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Tratamiento de mujer con emetofobia: un enfoque centrado en

el trauma
Ad de Jong
Department of Behavioural Sciences
ACTA, University of Amsterdam and
Vrije Universiteit Amsterdam,
Holanda
School of Health Sciences
Salford University, Manchester, Reino Unido

Correspondencia: Ad de Jongh; Department of Behavioural Sciences, Academic Centre for


Dentistry, Amsterdam, Louwesweg 1, 1066 EA Amsterdam, Holanda
Email: a.de.jongh@acta.nl

Palabras clave: fobia específica, fobia a vomitar, emetofobia, EMDR

Recibido para su publicación: 28 de Agosto de 2011


Revisión recibida: 2 de Diciembre de 2011
Aceptada su publicación: 2 de Diciembre de 2011
Este artículo está autorizado de acuerdo con la licencia del Creative Commons Attribution
NonCommercial 3.0 License (CC BY-NC 3.0).

Resumen
La emetofobia, o miedo desproporcionado a vomitar, es un proceso crónico
e incapacitante que se caracteriza por una tendencia a evitar una amplia
colección de situaciones o de actividades en las cuales podría estar
incrementado el riesgo de vómito. La emetofobia, a diferencia de muchos otros
subtipos de fobias específicas, resulta relativamente difícil de tratar. En la
bibliografía existen, de hecho, solamente algunos casos publicados. En este
artículo se presenta el caso de una mujer de 46 años de edad con emetofobia a
la que se le aplicó el enfoque de tratamiento centrado en el trauma, es decir, un
enfoque dirigido particularmente al procesamiento de los recuerdos
perturbadores originados en una serie de sucesos que se consideraron como
determinantes en la etiología de esta alteración. Cuatro sesiones de terapia con
EMDR (Desensibilización y reprocesamiento mediante movimientos oculares)
dieron por resultado una reducción duradera en la sintomatología. En el
seguimiento realizado de tres años de duración no se observaron recidivas.

Introducción
La emetofobia o fobia al vómito es una alteración que se caracteriza por un
miedo desproporcionado a vomitar o a que otras personas vomiten y se asocia
generalmente a una irrefrenable sensación de pérdida del control, temiendo
volverse muy enfermo o, sino, que a otros esta situación les resulte muy
repulsiva. Los individuos que presentan esta alteración tienen la tendencia a
comprobar y a monitorizar la existencia de estímulos interoceptivos tales como
las náuseas lo que a su vez determina que sea más probable que enfermen 1.
Las estimaciones realizadas sobre la prevalencia de la emetofobia
indicarían de que se trata de una alteración rara que afectaría a
aproximadamente el 0,1% de la población.2 En su forma más leve, en cambio,
el miedo a vomitar es relativamente común, existiendo estimaciones de tasas
de prevalencia puntuales que oscilan entre el 3,1% y el 8,8% dentro de la
comunidad; el miedo a vomitar sería, además, cuatro veces mayor en las
mujeres que en los hombres. 3,4
De acuerdo con la edición actual del Diagnostic and Statistical Manual of
Mental Disorders 5 , la emetofobia está incluida dentro de la categoría de fobia
específica (Otros tipos). Para establecer el diagnóstico de emetofobia, es
necesario que la respuesta evitativa resulte muy perturbadora y que tenga una
repercusión muy importante en la vida de la persona. Como consecuencia de
ello, los fóbicos al vómito presentan la tendencia a evitar una amplia gama de
situaciones o de actividades que ellos estiman podrían incrementar el riesgo de
aparición del vómito. Así, por ejemplo, tendrían la tendencia a evitar lugares
con mucha gente, como podrían ser tiendas, barcos, aviones, conciertos y
hospitales, por temor a no poder escapar rápidamente en caso de que
aparecieran las náuseas o los vómitos. Podrían, además, no estar en
condiciones de irse de vacaciones o de viajar empleando medios de transporte
públicos; sin embargo, el comportamiento evitativo incluiría también el evitar a
adultos o a niños que pudieran estar enfermos ( y, por tanto, ser considerados
como fuente de contagio) o a quienes se encuentren en riesgo de vomitar (por
ejemplo, personas que están borrachas). El comportamiento evitativo podría
extenderse también a evitar el empleo de baños públicos o el contacto con
manillas de puertas, de medicamentos, a acudir al dentista, a limitar las
actividades de los propios hijos que han estado en contacto con otros niños o a
evitar el consumo de determinados alimentos que se estima podrían ser causa
4,6,7
de vómitos, lo cual podría conducir a pérdidas de peso significativas.
Las náuseas y ansiedad súbitas que aparecen en la emetofobia parecerían
8 6
tener muchas similitudes con la crisis de ansiedad y con el ágorafobia. La
diferencia entre la emetofobia y la crisis de ansiedad radicaría, sin embargo, en
el hecho de que el pánico causado por la emetofobia tendría una duración
mucho más corta que la que tiene en la crisis de ansiedad. El comportamiento
evitativo de los emetofóbicos abarcaría, además, una gama de situaciones
mucho más amplia que la observada en el ágorafobia e incluiría el evitar el
consumo de alcohol, el embarazo, el contacto con personas enfermas y con
personas con cierto grado de imprevisibilidad, como podrían los niños o las
personas con minusvalías psíquicas.6 Ya de manera más específica, el
comportamiento de los emetofóbicos pretende principalmente prevenir la
aparición de náuseas y vómitos lo que lo diferencia del ágorafobia en el que lo
que se pretende es evitar aquellas situaciones en las que la mente, al
interpretar erróneamente los signos físicos de la ansiedad, cree que no estará
en condiciones de conseguir ayuda.
No sometida a tratamiento, es probable que persista. El conocimiento de
que se dispone sobre el tratamiento de la emetofobia es limitado, parte de lo
cual es debido a que se carece de todo ensayo controlado referente a la
eficacia (relativa) de las estrategias de tratamiento para tal situación. De hecho,
en la bibliografía se dispone sólo de algunos pocos casos publicados. Los
tratamientos de los que se ha informado incluyen el empleo ( o bien, de
combinaciones de) de hipnoterapia,9,10 de terapia conductual cognitiva, que
incluye la estimulación de la producción de la náusea o del vómito.11,12 el
empleo de técnicas de contracondicionamiento,13 de exposición
interoceptiva,1,14 de exposición in vivo a alertas de vómito, re-escritura de
experiencias aversivas pasadas, experimentos conductuales, abandono de
conductas que buscan la seguridad y desempeño de roles (role-play) del
vómito tras el olfato de vómito.15
Da la impresión de que la emetofobia sería una alteración relativamente
difícil de tratar. En el estudio de tratamiento más amplio realizado, un grupo de
7 pacientes3 fue expuesto repetidamente a secuencias de películas que
mostraban a personas vomitando. Se llegaron a realizar 13 sesiones en las
que se solicitó de los participantes que visionaran repetidamente las
secuencias de vídeo. El autor del estudio hizo notar que existió un sub-grupo
de pacientes a los cuales fue necesario someter a un número mayor de
sesiones ya que el miedo volvía a aparecer en el período que mediaba entre
las sesiones de exposición. Esta observación estaría en concordancia con los
resultados obtenidos en una encuesta realizada a través de internet que
incluía a 56 personas, la mayoría de ellas mujeres, resultados que indicaban
que es probable que aquellos que presentaban emetofobia, habrían sido
sometidos a una amplia gama de tratamientos previos, los cuales habrían
tenido un éxito bastante limitado.6
La terapia con EMDR (Desensibilización y reprocesamiento mediante
movimientos oculares) está recomendada para el tratamiento del estrés
postraumático o TEPT.16,17 Teniendo en cuenta que los emetofóbicos refieren
con frecuencia que dicho trastorno ha comenzado en la infancia, a menudo tras
verse expuestos a experiencias perturbadoras, vomitando ellos mismos o
viendo a otros hacerlo,6 y que el EMDR permite solucionar los recuerdos
perturbadores producidos por una amplia variedad de sucesos, entre los cuales
se podría incluir a aquellos que permitirían explicar el origen de las alteraciones
fóbicas,18 se podría entonces argumentar que la emetofobia también
respondería al tratamiento con EMDR. Entre los tipos de fobia de las que se ha
informado que han sido tratadas con éxito con EMDR (por ejemplo, fobias al
tráfico, a serpientes, polillas, arañas, ratones, a las inyecciones, al tratamiento
dental y al atragantamiento)19-21 existe en la bibliografía un informe de caso en
el que se empleó EMDR para el tratamiento del temor a las náuseas y vómito. 22
El empleo de este abordaje condujo a una remisión completa de las molestias
tras solamente una sesión con EMDR.
El objetivo que se persigue con el presente estudio de caso es el de
continuar explorando aún más la utilidad clínica que tendría el EMDR en el
tratamiento de la emetofobia. Con el fin de proporcionar información al lector
de cómo iba experimentando la paciente la terapia, se ha prestado especial
atención a sus notas personales y a los cambios cognitivos, emocionales y
conductuales a los que ella hacía referencia en sus correos electrónicos,
escritos tanto durante el período de tratamiento como en el período de
seguimiento.
Informe de caso

Sujeto
Debbie es una empleada administrativa de 46 años de edad que ha venido
sufriendo, desde que ella puede recordar, de un temor excesivo e irracional a
vomitar. Ella ha hecho siempre todo lo que estaba a su alcance para evitar ver
a otros vomitar, incluidos sus hijos, ya que temía que ello determinaría que ella
también vomitara. Debbie evitaba, por tanto, todo tipo de situaciones, entre las
que se incluían visitas a hospitales y ver determinados programas de televisión
y películas, solamente por el temor de que aparecieran personas que pudieran
sentirse mal y que, por ello, pudieran vomitar. Como gradualmente fue
aumentando cada vez más el número de situaciones que Debbie evitaba en su
vida diaria, su mundo se redujo de manera significativa.

Evaluación
Con el fin de evaluar si el miedo a vomitar cumplía con los criterios
diagnósticos necesarios que, de acuerdo con el DSM-IV-TR, permitieran
determinar que se trataba de una fobia específica (emetofobia), el diagnóstico
fue establecido empleando una entrevista diagnóstica estándar: la Mini
International Neuropsychiatric Interview, versión 5.0.0 (Mini entrevista
neuropsiquiátrica internacional)23,24 Con esta entrevista se evalúa, además, la
posible presencia de trastornos concomitantes y sirve de ayuda para que el
clínico pueda establecer un diagnóstico diferencial entre la emetofobia y una
crisis de ansiedad, por ejemplo. Según parece, en el caso de Debbie, sería el
único diagnóstico.
Con el fin de determinar la gravedad de los síntomas presentados por
Debbie, se solicitó de ésta que cumplimentara la versión holandesa del
Symptom Check List-90-Revised versión (Lista de comprobación de síntomas)
(SCL-90-R).25-26 Éste consta de 90 ítems que proporcionan una indicación de
posibles disfunciones existentes en ocho dimensiones: ágorafobia (7 ítems),
somatización (12 ítems), rabia- hostilidad (6 ítems), depresión (16 ítems),
sensibilidad interpersonal e ideación paranoide (18 ítems), ansiedad (10 ítems),
dificultades cognitivas y de rendimiento (9 ítems) y trastornos del sueño (3
ítems). La versión holandesa difiere de la versión original de Derogatis en
cuanto que se solicita del paciente que, en una escala de 5 puntos (1=ninguna;
5= demasiadas), indique el número de molestias experimentadas durante la
semana previa. La puntuación total se obtiene mediante la sumatoria de los
puntos obtenidos en cada una de las ocho subescalas, incluidos nueve ítems
no susceptibles de ser incluidos en escalas, pudiendo oscilar ésta entre los 90
y los 450 puntos. La puntuación total obtenida por Debbie fue de 275 puntos.
Esta puntuación caía dentro de la gama muy alta (grupo de norma 2) en las
dimensiones ansiedad, ágorafobia y sensibilidad interpersonal.

Procedimiento
EMDR es un enfoque psicoterapéutico de 8 fases, protocolizado, que está
orientado hacia la resolución de síntomas derivados de experiencias vitales
27
perturbadoras y no procesadas. Se comienza centrando la atención en el
propio recuerdo traumático solicitando del cliente que recuerde la memoria
traumática en cuestión y se concentre en los diversos aspectos de ésta. El
cliente deberá fijar específicamente la atención en la imagen más perturbadora
y en la creencia negativa disfuncional mantenida por éste respecto de sí
mismo, vinculada a dicha imagen, como así también en las emociones y
sensaciones físicas que la acompañan. Una característica esencial del
procedimiento es la realización de los movimientos oculares. De manera
característica, el/ la terapeuta mueve sus dedos de un lado a otro frente a el/ la
cliente solicitando de él/ ella que siga los movimientos con sus ojos a la vez
que se concentra en el recuerdo traumático.27 Tras la imagen y cognición
negativa (CN), se produce el acceso a los aspectos emocional y somático del
recuerdo. Tras cada serie de movimientos oculares (denominado un set), se
solicita del cliente que vaya informando de los experiencias emocionales,
cognitivas, somáticas y/ o de imágenes que vaya teniendo hasta que las
perturbaciones internas existentes alcancen un SUD (escala de unidades
subjetivas de perturbación que oscila entre los valores de 10 hasta 0) igual a
cero y las cogniciones adaptativas, junto con las cogniciones positivas (CP),
alcancen una puntuación elevada en la escala de VoC (validez de la cognición),
escala que oscila entre los valores de 1(percibida como completamente falsa)
hasta 7(percibida como completamente cierta). En la aplicación del EMDR a las
fobias, existen muchos elementos que son añadidos al procedimiento, entre los
que se incluye una preparación frente a confrontaciones que pudiera haber en
el futuro con el estímulo fóbico. 28
Existe una amplia variedad de estudios experimentales que demuestran
que, durante la evocación de los recuerdos aversivos, los movimientos oculares
reducen la viveza y emocionalidad de los mismos.28-29 Se parte del supuesto
de que la evocación de un recuerdo traumático grava la capacidad de la
memoria de trabajo, la cual se encuentra de por sí reducida. Si se procediera a
llevar a cabo otra tarea durante dicha evocación, se dispondrá de una menor
capacidad para evocar un suceso perturbador.30 Esto significa que el recuerdo
será experimentado con menor viveza y menor carga emocional. Si bien se
cree que los movimientos oculares ejercerían tal función de tarea secundaria,28-
29
existen, además, otras modalidades que pueden ser empleadas para gravar
la memoria de trabajo. En el presente caso, el EMDR se llevó a cabo
empleando auriculares conectados a un aparato de CD en el que se
reproducían sonidos alternantes (clicks).

Conceptualización del caso


El EMDR está basado en un modelo que está centrado en los sucesos
perturbadores que han podido existir en la vida de un individuo, los cuales han
permanecido sin resolver y que son un elemento determinante en la etiología
del trastorno psicológico presentado. Debbie señalaba inicialmente que no era
capaz de recordar cuándo había comenzado a tener miedo de vomitar. Con el
fin de ayudar a Debbie a que lograra tener acceso a aquellos recuerdos que
podrían ser considerados como cruciales en lo referente a los orígenes y
mantenimiento de sus síntomas, procedimos a emplear el modelo Two
Method.31 Debbie recordaba una situación que se produjo cuando ella estaba
en jardín infantil, situación en la que un niño de su clase vomitó sobre una
mesa. Según recuerda ella, debía de haber tenido unos cuatro años en esa
época. Se decidió reprocesar este recuerdo primero.

La primera sesión de tratamiento


La imagen más perturbadora que Debbie parecía tener del recuerdo del
jardín infantil era el desastre que había sobre la mesa, el momento en el que
mi compañero vomita sobre la mesa. El sentimiento que evocaba esta imagen
en Debbie era el de una impotencia total (CN= Me siento impotente) y daba la
impresión de tener una gran carga emocional (SUD=8). Tras comenzar con el
procedimiento con EMDR, comenzó inmediatamente un intenso flujo de
pensamientos en Debbie. Ella relacionó relativamente rápido el suceso
producido en el jardín infantil con otros sucesos importantes relacionados con
este. Se trataba de pensamientos y de recuerdos que estaban relacionados
con los primeros años de colegio suyos. Durante el segundo set, ella rompió a
llorar de manera súbita al darse cuenta de toda las diversiones que se había
perdido por haber sido siempre tan temerosa. En el siguiente set, vio todas las
cosas bonitas que había, botes de pegamento y cosas parecidas que una vez
hubo en su clase de jardín infantil. Al final de esta cadena de asociaciones,
mientras se volvía al recuerdo diana inicial, ella señaló:”Resulta extraño, pero
cuando veo ese suceso, es como si viera que las cosas cambiaran de un
tamaño pequeño y con detalles a algo mucho más grande. No me refiero
solamente a la mesa donde sucedió todo sino que, también, a todo lo que
había alrededor, pero esta vez en sus proporciones normales”. Tras el
siguiente set surgieron nuevos recuerdos. Luego, de repente, aparece en su
cara una expresión de tranquilidad:”Sí, ¿qué es lo que realmente resulta
desagradable en todo esto? La imagen que había tenido siempre en mi mente
de esta situación está simplemente desapareciendo”. Sin embargo, este
asombro fue rápidamente seguido por un nuevo recuerdo que surgió en su
mente:”Mis padres estaban fuera y yo tuve que ejercer el papel de cuidadora
de niños. Él sintió náuseas y pensó que lograría a llegar al baño; sin embargo,
sólo logró llegar hasta la cocina.¡Qué desastre!
Debbie añade luego que a ella le entró el pánico por lo que corrió donde la
vecina para pedir ayuda. Pero ella le respondió que tampoco estaba en
condiciones de prestarle ayuda ya que ella misma no podía soportar vomitar
como tampoco el ver hacerlo a otros. Debbie podía todavía recordar
claramente que la vecina le permitió utilizar su teléfono para llamar a sus
padres: “Luego vino mi padre para limpiarlo todo, pero luego volvió a
marcharse””. Debbie refiere luego, en un tono claramente emocional, que al
repetirse esa imagen, ella volvió a sentir temerosa y abandonada: “Yo yacía
petrificada de temor en mi cama, escuchando atentamente por si se producía
algo”. Pero lo que a Debbie le parecía realmente doloroso del hecho era que su
padre ni siquiera se había percatado de su problema: “Nadie ni siquiera vio el
miedo que yo tenía. Toda la situación relacionada con el vómito fue incluso
pasada a un segundo plano por esto”.
Tras este interludio, se vuelve nuevamente al procesamiento con EMDR del
recuerdo del jardín infantil hasta que Debbie fuera capaz de mirar este suceso
sin experimentar perturbación alguna. Luego se acordó con Debbie poner fin a
la sesión y que ella llevaría un diario durante los siguientes días, informando de
éste al terapeuta mediante correo electrónico.

Tras la primera sesión de tratamiento


Cuatro días más tarde, Debbie envió el siguiente mail:”Fue una experiencia
excepcional. Que uno pueda captar un recuerdo que siempre ha tenido y que
siempre ha sido igual pero que, luego, se vaya ampliando gradualmente. El
sonido en tus oídos tiene un efecto tan calmante y pareciera ser que te ayuda a
procesar los recuerdos de manera positiva. No sé si lo estoy describiendo de la
manera adecuada, pero es así como lo he experimentado. Estaba muerta de
cansancio con todas las emociones que fueron surgiendo durante el
tratamiento. Y, sin embargo, le puedo decir ahora que mi primer recuerdo del
jardín infantil lo percibo ahora de forma muy neutra. Y que hoy he llegado a
pensar en este recuerdo incluso con agrado. La imagen mía en la que estoy
rellenando los botes de pegamento, hecho con el cual yo disfrutaba mucho, ha
vuelto a aparecer, y también la cara agradable del profesor.
El segundo recuerdo que tratamos; casa-apartamento- hermano vomitando
y mi padre....este recuerdo, debo decir, que todavía no me resulta neutral. Y,
sin embargo, sí encuentro sorprendente que súbitamente pudiera recordar
muchos de los detalles de la habitación que tenía en aquella época, y eso sí
fue agradable. Pero, con ese recuerdo, junto con la situación del vómito,
apareció otra sensación más intensa en primer plano, era como; ....no oído, no
visto. Yo no estaba ahí. Continuaré con el diario y estoy deseando que venga la
próxima vez.

La segunda sesión de tratamiento


En el diario de vida que Debbie había estado manteniendo desde la última
sesión surgieron numerosos otros sucesos que podrían haber desempeñado
algún papel en el empeoramiento o en el mantenimiento de sus miedos. Ella
describe un suceso que se había producido pocos días antes en el que un
coche se detuvo súbitamente delante de ella, metiéndose en la pista para
ciclistas: “Un lugar poco común. En ese momento sentí un subidón de
adrenalina y , en un flash-back, mis pensamientos volvieron no sé cuántos
años atrás (según escribo esto, veo nuevamente las imágenes). Un coche se
detiene, veo a alguien que vuelve a entrar en él y luego, abre nuevamente la
puerta y vomita”.
Tomamos la decisión de incluir este recuerdo dentro del tratamiento. Pero
primero volvimos a elegir nuevamente como diana la imagen del padre de
Debbie limpiando el vómito de su hermano. La carga emocional de este
recuerdo (SUD) también logró ser reducida a 0. Luego, cinco minutos después
de la fase de instalación, ella fue capaz de proyectar la imagen en su mente y
sentir que, después de todo, ella definitivamente sí valía algo. A continuación
se volvió a la escena del coche con la persona vomitando, recuerdo que
también pudo ser procesado con éxito.

Tras la segunda sesión de tratamiento


Debbie escribe en su diario: “Esta semana iba leyendo el periódico en el
tren. Aparecían unas caricaturas relacionadas con el vómito. Había un póster
en el escalón (wat bedoel je hiermee? ¿aquí en el escalón?), al menos eso es
lo que aparecía estar dibujado. ¡Y yo no reaccioné inmediatamente con miedo!
Guay! Incluso, me devolví para mirar nuevamente la página y mirar la imagen
durante algunos minutos, pensando para mi misma: “En realidad, ese dibujo no
significa nada para mí”. Apenas me lo puedo creer”.

La tercera sesión de tratamiento


Debbie informa a comienzos de la tercera sesión de tratamiento que ha
observado que ahora es capaz de defenderse a sí misma mejor de lo que lo
hacía antes. Su esposo ya lo había observado, y sus compañeros de trabajo,
también:”Donde yo trabajo estamos francamente escasos de personal. Y esta
no es la primera vez que sucede. En las oportunidades anteriores, yo estaba
preocupada por el trabajo que estaba pendiente de hacer y tuve que trabajar
haciendo horas extra. Nunca se dijo nada la respecto; nadie dio muestras de
apreciarlo. Ahora yo trabajo mis horas normales y echo a un lado lo que no
logro terminar; sin ningún sentimiento de culpa.
La semana pasada ella recordó que, cuando aún estaba en la escuela
primaria, salió de viaje con su clase en un bus. Mientras viajaban, alguien
comenzó a sentir náuseas. En el presente, a ella sigue atemorizándola la idea
de no poder salir de un bus y ello está relacionado con una idea de
desvalimiento. Tras un rato, el recuerdo comenzó lentamente a ser más neutral
y, tras una hora, fue posible también concluir esta sesión de tratamiento.

Después de la tercera sesión de tratamiento


Tras la tercera sesión de tratamiento, Debbie escribió el siguiente mail:”
Durante la última sesión, me pareció como si se hubiera puesto una pantalla.
Yo estaba sentada en el bus durante un viaje de curso. Uno de mis
compañeros de clase comenzó a marearse y el miedo de que pudiera vomitar
se apoderó de mí. Fue una experiencia muy desagradable, más aún si se
piensa que se me pidió que si yo podía hacer algo. Si tan sólo pudiera decir lo
atrapada y ansiosa que me siento. ¿A quién podría decirle eso? ¿Zas! ¡La
pantalla! A la persona que se sienta junto a mí. ¿Y quién esta al lado mío ,
siempre y en todo lugar? Mi amiga Nicky. Y es precisamente a Nicky a quien
nunca me atrevería a contárselo. ¡Según estoy escribiendo esto, estoy
volviendo a sentir esa intensa emoción de nuevo! De repente me doy cuenta de
lo importante que es esta “amistad” para mí. No me he atrevido a decírselo por
temor a no ser entendida. Sería sufrir el desdén de Nicky, ella que nunca se
quejaba de nada y que siempre era valerosa. ¿Qué podía hacer? Seguía
dando vuelta al mismo círculo, sin saber qué hacer. Luego el terapeuta me
preguntó si sería útil que simplemente mirara a través de la ventana; tal vez
podría haber algo interesante allá afuera. Un milagro ¡funcionó! Y eso mismo
funcionó también a la semana siguiente en el trabajo. Durante una situación
desagradable, mire hacia fuera a través de la ventana; ello equivalía a decir
que yo dejaba que sucediera y no le atribuí ningún significado a lo que sucedía.
Fue una sensación muy liberadora.
Debbie escribía una semana más tarde:” Me fui temprano de una fiesta de
cumpleaños con barbacoa incluida. Tenía una jaqueca. Mi marido llegó más
tarde. Se sentía pésimo y le oí vomitar. En el pasado, el mero hecho de oírle
vomitar habría producido en mí una reacción de pánico. Me habría tapado los
oídos para no tener que oírlo y habría sentido unas terribles náuseas. ¿ Y
ahora? Increíble. permanecí tranquila. Simplemente me tendí junto a él en la
cama sin preocuparme en absoluto de que él pudiera volver a vomitar. O,
pensar, tal vez, que ¿la carne estaba mala y que yo también enfermaría luego?
No. Nada de eso. Simplemente me puse a dormir.

Cuarta sesión de tratamiento


En la cuarta sesión se instaló lo que se llama plantilla de futuro; un proyecto
de una acción positiva a realizarse en el futuro. En relación con su temor a las
náuseas y al vómito se le pregunta a Debbie, ya de manera más específica, si
existían aún cosas que no se atrevía a hacer o situaciones que aún evitaba.
Debbie respondió que ella creía ahora que podía ocuparse prácticamente de
cualquier situación de la vida diaria que estuviera relacionada con el vómito.
Sin embargo, aún le resultaba desagradable hacer viajes largos en bus porque
ello supondría aceptar que, en el caso de que alguien quisiera vomitar, ella no
podría bajarse tan simplemente de él. Se pidió a Debbie que imaginara que tal
se sentiría haciendo un viaje en bus de ese tipo; se trataría una imagen en la
cual estarían incluidos ella y otra persona de quien simplemente no podría
alejarse. Se le pide que mantuviera presente esa imagen y a la vez, se dijera a
sí misma la CP: Puedo ocuparme de esto. Luego se introdujo una serie de sets
y el procedimiento se repitió varias veces. Tras cada set, la confianza de ser
capaz de abordar esa imagen fue creciendo lentamente. Una vez que se hubo
alcanzado un VoC de 7, se preguntó a Debbie en qué medida se sentía ella
capaz de emprender un viaje de esa naturaleza, y ella contestó: Totalmente.

Tras la cuarta sesión


Cuando Debbie y su terapeuta se encontraron para su última sesión, ella
comentó que había planificado emprender un viaje en bus y que ya no existían
situaciones frente a las cuales ella sintiera temor. De hecho, a lo largo de las
últimas semanas, ella ni siquiera había pensado en sus problemas con el
vómito. A fin de medir los efectos que había tenido el tratamiento, se pidió a
Debbie que completara nuevamente el SCL-90. La puntuación total obtenida
fue de 121 (promedio), no existiendo la impresión de que existieran
puntuaciones de subescalas altas. De acuerdo con ello, se decidió que, de
momento, se descontinuaría el tratamiento, aunque se hace la salvedad de
que, si fuera necesario, ella se pondría en contacto con su terapeuta.

Tres años de seguimiento


Tres años más tarde, el terapeuta le escribe un correo electrónico a Debbie
preguntándole qué tal le ha ido y, desde la perspectiva de su situación actual,
cómo evaluaría ella la eficacia de la terapia. Debbie respondió: “Sigo sin estar
del todo tranquila cuando veo a alguien vomitar; sin embargo, ya no se produce
la violenta reacción de pánico de antes. ¡Y eso es muy agradable! En el
intertanto, he cambiado de trabajo. Actualmente trabajo en una funeraria. Si
recibo la notificación de un fallecimiento, me dirijo directamente a la familia y
luego realizo las últimas gestiones que fueran necesarias. Le comento lo
siguiente: no siempre es agradable y a menudo sucede que hay alguien que
expele algo por la boca. ¡Estoy realmente sorprendida conmigo misma por
estar haciendo esto!

Comentario

En este artículo se presenta un caso en el que el EMDR ha sido empleado


con éxito en el tratamiento de la emetofobia. Si bien, en términos generales, la
terapia conductual cognitiva (CBT) ha demostrado ser eficaz en el tratamiento
32-33
de fobias específicas, en el caso del tratamiento de la emetofobia, los
efectos de tratamiento positivos se han limitado a un número muy reducido de
estudio de casos.
El resultado obtenido en el presente estudio de caso se encuentra en línea
con estudios previos referentes a miedos y a fobias padecidos por personas
que presentaban miedos debilitantes consecutivos a experiencias
perturbadoras, personas en las cuales el abordaje centrado en el trauma
demostró ser un tratamiento útil que, en términos comparativos, era tan eficaz
como la CBT.21,34 El presente estudio de caso presenta una diferencia
importante con el enfoque antes aludido en cuanto que la paciente no fue
enfrentada de manera sistemática a las situaciones que ella precisamente
había venido evitando hasta la fecha (por ejemplo, personas enfermas,
programas de televisión, vómitos); la terapia buscaba el procesamiento de una
serie de recuerdos relacionados con sucesos pasados que se consideró que
eran elementos cruciales en la génesis y mantenimiento de los síntomas
presentados por la cliente. Los efectos benéficos obtenidos con el EMDR
deben ser considerados a la luz de la explicación de la versión de la memoria
31
de trabajo de este enfoque. Existe una amplia gama de estudios
experimentales que demuestran que la viveza y la perturbación producida por
los recuerdos pueden ser reducidas con facilidad si se emplea una diversidad
28,29,35
de tareas que gravan la memoria de trabajo. Se podría postular que
aquellos recuerdos que tienen una menor carga emocional podrían ser
asimilados con mayor facilidad por las redes de memoria semántica, dejando
así más espacio para las interpretaciones funcionales.
El presente estudio de caso pretende, además, ilustrar la manera en que la
exposición a situaciones perturbadoras o, de alguna otra forma, aversivas,
puede sentar las bases para la aparición de alteraciones fóbicas como sería la
emetofobia. Ello concuerda perfectamente con los datos obtenidos en una
encuesta realizada entre emetofóbicos que muestran que aproximadamente un
tercio de ellos referían tener recuerdos de haber tenido vómitos en el presente
y que más de la mitad de ellos habían observado a otros vomitar. 6 Resulta
lógico pensar que, en el momento en que una persona se ve enfrentada a
situaciones similares al suceso original, éstos, junto con otros recuerdos
asociados con las náuseas, pudieran verse activados de una manera más o
menos automática, y re-experimentados como si estuvieran a punto de
repetirse. El mismo criterio sería aplicable también a los pensamientos,
emociones y sensaciones que existieron también en el momento del suceso.
De esta forma, por así decirlo, el miedo se mantiene vivo. La hipótesis de
tratamiento en el caso del EMDR sería que, si se debilita la fuerza de tales
recuerdos y el sujeto se ve, en consecuencia, menos lastrado emocionalmente,
es posible que también el miedo y la conducta evitativa a él asociada se
reduzca o, incluso, desaparezca.
De modo interesante, en el caso de Debbie, los recuerdos que fueron
seleccionados como dianas para su ulterior procesamiento resultaron ser
recuerdos que no solamente estaban relacionados con la pérdida de control
(sensación de impotencia), sino que también con el concepto de la propia valía.
Pareciera ser que tales sucesos (por ejemplo, humillaciones amargas y otras
experiencias embarazosas) habrían hecho que Debbie se hiciera vulnerable al
desarrollo de miedos y de conductas evitativas cuando se veía enfrentada a
sucesos potencialmente traumáticos o perturbadores. Un enfoque centrado en
el trauma permitiría pronosticar que el seleccionar como dianas los recuerdos
de dichos sucesos podría conducir a una mejoría en la sintomatología.
Efectivamente, el resultado que se obtuvo en el tratamiento de Debbie fue más
allá del temor al vómito per se. Tras la terapia, Debbie no sólo se encontraba
en mejores condiciones para controlar aquellas situaciones en las que ella
observaba indicios relacionados con el vómito sino que, además, se sentía más
capaz de defenderse a sí misma de lo que había sido capaz de hacerlo en el
pasado.

Bibliografía

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