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Es difícil cuando se pierde a un ser querido, sabemos que en ese momento nos
sentimos tristes y desconsolados, es normal sentir eso, pero no des tanto
tiempo a esa tristeza, recuerda que contamos con nuestro consolador el
Espíritu Santo, él nos consolará y nos llenará de fuerza y aliento para superar la
tristeza, pero debes saber cómo creyente que cuando dejamos esta tierra vamos
aún mejor lugar con nuestro Señor Jesucristo, aunque antes de que lleguemos,
sabemos que muchos seres queridos se nos adelantan, por eso recuerda que
están en un mejor lugar, alégrate de saber que su alma fue salva. Para Dios
fuimos creados, su palabra dice: que si vivimos para el Señor vivimos y si
morimos para el Señor morimos, sea que vivamos o muramos del Señor somos,
Así que busca ese consuelo en Dios y descansa en él, ten confianza que Dios
está contigo y desea fortalecerte y reconfortar tu alma, solo deja que Dios actúe
en tu vida. (Juan 11:25) Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que
cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
Juan 11:25
Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté
muerto, vivirá.
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Job 1:21
y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio,
y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito.
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Juan 5:28-29
No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en
los sepulcros oirán su voz;
y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que
hicieron lo malo, a resurrección de condenación.
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Juan 5:24
De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene
vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.
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Juan 10:27-29
Apocalipsis 21:3-4
Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los
hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará
con ellos como su Dios.
Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá
más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.
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1 Corintios 15:54-57
Jeremías 31:13
Entonces la virgen se alegrará en la danza, los jóvenes y los viejos juntamente;
y cambiaré su lloro en gozo, y los consolaré, y los alegraré de su dolor.
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2 Corintios 5:1-5
1 Corintios 15:51-53
Romanos 14:7-9
Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí.
Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos.
Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos.
Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de
los muertos como de los que viven.
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Apocalipsis 21:1-5
Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra
pasaron, y el mar ya no existía más.
Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios,
dispuesta como una esposa ataviada para su marido.
Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los
hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará
con ellos como su Dios.
Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá
más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.
Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las
cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.
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Job 19:25-26
Juan 14:1-4
1 Tesalonicenses 4:14-17
Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con
Jesús a los que durmieron en él.
Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos,
que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que
durmieron.
Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta
de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero.
Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos
arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y
así estaremos siempre con el Señor.
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Filipenses 1:21-23
Oración
¡Mi Dios eterno, grande y fuerte solo tú eres Digno de toda gloria y honra! Hoy
vengo a ti por medio de mi Señor Jesucristo, creyendo lo que dice tu palabra:
«Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación». Para ti es
de gran estima la muerte de tus santos, te damos gracias por el tiempo que le
diste de vida a mi hermano/a, aquí en la tierra y por el privilegio que tuvo de
poder servir en tu reino. Te pido que fortalezcas a sus familiares, amigos, y sea
tu glorioso Espíritu Santo dando la paz y el consuelo en este momento propicio.
Gracias por la victoria que le has dado a mi hermano, porque ya él ha peleado la
buena batalla de la fe. Tu palabra dice: «Porque para mí el vivir es Cristo, y el
morir es ganancia. Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo
deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor». Y que los que
estamos contigo no morimos, sino que vivimos y pronto resucitaremos. En el
nombre de Jesús. ¡Amén!