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Los gobiernos de la década de 1980 fracasaron al organizar una estrategia contrasubversiva eficaz,
que pudiera derrotar a las organizaciones terroristas y que respetara los derechos humanos. Se
logró establecer una estrategia que privilegiara la colaboración con la población civil y el uso de la
inteligencia, lo que llevó a la derrota de las organizaciones subversivas. Se estima que los agentes
del estado fueron los causantes de la muerte de más de 20 mil víctimas; no obstante, el número
Las fuerzas policiales fueron las primeras organizaciones del Estado en ser atacadas
sistemáticamente por el terrorismo del Partido Comunista del Perú Sendero Luminoso (PCP-SL).
Para apropiarse de la autoridad local, la estrategia subversiva empezó por destruir la escasa
presencia del Estado en los pueblos andinos y la débil conexión de los servicios estatales, en
especial de la policía, con esa sociedad. Los campesinos de la sierra central no estaban
acostumbrados a hacer valer sus derechos individuales mediante el sistema legal, ni mucho
menos mediante el recurso a la policía. Los ataques del PCP-SL a la policía no provocaron, pues,
rechazo masivo por parte de los pobladores de las zonas de emergencia. El Estado respondió
la población y sus derechos. A poco de iniciada la ofensiva del PCP-SL, el rostro de la policía
Comandos Político-Militares, la policía fue sometida por el Estado a la autoridad de las Fuerzas
Armadas (FFAA) y reducida a la función de fuerza auxiliar. Los investigadores policiales tuvieron
que ingeniarse nuevos métodos para seguir practicando su oficio con muy pocos recursos,
mientras las FFAA y sus servicios de inteligencia recibían el reconocimiento. Pese a todo, el
trabajo de los investigadores produjo avances centrales en la lucha contrasubversiva, los cuales
no se derivaron de la estrategia elaborada por las Fuerzas Armadas, ni mucho menos del
participación de las Fuerzas Armadas contra el Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso y
el MRTA.
El Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso inició la ejecución de su plan llamado «Inicio
de la Lucha Armada» (ILA) contra el Estado peruano el 17-05-1980, día de elecciones generales,
las primeras después de 14 años. Con ello expresó su rechazo al sistema político democrático
que estaba por reinstaurarse en el Perú. Durante los últimos años del gobierno militar
prepararon cuidadosamente esta guerra como un plan político y militar de largo plazo, cuya
corregir algunas prácticas, leyes o instituciones, sino abolir por la fuerza todo el horizonte
La forma de combatir, el PCP-SL se mostró decidido a violar todas las leyes de la guerra desde el
inicio de sus acciones, realizó sistemáticamente actos infames como asesinatos, masacres y
atentados terroristas. Por estas razones, no es posible reconocer al PCP-SL como «guerrilla» en
el sentido de fuerza beligerante que dan a esta palabra las instituciones internacionales.
Otro grupo subversivo fue el MRTA, que emprendió la lucha armada contra el Estado peruano
al ver que el PCP-SL había conseguido desencadenar una guerra interna, con lo cual ellos
creyeron llegado el momento para emprender su propio proyecto violento. Sus fines políticos
fueron algo más abiertos que los del PCP-SL e intentaron demostrarlo respetando inicialmente
las leyes de la guerra, vistiendo uniforme y dando repetidas señales de estar dispuestos a
negociaciones de paz, pero cayeron pronto en graves contradicciones, pues trataron como
enemigos a gobiernos que hacían respetar los derechos básicos y terminaron uniendo fuerzas a
las de los criminales. El MRTA se ofreció como el brazo armado de la izquierda legal, pero tal
pretensión fue rechazada por la izquierda legal misma, ya que el sistema democrático ofrecía
las condiciones básicas para impulsar planes políticos dentro de la legalidad. En cuanto al modo
de combatir, el MRTA, a diferencia del PCP-SL, intentó ceñirse inicialmente a los requerimientos
de las leyes de la guerra, se abstuvo de atacar a la población inerme y concentró sus ataques en
las fuerzas del orden. Sin embargo, en los últimos años del conflicto incurrió también en
acciones criminales.
CONCLUSIÓN
En conclusión, la guerra popular declarada por el PCP-SL, así como la que emprendió poco
derechos fundamentales de los peruanos. Por ello, el Estado democrático, aunque quedó
enfrentado a un enemigo interno, tuvo en todo momento derecho a defenderse con las fuerzas
policiales y la fuerza de las armas, porque es justo que un Gobierno legítimo se defienda de
insurrecciones injustas.
REFERENCIAS