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Historia de Europa

Siglo veintiuno

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- • -.-^ EUROPA:
RESTAURACION Y REVOLUCION
-1:^.- 1815-1848

J. Droz

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* E L AUTOR

Jacques Droz, profesor de la Sorbona, ha publicado nu-


merosos trabajos sobre Historia Contemporánea. Desta-
quemos entre ellos Le Socialisme démocratique (1945-1963),
traducido al castellano con el título Historia del socialis-
mo; Histoire diplornatique de 1648 á 1919; Les révolutions
allemandes de 1848; Le romantisme allemand et l'Etat;
Histoire d'Allemagne; Le libérálisme rhénan, 1815-1848; Con-
JíttJ,-i .1-.,.» í.,-.'•' f.fi^)^::, ';Í!:/ '
tribution a l'histoire du libérálisme.

TRADUCTOR ^ ' • '• • :

Ignacio Romero de Solís

DISEÑO DE LA CUBIERTA

Diego Lara
explotación de las fábricas. En el primer caso, los
III. La burguesía y la ideología liberal hombres ya aplican a los problemas políticos, que
dirigen desde 1832 los procedimientos que garan-
tizaron su éxito en el marco de la economía: a
quienes el individualismo y el utilitarismo, deri-
El período 1815-1848 quedó marcado, en todos vados de sus deseos de independencia y de su vo-
los países europeos, por el ascenso constante de luntad de poder, y del sentido realista y la expe-
la burguesía. Se generalizará un tipo humano que riencia de los negocios, refuerza los instintos utili-
la literatura dirigida al gran piíblico popularizó con tarios de su raza. Mientras que en Rusia se trata
ios nombres de Joseph Prudhomme, de Jéróme de un pequeño grupo de negociantes-industriales,
Paturot, de César Birotteau, de Podsnap o de surgidos del campesinado servil, que frecuente-
Baneering, que presume de honradez, de saber vi- mente fueron siervos ellos mismos, aun dirigiendo
vir, e incluso, aun temiendo al pueblo, de un cier- a la mano de obra de la manufactura, y que lo-
to idealismo humanitario, y que, sin embargo, no graron a duras penas y al cabo de numerosos años
cesado de ser denunciado como hipócritamente de trabajo autorrescatarse y adueñarse de la fábri-
escrupuloso, desprovisto de todo sentido artístico, ca donde penai'on. Entre ambos extremos existen,
ridículo por su autosatisfacción. Tipo que es per- por supuesto, según los niveles que haya alcanza-
fectamente reconocible en el retrato del fundador do la economía, los tipos más diversos. En im país
del Journal des Débats, Bertin el viejo, que Ingres como Alemania, donde la economía está en pleno
sentó resueltamente en su sillón, con las manos auge desde 1835, el paso de los St'dnde jerarqui-
firmemente apoyadas en las rodillas y con la mi- zados de la sociedad del Anden Régime a las cla-
rada rebosando seguridad Los grandes escrito- ses sociales basadas en el trabajo y la fortuna
res que se han acercado a la burguesía durante la dista mucho de haber culminado en 1848; resulta
primera mitad del siglo xix se vieron sorprendidos muy difícil discernir, fuera de Renania, donde se
por el contraste, entre el afán de ganancia y la desarrolló la influencia de la legislación francesa,
ambición de elevarse en la escala social que con- un Tercer Estado dispuesto a convertirse en ese
fieren a la burguesía un carácter conquistador, y, «todo» del que hablaba el abate Sieyés en 1789; e
frente a ellos, una ridicula vanidad, un conformis- incluso ocurre que esos empresarios, industriales
mo riguroso y estrecho, y una desconfianza frente y negociantes proceden casi todos de medios cal-
a toda novedad que la mantienen en una especie vinistas. Friedrich Engels señaló que, a mediados
de mediocridad de la que es incapaz de liberarse. de siglo, resultaba imposible comparar la impo-
tencia y la miseria del Bürger alemán con la si-
En todos los Estados europeos, la evolución se tuación del gran burgués de los Estados occiden-
realizó en el mismo sentido: en todas partes, el tales. «Su debilidad numérica y sobre todo su
dinero es el criterio que sitúa a todo individuo escasa concentración impedirán a la burguesía ale-
dentro o fuera de la burguesía. Ciertamente, no
mana —escribe Engels— adquirir esa superioridad
cabe ninguna clase de comparación entre lo que política que la burguesía inglesa posee desde 1688
se llama la burguesía inglesa hacia 1830, clase que y que la burguesía francesa adquirió en 1789.»
ya imprime a Inglaterra su peculiar fisonomía, y En Francia fue donde la ascensión de la burgue-
los raros individuos que en Rusia comienzan la

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comprar propiedades ya construidas. Aparece un
sía revistió un carácter más espectacular. Aquí es nuevo tipo social, el propietario de casas de al-
donde se definió más claramente en oposición a quiler. Pero sólo en contadas ocasiones coloca el
la nobleza, a la que arrebató el poder mediante la dinero en sociedades o en empresas industriales,
revolución de 1830, y al «pueblo», del que se siente ante el temor al riesgo que entrañan estas inver-
separada por sus ocupaciones y su forma de vida. siones.
La monarquía de Julio puede considerarse como el París ejerce una verdadera fascinación sobre
ejemplo más típico de un régimen en el que el di- esta burguesía. A la atonía de la vida provincial,
nero se convierte en el factor esencial de discrimi- en la que la clase media, laboriosa y sedienta de
nación social. Por ello dirigiremos en primer lugar ganancias, aparece como esclava de la opinión
nuestra atención a la formación de esta burguesía conformista y consumida por ardientes y mezqui-
francesa. nas intrigas, se opone la capital, que no solamente
atrae a la clase obrera, sino también a los elemen-
Bajo la Restauración (1815-1830), el ascenso de tos más ambiciosos de esa burguesía, como el hé-
la burguesía está todavía lejos de producirse. En roe de Balzac, Rastignac, que exclama al pisar el
la sociedad de entonces, muy cercana a la del suelo de París: «París, ¡por t i y por mí!» Thiers,
Anden Régime, cada cual trata de elevarse a fuer- joven periodista ambicioso llegado de Aix-en-Pro-
za de trabajos y de protecciones: el artesano as- vence, encontrará un «padrino» —Talleyrand, cuya
pira a comprar el taller; el pequeño burgués, que sonrisa sarcástica admira como conocedor este
lleva a sus hijas a conventos y a sus hijos a un co- arribista desenfrenado— gracias a cuyas recomen-
legio donde reciben una educación completamente daciones podrá abrirse paso en salones y periódi-
clásica, ambiciona para ellos un buen matrimonio, cos. Todas las provincias francesas han contribui-
un cargo de notario y de procurador, la toga de do a ese rejuvenecimiento, cuyas consecuencias
abogado y principalmente un cargo en la función fueron especialmente afortunadas: no hay nada es-
pública. Porque el poder de la administración, he- clerótico en el medio burgués parisino, en el que
redada del Imperio, determina una verdadera ava- el deseo de ascenso social es general. Forzar la
lancha hacia los puestos de fimcionarios, debido entrada de los diferentes medios burgueses de la
a la autoridad, a la consideración y a la seguridad capital exigía, en efecto, mucho talento, capacidad
de que disfrutan: la carrera pública aparece como y arrojo, y numerosos eran los fracasos y las eli-
el gran medió de ascenso social. Pero, además, minaciones. Pero es cierto que las aportaciones de
son muy numerosos los pequeñoburgueses que se la provincia francesa contribuyeron ampliamente
elevan laboriosamente en el comercio; el número a dar su fisonomía a la burguesía parisina: el
de licencias de comercio pasa de 847.000 en 1817 a 55 por 100 de los electores incluidos en el censo
1.163.000 en 1830. El sueño de un tendero, guardia de París entre 1815 y 1830 eran inmigrados; la
nacional, que paga su uniforme y su equipo mili- proporción sobrepasa el 60 por 100 para los nego-
tar, es ser incluido en el censo electoral, entrar ciantes y funcionarios; sólo es ligeramente infe-
en el «país legal», lo que le consagra como «nota- rior en el caso de las profesiones liberales y de
ble», con cierto prestigio local. La burguesía in- los rentistas.
vierte sus ahorros en comprar tierra, que explota La burguesía parisina de la época de la monar-
o en arrendamiento o en aparcería, o también en
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quía de Julio dista mucho de presentar un aspec- modelar la opinión pública como mejor les con-
to homogéneo; está dividida en una infinidad de venga. Constituyen los «grandes notables» de la
grupos, cuyos intereses, nivel de vida, fortuna y monarquía de Julio, los representantes de esas «di-
aspiraciones son profundamente diferentes, e in- nastías burguesas» que durante largo tiempo van
cluso opuestos En la cumbre se mantiene una a acaparar el poder bajo el signo del orleanismo.
élite restringida, la alta burguesía, que tiende a Aparecen en la cima de su predominio como una
confundirse con la aristocracia terrateniente, una clase con méritos propios, compuesta por indivi-
pequeña minoría en el grupo de los privilegiados duos que tienen el sentido de la innovación y el
de la fortuna; más abajo está la «buena burgue- gusto del poder, pero a los que no cabe reconocer
sía», que concentra a una parte de los notables ninguna elevación de espíritu, ninguna generosi-
más apegados al suelo de la capital que los gran- dad de carácter; que han puesto de manifiesto un
des burgueses, pero que se aproximan a ellos por ansia inconcebible en la prosecución de sus fines
sus fortunas y ocupaciones, y proceden fundamen- y se han mostrado incapaces de posponer sus ob-
talmente de las profesiones liberales y comercia- jetivos personales ante el interés general, como
les; la «burguesía media», formada sobre todo por lo demostró la política económica de la monar-
tenderos, y finalmente la «burguesía popular», quía de Julio.
que sólo se distingue, con dificultad, del pueblo Por consiguiente, la revolución de 1830 sustitu-
propiamente dicho porque sus funciones no son yó a la nobleza por la gran burguesía como prin-
manuales. Entre esos diversos grupos, los límites cipal clase dirigente en el país. Con los años trein-
son ondulantes y los entrecruzamientos perpetuos; ta, la revolución industrial permite la aparición
las clases burguesas se entresolapan, como se ha de ima serie de hechos, en modo alguno nuevos,
afirmado, «de la misma manera que las tejas de pero que poseen una amplitud desconocida hasta
un tejado», y los lazos entre los diferentes esca- entonces: maquinismo, gran industria, concentra-
lones son múltiples. Todavía no existía en la capi- ción económica. Todos ellos prestarán su fisiono-
tal «segregación» de barrios tan neta como en la mía al régimen económicosocial que va a instalar-
mayor parte de las metrópolis modernas. se en Francia. Sin duda esta transformación ape-
No obstante, la novedad de los años treinta fue nas si comienza a esbozarse bajo el reinado de
el establecimiento de la supremacía de la alta bur- Luis Felipe; y habrá que franquear la mitad del
guesía, que tiende a constituirse como un medio siglo XIX para que el capitalismo sea verdadera-
cerrado, que ya no desea integrarse en un orden mente dominante en la economía francesa. A pe-
social periclitado y que ha sabido crear una nueva sar de todo, desde 1830-1850 se hace evidente que
jerarquía: es una aristocracia de dinero, de fun- el primer efecto del desarrollo de la economía será
ción y de responsabilidad, y que tiende a conver- el de enriquecer a la gran burguesía más que a las
tirse en una aristocracia de nacimiento. Estos bur- otras clases. Los grandes burgueses van a retener,
gueses han logrado establecer su hegemonía sobre entre las fuentes de ingresos, aquellas susceptibles
un triple poder: económico, político y social; ello de mejores resultados.
significa que por medio del dinero han conquista- En desquite, la aristocracia terrateniente se con-
do los lugares políticos que les permiten asegu- vierte en Francia, después de 1830, en una «clase
rarse una legislación favorable y la facultad de descendente». Contrariamente a lo que ocurre en

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Inglaterra, donde la aristocracia continúa desem-
peñando en la vida económica un papel considera- la gran burguesía de los negocios, que refuerza su
ble, muchos nobles se retiran a sus propiedades potencia y su cohesión debido al desarrollo muy
y se convierten poco a poco en «emigrados en el rápido de la industria y del comercio: los advene-
interior de su propio país y de su siglo». Esta dizos de las finanzas y de la banca, como los Laf-
abstención política, ciertamente, pudo en algunos fitte, los Gouin, los Hottinguer, los Malet, los gran-
casos verse acompañada por un reforzamiento de des industriales como Delessert y Casimir Perier,
su influencia sobre los campesinos, en la medida de origen delfines, enriquecido al mismo tiempo
en que les iniciaron en nuevas técnicas agrícolas por sus actividades industriales y bancarias y que,
y les hicieron participar en sus nuevas empresas; a pesar de realizar la carrera política que se co-
pero frente a un Forbin-Janson o a un marqués noce, acumuló las funciones de gobernador del
de Montmorency Laval, cuántos herederos de im- Banco de Francia y presidente de la Société des
portantes fortunas se desinteresaron de la explo- Mines d'Anzin. En los salones de la Chaussée d'An-
tación de sus tierras, dilapidando su herencia, bien tin se encuentran la mayor parte de los hombres
en un palacete del faubourg Saint-Germain o sim- políticos del régimen, y allí es donde se estrechan
plemente en la ciudad próxima. Prosigue la parcela- los lazos entre el mimdo de los negocios y la mo-
ción de las grandes fincas, que ya en la época de la narquía de Julio En provincias, los negociantes
Restauración habían despertado una gran inquie- y los armadores, enriquecidos por el desarrollo del
tud en el partido ultra y entre quienes, como Bal- comercio marítimo, reinan sobre la sociedad de
zac, temían las consecuencias económicas y socia- Marsella, de Burdeos o de El Havre. En las regio-
les de semejante evolución. De todos modos esta nes mauiufactureras, el auge de la gran industria
decadencia no concluyó en 1848: la nobleza toda- suele ser el resultado del impulso del self made
vía representaba, en el ocaso de la monarquía de men, como, por ejemplo, los que levantaron en
Julio, xma fuerza importante en múltiples regiones aquella época las grandes empresas del Delfinado.
francesas; por supuesto, en el Oeste, pero también Igualmente se alinean en esta misma alta burgue-
en el Mediodía provenzal, en el sur del Macizo sía las grandes dinastías industriales, los Wendel
central y en las regiones de grandes fincas de la de Lorena; los Peugeot, relacionados con los Japy,
cuenca parisina. Los consejeros generales legiti- en la comarca de Montbéliard; los grandes apelli-
mistas, al final de la monarquía de Julio, sin ali- dos del patriciado de Mulhouse; los Mieg, los DoU-
nearse con la dinastía, utilizaron las instituciones fus, los Schlvunberger.
representativas para hacer de sus funciones un No obstante, esta gran burguesía de negocios no
contrapeso a la presión administrativa ^ constituye la totalidad de la clase dirigente. No
De todos modos, no cabe la menor duda de que serán los banqueros ni los hombres de negocios
la gran burguesía es la clase «conquistadora», «as- quienes constituirán el principal soporte de la mo-
cendente». Pero bajo este término hay que consi- narquía «burguesa» de Luis Felipe. La tierra con-
derar categorías diversas. En la cima se encuentra tinúa siendo aún, a mediados del siglo xix, la gran
fuente de riquezas. Sus rentas entran a formar
' Como l o muestra A. J. Tudesq en: Les Conseillers ge-
parte, en proporción considerable, de la fortuna
neraux en Frunce au temps de Guizot (1967). de no pocos industriales o financieros, como lo
demuestra el estudio de las listas electorales bajo
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la monarquía de Julio. Además, normalmente estos preocupación de mantener al «pueblo» al margen
ricos terratenientes añaden a la renta de sus tie- de sus querellas.
rras los ingresos de una profesión liberal o de
tma función pública: si en París se encuentran en- A la ascensión de la burguesía corresponde una
tre los notables abogados y profesores de univer- cierta concepción del mundo, el liberalismo, que,
sidad (como, por ejemplo, Guizot), en provincias a fin de cuentas, no es más que la expresión de
son los magisrtados quienes desempeñan el papel sus intereses económicos y políticos. La burguesía,
esencial, así como los notarios, principales conse- a la que el desarrollo de la industria permite in-
jeros y banqueros de la masa campesina. crementar todavía prudentemente, aunque de for-
Por el contrario, esta gran burguesía, que es la ma segura, sus ingresos, se declara satisfecha del
gran beneficiada de las transformaciones econó- juego normal de la oferta y de la demanda. Poco
micas, se empeña en disociar su destino del de la afectada por la miseria creciente de las masas, la
burguesía media o la pequeña burguesía, que ha- burguesía se contenta con predicar la beneficen-
bían acogido con júbilo la revolución de 1830 y cia, el ahorro, el celibato; por otra parte cree que
que constituían la mayor parte de los efectivos de el perfeccionamiento de las técnicas permitirá el
la Guardia Nacional, apoyo esencial de la defensa desarrollo progresivo del bienestar general. En
del régimen, pero que jamás fueron admitidas en cuanto al régimen político, el mejor será el que
el seno de las clases dirigentes, y cuya acritud, ali- en menor grado obstaculice su ascenso hacia la
mentada por la negativa sistemática de reformar fortima. El Estado aparece, en definitiva, como la
el censo electoral, acabó por volverse contra el salvaguarda de la libertad; su papel se limita a la
régimen. Por otra parte, los casos de promoción protección de los intereses individuales; no tiene
social son cada vez más raros cuando nos acerca- por qué intervenir en las relaciones económicas,
mos a 1848. Los medios más ricos tienden a ce^ y mucho menos aún en la organización de la so-
ciedad; su misión es fundamentalmente negativa.
rrarse a medida que las posiciones adquiridas se
consolidan, y al final del reinado de Luis Felipe Y no porque los partidaros del laisser faire,
resulta difícil a un hombre de condición modesta laisser passer sean todos necesariamente «optimis-
escalar un puesto de primer rango en la sociedad. tas». Economistas como Malthus y Ricardo ya no
De todos modos, sería inexacto imaginarse a la creían, como habían creído Adam Smith y los fi-
alta burguesía como ima clase «monopolizadora», siócratas, en un orden espontáneo debido a la
cuyas gigantescas empresas habrían ocasionado la bondad de la Providencia y al juego de la libertad
ruina del pequeño negocio y del pequeño taller. individual. Por el contrario, ven por doquier anta-
gonismos inquietantes, traducidos en las leyes eco-
Antes de 1848, el movimiento de concentración se
nómicas; pero al ser las leyes ineluctables, sólo
encuentra sólo en sus comienzos. Lo que sorpren-
queda deplorarlas e inclinarse ante ellas. Pesimis-
de es más bien el individualismo rabioso de los
ta, Malthus constató que la población crece más
burgueses de todas clases que se enfrentan dentro rápidamente que los medios de subsistencia, y que
de im mismo grupo social, la existencia de cama- la humanidad marcha hacia el hambre; pero a este
rillas que luchan a muerte entre sí. La conciencia estado de cosas no opuso otra solución, aparte
colectiva de clase sólo se ve sometida por la del juego natural de las epidemias, de las hambres
propio mercado; al producir un objeto, se crea
y de las guerras, que la restricción voluntaria de también la posibilidad de comprar otro. Mientras
nacimientos y la castidad conyugal, enfrentándose más mercancías variadas se fabriquen, más fácil
terminantemente a toda clase de medidas de asis- resultará luego darles salida. No pueden existir
tencia, a toda intervención del Estado en materia crisis generales de superproducción. Todo lo más,
social. «El pueblo debe considerarse —escribe podrían producirse crisis de superproducción par-
Malthus— como la causa principal de sus mise- ciales, porque los servicios productivos en tal caso
rias.» Por su parte, Ricardo formuló la teoría de habrían estado mal dirigidos; pero los desequili-
la renta diferencial de la tierra, demostrando que brios sólo serán pasajeros, a condición de que los
e§ta última, debido a la elevación de los gastos cambios continúen siendo libres, y que el meca-
de explotación en las nuevas tierras roturadas, nismo de los precios permita a los empresarios
tenderá a incrementarse, mientras que los precios conocer lo que se desea, y por ello lo que deben
de los alimentos se elevarán en detrimento de la fabricar. Aún más radical, el economista Bastiat,
masa, cuyo salario quedará fijado en torno al mí- cuya actividad en favor del librecambio le situó
nimo vital. Pero esta desagradable situación, en en la oposición frente a los medios políticos de la
su opinión, no podía ser modificada por la legis- monarquía de Julio, creyó discernir en el mundo
lación estatal; sólo existe un medio para luchar económico una armonía preestablecida, por lo que
contra esa renta: dejar entrar libremente en Gran da a su principal obra un título característico:
Bretaña los granos extranjeros, sobre todo aque- Las armonías económicas: «No es solamente la
llos que provienen de países nuevos que tienen mecánica celeste, sino también la mecánica social,
unos costes de producción más bajos. lo que revela la sabiduría de Dios y canta su glo-
Más lógica parece la posición de los represen- ria.» Bastiat niega, lo mismo que Ch. Dunoyer, que
tantes de la escuela clásica, que se manifiestan la miseria se acreciente, aunque juzgan insepara-
como liberales y partidarios de la abstención del ble la miseria de la civilización, como un mal ne-
Estado en materia económica, porque estiman que cesario, porque «exhorta a las virtudes difíciles»
todo va a mejor en el mejor de los mundos. Admi- del ahorro y de la continencia. La exactitud de
rador de Inglaterra, cuyo estudio inspiró a partir estos puntos de vista no fue discutida, bajo la
de 1803 su Tratado de economía política, indus- monarquía de Julio, por los teóricos de la econo-
trial y profesor de economía política, por lo de- mía política: el mayor de los Blanqui, Pellegrino
más hombre de izquierda en sus simpatías políti- Rossi, Wolowski. En Inglaterra, la burguesía, fuer-
cas, J. B. Say, que nunca dejó de hacer la apología temente influida por la filosofía utilitarista y la
del maquinismo y de exaltar el papel del empre- moral del bienestar para el mayor número posible
sario, situó en el centro de sus reflexiones econó- de personas, inculcada, en el transcurso de la ge-
micas la ley de mercados: en su opinión no hay neración anterior, por Jeremy Bentham, y a la
que temer que la actividad económica provoque que la reforma electoral de 1832 confirió un pues-
nunca un estrangulamiento duradero de los mer- to entre las clases dirigentes, sigue ahora las direc-
cados, ya que «los productos se cambian por pro- trices de McCulloch y de Nassau Sénior, quienes
ductos». La moneda no es más que un intermedia- estiman que hay fuerzas naturales irresistibles que
rio, que se acepta solamente para desprenderse condenan por anticipado al fracaso todo interven-
de inmediato de ella. Las mercancías crean su
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cionismo social, por lo que, si no tienen más re- ficio de la Revolución [consistió] en lograr que
medio que admitir el principio de la asistencia a las clases medias intervinieran en la administra-
los pobres, desean que ésta sea organizada de tal ción de los asuntos políticos»: y esta conquista
modo que repugne a los interesados. es la que importa realmente consolidar. A ello se
aplica en sus Prindpios de política (1815).
En ese liberalismo económico viene a injertar- La idea predominante es la desconfianza siste-
se un liberalismo político que experimentó no mática frente al Estado. Constant atribuye al Es-
pocas dificultades en librarse, al menos en Fran- tado de voluntad de destruir la libertad, usurpan-
cia, de las fórmulas de oposición contra la Res- do continuamente los derechos del individuo. Por
tauración, de su afición por las sociedades secre- eso es necesario ante todo definir «una parte de
tas, de su violencia antimonárquica y anticlerical, la existencia individual» que esté «al margen de
de las aportaciones de la leyenda napoleónica (tal la competencia social»: es decir, los «derechos
como aparece, por ejemplo, en las obras de Bé- naturales del hombre», a saber, la libertad indivi-
ranger y de Paul-Louis Courier), para convertirse dual, la libertad religiosa, la libertad de opinión,
en un liberalismo de doctrinarios, un liberalismo el disfrute de la propiedad. El hombre es un «tem-
de justo medio, conciliador del orden y de la liber- plo» y en ese templo encierra algo divino: la liber-
tad, el liberalismo de esas «dinastías burguesas» tad, inviolable e inaccesible. Para ser feliz no
que se aliaron al poder bajo el Imperio, y después, necesita más que «disponer de una absoluta inde-
a los diferentes regímenes que se sucedieron en pendencia», para todo aquello que tenga una rela-
Francia, y que m^antendrán a través de todo el ción con sus ocupaciones, sus empresas, su esfera
siglo XIX un lugar preponderante en la industria, de actividad, sus fantasías. Esta «reserva», tan ne-
en la banca y en las academias. cesaria del Estado, sólo podrá ser obtenida en el
Benjamín Constant fue quien defendió con ma- seno de un régimen representativo. La soberanía
yor brillo este liberalismo, apartándose tanto de reside, sin lugar a duda, en el pueblo, pero con
los sostenedores del Anden Régime como de los la condición de que no la ejerza por sí mismo y de
partidarios de la democracia. Iniciado por los que se inhiba automáticamente en favor de sus
ideólogos y por madame de Stael en la filosofía delegados. Lo que efectivamente preocupa al ciu-
del siglo X V I I I , se convirtió, primero contra Napo- dadano moderno no es tanto la participación efec-
león y más tarde contra los ultras en el período tiva en el gobierno como «la independencia indi-
de la Restauración, en el teórico del juste milieu. vidual», sacrificada por los antiguos. El sistema
En ningún otro autor las preocupaciones de la representativo debe, por ello, organizarse de tal
burguesía son tan evidentes como en él. Su siste- modo que garantice una extensa esfera de liber-
ma se erigió contra «la autoridad que quería go- tades individuales. A este efecto, Constant hace
bernar por el despotismo», pero también contra una distinción entre cuatro poderes: el poder real,
las «masas que piden el derecho de subordinar la el poder ministerial, el poder representativo com-
minoría a la mayoría». La igualdad, afinnó, es partido por dos cámaras, una hereditaria y la otra
«una opresión de cada uno por todos»; la demo- electa, y el poder judicial. El objetivo de esta dis-
cracia, por su parte, no implica la libertad, sino tribución es disminuir en la medida de lo posible
«la vulgarización del despotismo». El «gran bene- la acción del ejecutivo, que debe «cernerse irres-
libertades nacionales que reconoce y consagra».
ponsable por encima de las agitaciones humanas». En su opinión, la soberanía no reside ni en el rey
Pero sobre todo, atento a defender al individuo ni en el pueblo, sino en la ley, que no debe ser
en el ejercicio de sus derechos individuales, Cons- fruto de la fuerza, sino de la razón, y que surge
tant ve en toda intervención del Estado un fracaso como consecuencia del acuerdo anónimo del rey y
para el individuo. Gustosamente cita el ejemplo de la nación. Este acuerdo existirá si el equilibrio
de Inglaterra, donde el orden público está tanto de los poderes es perfecto, es decir, si no predo-
mejor garantizado cuanto que «está confiado a la mina el legislativo ni el ejecutivo. Contra Benja-
razón y al interés de cada uno». Estas son las mín Constant, Royer-Collard cree, no obstante,
máximas que le hacen tomar posición, en materia que el rey no sólo debe reinar, sino también go-
económica, contra la ingerencia del Estado en el bernar: desde este punto de vista, la constitución
plano industrial, que le llevan a defender la sepa- británica no es transportable a Francia. El parla-
ración del Estado y de la Iglesia, e igualmente, mento no es el mandatario de la nación; única-
bajo la fórmula del federalismo, le inducen a apo- mente representa «intereses» comunes, unos a to-
yar una fuerte descentralización municipal. «Lo dos los ciudadanos, y propios otros de un grupo
que sólo interesa a una fracción, escribe, debe ser particular. Por eso sólo los ciudadanos que, por su
decidido por esa fracción.» La garantía suprema fortuna y sus presuntas disposiciones, aparezcan
del liberalismo político continúa radicando, en su como los más capacitados para expresar estos in-
opinión, en el carácter censitario del derecho de tereses serán llamados a ser electores. De aquí la
voto: únicamente la propiedad confiere a los indi- atribución del electorado a algunas «capacidades
viduos el suficiente interés para participar efecti- políticas». El electorado no es, en efecto, un dere-
vamente en el gobierno; sólo la propiedad les ase- cho inherente a la dignidad del hombre, sino vin
gura los ocios necesarios para «adquirir las luces deber, una función que no puede ser realizada
y la certidumbre de juicio». Hasta tal punto cree más que con un mínimo de luces y de experiencia.
en ello, que para él la libertad es un «privilegio» A esta filosofía política Guizot aportará más
que debe ser cautamente distribuido. tarde la contribución de sus estudios históricos.
De este modo, la filosofía del derecho natural, Efectivamente, ¿qué sentido tiene la historia de
que con la pluma de los escritores del siglo x v i i l Francia, si no es la progresiva ascensión de la
se había convertido en un llamamiento a la eman- burguesía hacia el poder? Después del fracaso de
cipación del ciudadano se ha transmutado, bajo la nobleza, es la única que posee la fortuna y la
Constant, en la justificación de la dominación po- instrucción suficientes para interesarse en la con-
lítica de la burguesía. Esta desviación del libera- servación del gobierno; por otra parte, se trata de
lismo prosigue entre los «doctrinarios», esos bur- una clase abierta a todos, que todavía se encuen-
gueses del «centro» que, en el curso de la Restau- tra lo suficientemente cerca del pueblo como para
ración, desde Le Globe y luego desde la Revue recoger todas las élites que deseen elevarse. For-
frangaise, tomaron partido por la defensa de la mada por ciudadanos que no están absorbidos ni
Carta frente a la derecha y a la izquierda. El filó- por el exceso de trabajo ni por el ocio, dueña de
sofo Royer-CoUard ve en ella el «punto fijo» que la opinión, posee al mismo tiempo el sentido del
clausura la era revolucionaria, «la alianza indiso- progreso y de la autoridad. La libertad, es decir.
luble del poder legítimo de la que emana con las
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la participación necesaria en el gobierno, deberá lado por encima del rebajamiento general. Un des-
limitarse a las clases medias; únicamente ellas potismo odioso extiende sobre la sociedad «su red
constituirán el «país legal». Así pues, bajo la plu- de pequeñas reglas complicadas, minuciosas y uni-
ma de estos doctrinarios, el orleanismo se define formes». En resumidas cuentas, «la unidad, la am-
como una monarquía parlamentaria y censitaria bigüedad, la omnipotencia del poder social, for-
para el uso de los nuevos «notables» surgidos de man el rasgo más sobresaliente que caracteriza a
la revolución industrial, abierta, no obstante, a la todos los sistemas políticos nacidos en nuestros
inteligencia y a los talentos; es decir, un gobierno días». Evolución fatal, agravada aún más por el
de «élites», lo más parecido posible al que garan- desarrollo de la industria y el consiguiente control
tiza el prestigio de las clases dirigentes inglesas. del Estado sobre la vida económica. De este modo
La confianza absoluta que Guizot depositaba en se incrementa desmesuradamente el número de los
su sistema acarreará el hundimiento de la monar- fimcionarios, el gusto de la función pública, el
quía burguesa en 1848. Su error consistió en pen- campo de inquisición gubernamental: sólo queda
sar que las consecuencias sociales de la Revolu- el individuo aislado frente al Estado omnipotente.
ción se habían agotado y que sólo quedaba por Tocqueville hace notar, por otra parte, que, de-
extraer ¡as consecuencias políticas; no supo en- bido a las pasiones igualitarias, se desarrolla el
contrar una salida a las exigencias igualitarias que, egoísmo materialista entre la masa de ciudadanos,
desde 1789, eran poderosas en el seno del pueblo convencidos de que el Estado providencial y tu-
francés. Esto lo comprendió muy bien otra figura telar vigilará por las necesidades de todos. Los ve
que, no obstante, también era un liberal. Alexis satisfechos de la servidumbre que se han dado,
de Tocqueville, y lo hizo manifiesto en La demo- cada vez más incapaces de ejercer conveniente-
cracia en América (1835). Vivamente sorprendido mente «el grande y único privilegio», detentar la
por el espectáculo del Nuevo Mundo, comprueba soberanía. Pero, por muy aflictivo que pueda resul-
que la democracia no es ni un «sueño brillante» tar el espectáculo, está convencido de que existen
ni «un trastrocamiento, sinónimo de anarquía, de remedios para esos males, con la condición de
expoliación y de asesinatos», como se la imaginan procurar no buscarlos en las fórmulas del pasado,
sus partidarios y adversarios; es un hecho que no sino «de hacer surgir la libertad del seno de la
se puede impedir en las sociedades modernas. Y lo sociedad democrática en la que Dios nos ha de-
que constituye su fuerza es el sentimiento de igual- parado vivir». Tocqueville dirige sus miradas a
dad, más intenso en las masas que el sentimiento América para buscar un elemento de rectificación:
de libertad. Ahora bien, es incuestionable que la lo encuentra en el desarrollo de las libertades lo-
democracia contiene en germen males temibles: cales, brutalmente asfixiadas en Francia por el
la anarquía, que hace que los gobiernos sean ines- Anden Régime, y tras él por la Revolución, y que
tables, o la servidumbre, que proviene de un in- es importante revitalizar: porque «en la commune
cremento del poder central. Con la igualación de es donde radica la fuerza de los pueblos libres».
las condiciones, el individuo —nota Tocqueville— La rectificación también estriba en el desarrollo
se hace cada vez más pequeño, la sociedad cada de la idea de asociación, que debe limitar la inje-
vez más grande; el individuo dirige sus miradas rencia del Estado y a la vez suplir a los cuerpos
hacia ese ser inmenso, el Estado, que se eleva ais- intermediarios del pasado. Nadie mejor que Toc-
queville ha exaltado el sentimiento de solidaridad
que debe hacer sensibles a los individuos al si- situado los economistas liberales es totalmente
guiente pensamiento: «el deber de los hombres falsa. En el plano técnico se yergue contra los en-
consiste en ser útiles a sus semejantes». tuertos del maquinismo; evocando al aprendiz de
Orientado hacia el futuro, Tocqueville es cons- brujo, solicita del Estado que modere el ritmo de
ciente de que el liberalismo no puede limitarse las invenciones. En el plano económico denuncia
al individualismo burgués en el que se solazaban las crisis industriales, que atribuye, antes que cual-
Benjamín Constant y Royer-Collard. quier otro economista, tanto a los abusos de la
competencia como al subconsimio obrero. El mal
Pero nada sería más inexacto, sin embargo, que esencial, en su opinión, radica en el plano social,
reducir la totalidad del pensamiento de las nue- en la división de la sociedad en dos clases antagó-
vas clases dirigentes al liberalismo. Sin atacar los nicas, una de las cuales es «explotadora» de la
principios que dirigen el desarrollo de la sociedad otra. Si las soluciones que adelanta continúan es-
industrial contemporánea, son numerosas las inte- tando marcadas por un espíritu reaccionario —^ya
ligencias que, asombradas por los abusos que se se trate del «parcelismo» campesino o del «garan-
han deslizado en el seno de aquélla, por las crisis tismo» industrial—, tuvo el mérito de definir la
que sacuden el mecanismo económico, por las in- propiedad como tm «derecho social», así como de
justicias que le son achacables, llegan a la conclu- preconizar una amplia intervención del Estado.
sión de que en el futuro será totalmente imposible A conclusiones bastante parecidas llegará el eco-
excluir una intervención creciente del Estado en nomista alemán Friedrich List, cuyo papel, por
las relaciones económicas y sociales. otra parte, fue considerable tanto en la organi-
En este tema, Sismondi desempeñó el papel de zación aduanera de Alemania como en la construc-
precursor. Autor de una obra liberal (Sobre la ri- ción de ferrocarriles. Fuertemente influenciado
queza comercial, 1803), le impresionaron tanto las por la lectura del Estado comercial cerrado, de
observaciones realizadas en Inglaterra -—depaupe- Fichte, y por el romanticismo político, pero aún
ración, crisis— que, renegando de su primera más por su experiencia en los negocios, así como
obra, respondió a Ricardo con sus Nuevos princi- por la literatura económica de los Estados Unidos,
pios de economía política (1817). En modo alguno en particular por Raymond y Carey, este econo-
se puede considerar a Sismondi como un revolu- mista suavo, cuya carrera está ligada a la ascen-
cionario. Historiador de las repúblicas italianas, sión del liberalismo alemán, estima en su Sistema
aristócrata por su origen y por su apego al pa- nacional de economía política (1841) que el error
sado y sus tendencias patriarcales, sus preferen- esencial de la economía clásica radica en subesti-
cias se inclinan hacia una sociedad de pequeños mar la idea de nación. Ahora bien, las naciones son
propietarios campesinos, cultivadores de la tierra unidades naturales de las que es imposible hacer
según métodos intensivos, y con la ayuda de un abstracción. Aludiendo a Inglaterra, List escribía:
gobierno atento al orden y a la eficacia. La parte «Una regla de prudencia vulgar consiste, cuando
esencial de su culttu-a se la debe a Coppet, de se ha alcanzado la cima de la grandeza, en retirar
quien fue huésped asiduo. Ahora bien, Sismondi la escala que se ha utilizado para quitarles a los
afirma con fuerza que la óptima en la que se han otros el medio de subir tras uno»; para los ingle-
ses «el principio cosmopolita y el principio nacio-
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55
mentado por la tradición puritana, y tras haber
nal no son más que una y la misma cosa». Pero, sufrido la influencia del sansimonismo y haber
en el período de las nacionalidades, es importan- descrito las vicisitudes del cartismo (1839), había
te que un pueblo sepa que, para alcanzar la ver- tomado posiciones en contra de la civilización in-
dadera independencia, es preciso que explote la dustrial moderna, acusando a las clases dirigentes
totalidad de sus recursos y no solamente «la can- de la avidez usurpadora de la burguesía y el dile-
tidad de riquezas y de valores canjeables». El ideal tantismo de la aristocracia. ¿Acaso no es preferi-
al que deben tender todos los países es conver- ble sustituir los contactos económicos por acuer-
tirse en una «nación normal», de economía com- dos humanos? Por ello pretendió reconstmir la so-
pleja. Ahora bien, esta nación necesita derechos de ciedad restaurando el principio de autoridad en
aduana educativos, temporales y limitados, para provecho de los jefes de industria conscientes de
alcanzar el estadio en el que todas las fuerzas su misión social. La vida económica debe modifi-
productivas se hayan desarrollado armoniosamen- carse en su mismo principio; la obligación que
te. El desarrollo de la industria obtenido por esos crea el servicio cumplido entre el patrón y el obre-
medios resolverá en particular, según List, el pro- ro no será solamente reconocida por el pago de
blema de la superpoblación rural, que provoca ac- un salario; una solidaridad más profunda y más
tualmente una nefasta y creciente emigración ha- efectiva, aceptada por los jefes de industria, los
cia los Estados Unidos. ligará a los ejércitos que dirigen. Sobre el modelo
En la misma época, en Inglaterra, como reac- del ejército renacerán entre los individuos relacio-
ción contra la economía ortodoxa y la filosofía nes de hombre a hombre; la competencia ya no
utilitarista, surge —signo del despertar de los pro- congregará, para dispersarlos inmediatamente, a
fundos instintos del pueblo— tma literatura de los átomos humanos; y la vida recubrirá con su
«remordimiento social». La ruptura de los anti- red florida la rigidez brutal de las leyes económi-
guos lazos sociales, el trastrocamiento del orden cas. Es la misma hostilidad contra el individualis-
político y económico, la distensión en las costum- mo liberal que anima las novelas sociales del jo-
bres y en las tradiciones, todo concurre para sus- ven Disraeli, que en Coningsby y Sybil sienta las
tituir las antiguas creencias por ima visión fría, bases de un torysmo rejuvenecido, las primeras
humillante y prosaica de las relaciones sociales. manifestaciones hacia 1848 del socialismo cristia-
Con el triunfo de las clases medias, bajo el cielo no de F. D. Maurice y de C. Kingsley, y finalm.ente
oscurecido por los humos de las fábricas, en me- las obras de Ruskin, que, como Carlyle, asqueado
dio de la ostentación brutal de un lujo carente de por una civilización industrial y mercantil, horro-
gusto y la búsqueda envilecedora del beneficio, rizado por la fealdad de su tiempo, quiere resta-
parecen haber desaparecido los rasgos abigarra- blecer entre sus contemporáneos el sentido de la
dos y encantadores de la vida inglesa tradicional. belleza y, tomando como modelo la Edad Media,
La sensibilidad va a encontrar en el núcleo con- preconizará una sociedad jerarquizada y patriar-
creto del mal económico, denunciado no ha mucho cal, de tipo artesanal, ya que si la Edad Media
por Dickens con un sentido emocionante de la supo crear la belleza fue porque sus artesanos
justicia social y más recientemente por Charlotte experimentaban la alegría de crear; la máquina y
Bronté y Elizabeth Gaskell, su centro necesario la división del trabajo han matado esta alegría
y su ptmto de apoyo. Antes de 1848, Carlyle, ali-
y han conducido a una servidumbre peor que la para reconstruir. Su error fundamental estriba en
del pasado. La economía pohtica no fue totalmen- la afirmación de la hbertad de pensamiento, tan
te insensible a estos anatemas: John Stuart Mili, absurda en política como en astronomía o en físi-
considerado, no obstante, como el maestro de la sica. En opinión de Comte, se trata de «la enfer-
escuela liberal, se creyó obligado en 1848, en sus medad occidental», que consiste en «no reconocer
Principios de economía política, a revisar algunos más autoridad espiritual que la razón individual».
juicios. A partir de ahora. Mili preconiza la inter- Enfermedad achacable en primer lugar al protes-
vención del Estado para crear cooperativas de pro- tantismo, pero cuya más temible manifestación es
ducción, recuperar el beneficio de la renta de la la filosofía revolucionaria. Es necesario que los
tierra y atenuar la desigualdad limitando el dere- hombres rentmcien, de una vez y para siempre, «a
cho de herencia. su derecho absoluto al examen individual de te-
mas superiores a su verdadero alcance y cuya na-
Auguste Comte, discípulo a la vez del conde de turaleza exige una comunión real y estable». La
Saint-Simon y de Joseph de Maistre, representa la política deberá ser, como las demás ciencias posi-
misma esencia del pensamiento burgués y liberal. tivas, ocupación de los que disponen de conoci-
A partir de 1822 publicó su Plan de trabajos cien- mientos sobre ella.
tíficos necesarios para reorganizar la sociedad, Para poner remedio a la situación actual es ne-
aunque su sistema de pohtica positiva tan sólo cesario sustituir el principio crítico, la fantasía
lograría influir sobre la generación siguiente. En arbitraria, por algo que ordene las inteligencias,
Comte la política está vinculada a su doctrina ge- que las «reagrupe», y desarrollar un cuerpo de
neral, sobre la ciencia: antes de lograr alcanzar el proposiciones que se imponga a todos. Todo podrá
estado positivo, la política ha tenido que pasar salvarse, desde el punto de vista de Comte, si se
por el estado teológico y luego por el estado me- logra reemplazar una «fe desmontable» por los
tafísico; al primero corresponde la doctrina del «órganos inverificables» sobre los cuales vive en la
derecho divino y al segundo la doctrina del Con- actualidad la humanidad. Llegado a este punto,
trato social. Pero se trata de tiempos ya pasados: Comte recurre, para suministrar ima respuesta, a
la política positiva, basada en la observación, se su filosofía de la historia. En su opinión, la Edad
apoya sobre una proposición muy simple: que el Media representa un período particularmente no-
estado social es, en todos los momentos de des- table de la historia de la humanidad. ¿Por qué?
arrollo de la especie humana, la consecuencia ne- Porque supo distinguir entre el poder espiritual y
cesaria de su organización; por ello, es una pue- el poder temporal; supo crear en el centro del
rilidad pretender que la investigación científica mundo una autoridad moral universal, el Papado,
pueda por sí sola determinar el estatuto político. que somete todos los pensamientos a una admira-
A partir de estas premisas, Comte demuestra ble disciplina y que, mediante la excomunión, dis-
que, a consecuencia de la Revolución francesa, se pone de un arma poderosa al arrojar al delincuen-
ha apoderado de los espíritus una anarquía pro- te fuera incluso de la humanidad. El advenimiento
funda y cada vez más extendida. Las máximas y de un poder exclusivamente moral que elabora los
los principios revolucionarios eran, efectivamente, principios y aconseja sin mandar debe ser consi-
excelentes para destruir; han resultado cegadores derado, desde el punto de vista de Comte, como
el mayor progreso realizado en la organización de si no es a través de la búsqueda de la inmortali-
las sociedades. La gloria imperecedera del catoli- dad subjetiva, del esfuerzo de incorporarse a la
cismo medieval es haber instituido «un gobierno humanidad mediante ima vida altruista? ¿Cuáles
de las almas» que, gracias a la organización de la serán las formas exteriores de la vida religiosa, si
clase sacerdotal, ha conquistado a la himianidad no es la conmemoración en público de los grandes
entera y fuera del cual no hay salvación posible. hombres que han sido benefactores de la humani-
De este modo se edificó una «eminente obra maes- dad y, en privado, la adoración del sexo afectivo,
tra de la sabiduría humana». de la mujer, que por medio de las virtudes de la
¿Es posible reconducir a la humanidad a la or- entrega y del amor realiza «el mejor tipo ejem-
ganización católica medieval? Comte lo niega for- plar de la humanidad»? Filosofía que le lleva a
malmente. La moral católica le parece incompati- Comte a prohibir el divorcio y exigir la viudez
ble con el progreso; ascética y retrógrada, no re- para siempre.
sulta adecuada a la época presente. Del catolicis- En cuanto al régimen político positivista, inhe-
mo, en cambio, hay que conservar su filosofía so- rente a esta reorganización religiosa de la huma-
cial. La «religión de la humanidad» que Comte nidad, descansará, como en la Edad Media, en la
va a esforzarse en definir no será sino un catoli- separación de lo temporal y de lo espiritual y en
cismo desafectado o, como se ha señalado muy la subordinación del primer orden a este último.
justamente, «el catolicismo menos el cristianis- Organizar el Estado es, según Comte, instaurar
mo». Será concebida de forma que satisfaga la primero la autoridad moral, que se impondrá a to-
exigencia suprema de reagrupar y armonizar las dos, tanto a los jefes como a las personas más
conciencias entre sí. Esta religión del Gran Ser humildes de la ciudad. El poder moral, concentra-
nos enseñará en particular que el individuo, que do en las manos del «Pontífice occidental», elabo-
en sí es una «abstracción», no adquiere significa- rará una doctrina que todas las inteligencias de-
ción más que por su participación en la humani- berán aceptar; y las autoridades temporales ejer-
dad. Los hombres no deben ser considerados cerán una dictadura suficiente para obtener la
como seres separados, como individualidades per- aplicación de los principios positivistas. Comte re-
trechadas de derechos, sino como órganos de la chazó no sólo el principio metafísico de la sobe-
única realidad que es la htunanidad. Esta última ranía del pueblo, sino incluso toda clase de siste-
es el fruto de una «inmensa cooperación», de una fnas representativos: «El parlamentarismo, escri-
sohdaridad actual y de una continuidad histórica. bió, es un régimen de intrigas y de corrupción, en
Esta humanidad no está compuesta sólo por los el cual la tiranía está por doquier instalada sin
vivos en im momento dado, sino también por los que exista responsabilidad en parte alguna»; el
muertos, dotados de una vida subjetiva en la me- gobierno a la inglesa «disfraza con oropeles meta-
moria de los vivos, y por los que van a nacer. To- físicos la idea teocrática de la realeza». Contraria-
dos ellos componen la humanidad en su totalidad. mente a los liberales, el fundador de la filosofía
«La humanidad —escribe Comte en una fórmula positivista se negó a considerar el gobierno como
sobrecogedora— está compuesta por más muertos un «enemigo natural acampado en medio del sis-
que vivos.» De aquí nace una moral y un culto tema social» y frente al que la sociedad debería
nuevos. ¿Cuál será la condición de la salvación. mantenerse «en un estado permanente de descon-

60 61
fianza y a la defensiva»: para él no es un mal
necesario, una simple institución de policía, sino IV. Socialismo y movimiento obrero
el verdadero organizador de la vida social.
Partiendo de este tipo de organización, Comte
creyó poder resolver el problema social que, como
a Saint-Simon, nunca dejó de obsesionarle. Tam-
bién en este caso se opuso al abstencionismo de La sociedad económica de la primera mitad del
los liberales, «solemne dimisión», «confesión de siglo XIX se muestra atormentada por una pavoro-
impotencia social». La burguesía, escribió, «crea sa contradicción. Globalmente se enriquece; tan-
actualmente calabozos para quienes piden pan». to el valor de la producción agrícola como, sobre
No obstante, Comte en modo alguno está dispues- todo, el de la producción industrial se eleva. Y, sin
to a inclinarse ante el «comunismo»: negándose embargo, la mayoría de la población se empobrece:
a atacar, en nombre de la continuidad histórica de los salarios bajan y en determinados momentos se
la familia, los principios de la propiedad y de la hunden literalmente. Además, se trata de una rea-
herencia, se imagina al propietario como im «fun- lidad internacional: toda Europa experimenta las
cionario contable con respecto a la sociedad», y mismas dificultades, las mismas crisis, el mismo
la posesión, como «la indispensable función social, descenso de precios, las mismas reacciones patro-
destinada a formar y a administrar los capitales nales: reacciones no deseadas, como tampoco la
mediante los cuales cada generación prepara los cojrontura económica que las suscita, y que mu-
trabajos de la siguiente». Lo que equivale a afir- chos deploran, pero que las leyes económicas obli-
mar que, en el Estado positivista, la propiedad se gan a tener en cuenta: hay que producir cada vez
convertirá no en un privilegio, sino en una fuente más barato, y tanto peor para el más débil. Cier-
de deberes. Y a afirmar, igualmente, que el po- tamente, el antagonismo entre pobres y ricos no
der espiritual tendrá que imponer una educación es ninguna novedad, sino que ha sido el tema de
moral común a toda la nación. La solución del infinidad de proclamas y exhortaciones a través
problema social, desde el punto de vista de Comte, de los siglos. Pero, por primera vez, se va a plan-
es de orden político. tear la cuestión en el terreno industrial; por pri-
mera vez se va a plantear el problema de la má-
quina y del hombre, de las riquezas materiales
en rápida expansión y de unos ingresos obreros en
acelerado decrecimiento. Una cohorte de econo-
mistas y de reformadores va a tomar conciencia
de este estado de cosas y convertirlo en centro
de su reflexión: ¿Acaso se trata de una fatalidad
o es preferible cambiar por completo la estruc-
tura de la economía?

Si hasta 1830 apenas se había hablado de la mi-


seria obrera, a partir de dicha fecha numerosas
encuestas —como las de Villermé, Morogues y Vi-
Historia de Europa
Siglo veintiuno

11: •^ ;í i EUROPA'
RESTAURACION Y REVOLUCION
-..-::''^'TC\r:.:^^ 1815-1848

J. Droz

E L AUTOR .

Jacques Droz, profesor de l a Sorbona, h a publicado n u -


merosos t r a b a j o s sobre H i s t o r i a Contemporánea. D e s t a -
q u e m o s e n t r e e l l o s Le Socialisme démocratique (1945-1963),
t r a d u c i d o a l c a s t e l l a n o c o n e l t í t u l o Historia del socialis-
mo; Histoire diplornatique de 1648 a 1919; Les révolutions
allemandes de 1848; Le romantisme allemand et l'Etat;
Histoire d'Allemagne; Le libéralisme rhénan, 1815-1848; Con-
tribution á l'histoire du libéralisme.

TRADUCTOR

Ignacio Romero de Solís v; , , ;

MÉXICO
DISEÑO DE LA CUBIERTA ESPAÑA
ARGENTINA
Diego Lara • s ns c s: * COLOMBIA
fianza y a la defensiva»: para él no es un mal
necesario, una simple institución de policía, sino IV. Socialismo y movimiento obrero
el verdadero organizador de la vida social.
Partiendo de este tipo de organización, Comte
creyó poder resolver el problema social que, como
a Saint-Simon, nunca dejó de obsesionarle. Tam-
bién en este caso se opuso al abstencionismo de La sociedad económica de la primera mitad del
los liberales, «solemne dimisión», «confesión de siglo X I X se muestra atormentada por una pavoro-
impotencia social». La burguesía, escribió, «crea sa contradicción. Globalmente se enriquece; tan-
actualmente calabozos para quienes piden pan». to el valor de la producción agricola como, sobre
No obstante, Comte en modo alguno está dispues- todo, el de la producción industrial se eleva. Y, sin
to a inclinarse ante el «comunismo»: negándose embargo, la mayoría de la población se empobrece:
a atacar, en nombre de la continuidad histórica de los salarios bajan y en determinados momentos se
la familia, los principios de la propiedad y de la hunden literalmente. Además, se trata de ima rea-
herencia, se imagina al propietario como i m «fun- lidad internacional: toda Europa experimenta las
cionario contable con respecto a la sociedad», y mismas dificultades, las mismas crisis, el mismo
la posesión, como «la indispensable función social, descenso de precios, las mismas reacciones patro-
destinada a formar y a administrar los capitales nales: reacciones no deseadas, como tampoco la
mediante los cuales cada generación prepara los coyuntura económica que las suscita, y que mu-
trabajos de la siguiente». Lo que equivale a afir- chos deploran, pero que las leyes económicas obli-
mar que, en el Estado positivista, la propiedad se gan a tener en cuenta: hay que producir cada vez
convertirá no en u n privilegio, sino en ima fuente más barato, y tanto peor para el más débil. Cier-
de deberes. Y a afirmar, igualmente, que el po- tamente, el antagonismo entre pobres y ricos no
der espiritual tendrá que imponer una educación es ninguna novedad, sino que ha sido el tema de
moral común a toda la nación. La solución del infinidad de proclamas y exhortaciones a través
problema social, desde el punto de vista de Comte, de los siglos. Pero, por primera vez, se va a plan-
es de orden político. tear la cuestión en el terreno industrial; por p r i -
mera vez se va a plantear el problema de la má-
quina y del hombre, de las riquezas materiales
en rápida expansión y de unos ingresos obreros en
acelerado decrecimiento. Una cohorte de econo-
mistas y de reformadores va a tomar conciencia
de este estado de cosas y convertirlo en centro
de su reflexión: ¿Acaso se trata de una fatalidad
o es preferible cambiar por completo la estruc-
tura de la economía?

Si hasta 1830 apenas se había hablado de la m i -


seria obrera, a partir de dicha fecha numerosas
encuestas —como las de Villermé, Morogues y V i -
Ueneuve-Bargemont en Francia, o las de Buret de pañerías o en las empresas metalúrgicas— el obre-
Chadwick y de Engels en Inglaterra— van a dar ro tiene que contentarse sólo con su salario, tiene
a conocer a u n vasto público lo que estaba suce- que padecer tanto la competencia de la máquina
diendo en las grandes ciudades industriales. Las como de una mano de obra abundante. El econo-
conclusiones de las citadas investigaciones pueden mista liberal Auguste Blanqui observa en 1848 que
ser diferentes, según la ideología política de sus «la industria se organiza en fábricas inmensas que
autores: algunas pueden llegar a definir la nece- se parecen a cuarteles o a conventos, donde los
sidad de una estrecha cooperación entre el capital obreros se amontonan por centenares y a veces
y el trabajo, otras insistirán más sobre la educa- por millares, en severos talleres, donde su traba-
ción moral y religiosa de la clase obrera invocando jo, sometido al imperativo de las máquinas, se ve
los principios de la caridad cristiana, en otros ca- expuesto como ellas a todas las vicisitudes que
sos, finalmente, prevalecerá la noción de la lucha se derivan de las variaciones de la oferta y de la
de clases. Pero "unánimemente reconocen que la demanda».
miseria crece paralelamente a la concentración ca- Aunque varían en gran medida las condiciones
pitalista, que se trata de un empobrecimiento de de existencia de un lugar a otro, es cierto que, en
un carácter completamente nuevo, sin relación al- general, y a pesar de la opinión de algunos histo-
guna con el de los períodos precedentes, y todos riadores « o p t i m i s t a s » e s a s condiciones no expe-
condenan i m liberalismo sin límites y llaman la rimentan mejora alguna durante la primera mitad
atención sobre la necesidad de tma legislación del siglo. La baja general de los precios provoca
social. por todas partes la misma reacción de la clase
E l campo todavía permite el trabajo de múlti- patronal; forzado por la misma coyuntura econó-
ples pequeños artesanos de los que no podría mica, el productor se esfuerza en la medida de lo
prescindir; continúan fabricándose m u l t i t u d de posible en comprimir sus costes de producción, y
objetos que exigen tiempo, cuidados y práctica, y, el salario le resulta, entre los diversos factores so-
por regla general, predominan los bajos salarios, bre los que puede actuar, el más fácilmente redu-
que el hombre de campo considera como una ayu- cible. E l gasto anual de la familia obrera francesa
da apreciable y frecuentemente indispensable. De aumenta hasta 1825, luego se estanca o incluso
todos modos, se puede comprobar cómo la condi- desciende; el índice del coste de la vida se eleva
ción de los obreros textiles, diseminados por los más rápidamente que el del salario real. En las
pueblos, casi siempre es más penosa que la de los minas, tomando como base cien el salario de 1892,
demás artesanos, que, agrupados preferentemente obtendríamos 36 en 1805, 42 en 1830 y 49 en 1850,
en las ciudades, continúan perpetuando las mejo- y sin embargo se trata de uno de los sectores fa-
res tradiciones del trabajo artesano —ebanistería, vorecidos; en el sector textil el hundimiento no
bronce, cerámica, cristalería de lujo, tipografía—, es discutible: 80 en 1800, 65 en 1820, 40 en 1827 y
formando una auténtica élite obrera. N o hay nadie 45 en 1850. Abundan los testimonios que demues-
más miserable que los tejedores que trabajan a
' L a cuestión del nivel de vida en Inglaterra h a sido
domicilio en Gran Bretaña, en Flandes o en Sile-
objeto de n u m e r o s a s y recientes discusiones en diversas
sia. Pero allí donde ya se manifiesta una concen- revistas; véase J . E . W i l l i a m s : «The B r i t i s h S t a n d a r d of
tración de la mano de obra —en las minas, en las Living» {Económica! historical Review, 1966).
tran la regresión de este último sector: los canuts
a la salida del taller? Muy raros son los patronos
(tejedores de la región de Lyon), que tejían la seda
que se preocupan por construir casas decentes
por cuenta de negociantes que les entregaban la
para alojar al personal. En los sótanos de Lille o
materia prima y que fijaban el precio de compra
de Liverpool, en los cuchitriles de Whitechapeí, de
de su producción, vieron descender su salario a la
Reims o de Rouen, en las chabolas de Lyon, con
mitad durante la fase de depresión que abarcó
sus patios nauseabundos, es donde se refugian las
de 1825 a 1830. En Inglaterra los tejedores a do-
familias obreras; duermen en jergones, a veces sin
micilio no recibían en 1840 más de 7 a 8 chelines
sábanas n i mantas, hacinados, en las «literas i n -
por semana, en lugar de los 30 que cobraban ha-
descriptibles» de París, de las que habla el albañil
cia 1820; continuaron alimentándose a base de ga-
de Creuse, Martin Nadaud, o las que describe
chas, pero elaboradas sólo con la mitad de harina
A. Blanqui en Rouen al investigar sobre el modo
de centeno y de mantequilla; la carne y la cerveza
de vida de los tejedores flamencos, o Flora Tristan
desaparecieron de su mesa. En el caso de Alema-
en Paseos en Londres (1840), o Mrs. Gaskell en su
nia, el índice de salarios reales, que era de 86 en
novela Mary Barton (1848). Cuando el hambre de
el período de 1820 a 1829, desciende a 82 en el
1846, los obreros ingleses desenterraban los caba-
período de 1830 a 1839 y a 74 en el período com-
llos o se disputaban los perros y los gatos para
prendido entre 1840 y 1849, con descensos mucho
comérselos. Diversos viajeros observaron que la
más brutales durante los años de crisis (65 en 1846
obrera tenía en Inglaterra la cara abotargada por
y 57 en 1847).
la ginebra y los cabellos mugrientos; A. Blanqui
Para el obrero de Nantes, según hace notar el encuentra en Rouen niños «inválidos precoces, en-
doctor Guépin en 1835, «vivir es sencillamente no canijados hasta el punto de suscitar graves equi-
morir». Todas las descripciones insisten en el ca- vocaciones sobre la edad», y en Lille, «alargados,
rácter lamentable con que se realiza el trabajo: jorobados, contrahechos, la mayor parte de ellos
temperaturas elevadas o muy bajas, escasez de casi desnudos». Escrofulosis, raquitismo y tubercu-
luz, estrechez o excesiva humedad de los locales, losis provocan estragos en la población obrera,
influencia tóxica de los productos tratados, pro- a la vez que el consumo de alcohol aumenta en
miscuidad de sexos y de edades. En el barrio de proporción a la mala alimentación, y la prostitu-
la Croix-Rousse de Lyon, A. Blanqui comprueba ción de las hijas se considera como una una fuente
que los obreros «ganan 300 francos al año traba- de ingresos casi normal. De cada tres niños que
jando catorce horas diarias en los telares, suspen- nacen en París uno de ellos es ilegítimo, y en
didos además mediante correas con objeto de po- Mulhouse uno de cada cinco; antes de alcanzar
der servirse a la vez de pies y manos, a fin de los cinco años muere uno de cada tres nacidos en
poder realizar el movimiento continuo y simultá- Lille; la mayoría de los obreros ven perecer a sus
neo necesario para tejer el pasamano». En la h i - hijos con la mayor indiferencia, a veces incluso
landería de Annecy, una súplica de 1848 informa con alegría. En Londres viven 16.000 madres que
sobre «infames vigilantes que tratan a los obreros han estrangulado a sus hijos al nacer. Mendigos
y a las obreras con una crueldad obscena, por lo y vagabundos continúan pululando como en el pa-
que muchos de ellos han sucumbido a consecuen- sado: el departamento francés del Eure-et-Loir
cia de sus golpes». Pero, ¿qué vivienda encuentran cuenta él solo, en 1833, con 17.000 indigentes y
gencias que confían en el poder soberano de la no entre los sistemas socialistas: en realidad se
voluntad humana para modificar la sociedad y trata de una tecnocracia autoritaria y estatal, pero
que, debido a ello, se presentan frecuentemente que debido a su crítica de la anarquía industrial
como los herederos espirituales del siglo x v i i i . ha proporcionado innumerables argumentos a
Imbuidos de las ideas de justicia y de derecho, pre- quienes estiman que la sociedad no puede escapar
conizan una transformación progresiva de las ins- a una organización rigurosa. E l conde de Saint-
tituciones económicas. Voluntarismo, esplritualis- Simon, oficial durante la guerra de la independen-
mo y reformismo constituyen ios rasgos comunes cia americana, mecenas fastuoso bajo el Directo-
de todos esos socialistas ideahstas, lo que les hace rio, arruinado y obligado a trabajar como copista
ganarse el calificativo de «utópicos» que les adju- en el Monte de Piedad, conservó a través de toda
dican sus adversarios. Además, estos autores no su vida llena de aventuras la idea fija de codificar
coinciden completamente en la forma ideal de or- el conjunto de las ciencias exactas en una vasta
ganización de la sociedad, en particular en t o m o enciclopedia que sería el prefacio de una ciencia
al papel del Estado en la vida económica, lo que social «positiva». A partir de 1814 comienza a pu-
conduce a algunos hacia el productivismo, a otros blicar con A. Thierry Sobre la reorganización de
hacia el asociacionismo y aun a otros hacia un la sociedad europea; concibe una federación eu-
planteamiento anarquista. Sólo en Alemania apa- ropea con un parlamento compuesto por sabios
recen, con Marx y Engels, antes incluso de 1848, e intelectuales que redactará i m código de moral
los primeros esbozos de un socialismo científico. general basado en la libertad de conciencia, con
La ideología socialista nació después de 1815 en instituciones y una enseñanza pública común a los
Francia, país en el que a la debilidad del movi- diversos pueblos. Bajo la Restauración, se orienta
miento obrero se opone una notable profusión de preferentemente hacia cuestiones de orden econó-
doctrinas de liberación social. Sin duda se puede mico, insistiendo más en la producción que en el
atribuir el desarrollo considerable de Francia en consumo. En los cuatro volúmenes Sobre la indus-
este terreno al hecho de que pudo extraer de la tria y en las numerosas revistas que publica por
Revolución de 1789 un cierto número de enseñan- entonces, como, por ejemplo, Le producteur
zas, y a que se establecieron vínculos muy estre- (1819-20), hace especial hincapié en la evolución
chos a partir de 1830 entre el socialismo y el ro- que conduce a la humanidad hacia la era indus-
manticismo. Entre ambos movimientos existen trial. No obstante, de su lectura de los teócratas,
numerosos temas comunes, aunque sólo fueran la como Maistre y Bonald, extrae las tesis sobre la
afirmación del carácter corruptor de la sociedad, organización y la jerarquía, y la idea de que exis-
la rehabilitación de las pasiones, la reivindicación tió una época orgánica, la Edad Media cristiana y
de los derechos de la mujer. Resulta totalmente señorial, seguida de una época crítica, el siglo X V I I I
impensable separar a Sainte-Beuve, George Sand y revolucionario: debe, por ello, comenzar una nue-
Víctor Hugo de los contactos que mantuvieron con va época orgánica basada en el trabajo. Al parti-
los saint-simonianos, con Lamennais y sobre todo do «internacional» (nobles, clérigos, propietarios,
con P. Leroux, cuya influencia fue triple: como ociosos) opone el partido «nacional» o industrial
crítico literario, como filósofo y como demócrata. (agricultores, artesanos, manufactureros, sabios);
y en 1819 redacta su famosa parábola en la que
No resulta fácil incluir al sistema saint-simonia-

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sopesa el daño que supondría para el Estado la que había militado en las filas del carbonarismo,
muerte de sus sabios, de sus artistas y de sus in- se preocuparon por aplicar su pensamiento al pro-
dustriales, y por otra parte la desaparición de los blema que planteaba la existencia del proletariado
príncipes de sangre, ministros y obispos. Al go- obrero. En su Exposición de la Doctrina (1829)
bierno de los hombres debe suceder, en su opi- mostraron que el mal social, provocado por la dis-
nión, la administración de las cosas, realizada por persión de los esfuerzos, el predominio de concu-
medio de un sistema de tres cámaras tecnocráti- piscencias egoístas y el abuso de la competencia,
cas (cámaras de invención, de examen y de ejecu- sólo podría extirparse el día que en la explotación
ción): a los «poderes» deben suceder las «capaci- fuese regulada de acuerdo con un plan general.
dades». Más importante, de todos modos, que la La Exposición constituye una crítica de la propie-
forma de gobierno, desde su punto de vista, es la dad privada de los capitales productivos, que con-
organización de la economía: «La filosofía del si- sagra, según la opinión de los autores, la explota-
glo x v i i i —afirmó— fue revolucionaria, la del si- ción del hombre por el hombre. Aunque explicado
glo X I X debe ser organizadora.» No obstante, a par- desde 1825 en periódicos como L'Organisateur, este
t i r de 1821 su pensamiento está obsesionado por sistema no fue verdaderamente conocido hasta
la cuestión de la solidaridad, y al final de su vida después de la revolución de 1830, gracias a Le Glo-
reconoce la importancia de un «nuevo cristianis- be, periódico que Fierre Leroux puso al senácio
mo» dedicado a reformar la religión introduciendo de los discípulos de Saint-Simon. En cuanto a las
una nueva moral que autorice el desarrollo de las conferencias, éstas se dirigían a un público de éli-
«pasiones» humanas y la búsqueda del bienestar. te, compuesto en particular por alumnos del Poli-
Su religión, sin milagros, sin creencia en lo sobre- técnico y de la Escuela de Minas, a economistas
natural, tendrá, sin embargo, a imagen del cato- y a extranjeros como el músico Liszt y el poeta
licismo, su moral, su culto y su dogma, y en ella Heinrich Heine, a ricos judíos, mientras que las
se encontrará incluida la exigencia suprema de la mujeres, muy numerosas, se sentían atraídas por
vida social: «la mejora, lo más rápidamente posi- el carácter místico del sistema. Reunidos en la
ble, de los infortunios de la clase más pobre». calle de Monsigny en una familia que rápidamen-
Las ideas saint-simonianas, que destacaron la te adquirió el aire de una secta religiosa, recono-
«explotación del hombre por el hombre», y, frente ciendo como «papas» a Enfantin y a Bazard, los
a ella, la necesidad de poner fin a la competencia saint-simonianos se dividieron en tomo a la cues-
mediante la organización del crédito y del trabajo tión del matrimonio. A consecuencia de ello, En-
industrial, la eliminación de los parásitos ociosos, fantin creó en 1832, en Ménilmontant, una comuni-
la supresión del derecho de herencia y la santifi- dad del amor, especie de convento socialista, que
cación del trabajo y del talento, y suministraron provocó el sarcasmo del público, que se burlaba
la fórmula: «A cada cual según sus capacidades, de sus ritos, así como del hábito que llevaban, abo-
a cada capacidad según sus obras», contribuyeron tonado a la espalda, destinado a recordarles a los
a franquear el camino hacia el socialismo. Inme- hombres la gran ley de la solidaridad humana. El
diatamente después de la muerte de Saint-Simon, gobierno comenzó a inquietarse por la experiencia
sus principales discípulos, Eugéne y Olinde Rodri- y no tardó en dispersarlos. Cuando salió de la
gues, Enfantin —antiguo politécnico— y Bazard, cárcel de Sainte-Pélagie, Enfantin partió a Egipto
con algunos discípulos y anunció el matrimonio peculación y de la usiu-a, invitó a retirarse a la
«Oriente-Occidente», estudiando allí la apertura humanidad. Nadie ha criticado más ásperamente,
del canal de Suez, proyecto que sedujo al joven en particular en E l nuevo mundo industrial (1820),
cónsul de Francia en E l Cairo, Ferdinand de Les- la incoherencia del régimen económico actual.
seps. Muy pronto un saint-simonismo de negocios Confiando en la bondad natural del hombre, de-
iba a suceder a la secta nebulosa de 1830, sin que seoso de dejar libre curso a las pasiones y a los
a pesar de ello los antiguos huéspedes de Ménil- instintos, viendo en la asociación el hecho huma-
montant abdicaran de sus creencias en el progreso no por excelencia, preconizó la fundación de fa-
y en la humanidad. Desde 1832, Michel Chevalier lansterios, donde las «series apasionadas», reuni-
había esbozado en Le Globe un vasto programa de das en «falanges» de 1.620 personas, realizaran con
grandes obras; podemos encontrar al banquero alegría un trabajo atractivo, y que sería remune-
Pereire, al ingeniero Talbot y al propio Enfantin rado en función del capital invertido, del trabajo
en las primeras grandes empresas de ferrocarri- y del talento. La sociedad fourierista conservará,
les. Todos estiman que no hay por qué «preocu- pues, un carácter agrícola y artesanal. Pero si el
parse por la distribución de las riquezas, sino sólo «orden societario» interesa tan fuertemente a Fou-
por acrecentarla». Equipar al país con medios de rier, es porque la organización de las células eco-
transporte y de crédito se convierte en el princi- nómicas regeneradas le parece que facilita la su-
pal objetivo del saint-simonismo práctico. presión del Estado. En su sistema no hay el menor
Demostrando, como su maestro, la importancia lugar para el poder político: la falange sólo reco-
del papel del Estado tecnocrático en la vida eco- noce a individuos vinculados entre sí por el fenó-
nómica y social del país, sugiriendo la organiza- meno de la atracción; y al frente de ella no existe
ción de un poder «amado, fuerte y venerado», que el menor mecanismo de gobierno, sino simplemen-
sepa abarcar al orden social por completo, los te una administración económica, constituida por
saint-simonianos se mostraban muy adelantados el areópago de los jefes de las series, que no cuen-
en relación con su época. E l pensamiento de los tan, por otra parte, más que con una autoridad de
primeros teóricos del socialismo, en cambio, con- opinión, sin limitar los intereses del grupo, y por
tinuaría siendo fiel al individualismo, que a veces ello lo suficientemente fuerte, en opinión de Fou-
llevaban hasta las más extremadas paradojas; sen- rier, como para sustituir al poder gubernamental.
tían frente al Estado la misma desconfianza que Resuelve el problema de la autoridad de la forma
los doctrinarios del liberalismo. más sencilla: suprimiéndola. Resulta evidente que
Modesto empleado de comercio, soñador pobre semejante utopía sólo podía conducir a desastres,
y oscuro, que nunca dejó de esperar que algún como el intento de crear un falansterio en Condé-
rico mecenas subvencionara su gran empresa, sur-Vesgres en 1833. No obstante, la escuela fourie-
Charles Fourier recurrió solamente a la idea de rista fue hábilmente dirigida, tras la muerte de
asociación, cuyo descubrimiento le parecía tan i m - Fourier (1837), por su discípulo Víctor Considé-
portante como el de la gravitación universal de rant, que desde 1832 había propagado sus ideas
Newton, para construir un mundo paradisíaco y en su periódico Le Phalanstére, abandonando sus
bucólico, al que, lejos de las fábricas y de las sueños visionarios para retener solamente, en La
locomotoras saint-simonianas, al amparo de la es- Democracia pacífica, la idea de las cooperativas de
consumo. Gracias a él, el sistema de Fourier tuvo que el esplritualismo de Proudhon, cuyas diatri-
varios adeptos en Francia, donde Godin fundó el bas contra la Iglesia no lograban enmascarar su
falansterio obrero de Guisa, e incluso en América ' sentimiento religioso, no podía ser conquistado,
y en Rusia. Considérant es sin duda uno de los a pesar de su pretendido hegelianismo, por el ma-
más perspicaces escritores socialistas que prece- terialismo dialéctico que estaba elaborando el au-
dieron a la revolución de 1848. En sus Principios | tor del Manifiesto comunista; pero también es cier-
del socialismo, tanto por su teoría de la concentra- | to que Proudhon expresaba, en el siglo de la gran
ción como por su descripción de las crisis econó- ' industria, la actitud anacrónica de la clase ar-
micas, anunció la visión revolucionaria de Marx. tesanal.
Aún más individualista que Fourier es Prou- ; A la campaña en favor de la asociación, que pu-
dhon. Originario del Franco Condado, de extrac- ; sieron de moda saint-simonianos y fourieristas,
ción campesina, hijo de artesanos pobres, obrero vinieron a sumarse diversos socialistas de tenden-
tipógrafo en Lyon, contable en París, Proudhon es 'i cia religiosa. Así el antiguo carbonario, protofun-
un completo autodidacto. Su estilo, a veces lírico, dador de Le Globe, más tarde saint-simoniano,
otras nebuloso, está saturado del verbo rabelesia- Fierre Leroux, que nunca logró desvincular su so-
no cuyas expresiones chocantes ayudan a fijar las : cialismo de especulaciones panteístas y esotéricas,
ideas a través de la conmoción que provocan. Igua- [ pero llegó a crear un conjunto de discípulos en-
litarlo a la manera de Rousseau, se dio a conocer tusiastas y entabló contacto con los medios litera-
a partir de 1840 con un folleto: ¿Qué es la propie- \ rios, con Sainte-Beuve, con George Sand, con Eugé-
dad?, pregunta a la que responde como ya lo había ' ne Sue. O también el doctor Buchez, católico, que
hecho Brissot en 1780, afirméindo que «La propie- | se esforzó, en su Historia parlamentaria de la Re-
dad es u n robo». Proudhon traduce fielmente las ; volución francesa, en reconciliar a ésta con la en-
aspiraciones igualitarias del pequeño artesanado, \ señanza de la Iglesia, y sintió la necesidad de pre-
muy apegado a su independencia, y muy hostil a conizar en su periódico L'Européen la constitución,
todas las autoridades, al Estado, a la Iglesia y a a través de las cooperativas de producción, de t m
las grandes fábricas. Aunque su doctrina no fuera capital inalienable e indivisible, administrado por
definida sino más tarde, ya aparece como el teó- | los propios obreros; su gran mérito consiste en
rico del mutualismo, y establece la economía so- haber sabido crear, con L'Atelier, un periódico
bre el trueque y el intercambio. Espera a que lle- obrero redactado por los propios obreros. Final-
gue el momento en que «el taller sustituya al mente, Constantin Pecqueur, que llegó a conclu-
Estado» y se establezca la anarquía. Sueña con una siones análogas, y es sobre todo notable por la des-
federación de comunas autónomas, formadas por cripción que nos ha dejado de la concentración
asociaciones de pequeños propietarios dueños de industrial de su tiempo, la formación de las gran-
sus campos, de sus utensilios, de sus familias, y des sociedades monopolistas que tienden a susti-
en cambio condena la emancipación femenina pre- tuir a la propiedad individual, con lo cual anuncia
dicada por Saint-Simon y por Fourier. Desde 1846, una teoría materialista de la historia; pero que,
y con motivo de la publicación de La filosofía de también en su caso, cuenta con el sacrificio vo-
la miseria, se opuso violentamente a Marx, a quien luntario de los capitalistas para reconducimos aqm'
había conocido por entonces en París. Es cierto abajo a xm sistema más conforme con la moral
4
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•f ^' ' ^ " " .

rresponde la realización de la libertad. «No tomar


divina, a La República de Dios, que fue el título
el poder como instrumento, equivale a encontrár-
que puso a su obra principal.
selo como obstáculo.» La emancipación del prole-
Al parecer, estos autores no han comprendido
tariado no podrá realizarse mediante una serie de
la parte que debía corresponder al Estado en la
esfuerzos parciales y de intentos aislados, sino gra-
emancipación de la sociedad; no vieron que sólo
cias a «la omnipotencia del Estado». Supremo re-
su intervención podía resolver determinados pro-
gulador de la producción, banquero de los pobres,
blemas que planteaba la formación del proleta-
dedicará los préstamos necesarios para la creación
riado. No deja de ser notable que la reacción con-
de los talleres nacionales, especies de cooperativas
tra ese antiestatismo de los primeros teóricos del
obreras de producción que, agrupajido a los obre-
socialismo haya venido de un cierto número de
ros de u n mismo oficio, excluirán la competencia y
burgueses que, conmovidos por los males de la
acabarán, tras i m período de transición, por de-
competencia, se pusieron a reflexionar sobre las
mostrar su superioridad sobre las empresas capi-
condiciones morales y físicas del trabajo obrero.
talistas. Louis Blanc alaba a la escuela saint-simo-
Alentado por la lectura de Sismondi, que en este
niana por haber «rehabilitado el principio de auto-
campo es u n notable precursor, Villeneuve-Barge-
ridad»; culpa a la Carta de haber «despojado al
mont, prefecto del Norte, publicó en 1834 su Eco-
Estado de sus prerrogativas más naturales, más
nomía política cristiana, donde se pronimcia por
altas y más necesarias». No obstante, el socialismo
una organización «oficial y pública» de la caridad:
de Louis Blanc continúa apegado a la noción de
los gobiernos son los «ministros visibles de la
libertad individual, a la filosofía de los derechos
Divina Providencia»; son «el centro común de las
del hombre: lo que él admiró de una forma tan
luces, de los esfuerzos y del poder, cuyos rayos
apasionada en los antepasados de 1793, cuya histo-
pueden extenderse hasta los confines más remotos
ria escribió, fue su esfuerzo por llevar a la prác-
del reino»; y concluye: «El principio de la inter-
tica la «verdadera libertad», completando la re-
vención de los gobiernos nos parece que lo exigen
volución individualista con la revolución social. Y
tanto la religión como la política.» Idénticas con-
precisamente en nombre de esa «verdadera liber-
clusiones encontramos en la obra de A. Buuret, So-
tad» reclama en el momento presente u n gobierno
bre la miseria de las clases trabajadoras en Ingla-
autoritario: en el origen del Estado socialista se
terra y en Francia (1842), arsenal de argumentos
encuentra la voluntad democrática de la nación; el
para los adversarios del capitalismo y donde en-
ejercicio del poder debe corresponder a una asam-
contramos preconizado «el gobierno de la indus-
blea única, elegida por un breve período y que
tria», verdadera razón de ser del Estado. En vís-
controle al ejecutivo. A Louis Blanc no le cabe la
peras de la revolución de 1848, cada vez está más
menor duda de que la voluntad de la nación, al
admitido en los medios socialistas que el Estado
expresarse soberanamente, fundará por su propia
es una «máquina de progreso», una potencia «real-
volimtad el régimen «fraternal» del futuro.
mente directriz», que aporta a los hombres las
condiciones de su perfeccionamiento. Al socialis- Otro ejemplo de socialismo autoritario nos los
mo asociacionista sucede el socialismo autoritario proporciona el Viaje a Icaria (1841), de Etienne
de Louis Blanc, quien en su Organización del tra- Cabet. E n su opinión, cada ciudadano es un fun-
bajo (1840) reconoce que es al Estado a quien co- cionario que ha elegido su cargo entre diversas
ramas de actividad, todas igualmente remunera- más que una ínfima falange. No obstante, esas
das: el trabajo es, por tanto, una «ftmción públi- ideas se infiltraron durante la monarquía de Julio
ca». E l Estado comunista, que no reconoce la pro- en las sociedades secretas, a partir de 1836, e ins-
piedad individual, no dejará a los individuos nin- piraron la acción de Blanqui. Para éste, cuya
guna libertad. Dadme el poder absoluto, parece preocupación constante fue denunciar el antago-
como si dijera el Estado, y a cambio os garanti- nismo entre ricos y pobres, entre el lujo y la m i -
zaré todos los goces materiales. Por eso en Icaria seria, las cooperativas de producción o de consumo
toda crítica sería considerada como u n delito; tam- son una «trampa funesta» tendida al proletariado;
poco existe libertad alguna para las creencias. La lo único que cuenta es la conquista del poder y su
sociedad doblega todas las voluntades, y todas las utilización inflexible por los revolucionarios; por
acciones según su regla, según su orden y discipli- ello cree en el poder creador de la revuelta y de la
na. Cabet, que cree en la bondad natural del hom- insurrección.
bre y en las virtudes de la educación, se imagina De todos modos, no son precisamente estos es-
que los ciudadanos se doblegarán fácilmente a ese critores quienes ejercieron una mayor influencia,
régimen espartano. Confiere a su «icarismo», en en vísperas de la revolución de 1848, en los medios
vísperas de la revolución de 1848, el carácter mís- obreros. E l autor más leído en dichos medios era
tico de una Iglesia; y confió en el entusiasmo de sin duda Lamennais; E l libro del pueblo (1837),
sus discípulos, y no en la violencia, para hacer escrito inmediatamente después de su ruptura con
triunfar sus ideas, cuya realización intentaría lle- la Iglesia, predica en un estilo apocalíptico la de-
var a cabo en 1848 en la experiencia de Tejas. mocracia social sobre una base evangélica. No es
Por su carácter utópico, el comunismo icariano partidario n i del socialismo n i del comunismo, a
no debe confundirse con el comunismo de Ba- los que acusa de rebajar al hombre al nivel de las
beuf, tal y como fue transmitido por Buonarotti. bestias. La solución de la cuestión social radica en
Este publicó en Bruselas, en 1828, su Conspiración la \'uelta a la fraternidad y en la democratización
por la Igualdad, obra de la que es difícil saber si de la propiedad. En su libro. Sobre la moderna es-
las tesis allí expuestas son la expresión exacta del clavitud (1839), demostró que la esclavitud se per-
pensamiento de Babeuf, pero que en cualquier caso petúa actualmente y que se ha convertido en la
ejerció u n considerable influjo en los medios obre- condición de la totalidad de la nación, si se excep-
ros después de 1830, tanto en Francia como fuera túan a irnos doscientos m i l privilegiados. Pero todo
de ella. Buonarotti, que desempeñó t m papel de ello no lleva a la predicación de la violencia. La-
primera importancia en el movimiento carbonario mennais cuenta solamente con la fuerza del dere-
europeo, orientó a la francmasonería hacia la clase cho para que el pueblo haga triunfar su justa cau-
obrera y la República, y ello tuvo como corolario sa: ante todo, es en los espíritus donde debe
orientar a la clase obrera y a los jóvenes hacia la operarse la regeneración social. En cualquier caso,
francmasonería. Ciertamente, qtiienes comprendie- la liberación política es la primera condición de la
r o n el verdadero alcance de ese «socialismo cien- liberación definitiva, ya que es el poder el que
tífico» francés, hombres como el publicista Lahau- hace las leyes: la democracia conduce por sí sola
tiére, el historiador de la Revolución francesa al socialismo.
Laponneraye, el materialista Dezamy, no fueron

80 81
Inglaterra, cuyo movimiento obrero ha sido tan producto de su trabajo. Encuentran el remedio en
importante entre 1830 y 1840, está muy lejos de las cooperativas de producción, que desean con-
poder contar con una escuela socialista compara- servar en régimen de libre competencia con objeto
ble con la francesa. E l más influyente de sus doc- de elevar el nivel de la productividad. Estos teóri-
trinarios, Robert Owen, que fue sucesivamente i n - cos eran capaces ciertamente de realizar una crítica
dustrial, filántropo y organizador sindicalista, nun- eficaz de la sociedad en la que vivían, pero su ais-
ca cesó de demostrar, con un espíritu análogo al lamiento en relación con el movimiento de masas
de Fourier, la necesidad de la asociación. Conven- les llevaba a buscar una solución en términos de
cido de que la naturaleza humana no es n i fija razón pura; desprovistos de sentido histórico, veían
ni inmutable, sino que depende estrechamente del al socialismo como una idea que podía ser com-
medio en el que ha' sido educada, Owen se esforzó prendida y aplicada en cualquier momento, desde
en modificar ese medio, en su fábrica de hilados el mismo instante en que podía ser expresada con
de New Lanark, suprimiendo el beneficio egoísta la suficiente claridad y fuerza como para hacer
y sustituyendo el dinero por bonos de trabajo; i n - admitir a todos que el capitalismo era en su esen-
tentó llevar a la práctica su ideal creando peque- cia misma irracional e injusto. Por eso los escri-
ñas comunidades agrarias auto suficientes, y, como tos de los «ricardianos igualitarios», aunque sirvie-
la mayoría de los socialistas franceses, rechazó la ron para la formación del pensamiento de Marx,
violencia, así como la lucha de clases. En el con- no tuvieron la menor influencia inmediata. E l ver-
vencimiento de que la sociedad puede reformarse dadero pensamiento social lo crearon los ingleses
a partir de una comunidad ejemplar, intentó hacer a través de la propia acción obrera.
triunfar sus ideas con ocasión de su ensayo de
ciudad ideal en New-Harmony, en los Estados Uni- Tanto el socialismo como el comunismo fueron
dos, que fracasó por falta de capital inicial, de objeto de un conocimiento exclusivamente teórico
confianza y de disciplina, y seguidamente, una vez en Alemania. Más aún que en Francia e Inglaterra.
vuelto a Inglaterra, creó u n «equitativo banco de A través de la ideología, los vicios de la estructura
cambio», basado en el socialismo mutualista y económica y social acabaron por afectar la orien-
cooperativo. Su obra sindical en el seno del mo- tación de los acontecimientos. En vísperas de la
vimiento obrero no tuvo tampoco mucho éxito. revolución de 1848, los escritos socialistas influye-
Sin embargo, murió con el convencimiento de que ron sobre una fracción creciente de la élite inte-
se había adelantado a su época, y que, en sus sue- lectual alemana, que critica el laissez-faire de la
ños de mesianismo social, llegaría un día en que burguesía francesa y que anuncia la inminencia de
sería comprendido. Sin lugar a dudas, existe u n la crisis; pero todavía no se puede captar su ac-
mayor realismo en W. Thompson y, sobre todo, ción sobre las masas.
en T. Hodgskin, ricardiano igualitario, cuyo anti- Existen dos vías esenciales de penetración de las
capitalismo se deduce de una filosofía anarquizan- ideas socialistas en Alemania: la influencia de los
te. Su filosofía social, que les sitúa a mitad de ca- escritos utópicos de los franceses y de los ingleses
mino entre Ricardo y Marx, insiste sobre todo en y, por otra parte, la interpretación, en un sentido
la idea de que, al ser el trabajo la única medida social, del hegelianismo de izquierda y, en particu-
del valor, el obrero tiene un derecho absoluto al lar, de la filosofía de Feuerbach.

83
La mayor parte de las grandes obras del socia- gido tanto a las clases dirigentes como a la com-
lismo occidental ya habían sido escritas cuando el prensión de los gobiernos; como buen conserva-
socialismo comenzó a despertar cierta curiosidad dor, veía en la monarquía la única institución ca-
en Alemania, en círculos muy restringidos, pero paz de elevarse por encima de los antagonismos de
que, en general, disfrutan de una cultura más ex- clases y de promover una política reformadora.
tensa de la que podían beneficiarse u n Owen o u n De todos modos su libro se convierte en el brevia-
Fourier. Se puede atribuir sólo una débil importan- rio de los socialistas alemanes.
cia, por lo demás limitada, a su ciudad natal, Tréve^ Fue asimismo Francia la que constribuyó a la
ris, así como a algunos círculos renanos, al joven formación de Wiiheim Weitling, originario de Mag-
Ludwig Gall, que, tras haber intentado crear u n deburgO', sastre de oficio, pero que vivió durante
falansterio en los Estados Unidos, propagó por mucho tiempo en París en el seno de la colonia
Alemania sus escritos de inspiración fourierista: alemana: miembro de la Liga de los Justos, que
«Los privilegios del dinero y las clases trabajado- agrupaba a los miembros comunistas del artesana-
ras —escribió en 1835— se oponen completamente do alemán de París, en su primer libro. La huma-
entre sí por defender intereses contrarios; la si- nidad tal como es y tal como debiera ser (1838),
tuación de los primeros se mejora en la medida presentaba a la clase obrera como el instrumento
en que la de los otros empeora o se vuelve más de la liberación de la humanidad, y al comunismo,
precaria y más miserable.» La obra que en mayor como su mundo apropiado. Trasladado a Suiza en
medida contribuyó a la difusión exacta del socia- 1841, fundó allí diversas asociaciones y publicó las
lismo occidental fue la de un agente del gobierno Garantías de la armonía y de la libertad (1842),
prusiano en París, Lorenz von Stein, El Socialismo así como diversos folletos y revistas que sus afi-
y el Comunismo en la Francia actual (1842). En liados propagaban por Alemania. Su gran m^érito,
ella demostraba que el resorte de la historia estri- en el seno del movimiento revolucionario, consiste
ba en la lucha que disputaban la burguesía y el en haberlo vinculado a la conciencia que el prole-
proletariado: la forma moderna de la producción tariado tenía de su miseria: ese proletariado era,
de riquezas, la industria, implica, por el efecto de desde su punto de vista, la clase del futuro, desti-
la competencia, que constituye su principio básico, nada a traer al mundo una mayor justicia. Su so-
una disminución de los salarios y u n incremento cialismo, sin embargo, continuaba siendo más hu-
de la miseria, que impiden que el proletariado lo- manitario que científico. Weitling era el represen-
gre acceder a la propiedad privada. También lle- tante de una clase social en vías de desaparición
gaba a la conclusión de que las reformas necesa- y no concebía la posibilidad de una revolución
rias no debían únicamente tender a la implanta- engendrada por el desarrollo mismo de la gran in-
ción de una constitución, sino culminar en ima dustria. Finalmente, convencido de que el Evange-
nueva distribución de bienes entre los miembros lio justificaba el comunismo, continuó apegado,
de la sociedad. Si el Estado no tomaba la iniciati- como testimonia El Evangelio del pobre pesca-
va, la revolución sería realizada por la clase que dor (1843), a un cierto mesianismo místico: Jesús
estaba más vivamente interesada en ello: el pro- era presentado como el profeta del amor y de la
letariado. Personalmente, Stein no era socialista; libertad, como el primer revolucionario; su lucha
y su l i b r o contenía u n llamamiento que iba d i r i - contra los fariseos y los ricos confería a los Evan-

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gelios su plena significación. Debido a ello la in- se hacía preciso, a través de la abolición de la
fluencia de Weitling opera sobre numerosas agru- religión, factor de aislamiento, reintegrarlo en la
paciones de compañeros alemanes en relación con comunidad humana: en esto consistía la exigencia
Suiza; pero tras su detención en 1843 por las auto- del «humanismo». No obstante, si esta doctrina
ridades helvéticas, mientras A. Becker, su fiel dis- tenía el mérito de plantear de una forma comple-
cípulo, proseguía una agitación comunista, otros, tamente nueva el problema de la alienación, hay
como W. Marr, se orientaron hacia el humanismo que preguntarse si no hacía de esta alienación un
de Feuerbach. En 1848 la influencia de Weitling hecho metafísico, independientemente del contexto
estaba ya en pleno declive. económico y social: sobre este aspecto se centra-
En esta época, el «socialismo verdadero», predi- ría la crítica del «socialismo verdadero».
cado por toda una escuela de pensadores surgidos Desde 1841, un joven judío renano, Moses Hess,
en mayor o menor grado del neohegelianismo (véa- que también había frecuentado los medios del
se pág. 158), había adquirido mayor crédito entre Freien berlinés, señalaba en su Triarquía europea
los intelectuales alemanes de izquierda. la impotencia del liberalismo para resolver el pro-
En realidad, mieptras la izquierda hegeliana se blema social. Demostraba que eran tres los países
comprometía en aventuradas especulaciones y Bru- que habían trabajado sucesivamente en la emanci-
no Bauer atacaba cada vez más violentamente al pación de la humanidad: Alemania, dándole la l i -
comunismo, otra parte de los neohegelianos, si- bertad de espíritu, Francia, la libertad política, e
guiendo un camino opuesto, pensaban que la crí- Inglaterra, la libertad económica, y afirmaba que
tica de Hegel podía conducir a una filosofía de la el término de esta evolución debía ser la abolición
acción y buscaban para esta acción un objetivo de la propiedad privada. Aplicaba así la dialéctica
no político, sino social. Es necesario citar aquí el neohegeliana a la demostración de la necesidad
nombre de Ludwig Feuerbach, cuyo libro. La esen- del comunismo. Pronto la filosofía de Feuerbach
cia del cristianismo (1841), constituyó una verda- le ayudaría a comprender que la alienación reli-
dera revelación para la generación posthegeliana. giosa no era sino la expresión efectiva de la aliena-
Según Feuerbach, el hombre, al crear a su imagen ción de la esencia humana que se produce en el
un Dios que no tiene existencia propia, exterioriza régimen capitalista. ¿Acaso los más débiles no se
y aliena en él las más altas cualidades de la especie ven forzados de alienar su trabajo para crear r i -
humana, y al hacerlo se empobrece, convirtiéndo- quezas que no les pertenecen y que adoptan la
se en u n ser egoísta, aislado de la vida colectiva; forma de dinero, ese dios de la sociedad presente,
la liberación sólo le puede venir de la disipación que les es extraño y les sojuzga a la vez? Para su-
de la ilusión religiosa y de la reintegración en su primir esta alienación, Hess preconiza una especie
ser de las cualidades alienadas en Dios. De este de comunismo, único sistema que permitiría al
modo, de la crítica de la religión se desprendía hombre llevar una vida conforme a su verdadera
ima filosofía social que tendía a combatir el i n - naturaleza, restableciendo las relaciones colectivas
dividualismo egoísta de la sociedad y a presentar sobre la base del altruismo y del amor. Desarrolla-
el amor colectivo de la humanidad como un impe- das en nmuerosas revistas neohegelianas, esas v i -
rativo sociológico. Para permitir al hombre vivir siones, a las que se vinieron a añadir las indicacio-
una vida conforme a su «verdadera naturaleza», nes del proudhonismo de K. Grün en E l movimien-

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to social en Francia y en Bélgica (1845), dieron mostraba la necesidad de la alianza entre la filo-
lugar al nacimiento del «socialismo verdadero», sofía socialista y el proletariado obrero. Por en-
que pretendía restituir a la naturaleza del hombre tonces abandonó la idea hegeliana, según la cual el
su verdadera significación altruista. En realidad, Estado es la esfera constructiva de la sociedad:
en la mayoría de los casos, el «socialismo verda- el Estado está determinado por la sociedad; la pro-
dero» fue una concepción puramente ideológica, secución de la emancipación política remite por
que condenaba corneo estéril toda actividad políti- tanto a un trastrocamiento previo de las relaciones
ca, dirigiendo sus ataques contra el liberalismo, económicas entre los hombres, cuya importancia
acusado de camuflar las visiones egoístas de la quedó subrayada ya en los Manuscritos de 1844.
burguesía: actitud retrógrada en el plano práctico En su Sagrada Familia, dirigida contra Bruno
y, por otra parte, excesivamente abstracta para Bauer y compañeros y en sus Tesis sobre Feuer-
interesar a las masas obreras. Sin embargo, no bach (1845), intentó demostrar que la revolución
se puede olvidar que determinadas revistas «so- social y política sólo puede ser realizada por el
cialistas verdaderas», como la Gesellschaftsspiegel proletariado; y en idéntica ocasión rechazó el re-
de Elberfeld, aportaron una amplia serie de in- formismo y el socialismo de Estado, lo mismo que
formaciones de valor inestimable sobre la cuestión el comunismo apolítico de los blanquistas, que se
social durante los años cuarenta, y que J. Weyde- contentaban con golpes de mano contra el aparato
meyer debía mostrar en el Westfdlische Dampfbooí estatal. No obstante, el acontecimiento esencial en
que la reforma constitucional podía resultar igual- la vida de Marx fue su amistad con el joven Frie-
mente útil para la clase obrera, y que mediante la j drich Engels, también renano como él, pero hijo
acción política, ésta podía obtener ciertas mejoras de un negociante rico, quien le mostró por medio
inmediatas, como, por ejemplo, el derecho de aso- de su libro. La situación de los trabajadores en
ciación: esto equivalía a utilizar ya u n lenguaje Inglaterra (1845), redactado durante un viaje de
marxista. negocios, que el comunismo seria engendrado por
la propia evolución de la sociedad capitalista. A
E l joven K a r l Marx tendría que pasar, antes de
partir de entonces, Marx establece la primacía de
1848, por la crítica del conjunto de los movimien-
la historia, no ya de la idea, sino de la reahdad,
tos de su tiem.po para llegar a la formulación del
es decir, de las contradicciones económicas y de
materialismo histórico. De aquí su crítica del hege-
los antagonismos de clases. Expulsado de París
lianismo de izquierda que conoció durante el pe-
debido a su colaboración en el periódico Vorwdrts,
ríodo de sus estudios universitarios en Berlín, de-
se instala en Bruselas, donde, tras haber ordenado
masiado propenso, en su opinión, a considerar la
sus ideas escribiendo La ideología alemana, rompe
acción de las ideas sobre el mundo moral; de
con Weitling y seguidamente con Proudhon, a
Feuerbach, que veía a la humanidad al margen de
quien trata de confundir con su Miseria de la ji-
su evolución histórica, y de Hess, cuyo comunismo,
losofía, contribuye a definir la ideología de la Liga
que divagaba sobre la esencia hiunana, era utópico
de los Comunistas (véase pág. 91) y redacta, a pe-
y abstracto. En Colonia, Marx realizó en 1842 su
tición de ésta, el Manifiesto comunista. En él des-
aprendizaje de polemista redactando la Rheinische
arrolla, partiendo de las tesis del materialismo
Zeiíung (véase pág. 163); en París publicó con Ruge
histórico —a saber, que la producción económica
los Anales francoálemanes (1844), en los que de-

88 4 89
y la estructura social que resulta de aquélla cons-
dominaban abogados, médicos y algunos oficiales
tituyen, en cada época, la base de la historia polí-
excluidos del ejército que pertenecían a la Liga
tica e intelectual de dicha época—, la teoría de la
de los Comunistas, sobre todo en Renania y en
lucha de clases, de la concentración del capital y Westfalia. No fue el pensamiento de Marx el que
de la «catástrofe» final necesaria; en el Manifiesto debía configurar la original fisonomía del socia-
demostraba que si la burguesía había desempeña- lismo en 1848.
do en el pasado u n papel revolucionario, su misióií
histórica había terminado, por lo que en el mundo
Una vez definidos los factores ideológicos, ¿cómo
presente la única clase revolucionaria era el prole-
se presenta el movimiento obrero europeo entre
tariado: «La única condición esencial de existencia 1815 y 1848?
y de supremacía para la clase burguesa —escri-
bía— es la acumulación de la riqueza en manos Por su amplitud y su eficacia, el movimiento
obrero inglés aventaja indiscutiblemente a los mo-
de los particulares, la formación y el acrecenta-
vimientos del continente. Pero, pese a la intensa
miento del capital; la condición de existencia del
agitación que sostuvo, no logró establecer el me-
capital es la existencia del trabajo asalariado. La nor vínculo entre la idea sindical y la idea revo-
clase asalariada descansa en la competencia de los lucionaria.
obreros entre ellos. E l progreso de la industria...
sustituye el aislamiento de los obreros que resulta Al final de las guerras napoleónicas se había
de su competencia, por su vmión revolucionaria desarrollado en Gran Bretaña el movimiento lud-
mediante su asociación. Así pues, el desarrollo de dista, derivado de los salarios de hambre y las
la gran industria socava, bajo los pies de la bur- condiciones intolerables de trabajo: como los tra-
guesía, el terreno sobre el cual ha establecido su bajadores alquilaban por entonces las máquinas a
sistema de producción y de apropiación. La bur- los patrones y las utilizaban en sus domicilios, l a
guesía crea sus propios sepultureros. Su caída y la única forma de detener el trabajo consista en
victoria del proletariado serán igualmente inevita- inutilizarlas. Hasta 1817, el luddismo, bajo formas
bles.» Por eso Marx invitaba a los proletarios de por lo demás muy diversas, continuó siendo l a
todos los países a unirse con vistas a una revolu- fuerza primitiva de la lucha social, hasta el punto
ción cuya llegada anunciaba como inminente. En de que n i el envío de un ejército a Nottinghamshi-
el pensamiento de Marx, el Manifiesto, sin consti- re —12.000 hombres, más de los que Wellington
t u i r una obra doctrinal definitiva, debía presentar mandó en España— n i la amenaza de pena de
la orientación general del proceso histórico y esta- muerte para quien destruyera las máquinas (ley
blecer las bases de una estrategia política de la contra la cual Bjnron protestó en la Cámara de
clase obrera. De todos modos no hay que hacerse los Lores) pudieron poner f i n al movimiento. Por
demasiadas ilusiones sobre el alcance de esta obra: otra parte, a pesar de las Combination Acts de
el pensamiento de Marx, que en gran parte con- 1797, todavía existían en 1815 organizaciones pro-
sistía en xma visión anticipadora del porvenir, era fesionales que escapaban al mediocre control de
desconocido en Alemania cuando estalló la revo- la policía inglesa. Con ocasión de l a crisis de los
lución de 1848. Tan sólo había sido difundido en años 1817-1819, los obreros fueron arrastrados a
algunos círculos muy restringidos, en los que pre- la acción, gracias sobre todo a personalidades como
Cobbett y Hunt, tras la bturguesía radical; pero

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no se puede hablar todavía de u n movimiento 1842 y 1848, y cuya amplitud se debió a la inter-
obrero autónomo. Este no nacerá sino después de vención de los obreros, en particular de los teje-
la ley de 1824, votada por influencia de los torys dores a domicilio, arruinados por la competencia
reformistas, que estableció el derecho de coalición. industrial. Esas masas recordaban con nostalgia
Entonces comienza u n período de auge del tra- • un pasado más próspero, durante el cual los teje-
deunionismo, afírmándose la solidaridad tanto so- i dores manuales formaban parte de la aristocracia
bre el plano nacional como en el interprofesional. í obrera, y continuaban esperando una vuelta de la
Durante el período que va de 1829 a 1832, y con- \ historia que permitiera al trabajador individual
tagiados por el ejemplo francés, los disturbios son ] recobrar la prosperidad perdida. La agitación car-
constantes y se constituye u n sindicalismo revo- ; tista había sido provocada en sus orígenes por el
lucionario. John Doherty, patrón social, organiza \ voto, en 1834, de una nueva «ley de pobres», que,
en 1829 la Unión General de Hiladores y Tejedores ? inspirada por Edwin Cadwick, discípulo de Bent-
de Gran Bretaña, y en 1830, la Asociación Nacional • ham, obligaba a los parados, bajo la dirección de
para la Protección del Trabajo, que abarca a todos la Unión de Parroquias, a trabajar en las workhou-
los oficios y tiene como finalidad auxiliar a los ses, siendo excepcionales los auxilios en dinero y
huelguistas; ésta desapareció al año siguiente, pero a domicilio a los indigentes. En 1836, la Working
en 1832 resurgió la Unión de la Construcción. En Men Association enunció los seis puntos de la Car-
1833, Robert Owen, industrial, filántropo y teórico ta del Pueblo (sufragio universal, escrutinio secre-
de la cooperación, crea la Gran Unión Consolidada to, parlamentos anuales, etc.) redactados por el
de Oficios. Pero frente a los movimientos obreros, obrero ebanista Lovett; algunos bethamistas ra-
la patronal responde con el lock-out. Los poderes dicales se asociaron a esta reivindicación pacífica.
condenan, en 1834, a siete años de reclusión a seis Pero los partidarios de la «fuerza moral», influ-
jornaleros de Dorchester, acusados de actividad ile- yentes en Londres, fueron rápidamente superados
gal. Y a pesar de la intensa emoción suscitada por por quienes, muy numerosos en los distritos i n -
esta condena, la Gran Unión, demasiado ambicio- dustriales del noroeste de Inglaterra, preconiza-
sa, se desmorona. La oleada del sindicalismo re- ban, tras el irlandés O'Connor, la organización de
volucionario sólo condujo a ensayos meteóricos, la huelga general, cuya idea había sido lanzada
abandonados muy pronto. por Benbow. Junto a ellos, Bronterre O'Brien, el
notable redactor del Poor Man's Guardian y del
Este fracaso condujo de nuevo a los militantes
Northern Star, introdujo las concepciones socia-
a la acción política. El cartismo sólo fue posible
les que habían sostenido durante la Revolución
gracias a la unión con el partido radical, que su-
francesa un Robespierre o un Babeuf. Pero la con-
ministró los cuadros del movimiento. Los sindica-
vención cartista de 1839, dudando entre ambas
tos, en tanto que tales, se mantuvieron en general
tendencias, acabó por desacreditarse. En cambio,
al margen, estimando que la lucha política no era
el gobierno disolvió en noviembre la insurrección
de su incumbencia. No obstante, el cartismo, sin
de Newport, dirigida por John Frost y encarceló
afirmarse a pesar de todo como «socialista», fue
a los jefes responsables: el movimiento parecía
esencialmente una agitación de masas, una revuel-
haber sido vencido. Sin embargo, la miseria que
ta elemental contra la miseria que alcanzó su pun-
reinó durante el invierno de 1841-42 provocó una
to culminante en los períodos de crisis en 1838,
reanudación de la agitación dirigida por la Natio- unidos (1845) o incluso orientándose hacia el
nal Charter Association y la redacción de una nue- cooperativismo, como los «pioneros equitativos»
va petición dirigida a los Comunes, sin que, a pesar de Rochdale (1844). El nuevo sindicalismo, más i n -
de todos los esfuerzos de O'Connor —militante de dividualista que socialista, fue el resultado de la ac-
una energía y de una fuerza de carácter sin par, tividad de una nueva generación de militantes, con
pero que al mismo tiempo carecía de una visión Alien y Nev/ton, de espíritu realista. E l período ro-
política o estratégica profunda del movimiento—, mántico de la agitación obrera había concluido.
surgiera, de las huelgas y de los mítines, la revo- Los movimientos obreros continentales no pue-
lución esperada. Como consecuencia de este nuevo den compararse con el que por entonces se des-
fracaso, los elementos moderados se orientaron pliega en Inglaterra.
preferentemente hacia la agitación librecambista En Francia fue el fruto de una ínfima minoría.
de Cobden y de Bright, mientras O'Connor, tras la Hasta 1830, la única forma de organización, al lado
eliminación de Joseph Sturge y de los elementos de algunas sociedades de socorros mutuos, había
«políticos», se pronunció en su Land scheme por sido el compagnonnage, asociación obrera de ca-
un reparto de las grandes propiedades y por su rácter semigremial, que tenía sus propios ritos
parcelación en lotes. Cuando, después de la revo- masónicos secretos, su Tour de France, pero que
lución de febrero de 1848, O'Connor, que había a consecuencia de irremediables divisiones inte-
sido elegido para el Parlamento, quiso entregar en riores entre «deberes» rivales (hijos del Pére Sou-
los Comunes una petición masivamente respaldada bisse, de Maítre Jacques, de Salomón), no aporta-
en favor de la Carta, tuvo que hacer frente a la ban en realidad ningún auxilio a los obreros; el
represión policíaca organizada. La jomada del 10 intento de Agricol Perdiguier, en su Libro del «com-
de abril concluyó en la confusión. pagnonnage», para despertar una conciencia de
La historia del cartismo, que, por lo demás, tuvo clase, condujo a un fracaso. No obstante, a partir
aspectos locales muy diversos, se presenta como de 1830, la clase obrera, que tiene la impresión
la historia de u n fracaso absoluto. Pese a ello, fue de haber garantizado la victoria de la revolución,
el primer ejemplo en el mundo de un movimiento toma conciencia de su existencia. Por entonces ve-
político nacional de la clase obrera, en cuyo seno mos aparecer los primeros periódicos obreros y
se desarrollaron todas las tácticas y los métodos constituirse, bajo la tapadera de Sociedades de
de luchas que contribuyeron a enriquecer la expe- Auxilios Mutuos, verdaderas sociedades de resis-
riencia del movimiento obrero internacional. Los tencia. E l motín de los canuts de Lyon, donde
cartistas de la última generación, como Emest Jo- se había manifestado, hacia 1830, bajo la inspira-
nes y George Julián Hamey, asimilarían fácilmente ción de Fierre Chamier, u n movimiento «mutua-
el pensamiento de Marx y Engels, quienes, a su lista» original, demostró por primera vez la po-
vez, habían aprendido mucho del cartismo. tencia revolucionaria de la clase obrera francesa
Las trade unions desaprobaron el carácter revo- (noviembre de 1831). «La sedición de Lyon —como
lucionario del movimiento. Abandonando la polí- expresaba el Journal des Débats— ha revelado la
tica, la élite obrera reemprendió su acción profe- existencia de un gran secreto, el de la lucha entre
sional, intentando reconstmir las «centrales» sin- la clase que posee y la que no posee nada. Los
dicales: asociación de mineros (1841), de oficios bárbaros que amenazan la sociedad no se encuen-

94 95
tran en el Cáucaso o en las estepas de Tartaria; sugirió en su Unión obrera (1843), la utilidad de
están en las barriadas de nuestras ciudades fabri- una organización nacional e internacional de los
les. Ya no se trata n i de la República, n i de la trabajadores; convencida de que la emancipación
Monarquía, sino de la salvación de la sociedad.» de los trabajadores debía ser obra de ellos mismos,
E l fracaso y la represión del movimiento de Lyon Flora Tristan intentó, en el curso de un largo
no interrumpió el movimiento de organización, fa- Tour de France, difundir su evangelio.
vorecido por la penetración de las doctrinas so- Por muy impresionantes que sean algunos mo-
cialistas. Poco a poco, los principales gremios de vimientos de huelga, como el que condujo a la
París y de Lyon formaron sociedades de unión fra- matanza de Rive-de-Gier en 1844, sería falso pen-
ternal; las huelgas, desde 1883, se concertaban en- sar que existió en Francia, antes de 1848, un senti-
tre las distintas ciudades. De todos modos, la inte- miento coherente de solidaridad obrera. Por lo
gración de los obreros en las organizaciones repu- demás, la heterogeneidad del movimiento obrero
blicanas provocó, tras los sucesos de 1834 (véase francés se oponía a ello. En realidad, no es el
página 128), una disminución del movimiento obre- obrero de fábrica, por lo general inculto, quien re-
ro. Este se desarrolla en el seno de sociedades flexiona sobre las condiciones de trabajo y quien
secretas (familias, estaciones). Sólo en 183940 la organiza las huelgas más vigorosas, sino el artesa-
crisis económica provocó, tras ima serie de huel- no, el sastre, el zapatero, el carpintero o el tipó-
gas corporativas, u n nuevo despertar de la agita- grafo. Y esta «clase popular», que comienza a to-
ción. Entonces es cuando se afirma la reivindica- mar conciencia de su unidad y de su fuerza, aún
ción de la jornada de diez horas; y con la Cámara no existe salvo en las grandes ciudades, en París
Sindical de Tipógrafos de París aparece una socie- y en Lyon, y muy débilmente en otros lugares. Lo
dad de resistencia verdaderamente eficaz. Cada vez que ocurre es que el movimiento obrero es, sobre
se suceden con mayor frecuencia los llamamientos todo, la herencia revolucionaria de los suburbios,
a la conciencia de clase: La Ruche populane, de la tradición jacobina y babouvista.
L'Atelier, de Corbon, muy leído por los tipógrafos,
El movimiento obrero no alcanzó la misma am-
defienden los intereses de los huelguistas, preco-
plitud en Alemania durante el Vormarz, aunque la
nizan la cooperación y se interesan por el movi-
espectacular revuelta de los tejedores de Silesia
miento cartista. Con Buchez, L'Atelier se complacía
haya suscitado la atención, en 1844, de todo el mun-
en repetir que la Revolución era hija de la Iglesia
do civilizado. Los tejedores, trabajadores a domici-
y que las ideas democráticas no eran sino la trans-
lio, obligados a vender el producto de su trabajo
posición moderna de las ideas cristianas; pensaba
a negociantes que venden inmediatamente sus mer-
que había que «recristianizar» la revolución y con-
cancías, estaban obligados a realizar onerosos pa-
seguir que «la Iglesia se convierta en revoluciona-
gos periódicos censitarios, sin hablar de los i m -
ria dentro de los límites en que pueda serlo»; por
puestos del Estado. La situación de los tejedores
tanto, el periódico se preocupaba menos de la or-
se agravó en el transcurso de los años cuarenta
ganización de la lucha que de la afirmación de la
debido al cierre del mercado americano y a la
idea de la dignidad cristiana; la cuestión social era
creación de una industria textil en Polonia, que
desde su punto de vista una cuestión esencialmen-
provocaron numerosos despidos y demostraron los
te moral. Una mujer, Flora Tristan, fue quien
riesgos de la insuficiencia técnica de la produc-

96 VI
ción. La insurrección, que se originó en la propie- peí considerable en la dirección del movimiento
dad de la familia Zwanziger, en Peterswaldau, nada obrero en 1848: St. B o m , del de Berlín; G. Lesser,
tuvo de premeditada: era sólo el resultado de la más adelante miembro de la Primera Internacio-
tremenda miseria. Sin embargo, motivó una san- nal, del de Hamburgo.
grienta represión militar, que al menos, aparte de Es imposible silenciar, en este cuadro del des-
los innumerables testimonios literarios suscitados pertar del movimiento obrero, el papel considera-
por el suceso, como la célebre petición de Bettina ble de los emigrados y la formación de una con-
von Brentano al rey Federico Guillermo I V , sirvió ciencia de la solidaridad internacional.
a Wilhelm Wolff para realizar, en su libro La mi- La primera manifestación de la Internacional
seria y la sublevación de Silesia (1845) un estudio Obrera fue la creación, en 1836, de una agrupación
detallado y profundo del problema obrero, cuya que tomó el nombre de Liga de los Justos (Bund
repercusión sobre el movimiento socialista sería der Gerechten). Para ser más exactos, existía en
muy honda. Los años de la crisis económica es- París desde hacía varios años una Liga de Proscri-
tuvieron marcados en Alemania por un elevado tos (Bund der Gedchteten) que agrupaba a un de-
número de motines populares, estallidos de deses- terminado número de intelectuales y obreros ale-
peración provocados por el hambre y el paro, y manes que trabajaban sobre todo en el barrio de
agravados por el odio universalmente sentido con- Saint-Antoine, publicaba el periódico Das Geach-
tra los militares. La amplitud de los efectivos obre- tete y mantenía estrechas relaciones con los tra-
ros, las condiciones de trabajo, la vida errante, la bajadores alemanes que vivían en Suiza. En el
abimdancia de trabajadores itinerantes o de peo- seno de esta Liga, y con fines políticos más neta-
nes desarraigados, explican la existencia de una mente definidos, se constituyó la Liga de los Jus-
agitación latente, en particular en las obras de los tos, cuyos estatutos establecían como objetivo, en
ferrocarriles, donde antes de 1848 estallaron repe- su artículo 2.°, la liberación de la patria alemana
tidas huelgas. Mucho más importante para el mo- del so juzgamiento en que vivía e invitaban a las
vimiento obrero fue la creación de múltiples círcu- clases trabajadoras de todos los países a tomar
los de estudio obreros (Bildungsvereine), a veces conciencia de la situación en que se encontraban.
por iniciativa de jóvenes intelectuales o de bur- La Liga se consideraba vinculada a la Société des
gueses comprensivos, rápidamente desbordados Saisons, que por entonces dirigían Blanqui y Bar-
por sus oyentes, y otras por una decisión espon- bes y que tenía al final de los años treinta unos
tánea de los trabajadores. Los tipógrafos animan objetivos revolucionarios muy precisos; bajo la
algunos de estos círculos: frecuentemente limita- influencia de Buonarotti preconizaba la idea de la
dos a reivindicaciones profesionales, no por ello toma del poder mediante un golpe de mano que
dejan de enfrentarse a las cuestiones generales y condujera a la dictadura del proletariado. Pero,
a las discusiones políticas. De esos Bildungsverei- tras la insurrección de mayo de 1839, que signi-
ne, que están en relaciones epistolares con las or- ficó un fracaso total, un elevado número de miem-
ganizaciones de obreros alemanes del extranjero, y bros de la Liga de los Justos, comprometidos en
alguno de los cuales, como el de Hamburgo, conta- el empeño, tuvo que refugiarse en Inglaterra. En-
ba en 1847 hasta con 450 miembros, salieron nu- tre estos emigrados se encontraba K a r l Schapper,
merosas personalidades que desempeñaron un pa- obrero tipógrafo y audaz revolucionario que había

98 99
redactor del Northern Star, que supo dar a los
actuado al lado de Büchner, en Hesse, y de Maz- I
Fraternal Democrats una organización bastante
zini, en Saboya, y era uno de los fundadores de la |
centralizada, con u n sistema de secciones nacio-
Liga. A él se debió la fundación en Londres de una |
nales y u n consejo central, que posteriormente
Asociación Alemana de Educación Obrera (Deuts- 2
sería adoptada por la Primera Internacional. K a r l
cher Arbeiterbildungsverein), que tomó rápidamen- I
Schapper, por los alemanes, y J. Michelot, por los
te un carácter internacional y que adoptó como %
franceses, se adhirieron a esta organización, que
divisa: «Todos los hombres son hermanos.» En |
mantuvo relaciones constantes con la Asociación
t o m o a ella se reconstituyó la Liga de los Justos.
Democrática de Bruselas, creada por un cierto nú-
No obstante, esta última se vio afectada por la
lucha entre dos tendencias ideológicas: la de Weit- mero de «radicales» belgas, alemanes y franceses,
ling, que tras haber desempeñado u n gran papel en representación de la cual Marx acudió a Lon-
en Suiza había emigrado a Inglaterra en 1844, mar- dres para conversar con ocasión de la conmemo-
cada por un sello sentimental y utópico que des- ración, en noviembre de 1847, de la insurrección
agradaba a Schapper, y la de Engels y Marx, este polaca de 1830.
último miembro de un Comité de correspondencia Así fue como se estrecharon en el mundo de los
de Bmselas que había entrado en relación con emigrados los lazos que la reacción posterior a la
Schapper en 1845. Joseph Molí, uno de los miem- revolución de 1848 rompió finalmente, pero que
bros de la Liga, fue quien invitó a Marx para dar reafirmaría la Primera Internacional en el trans-
unas conferencias en Londres, en noviembre de curso de los años sesenta. Las mentes más capa-
1847, a los miembros de la Liga de los Justos, que citadas de Europa eran cada vez más conscientes
tan sólo hacía unos meses había cambiado su nom- de la solidaridad que unía en todo el continente a
bre por el de Liga de los Comunistas. Tras haberse los oprimidos y desheredados. «Un golpe contra
dirigido a un auditorio en el que figuraban alema- la libertad a orillas del Tajo —proclamaba Harney
nes, belgas, franceses e ingleses, Marx fue encar- en una manifestación de los Fraternal Democrats
gado de redactar el famoso Manifiesto, donde ba- en favor de la revolución portuguesa— es lo mis-
saba el comunismo en el materialismo histórico y mo que un golpe contra la libertad a orillas del
en la idea de la lucha de clases. La Liga constituía Támesis; una victoria del republicanismo en Fran-
por entonces un embrión de organización interna- cia significaría el fin de la tiranía en el mundo;
cional, ya que poseía en el continente numerosas el triunfo de la Carta democrática inglesa entra-
células, y sobre todo, gracias a los vínculos que ñaría la libertad para millones de individuos en
creaba la emigración, contaba con adeptos entre Europa.» Para ser exactos, la idea de la Intema-
los círculos de estudios de obreros alemanes. cional Obrera no se desprendía todavía de la ideo-
logía democrática y nacionalista que, bajo el signo
E l mismo espíritu de solidaridad internacional de la Joven Europa, de Mazzini, creía poder reali-
animaba a los Fraternal Democrats, agmpación zar la alianza de los pueblos contra las tiranías.
que se había constituido en Londres en el seno del No obstante, el creciente influjo de Marx en los
movimiento cartista inglés y que reclutaba sus centros más activos de la emigración europea ten-
militantes en los medios de la emigración política día a señalar a la clase obrera europea el camino
que vivían en la capital inglesa. E l inspirador de que debía conducirla a su emancipación.
este movimiento había sido George Julián Hamey,
101
100
Historia de Europa
Siglo veintiuno

, . • EUROPA: '^^^"•^^•^'-^í

RESTAURACION Y REVOLUCION
1815-1848

J. Droz
. Ir»

EL AUTOR . : • ,;v ,^ .^'.,„^ ,

Jacques Droz, profesor de l a Sorbona, ha publicado n u -


merosos trabajos sobre H i s t o r i a Contemporánea. Desta-
quemos entre ellos Le Socialisme démocratique (1945-1963),
t r a d u c i d o al castellano con el título Historia del socialis-
mo; Histoire diplornatique de 1648 á 1919; Les révolutions w''' . . . . . .
allemandes de 1848; Le romantisme állemand et l'Etat;
Histoire d'Allemagne; Le libéralisme rhénan, 1815-1848; Con-
tribution á l'histoire du libéralisme.

TRADUCTOR

Ignacio Romero de Solís

D I S E Ñ O DE LA C I ^ I E R T A

Diego Lara
CONCLUSION

L A S CAUSAS D E L A S R E V O L U C I O N E S D E 1848

Exceptuando a Grecia y Bélgica, el mapa políti-


co de E u r o p a no había variado desde,el Congreso
de Viena hasta 1848. Pero l a conmoción m o r a l que
se había p r o d u c i d o durante esos t r e i n t a años era
considerable, y en 1847 el estado de efervescencia
de la opinión era t a l que se puede a f i r m a r , sin te-
m o r a caer en exageraciones, que la Europa de los
tratados de 1815 estaba ya caduca, que no era más
que una fachada y que el e q u i l i b r i o político era
extremadamente precario. Prueba de ello es la des-
proporción entre las causas inmediatas de las d i -
ferentes revoluciones, en general incidentes insig-
nificantes, y la a m p l i t u d de la conmoción que re-
presentaron esas revoluciones, y que respondía,
evidentemente, a causas mucho más profundas.
Con sobrada razón se ha escrito que las revo-
luciones de 1848 se debieron a l a conjunción de
una crisis económica y de u n descontento político.
Como en 1789 y en 1830, la crisis política coincidió
con una crisis económica. Cualquier explicación
unilateral del m o v i m i e n t o revolucionario se en-
frentaría, pues, con insuperables dificultades; pero
aún así hay que establecer equitativamente la par-
te desempeñada p o r cada u n o de esos factores.
Sobre la i m p o r t a n c i a de la crisis cíclica de 1847
el acuerdo entre los historiadores es t o t a l : no
se discute el doble carácter de esta crisis: crisis
agrícola de t i p o antiguo, crisis de crédito de nue-
vo tipo., Pero n o hay u n acuerdo equivalente en
t o m o a la valoración de cada u n o de estos dos
fenómenos. Para unos, l a crisis aparece esencial-
m e n t e como u n a crisis agrícola, que repercutió demás, del p r o f u n d o c a m b i o de e s t r u c t u r a s . Efec-
progresivamente sobre la economía general del t i v a m e n t e , en u n a p r i m e r a fase, d o m i n a d a p o r l a
país; su o r i g e n hay que s i t u a r l o en u n a carencia euforia y el auge, las inversiones, sobre t o d o las
de a l i m e n t o s p r o v o c a d a p o r l a enfermedad de la f e r r o v i a r i a s e i n d u s t r i a l e s , f u e r o n progresivamen-
patata, que destruyó la casi t o t a l i d a d de l a cose- te en a u m e n t o . D e b i d o a ello, l a l i q u i d e z de los
cha, sobre t o d o en I r l a n d a , en Flandes, en los bancos y de las empresas se r e d u j o considerable-
Países Bajos y en A l e m a n i a . A l año siguiente suce>- mente. L a p r o p i a a g r i c u l t u r a se v i o a r r a s t r a d a p o r
dió o t r o t a n t o c o n los cereales: u n a brusca sequía el m o v i m i e n t o , atraída p o r l a i m p o r t a n c i a de los
y u n calor excepcional d e s t r u y e r o n l a cosecha de beneficios i n d u s t r i a l e s , m u y superiores a los be-
cereales, agravada p o r l a f a l t a de reservas d e l año neficios agrícolas; los p r o p i e t a r i o s se v i e r o n i n d u -
a n t e r i o r . E n E u r o p a o c c i d e n t a l y en E u r o p a cen- cidos a desviar u n a g r a n p a r t e de sus capitales
t r a l la p e n u r i a a l i m e n t i c i a comenzó a sentirse a hacia inversiones m o b i l i a r i a s y a r e d u c i r en idén-
p a r t i r de l a p r i m a v e r a de 1847. Los efectos de esta ticas p r o p o r c i o n e s l a extensión de sus sembrados.
escasez de subsistencias, acompañada en t o d a Eu- Sin embargo, en u n a segunda fase el abuso de las
r o p a p o r desórdenes p o p u l a r e s , f u e r o n p a r t i c u l a r - inversiones, p o r l o demás frecuentemente poco
m e n t e dolorosos en el campo, donde l a economía sólidas, i n c l u s o p u r a m e n t e especulativas, provocó
se apoyaba en u n a mezcla de c u l t i v o y de t r a b a j o u n a distorsión e n t r e capitales fijos y capitales cir-
i n d u s t r i a l , y a que l a pequeña i n d u s t r i a doméstica culantes, reduciéndose estos últimos poco a poco.
o artesanal a duras penas venía s o p o r t a n d o l a com- De t o d o e l l o se derivó u n a f a l t a creciente de l i -
petencia de l a producción f a b r i l . E l efecto se dejó quidez: p a r a p r o c u r a r s e liquidez, las empresas
s e n t i r rápidamente en e l m e r c a d o de la i n d u s t r i a i n u n d a r o n el m e r c a d o c o n masas de títulos que
t e x t i l , p r o v o c a n d o el p a r o t o t a l o p a r c i a l . Las otras rápidamente se depreciaban. E l pánico b a n c a r i o ,
f o r m a s de t r a b a j o i n d u s t r i a l se v i e r o n a su vez generador de quiebras, provocó u n a i n m e d i a t a
afectadas i n m e d i a t a m e n t e , m i e n t r a s que, c o m o re- baja general del p r e c i o de las mercancías a con-
s u l t a d o de la crisis, ya n o era posible r e c u r r i r n i secuencia de l a atonía general de los negocios. Las
al crédito n i a l a ayuda d e l Estado p a r a proseguir quiebras i n d u s t r i a l e s y comerciales se m u l t i p l i -
las grandes obras de interés nacional, en especial c a r o n y l a depresión repercutió sobre el sector
la construcción de f e r r o c a r r i l e s , que habían susci- agrícola a través de l a b a j a de precios, del endeuda-
tado a p a r t i r de 1841 u n a g r a n fiebre especulativa. m i e n t o y de l a f a l t a de l i q u i d e z . Así pues, la crisis
L a crisis agrícola, a l o b l i g a r a los bancos y a l go- agrícola ya n o es la causa, sino la consecuencia
b i e r n o a i m p o r t a n t e s c o m p r a s de t r i g o en el ex- de l a crisis general, c o m o ya lo había a f i r m a d o el
t r a n j e r o , vació p o r c o m p l e t o sus cajas. Las quie- Journal des Economistas en 1847, y los aconteci-
bras se m u l t i p l i c a r o n , m i e n t r a s las cajas de los m i e n t o s de 1845-1847 aparecen como el p r e l u d i o
grandes establecimientos nacionales de crédito se de las grandes crisis del m u n d o m o d e r n o , d o m i -
vaciaban, a pesar d e l alza general de l a tasa de nadas p o r l a especulación y el abuso del crédito.
descuento. S i n embargo, algunos h i s t o r i a d o r e s han S i n embargo, i n d e p e n d i e n t e m e n t e de cuál sea el
opuesto a esta visión t r a d i c i o n a l de l a crisis eco- o r d e n que se a t r i b u y a a esos diversos factores, es
nómica l a p r e p o n d e r a n c i a de los factores finan- evidente que las revoluciones de 1848 no se sitúan
cieros, explicativos, c o n exclusión de todos los en el m o m e n t o álgido de l a crisis, sino en el perío-
do de lenta recuperación que siguió a l a m i s m a . t r a r i a s que d i a r i a m e n t e se abatían sobre los ele-
Los precios, que se elevaron entre 1845 y 1847 del m e n t o s más progresistas de l a nación. L a reacción
100 a l 150 p o r 100, en 1848 t i e n d e n a estabilizarse, todavía se s o p o r t a b a c o n m a y o r d i f i c u l t a d en Aus-
m i e n t r a s los salarios permanecen a u n n i v e l me- t r i a , donde el viejo régimen, sumergido en la r u t i -
diocre. S i las causas de l a revolución h u b i e r a n n a y en el papeleo, y cuyos destinos c o n t i n u a b a
sido exclusivamente económicas, habría estallado p r e s i d i e n d o M e t t e m i c h , se apoyaba en l a censura
u n año antes. Pero l a m i s e r i a sólo provocó m o t i - y en l a policía secreta. Y, f i n a l m e n t e , en I t a l i a ,
nes. A u n q u e es c i e r t o que l a oleada de precios donde el a b s o l u t i s m o se c o m b i n a b a c o n el espio-
altos y los s u f r i m i e n t o s que i m p l i c a r o n asolaron naje, el f a v o r i t i s m o y l a delación.
a l país y, como u n a inundación cuando se retira,
F r e n t e a las fuerzas de l a reacción, los elemen-
d e j a r o n tras sí a t o d a u n a población siniestrada
tos liberales t o m a r o n consciencia de su s o l i d a r i -
y c o n las reservas agotadas. Además la crisis, al
dad. L u i s Felipe p u d o negarse a convertirse en el
erosionar l a a u t o r i d a d y el crédito del Estado,
abogado y en p r o t e c t o r de las reivindicaciones libe-
preparó el t e r r e n o p a r a la propaganda subversiva.
rales en E u r o p a , p e r o l a opinión pública le sus-
L a crisis, se h a dicho, «despertó todos los agra-
tituyó en este c o m e t i d o . N o solamente los repu-
vios», intensificó y sincronizó los descontentos.
blicanos, sino t o d a l a i z q u i e r d a , e incluso h o m b r e s
A h o r a b i e n , estos últimos eran de o r d e n esen- c o m o T h i e r s , basaban el p r e s t i g i o de su p a t r i a en
c i a l m e n t e político. L a f a l t a de l i b e r t a d , b a j o una el t r i u n f o de las ideas r e v o l u c i o n a r i a s ; París se
f o r m a u o t r a , fue l o que más p r o f i m d a m e n t e sin- había c o n v e r t i d o en l a c a p i t a l d e l l i b e r a l i s m o eu-
t i e r o n las naciones y l o que les empujó a empuñar ropeo, en el r e f u g i o de los perseguidos políticos
las armas. E n Francia, l a esperanza de 1830 se polacos, alemanes, i t a l i a n o s , en la escuela donde
perdió ante el d e s a r r o l l o de l a reacción: los fran- se f o r m a b a u n a c o h o r t e de profesores o de estu-
ceses habían soñado c o n u n soberano que les diantes e x t r a n j e r o s ; el francés, todavía lengua de
g u i a r a hacia el sufragio u n i v e r s a l y c o n u n a mo- l a buena sociedad, servía p a r a t r a n s p o r t a r hasta
narquía que sería, según la famosa frase, la m e j o r los Balcanes a l c o n j u n t o de las ideas liberales. E n
de las repúblicas; ahora b i e n , t u v i e r o n que en- F r a n c i a se había f o r m a d o en 1834 l a Liga de los
frentarse c o n u n r e y que se opuso a toda veleidad Proscritos, y en 1844, la Joven E u r o p a de Mazzini
de emancipación política y que se negó a recono- y los Anales francoalemanes. También era en Pa-
cer o t r a cosa que no fuera el «país legal», desde- rís donde residía el núcleo esencial de la emigra-
ñando a l «país real» y a l a oposición, que recla^ ción polaca, que i n d e f e c t i b l e m e n t e se encontraba
m a b a l a r e f o r m a electoral y p a r l a m e n t a r i a . E n c o m p r o m e t i d a en todas las intentonas revolucio-
A l e m a n i a , donde l a Dieta n o constituía más que narias de los años t r e i n t a y cuarenta. S i n o existió
u n a o f i c i n a de policía que perseguía a la prensa en 1848 u n a conspiración i n t e r n a c i o n a l , a l menos
l i b e r a l , el descontento l o fomentó p r i n c i p a l m e n t e n o cabe d u d a de que h u b o u n c o s m o p o l i t i s m o re-
l a práctica del a b s o l u t i s m o , el o d i o a l Estado b u - v o l u c i o n a r i o y u n a s o l i d a r i d a d de los liberales.
rocrático y policíaco y el s e n t i m i e n t o de insegu-
r i d a d personal en el que vivía cada ciudadano; E n los pueblos de E u r o p a despertó la esperanza
sólo a duras penas se soportaba l a v i g i l a n c i a mez- inseparable de las aspiraciones hacia el liberalis-
q u i n a de l a v i d a i n t e l e c t u a l y las medidas arbi- m o , de v e r cómo se constituían Estados fundados
sobre u n a base n a c i o n a l . Para a p u n t a l a r el p r i n -
c i p i o de las nacionalidades, el r o m a n t i c i s m o , aun- eleva a la noción de h u m a n i d a d : « L a h u m a n i d a d
que adoptó en sus comienzos u n a a c t i t u d reaccio- — p r o c l a m a M a z z i n i — es la asociación de las pa-
naria, acabó t o m a n d o el relevo del pensamiento t r i a s ; l a h u m a n i d a d es l a alianza de las naciones
r e v o l u c i o n a r i o . M i c h e l e t ve a F r a n c i a c o m o l a na- p a r a realizar, en paz y c o n a m o r , su misión sobre
ción p o r excelencia, destinada a l l a m a r a los otros la tierra.»
pueblos a la independencia y a la u n i d a d , y espera Estas son las ideas maestras que p r o v o c a r o n los
de la exaltación del s e n t i m i e n t o nacional la paz y m o v i m i e n t o s r e v o l u c i o n a r i o s de 1848. E n t o r n o a
la c o n c o r d i a universales; en Le Peuple (1846) es- ellos se p r o d u j o la u n a n i m i d a d de quienes desea-
cribió que la p a t r i a es la iniciación necesaria para b a n l a destrucción d e l estatuto t e r r i t o r i a l y polí-
la f r a t e r n i d a d u n i v e r s a l . E n sus lecciones en el tico creado p o r e l Congreso de Viena. Ciertamente,
Colegio de Francia, dirigiéndose a u n a u d i t o r i o la m a y o r p a r t e de los h o m b r e s d e l c u a r e n t a y ocho
procedente de todos los rincones de E u r o p a , exal- e n t r e v i e r o n esas t r a n s f o r m a c i o n e s necesarias bajo
taba la idea de la n a c i o n a l i d a d , señalando como el ángulo d e l i d e a l i s m o , i g n o r a n d o frecuente y to-
misión de Francia la da o r i e n t a r a E u r o p a p o r t a l m e n t e las realidades materiales y l a política de
ese c a m i n o : «Francia —afirmó— es la p o r t a d o r a las potencias; tenían u n a concepción e s p i r i t u a l i s t a
del genio d i v i n o de la sociedad; es el p i l o t o del bar- de las relaciones internacionales y se dejaban me-
co de la humanidad.» E n la élite europea penetró cer p o r la esperanza de la f r a t e r n i d a d u n i v e r s a l .
progresiva y p r o f u n d a m e n t e la idea de que Fran- S i n embargo, las aspiraciones de los pueblos eran
cia era el depósito de la civilización m o d e r n a ; t a n evidentes y t a n fuertes que las autoridades
p o r eso se le exigía que c o n t r i b u y e r a a hacer t r i u n - establecidas t u v i e r o n que desaparecer o que acep-
far las ideas de l i b e r t a d y de n a c i o n a l i d a d , sobre t a r i m p o r t a n t e s concesiones, a p a r t i r del m o m e n -
las cuales se basa toda civilización. «Francia —es- t o en que se v i e r o n atacadas.
cribía o t r o h i s t o r i a d o r , Edgar Q u i n e t — ya no pue-
de detenerse sin que m i l l a r e s de voces inmedia- S i n embargo, estos deseos, ya f u e r a n de n a t u -
tamente le g r i t e n : ¡Adelante! ¡Adelante!» Y en raleza política o n a c i o n a l , a d q u i r i e r o n aspectos
u n folleto de 1847, Sobre Francia, su ge7iio y sus m u y diferentes, segiin el grado de m a d u r e z eco-
destinos, H e n r i M a r t i n escribió: «Nunca las nacio- nómica y las e s t r u c t u r a s sociales de los países
nalidades h a n pesado t a n gravemente sobre la considerados. E l resorte de la revolución n o podía
política general que t r a t a n de remodelar. Signos ser el m i s m o en F r a n c i a , donde la burguesía ha-
infalibles a n u n c i a n que d e n t r o de pocos años las bía realizado desde hacía t i e m p o su revolución y
cuestiones de las nacionalidades, combinadas con donde realmente ejercía el poder, que en los paí-
las cuestiones sociales, dominarán sobre todas las ses de E u r o p a c e n t r a l , donde el Anden Régime
demás en el continente, y que los Estados que no sólo en p a r t e había sido a b o l i d o y donde las an-
puedan p o r su razón de ser mantenerse d e n t r o de tiguas clases dirigentes c o n t i n u a b a n gobernando.
ese p r i n c i p i o serán t r a n s f o r m a d o s o disociados.» E n Francia, l a causa p r o f u n d a de l a revolución
Para los teóricos de la idea de la n a c i o n a l i d a d , radicó en el a i s l a m i e n t o de la a l t a burguesía, que
c o m o Mazzini, la o b r a nacional no finaliza, p o r lo se había i d e n t i f i c a d o t o t a l m e n t e c o n el régimen.
demás, en las fronteras de la nación; no se agota Tocqueville l o percibió con absoluta c l a r i d a d en
en la liberación y la realización de la nación; se sus Recuerdos: « E n 1830 el t r i u n f o de la clase
m e d i a había sido d e f i n i t i v o y t a n c o m p l e t o que de antes, el p r o l e t a r i a d o disperso de l a «manufac-
todos los poderes políticos, todas las franquías, tura» d e l siglo X V I I I , sino u n p r o l e t a r i a d o concen-
todas las prerrogativas, y el m i s m o gobierno se t r a d o , f o r m a d o p o r los obreros de las fábricas y
e n c o n t r a r o n encerrados y apilados d e n t r o de los el artesanado de los s u b u r b i o s ; u n p r o l e t a r i a d o
límites estrechos de esta clase, excluyendo de que manifestaba ya su conciencia de clase. L o
derecho a t o d o c u a n t o se encontraba p o r debajo nuevo no era t a n t o la existencia de u n a clase obre-
de ella y de hecho a todo c u a n t o había estado p o r ra, sino el hecho de que l a clase o b r e r a t o m a r a
e n c i m a de ella. De este m o d o no sólo fue l a única conciencia de su m i s e r i a y de su fuerza: el socia-
clase dirigente de la sociedad, sino que también l i s m o , i n c l u s o el c o m u n i s m o , estaban a l o r d e n del
se puede decir que se convirtió en su a d m i n i s t r a - día. A u n en este caso, el j u i c i o de T o c q u e v i l l e apa-
dora... E l espíritu p a r t i c u l a r i s t a de la clase media rece c o m o a l t a m e n t e s i g n i f i c a t i v o : «Observad lo
se convirtió en espíritu general del gobierno; d o m i - que o c u r r e en el seno de esas clases obreras que
nó la política exterior, lo m i s m o que los asuntos a c t u a l m e n t e , l o reconozco, se m u e s t r a n t r a n q u i l a s
i n t e r n o s . . . Dueña de todo, c o m o n u n c a l o había
— e l discurso de T o c q u e v i l l e tiene p o r fecha el
sido y como p r o b a b l e m e n t e jamás l o será aristo-
27 de enero de 1848. S i n d u d a es c i e r t o q u e n o
cracia alguna, la clase media, c o n v e r t i d a en go-
b i e r n o , adquirió el aire de u n a i n d u s t r i a p r i v a d a ; se a g i t a n p o r pasiones políticas p r o p i a m e n t e d i -
m u y p r o n t o se instaló en su poder y m u y poco chas, en l a m i s m a m e d i d a en que se a g i t a b a n
después en su egoísmo, y cada u n o de sus m i e m - antes. ¿Pero no habéis observado que sus pasio-
b r o s se preocupó m u c h o más de sus asuntos p r i - nes, de políticas se h a n c o n v e r t i d o en sociales? ¿No
vados que de los negocios públicos, y de^sus goces os dais cuenta de que, poco a poco, se p r o p a g a n
personales que de la grandeza de la nación.» Sin en su seno opiniones, ideas, q u e n o t i e n d e n a de-
embargo, en 1848 la g r a n burguesía era o b j e t o de r r o c a r tales leyes, t a l m i n i s t r o , t a l gobierno, sino
la desconfianza de la pequeña burguesía, que le la m i s m a sociedad, a r e s q u e b r a j a r las bases sobre
reprochaba e l haberse c o n v e r t i d o en u n a burgue- las q u e se asienta h o y día? ¿Es que no os dais
sío m o n o p o l i s t a . Constantemente, los escritores so- cuenta de que p a u l a t i n a m e n t e se a f i r m a en su
cialistas subrayaron los peligros que representa- seno que la división de los bienes que hasta ahora
b a n p a r a el artesanado los progresos de la gran ha r e i n a d o en el m u n d o es i n j u s t a , que la propie-
empresa y la concentración i n d u s t r i a l , t a n t o más d a d se basa en premisas que n o son justas? ¿Y no
c u a n t o que el gobierno se negaba a a p l i c a r l a ley creéis que, cuando tales ideas p e n e t r a n p r o f u n d a -
sobre las coaliciones de capitales. I n c l u s o en la mente e n la masas, conducen t a r d e o t e m p r a n o a
g r a n burguesía el acuerdo tampoco era t o t a l : úni- la más t e m i b l e de las revoluciones?» Así pues, los
camente la aristocracia financiera, como comproba- c o n f l i c t o s sociales se presentan en 1848 como u n a
ba M a r x , estaba t o t a l m e n t e satisfecha, m i e n t r a s lucha de clases t r i a n g u l a r , c o n dos burguesías (la
los medios i n d u s t r i a l e s comenzaban a deslizar- grande y la pequeña) y l a masa p o p u l a r . C o n t r a la
se hacia la oposición, inquietos p o r l a a m p l i t u d g r a n burguesía se hará la revolución de febrero,
que había a d q u i r i d o l a especulación. Pero, sobre aunque después las dos burguesías volverán a sol-
todo, había nacido el pro^etariado y se había con- darse ante el p e l i g r o social y aislarán a s u vez a l
v e r t i d o en la clase «ascendente»: no el p r o l e t a r i a d o p r o l e t a r i a d o . De c u a l q u i e r f o r m a , l a revolución de
t r i a l ; pero, de hecho, todavía no existía en Alema-
1848 se realizó en F r a n c i a p a r a a b r i r el «país le-
n i a u n a clase o b r e r a homogénea y consciente de
gal» al c o n j u n t o de la nación.
sus fines. Su c e n t r o de gravedad r a d i c a b a en u n
E n Alemania, más débilmente i n d u s t r i a l i z a d a ,
artesanado i n q u i e t o , amenazado de proletarización,
donde las antiguas clases dirigentes, gracias al
pero que todavía se sentía atado a l a burguesía
p a r t i c u l a r i s m o , mantenían u n a i n f l u e n c i a prepon-
y que buscaba la solución de l a crisis n o en la
derante, la burguesía de negocios aún tenía que
organización de l a sociedad i n d u s t r i a l , sino en el
conquistarse u n puesto bajo el sol. Por ello será
r e s t a b l e c i m i e n t o de los vínculos c o r p o r a t i v o s , en
esa clase la que c o n s t i t u y a e l m o t o r de la revolu-
el pasado y no en el f u t u r o ; p o c o dispuesto, p o r
ción. E l l i b e r a l i s m o representa, en vísperas de los
consiguiente, a aceptar l a situación h u m i l l a n t e a l a
acontecimientos de 1848, u n a fuerza cuya potencia
que le destinaba l a revolución económica. L a des-
ha p o d i d o medirse y que, b a j o e l efecto de la cri-
cripción social del Manifiesto comunista n o cons-
sis económica, encontró u n a c o y u n t u r a favorable
tituía, en la época en q u e se redactó, sino u n a v i -
de la que supo sacar a m p l i o provecho. E n particu-
sión a n t i c i p a d a del p o r v e n i r . E n e l p l a n o social,
lar, l a gran burguesía renana supo d e m o s t r a r en
la revolución de 1848 se presenta, pues, c o m o u n
el Landtag u n i d o d.e 1848 u n a madurez política que
i n t e n t o de la alta burguesía p a r a g a r a n t i z a r en el
no dejó de i m p r e s i o n a r a los observadores extran-
p l a n o político el l u g a r que le confería, desde la
j e r o s ; disponía de opiniones consecuentes, f r u t o
creación d e l Zollverein, su situación económica;
de u n a p r o f u n d a reflexión, sobre el f u t u r o de la
pero, en presencia de las d i f i c u l t a d e s que apare-
nación alemana. E n u n a A l e m a n i a c o n s t i t u c i o n a l y
cen a su i z q u i e r d a , se sintió i n c l i n a d a a pactar
unificada, l a burguesía podía esperar asegurarse el
con las antiguas clases dirigentes. Por eso, en 1848,
l u g a r p r e p o n d e r a n t e q u e le conferían su riqueza,
se i n c l i n a b a más hacia u n r e p a r t o del p o d e r que
su a c t i v i d a d y su inteligencia, Pero, p a r a reali-
hacia su c o n q u i s t a .
zar la revolución, que le daría u n puesto d o m i n a n t e
en el gobierno del país, necesitaba el apoyo de las E n u n país c o m o Hungría, donde el s e n t i m i e n t o
clases populares. A h o r a b i e n , casi i n m e d i a t a m e n t e nacional e r a p a r t i c u l a r m e n t e poderoso, pero don-
se encontró en presencia de b r u t a l e s reacciones de la burguesía era casi inexistente y s i n capaci-
del m u n d o obrero, cuyas actuaciones, incluso an- d a d p a r a t o m a r l a dirección d e l m o v i m i e n t o de
tes de que se a b r i e r a el período r e v o l u c i o n a r i o , emancipación, el papel de Tercer Estado corres-
llegaron a i n q u i e t a r l e vivamente, repugnándole pondió a l a nobleza m e d i a , que, consciente de la
c o n v e r t i r l e en u n aliado. E n resumidas cuentas, la crisis económica f a u d a l , exigía l a supresión de u n
desgracia quiso que A l e m a n i a , cuya evolución eco- sistema económico vetusto basado en la servidum-
nómica se había v i s t o retrasada p o r la división bre. Pero también tenía q u e c o n t a r a su i z q u i e r d a
t e r r i t o r i a l , no p u d i e r a llegar a p r o m o v e r i n s t i t u - con u n a plebe noble, de la que u n a fracción consi-
ciones liberales más que en el m o m e n t o en que derable había realizado estudios en l a U n i v e r s i d a d ,
ya la gran i n d u s t r i a había creado su antítesis en y que constituía u n a especie de p r o l e t a r i a d o i n -
la f o r m a de u n p r o l e t a r i a d o amenazador. Habría t e l e c t u a l : de esta clase salió K o s s u t h . L u c h a n d o
sido necesario que las clases populares estuvieran con a r d o r c o n t r a el régimen i m p e r i a l y los aris-
en 1848 suficientemente educadas como p a r a com- tócratas que lo defendían, K o s s u t h intentó hacer
p r e n d e r la significación de la revolución indus- c o m p r e n d e r a l c o n j u n t o de la nobleza que sólo
se r e d u c i d a a l estado de l a clase p r o l e t a r i a o i n -
adoptando u n régimen democrático podría t o m a r
cluso i n d i g e n t e ; desgarrada e n t r e l a esperanz:a de
la dirección d e l nuevo Estado nacional. Hungría
hacer avanzar sus intereses p o r l a c o n q u i s t a de
había llegado, p o r consiguiente, como los otros Es-
i m a p a r t e de l a dirección de los asuntos p i i b l i c o s
tados europeos, a u n p u n t o de s u evolución en que
y el m i e d o de p r o v o c a r , p o r u n a oposición i n t e m -
la destrucción de los marcos existentes aparecía
pestiva, l a cólera d e l gobierno, d e l q u e depende
c o m o u n a necesidad, pero donde el t e m o r a l ra-
su p r o p i a existencia..., poseyendo u n a f o r t u n a me-
d i c a l i s m o paralizaba la acción r e f o r m a d o r a .
diocre, cuya i n s e g u r i d a d está e n relación inversa
De este c o n j u n t o de observaciones se deduce con s u m o n t o , esta clase es e x t r e m a d a m e n t e va-
que, en la base de las revoluciones de 1848 existía c i l a n t e en sus opiniones. H u m i l d e y s o m e t i d a i n -
u n poderoso f a c t o r social, que l a l u c h a se empren- dignamente b a j o u n g o b i e r n o f e u d a l o monárquico
dió c o n t r a el egoísmo de las clases dirigentes, ya poderoso, se i n c l i n a hacia el l i b e r a l i s m o cuando la
se t r a t a r a de un m u n d o todavía feudal, c o m o en burguesía está en proceso ascendente; experimen-
E u r o p a central, o, c o m o en Francia, de l a a l t a bur- ta violentos accesos democráticos t a n p r o n t o c o m o
guesía que se negaba desde 1830 a c o m p a r t i r el la burguesía h a asegurado s u p r o p i a supremacía,
poder. No cabe la m e n o r d u d a de que en l a óptica pero recae en u n m i s e r a b l e desaliento desde el
de los hombres del cuarenta y ocho la emancipa- m o m e n t o en que l a clase q u e está debajo de ella,
ción política y n a c i o n a l estaba ligada a l a destruc- el p r o l e t a r i a d o , i n t e n t a u n m o v i m i e n t o indepen-
ción de u n sistema social v i n c u l a d o a l absolutismo diente.» E n d e f i n i t i v a , el s e n t i m i e n t o más i m p o r -
y al p a r t i c u l a r i s m o . S i n embargo, la e s t r u c t u r a de tante que a n i m a b a a esta fracción t a n i m p o r t a n t e
la sociedad continuó siendo p a r a los revoluciona- de l a opinión era el t e m o r de la proletarización.
rios u n pesado hándicap. E n efecto, las divisiones S i n d u d a , e l d r a m a esencial p a r a los h o m b r e s d e l
aparecen entre ellos a p a r t i r del m i s m o instante c u a r e n t a y ocho y l a causa p r o f u n d a de s u fraca-
en que se t r a t a de t o m a r posiciones f r e n t e a la so f i n a l r a d i c a b a en el hecho de q u e las revolucio-
participación del m u n d o de los trabajadores en la nes, provocadas p o r l a v o l i m t a d unánime de los
acción subversiva. Y en este p r o b l e m a es donde pueblos de acceder a l a l i b e r t a d y a l a n a c i o n a l i -
se hace manifiesto e l carácter equívoco de la pe- dad, s o b r e v i n i e r o n e n u n a época en que l a estruc-
queña burguesía, que constituye u n elemento al t u r a económica y social, todavía f u e r t e m e n t e mar-
m i s m o tiempo esencial y dudoso en el t r a n s c u r s o cada p o r l a f o r m a s d e l Anden Régime, n o p e r m i -
de la acción r e v o l u c i o n a r i a . Engels observaba al tía a l a t o t a l i d a d de las clases desheredadas for-
respecto, a raíz de los acontecimientos de 1848: m a r u n f r e n t e común c o n t r a las clases poseedoras,
«Su posición i n t e r m e d i a entre los grandes capita- a d o p t a n d o el estandarte de l a revolución social.
listas, comerciantes e i n d u s t r i a l e s , la burguesía
p r o p i a m e n t e dicha, y la clase t r a b a j a d o r a o pro-
l e t a r i a d e t e r m i n a su carácter d i s t i n t i v o . A s p i r a a
la posición de la burguesía, pero el m e n o r revés de
f o r t u n a p r e c i p i t a a los i n d i v i d u o s de esta clase en
el p r o l e t a r i a d o . Tambaleándose c o n t i n u a m e n t e en-
t r e la esperanza de elevarse, hasta integrarse en
las filas de la clase más r i c a , y el m i e d o de ver-

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