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El cambio climático se refiere a los cambios a largo plazo de las temperaturas y los
patrones climáticos. Estos cambios pueden ser naturales, por ejemplo, a través de las
variaciones del ciclo solar. Pero desde el siglo XIX, las actividades humanas han sido
el principal motor del cambio climático, debido principalmente a la quema de
combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas.
Las consecuencias del cambio climático incluyen ahora, entre otras, sequías intensas,
escasez de agua, incendios graves, aumento del nivel del mar, inundaciones, deshielo
de los polos, tormentas catastróficas y disminución de la biodiversidad.
Las emisiones que provocan el cambio climático proceden de todas las partes del
mundo y afectan a todos, pero algunos países generan mucho más que otros. Los 100
países que menos emiten generan el 3 % de las emisiones totales. Los 10 países con
mayores emisiones aportan el 68 %. Todo el mundo debe tomar medidas en lo que
respecta al clima, pero las personas y los países que crean más problemas tienen una
mayor responsabilidad para actuar primero.
La adaptación a las consecuencias del clima protege a las personas, los hogares, las
empresas, los medios de subsistencia, las infraestructuras y los ecosistemas
naturales. Abarca los impactos actuales y los probables en el futuro. La adaptación
será necesaria en todas partes, pero debe darse prioridad ahora a las personas más
vulnerables y con menos recursos para hacer frente a los riesgos climáticos. La tasa
de rendimiento puede ser alta. Los sistemas de alerta temprana de catástrofes, por
ejemplo, salvan vidas y bienes materiales, y pueden aportar beneficios hasta 10 veces
superiores al coste inicial.
El problema
El cambio climático es la modificación de la temperatura y del resto de
variables del clima, que se está produciendo con una velocidad e intensidad sin
precedentes en la historia de la humanidad, como consecuencia de la actividad
humana.
Esos impactos provocan a su vez daños económicos y sociales, que serán cada
vez más graves, como daños en las cosechas y en la producción alimentaria o
riesgos en la salud.
En los peores escenarios probables que los expertos reflejan, el aumento de
temperatura podría llegar a los 4,8 ºC para final de siglo. El cambio climático es
un problema global que alcanza una perspectiva ambiental, política,
económica y social en la que las peores previsiones también implican enormes
pérdidas económicas. Y es que cuanto más tardemos en actuar, mucho más
elevadas serán las inversiones para la adaptación al aumento de la temperatura y
puede llegarse a un límite en que la adaptación ya no sea posible.