de un sistema de
orden de la lengua; el segundo, del orden del habla. ‘- fuerzas. Una verdadera mecánica de fluidos. Levi-Strauss utiliza
De esta definición se puede deducir que el sacrificio actúali
V
¡Oslo un esquematismo de vasos comunicantcs para hablar del
za procesos de un tipo diferente, a primera vista, de las equiva sacrificio, haciendo referencia, por ejemplo, a una "solución de
' HEHHSKA us u. vktonma | 149
148 | MEIAHSKAS (Atrium

continuidad” entre “reservorios”, a un “déficit de coutigüidad’? x- ficadauyuua explicación de tipo sacrificial, desde el momento eu que
que se llena “automáticamente” y otras expresiones similares: se apoya en una constatación de un desajuste perpetuo (la ausencia
Todo eso evoca en forma irresistible la idea clave de una dife« ’ de una “perecuación”) entre las dos series, desequilibrio que se parev
r
rencia de potencial como principio del sacrificio. ce mucho a la “diferencia de potencial” de Hubert y Mauss.

El niismo lenguaje hidráulico-energetico reaparece en el análisis dela‘ En suma, dos imágenes diferentes de la diferencia, una imagen
risa y de la emoción estética corno descarga de energia simbólica acú' extensiva y una imagen intensiva: la forma y la fuerza. Imá-
mulada, en el “Finale” de El hambre desnuda. Levi-Strauss recurre a ‘él , genes que son tau diferentes que llegan a ser “incompatibles”,
también cuando se refiere a las sociedades de historia “caliente”, (¡u sugiere el autor (Levi-Strauss, 1962i): 295), juicio que yo me
lucharian contra la entropía ¡Itilizarldo las diferencias de potencial permito interpretar como que quieren indicar imágenes cam-
contenidas en sus desigualdades de clase o en la explotación de otro’ plemznlariús, en el sentido de Niels Bohr, airtorcitado‘ con fre-
pueblos para generar así devenir y energia (Levi-Strauss y Charbou} cuencia por Levi-Strauss.‘ En ese caso, más que designar dos
níer, 196i: 44-43). La noción‘ dc diferencia de potencial desempeña “sistemas”, totemismo y sacrificio designarlau dos descripcio-
un papel decisivo, aunque poco observado, en la construcción del,‘ nes simultáneamente necesarias pero mutuamente excluyentes
concepto de ¡nana en el Esbazu de um: teoría general de la tnagirl. Hu de un mismo fenómeno general, el sentido o la semiosis en
berl y Mauss sostienen que el mana es la idea del valor diferencial ‘(le cuanto articulación de series heterogéneas.
las cosas y los seres (“Siempre se trata, en magia, de los respectiy si“ embaïg” “"3 “Élflemema fiedad de e5e ‘i130: ‘PÜHÓ
valores reconocidos por la sociedad”), y por consiguiente de su agent’ men“ U‘ 15 que Cendeïne a LeVÏ'SÏ"‘“55> es “flamente asi’
ciamiéntojerárquico,yque esa diferenciajerárquica de valor (¡MauSÏI métúca- E“ S“ lección ¡“allguml e“ el CÜHeSe de France el
’i
con Nietzsche!) es coherente con la traducción de los conceptos d “m” ¡firmaba que! C°n‘ra"íam°"te a la historia’ la antropo"
mame orenda, etc. por Hewitt como “potencialidad mágica”. Y con‘ 1°8Ï3 e-"Ïïmïuml debe mimi“ “u” meï°d° ‘¿We ¿ea más bie“
cluyen: “Lo que ¡nosotros llamábamos lugar relativo o ‘valor respeé de "¡M5157m”"'°"e5 ¡‘mes que de fluxïlemïs” (Levbsirauss! 1973
tivo de las cosas, igual podriamos llamarlo diferencia de potencial [1_95°]¡23)» Wfl iïíeïld‘)C0“ e30 “n álgebra de EN?“ más bie“
Porque es en virtud de esas diferencias que las cosas actúan unas
bre las otras”. [L]a idea de maria no es otra cosa que la idea de esd‘ l” flmibnes” era el “Ümbre dad° P“ Newton a 1° que más
valores, de esas diferencias de potcnciaLAhi está el todo de la noción “de ee “amó Cálmk’ difermdal- Y e“ realidad t°d° “¡cede
que funda 1a magia, y Po, 10 (¡me de ¡a maga» (Hubm y Mmm como si el método estructural en antropologia —quizás sería
19’5o'[1g0z.19g3]¡ m) La ¡¡,¡e¡p¡e¡ac¡¿“ ¡évmmusfiana (M m“? mejor decir la interpretación habitual de ese método- hubiera
en terminos de una inadecuación entre el significanteyel significadó sido wncebid‘) Pa” dar “lema de ames 9'18 de la
i y la fÜÏma y
(Levi-Strauss, 195o: xux) es entonces un compromiso entre unaeif
plicación de tipo totémico, en la medida en que apela a un modelo‘ d ' 6 Véase. por ejemplo, Levi-Slrauss, rgss [i952]: 32s; 1953 [i954]: 39s; 2004: 41;
diferencias correlativas entre una serie significante y una serie sigm Miri-Strauss yCharbonnicr, .951: rs. 2;.
150l Mmlllloil (AHIBAIES ‘ HHAHSKA DE LA vktnmúu l 151
y

fuerza, de lo combinatorio antes que de lo diferencial, de lo El totemismo, hoy, se encuentra disuelto en la actividad cla-
corpuscular más fácilmente que de lo ondulatorio, de la len- sificatoria general del pensamiento salvaje? el sacrificio, por su
gua en relativo detrimento del habla, de la categorización de ' parte, todavia espera una disolución constructiva comparable.
preferencia a la acción.’ En consecuencia, esos aspectos que Sabemos cómo el totemismo fue deshecho por Levi-Strauss:
parecen resistirse en mayor o menor medida al método es- dejó de sei’- una institución, para convertirse en un método de
tructural son habitualmente tratados por Lévi-Strauss como clasificación y un sistema de significación en que la referencia
modos scmióticos (o incluso ontológicos) menores -no es por a la serie de las especies naturales es contingente. ¿Sería posible
casualidad que al principio de este libro se hablaba de una reppnsar el sacrificio según líneas similares? ¿Seria posible, en
antropologia menor-, ya sea porque darlan testimonio de los ' sumaner las divinidades que funcionan como términos de la
límites de lo pensable, o porque estarian cerca de lo asignifi- y relación sacrificial tan contingentes como las especies natura-
cante o bien, finalmente, porque expresarían las potencias de . les del tohemismo? ¿A qué se parecería un esquema genérico
la ilusión. Así, como sabemos, el sacrificio ha sido tenido por del sacrificio del que las cristalizaciones institucionales típicas
imaginario y falso, y el totemismo considerado objetivo y.ver— no serían más que un caso particular? O, para formular el pro-
i
dadero (ibíd; 301-302), juicio que se repitey se generaliza en blema en .un lenguaje más sacrificial que totémico, ¿cual seria
la gran oposición entre mito y rito desarrollada en El hambïp " el campo de virtualidades dinámicas del que el sacrificio es una
desnudo (Levi-Strauss, 1971: 596-603); juicio que, se siente la actualiución singular? ¿Qué fuerzas moviliza el sacrificio?
'
tentación de decirlo, nos dice más sobre algunos aspectos de Dejando a un lado los juicios de valor de Levi-Strauss, los
Ia cosmología de Levi-Strauss que sobre la cosmología de los contrastes establecidos entre discontinuidad metafórica y con-
pueblos que tan bien estudió.’ tinuidad metonímica, cantidad posiciona] y calidad vectorial,
referencia paradigmátíca y operación sintagmática, me resul-
N Dicho esto, Deleuze observaba, va en 1971. son respecrrïa las nratcmálicas del taron sumamente esclarecedores, y me llevaron entonces a ins-
mlructumlisnlo: “Sucede que se bum el origen del eslrucluralismo del lado dela \
axiomátim. Y es verdad que Bourbaki, por ejemplo, emplea la palabra eslructura. _ cribir el canibalismo ritual tupI en la columna (¡el paradigma!)
Pelo lo hacemos parece, en un scnlido muy diferente del estrucluralismo. [.. .] El l del sacrificio. Verdadero operador antitotémico, el canibalis-
origen matemático del eslructumlisnro deberia bnsmrse más bien por cl lado del mo realizaría una transformación potencialmente recíproca
cálculo diferencial, y precisamenle cn la interpretación qu dieron de él Weierslrass '
y Russel, interpretación 5mm y ordinal. que libera de ‘rivamence el cálculo de‘ l r (el imperalivo de venganza que le daba sentido en la sociedad
cualquier referencia a lo infinilalnenle pequeño, ylo integra a una pura lógica de . tupinambá) pero en realidad irreversible entre los términos
las relacioncfTDelenze [i971],po» 247). que conecta, por medio de actos de una suprema contigüidad
a. Esa oposición entre miro yrlm hecha en El ¡mimbre desnuda ha sido un
gran problema para la posteridad eslruclnralista, como lo dclnueslran " ‘ )"‘disoontigüidad” (el contacto fisico violento de la ejecución,
las Ilumerosas tenlalivas de modalización, reformulación o franco r, r
recham de ella (y con ella, a veces, de secciones enteras dela problematica
lévisrraussiana). La elnologla amerlcznista, en particular, ha tenido que 9 Can la importante excepción, ya señalada, de la teoria de E Dcscola, en que
enfrentar esa oposicion en por lo menos dos estudios fundamentales sobre el lénnino ha llegado a designar una antología especifica, cuyos casos tipo se
sistemas rituales anmónicos (Hugh-Jones, 1979; Albert, 1935). enmnu-amn entre los aborígenes airstralianos.
152i Miiiilsitii (AMIBMIS _ V‘

el despedazainiento y ‘el consumo del cuerpo de la victima) que 9


implican un movimiento de indefinición y de creación de una
Ghamanismo transversal
zona de iiidiscernibilidad entre matadores y víctimas, devora-
dores y devorados. No es en absoluto necesario postular la exis-
tencia de entidades sobrenaturales para darse cuenta de que
estamos bien en el elemento del SHCYllÏClOvEITlR interpretación
tripolar del ritual tupinambá desarrollada eii mi monografía
sobre los araweté, los actantes son el grupo de los devoradores,
la persona verdugo-victima, y el grupo enemigo. El “muerto”
no cs sino una función vicaria asumida alternativa y sucesiva-
Volvam-os al chamanismo, ya evocado más arriba, eii el re-
mente por esos tres polos del rito; pero es ella la que conduce
sumen de la teoria perspectivista. Por ser capaces de ver a las
las fuerzas que circulan en el proceso. r i
otras especies tal como ellas mismas se ven —como humanosw
Todo esto está muy bieii. Pero el concepto de “sacrificio”, en
los chamanes amazónicos desempenan el papel de diplomá-
ese nuevo sentido lévistraussiano ¿(la cuenta verdaderamente
ticos cosmopolíticos eii una arena en la que se enfrentan los
de lo que ocurre en el ritual caníbal? No hay nada de imagina-
diverso"s intereses socionaturales.
rio, y menos aun de falso, en el canibalismo tupí. Ni siquiera
chain.án no es esencialmente diferente de la función del guerre-
la venganza, que en rigor es “imposible”, era imaginaria; era,
ro Los dos son conmutadores o conductores de perspectivas;
ante todo, un esquematismo de la pniesis social, un mecanis-
el primero opera en la zona interespecifica, el segundo en la
mo de producción ritual de la temporalidad colectiva (el ciclo
zona interhumana o intersocial.‘ Esas zonas se superponen in-
interminable de las venganzas) mediante la instalación de un
tensivamente, más que disponerse cxtensivamente en relación
desequilibrio perpetuo entre los grupos enemigos.” Y de todos
de adyaoencia horizontal o de englobamiento vertical. El cha-
modos, si siempre ei'a necesario imaginar al enemigo -coi¡s-
manismo amazónica, como se lia observado
truir al otro como tal-, cl objetivo real era comerlo realmente,
prolongación de la guerra por otros medios. Sin embaigo eso
para construir el Sí en cuanto otro. Hay algo que no pasa por ‘el
no tiene nada que ver con la violencia en si, sino con
concepto de sacrificio, aun cuando por el pasan más cosas que‘ la-coïllu-
es,
‘ nicación, una comunicación transversal entre incomunica
por el de totemismo. una peligrosa y delicada comparación entre perspectivas en

l No hay que olvidar que cada especie posee sus propios chamanes, y que la
¡dación de los chamanes humanos con las otras especies los vincula, sobre
¡o “Desequilibrio perpetuo" cs un conceplo clave cn ¡lis/aria ¡le Lime (mi. tnrlmcon los chamanes de las especies con las que está aliado
Slrauss, 199)), elaborado —conio por casualirlaii- a partir del análisis del mito 2 A pesarde que los chamanes con frecuencia son auxiliares indispensables cu
tupinanibá de los gemelos, recogido por Thevei cim. .554. la girona ya sea como oráculos o como guerreros de lo invisible.
‘ » (NAMANISHfIIRAuSHRSAl | 15s
154‘ M¡¡A,¡¿¿¡¡¿¡¿"¡BM¡¡

la que la posición de humano está perpetuamente en disputa‘ ' los diferentes puntos de vista que se enfrentan (Carneiro da
i
¿A quién toca la posición de humano aqui? es la pregunta que Cunha, 1998). Pero el chamán mismo es un “relator” real, y no
siempre se plantea cuando un individuo se encuentra frente a ‘ i un correlator formal: es necesario que pase de un punto de
un haz de afectos y de agentividad alógeno, ya se trate de un i vista alotro, que se transforme en animal para poder transfor-
animal o de un desconocido en la selva, de un pariente mu- mar al animal en humano y recíprocamente. El chamán utiliza
cho tiempo ausente que regresa a la aldea, de la imagen de un jkusmnciá” y encarna, establece una relación y reporta (una
difunto que aparece en nn sueño. La humanidad universal de narración)- las diferencias de potencial inherentes a las diver-
los seres —la humanidad cósmica de fondo que hace de toda gencias de perspectivas que constituyenel cosmos: tanto su

especie de ser un género reflexivamente humano- está suje- poder como sus límites derivan de esas diferencias.
ta al principio de complementariedad, zlefinible por el hecho Es aqui finalmente que podemos empezar a obtener algún
de que dos especies diferentes, ilecesariamcnte humanas a su rendimiento de la teoría de Mauss sobre el sacrificio. Imagi-
propios ojos, no pueden jamás serlo simultáneamente cad’ nemos el esquema sacrificial como una estructura mediadora
una a los ojos de la otra. saturada-o oompleta, que conecta la polaridad entre el sacri-
Sería igualmente correcto decir que la guerraïesla prolon‘ ficador (el que ofrece el sacrificio y recibe los beneficios) y el
gación del chamanismo por otros medios: en la Amazonia, destinatario por medio de la doble intermediación del sacrifi-
chamanismo es tan violento como la guerra es sobrenaturafi cador (el oficiante del sacrificio) y de lavíctima. Imaginemos
Ambos conservan un vínculo con la caza en cuanto modelo d las" dos figuras “sacrificiales” amazúnicas, el canibalismo ritual
agonísmo perspectiva, configurando un etnograma transhu“ yelchamanismo, como degeneración dc un esquema maussia-
ntano que manifi estauna atracción totalmente metafísica po , y no, en el mismo sentido en que Levi-Strauss decía que el inter-
el peligro (Rodgers, 2002) yque está marcada por la convicció cambio restringido era un caso matemáticamente degenerado
profunda de que todaactividad vital es del intercambio generalizado. t -
sión predatoria.’ ‘ l‘ Una característica distintiva del chamanismo amazónico es
En los términos del contraste de Levi-Strauss, el chamarf que-el chamán es a lu vez el oficiante y el vehículo del sacrifi-
mo ciertamente se ubicarla del lado del sacrificio. Es ‘verda cio. Es en él que se realiza el “déficit de contigüidad” -el vacío
que la actividad chamánica consiste en establecer correlacion Creado por la separación cuerpo y alma, la externalización sus-
o traducciones entre los respectivos mundos de cada espe ‘fi R395“ de las Parte5 de la Peï5°na del Clmmán‘ “P” de hac"
natural, buscando homologias y equivalencias activas Entrá P953111" ÍÏ“ÍÜ‘SÜ“ÏÓ‘ÏC° bméfim ent” human“ y nmhuma‘
, nos. Es el chamán mismo el que pasa al otro lado del espejo; no
3 Esta es la razón por la cual la supuesta importancia que los amerindios envía delegados ni representantes bajo forma de victimas, es él
darían a los valores de la “convivialidarPy la “Irzrrquilidad”, sobre los cuale mismo la víctima: un‘ muerto anticipado, igual que el chamán
, hn corrido mucha linta amarga así como algunas lágrimas de dulce emoció . ’
moral, en la literatura alncrlcanista reciente, me parece una inlerpretación
íilliawete cine, cuando’ viaja al cielo, es interpelaclo por las divini-
cómicamente equivocada delos poderes ambiguos dela alteridad predatoi dades canfbales de ese pueblo en términos de “nuestro futuro
156 I HHAFISIKAS (AMÍEMES (NAHAHIXMÜÏRANSVERSM I 157

alimento”: la misma expresión que los tupinambá empleaban oebidas a menudo como casos de venganza caníbal por parte
cinco siglos antes para dirigirse en tono burlón a sus cauti- de los animales consumidos). La categoría de los chamanes
vos de guerra.‘ Cuando el chamán se convierte en sacrificador verticales, por su parte, incluye a los maestros cantores y a los
de otro se cruza el umbral hacia otro regimen sociocósmico: especialistas ceremoniales, los guardianes pacíficos del conoci-
cuando se convierte, por ejemplo, en verdugo de víctimas llllv- miento esotérico indispensable para el buen desarrollo de los
manas, administrador de sacrificios ofrecidos por los podero- procesos de reproducción de las relaciones internas del grupo:
sos, alguien que sanciona movimientos que no hace mas que el nacimiento, la iniciación, la nominación, los funerales.
supervisar. Es ahí que vemos perfilarse detrás de la figura del ,Ï El chamán al que califique de “sacrificador-víctima” es el
chamán la sombra del sacerdote. —. chamán» horizontal; ese especialista, observa Hugh-Jones, es
No se trata, por supuesto, de una oposición absoluta. Lo que Í tipico ‘de las sociedades amazónicas cuyo ethos es mas bicn
se designa en general como chamanismo, en la Amazonia indir- igualitario y belicoso. En cambio el chamán verticaljpresente
gena, encubre una diferencia importante, que ha sido señalada . únicamente en las sociedades más jerarquizadasy pacíficas, se
por S. Hugh-Jones (1996), entre un chamanismo “horizontal? aproximan-Ia más bien a la figura del sacerdote. Sin embargo, es
y un chamanismo “vertical”. Ese contraste es particularmente i} preciso señalar que no hay ninguna sociedad amazónica en la
'
saliente entre pueblos como los bororo del Brasil central y los que oficien sólo chamanes verticales; donde no se encuentra
arawak del Río Negro, donde se encuentran dos categorias bien más que un solo tipo de chamán, éste tiende a acumular las
distintas de mediadores místicos. Los chamanes que Hugh-Io} funciones delos dos chamanes reconocidos por los bororo o
nes clasifica como horizontales son especialistas cuyos poderes los tukano, aunque con neto predominio de los atributos y las
provienen de la inspiración y del carisma, y cuya acción, vols responsabilidades del chamanismo horizontal. -
cada hacia el exterior del socius, no está exenta de agresividad El contraste establecido por Hugh-Jones está explícitamente
y de ambigüedad moral: sus interlocutores por excelencia soh concebido en términos de tipos ideales, muy simplificados y es-
üuemátioos. Pero eso no basta para poner en duda la pertinen-
cia analílica de la diferencia entre los chamanismos, a mis ojos
totalmente justificada por la etnografla. La división del trabajo
4' Por este atajo arawctó volvemos n enconlrar el canibalismo, reducción «un ‘ de mediación cosmopolítica entre los dos tipos de chamanes
más dramálica del esquema sacrificial, en la que no sólo el soorincaderrv N,’ encuentra un sentido comparativo importante si la insertamos
verdugo se identifica con la victima (duelo, rnnerie simbólica, ¡moroisriou ’ en la serie de desdoblamientos mediatorios enumerados por
de comer al enemigo), sino que cl sacrificador, es decir el grupo delos , m
devoradores, coincide con el destinatario del sacrificio. Simultáneamenlc} Lévisstrauss en “La estructura de los mitos”: mesías > dioscu-
según una iorsion característica, el esquema se desdobla, y el grupo del que! ms > trickstei’ > ser bisexuado > germanos cruzados > pare-
proviene el enemigo, empujado a la venganza ritual, se miwierle, por uns}! ti‘ lïlu. > triada (Lévi»Strauss 1958 [1935]: 251), Por esta razón, la
lado, en una especie de cosacrificadur, que parece “ofrecer”a la vicliina, y/ ‘
‘ ona parte se define como unflesiiuaiario‘ruium, poseedor dualidad asimétrica de los chamanes indicaría una propiedad
dela venganza
guerrera que ejercerá falalmente contra el grupo rio ios dcvoradores. Esencial de las estructuras cosmológicas amerindias, el “dua-
158 I MHAFISIiÁS (‘AHÍBÁHS (HAMAHISHÜIHAHSVERSM | 159

lísmo en perpetuo desequilibrio” descrito en Historia de Lime. relación con la escatologia de los wari de la Amazonia occiden-
Pero antes de eso, señalamos que el mesianismo, primer térntr , tal. No los liay porque los muertos son ellos mismos animales,
no dela serie mencionada, es efectivamente un elemento cen.‘ ,1 o son los animales mismos, en su versión cazable: se transforr
(ral del problema construido por Hugh-Jones a partir de la dis‘, ' man en cerdos salvajes, la quintaesencla de la carne y por lo
tinción entre los dos chamanes. Los numerosos movimientos” tanto del verdadero alimento. Otros muertos, de otros pueblos,
se transformarán en jaguarcs, el otro polo de la animalidad, la
versión cazadora o caníbal.’ Asi como los animales eran huma-
nogen el primer principio, los humanos serán animales al final
de rada hombre: la escatologia de la (desfindividuación se une
dos tipos de especialistas, el chamán stricfa sensu (0 “chamán con la mitología de la (praespeciación. Los espectros de los
'
guerrero ,) y el chamán-sacerdote, sino más bien entre dos tra-i muertos son, en el orden de la ontogénesis, como los animales
yectorias posibles de la función chamanica: la transformrïció en el orden de la filogénesis. ‘ZA! principio, todos los animales
emn humanos. .” Por lo tanto no es nada sorprendente que, en
caso, sería el resultado de un proceso de calentamiento históri- cuanto imágenes definidas por su disyunción en relación con
rico del chamanismo, mientras que el surgimiento de una furr un cuerpo humano, los muertos sean atraídos por cuerpos ani-
ción sacerdotal bien definida provendría de su enfriamiento.‘ males; es por eso que en la Amazonia, morir es transformarse
político, es decir de su subsunción por el poder social. i . a) en animal: si las almas de los animales son concebidas como
Otra manera de formular la hipótesis sería decir que la transíi poseedoras de una forma humana primordial, es lógico que las
formación sacerdotal, su diferenciación a partir de la funció almas de los humanos sean concebidas como provistas de un
chamánica de base, está asociada con el proceso de construcá cuerpo animal póstumo, o como entrando en un cuerpo ani-
l‘
ción de una interioridad social, es decir; con la aparición de va mal que eventualmente será muerto y comido por los vivos.
lores tales como la ancestmlídtid, que expresa una continuidad“ El surgimiento del chamanismo vertical estaria entonces
diacróniea entreilos vivos y los muertos, y la jerarquía palftícil). asociado con la separación entre esas dos posiciones de alte-
que establece y consagra discontinuidades sincrónicas entre logi ridad; los muertos y los animalesuA partir de cierto momento
vivos. De hecho, si el Otro arquetípico al cual se enfrenta ‘e -cuya dieterminaciúnydebo decirlo, se me escapa por entero—,
chamán horizontal es teriomorfo, el Otro del chamanismo ver‘? los muenos empiezan a ser vistos más como humanos que
tical tiende a asumir los rasgos antropomórficos del Aneestro‘ í
i El chamanismo horizontal amerindio se inserta en una eco-is
‘s Rodamientos el“Rondó del caititú“ en La cruda y lo cocida, en el que los
nom ía cosmológica en que la diferencia entre humanos vivos. - ma.» y los jaguarcs son presentados como los dos arquetipos animales
humanos muertos es por lo menos tan grande como la seme v ..poi.ros dela afinidad (al afin malo y el bueno, respcclivamente), es decir,
l de h humanidad en cuanlo estructurada parla alieridad; y recordemos,
janza entre humanos muertos y no humanos vivos. No hay "ani un. Cameiro da Cunha (1973), que los mllerlos y los amics son más o
males en el mundo de los muertos, observó Conklin (2001) e‘ menus 1o mismo. o
160 I MHAÍISIÜS (‘AHIBMIS , (NAHAHlSMflIRAHSVERSAl I 161

como muertos, lo que ofrece, en consecuencia, la posibilidad una humanidad original, fundamento de la accesibilidad a la
simétrica de una objetivación” más completa de los no-hu- logopraxis chamánica de que gozan sus representantes actua7
manos. En suma, la separación entre humanos y no humanos, les. Todo muerto sigue siendo un poco bestial; toda bestia sigue
la proyección de una figura genérica animal como Otro de la ‘L siendoun poco humana. La humanidad sigue siendo inmanen-
humanidad, es función de la separación previa entre muertos — te, reabsorbiendo la mayor parte de los focos de trascendencia
y animalesmsociada con la aparición de una figura genérica de que se encienden sin cesar en la vasta selva densa, diversa y
la humanidad objetivada bajo la forma del Ancestro. El hecho r abundante que es el shcius amazónica. 1r
y '
escatológico básico, a saber, que los muertos se convertían en E} chamán horizontal amazónico marca, por su omnipre-
animales, era algo que humanizaba a los animales y al mismo sencia en la región, la imposibilidadide coincidencia entre el
tiempo alteraba a los muertos; con el divorcio entre muertos — poder politico y la potencia cósmica,‘ haciendo de ese modo
y animales, los primeros siguen siendo humanos, o incluso se más dificil la elaboración de un sistema sacrificial de tipo clá-
vuelven sobrehumanos, y los segundos empiezan a dejar de l, sico. Ia institución del sacrificio por las llamadas “altas cul-
serlo, derivando hacia una snb- o antihumanidad. turas‘ andinas y mesoamericanas marcaría, así, la captura del
Para resumir los diversos aspectos de la distinción examina- ‘i Humanismo por parte del Estado. El fin del bricolaje cosmo-
da por Huglrlones, podemos decir que el chamanismo hor lógico del chamán, el comienzo de la ingeniería teológica del
' . i ‘ i‘
zontal es exopráctico, mientras que el vertical es endopráctico‘ sacerdote.‘
Yo sugiero que en la Amazonia indígena la exopraxis es anterior La oposición entre chamanismos de tipo vertical yihorizon-
—lógicamente, cronológicamente, y cosmológicamente— a la tal se ha asociado en ocasiones con un contraste entre trascen»
endopraxis, y que sigue siendo operacional siempre, incluso en dencia e inmanencia (Pedersen, zooi; Holbraad y Willerslev,
las formaciones más jerárquicas como las del noroeste amazór 2007); El-ohamanismo amazóníco, así como el perspectivismo
nico, a la manera de un residuo que bloquea la constitución de que le sírve- de telón de fondo, es efectivamente una práctica
jefaturas o de estados provistos de una interioridad metafísica de la inmanencia. Observo simplemente que eso no implica
lograda. Los muertos nunca dejan de ser parcialmente ‘animas i‘ ninguna igualdad de estatuto entre los-humanos y los extrahu-
les, porque todo muerto genera un espectro, en la medida en manos conectados por el chamanismo; muy al contrario. (La
que posee un cuerpo; y en esa medida, si alguien puede nacen‘ a Confusión entre inmanencia e igualdad es frecuente en la etnov
aristócrata, nadie puede morir inmediatamente ancestro; nd
c
hay ancestros puros más que en el espacio-tiempo del aden-
tro, el plano precosmológíco y precorporal del mito; pero alli,
6 uaposician que expreso en los términos del vocabulario de Lcvrstrauss
enlred bi-icaieiiriei chamán) y el ingeniero (el sacerdote), corresponde a
humanos y animales se comunicaban entre ellos directamente. ¡a establecida en Mi! mese/ns entre la semiótica ¡insignificante o primitiva
«segmenmria, iiiuiririiiiieiisianii, avitropofágica- y la semiótica significante o
dzspúfica —la iiitczpretose, la deuda infinita, la rosliidad (Dcleuwe y Guntlari,
1934x141 y ss). En los términos de Dcscola (mos) se trataría de un contraste
entre ¡nimismo y analogisnlo.
‘ » WAMWSM HIRANSVERSAI I 16 3
162 I MEIAHSKAS (AIIÍBALÍS —

a un juego sim-
logia amazónica.) Pero tampoco hay ninguna jerarquíavfija de operaciones cliamánicas, si no se dejan reducir
buscan producir
puntos de vista entre los seres. El perspectivismo amazónicó‘ bólico de clasificaciones totémicas, tampoco
no es interpretable ni como una escala de perspectivas en ¡el el continuo fusional que persigue la interserialldad imaginaria
de relación, po-
lación de inclusión progresiva, según unaicadena de dignida del sacrificio. Ejemplares de una tercera forma
heterogéneos
ontológica,’ ni menos aun como proyección de algún “punto nen en escena la comunicación entre términos
o
de vista del todo”. Las diferencias de potencial transformativo que constituyen multiplicidades preindividuales, intensivas
devenlrqa-
entre los existentes son la razón de sel’ del chamanismo, pel‘o' rizomáticas: la sangrelcerveza implicada en todo
ningún punto de vista contiene a otro en forlna unilateral. para volver a nuestro ejemplo.
guaf, la obra de
Todo punto de vista es “total”, y ningún punto de vista conoce Es por aqui —por la vía del devenir» que volvemos a
equivalente o similar: el chamanismo horizontal no‘ es, por l Deleuze y Guattari, Y no es por casualidad que VOIVCmOS a Mil
una
tanto, horizontal, sino transversal. La relación entrepuntosde mesetas. precisamente al punto en que los autores proponen
vista (la relaciónique es el puntolde vista en cuanto multlpl > releclura de la oposición entre totemlsmo y sacrlficlo.
cidad) es del orden de la síntesis disyuntiva o de la exclusión
inmanente, y no de una inclusión trascendente. En sumafiel,
sistema indígena perspectivista está en desequilibrio perpetuo‘,
para volver una vez más a la expresión que Lévi-Straussaplicó
'
a las cosmologías amazónicas.
Pero si es así, entonces la interpretación del chamanislno
amazónica (horizontahicomo una reducción estructural del
esquema de Mauss resulta ser, al fin de cuentas, inadeétiadalíEli
chamanismo escapa a la división que se creía exhaustiva entre
lógicaitotémica y práctica sacrificiaL-El chamán no es un siii,
cerdote larvario o incoativo, el chamanislno es un profetisnlo
de bajo impacto antes que una religión >cuasi sacerdotall Las

7 con esto sugiero que las observaciones divcrgcntes de Kahn (2002, 200;) =
sobre el casi) delos ávila ¡una deben ser interpretadas conio ¡nanifestaclon
de una tendencia, quizás antigua, a la "vcnicalizaciónï propia de la
cosmología de esos quechuas dela selva. Véase en ese seniido. Taylor (muy)‘
sobre los ¡lvaros ¡Chuan “Ni las clases de sei-es espirituales ni las formas r t
de ¡nleracción con ellas que los humanos desarrollan están ordenadas eu '
una escala de dignidad o de potencia, y ninguno delos sexos se beneficia i ‘
dc una exclusividad en cuanto a la capacidad de entrar cn relación con Im
humanos".
10
La producción no es todo: los devenires

I.

Comiihernos observado ya, que el doble autor de El Anti-Edipo


una
sostenia que el hecho de que la energia primitiva fuese
energía de filiación no modifi caba“en nada la cuestión”, o di»
pre¿
cho de otro modo, que era un lieeho contingente. Nos
orden
guntábamos entonces si no sería legítimo concebir otro
fuera una “energia de
, intensivo en el qüe la energía primaria
der
alianza". El problema, habíamos concluido, consistía en
terminar las condiciones de construcción de un concepto de
l
alianza como sintesis disyuntiva.
La posibilidad de una interpretación intensiva de la alianza
no se hace inteligible hasta después (le Mil mesetas, en
capítulo sobre los devenires. La noción de devenir es
el largo
central en
¡e
ocu-
Deleuze desde sus estudios sobre Bergson y Nietzsche, y
desde el
pa el lugar que sabemos en la Lógica del sentido; pero
ensayo a cuatro manos sobre Kafkal (Deleuze
adquiere una inflexión y una intensidad conceptuáles singula;
“i730:
¡’esque alcanzarán su velocidad de evasión en la meseta
devenir intenso, devenir animal, devenir impercepltible. ..”
del libro de 1980. El devenir es lo que, literalmente, se evade,
huye, escapando tanto ala mlmesis, o sea la imitación y la re-
pmductión (“El mimetismo en un concepto muy malo'...”),‘

r Ddnue yGuannrl, 198o: 18.


166 I MEIAFÍKHAS (AHÍBAIIS tA PRBDHKIÚN N0 ES Ionn: LOS DEVENIRES I 167

como a la “memesis” o sea la memoria y la historia. El devenir a través de una nueva "conexión parcial”. El verbo devenir, en
y
es amnésico, prehistórico, anicónico y estéril. Es la diferencia _ . ese sentido, no designa una operacion predicativa ni una ac-
en práctica. ción transitiva: estar implicado en un deveni jaguar no es lo
mismo que devenir un jaguar. El jaguar “totémico” en el-que
El capítulo 1o de Mil mesetas empieza exponiendo la oposición un hombre se transforma por la via del sacrificio es imaginario,
i
establecida por Lévrstrauss entre las lógicas serial-sacrificial pero la transformación es real. Es el devenir mismo lo que es
y totémico-estructural: la identificación imaginaria entre hu- "felino; en un devenir-jaguar, “jaguar” es un aspecto inmanentc
mano y animal, por un lado, la correlación simbólica entre _ dqtla acción, y no su objeto trascendente, porque devenir es un
diferencias sociales y diferencias naturales, del otro. Entre Í verbo intransitivo} Desde el momento en que un hombre se
esos dos modelos analógicos, la serie y la estructura, D eu« vuelve jaguar, el jaguar ya no está (es por eso que más arriba
ze y Guattari introducen el motivo bergsoniano del deveni mcurríamos a la fórmula “humanoljaguar” para designar esa
un tipo de relación irreductible tanto a las semejanzas seria; multiplicidad disyuntiva del devenir).- Como dicen los autores,
les como a las correspondencias estructurales. El concepto/de citando, de manera significativa, los mitos amerindios:
devenir describe una relación cuya aprehensión es, a prime;
ra vista, dificil en el marco analítico del estructuralismo, en i Levi-Strauss no cesa de cruzar, en sus estudios de los mitos,
que las relaciones funcionarían como objetos lógicos molares, esos actos rápidos por los cuales el hombre se vuelve animal
aprehendidos esencialmente en extensión (oposiciones, con’; '
al mismo tiempo que el animal se vuelve.. .‘ (¿pero se vuelve
tradicciones, mediaciones). El devenir es una relación real, qué? ¿Se vuelve humano o se vvuelve otra cosa?) (Deleuze y
molecular e intensiva, que opera en un registro otro que el de > - Guattari, 198o: 29o).
hy
la relacionalidad todavía demasiado morfológica del estructu;
ralismo. La sintesis disyuntiva del devenirlno es posible según Devenir, continúan, es un verbo que posee una consistencia
las reglas de los juegos combinatorios de las estructuras forv muy suya: no es imitar, aparecer, ser, corresponder. Y —sorpre«
males; opera en las regiones alejadas del equilibrio, habitada sa- “mmpoco es producir, producir una filiación, producir por
por las multiplicidades reales (De Landa, 2002: 75), “El devenir " filiación" (ibid: 292). Ni producción, ni filiación. Como le diría
y la multiplicidad son una sola y misma cosa’? , h] Dorothy a Toto “tengo la impresión de que” ya no estamos en
Si las similitudesseriales son iniaginarias ylas correlaciones
v absoluto en El Anti-Edipo. r t ’
estructurales simbólicas, los devenires, pot _u parte, son reales, ,‘ ' "El pensamiento intensivo en general es un pensamiento so-'
bre la producción” afirma De Landa (2003: 15). Tal vez no tan
que clesterritorializa los dos términos de la relación que crea ‘ en genual. El concepto de devenir efectivamente desempeña en
extrayéildplos de las relaciones que los definían para asociados t

3 Elliperiizícctivo, dado que su único modo es el infinitivo, el modo de la


1 Deleuze y Gualtari, 198o: 305. ‘ - instanhneidad extrahistórlca,
168 I MUArIsIïA: (¡Mama , lA Pknuuunñn nn EX Inuo: mi DEVEHIRES I 169

tual hmto como el estado extensivo-actual. Pero entonces, si no


de producción tiene en El Antí-Edipn, No porque “todo es deve funciona por filiación —y no por cualquier otra cosa- sentirnos
—lo que sería un solecismo— ni porque no haya otras ideas la tentación de creer que es posible que funcione por alianza.
nir” ' Y de hecho en la primera meseta leíamos que “el árbol es filia-
“¡ÏÜCSWÏCS en El libro. sino porque el dispositivo antirrepret ,'
ción, pero el rizoma es alianza, únicamente alianza” (ibíd; 36).
jo dela representación, es el concepto de devenir, exactament Y ahora vemos que
era el dispositivo antirrepresentativo de E
como lalproducción - eldevenir no es una evolución, por lo menos una evolución
y devenir: dos
movimientosydistiirtoé, k por descendencia y filiación. El devenir no produce nada
que ver con la naturaleza, lostdos son intensivos i
fglïáïïttjiïzhïgoducción
.
Y PreïïePlïsenïaïiViïsi en cierto sentido, son dos nombres para i. .. por filiación: toda filiación es imaginaria. El devenir es
un solo movimiento: el devenir es el proceso del deseo, el de) ' siempre de otro orden que el dela filiación. Es de la alianza
'
(¡hide im).

Muy bien. ¿Qué ha ocurrido entre el análisis que afirmaba la


filiación intensiva, ambigua, nocturna del mito dogon en El
producción y el devenir, “el trayecto no es el mismo en los dos AnnïEdipo y la negativa a atribuiralgúit papel positivo a ese
. ,, .
. La producción es un proceso en el que seirealiza la _ modo relacional en Mil mesetas? ¿Cómo la filiación que era
sentidos intensiva ha podido volverse imaginaria?
identidad del hombre y de la naturaleza, en el que la naturale-

za se revela como proceso de producción (“la esencia humana‘, Me parece que ese cambio refleja una desviación mayor de la
de la naturaleza y la esencia natural del hombre se identifican x. mirada de Deleuze y Guattari, de un horizonte intraespecífico
en la naturaleza como producción o industria; ” [Deleuzeïy hacia un horizonte interespecífico; de una economia humana
CÏHÜÍÍGÍÍ. 19721 10]). Devenir, por el contrario, es una intervem del deseo -deseo histórico-mundial, sin duda; deseo racial, so»
natura del hombre y de la naturaleza: es un mbv' ciopolílioo, y no deseo familiar, personológico, edípico; pero
cion carlntm de todos ¡nodos deseo humunm a una economía de afectos
miento instantáneo de captura, simbiosis, conexión transversa
entre heterogéneos (Deleuze y Guattari, 1980: 294, 296). “La nal. transespedficos que ignoran el orden natural de las especies
turaleza procede sino asi: contra sí misma. Estamos lejos de Í y sus síntesis limitativas, conectáitdonos por disyunción in»
no
la producción filiativa, de la reproducción hereditaria. ..” (ibí clusiva al plano de inmanencia. Desde el punto de vista de la
296). El devenir es el otro lado del espejo de la producción: el economía deseante de El Anti-Edipo, la alianza extensiva venía
reverso de una identidad. Una identidad "al contrario”, parar a limitar, por medio de sus identificaciones imaginarias, una
cordar el nombre tnpinambá para el enemigo. i alianza mucho más real que contranatural entre seres heteró-
no funciona por filiación” (íbid); sobreeníten; senos: ‘Si la evolución comporta verdaderos devenires, es en
4“El universo
dido: el universo en todos sus estados, el estado intensivo-v el vasto dominio de las simbiosis que pone en juego seres de
17oI HEIAFISKASÏARIBALES lA PRDDUUIOH no [S Iuno: lui MVEIHRES I 171

escalas y de reinos totalmente diferentes, sin ninguna filiación que desempeña el papel ‘de "representación represora” del re-
posible” (Deleuze y Guattari, 198o: 291). u presentante del deseo, el influjo germinal. Ahora, en Mil me-
A continuación viene el ejemplo favorito de los autores de‘ setas, vemos surgir das alianzas: la que se había disecado en
la avispa y la Orquídea, un agenciamiento “del que no puede ElAmi-Edípo, interna al socius e incluso al género masculino
descender ninguna avispa-orquidea”, y sin el cual, agreguemos, (homosexualidad colectiva primaria); y la otra, inmanente al
ninguna avispa y ninguna orquídea, tal como las conocemos’, devenir, irreductible tanto a la producción y a la metamorfo-
podrían evidentemente dejar descendencia alguna, porque sis imaginarias (genealogía mítica, filiación al animal) como al
la filiación natural en el seno de cada especie depende de esa _ in bio y a la clasificación simbólicas (alianza exogámica,
i
alianza contra natura entre las dos especies. i a 5". tntunislno).
‘La desterritorialización conceptual de la sexualidad iniciada _ .- Todo devenir es una alianza. Lo que no quiere decir, una vez
en El Anti-Edipo se consuma aqui: la organización binaria de más, que toda alianza sea un devenir. Hay una alianza extensiva,
los sexos, incluyendo la bisexualidad (cf. “el átomo de género”, cultural y sociopolítica, y una alianza intensiva, contrahatural
supra p. 13s), cede el paso a “n sexos” que se conectan a través‘ y oosmopolítica. Si la primera distingue filiaciones, la segunda
de “n especies” en el plano molecular: “La sexualidad pasapóf confunde especiesfo mejor aun, contraefectua por sintesis nn-
el devenir-mujer del hombre y el devenir-animal del human" plicativa las diferencias continuas que en el sentido contrario
emisión de partículas” (Deleuze y Guattari, 198o: 341). Y si todb (el trayecto no es el mismo...) son actualizadas por la síntesis
animal implicado en un devenir-animal es una multiplicidadi imitativa de la especiación discontinua. Cuando un chamán
(“todo animal es ante todo una banda, una jauria”, ibid; 293 activa un "devenir-jaguar", no “produce” ningún jaguar, ni
es porque define una socialidad múltiple, lateral, heterogenét tampoco “se afilia” a la descendencia de los jaguares; adopta un
ca, extrafilíativa y extrarreproductiva, que arrastra a la socialn jaguar,- mnpta un jaguar, establece una alianza felina:
dad humana en una metonimia demoníaca universal:
Se diria más bien que una zona de indistinción, de indiscer-
Nosotros oponemos la epidemia a la filiación, el contagio nibilidad, de ambigüedad, se establece entre dos términos‘,
la herencia, el poblamiento por contagio a la reproducción 00m0 si hubieran alcanzado el punto que precede inmedia-
sexuada, a la producción sexual [.. .] Las participacionesJ tamente a su diferenciación respectiva: no es una semejanza.
bodas contra natura, son la verdadera Naturaleza que atr ‘ - sino un deslizamiento, una proximidad extrema, una conti-
vlesa los reinos (íbíd; 295). . u“; güidad absoluta; no una filiación natural, sino una alianza
contra natura (Deleuze, 1993: 10o). 5
Alianza, bien. Pero no cualquier alianza. Como hemos visto,‘ el ‘¿v
y
primer volumen de Capitalismo y esquizofrenia planteaba vías, Observemos la manera como esta definición del devenir (porque
filiaciones, una intensiva y germinal, la otra extensiva y som es de eso que se trata) se coloca en forma iransversal al dualLsmo
tica, contrapuesta esta última a la alianza, principio extensiiï , paradigmático: (filiación, continuidad metonímica, semejanza
172 I Mmiliiui [AMiBAlES i
lA PRÜÜWUÚN H0 EX ÍÜDD. lili DEVEHIRES I 173

lalianza, discontinuidad metafórica, diferencia oposiw


iva . l‘ l
ÉCTIÏULVS contiguidad absoluta de tipo tangencial-diferencia] ,
a [El] hombrc-hiena vive en las afueras de la aldea, o entre dos
contra natura es ciertamente otra cosa '
establecida porlla alianza aldeas, y vigila las dos direcciones. Un héroe, o incluso dos
que la discentigtiidad” absoluta, contrastiva, entre linajes filia
héroes cada uno de los cuales tiene a su novia en la aldea
tivos establecida por la alianza simbólico-cultural (exogamia)
- ' * ' del otro,-vencerán al hombre-aniinalpEs como si fuera pre-
Pero ta ¡“P090 SÉ ¡edlïcel CS muíll agregarlo (Deleuze y Guattm-i.’ ciso diminguir entre dos estados, muy precisos de la alianza:
1971i 131) a una identificación o una indiferenciación imagina«
“ dos '- ' ” . . una alianza demoníaca, que se impone desde afuera, y que
rias ent‘ l terminos . No se trata de contraponer filiación
‘ impone su ley a todas las filiaciones (alianza forzada con
m‘ ura 11€
y a:5
ianza cultural, como en el estiucturalismo clásiconLa Í;
i elmbnstruo, con el hombre-animal); después una alianza
contranaturalidad de la alianza intensiva es igualmente contra
consentida, que por el contrario se conforma a la ley de las
cultural o contiasocíal.‘ Hablamos de un tercero incluido
_ . u _ | de filiaciones, cuando los hombres de las aldeas han vencido
0"“ ïalaclón, de una nueva alianza”: i
al monstruo y organizan sus propias relaciones. La cues-
tión del incesto puede ser n-iodificada por ello. Porque no
‘Nianzzf’ es una buena Palabra y una mala palabra al mismo
hasta con decir que la prohibición del incesto viene de las
ti . palabra es buena si- se puede utilizar
..
para aty -
- - . . exigencias positivas de la alianza en general. Más bien hay
ar ¿Poda entre las peisonas
vgnplo ylas cosas. Asi,, la alianza es '
una ‘alianza que es tan extraña ala filiación, tan hostil a la
. u na P3e;a ¿ansia ' '- » .
fa Sl utilizas para un microbio, Fueiza es una
nena la filiación, que necesariamente toma la posición de incesto (el
palabra buena si la utilizas para un humano (latour, 1993) . i
hombre-animal está siempre en relación con el incesto). La
No es
necesario abandonar
el paisaje africanista para 61100117
segunda alianza prohibe el incesto porque no puede subor-
dinarse a los derechos de la filiación más que estableciéndm
l:
se precisamente entre filiaciones distintas.‘ El incesto aparece
En dos veces, como poder monstruoso de la alianza cuando ésta
la sección “Recuerdos de un hecliliicleái‘: 015i]dnol-hïlglénos‘.
seta, los autores evocan los hombres-animal; ‘ invierte la filiación, pero también como poder prohibido de
caomoc1:” os
que‘lille! la filiación cuando ésta se subordina a la alianza y tiene que
«desfloradores sagrados” estudiados or P’lane G or d
‘ P o los’ ventilarla entre linajes distintos (Deleuze y Guattari, 198o:
hbmbWS-hienas de ciertas tr a d'iciones oil) por
sudanesas descritas
G .7 lame-G iiaule
<' . - 303. n. 15)-
' últimos dan lugar a un comentario, a
l ‘Estos ‘
“"95 ‘ WS °J0S> decisivo: "Ia cuestion del incesto puede sei‘ modifi cadapor ello”. .. los au-
' tores parecen aludir aqui a la teoría de las Estructuras elementa-
i v’, 4

'.
4 Coiitrasocial en la medida en que como pudrlam
m a m“* 1 “mm” les del paren testo, pero la observación es igualmente aplicable al
humana csiiécelsariamen ,c . “
- m ¿

‘contraimcnsiva,
una vez que cs generada como modo como se habia tratado la cuestión en ElAnti-Edípo. Porque
emmivhació" de ¡a ‘e nergia primera del orden intensivo".
ahora es la noción de alianza la que adquiere una doble inciden-
— vwfimww...

174 I HEIAFlSllAS (AHÍBMES LA PRUDUIKIÓH im ES 100D‘ un uivinim l 175

cia; ya no es una reguladora de la “sexualidad como el caso de la alianza, liay intercambio e intercambio. Hay un
solamente
proceso de filiación”, sino también “un poder de alianza [que] Í interiáxmbio que no se puede decir que sea Ïintercambista” en
inspira uniones ¡llClÍaS o amores abominables”. Su objetivo ya no - el sentido cápitalistmmercantil del término, puesto que perte-
sino impedir la procreación” (ibíti: 301): nece aria categoría del regalo y del robo: el intercambio carac-
manejar '
eïpsolamente
a antifiliativa, alianza contra la filiación. Incluso la aliaii- . terístico" de las “economías del regalo”, precisamente; la alianza
ianza
za Intercambisfa, represora, productora de filiación, expuesta ei‘ esbi-iblecida mediante el intercambio de regalos, movimiento
El en ese momento a dar prueba de ciertos I perpetuo allernado de doble captura, en el cuallos asociados
Anti-Edipoyempieza
poderes salvajes y oscuros, como si hubiese sido contaminada ‘ ooirmutan (contraalienan) perspectivas invisibles a través de la
por la otra alianza, la alianza “demoníaca”? “Es verdad que la circulación de cosas visibles. Es el “robo” lo que realiza la sín—
alianza filiación entran en relaciones reguladas por las leyes b tesis disyuntiva inmediata de los “tres momentos” del dar, re-
ylla Z ;
del matrimonio, pero aun entonces la alianza conserva un po: cibir, devolver.’ Porque los regalos pueden ser recíprocospero

der peligroso y contagioso. Leach pudo demostrarlo...” (ibíd.).‘ . eso no ¡hace del intercambio un movimiento menos violento;
que la palabra "poder” viene insistentemente a ca- toda la finalidad del acto (le dar es forzar al asociado a actuar, ‘l
lqbservemos
ificar la alianza en general, en este capítulo clave de Mil mesetas; extraer ¡in gesto del otro, provocar una respuesta: robarle, en
el concepto de alianza deia de designar una institución -una es- suma, su alma (la alianza en cuanto robo recíproco del alma). i‘
‘ . ,
tructura- y empieza a funcionar como un poder y un potencial.- Y erre-se sentido, no existe acción social que no sea un "in-
tercanihio de regalos”, porque cualquier acción sólo es social
por encima de la filiaciónen cuanto sustancia? Es que en cuanto, y únicamente en cuanto, acción sobre una acción,
saltando
aqui ya no estamos ni en el elemento místico-serial del sacrificio,‘ > reacción sobre una reacción. Rlecíprocídad, aquí, quiere decir
ni el místico-estructural del totemismo, sino en el elemento , simplemente ïecursivídad, No hay ninguna insinuación de so‘-
en
mágico-real del devenir. - . l‘ y iïiab dad, menos aun de altruisniofLa vida es robo.‘
estamosen el elemento del contrato social. ‘ÏEl
Tampoco ’
deseo el intercambio: no conoce más que el roboy el 7 Sobre tercamblo de la perspcctivawéase Stratlierli, igxx: 230.271, 327;
ignora
regalo... (Deleuze y Guattari, que ‘en |99|: pamm; i992 a: 5-100; i9y9:249—156; Mnnn, 1991 [i935]. , Gregory,
i972: 219). Pero, igual
1982119. Sobre la noción de doble captura, véase Deleuze y Pamet, ‘i996
[i977]:7— Steiigers, 1003 [l9y6] (i): 42,11. ii. p
5 "[E}sa heslia en potencia que en el plano de la vida social es siempre un s "Elluiguzie puede trabajar en conlra de quien lo uiilim. i. . .1 La noción de
cunado que ha raplarlo a m hermana. . mcíalidad ¡e comprenrl con frecuencia como si implicara la sociabilidad;
autor nos advierte, es necesario saber tomar esas equivalencias ,, h reciprocidad, como si ignificara altruisiiio; y el hecho de la relación, la
¿i propio en un “sentido que trasciende la disliiición delo real y o solidaridad...” (Snalheni, 1999: 18). “Acción sobre una acción” es una delas
y _míticas”.literalmente, ya no que evocar elu Munilla: alas que como es sabido recorría Foucault para describir cl poder
a nosotros figurado
gïlïiïlfláïlfilsleanlldo plcii: del‘11:2 salïemosliiiás
(uvrsirruss, igszb: 350K , . (no hay más que ¡"cms aplicadas sobre fuerzas, como dim. el Nietzsche de
6 S! "fine" a “Ïzfifsïflinïïl Cllllmgïfl )? Deleulchyïeacción a una reacción" es la forma como Batcsoii ([1058] 9936)
hecho_ ge nera‘ll d e una influencia inctaflsica que se ejercerla entre aliados po - explir: clooiiccpto de esquisiriagéliesis, que es de gran iiiiporlancia tanto para
matrimonio. Para un coinenlavio reciente, véase Viveiros de Castro, zooña. ¿análisis eslructural lévislraussiano como para el esquizoaiiálisis de Deleuze
_
176 I METMÍiKAYuMlBAltS 7 LA Prnuuttlon no [S T000‘ tos DÍVENIRES i 177

La alusión a los brujos africanos, naturalmente, no es accide


hace mención, en el mismo impulso, de la existencia de narra-
tal. Deleuze y Guattari asocian los devenires con la brujeria, ciones míticas que adoptan formas seriales tipo folletín, de la
como práctica y como discurso (los cuentos mágicos), en opo
i singular atmósfera onírica de esos relatos -en los que aburr-
sición al mundo claro y distinto de los mitos ylas instituciones i dan los encuentros con espiritus engañosos que inducen dis-
torsiones conceptuales y equivocas perceptiv0s-, de alusiones
totémicas, por un lado, y al mundo oscuro y confuso de los sa:
crlpticas a prácticas de hechicerla, asl como de su asociación
cerdotes y la tecnología sacrificial, por el otro. La observació
con ritualesde ingestión de drogas alucinógenas que inducen
es capital (Goldman, 2005), porque‘ el chamanismo transversal í
pipcesos de “identificación” con animales.
antazónico pertenece a ese mundo “oscuro y. distinto” de lá
i ‘i Fse comentario permite entrever, por un breve instante, otra
magia, la brujería y el devenir.
Aqui habría materia para una reflexión ulterior, sobre la cual mitopraxis amerindia que fluye lado a lado, a veces incluso a
no puedo hacer más que indicar algunas pistas, inspiradas po, ‘ contracorriente -como esos ríos de doble sentido evocados en
ese mismo lihro—, de esa mitología etiológica que Levi-Strauss
ese artículo de Goldman, En la obra de Mauss, evidentemente
es al estudio sobre la magia y no al texto sobre el sacrificio, que t
privilegia: los relatos de transformación, el género de los“cuen-
tos de hechicería”, como los llamarían Deleuze y Guattari, en
habria que regresar para pensar el chamanisnio; en ese Eshaiz")
viejo y despreciado que redactó con H. Hubert, y que contiene que lasvariaciones de perspectiva que afectan a los personajes
-“es0s actos rápidos”— son objeto de una fuerte topicalización
en potencia todo el célebre Ensayo sobre el don, puesto que e
narrativa. El perspectívismo remite directamente a ese devenir-
hau del Ensayo, que está en el origen del “principio de recipr ‘
hechicem de la mitología‘ amerindia.
cidad” delas Estructuras elementales, no es sino una versi
Pero de lo que se trata aquí no es tanto de una involución
intercambista del mana del Esbaza, el cual a su vez es el preci)
cepto del “significante flotante” (Levi-Strauss, 1950).’ Por; . histórica lineal del mito a novela, tal como lo imagina Lévi-
Strauss en ese capítulo de El origen delas maneras de mesa, sino
parte, en la obra de Levi-Strauss lo que habría que retener’ no
de un devenir lateral interno al mito, que lo hace entrar en el
es tanto “El hechicero y su magia” como un comentario mister ,9
rioso que se encuentra en el tercer volumen de las Mituláfi icas ' régimen de la multiplicidad, haciéndolo estallar en fragmen-
tos de una rapsodia tan infinita como dispersa en los cuasi-
(Levi-Strauss, 1967: 94-99), Alli, inmediatamente después del
arontecimientas :"’ las anécdotas, los rumores, los chismes, el
resumen de M60, “Las desventuras de Cimidyue”, Levi-Strauss '
folclor familiar y aldeano —la “pequeña tradición” de Redfi eldñ
los cuentos cómicos, los incidentes de caza, las visitas de espi-
y Gualtari. En cuanto al robo que es la vida, A. N. Whilehead: “La vida es =
robo, y el ladrón requiere una justificación” (npud Stengers, nom: 349). ¿Bs a ritus, los malos stieños, los sustos repentinos, los presagios. ..
esa juslificación que llamamos “regalo”? » Tal es el elemento de un mito menor, el mito como registro e
9 La condición de potencialiuciánr relacional insliluida por la prohibición del»
incesto que viene, como es sabido. de la lectura que Levi-Strauss hizo del
Ensayo sobre gr (Ian, está filndamerltalnreirte ligada al desequilibrio perpetuo ¡n n... la noción de "cuan-acontecimientos” véase Rodgers, ¡m4. YViveiros de
entre significante y significado que este au|or descubrió en cl Fsbuza. Cum). zoosb.
USIMETAHSIMSUMÍBAIU V, í LA vliouliiuoll nn ES lnno: los DEVEHIRES l 179

instrumento del simulacro, de la alucinación y de la mentira. tación; es preciso saber pasar de la liomologia correlacional al
Y si el mito de la “gran tradición”, el mito sometido a un uso desajuste transformacional (Maniglier, 200o: n.‘ 26).
mayor por las filosofias y las religiones del mundo (el mito del « _ Tal como fue construido en los libros de 1962; 61 ‘menús’
Oriente cercano de Ricoeui‘), es el portador del dogma y de mo es un sistema de relaciones clasificatorias en que no sucede
¡p
la fe, del credo quin ubsurdum, el mito menor de Levi-Strauss nada entre las series correlativas: un modelo, aparentemente,
l de equilibrio perfecto: Las “diferencias de potencial” totémicas
(el mito ameriiidio en su devenir-hechicero) ilusti'a la máxima
doblemente inversa de Henri Michaux: “Es falso, aunque sea son internas a cada serie, incapaces de producir efecto alguno
vei'dadei'o”." Como lo vemos todavia hoy, con las Science wars, so rela serie alterna. El devenir, por el contrario, afirma la rela-
la distancia existente entre la religión y la magia es mucho más’ ción como pura exterioridad, como extracción de los términos
grande que la que hay entre religión y ciencia. —, de las series a las que pertenecen, su entrada en rizoma; lo que
Ni sacrificio ni totemismo, finalmente. “Se dice, de dos cosas, requiere no es una teoría de las relaciones encerradas en los
una, y siempre es la tercera. . .” (Levi-Strauss y Éribon, 1988: 176): términos, sino una teoría de los términos como abiertos a las
En realidad, es preciso concluir que el concepto de sacrificiolde} relaciones. Por lo tanto, en rigor, el devenir no es un tercer tipa
El pensumienta salvaje confunde dos "falsos amigos”, amalga‘_ de relación, como dijimos más arriba, sino más bien un tercer
mando dos operaciones en una sola, la semejanza interserial ly mncepta de relación, a través del cual se debe leer tanto el tote-
el devenir extraserial. Más aun, habria que concluir que la otra mismo como el sacrifici . eterritorializaciones secundarias de
operación sobre las series salvajes, el totemismo, no es por últi- una diferencia relacional primaria, actualizaciones alternativas
mo otra cosa que el mejor modelo de la diferencia; o más bien‘, del devenir en cuanto multiplicidad intensiva universal. Actua-
es precisamente un modela, que no nos da todo el proceso de la lizado a la vez en las separaciones totémicas y en las mezclas
diferencia. No hay que dejarse hipnotizarpor las analogías sacrificiales (purificación y mediación: Latour), el devenir es
proporcionalidad, los grupos de Klein y los cuadros de permii contra-efectuado sin cesar en los márgenes de los aparatos sa-
crificiales y en los intervalos de las taxonomías totémicas, en la
. . . . D . (t . . ,,
u Las Mila/fi ght:nos advierten varias veces que no van a incluir cn su . , periferia de la “religión y en las fionteras de la ciencia .
lrayectoria los relatos asociados con doclrinas esotéricas, ni con cofradlasd r
sabios, ui elahoraci nes ieológicas (con lo que excluyen la mitologia delas j‘
tierras allas dclvcoiilinente, asi como una parte dela mitologia del uoruéslé‘ f Dicho esto, habría que extraer, con todo, las consecuencias del hecho
amazónica y del suroeste noncainerlcaiio). Como si el mito ameriudio i i e de que el esquema analógico del totemismo, con su correspondencia
»míto estructural ciiológiw esperase constantemente ver su irayecroria ¿y r1 z
bifnrcarsc: el devenir-hechicero del inilo menor, que lo transforma en simétrica entre diferencias naturales y diferencias sociales, se basa en
de transformación —cl mito como multiplicidad rizoinalicaq y la derivaciieiuq - Illia asimehia que es su razón de sei‘; es justamente cl hecho de que
arborescente en dirección ala cosmogonia y la teología, al lagarmonárquic las especies totémicas son endoprácticas -los osos se casan con osos,
cl mito de Estado. ¿Habría aquí una aiialogla posible con la doble trayectoria los lincescoil linces- lo que las hace aptas para significar especies
del cliamanismo amazónica, el profelísnio y el sacerdocio? Porque es cierto
que, desde el punto de vista de un Ricazur, por ejemplo, toda la mitologia m y, sociales cxnprácticas: las personas del clan del oso se casan con per-
anierindia analizada por levi-Strauss pertenece al mito menor. . ¡Vl sonas del dan del liiice. Diferencias externas se convierten en dife-
. mmfl amwrww

18o l Muirlsiri: KANlEAlEX ‘ LA PRDDUUIÓN m] E3 Iouu. Los DEVEHIRES I 181

Nietzsche, Butler, Whiteliead, Bergson y Tarde, asi como por


se convierten eii funciones. Una fórmula canónica acecha al fondo ‘ las ideas de perspectiva, fuerza, afecto, hábito, acontecimiento,
del totemisiiio, la que transforma el dispositivo totémico en un dis- v proceso, prensión, transversalidad, devenir y diferencia. Es el
positivo de castas, como podemos verlo en el capitulo iv de El per!‘ \ linaje de un estructuralismo menor, al que se le habria sustrai-
do una articulación o un mediador esencial, un aun
Srllllielllfl salvaje. Nos parece significativo que sea precisamente allí,
persoiiaie
más estratégico que el sujeto trascendental inemorab emente
en la demostración de los líinites de la simetría (Levi-Strauss, i962
167) entre la especialización funcional de las castas endogamicas y la eliminado por Levi-Strauss de su propio kantismo. Un
estruc-
un
homogeneidad funcional de los clanes exogámicos. que Levi-Strauss tii ismo con una pequeña cosita menos, y en consecuencia
aplica al totcmismo términos como “imaginario”, “ilusión”, “formaá eflfll fluïü fislllo—pero digámoslo con la circiinspección necesa-
vacía”, “usurpación meiitirosa”. ,. Si más adelante en el iiiisnio librb ria- que no girará en forma tan obsesiva alrededor de Kant.
no
declarará que el toteinisino es fundamentalmente verdadero, por Con circunspección y con sentido de orientación, porque
oposición al sacrificio, potencia pura de lo falso, aqui, cuando se com‘ se trata de dar de nuevo marclia atrás y abandonar iina antro-
fronta con la casta, muestra que la ilusión y la verdad no se disti‘ pología kantiana para caer en los brazos de una “antropología
de
buycn en forma tan simple: “Las castas iiaturalizan falsamente una * cartesiana”a con o sin dualismos (o comillas): no se trata .
cultura verdadera, los grupos totémicos culturalizan verdaderamente saistituir el kantisino sin sujeto trascendental por
una naturaleza falsa” (ibiit: i69). Es decir: es como si la naturaleza y mo” mn sujeto empírico; por iin innatismo cognltlvo, C011 0
la cultura estuvieran en desequilibrio perpetuo; como si entre las dos sin modularidad. E igualmente se trata de resistir, tomando la
no pudiese haber paridad; como si la “verdad” en una serie corresy . ¡ tangente proyectiva deleuziana, a otro preestructiiralismo que
pondiera a la “ilusión” en la otra serie. Este motivo «que podriamos a veces se presenta como el futuro de la disciplina, un extraño
llamar el “principio de complementariedad del sentido”- acompaña movimiento de reacción a la relación que favorece la reproli-
todo el pensamiento de Levi-Strauss, desde la ‘¿Introducción ala obra’ feración de identidades y sustancias, de esencias y trascenden-
de Marcel Maiiss” hasta la Historia de Lince. 5 cias, de ugenciesy de conciencias. Inclusive, un poco por todas
partes se está a punto de reclutar hasta la "materialidad de los
cuerpos y de los signos, para la muy ingrata tarea delreencar»
En resumen: con toda modestia, nos parece que el futuro de la, de
noción maestra de la antropología, la noción de relación, det- nar el misterio de la encarnación y de celebrar el milagro
peiide de la atención que la disciplina sepa prestar a los con” la agency Y eso cuando no van dereclio a la "sustanCÍaÏ G01110
ha
l ya lo lia heclio la antropología francesa del parentesco, que
ceptos de diferencia y de multiplicidad, de devenir y de síntesis
disyuntiva. Una teoría postestructuralista de la relacionalidadi pasado los últimos veinte años aplicándose afanosamente
socavar los cimientos intercambistas, o dicho de otro. mo paino
es decir, una teoria que respete el compromiso "infundanien
ta

del estrncturalismo con una antología relacional, no pue-l‘
relacionales, del estructuralisino, para instaurar ideas innatas
de ignorar la serie construida por la filosofía de Gilles Deleuze referentes a los fluidos corporales. Sustancia sobre sustancia.
el paisaje poblado por las figuras de Leibniz, Spinoza, Hume)“
11 - - -
Las condiciones intensivas del sistema

l
Volvamos a aquel pasaje de Lévi-Strauss tan citado ya‘ en es-
tas páginas, en que el decano de los amerícanistas conlccta los
"análisis críticos” de la noción de afinidad realizados por los
etnólogos brasileños‘ con el descubrimiento de una problemá-
tim filosófica indígena.‘ Todo eso deriva, en última instancia,
del propio Léví-Strauss, y creo. que él ‘lo sabe perfectamente.
Que la afinidad amerindia, en realidad, no es una categoría so-
ciológica sino una ideafilosófica, Lévi-Strauss lo había obser»
vado en forma premonitoría en unos de sus primeros trabajos,
unos años antes de llevar esa idea de la razón cosmológica, con
Las estructuras elementales, a una categoría de la comprensión
sociológica, y esta última, a su vez, a su Ur-esquematísmo del
pamntesco; no sin conservar en el proceso algo del poder des—
tetritorializante de la idea. Así,- en un artículo de American An-
Íhmpalugist en el que comparaba a los antiguos tupinambá con
los nambíkwara que había conocido pocos años antes, el autor
observaba que

‘cierló lazo de parentesco, la relación entre cuñados, poseía


un sentido, para numerosas tribus sudamericanas, que tras-

n m... 1. ma. más que decisiva de colegas de ollas nacio alidades, en especial
Peru Rivitn, Joanna Ovcring, Bruce Albun, Anna-Christine Taylos y Peter
Gaw.
.-
184i HÍIAHSKAS (AMBMES
. ' “X ‘°""'“°"” "m" SWAS nn SIXIEMA | 185

los lazos
cendía de lejos [fur trunscending] una simple expresión de
' nómicamente fundamental. En consecuencia.
por restarles
parentesco [relationship] (1943: 398). e afinidad son objeto de un esfuerzo colectivo
3m
las relaciones de
importandm que permite .que los -encubran
» - ' .
_ . Los afines t
Todo estaba alií. Quizás sólo haría falta precisar que el verbo v consangurneidad (germanidad y filiación). “elimino
lossistemas
elegido indica la naturaleza verdaderamente trascendental, _ 16 ¡cos (esos afines a priori cuya presencia define
como tipos de
más que trascendente, de ese sentido de la afinidad cosmopoli- elesrnentales de parentesco”) son concebidos
que como
tica amerindia: es la condición del parentesco, y en cuanto tal, oognados ¿en el caso, primos y tíos cruzados- antes
en la
su dimensión de exterioridad inmanente. afines‘ los afines efectivos son consanguineizados referen-
cia)’ aPelativo (“mi suegro” pasa aser“mi tío materno Jete‘);
P0‘
La diferencia entre las dos alianzas propuestas en Mil mesetas pa- los términos específicos de la afinidadse evitan, SUSÍÍIUÏÓOS
que expresan
rece imponerse con la fuerza de un rasgo típico, etnológicamente
i
eufemismos-consanguíneos oi tecnónimos (ima
cu-
mi hijo” en lugar de
hablando, cuando abandonamos el África Occidental para pe: co ación Lransitiva (“tío materno de
ñaï”i etc.)-1 los cónyuges llegan a ser una caro. una sola Came,
netrar en la América indigena. Corresponde aproximadamente ' - ' ' 0 b SeïV ó
a un contraste establecido por los etnógrafos de esa región entre; a través del sexo y la cornensalidad cotidiana... ‘Como
tipico de los guya-
por un lado, una afinidad intensiva o “potencial” cosmológica,“ Peter Ríviére (1984: 7o) para el caso bastante
' endogamia aldeana y
míticovritual, que perfectamente se puede calificar de “ambigua, nes ’ en que reina una atmósfera de fuerte a »
.
disyuntiva, nocturna y demonlaca” y; por otra parte, una afini , cognática, “en la aldea-ideal la afinidad no existe
deberá existir en
dad extensiva o actual, subordinada a larconsanguineidad. Com _ Pero si la afinidad no existe en la aldea ideal,
ya he tratado este tema en diversos trabajos sobre el parentesco otro lugar; En el interior de toda aldea real, para ernPEZÏ“ P9“)
el de
amazónica, aquí no haré más que aludir‘ al asunto,‘ ' l sobre todo en el exterior de la aldea ideal; en
afueraildeal
idea de afinidad; drcho de otro mo 50m0oi
En las sociedades amazónicas, por regla. general, la afinida la aldea, en cuanto
el momento en que
matrimonial es concebida como una relación parlicularmenï‘? afinidad intensiva o virtual. Porque desde
se invierte.
te delicada, en todos los sentidos del adjetivo: peligrosa, frá‘ ahandonamos la aldea, real o virtual, el camuflaje
marcada de relación so-
gil, incómoda, embaramsa y preciosa a la vez. Es moralment _ la afinidad pasa a ser la forma no
más explíci-
ambivalente, afectivamente tensa, políticamente estratégical- fzfial, tanto más fuerte cuanto mas genérica, tanto
cuya
ta cuanto menos actual: ' el cuñado perfecto es ' aquel con .1 L os
con mi hermana
2 Por ejemplo Viveíros de Castro, 1991 [i986],1ooIb,1oo1b,2oo8a.Lo que he hermana no me caséyo que no se casó
llamado casi siempre “afinidad potencial" debería ser rebnutizado “afinidad
viriiiei’; como lo sugiere por lo aeriias ‘Taylor (zooouiz, I|. a), lo que mina
más consistente el acercamiento a la |eoría deleuziana delo virtual. Sobre 3 En, Fngcieinplo, el prisionero tupinainbá, enemigo/currado
esio, véase Viveiros de Casiro, 2002i): 411-43, y Taylor, 2009. Las fuentes arriba) wnsagrado a la muerte en el lugar central, a emieii seeiiïvïs‘:
e a_
\||| slmll han
' de su Caullverlo,
direclas dc la noción dc afinidad potencial son: Overlng, 19831984. 1934; m“l” del grupo durante toda la duración . .
. era, l dealmente. hermana
Albert. x985; 'l‘aylon 1993. asl como mis propios trabajos sobre los tupi de ¡fimrhdianto más real cuanto que esa l|\l|]€l’
(Viveíros d: Castro. 1992 [19B6]). del futuro verdugo.
186 | MHHISIÏAS ÜAHIBAlES‘ ‘ [AS (HHDKIONES IHÏEHSIVAS Dll SIXHMA I 137

afines son enemigos, y asi, los enemigos son afines. Cuandoios haya cierto grado de alteridad entre las partes de una unión
afines no son enemigos, cuando son parientesly corresidentes matrimonial, puesto que siempre es imposible casarse con la
—el caso "idealï, entonces es necesario que no seanltratados hermana; la unión de un hombre con la hija de su hermana
'
como afines; cuando los enemigbs no son afines,‘ es pbrque so es lo que más se acerca a ese ideal incestuoso (la unión con la
enemigos, es decir que deben ser tratados como afines. a sobrina uterina es el matrimonio de preferencia para diversas
Las relaciones supralocales en la Amazonia tienden asi a té tribus amazónicas). Esto quiere decir que si llevamos el análisis
ner fuertes connotaciones deafinidad: las alianzas localmente suficientemente lejos, encontraremos, en la propia aldea ideal,
exógamas, raras, pero políticamente estratégicas; los diversos‘ v esa¿afi nidad que “no existe”. Y de todos modos, como sabemos,
lazos ritualizados de amistad o de asociación comercial, la am el incesto es imposibleñ toda endogamla actual es el limite in-
'
bivalente ceremonialidad intercomilriitaria que es el reverso d ferior de una exogalnia virtual. Como decia Levi-Strauss, la se-
un estado permanente de guerra física o. espiritual, latente‘ mejanza cs un caso particular de la diferencia, y la sociabilidad
manifi esta,entre los grupos locales. Y, punto fundamental, es es el límite inferior de la predación.
Ia relación de afinidad virtual pura o metaafi nidádael esque-
maiismó genérico de la alteridad en la Amazoniajpertenece sin
duda al “segundo tipo de alianza” de que habla Mil mesetas. Es
con los humanos.‘ En primera instancia, y en la mayoría de los hostil a la filiación porque aparece donde el matrimonio no es
casos hasta la última, los otros sontodos afines, sociosiobliï una opción, mientras que desaparece donde éste se realiZa, y su
gados en el juego cósmico del robo y el regalo, o de un "interfi productividad no es del tipo procreativo. O más bien, subordi-
cambio” que debe ser entendido como un caso particular 61'61 ' na ¡nda procreatividad interna a una alianza demoníaca con el
robo y el regalo, aquel en que la diferencia de potencial deíld maricon No es un modo de producción (de filiación homogenéx
asociados tiende a cero, “pero nuncase anula por completo tica), sino un ‘mada de predación (de cooptación hetefogenéti-
Aun en el seno de la aldea ideal de lds güyanes, es necesario‘ qti ca), “reproducción” por captura simbiótíca y por “repredación”
bninlógica: la interiorización caníbal del otro como condición
dela enderiorización de Si, un Sí que de ese modo se ve ¿‘autode-
4 insistimos en el hecho de que esa afinización a priori de olm tiene lugar' . "
a pesar de que las alianzas malrimoniales icrminado“ por el enemigo, es decir, en cuanto enemigo (véase
efeclivas, en la mayoria de
las regiones cínlazóllicas, se realizan dentro del grupo local. De heclio. l‘ ' l? supra. p. 143). Tal es el devenir-otro intrínseco a la cosmopraxis
las alianzas no pueden no cancenuarse cn el grupo local, puesta que es ¡y amazónica. La afinidad virtual está ligada a la guerra más que al
precisamente esa concentración lo que define la dimensión delo “lclcal" r .
aldea, nexo cndugállnico o conjunto multicomunítario. De ese modo, la‘
siluacion no cambia mucho cuando consideralnos los reglmenes amawóm "s Véasevlhgner, .971, sdbre el carácter tautológlco (le la nocíónde
que allenlan o prescriben la exogamiz de aldea o de grupo de fliacionslá: prohibición del incesto: una hermana no ná prohibida por ser hermana, » «
afinidad potencial ysus armónicos msnlológicos continúan dando el ¡ono , sim: que es hermana al mismo liempo que es prohibida, Véase también
las relaciones genéricas con los grupos no aliados, las blancos, los enernlgns,’ una ngumenlación mny similar de Deleuze y Gualtari, 1972: 19o, sobre la
los animales, los espíritus. l 22 imposibilidad de“gozar al mismo tiempo de la persona y del nombre”.
1881 MHAHXIEÁ: (MHBMES [AS (nnmuutti: HHEIIXIVAS Mi muMA I 189

parentesco: forma literalmente parte de una máquina de guerra ; como las que reinan en las ntitologlas de Viejo Mundo, ya sean
anterior y exterior al parentesco en cuanto tal. Una alianza conv d griegas. del Cercano Oriente, africanas o freudianas. Para acabar
tra la filiación, entonces; no porque sea la representación repreé pronto, digamos que en el Viejo Mundo los humanos tuvieron
sora de una filiación intensiva primordial, sino porque impide ') que robar el “fuego” a un padre divino, mientras que los amerin-
a la filiación funcionar como germen de una trascendencia '(el dios tuvieron que robárselo aun suegro o recibirlo como regalo
origen mítico, el ancestro fundador, el grupo de filiación identie ‘
de un amado, ambos animales.
taria). Toda filiación es imaginaria, dicen los autores de Mil me- Lo que llamamos “mitologia” es un discurso —de los otros,
setas. .Y podríamos agregar: y toda filiación proyecta un Estado, . en general- sobre lo Dado (Wagner, 1978); es en los mitos que
es una filiación de Estado. La alianza intensiva antamnica es una se da, de una vez por todas, lo que de ahi en adelante se toma-
alianza contra el Estado (homenaje a Pierre Clastres. . .). rá como “dado”: las condiciones primordiales a partir delas
La afinidad intensiva o primordial es uno de los signos dias cuales, ycontra las cuales, los humanos se definen o se cons-
críticos de la socialidad amazónica, y tal vez del continente en truyen; ese discurso establece los términos y los límites (si es
su totalidad; aqui tocamos la "roca madre” de la mitología ame- que existan) de la deuda ontológica. Si ése es el caso, entonces
ricana (Levi-Strauss 1991: 27.5). Consideremos el complejo co la deuda amerindia no deriva de la filiación y de‘ la parentali-
tinental que recorren las Milológicas‘. si comparamos los mitds dad -el"dato genealógico de base”— sino del matrimonio y de
amerindios con nuestra propia mitología de la cultura, resalta la afinidad; el Otro, como hemos visto, es ante todo un afin.
una diferencia, la de la preeminencia de las relaciones de alian Es preciso señalar que no estamos haciendo referencia aqui al

matrimonial en los primeros y de las relaciones de parentalidad hecho trivial de que los mitos indígenas tratan las relaciones de
en la segunda. las figuras centrales de los mitos amerindios e afinidad siempre corno algo que ya estaba ahí —hacen lo mismo
tán ligadas canónicamente en cuanto afines; un célebre persas con las relaciones consanguíneas, o bien imaginan mundos en
naje de los relatos, para tomar un ejemplo,.es el suegro caníb los cuales los prelrumanos ignoraban las prohibiciones matri-
el Amo no-humano de todos los bienes culturales, que somete moniales,-etc.—, sino al hecho de que la afinidad constituye la
a su yerno a una serie de pruebas con intención de ntatarlo; el "armazón" (en el sentido de Mítnlógicas) del mito. Esa arma-
joven las supera todas (casi siempre gracias a la intervencióh . ión, o marco, contiene una‘ gran variedad de entidades. Más
de otros no humanos que se apíadan de él) yvuelve al seno dé exactamente, está llena de afines animales. Es‘ indispensable
su comunidad humana trayendo el precioso botín de la cult i que sean animales, o en general, rio-humanos: vegetales, astra-
ra. El contenido de este archimito (Levi-Strauss, 197i: 503 y ss . les, meteorológicos, artefactiformes. .. (futuros tro-humanos,
no difiere mucho del guión de Prometeo: encontramos en él e; «Idecir verdad; en el mito‘ todo el mundo es parcialmente hu-
cielo y la tierra, y un héroe atrapado entre los dos; asimismo el mano, incluyendo a los humanos actuales, a pesar de que el
fuego civiliiador, el “regalo” de mujeres y el origen de la niorta Camino no es el mismo en los dos sentidos). Porque es preci-
lidad humana. Pero los antagonistas del héroe humano del Samente esa alianza con lo tro-humano lo que define “las con-
amerindio son suegros o cuñados, y no figuras paternas o filial diciones intensivas del sistema” en la Amazonia.
19o l MUAHSIEA: (Alumni LAS (ouuluuurs IHIEHSIVAX nu SIXIEMA l 191

Ciertamente los mitos amerindios incluyen incestos edípia


cos, conflictosrentre padres e hijos y todo lo que se quiera. La Pero en ese plano intensivo no puede haber, en rigor, una opo-
ulfurem celosa se extiende, con las intenciones que sabemos, soi sición distintiva —necesariamente extensiva- entre alianza y fi-
bre un “Totem y tabú jíbaro” (Levi-Strauss, 1985: cap xvl). Pero . liaciónr0 bien, si hay dos alianzas, también hay dos fillaclones.
está claro que, para Levi-Strauss, la mitología del continente, Si toda producción es filiativa, no toda produccion es forzo-
y en particular la que trata del origen de la cultura, gira en’ samente (re)productiva; si existen filiaciones,reproductivas y
torno dela afinidad y del intercambio, y no de la parentalidad administrativas (representativas, de Estado), también hay fi-
yla procreación, así como el incesto característico del imagina _ liacipnes contagiosas y monstruosas, las que resultan de alian-
rio amerindio es justamente el que Levi-Strauss colocó en los zas y de devenires contra natura, de las uniones íncestuosas o
fundamentos de Las estructuras elementales del parentesco, elf transespecificas.‘
incesto entre hel'ma11o y hermana, o “incesto de alianza”, antes , ‘ Endogamia y exofiliación: las estructuras elementales del
que el “incesto de filiación” o incesto freudiano entre padres antiparentesco. Si en la aldea ideal de los guyanes la afinidad
e hijos. Recordemos que el mito de más vasta difusión en e exogámim no existe, en otras aldeas ideales amerindias lo que
Nuevo Mundo (Levi-Strauss, 1967: 32, 73-79; 197i: 192) explic no existe es la consanguineidad endoflliatlva, puesto que la
el origen del sol y de la luna como resultado de un incesto entre mayoría de los niños del grupo son de origen enemigo, como

hermano y hermana; ése es el relato que el autor calificará d en el caso “idea de los caduveo descritos en Tiistes trópicos:
“vulgata americana” (Levi-Strauss, 1979: 197, 217) y que constil
tuye la celula fundamental de M1, el mito de referencia bororo Esa sociedad se mostraba fuertemente adversa a los senti-
en el cual el incesto archiedípico entre madre e hijo, y el com mientos que nosotros consideramos naturales; así, sentia
bate mortal con el padre que lo sigue, son retranscritos por- _ un vivo disgusto por la procreación. El aborto y el infanti-
Levi-Strauss -humor de la antropología estructural- como uii-i cidio sie-practicaban en forma casi ltormalytanto que la per-
incesto entre “germanos” y un conflicto entre “afines”: en l petuación del grupo se realizaba por adopción mucho más
sociedad bororo, organizada en clanes matrilineales exógamosu que por generación, y uno de los principales objetivos de
todo individuo pertenece al clan de su madre, mientras que su ‘"1 las expediciones guerreras era el de procurarse niños (Lévi-
padre es un afín, miembro de un clan aliado por matrimoniblf‘ Strauss, 19551205-203).
desde el punto de vista del padre, el hijo es como un hermano
de la mujer. Ese desplazamiento por Levi-Strauss de la proble
mática del incesto se aprovecha en el comentario del mito dos 9K Haymitologías amazónicas que proyectan nn decorado precósniico sinlilar
gon en El Antí-Edipa: "El incesto con la hermana no es un sus-l‘ alasituación de filiación intensiva que Deleuze y Guattan (llsucruell en cl
títuto del incesto con la madre, sino por el contrario el modelo mímdelos dogon. Más en particular lmhrla que lnencionar los lnitos dc los
pueblos lokano y arawak, pese al hecho, señalada por c. Andrcllo (2006) de
intensivo del incesto como manifestación del linaje germinal’
' que ¡emiten al nlísino esquema de afinidad inlensiva que constituye cl estado
(Deleuze y Guattari, 1972: 187). (ll: base-el plano de ¡nntanencia- del precosinos amazónica.
192 I MUAFÍSKAS (influir: ., Í [AS (ONIJIUÜHÍS INIEHSVVAS DH SIXIEMA I 193

Otro ejemplo de desviación perversa de la doctrina estructu- amerindia, que, evocada rapidamente en “La estructura de los
i
ralista son los tupinambá que, si bien preferían casarse con las mitosÏ-toma cuerpo a lo largo de todo el desarrollo de las Mi-
hijas de sus hermanas, al mismo tiempo se entregaban con en‘ talógicas (sobre todo a través de los mitos del sol y de la luna)
tusiasmo a la captura de cuñados del exterior, de hombres ene para transformarse en “la clave de todo el sistema” en la Historia
migos a los cuales cedían sus propias hermanas como esposa de Linceflivi-Strauss, 1991: 295). Porque, lejos de representar
temporarias, antes de ejecutarios y devorarlos en forma cere el prototipo de la semejanza o de la identidad consanguinea, la
y
monial. Una hiperendogamia casi incestuosa acompañada po gemelidad amerindia -provisoria, incompleta, semiinediativa,
una hipercxogamia caníbal. En el esquematismo extremo de los Z divqrgenhe, desequilibrada, manchada por un incestuoso anta-
4
mitos: copular con la hermana, adoptar un animalito . Pero i gonismo- es larepetición interna de la afinidad potencial; los
también, en una doble torsión del esquema precedent asars gemelos desiguales son la personificación mítica de la “ineluc-
con una estrella, llevar a la propia hermana en las tripas...’ table asimetría” (ibid, 1967: 406) que constituye la condición
A fin de cuentas, la cuestion no es tanto saber si hay una o del mundo. La consanguineidad como metonimia de la afini-
dos alianzas, una o dos filiaciones, si los mitos reconocen una dad; la gemelidad como metáfora de la diferencia: hay que ser
filiación primordial o no, etc., sino determinar de dónde provie un poor) leibniziano para saborear la ironía.
ne la intensidad. Por último, se trata de saber si lo exterior nace
de lo interior —si la alianza desciende y depende de la filiación- La gemelidad diferencial comienza por separar a la persona de si mis-
o si, por el contrario, lo interior es la repetición de lo exterior Ifla. Ievelándose como una categoría intensiva: como lo expresa tan
si la filiación y la consanguineidad son un caso particular dela bien el capítulo sobre “la sentencia fatidica” en Historia de Lince (“si
alianza y de la afinidad, aquel en que la diferencia en cuanto es una chia/chico lo crio, si es un chico/chica lo niato”),una cria-
disyunción intensiva tiende a cero, desde luego sin nunca.’ lum todavía en el vientre de su madre es el “gemelo de si mismo”
Es precisamente esa “zona de indistinción, de indiscernibi (Levi-Shaw, i991: 87 y 55.), puesto que lleva un doble virtual del
dad, de ambigüedad” entre afinidad y consanguineidad’ —que sexo opuesto, que desaparece cuando el nuevo individuo unisexuado
no es tanto una indiferenciación entre ellas como su reverbe- finalmente nace. (La paradoja del “gato de Schrüdinger” puede ser
ración infinita, su reduplicación interna, una involución fracta vista como transformación de ese tema mítico, que quizás se hizo
que las mete una en la otra— la que se ve marcada por la im- más visible para Levi-Strauss bajo la forma del propio gato quántico,
portancia que asume la figura de la gemelidad en la mitologia minado por lo demás en la página ¡o de la Historia de Lince.) Ob-
servamos que esc libro se concentra en el par de gemelos masculinos
7 Véanse las hermanas que Coyote alberga en sus tripas y que cxcreta corrientes en la mitologia americana (para mejor contrastarlos, por
regularmente pm pedirles consejo, en LéviAstrauss 1971: 23343;, 275473. otra parte, con los Dioscilros); pero en El hambre desnudo, cl autor
a Como sabemos, “la cantidad inlcnsiva 1. . .1 tiene una relación con cero que propone el argumento de que los gemelos del mismo sexo son un
es consuslancial ‘a ella, .
9 Y dcnlm de esla úliima, enlre filiación) y germanidzd: cf. la madre-hermana estado tmnsformacional “derivado” y “subsidiario” de una armazón
de M . fonnada por gemelos (incestuosos) de sexo opuesto (Léviestrauss,
l
194| HUMISIÉA: (¡Minus , LA: (OHDIUHHEX mTumvAS un SIXIEMA I 195

197i: 190-192). La desemejanza (le los gemelos amerindios del mis:


mo sexo derivaria así, inter alía, de su “origen” como par de gemelos El parentesco no es esencialmente un fenómeno social; por
de sexo opuesto. Lo‘ que sugiere, no que toda» diferencia derive de medio de él no se trata exclusivamente, o siquiera primor-
la diferencia sexual, como afirmó un dia E Héritier (1931: 39), sino dialmente, de regular y determinar las relaciones de los seres
justamente lo contrario, a saber, que toda sexualidad es diferencial, humanos unos con otros, sino de velar por lo que podria
igual que todo sistema (le signos (Maniglier, 200o; Viveiros de Cas- llamarse la economía política del universo, la circulacion de
tro, 199o). Porque, para parafraseai‘ de nuevo a Lévbstrauss (cf. Lévij las cosas de este mundo del que formamos parte (Manigliei;
Strauss. 197i: s39), hay que decir que la experiencia constitutiva del 7 ¡oosbz 768).
parentesco no es la de una oposición entre los sexos, sino la del otro
sexo aprehcndido como oposición. Véase supra, la nota 104, por la
l
versión de Stratherit (le esa intuición profunda (lel estructuralismo. 5

Concluyamos esta breve evocación reafirmando que la ideadé ‘


una afinidad potencial como categoría cosmológica (le fondo
'
de la Amazonia indígena se constituye, desde el punto de vis-'
ta de su marco teórico y etnográfico de referencia, en rupturá

con la imagen “intercambista” del sacius. De ahí la importancia
3
de las nociones de predación y prensión —el robo y el regalo;
el canibalismo y el devenir—enemigo— que siempre han esta?!“
do asociadas con ella. intentaban captar elmovimiento de una
potencia de la alianza que sería como el estado fundamenta _
de la metafísica indigena, una potencia cosmopolitica irreduc
tible a la afinidad doméstico-pública de las teorias clásicas de p
l
parentesco (el “dominio doméstico”, la “esfera pública”...
sean estrnctural-funcíonalistas, estructuralistas o marxistas
El robo, el regalo, el contagio, el gasto y el devenir: era de ‘es
intercambio que se trataba. La alianza potencial es el devenir
otro que circunscribe y subordina el parentesco amazónica _
Fue a través de ella que la etnología de esos pueblos, fiela las?
v
Mitalágícas antes de serlo (para poder serlo) a las Estructura
l
elementales del parentesco, anticipó la observación tan justa (¡.9
filósofo Patrice Maniglier: , Im
Cuarta Parte
El cogito caníbal

El filósofo debe convertirse en no filósofo,


para que la naa-filosofía se convierta en la tierra
y el pueblo dela filosofía...
f
El pueblo es interior al pensador porque
es un “devenir-pueblo”, porque el pensador
cs interior al pueblo. ,.
Qnfest-ce que la philasophie?
12 —
El enemigo en el concepto

i
E! lAmiNarcísa, ese libro que nos habría gustado escribir, pero
del que sólo hemos podido exponer el plan en algunos capí-
tulos, sería una experiencia de pensamiento y un ejercicio de
ficción. antropológica. La expresión Ïexperiencia de pensa-
miento”_no tiene el sentido usual de entrada (imaginaria) en
la experiencia por el pensamiento, sino el de una entrada por
el pensamiento en la experiencia (real). No se trata de imagi-
nar una experiencia, sino de experimentar una imaginación, o
de “eitperimentar el pensamiento mismo”! La experiencia, en
este
indígena, y la experimentación que se intenta es una ficción
controlada por ese concepto. Por lo tanto, la ficción sería an-
lropológica, pero su antropología no es ficticia.
La ficción consiste en tomar las ideas indígenas como con-
ceptos y_extra_er las‘ consecuencias de esa decisión: definir el
suelo preooncepttlal o el plano de inmanencia que tales con-
Oeptos-presuponen, los personajes conceptuales que llaman a
la existencia y la materia de la realidad que postulan. Tratar
esas ideas como conceptos no quiere decir que estén objetiva-
mente determinadas como otra cosa, como otro tipo (le objeto

n nm lectura de la noción (l: Geriankeuexpzrímenles la que T. Marchaisse


aplía . la obra de a Inllien sobre la China (Inllien y Marchaisse, 100o: 7;).
' (l iniMInn iii ii (DIKEPIO I 201
200i Mtiulsúis (AMlBAlES

l“ h“
actual. Porque tratarlas como cogniciones individuales, repre- tro.‘ En cuanto a los indios, pienso que piensa“ q“ md“
sentaciones colectivas, actitudes proposicionales, creencias ‘ mano; iensan exactamente “como ellos". Pm’ q“? 55°» lei“ ‘le
cosmológicas, esquemas inconscientes, complejos textuales, gxprcsaï una convergencia referencial universal, es ¿Xacïamente
disposiciones encarnadas o algo por el estilo, sería convertirlas la razón de las divergencias de perspectivai
nos esforzamos por
en otras tantas ficciones teóricas. La imagen del pensamiento salvaje que
representa-
Asi, El Anti Narciso no es ni un estudio de la “mentalidad definir así- no apunta ni al saber indigena y sus
la realidad »los “saberes
primitiva”, ni un análisis de los “procesos cognitivos” indíge- ciones)ma's, o menos verdaderas sobre
de las
nas: su objeto no es tanto el modo de pensamiento indigena uadi "anales" tan cotizados hoy en el mercado global
cuya re-
como los objetos de ese pensamiento, el mundo posible que repmsenmgioney, ni a sus categorias mentales, sobre
de la
sus conceptos proyectan. Tampoco se trata de un ensayo etno» ¡egentatividad desde el punto de vista de las facultades
‘i ‘ de hacer comentarios.
sociológico sobre cierta visión‘ del mundo. Ante todo porque Pespecie las ciencias del espíritu no dejan
racionales o por
no hay mundo listo para verse, mundo antes de la visión, o‘ Ni representaciones, individuales o colectivas,
'
. es t a dos de
más bien, mundo de antes de ladivisión entre lo “visible” y lo
/
lo menos razonables, que expresaiían Païfl alpmeme
ni categorias o pro-
"invisible” que instituye el horizonte de pensamiento. Después, cosas anteriores y exteriores a ellas mismas;
0
porque tomar las ideas como conceptos es rechazar su explica; oesos cognitivos, universales- o particulares.
. _ ÍHHEÏÏOÍ
e unadgïr:
JpY
ción en términos de la noción trascendente de contexto (ecoló- dos, que manifestar lan propiedades de una cosa Im
cuya existencia afirma
gico, económico, político, etcétera), para privilegiar la noción sea el espíritu o la sociedad: el- objeto
I
aquí es el de los conceptos indigenas, el d? ÏÜS "1""s: os (l ue
.
inmanente de problema. No se trata, por último, de proponer el fondo virtual
una interpretación del pensamiento arherindio, sino de llevar consijtuym - (mundos que así los expresan),
_/
a cabo una experimentación con éste, y por consiguiente con del que han surgido. _ p _
significa consi-
el nuestro: “Every understanding ofanother. culture is un expert” Tomar como conceptos las ideas indígenas
filosófica; 0 f°m°
ment with une’: own" [Toda comprensión de otra cultura es un derarlas como dotadas de una significación
Decisión
experimento con la propia] (Wagner). potencialmente capaces de un uso filosófico.' ‘ lïrÏS-
os
. los indios no son
Hablemos claro. No pienso que el espíritu de los amerindios ' ponsable, se dirá, tanto másicuanto que
porque. Sfl bï fl r
sea (necesariamente...) escenario de “procesos cognitivos” dife únicos que no son filósofos en esta historia,
lo es. ¿Cómo aPh“
rentes de los de cualesquiera otros humanos, No se-trata de imaa’ p yémoslo vigorosamente, el autor< tampoco '
. y a “n to que
gin-ar a los indios corno portadores de una neurofisiología pari carla noción de COIICCPÏO» P9‘ 919m?“ Ppmïamien
nunca ha considerado necesario inclinarse so-
ticular, que trataría lo diverso en forma diferente. Por lo que me‘ aparentemente
concierne, yo creo que piensan exactamente “como nosotros”;
pero también pienso que lo que piensan, es decir, los conceptos " afirmar la existencia de. diferentes
l 1 VhseF'. ¡uir¡en. sobre. la direieiicia enltc
. n r4
la op c Iacl ón de otra
que se dan, son muy diferentes de los nuestros, y por lo tanto, qu _mudos de orientación en el pensamiento y afirmar
- Iúgja" (ynllicu y Marchaisse,2ono:10S-2fl 7l«
el mundo descrito por esos conceptos es muy diferente del nues
l ’ ' El Eutmnn EN [l tnutmn I 203
202i NHKHEKASÏAHÍBMZX

bre si mismo, y que remitiría al esquematismo fluido y abiga; siempre hacia ‘el otro lado, interfaces Contextuales cuya función es
rrado del símbolo, de la figura y de la representación colectiva; la de representar, en el sentido diplomático del término, el Otro en
el seno del Misnio, aqui como allá. '
antes que a la arquitectura rigurosa de la razón conceptual?
¿No existe un abismo histórico y psicologico bien conocidogi ' El origen yla-función relacional de los conceptos antropo-
una “ruptura decisiva”, entre el brimleury sus signos, por un lógicos en general se marcan con una palabra exótica: manu,
lado, y el ingeniero y sus conceptos por el otro (Levi-Strauss; tótem, patlatch, tabú, gumsa/gumlaoo.’ Otros conceptos, no
15:62h), entre la mitopoiesis humana genérica y el universo para. menos auténticos, llevan una signatura etirnológica que evoca
'
ticular de la racionalidad occidental (Vernant, 1966: 229), entre; m bien las analogías entre la tradición de origen de la dis-
la trascendencia paradigmática de la Figura y la inmanencla ciplina y las tradiciones que son su objeto: regalo, sacrificio,
parentesco, persona. .. Otros, finalmente, son neologistnos que
tramn de generalizar los dispositivos conceptuales delos pue-
blos estudiados »animismo, oposiciónsegmcntária, intercam-
parte tengo ciertas razones internas (no filosóficas) para hablará t bid-restringido, esquismogénesisIH-‘o, por el contrario y de
de concepto. La primera razón deriva de la decisión de tomar: manera más problemática, que desvian hacia el interior de una
las ideas indígenas como situadas en el mismo plano que las economía teórica específicaciertas nociones difusas de nues-
« ‘ ‘ tra tradición -prohibición del incesto, género, símbolo, cultu-
ideas antropológicas.
» ‘
Decíamos al comienzo de este texto que las teorías antropol ra — a fin de ltniversalizarlas.’
gicas se ubican en estricta continuidad con las pragmátícas int; '=¿No será ahí que reside, por último, la originalidad de la
lectuales de los colectivos que toman por objeto. Partiendo de ah antropología: en esa sinergia relacional entre los conceptos y
la experiencia propuesta empieza por afirmar la equivalenciaïdgl las-prácticas provenientes del mundo del “sujeto” y del “obje-
derecho entre los discursos del antropólogo y los del indígena,’ ‘¿Si to”? Reconocerlo, entre otras cosas, ayudaría a mitigar nuestro.
como la situacion de “presuposición recíproca” de esos discursos corríplejode inferioridad frente a las ciencias “duras”: Con-io
que no acceden como tales a la existencia más que entranddq I, observa Latour:
relación de conocimiento. Los conceptos antropológicos actual!
zan esa relación, y es por eso que son completamente relacion --I.a descripción de la kulu equivale a la descripción de los
les, tanto en su expresión como en su contenido. No son ni reflk agujeros negros. Los complejos sistemas de alianza son tan
jos verídicos de la cultura del indígena (el sueño positivista) '. rimaginativos como los complejos escenarios involutivos que
proyecciones ilusorias de la cultura del antropólogo (la pesadi se proponen para los genes egoístasuComprender la teolo-
'
constrnccionista). Lo que esos conceptos reflejan es cierta relaclÓ gía de los aborígenes australianosles tan importante como
de inteligibiliclad entre las dos culturas, y lo que proyectawsq
n, - , ‘ , , ,
las dos culturas en cuanto sus propias presuposicionesi Efe” 1' Sobre ¡asignatura dc las ideas filosóficas y cientificas y el bautismo delos‘
así un doble desarraigamiento: son como vectores cjue apunta cnimcepsos, véase Deleuze y Guanml} i991: 13, 23-19.
2o4| MEIAFIÏDIAYUIIÍBALES '
El EHEMIGD EN El (BHIEPW l 205

cartografrar las grandes fallas submarinas. El sistema de. patrón om del pensamiento, no es el único terreno en el que po»
propiedad de la tierra en las ‘Irobriands es un objetivo cieni demos relacionarnos con la actividad intelectual de los pueblos
i
tífico tan interesante como el de sondear los hielos de ló extraños a la tradición occidental. w,
casquetes polares. Si de lo que se trata es de saber qué es lo Imaginemos otra analogía que la de Latour, y otra semejanza
que cuenta para la definición de una ciencia -la capacída‘ que la de Horton. Una analogía en la que, en lugar de conside-
de innovación en lo que concierne a las agencias [agencies rar las concepciones indígenas como entidades semejantes a los
que pueblan nuestro nrundo- entonces la antropología es agujeros negros o a la tectónica de placas, las tomara como algo
taría muy cerca de la cumbre de la jerarquía disciplinariang’, delmismo orden que el cogito o la mónada. Entonces diríamos,
(iggóa: 5). a ‘ 1
para parafrasear la cita de más arriba, que‘ el concepto melane-
sio de la persona como "dividuo” (Strathern, 1988) es tan imagi-
En este pasaje se hace una analogía entre las concepciones in nativo como el individualismo posesivo de Locke; que descifrar
dígenas y los objetos de las ciencias naturales. Es una perspectiva “la filosofía de la jefatura india” (Clastres, 1974 [1962]) es tan
posible, e incluso necesaria: debemos poder producir una. des impomnte como cornprenderla doctrina hegeliana del Estado;
cripción científica de las ideas y las prácticas indígenas, com _ que la cosmogonía maorí es comparable a las paradojas eleáti-
fuesen objetos del mundo, o mejor aun, para que sean obje cas ya las antinornias kantianas (Schrempp, 1992); que el pers»
del mundo. (Los objetos científicos de Latour son cualquier cos pectivismo amazónica es un objeto filosófico tan interesante
menos entidades indiferentes, pacientemente a la espera de un’ como comprender el sistema de Leibniz.. . Y si se trata de saber
descripción.) Otra estrategia posible es comparar las conoep qué es lo importante para la evaluación de una filosofia -su ca’—
ciones indígenas con lasrteorías científicas, como hace Harto paridad de crear nuevos CÜHCÜPÍÜS’, entonces la antropología.
según su “tesis de la semejanza”. Otra sería la que proponemp r sin pretender en absoluto reemplazar a la’ filosofía, se muestra
aquí. Pienso que la antropología ha estadbvsiempre demasiad como un poderoso instrumento filosófico, capaz de ensanchar
obsesionada por la "Ciencia”, no sólo en relación con ella mis un poco los horizontes todavía excesivamente etnocéntricos de
——si es o no, si puede o no, si debe o no ser una ciencia—, siri, ‘nuestra’? filosofía, y de liberarnos, de paso, de la antropología
i
sobre todo, y ése es el verdadero problema, en relación con] llamada-“filosófica”. Recordemos la potente definicíóndeuTim
concepciones de los pueblos que estudia, ya sea para descal Ingold-(1992: 696), que es preferible citar en su lengua original:
carlas como error, sueño, ilusión —para después explicar cien Anthmpnlagy is Philosophy with the people in.‘ Por “people” In-
tíficamente cómo y por qué los “otros” no llegan a explicar(s9 gold entiende “ordinary people”, la gente común y corriente, el
científicamente—, o para promoverlos como más o menos así común de los mortales (ibid); pero también juega con el sentido
milables a la ciencia, frutos, de una misma voluntad de sa de"the people” como “el pueblo”, y también como "los pueblos”.
consustancial a la humanidad: tendríamos entonces la semejafl Una filosofia con otras ‘gentes y otros pueblos ‘incluidos, en-
za de Horton, o la ciencia de lo concreto de Levi-Strauss (Late
1991: 133-134). Sin embargo la imagen de la ciencia, esa especie 4 ‘I; antropología es filosofia con la gente incluida” (N. de la 'I‘.)
‘ (l ENEMIGO EN (l. (ÍINKEPIO l 207
2o6| neurlsiriskiuleuzs , 1
V
tonces: la posibilidad de una actividad filosófica que mantiene‘ Del canibalismo como imagen del pensamiento, del enemigo
una relación con la “no-filosofía” -la vida— de otros pueblos del r oomopersonaje conceptual: falta escribir todo un capítulo de
planeta, además de la nuestra. Los pueblos “no comunes”, los f larGeofilosofía deleuzo-grlattariana. Una expresión prototípica
que se encuentran fuera de nuestra esfera de comunicación. Si deOtIo en la tradición occidental es la figura del Amiga. El
la filosofía real abunda en salvajes imaginarios, la geofilosofía amigo es otro, pero otro como "momento” de Si. Si yo me defi-
la que apunta la antropologia hace una filosofía imaginaria con no como amigo del amigo, es solamente porque el amigo, en la
salvajes reales. Imaginary gardens svith real tourls in them (Ma célebre definición de Aristóteles, es otro Ya misma. El Yo está ahi
rianne Moore): jardines imaginarios con sapos reales dentro. desde el comienzo: el amigo es la condición-Otro pensada en
los sapos, como es sabido, con frecuencia resultan ser PÏÍHClPCSy ; forma retroproyectiva sobre la forma condicionada del Sujeto.
aunque hay que saber besarlos. .. ,4 Como observa F. Wolff (2000: 169), esa definición implica una
Señalemos, en la paráfrasís que acabamos de hacer, el des-nt? teoría según la cual “toda relación con otro, y en consecuencia
plazamiento importante. Ahora no se trataría ya; o solamente; toda forma de amistad, encuentra su fundamento en la rela-
de la descripción antropológica de la kula (en cuanto formzir ción del hombre consigo mismo”. El vinculo social presupone
melanesia de socialidad), sino de la kula como descripción v la autorrelación como origen-y como modelo.
melanesia (de la “socialidad” como forma antropológicak. Pero elAmigo no funda solamente una ‘antropología’. Si se
también, seria necesario comprender la “teología australiana consideran las condiciones histórico-políticas de constitución
pero esta vez viéndola como siendo ella misma un dispositivo de la filosofía griega, el Amigo aparece como indisociable de
de comprensión; del mismo modo, los complejos estudios dp. cierta relación con la verdad; es una “presencia intrínseca al
alianza o de posesión de la tierra deberian ser vistos como in pensamiento, una condición de posibilidad del pensamiento
venciones surgidas de una imaginación’ sociológica indígcn mismo, una categoría viviente, una vivencia trascendental”
Por supuesto siempre sera necesario describir la kula como un Deleuze y Guattari, 1991: 9). El Amigo es, en suma, lo que los
descripción, comprender la religión aborigen co1no un com autores llaman un personaje conceptual, el esquematismo del
prender e imaginar la imaginación indígena; es preciso transh Otro propio de un concepto. La filosofía exige el Amigo, la phi-
formar las concepciones en conceptos, extraer estos últimos lia es el elemento del saber.
- Ahorabien, el problema liminar que plantea cualquier tentativa
las primeras y a continuación devolvérselos. Y un concepto
una relación compleja entre concepciones, un agenciamient de identificar un equivalente amerindio de “nuestra” filosofia es el
de intuíciones preconceptuales; en el caso de la antropologi, depensar un mundo constituido por el Enemigo en cuanto deter-
las concepciones en relación incluyen, antes que itada, la 4 minación nascendental. No el amigo-rival de la filosofía griega.
antropólogo ylas del indigena: relación de relaciones. Los sino la inmunencia del enemiga de la cosníopraxis amerindia, en
ccptos indígenas son los conceptos del antropólogo. Por co que la enemistad no es un simple complemento privativo de la
trucción, desde luego. amistad, ni una facticidad negativa, sino una estructura de dere-
cho del pensamiento, que define otra relación con el sabery otro
208 i NHAFÍSKAS (AHÍBAIES ¡l EHEHIM) EN El (¡Himno I 209

régimen de verdadvcanibalismo, perspectivismo, multinaturalis- ¿Tomar en serio significaría, entonces, “creer” lo que dicen
mo. Si el Otro deleiiziano es el concepto mismo de punto de vista, los indios, tomar su pensamiento como expresión de Lina ver-
¿que es un mundo constituido por el punto de vista del enemigo dad sobre el mundo? Aqui tenemos de nuevo uno de esos pro-
como determinación trascendental? El animismo llevado a sus úl- blemas típicamente mal planteados. Para creer o no creer en
timas consecuencias, como sólo los indios saben hacei'lo, es no inn-pensamiento, ante todo es necesario pensarlo como un sis-
sólo un perspectivismo sino también un enemiguismo. vt tema de creencias. Pero los problemas verdaderamente antro-
pológicos no se plantean nunca en los términos psicologistas
Todo esto equivale a formular pregunta “imposible”: i ¿qué ' difla creencia, ni en los términos logicistas del valor de verdad,
la como
ocurre cuando se toma en serio el pensamiento indígena? porque no se trata de tomar el pensamiento extraño
¿Cuando el objetivo del antropólogo deja de ser explicar, interl una opinión, único objeto posible de creencia o descreencia,
pretar, contextualizar, racionalizar ese pensamiento y pasa a ser ni como-conjunto de proposiciones, únicos objetos posibles
el de utilizar, extraer las consecuencias, verificar los efectos que de los juicios de verdad. Ya sabemos los estragos que causa la
produce sobre el nuestro? ¿Qué es pensar el pensamiento iná antropología cuando define la relación de los indígenas con su
A - t .
dígena.2 sin pensar si lo que pensamos (el discurso en términos de creencia-la cultura se convierte en
ima especiede teología dogmátican o cuando trata ese discur-
Pensar, quieroadecir,
oti'o pensamiento) es aparentemente irracional” o, peor aun;
la
naturalmente razonable, sino pensar ese otro pensamiento so como una opinión o como un conjunto de proposiciones:
como algo que no se piensa en los términos de esa alternativa} cultura pasa a ser una teratologla epistémica: error, locura, ilu-
creen-
algo totalmente ajeno a ese juego. i i»,- sión, ideología... Como observa Latoiir (1996b: is), “la
en serio es, para empezar, no neutralizar. Es, por ejemplo‘, cia no ‘es un estado mental, sino un efecto de las relaciones
"I‘omar
dejar en suspenso la cuestión de saber si y cómo ese pensamiento entre los pueblos, lo sabemos desde Montaigne”.
universales cognitivos de la especie humana, si se explica ' Si no se trata de describir el pensamiento indigena america-
ilustra no en términos de creencia, tampoco debemos relacioiiarnos
por ciertos modos de transmisión del conocimiento socialmena V
" con élbajo el ¡nodo de la creencia, ya sea sugiriendo con
bene-
te si expresa una visión del mundo culturalmente
determinados, volencia un “fondo de verdad” alegórico (una alegoría
social,
particular, si valida funcionalmente la distribución del poder poS
l escuela
lítico y tantas otras formas de iteiitralización del pensamiento de como para los durkheiiníanos, o natural, como para la
ima-
1°‘ demás- susPendeï CS3 Cuestión o por lo menos evitar encerrar norteamericana del “cultural materíalism”), o, peor aún,
las
ella la decidir, por ejemplo, pensar el otro pensa? ginando que daría acceso a la esencia íntima y última de
en antropologia;
cosas, porque sería propietaria de una ciencia esotérica infusa.
simplemente (digámoslo asi) como una actualización ‘de
miento
virtualidades insospechadas del pensar.’
indígenas ylos de nuestra propia socieda Al hacerlo no es, al fin de
’ cuentas, una misteriosa ‘filosofía primitiva cualquiera lo que explorainos,
micsiro
s Hay qllC leer a Godfrey Lienhardt, sobre el ejercicio de mediación que ¿innpoicncialidxdes suplemeniariss dc nuestro pensamiento y de
incumbe a la antropologia entre los “hábitos de pensamienlo” de los lenguaje" (eii Asnd, mas: 158-159).
21o | Mmmm; (Aurum El ENEMIGO EN El (nucmo \ 211

"Una antropologia que... reduce la significación [meaning] a diciones de experiencia especiales, por artificiales que fuesen: el
la creencia, al dogma y a la certeza cae forzosamente en la (ram: momento en que lo expresado todavia no tiene existencia para
pa de tener que creer ya sea en las significaciones indígenas o nosotros fuera de lo que lo expresan El Otro como expresión
en sus propias significaciones” (Wagner, 1981: 3o), El plano del de un mundo posible (Deleuze, 1968: 335).
meaning -el sentido, la significación, el significado- no está
poblado de creencias psicológicas ni de proposiciones lógicas, Y concluye recordando una máxima fundamental de su re-
y el “fondo” contiene otra cosa que verdades. Ni una forma de flexión:
daxa, ni una figura de la lógica (ni opinión ni proposición), el
pensamiento indigena debe ser tomado —si se quiere tomarlo Ia regla que invocábamos antes: no explicarse demasiado,
seriumertfe- como una práctica del sentido: como dispositivo significaba ante todo no explicarse demasiado con otro, no
autorreferencial de producción de conceptos, de “símbolos que explicar demasiado al otro, mantener sus valores implícitos.
se representan a sí mismos”. '
multiplicar nuestro mundo poblándolo con todos esos ex-
Negarse a plantear la cuestión en términos de creencia me prendas que no existen fuera de sus expresiones (ibid)
parece un rasgo crucial de la decisión antropológica, Para mar-
carlo, evoquemos una vez más el Otro deleuziano (Deleuze, La antropología puede aprovechar esa leccion. Mantener im-
igñga; Deleuze y Guattari, 1991). El Otro es la expresión de un plícitos los valores de otro no significa celebrar algún misterio
mundo posible; pero ese mundo siempre debe, en el curso ha- ' trascendente que éstos encerrarían; significa negarse a actuali-
bitual de las interacciones sociales, ser actualizado por un Yo: zarlos infinitos posibles expresados por el pensamiento indige-
la implicación de lo posible en otro es explicada por mi. Eso na, la decisión de mantenerlos indefinidamente como posibles:
significa que lo posible pasa por un proceso de verificación, que ni desrealizarlos como fantasias de los otros, ni fantasmizarlos
disipa su estructura en forma entrópica. Cuando yo desarrollo como actuales para nosotros. La experiencia antropológica, en
un mundo expresado por otro, es para validarlo como real y este caso, depende de la interiorización formal de las “condicio-
para penetrar en él, o si no es para desmentirlo como irreal: la nes específicas y artificiales” de que habla Deleuze: el momento
“explicación” introduce, asl,‘el elemento de la creencia. Des- en que el mundo del otro no existe fuera de su expresión se
cribiendo ese proceso, Deleuze indica la condición límite de la transforma en una condición eterna, es decir, interna a la rela-
determinación del concepto de Otro: ción antropológica, que realiza ese posible en cuanto virtual. Si
hay algo que corresponde de derecho a la antropologia no es la
[E]sas relaciones de desarrollo, que forman tanto lo que tene tarea de explicar el mundo de los otros, sino la de multiplicar
mos en común con otro como lo que nos hace chocar con él, nuestro mundo, "poblándolo con todos esos expresados que
disuelven su estructura, y lo reducen en un caso al estado de no existen fuera de sus expresiones”. Porque nosotros no podc-
objeto, y en el otro lo llevan al estado de sujeto. Es por eso que, - mos pensar como los indios; como máximmpodemos pensar
para captar al otro como tal, teníamos derecho a reclamar con- mn ellos. Y en relación con esto -para intentar por un instante
212 | neurIsiiAs CANÍBAIU

pensar "como ellosï, si lray un mensaje claro en el perspec-


13
tívismo amerindio, es justamente el que afirma que nunca se ’
debe tratar de actualizar el mundo tal como se expresa cn la a Devenires del estructúralismo
mirada de otro.

l
Se ha hablado mucho del estructuralismo en este libro, y con
razón Es preciso entender el estructuralismo de Lévhstrauss
como una transformación estructural del pensamiento amcrín-
dio: es el resultado de una inflexión sufrida por ese pensamiento,
en la medida en que se ha dejado filtrar por problemas y con-
ceptos característicos de la Iagopniesis occidental (el mismo y cl
otro, lo continuo y‘ lo discreto, lo sensible y lo inteligible, la na-
turaleu y la cultura. . .), según un movimiento de equivocidad
oontmlada, en equilibrio inestable, constantemente fecundada
por la traición y la corrupción. Retomo asl la tesis enunciada
al comienzo del ensayo (véase supra, p. 16), sobre la condición
tmducliva intrínseca de la antropología; discurso conceptual4
mente determinado por los discursos sobre los cuales discurre.
Sería tan imprudcnte considerar la antropologia de Levi-Strauss
sin tmer en cuenta las condiciones en las que se constituyó en
contacto con la lingüística de Saussure yla morfología de d’Arcy
Thompson, como separarla de la experiencia formativa vivida
por 'el autor junto a los pueblos amerindios, tanto en el campo
como en las bibliotecas. Los “cimientos amerindios del estructu-
ralismo’; para recordar a A. C. Taylor, no se pueden ignorar sin
perdu una dimensión‘ vital para la comprensión de la obra de
Lévi-Strauss en su totalidad. Esto no significa en absoluto que
la validez dc los problemas y de los conceptos propuestos por
214 I MHMÍSlUlS (AHÍBMES ntvtnvkn Ml [SIRUHURMISMO I 215

este antropólogo esté restringida a un “área cultural”, por vas- gar, ha ido revistiéndose gradualmente de un ropaje cada vez
ta que sea, sino todo lo contrario. La obra de Levi-Strauss es el más analógico, más próximo a las fluxiones dinámicas que a
momento en que el pensamiento amerindio arroja su golpe de las permutaciones algebraicas. Esa transiciónconceptual es en
dados: por los buenos oficios de su gran mediador conceptual, sí cromática, hecha de pequeños desplazamientos, de algunas
supera definitivamente su propio “contexto” y sc muestra capaz breves vueltas atras, pero su línea directriz general es clara. El
de dar qué pensar u otro, a cualquier otro, persa o francés, que se punto de inflexión de la curva está situado, me parece, entre el
disponga a pensar; sin más, y sin más allá. primero y el segundo tomo de las Mitalágicus. En realidad, una
La gran cuestión que se abre hoy en el proceso de reevalua- curiosa nota a pie de página en De Ia miel u las cenizas es sin
ción del legado intelectual de Levi-Strauss es la de decidir si el duda el primer indicio explícito del cambio:
estructuralismo es uno-o múltiple, o bien, para emplear una
polaridad lévistraussiana, si es contínuo o discontinuo, Sin de- Leach- nos ha reprochado. .. que apelemos exclusivamente a
jar de estar de acuerdo con los intérpretes que están de acuerdo esquemas binarios. Como si la noción misma de transfor-
con Levi-Strauss, es decir, los que ven su obra como marcada mación, de la que hacemos un uso tan constante después de
por una profunda unidad de inspiración y demétodo, yo veo haberla tomado prestada de d’Arcy Wentworth Thompson,
la personalidad teórica del estructuralismo y de su autor como no pruviniera enteramente del campo de la analogía (Levi-
dividida —pero no contrapuesta- en dos gemelos eternamente Strauss, 1966: 74, n. 1).
desiguales, un héroe cultural y un tramposo, el personaje de la
mediación (pero que es igualmente el que irlstatrra lo discre- Veinte años después, el autor reafirma la misma idea: la noción
to y el orden) y el contrapersonaje de la separación (pero que no le vino de la lógica ni de la lingüística, sino del gran natu-
al mismo tiempo es el señor del cromatismo y el desorden). ralista d’Arcy Wentworth Thompson y, detrás, dc Goethe y de
Es verdad que existen dos estructuralismos, pero, como lo ha Duran (Léví-Strauss y Ériboir, 1988: 158-159). Ahora la transfor-
mostrado el propio Levi-Strauss, dos es siempre ¡nas de dos. " mación ya no es una operación lógica y algebraica, sino estética
Comenzamos, en efecto, a darnos cuenta de que la obra de y dinámica. Con eso, la oposición entre los paradigmas con-
Lévi-Strauss colabora activamente, y desde sus comienzos, con oeptuales centrales de la fase clásica del estructuralismo, como
lo que parecerá participar en su subversión futura. Tomemos ftotemismo, mito, discontinuidad} vs (sacrificio, rito, continui-
porejemplo la idea de que la, antropología estructural emplea dad), sé vuelve mucho más fluida e inestable que lo que el au-
“un método. . umás de transformaciones que de fluxiones” (cf, tor, sin embargo, continuará afirmando en algunos pasajes de
supra, p. 149). A lo largo de la obra de Levi-Strauss ha llegado la fase posterior de la obra, como enla célebre oposición entre
a convertirse en una verdad muy aproximativa, puesto que la y mito yrito del “Finale” de El hambre desnuda.
propia noción clave de aproximación ha sufrido una transt - El parteaguas se sitúa claramente entre, por nn lado, el ál-
formación progresiva. En primer lugar empezó por adquirir y gebra finitaria que conviene a los contenidos del parentesco y,
más importancia que la noción de estructura; en segundo lu- por otro, la forma intensiva del mito
216iMmrlsuittlrlaur: _ r. DEVENIRES Du [SIRUHHRMISNO l 217

Las estructuras elementales del parentesco” (1964: 17). Conti-


El‘ problemaplanteado en Las estructuras elementales del nuidad: noción ambivalente si las hay, en el vocabulario es-
parentesco derivaba directamente del álgebra y de la teoría trnctnralista.
de los grupos de sustituciones. Los que plantea la mitolo- Es evidente que Levi-Strauss tiene razón; además, sería un
gía parecen ser indisociables de las formas estéticas que los pooo ridículo querer corregirlo acerca de él mismo. Pero la in-
objetivan. Pero éstas pertenecen a la vez a lo continuo y a lo sistencia del maestro francés en la unidad de inspiracion de su
discontinuo. .. (Levi-Strauss y Éribon, 1988: 192). obra no debe impedirnos proponer, como buenos estructura-
liflas, unalectura de esa obra en clave de discontinuidad; no
La conclusión que podemos sacar es que la noción estructu- tanto, sin embargo, para insistir en rupturas o cesuras unívo-
ralista de transformación ha conocido una doble transforma- cas, como para sugerir una coexistencia compleja o una super-
ción, histórica y estructural: en realidad, una sola transforma- posición intensiva de “estados” del discurso estructural.
ción compleja, una doble torsión que la ha transformado en Las discontinuidades del proyecto estructuralista se pueden
una operación simultáneamente “histórica” y“estructural”. Ese distribuir en las dos dimensiones clásicas: en el eje de las suce-
cambio se debió en parte ala influencia, sobre Levi-Strauss, de sionegsiguiendo la idea de que hay diferentes fases que jalo-
las nuevas interpretaciones matemáticas disponibles (Thom, nan la obra lévistraussiana; y sobre el eje de las coexistencias,
Petitot), pero sobre todo, en mi opinión, al cambio del tipo según la idea de que esa obra enuncia un doble discurso, des-
de objeto privilegiado por la antropología. Partiendo de una crib_e_un doble movimiento. Las dos discontinuidades coexis-
figura inicial de carácter principalmente algebraico-combi- ten enla medida enïque los momentos de la obra se distinguen
natorio, la transformación fue gradualmente deformándose y por la importancia dada a cada uno de esos dos movimientos,
autodesfasándose, hasta terminar por conyertirse en una figu- que se oponen en contrapunto a lo largo de toda ella,
ra de características mucho más topológicas y dinámicas de lo
que era en su primera aparicion. Las fronteras entre permutaq Cornenoemos por la diacronía diciendo que el estructuralisino
ción sintáctica e innovación semántica, desplazamiento lógico es como el totemismo: no ha existido nunca. O más exactamen-
y condensación morfogenética, se han hecho más tortuosas, te, igual que el totemismo, su modo de existencia no es el de las
contestadas, complicadas: más f1'actales. La oposición de forma sustancias, sino el de las diferencias. En ese caso la diferencia,
y fuerza (las transformaciones y las fluxiones) ha perdido sus señalada con frecuencia por los comentaristas, que existe entre
contornos y, en cierto modo, se ha debilitado. la primera fase’ de la obra de Levi-Strauss, representada por Las
Eso no significa que Levi-Strauss destaque ese cambio, ni estructuras elementales del parentesco (1967 [1949]), y que po-
que se detenga en él, más allá de la reflexión citada acerca de dríamos calificar de preestructuralista, y la segunda fase, pos-
los diferentes problemas que trata el método estructural. Por teslructuralista, asociada con las Mitolágicas (1964-1971) y las
el contrario, su tendencia ha sido siempre a subrayar “la con- tres monografías subsiguientes: La vla de las máscaras (1979),
tinuidad del programa que seguimos metódicamente desde La alfirrera celaxa (1985) e Historia de Lince (1991).
218 | nzwlsíur (ANÍBAlES ‘ DEVEIHREX Im ESIRUHHRAUSMO I 219

Digo que la segunda fase seria postestructuralista porque conciliador podria ponderar también la idea de que con el estnrctumlis-
es antes de ella que se inscribe el breve momento indiscuti- mo el uurndo no se vuelve más razonable sin que la razón se vuelva otra
blemente “estructuralista” de la obra, representado por los dos
estudios del problema totémico, que el autor mismo describe Pero tanbien más artista, menos utilitaria, menos rentable.
como marcando una pausa (una discontinuidad) entre las Es-
tructuras elementales y las Mitológicas. Es en los libros de 1962, Evidentemente, la idea de que Las estructuras elementales del
en realidad, que Levi-Strauss identifica el pensamiento salvaje, parenksm es un libro preestructuralista debe entenderse en
o dicho dc otr'o modo, las condiciones concretas de la semiosis lación con las obras posteriores del propio Levi-Strauss, y
humana, como una gigantesca y sistemática empresa de or- todos modos es preciso tomarla con pinzas. Sin embargo,
denamiento del mundo, y eleva el totemismo, hasta entonces pienso que antropólogos del porte de David Schneider o de
emblema de la irracionalidacl primitiva, a la posición de pa-' Louis Dumont tienen razón de clasificar asl la obra de 1949, or»
rangón de cualquier actividad racional. Es a ese momento de la ganizada como estáen-torno a las dos dicotomías fundadoras
obra que parece aplicarse mejor el juicio malévolo de Deleuze de las ciencias humanas, Individuo y Sociedad por un lado —el
y Guattari (1980: 289): “El estructuralismo es una gran revolu- problema de la integración y de la totalización sociales- y del
ción, el mundo entero se vuelve más razonable.” otro Naturaleza y Cultura —el problema del instinto y la instié
tución, la Ilustración y el Romanticismo-, Hobbes y Herder,
En realidad, a El pensamiento salvaje se le podria hacer una objeción digamos, o si queremos epónimos más recientes, Durkheim y
similar a [a que Deleuze habla formulado contra [a filosofia crítica, a sa- Bons.‘ El problema de Levi-Strauss, en su primer gran libro, es
bor, que el campo trascendental kantiano está “Caicedo” de la forma eme el problema “antropológico” por excelencia, el de la hominizaa
plrica de la representación, puesto que se ha construido por una especie ción: el surgimiento de la síntesis de la cultura como trascen-
de retmproyección de [o condicionado sobre la condición. En el caso de dencia de la naturaleza. Y “el grupo”, es decir la Sociedad, se
LévrStrauss, se diría que cl pensamiento salvaje ha sido calcado do lei mantiene como sujeto trascendental y causa final de todos los
forma más racionalizada del pensamiento domeslicado, o sea, la ciencia fenómenos analizados. Eso, por cierto, hasta el último capítulo
(“existen dos rnodos distintos de pensamiento cientifico. ,, [bévi-Strauss, del libro, cuando, como destaca Maníglier (zoosa), todo parece
disolverse súbitamente en la contingencia: ‘
l962b: 24]), nrienlras que habria sido necesario, por el conlrario, cons-
tmir el concepto de un pensamiento propiamente salvaje, es decir, que no
repamce en nada a su versión domesticada (dornesticada, reeordéirnoslo Las múltiples reglas que prohiben o prescriben ciertos tipos
“con mims a obtener un rendimiento": ibizL: 289).‘ Pero un espiritu más de uniones, y laprohibición del incesto que las resume to-

r Deleuze (.974) nos recuerda que, para Spinoza, 1a diferencia “entre un caballo 2 01m0 mediador de esas polaridadcs, naturalmente, enconlramos a
de carrera y un caballo de trabajo... se puede pensar como mayor que 1a Rousseau, ese trickster filosófico que Levrsrrauss eligió como santo palrono,
diferencia entre un caballo de trabajo y un buey". y nn por casualidad.
110| "¡Tltlïúlï WWW! DEVEHIRES un ESIRUUURMIXMO I 2.21

das, se iluminan desde el momento en que se postula que es dos “estructuras” adoptan contornos más fluidos, derivando
necesario que la sociedad sea. Pero la sociedad habría podi- como hemos dicho hacia‘ una noción analógica dela transfor-
do no ser (Levi-Strauss, 1967 [1949]: 561). mación.‘ Las relaciones que constituyen los relatos amerindios,
más que formar totalidades combinatorias en distribución dis-
A continuación viene la grandiosa exposición conclusiva, en creta, en variación concomitante y en tensión representacional
la que se establece a la vez que la sociedad es coextensiva al con los rmliuisocioetnográficos, exhiben de manera ejemplar
pensamiento simbólico y no su causa antecedente o su razón los principios de “conexión ny heterogeneída ”, “multiplicidad”,
de ser, que la sociología del parentesco es una subdivisión de la “rpptura asignificante” y “cartografía” que Deleuze y Guatta-
semiología (todo intercambio es intercambio de signos, es de- ri contrapondrán a los modelos estructurales en nombre del
cir, de perspectivas), y que todo orden humano contiene en sí concepto de “rizoma”: ese concepto que se suponía era el nom-
un impulso permanente de contraorden. Estos últimos acordes r bre propio de la antiestructura, el grito de guerra del postes-
marcan la entrada, todavía en sardina, de lo podríamos llamar tructúralismo.
la segunda voz del discurso antropológico de Levi-Strauss, en el La marcha demostrativa delas Mitalógícus, en realidad, es la
momento en que la sociología del parentesco empieza a dejar deuna transversalídad heterogenética generalizada, en que el
lugar a una “antisociologíaïï es decir, a una economía cosmo- mito de un pueblo transforma el ritual de un segundo pueblo
política; en otras palabras, al régimen del plano de inmanencia y la técnica de un tercer pueblo; en que la organización social
amerindio que se trazará en las Mitolágicas. de unos es la pintura corporal de otros (cómo ir yvenír entre la
Porque es con las Mitolágiras que la inversión del orden de cosmología y la Cosmetología sin salir de la política); y en que
las voces se completa, o mejor dicho, se casi completa; en reali- la redondez geométrica de la tierra de la mitología es constan-
dad no liabrla hecho falta ir más lejos: como Moisés y la tierra temente cortocircuitada por su porosidad geológica, gracias a
prometida... Se pierde interés por la noción de sociedad en la cual las trasformaciones parecen saltar entre los puntos ex-
beneficio de una atención dirigida sistemáticamente liacia las tremos del continente americano, brotando aquí y allá como
transformaciones narrativas intcrsocietarias; la oposición na- erupciones puntuales de un océano subterráneo de magma.‘
tnraleza/cnltura deja de ser una condición antropológica uni-
versa] (objetiva o subjetiva) para convertirse en un tema ¡‘níti-
4 la pmpi. palabra “estructura” está sometida a un régimen dc variación
co, interno al pensamiento indígena; tema cuya ambivalencia continua. pues ooliabila sin distinguirse demasiado desde el punto de vista
en ese pensamiento, por lo demás, no haráotra cosa que crecer semfintico con “esquemas”, "sisieniasi“basanienrns” y“congeueres" (véansc,
en cada volumen de la serie; y los objetos algebríformcs llama- ‘ de los diagramas muy inventivos que omamentau
porejeknplo, los eplgrafes
lzsMítnlógims.
5 ' Unndelas paradojas más interesantes del sistema mítico panamcricano
e: la combinación de una densa normatividad metonlmica dela red
3 “[135 preciso] renunciar a la idea de que Im estructura: eIenxcul/tles es un gran lransínrmacional y la presencia deforma; de acción a distancia", como los
libro de sociología, y admitir que se trata más bien de disolver la sociología" ‘qiïeiiacan que los relatos de pueblos rlelBrasil central reaparezcan entre
(Mauiglier, aoosb: 75s). num"; deDregon y de Washington.
DEVENIRES Ml ESIRUIIURMISMÜ I 27.3
222 I MEIHISIIAS (‘Anlnms

Pierre Clastres decía que el estructuralismo era “una sociolo« otro, para proyectar un problema sobre un problema análogo,
gía sin sociedad"; si eso es exacto -y Clastres lo formulaba como . para haoer ‘Ícircular la referencia” (diría Latour), contra-efec-
tuar elsentido en forma anagramática. 4
un reproche- entonces con las Mitalógícas tenemos un estructu<
ralismo sin estructura, y lo digo como un elogio. Cualquier per-' También se ha hablado bastanteide traducción en este libro,
por
sona dispuesta a recorrer el periplo entre La crudo y lo cocida e La primera aproximación al concepto de mito esbozada
Historia de Lince constatará que la mitología india cartografiada Levi-Strauss destacaba su traductibilidad integral: “Se podria
por la serie no tiene nada que ver con el arbol, sinoicon el rizoJ definir el mito como el modo de discurso en que el valor de
ma: es una gigantesca tela sin centro ni origen, un megaagencia- layfórmula traduttore, tmdítore tiende prácticamente a cero”
miento coleclivo e inmemorial de enunciación dispuesto en un (Levi-Strauss, 1958 [1955]: 232). En El hombre desnudo, la de—
“hiperespacio” (Levi-Strauss, 1967: 84) incesantemente atravesaa finición se amplía y pasa del plano semántico al plano prag-
do por "flujos semiótícos, flujos materiales y flujos sociales” (Dei mátioo; nos enteramos entonces de que más que simplemente
leuze y Guattari, 198o: 33-34); una red tizomática recorrida por tmducíble, el mito es, ante todo, traducción:
diversas líneas de estructuración, pero que, en su multiplicidad l no
in-terminable y su contingencia histórica radical, es irreductible f Todo mito es por naturaleza una traducción [. . .] se sitúa,
en una lengua y en una cultura o subcultura, sino en el pun—
a una ley unificadora e imposible de representar por una estruca
tura arborescente. Existeninnumerables estructuras en los mitos — to de articulación de éstas con otras lenguas y otras culturas.
‘ El mito no es nunca de su lengua, es una perspectiva sobre
amerindios, pero no hay una estructura del mito amerindio; no _
hay estructuras elementales de la mitologia. I otra lengua... (Levi-Strauss, 1971: 576-577).
La mitología amerindia, por último, es una multiplicidad
abierta, una multiplicidad a la n - I, o digamos mejor a la “MF, ¿Bajtin en Lévi-Straussk. Como generalizará en forma muy
en homenaje al mito de referencia, M‘, el mito bororo que)
‘ caracteristica el autor dual de Mil mesetas, “si hay lenguaje, es
‘ ante todo entre los que no hablan la misma lengua. El lenguaje
como se comprueba muy pronto en La cruda y Io cocida, no
era sino una versión invertida y atenuada de los mitos ge que está hecho para eso, para la traducción, no para la comunica-
seguían (Mm). El mito de referencia es asi un mito cualquie- ción” (Deleuze y Guattari, 198o: 536).
ra, un mito "sin referencias”, un m - l, como todos los mitos_.1 Esa definición perspectivista del mito propuesta en El home
a ,
Porque todo mito es una versión de otro mito, todo otro mito bre desnuda-lo hace contiguo a la antropologia misma, saber
1954,
se abre sobre un tercer‘ y un cuarto mito, y los n - 1 mitos de Í . que se constituye, como lo planteaba Levi-Strauss ya en
que
la América indígena no expresan un origen ni se designan un y como “la ciencia social de lo observado”. Sabemos también
destino: no tienen referencia. Discurso sobre los orígenes, el las Mitalágicus son “el mito de la mitología”. Y esas dos defini-
mito es precisamente lo que elude un origen. El “mito” de la « ciones son convergentes. El discurso de la mitología estructural
referencia deja su lugar al sentido del mito, al mito como má- establece las condiciones de cualquier antropología posible. Toda
quina de sentido: un instrumento para convertir un códigoen antropología es una transformación de las antropologias que
224| MEIAHSIUS (Armin DUIENIRES Mi ESIRUÍIURALISHD I 225

son su objeto, todas situadas, desde siempre, en el “punto de unidad no es pues la de una forma que se repetirla idéntica
articulación de una cultura con otras culturas”. Lo que permite a sí misma en una variante y en la otra, sino una matriz que
pasar de un mito a otro, y de una cultura a otra, es de la misma permite mostrar en qué una es precisamente una transfor-
naturaleza que lo que permite pasar de los mitos a la ciencia mación real de la otra ., y la estructura es rigurosamente co-
de los mitos, y de la cultura a la ciencia de la cultura (gene- extensiva a sus actualizaciones. Es por eso que Levi-Strauss
ralizo aquí un argumento fundamental de Maniglier [2ooo]). insiste en la diferencia entre estructuralismo y formalismo,
Transversalidad y simetría. Se abre así una conexión inespera- diferencia que se tiende obstinadamente a descuidar (Mani-
da entre el proyecto de las Mitológicus y el principio de simetría ¡glien 200o: 234-235)!
generalizada de Bruno Latour y de Isabelle Stengers.
Si el mito es traducción, es porque sobre todo no a; repre- ¿Un estructuralismo sin estructuras? Digamos, por lo menos,
sentación, porque una traducción no es una representación, un estructuralismo preocupado por otra noción de estructura,
sino una transformación. “Una máscara no es ante todo lo que más cercana al rimma de Mil mesetas que a la estructura a la que
representa sino lo que transforma, es decir elige no represen- ese libro quería oponerse; otra noción que, en verdad, siempre
tar” (Levi-Strauss, 1979: 144).‘ Lo que da al metaohjeto que son ha estado presente en la obraide Levi-Strauss. O si no, quizá
las Mítolágicus un carácter propiamente holográfica, como el deberíamos decir que hay dos usos diferentes del concepto de
rizoma mítico con el que forma un rízoma, la red que contiene estructura en esa obra: en cuanto principio trascendental de
en cada mito una imagen reducida del sistema mítico pana- unificación, ley formal de la invariancia; y en cuanto operador
mericano (el mito “único”). “Es justamente‘ porque la estruc- de divergencia, modulador de variación continua (variación
tura podría definirse más rigurosamente como un sistema de de variación). La estructura como combinatoria gramatical ce-
transformación, que no es posible representada sin hacer de nada o como multiplicidad diferencial abierta.
la representación una parte de ella misma” (Maniglier, 200o: Seria instructivo emprender un estudio minucioso de lo
238). Eso nos lleva a una reconcepción de la estructura como que podría llamarse la “dialéctica de la apertura y el cerra-
“transformalista”, es decir, ni formalista al estilo de Propp, ni
transformacíonal en el sentido de Chomsky: 7 n; portan que la búsqueda de una “estructura del mito” en cuanto objeto
sintagmalico nos parece un perfecto conlrascntido. Como se desprende
claramente de esta observación de Maníglier, y aun más claramente de
Una estructura, por lo tanto, está siempre entre dos: entre l: dglmmración de Almeida (zenit). la transformación estructural por
dos variantes, entre dos secuencias de un mismo 1nito, o in- excelencia, la fórmula canónica del mi|o, no permite definir la “estructura
inmnaïde un mi|o, porque no existe semejante oosa
cluso entre dos niveles en el interior de un mismo texto... La snbeine igual”, véase cl pasaje decisivo en ‘ievi-sirnues, 19541 amis). Un
mino mee distingue de sus versiones, la composición “interna” de un relato
«del: misma ¡naturaleza que sus transformaciones “externas”. La idea de
o i... aproximación entre mito y música que marca las Mitolúgíms tendria así un “mismo mito” es puramente operacional, provisoria. Lo que ocurre en el
como razón última el carácter rotundamente ¡io-representativo de esos dos inkrínr de un mito es lo que permite pasar de un mito a otro. Todo mito es
modos semiólicos. - “como labotella de Klein” (Levi-Strauss, 1985: 209 y 55.).
zzól MEIMÍSIMSÍAHIEMES l, y DEVEHIRES (¡El ESÏRUCIURALISMH I 27.7

miento analíticos” en las Mitalágícus, para tomar en prés- (los códigos) movilizados en estructura,‘ Todo “grupo” de mi-
tamo un motivo omnipresente en la serie. Si Levi-Strauss . tos termina por encontrarse en la intersección de un número
cree reconocer en la mitologia amerindia una versión de la indeterminado de otros grupos; y en cada grupo, cada “mito”
problemática antropológica de la Naturaleza y la Cultura, es igualmente una interconexión; y en cada mito... Los grupos
se puede constatar que la dialéctica de la apertura y el ce- deben poder cerrarse; pero el analista no puede dejarse encerrar
rramiento que él vio en acción en los mitos opera también i en ellos.
en el plano metamitológico de la antropología. Porque si las
Mitolágicas son un “mito de la mitología”, entonces deben ¡Lo propio de todo mito es prohibir que uno se encierre
contener los temas desarrollados en los mitos de los que en él: siempre llega un momento, en el curso del analisis,
son una transformación estructural, en otras palabras, una en que se plantea un problema que, para resolverlo, obliga
transformación que permite pasar del contenido a la forma ’a salir del círculo que el análisislse había trazado (Levi-
y recíprocamente. a \ Strauss, 1971: 538).’
Así, hemos visto que Levi-Strauss señala con frecuencia que
los mitos que está analizando forman “un grupo cerrado”. La Además, y sobre todo, la importancia concedida al imperativo
idea de cerramien tn parece por momentos consustancial a1 aná- de cerramiento estarfuertemente relativizada en diversos pasa-
lisis estructural: para Levi-Strauss, siempre hay que demostrar jes de la obra que, en sentido inverso, destacan la interminabia
que “el grupo se cierra”, que se ha vuelto al estado inicial de una lidad del análisis, el avance en espiral de las transformaciones,
cadena de mitos mediante una última transformación; que, en el desequilibrio dinámico, la asimetría, la cooptación lateral de
realidad, “el grupo” se cierra sobre varios ejes, Esa insistencia las estructuras, la pluralidad de niveles en que se despliegan los
está ligada al tema de la necesaria redundancia del lenguaje — relatos, las dimensiones suplementarias, la multiplicidad y la
i
mítico, condición del establecimiento de una “gramática” de diversidad de los ejes necesarios para el ordenamiento de los
la mitología, como el autor se complacía en ocasiones en cone mitos... La palabra clave aquí esdesequílíbrio:
cebir su empresa; y ya sabemos la antipatia que siente por el
concepto de “obra abierta”. - El desequilibrio está siempre dado. .. (Levi-Strauss, 1966: 222).
l
Ocurre, sin embargo, que la multiplicación de las demostra- Lejos de estar aislada de las demás, cada estructura oculta
ciones de cerramiento termina por dar la impresión aparente-
mente paradójica de que hay un número teóricamente inde—
a lpinexfleilcia de una megaeslruclura se anuncia desde la “Introducción
finido, es decir, abierto, de estructuras cerradas. Las estructu- a la obra de Marcel Mauss" y“la notion d: structure en ethnologie". Sobre
ras se cierran, pero el número de estructuras, y de vías por las la-índderminación de prlncipios de un sistema milico, cf. la máxima’ de 21
cuales se las cierra, está abierto: no hay ni una estructura de pensamiento salvaje según la cual "cl principio d; unn clasificación no se
postula nunca”. l ‘
estructuras, en el sentido de un nivel final de totalización es- 9 mamen el mismo sentido qué en la nota 7, el modo en que Levi-Strauss
tructural, ni una determinación a priori de los ejes semánticas llabh indistintamente de “mito” y de “grupo d: mito”.
228| MHAHSÍUH (Autumn ’ DEVEHIRES (¡El ESIRIJUIJRAHSHÜ I 229

un desequilibrio que no se puede compensar sin apelar a un


término tornado de la estructura adyacente... (Levi-Strauss, El desequilibrio perpetuo atraviesa el mito, y después el mito
1967: 294). de la mitología, para venir a repercutir sobre todo el estruc-
, Aun cuando la estructura cambia o se enriquece para su- turalismo. Ya hemos visto que esa dualidad entre una noción
perar un desequilibrio, nunca es sino al precio de un nuevo de estructura como combinatoria gramatical cerrada y como
desequilibrio que se revela en otro plano. .. L. .] la estructua multiplicidad diferencial abierta aparece incluso en la fase tar-
ra debe a una ineluctable asimetría su poder de engendrar día dela obra. En verdad, atraviesa la totalidad de la obra; lo
el mito, que no es otra cosa que un esfuerzo por corregir o e cambiara es el peso relativo de cada una de esas concepcio-
disimular esa asimetría constitutiva (ibid; 406). nes: la primera de ellas predomina ‘en Las estructuras elemen tu-
Como en Sudamérica [cf. 1966: 222 supra] un desequili- Ies, la segunda es preeminente en las Mitológírus.
brio dinámico se manifiesta entonces en el seno del grupo de Volvamos atrás un paso o, más bien, asociemos ese paso dia-
las transformaciones... (Lévi-Strauss, 1971: 89). crónioo con la discontinuidad sincrónica de que hablábamos
más arriba, Desde muy temprano, la obra de Levi-Strauss ocul-
Pero ese desequilibrio no es una simple propiedad formal de tarun importante subtexto o contratextopostestructuralista. (Si
la mitología, que da cuenta de la transformabilidad o traduci- IAvi-Strarlss no es el último preestructuralista ,—lejos de ello,
bilidad de los mitos, sino que, como veremos enseguida, es un ay-, por poco no file el primer postestructuralistáJ La supuesta
elemento fundamental de su contenido. Los mitos, pensandose‘ predilección del estructuralismo por las oposiciones símétricas,
entre ellos, piensan a través de ese desequilibrio, y lo que ¿[las equivalentes, duales, discretas y reversibles (como las del esque:
piensan es ese desequilibrio en si mismo, la disparidad misma ma totémico clásico), es desmentida ante todo por la crítica, has-
de “el ser del mundo” (Levi-Strauss, 1971: 5'39). Los mitos con= ta hoysorprendente, del concepto de organización dualista hecha
tienen su propia mitología o teoría "inmanente”‘(Levi-Strauss, en el articulo de 1956, que postula el ternarismo, la asimetría y la
1964: 20), la teoría que afirma una continuidad como anteriores al binarismo, a la simetría y a la dis-
continuidad; despues, por la “fórmula canónica del mito”, igual-
asimetría primera, que se manifi cstadiversamente según la mente antigua y desconcertante, que puede ser todo‘ lo que se
perspectiva en que uno se coloca para aprehenderla: entre lo quiera, menos simétrica y reversible. Además, es preciso observar
alto y lo bajo, el cielo y la tierra, la tierra firme y el agua, lo que Levi-Strauss liga las dos fases de las Mítalágícas (el “Finale” de
'
cerca y lo lejos, la izquierda y la derecha, el macho y la hem- ‘ El hambre desnuda y el libro Historia de Lince) expresando reser-
bra, etcétera. inherente a lo real, esa disparidad desencade- vas sobre las limitaciones del vocabulario de la lógica extensional
na la especulación mítica; pero porque condiciona, incluso , 4 para dar cuenta de las transformaciones que tienen lugar en el
antes del pensamiento, la existencia de cualquier objeto de _ seno de los mitos (Levi-Strauss, 1971: 567-568;1991: 24g). i
pensamiento Lévi-Strauss, 1971: 539). Sobre lodo, seguramente no es por casualidad que los dos
últimos libros mitológicos de Levi-Strauss estan construidos
230| HEIMISIIAS (AIIÍBMES ‘
DEVEHIRES Ml ESÏIUÍIUIIMISHÜ I 231

precisamente como desarrollos de esas dos figuras que acaba- nes míticas” (Levi-Strauss, 1984: 13). La conversión asimétrica
mos de evocar del dualismo inestable: Lu ulfnrem celosa (1985) entre el sentido literal y el figurado, el término y la función,
ilustra a saciedad la fórmula canónica, mientras que la Historia el oonfinente y el contenido, lo continuo y lo discontinuo, el
de Lince se centra en la inestabilidad dinámica —el “desequi- sistema y su exterior. ., he ahi los temas que atraviesan todos
librio perpetuo”, expresión que hace su primera aparición en los análisis levi-straussianos de la mitologia, y más alla (Lévi-
Las estructuras elemen tales, para describir el matrimonio avun- Strauss, 2oo1).En las paginas precedentes nos hemos deteni-
cular de los tupí— de las dualidades cosmosociológicas ame- do en el concepto deleuziano de devenir, sin saber realmente
rindias. Eso me hace suponer que nos encontramos frente a ¡’adónde podia conducirnos si lo hacíamos ir al encuentro (en
una misma intuición inaugural de Levi-Strauss (una misma forma transversal) del aparato de nociones del estructuralis-
estructura virtual, si se quiere), de la que la fórmula canónica‘, mo clásico. Ahora empezamos a ver que la “fórmula canónica
que predeconstruye el analogismo totémico del tipo A: ::C:D, del mito” es una traducción aproximada ¿hecha en una lengua
yel dualismo dinámico, que desestabiliza la paridad estatica de extranjera, con un acento extraño o una inflexión rara, casi
las oposiciones binarias, no serían sino dos expresiones (o ac-' como una dimensión suprasegmentaria del discurso teórico
tualizacioues) privilegiadas. Sin duda, podría haber otras, Tal lévistraussiano- o mas bien una anticipación premonitoria de
vez haya “muchas lunas muertas, o palidas, u oscuras” en el la generalidad de ese movimiento instantáneo en el lugar que
firmamento de las estructuras, otro firmamento quizas, me- Deleuze llamaría devenir. El devenir es una dable torsión.
nos quieto, más móvil, más ondulatorio o vihratorio, un fir- A continuación, el “dualismo en desequilibrio dinámico” o
mamento hipoestructural, que requiere un estructuralismo ‘en perpetuo desequilibrio” que está en el corazón de Historia
por asi decirlo suhquántico. De todos modos, los antropólogos de Lince. Vemos en él un movimiento conceptual a traves del
siempre han practicado la teoría de las cuerdas, quiero decir de cual el mito amerindio accede a lo que podría llamarse su mo-
i
las relaciones. r vimiento propiamente especulativo. Levi-Strauss, en realidad,
Ante todo, la fórmula canónica, ese monumento demencial muestra cómo el desequilibrio en cuanto forma se convierte
de perversidacl matemática. Con la fórmula canónica, en lu» en contenido del discurso mítico, o en otras palabras, cómo un
gar de enfrentarnos con una oposición simple entre metáfora desequilibrio que era condición se transforma en un desequili-
totémica y metonimia sacrificial, se nos instala de entrada en brio que es tema, cómo un esquema inconsciente se convierte
la equivalencia entre una relación metafórica y una relación en una “inspiración profunda”:
metonimica, con la torsión que hace pasar de una metáfora a
una metonimia, y recíprocamente (Lévi-Strauss, 1966: 211); la ¿Cuál es en realidad la inspiración profunda de esos mitos?
‘¡doble torsión”, la "torsión supernumeraria” que de hecho no [. ..] Representan la organización progresiva del mundo y de
es otra cosa que la transformación estructural pura y simple la sociedad bajo la forma de una serie de hiparticiones; pero
(o más bien, híbrida y compleja): la “relación desequilihra- sin que entre las partes resultantes en cada etapa aparezca
da... [que es] una propiedad inherente a las transformacio- nunca una igualdad verdadera [. . .] De ese desequilibrio di-
232! Mmrlttm (AHIBAIES ’ -
DEVEHIRES Drl UIHUUURAIISMÜ I 233

námico depende el buen funcionamiento del sistema que, sin problema del pasaje dela naturaleza a la cultura, y sobre la
eso, estaría en todo momento amenazado de caer en un esta- ' discontinuidad entre esos dos órdenes que para Levi-Strauss
dn de inercia. Lo que esos mitos proclaman implícitamente ‘
parecía serlo único que aseguraba la especificidad de la an-
es que los polos entre los cuales se ordenan los fenómenos 4 tropología social contra la antropología fisica, el segundo
naturales y la vida en sociedad: cielo y tierra, fuego y agua} ‘ momento se caracteriza por una obstinada denuncia por
alto y bajo, cerca y lejos, indios y no-indios, conciudadanos r Levi-Strauss de la constitución de la humanidad como un
y extranjeros, etcétera, no podrán ser gemelos. El espíritu orden separado (Maniglier, zooo: 7).”
se esfuerza por acoplarlos sin lograr establecer una paridad
entre ellos. Porque son esas separaciones diferenciales en Y ein efecto, consideremos el último párrafo de Las estructu-
cascada, tal como las concibe el pensamiento mítico, lo que ras elementales, ya evocado en este ensayo (véase supra, p. 129),
pone en marcha la máquina del universo (1991: 90-91). en‘ el que el autor observa que la felicidad absoluta, “eterna-
mentemegada al hombre social”, es la que consiste en “vivir
Los mitos, pensándose entre ellos, se piensan en cuanto tales, entre síÏ-Comparemos esa constatación, a fin de cuentas tan
en un movimiento que, si "reflcja” -es decir si se autotransfor- freudiana, con otro pasaje ya citado aquí (p. 45) de l?‘ Obra de
ma— correctamente, nunca podrá escapar al desequilibrio que IAévi-Strauss, cuando describe el mito como "una historia del
refleja. La dualidad imperfecta en torno a la cual gira el último tiempo. en que los hombres y los animales todavía no eran dis-
gran análisis mitológico de Levi-Strauss, la gemelidad que es “la tintos”. El autor agrega que la humanidad nunca ha conseguido
clave de todo el sistema”, es la expresión lograda de esa asimetría resignarse a la ausencia de comunicación con las otras especies
autopropulsiva. Finalmente, por el desequilibrio dinámico de del planeta. Pero la nostalgia de una comunicación originaria
la Historia de Lince comprendemos que la verdadera dualidad entre todas las especies (una continuidad interespeclfica) no
que interesa al estructuralismo no es el combate dialéctico entre cs exactamente lo mismo que esa nostalgia de la vida "entre sí”
Naturaleza y Cultura, sino la diferencia intensiva e interminable responsable de la fantasía del incesto póstumo (una disconti-
entre gemelos desiguales. Los gemelos de la Historia de Lince nuidad intraespecífica). Todo lo contrario, diría yo: el acento y
son la clave y la cifra, la contraseña de la mitologia y de la socio- el sentido de lo que Levi-Strauss entiende como el contradis-
logía amerindia. La cifra: la disparidad fundamental de la díada, curso humano ha cambiado. 0, en otros términos, el segundo
la oposición como límite inferior de la diferencia, el dos como nivel del discurso antropológico del estructuralismo asoma a
caso particular de lo múltiple. la superficie. ‘
Patrice Maniglier ha observado, en relación con la diferencia La disoordancia o la tensión creadora entre los “dos estruc-
entre las dos fases principales del proyecto estructuralista, que turalismos” contenidos en la obra de Levi-Strauss está interna-
lizada en forma particularmente compleja eu las Mitológitus.
[A]sí como el primer momento de la obra de Levi-Strauss
parece caracterizarse por una intensa interrogación sobre el
m En el mismo semido, véase el libro pionero de Schrelnpp (rggz).
234 I HHAHSKAS (AHIBAHX ‘ DEVHIIRES DEl EURUUURMISMÜ I 235

A
Ya hemos visto más arriba que Levi-Strauss oponía el álgebra los pequeños intervalos, las periodicidades cortas, lasrepeticio-
del parentesco de las Estructuras elementales, que estaría com- nes rapsódicas, los modelos analógicos, las deformaciones con-
pletamente del lado de lo discreto, a la dialéctica mítica entre tinuas, los desequilibrios perpetuos, los dualismos que se des-
continuo y discontinuo. Esa diferencia no es simplemente for- doblan en semhtriadismos y que estallan de manera inesperada
mal. Porque no es solamente una forma estética dela mitologia en una multitud de ejes transversales de transformación... La
amerindia lo que se presenta como una mezcla de continuo y I miel y la seducción sexual, el cromatismo y el veneno, la luna
discontinuo, sino también su contenido filosófico; y además y la androginia, el estruendo y el hedor, los eclipses y la botella
¿como podría un verdadero estructuralista separar forma y * de Klein, los triángulos culinarios que, vistos más de cerca, se
contenido? transformanien curvas de Koch, es decir en fractales infinita-
Por eso, estamos obligados a concluir que las Mitnlógiras son mente complejos... Casi se podria decir que el contenido de
un poco más que una empresa centrada en “el estudio de las Ia mitología amerindia consiste en una negación del impulso
representaciones míticas del pasaje de la naturaleza a la cultura”, generador del mito mismo, en la medida en que esa mitologia
como modestamente describe el autor su proyecto en Palabras piensa en forma activa, y contempla en forma nostálgica, un
dadas (LéVLStrauss, 1984). Porque es justamente a medida que * continuo cuya negación es, en la idea de Lévi-Strauss, la condi-
va reclactando las Mitalógicas que él empieza, por su parte, a ción fundamentalldel pensamiento. Si la mitología amerindia
contestar la pertinencia de un contraste radical entre Naturale= posee, como afirma más de una vez Levi-Strauss, un derecho
za y Cultura, como observa Maniglier, Entonces sería un poco x y un fevés, un sentido progresivo y otro regresivo, es también
absurdo imaginar que Levi-Strauss transfiere a los indios la y porque esas son las dos direcciones del propio discurso estruc»
misma demencia que diagnosticaba como la tara fatal de OG turalism (o viceversa). La distinción polémica entre mito y ri-
cidente. Y de hecho las Mitolágíms, lejos de describir un pasaje tual del “Finale” de El hombre desnuda se revela, a fin de cuentas,
claro y unívoco entre Naturaleza y Cultura, obligan a su autor como un movimiento recurrentecle interiorización del mensaje
a cartografiar un laberinto de caminos tortuosos y equivocas; del mito mismo: el gran mito tupí de Historia de Lince describe
de vías transversales, de callejuelas estrechas, de oscuros calle4’
' una trayectoria idéntica a la que define la esencia de todo rito
jones sin salida, de rios que corren en los dos sentidos al mismo , (rito, y no mito, obsérvese bien), el encadenamiento en cascada
tiempo...‘ La vía de sentido único que lleva de la Naturaleza a la r de oposiciones de alcance decreciente, su convergencia asintó-
Cultura no va más allá, en cierto sentido, de la primera mitad tica en un esfuerzo “desesperado” por captar la asimetría última
del primer libro de la tetralogía. A partir de ahí, los siete libros de la realidad. Como si el único mito que funciona incontes-
de la serie completa están obsesionados por las "mitologías de tablemente como un mito lévistraussiano fuese el “mito de la
la ambigüedad” (De la miel u las cenizas), por, las “mitologías y mitologia”, es decir, las propias Mitalógícas. Ése es ciertamente
' >
de las tluxiones” (El orígen de las maneras de mesa), por las traï i un problema que habrá que retomar.
yectorias regresivas y las marchas retrógradas de la Cultura a la V Llamo la atención ahora sobre un párrafo ubicado hacia el
Naturaleza, las zonas de compenetración de esos dos órdenes, final de El hombre desnudo. En relación con un mito norteame-
236 I MEIMÍSIÍAS (mmm -
DEVHIIRES nu EXTRMÍURAIISHH I 237

ricano sobre la conquista del fuego celeste que pone en juego i que cuentan las dos historias, y la marcha regresiva no es tan
la titilización de una escala de flechas que se rompe y corta negativa, o por lo menos, no es solamente negativ : ¿la génesis
la comunicación entre el cielo y la tierra, el autor observa -e1 _ dela cultura es degenerativa? Y en ese caso ¿será regenerativa
mismo autor, recordémoslo, que iniciaba Lo crudo y la cocida _ la marcha regresiva? ¿Imposible sin embargo? ¿Imaginarim
con un elogio de lo discreto, del enriquecimiento lógico efec- simplemente? ¿O algo peor? Porque hay momentos cn que la
tuado por la reducción de los continuos primordiales- ahora, nostalgia de lo continuo aparece para Levi-Strauss como sín-
repito, el autor observa y concluye: toma de una enfermedad real provocada por la proliferación
ipcontrolada de lo discontinuo en Occidente, se diría, y no
Nos cuidaremos entonces de olvidar que esos actos de media- sólo oorno simple fantasía o libertad imaginaria. El recalen-
ción no reversible conllevan graves contrapartidas: entpobre- tamiento global de la historia, el fin de las historias frías, es el
cimiento del orden natural -en la duración, por el término fin de la Naturaleza.
asignado a la vida humana, en el espacio, por la disminución Como quiera que sea, si la mitología amerindia posee, como
del número de las especies animales después de su desastrosa lo afirma varias veces Levi-Strauss, un derecho y un revés, un
aventura celeste-, y también un empobrecimiento cualitativo sentido progresivo (totémico) y otro regresiva (sacrificial,
ya que, por haber conquistado el fuego, el pájaro carpintero entonces) —los dos sentidos o las dos direcciones del propio
pierde la mayor parte de su ropaje de plumas rojas (M729); discurso estructuralista—-, entonces el cliamanismo y el pers-
y si en cambio el mirlo adquiere una pechera roja, es bajo la pectivismo arnazónicos pertenecen, sin equivoco, al revés, al
forma de una lesión anatómica consecuencia de su fracaso en mundo del sentido regresivo. El complejo civilizador del ori-
el curso de la misma nnisión. Entonces, ya sea pues por la des- gen del fuego de cocción, recordémoslo, supone los esquemas:
trucción de una armonía primitiva, o por la introducción de disyunción cielo/tierra; instauración de las periodicidades es-
separaciones diferenciales que la alteran, el’ acceso de la hu- tacionales; diferenciación de las especies naturales. Pero el cha-
manidad a la cultura va acompañado, en el plano de la natu- manismo perspectivista opera en el elemento inverso y regresi-
raleza, por una especie de degradación que la hace pasar de lo vo: el demente del cromatismo crepuscular cielo-tierra (viaje
continuo a lo discreto (Levi-Strauss, i971: 448). chamánico), el del fondo universalmente humano de todos los
seres, y el de una tecnología de las drogas (el tabaco) que des-
Éste es uno de esos pasajes un poco perdidos en la jungla de oompagina radicalmente la distinción entre naturaleza y cul-
las Mitalógicus que uno percibe súbitamente como cruciales, tura, definiendo una província de la “sobrenaturaleza”, es decir,
cuando la ambigüedad entre los dos discursos del estructu- de la naturaleza pensada como cultura: la Sobrenaturaleza, ese
ralismo, el de la hominización triunfante en Las estructuras concepto crucialmentc raro en las Mítalágiras. Progresión y re-
elementales y el de la denuncia de la autoseparación de la hu- gresión: recordemos la definición irónica, antisartriana, (Levi-
manidad, es "intcriorizada” en forma analítica y puesta en la Strauss, 1962b: cap. 1x) del método estructural como "método
cuenta de una reflexión inmanente al mito. Son los mitos los doblemente progresivo-regresiva”. Método, por lo demás, que
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los mitos practican con entusiasmo." Contra el mito del méto- Otro: que no hay lugar para un “nosotros” sino ya determinado
do, el método del mito. , por la alteridad. Si hay una conclusión más general a extraer, por
lo tanto, es que la antropología no dispone de otra posición po-
En este libro, por último, se ha hablado mucho del cuerpo. En sible salvo el establecimiento de una coplanaridad de principio
verdad; la fase final de la obra de Levi-Strauss es el escenario con elpensamiento salvaje, el trazado de un plano de inmanencia
de un combate trabado entre la unidad del espíritu humano y común con su objeto. Al definir las Mitalágícus como el mito de
la multiplicidad del cuerpo amerindio. El espíritu empieza con la mitologia y el conocimiento antropológíco como una trans-
una gran ventaja por adelantado, en la abertura de La crudo y fqrmación de la praxis indígena, la antropología lévistraussiana
Ia cocida, pero el cuerpo domina progresivamente en la lucha, proyecta una filosofía por venir: El anti-Narciso.
hasta alcanzar un triunfo indudable, aunque por puntos; por
un pequeño clinamen que se acentúa netamente en el curso de En el último cuarto del siglo pasado, la teoria estructuralista
los últimos rounds, que se dan en la Historia de Lince. La psico- de la alianza de matrimonio, que dominaba la escena desde
logía del espíritu humano deja el lugar a una antisociología de la década de 196o, empezó a caer en una desgracia crítica cre-
los cuerpos indigenas, cimtc. ElAnti-Edipu contribuyó mucho a precipitar esa caída,
Y asi es como se realiza, al final del trayecto de la mitología en la medida en que expresó, en un lenguaje particularmente
estructural de Levi-Strauss, precisamente en el momento en que vigoroso y eficaz, el rechazo intransigentede cualquier concep-
daba la impresión de haber limitado sus ambiciones a dimensio- ción “inhercambista” del socius. Pero, si es indiscutible que esa
nes más modestas,“ lo que podríamos llamar el destino más alto actitud persiste en Mil mesetas, allí los términos del problema
de su empresa teórica: el de reconstruir el pensamiento de los cambian radicalmente. En El Anti-Edípa se hacia a un lado el
otros en sus propios términos, de practicar esa “apertura al Otro” intercambio en favor de la producción como modelo general
que, por un impresionante retorno de las cosas, la antropología de la acción, y la circulación (a la que Deleuze y Guattari asimi-
descubre que es la actitud que caracteriza a esos otros que estu- laban unilateralmente el intercambio en el sentido de Mauss)
dia, esos otros que antes se complacía en imaginar encerrados estaba subordinada a la irlscripción.“ En Mil mesetas, como
en su intemporal capullo etnocéntrico. El perturbador mensaje llanos visto, la producción deja su lugar a otra relación no re-
final de la Historia de Lince es que el otro dc los otros es también presentativa, el devenir. Si la producción era filiativa, el devenir
mostrará una afinidad con la alianza. ¿Qué ocurre entonces
con la posición contraria al intercambismo, cuando se pasa así
u Véase De ln miel a las cenizas “En relación con el mito ofaié sobre el de la producción al devenir?
orígen dela miel (Mm) hemos puesto de ¡nanifiesto ¡in ¡nbvimiento
progresivo-regresiva que ahora vemos que pertenece al Conjunto delos mitos
considerados hasta ahora. .
r1 La Historia de Lince en su a timo capflulo llcga a la "ideología bipartila de 13 maruti-Edipo retoma el cliché marxista sobre una pretendida “reducción
los arrrerirrrtios", antes que a cilalcsquicra "estructuras elementales de la de h tcproducciúrt social de la esfera dela circulación” que nbrumarla la
ruitologla’; explícitamente rechazadas por inútiles y vacías. ecnnlngía de lipo ¡naussiano y eslructuralista (Deleuze y Guauart, 1972: nz).
. i»
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Es sabido —aunque con mucha frecuencia a algunos les ejemlïk’) Y la alianza extensiva de las teorías clásicas del pa-
conviene olvidarlo- que la producción de El Anti-Edipu no es renteseo,
' ' el estrucluralismo.
- .
Naturalmente, en los dos
incluido
exactumenteidéntica al homónimo concepto marxista. No hay casos la ¡iomonimia es algo más que eso dado que hay una
que confundir la “producción deseante” de Deleuze y Guattari aun cuando sea monstruosa antes que reproductiva,
con la "producción necesaria” liegeliano-marxista, dominada re
gihrrcítïn, pares de conceptos respectivamente implicados. La
os
por las nociones de carencia y necesidad (Deleuze y Guattari, de El Anti-Edipo debe mucho a la producción de
i972: 33 y ss.) Esa diferencia se subraya varias veces: “Nuestro a
producción P013106» a de que la subvierte. Del mismo
problema nunca fue un retorno a Marx: es mucho más un olvi- “Ïnïmíf
a pesar
potencial amazónica existe en filígrana o a
alianza -
. I decirlo) .
do, un olvido que incluye a Marx. Pei'o en el olvido sobrenadan en
nlpuïl uz (virtualmente, en la obra de Lévi-
pequeños fragmentos...” (Deleuze, i973). Agreguemos que el por asi
S“:n55’ Cuyo poténïlal a_"“°dÏP‘C°> Y ¿‘SÍ (alltükubversivo debe
sistema flujo-corte de la producción deseante de El Anti-Edipo ser plenamente distinguido. k
es difícil de distinguir de un proceso de cii'culación generali- El problema, en último análisis, consiste en construir un
zada; como sugirió Lyotard, posiblemente con cierto ánimo “¡E9910 no contractualista y no dialéctica del intercambio"
burlón (1977: 15): “Esa configuración del Kapital, la circulación in a piiori del regalo; ni teleología
nl eres racional, nrsíntesis
de flujo, se impone por el predominio del punto de vista de la ni trabajo del ni fitness inclusive, ni
circulación sobre el de la producción. . .” zinoonsfclielnáe,
eseo del significante;
ni contrato, ni conflicto, sino más
Otro;
La concepción finitista (o finitiva, se podria decir, por opo- biesflo
en modo de devenir-otro." La alianza es el devenir-otro
‘un
sición a infinitiva) y necesitisia de la producción es moneda PTOPIO del parentesco.
corriente en los círculos antropológicos: es en su nombre y maqiiínica y rizomátíca de la alianza, a fin
en el de sus accesorios -dominación, falsa conciencia, ideo- del: lateralidad mucho más cerca de la filosofía deleuziana
uentas, esta
logía- que las posiciones ¿‘intercambistash son generalmente que la verticalidad orgánica y arborescente de la filiación El
criticadas en antropología. Pei'o si se consideraba deseable, e ‘ÏCSBÍÏO. EDÍOHCES. consiste en liberar a la alianza de la tarea
incluso necesario, hacer esta distinción entre la producción ne- de gestión de la filiación, liberando así sus poderes “mens.
cesaria de la economía política y la producción deseante de la lruosos", es decir Por lo que concierne
a la noción
creadores.
economia maquínica, la producción-trabajo y la producción- gemela de la de alianza, la de intercambio, pienso que hoy
funcionamiento, por analogía se puede proponer que seria una cosa clara: nunca ha sido postulada como el otro de
esta
igualmente interesante hacer la distinción entre una alianza- l’ Pmducclón- a P5531‘ Cl? 10 que quiere el dogma corriente.
estructura y una alianza-devenir, un intercambio-contrato y Por el contrario, el intercambio siempre ha sido tratado por
un intercambio-cambio. Esa distinción permitiría aislar y ha- la antropología como la forma más eminente de producció‘
cei' a un lado la concepción contractualista de la alianza, ju-
gando deliberadamente con la hoinoiiiinia equivoca entre la u si i: expresión “inmensa d: inlcnsidad”es una lanlologíá (bei
alianza intensiva de las socio-cosmologías amazónicas (por znnmnonces "devenir-otro" es 01mm quiza la misma} tiautolpé
242| HEIAFÍXKAS «Aurum ‘

producción de la Sociedad, justamente. Por lo tanto, no se Bibliografía


trata de desvelar la verdad desnuda de la producción que se
ocultaría bajo la cubierta hipócrita del intercambio y de la
reciprocidad, sino más bien de liberar los conceptos (le sus
funciones equivocas en la máquina dela producción filiativa
y subjetivizante, devolviéndolos a su elemento (contra)natu-,
ral, el elemento del devenir. El intercambio, o la circulación
infinita de perspectivas; intercambio de intercambiosymei
tamorfosis de metamorfosis, punto de vista sobre punto de
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