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2017-2022
1. Introducción
2. Cuerpo expositivo
Ahora bien, los tipos de trastornos alimenticios, según la DSM-5 (Manual diagnóstico y
estadístico de los trastornos mentales, quinta edición), son seis: la anorexia nerviosa, la
bulimia nerviosa, la vigorexia (obsesión por conseguir un cuerpo musculoso), la
ortorexia (se preocupan demasiado por la calidad de los alimentos), el trastorno por
restricción de alimentos (evitan el consumo de algunos alimentos) y el trastorno por
rumiación (devuelven del estómago los alimentos no digeridos). Los más frecuentes son
la anorexia y bulimia, que en muchos casos no son reconocidos ni por el entorno del
adolescente, ni por ellos mismos. Pues bien, la anorexia nerviosa es clasificada como
una enfermedad de origen nervioso que provoca inapetencia, además conlleva a la
reducción de ingesta de alimentos, debido a la preocupación del aumento de peso.
Según De la Cruz (2021, 32):
Hay dos tipos de anorexia, la anorexia restrictiva que se presenta cuando la persona se
mantiene normalmente en dietas excesivas hasta que en algunas ocasiones deja de
alimentarse por completo. Y está la anorexia purgativa donde igualmente se mantiene una
dieta excesiva, además la persona realiza deporte reiteradamente, usa laxantes, enemas,
diuréticos o se ocasiona el vómito para eliminar las calorías ingeridas.
En la vida de cada ser humano debe haber un equilibrio entre el entorno social,
familiar y nuestro bienestar emocional. Para Chávez (2021, 18):
Los trastornos alimenticios y la baja autoestima son problemas presentes en nuestra
sociedad, afectando mayormente a los adolescentes, pues, en esta etapa de transición hacia
la adultez, son más expuestos a caer en mencionadas dificultades, debido a que se
encuentran en la búsqueda de su propia identidad y la presión social en la que se
encuentran.
Las personas que incluyen una mayor conexión con la familia tienen más tiempo para el
cuidado personal y motivación, también es de mucha importancia tener seguridad y una
buena autoestima para llegar a superar las adversidades en el camino de la vida. Asimismo,
el manejo del estrés puede funcionar como factor protector para los trastornos de la
conducta alimentaria. Las sesiones psicoeducativas que se centran en los vínculos entre el
manejo del estrés y las conductas alimentarias pueden ser particularmente útiles para las
personas con riesgo a desarrollar trastornos de conductas alimentarias durante la pandemia.
En otras palabras, se puede decir que tener tiempo de caridad con la familia puede llegar
a ser muy importante en ciertos ámbitos de nuestras vidas, tal como nuestro bienestar
personal, no tener problemas con la autoestima, nuestra seguridad al tener que tomar
decisiones importantes en nuestras vidas y a seguir hacia adelante pese a las
adversidades. A la vez, el manejo del estrés puede llegar a protegernos de sufrir
cualquier trastorno. Por ello se puede decir que una buena salud mental y emocional si
pueden ayudar a reducir los casos de trastornos alimenticios.[4]
Actualmente no se conoce del todo bien las causas de los trastornos alimenticios,
sin embargo, algunas de estas pueden ser la genética que se da cuando las personas
pueden tener genes que incrementan el peligro de padecer un trastorno alimenticio.
Asimismo, los factores biológicos, que son los cambios en las sustancias químicas del
cerebro pueden provocar dicha enfermedad (Llanos 2021). Así, se sabe que cada familia
suele emplear un determinado estilo de crianza en función de sus particularidades,
dinámicas, factores contextuales y recursos encontrados. Además, en la familia,
comienza con el aprendizaje de la figura corporal, la apariencia y la alimentación. Otra
razón es que la imagen corporal, los medios y las redes de comunicación han hecho un
gran aporte a la sociedad, promoviendo patrones estéticos masculinos y femeninos,
promoviendo diferentes comportamientos para lograr una imagen corporal basada en
estándares estéticos sociales. Aparte está el maltrato infantil, donde la experiencia
clínica por parte de los médicos menciona que las personas que viven en ambientes
violentos tienen mayor riesgo de tener trastornos alimentarios, problemas con el alcohol
y adicción a las drogas.
Esta enfermedad puede llegar a ser demasiado nociva para la persona en general,
en la salud se puede presentar los siguientes efectos: paro cardiaco, obesidad, prolapso
rectal, insuficiencia renal, miopatía esquelética, pérdida de masa muscular o debilidad
de los músculos, osteoporosis (Chávez 2021). En lo familiar, las personas con trastornos
fueron calificadas con una adaptabilidad familiar significativamente menor, menos
cohesión y menos habilidades de comunicación. En lo social, esto afecta en la imagen
propia, en las relaciones interpersonales y cierta aislación de lo exterior. Con respecto a
lo académico, se puede percibir una combinación de problemas nutricionales y de salud
mental llegando afectar significativamente el rendimiento escolar. Los estudiantes con
trastornos alimentarios suelen tener problemas de concentración, memoria y
procesamiento de la información. Según lo mencionado podemos darnos cuenta lo
perjudicial que es para una persona sufrir algún trastorno alimenticio.[6]
3. Conclusión