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Catequesis para visita en Instituciones Educativas Nº 1.

JOVEN: ¿QUÉ QUIERES SER TÚ?

Objetivo: Despertar en los jóvenes estudiantes, el sentido de la vida y la


búsqueda de adquirir referentes claros que definan una vocación específica para
madurar como personas y también puedan descubrir su lugar en la Iglesia.

DESARROLLO

Saludo y Acogida: Saludar amablemente a todos los estudiantes buscando


despertar en ellos una buena recepción del trabajo, haciendo la respectiva
presentación de cada uno de los seminaristas y del trabajo que se ha de realizar
con ellos, aclarando las debidas disposiciones que se debe tener para el buen
desarrollo de la actividad.

Ambientación: Presentar en panel ya sea en formato de diapositiva o con


imágenes recortadas pegadas en un pliegos de papel, diferentes personajes
famosos, como los más polémicos y conocidos. Por ejemplo: Shakira, Ricky
Martín, Wisin y Yandel, Taylor Lautner, Carolina Gómez, Pipe Bueno, Obama,
Justin Bieber, etc. (Anexo en Cd diapositivas FAMOSOS).

Motivación: Es el momento de hacer del taller un aspecto grupal y con aspecto


participativo. Entonces se puede aprovechar para preguntarles a algunos jóvenes
presentes lo siguiente:

1. ¿A qué personaje de la fama admiras?


2. ¿Te gustaría ser famoso?
3. ¿Qué es la fama?

Reflexión: Podríamos considerar que la fama es el estado que un individuo


alcanza cuando es conocido y reconocido en un ámbito mayor que el que le
corresponde a la mayoría de sus conciudadanos.  Según esto, la fama es tanto
mayor, cuanto más numeroso sea el conjunto de personas que conocen al famoso
y mayor su ámbito geográfico (barrio, ciudad, país, continente, planeta).

Hay mala fama y buena fama. Evidentemente la mala fama obra en contra de los
intereses del individuo y, salvo casos especiales, nadie la busca ni la desea, sino
que le sobreviene con motivo de una actuación inmoral, que por accidente salió a
la luz.
Sin embargo, la buena fama es una situación positiva que casi todos buscamos. De
alguna manera, la buena fama es el testimonio fehaciente de que hemos
conseguido una hazaña que muy pocos de nuestros semejantes han conseguido.
Desde matar al dragón que retenía a la princesa hasta vender un millón de libros
o de discos, es algo que requiere una capacidad y un talento excepcional.

Por otro lado, la fama nos reporta un sinfín de ventajas: Gente a la que no
conocemos, nos tratará con mayor solicitud que a sus propios amigos y se
ofrecerá generosamente a satisfacer nuestros más mínimos deseos, aunque sólo
sea para alardear luego de haberse relacionado con un personaje famoso. Todas
las puertas se abren al famoso, antes incluso de que las golpee con sus nudillos,
siendo el caso que el resto de los mortales debemos pagar un elevado peaje por
cada puerta que queremos abrir.

La fama, por tanto, actúa como un sistema de super-recompensa social que


premia al que consigue sobresalir en alguna actividad bien valorada por la
sociedad. Y para conseguir ese gran premio que es la fama y sus muchas ventajas,
todos realizamos un sobreesfuerzo en la esperanza de llegar algún día a ser
famosos. Y eso es bueno para la sociedad y también para el individuo que la
consigue.

Aquel que desprecia la fama, y alardea de ello, imita a la zorra que al intentar,
sin éxito, alcanzar las uvas, exclamó: ¡No las quiero, todavía no están maduras!

Nuestra misión es, en este caso, descubrir los caminos que debemos recorrer
para alcanzar la buena fama, aunque sólo sea entre nuestros allegados, y
comprender los mecanismos de recompensa social que pondremos en marcha si es
que finalmente la alcanzamos.

Actualización: Pero preguntémonos ¿Qué tan importante será la fama?, ¿será que
si soy realmente famoso mi vida tendrá sentido?, realmente hay que poner un poco
los pies en la tierra y descubrir que "Tener éxito en la vida no es llegar a tener fama,
sino a realizar aquello que realmente deseas". (Anónimo).

Iluminación Bíblica: Marcos 10, 35-45

Sólo cuando nos diponemos a luchar por aquello que realmente queremos es
cuándo nuestra vida va adquiriendo realización, es decir sólo llegamos a entender
para qué fue lo que realmente nacimos, cuando lleguemos a Ser lo que queríamos
Ser con total seguridad.
Se trata de un circulo vicioso, solo podemos hacer grandes cosas, cuando
descubrimos la plenitud de nuestro Ser, sin embargo no podemos llegar a Ser
cuando no nos disponemos en el hacer o mejor dicho en construir nuestro ser.

SER HACER

- Se les puede entonces preguntar a los jóvenes: ¿Quién quieres ser tú?
¿Qué quieres ser en tu existencia? ¿Qué quieres hacer con tu vida?

William Shakespeare dice “¡Ser, o no ser, esa es la cuestión!” (En el poema El


soliloquio de Hamlet), y realmente hoy es muy necesario replantearnos está
cuestión, “¿somos o no somos?”. Escuchemos la siguiente parábola:

LA PARÁBOLA DEL AGUILA


Erase una vez un hombre que caminaba por el bosque, encontró un
aguilucho, se lo llevó a su casa y lo puso en su corral, donde pronto
aprendió a comer la misma comida que los pollos y a conducirse como
estos.

Un día un naturalista que pasaba por allí, le pregunto al propietario porque razón un águila,
el rey de las aves y los pájaros, tenía que permanecer encerrado en el corral con los pollos.

Como le he dado la misma comida que a los pollos, y le he enseñado a ser como un pollo,
nunca ha aprendido a volar, respondió el propietario; se conduce como los pollos y por tanto
no es un águila.

Sin embargo, insistió el naturalista, tiene corazón de águila, y con toda seguridad se le
puede enseñar a volar.

Después de discutir un poco más, los dos hombres convinieron en averiguar si era posible
que el águila volara. El naturalista le cogió en sus brazos, suavemente y le dijo “TÚ
PERTENECES AL CIELO NO A LA TIERRA, ABRE LAS ALAS Y VUELA”. El águila sin
embargo estaba confuso: no sabía qué era y, al ver a los pollos comiendo, saltó y se reunió
con ellos de nuevo.

Sin desanimarse, al día siguiente, el naturalista llevó el águila al tejado de la casa y la animó
diciéndole: “ERES UNA ÁGUILA ABRE LAS ALAS Y VUELA “; pero el águila tenía miedo de
su yo y del mundo desconocido y saltó otra vez en busca de la comida de los pollos.

El naturalista se levantó temprano al tercer día, saco el águila del corral y lo llevó a una
montaña. Una vez allí, alzó al rey de las aves y lo animó diciéndole “ERES UNA ÁGUILA Y
PERTENECES AL CIELO, AHORA ABRE LAS AVES Y VUELA “.
El águila miro alrededor, hacía el corral y hacía arriba, al cielo. Pero siguió sin volar.
Entonces el naturalista lo levantó directamente hacía el sol; el águila empezó a templar y
abrió lentamente las alas y finalmente con un grito triunfante voló alejándose hacia el cielo.

Es posible que el águila recuerde todavía a los pollos con nostalgia; hasta es posible que de
cuando en cuando vuelva a visitar el corral. Pero nunca vivió más vida de pollo.

Siempre fue un águila, pese a que fue mantenida y domesticada como un pollo.

Conclusión: Esta parábola refleja muy bien la situación de cada uno de nosotros y del hombre de hoy.
Este ha perdido su identidad y el sentido de la vida. ¿Quién es el hombre? ¿Cuál es el sentido de su vida?
¿Quién soy yo? La respuesta no es fácil ¿Soy águila o soy pollo de corral? Mi conciencia me dice lo
primero, mi forma de vida tal vez lo segundo. Como el aguilucho, el hombre ha perdido identidad. A
fuerza de vivir en el corral y de comer la comida de los pollos, ha traicionado su verdadera esencia y se
ha rebajado. Ya no sabe lo que es. Ha perdido el sentido de la actividad y de su vida.

El hombre, como el águila, es el rey de la creación. Posee un corazón grande capaz de anhelar lo sublime.
Tiene alas para perseguir lo más alto. Sin embargo, se ha encarcelado en el corral; la sociedad de
consumo lo tiene atrapado en sus fauces voraces. Y es que es mucho más fácil y placentero ser pollo que
águila. El pollo posee la seguridad del corral, la comodidad de las rejas que delimitan su espacio, el
cuidado de su amo, la tranquilidad del alimento asegurado, la protección frente a las vicisitudes de la
vida. El águila, sin embargo, debe asumir el riesgo de moverse en un espacio sin límites, tiene que estar
alerta para no caer en manos del cazador que la convertiría en trofeo de caza o en pieza de museo, tiene
que luchar frecuentemente en la soledad y en un ambiente adverso, por proteger y defender su vida de
quienes quieren someter. Pero el pollo ha perdido su libertad, la ha entregado a cambio de unos granos de
trigo que llenen su buche hambriento, es explotado y sometido al sucio mercado de la compra y venta. El
águila en cambio, es libre, sus alas le permiten surcar los cielos y explorar horizontes siempre nuevos.

¡Qué triste es ver al hombre, como el aguilucho, en el corral comiendo la comida de los pollos y llevando
la vida de estos, cuando su corazón y su mente están hechos para cosas más grandes. La tarea no es fácil;
en parte, porque estamos convencidos de ser pollos o porque no conocemos cuál es realmente nuestra
identidad; en parte, porque nuestros amos, la comodidad, la dependencia y el consumismo, no nos dejan
salir. Sentiremos miedo, indecisión; tendremos que luchar contra la inercia, que una y otra vez tratará de
devolvernos al corral. Únicamente el aire limpio de la montaña y la contemplación de ideales tan nobles y
altos como el sol, podrán desplegar nuestras alas y hacer cantar el grito triunfante de la liberación.
Recordaremos con nostalgia nuestra vida de pollos y sufriremos la tentación de volver al corral. Pero
quien realmente descubre su vocación y encuentra un claro sentido de su vida, jamás dará un paso atrás
en su decisión de llevar una existencia auténticamente humana.

Con estas reflexiones se hace la invitación de que una vida auténticamente humana es la
vida sacerdotal, una vida abnegada, de servicio, de entrega, de vuelo alto como el águila en
pro de ideales nobles y trascendentales, con lo cual se busca que todos los hombres lleguen
a la salvación, es decir a la felicidad, a la realización plena del ser humano, a la autenticidad
de su ser, (se pueden ofrecer testimonios de cómo con el ser sacerdote o religioso, se le
encuentra un verdadero sentido a la vida o se puede presentar el video “Que sueñas con
ser” –anexado en el C.D.).

Nota: Y se termina el taller pasándole a cada joven el desprendible para que sólo lo llenen
los que tienen algún interés vocacional, y se quiere se termina con una oración o un canto
(por ejemplo la canción “Soy lo que soy” de facundo Cabral, anexado en el C.D.)

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