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M a n u e l M iñ o G ñ ja lv a *
El C olegio de M éxico
I n t r o d u c c ió n
* Deseo agradecer a Enriqueta Quiroz, Chantal Cramaussel y Guillermina del Valle la lec
tura de este capítulo y los comentarios recibidos.
[143]
144 LA ECONOM ÍA NOVOHISPANA, 1519-1760
los territorios, jerarquía urbana dominada por ciudades m ayores que ordena
ron la m ultiplicación de pueblos y ciudades menores, y que actuaron, en
conjunto, para definir entidades mayores, particularm ente provinciales o
estatales, conjunto que no era sólo físico y arquitectónico, sino sobre todo
cultural, social y económ ico. Así, fueron los centros urbanos y los pueblos, los
ejes en torno a los cuales se diseñaron identidades locales y regionales.
Pero, ¿cómo podem os caracterizar a una ciudad en la Nueva España?
Eludiendo el problem a de la urbanización prehispánica, fue más bien la ciu
dad o la villa de inspiración occidental la que predom inó en M éxico e Hispa
noamérica, y fue la que organizó el espacio económ ico e institucional, con
juntam ente con el pueblo de indios. Pero en los pueblos, ciudades y villas no
vamos a encontrar la ciudad medieval, m enos renacentista, ni en térm inos
de su organización interna ni de su b elleza arquitectónica. Fueron pocas las
ciudades grandes, pero con el tiempo, aparecieron pueblos que por su dim en
sión dem ográfica llegaron a ser más importantes que muchas ciudades o
villas. lá m b ié n las ferias —com o la de Acapulco, Saltillo o San Juan— im pul
saron una vida urbana que en ciertas coyunturas fue m uy importante. Los
fuertes y presidios fronterizos albergaron tam bién formas de vida urbana,
aunque sin la fortaleza de las ciudades del centro y sur del reino, pues tu vie
ron funciones diferentes. Ningún conglom erado humano de las haciendas
cumplió el papel de la ciudad o el pueblo durante este periodo.
Tbdos sus com ponentes tuvieron expresiones diferentes a lo largo del
tiempo, pero com o característica general puede decirse que después de la
etapa formativa, 1521-1570, cuando se funda la m ayoría de ciudades, se obser
va otra de consolidación y multiplicación que podem os ubicar entre 1573 y
1650, en el marco de la conocida crisis dem ográfica indígena. Particularmen
te en esta fase, se dota a las ciudades de un estatuto institucional plasmado
en las "Ordenanzas de descubrimiento, nueva población y pacificación de las
Indias” dictadas por Felipe II en el prim ero de los años citados y que trataron
de norm ar su fundación. Después de esta fecha, y durante el siglo xviii, se
recupera la población indígena y continúan creciendo los otros sectores
sociales, al tiem po que, según Francisco de Solano (1990), hacia el extenso
norte, donde fue escasa la presencia urbana, fue importante el núm ero de
pueblos de indios, llamados "misiones" y que, com o puntos terminales, com
pletarán el entramado urbano. En el conjunto de este com plejo entramado,
la ciudad española en la N ueva España, fue, institucionalm ente hablando, el
prim er eslabón que perm itió la organización del sistema económ ico en su
conjunto, por la sencilla razón de que fue en función de los centros urbanos
y de los pueblos que se organizó la demanda de fuerza de trabajo, capital y
servicios para el campo y la ciudad.
En térm inos generales, hasta m ediados del siglo x vi la ciudad en la
Nueva España parece representar, según Carmagnani (1987), la tendencia a
LAS CIUDADES NOVOHISPANAS Y SU FUNCIÓN ECONÓMICA 145
1. C iu d a d e s y pu eblos:
2. L a d in á m ic a d e m o g r á f ic a
Para finales del siglo xvn retoma su crecimiento y llega a 85 000, acorde con
la recuperación dem ográfica indígena que em pezó a mediados del mismo
siglo. Muy discutido su crecimiento, para 1742 se calculaba en 98 000 indivi
duos y 170 000 (la cifra oficial es de 112 926 personas) al term inar el siglo x v iii,
para reducirse a 168 000 en 1811. De todas formas, ninguna ciudad tuvo la
expansión y dinámica que la capital del reino: la ciudad de M éxico registró un
índice de crecimiento de 71.4% entre 1742 y 1811, mientras que la población
novohispana aumentó menos de 1 por ciento (Scardaville, 2004: 236). En el
Bajío o en Querétaro, com o en muchas ciudades del reino, el crecimiento
parece más acelerado entre 1630 y 1746. En Puebla, su evolución secular estu
vo marcada por una recuperación que, de todas formas, no alcanzará a supe
rar las cifras del siglo xvn. Las cifras disponibles y aceptadas muestran que la
población de la ciudad de Puebla en 1646 se calculaba en 30 000 habitantes,
hacia 1678 contaba con aproximadamente 69 800, cantidad enorme, práctica
mente similar a la registrada para la ciudad de México en las mismas fechas.
Guanajuato, después de su crecim iento inicial en el siglo xvi, sufrió un
estancamiento durante el xvn, debido a la caída de la producción minera,
pues si en 1580 era una de las ciudades más importantes de Hispanoamérica,
para 1630 ya no fue así, mientras Zacatecas, por su parte, iniciaba el 1600 con
1 000 habitantes y 300 vecinos —es decir españoles— registrados para 1612,
con un población flotante de 200 personas, 800 esclavos y 1 500 indios. Pero
tan temprano com o 1629, la peste golpeó a la ciudad con una grave epidem ia
que se repitió en 1633, asociada a crisis de subsistencias, matando importan
tes contingentes de trabajadores. En el propio norte, fúe Durango la ciudad
que presentó un importante crecimiento: de 30 habitantes a 400 (50 vecinos),
pero que vio decrecer su importancia —e incluso fue m arginada— frente al
auge m inero de Parral después de 1632.
En el occidente, Guadalajara fue sin discusión el centro organizador de la
vida y la econom ía y uno de los centros urbanos más dinámicos del siglo xvn,
posiblemente ligado al crecimiento de Zacatecas. La propia audiencia registra
ba ya entre 1580 y 1630 un crecimiento absoluto no desestimable de 2.4%, que
en número de vecinos representó un ascenso de 1 099 repartidos en 14 cen
tros, a 2 700 en nueve centros. El número de poblados era, respectivamente,
de 21 y 32. Proporcionalmente la ciudad creció de 150 vecinos a 600 —o 600
vecinos españoles y aproximadamente 3 000 indios en las zonas aledañas—
entre ambos años, lo cual significaba un índice porcentual de crecimiento de
4 por ciento. De hecho, era el crecimiento más elevado en relación con el de
los otros centros de la Audiencia y el virreinato. Las cifras sobre su crecim ien
to confirman una expansión permanente. Si para 1600-1604 la media quinque
nal de bautismos era de 45 personas, para 1695-1699 había subido a 295.
Antequera de Oaxaca y Mérida, Yucatán, sobresalían con una indiscuti
ble primacía urbana en sus regiones. Antequera presentó una evolución más
LAS CIUDADES NOVOHISPANAS Y SU FUNCIÓN ECONÓMICA 149
bien lenta, pues su tasa de crecim iento anual apenas fue de 1.04% entre 1621
y 1660. Hacia mediados del siglo xvn registraba una población de 3 000 per
sonas y para 1700 la población se aproximaba a los 6 000 habitantes. Mérida,
por su parte, para 1688 reunía una población entre indígenas y vecinos que
se estimaba entre 8 000 y 10 000 individuos, es decir, más del doble de los
que albergaba un siglo antes.
En el cuadro 3.1 se da una idea del ritm o de crecim iento de varias ciuda
des importantes del reino durante el siglo xvm.
Antequera
1700-1704- 1764-1768 1.01
1764-1768 - 1786-1800 0.08
1700-1800 0.70
Guadalajara
1738-1777 2.64
1777-1793 1.53
1793-1803 2.08
1738-1803 2.28
Guanajuato
1743-1754 1.71
1754-1793 1.56
1793-1803 2.48
1754-1803 1.7S
Querétaro
1746-1777 0.47
1777-1803 1.21
1793-1803 0.52
1743-1803 0.81
Valladolid
1760-1776 2.91
1776-1793 0.62
1760-1803 0.95
Puebla
1746-1777 0.35
1777-1791 0.09
1746-1791 0.27
el centro-sur del reino; mientras el norte, disperso y extendido por un inm en
so espacio, era defm idam ente m inero y agroganadero.
En general se observa que la recuperación dem ográfica de la población
indígena y el aumento del mestizaje en los pueblos a partir de 1650 —acen
tuados en el siglo x v m — alteraron profundamente la constitución de la pro
piedad agraria, ya que los pueblos retenían a la m ayor parte de su población
y su crecim iento term inó por presionar a la hacienda. La m ovilidad de la
fuerza de trabajo no estaba restringida por la servidumbre, dado que los indí
genas de los pueblos m antenían una m ovilidad y libertad fuera del alcance
de la hacienda, com o tampoco se vio limitada por los obstáculos impuestos
por instituciones urbanas com o los gremios, por lo que la migración fue per
manente y el trabajo, sobre todo en el área de los servicios, una alternativa
siempre presente.
3. A c t iv id a d e s e c o n ó m ic a s
Y ESPEC1ALIZACIÓN PRODUCTIVA
Las ciudades y los pueblos muestran m ovim ientos dotados de ciclos propios,
determinados tanto por los ciclos de la econom ía m inera com o por coyuntu
ras del mercado internacional. Desde el siglo xvi, en la N ueva España asisti
mos a una trama urbana cuya especialización económ ica estuvo bien defini
da. Con la ciudad de M éxico a la cabeza, hubo villas y ciudades mayores
como Querétaro, Zacatecas, San Luis Potosí, Puebla, Guadalajara y Valladolid
que organizaban la producción y se constituían en motores de sus regiones
distribuyendo bienes y servicios sobre su área de influencia desde el propio
siglo xvi, aunque ésta se consolidó y expandió durante el xvn y el xvm. Aquí
llegaban los bienes producidos en su hinterland para luego ser distribuidos en
el mercado interno, constituyéndose, a su vez, en centros consumidores de
los bienes manufacturados que llegaban de Europa y Asia a través de Vera-
cruz, Acapulco y México, el gran centro redistribuidor. Hubo pueblos y ciu
dades que fungieron com o centros de abastecim iento de fuerza de trabajo
para el entorno agrario, de producción de bienes manufacturados como tex
tiles de la más diversa calidad e, incluso, com o parte de la arriería.
En términos económicos, las ciudades y pueblos funcionaron de acuerdo
con su especialización productiva regional, por ello son visibles ciudades m ine
ras (Guanajuato, Zacatecas, San Luis), portuarias (Veracruz y Acapulco) o manu
factureras (Puebla, Tlaxcala y Querétaro), o alguna ciudad eclesiástica como
Valladolid, importante por el crédito. Junto a éstas se incorporaron ciudades
que se desarrollaron como producto de un crecimiento demográfico y económi
co regional que el siglo xvm impuso sobre los esquemas precedentes, como
fue el caso de Guadalajara, o portuarias, com o Veracruz, que desde el princi-
152 LA ECONOM ÍA NOVOHISPANA, 1519-1760
Inversiones
Patrimonio (porcentaje)
5. L a s c iu d a d e s c o m o c e n t r o s d e c o n s u m o y r e d is t r ib u c ió n :
Con la fundación de las ciudades y los pueblos hizo su aparición una de las
figuras más familiares en la vida urbana, el artesano, encargado de producir
un conjunto de bienes que demandaban los habitantes: herreros, sastres, pla
teros, tejedores, veleros, etc., aparecieron en el m udo hispanoam ericano
como una continuación de lo que existía en la Península Ibérica. En España
y Portugal el artesanado urbano era visible y su importancia seguía el camino
trazado en Francia, Inglaterra, Italia y otros países. Los gremios, com o sabe
mos, fueron instituciones de tipo econ óm ico que funcionaron mediante
reglas para la producción y venta de artículos. El ordenam iento relacionado
con el reclutam iento, adiestram iento (enseñanza) y prom oción, así com o
salarios y condiciones de trabajo fueron controlados por el grem io, dejando
a la cofradía su parte espiritual, las actividades relativas a las festividades
religiosas y los beneficios sociales.
A lo largo del siglo xvi, a la par que se formaban y expandían los oficios,
apareció un conjunto de ordenanzas que los dotó de un estatuto que puso al
margen las artes y habilidades de migrantes y trabajadores marginales, que a
la postre destruirían la coherencia y estructura cerrada grem ial. Mientras
tanto, los grem ios organizaban cofradías y participaban de manera activa en
la vida religiosa y espiritual de las ciudades, y con el tiempo, la expansión del
mestizaje perm itió que la estructura cerrada se abriera a estos nuevos grupos
de "castas”. Con el tiempo, fue el com erciante quien patrocinó la producción
artesanal y la subordinó a su esfera de acción, aunque no hay que olvidar que
el grem io fue, finalmente, una institución que proporcionó jerarquía social y
un instrumento para organizar la econom ía y el trabajo de las ciudades.
Con las huestes se trasladaron también artesanos en busca de porvenir.
Al parecer los más numerosos fueron los sastres y los zapateros, seguidos por
los herreros, el grupo más importante de los trabajadores del hierro. Pero con
la fundación de ciudades, su construcción demandaba nuevos brazos, y los
registros confirm an que hacia mediados del siglo x vi las actividades de cons
trucción estaban en auge. Son visibles, desde principios de la Colonia, los
grupos de plateros, barberos, arrieros y boticarios. Había desde cereros y
expertos en artillería hasta encuadernadores. En 1789 se registraron en M éxi
co 18 624 artesanos, reunidos en 41 grem ios que representaban 14.3% de la
población urbana. Es claro, com o muestra Castro Gutiérrez (1986), que la
fuerza de la actividad grem ial se observó más en la capital virreinal o en las
ciudades grandes. En las medianas o pequeñas, con contadas excepciones se
LAS CIUDADES NOVOHISPANAS Y SU FUNCIÓN ECONÓMICA 163
llegó a la form ación de grem ios con sus ordenanzas y la elección de autorida
des y veedores. Ciudades importantes que tuvieron un amplio sector artesa-
nal fueron M éxico, Puebla, Querétaro, San M iguel, Guadalajara, Oaxaca,
Tlaxcala y sus num erosos pueblos, pero hubo otras capitales y ciudades
menores donde su artesanado fue más bien débil e informal. La existencia
del grem io y su fu ncionam iento varió de acuerdo con las características
sociales de las urbes, siendo éstas básicam ente multiétnicas, el grem io y la
corporación tradicional no encontraron un óptim o campo de expansión.
Además del trabajo corporativo, florecía cada vez más un extenso mercado de
trabajo libre, aunque casi siempre endeudado, sobre todo en obrajes y panade
rías. Otra vez la ciudad de México puede servir de modelo, guardando los lím i
tes y proporciones de lo que ocurrió en otras ciudades del continente. En 1753,
por ejemplo, sabemos que la mayoría de la población masculina estaba emplea
da en los almacenes y tiendas mercantiles, se trataba de los peninsulares y
buena parte de los criollos, mientras que entre castizos, mestizos y mulatos, la
ocupación dominante fue el trabajo artesanal, aunque en el caso de los indios
fue el trabajo agrícola y en el de los negros el servicio doméstico. En el caso de
las mujeres la ocupación principal fue el trabajo doméstico, aunque una pro
porción alta de españolas y castizas estaban vinculadas al trabajo textil.
El trabajo libre manufacturero alcanzó cifras importantes al term inar el
siglo xvm , pues en la ciudad de M éxico rondaría las 20 000 personas. Es
decir, de los poco más de 38 000 ocupados, más de la mitad se encargaba de
producir artículos manufacturados. En este extenso y com plejo sector laboral
destacó con mucho la manufactura estatal del tabaco, en el que adquirió
importancia la fuerza de trabajo fem enina. La población trabajadora de la
ciudad entre 1794 y 1811 aún aparece adscrita a los grem ios en un porcentaje
tan alto com o 40%, mientras que 43% se ocupaba en trabajo doméstico,
domiciliario y como operarios de unidades productivas manufactureras. En
cifras relativas, estos porcentajes significaban un crecim iento importante en
relación con lo que ocurrió a mediados del siglo xvm . Sin embargo, era claro
que el trabajo grem ial había descendido, pues para 1753 se calculaba en 7 600
artesanos, cifra que significaba 68.6% de los trabajadores industriales en su
conjunto. Posiblem ente la m igración jugó un papel importante para esta
variación. Sin duda, en torno a las fábricas de tabaco de México, Querétaro,
Orizaba, Guadalajara, Puebla y Oaxaca se constituyó el m ayor contingente
laboral con cerca de 12 000 trabajadores.
Las dos ciudades manufactureras por excelencia fueron Querétaro y Pue
bla. En la primera, la m ayor parte estaba concentrada en la rama del hilado
164 LA ECONOM ÍA NOVOHISPANA, 1519-1760
7. L a c i u d a d f r e n t e a l a c r is is d e l a e c o n o m í a :
C o n c l u s io n e s
bajo artesanal y los servicios. El crecim iento dem ográfico a partir de 1650
significaría, para tiem pos posteriores, la am pliación del m ercado y una
m ayor participación en la econom ía mercantil.
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