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NADA de Carmen Laforet

Nada es una novela de aprendizaje en la que una joven huérfana de pueblo, Andrea, conoce
el mundo adulto y sus miserias en el ambiente de la Barcelona de posguerra. La historia
está narrada desde el punto de vista de la protagonista por ello a los lectores nos quedan
algunos datos sin develar ¿Cómo es verdaderamente Andrea? ¿Cuál es su pasado? ¿Se ha
sentido en algún momento atraída por Román? ¿De dónde provienen sus costumbres de
andariega impropios para una chica de ese entonces? ¿Por qué su tía Angustias está tan
prevenida contra ella? Los lectores asistimos a un recorte de la vida de este personaje, un
tanto enigmático, y acompañamos a la joven estudiante de Letras durante un año, tal vez el
más intenso que le toca vivir.
En una primera aproximación, se puede aventurar que Andrea es una persona sin
prejuicios, espontánea, confiada, sale con varones cuando era algo tabú en esa España
empobrecida y tradicional de la posguerra en la que se guardaban las antiguas apariencias.
Tal es su actitud, que es mal interpretada por un amigo de la facultad- Gerardo- y su tío
Juan la reprende con violencia en la segunda parte de la obra. Andrea hace lo que quiere
inconsultamente, si bien guarda las formas y el recato.
¿Qué aprende Andrea en esta bildungsroman? Nada, en apariencia, para los ojos de una
joven, como señala el título, pero mucho de la condición humana. Conoce los entramados
complejos del proceder de las personas, la hipocresía, las diferencias sociales que marca el
tener o no dinero, las secretas historias que encierra el corazón de las personas, la
manipulación y la muerte.
Andrea sufre por una amistad que cree perdida, un amor que no se concreta por la pobreza
que la avergüenza en la fiesta de Pons. El hambre la atosiga, sin embargo, narra su historia
como si no pasara nada. No juzga las situaciones, no se queja, solamente las cuenta como
en una catarsis y las soporta. En este sentido, Nada es una novela de corte existencialista
con un lenguaje vivo y poético que la acerca al expresionismo por su pintura del lado
pesimista de la vida a causa de las circunstancias históricas que rodean a la acción.
Estas visiones espantosas me persiguieron aquel fin de verano con monótona crueldad. En los
atardeceres sofocantes, en las noches larguísimas cargadas de lánguida pesadez, mi corazón
aterrado recibía las imágenes que mi razón no era suficiente para desterrar.
Para ahuyentar a los fantasmas, salía mucho a la calle. Corría por la ciudad debilitándome
inútilmente. Iba vestida con mi traje negro encogido por el tinte y que cada vez se me quedaba más
ancho. Corría instintivamente, con el pudor de mi atavío demasiado miserable, huyendo de los
barrios lujosos y bien tenidos de la ciudad. Conocí los suburbios con su tristeza de cosa mal
acabada y polvorienta. Me atraían más las calles viejas.

Andrea, en la introducción de la novela, sube las escaleras del piso de la calle de Aribau
cargada de ilusiones que en un tris se vuelan; baja esas escaleras - después de un año -
como mujer cargada de experiencias, aunque ella cree que no se lleva nada.
No tenía ahora las mismas ilusiones, pero aquella partida me emocionaba como una
liberación.
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Bajé las escaleras, despacio. Sentía una viva emoción. Recordaba la terrible esperanza, el
anhelo de vida con que las había subido por primera vez. Me marchaba ahora sin haber
conocido nada de lo que confusamente esperaba: la vida en su plenitud, la alegría, el
interés profundo, el amor. De la casa de la calle de Aribau no me llevaba nada. Al menos,
así creía yo entonces.
Si analizáramos el contenido de esa nada, posiblemente llegaríamos a la conclusión de que
ese vacío, que siente la protagonista, se produce por la ausencia del bien ya que ninguno de
los habitantes de la casa de Aribau es una influencia positiva para Andrea. La joven
pertenece a una burguesía empobrecida que aún tiene aires de la grandeza. Pasa hambre
pero, cuando tiene un poco de dinero, se da un banquete o compra obsequios y flores para
la madre de Ena. Así proceden también sus familiares cuya orientación está en el arte más
que en el trabajo: Juan es pintor, Román músico y ella quiere ser escritora.
Un personaje de corte lorquiano es Angustias, que desaparece en la primera parte de la
novela, ella es la encarnación de las falsas apariencias religiosas, juzga la piedad de los
demás por lo exterior y, queda oculto para los lectores (porque Andrea no se entera), si su
proceder es tan limpio como ella proclama.
Según Román, Angustias es cómplice de un hombre que internó a su esposa, también Juan
y Gloria dicen haberla visto con él. Sean o no ciertas esas habladurías, lo concreto es que
Angustias causa mucha violencia en la casa. Como sabemos, se marcha a un convento: la
opción honrosa para las mujeres que no se casaban. Con esta partida acaban las censuras
para Andrea, ella respirará libertad con la partida de este acicate.
NADA es una novela que plantea cómo quedó la sociedad española después de la Guerra
Civil. Pinta la decadencia moral y económica de diferentes clases sociales. La casa
desvencijada e incómoda, que alberga retratos del pasado y objetos de valor de tiempos
pretéritos, es un reflejo de esa España escindida por el enfrentamiento fratricida. En ella
viven estos hermanos en pugna: Juan, violento artista que no se conforma con su suerte y se
desquita con su esposa Gloria.
Román, el otro hermano, es el personaje más oscuro de la narración, parece regodearse en
el mal. Se mantiene aislado en la casa, pero está al tanto de todo y suele sembrar la semilla
de la discordia. Ha hecho daño y lo sigue haciendo, además se mueve en el territorio del
hampa. Deja en claro con su accionar la vigencia del mercado negro, no comparte el
hambre de su familia y cuando está con ellos se regocija en provocar. Al comienzo de la
novela parece ser el que más le agrada a Andrea.
Román es el puente que unirá la vida de la muchacha con el afuera puesto que se relaciona
con Ena y su madre. Él ha mantenido oscuras relaciones con Gloria y juega con ese pasado
para que su hermano esté siempre dispuesto a castigarla.
Gloria es una mujer de una clase inferior que parece tomada de la picaresca porque, cual
personaje buscavidas, la pobre padece, pero en vez de quejarse, trata de salir del paso
ejercitando el arte que domina: apostar en el juego de cartas. Es una mujer tosca que se

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jacta de ser guapa y aunque en ella se intuye un pasado de ligereza, es fiel a Juan que
muchas veces no sabe quererla. Por eso se nos hace amable a los lectores. Ella es la que va
informando parte de la historia porque cuenta a Andrea que llegó con Román a la casa
aunque era pareja de Juan.
La muerte de Román es un desenlace casi esperado. Ese hombre provocador que no acepta
negativas, o se burla de quienes se enamoran de él, se auto inflige un daño mortal en el que
parecen vengados los tormentos que hizo sufrir a otras personas, como la madre de Ena, y
las palizas que recibió Gloria por su causa. En las amenazas al perro está escondido su
deseo de acabar consigo mismo. Este personaje de recovecos oscuros y complejos engaña a
su familia antes de tomar esa fatal decisión. Con su muerte se cierra el ciclo de la
permanencia de Andrea en la calle de Aribau y también se desvela el injusto
comportamiento del pasado de la Abuela que prefirió a sus hijos varones.
Andrea no tiene un cuarto propio en la oscura casa, cuando se va Angustias, ella ocupa su
pieza. Hay quienes han visto el simbolismo en la disposición de los dormitorios: Andrea sin
lugar, Román apartado, Gloria y Juan como en una cárcel. El piso de esta familia tan
extraña es el reflejo de la oscuridad y la opresión: es un adentro deprimente que contrasta
con el mundo abierto y libre de la universidad y de la bohemia juvenil que Andrea vive con
sus amigos.
Nada es un suceder de acontecimientos que atrapan, el nudo de la narración está en el
descubrimiento de las relaciones entre Ena y su madre con Román y antes en la trama, la
forma de conseguir dinero de Gloria, no obstante, muchos aspectos quedan sin explicarse.
En conclusión, los personajes plasmados en esta historia realista son profundamente
humanos, porque así somos las personas: con luces, sombras y contradicciones. La abuela,
muy cristiana y quien sufre por las peleas en su casa, ha favorecido a sus hijos en
detrimento de la hijas; Angustias, desagradable aunque bonita, prefiere encerrarse para
evitar el adulterio; Gloria, a todas luces una mujer ignorante y de vida ligera en el pasado,
es capaz de sacrificarse por la subsistencia de todos aún cuando se la golpee y se hable mal
de ella; Juan, un artista fracasado y de evidente poco talento que ejerce una gran violencia
contra su esposa, es capaz de dar cariño y cuidar a su hijito.
Solamente Román y la horrible criada Antonia son seres enigmáticos, parecen confabulados
para hacer difícil la vida a los demás. Como disculpa para él, se puede decir que deleitaba
con su música el triste ambiente, aunque no deja nunca de manipular a quienes se le
acercan y sucumbe al verse despreciado por Gloria y Ena. Ellas son personajes que
comparten parecidos. Si bien una es inculta y pobre, las dos son mujeres guapas a las que
les agrada gustar y cada a una, a su manera, ayuda a Andrea. Gloria proveyendo el escaso
dinero para la manutención de la casa y Ena haciendo pasar a su amiga unas veladas más
confortables que las de la calle de Aribau.
Otro tanto se puede decir de los personajes del afuera de la casa. Ena es una chica que
ofrece una amistad sincera a Andrea, aunque, cuando conoce a Román y entabla relación
con él, se muestra injustamente esquiva tanto con Andrea como con su novio Jaime. La

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madre de Ena, Margarita, es una dama encantadora y generosa con la protagonista. El
comportamiento de su hija la obliga a confesar que ha amado a Román sin ser
correspondida y esto la llevó a cometer ciertas locuras, por ello se ha casado con Luis sin
quererlo demasiado. Reconoce haber llevado con él una buena vida. La familia de Ena será
la salvación y la esperanza de Andrea, gracias a ellos abandona el oscuro piso de la calle
Aribau para ir a Madrid con trabajo y se abre para ella un nuevo camino.
Carmen Laforet supo poner en palabras, con mucha claridad, la situación de la mujer
española de la época del ´40. En este sentido fue una adelantada, solamente Andrea siente
abiertas las puertas hacia el conocimiento a través del estudio y la libertad.

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