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“Cecilia lleva casada veinte años con Pedro. Éste no permitía que ella saliera sola a la calle, le
obligó, hasta conseguirlo, que dejara su trabajo y la golpeaba cuando hablaba con algún amigo.
Esta situación se había agravado desde que nació su tercer y último hijo. Pedro mantenía una
actitud violenta con respecto a su mujer, pues no sólo se burlaba sobre su apariencia física, sino
que también la golpeaba. Estas agresiones se producían todos los días y como consecuencia de
las mismas Cecilia había tenido que acudir al médico en varias oportunidades. Como llegó a
sentirse acorralada y entendió que un divorcio no serviría de nada pues Pedro ya le había
amenazado varias veces con matarla a ella y a los niños si lo abandonaba, aprovechó una
cantidad de insecticida que tenía y se la puso en la sopa, lo que generó que Pedro muriese
envenenado. Cecilia fue condenada por asesinato y condenada a 20 de años de prisión.”
Por lo que la sentenciada por asesinato no opto por ceñirse a los procedimientos establecidos que
mencionamos anteriormente, y a su criterio decidió tomar justicia por sus propias manos, ya que
primero estaría contraviniendo primero el artículo 417 de nuestro Código Penal (ejercicio arbitrario
del derecho. Justicia por propia mano) y el artículo 138, primer párrafo de nuestra Carta Magna,
donde se manifiesta claramente “que la potestad de administrar justicia emana del pueblo y
se ejerce por el poder judicial a través de sus órganos jerárquicos con arreglo a la
constitución y a las leyes”. Y muy aparte de lo mencionado anteriormente, también este acto
está tipificado como delito en el artículo 108 (homicidio calificado denominado como asesinato).
Pero a mi punto de vista este hecho se adecua perfectamente al parricidio (artículo 107 del CP.)
que claramente menciona “el que, a sabiendas, mata a su ascendiente, descendiente, natural o
adoptivo, o una persona con quien sostiene o haya sostenido una relación conyugal o de
convivencia, será reprimido con pena privativa de libertad no menor de quince años”. De acuerdo
a lo que menciona La Corte Suprema de Justicia de la Republica “este tipo penal es un delito de
infracción del deber en donde el interviniente es un garante en virtud de una institución, su
fundamento de imputación jurídico penal no se limita solo a la posibilidad de ser autor de una
determinada característica o de un determinado circulo de autores por la norma, sino al “deber
positivo” o especifico que garantiza una relación ya existente entre el obligado y el bien jurídico.1
Entonces Cecilia, al tener conocimiento de: primero, que su hecho es tipificado como delito;
segundo, que de acuerdo a nuestra Constitución y Código Penal nadie puede tomar justicia por
sus propias manos; y tercero, donde el bien jurídico protegido es la vida humana comprendida
desde el parto hasta la muerte natural de la persona humana, su comportamiento fue en contra de
las buenas costumbres y la propia ley que fue establecida por la sociedad a la que ella está sujeta
por ser parte de esta.
Considero que si se debe imponer una pena y el deber cumplirla, basándome en las Teoría
relativas, que en pocas palabras es la prevención de futuros delitos. Para ser más exacto tanto la
teoría de la prevención general positiva a través de la confianza en la vigencia de la norma
y la teoría de la prevención especial positiva 2, donde ambas teorías buscan restituir la
confianza en la vigencia de la norma, prevenir conductas delictivas y por último el de resocializar y
reintegrar al penado a la sociedad, como una persona ya respetuosa de la ley.
Por lo que concuerdo con Roedor, que manifiesta lo siguiente: “El delito cometido demuestra que
la persona necesita un mejoramiento moral y una severa disciplina que la encauce para volver a
ser útil a la sociedad, por lo que propone su enmienda”3.
1
Casación N° 581-2015 Piura, f.j. n° 9.1 (jurisprudencia relevante)
2
USMP, SF, modulo 1, Los fines de la pena y el Principio de un estado de derecho, pj 04-05.
3
ROEDER, 1876, Las doctrinas fundamentales reinantes sobre el delito y la pena en sus interiores contradicciones, p.
29.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS: