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UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN MARTIN -T

FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD


ESCUELA PROFESIONAL DE OBSTETRICIA

TEMA: PARASITOLOGIA: Parasito, relación parasito hospedador,


ecología Parasitaria.

INTEGRANTES: Castillo Inga, Laly Olenka


Julca Sarmiento, Jessica Mishel
Rojas Garcia, Meilyn
Toledo Rumrril, Britany Olenka
Campos Bardalez, Maritere

ASIGNATURA: MICROBIOLOGÍA Y PARASITOLOGÍA MÉDICA

DOCENTE: RODRIGUEZ ESPEJO YONI MENI

CICLO: IV

FECHA: 18 de abril.

TARAPOTO - SAN MARTIN


2022
ÍNDICE

INTRODUCCIÓN

CAPÍTULOS

CAPÍTULO I: HOSTORIA DE LA PARASITOLOGÍA

1.1 ANTECEDENTES HISTÓRICOS

1.2 PRINCIPALES DESCUBRIMIENTOS

CAPITULO II:

2.1 ECOLOGÍA PARASITARA

2.2 GRUPOS DE PARÁSITOS

CAPITULO III: INTERACCIONES ESPECIFICADAS E INESPECÍFICAS DE


LOS PARÁSITOS EN LOS HUMANOS

CONCLUSIONES

REFERENCIAS
INTRODUCCIÓN

La historia permite conocer el pasado, comprender el presente y prever hasta cierto


punto el futuro. A medida que los humanos fueron desplazándose en diferentes
direcciones, tuvieron que adaptarse a las condiciones ambientales de una zona
particular y alimentarse de sus fuentes naturales. Hoy se sabe que existe una amplia
gama de microorganismos en diferentes orígenes y que forman parte de la biosfera.
Conforme la gente se extendía hacia nuevas regiones, entraba en contacto no sólo
con la flora y la fauna de esas zonas, sino también con los microorganismos
presentes en vegetales, animales, tierra o agua; de igual modo, algunos animales
infectados se convertían en fuente de contaminación para las personas cuando
interactuaban con ellos. Los insectos que portaban algún patógeno lo transmitían,
sea que los humanos se alimentaran o se protegieran de ellos. Así, cuando un grupo
contraía la infección por un parásito, lo adoptaba y transportaba a otros sitios o lo
diseminaba a otras personas o animales. En otras palabras, la migración de la gente
conducía a la transportación del microorganismo infeccioso hacia nuevas áreas en
las que habitualmente no se encontraba.
CAPITULO I

HISTORIA DE LA PARASITOLOGÍA

1. ANTECEDENTES HISTÓRICOS

La aparición de la parasitología se relaciona con la historia misma de la humanidad;


por tanto, se puede dividir como sigue: a) Edad Antigua (4000 a.C. a 476 d.C.),
desde el descubrimiento de la escritura en el Oriente hasta la caída del Imperio
Romano; b) Edad Media (476 a 1453 d.C.), que concluye con la capitulación del
Imperio Bizantino al caer Constantinopla; c) Edad Moderna (1473 a 1789 d.C.), que
se extiende desde el Renacimiento hasta la Revolución Francesa, y d) Edad
Contemporánea, desde la ilustración hasta la actualidad.

Los hallazgos parasitológicos en la Edad Antigua se refieren a la presencia de


gusanos que pueden observarse a simple vista y que están presentes o se eliminan
con las heces. Se conocen varios registros al respecto. El papiro de Ebers es de los
más antiguos (1500 a.C.) y ahí se hallaron las primeras descripciones de parásitos
que afectan a las personas, además de detalles de enfermedades de posible origen
parasitario, tal vez gusanos intestinales. Uno de ellos es, sin duda, el nematodo
Dracunculus medinensis, del que se describe su naturaleza infecciosa y la manera
de extraerlo de la piel.

Los estudios de Hipócrates (460-375 a.C.) también contienen descripciones de


gusanos presentes en peces, animales domésticos y humanos. De igual modo,
Lucrecio notificó la palidez en los mineros, quizá consecutiva a infecciones por
uncinarias. Los documentos de médicos latinos también son valiosos. Celso (25
a.C. a 50 d.C.) y Galeno de Pérgamo (129-200 d.C.) comunicaron la existencia de
helmintos, como Ascaris lumbricoides, Enterobius vermicularis y Taenia.
Al parecer, los médicos árabes Rhazes (850-923 d.C.) y Avicena (980-1073 d.C.)
describieron a Ascaris lumbricoides, Enterobius, Taenia y Dracunculus medinensis.
Una estatua del faraón Mentuhotep II en Egipto, hacia el año 2000 a.C., sugiere que
sufrió elefantiosis. La esquistosomosis es otra parasitosis que se detalla desde esa
época en el papiro de Ebers, en el que se encuentra la palabra “aaa” que pudiera
referirse a la “descarga del pene” relacionada con la presencia de sangre en la orina
y cuyos remedios se basaban en el antimonio, o quizá a la esquistosomosis
hematobia.

Aunque los primeros parásitos observados fueron helmintos, en virtud de su tamaño


macroscópico, también se registraron enfermedades causadas por protozoarios, si
bien no se logró reconocer el agente causal. Por ejemplo, un documento escrito en
sánscrito alrededor del año 1000 a.C. se refiere a la presencia de diarrea con moco
y sangre en un individuo, posiblemente una infección amebiana. A este mismo
padecimiento se alude en textos de Babilonia y Asiria, en los que se refieren
problemas de sangre en heces (antes del siglo VI a.C.). En sus trabajos, Hipócrates
informa de abscesos hepáticos y perianales. Galeno y Celso describieron los
abscesos hepáticos, tal vez consecutivos a amibas. A fines del siglo XI d.C., Avicena
mencionó casos de disentería relacionada con absceso hepático. En cuanto a la
leishmaniasis, se han hallado descripciones de las lesiones en lápidas del siglo VII
a.C. De igual manera, hay documentos de médicos orientales y árabes, como
Avicena, que hacen referencia a lesiones ulcerosas, secundarias a infección por
Leishmania. En relación con el paludismo, se tiene noticia de las fiebres periódicas
en China (2700 a.C.) e Hipócrates lo menciona en el siglo V a.C.

Muchos de estos grandes hallazgos se conservan en la forma en que se registraron;


por ejemplo, en el papiro, fabricado en el antiguo Egipto a partir de la planta Cyperus
papyrus. En otras culturas, como las de India, China y Japón, la escritura fue
esencial para consignar tales informaciones. Otro suceso importante fue el
descubrimiento de productos naturales que permitían expresar en tinta los
pensamientos. Todo esto explica que los primeros registros parasitológicos
procedan de esas civilizaciones. Sin embargo, el papel, los colorantes y la escritura
no fueron los únicos requisitos para iniciar los estudios en parasitología; era
necesario que las personas se preguntaran por el origen de las cosas. Sólo en ese
sentido se explica la aparición de filósofos y otros pensadores, como Hipócrates,
Aristóteles, Sócrates y Platón, y luego Avicena, Rhazes, Galeno y otros más. En el
imperio de Alejandro Magno la cultura helénica extendió sus territorios al Oriente,
hasta que en el año 146 a.C. la eclipsó la invasión romana. La Edad Antigua finalizó
con el colapso del Imperio Romano; este periodo tuvo carácter militar y la historia
de la parasitología aún no registraba hechos decisivos.

El conocimiento de las parasitosis en la Edad Media como problema de salud no


avanzó demasiado. Sólo en la Biblia hay referencias sobre la existencia de
Dracunculus medinensis, que se describe como una “serpiente dragón” que eliminó
a los judíos en el Mar Rojo después del éxodo de Egipto (1250 a 1200 a.C). En los
siglos X y XI, los trabajos de médicos árabes, basados en los textos romanos y
griegos, ya se referían a este mismo helminto y al padecimiento lo denominaban
“vena podrida” o “vena de Medina”. En esa época la gente trataba de apoyarse en
ideas que espiritualmente tienen mucha fuerza: el poder lo ejercía la Iglesia y se
corría el riesgo de que la explicación de la vida en razón de la naturaleza condujera
a la calificación de hereje y a la hoguera, como lo ordenó la Santa Inquisición en el
siglo XIII. Numerosos libros, quizá registros de fenómenos naturales, irrumpieron en
el conocimiento científico.

2. PRINCIPALES DESCUBRIMIENTOS

En el Renacimiento, dentro de los grandes descubrimientos, Carl von Linné (Linneo)


describió seis gusanos: Ascaris lumbricoides, Ascaris vermicularis (Enterobius
vermicularis), Gordius medinensis (Dracunculus medinensis), Fasciola hepatica,
Taenia solium y Taenia lata (Diphyllobothrium latum). En el siglo XVII, el médico
inglés Edward Tyzon detalló la anatomía de Ascaris lumbricoides, igual que el
italiano Francesco Redi. En 1674, Georgius Velschius, estudió a Dracunculus
medinensis (cuadros 1-1 y 1-2).

A partir del Renacimiento, alrededor de los siglos XV y XVI, se observaron grandes


adelantos acerca de las enfermedades parasitarias. Un factor determinante que
permitió difundir la información fue el invento de la imprenta, en 1435, por
Gutenberg. Tal vez el poder de la Iglesia que detentaron los papas León X y Julio II
influyó para la consolidación del Renacimiento y el surgimiento de pensadores como
Voltaire, quien promovió “la razón y el progreso”, y Michelet, el cual afirmó que el
Renacimiento era la comunión del hombre con el mundo y promovió la aparición de
la Ilustración. También debe señalarse la época de la Enciclopedia que crearon los
filósofos franceses Diderot y D’Alambert, entre 1771 y 1772. Surgieron artistas como
Leonardo Da Vinci, Rafael y Miguel Ángel, quienes fueron metódicos e ilustraron el
cuerpo humano como parte de la belleza de la naturaleza.

Maquiavelo, en su obra El Príncipe, así como otros escritores, dieron consejos para
mantener el poder en las naciones monárquicas, las cuales de hecho surgieron y
detentaron el poder absoluto. Otros intelectuales, como Montesquieu y Rousseau,
promovieron ideas que sirvieron de fermento para la Revolución Francesa. En el
ámbito microbiológico, Girolamo Fracastoro, en 1546, propuso la existencia de
microorganismos invisibles como causa de enfermedades, y en el siglo XVI se
registró la filariasis linfática.

En 1681, Antonj van Leeuwenhoek descubrió al protozoario Giardia lamblia en


heces diarreicas de él mismo. Francesco Redi expuso su teoría de la generación
espontánea, en la que sostenía que los organismos derivan de material inerte. Estos
hallazgos fueron apoyados por el pensamiento filosófico y humanista de Andreas
Vesalio, a quien el descrédito del dogma escolástico lo llevó a la experimentación.
En esa época se afirmó que el ser humano es un creador de ideas, más que sólo
un manipulador de material, y que por ello es capaz de esculpir, pintar, escribir y
experimentar. Entre 1765 y 1776, Lazzaro Spallanzani refutó la teoría de la
generación espontánea y señaló que el aire puede transmitir microorganismos que
luego se desarrollan en un medio adecuado. Sin duda, los individuos tienden a
conocerse a sí mismos y al mundo; observan y experimentan, y son capaces de
debatir ideas. En estas ideas reside también la razón por la que triunfó la Revolución
Francesa.

La Edad Contemporánea, que comenzó en 1789 con la toma de la Bastilla, marcó


el inicio de hallazgos muy importantes para la ciencia, en especial en la
parasitología. Schwann y Schleiden desarrollaron su teoría celular entre 1838 y
1839. En 1798, el cirujano de la armada francesa, A.J. Renoult, describió los
primeros casos de hematuria en la esquistosomiosis manifestada entre los
soldados, y en ese mismo año Edward Jenner probó su vacuna contra la viruela.

A finales del siglo XVII, Edward Tyson explicó la morfología de las tenias y su
fisiología. Entre 1847 y 1850, Semmelweis sugirió el uso de antisépticos para evitar
que las madres que daban a luz sufrieran fiebre puerperal. En 1858, Virchow
sostuvo que todas las células proceden de una misma célula. En 1861, Pasteur
demostró que los organismos no surgen por generación espontánea, y en 1859
Darwin publicó El origen de las especies. Entre 1881 y 1882, Pasteur descubrió el
bacilo de la tuberculosis y preparó la vacuna contra el carbunco. En 1884 se
publicaron los postulados de Koch, y en 1885 Pasteur preparó la vacuna contra la
rabia. Además, en 1862, el médico francés Joseph Davaine demostró, con el uso
de parásitos, que la transmisión de Ascaris lumbricoides se debía a la ingestión de
sus huevos; el italiano Giovanni Battista Gras se infectó a sí mismo con huevos de
Ascaris lumbricoides, y después de varias semanas los halló en su excremento.
Hacia 1922, el médico japonés Shimesu Koino, quien también se incubó el parásito,
describió su ciclo biológico.

Alrededor de 1838, el médico italiano Angelo Dubini notificó la presencia de


uncinarias en seres humanos y en 1854 Wilhelm Griesinger explicó esta
enfermedad. Más adelante, en 1879, el veterinario italiano Edoardo Perroncito
describió la infección en mineros. Arthur se infectó de manera accidental a finales
de 1800 y demostró que la transmisión tiene lugar a través de la piel. En 1821 se
reconoció el papel de Trichinella spiralis en las infecciones en cerdos, y en 1835
James Piaget descubrió que el gusano infecta al humano, aunque el informe lo
redactó Richard Owen. En 1859, Rudolf Virchow detalló la fase adulta de este
organismo y Zenker propuso que los humanos contraemos la infección al comer
carne cruda de cerdo.

En 1876, el médico francés Louis Alexis Normand dio a conocer la fase larvaria de
Strongyloides stercoralis y la enfermedad que produce, y la fase adulta lo fue por el
profesor Arthur René Jean Baptiste Bavay. En 1883, Karl Georg Friedrich Rudolf
Leuckart notificó las generaciones alternantes de la fase parasitaria y de la vida libre
del parásito. Durante 1901 y 1902, el médico belga Paul van Durme descubrió que
la infección se desarrolla a través de la piel, y Loos se infectó a sí mismo para
demostrar que la ruta de entrada es a través de la piel y la presencia de las larvas
a los 60 días de infección. Más adelante, en la década de 1940-1949, se demostró
que en las personas inmunosuprimidas es notablemente mayor la diseminación del
parásito. En 1836, Forbes identificó a Dracunculus medinensis en el agua y lo
describió, y en 1870 se reconoció su ciclo biológico a partir de crustáceos. El ciclo
completo de Dracunculus fue descrito por el bacteriólogo Dyneshvar Atmarán
Turkhud en 1913, quien inoculó a voluntarios humanos con Cyclops infectados.

Patrick Manson, en 1877, detalló el ciclo biológico de los nematodos que causan la
filariasis; éste es uno de los mayores hallazgos en la historia de la parasitología.
Sus investigaciones se basaron en los trabajos de Fedchenko con la dracunculosis
y abrieron la puerta a los ciclos del paludismo y el arbovirus. En 1863, Jean Nicolas
Demarquay descubrió las filarias en el hidrocele y, en 1866, Otto Henry Wucherer,
en la orina. El adulto de estas filarias que producen elefantiasis lo describió Joseph
Bancroft en 1876. No obstante, Manson pensó que el mosquito se depositaba en el
agua, y que al escapar las larvas, los humanos se infectaban cuando la bebían. En
1900, el parasitólogo Thomas Bancroft localizó filarias en las partes bucales del
mosquito. A principios del siglo XX se describió la infección y la enfermedad por
esquistosomiosis causadas por las tres especies.
En cuanto a los trematodos, su descubrimiento (ocurrido entre 1874 y 1918) se
relacionó con Paragonimus westermani, que Ringer reconoció en pulmones
humanos en 1879; en 1880, Manson y von Baelz encontraron los huevos de este
parásito en el esputo, así como de Clonorchis sinensis y especies de Opistorchis.
Entre 1916 y 1922, varios japoneses describieron la participación y los ciclos de
caracoles, en particular Semisulcospira. A mediados del siglo XIX, Küchenmeister
informó las diferencias entre T. solium y T. saginata, y en 1784, Johan August
mencionó la relación con protozoarios y sus enfermedades.

El médico ruso Friedrich Lösch descubrió el agente causal de la amebosis mediante


experimentos en perros. En Egipto, entre los años 1885 y 1896, el médico griego
Stephanus Kartulis identificó amebas en las úlceras de pacientes con disentería y
reprodujo este padecimiento digestivo en gatos cuando les inoculó los parásitos por
vía rectal.

En 1859, Vilém Lambl describió morfológicamente a Giardia, y en 1902 el


parasitólogo estadounidense Charles Wardell Stiles la relacionó con la diarrea.
Entre 1914 y 1918, se descubrieron quistes de Giardia en las heces de soldados
caídos en la Primera Guerra Mundial, los cuales fueron capaces de infectar
animales de experimentación e inducir síntomas similares. En 1926, el médico
Reginald Miller demostró que los niños infectados con Giardia padecen
malabsorción y otros son portadores. El médico inglés John Atkins, en 1721,
reconoció por vez primera la actual enfermedad del sueño que producen los
tripanosomas africanos, y Thomas Winterbottom, en 1803, la denominó enfermedad
del “letargo negro”. Griffith Evans, en 1881, observó tripanosomas en caballos y
camellos y los refirió como causantes de la afección. En 1894, el cirujano de la
armada inglesa David Bruce investigaba un brote de nagana, enfermedad
semejante al “sura” en el ganado, y encontró los tripanosomas en la sangre de las
reses, así como de perros infectados. En 1891, Gustave Nepveu reconoció los
parásitos en la sangre humana, y Friedrich Kleine demostró, en 1909, el papel
transmisor de las moscas tsé-tsé en el ciclo biológico.

Ronald Ross y David Thompson, en 1911, describieron las olas sucesivas de la


parasitemia. La enfermedad de Chagas se remonta a 1907, cuando el médico
brasileño Carlos Chagas describió el parásito, la transmisión y la enfermedad. En
1824 se notificó el kala-azar en la India. Antes de estas fechas se confundía el kala-
azar con el paludismo. En 1900, el médico militar escocés William Leishman y el
profesor de fisiología Charles Donovan descubrieron este patógeno en el bazo de
pacientes infectados. En 1921, los hermanos Edouard y Ettiene Sergent
demostraron que los mosquitos del género Phlebotomus transmiten a Leishmania.
Fue hasta 1941 cuando se demostró que la picadura es el modo de transmisión. En
1911, Gaspar Vianna encontró en Sudamérica parásitos distintos de los hallados en
África y Medio Oriente y les dio el nombre de Leishmania braziliensis. En 1922 se
descubrió que el transmisor es Lutzomyia.

Los parasitólogos franceses Charles Nicolle y Louis Hebert Manceaux descubrieron


Toxoplasma gondii al buscar un reservorio de Leishmania en el roedor gondi. Por
otro lado, Alfonso Splendore lo encontró en conejos en Brasil en el mismo año de
1909. El médico checo Josef Janku estableció, en 1923, un nexo entre la infección
y la presencia de este parásito. Fue hasta 1937 cuando Arne Wolf y David Cowen
descubrieron Toxoplasma en un caso congénito. Su ciclo biológico fue descrito en
1970 por William McPhee, Hutchinson, Jack Frenkel, Harley Sheffield, Gerhard
Piekarsky y J.P. Overdulve en un trabajo colectivo.

En 1912 se dio a conocer Cryptosporidium parvum, cuando el parasitólogo


americano Edward Ernest Tyzzer lo encontró en las glándulas gástricas de un ratón
de laboratorio; el crédito del primer registro de infección humana les correspondió,
en 1976, a Nime y Meisel. En 1979, el parasitólogo inglés Richard Ashford demostró
la presencia de Cyclospora cayetanensis en pacientes de Papúa, Nueva Guinea, y
en 1986 se aisló en heces de pacientes con SIDA. Los cuadros 1-1 y 1-2 presentan
una relación cronológica de los descubrimientos más importantes de la
parasitología.

Es importante señalar que la paleoparasitología ha demostrado la existencia de


parásitos en momias, como huevos de A. lumbricoides (2227 a.C.) y de
Ancylostoma (3350 a.C.) en coprolitos humanos, y gusanos de Dracunculus en
momias egipcias. La biología molecular permite demostrar la presencia de ciertas
especies en registros biológicos antiguos.
CONCLUSION
Es preciso destacar que siempre hubo ideas predecesoras o pensamientos que
llevaron a los descubrimientos de las enfermedades parasitarias. Los primeros
fueron filósofos y más adelante surgieron científicos con un espíritu de
experimentación. Con todo, la época de los grandes hallazgos de la parasitología
data de los años posteriores al Renacimiento y sobre todo del periodo
contemporáneo, con toda seguridad porque ahora se dispone de mejores
herramientas y es posible establecer analogías, como en el caso de Manson y sus
insectos transmisores de enfermedades.
REFERENCIAS

1. Becerril Flores M. Historia de la parasitología (sitio de internet).


ACCESSMedicina. Acceso el 30 de abril de 2022. Disponible en:
https://accessmedicina.mhmedical.com/content.aspx?bookid=1483&sectionid=102
299150#1118583337
2. Hoeppli R. Antecedentes históricos de la parasitología. [INTERNET].
AcessMedicina. [Citado el 29 de abril del 2022]. Recuperado de:
https://accessmedicina.mhmedical.com/content.aspx?bookid=1483&sectionid=102
299150#1118583340
3. Ackernecht E.H. Historia de la parasitología. [INTERNET] Access Medicina.
[Citado el 28 de Abril de 2022]. Recuperado de:
https://accessmedicina.mhmedical.com/content.aspx?bookid=1483&sectionid=102
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