Está en la página 1de 7

Trabajo de Ética sobre Emotivismo y Relativismo metaético

Alumno Pablo Carrasco de Armas

Grupo 1 de tercer año de Profesorado de Filosofía Semi-presencial

Profesora Carolina Pallas

Curso de Ética

08/10/2020
1) ¿Qué funciones reconoce Stevenson en un juicio moral como “es malo robar”?

Seguramente para Stevenson un juicio moral como ese indicaría mucho más que una
simple valoración de una conducta notoriamente reprobada por la sociedad y que se apoya
en la sanción que la ley le aplica a tal mala acción, tal juicio indicaría la intención de quien
la emite de influenciar al sujeto destinatario de la misma a que se abstenga a realizar esa
acción porque cree que esa abstención es buena.

Stevenson nos decía que el uso del lenguaje acompaña a propósitos diferentes, ya sea un
uso descriptivo cuando se quiere comunicar o describir un hecho de la realidad o también
un uso del lenguaje con un propósito dinámico, o sea, suscitar en los otros un tipo de
conducta o estado de ánimo que se manifiesta a través de la expresión de sentimientos que
se explicitan mediante exclamaciones, gestos, actitudes y exageraciones en la acción
comunicativa, en lo discursivo, todo ello con el objetivo de manifestar ese sentimiento y
tratar de convencer que actuar de la manera que cree buena, aconsejable y deseable, por
ello la función es obviamente imperativa para que se actúe de esa forma.

Cuando el juicio moral afirma acerca de lo negativo y moralmente cuestionable del acto
del robo, no solo informa acerca de la posible sanción y desaprobación de la sociedad en
ese tipo de hechos y conductas, sino que lo que se propone es justamente determinar que la
conducta del prójimo se proyecte por sobre los sentimientos de rechazo que se manifiesta
en toda la riqueza del habla de quien pronuncia el juicio moral, cohesionándolo y
presionando para que nunca llegue a realizar este tipo de acción o conducta. Podemos decir
entonces que el juicio moral tiene la función expresiva de influir en la opinión y el curso de
la conducta o acción de los sujetos. Aceptar que el juicio moral “es malo robar” es bueno,
nos llevaría irremediablemente a aceptar y obrar contrariamente a lo que sería el robo,
orientándonos a obrar de acuerdo a la intención de quién expresa el juicio moral. De esta
forma, el juicio moral además de tener una función expresiva también ejerce una función de
presión normativa sobre el sujeto, convenciéndolo de que robar es malo y por lo tanto
persuadiéndolo a no realizar este tipo de conducta.

Este tipo de juicios según Stevenson, suele creerse que se apoya en el pensamiento
racional; no obstante, esas razones tienen más relación emotiva que lógica con los juicios
morales que se expresan, ya que están estrechamente vinculadas con nuestro sistema de
creencias. Dice que la comprobación más inmediata de esta realidad se da cuando al
cambiar o modificar nuestro sistema de creencias también logramos alterar los juicios
morales acerca de determinadas acciones, o sea, que están íntimamente relacionadas por lo
psicológico y no tanto por una relación lógica, como podría suponerse del pensamiento
racional. Lo emotivo es mucho más importante en la hora de determinar un razonamiento
moral.

2) Presenta las razones por las cuales se sostiene que el emotivismo es una
superación del subjetivismo humano.

Hume tenía una concepción subjetivista acerca de la moral, considerando que ella no
estaba relacionada con los hechos o en función de la razón, sino que estaría determinada
por las pasiones y los sentimientos individuales del sujeto al obrar y que la razón debería
estar necesariamente subordinada a esas pasiones. La razón en este sentido juega, según
Hume, un rol de asesor a la pasión para ayudarla a elegir el mejor medio de lograr o
alcanzar los objetos que desea. Asegura que la razón no es el motivador de la voluntad sino
que tan sólo sirve y obedece a las pasiones, a quién además no logra oponerse en tanto es
quien determina la acción del sujeto y es la pasión quién define o decide acerca de la
acción moral. Sostenía Hume que la moral es más sentida que juzgada, dando cuenta de que
la moral no es asunto que pueda solventarse mediante el uso de la razón, el criterio sobre el
bien y el mal viene dado por el sentimiento de aprobación o reprobación que
experimentamos frente a ciertos actos de acuerdo con una perspectiva individual. Si surgen
dos posturas individuales distintas ante un mismo acto, según Hume no hay técnicamente
un desacuerdo, pues los juicios de valor de ambos son verdaderos, en tanto reflejan sus
pareceres. En este sentido podríamos decir que éste sería un punto débil o cuestionable de
su teoría, ya que nos colocaría frente a un relativismo moral.

No obstante ello, podríamos considerar que la postura de Stevenson podría ser una
superación a la postura de Hume, ya que destaca no tanto la función descriptiva o
expresiva de los términos morales como su condición dinámica, de influir en los demás
individuos como una forma de magnetismo, que a través de la influencia que ejerce sobre
los demás valiéndose de los recursos expresivos, trata de influir en la opinión y por ende en
la conducta de los individuos. De esta forma, según Stevenson si aceptamos en coincidir
con la afirmación de que algo es bueno, estaríamos condicionados en principio a obrar en
consecuencia de ese parecer. Por lo tanto, a diferencia de Hume, los juicios morales no
sólo tendrían un valor expresivo, sino que mediante ellos es posible ejercer una presión
normativa sobre los individuos para que actúen moralmente en una determinada dirección.

Stevenson considera que los juicios morales comúnmente están respaldados en el uso de
la razón, pero esa relación es de segundo orden, ya que la emoción y la relación psicológica
que sostenemos con nuestro sistema de creencias son las determinantes de los juicios
morales.

3) ¿Cómo podemos influir en la conducta de otro para que siga el juicio


presentado en el numeral a)?

Stevenson nos señala que existen dos propósitos diferentes en la utilización del
lenguaje, y para tratar de influir en la conducta de otro individuo debo tener en primer lugar
el propósito de hacerlo y para ello hacer uso dinámico del lenguaje, que se vale de lo
emotivo, mediante el cual también estará presente en la mayoría de los casos el uso
descriptivo, en el sentido de que voy a informar y aclarar a cerca de lo comunicado; pero
son los sentimientos y la utilización consciente de todos los recursos expresivos del
lenguaje, ya sea realizando inflexiones en la voz, dándole un tono distinto de expresividad
en determinado momento acompañado de interjecciones y cargado de la emotividad que las
palabras puedan representar en su significado emotivo e interpretación circunstancial, lo
que podrán finalmente influir en el pensamiento y conducta del destinatario del mensaje.
Ello resulta como una forma de coacción o de presión normativa que sutilmente se ejerce
para determinar a que el otro acabe validando mi pensamiento de tal forma que al coincidir
con él lo lleve necesariamente a obrar en consecuencia, como una forma de marcar una
tendencia en su conducta.

En este sentido, Stevenson nos dice que ciertas palabras, a causa de su significado
emotivo son apropiadas para el uso dinámico que pretendemos darle. Veamos, por ejemplo,
en el juicio señalado más arriba “es malo robar”, la palabra “robar” tiene una carga emotiva
importante de rechazo, visto como algo negativo y oprobioso, que debe ser penalizado y
evitado de todas formas. Podría además surgir una limitación, a pesar del uso premeditado
y exclusivo de esa palabra en vez de otra, en el sentido de que tendríamos que observar la
forma en que la persona expresa ese juicio moral para saber si realmente está tratando de
influir o simplemente se está jactando, lo dice en tono de sorna y burla o simplemente lo
tira como una indirecta. Para ello necesitaríamos estar en pleno conocimiento de las
circunstancias y gestos que acompañan la emisión del juicio moral para saber si
dinámicamente el uso del lenguaje va en el sentido de tratar de influir en la conducta del
otro. Por otro lado, si utilizáramos otra elaboración de ese mismo juicio moral como
“apropiarse de cosas que no nos pertenecen no es lo correcto”, la carga emotiva pierde
fuerza en el sentido de la presión normativa que inicialmente se buscaba.

De esta forma, son varios los factores que deben confluir en una misma dirección para
que podamos influir en la conducta del otro. Lo primero es la intención de hacerlo y luego
una correcta utilización del lenguaje y todos los medios expresivos y emotivos que traten de
convencer en esa dirección. Como bien lo señala Stevenson “…su juicio ético tiene una
fuerza casi imperativa que, operando mediante la sugestión, e intensificada por el tono de
su voz, le permite fácilmente empezar a influir en los intereses del individuo, a
modificarlos.” En este sentido, todo lo que vendrá luego como información adicional a la
emisión del juicio, como las consecuencias que acarrea el cumplimiento o no del mismo,
sirven como un medio por el cual se trata de reforzar la presión normativa.

Ahora bien, podríamos también ser mucho más eficientes en el cometido de influir en la
conducta de otro para que siga el juicio moral, si le doy el rasgo de lo imperativo, de
mandato, con toda la carga de sanción que supone realizar el acto de robar, por ejemplo, en
vez de expresar “Es malo robar”, podría decir “Además de malo, indigno y prohibido, el
robo debe ser duramente castigado”. Como vemos, hay un desarrollo más extenso del juicio
y por ende se amplía la posibilidad de expresión en todos los términos, acompañado de
diversas palabras que tienen un significado emotivo significativo: malo, indigno, prohibido,
duramente castigado. Esto deberá ser acompañado de una debida carga expresiva, emotiva
y gestual con el fin de convencer al otro, tal cual yo estoy convencido, de que el acto de
robar es un juicio moral que más allá de ser bueno o malo ante quien se presente y ante la
necesidad de hacerlo por motivos vitales o no (si me estoy muriendo de hambre y veo un
plato de comida me veré tentado a robarlo), trato de definir o influenciar en el prójimo un
tipo de acción o conducta que se orienta con mis propios intereses.

4) ¿Qué debilidades y atractivos encuentras en el emotivismo?

Una de las cuestiones que me resultan interesantes a favor del emotivismo, es que
contempla un aspecto de la vida del ser humano, como lo son las emociones, los
sentimientos y todos los aspectos psicológicos y de creencias del sujeto moral
contemplando así múltiples aspectos, puntos de vista y situaciones mediante el cual un
juicio moral puede ser valorado de diferentes formas, contemplando diversas posibilidades
de comprender la conducta y las acciones del hombre inmerso en una realidad multicultural
y social que no se restringe a una forma impuesta y predeterminada de valoración ética,
como lo supondría, por ejemplo, el imperativo categórico de Kant, de un realismo moral,
contemplándose entonces la posibilidad de un cuestionamiento al racionalismo ético. Creo
que es importante que mediante ésta concepción la ética no se restringe a un rol de lo
meramente descriptivo, sino que además posibilita que operar cambios en la conducta del
hombre a través de una sutil sugestión que mediante los juicios morales orienta a la
conducta del individuo en el sentido de que son las buenas razones quienes sustentan esos
juicios y no tan solo meras opiniones, como muchas presuponen quienes reivindican de la
ética características que no condicen con su naturaleza y que pretenden hacerla convincente
para la ciencia. Con el emotivismo podemos comprobar que si existen pruebas en los
juicios morales, distinguiendo que son cosas distintas probar que una opinión es correcta y
otra distinta persuadir al individuo para que acepte esas pruebas.

No obstante el amplio espectro que nos abre el emotivismo ético en la valoración del
juicio moral, sabemos que las emociones y los sentimientos son tan variados, diversos y
subjetivos en los individuos, que muchas veces resultan ser contrarios a la razón y a lo que
el sentido común podría decirnos. La razón, como condición esencialmente humana podría
verse no tan solo subordinada a aspectos psicológicos y afectivos, cosa que no estaría del
todo mal, sino que podría quedar socavada e ignorada en tanto sean tan solo los
sentimientos quienes condiciones y determinen la conducta del hombre, llevado
exclusivamente por lo emocional y desdeñando la razón.

Bibliografía:

 Stevenson, Charles L.; Cuadernos de Ética, El significado emotivo de los juicios


éticos: numeral II, III y I; Ayer, A. J. (1981) El positivismo lógico, FCE, México,
pp. 269-286.

 Rachel, James; El Subjetivismo, Peter Singer (ed.), compendio de ética: capitulo


38, páginas 581 a 592. Alianza Editorial Madrid (1995).

 Pallas, Carolina; Introducción a la Metaética, Material de revisión elaborado en el


marco del curso de Ética del Profesorado de Filosofía/Modalidad Semipresencial –
CFE; Montevideo (2020).

 Pallas, Carolina; Borrador/Pizarrón de clases.

También podría gustarte