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Artículo 117

I. Ninguna persona puede ser condenada sin haber sido oída y juzgada
previamente en un debido proceso. Nadie sufrirá sanción penal que no haya
sido impuesta por autoridad judicial competente en sentencia ejecutoriada.

II. Nadie será procesado ni condenado más de una vez por el mismo hecho.
La rehabilitación en sus derechos restringidos será inmediata al
cumplimiento de su condena.

III. No se impondrá sanción privativa de libertad por deudas u obligaciones


patrimoniales, excepto en los casos establecidos por la ley.

Presentación
El Artículo 117 se encuentra en el apartado dedicado a las garantías
jurisdiccionales. Hace referencia a que ninguna persona puede ser
condenada sin ser oída y juzgada, que ninguna persona será juzgada más de
una vez por un mismo hecho y que no se interpondrán sanción privativa de
libertad por deudas u obligaciones patrimoniales excepto los casos
establecidos por la ley.

Descripción
El Artículo 117 se encuentra en el Capítulo Primero (Garantías
Jurisdiccionales) que corresponde al Título IV (Garantías Jurisdiccionales y
Acciones de Defensa) de la Primera Parte de la Constitución Política del
Estado (Bases Fundamentales del Estado Derechos, Deberes y Garantías).

El artículo está compuesto por tres parágrafos: el primero establece que


ninguna persona será condenada sin haber sido oída o juzgada por un
debido proceso; el segundo señala que ninguna persona será procesada o
juzgada más de una vez por el mismo hecho; y el tercer parágrafo señala que
no se impondrá sanción privativa de libertad por deudas u obligaciones
patrimoniales, excepto en los casos establecidos por la ley.

De acuerdo a lo establecido por el Artículo 411 se puede afirmar que el


Artículo 117 es rígido, sólo puede ser reformado a través de una Asamblea
Constituyente originaria plenipotenciaria, activada por voluntad popular. La
vigencia de la reforma necesitará la aprobación por dos tercios de la
Asamblea Constituyente y el posterior referendo constitucional aprobatorio.

A partir de la revisión de los archivos de la Asamblea Constituyente, se


puede observar que el Artículo 117 se consolida en el Proyecto de Texto
Constitucional aprobado en Grande, en Detalle y en Revisión en Oruro.
Tiene antecedentes en el Proyecto de Texto Constitucional aprobado en
Grande en Chuquisaca, así como en los informes por mayoría y por minoría
de la Comisión 3 (Derechos, Deberes y Garantías) de la Asamblea
Constituyente.

Las garantías constitucionales de ser oído antes de ser juzgado y de ser


condenado mediante una sentencia ejecutoriada se encuentran en la historia
constitucional boliviana desde el texto constitucional de 1967. La
Constitución vigente es la primera en precisar esta garantía conjuntamente
con el principio que señala que uno no puede ser juzgado dos veces por el
mismo hecho (non bis in idem) y con la proscripción de la cárcel por deudas.

Derecho a ser oído antes de ser


condenado -Categoría-
El derecho a ser oído es la base fundamental del sistema penal acusatorio,
conforme a lo dispuesto en los artículos 117, 120 y 121. Este derecho se
configura como el derecho a la defensa material. Debe enfatizarse que el
mismo es un derecho y no así una obligación.

En el sistema inquisitivo se presume la culpabilidad del delincuente, en


consecuencia su voz, lo que éste tiene que decir, no es de importancia. En el
sistema penal inquisitivo la voz del delincuente es una voz distorsionada,
oscurecida, borrosa y ante todo una expresión que sólo puede decir su
culpabilidad[1]. Además, una característica propia del sistema penal
inquisitivo ha sido el secreto en el cual se desarrolla el proceso, las distintas
maneras en las que se privilegia un proceso escrito, oscuro y poco o nada
transparente.

En los procedimientos de tipo


inquisitivo la declaración del
imputado no es un acto en el cual se
ejerce el derecho de defensa material,
sino el momento en el que se trata de
provocar la confesión del imputado
(Binder, 2010:156-157)

En el sistema penal acusatorio se presume la inocencia del imputado (del


acusado) conforme a lo dispuesto en el Artículo 116, y en consecuencia se
parte por construir su culpabilidad. Se prohíbe cualquier forma de coacción,
de tortura o de violencia dirigida contra el imputado, conforme a lo
dispuesto en el Artículo 114, y se privilegia un juicio oral, es decir un juicio
que permita la defensa material del acusado.

[L]a oralidad es un instrumento,


un mecanismo previsto para
garantizar ciertos principios básicos
del juicio penal. En especial, ella sirve
para preservar el principio de
inmediación, la publicidad del juicio y
de la personalización de la función
judicial […] Obsérvese que, en el
fondo, el mecanismo es simple: si se
utiliza la palabra hablada, las personas
deben estar presentes (inmediación) y,
además, se comunican de un modo
que es fácilmente controlable por otras
personas (publicidad) (Binder,
2010:100-101)

El proceso penal acusatorio privilegia, entonces, el carácter público, oral y


contradictorio en todas las etapas del proceso, en este sentido el imputado
tiene derecho tanto a una defensa técnica como a una defensa material. La
primera, la defensa técnica, se refiere al asesoramiento y en algunos casos
representación por parte de un abogado[2]. Si el imputado no pudiera pagar
uno el Estado se lo provee. La segunda, la defensa material, es la que puede
llevar a cabo el mismo imputado, el mismo acusado. “El derecho a la defensa
material se concreta primordialmente a través del derecho a ser oído o el
derecho a declarar en el proceso” (Binder, 2010:156) En este sentido se
garantiza la participación y presencia del imputado en el proceso penal, lo
cual supone también que éste conoce todos los elementos que se construyen
en el mismo.

Como señala Binder:

Paralelamente a este derecho a


declarar y presentar su versión de los
hechos, el imputado tiene,
personalmente, otras facultades.
Puede intervenir en todos los actos del
proceso, puede presentar prueba y
puede examinar y controlar la prueba
(Binder, 2010:157).

Las ventajas del juicio oral y del derecho a la defensa en el mismo, ya fueron
planteadas hace dos siglos por Jeremías Bentham.

Como señala Ferrajoli, citando a Bentham:

En un ordenamiento cuyas leyes ‘leyes


fuesen tan sencillas que su
conocimiento estuviese al alcance de
todos los ciudadanos’, escribió
Bentham, cada cual podría ‘dirigir y
defender su causa en justicia como
administra y dirige sus demás
negocios’ y sería por tanto suficiente la
auto-defensa. Pero ‘en el reinado de una
legislación oscura y complicada, de un
modo de enjuiciar lleno de fórmulas y
cargado de nulidades’, es necesaria la
defensa técnica de un abogado de
profesión ‘para restablecer la igualdad
entre las partes, respecto a la
capacidad y para compensar la
desventaja inherente a la inferioridad
de condición del imputado (Ferrajoli,
2001:614).
El derecho a ser oído antes de ser juzgado se constituye, entonces, en una
garantía de presencia del imputado en el desarrollo del proceso penal en
busca de generar las condiciones de igualdad de las partes. Para Ferrajoli
(2001), la sustancia del derecho a la defensa es, en última instancia, lograr la
igualdad de las partes.

Para que la contienda se desarrolle


lealmente y con igualdad de armas, es
necesaria, por otro lado, la perfecta
igualdad de las partes: en primer
lugar, que la defensa esté dotada de la
misma capacidad y de los mismos
poderes que la acusación; en segundo
lugar, que se admita su papel
contradictor en todo momento y grado
del procedimiento y en relación con
cualquier acto probatorio, de los
experimentos judiciales y las pericias
al interrogatorio del imputado, desde
los reconocimientos hasta las
declaraciones testificales y los careos
(Ferrajoli, 2011: 614).

Lo cual significa que no se pueden desarrollar procesos penales sin la


presencia y conocimiento del imputado, en tanto se genera una desigualdad
de las partes en el proceso.

No es posible juzgar y condenar a una persona que no estuviera presente,


dicho de otro modo se prohíbe una condena emergente de un proceso penal
sustanciado en constante rebeldía.

[1] En el proceso penal inquisitivo se comienza con la confesión o confesoria


del supuesto delincuente, dando por hecho de que éste debe confesar, y no
en si asumir defensa.
[2] La declaración del imputado no puede ser nunca reemplazada por una
declaración del abogado defensor.
Concordancias

Artículo 114. Queda prohibida toda forma de tortura, desaparición,


confinamiento, coacción, exacción o cualquier forma de violencia física o
moral. / Artículo 115. Tutela Judicial Efectiva. El Estado garantiza el derecho
al debido proceso, a la defensa y a una justicia plural, pronta, oportuna,
gratuita, transparente y sin dilaciones. / Artículo 116. Se garantiza la
presunción de inocencia. Durante el proceso, en caso de duda sobre la norma
aplicable, regirá la más favorable al imputado o procesado. Principio de
legalidad. / Artículo 120. Toda persona tiene derecho a ser oída por una
autoridad jurisdiccional competente, independiente e imparcial. / Artículo
121. Prohibición de ser obligado a declarar.

Derecho a ser juzgado antes de


ser condenado -Categoría-
El derecho a ser juzgado antes de ser condenado es parte del sistema penal
acusatorio, en el que se sancionan las acciones que se configuran como
delitos en una norma positiva previa al hecho imputado, conforme lo
dispone el parágrafo II del Artículo 116.

En el sistema penal inquisitivo se sancionan a las personas y no a los actores.


Por ello se presume la culpabilidad de la persona, es decir en su naturaleza
misma está el delito. Este es un resabio de la inquisición, en la que se
condenaba a las personas no por lo que hacían, no por sus acciones, sino
porque eran judíos, no creyentes, moros, pecadores, brujas, entre otras
razones.

Ser juzgado en el sistema penal acusatorio supone ser puesto a disposición


de un procedimiento judicial en el cual se evaluará una acusación, se
valorarán los hechos y su relación con la acusación, y se valorará la norma
en relación con los hechos y la acusación, uno es inocente antes de ser
culpable, y no viceversa.

El juicio ha de ser público, con


predominio de actuaciones orales,
contradictorio y sin dilaciones
indebidas. El principio de publicidad
del proceso constituye una de las
garantías más importantes, pues surge
como reacción contra los procesos
inquisitoriales, que eran secretos. El
imputado y el acusado tiene derecho a
ser informado de todas las actuaciones
para que pueda ejercer su defensa, y
pueda de este modo el juicio ser
contradictorio (Bustos y Hormazabal,
2004:29).

Un ser humano puede ser encontrado culpable y en consecuencia ser


condenado por las acciones que hubiera realizado o las omisiones que se le
hubieran probado, o puede ser encontrado inocente y en consecuencia el
juicio está ahí para garantizar sus derechos ante una acusación infundada.

Juzgar supone la acción de emitir un fallo, una decisión sobre un asunto


sometido a conocimiento de jueces o tribunales a través de un juicio. Por
juicio debe entenderse la valoración y la actividad lógica de relacionar, en
este caso, un hecho, una acción, a una persona y a una norma de derecho.
Esta actividad se desarrolla al interior de un proceso penal, en el cual la
persona tiene derecho a ser oída por una autoridad judicial competente
conforme a lo dispuesto en el Artículo 120.

Concordancias

Artículo 116. Se garantiza la presunción de inocencia. Durante el proceso, en


caso de duda sobre la norma aplicable, regirá la más favorable al imputado
o procesado. Principio de legalidad. / Artículo 120. Toda persona tiene
derecho a ser oída por una autoridad jurisdiccional competente,
independiente e imparcial.

Debido proceso -Categoría-


Principio non bis in idem -Categoría-
Los términos en latín non bis in idem se traducen literalmente como no dos
veces lo mismo, y en materia penal se expresan en el principio que señala que
no se puede juzgar ni condenar dos veces a un ser humano por un mismo
hecho. Es posible también encontrar la locución latina ne bis in idem que sería
sinónimo del non bis in idem referido.

Siguiendo a Badeni, el non bis in idem, “es una garantía constitucional de


carácter penal. Conforme a ella una persona no puede ser procesada o
condenada más de una vez por el mismo hecho delictivo” (Badeni, 2010
Tomo II: 828)

Conforme a lo establecido en el parágrafo II del Artículo 117 nadie será


procesado ni condenado más de una vez por el mismo hecho.

Este principio tendría en consecuencia, por lo menos dos dimensiones:

Nadie puede ser procesado más de una vez por un mismo hecho; y nadie
puede ser condenado más de una vez por un mismo hecho.

En el primer caso debe comprenderse por proceso, al trámite sucesivo que se


desarrolla hasta llegar a sentencia. En este sentido si una persona fue
procesada, y tal vez el proceso se paralizó, se vencieron los plazos, o culminó
con una sentencia que declaró la inocencia, esta persona no podrá ser
nuevamente procesada por el mismo hecho.

En el segundo caso debe comprenderse condenado, a la situación en la cual


una sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada condena a una persona
a una pena o sanción. En este sentido si una persona fue condenada, no
podrá volver a ser procesado, ni mucho menos condenado, por el mismo
hecho.

Breve relación doctrinal

Desde un punto de vista doctrinal el principio non bis in idem se relaciona


directamente con los principios de proporcionalidad, seguridad jurídica y
de cosa juzgada, pues prohíbe el desarrollo de dos o más procesos, así como
prohíbe la aplicación de dos o mas sanciones, sea en el mismo orden jurídico
sancionador o en otro, incluyendo en este razonamiento otros sistemas
jurídicos, como es el caso del sistema de pueblos y naciones indígena
originario campesinos.

Por lo señalado, el principio non bis in idem tiene consecuencias tanto en el


derecho sustantivo como en el procesal; en el primero referido a la sanción
en si misma, pues prohíbe la imposición de más de una consecuencia jurídica
sobre un mismo hecho (coherencia ontológica entre el hecho y la norma); en
el segundo referido a la imposibilidad de nuevos procesos o juzgamientos
por un mismo hecho a un mismo sujeto, al cual ya se hubiera condenado con
sentencia ejecutoriada, o ya se hubiera cesado el proceso por resolución
ejecutoriada de preclusión (coherencia ontológica entre el sujeto y la
norma).

Esta distinción relaciona a la norma y el hecho, y a la norma y el sujeto,


generando la identidad requerida por este principio: un mismo sujeto, un
mismo hecho, una misma norma y jurisdicción.

En cuanto a los requisitos, la doctrina


es unánime en general en exigir la
existencia de tres ‘identidades’ o
‘correspondencias’. En primer lugar se
debe tratar de la misma persona. En
segundo lugar, se debe tratar del
mismo hecho. En tercer lugar, debe
tratarse del mismo motivo de
persecución. Estas tres
correspondencias se suelen identificar
con los nombres latinos de eadem
persona, eadem res, eadem causa petendi
(Binder, 2010:169).

Si bien la identidad de la persona no genera muchas discusiones, si lo genera


la identidad del hecho y de la norma.

En general, la doctrina afirma que,


para que opere la garantía de ne bis in
idem, es necesario que se mantenga la
estructura básica de la hipótesis
fáctica. Es decir, que en términos
generales el hecho sea el mismo. Caso
contrario, sería muy fácil burlar esta
garantía mediante la inclusión de
cualquier detalle o circunstancia que
ofreciera una pequeña variación en la
hipótesis delictiva. Así y todo, la
fórmula elaborada por la dogmática
procesal ha resultado muy vaga,
porque no existen criterios racionales
muy claros para determinar cuando se
conserva la estructura básica del hecho
[…] En última instancia, la solución es
eminentemente valorativa, antes que
racional (Binder, 2010: 171).

La tercera correspondencia
habitualmente exigida para la
aplicación del principio ne bis in idem
es lo que se ha llamado eadem causa
petendi. Es decir, debe tratarse del
mismo motivo de persecución, la
misma razón jurídica y política de
persecución penal, el mismo objetivo
final del proceso. También en este caso
esta identidad de fundamento debe
ser entendida de un modo muy
amplio (Binder, 2010: 173).

El principio non bis in idem constituye una garantía constitucional y en


consecuencia es susceptible de ser protegida por las acciones de defensa,
entre ellas la Acción de Libertad, referida al debido proceso y la Acción de
Amparo, por tratarse de un derecho y de una garantía constitucional[1].

Asimismo esta garantía se encuentra a la vez establecida por los


instrumentos internacionales de derechos humanos, como el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos de 1966, que en su Artículo 14
señala como principios procesal que nadie podrá ser juzgado ni sancionado por
un delito por el cual haya sido ya condenado o absuelto por sentencia firme de
acuerdo con la ley y el procedimiento penal de cada país; asimismo la Convención
Americana sobre Derechos Humanos establece entre las garantías judiciales
el derecho a que el inculpado absuelto por una sentencia firme no podrá ser sometido
a juicio por los mismos hechos (Artículo 8).

Como señala Badeni:

Esta garantía, que responde al


principio de seguridad jurídica, se
debe interpretar en favor del
individuo procesado. Por tal razón, y
como no equivale a la garantía de la
cosa juzgada, una persona condenada
puede obtener la revisión de su
condena y consecuente absolución, en
caso de acreditarse un error judicial o
si se incorporan nuevos elementos de
prueba que avalen su inocencia
(Badeni, 2010 Tomo II: 828)

[1] Su alcance como derecho y garantía se relaciona a que este principio


ampara a un ser humano de un nuevo proceso penal por un mismo hecho.

Concordancias

Artículo 115. Tutela Judicial Efectiva. El Estado garantiza el derecho al


debido proceso, a la defensa y a una justicia plural, pronta, oportuna,
gratuita, transparente y sin dilaciones. / Artículo 116. Se garantiza la
presunción de inocencia. Durante el proceso, en caso de duda sobre la norma
aplicable, regirá la más favorable al imputado o procesado. Principio de
legalidad. / Artículo 120. Toda persona tiene derecho a ser oída por una
autoridad jurisdiccional competente, independiente e imparcial.

Prohibición de cárcel por deudas


-Categoría-
La cárcel se constituye en una sanción, en una pena que se cumple luego de
una sentenciada pasada en autoridad de cosa juzgada, es decir luego de una
sentencia ejecutoriada. En este sentido, la cárcel no puede ser usada para
otras finalidades.

Históricamente se utilizó la cárcel para exigir el pago de una deuda. Este


sistema coercitivo que buscaba, que ante la amenaza de ser encarcelado se
pague la deuda, cosificaba al ser humano, es decir, recuperaba uno de los
fundamentos básicos de la esclavitud, el cual sostenía que un deudor carecía
de propiedad, y en consecuencia perdía su libertad y pasaba a depender del
acreedor. El acreedor podía incluso disponer de la vida del deudor. Fue la
Lex Poetelia Papiria del año 326 a.C. la norma que eliminó la posibilidad, en
la Roma antigua, de cobrar una deuda con el cuerpo de un ser humano.

En la gramática de la Constitución Política del Estado boliviana la libertad


es la regla, la detención la excepción y la cárcel es una condena consecuencia
de una sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada. El Derecho penal
debe ser usado sólo y únicamente como un último recurso. En consecuencia
no es posible usar una sanción penal, adscrita a una conducta tipificada
como delito, para otros fines. Ser deudor no significa ser culpable (Artículo
116), y en caso de que se intente utilizar este medio las personas tienen el
derecho a la tutela judicial efectiva para la defensa de sus derechos (Artículo
115).

Sería un error que la legislación secundaria de un Estado castigue con la


cárcel el incumplimiento del pago de una deuda, pues no sólo se atentaría a
la dignidad humana, sino a la base de igualdad del Estado boliviano.

Concordancias

Artículo 115. Tutela Judicial Efectiva. El Estado garantiza el derecho al


debido proceso, a la defensa y a una justicia plural, pronta, oportuna,
gratuita, transparente y sin dilaciones. / Artículo 116. Se garantiza la
presunción de inocencia. Durante el proceso, en caso de duda sobre la norma
aplicable, regirá la más favorable al imputado o procesado. Principio de
legalidad.
Tratamiento en el
Constitucionalismo Boliviano
Tratamiento en los archivos,
actas y resoluciones del
constituyente
Alcance de la reserva legal
El Artículo 117 presenta una reserva legal en el parágrafo III, respecto de la
excepción a la prohibición de cárcel por deudas. En este caso la deuda
debería configurarse como delito, o estar asociada a un delito mediante una
ley. Sin embargo la posibilidad de un desarrollo contradictorio a la garantía
puede desnaturalizar la fuerza vinculante de la Constitución, por lo que si
en caso de darse una excepción ésta deberá ser ampliamente justificada.

Los mandatos establecidos en el Artículo 117 deben ser estrictamente


observados en el desarrollo de los procesos penales y en consecuencia en el
Código de Procedimiento Penal.

Bibliografía
Webgrafía
Documentos legales
Archivos, actas y resoluciones

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