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Cita:
Ramachandran, Vilayanur y Hirstein, William (2009). Las tres leyes de
los qualia. Qué nos dice la neurología sobre las funciones biológicas de
la Conciencia, los Qualia y el Self. Traducción del original en inglés (pp.
429 a 443).
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V. S. Ramachandran y William Hirstein
Los síndromes neurológicos en los que la conciencia parece tener una disfunción, tal
como la epilepsia del lóbulo temporal, los escotomas visuales, el síndrome de Charles
Bonnet, y la sinestesia ofrecen pistas valiosas sobre las funciones normales de la
conciencia y los qualia. Una investigación acerca de estos síndromes revela, según
sostenemos, que los qualia son diferentes de otros estados cerebrales en el hecho de que
poseen tres características funcionales que formulamos en la forma de ‘las tres leyes de los
qualia’ basados en una cierta analogía con las tres leves de la mecánica clásica de
New ton. Primero, son irrevocables: uno no puede simplemente decidir que va a empezar a
ver la puesta de sol como verde, o a sentir la pena como si fuera picazón; segundo, los
qualia no siempre producen la misma conducta: dado un conjunto de qualias, podemos
seleccionar de un virtualmente infinito conjunto de conductas posibles a ejecutar; y
tercero, los qualia se retienen en la memoria de corto plazo, a diferencia de los estados
cerebrales no conscientes implicados en la orientación en-línea de la conducta en tiempo
real. Sugerimos que los qualia han evolucionado estos y otros atributos (ej.: el hecho de ser
‘rellenados’) a causa de su función de facilitar una acción no automática basada en
decisiones.
También sugerimos que la aparente barrera epistemológica para conocer qué qualia
está experimentando otra persona puede ser superada simplemente utilizando un ‘puente ’;
y ofrecemos una hipótesis sobre la relación entre los qualia y el sentido del sí-mismo (self.
Introducción
Nada más decepcionante para la vanidad humana que descubrir que la riqueza de
nuestra vida mental -todos nuestros pensamientos, sentimientos, emociones, incluso lo que
consideramos nuestro ser más íntimo- surge exclusivamente de la actividad de pequeños
hilos de protoplasma en el cerebro. La distinción entre mente y cuerpo, ilusión y realidad,
substancia y espíritu ha sido una preocupación fundamental tanto para el pensamiento
occidental como oriental durante milenios (Aristóteles, 1961; Descartes, 1986; Fodor,
1975; Dennett, 1978; Searle, 1980). Y aunque estas distinciones han generado un
sinnúmero de debates entre los filósofos, poco de valor perdurable parece haber surgido.
Como ha dicho Sutherland (1989), ‘La conciencia es un tema del que mucho se ha escrito
pero poco se sabe’.
Nuestro objetivo principal en este paper es forjar una aproximación renovada al
problema, tratándolo no como un tema filosófico, lógico ni conceptual, sino más bien
como un problema empírico.
Nos abocamos a mostrar la forma que debería adoptar una teoría de la conciencia, lo
cual es independiente de la veracidad de cada una de las muy detalladas afirmaciones y
sugerencias que haremos. Nuestro ensayo constará de dos secciones. En la primer parte,
que los filósofos por su propio bien podrían saltear, describimos algunos experimentos
mentales para ilustrar el problema de los qualia, ya que según nuestra experiencia, la
mayoría de los neurocientíficos e incluso la mayoría de los psicólogos se cuestionan la
misma existencia del problema. En la segunda parte ofrecemos numerosos ejemplos de la
neurología y la psicología de la percepción que, junto a un nuevo marco teórico que
brindamos, contribuirá eventualmente a resolver el problema de la conciencia.
Nuestra teoría debería ser vista como complementando más que reemplazando un
conjunto de otras recientes aproximaciones biológicas al problema como las de Crick y
Kock (1992), Pat Churchland (1986), Baars (1988), Edelman (1989), Llinás (Llinás &Paré,
(1991), Plum (Plum & Posner, 1980), Bogen (1995a,b), Gazzaniga (1993), Humphrey
(1993), Damasio (1994) and Kinsbourne (1995).
Gran parte de nuestra discusión estará centrada en la noción de qualia. En nuestra
opinión, sin embargo, el problema del self y el problema de los qualia son en realidad sólo
dos caras de la misma moneda. En parte, nuestro argumento es que el self es efectivamente
algo que emerge de la actividad cerebral de un cierto tipo y en ciertas áreas cerebrales, y
que esta actividad está también estrechamente vinculada a funciones relacionadas a los
qualia. En contraste con la idea de que los qualia son privados, subjetivos, y propiedades
no comunicables que pertenecen exclusivamente a un self privado, sugerimos dos
experimentos mentales para mostrar que no hay tal barrera infranqueable para
compartirlos. Luego exploramos varios temas implicados en cómo los qualia son
generados y manipulados por los sistemas neurales, y a través de un examen de casos
experimentales y patológicos que clarifican estas funciones, proponemos al mismo tiempo
clarificar la naturaleza del self. Concluimos que el self, o la cosa que conduce a la ilusión
de un ser unitario y perdurable, no es ni un sujeto separable de la conciencia ni un
homúnculo, pero puede ser rastreado anatómicamente a las estructuras límbicas y otras
relacionadas que ‘dirigen’ los procesos ejecutivos frontales. Esta visión contrasta
claramente con la opinión generalizada de que la conciencia está basada en los mismos
procesos frontales.
1 Los qualia son las sensaciones subjetivas de la experiencia conciente, como la “rojez” del rojo. Los qualia le
dan a la experiencia humana consciente el carácter particular que ésta tiene. Por ejemplo, imagina un
cuadrado rojo; esa experiencia consciente tiene al menos dos qualia, el qualia del color, responsable de su
sensación de rojo, y el qualia de la forma, responsable de la apariencia cuadrada del objeto imaginado.
2 La presunción de que alguien podrá alguna vez tener un conocimiento completo del cerebro es cuestionable,
dependiendo por supuesto de a qué nos referimos con ‘completo’. Lo que queremos decir con esto es que la
teoría del súper científico no tiene ninguna laguna explicativa, y que le permite predecir la conducta con un
extremado alto nivel de exactitud. Este ejemplo fue tomado libremente del escenario de la ingeniosa ‘Mary’
de Jackson. (Jackson, 1986).
Usted, el súper científico, estudia el cerebro de X, un percibidor de colores normal,
mientras él identifica los colores que se le van mostrando. Usted se ha interesado mucho en
este curioso fenómeno que la gente llama color; ellos miran los objetos y los describen
como rojos o verdes o azules, pero los objetos generalmente se ven todos como sombras de
gris para usted. Usted apunta con un espectrómetro a la superficie de uno de los objetos y
éste indica que una luz con una longitud de onda de 600nm está emanando de su objeto,
pero no tiene la menor idea de a qué color podría corresponder, o a qué se refiere la gente
realmente cuando dicen ‘color’.
Intrigado, estudia los pigmentos del ojo y todo lo demás y eventualmente logra una
completa descripción de las leyes del procesamiento de la longitud de onda. Su teoría le
permite hacer un seguimiento de la secuencia completa de eventos neurales que van desde
los receptores hasta dentro del cerebro hasta que usted monitorea la actividad neural que
genera la palabra ‘rojo’.
Ahora, una vez que ha comprendido completamente las leyes de la visión del color (o
más estrictamente, las leyes del procesamiento de la longitud de onda), y está capacitado
para predecir correctamente qué color pronunciará X cuando usted le presente un
determinado estímulo lumínico, no tiene razón alguna para dudar de la completitud de su
afirmación.
Un día usted logra un diagrama completo. Se lo muestra a X y dice, ‘Esto es lo que
está pasando en tu cerebro.’ A lo que él responde, ‘Seguro, eso es lo que está pasando, pero
yo veo rojo, ¿dónde está el rojo en este diagrama?’ ‘¿Qué es eso?’ Pregunta usted. ‘Eso es
parte de la experiencia real del color que parece que nunca puedo lograr transmitirle a
usted’ dice él.
Ésta es la barrera epistemológica alegada que usted confronta al tratar de comprender
la experiencia de X. Nuestro experimento mental es también útil en que nos permite poner
delante una clara definición de los qualia: ellos son ese aspecto del estado del cerebro de X
que hace ver como incompleta su descripción científica desde el punto de vista de X.
Segundo, imagine que hay un espécimen de pez eléctrico en el Amazonas que es muy
inteligente, de hecho tan inteligente y sofisticado como nosotros. Pero él tiene algo que
nosotros no tenemos: la habilidad de censar campos eléctricos, usando órganos especiales
en su piel. Usted podría estudiar la neurofisiología de este pez y dilucidar cómo los
órganos eléctricos a los costados de su cuerpo transmiten la corriente eléctrica, cómo es
transmitida ésta hasta el cerebro, qué parte del cerebro analiza esta información, cómo él
utiliza esta información para esquivar a los depredadores, hallar alimento, etc. Pero si el
pez eléctrico pudiera hablar, le diría, ‘Bárbaro, pero usted nunca sabrá qué se siente al
censar la electricidad.’
Estos dos experimentos mentales ejemplifican el problema de los qualia. Son
vagamente similares al problema ‘qué se siente ser un murciélago’ de Nagel (‘You’ll never
know what it’s like to be a bat’, Nagel, 1974), excepto que nuestros ejemplos son mejores,
por las siguientes razones. En la versión de Nagel, es la experiencia completa de ser un
murciélago, el qualia producido por el sistema de radar del murciélago junto con todo lo
demás en su vida consciente mental, lo que Nagel afirma que nunca podremos saber. Pero
la mayoría de la gente podría argüir que uno no puede saber cómo sería ser un murciélago
a menos que usted sea un murciélago, porque después de todo, la vida mental de un
murciélago es totalmente diferente. En nuestro ejemplo del pez, sin embargo, nosotros
deliberadamente introducimos una criatura que es similar a nosotros en todos los aspectos
excepto que tiene un tipo de qualia que nosotros no tenemos. Y el punto es, aunque su
descripción del pez sea completa científicamente, siempre carecerá de algo, en este caso la
experiencia real del qualia eléctrico.
Esto parece sugerir que existe una barrera epistemológica entre nosotros y el pez.
Lo que hemos dicho no es nuevo, excepto que hemos logrado un experimento mental
que establece muy claramente el problema de porqué los qualia son vistos como
esencialmente privados. Y también deja en claro que el problema de los qualia no es
necesariamente un problema científico, porque su descripción científica es incompleta.
Simplemente la descripción es incompleta epistemológicamente porque la experiencia de
la corriente eléctrica es algo que usted nunca conocerá.
Esto es lo que los filósofos han asumido por centurias, que hay una barrera que usted
simplemente no puede cruzar. Pero ¿es realmente así? Nosotros pensamos que no es así; no
es cierto que haya una gran división vertical en la naturaleza entre mente y materia,
substancia y espíritu. Nosotros vamos a argumentar que esta barrera es solamente
aparente , y que proviene del lenguaje.
De hecho, esta barrera es la misma barrera que emerge cuando hay una traducción.
El lenguaje de los impulsos nerviosos (que las neuronas utilizan para comunicarse
entre ellas mismas) es un lenguaje; un lenguaje hablado como podría ser el español es otro
tipo de lenguaje. El problema es que X puede contarle a usted sobre su qualia solo
3
utilizando un lenguaje como intermediario, un lenguaje hablado (cuando dice, ‘Si pero
todavía está la experiencia del rojo que usted no entiende’), y la experiencia misma se
pierde en la traducción.
Usted simplemente esta mirando un racimo de neuronas y como ellas disparan y
como responden cuando X dice ‘rojo’, pero lo que X llama la sensación subjetiva de su
rojo se supone que es privativa para siempre de él. Sin embargo, nosotros diremos, que es
privada siempre y cuando él utilice el lenguaje hablado como intermediario.
Si usted, el súper científico ciego al color esquiva esto y toma un cable hecho de
neuronas del área V4 de X (Zeki, 1993) y las conecta directamente en la misma área en su
cerebro, quizás usted verá color (recordando que esas áreas de procesamiento en su cerebro
estaban intactas). La conexión tiene que esquivar sus ojos, ya que usted no tiene las células
cónicas correctas, y va directo a las neuronas en su cerebro sin una traducción
intermediaria. Cuando X dice ‘rojo’, para usted no tiene ningún sentido, porque ‘rojo’ es
una traducción, y usted no entiende el lenguaje de los colores, porque usted nunca tuvo la
fisiología correspondiente y el entrenamiento que le habrían permitido comprenderlo. Pero
si usted esquiva la traducción y utiliza un cable de neuronas, tal que los mismos impulsos
nerviosos vayan directamente a ésa área, entonces tal vez usted dirá ‘¡Oh! Ahora entiendo
lo que usted quería decir.’ Esta posibilidad demolería el argumento de los filósofos
(Kripke, 1980; Searle, 1980; 1992) de que hay una barrera epistemológica que es
infranqueable. Nótese que el mismo punto se aplica a cada instrumento que yo pudiera usar
para detectar la actividad en su cerebro- los datos de salida del instrumento es una especie
de traducción de los eventos que realmente está viendo.
En principio, entonces, usted puede experimentar el qualia de otra criatura, incluso el
qualia del pez eléctrico, por ejemplo. No es inconcebible que usted pueda descubrir qué es
lo que esa parte del cerebro está produciendo en el pez y que usted pueda de alguna manera
injertarla en las partes correspondientes de su cerebro con las conexiones asociadas, y que
luego usted comenzará a experimentar el qualia eléctrico del pez4. Ahora podríamos entrar
en un debate filosófico acerca de si se necesita ser un pez para experimentarlo, o si como
un ser humano también podría usted experimentar ser un pez, pero ya hemos hecho la
distinción entre la experiencia completa de ser un pez, y los qualia, que son sólo partes de
esa experiencia.
4
Así, los qualia no son la propiedad privada de un ser determinado; otros seres pueden
experimentar el qualia de una criatura.
El epifenomenalismo no puede ser refutado sobre estrictos fundamentos lógicos y puede ser defendido
sobre la base de la parsimonia; puede ser que no necesitemos los qualia para una descripción completa de
cómo trabaja el cerebro. Sin embargo ¿desde cuándo ha sido útil la navaja de Occam para un descubrimiento
científico? De hecho, todo en la ciencia comienza con una conjetura atrevida de qué podría ser verdadero. El
descubrimiento de la relatividad, por ejemplo, no fue el producto de aplicar la navaja de Occam a nuestro
conocimiento del universo hasta ese momento. El descubrimiento provino de rechazar la navaja de Occam y
preguntarse qué tal si una generalización más amplia fuera verdadera, lo cual no era requerido por los datos
disponibles, pero produjo predicciones inesperadas (que más tarde terminaron siendo parsimoniosas después
de todo). Es irónico que la mayoría de los descubrimientos científicos no vengan de blandir o (afilar) la
navaja de Occam -a pesar de que la visión sostenida por la mayoría de los científicos y filósofos dice lo
contrario - sino de la generación de conjeturas en apariencia ad hoc y ontológicamente prematuras que no se
desprenden de los datos vigentes.
Por la misma razón, simpatizamos con la visión de Pernrose (1994) de que algunos principios físicos no
descubiertos hasta ahora podrían ser requeridos para explicar la experiencia de la conciencia. Aunque su
teoría en particular podría estar equivocada (ver, ej. Grush y Churchland, 1995), sostendríamos que su idea
no debería ser rechazada únicamente sobre la base de la parsimonia. El hecho de que nada que conozcamos
sobre la conciencia demande el postulado de nuevos principios físicos no es un argumento sensato para no
buscar dichos principios.
En general entonces, aunque el escepticismo filosófico podría ser lógicamente justificado (así como no
podemos probar con certeza lógica absoluta que no estamos soñando, o que tu ‘rojo’ no es mi ‘verde’), está
extraviado en el reino científico, donde uno se preocupa sobre todo por qué cosa es probable que sea cierta
‘más allá de una duda razonable’ -más que con la certeza absoluta. A menos que dejemos de lado tales
prejuicios uno está atrapado en un punto muerto. A este respecto coincidimos plenamente con Crick y Koch
(1992). Otro desafío escéptico famoso (también conocido como la pregunta de Molyneux) es ¿ ‘Puede una
persona ciega de nacimiento experimentar alguna vez el qualia visual?’ Como esto es formulado
generalmente como un dilema conceptual, creemos que puede ser resuelto empíricamente simplemente
enviando estimulación magnética transcraneal localizada a visuotópico V1 en voluntarios humanos ciegos,
para ver si éste evoca en forma completamente original, incluso los qualia visuales organizados
visuotópicamente (Hay un paper de Ramachandran, Cobb & Hirstein, sobre este tema en preparación.)
emergieron en la evolución; o ¿Porqué algunos eventos cerebrales tienen qualia?’ Se trata
de un estilo particular de procesamiento de la información el que produce qualia, o es un
locus neural particular, o tal vez sólo ciertos tipos de neuronas se están asociadas a los
qualia?
Crick (1996; Crick & Koch, 1992) ha hecho la ingeniosa sugerencia de que el locus
neural de los qualia es un grupo de neuronas en las capas más bajas de las áreas sensoriales
primarias, porque éstas son las que se proyectan a los lóbulos frontales. Su enfoque ha
impulsado a la comunidad científica en su totalidad (cf. Horgan, 1994) y ha servido de
catalizador para aquellos que buscaban explicaciones biológicas para los qualia. De manera
análoga, se ha sugerido que lo que conduce hacia la percatación de la conciencia es la
sincronización de las oscilaciones (Paré & Llinás, 1995; Purpura & Schiff, 1997). Esto
parece un poco ad hoc, sin embargo - porqué ésto y no otra cosa? Estos enfoques son
atractivos, excepto por una razón. Ese reduccionismo ha sido la estrategia más exitosa en la
ciencia. Desafortunadamente sin embargo, no es siempre fácil conocer a priori cuál es el
nivel apropiado de reduccionismo para un problema científico dado (Churchland, 1996). El
esclarecimiento del rol de la doble hélice en la herencia se convirtió en el descubrimiento
científico más importante en la centuria (Medawar, 1969), a causa de que Crick y Watson
tuvieron la previsión y el genio para vislumbrar que el nivel apropiado era el molecular. Si
hubieran seleccionado el nivel cuántico, habrían fallado! En la misma línea, no se espera
una descripción exhaustiva de la estructura molecular de una ratonera para revelar su
función. Ni un científico marciano parthenogenético (asexual) comprendería como trabajan
los testículos por estudiar simplemente su estructura, excepto que supiera sobre sexo!
Y aún así esta es precisamente la estrategia adoptada por la vasta mayoría de los
neurocientíficos al tratar de comprender las funciones cerebrales.
Parte II: Las funciones biológicas y las bases neurales de los qualia
Figura 3
La irrevocabilidad del qualia figura. Una
vez que usted ve el perro dálmata en la imagen de
la izquierda, es imposible volver atrás al estado de
no verlo.
<1
Entonces ¿por qué sólo este último tiene qualia? La diferencia clave, sostenemos,
es que no hay qualia en el caso de la contracción de la pupila porque hay sólo una
salida disponible. Pero en el caso del amarillo, aunque la representación que fue
creada es irrevocable, lo que usted puede hacer con la representación tiene final-
abierto; usted se da el lujo de elegir.
Esta es la segunda característica importante de los qualia: las sensaciones que son
portadoras de qualia le permiten darse el lujo de elegir. Así que ya hemos identificado
dos características funcionales de los qualia: irrevocabilidad del lado de la entrada de
datos, y flexibilidad del lado de la salida. Hay una tercera característica importante de
los qualia. A fin de tomar decisiones sobre la base de una representación porta-qualia,
la representación necesita existir el tiempo suficiente para que los procesos ejecutivos
trabajen con ella. Su cerebro necesita mantener la representación en un depósito
(buffer) intermedio, en otras palabras, en una ‘memoria de trabajo’. Nuevamente esta
condición no es suficiente por sí misma, porque podría haber otras razones por las
cuales un sistema neural necesite mantener cierta información en un buffer en las que
los qualia no estén implicados (ej.: la ‘memoria’ de la médula espinal). No obstante,
típicamente en estos casos hay sólo una salida posible, en cuyo caso la segunda
característica importante de los qualia se perdería, según nuestro esquema. Hay cierta
evidencia fisiológica de tal conexión entre qualia y memoria.
Goodale ha reportado un cierto tipo de paciente con ‘vista ciega’ que puede rotar
correctamente un sobre para introducirlo en una ranura horizontal o vertical, a pesar de
que no percibe conscientemente la orientación de la ranura y no puede expresar si la
ranura es vertical u horizontal (Milner & Goodale, 1995). Pero si las luces de la
habitación están apagadas antes de que el introduzca la carta, ‘él’ olvida la orientación
de la ranura casi inmediatamente y es incapaz de colocar la carta dentro. Esto sugiere
el sistema visual inconsciente de la ‘espina dorsal’ que distingue orientación y de
acuerdo a ésta, afecta a los movimientos del brazo, no sólo carece de qualia sino que
además no tiene memoria; es el sistema visual del ‘circuito ventral’ el que es
consciente y tiene memoria. Seguiríamos sosteniendo que la razón de que el sistema
ventral porta-qualia tiene memoria porque está implicado en tomar decisiones basado
en las representaciones perceptuales. En contraste, el sistema sin qualia se ajusta en un
procesamiento continuo en tiempo real corriendo en un loop estrechamente cerrado y
consecuentemente no necesita memoria -no está involucrado en la toma de decisiones.
Esto sugiere una predicción sujeta a prueba: en pacientes con vista ciega, y en el
zombi visual de Goodale’s, si le dan al paciente alternativas, el sistema se descontrola.
No solo no debería tener memoria a corto plazo como mostró Goodale, sino que
tampoco debería ser capaz de tomar decisiones. Por ejemplo si a la persona se le pide
que envie una carta y se le muestran dos ranuras ortogonales simultáneamente, él
debería fallar, ser incapaz de elegir entre las dos (o alternativamente, el sistema podría
tomar siempre la primera que ve). Esto es compatible con la visión de Crick-Koch de
que las neuronas que se proyectan a los lóbulos frontales son las neuronas qualia
porque, obviamente, los lóbulos frontales son importantes para la ejecución de
elecciones. Objetaremos, sin embargo, que lo que consideramos la alternativa por sí
misma es realmente el trabajo de un sistema límbico ejecutivo que consiste en la
amígdala, la corteza cingulada anterior y otras áreas, y que los lóbulos frontales sólo
son necesarios para resolver completamente las implicaciones de largo alcance y
posibles alternativas que conlleve la decisión, y para lidiar con complicaciones que
surjan una vez que la decisión sea ejecutada (más sobre este tema al final de la
sección).
Extendamos la explicación al qualia asociado con el dolor. Digamos que usted
pincha a alguien con un alfiler. Es bien sabido que hay dos componentes: hay una
retirada inmediata, que no implica qualia, seguida un par de segundos más tarde por la
experiencia del qualia del dolor. Esta disociación es en sí misma una evidencia
incompatible para nuestra visión porque la trayectoria sin carga de qualia es
irrevocable, pero tiene una salida fija (la retirada) y por eso no tiene qualia en nuestro
esquema. El dolor que experimenta, por otro lado, es irrevocable y lo que usted hace al
respecto es flexible. Puede poner algún medicamento sobre ella, o puede escapar de lo
que la haya causado. Este es un buen ejemplo porque es un caso donde un mismo
estímulo produce dos caminos diferentes de procesamiento, uno con qualia y otro no.
Percepciones biestables
Tomemos figuras biestables (con dos estados o interpretaciones posibles); ¿cómo
se aplicaría a ellas nuestra explicación? Aquí, el estímulo sensorial puede especificar
dos qualia con igual certeza, así que el sistema de salida sólo puede elegir entre esos
dos al crear una representación de nivel intermedio (Figura 4).
Sin embargo, una vez que usted estableció una interpretación, se produce un
‘click’ y si es revocable sólo lo es a favor de otra percepción única. Usted sólo puede
ver esa famosa figura ambigua como un pato o un conejo, por ejemplo. Pero cuando
finalmente usted la ve, las implicaciones son infinitas - esto cumple con nuestro
criterio sobre flexibilidad en la salida. En la médula espinal, por otro lado, hay
circuitos neurales que manifiestan un tipo de biestabilidad, pero las implicaciones son
finitas. Para que exista el qualia se necesitan virtualmente infinitas implicaciones, pero
una representación estable, finita e irrevocable como punto de partida. Si el punto de
partida es revocable, luego la representación no tendrá un qualia fuerte y nítido.
Buenos ejemplos de esto son algo visto detrás de un oclusor ocular, o imaginar que
hay un mono sentado en esa silla. Éstos no tienen un qualia fuerte, por una buena
razón, porque si lo tuvieran usted no sería capaz de sobrevivir mucho tiempo, dada la
forma en que está estructurado su sistema cognitivo. Como dijo Shakespeare: ‘No
puedes saciar el voraz filo del hambre con la simple ilusión de un gran festín’. Es una
suerte, porque de lo contrario no iríamos a comer, simplemente generaríamos el qualia
asociado con la saciedad en nuestras cabezas. En una línea similar, uno podría alegar
que si una criatura mutante pudiera imaginarse teniendo orgasmos sería poco probable
que pasara sus genes a la generación
Figura 4
Gráficos biestables
‘Figuras ambiguas'
como ésta son diseñadas para admitir
dos interpretaciones posibles. Tales
figuras ofrecen una especie de
revocabilidad limitada: una
configuración de qualia forma es
revocable sólo a favor de la otra.
próxima. Por lo tanto los qualia (reales y perceptivos) están protegidos; están
parcialmente aislados de influencias descendentes (top-down).
Al mismo tiempo, no obstante, sucede de vez en cuando que uno necesita
procesar una simulación de realidad virtual usando qualias menos intensos generados
desde las representaciones en la memoria a fin tomar decisiones apropiadas en
ausencia de los objetos que normalmente provocan esos qualia. Las memorias que uno
normalmente evoca en este caso no están plenamente cargadas con qualia; ellas tienen
qualia que son lo suficientemente nítidos como para permitir correr la simulación. Si
poseyeran qualias con plena nitidez, de nuevo, eso sería peligroso; realmente eso se
llama alucinación. Supuestamente eso es lo que pasa en las fisuras del lóbulo temporal;
un cierto mecanismo ha desaparecido, y la simulación de realidad virtual se transforma
entonces en una entrada sensorial real. La simulación pierde su revocabilidad y genera
qualias patológicos.
Porque estas imágenes generadas internamente, o creencias sobre ese tema,
tienen qualia fuerte? Podemos explicarlo. Las percepciones necesitan tener qualia
porque ellas están dirigiendo la conducta en curso basada en decisiones. Pero no
podemos darnos el lujo de dudar sobre la percepción misma. El conjunto de estímulos
la determina, y uno no tiene tiempo de decir ‘Tal vez esté determinando alguna otra
cosa’. Uno necesita ‘plantar bandera’ y decir ‘es esto’.
Las creencias e imágenes internas por otra parte no deberían ser porta-qualia,
porque no deberían ser confundidas con percepción real; necesitamos estar
constantemente conscientes de su naturaleza indecisa. Y en virtud de su estatus
indeciso las creencias carecen de qualia fuerte -son indefinidamente revocables.
Entonces usted cree -y puede imaginar - que debajo de la mesa hay un gato porque ve
una cola asomándose, pero podría haber un cerdo bajo la mesa con una cola de gato
trasplantada. Usted tiene que estar dispuesto a variar esa hipótesis, aunque sea
inverosímil, porque en ocasiones podría ser sorprendido.
Cuál es la ventaja computacional de hacer los qualias irrevocables? Una
respuesta es la estabilidad. Si uno cambia constantemente de opinión respecto del
qualia, entonces el número de salidas potenciales será literalmente infinito; no habría
nada restringiendo su conducta. En algún punto uno necesita decir ‘es esto’ y plantar
bandera en eso, y es ese plantar bandera lo que llamamos qualia. El sistema
perceptual sigue una lógica tal como esta: dada la información disponible, estoy un
90% seguro de que el objeto percibido es rojo. Por lo tanto por el bien del argumento,
asumiré que es rojo y que actuaré en consecuencia, porque si continúo diciendo ‘tal
vez no sea rojo’, no estaré en condiciones de dar el siguiente paso. En otras palabras, si
yo tratara las percepciones como creencias, sería ciego. Los qualia son irrevocables a
fin de eliminar titubeos y conferir certeza a las decisiones.
6 N. del T.: Input no es cualquier entrada sino una entrada de datos, luego input visual se entiende como
entrada de datos visuales.
visión no es una cascada o flujo de información unidireccional como generalmente se
la piensa. Por ejemplo, una concepción ingenua de la vista (Marr, 1982) sostiene que
el procesamiento visual es secuencial, modular, y jerárquico: cada compartimiento
calcula algo y lo transmite al compartimiento siguiente, un modelo propuesto
usualmente por los investigadores de Inteligencia Artificial. Claramente la visión
humana no trabaja de esta manera (Edelman, 1989); en cambio, parece haber una
constante reverberación, a un lado y al otro como un eco, entre las diferentes áreas
sensoriales dentro de la jerarquía visual y en realidad (como veremos) incluso a través
de las modalidades sensoriales7*. Para exagerar deliberadamente el caso, es como si
cuando uno mirara hasta la más simple escena visual, generara un sinnúmero de
alucinaciones y escogiera la alucinación que más precisamente coincide con el input
8
Sinestesia
7 N. del T.: El término original es modalities, que yo traduje como modalidades sensoriales, es decir,
cada zona de procesamiento sensorial (vista, oído, tacto, etc.).