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¿Habrá sucumbido
ante las extorsiones de los Nihil?
Starlight
Las sombras permanecen
(Parte Dos)
Justina Ireland
Esta historia forma parte del Nuevo Canon.
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Justina Ireland
Anteriormente
Las pesadillas sobre su pasado han estado acosando a Ghal Tarpfen, jefa de
seguridad del Faro Starlight. De algún modo, los Nihil han descubierto su
secreto más oscuro, y esperan que acceda a ayudarles en sus planes…
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Todas las pruebas apuntaban a esa conclusión lógica, pero el instinto de Velko le
decía justo lo contrario. Ghal era espinosa y cortante, pero respetaba la República y hacía
las cosas al pie de la letra. ¿Era posible que alguien tan preocupada por el protocolo
participase realmente en un intento de asesinato?
Unos días antes, alguien había atacado a un dignatario visitante, el vicepresidente
Hackrack Bep, un oficial del planeta Dalna. Había llegado a Starlight en compañía del
Padawan Jedi Imri Cantaros, en busca de ayuda ante presunta actividad Nihil. Conforme
los Jedi y la República iban empujando a los piratas espaciales al borde de la
desesperación con continuas operaciones contra sus incursiones, más y más planetas
solicitaban ayuda, pero era extraño que el oficial hubiera sido atacado en sus habitaciones
poco después de su llegada. No recordaba nada del ataque, y los únicos fragmentos de
video que mostraban alguna prueba habían sido borrados por Ghal, como demostraba su
número de seguridad claramente grabado en los registros.
Velko había señalado la actividad para que se investigase más a fondo, pero el droide
asignado a la tarea no había encontrado anomalías en los datos. Con la emergencia en
Dalna, que había obligado a que el Faro Starlight se desplazara por el hiperespacio para
prestar ayuda, Velko aún no había sido capaz de informar en profundidad a Rodor Keen
acerca de la naturaleza exacta de la desaparición de Ghal. Y ahora que había llegado el
momento estaba dubitativa.
Faltaba menos de una hora la reunión que Velko tenía programada con el oficial de la
República de más alto rango en Starlight. Velko había planeado contarle que la
conclusión más lógica era que Ghal había estado trabajando con los Nihil, pero ahora no
estaba tan segura.
Si Ghal estaba trabajando con los Nihil, ¿qué beneficio obtenía ella de ello? No había
depósitos de créditos en ninguna de sus cuentas financieras, y un registro en las
dependencias de Ghal no había descubierto nada sospechoso.
Velko echó un último vistazo a la información —el borrado de las imágenes del
ataque, la extraña naturaleza de los mensajes en la cola de mensajes de Ghal— y deseó
que la información se convirtiera en algo menos incriminatorio, algo que no fuera una
imagen clara de que Ghal era una traidora. Tenía que haber una explicación mejor.
***
Ghal Tarpfen se despertó sobresaltada. Se tensó al darse cuenta de que estaba atada por
las muñecas a una silla, en la cocina de una nave que no reconocía. La oscuridad
tachonada de estrellas al otro lado de un ventanal cercano le dijo todo lo que necesitaba
saber. Estaba en un muy mal lugar.
Ghal sentía la piel seca, tensa e irritada, algo normal cuando pasaba mucho tiempo sin
visitar un nebulizador, de modo que calculaba que debía llevar fuera al menos un día, si
no más. Sentía dolor y pesadez en la cabeza, una sensación que nunca antes había tenido,
y se preguntaba si le habrían administrado algún tipo de gas incapacitante. Lo último que
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Star Wars: Starlight: Las sombras permanecen: Parte dos
***
Velko caminaba nerviosa en el exterior de la oficina de Rodor Keen esperando a que este
terminase su reunión diaria con la mariscal de Starlight, la Jedi Avar Kriss. Cuando Kriss
salió por fin, la mujer humana de piel pálida saludó a la administradora soikana con un
movimiento de cabeza, y Velko se apresuró a entrar en la oficina del controlador. Se
sorprendió al encontrar que el maestro Jedi Estala Maru seguía hablando con Rodor.
—Oh. ¿Debería volver más tarde? —preguntó Velko, y Rodor le hizo un gesto para
que se acercara.
—No. El maestro Maru está aquí por el mismo motivo que tú.
—Ghal Tarpfen —dijo el maestro Jedi; la preocupación podía notarse en el rostro del
kessuriano—. No está en el Faro Starlight.
—No —comenzó a decir Velko—. Parece como si hubiera huido.
—Alguien la estaba extorsionando —dijo Maru—. ¿Tenías alguna pista al respecto?
Velko negó con la cabeza.
—No. Sabía que algo no iba bien, pero incluso antes del traslado hiperespacial y la
crisis de refugiados dalnanos ya estábamos desbordadas por el trabajo. Procesando a los
Nihil, hemos estado sacando tiempo de donde podíamos para asegurarnos de que
cumplíamos todos nuestros deberes habituales. —Velko suspiró—. Debería haber notado
que había algo que no cuadraba. —Ella y Ghal no eran amigas, y Velko no era tan tonta
como para creer que la mujer mon calamari le hubiera hecho alguna confidencia. Pero tal
vez si no se hubiera centrado tanto en sus tareas habría notado el cambio en el
comportamiento de Ghal antes de que las cosas se pusieran feas.
Velko no creía que hubiera podido ser de ayuda.
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***
Ghal avanzó furtiva por la nave, comprobando compartimentos y atenta al delator sonido
de botas que se aproximasen. Pero la nave parecía estar vacía, de modo que Ghal regresó
a la cabina para ver quién estaba al mando del asunto.
Una mujer chagriana estaba sentada al timón. Ghal trató de pillarla por sorpresa, pero
la mujer la sintió de algún modo y se dio la vuelta. Ghal le lanzó un puñetazo antes de
que la mujer pudiera terminar de levantarse, pero fue capaz de bloquear fácilmente el
golpe, lanzando por su parte otro contra la desprotegida sección media de Ghal.
—Ghal. Deberías estar en la cocina —dijo la mujer mientras Ghal jadeaba en busca
de aliento. La mujer mon calamari saltó hacia atrás para esquivar una patada, y Ghal fue
capaz de aprovechar la oportunidad para lanzar, por su parte, una patada baja que alcanzó
su objetivo.
La mujer chagriana cayó al suelo y Ghal se puso inmediatamente sobre ella,
presionándole el pecho con las rodillas para que no pudiera moverse. La mujer forcejeó, y
Ghal tiró de uno de los lethorns de la mujer y lo retorció hasta que gritó.
—Te conozco —dijo Ghal, una vez que la mujer quedó inmóvil—. Jeni Wataro.
Trabajas para el senador Izzet Noor.
La mujer se rio.
—Trabajo para mí misma. Y, cuando me conviene, para el Ojo.
Una alarma comenzó a sonar en la cabina, y Jeni soltó una risotada.
—Esa alerta indica que estamos a punto de encontrarnos con otra nave. Y en el lugar
en el que estamos, te garantizo que no será nadie de la República.
Ghal presionó con el antebrazo la garganta de Jeni, haciendo que la mujer jadease sin
aliento. No era un modo elegante de someter a un oponente, pero Ghal no tenía mucho
tiempo. Jeni forcejeó y trató de quitarse a Ghal de encima, pero al final todos sus
esfuerzos fueron en vano.
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también algunas mon cal que recordaba de sus días en la Guardia Real. Tan adentrada en
el No Espacio tendría suerte si siquiera una persona escuchaba su mensaje.
Ghal rspiró profundamente y abrió los canales, enviando un sencillo mensaje de voz
ya que era mucho más probable que llegara donde alguien pudiera oírlo.
—Mi nombre es Ghal Tarpfen, jefa de seguridad del Faro Starlight. He sido
secuestrada por los Nihil, y para cuando escuchen este mensaje probablemente estaré
muerta. Pero deben saber que el Senado está comprometido. Al menos dos de sus
miembros han estado trabajando con los Nihil: la senadora Ghirra Starros de Hosnian
Prime y Jeni Wataro, ayudante del senador Izzet Noor de Serenno. Por favor, tengan en
cuenta que podría haber otros espías en el Senado, y en todos los demás niveles de la
República.
Ghal se aclaró la garganta y repitió el mensaje una y otra vez. Cuando llegaron los
primeros disparos de las naves que se acercaban, continuó hablando, repitiendo el
mensaje una vez más antes de ponerlo en bucle.
En la puerta de la cabina sonaron unos golpes, seguidos de un grito en un lenguaje
que Ghal no comprendió. Se oyeron algunos murmullos, cuando otro disparo sacudió la
nave hasta el último tornillo.
—¡Desbloquea las cápsulas de escape, maldita merluza! —dijo la voz de Jeni Wataro
al otro lado de la puerta.
Ghal sonrió, por primera vez en muchísimo tiempo.
—Lo siento, no estoy segura de cómo hacerlo.
—¡Entonces déjame entrar para que responda al santo y seña! Nos estás condenando
a muerte.
—Yo tenía familia en Valo —gritó Ghal para que se le escuchara sobre el ruido de la
nave cuando otro disparo activó un nuevo conjunto de alarmas. Ese último impacto de
cañón había dañado los sistemas de soporte vital y la nave no tardaría mucho en fallar por
completo—. ¿Crees que ellos también suplicaron a alguien que les salvase?
Los golpes en la puerta cesaron, y Ghal se recostó en la silla y comenzó a cantar la
nana que su madre siempre le cantaba cuando era un pequeño alevín.
Era una muerte mejor de lo que hubiera podido imaginar.
***
Velko se despertó en mitad de su turno de sueño, sobresaltada por algo que no podía
identificar. Había estado soñando, de eso estaba segura, ¿pero sobre qué?
Sonó el timbre de su puerta, y cuando fu a abrir encontró a Imri Cantaros, el Padawan
que había ayudado a salvar a los dalnanos cuando su sistema volcánico inundó con lava
su planeta.
—Administradora Velko —dijo con una sonrisa tímida—. El Maestro Maru trató de
llamarla por el comunicador, pero supongo que no lo escuchó. Hay algo que él quiere que
usted escuche.
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había una respuesta que necesitaba ser hallada. Velko descubriría quién se había llevado a
Ghal y por qué, y cuando lo hiciera se aseguraría de que la muerte de Ghal obtuviera la
justicia que se merecía.
Pero hasta entonces, Velko se juró a sí misma que guiaría Starlight a través de
cualquier adversidad que viniera por delante. Eso era lo correcto. Eso era lo necesario.
Se lo debía a Ghal.
FIN
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