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RECIÉN NACIDO
Al nacer, los procesos alveolares están cubiertos por las almohadillas gingivales, las que pronto
son segmentadas para indicar los sitios de los dientes en desarrollo. Las encías son firmes, como
en la boca de un adulto desdentado. La forma básica de los arcos está determinada en la vida
intrauterina, tienen forma de herradura (semielíptica) y el mandibular está por detrás del superior
cuando las almohadillas y tienden a extenderse bucal y labialmente más allá del hueso alveolar.
Los procesos alveolares no son lisos: por el contrario, se hallan recubiertos de cresta y surcos. En
sus lados externos se observan eminencias correspondientes a los gérmenes de los incisivos, y a
menudo presentan una incurvación de modo que no contactan en su posición anterior cuando
cierran los maxilares y el contacto se hace únicamente en la región posterior. Fig. 4
Relaciones maxilares
La forma de los arcos es semielíptica, pero, en general existe una gran variedad de formas y por
supuesto, para este momento no podemos hablar de una verdadera oclusión, ya que los dientes
aún no han erupcionado.
CARACTERÍSTICAS GENERALES.
Durante este periodo se destacan diferentes características tanto en los maxilares como en el
área orofacial:
a. Micrognatismo maxilar: Los maxilares son pequeños para albergar los dientes primarios y
en los seis primeros meses de vida va a producirse un intenso crecimiento tridimensional
para permitir la salida y ubicación correcta de los incisivos, siendo el crecimiento por
unidad de tiempo el máximo que se va a producir en el desarrollo maxilar a lo largo de la
vida
b. Retrognatismo mandibular: El niño nace con la mandíbula en una posición retrusiva con
respecto al maxilar y hay una relación distal de la base mandibular con respecto a la del
maxilar.
c. Apiñamiento incisal: En una placa radiográfica oclusal se observa que hay apiñamiento de
los incisivos del recién nacido aun desdentado. Los dientes anteriores mantienen una
disposición irregular prenatal durante algún tiempo mientras crecen los maxilares que los
albergan. La imagen general es de que habrá falta espacio para la salida de los dientes en
cada maxilar.
d. Diastemas intermolares: Los molares están también superpuestos verticalmente con un
solapamiento a manera de escamas, pero suelen existir ciertos diastemas entre el primero
y el segundo molar primaria en la fase eruptiva final.
e. Dientes natales, neonatales, y pre-erupcionados. Ocasionalmente, un niño puede nacer
con dientes ya presentes en la boca o que erupcionan poco tiempo después. Entre ellos se
consideran tres tipos:
Alrededor del cuarto y sexto mes de vida intrauterina los dientes comienzan a calcificarse. Para el
momento del nacimiento encontramos la calcificación de los dientes primarios en las siguientes
condiciones:
• La corona del incisivo central superior deciduo esta completamente formada y parte de su raíz
se ha desarrollado. La formación del esmalte está casi completa y los gérmenes de los centrales
permanentes están localizados hacia lingual, y el incisivo permanente inferior yace lingual a los
primarios.
• El incisivo lateral deciduo está tan desarrollado como el central y alrededor de los dos tercios
del esmalte se han formado y el germen del permanente es una pequeño brote indiferenciado.
• La corona del primer molar deciduo está completamente formada y se ha unido el esmalte en la
cúspide. El germen del primer premolar es un pequeño brote epitelial.
• El segundo molar deciduo está algo menos calcificado que el primero, las puntas de las cúspides
están aún aisladas y no ha comenzado la formación de su raíz. El germen del segundo premolar es
una pequeño brote epitelial
• El primer molar permanente esta comenzando la formación de su tejido duro y el esmalte puede
ser visto en las cúspides aisladas. Está localizado al lado de la tuberosidad y sobre el nivel del piso
de la nariz y el primer molar permanente inferior esta localizado cerca del ángulo interno de la
rama. Fig. 7 Los datos anotados arriba, están basados en promedios. Desviaciones de un año o
mas usualmente están dentro del rango normal en ausencia de otros factores sistémicos de
naturaleza patológica.
Para el momento del nacimiento, se encuentran calcificadas la mayoría de las coronas de los
dientes primarios, a los 6 meses de edad ya se ha completado su calcificación. La formación
radicular es más lenta, solo se completa hacia los 3 o 4 años, después de la erupción dentaria.
Antes de que los dientes primarios emerjan, tiene lugar una fusión entre el epitelio oral y dental,
lo cual permite al diente perforar la encía sin ulcerarla. Unos pocos días antes de la emergencia el
tejido que cubre el diente se inflama y enrojece, el niño presenta signos de irritación local y
necesita frotar sus encías con los dedos u otros elementos duros que encuentre a la mano. La
encía, donde el diente hará su aparición se torna blanquecina, debido a la queratinización de la
fusión del epitelio oral y dental. Después de la emergencia se retrae, la corona se hace visible y la
irritación desaparece.
Salud bucodental
La salud bucodental, fundamental para gozar de una buena salud y una buena calidad de vida, se
puede definir como la ausencia de dolor orofacial, cáncer de boca o de garganta, infecciones y
llagas bucales, enfermedades periodontales (de las encías), caries, pérdida de dientes y otras
enfermedades y trastornos que limitan en la persona afectada la capacidad de morder, masticar,
sonreír y hablar, al tiempo que repercuten en su bienestar psicosocial.
La dentadura primaria está compuesta por los denominados dientes de leche, que son 20, entre
los que se distinguen ocho incisivos, cuatro caninos y ocho molares. Aunque los dientes de leche
finalmente se acaben cayendo con los años para dar paso a la dentadura definitiva del adulto, las
posibles complicaciones que se puedan dar durante esta etapa (caries, bacterias, deformaciones
maxilares, etcétera) influirán de forma definitiva en la salud bucodental del niño, por lo que
saber cuidar dientes y encías durante la infancia es muy importante para prevenir posibles
afecciones futuras.
Según el estudio Orientaciones para la salud bucal en los primeros años de vida de la Sociedad
Española de Odontopediatría (SEOP), la caries dental es actualmente la enfermedad crónica más
frecuente en la infancia, con elevada prevalencia entre los preescolares españoles. Esta patología
afecta a la salud general del niño, provocando dolor intenso, infecciones faciales, e incluso
disminución en su desarrollo físico y su capacidad de aprendizaje; además, esta enfermedad es
infecciosa y transmisible. Un niño que tenga caries en sus dientes de leche tiene muchas
probabilidades de arrastrar estos problemas durante la vida adulta.
Por otro lado, a partir de la aparición de los primeros dientes, no es recomendable que el niño
tome leche materna durante el sueño. Si el niño se duerme durante una toma, se debe
interrumpir la misma o, en todo caso, lavarle los dientes después de la ingesta, ya que durante el
sueño los factores protectores de la saliva se encuentran reducidos.
Al igual que con las tomas de leche materna, no es aconsejable continuar con la ingesta de leche
de fórmula cuando el niño se duerma; si se sigue dando el biberón, una vez termine la toma hay
que lavarle los dientes. Además, el biberón debe ser utilizado sólo como recipiente para leche,
por lo que otros líquidos, como zumo e infusiones se darán en tacitas u otros utensilios. Tampoco
es aconsejable en ningún caso añadir miel o azúcar al contenido del biberón.
A partir del primer año de vida, el niño debe ir abandonando paulatinamente el uso del biberón y
comenzar a masticar, de manera que cuando llegue a los 18 meses de edad, pueda desecharlo por
completo. El uso excesivo del biberón más allá de la edad recomendada favorece la aparición de
un patrón de succión infantil, lo que puede acarrear deglución atípica, una variante alimentaria
causada por la ruptura en la coordinación de movimientos musculares faciales que origina
malformaciones dentomaxilares.
El chupete puede utilizarse, como máximo, hasta los dos años de edad, aunque lo más
recomendable es abandonar este hábito entre los 12 y los 18 meses de vida. La alteración en la
posición de la lengua que conlleva este hábito puede traer complicaciones que deberán ser
tratadas por un odontopediatra.
Transmisión de bacterias
Algunos hábitos por parte de madres, padres y cuidadores favorecen la transmisión de bacterias
que pueden conllevar al desarrollo de caries. Es recomendable, durante los primeros años de vida
del niño, procurar no realizar determinados hábitos para evitar la transmisión de bacterias, como:
compartir cepillos de dientes, cucharas y otros utensilios que el niño se lleve normalmente a la
boca, soplar la comida o limpiar el chupete con saliva.
Además, según el informe de la SEOP, los niños cuyas madres que tengan altos niveles de
bacterias durante el embarazo tienen mayor riesgo de contagio que el resto.
Alimentación
Para prevenir las caries y otras posibles afecciones relacionadas con la salud bucodental, la mejor
manera es establecer unos buenos hábitos de higiene oral. En este sentido, Madrid Salud, el
organismo autónomo del Ayuntamiento de Madrid que gestiona las políticas municipales en
materia de Salud Pública y Drogodependencias, ha elaborado el informe Consejos sobre salud
dental en la infancia, que, con el objetivo de mantener en buen estado la salud bucodental de
los niños, establece una serie de recomendaciones por edad:
De 6 a 12 meses
Se deben cepillar los dientes del niño diariamente, con un cepillo suave y sin usar pasta
de dientes.
Para el dolor de encías, muy común durante esta etapa en la que aparecen los primeros
dientes, se pueden frotar suavemente con un cepillo o una gasa para aliviar las molestias.
De 12 a 24 meses
Hay que procurar conseguir una duración de cepillado adecuada (de dos a tres minutos).
De 3 a 5 años
Los niños deben cepillarse los dientes al menos dos veces al día y con la supervisión de un
adulto.
Es importante tratar de eliminar hábitos como la succión del dedo y el uso del chupete,
sobre todo antes de la salida de los dientes definitivos.
De 6 a 12 años
La adolescencia es una etapa de la vida que está marcada por miles de cambios, tanto físicos como
sociales. A partir de los trece años, es habitual que los jóvenes pasen más tiempo fuera de casa
con sus amigos y consuman más alimentos perjudiciales para la salud bucal, como refrescos,
chuches o comida rápida. Además, al estar menos tiempo en casa, muchas veces no se cepillan los
dientes tantas veces como deberían..
El cambio de la infancia a la adolescencia suele producirse con mucha rapidez y los padres, de
repente, se encuentran con que sus niños ya no siguen su ejemplo y sus consejos con tanta
fidelidad como antes. No parece fácil hacerles comprender la importancia de cuidar su salud bucal
porque están más preocupados por hacer planes divertidos en su día a día. No sólo descuidan el
cepillado, también el uso de hilo dental y enjuague bucal.
Por si fuera poco el incremento del consumo de alimentos ricos en azúcar, las numerosas salidas
que dificultan el cepillado y la aparición de otras prioridades más allá de cuidar su boca, se suma
otro factor más: los brackets. La adolescencia es una de las etapas más habituales en la que se
utiliza ortodoncia, un tratamiento que favorece la correcta posición de los dientes y que permite
restituir sus funciones pero que dificulta su limpieza. Hay que dedicar más tiempo a la higiene
bucal para conseguir buenos resultados.
Con todo esto… ¿cómo pueden involucrarse los padres para mejorar la salud bucal de sus hijos?
Los jóvenes le dan mucha importancia a la apariencia física, por lo que una buena opción es hacer
referencia a la estética. La falta de higiene en la boca puede provocar que los dientes amarilleen y
que aparezca el mal aliento, dos hechos que pueden perjudicar sus relaciones sociales. Además de
recordarles lo importante que es la rutina de cepillado para su salud bucal, es una buena idea
recordarles que, si no lo hacen, repercutirá en su apariencia.
Cuando coman en casa, los padres deben evitar ofrecerles alimentos ricos en azúcares o ácidos
que puedan perjudicar su esmalte. Para beber, la mejor opción es el agua. Si pasan mucho tiempo
fuera de casa es difícil saber si se lavan los dientes o no. Una manera de facilitarles para que lo
tengan más presente es comprarles un kit de viaje que puedan llevar en la mochila o en el bolso,
así será más fácil que se acuerden de utilizarlo. Ya que, por lo general, dormirán todas las noches
en casa, es un buen momento para recordarles que el cepillado nocturno es el más importante del
día.
Además, si están acostumbrados a ir al dentista desde niños, no se negarán a la visita regular que
se produce una o dos veces al año. Lo tendrán interiorizado y, aunque se muestren reticentes,
aceptarán que es una cita necesaria para su salud y que, “por suerte”, no tienen que acudir con
demasiada frecuencia. Al ser un profesional especializado, los jóvenes tenderán a prestarle más
atención que a sus propios padres, y el dentista puede aprovechar la cita para darles consejos que
mejoren su salud bucal. Si tienen el capricho de ponerse un piercing en la boca, lo mejor es sacar
el tema delante del profesional para que sea quien les explique las consecuencias que pueden
provocar, además de explicarles cómo deben cuidarlos si finalmente se los ponen.