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FORMULAN RECURSO DE QUEJA

MANTIENEN CASO FEDERAL


Excma. Corte:
Dora Raquel Vallejos, Gabriela Alejandra Corthey y Raúl Enrique Campos,
abogadas y procurador, respectivamente, en el carácter de apoderados de la CAJA DE
SEGURIDAD SOCIAL DE ABOGADOS Y PROCURADORES DE LA PROVINCIA DE
SANTA FE, con patrocinio letrado del Dr. Oscar Raúl Puccinelli (con matrícula vigente
del Colegio de Abogados de Rosario, inscripta al T° XIX, F° 196), dentro de los autos
“ANGELIDES, ANGEL FELIX C/CAJA DE SEGURIDAD SOCIAL DE ABOGADOS Y
PROCURADORES DE LA PROVINCIA DE SANTA FE S/ACCION MERE
DECLARATIVA” (expte. nº 15/07 de la Sala II de Apelación en lo Laboral, y expte. nº
390/06 del Juzgado de 1ª Instancia en lo Laboral de la 8ª Nominación de Rosario),
constituyendo domicilio a los efectos del presente recurso en Montevideo 2080, 1° piso
de Rosario, a V.E. decimos:
I. OBJETO.
Que por el presente venimos en legal tiempo y forma a interponer RECURSO
DE QUEJA POR DENEGACION DEL RECURSO DE INCONSTITUCIONALIDAD
previsto en el artículo 8 de la Ley Nº 7055 a fin de que V.E. admita el Recurso de
Inconstitucionalidad oportunamente planteado ante la Excma. Cámara de Apelación en
lo Laboral, Sala 2° de la ciudad de Rosario y que fuera denegado por esta mediante
Auto nº 72 de fecha 28–04–2008, el que fuera notificado a nuestra parte el 13–05–2008,
conforme surge de la documentación adjunta.
Fundamos el recurso en las consideraciones jurídico–fácticas que se
expondrán inmediatamente; pretendiendo, de la Corte, la apertura de instancia
extraordinaria en virtud de esta queja y la posterior concesión y acogimiento del recurso
de inconstitucionalidad incoado.
II.– ADMISIBILIDAD FORMAL DEL RECURSO
II.1. Plazo
Habiendo sido notificada mi parte del Auto Nº 72/08 que rechaza el Recurso
de Inconstitucionalidad, el día 13 de Mayo de 2008, el presente RECURSO DE QUEJA
se interpone dentro de los tres (3) días que prevé el artículo 356 del Código Procesal
Civil y Comercial de la Provincia de Santa Fe, al que remite el artículo 8 de la ley 7055.
II.2. Documental que se adjunta de conformidad con lo dispuesto por el
artículo 356 del CPCCSF.
Se acompaña con la presente copia debidamente certificada de la siguiente
documentación:
a). Acuerdo Nº /07 de la Excma. Cámara de Apelación en lo Laboral, Sala 2°
de Rosario, que admite la demanda mere declarativa presentada por la actora.
b) Notificaciones a las partes del Acuerdo citado.

I
c) Recurso de Inconstitucionalidad oportunamente presentado ante la
Excma. Cámara de Apelación en lo Laboral, Sala 2° de Rosario, respecto del Acuerdo
citado.
d) Contestación del traslado del Recurso de Inconstitucionalidad por parte de
la actora.
e) Auto Nº 72/07 de fecha 28–04–08 que rechaza el Recurso de
Inconstitucionalidad.
f). Constancia de notificación del Auto N° 72/07 a ambas partes.
II.3. Depósito del artículo 8 de la ley 7055
Con la presente se adjunta boleta de depósito del monto requerido para la
interposición de esta Queja, realizado ante el Nuevo Banco de Santa Fe S.A., Agencia
Tribunales, de Rosario, realizado a nombre de esta Excma. Corte Suprema de Justicia
de la Provincia de Santa Fe y para estos autos.
III. REQUISITOS SUSTANCIALES DEL RECURSO.
III.1 Autoabasto
III.1.1. Antecedentes de la causa – La vía administrativa

La actora se adhirió a un sistema instaurado (ilegalmente) por el Directorio de la Caja de

Jubilaciones mediante la Resolución Nº 627 del 24/04/93, donde creó el ilegal sistema de “activos a

pedido”, al cual nos referiremos específicamente infra. Al advertir dicha ilegalidad, el Directorio de la Caja

ejerce sus facultades autoanulatorias, mediante resolución nº 773/03, resolvió dejar sin efecto el sistema

instituído por aquella Resolución , a partir del 24 de noviembre de 2003, y un año más tarde, mediante

Resolución nº 786/04, decide revocar la resolución 627/93 en cuanto creaba la categoría activo a pedido,

todo ello fundado en las razones que se explicitaron en el desarrollo de la causa.

Esta decisión le es comunicada a la actora a fines de diciembre de 2004, y como

consecuencia de ello, es cuestionada en sede administrativa.

III.1.2. La vía judicial

Frente a la negativa de la Caja de mantener en vigencia en régimen instaurado en 1993, la

actora recurre a la vía de la acción mere Declarativa y/o mere declarativa de inconstitucionalidad contra

nuestra parte a fin de que se declare la inconstitucionalidad del Acta de Directorio de fecha 22 de

noviembre de 2004 y se reconozca el derecho a percibir los beneficios jubilatorios que otorga la Caja de

Seguridad Social de Abogados y Procuradores de la Provincia de Santa Fe, regulado por ley 10.727, una

vez cumplido los requisitos allí establecidos, independientemente de todo otro beneficio jubilatorio que le

corresponda o pudiera corresponder, así como del cargo que pueda ocupar. Todo ello en base a los

hechos y procedencia jurídica que expuso en su demanda y que serán analizados inmediatamente.

III.1.2.1. La demanda

La actora demanda a nuestra representada por la vía de la acción mere declarativa y

fundamentando la pretensión en los siguientes puntos:

Sostiene que durante varios años ejerció la profesión de abogado, realizando aportes a la

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Caja de Seguridad Social, según lo legalmente estipulado durante ese tiempo. Más tarde, ingresó al

Poder Judicial de la Provincia de Santa Fe, desarrollando sus actividades en los Tribunales Provinciales

de Rosario. A partir de ese momento y por ser funcionario de la provincia, se le practican los descuentos

legales correspondientes a los aportes jubilatorios que son ingresados a la Caja de Jubilaciones y

Pensiones de la Provincia de Santa Fe. Paralelamente a ello, continúa aportando a la Caja de Seguridad

Social de Abogados y Procuradores, por los honorarios que le fueron abonados por trabajos

profesionales realizados durante su etapa en ejercicio de su profesión liberal. Sostiene que nunca fue

dada de baja su afiliación.

Explica que con posterioridad, adhiere al régimen instaurado por Directorio de la Caja de

Jubilaciones de Abogados y Procuradores de la Provincia de Santa Fe en su sesión de fecha 28 de abril

de 1993 (Acta Nº 627). Expresa que dicho régimen se adoptó en ejercicio de las facultades conferidas por

el art. 24 inc. a de la ley 10.727, y que a fines de diciembre de 2004, recibe una comunicación enviada

por la demandada en la cual se le hace saber que el Directorio había dictado una Resolución que dejaba

sin efecto la Resolución Nº 627 del 24/04/93, la cual cuestiona administrativamente por considerarla

inaplicable a su caso, además de ilegítima, ilegal, arbitraria, injusta y manifiestamente inconstitucional. La

falta de respuesta, explica, obligó a la presentación de la pertinente demanda judicial.

Sostiene en el escrito que la acción declarativa de inconstitucionalidad es procedente para

cuestionar por inconstitucional al Acta de Directorio de fecha 22 de noviembre de 2004, en función de las

características del régimen previsional, la doctrina de los actos propios, el derecho a la igualdad y el

derecho a la seguridad social.

Indica que se encuentran presentes en este caso todos sus requisitos: a.– Existencia de una

relación jurídica (sujetos, objeto y causa) b.– Estado de incertidumbre (se ha puesto en duda el régimen

vigente –llamado de activos a pedido– y se ha puesto en tela de juicio la constitucionalidad del Acta que

así lo entendió. c.– Actualidad de la lesión; d.– Legitimación de las partes; e.– Indisponibilidad de otro

medio judicial (aunque expresa que este requisito no es exigido en la provincia de Santa Fe, donde la

acción declarativa no es subsidiaria, y aún cuando fuera viable la existencia de otro proceso judicial, el

actor puede elegir la vía de la acción mere declarativa cuando lo que procura es despejar un estado de

incertidumbre jurídica como ocurre en el presente).

Relata que mediante acta 773/03, el Directorio de la Caja de Abogados y Procuradores de la

Provincia de Santa Fe resolvió dejar sin efecto el sistema instituido por el acta Nº 627 del 28 e abril de

1993, para magistrados y funcionarios judiciales, a partir del 24 de noviembre de 2003 y ratificar el

derecho de quienes formularon la solicitud referida en el tiempo de vigencia de la misma.

Expresa que un año después el mismo directorio mediante Resolución 786/04 decide

revocar la resolución 627/93 en cuanto creaba la categoría de activos a pedido, desconociendo los

derechos y beneficios a quienes adhirieron a este régimen, y contradiciendo lo resuelto por el mismo

Directorio un año antes.

III
Luego cuestiona la Resolución 786/04 en cuanto revoca la resolución nº 627/03 en cuanto,

interpretando la ley, establece la categoría de activos a pedido, desdiciendo lo resuelto mediante acta Nº

773/03; no reconoce derecho ni beneficio a quienes adhirieron a este régimen y decide restituir el dinero

aportado a un interés del 15% anual. Expresa que aún cuando la resolución habla de revocar, en realidad

se esta anulando el acto anterior dado que se lo intenta privar de todo efecto, en desmedro de los

derechos de nuestro mandante.

Posteriormente aborda los argumentos por los cuales la Caja arribó a esta decisión,

pretendiendo rebatirlos, del modo que se expresa a continuación:

a.– Que existen dictámenes de los Dres. Gaggiamo, Zacarías y Martínez que entienden que

la resolución 627/03 es nula (a esto lo cuestion por entender que se está ante la presencia de opiniones

formuladas por abogados contratados por la Caja para emitir esos dictámenes).

b.– Que en igual sentido se pronunció el Colegio de Abogados de Rafaela (expresa que esta

supuesta opinión no se encuentra volcada en el acta ni agregada al expediente, y sería la única que

apoyaría su postulación pese a haber consultado a los distintos Colegios de la Provincia).

c.– Que según la ley 10.727 para la afiliación, mantenimiento y otorgamiento de los

beneficios se exige el efectivo ejercicio profesional (sin embargo, dice, la ley no exige el ejercicio

profesional para la afiliación al sistema, lo que hace es imponer la afiliación a quienes estén inscriptos en

la matrícula respectiva).

d.– Que los magistrados y funcionarios judiciales no pueden ejercer la profesión de abogado

(afirma que los magistrados y funcionarios judiciales pueden ejercer la profesión, con la limitación que lo

pueden hacer en sus causas personales, de sus padres, hijos o cónyuge. Y cuando lo hacen deben hacer

los aportes correspondientes como deben hacer los aportes cuando perciben honorarios del ejercicio

profesional efectuado en forma comercial con anterioridad a su ingreso a la magistratura, conf. art. 12 de

la ley).

e.– Que el Directorio no tiene facultades de modificar la ley (reconoce al respecto que es

cierto que el Directorio no puede modificar la ley, pero indica que no la está modificando. Muy por el

contrario, el Directorio que emitió la Resolución 627/93, lo que hizo fue resolver una situación no prevista,

la de aquellos afiliados que ingresaban al Poder Judicial y que seguían realizando aportes, sea por sus

causas anteriores, por sus causas propias o familiares o en caso de los Defensores Generales por

aplicación del inc. 17 del art. 142 de la Ley Orgánica de Tribunales o por la integración de los mismos que

la Caja le permitía).

f.– Que la resolución 627/03 es contraria a la ley y emitida por un órgano sin competencia

para ello (sostiene que, al no ser la resolución contraria a la ley, sino por el contrario llenar un vacío no

previsto totalmente por ella, los derechos son plenamente invocables; máxime cuando ha habido una

conducta pacífica e la Caja en el reconocimiento –más aún alentando su ejercicio– de estos derechos pro

más de 10 años que ahora, intempestivamente, y en forma abusiva, al momento que tiene que otorgar los

IV
beneficios, pretende desconocer).

Al analizar el régimen provisional, interpreta que del juego del art. 2 de la ley 10.727 (que

estipula que los abogados y procuradores inscriptos en la matrícula respectiva son automática y

obligatoriamente afiliados a esta Caja mientras subsista la habilitación para el ejercicio profesional, aún

cuando estuvieran afiliados a otros regímenes jubilatorios de previsión o seguridad social) con el art. 12

de la misma ley (que dispone que los abogados y procuradores excluidos del ejercicio de la abogacía o la

procuración por la Ley Orgánica de Tribunales, pagarán igualmente los aportes y contribuciones que

establecen los incisos a), b), d) y e) del artículo 4º de la citada ley, aunque no generen derecho al

cómputo por no cubrir el mínimo), resulta que su situación se encuentra incluida en el régimen pues,

además, estando incluido en el art. 212 de la LOPJ pagó los aportes y contribuciones estipuladas en el

art. 4 de la ley 10.727, y debido a esto es que el art. 39 expresamente establece: “Las prestaciones y

beneficios derivados de la presente ley son compatibles con los provenientes de otros regímenes,

cualquiera fuera su naturaleza, sin perjuicio de los que establezcan los convenios de reciprocidad.”

Así, expresa que, por un lado, no fue suspendido de la matrícula por ninguna causal (afirma

que el respectivo Colegio no le aplicó sanción alguna, única causal para perder la posibilidad de participar

en el régimen de Seguridad Social). Por el otro, está incluido en los arts. 212 inc. 2º y 296 de la LOPJ (no

suspendido) del ejercicio de la abogacía en virtud de lo dispuesto por la Ley Orgánica de Tribunales, por

lo que según la normativa deben pagar igualmente los aportes y contribuciones. Por ello, a su criterio, fue

la Caja la que interpretando la legislación vigente permite a los magistrados y funcionarios acceder a esa

institución. por una razón de justicia y de interpretación armónica de la normativa vigente, ya que

además, si como establece la ley, debe efectuar los aportes por honorarios devengados en el ejercicio

profesional y aún no percibidos o los que se originen en el particular caso del artículo 142 inc. 17 de la

LOT, y si estos aportes no son suficientes para cubrir el mínimo legal, no puede pretenderse que ellos se

pierdan sin dar derecho alguno al aportante. Más aún, la Caja todos los años le recuerda a sus afiliados

activos a pedido que cumplimenten con los aportes de ley.

Luego sostiene la actora que a la Caja se le aplica la doctrina de los actos propios, que

impide cambiar de comportamiento a quien se ha desenvuelto de una determinada manera, haciendo

razonablemente creer que su conducta se desarrollará en la misma forma, reconociendo que es un

instituto nacido fundamentalmente en el seno del derecho civil, que ha sido recepcionado de manera

invariable por nuestro máximo Tribunal desde hace más de cincuenta años. Expresa que hubo un

primitivo comportamiento efectuado voluntariamente por quien lo lleva adelante, lo cual no ocurre cuando

la persona actuó con alguno de los vicios de la voluntad.; que se verificó una conducta posterior

contradictoria con la primera, que resultaría lícita en otro contexto, pero que por su relación con la

conducta anterior se la considera ilícita; que hay Identidad entre los sujetos involucrados, y que hay

identidad en la situación o relación jurídica.

Aborda a continuación la temática del derecho a la igualdad, expresando que, de no

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otorgársele la jubilación prevista por la ley 10.727 al actor se estaría incurriendo en un trato desigual y por

tanto discriminatorio, dado que existen casos similares al de marras en el que, jubilados por la Caja de

Jubilaciones y Pensiones de la Provincia de Santa Fe por haber sido funcionarios de la provincia por

desempeñarse en el ámbito del Poder Judicial, perciben paralelamente la jubilación otorgada por la Caja

de Seguridad Social de Abogados y Procuradores de la Provincia de Santa Fe (en concreto, los de los

Dres. Chiappini y Maldonado Puig).

Se refiere luego al derecho a la seguridad social, expresando que el art. 14 bis de la

Constitución Nacional prohíbe la superposición de aportes (“Spota”, Fallos 300:386), pero no la

multiplicidad de aportes, en el sentido de que si el afectado desempeña dos actividades, cada una de

ellas puede ser objeto de un aporte independiente, aunque los dos empleos tengan la misma naturaleza,

de manera que la posibilidad de recibir un beneficio jubilatorio que otorga la Caja de Previsión Social de

Abogados y Procuradores de la Provincia de Santa Fe es totalmente compatible con cualquier otra que la

actora pudiere percibir y así debe declararse.

Ofrece luego prueba documental, testimonial y confesional, para finalmente hacer reserva de

derechos e introducción del caso constitucional, expresando que una solución que resulte adversa a los

derechos constitucionales invocados, que no declarara la invalidez o inaplicabilidad de la Resolución a su

parte, la habilita a los fines de acudir a la Corte Suprema de Justicia de la Provincia, por medio del

recurso de inconstitucionalidad (ley provincial 7055) e incluso de la Corte Suprema de Justicia de la

Nación por medio del recurso extraordinario federal. Se hace reserva en tal sentido.

Peticiona finalmente que en su momento se haga lugar a la demanda instaurada, con costas.

2.1.6.1.2.2. La contestación de la demanda

Nuestra parte contesta la demanda a fs. 48/63, con este esquema defensivo:

1) Negamos corresponda al demandante ocurrir ante V.S. para que se expida sobre la

acción meramente declarativa propuesta, y que ella haya sido interpuesta en tiempo hábil y legal forma.

Negamos también que exista un estado de incertidumbre y que éste haya sido provocado por nuestra

parte. Negamos que corresponda se declare la inconstitucionalidad del acta de Directorio de fecha

22/11/04 y que deba reconocerse el derecho del actor a percibir los beneficios jubilatorios que otorga la

Caja en el modo en que se pretende. Se admitió que sólo cuando se cumpla lo establecido en la ley

10.727 podrá accederse a los beneficios jubilatorios –lo cual no acontece en el caso particular del actor–,

pero no que ello sea independientemente de todo otro beneficio jubilatorio que pudiere corresponder.

2) Reconocimos que la actora se matriculó en el Colegio de Abogados de la Ciudad de

Rosario (2º Circunscripción de la Provincia de Santa Fe) y realizó la correspondiente inscripción en la

Caja de Seguridad Social, resultando falso que tal inscripción la “conserve” del modo que se pretende

hacer notar. Se explicó que, en todo caso, sólo se conserva un número de referencia, o si se prefiere, una

matriculación meramente nominal, formal y pasiva. Se trata, en todo caso, de una inscripción residual, no

activa. Es falso que como consecuencia del acceso a la función pública judicial fuera “inscripto” por el

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Colegio de Abogados en la matrícula según lo normando en el art. 47 inc. 4 de los estatutos de la entidad.

En realidad, no hay tal “inscripción” en la matrícula de conformidad con el inc. 4 del art. 47, sino un mero

pase a una situación pasiva que no puede asimilarse a una “inscripción”, toda vez que no genera

derechos ni deberes para el magistrado. En efecto, tal como lo veremos infra, más allá de lo que diga la

norma mencionada por la actora, no se trata de una “inscripción” activa, sino, de un pase a situación

pasiva asimilable a una baja, y ello es tan así que el Colegio no acepta inscripciones bajo esa normativa a

magistrados que, al momento de solicitarla, revistan tal situación de incompatibilidad. En consecuencia,

en el supuesto de autos se trata de un mero cambio formal de categoría a pasivo, por efecto de la

suspensión que implica en la matrícula (la que podrá ser transitoria o definitiva, según si el magistrado

vuelve o no a ejercer la profesión).

3) Admitimos que la actora, una vez ingresada al Poder Judicial, continuó efectuando

aportes correspondientes a los juicios iniciados con anterioridad a comenzar a desempeñarse

4) Desconocimos que en el año 2003 el Directorio ratificara lo actuado hasta esa fecha, y

que ello se hubiera provocado por decidir que en lo sucesivo no se aceptarían más “activos a pedido”,

porque ello no implicó ni pudo implicar la convalidación del régimen para los que ya habían adherido.

Admitimos que el mismo directorio mediante resolución Nº 786/04 dejó sin efecto el régimen

oportunamente instaurado –en rigor técnico decidió revocar, por contraria a la ley, la resolución que creó

la categoría “activos a pedido”, lo que se fundó en el legítimo ejercicio de sus potestades autoanulatorias–

y no aceptó más los aportes de los “activos a pedido”. Es falso que hubiera contradicción con alguna

conducta anterior del mismo Directorio.

5) Respecto de la alegada “procedencia” de la acción declarativa de inconstitucionalidad,

reconocimos que ésta debe reunir una serie de requisitos, pero no lo es que se encuentren presentes en

este caso. Admitimos que hay una relación jurídica, dos partes con intereses contrapuestos, hay un

objeto determinado por la pretensión de convalidación del régimen anulado, y una causa, que si bien

radica en una conducta de la Caja que es contradictoria con otra anterior, es totalmente legal y legítima.

Pero desconocimos la existencia de un estado de incertidumbre, ya que el derecho aplicable fue

claramente dispuesto por la Caja, al revocar un régimen anterior ilegal. Dijimos que este requisito no se

suple por el simple recurso a la puesta en tela de juicio del régimen por parte del actor, pues en toda

demanda se cuestionan actitudes o criterios de aplicación de normas y si se permitiera sostener que la

incertidumbre surge del mero hecho de impugnarlo, con ese criterio resultaría que todas las acciones se

tramitarían por esta vía, lo que es claramente improcedente. Negamos que existiera lesión, pero es claro

que, de existir, esta es actual. Dijimos que si bien existe en abstracto legitimación activa, no la tiene la

actora para la deducción de la presente acción, aunque es cierto que existe legitimación pasiva.

Con respecto a la no subsidiariedad de la acción, expresamos que es falso que en la

provincia de Santa Fe la acción declarativa no sea subsidiaria y que esta acción no se encuentre

supeditada a que no exista otra vía legal para hacer cesar la incertidumbre. La opinión de un solo autor

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no es suficiente para acreditar tal extremo. El principio de subsidiariedad se encuentra vigente tanto en el

plano federal, como en el local. En efecto, rige:

5.a) en el orden nacional (sobre este aspecto, ver a Alí Joaquín Salgado, Juicio de amparo y

acción de inconstitucionalidad, Astrea, Buenos Aires, 1987, p. 214, y a Néstor P. Sagüés, Derecho

Procesal Constitucional. Recurso Extraordinario, Astrea, 1989, t. I, ps. 119 y ss., donde se detalla la

recepción de la doctrina de la acción declarativa en el orden nacional, siguiendo los lineamientos de

“Provincia de Santiago del Estero c/Gobierno Nacional (Y. P. F.)”, L. L. 1986–C–116. Del mismo modo se

ha expedido la C.N.C., Sala C, que al respecto expresó que un requisito propio de la acción es “que

exista un estado de incertidumbre sobre la existencia, alcances o modalidades de una relación jurídica;

que pueda producir un perjuicio o lesión actual al actor y que éste no disponga de otro medio legal para

ponerle término inmediatamente. La finalidad de la acción es obtener una sentencia meramente

declarativa que haga cesar aquel estado de incertidumbre […]” (C.N.C., Sala C, “Muro, Kelmen G. c/

Melo, Mario C. y otra”, “E.D.” 39–410), y

5.b) en el ámbito provincial santafesino (ver al respecto a Jorge W. Peyrano, La acción mere

declarativa como medio de la plena realización de la garantía jurisdiccional de certeza jurídica, en

“Cuestiones de Derecho Procesal”, Fedye, Buenos Aires, 1980, p. 58), la doctrina se refiere a la mera

posibilidad de que no sea subsidiaria (ver sobre el particular a Néstor P. Sagüés y María Mercedes Serra,

Derecho Procesal Constitucional de la Provincia de Santa Fe, Rubinzal–Culzoni, Santa Fe, 1998, donde

expresan que “el artículo 1° del Código Procesal Civil y Comercial no parece exigir aquella condición”).

Se sostuvo que es falso que aún cuando exista otro proceso judicial el actor pueda elegir la

vía de la acción mere declarativa cuando lo que procura es despejar un estado de incertidumbre jurídica.

Nótese que aquí la incertidumbre estaría dada por la mera duda que le aqueja al recurrente respecto de

la constitucionalidad de la medida, lo que no puede constituir el único objeto de esta acción, porque,

como se dijo, con tal criterio, todas las acciones podrían tramitarse por esta vía.

En definitiva, la acción mere declarativa –que encuadra en el art. 1, primer párrafo, in fine de

la ley 5531 (CPCC)– es una acción de conocimiento y requiere que exista un estado de incertidumbre

que pueda provocar un daño.

La incertidumbre, contrariamente a lo que se sostiene, no debe ser de hecho, sino de

derecho, pues como bien se ha dicho: “La sentencia es meramente declarativa... Define y esclarece un

caso de incertidumbre jurídica....” (Néstor P. Sagüés y María Mercedes Serra, Derecho Procesal

Constitucional de la Provincia de Santa Fe, Rubinzal–Culzoni, Santa Fe, 1998).

Sin embargo, estos no son los únicos requisitos que en abstracto tornan admisible a la

acción –los cuales, por lo demás, no están cubiertos–, pues existen otros que tampoco han sido

satisfechos.

En efecto, la norma procesal aplicable al caso de autos –como se adelantó, el primer párrafo

del art. 1º de la ley 5531– preceptúa que: “El poder jurisdiccional en lo civil y comercial será ejercido por

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los jueces que establezca la Ley Orgánica de los Tribunales, de acuerdo con sus normas y las

disposiciones de este Código. Deberá actuar aun en los casos que no exista una lesión actual, cuando la

incertidumbre respecto de una relación jurídica, de sus modalidades o de su interpretación cause un

perjuicio a quien tenga interés legítimo en hacerla cesar”.

Según indican Sagüés y Serra al tratar los lineamientos generales de la acción declarativa:

“la acción declarativa de inconstitucionalidad, como una de las variantes de la acción meramente

declarativa, exige la concurrencia de los siguientes elementos: a) Una relación jurídica concreta... b) Una

situación de incertidumbre en tal relación... c) Un caso de perjuicio, presente o futuro”, y a ello agregan

los autores que: “La sentencia es meramente declarativa, no de condena. Define y esclarece un caso de

incertidumbre jurídica....”, y citando jurisprudencia aplicable que “La acción mere declarativa contemplada

en el Código Procesal Civil y Comercial de Santa Fe, al igual que lo previsto en el Código de rito laboral

santafesino, no se compadece con la especial acción declarativa de inconstitucionalidad de leyes,

decretos y ordenanzas y que, por su misma naturaleza y proyecciones, se encuentra instituida en el

Derecho Público local, entre otras, en la Constitución de la Provincia de Buenos Aires y en el respectivo

ordenamiento procesal. (Cám. Apel. Trab. de Rosario, Sala l°, 24–4–87, “Asociación de Industriales

Metalúrgicos Rosario c/Sindicato Metalúrgico de la Rep. Arg.”, Zeus 45–16, sec.jurisp.). (Néstor P.

Sagüés y María Mercedes Serra, Derecho Procesal Constitucional de la Provincia de Santa Fe, Rubinzal–

Culzoni, Santa Fe, 1998).

En síntesis, de lo expresado, se advierte preliminarmente que en el caso de autos existe

vinculación jurídica entre actor y demandado, y que aquél ostenta un interés legítimo para demandar por

lo que estos requisitos se han cumplimentado satisfactoriamente, pero es falso que: a) exista falta de

certeza alguna respecto del derecho aplicable; b) se verifiquen conductas actualmente dubitativas o

contradictorias en la demandada; c) se haya producido o pueda producirse un daño antijurídico que deba

ser conjurado, y d) no haya que respetar el principio de subsidiariedad de la acción. Volveremos sobre

estos aspectos durante el desarrollo del presente escrito, luego de finalizar con la contestación de las

afirmaciones contenidas en la demanda.

6) Respecto de la Resolución 627/93, y la consideración hecha respecto de los funcionarios

judiciales ingresados al Poder Judicial luego de ejercer la profesión de abogados y de las facultades del

Directorio, se expresó que:

Si bien es cierto que el acta de Directorio Nº 627 del 24 de abril de 1993 permitió

expresamente que los funcionarios ingresados a la función judicial luego de ejercer la profesión de

abogado puedan, ante su pedido, efectuar aportes voluntarios a fin de completar el mínimo obligatorio y

así poder obtener en su momento la jubilación como abogados, es falso que por considerarla como punto

de partida de la categoría “activos a pedido”, el acta fuera prueba de que la Caja siempre consideró que

los abogados, oportunamente afiliados, que habían ejercido la profesión, y luego ingresaban al Poder

Judicial, continuaban perteneciendo a la misma.

IX
La creencia o los dichos que pueda tener un funcionario –por más presidente que sea– de

una institución no tienen aptitud para torcer las claras disposiciones legales en contrario. Las

transcripciones traídas a colación marcan a las claras lo absurdo de los dichos relatados.

Como consecuencia de ello, es falso que del tenor del acta del año 1993, pueda extraerse

que la Caja considerara que los magistrados que habían ejercido activamente la profesión de abogados

continuaban siendo afiliados. Por el mero hecho de que realizaran aportes por juicios anteriores a su baja

no puede colegirse que siguieran siendo afiliados. Eran aportes debidos por actividades realizadas al

momento en que revestían tal carácter y que por ello debían ser ingresados cuando fuera que se

percibieran. El mero mantenimiento de un número histórico de afiliación es solo a los fines prácticos

respecto del manejo de las cuentas individuales, pero no implica ni puede implicar que por ello sigan

siendo afiliados activos en el sistema, pues podrán sumar aportes, pero nunca podrán acumular

antigüedad en el ejercicio. En consecuencia, es falso que lo resuelto en la mencionada acta tenga

fundamento en la ley 10.727.

También se manifestó que es falso que el abogado que ejerció la profesión e ingresa al

Poder Judicial mantenga su inscripción en la matrícula –en todo caso ella nunca sería activa ni genera

derechos ni deberes, como se dijo– por efecto de lo dispuesto por el art. 47 inc. 4º de los estatutos del

Colegio de Abogados. Por el contrario, es un profesional suspendido de la matrícula (art. 2) por razones

no disciplinarias –si se prefiere, temporalmente, mientras dure su incompatibilidad y no solicite su

reactivación–, que en realidad debiera consideranse dado de baja y con una inscripción residual con fines

meramente informativos, pues no puede derechamente “borrárselo” de los registros.

Con respecto al art. 12 de la ley 10.727, si bien es cierto que éste aborda la cuestión de los

abogados excluidos del ejercicio (comercial) de la abogacía por la LOT, y expresa que pagarán

igualmente los aportes que establecen los incisos a), b) y e) del art. 4 “aunque no generen derecho al

cómputo por no cubrir el mínimo”, y que cubriendo dicho mínimo, generan derecho al cómputo, ello en

nada incide a la solución de los presentes y no se entiende de qué modo podría incidir, máximo cuando,

por más mínimos que se cubran, nunca se podrían computar al mismo tiempo años de antigüedad en la

matrícula de abogado y en el carácter de funcionario, por tratarse de labores incompatibles.

7) Con respecto al análisis de la Resolución acta 773/03, se manifestó que es cierto que en

2003, el Directorio de la Caja de abogados y procuradores de la Provincia de Santa Fe resolvió dejar sin

efecto el sistema instituido por el acta Nº 627 del 28 de abril de 1993, para magistrados y funcionarios

judiciales, a partir del 24 de noviembre de 2003, pero no que por ella se ratifique el derecho que asiste a

quienes formularon la solicitud referida en el tiempo de vigencia de la misma, porque la revocación

alcanzaba a todos. Y se dijo que aún cuando ello pudiera interpretarse de tal modo (lo que no es así), el

Directorio nunca pudo convalidar un régimen ilegal e ilegítimo, del mismo modo que no tuvo facultades en

su oportunidad establecer la categoría de “activos a pedido”. No hubo ni pudo haber ratificación expresa

de actos contra legem. No hubo mantención incólume de inexistentes derechos adquiridos. No hay

X
contradicción, pero aún cuando hubiera existido, ésta fue finalmente subsanada con el único criterio

posible: la ilegalidad es para todos y cada uno de los casos, independientemente de cuestiones

temporales relacionadas con las diferentes estrategias procesales y extraprocesales que despliegue la

Caja respecto de las distintas categorías de involucrados.

8) Con relación a la alegada inconstitucionalidad de la Resolución 786/04, se sostuvo que es

cierto que la resolución 786/04 revocó la resolución 627/93 en cuanto creaba la categoría de activo a

pedido, pero no que se desconocieran derechos y beneficios legítimamente adquiridos ni que se

contradijera lo resuelto por el mismo directorio mediante resolución 773/03. Destacamos que ninguna

impugnación constitucional cabe a la resolución 786/04, ya que esta precisamente repara una grosera

violación a la Carta Magna relativa al estricto respeto del orden constitucional en el escalonamiento

normativo, operada por una resolución contra legem dictada por un directorio anterior de la Caja.

Adelantamos que podrá discutirse en teoría si la naturaleza jurídica del acto dictado es una revocación,

una declaración de nulidad, o una revocación por nulidad o inexistencia de un acto anterior, lo cierto es

que, en efecto, se priva de toda virtualidad a la creación de la ilegal categoría de “activos a pedido”, y no

solamente a partir del 24 de noviembre de 2003, con lo cual de ningún modo se ratifica el derecho que

asiste a quienes formularon la solicitud referida en el tiempo de vigencia de la misma.

9) Se expresó que de ningún modo puede sostenerse que porque las opiniones vertidas por

los Dres. Gaggiamo, Zacarías y Martínez fueron solicitadas por la Caja, éstas estén viciadas de

parcialidad. Máxime, tratándose de curiales cuyo prestigio en el foro local no está en discusión, y que la

propia actora reconoce. El análisis fue exhaustivo y serio, sin perjuicio de que en el dictamen del Dr.

Martínez se exprese que es su opinión personal sobre el tema (precisamente por ser su opinión personal

y así dejarse expresado, queda claro que la parcialidad argumentada por la actora de ningún modo

existió).

10) Se dijo que si bien la única opinión volcada por escrito a los autos es la del Colegio de

Abogados de Rafaela, ello no quita que la opinión de los demás colegios sea idéntica, como se dijo. Sólo

se acompañó la que se tenía por escrito al momento de contestar la demanda.

11) Se alegó que, pese a lo que sostiene la actora, la ley 10.727 exige, por decirlo de un

modo sintético y gráfico “algún modo de ejercicio profesional efectivo no incompatible”, y ese ejercicio se

desprende de actos inequívocos del profesional, ya que, cuando ejerce la abogacía en representación de

terceros debe estar matriculado, con lo cual la permanencia en la matrícula supone la permanencia en el

ejercicio profesional efectivo, a su vez apto para generar la antigüedad necesaria en la actividad para

obtener la jubilación por esta Caja.

12) Se expresó que es falso que en la actualidad existan abogados matriculados que no

ejercen la profesión y que cubran los aportes mínimos anuales con los denominados “aportes

voluntarios”. Estos supuestos abogados matriculados que según el actor no ejercerían la profesión en

todo caso recurrirán a una ficción de ejercicio profesional y declararán ese ejercicio aunque de hecho no

XI
practiquen la abogacía para tener algún día su jubilación aunque no desarrollen actividad alguna, pero

ello queda obviamente en la esfera interna de tales colegiados, quienes se inscriben para ejercerla

aunque no lo hagan, y obviamente es un caso diferente al del actor, pues aquellos en todo caso no están

impedidos de ejercer la profesión, como es el caso de los magistrados y funcionarios judiciales. Por ello

es falso que a los fines de los aportes y el beneficio jubilatorio no se requiera el ejercicio efectivo de la

profesión en forma liberal sino simplemente encontrarse matriculado y efectuar los aportes

correspondientes. No puede controlarse la extensión del ejercicio extrajudicial de la profesión y basta a

este respecto la declaración del profesional habilitado que refiere realizarla. La matriculación es en sí

misma una declaración de ejercicio profesional liberal y no puede ser entendida de otra manera pues es

la condición ineludible y el paso previo necesario para encontrarse habilitado para la procuración por un

tercero.

No pueden afiliarse quienes de ningún modo se encuentran habilitados para ejercer la

profesión y la pretenden ejercer (desde el estricto esquema legal nadie puede atender un caso si

previamente no se matriculó, cumplimentando todos los pasos requeridos para ello) y tampoco pueden

ejercerla ni realizar aportes por los períodos de la suspensión quienes fueron sancionados por el Colegio

y por tal razón están suspendidos de la matrícula. La situación es idéntica –aunque por motivos bien

distintos, esto es, por incompatibilidad– a la imposibilidad de ejercicio que tienen los magistrados y

funcionarios. Y esa imposibilidad constitucional y legal –no absoluta, pues se excepciona en el caso de

los cónyuges e hijos menores en el art. 89 de la Constitución Provincial, ampliado inconstitucionalmente

por la Ley Orgánica del Poder Judicial– también les impide formar parte de la Caja de Abogados y

Procuradores, aunque excepcionalmente deban aportar a ésta, como consecuencia de ese ejercicio

limitado y aislado para el que no requiere inscripción en la matrícula (pues de lo contrario no podrían

realizarlo los magistrados que nunca ejercieron liberalmente la profesión o la ejercieron, pero provienen

de otra jurisdicción) o de ejercicio anterior a la asunción del cargo.

13) La alusión a la integración de aportes entre diferentes cajas a fin de obtener una

jubilación nada aporta en su favor, pues se trata de una lógica coordinación de regímenes diferentes para

la obtención de una sola jubilación (para ello existe el Convenio de Reciprocidad con la Caja de

Jubilaciones de la Provincia de Santa Fe que permite dilucidar con precisión el régimen jubilatorio

aplicable, los roles de Caja otorgante y Caja participante y sus respectivas obligaciones económicas), no

de dos, como aquí ilegalmente se permitió. Es falso que no exista relación jurídica justificante para exigir

la realización de aportes cuando éstos se originan: a) en ejercicio excepcional de la profesión en causa

propia, de parientes cercanos, o b) en representación de terceros, cuando la actividad se desplegó con

anterioridad a la asunción de la función. No hay lugar, entonces, para admitir lo pretendido por la actora.

14) El Directorio anterior modificó inconstitucionalmente la ley cuando dictó la resolución

627/93. No había ninguna inconstitucionalidad que salvar con aquella resolución, sino antes bien, se

incurrió en ella como ya se explicó, por violación al principio de supremacía constitucional.

XII
15) La nulificación de la resolución es plenamente válida, precisamente por subsanarse así

un grave error cometido por las autoridades de la Caja, y ello más allá de la cantidad de años que hubiera

sido mantenida una conducta de manera invariable, que no puede alterar la esencia de la cuestión. La

Caja es precisamente el órgano competente para revocar su resolución, y ningún provecho hay en ello,

pues precisamente con la revocación se prevé la devolución de lo pagado, con intereses.

16) Se sostuvo falso que resulte evidente que la Caja no pueda decidir la nulidad de la

resolución en su propio beneficio –máxime cuando cualquier resolución que adopte repercute en todos su

afiliados–. No hay nada de ilegítimo, contrario a la ley o a su propia conducta. No se contraría ni la

Constitución, ni los derechos que la misma acuerda. Antes bien, se los restaura.

17) Se expresó que es falso que exista ratificación expresa, pues no sólo se dejó sin efecto

el sistema hacia el futuro. Actualmente, cabe remarcarlo, se encuentra nulificado todo el sistema, y la

Caja está adoptando todas las estrategias jurídicas necesarias al respecto.

18) Con relación a lo abordado respecto del régimen provisional, se dijo que el art. 2 de la

ley 10.727 refiere a que están incluidos los abogados y procuradores “mientras subsista la habilitación

para el ejercicio profesional”, y luego aclara que “La suspensión temporal de la matrícula implicará la

suspensión en la afiliación a la Caja por el mismo término”, lo que ocurrió precisamente durante los años

en que el actor desempeñó su labor como magistrado.

Asimismo, se expresó que el art. 12 obliga, con toda lógica, a abonar los aportes derivados

del ejercicio ocasional en causa propia, los que deba realizar cuando se inscriba en la matrícula, y los que

provengan de honorarios abonados con posterioridad al ingreso a la función judicial, pero devengados

con anterioridad a ésta (todos ellos, relativos al ejercicio liberal de la profesión y para nada relacionados

con su labor dentro del poder judicial).

19) Se reconoció que la actora aportes y contribuciones durante su desempeño como

funcionario judicial, pero dichos pagos y el encuadre de éste y de otros funcionarios judiciales se

materializaron claramente contra legem, basándose en la ilegal e ilegítima adopción del Acta de

Directorio n° 627, del 28/4/93, como se explicará infra.

20) Se manifestó que nada tiene que ver el art. 39 de la ley 10.727 cuando establece: “Las

prestaciones y beneficios derivados de la presente ley son compatibles con los provenientes de otros

regímenes, cualquiera fuera su naturaleza, sin perjuicio de los que establezcan los convenios de

reciprocidad.” Esta norma se refiere genérica y obviamente sólo a aquellos cuya actividad no sea

incompatible, esto es, supone que el afiliado pueda efectivamente serlo, y de manera activa, y por lo

demás, precisamente en el caso que nos ocupa existe un Convenio de Reciprocidad con la Caja de

Jubilaciones de la Provincia de Santa Fe que regula las relaciones entre ambas en supuestos de aportes

realizados a ambas por la misma persona.

21) Se indicó que tampoco se relaciona el art. 2 con la situación que aquí se plantea; y que,

por lo demás, tampoco es relevante que el actor no hubiera sido suspendido en la matrícula por sanción

XIII
del Colegio de Abogados durante su ejercicio liberal de la profesión, siendo falso que sea la única causal

de suspensión, pues precisamente el artículo invocado trae la aclaración antes referida, según la cual hay

suspensión temporal de la matrícula cuando no hay ejercicio liberal de la profesión.

Lo que entendió el Directorio en el año 1993 fue completamente ilegal y no tiene aptitud para

consagrar derechos adquiridos a su amparo –máxime considerando que por su calidad de alto

funcionario del poder judicial, el actor no podía desconocer tal irregularidad–, como se explicará en

detalle, infra.

22) Se reiteró que si bien el abogado que ingresa a desempeñarse en el ámbito del Poder

Judicial encuadra en la situación prevista en el art. 47 inc. 4 del Estatuto del Colegio de Abogados de

Rosario, ello en nada incide, pues no pueden ejercer la profesión y no puede acumular los años

necesarios para jubilarse. En todo caso integrarán pasivamente un listado de abogados que en algún

momento fueron matriculados, pues de la matriculación derivan derechos y obligaciones de la cual el

magistrado carece (votar, abonar las cuotas, etc.). En consecuencia, es falso que surja claramente que

los abogados ingresados al Poder Judicial están “matriculados” como cualquier otro profesional que

ejerce liberalmente la profesión, y no se encuentran suspendidos en la matricula.

23) Se pasó a analizar luego lo que establecen los Estatutos del Colegio de Abogados de la

Segunda Circunscripción Judicial de la Provincia de Santa Fe, ya que el actor se funda en sus normas

(las que no pueden contrariar lo establecido por la ley 10.727), de la siguiente manera:

“Art. 47 – El Colegio de Abogados clasificará los inscriptos en la matrícula en la siguiente

forma: 1º Abogados con domicilio real en la 2a. Circunscripción Judicial en ejercicio efectivo de la

profesión. 2º Abogados con domicilio real en las Circunscripciones Judiciales de la provincia. 3º

Abogados inscriptos en la matrícula pero con domicilio real fuera de la provincia. 4º Abogados que

desempeñen funciones o empleos incompatibles con el ejercicio de la profesión. 5º Abogados separados

del ejercicio de la profesión. 6º Abogados con domicilio real en la 2a. Circunscripción Judicial, sin ejercicio

efectivo de la profesión.”

Esta norma no es una regla aislada, y debe conjugarse con otras contenidas en el mismo

cuerpo legal y con otras de diferente fuente, que permiten concluir que en el caso de los magistrados y

funcionarios judiciales que antes de desempeñarse en el Poder Judicial ejercieron la profesión, se

mantiene una inscripción residual a los meros fines contables que sólo puede readquirir virtualidad si el

magistrado o funcionario abandona la función pública judicial y vuelve al ejercicio profesional. En este

sentido, el pase a esta categoría residual lo exime de deberes (fianza, pago de cuotas, voto, etc.) y

simétricamente le impide ejercer los derechos emanados de la afiliación (v.gr., derechos electorales

activos y pasivos, representación del Colegio, los emanados del art. 50 del Estatuto, etc.), de manera

similar a la establecida, por motivos disciplinarios, por el inc. 5° (abogados separados del ejercicio de la

profesión), razón por la cual no puede sino entenderse que éstos están suspendidos en el ejercicio

profesional, y por ello no pueden realizar aportes la Caja por una actividad que no pueden desarrollar.

XIV
Pero esta regla debe también interpretarse a la luz de: 1) El art. 1° de los Estatutos, que

expresa: “De conformidad con lo dispuesto en el Libro V, Título I, Capítulo I y II de la ley 10160 (t.o.

1998), queda constituido el Colegio de Abogados de la Segunda Circunscripción Judicial de la Provincia

de Santa Fe, con domicilio en la ciudad de Rosario, el que regirá su funcionamiento por los presentes

estatutos y disposiciones legales pertinentes. Lo componen los abogados inscriptos en la matrícula y los

que se inscribieren en adelante, que ejercieren su profesión en la provincia y tengan su domicilio real en

la 2º Circunscripción Judicial.”, y 2) El art. 292 de la ley 10.160 estipula “Los abogados y procuradores

actualmente inscriptos en la matrícula y los que en adelante se inscribieren en ella y ejercieren su

profesión en la Provincia, serán miembros naturales de los respectivos colegios donde tuvieren su

domicilio real. Los inscriptos en la matrícula que no residieren en la Provincia, quedan sujetos a la

jurisdicción disciplinaria del colegio que corresponda donde la falta se hubiere cometido.

De lo aquí expresado resulta claro que magistrados y funcionarios no son miembros del

Colegio, pues no es suficiente estar inscripto en cualquier categoría, sino que debe haber ejercicio

profesional liberal, y obviamente ese ejercicio sólo puede entenderse dentro de los permitidos por la ley

para la representación de terceros (no basta en este sentido la admisión de defensas excepcionales en

causa propia y de los parientes más directos), encontrándose excluidos de este concepto, entre otros, los

magistrados y funcionarios que encuadran en el inc. 4 y los separados del ejercicio de la profesión, del

inc. 5, del art. 47, invocado por el actor.

Por otra parte, resulta relevante mencionar el art. 31 del mismo cuerpo legal, que dice: “La

elección de los miembros del tribunal de disciplina se hará por voto secreto de los electores y a simple

pluralidad de sufragios. Son electores los abogados inscriptos en la matrícula que reúnan la calidad de

miembros del Colegio de acuerdo con el art. 1º in fine de estos estatutos, estén al día en el pago de las

cuotas societarias y no se encuentren suspendidos.”

Esta norma es clara, en cuanto exige, para otorgar el derecho electoral activo, ser miembro

del Colegio en los términos del art. 1 in fine (que exige ejercicio profesional, lo que no realizan los jueces

salvo los supuestos excepcionales de representación personal y familiar limitada, lo que como se dijo no

hace variar su naturaleza), y además hay que estar al día con el pago de la cuota (la que no pagan los

magistrados y funcionarios) y no encontrarse suspendidos (aquí se refiere claramente a los casos en que

se hubiera aplicado sanciones a colegiados, y también, aunque resulta obvio, respecto de los jueces).

En consecuencia, sigue quedando claro que los magistrados y funcionarios no son miembros

del Colegio, sólo ostentan una inscripción residual.

Por otra parte, el art. 40 del mismo cuerpo normativo expresa: “Para ejercer la profesión de

abogado y poder estar inscripto en la matrícula deberán cumplirse los requisitos establecidos en el art.

303 de la ley 10.160 (t.o.1998) y no estar comprendido en las inhabilidades del art. 295 de la ley 10.160

(t.o.1998). No podrán ejercer la profesión los comprendidos en las disposiciones del art. 296 de la ley

10.160 (t.o.1998)”

XV
Este artículo, pese a su defectuosa redacción, es claro cuando remite a ciertos requisitos

adicionales provenientes de la Ley Orgánica del Poder Judicial que son indispensables para poder: a)

ejercer la profesión y b) inscribirse en la matrícula, a saber: 1) encontrarse inscripto en la matrícula del

respectivo Colegio (art. 303, que dispone: “Sin perjuicio de otros requisitos especiales para ejercer las

profesiones de abogado o procurador, es indispensable estar inscripto en la matrícula de su respectivo

colegio. La matrícula de abogado autoriza automáticamente el ejercicio de la procuración”),2) no estar

condenados penalmente al tiempo de la inscripción; ni ser quebrado no rehabilitado, ni ser incapaces (art.

295, que norma: “No podrán formar parte de los colegios: 1) los que hubieran sido condenados a pena

privativa de la libertad por delitos dolosos y de cumplimiento efectivo, por el tiempo de la condena. 2) los

fallidos cuya conducta fuere calificada de fraudulenta, hasta su rehabilitación. 3) los incapaces de hecho,

mientras dure su incapacidad. En todos los casos, el directorio del Colegio de Abogados procederá a

cancelar la matrícula sin substanciación alguna”).

Pero además, este artículo establece claramente que obsta para ejercer la profesión el

encuadrar en el art. 296 de la ley 10.160, que se refiere al ejercicio de ciertos cargos (ser Gobernador,

miembro de su gabinete, Fiscal de Estado, integrante el Poder Judicial, Escribano, director o subdirector

del Registro General o del Archivo de personas), o encontrarse excluido de la profesión por decisión

disciplinaria de cualquier Colegio de la República (art. 296, que dispone:”No podrán ejercer las

profesiones de abogado o procurador ni intervenir en tal carácter ante ningún tribunal, el gobernador y

sus ministros, el fiscal de Estado, los integrantes del Poder Judicial. Tampoco podrán actuar ante el

Poder Judicial provincial quienes estén en el Poder Judicial de la Nación. Además, los escribanos de

Registros, los directores y subdirectores de Registro General y del Archivo de personas y los excluidos de

la profesión por decisión disciplinaria de cualquier Colegio de la República, mientras dure la sanción.”)

De esto último, se colige claramente que tiene que haber ejercicio profesional hábil para

estar inscripto en la matrícula y acceder a los derechos emanados de tal calidad, y que hay identidad de

situaciones en los casos de los excluidos por sanción disciplinaria y los incompatibilizados. Todos ellos

están suspendidos mientras duren sus sanciones o incompatibilidades.

De otro lado, el art. 41 dispone que “La inscripción en la matrícula deberá solicitarse al

directorio por escrito acompañando el interesado el título y demás requisitos exigidos por la ley y que

determine el reglamento del Colegio, abonando el derecho de matrícula que fije el directorio de acuerdo a

estos estatutos. El peticionario indicará el lugar de su domicilio real y el asiento de su estudio.”

De aquí resulta obvio que ningún magistrado o funcionario en ejercicio de su ministerio

puede inscribirse en la matrícula, pues no reúne los requisitos exigidos por la ley; no puede abonar el

derecho de matrícula pues no puede integrar el Colegio y tampoco puede indicar el asiento de su estudio,

pues no puede tenerlo. Y si ningún magistrado en ejercicio puede hacerlo, tampoco puede estar sino en

una inscripción residual (suspendido) uno que antes ejerció liberalmente la profesión.

Por su parte, el art. 48 establece que “Los actos profesionales de los abogados ejercidos en

XVI
la 2a. Circunscripción judicial quedan sujetos a la potestad disciplinaria de este Colegio, cualquiera sea

su domicilio real.”

Es de toda evidencia que los actos de los jueces no están ni podrían estar sujetos a la

potestad disciplinaria del Colegio de Abogados, pues se encuentran sometidos a las decisiones que la

Corte Suprema adopte en ese sentido, aún en los casos en que excepcionalmente ejerzan la

representación de sus parientes más cercanos, autorizada por el art. 89 de la Constitución provincial.

De otro lado, el art. 50 expresa “El ejercicio de la profesión comporta para el abogado los

siguientes derechos: A) El desempeño del ministerio de la abogacía en sus distintas formas: consulta,

patrocinio, representación y defensa de los derechos de quienes lo soliciten. B) El desempeño de las

otras funciones que le estén encomendadas por la ley. C) De exigir al Colegio la defensa de sus

derechos, prerrogativas e inmunidades, cuando fueren desconocidos o menoscabados, ya sea por los

magistrados o por otras autoridades o por particulares.”

Resulta obvio que los magistrados no pueden desempeñar la abogacía través de consultas,

patrocinios, representación ni defensa de los derechos de quienes lo solicite (sólo pueden hacerlo en la

situación excepcional de representación de los parientes más cercanos), y tampoco pueden desempeñar

ninguna de las otras funciones a que refiere el inc. b), ni exigir al Colegio, en uso del inc. c), la defensa

de sus derechos, prerrogativas e inmunidades, cuando fueren desconocidos o menoscabados, ya sea por

los magistrados o por otras autoridades o por particulares.

El art. 51, cuando refiere a las obligaciones del profesional, expresa: “Son obligaciones del

abogado: A) El fiel y diligente cumplimiento de sus deberes profesionales. B) La defensa de los pobres en

los casos que la ley determine. C) El estricto cumplimiento de las normas de ética profesional y de las

disposiciones legales sobre aranceles. D) La denuncia al directorio de las ofensas de que fuere objeto por

parte de cualquier autoridad, en el ejercicio de su profesión. E) El acatamiento a las resoluciones del

directorio y el cumplimiento de las sanciones disciplinarias. F) El pago puntual de las cuotas periódicas

fijadas por el directorio para el sostenimiento y fines del Colegio. El abogado que incurra en atraso de

seis meses en el cumplimiento del pago de cuotas exigibles deberá ser requerido por el directorio por

carta certificada y si dentro de ocho días no las abonare, quedará suspendido mientras dure el

incumplimiento. G) La de comunicar al Colegio inmediatamente su cambio de domicilio y los de asiento

de su estudio, como también cuando deje de ejercer la profesión por cualquier motivo. H) El cumplimiento

de todas las demás obligaciones y deberes que resulten de la ley y de estos estatutos. I) Aceptar y

ejercer los nombramientos y designaciones que prescribe el articulo 312 de la ley 10160 (t.o.1998).”

Sin perjuicio de que a los magistrados y funcionarios no puede exigírsele el cumplimiento de

ninguna de las reglas establecidas en este artículo, es obvio que los magistrados no están subordinados

a las resoluciones del directorio, ni al cumplimiento de las sanciones disciplinarias, ni al pago puntual de

las cuotas periódicas fijadas por el directorio para el sostenimiento y fines del Colegio, ni pueden

defender a pobres, ni ejercer nombramientos y designaciones. Tampoco pueden incurrir en atraso en el

XVII
cumplimiento del pago de cuotas, pues no las debe (y por carácter transitivo, si no las paga, tampoco

puede estar activo en la matrícula, sino suspendido).

El art. 52 dispone que “De cada abogado inscripto en la matrícula se llevará un legajo donde

se anotarán los datos de identidad, títulos profesionales, empleo o función que desempeñe, domicilio y su

traslado, todo cambio que pueda provocar una alteración en la lista pertinente de la matrícula así como

las sanciones impuestas.”

Es obvio que el ejercicio de la función judicial es un cambio que provoca una alteración en la

lista pertinente de la matrícula, del mismo modo que lo hacen las sanciones (en ambos casos, como se

dijo, suspensión).

Ya con referencia a las normas derivadas de la Ley Orgánica del Poder Judicial, n° 10.160,

ésta, al referirse a las incompatibilidades (art. 212), expresa: “Sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo

89 de la Constitución Provincial, los integrantes del Poder Judicial no pueden: 1) actuar en política ni

intervenir en actos de propaganda electoral; 2) litigar ante cualquier Poder Judicial, excepto cuando se

trata de intereses propios o de sus padres, hijos o cónyuge; 3) evacuar consultas ni dar asesoramiento en

casos de litigio judicial actual o posible; 4) ejercer empleo en virtud del cual deban estar bajo la

dependencia de otro poder; 5) practicar habitualmente juegos de azar y apuestas; 6) concurrir

asiduamente a lugares destinados con exclusividad a la práctica de juegos de azar y de apuestas; 7)

tramitar asuntos judiciales de terceros y coparticipar o tener empleo en estudio de abogado, escribano,

procurador, contador o martillero; 8) integrar listas de nombramientos de oficio; 9) ejecutar actos que

comprometan en cualquier forma la dignidad del cargo; 10) incurrir, después de designados, en alguna

causal de inhabilidad. Los magistrados y funcionarios que ejercen la docencia deben cuidar que no exista

superposición de horario y que no se resienta el desempeño de la función. La violación del régimen de

incompatibilidad es causal de destitución.”

El art. 89 de la Constitución Provincial, reza: “Los miembros del Poder Judicial no pueden

actuar de manera alguna en política.

Los magistrados y funcionarios no pueden ejercer profesión o empleo alguno, salvo la

docencia en materia jurídica, las comisiones de carácter honorario, técnico y transitorio que les

encomienden la Nación, la Provincia o los municipios, y la defensa en juicio de derechos propios, de su

cónyuge o de sus hijos menores.

La ley determina las incompatibilidades de los empleados.”

Más allá de que resulta evidente que la ley no puede ampliar la clara disposición restrictiva

de la Constitución –que fue además dictada con anterioridad al dictado de la ley 17.711 y posteriores

reformas al Código Civil, que modificaron sustancialmente el estatuto de la mujer casada– y que por ende

el art. 212 es inconstitucional en cuanto autoriza a la actuación en juicio en defensa de sus padres y de

sus hijos cuando éstos no sean menores, es claro que el ejercicio de esta defensa no requiere de previa

inscripción en la matrícula del Colegio de Abogados, sino que basta para ello la mera presentación, como

XVIII
ocurre con el acto aislado de un profesional liberal de otra jurisdicción.

Por su parte, el art. 292 de la ley 10.160 estipula “Los abogados y procuradores actualmente

inscriptos en la matrícula y los que en adelante se inscribieren en ella y ejercieren su profesión en la

Provincia, serán miembros naturales de los respectivos colegios donde tuvieren su domicilio real. Los

inscriptos en la matrícula que no residieren en la Provincia, quedan sujetos a la jurisdicción disciplinaria

del colegio que corresponda donde la falta se hubiere cometido.

A tenor de esta disposición legal, y como ya se resaltó supra, resulta evidente que los

miembros naturales son sólo los abogados (y procuradores) que ejercieren la profesión en la provincia,

cosa que no realizan los magistrados y funcionarios del Poder Judicial.

El art. 293 estipula “El gobierno de los colegios se ejercerá por un directorio compuesto de

presidente, vicepresidente, tesorero, secretario y el número de vocales que determine cada estatuto,

designados por el voto secreto y obligatorio de los afiliados que reúnan las exigencias y por el régimen

electoral que cada estatuto determine. El mandato de los miembros del directorio durará dos años

pudiendo los estatutos determinar una renovación por mitades anualmente.

Para ser director se deberá tener una antigüedad como inscripto en la matrícula del

respectivo colegio no menor de dos años exigiéndose además, para los cargos de presidente y

vicepresidente una antigüedad de diez años desde su inscripción en la matrícula de cualquier jurisdicción

del país y, para los cargos de secretario y tesorero una antigüedad de cuatro años desde su inscripción

en la matrícula en cualquier jurisdicción de la República. Todos los cargos del directorio de los colegios

respectivos serán ad honorem e irrenunciables sin causa debidamente justificada bajo apercibimiento de

exclusión de la matrícula.”

Resulta aquí evidente el espíritu del legislador en cuanto asimila inscripción en la matrícula

con ejercicio y compatibilidad, pues de lo contrario un magistrado o funcionario del Poder Judicial podría

ser Presidente, Vicepresidente, Tesorero, Secretario o Vocal del Colegio, lo que es un absurdo.

De otro lado, como ya se analizó supra: 1) El art. 295 dispone “No podrán formar parte de los

colegios: 1) los que hubieran sido condenados a pena privativa de la libertad por delitos dolosos y de

cumplimiento efectivo, por el tiempo de la condena. 2) los fallidos cuya conducta fuere calificada de

fraudulenta, hasta su rehabilitación. 3) los incapaces de hecho, mientras dure su incapacidad. En todos

los casos, el directorio del Colegio de Abogados procederá a cancelar la matrícula sin substanciación

alguna.” y 2) El art. 296 expresa: “No podrán ejercer las profesiones de abogado o procurador ni

intervenir en tal carácter ante ningún tribunal, el gobernador y sus ministros, el fiscal de Estado, los

integrantes del Poder Judicial. Tampoco podrán actuar ante el Poder Judicial provincial quienes estén en

el Poder Judicial de la Nación. Además, los escribanos de Registros, los directores y subdirectores de

Registro General y del Archivo de personas y los excluidos de la profesión por decisión disciplinaria de

cualquier Colegio de la República, mientras dure la sanción.”

Al aludir a los Colegios, el art. 297 dispone “Son funciones esenciales de los Colegios: 1)

XIX
sancionar sus estatutos con aprobación del Poder Ejecutivo y darse su presupuesto anual; dictar su

reglamento interno, administrar sus bienes y disponer de ellos y estar en juicio como actor o demandado

para la defensa de sus intereses, por sólo por intermedio de apoderado; 2) establecer en sus estatutos

las faltas en que puedan incurrir sus afiliados; 3) llevar la matrícula de sus afiliados; 4) velar por el decoro

del foro y de la magistratura; 5) propender a la mayor ilustración e independencia de sus afiliados y a la

defensa de sus derechos; 6) promover y organizar conferencias y congresos; 7) proponer a los poderes

públicos las medidas que juzgaren adecuadas para el funcionamiento de una buena administración de

justicia; 8) resolver, a requerimiento de los interesados en carácter de árbitros, las cuestiones que se

susciten entre profesionales o entre éstos y sus clientes; 9) reprimir las faltas que cometieren sus

afiliados en el ejercicio profesional, sin perjuicio de las facultades disciplinarias que las leyes acuerdan a

los tribunales y jueces; 10) fiscalizar la correcta actuación de sus afiliados en el ejercicio de su profesión y

llevar la foja personal de los mismos; 11) adoptar las decisiones que fueren necesarias para dar solución

a los casos que no la tuvieran de un modo expreso, compatible con su organización y sus fines.

Es obvio entonces que los magistrados no pueden considerarse afiliados al Colegio.

Otra norma para analizar es el art. 300, que al referirse a las sanciones disciplinarias

imponibles a los abogados en ejercicio efectivo de la profesión expresa: “Las sanciones disciplinarias

imponibles serán: 1) Apercibimiento privado o público. 2) Multa hasta diez unidades jus, que podrá

imponerse en forma conjunta con otra cualquiera de las sanciones. 3) Suspensión hasta un año. 4)

Cancelación de la matrícula. Las dos últimas sanciones inhabilitan para el ejercicio profesional en todo el

territorio de la provincia. Cuando un afiliado hubiera sido suspendido como mínimo en tres oportunidades

en los últimos diez años anteriores a la denuncia, de comprobarse una nueva falta, podrá ser sancionado

con la cancelación de la matrícula. En este supuesto, se requerirá la resolución del Tribunal de Ética en

pleno. En caso de procesamiento por delito doloso, el Tribunal de Ética en pleno podrá disponer la

suspensión preventiva de la matrícula, si los antecedentes del imputado o las circunstancias del caso

demostraran las inconveniencias de que permanezca en el ejercicio profesional, con la salvedad de que

la suspensión no podrá durar más de seis meses y podrá ser prorrogada por el referido organismo en

pleno mientras dure la sustanciación del proceso penal. Ambas medidas serán apelables con efecto

devolutivo.

“La renuncia a la inscripción en la matrícula no impedirá el juzgamiento del denunciado por

los hechos que hubiera cometido con anterioridad.”

Resulta obvio que este artículo se refiere exclusivamente al caso de los abogados,

abonando la tesis respecto de que los miembros del poder judicial no son miembros de los colegios pues

no pueden ser sancionados, solo suspendidos en la matrícula por incompatibilidad.

Por último, cabe referir al art. 309, que reza: “Transcurridos dos años desde la cancelación

de la matricula, se devolverá el depósito o saldo del mismo que no estuviere afectado por alguna de las

causas establecidas por esta ley”, y al art. 317, que dispone: “La cancelación de la matrícula de abogado

XX
implica la prohibición de ejercer la procuración y el notariado.”

Nótese aquí la similitud del caso de cancelación de la matrícula con la situación de los

magistrados, aunque difiere por cuanto el Colegio los clasifica a tenor del inc. 4º del art. 47, y a los que

cancelaron su matrícula en el inc. 5º.

Es un error pensar que las únicas causales de suspensión en la matrícula derivan de la

aplicación de sanciones por parte del Colegio, pues ello (la suspensión como implicancia directa de la

sanción) valdrá sólo para el caso de los abogados en ejercicio, los que, como lo dice el actor, pueden

perder la posibilidad de participar en el régimen de seguridad social. En el caso de los jueces, resulta de

toda obviedad que también son ellos son suspendidos no por sanción pero sí como consecuencia de un

ejercicio incompatible por el que aportan a otra Caja, razón por la cual no puede computárseles

antigüedad en el ejercicio por efecto de los aportes que por cualquier motivo realicen, ateniéndose al

respecto además a lo dispuesto por el respectivo Convenio de Reciprocidad.

Como consecuencia de lo expuesto, y siguiendo con lo sostenido por el actor en su

demanda, es cierto que se refieren a los magistrados los arts. 212 inc. 2º y 296 de la LOPJ, pero ello no

implica que no estén suspendidos del ejercicio de la abogacía. De hecho lo están, salvo en los casos que

les es admitido, supuestos excepcionales en los que, desde luego, deben pagar igualmente los aportes y

contribuciones.

Nada de lo sostenido por el actor debió dar pié al Directorio en el año 1993 para que lo

plasmara del modo que lo hizo, posibilitando ilegalmente a todos los magistrados y funcionarios realizar

aportes simultáneos por ejercicios profesionales incompatibles.

24) Nada tiene que ver con la situación del actor la obligatoria realización de aportes no

percibidos y devengados en el ejercicio profesional ni los recordatorios que remite la Caja a sus afiliados

activos a fin de que cumplimenten los aportes de ley –que por otra parte no son para evitar perder el

cómputo del año, sino para que se cumplimente con una obligación legal que emerge automáticamente

de su incorporación en la matrícula (por más que al amparo de reciente y excepcional normativa dictada

por la Caja a fin de solucionar los problemas de quienes arrastran deudas cuantiosas mediante dicha

pérdida pudiera ocurrir tal cosa)–.

25) La pérdida de los aportes sin derecho alguno para el aportante es una regla bastante

común en materia de seguridad social. De hecho, ocurre en muchos casos con los abogados en ejercicio.

26) Con respecto a la pretensión de cuestionar la validez de la alegación de la propia

conducta, si bien es cierto que no puede ignorarse la existencia de la doctrina de los actos propios; su

amplio desarrollo en el derecho civil, y su aplicación por nuestros tribunales, solo que ella no tiene los

alcances que pretende el actor, ni abona a su tesis a fin de que la acción presentada pueda culminar con

éxito su tránsito en este proceso.

En efecto, en primer lugar es falso que tal doctrina impida cambiar de comportamiento a

quien se ha desenvuelto de una determinada manera. En algunos casos –totalmente diferentes al

XXI
presente, por cuanto puede aplicarse con ese sentido en todo caso en las relaciones estrictamente

privadas– el cambio intempestivo en la conducta de una de las partes podrá determinar la necesidad de

que los tribunales la obliguen a satisfacer las expectativas de otra. En otras, en todo caso, la

imposibilidad material de su cumplimiento les hará soportar consecuencias de otro tipo –v.gr., la

satisfacción de los daños y perjuicios irrogados a quien defraudó las expectativas de otro–, y en otras, por

último, cuando se encuentra en juego el orden público, ninguna consecuencia le traerá más que la

inexigibilidad de las obligaciones pactadas –y en todo caso la devolución de los pagos efectuados, por

virtud de la inexistencia o nulidad del acto que pretendió dar nacimiento a las obligaciones–, cuando

ambas partes han actuado a sabiendas contra legem, o por error inexcusable de derecho, como en el

presente caso.

Siguiendo el razonamiento de la actora, se observa que ni aún bajo los parámetros que éste

aduce se encuadra la situación en la doctrina de los actos propios, por cuanto:

a) el primitivo comportamiento del individuo debe ser no sólo relevante, sino válido y eficaz

(Atilio Aníbal Alterini y Roberto M. López Cabana, La virtualidad de los actos propios en el derecho

argentino, LL 1984–A–879; también Luis Moisset de Espanes, Teoría de los actos propios y renuncia

tácita, LL 1983–D–524). El acta de 1993 carece precisamente de validez y eficacia por contravenir clara e

indudablemente la ley que precisamente regula el accionar de la Caja;

Es falso que no hubiera vicio alguno en el accionar de la Caja, pues si bien puede decirse

que hubo intención, los otros elementos de la voluntad estaban viciados, toda vez que resulta claro que

no se supo discernir respecto de la ilegalidad del acto, y además no se encontraba dentro de sus

facultades adoptar la decisión reflejada en el acta de 1993.

b) si bien existe una conducta actual –procesal o extraprocesal– contradictoria con la

anterior, la posición que ahora se ha adoptado precisamente es la que reviste licitud y la única válida que

en los propios términos establecidos por la doctrina citada por la propia actora (Aldo Petrone, La doctrina

de los propios actos, LL 1995–D–604). No hay mala fe, y además la Caja de ningún modo niega la

existencia de los aportes, ni pretende apropiárselos, sólo invalida lo actuado por ella misma en fraude a la

ley, y ello aún cuando hipotéticamente pudiera entenderse –lo que enfáticamente se niega– que mediante

el Acta Nº 773/2003 se hubiera ratificado en forma expresa un derecho a seguir aportando el régimen

como “activo a pedido”.

c) aún cuando hay identidad entre los sujetos involucrados e identidad en la situación o

relación jurídica, lo cierto es que lo ilegalmente actuado con anterioridad por uno o varios funcionarios de

un ente público paraestatal –especial naturaleza que reviste la Caja– no puede obligar a quienes

posteriormente ocupan tales cargos a respetar decisiones ilegales (ni siquiera a quienes adoptaron

dichas decisiones si se hubieran mantenido en sus cargos, más allá de sus responsabilidades personales

y de aquella en que hagan incurrir a la institución que representan).

Que se esté ante un régimen previsional en nada altera la cuestión, antes bien, obliga a

XXII
tener un mayor cuidado en la concesión de los beneficios ante situaciones de clara ilegalidad, como la

presente.

La jurisprudencia que cita de la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el caso “Cabrera”

no se aplica a este caso, en primer lugar porque no refiere a un caso siquiera similar y además por

cuanto lo citado es el mero voto de un Ministro y no el criterio de la Corte.

Por lo tanto, el no otorgamiento del beneficio jubilatorio previsto por la ley 10.727 no es

incompatible con los actos válidos y eficaces de la Caja.

La doctrina de los actos propios puede, sin pretensión de una definición omnicomprensiva,

sintetizarse con la claridad de Dobson, expresando que "nadie puede ponerse en contradicción con sus

propios actos, ejerciendo una conducta incompatible con una anterior conducta deliberada, juridicamente

relevante y plenamente eficaz" (Dobson, Juan M., El Abuso de la Personalidad Jurídica, Depalma, pág.

272, n° 260).

En el mismo orden de ideas, en el Tratado de Derecho Civil revisado por H.C. Nipperdey

(Buenos Aires, tomo I–II, pág. 482), y en síntesis, se cita a Enneccerus que sostiene que "a nadie es lícito

hacer valer un derecho en contradicción con su anterior conducta", criterio avalado por la doctrina. Es

dable, sobre este tópico, remitir a las Jornadas Nacionales de Mar del Plata sobre Derecho Civil, de

noviembre de 1983, donde se dijo: "el principio jurídico que desestima pretensiones contradictorias

respecto de conductas anteriores se plasma en la regla venire contra factum proprium non valet".

La razón de ser de esta construcción jurídica que la doctrina y la jurisprudencia nacionales

admiten sin hesitación, reside en la necesidad de preservar la buena fe en las relaciones jurídicas

evitando que cualquiera de las partes actúe en contradicción, en oposición o con una conducta que

resulte incompatible con la que anteriormente observó; se busca preservar la buena fe en cuanto

comportamientos coherentes, que impidan la confusión o alteración de la relación con la contraparte y

que nuestro Código Civil consagra en los arts. 1071, 1198 y sus concordantes y la ley 20744 (t.o.) en los

arts. 62, 63 y concordantes.

Vemos entonces que se requiere una primera conducta que (por esta doctrina) no debe ser

alterada por una segunda contradictoria, emanada del mismo sujeto ante la misma situación, en cuyo

supuesto esta ulterior conducta carece de toda eficacia jurídica.

Sobre estas bases podemos decir que en autos la doctrina de los actos propios no es

susceptible de considerarse alterada; ni siquiera resulta aplicable. Jamás la actora pudo llamarse a

engaño –salvo que así lo hubiese querido–, y ello es también una circunstancia determinante para

determinar la inaplicación de la teoría en contra de mi parte.

Y aún cuando pretendiésemos su aplicabilidad, es necesario destacar, con Peyrano y

Chiappini, que ella "se edifica sobre fórmulas lo suficientemente latas como para que el arbitrio judicial

pueda moverse bastante libremente en demanda de soluciones más perfectamente adheridas a las

circunstancias del caso... y se está exigiendo al interprete comprobar con mayor esmero si en la especie

XXIII
ha sido violado. Y no se trata de exigirle al Juez que trepe por los cielos especulativos sino que analice si

han mediado conductas incoherentes" (La doctrina de los propios actos en el ámbito del procedimiento

civil", “J.A.” 1984–4–818).

El fallo de la Corte que cita el actor en apoyatura de sus dichos no tiene vinculación alguna

con la presente causa, pues se trata de un caso donde se evaluó la aceptación sin reservas por parte de

un particular respecto de un régimen establecido por el Estado, en concreto, cuando se produjo la

reciente pesificación de los depósitos bancarios en dólares, en el denominado “corralito financiero”. Así

ocurrió, en concreto, en varios fallos anteriores al citado de la Corte nacional (CS noviembre 5–1969

"López Cuesta Domingo c/ Caja Forense" – Fallos 275–256; CS mayo 26–1971 "Casañas Miguel c/ Caja

Forense 1ra. Circ. Santa Fe" – Fallos 279–350; CS, febrero 11–1972 –Fallos 304–121, n re "Pcia. de

Córdoba c/ Vergallo Santiago y otros") e incluso en varios de la Corte provincial (CS, Santa Fe, 28–2–85

in re "Niklison Roque c/ Comuna de Sauce Viejo", J. 79–167).

A modo de síntesis: la doctrina de los actos propios debe desestimarse; si se supusiere

aplicable, ni objetiva, ni subjetivamente puede receptársela visto el legal proceder de mi parte, aún para

una improbable e ilegítima aceptación de la pretensión de la actora, ello devendría en un escándalo

jurídico. Consecuentemente, aún cuando el no otorgar el beneficio jubilatorio es contradictorio con lo

emanado de la ilegal acta de 2003, no encuadra en la doctrina de los actos propios como pretende, y este

argumento debe ser desechado.

27) Con respecto a la pretendida violación al derecho a la igualdad, se expresó que no hay

violación a la igualdad ni trato discriminatorio alguno respecto del actor con relación a otras personas a

quienes se le ha otorgado el beneficio, por cuanto se han puesto en revisión todos y cada uno de los

casos generados al amparo de la ilegal acta del directorio de 1993. Las probanzas rendidas en las

causas “Ceconi” y “Giandoménico, Carlos” se limitan a los dos únicos casos donde los beneficiarios de la

ilegal acta llegaron a percibir también ilegalmente el beneficio jubilatorio, y sobre ellos se ha dicho

expresamente que se actuará, tal como surge de las afirmaciones volcadas en la audiencia respectiva por

parte del titular de la sede local de la Caja de Abogados y Procuradores.

Por otro lado, el principio de igualdad sólo puede exigirse en la legalidad y nunca en su

ausencia. Sabido es que la violación del principio “en la aplicación de” la ley, puede derivar tanto de un

acto administrativo como de una resolución judicial, y sobre este aspecto resulta sumamente

esclarecedora la doctrina sentada por el Tribunal Constitucional español, de cuyos fallos pueden

extraerse las siguientes conclusiones, ampliamente demostrativas de la legalidad y legitimidad de la

conducta de mi parte: a) el principio de igualdad exige que a personas en idénticas circunstancias fácticas

se le aplique la ley en el mismo sentido, evitando fundamentalmente desigualdades arbitrarias; b) ello no

implica de manera alguna una petrificación del criterio originariamente asumido, ya que la corrección de

errores interpretativos o la adaptación de la norma a las exigencias de la realidad social del tiempo en

que ha de ser aplicable, no entraña desigualdad arbitraria; c) la razonabilidad (que indica ausencia de

XXIV
arbitrariedad) aquí se juzgará exclusivamente respecto de la norma aplicable al caso suscitado,

resultando ser, en consecuencia, razonables todas aquellas resoluciones que sean congruentes,

deducibles racionalmente de la norma aplicable y arbitrarias, las que no lo sean; d) la carga probatoria de

la arbitrariedad pesa siempre sobre el recurrente, quien deberá demostrar que en otros supuestos se ha

tratado de distinta manera a otros que se encontraban en iguales circunstancias, coetáneamente; e) la

igualación pretendida debe darse siempre dentro del terreno de la legalidad, no pudiéndose pretender,

como se ha hecho, que por la circunstancia de haber sido el único demandado por el Fisco dentro del

medio en el cual todos evadían impuestos, deba desestimarse la demanda promovida en su contra; f) en

caso de apartamiento de los precedentes, el órgano que lo haga deberá ofrecer una fundamentación

suficiente y razonable; g) el principio no cubre las desigualdades de mero hecho, salvo que tengan

relevancia jurídica. Ello se verificaría cuando se probare la existencia de un principio jurídico del que

derive la necesidad de una igualdad de trato entre desigualmente afectados. Así, el T.C. italiano resolvió

que era inconstitucional la ley que subordinaba el ejercicio del derecho a la defensa judicial al pago de

una fianza, porque una facultad reconocida a todos no podría ser ejercitada por algunos (Ver al respecto

a José Suay Rincón, El principio de igualdad en la Justicia Constitucional, I.E.A., Local, Madrid, 1985, p.

57 y ss, y a Oscar R. Puccinelli, El principio de igualdad en occidente. Alcances y perspectivas, E.D.,

142:902).

Estas conclusiones también se encuentran avaladas por jurisprudencia local.

Así, en la esfera de la igualdad ante la Administración, en autos “Pomponio y Cía. c/Aduana

de Rosario”, la Corte nacional estableció: “La diversa interpretación de una ley por las diferentes

autoridades encargadas de su aplicación y aún por la misma en decisiones sucesivas, no afecta el

principio de igualdad” (CS, Fallos, 184–490 y 189–234).

En autos “Francisco Franquelo” ha dicho que “el agravio a la igualdad sólo se configura si la

desigualdad emana del texto mismo de la ley y no de la circunstancia de que las autoridades

administrativas hayan otorgado el beneficio a otras personas que se habrían encontrado en las mismas

condiciones que la apelante” (Fallos, 304–I–865).

En materia de igualdad ante la jurisdicción, el principio es el mismo. En el caso “Cacciatore”,

se dijo que “no es admisible la queja referida a la violación del principio de igualdad por el diverso

tratamiento otorgado respecto de los mismos hechos a otros imputados, a quienes se concedió la

excarcelación, pues la desigualdad no surge del texto mismo de la ley” (Fallos, 307–I–549).

En idéntico sentido se ha dicho que:

a) “es menester que la desigualdad surja de la ley misma y no de su aplicación por los

encargados de cumplirla, conclusión que debe extenderse a las hipótesis de que con anterioridad se

hubiere seguido un criterio distinto” (“Urroz”, Fallos, 308–I–221);

b) “corresponde rechazar el agravio referido a la presente violación del principio de igualdad,

en virtud de que se haga depender la excarcelación e la fortuna del encausado, pues la desigualdad que

XXV
se alega no surge del texto mismo de la ley” (C.S., febrero 16–1989, “Bonsoir, Ramón S. y otros” (B–

283.XXII), ps. 850 (23), 856 (79 a 81), 861 (129 y 130), 864 (158), 865 (166), 867 (186 y 187), 868 (195),

870 (213 y 215), 871 (216), 873 (241);

c) “no cabe alegar violación de la igualdad con fundamento en que la sentencia apelada no

se ajusta a la doctrina establecida en otras, aunque emanen del mismo tribunal” (C.S., Fallos, 279–16,

283–81 y 301–917, “Carrera c. Blacek”);

d) “la garantía de la igualdad permite objetar falencias emergentes de las propias leyes, pero

no deficiencias fácticas en la aplicación de aquellas” (Fallos, 306–II–2166, “Agosti”), y

e) “no existe violación de la garantía constitucional de la igualdad si la desigualdad no está

en la norma legal sino que nace de la aplicación que de ella se habría hecho en otro caso” (Fallos, 293–

535, “Manuel Osores c/Provincia de Tucumán”).

Además, por motivos relativos a la dinámica social “el mero cambio de legislación no

comporta una desigualdad constitucional” (Idem, 181–290), ni el cambio de jurisprudencia, pues “las

partes no pueden exigir que el tribunal actuante mantenga invariable durante todo el curso del proceso la

primera interpretación asignada a la norma, mientras no se demuestre que los jueces hayan actuado de

forma irrazonable o discriminatoria” (Idem, 300–1170).

Por último, nuestro máximo tribunal local ha dicho recientemente que “Supuesta la

irregularidad del acto por conllevar un vicio que determina su nulidad absoluta, resulta, en principio, salvo

la excepción prevista en el art. 17 “in fine” de la ley 19.549 (ADLA, XXXIX–C, 2339), legítima la actividad

revocatoria de la Administración. Esa facultad encuentra suficiente justificación en la necesidad de

restablecer sin dilaciones el imperio de la juridicidad, comprometida por la existencia de un acto afectado

de nulidad absoluta y que, por esa razón, carece de la estabilidad propia de los actos regulares y no

puede generar válidamente derechos subjetivos de los particulares frente al orden público interesado en

la vigencia de la legalidad” (C.S., 23/4/91, “Furlotti, Setien Hnos. S.A. c/Instituto Nacional de

Vitivinicultura”, L.L., 1991–E–238).

28) Con relación a la temática del derecho a la seguridad social, se expresó que es cierto

que la tercera parte del art. 14 bis de la Constitución nacional está dedicado a la seguridad social; que la

Corte ha expresado que la asociación de particulares a entidades de previsión social puede ser

compulsiva, y que esa compulsividad trae como contrapartida la oportuna prestación necesaria que

deberá suministrar el organismo en cuestión, pero ello no implica ni que sea éste el organismo que deba

prestarlo (en todo caso, lo sería la Caja de Jubilaciones y Pensiones de la Provincia de Santa Fe, por

haber sido agente de la provincia en el ámbito judicial, donde se computan los años de ejercicio liberal de

la profesión si así correspondiera por aplicación del convenio de reciprocidad).

No hay de ningún modo superposición de aportes, y no puede haber simultaneidad de

aportes, y mucho menos “multiplicidad” de aportes al mismo tiempo y por causa del dos ejercicios

coetáneos en actividades son contradictorias –esto es, como en el caso, cuando el desempeño de una

XXVI
impide el de la otra–. No debe declararse, entonces, que la posibilidad de percibir el beneficio jubilatorio

que otorga la Caja de Previsión Social de Abogados y Procuradores de la Provincia de Santa Fe es

totalmente compatible con cualquier otro que el actor pudiere percibir, pues de hecho no lo es, ni puede

serlo, con la de magistrados y funcionarios del Poder Judicial a fin de que se jubilen por ambos

regímenes cuando los períodos de aportes que se pretende acaudalar son los mismos.

29) Bajo el acápite “3.– DERECHO”, expresamos que más allá de las cuestiones jurídico–

fácticas que ya hemos evaluado, a fin de encuadrar debidamente el caso de autos, cabe recordar que:

1) La ley 10.160 (Orgánica del Poder Judicial) prevé la existencia de colegios de abogados y

de procuradores (entes públicos no estatales), con las atribuciones determinadas en el art. 291. Su art.

292 determina que los miembros naturales de los respectivos colegios son los abogados y procuradores

inscriptos en la matrícula y los que en adelante se inscribieren en ella y que ejercieren su profesión en la

provincia.

2) Para ellos, la ley 10.727 instituyó, con carácter de orden público (art. 1), el régimen

previsional para la profesión de abogados y procuradores en la provincia de Santa Fe, creando la Caja de

Seguridad Social de Abogados y Procuradores como continuadora de la antigua Caja de Jubilaciones y

Pensiones de Abogados, instituída por ley 3187.

3) La Caja, como ente público no estatal, cumple funciones públicas delegadas

expresamente por el Estado –en este caso, provincial– y con base constitucional federal (antiguo art. 67,

inc. 11 –hoy 75, inc. 12–, incorporado por la reforma de 1957 y actual art. 125, incorporado en la reforma

de 1994). Por tal motivo, se le aplican los principios del derecho administrativo y se rige por sus reglas en

lo que hace a tales funciones delegadas (en ellas, su campo de acción está condicionado y limitado por la

norma habilitante), y en lo demás, se rige por los principios del derecho privado, aplicándose obviamente

diferentes principios y consecuencias sobre sus actos.

4) El art. 89 de la Constitución Provincial y la ley colegial de abogados y procuradores

establece, respecto de los integrantes del Poder Judicial, la prohibición de ejercer cualquier otro empleo o

profesión –salvo la docencia en materia jurídica, las comisiones de carácter transitorio y técnico que le

encomiende la Nación, la Provincia o los municipios y la defensa de los derechos que le son propios, los

de su cónyuge e hijos–.

5) De tal modo, si el Colegio profesional lleva la matrícula de sus afiliados (art. 297, inc. 3°,

ley 10.160), un funcionario o magistrado integrante del Poder Judicial no es “afiliado” de aquél y su

matriculación debe cesar por cancelación o suspensión, dado que el Colegio no está en condiciones de

ejercitar potestad disciplinaria sobre ellos, ni juzgar su actuación como funcionarios o magistrados,

estando sujetos a su propio régimen (arts. 91, 92 inc. 2°, 98 y ccss., Constitución provincial; 222 y

siguientes de la ley 10.160).

6) La ley 6915 da a los magistrados, funcionarios y empleados del Poder Judicial el carácter

de “afiliados forzosos” de la Caja de Jubilaciones y Pensiones de la Provincia de Santa Fe (art. 2°, inc. a),

XXVII
aunque la relación de empleo fuere transitoria o se estableciera mediante contrato a plazo. Los servicios

que presten son remunerados, y sobre tales retribuciones se calculan los aportes personales y las

contribuciones del empleador. Reunidos los requisitos para cada caso, pueden obtener los beneficios

establecidos en sus art. 10 y concordantes.

7) Ante la existencia de incompatibilidades estrictas (art. 212, ley 10.160), los integrantes del

Poder Judicial no están habilitados para ejercer las profesiones de abogados y procuradores. Además, de

conformidad con el art. 220 de la ley citada no pueden percibir más emolumentos que los que les

corresponden por la ley de presupuesto, estándoles prohibido obtener regulaciones de honorarios a su

favor aún en actuaciones como “árbitros”. No existe así servicio sujeto a aporte que el magistrado o

funcionario del Poder Judicial esté en condiciones de realizar a la Caja de Seguridad Social de Abogados

y Procuradores, precisamente por las incompatibilidades a las cuales está sujeto.

8) Conforme lo dispone el art. 2 y concordantes de la ley 10.727, es requisito esencial de la

afiliación –automática y obligatoria– a la Caja de Abogados y Procuradores la subsistencia de la

habilitación para el ejercicio profesional, habilitación que se concreta con la inscripción en la matrícula de

abogados. Tan es así que la suspensión de la matrícula implica ipso iure, la suspensión en la afiliación en

la Caja. Para el debido control de quienes son matriculados, la ley impone a los Colegios comunicar a la

Caja toda inscripción, alteración, suspensión o cancelación en la matrícula (art. 3, ley 10.727).

9) En cualquiera de las prestaciones previstas (art. 36) el carácter de afiliado adquiere

condición esencial; tanto para la jubilación ordinaria (art. 45); edad avanzada (art. 46); invalidez (art. 48),

etc., por lo que los beneficios sólo pueden otorgarse a quienes ejerzan o hayan ejercido la profesión por

un lapso no inferior al que la ley indica, debiéndose reunir un requisito adicional en el caso del art. 46, en

concreto que de los quince años de ejercicio profesional, por lo menos diez deben corresponder al

período inmediato anterior a la cancelación de la matrícula. Se adopta así el criterio del efectivo ejercicio

profesional, y no sólo el pago continuo y regular de aportes durante el período que eventualmente

pretendiera computarse.

10) No hay precepto alguno de la normativa que mencione o prevea, ni que pueda

presuponerlo teleológicamente, el establecimiento de una modalidad de “seguro de retiro” (arts. 1, 2 y

ccs., ley 17.418) o de renta vitalicia (art. 2070 y cc. del Código Civil) de similares características, máxime

frente a la taxatividad de las prestaciones que la ley establece.

11) Mediante Acta n° 627, del 28/4/93, se instituyó, dentro del sistema de acceso a la

jubilación dentro de la institución, el de “activos a pedido”. Por ella se admitió la incorporación voluntaria

de magistrados y funcionarios judiciales al sistema previsional de la ley 10.727, habiéndose invocado

para ello que “el Magistrado está ejerciendo un cargo para el cual es ineludible estar inscripto en la

matrícula” y que la inscripción los torna “obligatoriamente afiliados”, aún cuando existe “suspensión” de

esta última.

12) La categoría creada por dicha acta, de “activo a pedido” por tratarse en definitiva de un

XXVIII
“afiliado voluntario” –cuando la norma, a fin de despejar toda duda, refiere exclusivamente a la afiliación

automática y obligatoria– resulta asimétrica respecto de los principios esenciales y generales del sistema,

máxime que quienes se incluyen es esta categoría (Jueces en ejercicio de la magistratura), han

suspendido su condición de afiliado a la Caja por la suspensión de las respectivas matrículas por el

Colegio de Abogados y Procuradores de la Provincia de Santa Fe.

13) La suspensión de la matrícula por ejercicio de la función jurisdiccional (incompatibilidad

funcional) no sólo incide sobre su situación previsional, sino también colegial, ya que paralelamente no

corresponde la sujeción de su actividad al Colegio de Abogados, ya que se encuentran, en cuanto

magistrados, sujetos a un régimen distinto.

14) Lo cierto es que el sistema, es obvio, se basa en el efectivo ejercicio profesional para

exigir aportes y conceder los beneficios respectivos, por lo que la categoría “activos a pedido” no se

adecuó al régimen.

15) Admitido esto, es claro también que su creación contenía un vicio de contenido, desde

que el marco legal no otorgaba sustento a la categoría en cuestión. Además, en atención a los requisitos

exigidos para el otorgamiento de la jubilación en cualquiera de sus variantes, es claro que, respecto de

los “activos a pedido” cuya inclusión en el régimen se aceptara, genera la inusual situación que los

mismos, en rigor, nunca cumplimentarán con los requisitos específicos para el otorgamiento de jubilación

(v.gr., 30 años de servicios y afiliación con aportes, art. 45, inc. b), con lo que también el acto

oportunamente dictado está viciado por su objeto. Por ende, el Directorio de la Caja, al instituirla, dictó un

acto administrativo carente de causa jurídica y, en consecuencia, nulo de nulidad absoluta, por manifiesta

incompetencia del emisor de la norma. Los derechos previsionales, típicamente taxativos e

irrenunciables, deben surgir imprescindiblemente de la ley formal, y no de decisiones infralegales,

colegiales o reglamentarias.

16) Tal como lo ha señalado la jurisprudencia y la doctrina, un acto es válido cuando se

ajusta al esquema o modelo abstracto o previsto o delineado por el ordenamiento jurídico, o sea con “la

hipótesis normativa que lo disciplina”, e inválido cuando existe disconformidad del mismo respecto de la

norma que lo rige, es decir, cuando presenta una desviación en los elementos y requisitos previstos

normativamente. En otras palabras: para saber si un acto es válido debe confrontarse con el esquema o

modelo abstracto previsto por la norma con la finalidad de vincularle determinados efectos jurídicos. El

objeto del cotejo es el de comprobar si el acto se adecua, integralmente o no, al conjunto de requisitos

prescriptos; si de dicha confrontación se obtiene un resultado favorable el acto es válido, caso contrario

es inválido (Giovanni Miele, Principi di Diritto Amministrativo, I, Padova, 1960, p. 167, cit. in re “González

Palacio”, CSJSF, 3/7/91, A. y S., 89–1|, voto del Dr. Ulla).

17) Lo dicho, en definitiva, significa: hacia el futuro, tal cual ya se ha hecho, no hay obstáculo

para la eliminación total del sistema, no aceptando nuevos ingresos a esta categoría de “activos a pedido”

y con respecto a lo pasado, encontrándonos ante un acto administrativo viciado en su causa y objeto que,

XXIX
además, es de imposible cumplimiento respecto de jubilaciones fuera del marco legal aplicable, la Caja

puede ejercer su potestad autoanulatoria o de anulación de oficio, en la medida que subsane además las

consecuencias de dicha anulación, mediante la devolución de todos los aportes efectuados por aquellos

magistrados “activos a pedido” cuya categorización se elimina, con más los intereses correspondientes.

18) Así lo ha entendido la Caja, reconociendo implícitamente primero la nulidad del Acta n°

627 en la Resolución plasmada en el Acta n° 773, art. 1, por la cual se resuelve no admitir más los pagos

relativos al sistema impugnado y más recientemente, en el Acta n° 786, del 22/11/04, donde se resuelve

en concreto: 1) Revocar, por contraria a la ley, la resolución del Directorio plasmada en el acta n° 627; 2)

No reconocer ningún derecho ni beneficio a quienes adhirieron a ese régimen, con la salvedad realizada

en el punto 5 del considerando, y 3) Restituir el dinero a todos aquellos que realizaron aportes mediante

el régimen revocado, con más un interés del 15 % anual, computado desde la fecha en que el dinero

ingresó efectivamente a la Caja, hasta el 31/12/04, y a partir de esa fecha, un interés equivalente al que

paga el Banco Nación Argentina por depósitos a plazo fijo a 30 días (tasa pasiva). De esta manera se ha

dado fin a la ilegalidad y se reparan las consecuencias hasta donde legalmente corresponde por parte de

la Caja.

Por último, bajo el punto “4.– CONCLUSIÓN (INADMISIBILIDAD E IMPROCEDENCIA DE

LA VIA ELEGIDA. OBSERVACIONES SUSTANCIALES Y FORMALES)”, se dijo que, en síntesis, por las

múltiples razones expresadas, la acción promovida no es admisible ni procedente, y cualquier cautelar

que se pretenda en el presente debe desestimarse in limine por cuanto es ajena a los procesos donde se

ventilan pretensiones mere declarativas. Todo ello, con costas.

Luego de ofreció prueba documental y se introdujo la cuestión constitucional, reservando los

recursos de inconstitucionalidad provincial (ley 7055) y extraordinario federal (ley 48), en los siguientes

términos:

Para el caso de resolución adversa, nuestra parte se reserva el derecho de acudir ante las

cortes supremas de justicia de la provincia y de la nación, por vía del recurso de inconstitucionalidad

previsto en la ley 7055, y por el del recurso extraordinario federal normado por la ley 48, ambos por

conculcación de derechos y garantías expresados en ambas normas.

En efecto, de arribarse a la solución que aquí impugnamos, se consagraría un fallo arbitrario,

irrazonable, incongruente y autocontradictorio, que por sí solo afectaría diversas normas de nuestra

Constitución nacional, entre ellas:

a) el Preámbulo en tanto intenta tutelar el valor justicia;

b) el art. 1, toda vez que agravia al sistema republicano por cuanto el Juez al sentenciar

hace su propia ley invadiendo la esfera de atribuciones de otro poder (aquí, el ejercido por delegación

hecha por la ley);

c) los arts. 18 y 33, en función de violarse el debido proceso, o ser violada como garantía

autónoma, dentro de los derechos y garantías no enumerados;

XXX
f) el art. 19, en cuanto viola el principio de legalidad una sentencia contra legem;

g) el art. 28, en razón de agredir el principio de razonabilidad;

h) el art. 31, porque la sentencia arbitraria como acto judicial engendra una norma particular

en contravención o apartamiento del orden jurídico, lesionando también el principio de escalonamiento

normativo" (Nestor P. Sagüés, Derecho procesal constitucional. Recurso extraordinario, t. 2., p. 208);

En igual sentido, y en consecuencia, la sentencia afectaría a las previsiones contendidas en

los arts. 6, 8, 14, 15 y 95 de la Constitución de Santa Fe.

Los reproches constitucionales anotados definen la voluntad de mi mandante de recurrir al

máximo Tribunal de la provincia por la vía mencionada, y, en caso de no lograr un pronunciamiento

favorable, a la Corte Suprema de Justicia de la Nación, por la vía reservada.

Finalmente, se pidió la declaración de inadmisibilidad e improcedencia de la acción

intentada, con costas.

2.1.6.1.2.3. Trámite ulterior previo a la sentencia

En lo que interesa a este recurso, basta mencionar que, contestada la demanda, y producida

la prueba, ambas partes alegaron a través de un memorial, quedando los autos luego en condiciones de

sentenciar.

2.1.6.1.2.4. La sentencia de primera instancia

Cumplidos, como se dijo, todos los trámites procesales, la titular del Juzgado de Primera

Instancia en lo Laboral de la Octava Nominación de Rosario dicta la sentencia obrante en el Tº VI, Fº

1106, del 8/11/06 (fs. 80/4), en virtud de la cual se admitió la demanda, con costas, fundándose en los

argumentos que serán tratados separadamente a continuación, al abordar los fundamentos de nuestra

expresión de agravios.

2.1.6.1.2.5. La apelación

Antecedentes de la causa – La vía administrativa previa.


El procedimiento administrativo se inicia cuando
El recurso judicial
Agotada la vía administrativa, se inicia la vía judicial,.
La demanda:
Contestación de la demanda y traba de la litis:
Interposición del recurso de inconstitucionalidad previsto en la ley
7055. Contra dicho pronunciamiento mi parte interpuso Recurso de Inconstitucionalidad
basado en las causales contempladas en los inc. 1 y 3 del Art. 1 de la ley 7055:
 Violación de disposiciones legales expresas. Sentencia contra legem
y contra constitutionem. Resolución contraria a la Constitución Nacional (art. 31), por
violar el principio de jerarquía normativa al hacer prevalecer una Ordenanza por sobre
las disposiciones del art. 107 de la Constitución Provincial y la Ley 11.123 (Hipótesis del
art. 1, inc. 1 de la ley 7055).

XXXI
 Interpretación inexacta, elusiva, ineficaz, injusta y temeraria de la
normativa vigente. Violación de los principios de interpretación “armonizante”, “pro
homine” y de interpretación progresiva o expansiva de los derechos.
 Inmotivación. Violación de la igualdad ante la ley con relación al
cómputo de Intereses.
 Omisión de averiguación de los hechos. .Autocontradicción sobre la
evaluación del material fáctico
 Manejo arbitrario del material existencial de la causa.
 Desconocimiento y apartamiento de la norma aplicable.
 Basamento en pruebas inexistentes o no incorporadas válidamente al
proceso.
Denegación del recurso de inconstitucionalidad mediante Auto nº
72/2008.
La Sala Segunda de la Cámara de Apelación en lo laboral de Rosario,
resolvió denegar la concesión del Recurso de Inconstitucionalidad en base a los
siguientes fundamentos:
Interposición del Recurso de Queja normado en el art. 8 de la Ley Nº
7055
Contra el pronunciamiento ut supra mencionado se interpone el presente
recurso de queja por denegacion del recurso de inconstitucionalidad.
III.2. REFUTACIÓN DE LOS PSEUDOARGUMENTOS EN LOS QUE
PRETENDE ENCONTRAR FUNDAMENTO VÁLIDO EL AUTO DENEGATORIO DEL
RECURSO DE INCONSTITUCIONALIDAD.

Según emana de la ley 7055 y de lo que de ella ha sido interpretado por


nuestra jurisprudencia, el juicio de admisibilidad es sobre requisitos formales que
incumben al a quo, mientras que los sustanciales corresponden a la Corte
(C.C.C.Rosario, Sala 1ª, "Hoganor c/Pizzo, Antonio y otros s/Cobro de Pesos", Zeus,
Tomo 43, p. 7), hecho que presenta un límite que la Sala no ha tenido en cuenta al
resolver, dado que conceder o no el recurso no implica para ella la admisión de la
existencia de las causales que se le imputan al impugnarlo y por ende no conlleva el
reconocimiento de error alguno, sino la mera posibilidad de que ello pudiera haber
acontecido, como en todo obrar humano.
La Excma. Cámara reconoce que mi parte ha cumplido con los recaudos
formales del recurso a) órgano ante el cual ha de recurrirse, b) término, c) naturaleza
recurrible del pronunciamiento, d) legitimación procesal para recurrir, e) cumplimiento
de las formalidades del escrito del recurso, f) preparación y mantenimiento de la
cuestión constitucional que funda el recurso.

XXXII
También considera que ha pasado el juicio de admisibilidad en materia de
fallos presuntamente arbitrarios ya que se ha cumplido con la exigencia de haber
articulado una hipótesis que, en abstracto, se encasilla como un tipo doctrinario
jurisprudencial de arbitrariedad.
No coinciden los Vocales con nuestro planteo en cuanto a la acreditación a
través del recurso que las hipótesis de arbitrariedad articuladas correctamente en
abstracto por el recurrente guarden alguna elemental conexión con la realidad del caso,
estimada ella a través de una apreciación mínima y provisional, no plena y definitiva. El
voto minoritario considera que si se encuentran acreditadas, el voto mayoritario
entiende que no.
Concretamente en nuestro Recurso de Inconstitucionalidad y respecto de la
conexión de las arbitrariedades en abstracto con el caso concreto dijimos:
CAUSALES DEL ART. 1, INC. 1) DE LA LEY 7055
Puntualmente y respecto de las causales del inciso 1 del art.1 de la ley 7055,
el fallo en crisis resulta cuestionable pues, no sólo está claramente acreditada la
violación de normas superiores, sino que
Violación de disposiciones legales expresas. Sentencia contra legem y
contra constitutionem. Resolución contraria a la Constitución Nacional (art. 31),
por violar el principio de jerarquía normativa al hacer prevalecer una Ordenanza
por sobre las disposiciones del art. 107 de la Constitución Provincial y la Ley
11.123 (Hipótesis del art. 1, inc. 1 de la ley 7055).
Previo a analizar cómo se incurre en esta causal, valga aclarar que este tipo
de arbitrariedad normativa, de las sentencia contra legem, tiene fundamento expreso en
la jurisprudencia de la Corte nacional, pues en “Cabaña” nuestro tribunal cimero
expresó que al arrogarse la facultad de modificar a sabiendas la ley, el tribunal ha
incurrido en violación del principio de división de poderes, fundamental en nuestro
sistema republicano de gobierno”. Los jueces deben interpretar y aplicar la ley, pero
carecen de autoridad para reformarla o derogarla (C.S.J.N., Fallos, 234:310).
La Corte nacional es clara en descalificar como arbitrarias a las resoluciones
judiciales que reforman, derogan, inaplican o crean intencionalmente un texto legal,
(obsérvese que la Cámara al decir que la contraprestación del Drei debe
extenderse al Derecho de Acceso esta literalmente creando un texto legal
inexistente) aunque ello no implica que no puedan llenarse las lagunas normativas,
desarrollar principios jurídicos, interpretar mutativamente por adición o sustracción,
declarar la inconstitucionalidad de preceptos legales o inaplicar normas
concluyentemente contrarias al valor justicia.
La sentencia en crisis exhibe una violación a disposiciones expresas, que
emanan tanto de mandatos constitucionales (art. 107, Constitución Provincial), como
legales (ley 11.123), a los que preordina una Ordenanza, que es una regla de inferior
jerarquía normativa.

XXXIII
En síntesis y respecto de las causales del inc. 1 del art 1 de la ley 7055 ,
el fallo incurre en esta causal por apartarse de la solución prevista para el caso y
realizar una interpretación contra legem de claros mandatos constitucionales (art.
107, Constitución Provincial) y legales (ley 11.123) optando por la vigencia de
normas de menor jerarquía (Código Tributario Municipal) en contra de normas de
mayor jerarquía artículo 107 Constitución Provincial y ley Provincial 11,123.
Asimismo, omitió aplicar en lo pertinente la Ley de Coparticipación
Federal de Impuestos y de Fomento a la actividad Cinematográfica; las normas
sobre costas previstas en el Código de Procedimientos Civil y Comercial y la ley
11.330
La jurisprudencia de nuestra Corte nacional es clara en considerar
arbitrario, e incurso en esta causal, a los veredictos judiciales que prescinden de
la consideración de una norma aplicable que pudo ser decisiva para el caso
(C.S.J.N., Fallos, 297:250 y 304:1844); se apartan de disposiciones legales
expresas (C.S.J.N., Fallos, 300:1080); eluden aplicar la norma inequívocamente
prevista para el caso; contradicen un claro precepto legal (C.S.J.N., Fallos,
301:877), o realizan una interpretación contra legem (C.S.J.N., Fallos, 307:1979).
Se advierte que no se trata como infundada y mecánicamente resuelve
la Cámara Contencioso Administrativa Nº 2 de una “mera discrepancia” de
nuestra parte con lo decidido, sino de reales y claras hipótesis constitucionales
tanto en abstracto, como en relación al caso concreto.
CAUSALES DEL ART. 1, INC. 3, DE LA LEY 7055
Interpretación inexacta, elusiva, ineficaz, injusta y temeraria de la
normativa vigente. Violación de los principios de interpretación “armonizante”,
“pro homine” y de interpretación progresiva o expansiva de los derechos.
La solución brindada al caso por el voto de la mayoría es claramente
violatoria de principios interpretativos básicos y tornaban al fallo arbitrario.
Y es de notar que la materia interpretativa no es ajena a los recursos
extraordinarios por inconstitucionalidad de sentencias pese a que pudiera referirse a
cuestiones de derecho común, pues la Corte reconoce que si bien éstas son en
principio ajenas al recurso extraordinario, no lo son cuando se pruebe que el a quo
actuó defectuosamente por una equivocada interpretación del texto legal aplicable.
(C.S.J.N., Fallos, 296:734).
Al analizar este problema, explica Sagüés que dentro las interpretaciones
que tiñen a un fallo de arbitrariedad se encuentran los supuestos de interpretación
inexacta (equivocada, indebida o infiel), elusiva (prescindente o desnaturalizadora),
ineficaz (inadecuada–inexitosa o inadecuada–inoperante), injusta (absurda, irrazonable,
formalista o inequitativa), temeraria (imprevisora o imprudente).
La interpretación llevada a cabo por el voto de la mayoría es, en primer lugar,
inexacta, pues la sentencia no ha dicho lo que la ley dice o quiso decir, cuando admite

XXXIV
que los municipios pueden crear impuestos y además autoriza a la percepción de un
“derecho” sin establecer contraprestación alguna. Y es claramente equivocada e infiel,
pues yerra en la interpretación del texto legal aplicable, y lo hace contra la voluntad del
legislador, como resulta de toda evidencia con lo expresado hasta el momento respecto
del art. 107 de la Constitución provincial.
También es elusiva, pues desnaturaliza la normativa expresa dictada al
respecto; es ineficaz, por cuanto no arriba con éxito a la solución adecuada; es
temeraria, pues no prevé las consecuencias de la interpretación que realiza (abre una
puerta para que los municipios y comunas de la provincia de Santa Fe creen libremente
impuestos), y, además es claramente injusta, no sólo con respecto a mi representada,
sino también con relación al espectador, que se encuentra totalmente desprotegido
frente al cobro de una supuesta tasa que en realidad es un impuesto y respecto del cual
prácticamente carece de defensa alguna debido a lo engorroso que significa su defensa
judicial frente al potencial beneficio que tal defensa acarrearía.
Sobre este último aspecto, cabe aclarar que las cuestiones de “justicia”
interpretativa caben en esta causal de arbitrariedad, pues como bien se ha dicho en un
caso análogo al presente: “La decisión cuestionada excede el ámbito de la mera
interpretación y se inscribe en el elenco de fallos constitucionalmente reprochables
cuando, aun partiendo de la base de que el tema resulte opinable, el juzgador opta
dentro del abanico de soluciones posibles que abre la ley, por aquella palmariamente
más injusta, desechando otra de franca justicia” (CSJ de Santa Fe “Gasparri, Oscar c/
Reyes, Miguel s/ Apremio s/ Rec. de Inconstitucionalidad” A y S 109–23/33).
“Podría franquearse la apertura de esta instancia cuando, aun tratándose de
materia de interpretación, nos enfrentáramos con una sentencia que, aunque
técnicamente fundada dentro del ámbito legal, escogiera, de las diversas soluciones
compatibles con la ley, aquella más visiblemente injusta” (CSJ de Santa Fe “Ramiro G.
C/ Schiavoni H s/ Conc. Rec. de Revisión s/ Rec. de Inconstitucionalidad” J.S. Nº 9 pág.
88; Miño, Esteban c/ Inst. Frigorífico Municipal s/ Rec. de Inconstitucionalidad” A y S
107–222/226).
No cabe duda alguna aquí que la violación legal se manifiesta en la
irrazonable interpretación de la normativa aplicable al caso, lo que ha privado a esta
parte del acceso a la jurisdicción, a través de razonamientos ilegítimos y contrarios
tanto de disposiciones normativas de rango superior (art. 31, Const. Nacional), como de
claros y contestes precedentes –tanto de la Corte Provincial como de la Nacional–, en
materia de requisitos habilitantes para el cobro de tasas municipales. Puntualmente, la
sentencia luce deficientemente fundada pues “desconoce las normas y principios
legales aplicables” y su interpretación de normas es “inexacta e injusta” (es decir
inequitativa, formalista, irrazonable).
Es que, además, se han violado todos los principios interpretativos vigentes
en nuestro derecho interno. Cabe recordar primeramente que, a este respecto, debe

XXXV
preferirse una “interpretación armonizante”, de tal modo que si una ley, por ejemplo,
admite dos o más interpretaciones, habrá de escogerse la que se adopta a la
Constitución, y no la que se oponga a ella. (Cfr. Néstor P. Sagüés y María Mercedes
Serra, “Derecho Procesal Constitucional de la Provincia de Santa Fe”, pág. 438).
Si con esto no fuera suficiente, cabe remarcar que también se han violado
reglas interpretativas fijadas por la Corte nacional desde que a nuestro derecho
ingresara, recientemente, el derecho internacional de los derechos humanos,
circunstancia que impone que, en caso de duda, al realizar la labor interpretativa, se
apliquen los principios “pro homine” (por virtud del cual, entre otros efectos, debe
escogerse la norma más favorable a la persona y, si, además, ésta tiene más de una
interpretación posible, optar también por la que le resulte más favorable) y de
“interpretación expansiva o progresiva”, del modo que se explica a continuación.
Actualmente –lo que es especialmente aplicable a nuestro país a partir de la
reforma constitucional de 1994–, los derechos nacional e internacional de los derechos
humanos reclaman este tipo de intervención judicial a fin de que, en definitiva, no se
frustren los derechos consagrados en el máximo nivel jerárquico. Es en este sentido
que deben interpretarse sus normas.
El principio “in dubio pro homine” –que se aplica aún cuando quien reclama
es una persona jurídica del derecho privado, pues ésta está integrada por personas
físicas a quienes están dirigidas las normas sobre derechos humanos– aconseja
interpretar la regla concerniente a un derecho humano del modo más favorable para la
persona, es decir, para el destinatario de la protección.
Destaca Sagüés al respecto que “un tratado internacional sobre derechos
humanos no debe ser interpretado del mismo modo que un tratado común entre
Estados. Al respecto, se destaca que un convenio sobre derechos humanos no es un
instrumento en favor mutuo de los Estados contratantes, sino de las personas.
Consecuentemente, no cabe entenderlo en sentido restrictivo para las obligaciones de
los Estados, ni juzgarlo a la luz de la soberanía de éstos, ni de acuerdo con las
intenciones particulares de los mismos al suscribirlo o ratificarlo, sino que debe
privilegiarse una interpretación objetiva en favor de los derechos, superando los
intereses individuales de las naciones. Eso lleva, también, a patrocinar una exégesis
dinámica y evolutiva de los derechos contenidos en tales documentos, que aconseja
desplegarlos y desarrollarlos cada día, ampliándolos en razón de los nuevos contextos
de vida, por lo que los tratados o convenciones del caso pasan a ser «instrumentos
vivos» en favor de las personas.
“La misma doctrina alerta que, si un mismo derecho es atendido por varios
convenios internacionales, de haber un conflicto exegético cabe utilizar en el caso
concreto al «test de primacía», en favor de la norma más favorable a la víctima. Es
decir, que el operador del sistema jurídico deberá en tal disyuntiva realizar una opción
de preferencia por la norma internacional más provechosa para la persona.

XXXVI
“El otro postulado paralelo al anterior es el llamado por Nikken «principio de
interpretación expansiva o progresiva», conforme al que, entre las varias exégesis
posibles de una norma, debe preferirse la que restrinja en menor escala el derecho en
juego. Además, cada Estado debe adoptar todas las medidas necesarias para asegurar
un «estándar mínimo» de vigencia de los derechos humanos, instrumentando las
medidas legales y operacionales para ello («hasta el máximo de los recursos de que
disponga», indica el art. 2.1 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales
y Culturales), de tal modo que, por ejemplo, no podrá alegar su propia mora para
eximirse de garantizarlos.” (Néstor P. Sagüés, La interpretación de los derechos
humanos en las jurisdicciones nacional e internacional, comunicación efectuada por el
académico correspondiente doctor Néstor Pedro Sagüés, en la Academia Nacional de
Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires, en la sesión privada del 27 de agosto de
1998, Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires, Anticipo de
“Anales”, Año XLII, segunda época, número 36).
El fallo incurre en arbitrariedad interpretativa en varias de sus partes, como
ya se ha visto. En especial, en lo que hace a
y que es desconocido por una interpretación asistemática y enrevesada de
las normas involucradas.
En efecto, en el tema que nos interesa,.
Fundamentación normativa aparente
Bien ha expresado nuestro máximo tribunal nacional que es sentencia
arbitraria tanto la que carece en absoluto de motivación como la que sólo tiene
fundamentación aparente e inhábil (C.S.J.N., Fallos, 295:95 y 306:647).
Incurre en un subtipo de fundamentación normativa “aparente” la sentencia
que se limita a citar dispositivos legales sin expresar los fundamentos de su adecuación
al caso concreto (C.S.J.N., Fallos, 292:623) y aquí resulta de toda evidencia que se ha
incurrido en esta causal por cuanto, precisamente, se pretende hacer anclar el
inconstitucional tributo en normas de raigambre constitucional y legal que de ningún
modo dicen lo que se arguye, como se expresó supra.
La motivación de las sentencias se requiere por varias razones, en especial
de justicia, control, garantía contra la arbitrariedad, dedicación judicial, persuasión,
ejemplaridad y aplicación del régimen republicano, y tiene fundamento constitucional
indirecto y jurisprudencial en “Rey c/Rocha” (C.S.J.N., Fallos, 112:386).
En síntesis, una sentencia, para no ser arbitraria, debe expresar el derecho
que rige el caso, razonablemente derivado del ordenamiento jurídico. A tales fines, tiene
que consignar los preceptos normativos vigentes o los principios jurídicos, doctrinales o
jurisprudenciales a que se ajuste la decisión (C.S.J.N., Fallos, 207:76)
El fallo se aparta de una previsión normativa expresa (C.S.J.N., Fallos,
295:445) en nuestro caso.....
Decisión basada solamente en la voluntad de los jueces

XXXVII
Son aquellas que se sustentan en meras afirmaciones dogmáticas de
derecho. Así ocurre cuando la resolución se dicta “sin más base que la afirmación
dogmática de quienes suscriben el fallo” (C.S.J.N., Fallos, 236:27; 304:629), o en
“afirmaciones dogmáticas sin sustento legal o contrarias a la ley misma” (C.S.J.N.,
Fallos, 298:317 y 306:626) y aquí resulta de toda evidencia que se ha incurrido en esta
causal por cuanto, como ya fuera destacado, el voto mayoritario considera que tanto el
Derecho de Acceso como el Derecho de Registro e Inspección han quedado
marginados de la ley 23.548, en el entendimiento que en ambos casos existen
“servicios efectivamente prestados”.
Refiere el a quo que: “…
Otro ejemplo de la infundada decisión lo encontramos cuando en dicho voto
se expresa:
“ … ...”
Es patente la absoluta falta de concordancia entre aquello que debe analizar
V.E. y la pseudo respuesta que da a dicha temática
Es importante destacar aquí el fallo de la C.S.J.N. de fecha reciente en la
causa Yacimientos Petrolíferos Fiscales c. Municipalidad de C. del Uruguay de fecha
07/02/2006, en el cual el Procurador, en dictamen que la C.S.J.N. hace suyo en la parte
que nos interesa expresó:
“… Inveteradamente ha sostenido V.E. que es condición de validez de las
sentencias judiciales que ellas sean fundadas y que constituyan, por tanto, derivación
razonada del derecho aplicable, con referencia a los hechos comprobados de la causa
(Fallos: 261:209; 262:144; 268:186 y sus citas, entre muchos otros)…”
“… En tales condiciones, pienso que el fallo cuestionado no cumple con tales
recaudos, toda vez que sólo se apoya en una afirmación dogmática para resolver un
punto controvertido de derecho y trasunta un análisis insuficiente .... (Fallos: 304:504,
cons. 4°), razón por la cual estimo que procede su descalificación con sustento en la
conocida doctrina de V.E. sobre arbitrariedad de sentencias (Fallos: 294:420)…”
Concretamente sostiene el aquo para denegar el Recurso de
Inconstitucionalidad “....”.
Lo trascripto trasunta claramente la causal invocada ya que el a quo evalúa
aspectos que no están siendo discutidos en autos y que nada tiene que ver con la
cuestión constitucional planteada.
.
Invocación de jurisprudencia no aplicable a la litis
Nada dice el fallo en cuestión sobre los fundamentos aparentes de la
sentencia cuestionada que cita jurisprudencia para avalar la decisión sin que ella
responda básicamente al problema debatido en autos.

XXXVIII
Incongruencia. Apartamiento de los precedentes judiciales en la materia
provenientes de los máximos tribunales Provincial y Nacional – Hipótesis del art.
1 inc. 3) de la ley 7055.
Tampoco sobre esta causal hace comentario alguno el fallo en crisis siendo
su procedencia evidente.
Son sentencias incongruentes, además de las extra, cita y extra petitum, las
que no atiendan a los argumentos serios expuestos por las partes. Esto es, cuando hay
omisión de evaluación de las cuestiones oportuna y debidamente articuladas que sean
conducentes a la adecuada solución del litigio, que puedan influir sobre la integral
decisión del estado litigioso o que puedan gravitar en el resultado del debate (C.S.J.N.,
Fallos, 269:413; 266:29; 307:724, 306:951). En síntesis, la cuestión omitida debe
afectar de manera sustancial el derecho del impugnante (C.S.J.N., Fallos, 270:149).
La incongruencia por omisión se da en casos donde no se dice porqué no se
sigue la jurisprudencia alegada por las partes cuando ésta tiene un valor particular,
como los fallos de la Corte Suprema, que tienen efecto vinculante condicionado, y aquí
resulta de toda evidencia que se ha incurrido en esta causal.
Autocontradicción. Reconocimiento y desconocimiento simultáneo de
legitimación para accionar. Violación del régimen de imposición de costas
previsto en el art. 251 del CPCC y art. 24 de la Ley 11.330.
Una sentencia autocontradictoria es aquella que es inconsecuente consigo
mismas, e implica el paradigma de la arbitrariedad, por la irracionalidad que implica.
Este tipo de sentencias son portadoras de incoherencias y autooposiciones que las
tornan jurídicamente incomprensibles o ininteligibles, exhiben en definitiva una
arbitrariedad intrínseca que las descalifican como acto judicial.
Pueden exhibir fundamentos contradictorios o falta de coherencia entre los
considerandos y la parte dispositiva y aquí resulta de toda evidencia que se ha incurrido
en esta causal por cuanto, por un lado, la Cámara le reconoce a nuestra parte
legitimación para accionar y luego AL MOMENTO DE EVALUAR LA EXISTENCIA O
NO DE MÚLTIPLE IMPOSICIÒN se la desconoce.
Arbitrariedad fáctica
Varias fueron las causales de arbitrariedad fáctica que exhibe el fallo
cuestionado, y que fueran detalladas en nuestro recurso de inconstitucionalidad. Ningún
análisis hizo la Cámara sobre las mismas, efectuando un rechazo genérico de todas las
causales, sin fundar debidamente cada una de ellas.
Están plenamente acreditadas las siguientes:
Manejo arbitrario del material existencial
Es sentencia arbitraria aquella en la que el juzgador maneja antojadizamente
el material existencial (esto es, cuestiones de hecho y prueba) de la causa. Se trata de
un supuesto que se conecta con la falta de debida motivación del fallo objetado
(C.S.J.N., Fallos, 303:346).

XXXIX
Y si bien es claro que las meras discrepancias de las partes con el criterio
judicial están excluidas, y que los jueces no están obligados a ponderar una por una y
exhaustivamente todas las pruebas de autos, también lo es que cuando la cuestión se
conecta con un extremo conducente o decisivo para la solución del caso, el control se
abre en toda su plenitud, y aquí resulta de toda evidencia que se ha incurrido en esta
causal por cuanto:

La decisión resulta contraria a la Constitución Nacional (art. 18), por


violar el derecho de defensa, al no merituar ninguna de las pruebas diligencias
por la actora y no valorar la falta absoluta de la prueba del servicio o de la
organización del mismo por parte de la demanda.

Basamento en pruebas inexistentes o no incorporadas válidamente al


proceso
Resulta claro que no puede sino ser arbitrario un fallo que se basa en
pruebas inexistentes o no incorporadas válidamente al proceso. A este respecto se ha
expedido nuestro tribunal cimero en varias oportunidades (C.S.J.N., Fallos, 248:487)
En el presente caso,
Inmotivación. Violación de la igualdad ante la ley con relación al
cómputo de Intereses.
Afirma la doctrina y la jurisprudencia que incurre en arbitrariedad por
inmotivación toda sentencia basada en afirmaciones dogmáticas, apodícticas o
genéricas de hecho (C.S.J.N., Fallos, 300:928), y resulta indudable que el fallo ha
incurrido en esta causal toda vez que

Omisión de averiguación de los hechos. .Autocontradicción sobre la


evaluación del material fáctico
La Corte nacional ha reconocido que toda sentencia que omite la
averiguación de los hechos que rodean el caso de autos incurre en arbitrariedad
(C.S.J.N., Fallos, 295:316).
Y aquí resulta de toda evidencia que se ha incurrido en esta causal por
cuanto,
IV. MANTIENE CUESTION CONSTITUCIONAL Y RESERVA DEL CASO
FEDERAL:
Para la hipótesis de que el recurso de inconstitucionalidad no fuese admitido
y consecuentemente abierto por esta vía y también para el caso en que posteriormente
no fuere acogido, de manera que quede confirmada en todo o en parte el Acuerdo
dictado por la Cámara de Apelación en lo Laboral de Rosario por el que se admite la
demanda incoada por la actora, mantenemos la cuestión constitucional oportunamente

XL
introducida y la reserva del caso federal previsto en el art. 14 ley 48, por los motivos ya
esgrimidos en nuestra pieza recursiva anterior y los de la presente, a los cuales nos
remitimos, brevitatis causae.
En efecto, de confirmarse la decisión que aquí impugnamos, se consagraría
un fallo arbitrario, irrazonable, incongruente y autocontradictorio, que por sí solo
afectaría diversas normas de nuestra Constitución Nacional, entre ellas:
a) el Preámbulo en tanto intenta tutelar el valor justicia;
b) el art. 1, toda vez que agravia al sistema republicano por cuanto el Juez al
sentenciar hace su propia ley invadiendo la esfera de atribuciones de otro poder;
c) los arts. 14 y 17, en tanto y en cuanto la consecuencia de una sentencia
arbitraria es la de privar a alguien de su propiedad en virtud de un acto jurisdiccional no
fundado en ley;
d) el art. 18, en razón de violarse la defensa en juicio de la persona y de los
derechos;
e) los arts. 18 y 33, en función de violarse el debido proceso, o ser violada
como garantía autónoma, dentro de los derechos y garantías no enumerados;
f) el art. 19, en cuanto viola el principio de legalidad una sentencia contra
legem;
g) el art. 28, en razón de agredir el principio de razonabilidad;
h) el art. 31, porque la sentencia arbitraria como acto judicial engendra una
norma particular en contravención o apartamiento del orden jurídico, lesionando
también el principio de escalonamiento normativo (Nestor P. Sagüés, ob.cit., t. 2., p.
208).
En igual sentido, y en consecuencia, la sentencia afecta derechos previstos
por la Constitución Provincial, entre ellos por los arts. 7 (derecho de defensa), 8
(igualdad ante la ley), 15 (propiedad), y 95 (motivación suficiente de las
sentencias).
Los reproches constitucionales anotados definen la voluntad de mi mandante
de recurrir a la Corte Suprema de Justicia de la Nación, por la vía reservada
oportunamente. Asimismo, para el supuesto en que el caso no fuera atendido en
ninguna de estas instancias, se recurrirá a la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos, y eventualmente a la Corte Interamericana, por violación a disposiciones
específicas de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José
de Costa Rica), con jerarquía constitucional en virtud de lo dispuesto por el art. 75, inc.
22, de nuestra Carta Magna.
V. PETITORIO
a) Nos tenga por presentados, con domicilio constituído y en el carácter
invocado.
b) Tenga por interpuesto en tiempo hábil y legal forma el presente recurso de
queja.

XLI
c) Tenga por mantenida la cuestión constitucional y por reservado el caso
federal previsto en el art. 14 de la ley 48 y el caso supranacional en las condiciones ut-
supra expuestas.
d) Tenga por cumplimentado el correspondiente depósito y por acompañadas
las copias de ley.
e) Se haga lugar a la queja interpuesta, así como también, oportunamente al
recurso de inconstitucionalidad incoado.
Proveer de conformidad
SERA JUSTICIA

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