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ROMÁN PIÑA CHAN

UNA VISIÓN
DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO


ROMÁN PIÑA CHAN

UNA VISIÓN DEL i'iÉX!CO PltEHISP_-'\.N!CO


UNA VISIÓN
DEL M·ÉXICO PREHISPÁNICO

2018. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas


Disponible en: http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/113/mexico_prehispanico.html
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES HISTÓRICAS
Serie Culturas Mesoamericanas / 1

2018. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas


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ROMÁN PIÑA CHAN

UNA VISIÓN DEL MÉXICO


PREHISPÁNICO

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO


MÉXICO 1993

2018. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas


Disponible en: http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/113/mexico_prehispanico.html
Primera edición: 1967
Segunda edición: 1993

DR © 1993, Universidad Nacional Autónoma de México


Ciudad Universitaria, 04510. México, D. F.
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES HISTÓRICAS

Impreso y hecho en México


ISBN 968-36-2785-4

2018. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas


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EL PRESENTE LIBRO SE TERMINÓ DE ESCRIBIR EN LA
UNIVERSIDAD DE lLLINOIS DEL SUR, ESTADOS UNIDOS
DE NORTEAMÉRICA, GRACIAS AL TIE:MPO DISPONIBLE
CON QUE CONTÉ DURANTE 1\11 ESTANCIA EN ÉSA; Y
LAS ILUSTRACIONES FUERON PROPORCIONADAS POR EL
INSTITUTO NACJONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA
DE MÉXICO. A AMBAS INSTITUCIONES DOY LAS 1-1.-\S
CUMPLIDAS GRACIAS POR SU COLABORACIÓN.

EL AUTOR

2018. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas


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INTRODUCCIÓN

El pasado prehispánico de México es como una vaga y lejana historia


que nos relata la aventura cultural y civilizadora del hombre, es el
testimonio de lo que el ingenio y el esfuerzo humanos hicieron con
una rudimentaria tecnología, es el ejemplo de cómo el hombre se
eleva de un bajo nivel cultural a un alto grado de civilización, y
es también la raíz y esencia del mexicano actual, en su proceso de
búsqueda e integración de una cultura propia.
Esta vieja y lejana historia abarcó miles de años y pasó por varios
periodos de desarrollo. Se inició cuando procedentes de Norteamérica
algunos cazadores nómadas fueron penetrando al territorio mexicano
en busca de los grandes mamíferos pleistocénicos de que vivían; con­
tinuó con los recolectores y cazadores inferiores que dieron lugar a
los grupos que descubrieron'el cultivo del maíz, la calabaza, el frijol
y otras especies comestibles; y llegó a los pueblos sedentarios, plena­
mente agrícolas, que crearon más tarde los centros urbanos y las bri­
llantes civilizaciones del México antiguo.
Los primeros pobladores de estas tierras fueron llegando del norte
en forma de pequeñas bandas cazadoras, se dispersaron y asentaron en
ciertos lugares propicios de Chihuahua, Coahuila, Sonora, Baja
California, Tamaulipas y otros sitios del territorio en donde abunda­
ban los animales de caza mayor; a la vez que avanzaban del norte
hacia el sur, ocuparon lugares de ¡alisco y Guanajuato, alcanzando
más tarde las tierras vírgenes del Altiplano Central, el cual se con­
virtió en el hogar predilecto de esos grupos.
En la Cuenca de México estos primitivos cazadores comenzaron a
humanizar el paisaje del Aftiplano, persiguiendo al mamut lanudo
y al caballo americano, que predominaban por aquel entonces; ha­
biendo ocupado lugares que hoy conocemos como Tepexpan, Santa
Isabel lztapan, San Bartola Atepehuacán, Los Reyes Acozac y Te­
quixquiac, los cuales eran modestos campamentos temporales de esos
cazadores nómadas.
Como decíq T oel Pozos, después de los cazadores nómadas "la lu­
cha por el dominio de la naturaleza se continuó con la recolección
y domesticación de algunas plantas silvestres, bajo el ritmo paciente

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8 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

del cultivo"; surgieron entonces Chicoloapan, Chalco, Coxcatlán, La


Perra, Santa Marta y otros sencillos lugares, es decir, sitios donde
pequeñas bandas de recolectores descubrieron el maíz, después de
largos periodos de experimentación, el cual se convirtió en "la madre
de hermosa cabellera ondulante", origen y sustento de las primeras
culturas sedentarias de México.
Con el maíz, una nueva forma de vida se inicia. Por las márgenes
de los ríos, a la vera de las lagunas; en la costa ardiente o en la hú­
meda selva, "otros pobladores se detienen para fundar aldeas y pue­
blos que los huracanes del tiempo destruirán más tarde"; aparecen
ahora "los tapetes verdes de las milpas y los caseríos de adobe y paja,
hasta que el panorama se corona con la silueta teogónica de los tem­
plos y el cielo se pi,nta con los humos del copal -anuncio de los dio­
ses tutelares- y con el humo de las alfarerías".
El Arbolillo, Zacatenco, Tlatilco, Remojadas, Pánuco, Tres Zapo­
tes y muchos lugares más, son por estos tiempos pequeñas aldeas ru­
rales que pacientemente van elaborando su cultura, esa cultura que
culmina en los primeros centros ceremoniales no planificados como
Cuicuilco, Tlapacoya, La Venta, Monte Albán y Chiapa de Corzo;
fijándose desde aquí algunas de las características que anuncian a las
nacientes civilizaciones, como por ejemplo la escritura jeroglífica, el
calendario y la numeración, lo mismo que la arquitectura religiosa
y las artesanías.
Bajo el poder teocrático las ciencias y las artes se desarrollan. Al­
rededor de los templos y palacios surgen los mercados o tianguis, los
talleres de artesanos, los altares, las plazas y calzadas procesionales,
los juegos de pelota, los servicios públicos y otros elementos que ca­
racterizan a las verdaderas urbes; alcanzando su esplendor Teotihua­
cán, Palenque, Monte Albán, Bonampak, El Tajín, Nopiloa, Xochi­
calco, etcétera, muchos de los cuales desa(xtrecen después para ser
reemplazados por otros centros.
Con sus fardos a la espalda "los mercaderes abren las rutas perma­
nentes por todos los rumbos de e�as tierras'>, tejen una red de ca­
minos y veredas que facilítan el intercambio de las materias primas,
de los artículos manufacturados y de las ideas, y se amplían los lí­
mites territoriales conocidos; vienen después los tiempos en que nue­
vos grupos seminómadas y guerreros, avanzando del norte hacia el
centro, llegan a enseñorearse del territorio de alta cultura, contribu­
yendo a la formación de castas militares e imperios, como los tol­
tecas, tarascos y mexicas.
Lós· toltecas, herederos de las civilizaciones teotihuacana y maya,
fundan su capital en Tula, Hidalgo; Los tarascos escogen la cuenca
lacustre de Pátzcuaro, y establecen la sede de su imberio en Tzint­
zuntzan, Michoacán; en tanto que los mexicas se detienen frente al
islote donde un águila se posa'ba sobre un nopa.l, para fundar a Te-

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INTRODUCCIÓN 9
nochtitlan, la cual se convierte en el cent;o del mundo prehispánico
y en el escenario donde los conquistadores esf1añoles terminan con
el desarrollo cultural del México antiguo.
Bajo el impacto de la cruel conquista, la cultura indígena desapa­
rece, se derrumba todo un mundo de formas y de ideas, y quedan
sólo ruinas de su antiguo esplendor; pero "examinando los viejos có­
dices, leyendo los relatos de los primeros cronistas, o contemplando
las maravillas arqueológicas rescatadas de los campos de cultivo y de la
garra verde de la selva, se puede enjuiciar lo que el esfuerzo y el in­
genio humanos hicieron con primitivos instrumentos de piedra", ya
que los grupos prehispánicos no conocieron el hierro, ni la rueda, ni
el torno del alfarero, ni los animales de tiro.
En los estudios arqueológicos estas etapas evolutivas apenas bos­
quejadas reciben el nombre de Horizontes Culturales, y constituyen
la trama o el esqueleto de la historia antigua de México, la cual es ca­
da vez mejor conocida, por las fuentes escritas Jl /Jor la aportación da
la antropología; pero especialmente por las excavaciones y los <10nti•
nuos· hallazgos arqueológicos, que suministran nuevos datos y obje­
tos de las culturas desaparecidas, hoy visibles en los museos y colec­
. ciones particulares.
Los objetos arqueológi,cos que hoy contemplamos en los museos y
colecciones particulares nos informan no sólo de lo vasto y variado
que es este material, sino también del adelanto alcanzado en aquellos
tiempos. Algunos objetos nos revelan los diversos estilos del arte in­
dígena, otros nos reflejan ciertas costumbres, y algunos más nos ense­
ñan algo de las creencias, procesos de manufactura1 comercio, etcétera;
pero todos están en relación con la sociedad que los creó, tienen su
temporalidad, y a través de ellos es posible obtener valiosos conoci­
mientos de las culturas prehispánicas.
Las puntas de proyectil de los tipos Clovis y Folsom, trabajadas por
percusión, acanaladas y con un fino retoque a presión, nos informan
que el hombre no solamente era cazador sino que contaba con el
propulsor o lanzadardos, que dominaba las técnicas de trabajar la
piedra, cazaba a los mamíferos del Pleistoceno, conocía el fuego,
apr.ovechaba las pieles para cubrirse y habitaba en campamentos es­
tacionales al aire libre 9 en abrigos rocosos y cuevas.
Ante la preser:icia de machacadores de piedra, morteros, metates,
manos y punzones de hueso, pensamos en los grupos recolectores, los
cuales tuvieron que adaptar sus implementos a una nueva forma de
subsistencia; y como esos objetos se encuentran generalmente en cue­
vas, asociados a semillas de calabaza, maíz, frijol, etcétera, o ;unto
con entierros envueltos en mantas y petates, uno puede añadir que
estas gentes iniciaron la agricultura, conocieron ciertas fibras vege­
tal.es para sus tejidos y comenzaron a desarrollar el culto a los muertos.

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10 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

Contemplando las figurillas de Zacatenco, del Arbolillo o de Tla­


tilco, todas ellas femeninas y modeladas en barro, uno piensa en los
cultos a la fertilidad de la tierra, en la existencia de aldeas rurales,
en el cultivo del maíz y en el conocimiento de la cerámica, a la vez
que por mostrar dichas figurillas sobre la cara y el cuerpo ciertos di­
bujos y colores, lo mismo que algunos motivos incisos, uno piensa en
la pintura corporal, en el tatuaje y en la apariencia física de las gentes.
Y si de estas gráciles figurillas femeninas pasamos a las figuras de
danzantes, acróbatas, músicos, jugadores de pelota, magos ataviados
con máscaras fantásticas, enanos, mujeres con dos cabezas y otras
muchas representaciones cotidianas, uno comprende de inmediato la
importancia de la magia, y le viene a la mente el colorido de las
fiestas cerenwniales, los ritos agrícolas, los juegos y las ideas mágico­
religiosas de esos tiempos.
Sin sentirlo, uno ve cónw poco a poco va evolucionando la cultura,
al igual que las manifestaciones artísticas de los grupos agrarios; y la
presencia de pequeños yugos de piedra, ornamentos de jade, espejos
de hematita, hachas de serpentina, máscaras, vasijas zoomorfas, et­
cétera, nos llevan a pensar en el adelanto de los sistemas agrícolas, en
la multiplicación de los conjuntos humanos, en el incremento de las
artesanías y en una mayor complejidad de la estructura social.
Así vemos las realistas representaciones de armadillos, patos, peces,
conejos, jabalíes y otros animales, modelados en botellones, platos,
· jarras, vasos y otras formas cerámicas, que nos indican no sólo la ex­
celencia del arte alfarero, sino también la variedad de la fauna de
la época; lo mismo que máscaras de barro, con una mitad represen­
tando la vida y la otra mitad la muerte, o una mitad hombre y la
otra jaguar, lo cual por cierto nos recuerda ese vigoroso estüo de arte
que se desarrolló por la Costa del Golfo, y que en el lenguaje ar­
queológico lleva la etiqueta de "olmeca".
Desde un principio los olmecas del sur de Veracruz y el norte de
Tabasco elaboraron vasijas y figurillas que muestran una clara obse­
sión felina, dictada tal vez por la motivación mágico-religiosa de su
totem, el jaguar, que luego adquiere la categoría de dios; se observan
en sus platos, y vasos de base plana, algunos motivos felinos realzados
por la técnica del excavado o pintados al negativo; entre ellos: caras,
garras, cajas, encías y manchas de jaguar.
El estilo de sus figurillas es único e inconfundible. Generalmente
las figuras adoptan la posición sedente, carecen de sexo y son como
esculturas menores concebidas magistralmente; caracterizándose por
sus rostros atigrados o como de recién nacidos, boca trapezoidal con
el labio superior levantado, ojos oblicuos, cabezas deformadas y ra­
padas, mutilaci6n dentaria y cuerpos bajos, tendientes a la obesidad.
El vigoroso estilo olmeca alcanz6 su apogeo en la escultura monu­
mental, en el tallado de las piedras verdes y semipreciosas, que impli-

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INTRODUCCIÓN 11
can una tradición formal y siglos de desarrollo; sobresalen las cabezas
colosales, los altares monolíticos y las lápidas con ba;orrelieves; y
asimismo preciosas estatuillas de jade, hachas votivas, cajas de piedra,
pisos de mosaico, delicados ornamentos, etcétera, todo lo cual ates­
tigua la maestría y dominio de la técnica lapidaria alcanzada por
ese grupo.
· Pero no se crea que los olmecas produjeron solamente eso. En las
estelas de Tres Zapotes, La Venta y Cerro de las Mesas, en la esta­
tuilla de Tuxtla, o en los relieves de Chalcatzíngo y Monte Albán,
uno observa jeroglíficos y numerales que se asocian de inmediato al
calendario, la escritura y la numeración; o sea que se ha llegado a la
fijación de los periodos agrícolas, a los rituales en fechas fijas, a las
observaciones astronómicas y, en fin, a la integración de una clase
de sacerdotes y astrólogos, en cuyas manos quedaba la ciencia dG
esos tiempos.
Con las civilizaciones del Periodo Clásico, la estructura social, po­
lítica y religiosa evoluciona paralelamente al pensamiento cosmoló-,
gico, se diversifican las herramientas y las técnicas de cultivo, apare­
cen los centros urbanos y la casta sacerdotal, se integran las artesanías
de tiempo completo, y nmnerosos productos y materias primas viajan
a través de las extensas rutas comerciales, a la vez que, con un claro
sentido de la planificación, surge la arquitectura en piedra, en la que
el basamento escalonado o piramidal será inseparable de toda cons­
trucción religiosa.
En las tierras bajas del Petén guatemalteco, por las márgenes del
Usumacinta y en las llanuras de Yucatán, los mayas heredan los co­
nocimientos de los olmecas y se convierten en los genios matemá­
ticos del nuevo mundo; elaboran un sistema aritmético en el cual la
concepción del cero les permite efectuar cálculos precisos sobre el
calendario solar y religioso, sobre la duración del año trópico y las
lunaciones, sobre el ciclo venusino y los eclipses; traducido todo ello
en inscripciones grabadas en piedra, en madera o. en estuco, )' aun
pintadas en cuero de venado o códices.
Junto a esos logros científicos, los mayas crearon también un estilo
artístico propio, exuberante y natural como la vegetación de su's jun­
glas y selvas; pueden mencionarse los bellos bajorrelieves en estuco
de Palenque, el preciosismo de las fachadas de los edificios de Uxmal,
la pintura mural de Bonampak, los mascarones de Copán o Comal­
calco, y también las esculturas, los ornamentos y la policromía de
sus vasijas.
¡ Y qué decir de las figurillas de Jaína o de Jonuta, modeladas sen­
sitivamente en barro y con un sentido minucioso en el detalle y la
ornamentación; ante las cuales, como en un desfile, pasan los sacer­
dotes con su vistosa indumentaria, los jugadores de pelota y los gue­
rreros, las sacerdotisas y muferes de elevada alcurnia, los 'bailarines

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12 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

y la gente del pueblo; todos ellos mostrando sus tatua;es, ornamentos,


abanicos, faldillas, huipiles, cetros, tocados, armas y muchos aspectos
más que ejemplifican a la sociedad de aquellos días!
En contraste con la selva, el severo paisaje del Altiplano nos lleva
a Teotihuacán, a esa majestuosa urbe que equilibró las masas de sus
construcciones con la horizontalidad, y en la que el talud y el tablero
fueron la base angular de todos sus edificios; allí se llegó, sin duda
alguna, a un plano profundamente religioso, sobrio y espiritual, en
el que la pintura, la escultura, la alfarería y en general todo el arte,.
tendía a exaltar la religión.
De allí partía la cerámica anaranjada delgada y la pintada al fresco
que llegaban hasta Tikal, Kaminal¡uyú y otros lugares de Guatemala;
allí se tallaban máscaras funerarias y vasijas de alabastro; allí los· pin­
tores dejaron numerosos frescos que son ahora documentos históricos
inapreciables; y de aquí salieron las ideas arquitectónicas que se adop­
taron por otros pueblos, y no pocas ideas religiosas, por lo , cual, en
su tiempo, Teotihuacán fue el centro cultural más importante del
Altiplano Central.
Y si nuevamente pasamos del Altiplano a la Costa del Golfo, y
nos detenerrws en el centro de Veracruz, un tanto semiárido, veremos
que allí fue el hogar de las gentes que tallaron los asombrosos yugos,
palmas y hachas funerarias, relacionadas con el juego de pelota, den­
tro de un estilo que se deleita en entrelaces, grecas, volutas y repre­
sentaciones de animales y seres humanos; a la vez que con un sentido
pleno de la vida, modelaron las graciosas figurillas sonrientes, cuya
risa contagiosa llega a nosotros después de siglos.
Por los finales del Periodo Clásico algunos de estos grupos reciben
el impacto de los totonacos, los cuales, bajando de la Sierra de Pue­
bla, se van asentando en Xiuhtetelco, Yohualichan, Metlaltoyuca, El
Tajín, etcétera; construyéndose en este último lugar un fascinante
centro ceremonial, en el que sobresalen sus edificios decorados con
nichos y un juego de pelota con tableros tallados en bajorrelieve.
En esta misma forma podríamos hablar de Monte Albán, ese pro­
digioso centro de los zapotecas que tierze sus edificios decorados con
tableros de doble escapulario, una desarrollada arquitectura funeraria
y una alfarería de urnas con representaciones de dioses; o mencionar
también a Xochicalco, famoso por su basamento decorado con ser­
pientes emplumadas, en el cual hay marcadas influencias de la Costa
del Golfo y de la región maya.
A lo largo del Río Pánuco, en Veracruz y Tamaulipas, los huas­
tecos construyeron varios centros ceremoniales, generalmente con es­
tructuras o basamentos circulares de lodo y tierra sobre los cuales se
levantaban templos de bajareque; a la vez que tallaron algunas escul­
turas sorprendentes, como el llamado "Adolescente", encontrado en

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INTRODUCCIÓN 13
el Consuelo, Tamuín, y dioses con gorros cónicos y resplandores por
detrás de la cabeza, relacionados con la agricultura fundamentalmente.
Hacia el occidente de México, en Colima, Jalisco y Nayarit, los
grupos desarrollaron una realista alfarerÚl, que reproduce cargadores,
bailarines, ;orobados, sacerdotes, señores de elevado rango, mu;eres
en sus tareas cotidianas, seres deformes, enfermos, perros cebados,
pericos y muchos animales más; mientras que los grupos de Guana­
juato y Querétaro tuvieron un patrón cultural distinto, que en su
tiempo se reflejó hasta el Altiplano Central.
Por los finales del Periodo Clásico algunos grupos del ba;ío alcan­
zan la Cuenca de México, recogen la tradición teotihuacana e inte­
gran la cultura tolteca, no exenta de cierto espíritu guerrero; a ellos
se debe el complejo de los colosos de piedra, los atlantes, los chac­
moles, las banquetas con bajorrelieves, las columnas setpentinas y
los muros decorados con serpientes o coatepantlis, algunos de cuyos
elementos se proyectan hasta Yucatán.
Se inicia así el Periodo Postclásico, caracterizado por una época de
expansión y conquistas que repercuten en todo el territorio mexicano;
ésta es la época de los huastecos, los totonacos, los mixtecas, los ta­
rascos, los otomíes, los mexicas y otros grupos más, cuya historia es
conocida en parte por las fuentes históricas que han llegado hasta
nosotros.
Los mixtecas descendieron de la sierra a los valles de Oaxaca, para
dominar a los zapotecas y contribuir a la rica omamentaci�n geomé­
trica de las fachadas de los edificios y tumbas de Yagul, Mitl�, Zaa­
chila y otros lugares más; se convirtieron en los artífices del tallado
de la madera, del hueso y del cristal de roca; desarrollaron una alfa­
rería policroma a semejanza de sus códices plegados_ como biombos
y, al recibir el conocimiento de la metalurgia, venida de Centro Amé­
rica, la recrearon para legarnos excepcionales obras de arte.
Igualmente podemos mencionar a los tarascos, quienes, al conquis­
tar a varios pueblos lacustres, levantaron su capital en Tzintzuntzan,
y llegaron a rivalizar con los mexicas; los cuales por cierto, después
de ser un grupo de bajo nivel social y cultural, pronto extendieron
sus conquistas en varias direcciones, tal vez confiados en su destino
de "pueblo del sol".
Surge así Tenochtitlan con su vida lacustre y sus chinampas, con
su ingeniosa traza urbana cruzada por canales y calzadas, con sus
acueductos y fuentes públicas, sus pajareras y jardines botánicos, sus
escuelas, mercados y otros adelantos que la convirtieron en el centro
del mundo prehispánico; a la vez que asimilando los conocimientos
de los pueblos conquistados, adoptando sus deidades, imponiendo
tributos y llevando la guerra a todos los rumbos del territorio mexi­
c4no, alcanzó el rango de una ciudad cosmopolita.

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i4 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

Con la caída de Tenochtitlan se trunca el desarrollo cultural de


los pueblos prehispánicos, se agota el espíritu creador de esas civili­
zaciones y se arrasan y destruyen muchos monumentos y datos que
hoy servirían para reconstruir la historia de esas sociedades desapare­
cidas; las cuales, por cierto, pacientemente lograron grandes avances
culturales, muchos de los cuales hoy todavía nos asombran.
Así, por ejemplo, los pueblos prehispánicos tuvieron un gran cono­
cimiento de las plantas. Desde unos 6000 años antes de la era cris­
tiana, algunos grupos de recolectores comenzaron a aprovechar el maíz
silvestre, el nopal, el guaje o calabaza vinatera y el chile silvestre;
añadieron después el frijol, la calabaza común, el amaranto, el mijo
. silvestre, el aguacate y el zapote amarillo.
Más tarde, con los cultivos intensivos, se aprovecha el jitomate, la
yuca, el camote, el cacao, la papa silvestre, el mezquite y el maguey;
y se llega por último a la utilización de la - chía, el cacahuate, la jí­
cama, el chayote, la papaya, la vainilla, la piña, la pitahaya, la ciruela,
el epazote, el achiote, etcétera, que son en conjunto algunas de las
plantas comestibles que los indígenas prehispánicos dieron a la cul­
tura universal.
La misma tradición agrícola que se fue enriqueciendo a través del
tiempo, llevó al conocimiento de muchas plantas útiles, entre ellas el
añil o índigo, el palo de Campeche, el tabaco, el algodón, el hule,
el guayule, el henequén, el copal, el amate, el girasol, el liquidámbar,
la pita o lechuguilla, el tule, el ixtle, el ocote, etcétera; a la vez que
el conocimiento de las propiedades curativas de cientos de otras plan­
tas, desarrollaron notablemente la farmacopea prehispánica, más
avanzada que la de su tiempo en Europa.
Por el tiempo de los mexicas este profundo conocimiento de las
plantas se había elevado al rango de una verdadera bo(cí.nica, pues se
las clasificaba en yerbas, arbustos y árboles; se las agrupaba en cu­
curbitáceas, zapotáceas, solanáceas, amates, hongos, agaves, nopales,
etcétera; y había también yerbas comestibles y medicinales, plantas
amargas, ácidas, carnosas, de olor, de ornato y muchas otras variedades.
Por eso con justa razón dice Cardona Peña que en México hay
plantas y plantas. "Plantas saludables y benéficas, a cuyo amor se
cobija la historia de� una raza, como el maíz, el sagrado tlaolli azteca;
plantas mexicanísimas como la biznaga que se recoge a dormir como
un lirón en época de invierno; flores como la dalia, la nochebuena,
la bugambilia, los alcatraces y las gardenias; y no es de extrañarse que
aquí naciera Martín de la Cruz, el indito sabio de Xochimilco, quien
logró clasificar más de diez mil especies botánicas, y Juan Badiano,
que tradujo al latín la obra asombrosa."
Y si pasamos del reino de las plantas al reino de los animales, apro­
vechados tanto para la dieta como para otros usos prácticos, podría­
mos mencionar al venado, al. guajolot� silvestre, al jabalí, al armadillo,

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INTRODUCCIÓN 15
al faisán, al pescado blanco, al acocil, a la cotinga, al tucán, al quet­
zal, al cocodrilo, a la guacamaya, al colibrí, a la mantarraya y cien.tos·
de especies más, las cuales proporcionaban carne, pelo, piel, pluma,
ligamentos, espinas, asta, hueso, etcétera, para la confección de ves­
tidos, tocados, ornamentos y artefactos.
De hecho, las plantas y los animales influyeron en la religión, en
la toponimia, en los nombres de las personas y en los días del calen­
dario, en la medicina y en muchos aspectos más; habiéndose llegado
a la tenencia de ;ardines botánicos y parques zoológicos en donde
se cuidaban con esmero cientos de especies, muchas de ellas cla­
sificadas.
Los ;ardines donde se cultivaban lo mismo plantas de ornato que
medicinales, útiles y exóticas; las pa;areras y casas de animales
que contaban con mamíferos, reptiles y aves de rapiña; los estanques
para la cría de peces; los médicos que realizaban experimentos sobre
varias especies vegetales; los pintores naturalis�as que reproducían los
dibujos de las plantas; los conocimientos de ecología y fisiología ani­
mal y vegetal, fueron la consecuencia de una larga tradición de obser­
vación y estudio, que por los tiempos cercanos a la conquista española
se había constituido en una verdadera botánica y zoología.
Por lo general estos conocimientos acumulados se trasmitían de
generación a generación por tradición oral; pero en los últimos tiem­
pos se contó con pinturas o códices, mapas, registros históricos y tal
vez otros medios· que han de haber facilitado la enseñanza; las cró­
nicas nos dicen que los mexicas contaron con escuelas para los ió­
venes, en donde se les ejercitaba en la estrategia militar, o en donde
aprendían la administración pa.ra gobernar, y en donde se enseñaban
las ciencias tradicionales, las artes, el derecho, la retórica y otros
asuntos.
La medicina, que originalmente fue más bien práctica de hechi­
ceros, llegó a contar con doctores, naturalistas, curanderos, internistas,
parteros, quiroprácticos, dentistas, etcétera, los cuales curaban por
medio de una medicina mezcla de ciencia y magia, pero con buenos
resultados; se dice que se curaban enfermedades como la artritis, la
gota, las úlceras, la hidropesía, la ronquera, la tos, los vómitos de
sangre, las calenturas, la disentería, las llagas y otras muchas dolencias.
El conocimiento sumamente amplio · de las plantas les permitió
preparar lavativas, zumos, fumigantes, píldoras, c4taplasmas, suposi­
torios, ventosas, emplastos, purgas, etcétera, que tenían efectos diu­
réticos, sedantes, antitérmicos, purgantes, cauterizadores, etcétera; se
llegó a practicar la extirpación de tumores, la reducción de fracturas
y luxaciones, la amputación y las suturas, la anestesia incompleta, la
profilaxis en las enfermedades contagiosas, la prevención en los partos,
la trepanación y la extracción de los dientes; a la vez que contaron

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16 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

con médicos que curaban a los heridos de guerra, y con estableci­


mientos o casas que servían como hospitales.
En el desarrollo de la medicina se obtuvieron conocimientos osteo­
lóg1.cos sobre el cráneo, el occipital, el maxilar inferior, la fontanela
bregmática, los caninos y molares; se reconocieron las funciones fisio­
lógicas de la sangre, del corazón, del pulso arterial, de la respiración,
de la digestión, de la menstruación, de la bilis, de la orina, etcéte­
ra; de tal modo que los médicos contaban con una base anatómica y
fisiológica amplia, que si no era me;or, cuando menos era equipara­
ble a la medicina europea de su tiempo.
El Chalalatli para curar los dolores de cabeza., el bálsamo del Perú,
la raíz de Xalapa, la Zarzaparrilla, el chichiquahuitl contra la disen­
tería, el iztacpatli contra la fiebre, el tlacopopotl para curar la tos, el
peyote y el hongo Teonanacatl que servían como sedantes y anesté­
sicos, la valeriana, el piñoncillo, etcétera, son sólo algunas de las plan­
tas medicinales que los grupos prehispánicos dieron como contribu­
ción a la medicina del siglo XVI.
Otro de los logros más salientes de los grupos prehispánicos fue la
invención del calendario· y la numeración, lo cual pudo haber sido .el
resultado de la observación del curso de las estaciones, de los ·movi­
míentos del sol y de la luna, de los ciclos de la siembra y la cosecha,
o de otros factores relacionados; pero como quiera que sea, el calen­
dario solar se a;ustó en 365 días, a la vez que se desarrolló otro ca-
lendario-religioso, compuesto de 260 días.
Entre los mayas, sabio� matemáticos del México antiguo, estos dos
calendarios se combinaban para dar una Rueda Calendárica o periodo
de 18980 días, tiempo mínimo de días en que podía repetirse una
fecha cualquiera; y estas fechas llevaban un numeral, luego el nom­
bre del día, después otro numeral y por último la denominación del
mes; o sea que una fecha, por e;emplo 2 Imix, O Pop, indicaba el
día, mes y año a partir de una fecha era, en forma seme;ante a como
funciona nuestro calendario actual.
Para el mecanismo del calendario se contó con una aritmética y
una numeración precisas. La numeración se hacía con puntos y ba­
rras para dar números del 1 al 20; pero también hubo un signo o
glifo para el O, el cual fue fiiado en su correcta posición. De allí sur­
gió un sistema vigesirnal por posición, que iba ascendiendo en uni­
dades de 20, 400, 8,000 160,000, etcétera; habiéndose adaptado este
sistema a la llamada Cuenta Larga, la cual tenía unidades como el
Kin (1 día), el Uinal (20 días\ el Tun (360 días), el Katún (7200
días), etcétera, que.es como aparecen en las inscripciones de las este­
las y en otros monumentos calendáricos.
Asociada a la numeración y al calendario se desarrolló la astrono­
mía, por cuyas observaciones se pudo fiiar correctamente la duración
del año trópico en 365 días, las lunaciones en periodos de 28 y 29

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INTRODUCCIÓN 17
días, la correlación del año solar con el religioso, y la fijación del
ciclo venusino en 584 días; puede decirse que el cálculo correcto ac­
tual para el año es de 365.2422 días, para el mes es de 29.53 días, y
para el ciclo venusino de 583.92 días; lo cual muestra el grado de
adelanto a que habían llegado los mayas.
La invención y correcta posición del cero, antes de que Europa lo
adoptara; el sistema vigesimal- de la numeración; la exactitud del
año trópico, de las lunaciones y del ciclo venusino; la predicción de
los eclipses por medio de tablas matemáticas; las correcciones que
se hacían a los años bisiestos, y la preocupación constante por el co­
nocimiento del tiempo y de la armonía del universo, son aspectos
científicos que los sacerdotes-astrónomos mayas realizaron, y orgullo
de cualquier pueblo civilizado.
Y otro tanto podríamos decir de los observatorios prehispánicos;
de las esculturas que marcaban los equinoccios y los solsticios; de
sus edificios orientados a los cuatro puntos cardinales; de la planeación
de sus ciudades con un claro sentido urbanís'tico; del uso de la bó­
veda de piedra salediza o arco falso; del empleo de dinteles y colum­
nas monolíticas; de sus acueductos y canales, y de muchos otros
logros de la ingeniería; sobre todo en esos tiempos en que sólo se
contaba con el trabajo humano, con rampas de tierra, rodillos, pa­
lancas, cuerdas, plomadas, y tal vez escuadras y algún nódulo de
medida.
O también podríamos hablar de la pintura, aplicada a la cerámica,
la escultura, los códices, los templos y palacios; o de la alfarería po­
licromada de Teotihuacán, Puebla, Oaxaca y Guerrero, que son co­
mo. pinturas murales en miniatura; o también de la metalurgia, in­
troducida tardíamente en México, pero desarrollada notablemente por
los tarascos y los mixtecas.
La maestría indiscutible de la lapidaria olmeca, con sus cabezas
colosales y sus espléndidas estatuillas de precioso jade; la imponente
Coatlicue de los mexicas; la delicadeza de los yugos y palmas del
centro de Veracruz; la filigrana de las estelas mayas; el colorido de la
plumaria de los tarascos y muchas obras más; son ejemplos elocuen­
tes de las artesanías prehispánicas, las cuales distinguieron a los va­
rios grupos del territorio mexicano.
¡ Y qué decir del tallado de la madera y del hueso, de los tejidos,
de la poesía y la literatura, de los códices y de las labores de mosaico;
qué narrar de los olmecas, los toltecas, los mexicas, los teotihuacanos,
los mayas, los zapotecas, los mixtecas, los tarascos y tantos otros gru­
pos que humanizaron el paisaje de México, y nos legaron una heren­
cia cultural tan rica y sorprendente!
Quizás la mejor manera de apreciar ese legado sea valorar y ex­
plicar la evolución histórico-cultural del México antiguo, destacar la
forma en que vivían y los conocimientos que aportaron, tender un

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18 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

puente entre el pasado y el presente con objeto de entender al indí­


gena actual, ya que México sigue conservando tradiciones remotas
que se filtran invisiblemente en la red del tiempo.
Esta evolución histórico-cultural del México antiguo es la que nos
proponemos mostrar más ampliamente en los capítulos siguientes,
en tal forma que sea útil tanto a los que se inician en la arqueología
como al público en general; no sin antes hacer énfasis en que la con­
quista española, ocurrida en 1521, contribuyó a la pérdida de todo
un mundo de formas y de ideas, al agotamiento creador de los pue­
blos pr�hispánicos; el cual hoy sólo se ma.nifiesta en el folklore y las
artes populares� o en la contemplación de los objetos arqueológicos,
ataviadas con el invisible ropaje del pasado.

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I. LA EDAD DE LOS GIGANTES
O PRIMEROS POBLADORES
COMENTARIOS

En los viejos relatos de los cronistas del siglo XVI, lo mismo que en
algunas fuentes indígenas postcortesianas, se encuentran a menudo
referencias sobre la existencia de gigantes, relacion�dos con los pri­
meros pobladores de México; y así, en los Anales d� Cuauhtitlán se
dice que en la segunda edad o Segundo Sol vivían gigantes, y en la
Historia de Tlaxcala se narra que los seres que existían cuando acon­
teció el diluvio habían sido gigantes, cuyos huesos se localizaban des­
parramados por las quebradas.
El padre Arlegui afirmaba haber visto una muela en el pueblo lla­
mado San Agustín, entre Durango y San Juan del Río, "que medi­
da ... tenía más de· una cuarta de cuadro"; y el padre Tello refiere
que un cierto Francisco Océlotl de Jalisco, encontró en el valle de
·nala, a seis leguas de Guadalajara, treinta gigantes, de los cuales tres
eran mujeres.
Bemal Díaz cuenta haber visto algunos grandes huesos, cuyo ta­
maño descomunal lo llevó a expresar que "todos nos espantamos de
ver aquellos zancarrones, y tuvimos por cierto haber habido gigantes
en esta tierra"; y también es sabido cómo los olmecas históricos arre­
batan a unos gigantes el territorio de Tiaxcala, y cómo se consideraba
a los otomíes como los pobladores más antiguos, después de los gi­
gantes.
En el siglo XVI las leyendas sobre la existencia de gigantes o "qui­
nametin" parece que fue cosa popular, pues aun el doctor Francisco
Hernándcz, enviado por Felipe II para estudiar la historia natural de
la Nueva España, calculaba que esos hombres medían hasta unos
cinco metros de altura; en tanto que Sahagún los asociaba a los cons­
tructores de las pirámides de Teotihuacán, y Torquemada refiere que
un giga·nte llamado Xelhua fue a Cholula, donde co'nstruyó también
la pirámide de ese lugar.
En realidad, los hallazgos de grandes huesos de animales pleisto­
cénicos se asociaron en aquellos tiempos con los primeros pobladores
de México, considerándolos como pertenecientes a hombres de gran
talla, y aun como gigantes en el sentido intelectual, puesto que los

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20 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

hombres más antiguos habían construido las grandes pirámides de


Teotihuacán y Cholula; y esos conceptos perduraron hasta que la pa­
leontología y las excavaciones arqueológicas colocaron a dichos fósi­
les en su lugar apropiado.
Con el tiempo los descubrimientos de fósiles pleistocénicos se hi­
cieron corrientes, y comenzó a pensarse en la posible asociación de
ellos con restos materiales dejados por el hombre; naciendo de allí -
el interés por la prehistoria, la cual cuenta ahora con un considerable
cuerpo de evidencias, aplicables al estudío del poblamiento de México.

ANTECEDENTES DE LOS PRIMEROS POBLADORES

Entre los años 1540 y 1600 de la era cristiana, el padre Jqsé de Acos­
ta suponía que América había sido poblada por gentes de otras partes,
infiriendo desde entonces "... que hayan pasado los indios a poblar
aquella tierra más por camino de tierra que de mar ..."; y también
agregaba que "... los primeros que entraron en ellas más eran hom­
bres salvajes y cazadores que no gente de República y pulida".
De hecho, en estas ideas estaban implícitos los conceptos de que
el hombre no era originario de América, que las gentes lJabían pasado
por tierra, es decir, por el Estrecho de Bering, y que los primeros po­
bl�dores habían sido cazadores de un bajo nivel cultural; conceptos
que hoy son la base de la tesis más aceptada sobre el poblamiento
de América, cada día apoyada en más y más evidencias arqueológicas.
Los recolectores inferiores. Para algunos investigadores la aparición
del hombre ·en el Continente Americano parece remontarse cuando
menos hasta unos 35 000 años antes de Cristo, es decir; se considera
ahora una mayor antigüedad que la que se suponía hasta hace algu­
nos años, tomá�dose como base los hallazgos de Lewisville, Texas;
Santa Rosa Island, California; Tex'1:s Street, California; Tule Springs,
Nevada; La Jolla, California; y otros lugares más, los cuales tienen
fechas de carbono 14 que caen entre 36000 y 17000 años antes de la
era cristiana.
Los hallazgos de Lewisville, Texas, se colocan entre 37000 y 38000
años antes del presente; los de Friesenhahn Cave, Texas, caen por la
misma época, y en ellos se incluyen algunos raspadores y huesos con
los extremos cortados, en asociación con fósiles del periodo glacial
wisconsiniano; mientras que· en Tule Springs, Nevada, se hallaron ar­
tefactos de piedra y hueso, restos de hogares y huesos de caballo,
camello y perezoso gigante, con una fecha promedio de 26000 A.c. 1
En el sitio American Falls, Idaho, se han encontrado huesos de un
bisonte de gran tamaño, algunos de ellos con agujeros producidos tal

1 Krieger, 1964.

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LA EDAD DE LOS GIGANTES O PRIMEROS POBLADORES 21

vez por dardos de átlatl, y con fechas entre 41000 y 28000 A.c.; en
tanto que en la Isla de _S�nta _Rosa, California, y en el sitio Scripps
Campus de La Jolla, California, se han encontrado concentraciones
de carbón y huesos quemados de mamut, cuyas fechas oscilan entre
27500 y 17500 A.C.
En Malakoff, Texas, hay grandes rocas ovoidales .. con cabezas hu­
manas grabadas; en la Cueva Potter's Creek de California se han
enc�ntrado artefactos de hueso asociados a la fauna del pleistoceno .
medio; y todos estos hallazgos, más los del Lago Manix, California Co•
yote. Gulch, California; Black's Fork, Wyoming; Tequixquiac, 'val�
seqmllo_ y Laguna Chapala en México; el complejo Manzanillo de
Maracaibo, Venezuela; sitio José Vieira de Paraná, Brasil· los com­
plejos Tandilense, Altoparanense y Oliviense de Argentini; etcétera,
han llevado a Krieger a postular la existencia de una etapa "pre-pun­
tas de proyectil" de gran antigüedad, y anterior a la etapa de los ca­
zadores nómadas.
Esta etápa se caracteriza por un bajo nivel en el trabajo de la pie­
dra,. tal como .se observa en el paleolítico infe�ior del Viejo Mundo;
pudiendo decirse que todos los artefactos son hechos por percusión
y a base de núcleos y lascas, aunque hay también algunas herramien­
tas de nódulos o cantos rodados, y ocasionalmente unos pocos artefac­
tos de hueso, y restos de hogares. 2
En otras palabras,· estos hallazgos implican la existencia de grupos
fundamentalmente recolectores, que tenían una industria bastante
tosca d_e nódulos, cantos rodados y lascas, trabajadas por percusión
y seme1antes a las que poseían los grupos del paleolítico inferior y
medio del Viejo Mundo; pero tal vez la laguna que queda entre estos
grupos y los post�riores recolectores de Norteamérica, que son más
nu�e�osos á partir de unos 8000 A.c., y el carácter accidental y su­
perficial de muchos de ellos, han hecho que muchos investigadores
duden de tal etapa.
Sin �mbargo, Krieger opina que el bajo nivel técnico del trabajo
de �a piedra que se observa e� los artefactos encontrados; el gran ta­
mano y lo tosco de _ las herramientas; el escaso rango de sus funciones;
la coill:pleta_ ausencia de retoque o !asqueado a presión; y aun la falta
de refmamiento de la percusión que es necesario para el adelgaza­
miento de _l as puntas y hoj�s, pueden ser}omados como factores para
,
la aceptac10?. de un estadio de c1;1ltura pre-puntas de proyectil", el
cual se mamfiesta tanto en el occidente de Estados Unidos como en
o�as regiones de, Norte _ _ y Sudamérica .. Esta etapa .es anterior al co­
mienzo
_ de las Ill: ªs vieJa � punt�s de P:oyectil conocidas, y pudo .ocu­
mr entre el penodo Wisconsm Med10 y el Wisconsin Superior' o
sea entre 38000 y 23000 A.c. 3
2 Krieger, 1964.
a Krieger, 1962.

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22 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

Al respecto Bosch-Gimpera dice que el primer poblamiento de Amé­


rica ocurrió en el paleolítico inferior, con gentes recolectoras y caza­
doras inferiores que procedentes del Asia Oriental introdujeron la
cultura de lascas y nódulos, probablemente junto con las hachas de
mano; e.5ta cultura se arraigó en la Gran Cuenca de los Estados Uni­
dos y se extendió a California, de donde penetró en México y Sud­
américa. 4
"Habría pues un paleolítico inferior americano, con largas persis­
tencias arcaizantes y, si buscarnos paralelos fuera de América, los en­
contraríamos sobre todo en la cultura marginal del sureste de Asia y
de Indonesia, también de lascas y nódulos con 'partidores' que recibe
los nombres de Anyathiense en Birmania -relacionada con el Soa­
niense del norte de la India-, Tampaniense en Malaca, Patjitaniense
en Java, Chukuteniense en China y Gongenyarna en el Japón." 5
Los cazadores nómadas. Para otra gran mayoría de investigadores,
la llegada del hombre al Nuevo Continente parece no remontarse a
más de unos 25000 años antes de Cristo. Por estos tiempos los hielos
cubrían el Estrecho de Behring, formando un puente entre los dos
continentes, y de esta manera el hombre pudo pasar de Asia a Amé­
rica en oleadas sucesivas, atraído por los animales de caza mayor.
Estos tempranos cazadores se movían de Siberia a Alaska sin pensar
que penetraban de un continente a otro, e inclusive podían regresar
de Norteamérica al Asia; habiendo penetrado en forma de pequeños
grupos o bandas, y por largos periodos, lo cual explicaría en parte
la diversidad de cazadores americanos que se desarrollaron posterior­
mente. 6
El tipo de vida nómada a que estaban acostumbrados los llevó de
Siberia al Canadá, a las P,lanicies occidentales de los Estados Unidos,
hacia los flancos de las Montañas Rocosas y a otros puntos en donde
había campos ideales para la caza de animales como el mamut, el
bisonte, el caballo americano, el tigre dientes de sable, el perezoso
gigante, el lobo y otras especies pleistocénicas; especializándose algu­
nos en la caza del mamut, otros en la del bisonte, pero siempre avan­
zando paulatinamente hacia México, Centro y Sudamérica.
De esta manera los cazadores del paleolítico superior americano,
representados especialmente por los implementos Sandía, penetraron
por el Estrecho de Behring, todavía seco, propagándose desde Alaska
y el Canadá hacia las Montañas Rocosas; y por la dirección de su
avance en América, y por las fechas que coinciden con el final del
paleolítico en el Viejo Mundo, tenemos que pensar en un origen de-
4 Bosch-Gimpera, 1958.
5 Bosch Gimpera, 1959.
6 Hibben, 1960.

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LA EDAD DE LOS GIGANTES O PRIMEROS POBLADORES 23
rivado de lo� cazadores de Siberia, los cuales tenían sus hogares y
campamentos hasta la región del Lago Baikal. 7
El Complejo Sandía. Entre 25000 y 15000 A.c., algunas pequeñas
bandas de cazadores nómadas eurasiáticos penetraron en Norteamé­
rica, tras las manadas de animales pleistocénicós, especialmente el
mamut y el caballo; puede decirse que entonces las estepas asiáticas
presentaban las mismas condiciones climáticas que el norte del Nuevo
Continente, o sea que los cazadores encontraron un ambiente ecoló­
gico semejante al que dejaban atrás, y una fauna inexplotada.
Condicionados por la tradición cultural que habían heredado, la
cual era similar a la de los cazadores del paleolítico del Viejo Mundo,
estas gentes sólo trajeron un equipo material y cultural mínimo; pu­
diendo decirse que conocían la manera de hacer el fuego, tenían el
lanzadardos, dominaban algunas técnicas para tallar la piedra y se
abrigaban con las pieles de los animales que cazaban.
En Norteamérica estos cazadores continuaron dependiendo del ma­
mut, pero agregaron el mastodonte, el perezoso gigante y el bisonte
de gran cornamenta; utilizando en la cacería de estos animales largos
dardos con puntas lanceoladas y con una escotadura lateral u hombro,
las cuales han sido llamadas "puntas Sandía", por el sitio de Nuevo
México de ese nombre, en donde fueron encontradas por primera
vez. La escotadura lateral y el ]asqueado de estas puntas de proyectil
guardan semejanzas con las del Gravetiense y Solutrense de Euro­
pa y Asia.
Además de las puntas lanceoladas con escotadura lateral y }asquea­
do, se han encontrado unos pocos artefactos que correspondieron tam­
bién a esos grupos, entre ellos algunos raspadores para pieles, con
caras romas y cuellos estrecl1os, parecidos a los de Asia; lo mismo que
implementós bifaciales y restos de mastodonte, mamut, caballo, bi­
sonte y camello, algunos de ellos calcinados. 8
Aunque las puntas Sandía son escasas y algunas se han encontrado
superficialmente, todas ellas implican cierta distribución de esos ca­
zadores, y así, se han encontrado en lugares de Alberta, Mortlach y
Saskatchewan, en el Canadá; al sur de Iowa; en el este de Colorado;
en el norte de Oklahoma; en el Panhandle y Abilene, Texas; en la
Cueva Sandía y sitio Lucy de Nuevo México; lo mismo que en sitios
de Missouri, Alabama y Oregon. 9
El Complejo Clovis. Entre 15000 y 9000 A.c., los cazadores nóma­
das dependen más del mamut o se especializan en la caza de ese ani­
mal, y los grupos o bandas se mueven principalmente por las grandes
7 Bosch-Gimpera, 1958.
s Wormington, 1957.
9 Piija Chan, 1960.

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24 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

llanuras de Norteamérica, por lo cual a veces se designa a la cultura


con el nombre de Cultura Llano; habiendo en este tiempo puntas de
proyectil acanaladas, implementos de hueso, martilladores, raspadores,
buriles o grabadores y cuchillos hechos de lascas. Generalmente estos
artefactos se encuentran asociados a huesos de mamut, aunque en el
sitio Lehner de Arizona se hallaron también _huesos de tapir, ca�
hallo y bisonte.
La continuidad de estos cazadores se manifiesta en el sitio Lucy
de Nuevo México, en el cual algunas puntas Sandía comienzan a
mostrar una incipiente acanaladura sobre las caras; ta_l .vez de. allí
salen las puntas Clovis que se caracterizan por su forma lanceolada,
lados paralelos o ligeramente convexos, bases cóncavas y acanaladura
sobre una o las dos caras, hechas por el desprendimiento de varias
lascas, y una acanaladura es más larga que la otra.
Las puntas Clovis muestran una mayor dispersión de las bandas
cazadoras, pues se las ha encontrado en Blackwater Draw, Clovis,
Portales, Cueva Bumet, Cueva Sandía y sitio Lucy de Nuevo México;
en Dent y Lindenmeier, Colorado; en Naco y Lehner, Arizona; en
Angus, Nebraska; en Miami, Doering, Me Lean y otros sitios de Te­
xas; en Carlson y Parrish, Kentucky; en Bull Brook, Masachussetts;
lo mismo que en varios lugares de Alaska, el Canadá y México.
El Complejo Folsom. Entre 9000 y 7000 A.c., las incipientes pun­
tas acanaladas de los cazadores de los llanos adquieren rango de ver­
daderas obras maestras entre los grupos Folsom, por su gran finura
y delicado }asqueado a presión; caracterízanse las puntas Folsom por
su forma lanceolada, bases cóncavas y un surco longitudinal, o aca­
naladura, en cada cara y casi a todo lo largo de la punta. Esta acana­
ladura se obtenía por el desprendimiento de una sola lasca, es decir,
que se había llegado a una insuperable maestría técnica; y por lo ge­
neral estas puntas se encuentran asociadas a huesos de bisonte, tal
vez por la extinción del mamut o por una especialización en la· caza
de ese animal.
Además de las puntas de proyectil para dardos se han encontrado
raspadores de varios tipos, martilladores, pulidores de piedra, macha­
cadores, cuchillos hechos de finas lascas, paletas de piedra, punzones
de hueso, grabadores, cuentas de piedra y de hueso, lo mismo que
algunos discos con los bordes decorados, usados tal vez como pendien­
tes; todo lo cual indica cierto progreso cultural de los grupos Folsom.
Así podría decirse que las gentes eran cazadores de bisonte principal­
mente, que la cacería se hacía con el propulsor o átlatl, que sus dar­
dos tenían puntas acanaladas de gran finura, y que también efectu3:­
ban la recolección de productos silvestres en baja escala.
Del bisonte obtenían el alimento, el vestido, y tal vez las pieles
servían para cubrir sus primitivas viviendas; hacían artefactos de pie­
dra con un dominio perfecto de las técnicas de percusión y presión;

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LA EDAD DE LOS GIGANTES O PRIMEROS POBLADORES 25
preparaban sus pieles; utilizaban el cinabrio y tenían paletas de piedra
tal vez para moler ese material; cortaban y decoraban sus cuentas y
discos para collares y pendientes; a la vez que socialmente los grupos
no rebasaban el plano de la banda compuesta de pocas familias, que
recorrían determinados territorios en busca de los animales de caza.
La dispersión de estos grupos se nota en los hallazgos de puntas
Folsom provenientes de sitios como Cabo Denbigh, Alaska; Mortlach
y Calgary en el Canadá; Linger, Lindenmeier, Powars y otros lugares
de Colorado; Kincaid, Lubbock, Lipscomb, Scharbauer y otros si­
tios de Texas; Sandía, Lucy, Folsom y otros lugares de Nuevo Mé­
xico; lo mismo que en algunos lugares de Montana, Nebraska, Ari­
zona y México.
El Comple¡o Yuma. Entre i000 y 5000 A.c., los grupos comienzan
a mostrar cierta diferenciación regional, patente en la variación de
sus puntas de proyectil, aunque todavía dentro de la tradición de los
cazadores nómadas; sobresalen las puntas de los tipos Scottsbluff,
Plainview, Long, Eden, Lime Creek, Angostura, Cody, Meserve y
otras variantes. Estas puntas se agruparon en un complejo denomi­
nado Yuma, conocido también como Cultura Plano, pudiendo decirse
que esta etapa muestra la supervivencia de los cazadores de fauna
pleistocénica, con una mayor dependencia de la recolección.
. Las puntas Plainview son de forma lanceolada y de bases cóncavas,
un poco parecidas a las Clovis, pero sin acanaladuras; las puntas Eden
y Scottsbluff tienen forma lanceolada, bases con espigas y un fino
}asqueado transversal; en tanto que las puntas Angostura se parecen
a las anteriores, pero tienen bases rectas. Durante esta etapa los gru­
pos alcanzan su máxima expansión, desde Alaska hasta Sudamérica;
pudiendo mencionarse entre los sitios más importantes a Eden, Hor­
ner y Agate Basin en Wyoming; Scottsbluff, Lime Creek, Red Smoke
y Merserve en Nebraska; Portales, New Mexico; Long, South Dakota;
Mac Hafie, Montana; Milnesand y Plainview en Texas; Brown's
Valley, Minnesota; Claypool, Colorado, y varios sitios de Alaska, el
Canadá y México.
En lugares como Plainview y Cody se han encontrado extensas
acumulaciones de huesos de bisonte, lo cual parece indicar que algu­
nas bandas practicaban la caza colectivamente; mientras que en Mo­
doc, Illinois, los grupos cazaban el venado, patos y otros animales
menores, a la vez que cogían caracoles, tortugas y peces en el río. Un
cierto número de artefactos indican que también recolectaban semi­
llas silvestres y nueces; contaban en general con raspadores, dardos,
puntas de proyectil, átlatl, piedras de molienda, machacadores y al­
gunos implementos más. 10
Además de las puntas· de proyectil de los tipos citados, estos grupos
10 Deuel, 1957.

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26 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

tenían taladros, cuchillos, implementos bifaciales, raspadores,. macha­


cadores o partidores, martilladores, perforadores, piedras para moler
y otras herramientas de piedra y hueso; obsérvase no sólo la super­
vivencia de los cazadores nómadas del bisonte, sino también la ex­
plotación de animales menores como el antílope, el conejo, el castor
y el venado, junto con cierta recolección de productos silvestres y
moluscos.
Al parecer el clima más caluroso y seco que se manifiesta por los
finales de esta etapa, debió de haber intervenido en la desaparición
de las pocas especies pleistocénicas que quedaban, por lo cual los ca­
�dores tuvieron que recurrir a una explotación más intensa de sus
territorios, y a desarrollar también herramientas más especializadas;
llegan en muchos casos a confundirse estos grupos con los de tradi­
ción recolectora, que eran prácticamente contemporáneos.
El Complejo de los Recolectores. Entre 9000 y 1000 A.C., una gran
mayoría de los grupos de Norteamérica vivieron principalmente de
la recolección y de la caza de animales menores, con cierta tendencia
a la estabilidad o semisedentarismo; en esta etapa se desarrolló la cul­
tura del Desierto en el oeste de los Estados Unidos, y la cultura ar­
caica del este de Norteamérica. En general los grupos de esta época
parecen haberse adaptado a las condiciones ecológicas que siguieron
a los finales de la glaciación wisconsiniana, e inclusive pudieron de­
rivarse de la antigua tradición de recolectores inferiores, caracterizán­
dose por la gran explotación de los recursos naturales de su habitat.
En esta tradición cultural -que se extiende de las Montañas Ro­
cosas hasta el norte de México- hay un periodo temprano, de 9000
a 5000 A.c., que se distingue por la existencia de bandas compuestas
de varias familias nucleares, las cuales vivían en campamentos tem­
porales o en cuevas y abrigos rocosos, por lo regular; a la vez que
contaban con puntas de proyectil, raspadores, cestas, petates, sanda­
lias, piedras para la molienda de semillas, machacadores y otros im­
plementos especializados. 11
Posteriormente, de 5000 a 1000 A.c., las puntas de proyectil se ha­
cen con muescas retocadas, aparecen los agujeros para el almacena­
miento de granos y semillas, se ocupan las cuevas y abrigos rocosos
como viviendas, y predominan los implementos de molienda; hay
también punzones y agujas de hueso, raspadores para pieles, cestería,
tejidos, culto a los muertos y otros progresos culturales; se inician las
economías especializadas y, al final, la agricultura.
En los estratos más antiguos de Danger Cave, Utah, se encontra­
ron implementos de lascas de jaspe, hogares y restos de cestería que
se fechan por 7000 A.c.; en Fort Rock Cave, Oregon, se hallaron ar­
tefactos de madera, puntas de proyectil, raspadores, taladros, manos
11 Daugherty, 1962.

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LA EDAD DE LOS GIGANTES O PRIMEROS POBLADORES 27
para moler, punzones de hueso, sandalias y cestería, también fechables
por la misma época; mientras que en Lago Mohave y Pinto Basin,
California, se han encontrado puntas de proyectil, machacadores,
cuchillos ovales, taladros, raspadores, martilladores, manos para mo­
ler, etcétera, lo cual indica una forma de vida más recolectora, pero
con tendencia a cierta dependencia de la caza menor.
En el complejo Cochise de Arizona hay metates de grandes propor­
ciones, morteros, cuchillos, machacadores y raspadores; en Ventana
Cave, Arizona, se han encontrado puntas de proyectil parecidas a las
Pinto, Mohave y Gypsum, junto con manos para moler, similares a
las de Cochise; en tanto que en Borax Lake, California, se hallaron
puntas para flechas, lascas, cuchillos, raspadores, taladros, machaca­
dores, morteros, manos, etcétera; y en Modoc, Illinois, hay perforado­
res de hueso, cuentas y conchas perforadas, taladros, machacadores,
hachas de ranura, martillos de mano, enterramientos y ·otros rasgos.
En general, hallazgos de estos grupos se han localizado en Ventana
Cave,Tularosa Cave, Cochise, Leonard Rock Shelter, Humboldt Ca­
ve, Lovelock Cave, Fort Rock Cave, Mohave, Signa} Butte, Graham
Cave, Modoc, Gypsum Cave, Pinto Basin, Borax Lake, Barbeau
Creek y otros muchos lugares; abarcando Nevada, New Mexico, Ca­
lifornia, Illinois, Missouri, Washington, Oregon, y aun sitios de Mé­
xico.
El tipo de vida seminómada de estas gentes, que se reunían esta­
cionalmente para la práctica de la recolección, se refleja en el utillaje
de esos tiempos; predominan las piedras para la molienda de semi­
llas, los machacadores, los morteros, los metates, los raspadores, los
taladros; los martilladores, etcétera; aunque contaron también con
cestería, petates, saqdalias, cordeles, redes, punzones, agujas, artefac­
tos de madera y herramientas de hueso y asta de venado. Por lo ge­
neral vivieron en abrigos rocosos y cuevas, en donde tenían graneros
y enterraban a sus muertos en posición flexionada, con acompaña­
miento de ofrendas; habiendo evolucionado algunos grupos a una
-etapa de agricultura incipiente, especialmente en el suroeste de Es­
tados Unidos, como se observa en Bat Cave,. Nuevo México,. en el
cual había maíz de tipo envainado-reventador por 3000 A.c.
En el este de Norteamérica hay lugares como Modoc, Illinois;
Russell Cave, Alabama; Graham Cave, Missouri y Eva, Tennessee,
en los cuales los grupos recolectores se fueron especializando hasta
volverse casi sedentarios; se menciona para el sitio Eva una fecha de
5200 A.c., con grupos recolectores de moluscos y pescadores, los cuales
dejaron una serie de concheros, hogares, entierros flexionados en ho­
yos circulares, artefactos de hueso como punzones, anzuelos y arpo­
nes; lo mismo que perros sacrificados, tal vez para servir de acom­
pañantes a los muertos. Estos grupos evolucionan posteriormente
como se observa en lndian Knoll, Stallings Island, Lamoka, Lauder-

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28 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

dale, Frontenac, Brewerton, etcétera, adoptando el cobre martillado


y otros rasgos culturales más adelantados.
Al respecto hay que mencionar la vieja Cultura del Cobre, locali­
zada principalmente por los Grandes Lagos desde unos 3000 A.c.,
cuyos grupos tenían arpones, punzones, cuchillos, hachuelas, anzue­
los y puntas de dardos hechos de cobre martillado con formas seme­
jantes a las de Eurasia; pueden mencionarse los hallazgos de Oconto,
Wisconsin, donde se encontraron objetos de cobre en asociación con
pesos de lanzadardos, entierros en agujeros restangulares y formando
el bulto del muerto, evidencias de cremación y otros rasgos, con fe­
chas de carbono 14 entre 5000 y 3000 A.C., aunque muchos estiman
que la Cultura del Cobre puede colocarse con seguridad entre 3000
y 2000 A.c., por relaciones con las culturas de Lamoka e Indian Knoll.
La tradición paleo-norteña. Además de las tradiciones culturales
apuntadas anteriormente, hay una más reciente, que Wormington
ha llamado Paleo-Norteña, localizada principalmente en sitios de
Alaska, las Aleutianas y el Canadá; caracterizándose esta tradición
por sus núcleos poliédricos, lascas prismáticas, implementos conocidos
como buriles o micro-hojas, pequeñas herramientas o microlitos y
hojas arpones, los cuales guardan semejanza con los que aparecen en
culturas mesolíticas y neolíticas de la Sib�ria y el Japón. Esta tradi­
ción no comienza tan temprano como las otras, pero es la más vieja
conocida en el norte de Norteamérica, y tiene relaciones con las cul­
turas proto-esquimales de esa región. 12
Los estudios de Mac Neish establecen un complejo denominado
British Mountain, el cual se caracteriza por una serie de machaca­
dores fechables por 7000 A.c.; luego sigue el periodo o complejo Flint
Creek con puntas Angostura y Plainview, por 4500 A.c.; sigue la etapa
Trail Creek caracterizada por su industria microlítica, fechable por
4000 A.c.; y a continuación el complejo Denbigh, de origen asiático,
y relacionado con el neolítico siberiano, a partir de unos 3000 A.c.
En sitios como Denbigh, Fort Liard, Iyatayet, Ananiuliak lsland,
Aleutianas, Trail Creek, Anaktuvuk Pass, etcétera, es decir, en luga­
res de Alaska, las Aleutianas, el Canadá y Groenlandia, hay eviden­
cias de los grupos de esta tradición cultural; puede decirse que los
materiales se asemejan a íos de Siberia y de allí han de haber par­
tido las influencias culturales. En Iyatayet, Alaska, se encontraron
buriles, núcleos poliédricos, micro-hojas, raspadores y otras pequeñas
herramientas trabajadas con un fino !asqueado diagonal; mientras
que en Campus Site, cerca de Fairbanks, se hallaron los artefactos que
definieron al complejo Denbigh, los cuales guardan similitudes con
los de Gobi, Mongolia, y Lago Baikal de Siberia.
12 Wormington, 19 57.

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LA EDAD DE LOS GIGANTES O PRIMEROS POBLADORES 29
Así, en términos generales, puede decirse que esta tradición Paleo­
Norteña muestra grandes contactos con el Asia, principalmente en­
tre 4000 y 1500 A.c.; y la aparición del perro con afinidades árticas,
la introducción del cobre martillado, las viviendas semisubterráneas, la
industria microlítica, la cerámica con estampado de cuerda o de tex­
tiles, el uso de huesos de animales para la adivinación, la alfarería con
desgrasante de fibras vegetales y otros rasgos, muestran que, aunque
se cortó el paso terrestre hacia América por 8000 A.c., siguió habiendo
contactos importantes, que bien pudieron hacerse por medio de ca­
noas, costeando el norte del Pacífico, principalmente· entre la penín­
sula siberiana y Alaska y las Aleutianas, todavía hasta unos 2,000
o 1500 años A.c.
El conocimiento cada vez mayor de la costa siberiana y Alaska,
llevará en el futuro a trazar mejor la ruta que siguieron ciertos de­
mentos neolíticos hacia América, los cuales influyeron sobre algunos
grupos del Arcaico del este de Norteamérica; puesto que la aparición
de artefactos de cobre en entierros, la cerámica gris con motivos de
triángulos rellenos de líneas paralelas, la decoración de cuerda, tex­
tiles, peine y mecedora, la cerámica con desgrasante de fibras y otros
elementos, ya estaban generalizados en la península siberiana por
1500 A.c., y muchos de esos rasgos pasaron a .Norteamérica, especial­
mente por Alaska y las Aleutianas.
Resumen. De acuerdo con las evidencias actuales, los primeros po­
bladores del Continente Americano parecen haber sido recolectores
que tenían una industria lítica bastante tosca, a base de núcleos, can­
tos rodados, lascas y nódulos de piedra, cuyo nivel cultural era similar
al de los grupos del paleolítico inferior o medio del Viejo Mundo;
habiendo dejado algunos hogares, restos de fósiles o huesos de ca­
ballo, mastodonte, camello, mamut, gliptodonte y perezoso gigante;
lo mismo que raspadores, machacadores o partidores, y algunos im­
plementos más, cuya antigüedad se puede calcular entre 35000 y
25000 A.C., fundamentalmente.
Luego penetraron los cazadores nómadas que elaboraron las puntas
de proyectil conocidas ahora como Sandía, Clovis, Folsom, Plainview,
Scottsbluff y otras variantes, los cuales vivían de los grandes mamí­
feros del Pleistoceno, especialmente del mamut, el caballo y el bison­
te, cuyo nivel cultural es comparable al de los grupos del paleolítico
superior del Viejo Mundo; habiendo adquirido una especialización
en la técnica del tallado de las puntas de proyectil, y comenzando
a depender en cierta escala de la recolección, cuya antigüedad puede
colocarse de 25000 a 5000 A.c.
Contemporáneos en parte de· los cazadores nómadas hubo otros
grupos que se dedicaron más a la recolección, los cuales llegaron a
contar con cestería, tejidos, lanzadardos, taladros para hacer el fuego,

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30 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

pesos de redes, esteras de tule, sandalias, cordeles, punzones de hueso,


piedras de molienda, machacadores, raspadores, cuentas de concha,
bolas de piedra, hachas de ranura, tubos para succionar las enferme•
dades, culto a los muertos y muchos otros progresos culturales; ha­
biendo dado lugar esta tradición a la Cultura del Desierto y al Ar•
caico del este de Norteamérica, todo ello entre 9000 y 1000 A.c.
Por último, entre 5000 y 1500 A.c., otros grupos semejantes a los
del neolítico siberiano penetran en Norteamérica, introduciendo el
conocimiento del cobre martillado, la industria microlítica, el cono•
cimiento de la cerámica, el perro, y tal vez el concepto de los mon·
tículos funerarios y las viviendas semisubterráneas; influyen sobre
algunos grupos arcaicos del este de Norteamérica; se desarrollan la
Cultura Boreal y la vieja Cultura del Cobre; y evolucionan ciertos
grupos al sedentarismo y al establecimiento de aldeas, con casas
. circulares, entierros en cementerios o en concheros, ornamentos de
cobre y· concha, pesos de átlatl, hachas de ranura, vasijas de piedra,
cerámica con desgrasante de fibra y otros· adelantos culturales.
El origen asiático de los indígenas americanos es un hecho gene•
ralmente aceptado, lo mismo que el poblamiento de América por
el Estrecho de Behring; habiendo sido el resultado de una serie de
migraciones continuas, desde los tiempos glaciales hasta unos 2 000
A.c.,-o sea que el mayor contingente de población pasó por esa ruta,
aunque pudo haber también algunos contactos transpacíficos tar•
<líos, que en realidad no influyeron sobre el tipo físico, sino, cuando
más, en algunos aspectos culturales.
· Los primeros grupos que pasaron eran físicamente intermediarios
entre los caucasoides (europeos) y mongoloides (asiáticos orienta•
les), más caucasoides los primeros y más mongoloides los últimos
que pasaron; y al penetrar en América estos grupos encontraron las
mismas condiciones climáticas que había en Siberia, o sea que fue•
ron ocupandÓ lugares con el mismo clima, el mismo paisaje, los
mismos animales y las mismas plantas que dejaban atrás, por lo
cual se adaptaron rápidamente; hasta que con el tiempo desarro•
llaron su propia cultura, adquiriendo perfiles distintos a los del
Viejo Mundo.

EL POBLAMIENTO DE MÉXICO

Los hallazgos realizados en el territorio mexicano muestran una


situación similar a lo que aconteció en Norteamérica, y prueban la
dispersión de esos primeros pobladores hacia México; hay algunas
evidencias de los tempranos recolectores inferiores, otras correspon•
dientes a los cazadores nómadas, y algunas más relacionadas con los

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LA EDAD DE LOS GIGANTES O PRIMEROS POBLADORES 31
grupos de tradición recolectora o de Cultura del Desierto; junto
con hallazgos de fósiles pleistocénicos no asociados al hombre.
En el pasado hubo algunos hallazgos de importancia que fueron
poco tomados en cuenta, por dudarse de su asociación geológica y
antigüedad; pueden mencionarse la aparición de una hoja de sílex
finamente retocada en sus bordes, hallada cerca de Cañada Marfil,
Guanajuato; una raedera de sílex proveniente del Cerro de Las Pal­
mas, cerca de Tacubaya, México; algunos artefactos del Río Juchi­
pila, Zacatecas; el Hombre del Peñón de Los Baños; el Sacro de
Tequixquiac; las Pisadas Humanas de Amanalco de Becerra; la
Mandíbula de Xico y algunos más. 13
La hoja de sílex, de forma lanceolada y un poco parecida a las
del Viejo Mundo, fue encontrada por la Comisión Científica Fran­
cesa en un depósito del cuaternario, cerca de Cañada Marfil, Gua­
najuato; la raedera de sílex fue hallada por Eugene Boban a unos
ocho metros de profundidad en los depósitos cuaternarios no remo­
vidos del Cerro de Las Palmas, Tacubaya; y un pequeño artefacto
triangular de sílex, con talla bifacial, fue recobrado en aluviones
antiguos del Río Juchipila, cerca de la población de El Teul, Za­
catecas. 14
Los restos del Hombre de El Peñón de Los Baños, en las cerca­
nías de la ciudad de México, fueron encontrados dentro de una for­
mación travertínica allá por 1884, y se dudó entonces de su anti­
güedad; pero en 1959 se halló accidentalmente otro entierro por
debajo de un travertino de unos dos metros de espesor, lo cual cam­
bia la falsa apreciación de aquellos años respecto al antiguo hallaz­
go. El cráneo del individuo encontrado recientemente tiene gruesas
paredes, con una dolicocefalia J)luy pronunciada; y el muestreo pali­
nológico del sitio, realizado por la investigadora Mónika Bopp, per­
mite suponer que el entierro corresponde a una etapa de cultivado­
res incipientes, tal vez fechable por 4000 A.c.
Por 1870 se encontró un sacro fósil de un camélido, en depósitos
del pleistoceno superior en Tequixquiac, el cual tampoco fue toma­
do en cuenta; hasta ahora que se ha observado que la pieza fue tra­
bajada mediante ciertos cort� y perforaciones, para darle la apa­
riencia de una cabeza de mamífero carnicero, lo cual la convierte en
una de las primeras obras de arte de los cazadores pleistocénicos, y
cuya antigüedad podría caer entre 12000 y 10000 años antes de
Cristo. 16
Y en cuanto a las pisadas humanas sobre roca, halladas en las cer­
canías de Amanalco de Becerra, Estado de México, fueron impresas
cuando la roca estaba en estado plástico, por lo cual es indudable que
1a Aveleyra, 19 50.
14 Aveleyra, 1964 a.
lli Aveleyra, 1964 b.

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32 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

debe de tener .cierta antigüedad geológica, mientras que la mandí­


bula de Xico, en la margen sur del Lago de Texcoco, fue encontrada
cerca de un cráneo fósil de caballo (Equus excelsus Leydi) por lo
cual puede ser contemporáneo de los mismos hallazgos de Tepexpan.
También podemos mencionar la Industria de Mitla, Oaxaca, la
cual consiste de artefactos como núcleos o percutores, lascas trabaja­
das, raspadores y hojas de tipo Musteriense; lo mismo que la Indus­
tria de La Concepción, Campeche, cuyos artefactos están hechos de
pedernal, entre ellos hachas de mano de forma amigdaloide y ovoi-:­
dales, núcleos, lascas usadas como raspadores y algunos más, los cua­
les fueron considerados por Engerrand como "la huella más antigua
del hombre en la Península de Yucatán".
En la actualidad los hallazgos de Cañada Marfil, Cerro de Las
Palmas, Industtja de Mitla, Industria de La Concepción, los descu­
brimientos hechos por Armenta en Valsequillo y otros más, son to­
mados para reforzar la existencia de grupos recolectores inferiores en
el continente americano; pudiendo agregarse los materiales más an­
tiguos de Tamaulipas, agrupados en el llamado complejo Diablo,
fechado por 10000 A.c., el cual se caracteriza por una serie de imple­
mentos de pedernal unifaciales y bifaciales, hojas de forma ovoidal,
hachas cortas de mano, raederas y otros implementos hechos de can­
tos rodados. 16

Los cazadores de fauna pleistocénica. La existencia de una fauna


pleistocénica consistente en mamut, mastodonte, caballo americano,
camélido, bisonte, etcétera� es evidente en los hallazgos de restos fó­
siles r�lizados en Arizpe y Tónichi, Sonora; en Múzquiz y Villa
Acuña, Coahuila; en San Josecito, Nuevo León; San Juan del Río,
Durango; Ameca, Jalisco; Arperos, Guanajuato; Tequixquiac, Méxi­
co; Ejutla, Oaxaca; La Frailesca, Chiapas; y en muchos otros lugares;
_los cuales, aunque no están ligados a restos materiales dejados por el
hombre, indican la amplia dispersión de dicha fauna y la posibilidad
de encontrar nuevas evidencias de los cazadores nómadas.
Evidencias directas de estos cazadores se han encontrado en el
Arroyo Comondú, Baja California, en el cual se localizaron restos fó­
siles de bisonte, camello y caballo americano, algunos de ellos con las
extremidades calcinadas por agentes humanos; 17 en tanto que en el
Arroyo Chorreras, Tamaulipas, se hallaron huesos de mamut y lascas
asociadas a un hogar con cenizas; 18 y en la vecindad del Arroyo Sali­
nillas aparecieron también algunos restos de mamut, asociados a las­
cas de obsidiana. 19
16 Mac Neish, 1958.
17 Massey, 1947.
18 Mac Neish, 1949.
19 Aveleyra, 1951.

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LA EDAD DE LOS GIGANTES O PRIMEROS POBLADORES 33
La antigüedad de esos primeros cazadores nómadas es evidente
por la aparición de puntas de proyectil acanaladas, especialmente del
tipo Clovis que fue común en los grandes llanos de Norteamérica;
pudiendo mencionarse el hallazgo de una punta Clovis en San Joa­
quín, Baja California, semejante a las de Dent, Colorado; 20 varias
puntas de este mismo tipo encontradas en Punta Blanca, Sonora; 21
una punta encontrada en La Chuparrosa, Coahuila; 22 un fragmento
recobrado en Puntita Negra, Nuevo León; 23 una punta reusada des­
cubierta en el Rancho Weicker, Durango, 24 y dos puntas halladas
en las inmediaciones del Cerro del Tecolote, al sur de las lagunas de
San Marcos y Zacoalco, Guadalajara. 25
Por el contrario, las puntas Folsom son raras en México, pues sólo
se ha encontrado un ejemplar en el sitio denominado La Mota, cerca
de Samalayuca, Chihuahua; 26 en tanto que las puntas de proyectil
del complejo Yuma son también más frecuentes, pues puntas Plain­
view se han encontrado en San Isidro, Nuevo León; en el complejo
Nogales, de la Sierra de Tamaulipas; en Ciudad Guerrero y Presa
Falcón, Tamaulipas; lo mismo que en el complejo El Riego de Te­
huacán, Puebla. -En la Presa Falcón se halló también una punta de
tipo Angostura, y en Huapalcalco, Hidalgo, se recobró una punta
del tipo Meserve o Dalton.
La dispersión de los cazadores hacia la Cuenca de México se com­
prueba por la riqueza de fósiles pleistocénicos encontrados en Te­
quixquiac, por el sacro de camélido ya mencionado, por los artefac­
tos de la llamada Industria de San Juan, en la cual se incluyen
grabadores, raspadores y otros artefactos superficiales hechos en ob­
sidiana y calcedonia; 27 lo mismo que por el hallazgo de un mamut
asociado a lascas de obsidiana, encontrado en San Bartolo Atepehua­
cán, México, y por los descubrimientos de Tepexpan y Santa Isabel
lztapan.
En Tepexpan ·el descubrimiento más importante ha sido el hallaz­
go de un esqueleto humano, el cual estaba en posición casi fetal,
asentado sobre una capa de arcilla arenosa que corresponde a la for­
mación Becerra Superior, y cuyo cráneo tiene rasgos bastante primi­
tivos, con tendencia a la mesocefalia; pareciendo que los restos óseos
corresponden a ·un individuo adulto, con altura promedio de 1.68
20 Aschmann, 1952.
21 Di Peso, 1955.
22 González Rul, 1959.
ª
2 Epstein, 1961.
24 Lorenzo, 1953.
� Lorenzo, l 964.
26 Aveleyra, 1961.
2 7 De Terra, Romero y Stewart, 1949.

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34 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

metros, y con una antigüedad mínima de unos 10000 años antes de


Cristo. 28
En Santa Isabel Iztapan se exploró un mamut joven que había
sido destazado por los cazadores, encontrándose una punta de pro­
yectil incrustada entre dos costillas de animal, tallada en sílex y se­
mejante a las del tipo Scottsbluff; lo mismo que un fragmento de
raedera doble en obsidiana, una lasca-navaja de obsidiana verde _con
el borde trabajado para alisar o rebajar, una punta-raspador de sílex,
una navaja de obsidiana verde y una hoja de sílex con retoque
marginal. 29
Posteriormente se exploró otro mamut adulto, con los huesos dis­
persos q1.1e indican el destazamiento del animal, y - algunos de ellos
con marás o rasguños producidos por los artefactos cortantes de los
cazadores; obsérvase que el cráneo fue volteado convenientemente
para extraerle la masa encefálica, y asociados al mamut se hallaron
una punta de dardo con base ligeramente cóncava· y de contorno lan­
ceolado, parecida a las Angostura; otra punta en. forma de hoja de
laurel o laureliforme, y un fragmento de navaja bifacial tallada en
sílex. 30
Los hallazgos arqueológicos mencionados hasta aquí permiten
decir que los grupos cazadores de México vivieron a expensas de los
grandes mamíferos del pleistoceno, especialmente del mamut, y pe­
netraron de Norteamérica hacia el territorio mexicano cuando menos
desde unos 10000 años A.c.; que emplearon armas y artefactos de
piedra para la caza de los grandes animales, y que han de haber
habitado en abrigos rocosos o en campamentos temporales, por el
hábito de los ·animales que cazaban.
La tarea de cazar a estos grandes animales con el átlatl o propulsor
era de hecho una faena colectiva, pues. se necesitaba de la ayt,tda de
varias gentes para darles muerte; puede decirse que estos reducidos
grupos o bandas de cazadores, constituyeron las primeras agrupacio­
nes humanas, las cuales han de haber recurrido también a la recolec­
ción de algunas plantas silvestres, cuando las especies pleistocénicas
comenzahan a extinguirse.
En el curso del tiempo estos cazadores se extendieron por el norte
de México, avanzaron hacia el Altiplano Central y ocuparon luga­
res de la Cuenca de México y de Puebla; muéstranse estos avances por·
las puntas de proyectil de los tipos Clovis, Folsom, Scottsbluff, Plain­
view y Lerma, fundamentalmente; las cuales implican una tempora­
lidad que puede estimarse de 10000 a 5000 años A.c. cuando _menos.
Durante esta etapa tanto el nivel cultural como el equipo material
eran pobres, ya que en todos los descubrimientos arqueológicos los
28 De Terra, Romero y Stewart, 1949,
29 Martínez del Rfo, 1952.
so Aveleyra, 1955.

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LA EDAD DE LOS GIGANTES O PRIMEROS POBLADORES 35
implementos son escasos, y no permiten hacer muchas deducciones-;
pero es evidente que conocían el fuego y la forma de obtenerlo; pre­
paraban y usaban las pieles de los animales que cazaban; contaban
con el lanzadardos; conocían y dominaban las técnicas para traba­
jar la piedra, y tal vez la madera; utilizaban de preÍerencia el sílex
para los artefactos de penetración y la obsidiana para los de corte;
conocían bien los hábitos de los animales que cazaban; se agrupaban
en pequeñas bandas ligadas por lazos familiares; tal vez tenían algu­
nas prácticas mágicas relacionadas con la cacería; y el utillaje se
componía de raspadores, alisadores, raederas, navajas, puntas de pro­
yectil, martilladores y lascas de piedra que les servían para cortar.
Y posiblemente podríamos agregar un cierto inicio de la creación
estética, evidente no sólo en las delicadas puntas de proyectil acana­
ladas y en las puntas con fino retoque transversal, que implican a su
vez el dominio de la técnica lapidaria; sino también en el sacro fósil
de una llama o camélido, procedente de Tequixquiac, Estado de
México, el cual fue trabajado convenientemente para que diera la
impresión de una cabeza de coyote o de algún cánido.

Los recolectores y agrícolas incipientes. Un poco después de que


penetraron los primeros cazadores al territorio mexicano, comenzaron
a aparecer y a desarrollarse algunos grupos de recolectores, los cuales
se fueron asentando principalmente por el norte de la República y
llegaron a ocupar con el tiempo hasta lugares de Oaxaca y Chiapas;
hay en general hallazgos que caen entre 7000 y 2000 años A.c., y
muestran el paso de la recolección a la agricultura incipiente.
De esta etapa cultural se pueden mencionar los hallazgos de piedra
correspondientes a una cultura precerámica comparable a la de Lago
Mohave y San Dieguito, California, encontrados en la cercanía de
Laguna Chapala, Baja California; 31 el complejo Peralta de Sonora,
caracterizado por sus piedras para moler semillas, manos bifaciales,
machacadores, r�spadores y lascas; 32 lo mismo que implementos pre­
cerámicos encontrados en la Cuenca Tildio y Laguna Guzmán,
Chihuahua; 33 y materiales explorados por Taylor en la Cueva Fright­
ful, o Espantosa, de Coahuila.
También se pueden mencionar los restos humanos asociados a tos­
cos artefactos de basalto, encontrados en Santa María Astahuacán,
Estado de México; las piedras toscas para molienda de semillas, hoga­
res y desperdicios de la talla de obsidiana, descubiertos en San Vicen­
te Chicoloapan, a orillas del Lago de Texcoco, tal vez fechables por
5000 .A.c.; 34 lo mismo que el llamado complejo Chalco establecido
31 Massey, 1947.
32 Fay, 1959.
33 Brand, 194 3.
84 De Terra, 1959.

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36 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

por De Terra, consistente en raspadores plano-convexos, machaca­


dores, martilladores, grabadores y manos para moler; o los restos hu­
manos encontrados por debajo de gruesas formaciones travertínicas,
en la zona del Peñón de Los Baños, Estado de México.
Por los materiales de varias cuevas de Ja· Sierra de Tamaulipas,
Mac Neish ha podido establecer una larga secuela cultural, que mues­
tra la transición de los recolectores hacia el cultivo incipiente, y de
ahí hacia un patrón agrícola básico, partiendo de un estadio de cultu­
ra cazadora-recolectora, similar al de las culturas del Desierto de
Norteamérica; iníciase el desarrollo cultural de esa zona con el lla­
mado "complejo Diablo", fechado por 10000 A.c., el cual corresponde
a grupos plenamente recolectores, que tenían implementos unifa­
ciales y bifaciales, hojas ovoides, hachas cortas, raederas y otros arte­
factos hechos de cantos rodados. 35
El siguiente complejo, denominado Lerma, se fecha por 7000 A.C.,
y muestra una economía más dependiente de la caza, pues se han
encontrado una serie de raspadores para el trabajo de las pieles, pun­
tas laureliformes denominadas Lerma, huesos de ciervo, venado y
castor, lo mismo que abrigos rocosos utilizados como viviendas y es­
pecies de mataderos de animales como el mamut; en tanto que en
el complejo siguiente, llamado Nogales, fechado entre 5000 y 3000
A.c., aparecen raederas, hachas cortas, hojas ovoides, martilladores,
gubias, puntas de dardo (Lerma, Plainview, Abasolo, Nogales, Tortu­
ga), morteros, manos y piedras para la molienda de semillas, todo lo
cual acusa una economía recolectora, aunque todavía con bastante
dependencia de la caza del ciervo, el jaguar y otras especies menores.
En cambio, la fase siguiente denominada La Perra, de 3000 a
2200 A.c., muestra una situación distinta, pues existen fragmentos de
redes, pedazos de esteras o petates, cestería, puntas de proyectil tipo
Tortuga, cuerdas con nudos, y se aprovechan algunas fibras vegetales
como la yuca y pita; a la vez que en la dieta alimenticia intervienen
productos de la recolección como nueces, frutos de cactos, plantas
fibrosas que se masticaban, semillas, saltamontes y otros insectos. En
la alimentación se incluyó también la carne de venado, pecarí, jaguar
y otros animales menores que se cazaban; lo mismo que un maíz
de mazorca pequeña, del tipo envainado-reventador, semejante al de
Bat Cave, Nuevo México, que ya se cultivaba. Sin embargo, el mayor
· número de plantas cultivadas ocurrió en la fase siguiente, conocida
como Almagre, y fechada de 2200 a 1500 A.c.
En otras. cuevas de la Sierra de Tamaulipas, Mac Neish encontró
una secuela similar, que comprobó y amplió en parte el conocimiento
de esos grupos; hay en la fase denominada Infiernillo, fechada entre
6544 y 6244 A.c., algunos restos de calabazos o guajes, una especie
S5 Mac Neish, 1958.

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LA EDAD DE LOS GIGANTES O PRIMEROS POBLADORES 37
de frijol parecido a las habas, y chile, pero no domesticados. En la
fase siguiente, llamada Ocampo, de 3694 a 2624- A.c., hay guajes,
calabaza común, dos variedades de frijol y varias especies de chiles, ya
cultivadas; en tanto que en la fase F1accQ, por 2000 A.c., se agregan
el amaranto y el mijo silvestre, que se recolectaban.
Recientes descubrimientos en la región de Tehuacán, Puebla, han
contribuido de manera decisiva a establecer la evolución de los grupos
recolectores-cazadores, desde unos 10000 A.c. hasta prácticamente los
tiempos actuales; se ha establecido un complejo denominado Ajue­
reado, de. 10000 a 7200 A.c., el cual muestra que las tempranas gentes
del Valle de Tehuacán recolectaban plantas silvestres y cazaban y
atrapaban animales, entre ellos, caballos, antílo_L)es, ardillas, ratas, tor­
tugas, tuzas, peces y otras especies menores. Sus ilnplementos eran
de piedra !asqueada, y entre ellos se citan cuchillos bifacialest puntas
laureliformes, raspadores ovoides y terminales, hojas y martilladores
bifaciales. 36
Durante la segunda fase denominada El Riego, de 7200 a 5200 A.c.,
las gentes eran más bien nomádicas estacionales, ya que se juntaban
periódicamente para la recolección de plantas silvestres o herbáceas,
entre ellas el amaranto, el frijol, el chile, frutos de agaves y cactos,
nopal y maguey; a la vez que tenían la calabaza ( Cucurbita mixta)
y el aguacate, tal vez ya cultivados. También cazaban animales como
el venado y el conejo; acostumbraban a enterrar a sus muertos. 37
De hecho, en esta fase aparecen la calabaza, el chile, el aguacate,
el frijol, y tal vez el maíz silvestre y el algodón, lo cual podría indicar
una rudimentaria agricultura; a la vez que aumenta el número de
implementos, ya que ahora hay una serie de puntas de proyectil con
espigas (Gary, Kent, La Mina); puntas con bases cóncavas (Agate
Basin, Plainview, El Riego, F1acco, Tortuga); puntas. con muescas
del tipo Ensor, y puntas laureliformes de los tipos Abasolo y Nogales.
Otros artefactos son raspadores plano-convexos, cuchillos, buriles,
morteros y manos, IDf1Chacadores, martilladores, lascas obtenidas de
nódulos de piedra, núcleos bifaciales y retocadores hechos de asta
de venado.
La siguiente fase, llamada Coxcatlán, de 5200 a 3400 A.c., se carac­
teriza por el aumento de población, por la permanencia más larga en
determinados sitios, por el incremento de las plantas domesticadas,
entre ellas el maíz, guajes, dos especies de calabaza, el amaranto, el
zapote negro y amarillo, varias especies de frijol, el aguacate y varias
especies de chiles; a la vez que va cambiando la organización social,
pues parecen existir clanes patrilineales, en los cuales comienzan a
jugar un papel importante los shamanes o hechiceros.
36 Mac Neish, 1964 a.
87 Mac Neish, 1964 b.

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38 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

En esta etapa de agricultura incipiente, en la que cuando menos


un 10% de la alimentación se basaba en los productos cultivados, la
tecnología adquiere nuevos adelantos, y las puntas de proyectil y
hojas se tallan con mayor delicadeza; apareciendo nuevos- tipos de ras­
padores, machacadores y metates, redes, cestería en espiral, fragmen­
tos de bolsas, mantas, vasijas de piedra, y puntas de proyectil de los
tipos Garyto, Coxcatlán, Tilapa, Desmuke y Almagre.
A continuación viene la fase Abejas, de 3400 a 2300 A.c., durante
la cual los grupos comienzan a asentarse i por las terrazas de los ríos,
y habitan en viviendas semisubterráneas, con tendencia a la estabi­
lidad en aldeas y con el perro domesticado;· se añaden la calabaza
común ( Cucurbita pepo), el frijol común ( Phaseolus vulgaris) y al­
gunas variedades de maíz híbrido, obtenidas por la introgresión del
teocintle. Como rasgos nuevos aparecen un mayor número de vasijas
de piedra, en forma de cuencos de silueta sencilla; lo mismo que
metates ovales, manos plano-convexas, navajas de obsidiana y algunos
artefactos más. En esta fase, cuando menos el 30% de la alimenta­
ción depende de las plantas cultivadas.
Por último, y correspondiente todavía en parte a la etapa que
venimos tratando, tenemos la fase Purrón, de 2300. a 1500 A.c., en la
cual hay más variedades de maíz híbrido, y se introduce la cerámica
de color cafetoso y burda, siguiendo las mismas formas que las vasi­
jas de piedra; viene luego la fase Ajalpan, de 1500 a 900 A.c., la cual
es ya una cultura Preclásica desarrollada.
De menor importancia, pero también interesantes, fueron los ha­
llazgos realizados en una cueva del Rancho de Santa Marta, cerca
de Ocozocuautla, Chiapas, en la cual hay una serie de estratos de ocu­
pación precerámica, y e� niveles superiores, evidencias de una ocupa­
ción con cerámica temprana; predomina en los estratos más· bajos
una serie de raspadores, puntas de proyectil ( Abasolo, Almagre, No­
gales), núcleos y hojas burdas, machacadores planos, metates, manos
y otros implementos, los cuales indican una subsistencia basada en
la recolección y en la caza de animales menores. Por los finales de
esta ocupación aparece el maíz de tipo reventador o "palomero"; hay
una fecha de carbono 14 que coloca los hallazgos a partir de unos
7000 años A.C. SS
De todo lo expuesto hasta aquí se desprende la conclusión de que
casi simultáneamente a los cazadores de fauna pleistocénica, hubo
grupo de recolectores que se fueron adaptando a los cambios climá­
ticos de su habitat, dependiendo inicialmente de las pocas especies
de grandes animales que quedaban y haciendo más uso de las plan­
tas y productos silvestres que encontraban; habiendo evolucionado a
una subsistencia basada en el cultivo de ciertas plantas, lo cual fue
uno de los mayores logros de los tempranos pobladores de México.
as Mac Neish y Peterson, 1962.

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LA EDAD DE LOS GIGANTES O PRIMEROS POBLADORES 39
Sin embatgo, este paso no fue súbito, sino que necesitaron un largo
periodo de experimentación; o sea que de recolectores tuvieron que
pasar por una etapa de cultivadores· incipientes, como se observa en
el desarrollo cultural de la Sierra de Tamaulipas, Cueva de Santa
Marta y lugares de la región de Tehuacá_n.
En términos generales estos grupos han de haber constituido ini­
cialmente pequeñas bandas de familias nucleares, con poc� población
Y' cierto sedentarismo estacional, las cuales habitaban en abrigbs · ro­
cosos y cuevas, lo mismo que en campamentos temporales al aire
libre; pero más tarde llegaron a ocupar las márgenes de los ríos, a
. construir viviendas semisubterráneas, a organizarse en reducidas al­
deas y a vivir en pequeñas comunidades locales, con una sociedad
muy sencilla.
Y en lo que respecta al adelanto cultural, es indudable que estos
grupos alcanzaron un mayor desarrollo que los cazadores nómadas,
puesto que contaron con implementos especializados como lo son
los machacadores, piedras para la molienda de semil1as, raspadores
para el trabajo de las pieles, hojas o cuchillos para cortar, puntas de
proyectil para la caza, punzones para el tejido, agujas, morteros y
metates, lanzadardos, aisladores· y otros más; a la vez que la agricul­
tura les permitió adelantar tecnológicamente, poniendo las bases partt
el desarrollo de las culturas Preclásicas o Formativas.·
Inicialmente recolectaban un gran número de plantas silvestres,
tubérculos, raíces, frutos y otros productos vegetales, entre ellos iµaíz,
chile, calabaza, frijol, amaranto, guajes, mijo, maguey, nopal, tunas,
aguacate, zapote, mezquite, etcétera, algurias de las cuales fueron
después cultivadas e incrementadas en _nuevas variedades por la do­
mesticación e hibridación; a la vez que cazaban y attapaban animales
como el venado, e l �carí, el conejo, la ardilla, el jaguar, el castor,
el antílope, etcétera, y también pescaban y recogían moluscos y
tortugas, todo ello de acuerdo con las potencialidades del habitat
escogidó.
Además de la recolección, la caza, la pesca y la agricultura inci-
. piente, que fueron integrando una economía estable y autosuficiente,
algunas gentes se dedicaban al tejido de fibras vegetales cómo pita,
yuca, tule y tal vez maguey y algodón; obteniéndose de esta ocupa­
ción mantas y sandalias, bolsas, cuerdas y cordeles, redes, cestas,
petates o esteras, y tal vez otros artículos, que servían para vestirse,
para sentarse y dormir, para amortajar a sus muertos, para la pesca.
y otros usos.
Otra ocupación de esos tiempos era el tallado de la piedra y tal
vez de la madera, del cual obtenían cuchillos ovoidales, puntas de
proyectil, metates, morteros, vasijas, machacadores, raspadores, bu­
riles, retocadores, raederas, mangos para cuchillos, espátulas, átlatl
y tal vez arco; cuentas para collares y algunos objetos más; se trabajó

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40 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

también el hueso y el asta de venado, patente en los punzones y


agujas encontrados.
También tenían un culto a los muertos bastante desarrollado,
pues los entierros encontrados estaban depositados en agujeros exca­
vados en el interior de las cuevas, tanto en forma flexionada como
extendida; acostumbraban rociar los cadáveres con polvo de hema­
tita o cinabrio, y envolverlos en petates o mantas, atándolos con
cordeles. Junto a ellos se colocaban algunps objetos personales en
calidad de ofrenda, lo mismo que alimentos, lo cual indica que ya
creían en otra vida después de la muerte; hay también algunas
evidencias de sacrificios humanos, todo lo cual parece indicar que
las creencias mágico-religiosas comenzaban a tomar forma, y es posi­
ble que ya hubiera shamanes o hechiceros.

Resumen. Al igual que en Norteamérica, es probable que haya ha­


bido en México una etapa de tempranos grupos recolectores, cuyas
evidencias actuales todavía no permiten afirmar nada al respecto;
hay, en cambio, numerosos hallazgos que prueban la penetración
de los cazadores nómadas de Norteamérica hacia el territorio nacio­
nal, cuando menos desde unos 10 000 años antes de Cristo, los cuales
vivían de los animales pleistocénicos que comenzaron a extinguirse
tal vez desde unos 7000 años A.c.
Contemporáneos en parte de esos cazadores, se observa en Méxi­
co la presencia de otros grupos recolectores, que guardan relaciones con
la Cultura del Desierto, y que evolucionaron hasta un tipo de agrí­
colas incipientes; habiendo sido ellos los que pusieron las bases para
el desarrollo de las culturas Preclásicas o Formativas, en varias zonas
del territorio mexicano, desde cuando menos unos 200 años A.c.
Por la recolección de varias plantas que luego se volvieron funda­
mentales, entre ellas el maíz, que crecía silvestre en México, algunos
grupos iniciaron la agricultura por 5000 años A.c.; lograron cons­
truir viviendas, y agruparse en aldeas pequeñas, por 3000 años A.c.;
y a partir de esa fecha se desarrolla la agricultura, se tallan _vasijas
de piedra, y se introduce la cerámica hacia 2300 A.c., aunque el
origen de ella es un problema que sólo puede ser tratado por ahora
desde un punto de vista teórico.

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II. LA REGlóN DEL HULE, DEL JADE Y DE LAS FLORES
LA COSTA DEL GOLFO

En el capítulo anterior habíamos dicho que los grupos recolectores


pasaron por una etapa de agricultura incipiente, en la cual se inicia­
ron los cultivos de varias plantas fundamentales para la alimenta­
ción, que luego fueron la subsistencia básica de los pueblos seden­
tarios; y así en la región de 1 'ehuacán, Puebla, desde unos 7 000
años A.C. se aprovechaban los calabazos o guajes (Lagenaria sicera­
ria), la calabaza (Cucurbita mixta), dos variedades de chiles (Cap­
sicum annuum y Capsicum frutescens), el aguacate (Persea america­
na), un tipo de frijol ( Phaseolus coccineous) y el amaranto
( Amaranthus cruentus) . 1
A partir de 5 000 años A.C. varias de estas plantas ya se cultiva­
ban, y se agregaron el maíz ( Zea mays), otro tipo de calabaza
(Cucurbita moschata), otro tipo de frijol ( Phaseolus acutifolius) y
el zapote amarillo ( Prouteria campechiana); en tanto que de 3 400
años A.c. en adelante, todas estas especies eran utilizadas, agregán­
dose la calabaza común (Cucurbita pepo), el frijol común (Phaseolus
vulgaris), el mijo silvestre ( Panicum sonorum) y el algodón ( Gossy­
pium hirsutum). De hecho, por 2 000 años A.C. estos grupos conta­
ban con todas estas variedades, las cuales se incrementaron por la
domesticación y la hibridación; menciónanse también el zapote
negro, el maguey, el nopal, la pita, la yuca y otras plantas.
Lo anterior parece indicar que desde unos 3 000 años A.c. ya
existía en el Centro de México el complejo agrícola constituido por
maíz, frijol, calabaza y chile, lo cual permitió el sedentarismo y el
nacimiento de las pequeñas aldeas; obsérvase cómo en el Valle de
Tehuacán los grupos contaban con el tejido de fibras vegetales y la
cestería, con ocupaciones como el tallado de piedra, madera y hueso,
con vasijas de piedra, el perro domesticado, viviendas semisubterrá­
neas, culto a los muertos y otros rasgos culturales adelantados.
Aunque en otras zonas de México los grupos no estaban tan
desarrollados, es indudable que ya conocían el cultivo del maíz, tanto
en la Sierra de Tamaulipas como en la Cuenca de México, Oaxaca
1 Mangclsdorf, Mac Ncish y WiJlcy, 1964.

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46 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

y Chiapas; de modo que no es ilógico pensar que por 2 000 años A.c.
se empezaron a integrar los grupos que dieron lugar a la cultura
Preclásica, los cuales heredaron los conocimientos de los agrícolas
incipientes, y adquirieron una economía más estable y autosuficiente.
De hecho, esta economía se obtuvo por una explotación más in­
tensiva de los recursos naturales, especialmente de la agricultura;
incrementándose la población y desarrollándose la tecnología, prin­
cipalmente la cerámica, cuyo origen sólo puede ser tratado por ahora
hipotéticamente, ya que desde sus inicios aparece algo desarrollada,
o sea que no se han encontrado las etapas experimentales de ella.
De esta manera, y desde el punto de vista teórico, podemos decir
que el inicio de la ·cerámica en México pudo deberse a varias causas,
entre ellas: 1-a, que fue inventada independientemente en México,
aurique no se hayan encontrado hasta ahora las etapas experimen­
tales de ella; 2-a., que pudo ser adquirida por impulsos o -influencias
foráneas; y 3-ct., que se descubrió en México, pero recibió al mismo
.tiempo influencias de otras partes.
Respecto a la invención independiente se pueden aducir los ha­
llazgos de cerámica encontrada por Mac Neish en Tehuacán, Puebla,
entre 2300 y 1500 afios A.c., cuyas formas son semejantes a las
vasijas de piedra qué se hacían con anterioridad en esa región; lo
mismo que la cerámica encontrada por Brush en Guerrero, cuya
antigüedad se coloca hacia 2400 años A.c., las cuales son bastante
primitivas y todavía no acusan relaciones o similitudes con cerámica
de ninguna otra cultura conocida.
En la Bahía de Puerto Marqués, al sur de Acapulco, se hicieron
algunas excavaciones estratigráficas, en la vecindad de un montículo
erosionado por las aguas de la laguna; se excavó un pozo que alcanzó
la :profundidad de 7.60 metros, en capas de 20 en 20 centímetros, o·
sea que el pozo tuvo en total 38 capas. En las cinco capas más pro­
fundas no se encontraron evidencias de cerámica, pero sí se com­
probó que el lugar fue ocupado tal vez por un grupo recolector;
mientras que a partir de la capa 33 hasta la 29, se encontró una cerá­
mica que tiene cierto parecido con la de Tehuacán, Puebla.
Esta cerámica presenta eri su superficie una serie de cráteres o
agujeros, casi no tiene pulimento, y su apariencia es bastante burda,
aunque a veces. puede tener cierto color rojizo en el exterior; -hay
una fecha de carbono 14 para las capas precerámicas de 2 940 ± 130
años A.c., y una fecha para las capas con cerámica, que cae en
2440 ± 140 años A.c. 2 Lo anterior concuerda con la cerámica de la
fase Purrón de Tehuacán, fechada entre 2300 y 1500 años A.c.,
la cual es cafetosa, burda y gruesa, con formas que se derivan de
los recipientes de piedra de la fase anterior. 3
2 Brush, 1965.
3 Mac Neish, 1964.

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LA REGIÓN DEL HULE, DEL JADE Y DE LAS FLORES 47
Respecto a que pudo ser adquirida de otras partes, hasta ahora
no hay evidencias que permitan decir de donde pudieron llegar in­
fluencias o impulsos que permitieron su adopción, pues en el este
de Norteamérica la cerámica más antigua de Georgia se fecha por
1850 años A.c., y es hecha con desgrasante de fibras vegetales, den­
tro de una tradición que no se desarrolló en México; ni tampoco
la cerámica de Sudamérica, especialmente la de la costa del Ecuador,
que se supone comenzó por 3000 años A.c., tiene relaciones con
la temprana cerámica hallada en México.
Así, la tercera alternativa parece por ahora la más apropiada, es
decir, que la cerámica s� descubriría en. México independientemente,
desde antes de 2000 afíos A.c., pero posteriormente recibió algunas
ii:ifluencias de otras partes, lo cual llevó al establecimiento de dos
tradiciones alfareras distintas, una en el Altiplano Central y otra
en la Costa del Golfo; siendo esta última, la que guarda más rela­
ciones con Sudamérica y con el Asia, aunque no se hayan precisado
todavía esos contactos.
En el Altiplano Central la cerámica . aparece en forma de vasijas
de bases esféricas, mas derivadas de ciertos frutos como los guajes
o calabazos, y posteriormente recibe influencias de la cultura olmeca,
tal como se observa también en Tehuacán; mientras que en la Costa
del Golfo .las vasijas son fundamentalmente de bases planas, con
decoración de mecedora o rocker-stamp, punzonado, impresión de
uña, excisión, etcétera, la cual se Jiga a la cultura olmeca y guarda
semejanzas con la alfarería de Sudamérica y Asia.
Como decíamos anterjormente, la agricultura permitió a los gru­
por ir controlando su alimento básico, establecerse en aldeas penna­
nentes, construir viviendas, evolqcionar en su organización social,
desarrollar las artesanías y especular sobre los. misterios de la natu­
raleza; iniciándose las creencias mágicas, los ritos agrícolas, y poste­
riormente la religión y las construcciones ceremoniales.
Desde unos 1800 años A.c., cuando menos, varios grupos seden­
tarios fueron ocupando las márgenes. de los áos, los valles regados,
la costa del mar y las orillas de los lagos; es decir, lugares donde
había el líquido vital para la subsistencia y la práctica de los culti­
vos; puede decirse que estas poblaciones agácolas integraron una
tradición cultural común, con economía e ideas básicas generaliza­
das, las cuales constituyeron las culturas locales del Horizonte For­
mativo o Preclásico.
En la actualidad sabemos que a partir de esa fecha hubo dos
tipos de culturas locales de importancia, una en el Altiplano Central
y otra en la Costa del Golfo; pero como esta última fue la más
vigorosa en sus comienzos� y la que se extendió e influyó sobre otras
partes del territorio mexicano, comenzaremos este estudio con el
desarrollo cultural de esa región.

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48 UNA VISIÓN DEL MfXICO PREHISPÁNICO

GENERALIDADES

Los cronistas mencionan que la parte ocupada por los huastecos


se conocía con el nombre de Xochitlalpan o lugar de bastimentos
y de flores, que el centro de Veracruz era llamado Chalchiuhuecan
o lugar de piedras verdes, de jade; en tanto que el sur de Veracruz
era la tierra del hule, u Olman, por lo que metafóricamente hemos
llamado a la región de la Costa del Golfo la región del hule, del
jade y de las flores.
En términos generales la región de la Costa del Golfo de México
se extiende desde el río Soto la Marina, en Tamaulipas, hasta el
río Grijalva, en Tabasco, y fue en tiempos históricos el habitat de
los huastecos, totonacos y olmecas. Esta delimitación de la región
se ha hecho porque los huastecos ocuparon hacia el norte lugares
colindantes con el río Soto la Marina, aunque su esfera de influen­
cia llegó_ hasta parte de los Estados Unidos; mientras que hacia el
sur, el río Grijalva fue la barrera natural que �etuvo a los mayas,
quienes se interrelacionaron con los nonoalcas y olmecas vixtoti de
las crónicas.
Desde el punto de vista fisiográfico, la región comprende la costa
propiamente dicha, es decir, una faja de tierra constituida por sedi­
mentos del cuaternario, a menudo con Iagunetas, albuferas y panta­
nos; viene luego la llanura costera, con una ligera inclinación hacia
el mar, la cual está limitada hacia el oeste por las estribaciones de
la Sierra Madre Oriental. En la llanura hay tierras casi planas, cru­
zadas por lo regular por caudalosos ríos y arroyos; existen también
algunas tierras rodeadas de pantanos, especialmente hacia el sur de
Veracruz y el norte de Tabasco.
Hacia el oeste se levánta la Sierra Madre Oriental, la cual corre
paralela a la costa y se interrumpe para permitir la intrusión del
sistema volcánico del Centro de México, formando la sub-provincia
de Los Tuxtlas; hay grandes elevaciones como el Pico de Orizaba,
el Cofre de Perote, la Sierra de Tamaulipas, La Malinche, etcétera,
con alturas promedio de unos dos mil metros sobre el nivel del mar.
De acuerdo con los estudios arqueológicos, la Costa del Golfo
fue ocupada primero por una serie de grupos agrícolas� que tal vez
lingüísticamente se derivaron de un tronco común, pero que con
el tiempo se fueron diferenciando en culturas locales, como las de
Pánuco, Remojadas, La Venta y otras más; vino después la integra­
ción de las culturas clásicas del Centro de Veracruz y la cultura
huasteca, y al final los totonacos, quienes entraron en contacto con
los españoles.
La situación de estos grupos en el territorio de la Costa del Golfo
es la que ha determinado la subdivisión de dicha región, por lo cual

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LA REGIÓN DEL HULE, DEL JADE Y DE LAS FLORES 49
estudiaremos tres zonas fundamentales: el sur de Vera cruz y norte
de Tabasco, el centro de Veracruz y el norte de Veracruz y sur de
Tamaulipas, en las que quedan incluidos los grupos ya mencionados.

El sur de Veracruz y norte de Tabasco


LA CULTURA ÜLMECA ARQUEOLÓGICA

( Preclásico Inferior y Medio: 1 500 a 800 años A.c.)


Entre las viejas culturas prehispánicas de México, tal vez una de
las más apasionantes es la olmeca arqueológic:a, ya que sin orígenes
aparentes, y desde el Preclásico temprano, comienza a influir sobre
otros grupos, adquiere un gran desarrollo, y de ella nacen práctica­
mente varias civilizaciones que florecen durante el Clásico.
La cultura olmeca se desarrolló fundamentalmente en el sur de
Veracruz y norte de Tabasco, en sitios de exuberante vegetación
tropical como Tres Zapotes, La Venta, El Trapiche, San Lorenzo,
Los Tuxtlas, La Tigra y otros lugares más; los cuales fueron habita­
dos por grupos aldeanos, dedicados a la agricultura del maíz y a la
caza y pesca, con la alfarería como artesanía básica.
La cerámica encontrada en estos sitios puede ser de color blanco,
en forma de platos de silueta compuesta con los bordes incisos;
blanca con tonalidades rosáceas; negra con decoración excavada o
incisa ancha; negra con los bordes blancos o rojos; grisácea con mo­
tivos incisos finos, por lo regular en forma de triángulos rellenos
de líneas paralelas o diseños zonales cuadriculados; lo mismo que
cerámica de color café para fines domésticos, roja pulida, amarillenta
laca y algunas otras modalidades. 4
En la decoración sobresalieron los motivos de mecedora o rQcker­
stamp, que se hacían con una concha, dejando hileras de líneas en
zigzag; las impresiones de textiles; la decoración de uña; el punzo­
nado; el excavado o raspado; la escisión y a veces también la impre­
sión de cuerda y la incisión fina; aplicándose estas técnicas decora­
tivas sobre platos y vasos·de bases planas, sobre algunas vasijas efigie,
sobre botellones con asa de estribo, sobre platos y ollas con vertedera,
etcétera, generalmente en forma zonal o en paneles. Entre los diseños
hay algunos relacionados con el jaguar totémico, entre ellos repre­
sentaciones de garras, encías, cejas, caras, belfos y manchas del ani­
mal; a la vez que hay algunas vasijas zoomorfas, que representan
peces, armadillos, patos, aves, jabalíes, conejos, monos y otros
animales.
Los olmecas modelaron también figurillas de barro, representando
en parte el ,tipo físioo de su tiempo, pe,ro enfatizando el carácter
4 Piña Chan y Covarrubias, 1964.

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50 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

felino de su totem, lo cual los llevó a la creación de un estilo artís­


tico de gran fuerza; se observa a través de ellas la costumbre de la
deformación craneal, tanto tabular oblicua como tabular erecta, por
la cual obtenían una cabeza semejante a una pera o aguacate.
En algunas figurillas se observa al frente _de la cabeza un agujero
o hendidura en forma de V, e inclusive un surco longitudinal, que
parecen ser indicaciones de la mollera o fontanela bregmática de los
recién nacidos; 5 práctica común fue la mutilación de los dientes,
los cuales eran aserrados o cortados de varias maneras.
Por lo general el tipo olmeca predominante era de escasa altura
pero bien formado, con ciertas tendencias a la obesidad y con las
cabezas deformadas y rapadas;· hay figurillas que muestran caras
redondeadas y mejillas abultadas, ojos oblicuos, nariz. corta y chata,
quijadas pesadas, cuellos _cortos, etcétera, y unas típicas bocas de
labios gruesos, con las comisuras fuertemente contraídas hacia abajo,
lo cual les da una expresión de recién nacidos o de jaguares gru­
ñidores.
Aunque la mayoría de las representaciones olmecas dan 1a impre­
sión de tipos mongoloides, hay algunas que muestran también cier­
tos rasgos negroides; pueden citarse el pelo crespo o rizado, la nariz
platirrina, labios gruesos, abultamiento de las piernas como si tuvie­
ran esteatopigia, y el uso de una orejera muy grande y otra pequeña,
como se puede observar en algunas figurillas de Tiatilco, o en las
cabezas colosales de La Venta y San Lorenzo.
Además de los 'rasgos apuntados, algunas· figurillas muestran la
costumbre de andar desnudos, o .al menos con escasa indumentaria;
se distingue el hombre d·e la mujer solamente por el peinado, ya
que en las figurillas no aparece, por lo regular, el sexo. Sin embargo,
en ellas pueden apreciarse la costumbre de la pintura corporal y
del tatuaje, el uso de bragueros o taparrabos, faldillas, capas cortas,
turbantes, venpas faciales, barbiquejos y otras prendas sencillas, lo
cual implica a su vez el conocimiento de las. fibras vegeta.les y el
.

���
Entre los hombres había la costumbre de raparse completamente
la cabeza, o se dejaban mechones de pelo en 'ciertas partes de ella;
en tanto que las mujeres combinaban . el rapado parcial o total de
la cabeza con el uso de trenzas a los lados. En ocasiones se ponían
tocados elaborados con listones y lazos, anchas vendas sobre la frente,
sombreros, adornos vegetales, ornamentos y máscaras. ·
El uso de las máscaras estaba relacionado con las prácticas má­
gicas, con las festividades que se celebraban a la agricultura y a la
lluvia; había máscaras con representaciones de aves fantásticas, patos,
jaguares y aun humanas, todas ellas modeladas en barro y tal vez
5 Dávalos y Zárate, 1953.

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LA REGIÓN DEL HULE, DEL JADE Y DÉ LAS FLORES 51
talladas en madera, Jas cuales eran usadas por los shamanes o magos.
En algunas figurillas se ve cómo estos magos· completaban su atuendo
personal, especialmente para las ceremonias; hay representaciones
de cascos o yelmos, pelucas de paja o de pelo, ramas vegetales,
vestidos de pieles, · sonajas y diseños especiales
· pintados-
· sobre el
cuerpo.
Al parecer en esas festividades se jugaba a la pelota, todavía sin
estructuras especiales, y tal vez en círculo, pegándole a la pelota
con los brazos y caderas una vez puesta en juego; se observa en
algunas figurillas cómo los jugadores llevaban bragueros, rodilleras·
y vendas en las · manos, tanto para proteger la rodilla como para
pegar a la pelota, que era de hule macizo.
Y la presencia de figurillas que representan bailarines de ambos
sexos, de músicos con sonajas y tambores, de magos con máscaras,
de enanos, acróbatas y bufones; lo mismo que instrumentos musi­
cales como silbatos, ocarinas y flautas; nos dicen que había fiestas
cere�oniales, relacionadas tal vez con los ritos agrícolas, en las cua­
les había danzas, juegos y música para entretenimiento de los con­
currentes.
La care�cia de piedra en el sur de Veracruz y norte de Tabasco
obligó a los olmecas a construir chozas de materiales perecederos,
especialmente con tierra, lodo, troncos y palmas; en tanto que la
piedra se tenía que traer de partes alejadas, desde Los Tuxtlas y las
estribaciones de Chiapas, lo mismo que del centro de Veracruz, para
poder tallar sus hachas de serpentina que utilizaban en el desmonte
de sus milpas, puntas de proyectil y navajas de obsidiana, raspadores,
metates y otros artefactos.
La agricultura se hacía por el sistema de roza o milpa, con ayuda
del bastón plantador, azadas de madera y hachas de serpentina;
habiéndose contado fundamentalmente con el maíz, la calabaza
y el frijol para la alimentación, a la vez que recolectaban frutos y
productos silvestres. También cazaron animales como el venado,
el jabalí, el armadillo, el conejo, el guajolote silvestre, el pato y otras
aves; pescaron· y obtuvieron tortugas en el mar y los ·ríos; aprove­
chaban pieles, cuerno, asta, hueso, plumas, concha, algodón, hule
y otros materiales, tanto para la indumentaria y el tocado, como
para la manufactura de algunos artefactos y ornamentos.
Así, en el aspecto tecnológico, los olmecas contaron con hachas de
serpentina, pulidores de piedra o hueso para la cerámica, raederas
de obsidiana para descarnar las pieles, agujas y punzones de hueso,
puntas de proyectil con espigas, cuchillos y navajas de obsidiana, mor­
teros y metates de piedra volcánica, canoas hechas de troncos ahue­
cados, cuerdas, manos de metate, etcétera; y más tarde desarrollaron
otras herramientas especializadas, las cuales permitieron el auge del
tallado de la piedra.

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52 UNA VISIÓN DEL l\IÉXICO PREHISPÁNICO

Al parecer la sociedad estuvo gobernada al principio por una casta


de hechiceros o shamanes, los cuales dictaban las leyes y decidían
sobre los problemas más importantes; a la vez que pudo haber clanes
patrilineales y totémicos, con el jaguar como animal predilecto. Den­
tro de la sociedad los magos, bailarines, músicos, artesanos y otras
gentes de prestigio, han de haber constituido el estamento superior;
y quedaría por debajo de ellos el resto de la población, es decir, los
campesinos, cazadores y pueblo en general.
Y por lo que respecta a las ideas mágico-religiosas, desde los inicios
de la cultura vemos el predominio de una deidad-jaguar, relacionada
con la agricultura, la tierra y la lluvia; la cual aparece simbolizada
como un enano-jaguar, o como un dragón celeste serpiente-jaguar,
que posteriormente se convierte, bajo la elaboración del sacerdocio,
en los dioses del agua.
Esta obsesión felina se advierte no solamente en la cerámica, sino
en todo el arte de la cultura olmeca; y así, las figurillas de barro apa­
recen con caras de niños o de jaguares, y posteriormente lápidas, alta­
res, estelas, cabezas colosales, ornamentos, etcétera, reflejan con ma­
yor intensidad ese culto.
Inicialmente las figurillas de barro muestran los rasgos hechos por
la técnica del pastillaje, con una ligera perforación en los ojos y con
muchas semejanzas con las del Altiplano Central; pero junto a éstas
hay otro tipo netamente olmeca, el cual se caracteriza por los ojos
ranurados y las bocas con las comisuras hacia abajo. Esta situación
observada en La Venta y Tres Zapotes refuerza el concepto de que
la cultura olmeca comenzó a integrarse más bien como un estilo ar­
tístico, aunque no debe descartarse la posibilidad de que haya sur­
gido por ciertas influencias asiáticas, cuya ruta falta por precisarse.
Del tipo de figurillas con caras al pastillaje se van desarrollando
otras de mayor tamaño y con las caras más alargadas; mientras que
de las figurillas netamente olmecas salen las figurillas con ojos per­
forados, que son comunes en toda la costa del golfo, lo mismo que
las figuras baby face o cara de niño, que son por lo regular huecas,
de color blanco o crema pulido, y con polvo de hematita frotada.
La cerámica y las figurillas mencionadas han permitido conocer
mejor la antigüedad, dispersión e influencia de esta cultura; pudiendo
decirse que de 1500 a 800 A.c., los rasgos olmecas se han difundido
por la costa del golfo en sitios como La Venta, Ogarrio y Balancán,
Tabasco; El Trapiche, Viejón, Alvarado, Tres Zapotes, San Lorenzo,
Los Tuxtlas y Pánuco, en Veracruz; Ajalpan, San Martín Texmelu­
can y Totomihuacán en Puebla; Chalcatzingo, Atlihuayán y Gualupita
en Morelos; Tlatilco y Tlapacoya en la Cuenca de México; y se han
extendido aún hasta El Opeño, Michoacán; Chiapa c:Je Corzo, Ma­
zatán e lzapa en Chiapas; y posiblemente hasta Guatemala.

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LA REGIÓN DEL HULE, DEL JADE Y DE LAS FLORES 53
Los rasgos olmecas que se advierten en estos sitios indican algunas
veces el resultado de la expansión y colonización de nuevo� lugares;
otras veces implican el contacto y fusión de un grupo olme�a con la
población original del sitio; y en otros aparecen más bien como in­
fluencias y objetos llevados por comercio; pero todo ello da idea del
vigor de esa cultura costeña, cuyo modo· de vida y estilo artístico se
difundió tan rápidamente..

EL AUGE DE LA CULTURA ÜLMECA

( Preclásico Superior: 800 a 200 A.c.)

Hasta 800 A.C., los olmecas del sur de Veracruz y norte de Tabasco
habían realizado algunos logros culturales de importancia, a la vez
que habían difundido e impuesto su estilo artístico hasta la Cuenca
de México, Chiapas y Guatemala; viene ahora el desarrollo de la la­
pidaria y la escultura, las cuales influyeron también sobre casi todo
el territorio mesoamericano, y dieron lugar a la creación de algunos
estilos locales.
En esta época comienzan a integrarse los centros ceremoniales con
montículos de tierra, basamentos, plazas, altares y plataformas para
casas; a1>arecen los pisos de niosaico de piedra en forma de mascaro­
nes estilizados del jaguar, estelas y lápidas con bajo relieves, cabezas
colosales, hachas votivas, estatuillas de jade, espejos de pirita, cajas
de piedra, ornamentos exquisitamente tallados y muchos objetos más.
Estos rasgos se presentan casi en su totalidad en sitios costeños ne­
tamente olmecas; en otros lugares aparecen unos cuantos, debido a
la influencia de las ideas y el comercio; y en algunos sitios más se
deben a �a colonización; pueden citarse para este periodo sitios como
La Venta, Ogarrio, Blasillo, Tapijulapa y Cárdenas, en Tabasco; Tres
Zapotes, Cerro de Las Mesas, San Lorenzo, El Mesón, Piedra .La­
brada, San Martín Pajapan, Catemaco, Los Tuxtlas y Las Limas, en
Veracruz; Monte Albán, Huamelulpan y Juchitán en Oaxaca; Chiapa
de Corzo, Tonalá, Izapa, Simojovel y Ocozocuautla en Chiapas; y
aun Uaxactún, La Victoria, San Isidro Piedra Parada, Chalchoapa
y Guanacaste en Guatemala, El Salvador y Costa Rica.
Hacia el Altiplano Central, durante este periodo, se observan in­
fluencias en Tehuacán, Necaxa, Aljojuca e Izúcar en Puebla; Chal­
catzingo y Yautepec en Morelos; Valle de Bravo, Tenango y Tecaxic­
. Calixtlahuaca en México; lo mismo que en Iguala, Taxco, El Na­
ranjo, Mezcala, San Jerónimo y otros lugares de Guerrero; todo lo
cual prueba la máxima expansión e influencias que tuvo esta cultura.
Aunque en algunos monumentos y figurillas se siguen mostrando
a individuos de corta estatura, hay otros que representan a persona-

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54 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

jes barbados, más altos y con caras realistas, como si el tipo físico de
estas gentes estuviera cambiando; obsérvanse también ·atuendos más
elaborados y de mejor calidad, a tono con el desenvolvimiento cul­
tural de los grupos.
En los llamados Danzantes de Monte Albán, Oaxaca, se aprecia
la costumbre del tatuaje o escarificación alrededor del miembro viril,
lo mismo que la práctica de la desnudez; en otros monumentos hay
representaciones de personajes con bragueros, paños de cadera, falde­
llines sostenidos por ceñidores, capas cortas, mantos o túnicas, cintu­
rones con placas o brochas, y algunas prendas más.
La deformación craneal, la mutilación dentaria,. el rapado de la
cabeza, el uso de barbas postizas y la pintura corporal se siguen ob­
servando entre los. grupos olmecas de este periodo; en tanto que los
ornamentos son de mejc;>r calidad y más váriados, pues se tallaban en
jadeíta, cristal de roca, jade, hueso, pirita, amatista y otros materiales.
Entre los ornamentos hay· orejeras circ�lares y tubulares, algunas·
de ellas con tapón y dibujos incisos; narigueras; pectorales en forma de
placas con perforaciones; espejos de magnetita y de pirita que se lle­
vaban colgados al pecho; péndientes de jade, imitando colmillos de
jaguar y espinas de . mantarraya; brazaletes y collares; hay . cuentas
circulares o cortadas en forma de nudos de carrizo, y a veces en for­
ma de canoas y flores.
Para esta época los olmecas contaron con cinceles y taladros de
piedra, los cuales permitieron el tallado de sus esculturas, figurillas
y ornamentos; a la vez que tenían hachas de serpentina, puntas de
proyectil, navajas y cuchillos, morteros y meta,tes, agujas y punzones
de hueso, alisadores y raspadores, espátulas y perforadores, taladros
para producir el fuego, lanzadardos, arpones, anzuelos y otros arte:­
factos.
De entre todas las artesanías, la lapidaria fue la que cobró u� auge
inusitado, alcanzándose un dominio pcrfe.cto de las técnicas; se pre­
fería el basalto, el cuarzo, el jade, la diorita, la nefrita, la obsidiana,
la serpentina, la jadeíta, etcétera; es decir, piedras duras semiprecio­
sas, especialmente de color verde-azuloso, las. cuales tenían que ser
traídas . por comercio de lugares bastante .alejados. Los intercambios
comerciales se hacían tanto por la vía terrestre como marítima;- lle­
vando las materias primas y los productos manufacturados a pie o en
canoas y balsas; hay representaciones de canoas talladas en jade o
en forma de cuentas para collares, las cuales muestran que éstas se
obtenían de troncos ahuecados.
Para el trabajo de la piedra contaron con cinceles, taladros, perfo­
radores, pulidores y abrasivos como la arena; en las técnicas lapidarias
se usó el desmoronamiento, el corte, el desgaste, la percusión, el ta­
ladrado, el aserrado y el pulimento; todo ello les sirvió para trabajar

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LA REGIÓN DEL HULE, DEL JADE Y DE LAS FLORES 55
sus asombrosas cabezas colosales y altares monolíticos, lo mismo que
delicadas figurillas y ornamentos.
Y en relación con el tallado del jade, puede decirse que los olmecas·
fueron los primeros en hacerlo, y que en sus manos este material se
con�rtió en casi un material plástico, por la maestría de los tallado­
res qtie siempre lograron imponerle la for�a deseada; de lo cual re­
sulta.ron piezas que por su pulido y tersura, dinamismo y delicadeza,
compiten ·con· lqs mejores jades chinos de la· dinastía Chou. 6
La organización social sufre ·.un cambio de importancia d�rante esta·
época, pues los conocimientos de ingeniería o construcción desplega­
dos en Jos centros ceremoniales, la tecnología más desarrollada, la
escultura monumental, las tumbas para los muertos, el comercio in­
tensivo y los conocimientos calendáricos son índice de una población
numerosa y de cambios en la estructura social; o sea que los mago�
o shamanes del periodo anterior se van convirtiendo en una casta de
sacerdotes-astrólogos, los cuales, junto con los artesanos, sirvientes,
artistas, comerciantes y otras personas destacadas, van constituyendo
una sociedad fuerteme_nte estratificada.
Por ello Drucker supone que el centro ceremonial de La Venta,
Tabasco, estuvo operado por pequeños grupos de sacerdotes residen­
tes y.gobernantes, con sus sirvientes personales e individuos de otras
categorías que atendían los negocios públicos; los cuales- se sostenían
por medio de alguna forma de tributació1,1 que hacían los pueblos y
villas vecinas, y que la mano de obra para las construcciones fue tam­
bién proporcionada por ellos. 7
En realidad, la construcción y reparación de l�s edificios, el tallado
de las esculturas y monumentos, el acarreo y corte de la piedra que
tenía que traerse de lugares alejados, el avance de la tecnología y otros
muchos factores, indican para La Venta y otros centros ceremonia­
les una centralización del poder en una autoridad estable, lo mismo
que una mayor población y excedentes económicos suficientes para el
mantenimiento de los grupos no productores de alimentos.
Y por las evidencias arqueológicas obtenidas en otros lugares, se
puede inferir el tipo de sociedad de aquellos días, pues había cante­
ros para cortar la piedra, albañiles o constructores, ID:ercaderes que
procuraban las materias primas de las que carecían, tejedores, lapida­
rios, alfareros, carpinteros, escultores, artistas,-etcétera; lo mismo que
gente encargada de las· faenas agrícolas, cazadores, sirvientes, carga­
dores, etcétera, que junto con los sacerdotes-astrólogos y otros fun­
cionarios, integraban una sociedad con. estamentos sociales estrati­
fic,ados.
s Stirling, 1961.
T Drucker, 1947.

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56 UNA VISIÓN DEL l\,IÉXICO PREHISP.\NICO

En este periodo la religión continúa desarrollando las ideas básicas


del dios jaguar relacionado con la agricultura, con las lluvias, las co­
sechas, etcétera; habiendo ceremonias especiales, como la que se ob­
serva en uno de los bajo relieves de Chalcatzingo, Morelos. En ella
se ven cuatro sacerdotes o brujos con máscaras de aves fabulosas o
de animales fantásticos, con bastones plantadores o azadas de madera
en las manos, y con ramas o varas vegetales que podrían ser cañas de
maíz; a la vez que se adornan con cascos o yelmos que tienen moti­
vos del jaguar totémico. En una lápida de Viejón, Veracruz, se ob­
serva también a dos individuos, los cuales llevan ramas vegetales en
las manos; mientras que en otro relieve de Chalcatzingo y en algunos
monumentos de La Venta, hay representaciones de nubes y gotas de
lluvia que se ligan a la agricultura y a los ritos de esos tiempos.
El concepto del dios jaguar humanizado �e va transformando en
una deidad de la lluvia, que más tarde se conocerá como Tláloc, Chac
y Cocijo en otras culturas; puede verse este desdoblamiento del dios
en los mascarones de piedra encontrados en Laguna de Los Cerros,
Veracruz, los cuales tienen el pelo crespo, una máscara bucal de ja­
guar, colmillos y encías felinas, ojos con una especie de anteojera
que lleva una cruz como símbolo de la mancha del jaguar, y otros
rasgos que en conjunto dan la impresión de esos dioses del agua.
Lo anterior se ve también en los mascarones serpentinos jaguar
de la estructura E-vn-Sub. de Uaxactún, Guatemala, y en el rever­
so de la Estela C de Tres Zapotes, Veracruz; puede agregarse un altar
de San Lorenzo, Veracruz, el cual está sostenido por dos seres de
baja estatura y con rasgos negroides, a manera de atlantes, que Pª"
recen simbolizar a los "chaneque" o ayudantes del dios de la lluvia.
Durante el apogeo efe la cultura olmeca arqueológica la cerámica
se vuelve tosca o mal acabada, tal vez por el énfasis que los. -artistas
dieron a la lapidaria y escultura; hay cerámica doméstica de color rojo
arenosa, cremosa rojiza, grisácea burda, negra con bordes blancos y
otras modalidades sumamente pobres; lo mismo que figurillas de
barro con los ojos y bocas perforadas, a menudo incluidas en el re­
lleno de las construcciones.
En cambio, la lapidaria se hace altamente especializada, sobre todo
la escultura tanto en bulto como en bajo relieve; sobresaliendo las
cabezas colosales de La Venta y San Lorenzo, talladas en basalto
con gran vigor y realismo, las �uales parecen retratar a importantes
jugadores de pelota o sacerdotes que merecieron se les inmortalizara
en la piedra. E igual cosa podría decirse de las lápidas y estelas, de
las esculturas humanas y de jaguares, de los altares y sarcófagos mo­
nolíticos, de las delicadas figurillas talladas en jade, y de las hachas
petaloides ceremoniales; o de la excelencia de los espejos de magne­
tita y de pirita, de los colmillos de jaguar imitados en el jade, de las
cuentas y orejeras, placas-pectorales, máscaras y muchos objetos más.

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LA REGIÓN DEL HULE, DEL JADE Y DE LAS FLORES 57
De hecho, el arte lapidario se inicia en los finales del periodo ante­
rior, ya que en Tiatilco, México, se han encontrado pequeños yugos
con caras de pato y de jaguar, cuentas de jade y figurillas de piedra
que todavía no muestran el gran adelanto que luego alcanzaron los
grupos de la costa del golfo; caracterízase el arte olmeca por su sim­
plicidad y realismo de la forma, por sus conceptos vigorosos y origi­
nales, pero saturados de un espíritu felino que constituye el elemento
básico; puede decirse también que todas sus manifestaciones estética�
fueron el clímax de un arte noble y sensual, producto de un espíritu
estético sofisticado, pero sobrio y digno. 8
Los olmecas, genios lapidarios, no llegaron a desarrollar una arqui­
tectura duradera, pues la carencia de piedra en el sur de Veracrui
y norte de Tabasco los obligó a construir basamentos y templos de
tierra y lodo; pero durante el auge de su cultura contaron con centros
ceremoniales, en los cuales habían basamentos distribuidos alrededor
de plazas, formando conjuntos orientados a los puntos cardinales; lo
mismo que altares, plataformas para casas, lápidas colocadas al frente
de sus edificios, cabezas que marcaban los pasos del sol por el cenit,
y tal vez espacios para el juego de pelota.
En contraste con la pobreza .de la arquitectura dictada por el medio,
los olmecas iniciaron la numeración y el calendario, las observaciones
astronómicas, la escritura jeroglífica y la astrología; hay en La Venta
una lápida circular, con un personaje que lleva una especie de ban­
dera en la mano, jeroglíficos en forma de cabezas de animales y la
huella de un pie humano, lo cual anticipa el culto a las inscripciones
calendáricas.
También pueden mencionarse la Estela C de Tres Zapotes, con un
mascarón de jaguar por un lado y la fecha 31 A.c., por el otro, gra­
bada en numerales de puntos y barras; varias lápidas de los Danzan­
tes de Monte Albán con numerales y jeroglíficos para los días, entre
ellos los glifos turquesa, serpiente, tigre, cabeza de mono, tiradera,
flor, etcétera; lo mismo que algunas estelas o lápidas asociadas a al­
tares zoomorfos, comunes en lzapa, Chiapas.
Al parecer el conocimiento del calendario y la numeración alcanzó
un mayor de�arrollo en Monte Albán, Oaxaca, desde unos 500 A.c.;
parece que de allí pasó a la costa de Chiapas, luego a la costa de
Guatemala, y de allí a los Altos y grupos del Petén guatemalteco,
integrados ya como mayas. Por eso en Kaminaljuyú y otros sitios_ ve­
cinos se han encontrado estelas y lápidas con inscripciones jeroglífi­
cas, cuyo estilo tiene todavía reminiscencias olmecas, y no han sido
descifradas; las cuales son anteriores a la más antigua estela maya de
Tikal, que se fecha en 292 n.c., o a la Estatuilla de Tuxtla, cuya fe­
cha es de 162 o.e.
s Covarrubias, 19 57.

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58 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

SUPERVIVENCIAS DE LA CULTURA ÜL�CA

( Periodo Protoclásico: 200 A�c. a 200 n�c.)

La mayoría de los centros ceremoniales del sur de Veracruz y norte


de Tabasco que habían alcanzado un auge sorprendente, comienzan
a declinar considerablemente dura�te este periodo, aunque. algúnos
pasaron cuando más ·hasta el Clásico Temprano; nótese en general
el abandono de algunos lugares y la supervivencia ·de· otros, en los
cuales se encuentran esculturas monumentales que guardan algo del
estilo del periodo anterior.
_ Así, en_Iugares como Estero Rabón y Sayula, Veracruz, se han en­
contrado cuerpos de grandes esculturas sedentes, cabezas humanas
con yelmos y máscaras bucales de jaguar, y algunos otros objetos me­
nores; mientras que en Medias Aguas, Veracruz,. hay grandes masca­
rones con caras humanas y rasgos del jaguar, que se relacionan a su
vez con el dios de la lluvia. En todos estos lugares se ha encontrado
un tipo de cerámica anaranjada rojiza y un tipo gris sin desgrasante,
semejante al que se encuentra en la fase Tres Zapotes Superior, o sea
que por estar asociadas las esculturas a estos tipos de cerámica, se
les fecha en los inicios del Clásico Temprano. 9
Una situación similar ocurre en sitios como Cerro de La Piedra,
Pilapan Mirador, Laguna de Los Cerros, Tierra Blanca, Minatitlán
y otros lugares de Veracruz; o en Cárdenas, San Miguel, Blasillo, San
Fernando y tal vez otros sitios de Tabasco; los cuales tienen centros
ceremoniales con montículos de tierra, cerámica del Clásico Tem..
prano, y en algunos casos esculturas de piedra, como el llam�do Lu­
chador Olmeca de las márgenes del Río Uxpanapa, Veracruz.
Aunque poco se sabe de este periodo, paréce que los grupos ol­
mecas supervivientes se localizaron principalmente en esa faja terres­
tre que va q.e Minatitlán hacia el Istmo de Tehuantepec, y como
núcleos aislados en el norte de Tabasco, colindando con el territorio
de los mayas; habiendo perdido desde luego el vigoroso impulso
que los hizo destacar durante el Preclásico, aunque es indudable que
contribuyeron al desarrollo de la cultura maya, a la integración de
la· cultura zapoteca, al desarrollo de la cultura clásica del centro
de Veracruz, a la integración de la cultura Mezcala de Guerrero; .y
también influyeron en parte sobre los teótihuacanos y huastecos, por
lo cual se les ha considerado como los forjadores de las civilizaciones
del México precolombino.
9 Medellín Zeníl, 1960, a.

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LA REGIÓN DEL HULE, DEL JADE Y DE LAS FLORES 59

Los OLMECAS HISTÓRICOS

(Periodo Postclásico: 900 a 1521 o.e.) .

. Las investigaciones · arqueológicas no han podido mostrar todavía


si hubo nexos entre los olmecas arqueológicos que terminan por 300
n.c., y los olmecas de las fuentes históricas que comienzan por los
finales del Periodo Clásico, ya que ambas culturas son totalmente
distintas y de estos últimos no se han definido cuáles son sus rasgos
principales.
- Sin embargo, decimos que los olmecas históricos comienzan por
los fines del Periodo Clásico, porque según las fuentes existió un
lugar llamado Tamoanchan, el cual pudo haber sido Xochicalco, ya
que ese nombre significa "lugar del pájaro serpiente", y en Xochi­
calco uno de los basamentos está decorado con ese motivo; nos dice
Sahagún que "... estando todos en Tamoanchan, ciertas familias
fueron a poblar a ]as provincias que ahora se llaman olmeca, uix­
toti ... cuyo caudillo y señor ... se llamaba Olmccatl Uixtotli, de
quien tomando su nombre se llamaron olmecas uixtotin". 10
Para Alva Ixtlilxóchitl los segundos pobladores de esta tierra fue­
ron los ulmecas y xicalancas, los cuales " ...hallábanse en la mayor
prosperidad, cuando llegó a esta tierra un hombre a quien llamaron
Quetzalcoatl ..." 11 en tanto que Torquemada nos dice que " .. . es­
tos xicalancas y ulmecas ... pasaron adelante, atravesando los puertos
del Volcán y Sierra Nevada ..• hasta que vinieron a salir a Tochi­
milco. De ahí pasaron a Atlixco, Calpan y Hucxotxinco, hasta llegar
al paraje y tierras de la Provincia de 1laxcallan ..." 12
Muños Camargo dice que "� ..vinieron los nlmecas, chalmecas y
xicalancas ... a salir por Tochimilco, Atlixco, Calpan y Uexotzinco,.
hasta llegar a 'l1axcala"; 13 en tanto que Veytia expresa que "llegaron
al territorio que después fue de las Repúblicas de 11axcallan y Hue­
xotzingo, en el cual, y en el que hoy comprenden las jurisdicciones
de Cholollan y la Puebla de los Angeles, determinaron hacer sus
poblaciones ..." u
En la Historia Tolteca-Chichimeca o Anales de Quauhtinchan se
refiere que cuando los nonoalcas se separaron de los toltecas de Tula,
éstos enviaron a un sacerdote de nombre Couenan, al lugar deno­
minado Cholollan; observando este sacerdote que "... allí había mu-
10 Sahagún, 1946.
11 Ixtlilxóchitl, 1952.
12 Torquemada, 194 3. ·
is Muñoz Camargo, 1892.
14 Veytia, 1944.

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60 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

cho bienestar, que este poblado tenía una gran magnificencia y que
los habitantes y sus señores, el Tialchíach y el Aquíach, vivían en
gran abundancia". 15
El sacerdote regresó a Tula, reunió a los jefes de los toltecas y les
dijo: "Vi a los habitantes del país, los olmeca-xicalancas y a sus se­
ñores que viven en gran abundancia. Y me ordenó el querido prín­
cipe Quetzalcouatl ... ( que allí) estará nuestra morada y hemos de
disputar su poblado a los naturales ..." Los toltecas van a Cholula,
y después de algún tiempo se apoderan del lugar, expulsando a los
olmeca-xicalancas, quienes se han de haber dirigido hacia la costa
del golfo, pues Sahagún dice que los olmecas, uixtotin y nonoalcas
no eran chichimecas, sino que "éstos están hacia el nacimiento del
sol, y llámanles temimes ... que son descendientes de los toltecas ...
y de ellos descienden los que al presente se llaman anahuaca mix­
teca".
Todo lo anteriormente expuesto nos indica que los olmecas de las
fuentes históricas tal vez salieron de un lugar del Estado de More­
los que bien pudo haber sido Xochicalco; se dirigieron hacia la re­
gión de Tlaxcala y Puebla, llegando a ocupar Cholula; y por los fi­
nales del imperio de Tula, los toltecas conquistan ese lugar; des­
alojando a los olmeca-xicalancas, quienes se dirigen a la costa del
golfo, en donde los cronistas y conquistadores los conocieron como
olmecas, uixtotin, nonoalcas, xicalancas y anahuaca mixtecas.
Y en cuanto a la antigüedad de ellos, podemos decir que el éxodo
comienza por los finales del Periodo Clásico; luego, entre 900 y 1100
n.c., se van asentando por Tiaxcala y Puebla, ocupando a Cholula;
y en 1168 D.c., los toltecas inician la conquista del lugar, obligando
a los olmccas y grupos aliados a buscar refugio en la costa del golfo.
A la llegada de los españoles estos grupos habitaban la costa, desde
el sur de Veracruz hasta Tabasco, o sea la misma región que habían
ocupado los creadores de las cabezas colosales; y fueron los arqueó­
logos quienes utilizaron ese término histórico para designar a esa
cultura temprana, la cual ha sido llamada aquí, "cultura olmeca
arqueológica".

EL CENTRO DE VERACRUZ

L.\ TRADICIÓN CULTURAL DE REMOJADAS

Los grupos que habitaron el centro de Veracruz se asentaron pre­


ferentemente por la cuenca del Río Nautla, por la zona semiárida
que se extiende de Jalapa a Cotaxtla, por la zona de Orizaba-Cór­
doba y por la cuenca de los ríos Blanco-Papaloapan; y desarrollaron
15 Anales de Quauhtinchan, 1947.

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I.A REGIÓN DEL HUí..E, DEL JADE Y DE LAS FLORES 61

una serie de culturas locales, algunas de las cuales estuvieron suje­


tas en parte a las influencias de los olmecas arqueológicos: 16
La zona denominada "centro de Veracruz" se extiende del Río
Cazones al Río Papaloapan� y de la costa del mar hasta las estriba­
ciones de la Sierra Madre Orienta]; habiendo en este territorio, lo
mismo tierras bajas y llanuras, que abruptas sierras y profundas ba­
rrancas. En dicha zona o subregión hay grandes montañas como el
Pico de Orizaba y el Cofre de Perote; _sierras como las de Papantla,
Teziutlán y Chiconquiaco; lo mismo que numerosos ríos, que bajan
de la Sierra Madre y vierten sus aguas en el golfo, entre ellos el Te­
colutla, el Nautla, el Actopan, el Cotaxtla y el Alvarado.
En las faldas del Cofre de Perote y el Pico de Orizaba prevalece
un clima frío, lo cual permite una vegetación de coníferas; en las
tierras costeras, húmedas y a veces pantanosas, la flora principal se
integra a base de plantas xerófitas; en tanto que en la llanura semi­
árida predominan las sabanas, con temperaturas calientes y lluvias
en verano. Esta zona semiárida, surcada por varios ríos, se caracteriza
a su vez por una raquítica vegetación; abundando las cactáceas, es­
pinos, hierbas y pastizales.
El conocimiento de las· culturas del centro de Veracruz se debe
principalmente a las investigaciones arqueológicas de Medellín Ze­
nil, realizadas en sitios como Remojadas, Alvarado, Viejón, Texolo,
Nautla, Isla de Sacrificios, El Mangal, Quauhtochco y otros lugares
más; algunos de estos sitios muestran ciertas influencias olmecas,
sobre todo los más cercanos al sur de Veracruz, pero formando todos
ellos una tradición particular, en la cual Remojadas es la cultura clave.
-La cultura de estos sitios aparece plenamente desarrollada, y tal
vez se derivó del mismo tronco que dio lugar a la tradición costeña,
de la cual salieron los olmecas arqueológicos; obsérvase que desde
1300 A.c., cuando menos, las poblaciones se agrupaban en aldeas
agrícolas, integradas con pocos habitantes, los cuales vivían en chozas
de lodo con paredes de troncos y techos de palm�, a veces asentadas
sobre bajas plataformas de tierra con revestimiento de piedra.
La principal artesanía de estos tiempos era la alfarería, con pre­
dominio de la cerámica monocroma, bien desarrollada; hay también
figurillas hechas a mano, las cuales nos informan un poco de la vida
de esas gentes. La cerámica era por lo general negra pulida, en for­
ma de cuencos o escudillas con los cuerpos esféricos, y a veces con
decoración incisa, en la cual predomina un motivo triangular relleno
de líneas paralelas; pero también había algunas vasijas con acanala­
duras, y recipientes zoomorfos con vertedera tubular.
Otro tipo de cerámica es la rojiza pulida, en forma de vasijas de
silueta compuesta, tecómates, ollas con vertederas y otras modalida-
16 Medellín Zenil, 1960, b.

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62 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREIIISP.Úon:co

des; aparecen también algunas vasijas antropomorfas con vertederas,


en las cuales se aprecia la costumbre de la mutilación dentaria y el
ennegrecimiento de los dientes con chapopote. En algunos lugares
hay cerámica blanca pulida, café arenosa, negra con bordes blanco_s
y café claro pulido; lo mismo que algunas vasijas zoomorfas, con­
cebidas realísticamente.
Las figurillas modeladas a mano pueden tener los ojos incisos y
miembros rudimentarios; pueden ser de cuerpos aplanados y ojos rec­
tangulares; o tener los ojos hechos por medio de dos depresiones;
pero todas ellas acusan un estilo distinto al olmeca, y una caracterís­
tica, que es la pintura con chapopote.
Las figurillas con ojos incisos se caracterizan por ser sólidas, por te­
ner brazos y piernas rudimentarios, una boca saliente hecha por
medio de un botón de pastillaje, y por sus cabezas rapadas o cori
tocados de gran variedad; aprécianse en ellas · la costumbre del ta­
tuaje y la pintura corporal, el uso de narigueras, orejeras y collares,
algunos tipos de bragueros o taparrabos; lo mismo que mujeres car­
gando a sus ·hijos sobre las' caderas, sentadas sobre bancos trípodes,
y aun representaciones de siameses y niños dentro de cunas.
··Las figurillas con ojos rectangulares tienen una perforación para
indicar la pupila, llevan ciertas partes pintadas con chapopote, y al­
gunas muestran mechones de pelo sobre la cabeza y tatuajes sobre
el pecho y los hombros; mientras · que las figurillas con dos depre­
siones en los ojos, casi siempre adoptan la postura sedente, y a veces
recuerdan un poco a las figuras olmecas.
Aunque los materiales· arqueológicos cie este periodo son escasos,
las observaciones hechas sobre las figurillas, cerámica y artefactos,
nos dan una idea de la cultura de esos tiempos; puede decirse que
estos grupos no diferían mucho de las gentes campesinas de otras
regiones, las cuales tenían una economía míxta a base de la agricul­
tura, caza, pesca y recolección, a la vez que vivían en chozas agru­
padas en aldeas rurales, hechas de troncos, lodo y palma, algunas
asentadas sobre plataformás:
Las gentes se pintaban la cara y el cuerpo; acostumbraban el ta,.
tuaje y la mutilación dentaria; se rapaban o se dejaban mechones
de pelo en la_ cabeza; tenían pocas prendas de vestir, y llevaban to­
cados y ornamentos para el adorno personal; se dedica han fundamen­
talmente a la producción de cerámica, agrícult,,ra, construcción de
chozas, tejido, carpintería rudimentaria y otras faenas menores.
Como vecinos de los olmecas del sur de Veracruz que eran, durante
este periodo recibieron algunas influenci�s culturales, especialmente
los grupos que colindaban con ellos; se cita la cerámica negra de
bases planas, con motivos de garras, manchas y otros rasgos felinos,
encontrada en Viejón, El Trapiche, Alvarado; El Cocuite, 11alixco.

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0

LA REGIÓN DEL HULE, DEL JADE Y DE LAS FLORES 63

yan y Quauhtochco; lo mismo que una cerámica café arenosa, aso­


ciada a figurillas olmecas del tipo "cara de niño", o en asociación
con figurillas de ojos perforados que aparecen en la zona de los ríos
Blanco-Papaloapafü

EL DESARROLLO DE LAS CULTURAS DE TIPO REMOJADAS

( Preclásico Superior: . 800 a 200 A.c.)


Aunque poco se sabe de este periodo; en todo el centro de Vera­
cruz es · posible observar el adelanto cultural por comparación con lo
que sucedía en Remojadas y sitios vecinos; puede decirse que de los
poblados agrícolas o comunidades rurales, se pasa a los pequeños
centros ceremoniales, en los cuales había montículos de tierra que
servían de basamentos a los templos, concebidos como simples cho­
zas; mientras que por los alrededores de esos centros las gentes vivían
en jacales de bajareque, algunos de ellos levantados sobre sencillas
plataformas.
De acuerdo con las �xcavaciones de Medellín Zenil, los montículos
de tierra presentan a veces un relleno de piedras, y a veces muros
construidos con piedra y lodo;· a la vez que se observan algunos pisos
de tierra quemada, correspondientes todo ello a cuartos o casas que
se construyeron sobre los montículos. En ocasiones se hacían enterra­
mientos secundarios dentro de los montículos, y se colocaban grandes
ollas o urnas. con los productos de la incineración _de algunos muer­
tos, acompañándolos con ofrendas f�.mer�rias; a la vez que se ponían
ofren�as conmemorativas en fos montículos o basamentos cuando
éstos se construían.
Como en el periodo anterior, la principal artesanía era la alfarería
de un solo color, pero con cierta tendencia a la decoración pintada;
hay cerámica de color rojo guinda pulida, en forma de vasos, ollas
con vertedera unida por medio de un puente, jarras imitando calaba­
zas y vasijas efigie antropomorfas con soportes mamiformes. Otro tipo
es la cerámica blanca pulida, en forma de vasijas con vertedera, vasi­
jas antropomorfas y platos con anchos bordes hacia afuera, que por
lo general están decorados por incisión, con motivos de aves, peces
y otros animales.
También hay un tipo de cerámica crema pulida en forma de ollas
con vertedera y· decoración acanalada; un tipo café claro pulido en
forma de CtJencos tetrápodes, y vasijas efigie con pintura de. chapopo­
te; lo mismo que un tipo grisáceo pulido en forma de vasos con
reborde basal y tecomates con acanaladuras; y una cerámica con de­
coración negativa sobre un fondo rojo pulido.

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64 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISP.{NICO

Las fi�rillas siguen la misma técnica que la del periodo anterior,


pero se vuelven de niayor tamaño, y algunas son figurillas-silba�os;
predomina el tipo de ojos conocido como "grano de café", con una
incisión central. para la pupila, y a través de las cuales se observan
rasgos como la desnudez, exaltac:ión del sexo, tocados altos con aves
estilizadas, barbiquejos y tatuajes. También hay figuras huecas con
un baño de pintura blanca, relacionadas un poco con la zona huas­
teca, las cuales se caracterizan por sus cinturas estrechas y piernas
abultadas, sólo que aquí todavía no muy enfatizadas.
En algunas figuras huecas de mayor tamaño, tanto masculinas
como femeninas, se aprecia la costumbre de pintarse los dientes de
negro; 1� perforación, de las orejas para colgarse orejeras circulares, a
veces decoradas; el uso de tocados a manera de resplandores sobre la
frente; lo mismo · que collares, brazaletes y otros ornamentos; se ha
encontrado una figurilla que lleva una máscara bucal en forma de
pato, lo cual puede ser el antecedente del dios del viento, conocido
en tiemPQs posteriores como Ehécatl. 17
Por este tiempo la sociedad evoluciona un poco más, iniciándose
el sacerdocio y los grupos de artesanos, entre ellos alfareros, tejedores,
lapidarios, constructores y algunos más; a la vez que surgen los mer­
caderes que procuran las materias primas de las que carecen, como
jade, conchai chapopote, hule, serpentina, etcétera; todo lo cual im­
plica la existencia de estamentos dentro de la sociedad, o una orga­
nización social estratificada.
Durante esta época parece que se inician los cultos al So1�1a Luna
y tal vez a Venus, apareciendo los antecedentes de los futuros dioses
del viento y de los mantenimientos, es decir, de Ehécatl y Xipe; o
sea que la religión se está desarrollando hacia un panteón politeísta,
con la representación de dioses que empiezan a mostrar algunos atri­
butos reconocibles.
Y en cuanto a las ideas relacionadas con el culto a los muertos,
también se advierten en ellas nuevos adelantos, pues ahora los entie­
rros se colocan en grandes urnas o apaztles de barro, se les deposita
dentro de los I_Ilontículos funerarios, se practica la cremación, se les
impregna con cinabrio o polvo rojo de hematita, y se colocan ofrendas
de objetos personales, que a veces pueden indicar el sexo de las per­
sonas enterradas.

LAS CULTURAS CLÁSICAS DEL CENTRO DE VERACRUZ

( Periodos Protoclásico y Clásico: 200 A.c. a 800 D.C.)

Durante este tiempo el centro de Veracruz adquiere un notable .


desarrollo cultural, en contraste con la zona olmeca, que comienza a
11 Medellín Zenil, 1960, b ..

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LA REGIÓN DEL HUI.E, DEL JADE Y DE LAS FLORES 6;
declinar; aparecen los centros ceremoniales planificados, con sus ba­
samentos para templos, montículos, patios, plazas y altares; lo mismo
que habitaciones con paredes de piedra, revestip.1iento de estuco en
pisos y muros, estructuras para el juego de la pelota y otros adelantos
arquitectónicos.
Lo anterior se advierte en sitios de la Mixtequilla Veracruzana,
en las estribaciones del Cofre de Perote, en la zona de Papantla y en
la Sierra de Puebla; hay lugares como Yohualichan, Xiuhtetelco,
Poza Rica, El Tajín, Cazones, Polvaredas, El Faisán, Nopiloa, Remo­
jadas, Dicha Tuerta, Chachalacas, Lirios, San Marcos, Cerro de las
Mesas y muchos lugares más, los cuales muestran en algunos casos
influencias olmecas, teotihuacanas y mayas; pero todos ellos integra­
dos en un tipo de cultura regional característica, que es la que define
al Periodo Clásico.
Las figurillas, esculturas y lápidas de esta época muestran un con­
siderable avance de la indumentaria, de los adornos personales y de
otras costumbres de estos grupos; hay representaciones de faldillas
decoradas con grecas y otros motivos geométricos, con caracoles mari­
nos y con diseños zoomorfos, que implican el conocimiento de las
fibras vegetales y del tejido; lo mismo que representaciones de fajas
o ceñidores, quechquémitl, bragueros, huipiles, turbantes, listones, et­
cétera, que indican el uso de telares, colorantes, malacates y tramas
con hilos de diversos colores.
Las gentes continúan practicando la mutilación dentaria, el enne­
grecimiento de los dientes con chapopote, la deformación craneal, la
pintura corporal, el rapado de la cabeza y el uso de barbas tal vez
postizas; a la vez que algunos individuos se dejan mechones de pelo
sobre la cabeza, las mujeres llevan trenzas y peinados con listones
entrecruzados, y a veces ambos sexos se pintan el cabello. Los toca­
dos de esta época son más vistosos, y por lo general se sujetan con
vendas frontales, o con anchos turbantes que muestran diseños de
garzas, monos, volutas, grecas y otros motivos; úsan�e también pena­
chos dobles de plumas multicolores, cascos de animales, gorros cóni­
cos, petos, máscaras bucales y otras prendas.
La sociedad estaba fuertemente estratificada, con un estamento
superior en el cual estaban los sacerdotes, los nobles, los artesanos
especializados, los comerciantes y posiblemente los jefes de guerra;
mientras que los sirvientes, cargadores, agricultores y el pueblo en
general, quedaban en el estamento inferior. La posibilidad de que
hayan existido guerreros se indica por las grandes puntas de proyec­
til, cuchillos y cabezas de mazas de piedra encontradas en varios
sitios arqueológicos, lo mismo que por las representaciones de lanza­
dardos, lanzas, escudos o rodelas y especies de ,petos o pecheras, obser­
vables en algunas figurillas y escultunlS.

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66 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

En -algunas .figuras se ven mujeres y hombres sentados sobre ban­


cos tetrápodes, mujeres acarreando agua en grandes cántaros, y víc­
timas para el sacrificio, amarradas en estrados hechos de troncos y
madera, lo mismo que individuos con máscaras, músicos, bailarines
con disfraces de animales, jugadores de pelota y muchos más, que se
refacionan con las. festividades de aquel�os tiempos.
En las fiestas religiosas había músicos que tocaban instrumentos
musiq1les como sonajas, caracoles marinos, carapachos de tortuga,
silbatos,. ta11_1b9res y t}autas; había danzantes y jugadores de pelota;
y al parecer se acostumbraban los sacrificios humanos; hay represen­
taciones de dioses ,como Hu(;!huetéotl o dios del fuego, al cual se le
concebía como-a- un viejo que llevaba un brasero sobre la cabeza;·de
Xipe o dios de los mantenimientos; de 11azoltéotl o diosa de la tie­
rra; de las Cihuateteo o mujeres muertas en el partb; de 11áloc o
dios de la l_luv�a;. y también representación d� un Dios Gordo que
fue adoptado én Teotihuacán; de dioses Narigudos? d� dioses descen-
dent�s, y ta1 vez. de un dios de las cavernas o Tepeyolotli.
. Por lo general el atuendo de los sacerdotes y ·nobles ·era fastuoso,
ya que sus vestim�ntas se. decoraban con .cara�oles, plum�s de pájaros
preciosos y plaqas de concha;· a la vez ·que usaron telas de algo,dón
bellamente tejidas .Y coloreadas, cetros o bastones de mando, abani­
cos y ot�as insignia·s que revélab�n _la importancia de_ sus cargos.
Al parecer, al dios de la tierra y de la muerte se le representaba o
coQ�ebía como a UIJ monstruo con figura de rana, tal_ como se obser­
va e� fa mayoría 'de los yugos de piedra; habiendo _existido un culto
a los muertos sémejante al del.periodo anterior, ya que se han enco�­
trado · entierros secundarios d�ntro de grandes ollas, evidenci�s de
cremación,' entierros colectivos, resto� de· sacrificios
· humanos ·y ricas
ofrendas mortuorias.· ·
El aspec;to estético de est9s grupos se aprecia· debidamente _en ·el
tallado de los yugos lisos o labrados extraordinari:p:nente, con repre­
sentaciones del monstruo de la tierra, caras human�s, entrelaces, gre­
cas, volutas y anhnales como el búho, símbolo _de la noche ti oscuri­
dad; en las palmas· de piedra con representaciones de águilas, garzas,
guacamayas, cocodrilos, calaveras, manos humana�, flechas y aun ·per­
sonajes· descámados; lo mismo que en las hachas votivas� general­
mente ·en forma de cabezas humanas y de· animales; todo ello al
parece:;� relacionado con el juego de pelota; pero reptoducido· en pie-
��&es fu���- .
Los yugos son copias de los cinturones protectores que usaban los
jugadores de pelota, los cuales eran anchos y hechos tal vez de mate-·
riales · como cuero y corteza vegetal, a veces decorados; las palmas
son .especies de petos o protector:es del estómago, que se sujetaban
por medio del: cinturón; y las hachas son como emblemas del vence•
dor, ligadas a la decapitación de los vencidos. En algunas figurillas

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LA REGIÓN DEL HULE, DEL JADE Y DE LAS F'LORES 67
y lápidas se ve .claramente cómo. se usaban los yugos y palmas, espe­
cialmente en las lápidas de Aparicio, Veracruz, mismas en.las cuales
se aprecia también el aspecto de ·la decapitación.
Durante esta época, en varios sitios,del centro de Veracruz había
estructuras para jugar a la pelota, y en algunos, como . sucede en
El Tajín, los campos o canchas tenían un corredor limitado por
muros con tableros decorados en bajorrelieve; parece que este juego
era propio de nobles o señores de alto rango,. los cuales jugaban con
pelotas de hule macizo, empleando sólo brazos, dderas y piernas,
por lo que se protegían con cinturones, pecheras, vendas para las
manos y rodilleras.
La decapitación de los vencidos en el juego de pelota ha de haber
sido una costumbre religiosa, cuyo origen comenzó con los olmecas
del Preclásico Superior, ya que en una lápida de Iiapa, Chiapas, hay
representado un personaje decapitado, de cuyo cuello sale la sangre
en forma de volutas. Durante el Horizonte Clásico aparecen las lápi­
das de Apaficjo, Veracmz, las cuales muestran a jugadores .con sus
yugos, palmas y rodilieras, decapitados y con la sangre saliendo del
cuello en_ forma de serpientes; esta costumbre. pasó a los mayas de
Chichén Iq;á, Yucatán, puesto que en su juego de pelota se ven
jugadore� decapitados, con la sangre en forma de serpientes, y a_lgu­
nos individuos llevan un objeto en la mano con aspecto de yugos.
D�ntro del terreno del arte, ·estos grupos elaboraron también una
delicada alfarería, principalmente una cerámica policroma en colores
naranja, rojo y blanco, a veces con decoración negativa; sobresalen
las vasijas efigie con vertederas, los vasos tetrápodes · con soportes
mamiformes, las vasijas ·zoomorfas; recipientes con acanaladuras ver­
ticales, y vasijas con decoración raspada, que figuran motivos de pe­
ces, ranas, aves y otros animales.
Y también pueden mencionarse las figurillas sonrientes, tanto
masculinas como femeninas, cuya risa tal vez indica la alegría de
vivir de esas gentes costeñas; o las figurillas moldeadas de San Mar­
cos y_ Lirios, o las esculturillas de - Nopiloa, las cuales rivalizan con
las figuras de la cultura maya y nos retratan a las personas y costum­
bres de .ese tiempo. Y podríamos agregar las figurillas articuladas
como títeres, de _influencia teotihuacan�; las figuras huecas represen­
tando muertes, cual dibujos de Posada, y los curiosos juguetes con
ruedas, en forma de perros y jaguarcillos.
Entre los conocimientos importantes de este periodo podemos men­
cionar el calendario y la numeración, patentes en las lápidas de
El Tajín y en las estelas de Cerro de Las Mesas, la orientación de los
edificios y las observaciones astronómicas, la escritura· jeroglífica y
tal vez la medicina herbolaria; lo mismo que la planeación de los
centros ceremoniales, los basamentos de cuerpos escalonados con
tableros en forma de nichos, los techos planos con morteros casi

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68 U�.\ \'JSIÓN DEL �IÍ:XICO PREHISP.\NICO

de cemento, una técnica lapidaria preciosista, y otras artesanías me­


nores especializadas.
De hecho, el comercio intensivo de esta época y el movimiento
de grupos contribuyó a la difusión de los objetos, al intercambio de
materias primas, al canje de productos alimenticios y a la divulga­
ción de algunos elementos culturales; nótanse interrelaciones entre
el centro de Veracruz y el Altiplano Central, entre la costa y la
región maya, lo mismo que influencias teotihuacanas y mayas hacia
el centro de Veracruz.

Los TOTONACOS

(Periodo Postclásico: 800 a 1521 n.c.)

Por los finales del periodo Chísico el grupo de los totonacos -que
se hacían descender de los pobladores de Chicomóztoc y que decían
haber estado en Teotihuacán- se hallaba asentado por varios lugares
de la Sierra de Puebla; parece que por 650 n.c. comienzan a poblar
sitios como Xiuhteteko, Macuilquila, Yohualichan, Tlacuiloloztoc,
etcétera, en parte contemporáneos de las gentes que habitaban El Ta­
jín, Veracruz.
Empujados tal vez por la presión ele los chichimecas o nahuas, un
poco después penetraron hacia la Costa del Golfo, llegando a ocupar
la zona comprendida entre el río Cazones y el río de La Antigua;
Torquemada nos dice al respecto que "los totonacas salieron de
Chicomóztoc junto con los xalpanecas, que eran de la misma len­
gua; y después de pasar por Teotihuacán, en donde construyeron
aquellos dos templos (pirámides del Sol y la Luna), siguieron hacia
Atenamític, ahora Zacatlán (Puebla), y pasaron unas sierras muy ás­
peras y se fueron extendiendo por toda la serranía, hasta recalar a las
llanadas de Cempoala".
Entre 800 y 1250 D.c., el centro de Veracruz contaba con pobla·
dones descendientes de los grupos del Horizonte Clásico, que habían
tallado yugos, palmas, lápidas y esculturas como las de Huilocintla,
Aparicio, El Tajín, Tcpetzintla, T�xolo, Tepetlaxco y otros lugares
más; viene la ocupación totonaca, la cual se hace sentir en varios
de esos sitios, a la vez que se integran otros centros como Ranchito de
Las Animas, Cerro Montoso, Mizquihuacan, Cotaxtla, Tenampulco,
Quiahuiztlan, Isla de Sacrificios, Ahuacatlán, Xoxopango, Boca An•
drea, • Paxililla, Cenipoala, etcétera, en los cuales se desarrollaron
fundamentalmente los recién llegados.
Lo anterior se confirma en parte por las fuentes históricas, ya que
en algunas de ellas se consignan los nombres de los lugares que fue­
ron ocupando los totonacos, las fechas de los pueblos que fundaron,

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LA REGIÓN DEI. HULE, DEL JADE Y DE l..AS FLORES 69

y algunas fechas y lugares en que fueron conquistados por los tolte­


cas-chichimecas y nahuas del Altiplano Central; nos dice Torquema­
da que en Mizquihuacan gobernaron Orne Acatl, Xatontan y Teniztli;
que en l\facuilacatlán (Ahuacatlán) gobernó Ichcatzintecuhtli; que
en Quiahuiztlan gobernó un tal Itecupinqui; y que los totonacos se
asentaron en Ocotlán, Xoxopango, Tetela, Xonotla y otros lugares.
Además, las relaciones históricas dan algunos datos sobre las fechas
y pueblos fundados por los totonacos, como la del pueblo llamado
Tehocuateno que ocurrió en 81R o.e., la de Tututla ocurrida en la mis­
ma fecha, y sobre 11aculula y 9tros sitios; a la vez que refieren la
conquista de varios de ellos por los chichimecas, como Mizquihµa­
can, Xonotla, Ayotochco, Tetela, Tututla, Téxuc, Quiahuiztlan, et­
cétera, ocurridas principalmente entre 1180 y 1259 l>.c. 18
Todo lo anteriormente expuesto nos indica que entre 800 y 1250
o.e. debió de haber ocurrido una primera expansión de los totonacos,
lo mismo que la penetración de grupos , chichimecas (toltecas. y
nahuas) que influyeron s�bre la cultura; hay en la arqueología de
esta zona una mezcla· de elementos clásicos, totonacas, toltecas y
nahuas, que hacen difícil explicar por ahora a la cultura de esos
tiempos.
Así, por ejemplo, en El Tajín se construyen palacios o habitacio­
nes con columnas de piedra, talladas en varias partes y decoradas con
bajorrelieves; hay representaciones de guerreros, escudos, flechas, hom­
bres con tocados de águila, jeroglíficos y otros motivos, que indican
un cambio en �a sociedad con tendencia al militarismo. Sin embargo,
y a pesar de cierta influencia toltecoide en las columnas, el estilo y
técnica lapidaria es ch!sica, y recuerda los relieves del juego de
pelota.
Junto a esos débiles indicios de cambios de la sociedad, aparecen
·otros más consistentes ·que muestran el politeísmo de la religión, y
así, hay representaciones de dioses como Xipe Tótec,. Mixcóatl, Tlá­
loc, Quetzalcóatl, Tlazoltéotl, Xólotl, Chicomecóatl, etcétera, mu­
chos de ellos introducidos por los invasores nahuas o chichimecas.
En este periodo que es casi una etapa de transición, se observan
también otros rasgos culturales, como los sacrificios humanos que se
hacían arrancando el corazón a la víctimá; lo mismo que el concepto
del árbol de la vida, y escudos con flechas cruzadas que parecen haber
sido símbolos de la declaración de guerra.
Las pocas investigaciones arqueológicas realizadas no permiten por­
ahora tener más conocimientos de lo que ocurrió en ese periodo tem­
prano, el cual se manifiesta en la supervivencia de algunos grupos
del centro de Veracruz que tenían una cultura clásica; en la llegada
y expansión de los totonacos; y en las primeras conquistas. de los
1i¡ Kellcy, 1953.

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70 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISP.\NICO

nahuas del- Altiplano Central; pero es innegable que esta situación


ha de haber dado lugar a una amplia fusión de grupos y culturas,
las cuales posteriormente se 'integraron al patrón cultural de los
totonacos.
Lo anterior se aprecia en la cerámica de la época, la cual acusa
estilos de varias procedencias y fuertes contactos comerciales; hay
cerámica policroma del tipo laca, por el rumbo de la l\ilixtequilla
Veracruzana, la cual se caracteriza por el colorido y motivos similares
a los de los códices mixtecas, semejante también a la cerámica cho­
lulteca de Puebla. En algunos lugares hay cerámica plomiza o plum­
bate del tipo Tohil, cerámica. anaranjada fina con paneles decorados,
cerámica sellada con influencias del centro de México, y cerámica
negro sobre crema, venida de la Huasteca; pero· la alfarería típica es
la que aparece en Chachalacas, Isla de Sacrificío I, Quiahuiztlan 1,
Tres Picos I, etcétera, la cual es policroma, a base de colores rojo,
negro, naranja y crema.
Después de 1200 n.c., y con la., infiltraciones de los mexicas hac;ia
la Costa del Golfo, la zona ocupada por lo_s totonacos queda partida
en dos; una parte de la población se concentra hacia el norte, es
decir, hacia Papantla y la Huas�eca, de los cuales salen los. tepe�uas;
y otra parte hacia .e] sur, especialmente hacia ,Misantla y Cempoala.
Estos últimos fueron los· que entraron en contactq con los españoles,
allá por 1519, y de ellos nos informan mayormente las fuentes his­
tóricas.
De acuerdo con ellas y co_n datos complementarios de la arqueo­
logía y la etnología, podemos decir que los totonacos practicaron la
agricultura del maíz por el sistema de roza o milpa, y en algunos
lugares de la costa y de las estribaciones. orientales de la sierra, obte­
nían hasta dos cosechas anuales. Además, en algunos. sitios tenían
almácigos de maíz, el cual era trasplantado de un lugar a otro, y .en
la zona de Cempoala desarrollaro� el regadío por medio de canales.19
Para la agricultura contaron con hachas de piedra, con el. bastón
plantador o espeque, y en los últimos tiempos con hachas y azadas
de cobre; a la vez que conocieron plantas como el maíz,- el frijol, la
calabaza, el chile, el tomate, el camote, el cacao, tal vez la vainilla,
el aguacate, la ciruela, el zapote, la zarzamora y otras frutas.
Aprovecharon también el algodón y el liquidámbar, pues Sahagún
refiere que "se da liquidámbar, o la resina olorosa que llaman Xo­
chiocótztotl . . . (y) allí se da algodón, y se hacen petates y asientos
de palma pintados de color, y el otro algodón que llaman quauhích-­
catl, que se da en árboles"; a la vez que utilizaron el tabaco, guajes
o calabazos, palmas y otras especies vegetales.
19 Palenn, 1953.

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LA REGIÓN DEL HULE, DEL. ] ADE Y DE LAS FLORES 7l
En la caza y la pesca se usaron trampas de varios tipos; se utili­
zaron los jugos del barbasco o "matagallina" y de la babilla ( hura
polyandra) para envenenar las aguas y atontar a los peces; contaron
con arco y flecha, cerbatanas, anzuelos, lanzas, canoas, redes y otros
útiles; 20 aprovecharon arúmales como el jabalí, el. venado, el guajo­
lote silvestre, el armadillo, el pecarí, el _mapache; pe9es, tortugas, aves
acuáticas,. etcétera, cuya carne, junto con los productos. de la agricul­
tura, componían la dieta alimenticia.
Sahagún informa que los totonacos comían "buenos guisados y
limpios; de allí se traen las buenas empanadas de gallina, nacatama­
lli . . . su comida ordinaria y mantenimiento principal era .el ají; �on
el cual después de haber sido molido. mojaban las tortillas calientes
sacadas del comal . . . del grandor de un codo· redondas"; y el padre
Las Casas dice que los sacerdotes comían came y frijoles, "guisados
de muchas maneras".
De hecho,' la alimentación de los totonacos consistía en tortillas de
maíz, totopos· o ·tortillas muy delgadas y. grandes, frijoles de varias
especies, chile, tubérculos, tamales, atoles, chocol�te, pozole, carne
de varios animales .Y frutas; dice Bernal Díaz que también se comían
las pepitas de algodón, que el chocolate era la bebida predilecta, y
en el siglo xv1 hacían pulque de. zarza, para beberlo con fines · ·
cu-
rativos. 21
En el aspecto artesanal los totonacos se ocupaban en la alfarería,
manufactura de figurillas y modelado de grandes figuras que. repre­
sentaban dioses; en el labrado de la piedra para obtener esculturas
y artefactos; en la cestería y plumaria; en el trabajo de la madera, de
la cual hacían muebles e instrumentos musicales; en la metalurgia;
en la confección del papel de amate; en_ la cantería y otras ocupacio­
nes;· hay una larga lista de utensilios y objetos arqueológicos que i��
plican esas artesanías.
Así, podemos mencionar artefactos como cuchillos, machacadores,
cinceles, pulidores, punzones, agujas, hachas, puntas de proyectil, na�
vajas, etcétera; armas como macanas, lanzas, arco y flecha, mazas· y
cerbatanas; muebles como cajas, bancos, petates, taburetes, posa­
nucas, etcétera; lo mismo que canoas, redes, cuerdas, papel, vasijas,
comales, bastón plantador, anzuelos, malacates, rodelas, cascabeles y
hachas ·de cobre, jícaras, cestos, tambores musicales, y muchos obje­
tos más.
Los totonacos eran de estatura baja, con los cráneos. anchos y de­
formados, pelo lacio, nariz ·aguileña, boca grande y otros rasgos físicos
que se continúan hasta hoy; cítanse algunas costumbres que los dis­
tinguían de los otros grupos, como el rapado de la cabeza, el tatuaje
20 Williarns, 1953.
21 Palerrn, 1953.

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72 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

o escarificación sobre el cuerpo, la pintura facial y corporal, los dien­


tes aserrados o ennegrecidos, la práctica de la circuncisión, y la per­
foración del septum de la nariz y de los lóbulos de las orejas.
Sahagún refiere que traían "ropas buenas los hombres y sus rnax­
tles; andan calzados y traen joyas y sartales al cuello, y se ponen
plumajes, y traen aventaderos, y se ponen otros dijes, y andan· rapa­
dos curiosamente ..."; a la vez que "rníranse en espejos, y las muje­
res se ponen naguas pintadas y galanas y camisas ...". También dice
que "algunas mujeres traían un vestuario que se llamaba cámitl, que
es huipil corno de red ... (y) las mujeres plebeyas traían naguas
ametaladas de azul y blanco; y las trenzas de que usa han para tocar
los cabellos eran de diferentes colores, y torcidas con plumas. . . y
eran grandes tejedoras de labores".
De lo anterior puede decirse que el hombre común usaba unos
paños de cadera o bragueros, unas tilmas o mantos adornados y san­
dalias; pero en los días de fiesta, en la zona de Cernpoala al menos,
vestían con trajes adornados con borlas de algodón, correas de cuero
de venado y conchas o caracoles. En Misantla, la gente pobre iba
desnuda y con el cuerpo pintado; las mujeres plebeyas usaban ena­
guas, y tal vez llevaban el torso descubierto; en tanto que las mujeres
principales tenían faldillas de colores y camisas, lo mismo que hui­
piles de un tejido corno de red, y los hombres andaban rapados y cal­
zados con sandalias de suela de fibra y correas de piel. 22
Bernal Díaz menciona que los sacerdotes nevaban unas "mantas
prietas a manera de sotanas y lobas, largas hasta los pies, y unos como
capillos... y traían el cabello muy largo hasta la cintura, y aun algu­
nos de ellos hasta los pies"; parece que algunos se untaban el querpo
con hule, y otros vestían con pieles y llevaban los cabellos largos y
encordonados.
También dice Palerrn que los guerreros peleaban desnudos, que
loo embajadores en misión se ponían una manta sobre los hombros,
anudada por los extremos; y en la mano derecha llevaban una saeta
larga adornada con plumas, y en el brazo izquierdo una rodela de
concha.
Lo anteriormente transcrito nos permite decir que los nobles usa­
ban mantas o tilmas, bragueros y sandalias; la gente común y los
guerreros andaban desnudos, o cuando más vestían con un paño de
caderas; en tanto que la mujer, según su condición social, usaba ena­
guas, fajas, huipiles, quechquémitl� ceñidores y una especie de manta
o huipil con tejido de red. Los sacerdotes tenían mantas adornadas
con caracoles marinos, y los jefes de guerra llevaban escudos hechos
de carapachos de tortuga y lanzas adornadas con plumas.
22 Palenn, 1953.

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LA REGIÓN DEL HULE, DEL JADE Y DE LAS FLORES 73
Los adornos del hombre eran orejeras, narigueras, bezotes y braza­
letes principalmente, mientras que las mujeres se adornaban con
collares, listones coloreados y plumas sobre la cabeza. Sin embargo,
hay ejemplares de cascabeles de cobre y otros adornos de metal, aros
y anillos de concha, pectorales, collares de perlas, ref.erencias sobre el
uso de espejos, etcétera, lo cual amplía el rango de los ornamentos y
las materias primas utilizadas.
La sociedad estaba fuertemente estratificada. En la cúspide estaban
los caciques o señores de gran importancia, los nobles principales
y los sacerdotes de mayor jerarquía, los cuales salían de la clase seño­
rial; por debajo de ellos quedaban otro grupo menor de señores, los
artesanos y comerciantes; y en un nivel inferior estaba e1 pueblo, for­
mado por campesinos que trabajaban las tierras de los señores y del
templo, cargadores, sirvientes, soldados y esclavos. 28
Entre los totonacos existieron señoríos locales con sus límites bien
establecidos, gobernados por un cacique principal y con intervención
de los sacerdotes de mayor rango; habiéndose establecido ligas o
. alianzas entre los señoríos vecinos, y aun entre los de regiones aleja­
das, para defensa común del territorio contra las invasiones de los
mexicas.
El sacerdocio organizado se encargaba de la religión y de los cono­
cimientos de la época, de los cultos y de las fiestas que se celebraban
en fechas determinadas, de los sacrificios y ofrendas a los dioses;
había deidades como Xochiquétzal, Ehécatl, Coatlicue, Xochipilli,
Xilonen, Xipe y algunos más, lo mismo que cultos al Sol y a algunos
ancianos destacados por sus acciones y sabiduría.
Los sacerdotes hacían sacrificios extrayendo el corazón a la víctima;
practicaban el canibalismo ritual; mantenían el fuego en los templos;
ofrecían copal y ofrendas de plumas, aves, piedras preciosas, bebidas
de cacao y comidas; utilizaban el papel de amate para los vestidos de
los dioses y para la brujería; eran ellos también los que se encar­
gaban de hacer la circuncisión de los niños y los que dirigían las
fiestas ceremoniales a los dioses, muchas de ellas con música y dan­
zas, lo mismo que con juegos como el volador, el cual estaba relacio­
nado con el culto al Sol.
Asociado a la religión estaba el culto a los muertos, del cual el
padre Acosta dice que "a los capitanes distinguidos y grandes señores
les ponían sus insignias y trofeos ... y llevaban todas esas cosas y se­
ñales al lugar donde debía ser enterrado o quemado... acompañán­
dolo con ellas en procesión.. ."; se acostumbraba, además de la cre­
mación, el enterramiento por debajo de los pisos de las casas y de
los templos. En Quiahuiztlan, Boca Andrea y Bernalillo se han en­
contrado tumbas mausoleos en forma de templos en miniatura, con
23 Palerm, 1953.

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74 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

puertas y nichos para depositar los huesos y ofrendas; hay también


tumbas cilíndricas y enterramientos de huesos calcinados dentro de
ollas funerarias.
La alfarería de esta época muestra en algunos sitios cierta influen­
cia mexica, pero tiene su desarrollo partiendo del periodo anterior;
hay cerámica negro sobre rojo guinda, negro y blanco sobre guinda,
policroma con motivos de códices, negra-guinda con diseños inci­
sos, policroma local en colores negro, café, rojo y blanco sobre crema
o. naranja, y cerámica huasteca traída por comercio. .
Entre los artículos que exportaban los totonacos, ya por comercio,
ya por tributo a los mexicas, pueden citarse fardos de algodón; chile,
maíz, liquidámbar, plumas y piedra:s preciosas, petates, escudos, pie­
'les, mosaicos de turquesa, telas, mantas tejidas de colores, · ropa, sal,
etcétera; era usado un tipo especial de mantas de algodón y granos
de maíz par_a el intercambio comercial; el cual se hacía en Jos mer­
cados de la región, principalmente en Cempoala, Quiahuiztlan, Co­
taxtla, Misantla, Papantla, etcétera.
En la mayoría de los grandes centros las gentes vivían en chozas
de troncos y palmas, a veces con cercados de carrizos, que ocupaban
los alrededores del recinto ceremonial; prevalecía el tipo de centros
fortificados, como Tuzapan, Zacoapan, Metlaltoyuca, Monte Real,
Quiahuiztlan, etcétera, dentro de los cuales se levantaban los tem­
plos, palacios, casas y otras construcciones, a veces con calles · bien
trazadas.
Sin duda alguna, ·Cempoala fue uno de los centros más importan­
tes de los totonacos, ya que Torquemada dice que allí había· "pala­
cios, templos, patios, pirámides y otros edificios notables; unos edifi­
cios de ladrillos, otros de adobe; (y) estaban blanqueados y cubiertos
de estuco, bien pintados y dispuestos en calles regulares"; mientras
que Pedro Mártir cuenta que Cempoala era "toda de jardines, y fres­
cura, y muy buenas huertas de regadío ... y con tan grandes, y altos
árboles, que apenas se parescían las casas".
En realidad Cempoala tenía casas de mampostería asentadas sobre
plataformas de tierra con revestimiento de piedras, formando con­
juntos urbanos con calles y plazas bien trazadas, a la vez que habían
basamentos hechos con cantos de río, templos recubiertos ·con estuco,
altares, canales para el desagüe, huertas con regadío, esculturas del
tipo "chacmol" al frente de los altares, y otros adelantos arquitec­
tónicos.
Entre los conocimientos más salientes está el calendario · de 260
días, el calendario solar de 365 días, la numeración de puntos y ha�
rras, la escritura con jeroglíficos para· los días, y el símbolo del año
a la manera mixteca; 24 pueden citarse también algunos códices y
24 Caso, 1953.

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LA REGIÓN DEL HULE, DEL JADE Y DE LAS FLORES 75
mapas posthispánicos, inspirados en la escritura y estilo indígena an­
tiguo, entre ellos el Códice Dehesa, el Misantla, Chiconquiaco, To­
nayan y otros. 25
Al momento de la llegada de los españoles, en 1519, existían toto-­
nacos en Quauhtochco, Cempoala, Quiahuiztlan, Xonotla, Paxil, · Me­
tlaltoyuca, Comapan, Tuzapan, Castillo de Teayo, Oceloapan, Mi­
santla, Papantla y- otros sitios más, y fueron los de Cempoala y
Quiahuiztlan los que primero entraron en cqntacto con los conquis­
tadores. Y aunque las poblaciones se fueron diezmando con el tiem­
po, y concentrándose cada vez más en zonas reducidas y aisladas,
todavía hoy podemos ver a los totonacos en sitios de la zona central
de Veracruz, que fue conocida como el Totonacapan por los cronis­
tas y mexicas anteriores a la conquista.

EL SUR DE TAMAULIPAS y NORTE DE VERACRUZ

EL NACIMIENTO DE LA TRADICIÓN HUASTECA

El territorio que llegaron a ocupar los grupos huastecas se extiende


fund,amentalmente del Río Soto La Marina hasta el Río Cazones, y
en él, desde el punto de vista· orográfico, sobresalen cuatro zonas que
podemos denominar:. la Costa, la Planicie Costera, la Llanura y la
Montaña, cada una de ellas con características climáticas y vegetati­
vas especiales.
La Costa está formada por tierras bajas sedimentarias, correspon­
dientes al pleistoceno y reciente, con numerosos estuarios, dunas y
pantanos; mientras que la Planicie Costera es una estrecha faja de
tierra· que corre paralela a la costa del mar, perteneciente al eoceno
y cortada por varios arroyos. La Llanura, con formaciones del mioce­
no, se extiende hasta las estribaciones de las sierras y comprende me­
setas, colinas, valles y algunas corrientes de agua; en tanto que· la
zona de-la Montaña está formada por la Sierra Madre Oriental, parte
de la Sierra de Tamaulipas y la Serranía de San Carlos, adscritas al
cretácico y jurásico.
Desde el punto· de vista climático, hacia el norte y el oeste predo­
mina un clima semidesértico; hacia la parte· central hay un clima
templado seco; y hacia .el sur el clima se vuelve templado húmedo
y tropical; puede decirse que las montañas, ríos, llanuras; valles y pla­
yas dan una configuración especial y variada al territorio huasteco,
en el cual dos de· sus terceras partes están formadas por llanuras ex­
tensas, cortadas por numerosos ríos y arroyos, y una tercera parte es
montañosa.
25 Melgarejo, 1953.

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76 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

De las montañas corren hacia el Golfo de México varios ríos, entre


ellos el Soto La Marina, Las Conchas o San Femando, el Tamesí, el
Guayalejo, el Tantoan, el Mante, etcétera; sobresaliendo el Río Pá­
nuco que se enriquece con las aguas de multitud de arroyos, y des­
emboca en el mar frente a Tampico. El sistema hidrológico se com­
plementa con importantes lagunas, como la Laguna Madre;· la de
Morales, Champayán, San Andrés, El Chairel, El Carpintero, etcé­
tera; las cuales fueron aprovechadas por los grupos prehispánicos por
sus potencialidades de vida.
Desde cuando menos 1500 A.c., algunos grupos humanos se fueron
asentando por ese territorio, principalmente a lo largo de las márge­
nes del Río Pánuco; parece que estos grupos tenían la misma tradición
cultural que se extendió por la costa del golfo, y de la cual salieron
las culturas olmeca, la de Remojadas y la maya. Lo anterior indica
también que estos grupos tempranos han de haber tenido la misma
lengua, la cual fue dando lugar a dialectos locales a través del tiempo;
explícase así la estrecha relación entre huastecos y mayas, últimos que
quedaron separados posteriormente por la infiltración de otros grupos
lingüísticos y culturales.
Las excavaciones arqueológicas realizadas por Mac Neish en el Río
Pánuco, han permitido conocer algo de los tempranos poblamientos
del territorio mencionado; se ha establecido un periodo denominado
Pavón, el cual se caracteriza por la cerámica Progreso metálica, a ve­
ces con un baño de rojo o blanco y con decoración incisa, en forma
de ollas de cuerpos esféricos, a veces con molduras o gajos que les
dan apariencia de calabazas. También hay un tipo de cerámica lla­
mada Progreso blanca, en forma de platos de base plana y con una
decoración punzonada cilíndrica hecha tal vez con la sección de un
carrizo, pues aparece en forma de círculos, algunas veces sobrepues­
tos; a la vez que hay cerámica doméstica de los tipos amarillenta
burda y café lisa burda. 26
El siguiente periodo, denominado Ponce, tiene cerámica Progreso
metálica y Progreso blanca, pero cambia la decoración a diseños tri­
angulares o semicirculares incisos, rellenos de líneas paralelas o en
cuadrícula, y colocados en zonas opuestas sobre el fondo de los platos
de base plana; a la vez que hay una cerámica naranja laca pintada,
y una cerámica negra incisa interior, que se relacionan con La Venta,
Tabasco, y Tlatilco, México, por lo cual este periodo puede colocarse
en el Preclásico Medio, a partir de 1300 A.c.
La cerámica típica de este periodo es la llamada Ponce negra pu­
lida, a veces con tonalidades grisáceas y manchas blancas en el exte­
rior; hay algunos platos con motivos zonales opuestos, triangulares o
semicirculares incisos, lo mismo que algunas ollas con caras humanas
20 Mac Neish, 1954.

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LA REGIÓN DEL HULE, DEL JADE Y DE LAS FLORES 77
sobre el cuello. También aparecen algunas figurillas con caras prog­
natas y ojos elípticos, con perforación central para la pupila:
A �ontinuación viene el periodo Aguilar, en el cual se continúan
los tipos Progreso metálica, Progreso blanca y Ponce negra, pero la
cerámica característica es la Aguilar roja pulida y la Aguilar gris pu­
lida, en forma de platos de silueta compuesta y vasijas trípodes con
decoración incisa o punzonada; apareciendo también, asociados a ellas,
algunos tiestos de color café amarillento, otros de color negro con
motivos felinos excavados, y algunos más con baño naranja o negros
cori bordes blancos, todos los cuales indican relaciones con la cultura
olmeca del sur de Veracruz.
Y como en los periodos Ponce y Aguilar hay cerámica relacionada
con la cultura olmeca, traída tal vez por comercio; y figurillas con
ojos elípticos hendidos, con ojos realistas, con ojos perforados, y figu­
rillas semejantes a los tip·os D2 y "cara de niño" de la Cuenca de
México, podemos decir que estos periodos caen de lleno en el Pre­
clásico Medio, o sea de 1300 a 800 A.c.
A partir de 800 A.c., algunos grupos de la fase anterior continúan
evolucionando, pues aparecen los montículos de tierra, plataformas
para casas y otras construcciones más adelantadas; viene el llamado
periodo Chila o Pánuco 1, en el cual hay cerámica roja pulida, Chila
blanca, rojo sobre· amarillento, rojo sobre blanco, blanco sobre rojo,
rojo sobre café y otros tipos domésticos, en forma de platos de silueta
compuesta con decoración incisa, o en forma de platos trípodes con
�oportes bulbosos ticomanoides, los cuales relacionan el periodo con el
Preclásico Superior.
En Tancanhuitz, San Luis Potosí, las gentes aprovecharon una lar­
ga meseta natural para conformar y rellenar artificialmente una pla­
taforma, sobre la cual construyeron algunos basamentos o edificios
de planta circular; se observa que estos basamentos tienen cuerpos es­
calonados, con altos muros inclinados de piedra, y semejantes al ba­
samento de Cuicuilco en la Cuenca de México. 27
En Tamposoque, San Luis Potosí, hay edificios circulares asentados
sobre una gran plataforma, lo mismo que basamentos con el frente
recto y la parte posterior semicircular, a los cuales se ascendía por
medio de escalinatas sin alfardas; hay estructuras semejantes en El
:E:bano, Mata del Muerto, Laguna del Chairel y otros sitios de Ta­
maulipas, lo mismo que en Vinasco, sitio cercano a Huichapan,
Hidalgo.
En algunos sitios se han encontrado entierros extendidos con sus
ofrendas, en otros lugares se han hallado enterramientos de cráneos
solos, y porl o regular aparecen puntas de proyectil, silbatos de barro,
bolas de barro, metates, cuentas de collares, vasijas y figurillas; se
27 Marquina, 19 51.

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78 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

observa que algunas figurillas tienen influencia olmeca, otras tienen


los ojos perforados y algunas más son típicamente huastecas. Sobre­
salen, desde luego, las figurillas de Mata del Muerto, Tamaulipas,
las cuales tienen los cuerpos aplanados, están hechas de un barro
blanco·º crema muy fino, y a menudo presentan pintura roja o ne­
gra de· chapopote; siendo este tipo el antecedente de las ·figurillas
que luego se desarrollan en el.Horizonte .Clásico.
Como decíamos anteriormente� los: pdcos datos aportados por ·1a
arqueología apenas nos indican el posible desarrollo de la tradición'
cultural que luego se convirtió en huasteca; pero podemos decir que
de 1500 a 200 A.c., desde el Río Soto La Marina hasta el Río Cazo­
nes, había grupos sedentarios que vivían de la agricultura, semejantes
a otros grupos que poblaron la costa del golfo.
Estos grupos cultivaron el maíz, el frijol y la calabaza; practicaron
la caza, la pesca y la· recolección, según el habitat escogido, y evolu­
cionaron' de las· pequeñas aldeas rurales hasta el tipo de centros cere­
moniales no planificados, en los cuales había montículos· de tierra o
basamentos de planta circular, chozas asentadas sobre plataformas y
algunas estructuras menores.
Las chozas eran de lodo, troncos y palmas, de planta circular y a
menudo asentadas sobre bajos montículos de tierra, también circu­
lares, lo cual fue una de las características de la· arquitectura huas­
tec�; a la vez que se dedicaban a la agricultura, la alfarería, al tejido
de cestas y petates, a la construcción de· viviendas y otras. ocupacio­
nes, muchas de las cuales se convirtieron con el tiempo en verdade­
ras .artesanías.
Tan11Jién enterraban a sus muertos con acompañamiento de obje­
tos persona1es colocados como ofrenda pa'ra la otra vida; tal vez te­
nían el culto a fos cráneos trpfeos, hacían ornamentos para el adorno
personal, utilizaron el chapopote, y en algunos lugares se llegó a cierta
organización sacerdotal, y tal vez a ciertos conceptos estéticos como
la música y la celebración de fiestas ceremoniales.

EL DESARROLLO DE LA TRADICIÓN HUASTECA

,A partir de 200 A.c., la _cultura huasteca comienza a tomar sus ca­


racterísticas propias, y a extenderse hacia Tamaulipas, San Luis Po­
tosí, Veracruz y Querétaro; pero los pocos estudios arqueológicos
realizados hasta ahora no permiten_ integrar todavía el panorama cul­
t�ral de esos tiempos. Sin embargo, algunos sitios de la zona de Pá­
nuco, Tancanhuitz, El f:bano, Tamposoque, Tamtzan, Laguna Cha:­
jil, Vinasco, Huaxcamá, etcétera, muestran elementos culturales de
esta época, y en especial del Horizonte Clásico.·

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LA REGIÓN DEL HULE, DEL JADE Y DE LAS FLORES 79
Desde el punto de vista arqueológico el llamado periodo Pánuco 11
inicia el desenvolvimiento de la cultura huasteca; aparece la cerámica
Prisco negra, tanto en forma de platos de silueta compuesta, como
en forma de cuencos sencillos o con acanaladuras, lo mismo que pla­
tos trípodes y vasijas decoradas a veces con pintura al fresco. También
hay cerámica Pánuco gris en forma de vasijas con vertederas, y apa­
recen algunas ollas con impresión de textiles y cucharas de color
blanco con largos mangos. 28
Las figurillas de este periodo siguen siendo de cuerpos aplanados,
de color crema pulido y con pintura roja o negra de chapopote; pero
se inician otras de barro cremoso menos pulidas, con las piernas lige­
ramente abultadas, con los ojos perforados y cinturas estrechas, las
cuales muestran deformación de la cabeza y desnudez aparente.
A continuación viene el periodo Pánuco m, en el cual hay cerámica
Pánuco pasta fina, de color café rojizo con baño blanco en el exte­
rior; hay formas de.platos con gruesos bordes incisos, ollas con aca­
naladuras verticales, vasijas con vertederas y platos con soportes có­
nicos huecos. También hay cerámica Pánuco negra burda, cerámica
roja pulida en forma de vasos con soportes almenados y a menudo
con acanalado horizontal; junto con figurillas de mayor tamaño, con
las piernas abultadas y cinturas estrechas, típicamente huastecas, así
como algunas figurillas desarmables y tipo "retrato" que son de in­
fluencia teotihuacana.
A la misma época que hemos venido tratando corresponde el pe­
riodo Pánuco 1v, en el cual predominan las cerámicas Zaquil negro,
Zaquil rojo, Pánuco gris, Pánuco pasta fina roja, Pánuco metálica
y pasta fina con negativo; continúanse las figurillas con rasgos teo­
tihuacanoides y las típicas huastecas de piernas abultadas, pero más
grandes que en el periodo anterior.
Entre 200 A.c. y 800 D.c., ocurre el apogeo de algunos centros ce­
remoniales, con estructuras más elahoradas y de mejor calidad, y así,
en Tamposoque, aparecen edificios rectangulares con las esquinas
redondeadas, revestidos de estuco, lo mismo que comisas de un solo
plano, inclinadas hacia afuera.
En Tamtzan, Tamaulipas, hay una gran plaza circundada por mon­
tículos, plataformas revestidas de piedra y basamentos circulares; mien­
tras que en Huaxcamá, San Luis Potosí, hay edificios de planta circu­
lar y rectangular combinadas, escaleras limitadas por alfardas, muros
con revestimiento de estuco y a veces pinturas al fresco sobre los
aplanados. 29
En la zona arqueológica de Vinasco, Hidalgo, hay edificios de
planta circular construidos con lajas y en forma de taludes super-
28 Ekholm, 1944.
29 Meade, 1942.

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60 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

puestos, altares de planta rectangular con las esquinas redondeadas, y


tumbas dentro de montículos que tienen a veces antecámaras y esca­
linatas de bajada; mientras que en un cerro. cercano a la Laguna de
Chajil, Tamaulipas, se han encontrado varios edificios en forma de pi­
rámides truncadas, las cuales presentan muros en talud, tableros,
cornisas y esquinas redondeadas.
Por los pocos datos mencionados hasta aquí, y especialmente por
las figurillas, podemos decir que los huastecos de esta época eran in­
dividuos bien proporcionados, los cuales se deformaban la cabeza y
se mutilaban los dientes; en tanto que las mujeres tenían amplias
caderas, ·cinturas estrechas, piernas gruesas, y acostumbraban pintarse
el cabello y el cuerpo. En dichas figurillas se observan también otros
rasgos, cbmo el uso de grandes tocados sobre la cabeza, faldillas su­
jetas por medio de fajas o ceñidores, bragueros o taparrabos, sombre­
ros, capas o mantos, orejeras, collares, brazaletes, narigueras, gorros
cónicos, cinturones o yugos para el juego de pelota, etcétera, todo lo
cual informa de la indumentaria, ornamentos y algunas artesanías.
Así, por ejemplo, los huastecos aprovecharon la piedra para tallar
sus herramientas, ornamentos y esculturas; tejieron las fibras vegetales
para obtener vestidos, petates, cestas y cuerdas; labraron la madera
en forma de canoas, lanzadardos, arcos, remos, espátulas y tal vez
máscaras; y utilizaron la concha para sus ornamentos, la corteza del
amate, el copal, el barro, el chapopote, el hule y otras materias primas.
Lo anterior se comprueba por los objetos arqueológicos encontra­
dos, entre ellos metates ovales o rectangulares, morteros y manos de
piedra volcánica, hachas y cinceles de serpentina, taladros, pulidores
de pisos y paredes, maceradores de corteza vegetal, navajas y cuchi­
llos de obsidiana, sellos de barro, espejos de pirita, malacates, agujas
de hueso y punzones de asta de venado; lo mismo que vasijas para
usos domésticos y funerarios, espátulas y cucharas de caracol marino,
instrumentos musicales, cuentas y anillos de concha, etcétera.
Y la existencia de artesanos especializados, la construcción de los
centros ceremoniales, y las representaciones de algunos dioses como
Quetzalcóatl, Ometochtli y Tláloc, indican que la sociedad pudo
haber sido de tipo teocrático, estratificada en estamentos sociales y
con control del comercio y de las artesanías.
Posiblemente · por los finales del Horizonte Clásico se inicia un
cierto auge de la escultura y la lapidaria, dentro de un estilo que se
proyecta al norte de Veracruz y aun hasta Hidalgo; apareciendo al­
gunas· esculturas y lápidas en Huilocintla, Tepetlaxco, Amatlán de
los Reyes, Castillo de Teayo, El Tamuín, Ajalpan, etcétera, que
muestran principalmente a sacerdotes y deidades, y que pudieron so­
brevivir hasta el Horizonte Postclásico.
La lápida de Huilocintla, Veracruz, muestra a un sacerdote en el
momento del autosacrificio, atravesándose una vara puntiaguda en

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LA REGIÓN DEL HULE, DEL JADE Y DE LAS FLORES 81

la lengua, cuya sangre es bebida por un pequeño monstruo de la


tierra; a la vez que tiene el cuerpo totalmente tatuado, lo cual fue
una característica de los huastecos.
De Castillo de Teayo, Veracruz, procede una escultura que es la
representación del dios Quetzalcóatl, el cual lleva un gorro cónico
sobre la cabeza, orejeras de gancho, y un pectoral de caracol cortado
en espiral sobre el pecho, el cual era símbolo del viento; mientras
que en Amatlán de Los Reyes, Veracruz, hay una escultura con un
gran resplandor por detrás de la cabeza y con un gorro cónico.
En varios lugares de la huasteca se han encontrado estas escul­
turas femeninas, relacionadas tal vez con alguna deidad terrestre o
del maíz, y generalmente con gorros cónicos, resplandores por detrás
<le la cabeza, grandes orejeras y con las manos cruzadas sobre el pe­
cho; a la vez que en otras esculturas masculinas se representan los
aspectos de la dualidad del ser humano, es decir, que por un lado se
representa la muerte y por el otro la vida, no faltando en ellas los
gorros cónicos, orejeras en forma de gancho y minuciosidad en la
representación de los tatuajes.
En el rancho llamado El Consuelo, junto al Tamuín, San Luis
Potosí, se encontró una escultura conocida ahora como el Adolescente
Huasteco, porque representa a un joven sacerdote de la deidad Quet­
zalcóatl, el cual lleva en la espalda a un niño que simboliza al Sol;
nótese que va desnudo, pero con un bello tatuaje sobre el cuerpo,
y con la cabeza deformada. Una escultura semejante proviene de
Ajalpan, Querétaro, pero ésta tiene una faldilla decorada, y más
parece representar a un individuo noble.

LA ZONA HUASTECA DURANTE EL POSTCLÁSICO

Desde los fines del Horizonte Clásico la cultura huasteca ha pe­


netrado a lugares de San Luis Potosí, Querétaro e Hidalgo, se ha ex­
tendido desde el Río Soto la Marina hasta el Cazones, y en sitios
como El Tamuín, Taninul, Las Flores, Tantoc, Oxitipa, Tamós,
Tancol, Huaxcamá, Tula, Tanchipa, Tanquián, El Choyal, Castillo
de Teayo, etcétera, hay elementos culturales de esta nueva época,
aunque también es poco lo que se sabe de ellos.
A esta época corresponde el periodo denominado Pánuco v, el cual
se caracteriza por la cerámica Las Flores rojo sobre café amarillento,
Molcajetes incisos tipo Las Flores, cerámica Pánuco pú rpura sobre
café, Zaquil rojo, Zaquil negro y Las Flores negro sobre rojo; sobre­
salen las cucharas con mangos largos, los molcajetes con los fondos
rayados, vasijas miniatura, vasijas antropomorfas con vertederas, y
figurillas moldeadas planas, que a veces representan deidades, simi­
lares a las de la cultura tolteca.

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82 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

Por último, tenemos el periodo Pánuco VI, el cual se caracteriza


por la cerámica negro sobre blanco en forma de botellones u ollas
con efigies y vertederas; la cerámica Tancol policromo, Tancol café
sobre amarillento, Tancol rojo con motivos incisos, Las Flores inciso
y Las Flores rojo y negro sobre amarillento; pero sobresale la alfa­
rería de color negro o guinda sobre blanco, especialmente las vasijas
efigie, las vasijas fitomorfas con vertederas, y algunas figurillas con
influencia mexica.
En el sitio denominado Las Flores, Tampico, hubo montículos de
planta circular construidos de lodo y con escalinatas limitadas por
alfardas; también se encontraron esculturas de piedra con jeroglíficos
de estilo mexica, y tumbas con ofrendas, entre ellas ornamentos de
metal, de concha ·Y de caracol; mientras que en el sitio llamado Los
Juzgados, San Luis Potosí, hay un centro ceremonial con una gran
plaza, rodeada de basamentos circulares y otras construcciones. me­
nores.
En Tp.ntoc, Tamaulipas, se aprovechó un alto cerro natural para
levantar sobre él algunas construcciones, y también hay plazas, alta­
res y plataformas hechas de lajas; lo mismo que esculturas bastante
toscas; mientras que en El Tamuín, San Luis Potosí, hay varios basa­
mentos agrupados alrededor de plazas, plataformas con estructuras y
escalinatas con alfardas, templos de planta rectangular y altares có­
nicos decorados con pintura al fresco; lo mismo que tumbas en forma
de conos truncados, construidas con cantos de río y lodo, en las cua­
les había entierros en posición fetal.
Los altares cónicos de El Tamuín están pintados de rojo oscuro
sobre fondo blanco, y muestran una serie de personajes o sacerdotes
ataviados con una rica indumentaria; obsérvase que tienen los dientes
-limados, que llevan abanicos en las manos, tocados y brochas de cin­
turón, máscaras, pectorales que simbolizan al viento, gorros cónicos,
sonajas, etcétera, y están relacionados con el culto a Quetzalcóatl.
En general, la cultura característica de los huastecos comienza en
el Horizonte Clásico, y se desarrolla durante el Horizonte Postclásico;
habiendo para esta época una serie de fuentes históricas, que, agre­
gadas a los datos arqueológicos, dan un panorama más completo de
la cultura de esos grupos.

LA CULTURA HUASTECA

Los huastecos ocuparon fundamentalmente la amplia faja costera


que se extiende desde Soto la Marina hasta el Río Cazones, pero en
su expansión territorial ocuparon también parte de San Luis Potosí,
Querétaro, Veracruz, Hidalgo y posiblemente lugares de Puebla. Ha­
cia el norte estuvieron constantemente amenazados por grupos de

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LA REGIÓN DEL HULE, DEL JADE Y DE LAS FLORES 83
chichimecas nómadas, en el oeste sus puntos más avanzados se loca­
lizaban en la Sierra Madre Oriental, como Tula, Tancanhuitz y
Tanlajás; mientras que hacia el sur tenían como vecinos a los toto­
nacos y tepehuas.30
Según las fuentes históricas, los huastecos parecen haber tomado
su nombre de un caudillo llamado Cuextécatl, el cual abandonó
Tamoanchan y regresó a Pánuco; pero también fueron conocidos
como toueyomes y pantecas o panotecas. A su vez el nombre de
Cuextécatl parece derivarse de Cuexhté, que sigrtifica "rueda", lo
cual puede relacionarse con los resplandores que usaban por detrás
de la cabeza.
Al respecto, Sahagún dice que "el nombre de todos estos tómase
de la provincia que lláman Cuextlan ... y por otro nombre toueyo­
rne ... el cual nombre quiere decir nuestro prójimo. A los mismos
llamaban panteca o panoteca .... porque viven en la provincia de
Pánuco, que propiamente se lJama Pantlan o Panotlan, quasi Pa­
noayan ... y dicen que la causa porque le pusieron el nombre de
Panoayan es que dizque los primeros pobladores que vinieron a poblar
esta tierra de México ... llegaron a aquel puerto con navíos con que
pasaron aquella mar ".
Sahagún continúa diciendo que "desde aquel puerto comenzaron a
caminar por la ribera de la mar mirando siempre las sierras nevadas
y los volcanes, hasta que llegaron a la provincia de Goatemala ...·y
fueron a poblar en Tamoanchan, donde estuvieron mucho tiempo
y nunca dejaron de tener sus sabios o adivinos ..."
En Tamoanchan " ...inventaron la astrología judiciaria y el arte
de interpretar los sueños, compusieron la cuenta de los días, y de
las noches y de las horas ... y hubo un Cuexteco, que era caudillo y
señor de los cuexteca que bebió cinco tazas de vino, con las cuales
perdió su juicio, y estando sin él echó por allí sus maxtles ... (y)
de pura vergüenza se fue huyendo de ellos con todos sus vasallos y
los demás que entendían su lenguaje, y fuéronse hacia Panotlan, de
donde ellos habían venido, que al presente le dicen Pantlan y los
españoles la dicen Pánuco ... Allí poblaron, y son los que al presente
se dicen toueyome ... y su nombre. que es cuexteca, tomáronlo de
su caudillo y señor, que se decía Cuextecatl".
"Y en este lugar hacen grandísimos calores, y se dan bien todos
los bastimentos y muchas frutas ... (y) hay también todo género
de algodón, y árboles de flores o rosas por lo cual le llaman Tona­
catlalpan, lugar de bastimentas, y por otro nombre Xochitlalpan,
lugar de rosas."
En este territorio los huastecos practicaron la agricultura, la caza,
la pesca y la recolección; es decir, que tuvieron una economía mixta;
so Piña Chan, 19 59.

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84 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

obteniendo por medio de intercambios comerciales las materias pri­


mas y ciertos artículos que les hacían falta. En el mar, ríos y lagu­
nas, se practicó la pesca con mayor intensidad, utilizando el arco y la
flecha, arpones, anzuelos, redes, nazas, canoas, y posiblemente veneno
sacado del barbasco; mientras que en la sierra se dependió más de
la caza; y la agricultura de roza o milpa se intensificó en los valles
y llanuras.
De esta manera la subsistencia descansaba en los productos agríco­
las como maíz, calabaza, frijol, amaranto, papa dulce, anona, nopal,
chile y otros frutos silvestres; en la carne de animales como el venado,
el cojolite, el pato, el am1adillo, el guajolote silvestre, el conejo, la
iguana, el pecarí, peces, tortugas; almejas y otros más; a la vez que
recolectaban miel, caracoles, ostras, tubérculos, larvas de insectos y
flores comestibles.
Con jade, serpentina, piedra volcánica, madera, palma, algodón,
tule, barro, obsidiana, concha y muchas otras materias primas, los
huastecos lograron producir las herramientas necesarias para la cons­
trucción, el tejido, la carpintería, la lapidaria, la orfebrería, la alfa­
rería, etcétera; habiendo existido una especialización artesanal que
se refleja en los objetos arqueológicos rescatados.
Así, se puede decir que hacían metates ovales o rectangulares y
manos de piedra volcánica; cinceles y hachas de ·serpentina; pulido­
res para pisos y paredes; machacadores para convertir la corteza del
amate en papel; molcajetes y tejolotes, a veces con cabezas de ani­
males; navajas, cuchillos y puntas de proyectil en obsidiana o sílex;
punzones, agujas y pulidores de hueso o de asta de venado; mala­
cates para torcer el hilo; sellos de barro para pintarse el cuerpo y
decorar las telas; vasijas y figurillas; pipas de barro o de piedra; sil­
�atos, flautas y tambores musicales; petates y cuerdas; bancos y ca­
noas de madera; etcétera�
También trabajaron la hematita y la turquesa para hacer mosaicos
y espejos; decoraron los guajes o calabazos por la técnica de la laca;
practicaron la pintura al fresco; utilizaron las fibras vegetales para el
tejido de sus vestidos; y en los últimos tiempos se introdujeron las
hachas de garganta, los cinceles y hachas de cobre, los cascabeles y
otros ornamentos que se hacían por las técnicas del moldeado a la
cera perdida y filigrana. Por último, podríamos mencionar también
el uso del chapopote, el cual se utilizaba tanto como resina aromá­
tica como para pintar los dientes, el cabello y las figurillas; lo mis­
mo que el chicle, el hule y el liquidámbar.
Como otros pueblos del México antiguo, los huastecos realizaban
intercambios comerciales, tanto en forma de materias primas como de
objetos manufacturados y artículos alimenticios; y así, del centro
de Veracruz obtenían yugos labrados en serpentina, hule, chile, jade,
etcétera, mientras que ellos llevaban cerámica policroma, ornamen-

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LA REGIÓN DEL HULE, DEL JADE Y DE LAS FLORES 85
· tos de concha, mantas tejidas y otros productos más. En ciertos lu­
gares el trueque de mercancías se hacía bajo grandes ceibas, y en
otros había mercados o tianguis en días fijados.
En los tiempos cercanos a la conquista española y bajo el domi­
nio de los mexicas, que conquistaron algunos lugares, los huastecos
tributaban papel, plumas blancas para los vestidos, mantas listadas,
betún amarillo, mantas de red, ceñidores, fardos de telas de algodón,
chile, pieles, etcétera; menciónase en las fuentes históricas que tam­
bién tributaban "mantas ricas y unas camisas como capisayos, labra­
dos de colores; aves de pluma muy rica; un betún amarillo que llaman
tequezalin, con que untan y tiñen jícaras y ablandan manos y pies;
marmajita dorada y negra que llaman apcztli"; todo ello impuesto a
lugares como Castillo de Teayo, Metlaltoyuca, Xolotlan, Huauchi­
nango y otros sitios.
Los huastecos eran de estatura baja, pero bien proporcionados, de
frentes anchas y cabezas deformadas; en tanto que las mujeres tenían
gruesas piernas y cinturas estrechas. Entre ellos había la costumbre
de andar desnudos, o al menos con escasa indumentaria; se pintaban
los cabellos y el cuerpo; se limaban o aserraban los dientes y se ta­
tuaban el cuerpo; a la vez que usaban faldillas, fajas, bragueros, som­
breros, gorros cónicos, mantas, collares, cinturones, orejeras, brazale­
tes, narigueras y otros ornamentos, que indican cierta diferenciación
social.
Por su parte, las fuentes históricas dicen que los huastecos eran
individuos de cabezas chatas y deformadas, con las narices agujerea­
das para colgarse narigueras tubulares, en cuyos extremos se colocaban
plumas; que se limaban y aguza�an los dientes, o que se los teñían
de negro; a la vez q�e llevaban el cabello suelto o pintado de ama­
rillo y rojo, con resplandores de plumas en la cabeza, y plumajes
redondos a la espalda, medias calzas de plumas en las piernas y bra­
zaletes en brazos y piernas.
Así, Sahagún menciona que los huastecos eran de "frente ancha
y cabezas chatas; los cabellos traíanlos teñidos de diferentes colores,
unos de amarillo, otros de colorado ... y unos traían los cabellos
largos en el colodrillo, y otros los diferenciaban". También dice que
"tienen los dientes todos agudos porque los aguzaban a posta; tenían
por ornamentos brazaletes de oro en los brazos, y en las piernas unas
medias calzas de plumas, y en las muñecas de las manos unas muñe­
cas de chalchihuites; y en la cabeza, junto a la oreja, poníanse plu­
majes hechos a manera de aventadoricos; y a las espaldas unos pluma­
jes redondos a manera de grandes moscaderos de hojas de palmas,
o de plumas coloradas, largas, puestas a manera de ruedas".
"f:stos andan bien vestidos, y sus ropas y mantas muy pulidas y
curiosas, con lindas labores, porque en su tierra hacen las mantas
que llaman centzontilmatli ... que quiere decir mantas de mil colo-

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86 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

res; (y) de allá se traen las mantas que tienen cabezas de monstruos,
pintadas ... en las cuales y en otras muchas se esmeraban las te­
jedoras."
También refiere Sahagún que los huastecos tenían "muchas joyas,
esmeraldas y turquesas finas ... (que) las mujeres se galanean mu­
cho ... andan muy bien vestidas (y) traen sus trenzas en las cabe­
zas, con que se tocan, de colores diferentes y retorcidas con plumas";
en tanto "que los hombres no traen maxtle ... traen las narices agu­
jereadas, y con hojas de palma las ensanchan, y en el agujero de
ellas ponían un cañuto de oro y dentro del cañuto atravesaban un
plumaje colorado, y aguzaban sus dientes a posta, y los teñían de
negro y otros colores".
A lo anterior podría agregarse que los hombres llevaban la cabeza
rapada o se dejaban mechones de pelo sobre ella; que se tatuaban
marcas faciales como señal de rango; que usaron el quechquémitl,
huipiles, pañoletas sobre la cabeza y sandalias; a la vez que tuvieron
collares de concha, pectorales de caracol cortado, bczotes, pendientes,
anillos, etcétera, hechos de piedra, hueso, oro, cobre, cristal de roca
y concha.
En realidad los joyeros utilizaron el jade, la turquesa, la concha,
el cristal de roca, los metales, las vértebras de tiburón y otras mate­
rias primas para la elaboración de los ornamentos; pueden citarse los
bellos y delicados pectorales hechos de caracol marino, por lo regular
con figuras de personajes, dioses y otros motivos finamente tallados;
los caracoles cortados en espiral, como símbolos del viento; las cuen­
tas en forma de calaveras para sus collares; los mosaicos de turquesa
y concha; y los pendientes, narigueras, orejeras, bezotes y anillos, he-
chos en oro, cobre y plata.
Como apuntamos anteriormente, la piedra, el lodo, la palma y los
troncos fueron los materiales más utilizados en sus construcciones;
predominando las chozas de planta circular con techos cónicos y pa­
redes de bajareque, algunas de ellas asentadas sobre bajas platafor­
mas, con pisos de lodo o de tierra apisonada. En los centros ceremo­
niales había grandes montículos o basamentos para templos, algunos
de ellos con cuerpos escalonados y orientados y arreglados alrededor de
patios o plazas; lo mismo que casas habitación para los nobles y
sacerdotes, a veces de mampostería; y juegos de pelota, calzadas, al­
tares decorados con pinturas al fresco, canales de desagüe, escalina­
tas, temazcales y otras estructuras menores.
La existencia de personas que se dedicaban a la. agricultura, la
caza, la pesca, la recolección, la albañilería, la pintura, la cordelería,
la lapidaria, ]a cestería, los tejidos, la alfarería, etcétera, indica que la
organización social de los huastecos era de tipo clasista y fuertemente
jerarquizada; habiendo existido una casta o clase superior compuesta
por los caciques, señores, nobles, sacerdotes y jefes de guerra; lo mis-

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LA REGIÓN DEL HULE, DEL JADE Y DE LAS FLORES 87

mo que estamentos inferiores en los cuales quedaban artesanos, co•


merciantes, artistas, sirvientes, esclavos y pueblo en general.
Por el tiempo de la conquista española el territorio huasteco esta•
ba dividido en una serie de pequeños señoríos o cacicazgos indepen•
dientes, con señores cuyo cargo era heredado por el hijo mayor, y al
cual tenían que tributar los macehuales o labradores; quedando la
administración en manos de los nobles y hombres de prestigio, los
cuales se encargaban de impartir justicia, recoger los tributos, tratar
asuntos de tierras y otros menesteres.
Para la guerra había capitanes distinguidos, los cuales mandaban
el ·ejército que se reclutaba entre los macehuales y plebeyos; utili•
zábanse en d combate armas como el arco y la flecha, lanzadardos o
átlatl, cuchillos de obsidiana, lanzas· o jabalinas, hachas de cobre,
mazas de piedra, macanas con navajas de pedernal; y esc�dos o rode•
las, muñequeras y armaduras acolchadas de algodón, con fines de­
fensivos.
Al respecto, Sahagún ·nos dice que solían "traer arcos y flechas del•
gadas y pulidas, que en las puntas tenían unos casquillos de pedernal
o de guijarros, o de piedras de navajas; y a cuantos tomaban en la
guerra les cortaban las cabezas, y dejando los cuerpos se las llevaban
y ponían con sus cabellos en algún palo, puestas en orden, en señal
de victoria".
Y Alvarado Tezozómoc nos cuenta que los huastecos "venían con
orejeras y bezoleras de oro, cubiertas las cabezas de plumas amarillas
de papagayos tonenez y en la trasera de la cinta traían unos espejos
redondos y sus rodelas colgadas del brazo; y · venían garganteando
como cuando cantan en areito y mitote... y traían en el cinto como
sonajeras.. . que resuenan como cascabel bronco, para poner más
espanto y temor".
Entre los huastecos las deidades principales fueron Quetzalc6atl
y Tlazoltéotl, pero rindieron también culto al Sol, a Xipe Tótec,
Centéotl, Ometqchtli, Mixcóatl, Tláloc, Xólotl, Xilonen y otros más..
Por lo general, Quetzalcóatl está representado con un gorro cónico,
orejeras en forma de gancho y pectoral de caracol cortado en espiral
como símbolo del viento; en tanto que Tlazoltéotl lleva una venda
· de algodón sin hilar, un huso y malacates, lo mismo que una man•
cha negra en la boca, y una nariguera tubular típicamente huasteca.
Quetzalcóatl, patrón de las artes, fue también deidad del viento y
del planeta Venus; mientras que Tlazoltéotl fue diosa de la tierra
y la luna, relacionándose con Xochiquétzal, Toci, Teteoinan y otras
deidades mexicas. Estas dos deidades huastecas pasaron al panteón
mexica, quienes las reverenciaron de manera singular, y así, en el mes
Ochpaniztli, mes de las cosechas, se. celebraba una gran fiesta a la
diosa Tlazoltéotl, con la intervención de sirvientes huastecos que lle­
vaban grandes signos fálicos.

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88 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

Los sacerdotes recibían la confesión, pintaban e interpretaban los


códices, predecían el futuro, y gozaron de fama como brujos, hipno­
tizadores o ilusionistas; practicaron la hechicería, el culto fálico y los
sacrificios de varios modos. También participaban en las fiestas cere­
moniales, establecidas en fechas fijas de acnerdo con el calendario, y
en ellas había danzas y música con flautas, �-·najas, silbatos, teponax­
tles y carapachos de tortug 1, lo mismo que juegos de pelota y tal vez
el volador.
La expansión del territorio huasteco se vio cortada por las conquis­
tas mexicas, consumadas por Axayácatl, Tízoc, Ahuítzotl y Mocte­
zuma; viene luego la penetración española por 1519, fecha en que
Alonso Alvarez de Pineda remontó la barra de Pánuco, encontrando
algunos pueblos huastecas a lo largo de la ribera del río; cuyos des­
cendientes conservan todavía hoy muchas de las cualidades tradicio­
nales de sus antepasados.

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III. LA REGIÓN DEL CALENDARIO, LOS CóbICES
Y LA METALURGIA
LA REGIÓN ÜAXAQUEÑA

La· Región Oaxaqueña es extraordinariamente montañosa, con una


peculiar y accidentada geografía; contribuyendo a ello los sistemas
volcánicos de la Sierra Madre del Sur y la Sierra Madre de Oaxaca,
cuyas estribaciones y plegamientos en. sentido vertical dan lugar a
una serie de valles transversales, al mismo tiempo que la dividen
prácticamente en tres zonas principales. 1
La zona Central es la más amplia de todas ellas, y cuenta con una
serie de valles encerrados dentro de imponentes contrafuertes monta­
ñosos; mientras que las zonas Norte y Sur, Atlántica y Pacífica, son
planicies costeras cruzadas por algunos ríos y arroyos. Sin embargo,
dentro de estas tres zonas fundamental�s hay también varias subzo­
nas reconocibles, como los Valles, la Mixteca, la Cañada, el Istmo,
la Costa y la Sierra, las cuales condicionan el paisaje general de la
región.
La �ierra �adre de Oaxaca, que es una prolongación de la Sierra
Madre Oriental, penetra al Estado por el rumbo de Juchitán y Te­
huantepec, �igue hacia la zona mixe en donde forma el Cempoalté­
petl, y se dirige hacia el oeste pasando por Tiacolula e Ixtlán; en
tanto que en Nochixtlán se forma el paquete montañoso conocido
como Nudo Mixteco, el cual da lugar a tres cuencas hidrográficas
bien delimitadas, y la Sierra Madre del Sur va bordeando el litoral
del Pacífico, actuando como barrera a la costa propiamente dicha. 2
El sistema montañoso de Oaxaca, con elevaciones como el Cem­
poaltépetl, la Cumbre de Los Frailes, Las Sedas, la Cuesta de Chica­
huas.tla, el Cerro de San Pedro el Alto, etcétera, da lugar a varias
depresiones orográficas, en forma de planicies o valles; sobresalen los
de Oaxaca, Tiacolula, Etla, Zimatlán, Ejutla, Miahuatlán, Ocotlán,
Sola de Vega y Yautepec, los cuales fueron densamente poblados
desde tiempos prehispánicos.
1 Piña Chan, 1958.
2 I turribarría, 1944.

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92 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

A causa de su accidentada orografía, el sistema hidrológico de


Oaxaca no tiene ríos navegables, salvo el Papaloapan y el Verde. El
río Papaloapan nace cerca de Cuicatlán, y a la altura de Quiotepec
toma el nombr� de Río Tomellín, para atravesar Tuxtepec e ir a
desembocar en el litoral del Golfo; mientras que el Río Verde nace
en las montañas de Las Sedas con el nombre de Atoyac, y después
de pasar por la ciudad de Oaxaca se dirige al litoral del Pacífico.
Además de estos dos ríos, Oaxaca cuenta con otros de menor im­
portancia, entre ellos el Río Mixteco, que es afluente del Balsas y
nace en las montañas de la Cuesta de Chicahuastla, el Villa Alta, el
Choapan, el Tonameca, el Coapalita, el • Tehuantepec y otros más;
complétase el sistema hidrológico con algunas lagunas de importan­
cia, entre las que se pueden citar la de Salina Cruz, la Superior, la
Inferior, la Chacahua, La Pastoría, la Guelatao y la Chalcatongo.
La diversidad de alturas en las distintas zonas de Oaxaca, y su pro­
ximidad o lejanía al mar, producen una gran variedad de climas; hay
desde el clima frío que, se encuentra en las altas cimas de las plOn­
tañas mixtecas, cubiertas por constantes nieblas y en donde crecen
las coníferas, hasta los cálidos desiertos arenosos, poblados de cactos,
de la región popoloca; pasando por las tierras templadas y fértiles de
los valles, y por el clima tropical de la costa. 3
Así, los Valles tienen clima templado; la Mixteca es árida, abrupta
y con clima frío y seco; la Cañada es cálida y tropical; el Istmo y la
Costa son calientes y llenos de exuberante vegetación; aunque en
general puede decirse que la zona central varía de templada a fría, y
las zonas del norte y del sur son de clima caliente, con lluvias condi­
cionadas por los dos océanos.
Para el estudio cultural de la región incluiremos a todo el Estado
de Oaxaca y la parte sureña de Guerrero, desde más o menos una
línea que toca los poblados de Huamuxtitlán, Zapotitlán y Ayutla;
puesto que hasta aquí se han reconocido influencias directas de los
zapotecas y mixtecas, lo mismo en lápidas que en otros objetos ar­
queológicos.

EL POBLAMIENTO OLMECA EN ÜAXACA

( Preclásico Superior: 800 a 300 A.c.)

Los hallazgos de Yanhuitlán, Oaxaca, consistentes en restos de un


hogar con pi�dras y cenizas, círculos de piedras correspondientes a
una construcción, y artefactos líticos y lascas de desecho de un taller,
fechados hacia 2000 A.c., 4 indican la posibilidad de que hayan exis-
3 Caso, 1939.
-t Lorenzo, 1958.

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REGIÓN DEL CALENDARIO, CÓDICES Y METALURGIA 93
tido grupos precerámicos, que luego adoptaron la agricultura, y que
pudieron pasar a la etapa de las culturas preclásicas; pero .todo esto
es por ahora sólo una inferencia que necesita de mayores pruebas, ya
que las evidencias actuales conducen a otra explicación sobre el ori­
gen de los zapotecas.
En términos generales la cultura zapoteca fue la resultante de un
largo periodo de desarrollo, en el cual intervinieron principalmente
grupos de la Costa del Golfo y gentes sureñas emparentadas con los
mayas; iniciándose el poblamiento de Oaxaca con el asentamiento de
algunos grupos en sitios como Monte Albán, Huamelulpan, Monte
Negro, Yagul, Laguna Zope, Juchitán, Puerto Angel, etcétera, los
cuales estaban afiliados a los olmecas de la Costa, y habían comen­
zado a infiltrarse en tierras oaxaqueñas desde unos 900 años A.c.
Por esta fecha los olmecas del sur de Veracruz y norte de Tabasco
se han ido concentrando en las cuencas de los ríos Coatzacoalcos y
Uxpanapa, y se han proyectado hacia San Lorenzo, Minatitlán, Aca­
yucan, Sayula y otros lugares; habiéndose dispersado con toda proba­
bilidad, por el corredor geográfico que conduce al Istmo de Tehuan­
tepec, lo cual explicaría los elementos culturales olmecas que se ad­
vierten en Juchitán, Laguna Zope, Huamelulpan y Monte Albán
principalmente.
En los alrededores de Juchitán, y especialmente en el sitio cono­
cido como Laguna Zope, las excavaciones arqueológicas han mostrado
una ocupación temprana relacionada con el Preclásico, la cual se
caracteriza por la cerámica de color gris, blanca, café y negra pulida,
en forma de ollas con cuellos rectos, tecomates y cuencos sencillos;
hay también algunas figurillas semejantes al tipo "D" de la Cuenca
de México, otras similares al tipo baby face o "cara de niño", y sellos
cilíndricos de barro. 6
A continuación hay un periodo más desarrollado, pues aparecen
los montículos de tierra y algunas plataformas para casas; continuán­
dose el mismo tipo de cerámica y figurillas, pero con nuevas formas,
entre ellas vasijas arriñonadas, cucharas, braseros con tres picos y
ollas con los bordes inclinados. En los finales comienza la decoración
al fre�co, las vasijas efigie en barro gris con vertederas, y las vasijas
con grandes soportes bulbosos; se encontró una figura pequeña de
piedra, que representa a un individuo sordo, semejante a las escultu­
rillas halladas en La Venta y Guerrero.
Estos rasgos culturales olmecas, y las figurillas de tipo "cara de
niño" encontradas en Puerto Angel, indican que la zona del Istmo
de Tehuantepec fue la primera que comenzó a poblarse, desde los
fines del Preclásico Medio; penetraron después nuevas influencias o
grupos más adelantados,· por tiempos del Preclásico Superior, que
6 Delgado, 1961.

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94 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

fueron los que ocuparon Huamelulpan y Monte Albán, durante el


florecimiento de la cultura olmeca de la Costa del Golfo. Por eso
Caso opinaba que el pueblo que llegó a Monte Albán tenía ya una
cultura perfectamente definida, la cual correspondía a un horizonte
de alta cultura y no a un horizonte propiamente primitivo.
Las exploraciones arqueológicas realiz:idas en Monte Albán son por
ahora las únicas que pueden dar cierto conocimiento de la cultura de
aquellos tiempos, y así vemos que el periodo Monte Albán I se carac•
teriza por la cerámica gris, café, crema, rojo granate, negra con man­
chas blancas y cerámica blanco sobre rojo; iníciase la decoración ne­
gativa y la pintura al fresco. Las formas predominantes son las vasi­
jas efigie con vertedera, a veces unidas por medio de un puente; los
patojos o recipientes como botas o zapatos; platos con anchos bordes·
incisos; vasijas de silueta compuesta con molduras labiales; ollas en
forma de guajes· o calabazos; botellones; comales; sahumerios y vasos
trípodes cori soportes bulbosos o semimamiformes.
La decoración es generalmente incisa, en forma de diseños geo­
métricos por lo regular; pero en las vasijas efigie hay representaciones
naturalistas de ranas, guajolotes,-patos, caracoles, caras humanas con
rasgos olmecas y nadadores, lo mismo que algunas figurillas con ras­
gos al pastillaje e incisión.
Purante este periodo las gentes olmecas que ocupan Monte Albán
comienzan a desarrollar la arquitectura, iniciando tal vez el relleno
artificial de la meseta y modificando el perfil de algunas laderas,
mediante. una serie de terrazas o muros de contención; a la vez que
construyen el basamento conocido como Los Danzantes, con muros
verticales de piedra, revestidos con lápidas talladas en bajorrelieve�
En este basamento de un solo cuerpo se observa que los muros se
hacían con grandes piedras colocadas en hileras horizontales y verti­
cales alternas, y que la escalinata era sencilla, todavía sin alfardas; en
tanto que la decoración del edificio se hizo por medio de grandes lá­
pidas casi esgrafiadas, con figuras de danzantes y nadadores, las cua­
les se colocaron también en sentido vertical y horizontal, respecti­
vamente.
Las figuras esculpidas en estas lápidas poseen un armonioso mo­
vimiento del cuerpo, y adoptan actitudes dinámicas que dan la im­
presión de que estuvieron danzando y nadando; de allí el nombre
popular con que se las conoce; están generalmente representadas con
los miembros superiores e inferiores llenos de libertad y movimiento,
con las manos y pies sin la representación de los dedos, pero con las
uñas de los pulgares señaladas. 6
Los danzantes se presentan sentados o acostados, con las cabezas
de perfil y los cuerpos de frente o de lado, con las piernas derechas
� Caso, 1947.

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REGIÓN DEL CALENDARIO, CÓDICES Y METALURGIA 95
o flexionadas, y mostrando la curva de la planta del pie; a la vez que
llevan por lo regular la boca abierta, los ojos representados por una
raya o elipse, el cuello corto, el cuerpo robusto, pero bajo, y algunas
caras tienen rasgos negroides.
A través de estas figuras vemos representaciones de viejos barbados,
jorobados, hombres y mujeres adultas, pero sin señalar el sexo, que
sólo se advierte por el pelo; obsérvase también la costumbre de de­
formarse la cabeza, de raparse o dejarse mechones de pelo, lo mismo
que la costumbre del tatuaje, el cual a veces se hacía alrededor del
miembro viril.
Además de algunos rasgos físicos, los danzantes muestran también
el uso de bragueros o taparrabos, sandalias,· sombreros, tocados con
plumas y moños, gorros cónicos, yelmos con cabezas de animales,
máscaras, orejeras, pulseras, collares, pectorales y narigueras; todo lo
cual indica la existencia de varias artesanías u ocupaciones, y que
la sociedad y la cultura estaban bien desarrolladas.
Y en muchas de las lápidas de Monte Albán I se aprecia el inicio
de la escritura jeroglífica y numeración, relacionados con el calenda­
rio; hay· numerales de puntos y barras, un glifo con cara de Cocijo
para indicar el año, jeroglíficos para los días, y otros símbolos sin
numerales. Desde luego, la numeración y la escritura adquirieron ma­
yor desarrollo en Monte Albán, lo mismo que el calendario, aunque
en La Venta, Tres Zapotes y otros lugares de la costa del golfo, tam­
bién existieron por la misma época.
Un último aspecto de esta época es el culto a los muertos, con cos­
tumbres funerarias avanzadas, ya que a los personajes de importancia
se les enterraba en tumbas de cajón o rectangulares, con paredes de
piedra y techos de losas planas, junto con ofrendas de cosas persona­
les y alimentos; construíanse estas tumbas en las laderas del cerro, o
por debajo de algunos patios o plazas, dentro de las cuales- se han
encontrado unas especies de braseros o urnas sencillas, con caras hu­
manas de fuertes rasgos olmecas. Y todo esto, junto con las repre­
sentaciones de la cara de Cocijo o dios de la lluvia, y figurillas de
barro que pudieron estar relacionadas con el culto a la fertilidad, nos
indica que las ideas religiosas comenzaban a desarrollarse y que po­
siblemente se estaba iniciando también la casta sacerdotal.
En resumen, el periodo I de Monte Albán y los elementos cultu­
rales de Monte Negro, Lazuna Zope, Huamelulpan y otros lugares,
revelan que los tempranos pobladores de Oaxaca fueron grupos que
tuvieron una fuerte filiación con los olmecas de la costa del golfo,
desde cuando menos 900 años A.c.; desarrollaron el calendario, la
numeración y la escritura; la arquitectura civil, religiosa y funeraria;
la alfarería, la lapidaria y otras ocupaciones; lo cual permitió más
tarde el desenvolvimiento de la cultura, ya con características más
particulares o propias.

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96 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PRl'IIISPÁNICO

EL NACIMIENTO DE LA TRADICIÓN ZAPOTECA

( Periodo Protoclásico: 300 A.C. a 100 o.e.)


Por los finales del periodo 1, Monte Albán comienza a mostrar una
serie de nuevos elementos, que se relacionan más con la cultura de
la región maya; supónese por ello que algunas gentes sureñas, veni­
das por la vía Guatemala-Chiapas, llegan a Monte Albán, conquis­
tando y conviviendo con los olmecas, de lo cual saldrá la cultura
zapoteca.
Entre estos nuevos elementos están la aparición de los soportes
carrete o bases pedestales, las vasijas con soportes mamiformes, las
molduras basales, la decoración al fresco, las vasijas silbadoras, la
decoración negativa, los patojos, etcétera; es decir, rasgos cerámicos
que Vaillant incluyó en un Complejo Q que era característico de la
región maya; a la vez que los edificios de esta época muestran lápi­
das del basamento de Los Danzantes que fueron reusadas, y jeroglí­
ficos que simbolizan conquistas de lugares, o sea que hay suficientes
evidencias para suponer más bien la intrusión de un grupo mayoide
en Monte Albán, que simples influencias.
En este periodo, llamado Monte Albán 11, la cerámica no cambia
prácticamente de color, pero sí se modifica y aparecen nuevas for­
mas; predominando los - vasos o platos con anchas molduras basales,
las vasijas tetrápodes con soportes huecos mamiformes o cónicos, va­
sos con tapaderas, soportes carrete, ollas con gajos o lóbulos imitando
calabazas, cajas con tapas, platos decorados al fresco, y algunas figu 4

rillas semejantes a las del periodo anterior. -


En el aspecto de la arquitectura, durante este periodo se construye
el edificio 'T', el cual tiene por debajo una cámara con bóveda an­
gular que sirvió para las observaciones astronómicas; este edificio es
prácticamente un basamento pentagonal, con dos lados formando
una especie de punta de flecha, y cuyo cuerpo superior estaba deco­
rado con grandes lápidas llenas de inscripciones jeroglíficas, entre ellas
nombres de pueblos conquistados. 7
Las exploraciones realizadas en Monte Albán han mostrado que
durante este periodo se levantaron otras construcciones, algunas de
las cuales hoy se pueden ver por debajo de las estructuras que co­
rresponden a la época de auge del centro ceremonial; pueden citarse
entre ellas la Subestructura del Juego de Pelota, la Subestructura del
Sistema IV, y la Subestructura del Templo o Montículo x.
Aunque se continuó el sistema de taludes con grandes piedras y la
construcción de escalinatas sin alfardas, en la arquitectura aparecen
7 Caso, 1938.

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REGIÓN DEL CALENDARIO, CÓDICES Y METALURGIA 97

ahora otros elementos; obsérvase el uso del adobe y las columnas de


mampostería, cuerpos verticales con remates inclinados, escaleras con
alfardas sencillas, templos con dos aposentos, comisas en algunos edi­
ficios, y decoración de círculos en algunos frisos.
De hecho, durante esta época el centro ceremonial ha de haber
tenido ya cierta planeación, las estructuras están mejor construidas,
avanza la tecnología, y con ello surgen las artesanías especializadas;
a la vez que se va transformando la estructura social y religiosa, se
intensifica el comercio y progresan los conocimientos.
Así, el culto a los muertos adquiere nuevas particularidades, puesto
que las tumbas se construyen ahora por debajo de las banquetas de
los patios, a cuyo alrededor se levantan estructuras civiles y religiosas;
o sea que los enterramientos de las personas importantes se hacen
muy cerca de los lugares que habitaban, y en muchas ocasiones se an­
tojan réplicas de los cuartos que ocupaban. 8
En esta época sigue apareciendo la tumba de planta rectangular
con techo plano, pero con puerta, y en los finales se inician las tum­
bas con vestíbulo, antecámara y cámara, a las cuales se asocian el uso
de dinteles y jambas para la entrada, y nichos en las paredes; pero la
tumba característica de esta época sólo tiene antecámara y nichos,
ya que todavía no se delimita por medio de jambas la antecámara
y cámara funeraria.
Asociado al culto de los muertos vemos cómo la alfarería comienza
a supeditarse a la religión, ya que en las ofrendas aparecen algunas
urnas con representaciones de dioses, entre ellos Cocijo o dios de la
lluvia, Huehuetéotl o dios viejo del fuego, un dios con máscara de
pájaro de pico ancho, y un dios Murciélago relacionado tal vez_ con
la muerte; se ha encontrado también un templo de barro, con los
lados abiertos, en cuya parte interior hay una guacamaya, la cual ,se
relaciona con la deidad solar que tal vez más tarde fue conocida en
Teotitlán como el dios Xaquija. 9
Por esta época la escritura, la numeración y el calendario se han
desarrollado considerablemente, siguiendo el estilo del periodo an­
terior; puede decirse en gener.al que la numeración era vigesimal, con
la veintena dividida en quintos, y que los números se representaban
con puntos. y barras, del 1 al 19. Entre los glifos de los días hay re­
presentaciones del jaguar o tigre (glifo B), turquesa o jade (glifo E),
cruz maltesa (glifo 1), flor (glifo J), máscara de serpiente (glifo M),
cabeza de mono (glifo o), cabeza humana o de Xipe (glifo P), y al­
gunos más; a la vez que hay jeroglíficos sin numerales y con valor
simbólico, entre ellos representaciones de dedos como expresiones
verbales, cabezas humanas, bulto atado, bota, cabezas de animales, .
s Gallegos, 1965.
9 Caso y Bemal, 1952.

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98 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

arco atado, tiradera o átlatl, cerro o pueblo, hacha, casa, olla, sol,
cielo, etcétera, y relieves de guerreros con glifos de conquista, repre­
sentados con el jeroglífico del cerro y una cabeza hurn�na invertida. 10
Aunque el periodo Monte Albán II no se encuentra representado
en muchos sitios de los valles de Oaxaca, es indudable que las pobla­
ciones se habían incrementado y extendido por la región; y así ve­
mos cómo en Yagul hay cerámica de este periodo, en Pinotepa Na­
cional se han encontrado cajetes trípodes y tetrápodes con molduras
basales y motivos incisos, en Jamiltepec hay esculturas cos rasgos
olmecas tardíos, en Piedra Parada hay figuras de jaguares en piedra
y grandes cabezas humanas; mientras que en Cerro Grande, San Fran­
cisco Arriba y Tukidi, hay cerámica y estelas lisas de este periodo. 11
En resumen, el periodo llamado Monte Albán II se caracteriza por
un mayor desarrollo de la arquitectura; por las tumbas con techos de
bóveda angular, a veces combinada con techos planos, y tumbas con
jambas, dinteles y antecámaras; por la cerámica con fuertes influen­
cias mayoides; por un notable desarrollo del calendario, la escritura
y la numeración; por el inicio formal de las urnas con representacio­
nes de dioses; lo mismo que por el adelanto de la lapidaria, patente
en una máscara del dios Murciélago, tallada en jade y compuesta de
varias partes cortadas a manera de mosaico; todo lo cual indica la
existencia de una sociedad teocrática, casi tan compleja como las que
caracterizan al Horizonte Clásico.

EL AUGE DE LA TRADICIÓN ZAPOTECA

( Periodo Clásico: 100 a 800 D.c.)


El apogeo de la cultura zapoteca coincide con el florecimiento de
Teotihuacán, ese otro grandioso centro del Altiplano Central que
llegó a influir sobre lugares tan alejados como Kaminaljuyú y Tikal
en Guatemala; no habiendo escapado los zapotecas a dicha influencia
cultural, como se observa en el Periodo de Transición, entre II y m-A
de Monte Albán.
Este periodo transicional conocido también como Loma Larga ( 100
a 200 D.c.) se caracteriza por una continuación de la cerámica del
periodo anterior, y por la aparición de algunas formas que serán co­
munes en el periodo siguiente; pero fundamentalmente marca el ini­
cio de la cultura zapoteca, resultante de la fusión de elementos ol­
mecas y mayas, a lo cual se agregan ahora las primeras influencias
teotihuacanas, evidentes en los vasos gemelos con tapas, las ollas con
10 Caso, 1947.
11 Brockington, 19 S7.

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REGIÓN DEL CALENDARIO, C<>DICES Y METALURGIA 99

soportes almenados, los vasos con caras de Tiáloc y otras modalida­


des menores.
A continuación viene el periodo Monte Albán rn-A ( 200 a 500 o.e.)
en el cual las influencias teotihuacanas se hacen más patentes; ha­
biendo ahora en la cerámica una serie de cuencos con bases esféricas
y motivos serpentinos, vasos con doble vertedera unidas por medio
de puentes, ollas bicónicas, vasos tipo florero, sahumerios, vasos con
efigie de Tláloc, vasijas con soportes almena.:Ios y a veces con tapas,
candeleros, vas9s en forma de garras de jag :ir y algunas vasijas espe­
1. 1

ciales, como una que tiene la forma de una columna vertebral. Tam­
bién se han encontrado algunas figurillas de piedra verde, semejantes
a las de Teotihuacán.
Y correspondiente también al apogeo de la tradición zapoteca,
tenemos al periodo llamado Monte Albán m-B ( 500 a 800 n.c.), el
cual se caracteriza por los cuencos o cajetes con soportes efigie, vasos
altos con decoración de estaca o palillo, sahumerios, vasos en forma
de garras de murciélago, y vasos con glifos grabados en forma zonal.
Durante el tiempo que abarcan estos dos últimos periodos se logra
el máximo desarrollo de las urnas funerarias, las cuales representan
seres humanos, animales y dioses, modeladas maravillosamente, y a
veces con caras llenas de realismo y otras con atributos divinos; ha­
biendo algunas deidades de pie, otras en actitud de rodillas, y algu­
nas más, sentadas, con las piernas cruzadas y las manos sobre las ro­
dillas, o a veces sobre bases o cajas. 12
El gran número de dioses que se representan en las urnas indican
para esta época una religión politeísta avanzada, lo mismo que una
organización sacerdotal encargada de los cultos y fiestas en honor
de las deidades; habiendo representaciones del dios Xipe, señor de
los mantenimientos y patrón de los joyeros; de Xochipilli, dios de las
flores y de los juegos; de Quetzalcóatl, dios del viento; de Cocijo, o
dios de la lluvia; y de dioses no identificados, pero designados por
ahora como diosa 13 Serpiente, diosa 11 Muerte, dios Joven con To­
cado de Cocijo, dios 1 Tigre, dios con cara de Viejo y Anteojeras,
dios Murciélago y otros más. 13
Durante el periodo Monte Albán 111-A el centro ceremonial alcanza
todo su esplendor, rodeándose de basamentos para templos, juego de
pelota, adoratorios, patios, plazas y habitaciones; desarróllase el estilo
arquitectónico de los zapotecas, el cual consiste en un tablero deco­
rado con escapularios, o sea que está compuesto de dos molduras
superpuestas que dejan en el centro una especie de caja lisa.
En esta época el centro ceremonial de Monte Albán está formado
por una gran plaza de 300 metros de largo por 200 metros de ancho,·
12 Krickeberg, 1961.
13 Caso y Berna}, 1952.

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100 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

en cuyos costados se levantan los edificios conocidos como La Plata­


forma Norte, el Juego de Pelota, el Montículo M, la Plataforma Sur,
el Sistema IV, y estructuras de los periodos anteriores como el Mon­
t_ículo J; destacándose la Plataforma Norte con su patio hundido y
varias habitaciones con pórticos o columnatas, y el Juego de Pelota
con su corredor central limitado por plataformas y dos pasillos late­
rales, que en conjunto forman la cancha.
Entre los rasgos arquitectónicos de Monte Albán rn-A pueden men­
cionarse los tableros de doble escapulario que forman los cuerpos
de los basamentos y de otros edificios de importancia, las comisas
desplomadas, las alfardas anchas, las escalinatas arremetidas en el
macizo del muro, los patios sencillos o con corredor; lo mismo que
adoratorios en el centro de los patios y plazas, edificios con dos o
más cuerpos escalonados, y la decoración estucada y pintada.
Durante la época Monte Albán 111-B se hacen solamente algunas
ampliaciones y reformas a los edificios, sin cambiar el aspecto del
centro ceremonial; pero aparecen algunos elementos que serán des­
pués tomados por los mixtecas, entre ellos la decoración de los claros
de los tableros de doble escapulario, a veces con grecas en relieve o
pintadas; las columnas monolíticas, a veces con decoración en la parte
superior; y el sistema constructivo a base de grandes piedras entre­
veradas con otras más pequeñas.
Paralelo al desarrollo de la arquitectura, el culto a los muertos
continúa evolucionando, surgiendo ahora las tumbas cruciformes, las
cuales combinan las plantas rectangulares con nichos de grandes di­
mensiones a los lados, dando una planta general en forma de cruz.
También son comunes las tumbas ornamentadas a base de cornisas
y tableros, a veces con columnillas y urnas colocadas en un nicho
central de la fachada; predominan las tumbas con escaleras para ba­
jar a la antecámara, con fachadas y puerta de entrada, formada por
jamb�s y dinteles, lo mismo que con cámaras funerarias y nichos, a
veces con las paredes interiores pintadas al fresco.
Un buen ejemplo de ello es la Tumba 104, la cual tiene fachada
con doble escapulario, y un nicho central donde estaba colocada una
urna con la representación del Dios Joven con tocado de Cocijo;
están pintadas las paredes interiores de la cámara con personajes que
llevan atributos de Xipe y Quetzalcóatl, lo mismo que cabezas de
dioses con jeroglíficos, y un pájaro amarillo posado sobre una especie
de caja.
En la época Monte Albán m-B las tumbas sufren pocos cambios,
salvo la reaparición de los techos planos y angulares combinados;
obsérvase que en el interior de las tumbas se ponían ofrendas de ob­
jetos personales y urnas del tipo "acompañantes", o sea que el culto
a los muertos está estrechamente ligado a la religión, y los difuntos

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REGIÓN DEL CALENDARIO, CÓDICES Y METALURGIA 101

importantes quedan bajo la protecc:ión de las deidades, procurándoles


acompafiantes y ofrendas de mejor calidad.
Todo lo anteriormente expuesto nos indica que Monte Albán cuen­
ta ya con una gran población, gobernada por una teocracia monopo­
lista, y con una sociedad jerarquizada en la que hay artesanos especia..
lizados, comerciantes, sirvientes, sacerdotes y gentes encargadas de
otras ocupaciones; habiéndose desarrollado la cultura a planos insos­
pechados, cuyas influencias se hacen sentir en muchos sitios de
Oaxaca.
• Así, durante el auge de Monte Albán hay lugares que muestran
rasgos culturales contemporáneos, entre ellos Sipilote, Río Grande,
La Soledad, Quiotepec, Yagul, Juchitán, Huajuapan, Tututepec, Cui­
lapan, Yucuñudahui, Yatachio, Loma del Carmen, Piedra Labrada
y otros más; o sea que los zapotecas se han extendido prácticamente
por todo el Estado de Oaxaca, y han influido también sobre sitios
del sur de Guerrero y de Puebla inclusive.

DECADENCIA DE LA TRADICIÓN ZAPOTECA

(Periodo Postclásico: 800 a 1521 n.c.)

Como aconteció en casi todos los centros clásicos de México, Monte


Albán comenzó a declinar considerablemente desde los fines del pe­
riodo m-n, y en el siguiente periodo, denominado Monte Albán IV
( 800 a 1200 n.c.), se desintegra el centro ceremonial y cesa la cons­
trucción de grandes basamentos y edificios. Sin embargo, en Monte
Albán queda un remanente de población que habita temporalmente
las partes bajas de la meseta, y que construyen habitaciones con mu­
ros de piedra y techos de paja o palma, las cuales dan la impresión
de una zona residencial semiurbana, más que de un centro propia­
mente dicho.
Algo similar debió de haber ocurrido en Cuilapan, Xoxo, Zaachila,
Teotitlán del Valle, Yagul y otras poblaciones, que habían sido ocu­
padas por los zapotecas del Horizonte Clásico; viene luego la ocupa­
ción de los mixtecas, que bajan de la sierra a los valles, para con­
quistar y convivir juntos en algunos 'lugares.
En el periodo Monte Albán v ( 1200 a 1521 n.c.) los mixtecas re­
ocupan el centro ceremonial, y dominan al resto de la población
zapoteca avecindada en el lugar; aparecen algunas tumbas con ante­
cámaras y rodapiés, con nichos colocados sobre una comisa que corre
por toda la tumba, y a veces decoradas con grecas; a la vez ·que se
reúsan algunas tumbas zapotecas, como la famosa TQmba 7, que
contenía una riquísima ofrenda mixteca.

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102 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

Por esta época los zapotecas han establecido su capital en Zaachila


o Teozapotlán, combatiendo primero contra los mixtecas y luego
contra los mexicas, que llevan sus conquistas hacia Oaxaca; termina
prácticamente con ellos la ocupación zapoteca prehispánica, al entre­
garse Cocijoeza a los españoles. Sin embargo, el periodo de predo­
minio mixteca se hizo tanto en forma de conquista como por convi­
vencia y alianzas guerreras y matrimoniales, de tal modo que en lu­
gares como Mitla, Yagul, Zaachila, Teotitlán, etcétera, hay restos de
la cultura zapoteca y mixteca que deben ser interpretadas como el
producto de una fusión de grupos, más que de conquistas.

LA CULTURA ZAPOTECA

Los zapotecas ocuparon principalmente la parte oriental del Estado


de Oaxaca, extendiéndose hasta el Istmo de Tehuantepec; puede de­
cirse que se establecieron en sitios de los Valles de Oaxaca, Etla,
Tlacolula, Zimatlán y Zaachila; en lugares de la Cañada como Cui­
catlán y Teotitlán; por la costa del Pacífico y en el istmo; o sea en
zonas de tierras fértiles propicias a la agricultura, en donde abunda­
ban también los productos naturales;
Sobre el origen de los zapotecas, el padre Burgoa pensaba que eran
autóctonos de Oaxaca, y decía que "por preciarse de valientes se
hacían hijos de leones y fieras silvestres . . . (con) grandes señores y
antiguos producidos de árboles descollados y sombríos ..."; o sea
que buscaban su principio en el seno de la tierra, en el corazón de
las montañas, y eran descendientes de animales salvajes, leones y
�igres; Caso nos dice que esto debe ser interpretado en el sentido de
que los zapotecas conservaban todavía el recuerdo de una organiza­
ción de clanes totémicos, o de agrupaciones familiares que creían .
tener su origen en un antepasado divino, generalmente un animal.
Y la arqueología se liga aquí con las fuentes históricas, para pro­
porcionar tal vez nuevas luces sobre el origen de los zapotecas, ya
que como vimos con anterioridad, la primera ocupación de Monte
Albán y otros lugares se debió a grupos olmecas del Preclásico Su­
perior, los cuales tenían clanes totémicos con el jaguar como animal
predilecto, el que llegó a convertirse también en el corazón o centro
de la tierra y de las cavernas.
Integrada la cultura zapoteca, los grupos se extienden por todos
los valles de Oaxaca, ocupando lugares como Monte Albán, Huame­
lulpan, Cuilapan, Yagul, Huajuapan, Zaachila, Teotitlán del Valle,
Quiotepec, Huitzo, Pochutla y muchos otros sitios más; Burgoa nos
dice que Teotitlán fue la primera ciudad que los _zapotecas funda­
ron, y allí establecieron un templo al dios Xaquija, "constelación ce­
leste", el cual descendió del firmamento en forma de guacamaya.

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REGIÓN DEL CALENDARIO, CÓDICES Y METALURGIA 103

En rP.alidad este dios era el Sol, y posiblemente su culto se remonta


a la época Monte Albán 11, ya que allí se encontró una maqueta
de barro, que tepr�enta un templo abierto en sus cuatro lados, el
cual tiene en su interior una guacamaya. 14
"Después trasladaron su corte de los valles de Tlacolula a Zima­
tlán, estableciéndose en el lugar que llamaron Zaachila-yoo, y que los
mexicanos designaron con el nombre de Teozapotlán; parece que
allí gobernaron consecutivamente tres señores con los nombres de
Zaachila, y el último dejó el trono a su hijo Cocijoeza. Zaachila I,
el fundador, peleó contra los chontales, e hizo alianzas con los za­
potecas serranos y mixtecas para combatir a los mixes del rumbo de
Tehuantepec; su hijo Zaachila II continuó la lucha contra los mixes;
en tanto que Zaachila 111 luchó contra los mixtecas y mexicas en
defensa del territorio Zapoteca."
Por estos tiempos muchos sitios de los ,zapotecas habían sido aban­
donados, otros habían sido conquistados por los mixtecas, y en al­
gunos convivían gentes de ambos grupos; habiendo sido Zaachila la
última capital de los zapotecas, la cual también termina con la caída
de Cocijoeza. Este señor ocupó el trono por 1482, peleó contra los
mexicas, y se alió algunas veces con los mixtecas, habiéndose apode­
rado de Tehuantepec, en cuyo lugar puso a su hijo Cocijopij, por 1518.
Las conquistas - de los señores de Zaachila las condensa Burgoa
diciendo que "fue la zapoteca tan señora y tan apoderada de sus
horizontes que, ambiciosos sus reyes, rompieron los términos de su
mando y se entraron feroces y valientes por chontales y mijes, y
tierras marítimas de ambos marés del sur y del norte, hiriendo, ma­
tando-y venciendo hasta señorear los fértiles llanos de Teguantepeque
y corriendo hasta Zoconusco ..."; habiendo terminado este dominio,
como dijimos anteriormente, con la muerte de Cocijoeza y con la
rendición de Cocijopij.15
U�il.izando las evidencias arqueológicas y algunos datos históricos,
podemos decir que los zapotecas escogieron los valles templados, la
cañada y tierras de 'la costa para el asentamiento de sus poblados y
centros ceremoniales; ya que la fertilidad de las tierras aseguraban
los cultivos de las plantas básicas de la alimentación, a la vez que
proporcionaban animales, productos silvestres, plantas medicinales· y
materias primas.
Los zapotecas practicaron la agricultura, la caza, la pesca y la re­
colección, y obtenían de estas actividades los productos alimenticios
necesarios, aunque condicionados por el habitat escogido; y la agri­
cultura se hacía por el sistema de milpa, aclarando los bosques, pren­
diendo fuego a la male�a y depositando la semilla en agujeros hechos

14 Caso, 1939.
15 Burgoa 1934.

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104 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

con el bastón plantador; pero también utilizaron el sistema de terra­


zas, principalmente en las sierras y lomeríos. En los últimos tiempos
se adoptó el riego por medio de canales o acequias, la coa y las ha­
chas de cobre, lo mismo que las trojes para almacenar los granos.
Entre las plantas utilizadas se pueden mencionar el maíz, la ca­
labaza, el chile, el frijol, el jitomate, el cacao; nopales y cactos, gua­
jes, algodón, mamey, zapote negro, pochote, palmas, achiote y otras
más; las cuales se aprovechaban en la alimentación, en los tejidos,
y para los techos de las chozas.
Para la caza contaron con trampas, lazos, cerbatanas, lanzadardos
y arco y flecha; obtenían venados, jabalíes, tejones, guajolotes silves­
tres, conejos, armadillos, iguanas, palomas, codornices, etcétera; hay
en general muchas representaciones de otros animales que indican
la variada fauna de Oaxaca, como águila, búho, guacamaya, murcié­
lago, coyote, perro, mono, serpiente, jaguar, zorra, marta, etcétera,
casi todas ellas con relaciones religiosas y posiblemente calendáricas.
La pesca se practicó con redes, nazas, anzuelos y tal vez con ca­
noas, tanto en el mar como en las lagunas y arroyos; hay represen­
taciones de peces, tortugas, ranas, caracoles y aves acuáticas, lo mismo
que restos de ostiones, camarones y moluscos. Así, en la alimentación
entraron los productos agrícolas, la carne de los animales que caza­
ban y los productos de la pesca y de la recolección; cítase que comían
tamales, atoles, totopos, chocolate y pulque, lo mismo que hormigas
mieleras, chapulines y orugas asadas, en época de hambre.
Aprovechando una gran cantidad de materias primas, entre ellas,
piedra volcánica, obsidiana, hueso, madera, concha, fibras vegetales,
jade, barro, etcétera; y por las técnicas de corte, percusión, tallado,
pulido, taladrado y retoque, los zapotecas hicieron una serie de im­
plementos que utilizaron en sus varias artesanías y ocupaciones do­
mésticas; pueden citarse metates y morteros, cuchillos, navajas,_ pun­
tas de proyectil, taladros, hachas, cinceles, punzones, pulidores,
buriles, retocadores, lanzadardos, arcos, cerbatanas, machacadores, plo­
madas, pulidores de pisos y paredes, agujas y otros más.
Estos implementos les permitieron hacer cestos y petates, vestidos,
ornamentos, papel, cerámica doméstica y funeraria, redes, canoas,
cuerdas, instrumentos musicales, etcétera; a la vez que se dedicaron
a faenas como la agricultura, la caza, la pesca, la carpintería, la cons­
trucción, la escultura, la lapidaria, la pintura y algunas más.
La población zapoteca actual, los restos óseos prehispánicos y las
representaciones de las urnas, figurillas y lápidas, indican que estas
gentes eran de baja estatura, con los brazos y el tronco más bien
largo, cabezas y cara ancha, nariz amplia o media y pelo lacio; pero
en tiempos prehispánicos prevalecieron ciertas costumbres artificiales,
como la deformación del cráneo y la mutilación dentaria, la cual se

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REGIÓN DEL CALENDARIO, CÓDICES Y METALURGIA 105
hacía lim�ndose los dientes o incrustándolos con pirita, tal como
se observa en algunas urnas de barro.
Los hombres usaban bragueros o paños de cadera, a veces con un
extremo al frente como delantal, lo mismo que fa ldillas, mantas de
pluma o de algodón, capas cortas de pelo de conejo, largos mantos
bordados hasta los pies, sombreros y gorros cónicos, sandalias con
taloneras, penachos de plumas y algunas prendas más; a la vez que
se adornaban con una serie de ornamentos, entre ellos orejeras, pec­
torales, narigueras, brazaletes y bezotes. También había algunos que
se afeitaban la cabeza, otros que se dejaban mechones de pelo en las
sienes, y algunos más que se tatuaban la cara y el cuerpo; menció­
nase en las fuentes históricas que los jóvenes se ponían por primera
vez el máxtlatl, entre los trece y quince años de edad, y en el templo.
La indumentaria de la mujer zapoteca fue evolucionando a través
del tiempo, y aunque al principio se practicó la desnudez, más tarde
llegaron a usar faldillas de algodón sostenidas por anchas fajas o ce­
ñidores, capas cortas que dejaban ver los senos, huipiles, quechqué­
mitl sencillo o doble, y mantas bordadas. Algunas mantas se tejían
con hilos de colores y con dibujos elaborados, contándose para ello con
telares que se colgaban de los árboles, y el hilo se trenzaba con ayuda
del huso y rodaja o malacates.
Por lo general hombres y mujeres acostunibraban llevar el pelo
suelto, a veces anudado por detrás a manera de cola de caballo, y
había mujeres que llevaban trenzas entretejidas con cintas o listones,
las cuales eran enroscadas por encima de la cabeza a manera de tur­
bantes, como se ve hoy todavía entre las mujeres del poblado de
Yalalag. También usaron sandalias de piel, collares de colmillos
de animales, orejeras de jade, y otros ornamentos, de concha nácar.
En las aldeas agrícolas los zapotecas vivían en chozas o jacales de
bajareque, a veces asentados sobre bajas plataformas con revestimiento
de piedra; pero en los centros ceremoniales había basamentos escalo­
nados para templos, altares, juegos de pelota, patios hundidos, plazas,
habitaciones de mamposterí� para la clase dirigente y tumbas·para el
enterramiento de los señores de importancia; mientras que el pueblo
vivía por los alrededores, avecindado por sus milpas o sementeras.
En esos centros como Monte Albán, Huamelulpan, Yagul, Teoti­
tlán, Zaachila, etcétera, el elemento arquitectónico principal era el
tablero con doble escapulario, el cual se empleó también en las fa­
chadas de las tumbas; menciónase que las gentes dormían sobre es­
teras o pieles y qu·e utilizaban unos banquitos pequeños a manera de
almohadas, a la vez que contaron con bancos o asientos con espal­
dar y otros objetos caseros.
Aunque la organización social y política de los zapotecas era en
un principio esencialmente teocrática, más tarde adquirió un carác­
ter militarista, debido tal vez a la resistencia que tuvieron que oponer

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106 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

a las conquistas de los mixtecas y mexicas; menciónase la existencia


de un jefe absoluto o cacique principal llamado "gocquitao", el cu�l
tenía atribuciones de orden público, judicial y guerrero, de gran l�­
naje y con cargo hereditario, cuyas decisiones sólo podían ser modi­
ficadas por el sumo sacerdote o "huijatoo".
Por abajo de este caudillo supremo que era .�1 jefe del gobie_ �o,
quedaban otros caciques secundarios� pero tam�i�n de ca�ta lma1e, .º
llamados "gocqui", los .cuales atend1an las acbv1da�es publicas sub­
alternas de sus comunidades, cuidaban el orden y e1ecutaban las de­
cisiones del "gocquitao"; en tanto que bajo la dependencia de ellos
había autoridades menores con funciones parecidas a la de los alcal­
des, que resolvían los pleitos qu� se_ I?res��taba�, }º mism? que al­
gunos jueces populares llamados qmxiaga y pohcias o topiles cono­
cidos como "xiagas".
A su vez, por debajo del sumo sacerdote había otros sacerdotes
menores llamados "colanijes", los cuales interpretaban los agüeros y
determinaban las operaciones mágicas que d_�bían hacerse pa�a atraer
fortuna o alejar la mala; siendo ellos tambien los que bautizaban y
ponían nombre a los recién nacidos; los que determinaban cuándo
debían casarse los jóvenes; los que escogí�n la "tona': ? _animal_ pro­
tector de los individuos, y los que atend1an los sacnfic1os y fiestas
dedicadas a las deidades.
Una casta especial la constituían el grupo de . l?s comerciantes,
llamados "benizanija", los cuales eran grandes via1eros y llevaban
un bastón como insignia de su ocupación; menciónase que h�bía
mercados o tianguis en fechas periódicas, ferias anuales con motivos
religiosos, y que se usaban objetos que fungían como moneda,. entre
ellos unas hachuelas u hojas en forma de T, hechas de cobre lammado.
Al parecer hubo tierras comunales e individuales. El señor o cau­
dillo supremo podía repartir las tierras entre los nobles y guerreros,
las cuales ·pasaban a ser de propiedad privada, y trasmitidas por he­
rencia; llamándose "yuubejoana" a las tierras cedid�s a los nob�es, y
,
"beniguelatila" a las cedidas a los guerreros. Tambien se menc10nan
algunos castigos que se aplicaban a los_ que c�metían deli��s _graves,
entre ellos el adulterio, daños en propiedad a1ena y homic1d1os, va­
riando estos castigos desde azotar a los reos y mutilarlos, hasta •la
pena de muerte.
En suma, la organización social de los zapotecas se nos presenta
altamente estratificada, con señores principales, caciques, sacerdotes
y guerreros que ocupaban el estam�nto superior; mie�tr �s que por
abajo de ellos quedaban los comerciantes, artesanos, sirvientes y el
pueblo en general, los cuales podían estar en estament�s inferiores
con funciones diversificadas. En Zaachila se llegó a considerar al se­
ñor principal casi co�o un soberano, el cual era al mismo tiempo

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REGIÓN DEL CALENDARIO, CÓDICES Y METALURGIA 107

el jefe de la guerra, y junto a él estaba Ja autoridad del sumo sa­


cerdote, cuyo poder era semejante al del señor principal.
Los espíritus tutelares, benéficos o maléficos, que residían en las
bestias, árboles, piedras, cuevas y fuerzas naturales, fueron en prin­
cipio la base en que la mentalidad zapoteca fincó su fe y su temor;
pero más tarde, y bajo la organización teocrática, se elaboró un gran
panteón de dioses, los cuales casi siempre llevan el término "pitao",
que significa alma grande o ·sublime, aliento divino, aire o dios.
De acuerdo con las fuentes históricas, los zapotecas tenían un gran
número de dioses relacionados con los elementos naturales y con
otros aspectos elaborados por el sacerdocio; puede citarse a un dios
supremo, infinito y sin principio·, el creador de todas las deidades, al
cual 112.maban Coqui-Xee, Coqui-cilla o Pije-tao, que era también
señor del aire y del amanecer. Subordinados a él estaban otros dioses
con atribuciones concretas, entre ellos Copijcha o Gobicha, que era
el sol engendrador del día, el señor que absorbía la humedad y se­
caba las cosas; Pitao Cocijo, señor del rayo y dios de las lluvias; Pitao
Cozobi, dios de los mantenimientos y del maíz; Pitao Pecala o Be­
cala, dios del sueño, del amor y de la lujuria; lo mismo que Pitao
Xoo, dios de los terremotos o temblores de tierra; Pitao Zii, dios del
infortunio y de la miseria; y Pitao Cozaana, el engendrador, y el que
presidía el alumbramiento de todos los seres. 16
También adoraron a una pareja de dioses creadores, llamados Pitao
Cozaana y Pitao Cochaana o Nohuichana, los cuales crearon a los
hombres y animales, por lo que se convirtieron en patrones de las
parturientas y de los cazadores y pescadores; y había dioses de la
muerte como Pitao Bezelao o Pezelao y Xonari-quecuya, los cuales
eran patrones del infierno, se relacionaban con el búho, y eran ado­
rados principalmente en Mitla o gran Liobaa, lugar en donde se en­
terraba a los reyes y sacerdotes.
Otros dioses fueron Lera Acueze, patrón de las enfermedades y la
medicina; Gozicha Gozce, dios de la guerra; Pitao Peeze, dios de la ri­
queza y de los mercaderes; lo mismo que Pitao Gozee, dios de
la caza y la pesca; pueden agregarse otros dioses que la arqueología
no ha podido correlacionar con las fuentes históricas, pero que por
sus atributos a veces se asemejan a algunos de los ya mencionados.
Entre esos dioses, que a menudo aparecen representados en las
urnas de barro, tenemos a Cocijo, identificable por la máscara que
deja ver los incisivos y la lengua bífida de serpiente (Pitao Cocijo);
al dios Tigre que se relaciona con el anterior; al dios Murciélago
conectado con el maíz; a Quetzalcóatl con su ·máscara bucal en for-
10 Caso, 1939.

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108 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

ma de mandíbula de serpiente; a Xipe Tótec, dios de la primavera


y de los joyeros, cubierto con la piel de un individuo des91lado; lo
mismo que a los dioses "acompañantes" con sus grandes tocados
cónicos y dos bandas que caen por detrás de las orejas; la diosa con
Moño en el 'focado; la diosa 13 Serpiente; el dios con tocado de
Ave de Pico Ancho, y otros más. 17
Como decíamos anteriormente, el Huijatoo o sacerdote principal
tenía la función de adivinar el porvenir, era. el gran hechicero, y aten­
día la enseñanza de los conocimientos de la época y presidía los sa­
crificios y las grandes festividades; menciónase que los zapotecas
tenían oráculos, practicaban la confesión y las penitencias, hacían
sacrificios humanos y de animales, ofrecían niños al dios de la lluvia,
sacrificaban enanos durante los eclipses solares, consideraban al águila
como ave de buen agüero y al búho como de mal presagio, y en
tiempos casi coloniales, degollaban gallinas negras y hacían ofrendas
de copal al nacer los elotes en las milpas.
Asociado a la religión estaba el culto a los muertos, el cual alcanzó
un gran desarrollo entre los zapotecas, siguiéndose la costumbre de
enterrar a los señores y sacerdotes de importancia dentro de tumbas
construidas con piedras y losas unidas con lodo, acompañados de sun­
tuosas ofrendas. Por lo regular estas tumbas se construían en el inte­
rior de pequeños túmulos, sobre cuyas platafonnas se levantaban
templos para adorar a sus dioses y posiblemente también al espíritu
deificado del difunto; habiendo tumbas sencillas rectangulares o de
cajón, con techos de losas planas; o tumbas de bóveda angular con
vestíbulo, antecámara, cámara funeraria y nichos, a veces adoptando
la planta cruciforme.
Generalmente las paredes de las tumbas estaban estucadas y puli­
das, pero a veces estaban decoradas con pinturas al fresco; habién­
dose esculpido las jambas y dinteles de algunas puertas, las losas que
tapaban la entrada de ellas, y en ocasiones las fachadas se decoraban
con tableros de doble escapulario y un nicho central, en el cual se
ponían urnas de barro.
En el interior de las tumbas se colocaban los cadáveres completos
de las personas de importancia (primarios); pero más comunes fue­
ron los entierros secundarios, es decir, enterrados por segunda vez
dentro de las tumbas; habiendo un predominio de los entierros mas­
culinos adultos, con los crán.eos orientados de oeste a este, con los
huesos pintados de rojo, y a veces con acompañamiento de sirvientes
o esclavos sacrificados, y perros, últimos que ayudaban al difunto
en su viaje al Liobaa, o mundo inferior de la muerte.
Junto al cadáver se ponían ofrendas de manjares y bebidas, se
ponían sus joyas y vestidos, y en la entrada de la tumba se ponían
11 C_aso y Bernal, 1952.

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REGIÓN DEL CALENDARIO, CÓDICES Y METALURGIA 109

algunas urnas con representaciones de dioses "acompañantes", los


cuales velaban por el reposo del muerto; parece que algunps cadáve­
res fueron amortajados con petates y mantas, formando el bulto del
muerto, y en calidad de ofrendas se ponían objetos de jade, de obsi­
diana, de con�ha y hueso, lo mismo que cerámica y otros utensilios
personales. El hallazgo de una ofrenda de figurillas en Monte Albán,
en las cuales se ve el enterramiento de un señor acompañado de mú­
sicos, indica que posiblemente esa era una costumbre funeraria entre
los zapotecas.
En el aspecto de la danza se dice que los zapotecas ejecutaban un
baile con cabezas humanas desolladas y rellenas de paja, sostenidas
sobre lanzas o bastones largos, al cual llamaban "patahue"; habiendo
instrumentos musicales que indican ese otro aspecto, entre ellos flau­
tas, silbatos, cuernos, caracoles marinos, huesos aserrados, resonado.
res o zumbadores, tambores y carapachos qe tortuga. Lo anterior
permite decir que acostumbraban la música y la danza en sus festivi­
dades religiosas, las cuales se regían por el calendario ritual; reali­
zándose también juegos como el "eomelagatoazte", que era una espe­
cie de molino giratorio con dos o cuatro aspas, adoptado tal vez de
los mixtecas, lo mismo que juegos de pelota, juego con habas o fri­
joles semejante al patolli, adivinanzas, agüeros, y adivinadones por
medio del canto de los pájaros y del fuego.
Entre los conocimientos más sobresalientes de los zapotecas pue­
den mencionarse la astronomía, la numeración, la escritura, el calen­
dario, y tal vez la medicina herbolaria. La numeración era vigesimal
y los números se representaban con puntos y barras para escribir
cantidades del 1 al 19; en tanto que la escritura no sólo fue ideográ­
fica sino también fonética, y con ella representaron los días del ca­
lendario, deidades, pueblos, años, conquistas, etcétera. Tuvieron un
calendario ritual de 260 días llamado "pije", el cual se componía de
13 numerales y 20 días; _ lo mismo que un calendario solar de 365
días, compuesto de 18 meses de 20 días y cinco días adicionales. El
año se llamaba "iza" y el mes "peo", comenzando el año el 16 de
marzo, cuyo jeroglífico era la cabeza de Cocijo o dios de la lluvia. 18
Mediante las observaciones astronómicas llegaron a conocer el
principio y duración de las estacioü.es, los ciclos lunares y solares, la
época de los equinoccios y solsticios, la duración del año trópico, et­
cétera, que se aplicó a la orientación de los edificios, a las épocas de
siembra y cosechas, a la fijación de las festividades, al calendario,
etcétera; habiéndose destacado también en la planeación de sus cen­
tros ceremoniales, en la construcción de observatorios, en la arqui­
tectura civil, religiosa y funeraria, en el tallado de la piedra, en la
pintura y en la alfarería, última en la cual sobresalieron las urnas con
18 Caso, 1939.

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llO UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

rcp1csentaciones de dioses, y grandes esculturas en forma de jaguares


sedentes con collar, pintadas al fresco.
Por·medios empíricos y valiéndose de la observación y de la expe­
riencia tradicional, los zapotecas llegaron a adquirir un profundo
conocimiento de las propiedades de los vegetales, los animales y los
minerales, que aprovecharon en la curación de las enfermedades;
habiendo llegado a distinguir a los curanderos de los hechiceros, ya
que al primero lo llamaban "gobeeche huinaa" y al segundo "beni­
huacuaga". Para ellos todo fenómeno patológico en el organismo
humano se debía al calor (fuego), a la humedad o al frío (agua,
aire), por lo cual empleaban medicamentos de naturaleza contraria;
pueden mencionarse las hojas de higuerilla, que por su frescura ata­
caba a los males producidos por el calor-y el fuego; las hojas de mal­
va, que atacaban las fiebres intestinales; el tabaco empleado como
sudorífico o expectorante; el epazote para los cólicos estomacales; el
copal para dolores de cabeza; y otras plantas más.
Los curanderos exploraban el cuerpo del enfermo, determinaban
si el mal había sido causado por el fuego, el aire o el agua, y rece­
taban medicamentos contrarios a esos agentes; se recurría también a
ciertos tratamientos por medio de masajes, o la extracción del mal
por medio de sangrías, al baño de vapor o temazcal, a la trepanación,
y a prácticas mágicas, como lamer o chupar la parte afectada, acom­
pañadas de conjuros y oraciones.

LA CULTURA l\UXTECA

Los mixtccos ocuparon la extensa comarca designada como Mixte­


capan, la cual comprendía principalmente la parte occidental de
Oaxaca y las zonas conocidas como la Mixteca Alta y Baja; aunque
en su expansión rebasaron los límites de Guerrero y Oaxaca, pene­
trando hasta la Cuenca del Atoyac, en Puebla. La Mixteca Alta, muy
importante en tiempos prehispánicos, está constituida por montañas
en las que prevalece un clima frío; por ríos como el Verde, el Pino­
tepa y el Mixteco; lo mismo que por valles intermontanos templa­
dos, con elevación promedio de unos 2 000 metros sobre el niv.el del
mar, entre ellos el de Nochixtlán, el Coixtlahuaca, el Teposcolula, el
Justlahuaca y el Tlaxiaco.
Según algunas fuentes históricas, los primeros pobladores habían
nacido de dos árboles que crecían a orillas del Río Achiutla, la ciu­
dad sagrada; el padre de Los Reyes nos dice que "el origen y princi­
pio de sus ... dioses y señores, había sido en Apoala, pueblo <leste
Mixteca, que. . . ll2man yutatnoho, que es río negro, donde salieron
los señores porque decían haber sido desgajados de unos árboles que
salían de aquel río. . . (y) los dichos señores que salieron de Apoala

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REGIÓN DEL CALENDARIO, CÓDICES Y METALURGIA 111
se habían hecho cuatro partes y se dividieron de tal suerte que se
apoderaron de toda la Mixteca ..." 19
Sin embargo, de Los Reyes agrega que "creían que antes que los
dichos señores conquistasen esta tierra había en ella unos pueblos y
a los moradores de ellos llamaban tay nuhu. . . sin descendencia de
los s.eñores de Apoala, sino que habían parecido sobre la tierra y apo­
derándose de ella, y que éstos eran los meros verdaderos mixtecos y
señores de la lengua que ahora se habla".
Lo anterior parece indicar que antes de que los señores de Apoala
o Achiutla comenzaran a extenderse por la Mixteca Alta, había ya
en algunos puntos otras gentes que bien pudieron estar relacionados
COI?- los olmecas históricos de las fuentes; pues de acuerdo con Saha­
gún, éstos ocuparon la zona de Puebla-Tiaxcala, y después de estar
en Cholula fueron expulsados por los toltecas, dirigiéndose a la Costa
del Golfo, en donde fueron conocidos como anahuaca-mixtecas.
Desde el punto de vista teórico, la penetración de algunos de estos
olmecas históricos debió de haber ocurrido desde los tiempos de
Monte Albán m-A, siguiendo el camino de la Cañada que conduce a
Puebla, o por el noroeste de Oaxaca; trayendo una" cultura más bien
clásica, con influencias teotihuacanas, la cual pronto fue absorbida o
atenuada por la cultura zapoteca, que era la preponderante en esos
tiempos.
Así, en algunos lugares de la Mixteca Alta como Monte Negro,
Yucuñudahui, Yatachio, 11Htepec, etcétera, la cultura de estos tiem­
pos presenta más rasgos zapotecas e influencias teotihuacanas que
elementos propiamente mixtecas; no siendo improbable que estas
gentes hubieran desarrollado en Oaxaca la cultura que luego influyó
en Puebla y Tlaxcala, después de los fines del Horizonte Clásico.
O tal vez estas gentes se incorporaron al patrón de vida zapoteca,
pero habitando la Mixteca Alta, y después llegaron otros grupos que
traían ya los elementos propiamente mixtecas, que se ligarían a los
señores de Apoala; comenzando la penetración hacia los valles, con
la conquista de muchos lugares de los zapotecas.
Al mencionar a de Los Reyes apuntamos que "los dichos señores
que salieron de Apoala se habían hecho cuatro partes y se dividieron
ele tal suerte que se apoderaron de toda la Mixteca"; pareciendo que
esas cuatro partes fueron los señoríos de Coixtlahuaca, Tiaxiaco, Tu­
tutepec y Tilantongo, o sea que pasaron de Apoala hacia Chila y
Sosola, fundando primero Tilantongo y después los otros señoríos.
De Tilantongo dice Burgoa que era "un señorío y magnífico reino,
el más estimado y venerado entre los reyes de esta Mixteca. .. de
donde se extendió el lustre de todos los caciques ..."; menciónase
que creían ser descendientes de un antiguo cacique llamado Yaco-
10 De Los Reyes, 1890.

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112 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

nooy o 1 Mono, el cual había nacido de una peña en la montaña lla­


mada Sierra Verde, a inmediaciones del lugar. Y trabajando sobre
los códices mixtecas, Caso ha logrado fijar las fechas de las dinastías
reales. de Tilantongo y Teozacualco, las cuales se remontan hasta
unos 700 o.e., o sea que la ocupación de 1a Mixteca Alta por gente
propiamente mixteca comienza por los fines del Clásico, y se liga a
la ocupación de Yucuñudahui y a los relatos históricos ya mencio­
nados.
Después de fundarse los señoríos de Tilantongo, Teozacualco, Te­
poscolula, Tlaxiaco, Ayotaquillo, Coixtlahuaca, Tututepec, etcétera,
viene un periodo de relativa influencia tolteca, especialmente entre
1000 y 1200 o.e., como se advierte en Coixtlahuaca, Tamazolac,
Tututepec y Tehuantepec; apareciendo en esta época la cerámica
policroma cholulteca o del complejo Puebla-Tlaxcala, la cual se ex­
.tiende hasta la Mixtequilla Veracruzana.
Y de 1200 a 1521 o.e., ocurre la máxima expansión de los mixte­
cas, quienes bajan a los valles y van conquistando lugares ocupados
por los zapotecas, como se observa en Monte Albán, Cuilapan, Quio­
tepec, Mitla, Yagul, Zaachila, Tlacolula, Xaaga, Xoxocotlán y muchos
lugares más; a la vez que conciertan alianzas matrimoniales, como
sucedió en· Cuilapan y Zaachila, y se unen a los zapotecas para de­
fenderse de los mexicas y aun de los españoles, como sucedió en
Tufütepec.
Los mixtecas, o "habit:rntes del país de las nubes", fueron agricul­
tores y contaron con el maíz, el frijol, la calabaza, el chile, la chía, el
ahuautli, el aguacate, el mamey, el zapote, el nopal, el maguey,
el algodón, el cacao y otras plantas; habiendo utilizado "unas varas
duras y aguzadas, con que hieren la tierra, y allí sepultan el grano de
sen:iilla", es decir, el bastón plantador o espeque, lo mismo que unas
especies de coas hechas de madera de roble, y canales de riego para
el cacao, principalmente en lugares de la costa. 2º
Contaron también con trojes para guardar las mazorcas, después
de que éstas se dejaban secar en la planta; nos dice Burgoa que "el
modo de sazonar sus semillas es. .. porque en estado seco el maíz,
quebrantan la mazorca torciéndola hacia abajo: (y) colgada la caña
así. . . y pasado el tiempo competente, lo cortan, y ponen en sus
patios y azoteas días y noches al calor. .. hasta que totalmente sien­
ten que está para guardar y sin desgranar... "
Para la caza contaron con arco y flecha, venablos arrojadizos o
lanzas, saetas, picas, chuzos y átlatl; y obtenían venados, conejos, ga­
llinas del monte, jabalíes, liebres, armadillos, tlacuaches, lobos, jagua­
res y otros animales, de los cuales aprovechaban carne, pieles y hue­
sos. En las fuentes históricas se menciona que la cacería se hacía por
20 Dahlgren de Jordán, 1954.

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REGIÓN DEL CALENDARIO, CÓDICES Y METALURGIA 113

medio de batidas que duraban dos o tres días, participando en ellas


cientos de hombres, y también se dice que llevaban perros rastrea­
dores.
La pesca fue una ocupación practicada en la costa, por la cual
obtenían tortugas, caracoles, ostiones, mojarras, robalo, pargo y otros
pescados; mientras que la recolección les proporcionó yerbas comes­
tibles, verduras y frutas silvestres, entre ellas verdolagas o quelites,
guajes, guayaba, anona, vainas de pochote, nopal, tunas, aguacate,
pitahaya, etcétera. En época de hambre comían ratones de campo,
culebras, lagartijas, insectos, pepitas de calabaza y otros productos
del campo.
. Al parecer, el comer carne era privilegio de los señores y principa­
les, los cuales apetecían el guajolote silvestre, el venado, perros ceba­
dos y bebidas de cacao, aguamiel y pulque; en tanto que el alimento
básico del pueblo era maíz, frijol, calabaza, chile, quelite y frutas
recolectadas. En algunas fuentes se citan unas tortillas biscochadas o
secas, que se hacían solamente para los principales; y el producto de
la caza colectiva se llevaba a la "casa de la comunidad", en la cual
se preparaban y aderezaban los alimentos destinados a los señores y
caciques.
Al igual que los zapotecas, los mixtecas contaron con una tecner
logía bastante desarrollada, lo cual les pem1itió elaborar códices, ce­
rámica policroma, cestería, vestidos, construcciones, esculturas, orfe­
brería, lapidaria, tallado del hueso, instrumentos musicales y muchos
productos y artesanías más; habiéndose alcanzado un gran adelanto
técnico en la metalurgia y en el tallado de hueso, madera, cristal de
roca y alabastro.
Al parecer, en lugares como Sosola, Jalt.epec, Tamazola, Tutute­
pec, Justlahuaca, Xicayan y Tlaxiaco, se recogía el oro en las arenas
de los ríos, el cual transformaban en delicados y bellos ornamentos
para la clase gobernante; habiendo desarrollado las técnicas del mar­
tillado, fundición a la cera perdida, soldadura y filigrana. Por la téc­
nica del martillado se obtenían brazaletes laminados, discos, orejeras,
pectorales y narigueras, por lo tegular con diseños repujados; mien-.
tras que la filigrana se hacía con hilos de metal soldados a las piezas,
o por el procedimiento de la cera perdida.
En la técnica de la cera perdida o fundición se hacía primero el
modelo en una masa de barro y carbón, la cual se dejaba secar al
sol; y luego se le cubría con una fina capa de cera de abeja, junto
con una segunda envoltura de barro, a manera de concha o molde, a
la cual se le dejaba un orificio para vaciar el oro derretido. Al pene..
trar el metal líquido dentro del molde, iba fundiendo la cera y el oro
tomaba la forma del modelo, viniendo luego la separación del molde
y el temple. de la pieza mediante un baño de alumbre.

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114 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

Por este procedimiento se obtenían anillos de filigrana con cabezas


de animales, narigueras de mariposa, pendientes con cabezas de águi­
las descendentes, pectorales con figuras de dioses, cascabeles en forma
de tortugas, bezotes, mangos de abanicos y otras joyas más; aunque
también se hicieron agujas, hachas, tenacillas, anillos y cascabeles
de cobre; lo mismo que discos con una mitad de oro y otra .de plata,
o peces con escamas de oro y plata, lo cual nos indica la técnica de
la soldadura y el conocimiento de algunas aleaciones metálicas.
Siguiendo principalmente el camino de la Cañada, los mixtecos
comerciaron con Puebla y con el centro de México, pero también
tuvieron relaciones con la Costa del Golfo, y realizaron sus inter­
cambios en todo el Estado de Oaxaca; desde luego la grana o cochi­
nilla, obtenida de un insecto que vive sobre los nopales y que servía
para teñir los hilos, faldas y otras prendas; lo mismo que polvo de
oro, plumas, sal, bateas y jícaras; petates y cestas; cerámica policro­
ma, liquidámbar, algodón, hule, jade, cacao y muchos otros produc­
tos y máterias primas.
En Cbixtlahuaca, dice Durán, "se hacía un mercado de mucha ri­
queza, y así acudían a él muchos mercaderes forasteros de toda la
tierra de México, de Texcuco, de Chalco, de Xochimilco. . . a sus
granjerías, rescates de oro, plumas, cacao, jícaras muy galanas, ropa,
grana, hilos de colores que hacían de pelo de conejos"; menciónase
también que en Nochixtlán y Putla se celebraban ferias con merca­
deres nacionales y forasteros, intercambiándose unos productos por
otros, a veces utilizando hachuelas de cobre como unidades mone­
tarias. 21
Los mercaderes mixtecos están representados con los atributos del
dios Quetzalcóatl-Ehécatl, como lo son la máscara bucal, un tocado
especial sobre la cabeza, y un abanico y un báculo como símbolos
del comercio; parece que su dios más importante era Yacatecuhtli
o Toyuayoco, al cual le hacían ofrendas y ceremonias especiales. Los
productos y materias primas eran llevadas por cargadores, en forma
de bultos a la espalda, o en ayates y cestos que se sujetaban por
medio del mecapa!, aunque en la costa se pudieron emplear canoas,
del tipo· que se observa en algunos códices.
La indumentaria más común entre los mixtecas era· una manta
anudada al hombro, un braguero, una especie de sotana o xicolli y
sandalias de fibras de maguey; aunque por su posición social los
sacerdotes, señores y capitanes de guerra, podían llevar esas mismas
prendas, pero de mejor calidad y más elaboradas, lo mismo que una
joyería suntuosa que los caracterizaba. Las mujeres tenían blusas
largas o huipiles, enaguas o faldas pintadas y listadas de colores, ce­
ñidores o fajas con dibujos, quechquéniitl y capas cortas con cenefas
21 Durán, 1867.

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REGIÓN DEL CALENDARIO, CÓDICES Y METALURGIA 115

de colores; menciónanse también algunas mantas de algodón o de


ixtle, pintadas, rayadas, con borlas o con flecos, y aun decoradas con
pelo de conejo. 2!!
Herrera dice que los caciques mixtecas "usaban anillos de oro,
zarcillos en las orejas, bezotes de oro y de cristal en el labio bajeron;
que los capitanes de guerra llevaban gran cantidad de plumcría, ore­
jeras, narigueras, b.ezotes, collares y brazaletes de oro, y a veces
cascabeles de oro en las piernas; puede agregarse, por los datos ar­
queológicos, que los mixtecas tuvieron una rica joyería, patente en
las cuentas de jade y de coral para sus collares, en las perlas entre­
veradas con cuentas de oro, en los espejos y abanicos de plumas
verdes de quetzal con puños de oro, en los pectorales y anillos, en
las orejeras de obsidiana y ámbar, en los brazaletes de concha, en las
tiras o diademas laminadas d.e oro, en los bezotcs de cristal de roca,
en los discos y máscaras con mosaico de turquesa, y en multitud de
ornamentos que se han encontrado como ofrendas en las tumbas
de los señores principales.
Practicaron la deformación craneal del tipo anular o tabular erecta,
y también la mutilación dentaria, aserrando o limando los dientes, o
incrustándolos con discos de pirita; quedando la pintura facial y cor­
poral como distinción de los sacerdotes y capitanes de guerra. f:stos
se tiznaban los cuerpos de negro con humo de teas, o se embijaban
de rojo las caras y piernas; menciónase que los hombres llevaban el
pelo largo hasta la cintura, y se lo cortaban cada cuatro años con
gran solemnidad y fiesta ante los ídolos; en tanto que los caciques
llevaban el pelo largo, atado con cintas de cuero, hacia arriba, empi­
nados como plumajes. 23
Las mujeres usaban trenzas envueltas en cintas de colores y reco­
gidas sobre la cabeza como hoy las usan las mujeres de Yalalag, y
había otras que llevaban flecos teñidos de rojo sobre la frente, y aJgu­
nas más con el pelo largo y suelto. Algunos hombres se rasuraban la
frente, otros se arrancaban la barba con tenacillas de oro o plata;
se usaban rodelas de oro con signos calendáricos, cetros o bastones de
mando, porras y mazas, abanicos y báculos, etcétera, como insignias
de los señores principales, guerreros y comerciantes.
La sociedad mixteca estaba compuesta por estamentos sociales je­
rarquizados, dentro de dos grandes categorías, y al estamento supe­
rior correspondían los señores o caciques que tenían funciones civiles,
militares y religiosas, los sacerdotes, los capitanes de guerra, los
miembros del consejo, los calpixques o empleados civiles menores,
los regidores y posiblemente los mercaderes de alto rango; mientras
que en estamentos infe�ores quedaban los orfebres, pintores alfareros,
22 Dahlgren de Jordán, 1954.
23 Herrera, 1726.

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116 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

labradores, constructores, curanderos, mercaderes menores, sirvientes,


esclavos, cargadores, soldados y el pueblo en general.
Dentro de la sociedad había gentes que se encargaban de labrar
la tierra, cazar, pescar, fabricar los artefactos, construir casas, servir
en los templos y palacios, cargar e ir a la guerra, curar, comerciar,
pintar los códices, hacer la joyería, recaudar los tributos, impartir
justicia, atender los cultos y las festividades, etcétera; mientras que
la mujer atendía la cocina, cuidaba de la casa y de los niños, recolec­
taba, tejía, servía en la casa del señor, vendía en el mercado, elabo­
raba la cerámica, atendía los partos y otras ocupaciones menores.
El territorio mixteco se caracterizó por estar dividido en pequeños
cacicazgos o señoríos, los cuales se agrupaban o dependían de un
señorío mayor o reino que dominaba una zona determinada, con de­
marcación de tierras precisas; pueden mencionarse entre ellos a No­
chixtlán, Tilantongo, Tlaxiaco, Tututepec, Teozacualco, Coixtlahua­
ca, etcétera, que actuaban como cabeceras de provincias o reinos, a
los cuales debían tributarles los cacicazgos menores.
A la cabeza de cada pueblo estaba un cacique o señor con cargo
hereditario, el cual tenía ayudantes y consejeros que se sacaban de
los que habían sido sacerdotes y que tenían mayor experiencia y sabi­
duría; había · también regidores que se encargaban de arreglar los
pleitos, y posiblemente un jefe del ejército, el cual se reclutaba en
los barrios del señorío. En escala mayor estaba organizada la cabecera
del reino o provincia, con un señor principal que actuaba como sobe­
rano y que era al mismo tiempo el jefe de la guerra y sacerdote supre­
mo; había en esos señoríos tierras del señor y de los caciques princi­
pales, tierras de los templos y tierras de los barrios o comunales, las
cuales eran trabajadas por los plebeyos o macehuales.
El pueblo mixteca parece que fue esencialmente guerrero, ya que
en sus �ódices y tradiciones se observan desde sus comienzos una
serie de hazañas bélicas míticas; pueden mencionarse la conquista de
Tilantongo por los señores de Apoala, en la que el primer mixteca
disputó al Sol la posesión del lugar; al mítico Dzahuidanda que com­
batió solo contra los zapotecas y mexicas; las luchas del jefe 8 Vena­
do y sus expediciones de. conquista; lo mismo que las continuas gue­
rras contra los zapotecas. En general los mixtecas combatieron para
conquistar territorios, para defenderse de las penetraciones mexicas,
para defender los límites de reinos contra reinos, por la posesión de
tierras y para dominar a los zapotecas de los Valles; y realizaron
alianzas por medio de casamientos reales, como sucedió en Cuilapan
y Zaachila.
Por Burgoa sabemos que los zapotecas, unidos bajo un solo señor,
peleaban contra los mixtecas que habían avanzado de la Sierra hacia
los Valles, tratando de desalojarlos; se dice que los mixte�as llegaron
hasta Zaachila y Chichicapa, pusieron sitio a las fuerzas zapotecas

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REGIÓN DEL CALENDARIO, CÓDICES Y �IETALURGL\ 117

en un cerro junto a Santa Catarina y Santa Ana, y fundaron varios


pueblos al este de la ciudad de Oaxaca, entre ellos Xoxocotlán.
En la Relación de Tcozapotlán y Cuilapa, se dice que a la mitad
del siglo xm se celebró un casamiento entre un rey de Tcozapotlá'n
y una princesa mixteca de Almoloya, y que desde entonces vivieron
mixtecos en Cuilapa, "aunque eran pocos los que entonces vinie­
ron"; a la vez que se dice que Tcozapotlán era por entonces un
barrio mixteco. 24
Estos casamientos entre mixtecas y zapotecas, especialmente men­
cionados para Zaachila y Cuilapa, se citan en otras fuentes, y así, ·se
dice que un señor de Yanhuitlán casó con una cuñada del rey , de
Teozapotlán, "el que vivió en Cuilapa porque se lo cedió el señor
de Teozapotlán para que allí viviese"; mientras que en la Relación de
Cui1apa se narra que "un hijo de una india que vino de la mixte­
ca a casarse a Teozapotlán se fue ... a la tierra de donde era oriundo
y allí fabricó guerra ... y finalmente éstos tuvieron guerra con los de
Tcozapotlán los cuales .. . huyeron a tierras de Tehuantepec .. . "
Lo anterior indica que desde 1200 o.e., los mixtecas .se han exten­
dido hasta las cercanías de Zaachila, última capital de los zapotecas,
estableciendo fundaciones y amenazando a ciertos lugares de los
Valles; y por 1250 o.e., se realiza un casamiento real que según las
fuentes pudo ser entre un señor de Teozapotlán o Zaachila y una
princesa mixteca, o entre una princesa zapoteca y un señor mixteca
venido de Yanhuitlán; última conclusión que parece la más acepta­
ble, por los recientes hallazgos arqueológicos de Zaachila.
Y en lo que respecta a que Zaachila o Teozapotlán haya sido un
barrio mixteca, las Relaciones de Tlacolula y Mitla son muy claras
en este sentido; dícenos la primera "que en tiempos paganos su go­
bernante era el señor del pueblo de Teozapotlán, quien gobernaba
sobre toda esta área y hablaba lenguaje zapoteca ... (y) el único
tributo que pagaban a él era prestar servicios cuando los llamaban
para la guerra.. . "; en tanto que para Mitla se dice que "este pueblo
en tiempos paganos pertenecía al señor del pueblo de Teozapotlán,
· al cual reconocían .. . (y) ellos no pagaban a él ningún tributo, sólo
que en algunos años iban al pueblo a trabajar en los campos de maíz
y solían regalarle guajolotes y miel ... " 25
.Así, bajo la jurisdicción del señor zapoteca de Zaachila quedaban
Tlacolula y Mitla, sin ninguna ingerencia mixteca;· y en cambio Zaa­
chila �ontó con un barrio mixteca, integrado tal vez por los que
vinieron con el señor que casó con una parienta del rey de Teozapo­
tlán, el cual parece que .fue enterrado en ese lugar.
24 Barlow, 1945.
25 Horcasitas y George, 1955.

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118 UNA VISIÓN DEL ;\IÉXICO PREIIISPÁNICO

Continuando con el aspecto de la guerra, podemos decir que los


soldados eran reclutados en los barrios de los señoríos, con capitanes
de guerra que salían de la clase superior y que posiblemente eran al
mismo tiempo jefes de clanes; menciónase que peleaban en grandes
escuadrones a campo raso, o atrincherándose en los cerros con forti­
ficaciones y albarradas de piedra, cayendo por sorpresa sobre el ene­
migo; a la vez que en ocasiones salían a pelear en número de siete
por cada bando, y se sustituía a los que iban cayendo. Antes del
combate se consultaban los oráculos mágicos y se hacían ceremonias
guerreras; arremetían contra el enemigo en medio de grandes gritos
y alaridos, y sonaban las trompetas de caracol cuando querían sus­
pender el combate. 26
Los guerreros distinguidos "llevaban banderas con mucl�a plumería
colorada", se pintaban la cara para espantar al enemigo, usaban cora­
zas o petos acolchados de algodón, cascos y pieles, rodelas de cañas
entretejidas, narigueras, bezotes, brazaletes y otras joyas; a la vez que
llevaban el cabello atado hacia arriba, tonsurado o trenzado, con
mechones de pelo y colgajos de plumas. Entre las armas contaron
con macanas de madera, cuyos bordes eran de navajas de obsidiana y
en forma recta o curva; arco y flecha; hachas de piedra o de cobre
con mangos de madera; hondas; lanzadardos; lanzas o jabalinas; po­
rras o mazas de piedra y cuchillos; menciónase que en Tehuantepec
se envenenaban las puntas de proyectil, y por lo general los prisione­
ros eran sacrificados.
Como consecuencia de la organización política y de la guerra, los
señores de los señoríos pequeños y de los lugares conquistados tenían
que tributar a los reinos o señoríos principales; se mencionan entre
los tributos algunos productos alimenticios como maíz, frijol, chile,
sal, guajolotes y miel; lo mismo que mantas, huipiles, piedras verdes,
oro en polvo, grana, hachuelas de cobre, joyas, plumas, etcétera; o
tributar en forma de trabajo directo, como servir en la casa del caci•
que principal, labrar las sementeras, construir casas, servir en los
templos, y otras ocupaciones.
A su vez, al caer los mixtecas y zapotecas bajo el dominio mexica,
se impuso tributo a algunos señoríos de importancia; cítase entre
esos tributos cierto número de cargas de mantas con dibujos variados,
cargas de bragueros, cargas de enaguas y huipiles, rodelas de plumas
ricas, manojos de plumas de quetzal, sartales de cuentas verdes, ta­
legas de grana o cochinilla, jícaras de oro en polvo, cántaros de miel
de abeja, envoltorios de turquesas, trojes de maíz y chía, fardos de
chiles y de algodón, pinoles de sal blanca, y aun esclavos.
En el aspecto religioso los mixtecas creían que había existido una
pareja de dioses creadores, cuyos nombres calendáricos eran l Vena-
26 Dahlgren de Jordán, 1954.

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REGIÓN DEL CALENDARIO, CÓDICES Y METALURGIA 119

do, por sobrenombre Culebra de León, y Culebra de Tigre; habiendo


sido ellos los que hicieron surgir la tierra de las aguas, y en una gran
peña construyeron un palacio y pusieron una gran hacha de cobre,
con el filo hacia arriba, que sostenía los cielos. Dicha peña estaba en
Apoala o Achiutla, y esto se liga al origen de los mixtecas. 27
En efecto, estos dos dioses tuvieron dos hijos, llamados Viento de
9 Culebra y Viento de 9 Caverna; habiendo sido ellos los que empe­
zaron a cultivar la tierra, los que iniciaron los sacrificios y ofrendas
a los dioses creadores, y los que dieron nacimiento a otras deidades;
"pero en un diluvio perecieron muchos de los dioses y se tuvo que
comenzar de nuevo la creación del cielo y la tierra, por el dios crea­
dor de todas las cosas, restaurándose el género humano y de aquesta
manera se pobló aquel reino mixteco". 28
La religión fue esencialmente politeísta, y cada lugar tenía, además
de su dios principal, una serie de deidades menores; se menciona
que en el pueblo de Xicayan el dios principal era llamado Yyacoo, que
en Totola se adoraba a Ometochtli, en Tejupa al dios Yaguinzi, en
Justlahuaca y Putla al dios llamado Cuaqusiqhi, y en Yanhuitlán a
Xicuiyo. Estos dioses eran adorados en los templos, en el interior de
las cuevas y en los cerros cercanos al poblado; estando cada uno
de ellos a cargo de un sacerdote, el cual hacía las ofrendas y fiestas
acostumbradas.
Entre los dioses que tenían advocaciones conocidas las fuentes
citan a Hituayuta o Yoco Sitauyuta, dios de la generación o de la
multiplicación del género humano; a Yozotoyua o Yocotoyna, dios de .
los mercaderes; a Cohuy o Zaguii, dios del maíz; a Dzahui, patr6n
de los labradores y dios de la lluvia; a Qhuav, dios de los cazadores;
a Taandoco, dios solar y patrón de los guerreros; lo mismo que a al­
gunas deidades conectadas con el calendario, como Quacosagua o 7
Venado, Nuchi o 6 Viento, y Ganacuu o 5 Lagartija.
La organización sacerdotal quedaba en manos de un sumo sacer­
dote, el cual tenía como ayudantes a otros sacerdotes menores y no­
vicios; todos los cuales tenían reglas que observar, como la castidad,
la abstinencia de vino, ayunos antes de cada fiesta y autosacrificios.
Los sacerdotes principales eran los únicos que podían leer e interpre­
tar los códices o pinturas; eran astrónomos, historiadores, curanderos,
y adivinaban y predecían el futuro leyendo los oráculos; menciónase
que había santuarios importantes a donde acudían peregrinos de
todas partes, y en especial al de Achiutla, en el que se veneraba una
gran esmeralda (jade) que llamaban "el corazón del pueblo", y cuyo
sumo sacerdote daba � conocer los orác�los dictados por el dios.
27 Caso, 1939.
28 Garcla, 1729.

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120 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

Los mixtecos ofrendaban copal y pájaros a los dioses; hacían sacri­


ficios humanos en honor del Sol; tenían el culto al dios de la vida
y del viento que tal vez era Quetzalcóatl; creían en el nahualismo; y
hacían ofrendas de animales sacrificados, entre ellos codornices, palo­
mas, guajolotes, perros y venados; habiendo celebrado sus fiestas con
varios juegos y entretenimientos, danzas y mµsica, lo mismo que
practicado la adivinación por medio de suertes.
Al parecer uno de los juegos era parecido al Volador, ya que en el
Proceso de Yanhuitlán se lee que "hallaron en un montecillo que
llaman los indios del Quiav señales de cómo habían estado los palos
voladeros, de donde el que es papa se cuelga para pedir agua como
los indios dicen y señalan"; siendo otro juego el Hamado comelaga­
toazte o Huahua, el cual hoy todavía se juega entre los totonacos de
Plan del Palmar, Veracruz, y que se compone de un palo giratorio
con dos o cuatro aspas, en cuyos descansos de los extremos se ponían
dos o cuatro hombres disfrazados de monos. 29
En cuanto al juego de pelota, éste se practicaba en canchas espe­
ciales, pero no en todas partes, como se observa en las estructuras
ceremoniales de Yagul, Monte Negro, Yucuñudahui y otros lugares,
en forma similar a como hoy todavía se juega sin meter las manos,
salvo para sacar la bola; siendo éste un juego de los sacerdotes y no­
bles, con fines religiosos o relacionado con ella.
El culto a los muertos fue otro aspecto de las ideas religiosas de
los mixtecas, quienes ligaban a la muerte con una resurrección en
otra vida y otro mundo; mencionándose que los sacerdotes oficiaban
y hacían ofrendas, y en número de cuatro sepultaban el cadáver del
cacique a media noche, depositándolo en Qna tumba o cueva. El
cuerpo del cacique era acompañado por mujeres y eslavos, uno de
c

ellos escogido para que representara al difunto; y eran amortajados


con muchas ropas de algodón, tenían la cara cubierta con una másca­
ra y eran adornados con sus joyas de más estima.
Así, Herrera nos dice que si moría un cacique "se hacían obsequias
funerales con gran majestad ... estaba delante un esclavo vestido
realmente, y servido com9 si fuera el muerto; enterrábanle a media
noche cuatro religiosos en los montes o prados, o en alguna cueva:
y con el esclavo que representaba al muerto, otros dos esclavos, y
tres mujeres. . . amortajábanle con muchas mantas de algodón, con
una máscara en la cara, zarcillos de oro en las orejas, y joyas al cuello,
y anillos en las manos y en la cabeza una mitra: poníanle una capa
real, y así los enterraban en la sepultura hueca sin echar tierra
encima".
En la famosa Tumba 7 de Monte Albán, descubierta por Alfonso
Caso, se observaron algunas de las particularidades mencionadas por
29 Dahlgren de Jordán, 1954.

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REGIÓN DEL CALENDARIO, CÓDICES Y METALURGIA 121

Herrera y otros rasgos no anotados para los enterramientos de seño­


res o caciques de importancia; se cita entre ellos el de que el entierro
del señor era secundario, es decir, enterrado por segunda vez, pero
con acompañamiento de ocho individuos sacrificados; a la vez que
los huesos fueron rociados con pintura roja, y junto a los cadáveres
se colocaron ricas ofrendas.
Entre las ofrendas había grandes pectorales y anillos decorados con
figuras mitológicas, mangos de abanicos hechos de oro, pinzas para
depilarse la barba, orejeras, una diadema de oro con adorno de plu­
mas, brazaletes, huesos cortados de águila, de jaguar y humanos, ta­
llados con bajorrelieves; discos solares y otras joyas trabajadas en oro,
plata, cobre, jade, turquesa, perla; coral, concha, alabastro, obsidiana,
cristal de roca, ámbar y azabache.
Un descubrimiento tan importante como el anterior fue realizado
por Roberto Gallegos, trabajando una pequeña estructura de Zaa­
chila; quedó comprobado por las dos tumbas mixtecas exploradas lo
que las fuentes dejaban entrever, pero con ciertas modificaciones.
En la estructura explorada, de construcción y arquitectura mixtcca,
se encontró una tumba con escalera, vestíhulo, antecámara y cámara
funeraria, cuya fachada tiene un tablero de doble escapulario, orna­
mentado con grecas en forma .de mosaico de piedra; observóse qu�
en la antecámara habían ocho esqueletos con numerosas vasijas poli­
cromas, mientras que en la cámara, y en la parte central, descansaba
el esqueleto del señor, junto al cual se encontraron restos de una
máscara de madera pintada, orejeras, un anillo de oro y restos de
textiles que han de haber correspondido a su indumentaria.
Hacia el lado izquierdo del señor principal se encontró el esque­
leto de su acompañante, tal como se narra en las fuentes históricas;
sobresale también el hecho de que las paredes de la cámara estaban
decoradas con algunas figuras y nichos. Dos de las figuras tienen
cabezas en forma de calaveras, y se relacionan con la muerte; otra
tiene forma humana y lleva el jeroglífico 5 Flor; una mús tiene el
jeroglífico 9 Flor, y la última figura representa a un hombre saliendo
del carapacho de una tortuga, por lo cual se relaciona con el dios
Macuilxóchitl o Xochipilli.
Las evidencias observadas en la tumba no dejan lugar a dudas res­
pecto a que el enterramiento correspondió a un señor importante de
estirpe mixteca, el cual fue enterrado con sus objetos personales, con
máscara sobre la cara, joyas, vestidos y con varios esclavos o acom­
paña.ntes sacrificados, uno de ellos escogido y tratado al igual que el
señor, como refiere Herrera; pero, además, la figura humana en estuco
con el jeroglífico 9 Flor parece corresponder al nombre del señor
enterrado, y esto concuerda en parte con lo que dicen las fuentes.
En el Códice Nuttall, según Caso, aparece un señor llamado "9
Serpiente", el cual fue a conquistar Cuilapa, y casó con una princesa

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122 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

zapoteca; mientras que en la Relación de Teozapotlán o Zaachila se


dice que un "señor de Yanhuitlán casó con una cuñada del rey de
Teozapotlán, el cual vivió en Cuilapa porque se lo cedió el señor
de Teozapotlán para que allí viviese"; o sea que ambas fuentes co­
inciden con el hecho histórico. La única modificación o rectificación
al respecto es que el personaje de la Tumba de Zaachila tiene el
nombre de "9 Flor", o sea que el Códice Nuttall puede estar equi­
vocado en ese detalle, y tal vez podría agregarse que aunque ese se­
ñor mixteca vivió en Cuilapa, a su muerte pudo ser llevado a Zaachila.
En resumen, y en relación con el culto a los muertos, los mixtecas
desarrollaron prácticas funerarias avanzadas, como lo indican las tum­
bas decoradas con mosaicos de piedra en sus fachadas, con nichos y
figuras estucadas; a la vez que los ajuares u ofrendas son más ricas,
hay la tendencia a conservar mejor al difunto, se tallan máscaras a
manera de imágenes del muerto, se deja constancia de su nombre,
y se le acompaña con sirvientes o esclavos, tal vez por haber estado
a su servicio y necesarios para la otra vida. En algunos casos los en­
tierros son primarios, en otros son secundarios; en algunos sitios se
practicó la incineración del bulto del muerto, y en otros se enterraron
dentro de cuevas; pero todos ellos tienen siempre acompañantes, y
eran enterrados con profusión de joyas y alimentos.
Como decíamos al principio, los mixtecas ocuparon· principalmente
la parte montañosa de Oaxaca, y algunos valles intermontanos como
Nochixtlán, Coixtlahuaca, Teposcolula, Tlaxiaco, etcétera; habiéndo­
se extendido hasta Guerrero y Puebla, a la vez que penetraron en
los valles centrales ocupados por los zapotecas, como se observa en
Monte Albán, Cuilapa, Macuilxóchitl, Yagul, Mitla, Zaachila, Tia­
colula, Zimatlán, Xoxocotlán, Xaaga, etcétera.
La penetración hacia los valles pudo haber comenzado desde los
fines del Horizonte Clásico, ya que en sitios como Yagul y Teotitlán
del Valle, hay elementos que serán característicos de los mixtecas,
pero aquí todavía son derivados de los zapotecas; entre ellos algunos
muros con decoración de mosaico de grecas, más burdas y sencillas
que las que se observan en Mitla; juegos de pelota similares a los de
Monte Albán; y tumbas con doble escapulario y grecas; que podrían
indicar un momento transicional entre la cultura zapoteca y la mix­
teca propiamente dicha. Lo anterior se basa también en que en el
periodo Monte Albán m-B hay tableros de doble escapulario con un
inicio de decoración de grecas en estuco o pintadas, y aparecen las
columnas monolíticas que después se observan en Mitla; a la vez que
el juego de pelota de Monte Albán es semejante al de Yagul, y en
Mitla no existieron los juegos de pelota. 30
so Paddock, 19 57.

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REGIÓN DEL CALENDARIO, CÓDICES Y METALURGIA 123

Y por lo que respecta a Mitla, la relación del lugar dice que sus
edificios tenían cuando menos 800 años de haberse construido, o sea
que ya existirían por 800 n.c., o un poco después; nótase en ellos el
tablero de doble escc1pulario decorado con profusión de grecas, colum­
nas y dinteles monolíticos, pinturas tipo códices en algunos muros,
y tumbas cruciformes con paneles decorados con mosaico de piedra,
las cuales se han encontrado también en Xaaga, Cerro Guiaroo, Chil­
chotla, Teotitlán del Camino, Otitlán y en Monte Albán, no de­
coradas.
Entre 900 y 1200 n.c., los asentamientos mixtecas en los valles cen­
trales parecen deberse a la convivencia de ambos grupos; continuán­
dose el estilo arquitectónico del tablero de doble escapulario, a los
que se va añadiendo la decoración pintada o de grecas; en tanto que
la cerámica gris zapoteca va cambiando de formas, y las tumbas se
continúan dentro del estilo zapoteca, es decir, de planta rectangular
o en T, con fachadas decoradas, hasta que aparece la tumba cru­
ciforme.
Este periodo que podemos llamar transicional tiene un espíritu
más zapoteca que mixteca, pero permitió el desarrollo del estilo que
después caracterizó a la cultura mixteca; no siendo improbable
que la mayor riqueza ecológica de los valles centrales y el remanente
cultural de los zapotecas del clásico hayan contribuido al desarrollo
de esa nueva cultura, que a partir de 1200 n.c., se hace más milita­
rista y conquistadora, con rivalidades mayores y conflictos bélicos,
pero que se distinguió entonces por su bella cerámica policroma rela­
cionada con Puebla�Tiaxcala, por sus edificios decorados con mosai­
co de piedra, por su orfebrería y códices, y otras artesanías altamente
especializadas.
La cerámica policroma introducida a la Mixteca Alta, el apogeo
de los señoríos de la zona, el espíritu conquistador de los señores,
la penetración de nuevos grupos mixtecos hacia los valles centrales y
el florecimiento de lugares conquistados con anterioridad, son rasgos
que ocurren a partir de 1200 n.c., y duran hasta la conquista espa­
ñola, sobreviviendo los mixtecas hasta nuestros días.
Entre los conocimientos que tenían los mixtecas pueden citarse la
astronomía, la historia, la geografía y la aritmética, implícitas en
códices, mapas y lienzos, lo mismo que en el calendario; habiendo
tenido también una medicina empírica a base de plantas, y técnicas
avanzadas en la orfebrería y la construcción.
Los códices mixtecas se hacían con largas tiras de piel de venado,.
unidas entre sí y adobadas con una capa de cal o yeso, dobladas a
manera de biombo; consígnanse en ellos aspectos de su historia, de
sus linajes, nacimientos y casamientos reales, muerte de caciques,
conquistas sobresalientes, alianzas, nombres de lugares, demarcación
de linderos, indicaciones de caminos, ríos, lagos, una variada fauna

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124 UNA VISIÓN DEL lVIÉXICO PREHISPÁNICO

como p�ccs, moluscos, serpientes, insectos, pájaros, etcéte�a; lo mis­


mo que cerros, dioses, anotaciones calendáricas, fiestas, juegos y mu­
chos otros temas.
Al respectO) Burgoa dice que "han quedado ... por memoria de
sns antepesados ... algunas historias pintadas en papel de corteza
de árboles, y pieles curtidas y de que hacían unas tiras muy largas de
una tercia de ancho y en ellas pinturas de sus caracteres, con que
los indios doctos en estas leyendas les explicaban sus linajes y des­
cendencias, con los trofeos de sus hazañas y victorias ..."; sobresalen
entre los códices los conocidos como Nuttall, Bodley, Selden, Vindo­
bonensi y Colombino, todos los cuales integran una escuela y tradi­
ción pictórica excepcional.
El Códice Nuttall tiene más de once metros de largo, y se com­
pone de 44 hojas dobladas como biombo, todas ellas pintadas sobre
piel de venado; relátanse en él la genealogía y proezas de los caciques
de Teozacualco, en especial del jefe "8 Venado", el cual aparece desde
que es novicio en un templo hasta que alcanza la dignidad real y el
sobrenombre de "Garra de Tigre", pasando por una serie de con­
quistas de lugares, tanto de mar como de tierra. La corrección con
que están dibujadas las figuras, la viveza del movimiento con que
están expresadas y la riqueza del colorido, hacen de este códice un
ejemplo perfecto de la técnica pictórica alcanzada por los mixtecas,
y un documento valioso no sólo por los datos históricos que contiene,
sino también por su aportación al conocimiento etnográfico en lo
relativo a la indumentaria, adorno, guerra, tecnología, fauna, etcétera.
Los mixtecas representaron los números por medio de puntos, y
en muy pocas ocasiones utilizaron la barra como los zapotecas y ma­
yas; contaron con el calendario de 365 días, con un glifo especial
para designar el año, y también con el ciclo de 52 años, a la manera
mexica. Por su parte, las plantas medicinales se tomaban en infusio­
nes, o se aplicaban como remedios externos; cítanse las hojas de agua­
cate, el zapote blanco, la resina del pino o liquidámbar, el maguey,
etcétera, a la vez que emplearon los baños de vapor o de temazcal,
las dietas y sangrías, para curar algunas dolencias.
Como decíamos anteriormente, los mixtecas fueron grandes pinto­
res de códices, ceramistas, lapidarios y orfebres, con un arte precio­
sista y de alta calidad técnica; pudiendo decirse que aunque no fueron
buenos escultores, el resto de sus obras de arte reflejan un sentido
refinado de la vida. La paciencia y la habilidad técnica de los artesa­
nos mixtecas se manifiesta en el tallado de la piedra, del hueso y de
la madera, entre cuyos productos más salientes destacan los huesos
de jaguar labrados como tablillas, y con relieves que representan gli­
fos de los días, motivos florales, cañas, pedernales, águilas, cocodri­
los, conejos, figuras humanas, dioses y fechas calendáricas; puede
decirse que estos huesos labrados compiten con las miniaturas de

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REGIÓN DEL CALENDARIO, CÓDICES Y METALURGIA }25

marfil asiáticas, pero son más ricas en datos para el conocimiento


de esa cultura.
Los timbales o teponaxtles tallados en madera y con preciosas
escenas mitológicas o naturalistas; los lanzadardos ceremoniales bella­
mente esculpidos; los mangos de cuchillos para el sacrificio; las va­
sijas de alabastro y de cristal de roca; los discos y máscaras con mo­
saico de turquesa; las orejeras de obsidiana delgadísimas como el
vidrio; los collares, anillos y "penates" o idolillos tallados en jade;
las orejeras de ámbar y las cuentas de azabache; los mosaicos de plu­
ma; las mantas de algodón adornadas con pelo de conejo, y muchas
otras obras más, son ejemplo de la refinada y elegante expresión del
arte mixteco.
Como ceramistas, los mixtecos elaboraron vasijas de color negro o
gris, con apariencia plomiza, y en forma de vasos con asa vertedera,
sahumerios trípodes, copas con base anular, y platos trípodes con altos
soportes; a la vez que tuvieron una cerámica rojo sobre amarillento,
y desarrollaron la incomparable cerámica policroma, brillante, y con
motivos semejantes a los que aparecen en los códices.
En esta cerámica hay platos con dibujos de calaveras y huesos cru­
zados, vasos con alta base anular y con diseños semejantes, platos
trípodes con soportes terminados en cabezas de animales, vasijas zoo­
morfas que representan águilas, jaguares, venados, pájaros y otras es­
pecies; lo mismo que vasijas efigie con representaciones humanas y
esqueletos, ollas, patojos, copas, jarras y otras modalidades. En la de­
coración predominaron los colores rojo guinda, negro, naranja, blanco
y gris, combinados de manera similar a los códices; hay motivos de
círculos, grecas, flores, cabezas de animales, calaveras, tibias, plumas,
personajes, deidades, volutas, jeroglíficos y símbolos religiosos.
Por último, podemos mencionar la gran maestría de los orfebres
mixtecas, que al adoptar la metalurgia, venida posiblemente de Cen•
troamérica, la recrearon para legarnos verdaderas obras de arte; sobre­
salen los pectorales y pendientes con representaciones de dioses, entre
ellos Xipe Tótec, Mictlantecuhtli y Xiuhtecuhtli; lo mismo que ore­
jeras y bezotes con mosaico de turquesa y oro; anillos con cabezas
de águilas descendentes y cascabeles; collares de oro con cuentas en
forma de tortugas; o pectorales como el de Yanhuitlán, el cual tiene
la forma de una rodela o escudo, atravesado por cuatro flechas, y en
el centro se destaca una preciosa greca de oro sobre un fondo de
. turquesa.
En la actualidad la región oaxaqueña es como un gran mosaico
geográfico-cultural, en el que se mezclan los más variados climas y
paisajes, los más variados grupos indígenas, distintas lenguas y dia­
lectos, ciudades arqueológicas y monumentos coloniales, ancestrales
costumbres del ayer y artesanías populares de hoy; mostrándonos el
panorama lingüístico del Estado que además de los zapotecas y mix-

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126 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

tecas, que fueron la mayoría de la población, hubo infiltraciones de


otros grupos y cierta división dialectal en las lenguas principales, de
lo cual resulta que hoy, además de la familia mixteca ( mixteco, amuz­
go, cuicateco), de la familia zapoteca (zapoteco, chatino) y de la fa­
milia popoloca ( chocho, ichcateco, popoloca, mazateco), hay también
gentes que hablan mixe, chinanteco, chontal, huave, trique, zoque y
nahua o mexicano corrupto.

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IV. LA REGIÓN DE LA ASTRONOMlA, LAS l\ IATEMATICAS 1

Y LA ARQUITECTURA

LA REGIÓN MAYA

En términos generales la región maya se extiende desde el Río Gri­


jalva, en Tabasco, hasta el Valle del Ulúa en Honduras y Río Lempa,
en El Salvador; o sea que abarca parte del Estado de Tabasco, Chia­
pas, Guatemala, parte de Honduras y El Salvador, lo mismo que
Campeche, Yucatán, Quintana Roo y Belice.
Dentro de este amplio territorio hay un marcado contraste entre la
planicie yucateca y las tierras altas de Chiapas y Guatemala, entre
el bosque tropical del Petén guatemalteco y el monte bajo del norte
de Campeche, entre la costa, la llanura y la montaña; puede decirse
que esta variación climática y fisiográfica es la que permite dividir
la región maya en tres zonas fundamentales, que pueden ser deno­
minadas Norte, Centro y Sur.
La zona Norte o de llanura semiárida comprende todo el Estado
de Yucatán, el norte de Campeche y la parte norteña de Quintana
Roo; observándose que salvo en las costas, donde el suelo bajo y are­
noso se cubre de pantanos y -manglares, el resto de la zona es una
extensa planicie calcárea, correspondiente al plioceno o terciario, la
cual se levanta levemente sobre el nivel del mar. A su vez esta pla:­
nicie casi se corta de norte a sur, por la intrusión de una baja sierra
caliza conocida como el Pune o la serraní_a, cuya elevación mayor no
pasa de los cien metros sobre el nivel del mar; y aunque allí la vege­
tación es un poco más alta, en general la zona se distingue por el
monte bajo o chaparral. 1
El clima regularmente seco, la aridez de la mayor parte de las
tierras pedregosas, las escasas lluvias veraniegas y la vegetación de
monte bajo, dan la tónica del paisaje peninsular o de la zona norte;
la cual ocasionalmente se ve interrumpida por débiles· corrientes de
agua como la del Río Lagarto, fuentes estacionarias como el Lago
de Bacalar y las lagunas. de Chichankanab y Cobá, lo mismo que por
numerosas aguadas, sartenejas y cenotes.
1 Piña Chan, 1958.

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130 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

Las calizas blancas y sumamente permeables de esta zona, han


permitido que el agua de las lluvias se filtre y formen corrientes sub­
terráneas que han dado lugar a la formación de numerosas cuevas y
grutas; algunas de las cuales, al caer sus techos, se han convertido en
bocas naturales o cenotes, que. fueron de gran importancia para los
mayas prehispánicos.
A medida que se acerca uno a la costa sur y hacia la frontera con
las tierras bajas del Petén guatemalteco, el clima se va volviendo
húmedo, las lluvias son más abundantes y la vegetación se hace más
densa y alta; penétrase de hecho a la zona central o de bosque tropi­
cal, la cual comprende el Petén de Guatemala, el sur de Campeche,
las cuencas del Usumacinta y el Grijalva, lo mismo que Belice, parte
de Quintana Roo y Honduras.
El .Petén guatemalteco es una vasta planicie formada por gredas
del mioceno, las cuales se transformaron en calizas durante el oligo­
ceno; y hay pequeñas elevaciones o cerros, con alturas hasta de 600
metros sobre el nivel del mar, enclavados en amplias sabanas y tie­
rras bajas, que en la época lluviosa se convierten en ciénagas y pan­
tanos. Hacia el este se levantan las montañas Cockscomb, de donde
se obtenía material volcánico para la manufactura de algunos arte­
factos; mientras que de lcaiché se obtenía yeso para la elaboración
de cierta cerámica.
En términos generales la zona central se caracteriza por su clima
cálido y húmedo, por las lluvias torrenciales y una vegetación de jun­
gla o selva tropical; habiendo altos cedros y caobas, ceibas y zapota­
les, árboles de mamey y ramonales, en los cuales se entretejen las
lianas y varia$ plantas aéreas. A la exuberante vegetación contribuye
una intrincada red hidrológica, con ríos como el Usumacinta, el Gri­
jalva, el Candelaria, el San Pedro Mártir, el Hondo, el Lacanjá, La
Pasión y otros más; hay también algunos lagos y lagunas, como el
Petén Itzá, Izaba}, Miramar, Anaité y'El Carmen.
Por último, la zona sur comprende las tierras altas de Chiapas y
'Guatemala, con clima templado y frío por lo regular; habiendo in­
trincadas serra�ías o cordilleras con bosques de coníferas, cuyas ele­
vaciones promedio alcanzan los 1 500 metros sobre el nivel del mar,
lo mismo que valles intermontanos, ríos como el Motagua, el Polo­
chic y el Sarstum que corren hacia el Caribe, ríos como el Ixcán, el
Negro, el Cancuén y el Chixoy, que corren hacia el Golfo de México,
y lagos como el de Atitlán en Guatemala.
Desde tempranos tiempos, por este territorio se fueron asentando
numerosos grupos, cuyos restos materiales provienen de lugares como
Chiapa de Corzo, Tonalá, Izapa, Mazatán, Padre Piedra, Santa Rosa
y otros más de Chiapas; Kaminaljuyú, El Baúl, La Victoria, Zacual­
pa, Uaxactún, Champerico y otros más en Guatemala; Playa de Los
Muertos, Yojoa y Cobán en Honduras; Barton Ramie, Benque Viejo

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REGIÓN DE LA ASTRONOMÍA, MATEMÁTICAS Y ARQUITECTURA 131

y Mountain Cow en Honduras Británicas; Santa Rosa Xtampac,


Edzná, Xicalango y Tixchel en Campeche; Cenote Maní, Yaxuná,
Dzibilnocac, Holactún, Dzibilchaltún y otros sitios en Yucatán; lo
mismo que Cobá en Quintana Roo y Balancán en Tabasco.
Todos estos sitios muestran un desarrollo cultural uniforme, seme­
jante al de otros grupos de Mesoamérica, pero todavía sin los elemen­
tos que caracterizarán a la cultura maya; puede hablarse de un subs­
tratum cultural proto-maya bien extendido en la región, del cual sal­
drán las variantes locales que normarán el desarrollo de los mayas.

EL SUBSTRÁTUM CULTURAL PROTO-MAYA

(Horizonte Preclásico: 1500 a 200 A.c.)

Los primeros grupos que se asentaron en la región maya eran se­


mejantes a los que habían ocupado la Costa del Golfo desde cuando
menos 1500 A.c., es decir, que fueron descendientes· del mismo tron­
co lingüístico y cultural del cual salieron las culturas de Pánuco,
olmecas, Remojadas, etcétera, habiendo tenido la misma base eco­
nómica, ideas básicas comunes y una cerámica semejante, la cual fue
modificándose regionalmente hasta dar los tipos propiamente mayas.
Por eso Spinden vislumbraba la existencia de una tradición cultu­
ral nuclear en Mesoamérica, que desde los tiempos arcaicos o preclá­
sicos comenzó a diversificarse en estilos locales de los cuales salieron
otras tantas culturas regionales; pudiendo decirse que hubo un hori­
zonte proto-maya, correspondiente al Preclásico, en el cual se fueron
gestando los rasgos que luego caracterizarían a la cultura maya.
En otras palabras, los grupos que ocuparon la región maya fueron
semejantes cultural y lingüísticamente a los· primeros grupos de la
Costa del Golfo, los cuales desde 1800 A.C., comenzaron a extenderse
-de Pánuco hasta Centro-América, desarrollando variantes regionales
e interrelacionándose e influyendo algunas sobre otras, como sucedió
-con los olmecas en tiempos tempranos; explícase así que los huaste­
cos estuvieran relacionados lingüísticamente con los mayas, cuya· se­
paración ocurrió cuando menos desde unos 1500 años A.c.
En términos generales los grupos proto-rnayas se asentaron en lu­
gares de Chiapas, desde la Depresión Central hasta la costa del
Pacífico, penetraron en Guatemala siguiendo la costa y luego subie­
ron a los Altos de Guatemala; continuando hacia las tierras bajas del
Petén guatemalteco y hacia las planicies de la Península de Yucatán,
principalmente entre �500 y 800 A.c. En Chiapas y Guatemala los
sitios conocidos tienen una mayor antigüedad; decreciendo ésta a
medida que se va del Petén a Yucatán, corno se verá más adelante.

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132 UNA VISIÓN DEL :MÉXICO PREHISPÁNICO

Así, en el abrigo rocoso de Santa Marta, Chiapas, hay una tem­


prana ocupación con cerámica· y cultivo del maíz, llamada fase Co­
torra y con una fecha de 1320 A.c.; siendo la cerámica semejante a la
que aparece en los niveles más bajos de Chiapa de Corzo, Padre Pie-­
dra, Santa Rosa, Mazatán, Ocozocuautla y otros sitios más.
En la fase Cotorra hay algunas puntas de proyectil, cultivo del
maíz v cerámica en forma de tecomates, ollas con bordes salientes,
jarras ·con bases planas y cuencos con bordes hacia afuera, anchos y
de base plana. Algunos tecomates tienen los bordes decorados con
pintura roja, amarillenta o café; habiendo diseños geométricos colo­
cados en paneles, hechos por la técnica de la impresión de ufía y
rocker-stamp o mecedora, lo mismo que algunas figurillas con los
ojos perforados, semejantes a las de la Costa del Golfo. 2
Los estudios realizados por la Fundación Arqueológica del Nuevo
Mundo en Chiapa de Corzo, han permitido establecer una secuela
cronológica y cultural verdaderamente importante para el conoci­
miento de la cultura prehispánica en Chiapas, habiendo un primer
periodo denominado Chiapa de Corzo 1, que se relaciona con la fase
Cotorra. Este periodo se puede colocar de 1400 a 1000 A.c., ya que
hay una fecha de carbono 14 equivalente a 1052 A.c.; caracterizán­
dose el periodo por la presencia de grandes tecomates con decoración
de mecedora, cajetas o cuencos de base plana, cerámica c-afé pulida�
rojiza burda y cerámica con un ligero baño de pintura blanca. 3
En la decoración hay motivos geométricos colocados en paneles o
zonas y delimitados por incisión, cuellos estriados o rugosos y bordes
blancos con el resto de la pieza de color café;. no siendo improbable
que ya hubieran jacales o chozas con paredes de lodo y troncos, ade­
más de que se han encontrado metates, manos y navajas de obsidiana.
Estudios realizados por Navarrete en La Frailesca, Chiapas, han
agregado algunas nuevas modalidades a este periodo; pudiendo men­
cionarse la cerámica de color naranja pintada, en forma de tecoma­
tes; la cerámica café con pulimento de palillos y en fom1a de platos
de base plana; la cerámica negra opaca en forma de tecoma tes y
platos de base plana; lo mismo que una cerámica rojiza burda y na­
ranja natural. En la decoración hay líneas en zigzag hechas con mece­
dora, impresiones de uña, incisión fina, estriada o con pulimento de
palillos, etcétera. Los diseños son semejantes a los d� Tiatilco y La
Venta. 4
En Chiapa de Qorzo y La Frailesca hay un segundo periodo deno­
minado Chiapa de Corzo u o Dili, de 1000 a 700 A.c., ya que hay
fechas de Carbono 14 que caen entre 927 y 772 A.c.; caracterízase el
2 Me Neish y Peterson, 1961.
3 Warren, 1961.
4 Navarrete, 19§0.

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REGIÓN DE LA ASTRON0�1ÍA, l\IATEMÁTICAS Y ARQUITECTURA 133

periodo por la cerámica negra arenosa en forma de tecomates y pla­


tos con ancho borde hacia afuera; cerámica negra con bordes blan-.
cos; naranja natural; gris y blanca pulida; ca(é amarillento;, etcétera;
cuyas formas pueden ser ollas con gajos como de calabazas, incensa­
rios a manera de copas o cálices, vasijas de base_ plana, incensarios
en forma de platos con tres protuberancias y otr�s variantes.
También aparecen algunas figurillas modeladas a mano y con los.
ojos perforados, tal �omo las de La Venta, Tabasco; habiendo evi­
dencias de plataformas o terrazas con .núcleos ele tierra y revestimien­
to de piedra, lo mismo que chozas de bajareque, tanto de planta rec­
tangular como cuadrada.
El periodo Chiapa de Corzo m, llamado también Escalera, se
fecha de 700 a 450 A.c., y se caracteriza por la cerámica negra con
bordes o manchas .blancas; cerámica naranja-cafetosa con m�bes o
bandas en negativo (:Pre-Usulután), las cuales tienden a colores ama­
rillentos o grisáceos; lo mismo que cerámica negra y _gris pulidas; e
inicios de la cerámica roja pulida. En esta alfarería predoininan los
platos de base plana, las vasijas silbadoras, los incensarios con man­
gos, las jarras cilíndricas con acanalado y achaflanado; aparecen tam­
bién algunos sellos de barro y figurillas con ojos perforados.
En la decoracjón hay motivos en cuadrícula ·fina o ashurado, tri­
ángulos rellenos de líneas incisas paralela_s, acanaladuras e incisión
fina y profunda; a la vez que se advierte una mayor actividad cons­
tructiva, pues aparecen plataformas de tierra con revestimientos de
piedra; basamentos sencillos escalonados y muros de retención, cu­
biertos a veces con cantos de río o con piedra irregular. 'Tambié1� se
observan algunos pisos y muros. de lodo, tal vez corr<:!spondi�nte.s a
· cuartos.
De este periodo proviene el hallazgo de una vasija gris con efigie
humana sobre el cuello, con incisiones y rasgos semejantes a los
"nadadores" de Monte Albán, Oax�ca; ip.dicando esto relaciones co­
merciales con Monte Albán 1, e influencias olmecas .de La Venta,
Tabasco.
El siguiente periodo llamado Chiapa de Corzo 1v o F�ancesa, se
coloca de 450 a �50 A.c., y cae todavía dentro de la etapa protomaya
o P�eclásico; distinguiéndose por la cerámica roja pulida, a menudo
con anchos bordes aca�alados; ce�ámica café rojiza, negra y café
pulidas;. roja pintada y crema burda; en forma de platos con anchos·
bordes hacia afuera, cajetes o cuencos de silueta compuesta, ollas con
altos cuellos y jar�as o �oreros. En este periodo aparecen también
algunas figurillas· zoomorfas. ·
La decoración geométrica se hace más variada, pues hay círculos,
triángulos, cuadrícula _o ajedrez, ashurado o reticulado-, líneas incisas
horizontales y acanaladuras; a la vez que se inicia el uso del estuco
en las construcciones y hay algunos basamentos y plataformas con

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134 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

revestimiento de piedra. También se han encontrado entierros exten­


didos; sellos de barro; brazaletes, collares y narigueras hechas de jade;
así como algunas conchas con motivos incisos, tubos de copal y vasi­
jas miniatura talladas en ónix o alabastro.
Hacia la costa del Pacífico, Mazatán en un sitio que muestra tam­
bién una larga secuela de desarrollo; habiendo en el periodo más
temprano cerámica blanca pulida, roja pulida temprana, café negruz­
ca y café oscuro brillante, las cuales se relacionan con el Preclásico
IvJedio, o sea de 1200 a 800 A.c. Luego viene el periodo Mazatán 1í, de
800 a 400 A.c., con cerámica roja pulida estriada o con pulimento
de palillos, cerámica rosa pálido y rosácea, con nubes o bandas del­
gadas en negativo (Pre-Usulután), y cerámica café claro pulido; sigue
el periodo Mazatán 111, de 400 a 200 A;c., en el cual hay cerámica de
color naranja con decoración negativa; café oscuro con negativo; café
rojizo pulido y c�fé negruzco; lo mismo que algunos montículos de
tierra y entierros dentro de ellos. 5
En lugares como Tonalá, Padre Piedra e Izapa, hay elementos cerá­
micos que se asocian a cierto desarrollo arquitectónico y escultórico,
que muestran a su vez la influencia olmeca; pareciendo que de allí
nace un estilo local que se refleja en la costa del Pacífico de Guate­
mala, el cual pasa a los Altos, y va dando lugar a las primeras mani­
festaciones de la cultura maya.
En Padre Piedra, Chiapas, la cerámica predominante se relaciona
con Chiapa de Corzo 1-111, con tipos como el naranja pintado, grisá­
cea, negra opaca, café rojizo, café negruzco, etcétera; hay también
sellos de barro y figurillas con los ojos perforados, de tradición coste­
ña olmeca. Sin embargo, el sitio sobresale por la existencia de un
gran monolito o estela, de 2.20 metros de alto y tallado en bajorre­
lieve; el cual representa a un señor principal ataviado con un bra­
guero decorado, un pectóral, una capa pequeña a la espalda y una
especie de yugo en la mano derecha, frente al cual hay otro individuo
en actitud de sumisión, arrodillado y como pidiendo clemencia. 6
En Tonalá e Izapa, Chiapas, hay. cerámica del periodo Chiapa de
Corzo IV, siguiendo una larga ocupación de dichos sitios; habiendo
entierros con ofrendas, montículos de tierra y' construcciones de. pie­
dra, pero sobresaliendo una serie de esculturas con influencia olmeca,
que ocurren principalmente desde los fines del Preclásico Superior.
Pasando a Guatemala, las excavaciones realizadas en La Victoria
han mostrado varias épocas de ocupación; ha biendo un periodo deno­
minado Oc6s, el cual guarda relaciones con Chiapa de Corzo 1, o sea
q_ue su antigüedad se coloca de 1400 a 1000 A.c. El periodo se carac­
teriza por los grandes tecomates y platos de base plana, cajetes o
" Piña Chan, 1961.
6 Navarrete, 1960.

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REGIÓN DE LA ASTRONOMÍA, MATEMÁTICAS Y ARQUITECTURA 13 5

cuencos sencillos, jarras y ollas de cuerpos globulares, decorados a


veces con mecedora lisa o dentada, impresión de cuerda, incisión,
punzonado y con pintura iridiscente. La pintura iridiscente se aplicó
en forma de bandas angostas sobre el borde interno de los platos, y
a veces en el exterior, dando la impresión de nubes en negativo, cono­
ciéndose este tipo como Usulatán nuboso. También algunas vasijas
tienen la decoración en forma zonal o en paneles; delimitada por
incisión. 7
A continuación viene· el periodo Conchas 1, fechable de 1000 a
500 A.c.; caracterizándose por la cerá�ica roja pulida, blanca pulida,
rojo sobre blanco, rojo sobre café amarillento y café negruzca; en
forma de ollas sin cuellos, platos de base plana con anchos bordes
hacia afuera, cuencos con diseños incisos internos a manera de mol­
cajetes, y otras modalidades más.
El periodo siguiente se denomina Conchas rr, y puede colocarse de
500 a 200 A.c., distinguiéndose por la cerámica naranja pintada en
forma de platos con bordes anchos y acanalados; cerámica Usulután
nubosa, de blanco a amarillento; platos con acanalado horizontal;
figurillas con ojos perforados; orejeras de barro tubulares; tecomates
con banda roja y figurillas huecas sedentes.
En la altiplanicie del sur de Guatemala, especialmente en el sitio
denominado Kaminaljuyú, se ha establecido otra secuela cronológico
cultural, cuyos periodos y fechas han venido cambiando de coloca­
ción; aunque ahora parece que el primer periodo se denomina Ar.é­
valo, todavía no muy bien definido, · al cual sigue ·el periodo Charcas
y luego viene Providencia o Majadas.
En el periodo Las Charcas aparecen algunas formaciones tronco­
cónicas excavadas en la tierra, en forma de grandes botellones u
oquedades con cuellos y bocas, dentro de las cuales hay desperdicios
de huesos, cenizas y fragmentos de cerámica; habiendo algunas que
estaban tapadas con lajas y contenían entierros, pero todas ellas se­
lladas por una capa de arena volcánica, producto de una erupción
muy antigua. 8
La cerámica encontrada es de color blanco pulido, rojo sobre blan­
co, rojo sobre crema o ante, rojo pálido y café grisáceo veteado; hay
ollas con motivos incisos; vasos con los bordes volteados hacia afuera
o hacia adentro; platos de base plana; patojos o botas; y algunas
vasijas efigie. También se han encontrado vasijas con vertederas,
cuencos sencillos, incensa·rios con tres picos o protuberancias, sellos
de barro con agarraderas, figurillas con ojos perforados, silbatos en
forma de animales y figurillas en forma de monos.

1 Coe, 1960.
s Shook, 1951.

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136 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

Por los rasgos citados el periodo puede correlacionarse con el Pre­


clásico Medio, pues guarda bastantes relaciones con Tiatilco en el
Altiplano Central de México; agregándose la presencia de metates,
manos, navajas de obsidiana, punzones de hueso, hachas de serpenti­
na y piedras-hongos; lo mismo que evidencias de tejidos, petates,
cuerdas y cestería.
El siguiente periodo llamado Providencia en su aspecto aldeano,
y Majadas en su aspecto urbano, es un desarrollo del anterior, y pue­
de correlacionarse con el Preclásico Superior; caracterízase por la cerá­
mica blanca muy fina, a menudo con decoración de pintura púrpura;
anaranjada incisa; roja fina con decoración púrpura; cerámica Usulu­
tán nubosa negativa; y principio de las vasijas con rebordes o moldu­
ras basales y labiales. También hay figurillas sólidas, se11os de barro
en forma de pie humano, y evidencias de chozas hechas de bajareque.
Más hacia el sur, en Honduras, hay sitios como Lago Yojoa y
-Playa de los Muertos, cuyos rasgos culturales tienen muchas seme­
janzas con el Formativo o Preclásico de toda Mesoamérica; siendo
desde luego más antiguo el Lago Yojoa, el cual ha sido dividido en
varios periodos. El primer periodo lleva el nombre de Yarurnela 1, y
se caracteriza por el predominio de la cerámica monocroma, entre
e11as un tipo blanco pulido y un tipo doméstico burdo con pintura
roja caediza; hay platos y jarras globulares u ollas, lo mismo que vasi­
jas con soportes huecos; a la vez que aparecen algunas figurillas con
ojos perforados, tanto sólidas como huecas. 9
Después de Yarumela I o Yojoa Monocroma, viene el periodo Ya­
rumela u, relacionado con Playa de Los Muertos; habiendo cerámica
negro sobre rojo, roja incisa, negativo Usulután, rojo sobre blanco,
blanca pulida y otros tipos; a la vez que se observan rasgos como
zonas pintadas delimitadas por incisión, zonas con punzonado-inciso,
decoración de mecedora o rocker-stamp, asas vertederas, asa de estri­
bo, y figurillas con ojos perforados y representaciones duales.
El tercer periodo, 11amado Yarumela IiI, tiene cerámica negativa·
tipo Usulatán, policroma, naranja pintada, gris, rojo sobre blanco y
algunas otras modalidades; hay vasijas tetrápodes, vasijas con verte­
dera, figurillas y sellos de barro. También comienzan las estructuras,
y el periodo es conocido como Ulúa Bicromo.
Y por lo que respecta a Playa de Los Muertos, en este sitio hay
un periodo relacionado con Yarumela u, caracterizado por la cerá­
mica roja incisa, negro sobre rojó, rojo sobre blanco, blanca pulida,
gris y negra pulida, blanco sobre rojo, rojo sobre café amarillento,
naranja y Usulután negativo; a la vez que la decoración se hace por
punzonado, ashurado o cuadriculado inciso, pintura delimitada por in­
cisión, decoración zonal, bordes volteados y decorados, bases pla-
a Canby, 1949.

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REGIÓN DE LA ASTRONOMÍA, MATEMÁTICAS Y ARQUITECTURA 137

nas, asa vertedera sencilla y asa de estribo, rebordes basales, vasijas


efigie, soportes tetrápodes mamiformes, motivos felinos, rocker-stamp
o mecedora en zigzag, acanalado, etcétera. También hay figurillas
con ojos perforados, algunas con doble cabeza; sellos de barro y otros
rasgos. Estas modalidades pueden colocar a Playa de Los Muertos en
el Preclásico Medio y Superior;. guarda muchas relaciones con Tiatil­
co, México. 10
Pasando a las tierras del Fetén guatemalteco, Uaxactún es otro
sitio clave que ha brindado una larga secuela evolutiva; correspon­
diendo al Preclásico los periodos denominados Marnorn y Chicanel.
En el periodo Marnom, de 1200 a 800 A.c., hay cerámica de color
gris, roja, negra, blanca o cremosa y anaranjada pintada; sobresalien­
do las ollas, cuencos sencillos, tecornates, vasos y platos de base pla­
na; los cuales pueden tener decoración incisa. También hay figurillas
con ojos perforados, silbatos y sellos de barro, lo mismo que imple­
mentos de hueso, pedernal y concha.
Algunas vasijas de color rojo sobre crema tienen vertederas senci­
llas; algunos platos tienen los bordes volteados hacia afuera, con
decoración incisa o cuadriculada; otras vasijas presentan una cara
humana sobre el cuerpo o los bordes, y algunas más tienen soportes
en forma de botón; se han encontrado entierros que muestran la de­
formación craneal y la mutilación dentaria, con ofrendas de cerámica
y orejeras de barro. 11
En el periodo Chicanel, de 800 a 200 A.c., hay cerámica de color
rojo pulido, negra, crema, naranja, café y amarillenta pulida; lo mis­
mo que rojo sobre naranja, rojo sobre café, negro sobre rojo, rojo·
sobre blanco o crema, y otq1s modalidades; sobresalen los platos con
bordes salientes, el inicio de las vasijas tetrápodes y soportes :marni­
forJ?les, asa vertedera, rebordes labiales, platos con vertedera o canal,
y decoración punzonada, incisa, raspada, ashurada o cuadriculada y
negativo Usulután.
A esta época corresponde el edificio E-vu-suB, el cual es un basa­
mento escalonado de cuatro cuerpos, con las esquinas arremetidas y
una escalinata en cada lado; distínguense estas escalinatas porque sus
alfardas se interrumpen de trecho en trecho, mediante unos masca­
rones estucados que tienen rasgos serpentinos o de jaguar, colocados
al frente de grandes cabezas que parecen monstruos de la tierra, y
que en conjunto han de estar relacionados con la lluvia.
En Campeche, sitios corno Edzná, Xicalango y Tixchel tienen c�­
rárnica relacionada con el periodo Chicanel de Uaxactún, y en Santa
Rosa Xtarnpak hay subestructuras por debajo de la plaza ceremonial,
en forma de plataformas que han de haber soportado altares o tern-
10 Porter, 1955.
11 Smith, 1955.

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138 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

plos; mientras que en Yucatán hay sitios como Cenote Maní, Yaxu­
ná, Acancéh, Dzibilchaltún, etcétera, los cuales muestran cerámica
y otros rasgos del Preclásico Superior.
Según los estudios de Brainerd, Yucatán fue ocuPildo desde cuando
menos 1300 A;C., ya que en Cenote Maní encontró vasijas con los
fondos pintados, de bocas angostas pulidas y a manera de ánforas con
bases puntiagudas; mientras que en Yaxuná hay subestructuras cu­
biertas por edificios del Clásico, en forma de plataformas, por lo
regular, e igual cosa sucede en Dzibilnocac, Acancéh, Holactún y
posiblemente en Oxkintok. 12
En Dzibilchaltún, Yucatán, Andrews ha encontrado una ocupación
antigua, con cerámica Mamom y Chicanel, lo mismo que estructuras
sencillas cubiertas por edificios de épocas posteriores; puede mencio­
narse también a Balancán, Tabasco, en el cual hay cerámica y figu­
rillas con influencia olmeca; y a Cerro Zapote y Barranco Tovar en
El Salvador, con cerámica correspondiente al Preclásico Medio y
Superior.
Todo lo anteriormente citado nos lleva a la conclusión de que los
grupos que habitaron la región maya, entre 1500 y 200 A.c., eran
semejantes a los de toda Mesoamérica, pero más relacionados con la
Costa del Golfo, por las influencias olmecas del sur de Veracruz y
norte de Tabasco que se observan en varios sitios de la región; pu­
diendo decirse que en el Formativo o Preclásico hubo una serie de
comunidades derivadas de una misma familia lingüística y cultural,
las cuales habitaron de Pánuco a Centro-América, dando lugar a
varias culturas locales.
Estos pequeños grup<;>s ocuparon lugares de Chiapas, lo mismo que
sitios de Guatemala, Honduras y Yucatán; teniendo como subsisten­
cia básica maíz, frijol y calabaza, aunque en El Salvador y Honduras
pudieron vivir también de la mandioca. La dieta alimenticia se com­
pletó con los productos de la caza y la pesca, lo mismo que con la re­
colección de .frutos silvestres, raíces y tubérculos; dependiendo la
intensidad de estas ocupaciones según habitaran las costas, las plani­
cies, los bosques o la-:, tierras altas.
La agricultura estuvo condicionada por la topografía de la región,
por los suelos y lluvias estacionales; habiendo contado con el bastón
plantador, hachas de serpentina y tal vez azadas de madera para la
siembra, se siguió el sistema de milpa en la agricultura. Además,
estos grupos se dedicaban a la alfarería, construían chozas � jacales
de materiales perecederos, iniciaron el tejido y la cestería, enterra­
ban a sus muertos y comenzaron a desarrollar un culto a las deidades
agrícolas.
12 Brainerd, 19 54.

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REGIÓN DE LA ASTRONOMÍA, MATEMÁTICAS Y ARQUITECTURA 139
Semejantes a los grupos preclásicos de la Costa del Golfo, estas
gentes practicaban la deformación del cráneo, del tipo tabular obli­
cua o fronto-occipital, a la vez que se mutilaban los dientes cortán­
dolos o aserrándolos de varias maneras; iniciaron el aprovechamien­
to de las fibras textiles, principalmente el algodón, para la confección
de prendas sencillas como bragueros y faldillas. La presencia de
sellos de barro indica tal vez el uso de la pintura corporal; posible­
mente se practicó la desnudez y el tatuaje.
Habitaban en chozas de bajareque, es decir, construidas con pare­
des .de troncos, lodo y techos de palma o zacate; hay algunas plata­
formas con núcleos de tierra y revestimiento de piedra, las cuales
pudieron servir como bases de las chozas. En algunos lugares, como
en Chiapa de Corzo y Uaxactún, se comienzan a edificar basamen­
tos escalonados pa1a templos, con recubrimientos de piedra irregu­
lar, cantos de río y estuco; no es improbable que los caseríos se
agruparan alrededor de esas construcciones religiosas, anunciando
lo que serán los centros .ceremoniales del Clásico.
Aunque en esta época se trabaja la piedra, el hueso, la• obsidiana
y el jade, como se advierte en los metates y manos de piedra vol­
cánica; navajas, punzones, puntas de proyectil y cuentas para co­
llares, la principal artesanía es la alfarería y la manufactura de
figurillas; habiendo en términos generales un periodo en el cual
predominan los tipos monocromos, entre ellos, roja pintada, café
amarillenta, rojiza burda, café pulida, negra .pulida, negra con bor­
des blancos, blanca y gris pulida, naranja natural, rojo sobre crema
o blanco y roja pulida.
Las vasijas pueden ser en forma de tecomates, ollas con bordes
salientes, jarras con bases planas, cuencos con bordes volteados hacia
afuera, ollas con gajos como de calabazas, incensarios con base
anular como copas, vasijas con vertedera sencilla, incensarios con
tres picos, vasijas efigie, patojos y vasijas o botellones con asa de
estribo; hay motivos geométricos colocados en zonas o paneles, a
veces delimitados por incisión, y técnicas decorativas como la im­
presión de uña, rocker-stamp liso o dentado, impresión de cuerda,
decoración rugosa o estriada, pulimento de palillos, incisión fina y
profunda, punzonado y pintura iridiscente a manera de negativo
nuboso o Pre-Usulután.
Otros rasgos de este primer periodo proto-maya, de 1500 a 800
años A.c., serían las figurillas con ojos perforados, similares a las
de la Costa del Golfo; sellos de barro con agarraderas; silbatos
zoomorfos; figurillas representando monos; orejeras de barro; pie­
dras-hongos, y entierros con escasas ofrendas, en las cuales hay
navajas de obsidiana, metates y manos, punzones de hueso, hachas
de serpentina, y restos o evidencias de petates, cestería, cuerdas,
etcétera.

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140 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

El segundo periodo, de 800 a 200 años A.c., muestra en la cerá­


mica un desarrollo del periodo anterior, con cierta tendencia a la
bicromía y continuación de algunos tipos monocromos; pueden ci­
tarse la cerámica negra con bordes o manchas blancas, · la naranja­
cafetosa con negativo nuboso, negra y gris pulidas, roja y café pulidas,
blanca y crema pulidas; lo mismo que cerámica rojo sobre blanco,
rojo sobre café amarillento, rojo sobre crema, rojo sobre naranja,
café negruzco, naranja incisa, roja pintada, y crema burda.
Entre las formas puede haber vasijas silbadoras, incensarios con
mangos, jarras· con achaflanaduras, vasijas efigie, platos con anchos
bordes acanalados, cajetes de silueta compuesta, platos de base
plana con bordes hacia afuera, ollas con altos cuellos, jarras tipo
floreros; y se inician los rebordes labiales y basales, las vasijas tetrá­
podes y los soportes mamiformes; sobresaliendo en la decoración
los motivos geométricos incisos, acanaladuras y negativo nuboso o
Pre-Usulután.
Otros rasgos son las figurillas con ojos perforados, figurillas zoo­
morfas, figuras huecas sedentes, sellos de barro, orejeras tubulares,
entierros con ofrendas, tubos de copal, vasijas miniatura talladas
en ónix o alabastro, brazaletes, collares, narigueras y conchas incisas;
se inician las construcciones de piedra con revestimiento de estuco,
los montículos de tierra, y el uso de grandes mascarones serpentinos­
jaguar, con bastante influencia olmeca.
Lo anterior indica que por los finales del Preclásico Superior los
grupos tienen ya una organización más desarrollada, con el inicio de
sacerdotes y cultos relacionados con la lluvia y las labores agrícolas;
a la vez que el culto a los muertos está también en proceso de
desarrollo, ya que aparecen algunas tumbas con ofrendas más ricas.

EL NACIMIENTO DE LA TRADICIÓN CULTURAL MAYA

( Periodo Transicional: 200 A.c., a 250. n.c.)


Después de la etapa proto-maya, en varios lugares de la región
comienzan a aparecer algunos rasgos que luego caracterizarán a la
cultur� maya propiamente dicha, y así, Chiapa de Corzo tiene un
periodo conocido como Guanacaste o Chiapa de Corzo v, de 250
a O A.c., el cual se caracteriza por la cerámica roja pulida, café y
negra pulida, bayo y rojiza burda, negra con borde blanco pintado
y vasijas bicromas; continuándose los platos con anchos bordes aca­
nalados, vasijas de silueta compuesta, vasijas con rebordes labiales
y basales, a veces con decoración de efigies; a la vez que en la
arquitectura hay el uso de adobes y piedra cortada, lo mismo que
plataformas y balaustradas.

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REGIÓN DE LA ASTRONOMÍA, MATEMÁTICAS Y ARQUITECTURA 141

A continuación viene el periodo Chiapa de Corzo VI, conocido


también como Horcones� de O a 100 o.e., habiendo vasijas
tetrápodes con soportes mamiformes, vasijas efigie, vasijas con una
capa de estuco y pintadas al fresco, vasijas con decoración negativa
tipo Usulután de El Salvador, y vasijas con vertederas. En el aspecto
de la arquitectura hay plataformas con revestimiento de piedra, ha­
bitaciones con techos planos y paredes de mampostería, basamentos
y tumbas con ofrendas; los entierros pueden ser flexionados o se­
cundarios, con cerámica, grandes cuchillos de obsidiana, ornamentos
y huesos humanos con bajorrelieves.
En el montículo 1 de Chiapa de Corzo se encontró una tumba
hecha de adobe con techo de lajas y losas de piedra caliza, dentro
de la cual descansaba el esqueleto de un individuo viejo; y éste tenía
un mango de lanza decorado con dientes de tiburón, una gran hoja
de obsidiana, varias orejeras decoradas con mosaico de pirita, orna­
mentos de concha y piedra, vasijas tetrápodes con estuco pintado de
rojo, verde y amarillo, así como otros objetos� Sin embargo, de gran
importancia eran dos huesos labrados, encontrados junto a otros
huesos sin labrar, pero cortados -y pulidos; mostrando uno de es­
tos huesos un diseño serpentino, semejante a los que aparecen en
Izapa y Kaminaljuyú, con figuras barbadas, volutas, círculos y otros
elementos decorativos con influencia olmeca. 13
Por último, puede mencionarse el periodo Chiapa de Corzo VII,
conocido también como Istmo, de 100 a 250 o. c., el cual es una
continuación del periodo anterior, y se caracteriza por la cerámica
negra con bordes blancos pintados, cerámica policroma, vasijas te­
trápodes von soportes mamiformes huecos; y basamentos con escali­
natas, habitaciones dobles con columnas en las entradas, plataformas,
entierros flexionados y restos de cremación.
En Mazatán, Chiapas, el periodo v corresponde a esta época, y
se caracteriza por la cerámica negra con bordes blancos, roja pinta­
da, negro-naranja . veteada, rojo oscuro pulido, crema con manchas
negras y r9ja amarillenta; hay vasijas con rebordes labiales y basales
montículos de tierra, y entierros dentro de ellos.
En Padre Piedra, Chiapas, se continúa la ocupación del periodo
anterior, y tal vez a esta época corresponde el monolito· con influen­
cias olmecas descrito anteriormente; guarda esta lápida o estela
muchas semejanzas con la lápida de Viejón, Veracruz, con los relie­
ves de Chalcatzingo, Morelos, con las lápidas de La Venta, Tabasco
y con las de Chalchuapa, El Salvador; a la vez que con los mono­
litos de Tonalá e lzapa, Chiapas.
En la costa del Pacífico, de Chiapas, Tonalá presenta una lápida
similar conocida como "El Soldado", y hay varios monolitos con
1a Dixon, 19 59.

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142 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

influencia olmeca, estelas lisas y cerámica y estructuras de piedra


cortada que pueden corresponder a esta etapa transicional a la
cultura maya; mientras que en lzapa hay cerámica relacionada con
Chiapa de Corzo iv-vm, montículos de tierra y construcciones con re­
vestimiento de, cantos de río, lápidas y monolitos con bajorrelieves
de fuerte influencia olmeca, los cuales forman un estilo local que
se extiende por la costa del Pacífico chiapaneco, y que penetró en
la costa de Guatemala, dando lugar al estilo del Departamento de
Escuintla.
En Kaminaljuyú, Guatemala, la fase Miraflores se distingue por
la arquitectura cívico-religiosa, habiendo plataformas y basamentos
de tierra recubiertos con lodo, sobre los cuales se asentaban edifi­
cios. hechos de materiales deleznables; y estas construcciones se
comenzaban ya a alinear o agrupar alrededor de plazas rectangula­
res, anunciando el patrón de centro ceremonial típicamente maya.
También se han encontrado tumbas con ricas ofrendas, entre
ellas ornamentos de concha, hueso y jade; espejos de pirita; máscaras
en mosaico de jade; vasos con incisión fina; platos trípodes con
anillo basal; vasijas estucadas y pintadas al fresco; platos vertedera;
cerámica negativa Usulután; cerámica marfil con soportes mami­
formes tetrápodes; figurillas con ojos perforados; jarras silbadoras;
lo mismo que cerámica blanca pulida incisa; roja incisa fina; café
negruzca con incisiones; platos con bordes acanalados; vasijas con
rebordes labiales, mediales y basales; vasijas con vertederas y otras
muchas modalidades. 14
En sitios de Guatemala como Cambote, Río Blanco, El Portón,
Santa Elena, Chinchilla, etcétera, Smith ha encontrado estructuras
de piedra que corresponderían a esta época que venimos tratando;
mientras que en Uaxactún se continúa la ocupación del lugar, con
relaciones cerámicas muy estrechas con Holmul, San José, Mountain
Cow, Benque Viejo, Tikal, etcétera.
Así, en Uaxactún se ha incluido un periodo llamado Matzanel,
el cual ocurre principalmente de 200 A.c. a 200 o.e. caracte­
rizándose por la cerámica rojo y negro sobre naranja, roja
pulida, naranja pulida, estucada con pintura al fresco en colores
verde, rosa y rojo subido; a la vez que hay vasijas con rebordes
labiales y basales, soportes mamiformes, soportes carrete, vasijas te­
trápodes, vasijas con anillo basal, asa vertedera doble, acanalado,
etcétera.
Este periodo se relaciona con Holmul 1, sitio cercano a la fron­
tera entre el Petén guatemalteco y Belice; hay entierros con ofren­
das, cerámica policroma, roja pintada y pulida, blanca pulida, naran­
ja laca, y otras modalidades. Entre las formas hay vasijas de silueta
14 Sbook, 1951.

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REGIÓN DE LA ASTRONOMÍA, MATEMÁTICAS Y ARQUITECTURA 143

compuesta, soportes carrete, vasijas efigie con vertedera, base anular,


vasijas tetrápodes con soportes de cascabel, ollas con vertederas, ollas
con gajos como de calabazas, vasijas pintadas al fresco en colores
verde, rosa y rojo; lo mismo que cajetes o cuencos de base plana,
vasijas tetrápodes mamiformes, y algunas variantes más. 15
Otros rasgos de Holmul I son: orejeras de jade, huesos pintados
de rojo y verde, espinas de manta raya, ornamentos de concha,
cuchillos de obsidiana, cuentas de piedra y de jade, puntas de pro­
yectil y fragmentos de mica; lo mismo que anillos y aros de concha,
pirita, dientes o colmillos d� animales, dientes humanos con incrus­
taciones de pirita, trabajo en pizarra," figurillas y bolas de barro.
Al parecer, Holmul guarda más relaciones con Belice y El Sal­
vador; puede mencionarse el sitio llamado Cerro Zapote en El
Salvador, en el cual, debajo de una capa de ceniza volcánica, se
encontraron figurillas con los ojos perforados, vasijas con anchos
bordes hacia afuera, cerámica negruzca opaca, naranja pulida, negra
pintada y negativo Usulután, lo mismo que vasijas con soportes
mamiformes, anillo basal, vasijas tetrápodes y otros rasgos.
En las recientes excavaciones de Tikal, Guatemala, se ha podido
establecer una larga ocupación que arranca desde los tiempos Pre­
clásicos, cuando menos desde 700 años A.c.; habiéndose establecido
los periodos Eb Tzec, Chuen, Cauac y Cimi, los cuales cu­
bren un lapso desde 700 A.c., hasta 250 D.c. En el periodo Chuen,
de 300 a 200 A.c., hay cerámica negra sobre rojo, brazaletes con
cuentas de concha, pendientes de concha grabadas, figurillas
con ojos perforados, típicamente de la costa del Golfo de México,
y estructuras por debajo de edificios del Clásico; mientras que
en el periodo Cauac, de 200 A.c. a 50 D.c., hay cerámica roja
pulida, rojo sobre naranja negativa, negro sobre naranja, negra in­
cisa y negro sobre rojo, en forma de jarras con acanalado y rebordes
labiales, mediales y basales, vasos tetrápodes, ollas con vertedera
sencilla y otras modalidades. 16
También hay vasijas negras pulidas con una capa de estuco y
pintura al fresco en colores· rosa y verde; basamentos con mascarones
estucados, semejantes a los de Uaxactún; fachadas y tumbas con
paredes estucadas y pinturas en negro y rojo principalmente; con­
tinuándose en el periodo Cimi, de 50 a 250 D.c., algunas de las
características del periodo anterior.
Por último, podríamos mencionar algunos lugares de Yucatán,
como Chichén Itzá, Mayapán, Dzibilchaltún, Kabáh, Sayil, etcétera,
en los cuales hay cerámica y subestructuras que corresponderían a
esta etapa; o sea ·que la . región maya ha seguido su desarrollo cultu-
15 Merwin y Vaillant, 1932.
10 Coe, 1965.

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ral; llegando al establecimiento de algunos rasgos que pasan a integrar


la tradición propiamente maya durante el Clásico Temprano.
Así, en el aspecto de la arquitectura, se cuenta ahora con estruc­
turas arregladas alrededor de plazas rectangulares, principalmente
plataformas para habitaciones y basamentos escalonados y montículos
para templos; hay basamentos con las esquinas arremetidas y esca­
linatas decoradas con mascarones estucados, los cuales soportaban
templos o santuarios hechos de bajareque o de mampostería. Tam­
bién hay montículos de tierra con revestimiento de lodo; platafor­
mas con revestimiento de piedra cortada; cuartos o habitaciones
sencillas o dobles con techos planos, a veces con columnas en las
entradas; lo mismo que estructuras con revestimiento de cantos de
río y rampas; y los santuarios pueden tener la fachada central de­
corada con pinturas de personajes y algunos jeroglíficos.
De hecho, en esta etapa se inicia el urbanismo, el cual caracteri­
zará a los centros ceremoniales mayas del Clásico Temprano; puede
mencionarse a Tikal, Uaxactún, Piedras Negras, Chiapa de Corzo,
Izapa, l<aminaljuyú, Dzibilchaltún, Altar de Sacrificios, Holmul,
Mayapán, etcétera, los cuales poseen rasgos como los ya menciona­
dos, y de los cuales saldrán las características propias de los grupos
mayas que se distinguirán pur sus variantes estilísticas locales.
En relación con la arquitectura aparecen ahora las tumbas de
adobe con techos de losas calizas; las tumbas o cámaras con paredes
estucadas y pintadas con figuras humanas y jeroglíficos; hay en­
tierros flexionados, entierros secundarios, restos de cremación, entie­
rros de decapitados, y uso del cinabrio y pintura verde sobre los
muertos, los cuales eran acompañados de suntuosas ofrendas.
En el terreno del arte podemos decir que prevalece un estilo
arcaizante con fuertes influencias olmecas, del cual se derivan otras
tantas manifestaciones localei, y así, tenemos los mascarones estuca­
dos de seres grotescos serpentino-jaguares de Uaxactún, Piedras Ne­
gras y Tikal, tal vez con antecedente en las representaciones cerá­
micas del periodo Las Charcas de Kaminaljuyú, pero derivados del
arte olmeca que penetra en Chiapas, costa del Pacífico y Altos de
Guatemala, pasando al Petén guatemalteco.
Así, en sitios de Chiapas hay lápidas o estelas con bajorrelieves,
representando personajes con rasgos olmecoides, individuos esquelé­
ticos, escenas de decapitados, personas comerciando bajo una ceiba,
animales como el cocodrilo, y otros seres monstruosos relacionados
tal vez con la tierra; lo mismo que estelas lisas; grandes piedras
aprovechadas para tallar en ellas figuras de animales con motivos
geométricos y jeroglíficos; cabezas monolíticas; esculturas de jagua­
res apoyados en las patas traseran como danzando; y el inicio de
altares asociados a estelas, al frente �e los montículos y plataformas.

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REGIÓN DE LA ASTRONOMÍA, MATEMÁTICAS Y ARQUITECTURA 145
En Chiapas, desde Tonalá a Izapa, se observa una corriente de
influencia olmeca tanto en la escultura como en la cerámica y figu­
rillas, lo mismo que objetos llevados por comercio a varios puntos
de la Depresión Central; sale de allí un estilo local chiapaneco,
caracterizado por las lápidas, altares y estelas talladas en bajorrelieve,
pero sin jeroglíficos, por lo regular, dentro de la técnica e inspiración
o]meca.
El estilo chiapaneco derivado de lo olmeca penetra en la costa
guatemalteca del Pacífico y en el Departamento de Escuintla logra
ciertas variantes locales; aparecen las cabezas colosales talladas en
piedra y con fuertes rasgos olmecoides, como las de El Baúl, Monte
Alto, El Palmar y Obero; las cabezas de jaguar con rasgos conven­
cionales; las figuras de seres humanos rechonchos y obesos con las
manos sobre el pecho, sedentes y con las piernas cruzadas, fuerte­
mente olmecas; y las lápidas representando figuras humanas y de
animales, esqueletos, calaveras, volutas de la palabra, jaguares, etcé­
tera, que se continúan en el Clásico Temprano de varios sitios de
esa zona. 17
A su vez, de este estilo de Escuintla se derivan las cabezas de
jaguares esquematizados de El Salvador, y las esculturas con pedesta­
les y espigas de Nicaragua y Costa Rica; mientras que en los Altos
de Guatemala se continúa el estilo en algunas lápidas y estelas de
Kaminaljuyú y otros lugares, de donde pasa a tierras bajas del Petén
guatemalteco.
La fuerte corriente de influencia olmeca que ocurre durante el
Preclásico Superior, de 800 a 200 años A.c., se manifiesta en Chiapa de
Corzo, Izapa, Ocozocuautla, Tonalá, Padre Piedra y otros lugares
de Chiapas; en El Baúl, San Isidro Piedra Parada, Uaxactún y Ciu­
dad de Guatemala; en Chalchuapa, El Salvador, y en Guanacaste,
Costa Rica; en . donde hay cerámica, figurillas, idolillos de jade, es­
culturas y objetos llevados por comercio; pero después la influencia ,
olmeca produce el estilo local chiapaneco, el cual pasa a Guatemala,
dando propiamente el estilo maya del Clásico Temprano.
En el aspecto tecnológico, los grupos de esta época tallan la obsi­
diana para obtener puntas de proyectil y hojas o cuchillos; trabajan
la concha para producir brazaletes hechos de varios hilos de cuentas,
collares, anillos y aros, pendientes con motivos grabados y otros
ornamentos; labran el hueso, a veces con bellos bajorrelieves; tallan
el jade en forma de cuentas para collares, máscaras por la técnica
del mosaico y orejeras; a la vez que hacen espejos de pirita, orejeras
con mosaico de pirita, incrustaciones de pirita en los dientes; y
11 Richardson, 1940.

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146 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

aprovechan los· dientes de tiburón y colmillos de animales, las espi­


nas de manta raya, la mica, el cuarzo, la pizarra y el pedernal.
En la cerámica se inician los elementos propiamente mayas, o
rasgos precursores del clasicismo temprano; pueden mencionarse la
cerámica policroma, las vasijas estucadas y pintadas al fresco, el ne­
gativo Usulután de El Salvador, los soportes carrete o pedestal, las
vasijas tetrápodes mamiformes, y basales, a veces decorados con efi- ·
gies, y. el fileteado de los motivos decorativos con pintura blanca
y negra.
La mayoría de estos rasgos forman el complejo "Q" de Vaillant,
y son típicos de varios sitios mayas, entre ellos Holmul, San José,
Mountaiµ Cow, Barton Ramie, Tikal, Uaxactún, Kaminaljuyú, et­
cétera.
Sin embargo, en casi todos los sitios de la región maya hay cerá­
mica roja, café, negra, rojiza, marfil, blanca y naranja pulidas; lo
mismo que negro sobre naranja, rojo sobre naranja, negro· sobre
rojo negativo, rojo y negro sobre naranja, y varios tipos incisos,
sobresaliendo los platos con anchos bordes acanalados, vasijas de
silueta compuesta, vasijas efigie con vertederas, vasos incisos, platos
trípodes con anillo basal, jarras silbadoras, jarras con acanaladuras
y rebordes, o molduras en las vasijas.
En resumen, durante esta etapa transicional o protoclásica se ad­
vierte en la región maya un gran adelanto cultural, con grupos
organizados y capaces de construir basamentos para templos, plata­
formas y habitaciones, plazas, santuarios y otras estructuras menores;
existiendo ya un sacerdocio incipiente, nobles y señores de importan­
cia, artesanos especializados, agricultores, comerciantes, etcétera, o
sea que se está a un paso de la organización teocrática que caracte­
rizará a los mayas del Clásico.
Lo anterior se refleja también en las tumbas de personas impor­
tantes con ricas ofrendas; en los reJieves de las estelas y lápidas; en
la calidad de los ornamentos encontrados, y en general en todas las
manifestaciones artísticas; inícianse también el calendario y las ob­
servaciones astronómicas, como se· indica en la Estatuilla de Tuxtla
( 162 n.c.), en la Placa de Leyden, en la estela 1 de El Baúl ( 41 n.c.),
en los jeroglíficos pintados en una tumba del periodo Cauac de Ti­
kal, en una estela del periodo Miraflores de Kaminaljuyú, y eµ otros .
monumentos más, cuyos glifos tienen ya las características propia­
mente mayas.
Aunque las poblaciones eran fundamentalmente agrícolas, desde
esta época se observa un comercio intensivo, entre el Petén guate­
malteco y los Altos de Guatemala, y entre las tierras altas y la costa
del Pacífico; pueden citarse el jade, la mica, la piedra volcánica, el
cuarzo, el pedernal, las conchas, las espinas de manta raya, los dien­
tes de tiburón, la hematita, etcétera, que eran intercambia_dos por los

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REGIÓN DE LA ASTRONOMÍA, MATEMÁTICAS Y ARQUITECTURA 147

grupos de la región, localmente y a través de mercaderes interme­


diarios.
Por 250 o.e., muchos sitios de la región han alcanzado práctica­
mente el urbanismo, el culto a las estelas y altares, la cerámica poli­
croma, el conocimiento del calendario, la escritura y numeración de
puntos y barras, la pintura al fresco, las prácticas funerarias, desarro­
lladas, y otros logros culturales que anuncian el advenimiento de lo
maya clásico; faltando solamente el arco falso o bóveda salediza y el
culto formal a las estelas, ya C:: �ntro del estilo maya, cosa que ocurre
entre 250 o.e. y 300 n.c., ya que la más antigua estela de Tikal se
fecha en 292 o.e.

EL AUGE DE LA TRADICIÓN CULTURAL MAYA


(Periodo Clásico: 250 a 900 n.c.)

El verdadero desarrollo y apogeo de la cultura- maya puede ser di­


vidido en un Clásico Temprano, de 250 a 600 o.e., y en un Clásico
Tardío, de 600 a 900 n.c.; caracterízanse ambos periodos por el cul­
tivo intensivo del maíz y de otras plantas fundamentales a la alimen­
tación; por la existencia de grandes núcleos de población; por los cen­
tros ceremoniales o religiosos; por una casta sacerdotal que ejerce el
poder político, espiritual y comercial; lo mismo que por el desarrollo
de los conocimientos astronómicos y matemáticos; por una religión
compleja y por el desarrollo de un arte escultórico y pictórico, enri­
quecido a través de varios estilos locales.
En el amplio territorio maya la Zona Central toma primero la de­
lantera en el desarrollo cultural del clásico, sobresaliendo en la arqui­
tectura y los cómputos calendáricos, en las observaciones astronómicas
y el culto a las estelas, en el modelado en estuco y la pintura mural;
menciónase a Tikal, Uaxactún, Palenque, Yaxchilán, Piedras Negras,
Altar de Sacrificios, Holmul, Bonampak, etcétera, los cuales elaboran
una serie de elementos que distinguen a los grupos mayas de esa zona.
La zona Sur, o de las tierras altas, no llega a desarrollar una arqui­
tectura impresionante, pero cuenta con centros ceremoniales y ela­
bora una bella cerámica policroma y figurillas, que se llevan por co­
mercio e influyen sobre sitios de la zona central, y cuyos exponentes
más importantes fueron Chamá y Nebaj; mientras que la zona Norte
recibe influencias de las tierras bajas del Petén guatemalteco, pero
en el Clásico Tardío desarrolla el notable estilo Puuc o de la serra­
nía, que se caracteriza por sus edificios con fachadas decoradas en
mosaico de piedra, y por la cerámica pizarra yucateca.
Durante el Clásico Temprano los principales logros culturales se
observan en la zona central, como los bellos bajorrelieves de las este-

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148 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

las y dinteles, la arquitectura de piedra con el uso del arcQ falso o


bóveda salediza, la matemática y el calendario desarrollado, máximo
aprovechamiento de los recursos agrícolas y naturales, arte esencial­
mente naturalístico, gran maestría en las técnicas artesanales, y en
general un tipo de cultura altamente intelectual y de gran calidad
estética; mientras que durante el Clásico Tardío la zona Norte es la
que sobresale, gracias a la integración de la cultura Puuc.
Partiendo de las poblaciones mayas que ocupaban la Península de
Yucatán durante el Clásico Temprano, y que habían recibido estímu­
los de las tierras bajas del Petén guatemalteco, comienza a desarro-
. Ilarse el estilo Puuc como variante cultural local de gran fuerza; gra­
cias a los aportes de grupos de los chenes e influencias o grupos lle­
gados de la costa guatemalteca del Pacífico; integrándose la cultura
y alcanzando su apogeo de 600 a 900 n.c., pero la cual sobrevive
algún tiempo más, y se mezcla con los primeros grupos mexicanos
que llegan a Yucatán.
En otras palabras, por los finales del Clásico Temprano el estilo
Río Bec y el estilo Chenes han alcanzado la Península de Yucatán,
y los grupos reciben estímulos de la costa guatemalteca del Pacífico;.
siendo la conjunción de estos elementos, más el substrátum de po­
blación clásica maya existente, los que producen a la cultura del
Pune, la cual crea un estilo arquitectónico y artístico que por los fi­
nales del Clásico Tardío ha influido hasta en la cultura tolteca de
Tula, Hidalgo, y ha desarrollado una serie de elementos que han
sido confundidos con rasgos de los toltecas.
Así, entre los elementos característicos del Puuc pueden mencio­
narse fachadas decoradas con mosaico de piedra, tanto en diseños
geométricos como en forma de mascarones del dios de la lluvia, que
tienen sus antecedentes en Río Bec y los Chenes; uso de. la columna
monolítica con capitel, que primero se usa en Edzná, Campeche, y
otros sitios, pero hecha con revestimiento de piedra cortada; colum­
nillas y tamborcillos ornamentales que ocurren en lugares de los Che­
nes; atlantes o esculturas que sostienen las molduras de los frisos en
sitios de los Chenes, y que luego soportan altares en Yucatán; pin­
turas de estilo clásico de las tierras bajas, pero que muestran a sa­
cerdotes con máscaras de Chac y serpientes saliendo de sus bocas o
como parte del tocado e indumentaria, semejante a como ocurre en
las lápidas de Santa Lucia Cozumalhuapa, Guatemala; representa­
ciones de sacrificadores con grandes navajones de pedernal; estelas
tardías y jambas con guerreros semejantes a los que aparecen en las
pinturas de Mul Chic; cerámica pizarra de varios tipos, y otras par­
ticularidades.
La mayoría de estos rasgos que se observan en sitios como Uxmal,
Kabáh, Chacmultún, Sayil, Mul Chic, Labná, etcétera, adquieren
mayor desarrollo en Chichén Itzá, y así, el juego de pelota tiene ta-

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REGIÓN DE LA ASTRONOMÍA, MATEMÁTICAS Y ARQUITECTURA 149

bleros o paneles decorados con bajorrelieves, representando jugadores


de pelota decapitados, sacrificadores con grandes navajones 'de peder­
nal, personajes con bastones de madera y mangos terminados en ca­
bezas de serpientes, individuos con especies de yugos en las manos;
junto con pilares o column�s decoradas con guerreros, atlantes y otros
elementos que acusan un estilo tradicional del Puuc, pero que no
corresponde al arte tolteca, y tiene más relaciones con la costa del
golfo y la del Pacífico.
�n resumen, el auge de la cultura maya se manifiesta en dos pe­
riodos principales de evolución, y así, en la arquitectura se puede
hablar del desarrollo de los centros ceremoniales o religiosos, sosteni­
dos tanto por la población residente como por poblaciones vecinas
aleatorias, las cuales construyen conjuntos de edificios distribuidos
por lo general alrededor de plazas rectangulares, y de preferencia en
terrenos algo elevados; con basamentos escalonados o piramidales
para templos, habitaciones y palacios para la clase gobernante, ado­
ratorios y altares, juegos de pelota, temazcales o baños de vapor, pla­
taformas ceremoniales, caminos o calzadas de piedra y otras estructu­
ras menores.
Los templos pueden tener de uno a cuatro cuartos o crujías, con
. paredes de piedra cortada y revestimiento de estuco, rara vez con te­
chos de palma y a menudo con techo de bóveda salediza o arco falso;
apoyándose sobre el techo, y cargando sobre los muros laterales o
centrales, altas cresterías o peines, tanto como ornamentación como
para fines de perspectiva visual. En algunos lugares las fachadas de
los templos y palacios eran decoradas con figuras estucadas y pinta­
das con colores briilantes.
En la construcción se utilizó un mortero de cal y sascab, suma­
mente resistente y compacto; se utilizó también la piedra cortada,
regularmente colocada en forma cuatrapeada; y las paredes pudieron
ser verticales o ligeramente desplomadas, con ángulos o esquinas per­
fectamente a escuadra. Algunos edificios teníari jambas y dinteles de
piedra beIIamente decorados con bajorrelieves, estucados y pintados,
en tanto que otros tenían dinteles de madera de zapote, tailados en
relieve.
Durante el Clásico Tardío se continúan varias de estas caracterís­
ticas, pero aparecen otras nuevas; pueden mencionarse las torres
ornamentales que caracterizan el estilo de Río Bec, los grandes mas­
carones que enmarcan las entradas de los edificios, las fachadas de­
coradas con motivos geométricos o con mascarones del dios de la
lluvia, en mosaico de piedra; columnas con capitel, cornisas y moldu­
ras decoradas, atlantes en los frisos, arcos de entrada en los centros
ceremoniales y otros rasgos que caracterizan a las ciudades del Puuc
y Chenes.

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150 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

En el terreno del arte se obtiene el más alto desarrollo de la escul­


tura tanto en bulto como en bajorrelieve; en el tallado de madera,
concha, hueso, piedra caliza, pedernal y jade; en el modelado en ar­
cil1a y estuco; en el tejido y la cestería; en la cerámica, mosaico de
piedra y pirita; en la pintura mural y otras artesanías menores; inte­
grándose un estilo propio fuertemente realista, de carácter decorativo
y simbólico, con variantes locales que distinguen a los sitios de las
tres zonas fundamentales mayas.
Así, las más grandes estelas y altares se labran en Quiriguá, Hon­
duras; las mejores figuras e inscripciones en estuco se hacen en Pa­
lenque, Chiapas; la mejor cerámica policroma proviene de Chamá y
Nebaj, Guatemala; las más realistas y delicadas figurillas de barro se
modelan en Jaina, Campeche; y también sobresalen las· pinturas mu­
rales de Bonampak, Chiapas; los jades tallados del Usumacinta; los
más altos basamentos de Tikal, Guatemala; los más bellos dinteles en
Yaxchilán y las más preciosistas fachadas en los sitios del Puuc.
En la alfarería predomina la cerámica policroma con motivos natu­
ralistas de animales, bandas de jeroglíficos, y escenas de caza, de co­
mercio, ceremoniales, de guerra, etcétera; combinando los colores
naranja, rojo guinda, negro, crema, amarillento, blanco y café; hay
también cerámica rojo sobre naranja, negra acanalada, gris pulida,
naranja pintada, naranja sobre crema y otras variantes. Entre las
fom1as, hay ollas para cocinar y acarrear agua, platos muy bajos como
comales, cuencos de bases esféricas o planas, vasijas efigie, vasos sen­
cillos, vasos trípodes a veces con tapas, jarras con base anular y forma
de barril, platos trípodes y tetrápodes; lo mismo que soportes carrete,
soportes mamiformes, rebordes labiales y basales, vasijas pintadas al
fresco y otras más, obtenidas por comercio.
En el Clásico Tardío predomina en la Península de Yucatán la
cerámica pizarra con engobe jabonoso o translúcido, pudiendo ser de
color marfil con finísimas estrías o cuarteaduras, grisácea con bordes
decorados con pintura chorreada, y con apariencia de negativo; pre­
dominan las ollas y cántaros con asas, los cuencos o tazas con anillo
basal, los ·platos trípodes con soportes de botón o cónicos muy bajos,
y vasos sencillos lisos o decorados con relieves.
Las figuras de señores principales, sacerdotes, gobernantes, esclavos,
cautivos de guerra, etcétera, que dominan la composición decorativa
en las estelas y dinteles; las escenas de comerciantes llevados en lite­
ras o hamacas, de cargadores, de cazadores, de tributos a los jefes o
señores, que se observan en los vasos policromos; y las representacio­
nes de jefes sentados en sus tronos, jugadores de pelota, tejedoras,
sacerdotisas, etcétera, que se ven en las figurillas modeladas y mol­
deadas, indican que la sociedad maya estaba organizada en clases so­
ciales o estamentos, fuertemente estratificada, y bajo el dominio de

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REGIÓN DE LA ASTRONOMÍA, MATEMÁTICAS Y ARQUITECTURA 151

una casta sacerdotal que ejercía el poder político y el comercio, lo


mismo que el conocimiento y la enseñanza de la ciencia de entonces.
La orientación de los edificios y plazas de acuerdo con los puntos
cardinales; la colocación de algunas estructuras arregladas para obser­
vaciones astronómicas y que determinaban los equinoccios y solsticios;
las inscripciones jeroglíficas de las estelas, altares y escalinatas; la
numeración de puntos y barras; los jeroglíficos pintados en paredes
y tumbas; las representaciones de cómputos calendáricos adicionales
o correcciones secundarias; y glifos de días, meses, estelares, de Ve­
nus, etcétera; indican un alto desarrollo de la astronomía, el calen­
dario, las matemáticas y la escritura comunes a casi todos los sitios
de la región maya.
Y en relación con estos conocimientos estaba el culto a los muer­
tos, la creación de dioses patrones, el sacrificio, los rituales, el sacer­
docio, los novicios, las fiestas ceremoniales y otros aspectos propios
de las verdaderas civilizaciones; a la vez que el comercio se inten­
sificaba, las materias primas y productos eran más variados y se in­
tegraban los mercados y una administración capaz de controlar el
orden en ellos.
Al respecto puede mencionarse que en algunas tumbas de Kami­
naljuyú, Guatemala, se han encontrado objetos de Veracruz, de Teo­
tihuacán y de las tierras bajas del Petén; que las tumbas y algunos
edificios de ese mismo lugar tienen el típico tablero y talud teoti­
huacano; que en Tikal se han encontrado vasos trípodes con tapa y
vasijas decoradas al fresco llevadas de Teotihuacán; que los vasos de
alabastro del Ulúa eran altamente cotizados, y que también se inter­
cambió cerámica anaranjada delgada, anaranjada fina, pizarra yu­
cateca y otros objetos más; de tal modo que la región maya tenía
fuertes contactos con el Altiplano Central de México y una verda­
dera interrelación entre las zonas Norte, Centro y Sur.

SUPERVIVENCIA Y DECADENCIA DE LOS MAYAS.


( Periodo Postclásico: 900 a 1517 D.c.)

El estilo de vida clásico de los mayas sufrió un cambio notable


durante esta etapa; puede decirse que la teocracia y la religión ceden
su lugar a un militarismo asociado débilmente al sacerdocio. En el
Periodo Temprano, de 900 a 1200 D.C., hay fuertes influencias de los
toltecas en fa. Zona del Norte, mientras que en el Periodo Tardío,
de 1200 a 1517 D.c., hay una absorción de los elementos mexicanos
y una verdadera decadencia en todos los aspectos de la cultura.
Los toltecas de Tola, Hidalgo, que habían recibido influencias de
los mayas del Pune, como la decoración de tamborcillos y columni-

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152 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

llas que tenía el Palacio Quemado; el concepto de las columnatas o


pórticos, ya que en el Altiplano Central sólo se conocían pilastras
de mampostería o columnas de adobe y piedra; los atlantes; tal vez
los frisos decorados con procesiones de jaguares, y las ideas de lápi­
das o pilastras decoradas con guerreros en bajorrelieve fundan su
capital por 900 n.c., con gentes nahuas, otomíes, teotihuacanas y no­
noalcas o mayas; fundiendo esos elementos en una cultura híbrida
que luego adquiere gran fuerza, y se extiende en otras direcciones,
a la vez que produce rasgos característicos que más tarde pasan a la
región maya, especialmente a Chichén Itzá.
En la zona Central los grandes centros ceremoniales han sido aban­
donados por los fines del clásico, debido al sistema agrícola intensivo
que ha empobrecido las tierras y ha motivado que los centros se
extiendan cada vez más en busca de nuevos terrenos de cultivo, es
decir, que la población campesina en crecimiento ha tenido que re.:
basar los límites que la sujetaban a sus centros, y ha invadido inclu­
sive los límites de otras ciudades; aunándose a ello los • conflictos
bélicos por la posesión de tierras, por rivalidades tribales, por la ex­
pansión comercial y otros factores; lo mismo que por un desequili­
brio en las sociedades teocráticas, falta de tributaciones, migración
de grupos y de artesanos, y presión de grupos foráneos que comen­
zaban cierta expansión imperialista, como lo fueron los toltecas.
En la zona Norte los grupos del Puuc han sobrevivido por su ju-­
ventud, han influido y colonizado buena parte de la Península de
Yucatán, y han desarrollado un estilo arquitectónico y artístico que
los lleva a la construcción de juegos de pelota con paneles en hajo
relieve, edificios circulares u observatorios, columnatas y pórticos, co­
lumnas y pilastras decoradas, altares con atlantes y otros rasgos más
que se observan especialmente en Chichén Itzá; viene luego la in­
fluencia tolteca, caracterizada por columnas en forma· de serpientes
emplumadas, con la cabeza como base y la cola como capitel; cabe­
zas de serpiente en los arranques de las alfardas de las escalinatas;
serpientes emplumadas intercaladas en la decoracióq. geométrica del
Puuc como se ve en Uxmal; y motivos serpentinos en los altares y
barandales, formando parte de la decoración.
También introducen los toltecas el culto a Ouetzalcóatl o Ku­
kulkán; los muros con taludes altos en la base; las1ápidas con el con­
cepto del hombre-pájaro-serpiente relacionado con Quetzalcóatl; las
plataformas de calaveras o tzompantlis; los chacmoles; la bóveda es­
calonada y los apoyos o columnas interiores para cargar el peso de
las vigas de los techos; todo ello hecho por artesanos mayas que están
bajo el dominio de los toltecas.
Este dominio tolteca que se refleja en Chichén Itzá, Uxmal, Kabah,
Izamal, Motul, Mayapán, etcétera, ha de haber ocurrido después de
10 50 n.c., asimilándose la cultura foránea y fusionándose en buena

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REGIÓN DE LA ASTRONOMÍA., MATEMÁTICAS Y ARQUITECTURA 153

parte ambas poblaciones; alcanza preponderancia Chichén Itzá y ri­


valiza c011 Mayapán y Uxmal, por lo cual se establece una álianza
entre las tres ciudades, por el año 1194 n.c.
Entre 900 y 1200 n.c., los temas religiosos del arte se transforman
en temas más bien narrativos, pues las pinturas muestran escenas de
batallas, figuras de guerreros, serpientes emplumadas, fauna marina,
etcétera; aparece la metalurgia, venida de Centro-América, cuyas téc­
nicas se adoptan, pero importando también la materia prima y ob­
jetos manufacturados.
También Se distingue el Periodo Temprano por la importación de
la cerámica plumbate o plomiza tipo Tohil de Guatemala; por la
cerámica anaranjada fina traída de Veracruz y Tabasco, la cual ins­
pira a los alfareros de Yucatán; por los vasos de ónix o alabastro,
procedentes tal· vez del Ulúa y Veracruz; por los discos decorados
con mosaico de turquesa, coi;icha y pirita, provenientes tal vez de la
Mixteca; pudiendo reforzarse la influencia oaxaqueña en la zona del
Norte, por la decoración de doble escapulario que presenta el Castillo
de Chichén Itzá, y los temas y estilo pictórico de Tulum y Santa
Rita en Belice, de inspiración mixteca.
Durante el Periodo Tardío ocurre la decadencia total de la cul­
tura maya; los centros se vuelven cacicazgos menores controlados por
jefes de provincia; aparecen las fortificaciones de piedra con entra­
das, como las de Mayapán, Chichén, Ichpaatún, Chacchob, etcéte­
ra; predominan los sacrificios humanos, las rivalidades tribales, y
Mayapán trae mercenarios mexicanos de Xicalango, con los cuales
controla el poder político durante cierto tiempo; decaen totalmente
la arquitectura, la escultura y la cerámica, lo mismo que otros aspec­
tos culturales.
La historia política de esta época ·puede ser narrada por los Chilam
Balames o libros profético-históricos recopilados en tiempos de la
conquista española; puede decirse que con la caída de Mayapán, por
1460 n.c., la prodigiosa cultura maya toca a su fin, aunque la pobla­
ción continúa subsistiendo hasta hoy.
Y a la llegada de los españoles "la cultura maya, muerta desde
hacía siglos en las provincias centrales y profundamente alteradas
por patrones y conceptos nahuas en las meridionales, estaba mori­
bunda en Yucatán, en donde los numerosos cacicazgos, enemigos en­
tre sí, no pudieron oponer a los conquistadores sino focos aislados
de· resistencia bélica. Sin embargo, la conquista total del país maya
no se realizó sino siglo y medio más tarde, con la toma de Tayasal
en el Petén guatemalteco, refugio de los itzaes". 18
18 Ruz, 1963.

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LA CULTURA MAYA

Aunque en la escultura, la pintura y las figurillas rescatadas por


la arqueología, se aprecia un tipo físico más alto que el maya actúal,
puede decirse que los mayas formaban un grupo bastante homogé­
neo, con características bien marcadas, y en parte relacionado con
los huastecos, totonacos y otros grupos costeños. En términos gene- .
rales el maya actual es de baja estatura y complexión robusta o
musculosa, pómulos salientes ojos oblicuos con pliegue epicántico
que le da la impresión de ojos almendrados, cabeza ancha o hiper­
braquicéfala con índices craneales que van de 85 a 93 e.e.; a la vez
que tienen el cabello negro y lacio, la piel cobriza, la nariz aguileña,
y un rasgo característico que es la mancha mongólica.
En tiempos prel1ispánicos los artistas idealizaron el tipo maya,
enfatizando algunos rasgos artificiales que practicaban para diferen­
ciarse de otros pueblos, y como símbolos de nobleza o de alta alcur­
nia, entre ellos la deformación del cráneo, la mutilación dentaria
y el tatuaje.
La deformación del cráneo se practicaba a los pocos días de nacida
la criatura, comprimiéndole fuertemente la cabeza entre dos tablillas
cóncavas, una sobre la frente y otra sobre el colodrillo u occipital,
y amarradas o ligadas convenientemente; obteníase en esta forma un
cráneo o cabeza alargada hacia atrás, y aplanada por delante, lo cual
acentuaba el perfil de la cara, prolongando la nariz con el plano de
la frente, como se ve en las estelas y figuras estucadas del arte maya.
Este tipo de deformación es conocido como fronto-occipital o tabu­
lar oblicua. 19
La mutilación dentaria se practicaba tanto entre los hombres como
entre las mujeres; hay ejemplos de dientes limados o aserrados en
forma de muescas, cola de golondrina, picos y dentados; siendo más
común la incrustación · de los dientes con discos de jade, pirita y ob­
sidiana, lo cual se hacía mediante perforaciones superficiales, fijando
los pequeños discos con algún pegamento todavía desconocido.
El tatuaje o escarificación fue una prerrogativa de los señores, sa­
cerdotes y guerreros distinguidos, y se usó principalmente sobre la
cara; aunque Landa refiere que los jóvenes se tatuaban hasta antes de
casarse; que las mujeres lo hacían de la cintura para arriba, excepto
los pechos; y que los guerreros se tatuaban el pulgar de los dedos
y las plantas de los pies. En algunas estelas se ven cautivos o prisio­
neros con tatuajes, y en las esculturas del Puuc y figurillas de Jaina
se ven varios de los diseños acostumbrados; parece que el tatuaje se
19 Morley, 194 7.

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REGIÓN DE LA ASTRONOMÍA, MATEMÁ'nCAS Y ARQUITECTURA 155

hacía con escarificadores de madera o hueso, lo mismo que con es­


pinas de manta raya y de otros peces. 20
Por los finales de la cultura maya, y de acuerdo con la Relación
de Landa, se acostumbraba la deformación de las piernas, no tanto
intencionalmente sino por la costumbre que tenían las mujeres de
cargar a los niños a horcajadas o "hetzmek", lo cual producía una
·arqueadura o curvatura de las piernas; y también se menciona que
se practicaba la bizquera o ·estrabismo intencional, colgando del ca­
be!lo una pelotilla que caía sobre la frente, lo cual producía en los
niños la desviación controlada de la vista.
Las madres acostumbraban quemar con paños calientes los rostros
de los niños para que cuando crecieran no tuvieran barba; puede
agregarse que los hombres se perforaban el labio inferior para co­
locar en la horadación bezotes de oro, plata o ámbar; y en general
todos se perforaban el lóbulo de las orejas y el tabique nasal, para
colgarse orejeras y narigueras.
En el aspecto de la indumentaria y el adorno personal, los mayas
usaban prendas a tono con su categoría social, habiéndose llevado
la vestimenta a un plano de gran refinamiento, aunque las prendas
de vestir fueran pocas; puede decirse que la calidad de las telas y la
belleza del tejido y motivos decorativos, hicieron que éstas fueran
un precioso artículo de comercio. Así, puede mencionarse que Colón
vio una barca de mercaderes mayas, los cuales llevaban preciosas pie­
zas de ropa, entre otras mercancías, y hay citas que indican el co­
mercio de prendas de vestir con lugares de Tabasco, el Ulúa y
Centro-América.
Aunque los Yestidos se hacían principalmente de algodón, tam­
bién se aprovecharon las plumas de guacamaya y de quetzal, lo mis­
mo que el henequén y el c:áñamo silvestre; habiendo adquirido tanta
importancia el tejido entre los mayas, que la hechura de los vestidos
sacerdotales estaba a cargo de las mujeres, adiestradas desde peque­
ñas, y el arte del tejido estaba protegido por la diosa Ix Asal Uoh,.
y el labrado ele las telas por su hija Ix Chel. 21
Los hombres usaban una especie de braguero o paño de caderas
que se arrollaba varias veces a la cintura, pasaba entre las piernas, y
los extremos o cabos quedaban adelante y atrás, a manera de delan­
tal; a 1a vez que se usaron capas de plumas sobre los hombros; fal­
dillas cortas sujetas por medio de cinturones y sandalias de cuero de
venado, de cáñamo o de henequén. Los sacerdotes llevaban una es­
pecie de chaquetilla que les llegaba hasta los tobillos, y un manto
o túnica a la espalda; en tanto que los señores tenían las mismas
prendas, pero de mejor calidad, entre ellas faldillas de piel de ja-
20 Landa, 1938.
21 Rosado Ojeda, 194 5.

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156 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

guar, abanicos de plumas, sandalias con taloneras de piel de jaguar


y lazos decorados o tejidos, y ricos ornamentos y tocados.
Los tocados eran la parte más suntuosa de la indumentaria de los
señores, sacerdotes y guerreros, concebidos con una gran fantasía y
decoración; había grandes penachos de plumas de quetzal y de otras
aves preciosas, cascos con cabezas de animales y dioses escalonados
o superpuestos, turbantes entretejidos y multicolores, gorros, som•
breros y otros más. Por lo general llevaban el pelo largo y suelto, o
recogido y atado a manera de cola de caballo, especialmente los
guerreros; la pintura corporal se utilizaba en la guerra y en las fiestas
religiosas, y se menciona que el color negro era usado en épocas de
ayuno y por los solteros hasta que se casaban, mientras que el color
azul era propio de los sacerdotes, y el blanco negro y rojo eran usa•
dos por los guerreros.
Landa dice que las niñas llevaban hasta- los cuatro o cinco años
solamente una concha sobre la parte pudenda, y luego se las vestía
de la cintura para abajo; puede agregarse que el}_.genefal la mujer
llevaba el cabello largo, trenzado o recogido· á manera de moño; y
usaban enaguas o faldas largas, huipiles, capas o túnicas, mantos
cortos sobre el pecho a manera de quechquémitl, y posiblemente san•
dalias de cuero.
El atuendo personal se completó con una variada joyería, más rica·
cuando se trataba de la clase superior; puede decirse que se utiliza•
ron el jade, la turquesa, el cobre, el oro, la plata, el ámbar, el hueso,
la concha, la obsidiana, el cristal de roca, las perlas, etcétera, para la
producción de orejeras circulares o rectangulares, a veces con un ta•
pón ornamental; lo mismo que collares, brazaletes, pectorales, nari•
gueras, bezotes, discos con mosaico de concha, turquesa y pirita,
etcétera, muchos de ellos obtenidos por comercio o importando la
materia prima.
También se usaron abanicos de pluma, cetros maniquíes, barras de
mando, bastones de madera, parasoles, muñequeras de piel, ajorcas
y otros objetos que eran llevados por los señores, sacerdotes y capita•
nes de guerra.
Los mayas practicaron la agricultura fundamentalmente por el sis•
tema de milpa, escogiendo los lugares propicios o ecológicamente
aptos para el mantenimiento de una población no muy numerosa,
durante periodos más o menos largos; y así, era corriente que un
centro ceremonial contara con tierras aledañas para los cultivos, las
cuales se extendían más y más, conforme crecía la población. Esta
situación contribuyó a la proliferación de centros menores y aldeas,
que ayudaban a los grandes centros religiosos vecinos, y también el
comercio ayudó al mantenimiento de ellos.
Con ayuda del bastón plantador y hachas de serpentina aclaraban.
los montes, quemaban la milpa y sembraban de preferencia el maíz;

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REGIÓN DE LA ASTRONOMÍA., MATEMÁTICAS Y ARQUITECTURA 157

habiendo cultivado también frijol, calabaza, jícamas, chiles, camotes,


yuca� mandioca, tomate, cacao y algunas otras plantas; a ·1a vez que
recolectaban o recogían aguacates, anonas, cocoyoles, mamey, pita­
hayas, zapotes, frutos del ramón, tubérculos como el macal, hojas de
chaya, etcétera.
También aprovecharon el algodón, el pochote, el henequén, el ta­
baco, la corteza del amate, el cáñamo, el hule, el achiote, el añil;
guajes y jícaras, copal y resinas de· los ciruelos, cedro y zapote; uti­
lizaron maderas preciosas, liquidámbar, palo de Campeche, mangle,
balché, etcétera. Del balché se utilizaba la corteza para mezclar con
maíz y miel, que fermentado producía un licor que se servía en los
banquetes y festividades religiosas; en tanto que el maíz se comía
en forma de tortillas, atoles, tamales, pozole, o simplemente asado.
La dieta alimenticia se completaba con la carne de los animales
que cazaban, entre ellos venado, jabalí, tapir, tejón, armadillo, co­
dornices, faisanes, iguana, conejo, guajolote silvestre y otras especies
más; parece que la caza era un derecho comunal del pueblo, y los
señores organizaban partidas de caza. Parte de lo cazado se entre­
gaba al señor principal como tributo, y el resto se distribuía entre los
que participaban en esas cacerías.
En el Códice Tro-Cortesiano se ven algunas representaciones de
caza, con animales atrapados por medio de trampas, compuestas de va­
ras y lazos, ritos de cacerías y cazadores; habiéndose usado el arco
y la flecha; cerbatanas, lanzadardos, hondas y venablos o dardos;
menciónase en las fuentes históricas que el gran sacerdote consul­
taba los oráculos y fijaba el tiempo propicio para la caza, a la vez
que los cazadores- celebraban fiestas religiosas a un_ dios especial,·
cuya imagen era colocada en los montes y a la cual hacían ofren­
das y sacrificios.
La pesca fue también una actividad comunal, y tuvo cierta signi­
ficación religiosa, ya que los pescadores tenían un dios especial; ob­
teniéndose por medio de redes, anzuelos, arpones, arco y flecha, ca­
noas y nazas, pescados como mojarras, mantarraya, tiburón y también
cangrejos, pulpos, tortugas, manatíes, caracoles, almejas, camarones
y otras especies marinas. En lugares de la costa los pescados se con­
servaban asándolos, secados al sol, salados o cocidos, y servían para
tributar a lo señores o para intercambiar con otros productos.
Por su parte, las mujeres y los niños ayudaban en la recolección
de miel silvestre, leña, tubérculos, frutas y algunos otros productos;
los mayas contaron con animales domésticos como el perro, el gua­
jolote, el venado, loros y abejas; estas últimas se criaban en troncos
ahuecados, para la producción de cera y miel. Los colmeneros llega­
ron a constituir un gremio importante, y celebraban fiestas en los
meses de Zotz y Mol.

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158 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

Aprovechando los recursos naturales de la región, ·los mayas utili­


zaron la piedra caliza para el tallado de sus lápidas, estelas, escuituras
y revestimiento de sus edificios; emplearon el basalto. , para hacer
cinceles, martillos, pulidores y hachas; extrajeron el pedernal para
sus puntas de proyectil, cuchillos y hachas excéntricas; la serpentina,
para lápidas, máscaras, hachas y ornamentos; la obsidiana, para pun­
tas, navajas y cuchillos; lo mismo que el jade para la manufactura
de collares, pectorales, brazaletes, pendientes y otras joyas. 22
Utilizaron la piedra volcánica para hacer metates, molcajetes y
manos; la hcmatita y pirita para hacer espejos; la turquesa para sus
mosaicos; la pizarra para· sus lápidas con bajorrelieves; a la vez que
tallaron la madera para obtener dinteles, canoas, arcos, lanzadardos,
vigas para los techos, tronos y bancos; lo mismo que utilizaron fibras
vegetales para la manufactura de cuerdas, hilo, redes, bolsas, canas­
tas, petates, abanicos, etcétera.
De las resinas obtuvieron pegamentos, copal, pelotas y chicle; tra­
bajaron el oro, la plata y el cobre; las pieles de jaguar y de venado;
las plumas de quetzal, tucán, guacamaya y loro; tallaron la concha
y caracoles marinos, el hueso, y otras muchas materias primas. Así,
en general, puede decirse que los mayas contaron con una base
tecnológica eficiente, lo cual les permitió desarrollar artesanías espe­
cializadas y'dominar prácticamente su medio ambiente.
En la sociedad maya, fuertemente estratificada, hubo jefes gober­
nantes, señores o caciques, guerreros, sacerdotes, comerciantes, joyeros,
escultores, albañiles, pintores, lapidarios, alfareros, tejedores, carpin­
teros,, labriegos o campesinos, cazadores, pescadores, sirvientes- y
esclavos, formando una pirámide social o estamentos jerarquizados;
todos ellos constituían la población de un centro ceremonial inde­
pendiente, aunque en los últimos tiempos hubo cacicazgos que con­
trolaban varios centros integrados en verdaderas provincias.
Para esas fechas existía un cacique territorial o Halach Uinic, con
cargo hereditario y funciones civiles, religiosas y militares, aparece
representado con un cetro maniquí como jefe de estado, con una
barra ceremonial sobre el pecho y a veces con una máscara del dios
cuando su cargo era religioso, o con una lanza y escudo cuando
iba a la guerra.
El cacique principal era asesorado por un consejo de estado o
Ah Cuch Caboob, formado por otros jefes menores, sacerdotes y
consejeros administrativos; contaba también con jefes militares o
Nacomes; jefes de barrios y concejales; consultores en política exte­
rior o Ah Holpopoob; encargados de las festividades religiosas; reco­
gedores de tributos y Tupiles o alguaciles. Los jefes locales de pueblos
y aldeas se llamaban Batabes, los cuales cobraban ]os tributos para
22 Piña Chan, 19 56.

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REGIÓN DE. LA ASTRONOMÍA, MATEMÁTICAS Y ARQUITECTURA 159
·el Halach Uinic y mandaban a sus soldados en caso de guerra;
contando -éstos con algunos ayudantes o Ah Kuleloob, en los cuales
delegaba el Batab algunas de sus funciones administrativas.
En el aspecto religioso contaron con un gran sacerdote o Ahau­
Kan, el cual atendía la marcha. y organización de rituales; sacrificios,
adivinación, observaciones astronómicas, cálculos cronológicos, escri­
tura jeroglífica, instrucción religiosa, consejos al señor principal y
administración de los templos; pudiendo delegar algunas de estas
funciones en manos de los Ah Kines o sacerdotes adivinos, los cuales
intervenían en los sacrificos, consultaban los oráculos y organizaban
las grandes fiestas religiosas.
En escala más baja estaban los Chilanes o sacerdotes menores,
quienes también adivinaban, interpretaban los oráculos de los dioses
y atendían la medicina; venían por último los Nakones o sacerdotes
sacrificadores, quienes se encargaban de las ceremonias de pubertad,
encendían el fuego nuevo en el mes de Pop, y atendían los sacri­
ficios con ayuda de cuatro chaques, o ancianos respetables escogidos
para cada ocasión.
En realidad, aunque el Halach Uinic tenía el poder político y
militar, y fungía como señor absoluto, la clase sacerdotal era el
grupo más poderoso del Estado; puesto que los conocimientos del
movimiento de los cuerpos celestes, la capacidad de predecir los
eclipses, la interpretación de las profecías y oráculos de los dioses,
la medicina, y en general todos los conocimientos de la época, esta­
ban en manos de los sacerdotes.
Obtener buenas lluvias y abundantes cosechas, lograr una larga
existencia, evitar la muerte y el hambre, eran temas vitales relacio­
nados con los dioses de la lluvia, de la tierra y de la agricultura;
hay en la Relación de Campocolché una oración a Itzamná, que
dice: '.'Gran Señor del Cielo que estás colocado en las nubes y en
los cielos, danos un buen año de maíz", lo cual explica la base de
las creencias mayas, ya que ideas de otra naturaleza fueron exclusivas
de los sacerdotes. En otras palabras, entre los mayas hubo conceptos
religiosos que se derivaron de la personificación de la naturaleza,
junto a otros más abstractos, que fueron el resultado de un sarcer­
docio profesional, integrados con la religión primitiva.
Aunque la mayoría de los dioses tenían un carácter benévolo,
había sin embargo una continua lucha contra los poderes malignos;
puede decirse que habían divinidades para muchas cosas, para los
seres humanos y los animales, para los periodos de tiempo, para el
día y la noche, la luz y la oscuridad, la vida y la muerte, la caza y
la pesca, etcétera, corno dioses patrones que a veces tenían varias
advocaciones.
A pesar del profundo politeísmo de los mayas, parece que estuvie­
ron muy cerca del monoteísmo, pues se habla de un dios único,

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160 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

creador de todo e invisible, llamado Hunab Kú; del que naci6 Itzarn­
ná o "rocío del cielo", el cual es un dios-héroe . civilizador, ya que
está ligado al sacerdote Zarnná, quien lleg6 del oriente encabezando
a los itzaes. A este dios se le reverenciaba principalmente en Izarnal,
y se le atribuía el invento de la escritura, de los códices, de la medi­
cina y de otros logros culturales; rnenciónase que a su santuario en
lzarnal concurrían grandes peregrinaciones y romerías.
En realidad, Itzarnná es un dios celeste, relacionado con el Sol,
el firmamento, la agricultura, el maíz, la lluvia, Venus y las Pléya­
des; apareciendo en los códices corno un viejo arrugado, con un
solo diente, nariz ganchuda y a veces con barba. Su símbolo o jero­
glífico es el Kin y a veces la luna; estaba asociado al número 4,
o sea que dominaba en los cuatro puntos cardinales, y se le repre­
sentaba a veces con figura huniana, corno cocodrilo o corno una
doble serpiente. 23
Kukulkán o "serpiente de plumas" fue otro famoso héroe civiliza­
dor en la mitología maya, y está relacionado con Quetzalcóatl. Corno
dios tiene carácter astronómico y representa al planeta Venus y al
viento. Su símbolo es la serpiente con plumas, y en el mes de Xul
se hacían grandes fiestas en Mayapán y Maní, pero era reverenciado
en Cobá, Charnpotón, Chichén Itzá y otros lugares.
Chaac era el dios más venerado y popular. Producía la lluvia y
los fenómenos asociados corno el rayo, los truenos y relámpagos;
se le representaba con una gran máscara en la que sobresalían su
gran nariz ganchuda, su lengua colgante y colmillos reptilianos, seme­
jante a corno aparece en los grandes mascarones de los edificios del
Puuc, estando relacionado con la serpiente, pues a veces sale de sus
fauces o la lleva en su tocado o corno cetro.
Tenía cuatro ayudantes o Chaques, uno en cada punto cardinal
y con un color distinto: rojo para el este, blanco para el norte, negro
para el oeste y amarillo para el sur; aparecen en el Códice Tro-Corte­
siano con calabazas, sacos o bolsas y tambores, con los cuales produ­
cían el agua, los vientos y los truenos. Estos Chaques se relacionan
a su vez con los Iques, en número de cuatro y que simbolizan a los
vientos que barrían el polvo de los caminos corno preludio a la
venida del dios de la lluvia; y todos ellos se relacionan a su vez
con los Bakabes, los cuales sostenían al mundo en las cuatro direc­
ciones, y eran los portadores de los cuatro años fundamentales del
calendario, o sea que tenían también carácter adivinatorio. Estos
cuatro años eran Kan, Muluc, Ix y Cauac; y los Bakabes recibían
los nombres de Hobnil, Kan Tisik Nal, Sak Kimi y Hosan Ek,
respectivamente; representando al este con el color rojo, al norte
23 Thompson, 1954.

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REGIÓN DE LA ASTRONOMÍA, MATEMÁTICAS Y ARQUITECTURA 161

con el blanco, al oeste con el negro y al sur con el amarillo, en el


mismo orden nombrados.
Ah Puuch o Yum Kimil era el dios_ de la muerte, el príncipe de
las tinieblas o señor de la sequía; su aspecto era el de un esqueleto
con adornos de huesos humanos, y su día calendárico era Kimi o
muerte, su símbolo eran dos huesos cruzados y su número asociado
el 10. Tenía relaciones con la lechuza, con el ave Moan y con el
perro, asociándose a los dioses del sacrificio, de la guerra y el parto.
Ix Tab fue la diosa de los suicidas, de los ahorcados, y a veces se
la representa con una soga al cuello, colgando del cielo; en tanto
que Yum Kaax era el señor de los campos y de las cosechas, dios
del maíz, patrón de las faenas agrícolas, el cual tenía como símbolo
al jeroglífico Kan, y también era conocido como Yumil Kaxob.
Ek Chuah era el dios de los mercaderes y viajeros; se le represen­
taba como una deidad negra, vieja y sin dientes o con uno solo;
llevaba .rayas negras y blancas sobre el cuerpo, portaba un báculo
y a veces lanza o hacha, lo cual le da un aspecto guerrero; relació­
nase con Venus y con la estrella polar, porque ellas guiaban a los
mercaderes, y también con el cacao, que sirvió como moneda. Los
dueños de plantíos de cacao le hacían fiestas en el mes de Muan.
Otros dioses fueron Kakupakat, Ah Chuy Kak y Pakok, que tenían
que ver con la guerra y los sacrificios; Xaman Ek o dios de la estre­
lla polar, el cual se relacionaba con la Osa Mayor, con el día Chuen
y cuyo símbolo era una cabeza de mono; lo mismo que Ix Chel,
diosa de los. nacimientos y la Luna, patrona de la medicina y de
las parturientas; e Ix Asal Uoh, que era patrona del tejido.
Un aspecto importante dentro de la religión era la zoolatría, pues
los animales se ligaban a los dioses, a las festividades, al calendario,
a los sacrificios, etcétera; y así, la serpiente tenía implicaciones terres­
tres y celestes, conectándose con el agua y las lluvias; en tanto que
la tortuga simboliza el rayo y el relámpago, estaba relacionada con
los sacrificios, sostenía a la tierra, formaba parte de la decoración
de algunos edificios, y su carapacho se aprovechaba para tambores
musicales.
El venado era símbolo de la cacería, daba su nombre al mes Zip,
se utilizaba su piel para los códices, y m cabeza se llevaba como
tocado en algunas danzas; mientras que el jaguar o balam daba su
nombre a los sacerdotes adivinadores, y m piel era altamente apre­
ciada por los dignatarios. El perro se relacionaba con la muerte, con
el fuego, y se le ofrecía en sacrificio al dios de la lluvia; en tanto
que el mono estaba relacionado con los astros y el cielo; la lechuza
se asociaba a la muerte y la oscuridad; tenían también carácter sim­
bólico la abeja, la rana, el águila o zopilote real, el quetzal, la guaca­
maya, el murciélago, el escorpión y muchos animales más.

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162 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

Los sacrificios acostumbrados por los mayas fueron principalmente


tres: sacrificio por flechamiento, arrancar el corazón y sacrificio por
medio del fuego; acostumbrándose en el primer caso pintar a la
víctima de azul, atarla a un poste o armazón de palos cruzados, y
luego el sacerdote le hería las partes sexuales y cierto número de
guerreros le arrojaban flechas. En el segundo _caso la víctima era
también pintada de azul, se la colocaba sobre una piedra boca arriba,
y el sacerdote o Nakón le abría el pecho con un navajón y le
extraía el corazón; en tanto que el tercer tipo de sacrificio se hacía
quemando a la víctima en grandes piras de leña. En general estos
sacrificios se acostumbraron en los "tiempos post-clásicos, y pueden
mencionarse también los sacrificios y of!endas que se hacían en los
cenotes, principalmente en Chichén I tzá.
Los mayas creían en la inmortalidad del alma y en una serie de
paraísos o mundos especiales a donde iban los muertos según su
categoría social. La gente común iba al Metnal o Mictlan mexicano,
mundo tenebroso situado debajo de la tierra y donde reinaba Yum
Kimil; · en tanto que los guerreros muertos en la batalla, las que
morían al parir, los sacerdotes, nobles y sacrificados, iban a un cielo
o paraíso en donde crecía una frondosa ceiba o Yax Ché, el primer
árbol del mundo y de la vida, bajo cuyas ramas se encontraba el
eterno descanso y abundantes comidas y bebidas.
Después de fallecer un individuo se le amortajaba y vestía, se le
colocaba una cuenta de jade en la boca, o se le llenaba la boca
con maíz molido en forma de masa o "Keyem", y se les enterraba
de acuerdo con su categoría, dentro de tumbas cuando eran de la clase
superior, junto con ofrendas relacionadas con su rango y oficio, con
objeto de que su vida fuera igual a la que había llevado en la
tierra. Las gentes de clase inferior eran enterradas en fosas, y por
lo general se les ponían escasas ofrendas. En algunos lugares, dice
Landa, se acostumbraba quemar el cuerpo de los grandes personajes,
y las cenizas se depositaban dentro de urnas de madera o barro, y
se colocaba sobre ellas una efigie o retrato del muerto; acostumbrán­
dose también los enterramientos de niños en urnas o dentro de gran­
des tinajas tapadas con platos, acompañados de ornamentos y figu­
rillas. Casos extremadamente raros eran los de cortar las cabezas
de algunos personajes de importancia, las cuales se cocían y partían
por mitad; modelándose con cera o betún los rasgos del difunto.
111ompson dice que "los mayas eran un pueblo pacífico, no muy
adicto a cuestiones de guerra; pero una vez que la aceptaban se
convertían en un temible y despiadado enemigo"; compruébase cada
vez más ese espíritu bélico, ya que desde los fines del Clásico, y
especialmente durante e1 Postclásico hay numerosas representaciones
de ello; tanto en las pinturas de Bonampak y Mul Chic, como en
las estelas y dinteles de Yaxchilán y Piedras Negras, en las jambas

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REGIÓN DE LA ASTRONOMÍA, MATEMÁTICAS Y ARQUITECTURA 163
de Kabáh, en los frescos de Chichén Itzá, en los discos ele oro de
ese mismo lugar y en otros muchos monumentos. 24
Aunque entre las cansas de guerra existieron factores como la
intromisión política de un grupo sobre otro, dominio de territorio,
protección a los comerciantes, intrusión de grupos foráneos, apro­
piación de tierras, etcétera, tambiln intervinieron los conceptos reli­
giosos, ya que había dioses protectores de la guerra, sacrificios de
cautivos, carácter divino del Nakón, y supervivencia de los grupos
en grandes épocas de sequía; estando la guerra y el ejército regidos
por dos capitanes pertenecientes a la nobleza, los cuales reclutaban,
encabezaban y pagaban a los soldados.
Estos dos capitanes eran el Nakón, el cual combinaba sus deberes
de general con el de sumo sacerdote del ejército, teniendo la respon­
sabilidad técnica de la batalla; y el Batab, jefe local y de la milicia,
el cual era segundo en categoría. Los cargos de estos dos capitanes
duraban tres años, se elegían en el mes de Pax, y debían observar
ciertas reglas como abstenerse de licor y mujeres durante ese tiempo,
pasado el cual se reintegraban de nuevo a la vida cotidiana.
El ejército estaba formado por soldados mercenarios que se alqui­
laban y tenían la obligación de servir al señor, perfectamente. selec­
cionados y entrenados; pero en caso de una guerra importante todos
los hombres de una provincia debían tomar las armas. El pueblo se
encargaba de suministrar los alimentos, y las mujeres preparaban las
comidas y las llevaban en campaña; recibían los soldados el nombre
de Holkanes, aunque los guerreros distinguidos se nombraban tam­
bién pumas, gatos monteses, jaguares y coyotes, a manera de órdenes
militares.
Los Holkanes o soldados rasos iban generalmente con un taparra­
bo, en tanto que los capitanes y guerreros distinguidos llevaban
faldillas de piel de jaguar, capas, tocados de animales, armaduras,
rodelas y lanzas; recurrían también a la pintura facial y corporal
para parecer más fieros y valientes, y usaban bezotes, tatuajes, joyas,
y se colgaban huesos y cráneos como trofeos.
En los últimos tiempos tenían arco y flecha, lanzadardos, maca­
nas con hojas de pedernal o de obsidiana, venablos o jabalinas, porras
o mazas,. cerbatanas, hachuelas de cobre, hondas y cuchillos; utili-.
zaban para su defensa armaduras acolchadas de algodón, yelmos y
cascos de madera, escudos de carapachos de tortuga o de cuero y con
armazón de cañas, muñequeras y otras prendas.
En el manuscrito de Tizimín se dice que la declaración de guerra
se· hacía extendiendo en el mercado una piel de jaguar; el ejército
era encabezado por un abanderado que llevaba un alto estandarte;
en medio del ejército · iba el señor principal o cacique junto con
2-1 Thompson, 1959.

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164 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

los dos capitanes, y el gran sacerdote era llevado en litera, custo­


diando al dios Ah Chuy Kak; se peleaba cuerpo a cuerpo, en medio
de gritos, alaridos y retumbar de tambores y trompetas de caracol.
La lucha terminaba cuando el Nakón era muerto, apresado o deser­
taba; Cogolludo nos dice que al final de la batalla se arrojaban las
armas, y los soldados se inclinaban y se besaban los dedos.
Para defensa de las poblaciones se construían murallas de piedra,
como se ve en Mayapán1 Chichén Itzá, Ichpaatún y otros lugares,
tomábanse prisioneros de guerra para ser sacrificados o convertidos
en esclavos.
La vida de los mayas dependía en buena parte del comercio, el
cual se hacía localmente entre los vecinos de la población, intercam­
biando los productos en los mercados; o bien la gente de los pobla­
dos pequeños iba a los grandes mercados, a donde concurrían mer­
caderes de varias zonas. Entre esos mercados principales se cita a
Chichén Itzá, Acalan, Nito, Naco, Bacalar, Xicalango, Zinacantan,
Ecab, Conil, etcétera; y en ellos había patios o plazas, lo mismo
que edificios ocupados por los administradores, en los cuales se in­
tercambiaban los productos y materias primas locales, junto con
mercancías provenientes de lejanos lugares. 25
Durante el Clásico, Kidder dice que Uaxactún recibía obsidiana
verde del Altiplano de l\ Iéxico; obsidiana negra y cinabrio de los
1

Altos de Guatemala; lava volcánica o rocas ígneas para los metates


y manos, traídas tal vez de las montañas Cockscomb de Belice;
conchas del Atlántico y del Pacífico; vasos de alabastro de Honduras;
jades del Usumacinta; plumas de quetzal, sal, cacao, y cerámica
naranja delgada de Teotihuacán; a la vez que enviaba hule, copa},
pieles de animales tropicales, plumas de pájaros y maderas preciosas;
todo lo cual muestra el tipo de intercambio comercial que ocurría
en los varios centros de la región. 26
En términos generales Chiapas comerciaba con pieles, ámbar, al­
magre, sal, añil, turquesa, cacao, plumas de quetzal, etcétera; Guate­
mala intercambiaba plumas de quetzal, de guacamaya y loros, liqui­
dámbar, lava volcánica, cerámica, copal, cacao, etcétera; Honduras
enviaba vasos de alabastro, cacao, obsidiana y otros productos; Yuca­
tán comerciaba con plumas de ánade, grana, cera, algodón, henequén,
copal, pedernal, maíz, miel, sal, pescados, etcétera; y de Tabasco
venían cacao, conchas de tortuga, esclavos y azófar.
Vía Centroamérica llegaban cobre, oro, plata y cerámica; mientras
que de Veracruz y el Altiplano Central de México, se traían jade,
cristal de roca, obsidiana, alabastro, pirita, �erámica etcétera; puede
decirse que en los mercados mayas, además de las materias primas
211 Piña Chan, 1959.
26 Kidder, 1950.

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REGIÓN DE LA ASTRONOMÍA, l\fATEl\fÁTICAS Y ARQUITECTURA 165

mencionadas, se comerciaba con pieles de jaguar y de venado, plumas


de quetzal, pelo de conejo, grana o cochinilla, mantas de algodón,
joyas, bezotes, espejos, pinturas y colorantes, herramientas de pe­
dernal y de obsidiana, mosaicos de turquesa, objetos de metal, cerá­
mica, maíz, frijol, miel, pescados, carnes de guajolote, frutas, hierbas
medicinales, pelotas de hule, etcétera.
El funcionamiento de los mercados estaba regido por una especie
de corte judicial y mercantil, situada en una esquina del recinto
destinado al comercio; siendo un jefe especial el que cuidaba del
orden, controlaba las medidas, fijaba los precios, evitaba los abusos,
castigaba a los infractores y evitaba el engaño y el robo. El mercader
maya, llamado Polom, estaba organizado en gremios, usaba un
bastón y un abanico como insignias de su rango, llevaba una bolsa
o red para guardar las monedas, que a menudo eran granos de cacao,
cascabeles de cobre, conchas coloradas, plumas de quetzal, hachuelas
de cobre y otras piedras verdes; los mercaderes eran por lo regular
señores principales, los �uales tenían un dios especial al que hacían
fiestas en el mes de Muan.
Algunos comerciantes eran llevados en literas o hamacas, e iban
acompañados de una escolta y cierto número de cargadores; habiendo
rutas tanto terrestres como marítimas, y en algunos lugares verda­
deros caminos o calzadas, llamadas saché, como se observa en Cobá,
Chichén ltzá, Kabah, lzamal, Dzibilchaltún, El Tigre, etcétera.
Cuando se habla de la civilización maya se piensa en seguida en
los logros obtenidos en las matemáticas, en el calendario, en las
observaciones astronómicas, en la escritura, etcétera, aunque hasta
ahora es más lo desconocido que lo que sabe de esos aspectos. Sin
embargo, por el procedimiento lento y laborioso del tanteo y la ob­
servación, y sobre la base de los conocimientos trasmitidos por los
olmecas y tal vez por los protozapotecas de Monte Albán, los mayas
lograron fijar la exacta duración del año trópico, las lunaciones, el
ciclo venusino y otros cálculos de importancia.
Para desarrollar su exacto calendario, los mayas · tuvieron que in­
ventar un sistema de numeración que les permitió fijar con precisión
sus fechas y cálculos astronómicos; este sistema es de tipo vigesimal
por posiciones, bastante similar al de los chinos. Los números se
escribían por medio de puntos y barras, los primeros con valor de
uno, y los segundos con valor de cinco; escribíanse con ellos canti­
dades de uno a diecinueve, y se representaba el cero por medio de
un caracol cortado o una concha, en tanto que el veinte se podía
representar por el jeroglífico "A" de la serie suplementaria, equiva­
lente al glifo lunar y a la luna llena.
En la aritmética maya de puntos y barras los valores más bajos
se escribían en la parte inferior, y sólo podían valer de 1 a 20, o
unidades de primer orden; en tanto que siguiendo el sistema de

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166 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

posiciones se ascendía a cantidades mayores, y así los numerales es­


critos en segunda posición valían de 20 a 400, o unidades de segundo
orden; los de tercera posición valían de 400 a 800, etcétera; o sea
que las cantidades aumentaban en orden ascendente o vcrtical,_multi­
plicando los numerales escritos por 1, 20, 400, 800, etcétera.
Los mayas fijaron la exacta posición del cero, muchos siglos antes
de que en Europa fuera introducido éste, y la numeración por posi­
ción; puesto que la inscripción más antigua con puntos y barras
ocurre en la Estela C de Tres Zapotes, con la fecha 31 A.c., y ésta,
aunque tallada por los olmecas, pudo ser usada de nuevo, grabán­
dole una fecha temprana muchos años después.
En los registros calendáricos que se hacían sobre piedra, es común
encontrar este tipo de numeración, pero hay también algunas ins­
cripciones en estelas y estucos que seguían el tipo de "numerales de
cabeza", con valores del 1 al 19. Por lo general cada uno de estos
numerales representa cabezas de dioses, con una serie de atributos
o rasgos que permitían reconocerlos, y así, el número tino es la
cabeza del dios joven del maíz, caracterizado por un mechón de
pelo que pasa por la oreja y desciende hasta la barba. El número
dos representa la cabeza del dios de los sacrificios humanos, con
una mano a manera de tocado; y el tres es la cabeza del dios del
viento, con el símbolo lk sobre la mejilla; el cuatro es la cabeza
del dios solar; etcétera.
Aunque el aspecto de las correlaciones es un tema propio ele los
estudios profundos de epigrafía maya, podemos mencionar que la
correlación hasta ahora más aceptada es la llamada Goodman­
Thompson-Hernández, que discrepa de la de Spinden en unos 260
años, y que curiosamente concuerda esta última con algunas fechas
de carbono 14 publicadas en años pasados; o sea que la Estela C de
Tres Zapotes� leída en la primera correlación, equivale a 31 A.c., y
en la de Spinden correspondería a 291 A.c.
De esta manera la Estatuilla de Tuxtla equivaldría en la correla­
ción de Goodman al año 162 n.c. y en la de Spinden al año 98 A.c.;
la Placa de Leyden, hallada en Puerto Barrios, Guatemala, tendría,
respectivamente, las fechas 320 n.c. y 60 n.c.; la estela más vieja de
Tikal equivaldría también a 292 n.c. y 32 n.c.; y la más antigua
estela de Uaxactún correspondería, respectiv�.mente; a 328 n.c. y
68 n.c. Como quiera que sea, estos monumentos son hasta ahora los
más antiguos de la región maya, y por ello se ha situado el auge
de la cultura, a partir de 250 o 300 n.c.
Las inscripciones grabadas en piedra pueden encontrarse en este­
las, jambas, dinteles, escalinatas, etcétera, lo mismo que en orna­
mentos de jade, concha, cerámica, estuco y otros materiales; pero
la mayoría de los jeroglíficos descifrados corresponden a cómputos
cronológico-astronómicos, y poco se sabe de los de carácter teogó-

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REGIÓN DE LA ASTRONOMÍA, MATEMÁTXCAS Y ARQUITECTURA 167

nico, mitológico, descriptivo, histórico, y en general de la verdadera


escritura maya.
En las inscripciones calendáricas aparecen jeroglíficos de la Serie
Inicial, de la Serie Suplementaria o Lunar y de Series Secundarias;
refiérense los primeros a cómputos del calendario solar, los segundos
al registro de las lunaciones, y los terceros a periodos de tiempo o
intervalos entre dos fechas, con objeto de corregir los cálculos ca­
lendáricos.
El Tzolkín era un calendario religioso de 260 días, el cual combi­
naba 13 numerales con veinte días, en forma parecida a nuestras
sema�as; y los días o Kines se llamaban Imix (maíz o fertilidad),
lk (viento), Akbal (oscuridad o entraña de la tierra), Kan (ser­
piente), Chicchán (cordel o mecate), Cimi o Kimi (muerte), Ma­
nik (viento que pasa), Lamat (estrella Venus), Muluc· (montón
de tierra o cerro), Oc (perro), Cliuen (mono), Eh (agua o escale­
ra), Ben (caña o techo de cañas), Ix (mujer), Men (cosa que en­
vu�lve), Cib (sabio), Cabán (cera), Edznab (terremoto), Cauac
(pedernal, chispa) y Ahau (señor, dios o sol).
El año comenzaba con 1 lmix, seguía 2 lk, 3 Akbal, etcétera, hasta
llegar a 13 Ben, y luego continuaba con 1 Ix, 2 Men, etcétera; o
sea que para que se repitiese el día l Imix tenían que transcurrir
260 días, o 13 x 20, que es el máximo común divisor.
El Tzolkín o ciclo de 260 días se combinaha con el ciclo solar
o calendario solar llamado Haab, con objeto de fijar el día en un
año determinado, o como si al día de nuestra semana se le asignase
el año respectivo; formando esta combinación una rueda calendárica
o ciclo de 18 980 días, que era el mínimo tiempo en que podía re­
petirse una fecha dada. El calendario solar se componía de 18 meses
de 20 días, a los cuales se agregaban cinco días adicionales que eran
considerados como nefastos.
Los nombres de. los meses eran Pop (petate), Uo (rana), Zip
(venado), Zotz (murciélago), Tzec (calavera), Xul (fin), Yaxkín
(sol verde, sol tierno), Mol (cerro, montón de piedra), Chen (pozo),
Yax (verde), Zac (blanco), Ceh (ciervo), Mac (cubrir), Kankín
(sol muerto), Muan (lechuza), Pax (tambor), Kayab (tortuga),
Cumhú (horno de alfarero) y Uayeb (cama o lecho del año), último
que comprendía los cinco días adicionales, durante los cuales no
celebraban ninguna fiesta.
En los estudios de epigrafía maya las ruedas calendáricas forman
la llamada Cuenta Corta o ciclo de 18 980 días, que era el tiempo
mínimo en que se volvía a repetir una fecha determinada; o sea
que para que se repitiese la fecha 1 Imix O Pop, con la cual comen­
zaba a contarse, se necesitaba que transcurriese ese número de días,
que equivale al máximo común divisor de 260 y 365 días.

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168 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

Las series iniciales de las estelas mayas tienen por lo regular un


glifo introductor, luego jeroglíficos de periodos de tiempo y números
del Tzolkín, glifos que dan la fecha de la rueda calendárica, y
fechas suplementarias. relacionadas con las fases de la luna; todo
ello calculado a partir de una fecha era ( 4 Ahau 8 Cumhú) que
se remontaba al Baktún 13 ( cerca de 3433 A.c.) aunque no sepamos
porque se escogió ella.
En las estelas, las fechas vienen dadas en Kines, Uinales, Tunes,
Katunes y Baktunes, es decir, en periodos de tiempo ascendentes
por su posición; y así, un día era un Kin, 20 días o Kines eran
un Uinal, 18 Uinales un Tun, 20 Tunes un Katún, 20 Katunes un
Baktún, 20 Baktunes un Calabtún, etcétera, llegando a sumar millo­
nes de días, que habían transcurrido desde la fecha era. En los
finales de la cultura maya se acostumbró registrar las fechas por
Katunes, como se ve en los Chilam Balames, los cuales no se iden­
tificaban por su posición numérica, sino por el día en el cual ter­
minaban.
Como buenos matemáticos, los mayas consideraron que una cuen­
ta corta de 18 980 días o 52 años no constituía un calendario perfecto,
sino que había que situar estas ruedas calendáricas dentro de un
tiempo mucho mayor con el fin de decir con toda precisión cuándo
había acontecido un suceso de importancia; y así, con el sistema
de Kines, Uinales, Tunes, Baktunes, etcétera, contados a partir de
una fecha era, se formó la llamada Cuenta Larga.
Los astrónomos mayas "sabían que el año solar no era exacta­
mente de 365 días, por lo que al registrar una fecha dada se indicaba
mediante un cálculo que llamamos ( serie secundaria) la corrección
que debía hacerse para que la fecha estuviese en concordan:cra con
el tiempo verdaderamente transcurrido"; y "habiendo observado que 0

la revolución de la luna alrededor de la tierra era más o menos 29


días y medio, los mayas establecieron un calendario lunar en el que
las lunaciones están calculadas alternativamente en 29 y 30 días,
salvo cuando se necesitaba corregir el error acumulado, lo que se
hacía interpolando un mes extra de 30 días". 27
A su vez, con los cálculos lunares establecieron periodos de 148,
177 y 178 días, en cuyos días finales podían ocurrir los eclipses;
hay en el Códice Dresde una tabla con 405 lunaciones sucesivas,
que cubren un periodo de 33 años, arregladas en grupos o periodos
de 5 ó 6 lunas cada uno, los cuales indican las posibles sisigias de
eclipses, o cuando la tierra o la luna están en oposición al sol.
En el mismo Códice de Dresde hay varias páginas relacionadas
con el calendario venusino, válido para un periodo de 384 años;
habiéndose calculado la revolución sinódica de Venus en 584 días,
27 Ruz, 1963.

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REGIÓN DE LA ASTRONOMÍA, MATEMÁTICAS Y ARQUITECTURA 169

o sea que'Venus aparece como estrella de la mañan� durante 236


días, desaparece durante 90 días por moverse de oriente a occidente
( conjunción superior), vuelve a aparecer por el poniente como es­
trella de la tarde durante 250 días, y tarda en volver al oriente 8
días ( conjunción inferior). El periodo de 5 revoluciones sinódicas
de Venus recibía el nombre de Lub, y el de 65 revoluciones se lla­
maba Lubay, el gran lugar del descanso.
En el orden de la arquitectura podemos decir que los centros
ceremoniales contaban con una población aledaña que habitaba en
chozas de materiales deleznables; mientras las construcciones de pie­
dra, con núcleos compactos de mampostería y revestimiento de
sillares de buen corte, labrados a veces con primor, ,correspondían
solamente al centro principal. Tales centros se destinaban a los
fines religiosos, al par que a las actividades cívicas como el mercado,
festividades y juegos; de allí surgió la necesidad de grandes plazas,
templos y altares, santuarios, canchas para el juego de pelota y
residencias para los señores y sacerdotes. 28
La choza primitiva sirvió de inspiración para la construcción de
los templos de mampostería, que descansaban sobre altos basamen­
tos escalonados; obsérvase cómo los pesados muros, los angostos
vanos y las estrechas cámaras, se transforman con el tiempo para
dar lugar a las columnas que permiten espacios más amplios y
muros menos gruesos; cómo la decoración de estuco de las fachadas
se convierte después en un verdadero mosaico de piedra; cómo la
bóveda de piedra salediza se modifica, y se sustituye por las techum­
bres planas; o sea que estas modalidades, a través del tiempo, son
las que permiten hablar de ciertos estilos arquitectónicos.
Así hay un estilo del Petén, en el cual los basamentos escalonados
tienen cuerpos en talud y esquinas artemetidas; escalinatas que sobre­
salen del paño del edificio, a veces con decoración de mascarones
estucados; predominio del macizo sobre el claro, lo cual se traduce
en muros gruesos y cuartos estrechos; cresterías o peines de gran
altura, apoyadas sobre el muro posterior de los templos y edificios;
fachadas con decoración de estuco, y otras modalidades menores;
distínguense ciudades como Uaxactún, Tikal, Piedras Negras, Nakum
y Calakmul. 29
También se puede determinar un estilo Palenque, con basamentos
de cuerpos verticales; escalinatas limitadas por alfardas; templos con
dos cuartos o crujías, siendo el posterior el santuario; cresterías apo­
yadas en el muro central; fachadas con frisos paralelos a las bóvedas
y decorados con figuras estucadas; predominio del claro sobre el
macizo, y otras características; participan en parte de estas modali-
2s Piña Chan, 1958.
29 Marquina, 1951.

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dades, ciudades como Toniná, Copán, Quiriguá, Yaxchilán, Bonam­


pak, Lacanjá, etcétera.
El estilo del Río Bec se caracteriza por la ornamentación de los
edificios, consistente en la estilización de basamentos piramidales,
con escalinatas figuradas y a manera de altas torres ornamentales;
iniciándose al mismo tiempo las fachadas decoradas con mascarones
en mosaico de piedra, como se observa en lugares como Xpuhil,
Río Bec, Hormiguero y otros más.
El estilo Chenes contribuye al desarrollo del estilo Pune, y ambos
están relacionados con Río Bec; habiendo basamentos de cuerpos
escalonados en talud; claros divididos por columnas; frisos verticales;
cresterías al frente de los edificios; y una ornamentación abigarrada
pero bien pensada, en la cual sobresalen representaciones de cabañas,
paneles de grecas, celosías, tamborcillos y columnillas, grandes mas­
carones al dios de la lluvia, etcétera, todo ello en mosaico de piedra
perfectamente cortada. Ciudades de Campeche y Yucatán presentan
esos estilos, entre ellos Hochob, Edzná, Xcalumkín, Sayil, Labná,
Chacmultún, Uxmal, etcétera.
Por último, podemos mencionar el estilo méxicano, caracterizado
por supervivencias del Puuc y fuertes influencias toltecas; predomi­
nan los basamentos y plataformas con altos taludes y tableros o
cornisas; escalinatas con cabezas de serpiente en el arranque de sus
alfardas; pórticos o columnatas; altares de cráneos; columnas serpen­
tinas, etcétera; como se ve en Chichén Itzá, Tulum, Mayapán, Cobá,
Acanceh y otros sitios tardíos de Yucatán y Quintana Roo.
La escultura, tanto en bulto como en bajorrelieve, fue por lo
regular un complemento de la arquitectura, y en ella los mayas im­
primieron su estilo realista, altamente descriptivo y con tendencia
al modelado y a los diseños elegantes; glorificando el modelo hu­
mano, expresando las frentes deformadas, los ojos almendrados, los
adornos, vestiduras, ornamentos, y todo lo que la realidad les
ofrecía. so
En el curso del tiempo los mayas esculpieron lápidas con figuras
antropomorfas y jeroglíficos irregulares, luego surge el preciosismo y
se labran los mejores dinteles, estelas, altares y lápidas; viene des­
pués la decadencia, con el barroquismo y horror al vacío; aunque.
lo tolteca inyecta cierto nuevo vigor, para luego desaparecer el espí­
ritu creador.
En la escultura se utilizó el estuco, la piedra y la madera; se
tallaron estelas, altares, tableros, dinteles, fachadas, jambas, colum­
nas, escalinatas, etcétera; hay esculturas en bulto como los atlantes,
chacmoles, jaguares y figuras huma�as, pero mayor cantidad de
bajorrelieves. Las fi5uras aparecen generalmente de perfil, pero tam-
r.o Toscano, 1952.

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bién se ensayó el escorzo; se acostumbró estucar las esculturas para
pintarlas de vivos colores.
La pintura se hizo principalmente en composiciones murales o
frescos, pero se llevó a cabo también en códices, cerámica, estucos,
columnas y fachadas; representándose escenas mitológicas o religio­
sas, lo mismo que realistas, descriptivas o narrativas, entre ellas esce­
nas de· guerra, fiestas, paisaje, animales, costumbres, etcétera.
El carácter de la pintura era más bien decorativo, pero tenía
también un sentido religioso e histórico; utilizáronse colores planos,
sin ninguna gradación o mezcla; y no se conoció la perspectiva, pero
sí e l escorzo; obteniéndose cierta profundidad de los objetos y figu­
ras por el sencillo procedimiento de colocarlas a distintas alturas.
Los temas o motivos de la composición eran dibujados primero sobre
el estuco húmedo de las paredes, luego por medio de tareas se iban
rellenando de color, y por último se delineaban con una fina raya
de negro o rojo. Ejemplos de pinturas murales se han encontrado
en Uaxactím, Bonampak, Santa Rita, Tulum, Chacmultún, Mul
Chic, Dzulá, Chichén Itzá y otros más.
Y en orden a otras artes menores ya hemos mencionado la deli­
cadeza de los ornamentos de jade y de muchas otras materias primas;
el admirable trabajo del mosaico de turquesa, concha y pirita, mon­
tados sobre madera; la orfebrería que incluía vasijas de oro, discos,
broches, cascabeles, sandalias, diademas, brazaletes y muchos objetos
más; pudiendo decir lo mismo de la cerámica y las figurillas, del
tejido y trabajo de plumario, de los códices y de varias otras artesa­
nías, altamente especializadas.
Respecto a los códices dice Landa que "usaban también esta gente
de ciertos caracteres o letras con los cuales escribían en sus libros
sus cosas antiguas y sus ciencias, y con estas figuras y algunas señales
de las mismas, entendían sus cosa y las daban a entender y enseña­
ban"; conócense solamente tres códices: el Dresde, el Tro-Cortesia­
no y el Peresiano, aunque en los Chilam Balames, más numerosos,.
se recopilaron cantos, poemas, profecías, acontecimientos importan­
tes, medicina, etcétera, trasmitidos de memoria, de una generación
a otra.
Y también se pueden mencionar al Popol-Vuh o libro sagrado de·
los antiguos quichés, los Anales de los Cakchique!es, y el Rabinal
Achí o pieza del teatro indígena de Guatemala; todos los cuales dan
una idea de la filosofía, la poesía y literatura que han de haber
poseído los mayas prehispánicos, pero que fueron truncadas por la
conquista española.
"En mil quinientos cuarenta y uno fue la primer llegada de los
dzules, de los extranjeros, por el oriente. Llegaron a Ec!b, así es su
nombre. Y sucedió que llegaron a la Puerta del Agua, a Ecab, al
pueblo de Nacom Balam, en el principio de los días de los años del

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Katún Once Ahau.'' "La luna, el viento, el año, el día; todo .camina,
pero pasa también. Toda sangre llega al lugar de su reposo, como
todo poder llega a su trono."
"Ellos teníarr la sabiduría, lo santo, no había maldad en ellos.
Había salud, devoción, no había enfermedad, dolor de huesos, fie­
bre o viruela, ni dolor de pecho ni de vientre. Andaban con el cuer­
po erguido. Pero vinieron los dzules y todo lo deshicieron." "Y los
hijos de sus hijos quedaron entre nosotros que sólo recibimos su
amargura." 31

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V. LA REGióN DEL AGUILA,
DEL NOPAL Y LA SERPIENTE
EL ALTIPLANO CENTRAL

En términos generales la región del Altiplano Central comprende


los Estados de México, Morelos, Puebla y Tiaxcala, el Distrito Fe•
deral y una pequeña prolongación del Estado de Guerrero; habiendo
sido una especie de foco de atracción para varios grupos y pueblos
desde la etapa de los cazadores nómadas hasta tiempos de los me•
xicas, quienes extendieron sus conquistas más allá de estos límites
regionales.
Para el estudio de las culturas que florecieron en el Altiplano
Central, comenzaremos con la zona de la Cuenca de México, en
donde se asentaron primero algunos grupos del Preclásico, luego
los teotihuacanos y por último los mexicas; intercal�ndo el estu•
dio de los toltecas de Tula, Hidalgo, que también tuvieron su inicio
de alta cultura en tierras de la Cuenca de México. Después tratare·
mos brevemente algunas de las particularidades de Puebla y Morelos,
esperando que en conjunto se tenga una visión general del desarrollo
histórico•cultural de la región.

LA CUENCA DE MÉXICO

LAS CULTURAS PRECLÁSICAS O FORMATIVAS

Aunque por 1907 la investigadora Zelia Nuttall había recogido


figurillas de apariencia arcaica debajo de la lava del Pedregal de San
Angel, y el obispo Plancarte y Navarrete había hecho lo propio unos
años después, tanto en el Valle de México co'mo en el Estado de
Morelos, puede decirse que el conocimiento formal de la cerámica
d el Horizonte Preclásico o Formativo del centro de México se ini•
ció en 1911, ya que por ese año Franz Boas, entonces director de la
Escuela Internacional qe Arqueologfa y Etnología Americana, ha•
bía clasificado en tres grandes grupos millares de tiestos recolectados
en el Valle de México.

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176 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

Por ese tiempo el grupo más antiguo fue denominado "tipo de


los Cerros", ya que el material cerámico provenía de lugares como
el Cerro de La Estrella, Zacatenco, Ticomán, Culhuacán, Clavería,
etcétera, es decir, de sitios enclavados en la serranía, por lo regular;
fue reproducida buena parte de ese material en el "Album de Co­
lecciones Arqueológicas", entre 1911 y 1912. 1
El continuador de los estudios cerámicos fue don Manuel Camio,
quien al hacer excavaciones en San Miguel Amantla, Azcapotzalco,
encontró en los estratos más profundos los mismos materiales del
tipo de los Cerros; pero fue en las canteras de Copilco en donde
obtuvo nuevas evidencias de esta cultura, entre ellas algunos sepul­
cros, pavimentos y objetos de barro y piedra.
Al ir tomando forma esta nueva cultura, se la designó con los nom­
bres de cultura "de los Cerros", "de montaña", "arcaica" y aun "sub­
pedregalense", vinieron luego los trabajos de Kroeber, en 1924, el cual
estudió los materiales de Copilco, Teotihuacán, Cerro de la Estrella,
Sierra de Guadalupe y Cuicuilco, y estableció una tipología que luego
fue mejorada por Vaillant.
Por los materiales estudiados Kroeber dividió a la cultura arcaica
en dos periodos principales: un "arcaico temprano" o "subpedregal",
caracterizado por el predominio de la incisión, por la pobreza de los
diseños pintados y por un predominio de la cerámica tipo rojo sobre
blanco; así como un "arcaico tardío", "postpedregal" o "preteotihua­
cán", marcado por la falta de incisión, gran elaboración de los diseños
pintados y predominio de la cerámica café o rojo sobre amarillento. 2
Las atinadas conclusiones de Kroeber se reforzaron con las exca­
vaciones sistemáticas de Vaillant, realizadas de 1928 a 1933; este in­
vestigador estableció dos colturas principales, que se denominaron
Zacatenco-Copilco y Ticomán-Cuicuilco, así como una tercera en
Gualupita, Morelos. 3
En 1951 el término de "Culturas Medias", aplicado por Vaillant,
se cambió por el de "Culturas Preclásicas", ya que era evidente que
estos grupos estaban a un paso de la civilización, que es lo que carac­
teriza al Horizonte Clásico; estableciéndose tres periodos fundamen­
tales que se denominaron Inferior, Medio y Superior, cada uno de
ellos con tipos de cerámica y figurillas características, asociados a
otros rasgos culturales. 4
El Preclásico Inferior. Entre 1800 y 1300 A.c., algunos grupos des-
cendientes de los recolectores y agrícolas incipientes comenzaron a
1 Camio, 1920.
2 Kroeber, 1925.
a Vaillant, 1935.
4 Piña Chan, 1951.

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REGIÓN DEL ÁGUILA, DEL NOPAL Y LA SERPIENTE 177

desarrollar una cultura propiamente sedentaria, asentándose princi­


palmente en lugares elevados de la serranía para protegerse de las
inundaciones periódicas del gran lago, y de los ríos que desemboca­
ban en la Cuenca de México; aprovechando los terrenos bajos y las
terrazas o márgenes de los ríos para la práctica de la agricultura. 5
El sitio más antiguo descubierto hasta ahora· es El Arbolillo, el
cual queda situado en las faldas de la serranía de Guadalupe, y tenía
en sus orillas las aguas del gran lago de la cuenca de México; un
poco después se pobló Zacatenco, situado cerca del anterior, y más
tarde Tiatilco, enclavado en las márgenes del Río Hondo y rodeado
de una serie de lomeríos, aptos en aquellos tiempos para los cultivos.
Las condiciones ideales que tenía la cuenca por esta época, y la
situación estratégica de los sitios mencionados, permitió el cultivo
de las plantas, la recolección, la caza y la pesca, con mayor énfa­
sis de algunas de estas ocupaciones según el habitat escogido; y así, El
Arbolillo y Zacatenco han de haber dependido más de la pesca y la
caza, mientras que Tiatilco fue más agrícola.
Durante el Preclásico Inferior las gentes dependían de varias plan­
tas comestibles domesticadas, lo cual permitió el crecimiento de las
poblaciones y la integración de las aldeas agrícolas plenamente seden­
tarias; a la vez que completaban su alimentación con los productos
de la caza, la pesca y la recolección, integrando una economía mixta
autosuficiente. Los cultivos se hacían principalmente en los terrenos
bajos, inundados periódicamente por las aguas del gran lago y de los
ríos, es decir, por el sistema de humedal o de avenida, y en las tem­
poradas estacionales de las lluvias; se contaba con el maíz, la calaba­
za, el frijol, y tal vez el chile.
La caza del venado, las aves y otras especies menores, se hacía ton el
lanzadardos y con trampas; la pesca se practicaba en los ríos y- -en
el lago, posiblemente empleando nasas o cestas de forma cónica, y
dardos o jabalinas; obsérvase que tecnológicamente las gentes apro­
vecharon piedra, cantos de río, hueso y asta de venado, obsidiana,
barro y tal vez madera, para hacer metates en los que molían el maíz;
morteros para machacar serp.illas y pulverizar la arcilla; perforadores,
raederas y raspadores para el trabajo de las pieles; puntas de proyec­
til para la caza; pulidores de cerámica; alisadores; navajas, martilla­
dores, y cerámica tanto doméstica como funeraria.
En realidad el utillaje básico de estos grupos muestra poca divi­
sión del trabajo por oficios, pues salvo la alfarería y la lapidaria, las
demás actividades de las gentes podían ser realizadas por ambos se­
xos; y así, la mujer intervenía en las faenas agrícolas y la recolección,
preparaba los alimentos, atendía a los niños, cuidaba del vestido y
ayudaba en la alfarería; en tanto que el hombre se dedicaba a la
lí Piña Chan, 1955 a.

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178 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

e2.za, la pesca, la agricultura, la alfarería y el tallado de la piedra y


el hueso; 6
A través de las figurillas de este periodo · se puede decir que las
gentes andaban desnudas, pero acostumbraban pintarse la cara y el
cuerpo, perforarse el lóbulo de las orejas y el tabique nasal para col­
garse orejeras y narigueras, llevar brazaletes, ajorcas y collares; a la
vez que usaban sandalias y huaraches hechos de cuero y tal vez de
fi_bra de maguey, se pintaban el pelo y se adornaban con tocados
de bandas entrelazadas que insinúan el inicio del tejido de las fibras
vegetales como el algodón. 7
Los entierros encontrados muestran que estos grupos tenían la cos­
tumbre de inhumar a sus muertos en agujeros irregulares ·excavados
por las cercanías de sus campos de cultivo, o por debajo de los pisos.
de las chozas, en posición extendida, por lo regular, y con escasos
objetos personales colocados como ofrenda; pero todo ello implica
la creencia en otra vida, poca demografía y una sencilla organización
social, la cual no ha de haber rebasado el plano de la comunidad
local, pero en la que la mujer pudo jugar todavía un papel impor­
tante, semejante a como sucede en los clanes matrilineales.
Y junto a las creencias sobre el culto a los muertos, parece ·que
hubo también un culto a la fertilidad de la tierra, vinculado con la
agricultura; pues todas las figurillas de barro representan mujeres
desnudas, y a veces se las enterraba en los terrenos de cultivo como
ofrendas aisladas.
Entre las principales características de la alfarería de este periodo
pueden mencionarse el predominio de la cerámica monocroma, en
colores negro, café negruzco, bayo o rojizo y blanco, toda ella bien
pulida y con superficies bastante brillantes; a la vez que el uso de
la incisión fina en forma de motivos geométricos, vasijas con fondos
o bases esféricas, decoración continua alrededor de la pieza, y formas
de silueta sencilla y compuesta, por lo regular.
El tipo café negruzco es frecuente en El Arbolillo, por lo cual
podría llamársele El Arbolillo Café Negruzco; hay cuencos trípodes
con soportes cónicos y silueta compuesta; cuencos o cajetes sencillos;
vasijas con base anular y asa de cinta, a manera de copas con asas,
y vasos o jarras de paredes cóncavas o divergentes y bases globulares
o esféricas. La principal característica es el uso frecuente de la inci­
sión fina, en diseños continuos en forma de triángulos rellenos de
· líneas paralelas, las cuales se frotaban con polvo de hematita o cina­
brio, tal vez para colocarlas como ofrendas en los enterramientos.
El tipo bayo o café rojizo es más abundante en Zacatenco, y se le
utilizó preferentemente para usos domésticos; hay ollas de cuellos
6 Barba de Piña, 1 <)S6.
7 Piña Chan, 1960.

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REGIÓN DEL ÁGUlLA, DEL NOPAL Y LA SERPIENTE 179

vagos; cuencos o cajetes sencillos; vasijas o tecomates con los bordes


reforzados, y grandes cántaros o tinajas para el almacenamiento de
semillas, y para el agua.
El tipo negro pulido es de paredes gruesas, un poco parecido al
café negruzco de El Arbolillo, sólo que con tonalidad francamente
negra y en forma de cajetes sencillos, cuencos de silueta compuesta,
jarras de paredes divergentes y ollas pequeñas; mientras que el tipo
blanco pulido tiene una apariencia blanca o marfil brillante, con la
pintura firme y con magnífico pulimento, en fonna de cuencos sen­
cillos y de silueta compuesta, cuencos con base anular y asa de cinta,
jarras o vasos de paredes divergentes y ollas en menor cantidad. En
este tipo la decoración incisa es rara.
Asociada a la cerámica está la producción de figurillas; las cuales
.se hicieron a mano y por la técnica del pastillaje, o sea indicando los
rasgos faciales y adornos por medio de filetes, tiras y bolitas de barro
adicionales; habiendo una evolución estilística o tipológica en la que
se incluyen los tipos e3, el y F antiguo fundamentalmente, con sus
respectivas variantes. El tipo e3 se caracteriza porque los ojos, nariz
y boca están hechos con bolas de barro superpuestas al plano de la
cara, y porque la barba se confunde con la boca; mientras que el
tipo el está mejor equilibrado anatómicamente, y la boca se centra
entre la nariz y la barba. El tipo i· se distingue por su mayor tosque­
dad, y la cara es más parecida a la de un ave que a la de una
persona.
Durante esta época las gentes han de haber vivido en jacales o.
chozas construidas con materiales perecederos, agrupadas en .aldeas
o comunidades rurales cuya población no pasaría de unos .200 indi­
viduos; y las viviendas se hallahan disti:_ibuidas sin ninguna planea­
dón, como no fuera el impuesto por la fisiografía y las necesidades
de los campos para el cultivo. Lo anterior se ve reforzado por el
escaso número de entierros correspondientes a esta época, y por la
localización de ellos en lugares distantes unos de otros, es decir, por­
que todavía no hay cementerios propiamente dichos; a la v·ez que
por las escasas y pobres ofrendas, que nos indican también una eco­
nomía de subsistencia principalmente.

El Preclásico Medio. Entre 1300 y 800 A.c., algunas aldeas rurales


se van transformando en villas, como consecuencia del aumento de­
mográfico y de un mayor equilibrio en la producción alimenticia;
conócense por ahora sitios como El Arbolillo, Zacatenco, Tiatilco,
Atoto, Tiapacoya, Chalco, Xico, Xaloztoc, Copilco, Coatepec y Lo­
mas de Becerra, los cuales tienen rasgos culturales de este periodo,
y muestran una ocupación mayor en la · Cuenca de México.
En términos generales algunos de estos sitios continuaron desarro­
Hando la tradición cultural del periodo anterior, sin estímulos forá-

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180 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

neos como no fueran las interrelaciones comerciales e ideas que pasa­


ban de un grupo a otro en el ámbito de la cuenca; mientras que
otros recibieron el impacto de los olmecas costeños, que se habían
ido desplazando de la Costa del Golfo hacia Puebla y Morelos, pa­
sando finalmente a la Cuenca de México.
En otras palabras, sitios como El Arbolillo, Zacatenco, Xaloztoc,
Copilco, etcétera, siguieron desarrollando su cultura sin ninguna in­
fluencia exterior; en tanto que 11atilco y 11apacoya recibieron una
fuerte influencia de la cultura olmeca, lo cual las hizo sobresalir en
la Cuenca de México, y a su vez influir tenuemente sobre sus vecinos
más cercanos.
A reserva de ir enfatizando los rasgos culturales que introdujeron
los olmecas, podemos hablar en general de la cultura de este periodo
considerándola como un todo; así, en el aspecto tecnológico se obser­
va la continuació� del utillaje de la época anterior, pero aparecen
hachas y azuelas para el trabajo de los campos de cultivo, cuchillos,
agujas de hueso, cinceles, abrasores y algunos más, lo mismo que
nuevas materias ·primas como serpentina, jade, hematita especular,
cuarzo, turquesa, concha, algodón, caolín, etcétera.
La presencia de hachas de serpentina nos indica que la agricultura
se hace ahora por el sistema de milpa, aclarando las partes boscosas
con esos implementos y con la ayuda del fuego; en tanto que las re­
presentaciones cerámicas de peces, jabalí, tlacuache, armadillo, pato,
conejo, iguana, tortuga, etcétera, y los huesos de aves, perro, venado
y otros animales, nos muestran no sólo la fauna de la época, y la
motivación artística de esos grupos, sino que indican también los
aspectos de la caza y pesca, cuyos productos completaban la dieta
alimenticia. 8
Además, las representaciones de guajes y calabazas que se ven en
algunos botellones, indican con seguridad que la trilogía maíz-cala­
baza-frijol era cultivada por esas gentes; mientras que las materias
primas como el algodón, el caolín, la serpentina, el jade, la concha y
la turquesa, implican nexos comerciales o intercambios entre grupos
de la Cuenca .de México y gentes de Morelos, Guerrero y la Costa
del Golfo.
Durante el Preclásico Medio se nota una mayor división del tra­
bajo, pues hay taIIadores o lapidarios de piedras duras y objetos sun­
tuarios, alfareros más especializados, talladores de ornamentos de
concha y tejedores de petates y fibras textiles; obsérvase un verda­
dero progreso cultural no sólo en el aspecto de las artesanías, sino
también en las relaciones comerciales, organización social, ideas reli­
giosas, culto a los muertos y arte en general.
s Barba de Piña, 1956.

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REGIÓN DEL ÁGUILA, DEL NOPAL Y LA SERPIENTE 181

La artesanía principal fue la alfarería, que a diferencia del periodo


anterior se caracteriza por la bicromía de las vasijas; ocurriendo la
intrusión de la tradición alfarera olmeca, caracterizada por las bases
planas, decoración en zonas o paneles y motivos simbólicos relacio­
nados con el jaguar. En Tlatilco y Tlapacoya es donde se desarrolla
e influye más el estilo y formas que luego pasan a otros lugares de
la Cuenca de México. Entre los tipos típicamente olmecas tenemos la
cerámica negra gruesa pulida, negra con bordes o manchas blan­
cas, blanca pulida, gris, y vasijas hechas de caolín; mientras que de
la tradición local de la cuenca hay blanco sobre rojo, roja pulida,
rojo sobre blanco, amarillenta, negra delgada y otras modalidades.
El tipo blanca incisa es una continuación de la cerámica blanca
del periodo anterior, pero con el uso frecuente de la incisión y exca­
vado o excisión, que se adoptó de los olmecas; habiendo platos trí­
podes y platos sencillos con los bordes incisos; vasos o platos de base
plana; platos de base plana con pico vertedera; cuencos sencillos, a
veces con decoración incisa; tecomates de base plana y decoración
excavada; vasijas con acanaladuras, y vasos con decoración raspada o
cxcisa. Las vasijas zoomorfas son raras.
El tipo negro pulido es un variante de la cerámica negra gruesa
del periodo anterior, el cual adopta elementos de la alfarería olmeca;
habiendo cajetes o cuencos sencillos con decoración incisa o acana­
lada; cuencos ovales; a veces con acanalado cerca del borde; platos
con bases anulares; botellones zoomorfos; cajetes de silueta compues­
ta; vasos de base plana con decoración excisa y motivos felinos; cuen­
cos sencillos; platos de base plana con decoración en el fondo; caje­
tes trípodes con decoración interna, y platos de base plana con deco­
ración incisa y estampado de mecedora o rocker-stamp.
El tipo negro con bordes blancos es característico de los olmecas y
se presenta en formas de cajetes sencillos, a veces con decoración in­
cisa o rocker-stamp; lo mismo que en forma de platos de silueta com­
puesta; vasos de base plana con decoración excisa y motivos felinos,
y platos de base plana. El tipo gris pulido es también de tradición
olmeca; habiendo principalmente vasos de base plana y cajetes sen­
cillos, a veces con decoración incisa.
Aunque no frecuente, y debido a la influencia olmeca, hay un tipo
que ha sido llamado "pseudo-fresco", debido a que sobre la super­
ficie negra pulida de las vasijas se aplicó un baño de cal, y sobre esta
capa se pintó con colores azul o verde turquesa. La forma común
son vasos de base plana.
El tipo rojo pulido puede presentarse en forma de cuencos sen­
cillos, con apariencia roja sólo en el exterior; habiendo también caje­
tes sencillos con decoración incisa o de mecedora, cuencos con aca­
naladuras, botellones, ollas, tecomates y vasos de base plana, a veces
con decoración punzonada. El tipo negro delgado tiende por lo

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182 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

común al café negruzco, y se caracteriza por e] uso frecuente de la


incisión; habiendo cajetes sencillos, vasijas con gajos modelados, cuen­
cos de silueta compuesta con decoración cuneiforme o de ufia, y raras
veces vasijas efigie.
El tipo blanco sobre rojo tiene cajetes sencillos, platos de silueta
compuesta, cajetes ovales o arriñonados y raras veces tecomates; los
motivos son geométricos y pintados de blanco sobre un fondo rojo
pulido. El tipo amarillento laca o blanco amarillento tiene una base
de color blanco y sobre ella un baño de pintura amaálla; predomi­
nando los cuencos sencillos y tecomates, ocasionalmente con alguna
línea incisa.
También corresponden al Preclásico Medio los tipos: rojo sobre
blanco, el cual se caracteáza por los cajetes sencillos y de silueta
compuesta, con el interior rojo pulido o café y el exterior rojo sobre
blanco en forma de motivos geométácos; el tipo naranja laca, en
forma de cajetes sencillos y tecomates, rara vez con decoración inci­
sa; el tipo rojo sobre negro, en forma de botellones, y el tipo rojo
sobre café, en el cual sobresalen los botellones con gajos corno de
cala baza, los vasos de base plana, los botellones con asa de estábo,
las vasijas silbadoras zoomorfas, los cajetes con acanaladuras y las
vasijas en forma de pie humano.
Por los finales del periodo se inicia el tipo negativo, en dos tona­
lidades; o sea que los motivos aparecen de color blanquecino sobre
un fondo grisáceo oscuro, y puede ser llamado "negativo bicromo", a
diferencia del negativo policromo que es característico del Preclásico
Superior. Las formas son, por lo regular, sencillas.
En las figurillas de esta época se observan también dos modalida­
des: las que corresponden a la tradición alfarera de la cuenca, y las
que pertenecen a la tradición olmeca; habiéndose fusionado en Tia­
tilco y Tiapacoya para dar nuevos tipos que luego alcanzan una gran
dispersión. A la pámera tradición corresponden los tipos c5, B, F y x;
a la segunda, u olmeca los tipos c9, clO, A, y olmecas puras; mien­
tras que a la fusión de ambas pertenecen los tipos o, baby face o
"cara de niño", y algunas olrnecoides.
Las figurillas F tienen expresiones como de ave en la cara; las figu­
rillas B tienen los ojos hundidos sobre la pasta de la cara; las tipo
c5 presentan caras abultadas y complicados tocados; en tanto que el
tipo K tiene grandes ojos fileteados, con expresiones de rana y cuer­
pos aplanados.
Las figurillas A tienen los ojos perforados y la boca abultada con
las comisuras hacia abajo, semejantes a las de la Costa del Golfo; las
figurillas tipos c9 y clO son bien equilibradas ánatómicamente, y al
parecer fueron una continuación del tipo el, al cual se le agregaron
los ojos perforados y una boca olmecoide; salieron de ellas el tipo o,

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REGIÓN DEL ÁGUILA, DEL NOPAL Y LA SERPIENTE l 83

o de la mujer bonita, dentro de algunas variedades, como el D2, D3,


n4, y figuras huecas pintadas de rojo pulido.
Las figurillas típicamente olmecas presentan por lo regular una
postura sedente, son de color blanco pulido, y tienen los ojos obli­
cuos hechos por una fina ranura y bocas triangulares con las comisu­
ras hacia abajo; de allí el tipo "cara de niño" o lxlby face; figuras
huecas sedentes que muestran la deformación del cráneo y la muti­
lación dentaria.
A través de las figurillas de esta época se nota una gran cantidad
de aspectos culturales, que ha permitido tener una visión de cómo
vivían las gentes de esos tiempos; y así, podría hablarse de un avance
considerable en el terreno de la indumentaria y el adorno, lo �ual
implica también el desarrollo del tejido y las artes textiles. Por las
figurillas vemos el uso de faldillas con dibujos geométricós, brague­
ros o taparrabos, cofias y turbantes, vendas faciales y barbiquejos,
sacos o camisas, sombreros, gorros y otras prendas, a la vez qu� tu­
vieron hilos para los collares, listones y petates para la casa y para
amortajar a los muertos.
Lo anterior indica que aprovecharon el algodón silvestre y fibras
de yuca o maguey, que hilaban con ayuda de rodajas de barro o ma­
lacates, que tenían telares de cintura colgados de los troncos de los
árboles, y que obtenían telas con dibujos coloreados. Los petates se
hacían de tule, y hay agujas de hueso con un extremo perforado, que
servían para coser las prendas de vestir.
La pintura facial y corporal adquiere ahora una mayor expresión
artística, pues en las figurillas se observan diseños geométricos y na­
turalistas, entre ellos grecas, triángulos, huellas de pies humanos círcu­
los, bandas, etcétera; parece que estos motivos se imprimían por medio
de sellos o pintaderas de barro, en colores negro, rojo, blanco y ama­
rillo. Estos sellos, encontrados en las excavaciones, pueden ser pla­
nos con agarradera,. y cilíndricos con una agarradera en cada extremo,
o huecos cilíndricos para introducir en ellos un palo a manera de
rodillo; hay diseños excavados en su superficie, positivos y negativos,
que reproducían huellas de pies humanos, serpientes, ·aves, motivos
simbólicos del jaguar y elementos geométricos.
También se observa la costumbre del tatuaje o escarificación, el
cual se hacía sobre los hombros y las piernas, por lo regular, en forma
de puntos, flores y otros motivos geométricos sencillos; a la vez que
se practicó la deformación del cráneo -tabular erecta y oblicua- y
la mutilación dentaria. Otra costumbre muy difundida por los olme­
cas fue el rapado de la. cabeza, total o parcial, dejándose mechones
de pelo a los lados de la cabeza; y también usaron trenzas, se pin­
taban el cabello, usaron tal vez barbas postizas, y llevaban compli­
cados tocados en la cabeza.

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184 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

En el renglón del adorno personal hay una mayor variedad de los


materiales y objetos usados; pueden mencionarse collares con cuentas
de barro, hueso, concha y jade; orejeras y pendientes; narigueras;
pectorales de concha; brazaletes y ajorcas; espejos de pirita colgados
al pecho, y pectorales de concha o pendientes con mosaico de tur­
quesa, bastante raros.
Como decíamos anteriormente, aunque algunos sitios de la Cuen­
ca de México persisten en su condición de aldeas agrícolas, otros van
alcanzando el rango de villas, por el aumento y concentración de la
población, por los excedentes alimenticios y por una economía y dis­
tribución más equilibrada; sobresalen entre ellos Tiatilco y Tlapa­
coya, en donde se habían asentado algunas gentes olmecas. De he­
cho, este paso trajo consigo un progreso en la organización de los
poblados y de la sociedad en general; aparecen las plataformas de
tierra con revestimiento de piedra, sobre las cuales se construían las
chozas de bajareque; pisos de lodo pulido; cistas delimitadas con
ringleras de piedras para marcar los enterramientos, y cementerios
propiamente dichos.
Las figurillas de este periodo muestran ahora a hombres y mujeres
dedicados a varias ocupaciones, pues hay representaciones de baila­
rinas, músicos, shamanes o magos, jugadores de pelota, mujeres car­
gando a sus hijos, niños en cunas, mujeres en estado de preñez, hom­
bres sentados en bancos, acróbatas, mujeres con cántaros sobre el
hombro, etcétera; todo lo cual indica que la sociedad se ha venido
transformando, principalmente en las villas como Tlatilco y Tla­
pacoya.
En estas comunidades más desarrolladas existía una casta de sha­
manes o hechiceros que tenían a su cargo las funciones directivas de
la sociedad; abajo de ellos quedaban los artesanos especializados,
músicos, acróbatas, bailarines, comerciantes y jugadores de pefota;
en una jerarquía inferior quedaban los campesinos, cazadores, pesca­
dores, etcétera; o sea que la organización social estaba jerarquizada
en estamentos con funciones diversificadas.
Y en relación con este tipo de organización social, es factible que
la religión tuviera una base esencialmente mágica, pues si bien se
continúa con los cultos a la fertilidad, también aparece una deidad
felina introducida por los olmecas, relacionada con la agricultura y
la lluvia. En Tlatilco esta deidad felina se haya representada por una
especie de dragón celeste, con cabeza de serpiente y cola en forma
de garra de jaguar; habiéndose formado por la unión de una ser­
piente acuática -con crestas sobre la cabeza, colmillos y lengua bífi­
da- y las garras del jaguar, o animal totémico de los olmecas.
Para los grupos de la Cuenca de México, la serpiente acuática ha
de haber simbolizado el espíritu de las aguas del gran lago, y por
extensión, el agua de los ríos, o agua terrestré; mientras que el jaguar

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REGIÓN DEL ÁGUILA, DEL NOPAL Y LA SERPIENTE 185

significaba para los olmecas la fuerza de la naturaleza, ligada a la


tierra y a la· lluvia; o sea que la fusión de ambas implica ya un con­
cepto_ de agua terrestre y agua celeste, y de allí nacerán más tarde los
dioses de la lluvia que tienen características de jaguar-serpiente más
atributos de hombre-pájaro.
Además de ·esta deidad relacionada con la tierra y el agua, por los
finales del periodo aparece la representación de un pre-dios del fuego,
caracterizado por un jorobado que a veces lleva una vasija a la espal­
da, dando la impresión de un acróbata con el cuerpo arquead.o; y
también es posible imaginarnos las festividades que celebraban en
relación con la agricultura, las cuales se hacían con música y danzas.
Así, hay representaciones de shamanes o hechiceros que llevan más­
caras de aves, de jaguar o humanas sobre la cara, que visten con pie­
les y pelucas, y que llevan sonajas en las manos; lo mismo que músi­
cos tocando tamborcillos, e instrumentos musicales como silbatos,
huesos con ranuras o resonadores, sonajas, flautas y o�arinas; y bai­
larinas con faldillas y pantaloncillos hechos con capullos de maripo­
sas, lo mismo que acróbatas, enanos, bufones y jugadores de pelota.
El juego de pelota se practicaba al aire libre, todavía sin estructu­
ras especiales, pero delimitando el campo o cancha con algunas mar­
cas; la pelota era de hule macizo, por lo cual los jugadores se forra­
ban o protegían las manos, y usaban rodilleras.
Durante el Preclásico Medio el culto a los muertos alcanza mayor
desarrollo, pues existen ahora lugares especiales para los enterramien­
tos o cementerios, nuevas prácticas funerarias y mayor riqueza en las
ofrendas; predominan los entierros flexionados colocados directamen­
te en el suelo; entierros múltiples de un hombre principal con varias
mujeres, de una mujer importante con otras mujeres, de mujeres con
niños sacrificados, etcétera; todos ellos con acompañamiento de
ofrendas, entre las cuales pueden citarse vasijas de gran calidad, or­
namentos, implementos de uso personal, comidas y bebidas, yugos
pequeños, y en ocasiones perros sacrificados que servían como acom­
pañantes.
Los entierros flexionados eran envueltos en petates y a veces en
mantas o telas de algodón o de yuca, amarrados con cordeles o rocia­
dos con polvo rojo de hematita o cinabrio; acostumbrábase también
el sacrificio humano cuando moría alguna persona de importancia,
y también se hacían grandes ofrendas colectivas de cerámica.
En el terreno del arte se aprecia cierto auge de la escultura menor
en barro, como se observa en las figuras huecas sedentes de influen­
cia olmeca y en las vasijas zoomorfas y antropomorfas, llenas de gran
realismo; a la vez que se desarrolla la lapidaria, el dibujo y la pintu­
ra, implícitos en los pequeños yugos labrados con motivos olmecas,
en los espejos de pirita y pequeños objetos de jade, en los diseños de

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186 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

las vasijas y pintura facial y corporal� en los sellos de barr� y otros


objetos.
La influencia olmeca sobre lugares como Tiatilco y Tiapacoya con­
tribuyó al desarrollo mayor de esos grupos, al establecimiento de un
nuevo estilo artístico que luego se propagó a otros grupos, y por ello,
durante el Preclásico Medio, la cultura de la Cuenca de México
sobresalió entre todos los demás pueblos del Altiplano Central, dejan­
do las bases para el progreso de los grupos del Preclásico Superior.

El Preclásico Superior. Entre 800 y 200 A.c. la Cuenca de México


se puebla densamente, pues sitios como Zacatenco, San Cristóbal
Ecatepec, Cerro del Tepalcate, Cuicuilco, Ticomán, Tetelpan, Tia­
pacoya, Chimalhuacán, Azcapotzalco, Contreras, Cuanalán, Papalo­
tla, Xico y varios sitios cercanos a Teotihuacán, muestran rasgos cul­
turales de este periodo; lo cual nos indica que la demografía ha
aumentado, que la economía es estable, y que la organización social y
la distribución de los excedentes alimenticios es efectiva.
Los grupos asentados en estos sitios siguen dependiendo básica­
mente de la agricultura del maíz, el frijol, la calabaza y el chile, la
cual se practica por el sistema de milpa y con ayuda del bastón plan­
tador, coas o azadas y hachas de serpentina; pero en algunos lugares
se construyen muros de contención en las laderas de los cerros, o es­
pecies de terrazas escalonadas, tanto para evitar la erosión como para
aprovecharlas en la agricultura.
También se complementa la dieta alimenticia con los productos
de la caza, la pesca y la recolección; es decir, que la economía sigue
siendo de tipo mixto; y por medio del comercio se siguen intercam­
biando las materias primas de las que carecían, entre ellas, algodón,
serpentina, jade, concha, y algunos objetos de lujo para la clase di­
rigente.
En el. aspecto tecnológico las herramientas e implementos no cam­
bian, sino que, al contrario, se introducen algunos nuevos que se aso­
cian al desarrollo de las construcciones civiles y religiosas de la época;
hay ahora cinceles para el corte de la piedra, taladros para perforar,
aplanadores o alisadores de pisos y paredes, y tal vez cuñas de made­
ra, martillos o mazos, y plomadas.
En algunos lugares, como en el Cerro de Tepalcate, se construyen
plataformas para templos; en Cuicuilco y Tlapacoya se levantan ba­
samentos escalonados para el culto religioso; en Zacatenco y Ticomán
hay muros de contención y platafom1gs para casas; y por los finales
del periodo, Teotihuacán comienza a construir sus grandes pirámides;
o sea que el Preclásico Superior se distingue por el inicio de las cons­
trucciones duraderas y comienzos de los centros no planificados, en
los cuales. puede estudiarse la evolución de los basamentos para tem­
plos que fueron característicos de Mesoamérica.

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REGIÓN DEL ÁGUILA, DEL NOPAL Y LA SERPIENTE 187
Así, los poblados del Preclásico Superior se componen de cierto
número de chozas construidas con materiales perecederos, como tron­
cos, paja .y Iodo, asentadas sobre plataformas de tierra con revesti­
miento de piedras irregulares; naciendo de ahí la idea de construir
mejores plataformas para base de los templos, siguiendo la técnica
constructiva en boga, pero que puede ser considerado como el em­
brión de la arquitectura prehispánica.
En el Cerro del Tepalcate las gentes construyeron una plataforma
de regulares dimensiones, con relleno de tierra y muros revestidos de
piedras y tepetate, a la cual se subía por medio de uno o dos escalones
situados al frente de la misma; y en la parte superior, sobre un piso
de lodo pulido, se construyó un templo de bajareque, con techo a
dos aguas, parecido a las construcciones que se ven en las maquetas
de barro de Nayarit. 9
A través del tiempo la estructura sufrió varias ampliaciones, por
razones del culto y deficiencia en la construcción; habiéndose obser­
vado que en cada nueva ampliación se quemaba el templo, luego se
agrandaba en anchura y altura la plataforma, y por último se construía
otro templo; colocándose una ofrenda propiciatoria al nuevo edificio.
Aprovechando la ampliación se hacían algunos enterramientos de
gente importante, con pobres ofrendas; y en el interior del templo
se construían hogares para el fuego. Una fecha de carbono 14 reco­
gida en uno de esos hogares dio la fecha aproximada de 450 A.C.
Las pequeñas y bajas plataformas se fueron superponiendo o asen­
tando las unas sobre las otras, para dar el concepto de basamento es­
calonado sobre el cual se asentaron los templos y cobraron una nueva
significación; o sea que si al principio los templos eran abrigo de la
divinidad, concebida a semejanza del hombre y capaz de habitar en
una· choza a baja altura, ahora la deidad se alza por sobre el nivel
humano y demanda una estructura especial de mayor jerarquía.
Así, en Cuicuilco se inician los basamentos escalonados, primero de
planta circular y con bajos cuerpos hechos de ·Jodo pulido, a manera
de plataformas superpuestas; viene luego la construcción de basamen­
tos escalonados de piedra, tanto de planta circular como rectangular,
construidos sobre plataformas y con altares y habitaciones por sus
contornos.
El basamento circular más conocido de Cuicuilco fue original­
mente de tres cuerpos, construidos con relleno de tierra y muros de
contención para evitar el deslizamiento de los materiales; y las pare­
des exteriores de los cuerpos eran de piedra volcánica unidas con
lodo, en pendiente o inclinadas, y tal vez con revestimiento de Iodo.
El basamento tenía una altura de 17 metros, ya que el primer cuerpo
era de 8.50 m. de alto, el segundo de 5 m., y el tercero de 3.50 m.;
9 Piña, Romano y Pareyón, 1952.

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188 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

había en la parte central superior un templo circular de bajareque,


el cual tenía un altar de lodo en su interior. El acceso a la parte su­
perior se hacía por medio de rampas y escalinatas colocadas en los
lados poniente y oriente.
Los constructores de Cuicuilco escogieron sabiamente el lugar para
su construcción ceremonial, pues a la orilla de una loma natural cons­
truyeron una plataforma de nivelación en el terreno bajo y otra más
elevada que niveló la loma, o sea que cuando se construyó el basa­
mento su mitad oriente quedó en el terreno bajo y su mitad poniente
hacia la loma natural. Ello originó que el primer cuerpo tuviera una
altura de 8.50 metros en el oriente, mientras que hacia el poniente
sólo alcanzaba una altura de cerca de 1.50 metros. Así también la
rampa del poniente descansaba sobre la loma natural, salvando prác­
ticamente la altura del segundo y tercer cuerpo; mientras que la del
oriente abarcaba a los tres cuerpos.
Posteriormente se agregó al primer basamento un cuarto cuerpo, el
cual tapó al altar de lodo y sobre él se construyó otro templo circular
de bajareque, el cual tenía altares revestidos con cantos de río y pin­
tado de rojo; viniendo por último un quinto cuerpo, recubierto en
parte con cantos de río, el cual tapó a los altares anteriores. Sobre
este último cuerpo se construyó una estructura rectangular, tal vez
como base de otro templo; akanzándose la altura total de unos 20
metros.
Al frente del basamento, tanto en el oriente como en el poniente,
había algunos altares circulares todavía no explorados; y casi al
frente de la rampa poniente se construyó un cuarto-habitación tam­
bién circular, y una especie de kiva o estructura religiosa secreta,
hecha con grandes losas pintadas en su interior con motivos serpen­
tinos en rojo. Esta pequeña estructura tiene un pasillo estrecho de
entrada, y está descansando sobre el corredor o pasillo del primer
cuerpo, hacia el sur.
Por los finales del Preclásico Superior se construyó en Cuicuilco
otra estructura de planta rectangular, semejante a una pirámide esca­
lonada y con revestimiento de piedra; tal vez �esó la actividad cons­
tructiva por la erupción del Xitle, pequeño volcán del sistema del
Ajusco, lo cual obligó a que emigrara la población hacia otros lugares.
Algunas fechas de carbono 14 colocan a Cuicuilco de 450 a O A.c.
Habiéndose llegado al concepto del basamento escalonado pirami­
dal, en la Cuenca de México otros sitios continúan con el desarrollo
de esa tradición arquitectónica; y así en Tiapacoya, lugar que había
sido ocupado desde el Preclásico Medio, se construye un basamento
que pasó también por tres etapas de construcción, y que anuncia el
posterior desenvolvimiento de la arquitectura en Teotihuacán.
Inicialmente las gentes de Tlapacoya construyeron una amplia
plataforma con una escalinata empotra�a al frente, la cual condu-

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REGIÓN DEL ÁGUILA, DEL NOPAL Y LA SERPIENTE 189

cía a otra plataforma baja sobre la que descansaba un templo-choza


de bajareque; y esta estructura quedaba en la falda de lm cerro,
expuesta a la erosión del mismo. Posteriormente se construyeron
algunos muros de contención en las faldas del cerro, para evitar que
los materiales "de acarreo cayeran sobre la estructura ceremonial; y
se levantaron otros tres cuerpos escalonados, con una escalerilla casi
central que conducía a un nuevo templo. Y por último, se constru­
yeron algunos muros de contención o refuerzo, adosándolos a los
existentes; con lo cual la estructura adquirió un juego de claros y
volúmenes que la hacen más grande de lo que es.
En general, el basamento piramidal de 11apacoya tiene un relleno
de tierra, con muros inclinados y revestidos de piedra con junturas de
lodo; alcanza la altura de cinco metros, y tiene un pasillo poste­
rior con una escalinata en cada extremo; y estas escalinatas tienen
angostas alfardas hechas de laja basáltica, material que se traía de
los cerros cercanos. Su apariencia es la de un basamento piramidal,
con cuerpos en talud y revestimiento de lodo; y hay una habitación
cercana, tal vez para el servicio del sacerdote encargado del culto.
Aprovechando la ampliación del edificio en su segunda etapa, se
construyeron tres tumbas en su interior, con paredes de piedra y
techos de laja basáltica; colocáronse en el interior de ellas algunos
huesos o entierros ·secundarios de gentes importantes, junto con
ricas ofrendas funerarias. Entre los objetos de ofrenda se encontra­
ron restos de cestería y de tejidos; semillas y guajes pintados al
fresco; corteza vegetal; figurillas, cuentas de jade, cuchillos de obsi­
diana, y multitud de vasijas, algunas pintadas al fresco, con decora­
ción negativa, con impresión de uña, etcétera. 10
El corte y acarreo de la piedra para las construcciones; la direc­
ción de los trabajos; la elaboración de objetos suntuarios; las activi­
dades agrícolas y de caza y pesca; el tejido y la alfarería; el adelanto
tecnológico, etcétera, nos indican que durante el Preclásico Superior
hay una verdadera división del trabajo y estamentos o categorías
sociales con funciones diversificadas, observándose cómo la incipiente
clase sacerdotal va absorbiendo las funciones religiosas y administra­
tivas, las artesanías y el comercio, o sea que se está a un paso
de la organización teocrática monopolista que caracteriza a la etapa
urbana o civilización.
Asociada a los centros cívico-religiosos y al sacerdocio incipiente,
está la religión, la cual continúa exaltando a los fenómenos naturales
relacionados con la agricultura; pero ahora aparece también el dios
viejo del fuego o Huehuetéotl, representado como un anciano joro­
bado que lleva un brasero sobre la cabeza; lo mismo que el antece-
10 Barba de Piña, 19 56.

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190 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

dente del dios Tiáloc o de la lluvia, rudimentariamente representado


sobre el cuello de algunos botellones de Tiapacoya.
Y en relación con las creencias de aquellos tiempos, el culto a
los muertos se hace más elaborado; aparecen las tumbas con paredes
de piedra y techos de lajas, como en Tiapacoya, o entierros radiales
como en Cuicuilco, todos ellos con acompañamiento de ofrendas.
En algunos casos los entierros se envolvían en petates, en otros los
cadáveres descansaban sobre un lecho de corteza vegetal, rociados
con polvo rojo de cinabrio; y en las ofrendas se incluían ornamentos
y objetos de uso personal,. lo mismo que vasijas, algunas con ali­
mentos.
La artesanía principal siguió siendo la alfarería y la manufactura
de figurillas, las cuales permiten distinguir este periodo; habiendo
cerámica de color bayo o café rojizo, rojo sobre café amarillento,
roja pulida tardía, café negruzco tardío, blanco sucio, policroma,
negativa, anaranjada pulida, blanco sobre rojo tardío, pintada al
fresco y negra tardía.
En el tipo café rojizo o bayo hay ollas de cuellos enrollados, a
veces con asas; cuencos sencillos y de silueta compuesta, a veces con
soportes; ollas con los bordes decorados por medio de aditamentos
ornamentales, y a veces, botellones; mientras que en el tipo rojo
sobre café amarillento hay vasijas trípodes con soportes bulbosos
ornamentales, a veces con diseños rojos delimitados por incisión, lo
mismo que ollas y botellones, platos de silueta compuesta, a veces
con incisiones, y ocasionalmente vasijas con pulimento de palillos.
El tipo rojo pulido es más oscuro que el de periodos anteriores,
y se presenta en forma de vasijas efigie con vertedera, cuencos· de
silueta compuesta, a veces con decoración punzonada, cajetes sen­
cillos, y ocasionalmente, vasos de base plana; en tanto que el tipo
café _negruzco parace en forma de cajetes trípodes con soportes
huecos globulados o estrangulados, vasijas con decoración cuneifor-.
me o de uña en la base, cántaros, tecomates con decoración de uña,
copas con alta base anular, platos, ollas vertedera, botellones zoomor­
fos y antropomorfos, etcétera. Algunas vasijas tienen soportes mami­
formes, cónicos, bulbosos, anulares y otras variantes.
El tipo más característico del Preclásico Superior es el policromo,
a base de rojo, café amarillento y blanco, este último delimitando
los motivos geométricos; hay cajetes o platos trípodes con soportes
bulbosos, vasijas rectangulares tetrápodas, cuencos sencillos y de si­
lueta compuesta, ollas, vasos y botellones. De menor frecuencia son
las vasijas policromas en colores rojo, negro, blanco y amarillento,
a veces con los diseños delimitados por incisión.
En este periodo se introduce la cerámica policroma de Chupícuaro,
Guanajuato, la cual puede ser rojo y negro sobre crema, o rojo y
café sobre crema; hay también cerámica bicroma en colores negro

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REGIÓN DEL ÁGUILA, DEL NOPAL Y LA SERPIENTE 191

sobre rojo, rojo sobre crema y café oscuro sobre crema. Estos tipos
fueron traídos por comercio, y se han encontrado en el Cerro del
Tepalcate, Cuanalán, Azcapotzalco y otros sitios de la Cuenca de
México; los cuales influyeron junto con las figurillas de Chupícuaro
en la tradición alfarera del Altiplano Central.
Otro tipo característico es la cerámica negativa, en coloraciones
naranja, rojo o café oscuro que contrastan sobre un fondo cafetoso
claro; hay cuencos sencillos, platos de silueta compuesta y algunas
otras formas de bases esféricas. En los motivos hay bandas, man­
chas, punt()S, círculos y líneas anchas ondulantes; puede llamársele
"negativo policromo" para diferenciarlo del negativo bicromo del
periodo anterior.
Este tipo se combina con el tipo policromo, para dar la variante
policromo-negativo; pudiendo ser de color rojo, negro y blanco sobre
café amarillento, combinado con decoración en negativo. Entre las
formas hay cuencos y platos de silueta compuesta, ollas y cuencos
sencillos. Algunas ollas tienen el fondo rojo, motivos pintados de
blanco y decoración negativa.
Por los finales del Preclásico Superior aparece el tipo anaranjado
pulido, que podría ser antecedente de la cerámica naranja de Teoti­
huacán; habiendo vasos con reborde basal y soportes mamiformes
trípodes, cuencos sencillos, vasijas zoomorfas, ánforas con tres asas,
cántaros y cajetes trípodes o platos de silueta compuesta, con mues­
cas en el ángulo basal.
También aparece el tipo blanco sobre rojo tardío, con la caracte­
rística de que la pintura blanca tiende a desprenderse con facilidad;
hay cuencos sencillos, vasos de base plana, platos de silueta com­
pu·esta, a veces con soportes, y los motivos pueden ser geométricos,
antropomorfos o naturalistas.
Por último, hay que mencionar el tipo al fresco, el cual se caracte­
riza porque sobre la superficie pulida de la vasija, o sobre una capa
de cal o yeso, se pintaron los diseños en colores rosa, blanco, amari­
llo, negro y azul turquesa; hay ollas trípodes con soportes cónicos
huecos, vasos estrangulados o compuestos, y platos trípodes.
Las figurillas, por su parte, se siguieron haciendo a mano, con los
rasgos al pastillaje, principalmente; pueden citarse el tipo E, en for­
ma de figurillas con los cuerpos aplanados y caras triangulares; el
tipo 1, con los cuerpos aplanados y pintados de rojo pulido; el tipo
H, venido de Chupícuaro, con cuerpos planos y profusión de
adornos al pastillaje; y tipos conocidos como G, M, N, etcétera. Tam­
bién son comunes las orejeras de barro, tanto con un lado ahuecado
como sólidas completamente; y aunque no muy comunes, hay figu­
rillas recortadas en concha, compuestas de varias partes y con perfo­
raciones para sujetarse a los vestidos.

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192 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

Como decíamos anteriormente, el progreso cultural del Preclásico


Superior se manifiesta en el inicio de la arquitectura en piedra, en
la construcción de basamentos para templos, en el inicio de centros
cívico-religiosos no planificados que sirven de foco de atracción a
poblaciones vecinas, o sea que funcionan como núcleos de integra­
ción regional; a la vez que por una naciente casta sacerdotal, dioses
con atributos reconocibles, comercio y tecnología más desarrollados,
y un aumento considerable de las poblaciones.
Estos factores, y la presencia de elementos como el uso de cuerpos
inclinados superpuestos, angostas alfardas en las escalinatas, técnicas
alfareras como el negativo y el fresco, figurillas tipo E, cuchillos
con un fino }asqueado a presión, etcétera, contribuyeron al desarrollo
de centros más avanzados, como Teotihuacán; iniciándose con ello
la civilización prehispánica propiamente dicha.

EL DESARROLLO DE LA TRADICIÓN TEOTIHUACANA

( Periodos Protoclásico y Clásico: 200 A.c. a 650 D.c.)

Por los finales del Preclásico Superior, la Cuenca de México con­


taba con numerosos grupos que iniciaron la construcción de plata­
formas, basamentos, cuartos o habitaciones, o simplemente muros
de contención como se observa en Ticomán y Zacatenco; pero tanto
los grupos de la parte occidental de la cuenca como los de la oriental,
tenían alfarería y figurillas semejantes, entre ellos los tipos rojo sobre
blanco, café negruzco, policroma, blanco sobre rojo, rojo sobre café
amarillento, rojo pulido, blanco sucio, decoración negativa, rojo sobre
negro, blanco sobre café y otras variantes; lo mismo que pintura deli­
mitada por incisión, orejeras sólidas de barro, soportes ornamentales
y figurillas de los tipos E, e, I, H, M, y otras modalidades.
Algunos lugares como Ticomán, Zacatenco, Cerro del Tepalcate
y Cuanalán no prosperaron mucho, y terminaron por los fines del
Preclásico Superior, es decir, por 200 A.c.; otros, como Cuicuilco,
interrumpieron su desarrollo por la erupción del Xitle, que ha de
haber ocurrido por ese tiempo; en tanto que algunos más, como
Tlapacoya, El Tepalcate-Chimalhuacán, Xico y varios sitios cercanos
a Teotihuacán, rebasaron esa fecha, e hicieron posible el desarrollo
de ese gran centro ceremonial.
En Tlapacoya, "la presencia de pintura al fresco, decoración ne­
gativa, soportes mamiformes, rebode basal con muescas, vasos pe­
queños con soportes en forma de botón, botellones con caras felinas
o humanas esquematizadas que recuerdan a Tláloc, cerámica poli­
croma-negativa, técnica del }asqueado fino en la obsidiana, trabajo
elaborado de la concha, trabajo en pizarra, plataformas o basamento
con muros en talud, angostas alfardas en las escalinatas, figurillas

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REGIÓN DEL ÁGUILA, DEL NOPAL Y LA SERPIENTE 193
con rasgos del occidente de México, tumbas dentro del basamento,
inicio del estuco, etcétera, nos están indicando que las características
del Preclásico Superior ya han sido rebasadas y están sufriendo mo­
dificaciones; o sea, que aunque persisten muchos rasgos de dicha
fase; están apareciendo al mismo tiempo una serie de rasgos nuevos
que caracterizan o se muestran en Teotihuacán".11
"Estos nuevos elementos, que de manera indudable están rela­
cionados con los periodos antes citados, son los que constituyen el
periodo o etapa transicional de Tlapacoya"; y este lugar "presenta
los rasgos culturales que conectan directamente al Preclásico Supe­
rior con la cultura teotihuacana, o sea que registra la fase transicio­
nal de ambas culturas, con mayor evidencia que lo que hasta ahora
se había encontrado en el centro de México, incluyendo al propio
Teotihuacán".
"Cronológicamente Tlapacoya puede situarse entre los años 1100
A.c. y 100 n.c., aproximadamente. La fecha señalada como límite
para su desarrollo cultural corresponde a la declinación y abandono
de la pirámide, pero no a un despoblamiento total del sitio"; dando
todo ello "la impresión de un primer ensayo de los elementos cultu­
rales de Teotihuacán, que después florecen en este último sitio".
Desde la publicación de los trabajos de Tlapacoya, en 1956, se
establecía la existencia de un periodo Protoclásico, en el cual algunos
grupos rebasan la etapa del Preclásico Superior, y en él se gestan
los elementos que hacen posible un desarrollo posterior, en este caso
la integración de un verdadero centro ceremonial; se ha dicho tam­
bién "que la asociación de varias aldeas dependientes de un centro
común, hace posible el desarrollo de lugares como Teotihuacán, que
hacia el año 150 A.c. comienza a consolidarse para integrar la gran
civilización que hoy conocemos"; o también que "durante la época
conocida como Teotihuacán 1 (200 A.c. a 100 n.c.) algunos grupos
del Preclásico Superior se han de haber asentado en el valle y con­
tinuado con su misma tradición cultural", a la vez que "estos grupos
habitaron Teotihuacán durante un tiempo bastante largo, lo sufi­
ciente para que se acumulara por los campos una gruesa capa sedi­
mentaria de desperdicios de la población ... todo lo cual fue aprove­
chado más tarde para construir la importante pirámide del Sol y
tal vez la de La Luna".12
Sobre la base de estas mismas ideas formuladas hace varios años,
podemos decir que entre 400 y 200 A.c. algunos grupos se asientan
por los alrededores del Valle de Teotihuacán, viviendo indepen­
dientemente los unos de los otros, y en sus lugares de asentamiento
se van acumulando los desperdicios de la población, especialmente
11 Barba de Piña, 1956.
12 Piña Chan, 1960.

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194 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

fragmentos de cerámica del Preclásico Superior, los cuales más tarde


se utilizan para el relleno de las grandes construcciones piramidales;
mientras que de 200 A.c. a 100 n.c. algunos de esos grupos comien­
zan a concentrarse dentro del valle mismo, elaboran nuevos tipos
de cerámica derivados del periodo anterior, otros tipos de figurillas,
y construyen algunas plataformas y estructuras sencillas, hasta que
en los finales se levantan o erigen la pirámide del Sol y tal vez
la de La Luna, con materiales de relleno que muestran ambas épocas.
La primera etapa, que podemos llamar Pre-teotihuacana, corres­
ponde al Preclásico Superior, y se muestra en el material de relleno
de la pirámide del Sol, en el cual se ha encontrado cerámica blanco
sobre café, rojo sobre negro, blanco sucio, rojo sobre blanco, café
negruzco, policroma, blanco sobre rojo, rojo sobre café amarillento,
rojo pulido, pintura delimitada por incisión, pintura negativa y figu­
rillas derivadas de los tipos E y H principalmente; rasgos que aparecen
también en Cuicuilco, Zacatenco Ultimo, Ticomán, Cerro del Te­
palcate, Tlapacoya y otros lugares. Las figurillas tienen rasgos facia­
les y tocados al pastillaje, nariz y ojos hechos por botones adicionales,
ojos oblicuos con ranura central, tocados en forma de bandas entre­
lazadas, cuerpos aplanados y caras prognatas triangulares;- todas ellas
semejantes al tipo E y a figurillas del occidente de México, tipo
H 4. 13
La segunda etapa, que podemos llamar Proto-teotihuacana, corres­
ponde al periodo Protoclásico, es decir, a una transición entre el
Preclásico Superior y el Clásico, también mostrada en el material
de relleno de la pirámide del Sol; hay cerámica policroma-negativa,
rojo sobre café amarillento con negativo, roja incisa, blanco sobre ro­
jo con negativo, café oscuro con incisiones o acanaladuras, rojo
sobre café, negro pulido, anaranjada pulida, pintura al fresco y
otras modalidades; aparecen también figurillas con los cuerpos apla­
nados y rasgos faciales al pastillaje, con los ojos colocados horizon-.
talmente, y algunas parecen tener una venda sobre la cara y sobre
ella los ojos incisos, o con los ojos perforados como antecedentes
del dios Xipe . También a esta etapa corresponden una figurilla talla­
da en obsidiana, tal vez antecedente de las que caracterizarán a
Teotihuacán en el siguiente periodo, y restos de una estructura en­
contradas por Millon en el núcleo de la pirámide del Sol.
Como decíamos, en los finales de esta época se construye la pirá­
mide del Sol y tal vez la de La Luna, siguiendo el estilo arquitectó­
nico de cuerpos escalonados en talud, escalinatas de poca anchura
limitadas por angostas alfardas, recubrimiento de estuco y relleno en
el que se incluyen materiales de ambas épocas; sólo que en forma
18 Noguera, 1962.

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REGIÓN DEL ÁGUILA, DEL NOPAL Y LA SERPIENTE 19 5
monumental, sin titubeos, o sea con un completo dominio de la
técnica constructiva heredada del Preclásico Superior, pero inspirada
al mismo tiempo en Tlapacoya, el cual era el centro más importante
de la parte oriental de la Cuenca de México en esos tiempos.
Por eso Barba decía que en su época de transición "Tlapacoya
no pudo mantener su importancia frente al centro rival de Teoti­
huacán y se extinguió"; siendo muy Hprobable que el mismo pueblo
haya creado ambas culturas, pues como ya dije, existe una clara
secuencia transicional entre ellas". Lo anterior podría explicarse en
el sentido de que Tlapacoya influyó en buena parte sobre los grupos
del valle de Teotihuacán, pues hasta ahora ni El Tepalcate-Chimal­
huacán ni los sitios cercanos al valle teotihuacano muestran los
elementos arquitectónicos de Tlapacoya, los cuales se siguieron en
gran escala en la pirámide del Sol.·
A partir de aquí comienza la verdadera cultura teotihuacana, con
el desarrollo del centro ceremonial, una población numerosa y una
sociedad que comienza a estar fuertemente estratificada; no siendo
improbable que en ella haya influido algún grupo de fuerte ascen­
dencia costeña como suponía Camio, pues en las pinturas y decora­
ción de edificios hay representaciones de conchas, caracoles marinos,
· estrellas de mar y una técnica preciosista en el tallado de la piedra.
Entre 100 y 300 D.c. ocurre la tercera etapa del desarrollo de la
cultura teotihucacana, la cual podemos llamar Teotihuacán Tem­
prano, iniciándose el estilo arquitectónico de talud y tablero en la
construcción de basamentos escalonados para templos, con ·decora­
ción en bajorrelieve y escultura monumental casi de bulto, como
se observa en el llamado Templo de Quetzalcóatl o de la Serpiente
Emplumada y en la subestructura del Palacio de Quetzalpapálotl;
a la vez que se construyen edificios con pinturas, ·con representa­
ciones de agua, semillas, animales, flores, motivos marinos, etcétera,
como se observa en el llamado Templo de La Agricultura, en Los
Subterráneos y tal vez en otros que deben de existir por debajo
de las múltiples estructuras del periodo siguiente.
En esta época se comienza a perfilar lo que será el gran centro
urbano o ceremonial de Teotihuacán, alineándose algunos edificios
a lo largo de una amplia calzada que hoy se denomina Calle de
los Muertos, pero que abarcaría en aquel entonces sólo un espacio
comprendido entre las dos pirámides, y con edificios más bien aisla­
dos; modifícase también la alfarería, que ahora se hace con pulimento
de palillos y más bien monocroma, las figurillas, y en general toda
la cultura.
De 300 a 650 D.c., o sea en el cuarto periodo de desarrollo que
podemos llamar Teotihuacán Medio, ocurre el apogeo del centro
ceremonial, cúbrense estructuras del periodo anterior y se completa

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196 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

la traza urbana de la Calle de los Muertos con basamentos para


templos y habitaciones sacerdotales; prolongándose la calzada hasta
más allá de la Ciudadela, construyéndose este conjunto y tapándose
el Templo de la Serpiente Emplumada, levantándose el Mercado
frente a la Ciudadela y construyéndose numerosos barrios con man­
zanas de múltiples cuartos. También ocurre el auge de la pintura
mural en el interior de palacios y habitaciones de la clase dirigente,
con representaciones de carácter teocrático o religioso, como se ob­
serva en Atetelco, Yayahuala, Tetitla, Tepantitla, La Ventilla, Xolal­
pan y otros barrios del centro ceremonial; lo mismo que la cerámica
pintada al fresco o decorada por la técnica del champlevé, las figu­
rillas moldeadas tipo retrato, máscaras funerarias y otros aspectos.
Por último, entre 650 y 800 n.c. principalmente, ocurre la deca­
dencia y abandono del lugar, en un periodo que podemos llamar
Teotihuacán último o Tardío; durante él se construyen pequeños
cuartos o habitaciones de adobe en el interior de los grandes edifi­
cios de la época anterior, se adosan cuartos a los .basamentos alinea­
dos a lo largo de la Calle de los Muertos, se hacen pobres construc­
ci:.mes en la parte posterior del Templo de Quetzalcóatl, se saquean
y desmantelan edificios de piedra, se saquean los enterramientos, y
en general la cultura cambia, notándose un retroceso en el modo
de vida y en los conceptos fundamentales de la vieja civilización.
La decadencia del centro, que ha de haberse iniciado por los fina­
les del periodo anterior, y la llegada de nuevos grupos que provenían
de la región del Bajío guanajuatense y tal vez de Morelos, marcan
la existencia del periodo final de Teotihuacán; puede decirse que
los recién llegados conviven con el remanente de población teoti­
huacana, alterando su patrón cultural. Así, la religión agrícola fun­
damental se cambia por una religión más guerrera relacionada con
el fuego y el Sol; se celebra el Quinto Sol; se desarrolla la cerámica
Coyotlatelco; y las nuevas gentes ya aculturadas se convierten en
los toltecas o artífices, quienes abandonan el centro para ir a Tulan­
cingo y luego a Tula, en donde fundan la capital de su imperio.
En resumen, el desarrollo y fin de Teotihuacán ocurrió a través
de cinco periodos principales: en el periodo Pre-Teotihuacán (400
a 200 A.c.) algunos grupos del Preclásico Superior se asientan por
los alrededores del valle; en el periodo Proto-Teotihuacán (200 A.c.
a 100 n.c.) los grupos se concentran en el valle, y se construyen las
pirámides; en el periodo Teotihuacán Temprano ( 100 a. 300 n.c.)
se inicia el desarrollo del centro ceremonial; en el periodo Teotihua­
cán Medio ( 300 a 650 n.c.) ocurre el auge de la ciudad, y en el
periodo Teotihuacán Tardío ( 650 a 800 n.c.) viene la decadencia y
abandono de dicho centro.

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REGIÓN DEL ÁGUILA, DEL NOPAL Y LA SERPIENTE 197

LA CULTURA

El Valle de Teotihuacán es prácticamente una continuación de la


Cuenca de México, que se prolonga a su vez hasta el Valle de
Otumba, después de cruzar un ligero levantamiento que queda entre
el Cerro Gordo y el Cerro de Cuauhtlatzingo; teniendo una longitud
de este a oeste, de unos 15 kilómetros, y de norte a sur, de cerca de
7 kilómetros. 14
Circunscrito por dos arcos montañosos, el valle está limitado hacia
el norte por una cordillera que empieza en el Cerro Gordo, y que
cuenta con otros cerros menores como el Tezompa, el Tepetzáyotl,
el Malinalco, etcétera; en tanto que hacia el sur hay otra cordillera
que comienza en el Cerro de Cuauhtlatzingo y que comprende tam­
bién el Patlachique, el Xoconoxtepec, el Oztotícpac, el Tezoyuca
y otros más. Por los flancos de estas cordilleras se producen nume­
rosos escurrimientos de agua, que regaban tal vez en mayor cantidad
el Valle de Teotihuacán en tiempos prehispánicos; quedando toda­
vía el Río de San Juan, que nace en Otumba y va recogiendo las
aguas del Cerro Gordo, y el Río o Arroyo de San Martín, que
juntaba las aguas del Cerro de Malinalco y del Tepetzáyotl.
Desde el punto de vista geológico, el valle está formado por rocas
ígneas de origen volcánico, como basaltos y andesitas; hay también
formaciones · sedimentarias, entre ellas tobas y arenas, producto de
la erosión y acarreo de las primeras. Y desde el punto de vista de los
recursos naturales, el Valle de Teotihuacán tenía maderas, piedra,
arcilla, pizarra, tezontle, especies animales, bosques, tules, nopales,
etcétera; lo cual permitió el asentamiento de los grupos desde los
fines del Preclásico Superior.
Al ocuparse el lugar, por 400 A.C., el gran lago de la Cuenca de
México llegaba hasta muy cerca del valle teotihuacano, y de las cordi­
lleras bajaban corrientes de agua que regaban las tierras y desaguaban
en el Río de San Juan; de tal modo que la población original contó
con el líquido vital para la subsistencia, y las tierras aseguraban el
cultivo de las plantas fundamentales.
Como las cordilleras estaban cubiertas de espesos bosques de coní­
feras, y las lluvias eran más abundantes . que ahora, el valle tenía
un perfecto equilibrio entre la flora y la fauna; lo cual, aunado a
la variedad de materias primas no explotadas, permitió el desarrollo
de las poblaciones independientes que luego se fueron concentrando
para integrar la cultura teotihuacana. Ejemplo de ello son las repre­
sentaciones de animales y plantas observables en la cerámica, pin­
turas y otras obras dejadas por los teotihuacanos, entre las cuales
14 Camio, 1922.

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198 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

podrían citarse el guajolote silvestre, el gavilán, el venado, la agui­


lilla real, la liebre, el coyote, el tejón, la lechuza, la mariposa; libé­
lulas, árboles frutales, maíz, maguey, cacao, frijol, flores, etcétera;
que dan una idea del ambiente ecológico en que se desenvolvió
el grupo.
La subsistencia de los teotihuacanos se basó principalmente en
la agricultura, la cual se practicaba por el sistema de milpa, rozando
las tierras de las suaves laderas de las sierras y aprovechando también
los terrenos bajos del valle; habiéndose contado con el bastón plan­
tador, hachas de piedra y tal vez azadas de madera para las faenas
agrícolas. También han de haber sembrado en lugares terraceados,
y en los últimos tiempos pudo haber canales de riego y chinampas.
En el curso del tiempo llegaron a cultivar un gran número de
plantas fundamentales para la alimentación, entre ellas el maíz, la
calabaza, el frijol, el chile, el jitomate, etcétera; a la vez que por
comercio se traía cacao de la costa, y posiblemente yuca. Además,
los restos óseos de venado, conejo, guajolote, águila real, coyote,
aves, tortuga y peces, lo mismo que las representaciones de jaguares,
palomas, monos, etcétera, indican que practicaron la caza y la pesca
como complemento de la dieta alimenticia; en tanto que por la
recolección obtenían tunas, nopales, r�íces, tubérculos, frutas sil­
vestres, tule, biznagas, pencas de maguey, leña, etcétera, para usos
comestibles y utilitarios.
La costumbre de incinerar los cadáveres, ha sido en buena parte la
responsable de que no contemos co'n material óseo suficiente para
la reconstrucción del tipo físico de los teotihuacanos; aunque se han
encontrado algunos esqueletos con el cráneo deformado frontoocci­
pitalmente y con tendencia a la braquicefalia, es decir, correspon­
dientes a individuos de cráneos cortos. Por el contrario, en las
figurillas y otras representaciones artísticas se ven tipos con caracte­
rísticas costeñas, como la estatura baja, cabeza deformada y una
hendidura frontal que parece representar la mollera o fontanela
bregmática de los recién nacidos, junto a tipos más esbeltos, con
ojos oblicuos, y otras características más mongoloides.
Lo anterior indica que en Teotihuacán hubo cuando menos dos
grupos raciales, uno de ascendencia costeña y otro propio de la Cuen­
ca de México o del Altiplano Central; los cuales acostumbraban
deformarse el cráneo, mutilarse los dientes, perforarse el lóbulo de
las orejas y el tabique nasal; a la vez que se rapaban total o parcial­
mente la cabeza, todo ello con el fin de distinguirse de otros grupos,
o simplemente como embellecimiento.
El conocimiento de la indumentaria y el adorno se basa principal­
mente en las evidencias arqueológicas obtenidas en varias explora­
ciones, entre ellas algunos fragmentos de textiles, malacates de
barro, agujas y punzones de hueso, machacadores de corteza y fibras

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REGIÓN DEL ÁGUILA, DEL NOPAL Y LA SERPIENTE 199
vegetales, pinturas, cerámica, esculturas y figurillas; puede decirse
que por lo general los hombres usaban bragueros o taparrabos, man­
tas y capas, camisas y sandalias con tiras de piel; en tanto que las
mujeres llevaban faldillas o enaguas, fajas o ceñidores, huipiles,
quechquémitl y cactlis o huaraches. Algunas gentes andaban desnu­
das, otras se pintaban la cara y el cuerpo, y taml?ién se practicó
el tatuaje o escarificación sobre la cara.
La indumentaria de la clase superior era más suntuosa y de mejor
calidad, ya que las telas lucían diseños policromos, a veces con
aplicaciones de jade, concha y caracoles marinos; entre los hombres
había la costumbre de raparse la cabeza, la cual era adornada con
tocados de pluma de quetzal, con cascos o yelmos en forma de ca­
bezas de jaguar, coyote, lechuza, águila y otros animales, así como
especies de gorros cónicos.
Las mujeres se arreglaban el cabello en forma de trenzas, ador­
na_das con listones entrelazados, y tal vez de colores, o se dejaban
mechones de pelo que sobresalían de los tocados, generalmente en
forma de bandas o turbantes, muchas veces escalonadas. Los orna­
mentos más usuales fueron orejeras, pectorales, collares, brazaletes,
ajorcas, narigueras y pendientes, hechos de piedras verdes, concha,
hueso,. barro y turquesa; se usaron también espejos de hematita en
f�rma de mosaico, máscaras y disfraces de animales como el jaguar,
el coyote y el águila real, llevados por los sacerdotes y · tal vez por
danzantes.
Los teotihuacanos aprovecharon_ una gran variedad de materias
primas, entre ellas, piedra basáltica y andesítica, serpentina, pizarra,
alabastro, obsidiana, mica, pirita, hueso, madera, barro, concha, fi­
bras vegetales, pinturas vegetales y minerales, cuarzo, etcétera, con
las cuales hicieron las herramientas y artefactos necesarios para la
producción de un gran número de objetos que acusan varias arte­
sanías.
En el renglón de las herramientas pueden citarse cinceles, hachas,
plomadas, pulidores de pisos y paredes, machacadores de corteza
vegetal, taladros, espátulas, raederas, navajas, cuchillos, puntas de
proyectil, metates, morteros, punzones, agujas, malacates, pinceles,
sellos, alisadores de cerámica, lanzadardos, etcétera, los cuales deter­
minan a su vez varias artesanías y ocupaciones, como la alfarería,
el tejido y la cestería, la escultura, la pintura, la lapidaria, la alba­
ñilería, la carpintería, la caza, la cantería, etcétera.
Los tejedores aprovecharon el algodón silvestre, el maguey, la yu­
ca, la corteza del amate, el tule y tal vez el zacate, para hacer hilo
y confeccionar telas con ayuda del malacate y de telares colgados
de los árboles, lo mismo que para la hechura de papel, cestas; petates,
cuerdas y cordeles; listones, cortinas para las puertas, etcétera; había

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200 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

cestería en espiral y trenzada, colorantes, y diseños geométricos y


naturalistas.
Los alfareros desarrollaron la cerámica y figurillas, con la ayuda
de moldes que permitieron el trabajo en serie para las demandas
del culto y los intercambios comerciales; produjéronse sellos, mala­
cates, braseros, candeleros, máscaras, sonajas, silbatos, almenas para
los remates de los edificios, vasijas domésticas y funeraria, sahume­
rios, etcétera. Por su parte, los lapidarios y talladores de objetos sun­
tuarios, hicieron vasos de tecali, pectorales, placas, orejeras, espejos,
cuentas para collares, figuras, hachuelas de pizarra, figurillas recor­
tadas en obsidiana, máscaras y varios objetos más.
Los escultores tallaron figuras de deidades, cabezas de serpiente,
lápidas con relieves, almenas, estelas-marcadoras para el juego de
pelota con varias piezas ensambladas, pilastras con bajorrelieves,
etcétera; mientras que los talladores del hueso, concha y madera
hacían punzones, agujas, instrumentos musicales, lanzadardos, cer­
batanas, ornamentos y otros objetos más. Los albañiles y canteros
se dedicaban a la extracción y corte de la piedra, utilizando cu�as
de madera, cinceles y mazos de piedra, lo mismo que a la construc­
ción; en tanto que los pintores pusieron su arte al servicio de la
religión y la arquitectura.
La sociedad teotihuacana estuvo gobernada por una casta sacerdo­
tal, integrada posiblemente por nobles y jefes de elevada alcurnia,
los cuales no solamente tenían funciones religiosas, sino también
políticas, administrativas y comerciales; a la vez que poseían y ense­
ñaban los conocimientos de la época. Por abajo de esta casta superior
estaban los artesanos, dedicados a la alfarería, construcción, tallado
de la piedra, pintura, escultura, cestería, tejido, etcétera, y . en un
mismo plano quedaban los mercaderes, bailarines, músicos, jugado­
res de pelota, etcétera; todos ellos contribuyendo directamente al
bienestar y funcionamiento del gran centro ceremonial.
En un estamento inferior quedaban los campesinos, sirvientes de
los nobles y sacerdotes, cargadores, pescadores, cazadores e individuos
dedicados a otros menesteres más sencillos; de tal . modo que la
estructura social era compleja y estratificada, de tipo teocrático mo­
nopolista. En Teotihuacán no hay evidencias de guerras de conquis­
ta, aunque en tiempos de su apogeo logró extenderse e influir sobre
otros grupos; parece que el comercio, la difusión de las ideas, el
éxodo de artesanos, la atracción que ejercía el centro ceremonial y
algunos otros factores, contribuyeron a que en su tiempo Teotihua­
cán fuera como el centro de un· gran Estado, que unía a muchas
poblaciones vecinas por los lazos religiosos, principalmente.
Así, durante el apogeo de Teotihuacán, se multiplican las peque­
ñas poblaciones rurales-semiurbanas que ayudan al sostenimiento de
la gran metrópoli; se divulgan las ideas religiosas y arquitectónicas;

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REGIÓN DEL ÁGUILA, DEL NOPAL Y LA SERPIENTE 201

se intensifica el comercio con todas las otras regiones de México; se


colonizan nuevos lugares con grupos salidos del centro, y el patrón
cultural teotihuacano se difunde en todas direcciones; se producen
la cerámica anaranjada delgada, los vasos con tapa decorados al
champlevé y al fresco, figurillas moldeadas, candeleros, etcétera, que
se encuentran en Monte Albán, Tikal, Kaminaljuyú, Uaxactún, El
Cóporo, Colima, Cholula, Cerro de las Mesas, etcétera, o sea, en
sitios de Oaxaca, Guatemala, Chiapas, Veracruz, Puebla, Guanajua•
to, Guerrero y Colima.
En cambio, hacia Teotihuacán venían los yugos labrados o lisos
del centro de Veracruz; conchas y caracoles marinos de la costa del
Golfo y de la del Pacífico; plumas de quetzal de las tierras altas de
Chiapas y Guatemala; serpentina, jade, algodón, cacao, hule, alabas•
tro y muchas otras materias primas y objetos manufacturados de
Morelos, Guerrero y otras regiones; puede decirse que estas relacio•
nes comerciales se hacían principalmente a pie, por medio de mer­
caderes intermediarios, especializados y controlados por la casta
gobernante. En Teotihuacán estos comerciantes se agrupaban en
barrios, y había un gran mercado al frente de la Ciudadela, donde
se celebraba el día de tianguis, y al cual concurrían las gentes de
las poblaciones vecinas.
En Teotihuacán, Tláloc fue la deidad principal, ya que en la cerá•
mica, pintura, escultura y otras artes, aparece representado repetida­
mente; habiendo sido dios de la lluvia, del líquido precioso que
fecundaba la tierra, y el que daba el alimento y la vida. Por lo
general está representado con el rostro bajo una máscara, con anteo­
jeras, colmillos salientes y bigotera; tenía su morada o residencia en
el Tlalocan o paraíso de Tláloc, en QOnde era ayudado por los tla­
loques o nubes que arrojaban sobre Ía tierra las gotas de agua tan
preciosas como el jade. Por eso en Teotihuacán el agua se represen•
taba como un chalchihuite precioso, en forma de círculo á veces
pintado de azul turquesa o verde.
En uno de los murales de Tepantitla, correspondiente a la deco­
ración de un antiguo palacio, está representado el Tlalocan o morada
del dios de la lluvia; obsérvase en primer término una montaña,
a cuyo pie se forma una laguna, y de ella salen en direcciones
opuestas dos grandes ríos en los que nadan peces. Las aguas de
estos ríos están representadas por fajas de tres colores decoradas con
ojos, y los ríos van serpenteando por entre campos de labor, en los
que se ven árboles de zapote, cacao, maíz, maguey y arbustos con
flores. 15
Figurillas pintadas en rosa, amarillo y azul se bañan en el lago
y retozan en el agua; • a la orilla del río otros hombres descansan
rn Caso, 1942.

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202 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

debajo de los árboles, cortan flores, o comen cañas de maíz; en


tanto que otros juegan con las manos agarradas y pasadas por entre
las piernas, y algunos más se dedican al juego de la pelota, en varias
formas, y a cazar mariposas y libélulas. Según Caso, estas personas
son los muertos que han llegado a la mansión de Tiáloc, al lugar
ideal de descanso, y están representadas por figurillas tipo "retrato",
sólo que pintadas.
En el mismo fresco del Tialocan aparece el dios con el rostro
cubierto por una máscara, ojos en forma de rombos y con una placa
sobre el labio, del cual salen cinco colmillos y la lengua bífida de
serpiente, descorada con estrellas . de mar; a la vez que sobre la
cabeza lleva un penacho o tocado compuesto de un quetzal o le­
chuza, con las alas desplegadas y la cola enhiesta; y sus manos se
• abren pródigas, donando el agua que fructificará la semilla en la
tierra. También hay representaciones de los tlaloque o ayudantes
de Tiáloc, quienes arrojan a la tierra la lluvia y semillas de todas
las plantas útiles de ese tiempo.
Otras deidades del panteón teotihuacano fueron Huehuetéotl, el
dios viejo o del fuego, al que regularmente se representaba como
un anciano jorobado y con un brasero sobre la cabeza; Chalchiuhtli­
cue o diosa de las aguas terrestres, representada por su enagua de
chalchihuites, quechquémitl, orejeras y sandalias; Xipe o dios de los
mantenimientos y cosechas, relacionado con la primavera o renova­
ción de la vegetación, - por lo cual se le vestía con la piel de un
sacrificado; y también hay el antecedente de un dios Descendente,
con garras en las manos; un dios Gordo de fuerte ascendencia coste­
ña; representación de Xólotl o hermano gemelo de Quetzalcóatl;
y se inicia el culto a este dios, el cual es adoptado después por los
toltecas.
En el interior del templo conocido como La Agricultura, se ha
encontrado un fresco que muestra los preparativos de una gran fes­
tividad religiosa, con los templos adornados y las gentes preparando
las ofrendas de aves, semillas, frutas, panes, plumas, etcétera; pue­
de decirse que estas fiestas se celebraban en las grandes plazas del
centro ceremonial, en las que había altares y templos sobre basa­
mentos escalonados.
A su vez, la presencia de sonajas, silbatos, flautas, huesos con
muescas, caracoles marinos, etcétera, nos indica que esas festividades
se acompañaban con música, danzas y juegos; hay en las pinturas
representaciones de bailarines y sacerdotes disfrazados de jaguares,
águilas y coyotes; lo mismo que jugadores de pelota, y representa­
ciones del juego llamado patolli. El juego de la pelota se ha de
haber celebrado a lo largo de la Calle de los Muertos, aprovechando
los basamentos escalonados como gradas para los espectadores, y li­
mitando el espacio o cancha del juego por medio de estelas-marca-

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REGIÓN DEL ÁGUILA, DEL NOPAL Y LA SERFIENTE 203
· doras de piedra, talladas en varias piezas, como el ejemplar encon­
trado en La Ventilla; y habían varias modalidades en ese deporte,
pues en el Tialocan se ve a individuos que llevan mazos de madera
para pegar a la pelota, como especie de jockey; pelotas colocadas so­
bre bases de madera y otras variantes. En el patolli hay también al­
gunas variantes en lo� diseños, pero fundamentalmente son cuadretes
como en la oca, y los jugadores llevaban la cuenta por medio de
rayas.
Lo anterior nos muestra que esas festividades tenían un gran colo­
rido y solemnidad, a las cuales concurrían millares de gentes en fe­
chas determinadas por el calendario religioso; y las fuentes históricas
mencionan que allí se celebró el Quinto Sol, cuando la tierra se de­
tuvo y todo fue oscuridad; tocando a Nanahuatzin arrojarse a la ho­
guera divina, para salir convertido en el nuevo Sol que hoy nos
alumbra.
En estrecha relación con la religión estaba el culto a los muertos,
basado en el concepto de que las gentes tendrían después de muer­
tos una nueva vida; siguióse la costumbre de enterrar los cadáveres
por debajo del piso de las habitaciones, y a veces sobre lechos de con­
chas fragmentadas, sobre capas de mica y aun sobre tarimas de tron­
cos o madera; siendo común la práctica de incinerar los cadáveres,
envueltos en telas o petates y amarrados con cordeles, o sea que
prácticamente se quemaba un bulto atado o bulto del muerto.· En
todos los casos se ponían alimentos, cerámica y objetos personales en
calidad de ofrendas, las cuales, en los casos de incineración también
se quemaban.
Y el cronista Sahagún nos dice que el lugar "se llamó Teotihua­
cán, el pueblo de téotl, que se dice, porque los señores que allí se
enterraban, después de muertos los canonizaban por dioses, y que
no morían sino que despertaban de un sueño en que habían vivi­
do ... y unos se volvían en sol, y otros en luna, y otros en otros pla­
netas"; o sea que Teotihuacán era el lugar de los dioses, en donde
se creaban y residían, y por ello pudieron reunirse en es_e lugar para
la celebración del Quinto Sol, del cual se hablará más adelante.
Como decíamos al principio, el centro ceremonial de Teotihuacán
tuvo varias épocas constructivas, es decir, pasó por una larga evolu­
ción hasta alcanzar la grandiosidad que hoy observamos; puede de­
cirse en forma general que durante su apogeo hubo basamentos para
templos, palacios y habitaciones para los sacerdotes y principales,
manzanas de cuartos con patios interiores y una sola entrada, plazas,
altares, patios hundidos; barrios de artesanos, mercado, red de dre­
naje, etcétera; lo mismo que se'ncillas chozas de materiales perecede­
ros, de tipo rural, donde vivía el pueblo.

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204 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

El eje central del centro urbano era la Calle de los l\1utrtos, a


cuyo largo se alinearon los basamentos escalonados para templos y
los principales palacios y residencias; y había grandes plazas como
la de la Luna y del Sol, conjuntos aledaños resueltos por la repetición
de la traza principal pero en menor escala, y con los edificios orienta­
dos a los puntos cardinales, con una ligera desviación respecto al
norte magnético.
La mayoría de las construcciones se componen de cuerpos forma­
dos por un talud y un tablero, más bajo el primero que el segundo,
y con muros de lodo revestidos de piedra y cubiertos con una capa
de estuco, a menudo pintado; hay pilares o columnas de piedra, en­
samblados por el sistema de caja y espiga, a veces con motivos la­
brados en bajo relieve, estucados o pintados directamente. En algu­
nos muros se utilizaron apoyos de vigas o troncos de madera, empo­
trados en el núcleo para darles solidez.
Los templos y habitaciones tienen generalmente un vestíbulo y un
cuarto interior, se distribuyen al frente de patios hundidos, con te­
chos de morillos �ostenidos por pilastras y con un entarimado de va­
ras que soportan un relleno de tezontle y el aplanado del techo pro­
piamente dicho; en tanto que los pisos son de cal y tezontle molido,
alisados y pintados de rojo.
La escultura jugó un papel importante en la ornamentación de
los edificios, y tuvo más bien un carácter simbólico; y así, en el tem­
plo de la Serpiente Emplumada, los bloques de piedra perfectamente
ensamblados forman un mosaico profundamente religioso, ya que
en los taludes de los cuerpos hay serpientes con plumas, ondulando en
un medio acuático simbolizado por las conchas y caracoles marinos,
representando al agua terrestre; mientras qué en los tableros la ser­
piente proyecta su cabeza rodeada de plumas, y de su cuerpo salen
grandes mascarones de Tláloc, como símbolo del agua celeste o
lluvia.
Las esculturas de Huehuetéotl o dios del fuego están concebidas
como masas de piedra rectangulares, en las que el brasero, el torso y
las piernas cruzadas dan idea de rectángulos menores sobrepuestos;
en tanto que la Chalchiuhtlicue, diosa del agua, es la realización má­
xima del ideal estético de los escultores tcotihuacanos1 de la abstrac­
ción geométrica, ya que ese monolito está concebido como un gran
rectángulo vertical, subdividido en otros hmtos horizontales, ocupa­
dos por el tocado, rostro y orejeras, brazos, falda, piernas y una base
en que descansa. 16
En realidad esta misma geometricidad se advierte en las estelas
marcadoras de los juegos de pelota, en las almenas que coronaban el
1cs F1ores Guerrero, 1962.

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REGIÓN DEL ÁGUILA, DEL NOPAL Y LA SERPIENTE 205
techo de los edificios, en las pilastras decoradas con bajo relieves, en
las cabezas de serpiente y en las máscaras funerarias; obsérvase cierta
minuciosidad en la ornamentación, que tendía a embellecer las es­
culturas, pero c,on el carácter simbólico dictado por la religión.
Al igual que la escultura, el dibujo y la pintura estuvieron al ser­
vicio de la arquitectura y la religión, es decir, que hubo una colabo­
ración estrecha entre esas artes; habiendo alcanzado la pintura su
máxima expresión en la decoración de templos y habitaciones sacer­
dotales, como se observa en los frescos de Atetelco, Tepantitla, Za­
cuala, Tetitla, La Agricultura, etcétera, lo mismo que en la cerámica.
Las pinturas murales de los teotihuacanos poseen una gran sensi­
bilidad en el dibujo decorativo, combinando la experiencia real con
la interpretación de los valores y el simbolismo; obsérvanse represen­
taciones de dioses, sacerdotes, animales, plantas, serpientes empluma­
das, ojos de Tláloc, símbolos de Venus, volutas de la palabra y el
canto, jeroglíficos, caracoles, estrellas de mar, flores petaloides, mon­
tañas, ríos, etcétera, relacionados con temas religiosos de esos tiempos.
Estas pinturas se hacían sobre el aplanado húmedo de los cuartos,
generalmente por tareas, y los colores se aplicaban diluidos en agua,
delineándose los motivos con tonos más osemos. También pintaban
sobre superficies secas, añadiendo a los colores algún pegamento, y
en este caso los diseños se contorneaban de negro. Carecieron del
concepto de la perspectiva, pero las figuras colocadas a distintas al­
turas dan idea de profundidad; y se utilizaron pinceles, paletas y
colores minerales y vegetales, entre ellos rojo, azul, verde amarillo,
negro y blanco.
La alfarería y manufactura de figurillas fue otra de las artesanías
más desarrolladas, y ha servido para trazar la evolución de la cultura
teotihuacana; puede decirse, de acuerdo con las cinco etapas enun­
ciadas anteriormente, que en un principio la cerámica era semejante
a la del Preclásico Superior. En esta etapa hay cerámica negra pulida,
café pulida, blanco sobre rojo, rojo sobre café amarillento, decora­
ción negativa en varias tonalidades y figurillas casi planas, con exa­
gerado prognatismo, similares al tipo E de la Cuenca de Méxi:o.
La segunda etapa se caracteriza más bien por cierto cambio en las
formas, las cuales comienzan a mostrar lo que será la típica cerámica
teotihuacana; y en la tercera etapa aparece plenamente formada la
cerámica negra, café o chocolate bruñida con palillos, el tipo rojo so­
bre café y el inicio de la anaranjada delgada. Las formas principales
son cuencos y platos de base plana, trípodes y con soportes de botón;
floreros, tazas con base anular, ollas con efigie de 11áloc, vasos de
base plana y ollas con soportes de botón; en tanto que las figurillas

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206 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

son más delicadas, con caras triangulares y tocados de bandas, ante­


cedentes del llamado "tipo retrato".
En la cuarta etapa, correspondiente al apogeo de Teotihuacán,
aparecen la alfarería y las figurillas moldeadas, con gran variedad de
formas y tipos; hay cerámica naranja delgada en forma de tazas con
base anular, cuencos sencillos, vasijas zoomorfas y antropomorfas, va­
sos con tapas, etcétera, algunas de ellas con decoración incisa, pun­
zonada, raspada o champlevé, en relieve, sellada o pintadas al fresco.
También hay cerámica rojo sobre café o crema, en forma de platos
trípodes con decoración raspada o incisa; cerámica roja pulida; café
brillante en forma de ollas fitomorfas, a veces con vertederas sen­
cillas o dobles; lo mismo que vasijas decoradas al fresco o en estuco
seco, comúnmente en forma de vasos con tapas y con soportes de va­
rias clases. Las figurillas son del "tipo retrato", a veces grandes y
con los miembros movibles como "títeres"; comienzan las figuri­
llas con grandes tocados, representando deidades, que alcanzan su
<lesarrollo por los finales de Teotihuacán. La última etapa marca la de­
cadencia del centro, y en ella hay cerámica y figurillas derivadas
del periodo anterior, junto con una transformación de ciertos tipos.
Y en relación con los conocimientos de la época teotihuacana, ya
hemos visto cómo hay un marcado simbolismo en la pintura, la cerá­
mica y la escultura; de modo que las representaciones de volutas del
canto y la palabra, flores petaloides, conchas, huellas de pies, serpien­
tes, cabezas de mono, jaguar, templos, ojos de Tláloc, lechuzas, ban­
das entrelazadas, chalchihuites, etcétera, indican no sólo un principio
de escritura pictográfica, sino también un lenguaje simbólico.
A lo anterior pueden agregarse el símbolo del año, formado por un
rectángulo y un triángulo entrelazados; numerales de puntos y ba­
rras; glifos de origen maya; jeroglíficos característicos como el "ojo
de ave", "7 ojo de reptil", "turquesa", etcétera, que implican el co­
nocimiento del calendario, la numeración y la escritura; 17 lo mismo
que la orientación de los edificios, representación de plantas, arqui­
tectura, escultura, representación de extracciones de dientes, etcétera,
que implican otros tantos conocimientos.
Por ello puede decirse que los teotihuacanos conocieron el calen-·
dario, la nmrieración y Ia· escritura jeroglífica; realizaron observacio­
nes astronómicas; desarrollaron el aspecto de la astrología; tuvieron
claros conceptos de la planeación, urbanización e ingeniería; cono­
cieron las propiedades de varias plantas que aplicaron a la medicina
herbolaria; y florecieron en las artes y artesanías, creando un estilo
que otros pueblos adoptaron y heredaron.

17 Caso, 1940.

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REGIÓN DEL ÁGUILA, DEL NOPAL Y LA SERPIENTE 207

EL NACIMIENTO DE LA TOLTEQUIDAD

El último periodo de Teotihuacán, o de su decadencia, es una


etapa de suma importancia, porque durante él ocurren algunos acon­
tecimientos que se consignan en las fuentes históricas y que tienen
que ver con la cultura tolteca; esta cultura fue el tema de una Mesa
Redonda celebrada por la Sociedad Mexicana de Antropología, en
la que se ·concluyó que la Tula de las fuentes históricas fue la del
Estado de Hidalgo. Sin embargo, algunos investigadores considera­
ron a Teotihuacán como la "Tollan" de las fuentes, señalando al­
gunas razones de peso; de tal modo que no está por demás revisar
dicho problema, ya que ambas soluciones son factibles al mismo
tiempo.
Por esta época Teotihuacán declina en todos sus aspectos cultu­
rales, deja de ser el gran centro que había influido sobre casi todo el
territorio mexicano, cesa el espíritu creador de los teotihuacanos, co­
mo si sobre la gran ciudad hubiera caído una gran desgracia; y en su
lugar se observan huellas de incendios, pobres construcciones de lodo
y adobes, profanación de tumbas, desmantelamiento de escalinatas y
fachadas de piedra cortada, pisos de lodo, cerámica de menor ca­
lidad, y otras evidencias que indican un cambio en la forma de vida
de ese gran centro, lo mismo que en la organización social y la re­
ligión.
Aunque las fuentes históricas no aclaran específicamente lo que
sucedió entre 650 y 900 o.e., en la Cuenca de México, ni lo que en
especial aconteció en Teotihuacán durante ese periodo, sí contribu­
yen al planteamiento de hipótesis que la arqueología puede verificar,
como la que se presenta a continuación.
En los Anales de Cuauhtitlán se dice que "en el año 1 Tochtli
(726) tuvieron principio los toltecas; en B Acatl (751) nació el
Quinto Sol en Teotihuacán; en 1 Técpatl (752) subió al trono Mix­
coamazatzin, quien inauguró el señorío tolteca; en 1 Calli (817)
muere Mixcoamazatzin y sube Huetzin en Tollan; en 6 Acatl (834)
se entroniza Ihuitímal en Tollan; en 1 Acatl (843) nace Topiltzin
Quetzalcóatl; y en 2 Tochtli (870) llega Quetzalcóatl a Tulancingo,
donde permanece cuatro años, y en 5 Calli (873) fueron los toltecas
a t_raer a Quetzalcóatl para hacerlo rey de Tollan".-
Si las fechas y los acontecimientos que narran los Anales de
Cuauhtitlán son correctos, lo anterior plantea un problema de in­
terpretación, pues, ¿en qué Tollan reinaron Mixcoamazatzin, Huet­
zin e Ihuitímal, en dónde nació Ce Acatl Topiltzin Quetzalcóatl, yá
que luego este personaje fue a Tulancingo y de allí pasó a Tula,
Hidalgo, todo ello en un periodo que va de 752 a 873 o.e.?

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208 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

La respuesta, desde luego, es que esto no ocurrió en Tula, Hidal­


go, y si en 726 n.c., tuvieron principio los toltecas, y en 751 n.c., ocu­
rrió el Quinto Sol en Teotihuacán, la fuente parece dar más impor­
tancia a este lugar, como veremos a continuación. Los Anales dicen
que los dioses se reunieron en Teotihuacán, con objeto de ver quién
alumbraría al mundo, pues el Cuarto Sol había dejado de existir, y
todo era oscuridad; y se ofrecieron Tecuciztécatl y Nanahuatzin, un
dios noble y rico, el otro pobre y enfermo. Tecuciztécatl se acobarda
al momento de arrojarse a la hoguera, en tanto que Nanahuatzin lo
hace, y sale convertido en sol; y"...el nombre de este sol es Nahui
Ollin (4 Movimiento), es el que hoy vivimos ... porque cayó en el
fuego el Sol, en el horno divino de Teotihuacán ... (y) fue el mis­
mo sol de Topiltzin de Tollan, de Quetzalcóatl. Antes de ser este
sol, fue su nombre Nanáhuatl que era de Tamoanchan".
Como entre los mexicas cada sol significaba una etapa histórica, es
indudable que el Quinto Sol marca el nacimiento de los toltecas; y
como éste ocurre en Teotihuacán, es el mismo sol de Quetzalcóatl de
Tollan, y en ello intervino Nanáhuatl de Tamoanchan, es lógico
pensar que Teotihuacán estaba ocupada cuando suceden estos acon­
tecimientos.
Sahagún refiere que las gentes de Tamoanchan (que puede ser
Xochicalco, Morelos) pasaron a Xomiltépec (Jumiltepec, Morelos),
"...donde estando los que eran señores y ancianos y sacerdotes de
ídolos, se hablaron unos a otros, diciendo, que su dios les había di­
cho que ... habían de ir más adelante para descubrir más tierras ...
y fuéronse poco a poco hasta que llegaron al pueblo de Teotihuacán,
donde se eligieron los que habían de regir y gobernar a los demás".
"Y hecha elección de los señores luego se partieron todos de allí,
yendo cada señor con la gente que era de su lenguaje, y guiando a
cada cuadrilla su dios. Iban siempre delante los toltecas, y luego los
otomíes, los cuales llegando a Coatépec no fueron más adelante con
los demás ... y las demás gentes, como los toltecas y mexicanos o
nahuas ... prosiguieron su camino por los llanos o páramos para des­
cubrir tierras ..."
Los dos párrafos anteriores indican que Tamoanchan (lugar del
pájaro-serpiente) pudo haber sido Xochicalco, máxime que un Ju-
. miltepec queda intermedio entre este lugar y Teotihuacán; que de
allí salió un grupo de gente más bien de habla nahua, que llegó a
Teotihuacán y que ligaría a Nanáhuatl que era de Tamoanchan; que
allí se eligieron los señores que debían gobernarlos; y que un poco
más tarde, tal vez después de la creación del Quinto Sol, estos gru­
pos abandonaron el gran centro ceremonial y ya salieron algunos con­
vertidos en toltecas (nahuas-teotihuacanizados, o teotihuacanos-nahua-

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REGIÓN DEL ÁGUILA, DEL NOPAL Y LA SERPIENTE 209

tizados), junto con el remanente de los nahuas llegados, entre ellos


los otomíes.
Lo anterior explicaría también el origen de la palabra tolteca,
que sin duda alguna nació en Teotihuacán, pues Sahagún nos dice que
"estos toltecas todos se nombraban chichimecas, y no tenían otro
nombre particular, sino el que tomaron de la curiosidad y primor de
las obras que hacían, que se llamaban toltecas, que es tanto como
si dijésemos oficiales pulidos y curiosos..."
Y "en lo que toca a la antigüedad de esta gente, tiénese por ave­
riguado que ha más de dos mil años que habitan en esta tierra que
ahora se llama la Nueva España; porque por sus pinturas antiguas
hay noticia que aquella famosa ciudad que se llamó Tula, ha ya mil
años o muy cerca de ellos que fue destruida... y en lo que duró en
su prosperidad antes que fuese destruidr1, es consono a verdad que
pasaron más de mil años, de lo cual resulta que por lo menos qui­
nientos años antes de la encamación de Nuestro Redentor, esta tie­
rra era poblada".
De lo anterior se desprende que aquellos grupos que pasaron por
Teotihuacán eran chichimecas, que el nombre de tolteca lo tomaron
de las obras artesanales que hacían, que estos toltecas habitaban la
Nueva España (México) desde unos 500 A .D., y que hubo una Tula
que fue destruida hacia 500 n.c., o un poco después, pero que había
tenido una gran prosperidad; todo lo cual nos lleva a considerar que
esta Tula no pudo haber sido otra que Teotihuacán, que según la
arqueología se inicia por 500 A.c., y termina su auge por 650 n.c., y
que los toltecas o artífices que se consideraban como unos de los pri­
meros pobladores, se relacionan también con ese gran centro cere­
monial.
En apoyo de lo anterior podemos citar un documento de la C�
lección Boturini, en el cual se dice que ".... en el pueblo que se nom­
bra el Gran Teotihuacán y antiguamente se nombró Tolteca que le
pusieron y nombraron Esperanza en los Dioses , porque allí idolatra­
ban y convocaban a los dioses los toltecas ..."; 18 a la vez que en el
Mapa Quinatzin hay un jer�glífico para Teotihuacán, en forma de
un grupo de tules sobre un edificio, o sea una ciudad de pirámides
que se llama Tula, 19 todo lo cual coincide con la designación de
Teotihuacán como una Tollan o metrópoli.
Y fa hipótesis sobre todo lo apuntado ya, es que a Teotihuacán
llegaron por los finales de su periodo de auge algunas gentes de más
bajo nivel cultural, las cuales conquistaron el lugar y convivieron con
el remanente de la población teotihuacana, principalmente entre 650
18 Guzmán, 1938.
19 Palacios, 1941.

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210 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

y 850 D.c.; debiéndose a ellos la creación del Quinto Sol y cambios


en la organización política y social, hasta que aculturados salen co­
mo toltecas (artífices), y posteriormente desarrollan la. cultura de
Tula, Hidalgo.
En otras palabras, durante el último periodo de Teotihuacán al•
gunas gentes conquistan la ciudad, desarro1lan una cultura más per
bre, y tornan las artes y los ideales teotihuacanos como patrón y ori­
gen; o sea que el término "toltécatl", artesano -o artista, se convierte
en "toltecáyotl", .toltequidad o nacionalidad. 20 Estas gentes conquis­
tadoras se adjudican los méritos de los teotihuacanos, se apropian la
tradición cultural, la transforman en pasado mítico y legendario, ya
que habían compartido los finales de esa gran cultura; y al pasar a
Tulancingo y Tula ya son los artífices por excelencia o toltecas, tal
como los conocieron los mexicas. 21
En resumen," el origen de la palabra "tolteca" nació en Teotihua­
cán, por su gran tradición religiosa y cultural, por el apogeo de las
artes y las artesanías que influyeron sobre casi todo el territorio de
México; y la convivencia de teotihuacanos y chichimecas o nahuas,.
durante el último periodo de ocupación de ese centro, fue lo que
permitió el posterior desarrollo de Tula, Hidalgo. Pero por las fuen­
tes históricas sabemos que Tollan era sinónimo de "ciudad poblada
o metrópoli", como lo fueron Teotihuacán y Tula; que artífices y
sabios se designaban como "toltecas", y éstos los hubo en Teotihua­
cán y Tula; sólo que los rnexicas convirtieron el término de "tolte­
ca" en la base de su nacionalidad u origen, y lo aplicaron a sus más
inmediatos antecesores, que fueron los de Tula, Hidalgo.
Así quizás se explique la llegada de gentes de Tamoanchan a Teo­
tihuacán, el principio de los toltecas por 726 n.c., el nacimiento del
Quinto Sol por 751 o.e., el inicio de los señores toltecas entre 752 y
843 o.e., el nacimiento de Ce Acatl Topiltzin Quetzalcóatl en el
mismo año, y su salida hacia Tulancingo por 870 o.e.; todo lo cual
se liga a una Tula que fue destruida por esos tiempos (Tollan-Teo­
tihuacán), de donde salieron los grupos convertidos en toltecas para
descubrir nuevas tierras, tal como se relata en las fuentes históricas
ya apuntadas.
Todos estos acontecimientos ocurren en Teotihuacán durante su
último periodo de ocupación; es decir, entre 650 y 900 o.e., y tienen
un carácter más bien legendario o mítico, porque los informantes
mexicanos no recordaban bien lo que había sucedido en aquellos
tempranos tiempos; habiendo venido de allí la confusión de los tér­
minos "tolteca" y "tollan", que significaban artífices o artesanos es-
20 Garibay, 194 5.
21 F1orescano, 1963.

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REGIÓN DEL ÁGUILA, DEL NOPAL Y LA SERFIENTE 211

pecializados y metrópoli o ciudad densamente poblada, los cuales


fueron aplicados a varios grupos y lugares.
A· partir de allí las fuentes son bien claras respecto a los toltecas
de Tula, Hidalgo, pues Sahagún nos dice que "primeramente los tol­
tecas, que en romance se pueden llamar oficiales primos... fueron
los primeros pobladores de esta tierra, y los primeros que vinieron a
estas partes, que llaman tierras de México. . . y vivieron primero mu­
chos años en el pueblo de Tulantzinco, en testimonio de lo cual de­
jaron... un Cú, que llamaban en mexicano, Uapalcalli ... ";a la vez
que de Tulancingo "fueron a poblar a la ribera de un río junto al
pueblo de Xicocotitlan, el cual ahora tiene el nombre de Tullan o
Tula. . . (habiendo) señales de las muchas obras que hicieron, entre
las cuales dejaron una que está allí. . . aunque no la acabaron, que
llaman Coatlaquetzalli, que son unos pilares de la hechura de cule­
bra, que tienen la cabeza en el suelo por pie, y la cola y los cascabe­
les de ella tienen arriba".
Como decíamos anteriormente, de 650 a 900 n.c. ocurre el último
periodo de Teotihuacán, con una marcada decadencia de la cultura,
pero con evidencias de la ocupación de otras gentes de más bajo ni­
vel cultural;correspondiendo a este momento la destrucción de algu­
nos edificios, el incendio de otros, el asentamiento en los barrios ale­
daños, el desmantelamiento de estructuras y escalinatas de piedra
cortada para ser utilizadas en pobres plataformas y pavimentos, cons­
trucciones de lodo y adobe, el uso de cocinas en el exterior, adosadas
a cuartos pequeños; lo mismo que la partición de. patios y palacios
para construir cuartos de lodo y adobe, profanación de �umbas y
ofrendas, y enterramientos por debajo de los pisos de lodo, a veces
con objetos del periodo de auge teotihuacano, producto de las pro­
fanaciones.
Los chichimecas conquistadores ocupan el centro ceremonial y con­
viven con un remanente de población teotihuacana; desarrollan un
tipo de poblamiento más bien rural, con casas o cuartos de lodo y
adobe situadas en las cercanías del centro, y_ especialmente en los
antiguos barrios; reocupan antiguos palacios modificándolos en parte;
hacen plataformas con adosamientos d� cuartos; construyen habi­
taciones aprovechando como cimientos los muros de las antiguas
construcciones, completando las paredes con adobes y pisos de lo­
do; construyen pequeños cuartos a lo largo de la Calle de los Muertos,
aprovechando la altura de los primeros cuerpos de los basamentos;
aprovechan esculturas de la época de auge para colocar al centro de los
altares de lodo; hacen enterramientos colocándoles como ofrenda al­
gunas urnas con profusión de adornos al pastillaje o moldeados; y
siguen haciendo braseros con la efigie de Huehuetéotl, sólo que en
barro sin cocer.

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212 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

Durante esta época aparece la cerámica Coyotlatelco, de color rojo


sobre café y derivada de la cerámica teotihuacana rojo sobre café
amarillento brillante de la época de auge del gran .centro; continuán­
dose ciertas formas como tazas, cuencos sencillos, soportes de botón,
decoración negativa, etcétera, asociadas a vasijas tipo floreros, platos
con soportes de botón, tazas grandes de color naranja y otras mo­
dalidades.
La cerámica Coyotlatelco -encontrada por Tozzer en las explora­
ciones de un montículo conocido como Cerro del Coyote en las cer­
canías de Santiago Ahuizotla, Azcapotzalco- se caracteriza por su
apariencia rojo sobre amarillo, el cual varía hasta un tono crema; ha­
biendo cuencos con o sin soportes sólidos, bien pulidos, y con diseños
en el interior o exterior, pero casi nunca en ambos lados. En los dise­
ños interiores hay curvas ondulantes en sentido horizontal o vertical
encerradas dentro de bandas decoradas; motivos en S o Z colocados
zonalmente; diseños en S formando líneas continuas como cenefas;
cuadrícula como tablero de ajedrez; cuadros escalonados; semicírculos
y triángulos; mientras que en los disefios exteriores, sobre un fondo
cremoso, regularmente, hay medios círculos, cruces, volutas sencillas,
grecas continuas, ganchos en forma de S, huellas de pies humanos,
pirámide escalonada, flores, motivos en forma de S rodeados de pun­
tos ( xonecuilli), espirales y algunos más. 22
En Coyoacán, D. F., se encontró dentro de una oquedad natural
incluida en la lava del Pedregal, una gran cantidad de material cerá­
mico del complejo Coyotlatelco, el cual muestra claramente la evolu­
ción de este tipo de cerámica; habiendo primero un tipo café negruz­
co oscuro con pulimento de palillos, en forma de cuencos de silueta
compuesta con pronunciado ángulo basal y a veces con incisión ex­
terior; un tipo café claro o cremoso con pulimento de palillos y super­
ficie brillante, en forma de cuencos sencillos y a veces con tres sopor­
tes de botón y decoración negativa; lo mismo que un tipo rojo sobre
cremoso exterior, en forma de cuencos sencillos pulidos con palillos,
a veces con soportes de botón, o tazas con anillo basal de tamaño
medio sin pulimento en la base, las cuales tienen motivos de líneas
verticales pintadas de rojo, arrancando de una banda situada sobre
el borde, combinado a veces con negativo.
A continuación viene un tipo rojo sobre café rojizo o naranja
en forma de tazas sin pulimento en la base y parte del cuerpo, o en
forma de cuencos sencillos con pulimento de palillos; teniendo en la
decoración exterior motivos de líneas paralelas verticales, diseños en
cuadrícula colocados zonalmente y en sentido vertical, motivos de
ganchos o en S encerrados dentro de bandas horizontales, volutas y
22 Tozzer, 1921.

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REGIÓN DEL ÁGUILA, DEL NOPAL Y LA SERFIENTE 213

otros motivos ondulantes combinados, hechos con pincel y con gran


libertad y seguridad en el trazo.
De allí se pasa a un tipo rojo sobre café rojizo en forma de platos
trípodes con soportes cilíndricos rectos huecos, cuya decoración se
hacía solamente en el interior, combinando líneas y bandas horizon­
tales con ganchos en S, volutas, cuadros escalonados, cuadretes como
ajedrez, semicírculos, pirámide escalonada, motivos en S contorneados
de puntos, etcétera; y hay también un tipo rojo sobre café amari­
llento en forma de platos trípodes con el interior rojo guinda pulido,
y una banda estampada o sellada sobre el cuerpo exterior; un tipo
rojo sobre blanco con motivos naturalistas en el exterior; un tipo de
ollas con decoración rojo sobre café amarillento o cremoso, en forma
de anchas bandas o motivos en cuadrícula sobre el cuerpo; lo mismo
que un tipo café cremoso en forma de carnales cori ángulo basal y
sin pulimento en la base; un tipo anaranjada pulida en forma de cu­
charones con largos mangos; y un tipo de cazuelas en color café cre­
moso, a veces con dos asas pequeñas.
En el rancho La Ventilla, Teotihuacán, se ha visto que la cerámica
Coyotlatelco aparece por debajo de los pisos de lodo de la última
época, en el interior de los cuartos de adobe, en edificios teotihua­
canos usados d6 nuevo por los últimos ocupantes del lugar, como
ofrendas de entierros de esas gentes y como relleno de algunas es­
tructuras de esa época; asociada a vasijas tipo florero con base anular,
vasijas con fileteado, incisión o punzonado, incensarios calados y con
mangos, braseros con tapas de asa, sahumerios o incensarios con tres
protuberancias sobre el borde, a veces en forma de cabezas humanas
esquematizadas, ollas con pulimento de palillo y con especie de
holán almenado sobre el cuello, candeleros, copitas o jarras pequeñas
con pico vertedera; lo mismo que comales, figurillas con grandes to­
cados hechas en molde, vasijas miniatura, urnas con profusión de
adornos hechos en moldes, vasijas anaranjado delgado, grandes tazas
de· color naranja con desgrasante de arena gruesa, cucharones y otras
modalidades.
Todo lo anterior permite decir que el complejo Coyotlatelco mar­
ca la aparición de nuevas gentes en Teotihuacán, y que se desarrolló
partiendo de la tradición alfarera de ese lugar; habiendo una época
temprana en que predominan las formas y técnicas decorativas teo­
tihuacanas y otra época tardía en que se modifica, para dar lugar
al estilo Mazapan y Azteca 1. Así, en lugares cercanos a Teotihuacán
aparece la cerámica Coyotlatelco asociada a elementos como los ob­
servados en La Ventilla ( Oztotícpac, Maquixco, El Portezuelo), que
acusan un periodo temprano; mientras que en lugares más alejados
la cerámica Coyotlatelco evoluciona más (Santiago Ahuizotla, Cerro
Tenayo, El Risco, El Gavilán, Coyoacán, Cerro de La Estrella, Cul-

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214 UNA \'ISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

huacán) hasta dar lugar al estilo Maza pan y Azteca 1, como se ad­
vierte en muchas de las formas y decoración de esos complejos.
El estilo Mazapan es de color rojo sobre crema, en forma de platos
y cuencos sencillos decorados en el interior por medio de líneas ondu­
lantes paralelas, hechas tal vez con varios pinceles al mismo tiempo;
mientras que en el complejo Azteca I hay una continuación de los
braseros o incensarios, cerámica rojo sobre café, figurillas aplanadas
hechas en molde, comales con el borde engrosado y ánguto ·basal,
cucharones, decoración negativa, y cerámica negro sobre naranja en
forma de platos trípodes o cajetes trípodes, con motivos florales o
naturnlísticos, círculos, puntos, ganchos en S o Z; grecas, líneas ondu­
lantes, etcétera, que se derivan de Coyotlatelco.
De todo lo expuesto hasta aquí se infiere que el complejo Coyo­
tlatelco marca la convivencia de grupos teotihuacanos con gentes
nahuas que llegan a la Cuenca de México y que se convierten en
toltecas ( 650 a 900 o.e.); mientras que los complejos Mazapan y
Azteca I marcan la continuación de los grupos toltecas que se queda­
ron en la Cuenca de México (900 a 1200 o.e.)._
La ocupación de Teotihuacán por grupos chichimecas o nahuas es
evidente también en los cambios sociales y religiosos que operan en
este último periodo, pues se abandona el culto a los dioses relaciona­
dos con la agricultura y surgen los cultos al fuego, al Sol y a la gue­
rra, más a tono con el carácter del grupo conquistador; nace el
Quinto Sol,. en el cual se simboliza la victoria de los señores nahuas
(Nanahuatzin) sobre los nobles de Teotihuacán (Tecuciztécatl),
como apuntaba Chavero, y también los conceptos de Quetzalcóatl y
Tiahuizcalpantecuhtli, o sean aspectos relacionados con el sol, la luna
y Venus.
A su vez, la organización teocrática adquiere un carácter más mili­
tarista o guerrero, se inician las dinastías con jefes-sacerdot�s que
llevan el título de la deidad, y el complejo Coyotlatélco se extiende
por toda la Cuenca de México; llenándose así el pedodo transicional
entre la decadencia de Teotihuacán y el advenimiento de la cultura
tolteca de Tula, Hidalgo.

LA CULTURA TOLTECA

Herederos de la civilización teotihuacana, y enriquecidos por las


aportaciones culturales de los mayas, los toltecas emigrados de la
Cuenca de México se asientan por las cercanías del · Río de Tula, y
construyen la Tollan-Xicocotitlan o la metrópoli junto a Xicuco; ex­
tendiéndose ésta desde el Cerro de la Maliriche, del Tesoro y del
Cielito, hasta el Cerro del Xicuco, en el Estado de Hidalgo. 28
23 Jiménez Moreno, 1941.

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. REGIÓN DEL ÁGUILA, DEL NOPAL Y LA SERPIENTE 215
Ubicada en un fértil valle y a la orilla de un río que proporcionaba
el agua necesaria para la subsistencia, esta "ciudad de muchos veci­
nos", o Mamenhí como la llamaban los otomíes, creció rápidamente;
estando estratégicamente protegida en tres de sus lados por una serie
de bancos escalonados o cantiles, por cuya base corría el Río Tula. 24
Como otras muchas ciudades arqueológicas de México, Tula tiene
una gran plaza central en su lado sur, con un adoratorio o altar com­
puesto de talud y tablero y con una escalinata en cada lado; cerrado
el lado oriente por un basamento piramidal denominado Montícu­
lo "e'.', o Templo del Sol, y el lado norte por el Montículo "A", o
Templo de Tlahuizcalpantecuhtli, el cual se prolonga por medio de
una larga columnata hasta el Palacio Quemado. A continuación viene
otra plaza en la cual se incluye un juego de pelota y edificios para
la clase gobernante; hay otras estructuras alejadas, como la denomina­
da El Corral, en la cual hay un basamento que combina la planta
circular con la recta;gular, y un altar decorado con cráneos y tibias
humanas, correspondiente al último periodo de ocupación.
En Tula, el edificio más importante es el Templo de Tlahuizcal­
pantecuhtli, o Señor del Alba, dedicado tal vez al planeta Venus
como estrella matutina; siendo este edificio un basamento piramidal
de cinco cuerpos, formados de talud y tablero con doble friso, los
cuales están decorados con lápidas en bajorrelieve, representando ja­
guares y· coyotes que recuerdan las pinturas de Teotihuacán. Otros
tableros tienen águilas y zopilotes reales devorando corazones huma­
nos, los cuales se alternan con lápidas que tienen un rostro saliendo
de las fauces de una serpiente, relacionadas tal vez con Quetzalcóatl.
El basamento tenía en la parte superior un templo, con puerta
formada por dos columnas serpentinas que sostenían el �intel de en­
trada, y en el interior hay cuatro cariátides monumentales o colosos
de piedra, y otros pilares decorados con guerreros y plumas, todos los
cuales sostenían el techo del edificio. Este templo es el que describe
Sahagún, diciendo que había un templo llamado Coatlaquetzalli,
"que son unos pilares de la hechura de culebra, que tienen la cabeza
en el suelo por pie, y la cola y los cascabeles de ella tienen arriba ..."
Las exploraciones realizadas en Tula han mostrado que este basa­
mento pasó por tres épocas principales de construcción; primero los
tableros fueron lisos, y luego se le agregaron algunas lápidas de reves­
timiento con representaciones de flechas cruzadas; la segunda época
se caracterizó por el revestimiento de lápidas con jaguares y coyotes
caminando en una misma dirección, y lápidas con representaciones
del hombre-pájaro-serpiente, tal vez simbolizando a Quetzalcóatl; y
por último los frisos se decoraron con coyotes y jaguares con collar,
24 Ruz, 1945.

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216 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

caminando en dirección opuesta, lo mismo que con lápidas de águi­


las y zopilotes reales devorando corazones humanos. 25
A esta última época debe de corresponder la columnata del lado
sur, cuyo techo almenado se adosaba en parte a la escalinata del basa­
mento; lo mismo que el muro rematado en almenas con forma de
caracol cortado, el cual tiene frisos decorados con serpientes devo­
rando esqueletos o cráneos humanos, y que rodeaba en parte al basa­
mento principal. El llamado Palacio Quemado tal vez fue también
construido en esta época, y se compone de varias habitaciones distri­
buidas alrededor de patios, hechos de lodo o adobe, y con banquetas
y altares en su interior. Al frente de uno de esos altares se encontró
la escultura de un "chacmol"; y al desescombrar parte del edificio,
en la sección correspondiente al lado sur de la columnata, se halló una
serie de tamborcillos de piedra, como los que decoran las fachadas de
los edificios del periodo Puuc de Yucatán.
La existencia de tamborcillos de piedra, el concepto de las escul­
turas conocidas como atlantes, el uso de columnatas o salas hipóstilas
al frente de los basamentos, la decoración de jaguares y coyotes, del
hombre-pájaro-serpiente, de esculturas llamadas "chacmoles", de co­
lumnas serpentinas, de pilares decorados con guerreros, de altares de
cráneos y otros rasgos más, han sido tomados como característicos
de Tula, los cuales pasaron a Chicheo Itzá, Yucatán; aunque hay
algunos investigadores que piensan en forma contraria, o sea que ven­
drían de la región maya hacia Tula, Hidalgo.
Aunque este problema necesita investigarse más, hay desde luego
el aspecto importante de la antigüedad o temporalidad de algunos
elementos que aparecen tempranamente en la región maya; pudien­
do citarse el concepto de los atlantes que ocurre en el estilo Clienes
de Campeche por los fines del Clásico; la decoración de tamborci­
llos de piedra que es común en los edificios de los Chenes y el Pune,
también por los fines del Clásico; las representaciones de guerreros
en estelas, jambas y columnas, que ocurren en los finales del periodo
Pune; el uso de la columna que es un elemento arquitectónico típico
del estilo Pune; el juego de.pelota con tableros decorados con juga­
dores decapitados y sacerdotes o jugadores con grandes cuchillos,
algunos de los cuales parecen llevar yugos en las manos, tal como se
ve en Chichén Itzá; lo mismo que pinturas al fresco con representa­
ciones de sacerdotes que llevan cetros de madera curvos y con un
extremo en forma de cabeza de serpiente, como se ve en Mul Chic;
caras de Tláloc semejantes a las de Teotihuacán que aparecen en la
cerámica, estelas y dinteles de varios lugares clásicos de la región
maya; cerámica plumbate del tipo San Marcos, que aparece en con­
textos de los fines del Puuc; y aun conceptos de cplumnatas que apa-
25 Dutton, 1955.

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REGIÓN DEL ÁGUILA, DEL NOPAL Y LA SERPIENTE 217
recen en la subestructura del Templo de Los Guerreros de Chi­
chén Itzá.
Puesto que estos elementos ocurren principalmente en el periodo
Pune de Yucatán, entre 650 y 1000 D.c., y las gentes que dieron lugar
a él recibieron influencias de la Costa del Golfo, del centro de Méxi­
co, y de Guatemala, desarrollando el estilo que se impuso en buena
parte de Yucatán; es lógico pensar que esos rasgos no pudieron venir
de los toltecas de Tula, Hidalgo, ya que por esa época estos grupos
todavía se estaban aculturando e iniciaban la construcción de su cen­
tro ceremonial.
Por eso decíamos que los toltecas de Tula, Hidalgo, tomaron ras­
gos culturales de los teotihuacanos y mayas para crear la cultura de
ese lugar; modificando el estilo de talud y tablero teotibuacano,
adoptando el concepto del hombre-pájaro-serpiente, que se inicia en
Teotihuacán, llevando la cerámica Coyotlatelco, tomando el concepto
de los tamborcillos de piedra para la decoración del Palacio Quemado,
o Columnata Sur, el concepto de los atlantes, el uso de la columna
de piedra o pilares de mampostería, y posiblemente el concepto del
juego de pelota, que pudo ser llevado por los mayas a Xochicalco, y
pasar de allí a Tula.
La adopción de estos elementos más otros que aportaron los gru­
pos del Bajío de Guanajuato, que habían ido penetrando hacia el
Altiplano Central y que se avecindaron en Tula, entre ellos la cerá­
mica "blanco levantado", el cloisonné pintado, la decoración negati­
va, el uso de columnas de lodo o de lajas, y tal vez las pipas, permi­
tieron el desarrollo de una cultura que por tener rasgos de otras
regiones, durante el auge de. Tula, parecen ser de origen tolteca y
que se difundieron ampliamente; aunque a la cultura tolteca propia­
mente dicha habría que reconocerle el concepto de las esculturas de
tipo "chacmol", las columnas serpentinas, los altares de cráneos, los
frisos decorados con jaguares, coyotes, águilas y otros motivos, las
banquetas decoradas con guerreros y los colosos o cariátides de pie­
dra, algunos de los cuales pasaron a Chichén Itzá, cuando más a
partir de 1100 D.c., pero que. sorprendentemente no aparecen asocia­
dos en otros lugares del Altiplano Central.
En general las construcciones de Tula fueron pobres, pues se uti­
lizaron núcleos de grandes piedras sin mortero y débiles muros de
adobe; todo lo cual restaba solidez a los edificios y basamentos, po­
nían en peligro su estabilidad, y frecuentemente tenían que estar
reparando las estructuras. 26 De hecho, estas construcciones fueron
realizadas más para impresionar que para durar, y por ello la arqui­
tectura tolteca tiene una tendencia a la suntuosidad decorativa y poca
espiritualidad; obsérvase cierto estilo pictogr�fico y falta de movi-
26 Acosta, 1956-57.

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218 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

miento, especialmente en las lápidas con representaciones de anima­


les, calaveras y guerreros.
Los palacios de los sacerdotes y jefes principales se componían
regularmente de una serie de habitaciones distribuidas alrededor de
un patio rectangular o cuadrado, hundido en parte o a un nivel más
bajo que los cuartos; había· algunos que tenían corredores techados
con columnas o pilastras, otros que tenían banquetas adosadas al
exterior y pintadas o decoradas con bajorrelieves; a la vez que en los
patios podía haber altares, y al frente de ellos, esculturas conocidas
como "chacmoles".
Los amplios pórticos o vestíbulos formados por columnatas, que
rodeaban el lado sur del Templo de Tlahuizcalpantecuhtli y el
Palacio Quemado; los juegos de pelota con su corredor o cancha en
forma de I; los altares, plazas y esculturas, hacen de Tula una ciudad
espectacuhir y no carente de majestuosidad; hay otras esculturas,
como las de El Corral y del Cielito, que indican la gran extensión
del centro tolteca.
En El Corral, pequeño centro aledaño, hay un basamento pirami­
dal de dos cuerpos, que combina la planta rectangular con la circu­
lar, de manera semejante a las yácatas de Michoacán, y que estuvo
dedicado al dios del viento o Quetzalcóatl; hay también un altar
decorado con calaveras, tibias humanas y serpientes emplumadas, que
debe de corresponder a los finales de Tula.
Desde el punto de vista estético, la urbe tolteca se caracteriza por
el predominio de la escultura, tanto en bajorrelieve como en bulto, y
este arte lapidario se complace en representar a la casta guerrera o a
una teocracia-militarista, importándole más el conjunto de la obra
que el preciosismo en el detalle.
Las cariátides o colosos de Tula, hieráticos y majestuosos, alcan­
zan unos cinco metros de altura, y están formados por cuatro seccio­
nes de piedra unidas o ensambladas por el sistema de caja y espiga;
representan guerreros con un lanzadardo en la mano derecha y un
haz de dardos en la otra, a la vez que muestran su atuendo consis­
tente en una faldilla sujeta con un cinturón que lleva un broche por
detrás, sandalias, pectoral de mariposa y un turbante que sujeta a un
tocado de plumas.
Al parecer estas esculturas están relacionadas con el culto al Sol,
pues el pectoral de mariposa y el broche con la cara de la deidad son
símbolos solares; puede decirse que los guerreros, después d_e muertos,
acompañaban al Sol en su recorrido por el firmamento, y los mismos
chacmoles se relacionan con el culto al Sol, junto con el juego de
pelota. 27
27 Flores Guerrero, 1962.

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REGIÓN DEL ÁGUILA, DEL NOPAL Y LA SERPIENTE 219
Los chacmoles son figuras humanas recostadas sobre la espalda,
con las rodillas y la cabeza algo levantadas, y sostienen sobre su vien­
tre un plato o recipiente para la colocación de las ofrendas rituales;
las cuales consistían principalmente en corazones de los sacrificados,
el alimento divino del Sol, de modo que los chacmoles son como
guerreros o mensajeros que llevaban la ofrenda del corazón al dios
solar, y por eso portan a veces un brazalete que sujeta a un cuchillo
de obsidiana.
Otros ejemplos de la escultura tolteca son los atlantes, que tenían
la función de sostener lápidas de piedra a manera de altares en el
interior de los santuarios; frisos de águilas, jaguares, coyotes y zopi­
lotes reales devorando corazones humanos; lápidas con la representa­
ción de Quetzalcóatl, concebido como un hombre-pájaro-serpiente;
portaestandartes en forma de figuras humanas; pilastras con guerre­
ros esculpidos; banquetas con procesiones de guerreros y serpientes
emplumadas; columnas serpentinas, y lápidas con representación del
disco solar, símbolos de Venus, flechas c;ruzadas y otros motivos.
Dentro del arte escultórico, las representaciones de animales y pá­
jaros son más realistas en su tratamiento que las grandes esculturas
o frisos de guerreros, las cuales están más tratadas como pictografías o
francamente esquematizadas; pero todas ellas estaban subordinadas a
la arquitectura, o sea que escultores y arquitectos colaboraron estre­
chamente, junto con los pintores, para exaltar a la clase militarista
que tenía el poder.
De la pintura tolteca pocos ejemplos han quedado, puesto que
ésta más bien se utilizaba sobre las esculturas y banquetas, aplicando
los colores sobre una delgadísima capa de estuco o cal; obsérvase sin
embargo el uso de colores rojo, azul, amarillo y blanco, en algunas
esculturas, muros y banquetas.
En sus obras escultóricas los toltecas dejaron evidencias del tipo
físico y de algunas costumbres de su tiempo, especialmente en relación
con la casta guerrera, los sacerdotes y nobles o caciques; obsérvese el
uso de prendas como bragueros o máxtlatl, faldillas, cinturones, bro­
ches, sandalias, tocados de plumas, vendas frontales o turbantes, y
cascos o tocados con cabezas de animales; lo mismo que ornamentos
como orejeras circulares con tapón, collares de cuentas, pectorales de
mariposa, brazaletes, ajorcas y narigueras tubulares.
Los guerreros llevaban por lo regular un braguero, y a veces un
faldellín, cinturones con broches, sandalias, escudos circulares con
adornos de pluma, lanzadardos y manojos de flechas, muñequeras y
cascos protectores; mientras que algunos señores usaban bastones o
varas de mando, a veces adornados con plumas, y tal vez los comer­
ciantes llevaban abanicos como símbolo de su profesión. Y en el
aspecto del comercio, es indudable que traían conchas y caracoles
marinos, pieles de jaguar, pectorales de jade en forma de placas,.

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220 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

cerámica plumbate o plomiza, plumas de quetzal y de otros pájaros


preciosos, y también algunos objetos de cobre, principalmente.
En el aspecto de la organización social y política, el énfasis en la
representación de guerreros indica que la sociedad estaba regida por
una clase o casta netamente militarista, como se dice también en las
fuentes históricas; había igualmente un sacerdocio organizado, comer­
ciantes� artesanos, artistas y un substratum de gentes en escala infe­
rior que producía para el sostenimiento del centro. Dentro de este
sistema teocrático-militarista, o propiamente militarista, han de haber
existido la guerra como factor económico, los tributos, y el monopo­
lio de las artesanías y del comercio; siendo una organización estrati­
ficada y jerarquizada, con los jefes militares a la cabeza.
La cerámica de Tula revela una época temprana caracterizada por
la cerámica Coyotlatelco rojo sobre café que pasó de Teotihuacán,
. cerámica tipo blanco levantado, vasijas con decoración negativa, vasi­
jas con decoración cloisonné pintado, y otras modalidades que vinie­
ron de la zona de Guanajuato; lo mismo que una· época tardía con
cerámica naranja a brochazos, incensarios con perforaciones y largos
mangos, malacates, maquetas de templos, pipas de barro, incensarios
con protuberancias o con efigies del dios Tláloc, comales, cerámica
Mazapan y figurillas aplanadas de ese mismo complejo, lo mismo
que cerámica negro sobre naranja o Azteca 1.
Desde el punto de vista religioso los toltecas rendían culto a Quet­
zalcóatl como estrella vespertina, como dios del viento y como estrella
matutina, y por ello se le conocía como Quetzalcóatl, Ehécatl y Tla­
huizcalpantecuhtli, a la vez que los sacerdotes de la deidad llevaban
también el nombre de Quetzalcóatl. Se adoraba también a Tláloc,
dios de la lluvia y de la vegetación; a Centéotl o dios del maíz madu­
ro; a lzpapálotl o Mariposa de Obsidiana; a Tlalchitonatíuh o dios
solar; y posiblemente a Huehuetéotl o dios del fuego, y a Tezca­
tlipoca.
Además, por Sahagún sabemos que los toltecas tenían el "mismo
mantenimiento que ahora se usa del maíz ... así el blanco como el
de más colores ... y compraban y trataban en ello por moneda ...";
a la vez que "su vestir era manta o ropa que tenían alacranes pin­
tados de azul; su calzado eran cotaras también pintadas de azul, y
de lo mismo eran sus correas". "Eran también buenos cantores,
y mientras cantaban o danzaban, usaban tambores y sonajas de palo
que llaman ayacachtli... eran muy devotos y grandes oradores ...
(y) conocían las calidades y virtudes de las yerbas, y sabían las que
eran de provecho, las que eran dañosas y mortíferas... porque tam­
bién eran médicos."
"Tan curiosos eran los dichos toltecas, que sabían todos los oficios
mecánicos, y en todos ellos eran los únicos primos oficiales, porque
eran pintores, lapidarios, carpinteros, albañiles, encaladores, oficiales,

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REGIÓN DEL ÁGUILA, DEL NOPAL Y LA SERPIENTE 221
de pluma, de loza, hilanderos y tejedores ... "; y "eran tan hábiles
en la astrología natural que ellos fueron los primeros que,, tuvieron
cuenta, o la compusieron de los días que tiene el afio ...
Lo anterior nos indica que eran agricultores, que tenían relaciones
comerciales y algunos objetos que servían como moneda, que eran
tejedores y conocían las fibras vegetales como el algodón, que en la
sociedad había músicos y danzantes, que conocían las propiedades de
las plantas medicinales; y que también fueron buenos artesanos y
conocieron el calendario y la numeración. Sin embargo, en este últi•
mo aspecto no hay muchas evidencias, pues en Tula sólo se han
observado algunos jeroglíficos, numerales de puntos y barras, y el
símbolo del afio a la manera mixteca.
Y en cuanto a los acontecimientos históricos que ocurrieron en
Tula,. Hidalgo, los Anales de Cuauhtitlán y la Historia Tolteca•Chi•
chimcca coinciden en los últimos hechos, pero no en las fechas; por
lo cual se ha propuesto una corrección que consiste en aumentar 104
años a las fechas de los Anales de Cuauhtitlán, cosa que por otra
parte permite correlacionarlas con la arqueología.
Sin embargo, como esto amerita una explicación, puesto que hemos
venido tomando las fechas iniciales de los Anales de Cuauhtitlán,
relacionados con los hechos que tienen un carácter más legendario
que histórico, revisaremos brevemente los acontecimientos más im•
portantes para fundar la base de dicho cambio.
Según los Anales de Cuauhtitlán, en el año 2 Tochtli (870) llegó
Quetzalcóatl a Tulancingo, donde duró cuatro años y fabricó su
tienda de tablas verdes, que era su casa de ayunos; en el año 5 Calli
(873) fueron los toltecas a traer a Quetzalcóatl para constituirlo rey
de Tollan; en el año 1 Acatl (883), según la Relación de Texcoco,
murió Quetzalcóatl Topiltzin de Tollan Colhuacan; y en el año 1
Acatl (895) murió Quetzalcóatl y se entronizó Matlacxóchitl en
Tollan. De Quetzalcóatl se dice que se fue al oriente, hacia TliIIan
Tlapallao, y aIIí se prendió fuego y se quemó, y según sabían fue al
cielo, y se convirtió en la estrella que al alba sale; habiendo nacido
en 1 Acatl y muerto en 1 Acatl, o sea que vivió 52 años.
De lo anterior se pueden sacar varias conclusiones como la de que
el Quetzalcóatl que fue a Tulancingo y luego a Tula era de la Cuen•
ca de México; que hubo varios Quetzalcóatl o sacerdotes de la dei­
dad; que uno de ellos llamado Ce Acatl Topiltzin Quetzalcóatl fue
el que sobresalió de todos los demás, y se le confunde con la deidad;
y que la misma fuente confunde el nacimiento de la deidad Quetzal·
cóatl con la muerte de otros sacerdotes, y por éso hay una fecha para
la muerte de Quetzalcóatl Topiltzin de Tollan Colhuacan (883), y
luego otra fecha para la muerte del mismo Topiltzin Quetzalcóatl de
Tula (895), lo cual implica ya un error de 52 años, pues no pudo

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222 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

repetirse la fecha 1 Acatl dos veces con unos cuantos años de dife­
rencia.·
Lo que parece haber sucedido es que el nacimiento de la deidad
Quetzalcoatl fue elaborado por los mexicas metafóricamente, pero
basándose en el conocimiento astronómico que se poseía, y así
Quetzalc6atl o el planeta Venus nace en el oriente como estrella
matutina, y desaparece en el poniente como estrella vespertina (ciclo
venusino de 584 días); desapareciendo en el lugar del negro y del
rojo, o por donde se pone el sol. Los mexicas aplicaron esto a un
sacerdote distinguido que se llamó Ce Acatl Topiltzin Quetzalcóatl,
tal vez más mítico que real, el cual se fue al oriente, hacia Tlillan
Tlapallan, el lugar del negro y del rojo, y allí se quema para salir
convertido en el lucero de la mañana; siendo imposible que este
Quetzalcóatl que muere quemado, sea el mismo que fue a Yucatán
en persona, como refieren las crónicas de esa región.
Por todos estos aspectos, más bien míticos o legendarios que his­
tóricos, es posible hacer concordar las fuentes considerando que hubo
varios sacerdotes de la deidad, uno de los cuales estuvo en Tulancin­
bo cierto tiempo, y después pasó a Tula, tal como refiere Sahagún
respecto a los toltecas; pero esto debió de haber sucedido muchos
años más tarde de su salida de la Cuenca de México, por lo cual la
corrección que ha propuesto Jiménez Moreno parece correcta, sólo
que a partir de los acontecimientos que comienzan en Tula, Hidalgo.
Así, los acontecimientos quedarían de la siguiente manera: en el
año 5 Calli (977) un sacerdote o Quetzalcóatl subió al trono en
Tollan o Tula, Hidalgo, ya que en el Cerro de La Malinche hay un
grabado representando a Quetzalcóatl con la fecha 8 Técpatl (980)
tal vez relacionada con su entronización; en el año 1 Acatl (999)
murió Quetzalcóatl y subió al trono Matlacxóchitl; en 10 Tochtli
(10 34) subió al trono Nauhyotzin; en 12 Calli ( 1049) se entronizó
Matlacoatzin; en 1 Calli (1077) subió al trono Tlicohuatzin; y en
9 Tochtli (1098) se entronizó Huémac, en cuya época llegó otro gru­
po de toltecas-chichimecas, los cuales entran en conflicto con· ese
gobernante.
En la Historia Tolteca-Chichimeca o Anales de Quauhtinchan se
dice: "Aquí está la historia de los tolteca-chichimecas desde que vi­
nieron de Colhuacatépec y llegaron a Tollan con sus colonos los no-
, noualcas. Allá los abandonaron y se separaron de Tollan los colonos
del Tolteca. . . Los tolteca-chichimecas se quedaron todavía quince
años en Tollan." "Entnnces dijeron: Qué haremos. Lós nonoualcas
nos han abandonado y se han ido. Salgamos también nosotros. Y en
seguida, por esta causa, partió entonces el sacerdote Couenan para
hacer el servicio religioso en el Tlachiualtépec que estaba en Cholo­
llan con el fin de conseguir tierras para su pueblo."

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REGIÓN DEL ÁGUILA, DEL NOPAL Y LA SERPIENTE 22 3
Después el sacerdote regresó a Tollan, reunió a los jefes de los
toltecas y les dijo: "Vi a los habitantes del país, los olmeca-xicalan­
cas y a sus señores que viven en gran abundancia. Y me ordenó el
querido príncipe Quetzalcóuatl ... ( que allí) estará nuestra morada
y hemos de disputar su poblado a los naturales. Pero que no se les
oprima." "Y luego, en consecuencia, emigraron los tolteca-chichime­
cas ... siguieron para Nextepehualco. Xallachtli ... y Olman. Allá
destruyeron a los naturales del país, que eran los olmeca's ... " En
el año 1 Técpatl ( 1168) "llegaron los toltecas al Tlachiualtépec ( de
Cholollan) ".
En resumen, la Historia Tolteca-Chichimeca narra la salida de
un grupo de gentes que se había asentado en Culhuacán, en la Cuenca
de México, y que va a Tula, Hidalgo, en compañía de otro grupo
denominado "nonoualca-chichimeca"; habiendo llegado a Tula en
el año 1 Técpatl ( 1116) por tiempo de Huémac, con el cual se ene­
mistan, y por ello abandonan el lugar para dirigirse a Cholula.
Después de quince años en Tula, los nonoualcas se separan de
los tolteca-chichimecas, y éstos a su vez abandonan a Tula para
dispersarse por Puebla y Tlaxcala, peleando contra grupos de olme­
cas-xicalancas que ocupaban ese territorio. En 1 Técpatl ( 1168)
llegan a Cholula, y después de algunos años conquistan el lugar,
desalojando a los olmecas-xicalancas, que emigran hacia el oriente,
convirtiéndose en los olmeca-uixtotin y anahuaca-mixtecas de la
Costa del Golfo.
Por 1168 D.C. Tula había entrado en franca decadencia, tanto por
las rivalidades internas como por la llegada de los toltecas-chichime­
cas; y por ese tiempo llegan los guerreros de Xólotl, otro conquista­
dor que avanzaba hacia la Cuenca de México, el cual incendia y
destruye Tula, dando fin a la hegemonía de los toltecas.

Los CHICHIMECAS DE LA CUENCA DE MÉXICO

Por los finales del imperio Tolteca, la Cuenca de México contaba


con grupos toltequizados que habían desarrollado el complejo Coyo­
tlatelco, y que habían iniciado el estilo Mazapan y Azteca 1, espe­
cialmente por la zona de Culhuacán de donde salieron los tolteca­
chichimecas que parecen haber llevado esa cerámica a Tula; siendo
éste el momento en que la gente de Xólotl penetra en Tula y acaba
con el poderío tolteca. Los chichimecas de Xólotl venían de la región
del Mezquital, y posiblemente eran pame-otomíes; habiendo fundado
su primera capital en Xóloc, lugar cercano a Tizayuca; pero después
se a�entaron en Tenayuca, por sus condiciones más favorables de
subsistencia. 28
28 Jiménez Moreno, 19 56.

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224 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

Según los mapas 11otzin y Quinatzin, estas gentes se vestían con


pieles, usaban el arco y la flecha, vivían en cuevas o en sencillas
chozas de paja, su tecnología estaba poco desarrollada, y hablaban
una lengua muy parecida al náhuatl; pero por la convivencia con
otros grupos de la Cuenca de México, pronto se aculturan, adop­
tando hábitos de vida más adelantados.
Estando los chichimecas de Xólotl en Tenayuca, llegaron a la
Cuenca de México los tepanecas, los acolhuas y los otomíes, cada
uno de esos grupos mandados por sus respectivos jefes; los cuales
solicitaron permiso para ocupar tierras por las cercanías de los do­
minios de Xólotl. Al parecer este jefe casó a dos de sus hijas con
los señores de los tepanecas y otomíes, estableciéronse los primeros
en Azcapotzalco, los segundos en Xaltocan, y los acolhuas en Coa­
tlinchan.
Después de Xólotl ( 1244 a 1304) le sucedió en el trono de Tena­
yuca su hijo Nopaltzin (1304 a 1335) y a éste le siguió 11otzin.
Para esas fechas_ Quinatzin, hijo de Tiotzin, ya había fundado un
señorío en Texcoco o Texcotzingo, y con la llegada de los tlailotla­
ques o "regresados", que venían de la Mixteca, y con los chimal­
panecas de Cuauhtinchan, se inicia el desarrollo de Texcoco, el cual
se convierte en cabeza de señorío.
Por los finales del rey Quinatzin (1337) se comienza a extender
el dominio texcocano; en tanto que Azcapotzalco adquiere una gran
fuerza bajo el dominio de Tezozómoc, el cual había concertado una
serie de alianzas entre Azcapotzalco, Coatlinchan, Cuauhnáhuac,
Huejotzingo y Amaquemecan.
Como habíamos dicho, la segunda capital de Xólotl fue Tenayuca
o "lugar amurallado", el cual se representa en los códices por el
jeroglífico. de un cerro y un muro almenado en la parte superior.
Al principio los chichimecas de Xólotl aprovecharon las cuevas del
Cerro Tenayo para vivir, y el lugar se llamaba Oztopolco o "en la
cueva grande"; pero después comenzaron a edificar en la parte baja
y plana, utilizando como relleno materiales de los grupos anteriores,
que tenían cerámica Coyotlatelco, principalmente.
Así, las exploraciones realizadas en la pirámide de Tenayuca han
mostrado que ésta pasó por varias épocas de construcción; habiéndose
construido primero una plataforma, sobre la cual se levantó una
sencilla pirámide o basamento escalonado de cuatro cuerpos, con
muros en talud casi verticales y con una escalinata con doble alfarda
central. El relleno de esta primera época contiene materiales tolte­
cas, y marca la llegada del grupo de Xólotl a ese lugar.
En la segunda época se construyó otro basamento de mayores
proporciones que cubrió la primera estructura, todavía con muros
verticales; pero luego se levantó otro basamento más grande que el
anterior, el cual tiene ya los cuerpos con muros inclinados. En la

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REGIÓN DEL ÁGUILA, DEL NOPAL Y LA SERPIENTE 22 5
cuarta épof:a se construyó otro basamento igual que el anterior, pero
aun de mayores proporciones, y los materiales de relleno acusan
la permanencia de los grupos chichimecas, principalmente cerámica
conocida como Azteca 11.
La quinta construcción tiene ya estilo mexica, patente en la esca­
linata que tiene peldaños decorados con serpientes, orejeras, nari­
gueras, broches de cinturón, signos del año, banderas, escudos; etcé­
tera; y la sexta y séptima construcción son también mexicas, lo cual
marca la dominación cultural, política y militar de ese grupo.
Aunque los templos han desaparecido, parece que éstos eran ge­
melos y semejantes a los del Templo Mayor de Tenochtitlán, o a
los de Santa Cecilia; estando dedicados tal vez a Huitzilopochtli y
Tláloc, que eran las deidades principales. En su última época la
pirámide de Tenayuca se alzaba sobre una larga plataforma de 68
por 76 metros, tenía en tres de sus lados un muro de serpientes que
estaban pintadas de verde, rojo y negro; y al parecer estas serpientes
y sus colores simbolizaban las regiones del universo, lo mismo que
el día y la noche, o sea que estaban asociadas a los dioses cuyo culto
se celebraba en los templos superiores.
A los lados de la pirámide se levantaban pequeños altares de
planta cuadrada, frente a los cuales había serpientes enrrolladas con
crestas sobre la cabeza, a manera de volutas estrelladas; supónese
que estas serpientes de fuego ( xiuhcóatl) estaban relacionadas con
el culto solar y con la renovación del fuego nuevo que se hacía
cada 52 años, a la vez que estaban orientadas indicando los solsticios
de invierno y de verano, al norte y al sur respectivamente.
Por razones económicas y políticas, Tenayuca dejó de ser la ciu­
dad principal de los chichimecas, cambiándose el gobierno a Texcoco
cuando murió Xólotl; aunque el grupo permaneció en el lugar hasta
que fue conquistado por los mexicas, los cuales han de haber tomado
de allí el estilo arquitectónico que luego desarrollaron en Tenoch­
titlán.

Los MEXICAS

La llegada de los mexicas a la Cuenca de México marca una etapa


de grandes disenciones y rivalidades entre los señoríos establecidos,
y especialmente la tiranía de Azcapotzalco; prevaleciendo en los gru­
pos el deseo de rebelarse contra Tezozómoc, señor de ese lugar, cosa
que se logra con la ayuda de ese nuevo grupo, nómada y guerrero.
Según la Tira de la Peregrinación, los mexicas salieron de un lu­
gar llamado Aztlan o "lugar de garzas", sitio que Kírchhoff sitúa en
el Bajío de Guanajuato, hacia el rumbo de los lagos de Cuitzeo y
Yuriria; y después de atravesar la laguna se dirigieron hacia Col-

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226 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

huacan o "cerro ganchudo", en donde su dios tribal, Huitzilopochtli,


les da instrucciones.
La migración se realiza junto con otros grupos, entre ellos los
matlatzincas, tepanecas, tlahuicas, malinalcas, cuitlahuacas, xochimil­
cas, chalcas y huejotzincas; saliendo guiados por cuatro teomamas o
"cargadores del dios", que se nombraban Chimalma, Apanécatl,
Cuauhcóatl y Tezcacóatl, último que encabeza a los peregrinos, lle­
vando cargado al dios Huitzilopochtli.
En Cuahuitzintlan o "pequeño bosque" se separan los grupos,
estableciéndose sólo los mexicas en el lugar, donde construyen un
templo a su dios; para despúes continuar por terrenos inhóspitos y
llegar a Coatlicamac o "en la boca de la serpiente". Allí se dice que
estuvieron 28 años, celebrando el primer Fuego Nuevo, y de allí
partieron a Tula, en donde permanecieron 19 años.
De allí partieron a Atitalacan (hoy Atitalaquia, Hidalgo), en
donde estuvieron 10 años; luego pasaron a Tlemaco, donde pararon
5 años; y de allí fueron a Atotonilco, donde permanecieron otros 5
años; luego fueron a Apazco donde estuvieron 12 años; y de allí pa­
saron a Huitztépec, donde celebraron el segundo Fuego Nuevo. A
continuación se dirigieron a Tzompanco donde permanecieron 4
años; luego a Xaltocan donde estuvieron otros 4 año�; y de allí pasa­
ron q. Acalhuacan, a Ehecatépec, a Tulpétlac, a Coatitlan, a Chalco,
a Huixachtitlan y a Tecpacoyan, en donde encendieron el tercer
Fuego Nuevo.
La peregrinación continúa a Pantitlan, Amalinalpan, Acolriáhuac,
Popotlan, Techcaltitlan, Atlacuihuayan y a Chapultepec, en donde_
vivieron 20 años y celebraron el cuarto Fuego Nuevo. En Chapulte­
pec fueron dominados por los de Acocolco y hechos prisioneros junto
con Huitzilíhuitl "el viejo'\ quien era el señor principal de los me­
xicas; en tanto que Cóxcox, señor de Colhuacán, junto al Cerro de
la Estrella, los tuvo como vasallos durante 4 años.
Para obtener su libertad los mexicas combaten a favor de Culhua­
cán contra los xochimilcas, llevando a Cóxcox costales de orejas y
narices como prueba de haber vencido a ese grupo; y de nuevo van
de un lado a otro de la Cuenca de México, buscando donde asen­
tarse, hasta llegar al islote en donde por mandato de Huitzilopochtli
debían fundar su capital, cosa que ocurre en 1325 o.e.
Los comienzos de la ciudad fueron modestos, pues siendo el islote
pantanoso, tuvieron que acarrear piedra, madera, cal y otros mate­
riales para sus construcciones; dedícáronse a la vida lacustre, a la
caza de aves acuáticas y a la pesca, y un poco a la agricultura, pero
sometidos a Azcapotzalco, que era el señorío que dominaba a toda
la Cuenca de México por esos tiempos.
Como guerreros y hábiles políticos que eran, los mexicas eligieron
como primer rey a tlatoani a Acamapichtli, descendiente de reyes

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REGIÓN DEL ÁGUILA, DEL NOPAL Y LA SERPIENTE 227
toltecas que aún quedaban en Culhuacán; e iniciaron la nobleza az­
teca con dar en matrimonio sus hijas a los jefes de los cuatro barrios
o calpullis en que se dividió la ciudad; pero todavía sometidos a
Azcapotzalco, tanto Acamapichtli (1376 a 1396) como el siguiente
rey, que fue Huitzilíhuitl (1396 a 1417), y Chimalpopoca (1417
a 1427).
Itzcóatl (1427 a 1440) que fue un gran político y organizador,
decidió independizar a Tenochtitlan del yugo de Azcapotzako, y
combinando sus fuerzas con las de Nezahualcóyotl, señor de Tex­
coco, logró derrotar a los de Azcapotzalco; pero considerando que
el señorío . de Texcoco podría acaparar más tarde la situación polí­
tica, estableció una triple alianza o equilibrio de poderes entre Te­
nochtitlan, Texcoco y Tlacopan o Tacuba, es decir, entre mexicas,
texcocanos y tepanecas.
Con ltzcóatl se inició también la estratificación social, se organizó
la ciudad, se establecieron los cargos administrativos y judiciales, se
crearon las órdenes militares, y se repartieron las tierras entre los
nobles y calpullis; o sea que Tenochtitlan adquirió la capacidad para
convertirse en el centro y señorío principal de la Cuenca de México.
Tlacaélel, hermano de Moctezuma Ilhuicamina, ejerció una deci­
dida influencia militar y política durante el reinado de Itzcóatl, y
fue también consejero de Moctezuma Ilhuicamina (1440 a 1469),
de Axayácatl (1469 a 1481), de Tízoc (1481 a 1486) y aun de
Ahuítzotl (1486 a 1502); ocurriendo durante este tiempo el mayor
auge y expansión de los mexicas. Luego reinaron Moctezuma II o
Xocoyotzin (1502 a 1520), Cuitláhuac (1520) y Cuauhtémoc (1521
a 1525), último rey, con el cual termina el poderío mexica, que opone
una tenaz resistencia a los conquistadores españoles.

LA CULTURA l\lEXICA

Como decíamos con anterioridad, los niexicas estuvieron un corto


tiempo en Tula, Hidalgo, luego penetraron a la Cuenca de México,
se asentaron en la parte oriental del gran lago, y luego en la parte
occidental; llegaron a Chapultepec y se establecieron allí por poco
tiempo. Expulsados de allí, vagan por otros sitios del valle, hasta dar
en un islote rodeado de tules y carrizales, bajo el mando del sacer­
dote Ténoch; y allí vieron al águila posada sobre las pencas de un
nopal o tenochtli, devorando una serpiente, tal como les había dicho
su dios Huitzilopochtli. En 1325 n.c., fundaron su ciudad, y levan­
taron un humilde templo a su dios; ciudad que más tarde sería la
gran Tenochtitlan.
Los mexicas tuvieron una economía agrícola fundamentalmente,
pero aprovecharon también la pesca, la caza, y la recolección de pro-

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228 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

duetos lacustres; a la vez que el comerciq, la guerra y la imposición


de tributos, contribuyeron al sostenimiento de una población siem­
pre en aumento. Como la creciente población de Tenochtitlan hacía
que se extendiesen los límites de los barrios, se tuvo que recurrir a
ganarle tierras al lago para la práctica de la agricultura; construyén­
dose las chinampas o jardines flotantes, hechos a base de lodo y
amontonamiento de tierra, afianzadas con estacas y trabazones de
troncos, junto a los bordes pantanosos del gran lago.
Así, grandes secciones de los pantanos improductivos se conver­
tían en una verdadera red de canales y de campos de cultivo ex­
tremadamente fértiles; y tanto en estos jardines artificiales como en
la tierra firme, los mexicas cultivaban maíz, frijol, calabaza, melón,
chía, camotes, chile, jitomate, maguey, tabaco y otras plantas ali­
menticias, útiles y medicinales.
Del maguey obtenían pulque; fibra para tejer sus mantas, bolsas,
telas y sandalias; puntas o púas para el autosacrificio religioso; y
las mismas hojas servían para techar las chozas de la gente pobre,
y como combustible para cocer los alimentos. La cochinilla del no­
pal, valiosa por el tinte carmesí que producía, era recolectada y
cuidada con esmero; a la vez que se recogían gusanos de maguey,
larvas de moscos o ahuactli, tunas, nopales tiernos, bledo o alegría,
y otros productos silvestres. De la chía obtenían un aceite para la
hechura de las lacas, y también se utilizaba para preparar bebidas.
Además de la agricultura y recolección, los mexicas cazaban pavos
o guajolotes silvestres, patos, gansos, perdices, venados, conejos,
iguanas y otros animales menores; al mismo tiempo que engordaban
una especie de perro domesticado, y atrapaban peces, tortugas y
patos, por medio de redes, o arponeándolos con átlatl y fisgas..
Las tierras de cultivo se repartían entre los clanes, barrios o
calpullis, y éstas eran entregadas por el cacique o señor de cada uno
de ellos al pueblo, reteniendo una parte para el sostenimiento del
jefe, para el templo, para sufragar la guerra y aun para pagar el tri­
buto; y todas ellas eran cultivadas por los plebleyos y esclavos.
A la muerte de un usufructuario la tierra pasaba a manos de sus
hijos, pero si moría sin descendencia, la tierra volvía al calpulli para
ser repartida de nuevo. Para protección de las tierras se establecía
que el que no las cultivara durante dos años seguidos debía entre­
garlas para dárselas a otros; y en los territorios o pueblos conquista­
dos los vencedores mexicas recibían concesiones de tierras que traba­
jaban los vencidos, mismas que producían tributos para sostener la
guerra y para sostenimiento de la- clase militar.
El tributo fue otro aspecto importante de la economía mexica, ya
que se cobraba en productos alimenticios, materias primas, objetos
de lujo, armas, vestidos, joyas, etcétera; ingresaban por ese concepto
a Tenochtitlan especies como cacao, vainilla, plumas de garza y quet-

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REGIÓN DEL ÁGUILA, DEL NOPAL Y LA SERPIENTE · 229
zal, oro, turquesa, mantas tejidas de algodón, maíz, frijol, copal,
tabaco, hule, sal, miel y una gran cantidad de productos·más.
Generalmente, tras la conquista de un lugar venía el cambio de
cacique y la exigencia de un pago o contribución; y este tributo era
sumamente variado, pues se recogían mantillas de algodón, camisas,
armaduras, plumas de aves preciosas, cuentas de jade, turquesa para
los mosaicos, cochinilla o grana, pieles de jaguar, etcétera. Muchos
de estos tributos se iban acumulando, y servían para pagar los gastos
públicos y para los gastos reales. En ocasiones el rey regalaba a los
nobles, .y a veces a todo el pueblo, algunos artículos como armaduras,
camisas, huipiles, bragueros y otras prendas; mandaba guisar y re­
galar comida: guajolotes, tortillas, carne de conejo, frijoles y otras
viandas.
Otro factor económico de importancia lo constituía el comercio, or­
ganizado a través del mercado o tianguis y de los Pochtecas o comer­
ciantes. En el mercado se vendían o intercambiaban los productos
locales y los traídos de lejanos lugares por los comerciantes; habiendo
mercados famosos a los que concurrían miles de gentes, como el de
Tlatelolco, Tacuba, Azcapotzalco y Tenochtitlan.
Sahagún refiere que "el señor también cuidaba del tiánquez, y de
todas las cosas que en él se vendían, por amor de la gente popular
y de toda la gente forastera que allí venía, para que nadie les hiciese
fraude o sin razón en el tiánquez. Por esta razón ponían por orden
todas las cosas que se vendían, cada cosa en su lugar, y elegían por
esta causa oficiales, que se llamaban tianquizpan tlayacaque ... (y)
tenía uno de éstos cargo para poner los precios de las cosas que se
vendían y para que no hubiese fraudes entre los que vendían y com­
praban ".
"Estaban en una parte del tiánquez los que vendían oro y plata
y piedras preciosas, y plumas ricas de todo género, de las cuales se
hacían las divisas o armas para la guerra, y también las rodelas. En
otra parte se ordenaban los que vendían cacao y especies aromáticas
que ellos llaman ueinacaztli, tlilxóchitl, mecaxóchitl. En otra parte
se ordenaban los que vendían mantas grandes, blancas o labradas, y
maxtles que entonces usaban unos blancos, y otros labrados, y otros
ricos; y también allí mismo se vendían las vestiduras mujeriles la­
bradas y por labrar, medianas y ricas, y también las mantas comunes
que ellos llaman quachtli áyatl."
"En otra parte estaban por su orden los que vendían las cosas de
comer, como son maíz blanco y maíz azul oscuro, o negro, y colo­
rado y amarillo, y frijoles amarillos y blancos, y negros, y colorados
y jaspeados, y unos frijoles negros, grandes como habas; y semilla
de bledos pardos o cenicientos ... y chía blanca y negra, y otra que
llaman chiantzótzotl; en este mismo lugar se ordenaban los que
vendían sal, y gallinas, y gallos, y codornices, y conejos, y liebres, y

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230 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

carne de venado, y aves de diversas maneras, como son ánades y la­


bancos, y otras aves del agua; también los que vendían miel de ma­
guey y de abejas; de esta orden eran los que vendían chile de diver­
sas maneras, los mismos vendían tomates que llaman miltómatl y
chiltómatl."
La variedad de productos que se vendían en los mercados, la con­
signa Sahagún por el orden en que se colocaban los vendedores, ci­
tando en general: frutas como · cerezas, aguacates, ciruelas, batatas,
zapotes. , etcétera; turrones de chía, castañas de raíces de yerba, pe­
pitas de calabaza, peces, ranas, papel, incienso, hule, cal, leña, ma­
dera y rollizos para las casas, coas, remos, henequén, pieles, cotaras,
hachas de cobre, punzones, cebollas, elotes cocidos, pan de maíz,
platos, vasos, ollas, etcétera.
"Y los que tenían cargo de las cosas del tiánquez si no hacían fiel­
mente sus oficios privábanlos de ellos, y desterrábanlos de los pueblos;
y los que vendían algunas cosas hurtadas, como mantas ricas o pie­
dras preciosas ... prendíanle y sentenciábanle a muerte los jueces y
señores, y con esto se ponía temor a la gente, para que nadie osase
comprar cosa hurtada."
En realidad, en los mercados cada mercancía tenía su lugar fijo,
y formaban los puestos especies de hileras o calles, vendiéndose joyas
de oro, piedras preciosas, plumas multicolores, mantas, faldas de al­
godón, hilos y cuerdas, comidas, frutas y aun esclavos. A su vez el
. mercado se regía por una organización administrativa, con sus fun­
cionarios y reglamentos; habiendo un palacio especial con un juez
que calificaba los conflictos y decidía sobre los problemas suscitados
en el intercambio de los productos, lo mismo que funcionarios· y
oficiales que cuidaban del orden interno, ponían los precios e impar­
tían justicia.
Los Pochtecas o comerciantes formaban una clase especial, y eran
muy estimados por los servicios que prestaban al rey, ya que fungían
como espías en los territorios que frecuentaban; y por eso a los jefes
de los comerciantes o traficantes, "a los que andan recatados por
cuevas comerciando, los que acechan a la gente, los que entran en
plan de guerra, principalmente los honraron: les pusieron en los la­
bios bezotes de oro, con que se dieron a conocer que ellos eran co­
rreos y espías reales ..." 29
Estos comerciantes organizaban sus expediciones a lugares distan­
tes, llevando cargadores y por lo regular una escolta de protección,
"y el día anterior al de la partida se enjabonaban, se cortaban el pelo
aquí en México, de una vez por todas "; juntándose los de Tiatelolco,
Tenochtitlan, Tuitzilopochco, Azcapotzalco y Cuauhtitlán. Al llegar
a Tochtepec los comerciantes se dividían. en dos bandos o grupos, y
20 Garibay, 1961.

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REGIÓN DEL ÁGUILA, DEL NOPAL Y LA SERPIENTE 23J
unos iban a la costa de Ayotla y otros a Xicalango; o sea que había
dos rutas principales: Anahuac-Xicalango y Anahuac-Ayotla. La pri­
mera seguía la costa del Golfo hasta Xicalango, de donde se comer­
ciaba con Campeche y Yucatán; en tanto que la otra penetraba a
Oaxaca por Tehuantepec y de allí seguía a la región del Soconusco,
Guatemala y América Central.
A Xicalango llevaban: "mantas, bragueros, faldas finas bordadas,
camisas, cintas de oro para la frente, collares y orejeras de oro, es­
cudillas de oro para hilar, orejeras de obsidiana y cristal de roca, pun­
zones, agujas, grana, alumbre, piel de conejo con pelo, drogas, medi­
cinas y aun esclavos; trayendo a su vez: jades redondos muy verdes
y de gran tamaño, jades acanalados, escudos de turquesas, esmeral­
das pulidas, coral rojo, conchas multicolores, conchas de tortuga ama­
rilla o atigrada, pieles de guacamaya, cueros de tigre y otros pro­
ductos".
Los Pochtecas tenían como insignias un bastón y un abanico; te­
nían a un dios especial llamado Yacatecuhtli, al cual le hacían ofren­
das de guajolotes y codornices cuando iban a salir de expedición;
utilizaban para las operaciones mercantiles ciertos productos que ser­
vían de moneda, entre ellas una especie de mantilla llamada cuachtli,
cuyo múltiplo era la carga de veinte piezas; lo mismo que pequeñas
hachuelas de cobre laminado, canutillos o cañones de plumas llenos
de oro en polvo, plumas finas y granos de cacao. Un tencuachtli valía
cien granos de cacao, un xiquipilli era una bolsa que contenía ocho
mil granos, o sea que este producto funcionó como una verdadera
moneda fraccionaria; costando una canoa llena de agua potable que
se llevaba a Ja casa del comprador la suma de cien, sesenta u ochenta
bayas de cacao.
En el aspecto tecnológico los mexicas contaron con un gran núme­
ro de artesanías, para las cuales hicieron herramientas especializadas;
había metates y manos para la molienda del maíz, hachas y cinceles,
telares y malacates, cuchillos y navajas de obsidiana, puntas de pro­
yectil, lanzadardos, arco y flecha, aplanadores, martillos, raspadores,
punzones, aguja·s, etcétera; lo mismo que cuchillos de pedernal para
los sacrificios, molcajetes, cajas de piedra para guardar los corazones
de los sacrificados, y muchos objetos más, que acusan las ocupado-·
nes de ese pueblo.
Había talladores de obsidiana y de pirita que hacían espejos; gen­
tes que fabricaban los mosaicos de turquesa, coral, concha y obsidia­
na, recubriendo a veces mangos de cuchillos y cráneos humanos; teje.;
dores y cesteros, que hacían capas y mantas adornadas con pelo de
conejo, esteras, abanicos. y una gran variedad de mantas y vestidos; lo
mismo que oficiales plumarios que producían mantas, rodelas, aba­
nicos, penachos y otros objetos de adorno.

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232 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

Los lapidarios utilizaban cristal de roca, obsidiana, jade, turquesa,


alabastro, serpentina, etcétera, para hacer bezotes, pectorales, colla­
res, broches de cinturones, cuchillos, vasijas, máscaras y otros obje­
tos; mientras que los escultores tallaban figuras de coyotes, chapuli­
nes, pulgas, ranas, serpientes, cargadores, seres de la vida cotidiana,
deidades y vasos o jícaras de piedra para los sacrificios, lápidas, alta­
res, monumentos conmemorativos y otras más.
La madera se trabajó admirablemente, pues hacían tronos o icpallis
para la clase noble; cunas y tarimas para dormir; tambores musicales;
canoas y remos; mangos de lanzadardos, arcos, esculturas, máscaras
y otros objetos; a la vez que desarrollaron la metalurgia, ya que tra­
bajaron el cobre en frío o martillado, el dorado del cobre, el fundido
en molde, el laminado y la filigrana de oro; contando con hornos de ·
fundición que se calentaban con carbón vegetal y que se alimentaban
haciendo pasar el aire por medio de tubos o sopletes.
Por último, podemos mencionar la alfarería, la cual ha servido para
determinar dos periodos principales de desarrollo; y así, hay el periodo
Azteca m, que arranca de la cerámica producida en Tenayuca ( Az­
teca 11), de color negro sobre anaranjado tipo Texcoco, caracterizada
por sus motivos geométricos muy finos y trazados con gran precisión.
El periodo conocido por Azteca IV presenta también cerámica negro
sobre naranja, pero es común también la cerámica policroma, a base
de rojo guinda, café oscuro, blanco y negro, en forma de copas pul­
queras, jarras, cajetes, pipas y malacates.
Otra cerámica de los mexicas es el tipo "JTiixteca", producido por
gentes de esa región que se avecindó en Tenochtitlan; hay incensa­
rios con mangos terminados en efigie de animales, braseros bicónicos
con dibujos semejantes a los códices de ese grupo, cajetes, platos trí­
podes, jarras y otras formas, pintadas con colores firmes como el na­
ranja. blanco, negro, rojo y crema por lo regular.
Entre los mexicas la indumentaria refleja la clase social. Los mace­
huales y plebeyos usaban generalmente un taparrabo o máxtlatl, a
veces un manto o tilma que se anudaba sobre el hombro, y se calza­
ban con sandalias de fibra de maguey y llevaban el cabello largo.
Las mujeres se enrollaban a la cintura una tela que hacía las veces
de falda, y usaban ceñidores o fajas, huipiles o camisas largas, quech­
quémitl y mantas o capas; se trenzaban el cabello y lo entretejían con
listones de colores.
La indumentaria de la clase superior era prácticamente la misma,
pero la materia prima y el acabado era de mejor calidad; había varios
tipos de mantas que podían ser usadas sólo por determinadas perso­
nas, con dibujos especiales y adornos de pluma y de pelo de conejo.
Los guerreros llevaban arreos de mimbre y vistosos tocados de plu­
mas, pieles de jaguar, disfraces de águila y jaguar, cinturones, brague-

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REGIÓN DEL ÁGUil.A, DEL NOPAL Y LA SERFIENTE 23 3
ros, mantas y algunas otras prendas; acostumbraban la pintura cor­
poral y facial para parecer más fieros.
�l atuendo personal_ se completaba con ornamentos de oro, plata,
concha, ámbar, turquesa, cristal de roca y otros materiales preciosos;
entre ellos, orejeras, narigueras, bezotes, collares, pectorales, brazale­
tes, cascabeles y ajorcas. Tuvieron también espejos de obsidiana y de
pirita, bastones de mando, abanicos, y discos con mosaico de turque­
sa; a la vez que aprovecharon colores vegetales y minerales, de prefe­
rencia azul, rojo,· amarillo y negro, para pintarse el cabello y el
cuerpo.
Alrededor de un islote firme y con la ayuda de estacadas, tierra y
piedra acarreadas de lugares cercanos, se fue levantando la que sería
la gran. Tenochtitlan, la cual pronto extendió su centro ceremonial
hacia los cuatro puntos cardinales; estableciendo sus barrios o calpu­
llis y comunicándolos por tres grandes calzadas, la de Tepeyac al
norte, 1a de Ixtapalapa al sur, y la de Tlacopan o Tacuba al oeste.
Sus calles eran de tres clases: de agua las más, de tierras las menos,
y mixtas, o sea canales para el tráfico de las canoas, calzadas de pie, y
camellones sólidos adosados a los edificios; y era de admirar el acue­
ducto que surtía de agua dulce a la ciudad, que venía de Chapulte­
pec, lo mismo que el "albarradón" o muro de represa, de 12 kilóme­
tros de largo y 7 metros de ancho, que evitaba las inundaciones e
impedía que el agua salada de Texcoco se mezclara con la dulce de
Xochimilco y Chalco.
La población de Tenochtitlan se calcula por esos tiempos en me­
dio millón de habitantes, y Cortés describe la ciudad, diciendo que
en aquellas calzadas se veían "las puentes que tenían hechas de tre­
cho en trecho, por donde salía y entraba el agua de la laguna de una
parte a otra; y veíamos en aquella gran laguna tanto multitud de
canoas, unas que venían con bastimentos e otras que volvían con car­
gas y mercaderías ... y veíamos en aquellas ciudades cúes y adorato­
rios a manera de torres y fortalezas. . . y las casas de azoteas ... "
El núcleo central o recinto ceremonial medía más de 300 metros
por lado, y lo resguardaba una muralla almenada sólo abierta hacia
las tr� calzadas que de allí partían. Al centro quedaba una gran
plaza hundida, con su adoratorio central para las ceremonias; y al
fondo se levantaba el gran Teocalli o basamento piramidal, con sus
dos templos gemelos, uno dedicado a Tláloc, pintado de blanco y
azul, y el otro dedicado a Huitzilopochtli, ornamentado con cráneos
esculpidos y coloreado de blanco y rojo.
El templo de Huitzilopochtli era el más suntuoso, pues estaba pro­
tegido por un muro de serpientes o coatepantli, y tenía varios porta­
estandartes en forma de guerreros, que sostenían las banderas del día
de su fiesta. Frente a la pirámide mayor quedaba el templo de Quet­
zalcóatl como dios del viento o Ehécatl, de forma circular y tam-

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234 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

bién pintado; y a continuación venía el juego de pelota, y más allá


desembocaba el acueducto que venía de Chapultepec.
Dentro del centro ceremonial quedaba también el Tzompantli o
muro de calaveras en hilera de estacas; cerca se hallaba el templo
dedicado al Sol, y el Temalácatl donde se efectuaba el sacrificio gla­
diatorio; hacia la esquina noroeste del recinto se hallaba el Coateo­
calli o templo de los dioses menores; y en el patio del Templo Mayor
se levantaba la pirámide de Tezcatlipoca.
Fuera del recinto ceremonial estaban los palacios de los nobles,
entre ellos el de Axayácatl, vecino a la calzada de Tlacopan, y el de
Moctezuma, hacia la calzada de Ixtapalapa; lo mismo que el Tla­
cochcalli o casa de los dardos, o arsenal; el Cuicacalli o casa de
los cantos, escuela de música y danza; y el Calmécac o colegio para los
jóvenes nobles, en donde aprendían la estrategia militar y el sa­
cerdocio.
El aprovechamíento del agua de los manantiales que abastecían a
la ciudad, se hizo construyendo canales y acueductos que llegaban
hasta el centro ceremonial; y el de Chapultepec era uno de los prin•
cipales. Este acueducto estaba hecho de piedra y argamasa, con· dos
conductos o canales que permitían su limpieza o conservación; y los
aguadores tomaban de aquí el agua y la llevaban a vender por toda
la ciudad. También había algunas fuentes públicas donde las muje­
res llenaban sus cántaros.
Durante el reinado de Ahuítzotl el acueducto de Chapultepec llegó
a ser insuficiente; construyóse entonces el Acuecuéxcatl que llevaba
e l agua de Coyoacán y bordeaba la calzada de Ixtapalapa. Sin embar­
go, este acueducto no funcionó mucho tiempo, pues una inundación
que causó al desbordarse hizo que fuera sellada la fuente de aprovi­
sionamiento.
La base de la religión mexica tenía un concepto dual, un principio
creador masculino y femenino, del cual se habían creado los demás
dioses. Ometecuhtli (señor dos) y Omecílmatl (señora dos) que re­
sidían en Omeyocan (lugar dos), fueron el origen de la creación y
señores de la vida y de los alimentos. Esta pareja, llamada también
Tonacatecuhtli y Tonacacíhuatl (el señor y señora de nuestra carne
y nuestro sustento), dieron nacimiento a cuatro hijos o Tezcatlipo­
cas: el Tezcatlipoca rojo llamado también Xipe y Camaxtli; el Tez­
catlipoca negro, llamado comúnmente Tezcatlipoca; el Tezcatlipoca
azul o Huitzilopochtli; y el Tezcatlipoca blanco o Quetzalcóatl. 30
Estos cuatro dioses regían los puntos cardinales, las cuatro direc­
ciones, inclusive el eje central de abajo arriba, cie1ü" y tierra; asociá­
banse sus colores a cada uno de los puntos: rojo para el este, negro
para el norte, azul para el sur y blanco para el oeste. Los colores, los
so Caso, 1953.

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REGIÓN DEL ÁGUILA, DEL NOPAL Y LA SERPIENTE 235

dioses, animales, árboles, hombres, etcétera, quedaban agrupados en


las cuatro direcciones, y aun el recién nacido, de acuerdo con el día
de su nacimiento, correspondía a alguna de esas cuatro direcciones.
En la llamada Piedra de los Soles se representan las cuatro etapas
por las que atravesó la humanidad; y la creación del mundo, según
la religión mexica, fue posible por el combate de los dioses Quetzal­
cóatl, el dios benéfico, héroe descubridor de la agricultura y las indus­
trias, y el negro Tezcatlipoca, dios nocturno y patrón de los hechice­
ros y los malvados. Cada combate de estos dioses y sus triunfos alter­
nativos, dieron lugar a una nueva creación del universo.
Así, el Primer Sol o universo, terminó cuando Tezcatlipoca, con­
vertido en un gran tigre, se comió a los gigantes que poblaban la
tierra (Nahui Océlotl); el Segundo Sol terminó cuando Quetzalcóatl
destruyó a los hombres convirtiéndolos en monos (Nahui Ehécatl);
el tercero finalizó cuando Tezcatlipoca lanzó una lluvia de fuego
(Nahui Quiáhuitl); y el Cuarto Sol terminó con grandes inundacio­
nes provocadas por Chalchiuhtlicue, quedando sólo peces (Nahui
Atl). Después los dioses se juntaron en Teotihuacán y crearon el
Quinto Sol que hoy vivimos (Nahui Ollin).
En el Calendario Azteca o Piedra del Sol se expresan los conceptos
citados, respecto a la creación de los soles o distintas etapas por las
que atravesó el mundo; hallándose representados en él no sólo los
cuatro soles cosmogónicos anteriores; sino también el Quinto Sol o
Tonatiuh, ocupando el centro. La figura de Tonatiuh está rodeada
de una faja con los signos de los días, o veintena del calendario mexi­
ca (tonalli), y éstos, a su vez, están circundados por una banda con
representaciones del jade y la turquesa, dando idea de preciosidad y
simbolizando el color del cielo.
Otra orla exterior muestra signos estelares, con rayos del sol; y dos
inmensas serpientes de fuego (xiuhcoatl) simbolizan el año y el
tiempo; o sea que todo el monumento es una concepción grandiosa
de la majestad del universo. De hecho, el Sol fue uno de los dioses:
estelares más importantes, por sus implicaciones con la vida y la exis­
tencia en general; habiendo sido llamado Tonatiuh y representado,
generalmente como un personaje sentado al centro del disco solar,
del cual salen rayos o símbolos del elemento generador de la vida.
Tezcatlipoca representaba al cielo nocturno y estaba relacionado
con la muerte y la destrucción. Se asociaba a Huitzilopochtli como­
guerrero del norte; era patrono de los guerreros o Yáotl; y también
se le conocía como Ixtlacoliuhqui o espejo curvo de obsidiana, y era.
patrón de los hechiceros y salteadores.
Huehueteótl era el dios viejo o del fuego, ocupaba el centro de los
puntos cardinales, y también era conocido como Xiuhtecuhtli o señor
del año. Este dios calentaba y quitaba el frío, era temido y reveren­
ciado por sus efectos candentes, presidía los temazcales o baños de

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236 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

vapor; y se le representaba con un tocado en forma de pájaro de fuego


(xiuhtótotl) y con una serpiente por detrás o a un lado, ·conocida
como Xiuhcóatl, y con un disco de turquesa, símbolo del año.
Todos los p}anetas y estrellas que los mexicas conocieron fueron
deificados. La Luna, llamada Meztli, fue conocida también como
Coyolxauhqui o la de los cascabeles en la cara; y como era hermana
de Huitzilopochtli (el Sol), luchaba diariamente contra él en com­
pañía de sus hermanos los Centzonhuiznahuaque o cuatrocientos su­
rianos, nombre dado a las estrellas. La Luna y las estrellas eran
siempre derrotadas, ya que el Sol salía triunfante todas las mañanas.
El maíz fue la base de la alimentación de los pueblos mesoame­
ricanos, y los mexica lo deificaron llamándolo hijo de Tlazoltéotl,
diosa de la fecundidad, el cual fue marido de Xochiquétzal, diosa de
las flores. Su nombre fue Centéotl, y se le representaba sentado en
su icpalli o trono, con punzones de hueso en las manos para autosa­
crificarse. Además de ser maíz maduro, había su aspecto como maíz
tierno, el cual correspondía ya a la diosa Xilonen, representada con
su tocado de papel y penacho de plumas de quetzal, collar de cuen­
tas de jade, camisa y falda pintada de flores acuáticas, y un centro
de serpientes y una sonaja en las manos.
Xipe Tótec, nuestro señor desollado, fue un dios relacionado con
el ciclo agrícola y patrón de la primavera; presidía la renovación de
la corteza terrestre durante esa estación; y en su ritual se simbolizaba
ese reverdecimiento, desollando a un prisionero para que el sacerdote
de la deidad se vistiera con la piel. El sacerdote representaba la tierra
seca del invierno y la piel, la corteza verde, cubierta de vegetación.
Por ello se representaba a este dios con una piel humana. También
fue dios de los joyeros.
Chalchiuhtlicue, la de la falda de turquesa, era la diosa del agua y
hermana de Tláloc. Se le representaba con un sencillo tocado de
papel azul, manchado con puntos negros o goteado de hule; y llevaba
una falda y quechquémitl con una orla de caracoles. Otra diosa lla­
mada Chicomecóatl también estaba relacionada con el agua y repre­
sentaba a la agricultura, a la vez era diosa de los mantenimientos, de
las comidas y bebidas; estando representada con un complicado toca­
do de papel, con su camisa adornada con flores acuáticas, collar de
jade, y portando en la mano derecha un escudo y · en la otra unas
mazorcas de maíz.
Xochipilli, el príncipe de las flores, fue dios de los chinampanecas
o cultivadores de flores de las chinampas; era reverenciado por los
músicos, danzantes y jugadores de pelota; pero fundamentalmente fue
dios de la alegría, y se le representaba con una máscara. También
fue dios del amor. Otro dios llamado Huehuecóyotl, fue patrón de
los cantores, y se le representaba como un coyote sentado y tocando
un tambor.

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REGIÓN DEL ·ÁGUILA, DEL NOPAL Y LA SERPIENTE 237
El dios de los Pochtecas o comerciantes era Yacatecuhtli, al cual
se le representaba con una pintura facial en forma de greca, el pelo
sostenido con un par de penachos de plumas de quetzal, un manto
de color azul,, ricas sandalias y un bastón de peregrino, distintivo de
los mercaderes. El dios Macuilxóchitl fue una variante de Xochipilli,
y era el patrón de los músicos; estando disfrazado de tortuga o salien­
do del carapacho de una tortuga.
La vida de los mexicas estuvo ligada también al maguey, esa plan­
ta que les proporcionó el pulque u octli, y de cuyas fibras tejían
cuerdas, mecates, telas y otros objetos de la vida cotidiana; habién­
dose deificado la planta, bajo la forma de la diosa Mayahuel que
sale de un agave, y también dioses del pulque como Papáztac, Tol­
técatl, Tepoztécatl y Ometochtli, el dios dos Conejo, que fue el más
· importante.
Y así como hubo dioses de la vida y de las, cosas, de las fuerzas
naturales y de las artesanías, también hubo dioses de la· muerte, y de
la vida y Ia· muerte, como la diosa Coatlicue, la de la falda de ser­
pientes, la cual era diosa de la tierra y madre de los dioses. En el
gran monolito que dejaron los mexicas, se la representa decapitada,
con dos serpientes que le salen del cuello como chorros de sangre,
con garras de tigre y pies de águila, y con un collar de corazones
humanos, del cual -pende un pectoral con máscara de la muerte, y
vestida con una falda de serpientes. Era diosa de la vida, por ser
madre de los dioses y dueña de los corazones que lleva en su collar,
y por haber dado su sangre al ser decapitada; pero era también de la
muerte, por su pectoral con cara de muerto o calavera.
Las Cihuateteo y Mictlancíhuatl eran diosas femeninas de la muer­
te; habitaban el infierno o Chicnauhmictlan, el lugar de la muerte
eterna donde reinaba Mictlantecuhtli, señor de los muertos, y allá
iban los que no se habían distinguido en la tierra. Los dioses de la
muerte se representaban por lo regular con cráneos descarnados, ti­
bias y otros huesos del esqueleto.
El ritual en honor de los dioses tuvo variadas manifestaciones en
la religión mexica, pues se celebra�an fiestas acompañadas de cantos,
bailes, juegos, pantomimas, ofrendas y sacrificios. El sacrificio huma­
no lo verificaban en los templos o santuarios erigidos en lo alto de
las plataformas piramidales, durante la festividad del dios en tumo;
y para ello sujetaban a un prisionero de guerra sobre el téchcatl o
piedra del sacrificio y un sacerdote se encargaba de extraerle el cora­
zón de un certero tajo con un cuchillo de sílex. El corazón era depo­
sitado en un cuauhxicalli o vaso de piedra, como ofrenda al dios.
El fuego y la sangre fueron dos elementos de gran aplicación ri­
tual. En braseros o sahumerios se mantenía el fuego durante 52 años,
lo mismo en los templos que en algunos edificios principales y hoga­
res; en tanto que la ofrenda de sangre del autosacrificio, se obtenía

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238 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

con púas de maguey, punzándose la lengua, las orejas, los labios y


los miembros, la cual era recogida en algodones para ofrecerlos al
dios de su devoción. El autosacrificio lo practicaban los sacerdotes,
militares, civiles y gente común.
Durante las festividades se ofrecían también ofrendas de comida,
animales, flores y frutos; cítase, por ejemplo, que en la fiesta de
Panquetzaliztli, en honor de Huitzilopochtli, el pueblo ofrendaba en
el recinto del Templo Mayor, gran cantidad de mazorcas de m;:iíz.
Las fiestas y ceremonias se celebraban de acuerdo con el calenda­
rio religioso y en fechas fijas; Sahagún nos ha dejado una lista de
ellas: en el. mes Atlacauallo habían ceremonias dedicadas a Tláloc y
Chalchiuhtlicue; en el mes de ·Tiacaxipehualiztli se efectuaban sacri­
ficios ·gladiatorios · y desollámientos en, honor de Xipe; en el mes To­
zoztontli se hacían danzas a la lluvia, especialmente a Tlál�c; en el
mes Hueytozoztli habían autosacrificios; en el mes Tóxcatl se sacri­
ficaban esclavos y niños a honra de Tezcatlipoca y Huitzilopochtli;
habiendo también danzas y ritos de fertilidad, fiestas de los mercade•
res en el mes Tlaxochimaco, danzas fálicas a la diosa Tlazoltéotl,
cacerías, ceremoniales, etcétera.
El juego de pelota o tlachtli se llevab� a efecto en una cancha
en forma de doble T, entre dos muros inclinados o verticales que
tenían anillos de piedra en la parte central; siendo la pelota de hule
macizo, la cual no podía ser tocada con las manos sino solamente
con la cadera, muslos y brazos. Durante los partidos se corrían apues­
tas, y por lo general era un deporte practicado por los nobles, que a
veces competían contra sus vecinos de igual rango.
Para cruzar ,ápuestas, uno de los juegos favoritos era el "patolli",
cuya antigüedad �e remonta a los tiempos de Teotihuacán, ,y éste se
jugaba sobre una estera o en el piso, con un diseño en forma de cruz
y dividido en varios cuadretes; utilizándose unas especies de habas
o frijoles, o nudos de cañas, pintadas de blanco y con marcas negras.
En cierto sentido este juego guarda semejanzas con la oca o el par:.
cheesi hindú.
Las festividades se acompañaban con música, danza, canto, poesía,
oratoria, adivinanzas, representaciones teatrales, adivinación, etcéte­
ra. La música era más bien hierática y rígida, ya que los instrumentos
musicales sólo producían una corta escala de sonidos, conociéndose
los teponaxtles y. huéhuetl, tambores de madera ricamente labrados;
flautas con cuatro o cinco agujeros, a veces con dos tubos y una sola
cavidad de resonancia; sonajas; carapachos de tortuga; omechicahuaz�
tlis o huesos con ranuras; ocarinas; silbatos, etcétera.
La danza, por lo regular, era practicada en grupos. Numerosos dan­
zantes, ataviados con disfraces, bailaban largas horas alrededor de
un conjunto de músicos; había desde luego bailarines y músicos pro­
fesionales que desde temprana edad se entrenaban en la escuela, bajo

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REGIÓN DEL ÁGUILA, DEL NOPAL Y LA SERPIENTE

la dirección de instructores sacerdotales. De hecho había composito-


239

res de cantos y bailes para los festivales y ocasiones especiales; mon­


tábanse a veces grandes bailables en los que participaba gran parte
del pueblo.
La poesía mexica muestra una gran delicadeza en su composición,
bellas metáforas y profundos conceptos filosóficos, ya que los poetas
encontraban su inspiración en la naturaleza, en la guerra, la muerte,
la vida pasajera, los dioses, la amistad y otros temas que daban sen­
tido a su vida, expresados en un gran plano intelectual; pudiendo
transcribirse algunos trozos poéticos traducidos por Garibay y Por­
tilla, quienes han sído los que más se han interesado por este aspecto
de la cultura mexica:

Canto ·del Atamalcualoyan


Mi corazón está brotando flores en la mitad de la noche.
Llegó nuestra madre, llegó ia diosa Tiazoltéotl.
Nació el dios del maíz en Tamoanchan,
en la región de las flores, una flor..
Nació el dios del maíz en la región de la iluvia y la niebla,
donde se hacen los hijos de los hombres,
donde se adquieren los peces preciosos.

Canto de Huexotzinco acerca de la conquista


Sólo tristes flores y tristes cantares
restan aquí en México Tiatelolco:
y sin embargo, es allí donde el valor se demuestra.
Bien sabido tenemos que hemos de perecer
nosotros los hombres: tú dador de la vida nos lo aseguras.
Hemos errado y ·sufrimos nosotros los hombres:
como que hemos visto bien dolor que arde
allí donde el valor se demuestra.

Principio de los Cantos


Aquí sin duda viven: ya oigo su canto florido,
cual si estuviera dialogando la montaña;
aquí, junto a donde mana el agua verdeciente,
y el venero de turquesa canta entre guijas,
y cantando le responde el sensonte, le responde el
pájaro-cascabel,
y es un persistente rumor de sonajas, el de las diversas
aves canoras:
allí alaban al dueño del mundo, bien adornadas de ricos
joyeles.

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240 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

La amistad efímera
Amigo mío, amigo mío, sin duda verdadero amigo,
por mandato del dios nos amamos:
ojalá pereciéramos embriagados por nuestras flores.

En un día nos vamos, en una noche baja uno a la


región del misterio:
aquí sólo venimos a conocemos, sólo estamos de paso
en la tierra.

Vida efímera
Sólo venimos a dormir, sólo venimos a soñar:
no es verdad, no es verdad que venimos a vivir en la
tierra.

En yerba de primavera venimos a convertimos:


llegan a reverdecer, llegan a abrir sus corolas nuestros
corazones,
es una flor nuestro cuerpo: da algunas flores y se seca.

De¡ar un recuerdo
¿Conque he de irme, cual flores que fenecen?
¿Nada será mi nombre alguna vez?
¿Nada dejaré en pos de mí en la tierra?
¡Al menos flores, al menos cantos!
¿Cómo ha de obrar mi corazón?
¿Acaso en vano venimos a vivir, a brotar en la tierra?

Gloria de Tenochtitlan
Cual nenúfares al viento los escudos giran,
humeante sube el polvo, el silbo de las manos repercute;
aquí es México Tenochtitlan:
Es la casa de los escudos, el sitio de los dardos,
la orden de los Aguilas se extiende, es la mansión de los tigres.

El Artista
El verdadero artista todo lo saca de su corazón;
obra con deleite, hace las cosas con calma, con tiento,
obra como un tolteca, compone cosas, obra hábilmente, crea;
arregla las cosas, las hace atildadas, hace que se ajusten.

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REGIÓN DEL ÁGUILA, DEL NOPAL Y LA SERPIENTE 241

Sitio de Tenochtitlan

En los caminos yacen dardos rotos,


los cabellos están esparcidos.
Destechadas están las casas,
enrojecidos tienen sus muros.
Gusanos pululan por calles y plazas,
y en las paredes están salpicados los sesos.
Rojas están las aguas, están como teñidas,
y cuando las bebimos,
es como si bebiéramos agua de salitre.
Golpeábamos, en tanto, los muros de adobe,
y era nuestra herencia una red de agujeros.
Con los escudos fue su resguardo,
pero ni con escudos puede ser sostenida su soledad.

Los ejemplos anteriores muestran en buena parte el pensamiento


_de los mexicas, la conciencia de su mundo, de sus dioses, del destino
del hombre, de las cosas bellas y, en suma, de una problemática o
filosofía; la cual fue expresada por los poetas, sabios, escultores, pin­
tores, músicos, arquitectos, etcétera, en sus obras de arte.
Por el arte, es decir, por la "flor y el canto" los mexicas expresaron
la transitoriedad y fragilidad de todo cuanto existe, se plantearon el
problema de la duda, de la verdad, del destino del hombre, de la dua­
lidad, de la amistad y muchos otros aspectos; encontrando que sólo
por la "flor y el canto" podía el hombre acercarse a la verdad, puesto
que por el arte, por lo bello, Dios penetra en el corazón del hombre
y lo hace verdadero. 31
La falta de un alfabeto fonético no privó al pueblo mexica de ex­
presar en poemas su emoción -religiosa, épica o lírica- ni impidió su
transmisión oral; habiéndose conservado numerosos testimonios de
esa rica producción poética, dotada de métrica y con caracteres pecu­
liares como el paralelismo de ideas, la artificiosa disposición de los
sonidos por medio de alteraciones y ritornelos constantes, así como
por la belleza de las imágenes y metáforas basadas en las flores, aves,
plantas, campos y otros temas.
Dentro del aspecto literario los mexicas practicaron la prosa en sus
narraciones míticas (los cuatro soles, el diluvio, etcétera); relatos
épicos de sus héroes (éxodo de Quetzalcóatl); leyendas, cuentos y
discursos. Un ejemplo de esto último lo encontramos en Sahagún,
refiriéndose a los consejos que da un padre a su hijo adolescente:
"Nota hijo mío, lo que te digo, mira que el mundo ya tiene su
estilo de engendrar y multiplicar, y para esta generación y multipli-
31 León-Portilla, 19 56.

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242 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

cación, ordenó Dios que una mujer usase de un varón, y un varón


de una mujer; pero esto conviene se haga con templanza y dis­
creción."
Las adivinanzas y juegos de palabras eran otras formas de diver­
sión. El padre Sahagún nos ha dejado ejemplo de ello, anotando las
siguientes:
¿Qué cosa y cosa es una jícara azul, sembrada de maíces tostados?
f:ste es el cielo que está sembrado de estrellas. ¿Qué cosa va dando
palmadas con la mano como la mujer que hace pan? Es la mariposa
que va volando.
El drama también floreció en la sociedad mexica. Las crónicas
mencionan "Teatros" en Tlatelolco, en donde se usaban verdaderos
�ablados y se representaban farsas y comedias. Por lo general había
actores que imitaban el habla y los gestos, los movimientos de los
animales, los andares de los enfermos, etcétera, con tanta habilidad
y exageración, que producían la risa de los espectadores.
Como dice León-Portilla, el concepto de los Soles cosmogónicos;
el principio dual de la creación; la concepción del universo en planos
superpuesto.s; los rumbos cósmicos; la subsistencia de los seres; las
ideas sobre la muerte y la amistad; el papel del hombre sobre la tie­
rra, etcétera, son aspectos que implican una inquietud por preguntar
y responder, una problemática filosófica, de _tal manera que los mexi­
cas tuvieron un pensamiento filosófico que se advierte en sus mitos,
poesías, discursos, cantos, etcétera.
Entre otros conocimientos de importancia están el calendario y ]a
numeración. Los mexicas tenían dos calendarios: el tonalpohualli,
compuesto de veinte signos o días, que se asociaban a trece numera­
les para dar 260 días, y el año soiar compuesto de 365 días. El tonal­
pohualli, o cuenta de los días, se llevaba registrad.o en el tonalámatl
o libro de los días, y su carácter era religioso. 32
Los días se llamaban: cipactli (lagarto), ehécatl (viento), calli
(casa}, cuetzpallin (lagartija), cóatl (serpiente), miquiztli (muerte),
.mázatl (venado), tochtli (conejo),- atl (agua), itzcuintli (perro), ozo;.
matli (mono), malinalli (yerba), ácatl (caña), océlotl (jaguar),
cuauhtli (águila), cozcacuauhtli (zopilote real) ollin (movimiento),
técpatl (pedernal), quiáhuitl (lluvia) y xóchitl (flor).
Ji',stos días se combinaban con los numerales del 1 al 13, de modo
que una fecha sólo podía repetirse después de 260 días ( 13 X ( 14 X
5) == 260 días). Los numerales 13, 4 y 5 eran mágicos para los mexi­
cas (4 direcciones, 4 dioses Tezcatlipocas, 13 cielos, etcétera).
Este calendario era llevado por los sacerdotes adivinos o Tonalpouh­
ques, siendo su carácter sagrado, ritual y adivinatorio, ya que servía
s2 Vaillant, 1944.

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REGIÓN DEL ÁGUILA, DEL NOPAL Y LA SERPIENTE 243

como santoral de las gentes y daba un destino fasto o nefasto a los


nacidos en días determinados. 33
Las fiestas y ceremonias religiosas se regían por el calendario anual
o solar que estaba dividido" en 18 meses de 20 días cada uno, más
cinco días adicionales que se llamaban "ncmontemi", inútiles. o so­
brantes, considerados también como aciagos o de mala suerte.
Los nombres de los meses eran: atlacauallo ·(carencia de agua),
tlacaxipehualiztli (desollamiento de gente), tozoztontli ( ayuno cor­
to), hueytozoztli (ayuno prolongado), tóxcatl (cosa seca), etzalcua­
liztli (potaje de frijol), tecuilhuitontli (pequeña fiesta de los seño­
res), hueytecuílhuitl (gran fiesta de los gobernantes), tlaxochimaco
(nacimiento de las flores), xocotlhuetzi (caída de las frutas), ochpa­
niztli (barrer con escobas), teotleco (llegada de los dioses), tepeíl­
buitl (fiesta de los cerros), quecholli (ave llamada flamenco), pan­
quetzaliztli (enarbolamiento de banderas), atemoztli (caída de las
aguas), títitl (el arrugado), izcalli (resurrección) y los cinco días o
nemontemi que caían de febrero 7 al 11.
La combinación de estos dos calendarios daba el siglo mexica, Ua­
mado "xiuhmolpilli" (atadura o reunión de los años), mismo que
estaba formado por 4 tlalpillis, o sean 52 años de 365 días. Numéri­
camente el siglo se componía de 18 980 días (52 X 365; 3 X 13 X
365; 73 X 260); de tal modo que una fecha cualquiera, por ejemplo
el día orne tochtli del mes lzcalli, sólo podía volver a ocurrir después
de ese lapso de tiempo.
El calendario estaba muy unido al sistema de escritura; habiendo
pasado ésta por tres etapas: iconomástica o pictográfica (ideas ex­
presadas por el objeto mismo; venado, perro, casa, etcétera); ideográ­
fica o jeroglífica (representación simbólica del objeto), y fonética
(sonidos para nombrar al objeto), aunque esta última forma no se
usó del todo, sino que era la escritura una combinación de las tres.34
Así por ejemplo, Pantépec ( sobre el cerro de la bandera) se le re­
presentaba por una bandera sobre un cerro, leyéndose: pantli-tépetl­
co o sea pantli (bangera), tépetl (cerro) y co (lugar). Un conejo
( tochtli) y un diente (tlantli) daban el significado fonémico de toch­
tlan o tuxtlan, lugar donde abundan los conejos.
La numeración mexica era de tipo vigesimal: 20 X 1, 20 X 20,
20 X 400, etcétera. La unidad de segundo orden se dividía en cuatro
quintos: 5 X 1, 5 X 2, 5 X 3 y 5 X 4, o sea que la verdadera base
era el cinco. En la escritura los numerales del 1 al 13 se representa­
ban por puntos o círculos; el veinte se escribía como una bandera;
cuarenta se representaba por una pluma o cabello; ocho mil, o "xo­
quipilli", se escribía por medio de una bolsa de copal.
33 Caso, 1953.
34 Caso, 1953.

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244 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

Los conocimientos de las yerbas medicinales permitieron a algunos


curanderos profesionales convertirse en médicos herbolarios, conoci­
mientos que en parte se han de haber enseñado por la casta sacerdo­
tal, y que causaron admiración a los primeros cronistas y españoles
que llegaron a la Nueva España. Sahagún afirma que los médicos
aztecas no sólo eran buenos conocedores de yerbas, sino que sabían
también "... concertar los huesos, purgar, sangrar, sajar al enfermo,
dar puntos... "
El amor por las plantas y las flores se refleja en los jardines que
los nobles mexicas tenían en sus residencias. Los jardines botánicos
se cuidaban y enriquecían con ejemplares traídos de otras comarcas;
habiéndose dado el caso de que los españoles, al contemplar los jar­
dines de Ixtapalapa, dijeran haber llegado al paraíso.
En iguales circunstancias estaban los parques zoológicos, con su
gran variedad de pájaros y otros animales que se guardaban y cuida­
ban con todo esmero; testifica Bernal Díaz que más de trescientos
guardianes cuidab�n los estanques de los pájaros, y que solamente
las aves acuáticas consumían más de cien kilos de pescado diaria­
mente.
En un principio los mexicas tuvieron una organización tribal,
basada tal vez en los clanes totémicos; pero más tarde llegaron a
contar con organismos permanentes o calpullis, que eran especies de
clanes ambilaterales con tendencia a la endogamia, fuertemente
estratificados, y también con división del trabajo, división territorial
de la población y formas de propiedad de la tierra.�
Dentro de las tierras del calpulli había una parte que era repartida
entre los jefes de familia o calpullali; pero éstos no eran propietarios
de ella, sino sólo usufructuarios. Había también cierta clase de tierra
llamada pillali, tierra de los nobles, que sí eran propiedad individual,
y que se integraba con las tierras conquistadas o tomadas a otros
pueblos. También, y para sostener los gastos reales y públicos, se
contaban con las tierras del rey o Tiacatecuhtli, las cuales se deno­
minaban tlatecatlalli; lo mismo que tierras para los sacerdotes y los
templos ( teopantlalli), para los gastos de guerra ( milchimalli), etcé­
tera.
En la sociedad mexica había un Consejo de Estado, formado por
nobles de la misma sangre; es decir, compuesto por individuos de
la familia reinante; y a la muerte del tlacatecuhtli o señor principal,
este Consejo decidía quién había de substituirlo, pero siempre cui­
dando que el sucesor tuviera sangre tolteca, y por sucesión colateral.
El tlacatecuhtli o tlatoani tenía que ser militar de primer orden,
ya que se convertía en jefe de los ejércitos de la capital y de la con­
federación o alianzas; estando por encima del Cihuacóatl o general
s.:s Monzón, 1949.

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REGIÓN DEL ÁGUILA, DEL NOPAL Y LA SERPIENTE 245

de las fuerzas militares. Era al mismo tiempo la más alta autoridad


sacerdotal, puesto que representaba a la divinidad, o sea que era de
hecho un rey por derecho divino.
Este tlacatecuhtli era así el jefe de Estado, el poder ejecutivo, el
que dictaba la última palabra en caso de justicia; al representante
de la deidad, el jefe de los ejércitos, etcétera; o sea un dictador
absoluto, y su Estado, una teocracia militar imperialista.
El segundo en categoría lo era el Cihuacóatl, que también tenía
carúcter militar y religioso; siendo el juez y sacerdote mayor; el jefe
o general del ejército, etcétera. Por debajo de esta realeza quedaban
los pillis o nobles, y en grados inferiores los macehuales, mayeques,
tamemes, etcétera.
Los pillis o nobles tenían a su cargo los deberes administrativos,
y desempeñaban los cargos de jueces, magistrados, sacerdotes, comer­
ciantes, recolectores de tributos, caciques, etcétera, a la vez que
formaban las órdenes de los caballeros águilas y tigres, por ser mili­
tares de rango. Según su empleo recibían distintos nombres, entre
ellos tlatoque o gobernadores de provincia; teúles o señores distin­
guidos en las hazañas de guerra; calpulleque o señores de los barrios;
etcétera.
El macehual, hombre libre plebeyo, formaba la base de la socie­
dad, ya que éstos se dedicaban a las artesanías (pintores, albañiles,
canteros, escultores, carpinteros, orfebres, lapidarios, curtidores, alfa­
reros, etcétera), a la agricultura, la caza, la pesca, etcétera; mientras
que los mayeques eran gentes de pueblos conquistados, que traba­
jaban para la nobleza en calidad de siervos; pasando a formar parte
de la herencia que éstos recibían y legaban.
Los tamemes eran prácticamente los esclavos, los desheredados
que servían como cargadores a los comerciantes, y que podían ser
sacrificados. La esclavitud se obtenía en varias formas; por pena, es
decir, el que robaba una cosa y no podía devolverla, quedaba con­
vertido en esclavo; por contrato que se celebraba en tiempos de ham­
bre; y por guerra, o sea cuando se tomaban prisioneros a los pueblos
conquistados. En este último caso los guerreros eran, por lo general,
sacrificados, mientras que las mujeres y el resto de la población,
quedaba en calidad de esclavos.
La casta sacerdotal tenía en sus manos la ciencia; el estudio de
los astros,. el calendario, la aritmética y la numeración, la predicción
del futuro, la historia y la mitología, la escritura, etcétera; materias
de las cuales muchas se enseñaban en escuelas especiales. La escuela
más importante era el Calmécac, en donde se preparaban los hijos
de la nobleza; pero los plebeyos tenían también colegios, como el
Telpochcalli, o casa de los jóvenes. Desde las escuelas "comenzaban
H Caso, 1945.

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246 UN A VISIÓN DEL MÉXICO PREIIISPÁNICO

a enseñarles a los futuros ciudadanos cómo habían de vivir, cómo


respetar a las personas, cómo huir de la maldad, de la perversión y
la avidez"; o sea que se inculcaba el hábito de obrar bien para bene­
ficio de la colectividad.
En menos de tres siglos los mexic9s lograron consolidar un Estado
imperialista que se imponía en todas direcciones; conquistaron e
impusieron tributo a numerosos pueblos; inculcaron al pueblo una
profunda religiosidad que sirvió de freno al espíritu creador del indi­
viduo; impusieron su lengua, costumbres y gobierno; coartaron la
libertad de autogobemarse; esclavizaron a no pocas gentes creándose
ellos mismos un ambiente de descontento que culminó y ayudó
a · 1os conquistadores españoles.
La conquista de México realizada por Cortés (1519-1521) es un
dramático ejemplo que se ha repetido en otros tiempos y en otros
lugares, con mayores o menores variantes; pero siempre como ejem�
plo histórico de cómo sucumbe una civilización bajo el impacto del
conquistador.
En el caso de México, la cultura desapareció ante el proselitismo
emergido del catolicismo, y la tecnología superior del Renacimiento
europeo. El pensamiento cristiano suplantó a la filosofía y la teolo­
gía de los mexicas, justamente como las armas de hierro dominaron
a las macanas y proyectiles de obsidiana; destruyéndose primero la
escultura y arquitectura monumental, las imágenes de los dioses
y cualquier otro aspecto que oliera a idolatría. 37
Desde los primeros cazadores nómadas que llegaron a la Cuenca
de México, hasta la sociedad mexica -con sus grandezas y debilida­
des, con sus ideales y sus crueldades-, hay todo un esfuerzo de los
hombres por levantarse del salvajismo a la civilización, un afán de
progreso que anima a toda la humanidad; siendo siempre condenable
todo intento de conquista o sojuzgamiento de una cultura por otra.
Como dice Soustelle, "de tarde en tarde, en lo infinito del tiempo
y en medio de la enorme indiferencia del mundo, algunos hombres
reunidos en sociedad dan origen a algo que los sobrepasa: a una
civilización. Son los creadores de culturas. Y los indios del Anáhuac,
al pie de sus volcanes, a orillas de sus lagunas, pueden ser contados
entre esos hombres". 38

LA ZONA POBLANA

Preclásico Inferior y Medio


Las recientes investigaciones realizadas en algunos sitios de la zona
de Tehuacán, Puebla, han permitido establecer una fase denominada
37 Robertson, 1959.
38 Soustelle, 1956.

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REGIÓN DEL ÁGUILA, DEL NOPAL Y LA SERPIENTE 247
Ajalpan, la cual se fecha de 1 500 a 900 A.c.; correspondiendo a ella
poblaciones que cultivaban maíz, frijol, calabaza, guajes, amaranto,
chile, aguacate, zapote y algodón, agrupadas en pequeñas aldeas
rurales, y viviendo en chozas de bajareque. 39
En la cerámica predominan los tecomates, decorados en zonas
bruñidas, con punzonado en los cuellos, y aun con un baño rojo y
bordes frotados con hematita o cinabrio; hay también platos de base
plana con bordes hacia afuera, de pasta fina y delgada, con hematita
especular en el exterior y sobre el borde interno. Otro tipo es de
color negro, cocido en atmósfera reductora y con el exterior pulido,
en forma de vasijas de base plana; y hay tiestos que presentan la
decoración de mecedora o rocker-stamp, liso o dentado, parecidos
a los del Trapiche, Veracruz. 40
Las figurillas son de tres tipos: hay uno con ojos punzonados y
cuerpos algo burdos; otro más grande y sólido, con rasgos faciales
más realistas; y un tercero, tal vez tardío dentro de la fase, en forma
de figuras huecas rojo pulido, semejantes a las de Gualupita y Tla­
tilco, asociadas a materiales olmecas. Un entierro flexionado, encon­
trado dentro de una formación en forma de campana o 'tronco-cónica,
refuerza la relación con Tlatilco, ocurriendo en esos momentos la
influencia olmeca.
Al parecer, grupos de esta misma época ocurren en sitios como
Aljojuca, Totomihuacán, Cholula, San Martín Texmelucan, lzúcar
de Matamoros, Las Bocas, etcétera; pero no han sido explorados
convenientemente; parece que, como sucedió en Morelos, había gen­
tes con tradición cultural del Altiplano, algunas de las cuales reci­
bieron la influencia olmeca de la Costa del Golfo, y otros lugares
fueron colonizados por los olmecas arqueológicos.

Preclásico Superior

La falta de exploraciones en Puebla no permite tener por ahora


una idea del desarrollo cultural del Estado, por lo cual sólo consig­
namos los pocos datos conocidos para cada horizonte, y en este
sentido sólo tenemos para el Preclásico Superior noticias obtenidas
en algunos reconocimientos superficiales; de modo que hay mon­
tículos, cerámica y figurillas en sitios como Cholula, Totomihuacán,
Aljojuca, Izúcar, Jalapazco, Suchitla, etcétera, lo cual nos indica la
existencia de centros ceremoniales que han de haberse iniciado por
esta época.
En la zona de Tehuacán, Mac Neish ha encontrado una fase que
ha llamado Santa María, la cual se coloca de 900 a 200 A.c.; corres-
31} Mac Neish, 1964.
40 Mac Neish, 1962.

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248 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

pondiendo a ella poblaciones que vivían en chozas de bajareque,


agrupadas en pueblos, algunos de los cuales llegaron a contar estruc­
turas ceremoniales. Estas gentes eran agricultores, tejían el algodón
y se dedicaban fundamentalmente a la alfarería; predominan las va­
sijas en forma de ollas, botellones y cuencos de silueta compuesta,
a veces con decoración incisa, de mecedora y negativo.
En Aljojuca, Linné encontró algunos entierros, en posición flexio­
nada y extendidos, con ofrendas consistentes en orejeras sólidas de
tipo Ticomán, puntas de proyectil, cerámica doméstica de color café,
ollas con decoracié,n negativa, cerámica rojo sobre blanco, y figuri­
llas del tipo H o de Chupícuaro, Guanajuato; hay algunos mon­
tículos de tierra, y tepalcates con los bordes incisos, semejantes a
los de La Venta. 41
Y de Cholula se conoce una estructura relacionada con Teotihua­
cán 1, la cual se compone de un cuarto o cámara asentado sobre
un basamento con muro en talud y rematado en una comisa poco
saliente; nótase también que los muros tienen núcleos de adobe y
revestimiento de lodo tal vez pintado. En el relleno se encontró
cerámica rojiza en forma de cuencos sencillos y ollas; café oscuro;
blanca pulida en forma de platos, y cuencos con los bordes incisos;
lo mismo que cerámica negra pulida con decoración incisa, y gris
pulida. Las figurillas predominantes son del tipo cm, pero hay tam­
bién algunas del tipo c1 que muestran la transición al tipo E. 42

Periodo Clásico

Durante este periodo cultural varios lugares de Puebla muestran


el impacto de la cultura teotihuacana, como se observa en Tepeti­
tlán, Cholula, Chignautla, Jalapazco, etcétera; en tanto que otros,
como Yohualichan, Xiuhtetelco, Zacapoaxtla, etcétera, en la sierra,
parecen tener rasgos de los antiguos totonacos que avanzaban hacia
la Costa del Golfo.
En la zona de Tehuacán, Mac Neish ha establecido la fase Palo
Blanco, fechable de 200 A·.c. a 700 o.e., la cual se caracteriza por el
inicio del riego artificial, por la introducción de nuevas plantas como
el tomate, el cacahuate, el frijol, la lima y la guayaba; hay también
centros ceremoniales construidos en lugares altos, con basamentos
piramidales, plazas, juego de pelota y otras construcciones; lo mismo
que cerámica anaranjada y gris fina pulida.
En Cholula, por debajo de la gran pirámide, hay varias estruc­
turas que presentan el típico talud y tablero teotihuacano; estando los
tableros decorados con pinturas al fresco, algunos con motivos de
41 Linné, 19 34.
42 Noguera, 1956.

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REGIÓN DEL ÁGUILA, DEL NOPAL Y LA SERPIENTE 249

insectos o chapulines, y otros con rectángulos de color oscuro, que


dan la apariencia de nichos, como en El Tajín, Veracruz.
Dentro de la cerámica hay platos de base plana con tres pequeños
soportes de botón; cajetes o cuencos de color café claro con una
banda roja sobre el borde interno; vasos cilíndricos con decoración
pintada; vasos con tapas, y algunas vasijas con decoración cloisonné
pintado; a la vez que las figurillas pueden ser del tipo "retrato", o
con tocados anchos o muy elaborados, todo de influencia teotihua­
cana.

Periodo Postclásico

La población teotihuacana residente en Cholula ha de haber reci­


bido la aportación de otras gentes, pues a la caída de Tula, Hidalgo,
las fuentes mencionan que allí estaban los olmecas; y así, la Historia
Tolteca-Chichimeca dice que los toltecas " ... llegaron al Tlachiual­
tépetl de Cholollan, la tierra de los olmeca-xicalancas, cuyos señores
eran: el Tlalchíach Tizacozque y el Aquíach Amapane", a los cuales
vencen y desalojan de Cholula.
A esta época corresponderían los rasgos de la llamada "cultura
cholulteca", con su imponente pirámide que tapó las estructuras teo­
tihuacanas; edificios y habitaciones, templo circular, etcétera; pre­
dominante cerámica policroma, firme o caediza tipo laca, cuyos
motivos similares a los de los códices se asemejan al estilo mixteca.
La gran pirámide de Cholula es un basamento-plataforma de 400
metros por lado, con cuerpos escalonados en talud, sobre la cual
se levantaba otro basamento piramidal de unos 200 metros por lado,
alcanzando todo el conjunto la altura de 62 metros. Sobre los ángu­
los del basamento-plataforma había habitaciones tal vez destinadas
a los sacerdotes, y también se ha encontrado una especie de al�ar,
decorado con cráneos humanos.
En la cerámica cholulteca hay tres modalidades principales: una
policroma firme en colores naranja, negro y rojo sobre fondo blanco,
con motivos geométricos en forma de líneas, círculos, grecas, espira­
les, etcétera, o con representaciones de serpientes, púas para el sacri­
ficio, conchas, etcétera; otra policroma mate, menos decorada que
la anterior, y sin brillo; y una policroma laca, con decoración geomé­
trica naturalista, pero con la particularidad de que la pintura se
desprende con facilidad. 43
En la zona de Tehuacán, Mac Neish ha establecido una última
fase denominada Venta Salada, fechable entre 700 y 1540 D.c., en
la cual se continúa el riego y se forman pequeños señoríos con centros
ceremoniales y pueblos aledaños tributarios; hay lugares como Te-
"ª Noguera, 1954.

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·250 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

tela, Tepeaca, Tepeji el Viejo, Atlixco, Cantona, Huejotzingo, Hua�


chinango, etcétera, que si fueran conocidos arqueológicamente po­
drían contribuir al conocimiento del desarrollo cultural del Estado.

LA ZONA MORELENSE

Preclásico Inferior y Medio

Al igual que el Estado, de Puebla, la zona morelense es práctica­


mente desconocida, aunque hay algunos datos sueltos que acusan
la existencia de grupos desde el Preclásico hasta el Postclásico. Así,
hay sitios como Chalcatzingo, Atlihuayán, Olintepec, Gualupita, El
Cortés, Yautepec, Tiayacapan, Tialtizapán, etcétera, que acusan ras­
gos de los grupos Preclásicos, mostrando algunos la tradición del
Altiplano Central, y otros, la influencia olmeca.
En Chalcatzingo, sobre una población que tenía cerámica rojo
sobre blanco, blanco sobre rojo, roja pulida, blanca pulida� café
rojiza, etcétera, se asentó un grupo de olmecas, que en su desplaza­
miento de la Costa del Golfo atravesó Puebla y Morelos para llegar
a la Cuenca de México, dejando pequeñas colonias o núcleos de
población en varias partes; y de ahí que en este lugar también aparez­
ca la cerámica negra con motivos del jaguar, cerámica gris pulida,
blanca incisa, negra con bordes o manchas blancas, etcétera, y figu­
rillas olmecoides, baby face o "cara de niño", nl, n2, huecas pintadas
de rojo pulido y otras variantes. 44
En Atlihuayán, lugar cercano a Yautepec, se han encontrado vasi­
jas de indudable procedencia olmeca, junto con figurillas de los tipos
nl, n2, c9 y otras variantes; pero sobresale una figura hueca de color
blanco pulido, con cara olmeca y una piel de jaguar sobre la espalda,
en la que se observan las garras, encías, cejas, manchas, nariz, etcé­
tera, en la forma abstracta en que luego se representaron en las
vasijas de Tiatilco. 45
En Gualupita, a inmediaciones de la ciudad de Cuernavaca, se
encontraron materiales que indudablemente son contemporáneos de
Tiatilco y Chalcatzingo, entre ellos, platos con pico vertedera, bote­
llones con gajos como de calabazas, cerámica color bayo o café rojizo,
negra delgada incisa, blanca pulida, roja pulida, rojo sobre café,
etcétera; lo mismo que figurillas de los tipos c3, nl, n2, K, A, y baby
face o "cara de niño"; asociados a rasgos como mutilación dentaria,
sellos de barro, silbatos, sonajas _en forma de bolas de barro, y algu­
nas modalidades más. 46

H Piña Chan, 1955, b.


45 Piña Chan y López, 1952.
46 Valliant y Valliant, 1934.

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REGIÓN DEL ÁGUILA, DEL NOPAL Y LA SERPIENTE 251
Numerosos hallazgos de esta misma naturaleza se han hecho en
Yautepec, Olintepec, 11altizapán, Tiayacapan, etcétera, que mues­
tran cómo las influencias olmecas se hacen sentir en unos lugares,
y en otros simplemente se sigue un patrón establecido después de
la fusión de la cultura del Altiplano con la olmeca; pero el hecho
indudable es que por esta época los olmecas han atravesado el Estado
de Morelos, y han influido sobre grupos que estaban en proceso de
desarrollar su cultura.

Preclásico Superior

Durante esta época lugares como Chalcatzingo, Yautepec, Olinte­


pec, Gualupita, etcétera, continúan la cultura del periodo anterior,
pero agregan algunos nuevos rasgos; obsérvase el inicio de las cons­
trucciones, generalmente en pequeños centros, como sucede en toqo
el territorio mexicano.
En Chalcatzingo, amparados por el Cerro de La Cantera, las gen­
tes que recibieron la influencia olmeca construyen dos basamentos,
formando una especie de plaza abierta en dos lados; y estas estruc­
turas se hicieron con relleno de tierra y con cuerpos en talud, reves­
tidos de piedra y con recubrimiento de estuco.
Aprovechando algunas superficies lisas de las canteras del cerro,
y grandes rocas desprendidas del mismo, estas gentes tallaron bajo­
rrelieves con representaciones de animales, personas y símbolos de
_las nubes y lluvia; sobresale la representación de una ceremonia _agrí­
cola, en la cual se ve a tres personajes de pie, con máscaras, cascos,.
varas de maíz y útiles de labranza, frente a un cuarto personaje que
está sentado y recostado sobre una especie de banco, en actitud tal
vez de sacrificio.
En otro bajorrelieve se observa a un jefe o personaje principal
saliendo de las fauces de un animal jaguar-serpiente, sentado sobre
un tronco y con una barra de mando en las manos, y en la parte
superior se ven gotas de lluvia, nubes y motivos vegetales; puede
mencionarse también otro relieve que muestra a un jaguar devorando
a un hombre. Tanto estos bajorrelieves como fragmentos de algunas
esculturas encontradas en el lugar, acusan un estilo netamente ol- ·
meca; relaciónasc así Chakatzingo con La Venta, Viejón y Monte
Albán 1, lugares que contaron con lápidas semejantes.

Periodo Clásico

En los últimos años,. y gracias a las exploraciones de Sáenz en


Xochicako, se ha descubierto una serie de evidencias que aclaran
más la antigüedad de ese importante centro ceremonial; puede citarse

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252 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

el hallazgo de yugos de piedra; hachas antropomorfas; figurillas de


piedra verde tipo Mezcala y Teotihuacán; lápidas y estelas con glifos
nahuas, zapotecas y mayas; numerales de puntos y barras; vasos de
tecalli; conchas de la costa, etcétera, o sean objetos que indican in­
fluencias de varias partes y culturas.
Desde el punto de vista interpretativo, estas evidencias pueden
ser tomadas para explicar el poblamiento de ese lugar; y así podemos
decir que por los finales de la época de auge de Teotihuacán, por
500 n.c., Xochicalco se integra con una población de raigambre na­
hua, o tal vez con gentes nahuas mencionadas para el mítico Tamo­
anchan, las cuales comienzan a construir sencillas estructuras, ocupan
las cuevas del lugar, y principian a desarrollar los conocimientos
calendáricos.
Un poco más tarde, tal vez por 650 n.c., se convoca en ese lugar a
un congreso para el ajuste de los calendarios de varias partes, y
concurren a él zapotecas, mayas, y sabios de la Costa del Golfo;
tállanse entonces las estelas y lápidas encontradas, las cuales tienen
elementos de esas culturas, a la vez que se construye el basamento
conocido como Templo de Ouetzalcóatl. Y posiblemente también
por esos tiempos, algún grup;-abandona el lugar y pasa a la Cuenca
de México, llevando algunos de los conocimientos a Teotihuacán,
ligándose esto a la tradición que recogió Sahagún.
Según este cronista, unas gentes que llegaron a Pánuco fueron
a poblar a un lugar llamado Tamoanchan (lugar del pájaro serpien­
te), "donde estuvieron mucho tiempo y nunca dejaron de tener sus
sabios o adivinos. . . que se decían Oxomoco, Cipactónal, Tlaltcte­
cuin, Xochicauaca ..."; y en Tamoanchan "inventaron la astrología
judiciaria y el arte de interpretar los sueños, compusieron la cuenta
de los días y de las noches y de las horas, y las diferencias de tiem­
pos que se guardó mientras señorearon y gobernaron los señores de
los toltecas, y de los mexicanos... por la cual cuenta no se puede
saber qué tanto tiempo estuvieron en Tamoanchan".
La relación entre este pasaje de la fuente histórica y las eviden­
cias arqueológicas de Xochicako, no parecen simples coincidencias,
pues allí se ha encontrado cerámica de gentes relacionadas con e l
Preclásico Superior, materiales relacionados con Teotihuacán m o
Clásico, y materiales contemporáneos de Coyotlatelco y Tula, o sea
que el sitio tuvo una gran antigüedad y duración.
Sobre el piso de un cuarto, en Xochicako, Sáenz descubrió una
lápida con jeroglíficos nahuas, teotihuacanos y zapotecos, lo mismo
que con numerales maya-zapotecas; junto con dos yugos de piedra
· lisos, provenientes del centro de Veracruz, y una hacha de piedra.
Por debajo del piso del cuarto halló un entierro, correspondiente a
un personaje de importancia, acompañado de algunas ofrendas; ha­
biendo entre los objetos una figurilla antropomorfa de pie, con los

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REGIÓN DEL ÁGUILA, DEL NOPAL Y LA SERPIENTE 253
brazos cruzados sobre el pecho y semejante a las de Mezqila y Teo­
tihuacán; otra figura sedente de piedra, también de estilo teotihua­
cano; un pendiente de jade procedente de la región maya; conchas
de mar del_ tipo spondylus, puntas de flecha, valvas de moluscos,
etcétera. 47
Posteriormente se exploró una estructura que ahora es conocida
como Templo de las Estelas, porque dentro de una gran fosa cons­
truida especialmente se encontraron tres estelas que los moradores
de Xochicalco quisieron esconder y preservar; y se encontraron tam­
bién dentro de la fosa algunas figurillas de piedra verde semejantes
a las de Mezcala y Teotihuacán, fragmentos de cuchillos excéntri­
cos tallados en obsidiana, pedazos de vasijas de tecali, tiestos de
cerámica anaranjada tipo z que se relacionan con el periodo Puuc
de Yucatán, y otras evidencias.
Dos de las estelas tienen una altura promedio de 1.80 metros, y
están labradas en sus cuatro lados; teniendo como motivo central
la cara de un personaje que sale de las fauces de una serpiente con
lengua bífida, a manera de casco, una de ellas con el jeroglífico 7
Ojo de Reptil en la parte superior, y la otra con el jeroglífico 4
Ollin, o movimiento; mientras que en la parte inferior hay bandas
celestes con jeroglíficos del planeta Venus. Este personaje ha sido
identificado como Tlahuizcalpantecuhtli, o sea como la advocación
de Quetzalcóatl en su aspecto de estrella matutina.
La otra estela tiene en la parte central la cara del dios Tláloc, con
anteojeras, colmillos y lengua colgante en forma de lirio acuático;
obsérvase en la parte superior el jeroglífico 7 Atl, o agua, y en la
parte inferior una especie de pectoral con bigotera.- colmillos y len­
gua bífida, o sean atributos del dios de la lluvia. El estilo de este
Tláloc acusa relaciones con Teotihuacán, pero también se asemeja
a los que aparecen en los tableros del juego de pelota de El Tajín,
Veracruz, y en general el estilo de las estelas recuerda el estilo de
la lapidaria del centro de Veracruz.
En los otros lados de las estelas hay jeroglíficos y numerales que
acusan tanto una influencia nahua como maya y zapoteca; pueden
mencionarse entre ellos los glifos Ojo de Reptil, Ollin, Calli, Acatl,
Tochtli, Atl, Miquiztli, Ozomatli, Kin o símbolo de Venus, Pop o
estera, manos a la manera maya, glifos solares, plantas o huellas de
pies humanos, y numerales de puntos y barras. 48
En resumen, las exploraciones recientes de Xochicalco muestran
influencias del centro de Veracruz (yugos lisos, conchas marinas,
cara de Tiáloc y estilo lapidario); influencias mayas (pendientes de
jade, numerales de puntos y barras, vasos de alabastro pintados al
47 Sáenz, 1962.
48 Sáenz, 1961.

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254 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

fresco, glifos como el Kin y Pop, manos y cerámica anaranjada z);


influencias nahuas (jeroglíficos como Tochtli, Calli, Acatl, Ozoma­
tli, etcétera), e influencias teotihuacanas ( figurillas de piedra verde,
concepto de Tláloc, taludes y tableros modificados, etcétera); rasgos
todos que corresponden principalmente a los fines del Horizonte
Clásico.
Como decíamos anteriormente, esto permite colocar el inicio del
centro ceremonial de Xochicalco por 500 n.c., cuando menos, época
en la que algunas gentes nahuas se asientan en el lugar, y comienzan
a construir estructuras o basamentos con cuerpos inclinados y esca­
linatas limitadas por alfardas, hechos de cantos de río y con relleno
de tierra; lo mismo que cuartos y habitaciones asentadas sobre bajas
plataformas (con un talud bajo y tablero o cornisa pequeña), en
algunas de las cuales se milizaron pilastras de piedra para sostener
los dinteles de entrada, y con muros inclinados altos, rematados en
una cornisa saliente.
Estas gentes han de haber ocupado las cuevas naturales del cerro
donde se asienta el centro ceremonial, y algunas de éstas fueron
utilizadas para observaciones astronómicas, pues en algunos patios
se observan agujeros forrados de piedra, a manera de tiros o chime­
neas que conducen a cámaras subterráneas utilizadas como observa­
torios; y prosperaron en estos conocimientos hasta el grado de desarro­
llar el calendario y la escritura con jeroglíficos que luego se hicieron
comunes a los toltecas y mexicas.
Y con toda probabilidad, entre 650 y 700 n.c., allí tuvo lugar un
congreso para el ajuste de los calendarios de varias regiones de Mé­
xico, por lo cual se levantó un edificio conmemorativo que ahora
se conoce como Templo de Quetzalcóatl, el cual tiene un alto cuerpo
en talud, decorado con serpientes emplumadas, y figuras de persona­
jes sentados a la manera maya, intercalados en las ondulaciones del
cuerpo de dichas serpientes. También se observan jeroglíficos y nu­
merales semejantes a los de las estelas y lápidas ya señaladas, lo
cual indica contemporaneidad; habiendo entre esos jeroglíficos uno
que indica el ajuste de calendarios, representado por parte de una
figura humana que, colocada dentro del signo Calli, reúne con la
mano derecha, abierta sobre el numeral 1, una fecha con otra, por
medio de una cuerda, y con la izquierda tira del signo 11 Ozomatli. 49
E1 talud de dicho basamento termina en una cornisa saliente,
rematada en una faja de caracoles cortados que simbolizan el viento,
y en la parte superior se levanta el templo, el cual estaba también
decorado con figuras representando guerreros. Para subir al templo,
el basamento tiene una escalera en su parte central, limitada por
alfardas.
49 Noguera, 1945.

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REGIÓN DEL ÁGUILA., DEL NOPAL Y LA SERPIENTE 255
Así, la arqueología se puede ligar a la tradición recogida por Saha­
gún, y. Xochicalco sería el Tamoanchan buscado; siendo también el
lugar en donde se desarrolló el concepto de Quetzalcóatl como estre­
na matutina que luego pasó a los toltecas, a través de las gentes
que abandonaron el lugar y fueron a Teotihuacán; cosa que ocurrió
en los fines del Horizonte Clásico, como ya lo hemos apuntado al
discutir la decadencia de ese gran centro ceremonial.

Periodo Postclásico

En Xochicalco la cultura contin{ia desarrollándose, en parte con ele­


mentos nahuas o de la gente propia del lugar, y en parte con la
influencia maya llegada durante el Clásico; obsérvase en la cons­
trucción del juego de pelota, que su talud, paramento, nichos y una
escultura en forma de guacamaya, son semejantes a los que aparecen
en algunas construcciones de la región maya.
También a esta época deben de corresponder la column�ta que
va del juego de pelota al basamento conocido corno La Malinche y
algunos edificios aledaños; habiendo en Xochicalco cerámica rela­
cionada con el complejo Coyotlatelco, Mazapan, Azteca 1, anaran­
jada fina, falso plumbate, etcétera., lo cual prueba la continuación
de la ocupación del sitio.
Otro lugar importante de est� época es Teopanzolco, casi en la
ciudad de Cuemavaca, el cual se inició con la llegada de los tlahui­
cas; caracterízase este grupo por su alfarería policroma, semejante a
la choculteca y mixteca. Sin embargo, pronto el lugar fue conquis­
tado por los mexicas, y a este periodo corresponden casi todas las
construcciones del centro ceremonial; sobresale un basamento esca­
lonado que pasó por varias etapas de construcción, pero que funda­
mentalmente tiene escalinata limitada por alfardas rematadas en
dados, y en la parte superior dos templos gemelos, que es una
característica mexica.
Por el frente de este basamento se construyeron algunos altares
circulares dedicados al dios del viento, y unas plataformas bajas con
revestimiento de piedra; se han encontrado, en el interior de una de
e11as, dos largas tumbas con paredes de piedra, las cuales contenían
cientos de cráneos, pero una mínima parte de huesos largos, acom­
pañados de· vasijas, figurillas, malacates y otros objetos mexicas. Este
hallazgo puede interpretarse corno correspondiente a un sacrificio
humano realizado en esos tiempos, y el consiguiente canibalismo
religioso, tal como se menciona en varias fuentes históricas.
A la misma •época de dominación mexica en Morelos, corresponden
las ruinas del Tepotzteco, ubicadas en un cerro desde donde se
contempla e1 valle de Tepotztlán; hay un basamento asentado sobre

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256 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

una plataforma, pero sobresale un templo que tiene vestíbulo y


pilastras, banquetas y jambas, todas ellas decoradas con algunas
lápidas en bajorrelieve, con motivos relacionados con la conquista
del lugar.

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VI. LA REGióN DE LOS LAGOS, DE LA CERAMICA
Y DE LA PLUMARIA

EL OCCIDENTE DE MÉXICO

La región denominada el Occidente de México abarca los Estados


de Sinaloa, Nayarit, Jalisco, Colima y Michoacán, aunque también
se extiende a partes de Guerrero y Guanajuato; formando no sólo
una unidad cultural sino también climática y fisiográfica, en la cual
sobresalen las amplias mesetas, las cuencas lacustres; las escarpadas
sierras y las llanuras costeras.
En las planicies de Guanajuato, Michoacán y Jalisco, limitadas por
montañas que han creado varias cuencas lacustres como las de Pátz­
cuaro, Cuitzeo y Chapala, predomina por lo regular un clima tem­
plado con lluvias en verano; en las mesetas volcánicas hay un clima
templado húmedo, con una vegetación típica de bosque de conífe­
ras; en tanto que la llanura costera, más bien seca, tiene una vegeta­
ción tropical que contrasta con los bosques de la Sierra Madre Oc­
cidental.
El desarrollo cultural de esta región es poco conocido, en parte por
la falta sistemática de excavaciones arqueológicas, y en parte por las
limitaciones de las fuentes históricas, que cuando más se refieren a
los tiempos muy cercanos a la conquista española; aunque sabemos
que en lugares de las riberas del lago de Chapala y en la cuenca de
Zacoalco y Sayula se han encontrado restos fósiles de animales pleis­
.tocénicos, como son el caballo, el bisonte y el camello, no asociados
al hombre; que en esa misma zona se han hallado cráneos y otros
restos humanos muy mineralizados; que de lugares como Juchipila,
Ameca, Cañada Marfil y Chupícuaro provienen artefactos precerá­
micos de considerable antigüedad; y que en las estribaciones del cerro
El Tecolote, el cual divide las lagunas de San Marcos y Zacoalco, se
han encontrado dos puntas de dardos relacionadas con las Clovis, las
cuales presentan una acanaladura en una de sus caras, y muestran la
extensión más sureña en México del complejo de cazadores nómadas
de Norteamérica que tenían ese tipo de puntas de proyectil. 1
1 Lorenzo, 1964.

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262 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISP.\NICO

EL HORIZONTE FORMATIVO

El conocimiento de las culturas del Horizonte Formativo o Pre­


clásico se basa por ahora solamente en los pocos datos que provienen
de exploraciones arqueológicas realizadas en sitios como El Opeño,
Michoacán; Chupícuaro, Guanajuato; Morrett, Coli_ma; y algunos lu­
gares de Guerrero, entre ellos Puerto Marqués, Tambuco; San Geró­
nimo y tal vez Coyuca de Benítez y Zihuatanejo; habiendo para
muchos de ellos únicamente datos superficiales o de simples recono­
cimientos, que no permiten integrar todavía el panorama cultural de
esos tiempos.
En Morrett, Colima, se ha encontrado una cerámica blanco sobre
rojo, que guarda relaciones con tipo_s similares de otras regiones de
México, y para la cual hay una fecha de carbono 14 que la coloca
en 138 ± 90 A.c.; 2 mientras que en Puerto Marqués, Guerrero, se
ha encontrado la cerámica más temprana conocida hasta ahora en
México, ya que hay una fecha de carbono 14 que la sitúa en 2 440 ±
140 A.C. 3
En San Gerónimo, Guerrero, hay cerámica de color bayo o café
rojizo, orejeras de barro� figurillas con rasgos· al pastillaje o con ojos
perforados, y montículos de tierra con entierros; en t�nto que eil
Tambuco, Guerrero, cerca de Acapulco, se han encontrado figurillas
modeladas a mano, bastante realistas, y una serie de orejeras de barro
con decoración calada, que representan figuras humanas y animales. 4
En El Opeño, Michoacán, muy cerca del poblado de· Jacona, se
descubrieron cinco tumbas excavadas dentro del tepetate del subsue­
lo de una colina, las cuales tenían una especie de vestíbulo o pasillo
al que se bajaba por medio de tres o cuatro escalones cortados en el
tepetate; y al terminar el pasillo, cada una tenía la entrada a la tum­
ba, en forma de nicho y con una gran losa; seguía la cámara fune­
raria, con planta un tanto oval y abovedada, también excavada en el
tepetate. Generalmente la profundidad de las tumbas era de un
metro, y el largo de ellas variaba de 1.50 a 2.00 metros.·"·
En el interior de las tumbas se observó que ·los entierros estaban
asentados sobre unas angostas y bajas plataformas -talladas en el· tepe­
tate, una en el lado norte y otra en el lado sur; y los enterramientos
eran primarios múltiples, con algunos objetos colocados como ofren­
das. Entre los objetos se encontraron algunas puntas de proyectil con
bases cóncavas, semejantes. a las encontradas en Tlatilco, México, y
2 Nicholson, 1962.
s Brush, 1965.
4 Piña Chan, 1960.
5 Noguera, 1939.

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LA REGIÓN DE LOS LAGOS, DE LA CERÁMICA Y LA PLUMARIA 263

ccn un estilo bastante arcaizante; lo mismo que algunas orejeras ta-


11adas en jadeíta, un idolillo de serpentina con ciertas características
olmecas, cuentas de jade, un objeto de piedra curvo parecido a un
boomerang, algunas vasijas efigie, cerámica decorada con pintura ne­
gativa, y figurillas con ojos al pastillaje un tanto burdas, junto a otras
mejor acabadas y con ojos perforados, similares al tipo n de la Cuen­
ca de México. Todo ello permite suponer que El Opeño fue ocupado
principalmente desde los fines del Preclásico Medio hasta t!l comienzo
de, Preclásico Superior, o sea de 1000 a 50 A.c.
. Un sitio de mayor importancia durante el Preclásico Superior lo
fue Chupícuaro, Guanajuato, ahora cubierto por las aguas de la Presa
Solís; habiendo sido un gran centro alfarero, localizado entre el Río
Lerma y su afluente el Coroneo, con cementerios para los· entem­
mientos y numerosas ofrendas, lo cual es lo único que nos permite
deducir algo de la vida de esos tiempos.
Las gentes de Chupícuaro fueron agricultores que vivían en jaca­
les de materiales perecederos, a lo largo del río y en las lomas inter­
medias, formando una aldea rural bien .extendida; llegaron a cons­
truir bajas plataformas revestidas de piedra y con pisos de lodo, a
veces agrupadas entre sí, sobre las cuales se levantaban las chozas.
Cultivaban el maíz, el frijol y la calabaza, aprovechando las márge­
nes del Río Lerma y sus afluentes, lo mismo que las colinas cercanas;
y la presencia de metates y algunos molcajetes de piedra nos indi­
can que molían el maíz, y que pudieron contar con chile y tomat_es
silvestres, a la vez que practicaron· la caza, la pesca y la recolección
de productos silvestres.
La población era numerosa, si se tiene eri cuenta que se exploraron
más de 400 entierros en una área limitada, los "cuales dieron más de
1 000 vasijas en cali4ad de ofrendas, y de Chupícuaro salieron varias
colecciones de miles de 'piezas; habiéndose habitado el sitio durante
varias generaciones, lo cual explica también el proceso evolutivo de
la cerámica y figurillas.
La alfarería de Chupícuaro puede dividirse en dos grupos principa­
les: cerámica monocroina y cerámica pintada. En el primer grupo
· predominan las vasijas de color negro o café. negruzco pulidas, en
forma de cuencos sencillos, jarras, vasijas ovaladas, recipientes trípo­
des, tecomates, ollas, patojos y algunas vasijas efigie representando
monos, venados, perros y guajolotes; aparecen también platos con so­
portes mamiformes, .copas con bases pedestales y cuencos con anillo
basal. En el segundo grupo hay vasijas pintadas con buen pulimento
y brillantez, en colores rojo sobre crema, negro sobre rojo, café oscuro
sobre rojo, rojo sobre café amarillento y rojo pulido; a la vez que hay
cerámica policroma en colores negro, crema y rojo fundamental­
mente. Las formas son semejantes al grupo anterior, pero predomi-

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264 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

nan los cuencos ovales, escudillas sencillas, vasijas efigie y platos trí­
podes con altos soportes, conocidos como tipo "araña". 6
Las figurillas se modelaron a mano con rasgos al pastillaje, dentro
de cuatro tipos principales; hay una mayoría que tiene los cuerpos
muy aplanados, con profusión de aditamentos al pastillaje, con los
ojos formados por dos largos filetes de barro y que se conocen como
tipo H4; otro tipo más pequeño, con los cuerpos menos aplanados,.
bien pulidas y de color cremoso por lo regular; lo mismo que un tipo
no muy frecuente, con tocados de bandas escalonadas, un poco pare­
cidas a las figurillas teotihuacanas del llamado periodo 11; y un tipo
de figuras huecas, policromas y de mayor tamaño que todas las ante­
riores, pintadas en rojo, negro y crema.
En la cerámica monocroma se empleó la incisión, el grabado y el
punzonado, en motivos geométricos, por lo regular; mientras que en
la cerámica pintada, hay tantos motivos geométricos como naturalis­
tas, o ligeramente esquematizados, entre ellos, mariposas, ranas, ma­
nos y caras humanas.
A través de las ,figurillas observamos costumbres como la desnudez;
pintura del cuerpo, la cara y el cabello, con colores blanco, negro,
rojo y azul, y con predominio del blanco para los hombres y del rojo
para las mujeres; a la vez que hay representaciones de bragueros, y
algunas figurillas masculinas llevan una especie de caracol sujeto por
un cinturón, que cubre el· miembro viril, tal vez como antecedente
del estuche del pene o como símbolo de la fecundidad.
El arreglo del cabello se resolvía de distintas maneras, pero entre
las mujeres predominaba la costumbre de cortarse el pelo hasta la
altura de la frente a manera de fleco, partiéndolo en dos con raya
en medio, y a veces sujetándolo a los lados por medio de listones;
siendo común el uso de turbantes o vendas frontales, y en ocasiones
se ponían flores y plumas.
Tanto los hombres como las mujeres completaban su atuendo per­
sonal con orejeras circulares de barro, sólidas por completo o con un
lado hueco y el otro decorado con motivos incisos; lo mismo que con
collares de cuentas talladas en hueso, concha y caracol, o de barro y
de semillas; hay también representaciones de brazaletes, ajorcas en los
tobillos, sombreros y sandalias o alpargatas.
Algunas figurillas representan niños durmiendo en sus cunas, tal
vez hechas de tole o mimbre, con dos agarraderas y a veces con un
perico parado sobre una de ellas; a la vez que hay representaciones
de individuos tocando flautas, y se han encontrado ocarinas, sonajas,
silbatos y flautas de barro, lo mismo que huesos aserrados o estria-
6 Porter, 1956.

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LA REGIÓN DE LOS LAGOS, DE LA CERÁMICA Y LA PLUMARIA 265

dos, lo cual-indica que ]a música jugaba un importante papel en esos


tiempos, y que pudo haber festividades acompañadas de danzas. 7
El culto a los muertos estaba bien desarrollado, puesto que los ca­
dáveres se enterraban en cementerios con acompañamiento de nume­
rosas ofrendas; predominando los entierros extendidos en decúbito
dorsal y ventral, o en decúbito lateral izquierdo y derecho, tanto pri­
marios sencillos como múltiples. En el caso de los entierros múlti­
ples, que podrían indicar sacrificios, se construían tlecuiles u hogares
para los ritos funerarios y para quemar copal, alrededor de los cuales
se colocaban los cadáveres sin ninguna orientación. 8
Menos comunes eran los entierros flexionados dorsales, y aún más
escasos, los enterramientos en urnas o tinajas de barro, y los entie­
rros primarios de un solo cráneo que implican la decapitación a sacri­
ficio; se han encontrado cinco cráneos cortados por mitad y con per­
foraciones en los lados, para colgarse, lo cual puede indicar el culto
a los cráneos trofeos.
Otras modalidades observadas en los enterramientos es, por ejem­
plo, el caso de que a los individuos que se enterraba en decúbito
dorsal se les ponían numerosos objetos como ofrendas, en tanto que
a los enterrados en decúbito ventral no se les ponía nada, como si
esas personas hubieran pertenecido a una clase o estamento social
inferior; y también puede mencionarse que algunos entierros estaban
delimitados con bolas de piedra bien talladas y de regulares dimen­
siones, a la vez que se acostumbraba sacrificar perros para que acom­
pañaran al difunto a la otra vida.
Como ofrendas se ponían algunos objetos que podrían indicar la
ocupación y sexo del individuo, ya que collares y orejeras se encon­
traron asociadas a entierros de niños, jóvenes y cráneos aislados; me­
tates, agujas y manos de metates asociados a femeninos adultos; y
punzones, puntas de proyectil, bruñidores, etcétera, asociados a mas­
culinos adultos.
Los objetos de ofrendas como metates y manos, molcajetes de pie­
dra, puntas de proyectil en obsidiana, navajas, agujas de hueso, bru­
ñidores o pulidores de hueso, punzones, ornamentos de concha, cerá­
mica, etcétera, indican que las gentes de Chupícuaro tenían varias
ocupaciones o artesanías; y también puede decirse que debieron de
existir estamentos sociales en proceso de jerarquización, intercambios
comerciales con grupos cercanos y aun bastante alejados, lo mismo
que sacerdotes, músicos y otras gentes con funciones específicas.
Así, por ejemplo, la cerámica policroma y las figurillas tipo H4 de
Chupícuaro se han encontrado en Jerécuaro y Acámbaro, Guana­
juato, en San Juan de� Río, Querétaro, y en el Cerro del Tepalcate,
7 Pifia Chan, 19 59.
8 Estrada Balmori y Pifia Chan, 1948.

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266 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

México; habiéndose adoptado el estilo en la Cuenca de México, como


se observa en Azcapotzalco, Cuanalán, Xico y otros sitios. Y sin duda
alguna. la alfarería de Chupícuaro influyó sobre varios lugares' del
Occidente de México, sobre sitios de Zacatecas, y posiblemente hasta
el suroeste de los Estados Unidos.
Los inicios de este gran centro alfarero se colocan en el Preclásico
Superior, desde unos 500 ó 400 A.c., y se prolongó hasta unos 200 n.c.; .
aunque otros grupos de Guanajuato con el mismo tipo de cerámica,
o con la misma tradición alfarera, fueron evolucionando hasta casi
los fines del horizonte Clásico, contemporaneizando ·con las culturas
del Occidente de México. Sin embargo, como el conocimiento de
ellas no permite realizar todavía un estudio global por horizontes cul­
turales, trataremos a continuación Estado por Estado, pero con cierta
profundidad temporal.-

LAS CULTURAS DE COLIMA

( Periodo Clásico: 200 a 800 n.c.)

Como decíamos anteriormente, el sitio Morrett de Colima, en la


costa, tíene un periodo temprano que puede colocarse en el Proto­
clásico, es decir, entre 200 A.c. y 200 n.c.; viene luego un periodo
medio, de 200 a 650 n.c., el cual se caracteriza por la cerámica negro
sobre rojo, rojo sobre amarillento grabada, negra pulida, roja pulida,
rojo y blanco sobre café, lo mismo que por figurillas sólidas de cuer­
pos aplanados, del tipo de Tuxcacuesco, Jalisco.
Lo anterior permite ahora correlacionar los numerosos objetos de
cerámica que se han encontrado en varios lugares de la cuenca del
Río Armería, Valle de Colima y Valle de Tecomán, especialmente
las figurillas huecas en rojo y negro pulido que se asocian a las figu­
rillas sólidas en barro café rojizo y a las vasijas zoomorfas y antro­
pomorfas, cuyo estilo se haya tan difundido en el Occidente; y a
través de ellas se pueden estudiar algunas costumbres y conocer algo
de la cultura de aquellos tiempos.
De acuerdo con los hallazgos _ arqueológicos conocidos, podemos
decir que los grupos del periodo Clásico de Colima se asenta�on en
lugares de la cuenca del Río Armería, en los valles y en la costa,
integrando aldeas rurales que dependían de la agricultura, la caza, la
pesca y la recolección; ya que los alfareros nos dejaron múltiples
representaciones de la fauna y de algunas plantas, como por ejemplo,
calabaza, guajes, chirimoya, jitomate, armadillo, guajolote silvestre,
pato, tortuga, peces, cangrejo, caracoles marinos, perros cebados, co­
dorniz e iguana, que de hecho servían para la alimentación. Y podría
agregarse maíz, frijol, nopal, maguey, venado, tiburón y tlacuache,

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LA REGIÓN DE LOS LAGOS, DE LA CERÁMICA Y LA PLUMARIA 267

implícitos en los metates y manos, huesos, asta, artefactos y otras


vasijas.
También hay representaciones de monos, garzas, pelícanos, serpien­
tes, arañas, ranas, camaleones, largartijas, alacranes, pericos y pája- ·
ros carpinteros, que indican la ocupación de lugares de la costa, va­
lles y bosques; puede pensarse que ·en la costa la subsistencia depen­
dió más de los productos marinos, y que los cultivos se hicieron en
los valles y a lo largo de los ríos,. por el sistema de roza o milpa.
En las aldeas había chozas de materiales perecederos, es decir,
de lodo, troncos, palmas y zacate; obsérvase en algunas maquetas de
casas, que éstas tenían planta rectangular, con sólo dos paredes late­
rales construidas y techos a dos aguas, aunque otras eran de planta
circular, y a veces se unían dos de ellas por medio de un pasillo
techado.
En algunos sitios la densidad de población y la economía- más
equilibrada han de haber permitido el desarrollo de la aldea hacia
el tipo- de villa, y aun hacia los centros ceremoniales, aunque no de
grandes dimensiones; conócese hasta hoy muy poco de este aspecto;
pues sólo se sabe que en Colima hay uno que otro sitio con mon­
tículos; y algunas maquetas de barro muestran un tipo de basamento
sencillo con. escalinata, y casas también con una plataforma y unos
cuantos escalones, que pudieron ser templos.
Los objetos arqueológicos encontrados indican que los grupos de
Colima trabajaban la piedra, el hueso, la obsidiana y el barro, pues
hay :i;netates y manos, navajas, cuchillos, puntas de proyectil, hachas,
punzones, bruñidores, agujas, raspadores, malacates y vasijas; puede
agregarse el tallado de la concha, patente en algunos ornamentos, el
tejido de fibras vegetales, implícito en las agujas, malacates e indu­
mentaria que se ve en las figurillas; lo mismo que el trabajo de la
madera, por las r_epresentaciones de bancos, literas, tambores musica­
les, etcétera, y la cestería.
También, a través de las figurillas, vemos mujeres que cargan a sus ·
hijos, muj,eres en estado de preñez, mujeres en actitud de parir, mu­
jeres amamantando a sus niños, parejas haciéndose el amor, mujeres
peinándose el cabello, moliendo sobre metates, acarreando agua en
cántaros sobre el hombro, y otras ·escenas cotidianas; lo mismo que
representaciones de aguadores que llevan una gran tinaja sobre el
hombre o a la espalda; cargadores llevando loza, bancos o troncos de·
m2.guey con ayuda del mecapal; alfareros; tiradores de honda; juga-­
dores de pelota; señores de importancia sentados sobre bancos con
respaldar; bailarines; músicqs; acróbatas; guerreros con escudos; jefes
en literas; jorobados; enanos y otros individuos más.
Todo esto nos perqiité decir que en la sociedad de aquellos días
había lapidarios, alfareros, tejedores, canteros, carpinteros, tejedores
de cestas y petates, albañiles, cargadores, comerciantes, j�fes, señores,

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268 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

guerreros, aguadores, músicos, bailarines, sacerdotes, agricultores, etcé­


tera; o sea una sociedad compleja en la que tenía que haber esta­
mentos o categorías, jerarquización y funciones diversificadas, y en
la que habían jefes o· caciques que eran llevados en andas o literas
con toldos, los cuales ejercían el control sociopolítico, ayudados por
los sacerdotes y guerreros distinguidos que ocupaban el estamento
superior.
En un estamento intermedio han de haber quedado los artesanos,
comerciantes, bailarines, músicos y otros artistas, cuyas funciones
tenían también implicaciones económicas y religiosas; mientras que
en el estamento inferior quedaban los campesinos, cargadores, agua­
dores, sirvientes y pueblo en general.
El vestido y el adorno personal marcaban también la división
existente en la sociedad, lo mismo que el papel y rango de los indi­
viduos, ya que en las figurillas aparecen desnudos los cargadores y
gente del pueblo, y con indumentaria los jefes, señores, bailarines
y otros individuos; puede pensarse también que un núcleo de la
población usaba poca ropa, aunque eran afectos al adorno y arreglo
del cabello. En general los hombres y las mujeres se pintaban y
tatuaban el cuerpo, usaban orejeras de jade o de barro, algunos
llevaban narigueras, se peinaban el cabello y se rasuraban parte de
la cabeza; tenían collares de concha, pectorales en forma de cara­
pachos de tortuga, mascaritas colgadas al cuello, brazaletes, y ajorcas
en los tobillos.
La clase principal usaba camisas tejidas de algodón o de otras
fibras vegetales, taparrabos o bragueros, faldillas y delantales, paño­
letas o quechquémitl, chaquetillas de mangas cortas, trajes completos
como mamelucos, mantas o capas, cinturones, cascos o yelmos,
sombreros, barbiquejos, turbantes, pieles, listones y otras prendas; 9
mientras que los guerreros tenían macanas o mazas de piedra, escu­
dos rectangulares, hondas y lanzadardos, pero nada se sabe de la
guerra en aquellos tiempos.
Las representaciones de templos, bailarines, músicos, acróbatas,
jugadores de pelota, etcétera, y la presencia de instrumentos musi­
cales como sonajas, flautas y silbatos de barro, permiten suponer
que habían fiestas importantes relacionadas con la religión; pero
éste es otro aspecto desconocido, ya que sólo se han encontrado en
Colima dos o tres fragmentos de esculturas de piedra, representando
a Huehuetépotl o dios del fuego.
El culto a los muertos está indicado en los hallazgos de algunas
tumbas, las cuales se excavaban por debajo de una capa basáltica
que es común en el valle de Colima fundamentalmente, y a los
entierros se les ponían ofrendas, consistentes en vasijas, figurillas,
o Kirchhoff, 1946.

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LA REGIÓN DE LOS LAGOS, DE LA CERÁMICA Y LA PLUMARIA "lf,9

ornamentos y alimentos. En algunas tumbas se han �ncontrado


figuras de perros cebados, los cuales pueden simbolizar a Xólotl,
dios que acompañaba a los difuntos en su viaje al otro mundo, o ser
simplemente .un alimento simbólico, ya que esos perros se engor­
daban para comer.
En algunos conjuntos de figurillas se ven mujeres que bailan en
círculo, girando alrededor de dos músicos o de un jefe importante;
acróbatas, bailarines con atavíos fantásticos y con máscaras de aves;
enanos, jorobados y jugadores de pelota; lo mismo que músicos
tocando tambores, sonajas, caracoles marinos, flautas, silbatos y oca­
rinas, todo lo cual puede relacionarse con las festividades de esos
tiempos.
En el terreno del arte los grupos de Colima se distinguieron por
su alfarería, llena de gran sensibilidad y expresión, lo mismo que
notable por la elegancia de las formas y diseños; hay ollas trípodes
en forma de calabazas apoyadas en soportes que adoptan las figu•
ras de pericos, pájaros carpinteros y enanos; vasijas antropomorfas
y zoomorfas; vasijas decoradas con pintura negativa y otras modali­
dades; pintadas en colores rojo sobre café, negro sobre rojo y negro
sobre blanco, aunque predominan las vasijas negro pulido, rojo pulido
y crema pulida.
Las figurillas pueden ser sólidas, con los cuerpos aplanados, mo­
deladas a mano sobre un barro café rojizo, por lo regular; lo mismo
que huecas, de mayor tamaño, en color rojo o negro pulido represen­
tando realísticamente a muchos individuos y animales; puede decirse
que estas figurillas de Colima son como esculturas menores conce­
bidas para reflejar la vida cotidiana de esos tiempos, con gran movi­
miento y cuidado constante del detalle, pero sin evidencias de estar
influidas por la religión o por conceptos simbólicos. 10
Todo lo expuesto hasta aquí corresponde al horizonte de las cultu­
ras clásicas, y cae en un complejo que puede denominarse Los
Ortices-Las Animas, de 200 a 800 D.c.; habiéndose encontrado en
algunas tumbas cerámica anaranjada delgada, vasijas con decoración
al fresco, representaciones del dios Huehuetéotl y otras ligeras evi­
dencias que indican relaciones con Teotihuacán, en la Cuenca de
México.

(Periodo Postclásico: B00 a 1521 n.c.)

De 800 a 1250 D.c. en Colima aparecen algunos elementos cultu­


rales que se correlacionan con el Postclásico Temprano, entre ellos
el uso de cascabeles, ani119s y hachas de cobre; cerámica plumbate
o plomiza; vasijas tapaderas de sahumerios; ornamentos de concha;
10 Covarrubias, 1957.

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270 UNA VISIÓN DEL _MÉXICO PREHISPÁNICO

hachas con ranura de tres cuartos; figurillas aplanadas con rasgos


toltecoides; mazas de piedra con protuberancias; molcajetes de barro
con los fondos incisos; malacates moldeados; vasijas con alta base
anular, y algunos más; todo lo cual se puede incluir en el llamado·
complejo Armería-Colima, el cual guarda relaciones con Nayarit y
Sinaloa, principalmente.
De 1250 a 1521 n.c. Colima muestra una etapa relacionada con
el Postclásico Tardío, la cual cae en el llamado complejo Periquillo
del Río Armería; apareciendo algunas construcciones de piedra como
las de El Chanal; vasijas policromas del tipo Autlán-Tuxcacuesco­
de Jalisco; incensarios en forma de Tláloc con pintura al fresco; mol­
cajetes con fondos rayados; coas y hachas de cobre; restos de tejidos
y otros rasgos.
En el Chanal las construcciones recuerdan un poco la arquitectura
mexica, pues los basamentos .tienen escalinatas limitadas por alfar­
das, las cuales cambian de pendiente para formar una especie de
dado en la parte superior; en tanto que los peraltes de los _escalones
están hechos con una serie de losas o piedras esculpidas, represen­
tando zopilotes reales, tejones, coyotes, zorro, ardilla, etcétera, lo .
mismo que signos calendáricos como malinalli, técpatl, ehécatl, tlá­
loc, etcétera. 11
Por este tiempo algunas fuentes históricas mencionan la existen­
cia de unas gentes conocidas como "tecos", los cuales andaban des­
nudos y con tocados de plumas o í diademas de pieles en la cabeza,
usaban mantas, fajas, pulseras y ajorcas en los tobillos; parece que
con ellos se inicia el señorío de Coliman, el ·cual se extendió del
Arm�ría at'Zacatula, y de la depresión del Marabasco hasta Ameca
y Sayula, en Jalisco, constituido por varias provincias gobernadas
por señores que dependían del jefe o tlatoani de Colima. La pene­
tración de los tarascos hizo que se formara una confederación· lla­
mada Chimalhuacana, la cual peleó contra ellos hasta casi 1500
n.c., viniendo por último la . conquista española, ocurrida por 1522
o 1523.

LAS CULTURAS DE JALISCO

(Periodo Clásico: 200 a 800 n.c.)

El Estado de Jalisco es poco conocido arqueológicamente, aunque


hay lugares que presentan materiales de los Periodos Clásico y Post­
clásico, fundamentalmente; puede decirse que las zonas de Tuxcacues­
co, Autlán y Barra de Navidad guardan más relaciones con Colima
11 Rosado Ojeda, 1948.

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LA REGIÓN DE LOS LAGOS, DE LA CERÁMICA Y LA PLUMARIA 2,71

y Nayarit, -mientras que la zona de Totoate y en general el noreste


del Esta,do, tiene más relaciones con Zacatecas y Guanajuato.
Durante el Periodo Clásico, Barra de Navidad, en la costa de Ja-.
lisco, tenía grupos que hacían una cerámica de color blanco sobre
rojo y roja pulida incisa, lo cual marca un periodo temprano que
puede colocarse de 200 a 800 o.e.; mientras que en la zona de Tuxca­
cuesco hay un periodo del mismo nombre, el cual se caracteriza por
la cerámica roja pulida lisa, roja pulida incisa, negro sobre rojo y
vasijas llevadas por comercio de Colima. También se han encontrado
figurillas sólidas y huecas semejantes a las del complejo Los Ortices­
Las Animas, de Colima, machacadores para papel o corteza vegetal,
orejeras, brazaletes de concha, malacates y mosaico de turquesa. 12
En la zona de Autlán hay un periodo Clásico llamado Cofradía, el
cual presenta cerámica Autlán rojo sobre café, Cofradía roja incisa,
Autlán naranja pulida y Cruz de Piedra roja pulida,. lo mismo que
soportes carrete; 18 mientras que en Totoate hay cerámica negra so­
bre blanco, rojo sobre crema, negra pulida, roja incisa y blanco sobre
rojo, lo mismo que vasijas decoradas al cloisonné pintado, caracoles
marinos usados como trompetas, espejos de pirita en mosaico y ha­
chas efigie de piedra, que guardan relaciones con el sitio de Juchi­
pila, Zacatecas. 14
En El Ixtépete, lugar situado al poniente de la ciudad de Guada­
lajara, se ha explorado una estructura que pasó por varias etapas de
construcción; habiendo sido primero un basamento de 20 metros de
largo por 1.83 metros de alto, sobre el cual se construyó un muro
de adobe de 2.56 metros de altura, cerrado en tres de sus lados a
manera de mampara para proteger el fuego ceremonial que allí se
hacía. Posteriormente se cubrió esta estructura, y construyó entonces
un basamento piramidal de 6 metros de alto y 42 metros de largo,
el cual remata en un tablero encerrado entre dos cornisas, con mu­
chas influencias teotihuacanas. ló
En otros lugares de Jalisco, como Acatlán y El Arenal, se han
encontrado tumbas de tiro con cámaras sepulcrales, semejantes a
algunas que aparecen en Nayarit y Colima, a la vez que recuerdan
a las de Colombia y Ecuador; sobresalen las tumbas de Etzatlán o
El Arenal, cuyo tiro de entrada tiene unos 16 metros de profundi­
dad y tres cámaras cuadrangulares de 4 metros por lado, con pisos
de lajas y túneles o pasillos para comunicar las cámaras entre sí.
En una de ellas se encontraron en calidad de ofrenda algunas figu-
12 Kelly, 1949.
13 Kelly, 1945, a.
14 Kelley and Abbott, 1964.
1� Corona Núñez, 1960.

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272 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

ras huecas del estilo Colima, que representan guerreros, jugadores


de pelota y otros individuos desnudos, junto con vasijas policromas. 16
Por último, podemos mencionar algunos materiales de sitios ve­
cinos al lago de Chapala, entre ellos, vasijas con decoración cloisonné
pintado, figuras tipo Nayarit, cerámica rojo sobre café y negra sobre
rojo, ornamentos de concha, y otros más; lo mismo que materiales
o rasgos del sitio conocido como El Cuarenta, cerca de Lagos de
Moreno, en el cual se exploró una loma que tena dos estructuras,
y la principal eran dos cuartos con muros de· adobe y lodo, con co­
lumnas de lodo en el interior, a veces recubiertas y reforzadas con
piedras. La cerámica esta ligada a El Cóporo, Guanajuato.
Por todo lo anterior podemos decir que durante el Periodo Clá­
sico el Estado de Jalisco tenía grupos bastante adelantados, pues
eran agricultores, alfareros, constructores, lapidarios, tejedores, caza-·
dores y pescadores; hay evidencias de ello en los montículos de
varios �itios arqueológicos que eran pequeños centros ceremoniales;
en los restos de plataformas para casas; en los basamentos explora­
dos; en los cuartos con columnas de lodo; en la manufactura de
mosaicos de turquesa; en los malacates; en los machacadores para
papel; en los ornamentos; en la construcción de las tumbas de tiro,
y en la manufactura de espejos de pirita y hachas efigie, aunque
éstas pudieron haber venido por comercio.
Y en el aspecto de la cerámica, durante esta época predominan
los tipos rojo pulido liso e inciso, negro pulido, blanco sobre rojo,
rojo sobre crema, negro sobre blanco, naranja pulido y negro so­
bre rojo; desarróllanse aquí la cerámica conocida como cloisonné pin­
tado, en colores rojo, blanco, verde, amarillo y negro, cuya técnica
consiste en dar a la vasija una capa de arcilla más fina, pero bien
consistente, para luego cortar o rebajar los motivos que se quieren,
y rellenarlos después con los colores. La forma principal de las vasijas
eran copas con alta base anular.
. También aparecen las figuras huecas semejantes a las de Colima,
pero en un barro crema, por lo regular, bien pulidas y representando
jorobados, mujeres con enaguas cortas y los pechos descubiertos y
pintados con espirales negras, individuos viejos con un bastón de
caña en las manos y parados sobre peces, jugadores de pelota, e
inclusive guerreros con unas especies de petos o armaduras acolcha­
das de algoMn; lo mismo que una cerámica de color crema con
motivos pintados en rojo o negro, a veces combinado con pintura
negativa.

16 Corona Núñez, 1955.

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LA REGIÓN DE LOS LAGOS, DE LA CERÁMICÁ Y LA PLUMARIA 273

(Periodo Postclásico: 800 a 1521 D.c.)


Después del Clásico viene un periodo temprano del Postclásico, el
cual se integra con la fase Barra de Navidad medio, caracterizada
por la cerámica negro sobre rojo, rojo sobre gris y vasijas o molca­
jetes con los fondos incisos; lo mismo que con la fase Coralillo, de
la zona de Tuxcacuesco, en la cual hay cerámica rojo sobre café
amarillento, Cruz de Piedra rojo pulido, Paso Real marrón sobre
café, La Loma rojo pulido, y vasijas con decoración negativa; a la
vez que aparecen molcajetes con los fondos rayados por incisión,
objetos de cobre, cabezas de mazas de piedra, figurillas aplanadas
semejantes a las del tipo Mazapan de la Cuenca de México, hachas
con ranura, malacates y brazaletes de concha cerrados por com­
pleto. 17
En la zona de Totoate se continúa el cloisonné pintado, aparecen
vasijas con decoración negativa, malacates bicónicos, hachas con ra­
nura, cerámica plumbate o plomiza, metates con efigies y otros ele­
mentos; 18 mientras que en la zona de Chapala se encuentran vasi­
jas plumbate, figurillas sólidas con grandes narices, tapaderas de
incensarios o sahumerios, y algunos objetos de cobre y ornam�ntos
de concha. En el sitio llamado Lo Arado se han encontrado bellos
ornamentos de oro en forma de orejeras, discos y pendientes; corres­
ponden tal vez a los fines del Postclásico Temprano una serie de
lugares con petroglifos, entre ellos el Cerro de Jiquilpan, Puerto Va-
11arta, El Tuito, Ajijic y Chacala. En el sitio Los Compadres, cerca
de Ciudad 'Guzmán hay pinturas rupestres en colores negro, blanco
y rojo; y lo mismo sucede en La Barranca de los Monos y Piedra
del Diablo. 19
Después viene un periodo Postclásico Tardío, o histórico ( 1200
a 1521 D.c.), en el cual ocurre la fase Barra de Navidad tardía, ca­
racterizada por cerámica policroma en rojo y negro sobre café ama­
rillento, cerámica rojo sobre café, negro sobre rojo, y objetos de cobre
y molcajetes con los fondos incisos; lo mismo que la fase Tolimán, de
1a zona de Tuxcacuesco, en la cual hay cerámica Autlán ·policroma
(�aranja y blanco sobre rojo, a veces con incisiones), Tolimán rojo
sobre café, Altillos roja, Tolimán acanalada, Teutlán gris, Mazatlán
roja y Apulco roja; asociadas a paletas de piedra para moler pinturas,
cabezas de mazas de piedra, brazaletes de concha, objetos de cobre
(cascabeles, anillos, orejeras, pendientes y hachas), malacates, sellos
de barro y otros más.
11 Kelly, 1949.
18 Lister, 19 5 5
19 Corona Núñez, 1960.

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274 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

En la zona de Autlán hay dos fases denominadas Mylpa y Autlán,.


la primera con cerámica Autlán rojo sobre café, Altiilos negra y Au­
tlán roja; mientras que la segunda tiene cerámica Autlán policroma
(rojo,' negro y blanco), Altillos roja y Autlán blanco sobre rojo, lo
mismo que silbatos y seIIos de barro, figurillas, metates, brazaletes de
concha1 objetos de cobre y hachas con ranura.
Los pocos datos arqueológicos que se tienen no permiten todavía
trazar el panorama cultural de los grupos de Jalisco, aunque para el
periodo cercano a la conquista española contamos con algunos datos
históricos, y así, en una "Visita" _ fechada por 1525 n.c., se dice que
la zona de Atitlán ten�a una población que dependía de una agricul­
tura· intensiva, con establecimientos y' poblados que tenían de 53 a
l 200 casas, con la población dividida en barrios, estancias y pueblos;
y que existían mercados en algunos sitios, con un comercio local de
maíz y chile, principalmente.
Las casas eran de materiales perecederos, y había montículos o te­
rraplenes que servían como bases de ellas; en tanto que sus vestidos
los hadan de fibras de maguey y algodón; había señores o principa­
les, de edad bastante joven, cuyos cargos eran hereditarios. En 1525
la lengua de la zona de Autlán era el otomí o nahua, mientras que
en 1587 se hablaba anteca y mexicano. 20
Por algunas "Relaciones" de 1579, se sabe que estos grupos tenían
una economía agrícola basada en el maíz, cuya siembra se hacía a
lo largo del Río Armería y en las barrancas, a veces con riego; y te­
nían algunas frutas locales, y de la ciruela y tal vez del jocote se ha­
cía una bebida fermentada. 21 La alimentación era baja en proteínas,
a base de frijol y maíz, fundamentalmente, pero se completaba con
los productós de la caza y la pesca, y se engordaba una clase espe­
cial de perros que. se comían.
Las casas eran de adobe, con techos de pasto amarrado con meca­
tes; los vestidos se hacían de maguey y algodón, coloreados con el
tinte de la cochinilla; había camisas largas, sacos y capas de plumas.
La cochinilla se traía de Jiquilpan, Michoacán, en tanto que el algo­
dón se comerciaba con Colima, Comalá y La Purificación. Tuxca­
cuesco pagaba tributo a su señor, en mantas de algodón, maíz, fri­
jol y gallinas; mientras que Zapotitlán lo hacía con maíz, frijol, algo­
dón y joyas de oro y plata, que han de haber venido de Tamazula.
Las misma_s fuentes dicen que se navegaba por el Río Armería con
ayuda· de una red llena de calabazas; que en Tuxcacuesco se utiliza­
ban hamacas-literas; y Ponce menciona sonajas hechas de guajes y
teponaxtles de madera; habiendo existido la música y la danza, fies­
tas ceremoniales, sacrificio humano y hechicería.
20 Kelly, 1945, a.
21 Agüero, 1878.

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LA REGIÓN DE LOS LAGOS, DE LA CERÁMICA Y LA PLUMARIA 275
También se tienen noticias de invasiones tarascas realizadas en te­
nitorio de Jalisco, lo cual se liga a las citas históricas de que en Tux­
cacuesco había señores y guerreros que se enviaba a pelear a Autlán
y otras partes, los cuales estaban equipados con mazas, arco y flecha,
porras de madera con cabezas de piedra, escudos redondos y petos
o ichcahuipiles; habiendo penetrado los tarascos hasta Sayula, Ciu­
dad Guzmán, Tuxpan y Tamazula, en �onde dejaron algunas in­
fluencias culturales.

LAS CULTURAS DE NAYARIT


(Periodo Clásico: 200 a 800 o.e.)

Salvo los datos que existen para Ixtlán del Río y Amapa, el Esta­
do de Nayarit es .prácticamente desconocido arqueológicamente, aun­
que hay evidencias en otros lugares que se pueden correlacionar con
los Periodos Clásico y Postclásico, fundamentalmente. En algunos
sitios del centro de Nayarit se han encontrado platos de fondo plano,
ollas con asa de estribo y con el cuerpo en forma de tortugas <leca.
radas con líneas de puntos blancos sobre el color rojizo del barro,
figurillas con los rasgos pintados, y tumbas en forma de botellones
talladas en el tepetate, de planta redonda o cuadrada, como las de
El Llano, Santa María del Oro e Ixtlán; todo lo cual parece indicar
que hay un periodo en el cual se comienzan a desarrollar los elemen­
tos culturales que luego son característicos de Nayarit.
Así, durante el Periodo Clásico predominan las figurillas humanas
de tipo caricaturesco, tanto sólidas como huecas; sobresalen las repre­
sentaciones de mujeres sentadas con sus niños, mujeres con capas
cortas y con los senos descubiertos, mujeres machacando semillas o
maíz, cargadores, etcétera; pero todas ellas con grandes orejeras y na­
rigueras compuestas de varios aros, con las piernas y manos despra.
porcionadas, y con pintura roja, amarilla y blanca sobre un fondo
rojizo, para insinuar el vestido, los ornamentos y otros rasgos.
Otras figuras son bicromas (blanco sobre rojo o amarillento), y las
hay también policromas (negro, blanco, café oscuro y café amarillen­
to sobre fondo rojo); hay representaciones de guerreros con cascos,
eapas y mazas en las manos; mujeres y hombres con un soporte por
detrás; individuos cargando vasijas; hombres con protector genital
(estuche para el pene); hombres con sonajas; individuos ingiriendo
bebidas; tamborileros; templos y maquetas de juegos de pelota; etcé-
tera; siempre con la pintura para indicar faldas, capas, gorros cóni­
cos, pintura facial y corporal, bragueros, cabello y otros rasgos. La
característica fundamental de estas figuras es el uso de la pintura
para representar los rasgos más salientes, el uso de orejeras y narigue-

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276 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

ras hechas con sartales de arillos, y un estilo caricaturesco con los


miembros superiores e inferiores desproporcionados.
En los conjuntos_ de figurillas y maquetas se observan escenas de
danzantes, generalmente mujeres entrelazadas por los brazos, bailan­
do en círculo y alrededor de músicos con un tambor en el centro;
rondas de bailarines en la misma disposición; juegos de pelota con
los espectadores en las gradas y adoratorios en los extremos del patio
o cancha; casas con techos a dos aguas y paredes de bajareque; entie­
rros de personas importantes acompañados de una gran procesión y
con el cad,í.ver sobre una tarima; a la vez que hay representaciones
de perros echados, guerreros de pie o sentados sobre ban:os de dos
soportes, guerreros con armaduras o ichcahuipiles, guerreros con cas­
cos en forma de campana o con dos cuernos, jugadores de pelota,.
músicos tocando carapachos de tortuga, viejos encorvados con la es­
pina dorsal y las costillas muy marcadas, enfermos con llagas, indi­
viduos con labios leporinos, y otras más.
Al igual que en Colima, a través de estas figuras podemos tener
una idea de las ocupaciones de las gentes, de las artesanías, de la
indumentaria, de la tecnología, de la división de la sociedad y de
otros aspectos culturales; a la vez que hay otros rasgos como el em­
pleo de terrazas para la agricultura, tumbas de tiro como las de Co­
rral Falso, ornamentos y cerámica de varios tipos.
En Ixtlán del Río hay un periodo temprano que se caracteriza por
el tipo de figurillas ya mencionadas; cerámica policroma en colores
blanco, rojo y naranja sobre café; cerámica café pulido; rojo sobre
café; negro sobre rojo y otras modalidades; a la vez que hay vasijas
decoradas al fresco, cloisonné pintado, decoración negativa, y dise­
ños zonales en círculo o en cuadrículas cruzadas por líneas diagona­
les. En general muchos de estos elementos se observan en sitios como
Chapalilla, Ahuacatlán, Villita, Cerro de Santa Catarina y otros
más. 22

(Periodo Postclásico: 800 a 1521 n.c.)

El periodo Ixtlán Medio corresponde al Postclásico Temprano, y


se caracteriza por la cerámica café sobre Amarillento, rojo sobre café,
negro pulido, rojo sobre blanco, roja lisa, negro sobre gris, negro sobre
rojo y policroma; hay también molcajetes con los fondos incisos, pla­
cas de barro, hachas con ranura de tres cuartos, hachas efigie, etcé­
tera, guardando relaciones este periodo con el complejo Aztatlán de
Sinaloa.
22 Gifford, 1950.

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LA REGIÓN DE LOS LAGOS, DE LA CERÁMICA Y LA PLUMARIA 277

A continuación viene el periodo Ixtlán último, el cual presenta


cerámica roja pulida, blanco sobre rojo, molcajetes trípodes con los
fondos rayados por incisión, figurillas aplanadas tipo Mazapan, ha­
chas y otros rasgos; ocurren estos elementos también en lugares como
Jala, Toriles, La Cañada, Mina La Colorada, etcétera.
En Ixtlán del Río había por esta época un extenso centro ceremo­
nial, no de elevadas estructuras, pero sí numerosas; había plazas ro­
deadas de plataformas sobre las cuales descansaban habitaciones con
columnas, altares, pavimentos de lajas que conducían de un basa­
mento a otro, y construcciones menores, hechas de lodo, adobe, pie­
dra y lajas, por lo regular.
El basamento principal de Ixtlán ha sido denominado Templo de
Quetzalcóatl, por su planta circular, especialmente; habiéndose cons­
truido con piedras y lodo, con muros en talud que le dan la aparien­
cia de un cono truncado, y con un solo cuerpo coronado por un pretil
con ventanillas cruciformes. Este basamento tuvo cinco escaleras
distribuidas a intervalos iguales, por las cuales se subía al recinto
superior; y este recinto es como un patio elevado con pretil, en cuya
parte central hay dos altares con tablero y cornisa, lo mismo que con
escalinatas limitadas por alfardas que terminan en un dado. La altura
total del basamento es de 3.48 metros.
En Amapa la principal ocupación ocurrió en este horizonte, pues
se observan montículos con paredes de piedra, ladrillo y escalinatas;
cementerios; juegos de pelota; lajas decoradas; objetos de cobre, como
agujas, punzones, tenazas, cuchillos, anzuelos, alambre, alfileres, cas­
cabeles, anillos, brazaletes, tubos, placas, etcétera; lo mismo que mol­
cajetes con los fondos incisos, hachas con ranura de tres cuartos,
figurillas estilo Mazapan y otros rasgos más. Al parecer el metal ocu­
rre en esta zona asociado a elementos de los fines del Clásico, entre
900 y 1200 o.e., por lo cual puede pensarse en un periodo temprano
para dicho lugar.
También pueden mencionarse una serie de petroglifos que apare­
cen cerca de Huajicori, en forma de líneas ondulantes, círculos con­
céntricos y espirales, tal vez símbolos del aire, el agua, el fuego, el
sol y Venus; lo mismo que petroglifos en las faldas del Cerro Cua­
miles, Cañón de Boquillas, El Tambor, Compostela, etcétera. 23

LAS CULTURAS DE SINALOA

(Periodo Clásico: 200 a 800 D.c.)

Desde el punto de vista cultural el Estado de Sinaloa es una pro­


longación de Nayarit, y· guarda relaciones con Durango; habiendo
2s Corona Núfiez, 1960.

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278 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

sido una especie de corredor geográfico por donde pasaron influen­


cias hacia Sonora y el suroeste de los Estados Unidos, y por donde
vinieron también elementos de esa gran región norteamericana.
Las excavaciones arqueológicas realizadas en Chametla, situado en
el bajo Río Baluarte,· han permitido establecer un periodo denomi­
nado Chametla Temprano, también conocido ahora como Tierra del
Padre, el cual se caracteriza por la cerámica rojo sobre café amari­
llento, roja pulida, negra pulida, banda negra incisa y policroma;
siendo este último tipo conocido como Chametla Temprano poli­
cromo, el cual se presenta en forma de cuencos sencillos o como
cajetes grandes abiertos, decorados con motivos geométricos y pun­
teado pintado, con apariencia rojo, blanco y negro sobre fondo cre­
ma o casi naranja. En ocasiones el negro se utilizó para delinear los
motivos. 24
El periodo Chametla Temprano o Tierra del Padre se coloca aho­
ra de 300 a 500 n.c., y los grupos eran esencialmente agrícolas, vivían
en chozas de palma y lodo, agrupados en aldeas y a veces en pequeños
centros ceremoniales con uno o dos montículos de poca altura; a la
vez que se dedicaban a la alfarería como artesanía básica. 25
A continuación viene el periodo Chametla Medio, conocido tam­
bién como fase Baluarte, de 500 a 700 o.e., el cual se distingue por
la cerámica blanco sobre café amarillento, banda roja, Cruz de Piedra
roja pulida, rojo sobre café, negra pulida y Chametla Medio policro­
ma, esta última en colores negro y rojo sobre crema, a veces con
incisión. También aparecen bolas de barro, sellos, candeleros, silba,;.
tos, figurillas con la cara roja, y tocados con muescas, figurillas con
fileteado blanco, y malacates sencillos con• decoración incisa-pun•
zonada.
En esta época hay un aumento de población, agricultura intensiva,
centros con montículos y lugares especiales para los enterramientos;
al mismo tiempo que se intensifica el comercio, pues algunos• de. los
rasgos enunciados anteriormente aparecen en la fase Ayala, de Duran­
go, junto con cierta influencia de Nayarit en las figurillas, y también
hay cerámica al fresco en colores azul pálido, rosa, verde y amarillo,
tal vez de influencia teotihuacana.
El siguiente periodo llamado Chametla último n, conocido tam­
bién como fase Lolandis, corresponde a los fines del Clásico y prin· ·
cipios del Postclásico, pues se le fecha de 700 a 900 o.e.; caracterí­
zase por la cerámica borde rojo decorado, Cerro lzábal grabada, Agua­
ruto inciso exterior, figurillas huecas tipo Cocoyolitos, y malacates
esféricos decorados; a la vez que comienza a formarse el complejo
Aztatlán que luego florece en Guasave, tal vez por grupos que se
24 Kelley, 1938.
21> Kelley and \Vinters, 1960.

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LA REGIÓN DE LOS LAGOS, DE LA CERÁMICA Y LA PLUMARIA 2i19
van desplazando a esa zona. Este periodo guarda relaciones con la
fase Las Joyas, de Durango.

(Periodo Postclásico: 800 a 1521 n.c.)


_
Durante el periodo Chametla último 1, llamado también fase Aca­
poneta, de 900 a 1100 n.c., hay sitios de Culiacán y Guasave que
tienen rasgos en común; caracterízase el periodo por la cerámica bor­
de rojo decorado, Cerro lzábal grabada, Aguaruto grabada, negro
sobre café amarillento, Cocoyolitos policromo, Lolandis borde rojo,
Aztatlán Policromo y banda blanco incisa; lo mismo que malacates
grandes decorados, molcajetes incisos, figurillas, y se inician los obje­
tos de cobre, pipas de barro, vasijas de piedra y hachas con ranuras
de tres cuartos.
En Guasave, sobre el bajo Río Sinaloa, este periodo temprano del
complejo Aztatlán es conocido con el nombre de Huatabampo, y se
caracteriza por la cerámica roja pulida; parece que la metalurgia y
algunos otros rasgos culturales pasan a Sinaloa, viniendo de la zona
de Amapa, Nayarit; en tanto que las hachas con ranura, vasijas de
piedra y pipas, Ilegal) del suroeste de los Estados Unidos.
Después de este periodo temprano del complejo Aztatlán, viene el
apogeo de esa cultura, principalmente en sitios de Guasave .Y Culia­
cán; habiéndose establecido una fase llamada El Taste-Mazatlán
para la zona de Chametla, la cual se relaciona con el periodo La
Divisa de Culiacán, fechable de 1100 a 1250 n.c.
El complejo Aztatlán, caracterizado por las bellas formas y colo­
rido policromo de sus vasijas, se manifiesta ampliamente en Guasa­
ve; hay enterramientos directos en posición extendida, o entierros
dentro de grandes tinajas o urnas, lo mismo que entierros atados
para formar el bulto del muerto, todos ellos acompañados de un es­
pectacular equipo mortuorio u ofrendas. Entre los objetos colocados
en calidad de ofrendas pueden citarse vasijas trípodes o vasos con
decoración policroma e incisión; vasijas de alabastro; calabazos la­
queados; pipas de barro; malacates cónicos incisos y punzonados; sil­
batos, sellos y máscaras de barro; hachas con ranura de tres cuartos;
ornamentos de concha, galena y pirita; espejos o discos con mosaico
de turquesa o pirita; cascabeles, pendientes y anillos de cobre; etcéte­
ra; hay en los restos óseos evidencias de deformación craneal y culto
a los cráneos trofeos. 26
La cultura o complejo Aztatlán se continúa hasta la fase Yebalito
de Culiacán, la cual se relaciona con Guasave, y se la coloca de 1250
a 1400 n.c.; habiendo en Culiacán una secuela evolutiva que com-
26 Ekholm, 1942.

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280 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

prende el periodo Culiacán Temprano 11, caracterizado por la cerá­


mica Aztatlán policroma, Aguaruto policro111a, Aguaruto incisa, Na­
volato Policroma, Cerro Izábal grabada, Alamitos grabada y borde
rojo decorado; junto con la aparición de pipas, malacates y hachas
con ranura de tres cuartos. Este periodo es llamado también La
Divisa. 27
A continuación viene el periodo Culiacál! Temprano I, caracteri­
zado por la cerámica Culiacán inciso, Culiacán Policromo Tempra­
no, junto con sellos, pipas, brazaletes de concha y hachas con ranura
de tres cuartos; sigue el periodo Culiacán Medio con cerámica negro
y rojo grabadas, banda incisa, Culiacán Policromo Medio, sellos, sil­
batos, figurillas, pipas efigie, malacates bicónicos, cobre, etcétera; y
por último viene el periodo Culiacán Tardío, el cual tiene cerámica
policroma combinada con negativo, cerámica acanalada, pipas, cobre
y otros rasgos. Estos tres periodos se han incluido en la fase deno­
minada Yebalito.
En general, de 1100 a 1400 n.c. ocurre el apogeo del complejo
Aztatlán, caracterizado por la cerámica Aguaruto incisa, Navolato y
Aguaruto policromas en colores negro y rojo sobre café, Aztatlán
Policromo, Guasave Rojo sobre Café, Aztatlán burdo doméstico, El
dorado inciso, Amole policromo, Tamazula policromo, Guasave poli­
cromo y Culiacán policromo; último que se presenta en colores rojo,
blanco, naranja y gris, con motivos de líneas aserradas, cruces, barras,
fajas entrelazadas, punteado pintado, monstruos, plumas, pájaros, ca­
ras humanas, etcétera. También hay figurillas tipo El Taste, orna­
mentos de cobre, hachas con ranura, hachas efigie, máscaras y sellos
de barro, pipas pintadas-incisas o con efigie, malacates decorados,
calabazos laqueados y muclios otros rasgos más.
El complejo Aztatlán aparece en sitio cercanos a Chametla, sobre
el Río Baluarte, en Culiacán, Guasave, Mocorito, y aun en la costa
de Sonora y Nayarit, o sea que los grupos humanos se han multipli­
cado y extendido por buena parte de Sinaloa, aunque por lo general
no existen grandes centros ceremoniales, sino lugares aldeanos con
casas asentadas sobre platatormas, a veces con montículos arreglados
en pequeños centros cívico-religiosos. La situación aparente es que
hasta la zona de Chametla se asentaron grupos del Clásico que tenían
relaciones con Nayarit y Jalisco; pero al iniciarse el complejo Azta­
tlán, durante el Postclásico Temprano, algunos grupos se fueron des­
plazando hacia el norte, ocupando principalmente la zona de Guasave
y Culiacán.
Durante el último periodo de Culiacán, denominado La Quinta,
de 1400 a 1530 n.c., aparecen tal vez los petroglifos grabados sobre
rocas, como los del sitio El Tecomate, consistentes en huellas de pies
21 Kelly, 1945, b.

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LA REGIÓN DE LOS LAGOS, DE LA CERÁMICA Y LA PLUMARIA 281

humanos y de animales, figuras humanas, líneas ondulantes, espira­


les, círculo§, etcétera; o los de 11acuilole, en el Río Tamazula, y los
de las márgenes del Río Elota, todos ellos con .diseños similares. 28
Por esta época ya están constituidos los cahitas, mayos, yaquis, gua-­
saves, acaxees, etcétera, de habla yuto-nahua, y con. toda probabilidad
aculturados por la supervivencia y mezcla de los grupos del complejo
Aztatlán; ya que entre los rasgos culturales que mencionan las fuen­
tes históricas para esos grupos, hay algunos que se relacionan con los
elementos arqueológicos apuntados con anterioridad.
Así, se pueden mencionar, tanto para los cahitas como para los
mayos, yaquis, etcétera, elementos culturales que en general se obser­
vaban en Sinaloa por los tiempos cercanos a la conquista española y
en el siglo XVI; entre ellos, el uso del arco y la flecha; el guajolote
domesticado; bebidas extraídas del maguey; mezquite y tunas; pino­
le; vestidos tejidos de algodón o de ixtle; gorros cónicos hechos de
tela o de piel; tatuaje; pintura facial; horadación de las orejas; uso
del cabello largo; petates; chozas de palma con techos arqueados;
empalizadas; ornamentos de oro y cobre; turquesa; balancín o palo
con redes para cargas, y literas. 29
También tenían tambores de ]?arro; teponaxtles de madera; juego
de la pelota corriendo tras de ella; juego de patolli; escuadrones de
guerra; culto a las cabezas trofeos; corte del cuero cabelludo; danzas
delante de las cabezas cortadas; canibalismo ceremonial o religioso;
flechas envenenadas; muñequeras; macanas con filos de obsidiana;
escudos; caciques o jefes con cargos hereditarios; aldeas con más de
500 casas; mercados; enterramientos; ídolos o imágenes; shamanismo;
visiones y sueños con e l peyote; pericos y águilas cautivas para el
aprovechamiento de sus plumas, y otros rasgos más.
Por eso Kelly dice que los grupos que habitaron la zona de Culia­
cán se extendieron desde Mocorito, en la costa, hasta el Valle de San
Lorenzo, en donde habían tierras húmedas y propias para la agricul­
tura; se cultivó maíz, frijol, calabaza, chile, guayaba y algodón, y se
completaba la dieta alimenticia con los productos de la caza, la pesca
y la recolección. Las poblaciones se concentraban en aldeas o villas,
especialmente a lo largo de los ríos, con casas de materiales perece­
deros asentadas sobre bajas plataformas, y en algunos lugares habían
montículos de regular altura colocados en ringleras paralelas, o dis­
tribuidos alrededor de una plaza o espacio amplio que podía servir
para el mercado.
Los vestidos eran de piel o de algodón, y el tejido era ocupación
de las mujeres; Mota y Escobar nos dice que "era toda la gente muy
lucida, bien vestida y bien tratada por la mucha cantidad de algodón
28 Orellana, 1949.
29Beals, 1932.

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282 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

que en todas estas tierras por ser muy caliente se coge, de que hace�
y tejen varias telas, vastas, gruesas y más delgadas. .. ( siendo las mu­
jeres) muy diestras en obras de aguja, así en costuras como labores ...
(y) son las indias grandes maestras de hilar y tejer".
De hecho tenían ocupaciones como el tejido, la lapidaria, la alfa­
rería, la metalurgia, el comercio, etcétera, contaban con el guajolote.
domesticado; usaban literas y el balancín con redes en los extremos
para cargar; a la vez que tenían ornamentos de oro, plata, cobre, tur­
quesa, piedra y concha; había guerreros que usaban escudos, lanzas,
arco y flecha, mazas y macanas; envenenaban las puntas de proyectil;
contaban con señores y nobles cuyos cargos eran hereditarios, y ente­
rraban a sus muertos en grandes tinajas o urnas, acompañados de
numerosas ofrendas.

US CULTURAS DE MICHOACÁN

( Periodo Clásico: 200 a 800 n.c.)


La arqueología del Estado de Michoacán apenas se comienza a
bosquejar cronológica y culturalmente; habiendo ligeras evidencias
del Horizonte Formativo o Preclásico, un poco más del Periodo Clá­
sico, y mayor conocimiento del Periodo Postclásico, especialmente de
la etapa histórica que se llena con la cultura tarasca. Del Pre-clásico
ya hemos mencionado a El Opeño, y parece que sitios como Curu­
tarán, Apatzingán, Jiquilpan, etcétera, tuvieron una base cultural de
ese horizonte; aunque la mayoría de sus rasgos caen en el Clásico.
En Apatzingán hay un periodo denominado Chumbícuaro, el cual
se distingue por la cerámica monocroma incisa y por un tipo grisáceo
con decoración incisa; luego sigue el periodo Delicias con cerámica
Delicias rojo sobre café, Delicias rojo sobre amarillento, Delicias lisa,
y la aparición de algunas tumbas; mientras que el periodo siguiente,
llamado Apatzingán, tiene algunos elementos del periodo anterior,
junto con cerámica Apatzingán rojo sobre café, Apatzingán incisa,
Apatzingán lisa, y estructuras de piedra, espejos de pirita y ornamen­
tos de concha.3º
En el lugar denominado Potrero de la Isla, por el rumbo de Zaca­
pu, se encontró un entierro que tenía cerca de la cabeza una tapadera
de incensario en barro negro y con asa en forma de cuadrúpedo, una
figurilla parecida a las de Chupícuaro, y el cráneo del individuo tenía
los dientes limados; habiendo también en el lugar cerámica policroma
en colores rojo, negro y blanco, con motivo de ardillas y otros anima­
les, lo mismo que cerámica negro sobre rojo con diseños de serpien­
tes con cabeza triangulares. 31
30 Kelly, 1947.
31 Caso, 1930.

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LA REGIÓN DE LOS LAGOS, DE LA CERÁMICA Y LA PLUMARIA 283
En el Otero, lugar cercano a Jiquilpan, hay una eminencia que
contiene edificios, plataformas, plazas rodeadas de montículos, un
juego de pelota, escalinatas, muros con losas cuatrapeadas, paredes con
piedras redondas unidas con lodo, muros construidos con metates,
terrazas niveladas artificialmente y otros rasgós arquitectónicos; co­
rresponde este centro principalmente al Clásico, aunque continuó
habitado hasta el Postclásico.
Entre los materiales observados, y que corresponden al· Clásico, se
pueden citar figurillas con caras alargadas, similares a las de Remo­
linos, Zacatecas; cerámica blanca, negro sobre rojo y borde rojo; tapa­
deras con asas; figurillas huecas parecidas a las de Colima; vasijas
con decoración al fresco, en colores verde, rojo y amarillo; cloisonné
pintado; figurillas teotihuacanoides; figurillas de serpentina; caracoles
marinos con pintura al fresco; banquitos de piedra· con decoración al
fresco; vasos de alabastro con soportes teotihuacanoides; máscaras de
piedra parecidas a las de Guerrero, y collares o cuentas de turquesa
y pirita. 32
En Zinapécuaro hay un periodo antiguo ( 600 a 800 D.c.), el cual
se caracteriza por la cerámica . policroma, en colores rojo y café sobre
amarillo o crema, que recuerda bastante el estilo de Chupícuaro,
Guanajuato; rojo y negro sobre café, con el negro delimitando al
rojo; negro y blanco sobre rojo, con el blanco delimitando el negro;
negro y rojo sobre crema parecido a Chupícuaro; rojo, negro y blanco
sobre ocre; rojo sobre café, y rojo sobre blanco, ocre o naranja; hay
también pintura negativa y al fresco. 33

( Periodo Postclásico: 800 a 1521 D.c.)

Durante este periodo Apatzingán continuó siendo ocupado, y así,


hay una fase denominada Tepetate que tiene cerámica San Vicente
rojo sobre café, Tepetate grabada, Tepetate rojo .sobre naranja y
Tepetate roja estriada; junto con tapaderas de incensarios y molca­
jetes con los fondos rayados por incisión. Luego sigue la fase Chila,
con cerámica Llano policromo, Chila policromo, Llano rojo, Chila
rojo y Chandío rojo; asociadas a braseros, pipas de barro, figurillas
moldeadas y objetos de cobre.
En El Otero aparecen algunos rasgos del Postclásico Temprano,
· entre ellos algunos molcajetes con los fondos incisos y a veces zoo­
morfos, mazas de piedra con protuberancias, collares y cuentas de
concha, cristal de roca y cobre; lo mismo que hachas con ranura,
orejeras con incrustaciones de jade o turquesa, cerámica negro y rojo
sobre blanco, decoraciói;i al fresco y cloisonné.
32 Noguera, 1941.
33 Moedano, 1946.

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284 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

A esta época Postclásica corresponde también el periodo medio de


Zinapécuaro ( 800 a I 000 o.e.) el cual se caracteriza por la terámica
policroma en colores rojo y naranja sobre ocre, pintura al fresco y
negativa, decoración esgrafiada y diseños pintados semejantes a los
de la cerámica Coyotlatelco; viene luego el periodo reciente ( 1000
a 1200 o.e.), que se distingue por la continuación de la cerámica del
periodo anterior, aunque con cambios en los motivos.
Desde luego, en la cerámica de Zinapécuaro hay rasgos que podrían
ser del periodo Clásico, fundamentalmente; entre ellos, la pintura
negativa en forma de motivos blancos sobre fondos negros, ollas pare­
cidas a las de Teotihuacán con tres soportes de botón, y motivos de
serpientes con punteado a su alrededor; mientras que los molcajetes
incisos, las vasijas con soportes de asa, y la cerámica rojo sobre crema
delimitada por incisión, sí corresponden de lleno al Postclásico.
En Zacapu, cerca del poblado del mismo nombre, hay toda una
extensa zona arqueológica edificada sobre un accidentado lomerío
volcánico, que se orienta de este a oeste, formando varios conjuntos
arquitectónicos; habiendo una serie de grandes y pequeñas plazas a
distintos niveles, muchas de ellas comunicadas por angostas calzadas
con rampas y escalinatas. La mayoría de las plazas están limitadas
por basamentos piramidales, altares, plataformas y habitaciones; hay
un grupo hacia el sur, conocido como Mal País Negro, el cual era
la parte defensiva de la ciudad, pues en las laderas se construyeron
siete grandes terrazas a manera de fortificaciones.
En este grupo hay cinco plazas con basamentos piramidales de
planta rectangular, con escalinatas y muros revestidos de lajas, adora­
torios, habitaciones y otras estructuras menores; hay también, sobre
una eminencia natural, una especie de atalaya para observación. Las
plazas se encuentran distribuidas por todo el lomerío, comunicadas
también por calzadas, y a uno y otro lado de ellas hay construcciones
de cuartos o habitaciones, tanto de planta rectangular ·como circular,
sin ninguna simetría o plan. Algunos cuartos tienen una cámara
anexa sin entrada, los cuales pudieron servir como graneros o te­
mazcales.
Por lo general todos los basamentos piramidales y altares son de
piedra tallada, colocadas en hiladas sin mezcla o mortero; aunque
otras estructuras son de lajas unidas con lodo. Las escalinatas están
limitadas por alfardas; y en el sitio se han encontrado pipas de barro,
lajas con motivos grabados, comales, cuentas de cristal de roca y algu­
nos objetos de cobre.
En el Cerro de Los Gatos, Noguera encontró cerámica pintada en
rojo y negro, parecida a la de Zacapu; cerámica blanco sobre rojo y ro­
jo sobre blanco contorneada de negro; mientras que Plancarte halló
además de la cerámica nombrada, objetos como pipas de barro con

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LA REGIÓN DE LOS LAGOS, DE LA CERÁMICA Y LA PLUMARIA 285
efigies, vasijas de alabastro, ornamentos de cobre, como anzuelos,
agujas y cascabeles, lo mismo que ornamentos de concha y de pirita.
El sitio de Cojumatlán, por las orillas del lago de Chapala, mues­
tra dos complejos principales: uno de ellos llamado complejo Cha­
pala el cual tiene cerámica Chapala rojo pulido, Chapala rojo sobre
café y Chapala rojo sobre amarillento; en tanto que el segundo,
llamado complejo Cojumatlán, se distingue por la cerámica policro­
ma en colores blanco y rojo sobre crema, o en blanco y rojo con
incisiones, asociadas a cerámica Zapotlán gris lisa o incisa, Zapotlán
roja incisa, Chapala rojo sobre café en forma de molcajetes, Coju­
matlán banda roja sobre crema y Cojumatlán blanco sobre rojo.
También aparecen vasijas plumbate o plomiza, figurillas tipo Ma­
zapan, malacates decorados, pipas de barro, objetos de cobre, incen­
sarios con efigies de. Tláloc y brazaletes de concha. 34
Durante el Postclásico Temprano ( 1100 a 1250 n.c.) las gentes
de Cojumatlán practicaban la agricultura, tenían cerámica y tejidos,
vivían en jacales de materiales perecederos, cultivaban el maíz y el
algodón, pescaban en el lago con arpones, fisgas, nazas y redes; a
la vez que cazaban venado, y pavo, pato y otras aves, tal vez con
arco y flecha. También trabajaban las pieles; tenían implementos
como manos y metates, morteros, hachas, cuchillos y puntas de
proyectil; realizaban intercambios comerciales, como se indica en
la cerámica plumbate y en los caracoles y conchas del Pacífico en­
contradas, correspondientes al complejo Chapala.
Al parecer, luego llegaron otras gentes que traían la cerámica poli­
croma, la cual tiene parecido a la mixteca y a la de Aztatlán; intro­
dujéronse también la metalurgia, los conceptos de Tláloc, figurillas
tipo Mazapan, incensarios tipo volcanes del Centro de México, mala­
cates, pipas efigie y otros rasgos. En esta época se trabajó el cobre
para hacer agujas, punzones, cascabeles y collares; se talló la concha
para obtener brazaletes, pectorales, pendientes y otros adornos; a la
vez que se enterraba a los muertos en agujeros o criptas excavadas
en la tierra, predominando la postura flexionada sentada y con la
cara viendo hacia el oeste. En el material óseo se ha observado
la práctica de la mutilación dentaria y la deformación craneal fron­
to-occipital.

Los TARAscos

Por tiempos del Postclásico Temprano el Estado de Michoacán


estaba poblado tal vez por grupos de filiación nahua, los cuales ha­
bían desarrollado una cultura que se relaciona con Jalisco, Nayarit
y Colima, principalmente; se contaba con un estilo alfarero amplia-
34 Listcr, 1949

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286 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

niente distribuido, metalurgia, técnicas de construcción, agricultura,


etcétera, o sea que había una base para el desarrollo de - la cultura
tarasca. Por este tiempo Nayarit había avanzado en las técnicas de
la orfebrería, especialmente del cobre; la cerámica era policroma,
a veces combinada con pintura negativa como la que se encuentra
en Zinapécuaro, Jiquilpan y Apatzingán; el sistema constructivo de
piedra cortada y de laja se hacía en Zacapu y El Otero; se conocían
las pipas de barro, las hachas con ranura y otros objetos; puede
decirse que muchos de estos rasgos pasaron a la cultura tarasca.
Aunque lingüísticamente el habla tarasca tiene semejanza con len­
guas del Perú, y algunas vasijas recuerdan ciertas formas de esa
misma región, es probable que esto se deba a influencias venidas
por la costa del Pacífico hacia el occidente, en tiempos finales al
Horizonte Clásico; puesto que el concepto de las tumbas de tiro de
Jalisco y Nayarit (Colombia y Ecuador), la metalurgia de Nayarit
(Centroamérica), lápidas con figuras esquematizadas que aparecen
en la costa de Guerrero (Perú), soportes de vasijas con representa­
ciones de dioses que se encuentran en Guerrero ( El Salvador), la
policromía y ciertos diseños de la cerámica de Sinaloa (Costa Rica),
·y algunos rasgos más, indican influencias centro y sudamericanas
que ocurrieron principalmente en los fines del Clásico.
Así, un tanto hipotéticamente, no sería improbable que algunas
gentes de Michoacán hubieran conservado una lengua semejante a
la peruana, y que se hubieran asentado como un islote lingüístico
y cultural por la región del Lago de Pátzcuaro, fundamentalmente;
siendo éstos los que fueron conquitsados por otro grupo chichimeca­
nahua, por los finales del Postclásico Temprano, y de la fusión de
ellos salió la cultura tarasca, la cual tomó a su vez muchos de los
rasgos enunciados anteriormente.
Como quiera que sea, la Relación de Michoacán dice que " ...lo
que se colige de esta historia es que los antecesores del Cazonci vinie­
ron a la postre a conquistar esta tierra y fueron señores de ella. Exten­
dieron su señorío y conquistaron esta provincia que estaba primero
poblada por gente mexicana, nahuatlatos y de su misma lengua, que
parece que otros vinieron primero, y había ·en cada pueblo su cacique
con su gente y sus dioses por si ..."; siendo esta fuente de prime­
rísima importancia para el conocimiento de la historia antigua de
los tarascos, cuyo nombre proviene del hecho de que los reyes y
caciques de importancia, para congraciarse con los conquistadores
españoles, les daban a sus hijas en matrimonio, y el término de
yernos (tarascue) que ellos daban a los esposos de sus hijas, fue
tomado por los españoles para nombrar a los habitantes de Michoa­
cán.
A la llegada de este grupo -que parece haber sido nahua de la
región del Bajío de Guanajuato, y que se denominaba Vacúsechas

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LA REGIÓN DE LOS LAGOS, DE LA CERÁMICA Y LA PLUMARIA 2137

o águilas, purépechas o guanáxeos- había poblaciones en Zacapu,


Zamora7 Jiquilpan, El Otero, Naranjan y otros lugares hacia el noro­
este del Lago de Pátzcuaro; la Relación de Michoacán nos dice que
el grupo llegó a las proximidades de Naranxan, guiados por un jefe
de nombre Hireti-ticátame, el cual conquistó el lugar, y el señor de
Naranxan, llamado Ziranzirancamaro casó a su hija con el jefe con­
quistador, y los grupos convivieron temporalmente en ese lugar.
Más tarde, por presiones del señorío de Zacapu, Hireti-ticátame
fue obligado a abandonar Naranxan, y se dirigió hacia la región del
Lago de Pátzcuaro, y se asentó en Zichaxúquaro donde levantó un
cu o templo a su deidad; pero los de Naranxan se aliaron a los de
Cumanchén y les dieron guerra, y en una pelea murió el jefe Hireti­
ticátame. Su hijo Sicuírancha tomó el mando del grupo y se dirigió
a Vayameo (hoy Santa Fe de la Laguna), en donde levantó un cu
al dios Curicaveri; y al morir se dice que fue enterrado al pie del
mismo.
A su muerte subió al trono de Vayameo su hijo Pavácume I, y
a éste le siguió Vápeani l. Luego reinó Curátame I, el cual realizó
una expedición a Curínguaro, dejando al morir dos hijos: Pavácu­
me II y Vápeani 11. Estos cambiaron la capital del reino a Capá­
curio, y lograron que la tribu adquiriera prestigio, peleando contra
los pueblos de los alrededores del Lago de Pátzcuaro; menciónase
que en sus correrías estuvieron en sitios como Patamagua, Xeuqua­
ran, Hochenguero, Tariacaherio, Urichu, etcétera, hasta que descu­
brieron las islas de Xaráquaro y la Pacanda, llenos de cués y templos.
Al parecer el Lago de Pátzcuaro y las islas estaban habitadas por
grupos lacustres y agrícolas, entre ellos el sitio que luego fue Tzin­
tzuntzan y que se llamaba Michuacán; sobrevino una serie de luchas
por la posesión del lugar, hasta que la población abandonó el sitio
y se fue a TarÍáran, al suroeste del Lago de Pátzcuaro.
El cacique de la isla de Xaráquaro, llamado Curícaten, invitó
a Vápeani II y a Pavácume II para vivir entre ellos, dio una hija a
Pavácume y lo nombró sacrificador; pero el señor de Curínguaro,
que era aliado de Xaráquaro, pidió la expulsión de los dos hermanos,
y éstos tuvieron que abandonar el lugar, se fueron hacia Tarimichún­
daro, y fundaron a Pátzcuaro. Más tarde los de Curínguaro tendie­
ron una emboscada a los dos hermanos, en la cual murieron; y que­
daron Zétaco y Aramen, hijos de Vápeani 11, y Tariácuri, hijo de
Pavácume 11, en Pátzcuaro.
Desde pequeño se le inculcó a Tariácuri el deseo de vengarse de
los de Curínguaro, Pacandan y Xeréquaro, aunque había nacido en
este último lugar; y ya joven, Tariácuri inicia la lucha contra los
isleños, poniendo sitio a Xaráquaro, los cuales piden ayuda a Zu­
rumban, señor de Taríaran. Este cacique mandó a un sacerdote lla­
mado Naca a concertar una alianza con Tariácuri, pero los de Pátz-

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288 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

cuaro le dan muerte; y después de vencer a los de Curínguaro,


Tariácuri casó con una hija del señor de ese lugar, con la cua\ tuvo
un hijo llamado Curátame 11.
A continuación Tariácuri ensancha el dominio de Pátzcuaro, en­
viando a sus sobrinos Hiripan y Tangaxoan I a conquistar lugares
como Cumanchén, Zacapu, Taríaran y Tacámbaro, conquitan hasta el
Balsas y sur de Guanajuato; y antes de morir Tariácuri repartió
el reino, dejando a su hijo Hiquingaxe o Hicugaje el señorío de
Pátzcuaro, a Tangaxoan I le dio Tzintzuntzan-Michuacán, y a Hiri-
pan le dejo Cuyucan-lhuatzio.
En Tzintzuntzan (lugar de colibríes) el sacerdote Taryaran rendía
culto a la diosa Xarátanga, en cuyo honor se erigió un templo en
el barrio _del Yauaro; y llegando a adquirir la supremacía este lugar,
se convirtió en la capital del reino. El jefe Tzizispandáquare, hijo
de Tangaxoan I, le dio brillo y fama a la capital, combatió contra
los tecos pidiendo ayuda a los matlatzincas de Toluca, quienes al
vencer ocuparon lugares desde Tiripetío hasta Indaparapeo; y llevó
sus conquistas hasta Colima y Zacatula, absorbiendo el señorío de
Ihuatzio.
Por su tiempo, Axayácatl declaró la guerra a los de Michoacán,
y con. su ejército llegó a Taximaroa, donde fortificó la ciudad; pero
al avanzar hacia Zinapécuaro fue derrotado por los tarascos. A la
muerte de Tzizispandáquare subió al trono su hijo Zuangua, el cual
venció a los ejércitos de Moctezuma II en Zinapécuaro y Taximaroa;
ocurrió luego la llegada. de los españoles al Altiplano Central, y la
muerte de Zuangua, al cual sucedió su hijo Tangaxoan II o Zinci­
cha. Al llegar Cristóbal de Olid a Michoacán, Tangaxoan deja a
Tzintzuntzan y se refugia en Uruapan; pero en 1528 Nuño de Guz­
mán toma prisionero a Zincicha y lo envía a México, de donde
regresa, y muere en Puruándiro, terminando así el poderío tarasco
y la cultura prehispánica de esa región.

LA CULTURA TARASCA

Los tarascos tuvieron una economía mixta, basada en la agricul­


tura, la caza, la pesca y la recolección. Cultivaban maíz de varios
colores, calabaza, frijol, chile, camote, jitomate y chía; aprovechaban
el algodón, el tabaco, el bledo, el maguey y varias frutas; Sahagún
nos dice al respecto que en Michoacán "se dan muy bien los basti­
mentos, maíz, frijol, pepitas y frutas ... huauhtli y chían".
Para la agricultura contaron con el bastón plantador y hachas o
coas de cobre; practicaron el sistema de roza o milpa; contaron con
riego por medio de canales, y tuvieron terrazas para los cultivos,
pues en la Relación de Chilchota se dice que " ... por ser muy
pedregoso y de mal país las piedras están puestas a mano, como

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LA REGIÓN DE LOS LAGOS, DE LA CERÁMICA Y LA PLUMARIA 289

gradas, dejando entre grada y grada como una vara de medir de


ancho, limpio, donde plantaban el maíz".
Al parecer la agricultura se hacía colectivamente, y en tiempos
de la cosecha el señor distribuía a cada familia lo que les corres­
pondía de acuerdo con su trabajo y necesidades; habiendo tierras
del Irecha, o señor principal, cuyos productos beneficiaban al Estado,
tierras de los sacerdotes o de los templos para costear los cultos reli­
giosos, tierras de los guerreros y señores importantes, lo mismo que
tierras comunales para el pueblo. En la Relación de Michoacán se
dice que "los señores tenían esclavos que les labraban sus semente­
ras", y en general había un mayordomo de las sementeras del Irecha,
el cual vigilaba que se cultivasen sus tierras.
Siendo principalmente lacustre la región tarasca, muchos de los
pueblos se dedicaban a la pesca, empleando canoas, anzuelos de
cobre y hueso, nazas, redes y fisgas; y obtenían tortugas y pescado
blanco, truchas, bagres, charales y otros pescados, que se comían
frescos o se secaban al sol para su consumo posterior. La caza se
practicó tanto en el lago como en la sierra, especialmente con tram­
pas, arco y flecha y fisgas; y se obtenían patos, aves acuáticas, vena­
dos, conejos, jabalíes, guajolotes silvestres y otras especies.
Por su parte, la recolección les proporcionaba huevera de pescado,
larvas de insectos, tunas, tubérculos, miel, tules, zapotes, capulines
y otros productos; menciónase que hacían pulque del maguey; vinos
de tejocote, tuna, ciruela y capulín; bebidas de chía y miel; atoles,
tamales y tortillas de maíz; panes de bledo o "alegría"; una especie
de té sacado del nurite; y los alimentos de carne y pescado eran
cocidos, o se tomaban asados.
Entre los diversos oficios o artesanías que tuvieron los tarascos
se pueden citar la carpintería, la plumaria, la metalurgia, la lapida­
ria, la alfarería, el tejido y la albañilería, lo mismo que curtidores de
pieles, canteros, pintores, laqueadores y otros más; hay evidencias
arqueológicas de ellos, y datos en las fuentes históricas. La carpinte­
ría permitió obtener banquillos, sillas con respaldar, arcones o cajas,
cunas, camas, escaleras de mano, canoas, arcos, remos lanzadardos,
tambores o atabales, casas y trojes; habiéndose contado con herra­
mientas de piedra y de cobre bastante eficientes para la época.
Respecto a la plumaria, Beaumont, en su Crónica de Michoacán
dice que "inventó el ingenio tarasco las cosas singulares de pluma,
con sus mismos colores nativos, asentando de la misma manera que
lo hacen en un lienzo los más diestros pintores con delicados pin­
celes. Solían en su gentilidad formar de esta pluma, animales, aves,
hombres, capas y mantas para cubrirse, vestiduras para sus sacerdo­
tes y dioses, coronas, mitras y rodelas, mosqueadores, con otros curio­
sos objetos que le sugería su imaginación".

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290 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

"Estas plumas eran verdes, azules, rubias, moradas, pardas, amari­


llas, negras y blancas, no teñidas por industria, sino como las crían
las aves que cogían y mantenían vivas al intento, valiéndose hasta
de los más mínimos pajariIIos"; añadiendo que "el modo de engarzar
las plumas era cortarlas muy menudas; y el lienzo de maguey que
es la planta de la tierra con cola muy templada iban organizando
las plumas ... con unas pinzas y pegándolas a la penca o tabla; se
valían de sus nativos colores para dar las sombras y demás necesarios
primores que caben en el arte según pedía la imaginación que que­
rían pintar".
Sobre la metalurgia, Motolinía dice que "esta tierra de Michoacán
es la más rica en metales de toda la Nueva España, así de cobre
y estaño como de oro y plata ... "; puede decirse que además de
los placeres y arenales auríferos de ríos corno el Zacatula o Balsas,
había ricos yacimientos y minas de oro, plata y cobre en varias partes
<le Michoacán, ya que Motines del Oro, Pornaro, Cofre, Ostutla y
Morcillo en Tarnazula, fueron minas. También en el Lienzo de Ju­
cutacato se representa un movimiento de gentes en busca de minas
en varias partes de la región tarasca.
Los tarascos conocieron las técnicas del martillado en frío o lami­
nado, fundición en moldes por el proceso de la cera perdida, filigrana
con alambre, y la soldadura; trabajaron el oro, la plata y el cobre,
especialmente, dorando muchos ornamentos de cobre y soldando
distintos metales. Así, realizaban delicadas reproducciones de peces
con los cuerpos de plata y las escamas de oro; cascabeles en forma
de tortugas, moldeadas y con adición de alambre soldado o filigrana;
alfileres rematados en cabezas de animales o humanas; bezotes con
motivos florales; brazaletes repujados; y, en general, hicieron aretes,
agujas, alfileres, cascabeles, coas, hachas, anzuelos, broches de ves­
tidos, anillos, brazaletes, pinzas para depilarse la cara, máscaras,
cuentas para collares, bezotes, orejeras y otros objetos más. En oca­
siones se combinó la metalurgia con el mosaico de turquesa.
Los lapidarios tallaban la toba volcánica, la obsidiana, el cristal
de roca, la pirita, la turquesa, la amatista y otros materiales duros,
todo ello con singular maestría y perfección; son notables las oreje­
ras de obsidiana transparentes como el vidrio, a veces decoradas con
mosaico de turquesa; los espejos y narigueras de obsidiana; los bezo­
tes de cristal de roca o de obsidiana, a menudo con láminas de oro,
y el mosaico de turquesa; aunque en general los lapidarios hicieron
hachas, cuchillos, navajas, puntas de proyectil, mazas, tronos en
forma de coyotes, chacmoles, esculturas y algunas obras más.
La alfarería estuvo muy desarroIIada, y se contó con cerámica
tanto doméstica como funeraria; sobresalen desde luego las grandes
urnas o tinajas donde se depositaban las cenizas de los muertos, y
recipientes para comer y beber, vasijas policromas para colocar como

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LA REGIÓN DE LOS LAGOS, DE LA CERÁMICA Y LA PLUMARIA 291

ofrenda en los enterramientos, pipas, malacates, cuentas para collares


y hornillos para fundir los metales.
Entre los tipos cerámicos hay negra pulida brillante, en forma de
ollas y vasijas con cuatro protuberancias, por lo regular con asas
de canasta y vertederas; · policroma . en colores negro, rojo, crema y
gris, formando diseños geométricos y en forma de platos con sopor­
tes bulbosos, vasijas con asa y vertedera, patojos y vasijas miniatura;
rojo sobre blanco y otras modalidades; combínase en muchos casos
la policromía con la pintura negativa.
La cestería y el tejido les permitió tener vestidos, alpargatas,
redes, cuerdas, mecapales, canastos, petates, abanicos y otros obje­
tos, los cuales se hacían de algodón, maguey, pochote, ixtle, pelo de
conejo, plumas, tule y palmas, principalmente; había agujas, punzo­
nes y malacates, y han de haber contado con telares y colorantes.
Los canteros extraían la piedra, esp�cialmente la toba volcánica
o "xanamu", que se tallaba y utilizaba en el revestimiento de las
yácatas; también se tallaban la concha y el hueso; se curtían las pie­
les; y se decoraban guajes o calabazos con turquesa, y tal vez se
pintaban también por la técnica del laqueado, utilizando una mezcla
de _colorantes con la grasa de un insecto llamado "aje" ( coccus
axin).
Al respecto el padre La Rea dice que "la pintura de Peribán, hasta
hoy no imitada, se inventó en esta provincia; y fuera de ser tan vis­
tosa, el barniz es tan valiente, que a porfía se deja vencer del tiempo
con la misma pieza en que está pegado; porque siendo natural en
los colores marchitarse con el uso, perderse y despegarse con las aguas
calientes, con los golpes y trasiegos, éste de Michoacán no se rinde
ni marchita con el tiempo, sino se hace tan de una pasta con la
madera o vaso, que dura lo mismo que él".
Según la Relación de Michoacán, la mayor parte de la gente del
pueblo iban desnudos, pero los hombres usaban cuando más un
braguero o maxtle, y las mujeres usaban enaguas, e iban con el torso
descubierto o con una corta capa o pañoleta a la espalda. Los nobles
y señores importantes usaban jubones o camisas largas, capas de
pieles o de plumas, sandalias de cuero de venado y tal vez de fibras;
a la vez que llevaban una como diadema o turbante de piel de
ardilla o de venado, y ricos ornamentos. Las mujeres de ellos vestían
con faldas, huipiles y sandalias, hechas con materiales de mejor
calidad.
El señor principal o Irecha se vestía con una camiseta sobre la
cual se ponía un jubón de plumas con las insignias reales, se ador­
naba con un tocado de plumas preciosas verdes, y sus joyas eran
de oro, plata, turquesa, obsidiana y concha, entre ellas orejeras, bra­
zaletes, bezotes y collares; a la vez que llevaba ajorcas con cascabeles
de oro, un ceñidor de piel de tigre y cotaras o sandalias de cuero.

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292 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

El gran sacerdote, o Petámuti, usaba una camiseta negra, una


capa sobre la espalda, y sandalias; llevaba unas tenacillas de oro o
de plata colgada al cuello; un guaje o calabazo a la espalda, decorado
con turquesas, y en el cual guardaba el tabaco que ofrecía a los dio­
ses; lo mismo que una lanza con punta de obsidiana o de pedernal,
adornada con plumas.
El jefe de la guerra llevaba en la cabeza un tocado de plumas,
una rodela a la espalda, muñequeras de piel de tigre, un jubón de
algodón, orejeras, bezote y ajorcas con cascabeles; a la vez que car­
gaba una especie de bandera a la espalda, sujeta a los hombros. Los
capitanes usaban también tocados de plumas, jubones, petos acol­
chados de algodón, sandalias, bezotes y otras prendas; mientras que
los soldados iban con maxtles o bragueros, y con la cara y el cuerpo
pintados.
En la Relación de Chilchota se dice que " ...sus trajes eran unas
mantas de anequén, a manera de chamarra e unos masteles. Las
mujeres se vestían naguas y guaypiles, como agora las traen, pintadas
de muchos colores. Los guaypiles son a manera de camisa sin cuello
y sin mangas y sacan los brazos por agujeros que están junto a donde
caen los hombros y las naguas es una manta de dos varas que en­
vuelven de la sinta abaxo".
A su vez Sahagún informa que " ...traían· unas jaquetillas sin
mangas, a manera de huipiles ... su vestido_ era el pellejo de gatos
monteses, o de tigre ... o de venado o de ardillas, y por atavío o
aderezo traían plumajes redondos a manera de aventadoricos, de
pluma encarnada, metida en la guirnalda que traían en la cabeza,
hecha de pellejo de ardilla". También dice que las mujeres eran
buenas tejedoras, "labranderas de mantas galanas, y de las grandes
que traen dobladas ... antiguamente no traían sino la jaquetilla que
les llegaba hasta la rodilla, y llámase cicuil o xicolli, que son a
manera de huipiles ... en el labio ponían sus bezotes y en las orejas
sus orejeras por vía de galanía. Las mujeres traían sus naguas, mas
eran angostas y cortas, que llegaban hasta las rodillas".
Entre los tarascos el Irecha o Cazonci era el representante del
poder, el cual era ayudado por otros señores principales en la admi­
nistración del reino; nos dice la Relación de Michoacán que " ...es­
taba dividido el reino en cuatro partes ... (y) había poblados me­
nores sujetos a aquéllos ...". Para elegir al Irecha se reunían los
señores principales, viejos y guerreros distinguidos de las cuatro partes
del reino, y por regla general éste era el hijo del anterior; era con­
ducido a la casa real por el sacerdote mayor y señores principales,
luciendo sus insignias reales, que eran "una guirnalda de cuero de ti­
gre en la cabeza y un carcaj de cuero de tigre con sus flechas, o de
otros animales de colores; y un cuero de cuatro dedos en la muñeca

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LA REGIÓN DE LOS LAGOS, DE LA CERÁMICA Y LA PLUMARIA 293
y unas mantillas de cuero de venado con el pelo y unas uñas de
venado en las piernas".
El Irecha o Cazonci tenía como funciones principales el culto a
los dioses y la administración y justicia de su territorio, era el repre­
sentante del dios Curicaveri y señor absoluto del reino; y "todo su
ejercicio era entender en las fiestas de los dioses y de mandar traer
leña para los cúes y de enviar para las guerras", a la vez que nombra­
ba a los funcionarios administrativos.
Entre los funcionarios había señores que acompañaban al Irecha
a todas partes (Achaecha), señores que atendían los asuntos de Es­
tado ( Carachacapacha), nobles administrativos (Qhuangariecha),
gobernadores de pueblos (Angatacuri), señores principales que go­
bernaban en las cabeceras del reino (Achaca), un ·jefe. absoluto de
la guerra y segundo del Cazonci ( Ocambecha), capitanes del ejército
(Angahatangari); lo mismo que un funcionario que recogía los tri-
. butos (Pirovaque Vardari), un mayordomo de las sementeras (Tareta
Vaxatati), y funcionarios encargados de reglamentar la caza y pesca,
tesoreros, mayordomos de las construcciones, mensajeros, comercian­
tes, etcétera.
Dentro de la ·Organización de la sociedad los tarascos tenían fun­
cionarios encargados de impartir justicia, uno de ellos principal, que
se encargaba de fallar sobre pleitos de tierras, y de legislar en asun­
tos de derecho penal (Venaxanoti); pero en casos delicados el Petá­
muti era el que decidía, y en última instancia el Cazonci. Por lo
general se consideraban delitos el no traer leña para los fogones de
los templos cuando lo ordenaba el Irecha, no ir a la guerra o deser­
tar, dejar perder las sementeras del Estado, quebrar o destruir los
magueyes, robar el maíz tierno de otra persona, andar vagando,
practicar hechicería, cometer homicidio, incurrir en adulterio y pros­
titución.
El sacerdocio estaba también organizado por rangos. El sacerdote
mayor o Petámuti era el jefe de los demás sacerdotes, tenía como
insignias un cala bazo o guaje engastado de turquesas, una lanza y.
unas pinzas colgadas del cuello; seguían en jerarquía los Curitiecha
o sacerdotes menores, que eran predicadores y se encargaban de en­
cender los fuegos, traer leña y oficiar en las ceremonias; venían
después los sacrificadores o Axamechas, los ayudantes de los sacri­
ficios o Hoptiechas, y otros más.
Así, en términos generales, se puede decir que la organización
social de los tarascos era semejante a la de los mexicas, ya que ambos
grupos fueron fundamentalmente guerreros; habiendo estamentos
sociales jerarquizados, c_on funciones diversificadas. Los nobles; sa­
cerdotes, señores, caciques, capitanes, mayordomos, jueces, etcétera,
pertenecían al estamento superior; los comerciantes, artesanos, artis­
tas, sacerdotes menores, etcétera, correspondían a un estamento in-

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294 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

termcdio; y los soldados, agricultores, sirvientes, esclavos, etcétera,


quedaban en el estamento inferior.
Al parecer la poligamía era practicada por los señores principales,
pues en la Relación se dice que el Irecha guardaba "en un encerra­
miento" de su casa muchas mujeres, llamadas "mujeres de Curica­
veri", y "de éstas tenía muchos hijos"; a la vez que "después casaba
algunas de estas señoras con algunos de los principales". Sin embargo,
había una mujer principal (ireri) con la cual contraía matrimonio
el Irecha.
En general, las mujeres del Cazonci tenían ocupa�iones fijas y
determinadas, y como era representante de Curicaveri, sus esposas
eran compañeras del mismo dios, y no salían del palacio sino con
motivo de las fiestas ceremoniales; había algunas que tenían a s�
cuidado las joyas del señor; otras que mandaban a los sirvientes,
algunas más que vigilaban a las tejedoras de algodón y pluma con
que les hacían sus vestidos, y otras que preparaban los alimentos.
Salvo unas pocas deidades antiguas que el grupo conquistador
ha de haber incorporado a su panteón, después de dominar a los
pueblos lacustres, los tarascos desarrollaron una religión politeísta con
predominio de los dioses relacionados con el sol, el fuego, la caza
y la pesca; pero el culto al fuego regía la vida religiosa de éstos, y
gracias a Cueraváperi (principio femenino) y a Curicaveri (princi­
pio masculino) nacieron los demás dioses.
Cueraváperi fue la creadora y madre de �os dioses, fue tam_bién
deidad de la vida y la muerte, y en su aspecto de patrona de las
parturientas era conocida como Pehuame; en tanto que Curi�averi
tenía varias advocaciones, pues era el dios del fuego, el mensajero
del Sol o Curita-cáheri, el sol de la mañana o Sirahtatáhperi, y como
creador de los dioses era la "gran alumbrada" o el gran fulgor, la
hoguera que arde en el cielo.
Así, Curicaveri estaba ligado al fuego y al sol, tenía que ver con
el alumbramiento del mundo, con los hogares de los templos y las
casas, con el fuego nocturno y con todo lo que se ligara a esos dos
elementos; nos dice la Relación respecto a Curicaveri que "los dioses
del cielo le dijeron que había de ser rey y que había de conquistar
toda la tierra y que había de haber uno que estuviese en su lugar
que entendiese en mandar traer leña y que después decía que
d que era irecha está en lugar de Curicaveri ... "; lo cual explica por
qué el Cazonci era el representante del dios y tenía carácter casi
divino. Curicaveri significa "el que ordena se haga el fuego", es decir,
el que ordena se encienda el sol (Juriata) en el cielo; en tanto que el
Irecha es el que ordena se prendan los fuegos en la tierra, mediante
un pedernal del cual brota la chispa divina.
El Sol (Querenda-angápeti) tenía cuatro casas: una en el sur, don­
de estaban sus mujeres y el vino para beber, donde estaban los

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LA REGIÓN DE LOS LAGOS, DE LA CERÁMICA Y LA PLUMARIA 295

conejos echados o Uirauanechas y los atabales para bailar, y en


donde se le conocía como Tares-úpeme ( culebra o hechicero que
engendra). Otra casa estaba en el oeste, donde se le conocía como
Cupanzieri o Sol muerto; una más quedaba en el norte, donde
residían· los dioses primogénitos; y la última casa estaba en el este,
donde residían los muertos.
Estas cuat_ro casas o partes del mundo tenían también un color
especial y una deidad particular: rojo para el este, blanco para el
oeste, amarillo para el norte y negro para el sur; en tanto que las
deidades recibían en general el nombre de Tirípemes, y así, Tirí­
peme-quarencha residía en el este, Tirípeme-turupten en el oeste,
Tirípeme-xungápeti en el norte. y Tirípeme-cáheri en el sur. En el
centro, y con el. color azul, estaba Chupi-tirípeme, el cual era como
un dios del agua con sus cuatro nubes.
A su vez el universo estaba dividido en tres planos superpuestos,
y cada región o plano tenía sus cuatro puntos cardinales y el punto
central> con deidades especiales y colores distintivos; conocíase el
plano superior o región del firmam�nto con el nombre de Auandaro,
la región intermedia con el nombre de Echerendo, y el -plano infe-
rior o región de la muerte era conocida como Cumiechícaro.
Tirípeme-xungápeti, deidad amarilla del norte, era dios de la fer­
tilidad; Tirípeme-cáheri, deidad negra del sur, llamada también ti­
huime (ardilla negra) era el Sol que bajaba al mundo de·los muertos,
e iba a la guerra pintado de negro y con un estandarte de plumas
de garza blanca; Tirípeme-quarencha, deidad roia del oriente, era
conocido también como Urende-quauécara, y era el lucero ve·nus
y dios del mar, al cual los pescadores ofrendaban peces, conchas y
caracoles marinos; mientras que Tirípeme-turupten, deidad blanca
del poniente, era la estrella de la tarde, y dios del viento o gemelo
precioso. Con el tiempo Tariácuri se convirtió en un héroe deificado,
llegando a simbolizar al dios del viento, o s�. que fue también un�
especie de Quetzalcóatl mexica.
Otra� deidades fueron: Xarátanga, diosa joven de la germinación
de las plantas y de los mantenimientos, diosa lunar y patrona del
amor; Tihuime, o dios de la muerte; Uhcumo, o mensajero· de la
muerte; Auicanime o diosa del hambre; Pehuame o diosa . de los
partos; y Uinturópati o diosa del maíz.
Algunos de estos dioses eran reverenciados en lugares especiales,
con rituales, fiestas, ofrendas y sacrificios; y asi Xarátanga fue ado­
rada ·en Taríaran y Tzintzuntzan, Hacuitze-atápenie en Jarácuaro,
Chupi-tirípeme en Pacandari, Tares-úpeme en Cumanchén, Queren­
·da-angápeti en Zacapu,. Urende-quauécára en Curínguaro, Tiríperne­
xungápeti en Pichátaro, Tirípeme-turüpten en lrámuco, Tirípeme-cá-
35 Corona Núfiez, 1957.

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296 UNA VISIÓN DEL MÉXICO· PREHISPÁNICO

herí en Páreo, Curicaveri en Pátzcuaro, y Cueraváperi en Zinapécuaro


y Araró.
Relacionados con la religión estaban los sacrificios, ofrendas, auto­
sacrificios, ceremonias y juegos. Como la religión de los tarascos gira­
ba en torno al sol y al fuego, una de las principales tareas de los
señores era traer y hacer traer la leña para mantener las fogatas de
los templos; y por esa razón el Cazonci era el fogonero supremo,
considerándose que el fuego y el humo que subía al cielo era como
una comunión entre el hombre y los dioses. También el fumar en
pipa era una prerrogativa de los señores y sacerdotes, ya que simbó­
licamente comían el humo; tal como el humo de .las fogatas de los
templos, que ascendía al cielo, era comido por los dioses;
Por lo general, en honor de los dioses se consumían grandes canti­
dades de leña para las fogatas de los templos; se quemaban pelotillas
de copal y tabaco; se arrojaban al fuego pequeñas mantillas y las
gotas de sangre del autosacrificio; a la vez que se ofrendaban panes,
bebidas, y productos de la caza, pesca y cosechas, en fiestas especia­
les tal vez regidas por un calendario ceremonial.
En Zacapu, en honor de Querenda-angápeti, se "ofrendaban los
primeros frutos de la cosecha, incienso, mantillas, joyas, esteras, flo­
res y cuanto de precioso tenían ..."; mientras que en Zinapécuaro
celebraban una fiesta en el mes de Sicuíndiro, en honor de Cuera­
váperi, madre de los dioses.
Según la Relación de Michoacán, "cinco días antes de la fiesta se
1legaban los sacerdotes de los pueblos con sus dioses y venían a la
fiesta y entraban a las casas de los papas los bailadores.llamados Ces­
cuarecha, y otros dos sacerdotes llamados Hauiripitzipecha. Ayunaban
hasta el día de la fiesta. La víspera señalaban en los pechos lqs sacer­
dotes a dos esclavos o delincuentes que ·habían de sacrificar el día de
la fiesta. Bailaban el día de la fiesta los dichos bailadores con sus
rodelas de plata a las espaldas y lunetas de oro al cuello. Y venían
dos principales a aquel baile y éstos representaban las nubes blanca
y amarilla, colorada y negra, disfrazándose para representar cada una
de éstas. Y sacrificaban los dichos esclavos y sacando los ·corazones
hacían sus ceremonias y los· llevaban al pueblo de Arar6 desde Zi-
napécuaro".
En la fiesta del mes Charapu-zapi se llevaban ofrendas para los que
eran sacrificados; en la del mes Cáheri-uapánscuaro se bailaba con
cañas de maíz � Ja espalda; en las de los meses Cuingo y Curándaro
era llevada la diosa a Tzintzuntzan, donde "le daban dos esclavos
en ofrenda para su sacrificio"; y en cada plenilunio las sacerdotisas
(guananchecha) de Nana-cutsi (la Luna) bailaban una danza lla­
mada Canacua (coronas) en ofrenda a la diosa. Estas sacerdotisas,
coronadas de flores y llevando guirnaldas· en las manos, bailaban a

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LA REGIÓN DE LOS LAGOS, DE LA CERÁMICA Y LA PLUMARIA 'lf}7

la hora de la luna llena en los atrios de los templos; siendo como una
danza de alegría, en señal de que la diosa había renacido.
Como representante del dios del fuego, el Irecha o Cazonci era
el único que podía ser quemado al morir; la Relación nos dice que
a su muerte se le bañaba por los señores, se le. vestía y se le ataviaba
con todas sus insignias. "Poníanle junto a las carnes una camiseta
de las que usaban los señores, muy delgada, y unas cotaras de cuero
y todas las prendas de adorno; y hacíanle una cama de muchas man­
tas de colores, muy alta, y ponían aquellas mantas en unas tablas
anchas y a él poníanle encima y atábanle con unas trenzas ..."
"Y hacían otro bulto encima de él de mantas con su cabeza, y
ponían en aquel bulto un gran plumaje de muchas plumas, muy lar­
gas, verdes y muy ricas ... " "Sacábanle a la media noche. Iban de­
lante de él alumbrando con unos hachones graneles de teas. Iban
taneando dos trompetas. Iban delante toda aquella gente que lleva­
ba consigo para matar."
"Y así le llevaban hasta el patio de los cúes grandes, donde ya
habían puesto una hacina de leña seca, concertada una sobre la· otra
de raias de pino. Y dábanle cuatro vueltas alrededor de aquel lugar
donde le habían de quemar, y poníanle encima de aquella leña así
como le traían y ponían fuego alrededor y ardía toda aquella leña.
Y luego achocaban toda aquella gente con porras y enterrábanlos atrás
del cu de Curicaveri, de tres en tres y de cuatro en cuatro. Y como
amanecía estaba ya que·mado el irecha, hecho ceniza."
"Juntaban toda aquella ceniza donde había caído el cuerpo que­
mado y llevaban todo a la entrada de la casa de los papas y echá­
banlo en una manta y hacían el bulto de mantas con todas aquellas
cenizas y oro y plata derretidas ..."; "y hacían al pie del cu de Curi­
caveri, al principio de las gradas debajo, una sepultura de más de dos
brazas y media de ancho, algo hondo y cercábanla _con petates nuevos
por dentro y en el suelo, ponían allí una cama de madera dentro, y
tomaban aquellas cenizas con aquel bulto así compµesto ..."; "y así
le llevaban a la s.epultura donde antes _que le pusiesen habían cercado
aquel lugar de rodelas de oro y plata y por dentro y los rincones po­
nían muchas flechas ... y metían allí una tinaja donde aquel sacer­
dote ponía aquel bulto dentro de la tinaja, encima la cama de ma­
dera, que mirase al oriente ... y ponían unas vigas atravesadas en­
cima la sepultura y unas tablas y embarrábanlo todo por encima ..."
En el caso de muerte de algún señor principal se le hacía .saber al
Irecha, y se le llevaban a devolver "su bezote de oro y orejeras y bra­
zaletes y collares de turquesas que eran las insignias del señor que le
había dado el Irecha cuando le criaban señor "; -y el rey recomendaba
a la viuda que siguiera cuidando la casa, mientras se le escogía otro
esposo.

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298 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

Los tarascos usaron en la guerra armas ofensivas y útiles defensivos.


Entre las primeras se pueden citar arco y flecha, carcajes para llevar
las flechas, macanas (macuáhuitl), espadas de madera, porras,-clavas,
mazas de encino con púas de metal o de piedra, hondas y lanzadar­
dos; mientras que entre los segundos habían rodelas_ o escudos. de
cañas, hilo y plumas; cascos; petos de algodón (ichcahuipilli). y mu­
ñequeras de piel.
A la guerra "iba muchas veces el Cazonci con su arco y sus flechas
que llevaba en la mano" y siempre casi todos los varones; formán­
dose un ejército numeroso, organizado por barrios o capitanías. La
declaración de guerra consistía en poner un haz de leña con una fle­
cha encima a la entrada del pueblo que se iba a atacar; y antes d�
la pelea se invocaba la protección d� los dioses y se celebraban cere­
monias especiales. Con el ejército iban músicos, que tocaban grandes
trompetas, caracoles marinos, carapac.;hos de tortuga, atabales y otros
instrumentos; mientras que algunos sacerdotes· llevaban al dios de la
guerra, y se llevaban también estandartes con las insignias de los
dioses, hechos con plumas de garza.
En el ejército había espías que trazaban los mapas de las regiones
que iban a ser atacadas, los cuales tenían un jefe especial; en tan­
to que los soldados, agrupados en escuadrones, recibían órdenes de
los capitanes generales, del jefe de la guerra y del Cazonci, cuando
éste participaba en el combate.
La táctica que utilizaban era generalmente el ataque por sorpresa
o la emboscada. Antes de atacar se destacaban vigías que espiaban
al enemigo, y el jefe de la guerra era el que determinaba el plan de
ataque, explicándolo a los capitanes de los escuadrones; atacando a
una señal convenida, se caía sobre los poblados lanzando fuertes gri­
tos y alaridos para atemorizar al contrario, incendiando las casas de
los pueblos y tomando prisioneros para el sacrificio y la esclavitud.
Además de las artesanías ya mencionadas, que implican conoci­
mientos de varías técnicas y cierto sentido estético, los tarascos des­
arrollaron una arquitectura propia; puede decirse que en general el
pueblo vivía en casas de madera de planta rectangular, con techos
de paja o zacate en forma cónica o a cuatro aguas, distribuidas por
los alrededores del centro ceremonial, y en ocasiones agrupadas en
barrios; en tanto que las casas de los señores principales eran más
espaciosas, construidas con madera o adobe, y a veces con un pórtico
a la entrada. ·
En los centros ceremoniales no faltaban los basamentos para los
templos o yácatas, las cuales eran de varios cuerpos escalonados y
con planta rectangular y circular combinadas; teniendo adosada una
escalinata al centro del cuerpo rectangular y circular combinadas; y
con una escalinata al centro del cuerpo rectangular para.subir a los
templos, los cuales eran también de madera y de planta circular.

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LA REGIÓN DE LOS LAGOS, DE LA CERÁMICA Y LA PLUMARIA 2FJ9

También, generalmente, estos. basamentos se construían con un nú­


cleo de piedra volcánica o lajas sueltas, con muros de grandes lajas
asentadas unas sobre otras, cuatrapeadas y unidas con lodo; venía
luego un revestimiento con grandes losas de xanamu o toba volcá­
nica, que a veces tenían algunas figuras grabadas.
En Tzintzuntzan, capital del reino tarasco, hay una gran platafor­
ma artificial de 400 metros de largo, sobre la cual se construyeron
cinco yácatas en fila, de norte a sur, asentadas sobre otra baja pla­
taforma común; y la Reladón de Michoacán menciona que allí ha­
bía una Casa de los Papas, o de la Vela, en donde el sacerdote mayor
quemaba copal y tabaco; una Casa del Aguila, donde se hacían las
salvas de los dioses; una Troje o Almacén, en donde se concentraban
los tributos y las joyas del Cazonci; lo mismo que templos de ma­
dera en lo alto de los cúes, con postes labrados y pintados.
Y por último se podría mencionar el conocimiento del calendario,
o cuenta de los días (huriata miucua) que se empleaba en la agri­
cultura y fiestas religiosas de cada mes. o luna (cutsi), compuesta
cada luna de veinte días; la Relación menciona los no�bres de al­
gunos de los meses, como Ecuata-cánscuaro, Cáheri-cánscuaro, Cuin­
go, Hanciuáhscuaro, Hicuándiro, Mazcoto, Purecutácuaro, Unispe-­
·ránscuaro, Sicuindiro, Ecuata-uapánscuaro, Charapu-zapi, Curándaro,
etcétera. También conocían las estaciones del año, con los nombres
de "época �e las flores", "estrella", "lluvia" y "hielo", equivalentes
a primavera, estío, otoño, e invierno.

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VII. LOS BARBAROS DEL NORTE

EL NOROESTE DE MÉXICO

En la terminología arqueológica todas las regiones culturales que he­


mos tratado se incluyen en una gran área que se ha denominado
Mesoamérica, lo cual implica ·que los grupos tenían un alto nivel
de cultura y muchos rasgos en común, no sólo en el siglo XVI sino
también a través de los principales horizontes cronológico-culturales
aceptados por la mayoría de los investigadores; pero fuera de esas
regiones, y para el norte de la República en especial, a menudo se
habla de los grupos como de chichimecas o bárbaros, los cuales con
frecuencia penetraban en el territorio de los pueblos civilizados para
· conquistarlos.
En realidad esta situación es más aparente que real, pues las ex­
ploraciones arqueológicas demuestran cada día más que hubo una
amplia faja terr�torial que· se extiende de Guanajuato y San Luis
Potosí' hasta Chihuahua, pasando por Zacatecas y Durango, en la
cual los grupos tuvieron muchos rasgos semejantes a los que poseían
los pueblos civilizados del Clásico y Postclásico Temprano, fund_a­
mentalmente, sólo que condicionados a los factores ecológicos de la
región, y a 'influencias del Centro de México y suroeste de los Es­
tados· Unidos; y es por eso importante tratar aunque sea brevemente
algunas características de esta región, que hemos denominado el Nor­
te de México, tentativamente, pero que podría llamarse mejor el
Noroeste de México, incluyendo buena parte de Sinaloa, Sonora y
la Baja California.
En términos generales esta amplia faja territorial fue el hogar de
primitivos grupos recolectores, cazadores y pescadores, que se adap­
taron- a las zonas ecológícas de la región creando variantes locales,
pero dentro de un patrón cultural fundamentalmente desértico; pues­
to que So�ora, Chihuahua, Baja California y Sinaloa, pueden ser
considerados geográficamente como una extensión sureña modificada
de los desiertos y estepas de Norteamérica, la cual se prolonga por
Durango, Zacatecas, Guanajuato y San Luis Potosí.
En casi toda la región predomina un clima seco estepario (Bs) o

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304 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

un clima desértico cálido ( Bw), propios de zonas áridas y semiáridas,


por lo general; exceptuándose la Sierra Madre Occidental y las mon­
tañas septentrionales del sur de Baja California, las cuales tienen un
clima templado húmedo ( Cw). 1
Dentro de la región, la Mesa del Norte es una zona árida y desér­
tica, en la cual predomina una vegetación estacional compuesta de
agaves, yuca, cactos, mezquite, acacias y pastos herbáceos, que se pro­
longa hasta el sur de Sonora y norte de Sinaloa, 2 pero que podría
aplicarse igualmente a casi toda la región; mientras que en la Sierra
Madre Occidental hay una zona de bosques de coníferas, con juní­
peros, robles y pinos principalmente, los cuales contrastan y limitan
con las tierras esteparias áridas.
Estas condiciones de aridez y semiaridez de la región, determina­
ron en buena parte el tipo de cultura de los grupos tempranos, la
cual es semejante a la llamada "cultura del Desierto", de los Esta­
dos Unidos, con énfasis en la explotación de los productos vegetales
o recolección; pero a partir del periodo Clásico, el Centro de México
y el sur de Guanajuato comienzan a influir sobre ella, introducién­
dose la agricultura y la cerámica, las cuales pasan hasta el suroeste
de los Estados Unidos. Durante el Clásico Tardío la región se con­
vierte en un verdadero corredor geográfico, por donde van y vienen
influencias culturales que se reflejan en los varios grupos establecidos,
hasta los fines del Postclásico Temprano; y -luego viene el periodo
de los grupos propiamente nómadas, que avanzan hacia el territo­
rio de los pueblos civilizados, y de los cuales nos informan en buena
parte las fuentes históricas.
En otras palabras, durante los periodos Clásico y Postclásico Tem­
prano, los grupos de esta región tenían elementos culturales relacio­
nados con el Altiplano Central y el suroeste de los Estados Unidos,
adaptados a un territorio �cológicamente desértico, y en el que los
ríos jugaban un papel de primerísima importancia; mientras que en el
Postclásico Tardío cesan esas relaciones, y los grupos, con un carác­
ter más nomádico, avanzan hacia el Centro de México.

EL EsTADO DE GuANAJUATO

En el capítulo anterior habíamos dicho que Chupícuaro fue un


gran centro alfarero, el cual influyó durante el Preclásico Superior
sobre grupos del mismo Estado, del qe Querétaro y aun de la Cuen­
ca de México, entre ellos Cuitzeo, Jerécuaro, Acámbaro, San Juan
del Río, Cerro del Tepalcate y Cuanalán; habiendo dado lugar a
1 Vivó, 1964.
2 West, 1964.

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LOS BÁRBAROS DEL NORTE 305
otros grupos que recogieron su tradición cerámica y que se desen­
volNieron durante el Clásico, entre ellos Zinapécuaro, Morales, Co­
monfort, Río Súchi! y otros más, o sea lugares tanto de Guanajuato
como de Michoacán y Zacatecas.
Según los estudios arqueológicos de Braniff, en lugares como Mo­
rales y San Pablo sobre el Río de La Laja, en el barrio de San
Miguel, en León, en sitios del Río Turbio, en El Cóporo, y en el
Valle de Santiago, al sur de Guanajuato, hay un complejo temprano
que se puede denominar "complejo Morales" ( 150 a 450 n.c.); el
cual se caracterizaría por la cerámica bicroma blanco sobre rojo y
negro sobre rojo; cerámica policroma en rojo, blanco y negro; lo
mismo que por una cerámica bayo o café rojiza y negra pulida con
palillos, a veces con decoración incisa. En general estos tipos parecen
derivarse de la cerámica de Chupícuaro, tanto por la combinación
de colores como por los diseños.
En lugares como San Miguel Allende, Comonfort, Río San Da­
mián, El Cóporo, La Magdalena, etcétera, hay un segundo complejo
que puede denominarse "complejo San Miguel" ( 450 a 800 n.c.);
caracterízase por la existencia de centros ceremoniales con patios,
plataformas, cuartos, revestimientos de piedras o lajas, columnas fo­
rradas de piedra y algunos otros rasgos arquitectónicos. En la cerá­
mica hay el tipo blanco levantado, generalmente en forma de ollas y
tinajas o ánforas; rojo sobre bayo, parecido un poco a la cerámica
Coyotlatelco; negro sobre naranja; cloisonné pintado, en forma de
copas con base anular; roja con negativo negro; urnas antropomorfas
parecidas a los llamados "xantiles"; tapaderas antropomorfas de in­
censarios; máscaras; ornamentos de concha recortada y entierros con
ofrendas. En el sitio llamado �1 Cóporo se encontraron algunos ties­
tos de cerámica anaranjada delgada, típica de Teotihuacán.
Por último, en sitios como Carabino, Pueblito, El Cóporo, La
Magdalena, etcétera, hay una ocupación tardía o supervivencia de
los grupos del complejo anterior, representada en el llamado "com­
plejo Carabino" ( 800 a 1200 n.c.); el cual se caracterizaría por la
cerámica blanco levantado, plumbate o plomiza, molcajetes con los
fondos incisos, pipas de piedra,. cerámica Mazapan ( con engobe blan­
co y decoración en rojo o naranja), comales, juegos de pelota y es­
tructuras con revestimiento de lajas, a veces circulares.

EL ESTADO DE ZACATECAS

Desde 1908, Camio hizo algunas exploraciones en el sitio Alta


Vista del Valle de Chalchihuites, el cual es un pequeño centro ce­
remonial con varias estructuras agrupadas alrededor de patios; hay
una estructura principal que se compone de un patio cuadrado de

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306 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

unos 20 metros de lado, con muros de adobe y piedra, y en su inte­


rior hay 28 columnas reforzadas con adobe, colocadas en 4 hileras
de 7 columnas cada una, las cuales sostenían el techo. Hacia el sur­
oeste de esta estructura hay un basamento-plataforma con escalinatas,
y restos de algunos cuartos, y en uno de los patios hay un altar.
En términos generales el sitio Alt:� Vista o Chalchihuites tiene un
complejo arquitectónico consistente en plataformas con escalinatas,
patios con. columnas, altares, basamentos, cuartos y otras estructuras
menores; habiéndose aprovechado en la construcción piedras irregu­
lares, lajas, ladrillo cocido y adope. Algunas paredes de lodo fueron
quemadas en el exterior para darles resistencia y apariencia de la­
drillo, empleándose también lodo y estuco para los revestimientos,
a veces pintados de rojo.
Durante las exploraciones -se encontraron restos de una estera; un
mosaico de turquesa, berilo y esteátita montado sobre un disco; ha­
chas efigie; mazas efigie; metates sin soportes y cerámica rojo sobre
crema, cloisonné pintado, negra excavada o esgrafiada, rojo sobre ca­
fé y otras modalidades; predominando las ollas, cajetes trípodes y
copas con base anular, lo mismo que motivos geométricos como gre­
cas, círculos, volutas, bandas, lagartijas, ciempiés y otros animales. 3
Posteriores reconocimientos arque�lóg�cos _han agregado rasgos
como cerámica negra o grisácea con motivos excavados y frotados con
cinábrio, semejant� al champlevé de Teotihuacán, y con diseños geo­
métricos y de animales; cerámica roja y café pulidas; rojo sobre café;
rojo sobre crema; roja pulida brillante; rojo sobre blanco y blanco
sobre rojo; Cloisónné; molcajetes con fondos incisos y algunas vasijas
efigie; lo mismo que pipas de barro, mala�ates cónicos, figurillas,
sellos, ornamentos de concha, hachas de garganta y raspadores.
Al parecer la cultura Chalchihuite se desarrolló en el drenaje del
Río Súchil, V?lle del Río Graceros al oeste y Río Chapalagana hacia
el sur, de donde se distribuyó al occidente de Zacatecas y sur de
Durango; por lo cual s.e pueden establecer dos ramas, denominadas
"rama Súchil" ( en Zacatecas) y "rama Guadiana" ( en Durango).
La rama Súchil 'se caracteriza por pequeños sitios distribuidos en las
�errazas aluviales de los ríos Súchil, Graceros, Colorado y Chapa­
lagana, en los cuales hay_ patios rectangulares rodeados de construc­
ciones de piedra y plataformas; casas de materiales perecederos sobre
platit.formas; estructuras de lajas o losas verticales; uso del adobe y
ladrillo cocido, y hogares en los pisos de las plataformas; obsérvase
que, por lo regular, estos pequeños centros están asentados sobre
cerros o mesas, y pueden tener estructuras ceremoniales en forma de
pirámides terraceadas, columnatas de piedra revestida de adobe o
lodo, y cierto carácter defensivo. 4
3 Marquina, 1951.
4 Kelley and Abbott, 1964.

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LOS BÁRBAROS DEL NORTE 307
En el Río Súchil Superior se han establecido las fases Canutillo
( 100 a 500 o.e.) y Vesubio ( 500 a 850 o.e.); mientras que en el área
del Río Colorado hay las fases Canutillo ( 100 a 350 o.e.), Alta Vista
( 350 a 550 n.c.), Calichal ( 550 a 750 n.c.) y Retofio (750 a 850 o.e.).
La fase Canutillo, más temprana, tiene cerámica roja pulida, negra
pulida, café lisa, Canutillo grabada interior o exterior, Gualtcrio rojo
sobre crema interior o exterior; lo· mismo que figurillas con ojos dd
tipo "grano de café'', sedentes, y bolas de piedra.
La fase Alta Vista es característica del centro ceremonial del mis­
mo nombre, y tiene patios con columnas, plataformas con escalina­
tas, cerámica grabada o excavada (Michilía), Súchi} rojo sobre café,
cloisonné pintado, vasijas con pintura negativa, mosaico de t1irq11esa,
trompetas de caracoles marinos, hachas con ranura y ornamentos
efigie. Las fases Calichal y Retofio son una continuación o super-·
vivencia de los grupos dei periodo anterior, habiendo cerámica Mer'."
cado rojo sobre crema derivada de la Súchi} rojo sobre café, y cerá­
mica Refugio rojo sobre café; en tanto que la fase .Vcsubio es sin­
crónica con esas dos, y. muestra también la supervivencia de esos
grupos.
La Quemada, situada en las estribaciones de la Sierra de las Palo­
mas, es otro gran centro ceremonial que tiene la apariencia de una
ciudad fortificada, por el aprovechamiento de la· meseta a distintos
niveles y por el revestimiento de los acantilados con muros hasta de
10 metros de altura, que hacen· la parte oeste del centro práctica­
mente inaccesible; hay en el lugar una calzada que conduce de la
parte baja del cerro a las primeras estribaciones, y termina en una
especie de entrada, flanqueada por dos estructuras piramidales de un
solo _cuerpo. Hacia el sur de la entrada hay un gran patio cuadrado
y semihundido, rodeado de banquetas, y de este patio se pasa a un
salón _llamado El Palac�o, el cual_ tiene columnas de lajas cuatrapea­
das, de unos dos metros de diámetro, las cuales sostenían el techo,
forma�dq una especie de corredor techado con patio abierto al
centro. 5
Luego el terreno va ascendiendo a distintos niveles, y se aprove­
charon las partes planas o arregladas artificialmente para construir
cuartos. basamentos, patios con altares al centro y otras estructuras,
siguiendo un eje de sur a norte, principalmente; hay también una
pirámide de planta cuadrada o rectangular, de apariencia cónica
truncada, con restos de lo que parece haber sido la escalinata en el
lado ·sur. En todas las estructuras se empleó el sistema constructivo
de lajas cuatrapeadas, con o sin mortero de lodo.
5 Marquina, 1951.

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308 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISP.\NICO

En el lugar se han encontrado hachas con ranura, puntas de pro­


yectil, raspadores, bolas de piedra, hachas efigie, pipas de barro con
efigies, figurillas, entierros y cerámica roja pulida, negra pulida, rojo
sobre café, gris pulida, Cloisonné pintado y otras modaiidades, por
lo cual se relaciona con Alta Vista o Chalchihuitcs.
Con motivo de una Mesa Redonda celebrada en Chihuahua
( 1961), en la cual se discutieron algunos problemas del Noroeste de
.México, se llevaron a cabo algunos estudios estratigráficos en el Es­
tado de Zacatecas, especialmente en la región de La Quemada y
Juchipila; se practicaron algunos pozos en Los Pilarillos, La Mesita
y Potrero del Camaleón, en las cercanías de La Quemada; y en La
Tirisia, La Purísima, el Cerro de Las Ventanas y El Teú1, en la
región de Juchipila.
El sitio denominado Los Pilarillos está situado a unos seis kilóme­
tros al suroeste de La Quemada, y presenta algunas estructuras de
piedra como las de ese centro ceremonial,. pero de tamaño más mo­
desto; además de una serie de rasgos que pueden incluirse en dos
periodos de ocupación, los cuales denominaremos Los Pilarillos Tem­
prano, y Los Pilarillos, Tardío. En el primer periodo hay cerámica
rojo sobre crema, café oscuro brillante, naranja con negativo café,
café rojizo o bayo, negro pulido, café cremoso, rojo sobre cafetoso,
rojo guinda pulido, cremosa grisácea y cloisonné pintado; aparecen
también algunas hachas de piedm y otros elementos no diagnósticos.
El segundo periodo, de menor duración, es una continuación del an­
terior, y en él aparece la cerámica rojo sobre café amarillento, y tal
vez pipas de barro.
En el sitio llamado La Mesita, a unos cuatro kilómetros al sur de
La Quemada, hay plataformas de casas rectangulares con revesti­
miento de piedra, puntas de proyectil con doble escotadura, metates
sin soportes y entierros flexionados bajo los pisos de las casas, con
ofrendas de cerámica cloisonné pintado en forma de copas y cuencos
sencillos; a la vez que hay cerámica rojo sobre crema, policromo
Chamctla Medio por comercio, café rojizo. o bayo, café cremoso,
negro pulido, rojo sobre cafetoso y rojo guinda pulida, junto con al­
gunos elementos tardíos, como cerámica rojo sobre café amarillento,
café negruzco y roja pintada. También aquí puede hacerse la distin­
ción de dos periodos: La Mesita Temprano y La Mesita Tardío. En
el sitio llamado Potrero del Camaleón, a un kilómetro de Los Pila­
rillos, hay estructuras de piedra, entierros flexionados y cerámica simi­
lar al lugar cercano.
En la región de Juchipila, El Teúl es un importante centro cere­
monial, pues en las fuentes históricas se dice que fue lugar religioso
de los cazcanes (Teulichan o lugar de dioses), y el padre Tello des•
cribe las ruinas que están sobre un cerro de forma cónica, con una
meseta arreglada artificialmente, sobre la cual quedan los edificios.

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LOS fü\RBAROS Dl:L NORTE 309

En el lugar .pueden observarse algunos mo�tículos, restos de muros


en talud hechos con piedras careadas y pegadas con lodo, basamen­
tos de cuerpos escalonados, patios, fustes de columnas, desagües, es­
calinatas, templos o habitaciones con pórticos de columnas, y otros
elementos arquitectónicos.
En El Tcúl se saqueú una tumba que tenia una especie de tiro
o pozo de bajada con diúmetro de un metro y profundidad de 1.20
metros, labrada en el tepctatc, y bajando el pozo se llegaba a una
cámara de planta rectangular con las esquinas redondeadas, de 4.20
por 2.70 metros, cuya entrada estaba tapada con una losa. En el
mtcrior había varios esqueletos acompañados de ofrendas, entre ellas
algunas ollas y vasijas trípodes, lo mismo que figuras huecas del esti­
lo de Nayarit o Colima, lo cual es importante porque confirma la
ocupación del lugar desde el Horizonte Clásico.
En términos generales El Teúl tiene dos periodos principales: El
Tcúl Temprano se caracteriza por una serie de construcciones arre­
gladas en un conjunto o centro ceremonial, con basamentos, plazas
o patios, columnas, desagües, plataformas y escalinat_as; a la vez que
presenta rasgos como la cerámica rojo sobre crema, cloisonné pinta­
do, café oscuro brillante, policromo Chametla 1-kdio por comer­
cio, café claro brillante, negro sobre púrpura, naranja con negativo
<-afé, café rojizo o bayo, café cremoso, negro pulido, cremosa grisácea,
rojo sobre cafctoso, roja guinda pulida, hachas con ranura, ·hachas efi�
gie, cerámica blanca con negativo negro, tumba de tiro y figurillas
estilo Nayarit.
El Teúl Tardío tiene cerámica blanco sobre rojo, rojo sobre blan­
co, bayo sobre blanco, rojo con negativo negro, roja naranja pulida,
rojo y blanco sobre café, rojo sobre café amarillento, café negruzco,
roja pintada; lo mismo que figurillas aplanadas parecidas a las Maza­
pan, objetos de cobre (pinzas, cascabeles, agujas), malacates, pipas
de piedra, ornamentos de concha y caracol cortado, molcajetes con
soportes escalonados y entierros flexionados.
En el Cerro de Las Ventanas, cerca de Juchipila, hay un abrigo
rocoso con aberturas o ventanas y muros pintados con bandas verti­
cales rojas. lo cual tal vez le dio el nombre al lugar; mientras que en
el centro ceremonial hay patios, edificios rectangulares de piedra, al­
tares, entierros, metates sin soportes, y algunos rasgos más. Desde el
punto de vista cerámico el lugar presenta dos periodos principales,
habiendo en el periodo temprano cerámica rojo sobre crema, café
oscuro brillante, café rojizo o bayo, negro pulido, cremosa grisácea,
roja guinda pulida, y figurillas parecidas a las de Colima y Nayarit,
hachas con ranura y otros elementos. El · periodo tardío tiene cerá­
mica rojo con negativo negro, roja-naranja pulida, rojo y blanco sobre
café, café negruzco y algunos objetos de cobre.

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310 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

En La Tirisia, junto a la hacienda La Purísima, se puede ver un


alto montículo hacia el norte, un patio rectangular con edificios a los
lados y un altar en el centro, edificios con columnas y entierros con
ofrendas; hay un periodo temprano con cerámica rojo sobre crema,
café oscuro brillante, naranja con negativo café, café rojizo o ha�
yo, café �remoso, negro pulido, rojo sobre cafetoso y rojo guinda puli­
do; lo mismo que un periodo tardío de menor duración, con cerámica
rojo sobre café amarillento, café negruzco y roja pintada.
Por último, podernos mencionar el sitio denominado El Cerrito, al
sur de Zacatecas, en el cual hay pinturas sobre rocas, en un estilo
geométrico, por lo regular; mientras que en el plan hay varias plata­
formas de casas, delimitadas con piedra, y por debajo de ellas se en­
cuentran entierros con ofrendas, especialmente cerámica. En uno de
ellos Braniff encontró una pipa de piedra antropomorfa, lo. mismo
que ce.rámica negra pulida, p.egro y blanco sobre rojo, y cloisonné
pintado.
Todo lo anterior permite por ahora establecer para el Estado de
Zacatecas dos grandes periodos de desarrollo cultural y de ocupación:
un periodo Zacatecas Temprano, que se colocaría de 400 a 800 n.c.,
y que se integraría con los rasgos apuntados para lo� periodos tempra-
� nos de Los Pilarillos, La Mesita, P9trero del Camaleón,: Chalchi­
huites, La Quemada, El Teúl, Cerro de Las Ventanas y La .Tirisia,
incluyéndose las fases Alta Vista, Calichal, Retoño y Vesubio de
Kelley y Abbot; y un periodo Zacatecas Tardío de 800 a 120_0 n.c., el
cual se integra con los rasgos de los periodos tardíos de esos mismos
lugares. El primer periodo corresponde de lleno al Horizonte Clási­
co, y en él hay influencias del Altiplano Central, Guanajuat9,_ Naya­
rit, Jalisco y el suroeste de los Estados Unidos, integrando una cultu­
ra con rasgos mesoamericanos; mientras que el segundo periodo ce>­
rresponde al Postclásico Temprano, y los grupos persistieron casi sin
influencias, hasta la aparición de los grup·os nómadas. La zona de
Alta Vista o Chalchihuites y Río Súchil inició la cultura más tem­
prano, y terminó también antes que los grupos de La Quemada,
El Teúl, etcétera.

EL ESTADO DE DURANGO

La arqueología del Es.tado de Durango es poco conocida, y lo que


se sabe de la cultura y periodos cronológicos se debe a las investi­
gaciones de Kelley. Según este investigador, la rama Guadiana_ de la
cultura Chalchihuites penetró en el sur de Durango y centro del
Estado, como se advierte en sitios como Villa Unión, La Atalaya,
Schroeder, Navacoyán, etcétera; habiéndose establecido una cultura
denominada Loma San Gabriel ( 450 a 550 n.c.) y varias fases de
ocupación para el sitio Schroeder, cercano a· la ciudad de Durango.

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LOS BÁRBAROS DEL NORTE 311
La cultura Loma San Gabriel se caracteriza por la presencia de
casas rectangulares hechas de materiales perecederos, demarcadas con
cercos de piedra y pavimentos de lajas o piedras; plataformas en los
cerros y muros de retención en las laderas; cerámica café lisa y roja
doméstica; rara vez decoradas;· y metates ahuecados. Los sitios apare­
cen en los valles montañosos de· la Sierra Madre Occidental, desde
el sur de Durango hasta el centro de Chihuahua, y de esta cultura
pudieron derivarse los .tepehuanes, que se asentaron por toda la ver­
tiente oriental de la Sierra Madre.
El sitio Schroeder se encuentra situado en terrenos de La Ferre­
ría, una colonia agrícola asentada en las márgenes .del Río Tunal, en
donde existió una fundición de hierro para utilizar el mineral del
Cerro de Mercado; habiéndose aprovechado todo - el cerro colindante
de forma alargada, el cual_presenta dos elevaciones en los extremos y
una amplia depresión en el centro.
La primera ocupación del sitio se ha denominado "fase Ayala"
( 600 a 800 n.c.), y se caracteriza por la cerámica Mercado rojo sobre
crema y A�aro rojo sobre creIIJa, las. cuales tiénen diseños de pája­
ros, �erpientes, escorpiones Y. otros animales, lo mismo que motivos
geométricos combinados; a la vez que hay_ cerámica Chametla poli­
cromo Medio, y malacates esféricos llevados por comercio con Sina­
loa; patios y plataformas; un basamento piramidal con patio hundido
eii la parte superior y con escalinatas en los cuatro lados; y posible­
m�nte un espaéio para jugar a la pelota. 6
Luego viene la fase Las.Joyas ( 800 a 1000 n.c.), con cerámica
Refug'io rojo sobre café, Lolandis borde rojo, Nevería rojo sobre café
-en forma de vasijas trípodes con asas de canasta, a veces modeladas
como dos serpientes, y con motivos de danzantes, águilas, perico,
coyote, ardilla, cruces solares, mandíbulas con dientes, conceptos de
Quetzalcóatl, Xólotl, etcétera- y aparecen también algunos molca­
jetes con los fondos incisos y malacates grandes decorados, tipo Az­
tatlán de Sinaloa.
La siguiente fase, llamada Río Tunal ( 100 a 1200 n.c.), ·muestra
poca actividad constructiva en el lugar, y hay cerámica Otinapa rojo
sobre -blanco en forma de ollas y cuencos grandes, cuyos motivos de­
corativos se· relacionan más con la cultura Mogollón de los Estados
Unidos; aparecen también algunas. pipas de barro, malacates incisos,
objetos de cobre y cerámíca G1,1asave llevada por comercio, asociados
a entierros por debajo de- las casas. La última fase llamada Calera
( 1200 a 1350 n.c.) marca la decadencia del lugar, reocupándose al­
gunas construcciones; aparecieron la cerámica Nayar blanco sobre
rojo, Canatlán banda roja y Madero acanalada, y continuáronse los
malacates, pipas y objetos de cobre.
6 Kelley and Abbott� 1964.

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312 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

Otro sitio algo conocido es El Zape, el cual se encuentra ubicado


en el valle del mismo nombre; hay en el lugar algunos basamentos,
patios flanqueados por estructuras, casas de planta circular, plata­
formas y escalinatas, todas ellas revestidas de piedra y similares a las
de Chalchihuites. La cerámica es de los tipos: Zape amarillenta o
cafetosa, Zape roja, Zape café, Zape gris, Zape rojo sobre café y Zape
ahumada de color rojo o café; junto con hachas de garganta, pipas,
malacates, objetos de cobre, y algunos rasgos más. 7
En cuevas del Zape Chico, Delgado encontró algunos entierros·
acompañados de ofrendas, lo mismo que otros restos materiales que
muestran la ocupación de ellas; pueden mencionarse cerámica gra­
bada, fibras de agave, mezcal masticado, restos de frijoles y calabaza, ..
fragmentos de tejidos, guajes con decoración cloísonné y otros rasgos
más. En la Cueva del Rayo se hallaron también entierros envueltos
en mantas y vasijas matadas.
De singular importancia fueron los entierros de esas cuevas, pues
revelaron datos como el uso de telares sencillos; aprovechamiento del
algodón para hacer telas de trama simple, a veces con decoración de
bandas coloreadas; uso de mantas o telas para amortajar a los muer­
tos; tejido de cordeles, canastas, petates, sandalias y redes; y se encon­
tró un estuche de tejedora compuesto de varios palitos con punta
para el telar, otros palitos utilizados como huesos, un telar de árbol,
hilo y dos malacates similares a los de Culiacán, Sinaloa. En general,
tanto El Zape como las Cuevas del Zape Chico muestran relaciones
comerciales con Sinaloa, especialmente durante el apogeo del com­
plejo Aztatlán. 8
Por último, podemos citar· el lugar llamad_o El Salto, en el . cual
hay algunas construcciones como graneros o trojes, situados en lps
huecos y aberturas de los riscos y barrancas próximas al agua, de
.forma rectangular o cilíndrica con aberturas en la parte central o su­
perior; mismas que tienen cimientos de piedra de río, páredes de lodo
y techos de morillos de pino, a veces con un entarimado de varas de
manzanilla, sujetas con amai:res vegetales. Algunas de esas construc­
ciones están apoyadas sobre las paredes rocosas de los acantilados, y
las hay también en lugares como Cerro Blanco y Cueva del Pitahayo;
habiéndose encontrado en ellas algunas hojas de mazorcas de maíz,
elotes a medio quemar, granos de mezquite, lascas de pedernal, cerá­
mica café, restos de telas y sandalias, huesos humanos, momias de
niños, vasijas de aréilla sin cocer y con revestimie:nto de zacate, res­
tos de frijol y otras evidencias. 9
7 Brand, 1939.
s Delgado, 1961.
9 Borbolla, 1946.

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LOS BÁRBAROS DEL NORTE 313

A diferencia de las construcciones de El Salto, que más parecen


trojes de almacenamiento, las demás fueron ocupadas por gentes
recolectoras-cazadoras que tenían agricultura del maíz, frijol y tal vez
otras plantas; utilizaron los acantilados para vivir y para almacenar
sus granos, y conocían los tejidos y la cerámica. Estos grupos pudie­
ron estar relacionados con los tepehuanes históricos.

EL ESTADO DE CHIHUAHUA

Aunque el Estado tiene varios sitios arqueológicos, hasta ahora


Casas Grandes es el más conocido y explorado, habiéndose estable­
cido tres periodos de ocupación que han sido designados como "an­
tiguo", "medio" y "tardío". El periodo antiguo ( 800 a 900 D.c.) se
caracteriza por las casas semisubterráneas de planta circular, algunas
de las cuales se asentaban sobre cimientos o bases de adobe, pero
todas ellas con paredes de troncos, puertas y a veces hogares o es�u­
fas en el centro; hay también cerámica San Simón rojo sobre café en
forma de ollas; hachas con ranura o garganta; metates y entierros dis­
persos. 10
El periodo medio (900 a 1200 D.c.) está representado por juegos
de pelota de planta un ta�to oval, acequias o canales de riego, casas
semisubterráneas, fortificaciones, pasillos, cerámica y discos de piedra
que servían de base a los postes de las puertas y apoyos de techos;
mientras que el periodo tardío ( 1200 D.C. en adelante) muestra una
mayor concentración de las gentes, y aparecen las estructuras multi­
familiares con numerosos Cl!artos; montículos de planta cruciforme;
juego de pelota; casas de varios pisos; nichos y ventanas en las .easas;
techos de morillos y entarimado de troncos; lo mismo que entier-ros
en grandes ollas.
También aparecen· norias o cisternas para el almacenamiento del
agua, canales para riego, periqueras con abertura central en donde
se guardaban pericos para el aprovechamiento de sus plumas, conchas
marinas para los ornamentqs, malacates decorados semejantes a los
de Sinaloa, figurillas zoomorfas y algunos objetos de cobre; entre
ellos, cascabeles en forma de tortuga con trabajo en filigrana. La
cerámica es fundamentalmente policroma," y tiene relaciones con el
suroeste de los Estados Unidos.

EL EsTADO DE SONORA

Al igual que Chihuahua, el Estado de Sonora mu�.stra más rela­


ciones con el suroeste de· los Estados Unidos, y así, en la cuenca de
to Di Peso, 1961.

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314 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

los ríos Sonora, Moctezurna y Bavispe, hay lugares con cerámica


burda incisa, de color gris, café o negra, a veces con un baño rojo;
mientras que en los alrededores de Santa Cruz hay cerámica de color
blanquecino, o con decoración pintada en rojo y negro sobre café
amarillento, que se asemeja a la cerá_rnica Hohokarn, Mogollón y
Anaz:isi. 11
Al parecer, algunos grupos de recolectores o de cultura del Desier­
to evolucionaron hacia el sedentarismo, y de 300 a 900 n.c. adopta­
ron rasgos del suroeste de los Estados Unidos y del Centro de Méxi­
co, pero muy atenuados; puesto que por ese tiempo la cultura Hoho­
kam ha recibido cerámica gris, café, roja pulida, rojo sobre café. con
motivos parecidos a los de Chupícuaro, Guanajuato; lo mismo que
la agricultura del maíz, juegos de pelota, figurillas, espejos de pirita,
cloisonné pintado y otros rasgos, todos ellos cruzando la franja terri­
torial que hemos venido tratando, partiendo de Guanajuato.
Durante esta etapa en Sonora deben de haber existido grupos se­
dentarios en aldeas agrícolas, con maíz, metates, machacadores, mor­
teros y cerámica; habiendo en la Cueva Dark materiales semejantes
a Mogollón, con cultivo del maíz, recolección de bellotas e imple­
mentos, se introducen luego la cerámica, los artefactos de hueso y
madera, fibras y cordeles, etcétera. La cerámica es de los tipos Alma
lisa, Alma incisa, cuello corrugado y corrugada-incisa. 12
Entre 900 a 1200 n.c. algunos lugares del noroeste de Sonora pre­
sentan nisgos de la llamada "cultura trincheras", corno se observa en
La-Playa, Tanques y otros sitios a lo largo del Río Magdalena y Valle
del Altar; caracterizados por sus terrazas o fortificaciones hechas con
muros de piedra, a veces con junturas de lodo; asociados a cerámica
morada, morada o púrpura. sobre rojo, y policroma Trincheras en co­
lores morado y rojo sobre un fondo amarillento; lo mismo que mon­
tículos ovales o circulares, uso del adobe, agujeros para almacena­
miento o aprovechados como hornos, entierros extendidos y flexio­
nados, cremación, etcétera. 13
La cerámica púrpura sobre rojo y púrpura y rojo sobre café ama­
rillento, presentan motivos de líneas aserradas, cuadrícula y diaman­
tes, guardando relaciones con la fase Santa Cruz y Sacaton de Sn�­
ketow1_1 (Santa Cruz policroma); a la vez que .hay otros rasgos de
Hohohm que acusan contemporaneidad, como las hachas con ranu­
ra, las vasijas de piedra, los artefactos de concha, las paletas de piza­
rra, los entierros cremados, los ornamentos de concha, etcétera. 14
Por los finales de este periodo hay también evidencias de los pri-
meros habitantes de los acantilados, tal como ocurre en Chihuahua,
11 Noguera, 1961.
12 Mangelsdorf and Lister, 1956.
1a Johnson, 1963.
1 4 Brand, 1931.

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LOS BÁRBAROS DEL NORTE 315
apareciendo las casas con varios cuartos, cordelería, textiles, cestería
y artefactos de madera; lo mismo que cerámica de Casas Grandes,
tipo policroma, en sus variedades Médano, Bavícora y tal vez Ramos.
Hacia el sur de Sonora hay ejemplares de cerámica Huatabampo roja
y Guasave roja, en forma de ollas y botellones con �uellos delgados,
lo mismo que cajetes en forma de cucharones; o sea que hay relacio­
nes con el suroeste de los Estados Unidos, Chihuahua y el norte de
Sinaloa, por estos tiempos.
Por último, y correspondientes a un periodo Postclásico Tardío, de
1200 a 1521 n.c., en Sonora hay eyidencias de grupos que alteran la
vi�a de los pueblos sedentarios; apareciendo en la Costa, en Bahía
Kino, Antigualla, Isla de Tiburón, Canal del Infiernillo, etcétera, con-.
cheros con cerámica intrusiv�, delgada y con estrías hechas por el
pulido con conchas marinas. 15
En la Cueva de Tetavejo, entre Hermosillo y Guaymas, se han
encontrado manos y piedras para molienda, cerámica púrpura sobre
rojo, puntas de proyectil, taladros, piedras para machacar, hachas de
mano y cerámica tal vez de los seris, semejante a la de los concheros
de la Isla de Tiburón; mientras que en rocas cercanas a las cuevas
hay algunas pinturas rupestr<:!s. 16
Y en la Cueva Pintada hay representaciones gráficas de cazadores
seminómadas, mostrando escenas de cacería, manos pintadas, ciervos,
águilas, caballos, casas, etcétera; parecen más antiguas las pinturas
de manos en rojo y blanco, y posteriores las representaciones de esce­
nas de caza con caballos y bóvidos, sobrepuestas a las primeras. 17

LA BAJA CALIFORNIA

y
Además de algunos sitios· prehistóricos de cazadores recolectores
como los del Arroyo Comondú, San Joaquín y Laguna Chapala, en
la Baja California hay una serie de lugares que muestran la evolución
histórico-cultural de la península; puede mencionarse la existencia de
numerosos concheros desde Ensenada hasta el Cabo San· Locas, ern
los cuales aparecen metates alargados y convexos, machacadores, mor­
teros· y herramientas de núcleos y lascas.
Otra serie de datos, bastante numerosos, se relacionan con grupos
que t'nterraban a sus muertos en cuevas y abrigos rocosos1 ·envueltos
en hojas de palma y con acompafiamiento de ofrendas; y otras evi­
dencias son los petroglifos y pinturas rupestres que aparecen en el
centro y norte de la península, de los cuales son más antiguas las
pinturas que los petroglifos.
11> Noguera, 1958.
16 Taylor, 1961.
11 Messmacher, 1961.

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316 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

Todos estos hallazgos permiten visualizar el desanollo histórico­


cultural de la Baja California, la cual puede ser dividida en tres
zonas principales, y así la zona sur de la península tiene pinturas
rupestres y entierros en cuevas; la zona central tiene petroglifos, en­
tierros y cerámica; y la zona norte presenta petroglifos y evidencias
de grupos más recientes.
Esta situación permite decir que la Baja California fue una exten­
sión geográfica y cultural de California y el suroeste de Estados Uni­
dos, ocupada desde tiempos pleistocénicos hasta la época histórica;
siendo por su carácter peninsular una especie de saco o corredor sin
salida, por donde los grupos del norte penetraban paulatinamente
hacia el sur y centro del territorio, o sea que los grupos más antiguos
eran empujados por los más recientes, y así es posible establecer una
especie de estratigrafía cultural de sur a norte. 18
Las primeras evidencias se relacionan con grupos paleoindígenas o
de cazadores de fauna pleistocénica, comparables a los del complejo
Llano de los Estados U nidos, caracterizados por sus puntas de pro­
yectil acanaladas y restos de bisonte, caballo y camélidos; viene des­
pués la ocupación de los grupos recolectores, que se relacionan con
las culturas de Lago Mohavc, San Dicguito 1 y tal vez La Jolla, los
cuales se extienden desde el norte hasta el sur de la península.
Algunos de estos grupos sobrevivieron hasta la penetración de gru­
pos que introdujeron las pinturas rupestres, que se observan princi­
palmente en sitios del sur y el centro de la península; y a continua­
ción viene la etapa de los grupos que enterraban a sus muertos en
cuevas, y la penetración de los grupos yumanos, que introdujeron los
pctroglifos y la cerámica.
En el sur de la Baja California se ha establecido la llamada "cul­
tura Las Palmas", la cual. se caracteriza por los enterramientos en
cuevas, de' tipo secundario, atados en bultos de hojas de palma y ama­
rrados con cordeles del mismo material .o de yuca; asociados a orna­
mentos de concha, dardos y átlatl, recipientes de corteza, espátulas y
artefactos de hueso, tablillas o paletas con dientes de tiburón en un
extremo, cordeles de palma y de cabello humano, uso del cinabrio en
los enterramientos ., etcétera, todo lo cual acusa •Una economía de
caza y recolección, relacionada con la cultura histórica de los peri­
cues, tal como fue conocida por los misioneros españoles. 19
En la zona centra}, especialmente en Comondú, Loreto, San Javier,
Mulegé, Cueva Caguama, etcétera, hay ocupaciones en cuevas y lu�
gares abiertos, cuyos restos materiales se han agrupado en la cultura
Comondú, relacionada con los grupos yumanos; hay morteros y me­
tates, cestería en espiral, redes con nudos, pipas tubulares de piedra,
1s Kirchhoff, 1942.
19 Massey, 1961.

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LOS BÁRBAROS DEL NORTE 317
arco y flecha, entierros primarios extendidos, cerámica y otras evi­
dencias que se asocian a la etapa histórica de las misiones.
En cambio, la zona norte fue asiento principal de los yumanos
históricos, quienes penetraron en tiempos más recientes; hay sitios
como Laguna Salada, donde se encuentran entierros cremados, aso­
ciados a cerámica y pipas de barro, espátulas y metates; o Punta Ban­
da con cerámica; San Julio con entierros y cerámica; La Turquesa
con cerámica del suroeste de los Estado� Unidos, y otros lugares más.
La etapa de los cazadores pleistocénicos puede colocarse de 10000
a 8000 A.c.; la etapa de los recolectores puede corresponder a un
periodo de tiempo comprendido de 8000 a 5000 A.c., la cual se conti­
núa con grupos que vivían en la costa y que dejaron numerosos con­
cheros, entre 5000 y 2000 A.c.; sobrevivieron algunos grupos reco­
lectores con cultura tipo Desierto hasta unos 500 n.c., época en la
cual pudieron introducirse las pinturas rupestres, principalmente en­
tre 500 y 800 n.c.
A partir de aquí es probable que se hayan comenzado a integrar
los grupos de la cultura Las Palmas, empujados hacia el sur por gru­
pos de habla yumana, que forman en el centro la cultura Comondú;
y por último viene la penetración· de los yumanos históricos, que so­
breviven hasta los tiempos de la colonización española. En el sur
los grupos. se transforman en los pericúes, huchitíes y guaicuras; en
el centro se desarrollaron los yumanos peninsulares; y en el norte se
asentaron los yumanos californianos, entre ellos los diegueños y
kamia.

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NOTAS FINALES

Al través de los capítulos anteriores hemos tratado de mostrar la


larga evolución histórico-cultural del México prehispánico, haciendo
énfasis en aquellos momentos en que una tradición cultural cambia
para integrar una etapa más adelantada; o sea que en el pasado
de México hay una continuidad cultural, pero ,también momentos de
cambio, como sucede en la dinámica de cualquier cultura.
Para fines de estudio sistemático, la dinámica de la cultura pre­
hispánica de México puede ser enmarcada en un cuadro de evolución
histórico-cultural, con fechas relativas pero ajustadas al conocimiento
actual, y con una serie de características o elementos culturales que
operan en conjunto; pudiendo establecerse tres "horizontes" funda­
mentales, que denominaremos: Primitivo, Formativo y Evolutivo.
El Horizonte Primitivo, fechable de 10000 a 2000 A.c., implica un
nivel de cultura rudimentaria o germinal, con una economía aleato­
ria o eventual, y con grupos o sociedades de familias nucleares nomá­
dicas o seminomádicas; el Horizonte Formativo, de 2000 a 200 A.c.,
marca un nivel de cultura en proceso de desarrollo, con una economía
estable y autosuficiente, y con sociedades aldeanas-rurales o comu­
nidades locales plenamente sedentarias; mientras que el Horizonte
Evolutivo, de 200 A.c. a 1521 n.c., implica un nivel de cultura ma­
dura altamente evolucionada o desarrollada, con una economía de
excedentes y de intercambios, y con sociedades urbanas, o civili­
zaciones.
Dentro de estos tres grandes horizontes culturales los grupos de
México fueron adquiriendo una cultura propia, con elementos o ras­
gos que en algunos casos se extinguían con los grupos y en otros evo­
lucionaban a etapas superiores, formando tradiciones y estilos que
se distinguen al través del tiempo; pudiendo establecerse una serie
de "periodos" con tiempos menos largos, pero también estructura­
dos de tal forma que sólo operan cuando se toman en conjunto sus
t-aracterísticas principales.
Así, para el Horizonte Primitivo podemos hablar de un Periodo
Lítico o Pre-Agrícola, fechable de 10000 a 7000 A.c., el cual corres­
ponde a los cazadores de fauna pleistocénica, con recolección en baja

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322 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

escala, población dispersa, artefactos de piedra, y grupos integrados


en microbandas de tipo nómada, o tribus. El periodo marca una
tradición cazadora-recolectora, con gentes que tenían el lanzadardos;
puntas de proyectil de los tipos Lerma, Clovis, Plainview, etcétera;
raspadores ovoidales y terminales; implementos bifaciales; conoci­
miento del fuego y algunos adelantos culturales más; sirviendo de
ejemplo los hallazgos de Tepexpan, Tequixquiac, Santa Isabel Izta­
pan, complejo Diablo, complejo Ajuereado, complejo Lerma, et­
cétera.
El siguiente periodo, que podemos Hamar Proto-Agrícola Incipien­
te, fechable de 7000 a 5000 A.D., se distingue por la especialización de
la recolección y por la caza de animales menores; por la presencia
de plantas como el amaranto, el chile, el frijol, la calabaza, el maíz
silvestre y el aguacate; por las puntas de proyectil de los tipos Plain­
view, Abasolo, Tortuga, Ensor, etcétera; por los implementos especia­
lizados para la recolección, y por cierto nomadismo estacional y
macrobandas; sirven de ejemplo los hallazgos de Santa María Asta­
huacán, complejo El Riego, Cueva de Santa Marta, etcétera.
A continuación sigue el Periodo Agrícola Incipiente, de 5000 a
3000 A.c., el cual se caracteriza por el inicio de la agricultura, con
plantas como el maíz, la calabaza, zapotes, chile, frijol, algodón, et­
cétera; desarrollo de la cestería y los tejidos; entierros en cuevas; pun­
tas de proyectil de los tipos Almagre, Coxcatlán, Garyto, Tortuga, et­
cétera; redes y ·pesca; clanes patrilineales y shamanismo; nomadismo
estacional y macrobandas;- pueden mencionarse el complejo Coxca­
t}án� Cueva de Santa Marta, San Vicente Chicoloapan, Peñón de los
Baños, el complejo Nogales, etcétera.
El siguiente periodo, denominado Proto-Preclásico, de · 3000 a
2000 A.c., se caracteriza por la vida plenamente sedentaria; por el
inicio de las viviendas semisubterráneas; por el perro domesticado;
por recipientes de piedra; por mayor variedad de plantas cultivadas,
e introducción de la cerámica; habiendo hallazgos como el complejo
Abejas, el complejo La Perra, Cueva de Santa Marta, Yanhuitlán,
etcétera, que sirven de eíemplo a este periodo.
A continuación entramos en el Periodo Preclásico, el cual puede
dividirse en Preclásico Temprano, Medio y Tardío; distínguese el Pre­
dásico Temprano, de 2000 a 1300 · A.c., por una cerámica elaborada
que cae dentro de dos tradiciones principales, una en el Altiplano
Central y otra en la Costa del Golfo. La del Altiplano Central tiene
formas esféricas y decoración por incisión; mientras que la de la
Costa del Golfo tiene bases planas y decoración excavada o excisa,
punzonado, impresión de roc,k�-stamp o mecedora, de uña, etcétera.
Las formas principales son tecomates, platos, cuencos sencillos y va­
sijas de silueta compuesta.

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NOTAS FINALES 323
En esta época hay también aldeas o comunidades rurales, chozas
de bajareque, agricultura desarrollada, caza, pesca y recolección, es
decir, .que los grupos tenían una economía mixta; a la vez que se
inician los cultos a la fecundidad y se modelan figurillas femeninas.
La cerámica es fundamentalmente monocroma, en colores negro,
blanco, rojizo y negruzco.
El Preclásico Medio, de 1300 a 800 A.c., muestra nuevos adelan­
tos culturales, pues la� aldeas se van transformando en villas, crece
la población, se construyen chozas sobre plataformas de tierra y
piedras, se desarrolla la magia y las deidades a la lluvia; a la vez
que se hacen orejeras de barro, piedras-hongos, y se inicia el tallado
del jade y de otras piedras verdes.
La cerámica se vuelve bicroma, en forma de vasijas con vertedera,
asa de estribo, vasijas silbadoras, patojos, incensarios con tres picos
en el centro, y algunas otras modalidades; a la vez que aparecen los
soportes de botón y se modelan figurillas con los ojos perforados.
En algunos lugares hay pisos o pavimentos de lajas, entierros delimi­
tados por ringleras de piedras, deidades-jaguares, clanes totémicos,
magos o shamanes, máscaras de barro y yugos pequeños; a la vez
que se usa el chapopote y se inicia la pintura negativa y al fresco.
El Preclásico Superior, de 800 a 200 A.c., se caracteriza por el ini­
cio de la arquitectura y los centros ceremoniales no planificados, con
basamentos escalonados y montículos funerarios, hechos de tierra,
lodo y piedra; aparece el dios del fuego, y se inician el sacerdocio
y la religión formalizada. También se inician el calendario, la nume­
ración y la escritura jeroglífica.
En esta época aparecen los mascarones estucados, las esculturas
monumentales y lápidas con bajorrelieves; incensarios con mangos,
v�sijas de alabastro, cuartos de adobe, espejos de pirita, tumbas de pie­
dra, canoas de troncos ahuecados, altares monolíticos, terrazas de
cultivo, comercio extensivo, ornamentos de jade y concha, y otros
rasgos culturales avanzados; a la vez que la cerámica se vuelve poli­
�roma, predomina la pintura negativa y al fresco, y se hacen platos
con anchos bordes acanalados, figurillas silbatos, asa vertedera, so­
portes bulbosos o semimamiformes, decoración pintada y motivos de
volutas como símbolo de la lluvia.
A continuación viene el Periodo Protoclásico, de 200 A.C. a 200
n.c., que marca el inicio de las civilizaciones, con rasgos del periodo
anterior que culminan en las culturas locales; puede citarse una ar­
quite(tura desarrollada con · centros ceremoniales que cuentan con
plazas y adoratorios, habitaciones con columnas, escalinatas con ba­
laustradas, basamentos escalonados, fachadas y tumbas con pinturas,
mascarones estucados y otros adelantos arquitectónicos.
En la cerámica aparecen los rebordes labiales, mediales y basales;
los soportes mamiformes y carretes; las vasijas tetrápodes; la doble

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324 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

asa vertedera; las vasijas acanaladas; el estuco pintado y vasos con


tapaderas; a la vez que se aumentan las deidades, se hacen tumbas
con antecámaras, se tallan huesos con bajorrelieves, se desarrollan
los estilos artísticos locales, se inicia el culto a_ las estelas, y en general
hay un progreso hacia la verdadera civilización.
El Periodo Clásico puede ser dividido en Clásico Temprano y
Clásico Tardío. Durante el Clásico Temprano, de 200 a 450 n.c., se
integran los grandes centros ceremoniales planificados, con pobla­
ciones de tipo urbano y con un gran desarrollo de las artes, la reli­
gión, la organización social y los conocimientos; prosperan las obser­
vaciones astronómicas, los observatorios, el calendario, la escritura
jeroglífica y la numeración; lo mismo que el comercio y la econo­
mía. Durante el Clásico Tardío, de 450 a 700 n.c., se logra el auge
de los centros urbanos, el comercio alcanza su máxima intensidad,
y los conocimientos crecen al igual que la religión y la sociedad.
El Periodo Clásico en general se distingue por las sociedades urba­
nas; por el politeísmo con dioses que tienen sus atributos reconoci­
bles; por la elaboración de yugos, palmas y hachas de piedra; por
los juegos de pelota; figurillas moldeadas-huecas; arco falso o bóveda
salediza; culto a las estelas; astronomía; escritura jeroglífica; juguetes
con ruedas; pintura mural; columnas y pilastras; patios hundidos;
tumbas de tiro; relieves en estuco; vasos decorados al fresco; cerámica
anaranjada delgada; figuri11as desarmables; figurillas sonrientes y mu­
chos otros adelantos culturales.
A continuación viene un Periodo Proto-Postclásico, de 700 a 900
n.c., en el cual se marca el paso de la teocracia .al militarismo, con
el abandono de muchos centros ceremoniales y la creación de otros
que heredan algunos elementos del Clásico; siendo esta la época de
la formación de la cultura tolteca y de los estilos Puuc-Chenes-Río
Bec, cuyos antecedentes se remontan al periodo anterior.
Entre los rasgos del Proto-Postclásico se pueden mencionar el ini­
cio del militarismo; la creación del Quinto Sol; las columnas mono­
líticas con capitel; la decoración de las fachadas y tumbas con grecas
o mosaico de piedra; los basamentos con nichos; lápidas con bajo­
rrelieves; columnillas; atlantes; cerámica plumbate San Marcos; cerá­
mica Coyotlatelco; tal vez el inicio de la metalurgia; pilastras y
jambas con figuras de guerreros; tableros decorados en los juegos
de pelota; arco y flecha; a la vez que se inician las fuentes escritas,
aunque los temas y sucesos son casi de origen mítico o legendario.
Por último tenemos e� Periodo Postclásico, el cual puede ser di­
vidido en Temprano y Tardío; dintínguense el Postclásico Temprano,
de 900 a 1200 n.c., por el predominio de la cultura tolteca, y el
Postclásico Tardío por los chichimecas y mexicas, de 1200 a 1521
n.c. En términos generales el Postclásico tiene rasgos como el predo­
minio del militarismo; agricultura por medio de riego y chinampas;

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NOTAS FINALES 325
acueductos; metalurgia del. cobre, el oro y la plata; plumaria; arco
y flecha, códices y otras fuentes históricas; templos gemelos; tumbas
mausoleos y cruciformes; tallado del alabastro y la madera; tambores
musicales; cerámica plumbate tipo Tohil; cerámica Mazapan, Azteca
I-IV y mixteca; alianzas y órdenes militares; templos redondos, y otros
rasgos más.
En la dinámica cultural del México prehispánico los Periodos Proto­
Agrícola Incipiente, Proto-Preclásico, Proto-Clásico y Proto-Postclá­
sico, son de gran importancia porque en ellos se operan cambios
que definen a varias tradiciones culturales y estilos artísticos, adop­
tando algunos rasgos establecidos y desarrollando otros nuevos; puede
hablarse también de un periodo Proto-Colonial, de 1521 a 1600
n.c., en el cual la cultura prehispánica se va fusionando con la espa­
ñola, para dar nuevas manifestaciones que caracterizarán al Periodo
Colonial.
El maíz, el chocolate, los tamales y las tortillas, la chía y el pulque,
el guajolote, las abejas y la miel, la cera y el henequén, fueron adop­
tados por los conquistadores; lo mismo que las plaµtas medicinales,
el hule, la cochinilla, el palo de Campeche, los petates y la cestería;
a la vez que se hicieron vasijas y platos, figurillas, tambores musica­
les, bancos y camas, mantas y �1mchos productos más, todos ellos
dentro de la tradición indígena de México. Por eso puede decirse
que los conquistadores encontraron en el hombre de México un ver­
dadero tesoro, por sus conocimientos en múltiples artesanías y labo­
res; habiendo sido ellos los que primero influyeron sobre los recién
llegados� como puede todavía observarse en varios edificios, escultu­
ras y otras obras materiales del periodo de contacto.

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INDICE DE ILUSTRACIONES
Fotografías

1. Cráneo del Hombre de Tepexpan, México. Periodo Lítico.


2. Exploración del mamut de Santa Isabel Iztapan, México. Periodo
Lítico.
3. Máscara tallada en madera. El Naranjo, Guerrero. Periodo Preclásico
Superior. Cultura olmeca.
4. Cabeza de una escultura olmeca• tallada en piedra. Tenango, México.
Periodo Preclásico Superior.
5. Hacha ceremonial en forma de una deidad niño-jaguar. Cultura
olmeca. La Venta, Tabasco. Periodo Preclásico St.perior.
6. Más�ara tallada en serpentina. Cultura olmeca. La Venta, Tabasco.
Periodo Preclásico Superior.
7. Escultura llamada "el Luchador Olmeca". Río Uxpanapa, Minati­
tlán, Veracruz. Periodo Protoclásico.
8. Esculturilla representando a un niño sordo. Cultura olmeca. Guerre­
ro. Periodo Protoclásico.
9. Figura sedente tipo Remojadas, modelada en barro. Centro de Vera­
cruz. Periodo Preclásico Superior.
10. Cabeza en piedra. Estilo del centro de Veracruz. Periodo Proto­
clásico.
11. Vasija color negro pulido. Centro de Veracruz. Periodo Protoclásico.
12. Figura modelada en barro. Nopiloa, Veracruz. Periodo Clásico
Tardío.
13. Dios del Fuego modelado en barro. Cerro de las Mesas, Veracruz.
Periodo Clásico Tardío.
14. Yugo representando una lechuza, tallado en piedra. Centro de Vera­
cruz. Periodo Clásico Tardío.
15. Palma tallada en piedra. Centro de Veracruz. Periodo Clásico. Tardío.
16. Figura sonriente modelada en barro.. Centro de Veracruz. Periodo
Clásico Tardío.

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328 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

17. Pirámide de Los Nichos. El Tajín, Veracruz. Periodo Proto-Post­


clásico.
18. Edificios de El Tajín Chico, Veracruz. Periodo Proto-Postclásico.
19. Edificio de Cempoala, Veracruz. Perio_do Postclásico Tardío. Cul-
tura totonaca.
20. Figurilla huastcca:: Periodo Preclásico Superior.
21. Figurilla huasteca. Periodo Clásico Temprano.
22. Figurilla huasteca. Periodo Clásico Tardío.
2 3. Escultura conocida como' "el Adolescente Huasteco". El Consuelo,
Tamuín� �an Luis Potosí. Periodo Clásico Tardío..
24. Escultura representando al dios Tláloc. Castillo de Teayo, Veracruz.
Periodo Postclásico.
25. Pirámide de Castillo de Teayo, Veracruz. Periodo Postclásico Tardío.
26. Lápidas- del Tempio de Los Danzantes. Monte Albán, Oaxaca. Pe­
riodo Preclásico Superior.
27. Brasero con cara olmecoidc. Monte Albán, Oaxaca '. Periodo Preclá­
sico Superior.
28. Urna .de barro representando a una diosa con tocado de ave. Monte
Albán, Oaxaca. Cultura zapoteca. Periodo· Clásico Tardío.
29. J�guar con collar modelado en barro. Monte .A]bán, Oaxaca. Cultura
zapoteca. Periodo Clásico Temprano.
30.. Urna representando a una diosa. Monte Albán, Oaxaca. ·Cuitura
zapoteca. Periodo Clásico Temprano.
31. Vista del centro ceremonial de :Monte Albán, Oax�1ca. Cultura za-
poteca. Periodo Clásico.
32. Juego de pelota de Yagul, Oaxaca. Pcrioclo'Profo-Postclásico.
33. Tumba de Yagul, Oaxaca. Periodo Proto-Postclásico.
H. Palacio de Las Columnas, l\·fitla, Oaxaca. Cultura mixkca. Periodo
Postclásico Temprano.
35. Detalle de la ornamentación interior de un cuarto. Mitb, Oaxaca.
Cultura mi:xteca. Periodo Postclásico Temprano.
36. Vaso trípode policromo. Cultura mixteca. Periodo Postclásico Tardío.
37. Plato trípode policromo. Cultura mixteca. Periodo Postclásico Tardío.
38. Collar de oro. Cultura mixtcca. Monte Albán, Oa:xaca. Periodo Post­
clásico Tardío.
39. Pectoral de oro y turquesa. Yanhuitlán, Oaxaca. Cultura mixteca.
Periodo Postclásico Tardío.

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ÍNDICE DE ILUSTRACIONES ,329
40. Pendiente de oro. Cultura mixteca. Monte Albán, Oaxaca. Periodo
Postclásico Tardío.
41. Basamento de Chiapa de Corzo, Chiapas. Periodo Protoclásico.
42. Templo de Las Siete Muñecas. Dizibilchaltún, Yucatán. Periodo
Protoclásico. Cultura maya.
4 3. Vista de El Palacio. Palenque, Chiapas, Cultura maya. Periodo
Clásico Tardío;
44. Detalle de la alfarda de una escalinata. El Palacio. Palenque, Chia­
pas. Periodo Clásico Temprano.
45. Detalle de El Palacio de Sayil, Yucatán. Estilo Puuc. Periodo Pro­
to-Postclásico.
46. Vaso policromado. Dizibilchaltún, Yucatán. Cultura maya. Periodo
Clásico Tardío.
47. Vista de El Observatorio. Chichén ltzá, Yucatán. Cultura maya.
Periodo Clásico Tardío.
48. Vista de El Castillo. Chichén Itzá, Yucatán. Cultura maya. Periodo
Postclásico Temprano.
49. Edificio de Tulum, Quintana Roo. Cultura maya. Periodo Postclásico
Tardío.
50. Cabeza modelada en estuco. Palenque, Chiapas. Cultura maya.
Periodo Clásico Temprano.
51. Cabeza modelada en estuco. Comaléalco, Tabasco. Periodo Clásico
Tardío. Cultura maya.
52. Ofrendas de incensarios con efigies de Tláloc. Gruta de Balancan­
ché, Yucatán. Periodo Postclásico Temprano.
53. Detalle de la Estela 2 de Bonampak, Chiapas. Cultura maya. Periodo
Clásico Tardío.
54. Detllle de la Estela 1 de Bonampak, Chiapas. Cultura ·maya. Periodo
Clásico Tardío.
55. Vista de El Palacio del Gobernador desde Las Monjas. Uxmal,
Yucatán. Estilo Pune. Periodo Proto-Postclásico.
56. Esquina del interior del Cuadrángulo de Las Monjas.· Uxmal, Yu­
catán. Periodo Proto-Postclásico.
57. La entrada al Cuadrángulo de Las Monjas. Uxmal, Yucatán. Periodo
Prnto-Postclásico.
58. Figurilla stdentc olmcca. Tlatilco, México. Periodo Preclásico
M�dio.
59. Cabecita con dos caras y tres ojos. Tlatilco, México. Periodo Pre­
clásico l\kdio.

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330 UNA VISIÓN DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

60. Figura hueca tipo "cara de niño". Tiatilco, México. Periodo Pre­
clásico Medio.
61. Vista del centro ceremonial de Teotihuacán, México. Periodo
Clásico.
62. Detalle del Templo de Quetzalcóatl. Teotihuacán, México. Periodo
Clásico • Temprano.
63. Escultura representando a la diosa ChaÍchiuhtlicue. Teotihuacán,
México. Periodo Clásico Tardío.
64. Máscara funeraria tallada en �erpentina. Teotihuacán, México. Pe­
riodo Clásico Tardío.
65. Dios viejo o Huehuetéotl. Teotihuacán, México. Periodo Clásico
Temprano.
66. Vaso decorado al fresco. Teotihuacán, México. Periodo Clásico
Tardío.
67. Vista de Tula, Hidalgo. Cultura Tolteca. Periodo Postclásico Tem­
prano.
68. Escultura representando a la diosa Coatlicue. Cultura mexica. Ciudad
de México. Periodo Postclásico Tardío.
69. La Piedra del Sol o Calendario Azteca. Cultura mexica. Ciudad de
México. Periodo Postclásico Tardío.
70. Teponaxtle o tambor tallado el) madera. Cultura mexica. Ciudad
de México. Periodo Postclásico Tardío.
71. Templo de la Serpiente Emplumada. Xochicalco, Morelos. Periodo
Clásico Tardío.
72. Figurilla de El Opefio, Michoacán. Periodo Preclásico Medio.
73. Figurilla de Chupícuaro, Guanajuato. Periodo Precl�sico Superior.
74. Figura representando a un perro cebado. Colima. Periodo Clásico
· Turdío.
75. Grupo de danzantes. Colima. Periodo Clásico Temprano.
76. Jugador de pelota. Jalisco. Periodo Clásico Tardío.
77. Mujer con vasija. Jalisco. Periodo Clásico Tardío.
78. Figura femenina de Nayarit. Periodo Clásico Tardío.
79. Figura masculina de Nayarit. Periodo Clásico Tardío.
80. Templo de Quetzalcóatl. Ixtlán del Río, Nayarit. Periodo Postclá­
sico Temprano.
81. Vasija de Tzintzuntzan, Michoacán. Cultura tarasca. Periodo Post­
clásico Tardío.

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ÍNDICE DE ILUSTRACIONES 331
82. Escultura en piedra de Michoacán. Cultura tarasca. Periodo Post­
clásico Tardío.
8 3. Vista de La Quemada, Zacatecas. Periodo Postclásico Temprano.
84. El Palacio de Las Columnas.
· La -
Oucmada, Zacatecas. Periodo Post-
clásico Temprano.
85. Vista de Casas Grandes, Chihuahua. Periodo Postclásico Tardío.

Mapas

1. Sitios prehistóricos de México. Cazadores y Recolectores. Periodo


Lítico y Agrícola Incipiente.
2. La región de 1a Costa del Golfo. Huastecos, totonacos y olmecas.
3. La región oaxaqueña. Zapotecas y mixtecas.
4. La región maya.
5. La región del Altiplano Central.
6. La región del Occidente de México.
7. E] Noroeste de México.

Cuadro cronológico cultural.

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Una visión del México prehispánico
editado por el Instituto de Investigaciones Históri•
cas, UNAM, se terminó de imprimir en Talleres Grá­
ficos de Cultura, S. A. de C. V. el día 26 de febrero
de 1993. Su composición se hizo en tipo Electra de
11:11, 10:10 y 8:9 puntos. La edición consta de 2 000
ejemplares en papel Cultural y Couché de 90 g. y
estuvo al cuidado de Rosalba Alcaraz Cienfuegos
y Ramón Luna S.

2018. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas


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