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Jaime Sánchez Sánchez

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE TLAXCALA


HISTORIA SUCINTA DE TLAXCALA
Jaime Sánchez Sánchez

© Universidad Autónoma de Tlaxcala


Av. Universidad, No. 1
Tlaxcala, Tlax., C.P. 90000

Primera edición UAT, 2006


Segunda edición UAT, 2008
Tercera edición UAT, 2019

ISBN: 968-865-121-4
Dr. Luis Armando González Placencia
Rector

Dr. Enrique Vázquez Fernández


Secretario Académico

Mtra. Samantha Viñas Landa


Secretaria de Investigación
Científica y Posgrado

Mtro. Alejandro Palma Suárez


Secretario de Extensión Universitaria
y Difusión Cultural

Lic. Rosamparo Flores Cortés


Secretaria Administrativa

Mtro. José Antonio Durante Murillo


Secretario Técnico

Dr. Rodolfo Ortiz Ortiz


Secretario de Autorrealización
H ace cinco siglos que de manera sorpresiva los españoles llegaron a Tlax-
cala procedentes de la costa del Totonacapan y se produjo el encuentro
de dos culturas disímbolas: la tlaxcalteca y la europea, separadas geográfica-
mente por una gran distancia, con un extenso mar de por medio y espiritual-
mente por una distinta filosofía y otra cosmovisión, extraña. Acontecimiento
ocurrido cuando apenas concluía la segunda decena del siglo XVI que resulta-
ría de trascendente importancia para la vida de ambos pueblos.

Una ríspida recepción debida a la inesperada presencia de gente blanca,


armada, invasora del suelo tlaxcalteca, caracterizó el primer contacto que puso
a los desconfiados nativos en pie de guerra. Los recién llegados afirmaban pre-
sentarse de paz ofreciendo amistad, pero ante el bélico rechazo tuvieron que
medir sus armas en varios encuentros violentos conviniendo, finalmente, en
una alianza de carácter político-militar, sellada en la capital tlaxcalteca el 23
de septiembre de 1519 al recibir como amigos a los extranjeros; alianza que
al perdurar durante muchos años propició el mestizaje de dichas etnias marca-
das por el destino para acrisolar la figura del nuevo habitante mesoamericano,
cuyas características combinaron las cualidades y defectos de sus ancestros,
llegando a cimentar con no pocos esfuerzos, a veces cruentos, la estructura del
México moderno regida bajo una marcada cultura occidental con otro idioma
y nueva religión, pero matizada con muchos destellos extraídos del ineludible
bagaje de la milenaria sapiencia que caracterizó a nuestro pueblo aborigen.
Por tan relevante hecho, la Universidad Autónoma de Tlaxcala considera
oportuno ofrecer esta obra como una aportación que coadyuve en el digno y
justo lucimiento de las actividades organizadas a fin de conmemorar el quinto
centenario del importante contacto, proporcionando a la vez a la ciudadanía
una historia sucinta de Tlaxcala que a manera de elemento de identidad rea-
firme la unificación de los tlaxcaltecas, cuyos ancestros defendieron tenaz y
valientemente un honroso pasado pleno de sacrificios y triunfos, salvaguar-
dando la integridad e independencia de la pequeña entidad gracias al sólido
gobierno que la administró en forma confederada, causando admiración a los
iberos. Herencia ejemplar digna de ser imitada y transmitida con irrenunciable
y renovable orgullo a las generaciones que nos sucedan.

Noviembre de 2019
Secretaría de Extensión Universitaria
y Difusión Cultural, UAT
Época Prehistórica . . . . . . . . . . . . . . .9

Época Prehispánica . . . . . . . . . . . . . . 13

Época de la Conquista . . . . . . . . . . . . 30

Época Virreinal . . . . . . . . . . . . . . . . .41


Guerra de Independencia,1810-1821. . . . . . . . 55

Época del México Independiente. . . . .57


Gobierno y Constitución Territorio
Tlaxcala 1824. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57
Guerra de Texas 1836. . . . . . . . . . . . . . . 58
Guerra contra Francia, 1838… . . . . . . . . . . 58
Guerra contra EUA, 1846-1848. . . . . . . . . . 58
Estado Libre y Soberano de Tlaxcala, 1857… . . 63

—6—
Guerra de Reforma, 1858-1860. . . . . . . . . . 66
Intervención francesa, 1862-1867. . . . . . . . . 67
Batalla del 5 de mayo, 1862
Sitio y caída de Puebla, 1863. . . . . . . . . . . 68
La pareja imperial en México. . . . . . . . . . . 68
Continúa la lucha
El general Díaz toma Puebla, 2-IV-1867 . . . . . 69
Cae la Ciudad de Querétaro 15-V-1867. . . . . . 70
Fusilan a Maximiliano, Miramón y a Mejía . . . . 71
Calpulalpan se integra al Estado de Tlaxcala. . . 71
Comunicación ferroviaria. . . . . . . . . . . . . . 72
Inicio del Porfiriato. Batalla de Tecoac 1876. . . 73
La Revolución Mexicana, 1910. . . . . . . . . . 75
Levantamiento en Tlaxcala
Triunfo y muerte de Francisco I. Madero. . . . . . 78
Venustiano Carranza contra Victoriano Huerta.. . 81
Nueva invasión de los EUA a México,1914 . . . . 81
Tlaxcala constitucionalista . . . . . . . . . . . . . 83
Escisión de Arenas y su derrota en Panotla
Triunfa el Carrancismo, 1914. . . . . . . . . . . 83

—7—
Última agresión de los EUA, 1916 . . . . . . . . 86
El gobernador Porfirio del Castillo 1915-1916. . 86
D. Arenas vuelve al constitucionalismo. . . . . . 86
Su muerte
Congreso Constituyente de Querétaro . . . . . . . 87
Carranza presidente
El XXV Congreso Constituyente Tlaxcalteca. . . 87
Mueren Zapata, Carranza, Villa y Obregón. . . . 88

Época Contemporánea . . . . . . . . . . . .91


Últimas colonizaciones y resurgimiento
del problema agrario . . . . . . . . . . . . . . . . 91
Doña Natalia Teniza Portillo
Cismas religiosos en el siglo XX . . . . . . . . . 93
Sucesos cruentos en el D.F.
Octubre de 1968 y junio de 1971. . . . . . . . . 93
Evidente progreso de Tlaxcala.. . . . . . . . . . 94

Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97
Hemerografía-Archivos. . . . . . . . . . . . . . 102

—8—
Índice

L os estudios arqueológicos efectuados durante las últimas décadas del si-


glo XX, permiten admitir la existencia de seres humanos de cultura muy
primitiva desde hace unos 12 mil años aproximadamente, en lo que hoy es el
Estado de Tlaxcala, contándose en calidad de evidencias una punta de pro-
yectil tipo Clovis, algunos petroglifos y pinturas rupestres localizados en seis
sitios, con antigüedades que varían entre los 8 y 12 mil años.1 Investigaciones7

más recientes sugieren ampliar ese periodo hasta los 20 mil años y más, en
zonas aledañas.

Los petroglifos conocidos están ubicados en Santa María la Cueva, del


municipio de Atlzayanca y las pinturas en La Gloria, La Palma, La Laguna,
Atlihuetzía(n)2 y Los Pilares (Totolac).
8

La punta llamada tipo Clovis, es un instrumento lítico primitivo hecho por


mano humana, generalmente en pedernal, un ejemplar de ese tipo se halló en
terrenos del cerro Cuaxapo, jurisdicción de San Juan Chiautzingo, Tlaxcala.3 9

Aunque el tema de la fauna prehistórica en Tlaxcala, poco suele men-


cionarse, cabría suponer la posible coexistencia de los primeros pobladores
humanos con los últimos mamuts, dado que en una considerable extensión del

1

García Cook Ángel, en Arqueología Mexicana, INAH, mayo-junio 1995, Núm.13.
2

Rosalba Delgadillo T. et al. En La escritura pictográfica en Tlaxcala, L. Reyes Ciesas-UAT, 1993,
pp. 14-36.
3
García Cook Ángel, Tlaxcala,en Textos de su historia, T I, Gobierno del Estado de Tlaxca-
la-CONACULTA, México; 1995, pp. 100-105.

—9—
Índice
Época Prehistórica

Estado tlaxcalteca se encuentran sus osamentas


dispersas, muchas de ellas destruidas por la igno-
rancia y otras todavía ocultas. Pocas e incomple-
tas han sido rescatadas debido al evidente desin-
terés oficial.

Un último hallazgo logrado en 2014 por ar-


queólogos del INAH, Delegación Tlaxcala, en terrenos del antiguo asenta-
miento de Tepetícpac, se refiere a los restos parciales de un gonfoterio, tam-
bién de la familia de los proboscídeos, cuya osamenta está sujeta a estudios
de los especialistas (Información verbal personal del doctor en arqueología
Aurelio López Corral 2018).

En términos generales y por carecer de un estudio especializado, sólo


nos limitamos a señalar que en la referida época, entre los animales más
comunes estaba el venado, el gato montés, el coyote, el xoloitzcuintle, el
armadillo, el tejón, el tlacuache, el murciélago, reptiles, roedores; diversos
seres propios de la vida acuática, así como numerosas aves, incluyendo
águilas, halcones e insectos.

En la cuenca lacustre de México se descubrieron durante los años 1947


y 1954, huesos fósiles del llamado “ hombre de Tepexpan” y cerca de allí, en
Santa Isabel Iztapan, Estado de México, hallaron dos esqueletos de mamuts
con huellas claras de haber sido cazados utilizando armas primitivas,4 lo que 10

demostró la contemporaneidad de los proboscídeos de finales del Pleistoceno


con seres humanos. En Tlaxcala no se conoce algo semejante, sin embargo, la

4
Aveleyra Arroyo de Anda Ruiz, en Esplendor del México antiguo, Centro de Investigaciones
Antropológicas de México, Edit. Valle de México, México 1976, T I pp. 62-68.

— 10 —
Época Prehistórica

existencia de mamuts y su relativa corta distancia con Tepexpan e Iztapan es


muy sugerente sobre que hubiesen convivido con seres humanos.

Desde ese punto de vista cabe recordar que en 1519 los Señores de Tlax-
cala, (tlahtoques) quisieron impresionar a los españoles mostrando unos enor-
mes huesos y otros fragmentos, seguramente de proboscídeos, como prueba
de que sus ancestros “lucharon y vencieron a hombres gigantes” que allí ha-
bitaban, dato que anotó el admirado Bernal Díaz del Castillo, agregando que
la osamenta fue enviada por el capitán Cortés a Carlos V, con los primeros
procuradores que partieron a España.5 11

Al respecto conviene aclarar que para cuando el grupo teochichimeca


se asentó en Texcaltícpac hacia el siglo XIV, ya habían transcurrido muchos
miles de años desde la extinción de esos enormes mamíferos. Aún así, no po-
dríamos descartar que un futuro hallazgo permita esclarecer si en el área tlax-
calteca los hombres prehistóricos contemporizaron con dicha fauna, tal como
se ha comprobado en la cuenca de México.

El Museo Regional de Antropología e Historia de Tlaxcala, debe poseer


un fragmento de mandíbula de mamut en buen estado de conservación, donado
por el Ing. Obdulio Olvera Allegre en 1949 y hallado en los yacimientos de
turba de Temezontla, Tlax., sitio en que probablemente existan otras osamen-
tas semejantes. Además, según el Lic. René Cuéllar Bernal, el 27 de enero de
1854, el presbítero José Ma. Cabrera de los Reyes, publicó la noticia en La
Ilustración mexicana, del hallazgo de grandes huesos y una enorme muela, en

5
Bernal Díaz del Castillo, Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España, Porrúa
México 1966, pp. 126.

— 11 —
Época Prehistórica

la barranca del Toro, al poniente de Tlacuilocan, Tlax., cuyo destino se desco-


noce. (Lic. Héctor Cuéllar B., boletín La Luz No. 2, febrero de 1993).

En lo concerniente a la vegetación, que al paso de los años ha sufrido se-


veros cambios influidos por los efectos de la última glaciación, sólo tenemos
datos del cuaternario tardío, caracterizado por extensos bosques de coníferas:
ocotes, cedros, oyameles, encinales y ahuehuetes (ejemplo, el centenario Palo
Huérfano de Amaxac), liquidámbares y otros más en las zonas bajas-húme-
das, incluyendo diversas plantas acuáticas en los muchos cuerpos de agua que
hubo, así como hongos, nopales, magueyes, palmas, cactus, hierbas, pastos y
variadas flores, según amplio análisis de pólenes y plantas fósiles halladas en
el subsuelo, por especialistas.612

Por cuanto a la flora de mayor antigüedad que existió en esta región,


contamos con testimonios valiosos gracias a algunos fragmentos de madera
petrificada o fósil, cuya edad está comprendida entre los 50 a 100 millones de
años o más, hallados en el lecho de barrancas próximas a las comunidades de
Temezontla, Huexoyucan y Texantla, en el centro del Estado.

Una excelente muestra digna de verse, es un trozo de tronco de árbol, de


unos 70 cm de altura, que una empresa dedicada a la explotación de arcillas en
Santa Cruz Techachalco, próxima a Temezontla, perteneciente al municipio
de Panotla, descubrió en sus excavaciones y donó al Museo de Antropología e
Historia de Tlaxcala, donde se exhibe.

6
Ohngemach Dieter y Straka Herbert, en Comunicaciones, Proyecto Puebla-Tlaxcala, 15/1978,
Puebla, México.

— 12 —
Índice

D esde hace muchos años, lo que ahora es Tlaxcala estuvo habitado por di-
versos grupos culturales que el arqueólogo Ángel García Cook clasificó
a partir del 1600 a.n.e. hasta el año 1000 d.n.e.:

Tzompantepec, 1600-1200 a.n.e., Tlatempa 1200-800 a.n.e., Texoloc


800-350 a.n.e, Tezoquipan 400 a 100 a.n.e, Tenanyecac 100 a 650 d.n.e.7 y
Texcalac 650 a 1000 d.n.e.8 Luego, llegaron los olmeca-xicalanca, calculán-
dose su presencia del 300 al 1000 d.n.e.,9 periodo en el que erigieron Cacaxtla
sobre una prominencia del terreno como su centro ceremonial, decorándolo
con pinturas murales de gran realismo estético, cuyo significado simbólico o
real aún continúa bajo estudio. Sin embargo, la zona arqueológica colindante
de Xochitécatl se considera de mayor antigüedad que Cacaxtla, situando Gar-
cía Cook su apogeo en el protoclásico, es decir, de 600 a 100 a.n.e.10

Muchos de esos grupos étnicos intercambiaron y/o recibieron conoci-


mientos de otras culturas, como la olmeca, teotihuacana, tolteca, mixteca,
huaxteca, y totonaca, existiendo indudable influencia de los teotihuacanos
en la cerámica local. Para el efecto, contribuyó en mucho la ubicación geo-
gráfica del territorio que nos ocupa, por haber sido paso intercultural obliga-
do entre esos pueblos.

7
Garcia Cook, op cit. pp. 111-325.
8
Ibídem, T. 2, p. 394.
9
Molina Feal, Daniel, Tlaxcala textos de su historia, T 2, Gobierno del Estado de Tlaxca-
la-CONACULTA, p. 465.
10
García Cook en Arqueología Mexicana, mayo-junio 1995, Vol. III, núm. 13.

— 13 —
Índice
Época Prehispánica

También ocurrió el asentamiento de importantes grupos otomíes, de los


que no se ha logrado precisar la cronología ni el origen de su inmigración.
Los investigadores relacionan su procedencia con zonas de los actuales Es-
tados de México e Hidalgo donde su presencia aún es importante. En realidad
el tema amerita un estudio a fondo que está pendiente de realizarse.

En Tlaxcala los otomíes se autodenominan yuhmú y


se establecieron en la región norte y oriente, siendo re-
conocidos por su fama de bravos guerreros; en la región
Hidalguense se llaman ñahñú y los de Querétaro ñohño.11

Finalmente, arribaron los teochichimecas o tlaxcal-


tecas, procedentes de Chicomóstoc en el norte de México,
con escalas en Tula y Poyáuhtlan, ubicado este último sitio
en la ribera sureste del lago de Texcoco, cerca de donde
hoy es Coatlínchan. Buscaban los migrantes un lugar para
asentarse después de su largo peregrinar y el señor de Texcoco, chichimeca
como ellos, les autorizó poblar allí en el año 2 Técpatl (1208). Se les tenía
por hechiceros y belicosos, y su rápido crecimiento molestó a tal punto a los
mexica-tecpaneca que en el año Ce tochtli (1350) les hicieron guerra para
echarlos de Poyáuhtlan.12 No obstante, salir vencedores los teochichimecas, su
deidad-guía, Camaxtli, les ordenó buscar nuevas tierras hacia el oriente para
vivir en paz, alentándolos con la metáfora: oncan tonaz, oncan tlathuiz, oncan
yazque; ayamo nican13 (allá donde brilla el cálido sol, allá donde resplandece
el alba, allá iremos; aquí todavía no es nuestro asiento). Bajo tales circunstan-

11
Rosa, Oscar de la Dr. Investigador. Aclaración confirmada del Prof. Victorino Gómez Blanco,
de origen otomí, del Estado de Hidalgo.
12
Muñoz Camargo, Diego, Historia de Tlaxcala, UAT, México, 1998, p. 79.
13
Ibídem, p. 80.

— 14 —
Índice
Época Prehispánica

cias, el núcleo más numeroso se estableció en lo que ahora es Tlaxcala llevan-


do como reliquias las reverenciadas cenizas de Camaxtli. Su último poseedor
fue D. Gonzalo Tecpanécatl Tecuhtli, quien ya evangelizado confesó su secre-
to a fray Diego de Olarte y presintiendo cercana su muerte se las entregó en el
convento de San Francisco, solo para ser dispersadas en su presencia con gran
menosprecio y satisfacción del religioso.14

Otro grupo de teochichimecas se fue a poblar en la Sierra Madre Orien-


tal, ocupando sitios de los actuales Estados de Hidalgo y Veracruz. Su cultura
tenía inconfundibles características toltecas, manifestadas en el culto a Quet-
zalcóatl, Tlaloc, Tezcatlipoca, el uso de la lengua náhuatl, su habilidad arte-
sanal y la posesión de por lo menos de tres esculturas del Chac Mool tolteca,
que hoy se conservan: una en el museo local del INAH en Tlaxcala; otra en el
Museo Nacional de Antropología de México y una más, de tamaño reduci-
do (17.5 centímetros), única en su tipo que, según Motolinía, los tlaxcaltecas
habían traído de Tula.15 Dicha pieza existe desde el siglo XIX en el Museo
del Hombre de París, Francia, de la que la Sociedad de Geografía, Historia,
Estadística y Literatura de Tlaxcala adquirió fotografías bien definidas que
conserva en su archivo para consulta de los interesados.

14
Ibidem pp. 235-236.
15
Hist. De los Indios de la Nueva España, Porrúa 1969:46.

— 15 —
Índice
Época Prehispánica

Así, avanzaron los tlaxcaltecas rumbo al


este rodeando por el sur la Sierra Nevada (los
volcanes), vía Amaquemecan (hoy Amecame-
ca), Tochimilco, Atlixco y Huexotzinco, hasta
ocupar las nuevas tierras a la vista de la mon-
taña Matlalcueye donde se esparcieron enfren-
tando a los escasos restos del grupo olmeca-xi-
calanca, a cuyo último defensor, el capitán Colopechtli, dieron muerte en
Xocoyucan.16

Según Buenaventura Zapata y Mendoza su arribo fue el 9 técpatl, o


sea en 1331.17 Muñoz Camargo anota que en el año 5 pedernales (en pie
de p. se lee: cinco técpatl, 1380) se asentaron en la sierra que llamaron
de Texcaltícpac o Cuauhtexcállan, (el risco del águila) luego denominada
Tepetícpac y, finalmente, sin saberse por qué, fue modificada a Tlaxcállan.18

Aclaración: este nombre debe pronunciarse Tlashcálan. Es un error


decir Tlashcayán o Tlashcalán porque la LL en náhuatl suena como
L y las palabras de dicho idioma no son agudas sino graves. La in-
fluencia del castellano fue deformando muchos vocablos del náhuatl
que perdieron su sonido y significado original.19

El grupo estuvo gobernado al principio por Culhuatecuhtli Cuanex,


quien al dividir sus dominios formó la cabecera de Ocotelulco con su her-
mano Teyohualminqui, a la que siguieron las de Tizatlan y Quiahuixtlan. Du-

16
Ibidem, p. 93.
17
B. Zapata y Mendoza, 1995 p. 107.
18
M. Camargo op. cit. p. 93.
19
Morales Cordero A. Geonimia Tlaxcalteca , SGHEL, Tlaxcala, 1971 p. III.

— 16 —
Índice
Época Prehispánica

rante el acomodo soportaron constantes guerras de los enemigos vecinos que


obstaculizaban su comercio y desarrollo, pero nunca pudieron ser vencidos y
menos dominados por otros pueblos.

Religión
Se carece de un estudio formal de la teogonía de los teochichimecas. Sin em-
bargo, la mayoría de investigadores coincide en que sus deidades son las mis-
mas o equivalentes a las del resto de los pueblos mesoamericanos, comen-
zando por los mexica, como Huehuetéotl, Tezcatlipoca, Quetzalcóatl, Tlaloc,
Tonatiuh, Metztli, etc., religión considerada politeísta, pues se reverenciaba a
los diversos elementos fundamentales de la vida: los astros, el agua, el vien-
to, el fuego, la Tierra, las montañas, sin que faltaran las deidades protectoras
del octli o pulque, la medicina y el comercio. Los sacrificios humanos siguen
siendo discutibles y los españoles exageraron y aprovecharon el tema para sus
fines, por lo que se omite hasta en tanto se logren datos más veraces.

Sus dioses más destacados fueron Camaxtli, como representación de Tez-


catlipoca, quien les guio hasta su asentamiento definitivo en lo que hoy es Ta-
xcala y la deidad Toci, o Tocihuatzin, Nuestra Señora, a los que se agregaban
Teocipactli, Huehuetéotl, Chalchiutlícue o Matlalcueye, Tlahuizcalpantecu-
htli, Tlaltecuhtli, Mictlantecuhtli, Xochiquetzalli, Xochitecacíhuatl, Centéotl,
Ometochtli, Xólotl, etc.

Agricultura
Cultivaban con habilidad diversas plantas alimenticias, como el centli (maíz),
etl (frijol), ayotli (calabaza), chiles variados, huautli (amaranto), hierbas y fru-
tos. Efectuaban sus labores utilizando instrumentos rústicos de madera como
el huictli o azada; también se servían de una especie de hacha con punta de
cobre para cortar madera y roturar el suelo. Sembraban en las partes altas

— 17 —
Índice
Época Prehispánica

conformándolas como terrazas que bordeaban con magueyes en apoyo de


su conservación. En las tierras bajas y en zonas aledañas a cuerpos o vías de
agua corriente, controlaban la humedad del suelo y también utilizaban el riego
rodado mediante la contención de la corriente con represas de arena y estacas,
conduciéndolo a través de acequias a fin de beneficiar los cultivos.20

El bastón de siembra se llamaba huitzoctli; la popular palabra coa es an-


tillana, como otras más que trajeron del Caribe los españoles.

Alimentación
Eran moderados en el comer. Sus alimentos básicos consistían en tlaolli o
maíz (maíz: voz caribeña) en varias formas, comenzando por las tortillas co-
cidas en comal de barro. Frijoles, ayocotes, huautli (amaranto), chiles, calaba-
zas, chilacayotes, nopales, xoconochtles, chayotes, verduras (quelites), raíces,
hongos, flores, frutos, aves, huevos, pescados, ajolotes, insectos y carne de
animales domésticos (guajolote y xoloitzcuintle) y de caza.

Además tomaban el imprescindible atole (masa de maíz diluida en agua


y cocida) y el cacao que solían beber preparado y batido en agua. Producían
edulcorante hirviendo el líquido dulce del maguey hasta el punto de miel. La
bebida ritual era el octli o pulque, un excelente complemento alimenticio que
tomado en exceso también embriagaba. Se obtenía mediante la fermentación
del jugo (aguamiel), extraído del corazón de cierto tipo de maguey (metl) re-
gional. También con su quiote o vástago, producían el llamado mezcal que se
vendía en los mercados en trozos pequeños como golosina. No confundir con
el licor destilado de igual nombre.

20
La prehistoria Agraria de Tlaxcala, construcción de represas de arena, Jaime Sánchez S.
en Camaxtli, núm. 4-5, octubre de 1992.

— 18 —
Índice
Época Prehispánica

Construcciones civiles y religiosas


Sus edificaciones eran hechas con piedra, destacando el uso del ladrillo (Tizat-
lán), adobe (lodo mezclado con hojas secas de ocote o zacate), tepetate, lodo y
argamasa. Los techos más importantes eran terrazo y otros con zacate de mon-
te y pencas verdes de maguey a manera de tejas. En el hogar usaban petates o
esteras de tule o palma donde se sentaban para comer. Había asientos de tron-
cos y del corazón seco del maguey (metzontetl) junto con otros enseres de
madera. Pero al parecer no usaban las mesas, a su fogón lo llamaban tlecuilli.

En toda la entidad hubo numerosos teocalis (adoratorios) erigidos a sus


deidades, de los que sólo quedan escasos restos que denotan la carencia de
grandes estructuras arquitectónicas, como las de otras culturas (mexica, maya).
Además, en la etapa evangelizadora, los frailes promovieron su destrucción,
y mucho del material pétreo obtenido se aprovechó para construir los nuevos
templos católicos. (Ejemplo: son visibles los sillares en la iglesia antigua de
Tepetícpac y en los conventos franciscanos de Tlaxcala y Atlihuetzía).

Expresiones artísticas
Practicaban la danza, la música, el canto, la poesía y la pintura. Parte de es-
tas actividades estaban relacionadas con sus ceremonias religiosas y acciones
bélicas. La música se ejecutaba con instrumentos, tales como flautas, silbatos,
sonajas, cascabeles, el caracol marino perforado en un extremo, el huéhuetl o
panhuéhuetl (tambor vertical de un sólo parche)
y el teponaztli que es un tronco hueco de unos
50 cm de longitud por 30 cm de grosor, aproxi-
madamente, cerrado en los extremos, horizontal,
labrado de manera artística, con dos lengüetas en
su parte superior para ser percutidas, utilizando
un par de baquetas ahuladas en dos de sus puntas.

— 19 —
Índice
Época Prehispánica

En Tlaxcala y otras regiones hoy es común llamarle erróneamente


teponaztli al huéhuetl, o tambor vertical de parche usual en las festividades
patronales, desconociéndose desde cuándo se tergiversaron los nombres.

Artesanías
Tenían fama de buenos alfareros que producían excelentes piezas de cerámica.
También elaboraban piezas textiles utilizando telares de cintura. Disponían de
algodón, aunque se ha insistido en su carencia infundada, y se cree que traba-
jaron la fibra de izote (palma), que muchos autores han confundido con la del
maguey sólo empleada para usos rudos de jarcia. Producían también admira-
bles objetos de madera tallada, arte plumario y enconchados. Se presume que
no fueron orfebres pero conocían el uso del cobre, aunque no del hierro.

Estructura social
La sociedad tlaxcalteca, cuyos jefes políticos más importantes recibían la deno-
minación de Tlahtoani, “el que habla” (plural tlahtohque), comprendía además
cinco estratos más: los tecuhtli (plural tetecuhtin), los pilli (plural pipiltin), lla-
mados también “nobles”. Entre los funcionarios se contaba con los tequihua,
a quienes se asignaba determinados privilegios y cargos, como capitanes de
guerra (Yaotequihua: Molina), emisarios, embajadores y ejecutores, los topilli
con funciones de alguaciles y los macehualli (plural macehualtin) o gente co-
mún, en cuya clase estaban incluidos los que trabajaban la tierra y quienes des-
empeñaban algún oficio o artesanía. Las cabeceras eran llamadas tlahtocayo
(posesión del tlahtoani), cada población: altépetl y los barrios: tlaxilacalli. El
concepto de Calpulli no se usaba en Tlaxcala, era propio de la cultura mexica.

Tlalhuicole
Entre los muchos guerreros valiosos destacaron Tlalhuicole, Tizatlacatzin y Xico-
hténcatl el viejo. El primero tenía fama de invencible por su fortaleza corporal, lo

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Índice
Época Prehispánica

que no impidió su captura por los huexotzinca a principios del siglo XVI (1517),21
y ser llevado a Tenochtítlan como trofeo, donde rechazó el perdón de Motecuhzo-
ma Xocoyotzin quien, no obstante, aprovechó la vocación bélica del cautivo y lo
envió a la cabeza de una parte de su tropa a combatir a los rebeldes de Michoacan.

Habiendo retornado triunfante, Tlalhuicole reiteró su rechazo de volver a


Tlaxcala avergonzado al saberse derrotado y prisionero de los mexica, por lo
que insistió en la honrosa muerte en el ritual del temalácatl o piedra circular,
atado a una cuerda que limitaba su desplazamiento, dotándolo para la lucha,
como era usual, de armas simbólicas poco ofensivas. Aún así, antes de caer
herido de muerte, eliminó a varios de sus oponentes.22

Gobierno
Los tlaxcaltecas se regían mediante una equilibrada y sólida forma de go-
bierno, cuya estructura original desconocemos, pero formaban una especie de
confederación de pueblos que unía a diversos tlahtocayotl o cabeceras "en la
mentalidad europea eran señorios" integradas por cierto número de comuni-
dades con igualdad de derechos y obligaciones, de los cuales cuatro tlahtoani,
entre varios menores, eran los de mayor importancia y juntos resolvían de-
mocráticamente mediante asambleas los asuntos de Estado, cumpliendo los
acuerdos con firmeza y eficiencia. La división geográfica territorial estaba di-
vidida en cuatro cuarteles o tlahtocayotl.

21
Zapata y Mendoza, Juan Benaventura, Historia cronológica de la noble ciudad de Tlaxcala,
Reyes Luis y Martínez Andrea, (Compiladores) UAT, Tlaxcala, México, 1995, p.131. (El
nahuatlato Luis Reyes escribió Tlalhuicole).
22
Muñoz Camargo, op. cit. pp. 144-146.

— 21 —
Índice
Época Prehispánica

A esta sólida organización política, Cortés la comparó con la Señoría


de Venecia (que en el siglo XVI se le conocía como República) “porque no
hay un señor general de todos”.23
También ha sido erróneo llamar con ligereza senado a dicha organiza-
ción, puesto que la estructura del gobierno tlaxcalteca fue muy diferente al
concepto europeo, tanto de república como de senado, quedando pendiente
un estudio formal sobre el tema.

Al despuntar el siglo XVI las cabeceras más relevantes eran:

Tepeticpac
(En la cima del cerro) que tenía por jefe a Tlehuexolótzin; Ocotelulco, (En el
ocotal) a Maxixcátzin; Tizatlan (Donde abunda el tízatl o arcilla blanca), a Xi-
cohténcatl padre, cuya divisa era rojo y blanco y Quiahuíxtlan (Donde llueve
mucho), también llamada Tlalpitzahuácan, a Citlalpopocátzin.

Cuenta de los días


Utilizaban los calendarios comunes en Mesoamérica: el tonalpohualli o ritual,
de 260 días integrado por 20 meses de 13 días cada uno y el xiuhpohualli o so-
lar, de 365 días que formaban 18 meses de 20 días, más 5 considerados aciagos
llamados nemontemi. El ciclo abarcaba 52 años resultantes de sumar 4 grupos
de 13 años.

Medicina
Poseían amplios conocimientos de la herbolaria y preparaban infusiones, apli-
cando cataplasmas, polvos y resinas en heridas. Curaban diversos padecimien-
tos, incluyendo luxaciones y fracturas. Facilitaban el parto con la hierba zi-

23
Hernán, Cortes, Cartas de relación, Porrúa, México, 1979, p.41.

— 22 —
Índice
Época Prehispánica

huapatli; recurrían a sangrías y también usaban el temazcalli (casa de baño al


vapor) para sus curaciones y aseo. Es sorprendente saber que en el preclásico
los habitantes de entonces ya practicaban la horadación dentaria sólo para in-
crustar pequeños adornos de jade, obsidiana o turquesa en los incisivos y ca-
ninos superiores, como lo comprueban los restos humanos hallados por Bodo
Spranz en la pirámide del Xochitécatl,24 Esta técnica mesoamericana ya no fue
utilizada por los tlaxcaltecas.

Ejército y escudos de armas


El ejército con que se defendía Tlaxcala no era permanente y lo formaban los
hombres aptos de las comunidades o pueblos (altépetl) y barrios (tlaxilacalli),
que al llamado de sus capitanes, mediante el toque del caracol o del huéhuetl,
concurrían armados dispuestos a la lucha. Al arribo de los europeos esta fuerza
la jefaturaba Axayacatzin, conocido como Xicohténcatl hijo, en calidad de co-
mandante general. Tenía por colores emblemáticos el blanco y el rojo (B.Díaz
1966:100). Su arma predilecta eran las macanas (macuahuitl) hechas de made-
ra con filosas navajas de obsidiana incrustadas. Manejaban con habilidad sus
lanzas, hondas y lanzaderas de dardos. Seguramente fueron buenos flecheros
como una herencia natural de los chichimecas, aunque esta arma no se mues-
tra en el Yaotlahcuiloli o Lienzo de Tlaxcala. Para su protección corporal usa-
ban escudos de cuero y madera y camisas de algodón acolchadas (ichcaupilli)

Cada grupo tenía sus respectivas y variadas insignias, siendo las más co-
nocidas las de las cabeceras importantes:25

24
Spranz Bodo, en Estudios y documentos de la región Puebla-Tlaxcala, Castro Morales
E.,UAP/IPAH, Puebla 1970, p. 7.
25
Muñoz Camargo, op. cit. p. 127.

— 23 —
Índice
Época Prehispánica

Tepetícpac
Una cabeza de océlotl sobre un chimalli, que al paso del tiempo los copistas
deformaron hasta configurar la cabeza de un animal diferente colocada encima
de un huéhuetl, que discrepa del diseño original.

Ocotelulco
Muestra un pájaro de plumaje verde llamado quetzaltótotl, sin embargo en la
copia del Lienzo de Tlaxcala, hecha por Yllañes en 1773, se presenta un ave
distinta de la versión original, sin que se conozca la causa del cambio, ya sea

— 24 —
Índice
Época Prehispánica

mediante alguna aclaración de su parte o bien contenida en cualquier docu-


mento de carácter histórico.

Tizatlan
Una garza blanca en actitud de volar, cuya forma del cuello la distingue clara-
mente del quetzaltótotl. Se le lleva sujeta a un soporte.

Quiahuíxtlan
Un gran penacho de plumas verdes, a manera de sombrajo (o abanico), lla-
mado Quetzalpitzactli.

— 25 —
Índice
Época Prehispánica

Las cuatro insignias que aquí se muestran se tomaron de las láminas del
Yaotlahcuiloli o Lienzo de Tlaxcala, versión Chavero 1892, cuyo original se
pintó a mediados del siglo XVI, por lo que se consideran veraces. Los mismos
escudos de armas, pero adornados con coronas y espadas, fueron configurados
luego de la conquista para rememorar la alianza hispano-tlaxcalteca de 1519.
Por cierto que los guerreros tlaxcaltecas resultan fácilmente identificables en
las láminas pictográficas del Lienzo por su tocado trenzado en colores rojo y
blanco de la cabeza, y según su emblema, al tlahtocáyotl o cabecera a que
pertenecían.

El escudo general de Tlaxcala consistía en un águila vista de frente con


las alas extendidas, posada sobre el Cuauhtzin o Cuauhtzintépetl, que signifi-
ca: cerro de la venerada águila. En su centro se ve una cueva y en la base los
tocados en colores rojo y blanco que representan la autoridad de los cuatro
tlahtoque de las principales cabeceras de Tlaxcállan. El águila, identificada
con el sol, fue un ave altamente reverenciada por la gente originaria del norte
y es la misma utilizada por los mexica que ha ostentado nuestro Escudo Nacio-
nal, aunque en distinta pose.

Esta insignia, poco difundida, sólo la utilizaban los tlaxcaltecas en oca-


siones especiales. Hoy se observa en contados lienzos religiosos del siglo

— 26 —
Índice
Época Prehispánica

XVI que la muestran de manera discreta, y por ello, no es conocida popular-


mente. En tiempos recientes, algunos artistas creativos, al reproducirla como
representativa para alguna institución oficial, la enmarcan con adornos hispa-
nizantes que deforman notoriamente su esencia original.

Cabe aclarar que la representación de una tortilla entre dos ma-


nos, sobre un cerro, no es el jeroglífico o emblema de la antigua
Tlaxcállan. Dicha figura es únicamente la expresión fonética de ese
nombre (tlaxcalli), de acuerdo con la escritura ideográfica que llegó
a utilizarse. (Nota de J.F. Ramírez, D.M.C. 1947: pp 65).

Educación
La educación de niños y jóvenes se efectuaba en la práctica con la guía y
ejemplo de sus mayores. Las niñas en las labores propias de su género y los
varones en el trabajo y las armas. Así aprendían actividades domésticas, artes,
oficios, ciencia y combate. Los hijos de los señores principales contaban con
preceptores. Había excelentes oradores a los que se escuchaba con respe-
tuosa atención. Se educaba a todos en las buenas costumbres, principios
religiosos y como personas de palabra inquebrantable.26 Entre los juegos
estaban el patolli y el ritual de pelota, o tlachtli, al que en todo Mesoamérica
se daba gran importancia.

No se tiene ninguna referencia fundamentada de la existencia de institu-


ciones educativas como el Calmecac o Telpochcalli, que al parecer eran pro-
pios de la cultura mexica. Había personas expertas en la elaboración de sus
pictografías, a quienes llamaban tlacuilos.

26
M. Camargo op.cit, p. 156.

— 27 —
Índice
Época Prehispánica

Justicia
La administración de justicia era rápida y eficiente y estaba a cargo de deter-
minados ancianos, reconocidos ampliamente por su probidad, cuyas decisio-
nes eran debidamente acatadas.

Tributo y comercio
Los tlaxcaltecas fueron libres y nunca pagaron tributo ni lo exigieron a otro
pueblo. Sólo recaudaban la contribución interna en especie que requería la sub-
sistencia de su organización como entidad independiente y autónoma. Reali-
zaban actividades comerciales mediante trueque con pueblos lejanos llevando
productos textiles, cerámica y otras artesanías. Su moneda eran los granos de
cacao. En los últimos años previos a la conquista sus rutas eran obstaculizadas
por la Triple Alianza: Tenochtítlan - Tlacopan - Texcoco, (principalmente los
mexica), que la tradición exageró al calificar como bloqueo total de más de 60
años, no comprobados, privando a los tlaxcaltecas principalmente de algodón,
sal y cacao.27

Dicha afirmación se hizo popular pero se contrapone rotundamente con


la descripción de Cortés en su segunda carta de relación de 1520, sobre el bien
surtido mercado de Ocotelulco, y la referida carencia quizá sólo se inventó
para justificar la criticada alianza hispano-tlaxcalteca.

Guerra florida
Buenaventura Zapata (p. 125) refiere que a partir del año1500 comenzó la gue-
rra florida o xochiyáoyotl, especie de combate concertado con los huexotzinca,
que según otros autores, (ver Ixtlixóchitl en su Historia de la nación chichime-
ca) la única finalidad era obtener prisioneros para sacrificarlos a sus deidades.

27
Ibídem, p.134.

— 28 —
Índice
Época Prehispánica

Y ante la escasa información confiable acerca de la veracidad de esos


enfrentamientos rituales que ameritan un estudio más a fondo no realizado
hasta ahora, para definirlos con precisión, poco podemos agregar. Sin embar-
go, es pertinente citar que hacia 1514-1515 se modificaron drásticamente los
términos de esa hipotética lucha cuando les fue impuesta la guerra total a los
tlaxcaltecas por los mexica, lo que en alguna forma pone en tela de juicio
la práctica de la “amistosa” guerra florida.28

Sólo así se puede entender el irreconciliable antagonismo de ambos pue-


blos, que proviene desde la guerra de poyauhtlan, pues no resulta fácil que su
rivalidad derivara nada más de simples enfrentamientos “bélico-amistosos”,
cuyas distintas versiones han suscitado mayores controversias incrementando
la duda de su realidad, sin contar con un cuidadoso estudio sobre el tema.

Matlalcueye (como lo dejó escrito Muñoz Camargo en sus Relaciones


geográficas del S. XVI, p 71), es el nombre de la principal montaña
del asiento de los nuevos pobladores y significa “la que posee las fal-
das azules” (de matlalin: azul, cueitl: falda y ye: poseer). El proce-
so de evangelización pretendió borrar el nombre de las deidades del
agua, por lo que se le llamó sierra de Tlaxcala, cerro de San Bartolomé
y, popularmente, Malintzin, nombre frecuentemente deformado en
Malinche o Malinchi al estilo español. También es incorrecto escribir
Matlalcueyatl o Matlalcueyetl o Malintzi, sin la "N" final.

28
Zapata y Mendoza, op.cit, p.129.

— 29 —
Índice

E n agosto de 1519 se presentó ante los tlahtoque o jefes supremos de Tlax-


cala, una embajada cempoalteca informando de la proximidad de gente
extraña llegada por el mar, cuyo capitán, Hernán Cortés iba camino a Teno-
chtítlan pero deseaba permiso para visitar a los jefes tlaxcaltecas y ayudarles
en contra de sus enemigos tradicionales (los mexica). Como gesto amistoso
les enviaba una carta escrita por él, una espada, una ballesta y un sombrero
de seda carmesí29.

El astuto Cortés, natural de Extremadura, España, residía en la villa de


Baracoa, Cuba, donde fue alcalde, recibiendo de Diego Velázquez, gober-
nador de la isla, la misión de encabezar la tercera exploración de las tierras
occidentales, cuyas costas habían visitado Francisco Hernández de Córdoba
(1517) y Juan de Grijalva (1518), a las que partió Cortés el 18 de febrero
de 151930, con alrededor de 500 hombres. En su primera escala se detuvo en
Cozumel donde supo de la presencia de españoles y rescató a Jerónimo de
Aguilar. El otro castellano, Gonzalo Guerreo, permaneció entre los mayas.
Don Hernando pasó a Tabasco, peleó con los naturales y los venció recibiendo
como obsequio 20 jóvenes mujeres, entre ellas estaba la que bautizarían como
Marina, cuyo nombre original se desconoce.

Finalmente, desembarcó un Viernes Santo en Colhua (Ahcólhua) que


él llamó la Villa Rica de la Vera Cruz y rompió con Velázquez a fin de apo-

29
M. Camargo 1998: 185.
30
Martínez 1993:131.

— 30 —
Índice
Época de la Conquista

derarse de la tierra en nombre del rey y fundar poblaciones. Al efecto creó


el Ayuntamiento de la Villa Rica que lo nombró justicia mayor, con cuya au-
toridad justificó sus actos ante el monarca hispano enviándole una carta y
rico presente con dos procuradores, a la vez que daba inició a la conquista
del nuevo territorio. A continuación hundió las naves para evitar deserciones
de su gente y dejó establecida firme amistad con los cempoaltecas.

Habiendo descubierto a doña Marina como hablante de náhuatl se valió


de su apoyo que combinó con Jerónimo de Aguilar, conocedor del maya. Así,
Cortés supo de las grandes divergencias entre los pueblos que iban conociendo
y al aceptar la sugerencia de los cempoaltecas buscó la alianza con los ague-
rridos tlaxcaltecas, enemigos de los mexica, decidiendo avanzar en plan de
conquista hacia el Altiplano.

La muralla tlaxcalteca
Tanto Cortés como Bernal Díaz describen una muralla fuerte, de cal y canto
que hallaron en el límite con el territorio tlaxcalteca, a poco andar de Iztaca-
maxtítlan. En ese momento el bastión no estaba defendido. Diversos investi-
gadores han tratado de precisar su ubicación y aunque se conocen vestigios
antiguos en sitios aledaños al punto referido, no se ha comprobado si fueron
de dicha fortificación, así que debemos esperar hasta que los arqueólogos ex-
presen su respetable opinión en auxilio de la historia.

La asamblea tlaxcalteca rechazó la petición hispana y ordenó a Xicoh-


téncatl el joven, enfrentar a los intrusos, lo que ocurrió en tres ocasiones más
un ataque nocturno fallido, sufriendo en el primer encuentro la muerte es-
pectacular de dos equinos según Cortés; Bernal Díaz sólo cuenta la yegua de
Morón. En forma imprecisa El Lienzo de Tlaxcala hace referencia a Yliyocan
(lamina 2) y a Tecoac o Tecoatzinco (lamina 3) donde comenzó la lucha -sitios

— 31 —
Índice
Época de la Conquista

aún no identificados- y luego se habla del campamento hispano instalado en el


cerro de Tzompantepec o Tzompantzinco.31

Hubo intentos de entendimiento por ambas partes y tras una embajada


que Cortés calificó de espionaje, se ufana de haber castigado a 50 espías tlax-
caltecas (17 según Bernal) a los que les cortaron las manos. Finalmente, el
reducido grupo invasor venció en la disputa debido a sus novedosas armas:
caballo, pólvora, espada, ballesta, picas, tácticas de combate y, posteriormente
hasta de un arma biológica que fue la epidemia de viruela. Entre sus argucias
no faltó la constante solicitud de amistad hacia los tlahtoque, quienes la aten-
dieron políticamente recibiendo de paz a los intrusos y evitar así su posible
alianza con los mexica, lo que hacía peligrar la supervivencia de la entidad
tlaxcalteca.32 Para el efecto ordenaron al mismo Axayacatzin Xicohténcatl, en
contra de su voluntad, pues quería continuar la lucha, concertar en Tzompan-
tepec los términos de pacificación acordados.

Resueltas las diferencias se recibió a los hispanos en Tizatlan el 23 de


septiembre de 1519, según Bernal Díaz (algunos historiadores mencionan el
día18) recibiendo hospedaje en las casas de Xicohténcatl padre.

A partir de este hecho se formalizó la alianza hispano-tlaxcalteca reci-


biendo Cortés para él y los suyos a varias hijas de señores importantes, luego
de ser bautizadas, al igual que los tlahtoque, ante una cruz y en presencia de
los religiosos: el mercedario Bartolomé de Olmedo y el capellán del ejército
Juan Díaz. Esta alianza durará hasta la Independencia de México.

31
Cortes Hernán, op. cit. p. 37.
32
Torquemada op. cit. t 2 p. 128.

— 32 —
Índice
Época de la Conquista

La entidad tlaxcalteca causó tal impresión a don Hernando que en su se-


gunda carta de relación escrita el 30 de octubre de 1520 para el monarca espa-
ñol, asentó ser “muy mayor que Granada y muy más fuerte”. Que su mercado
estaba muy bien surtido y concurrían a diario más de “30,000 ánimas arriba”.

Y hasta ordenó censar la población estimando un total “de 150,000 vecinos”,


incluyendo Huexotzinco.33 Datos que deben ser tomados con cautela, pues era
usual en los hispanos exagerar o minimizar la información, según les conviniera.

33
Ibídem, p.42.

— 33 —
Índice
Época de la Conquista

El entendimiento con los tlaxcaltecas se facilitó gracias a la participa-


ción de doña Marina, así bautizada por los hispanos luego de serles obsequia-
da junto con otras mujeres tras un combate en Centla, Tabasco. Su lugar
de nacimiento no se ha esclarecido, surgiendo muchas versiones. Su nombre
se convirtió en Malina porque el alfabeto náhuatl carece de la letra "R" y de
ahí, por respeto y afecto Malina derivó a Malintzin, que los españoles, ante
la imposibilidad de pronunciarlo correctamente, como ocurrió con muchos
vocablos, lo deformaron en Malinchi o Malinche, cuyo uso incorrecto se in-
crustó en el habla popular.

La combinación de Jerónimo con doña Marina, quien interpretaba con


inteligencia las ideas en cualquiera de los dos idiomas mencionados, resultó
ideal para los fines del extremeño, volviéndose imprescindible su presencia
durante el comienzo de la dominación hispana.34

La joven mujer hablaba náhuatl y maya, lengua ésta en la que se co-


municaba con Jerónimo de Aguilar, quien la aprendió durante su cautiverio
de 8 años en Yucatán, a donde llegó como náufrago con un grupo procedente
del Darién (hoy en Panamá) y sobrevivió junto con Gonzalo Guerrero, aun-
que de éste Bernal Díaz (1966:44) dice que se negó a acudir al llamado de
Cortés cuando fue convocado desde Cozumel, prefiriendo permanecer al
lado de su mujer y tres hijos, que serían los primeros mestizos habidos de
un español con una mujer indígena en esas tierras.

Al cabo de una estancia de 20 días en Tlaxcala, los extranjeros conti-


nuaron su camino a Tenochtítlan, vía Cholula, hasta donde les acompañó
el ejército tlaxcalteca, ordenando Cortés en esa población una matanza que

34
Díaz del Castillo, op.cit. p. 57.

— 34 —
Índice
Época de la Conquista

justificó ante la existencia de una emboscada urdida en su contra. Esta acción


al parecer fue solo un recurso atemorizante en su proyecto de “conquista”,
aunque Muñoz Camargo también refiere que se debió al agravio sufrido en
Cholula por un embajador tlaxcalteca enviado a petición del capitán hispano,
prometiendo éste aplicar severo castigo a los cholultecas.35

Finalmente, don Hernando llegó con su gente a Tenochtítlan, siendo


bien recibido. Pero debido a la muerte de su capitán Juan Escalante en la
costa del Golfo atribuida al mexica Cuauhpopoca, con ese pretexto y un des-
plante de audacia, Cortés apresó al Tlahtoani Motecuhzoma (lo correcto es
Motecuhzomatzin que se deformó a Moctezuma, trastocando su significa-
do, cuyo uso se popularizó). A continuación el extremeño robó el tesoro de
Axayácatl y fundió los objetos de oro, muchos de los cuales eran vistosas e
irrepetibles obras de arte.

En mayo de 1520, Cortés supo del arribo de Pánfilo de Narváez a la Vera


Cruz, enviado por Velázquez con suficientes fuerzas para aprehenderlo, así
que encargó el control de Tenochtítlan a Pedro de Alvarado y salió a Cempoa-
la a combatir al intruso con ayuda de los tlaxcaltecas. Lo venció y se ganó a la
gente recién llegada ávida de fortuna, pero la alegría del triunfo se esfumó al
informar un correo tlaxcalteca que los mexica se alzaron en contra de Alvara-
do, quien los atacó durante las fiestas de Tóxcatl. Dejando don Hernando en
la costa preso y herido al derrotado Narváez, apresuró su regreso a México vía
Tezcoco. Halló a toda la población en armas, la que hábilmente permitió a las
fuerzas de Cortés reunirse con los sitiados.36

35
Muñoz Camargo, op. cit. pp. 210-211.
36
Cortés, 2ª Carta de R. op cit. p. 78.

— 35 —
Índice
Época de la Conquista

Los mexica combatieron y vencieron a españoles y sus aliados quienes


resolvieron escapar en la noche del 30 de junio hacia Tlaxcala, dejando muerto
a Motecuhzoma que mantenían en su poder.

La huida ocurrió bajo pertinaz lluvia, pero descubiertos por la vigilancia


mexica fueron duramente atacados sufriendo en la llamada Noche triste mu-
chas bajas y pérdida de oro y artillería. Para dirigirse a Tlaxcala tuvieron que
rodear el gran lago por el norte, enfrentando un último combate en Otonpan
(Otumba), donde Cortés logró la victoria y capturó el estandarte que obse-
quiará al Señor de Ocotelulco. Al llegar a Xaltelolco, ya en suelo tlaxcalteca,
les volvió el alma al cuerpo, pues allí les recibió amistosamente Zitlalpopo-
catzin,37 enseguida Maxixcatzin en Hueyotlipan y todos lamentaron las pérdi-
das sufridas. Con esmero se les atendió y curó, partiendo tres días después a
la sede de los tlahtocayo a fin de continuar su rehabilitación en las casas del
señor de Ocotelulco.

En este punto cabe señalar que si los vencedores mexica no persiguieron


a los hispanos y a sus acompañantes dentro del territorio tlaxcalteca, tal actitud
anula el concepto erróneo de algunos historiadores empeñados en asegurar
que la "Triple Alianza" sólo conservaba esa área como “coto de caza”, sin
someterla y utilizarla en las “guerras floridas” para ejercicios bélicos y “co-
secha” de prisioneros destinados al sacrificio humano. Lo que no impidió al
nuevo jefe mexica, Cuitláhuac, enviar mensajeros en busca inútil del apoyo
tlaxcalteca, quienes resentidos por las muchas agresiones sufridas, decidieron
ser fieles a la alianza hispana.

37
Lamina 27 del Lienzo de Tlaxcala, versión Chavero.

— 36 —
Índice
Época de la Conquista

En los primeros días de su estancia en Tlaxcala, el capitán extremeño


proyectó con los jefes tlaxcaltecas el ataque total a Tenochtítlan a través del
gran lago de México. Para ello les pidió construir trece bergantines como arma
estratégica, sin la que no podría luchar en el lago. En consecuencia, ordenó
traer velamen, jarcia y clavazón de los barcos hundidos en la Villa Rica. De
los bosques de la Matlalcueye (Malintzin) se extrajo la madera y la brea reque-
ridas, instalándose el primer astillero de guerra en la ribera izquierda del río
Zahuapan, a más de 2200 metros sobre el nivel del mar y aproximadamente a
300 km de la costa, en Atenpan, sitio al que los religiosos impusieron el nom-
bre de San Buenaventura.

Conforme a lo planeado y consciente de que los tlaxcaltecas nada sabían


de barcos, don Hernando encargó a Martín López dirigir a los carpinteros
locales, concluyendo a tiempo las embarcaciones que pasaron la prueba en el
embalse del río, probablemente hecho a base de arena, estacas y ramas, según
la misma técnica utilizada por los nativos en sus sistemas de regadío agríco-
la,38 donde quizá solo se probó una o dos naves para luego enviar el madera-
men con un numeroso grupo de carga bajo el mando de Chichimecatecuhtli,
que lo transportó a la ribera del Lago de Texcoco, procediendo a ensamblarlos
y ponerlos en operación el 28 de abril de 1521.

Tras 20 días de descanso, Cortés y sus aliados salieron en campaña


contra las poblaciones al sur este del territorio tlaxcalteca, controladas por la
Triple Alianza39. Justo cuando la epidemia de viruela importada de Europa
diezmaba a los indefensos nativos, pereciendo importantes personajes como
Cuitláhuac en Tenochtitlan y Maxixcatzin en Ocotelulco. Vuelto triunfante

38
Sánchez S. Jaime, "Prehistoria Agraria en Tlaxcala", Camaxtli, op.cit. p.4-5.
39
3a Carta Rel.1979: 106.

— 37 —
Índice
Época de la Conquista

a Tlaxcala, el 26 de diciembre de 1520 expidió las primeras ordenanzas mi-


litares destinadas a mantener la disciplina de su tropa, partiendo el día 28
hacia México, vía Tezmelucan.

Xicohténcatl Axayacatzin, representativo de la parte del pueblo opuesta


a la invasión extranjera y a la alianza con los hispanos, murió ahorcado el 12
de mayo de 152140, cerca de Texcoco (la historiografía no precisa el sitio), por
gente de Alonso de Ojeda bajo el cargo de abandonar el campamento español e
intentar volver a Tlaxcala, negándose a participar en el ataque a Tenochtítlan.41
Acto que Cortés consideró deserción y traición al pacto acordado con los jefes
tlaxcaltecas, aprovechando este pretexto para eliminar al rebelde contrario a
sus planes. Muñoz Camargo asegura que los señores de Tlaxcala consintieron
en su muerte; pero su dicho no es creíble, pues ninguna evidencia lo avala. Sin
embargo, el tiempo apremiaba y resulta más congruente suponer que el jefe
español ordenó la ejecución y después se disculpó con los Tlahtoque, alegan-
do que toda deserción en guerra se castiga con la pena capital. Los tlaxcaltecas

40
Bernal Díaz 1966: 307.
41
Cervantes de Salazar, op.cit. pp. 665-667.

— 38 —
Índice
Época de la Conquista

guardaron vergonzoso silencio ante tan alevoso crimen y continuaron apoyan-


do a sus aliados en la expansión de la conquista, como lo hicieron también en
su momento, de grado o por fuerza, los mexica y otros grupos vencidos. Nadie
conservó memoria de la inhumación del cuerpo del joven jefe tlaxcalteca, sólo
se sabe que los guerreros tomaron pedazos de su ropa como reliquias,42 y que
sus fieles seguidores lo inhumaron en secreto.

Si de Xicohténcatl padre, la exagerada tradición sostiene que tuvo mu-


chos hijos, de la descendencia de Xicohténcatl Axayacatzin casi nada se sabe,
por lo que consideramos importante citar el dato de Buenaventura Zapata en su
Historia cronológica de la noble ciudad de Tlaxcala (1995, p.133), señalando
como hijo del sacrificado a Blas Osorio, quien no pudo o no quiso conservar
el nombre del noble guerrero, llegando a formar parte del Cabildo indígena
varias veces, en el que ostentó el cargo de Gobernador en 1546 y 1569.

El ataque a la gran Tenochtítlan se inició en la segunda mitad de mayo de


1521, con apoyo de muchos pueblos ribereño tributarios que también se unie-
ron a los españoles en abierta rebeldía contra sus señores naturales.

Tras largo sitio los mexica fueron vencidos, agobiados además el hambre
y por la viruela que se dice la introdujo gente de Pánfilo de Narváez, acabando
con muchos nativos, y entre ellos se contó a Cuitláhuac. La rendición ocurrió
el 13 de agosto de 1521, al ser capturado el Tlahtoani Cuauhtémoc que huía
en una canoa con su familia y otros dignatarios.

Los principales jefes de Tenochtítlan y Tlacopan serán eliminados por


Cortés, quien los incorporó en su desafortunada expedición a las Hibueras

42
Ibidem, p. 666.

— 39 —
Índice
Época de la Conquista

(Honduras). Previo a emprender el prolongado viaje, don Hernando recibió


de manos de Francisco de las Casas, a fines de mayo de 1523, el ansiado
nombramiento real de Gobernador, Capitán General y Justicia Mayor de la
Nueva España, firmado por don Carlos I en Valladolid el 15 de octubre de
1522, anulado por el propio monarca en 1526 para dar paso al juicio de resi-
dencia del extremeño.

A raíz de la toma de Tenochtítlan, los tlaxcaltecas apoyaron la inconteni-


ble expansión hispana, acompañándolos a muchas expediciones y campañas
como la del Pánuco, con Alvarado a Guatemala, luego con Nuño Beltrán a la
campaña de occidente y también con el virrey Mendoza a la guerra del Míxton
o de Xochipilan (Juchipila). En 1559 fueron con Tristán de Luna y Arellano en
la fallida conquista de la Florida. Durante esas incursiones los tlaxcaltecas fun-
daron pequeños asentamientos distintos a los de la “gran jornada”. Y aunque
también se ha comentado su presencia en Filipinas, Perú y en la isla de Nutka,
hasta ahora se carece de datos fehacientes que respalden tal aseveración.

— 40 —
Índice

F undación de la ciudad de Tlaxcala. Ningún autor antiguo menciona


la fecha en que se fundó la ciudad, no obstante, en 1993 las autoridades
municipales adoptaron sin bases el día 3 de octubre de 1525, tomado de la
Bula de Clemente VII, Devotionis tuae probata siceritas (Tu devoción ha sido
probada como verdadera), que en ningún punto de su contenido se refiere a
la fundación de dicha ciudad, sino al traslado de la sede episcopal de Yucatan
a Tenochtítlan, cambio desobedecido por las autoridades de la Nueva España,
determinando que Tlaxcala fuera el asiento del obispado utilizando el templo
del convento franciscano43 construido en Chalchihuapan, donde antes se ren-
día culto a la Diosa tlaxcalteca de las aguas.

La primera silla episcopal de la Nueva España, quedó bajo la responsa-


bilidad del dominico español fray Julián Garcés, personaje de edad madura
quien arribó el 19 de octubre de 1527, como principal apoyo en la creciente
evangelización de la conquista. Luego, el 9 de diciembre de 1528 llegó el
primer Obispo de México, fray Juan de Zumárraga.

Un caso insólito de dicho año, seguramente previo a la presencia del re-


ferido obispo, ocurrió cuando las autoridades hispanas hicieron ejecutar en
Tlaxcala, públicamente, a los tlahtoque de Quiahuixtlan, Topoyanco (hoy
Tepeyanco), Tzompantzinco y Atlihuetzían acusados de idolatría.44 A Acxo-

43
Díaz de la Mora, Armando, Crónica de Tlaxcala, La ciudad de 1524 a 1573, SGHEL, Tlax-
cala, 2006.
44
Zapata y Mendoza, op.cit. p. 137.

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Índice
Época Virreinal

técatl, tlahtoani de este último pueblo, le responsabilizaron también de la


muerte de su mujer y de su hijo Cristobalito. Hubo otros ajusticiados, entre
ellos Quauhtotohua, famoso capitán de Atenpan (hoy Atempan). Los frailes
aprovecharon esa oportunidad para quemar códices y ornamentos sacerdotales
indígenas, pretendiendo borrar sus creencias que subsistieron muchos años
a través del sincretismo religioso con el nuevo credo. Su fanática acción
destruyó parte de la historia pictórica tlaxcalteca. En ese mismo año ya estaba
hecha la traza española de la ciudad de Tlaxcala y se iniciaba la construcción
del convento franciscano con advocación a la Virgen de la Asunción en el re-
ferido sitio dedicado a las deidades del agua, al que también quedó anexo el
hospital de Nuestra Señora de la Encarnación y su cementerio para el servicio
de enfermos y pobres, inaugurado en 1537.45

45
Motolinia, Historia de los indios de la Nueva España, Porrúa, México, 1969, p. 102.

— 42 —
Índice
Época Virreinal

Los llamados Niños Mártires de Tlaxcala


La evangelización temprana de los niños en Tlaxcala impactó fuertemente las
mentes infantiles y creó un abismo temporal irreconciliable entre ellos y sus
padres, devotos aún de sus antiguas deidades. Tal confrontación de creencias
causó la muerte de Cristóbal, hijo de Acxotécatl, señor de Atlihuetzía, quien
a su vez fue ejecutado en Tlaxcala por la justicia hispana acusado de filicidio
y de practicar la idolatría.

Dos años después en Cuauhtinchan (hoy Estado de Puebla), los ofen-


didos vecinos abatieron a palos a Antonio (nieto de Xicohténcatl) y a Juan,
su paje, pues en nombre de la nueva fe cometían el sacrilegio de robar
imágenes de sus respetadas deidades en los domicilios indígenas, para que
las destruyera su satisfecho mentor fray Bernardino Minaya, que llegará a
elevados cargos.46

Por su parte, Motolinía refiere que los niños evangelizados dieron mues-
tra de su conversión al causar la muerte lapidaria en el mercado de Tlaxcala
(Ocotelulco), a un hombre que creyeron el “diablo” por vestir los ornamentos
de Ometochtli, Dios del octli.47 Finalmente, los frailes sacaron ventaja del trá-
gico deceso de los llamados “niños mártires de Tlaxcala”, ya que su sacrificio
era una demostración victoriosa de que “había en esta tierra quien muriese
confesando a Dios”. Sin embargo, con el transcurso del tiempo el conflicto
intrafamiliar surgido por la imposición del nuevo credo, se diluyó ante el re-
sultado eficaz de la evangelización.

46
Ibidem, p. 180.
47
Ibidem pp. 174-181.

— 43 —
Índice
Época Virreinal

Traslado del obispado a Puebla


El obispo Garcés insistió ante la Corona en reubicar la sede del obispado don-
de hubiera mayor hispanidad para sentirse más cómodo, y en 1539 ya se había
establecido en la recién fundada Puebla de los Ángeles, donde falleció el 7 de
diciembre de 1542, sin que le alcanzara la real autorización del cambio de resi-
dencia episcopal que bajo el mismo nombre de obispado de Tlaxcala, autorizó la
Corona en 1543. La actitud de fray Julián es famosa por la defensa humanista
que hizo de los despreciados naturales ante el Papa Paulo III en su carta de
1535, cuyos efectos tuvieron positiva reacción en el contenido de la bula Su-
blimis Deus expedida por el jefe de la Iglesia en 1537 en favor de los nativos.

Durante el proceso de erección del convento tlaxcalteca se le agregó una


capilla abierta con una gran explanada a fin de facilitar la celebración masiva
de los oficios religiosos, debido a que la numerosa asistencia no acostumbraba
reunirse en recintos cerrados.

Los franciscanos establecieron escuelas para enseñar a niños y jóvenes


la doctrina cristiana, así como la lectura y escritura del idioma español, can-
to, música y otros oficios. Y no obstante, la alianza hispano-tlaxcalteca, la
ciudad de Tlaxcala y su territorio eran considerados por los naturales de su
exclusividad, sin intromisión de extraños. Durante un tiempo la Corona res-
petó esa política, pero desde 1538 48 el virreinato concedió mercedes a ciertos
españoles dedicados a la cría de ganado. Algunos compraron terrenos y otros
se casaron con mujeres tlaxcaltecas, adquiriendo así el derecho de residencia.
El cabildo protestó y reafirmó la postura del territorio en acta del 8 de agosto
de 1550,49 y el virrey respaldó tal petición el 13 de enero de 1551, dispo-

48
Gibson, Charles, Tlaxcala In the sixteenth century, Stanford, California, USA. 1967, pp. 79-80.
49
Celestino, Solís Eustaquio, et, al. Actas de cabildo de Tlaxcala, 1547-1567. ITC- CIESAS,
México, 1984, pp. 308-309.

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Índice
Época Virreinal

niendo se retiraran de Tlaxcala los españoles y mestizos, orden que nunca se


cumplió cabalmente.50

Bajo su dependencia directa, la Corona permitió a Tlaxcala administrarse


con sus cuatro principales tlahtoque, alternándose uno por año como goberna-
dor “indio”, pero desde 1531 agregó un corregidor español, cargo que luego
fue de alcalde mayor y finalmente se convirtió en gobernador. Únicamente a
los indígenas principales se les autorizó portar espada, vestir como españoles
y montar a caballo.51

Tlaxcala, bajo la protección del rey, al principio estuvo exenta de tributos,


aunque pronto el virreinato exigió la entrega anual de 8000 fanegas de maíz y
aportación de mano de obra para diversos trabajos, entre ellos la construcción
de la catedral de Puebla y el desagüe de la ciudad de México, motivando que
los tlaxcaltecas protestaran inútilmente ante la Corona por este abuso violatorio
de los términos de la alianza. También se les aplicó desde 1591 el controverti-
do impuesto temporal especial llamado del tostón, y hubo encarcelamiento de
algunas autoridades indígenas por no cumplir con tales exigencias.52

Embajadas tlaxcaltecas a España


En el siglo XVI, de 1528 a 1584 hubo misiones diplomáticas de tlaxcaltecas
principales que entrevistaron al monarca en turno hasta en 5 ocasiones, sor-
teando los riesgos del viaje marítimo propios de su tiempo, a fin de defender
personalmente los privilegios prometidos por Cortés en nombre de la Co-
rona y obtener algunas mercedes reales como parte de la alianza. Desafor-

50
Cempat, A. Carlos y Andrea Martínez, Compiladores, Tlaxcala, Textos de su historia, T 6,
Gobierno del Estado de Tlaxcala-CONACULTA, México, 1991, p.260.
51
Gibson, Charles, op.cit. p. 163.
52
Tlaxcala, textos de su historia, op. cit. t 6 p. 290

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Índice
Época Virreinal

tunadamente, en el primer viaje acompañando al extremeño en su vista al rey,


falleció en Castilla el tlahtoani de Ocotelulco don Lorenzo Tianquiztlathuat-
zin y en el cuarto perecieron también allá, inexplicablemente, cuatro señores
más: Pablo de Galicia, Antonio del Pedroso, Alonso Gómez y Lucas García.
Solo regresaron los jóvenes pipiltin.53

Sorprende que dichos decesos pasen desapercibidos en la historiografía.


No se observa interés del cabildo de Tlaxcala o de alguna otra autoridad y de
los familiares por investigar las causas de muerte, las fechas en que ocurrie-
ron y el sitio en donde fueron inhumados.

El 22 de abril de 1535, el rey Carlos I de España y V emperador


de Alemania, concedió a Tlaxcala escudo de armas y título de Leal Ciudad,
por conducto de su gobernador don Diego Maxixcatzin Tlilquiyahuatzin, afir-
mando que dicha entidad dependería directamente de la Real Audiencia o
del virrey en turno. En 1563 se amplió dicho título a Muy Noble y Muy
Leal Ciudad, modificado en 1585 a Insigne, muy noble y muy leal Ciudad.

53
Sánchez Sánchez Jaime en Migración e identidad de Tlaxcala en América, UAT, 2014, p. 55.

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Índice
Época Virreinal

Las letras I K F del escudo han sido motivo de confusión, interpre-


tando la I como de Isabel, siendo que corresponden: I a Ioana o Juana, madre
del rey; la K es de Karl o Carlos I de España y la F es de Felipe, el joven prín-
cipe hijo de Carlos.54

Con el fin de formalizar la estructura del ayuntamiento tlaxcalteca, la


autoridad virreinal designó Juez y Visitador por su Majestad el 3 de marzo
de 1545, al oidor de la Audiencia Gómez de Santillán, quien expidió en la
ciudad de Tlaxcala las primeras ordenanzas de la Nueva España, para
regularizar la operación del cabildo indígena.55

Desde el arribo de los frailes franciscanos evangelizadores y a lo largo


del siglo XVI, se promovió la fundación de otros conventos, además del de
Tlaxcala, como los de Atlihuetzía (n), Hueyotlipan, Huamantla (Cuamantlan),
Iztacuixtla [n] o Tequemecan, Topoyanco (hoy Tepeyanco), Totolan (hoy To-
tolac), Natívitas (Yancuitlalpan o Ichcaquíztlan), Chiautempan, Atlancate-
pec y Texcalac, continuando la erección de los nuevos templos que el culto
cristiano iba requiriendo en el extenso obispado de Tlaxcállan, que
abarcaba del mar del norte al del sur.

Tlaxcaltecas colonizadores
A partir de la segunda década del mismo siglo, diversos núcleos de guerreros
tlaxcaltecas que acompañaron a los españoles en el proceso de Conquista, po-
blaron sitios en los hoy Estados de Chiapas, Durango, Guanajuato, Hidalgo,
Jalisco, Oaxaca, Puebla, Sinaloa, Veracruz, llegando asimismo a Guatemala,
Honduras, El Salvador, Nicaragua, Texas y Nuevo México, E.U.A., con el fin

54
Cédula Real del 22 de abril de 1535, Peñafiel, op. cit. p. 152.
55
Tlaxcala, Textos de su historia, op. cit. T. 6, pp.210-221.

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Índice
Época Virreinal

de dar seguridad a los colonos iberos en caminos, explotaciones mineras y


asentamientos creados en su avance.

Y aunque en 1560 Tlaxcala se negó a proporcionar a la Corona


1000 hombres casados para establecerlos sobre la ruta de la plata, en el cen-
tro-norte de la Nueva España,56 pocos años después y mediante la negocia-
ción y firma de Capitulaciones ventajosas para los tlaxcaltecas, partió hacia el
mismo rumbo un numeroso conjunto con 924 emigrantes al que se ha llamado
la gran jornada de “Las 400 familias”, con el apoyo de 100 carretas, saliendo
separadamente de sus respectivas cabeceras entre el 6 y 9 de junio de 1591,
para reunirse el día 19 en Chicuicnauhtlan (hoy Santa María Chiconau-
htla) al norte de la ciudad de México, hasta donde acudió el virrey Luis de
Velasco a fin de alentarlos y despedirlos en su traslado. 57

Ya juntos, los cuatro grupos integraron una larga caravana que reanudó
su viaje, y el 6 de julio, en la ribera derecha del río San Juan (San Juan del
Río Querétaro), se levantó el acta nominal respectiva ante el teniente de
capitán general Agustín de Hinojosa Villavicencio, en la que se hizo constar la
cantidad y relación de todos los colonos tlaxcaltecas.58 Su siguiente meta
sería el sitio conocido como Cuicillo, hoy llamado Ojo Caliente, Zacatecas,
desde donde se les distribuyó a sus destinos definitivos. En ese proceso
destacó la importante labor promocional del capitán mestizo originario
de Zacatecas, Miguel Caldera, quien pugnaba por substituir la lucha armada
contra los indígenas rebeldes que los estaba diezmando y facilitar su pacifica-
ción mediante asentamientos tlaxcaltecas entre ellos.

56
Ibídem, p.527.
57
Zapata y Mendoza, op. cit. p. 183. Actualmente existe Santa Ma. Y S. Tomás Chiconauhtla.
58
Primo, Feliciano Velázquez, Colección de documentos para la historia de San Luis Potosí, T.
1, pp. 184-203.

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Índice
Época Virreinal

Y por tal motivo nos parece de elemental justicia, que en los lugares im-
portantes de paso como Chiconauhtla, Edo. Mex., San Juan del Río Qro.,
y Ojo Caliente, Zac., y otros más donde se establecieron los tlaxcaltecas, se
erijan con la participación y coordinación de los gobiernos involucrados, los
primeros monumentos en memoria de los colonos que abandonando el suelo
tlaxcalteca, fueron a establecerse en tierra chichimeca a fin de compartir su
cultura con los nativos, cuya influencia coadyuvaría al paso del tiempo en la
integración de la nacionalidad mexicana actual. Del reconocimiento de su
contribución para ese fin sólo nos consta la existencia de un monumento
alusivo, erigido en 1991 anexo al Palacio de Gobierno de Saltillo, Coahuila.

De dicho contingente, único en la historia de México por su finalidad,


cuantía y efectos en el transcurso de los años, destacan las fundaciones de
los tizateca en San Esteban de la Nueva Tlaxcala (junto a Saltillo, Coah);
de los de Tepetícpac en San Miguel Mezquitic y Tlaxcalilla Tepetícpac, (San
Luis Potosí); los quiahuizteca en La Nueva Tlaxcala de Quiahuixtlan,
(San Luis Colotlan, Jal.) y los de Ocotelulco en Santa María de la Nueva Tlax-
cala (Chalchihuites, Zac.), que originaron posteriores colonias como: Parras,
Hedionda, Agua de Venado, Charcas, etc. En general, la distribución de la
gente fue por cabeceras, pero hubo excepciones según documentos recién co-
nocidos como el caso de Venado, a cuya fundación concurrieron familias de
las cuatro parcialidades tlaxcaltecas. 59

Investigaciones actualizadas sobre asentamientos tlaxcaltecas en el te-


rritorio de La Nueva España y de la Capitanía General de Guatemala (Cen-
tro América), han aportado datos interesantes. Por ejemplo, los habitantes
de Analco, Oax., en la Sierra Xinanteca, guardan memoria en un códice que

59
Sego Eugene B., Aliados y adversarios, SLP/TLAX., 1998, p. 60.

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Índice
Época Virreinal

relata la llegada y permanencia de los tlaxcaltecas en ese lugar desde 1520,


se cree que acompañaron a Diego Pizarro, primo de Cortés, Hernando de
Barrientos y Nicolás Heredia, quienes tenían órdenes de buscar yacimien-
tos de oro.60

Sobre la presencia tlaxcalteca en Perú, aún no hay datos firmes. Se


dice que Pedro de Alvarado, tras su fracasado viaje en 1534, vendió su flota a
Francisco Pizarro y allá dejó un grupo tlaxcalteca, conforme los datos del
historiador salvadoreño Pedro Escalante Arce, en su obra Los tlaxcaltecas
en Centro América, agregando que al Tonathiu lo acompañó su mujer doña
Luisa Tecuilhuatzin, hija del tlahtoani Xicohténcatl y la pequeña hija Leonor,
predilecta de don Pedro, con quienes retornó a Guatemala.61 Otro investi-
gador, el Dr. Alejandro González A. (UNAM), refiere haber hallado en un
libro reciente de la historiadora hispana Rosario Navarro Gala (2015), datos
relativos a la presencia confirmada de una comunidad de “mexicanos” (genti-
licio que comprendía también a los tlaxcaltecas) en la refundación de Cuzco.

En México tenemos pendientes de investigar varios asentamientos previos


a la Jornada de las 400 familias, tales como: Analco, Oax.,Tlaxcalilla, Hgo.,
y Tlaxcalilla, Gto., algunos ocurridos durante la campaña de Nuño Beltrán
de Guzmán en la Nueva Galicia, otros en compañía del virrey Mendoza en la
Guerra del Míxton (1529-1541). También se sabe de su permanencia por más
de cuatro años en la isla de Cuba (1559-1563), donde se refugiaron tras el fra-
casado intento de conquistar La Florida con Tristán de Luna y Arellano, que-
dando olvidados en La Habana, hasta que por petición del cabildo de Tlaxcala
y disposición de la Corona para cubrir los gastos, pudieron regresar a su tierra.

60
Sosa Alavez Luis, San Juan Evangelista Analco, México, 1999, p. 58.
61
Escalante Arce Pedro, Los tlaxcaltecas en Centro América, El Salvador, 2001 pp. 44-45.

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Índice
Época Virreinal

Industria
A mediados de siglo XVI la producción tlaxcalteca de grana, o cochinilla
del nopal, alcanzó su mejor época, apreciada y negociada con éxito en Europa
para luego menguar por decisión del cabildo que vio un peligro social en la
explotación. El virrey apoyó tal medida. Pero había sido tal su importancia que
todavía en octubre de 1614, la autoridad virreinal ordenó enviar a Campe-
che cuatro tlaxcaltecas expertos en dicho cultivo, uno por cada tlahtocayo,
(cabecera) para enseñar allá su manejo (BZM, p. 219). También se estable-
cieron obrajes en Apizaco (hoy San Luis Apizaquito), que impulsaron el
comercio textil. Esta prosperidad de Tlaxcala decayó sensiblemente al mermar
su población debido a las guerras, emigraciones y enfermedades epidémicas
que trajeron los europeos.

Arribo de los nuevos virreyes


Fue costumbre muy respetada que a su llegada a la Nueva España, con
algunas excepciones, viajaran de Veracruz vía Huamantla a Tlaxcala, pri-
mera ciudad donde se realizaba una ceremonia protocolaria muy vistosa y
solemne de la entrada pública del nuevo virrey, misma que se repetiría a su
paso por la ciudad de Puebla y finalmente en la de México.62

Hombres ilustres
En el largo periodo del virreinato hasta la Independencia, Tlaxcala produjo
gente de gran fama como Benito Izcacmacuextli, Tadeo de Niza, Diego Mu-
ñoz Camargo, Antonio Merlo de la Fuente, Alonso Salazar, Fray Diego
Valadez, Juan Buenaventura Zapata y Mendoza, Manuel de los Santos y Sa-
lazar, Sor Ana María del Costado de Cristo, Francisco de Loaiza, José

62
González, Acosta Alejandro, Crespones y campanas tlaxcaltecas en 1701, UNAM, México,
2000, p. 68.

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Índice
Época Virreinal

de Ortega, Miguel Guridi y Alcocer, Manuel y Miguel Lardizábal y Uri-


be, el cura José Manuel de Herrera, Mariano Sánchez, Agustín Arrieta, entre
muchos más.

Recopilación histórica
Desde el primer tercio del siglo XVI los tlaxcaltecas iniciaron sus apuntes
históricos. En 1530 el Relato sobre los orígenes de la nación tlaxcalteca, de
Benito Itzcacmacuextli; en 1548 Tadeo de Niza; en 1580-1588 Diego Muñoz
Camargo; 1662-1692 Juan Buenaventura Zapata y Mendoza, continuada por
Manuel de los Santos y Salazar. En el siglo XVIII (1787-1789), Nicolás
Faustinos Mazihcatzin (sic). También se tienen diversas pictografías pre-
cortesianas plasmadas en los murales de Tizatlan y Ocotelulco, existiendo
la posibilidad de que los códices Borgia y Tonalámatl de Aubin, sean
originarios de esta región. De la segunda mitad del siglo XVI se cuenta con el
llamado Lienzo de Tlaxcala o Yaotlahcuiloli (pintura de la guerra), actual-
mente perdida, cuya elaboración data de 1552, a fin de obtener el reconoci-
miento del monarca hispano por el apoyo tlaxcalteca durante la Conquista,
resultando ser un testimonio más del interés del pueblo en difundir orgullosa-
mente su historia.

Se conservan, asimismo, el Códice de Huamantla, Los lienzos de


Tepetícpac y muchos otros documentos similares.

Secularización de los templos franciscanos


En 1640, las autoridades españolas secularizaron los conventos para limitar
la influencia de esa orden religiosa en las comunidades indígenas de la Nue-
va España, 63 pues ya les representaba un problema de gobierno, siendo

63
Tlaxcala, textos de su historia, op. cit. T.8, p. 41.

— 52 —
Índice
Época Virreinal

además, una pesada carga sobre los sufridos naturales que, no obstante, se
sintieron espiritualmente muy desprotegidos por el cambio.

Ayuda contra piratas


En mayo de 1683, Tlaxcala prestó su auxilio al virreinato, enviando un nume-
roso grupo de guerreros al puerto de Veracruz para combatir a las huestes
del pirata Lorenzo Jácome, “Lorencillo”, sin que se conozca el resultado.64

Rebelión en Tlaxcala
El 14 de junio de 1692, siendo alcalde mayor el coronel Fernando de Busta-
mante Bustillo y Pineda, hubo un brote rebelde contra las autoridades españo-
las, reprimido con violencia y saldo de varios tlaxcaltecas muertos, hecho
que se relacionó directamente con la revuelta similar enfrentada seis días antes
en Tenochtítlan por el virrey Marqués de Galve, originada bajo el pretexto de
la carestía de maíz.65

Frustrada anexión de Tlaxcala a Puebla


En el siglo XVIII, las modificaciones borbónicas dispusieron que Tlaxcala
formara parte de la Intendencia de Puebla (1787-1793); situación con-
siderada impropia para la soberanía de los tlaxcaltecas, quienes la rechazaron
e impugnaron ante la Corona en un extenso documento. Y de común acuerdo
con el gobernador hispano, don Francisco de Lissa, la entidad se negó a
acatar las órdenes provenientes de la autoridad poblana hasta recibir la
respuesta real, logrando al fin de seis tediosos años que Carlos IV firmara
la rectificación solicitada quedando Tlaxcala separada de Puebla, mediante
cédula del 2 de mayo de 1793.66

64
B. Zapaya y M. op. cit. p. 601.
65
Lira y Ortega, Miguel, Diccionario geográfico y estadístico del Estado de Tlaxcala, p.12.
66
Commons, Aurea, Las intendencias de la Nueva España, UNAM, México, 1993, pp. 99-100.

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Índice
Época Virreinal

Las Cortes de Cádiz y Tlaxcala


En 1808 España fue invadida por Napoleón Bonaparte, quien exigió la abdi-
cación del rey, imponiendo a su hermano José en el trono. El pueblo tomó las
armas para expulsar a los franceses y organizó la Junta Central Gubernativa de
España e Indias, misma que pidió a los dominios de ultramar representantes
para integrar dicha Junta. La Nueva España designó al Lic. Miguel de Lardizá-
bal y Uribe, nacido en la hacienda de San Juan del Molino, Tlaxcala, quien
residía con su hermano Manuel en España.67

Una vez incorporado don Miguel a las Cortes, estas no tardaron en ex-
pulsarlo de su seno al manifestarse como exaltado monarquista en contra
de la autoridad de la asamblea, misma que lo sentenció a la pena de muerte
conmutada por el exilio. Pero al retornar Fernando VII en 1814, en calidad
del nuevo rey español, premió la defensa de Lardizábal al designarlo Minis-
tro Universal de Indias; disolvió las Cortes y derogó la Constitución liberal,
restituyendo el absolutismo. En 1820, bajo presión de los militares liberales
encabezados por el general Riego, dicha Constitución volvió a regir en sus
dominios por poco tiempo.

Mientras tanto, 17 diputados mexicanos, más provinciales, fueron a Es-


paña para integrarse (1810-1813) a las Cortes de Cádiz, entre ellos iba el
prestigioso Lic. Miguel Guridi y Alcocer, originario de Iztacuixtla y re-
presentante de Tlaxcala, entidad que defendió su propio derecho para
elegir diputado provincial.68

67
Alamán, Lucas, Historia de México, Edic. Facs, T. 1, Impresora eficiencia, México, 1985, p.
198.
68
Tlaxcala, textos de su historia, op. cit. t II, pp. 104-112

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Índice
Época Virreinal

A su regreso a México, don Miguel formó parte de la Soberana Junta


Provincial, firmó el Acta de Independencia, fue diputado constituyente en el
Congreso de 1823 y como tal, también firmó la primera Constitución Fe-
deral de México en 1824. No debe olvidarse el mérito del licenciado Guridi
y Alcocer al defender tenazmente la independencia tlaxcalteca, proponiendo,
sin conseguirlo, su inclusión como Estado Libre y Soberano en la Constitu-
ción de 1824.

Guerra de Independencia (1810-1821)


Con motivo de la invasión napoleónica en España y la usurpación del trono
por su hermano José, los criollos de México aprovecharon el caos para iniciar
la lucha por la independencia, destacando Miguel Hidalgo, Ignacio Allende,
Juan Aldama, José Ma. Morelos y otros seguidores. En esta contienda, el
gobierno tlaxcalteca permaneció fiel a la Corona, pero una parte del pueblo
apoyó la insurgencia y desde 1808, antes del “Grito de Dolores”,
aparecieron en la ciudad de Tlaxcala proclamas de rebeldes locales, coloca-
das en lugares visibles. Luego surgieron guerrilleros en la región, como
el hidalguense Juan F. Osorno, Vicente Gómez, Antonio Guerrero, Miguel
Serrano, Antonio Arroyo, Juan Cortés y Camilo Suárez, de Ocotlán, Tlax.
Hubo algunos intelectuales, entre ellos José Manuel de Herrera Sánchez,
originario de Huamantla, quien siendo cura de Chiautla se unió a Morelos
y participó en la Suprema Junta de Chilpancingo, llegando a ocupar altos
cargos en el gobierno del México independiente.

Muerto Hidalgo y sus compañeros en la primera etapa, las Cortes espa-


ñolas de Cádiz proclamaron la Constitución liberal de 1812 para todos los
dominios hispanos, cuya vigencia rechazó Fernando VII a su regreso al trono
en 1814. En México, el cura Morelos continuó la lucha hasta su captura y eje-
cución el 22 de diciembre de 1515; luego llegó el español Mina, y brevemente

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Índice
Época Virreinal

reanimó la rebelión, pero cayó y se le fusiló el 11 de noviembre de 1817, pro-


siguiendo en la contienda Vicente Guerrero, quien convencido por el realista
Agustín de Iturbide aceptó que ambos proclamaran la independencia de Mé-
xico en 1821.

— 56 —
Índice

Gobierno y Constitución. Tlaxcala Territorio, 1824

En la histórica fecha del 16 de abril de 1821, los tlaxcaltecas abrieron la puerta


de la fortificada plaza de Tlaxcala al insurgente general don Nicolás Bravo,
siendo gobernador el español coronel Agustín González del Campillo. Pro-
clamado el Plan de Iguala, el Ejército Trigarante compuesto por las fuerzas
de Guerrero e Iturbide, entró a la capital del país el 27 de septiembre de 1821.
México iniciaba así su vida independiente. Con tal motivo se instaló una Junta
Provisional de Gobierno que presidió don Agustín. El 24 de febrero de 1822
se reunió el Primer Congreso mexicano y este le confirmó el mando a Iturbi-
de, que el 18 de mayo fue proclamado emperador hasta caer derrocado por
el Plan de Casa Mata en febrero de 1823. La Constitución de 1824 dio lugar
a la elección del primer presidente constitucional de la república, resultando
favorecido el general Guadalupe Victoria, antiguo insurgente.

Al no figurar Tlaxcala como Estado en la Carta Magna de 1824, se le


consideró Territorio dependiente de la capital del país. El gobierno nacional
anuló las estructuras indígenas protegidas por la Corona y el brusco cambio
político desconcertó a los tlaxcaltecas que continuaron defendiendo a su enti-
dad de no ser agregada a Puebla como se pretendía. Posteriormente, bajo las
modificaciones constitucionales de 1836 llamadas “las siete leyes”, Tlaxcala
quedó anexada arbitrariamente al Departamento de México con carácter de

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Índice
Época del México Independiente

Distrito, dividida en tres partidos: Tlaxcala, Huamantla y Tlaxco69, sufriendo


más de once años un doloroso menoscabo de su jerarquía política, que afectó
negativamente el ánimo y progreso de los tlaxcaltecas.

Guerra de Texas
En 1836 México enfrentó la rebelión independentista de colonos anglo-ameri-
canos a los que el virreinato había permitido asentarse en Texas desde finales
del S. XVIII y que confirmó el nuevo gobierno independiente. El presidente
López de Santa Anna los venció en El Álamo (Texas, E.U.A.), pero fue de-
rrotado por Samuel Houston en San Jacinto y luego capturado. Tras declarar
Texas su independencia, en 1845 ingresó como una estrella más de la Unión
americana, lo que provocó la inconformidad de México.

Guerra contra Francia


En 1838 ocurrió un primer conflicto internacional armado, al exigir Francia
una indemnización de $600,000.00 pesos por supuestos daños a sus súbdi-
tos (conocida popularmente como la guerra de los pasteles) residentes en
México. Resuelta en corto tiempo, cuando los franceses ya se retiraban a sus
barcos en Veracruz, apareció el general López de Santa Anna y una granada
enemiga le hizo perder la pierna izquierda en diciembre de dicho año, muti-
lación que acrecentó su prestigio de fiel defensor de la patria.

Guerra contra los Estados Unidos de América: 1846-1848


En 1846 como consecuencia del reclamo de México a los E.U.A., por la ane-
xión de Texas, estalló la guerra entre ambos países que duró de 1846 a 1848,
en la que México perdió más de dos millones de kilómetros de suelo, incluyen-
do la venta de La Mesilla en 1853.

69
Tlaxcala, textos de su historia, op. ci., T 11, pp.193-194.

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Índice
Época del México Independiente

Tlaxcala, integrante entonces del Estado de México participó en la con-


tienda con hombres, dinero, alimentos y metralla, según sus limitados recur-
sos. En Cerro Gordo, Churubusco, Chapultepec y otros sitios lucharon los
tlaxcaltecas con valor, aunque en la Spy Company, reclutada por los yanquis
en Puebla, militó el joven traidor Antonio Carvajal, futuro general tlaxcalteca
de la Guerra de Reforma.70

El 13 de septiembre de 1847 destacó el teniente coronel Felipe Santiago


Tetlamatzin Xicoténcatl, sacrificado con la mayoría de su tropa del batallón de
San Blas al pie del Castillo de Chapultepec, único obstáculo humano impor-
tante que por órdenes de Santa Anna detuvo la furia del invasor, obligándolo
a pasar sobre los heroicos cadáveres de muchos jaliscienses integrantes del
referido cuerpo,71 que en ningún momento retrocedieron ante la superioridad
del poderoso contendiente.72 La bandera del batallón fue condecorada y por
decreto del 7 de septiembre de 1844 se le designó como la Enseña del Museo
Nacional de Historia, donde se conserva.

En investigación reciente, el historiador jalisciense Gabriel Agraz Gar-


cía de Alba (fallecido en marzo de 2009), aclaró plenamente que don Felipe
nació el 1° de mayo de 1804 en el barrio de Axolhuacan en San Bernardino
Contla y, que, sus padres fueron don José Alejandro Tetlamatzin y doña Pas-
cuala María Saldaña, habiéndose bautizado en la iglesia parroquial de San
Pablo Apetatitlan, Tlax. Se ignora el motivo de don Felipe para utilizar el
apellido Xicoténcatl, puesto que carecía de nexos genealógicos con ese linaje.
El señor Agraz demostró también que la imagen comúnmente conocida de

70
Archivo de la Sociedad de Geografía, Historia, Estadística y Literatura de Tlaxcala, manuscri-
to inédito.
71
Roa Bárcena, José María, Recuerdos de la invasión norteamericana (1846-1848), T II, Porrúa,
México, 1971, p. 145.
72
Ibidem, T III, pp. 103-104.

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Índice
Época del México Independiente

nuestro héroe fue un retrato creado de buena fe por la Asociación Xicoténcatl


de tlaxcaltecas residentes en el Distrito Federal, utilizando la fisonomía de un
patriarca de la Sierra de Puebla, pero la imagen más cercana quedó descrita
por don Guillermo Prieto, quien lo conoció, en la revista Universal del 19 de
septiembre de 1875 y con ella guarda gran semejanza el retrato inserto toma-
do del Libro del Ejército, SEDENA, México 1979, p. 186.

El ejemplar comportamiento de don Felipe y su tropa en la defensa del


Castillo de Chapultepec, motivó al gobierno, varios años después, a emitir el
siguiente decreto:

ANTONIO LOPEZ DE SANTA ANNA, Benemérito de la Patria, General de


División, Gran Maestro de la Nacional y Distinguida Orden de Guadalupe,
Caballero de la Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos
III y Presidente de la República Mexicana, a los habitantes de ella sabed:

Que en uso de las facultades que la Nación se ha servido conferirme, he


tenido a bien decretar lo siguiente:

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Índice
Época del México Independiente

1.- El Batallón Activo de San Blas mereció bien de la Patria, por su bri-
llante comportamiento en la defensa de Chapultepec, en el día 13 de septiem-
bre de 1847.

2.- El Batallón que conforme al Decreto de 20 de mayo, tomó el nombre


de Tepic, continuará usando el de San Blas, como una recompensa de su glo-
riosa condición en la jornada respectiva.

3.- El Comandante de este Batallón, Teniente Coronel

Don Felipe Santiago Xicoténcatl, muerto a su cabeza en defensa tan distin-


guida, se declara ascendido a Coronel con la misma fecha de la acción; pasará
perpetuamente revista de presente y al mencionar su nombre, se descubrirán los
jefes y oficiales del Cuerpo. Por tanto, mando se imprima, circule y se le dé el
debido cumplimiento. - Dado en el Palacio del Gobierno General de México, a
14 de noviembre de1853. - Antonio López de Santa Anna.- Rúbrica.73

Tlaxcala, al no representar una zona estratégica sólo padeció aisladas


agresiones armadas de los angloamericanos en la ciudad capital y Apetatitlan,
siendo la de mayor importancia lo ocurrido en Huamantla el 9 de octubre de
1847, cuando prácticamente había cesado la guerra, pero al parecer los venga-
tivos texanos yanquis del capitán Samuel Walker buscaban capturar al general
López de Santa Anna que sabían andaba en la región huamanteca.

No hallaron al xalapeño que hábilmente evitaba enfrentar al enemigo.


Pero en su intento se toparon con que el pueblo tlaxcalteca inerme los rechazó

73
Avila Bretón, Rafael, El coronel Felipe Santiago Xicoténcatl y la batalla de Chapultepec,
Tlaxcala, 1947, pp. 44-45.

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Época del México Independiente

y luchó como pudo al lado del valiente capitán Eulalio Villaseñor, enviado
por don Antonio a defender a Huamantla con un reducido grupo de lanceros
de la policía de Puebla, quien se convirtió en el héroe de la jornada asestando
un lanzazo mortal al sanguinario capitán Walker que lo mandó a la tumba,
junto con varios de sus seguidores.74

La tradición de dicha ciudad refiere la presencia de la joven Josefa Caste-


lar en esos cruentos hechos, quien al ver acercarse al invasor disparó un cañón
que detuvo su avance, sin embargo, la investigación formal no comprobó su
existencia y el relato solo es una leyenda, pues ningún documento de la época
menciona su nombre, que apenas aparece en la primera mitad del siglo XX
en una publicación local.75

Por lo pronto, el gobierno establecido en Querétaro requirió a don An-


tonio, desde el 7 de octubre, entregar en Huamantla el mando de su fuerza
a cualquiera de los generales Rincón o Álvarez, que no estaban cerca. Pero
cuando Santa Ana recibió la orden montó en cólera y en desquite formuló una
proclama quejándose de ser despojado por sus enemigos políticos. Luego se
retiró a Tehuacán sin poder avanzar a Oaxaca por impedírselo el gobernador
Benito Juárez. Finalmente, obtuvo su pasaporte y protegido por una escolta
yanqui marchó a La Antigua, Veracruz donde en marzo de 1848 se embarcó
para las Antillas. Volverá por última vez a la presidencia de México en 1853
sólo para vender La Mesilla, crear impuestos exagerados y mantener un ambi-
ente represivo contra la oposición insurrecta.

74
The Mexican War, TheTimeLifeBooks, 1978, p220.
75
Fernández O. Susana, Mujeres de Tlaxcala V siglos. pp. 43-45.

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Índice
Época del México Independiente

Vencido por el general Juan Álvarez y su Plan de Ayutla, don Antonio


partió al exilio el 9 de agosto de 1855. Tras varios intentos de regresar a Méxi-
co, en 1874, el presidente Lerdo lo autorizó falleciendo en el Distrito Federal
dos años después, pobre y olvidado.

Ignacio Ramírez. Jefe político de Tlaxcala


Como dato interesante debemos mencionar que en 1848 el gobierno central
designó Jefe Político al famoso liberal Ignacio Ramírez, “El Nigromante”,
quien duró pocos meses en su gestión administrativa retirándose decepcio-
nado de la devota religiosidad y apego de los tlaxcaltecas a sus celebraciones
patronales,76 lo que pugnaba con la ideología de uno de los más destacados
intelectuales mexicanos.

Estado Libre y Soberano de Tlaxcala


Previo a alcanzar su nivel de Estado, en 1849 Puebla insistió en la anexión de
Tlaxcala a su territorio, motivando enérgica protesta del pueblo ante el Con-

76
Cuéllar Bernal René, Tlaxcala a través de los siglos, México 1968, p. 201.

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Época del México Independiente

greso de la Unión y así se anuló el inicuo intento. El 12 de octubre de 1849 se


expidió el Estatuto Orgánico del Territorio Tlaxcalteca, aprobado por el Con-
greso General el 2 IV 51, como rector de la organización política de la entidad.

Años más tarde, Tlaxcala alcanzó categoría de Estado Libre y Soberano


en el Congreso Constituyente de 1856. Ocurrió que ante la ausencia del dipu-
tado titular, Lic. Juan de Dios Alarid, se encomendó la defensa del derecho
político de Tlaxcala al suplente don Mariano Sánchez Santiestevan, hacen-
dado de Zitlaltepec, Tlax., justo cuando el Congreso Federal exigía al Terri-
torio presentar razones convincentes para merecer la soberanía, o escoger su
anexión a los Estados de México o Puebla. Y don Mariano, frente al cuerpo
legislativo de la Unión, el 29 de octubre de 1856, hizo una oportuna, eficaz y
justa defensa de Tlaxcala a constituirse en Estado, mediante un discurso del
9 de diciembre que mereció 75 votos a favor y 13 en contra, y como tal, se le
incluyó en la Constitución de 1857.77 A continuación se transcriben algunos
párrafos relevantes del valioso e histórico alegato de don Mariano:

…Tlaxcala tiene hombres, y como ha contestado muy bien el Sr. Mata al Sr. Ruiz,
que si los hombres de Tlaxcala son bárbaros, como bárbaros podrán gobernar el
nuevo Estado, con tal de que estén revestidos del amor patrio, tan necesario en los
mandatarios para la felicidad de los pueblos; pero téngase presente que no lo son
tanto, si se atiende, hablando de la época a que me refiero, que en la clausura de
las sesiones del congreso general de 1850, el virtuoso presidente de la Unión, D.
José Joaquín de Herrera, aseguró que a virtud de la ley de 7 de septiembre, Tlaxcala
estaba tan bien gobernado como el mejor Estado de la Federación.

Concluiré contestando… el último cargo que le hace a Tlaxcala, y es que sus


límites están tan mal demarcados, que se introducen hasta las inmediaciones de

77
Lira y Ortega, Miguel, Historia de la erección del Estado de Tlaxcala, SGHELT, Tlaxcala,
México 1965. p. 142.

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Índice
Época del México Independiente

la capital de Puebla; pero debe tener presente S.S., que el terreno sobre el que
se fundó esa ciudad y la mayor parte de sus ejidos, se los cedió generosamente
el ayuntamiento de Tlaxcala el año de 1531, desde la esquina del portal de las
Flores, donde llegaban sus límites con los de Cuautínchan, hasta la barranca de
los pilares, donde se conservan aún para memoria de esta donación: y es tradición
que los viejos republicanos dijeron a los nuevos fundadores: “ hasta aquí llegarán
los límites de los terrenos que os hemos dado, y no pasaréis de ellos mientras
Tlaxcala tenga espíritu y vida”.

¿Quién se atreverá a negarme que en Tlaxcala es universal y vivísimo el instinto de


la Independencia, como allí se le llama, que no reconoce otro límite que un profundo
respeto a las autoridades nacionales? ¡Para algo está destinado por la Providencia!
¡Respetad, señores constituyentes, el soplo de vida que conserva una civilización de
las más antiguas e ilustres de nuestro país!78

Integrado el Congreso local del nuevo Estado, éste procedió a la redacción de


su primera Constitución política firmada por J. Manuel Saldaña como diputado
presidente, José Ma. Ávalos, diputado vicepresidente. José Mariano Sánchez; Luis
León, Miguel de Sesma y Francisco León Armas, diputado secretario, proclamada
el 3 X 57. El primer gobernador constitucional del Estado, lo fue el licenciado
Guillermo Valle,79 que era oaxaqueño y había cumplido funciones de jefe político
del Territorio. Don Mariano Sánchez, destacado político tlaxcalteca del siglo XIX,
desempeñó cargos como el de coronel habilitado, diputado local constituyente, jefe
político y otros, desde los que promovió importantes leyes requeridas por el pueblo,
pero sobre todo resultó ser el padre del Estado porque gracias a su atinada y justa
defensa logró Tlaxcala recibir la categoría de entidad federativa libre y soberana.

78
Ibidem, pp. 131-142.
79
Ibidem p. 149.

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Índice
Época del México Independiente

GUERRA DE REFORMA 1858-1860


Conforme a la nueva Constitución de la República se eligió presidente al
general Ignacio Comonfort, quien juró respetar la nueva Carta Magna. No
obstante, al surgir discrepancias con el partido conservador don Ignacio pre-
tendió derogarla. En Tlaxcala el gobernador Valle renunció y le sustituyó el
Lic. Manuel Saldaña, oriundo del Estado. Las inquietudes políticas desem-
bocaron en un golpe militar del general conservador Félix Zuloaga, quien
asumió la presidencia, mientras don Benito Juárez ocupaba la primera
magistratura por ministerio de Ley a fin de mantener vigente la Constitu-
ción, lo que motivó la existencia durante casi tres años de dos gobiernos en
constante lucha por el poder: uno liberal y el otro conservador que rechazaba
la nueva Carta Magna.

Un inesperado golpe militar del 6 de diciembre de 1858 desplazó a Zu-


loaga y el 1° de enero siguiente, la Junta de notables proclamó presidente pro-
visional al general Miguel Miramón, también conservador, mientras Juárez se
instalaba en el puerto de Veracruz, desde donde expidió
varias leyes conocidas como de Reforma, recrudecién-
dose la pugna de facciones.

Los tlaxcaltecas se sumaron a la defensa de la


Carta Magna, pues si esta dejaba de regir peligraba
la existencia de Tlaxcala como Estado. Destacaron en
la lucha, entre otras figuras, el coronel y licencia-
do Miguel Lira y Ortega y el general Antonio Carvajal
Fernández, quien al volver en 1858 de su escondite de
diez años en Texas, escapando del castigo que merecía,80

80
Archivo de la SGHEL, documento citado.

— 66 —
Índice
Época del México Independiente

quiso rectificar ante la patria su desviada conducta juvenil de cuando sirvió al


invasor yanqui, alcanzando en las filas republicanas el grado de general.

En la disputa interna, el presidente Juárez se apoyó moral y material-


mente en los Estados Unidos de América. Así lo prueba la intervención de su
fuerza naval en aguas nacionales frente a Antón Lizardo, Ver., el 6 de marzo
de 1860, en contra de los conservadores.81 Ayuda derivada del criticado tra-
tado Mc Lane-Ocampo otorgado por gobierno liberal, cuyas cláusulas daban
al vecino norteño concesiones abusivas que felizmente rechazó su congreso.
Por fin la guerra fratricida concluyó el 22 de diciembre de 1860 en los llanos
de Calpulalpan, Estado de México, al derrotar el general Jesús González Or-
tega al general Miramón,82 quien vencido entregó el gobierno a los juaristas,
salió de la ciudad de México, pasó por la hacienda de Quintanilla, Tlax.,
propiedad de su cuñado el general liberal José de la Luz Moreno, y vía
Veracruz se exilió en Europa.

Intervención Francesa1862-1867
Batalla del 5 de mayo
Al ocurrir la Intervención Francesa bajo el pretexto de reclamar ciertos pagos
a México y provocada por el partido conservador con el auspicio de Napo-
león III, Tlaxcala, como Estado de la federación aportó recursos materiales
y tropas que participaron en diversos hechos de armas importantes en contra
de los intervencionistas creadores del II Imperio mexicano. El 4 de mayo de
1862, el general Ignacio Zaragoza ordenó a las fuerzas tlaxcaltecas de Antonio
Carvajal y Tomás O’Horan, rechazar a unos 3,000 imperialistas de José Ma.
Cobos y Leonardo Márquez en la región de Atlixco, Pue., anulando su apoyo

81
Toro Alfonso, Compendio de historia de México, Edit. Patria, México, 1949, p.583.
82
Schlarman Joseph, H.L. México, tierra de volcanes, Porrúa, México, 1961, p. 356.

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Índice
Época del México Independiente

a los franceses, facilitando así el triunfo de las armas nacionales el 5 de mayo


en la ciudad de Puebla.

Tras la derrota del día 5, el enemigo se retrajo a Orizaba, Ver., donde


se reagrupó y estableció su base. Perseguido por el general González Ortega,
éste resultó penosamente derrotado por los franceses en el Cerro del Borrego
el 14 de junio. Pocos meses después se lamentaba el fallecimiento del general
Zaragoza quien enfermó y murió de tifo en Puebla el 8 de septiembre de 1862.

Sitio y caída de Puebla (1863)


En marzo del siguiente año volvieron los franceses con refuerzos, sitiaron Pue-
bla y la tomaron. El mariscal Forey con 36,000 efectivos venció al general
González Ortega. El 5 de mayo hubo un reñido combate en San Pablo del
Monte, Tlaxcala, ganado por el enemigo que perdió al comandante Foucad.
Puebla capituló el 17 de mayo y muchos altos jefes mexicanos fueron enviados
a prisión en Francia. Enseguida el general de la Canorgue se apoderó de Tlax-
cala, por lo que el gobernador, licenciado José Manuel Saldaña, se refugió en
la sierra poblana desde el 1° de julio de 1863.83

La pareja imperial en México


El II Imperio
Aceptado el trono de México por Maximiliano, él y su esposa arribaron el
28 de mayo de 1864 a Veracruz y el 12 de junio a la ciudad de México.
Una parte del pueblo, entre ellos los aristócratas y los indígenas, recibieron
optimistas al nuevo gobierno. El imperio se impuso y combatió a Juárez que
se refugió en Chihuahua. En 1865 el emperador dividió el país en 50 De-
partamentos, (Ley del 3III 65) bajo indicaciones de don Manuel Orozco y

83
Lira y Ortega, op.cit. p. 179.

— 68 —
Índice
Época del México Independiente

Berra, agregando a Tlaxcala la municipalidad de Zacatlan, Pue., (que incluía


Tetela) superficie máxima que se perdió al volver los liberales al poder y res-
tituir la vigencia de la Constitución de 1857.

En abril de 1865 el emperador viajó a Xalapa y a Orizaba, y de paso visitó


Tlaxcala el día 24 (MTS: t Vp 701) donde le dieron encuentro los capitanes del
regimiento húngaro destacamentado en Puebla. (Kevenhüller:128) Maximilia-
no estuvo en Calpulalpan, Yauhquemehcan, Tlaxcala y Huamantla, de cuya
breve y festejada estancia la historiografía aporta poca información. El día 26
reanudó su viaje a Orizaba de allí pasó a Xalapa para volver a la ciudad, de
México en el mes de junio inmediato.

El 19 de febrero de 1866 Antonio Sánchez Ascorra, originario de Tepeíh-


tec, Tlax., al frente de un grupo de republicanos tlaxcaltecas ocupó la capital
del Estado y capturó al comandante militar, general José Ignacio Ormaechea,
a quien conducía a Iztacamaxtitlan, pero que liberó antes debido a la derrota de
los republicanos en Papantla, Ver., y en la Sierra de Puebla.84

En ese mismo año, el general Antonio Rodríguez Bocardo abandonó en


Tequexquitla, Tlax., al imperio y se reincorporó a los juaristas que lo designa-
ron gobernador y comandante militar de Tlaxcala, entidad recuperada por los
liberales el 1° de enero de 1867.

Toma de Puebla, 2-IV-1867


Con la retirada de las fuerzas francesas bajo la presión de los Estados Unidos
de América vino la declinación del II imperio. Puebla era una de las cuatro ciu-
dades que quedaban a Maximiliano, y el general Díaz se encargó de tomarla.

84
Ibidem.

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Índice
Época del México Independiente

Para ello estableció en Huamantla, Tlaxcala, su base de partida iniciando en


la madrugada del 2 de abril la memorable batalla. Los tlaxcaltecas lucharon
ejemplarmente bajo el mando de los generales Doroteo León, Rodríguez Bo-
cardo, coroneles Pedro Lira, Miguel D. Fierro, mayor Antonio Sánchez As-
corra, destacando por su valor los capitanes Juan Mendieta, Manuel Sánchez,
José Ma. Sánchez, Aubery y Vicente Nava.85

Los contingentes de Tlaxcala cumplieron puntualmente su misión. To-


maron la plaza de armas echando al vuelo las campanas de catedral. El capitán
Aubery extrajo del Palacio de Gobierno un pabellón imperialista que entregó
al Congreso tlaxcalteca. Con el tiempo la valiosa pieza histórica desapareció
del Ayuntamiento de Tlaxcala,86 igual que muchos otros objetos importantes,
como la Cédula Real del 22 de abril de 1535, hoy en poder del fondo histórico
Carso, robada por un mal ciudadano.

Durante el ataque a Puebla, una bala destrozó el brazo derecho del gene-
ral Manuel González, quien será el factor del triunfo porfirista en la batalla de
Tecoac, Tlax., de 1876 y años más tarde, presidente de México.

A raíz de la caída de Puebla don Porfirio derrotó a los imperialistas de


Márquez en las haciendas tlaxcaltecas de San Diego Notario, Tóchac, San
Nicolás el Grande, San Cristóbal Zacacalco y en San Lorenzo, ésta del hoy
Estado de Hidalgo, cuyas mermadas fuerzas se refugiaron en la ciudad de
México que el general Díaz tomó el 21 de junio de 1867. Don Leonardo es-
capó y nunca fue capturado.

85
Cuéllar Abaroa Crisanto, en Tlaxcala, textos de su historia, op.cit.T 11, pp. 480-481.
86
Ibidem, p. 482.

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Índice
Época del México Independiente

Fusilan a Maximiliano, Miramón y a Mejía


Al finalizar 1866 volvieron de su exilio los generales Miramón y Leonardo
Márquez para respaldar a Maximiliano que había quedado solo, decidiendo
finalmente refugiarse en Querétaro donde el imperio fue derrotado.

La ciudad sufrió largo sitio y enconada lucha hasta que el 15 de mayo la


ocupó el general Mariano Escobedo, mediante una traición atribuida al coro-
nel Miguel López, compadre de Maximiliano.

Los principales jefes fueron capturados, enjuiciados y el 19 de junio se


fusiló al pie del cerro de las Campanas: al archiduque y a los generales: Mi-
guel Miramón y Tomás Mejía.

El 15 de julio el general Porfirio Díaz entregó al licenciado Benito Juárez


la ciudad de México junto con alguna suma de dinero ahorrado, volviendo
los liberales a establecer allí a la sede del gobierno.

Calpulalpan se incorpora al Estado de Tlaxcala


Debido a circunstancias de la guerra, el gobierno juarista dispuso desde el
3 de enero de 1863, que Tlaxcala ejerciera el control total de la municipa-
lidad de Calpulalpan, cedida definitivamente por el Estado de México a la
entidad tlaxcalteca mediante decreto del Congreso de la Unión del 16 de
octubre de 1874.87 En aquella época, don Benito designó comandante militar
de Tlaxcala al general liberal José de la Luz Moreno, dueño de la hacienda
de Quintanilla, Tlax.

87
Lira y Ortega op. cit. p.186.

— 71 —
Índice
Época del México Independiente

Comunicación Ferroviaria
Bajo el efímero gobierno de Maximiliano el 21 de enero de 1867 se inició
el servicio ferroviario formal entre la ciudad de México y la estación de
Apizaco, Tlax.,88 que fue inaugurado oficialmente por el presidente Juárez el
23 de diciembre siguiente. Luego se agregaría el tramo Apizaco-Santa Ana
Chiautempan-Puebla, el 16 de septiembre de 1869, resolviendo don Benito
visitar en ese viaje la capital tlaxcalteca el día 21.89

Finalmente, la comunicación por tren con el puerto de Veracruz se abrió


al público el 1° de enero de 1873, durante el gobierno del presidente Sebastián
Lerdo de Tejada.

88
Reyes, Candelario, Apizaco, biografía de una ciudad, SGHEL, Tlaxcala, México 1970, p. 33.
89
Arámburu Garreta, José, en Tlaxcala, textos de su historia, T 12, pp. 67-72.- Además, una
placa en el lado norte del Portal Hidalgo de la ciudad de Tlaxcala, refiere la visita del Lic.
Benito Juárez.

— 72 —
Índice
Época del México Independiente

INICIO DEL PORFIRIATO


Batalla de Tecoac
En 1871, una nueva reelección de don Benito Juárez provocó la insurrección
en su contra bajo el Plan de la Noria (8 Nov.71) firmado por el general Por-
firio Díaz, cuyos partidarios sufrieron varias derrotas perdiendo la rebelión
su objetivo al fallecer sorpresivamente el presidente Juárez, el 18 de julio de
1872. Por ministerio de Ley, el Lic. Sebastián Lerdo de Tejada, ejerció la
presidencia. Nuevamente, el 21 de marzo 1876, el general Díaz promovió en
Oaxaca otro movimiento rebelde llamado Plan de Tuxtepec (1° Ene.76), ante
la inminente reelección de don Sebastián Lerdo.

El gobierno combatió con éxito a los alzados y tras algunas derrotas don
Porfirio decidió jugar su última carta en las Lomas de Tecoac, Tlaxcala, donde
contaba con simpatizantes que lucharon a su lado en la toma de Puebla el 2 de
abril de 1867. Los tlaxcaltecas se unieron al Plan y desde marzo de 1876, en
los cerros de Tlaxco concentraron pertrechos y efectivos propios, de la Sierra
de Puebla y Veracruz, que esperaban sumar a la fuerza procedente del norte,
bajo el mando del general Manuel González y
auxiliar al general Díaz en el momento oportuno.

La memorable Batalla de Tecoac, Tlaxcala,


se efectuó el 16 de noviembre de dicho año, pocos
kilómetros al norte de Huamantla, entre antirree-
leccionistas y tropas lerdistas a las órdenes del va-
liente general sonorense Ignacio Alatorre.

En la primera fase de la lucha, el general Díaz, estaba prácticamente de-


rrotado por el ejército federal, mejor organizado y pertrechado, quien no re-
cibió el refuerzo que esperaba. En cambio, los rebeldes tuvieron la oportuna

— 73 —
Índice
Época del México Independiente

ayuda del general González procedente de Tlaxco para salvar al maltrecho


general tuxtepecano, logrando un aplastante triunfo que permitió a don Porfi-
rio adueñarse de la presidencia de México por más de tres décadas, sin que su
pasado “antirreeleccionismo” le produjera muestras de pudor.90

Don Próspero Cahuantzi Flores se distinguió entre los personajes más


activos en la preparación del apoyo tlaxcalteca para la batalla de Tecoac y en
recompensa ejerció la gubernatura del Estado desde 1885 hasta 1911. Otro
colaborador entusiasta lo fue el general Pedro Lira, según consta en la corres-
pondencia del militar tlaxcalteca con los rebeldes.

Como un gesto de especial agradecimiento del general Porfirio Díaz al


sitio donde se reunieron los refuerzos que en 1876 decidieron su ascenso a
la presidencia de México, el 28 de enero de 1894 regresó a Tlaxco, Tlax.,
con el fin de inaugurar el palacio municipal y recordar tan inolvidable como
trascendente suceso, al lado de sus generales preferidos y de los sobrevivien-
tes tlaxcaltecas, entre los que estaba el gobernador Cahuantzi.

Coronel Próspero Cahuantzi Flores


Participó en la Guerra de Tres Años y contra la inter-
vención francesa. Gobernó el Estado de 1895 a 1911.
Su administración fue atinada aunque apegada a los
lineamientos porfiristas. Hablante de náhuatl, en 1895
participó en el Congreso Americanista por su interés
en la historia y creó un museo con piezas históricas.
En 1896 fue acusado ante el Congreso de la Unión de
permitir la inhumación del obispo Vargas de Puebla,

90
Toro Alfonso, op. cit. pp. 685-686.

— 74 —
Índice
Época del México Independiente

en el templo de Ocotlán, Tlaxcala, cuya defensa atendió el licenciado Rodrí-


guez Miramón, resultando absuelto.

La Revolución Mexicana 1910


Levantamiento en Tlaxcala
No obstante la transformación del país lograda por el general Díaz y la paz
aparente, los campesinos y obreros tlaxcaltecas, cansados de las reelecciones
y todas las consecuencias negativas de su gobierno y el del coronel Cahuantzi,
dieron oídos desde 1906 a las ideas rebeldes del Partido Liberal Mexicano.
Luego, al lanzarse Madero a la lucha por la democracia lo respaldaron abier-
tamente, originándose en Tlaxcala un levantamiento armado, el primero en la
república de esa etapa propuesto por el poblano Aquiles Serdán y planeado
secretamente en el pueblo de Tepeíhtec, Tlax., bajo juramento ante la bandera
de los obreros de la fábrica textil de Metepec, Pue., traída a escondidas por los
activistas el veracruzano Hilario C. Salas y el tlaxcalteca Samuel A. Ramírez.

La rebelión estalló en San Bernardino Contla la noche del 27 de mayo de


1910 con la destacada participación de Juan Cuamatzi López, procediéndose a
la detención del presidente municipal, Nicolás Reyes, a quien pretendían usar
como “carnada” para capturar al gobernador, aprovechando la estrecha amis-
tad que los ligaba. El grupo de más de 200 hombres y su rehén se encaminó
a la capital del Estado tratando de tomarla por sorpresa. Sin embargo, en un
descuido, el prisionero escapó y fue a dar aviso, aunque una denuncia anónima
y sus espías mantenían al gobierno en estado de alerta.

Además, el movimiento se frustró debido a órdenes de Serdán comunica-


das a última hora a los tlaxcaltecas, pues el señor Madero no estaba de acuerdo
con el plan. Descorazonados los entusiastas rebeldes iniciaron su dispersión en
las goteras del lado noreste de la ciudad de Tlaxcala, (Garita de Atempan), re-

— 75 —
Índice
Época del México Independiente

sultando identificados, detenidos y encarcelados después muchos de los com-


prometidos en el levantamiento.91

Y como se esperaba, el general Díaz resultó electo presidente de México,


mientras Francisco I. Madero capturado en Monterrey bajo artimañas oficia-
les, permanecía preso en San Luis Potosí teniendo la ciudad por cárcel, pero
escapó y se refugió en San Antonio Texas, desde donde convocó al pueblo
mexicano a levantarse en armas el 20 de noviembre de 1910, conforme al Plan
de San Luis.

El 16 de septiembre de ese mismo año hubo un sorpresivo brote de incon-


formidad en Zacatelco, Tlax., al realizar los maderistas su propio desfile patrio
en el que se manifestaban pacíficamente en contra del gobierno porfirista, pero
fueron cruentamente reprimidos por el jefe de rurales, Agustín García (a) el
Colgador, con saldo de varios muertos. Primeros mártires nacionales del ma-
derismo, casi olvidados.

Posteriormente, a la media noche del 17 de noviembre, previo a la insu-


rrección nacional, las autoridades capturaron en su domicilio a los cabecillas
rebeldes de Tepeíhtec, Manuel, Trinidad y Nicolás Sánchez y de Acuitlapilco
a Gregorio Flores, enviándolos a la Penitenciaría del Distrito Federal donde
inexplicablemente murió Nicolás, cuyos restos quedaron en la fosa común, de
la que resultaba inútil intentar su rescate.92 Los demás presos políticos obten-
drán su libertad al triunfo del maderismo.

91
Sánchez Sánchez, Jaime, Los antirreeleccionistas de Tepeíhtec, Tlax., y la revolución en Tlax-
cala, 1906-1915. Tlaxcala, México, 2010, pp. 31-39.
92
Ibidem pp. 53-58.

— 76 —
Índice
Época del México Independiente

Pocas horas después de dicha captura, el día 18, la policía poblana fue
recibida a balazos por Aquiles Serdán y sus pocos acompañantes cuando inten-
taba catear su casa, dando muerte al jefe Miguel Cabrera. Nadie más ayudó a
los rebeldes pese a las voces de auxilio de Carmen Serdán. Luego intervino el
ejército federal y acabó con los alzados escapando don Aquiles. Sin embargo,
cuando a la media noche el cabecilla se vio obligado a salir de su escondite por
problemas de salud, el gendarme Porfirio Pérez que estaba de guardia lo mató.

El movimiento armado en contra del gobierno de Díaz se generalizó en


todo el país a partir del 20 de noviembre. Pero desde el día 19 Juan Cua-
matzi ya se encontraba en armas enfrentando su pequeño grupo contra fuerzas
del gobierno que, después de algunas osadas acciones en los Estados de Tlax-
cala y Puebla, fue derrotado por el general Aureliano Blanquet en Xaltelulco,
cerca de Mazatecochco, Tlax., y fusilado en Panzacola, Tlax., el 26 de febrero
de 1911 con cinco acompañantes, sin formación de causa.93

93
Cuéllar Abaroa, Crisanto, La revolución en el Estado de Tlaxcala, T 1, Tlaxcala, México,
1975, p. 59.

— 77 —
Índice
Época del México Independiente

El también revolucionario poblano, coronel Benigno


N. Zenteno, pastor metodista, se alzó en Tepetitla, Tlax.,
el 10 de mayo de 1911 y tomó Tlaxcala el inmediato día
31. El gobernador Próspero Cahuantzi, en esa misma fe-
cha, abandonó el Estado, con licencia del Congreso, es-
tableciéndose en el Distrito Federal. Le sustituyó el dipu-
tado local Diego L. Kennedy, que casi de inmediato fue
relevado por el señor Agustín Sánchez. En la ciudad de
México, en diciembre de 1914, el general Villa hizo pri-
sionero al coronel Cahuantzi, y se lo llevó preso a la cap-
ital de Chihuahua donde falleció en la cárcel aprincipios de 1915, inhumando
sus restos en el panteón de Santa Rosa, hasta que en 1947 sus descendientes
los rescataron y depositaron en Ixtulco, Tlax., su tierra natal.

En ese lapso también surgió el revolucionario Gabriel Hernández Már-


quez, oriundo de Tlaxco, Tlax., quien con otros coterráneos del Partido Libe-
ral y maderistas, entre ellos sus varios hermanos, se lanzó a la lucha fuera de
su entidad de origen, firmó el 18 de marzo de 1911 el Plan político-social de
la Sierra de Guerrero, alcanzando en breve el grado de general. El 16 de mayo
se apoderó de la ciudad de Pachuca, Hgo. A la caída de Madero, el general
Hernández fue sacrificado el 26 de marzo de 1913 en la cárcel de Belén del
Distrito Federal, por órdenes del gobernador huertista Enrique Cepeda.94

Triunfo y Muerte de Francisco I. Madero


En Ciudad Juárez, Chih., los maderistas Pascual Orozco y Francisco Villa
derrotaron al Ejército Federal y el 21 de mayo de 1911 se firmó el convenio
con el nombre de esa población fronteriza, cesando la lucha. El general Díaz

94
Sánchez, Jaime, op. cit. p. 75

— 78 —
Índice
Época del México Independiente

renunció ante el Congreso de la Unión el 25 de mayo, evitando una guerra


para la cual contaba con todos los recursos y se exilió voluntariamente en
París, Francia, donde murió el 2 de julio de 1915. Sus deseos de enterrar
sus restos en Oaxaca, su tierra, no se cumplieron e inexplicablemente aún
permanecen allá.

El movimiento revolucionario tlaxcalteca produjo hombres valiosos


como: Samuel A. Ramírez (Tzompantepec), Pedro M. Morales (Axocomanit-
la), Felipe Villegas Gutiérrez (S.M. Contla); Manuel, Trinidad, Nicolás, José
de la Luz y Diego Sánchez (Tepeíhtec); Jabel Santacruz (Panotla); los herma-
nos Hernández Márquez (Tlaxco); Juan Cuamatzi, los Romano, los Xelhuant-
zi y Tlilayatzi (S.B. Contla); Máximo Rojas (Papalotla); Porfirio del Castillo
(poblano), Domingo y Cirilo Arenas, Isidro Ortíz, Graciano Xochipiltécatl y
los Serrano (Zacatelco); Benigno N. Zenteno (poblano), Antonio Hidalgo (S.
Lorenzo Tlacualoyan). Gregorio Flores, Carlos Fernández de Lara y sus her-
manos (Acuitlapilco); Marcos Hernández Xolocotzi (Amaxac de Gro.); Mo-
desto González Galindo (Terrenate), Andrés Angulo (Tepetícpac), Anastasio
Meneses y muchos valientes más cuya lista sería prolija.

Las nuevas elecciones en Tlaxcala dieron el triunfo al maderista Anto-


nio Hidalgo Sandoval, quien inició su mandato el 1° de diciembre de 1911 y
concluyó el 15 de enero de 1913. Madero, triunfante también, tomó posesión
de la presidencia de la República el 6 de noviembre de 1911. Don Antonio no
pudo sacudirse a cahuancistas incrustados en su gobierno y luchó contra un
congreso del viejo régimen, por lo que sus funciones tuvieron muchos obstá-
culos, agravados debido a la inconformidad de antiguos correligionarios que
descalificaron las acciones, tanto del presidente como del gobernador, acusán-
dolos de traidores al Plan de San Luis. Dos de estos descontentos de Ayomet-

— 79 —
Índice
Época del México Independiente

la, Tlax., fueron fusilados allí mismo como delincuentes, por soldados de la
federación, después de un sospechoso juicio sumario.95

Para el siguiente periodo nuevamente triunfaron los maderistas tlaxcal-


tecas mediante comicios democráticos, pero la Liga de Agricultores, de cuño
porfirista, en forma aviesa maniobró en su anulación impidiendo que el gober-
nador electo, diputados y magistrados, ejercieran sus cargos y faltándoles el
apoyo del gobierno central, al que defendían, varios de ellos fueron encarce-
lados en Puebla bajo supuestos delitos.96 (Página negra para la democracia
tlaxcalteca que poco se ha estudiado) Al término de la gestión de don Antonio
Hidalgo, el 15 de enero de 1913, el Congreso designó gobernador provisional
al comerciante, señor Agustín Sánchez, de Huamantla, a quien el pueblo no
aceptaba se entregara el gobierno, pero finalmente cedió.

Una semana después, un grupo de tlaxcaltecas acompañando al señor


Hidalgo, visitaron al presidente Madero para exponerle la crítica situación del
Estado. Lamentablemente don Francisco no comprendió la importante queja
de sus partidarios, ni vio la inestabilidad nacional que estaba a punto de provo-
car su caída y la comisión volvió a Tlaxcala desalentada. (J. Sánchez 2010:93)

El 9 de febrero de 1913, una parte del ejército federal se insurreccionó en el


Distrito Federal y estalló la cruenta Decena Trágica (9-18 de febrero de 1913),
que derrocó a Madero, y tanto él como el vicepresidente Pino Suárez renuncia-
ron a sus cargos siendo asesinados el día 22, dando lugar para que el general
Huerta ocupara “legalmente” la primera magistratura del país. En Tlaxcala, el
mismo día 22, los huertistas asesinaron al limpio revolucionario de origen oa-

95
Cuéllar Abaroa, op. cit. p. 104.
96
Castillo, Porfirio del, Puebla y Tlaxcala en los días de la revolución, México, 1953, p. 98.

— 80 —
Índice
Época del México Independiente

xaqueño José Rumbia Guzmán, en los bajos del Palacio de Gobierno, por haber
sido antirreeleccionista activo y secretario particular del gobernador Hidalgo.97

La situación puso a la defensiva a don Antonio Hidalgo, quien con unos


70 maderistas se trasladó a Tlaxco acompañado del general Rafael Tapia, co-
mandante del 50 Cuerpo Rural, donde fueron aprehendidos el día 27 como re-
beldes y llevados a la ciudad de Tlaxcala, luego a la penitenciaría del Distrito
Federal, para de allí exiliar a muchos de ellos. De su suerte sólo conocemos en
detalle la fuga y retorno de Trinidad Sánchez Vargas de Bacalar, Q.R., cuyo
hermano José de la Luz, murió en Santa Cruz de Bravo, Q. R.98

Unos 88 maderistas ajenos a la captura se refugiaron en Santa Rosa, Ver.,


donde Camerino Z. Mendoza y Gabriel Gavira los armaron, formando un gru-
po de combate que a las órdenes de Máximo rojas volvió a Tlaxcala para hos-
tilizar eficazmente a los huertistas.

Venustiano Carranza contra Victoriano Huerta


El 26 de marzo de 1913, en la hacienda Guadalupe, Coahuila, el gobernador
del Estado, señor Venustiano Carranza, se levantó en armas contra el usurpa-
dor general Huerta, enarbolando un Plan con el nombre de dicha hacienda,
que uniría a todos los maderistas del país y grupos de descontentos, entre ellos
a Francisco Villa, en contra del gobierno militar de facto.

Nueva invasión de los EUA a México (1914)


Supuestamente dirigida contra el gobierno de Huerta, bajo el pretexto de una
ofensa inferida a marinos yanquis en Tampico, sus fuerzas navales ocuparon

97
Ibidem p. 119.
98
Sánchez Jaime, op. cit. p. 113.

— 81 —
Índice
Época del México Independiente

Veracruz con una poderosa flota del 21 de abril has-


ta el 23 de noviembre de 1914, en que evacuaron el
puerto dejándolo en manos de los constitucionalistas.

El ejército huertista desprotegió la plaza por órde-


nes superiores evadiendo la lucha contra los invasores,
no obstante, en la inevitable y desigual defensa de la
patria tuvo que brillar el heroísmo del pueblo y de al-
gunos militares patriotas al lado de los cadetes de la
Escuela Naval, que a semejanza del Colegio Militar
en 1847, opusieron ejemplar defensa contra un enemi-
go de superiores recursos, destacando el joven teniente José Azueta, quien
con una ametralladora mantuvo a raya a los extranjeros cerca de la Escuela,
hasta que herido de gravedad fue retirado negándose a recibir atención médi-
ca de los yanquis y prácticamente se dejó morir. En la Escuela Naval un certe-
ro disparo enemigo privó de la vida al joven cadete Virgilio Uribe. Pero cabe
también, en el orgullo tlaxcalteca, incluir entre los alumnos defensores de la
soberanía nacional, a nuestro coterráneo Esteban Minor Carro, originario de
Panotla, Tlax. Otro héroe nacional que debemos recordar eternamente.99

A eso de las siete de la noche, acatando órdenes de la superioridad, los


alumnos de la Escuela Naval también se retiraron para concentrarse en las
instalaciones del Colegio Militar en el Distrito Federal, a donde llegaron tres
días después.

99
Sánchez Jaime, Un tlaxcalteca en la defensa de Veracruz el 21 de abril de 1914, en Camaxtli,
3-4 agosto, 1998, Sociedad, pro-museo regional, Tlaxcala, México.

— 82 —
Índice
Época del México Independiente

Tlaxcala constitucionalista
Escisión de Domingo Arenas y su derrota en Panotla
El 20 de agosto de 1914, Rojas y Arenas ocuparon Tlaxcala, instaurando un
gobierno constitucionalista. El 6 de septiembre llegó al Estado el general Pablo
González y luego de revisar las tropas y grados de los principales jefes, respetó
el grado de general a Rojas y redujo a coroneles a Pedro Morales y a Arenas a
quien el hecho causó gran enojo. Los días 1 y 2 de noviembre, el señor Carran-
za, estuvo en Tlaxcala, de paso a Veracruz, en compañía de Francisco J. Múgi-
ca, Heriberto Jara, Cándido Aguilar y otros destacados jóvenes revolucionarios.

El gobierno de Rojas duró hasta el día 12 de ese mes, pues Arenas, in-
conforme con su degradación se pasó al zapatismo mediante un “cuartelazo”
dado en Tlaxcala, durante el que desapareció Rojas. Este golpe fue pretexto
para saquear el comercio local. En respuesta las autoridades carrancistas de
Puebla, enviaron el día 19 la brigada “Leales de Coahuila” bajo el mando
de los generales Cesáreo Castro y Fortunato Maycotte que derrotaron al
100
general Arenas en Panotla, Tlax. Por lo pronto, el Estado tlaxcalteca quedó
sujeto a la autoridad de la Angelópolis, en tanto retornaba en enero siguiente
el general Rojas. En mayo de 1915, el recién ascendido teniente coronel Por-
firio del Castillo, de profunda raíz indígena, originario de Cuayuca, distrito de
Tepexi de Rodríguez, Pue., ocupó el cargo de gobernador y Máximo Rojas el
de comandante militar, hasta 1916.101

Triunfa el carrancismo
Tlaxcala apoyó el Plan de Guadalupe que dio origen al movimiento Constitu-
cionalista contra Victoriano Huerta, destacando hombres como Pedro M. Mo-

100
Sánchez S. J. Los Antireeleccionistas, op. cit. p. 142.
101
Castillo, Porfirio del, op. cit. pp. 193-194.

— 83 —
Índice
Época del México Independiente

rales, Felipe Villegas, Máximo Rojas, Carlos Fernández de Lara, Domingo


Arenas, Isidro Ortiz y otros, cuyas fuerzas combatieron al ejército federal en
Tlaxcala y Puebla hasta que Francisco Villa venció al huertismo en Zacatecas
el 23 de junio de 1914, logrando que el traidor Huerta renunciara el 15 de
julio siguiente y abandonara el país.

Luego se dividieron los revolucionarios en constitucionalistas, villistas


y zapatistas y en la Convención de Aguascalientes (oct/nov.1914) se desco-
noció a Carranza, creándose un nuevo gobierno llamado “convencionista”,
respaldado por las fuerzas de Zapata y Villa, resultando estas últimas derrota-
das en los campos del Bajío en 1915 por el general Obregón y sus carrancistas.
El gobierno “convencionista”, no obstante su legitimidad y buena fe, al fin se
disolvió al carecer de los recursos necesarios para apoyar su existencia.

— 84 —
Índice
Época del México Independiente

El gobernador Porfirio del Castillo 1915-1916


Muere el presidente Municipal de Tlaxcala Diego Sánchez
En 1912 don Porfirio del Castillo, poblano, se incorporó a la administración
del señor Hidalgo desempeñando con eficiencia sus funciones. En 1914 fun-
gía como secretario de gobierno cuando la escisión de Arenas y a mediados
de 1915 el señor Carranza lo designó gobernador interino. El breve gobierno
provisional de este militar se caracterizó por su honradez, progreso y digni-
dad. Equilibró las finanzas, incrementó el presupuesto, estimuló la educación
y se legisló acertadamente. Sin embargo, la presión de las intrigas locales lo
hicieron renunciar el 30 de julio de 1916, regresando a Puebla para ser electo
diputado constituyente.

Recién designado, el gobernador del Castillo se instaló temporalmente


en Chiautempan, mientras en la ciudad de Tlaxcala fungía como presidente
municipal el capitán primero Diego Sánchez Hernández, precursor de la re-
volución y originario de Tepeíhtec. Mientras los arenistas incursionaban en
la capital estatal desprovista de protección militar, dando
muerte el 29 de mayo de 1915 al presidente municipal,
cuyo cuerpo cayó acribillado en la azotea del palacio de
gobierno al defenderse de sus agresores.102 Sus restos fue-
ron inhumanos en el atrio del convento de San Francisco
en Chiautempan, donde quedaron olvidados al paso de
los años. Otro de los caídos fue un representante de la
Casa del Obrero Mundial.

Relevó al señor del Castillo, don Manuel Machorro, quien había sido efi-
ciente tesorero del Estado. La ciudadanía tlaxcalteca está en deuda con don

102
Ibidem, p. 151.

— 85 —
Índice
Época del México Independiente

Porfirio del Castillo, gobernante ejemplar, de notoria raíz indígena, merecedor


de un digno monumento a su memoria.

Última invasión de los EUA (1916)


Los villistas que sostuvieron al gobierno “Convencio-
nista”, derrotados por Obregón en los referidos combates
del Bajío, se reagruparon y una partida atacó sorpresiva-
mente el 9 de marzo de 1916 a la población fronteriza de
Columbus, N.M., E.U.A., causando muertes e incendios,
provocando que el inmediato día 16, sin previo aviso ni
permiso, penetraran a México soldados estadounidenses
a las órdenes del general John J. Pershing con el pretexto
de capturar al general Francisco Villa, aunque limitada
su presencia al Estado de Chihuahua que evacuaron el 5
de febrero de 1917 bajo la tenaz exigencia de don Venustiano Carranza. En su
desafortunada incursión, los yanquis sufrieron el rechazo armado del pueblo en
Parral encabezado por una mujer (12 IV 16), y una derrota militar en Carrizal
(21 VI 16), retornando a su país con las manos vacías, habiendo erogado un
elevado costo de 130 millones de dólares. (H. Braddy, 1966:66)

Domingo Arenas vuelve al constitucionalismo


Su muerte
Domingo Arenas abandonó el zapatismo del que recibía poco auxilio y volvió
al constitucionalismo el 1° de diciembre de 1916, conservando su convicción
agrarista; actitud que le produjo peligrosos enemigos tanto en sus nuevos alia-
dos como entre los rencorosos zapatistas, juzgándolo como traidor. Gente de
Zapata le dio muerte mediante una celada cerca de la hacienda de Huexocoa-
pan, Pue., el 30 de agosto de 1917, llevándose su cadáver al Estado de More-
los, donde se dice quedó colgado de un casahuate (árbol de la región).

— 86 —
Índice
Época del México Independiente

Su joven hermano, el también agrarista general Cirilo Arenas, heredó el


mando de la fuerza pero acabó enemistado con el constitucionalismo imperan-
te que lo persiguió y capturó para someterlo sin pérdida de tiempo a un juicio
sumario, siendo fusilado en la madrugada del 4 de marzo de 1920 en el cuartel
de San José de la ciudad de Puebla.103

El arenismo controló por algún tiempo el occidente y sur de Tlaxcala


y una amplia región de Puebla en las faldas de los volcanes, pero la mayor
parte de la entidad estuvo regida por el constitucionalismo.

Congreso Constituyente de Querétaro 1916-1917


Carranza presidente
A iniciativa del señor Carranza, el gobernador interino Antonio Machorro (1°
VII 1916-17 IV 1917) convocó a elecciones de diputados federales el 4 de
octubre de 1916, resultando favorecidos el señor Antonio Hidalgo por el 1er
Distrito, Tlaxcala, el mayor Modesto González Galindo por el 2°, Huamantla
y el coronel Ascención Tépal por el 3°, Calpulalpan. Ellos representaron a
Tlaxcala ante el Congreso nacional del que intencionadamente se excluyó a
villistas y zapatistas. El trabajo de dicho Congreso produjo la Carta Magna de
1917, que nos rige tras múltiples enmiendas sufridas.

El XXV Congreso Constituyente tlaxcalteca


A su vez, los diputados locales redactaron la Constitución tlaxcalteca promul-
gada el 16 de septiembre de 1918 por el gobernador Máximo Rojas y jurada
por los tres niveles de gobierno el 1° de octubre inmediato.

103
Ramírez Rancaño Mario, La revolución en los volcanes, Domingo y Cirilo Arenas, II S,
UNAM, México, 1995. pp. 231-250.

— 87 —
Índice
Época del México Independiente

El Congreso constituyente tlaxcalteca quedó integrado, en orden de Dis-


tritos Electorales, a excepción del 9°, por: Andrés Angulo, 1er. D; José R. Lo-
zada, 2° D.; Pablo Xelhuantzi, 3er D.; Luciano Rodríguez, 4° D.; Juan Luna,
5° D.; Ignacio Mendoza, 6° D.; Antonino Juncos, 7° D.; Moisés Huerta, 8°
D.; Francisco B. Méndez, 10° D.; Nicanor Serrano, 11° D.; Pedro Suárez, 12°
D; Felipe Xicohténcatl, 13° D.; Ezequiel M. Gracia 14° D.; y Manuel Gómez
Lomelí, 15° D.104

Hubo elecciones presidenciales resultando favorecido el señor Venustia-


no Carranza (1917-1920).

Mueren Zapata, Carranza, Villa y Obregón


Pero la paz continuaba ausente del país. El 10 de abril de 1919 Zapata fue
muerto a traición en Chinameca, Mor., por tropas del gobierno carrancista y,
en mayo de 1920, un nutrido grupo de militares inconforme con la imposición
del honesto, aunque impopular Ignacio Bonillas, como sucesor civil de don
Venustiano, proclamó el insurrecto Plan de Agua Prieta en Sonora, al que se
unió el gobernante tlaxcalteca Máximo Rojas en contra del presidente, quien
en su intento por escapar al puerto de Veracruz para instaurar allí su gobierno
salió con todas las dependencias oficiales el 7 de mayo del Distrito Federal,
se detuvo en Apizaco, Tlaxcala y luego de un ataque de los alzados, continuó
hasta la estación de Algibes, Pue., donde al serle cerrado el paso abandonó los
trenes junto con el tesoro de la nación y mucho del personal administrativo.
Combatió a los atacantes y perseguido, se internó en la Sierra Norte de Puebla
cayendo asesinado por sus enemigos en la madrugada del día 21, durante un
ataque a la ranchería de Tlaxcalantongo, Puebla.

104
Tlaxcala, textos de su historia, T 12, pp. 455-456.

— 88 —
Índice
Época del México Independiente

El congreso designó presidente sustituto al señor Adolfo de la Huerta,


sonorense del grupo rebelde que en una acción sin precedente, en solo seis
meses de gobierno logró hábilmente la pacificación de todo del país sin dis-
parar un tiro. El caso excepcional más significativo fue el sometimiento del
general Francisco Villa. Los valiosos aciertos de don Adolfo en tan breve lap-
so han sido injustamente omitidos por la historiografía oficial, debido a que a
finales de 1923 de la Huerta encabezó una rebelión fallida contra el gobierno
de Álvaro Obregón.

Don Adolfo convocó a elecciones de las que resultó presidente de la re-


pública el general Obregón, con quien se inició una nueva etapa histórica bajo
el dominio Obregón-Calles, en la que prácticamente se establecieron las bases
sociopolíticas y económicas del México moderno, aunque reprimiendo con
mano dura alzamientos como el del señor de la Huerta (1923), propiciando la
muerte del general Villa (VII 1923) y luego combatiendo con encono la cruen-
ta guerra cristera (1927-1929) motivada por la estricta aplicación callista del
artículo 130 constitucional, que produjo muchas víctimas en los Estados del
centro-norte de la república.

En su intento por volver a la presidencia de la nación para otro periodo


de gobierno, el nuevamente electo general Obregón murió asesinado el 17 de
julio de 1928 a manos de un católico fanático en el restaurante La Bombilla de
la ciudad de México, cuando la diputación de Guanajuato festejaba su triunfo.
Situación electoral que implicó modificar la Constitución, ante el desagrado
del pueblo al sentirse impotente para evitarlo. Después de este suceso, no ha
habido nuevos intentos formales de reelecciones presidenciales.

El general Calles, libre del contrapeso obregonista, ejerció a partir de en-


tonces un estricto control sobre sus sucesores, periodo llamado popularmente

— 89 —
Índice
Época del México Independiente

“el maximato”, hasta que el presidente Lázaro Cárdenas del Río, rebelándose
contra la nociva influencia «callista» y su molesta crítica que le impedía gober-
nar con libertad, sorpresivamente dio fin a tan incómoda situación apresando
a Don Plutarco en su hacienda Santa Bárbara, sobre la salida de la Cd. de Mé-
xico a Puebla, para expatriarlo de inmediato a los Estados Unidos de América
por vía aérea el 10 de abril de 1936, con tres de sus seguidores incondiciona-
les: Luis N. Morones, Luis León y Melchor Ortega, explicando al país que la
expulsión del general Calles había sido una medida necesaria por imperativo
de salud pública.105

105
Discurso del general Cárdenas, Historia Gráfica de la Revolución Mexicana, T 6, Trillas 1960,
p. 2005.

— 90 —
Índice

A l fin de la postrera etapa de la Revolución Mexicana, Tlaxcala, pade-


ciendo aún grandes carencias, pero apoyada en su nueva Constitución
enderezó sus pasos por la ardua senda del progreso, habiendo vivido en las
décadas de los años veinte y treinta un quebranto económico severo que
pudo sortear.

Soportó brotes de inquietudes políticas entre diversos partidos como el


Socialista Tlaxcalteca, el Liberal Constitucionalista Tlaxcalteca, el Reivindi-
cador Tlaxcalteca y otros que se disputaban el poder local, sin llegar a alterar
del todo las prioridades fundamentales en educación, dotación de tierras e
industrialización, actividad ésta que se vio alentada en los años de la Segunda
Guerra Mundial y posteriores, cuando también comenzó un programa oficial
de envío de braceros mexicanos al vecino país del norte con la participación
de muchos campesinos tlaxcaltecas, cuyo apoyo económico al área rural de
su procedencia fue evidente.

En la década de los años 40 la política interna se confabuló para desti-


tuir al gobernador Tlaxcalteca ingeniero Manuel Santillán Osorno, a quien
atribuyeron múltiples deficiencias.

Últimas colonizaciones y resurgimiento del problema agrario


Doña Natalia Teniza Portillo
Con la idea de resolver los problemas locales agrarios, finalizando la referida
década hubo un programa de colonización para el norte de Tamaulipas que

— 91 —
Índice
Época Contemporánea

no tuvo el éxito esperado. Lo mismo sucedió con posteriores intentos en el


norte de Veracruz, en Baja California, Campeche y Quintana Roo, de cuyos
resultados carecemos de la información confiable que debe ser parte de la
historia sobre los últimos asentamientos tlaxcaltecas en esa y otras entidades.

Nuevamente, en el periodo 1960-1970 campesinos y estudiantes orga-


nizados (Federación de Estudiantes Tlaxcaltecas), presionaron al gobierno
demandando mayor afectación a las haciendas mejor libradas del reparto
agrario, obteniendo soluciones oficiales que calmaron por lo pronto los exal-
tados ánimos de los campesinos.106

Esta nueva respuesta tampoco solucionó el problema agropecuario


del pueblo, caracterizado por el minifundismo, su baja productividad carente
de técnicas modernas, sujeta además a la variabilidad climática, a la falta de
agua de riego, al elevado costo de los insumos y a los limitados apoyos oficia-
les. Circunstancias propiciatorias del abandono del campo y de la emigración
de jóvenes campesinos a las urbes nacionales o extranjeras, señalándose el
último destino (los Estados Unidos de América) como de alto riesgo.

Durante la confrontación agrarista referida, destacó la figura de la lu-


chadora social doña Natalia Teniza Portillo, campesina originaria de Santa
Apolonia Teacalco, Tlax., lideresa natural que mucho influyó en la última
dotación de tierras y creación de centros de población ejidal en el norte del
Estado, en beneficio de sus compañeros de ideales, apoyada por estudiantes de
la FET, por la Central Campesina Independiente y por el Partido Comunista

106
Ramos Galicia, Sergio, Tlaxcala 1960-1980, monografía histórica, Gobierno del Estado,
Tlaxcala, 1998, pp. 79-92.

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Época Contemporánea

Mexicano, con cuyo respaldo la señora Teniza fue diputada al Congreso local
de 1981 a 1983.107

Cismas religiosos en el siglo XX


También hubo conflictos entre grupos religiosos. Algunos derivados de la
intolerancia. Otros surgieron en la primera mitad del siglo de la misma grey
católica del Estado, bajo un par de posiciones cismáticas nacionalistas poco
estudiadas. La primera ocurrió en 1919 en San Miguel Tenancingo donde
algunos seudo sacerdotes tomaron el templo con apoyo parcial del pueblo
hasta agosto de 1955, en que las autoridades desalojaron sin mayores conse-
cuencias a José Eduardo Dávila, quien se hacía llamar arzobispo primado y
Papa de la Iglesia Católica Mexicana.

Un caso similar sucedió en Santa Anita Nopalucan cuyo templo eligió


como sede el Papa cismático Eduardo I, Miguel Bueno Bonilla, operando des-
de 1956 hasta 1959, cuando las autoridades de Hacienda recuperaron el in-
mueble y lo devolvieron a la comunidad católica, lo que dio fin al problema.108

Sucesos cruentos en el D.F.


Octubre de 1968 y junio de 1971
El 2 de octubre de 1968, luego de algunos meses de tensión por un movimiento
originado en el Distrito Federal, tras una disputa de escolares que se politizó,
siendo presidente el licenciado Gustavo Díaz Ordaz, quien al sentir amenaza-
da la realización de la primera Olimpiada en Latinoamérica, próxima a inaugu-
rarse en la gran ciudad el día 12, bajo presiones externas y con notoria carencia
de tacto político, ordenó al ejército y a la policía ocupar las instalaciones de la

107
Fernández Ordóñez Susana, op. cit. pp. 211-217.
108
Nava Rodríguez Luis, Tlaxcala Histórica, México 1964, pp. 57-63.

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Época Contemporánea

UNAM y del Instituto Politécnico Nacional, así como reprimir violentamente


la pacífica concentración estudiantil reunida el día 2 de octubre en la Plaza de
Tlatelolco, con trágicos resultados. El presidente estaba convencido de com-
batir una conjura internacional.

El escarmiento logró su objetivo. Hubo muchos estudiantes presos y po-


líticos conocidos. Pero el costo fue elevado: muertos, heridos y desaparecidos
y un gran rencor popular hacia el gobierno. La medida oficial causó tanto daño
a la conciencia pública que ante su impotencia, puesto que ningún funcionario
recibió castigo, hasta ahora, cada año se conmemoran los nocivos efectos.

El diez de junio de 1971, el gobierno del licenciado Luis Echeverría Álva-


rez, enfrentó otro brote similar, surgido en la Universidad Autónoma de Nuevo
León y respaldado por el ofendido estudiantado del D.F., que en la capital del
país otra vez fue reprimido pero ahora por la policía y fuerzas especialmente
entrenadas (los “halcones”), resultando nuevas víctimas entre quienes osaron
desafiar el autoritarismo presidencial, negado a todo entendimiento civilizado.

Dichas agitaciones fueron consideradas por el gobierno como subver-


sivas, sin entender el profundo sentido político-social que implicaban. Abar-
caron escuelas secundarias, preparatorias, normales, técnicas, universitarias,
gremios sindicales y campesinos, repercutiendo también en Tlaxcala, donde
contaron con el decidido apoyo de la Federación de Estudiantes Tlaxcaltecas
(FET) presidida por el activista tlaxcalteca Ernesto García Sarmiento.

Evidente progreso de Tlaxcala


Tras los arduos procesos que vivió Tlaxcala, para la segunda mitad del siglo
XX, la entidad avanzó en su desarrollo general ampliando o creando indispen-
sables centros educativos en todos los niveles:

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Época Contemporánea

Universidad Autónoma de Tlaxcala, Universidad del Altiplano, Universi-


dad del Valle de Tlaxcala en Apizaco, los Tecnológicos de Tlaxco, Huamantla,
Apizaco, extensiones de Campus universitarios del Distrito Federal, Puebla
y Tlaxcala UAT, el Instituto Tecnológico del Altiplano (Xocoyucan), más te-
lesecundarias y muchas otras escuelas oficiales y particulares de enseñanza
elemental, media, técnica y profesional.109 En materia deportiva se cuenta con
instalaciones que permiten la preparación en varios niveles, de prospectos des-
tinados a competencias de carácter internacional.

También dispone la ciudadanía de importantes plazas comerciales mo-


dernas, atención médica oficial y privada, así como de la representación de la
banca nacional e internacional, compañías de seguros y casas de préstamos y
cambio de moneda. Para recreación turística disponemos de varias agencias
especializadas y hasta un servicio de globos aerostáticos. Además, el 14 de
agosto de 2007 se otorgó a Huamantla la designación de Pueblo Mágico y a
Tlaxco el 25 de septiembre de 2015.

Los poderes legislativo y judicial, así como dependencias del sector salud,
ocupan instalaciones nuevas más adecuadas para sus actividades. Se han creado
museos, estaciones de radio en A.M. y F.M., de televisión por cable y vía satélite
con repetidoras de canales foráneos, ampliándose la cobertura de las redes tele-
fónicas con las modalidades de internet y variantes. Se abrieron modernas salas
cinematográficas. Contamos además con los corredores industriales de Teolo-
cholco, Panzacola, Ixtacuixtla, Calpulalpan, Xalóztoc, y Ciudad Xicohténcatl.

Recientes carreteras y autopistas como la nueva vía rápida a la Angeló-


polis, “El arco norte” que facilita la conexión de Tlaxcala con el septentrión

109
Anda Gutiérrez, Cuauhtémoc, Tlaxcala hoy, México 1998, pp. 118-135.

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Época Contemporánea

nacional vía la autopista a Querétaro, colocan a la entidad tlaxcalteca como


una de las mejores comunicadas de México. La ciudad de Tlaxcala dispone de
un helipuerto y en Atlangatepec se construyó el aeropuerto estatal cuyo uso
actual está controlado por las fuerzas armadas.

Al suprimirse el servicio ferroviario de pasajeros, añorado por mucha


gente, solo ha logrado persistir el de carga manejado por empresarios par-
ticulares. En forma paralela se ha incrementado el transporte carretero de
pasaje ordinario, de carga y turístico con los servicios inherentes a éste que
llegaron a operar viajes directos de Tlaxcala a las dos terminales del frecuen-
tado aeropuerto internacional de la Ciudad de México. Debe señalarse que
el aeropuerto internacional Hermanos Serdán, ubicado en Huejotzingo, Pue-
bla, a pocos kilómetros de la capital tlaxcalteca amplía y facilita asimismo la
transportación aérea.

Todo ello, junto con la alternancia política de los últimos periodos de


gobierno, dan testimonio del acentuado y largo proceso evolutivo que, según
consenso popular, tomó nuevo auge desde el inicio del gobierno del licenciado
Emilio Sánchez Piedras (1975-1981), cuando su administración fue de las pri-
meras en verse favorecida por una mejor distribución federal de las finanzas
públicas de apoyo, que comenzó a reflejarse sensiblemente en la transforma-
ción de Tlaxcala, cuyo progreso es impostergable incrementar sobre todo en
el aspecto educativo e industrial ante la urgencia de atender las cada vez ma-
yores necesidades históricas, pendientes de solución y combatir así los males
contemporáneos de creciente incidencia, como la emigración, inseguridad y
desocupación que indudablemente cederán bajo el efecto de la creación de su-
ficientes empleos debidamente remunerados, que arraiguen a los tlaxcaltecas
en la tierra de sus ancestros.

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