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Los trastornos alimenticios en adolescentes del Perú, en el período

2017-2022

1. Introducción

En el presente trabajo hablaremos sobre los trastornos alimenticios en el Perú


durante el período 2017-2022, que se definen como «condiciones crónicas que suelen
aparecer con mayor frecuencia en la adolescencia» (Ponce et al. 2017, 3). Es decir, la
etapa de la adolescencia es donde estamos más propensos a sufrir este tipo de
enfermedad. Cada año los casos se van incrementando, ya que hay un aumento de
disconformidad corporal, un miedo al aumento de peso y pensamientos obsesivos sobre
la comida. Cabe destacar que no solo las mujeres adoptan conductas alimentarias
inapropiadas, sino que la población masculina también ha crecido significativamente
(Mera 2020). Por consiguiente, se tiene como objetivos definir el concepto de trastorno
alimenticio, a su vez describir los tipos más comunes que existen y comunicar las
causas que generan esta enfermedad, así como sus consecuencias. Para cumplir con
nuestros objetivos trataremos los siguientes aspectos: La definición de trastorno
alimenticio; Los tipos de trastorno alimenticio; Comparaciones de los casos de esta
enfermedad en años diferentes; La respuesta a la pregunta: ¿Una buena salud mental y
emocional ayuda a reducir el riesgo de sufrir un trastorno alimenticio?; Los problemas y
soluciones del trastorno alimenticio; Las causas y efectos secundarios; y la
ejemplificación de un caso de trastorno alimenticio.

2. Cuerpo expositivo

Respecto de la definición de «trastornos alimenticios», De la Cruz (2021, 9)


sostiene que «los trastornos de la conducta alimenticia es la desviación de los hábitos de
la comida, que se caracteriza por una inquietud inmoderada tras el aumento de masa
corporal, descontento con el aspecto físico corporal y tener pensamientos de atracones».
De igual forma, Cuno (2021, 16) afirma que son «alteraciones específicas y severas en
la ingesta de los alimentos, observadas en personas que presentan patrones
distorsionados en el acto de comer y que se caracterizan, bien sea por comer en exceso o
por dejar de hacerlo». Además, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha
declarado que los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son trastornos complejos
y multicausales que están afectando principalmente a las mujeres y adolescentes. Esto
nos quiere decir que los trastornos alimenticios son problemas que están relacionados
con el consumo de alimentos y el descontento con la imagen corporal, además los
adolescentes tienen un miedo constante al aumento de peso y por ello dejan de consumir
sus alimentos.[1]

Ahora bien, los tipos de trastornos alimenticios, según la DSM-5 (Manual diagnóstico y
estadístico de los trastornos mentales, quinta edición), son seis: la anorexia nerviosa, la
bulimia nerviosa, la vigorexia (obsesión por conseguir un cuerpo musculoso), la
ortorexia (se preocupan demasiado por la calidad de los alimentos), el trastorno por
restricción de alimentos (evitan el consumo de algunos alimentos) y el trastorno por
rumiación (devuelven del estómago los alimentos no digeridos). Los más frecuentes son
la anorexia y bulimia, que en muchos casos no son reconocidos ni por el entorno del
adolescente, ni por ellos mismos. Pues bien, la anorexia nerviosa es clasificada como
una enfermedad de origen nervioso que provoca inapetencia, además conlleva a la
reducción de ingesta de alimentos, debido a la preocupación del aumento de peso.
Según De la Cruz (2021, 32):
Hay dos tipos de anorexia, la anorexia restrictiva que se presenta cuando la persona se
mantiene normalmente en dietas excesivas hasta que en algunas ocasiones deja de
alimentarse por completo. Y está la anorexia purgativa donde igualmente se mantiene una
dieta excesiva, además la persona realiza deporte reiteradamente, usa laxantes, enemas,
diuréticos o se ocasiona el vómito para eliminar las calorías ingeridas.

En otras palabras, se puede decir que dentro del trastorno de la anorexia se


encuentran dos tipos, por un lado, está la restrictiva que es cuando la persona deja de
consumir sus alimentos definitivamente y, por otro lado, está la purgativa que es cuando
la persona ingiere productos que ayudan a quemar las calorías que consumen.  Además,
los síntomas de este tipo de trastorno es el adelgazamiento extremo, se niegan a tener un
peso saludable, dismorfia corporal y alimentación extremadamente restringida; con
respecto a las mujeres puede haber falta del periodo menstrual.

Por su parte, la bulimia nerviosa, que según Ysla (2019) es un trastorno de


condición alimentaria en que las personas tienen un comportamiento distinto a los
patrones de alimentación saludable, ingiriendo alimentos en exceso durante un tiempo
muy corto, para después eliminar la excedencia de alimento mediante el vómito o
tomando laxantes.  No obstante, la gran cantidad de las personas con bulimia poseen un
peso normal y algunas también pueden tener sobrepeso. Para De la Cruz (2021) cuando
el adolescente presenta una autonegación y este se siente obligado a vomitar para que no
aumente de peso, aparte presenta problemas de depresión o ansiedad y consume más
alimentos de lo normal, quiere decir que padece de este tipo de trastorno. Asimismo, la
bulimia puede ser ocasionada por una baja autoestima, por un exceso de preocupación
por su físico y la necesidad de ser delgado y atractivo (De la Cruz 2021). En
consecuencia, puede provocar daño a los dientes, paladar y garganta debido a los
vómitos, además puede llegar a debilitar los músculos, incluso puede dar cosquilleos,
calambres y mareos.[2]

Con el transcurso del tiempo se ha evidenciado cambios en los estándares de


belleza, antes para ser físicamente agradable ante la sociedad debías tener una belleza
corporal considerada como natural. Pero en la actualidad se aparecieron estereotipos de
belleza muy estrictos; las modelos pasaron a mantener una dieta baja en calorías para
mantener un cuerpo delgado y con un bajo porcentaje en grasa corporal. Una
comparación encontrada fue lo señalado por Amparo Jaramillo, médico psiquiatra del
Hospital Almenara de Essalud donde indicó con inquietud que antes de la pandemia, de
cada 10 personas que acudían a este servicio, 2 padecían de trastornos alimenticios. Sin
embargo, durante la pandemia, de cada 10 consultas, 5 tenían este trastorno. Esto quiere
decir que los casos de esta enfermedad se han duplicado durante el tiempo de la
pandemia y cada vez se observan en edades más tempranas. Otra comparación
encontrada fue en el año 2010, donde mediante un estudio realizado por el Instituto
Nacional de Salud Mental se demostró que el 11 % de la muestra encuestada sufre
trastornos alimenticios. En cambio, en el año 2019 según los estudios epidemiológicos
realizados por el Minsa, el 7.3 % y 11.4 % de 9 000 adolescentes encuestados sufren
problemas alimentarios, entre ellos la bulimia y la anorexia.[3]

En la vida de cada ser humano debe haber un equilibrio entre el entorno social,
familiar y nuestro bienestar emocional. Para Chávez (2021, 18):
Los trastornos alimenticios y la baja autoestima son problemas presentes en nuestra
sociedad, afectando mayormente a los adolescentes, pues, en esta etapa de transición hacia
la adultez, son más expuestos a caer en mencionadas dificultades, debido a que se
encuentran en la búsqueda de su propia identidad y la presión social en la que se
encuentran.

Según lo mencionado anteriormente podemos decir que la adolescencia es uno


de los periodos más difíciles para el ser humano, donde se puede llegar a sufrir algunos
cambios emocionales o de conducta en busca de saber quiénes son realmente y se ve
reflejado en la preocupación por su aspecto físico, etc. Además, según Huete (2022, 68):

Las personas que incluyen una mayor conexión con la familia tienen más tiempo para el
cuidado personal y motivación, también es de mucha importancia tener seguridad y una
buena autoestima para llegar a superar las adversidades en el camino de la vida. Asimismo,
el manejo del estrés puede funcionar como factor protector para los trastornos de la
conducta alimentaria. Las sesiones psicoeducativas que se centran en los vínculos entre el
manejo del estrés y las conductas alimentarias pueden ser particularmente útiles para las
personas con riesgo a desarrollar trastornos de conductas alimentarias durante la pandemia.

En otras palabras, se puede decir que tener tiempo de caridad con la familia puede llegar
a ser muy importante en ciertos ámbitos de nuestras vidas, tal como nuestro bienestar
personal, no tener problemas con la autoestima, nuestra seguridad al tener que tomar
decisiones importantes en nuestras vidas y a seguir hacia adelante pese a las
adversidades. A la vez, el manejo del estrés puede llegar a protegernos de sufrir
cualquier trastorno. Por ello se puede decir que una buena salud mental y emocional si
pueden ayudar a reducir los casos de trastornos alimenticios.[4]

El Perú no es ajeno a esta problemática, ya que según el diario El Peruano del 10


de agosto de 2021, los casos de anorexia y bulimia van en aumento y son estos tipos de
trastorno los que tienen una mayor tasa de mortalidad. Además, se ha manifestado que
los adolescentes en esta etapa experimentan un cambio en los patrones de
comportamiento. Asimismo, la demasiada preocupación por el aspecto corporal es un
factor de riesgo que se da por el descontento que sienten por su apariencia física y el no
ser aprobados en factores físicos que se exigen en la sociedad (Mera 2020). Por ende,
existe la necesidad de conformidad en los adolescentes y es por eso que buscan ajustarse
a las reglas sociales, efectuando experiencias poco convenientes para la salud, teniendo
pensamientos de solo querer estar delgado y poniendo en riesgo su salud física y mental
(De la cruz 2021). Generando así la preocupación de su entorno familiar y social, ya que
las personas afectadas no se permiten aceptarse tal cual son y caen en estas
enfermedades que son complicadas de tratar, ya que el poder psicológico es muy fuerte
y en ocasiones estos trastornos alimenticios traen consigo tragedias devastadoras.

Por lo tanto, para solucionar dicho problema se recomienda el desarrollo de


talleres o programas psicoeducativos dirigidos a todos los adolescentes con la finalidad
de promover la valoración de la imagen corporal y fortalecimiento de autoestima (Mera
2020). Incluso se deben dar pautas sobre una nutrición saludable y hacer énfasis en las
dietas restrictivas y sus consecuencias que pueden llegar a ser graves, estos talleres se
deben desarrollar tanto en los colegios, centros laborales y en la comunidad. De igual
manera deben intervenir los padres fomentando la autoestima del adolescente, para que
después pueda conocer sus fortalezas y sus restricciones, las apruebe y aprenda a
quererse a sí mismo. Esto ayudará a que no le afecten los mensajes relacionados a la
imagen corporal, estereotipos de belleza y nutrición (dietas milagrosas y artículos
dietéticos), que proyectan sin quietud algunos medios de comunicación y publicidad.
También deben promover una buena comunicación con su hijo para que este pueda
tener confianza y así sea capaz de pedir consejos y apoyo de su propia familia cuando
esté frente a circunstancias que le sean difíciles o agobiantes.[5]

Actualmente no se conoce del todo bien las causas de los trastornos alimenticios,
sin embargo, algunas de estas pueden ser la genética que se da cuando las personas
pueden tener genes que incrementan el peligro de padecer un trastorno alimenticio.
Asimismo, los factores biológicos, que son los cambios en las sustancias químicas del
cerebro pueden provocar dicha enfermedad (Llanos 2021). Así, se sabe que cada familia
suele emplear un determinado estilo de crianza en función de sus particularidades,
dinámicas, factores contextuales y recursos encontrados. Además, en la familia,
comienza con el aprendizaje de la figura corporal, la apariencia y la alimentación. Otra
razón es que la imagen corporal, los medios y las redes de comunicación han hecho un
gran aporte a la sociedad, promoviendo patrones estéticos masculinos y femeninos,
promoviendo diferentes comportamientos para lograr una imagen corporal basada en
estándares estéticos sociales. Aparte está el maltrato infantil, donde la experiencia
clínica por parte de los médicos menciona que las personas que viven en ambientes
violentos tienen mayor riesgo de tener trastornos alimentarios, problemas con el alcohol
y adicción a las drogas.

Esta enfermedad puede llegar a ser demasiado nociva para la persona en general,
en la salud se puede presentar los siguientes efectos: paro cardiaco, obesidad, prolapso
rectal, insuficiencia renal, miopatía esquelética, pérdida de masa muscular o debilidad
de los músculos, osteoporosis (Chávez 2021). En lo familiar, las personas con trastornos
fueron calificadas con una adaptabilidad familiar significativamente menor, menos
cohesión y menos habilidades de comunicación. En lo social, esto afecta en la imagen
propia, en las relaciones interpersonales y cierta aislación de lo exterior. Con respecto a
lo académico, se puede percibir una combinación de problemas nutricionales y de salud
mental llegando afectar significativamente el rendimiento escolar. Los estudiantes con
trastornos alimentarios suelen tener problemas de concentración, memoria y
procesamiento de la información. Según lo mencionado podemos darnos cuenta lo
perjudicial que es para una persona sufrir algún trastorno alimenticio.[6]

 Un caso de trastorno alimenticio que podemos encontrar es la investigación que


realizó Danly Mera en alumnos de 3° grado de un establecimiento nacional de la ciudad
de Chiclayo, durante los meses de septiembre-diciembre, 2019. Donde los resultados
mostraron que tienen una insatisfacción de la figura corporal, con un 38 %, y un 24 %
no manifiesta inquietud por su imagen (Ver figura 1). Además, las adolescentes
encuestadas tienen entre 13 a  15 años, siendo mayormente su sitio de origen la ciudad
de Chiclayo (85 %), teniendo en cuenta que algunas de ellas residen en una
urbanización (50 %) y con sus progenitores (60 %). Otras intervienen en sectores
religiosos (81 %), y un (77 %) indican inclinación hacia los programas televisivos de
distracción (Ver tabla 1). De igual manera (Carpio y Urrutia 2016) realizaron un
análisis, para calcular la insatisfacción de la figura corporal, y se consiguió un resultado
similar a los estudios realizados por Danly Mera, hallándose un nivel de extrema
inquietud por la figura corporal.[7]

3. Conclusión

En definitiva, se dio a conocer el concepto de los trastornos alimenticios que son


cambios en el consumo de alimentos, afectando mayormente a los adolescentes. A la
vez comunicamos que las causas de este trastorno es la poca satisfacción que se tiene
por la imagen corporal y el querer cumplir con los estereotipos que impone la sociedad.
También está el cómo la familia desarrolla el aprendizaje de su apariencia física del
adolescente y el maltrato infantil, que de alguna u otra forma influye a padecer esta
enfermedad. Teniendo en cuenta que esto a su vez pueden dejar consecuencias severas,
provocando incluso hasta la muerte, además de daños psicológicos y problemas de salud
de todo tipo como, cardíaco, óseo, digestivo y muscular. De tal modo que como
solución a esta problemática es que se desarrollen talleres psicoeducativos donde
ayuden a fortalecer el amor propio de todos los adolescentes. Asimismo, se describieron
los tipos de trastornos alimenticios más frecuentes que existen, donde está la anorexia
nerviosa y bulimia nerviosa. Además, se informó que hay un cambio en los casos de
trastorno alimenticio entre antes y después de la pandemia. Finalmente se pudo observar
que los trastornos alimenticios están presentes en nuestro país, como en el caso de
investigación que se realizó en la ciudad de Chiclayo.

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