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La dominancia de la genética, con respecto al ambiente, en la inteligencia.

La inteligencia es conocida como la habilidad (aptitud) singular o general, así como la

capacidad para tratar la complejidad cognitiva. Esta facultad ha estado rodeada de muchos debates

que van desde las teorías como las de Spearman, Thurstone o Cattel. que han tratado de exponer

cómo está compuesta la inteligencia – aunque hoy en día la teoría más aceptada ha sido la de

Gardner, la cual habla del desarrollo de varios tipos de inteligencia – hasta la fuerte discusión entre

los genetistas y ambientalistas cuyo fin es explicar el origen de ésta. Así, aunque Vernon (1966)

afirma que “la inteligencia que una persona demuestra en la escuela, en su trabajo o en la vida

diaria, se desarrolla por la interacción entre su potencial genético y los estímulos provocados por

su ambiente”. (pág 19), los resultados de muchas de las investigaciones hechas tanto por los

nativistas como los ambientalistas permiten afirmar que, si bien los factores ambientales pueden

influir en ciertos aspectos de la inteligencia, lo cierto es que la genética ocupa un lugar

determinante en el desarrollo de esta aptitud.

Por un lado, la hipótesis aditiva simple argumenta que las diferencias en la variabilidad de

la inteligencia se deben en un 80 por 100 a la herencia y en 20 por 100 al ambiente. Una

investigación hecha por Herrmann y Hogben halló la diferencia media en el cociente intelectual

(CI) de hermanos y de gemelos, encontrando que

Para los 65 pares de gemelos monozigóticos (MZ), la diferencia media de CI fue de 9,2;

para los 48 pares de gemelos dizigóticos (DZ) del mismo sexo, fue de 17,7; y para los 138

pares de gemelos DZ de diferente sexo fue de 17,9; para los hermanos, la diferencia media

de CI fue de 16,8” (Eysenck et. al, 1986)

Allí encontraron que: la genética y el ambiente actúan de la misma forma con respecto al sexo; el

hecho de ser tratados de manera diferente, tanto hermanos como gemelos, no tiene efecto alguno
sobre la inteligencia y por último, debido a que los gemelos MZ son más parecido entre ellos que

los hermanos o los gemelos DZ, la diferencia media para ellos es solo la mitad que la de los

demás. Eysenck et. al (1981) afirma que “puesto que los pares MZ son genéticamente idénticos, y

no así los pares DZ, es plausible adscribir su mayor parecido en CI a influencias genéticas”. (pág

73).

Por otro lado, la hipótesis poligénica sostiene que la inteligencia se debe, no solo a un gen,

sino a una multitud de genes. Debido a que la distribución en la población de la inteligencia

psicométrica es relativamente normal,

Suele afirmarse, con sólida base empírica, que el coeficiente de heredabilidad de la

inteligencia es de aproximadamente 0,75. Esto quiere decir que las diferencias que hay

entre las personas en inteligencia se deben, en las ¾ partes, a sus diferencias hereditarias y

en ¼ parte, aproximadamente, a sus diferencias ambientales (Yela, 1981)

De la misma manera, en su texto se argumenta que “las correlaciones entre la inteligencia de los

sujetos son las que pueden preverse a partir del modelo poligénico, tanto mayores cuanto más

común es la herencia” (Yela, 1981, pág 43)


Otro factor como la regresión hacia la media explica de manera contundente la estimación

de la heredabilidad. La regresión a la media es definida como la tendencia de los padres que tienen

características superdotadas o extremas a originar descendencia con características menos

extremas, es decir, a acercarse a la media. De manera errónea se ha pensado que el CI de los hijos

está distribuido de la misma forma que los padres; es decir, según Eysenck et. al (1986), los

padres brillantes tienen hijos brillantes y que los padres muy poco dotados, tienen hijos muy poco

dotados. Sin embargo, teniendo en cuenta la regresión a la media, lo que se muestra es muy

diferente. En cada generación, los genes se reorganizan de una forma única.

Gráfica 1. Heredabilidad del


CI
“Los descendientes de los padres muy poco dotados muestran CI muy diferentes. Solo 1 de

los 4 niños es muy poco dotado, 2 son poco dotados y 1 está en la media. De los hijos de

los padres medios, 1 es muy brillante, otro es muy poco dotado, 6 son brillantes y 6 poco

dotados, y solo 10 están en la media. Por otra parte, de los 4 niños muy brillantes, 1 tiene
padres muy brillantes, 2 tienen padres brillantes y 1 tiene padres medios” (Eysenck et. al,

1986). Observando con seguridad que la regresión distribuye los genes en cada generación.

De la misma manera, el efecto de regresión se puede considerar como evidencia para probar la

hipótesis que sostiene la heredabilidad de la inteligencia. Para esto, Lewis Terman hizo un estudio

con niños superdotados – 1528 niños con un CI de 140 o más – en donde se muestra que

La media del CI de los sujetos que se habían casado y habían tenido hijos fue de 15; la de

sus esposas fue de 125. El CI medio de todos los padres fue de 138,5 y el de 1571 de sus

hijos fue de 133.3. Empleando la fórmula genética para la regresión, podemos calcular a

partir de la estimación de la heredabilidad (70 por 100) y la variación ambiental

intrafamiliar (10 por 100) que los niños deberían tener 33,5 puntos por encima de la media.

De hecho tiene 33,2 puntos por encima de la media, lo que está muy cerca de la

predicción” (Eysenck et. al, 1986) Asimismo se han hecho otros estudios con respecto a

este fenómeno, que han dado resultados relacionados, tomando más fuerza el argumento de

la heredabilidad.

Por último, la recesión endogámica, ofrece otra explicación de la dominancia de los genes

sobre el ambiente. Esto se refiere a la minoración de algún rasgo, como el CI, como resultado del

matrimonio entre dos parientes consanguíneos. Algunos estudios realizados a gran escala en Japón

e Israel muestran que

En Israel la tasa de matrimonio entre primos carnales, entre los árabes, era del 4 por 100.

La tasa de matrimonio entre otros tipos de primos era tan como del 34 por 100, contra el 6

por 100 en Japón y menos del 1 por 100 en Europa y América (Eysenck et. al, 1986)
Eysenck et. al (1986) afirma que “la mayoría de los efectos más fuertes han sido observados,

naturalmente, en los casos relativamente raros en los cuales hermano y hermana o padre e hija

producen descendientes viables”. (pág 95). Así como también dice que estas investigaciones nos

permiten ratificar la influencia de los genes en la inteligencia.

Con lo anterior, ha quedado expuesta la prevalencia de la herencia sobre el ambiente. Tanto

las hipótesis, como los diferentes fenómenos que relacionan la genética con la inteligencia

permiten una observación casi completa de cómo ésta determina mayormente esta aptitud, sin

desconocer las evidencias que apoyan el aporte del ambiente. En conclusión, la discusión entre

nativistas y ambientalistas, más que posiciones divididas, deja importantes contribuciones que no

solo aportan al desarrollo del conocimiento acerca del tema, sino que queda bastante claro que en

la herencia versus el ambiente, los genes tienen un punto a favor.


Referencias bibliográficas

Eysenck, H., Kamin, León J., & Sánchez López, Pilar. (1986). La confrontación sobre la

inteligencia: ¿Herencia, ambiente? (2nd ed., Colección psicología). Madrid, Esp.:

Pirámide

Vernon, P. E. (1966). Factores de ambientales y desarrollo la inteligencia. Revista Colombiana de

Psicología, 11(1-2), 19-30.

Yela, M. (1981). Inteligencia, herencia y ambiente. Cursos e Congresos da Universidade de

Santiago de Compostela nº 20. 37-51.

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