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Agosto 17, 1899

Jesús habla de la obediencia.


Esta mañana habiendo recibido la Comunión,
estaba diciéndole a mi amable Jesús: “¿Cómo es
que esta virtud de la obediencia es tan
impertinente y a veces tan fuerte, que llega a
volverse caprichosa?”
Y Él: “¿Sabes por qué esta noble señora
obediencia es como tú dices? Porque da
muerte a todos los vicios, y naturalmente
alguien que debe hacer sufrir la muerte a otro
debe ser fuerte, valeroso, y si no lo logra con
esto se sirve de las impertinencias y de los
caprichos. Si esto es necesario para matar el
cuerpo que es tan frágil, mucho más para dar
muerte a los vicios y a las propias pasiones, que
es tan difícil que muchas veces mientras parecen
muertas, comienzan a revivir de nuevo. He aquí
el por qué esta diligente señora está siempre en
movimiento y continuamente está vigilando, y si
ve que el alma pone la más mínima dificultad
a lo que le es mandado, entonces temiendo que
algún vicio pueda comenzar a revivir en su
corazón, le hace tanta guerra y no le da paz
hasta que el alma se postra a sus pies y adora en
mudo silencio lo que ella quiere; he aquí por
qué es tan impertinente y casi caprichosa como
tú dices. ¡Ah! sí, no hay verdadera paz sin
obediencia, y si parece que se goza de paz, es
paz falsa, y digo parece, porque va de acuerdo
con las propias pasiones pero jamás con las
virtudes y se termina con arruinarse, porque
separándose de la obediencia se separan de
Mí, que fui el Rey de esta noble virtud.
Además, la obediencia mata la propia
voluntad y a torrentes vierte la divina, tanto,
que se puede decir que el alma obediente no
vive de su voluntad, sino de la divina, ¿y se
puede dar vida más bella, más santa, que el
vivir de la Voluntad de Dios mismo? Por eso,
con las otras virtudes, aun con las más sublimes,
puede estar junto el amor propio, pero con la
obediencia, jamás.”
Libro de Cielo. Agosto 17, 1899 Vol. 2
“Hágase tu Voluntad En La Tierra Como En El
Cielo”

“¿Y qué cosa no me concedió la obediencia? Por su


medio vencí a la muerte, derroté al infierno, desaté
al hombre encadenado, abrí el Cielo y como Rey
victorioso tomé posesión de mi reino, no sólo para
Mí sino para todos mis hijos que se habrían
aprovechado de mi Redención. ¡Ah! sí, es verdad
que me costó la Vida, pero la palabra ‘obediencia’
me suena dulce al oído y por eso amo tanto a las
almas que son obedientes.” Septiembre 1, 1899
Vol. 2

“Hija mía, no son las obras las que constituyen el


mérito del hombre, sino sólo la obediencia es la que
constituye todos los méritos como parto de la
Voluntad Divina, tanto, que todo lo que hice y
sufrí en el curso de mi Vida, todo fue parto de la
Voluntad del Padre, por eso mis méritos son
innumerables, porque todos fueron constituidos
por la obediencia divina.” Agosto 9, 1904 Vol. 6
“La obediencia tiene virtud de divinizar la
naturaleza humana y de hacerle adquirir las
propiedades divinas; y cuanto más el alma se deja
manejar por esta expertísima mano, tanto más
adquiere de divino y destruye el propio ser. Por eso
es tan glorificada y honrada, tanto que Yo mismo
me sometí a ella y por ella quedé honrado y
glorificado, y restituí por medio suyo el honor y la
gloria a todos mis hijos, que por la desobediencia
habían perdido.”
Noviembre 8, 1900 Vol. 4

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