Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Habría que empezar por separar el concepto del problema ambiental, pues en el
planeta Tierra los periodos glaciares e interglaciares se vienen sucediendo desde hace
más de 2.000 millones de años (que se sepa) y por lo tanto, el cambio climático es algo
que se produce en nuestro planeta cada cierto tiempo. Por otro lado, el efecto invernadero
es el causante de que la vida en la Tierra exista tal y como se conoce, ya que sin su
presencia la temperatura media en la superficie planetaria descendería hasta un punto en
el que sería insoportable para muchas especies incluida la nuestra. El problema surge
cuando la actividad humana provoca trastornos en los ciclos y procesos naturales que
regulan la temperatura a nivel global.
Hay incluso quienes, con datos contrastados, exponen que las consecuencias ya
se están sufriendo en muchos lugares del planeta, y atribuyen al cambio climático la
presencia cada vez más frecuente e intensa de huracanes en el Caribe, que alcanzan a
Estados Unidos e incluso Canadá; la sucesión de inundaciones en Europa y Asia, en
zonas con escasa pluviometría histórica; la desaparición de lagos como el Chad en África;
y el retroceso y disminución progresiva de los glaciares (como el Perito Moreno en
nuestro país o el de Columbia en Alaska) y círculos polares.
Esta situación a primera vista parece muy grave, y solucionar el problema exigiría
de los gobiernos un acuerdo a nivel planetario que redujera las emisiones de GEI de
manera coordinada, efectiva y sobre todo veloz, porque las predicciones indican que el
proceso culminará antes de que acabe el siglo XXI. Sin embargo, los procesos
diplomáticos no funcionan siempre con la rapidez que se necesita y a continuación se
verá como frente a la premura exigida por las circunstancias la comunidad internacional
adopta una conducta escéptica y pasiva, atención a las fechas.
Con el primer informe del IPCC, que data de 1990, comienza un debate a nivel
internacional que deriva en la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio
Climático, de mayo de 1992, que se abre a la firma el mes siguiente en la en la Cumbre
de la Tierra de Rio de Janeiro, y que culmina con el nacimiento del archiconocido
Protocolo de Kioto en 1997, cuyo nombre proviene del lugar donde se celebró la tercera
Conferencia de las Partes de la Convención (COP3).
El problema surge cuando Estados Unidos, responsable hoy de más del 30% de
las emisiones de GEI a nivel mundial, se niega a ratificar el Protocolo con lo que
inicialmente se queda congelado a la espera de que al menos 55 Estados cuyas
emisiones representasen como mínimo el 55% del total de emisiones contaminantes del
planeta, lo ratificasen.
Así, hasta que Rusia ratificó el tratado en el año 2004, no pudo iniciarse el proceso
para la entrada en vigor de un Protocolo que abierto a la firma en 1997 no alcanzó
vigencia hasta el año 2005. Esto es 8 años después de Kioto, 13 años después de Rio y
15 años después del primer informe del IPCC.
Hoy, con la COP17 en marcha en Durban, conociendo que los niveles de GEI en la
atmósfera han aumentado y la predisposición de los Estados que acuden a ella de no
renovar el acuerdo, se pude decir casi con toda seguridad que no se van a cumplir los
objetivos fijados por el tratado y que, con la crisis económica actual, va a ser difícil editar
una nueva versión del Protocolo de Kioto para años sucesivos.
En cualquier caso, si las previsiones más pesimistas acertaron o lo hicieron las más
optimistas, será algo que tendremos que prepararnos para comprobar pues no parece
que se vaya a llegar a tiempo para evitar el problema, más con los indicios existentes, que
apuntan a la posibilidad de que ya haya comenzado el temido cambio. Frente a la
irracionalidad gubernamental queda la iniciativa particular, asociativa y privada, que ya
está dando muestras de reacción, y cada día observamos pruebas evidentes de esto a
nuestro alrededor: las ecoetiquetas en los productos, el papel de oficina reciclado, los
vehículos híbridos, las entidades financieras socialmente responsables, etc.
El Informe Brundtland
OBJETIVOS
Hace poco más de 25 años la Comisión encabezada por la Dra. Brundtland advertía sobre
el profundo cambio en la relación “ser humano – planeta” durante el siglo XX, destacando
como el crecimiento demográfico desmedido y el aumento en el uso de la tecnología
estaban provocando una alteración evidente en la atmósfera, el suelo, el agua, la flora, la
fauna y las relaciones entre todos estos elementos. Numerosas circunstancias
(sobreexplotación de recursos en América latina y África, degradación del suelo y la
agricultura ligada a pesticidas, la catástrofe de Chernobyl y la destrucción de la capa de
ozono) alentaban la hipótesis de que la humanidad había alcanzado el límite en su
relación con la naturaleza, por lo que era necesario desarrollar de forma concreta y
realista acciones para combatir estas temáticas alarmantes.
Paralelamente en aquellos años también se enfatizaba “la frustración” ante los intentos
inocuos de instituciones políticas y económicas para adaptarse y sobrepasar las
dificultades en conjunto. La eterna discusión de quién debía pagar los platos rotos en
materia de medio ambiente recién comenzaba a gestarse y las responsabilidades lejos
estaban de ser compartidas. No obstante, en medio de este panorama conflictivo, como
una bocanada de aire fresco aparece por primera vez de forma oficial el concepto de
“desarrollo sostenible”, una nueva forma de concebir el desarrollo post Rostowiano.
Partiendo de la premisa de que “el desarrollo toma lugar en cualquier lugar donde el
hombre es activo”, el término aparece como un vocablo superlativo y conceptualmente
político a nivel global. El mismo, se apoya en la voluntad por crear el cambio, con
necesidades ambientales, sociales y económicas que deben ser concebidas y ejecutadas
en un proceso integral de desarrollo. En clara oposición a las metodologías imperantes el
concepto de “desarrollo sostenible” implica además el progreso humano como avance
social, base logística de una nueva era industrial. Además, como una premisa léxica
aparece en su esencia el concepto de “solidaridad” en el espacio (unirse regionalmente
para combatir problemas comunes) y en el tiempo (no comprometer los recursos de las
generaciones futuras).
El Informe en 2012.
Como una paradoja, 25 años después, el Informe Brundtland sigue vigente y muchas de
sus consideraciones siguen aún sin resolverse, tanto, que el mismo podría haber sido
concebido perfectamente en 2012 y pocos notarían la diferencia. La pregunta es ¿hasta
que punto es factible evaluar los problemas ambientales globales coherentemente,
cuando la mentalidad de análisis costo-beneficio carece aún de responsabilidad y
solidaridad?.
LA UCIN
EL CLUB DE ROMA
El Club de Roma es una asociación sin ánimo de lucro que reúne a científicos,
economistas, hombres de negocios, grupos de influencia, actuales y anteriores Jefes de
Estado de los cinco continentes con el propósito de contribuir a mejorar nuestra sociedad,
mediante la identificación y el debate activo acerca de problemas de índole global y con el
convencimiento de que cada individuo puede contribuir a esta mejora. El Club de Roma
incide sobre una problemática mundial especialmente complicada por el alto nivel de
interrelación entre las cuestiones de carácter global de una parte, y del largo plazo que
lleva el advertir los resultados de las acciones sobre un sistema tan complejo.
El Club de Roma ha debatido sobre los numerosos Informes que se han propuesto
y que han ido abordando la problemática mundial. De forma que muchas de las ideas
barajadas en este continuo debate interdisciplinar y a largo plazo han sido asumidas por
el pensamiento de líderes. Y, lo que es más importante, han calado en la opinión pública a
medida que la globalización, o mejor la interdependencia de los problemas y la necesidad
urgente de encontrar soluciones sostenibles, se iban haciendo más patentes.
Esta trayectoria tan interesante, que no es resumible en las cortas líneas de una
memoria de actividades de un Capítulo, cuando se ve en perspectiva y en toda su
complejidad, constata hasta qué punto el Club de Roma ha contribuido a una nueva
conciencia universal, en la que no solamente se plantean un conjunto de reivindicaciones
sobre los derechos de las personas sino también sobre la responsabilidad de todos en
cómo construir el futuro común. Así el Club de Roma, en su Conferencia de Punta del
Este, celebrada entre el 18 y el 20 de noviembre de 1991, emitió una DECLARACIÓN
SOBRE RESPONSABILIDAD HUMANA que señalaba lo siguiente: La misión esencial del
Club de Roma consiste, por tanto, en hacer de catalizador global del cambio,
independientemente de intereses políticos, ideológicos o empresariales.
Así, sus objetivos son la identificación de los problemas más importantes que
afectan a la humanidad –políticos, sociales, económicos, tecnológicos, medioambientales
y culturales– el análisis de estos problemas en el contexto internacional, la búsqueda de
soluciones alternativas y la elaboración del planes de futuro. Desde su perspectiva global,
a largo plazo e interdisciplinar, con mayor alcance del que conseguirían los países de
forma aislada, la labor divulgativa del Club se concreta en dar a conocer estos problemas
entre la sociedad. Los instrumentos más importantes para transferir esta situación al
público, motivar el surgimiento de nuevas cuestiones e iniciar el debate son las
conferencias y los Informes al Club de Roma. No obstante y para una mejor comprensión
de lo que significa el Club de Roma y cómo se organiza, seguidamente se hace referencia
a su Misión, sus Objetivos y su Organización.
Su misión es actuar así como catalizador global del cambio sin intereses políticos,
ideológicos o empresariales y contribuir a buscar la solución del conjunto de los
problemas políticos, sociales, económicos, tecnológicos, medioambientales, psicológicos
y culturales a los que se enfrenta la Humanidad. Para ello, asume una perspectiva global,
de largo plazo e interdisciplinaria, y reconoce la creciente interdependencia de las
naciones y los problemas de la globalización que superan la capacidad individual de las
naciones. Misión, objetivos y temática Objetivos y principios Sus objetivos son:
- La identificación de los problemas más cruciales que afectan a la humanidad, un
análisis en un contexto internacional y la búsqueda de futuras soluciones alternativas y la
elaboración de escenarios de futuro.
- La comunicación de estos problemas a las personas más relevantes y a los
responsables de la toma de decisión, así como al público en general. Principios de
complementariedad que le gobiernan:
- Una perspectiva global en el examen de las diferentes cuestiones.
- Un pensamiento holístico y la búsqueda de una comprensión más profunda de la
complejidad en los problemas contemporáneos. - Una perspectiva interdisciplinar y de
largo plazo al considerar las elecciones y políticas que determinan el destino de las
futuras generaciones.
El trabajo en el futuro Las nuevas tecnologías han creado una revolución real,
reduciendo el número de trabajadores gracias a los robots, ordenadores,
telecomunicación y ahora a la combinación de todos estos asuntos que llamamos
Multimedia. Otro aspecto de esta situación es debido a la globalización de la economía y
al efecto de deslocalización. El C&R está estudiando cuál es el futuro del trabajo y cómo
la cantidad de trabajo disponible puede ser redistribuida. En consecuencia, cómo la vida
humana, basada desde antaño en el trabajo, podrá organizarse en el futuro, cuáles van a
ser las actividades de los seres humanos, en términos de trabajo, ocupaciones, servicios
a la comunidad, aprendizaje, ocio, etc. 7. La sociedad de la información La comunicación
dispone de medios muy diferentes. La comunicación real significa diálogo, las
negociaciones evitan en gran medida cualquier manipulación. En la sociedad de la
información es esencial dar a la comunicación su significado total. Es a la vez una faceta
importante de la problemática del mundo y un instrumento que puede contribuir a un
mejor reconocimiento de la sociedad y a un mejor funcionamiento de la democracia.
Con el objetivo de establecer una alianza mundial nueva y equitativa mediante la creación
de nuevos niveles de cooperación entre los Estados, los sectores claves de las
sociedades y las personas,
Proclama que:
PRINCIPIO 1
Los seres humanos constituyen el centro de las preocupaciones relacionadas con el
desarrollo sostenible. Tienen derecho a una vida saludable y productiva en armonía con la
naturaleza.
PRINCIPIO 2
De conformidad con la Carta de las Naciones Unidas y los principios del derecho
internacional, los Estados tienen el derecho soberano de aprovechar sus propios recursos
según sus propias políticas ambientales y de desarrollo, y la responsabilidad de velar por
que las actividades realizadas dentro de su jurisdicción o bajo su control no causen daños
al medio ambiente de otros Estados o de zonas que estén fuera de los límites de la
jurisdicción nacional.
PRINCIPIO 3
El derecho al desarrollo debe ejercerse en forma tal que responda equitativamente a las
necesidades de desarrollo y ambientales de las generaciones presentes y futuras.
PRINCIPIO 4
PRINCIPIO 5
Todos los Estados y todas las personas deberán cooperar en la tarea esencial de
erradicar la pobreza como requisito indispensable del desarrollo sostenible, a fin de
reducir las disparidades en los niveles de vida y responder mejor a las necesidades de la
mayoría de los pueblos del mundo.
PRINCIPIO 6
Se deberá dar especial prioridad a la situación y las necesidades especiales de los países
en desarrollo, en particular los países menos adelantados y los más vulnerables desde el
punto de vista ambiental. En las medidas internacionales que se adopten con respecto al
medio ambiente y al desarrollo también se deberían tener en cuenta los intereses y las
necesidades de todos los países.
PRINCIPIO 7
Los Estados deberán cooperar con espíritu de solidaridad mundial para conservar,
proteger y restablecer la salud y la integridad del ecosistema de la Tierra. En vista de que
han contribuido en distinta medida a la degradación del medio ambiente mundial, los
Estados tienen responsabilidades comunes pero diferenciadas. Los países desarrollados
reconocen la responsabilidad que les cabe en la búsqueda internacional del desarrollo
sostenible, en vista de las presiones que sus sociedades ejercen en el medio ambiente
mundial y de las tecnologías y los recursos financieros de que disponen.
PRINCIPIO 8
Para alcanzar el desarrollo sostenible y una mejor calidad de vida para todas las
personas, los Estados deberían reducir y eliminar las modalidades de producción y
consumo insostenibles y fomentar políticas demográficas apropiadas.
PRINCIPIO 9
PRINCIPIO 10
El mejor modo de tratar las cuestiones ambientales es con la participación de todos los
ciudadanos interesados, en el nivel que corresponda. En el plano nacional, toda persona
deberá tener acceso adecuado a la información sobre el medio ambiente de que
dispongan las autoridades públicas, incluida la información sobre los materiales y las
actividades que encierran peligro en sus comunidades, así como la oportunidad de
participar en los procesos de adopción de decisiones. Los Estados deberán facilitar y
fomentar la sensibilización y la participación de la población poniendo la información a
disposición de todos. Deberá proporcionarse acceso efectivo a los procedimientos
judiciales y administrativos, entre éstos el resarcimiento de daños y los recursos
pertinentes.
PRINCIPIO 11
Los Estados deberán promulgar leyes eficaces sobre el medio ambiente. Las normas, los
objetivos de ordenación y las prioridades ambientales deberían reflejar el contexto
ambiental y de desarrollo al que se aplican. Las normas aplicadas por algunos países
pueden resultar inadecuadas y representar un costo social y económico injustificado para
otros países, en particular los países en desarrollo.
PRINCIPIO 12
PRINCIPIO 13
PRINCIPIO 14
PRINCIPIO 15
Con el fin de proteger el medio ambiente, los Estados deberán aplicar ampliamente el
criterio de precaución conforme a sus capacidades. Cuando haya peligro de daño grave o
irreversible, la falta de certeza científica absoluta no deberá utilizarse como razón para
postergar la adopción de medidas eficaces en función de los costos para impedir la
degradación del medio ambiente.
PRINCIPIO 16
PRINCIPIO 17
PRINCIPIO 18
Los Estados deberán notificar inmediatamente a otros Estados de los desastres naturales
u otras situaciones de emergencia que puedan producir efectos nocivos súbitos en el
medio ambiente de esos Estados. La comunidad internacional deberá hacer todo lo
posible por ayudar a los Estados que resulten afectados.
PRINCIPIO 19
PRINCIPIO 20
PRINCIPIO 21
Debería movilizarse la creatividad, los ideales y el valor de los jóvenes del mundo para
forjar una alianza mundial orientada a lograr el desarrollo sostenible y asegurar un mejor
futuro para todos.
PRINCIPIO 22
Las poblaciones indígenas y sus comunidades, así como otras comunidades locales,
desempeñan un papel fundamental en la ordenación del medio ambiente y en el
desarrollo debido a sus conocimientos y prácticas tradicionales. Los Estados deberían
reconocer y apoyar debidamente su identidad, cultura e intereses y hacer posible su
participación efectiva en el logro del desarrollo sostenible.
PRINCIPIO 23
Deben protegerse el medio ambiente y los recursos naturales de los pueblos sometidos a
opresión, dominación y ocupación.
PRINCIPIO 24
La guerra es, por definición, enemiga del desarrollo sostenible. En consecuencia, los
Estados deberán respetar las disposiciones de derecho internacional que protegen al
medio ambiente en épocas de conflicto armado, y cooperar en su ulterior desarrollo,
según sea necesario.
PRINCIPIO 25
PRINCIPIO 26
Los Estados deberán resolver pacíficamente todas sus controversias sobre el medio
ambiente por medios que corresponda con arreglo a la Carta de las Naciones Unidas.
PRINCIPIO 27
Los Estados y las personas deberán cooperar de buena fe y con espíritu de solidaridad en
la aplicación de los principios consagrados en esta Declaración y en el ulterior desarrollo
del derecho internacional en la esfera del desarrollo sostenible.
__________________
a) Informe de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano, Estocolmo,
5 a 16 de junio de 1972 (publicación de las Naciones Unidas, No. de venta: S.73.II.A.14 y
corrección), cap. 1.