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MONICIÓN DE ENTRADA
Una vez más sean todos ustedes bienvenidos, hermanos y amigos. La ternura del Padre,
la amistad del Señor Jesús y la alegría del Espíritu Santo inunden por completo nuestros
corazones.
La liturgia de este Tercer Domingo de Pascua insiste en que en la muerte de Jesús no
hubo fracaso sino Gloria: todo sucedió exactamente como debía haber sucedido. Todo
ha sido un éxito, el mayor de todos los éxitos de la historia. En la persona de Jesús
resucitado todo resucita: no hay fantasmas, todo gana vida nueva, todo tiene sentido,
todo se convierte en gloria. Y muestra de esto es que en este día estos niños ingresaran
por el pórtico del Bautismo a ser Hijos de Dios y otros a participar de la mesa donde se
nos da el Verdadero alimento para la Vida Eterna que es el Cuerpo y la Sangre de
Cristo, en esta Eucaristía, su primera común unión con El Amado.
Seguros de la presencia del Resucitado aquí y ahora en medio de nosotros, pongámonos
de pie y vivamos con gozo la fiesta de nuestra fe.
RITOS INICIALES
SALUDO:
Dios ha glorificado a Jesús, su siervo,
El Santo, el Justo,
El príncipe de vida.
Dios le resucitó de entre los muertos
Y nosotros somos testigos de ese acontecimiento.
En su nombre estamos reunidos aquí.
Que el Señor Resucitado esté siempre con ustedes.
O RITO DE ACOGIDA
(SACERDOTE)
SALUDO:
Con gozo habéis vivido en el seno de vuestra familia el nacimiento de un niño. Con
gozo venís ahora a la Iglesia a dar gracias a Dios y celebrar el nuevo y definitivo
nacimiento por el Bautismo. Todos los aquí presentes nos alegramos en este momento
porque se va a acrecentar el número de los bautizados en Cristo. Dispongámonos a
participar activamente.
ACTO PENITENCIAL
GLORIA
INTERROGATORIO:
Celebrante: ¿Qué nombre habéis elegido para estos niños?
Padres: N.
Celebrante: ¿Qué pedís a la Iglesia para vuestros Niños?
Todos: El Bautismo.
Otras respuestas: La Gracia de Cristo, o bien la entrada en la Iglesia, o bien la vida
eterna.
Celebrante: Al pedir el Bautismo para vuestros hijos, ¿sabéis que os obligáis a educarlos
en la fe, para que estos niños, guardando los mandamientos de Dios, amen al Señor y al
prójimo, como Cristo nos enseña en el Evangelio?
Padres: Si lo sabemos.
Celebrante: Y vosotros, padrinos, ¿estáis dispuestos a ayudar a sus padres en esta tarea?
Padrinos: Sí, estamos dispuestos.
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Celebrante: N., N., la comunidad cristiana os recibe con gran alegría. Yo, en su nombre,
os signo con la señal de Cristo Salvador. Y vosotros padres (y padrinos), haced también
sobre ellos la señal de la cruz.
Oración Colecta
Oremos para que sepamos vivir la nueva vida de Jesús Resucitado.
(Pausa)
Oh Dios de los vivientes,
¿quién creerá que tu Hijo ha resucitado
si Él no vive entre nosotros hoy?
No permitas que la muerte del pecado nos atrape,
ya que él nos ha hecho libres por su sangre.
Que su vida se desborde en nosotros,
de modo que fluya sobre los que nos rodean
con obras de perdón compasivo y de generosidad sin medida.
Nútrenos con esa vida en la eucaristía,
banquete de Jesucristo tu Hijo, nuestro Señor.
LITURGIA DE LA PALABRA
MONICIÓN PRIMERA LECTURA (HECHOS 3,13-19)
Pedro proclama que no fue por capricho ni por azar que Jesús padeció y murió. Jesús se
ofreció voluntariamente para que todo sucediera tal como había sido anunciado desde
Moisés. Por eso, Dios lo resucitó de entre los muertos. Escuchemos.
PRIMERA LECTURA
Matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos.
LECTURA DEL LIBRO
DE LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES
3,1
3-15.17-19
En aquellos días, Pedro dijo a la gente: «El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, el
Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, al que vosotros entregasteis y
rechazasteis ante Pilato, cuando había decidido soltarlo. Rechazasteis al santo, al justo,
y pedisteis el indulto de un asesino; matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó
de entre los muertos, y nosotros somos testigos. Sin embargo, hermanos, sé que lo
hicisteis por ignorancia, y vuestras autoridades lo mismo; pero Dios cumplió de esta
manera lo que había dicho por los profetas, que su Mesías tenía que padecer. Por tanto,
arrepentíos y convertíos, para que se borren vuestros pecados.» Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL 4
R/. Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro, Señor.
Escúchame cuando te invoco,
Dios, defensor mío;
tú que en el aprieto me diste anchura,
ten piedad de mí y escucha mi oración. R/.
Hay muchos que dicen:
« ¿Quién nos hará ver la dicha,
si la luz de tu rostro
ha huido de nosotros?» R/.
En paz me acuesto
y en seguida me duermo,
porque tú solo, Señor,
me haces vivir tranquilo. R/.
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(2,1-5)
Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno
que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por
nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.
En esto sabemos que lo conocemos: en que guardamos sus mandamientos. Quien dice:
«Yo lo conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está
en él. Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su
plenitud. En esto conocemos que estamos en él. Palabra de Dios.
resurrección. Por medio de esta oración vamos a desvelar los elementos simbólicos del
agua y a unirlos a la salvación de Dios, para que captemos y quede expresado todo el
contenido de nuestra celebración: muertos al pecado y vicos por la unión a Jesús.
Celebrante: Oremos, hermanos, al Señor Dios todopoderoso, para que conceda a estos
niños la vida nueva por el agua y el Espíritu.
¡Oh Dios!, que realizas en tus sacramentos obras admirables con tu poder invisible, y de
diversos modos te has servido de tu creatura, el agua para significar la gracia del
Bautismo.
¡Oh Dios!, cuyo Espíritu, en los orígenes del mundo, se cernía sobre las aguas, para que
ya desde entonces concibieran el poder de santificar.
¡Oh Dios!, que incluso en las aguas torrenciales del diluvio prefiguraste el nacimiento
de la nueva humanidad, de modo que una misma agua pusiera fin al pecado y diera
origen a la santidad.
¡Oh Dios! qué hiciste pasar a pie enjuto por el mar Rojo a los hijos de Abraham, para
que el pueblo liberado de la esclavitud del Faraón fuera imagen de la familia de los
bautizados.
¡Oh Dios!, cuyo Hijo, al ser bautizado en el agua del Jordán, fue ungido por el Espíritu
Santo; colgado en la cruz vertió de su costado agua, junto con la sangre; y después de su
resurrección mandó a sus apóstoles: «Id y haced discípulos de todos los pueblos,
bautizándoles en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.»
Mira, ahora, a tu Iglesia en oración y abre para ella la fuente del Bautismo: Que este
agua reciba, por el Espíritu Santo, la gracia de tu Unigénito, para que el hombre, creado
a tu imagen y limpio en el Bautismo, muera al hombre viejo y renazca, como niño, a
nueva vida por el agua y el Espíritu.
El celebrante toca el agua con la mano derecha y prosigue:
Te pedimos, Señor, que el poder del Espíritu Santo, por tu Hijo, descienda sobre el agua
de esta fuente, para que los sepultados con Cristo en su muerte, por el Bautismo,
resuciten con él a la vida. Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos: Amén.
RENUNCIAS Y PROFESIÓN DE FE
MONICIÓN:
Las renuncias y la profesión de fe de los padres y los padrinos son una actualización
de su propio Bautismo y una expresión de la fe de la Iglesia, en la cual son bautizados
los niños. Las contestaciones son en singular, para demostrar así el compromiso y la
respuesta personal.
Es un momento importante del Bautismo en el que manifestamos la repulsa a un estilo
de ser hombre en el mundo y nuestra adhesión al camino de Jesús.
Por las renuncias, no solamente dejamos de lado la realidad del pecado y de este
mundo injusto, sino que es un acto positivo, una repulsa, una declaración de guerra
contra todo lo que se opone al vivir del Evangelio.
Por el contrario, profesar la fe en Dios y en Jesús supone adherirse al estilo de vida él
Evangelio, manifestado en una práctica muy real: amando a los demás y trabajando
solidariamente por crear las condiciones sociales en que este amor sea posible.
Celebrante: Queridos padres y padrinos. En el sacramento del Bautismo, el amor de
Dios va a infundir, por el agua y el Espíritu Santo, la vida nueva en estos niños, que
ustedes han presentado a la Iglesia. Vosotros por vuestra parte, debéis de esforzaros en
educarlos en la fe, de tal manera, que esta vida divina quede preservada del pecado y
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crezca en ellos de día en día. Así pues, movidos por la fe, estáis dispuestos a aceptar
esta obligación, recordando el compromiso de vuestro propio Bautismo, renunciad al
pecado y confesad vuestra fe en Jesucristo, que es la fe de la Iglesia, en la cual vuestros
hijos van a ser bautizados.
Celebrante: ¿Renunciáis al pecado, para poder vivir en la libertad de los hijos de Dios?
Padres y padrinos: Sí, renuncio.
Celebrante: ¿Renunciáis a las seducciones del mal, para que no domine en vosotros el
pecado? Padres y padrinos: Sí, renuncio.
Celebrante: ¿Renunciáis a Satanás, padre y príncipe del pecado?
Padres y padrinos: Sí, renuncio.
Seguidamente el celebrante pide esta triple profesión de fe a los padres y padrinos:
Celebrante: ¿Creéis en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra?
Padres y padrinos: Sí, creo.
Celebrante: ¿Creéis en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que nació de Santa
María Virgen, murió, fue sepultado, resucitó de entre los muertos y está sentado a la
derecha del Padre? Padres y padrinos: Sí, creo.
Celebrante: ¿Creéis en el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia Católica, en la comunión de
los Santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida
eterna? Padres y padrinos: Sí, creo.
A esta profesión de fe asiente el celebrante y la comunidad expresa su fe.
Esta es nuestra fe. Esta es la fe de la Iglesia, que nos gloriamos de profesar en Cristo
Jesús, Señor nuestro. Amén.
Todos: Amén.
BAUTISMO
Celebrante: ¿Queréis, por tanto, que vuestro hijo N, sea bautizado en la fe de la Iglesia
que todos juntos acabamos de profesar?
Padres y padrinos: Sí, queremos.
Celebrante: N., yo te bautizo en el nombre del Padre primera infusión de agua. Y del
Hijo segunda infusión de agua y del Espíritu Santo. Tercera infusión de agua.
UNCIÓN CON EL SANTO CRISMA
Tras haber bautizado al niño el sacerdote lo unge en la coronilla con el crisma.
Celebrante: Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que os ha liberado
del pecado y dado nueva vida por el agua y el Espíritu Santo, os consagre con el crisma
de la salvación para que entréis a formar parte de su pueblo y seáis para siempre
miembros de Cristo, sacerdote, profeta y rey.
Todos: Amén.
IMPOSICIÓN DE LA VESTIDURA BLANCA
Celebrante: N., sois ya nueva creatura y habéis sido revestido de Cristo. Esta vestidura
blanca sea signo de vuestra dignidad de cristiano. Ayudado por la palabra y el ejemplo
de los vuestros, consérvala sin mancha hasta la vida eterna.
Todos: Amén.
ENTREGA DEL CIRIO
El celebrante muestra el cirio pascual diciendo: Recibid la luz de Cristo.
Entonces, el padre o el padrino encienden la vela del niño en el cirio pascual.
Celebrante: A vosotros, padres y padrinos, se os confía acrecentar esta luz. Que vuestros
hijos, iluminados por Cristo, caminen siempre como hijos de la luz. Y perseverando en
la fe, puedan salir con todos los Santos al encuentro del Señor.
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Los que han sido bautizados en Cristo, de Cristo se han revestido. Aleluya, aleluya.
ÉFFETA
Si al celebrante le parece oportuno, puede añadir el rito del “Effeta” de la forma
siguiente: tocando con el dedo pulgar los oídos y la boca de cada uno de los niños dice
Celebrante: El Señor Jesús, que hizo oír a los sordos y hablar a los mudos, te conceda, a
su tiempo, escuchar su Palabra y proclamar la fe, para alabanza y gloria de Dios Padre.
Amén.
LITURGIA EUCARÍSTICA
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Oh Padre bondadoso, fuente de vida:
Con pan y vino celebramos en esta eucaristía
la presencia de tu Hijo en medio de nosotros,
aquí alrededor de esta mesa
y en la vida de cada día.
Que le podamos experimentar aquí
como el gran don que tú nos brindas
y que permanezca con nosotros
en nuestra inacabada búsqueda
de ser tu pueblo libre de pecado
y de vivir la vida nueva
de Jesucristo Resucitado, nuestro Señor.
PLEGARIA EUCARÍSTICA
ANTÍFONA DE COMUNIÓN
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Oh Dios de vida y de amor salvador:
Hemos gozado de la presencia de tu Hijo entre nosotros
porque nos hemos reunido en su nombre.
Él nos ha proclamado su palabra de vida
y hemos participado en su banquete de salvación.
Que él siga viviendo en nuestra comunidad
por nuestra presencia atenta hacia los otros,
por nuestra fe común expresada
en nuestras obras de amor y servicio,
de gratitud y perdón,
por nuestros esfuerzos en crear un mundo mejor
donde haya justicia y esperanza para todos.
Y de este modo queremos caminar juntos hacia ti
y dar testimonio de que Jesucristo
es Señor y Salvador nuestro, por los siglos de los siglos.