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La crisis de Guayaquil: los estragos del neoliberalismo

Tercera y última parte. La modernización del socialcristianismo

Mtro. José Luis García Hernández

“Para entonces Guayaquil era una perla en ruinas.


Saqueada, destruida, sumergida en corrupción y basura.”
Ecuavisa, Semblanza de León Febres-Cordero.

“[…] Podredumbre física y moral que constituyen el más fiel reflejo de lo que actualmente
es Guayaquil, ciudad que ha topado fondo […]”. Estas fueron algunas de las palabras
pronunciadas por León Febres-Cordero en 1992, cuando asumió la alcaldía de Guayaquil.
Llegó a través del Partido Social Cristiano, heredero de los principios del Partido
Conservador ecuatoriano del siglo XX: modernización permanente del Estado y libre
mercado.
Desde aquel año, la historia de Guayaquil ha estado marcada por el socialcristianismo
y sus liderazgos, que se erigieron en una identidad y un orgullo guayaquileño excluyentes de
una amplia parte de la población. Una identidad blanca, un orgullo blanco. Era necesario
diferenciarse de las otras regiones del Ecuador: del indígena de la sierra, del afrodescendiente
de la costa.
Desde 1992 sólo ha tenido tres alcaldes: Febres-Cordero (1992-1996), Jaime Nebot
Saadi (1996-2019) y Cynthia Viteri (actual alcaldesa) todos del Partido Social Cristiano que
llegó para perpetuarse en una ciudad tan desigual. Administraciones que tienen una visión
dominante de la ciudad, de sus espacios, de sus habitantes. Sus discursos siempre están
encaminados a la salvación de Guayaquil a través de la modernización de la ciudad, lo que
ha implicado la creciente privatización de los servicios municipales, de lo que ellos y ella
han denominado una limpieza social y moral de la ciudad.
Frente a esto, no cabe extrañarnos de las decisiones que está tomando su actual
alcaldesa, después de tres semanas de ausencia, para contener la crisis social y sanitaria que
vive la ciudad de Guayaquil. Por ejemplo, cercar las zonas de mayor contagio y aislarlas,
utilizando a las Fuerzas Armadas y a la Policía Nacional. Se trata de las zonas más pobres de
la ciudad, que han sido el afeamiento y un estorbo para el progreso. Zonas que no ha podido
“modernizar” el socialcristianismo.
Estamos ante una alcaldesa con decisiones torpes. Basta recordar que el 18 de marzo,
en medio de la declaratoria del Estado de Emergencia Sanitaria, Viteri envió a obstaculizar
las pistas de aterrizar del aeropuerto de la ciudad, José Joaquín de Olmedo, ante la llegada de
dos vuelos humanitarios provenientes de España y de los Países Bajos que repatriarían a
ciudadanos de aquellos países.
A través de un vídeo de su cuenta de Twitter asumió toda la responsabilidad de aquella
decisión. Argumentó que la tripulación provenía de Madrid y que ésta se quedaría en un hotel
aguardando para poder despegar en los próximos días y, por tanto, ella no permitiría que la
tripulación se quedará en Guayaquil, pues provenía de uno de los focos de infección de
Europa.
El Comité de Operaciones Emergentes (COE), el único ente que marca las acciones
en el Ecuador en el Estado de Emergencia Sanitaria, informó que la alcaldesa había violado
una decisión estatal dificultando la actividad aérea planificada en este contexto. Se empezó
a manejar que la Fiscalía General del Ecuador investigará dicha situación, pues podría ser
procesada penalmente.
El 19 de marzo, un día después de esto, Cynthia Viteri anunció a través de su cuenta
de Facebook: “el día de hoy me informaron que he sido contagiada de coronavirus” y, por
tanto, se quedaría en su casa. Desapareció de la escena pública. Pasaron al menos tres
semanas para que Viteri regresará a sus labores, días en que se agudizó la crisis en Guayaquil
y comenzaron a aparecer las escenas desgarradas de la población más pobre de la ciudad. Los
medios de comunicación ya no hablaron del evento del 18 de marzo.
Viteri sólo apareció el 27 de marzo para “culpar” al gobierno central de lo que estaba
ocurriendo en Guayaquil. Y que sería ella quien salvaría a su ciudad. Se trata de un mensaje
en el que habla de inoperancia del gobierno, de la ineficacia de las autoridades, del colapso
de los hospitales. Al parecer en ese momento olvidó que ella era la alcaldesa de Guayaquil.
¿O será que vio la oportunidad de lanzar su campaña electoral para las próximas elecciones
presidenciales del 2021 convirtiéndose en “La Salvadora” frente a un gobierno central
inoperante?
Decisiones torpes y “logros” que juegan con la dignidad de la gente. Después de la
difusión de lo que ocurre en Guayaquil por parte de sus habitantes, la alcaldía de la ciudad
ostentó que repartiría ataúdes de cartón “para brindar una digna sepultura” a las personas
fallecidas, pues había logrado que empresas privadas donarán cajas de cartón.
Una ciudad llena de contraste donde se mezclan los grandes negocios comerciales y
la opulenta riqueza de la clase alta del Ecuador frente a las imágenes desgarradoras de los
barrios populares que buscan de forma desesperada salir de la crisis.

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