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HISTORIA Y CREACION POETICA GONGORA Y EL DESCUBRIMIENTO DE AMERICA Robert JAMMES Ingerido en la trama de la Soledad primera (Carreira, 1986, pp. 217-223 ; ‘W. 366-502), el discurso que pronuncia un serrano an6nimo, al observar en los vestidos del peregrino las huellas de su naufragio, constituye una verdadera epopeya - corta, pero extraordinariamente densa - de los descubrimicntos y conquistas ultramarinas que marcan el principio de la edad moderna. Antes de empezar el anilisis de estos 137 versos, podemos tratar de apreciar desde fuera la ambici6n y la dificultad que suponfa tal proyecto. Géngora se propone en efecto evocar muchas cosas en su pequeia epopeya : los progresos de la navegacién desde la Antigiedad y el papel decisivo de la bréjula; latravesfa del Atldntico porlas res naves de Colénen 1492;;la llegada de Vasco Naifiez de Balboa al mar Pacifico, a través del istmo de Panamé, en 1513; la exploraci6n de las costas de! Pacifico ; la ruta de Vasco de Gama hacia las Indias Orientales y e1 mar de Omén ; la expedicion de Magallanes en 1520, a vuelta al mundo y el regreso de Juan Sebastién El Cano ; y, por fin, las exploraciones de los archipi¢lagos de Oceania. Lo que intenta, pues, es tratar el asunto de los descubrimientos en su dimensién més amplia, aunque con su acostumbrada brevedad, y evidentemente, para no deslucir el conjunto de las Soledades, tratarlo sin caer en el didactismo, clevandose al contrario, por encima del prosafsmo habitual de las cr6nicas rimadas, hasta la creaci6n poética verdadera, s4 ROBERT JAMMES Lo primero que podemos observar, quedéndonos todavia en los umbrales de este trozo, es que Géngora lo pone "en perspectiva’, es decir que lo introduce y lo sitda de tal manera en las Soledades, que lo carga de simbolismo y de significaciones, dandole asi, ain antes de empezar, més alcance y ms resonancia. ¢ Cémo procede ? Primero, empalméndolo con la propia situacién del peregrino, ya que es la evocacién de su naufragio la que determina la intervencién del viejo serrano : (..) Reconociendo el mar en el vestido - que beberse no pudo el sol ardiente las que siempre dard cerdleas sefias -, politico serrano, de canas grave, habl6 desta manera (Vv. 361-365) No se trata pues de una digresi6n colocada de manera artificial en la trama principal, sino de algo fntimanente unido al conjunto de las Soledades. Pesrsonaje central del poema, el peregrino es néufrago, y lo es doblement ndufrago de un mar concreto, el que, la vispera, lo ech6 a las orillas del mundo que va descubriendo ahora ; y néufrago de un mar metaférico al que el otro simboliza, el mar de las tormentas palaciegas (es un cortesano) y sentimentales (esta enamorado y desdefiado), del que escapa ahora, momenténeamente, para contemplar y compartir la paz del campo. Cobra pues mucho mayor relieve la evocacién de las navegaciones peligorsas de los exploradores de Indias, por hallarse en armonia con el destino del protagonista, y en contraste con el ambiente ristico en que baia todo el poema. Pero Géngora entronca también este discurso con la personalidad del anciano que lo pronuncia, serrano anénimo del que se nos revela al final, de modo casi enigmético, que es en realidad todo un personaje de novela, 0 de comedia: €s en efecto un antiguo mercader que se refugi6 en el monte, después de perder en el mar su caudal y, sin duda, su hijo : (..) en tan inciertos mares, donde con mi hacienda del alma se qued6 la mejor prenda, cuya memoria ¢s buitre de pesares. (Wv. 499-502). Se perciben pues ya dos resonancias, gracias alas cuales estos versos cobran una tonalidad sentimental, que contribuye a alejarlos tanto de la frialdad narrativa como de la interpolaci6n artificial. A estos dos factores "externos" se puede afiadir un tercer elemento, constituido por los trece versos introductorios, en los que Géngora condensa t6picos de la poesia latina ROBERT JAMMES 355 presentes en la mente de todos su lectores (maldici6n de la audacia sacrilega de los primeros navegantes) y, un poco més adelante, por la mencién de las navegaciones legendarias (Argonautas, Eneas, vw. 397-402) : es lo que nos permite, ya desde el principio, identificar y captar la naturaleza exacta de este corto poema, epopeya de las navegaciones y, al mismo tiempo, como vamos a verlo, execracién de las modernas conquistas. Entrando un poco mas en su textura, vemos en efecto que, prolongando esta maldiciOn inicial, GOngora impone al discurso del serrano una “filosofia’, ‘como un eje que le sirve de estructura desde el primer verso hasta el Gltimo : esta idea central es que el motor, no solo principal, sino tnico de las exploraciones fue la "Codicia’ (hoy, los historiadores dirfan el capitalismo naciente). Ya la introducci6n sugerfa fiereza, crucldades, impiedad y guerras ‘tigre’, "ficra’, "labrador ficro’,"mal nacido pino’, "marino monstruo’, "armas", "confusion y fuego"). Los progresos de la navegaci6n, aludidos més adelante, introducen més claramente la idea de rapifia, a través de una metSfora que tansforma los barcos en aves rapaces de las que no puede escapar ninguna Presa : (..) alado roble, no hay tormentoso cabo que no doble, ni isla hoy a su vuelo fugitiva (Wv; 394-396) Elterreno est4 preparado para la entrada triunfal" de la alegoria moderna que invadiré todo el escenario de las conquistas : Piloto hoy la Cudicia, no de errantes Arboles, mas de selvas inconstantes, al padre de las aguas Océano (...) dej6 primero de su espuma cano, sin admitir segundo cn inculcar sus limites al mundo (Vv. 403-412) EI discurso del serrano sigue insistiendo en este papel hist6rico de la Codicia : suyas son las tres naves de Col6n, como serdn suyas las banderas de la expedicién de Vasco Néiiez de Balboa : Abetos suyos tres aquel tridente violaron a Neptuno... A pesar luego de Aspides volantes (...) de caribes flechados, sus banderas siempre gloriosas, siempre tremolantes, rompieron los que armé de plumas ciento lestrigones el istmo, aladas fieras (Vv. 413-424) 56 ROBERT JAMMES La increpacién se hace més directa y vehemente, por el paso al vocativo, con la evocacion de las navegaciones portuguesas : Ti, Cudicia, té pues de las profundas estigias aguas torpe marinero (...) (Wv. 443-444) El promontorio (...) doblaste alegre (...) (Wv. 447-451) Los reinos de la Aurora al fin besaste (... (¥. 457) La aromética selva penetraste (...) (V. 461) Olvidada luego a lo largo de unos treinta versos en los que el serrano se dirige al peregrino, la Codicia vuelve a aparccer indirectamente al final, con la alusién a una terrible catéstrofe, tragedia relacionada con actividades mercantiles execradas una vez més. Increpacin, denuncia vehemente, esta actitud del serrano ante los descubrimientos y las conquistas no es sino uno de los aspectos del ideal moral que proponen las Soledades : verificamos otra vez esta trabaz6n intima entre el conjunto del poema y estos 137 vesos, que adquieren as{ su méxima posibilidad de alcance ideolégico y de resonancias poéticas. Yaes tiempo, saliendo de la inventio y la dispositio - que por definicién nos dejan todavia muy lejos de la creacién poética -, de acercarnos a la elocutio, para examinar los recursos estilisticos de que se vale aqu{ Géngora. La primera caracteristica que salta a la vista, haciendo sencillamente el recuento de las mayisculas, es la ausencia de nombres propios, bien sean onomésticos, bien toponimicos, ausencia que no puede dejar de parecer parad6jica cuando se piensa cn cl asunto tratado. Es evidente que Géngora tom6, antes de empezar, el partido de no nombrar ningtin personaje hist6rico, ningun pais, ningun sitio, sin duda para huir radicalmente de todo parecido con las tradicionales"relaciones de Indias’. Los pocos personajes mencionados pertenccen todos, sin excepcién, a la mitologia clésica (Tifis, Palinuro, Alcides, Neptuno, Midas, Acte6n) o a la historia de la Antigiiedad (Cat6n, Lucrecia) ; adviértase ademas que s6lo los dos primeros, Tifis y Palinuro, tienen algo que ver con las navegaciones ; los demds sirven Gnicamente de término de comparacién o de referencia, De la misma manera, los top6nimos (Eurota, Egito, Nilo, Grecia, Roma) pertenecen al mundo greco-latino, y no al que descubrieron los modernos exploradores. Se objetaré quiz4 que, al evocar el vigje de Vasco de Gama, Géngora menciona excepcionalmente cl Cabo de ROBERT JAMMES ST Buena Esperanza (v. 452) ; pero, mir4ndolo bien, no se trata de un top6nimo sino de una definici6n, que podria escribirse sin mayiisculas. Lo que dice aqui textualmente Gongora es esto : "El cabo célebre por sus tormentas.... td, Codicia, lo doblaste y lo transformaste en cabo de esperanza buena". Es sencillamente una perifrasis (nombre sustituido por su definici6n), y asf lo sinti6 Jéuregui, criticando en su Antidoto este giro inhabitual : Notiene mayor elegancia lo siguiente: (..) Cabo lo hizo de Esperanza Buena. No ser‘a tan malo lamarlo Cabo de Buena Esperanza. Gates, 1960, pp. 99-100). ‘Tenemos aqui otra ocasién de apreciar concretamente las dificultades que tuvo que salvar Gongora para redactar su poema respetando las normas poéticas que se habia impuesto : resumir una historia tan amplia y tan variada sin nombrar un s6lo conquistador, una sola regi6n, era una verdadera procza, de la que s6lo cra capaz un gran virtuoso de la palabra y del verso. Para conseguirlo, se valié principalmente de dos procedimientos muy suyos, dos figuras ret6ricas que desempefan en toda su obra un papel primordial : la alusi6n y la perifrasis (cuyo uso, es bueno recordarlo, concierne en su poesta un campo mucho més amplio que el de los solos nombres propios). La alusi6n es aqut visible a cada paso. Géngora no cuenta, no relata, se limita a despertar recuerdos, haciendo vibrar en la mente del lector toda una cultura almacenada, lo que le permite al mismo tiempo dar mayor impacto a Jo que va diciendo. Este procedimiento es constante en su obra : ya desde sus primeras poesfas Géngora evita sistematicamente repetir lo que el lector sabe, prefiriendo establecer entre el piblico y él una relacién de conivencia, que le permite darse a entender con pocas palabras, y a veces ninguna. El otro procedimiento es la perifrasis, también de uso constante en su poesia, y generalmente mal entendido por la critica moderna. La perifrasis, a Jo menos la perifrasis gongorina, no consiste, como se viene repitiendo, en huir una realidad triste y fea para refugiarse en no sé qué mundo imaginario ; la perifrasis es, al contrario, lo que permite a Gongora ir més allé de la superficie, adentrarse en los objetos, captar lo mas hondo, la esencia, el alma si se quiere de los seres y las cosas, y revelarnos poéticamente lo que son. Un ejemplo magnifico de las posibilidades poéticas de la perifrasis nos lo ofrecen los versos dedicados a la invencién de la bréjula : Nautica industria investig6 tal piedra, que, cual abraza yedra escollo, el metal ella fulminante de que Marte se viste, , lisonjera, solicita el que més brilla diamante 58 ROBERT JAMMES en la nocturna capa de la esfera, estrella a nuestro polo més vecina ; y.con virtud no poca, distante la revoca, elevada la inclina ya de la Aurora bella al rosado bale6n, ya a la que sella ceriilea tumba fria las cenizas del dia (Vv. 379-392). Repérese en la precision y la exactitud de la descripci6n : Géngora no se contenta con decir que la aguja dirige su punta hacia el Norte, sino que aiade que, cuando se halla cerca de! polo (cuando la estrella polar esta "clevada’, {érmino astronémico propio), se vuelve como loca, y se orienta bien hacia el Este, bien hacia el Oeste. Pero, gracias a la perifrasis, la bréjula se convierte almismo tiempo en una especie de instrumento mégico, cargado de sortilegios, en relacién misteriosa con las estrellas y con lejanos horizontes azules 0 rosados. Volviendo a los topénimos, sc podria hacer el mismo comentario a propésito de la soberbia evocacion del estrecho de Magallanes, (..) de fugitiva plata la bisagra, aunque estrecha, abrazadora de un Océano y otro siempre uno, Olas columnas bese 0 la escarlata, tapete de la Aurora. (Wv. 472-476) Es facil imaginar lo que hubiera sido el prosafsmo de todas estas descripciones sin la perifrasis gongorina, que opera una verdadera transmutacién, iluminando los acontecimientos y las cosas. Pero ni siquiera es necesario imaginarlo : basta hojear cualquier pocma épico, de los que acababan de publicarse, a finales de! siglo XVI. Véase por ejemplo como en la Araucana (para escoger el mejor) Ercilla presenta a Chile : Es Chile norte sur de gran longura, costa del nueva mar, del Sur llamado, tendré del este al oeste de angostura Gien millas, por lo més ancho tomado ; bajo del polo Antartico en altura de veinte y siete grados, prolongado hasta do el mar Océano y chileno mezclan sus aguas por angosto seno. Y si de la descripcién geogréfica pasamos a la crénica, topamos con la ROBERT JAMMES 9 misma sequedad, el mismo prosaismo : De alli eg6 al famoso Biobio, el cual divide a Penco del Estado, que del Niquebetén, copioso rio, y de otros viene al mar acompaiiado ; ‘de donde con presteza y nuevo brio, en orden buena y escuadrén formado, pas6 de Andalicén la 4spera sierra, pisando la araucana y fértil tierra. (Ercilla, 1979, I, p. 129 y 144) Es historia rimada, no es poesia. El ejemplo de la perifrasis de la brijula nos llama la atenci6n sobre otro aspecto importante, en relacién estrecha con la tonalidad poética del discurso del serrano. La descripcion de la aguja de navegar viene inmediatamente después de Ia larga invectiva inicial, que implicaba por parte del autor una actitud de rechazo, negativa. Al contrario, al ensalzar ahora las virtudes de la bréjula, su actitud se hace positiva : nos convida a compartir su admiraci6n, y hasta suentusiasmo, desplegando ante nosotros un maravilloso cielo estrellado - diamantes que brillan en una capa negra - con sus mérgenes extremos de color rosado o cerdleo, Examinando todo el discurso, vemos que la reprobacién de las empresas coloniales, a pesar de su insistencia, no ocupa todo el espacio del poema : alterna con ese entusiasmo que inspira, 61 tambiéa, la totalidad del trozo, estrechamente mezclado a la reprobacién, como se puede discernir en los seis versos dedicados a la travesfa de Col6n : Abetos suyos tres aquel tridente violaron a Neptuno conculcado hasta allf de otro ninguno, besando las que al Sol el Occidente le corre en lecho azul de aguas marinas turquesadas cortinas (Wv. 413-418) A las notas negativas de los tres primeros versos (‘violaron’, “conculcado") sucede, anunciado por un verbo menos agresivo ("besando’) la extraordinaria imagen de un Occidente ocenico en el que resplandece toda una paleta de colores frios (‘azul’, “aguamarina’, “turquesada’). oo ROBERT JAMMES Se puede analizar de la misma manera la llegada a las Indias orientales ("Los reinos del Aurora al fin besaste’, etc.) 0 el descubrimiento de las islas de Oceania, escollos blancos inmobilizados en el mar del Alba, como bafiistas sorprendidas. Si tratamos de decantar esta mezcla de sentimientos contradictorios, legaremos fécilmente a la conclusién de que Géngora se ensafia contra las conquistas coloniales, al mismo tiempo que se entusiasma por los descubrimientos y sus consecuencias cientificas. A través de este contrapunto constante, que da a su pequefia epopeya una estructura polifénica, volvemos a encontrar la actitud contradictoria del poeta frente a su mundo y frente a su tiempo, actitud que se trasluce en toda su obra, y podemos percibir una nota hondamente personal, un apasionamiento muy alejado, por Gierto, de la frfa objetividad narrativa. En definitiva, la impresion dominante que nos deja la Lectura de estos 137 versos es la de una visién exaltante de la belleza del plancta, poéticamente contemplado, por primera ve7 quiz4, en su totalidad : hacfa cien afios apenas = en una época en que los nuevos modos de pensar se propagaban lentamente - que se podia tener una idea exacta de la configuracién del orbe, con la reparticién de sus continentes, y poco més de ochenta que se habfa dado la primera vuelta al mundo... Géngora nos convida, sencillamente, a contemplar, a aplaudir las modernas maravillas que no conocicron los Antiguos. ‘As{ contemplado, el universo cobra un sentido, poético por cierto, peroen armonia con su realidad objetiva. Véase por ejemplo como Géngora adapta y actualiza la antigua vision homérica del Océano "padre de las aguas, rio inmenso ("sierpe de cristal") que rodea los continentes : ) Bl istmo que el Océano divide y, sierpe de cristal, juntar le impide la cabeza, del Norte coronada, con la que ilustra el Sur cola escamada de antérticas estrellas (Vv. 425-429) Através de esta imagen, como de la del estrecho de Magallanes, se adivinan las fuerzas teldricas misteriosas que agitan el planeta, y hasta la vida que lo anima, y que se manifiesta en esta especie de sublevaci6n de la fauna y de los elementos contra la colonizacién profanadora : ROBERT JAMMES 61 no le bast6 después a este elemento conducir orcas, alistar ballenas, murarse de montafias espumosas, infamar blanqueando sus arenas con tantas del primer atrevimiento sefias - aun alos buitres lastimosas -, para con estas lastimosas sefias temeridades enfrenar segundas (Vv. 435-442). Poesia, si, y muy moderna : més de tres siglos después, la misma idea, las mismas imagenes se volveran a encontrar en el Canto general de Pablo Neruda. Perono perdamos de vista que estas imagenes tan modernas correspondian también a la sensibilidad estética de los primeros lectores de las Soledades. Podemos percatarnos en efecto, legados a este punto de nuestro andlisis, del parecido muy evidente entre el planeta imaginado por Géngora, y el que podian imaginar sus contemporéneos, porque era el que tenfan a la vista en aquellos maravillosos mapas de la mismo época, con los mismos elementos decorativos (barcos de velas desplegadas, rosas néuticas, Eolos mofletudos), con sus animales reales fantsticos, sus ballenas resoplando agua, sus indios ‘emplumados, y también con la estrella polar y el sinfin de rayas que la unen a los itinerarios de los navegantes, como si materializaran esos influjos misteriosos que sugiere el poeta. ‘Como los viejos cart6grafos de su tiempo, Géngora va prodigando los colores y repartiéndolos entre mares y continentes, pintando de escarlata el Japén, "tapete de la Aurora’, de azul las costas occidentales del Atléntico, poniendo espumas blancas en las costas y en los estrechos, y, por encima de todo eso, la cola "escamada de antérticas estrellas" del dragén oceénico, o la deslumbrante estela multicolor que deja en el ciclo de Arabia el vuelo del ave Fénix, "no corvo mas tendido’, como un arco iris horizontal. Quisiera, antes de terminar, afiadir unas reflexiones al cotejo esbozado arriba entre la poesia de este pasaje de las Soledades y el prosaismo de algunas estrofas dela Araucana. Se me objetard quiz4 que la diferencia de nivel poético procede Gnicamente del lenguaje utilizado, y que la superioridad de Géngora sedebe a sus audacias lexicales, gramaticales y ret6ricas. Nolo creo, yla mejor respuesta a esta objecién es que el propio Géngora, después de escribir las Soledades, cuando tenfa a mano un riquisimo caudal de palabras, imagenes y 62 ROBERT JAMMES procedimientos poéticos, no supo evitar el prosaismo al tratar otro tema hist6rico. Me refiero al Panegtrico del duque de Lerma, de 1617, poema de 632 versos que, a pesar de muchos acicrtos parciales y de algunas octavas perfectamente logradas, es gencralmente considerado por la critica, y con raz6n, como un fracaso. Y es cierto que, limitandonos al enfoque de este breve estudio ("historia y poesia"), podemos ver en seguida que la manera de tratar el asunto cambia por completo, y que Géngora no se vale aqui de los procedimientos que acabo de analizar. No los utiliza, sencillamente porque el asunto no se lo permite. La finalidad del poema - como la de cualquicr panegirico - es halagar a un alto personaje, y es evidente que la mejor manera de lisonjearle es repetir su nombre, los de su familia, de sus antepasados, de sus victorias y de los varios lugares donde celebr6 algun acto politico importante. Aqui no valen alusiones ni perifrasis, y no se debe eludir ningin nombre propio. Resulta hasta divertido analizar, desde este punto de vista, la parte del poema dedicada a la legada de Margarita de Austria y al viaj ‘emprende por Espaiia, con su esposo Felipe III, después de la boda : Esta, pues, gloria nuestra, conducida con esplendor real, con pompa rara de Graz, con mayor fausto recebida del Octavo Clemente fue en Ferrara. De joya tal quedando enriquecida tan gran corona de tan gran tiara, cn lefios de Liguria el mar incierto vencido, Vinaror le dio su puerto De Valencia inundaba las arenas Espana entonces (...) Esperaba a sus reyes Barcelona (...) ‘Al Sanctuario luego su camino del Monte dirigicron asserrado (. Ufana al recebillos se alboroza, mirdndose en el Ebro, Zaragoza (...) (Millé, 1932, n°42O, w. 289-336) Desde Graz hasta Zaragoza, pasando por Ferrrara, el mar Mediterrénco, Vinaroz, Valencia, Barcelona y Montscrrat, no se nos perdona ninguna etapa. i Qué diferencia entre la narracién de este - banal aunque principesco - viaje y la evocacién de las travestas hist6ricas de Col6n o de Magallanes ! Claro que cl asunto no permitia més, y que la Historia que proporciona su argumento al Panegirico no ¢s la de los descubrimientos es historia politica cotidiana y casi administrativa, la de! mediocre reinado de Felipe Ill ; es también historia ROBERT JAMMES, 63 dindstica, con la obligada relacin de matrimonios, promociones y defunciones de los Austrias y los Sandovales ; y es, por fin, historia cortesana, en la que se van engarzando viajes, fiestas, recibimientos y regocijos piblicos. Era poco probable que, entre estas futilidades, se escondiera el numen postico, el "quid divinum" que engendra las grandes obras. También era dificil comunicar al Panegirico las resonancias morales 0 sentimentales que da a la historia de las navegaciones modernas su inclusién en la trama de las Soledades. Y,, por fin, era imposible subordinar el desarrollo de estos acontecimientos a un gran concepto capaz de servir de linea directriz (como la Codicia en la sucesion de las conquistas), y todavia mas expresar, através de su evocaci6n o sunarraci6n, las contradicciones profundas de una personalidad literaria y de una 6poca : es un panegirico, y la tnica actitud que puede permitirse Géngora es la admiraci6n, la adhesi6n sin reserva a la politica y la persona del Duque. Y abi esté el resultado : a pesar de su habilidad y su experiencia, y aunque se vale del vocabulario y de los giros de las Soledades, Géngora no vuelve a encontrar el "estado de gracia” que le permitié, pocos afios antes, transformar la historia en poesia. Hincha la voz, pero no consigue levantar el vuclo. No es siempre fécil, ain para un gran poeta, evadirse de la prosa hist6rica. NOTES 1. Con esta restriccion, Géngora excluye terminantemente cualquier motivo més noble, como por ejemplo el tan cacareado "afin de evangelizacion’ de la Iglesia espaiiola, primera versién de una hipocresfa hist6rica que, més tarde, con el auge del colonialismo decimon6nico, se Hamaré en Francia poe TERRARUM_ORBIS_GEOGRAPH] atrial protegido por derechos de auior

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