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CARLOMAGNO
Y EL IMPERIO
CAROLINGIO
friulucido por
María Flena Jorge Margallo
AKAL
27314
El mérito de Louis Ilotphen. que fue miembro del Instituto y profesor
de lo Sorbona, es doble: una primero redacción de Carlomagno y c!
Iniptírio carolingin estaba acabada en 1939. pero se perdió en el tumulto
de la segunda guerra mundial. I m obrafue escrita nuevamente en condi
ciones extremadamente penosos y con grandes dificultades. A pesar de
ello, el libro es una obra de arte.
Ixi finalidad del autor no era «escribir una biografía más de Cario-
magno ni una descripción del periodo carolingin sino la de destacar los
conceptos político-religiosos de los que surgió el Imperio fundado en el
año 800 y en qué medida respondió a ellos durante cerca de un siglo»
(l/)uis Halphen). Es un problema de organización, de estructura, un pro
blema capital para el Occidente europeo de aquella época, reflejado en
este libro, lo que lo hace profundamente interesante «Mientras el mundo
bizantino se constituye en Oriente, ¿qué ocurrirá con los diversos pueblos
que Roma habla sometido, las individualidades geográficas que ella
había reunido, los grupos bárbaros cuya expansión se había podido con
tener a duras penas gracias al limes, que habían recorrido Italia. Galio.
España y ocupado el centro de Europa? ¿Triunfará la división o se esta
blecerá la unidad en el mundo occidental?» (Henri Beer).
Fue la unión. Y hay que reconocer que lograrla, en medio de estos
siglos tan sombríos, no deja de resultar sorprendente. Tras los exhaustos
merovingios y en medio de una serie de circunstancias que. como vere
mos, hacen difícil medir sus méritos personales. Carlomagno recibe en
San Pedro de Roma la corona imperial de manos del Papa que «le
adora» mientras el pueblo le aclama: «A Carlos Augusto, coronado por
Dios grande y pacífico emperador de tos romanos, vida y victoria.» Sin
duda esta fuerza y esta unidad no van a durar mucho: pero, como destacó
Louis Halphen. «de ellas van a derivarse consecuencias importantes y
duraderas». Un mundo nuevo, el mundo feudal, iba a sustituir ulante-
5
ñor. Todo la historia de Europa cambió, debido a los hechos que se exjx>-
uen y analizan en esta obra
Al igual que es paralelo a la historia de Bizancio (que ocupa tres
lomos de La evolución de la Humanidad) de Louis Bréhier. este libro
constituye una continuación del de Eerdinand ¡x)t: El fin del mundo
antiguo y el comienzo de la Edad Media.
Después de la Bibliografía del autor, se encuentra el suplemento
bibliográfico para los arlos 1947 a 1967 que ha tenido la gentileza de pre
parar para esta edición Jeatt Dmisse, profesor de la Facultad de Lxtras
de Lille.
Pa u l C u a l u s
6
ADVERTENCIA
L.H.
1
I
INTRODUCCIÓN
<>
lamiente en Gemianía. que nunca habían estado incorporados al
Imperio y que se habían mantenido extraños al mundo mcditerrA-
neo. adquirieron en el curso de los siglos, creciente importancia en
la vida política de Occidente, en via de reagruparse, Pero, alejados
del Mediterráneo sin costas propias, la mayoría de los reinos bárba
ros fueron obligados a vivir replegados en si mismos, con lo cual no
existía en ellos comercio, y las ciudades, allí donde todavía las
había, arrastraban un vivir triste y marchito. Por doquier se volvía
así a una economía esencialmente rural que. carente de medios de
comunicación, reducía al mínimo el intercambio de productos: se
impusieron el particularismo y el aislamiento, y la civilización luc
arrastrada a una regresión espantosa.
De repente se habían hundido las fundamentales nociones que
apoyaban el listado romano. La clara conciencia que habían adqui
rido los romanos de que existía un interés colectivo, aquella «cosa
pública» (res /niblica) de la que todos, comenzando por el empera
dor. debían considerarse scrvidoTes.se bahía horrado porcompleto;
la misma idea de servicio público había desaparecido, y con ella
toda distinción entre bienes públicos y bienes privados (respublicac.
res privatac), Cualquiera que fuere la ambigüedad del vocabulario
que entonces se usaba, ya no existían tesoro público, ni funciona
rios públicos, ni Estado. sino arcas de las que extraían los principes,
sin distinción, tanto para sus necesidades privadas como para las
colectivas, y servidores empleados indiferentemente en las tareas
domésticas y en aquellas que interesaban a la vida del reino y tei ri-
lorios que eran considerados propiedades del rey. y como tales,
transmisibles por herencia y reparto entre lodos sus descendientes
directos con el conjunto de sus bienes.
I'al era la situación a la llegada de los earolingios. Su papel no
consistió en hacer resucitar un estado de cosas ya abolido: intenta
ron construir, sobre las ruinas del mundo antiguo, un mundo
nuevo, alentados por principios nuevos, y devolver, si asi puede
decirse, un espíritu al Occidente que agonizaba. Desde esie punto
de vista vamos a emprender la historia de su Imperio.
Úl
LIBRO PRIMERO
Desde los primeros siglos tic la P.dad Media, los francos de Clo-
doveo y de sus sucesores habían logrado establecer su dominación
sobre vastos territorios cuya configuración geográfica y composi
ción étnica presentaban ya. en gran parte, una anticipada forma del
Imperio carolingto.
En el momento de su mayor extensión, en los días del reinado de
Dagoberto (629-639). su rei no englobaba poco más o menos toda la
üalia. una parle de los países renanos. Alemania y Ttiringia. y hasta
comenzaba a hacer sentir su acción en Frisia. Sajorna y Bavicra y a
inspirar respeto a algunos de sus vecinos eslavos. Sin embargo, la
monarquía merovingia no era oirá cosa que un reinobárhan>, como
sus semejantes, fundada en la conquista, no se proponía otro obje
tivo que aumentar incesantemente el conjunto de su territorio, que
formaba su riqueza, y cuyas partes integrantes no poseían en común
más que el pertenecer a los mismos dueños: los francos Por eso.
todas ellas se llamaban «reino de los francos» (regnarn francorum).
C on respecto a estos últimos, los descendientes de Clodoveo sólo
tenían la calidad necesaria para reinaren virtud do una tradición
que enraizaría en lo sucesivo sólidamente y que, entre todos los bár
baros. reservaba el trono a la familia del caudillo que los había con
ducido a la victoria. I as tierras conquistadas por sus armas se
consideraban como de propiedad personal, y parecía obligado que
su herencia quedase asegurada en favor de sus hijos legítimos y
luego de los herederos ti irectos de éstos, que se las repartían entre
ellos por lotes o reinos de valor parecido y que únicamente los, natu
rales fallecimientos lograban, a veces, reagrupar en un reino único.
Pero, en la segunda mitad del siglo vil. la estirpe merovingia
parece agotada \ su decadencia conduce el «reino de los francos » a
su ruina, Uno a uñóse van separando de él los territorios germáni-
t.l
ios que untes estaban bajo su dominio: la misma Galla se desmem
bra y Iriunfa la anarquía en el interior de cada uno de los reinos par
ciales, que ya regularmente se oponen a otros sobre su sucio
—Austrasia, Neustria. Borgoña—, sin que ninguno de ellos consiga
conservar a la disidente Aquilania. I£n torno a los reyezuelos ramas-
mas que la prematura muerte de sus padres lleva al trono, aún en su
primera infancia y que, comúnmente, no alcanzan la pubertad,
hasta tal punto es tú degenerada su raza, se agita una multitud de
ambiciosos, sedientos de poder: los más hábiles, que se apoyan en
una mayor clientela o facción de leudes, logran, en cada uno de los
tres reinos, ocupar el cargo de «alcaide o mayordomo de palacio»
(majar domas), que le vale disfrutar en realidad el poder. La unidad
teórica de la dominación franca pudo, pese a todo, sobrevivir al
fraccionamiento, y no hubo mayordomo de palacio que no tuviera
el deseo de reconstruirla en provecho personal, apoderándose de las
mayordomos que no les estaban sometidas.
Por haberlo logrado cuando sus rivales fracasaban, y por haber
maniobrado, además, con gran tacto para reservar a su familia el
monopolio de su cargo, los antepasados de los caroli ligios pudieron
fundar el deslino de su casa
14
Bcirgofla en su segundo hijoGrinioaldo 11.3se mantuvo en realidad
como único y omnipotente .señor de los Ires reinos en que segnia
dividido el regnum franeamm Asi. desde comienzos del siglo vil. se
establece la costumbre de considerar al mayordomo o alcaide de
palacio de Ausirasia como jefe de toda la monarquía.
Hs cierto que en el arto 714. el orden que estaba a punto de esta
blecerse parece destruido de repente por el asesinato de Grimoaldo II.
único superviviente de los dos hijos legítimos de Pipino el Joven,
quien, a su vez mucre unos meses m.is larde.11.os nietos de Pipino
son unos niños, igual que el único rey merovingioqucaún vive.el de
Nettstria, ¿Se va a producir aquella ficción duplicada de sostener
junto a un rey fantasma pareados mayordomos también ficticios?
Tal es la combinación que intenta, sin lograrla, la viuda de
Pipino. Pleclrudes. que Iraltl de gobernar al socaire de sus nietos.
Pero se enfrenta con la resistencia de los de Neustriy. que eligen un
nuevo mayordomo de palacio en la persona de uno de los suyos,
Rainfrodo o Ragenfredo. y luego marchan hacia el Mosa para
unirse con el duque de los l'risoncs paganos, Radhodo. que también
¡tenia en plena rebelión y cuyas tropas, más o menos de acuerdo con
los sajones, remontan el Rin hasta C olonia.*5 Parece que el reino
franco va a volverá caer cu la anarquía cuando aparece un salvador
en la persona de un bastardo. Carlos, fruto de los amores cío Pipino
el Joven con la noble Alfaida. ‘ Mantenido en aislamiento poi la
ambiciosa Pleclrudes y por orden de ella encerrado en una prisión o
vigilado, esquiva el cerco de sus carceleros y triunfa sobre sus ene
migos uno tras otro: de los de Neusrriaen Amhléve, cerca de Lieja.el
716, luego en Vincy (o Vinchy). cerca de Cambray. en el 717; el
mismo uño. de los partidarios de Pleclrudes. que alcanzada en
Colonia, en donde se habia refugiado, tiene que entlegarle el tesoro
de Pipino: derrota también a los frisones v a los sajones, a los que
persigue hasta en su lerritorio: poco después (71 <1-720), vence a los
de Aquilania ya su duque Elides, aliado de Ragenfredo; finalmente,
en el 724. derrota en Angers a este último. De creerá sus contempo*
‘ Gola /V)>. Fiiiu. >t. paj!. 325. I 27.(.0111 de Fredcgofio. X. p.ig. PJ. l.lT .P .p n g
P5. i r . 15. 1% 170. I I; 19, pjg. IT». 1.9. 20. |i;i¿ 17.S. l io
A. Mclinier s 11. /iilen hcif. Hurla ¡m asicu <jmhrwl,in\!< Zai.yiu\it\ cu la His-
tuwgínénrie r/e t.angunlc* de Devie y Vaisseie. nueva Cvt. loma I I 1 IS'5). 549-
55S: T. Codera. «Njrbona, Cjcrona s flurcelonj bajo la dominación imisnlinHnu».cu
Aijirtia ti Evudii CiiiuUr.s. Auuon. artos I1» ) - 1910. pac». 17S-2D2
I Cont de Fredegari». 12. p.ig. 175. LT B&hmcr-Muhll’ achrr. n.n’ t'< y áVi
II BOluucr-MllIbitchcr, n.’ tSr
11 hUm, n.'-Alif. 55a P ii 3$Ji,4la. bl lestimoniiievenciülcseldeluseoiitiniiKito-
ics Je Frcdcgariu. II, pag. 175. s 19. prig. 177
- Düliiilei-Mlthlbacher. n.‘ .'‘X1s d. También .il| ai el testimonio cscrio .1 es si «le
los enntinuxduies de Ficdegario I'. pág. Píi
16
abare desdo Pamplona sobre la Gascuña y Burdeus \ premio, d iri
giendo su avance hacia Tours y la Prancia septentrional, llega a las
puertas de Poitiers (octubre del 7'2). Ps la repetición de la aleara del
725. pero esta vez están en peligro las regiones vitales de la Galia.
I lomado por el derrotado duque Hudes. acude Carlos. l os Jos ejér
citos se enfrentan a las mismas puertas de Poitieis: con sus filas
apretadas, «inmóviles como una muralla», según frase de un con
temporáneo 1 pero animados de una feroz energía, esperan los
trancos a pie firme el choque del enemigo, que viene a descargar su
furia en sus espadas y del que hacen una horrible matanza, lintre
los muertos está Abderrahmán y solo el manto de la noche que cae y
los oculta, salva de los vencedores los maltrechos restos del derro
tado ejercito m usulm án.15
Al fin puede respirar la Galia: no queda su suelo enteramente
limpio de sarracenos, ya que éstos ocupan todavía el Kosellón y el
l angucdoc inferior, desde donde realizarán afortunadas correrías,
especialmente la del año 757 sobre Axiñón y la comarca vecina:
pero la respuesta a estas incursiones no se hizo esperar: rechazados
y derrotados por Carlos ese mismo año a orillas de! Berro, al sur de
Narhona, las huestes del Islam quedan ya contenidas en aquella
región 1,1 ríe la que serán fácilmente desalojadas veinte años más
tarde.
Sus victorias sobre los musulmanes, en especial la do Poitiers.
dieron al mayordomo de palacio prestigio y autoridad en toda la
Cialia. Aquiiania. que le debe su salvación, parece haber entrado
entonces definitivamente bajo su obediencia: conserva en sn gobierno
a un Juque, aún después de la muerte de Hudes acaecida el 735. pero
un recorrido a caballo de Carlos a través del país hasta Burdeos y
1.1 Isidoro ilc llcju 11siüorns l'jsccnsisJ. Ctnviiu/ue, en Rk u h I des lita. dti Oattlr.\ ti
lA/iiérum't 1. II. p.ig. 7Z l . y cu Mi crie. I\ttm¡. hit I . \ l VI. col. 12" I. |Se Irnlu ilc l¡i ( rtl
ní.ii atribuida can error al obispo Je Par Julia (Reja): Menénclc/ Piñal la designa
como Cnimuj ,/W S/ivríw/w tic! 7S4 ipot ejemplo. ffoJnyo rl ¡tilinto üi*to. I. I. p.ips
X W II. 1..WII. I.X V III i para ClaudioSánchez Albornoz.su autor dth¡A«.cr «únete -
ripvi ilc la Iglesia Je Toledo, acaso oriundo de Córdoba. y 140i a teces en ella Resi
liente u viajero h. Vea>e Fu tomo a loí onyciu-i do Fcntlalumo Mendoza ( Argentina).
i'»:, tomo 11. páís :?-r] | \ jet 11
IS C f BOhmer-Miltilbai'hef. n.’ 39ti Los tesaos esenciales, a n :i i riel Je 1l nota
anterior,suri la ChroHUjHc de .Ifw u ir \( hroti.'ijUt:de \fn :\ iir. pub en Hoil ( ienn.. serie
dclasScriplorCsl t y tlflla n n o u o i. |tC6> IS29. in-t'olini|. p ig .’91. y Insconhnuado-
nes de Trafagado. Ü.púg. 175 La importancia real d é la batalla de Poiiier? no«e«lis-
culo aquí. poro lo eieilc <s que el Occidente tuso una sensación de alivio i|Uc
pmpoteionó giiin prestigió a Carlos Mariel.
' Hohmcr-Milll'achrr. n."> VK □ » « i t:| texto esencial e «el «Ir los continuadores
de fredeyarui. 211. p;tg>. 177-17P.
1.1 Cf. A. Mnliniei y I I.Zotcnbcrg./w . ¡it pense pág. 11. ti. 1|.pás>.5> t. L ndera./r*
ú (víase pac II. n. I). pags. 197 19.5
17
[ilaye, al «lia siguiente de aquel suceso.es suficiente para imponer a
todos el reconocimiento de la soberanía franca. * He la misma
numera deben inclinarse Borgoflii y Provenza, igualmente rebeldes,
qtte son recorridas, como hizo con Aquitunia. por Carlos, en 733.
736 y en los años siguientes para, sin gran esfuerzo, someter su espí
ritu levantisco. Pero uqui no se trata sólo de un simple dominio
señorial, sino de soberanía plena y absoluta, y Carlos designa sus
condes v representantes sobre toda la extensión dei territorio
sometido. •’
Allí donde queda asi restablecida la autoridad real —una autori
dad leal que el mayordomo del palacio ejerce sin que.se le ocurra, ni
aun desptics de la muerte de Thierry IV. d 737. H justificar con la
presencia junto a si de un merovingio—. Carlos actúa como señor
absoluto, legislando, haciendo justicia, disponiendo a su antojo de
las sedes episcopales o abaciales y de los bienes de las iglesias, que
distribuyen enire sus fieles a cambio de sus servicios; en una pala
bra, conduciéndose exactamente como si personalmente estuviera
investido del poder soberano :i No se produce protesta alguna ni
aunconlru las numerosas usurpaciones de que se hace culpable con
respecto al clero y ninguno desús contemporáneos pensaría siquiera
que aquello significaba una actitud cualquiera contra la Iglesia Por
el contrario, se le rinden elogios, con razón, por su abnegación en
favor de la religión. Tanto para las ohrax piadosas como para las
misiones, resulta protector destacado, al que no en vano se pide
ayuda. L'l año 722. el papa Gregorio II. «conociendo el espíritu reli
gioso que anima'* a aquel «glorioso duque de los francos, solicita su
apoyo en favoi de San Bonifacio, encargado por la Santa Sede de
con vertí i a la fe cristiana a los paganos de Gemianía: y Carlos con
testa con una carta Je protección completa, redactada según el
modelo de las cartas habituales de protección real, por la que con
vierte al misionero ponlilicio en un protegido personal suyo.
Tal gestión en aquella fecha podía parecer temeraria, ya que en
el año 722 la autoridad de! hijo de Pipino era todavía incierta Pero
quince años más tarde ya no era posible ningún género de duda; el
mayordomo del palacio era el más importante personaje no sólo del
reino merovingio, sino de todo el Occidente No lias por tanto de
qué asombrarse si en 731). y luego en 740. el nuevo papa Gregorio ITI
,J Codas Cnrol-, cansa 1 y 2 "C chIcx Cnroimus». pul), fuii W. Omni tac li en ii 1 III
ilcId!, f pisiolac Epitiultic. 1 til a VIH. I'ifac. I.puh por !■ Ddmmlci y oíros (1 turnio
ver. ISM2-1931). 5 wilv t I fase., in—í-"’ ele la Mon. ücrm: (1 ufa. por i. I taller on In tutee
ciim eiiail.i bii.to el ru 4fv Resultan p.irliajlaimeiiie sigii¡fivHMvo<< tos leoninos qut
cmplen Gieporía III puro scnalsi la pieduti ilc Carlos y so devoción |S<r In tgleifa
con seguido apoderarse ni de Roma ni de Rávena. la antigua capital
de los emperadores de Occidente, en donde residía ahora el exarca
de Italia, representante oficial del emperador pata toda la pe
nínsula.
Arríanos en un principio, los lombardos, que hablan comen
zado por hacer gravitar sobre Italia el peso de una sañuda persecu
ción religiosa, terminaron por hacerse católicos romanos, pero su
lomo avance a causa «lo su falta de entendimiento y luchas intesti
nas, seguía siendo objeto de constante preocupación para el papado.
Nominulmente obispo del Imperio, pero en la práctica libre de sus
presiones y tan alojado de Constaniinopla y aun tic Rávena como
para poder actuar en calidad de pontífice universal, el papa tem
blaba ante la idea de que pudiera convertirse en obispo «le una
monaiquia lombardo. Evidentemente, la incorporación de la sede
de Roma a aquel reino hubiera sido una catástrofe para el sucesor
de San Pedro en una época en la que su autoridad ecuménica estaba
aún seriamente en litigio por las pretensiones del patriarca de Cons-
tanlinoplu. a quien respaldaba firmemente el emperador y de quien
era colaborador directo.
Pero ¿cómo evitar el peligro? Sólo una solución parecía factihle:
recurrir a los francos. Por primera ve/ iba entonces a hacerse indis
pensable para salvara la cristiandad de Occidente aquella conjun
ción «le lo carolingio y del papado, de la que, más adelante, debían
producirse tan trascendentales consecuencias.
El año 73Ú, el rev lombardo l.uilprando acampaba a quince leguas
de la Ciudad Eterna: el momento no daba lugai .1 vacilaciones y el
papa Gregorio III se dirigió resueltamente al poderoso mayordomo del
palacio meros ingio. Las epístolas que a la sazón dinge al jefe electivo
del gran reino bárbaro de Occidente sorprenden por sii singular
tono. Se trata de u 11a súplica urgente dirigida al v/mrr (subrcgulus) de los
francos para que actúe como «hijo devoto del príncipe «le los Apósto
les»; para que se conmueva ante ¡as lágrimas «que dia y noche vierten
los ojos» del pontífice ante los desastres que se acumulan: paia que
piense, también, en las burlas que sus letrasosen acuda levantan entre
aquellas gentes que pretenden menospiviciar el poderío «le los francos.
El acento de estas cartas y la brillante embajada que Gregorio envión
Carlos e! año para exponerle verbalmente su {veticioti. demuestran
el valor que se concedía en la curia romana al concurso del principe
franco y el gran prestigio de que gozaba en aquel momento.
Su categórica negativa a intervenir en los asuntos de Italia en el
momento en que le era necesaria la alianza lombarda para contener1
21
vingio. que una curiosa paradoja mantenía vacio desde el 737. lle
vando allí a un reyezuelo fantasma. Childerico III. del que sólo
hacen mención desde entonces las acias oficíales. lina de ellas
lleva la siguiente declaración, que bien vale la pena citar «Childe-
rico. rey de los francos, al eminente Carlomán. mayordomo del
palacio que nos bu establecido sobre el trono .».JJ y tal fórmula no
precisa comentario. A mayor abundamiento, los dos mayordomos
del palacio siguen promulgando acias en su propio nombre y llegan
en ellas hasta a hacer referencia a «su reino»,o a decir, como lo hace
Carlomán en el 747. que están «encargados por el Señor del cuidado
del gobierno». "
r.sta tarea, en electo, la realizan como si el reino Tuese verdadera
mente suyo. Emprenden la obra de regenerarlo, reúnen concilios y
publican capitulares en las que expresan su voluntad soberana,
lina capitular de Carlomán. " de fecha 21 de abril del 742 —por
tanto anterior til establecimiento de un rey nietos ingio en el tro n o -
comienza con las siguientes palabras:
•I
III. Ciñl.pr DP r.STAIXJ DI PlPINO '<PL BRP.VT
I üdo hace creer que este golpe de Estado fue preparado cuida
dosa menie. Durante los dos años que lo precedieron, según observa
uno Je nuestros tnús serios informadores (uno de los «Continuado
res de I-rejega no»), «la tierra se mantuvo sin combates»,J-y. en una
época en la que el retí acimiento primaveral traía normalmente una
actividad bélica, lodo hace pensar que aquella paz excepcional se
aprovechó, sobre todo, para enlabiar negociaciones. Hay que supo
ner que se sostuvieran Conversaciones con los próceros del reino. y
conocemos, por luenle segura, que las hubo con la Iglesia, cuyo
apoyo se creía indispensable. Enlre otros detalles, sabemos que el
obispo de Würzbuig. Burchard. y el abad de San Dionisio. Puliad.
fueron enviados u Roma a fines del año 749 o. con más probabili
dad. a comienzos del 750, para lograr la adhesión del papa al propó
sito de un cambio de régimen,
Ya hacía algunos años que se habían ido multiplicando las rela
ciones entre los jefes del reino franco y la Santa Sede, L,t obra de
reforma religiosa emprendida por (..adornan y por Pipino en sus
Estados, el apoyo que todos los misioneros, comenzando por Boni
facio. habían encontrado enlre ellos, no podían por menos, pese ¡i
cuanto su ha dicho a veces, que predisponer a ambas potestades
para concertaran acuerdo más intimo. La misma situación política
obligaba a los pontífices mínanos a realizarlo, ya que. después de una
breve tregua, sus relaciones tanlo con el emperador como con los lom
bardos se presentaban ante ellos cargadas de amenazas, l’ot el hori
zonte de Bizaneio. donde en 740. después de la muerte tío León l i l e /
Iconoclmia. con quien el papado había tenido que vivir en actitud de
guerra, pareció ai principio asomar una esperanza de duradero acer
camiento. volvían otra vez a acumularse nubarrones y. desvanecido el
periodo Je las iniciales afabilidades \ del cambio de cortesías, el papa
Zacarías, aunque oriundo de la Italia griega, iba a encornar en
Constantino V un encarnizado adversario del culto de las imágenes >
por consecuencia, un enemigo latente de la Santa Sede. De la misma
manera, por parte de los lomba idos, con quienes habían mejorado las
relaciones en los últimos meses del reinado de Luitprando y durante
el de su sucesor Ratehis 1744-749). la paz parecía peligrosamente com
prometida con la ascensión al podei de A-srollo en junio del 749.J
74
t mu o antaño, en los días de l.uitprando. el nuevo rey sólo tenia un
deseo, el de realizar a todo riesen la unidad de Ilalia. Se prepara ha d
ataque, si e.s(|uenoesiaha ya en marcha contra loque quedaba de la
provincia bizantina de Káveiia —d e x a r c a d o — cuando los dos
enviados de Pipino llegaban a Roma para abril ton el papa las
negociaciones que les había encomendado el principe franco. J‘
De tupidla negociación no aparece señal alguna en los cronistas
pontificios ni. lo que es más sorprendente todavia.cn el Codex Caro
linas, esa copiosa recopilación, formada el año 791 por orden del
mismo ( a rlomagno. de las epístolas que se cruzaron entre los papas
y los primeros earolingios. Pero, según dice el redactor olicioso de
los anales de Incorie li tinca | los Aiwalex royales |, del que,en nueslra
traducción, liemos respetado el estilo lorpe c incorrecto, el obispo
Bu relia rd y el abad l-ulrad. fueron «tildados al papa Zacarías para
preguntarle, con respecto a los reyes que. a la sazón, no tenian en
I-rancia el poder real, si estaba bien o no que lítese asi» a lo que
Zacarías parece que respondió «que más valia llamar rey al que
tenia que ni que no tenía el poder real».J lira —ignoramos si con
condiciones o sin ellas— la anticipada aprobación de la actitud que
el principe franco se disponía a tomar.
Seguro va de esta aquiescencia, de la que un texto como el que
acabamos de citar parece demostrar que se dio a conocer a la opi
nión pública. Pipino decidió en noviembre de 751 encerrar en un
convento al merovingio Childerico y se hizo reconocer personal
mente como rey en una gran asamblea reunida en Soissons. M
Su elevación al trono, contraria en principio a la tradición
franca que limitaba la elección del rey a los miembros de la familia
meroviligia, tuvo lugar con formas inusitadas: la habitual ekrnon
por el pacido, según la requería la antigua costumbre franca Onon
Franconon. dice el analista), fue seguida en Soissons por una cere
monia desconocida hasta entonces en la Ciaba yen el curso de ia
cual de recién elegido recibió la unción santa de manos del obispo
Je Gemianía, Bonifacio.51 Con esto se proponía el carolingio. sin
duda alguna, hacer visible a todos la aquiescencia otorgada por el
Soberano Pontífice a la usuqiacion realizada. ¿No era. en efecto. San
Bonifacio, el legado, el enviado personal de! papa con el que estaba,
como lo demuestra su correspondencia de la época, en íntimo y
l 'f M ate. Bloch. I ^ n 'iis iliiiu in n iu rg i’s (1'MraslHtrgo y París. |S)24. in-S.". I.isc IM
Ju las / ‘tlt ’Ui í liif iin ild u> l ili u lln h s í-iTrrt't de S tm xhnurní. upíndier 111, p:l"s -O 1- - 7.
' Cf. uit'm.
unánime “ y que no parecieron de mrtgún modo superfinas las nue
vas manifestaciones de la Iglesia en favor del «elegido de Dios»,
Precisamente proporciono ocasión para ello al haberse agravarlo
el peligro a que exponían al papado las victorias lombardas del olro
lacio de ios Alpes. Ravena había sido ocupada por Astollo a comien
zos del verano del 751. y al año siguiente era amenazada Roma. El
sucesor de Zacarías, el papa Esteban 11, elegido en marzo del 752.
trató en vano de negociar, pero Astollo no escuchó sus demandas.
I a conmoción ganó finalifienlo a Rizando. La pérdida de
Rávena, con la que Constanlinopla había sostenido siempre cons
tantes comunicaciones, fue allí vivamente sculida y se envió a un
alio funcionario del palacio imperial, el silenciario Juan, para pro
testar ante el rey lombardo por aquella usurpación, jhra perder el
tiempo! Asiolla. que poseía la fuerza, se hurlaba de las protestas
diplomáticas y respondió, al recurso que le dirigieron Roma %sus
habitantes, redoblando las amenazas»
El emperador Constantino V, hijo y sucesor de León 111 el Icono-
i ¡asta, no eslaba evidentemente en disposición de hacer respetar sus
derechos en Occidente. Esto lo sabía bien el papa Esteban II, que
aun enviándole, par guardar las formas, una embajada solicitando
socorro,56 enviaba a Pipino. con todo secreto por conducto de un
simple peregrino, una carta exponiéndole su angustia; en ella le
expresaba, además, el deseo de ir a parlamentar con ¿I y le rogaba
que le enviase a buscar a Roma con hombres de confianza. Era
una medida doblemente prudente, ya que los caminos, infestados
de lombardos, no eran seguros y, por otra parle, antes de ponerse en
camino quería el papa, sin duda, obtener de Pipino un acto que
comprometiese claramente la responsabilidad ríe su futuro aliado.
Las respuestas a estas dos gestiones intentadas por Esteban II
una en Consiantinopla y la otra en la Galia, llegaron con pocas
semanas de inlervnlo. lmcia fines del verano o comienzos del otoño
del arto753. La d eConsiantínoplaera una invitación para significar
ele nuevo ai rey lombardo, de parle de! emperador, la orden de eva;
criar ios tenitorios que había conquistado. Nueva y vana protesta
/lian. 445,
lila». |*;ie 44*’
'* hian. |>;íl'n 445~Wt
*• /i/i’iií. pága. 44('4-T\ Cunliuiuiitorcs <Jc hic<ltg;mn, !t'. p.ig ISJ P¿ia In • ror.o-
logii. ci J30hmt'r-Muhlb<it:liL‘T. n.- 75/'.
r Ii h < r I p-lgs 44S: .-liifiil/is nnui'j. uño 754. pí.g. \2, Cllh"¡lr,:l•• ¡U
tAwííiii'. páp. ’.O!; C«•í.'i'.v Cüwí . caria 7 rn las / . i. til. p¡ig. 493.
contemporáneo a i^tidc que el mi.sitm día el Soberano Pontífice ben
dijo a la reina Berlrade. esposa tic Pipino. y que «prohibió a lotloS,
bajo pena de ¡mordido y de excomunión, elegir jamás a un rey
salido de otra estirpe que la de aquellos príncipes que la divina pie
dad se había dignado exaltar y, por intervención de los santos após
toles, confirmar y consagrar por la mano del bienaventurado pontífice
su vicario».1' Este texto. tan curioso, no es más que una nota per
dida al final tic un manuscrito, copiado, en San Dionisio, algunos
años más tarde, por un monje de la abadía, posiblemente testigo de
los acontecimientos: no posee valor oficial y sin duda sólo traduce
la personal interpretación de su redactor, pero hay que pensar que
responde a un sentimiento compartido también porotfOS. 1.a nueva
consagración.extendida ahora además a iu descendencia de Pipino,
no sólo tenia el efecto de repetir, reforzándolo, el acto realizado
antaño por San Bonifacio, sino que confería a la familia, del que en
un principio no era más que un usurpador, una consagración
solemne calificándola a toda ella y definitivamente para la realeza.
Ln nombre del papa San Bonifacio habla convertido a Pipino en
elegido de Dios, ahoia el mismo papa, intérprete autorizado de la
voluntad divina por ser el sucesor del principe de los Apóstoles,
hacia de la familiacarolingia la designada especialmente por Dios
para gobernar al pueblo franco.
Con todo, muchos aspectos quedan oscuros en este asunto. La
misma fecha de la consagración de San Dionisio se presta a contro
versias. Algunos la sitúan en el verano del 75A en el mes de julio.6,1
Peni lodo hace pensai que tuvo lugar en la primavera loque supone
ya varias semanas de negociaciones. Pero, más aún que la fecha
seria deseable conocer la naturaleza y la forma precisa de los com
promisos a que se obligaba el rey franco, a cambio del apoyo que le
proporcionaba el papado. Nos gustaría también saber en qué
atmósfera se desarrollaron conversaciones tan decisivas para el
porvenir de las dos partes. Por desgracia, desde que el Soberano
Pontífice penetra en el territorio de la Galia. comienzan las oscuri
dades. Los honores que se dispensan a bs lebatí II cuando llega a
Puntillón no revelan un protocolo inusitado hasta entonces y que el
biógrafo pontificio señala con visible complacencia. *- Pipino >alió
al encuentro de su augusto visitante hasta tres millas de dislan-
CIüiici!,! pn£s Jt,S-46fi Sulire til julerticitl.nl Ji'l lexio, ver baiiüOI. cll Le
nioyntagtf,? *sor ic. I. X X V III i l'J27t.pj‘gs 1'2-tSl.v L Lcóllaiu. en I;. ftihlíutkthjue rfe
I ftflíc ,lc\ Chufles, l. t X X X V III (I*):?), p íp . 20 41
Véjsc I LcvilLiitv l.'unneuiem ¡lf ln ilyn.islie towllugioiue ,vei nOI□ 5-11que
pmpa:ie.;Kteni.is.jiar.i imlns losacomecimlcmoí ile losarlos mucnitinlngiíi
nueva. Lie ella Ut-vrcpamos tinuiameiiialineme.
11 Lthpr ¡w t’.ijksllii. I I. piiu 44'
cía de su palacio, cuando vio a Esteban II. descendió delcnhallo y se
arrodilló liuinikleincme junto con su esposa, sus hijos y los grandes
personajes de su séquito: luego, en señal de respeto, caminó a pie a)
lado del papa, que iba a caballo, y. por algunos momentos, sos
tuvo la brida de su montura, coo si fuera un simple eseuder del
pontífice.
Pero todavía no hemos llegado al cabo de nuestro asombro. En
el oratorio real ríe Ponthion. en donde tuvieron ambos su primera
conferencia, e! papa —según dice su biógrafo— recibió la promesa
de Pipi no bajo le de juramento, de entregarse «por todos los medios
a la tarea de restituirle el exarcado de Rávena. asi como los derechos
y territorios de la república», Pero inmediatamente se nos ocurre
preguntar, ¿a qué restituciones ha querido referirse el pupa?¿Es que
no pertenecían al emperador aquellos dominios?
Y al llegar aquí hay que incluir en el expediente un documento
cuyo origen Ira producido desde hace siglos constantes controver
sias entre los historiadores, pero que tiene todas las probabilidades
de haber sido llevado por el papa Esteban II en su equipaje pata
impresionar al principe franco; no referimos a la falso dtmneióii de
Constantino.*1En virtud de esta acta,sobre la que existen poderosas
razones para creer que acababa de ser redactada entonces precisa
mente. aprovechando diversas leyendas, por un falsificador al servi
cio de la Santa Sede, se atribula al emperador Constantino el
Grande el haber concedido al pontífice romano, en la persona del
papa Silvestre I. amplias cesiones: muchas de ellas, como vamos a
ver resultaban extremadamente oportunas para aquel momento en
el que. lanío dentro del oratorio de Ponthion como en la capilla de
San Dionisio, Pipino y el sucesor del papa Silvestre. Esteban II. se
ocupaban de vincular mutua mente sus destinos.
t'l acta tiene amplias dimensiones, ya que está contenida en
unas ocho o diez páginas de gran tamaño. Comienza con una larga
evocación de las circunsiancias que llevaron al emperador, cuando
fue curado milagrosamente de la lepra, a abjurar d d paganismo y
abrazar la le cristiana, en la que le inició el mismo papa Silvestre, y
en reconocimiento de todo lo cual, Flavio Constantino, reveren
ciando en San Pedro «ni vicario del Hijo de Dios» y en los pontífices
íl)
romanos «a los representantes del principe de los Apóstoles»,
declara su deseo de asegurar a estos últimos que deben su principado
a la Alia Voluntad de Oíos, un poder m¿s amplio que el que él
mismo posee como emperador por indulgencia de los hombres
Ansioso, en consecuencia, de irabajnr en la exultación de la Silla de
San Pedro, decidió «reconocerle el poderío, la dignidad, los medios
de acción r los honores imperiales, es decir, el primado sobre las
cuatro sedes principales de Antioquia. Alejandría. ConsiuntinopJa
y Jerusalen, asi como sobre todas las iglesias del universo culero». V
iie aquí, de pronto, establecida, por un acto solemne, la primacía de
la Sede de Roma, y a los oíros patriarcados, incluso el de Consumii-
nupht. que en el siglo Vil era inspirador de la política imperial, redu
cidos lodos ellos al rango de simples agencias ejecutóos.
A esta primeia concesión agregó Constantino el regalo del pala
cio de Letran y de la iglesia de San Pedro del Vaticano: el derecho a
queel papa llevase la diadema y las insignias imperiales: clámide de
púrpura, túnica escaríala, cetro y bastón de inando: el derecho a la
misma escolta de caballeros «que acompañan la gloria imperial»; el
poder de «crear patricios y cónsules»; y. en fin. y ésta era la más sen
sacional concesión, la soberanía sobre Roma, Italia y hasta sobre
lodo el Occidente:
«A fui de que en nada sea despreciada la dignidad pontificia, sin» que recital
honor) clona y tenga xiin mayor poderío que la dignidad del imperio Icrresl re. d cim
illos al bicnnvenniiado pontífice. mustio Suniu PaJrc Silvestre. papo iifmci».il.y le
entregamos, tamo a él como a »us sucesores, no sólo nuestro palacio cilailci (el de
I ctráiil. sino lo ciudad de Koma.y con ella (oslas las provincia*, lodas las localidades,
ludas las ciudades, tamo de inda Italia como de todas las regiones occidentales y. por
una 'lime decisión de nuestro autoridad imperial en virtud de ene edicto sagrado v
de esta piaginálica, las reconocemos corno de plena propiedad de la Santa Iglesia
romana par* que disponga de ellas a perpetuidad. También lientos juagado conve- -
niente transferir nuestro impelió y el ejercicio de nuestra autoridniJ a las regiones
orientales, erigir en la provincia de B¡¿Hncio.en lugar panieularmentc favorable, un.)
ciudad que llevará nuestro nombre y establecer allí miestrn imperio. Pues donde el
principado de los sacerdotes y la capital de la religión cristiuna lian sal» institui
dos por el I mperadoí celestial, no es justo que el emperador terrenal ejerza su
poden».'
U
(.omu vemos, esle documento, no sólo en su conjunto señalad
origen dei significativo protocolo adoptado en Ponthionoal menos
presenta estrechas vinculaciones con ¿I. sino que explica también. y
pretende justificar, las reivindicaciones territoriales de Esteban II. y
parece efectivamente que constituye el perentorio argumento desti
nado a vencer, llegado el caso, las vacilaciones del rey franco. Argu
mento lanío mas necesario cuanto que Asiolfo no temió luiccrsalir
del claustro, en donde vivía retirado desde el 7-47. a Carlomán. her
mano de Pipino y. sin pérdida de tiempo, enviarle a la Dalia para
combatir allí la propaganda pontificia, recordando a los francos las
grandes ventajas que para ellos tenia su tradicional alianza con
los lombardos. ”
Apoyándose sin duda también en la Donación d eC a n M a n tin o , en
ocasión de la consagración realizada en San Dionisio, añadió d
papa Esteban un signo honorífico suplementario a los que ya habla
concedido a su huésped para ganar su favor: en uso de una de las
prerrogativas que la falsa acta imperial concedía al Soberano Pontí
fice, vemos que Esteban cotillero al rey Pipino y a sus hijos el titulo
ile «patricio de los romanos»: desde entonces las epístolas que le
dirija la curia llevarán, en electo, el siguiente encabezamiento: «A
los señores nuestros muy excelentes hijos el rey Pipino,., Ciarlos y
Carlomán. los tres patricios de los romanos...»
Este pomposo titulo de patricio de los tómanos.cuyo valot prác
tico se mantenía en un misterio, significaba, lo mismo que sucedía
con la consagración, el pago anticipado de un pacto lormal que el
Soberano Pontífice creia firmemente concertar con el principe
franco. En Pomhion nada se habla pteeisado entre ambos, limi
tándose a un contacto inicial: pero después las negociaciones
prosiguieron en sentido favorable al papado: Pipino rompió defini
tivamente con Astolfo al hacer detener a Carlomán, poniendo fin a
sus intrigas: además dio oiden de encenarlo pata sietnpte en un
cenobio, en donde iba a monr pronto: *1luego el rey franco adoptó
una actitud más resuelta al prometer que iría a la cabeza de sus ejer-
ciiprs pata arrancar a los lombardos y rc.aútiir al papa un extenso
territorio recientemente conquistado por Astolfo: filialmente, en el
mes de abril del 75-4 con ocasión de una asamblea reunida en
Quierzy. junto al Oise. delante del papa, se comprometió solemne
mente a obligar a los lombardos, hasta por la fuei/a >i era menester
Ltbtr poitnficitlii. I. I, pag, 444, Anii<i!t s n n v itf. versión aircglada. uño 7 \ ', cd
Knr/e. pjp. 11 Nosotros seguimos t» cronología de Hóhiuer- Mülilhaeher, n J "M: sin
embargo sólo tiene.i >u lavorel ser nuis verosímil. El recopilador de raya
te' (p.lg 11 de In ed kurre), sitúa la asamblea de Quicrzv ames de la consagración >
peinen eslo no hice sino inlciprctnr de manera discutible el ir.ik i nnalisiu prinmivii
arreglándolo l’nresio. también nqi>i. nos separamos del sisiema cronológico defen
dido peí l.cullnm en el aniculo c ilado \upru inola $4i
I iher fwiiri/ictili!. I I , pjg. -W$ (biografía Je Adriano ll
1 Monseñor Salteeen una serie de artículos publicados en el HuíUlin ¡/rliilCrnJnn-
ithgicuic do TiuiIikiw Snliei (L ) « La leeture d iin Icvlc et tu enligue eonieniporainc.
I es pul le mi ues promesses de Quicial (774) el de Kouiei774jd:ins le '.Lihcf pontifiea-
lis»cuelAir/to//¡ ilchlh'nitiirretilcutiaiqui'. pul1, por el Insiiiuto Católico de l« ulou.se.
año IÓ4IJ, pág*. 176-206; l ‘J4l, p;ig< 61-S5. llega h.tsia a firmar gue nunca Iml'o ■pro-
nie-a de (Juierzv.» y que |j uidia alusión que- se liacc J ella en el l.ih-rpr-uiifieiltf poi
■I biógrafo del papa Adriano (pasaje citado en ia «ola anterior) carece do valor Pero
cómo explica! en tul caso las cartas (cUadas en la unía siguí entejen las que el misino
p.v,'d L vichan II recuerda, poco después de (Jir.crzy > cu léiitiiuos formules, el acia de
donación que el rey franco había v.iscruiu’ii lavor de la Iglesia romana cor. nnleiiori-
dad a .su naje y liaiia ’
C oda Canil, C anas o. 7. 11,
Líber pomificdlL. i. I. piigs. 444-4¡o y. especialmente. 44S ihiogralij de ts -
leh.i.i 11>.
u
V. R n A l PZA DE 1)1 RPCHO D IVINO
74
este sentido muy general se creía Clon Irán apoyado para convertirá
pies en autor de su poder
Pero en lo sucesivo va a sei diferente. T_a misma persona de
Pipino y las de sus descendientes han sido objeto de una elección
divino.Tal elección tuvo lugaren la misma forma queco los días en
que Israel reclamaba un rov y plugo a Yahvólt designar personal
mente y hacer ungir, para ocupar el trono, primero a Saúl. luego a
David y luego a Salomón. Al gesto del sacerdote Samuel, derra
mando el sanio óleo, por orden de Dios, en la cabeza de Saúl o de
David venia a corresponderse el de San Bonifacio y luego el del
Soberano Pontífice, haciendo olio lanío con Pipino y con sus hijos.
Podía, pues, el carolingio decir ul Señor, como Salomón: «Tú me
escogiste para rey» ¡tu elegisii me rege)»)'.' o como para Saúl o para
David, «el Espíritu de Yallvch lo hundió»: él es su mandatario. Si
ninguna de las actas de Pipino. que se conservan en d original, lleva
lodnvía w la fórmula «rey por la gracia de Dios» iDeigratia rex Fiun-
corum). que regularmente van a emplear sus sucesores, el concepto
que tal fórmula contiene, se expresa ya en ellas varias veces: «Con la
ayuda del Señor que nos lia colocado en el trono...»11 se lee en el
encabezado de un acta del año 760: «Habiéndonos ungido la divina
Providencia para el trono real..» o bien: «Habiéndose realizado
enteramente con la ayuda dd Señor nuestra ascensión al Irono...».
según se lee en actas del 762 y del 768. ‘ Y no se trata depuras fórmu
las protocolarias, sino de la afirmación consciente y reiterada de
una doctrina cuya marca o señal va a llevar pronto estampada todas
las capitulares de los primeros carolingios \ según cuyo espíritu, el
rey de los francos, a partir de Pipino el Breve, ha recibido efectiva
mente de Diosla misión personal de reinar sobre el pueblo franco y
de trabajar apoyándose en éste, por el triunfo de la religión d c ‘
C risto.*
LA OBRA DE PIPINO
*' -ir,nalc^ n/wiUt. arto 775; Continuadores de Fredegario. 37. Cf. Levillain. /.Vn>-
nemit de la dvnasiie carel, i «ola 54). pií» 34 y híjív que anuí se separa, acertadamente
en nuestra opinión, de la cronología tradicional.
aquel negocio ni tenia entusiasmo por una empresa que de prolon
garse podía poner en peligro su propia situación dentro de sus Ksla-
dos: por otra parte no podía conlai con los recursos militares más
allá <le las semanas que determinaba la legislación, ni con ei con
cluso de sus fieles, a quienes noimeresaban los asuntos pontificios:
por ello se contentó con el compromiso que adquirió Astoll'o. bajo
juramento, de que evacuarla el exarcado de Rávena y algunas otras
conquistas recientes o al menos no exigió de él sino la ilusoria
garantía de cuarenta rehenes: después de esto, con la conciencia ya
tranquila, hizo conducir al papa hasta Roma y regresó al reino
fi anco, donde debió estar de vuelta como muy tarde al comienzo del
verano del 775,
Pero con todo aquello no estaba eximido de su obligación, ya
que la promesa que había hecho al papa de ayudarle a contener a
los lombardos estableciéndole en lus territorios, cuya posesión creía
el pontífice, con razón o sin ella, necesaria, como consecuencia de la
inhibición de los emperadores, no podía considerarse como cum
plida mientras Aslolfo no la realizara. Ahora bien, apenas había
Pipino regresado cuando ya el rey lombardo, olvidando sus jura
mentos. se negaba a ceder nada.y el papa se veía obligado a recono-
ccrel Iracasode la política seguida por su aliado, en su intervención
al sur de los Alpes.
Las cartas que le dirige, sólo unos meses después de la capitula
ción de Pavía, rezuman la más amarga decepción. ¿Qué significa,
pues, para Pipino y sus hijos, el acto realizado por el Soberano Pon
tífice en la ceremonia de San Dionisio, cuando «San Pedio» no ha
obtenido «justicia» después de la brillante victoria con la que. sin
embargo, galardonó el lodopodeioso a las armas Iranías? " ¿Al
«ungirlos como reyes» no les ha dedicado al servido de la santa
Iglesia y no les confio el mandato de obligara restituir loquesedebc
al Principe de los Apóstoles?1,1 ¿No se obligó Pipino a ello en un
diploma firmado por su mano?*- Ha sido vano que padeciendo el
papa un largo y penoso \ ¡aje. fuese desde Roma «a depositar en sus
manos, por orden del Señor», aquella causa sagrada entre todas: ya
desembarazado de toda influencia, Astolfo «se ha negado a restituir
a San Pedro la más pequeña pulgada de terreno» y su negativa está
impune. Y he aquí que pronto reanuda su ofensiva. A comienzos
sg 1.1 los ic.oos ciltdos en Bolinicr-Mnlilbnchcr. n.'- ’N, 7h>'i. que iia> qur corre
gir. trn.ua m oa lücrcnoloywi. ilc licúenlo con el tm iculo JeL evillam eiiadu en tu nocí
■interior.
v" C'ui/cv t ittot.. c.iriu ii.« t
hlt'm, n " 7.
Jifa tu, n.m tí i "
« Itkm. ii “7
38
Je enoio del 756, acampa delante tic Roma. Después de apoderarse
Je localidades situadas en «el patrimonio de San Pedro», es decir,
en los dominios particulares de la Iglesia romana, cerca por todas
partes la capital de la cristiandad, en cuyos alrededores, escribe
Esteban II. sus Iropas multiplican las profanaciones de iglesias y de
monasterios, los pillajes, las violaciones, las matanzas. Se llega
ahora, según él. a que «los lombardos desdeñen y menosprecien a
los francos». «¡Qué vengan, pues, exclaman, que vengan a arranca
ros de nuestras manos!» ¡Asi es escarnecida la alianza franca y. a
pesar de la gravedad del momento. Pipino no actúa!01
ti llamamiento del papa se hacia cada vez más apremiante, y
hasta suplicante. En nombre de los dos jóvenes herederos del trono
franco, a quienes considera, por la consagración que les impartió en
San Dionisio, como hijos espirituales suyos, y que no son menos
dulces a su corazón que al de su padre. Esteban II —aunque no sea
sino para evitar que llegue un día en que la desgracia se ahata sobre
ellos— conjura a Pipino para que vaya a socorrerle, ya que de oirá
manera el rey carolingio se expondría a una penosa sorpresa
cuando en el día del Juicio, rodeado de San Pedro y de oíros apósto
les. le pilla el Señor cuenta de sus actos: «No te conozco», le dirá
entonces, si no obtiene ahora su apoyo, «no te conozco, pues no
socorriste a mi Iglesia, no hiciste nada para defenderla a ella y a su
pueblo en peligro».c< Una demanda igual fue dirigida al pueblo
franco. “ y. para conmover más intensamente los espíritus, la canci
llería pontificia, recurriendo a la prosopopeya, adjunta al expe
diente Je tan insistentes ruegos una caria, todavía más apremiante.9:
por la que San Pedro en persona reclama un inmediato auxilio de
Pipino y de sus hijos:
i-..¡Vosotros, que sois mis litios adoptivos, i en ida arrancadle manos de misenc-
migos a mi ciudad de Roma y al pueblo que me íue confiado por Dios: venid u prote
ger del contado de estas gentes, el tugaren donde reposa mi cuerpo: venid ¡i lilrcrntu
la Iglesia fie Dios, expuesta a las peores li.rnicnlis. a las peores opresiones a causado
esc abominable pueblo lombardo' Vosotros j quien lamo amo. estad seguios que.
entre linios los pueblos, el de los francos me es particularmente querido Asi o; con
juro a hacerlo y os aconsejo a ello, ¡nh reves crisli,lilísimos' Pipino. ( arlos > Cario-
man. y lo mismo n cuan los pcrlciieven a) orden sacerdotal, obispos, abades, sacerdote-.,
intimes v a los duques \ cundes, y al pueblo franco todoenicro. dad le a mis cvlioiia-
ciimescomosi isUiwera ni la entre vosotros vivo s presente, puesquesi no me veiseu
carne y hueso, esloy nbi cu espíritu. Y, junta mente conmigo, también nuestra señora
la nudrede Dios, la Virgen Mari», os conjura, os aconseja y os ordena, asi como ioJj
la rtiiliciacclesiinl de mártires y confesóles de Cristo, para que tenga i> piedad i!e esta
IJc/n. n ' S,
IJ: /i/i'IH, II" S.
litan, n ■' 9.
' ¡ílt'ni. n " Ili
1\>
dutluil ttf KuinJ. que Dios me ha confiado y de! rebaño del .Señor que .lili pjce y tic la
Sama Iglesia que d Señui me dio tu guarda. Sin perder un Inslanie. \cnid en su
defensa y lilvracion d" las imninsilc los lombaidosque las alocan, para evilarque mi
cuerpo, que sufrió el maní rio por Nuestro Señor Jcsuerisloy el lugar en donde reposa
por la vninnidd de Oios. sean mancillarlos ■su tonracluy para que mi pueblo no sea
ya más tiempo desgarrarlo v asesinado por esta genio lombarda, hacinainienio d<
perjuros y de transgresoresde las divinas Escrituras. Conoced a mi pueblo romano
dad u Nuestros hermanos el apoyo de Unías vuestras lucirás pare que vo. Pedro aj'ós-
lol, pueda, al colocarlos bajo mi protección,.. concederos como recompensa las feli
cidades eternas y las alegrías infinitas del Paraíso
lApi estiraos. pues apresuraos! Por el Oios vivo. por el Dios Verdadero, os lo
ruego, os los suplico; acudid en nuestra ayuda, antes de que vuestra madre espiri
tual. la Sama Iglesia de Dios, por la que esperáis alcanzarla vida eterna, sea humillada,
invadida, violada, mancillada, por los impíos. Os conjuro a ello, mis amadísimos
hijos adoptivos, por la yieiii del Espíritu Sanio, os conjuro a ello en nombre de Dios,
creador de todas las cosas., y. conmigo. Pedro. z\pó.sialde Dios, os conjura líimbitín
la .Santa Iglesia católica y apostólica que el SeíkoT me ha con liado, para que no dejéis
perecer esia ciudad de Roma, en donde el Señor ha colocado mi cuerpo, esla ciudad
que El me ha con liado y que El eligió corno fundamento ele la le
Ya estáis advertidos, Si obedecéis pululamente, seté-i.s por clin leiútnpcnsados
con lurguc/a: no sólo mi apoyo os permitirá triunfar en csin vida de iodos vuelto?
enemigos, sino que después de una larga cylstencia.cn la que disfrutareis vlc los bie
nes de esla tierra, os asegurará, en rl otm mundo, el beneficio de una vida cierna En
caso contrai iu —y no podemos creerlo— <i si os retrasáis.,, sabed que en el nomine de
la Santisirnil Trinidad y pot la gracia del apostolado que me ha dado Nuestro Señot
Jesucristo, vuestra desobediencia a mis evliotucioncs os valdrían ser separados «leí
temo de Dios y de la vida eterna.»
lu
volver a colocar bajo la autoridad de Bizancio el exarcado de
Kavcna perdido el arto 751. Ya no le era posible al rey franco desco
nocer en e! supuesto de que la hubiera olvidado, la verdadera situa
ción jurídica que tenia que afrontar, pero el biógrafo pontificio, poi
quien conocemos estos detalles, afirma que ei franco acogió como
se merecía la proposición imperial, es decir, negándose categórica
mente a «arrebatar a San Pedro lo que con anterioridad le había
ofrecido».
I n efecto, una vez que Aslolfo capituló, no sólo se puso en vigor
el tratado del 755. con la obligación por parte del rey lombardo de
entregar una indemnización tic guerra } nuevos rehenes, sino que
Pipíno. si hemos de seguir creyendo al biógrafo pontificio, hizo
redaclai inmediatamente un acta en la que se hacía «donación per
petua a San Pedio, a la santa Iglesia romana y a lodos los pontífices
que en lo sucesivo ocupasen la Sede apostólica», de todas las ciuda
des y todos los territorios que el rey lombardo se Itabia comprome
tido a evacuar el arto anterior y que irla a recibir en persona el abad
de San Dionisio. Fulrad. en representación dei rey franco. Y asi
sucedió. Ful rail hizo su entrada en Kóvena y en Comaccbio en el
exarcado, en Korlimpopoli, Cesena. Rimini. Pcxaro. I ano. Siniga-
glia, San Marino. Montefeltrolhoy San Leo). Urbino. Icsi y en tieso
eualru plazas o aldeas de la Penlápolis; también se hizo entregar
Ciubbio. al norte de la Umbría, y en los confines del ducado de
Roma y de la Sabina, la pequeña población de Narni que As tollo
había ocupado, poi sorpresa, al papa un poco antes. '** Lr lodos los
lugares el abad de San Dionisio exigió rellenes, luego lite a deposi
taren la tumba del Príncipe de los Apóstoles las lias es de las ciuda
des entregadas junto con el acta oficial de donaáott extendida a
nombre de Pipíno.
Lo mismo que sucede con la promesa inicial hecha en Quietzy el
754, 'll tampoco podemos precisar el contenido de este documento.
Aunque el biógrafo oficial de Esteban II declare que en el momento
en que escribe (entre el 757 \ el 759). el original del mismo se guar
daba ven lo* archivos de la Sania Iglesia rom ana»." hay que sCrta-
lui que. al igual que con la promesa de Quietzy. aunque la Santa
Sede se haya referido continuamente a tal documento en los siglos
VIH y tx. siempre mantuvo secreto su texto, que ha desaparecido.
,'.Había Pipíno hecho suponer al papa la evacuación por los lom-
41
bardos, en beneficio de la Iglesia romana, de oíros territorios ade
más ile aquellos de que se había apoderado Asiolfo después de su
ascensión al trono y de los que se liizocargo Filtrad? P.l curso de los
acontecimientos hace pensar que inlencionalmeiuc fueron dejados
sin precisión estos extremos en el acta oficial y el papado no dejaría
más tarde de aprovechar esta vaguedad. Pero Pipmo, pot su parte,
estaba convencido de que podía regresar de Italia (hacia julio del
756) con la conciencia tranquila, pensando que una vez hecho
cargo, jio i los buenos oficios d e Ftilrad. de los territorios deseados,
el gobierno pontificio quedaría desde entonces capacitado para
dedicarse por si mismo a sus propios asuntos.
II. M E D IA C IO N DE P lP lN O EN IK I I I REY D E S IP H R IO
V I I PAPA PAl.'LO I
4.7
Pero ¿qué valor tenia esta nueva promesa de Desiderio? ¿.Man
tendría su palabra? Por otra pane, ¿estaba dispuesto el rey lia neo a
velar por su cumplimiento? P.sio era lo que solicitaba de Pipino
Esteban H. a comienzos del año 757, en una cana un píreo embara
zosa ''en la que. expresándole su gratitud entusiasta por !a obra rea
lizada y saludándole con los lisonjeros tirulos de «nuevo Moisés» y de
«nuevo David», le explicaba que la promesa hecha por Desiderio se
refería a territorios que eran en realidad inseparables de aquellos
otros consignados en el acta de donación, que Fulrad había deposi
tado en la tumba de San Pedru; que tanto unos como otros siempre
habían estado hasta entonces sometidos «a la autoridad de un tínico y
mismo señor» y que. por con secuencia, esperaba el apoyo y vigilancia
del rey franco, para que efectivamente le fueran entregados.
El hecho es que Desiderio no parecía darse mucha prisa para
cumplir su promesa. Habla podido, efectivamente, el papa entraren
posesión de los territorios de l aen/a \ de F errara;l(I' peroen cuanto
alo demás. Desiderio subordinaba su entrega a loria clase ríe condi
ciones. que Esteban II juzgaba inaceptables ) durante meses y
meses iba Pipino a verse asediarlo de reclamaciones sobre aquel
asunto por parte de Paulo 1. hermano y sucesor de Esteban II. quien
había muerto el 26 de abril del 757.
Un diluvio de cartas se abatió entonces sobre el rey franco para
empujarle a una nueva intervención en Italia. No sólo deja Deside
rio ríe cumplirsii promesa, le escribía Paulo, sino que se permite
atravesar la Pentápnlis para ir a la Italia meridional a someter a
obediencia a los duques lombardos de Spolelo y de Benevento, y el
papa se indigna de que se atreva a atacarlos “'cuando han manifes
tado la intención de pasar al campo pontificio.11 Además, las
comunicaciones por tierra están cortadas de nuevo entre Roma y el
reino franco y el papa tiene que recurrirá la astucia para informara
Pipino de la situación, llegando, incluso, para despistar, a enviara
través de las lincas lombardas un informe engañoso en el que elogia
los merecimientos de Desiderio. mientras por la vía marítima
dirige otro auténtico plagado de acusaciones contra él. 1
Pero esta vez, Pipino se resiste a dejarse arraMrar y trata de saín
del asunto por medios diplomáticos. En abril del 760, dos plenipo
tenciarios de calidad, su hermano el obispo de Ruán. Remigio, Vel
44
Hizaiicio. u fin de llegar. también por aquel lado, a mi acuerdo pro
visional sobre los mullí pies problemas suscitados por los asuntos de
Italia. 1:1
46
Pero ios más serios obstáculos para el triunfo de su autoridad los
encuenda Pipino en la Galia. Si entre los años 7S2 y 759. logra
hacerse dueño sin mucho esfuerzo de la Scplimania. recuperada
finalmente manos de los infieles gracias a la colaboración de la
población gótica.1,4 necesita realizar todos los años, desde el 760 al
76«S. con excepción del 764 y del 765. duras campañas cu Aquitania
para llegar por fin. a convertir en provincia la mayor parte del
extenso conjunto territorial comprendido entre el Loira, el Océano, el
Gnrona y los Cevennes. Y pese a todo, sólo se trata de una asimila
ción muy relativa, ya que los aquilanos se muestran obstinada
mente reacios a la penetración franca, tamo por el orgullo natural
de ser herederos de la tradición romana, como también por un
deseo de indómita independencia, en apoyo del cual los duques
nacionales pueden contar con el concurso permanente de los rudos
montañeses gascones, que constituyen, según dicen los cronistas. ’3'
lo mejoi desús tropas. Cuando era mayordomo del palacio, creyó ya
haberlos sometido Pipino en el curso de dos campañas realizadas
en 742 y 745 en compañía de su hermano Carlomán, 134 Ll duque
Ilunaldo se declaró finalmente dispuesto a «cumplir exactamente
la voluntad de Pipino». Pero esta sumisión sólo era aparente.
Perseguido por todas partes, fue junio al duque Wail'redo (o G aife-
ros), sucesor de Hunaldo. donde encontró refugio Grifón, suble
vado contra el rey.cn 748 ó 749 lwy pudo permanecer allí, al parecer
sin ser molestado, hasta el día en que, cuando intentaba pasar al
reino lombardo, donde proyectaba preparar nuevas intrigas, lite
apuñalado por un asesino. 114
Sin duda no fue único el caso de Grifón; Pipino reprochaba, de
manera general, a Waifredo el que abriese con gusto las fronteras de
su ducado para acoger a los francos desterrados: además le acusaba
por la falla de escrúpulos que tenía para usurpar los hienos y violar
los derechos de las iglesias francas en tierra aquitana; finalmente le
hacia responsable del asesínalo de los caudillos godos, que eran los
protegidos de Pipino. después de haberse posesionado este de la
Scplimania. I4“ Las campañas que realizó Pipino al mediodía del
Loira, desde el año 760 tuvieron por objetivo terminar con aquel
•17
irreconciliable adversario; cada arto. Pipino avanza más hacia el
interior del país: el arto 767. en el mes de agosto, tiene lugar la asam
blea general del reino en Hourges. un donde ha establecido una
guarnición desde el arto 766. y hasta se atreve a pasar allí el invierno
cun su esposa, El 768. lleva a la reina a Sai mes y avanza hasta las ori
llas del (iarmin. adonde llegan los gascones, que habitaban entre
los Pirineos y el rio, a rendirle pleitesía: luego se lanza en persecu
ción de Wail'redo. que finalmente muere asesinado. Desde aquel
momento puede decirse que la conquista de Nquilunia es un hecho;
una tras otra las principales ciudades del ducado lian caído en
manos del reí tranco, que situó en ellas guarniciones; sus condes
han ido sustituyendo por todas parles a los del antiguo duque; en
este momento Pipino cae enfermo repentinamente en Saintcs de
una dolencia que ya no le permitirá restablecerse.,'*1pues muere el
74 de septiembre del 768. ■‘-dejando a sus sucesores la tarea de reali
zar. hasta donde sea posible, la asimilación moral de una Aquitania
dominada, pero no conquistada aún para la causa curolingia.
IV Ü B R -\ RP1IC.IOSA
48
conducir a una completa subordinación de lodo el clero franca ¿i la
.Hilaridad pontificia; como «legado de San Pedro» (ntiwtis .timili
Ptiril. San Bonifacio se pioponia, en efecio rcslahlocercn la iglesia
tranca una jerarquía estricta que tuviera en su cabecera a arzobispos
directamente vinculados con el Soberano Pontífice y que recibirían
sus consignas de Roma. |U Se trataba de una concepción tan sencilla
como lógica, pero que no podía seducii u un principe celoso de su
propia autoridad. Así vemos que. después de haber aceptado en un
principio en el sínodo de Soissonsdel 744. la institución de los arzo
bispos exigidos por San Bonifacio. Ií5 Pipí no titubea poco despulís en
aplicar, u este respecto.el programa del representante pontificio; m¡is
aún. su celo se enfria tanto que San Bonifacio señala en su corres
pondencia la decepción que esto le produce '* y. finalmente, después
de haber conferido la sagrada unción, por orden del papa, al antiguo
mayordomo del palacio, abandona el reino franco sin propósito de
regresar. > va a reanudar su actividad evangelizado™ en la pagana
Irisia, en donde halla el martirio e! 5 de junio del 754.
No por ello abandona Pipino la causa de la reforma, pero susii-
iiiye el método radical de San Bonifacio por otro más ductil. que ha
de realizarse por etapas, a fin de no herir, al principio, ciertas cos
tumbres que le parece peligroso descartar inmediatamente, lis esto lo
que con toda claridad explican en su nombre los obispos reunidos
por él en el palacio de Ver. en julio del 755. Después de recordar que
«Je haber sido mantenidas en su integridad» hubieran sido su lie ¡cn-
les las reglas canónicas antiguas para asegurarla vida normal de la
Iglesiu. lo que no lia permitido lo desastroso ele los tiempos, declaran
que el propósito de su reunión es poner aquellas reglas en vigor, den
tro de lo posible. Sin embargo, agregan, «faltando el medio de resta
blecerlas en su integridad» el rev ha decretado, en principio, «que
fuera corregido parcial mente lo que él entiende estar hondamente en
contradicción con la Iglesia Je Dios»; después, «si Dios le concede
días serenos y épocas tranquilas» se dedicará a disponer un com
pleto regreso a los «santos cánones»; por el momento, «bajo la
fuerza de la necesidad», algunos Je ellos lian sirio soslayados. 111
4»
De ahí el carácter de las medidas acordadas por el concilio. Si
bien todas se dirigen a restauraren su plenitud las atribuciones del
obispo y la misma institución episcopal, fundamento de la organiza
ción eclesiástica del reino, aplazan para épocas más propicias el
restablecimiento de las provincias eclesiásticas y de las sedes metro
politanas. para limitarse a prescribir la provisional delegación de
obispos en las funciones metropolitanas.119Y ni una palabra se dice
ni do! título arzobispal ni de la vinculación directa de la Iglesia
franca con Roma por intermedio de esos arzobispos, tal como lo
deseaba San Bonifacio. En cambio, de todas las cuestiones objeto de
litigio, hay quedar referencia al rey y no a la Santa Sede, ya que es el
rey quien puede asegurar la disciplina estricta, especialmente en los
monasterios, asi como velar por el respeto de las reglas canónicas en
materia Je excomunión 1*'1Hasta un articulo prohíbe a los monjes ir
a Roma.sin autorización de su abad. Finalmente, si bien es verdad
que se prescribe la regular convocatoria de los sínodos, no lo es
menos que el marco elegido para celebrarlos es el de la monarquía, >
de las dos reuniones anuales prescritas, una deberá tener lugar obli
gatoriamente y eu presencia del rey. y la otra en una ciudad como
Soissons. en donde podrá ejercerse fácilmente el control real. "
l ales fueron las principales disposiciones que. de acuerdo con el
rey. creía poder poner en práctica el episcopado franco en el arto 755.
Las restantes sólo son un recuerdo de las disposiciones conciliares anti
guas. Todas se dirigen a la restauración del orden en la sociedad, tanto
civil, como eclesiástica, bajo la suprema autoridad del rey. í.No ¡rosee
este, ¡)or estar consagrado, un poder que lo coloca por encima de los
simples laicos y le convierte en su guia y responsable ante Dios? De ahí
las numerosas prescripciones relativas al matrimonio que promulga al
margen de los sínodos reunidos a lo largo de su reinado ;í': nada de lo
que se refiere a la disciplina moral y religiosa de su pueblo le es ajeno.
Asi. pues, no sólo en el terreno militar y en el político marca el
reinado de Pipino una etapa capital en la obra restauradora ini
ciada por Carlos Martel; en el momento en que muere el primer rey
carolingio (septiembre del 768). el reino franco da la impresión de
estar depurado y parece llegada la hora de aquellas grandes empre
sas que van a permitir a la joven dinastía asegurarse, en la Europa
de entonces, nn lugar destacado.
H Víase Capitul. I 1. n.' 14. p:ig. ?J iriv I 3. 5 .’ .S.S, ll) 11. U, |.t. n . ?|.
p.igs. 0 -5 ;
, ‘ 1 Mi ai. aits. 1 J. 5. ptgs 33-34.
' '■J Idem, nls 5, (t. <). 20. 22, p;i¡is, 34-31
1 ‘ hkm. an. 10. p.ig >5
Idem, .iil 4. p;ij¡. 34.
*■’ Víase ('iif.iiut. i t. n.*" |s ) lo. pjps, 17-41
50
CAPÍTULO 111
M
metilo un átenlo examen tic los dooumciuos a nuestra disposición,
para el estudio ele los dos reinados conjuntos de Carlos y de su her
mano permite restituir aproximadamente los dalos que nos quedan
de aquel reparto '
Del estudio de esos textos se deduce que. en ve2 de lener en
cuéntalos últimos precedentes de oirihu ira cada uno de los copartí
cipes regiones muy distintas —Austrasiu, Neusiria. Aqtiiiania. ele.—,
de manera que formaran lotes territoriales claramente separarlos
por si mismos. Pipino se propuso iodo lo contrario al yuxtaponer lo
mas posible y den tro de las mismas regiones los reinos de sus dos
lujos, cuyas dos capitules —Noyon. para Carlos y Soissons, para
Carlonián estaban dentro de Neustria y próximas una a la otra,
como ya había sucedido en los dias de los primeros merovingios.
Los territorios adjudicados a Carlos estaban dispuestos en un
extenso arco de circulo rodeando los que Pipinu había resentido
para Gnrlomán. I Desde la extremidad oriental de Furingia v desde el
norte de Fiisia. hasta la Gascuña.contenían todo el nordcsle de Aus-
trasia, con el valle del Main, las legiones del medio Rin, 1 ieja. Ilers-
tal y las Antenas, cima de la familia carolingia: continuaban por
Ncustria.cn donde Carlos recibía lodo el espacio comprendido entre
las costas del mar del Norte y de la Mancha basta los confines breto
nes. ile una parte, el üise y el curso inferior del Loira (desde los aIre
dedores de Ton rs. sin duda), por la otra, y porlu Aquilania, de la que
quedaban en su poder iodo el litoral y la mitad occidental. Carloman
recibía el resto, es decir, el Macizo Central y el Languedoc, compren
diendo la provincia narbonesa n Septimania. la Provenza. Rnrgoña,
la Ala inania, Alsaciu y las partes de Ausirnsia, propiamenlc dicha, y
de Neusiria no comprendidas en el reino de su hermano,
No debe excluirse, por otra parte. Ja posibilidad de que este
reparto, bastante desconcertante, haya tenido por objeto obligar a
los dos sucesores de Pipi no a itianiencrenire ellos un contacto más
intimo y, por consecuencia, frenar las fuerzas disociadoras que lan
intensamente habían actuado cu el reino franco, desde el siglo Vil
hasta los días de Carlos Mattel. También cabe pensar que la heren
cia que se dejaba a Carlomagno tenia por propósito darle el domi
nio de las más importantes regiones, colocando en realidad a su
hermano en una posición de inferioridad y a m i discreción; pero la
experiencia iba a demostrar que la colaboración con Carloman era
difícil. Algunos meses después de su ascensión al poder y con
lv F slü Kihor lúe ceoJi/ihla cur. niaiur u mer.or acierto por Oclsncr. AV'i/'in.Oel-
ncr. «J.di (buche retes frankischcn Roches ar.iei Kúmp 1‘ ippi» >tLeipzig 1371. In-íí ^i
apéndice X V II. \ poi Abe! y Sitasen. AaW <ier <r<v i, i. p:ips. I-J-Ju.
1" Crine de I nvlceirin,
motivo de una rebelión en Aquitania. en donde los dos hermanos,
que cada uno reinaba sobre una mitad de la provincia, estaban apa
rentemente obligados a conjugar sus esfuerzos.se demostró i niprac-
ticable aquel sistema de gobierno dual. Los autores contemporáneos
sólo hablan encubiertamente de la mala inteligencia de Carlos con
Carlomán: pero mío de ellos, aunque se trata de un eclesiástico, no
vacila, inmediatamente después del fallecimiento de Carlomán. en
felicitar a C tirio magno por no tener que contar ya con la hostilidad
de su hermano, a quien Dios lia querido llamar antes de que
hubiera derramamiento de sangre.Itf'
l:n efecto, el 4 de diciembre del 771 una muerte prematura arre
bataba a Carlomán 1,1 y permitía a Carlos —una vez separados los
dos hijos menores del fallecido |í,:— ser inmediatamente recono
cido como su sucesor y reunir en sus manos la totalidad de los terri
torios procedentes de la herencia paterna. '*■
ti acontecimiento no podía pioducirse más oportunamente
pues tanto en la Galia como en Gemianía los resultados logrados
por Pipino no se habían demostrado torios igualmente consolida
dos. llasta la Aquitania. que.se creía pacificada en el 768. una vez
desaparecido Waifredo, se hahia sublevado nuevamente.como aca
bamos de decir, a comienzos del 769 bajo el caudillaje de un ¡eleque
los analistas llaman Humilde (o Hunaudo) v que. sin duda, no era
otro que el antiguo duque, padre de Waifredo. eliminado quince
años antes por Pipino. IMEscapado del monasterio en donde había
sido obligado a encerrarse entonces, no pudo ser dominado en el
769. sino por la decisión \ la rapidez con que intervino Cai los. que
se lanzó a su persecución, sin dar siquiera tiempo para reunir un
ejército numeroso ni retrasarse por la iuercin o el abandono de Car-
lomári. 1(4 Aun asi tuvo Carlos que avanzar hasta los confine; de
Gascuña, en donde se hahia refugiado Munaldo junto al duque
Lobo, entonces prácticamente independiente. x amenazar a este
último con una invasión, para conseguir que le fuera entregado el
rebelde. ' De esta manera iodo el territorio de Aquitania fue sorne-
údo a la obediencia, y la muerte de Carlomán. que venia a colocarlo
tic nuevo bajo una autoridad única, iba a facilitar la pacificación.
Pero es lo cierto que aun después de esta rápida y decisiva campaña
16,1 t a n a <le C am ilo, en las Episrolnc. i. IV. p¡lgi. 502. CT Abel \ Simson. ? I.
págs. 3fv37.
u Roluncr-Mulilbaetiei. n * l.lOü.
I(" Abe] y Sinisun. l. I. p:íg. IU2-I04.
I(-' nohmcr-Muhlt’iichcr, n.J I-Cu
||J Abe! y Simson I. I. púg. 42. Ri>hiner*Mülill\U‘lier. n l.'3é
" ¡<¡nt/h\ n/i u¿.i, aflo ‘■(W, p.ie 2S.
k< iilo». págs ’ v y 31): el mismo icxlo arreglado, págs ■) y ti
dd 76Ú. Aquiiania iba a dar todavía a Carlos baslarites pteociipneio-
nes para que esle esperase hasta el 778. según dice un cronista, gene
ralmente bien informado. 14 para ir sustituyendo poco a pococn los
cuadros administrativos a las genies d d puis. por trancos y que se
creyera, poco después (781). en el caso de la obligación, para suavi
zar susceptibilidades locales, de convertir aquella provincia en un
reino particular, aunque subordinado Intimamente a su autoridad,
en beneficio ¿le su hijo Luis, aún menor de edad. '■**
ss
que entre los francos so castigaban con la pena Je muerte, fcsla sen
tencia fue pronunciada electivamente por la asamblea, pero Cario-
magno la conmutó por la de prisión perpetua en un monasterio y la
extendió al hijo del culpable: mejor dicho, para respetar las formas,
el duque y su heredero, indultados por el rey. quedaron autorizados
para ii a hacer penitencia perpetua en habito monacal, Tassilon a
Jumiéges y Tendón a San Maximino de i re veris, mientras sus prin
cipales consejeros eran desterrados.
Lo que más sorprende en todo este asunto, es la longanimidad
de que. contra su costumbre, dio pruebas Cario magno hasta el final
con respecto a Tassilon Como país des ieja civilización, muy celoso
de su independencia, cristiano dc.sde hacia mucho tiempo. \ de
entusiasta adhesión a su casa ducal, naviera, debió merecer en su
opinión excepcionales cuidados: de ahí su prolongada paciencia \
las prudentes negociaciones que realizó con el papa, del que se
quiso asegurar la conformidad, antes de lanzarse a la conquista: de
ahi. también, su aparente ingenuidad del arto 787. cuando Ungió
creer en los juramentos de un duque reincidentemente perjuro; de
ahi que recurriera en Ingelhcim. el arto 788. a un procedimiento «Ies-
tinado a hacer brillar su justo derecho ante los ojos de todos y la acu
mulación de las pruebas de culpabilidad contra Tassilon: finalmente,
iodo esto explica también, que en el rehilo de los analistas oficiosos
se insista en destacar la generosidad de las decisiones del rey fraileo
y se tiña con un carácter de espontaneidad la retirada ai claustro
del duque r ’
Una vez conseguido este retiro monacal. C'arloniagnn tomó
posesión del ducado, mas no por ello dejo de mostrarse prudente.
Tal vez le incitaba a esto el peligro a\am. que ya se hacia sentir,
amenazador, en las fronteras Por eso tiene cuidado «le no herir el
amor propio de los basaros y se inclina a dulcificar las transiciones.
Desde la primavera o el comienzo del verano del 79!. hasia el otoño
del 703. reside casi constantemente en Ratisbona; allí icúne asam
bleas generales y parece perseguir con ello la progresiva asimilación
del pais, 1
Sin «billa eran miramientos necesarios y que ni uun asi emplea
dos. resultan suficientes para conseguir la adhesión de los habitan
tes. ya que. el 794. se cree Carlomagno cu el deber para asegurar un
indiscutible fundamento de su autoridad en el ducado, de sacar a
Tassilon del cenobio y llevarlo, vestido con sus hábitos de monje, a
* \nnalco reija.'o. .lint 7ss. p.i^i* SO « 82: Abel v Silicon. < I, png. O.’T
/(•/.•'i. afín 788. texto prinulili), p;k‘'. W y 82 ■ la a l k u r /r . le\lu aiiq'l.iile.
rag- 82
' Bñhtr.tfr-Mülilhaehcr. n.°‘ l i l i / a V
5(i
la asamblea general de Praclorl. para e|uc ante ella renuncie públi
camente y sin restricciones :i tojos sus derechos y a los de sus here
deros. Redactado en tres ejemplares, uno para el ex duque y los
suyos y dos para los archivos reales, el expediente de esta renun
cia 1se proponía establecer, de manera irrecusable, el derecho de
Cari oruga no y de sus descendientes sobre el ducado v sus depen
dencias.
May que observar aun que. todavía después de su incorporación
al Estado Itaiico. Bavicra fue mantenida no sólo dentro de sus limi
tes tradicionales, sino en toda su individualidad. Sin designar un
duque. Carlomagno delegaba para ella, como prepósito, ni gobierno
del país (üuiooriae praejh. fus), es decir, como gobernador, a uno tic
los condes más ilustres del reino, a su cuñado Gcroldo. hermano de
su esposa la reina Hildegarda, y los poderes deéste se extendían al
conjunto de los territorios reunidos, asi, a la corona tranca. 113Igual
mente se respetó la unidad religiosa del antiguo ducado. \ Bavicra
constituía una sola provincia eclesiástica, de la que el año 707 se eri
gió en metrópoli Salzburgo.1,1 Se hizo. pues, todo de tal manera que
se dio a los bávaros la ilusión de que el gobierno del rey Ira neo no
era sino la continuación del poder ducal desaparecido.
11 ni icxtucn lasí.n;'/«W(f«íi, l I, pjg. "J, u ’s. ai 1.3 yen tas Coiuiliu u m l.uml l
I. png lí'5.
'- liriM/ti , .iñu :'W. p.tn MIS; Abel v Siins.m 1.1, p.tn. M3 y < II piUv.
WM*).|
,v \ M v Sansón, i II. pa¡j,. H7-I W.
1 S<í tmtl.ii.-ti icfcrcncias y jusltlicudoncs rcspcein a este p a ra lo rn I Hal-
plicn, (¡ni. f <rin,¡tti> y.ir / /li'.'c.iv d, ( karknhtf&w. pág. 14S-C !S
Bajos y El ha. entre e l ! larz y el mar<lcl Norte y llega bun aun liadla el
Báltico por los confines del país danés. Sin duda, a este conjunto le
faltaba unidad, ya que estaba poblado de diversos grupos étnicos
frecuentemente de tendencias opuestas: al oeste estaban los vvcsila-
I¡anos, al este los osil'ulianos. entre ambos los angnanosy en ambas
orillas del l iba inferior los nordalbinginnos y los habitantes de la
región de Wihuíosle: pero indómitos en cuanto a la defensa de su
independencia, lodos ellos constituían un bloqueen cuanto la sen
lian amenazada. Y esto es lo que se produjo en los dias tic Pipinoe/
Brcxe y lo que iba a suceder muchas voces durante el reinado de
su sucesor,
Aunque evidentemente se imponía un cambio de método, las
primeras intervenciones de Carlumngno en Sajonia fueron aún de
tipo tradicional: simples demostraciones militares que no tenían
más objetivo que el de hacer respetar el poderío franco y ejercer
represalias, Sólo la fuerza de las circunstancias condujo al rey a
modificar su política y a preparar un plan de penetración progre
siva. a iin de evitar aquella constante rea nudación de intervenciones.
El arto 772. lecha de su primera campaña en Sajonia, aún man
tuvo, pues. C’arlomano la táctica habitual, y las operaciones se seña
laron por la conquista tle la fortaleza sajona de I Icresburgo. al norte
de la frontera, de hesse. por la destrucción del ídolo Irminsul y,
finalmente, por un avance vistorioso hasta el Weser. inmediata
mente los sajones se sometieron, entregando rehenes como garantía
de fidelidad. Pero al año siguiente, aprovechándose de que el rey
franco había pasadoaItalia.se lanzaron sobre el teiritoriode Hesse
y desde allí fueron a saquear la iglesia de Fritzlar. No tuvo mejores
resultados una segunda campaña délos francos el año 774: recorrie
ron de oeste a este el valle de Ruhr. franquearon el rio Weser en la
mitad de su curso y se internaron algo más adentro v luego las tro
pas regresaron a sus puntos de partida con los acostumbrados rehe
nes. Sin embargo, en esta campaña por el sur de Sajonia. lntbo un
hecho nuevo, el de dejar establecidas guarniciones en Syhurgo.
junto a Ruhr. y en Heresburgo. más al este.
No impidieron estas medidas, es cierto, un nuevo contraataque
sajón que se produjo el 77(i mientras Carlomagno se encontraba en
Italia; pero, en el verano, el rey franco replicó victoriosamente.
Muchos sajones fueron a Paderborn a hacer acto de sumisión y a
recibii el bautismo y hasta en el séquito de C arlomagno se liablaya
de sumisión general. Sin embargo, pura mayor seguridad, se dis
pone entre la frontera de I le.sse y e! curso del río I ippe una extensa
zona mil¡iai'O//J0rtY7 destinada a contcnei el enemigo. Es un nuevo
progreso preparatorio de operaciones militares de más ancho
aliento.
( on lodo, los sajones no se dejan ganar por el abatimiento Ln el
arto 778. al llamamiento de uno de sus más esforzados caudillos,
Widukin. pasan los westfalianos a la ofensiva. Fuerzan, por el oeste,
las fronteras del reino franco, saquean las inmediaciones del Rin por
la margen derecha, desde Deutz hasta Coblenza. remontan el valle
del Lahn y por I Icssc atacan por la retaguardia a los ejércitos de Caí-
loinagno. que con gran esfuerzo consigue rechazarlos. Fn el 779 y el
780, dos expediciones de castigo, una en los valles del I.ippe y del
We.scr y la otra por Oslfalia. llegando hasta el ücker por Oh rum, pare
cen suficientes para restablecer la situación, cuando, en el 782, un
gran ejéteito franco que atravesaba el territorio sajón para ira comba
tir al pueblo eslavo de los sorbes, en el sudeste de Turingia.es sorpren
dido y destrozado en las faldas del Stlntelgebiige. junto a las márgenes
orientales riel VVeser De los tres generales que mandaban el ejército,
dos —el camarero Adalgiso y el condestable Cieilon— y. con ellos,
cilantro condes «y hasta veinte personajes de la alta nobleza», según
contiesa un analista oficioso coetáneo, quedaron muertos sobre el
campo de batalla, los supervivientes se retiran en plena derrota.
I I golpe es duro: pero Carlos está firmemente resuelto a realizar
una terrible venganza. Personalmente acude con refuerzos, cae
sobre el enemigo y le. da alcance y lo derrota en Verden. cerca de la
confluencia del Wescry el Aller. en donde 4.500 sajones hechos pri
sioneros son cruelmente pasados por las armas. Widukin ya se
había dado a la fuga y sus compañeros de lucha dan pruebas de
estar desmoralizados
Sin embargo, se reorganizan, y desde el 783 al 785 prosiguen con
furor el combate. También Carlomagno se encarniza, el año 784
resuelve incluso invernal en aquel territorio, a fin de estar preparado
parala llegada déla primavera, 1.a campaña del 785 tiene por punto de
partida Paderborn. para donde ha sido convocada la asamblea gene
ral. y triunfa de las postreras resistencias. El mismo Widukin tiene que
capitular y aceptar poco después, trasladarse a Attigny, en plena Cíalia.
para prestar allí juramento de fidelidad y recibii con gran solemnidad
el bautismo, junto con muchos otros caudillos sajones.
Además de esta espectacular conversión, el rey franco, instruido
pot la experiencia, impone una serie de medidas draconianas, desti
nadas a prevenir cualquier otra deserción. Se promulga una terrible
capitular para im plantaren Sajonia la civilización franca v la reli
gión cristiana bajo pena de muerte. Sus artículos son de una sin
igual crueldad.
••Quien eulre pur l.i viulcncm en un.i iyksiti v. por lii tUClíU o el Imit*', ■ lleve
ciiak|incr objeto o porga luego al edificio, será condenólo a muerte
Quien, con menosprecio Je t cristianismo, rohüse respetar rinanto iiviinoriel n.i-
irsinn y eom.i carne Uníanle ella, será condenado a muerte 9
S9
I
60
síi jones,Carlomagno negocié con los caudillos westláliunos, a tigrili
nos y oslfalianos un acuerdo por el que se anularon las medidas
anteriormente decretadas. Al régimen de excepción instaurado el
785 sucedió otro de entendimiento, Fin primer lugar, Sajonia. bajóla
administración franca, fue asimilada a los restantes territorios del
reino franco; la constante amenaza de la pena de muerte quedó sus-
liluido por la normal tarifa de composiciones y mullas que, en el
derecho común de los francos, era suficiente para mantener la paz
pública, Vun articulo (el 9) llegaba a consignar que esta tarifa nose
modificarla sin el conocimiento expreso de los interesados.!w lira
un verdadero edicto de pacificación, y la experiencia demostró que
su propósito fue logrado, ya que west falla nos. angromos y ostfalia-
nus se mantuvieron en lu sucesivo como subditos leales del rey
carolingio.
Pero aún bahía que vencerá los sajones del extremo septentrio
nal, los de Wihmodc y de \o n lu l Fungia. Tal fue la difícil labor de los
artos 7*38-804. pues durante esos seis artos todavía los habitantes de
las dos citadas regiones, opusieron a la conquista franca una resis
tencia desesperada, matando a los funcionarios reales y a misione
ros cristianos y volviendo al sistema de la fingida sumisión cuando
las tropas acampaban en su país, para sublevarse de nuevo en masa
y reemprender las masacres en cuanto los generales de Carlomugnn
se alejaban de sus territorios, sin que valiera el exigirles rehenes, ya
que aun con ellos sacudían el yugo. Is9
Decidió entonces Carlomagno aplicar medidas más radicales;
una de ellas fue la de separar a las poblaciones rebeldes del suelo
natal, trasladándolas por pequeños grupos al interior del reino
franco * sustituyéndolas por doquier ya con francos, ya con otras
poblaciones de probada fidelidad y. entre ellas, llevar allí muchos
monjes o clérigos que podían desarrolla! ¡a dohle acción de asegu
rar a la vez la dominación tranca y el triunfo de la religión cristiana
Aplicadas estas medidas el año 799 a un primer grupo Je habí lames
de Wihmodc, fueron sistemáticamente extendidas el 8IW a una gran
parle, y tal vez a la totalidad, de aquel país \ a la Nordalhingia. Las
órdenes eran estrictas, y el mismo Carlomagno vigiló sobre el
terreno su ejecución: tropas francas recorrían las regiones nu some
tidas. \ se llevaban a sus habitantes, aun a los ancianos, las mujeres
vlos niños, que eran conducidos como rebaños hacia las lejanas tie
rras que se les habían asignado yen las que los rebeldes se encuni ra
llan diseminados entre la población franca. Los francos tomaban
inmediatamente después posesión de las tierras abandonadas, al
I
Marlel }' de l’ipino el Breve. DI obispada fundado el a fio 695 en
L treclil. en lictn pos de Pipi no «I Joven. que :i comienzos del siglo vm
fue por un momento barrido, pudo restablecerse poco después como
consecuencia de la derrota que Carlos Ma riel infligió al duque de Fi i-
sia, Radbodoicon ello se convirtió en un centro activo de las misiones
en tierra de paganos y en un sólido punto de apoyo, desde el cual pudo
insinuarse la influencia franca hasta las orillas del Zuide17.ec.
Pero en los primeros años del reinado de Carlomagno. Frisia.eii
ski mayor parte, era para los francos una conquista insegura y frágil,
F1 año 784. todo el norte se alineó con los sajones sublevados: des
pués. las llanuras situadas al este del Zuider/ec continuaron el
movimiento. El obispo misionero Liudgero. que se había esta
blecido allí, sólo tuvo tiempo de huir para evitar correr el destino de
San Bonifacio.
Pero lúe ésta la ultima tentativa que hicieron los Irisónos para
escapar a la ocupación franca. El aplastamiento de los sajones, en
785, les obligó a deponer las armas. Fl obispo Liudgero pudo reanu
dar su predicación entre ellos y proseguirla con entusiasmo hasta
las orillas del I ms y en todo el archipiélago frisón. Reducida a pro
vincia. Fiisia fue dividida en condados; ios funcionarios francos
circularon libremente por el país y. al igual que las restantes parles
del reino, sus habitantes tuvieron que proveer, en lo sucesivo, con
tingentes para la hueste del re\ cada vez que fueron requeridos a
ello y aun cuando se tratara de expediciones a comarcas lejanas.
Fa cierto que hizo falla bastante tiempo aún para acabar con el
paganismo muy intenso, en el norte y en el noreste del país. 1.0 que
se ha llamado Ley de los Friones \ que. sin duda, sólo es una compi
lación de carácter privado que se lemonla al siglo IX. J piopor-
ciona. al respecto, pruebas bastante diáfanas. Entre otras cosas, se
ve allí que en algunas legiones las iglesias estaban muy disemina
das Pero, desde aquel momento, el cristianismo, en conjunto, se iba
abriendo camino. Va no se trataba sino de una cuestión de pacien
cia y de tenacidad, dos virtudes que los representantes de Carlo
magno ya habían aprendido a practicar. Como en Sajorna, también
aquí, iba el misionero ¡t demostrar, en lin de cuentas, que era el más
seguro y útil auxiliar de la política curolincia
fvl
se proponía incorporar a su imperio los diversos pueblos (pie lo ocu
paban. sino solo mantenerlos en el lemor y ponerlos, si era posible,
baje vigilancia.
Fntreel Báltico y los montes Je Bohemia se encontraba concen
trada la vanguardia de los eslavos septentrionales o Wendos. Do los
que se encontraban más o menos en contacto con los francos, los
principales eran los abodrilus. establecidos en la región compren
dida cnlre d Elba inferior y el Báltico, desde el Trave hasta el War-
novv: los vvilsas o wdáiabos. más al esle. en las comarcas del
Mecklemburgo: los linones, en la orilla derecha del F.lba, cnlre el
Havcl y el F.lda: y los Sorbes osa rabos, entre el Snaley el Elba. En el
centro, entre el Rlesengebirge. el Fr/gebirge y el Bdhmcrwald. csia-
b.nn los bohemios: ni sur riel Danubio, en la margen derecha riel
[;nns. los cari litios, que ocupaban, a más de la Calinda. la Fsiina y
una parte de Austria
Los más adelantados eran los carinlios. va que hacia tiempo
habían enlrado en la estera de influencia del ducado de Bavicni,
antes de que esta provincia fuera incorporada al reino franco
Desde Salzhutgo.el obispo Virgilio, irlandés de origen, que al igual
que sus cumpa i riólas era misionero por naturaleza,|JÍ bahía desple
gado un incansable celo para hacerles abjurar del paganismo y,
cuando menos, había logrado, hacia el 76‘L atraer a su tiuque a la le
cristiano. El aiU>772 había impuesto, a este último,por las armas,
elduqueTassilon.su hegemonía, mientras que la predicación del
cristianismo proseguía por iodo el país, tanto desde Sfllzbutgo. por
el obispo Virgilio, como desde el monasterio fundado en Innichen,
en la misma Cariniia.cn el valle alto del Drn\ e. el año 769 o el 770. '*
Al posesionarse Carloniagiio del ducado de Bn\¡era adquirió al1
mismo tiempo la hegemonía sobre el país de los cariniios Las
misiones continuaron allí su obra. ' Fl sucesor de Virgilio en la
sede de Síil/hurgo. el obispo Arn, gran amigo de Alalino, para
quien Carlomagno obtuvo el año 797. del papa León III. el p a lliu n i v
la dignidad de arzobispo tic Bavicra. recibió ese misino año del rey
franco el encargo de ir personal me tile al país de los carinóos para
activar la predicación del Evangelio y organizai el culto, ordenar
sacerdotes y consagrar iglesias. -"
Ese país fue ya considerado, en lo sucesivo, como un territorio
anexo a Baviera, y siguió su suerte aunque fuese incorporado al
r.s
reino Iranio. Cuantío, al comenzar el reinado de Ludovico IMo, se
pensaba realizar un reparto de territorios entre los hijos del empera
dor (817). la Cari 11 lia lúe oficialmente asignada a uno de ellos. Xl
Diferente fue el caso de los eslavos septentrionales. Los que esta
ban establecidos al esto de Sajorna no se pusieron en contacto con
los francos, sino a partir del momento en que tropas de estos últimos
se atrevieron a ademarse profundamente en el país sajón \ llegar
hasta las orillas del L;lba. Hasta el 780 no hacen alusión, por vez pri
mera. a ellos, ios analistas francos para señalar la conversión de
algunos grupos situados en la orilla derecha del rio. !'J2Pero las con
versiones de este tipo fueron aisladas: Carlomagno se limitó a una
sumisión política.
Los más solícitos, al respecto. \ los más dispuestos a la sumisión
fueron los abodritas, que parece eran un pueblo bastante débil,
Expuestos a los ataques de los sajones, de los daneses y de los welá-
tabos. buscaron desde el 780 el apoyo del rey franco. ’ Después Jel
primer triunfo de las armas francas en Sajorna, el 785, se colocaron
resueltamente bajo su protección; a cambio de ello. Carlomagno les
uyudó.cn 789.a resistirá los wcJátahos.;flJ Después de la rebelión de
Sajorna del año 793.se pusieron resueltamente al lado de los francos
en la lucha contra el enemigo común. En el 795 halló la muerte su
duque El año 798 derrotan decisivamente a los nordalhigia-
n o s:oí y sabemos que en aquella ocasión una parte de sus Iropas
estaba mandada por un legado del rev franco. Además, a este último
es al que se entregan, al final de la campaña, los rellenes exigidos a
los vencidos como prenda de obediencia, manifiesto testimonio de
que los ahodrilas no lueron. en el campo de batalla, más que un ins
trumento de la política franca
Entre ellos y Carlomagno fue completa la cooperación. El año
SO-I se con fía a ellos, después de la definitiva sumisión de la Nordal-
hingia. el país evacuado por sus habitantes. Su duque, desde
entonces, y en calidad de simple federado, hace guardia en las fron
teras del imperio earolingio, frente u los amenazadores daneses.
Tarea difícil: el arto 808 tiene que ceder ante el ataque y huye aban
donando a los suyos en la confusión de la derrota, otro caudillo
abodrita. posiblemente rival suyo, cae prisionero de los daneses y es
■
SJJ p.ig 386.
’ púi-v 4i i-u :
l,hn¡ pág. 4)2.
" - Vújss p.tjív 61 -<■3.
:l \hr.l y Simson, I. II pJx. J2'l
u ItiuH. p.iw -147 \ 467.
13 Itlnn p.igs. 3S7-3SX
' ¡don páfs. .4911-391
t,Ln i pti£. I6X
67
gil ron rehenes cu garanda do su fidelidad, Durante veinte años se
mantuvieron tranquilos o. al menos, nada tuvieron los trancos que
reprocharles, pero el 808 se pusieron al lado de los daneses, intervi
niendo en las hostilidades contra los n h o d r iia s .y esto produjo
que lucran también invadidos en el año 809 y que una vez más su
país quedara sometido a sangre y luego. ’2n En el S141. como res
puesta. destruyeron uno de los Tuertes instalados por los francos en
la margen derecha del Elba,2:1 Finalmente.en el 812. vuelven a ser
sometidos por una vigorosa campaña; se realizó é.sta de acuerdo
con una antigua láctica muy usada por Carlomagno y que le vimos
aplicar para Baviera: tros ejércitos salieron Je tres puntos diferentes
contra los vvchitabos,cerrándose sobre ellos como un ciieulode hie
rro, y aquel pueblo tuvo que rendirse, someterse y, como siempre,
entregar rehenes. Pero entonces el sometimiento fue duradero y
ya dentro de la órbita fianca.se mostraron leales aliados, ün los días
de Ludovieo Pío les vamos a vcrcotnpareceren las asambleas impe
riales y en el 823. recurrir al arbitraje del emperador franco para
zanjar una diferencia surgida enlre ellos rcspceio a la corona real o
ducal. Pero igual que con los abodritas o los linones, tampoco se
dice nada en cuanto a la conversión de los vvelátahos al cristianismo.
Los sorbos o sorabos eran para los francos, a fines del siglo VIII,
mucho más molestos todavía que los vveláiahos, ya quecsiahan con
centrados en las fronteras de Sajorna y de l uringia. Desde el 7X2 sus
incursiones en territorio franco adquirieron tal extensión, que Car
lomagno dispuso contra ellos una importante expedición, cuyo
mando fue confiado a aquellos tres generales que se habían dejarlo
sorprenda por los sajones sublevados \ finalmente derrotar en la
batalla de Süntelgehirgc.::j Fue necesaria esperai largo tiempo y
saber esperar; hasta el año 806 no tuvo lugar seriamente una cam
paña a fondo, en el territorio ocupado por los sorabos, campaña
que parece fue corta, pero decisiva, y que estuvo confiada a Carlos,
el lujo mayor de Carlomagno El duque de los sorabos (o tino de sus
duques) lite muerto, el país devastado y para tener amenazado al
enemigo, se establecieron cabezas de puente en la orilla derecha del
Saalc. Aún han de ¡mentar los sorabos. poco después ele la muerte*I
ñS
¿le Ciulomagno —el S16— sacudirse el dominio franco, pero van a
sei fácilmente sometidos y después se les verá irtam biéna recibii
órdenes a la corle franca. -
Los cliceos o bohemios —ésle es el nombre que entonces se les
liaba (behetmi o beeheimi}— se mantuvieron ¡Kir mucho tiempo ale
jados de todo contacto continuado con los francos, A comienzos del
siglo IX esta situación se modificó. Cuando los francos se interesa
ron de cerca por la situación de los países del Danubio central, con
motivo de su penetración en territorio avaro, tuvieron que contar
con esta nueva estirpe de pueblos eslavos: el arlo 805 se realizó un
gran esfuerzo contra ellos, siempre al mando de Carlos, el hijo
mayor de C'arloinagno. Lo mismo que cuando la conquista de
Baviera el 787 o como sucedió al atacar a los wetaiubos el 812. lam
bió» ahora tres cuerpos de ejército convergentes invadieron siimtl-
táneamemeel país: el primero entró desde el oeste por el Bfthmorwald.
a las órdenes directas del joven Carlos: el segundo, por el suroeste
estaba compuesto esencialmente de bavaros: el tercero, venía del
norte, por el Crzgebirge. y lo constituían contingentes sajones y
posiblemente eslavos. Los tres ejércitos llegaron hasta las orillas del
bger. en donde realizaron su reunión, y luego, ya junios, devasta
ron la llanura del Giba. G1 duque de los bohemios pereció en un
combate: sus tropas, para no ser destruidas, se refugiaron en las
montañas,!3<
l.o que sucedió entonces no aparece claro, sólo se sabe que un
nuevo cuerpo de ejército franco file enviado desde Sajorna como
refuerzo, por el Giba. fisto permite suponer que la sumisión del
país fue menos fácil de lo que se había esperado en un principio.
Hubo que volver al año slguienre con (ropas de refresco, sobre cuya
actuación las noticias escuelas que nos lian llegado sólo dicen que
«después de haber devastado u na gran parte del país, regresaron sin
experimentar pérdidas», confesión que implica resultados poco
halagüeños. No por esto dejó Bohemia de entrar en la zona de
influencia franca, pues el año 817. la citará Ludnvico Pío entre los
territorios reservados, después de su mu ene. para su hijo luis, el
futuro G e r m á n i c o y el 822 los bohemios harán acto de acata
miento al emperador euroJingio enviándole representantes y rega
los con ocasión de la gran asamblea reunida en Fraefori -T- Se
Aunatfs r o v .1 ño 810
himt arto 822.
A M v Sinifon. i II pá£$ 322-32?.
pág. 328 y nota 2
J" Annala rm-.ilcs, año SO*.
Cnpiiitúrw i I, n 130. arl 2. p:lc 2"?I .
. Innalfs arto S22.
estaba, por lanío, lejos de lina sumisión verdadero y en cuanlu o la
conversión al cristianismo nadie se había ocupado de ella todavía.
I ii resumen, si se exceptúa a los corintios, va a medias ganados
por los bávaros a la civilización cristiana. Carlomagno se limitó a
mnntencrcomo vecinos respetuosos del poderlo mililor de Jos fran
cos, a rodos los restamos pueblos eslavos con los que aquéllos
tenían que establecer contacto en lo sucesivo, pero su conversión
religiosa se aplazó para más tarde. Sin duda, huho un momento, al
principio, ya en los finales del siglo vnt, en que se pensó extender
sin dilación a todos los pueblos eslavos de Occidente la obra evan
gelizadoia con tanto éxito realizada en los países germánicos, y la
correspondencia de Alcuina ofrece testimonios de ello. pero
aleccionado por la terrible experiencia de Sajorna. Carlomagno se
limitó prudentemente a proseguir la obra iniciada entre los carin-
llos desde los días de Tassilon y dejó (odo lo demás para épocas
más propicias.
V] S umisión nt t os avaros
- Canas n 1 fi y 1
Snhit tixto loAnterior, o VK;I ySimsou. i 11. p.i¡o OS-104; sobre ti ori^cinl-
las avaro*' vr:nt L Halphru. Lc.t /fcirNwv.'. I «licitln i l'J-JO), pjg. 112-1?
A fines del siglo vm, aún constituían un peligro serio. A partir
del arto 787 se mueven iras las iTíiieiones del duque Tnssilon de
Rariera. al que se acusa expresamente de mantener tratos con
ellos. F.rt el 788. en el momento del juicio de Ingclhdm. sus ata
ques se multiplican.sin duda para obligar a ( arlomagno a abando
nar el asunto de Baviera. I.as fronteras de esta provincia y las del
Friul son atacadas a ¡Hiérvalos, pero en ambas Cnrlomagno con
traataca enérgicamente; en tos confines de F:riul los avaros son obli
gados a huir, el arto 788; más al norte, en la frontera bávara, el
mismo arto, y con intervalo de algunas semanas, son rechazado^
doS veces hacia el este por las tropas francas, que atraviesan ci I «ns
y los desalojan de la zona de Ips, junio al Danubio.:r
Sin embargo, sólo se trata aún de combates para proteger las fron
teras; en octubre va C¡iriomagno a Ralisbona a lomar medidas para
asegurarla defensa de aquéllas. El año 790 negocia con el enemigo
un nuidus viwmti. pero las deliberaciones fracasan :-Ny las incursiones
bárbaras se reanudan de tal manera que el rey franco licne que deci
dirse. finalmente, a llevat la guerra hasta el territorio avaro, en el
verano del 791. l os efectivos que moviliza son muy elevados v. lo
mismo que en la campaña bávara de hacía cuatro artos, se distribuyen
en tres cuerpos invasores que avanzan en tres diferentes direcciones
para converger; el primer grupo de ejércitos, compuesto de Inincos,
sajones. Irisónos y luringios. atraviesa la Bohemia y sedirige a la orilla
izquierda del Danubio; e! segundo, en el que se alinean francos, ala-
manos y bñvaros. avanzu desde Ravieru por la orilla derecha del
Danubio al mando personal de Carlomagno y es avituallado por el
río; el tercero, finalmente, sube desde Italia Avanzando audazmente
hada el este los dos primeros cuerpos Je ejército lograron batir a los
avaros en el mismo corazón de la Pannonia. ■*' Desde comienzos de
septiembre, los resultados obtenidos son tan halagüeños que. lleno de
esperanzas. Carlomagno envía «a su querida y muy amada esposa la
reina has Ira de» una carta que respira alegría y c o n f ia n z a .id resto
de la campaña se desarrolla felizmente: Cnrlomagno llega al Uaalv
pasa el rio y avanza por su orilla derecha hasta su confluencia con el
Danubio El país recorrido es arrasado a sangre y fuego y el rey tranco
trac gran número de prisioneros y mucho bolín.:J2
Bnlinicr-Múh!t';.ch.:r. ii • j í *»í -
11 Abel v Simsíiti. i. 11 prg> sSM*
l' />k»i r.tc.
*■ Ve.or m/'m |Vk. ti"
' Abel \ SirtlSi';, | II, V, - US- Ill
l.(,m |>.!*■' I'.'-IU»
’ hl¡ Kl. |’.IW I I -I 2S
Vl-.IM' Inilrl/n Iirsali'y .llklj "9.S y Vt) \ lllicam (lüirnfi' .illieilm
miemos sumarios empleados con los sajones. Alalino, que es
entonces un consejero muy oido cu malcría religiosa, no cesa en
general ele anim arlas esperanzas de los que. en la corle de Cario-
magno, creen en el éxito de una cvangelización rápida, y reco
mienda sin descanso que se actúe con prudencia. Primero, predicar,
repella, antes de barnizar: no conduzcáis a los paganos a la pila huu-
lismal bajo la amenaza de la espada: usad, al contrario, dulzura y per
suasión: actuad por etapas: mostraos, al principio flexibles en los
detalles y. sohre lodo, dejad para más tarde las obligaciones de orden
m a te ria l, como el pago de los diezmos, que (an inútilmente exasperó a,
los sajones y contribuyó a hacerles insoportable el cristianismo. ' 1
Consejos prudentes, «lentamente escuchados cu lo adelante
Asi. en el serano del 79ú. el jefe del cuerpo expedicionario, el rey
Pipino de Italia, reunió en su campamento, dentro del territorio
conquistado, una especie de consejo de guerra compuesto por los
obispos que le hablan acompañado en las operaciones militares o
se le unieron después para, junto con ellos, determinar las reglas
que debían seguirse con respecto a la cvangelización de los avaros.
Haciendo suyas las observaciones de Alcuino. el patriarca de Aqui
lea. Paulino, defendió allí, en una consulta evacuada porescrilo. la
lesis de la prudencia indispensable más que nunca, según decía,
cuando se tiene que tratar con un «pueblo bárbaro, inaccesible al
razonamiento, ignorante, sin instrucción, de espíritu estrecho y
renuente a iniciarse en los santos misterios»(gen* bruta n inmrionabi-
lis n i cene idiota et sino litteris. tardío tuque laboriosa ad cognoscenda
sacra mystcria). «Aun pueblo tal. que no está familiarizado con el len
guaje de los Libros santos, no conviene, agrega, conferir, tan pronto,
como es uso normal, el sacramento del bautismo: hay. primero, que
impregnarlo de le. aligerando algunos plazos, pues el Señor dijo a sus
discípulos: Id. pues, y enseriada rodas las gentes. Ikiufizáiidales en el nom
bre del Padre, del Hijo v del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todas
cuantas cosas os ordené. No les dijo en ningún modo: Id r bautizada
todas bis gentes, si no. primero: Enseñad, y sólo después: Bautizad.
La técnica, si asi puede llamarse, de la conquista religiosa,
estaba entonces en sazón, y produce sus frutos, ya que desde aquel
momento vemos convertirse en gran numero a los avaros.
Es cieno que aún tropieza con alguna resistencia la asimilación
del pais. En el 799 se produce una rebelión contra la autoridad franca,
y tíos de los mejores colaboradores de Carlomagno. el duque de Friul,
4
Arawi. sublevado contra el emii Abderrahmún, y creyó que podría
apoderarse de una sola vez, de toda la región seplcnirional hasi;i el
libro. Dos cuerjvos de ejército, uno Je ellos hajo su mando personal,
franquearon ios Pirineos por dos caminos difcrenles y después de
atravesar Pamplona, se encaminaron sobre Zaragoza: jA pero el
fracaso fue completo y la expedición terminó en desastre, L Imitado
al norte, ante el anuncio ríe una sublevación de ios sajones. Carlos
luto que batirse bruscamente en retirada sin haber logrado apode
rarse de Zaragoza. Se vengó destruyendo Pamplona al regreso, pero
al volverá pasar los Pirineos por el desfiladero de Ronoesvalles, su
retaguardia fue sorprendida y aniquilada por bandas de vascos el 15
de agoslo del 778.
Al principio, el doloroso acontecimiento fue ocultado por los
analistas, que en losdius inmediatos nada dicen del mismo; luego lo
desvelaron en términos discretos y sabido es cuánto elemento
legendario habría más adelante de obtenerse Je aquella catástrofe
militar. Algunos de los más ilustres caudillos del ejército franco,
entre ellos el senescal del rey. el conde del palacio y el conde Rol
dan que era prefecto de la mana de Bretaña. cayeron en aquella
acción. A comienzos del siglo IX, el redactor oficioso de los Anales
reates arregladas. no disimula ya que Carlomagno sintió, ante
aquel desdichado hecho, un dolor profundo que. según observa,
«anubló en su corazón una gran parte de los triunfos obtenidos
en rispada».
I .sos triunfos, si se puede hablar de que los hubo, no había sido
sino temporales, lis posible que la desastrosa retirada de Roncesva-
lles fuese seguida de una contraofensiva de Ahderiahmán en Cas
cuda y en Cerdada. -w Pero Carlomagno no era capuz de aguantar
un fracaso. Renunció únicamente a sus proyectos de gran enverga
dura tal como los había concebido cu el ado 778 para concentrar su
acción, en lo sucesivo, en un avance lento y metódico hacia Cala-
luda y el libro inferior, con el evidente propósito de formar por
aquel lado, que era el más expuesto a las incursiones musulmanas,
una nutren defensiva dentro del territorio enemigo En el arto 785 s iis
tropas ocupaban Gerona, al norte de Cataluña; :(,<el 790. avanza
ban por las c o s t a s . F l enemigo replicó en 795 franqueando los
Pirineos y avanzó de improviso incendiando los alrededores de Nar-
hona y llegando con sus vanguardias basta Rouergue: una sangrienta
batalla tuvo lugar en las orillas del Orbtcu. entre Nurhona y Oarcas-
75
sonríe; después de esto. los musulmanes se replegaron ¿«I sur de
los Pirineos.
Para prevenirse de nuevas sorpresas, las iropas francas se fortili-
caronen 795 en la región de Gerona, en Cardona.cn Vicli y en Case
ras. desde cuyas posiciones lanzaban algunas avanzadas hacia el
sur. Al mismo tiempo se entablaban relaciones con el pequeño
reino cristiano de Galicia y con los jefes o funcionarios musulma
nes dispuestos a intrigar con ira el emit de C ó r d o b a ,I I año 799
los francos fueron llamados a intervenir en las Raleares ** y por
entonces. Huesca, que el hijo de Carlomagno. Ludovicn Pió. res de
Aquitania. había intentado en vano conquistar por la fuerza desde
el 797. " enviaba a Carlomagno en señal de homenaje, las llaves de
sus puertas. " El 801, después de dos años de sitio, capitulaba Rar-
celona. y Ludovico Pío. enviado especialmente, hacia allí su entrada
solemne.J:J El 806. se rendía también Pamplona y con ella toda
Navarra.-11 I inalmentc. el SI l. Torios», junto a la desembocadura
del Ebro. ciudad que había resislido dos sitios seguidos el H09 y el
SIO. abría sus puertas después de un asedio de cuarenta dias.: '
En resumen, la zona comprendida entre los Pirineos v el Kbro.
acabó por caer poco a poco en poder de los francos, aunque Huesca
y Zaragoza, pese a los ofrecimicnlos reiterados de sumisión, no
pudieran ser ocupadas, y aunque los vascos, decididamente poco
seguros, intentasen, bien es cierto que sin éxito, repetir en el S13 el
golpe de Roncesvalles contra un ejército que regresaba a la Galia
posiblemente por el mismo camino que lmi los días de Roldan
Pero si del lado occidental. Navarra y ci País Vasco se mostraban
reacios, la dominación franca era más sólida al este, l a Septimnnin
quedaba ya libre del peligro permanente de las algaras sarracenas:
al sur de los Pirineos, una ancha franja de territorios militarmente
ocupados y que constituían los que se llamaba una marca —la
VIII BRfclAÑA
77
tiempo y sólo reconocían la hegemonía franca cumulo no les quedaba
olro remedio. 1(1 Como se mostraban muy inquietos, fue necesario
establecer entre el reino franco y sus territorios una muren o zona militar
cuya administración se confió, como en casos semejantes, a uno de
los Condes de la región. />re//ós¡io (praefeems). designado especial
mente. Uno de ellos fue el famoso conde Roldan, el desdichado héroe
de Ronccsvalles Después de su muerte, en el 77S, se produjeron nue
vos desórdenes en la frontera del país. El a fio 7X6 decidió Cartomagno
enviar contra los bretones un ejército al mando de su senescal
Audullo. Perseguidos a través de las laudas y las marismas y cercados
hasta en sus fortalezas, tuvieron que declararse sencidos y entregar
rehenes de calidad. queCarlomaano hizo trasladar a Wortns. junto al
Rin. en donde tenia lugar aquel arto su asamblea general
i,Podía con esto considerarse arreglada la cuestión de Bretaña?
No. ciertamente. Todo lo más se podía hablar de un modus viwndi tic
carácter provisional y que suponía que los bretones se abstendrían
en lo sucesivo de inquietar las fronteras francas. Pero más que
nunca se organizan entonces los confines bretones. A fines del 7X9 o
a comienzos del 7<K1, Carlos el Joven, hijo mayor de Carlnmagno.
recibe, junio con la corona real, el gobierno de los territorios del
oeste entre el Loira y el Sena. La «matea de Bretaña» (morco Br¡-
lo/itiiae o morco Briíannica. o. en latín clásico limes B riu n m h u\) es
una dependencia de ellos, lo mismo que. poco después, la marca
Hispánica dependerá del reino de Aquitanía constituido en benefi
cio de Ludovico Pío. olro hijo de C'arlomagno.
En los últimos artos del siglo VIH. esta marea de Bretaña tiene por
titular a un conde llamado O iti. miembro eminente de una de las
más grandes familias de la región del Mosela, y por quien Alalino,
que le dedicó una de sus ohras. abriga sentimientos de particular
estima y afecto Tal era el hombre de confianza que, junto con los
demás condes colocados a sus órdenes, fue encargado e! 799 de obli
gar a los bretones a rendirse ante el poderío franco. La campaña se
desarrolló según la táctica habitual, es decir, el país fue invadido y
devastado. Perose persiguen resultados de otro alcance mayor que
los ¡interiores, ya no el exigir únicamente respeto en las fronteras
francas, sino una sumisión total. Los caudillos bretones, o m o ch ilero
son desarmados, se inscriben cuidadosamente sus nombres en una
relación, que es remitida a Carlomagnu. > se les linee responsables
N
corsarios musulmanes del Mediterráneo, sino que oíros piratas
comienzan a dar que hablar por el norte y a indo lo largo délas cos
tas del Atlántico: son los daneses, cuyo espíritu belicoso ya se nos
mostró en el continente, en las fronteras de Sajorna,
Desde el comienzo de su reinado, tuvo Carlomagno que enfren
tarse con ellos por aquel lado, En su país bailó refugio, el año 782,
Widukin. Después,y en lodo momento, los daneses se unen siem
pre con los enemigos del rey franco en las zonas del l iba y atacan a
los abodritas. sus altados, La primera voz que se oye hablar tic
ellos en las costas de la Cialia es hacia Unes del año 7W o en los
comienzos del 800. Pero no se trataba tic su maque inicial por Occi
dente. va que hacía liempo que las cosías inglesas hablan recibido
su visita ola desús émulos los noruegos -MJ| pues en un principio no
se distinguía cnlrc unos y otros y a todos se les llamaba indistinta
mente los «hombres del norte», Non/wuinni, de donde procede
nuestro normandos. Una banda de eslos piratas desembarca repen
tinamente en las costas de Aquitania y saquea la comarca. Dada la
atería, ciento cincuenta de ellos son muertos en la orilla. Inme
diatamente se da aviso a Carlomagno que en marzo dol 800 va a visi
tar las cosías del Atlántico y de la Mancha -’w para organizar flotillas
a fin de defender el litoral Por su parle, el rey de Dinamarca. God-
fred. se muestra agresivo: negocia con C'ailomagno. pero, al mismo
liempo. envía barcos a lo largo de las costas en las cercanías del
Elba. " en tanto que el rey franco, ya desde el 808. va estableciendo
poco a poco al norte de esle rio un sistema de defensas avanzadas
que constituyen una nueva nunca, la «marca de los normandos»
(mana Nonhmatmica o times Morthmaimn'us). en los confines de
Escandinavia (Northmannia).
En la primavera del año 8 Id. estaba Carlomagno ocupado en
preparar una invasión de Dinamarca cuando, hacia el comienzo de
junio, llegó a la corte de Aquisgrán la noticia de que una Ilota de
unos doscientos navios procedentes de Escandinavia, habla devas
tado el archipiélago frisón. desembarcado Iropas en Elisia y ven
cido en ires encuentros a ios habitantes que había sido movilizados
apresuradamente Después de eso, Godírcd impuso a los \encidos
un fuerte rescate, del que debían ser entregadas cien libras inmedia
tamente. luego, el rey danés se había dado a la mar y pudo regresar
80
impunemente a su país, con (a esperanza, posiblemente, de volver
en breve a realizar una expedición tan fructuosa como fácil.
Carlomagno alertado dio orden inmediata de reforzarlas defen
sas marítimas. Tanto en Boulogne-sur-Mer.como en Gante sobre el
f-scakla.se concentraron navios: una capitular del año 810. en un
articulo, del que desgraciadamente sólo nos lia llegado un resumen,
prescribía la requisa o. al menos, el almacenamiento de los materia
les necesarios para las construcciones navales. ™ El hijo del empe
rador. I ndovieo lJio. posiblemente recibió también la orden de
tomar medidas análogas en m i reino de Aquitania y aun en el 1 an-
euedoc mediterráneo, en donde la piratería musulmana planteaba
al gobierno earolingio problemas semejantes. ^ El año 81 ] fue per
sonalmente el emperador a Boulogne para inspeccionar el puerto y
la ilota y hacer restaurar y poner en servicio el faro construido en
tiempo de los romanos. Una nueva capitular, promulgada en
octubre de aquel año. con motivo de su visita a la ciudad,
recuerda a sus habitantes las obligaciones militares a que están
sometidos y en especial los servicios de atalaya y guardia (wtiaa v
minia), y agrega, en un útimo articulo, que todos los sellóos, jefes de
cuerpo, deberá n estar preparados para embarcarse inmediatamente
si el emperador decide una expedición naval.
f n aquella fecha aun se podía nlimentai la vana esperanza de
un regreso a la calma en las regiones del mar del Norte. El rey God-
trecl había muerto el 810: su sucesor, con quien se concluyó un
primer acuerdo, desapareció al año siguiente, y los daneses, desga
rrados por una cruel guerra de sucesión, parece que aspiraban a la
pazcxtorioi A fines del verano del 818. la armonía con el empera
dor franco habla sido objeto de un pacto solemne jurado por ambas
partes en la frontera de los dos Estados. ,í,: Pero los acontecimientos
de ese mismo año 813 iban a convencer al gobierno earolingio que
no era suficiente negociar con los reves daneses para terminar con
los ataques de los piratas, si hemos de creer lo que dice un analis
ta lS que sitúa, precisamente en esa lecha, una nueva correría en
Frisia. en donde los piratas recogieron un enorme holin e hicieron
numerosos prisioneros.
SI
Son lo que sea, desde entonces estaba claro que los medios
defensivos improvisados en un principio por Carlomagno para ase
gurar la protección de las costas que rodeaban su imperio al norte,
al oeste y al sur. eran precarios. Ls cierto que en el Mediterráneo
podía disponer el carotmgio «Je los navios italianos y proveníales y
si. al comienzo del siglo ix. los moros de Esparta y de Africa, después
de haber iniciado una guerra de piratería por Italia. Córcega y
Cedeña. se atrevieron en el 813 incluso a atacar Niza. “ los francos
eslahan en condiciones de replicar y aun tuvieron la audacia de ir el
ario 799, recordémoslo, a establecerse en las Raleares. "• Pero en el
Atlántico, en la Mancha y en el mar del Norte, su Ilota era entonces
todavía embrionaria.
No es posible imaginar lo que hubiera sido, a este respecto, el
programa de conjunto queCarlomagno.de haber vivido, habría lle
vado a la práctica, pero algunos hechos que hemos anotado hacen
pensar que. al igual que por tierra, tampoco en el inai hubiera per
manecido inactivo frente a la creciente amenaza que hacían sentir
sobre su reino los piratas normandos y sarracenos.
a.»
CAPÍTULO IV
I. E m p r e s a s dh D e s id e r io y n l e v o l l a m a m ie n t o
DEL P/U’A A LOS FRANCOS
85
i!d 768 en el lugar de Felipe, lema buenas razones para desconfiar
de lan pérfidoíf/rWn. I lasca se decía en I elráu que un sacerdote lla
mado Waldlperl. que había sido el ágeme ejeculivo del rey lom
bardo en el asunto del papa Felipe, habia concebido el proyecto de
asesinar al priinicctio Cristóbal y a otros personajes distinguidos,
para entregar Roma a las tropas de su señor. ,|a
Sin duda, se trataba sólo de uno de aquellos falsos rumores que
entóneos solian circular por Roma, posiblemenle hasta una pura
invención destinada a justificar la odiosa venganza que pocos dias
después de la consagración de Esteban III ejercieron sus partidarios
en VValdipert. al que untura ron horriblemente ames de hacerlo asesi
nar por un empleado del palacio pontificio ’•1Pero de esta manera se
comprenderá la impresión que recibió el nuevo papa al saber que los
dos jóvenes sucesores de Pipi no?/ Bnve. mtierlo por entonces (el 24 de
septiembre del 768), siguiendo las sugestiones de su madre la reina
Benrade (o Berta la del pie grande), se dedicaban desde su adveni
miento a estrechar relaciones de alianza cotí el rey lombardo por
medio de enlaces matrimoniales que parecían comprometer grave
mente el porvenir: la hermana de los dos reyes francos, llamada
Gisela.debia casarcuando fuese nubil con un hijo del rey Desiderio y
hasta Carlos, ya de inmediato (el año 770), tomaba por esposa a una
de las hijas del mismo rey.Jl; Del lado franco se esperaba atraer a
Desiderio, y la reina Beriradc tenia la ingenuidad de negociar todavía
con él con respecto a las últimasi’esfitttao/ies a que se había comprome
tido en vida de Pipino; pero, entre tatito, el Soberano Pontífice se
indignaba, hablaba de traición V denunciaba a aquellas uniones y
esponsales como obra del diabla en persona, ya que los descendientes
de la «ilustre estirpe de los francos» no jjodian. sin renegar tic si mismos,
unirse con aquellos hijos «de paganos», con aquella «raza hedionda
de los lombardos», sólo apropiada para «engendrar leprosos». ’M
Desiderio uo se desalentaba por el fracaso de su primera tenta
tiva de apoderarse del papado. El año 771, al socaire de ira orar ante
la tumba del principe de los Apóstoles y de tratar con Esteban (II
sobre las reswtdottes. entraba en San Pedro con un destacamento
desoldados.arrestaba al primicerio Cristóbal y a sil hijo el secundi-
ccrio Sergio, les hacia horadar los ojos ;,y mantenía luego al papua
S6
su discreción aún más fácilmente ya que Cristóbal, el verdadero
dueño de Lelrán. no lardó en morir a consecuencia de sus heri
das. -*11*Asi. pues, parecía ase curada eslu vez el buen ¿xilo de Deside
rio. cuando al morii Esteban 111, a fines tic enero del 772, fue
reemplazado en seguida por un pontífice enérgico, perteneciente a
una antigua familia romana,e! diácono Adriano, con gran descon
tento del partido lombardo. t|ue estaba representado en el seno de la
curia por el i'uhhttktrio Paulo Aliarla
Sin dar liempo á Desiderio y u los suyos u reponerse, el nuevo
papa, que tomó el nombre de Adriano l.se apresuró en primer lugar
a traer del destierro y a poner en libertad a las victimas aún vivas del
eomplol del 77! y con ello a prepararse para la lucha ,IS La mala fe
de Desiderio era evidente para todos: a la misma hora en que se
sabia que acababa de poderarse por sorpresa de Paenza. ferrara y
Comaechio y de poner sitio a Rávena (marzo-abril de! 772) ¿no
fingía querer reanudar las conversaciones sobre las restituí iones
esperadas y no hacia protestas cínicas de su inalterable deseo de
armonía?
Para los francos había llegado el momento de dicidir.se. Parece
que Carlomagno se resolvió a ello a comienzos del 772,ya que todo
hace pensar que antes de fines de abril de aquel afin ya habla repu
diado a la hija del rey lombardo u ,y roto con él. Por.su parte Desi
derio, con objeto de hacer imposible roda intervención transalpina
de Carlos, preparaba un golpe de Estado en el reino franco en favor
de los jóvenes hijos de Carlomán, que estaban refugiados en su
corte junto con su madre, y pretendía que fueran consagrados por el
Soberano Pontífice, mientras se disponía a colocai a este último
bajo su protección después de haberle entretenido con vanas nego
ciaciones. ..Pero cómo iba a dejarse engañar Adriano por aquel
juego cuando, a las demandas incesantes de evacuación de territo
rios formuladas por la curia, el rey lombardo contestaba con ince
santes ocupaciones de provincias o de localidades que ya había
antes evacuado, ya que. después del exarcado de Rávena. volvió a
apoderarse de Lírbino. MontofcItroySinigaglia, en la Penlápolis: de
Gubbio. en ( mhrla: finalmente, de Olricoli yViterbo. al noreste val
norueste del tlucatlo de Roma? ^ La amenaza se precisaba de tal
forma que Adriano ordenó por precaución reforzar los cierres de las
Ñ'l
En efecto, doran le ei sitio de Pavía, manifestó Carlos el deseo de
visitar las tumbas de los Apóstoles en ocasión de las festividades
pascuales, y la acogida que le preparo el Soberano Pontífice se con
formó —según anota el biógrafo oficial de Adriano I 154— con la
que. ¡interiormente, se reservaba «a un exarca o a un patricio». El
ceremonial era el mismoama delegación de todos los funcionarios
ile la capital, llevando a la cabeza sus estandartes, se adelantó a reci
bir al rey hasla el lugar llamado,-!*/A'ovav, a treinta millas de Roma:
a una milla de la capital estaban las di versas secciones (sch o lae) de la
milicia urbana y de la juventud escolar con palmas v ramos de olivo,
cantando laudes: finalmente, a la entrada de la ciudad esperaban
para ¡i delante anunciando la llegada de] ilustre huésped, lasentces
regionales. Al volver a poner en práctica este ceremonial, dis
puesto. sin duda, de acuerdo con el mismo rey franco, el p a t n d a d o
de éste, hasla entonces puramente honorífico, posiblemente adqui
ría un valor efectivo.
Además se permitió a Carlos penetrar dos veces cu Roma para
practicar allí sus devociones. Llegó el sábado santo (-de abril del 774)
a San Pedro, en la orilla derecha del I íber •1J6y aquel mismo día fue.
con su séquito yen compartía de Adriano I, a oír misa en la ciudad, a
San Juan de 1 ctrán. Al día siguiente, día de Pascua, fueron a buscarle
con gran solemnidad a su campamento, cerca de San Pedro, una dele
gación de funcionarios y las milicias urbanas, para darle escolla de
nuevo dentro de la ciudad Hasta Santa Minia la Mayor, desde donde,
después de la misa, le llevó el papa a comer al palacio de I.ctrán M'
Todos estos testimonios de distinción iban acompañados, además.
|Hir múltiples precauciones; antes de permitirle entraren la capital, el
papa había exigido de su huésped el formal compromiso de no abu
sar de esta señal de confianza, y por su pane el rey tranco exigió que
Adriano se hiciera responsable de su seguridad personal, Pero
entonces.¿si desconfiaban asi el uno del otro, para qué todas aquellas
ceremonias y manifestaciones espectaculares?
Es que, en realidad, había llegado para ambos la hora de esclare
cer una situación que amenazaba con complicarse al máximo. Aun
que. en el momento de esta visita, no se hubiera rendido Pavía, su
caidn no ofrecía dudas a nadie. Pero este acontecimiento no arregla
rla nada si. como en los dias de Pipi no. se iba a limitar torio a medi
das incompletas. Parecía, por tanto, necesario uti acuerdo previo
VI
I
ul Sin que senu i.m decisivos como c) otee. las observaciones que .i esle i especio
ufrece Monseñor Salid en su vacilado «ludio. Salid <L.) c ía Icclure d'im leste el l.i
critique conlemporaine Les prctendues promesse* de Quien?) (754>rtdc Rontc(774|
dans le “I ibcr ponlificnlis". en el Bullain de Itutnititiv fxcl¿áa>ltilU<.. puf'. /•./.? Intitulo
católico ilo Tonlousr. uño l'Míi.pdgs I7t>-2(yi: I 44! pajes bl-SS. merecen ser eon.sidcr.i-
vlns ¡iicmantenie, Vero nos parecen excesivas las conclusiones que obtiene de ellas
Va dijimos mas ai riba ipág 72 n.) que un las tenemos por lur.dadas en lo que rón
deme a la promesa de Qnierzy.
No datemos aquí la bibliografía del asumo. Ks nuiy amplia LiniuOmnnco a
ícítalm lo que dice, al respecto. Monseñor L Puchesne en su introducción al I tl>ir
f*onitfkttti<i, l 1, fiágs. '31-242'. i'. Kclir Dic \ogenaiinte kamlingLichf Schatkiinf’. kchr
íP ) «Die sagenaunte knrolingischc xclienkting son 77*|« en ll¡ftori<i.hvid t'ch n fi,
i J.X’VX i 1843). i'uvy. '85-441; cu tin tecienteincnlc, Monseñor Sullct. en el estudio
recordado en la r.otd anterior
92
dudarse que. taulo por pane del pontifico como del rey franco, no
existía un deseo muy mareado de señalar, por anticipado en un
documento oficial, lo que cada uno se había asignado en el reparto
de los despojos lombardos para evitar de esta manera eventuales
complicaciones.
, A que hmnillricion1 —le c.m.t íK- di respecto — ct>ut reducid;), conlrn lo to lo e-pe-
rado. ni sania madre e<pimii:il l.i Iglesia Dimana! .L}ue posiraciótv. que deshonra
lJ4
jur.i nosotros, cuando vemos hoy. ailn en vidu luya, a miserables e impíos que son
jdvcrs.irios luyo? lanío uoittn núes Iros esforzarse en arrancamos posesiones de las
que disponemos como señores desde los tiempos de los lombardos! Y he aquí que
nuestros enemigos nos agobian con palabras como éstas: ,.De que os ha servido la
ruina de la nación lombarda y su sumisión al rey franco? Mirad: no sólo no se han
cumplido ninguna de las promesas que se os hicieran, sino que las propiedades icrn-
lí)ríales concedidas a San Pedro por el rey Pipino. de sania memoria ns son
ahora arrebatadas!» S4Í
>J5
Retenido mucho tiempo por otros quehaceres volvió, final
mente. Carlos a Italia: el 780 celebra las fiestas de Navidad en Pavía
y reside allí todo el invierno; en la primavera del 781 va a pasar las
Pacuas a Roma donde Adriano bautiza a su segundo hijo Pipino y
consagra a éste y a su hermano menor. Luis, como reyes. Pipino en
aquella ocasión recibió el titulo de rey de Italia. " Nos faltan deta
lles sobre esta estancia de Carlos en la ciudad pontificia: en particu
lar. no sabemos hasta qué puntóse mantuvo en la misma discreción
que el 774: pero la concesión de la corona lombarda a Pipino. la for
mación al lado de este niño de una corte y de un personal adminis
trativo destinado a aplicar en la península la legislación franca,
demuestran bastante bien que Carlnmagno comenzaba u intere
sarse seriamente por Italia,
Con todo, cada vez menos, detienen la atención del rey franco
los asuntos del papa. Asi, en los artos siguientes, no cesa Adriano de
icclamar justicia para la Santa Sede Sus quejas no se refieren sólo a
la ejecución de las promesas del 774 ya olvidarlas: insiste en la resti
tución rio simples patrimonios de la iglesia de Roma, es decir, de bienes
ratees diseminados, al azar, por toda la península como consecuen
cia de las liberalidades que desde hacia siglos se les aceptaban a los
fieles. El gobierno carolingio. que lia heredado el producto de las
expoliaciones lombardas, demuestra una evidente renuncia a pri
varse de ellas. Para cada propiedad territorial es necesario realizar
interminables negociaciones, acumula! pruebas y testimonios. El
papa acabó por perder la paciencia, y sin salir, por lo general. Jel
estilo pleno de unción que era regla de su cancillería, desvela con fre
cuencia su mal humor. Hasta llega a denunciar el espíritu leguleyo
que ponen en sus funciones los agentes de la monarquía franca.
El ptoblema no era la aplicación integral del programa del arto
774. Carlos que. después de haber designado para el trono de Pavía
a su hijo Pipino. sigue sin embargo presidiendo los destinos del
reino lombardo, quiere, cuando menos, reconstituirlo en su totali
dad. r.l año 786 pasa por tercera vez a Italia, celebra en Florencia la
Navidad, va a Roma, donde se detiene algunos días y luego invado
el ducado de Beneveiito.cn donde, desde Capua.dicta, a comienzos
del 7S7, sus condiciones al duque Ariquis. que había corrido a refu
giarse en Sálenlo. El duque, así como sus súbditos, son obligados «
presta) juramento Je fidelidad al vencedor, v a entregarle rehenes,
entre los cuales figura el hijo de aquél. Grimoaklo. :'°
%
Sin duda. ¡i l.is nuevas victorias trancas debió el papa diversas
ven lajas territoriales, entre otras la cesión de Capa a. aunque
desde el comienzo se hiciese Carlomagno, prestar allí juramento de
fidelidad " y la ocupación de la ciudad y de su comarca, si alguna
vez llegó a efectuarse, no fuera más que provisional. En aquella
coyuntura obtuvo Adriano —y esta vez de hecho— una rectifica
ción de fronteras al norte de la Tuscia romana, en donde el rey
franco separó en su provecho, de los territorios lombardos las ciu
dades de Vilerhfi. Ragnorea, Toscanella y Soana a las que se
agregó en principio —sólo en principio las localidades, ya más
alejadas, de Rosellae. cerca de Grosseto y de Populonia, cerca de
Piomhino w Pero estas liberalidades, fueran o no efectivas, tuvie
ron porcontrapariida el abandono de lo restante Nada se dice de la
Toseana propiamente dicha que. sin embargo, estaba incluida por
entero en la zona pontificia prevista el 774: lampoco se habla de los
territorios que debían completar entonces el exarcado, tanto en la
Emilia como al norte del Po: ni Módcna. ni Reggio. ni Mantua, ni
Vicen/n. ni Velona, para no citar sino algunos ejemplos, nunca for
marán parte del Estado pontificio y basta con leer la serie tic acias
oficiales extendidas por la cancillería de Caí lomagno, para conven
cerse de que. en ningún momento, parece que el sucesor de Deside
rio hiciese el más ligero ademán de desprenderse de ellos.
También conservó el rey franco la soberanía sobre la Sabina ' a
pesar de las tentativas hechas por el papa para crear una confusión
a ese respecto, sirviéndose de la anfibología entre territorio, a propó
sito de un antiguo terreno, y patrimonio tic su iglesia, tpie. final
mente. por otra parle, le luc restituido hacia el 782. V citando
Adriano se atreve a afirmar que todo el ducado de Benevento debe
serle entregado. ‘ Carlos se hace el desentendido. A lo sumo con
siente que en aquellas comarcas el Soberano Pontifico v sus agentes56
56 tis /n Canil.. n ■ x.1y X3> Apéndice, u.* 1ten el I. ill de lis Epi'udac. pótjts.65-1-
<o5). Q iic Ja (Jtoirtcitm ccmpiendiuru. .uleniíó, <■tu orilla izquiejda del 1 n¡5*> y los ciu
dades de Sou, Arpiño, .Vite. Aquino > I sano, no es más que una simple deducción
sse.ida del acta sospechosa par ln c|ue LuJovica Pío liahiu confirmado el 817 las
donaciones (interiores iBotlmer-Muhlt'jcliei n/hJ.tj.
Vease Cniex Canil., n / 83 y Apéndice n I . págs 654-65Í
"* Íd e m , n." SO
IM Idem, n." S-l
Idnr.. n 1sil
’M Vente Dipluma,.; Kara!. i I. it 113 iTf.). 1.31 l'SOl. 147 f ’S2l. IS3 (707). 1X7
('♦ 0 , etc.: Capitularía t I. IV 91 |78>-7S6) art 9 (pjp. 103, linca 13)
"• Vea se D ip ta m u iu K am i 1.1, n."08 VW f75l III l?7(i), 146(7X2). I60i 7s Xi. 171
v 172 i etc.
Cudtx Cerní, r. M 611. 6S j ’2. El papa lo y rjrj sus propósitos en el sieln l\
hl<m n.ul xo. X2. S'4.
97
le sirvan de in f o r m a d o r e s .sin que por ello se crea obligado a
seguir sus consejos: más aún. cuando, en el verano del 787, se lrata
de designarsucesor del duque Ariquis.qucacaha de morir, pasa por
alto las observaciones del papa, que so opone, eori todas sus fuerzas
al nombramiento do Grimoaldo. hijo del fallecido, que desde hace
algunos meses está en l-rancia como rehén. y al elegirle rodea la
designación de medidas destinadas a hacer más estríela la autori
dad de rey franco en el ducado.
Precaución ilusoria, a decir verdad, pues Grimoaldo, como
Adriano lo había previsto, no tarda en sacudir el yugo y mostrarse
como príncipe independiente. ’M Pero con ello gana el papado, ya
que se da motivo para que las armas francas intervengan varias
veces en aquella zona de Italia, en donde ya no se hablará más de los
derechos pontificios. w
*)S
de la Sahína ; — eniro los más extensos de ellos y las provincias
cedidas en plena soberanía al jefe de la Iglesia, así como sus com
promisos y la obligación que ten la el papa.dada la configuración do
sus listados — que eorlahan en dos partes la península a todo lo
ancho—de dejar un derecho de peaje en su territorio a los represen-
tantesyaun a los ejércitos del rey franco, planteaban problemas de
los que no se podría obtener solución, a no ser que, en la práctica,
una de las dos potencias se subordinara a la otra en lo temporal,
lodos los pergaminos del mundo —auténlicos o no— resultaban
estériles para resolver aquella dificultad.
Pronto advirtió Adriano su perjuicio. Nada más significativo
que el espectáculo de este orgulloso pontífice, en el que por momen
tos reaparecía el alma soberbia y altiva bajo la aparente humildad
del estilo protocolario, reducido al cabo de algunos años al papel de
auxiliardócil de la política desarrollada porel principe tranco, ,:| A
las veces siente un sobresalto de independencia y protesta contra las
usurpaciones del rey y de sus representantes. Asi. el año 79fl o el 791
en una extensa misiva 1TJ en la que abundan las expresiones de
doble sentido sobre la devoción de su destinatario a los intereses de
la Santa Sede, llega hasta protestar ante Carlomagno contra la lige
reza con que son violadas sus prerrogativas judiciales y se atreve a
escribir frases del tono siguiente:
■iViiL-Mr.r Re.il kxedencia me escribe que nu teniendo inconveniente alguno cu
<|uc u l obispo u ínI conde n ral súhJiki de sus 1 s culos pueda venir u vernos ya poi
nuestra llamada y.i por su voluntad, no podría disgustar .1 nuestra Paternidad que
uno de Ins nuestros fuera junto a vosotros bien para sil bularos, bien para pediros ius
(ida. Sin duda: pero no vayáis a ofenderos si, desde el momento en que vuestros sub
ditos nn pueden venir (?(/ii/i!Oja jponrolftruni y junto a r.üsolrns sin ur.a auloiización
vuestra, cuando los nuestros deseen 11 a veros, tengan igualmente la obligación dr
pedirnos autorización y una carta de ruta V, |n mismo que no dejamos nosotros de
exhortar a aquellos súbditos vuestros que recibimos, a que se empeñen con todas sus
fuerzas a serviros eou p u re/a de eoiazón y absoluta fidelidad, también rogamos a
vuestra real Prudencia que tenga la bondad d ; invitar a aquellos súbditos nuestros
que vayan iunln n Pila, que tingan lo mismo con respecto a nosotros.»
U»l
lia sazón. como ¡imigo sincero y leal: pero Roma y iodo el P.siado
pontificio no son otra cosa, que una prolongación de aquella Italia
que el nuevo rey de Pavía se esfuerza en rehacer. Sus intervenciones
se hacen allí cada vez más numerosas y más indiscretas: no sólo cir
culan sin cesar por los lerrilorios pontificios sus agentes, no sólo los
súbditos del papa —como hemos visto por la carta del 790 o del 791
que acabamos de citar— pueden ser convocados ante él o sus repre
sen lames, sino que interviene en muchos otros asuntos que. en prin
cipio. escapaban a su competencia. Asi, por dos veces tiene que
recordarle Adriano.con firmeza, que no debe interveniren Rávena
en la elección de arzobispo ni tampoco hacer que sean vigiladas por
un delegado suyo las operaciones electorales:3 'ycslán cércanoslos
tiempos en los que, ya muerto Adriano, se permita Carlos, cuyo
poderío no lia cesado de ir en aumento, más graves usurpaciones
hasta en las orillas del Tlber.
C . h Im C a r v t.. n.™ 85 y
UNI
CAPITULO V
Desde Unes del siglo MU. y ¿mies de que coronase todas las con
quistas que había emprendido, aparecía Carlomagno como el
ducflo de Occidente. Sajorna estaba vencida, ya que sólo quedaba
por pacificar su extremidad seplcnirional. El ring de los jívaros
había caído en poder de los francos, con sus fabulosos tesoros. El
poderío de Carlomagno se extendía, entonces, hasta Pannonia y
amenazaba ya fuertemente el mundo eslavo. Italia estaba bajo su
dominio y acabamos de ver a un papa tan orgulloso como Adriano
obligado, en muchos casos, a oscurecerse ante él dentro de sus pro
pios Estados En estas condiciones ¿no era natural que. a los títulos
reunidos de rey de los francos, rey de los lombardos y patricio de los
romanos, que hasta entonces llevaba, viniera a unirse otro que los
englobase se adaptara mejor a la preponderante situación que
habla adquirido, título que marcaría, al fin. con toda claridad ante
lodos, el papel que representaba realmente en Occidente?
101
habla cesado de mirar hacia el sucesor de Conslanlitio y Je Teodo-
sio, pai a volverse resuella mente al lado del carolingio. con quien se
sentía íntimamente solidario; y. al igual que él. todo el Occidente o,
al menos, lodo el Occidente continental, comprendió, al fin. que
rodeando al vencedor de Sajorna, ganaría en vigor \ en posibilida
des para su porvenir.
Ya muy ni final del siglo Vi», después de la muerte del papa
Adriano 1(25 de diciembre del 795). aquella situación se iba a preci
sar más todavía. Procedente de aquel medio de clérigos modestos
que llenaban las olicinas de lucirán, y ascendiendo por sucesivas
etapas, desde las más modestas a las más elevadas funciones del
palacio pontificio, hasta ser promovido a Soberano Pontífice el 2ó
de diciembre del 795. el sucesor de Adriano. León II), había sentido
más que nadie la necesidad de asegurar a su poder el apoyo más
completo del rey tranco. ’ ' Las reservas que Adriano aún se creía
capaz de hacer, y las resistencias que creía útil opuner a las usurpa
ciones de su aliado, estaban fuera de lugar; desde su advenimiento
al trono pontificio. I con se rinde ame los hechos y traía a Carlo-
magno con las consideraciones debidas a un jefe, colocándose a su
lado como colaborador subordinado. Había recibido, sin protestar,
la cana por la que el rey franco, seguramente con la pluma Je
Alcuinn, al felicitarle por su elevación a la Sede de San Pedro, le
recordaba que contaba con él para trabajar «en el robustecimiento
de su propio patrieiado» es decir, de su dominio sohre Roma en su
calillad de patricio délos romanos y luego agregaba frases cargadas
de intención:
(• Descocsitiblcccrcoji Vuciini Ui jtitud un prieto ¡minlahliMlr Ir ydc caridad.)>oi
el cual... pueda seguirme por doquier l.i apostólica bendición.) lo sontísima sede de
la Iglesia rum ana sea constantem ente defendido, pur mi devoción. Me pertenece.
Con la atilda de la piedad divina, defender en todos los lugares a la sonto Iglesia de
Cristo por las armn>; fuera de tas fronteras, contra las incursiones de los paganos v
tas devastaciones de los infieles, deiltrode ellas, protegiéndola por ‘.a difusión de la fe
católica. A vos. Santísimo Pudre. pertenece. elevaiiJa las manos n Dios con Moisés,
a n id a r con ' uestr.is oraciones al triunfo de nuestras armas... Que vuestra Prudencia
se adhiera cu todo J las prescripciones canónicas y siga constantem ente las reglas
establecidas por los Santos Padres, a fin de que vuestra vtJa proporcione en todo el
ejem plo de la .santidad: que d r vuestra boca nos.tlgmi m is que piadosas exhortacio
nes \ que vuestra luz brille delame de los hombres." 1
J Sobre León 111 véase I j Iht Ponfi/iiu/i.v. I. Il.paes. J-35. C f. l h. U.i>et, L'íitcuon
‘U t {on III I m *. u>tit fies KoMMins ?n 7Vdn « i ron • tuerces. cu WA n m u iic Je ><iFucuhé
./.< ¿cirros de 1 \ ch arto 1 - ( ISXú, fase I. pngs 173-1*17.
Akuirto. Correspi»yltm ui can a n “ Ó3.
llel A rrib eñ o . tenia orden tic comprobar Je cerca la jusla distribu
ción de las larcas. Sus instrucciones decían:
» Adviene bien al papa que debe liünísfainenic y, unte todo, observar los sanios
cánones: decidle que debe gobernar piadosamente la sania Iglesia de Dios según los
acuerdos que llevareis y según su conciencia. Repetidle. con frecuencia, que el honor
al que «cuba de ser elevado os pasajero, mientras quesera eterna la recompensa pro
molida a las buenas obras. Persuadidle de que se ocupe con la mayor diligencia en
desarraigar la herejía simoniaca que mancilla en muchos sanios lugares e! sagrado
cuerpo de la Iglesia. Hile cuanto recuerdes de los problemas qm- nos preocupan...
Que el Señor conduzca y dirija bondadosísim a mente su corazón para que pueda ser-
s ir útilmente a la santa Iglesia de Dios e interceder en nuestro favor '< ’ '
lira lanío como decir que liasta la dirección espiritual del mundo
de Occidente quedaba reivindicada entonces por e¡ re\ franco,
A esta eventualidad parecía que León III se resignase tanto más
fácilmente cuanto su personal posición era más insegura. Su elec
ción. lograda por sorpresa al otro día de la muerte de Adriano,
encontró en Roma una oposición que, en el verano del 79N, degeneró
en desórdenes.31" hn la primavera siguiente vivía la Ciudad tierna t*l
tiranta. El 25 de abril del 7951, cuando se dirigía para una procesión
desde I clián a la iglesia de San Lorenzo en Lueina. León III fue ma
cado por una banda de conjurados, con la complicidad de dos altos
funcionarios del palacio pontificio, entre ellos el mismo sobrino de
su antecesor Derribado en tierra y apaleado, fue objeto de odiosas y
enteles violencias: trataron de arrancarle la lengua y de horadarle ios
ojos y cuando le levantaron hartado en sangre fue para encerrarle en
una celda del monasterio de San Erasmo. de la que sólo la oportuna
intervención de dos mixsi del rey franco lograron salvarle Pero los
conjurados no cedieron y colmaban al papa de acusaciones, espe
cialmente la do adúltero y perjuro. ¿Quién, sino Carlos, era capaz
de sacar al papa de aquel atolladero? El desesperado llamamiento
del Soberano Pontífice llegó hasta él cuando se encontraba en lo más
apañado de Sajorna luchando contra los paganos.
Cuando el papa se decide a trasladarse a Paderborn a donde la
lia invitado Carlos a ¡i a su encuentro para esclarecer la situación,
los escritos de los contemporáneos y, en especial, la corresponden
cia de Alcuino, retiñen con un sonido en parte nuevo. F.n una carta
del mes de junio del 799. escribía este último al ley franco:
rh íJt-in n J 92
Vcú<e tu Latía de A kuttio. i i " 159. pág ' '
1 Cf. Bayct, n i a i : Abel y Sirosun. l !t. pag». I63-1S?.
1 Según el testimonio de Alcuino. en su Corr^poinlaiaa. u.* P 9 ¡>ág 291
(agosto dd 799).
" " Bayct. /í>( f ú , Abel y Simson. I II. p íg v I63-1K7
103
«liüüia ahora. <nv¡ personas lino alcalizado la cumhro de la jerarquía dol
mundo.
1 ' El ruprcscmaittc de 1j suhlimiilinl aposlólica. vicario del iiiennvcniurado
l'edro. principe de los Apóstoles, del cual ocupa la Silla Lo que ha sucedido al que
actualmente licnc esta sede, ha tenido a Iden vucslrú bondad hacérmelo saber
2 “ Viene luego el liui! arde la dignidad imperial que cjeice el poderío secular en
la segunda Roma De qué manera impla ha sido depuesto el jefe de este imperio, no
pui extranjeros, sino por los suyos y por sus conciudadanos, se lia extendido por
todas partes la noticia.
,V> En tercer lugar, está la dignidad real que nuestro SeAor Jesucristo os lia reser
vado para que gobernéis al pueblo cristiano. Éslñ dignidad es superior a las Oirás dos
y las eclipsa y sobrepasa en sabiduila
■
1>l C o rre a n J m n n ilí Alcuino. n 1 17d
3?- Idem n" IM5.
w Idem, i i ' 177
Idem iv' 202.
"■ Idem n m 200. 23A 245 240.
"* Id e m tí v* 2011 V 245.
IIK
Mientras tonto. todo converge, desde el verano del 799, n reforzar
la posición de Cario magno y a hacer prevalecer la idea de que es el
árbitro supremo de Occidente. El viaje del papa, que apenas curado
de sus lieridas.se traslada al corazón de Sajonia para pedirle ayuda,
produjo una intensa impresión. En un poema de estilo épico y
posierior a la entrevista.1** un poeta, que se cree era Angilbcrto,
obtiene materia para exaltaren sonoros versos y acumulando hiper
bólicos opílelos «al rey Carlos, cabecera del mundo y cumbre de
Europa». el único capaz de «someter a justo juicio la conducta»
del papa y «vengarle de los crueles ataques» de que ha sido obje
t o . En la profusión de reminiscencias clásicas que se agolpan
bajo .su pluma, emplea el poeta dos veces, para aplicarlo a C arlo-
magno. el epíteto de «augusto», También por dos veces le llama
«el Augusto» y «el gran Augusto». iWcon lo que da a entender que el
rey délos francos ocupa a sus ojos, en la Europa de entonces —y este
nombre de Europa le es familiar—, el lugar que otrora un Augusto.
Por los mismos días y bajo la influencia de iguales aconteci
mientos, el obispo de Orleáns. Tcodulíb, dedica al rey unos adula
dores versos. ' en los que, después de recordar que es el «honor y la
gloria de! pueblo cristiano», no vacila en escribir que San Pedro en
persona «queriendo ser sustituido poi el» «lo ha enviado para que
salve» al papa. «El que posee las llaves del ciclo —le escribe aún—
ha ordenado que tengas las suyas». Y concluye: «Tú gobiernas la
Iglesia.. el clero y el pueblo.»
Einalmente, en el otoño del 799. cuando Carlos, después de
haber hecho regresar a 1eón llla.sii c a p i t a l ,s e dispone a ir tam
bién a visitarle para delenninarsobre el terreno, las responsabilida
des cu que hayan incurrido tamo los conjurados como el mismo
papa. Alcuino. por muy opuesto que en un principio se mostrase a
euulquiei forma de proceso contra el Soberano Pontífice. no
puede contenerse de enviar a su «amado David» —tal es el sobre
nombre del rey franco— un breve poema en el que expresa, en elc-*
ll. C oronación
HK«
cabo de (res .semanas, el 23 de diciembre, el papa hubo de someterse
en la iglesia de San Pedro a la dura obligación que le imponía el
dueño de Occidcnic. Ame tina asamblea compuesta de la misma
manera que la del 1de diciembre, yen presencia del rey.se presentó
como reo. no sin hacer las más expresas reservas en cuanto a la legi
timidad del procedimiento: «Para escuchar esta causa», comenzó
diciendo. *" «el clementísimo y señorísimo señor rey Carlos, aquí
presente, ha venido a esta ciudad con sn clero y sus nobles»: luego
agregó, sin preocuparse del carácter contradictorio de sus declara
ciones: «Por todo lo cual. yo. León, pontífice de la sania Iglesia
romana, sin ser juzgado ni obligado por nadie, sino por un aelti de
espontánea voluntad, me purifico y me expurgo en vuestra presen
cia. ante Dios que conoce mi conciencia, ante tos ángeles y ante el
bienaventurado Pedro, príncipe de los apóstoles, en cuya basílica
nos encomiamos, y declaro no haber perpetrado ni ordenado per
petrar los actos criminales e infames que se me reprochan...» Por
mucho que dijera, aquello era aceptar como válida la intervención
del rey franco en aquel amito doloroso en que se discutía la digni
dad de su \ ida privada y reconocer, prácticamente, a Cnrlomaguoel
derecha de presentarse en Roma como señor soberano.
Por una coincidencia, que posiblemente no fue casual, el mismo
día en que León 111 se sometía de esta manera yen presencia del rey
franco a la ceremonia de expurgatoria que se le exigia. llegaba a
Roma procedente de Jerusalén una delegación que traía a Carlos,
en nombre del patriarca, un (vexUlini o) estandarte y las llaves del
Sanio Sepulcro, del Calvario y de la misma Ciudad Santa. ^S im p le
signo de honor igual que cinco años antes el envío que le había
hecho el papa de las llaves de la «confesión de San Pedro» y de un
estandarte de Roma.4|n Pero la mención que se Italia en los oficiosos
Anules reales de estos dos presentes sucesivos y la exultación que
manifiesta Alalino sobre el segundo de ellos, en cuanto tiene noti
cia del hecho.4,1 parecen indicarla importancia que se les concedió
entre los francos. Después de los homenajes de la cristiandad
romana, llegaban a Carlomagno los de los cristianos de Orienle.
Olios asuntos habían, mientras tanto, ocupado la atención de
Carlomagno. El autor de los Anuales reales habla de ellos en térmi
nos enigmáticos. Dice que Carlos, una semana después de so lle
gada a Roma (el 1 de diciembre), «reunió una asamblea para
exponer a todos las razones de su viaje y en lo sucesivo se dedicó
107
diariamente a arreglar los asuntos que le habían llevado allí, Lntre
ellos, el más importante) ard no era el primeramente Ira lado: el exa
men de los crímenes de que se acusaba al pontífice». ¿Cuáles
eran los oíros asuntos? I:.| analista no lo dice. Pero la rehabilitación
del papa ya era un hecho el 23 de dícjcmhre. y el campo quedaba
libre para realizar proyectos de diferente naturaleza, meditados por
el rey franco en el secreto de las deliberaciones que se venían reali
zando desde hacía casi un mes.
Ahora bien, dos días después, el 25 de diciembre. Carlos regreso
a San Pedro con motivo de la fiesta de Navidad y antes de que se
celebrase el oficio, fue a inclinarse y a rezar ante la confesión del
principe de los apóstoles: en aquel momento y cuando el rey iba a
ponerse en pie. el papa León se acercó a él y le colocó en la cabeza
una corona, mientras que «el pueblo romano» elevaba por tres
veces la aclamación: ¡A C’oWos augusto, coronado por Dios, grande y
pacifico emperador de los romanos, vida p victorial! Después de esto
el Pontífice se arrodilló delante del nuevo augusto y lo adoró 411
como lo exigía el antiguo protocolo imperial inaugurarlo por Dio-
cleciano. " De esta manera, por un acto teatral silenciosamente
preparado en las semanas, o tal vez en los meses anteriores. Carlos
se encontraba de repente elevado a la dignidad de emperador
romano,
F.l propósito esencial que se quería lograr con tal acto y usando
un ceremonial calcado sobre el que efectivamente se seguía desde el
siglo V para la coronación de los emperadores bizantinos por el
patriarca dcConstantinopla.era.sin duda, el de aclarar la situación.
Hasta entonces, el único tirulo que en sus relaciones con el Sobe
rano Pontífice y con sus súbditos había usado Carlomagno era el de
«patricio de los romanos»: pero ninguna de las prerrogativas que. al
socaire de tal titulo, honorífico en un principio, se había ido ¡irro
gando podían justificarse en derecho. Cuando, por ejemplo, recla
maba de los nuevos papas la inmediata notificación de haber sido
elegidos, usurpaba los poderes que, hasta mediados del siglo vm.
nunca dejaron de ejercer los «emperadores romanos» de Bizancio.
Pero desde entonces y por insensihles etapas, la situación se había
modificado a este respecto, hasta el punto que. mucho antes de la
Navidad del SOO. el rey franco ya se había apropiado con respecto al
papado, casi todas las prerrogativas anteriormente reconocidas
1(19
desde aproximadamente el 8U3. podían ser presentidos los hechos
como lo hacia un analista bajo la influencia de la corte carolingia:
«iConioya en el país de los griegos no había em perador y el poder imperial estaba
detentado por una mujer, pareció al mismo papa 1 ron igual que a lodos los Santos
Padres que entonces estaban reunidos en coneilio. asi como a todo el pueblo cris
tiano. que convenía J a i el titulo de empcradoi ¡ti rey de los francos. Carlos, que tenía
en su poder la ciudad de Roma, residencia normal de los Cesares, y las demás ciuda
des de Italia, ele la Galia y de G em ianía. Como Dios Todopoderoso tiabia querido
ponerlas todas ba jo su autoridad, parecía justo que, de acucidocon la dem anda del
pueblo cristiano, también él llevara el titulo imperial. No quiso Carlos réch a/at esta
dem anda, sino que sometiéndose humildemente a Dios, a la ve/, que al deseo expre
sarlo |>oi los sacerdotes y pot el pueblo cristiano, recibid el titulo de ernperadoi con la
consagración del papa le ó n » ’ Jl<
Iti
ill. Consecuencias de i a enai íacian
n r C areos ,\l Imperio
Ili
los auténticos sucesores ele los Augustos y Constantinos, estableci
dos líesele hacia mucho tiempo en las orillas del Bosforo)1los únicos
que legitímente podían apoyarse en la iTadieión romana. En efecto,
elevaron su protesta, ‘ y una de las más serias dificultades con las
que chocó el gobierno earolingio después del año S00, fue precisa
mente la que produjo este inevitable conflicto.
Por el laclo franco se creta, o se fingía creer, que la exaltación de
Carlos al imperio era de una regularidad perfecta. ¿No había sido
proclamado emperador en territorio romano dentro de las formas
legales, según el protocolo antiguo que estaba en vigor y en un
momento en que el trono de los augustos se encontraba sin titular?
Porque a futes del año 800, tal como lo había destacado Alalino
antes de la coronación y como, después de ella, lo recuerdan los
analistas de Occidcme. ' Constantino VI. destronado por su madre
la emperatriz Irene, no tenia sucesor. Fs verdad que Irene pretendía
conservar para si el poder, pero aquello era una novedad escanda
losa contra la que se protestaba incluso en Constanlinopla. Y. ade
más, ya que Irene pretendía reinar ¿no se podía arreglar todo
recurriendo a la cómoda solución de un matrimonio entre los dos
rivales? IX* una vez. el antiguo Imperio romano hubiera sido
reconstituido de un extremo al otro del Mcdilcrránco en beneficio
de la pareja imperial Que se concibiera tal proyecto sólo nos lo dice
un cronista bizantino ,:s que. en más de un aspecto, es sospechoso:
por esto hay que dudar antes que creerle pero en realidad osla solu
ción novelesca del problema de Oriente, si fue en verdad alishada.
se reveló impracticable, ya que. aun ames de que pudiera ser plan
teada. un nuevo usurpador se había impuesto en Bizancio en la per
sona del logotheles Niccforo. que pronto se consolidó sobre el
trono imperial. Hubo. pues, que negociar, sobre otras bases, un
acuerdo Asunto largo \ delicado del que no se piulo salir sin
esfuerzo.
La tensión llegó en mi principio a tal pumo entre los dos gobier
nos de Aqtiisgrán y de Constanlinopla que se habló del inmediato
envió de un ejercito franco a Sicilia, entonces territorio bizantino, y
tas negociaciones prosiguieron cu medio de la trepidación de las
armas, para no terminar hasta el SI2. en los dias del sucesor de
Nicéforo, Miguel I Rangnbe. con un compromiso imperfecto por el
cual el emperadorde la «Nueva Roma» —la del Bosforo— coriseo-
ID
reino» hace. pues, tres parles que comprenden; una. la Aquilanin. la
Gascuña, la Scplimania. la Provenza y la «Borgoña» occidental; la
segunda. Ilalia. Naviera y la Alamania oriental: la tercera, iodo lo
demás. Este úllimo grupo territorial, el más importante porque
incluía el viejo pais Tranco —Fronda, como se decía entonces—,
estaba reservado al primogénito Carlos, mientras el primero se asig
naba a Luis y el segundo a Pipino. El emperador estipula que cada
uno de sus tres hijos deberá «contentarse con su pane» y asegurar su
defensa, sin intentar nada sobre los territorios de sus hermanos con
los que. espera el emperador, ha de vivir en «paz j c a r i d a d » , lo
que conlleva deberes de mutua asistencia en caso de grave amenaza
para la seguridad de cualquiera de ellos Así también, en virtud del
artículo 6. los tres hermanos se comprometen expresamente a pres
tarse socorro unos a otros contra los enemigos de fueran de dentro, y
el articulo .1 dispone facilidades de paso a través de los Alpes para
cada uno de los tres hermanos, a fin de prevenir cualquier peligro
que pudiera amenazar a Pipino. Pero el articulo ft estipula, igual
mente. que los tres hermanos se abstendrán de toda intervención en
los asuntos del vecino.y varios artículos (los 10. 11 y 12) se dirigen a
eslableccrv mantener una estricta separación entre los tres futuros
reinos, tanto en lo que se relaciona con los bienes privados como en
lo relativo a los vínculos personales de recomendación y fidelidad.
Sobre un solo punto espera el emperador de sus hijos, después
de su muerte, tina política comüti: por el articulo 15. al evocar su
propia ejemplo, el de su padre y el de su abuelo, les exhorta a «ase
gurar todos juntos la defensa de la Iglesia de San Pedro (es decir, el
papado)... y procurar que se le haga justicia». Más aún. todas las dis
posiciones tomadas por el emperador suponen la nipiuia definitiva
de la unidad después de su muerte. Se mantiene intacta la costum
bre franca de los repartos territoriales, no sólo en lo inmediato, sino
aun en el caso de nuevas eventualidades; fallecimiento de uno o de
otro de los hijos, nacimiento de nietos en estado o no de suceder a
los tallecidos (artículos -4y 5). Sin duda. Carlos tiene plena concien
cia de la necesidad de salvaguardar sin limitación alguna, mientras
él vive.Su poder absoluto sobre el conjunto del imperio (articulo 20):
pero, una vez que él huya muerto, aquel imperio está llamado a
desaparecer y la unión de sus herederos se reducirá a lo que su
buena voluntad reciproca permita (artículos M y 16).
De las nuevas perspectivas abiertas por la coronación del ano
8t)0 no subsiste mucho, como se ve. menos de seis años después de
aquel acontecimiento. Parece que el imperio no sea sino una apoteo
sis personal de Carlomagno. apoteosis cuya duración está limitada
J ': Pi pino. c| I de julio del arta VIU: Cario;, en diciembre del SJI. Víase Bohnu-f-
Mnhlliachcr. n.u* 467a y 51 Sa.
115
CAPÍTULO VI
I. T e r r it o r io s
117
nombre (en líilin. wsto). Habitada dicha región por un antiguo pue
blo de raza ibérica que por la lengua, las costumbres y hasta el
vestido— una camisa de anchas mangas, calzones amplios y un
cono manto redondo4''— se diferenciaba de los habitantes de las
regiones más septentrionales, fue necesario realizar prolongados y
sangrientos esfuerzos para conducirlo, primera. a pagar tributo y
linal mente, en los días de C arlomagno. a reconocer la autoridad del
rey franco.
Aquella provincia había logrado conservar un duque nacional
cuya fidelidad brillaba por su ausencia y ha jo cuya dirección el país
siempre estaba dispuesto a rebelarse t i episodio de Roncesvallcs
no fue. a este respecto, sino un ejemplo entre muchos. Aún en el año
813. unas semanas antes de la muerte de C arlomagno. los gascones
intentaban, igual que en el 778. sorprender un ejército franco a su
paso pot los desfiladeros pirenaicos.
Desde el Garantí al I oirá y desde el Océano a los montes Ceven-
nes. el conjunto de los territorios que entonces constituían la Aqui-
tania llevaba el sello de un pasado que hacia difícil la asimilación
completa a las otras provincias francas: por mucho tiempo Aquila-
nia vino a ser como una especie de zona de explotación que los reyes
francos se repartían como botín. Orgullosos de la cultura que les
había dado Roma, los habitantes detestaban la grosería de los con
quistadores bárbaros y se defendían indómitamente contra sus
empresas, ti rey Uttgoberto había intentado atraerlos haciendo de
su país, el año 629. un reino apune, aunque subordinado a su autori
dad suprema, en benelieio de su hermano Cariberlo. Pera este
murió el 6.12. y con él desapareció el reino aquilano. Desde enton
ces, la Aquitania fue recuperando poco a poco su libertad de actua
ción A fines del siglo vil. tenia un duque elegido de entre su
población y del que los merovingios acababan de obtener que reco
nociera su soberanía. Carlos Martcl y Pipinoe/Bn'w tuvieron que ii
a imponérsela con las armas en la mano, hasta que. en el 768, al
sucumbir el duque Waifredo después de ocho años de lucha si cuar
tel. se pudo, al fin. procederá la instalación de funcionarios francos
en el interior del país.4,1
A pesar de todo.se mantuvo tan vigoroso el particularismo aqui-
laro que no más tarde del año 781, e inspirándose lal vez en el ejem
plo de Dagoherto. había Carlomagno juzgado oportuno reconstituir
118
¡lili un reino subordinado y con fiar su gobierno, bajo su alta autori
dad, a su hija Luis. ,3s<’.No podía tenerse ;i ésto poraquilano cuando
la casualidad le había hecho nacer un poco ameslel verano del 778)
en Pnitou, durame uno de los desplazamientos de su padre?4,3
Parece que Carlomagno quiso halagare! amor propio de las pobla
ciones meridionales al ordenar que el niño lucra vestido a la
manera de los gascones que. sin duda, se seguía conservando en una
parte de Aqtiitania.4+1 al concederle el titulo de «rey do los aquila-
nos» Ovx A(/ntKinoniniJ y al prescribir la constitución de una corte
real parecida a lasuva propia, con una jerarquía semejante de gran
des oficiales, una cancillería expidiendo actas redactadas en la
misma forma solemne que las suyas, y oficinas para acuñar mone
das con el nombre del joven principe. 1,11 lodo estaba concebido
para produciren los aquitanos la ilusión de una sem¡autonomía, 'i
en realidad, la combinación era viable ya que no sólo se mantendría
basta la muerte de Carlomagno. sino que iba a sobreviví ríe.
Cn el territorio germánico tuvo Ka viera un régimen que pre
sentaba algunas analogías con el de Aquilania Aunque desde el
siglo vi dependían del reino franco, los bávaros se habían mos
trado también refractarios a toda asimilación; conservaban su
derecho <la «ley de los bávaros») y sus duques nacionales de la
vieja familia de los Agiloliingos. Hn el siglo vil llegaron éstos a
rechazar, casi por completo, la hegemonía franca. Dos campañas
de Carlos Míirtcl. el 725 y el 728.^ no lograron de manera durable
abatir su espíritu de independencia, ya que, treinta y cinco años
después, su duque Tassilon se alzaba de nuevo, como hemos vis
to,44í rehusaba todo concurso militai al rey franco y se conducia
como principe independiente, no lechando ya sus actas sino pol
los años de su propio reinado en Baviera. Sabido es lo que siguió; 1,1
obligación de prestar juramento de fidelidad a Carlomagno el 781.
luego, una nueva rebelión, después de la cual tuvo que renunciar
en favor de los carolingius a todos sus derechos, tanto los persona
les como los de sus herederos.
Pero aunque ya no había duque de los bávaros, Baviera subsis
tía No atreviéndose a destruir su unidad. Carlomagno se limito a
sustituir a los Agiloliingos por un gobernador de alio rango, su
cuñado Gemido que. con el titulo de duque o «prefecto de Baviera»
l?.l)
Icio quedó en situación análoga a la do I assilon «lo ña viera unios de
su postrera rebelión: su ducado forma parto, en teoría, del Imperio
carolingio, pero sigue gobernado al estilo lombardo y por lom
bardos. m
Atravesando la península, desde la desembocadura del I iheral
A driático, el listado pontificio, o. según la expresión entonces
corriente, la «república de San Pedro», conservaba igualmente un
régimen político y administrativo distinto, con tina población
sometida en su mayoría al derecho romano y gobernada en nombre
del papa por funcionarios pontificios, Carloinagno no tuvo
escrúpulo en intervenir constantemente en esc Estado. Pero ¿estaba
ulli en territorio del Imperio1’ l.ste punto quedó, parece que inten
cionadamente. en la penumbra.
Había, filialmente, dentro de los limites del Imperio carolingio,
territorios Je reciente, o relativamente reciente, adquisición, como
Frisia > Sajorna, en donde se mantendrán mucho tiempo, pese a
roclos los esfuerzos violentos o pacíficos que se hagan, el recuerdo
nostálgico de una independencia que no había cedido sino ante la
presión de las armas y fuertes tradiciones nacionales,contra las que
se romperán todas las voluntades adversas. Además, el hecho de
que los francos no hubieran jamás, antes de aquel momento, ira-
lado de someter al país conquistado a una legislación uniforme y
que cada pueblo, y hasta cada uno de los individuos que lo compo
nían. conservara por doquier y constantemente su estatuto jurídico
original, no podía menos que contribuir intensamente, aun en los
países de antigua adquisición, a conservar cierto particularismo. 1.1
franco salió vivía bajo el régimen de la ley sálica: el ripuario. bajo la
ley ripuaria: d frison dependía de la ley friso na; el sajón, el búcaro,
el lombardo, el burgondo. el romano, cada uno dependía de su ley
propia Sm duda, se trataba de estatuios personales, independientes
del lugar de residencia: peto, en todas las comarcas anexionadas
recientemente y en todas aquellas donde el fondo tic la población se
sostenía homogéneo, los límites étnicos señalaban, agm™ moda, el
campo de aplicación principal de cada legislación. Esta regulaba,
en la práctica, la vida cotidiana de la mayoría de los habitantes:
mayoría Je edad, régimen matrimonial, derecho sucesorio, penali
dades diferentes de un código con respecto a otro y. como conse
cuencia. Je cada uno de los grupos étnicos. I,a impresión de
diversidad, que. a primera vista, produce el imperio de t'arlomagno
se encuentra, con todo esto, reforzada.
lél
II. A d m in ist r a c ió n u .m a j
,?l Para cnanto concierne.! I.i administración locnl, liay que refirm e, en per.cral
<i luí guindes ut'rjc que traían de-las instituciones cnriilliijáus. p¡ mcipjíinentc las ilt
Wiiiw f ustel Ce Ciml.tnges \ firur.uer. cilud.» en mieslr.i hiMíngrufia.
JM Cf R t'oup.irriin, l e s g ra n d e * fitm ü te s i.n u t r e n . Monje ,1c S«n Ciall. «Oe»lj
karoli M acni». pul\ oí*. los.l/ow C erní, serie de los Scuptoies. l i l i IJo mío ver. 1S24, in
folio) «traed. por Ph. Jafle en el l IVde su «Biblioteca rerum gennanicaruni IBerlín
ISO"1, in-Js’1): oirn ed Porl . Vtevcr wjn Knonmi.cn sus «Si. Gnllische Gcschicliisque-
lien», l. VI
Véase s.j nonieticlalili'a en A. ln n p n u n . Atlas, l.onjpion. A <Alias histonque
de la Frunce slcpuis t'csn r jusqu n nos jones», sólo se -dim Iti primera parle ipaiis.
ISS4-l90f ¡alus m-lblio y I vol m-K.' mayor)
I '•»
puede también .ser trasladado a voluntad del emperador: pero las
dtísliiliciones y los cambios se producen rara vez; el mismo conde
puede permanecer en la misma circunscripción, quince, veinte,
uvinia a dos; 45<>lees permitido en ella adquirir bienes y. en contra de
lo que se dice a veces, sucede que. desde esta época que nos ocupa,
los miembros de su familia, en particular su hijo o su yerno, le suce
den en el caigo. También excepcional mente puede un mismo conde
regir varios condados. Pem lo normal es que sólo administre uno a
la vez.
En iodo momento el conde se mantiene en intima dependencia
del soberano al que debe el cargo y los bienes que a éste están adscri
tos. pues no teniendo sueldo no percibe otra remuneración, lucra de
lo casual —constituido por un porcentaje determinado sobre los
producios de la administración de justicia 4V y las contribuciones
recaudadas por él— que la tenia de las tierras y de las abadías que.
sin perjuicio del carácter religioso de estas últimas, le son asigna
das normalmente a cambio de sus servicios: en los limites ele su
condado,
Si un conde comete alguna libertad que se juzga reprensible, se
expone no solo a perder su cargo, sino también todo lo que lormu su
complemento y hasta, a veces, sus bienes personales; esto sucederá
más Je umi vez durante el reinado de Ludovico Pío
Además, el emperador sabe limitar la iniciativa que concede a
sus agentes, por el env io de instrucciones escritas o verbales, por la
obligación que les impone Je solicitarlas en casos dificultosos y.
sobre todo, por la de ir a la corte a dar cuenta y llevar justificaciones
completas de su actividad, por lo menos una vez al año. al reunirse
la «asamblea general» Sabe, también, informarse sobie su admi
nistración las quejas de que se hace cargo su tribunal, las inspeccio
nes de los wiimi', el más o menos discreto control que ejerce el obispo
en cada condado por la fuerza de las cosas, sobre los actos de los
fucionarios civiles a cuyo lado está colocado, son para el soberano
preciosas fuentes de información que no Jeja de tener en cuenta
El conde tenia un delegado oficial: el vizconde(vicecomes). que él
mismo elegía y cuyo nombramiento proponía a la aceptación del
em perador.B ajo sus órdenes bahía además otros diversos cmplea-
\:a
ces ile hacer respetar de tin extremo al otro del territorio las consig
nas <lel soberano. l-stos inspectores fueron los missi Jominici o
«enviados ilcl señora que anualmente recorren el Imperio en
todas direcciones.■“
Ya los inerovingios habían, a veces, utilizado enviados de esta
clase. A fines del reinado de i urlomaeno. este servicio se había
generalizado, si que los niissi formaran propiamente una dase de
funcionarios distintos de los que hemos enumerado. Reclutados
excepcional mente entre los abades y. más comúnmente, cutre los
condes en activo y entre los obispos, sus funciones de inspectores
\ en tan a añadirse a las que ya tenían > que no dejaban de ejercer
Sus misiones son. además, tan sólo temporales y. aun a finales del
reinado, cuando se hicieron más frecuentes sus recorridos, no les
ocupan sino unas cuantas semanas cada uño. Viainban de dos en
dos —conde y obispo o conde) abad— y provistos de instrucciones
del emperador: visitaban el conjunto de condados (en total unos
seis u más) que formaba la zona objeto de la inspección, o missúli-
aun. que les había sido asignada. A veces sucedía que iban más de
dos a inspeccionar un solo inissaiicnm. pero en todo caso siempre se
pareaban condes y obispos o abades para realizar la tarea que exi
gía. en efecto, la doble y alternada competencia de laicos o de ecle
siásticos,
En efecto, su inspección abarcaba variados aspectos: gestión de
los funcionarios de todas las categorías y rangos, observancia de las
capitulares y de las prescripciones de los concilios, semencias dicta
das por los tribunales locales, quejas formuladas contra los condes
o sus subalternos, publicación de las medidas decretadas por el
gobierno superior, recepción de juramentos de fidelidad cuando un
cambio de soberano obligaba a renovarlos, etc. Si se quiere compre-
den el campo reservado a su control véase el texto de una circular
que a comienzos del siglo tx dirigieron cuatro de ellas a cada uno de
los condes cuya circunscripción se disponían a visitar:
“Os enviamos cíi .i cuna jeiiii oroenntos. en mimbre tlcl rniprnuJar. y rogaros
:n.- ■iccidnnteitu: pul nuestra parte, que os esforcéis en cumplí! coh ludis-s tus obliga-
dones que ús culi ciernen, u n to en lo que lespeeln al m in u te Diosceni:) al servicio ilr
nuestro señor v .1 la salvación \ cuidada del p-achlocrislinno Va qm nuestro seiloi
ni's luí encomendado, lo tnÍMTitsque n iodos los demás imvií. presentarlo a mediados
de abril un informe ex ¡ICIO soluc tn ibtm a un que se hun ciimplidu en itl reino las
oidencs que esios últimos ¡nías hizo irensmiiir por sus <ms pues esii do-eoso di
iceom pcnsji dipiiuiileiile a los que se lino cedido a ellas i reprender culi dureza
coinoltiir.erceen.il lasque r.o lo lian licctiousi... Os in slam rsa repasar m k sii .is Capí-
Sobre ellos, ver el estudio lundam ental de V Krause. "('.igescltiihlc de\ Mis si
doniinki». =n U>\ .\lM alunxin Jet fnslittH.sfiirutrcmtchr.tríeí i<sihiela-.Vori hi<ny.\ \ l
livJiH. págs Ifi y sil’'.
121
lu íales a íísn u la r Lis instrucciones resbales que se ns fiiciciuu y a desplegar,
pura aplicarlas, curt lal celo qtir podáis ser recompensados por ello, mniu imr Dio*
como poi uucsiio se lio r el gran emperador.
l)s crcarcceiuJs. pues, anle lodo y os leeiutietisl.linos ubudecvi puiuo.iliticutc y
exigir de vuestros empleados y Je v-joxltus .ulniinisirailos. exacta obediencia a lj<
órdenes de '• ucsiro obispo en kulo aquello que se relaciona con su ministerio Dedi
caos a iiiauieuci iorlos los derechos del em perador la I como os ha sido precisados por
escrito y verhalmcnlc. pues luis responsable Je ellos. Miieed píen.i. convela yequiia-
tiv.imcnk justicia u las iglesias, a las vindas, a los huertanos y u todos. sin liaudc, sin
corrupción, sin renuencia o con plazos abusivos y velad para que iodos vuestros
I
subordinados hagan lo mismo, si queréis que Dios y m iento sertor os recompensen
Si enfrentáis actos de tebclilla o desobediencia, si hnv quien se niegue a aceptar luí
decisiones que dictéis en conformitlad con la ley n :a justicia, lomad n o u de ello i
ad venirnos ya inm ediatam ente si es ingente, ya a uuesiio paso, a lin de que demos
aviso de acuerdo con las instrucciones que heñios recibido de mi es Lio sélluí, No vaci
léis. si es que os queda alguna duda sobre el sentido de un pasaje de es le mandj.
miento cu enviam os ingentemente a uno de vucstios tupresemaliles que sea cnpj/
de darse cuenta de nucslras explicaciones a luí de que podáisccunpredcr 1odo v.cun
1.1 ayuda de Dios, cum plir con iodo.
Poned atención, sobre lodo, en que ni a vos ni a vuestros sulvirdinadm se ns sor
prenda y digáis alas partes interesadas, ccui la idea de burlar n ictrasar rl ejercicio de
la ius.lie.fii* ¡Callaos hasta que hayan pasado los moa. después loaircglaiemos entre
nosotros' Por el contrario. dedicaos » imprimir celeridad en iu/eai los asuntos pen
dientes con anterioridad a nuestra llegada ya que si cometéis algún engatíllele cita
clase o si pul negligencia u malicia ictiasáisla marcha de la justicia hasta nuestra Hí
gada. r l.id seguro de que remiden.,r contra ios un seveio ¡iilVirule
• I cc.J y releed c«in carta vcnserv.iríln bien, para que sirva de kslutniuio cuite vos
y uusostros.»,lf’'
120
Iropas de ocupación, que tiene el rango de conde y lleva el lilulo de
«conde de la marca», en lailn i'oínmmarate y. en lengua germánica.
markgraf, de donde procede nuu^raw. Cambien se decía morchio ■**
y. mas tarde. marchisiis, de donde procede nun<¡ués. Es1e personaje,
cualc|uiera que sea el nomine con el que se le designe, manda como
jefe las tropas que se cree conveniente poner a su disposición para
hacer frente a cualquier eventualidad, y por ello se le dio también, a
veces, el nombre de duqueütux). es decir, caudillo o general. Pero sus
prerrogativas sobrepasan las de un general ordinario, ya que. al igual
que los otros condes, administra, juzga, recauda impuesto-', promulga
decisiones imperiales y. en tina palabra, acula como aquellos dentro
del orden administrativo en favor de la unidad Iranca.
I Ul
imito. puede disponer libremente lamo en beneficio de las personas
que le rodean como en favor de sus herederos
Igual que el lesoroera un iodo con su caja panícula], su corleo,
como entonces se decía, ctpalai to (palatium) se confundía con loque
otrora se llamo su ana. Su servicio privado no se distingue del ofi
cial, > la conlusión que dominaba sobre esto en los tiempos merovi li
gios se pcrpeiúa en los dias de Carloniagno. Poco más o menos los
cargos están distribuidos de la misma manera Unicamente lia
desaparecido, naturalmente, la mayordomiade palacio el diaen cjue,
con Pipinot-f Bmv. el t ¡lula r de lal función se convirtió en rc>. Parece
que el camarero (ctinierarius). guardián de la cámaro imperial en
donde eslaha depositado el tesoro,,Bi cubnó en adelante el conjunto
de sen icios piopiamenic domésticos y desempeñó una parle del oli
do que tenia otrora a su cargo el mayordomo del palacio. Se trataba
de un gran personaje al que Alcuino '" recomienda aconsejar bien al
rey. realizar con prudencia las misiones que le están confiadas, juz-
gai con equidad y ser generoso en la distribución de limosnas. I n los
dias de Ludmico Pió. se va a comprohai a cuántos peligros queda
expuesta la monarquía ante la influyente posición del camarero, en
el caso de que la autoridad del soberano llegara a debilitarse.
A su lado figuran. n en primei término, el xauvail (st-iu’xcakus).
cncaigadode proveerd palacio y que, por está razón , se le acosium-
bra a designar en latín clásico refiiat; mensa?pmepositus. es decir,
«prepósito de la mesa real»; el copciv (bmit uUiruts) o «jefe de los
escanciadores» Onaxisier piiurntarttm): final mente, el «conde cid*1
1.41
establo», es decir, de las caballerizas, o a»uícsui¿>U' {romes Midiuli):
es ios tres citados personajes tenían a sus órdenes diversos emplea
dos subalternos: chambelanes o cubiculani. adsci iios al cubil ulwn o
apartamento privado del emperador, ujieres o porteros losliuríi).
cocineros, escanciadores, murkiales fuiomaila) o palafreneros, etc,
Pero, al igual que el camarero, los tres jefes Je servicios que acaba
mos de citar no limitaban su actividad a los asuntos privados del
emperador; basta con leer los documentos de aquella época para
darse cuerna que a ella agregaban muchas veces, bien mandos mili
tares o misiones de todas clases, según lucra l:i voluntad imperial.
Asi como no hay ministerio de hacienda, lumpoco aparecen, en
general, dentro de palacio servicios distintos para las diversas clases
de asuntos que deben tramitarse y su necesidad no se hace sentir, ya
que. en los mismos condados, tóelas las cuestiones, cualquiera que
sea su género, son indistintamente de la competencia de los condes.
Sin embargo, por imposición de la necesidad, existen algunos servi
cios especializados, ya que requieren un personal de determinada
msturale/a y en primer lugar dos servicios desempeñados, uno
exclusivamente y el otro de preferencia, poi clérigos: la capilla \
la cancillería.
Capilla (cappctla o capcUtíi era el nombre que se daba al oratorio
real 1- Por mucho tiempo este nombre sólo se aplicó a ese sitio, ya
que la palabra cappeíhi, diminutivo tic cappa. designaba una ríe las
preciosas reliquias que allí se encontraban despostadas, una capa
de San Martin sobre la cual, desde el siglo Mi. disponían los reves
francos que se prestase juramento en su propio oratorio. Parece que
los antepasados de Cnrlomagrio se habían apropiado esa reliquia
en los comienzos del siglo Vill. y de ah i lomaron después los clérigos
de su oratorio particular el nombre Je capellanes irappi.lltini o cape-
lltinil. Desde entonces, esios términos de capilla v capellanes se
hicieron extensivos a toda clase ríe oratorios, sin que se olvidase
nunca.sin embargo, que en un principio se habían aplicado .ti oía
lo rio del principe earoliugio: más Je un escritor lo recordará en el
siglo IX y exaltará las virtudes de tu venerable capa confiada a la
guarda ríe los capellanes imperiales.
Ll jefe de éstos, que todavía no poseía designación particular
—basta el reinado siguiente no se le llamará mxluaipiHii/i farchiui-
pcllamis ñMtfniuusciipi‘ihinu\) — no cía. sin embargo, un capellán*•
1.1»
asiste el soberano en el ejercicio Lie la administración Jo justicia y
cada ve/ más preside en lugar suyo el tribunal imperial.' ' Ln
electo, el volumen de los asuntos aumenta constantemente en ese
tribunal, a medida que se extiende el poderío y el prestigio de Car
los Asi, esto cargo que todavía era modesto a fines do la época mero-
vingia se hace cada día más importante. Masía una cancillería
especial, ocupada únicamente de la redacción de los juicios, se consti
tuye poco a poco, al margen de aquella otra que está dirigida por el
canciller. TI personal es distinto. Compuesta, al parecer, exclusiva
mente por laicos (cuando los notarios colocados a las órdenes del
canciller son clérigos), adquiere, por necesidad, la costumbre Je
recibir sus orientaciones del conde del palacio. Desde comienzos
del siglo l\, los documentos que expide esta cancillería judicial van
marcados con un sello especial y tienen una fisonomía propia que
Iraiisparentala unidad de dirección y demuestra la importancia que
ha adquirido el jefe de la administración del que emanan.
Pero una vez citados los pocos servicios que acabamos de rese
llar, puede darse por completo el cuadro de la «administración cen
tral» de los dias de Carlnniagno. Si aún hay un reducido número de
empleos de los que. a veces, se halla mención en los textos —como
los de hosialcros Onamiuiuirii). encargados, sin duda, de disponer el
alojamiento del emperador y su séquito durante sus desplazamien
tos. o los de veneros (wiatores) y de halconeros (falcomtrii). encarga
dos de las cacerías—, puede decit.se que no interesan para nada en
la marcha del listado. Así. pues, para gobernar, el emperador a ñ i
laba directamente con el personal que lo representaba en las pro
vincias y al que se esforzaba —sus capitulares lo demuestran en
mantener constantemente bajo su dirección.
IV A s a m b l l a C¡LM RAI
J'* Vvi.i.i de C jflomagnp til los 0.-;»ii(i; A'í/ru: n Iu2 t'75>. ’ I 11 1 I3t> pS! I
]J5¡ |, "S2'). 2iu (H'Vn. 2 lh 1X12). iVimiula- .le Unes Jrl ssglu MU. :il las Foriutihti'. p.ie
122 ■>.- 21 tailk-ióu fi tas kirnuilasvlr Mnrculfoiv jñg. 19*. n 2ft ifumiul.is <lí Síiis i
Cu/>illil i 1 ». SO. pty 12u.ini. 1. Vtc ík Cl!nricimi"i:i‘ peí fccmliafd. Cap W l \
1 C 1 VVnu*. i, MI. pág.v Ss4-<V05; piiOel de Cuulangc-i. I. Vi. |!íi¿» 25b-112 Y
Hrumicr. l I!. 1T I- 1UI
154
ponerse en campaña; pues para imu nación marcial, como lo era el
pueblo banco, los operaciones militares son cosa normal que
anualmente llegan con la primavera. La asamblea coincidía con la
concentración de las tropas y la lecha de su convocatoria se elegía
de acuerdo can las necesidades militares. De ina izo. mes en el que.
todavía a comienzos d d siglo \ m, tenia lugar esta concentración
—de nlu su antiguo nombre de campo o campamento de marro (cam
pus manís)—, se trasladó, en un principio, a mayo, convirtiéndose
asi en campa de mayo (campus maii o campus mudius). veste nombre
que se dalia por extensión a la misma asamblea general, se man
tuvo. aunque poco a poco la convocatoria lucra retrasada a junio,
hasta julio y aun al mes de agosto.
Todos los súbdilos del Imperio se consideraban convocados \
presentes. De esla manera todas las decisiones que se tomaban alli
lo eran con lu aquiescencia de nulo el pueblo (omnis populas), y esto
nunca dejaba de declararlo el emperador en las actas que promul
gaba dcspties de la asamblea. Feto hay que decir que.en la practica,
sólo estaban presentes los nobles (optimates o proceres), es decir, sobre
todo, funcionarios y primales, y (representando la masa de los sub
ditos) las tropas que iban a la reunión para cuinplircon la orden de
movilización. El lugar en que se celebraba la asamblea lo determi
naba cada año el emperador, y estaba en las inmediaciones de uno
de sus palacios o de una de sus residencias campestres, cuya elec
ción dependía de.su proximidad relativa al futuro teatro de opera
ciones militares. La asamblea propiamente dicha tenia lugar en los
edificios Je habitación v.porconsiguiente. no comprendía sino una
selección de personas, y la muchedumbre de los soldados, acampa
dos en los alrededores, no hacia más que dar una aprobación de
pura forma a las medidas decretadas
Por restringida que fuera, la selección así reunida en torno del
soliera no comprendía, no obstante, varios cíenlos de personas, altos
funcionarios de palacio, duques v condes, obispos, abades y vasa
llos del rey Pues, para todo aquel que posea un rango dentro dd
Imperio es obligatoria la asistencia: hasta a un Alcuino.cuando va
la edad y las dolencias comenzaron a abrumarle le cuesta trabajo ver
aceptadas como válidas las excusas que le prapoiciona su estado Je
salud, aunque tal género de excusas parece que era el único que
tenia probabilidades de ser admitido. Y es que de los nobles que
teúiic el emperador no sólo espera consejos, sino también compro
misos: las medidas acordadas con su participación, sea esta real o
1 A qué causa» dehe Jlrihuirsc el hecho ,¡ilr ve niegue Ih ¡mida mullía millo e r
las marcas Ironteri/.u com a en el ejercito, cuando huy necesidad de ucluar p.ua
vicienJcr la patria.'
' , De J é u J e proceden esos perpetuos plei’.os tu s a eauvn es que sí rcivirdic.i
aquello que posee uno de los iguales’/
3. Del hombre vlc a r o les d e ,ir.el \ asaltolque vlc-rrlii o su sertoi ye- a-opulo ni
curo lugar.
J Se les preguntar.i en que y en cuáles lugares lu> tu icos son molestados per loi
eeicsiasiiens \ .vis eclesiásticos por los laicos en el ejercicio de sus funciones 3 i esv
respecto del cr.i vcrdiscmide y resuelta la cursilón de viiher en que medida uu ohisp
o mi abad debe iule rven it en los ¡tm iuosrrcularvs) uncvinvlcu mro laico en l.isdeLi
Iglesia. Lo que ccnJucirA a Oicibtm el significado de aquella- palabras del Apos
l.il J' Vwuo miltlJtu Om impllcai fslufcnttis w .ituribus ique ninpit:) iv.icmhio de la
milicia de Dios se mezcle en los nsunlos sev-ularcsi y luiubién deienm nnr a quién sí
aplica esta scr.lcncir, «
■i1). De Ir vida v de las costumbres de mis virus pastores, es decu. los obi>]WS. que
ciel'en nu solo con sa cú sala u/u. suto laiuWcn con su conduela. dar buen ejemplo si
V. Jl.RAMI.NTO OI- P ID tL IU A ll
■i.lurn-dc'iJue.vK Jia. sír liol ni señtn C'.irUiN, mvy piadoso emperador. hijúiid rey
1‘ipm üy ite 'a rcinsi R c n asin tcram cn l:. sin fraude ni mala ¡mención, y por el honor
do su io i iuidi>. coma pnrtfcrctlm iin hombre le debo soi a su sortea y¿lucilo Asi. Oíos
y los san to s,yuyas reliquias ostrtn aquí, me proleían; pues todos los Utas Jo mi vida,
ton lotla mi voluntad \ con loda la inteligencia qiir Dios me conceda, mededi.-are s
- - ' JvS
ine consagrare a >u sem ejo »
VI C argas militares
I4U Itt
los ahucies que. en principio, estaban obligados a conducir por si
mismos sus contingentes armados.
No obstante hubiera sillo imposible en la práctica que en cada
regida se arrancaran consianlemcnle de sus actividades normales a
iodos los hombres libres, a la vez. a pesui de la inmensa coniribu-
ción que la mano de obra de los sierc os proporcionaba a las labores
agrícolas ya la actividad artesano Asi, era raro un tal reclutamiento
masivo. Lo normal era que el emperador sólo llamase a una parte
del contingente, teniendo en cuenta las necesidades en electivos, la
distanciado los itinerarios. las condiciones económicas y las posibi
lidades Je iodo género Por ejemplo, una capitular. " que puede
fecharse en los primeros anos del siglo I V. distingue para los sajones
ios tres casos siguientes’ I, campada en el país de los avaros o hacia
Istria: 2“ campada en Bohemia; .V” guerra emitía los su rabos. Ln
el primer caso, la movilización afectaba a un hombre porcada seis:
en el segundo, a un hombre de cada tres; en el tercero, a toda la
población masculina, pues los sorabos oran vecinos inmediatos de
los sajones y entonces se Irataba de la «defensa de la patria». Otra
capilulai que su más rocíenle editor lecha en el arto S(17. prevé,
con respecto a una leva general entre el Sena y el Loira, las siguien
tes modalidades de aplicación, menos rigurosas que de costumbre,
dice el texto, en consideración d d hambre que azota: l." no estarán
obligados individualmente al servicio —a más de los que llevan
beneficios, reales que están vinculados al emperador por un compro
miso especial del que hablaremos más adelante— sino los propicia
rlos de lies mansos [mamó! o mus (el manso era entonces la unidad
territorial): 2." los propietarios de menos de tres mansos >c agrupa
rán para equipar poi su cuenta entre todos ellos a un hombre: se
agruparán por dos los que posean de tres a cuatro mansos porcada
dos: por iros, los que no posean más que un manso cada uno; poi
seis, los que no poseían más que mediocada lino o su equivalente en
especie □ en bienes muebles L1 año StlS todavía se hacen más holga
das estas medidas: 't"' el servicio no atañe sino a los propietarios de
cuatro mansos, cuando menos, y se invita a los demás a reunirse
para proveer, a costa de iodos conjuntamente, un hombre porcada
cuatro mansos
143
piilTiilInniientos51: s la de permanente defensa de las cosías, para la
cual todos los subditos icnian que estar preparados al primer llama*
miento. '1' se convendrá, sin posibilidad de error, en que el seivicio
militar amenazaba con agobiar económicamente a las poblaciones \
además, con producir un serio colapso a la vida normal del país.
14-1
iracion. si mi líimhién a «iodos losjulcles» del emperador. es decir, a
iodos sus subdito* y les requiere que provean ,1 los portadores de los
medios de iransporto (tveciio) v de los víveres (hunuiniitis) neeesa-
i¡os. AHI mismo se detalla todo tantos caballos de relevo, tamo en
pan. en vino, en cerveza, en tocino, en puercos o Icdiones en ovejas
v corderos y oirás carnes, en pollos, ánsares, faisanes, lluevas, miel,
aceite vinagre, comino, pimienta, clavo v otias especias, tanto en
¡.al. en legumbres, en quesos, en cera, en heno para los caballos, en
madera para el fuego, etc De acuerdo con c! testimonio que nos pro
porciona una capitular de aquella época. '' las raciones señaladas
variaban de acuerdo con el rango del que se beneficiaba de ellas
(evidentemente teniendo en cuenta la supuesta importancia de su
st'quiio). Por ejemplo, el número de panes que había de proporcio
narse era de dO para un obispo, de JO para un abad o un conde y de
17 pura un simple vasallo del emperador
Ls dilial afirmar si estaban afectados todos los habitantes sin
distinción Al contrario. hay que pctisui que,sin perjuicio de los pri
vilegios generales de inmunidad, de los que hablaremos. *IS existían
muchas dispensas individuales y colectivas.114 l’arcce también que
el derecho de requisa estuvo limitado a algunos casos netamente
especificas, como los viajes de los ini.\st doininú i, pues ha> capitula
res cuyo objeto es. entre otros, llamarda atención a los condes, los
obispos, los abades o los vasallos realesquesc pemiilimi, en mis des
plazamientos personales, exigir hospitalidad de sus administrados
y abusar de mis bienes. Con lodo, la carga debió de ser muy pesada,
pues resultaban frecuentes las misiones que. como las de los nim i
doininti t. daban derecho a la requisa de viveresy de medios de trans
porte sin liahlai del alojamiento y del luego que. en invierno,
cuando menos, era obligado proporcionar por requisa, a iodo vian
dante sin posada, llevara o no tnnroriu. " Además no conocemos
caso alguno en c! que esias provisiones hayan sido pagadas. Abru
madora caiga de la que nos coiisia que las iglesias > los monasterios
trataron ince usa ntementc de liberarse.
A lodo esto hay que agregar las prestaciones para la conserva
ción v e ve n mal me me. la construcción de caminos, de puentes y de
M5
edificios públicos. ' Sin embargo, estos til timos servicios se encuen
tran raramente citados en los textos, lo que hace suponer (¡tic los
trabajos de esta clase sólo ocupaban un limitado tugaren las preo
cupaciones del gobierno imperial.
VTÍI I.MITHSTOS
1 l(i
atente llamamos impuestos; tampoco debe dudarse, leyendo los
documentos de la é|voca, que las dus categorías de impuestos que se
enumeran en la capitular del año 805 son. uno la capitación perso
nal. y el otro, la contribución territorial. Pero en muchos sitios
estos impuestos habian dejado de percibirse, ya porque en gran
parte de sus grandes patrimonios los antecesores de C'arlomagno y
el mismo habian renunciado espontáneamente a ellos, poco a poco,
en beneficio de las iglesias, de las abadías y de los beneficiarios de
inmunidades, ya también por simple negligencia o abandono o a
consecuencia de la mala voluntad de los contribuyentes, hasta el
pantoque el año SO2 hizo taita recordara t<xlos los súbditos del Impe
rto que «eludir pagar al rey lo que le es debido o el impuesto» [dehiium
iinuH vWcensen» maniré), era. salvo en el caso de exención regular, tal
lar al juramento de tidel idad que se le debia al monarca. 'J
Pero eran vanas exhortaciones: el impuesto ya no respondía a la
necesidad de proveeral sostenimiento de los sen icios públicos: por
doquier se consideraba abusiva y estaba en camino de desapa
recer.
I a única contribución pública asimilable a un impuesto directo,
que entonces estaba verdaderamente en vigoi. era el diezmo. *
Aunque percibido por la Iglesia y. en un principio, en su exclusivo
provecho, se exigía a lodos.de un extremo al otro del Imperio, en vir
tud de las órdenes que daba el misino soberano, pues, desdo Pipi no.
la monarquía franca no separaba ya su causa de la de la religión
cristiana y a nadie dejaba el cuidado de legislar en tal materia.
El pago del diezmo eclesiástico se hizo, pues, obligatorio en lo
sucesivo, por orden de la autoridad pública y son numerosas las
capitulares de Carlomagno que se ocupan de ello, y¡j pura recordat
a los líeles que se trata de un deber al que nadie, bajo ningún pre
texto. puede sustraerse, ya para reglamentarla percepción y la tarifa
aplicable, ya. linalmemc. para amenazar a los que tratan de elu
dirlo, \ los agentes del emperador cumple hacer respetar en esto la
lev —palabra que se repite \arias veces— ' y perseguir a los
renuentes, que no podrán eludir ya ni la mulla civil ni las censuras
eclesiásticas. Se trata, por tanto, de un verdadero impuesto cuyo
M
importe, que es realmente igual a la iléeinia parle de las remas rustí-
cas de cada fiel, eslá destinado en este caso a soslcner el desenvol
vimiento de un servicio público: el del culto y las obras de asistencia
a é! vinculadas.
No obstante, el tesoro imperial nada obtenía del diezmo, a no ser
por usurpación, y más de una capitular recuerda a los representan
tes de la autoridad publica que las tierras del soberano no constitu
yen excepción y están como Indas las demás, afectadas por 1¡j
contribución que se debe al clero.
La contribución directa en beneficio del Estado no sería, pues, sino
un recuerdo, si al impuesto terriiorinl y a la capitación no se agregaia
un tríbulo especial, que posiblemente se puso en práctica poco a poco;
nos referimos al don o. mejor dicho, a los dones anuales (mutua dona n
dona o annualia). Se llamaba asi una contribución cu especie que todos
los años entregaban, en principio voluntaria, pero en realidad obliga
toriamente. iodos los grandes propietarios del Imperio, tanto laicos
como eclesiásticos, en ocasión de In asamblea general.5" I os ingresos
de esta contribución se consideraban, dentro del sistema administra
tivo imperial, como los de un verdadero impuesto: «Enviarás al lugar
donde me encuentre a mediados de mayo» —urdenn Carlomagno al
abad de San Quintin. I ulrad— «los dones que ni debes ofrecerme en
la próxima asamblea.» <,J Como se ve. la obligación era absoluta y son
muchos los textos que hacen alusión a ella sin ambages de ninguna
clase: pero, saltó algunas excepciones, el impone del don quedaba a
voluntad de cada uno. lo que hacia este impuesto menos humillante c
insoportable para el amor propio de los afectados.
Bajo la denominación general deloniieux (tehnea). derivado del
gtiego (recaudación de alcabala^, que vino a sustituir poco a poco
n la palabra latina ¡mnoríum |portazgo, peaje. flete|. estaban las
diversas lasas de aduanas, consumos y peajes que en el Imperio
romano gravaban el transporte de mercaderías. I n general las13
131 diezmo es doble en ulgilnus casos Oeicrnumulm por las íap ilu ln rcv qik.
cnioncrs. hablan de «diezmo \ nono->, entendiendo por ello que el obligado a pagarlo
debo entregar !a décima paite tic la renta total más la décima pane Je lo restante (es
decir. exactamente el 9 por 100 del total primrtiwi), Ksl.i duplicación del diezmo estaba
destinada :i compensar en cierta medida el peijoieio salu do por lii.s iglesias cuyos bie
nes rucroii secularizados en los d tn sd : Curios M attel o después y el gravamen afectaba
a ludo aquel que jw-seia una de aquellas propiedades va en beneficio o en pleca no
Icense |.esne./ft.'f. .fela pn>¡tné:<>tveUsitiMtquc. l. II. lase 1. p.igs.98 y sicts.l. Com ose ie.se
irala aquí de casos particulares en los que no tenemos por que detenemos ahora
Véase W n iu . i. 111. págs l O ' - l ll : Fusie! de Cnulanpes. i XI. págs SUJótP.
Rrciuner. t It. págs 91-01.
Cnpuul i. I n.' 7 \ pag lh>.
Sobre el jmrivriun, véase e) libro clasico de R C ngnat, i /i<dc /?io<«n;uc 'íi'
impi/a uuiim.lt che: hs Ramtiins Itoyu'itus i'iutiioirs barbares l’zro 18-S2. in-S")
US
oficinas recaudadoras se hablan conservado en los sil ios decostum
bre. aunque a veces se fueron multiplicando ya por abusos ya perla
premeditada voluntad de algunos reyes o de sus agentes, deseosos
Je poder asi aumentar sus ingresos con los menores «asios, l-stas
alcabalas. en principio, y como sucedía en el Imperio romano,
sólo afectaban n los productos destinados a la venta, pero las amo
nestaciones que a este respecto dirigía el rey a sus representarles en
las capitulares, hacen pensártele los alcabaleros solían inclinarse a
percibir el impuesto, aun por productos destinados al uso personal
de quienes los transportaban o de aquellos por cuya cuenta se reali
zaba el transporte No obstante, siempre se mantuvo como regla no
exigir alcabala sirio en el caso de mercaderías destinadas al comer
cio y las exenciones concedidas por el poder real, lo solían estipular
así expresamente.
Las alcabalas mencionadas más a menudo en los textos son
derechos de portazgo, que se percibían al paso de puentes o de
esclusas, en el itinerario de caminos o de ríos; se les designaba con
nomines especiales, que por si mismos ya señalan la naturaleza del
impuesto: rodaje (rotatiettm). para los transpones en vehículos de
ruedas (mine); acamo fportaticum). para el acarren a hombros tic
hombres: Mjumaitawi [desognui, albarda|. para los productos con
ducidos sobre bestias de carga: hargaiuiticutH [barcaje] para el trans
porte en barcas:pontazgo iponuaitum). para el tránsito por im puente.
azwhizg/O (exclusatiatm), para el paso por una presa, esclusa o azud,
etc. Pero con evidente error han tratado algunos eruditos de distin
guir los derechos asi denominados de bis alcabalas propiamente
dichas. ' u pues no hay que dudar que los textos de la época los
contunden
También entre las alcabalas incluían los contemporáneos de
Carlomagno los derechos percibidos por las transacciones mercan
tiles efectuadas en los mercados \ en las ferias, cuya celebración
estaba sometida, además, a la autorización del rey Procedentes.
t'or ejem plo. Capital. I I. n ' I f t75-t*755l.aii Jipóg ?2): n.* 14? (tOOaproxi-
nudmicnicl. un. i ipag, 204).
Sobre las tricábalas. véase Wailz. i IV.pags SS-h.V Fuslel deC oulim gfs. i V.
l’Ags. 247-250: R rjn r.ei.i I t.p jg í. ;7M 27: pelo, sobre lodo. el. l0> testos: Capitu
lar!, I l.fitimm: tliplomam Ktirnlin.. I. I.pags 0, 17.2". 66,67 I2S IJS, i7fl. I -8 .25^: hir-
mulac. pags 500, 3D3-.;(H, ele.
Véase especialmente 1 uslcl de Cnulanges. i V. |\rg 2>0: G j iis Iiii I le* origi
nes Hurlantes ilu r/amage» G in is lio ljL i 'Les origines romamcs da rm iugc', en M étan
les J e droir ro m .in dciiiés A G c o rg e s C o rn il (G ante s París. 102o.7 v e is . in-S .'li.1.
Págs. 3S7-305 '
Véase, cii particular Di/'tonww KnrnL p;t}s. i28 (711-775)
1,11 (. 1.11 H u v d m .ftsn / kivoriqut'jur le tirón Jes man h¿± a ¡tes (eirts. iParls. Ih07.
ni-sv. l:sis J¿ derecho de Parts). en pmiieutai pags l-ri !7h y 573-5S-I.
ib»
1
'■o Sohrr el patrim onio fc,il c í W a* i Iv, |ing\. -ta-IS3. t(ue rerni.c ¡i los
tcxius esenciales
W-nse e>i«-NinlnK-nlc Cufutiií i. I. 11/ '(M S I11. a n 19 \ Ir m p íiu lji <.v
i ;lh.\. iiiiiJ.i más .iu c I j iik
ítíyaii/.. 1 1 n " 32. pács. S3-91.
C f Maic Bloch. «Ldriginc el l¿ (tule ilu "Cnpilulijre do lillis’ *. en 1j R‘ fUf
l/isir,tiif:u 1. L’\ l . MI 1 19231. |'á¿- Jll-Sfi
150
¡irilculo 1 la verdadera preocupación del soberano: no permitir
que vayan en beneficio de oíros los recursos que puede obtener de
oí patrimonio, Se Irma de un concepto que .se repite en más de un
artículo. I I pequeño rendimiento de algunos impuestos subsisten
tes obliga ai monarca a velar alen lamente para que nadie i nleriiera.
usurpando su derecho y adueñándose de tina clase de rentas que
aseguran importantes aspectos de su vida. Olio punto que debe
señalarse es el empleo a la vez. lanío en esia capitular345 como en
muchos oíros icxios contemporáneos, de las dos palabras vilkie y
físci. para designar los reales patrimonios: aun siendo de origen
familiar, esios dominios estaban, por tardo, asimilados a los que en
Roma se consideraban como tierras del fisco, lo que no debe causa r-
nos sorpresa.ya que cuulquicrdistinción enlreel carácler privado y
el público de la persona del rey parece que estaba apanir de enton
ces abolida.
De los diversos monopolios que producían beneficios a los
emperadores lómanos, parece que el único que pudo conservar el
soberano camlingio fue el de la acuñación de moneda. Después de
los desórdenes del período merovingio en los días de su decaden
cia, M Pipino el Breve se hizo cargo, con energia. de la administra
ción monetaria. 1* Sus esfuerzos y los de su sucesor permitieron
reorganizar metódicamente la casa de moneda y el mismo sistema
monetario. I I número de tálleres de acuñación, que se había hecho
excesivo, fue reducido pava facilitar la vigilancia, tnrlomagno llegó, en
el £00 y el SOS, hasta el punto de no autorizar, en principio, acuñación
sino en el taller de Aquisgran.VJ1 Medida de excepción y. sin duda, pro
visional (pues ya no parece estar en vigor en los dias de I udovicn Pió),
pero que produjo la nueva ordenación del sistema monetario.
i os gastos que ocasionaba la acuñación se cubrían con las mer
mas que los jefes de los talleres de troquel —los monederot
(monmani)—estaban autorizados a efectuar sobre el metal o sobre
las monedas viejas sometidas a fundición. Una capitular, que se
remon la a los dias de Pipino el Breve, había señalado esta merma
I 51
en un sueldo, por libra de pinta, en una época en que la libra lema 22
sueldos. Como no se autorizaba ninguna otra merma, hay que supo
ner que cada taller estaba arrendado por el soberano o que le corres
pondía una pane de los beneficios.
liste monopolio tenia, además, la ventaja de permitir la unifica
ción del sistema monetario, signo tangible de la nnidail dei Imperio
Oirloinagno hizo todo lo posible para conseguí i este resultado. \si,
retiró de la circulación las piezas antiguas. entre las i|ue existía la
mayor diversidad, y las reemplazó por piezas nuevas de lipo, peso v
denominación uniformes. Medida, aparentemente, fácil de apli
car ya que la única moneda que quedaba oficial mente en circula
ción dentro del reino franco, era el denano de plata, del que el
sueldo tenia 12 y la libra 240, sin que se sintiera la necesidad en el
futuro do acuñar piezas de ninguno de estos valores. Con todo, los
textos demuestran que la reforma triunfó, no sin eslueizo.y la clasi
ficación de las monedas que nos han llegado testimonia que el
gobierno de Carlorn agrio fueimpolcntc.cn último caso, para asegu
rar en el campo monetario aquella uniformidad absoluta que se
proponía Sin embargo, no se puede negar que los dónanos de los
días de ( ’nrlomagno —a los que en la practica no pudn dejar de
adicionarse medios den tirios u óbolos— ofrecen un carácter de
regularidad relativa con manifiesta ventaja sobre los tic la época
merovingia.
Si resulta difícil apreciar las rentas que la monarquía carolingia
obtenía de la acuñación de la moneda, más lo es aún. posiblemente
calcular las que le producían los derechos de cancillería lodo
cuanto se puede decir que es la autoridad y el prestigio que propor
cionaron a Carlomaano sus triunfos militares y el atinado ejercicio
del poder, fueron dando día a día más valor a las actas que expedía
para conceder o con ti rm a rhicnesx privilegios. Dealii la avalancha
que había en su corto de peticiones, como lo demuestran los docu
mentos de la época Hl constante acrecentamiento de los territorios
que formaban el Imperio carolingia ensanchó, más aun, el chatio
ele los que acudían a solicita r favores del señor y que proporcionan a
su cancillería oportunidad de ingresos que. sin la menor duda, se
subestimarían si se redujera su importancia al volumen únicamente
de las escasas 160 acias, cuyo texto autentico ha llegado hasta noso
tros. Ln el estado actual de la documentación a nuestra disposi
ción, es imposible aventurarla menoi valoiacion. ni aun atreverla
r '4 Sobre el Irma (ra u c o aquí. véase sobre lodo G. VVnii/. I. IV. págs. J(i5o25
que proporciona un fácil cuiincim ienioJe los ícelos v H Bmmtcr. i. II. png' -Gí -SMi.
que ü.s secura ni en le la muís completa exposición Je eotiiunio Je Ljue disponemos
actualmente para cuanto se reluduna con el uim iom um eniode la ¡usudn cii las épo
cas meros i ligia v caioliiigia. Cada parralo de esia ewensa exposición lleva una
bibliografía que.ilcanza hnsia c! año W Por desgracia. la presentación re miIi j cor
frecuencia contusa v uanaua m ucho si estuviere mas concentrada Etilte los estudios
en Iraimes aun resine-, prou-diosu leei I listel ileC O'.ilarsges.l V pau». .tlM-ÍÚti. en lo
que a lañe esencial metilo n la época mcrovingia. peí o m is -Je ur, pasaje interesa ir.m-
bién :i los lienjivis earohngios. A esios había icservadu Fu>:d i.n capitulo del volu
men Mguienle de su obla l(. V11, pero en esc vo'unictl. lal a unió fue publicado poi
Camilo Jullian después de la mué ríe .II- m . autor, no se encuentra ipigs 4'MoOI ) más
que un brevísimo bosquejo del ¡cnia Xcstohav qua a fiad li en cuanto a la nrganiza-
. :<in de los iríblmulés. el libro aenialilieilie sobrepasada dr I . Ite.iuelicl Hinufír ■>’•
••re-.muíitjoil jiu!it:ti:n .-n fnif.vv. FpH/u< I n:n.¡:i. ¡París. ISV'. ín • l y el niedineie
l-Mníc.'ur f. iiuítliwi <J: Biitiiiilt síes C ñau Ules. F.imii.wir fe inullin» i París, IWC. i *y.
le»isde derecho eo PaiiSK que es-.ir. liábalo ile priti.ipi.iule F.u imln In que l látaulc-s
¡*ll las páginas v|iie siguen se iii'.punc m.ls que nunca rcci.riira los leváis Nlk'sim dis
cípulo K B.linio; prepara une rh rn d.- v oti/nll < sobre la /nsiiciJ en la época ce
lo- ca:u li ul'Í'js
" Vcus-e fupru. paes. I2d-I.il
C(>(<:mi i I •• 1 ' v'*i. p.m ss ni (•} 2$ . pae ■' j rl. 5. 1? | S»*r.' i1is-
lló ari 2f>: ¿íi(Slüj. pag I55 .u rls .jy ? n*.)(S 10;.p;lg 155.uri. *:so (fin M I j ) . pna. Iíi4,
ares. 2, s, 5.
véase Copimt 1 n. iXiOi, p.ijj qg. art
I«4
queso contraen a la administración de la justicia resultan Ireetien-
ios en las capitulares
Suelen ir dirigidas a los condes, cuya actuación so nos presenta
aqui mu primordial mente como en los otios tei renos administra-
ticos. \a que. en principio, dependen de su tribunal, salvo casos
particulares, todos los procesos cu los que contienden dos subdi
tos del emperador, con la sola excepción de los asuntos de orden
puramente eclesiástico que estaban reseñados a los tribunales de
la Iglesia. Asi. todo conde nene en su condado audiencias regula
res —se llamaban nwll (malhisi o plan! (pita ihituj ¡asamblea tri
bunal] condal—. unas en la ciudad donde residía y otras en
dil'creutoseiudíkles o localidades de su distrito I:! conde presidia
asistido de jueces que. después de haber sido, hasta el siglo VIII.
seleccionados entre los notables del condado, como nuestros
modernos jurados —entonces.se les llamaba rodnmburgos iradií-
utiburgt, hhliiitburgi, niíiiti'burgt, mcinburgi) u hombre humos
ilion i hontinési—. coiisiiiuian desde el último cuarto del siglo, al
menos dentro del reino tranco propiamente dicho, un cuerpo de
inagist nulos profesionales —¡oxrugidora*(ccln-vins. saibinij—cuva
intervención se limitaba a establecer el derecho, quedando a
cargo del conde, como presidente de su tribunal el dar forma a las
sentencias y pronunciarlas. Reclutado dentro de cada condado
por el misma conde de acuerdo con los itussi {Jominici. el cuerpo de
los regidores o echevines se reducía a una docena de miembros
como mucho por cada condado, En la mayen parle de los casos era
saliciente que se reunieran siete de ellos para que el tribunal
pudiera legitímente deliberar Wompañaban al conde en sus
recorridos judiciales y, como él. estaban sometidos a la vigilancia
de los missi.
I I número de audiencias o sesiones que debía celcbrm el conde
durante el año lúe limitado a tres, poi Catlomagno. a lin de termi
nal con los abusos de todas clases que se le notificaban sobre las
citaciones demasiado frecuentes para contparecei y las molestias
que de esto se originaban a los i n leí osados. Varias capitulares
recuerda ti. además, que sólo las partes del proceso esHitt obligadas a
asisiii a las audiencias.
((.Jfí.'in t I. fl l-l ‘ ¡ifl.i ‘ IV. p;iv :0ÍI, nrl U l iYLliml:i I: Idiiil.iciciil ¡1 lies, íUi<l.en-
ci.iv judiciales aiUUcái'AliM.'.s ¿le frnc/ulUi /\luc¡hi h'v.e c-olilicnnvo pcnmilt,. he dn.l>'
liiiur .1 muchos em ires üe ii.ueiilu u.'u ol comevin desiei'.a. cvalcnrcnioiiw la*
m idicntlaf det conde p.-irn difcrrnei irl.is d i las iív* lus ■renliirioncs.
p" Ctif ifnt. 1 I . 11.' ’ I . üO I; ii.l ?3|SH II,pág.li!‘. iri.4 D :n .''Jiírtu
p.lj! m i . .10 (SSISOI-SI.'I.pajis I5n-j 5S..tris 1-3: i:~sis.|SI»Ii.páp !f>s.an.2
II.* l|l>. p.(¡.; irle. l-S-flc.
i 5ti
r
reiiiüi. 1,1 >-'1rehusar monedas de curso legal. v el negarse iciieimlo-
ifleiiieíil pago del diezmo " la venia de objetos del culto. ' la i iolíi-
-ión por parle de los clérigos de lás prescripciones conciliares eon
(especio a la presencia de muieres en sus casas.*5 la percepción
alusiva de alcabalas o peajes, d encubrí míenlo de fu g itiv o s .e l
10I10 de granos o de forrajes en perjuicio de los habitantes de las
comineas por donde transitaban las tropas. r‘ el robo de bestias de
eargn. ' la venia a precio más alio de los producios lasados, la
v¿ain de esclavos o de siervos fuera de las fronteras del reino. ' el
homicidio de peregrinos, etc. El campo de aplicación de bis medi
das lomadas contra los infractores del hmnh real o imperial era.
como se ve, ilimitado. >a cjuo «oda ofensa al derecho de Olio, o a las
prescripciones de la Iglesia respaldadas por el emperador o al
urden, podía serconsiderada como una oposición a la \nhm tad del
voberano. Y la pena que se aplica en este caso al delincuente es la de
(>p sueldo.-. " cantidad impórtame en aquella ¿poca \ que aun
puede ser doblada y hasta triplicada si el delito cometido
parece exccpcionalmcnte grave. En cambio, es raro que sea infe
rior a los 60 sueldos No hay que olvidar considerar cuán produc
tiva podía ser esta fuente de ingresos para un conde vigilante s
actúo
Y esto no era todo \lgunos procesos podían, por su misma nato-
ralc/a. proporcionar al conde beneficios suplementarios, si se trataba
de crímenes como el incesto, el homicidio de parientes cercanos, la
falta » la fidelidad jurada, que conllevaban, cu caso tic condena, la
pena de confiscación de bienes. Es cierto que el beneficiario de ella
Ci¡t<tmL i. I, ii. :'t (80. 1. friti. 'iS. ,iri •-): n ■I02 (¡tOI-íWlj p¡ig. ; i| .iri I'
/(A«i. n 4íí' (80'n. p,rg, 152. ait 7. n*,,Jti rül i, pág. 101, nn o.
AA'III n (O (-S7-SH). pig. ISO. íiri 4
1 ton. n." 3318(0 .1, |i.ig 0-1. ,iri 15
• ton. n " Uto t«i:u-au>|. ,>.(g :ir ,m I
ton. n." f1 I801-S14). p.ig 144. «u "
<6~ Irft"i. :i. >2iSf>Ki. p.tif Mil nrl 6; n ' M is tlli pñg. 133. ¡ir: v.
!í* t o n , n " ‘n |Nln-8111, p¿j>, lljtl, ¡irl 4.
AA»i, n 1~i (Sül-Jtlij. pdg. I~V ¡irl V
hhni. ii " 5 2 (SOS). M n.jn. 5. H,is que vñ.il.ir. jilrm tis.i|tie .le Ins (iUsiil'I
do.-. 20 son. en .-I ^¡iso indicado. resentidos ni denuncíame
U o» n : í t i ’ 7<b. r.r¡>. «i.<m. t<>; n > >ro r s i i i>ap i <a
AA«I. n.'91 í\S2-Sfi). pdü. PJV.ir tu.
1 t o n . n.- 35 >sil-V piig. 104; an, Y : n.*1(-8 is iji -i<h i . p.ig; i v q í\. ;uls. 1-7
n ‘4.81 i png, I6t'.ari I. il“ 7"'|Sii;-8r'LU Íg. r i .a r l.O , n "98 iStlll.iMp. 2uí.<;rt 2:
II l ili, |U¡> 224. e*.
' J AA'jii, n KKi |NIUJ-8 IOi, pjg. 2,.'8. ort 2.
t o n , ii 1 I3¡> |SH -S!1Z|. pajis 2M-2A7. atl>. 4-s.
Vcass; Cn)>u:<l.. I I n.' 13 ("M -’S'i, p:i¿. 11. itn I nnccsi.i)’ n 3h iSúM , 31.
T-ij! I I j . iri 3 dinmi, i,.¡o de |';t; lentes cercanos, incesto). £Ht<lou¡tHti K<irc¡, isi)
151
es. primero, el soberano: pero algunos textos hacen pensar que iam-
bién aquí el conde obtenía su parte, pues se le acusaba de dejarse
arrastrar por una «insaciable codicia» para multiplicar las conde
nas de esta especie.
I’nr otra parle, el conde mi es el único que cu las provincias
conoce de los asuntos judiciales. Pn clecio. se distinguía entre las
causas llamadas muyoren que. salvo casos particulares, eran obli
gatoriamente de la competencia de su tribunal. \ las causas de
menor importancia, llamadas anisas tnenoras. que podían ser
enviadas al juicio de sus subordinados, los vicarios o centuriones,
De acuerdo con las capitulares promulgadas a comienzos del
siglo l\. quedaban reservados al tribunal del conde Iqs asuntos
criminales y los procesos relativos a la libertad. Desde el siglo
IX. las disputas relativas al derecho de propiedad —al menos de
la propiedad territorial— no son por si mismas competencia de
los \ icarios, sino de manera provisional. y, sm duda, cuando el
objeto del litigio es de menor cuantía: cuando se trata dctnníu.v
livianos (leviorvs anisad, dice una capitular. ti campo de admi
nistración de la justicia conliado a los vicarios es. pues, de los
mas reducidos.
P.sla administración de justicia viearial se ejerce en forma aná
loga a la de la condal: el vicario preside un iribunal considerado
como audiencia Iplai o malí) y compuesto igualmente por siete jue
ces. al principio rachhnhitrgos y luego r,'guiaras oci/u rm , una vez
que la institución de estos últimos se puso en practica '*■' Pero, sin
duda, debe imputarse a la, cada vez más. restringida importancia de
su tribunal la extrema rareza de los documentos que testimonian su
funcionamiento en la época de Cailomagno.
Si el tribunal del conde tiene competencia para sentenciar los
procesos de los que, sólo con reservas, tienen conocimiento los iri-
bumdcs de sus vicarios, estas sentencias de los condes estaban, n su
vez., sometidas a revisión por pane de los missi. que deben, además.
|1M' i. p:\p. 243. I Si luí'..tilí fnleliii.nl i. ii* 2<i5 i*tu |.p .i« .2 H I 3H ¡nccsiol; / .....
i r 22 Je las tAíimitas H. de Rciehcn.m iSOO-SJi'l pdc 351 (alcedo 31
TI Aslrunomo. i j p X .W M Il.
• l'ara e>1a distinción ic.isr ( jpiml i l.o 2111 'Vt. png l'J id ni: n." 1.12
I'IS). ¡>á¿. 2(’2. n a 2
’ "* CapiiuL i.l.n. 6J<<S10|. p¿j¡.:5.3. jrl. a: r..'6 5 1 slOi.pjií. I'J . ni. S: n.'‘ SniSI 1-
Si 3). png. I 16. un 4: i r 102 |SIII-SI0l. pin* 210. .irl U.
1 May. al menos, pata el siglo un.un eiftnp:oeoilirail» Viwl-umittlth.. :i 23
i!e |m ómiiuIlis llama Jas Je Mcikcl. pag 252.
” Co/iiini. I 1. n / (Vi v 65. i iia.lns en Ih iioj.i mijsu
¡u\w. n.' lUZ.cii. cu .a nota 1 ¿«/-ni
,v' Funtailur. n " ’ Je las fórm ulas lia ni.nía v de Rienda i’ .5" '741. pag 2?u,
n 2V y JU ce I is i'ñmiulns llani.nl.is de Mcrkrl ifir.es del vigío vmj. pac. Z 'í
hacerse cargo de los procesos que por cualquier razón eslén en sus
penso. Se les recomienda que durante el mes de su viaje o gira
lengan cuatro audiencias en cuatro localidades dil'cientes del con
junto de los condados sometidos a su inspección ''‘ ycada ve? presi
dan allí asistidos no sólo de los sido regidores que en lo adelante
estaban determinados para todos los tribunales o r d in a r io s .s in o
también en presencia del conde en cuyo distrito se abrió el proceso
queso someleasu examen. En lodos los casos, ya el recurso ti los
uu.tvJ esté fundado en una queja por una injusticia o en un litigio
relativo a la decisión dictada por este o aquel conde. la sentencia
promulgada en nombre del soberano por sus representantes en
visita de inspección, produce, igual que la de los tribunales conda
les. provechos cuyo reparto se lleva a cabo de acuerdo con las regla
mentaciones entine uids anteriormente. Debe también señalarse
que los litigios relativos a las sucesiones i nmobiliarias. cuyn conoci
miento parece que estaba reservado a los missi. producían derechos
especiales en beneficio de! Tesoro que reclamaba por sus buenos
olie ios una décima parle de las tierras y de la mano Je obra
sen il.ss'
El tribunal del rey "" constituía la instancia suprema a la que se
elevaban los procesos que los tribunales ordinarios, especialmente
los del orden eclesiástico ?,,, o aun los tic los Diissi. se considera
ban incapacitados para resol ver o los que se negaban a juzgar. asi
como aquellos que se remidan en apelación. VIJ f n primera instan-
IVJ
cía.el tribunal del soberano iiizgahti el caso de los funcionarios lea
les. especialmente de los condes, con ira los que se presentaban
quejas por sus administrados. algunos procesos erases de deso
bediencia a las órdenes del rey como la deserción /lirrisli-i. que
estaba reseñada a la sola competencia del monarca,3* y, final
mente. los procesos que se referian a los proceres o podemsos
fpoieminrc\), altos funcionarios, obispos abades, grandes lena te
nientes.
No hay que decir que c! soberano no presidía por si misino las
audiencias, sino excepcional mente, cuando la importancia de los
asuntos sometidos a su tribunal hacia oportuna su intervención. En
esos casos estaba asistido por el conde del palacio.cuyas atribucio
nes ya señalamos más arriba ** y que era quien presidia en sus veces
y sitio en los casos normales. ,w Pero sea quien sea quien lu presida,
este tribunal residía en el palacio en donde se encontrase en aquel
momento el monarca y la función de jueces es asumida entonces no
por regidores, si no por algunos ilc los Wdc.vque forman el séquito o
corte del rey. "
XI INML'NÍDMHS
¡dan. ii.-'t>.'i luicia el >>, "II n ; ihpíom. t\iim i i l.n. I ’ <* p.ljU.
C-lí.
- f 1.1,1-, tO l¥IO |.r:ig. I.'.’. iiri I.'
hht<L u "'(SOI-M ji, pág I ' 1, art. I n Sütfil | V |; :p iv l"6.aii 2
tullo! i I. n.' lo : r _S). náu Nli: n " ISO |7 n i|, p ;ig ’-!2: n.a Itl-l p.iu
27),
'‘ ,Sii/ t «. fl,l£ *i
Véase pnc. 13.xi
notu-í-, lifyx-ii.tcni -.eícicr.cin ,i !gs i .-x Ih -, o í u I.i (iKsnírna.
•M caite.: .leí pnliMO. ■ u >u i'iL'senci;: iiiruo al manaren
Dtptom Kci'i't \ I r 11 ltC(?7s|, taSiVli o N s i^ S il, F ow ulüi. i>áe . n"
úc lu» |Virmil,i> ele Seas ¡linca deI síeío miii
L.io h n i ,'>i«rA,t.]l sciúrcc.sla ex la de K to íH K íc v H M l I /iiimr.uniit■
■P jrb . !1>H. i, -s iovs ilc iti-rcCao en N ani-\||
Ifrfl
lomagno > en el transcurso del tiempo llegó n conveniise en sus
manos, en un medio regular de gobierno aplicable a las i ion as
de la Iglesia.
Se cniendia por inmunidad tiimmnitas o cmtmnus). un privilegio
por el cual un patrimonio quedaba sustraído a la acción de los agen
tes ordinarios del rey o. para emplear el lenguaje de la época, se le
declaraba exento timinmm) de su ¡utcrvención y adscrito direciu-
menle a la autoridad central, ante la que su propietario era. a partir
de eniouces responsable en persona ele la mayor parte de los servi
cios administrativos y judiciales de los que normalmente estaban
encargados el conde \ sus subalternos. Ningún /undonnrío público
(índex¡mhlhuM. se Ice, con alpinas variantes, en las actas que confe
rían o confirmaban esle privilegio, «podrá, en lo sucesivo, penetran»
en los dominios del beneficiario, ni «para administrar allí justicia, ni
para cobrar multas, ni para reclamar fiadores, ni para hospedarse allí,
opedirpresiacioncs. ni para recauclai impuestos o rentas, ni para ejer
cer cualquier coacción sobre los habitantes libres o no libres»», lo que
implica —y los documentos lo demuestran—que la recluta de contin
gentes militares no dependía del conde, Esle y sus subordinados se
esfuman ame el que disfruta de inmunidad que. por favor especial \
pura loda la extensión de sus dominios presentes y futuros, tiene por
delegación los necesarios poderes para actuar en nombre del rey.
Desde el punto de vista jurídico, las consecuencias prácticas de
esta medida son las siguientes: para las causas menores, los habitan
tes ilc la inmunidad dependen exclusivamente del iribunal del
inmunizado: para las causas mmvivs. y en especial para las elimí
nales. pertenece a éste, en cu ¡mío es requerido para ello presentare!
mismo a los inculpados ante el Iribunal publico, va habiten regtilar-
menie dcnlro riel dominio inmune, ya hayan buscado refugio allí
Sólo si c! inmunizado se niega a esto y dificulta de esta manera v
voluntariamente la acción de la justicia, puede d conde, después de
lies apercibimientos, penetrar en el territorio exento y apoderarse
illl del inculpado. Además había sanciones con Ira el inmunizado
recalcitrante, sanciones que en loima de umita iban desde 15 a ’Oó
60sueldos y aun hasta 600. en caso de resistencia armada v. además.
>o podía llegar, si el caso lo merecía, a la confiscación de los beiufi-
ilos reales que detentaba y a la revocación de los cargos públicos
que ejerciera. I’cro la resistencia armada no era. evidentemente,
sino un caso ultimo, un vcreladcro acto de rebeldía contra la autoii-
ilau rcal.de la que. en virtud de su mismo privilegio, es un nuxiliarel
que disfruta la inmunidad, y hasta se podría decir que su represen
tan te dilecto en loda la extensión de s u s dominios
Desde el punto de \ isla militar sucedía lo mismo Al que goza de
la inmunidad corresponde proceder, en caso de inmovilización, a la
161
leva Jel contingente > a ponerse ¡i su mando, a él incumbe d cui
dado de hacer ejecutar los sen icios de guaidin y de atalaya necesa
rios: y a el se le encomienda el encargo de obligar a los renuentes a!
pago del htñbfíH.
Desde el pumo de vista fiscal, finalmente, también es el benefi
ciario de la inmunidad quien representa al rey. lauto en lo que con
cierne a los impuestos propiamente dichos, como a las prestaciones
en naluraleza o personales y a la percepción de las multas.
L n resumen, en toda la extensión del territorio exento. la respon
sabilidad administrativa estaba funda mentalmente transferida al
que disfrutaba de la inmunidad, teniendo a su cargo el velar por el
cumplimiento délas órdenes del rey. perla percepción de las contri
buciones por la comparecencia de los habitantes ante el tribunal
público en lodos los casos que sobrepasaran su jurisdicción, asi
como por el gravamen de los impuestos y el pago de las mullas.
Asi concebido, el que disfrutaba de la inmunidad, aunque se
beneficiaba de un régimen que levaba una mayor libertad de movi
mientos dentro de sus dominios, que en lo sucesivo quedaban prote
gidos contra las demasiado frecuentes vejaciones Jel conde y de sus
subordinados, se convertía en realidad en un engranaje de la
maquina administrativa, en igual medida que los condes. Como
estos, era personalmente responsable ante el rey. > >;t liemos visto
las sanciones a que so exponía si no cumplía bien con la función
que le estaba encomendada. La amenaza de ser privado tic su cargo
y de sus h i v i f i i i o s no era una palabra vana cuando se trataba, como
era el caso general, de nhispos o de abades, iodos ellos nombrados
por el rey o sometidas a su aquiescencia; pues las inmunidades con
cedidas o continuadas en aquella época se refieren, sin excepción, a
iglesias o a abadías, para las que el régimen que acabamos de defi
nir tiende cada ve? más a convenirse en el normal
l.a calidad de los que disfrutaban inmunidades, a quienes su
misma situación mantenía permanentemente bajo la vigilancia
directa del monarca, llevaba a este ultimo a mostrarsegeneioso res
pecto a ellos Así solía cederles las sumas que habían percibido en
principio para el fisco. \ mi gran número de privilegios Je inmuni
dad concedidos por Carlomagno llevan una nueva cláusula, según
la cual el producto de los tribuios y de las penas pecuniarias | inultas
o c<iltnnf)n¡(ts\ correspondientes al territorio de inmunidad, se con
cedían al beneficiario del privilegio para hacer frente a los gastos
del culto. 'i hasta parece que. Inicia linos del reinado, el soberano
renunciaba, en provecho de algunos, a exigir el servicio militar de
lo-, habiiames de la zona exenta, ya que desde el año X!' algunos
textos hacen pensar que este alivio de cargas estaba ya bastante
geneializado. lili fin. como el estatuto o situación legal Je los beneíi*
(62
icarios Jo inmunidades, cualesquiera que fuesen sus formas, tema
ii’,odiablemente que p invocar envidias y resquemores y era necesat io
impedir claramente las intervenciones de los condes y de sus .subordi
nados, vemos que, ya desde el principio, Carlomagno ptumulga edic
tos contra los infractores de la inmunidad, estableciendo las
sanciones más severas: a la pena pecunia ría de úOOsueldos, que. como
vimos, estaba determinada contrae! beneficiario de inmunidades que
se mostrara rebelde, corresponde, para d caso de violación del privile
gio de inmunidad, una composición del mismo monto, un tercio del
cual, en lomia de/m/io. queda en provecho riel mona rea y los dos ter
cios a favor del beneficiario de la inmunidad en cuestión
Además, de este disfrute del producto integro de las percepcio
nes que. en principio, se realizan a nombre y por cuenta del
gobierno real, resulta poi doquier colmado de provechos. Para res
ponder a las nuevas exigencias que resultan, el precio obligado del
piiv ilegiode que disfruta, necesita disponer de un aparato adminis
trativo análogo, en la proporción debida, al del conde de cuya auto
ridad se halla exento. Por otra parte, m is funciones eclesiásticas Je
prohíben ejercer por si mismo una parte, al menos, de lns funciones
civiles que e! privilegio de inmunidad le otorgan. Asi. pues, el
monarca imponía a estos beneficiarios un agente o mandatario
especial, cuyo titulo oficial es el de procurador (adumuusi —o, a
veces, vidamo <\¡cedominus¡, cuando se trataba de obispos—, desig
nado cuidadosamente por el monarca, que también vigilaba su ges
tión " Un procurador, pues, es el que realiza, un lugar suyo, la
mayor pane tic las obligaciones que en virtud del privilegio de
inmunidad le incumben a su beneficiario. Pero a través de los docu
mentos que nos han llegado, resulta, al menos por el momento,
imposible precisar el funcionamiento de los servicios que dirige el
procurador Nada sabemos, en particular, de la composición de su
tribunal, aunque se pueda suponer que está formado de manera
parecida a los tribunales públicos: y no sería aventurado creer que
el régimen administrativo de los territorios de inmunidad estaba
copiado en gran medida del de los otros territorio.' del Imperio.
l-it cuanto a la extensión del privilegio, todo permite crecí que
era considerable. I I número Je los dominios que disfiutnn de la
inmunidad siguió el movimiento ascendente que señalo el de los
patrimonios eclesiásticos v. cu los dias de Carlomagno. acabó por
representar una parte importante del conjunto territorial sometido
a la autoridad del emperador franco.1
1 Sot'tc lo-, procunuiorte. a mrisd:* Ij itc Krorll teit t'Í£ l.r<.'('ni• i!,-1
Scnn | Sumid'.) p/.«¡ir.'MfKm dnuwi^rrifsm laiXBM k'satFnutrr^ tt ' iri' l'JOV. m-.S, ic.;-
-Ic ccns.hu rn P¡iil>.| Sdmt il | 1. i/,s ritlawiV en hwi*.ef • Piut- ‘>0 ¡n-s l
XII Vasai i mi Í<JS
'J1 Conflátil!, ‘lile loe... MiUei? (II >«1 rluiccdlt und $t,Mllsgíxval<r> (VVciii.n.
iy.5?. ir-S.-l \ileiiu4<.inuc niroí, Waiti>. 1 IV. p.igs IWOri. [iiuncci II p-- 1
'6S; P. Loe co la Hkloiri-&.«éralesin Cilol/. Mm-.a ú¡>* 1. I páus. Or-l-"iXI de la 2 ‘ cd
l»min‘.CMl>lrs son lo-; indujo* Miare csic icmy Los principales cswn citados en Mil
ico. Bnimici \ > Lo: \ rase ademas Caustica iJ : ■iicnetue and v.issnlagcmir.c ajar
ufClnirleiraur.tí »c:i Ti;rcaml'ritlui-hiaorictiljoum/il, 1. tV 11021,1 p;ij>. 147- ]“5.CJftns-
hnf ■•‘Volé sur le*origini-s de l'unió:: du hcnclicc uro ’.i ussalite en lu* FiuJi-*
lihhloin ,l<.las ■/l.i Mi'iHiiirf ile Hniri Pin«’ 1limsehi. IV?‘ In-S Jl pa¿s 1 .t-.’SM
IAarcuucse.cn .uanto .1 lus orígenes v a la ewilutinn piclcud.il del vasallaje. !j ol'm
fundHmcnial.g'.icviíriiJTíxisarj rccnlic.ir adiKtrin.idc Bn.inrrr deClaudio San
dio £ AillOI 1102. L< uní.O ll loj oligl'ltl i/t'/ (UlllullMIlO. L’il. mprtl, . : . Cll Cr-pCCl.ll. lu»
loalos II v ¡11 (Pane ScUllildj. l.o j omina r el rcf’iinai nrrfi ihhil 1.irchtii'io)\ |N
del I I
J6d
l-ii formulario que parece remontarse mediados del siglo
Vlil.' ‘ nos luí conservarlo un modelo de comí alo establecido entre
uno de aquellos desheredados de la fortuna y el protector que eli-
¿¡o. Fl documento comienza recordando la demanda elevada al
magnifico señor /domino magnifienl elegido por aquel a quien la
desgracia —como lo indica el Ululo que inscribió en el encabeza
miento el autor del formulario /Om se ni alienas poieslaie iom mea
da/) —colocó en la llura necesidad de «encomendarseal poderío tic
oiró»:
« t omo es bien sabido por lodos que Vil no ItiljiCi Je qué Cuitisr i>¡ icrsUrtne. lie
solicitado Je tu piolad, v me Id lias concedidi». Ja a u inri/ación p.irn entregarme i
encciincadarme a l\i pioleeeión (en otras palabras, eoiocarm cbajo tu pnuocimo). Lo
,|ue lio hecho en las condiciones slguieiilev I.*, tú debórti.-. uyud.urne a síilivlacermc
lam ocn la enmula como cu el vestí Ju. en la medida en que pueda id merecerlo sir-
viimlote: 2 ".tan to liem pocom o yo \ iva. ic debo el serviciov la obediencia que puede
Jar «n luimbie libre > no podre, mjcmras me dm e la vida, sustraerme a tu iiodery
mano. . uim cnim os en que si uiuide nosotros nata de eludir esle neuerdo ler.di.i
que pagar n su par. un composición de tuiiirn vicltht y el neiienui scju u c siempre en
vigvir: i íhuitmente convenimos que a este res pecio se entreguen a cada uno Jos
acta* ¡piales v tonHrmiritis por ambas parles. Asi se ha hecho
óu: lapiini i 1. n . - an tu, pá¿. Tti. y isi el texto se remolí:» rcaltinfiue J lo'
mas .le Culúina¿na tu s|ue nos parece Jinloxii . n " )|U. orí X. pag. 21’
■" l i Minéis i'ájLs. ¡x-40.
« Ctifttuí i 1 ” 16. arl VI. pág, -t i
(.i MUwis págs. ■1^-4"
166
vasallo I¡i debe con sincera y sólida devoción poi justicia a su señor»
iivchi /neme cifnvui devoiione per mxliiiain, drnt i•«.«»* d>»)iitw\ \uos
t.o<‘ dcherei).' ‘ Y. desde el comienzo del siglo IX. osla práctica se
hace Uní habitual que, en una capitular del año S05. Cario magno no
vacila en colocaren el mismo plano el juramento de fidelidad del
vasallo y el juramento de fidelidad riel súbdito a su rey. para señalar
que son los dos únicos tipos de juramento de fidelidad auténtica
válidos.( Hasta cabe pensar que la lórmula de juramento exigido
el arto X02 de los fieles del emperador, y cuyo texto liemos traducido
mas arriba. 11 lúe modelada hasta cierto punto, a su vez. por la lór-
inula del juramento que entonces se exigía de los vasallos, ya que el
fiel o lldei de Carlomagno se comprometía con él a conducirse
«como por derecho un hombre debe hacerlo con respecto a su
señor».
También con motivo del comienzo de vasallaje de Tassilon. el
757, vemos perfilarse el formalismo de lo que mas adelante se lla
mara homenaje. Para destacar el alcance de su acto, según observa
el analista oficioso cuyo relato seguimos. Tassilon se encomienda
ai reí «por las manos» <in i'asalteo se cotntnettdans per mann.\j: o, en
otras palabras, ponesus manos en las manos de su señor Je acuerdo
con un rito cuyo sentido o simbolismo es claro, y cuya dilusión
rápida, poco después, demuestran los documentos que nos han
llegado fistos nos prueban, además, que tal ceremonial se pre
cisa y se completa hasta el punto de relegar en la oscuridad el pri
mitivo contrato cuyas luidlas se pierden ames de finales del
siglo vm.
I:n electo, ya no había necesidad de acta escrita; era suficiente
que la entrada en vasallaje, de acuerdo con las formas que acaba
mos de señalar tuviera lugar públicamente para que el compromiso
del vasallo lucra indiscutible. En cambio, nada positivo o evidente
señalarla ya el compromiso del señor, si no viniera oportunamente
una practica nueva a testimoniarlo: en vez de lina promesa general
y vaga de ayuda material, el señor tuvo, cada vez mas. que gratificar
a su vasallo con alguna fierra o cualquier oirá propiedad que osle
tendría do él en calidad de beneficio ihciu’ficiimt). e.s decii —si seda a
la palabra hene/teinm su sentido original—. como un icsimioiiio de
mi generosidad.
Iti
I
1 (-(in u lto d e l sillines, cil las C u/ián). i.l.n ." I J.art.2.p:ig.2S¡.\ un lo s Ceiicrl/ii
iVi / I. I, pací.
11J t i, Minéis, págs. l l i -,23
ViMie. especialmente. la ¿arr.i Je Carlaiiiugim a l:i ruina F raslrule t'MlV
vahie I:. campad» en tierras de loe asaros, en las bpitiohw, i. IV. pn¿, í2s,
i“; ' Citem os uiircinnenir l a s Cnpnnl i I. n."49. ;irt J.p ág 3*á: a ' “J . avt ", p j|í.
o l sato L -.xeepaonalm auecunn.loel vasallo real no iba a la luscsi: se i nv imh:i sn>
'u b o rain ad o s . aeudii J ella b a jo las ordenes tlcl ccm Jci
( ify ifn/ I. 1. n *(!, nrt I pjji \3~ n.* 73. üil S. pá¿;. Ib5: n ~-l. .■rl l)
Píg. l u
to)
cómodo y seguro de reforzar y completar sus cuadros adminis-
i minos.
Desde cualquier ángulo que se considere, toda la organización
política y administrativa riel Imperio, a fin de cuentas, va a parar a
las manos del emperador 1:1 es el motor central del listado: sus
órdenes y sus capitulares se cumplen de un extremo al otro de los
territorios sometidos a su autoridad: los condes y los //jí.cw' ejecutan
en ellos sus decisiones: los beneficiarios «.1c inmunidades) los vasa
llos tampoco se luirían a la vigilancia normal de sus agentes, sino
para adbcrir.se a su persona por vínculos de tnás directa dependen
cia. I n cualquier eventualidad, es el dueño de todos, un señor cuya
voluntad es ley.
Llegamos, pues, al punto en que dehemos investigar los funda
mentos de su gobierno y las concepciones generales a que respon
dieron sus actos.
CAPITULO Vil
EL EMPERADOR
1. P rincipios nr (¡omr.RS’n
171
Iglesia, el curolirigio adquirió conciencia «.le los deberes que k-
incumbían como cabecera de la comunidad de los pueblos some
tidos a su gobierno. En virtud de la consagración, su autoridad
procede de Dios; como otro David, está designado por el Omni
potente para conducir hacia su salvación al nuevo pueblo elegido,
el de los fieles de Cristo. Pues, igual que en los tiempos de Israel, las
fronterasde.su actuación tienden a confundirse con las de los tem
iónos que ocupan los adeptos de la verdadera fe, ya que aun a
aquellos que. en un principio, eran extraños a ella se les obliga,
por lo general, a abrazarla en cuanto quedan incorporados a sus
Estados. Asi. por una simplificación que los hechos van. a la larga,
a justificar, se tiene la comiccion ríe que reina sobre modo el pue
blo ci ¡sitarto» (ornáispopulHschrisiianusf y no se quiere considerar
dignos de este nombre más que aquellos cristianos que cons
tantemente se mantuvieron en la obediencia de) sucesor de San
Pedro.
No hay. por tanto, p a ra d monarca tranco más imperativa obli
gación que la de una vida conforme a las enseñanzas de la religión
católica Oirlumagno estaba penetrado de esra necesidad, que no
dejaban de recordarle los hombre- de Iglesia \ que. ya cu los
comienzos de su reinada, le señalaba en una epístola, citarla coa fre
cuencia. un clérigo llamado ( atullo: atribuirlo todo a Dios. que.
desdo el más pequeño al más grande, a todos nos lm sacado de la
nada para hacernos lo que somos: a Dios, a quien el rey debe sus
triunfos \ mi dominación sobre «L'uropa»: a Dios, de quien «ocupa
el lugar aquí en la tierra» y de quien recibió la misión de hacer rei
narv de «evíillflr la Ley». Es un programa idéntico .il de los reyes
bíblicos.cavo ejemplo se invoca constantemente en lo? documento.-!
de la época y que se le presentan a C ¡tilos para que le sirvan de
modelo. Por eso le recomienda Canillo que tenga siempre al alcance
de la mano na ejemplar de la Ley, según el mandamiento de Moisés
en el Deutcmnomio (XVII. IR-I1)). que. refiriéndose al rey. dice: «En
cuanto se siente sobre su nono real escribirá él en un libro un dupli
cado de esta ley custodiada por los sacerdotes levitas V lo tendrá
consigo y leerá en él todos los días de su vida, ¡i lin de temer a Yah-
véli.su Dios, guardando todas las palabras de esta lev \ eslas dispn-
vieiones para cumplidas...»
Las actas promulgadas por Carlomagno demuestran mi deseo
constante de aplicar lid programa Nadie tenia en mayor grado quí
él. el nítido sentimiento de las graves responsabilidades de orden
t i
mantenerse plenamente ál servicio de Dios». a fui de salvaguardar
Iji fe sin la cual perecen los pueblos, pues al emperador le seria
imposible «por si misino proporcionar a cada uno en particular,
iodos los cuidados y los adoctrinamientos necesarios» (arl. 3). tslo
supone, también, que cada cual, no sólo observará sus órdenes
esl riela liten te. sino que se dedicará a facilitar su ejecución (;m, X):
que no sólo no dificultará el ejercicio de la justicia, sino que pondrá
todas sus Tuerzas al servicio de la equidad (arl. 4): que no solo no
emprenderá nada en contra de los bienes del soberano, sino que
ayudará a esle cu su tarea de defensor de la propiedad ajena y de
protector de la.s iglesias, viudas. huérfanos y extranjeros, absienién-
dose de ofenderlos (arls. 2. 4. 5). C arlos espera de cuantos poseen
ascendiente o pudei público, «obispos, abades, abadesas, condes»,
que se «muestren unánimes.... con toda claridad j en plena concor
dia». en la ejecución de sus mandatos (art. Ni. Sólo ayudándose
intimamente los unos a los niros y marchando en completa unión
de corazones > de almas —que es lo que significa el vocablo
unammuiad— lodos los que constituyen, de arriba abajo de la
escala, el «pueblo cristiano», sostendrán al emperador para que no
sucumba bajo el peso de las responsabilidades con que Dios le
ha abrumado.
Viví i siempre en perfecto acuerdo los unos con los oíros, no
separarse jamas Je los principios de solidaridad y de caridad (cun
tas). en el verdadero senado de esle vocablo, que se repile cousian-
temenle en sus capitulares, he aquí las virtudes que no se cansa de
predicar C. arlos por medio de sus intuí a todos los líeles del Impe
rio, presentándolas como indispensables para el cumplimiento de
su misión: y una parte de las resoluciones que loma proceden de
este pensamiento generoso Tal fue el caso, por ejemplo, cuando,
con motivo de las hambres que 'arias veces azotaron sus Estados,
prescribió que iodo aquel que dispusiera de suficientes recursos,
ulimeniara poi su cuenta a uno o a 'arios indigentes, de acuerdo
con nn cálculo establecido según los medios de cada uno: o
cuando recuerda la obligación impuesta a lodos de acoger bajo su
lecho a los vianda riles ricos o pobres \ a los peregrinos durante
s un viajes."''
Únicamente practicando esta gran lev de ¡mida mutua y de soli
daridad humana y por el comíame acuerdo de todas las buenas
voluntades, espera el emperador preservar la paz interior sin la cual
I,n.‘ 1A. j .u 2y.n " J.1.a riv M i V*:n.' |fc; i r ,iri. M i:: h'.
,iri. 4; n Aj . an. 5: n.' 7s *rl. 4: u.1 *>J. arl ’ . ore.
Air»). :i.' 11. U." 4<«. arl • ,V S4. ji I 1
n Atan. ,i.J X .ni. ’ 5; n." .O, ,m. 1?.
114
no liav lisiado viable hitaba convencido de que sólo el acuerdo
de todos —lo que el expresa empleando la palabra concordia—
puede conseguir la paz y por eso se encuentran constantemente
asociados en sus capitulares esos dos términos. basta tal punto
Je que en algunos casos dan lugar a una locución difícil do tra
ducir al romanee: concordia pocis («la concordia de la paz»), que
posiblemente está inspirada en las páginas que San Agustín, en
su Ciudad de Dios —Eginhard afirma que era ésta una de las favo
ritas iecluias ile Carlomagno—, *-w después de haber exaltado
|X1X, 1I y 12) «la.,, suavidad de la paz. que tan agradable es a
todo» y presentándola como el soberano bien aqui en la tia ra , la
define como e! tinto de un perfecto acuerdo uancordiu) entre
todos los elementos del organismo social, garantizado pot el
buen orden de cuantos lo componen, lo que resume diciendo que
¿da pa/ de los hombres es la ordenada concordia»; pax htmiinum
esl ardinato concordia.
l iel a las enseñanzas de las Sagradas Escrituras, también sabia
Carlomagno, como igualmente lo dijo San Agustín —cuyo impac-
miste pensamiento, sin embargo, no lia dejado huellas en las
capitulares—. cjue «si n la vnliidde la justicia los reinos no son sino
execrables latrocinios»;bJ' sabía que los buenos reyes son aquellos
que «reinan justamente» laminen el se entiegasin descanso u la
tarea de asegurar el reinado Je la justicia y Ifi mas elevada, la más
imperativa consigna que da a sus representantes, es, que hagan justi
cia a iodos: «Que aquellos a quienes se ha dado poder de juzgar», lee
mos en el articulo 63 de la Adnwniiio gcnmi/o. citada más arriba,
«juzguen justamente, ya que está escrito: i un justicia has dejuzgar a tu
prójimo v Juzgad con equidad, pues. <¡ juicio es de Dios " 1< ada u no
reitera el emperador a sus miüsj en las instrucciones del año SO?., debe
siempre estar seguro de que la ley será aplicada con equidad: ^
debe sentirse protegido contra la arbitrariedad: * tiene derecho a una
' Fjcm pluv Cuftttii., i 1. n.' 2 1 .111 62, n ' lo. .irt TS: i r > '.jri M. n ■7S. í«i | v
ii,J »*». an 2: en-.
11 Víiim ’. ¿ñire nica-. Cnpiiul. i. I u ' ■!(> .iri. 2
'' [yitiliiirJ. 2-t
l.v Ciuiioilile A ») Lih XIX. cap-. Ii \ 14. |C oim c-nues l.icl.isic.i i^-flnición
.1:1 I (i|'iiiieii>: i , . i , siuuc ni lllaiir citado <L ,1 p.i/,!c imlns las o la lini¡<|lillidnl
del orden \ el orden riñes sino una di-.p<KÍei<m Je cosas iguales > ¡lesiyu ili-,.i|iic d.i.i
ejd.i ana prupin lugar»! [N del i |
1 I )c- ¡xi CiuJu.l ilt- Dii«, L ¡1'. IV. e.!p ■<
1 /./.«, I.ilv 24
' h ¡.cal:, NIX. 15.
~ ¡)ruit’n ‘iio.‘>iii<, I. I«vl
M Cuptiui i I n .• i.í, aris 1,9 N
hicni a n 2<v
justicia estríela, con exclusión de lodo engaño o fraude. u Pn las
capitulares. con tina perseverancia incansable, reitera Carlomagno
oslas recomendaciones. ,4'q u e proceden a la vez del Antiguo Testa
mento \ do la palabra de Cristo: «Porque con el juicio con que juz
gáis. seréis juzgados» (Maleo. Vil, 2).
P.l emperador multiplica las prescripciones destinadas, tío sólo a
garantizar el perfecto Hmciuiiamienio de los tribunales v la sinceri
dad de los debates que en ellos tienen lugar. **"sino :i prevenir los
procesos evitando las ilegalidades, las usurpaciones, los fraudes\.
especialmente, velando de cerca, por la honradez de las transaccio
nes mercantiles.{< Noesentima nada por su parte, para merecer .ser
colocado entre los principes que. según dice San Agustín, fiel intér
prete de los textos bíblicos. siempre hicieron la felicidad tic sus
subditos por el cuidado que tuvieron en que se diera a cada cual lo
que te correspondía en derecho.
1 /<;. m ¿rl. 1
,Jf Por ejemplo. < WíWV. i I. n.1 64. arl. 10. n * ,xS. nrl '
~J‘ Coa ;i. UT» jrcnjia Je los imperiales (.Cayiud.. l I n 121. píip ’-tu
líllL-J Il'l|
< 11/1 tul. I. n 12> a n I*. rl* t). art. 4: n." 30, u l n 1 vii. au 3; ,‘fc
-*1 ftjivii r. 22. art ’ -l n 55: n ." 67. ah . 1: n “ 7S. .U1 tü. etc.
He / a I iiuiiui <h‘ | ih V. cap 24.
rt6
los capitulares). va que se desprende duramente de los textos bíbli
cos cuya lectura alimentaba al emperador y a sus colaboradores,
eunio lo había solicitado Ca tu lio desde los primeros lieiupos del rei
nado Carlos secreta, pues, investido ele un verdadero .sacerdocio.
¡\| igual que los reyes bíblicos, su preocupación dominante, reiteré
m o s lo , era conducir a .sus súbditos por el elimino del bien yen torno
a este pensamiento dispone en gran parle su acción, lista conven
cido de que no lograra el auxilio de Dios, sino en la medida en que
sepa sólidamente conservar y aún fortificar los seniintienlos cristia
nos de su pueblo, en la medida en que sirva a la causa de la religión y
Indisponga todo mirando aquella felicidad eterna que está prome
tida a los principes y y los pueblos que han cumplido en la tierra la
voluntad del Señor
No es aceptable pensar, como se lia dicho con frecuencia, que
esta doctrina implica la subordinación de lo espiritual a lo lempo-
ral, con el pretexto de que Cario magno era un laico. I.o que sí resulta
verdad es que hubo en esto una sistemática confusión de los dos
dominios y que el papel de cabe7a espiritual fue posiblemente el que
Carlmnagnn asumió más gustosamente. Sus capitulare*1', que tratan
de todo, yen las que. a teces, "e mezcla todo, se contraen con mas fre
cuencia a la religión y a la vida del clero, que a la administración ya la
política Se detienen en detalles que por sí solos nos explican las con
cepciones de la época y los propósitos que se había impuesto el
monarca, Ya se trate de disciplina eclesiástica, de la vida interna de
los monasterios, de la loimación \ selección del clero <Jc la instruc
ción religiosa de los fieles, de su asiduidad ul culto y a la comunión.de
la observancia del descanso dominical y de las fiestas religiosas, de la
liturgia, de los sacramentos, en especial del bautismo, va se refieran
incluso al mismo dogma, nada escapa a la atención del emperador v
nada parece extraño al campo normal de su actividad. "J
y .s u p r ií p.ty: V 2
vXXVII (1011 y 1912) yel ten parte discutible) üe V. vutulen Striuen km\t¡l, 1111x 11:1 »
J:kln, da i tbiiCiin/litH. luí Io'í {0«W.Vi¡ iiniíftiiM)uo;%cii nii\íudUlllit h<OI. In lltuv witl
B:hhoi’icka>. i XXI (1929-1930). Breve pem clara revisión pur (i Osimgnrsfs, f«-<-
hichic i/lv h \:aniinis\ l¡¡.» .Suiate* 110-lili pdgs 12r-12S
w C-vicUta ucá karol I I. pijst. 220-221.
’•**' Corrcstxmtiencui cíe.Menino. en Iris kpin*4a?. i. IV. r 1I7l.j"2 1' n1 111;ir;i
el iíiJ.</vni.'.'/.iainnteikiaW'.nuí opnñol en ambos UCo» de los Pirineos, pílele vetse ut
IfirnoV.Ir y.<■Ea'wUt Stsjpada ¿el pndir Flan.-/ (.'>.• ni, I.y)K). el Ionio III u.11.i J/i«r.>u.i
fi/i'í.r..7i, oJ l Vi.tine ilc l,i t-ueni-O.'ed. It>‘ »i, la ffínoiinJi íis/í... • i-./i.aío-
• .Je M.irccli lioMcilClUlí/ Pcla.yny clcsiuJtode Federico Snm¡! de Rublo. I l,r n.
i' .S í.n f l u í , y. h Li<l>unn. -’n U: ¡oteen de lu Cullur.i fcspafluln Vl.ái'.n.l, V \ | |\
de! i.|
í■,, C,)uai!,l (iri i kjrsi., I 1 p.ig 23U
t a colección Ihiniad.rD:um s.v-//íjrfrwij(i C(, I' Fournirryti I //;>
da lüHniiuiit ctwdimiui?. i I. púgs 95-9U
Concilio <hvi k.inil. i I pag. 230.
1 Man. l I. p.iyn 2-1
» *1
declarahuu su gratitud ül Señor por haber «proporcionada ¡i la Igle
sia un jete —y con ello señalaban al mismo Carlomagno— lan p¡¿.
doso. tan abnegado cu el servicio de Dios y que al hacer brotar el
manantial de la sabiduría sagrada proporcionaba a las ovejas Je
Cristo, o! alimento que las formarla en las enseñanzas divinas; un
jefe que se esfuerza, con incansable labor, en acrecentar el pueblo
eiistiano: que liorna jubilosamente los templos deCristON se dedica
a rescatar el mayoi número de almas posible de la horrible boca del
Dragón, para restituirlas al seno de nuestra santa madre la Iglesia y
dirigirlas todas juntas hacia los goces del Paraíso y el Reino de los
Cielos: un ¡efe en fin. que sobrepasa a iodos los otros reyes de la tie
rra por su santa sabiduría y su piadoso celo». 1Los firmantes de
esta epístola se creen en la necesidad de añadir además que tío
hubieran podido decidii nada sin él. que «tienen necesidad de su
ayuda y de su ciencia» cuyo apoyo solicitan a lin de evitar los errores
a los que «su Magnificencia imperial» pondrá remedio en provecho
grande de «lodos ellos, de lodo el pueblo crisliano i de la
posteridad»
Por su parte, los eclesiásticos reunidos en Clialons. declaraban
en m i epístola d e remisión que sometían con confianza sus proposi
ciones «al sacro juicio» del soberano (ail ejit.t xaavti.\sÍHintn ituli-
citmii. que proveerá a la insuficiencia de olios: y.' haciendo
constar, entre otros extremos, que las antiguas reglamentaciones
sobre la penitencia, la excomunión y la reconciliación habían caiiln
en desuso, «sol icitan la ayuda de su scñOT el emperador» para que Se
vuelva a la tradición canónica y hasta agregan que «esperan su
decisión» tM'iiiettiiú/ en cuanto a los clérigos y diáconos que se creer,
absuclms de lodo pecado si van a Roma i hacer oración o si sim
plemente se trasladan a visitar a la tumba de San Vlnilin en
Tours. “1
l os Padres del concilio de Arles hacen análogas declaraciones
se confian a la sabiduría y al juicio del emperador, que sabrá comple
tar y corregii sus proporciones. Los del concilio de I mirs. aunque
un poco menos inclinados a la adulación. 1acaban igualmente pin
no enfrentarse al dueño del I mperio: ( ríanlas medidas tenga a bien
de decidir nuestro piadosísimo principe, estamos dispuestos, coma
l»|
lides sen ¿dores, a aceptarlas, indi liñudonos por anticipado. con
iodo nitrado, ame su voluntad.» Finalmente, los obispos encarga
dos. después de la clausura de los cinco concilios, de coordinar las
opiniones emilúlas. subrayan que un lema delicado, el relativo a los
clérigos tonsurados ames de su mayoría de edad, ha sitio reservado
h la decisión del emperador iad arbitnum üomni imperatoria), al que
también >c invita para reglamentar «como le agrade» este problema
que ha quedado en suspenso.
En efecto Carlos. t|uc ya había decretado soberanamente el pro
grama de los trabajos llevados a cabo por los cinco concilios,
decidió, en úhima instancia, sobre todos los asuntos."
IM J efe s i t r c m o d f l c it .r o
V n ip rii.p ig .ti3
F.i'i'lctu. I i\.ii, IS-, \ IXf>. c;trtj> .di- Kmlino Ue V|uítea.
I m t\ii <J. I.i I oui. U.• fhvuo’tf • - / l í i i k / v . V i L lix¡¡.,<» tk t-ranc?<iut VW «u
Xlii ViViV ! l sv 11
IJ V >K>-m IOS
señalar. aun en malcría dogmálica.Carlomagno se propuso mante
nerse como señor. Nada demuestra esto mejor que la actitud indepen-
dienic qne adoptó en el cándenle problema del F ilitH /u a. al obstinarse.
pesai del veto de l.cón III.en que en su capilla se cantase, en la reci
tación del símbolo de Nicca. la fórmula por la cual el l-spirilu Santo
procede tanto de Dios i lijo como de Dios Padre.
Los favores que prodiga a los monasterios, en los que ve asilos de
oración indispensables para la salud desús listarlos, ny le impiden
manteiiei sobre ellos tina vigilancia estricta, lamo su correspon
dencia. como sus capitulares, demuestran el constante cuidado que
le anima para obligarlos a someterse a la regla benedictina, a laque
su amor por el orden, exige que iodos los cenobios sean dirigidos
uniformemente. Msin qneesto, poi oirá parte.le impida considerar,
siguiendo el ejemplo de sus predecesores, los cargos abaciales como
ricas prebendas destinadas lanío a recompensar el celo lIc sus He
les. como a asegurar, en parte, los ingresos de sus condes. Ade
mas. no sólo son tolerados, sino multiplicados m i l i b i m » j. los
«abades laicos», cuyo ahadlalu consiste únicamente en el disfrute
ite una parte de las rentas monásticas, y la libertad de las elecciones
abaciales estipulada por la Regla de San tíenitotcap 64) se arrumba
en el olvido. 1 No es ésta una de las menoiescontradicciones de un
régimen qne iodo lo a tribuye a la persona riel emperador y convierte
la voluntad éste en ley suprema del Hsiado,
Pero, en verdad, esta contradicción pasó inadvertida por los
contemporáneos o. si llegaron a darse cuenta de ella, no pudieron
menos que rendir sincero homenaje al elevado pensamiento que
inspiraba, eti el conjunto, el proceder del soberano. Sin duda, los
elogios que en público le dedican, rezuman adulación: los Padre.-»de
los cinco concilios celebrados en el reino franco, el año K13. fueron
demasiado lejos —pudiera pensai.se en este terreno. Pero no es
1S4
L IB R O S E G U N D O
e s t a b l e c im ie n t o de IJN I M P E R I O UNI 1A R IO
1X7
lomagno mantuvo en sus actas. al encabezarlas, la enunciación de
sus tres títulos de rey de los Ira neos, rey de los lombardos \ empera
dor. t . en la lecha al pie. la indicación de los artos de ejercicio de su
poder cu aquella lripie calidad. Linlovieo Pío sopara de un golpe
iodo lo que subraya lo que tuvo de laboriosa aquella yuxtaposición
de territorios y tle dignidades de la que salió el Imperio, para nn
señalar más que el hecho mismo de su existencia y ríe la mu idad que
enea rúa. A la complicada fórnndj que alma las actas de su padre
«Carlos, serenísimo augusto, coronado por Dios, grande y pacifico
emperador que gobierna el imperio roma no y. a la vez. por la miseri
cordia ile Dios, rey de los francos y de los lombardos», susliluye
in media lamente esta otra, breve y clara; 'rí.udovico. por orden de la
Providencia divina, emperador augusto»: \ . desde el K14. en la lecha
aparece esta simple mención: «el arto I de nuestro impeiio». en ve/
de la que usaba C arloniagno todavía algunos dias antes: «el arto
XIV de nuestro i tupe río. XI-V! de nuestro rcinui loen b rancia \ XXX
de nuestro reinado en Italia» T.l cambio parecía mínimo, peto era
lodo un programa. Significa sin duda que a los ojos del nuevo .sobe
rano sólo aparece presente una realidad: el Imperio, ante la cual se
eclipsa en adelante la noeiónde lo- reinos
Pueden subsistir reinos o podrán establecerse dentro de las tion-
toras imperiales. lis el caso del reino de Italia a cuya cabecera se sos
tiene Bernardo, el nieto de Pipi no. a quien Carloinagnii envió allí
con el (ilulo real el año SI 3: ’4\, durante el verano del SI 4. el mismo
I .uñovico Pío no vacilará en delegaren sus Jos hi¡ns mayores. I ota
rio y Pipitio. los gobiernos respectivos de Baviera y de Aquftaiiia
Pero esta concesión al particularismo de algunas provincias un
debilita en nada su subordinación a la animidad imperial: eran mi
nos subordinados como los había habido siempre dcntio de la
monarquía franca, y sus monarcas debían al emperador una obe
diencia estricta, de tal manera que en ningtln momento csiaba nive
lada la unidad del Imperio
Por aquella primera > discreta reforma ya indicaba el soberano
su voluntad ile respetai las diversidades étnicas y las tradiciones
propias de cada una de las paites que componían el Imperio.que
constituían su característica común. > de la que debe, según su con
ciencia. garantizar la unidad, es decir, la religión cristiana, que. no:
las victorias de las armas francas ha triunfado hasta en los territo
rios más recientemente sometidos. A los reyes que gobiernan sobre
los diversos grupos étnicos se antepone un emperador, que reina
sobre iodo «el pueblo cristiano» y. esta expresión, ya empicada cr.
Bohn'cr-MiOilh.ielti'i. ¡i M 'f.
n 5ISa
los dWS deCurUrmagiio, se reiterará consinriicmenlc 011 el futuro por
|a pluma Je quieres mejor reflejan el pensamiento deLuduvico Pío
. desús consejeros. Hn lodo caso, traduce perfectamente su esencial
preocupación, que es la de asegurar por iodos los medios n su
alcance. el desarrollo de la Vida crisiiaua en el marco de un imperio
L'uyns limiles coinciden aproximadamente, poniendo aparle Inula-
tena e Irlanda, con los de la misma cristiandad de Occidente.
U\)
pues las ilegitimas eran numerosas—dieum que hablaren el mundo,
especial mente las de Berra, que tutu del sobresaliente poeta Angil-
lierto —el llanura de Aquisgrán— varios hijos nacidos lucra del
matrimonio. lo que no impidió, a pesar de Calo, que C'arlomagno
colmara espléndidamente de favores al feliz amante, con ITriéndole
incluso la abadía de Sainl-Riquier.
Apenas murió el viejo emperador, esta vida holgada y de disipa
ciones fue desterrada de la corte: desde su llegada u Aquisgrán
Ludovieo Pío invitó a sus hermanas a retirarse en monasterios,
tediiio al mínimo el personal femenino que podía residir en palacio
y expulso de este, sin contemplaciones, a las mujeres de costumbres
ligeras ' IIna capitular sobre el gobierno interini de la corte, que
se remonta, sin duda, a aquella época, les prohibía no sólo vivir en
palacio, sino en las casas de las inmediaciones: dispone qne se vigi
len lodos los locales para habitación de los alrededores de Aquis
taran \ prescribe expulsar inmediatamente a todos los hombres >
mujeres de moralidad dudosa. 1 n articulo dispone que «lodo hom
bre cu cuya casa se encuentren mujeres de vida alegre deberá llevar
las a hombros hasta el mercado, en donde serán azotadas, y que. en
caso de negarse a ello, será azoiado en el mercado con ellas», Al
mismo tiempo que expulsaba de Aqutsgran a los elementos inquie
tos, el emperador establece allt ,i Benito de Amana; o. mejor dicho,
contad piadoso abad no quisiera mezclarse en la vida a tilica: pesca
la depuración que en ella se hahia realizado. I udovico fundo para
él un monasterio en las puertas «le Aquisgrán. en Inda (actual
Kornelimünsier] y cu donde le es fácil consultarle en cualquier
momento.
Fot lo demás, no es sólo la viJa de corte lo que ha cambiado: el
personal tic confianza de C'arlomagno luc despedido y reempla
zado por hombres ideológicamente unidos con el nuevo empera
dor. A la cabeza de ellos estaba el que había sitio su canciller en
Aquitama. el sacerdote l lelisacliur, reputado por su ciencia teoló
gica. Se trata de un tcrdttdero gobierno de clérigo-.. Tanto por el
clima general de austeriJad que cica en torno <il palacio, cotilo por
la elección de los hombres de que se rodea j las convicciones que
dictan sus p n meros actos. I.udovico Pío señala híen pronto la orien
tación que piensa tiara su política, mientras que en los dias de Car-
lomagno aparecía la Iglesia como incorporada al bstado. el nuevo
régimen se propone evidentemente desde un principio hacer predo
minar el pensamiento tic la Iglesia sobre la razón de lisiado.
III R r r o k M A u f i a s o t i f d a o f c i i si As i k v
FuruUtim Si i h » . m i i i’a íY Y .'ii r jm ,’-,-. n en. I.i culis. cisln il¿ í itr/iitilat.
•.,* ZAs
4 Hechos de k>j V'OMdlev. \ I H . 22.
1 V >w^vil r .ii ll'’.
'' <»milo anula. iiéoslJ
** Venase sin ael.is en :j eoleeeió» <le Ion Gw.'riiicJ iu \i kurel.. islgs. 2-i? MMr
1_ UrDi |<Új! •l
l'H
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luista comienzos de septiembre. fueron seguidamente revisados v
promulgados por el emperador, a c«va piedad s prudencia se dejó
oficialmente la iniciativa,
Dos son los citados restos promulgados I I primero, que se refiere
a los Canónigos de las iglesias caled rales, es un estatuto aplicable uni
formemente en lodo el Imperio J y que. al constreñirlos a la vida en
comunidad \ en clausura, los sometía a una recia igual a la de |p$
monjes benedictinos En lodo esto es fácilmente reconocible la
inlluencia de Benito de Aniana, 01 segundo texto, promulgado en
septiembre deSI6. es un estatuto de las religiosas o monjas. Inspirado
porel mismo espíritu, tiende a introducir de igual manera una regula
ridad perfecta \ una completa uniformidad en el género Je vida
impuesto a las religiosas, al adaptar a sus necesidades la regla de San
Benito, tslos dos primeros estatutos fueron publicados en todas las
diócesis.en donde el emperador prescribió que se les aplicara integra
mente en el pla/o máximo de un año. bajo pena de sanciones, y los
obispos fueron informados de que los ini.\si. en su próxima Msila de
inspección, se asegura rían de que se habían tomado toda clase de
medidas necesarias, de un extremo al otro del territorio, con objeto de
que se respetara en esto, estrictamente, la voluntad imperial
l a reforma de los monasterios Je varones, que no piulo termi
narse de establecer en la asamblea general del año SI ó. quedó
finalizada en la asamblea general de utlio del SI 7. celebrada igual
mente en Aquisgrán l na comisión de monjes v de abades, a
cuyo trente sobresalía Benito de Aniana. dio allí sus opiniones en
cuanto a los medios de combatir la relajación de la \ula monás
tica. de disipar las dudas que puede producir la interpretación Jr
la regla benedictina v de, finalmente, elabmai un texto rígido apli
cable uniformemente a todo el Imperio y que I .iulo\ ico Pió promul
gó. igual que los anteriores, ordenando a los h ü s s i que vigilasen
también su estricta ejecución. La reforma se completó con un
inventario exacto de las cargas de toda naturaleza impuestas a los
monasterios, bajo cuyo peso, algunos de estos se arruinaban, dis
poniéndose un.i distribución mejor Jo gravámenes que les permi
tiera consagrarse, con toda holgura de espíritu, a la meditación ya la
plctami.
i'i:
}-iiiíilincnCc. durante lin;i tercera asamblea general. el 818 o el
se promulgó una úllima serie üe textos J relativos a la reforma
del episcopado y. en general, del clero secular, con mi llamaniienlo
A las reglas canónicas olvidadas con demasiada frecuencia y que e!
emperador, por su parte, se compromete a respetar cu lo sucesivo
Uno de los mejor informados cronistas coetáneos agrega que las
medidas tomadas en esta ocasión tuvieron poi efecto que los inlcrc-
sado‘>modificaran un género de vida que ora la negación misma del
ospiríiu evangélico: obispos \ sacerdotes, escribe, «abandonaron
sus cinturones y sus bandas de oro. sus pesados puñales enriqueci
dos Je piedras preciosas, sus vestidos lujosos, las espuelas que car
gaban sus talones». 1 n una palabra, era el retorno a reglas de vida
mrts conformes con el mismo ideal de la Iglesia y que se creía, ade-
in;is. que servirían de ejemplo a toda la sociedad
Una capitular, promulgada también en el 818 o el SISJ. ordenaba
ja inclusión en ludas las leyes, las francas y las otras, que estaban
reconocidas en el Imperio, de una serie ríe artículos, varios de los
cuales tenían porobjelo reprimir crímenes u delitos atentatorios de
la religión, como los homicidios, golpes o heridas en el interior de
lus templos o a mi entrada, o el homicidio de penitentes
De esta manera, la Iglesia y la religión son las piedras angulares
del nuevo edificio que se quiete construir: se cree que. erigiéndolo, el
Imperio carolingio realizará la obra que le ha sido destinada y que
I udovico esta dispuesto a ejecutar
IM'
No era posible salir de tal estado de cosas, sino cambiado de
método, t i nuevo papa fsleban IV imitando a sesenta ados de dis
tancia.el gesto de su homónimo F.stehan II no vacilóenira la Galia
unos meses después de su consagración para enI revistarse alIi con el
sucesor de Cnrlomagno y. confiado en los sentimientos de que Je
sabia animado, lograr si era posible que le diera su apoyo,
I a entrevista tuvo lugar en Reims. en el mes de octubre del año
816. con un protocolo exactamente igual ai que se aplicó en Pem
il ion Como su abuelo Pipino. Laidos ico Pin se adelantó a recibir al
Soberano Pontífice hasta una milla de distancia, echó pie a tierra,
lúe respetuosamente a lomar su caballn por la brida y ayudó a su
huésped, como un simple escudero a que descendiera de su mon
tura. y luego, después de tres genuflexiones \ alua/os. lo condujo
hasta la catedral para oír misa 1 as conversaciones que dieron
comiendo inmediatamente después, condujeron, al cabo de cuatro
dias. a un acuerdo de principio, especialmente sobre las promesas
hechas en otro lit'mpo al papudo por los ¡iniccesores de Ludovieo.
Lucen —y siguiendo siempre el precedente establecido por Fisie-
ban II— el Soberano Pontífice procedida una nueva coronación y a la
consagración del emperador, asi como de su esposa, timengarda.
De esla manera solvía iodo a situtir.se como en los tiempos en
que el papado y la monarquía franca, por necesitarse mutuamente,
también mutuamente se consideraban, Por eso no nos produce sor
presa saber que habiendo fallecido Fstcban IV (el 24 de enero de!
817). poco después de su regreso a Roma, la cancillería de Ludovieo
Pío expidió a su sucesor Pascual I. elegido casi inmediatamente, un
diploma que. siendo consecuencia de las conversaciones de
Reims. señala finalmente, en la política del emperador un claro
cambio de orientación en beneficio de la Santa Sede.
Después de hacer u na relación de lodos los territorios que cons
tituían el l-siado de San Pedro, como consecuencia de los abando
nos realizados progresivamente desde los días de Pipinod /Jw c “
' Sobre lodo lo itr.lf ¡i'T víase Sunsún t Nh ,1er h'mimt:, I. I. pac,-, (ti)-"1?:
H<ihm<r-Milhlt'.iehei. n 6?7ti
'v Este tiel.i. cusas principales ediciones esiJc sci'ialadas ce, el ropeílrmó de
Roliinei-M uhlh.idirr n." MS. ha sitio piiHic.ida cm rr Kmc. por Doreaus. en les
< ,i/>iw!. i l . n ' l ' J rái'-. 35.’-.’?.'. y ptii f ] taller. R ,. i,Ji. págs 3?S-.'-U |v . I p af.X li
El lexeo mi eoniii lo conocemos por c o p a s Je .ch as tardías l.j Mito alterado cu
mu. li.is partes con interpcilacion.-e tpic Ui crines lia trillado de m vrprvi.ir. pero una
ver limpio tle eíus adiciones, su conm uto pricve a Ule a: ic 1.1. el estudio capiml de
Til Sickcl, Das D r:-il,yiuri Ota •. I úir dn mwm /Ve Air. b, ,;•/» í.thre ‘/d.1 (IniishiUCií.
ISfii, m-S. ’|.
" I r esla parte del iexiocsdor.dccopistascxeedv.micnie celosos imcrpol.irnr.
r.umhitís de lugares d ; leinluni» i|ur nunca hervían sidiulnciudus J pap.n:.i
el documento pieeisabn que el emperador .se comprometía por si,
por sus hijos y por sus sucesores:
I a no producir allí minea la menor ofensa o ataque «pordis-
pulii o maquinación de cualquicrgúncro». ¡i hacer respetar en ellos
en toda su plenimd la autoridad poiuilicia y a asegurar, por lodos
los medios u su alcance, su defensa;
' a no inlervenirya en In sucesivo en materia política, adminis
trativa o judicial, a no ser expresamente requerido por el papa;
3." a eniregai a los representantes de este último iodos los a cu
sados que fueran a busca i refugio en territorio del Imperio, salvo un
número reducido de casos claramente especificados:
4 a no intervenir personalmente ni conseiiiir que intervinie
ran ninguno a su • íide les, al producirse la muerte de un Soberano
Pontífice, en el arreglo de su sucesión al trono de San Pedro, ya que
la elección de los nuevos papas debería siempre mantenerse con
libertad y sólo sei notificada al emperador lina vez realizarla la con
sagración y a efectos de renovar el pacto «ríe amistad, ríe caridad s
de paz» que vincula a ambas poicndas.
De esta manera, eJ papado, que Carlomacno había mantenido n
raya, recobraba la independencia política necesaria para su restau
ración. a la vez que la de toda la Iglesia
V AcmiíHLM 1
1%
;1v¡so prev io a su hermano mayo) y haberse puesto Je acuerdo con
¿sie para las respuestas que deban darfiiri. 8). II n cambio, deberán
¿ar facilidades para que lleguen hasta el todas las embajadas que le
sean enviadas v tenerle al corriente de cuanto suceda en mis fronte
ras, a tin de que siempre esté en condiciones de poder intervenir a II i
donde lo precise el interés del Imperio (art. 8) No podrán contraer
matrimonio sin su consentí míenlo (arl 130). Y hasta pata iodo acto
(pie sea abuso de autoridad o tiránico, quedaran sometidos a la
reconvención a la vez «paternal y fraterna» de su hermano mayor,
que, en caso de obstinación por palé de ellos, consultará a la asam
blea general sobre la sanción que debe aplicárseles (art I(!)
(i.0 Por su parte. Lotaiio deberá acogerlos fraternalmente
c u a n d o le lleven sus «dones anuales», recordando que dispone
«con el consentimiento de Dios» de una autoridad superior a la de
ellos >debe gratifica ríes, a su vez. con regalos de un valor mayor (nn.
5); además les deberá dar ayuda y protección militar eonlra los ata
ques de las «naciones extranjeras» (arl. íi).
Piñal mente, para evitar que lo esencial de las disposiciones
señaladas sea puesto en tela de juicio algún día. se estipulaba que.
encaso tic fallecimiento de uno de los hermanos de I ola rio. el pue
blo del reino respectivo sera invitado a elegir aquel de los hijos del
muerto, a quien deha darse la sucesión vacante, sin que pueda frac
cionarse ni ser adquirida \ ejercida en otras condiciones que las
señaladas más arriba tan. 14): que si el fallecido no dejase hijos legí
timos. su reino pasará directamente a manos del emperador (art
15). que si muriese el mismo Lotaiio. los filíeles, «a fin de asegurarla
salud de iodos, la tranquilidad déla Iglesia y la unidad del Imperio»,
serán invitados n recogerse y a implorar por medio de oraciones, la
divina inspiración, para proceder con el concurso del Todopoderoso
a la designación Je aquel de losouos dos hermanos a quien deba con
fiarse la autoridad imperial desdo entonces (art. I.Sl
H conjunto de estas disposiciones constituye, como se ve. un torio
coherente que. ponina Iniciativa osada, no respeta, de las iradie ton a les
costumbre-de la monarquía franca, sino el mínimo indispensable para
calmar, hasta cieno punto, los apetitos de aquellos a quienes el nuevo
reamen más perjudica y que. aun concediéndolos algunas satisfaccio
nes de prestigio, proclama y consolida la unidad del Imperio, del que se
lian constituido defensores Ludovico Pió v su hiio Lotaiio.
V I. ID Q A I DI I N ID A Il C K IS IIA N A
l>t
los territorios sometidos al señor del reino franco, el impetuoso
arzobispo de Lyon. /VgoharJo. en una carta que le dirigió por enton
ces expresaba el deseo de que se unificara el derecho vigente en el
Imperio, aplicando uniformemente a torios un solo código: el de los
francos salios. Al señalar las violentas discordancias del enjuicia
miento que se presentaban en un mismo lugar, ya que de acuerdo
con el principio de la ley personal, un inculpado dependía por su
condición jurídica individual ya ríe mi código o de otro y. sobre
lodo, al subrayar la extrema ilegalidad de las penas a que se expo
nía. Agobardo. que vivía en una zona de población muy mezclada
se indignaba por lo confusión que producía aquel estado tic cosas.
('.Cómo aceptar —escribe— que se mantengan tales diferencias de
trato entre líeles del emperador que son. a la vez. líeles de Cristo? Y,
sin embargo, una sola vertía fue «anunciada a todas las naciones del
mundo, una sola fe les ha sido dada por Dios, una misma espe
ranza... una misma caridad, una misma voluntad, un mismo
anhelo, una misma oración; cualesquiera que sean sus diferencias
raciales, la diversidad de sus condiciones, de su sexo, de su origen,
nobles y siervos, lodos, sin excepción, hablan con igual corazón al
dirigirse al Dios único, que es su padre común: Padre Nuestro que
estáscii bsríelos, saiuiftcaduseaIttnombre; no invocan sino a un solo
Padre., no piden mas que un soloreino.su reino celestial, noatihclan
sino que se haga su sola voluntad, le ruegan lodos que les conceda el
mismo pan cotidiano y que a todos les perdone sus pecados...»
«Ya no haV —prosigue, aplicando un famoso pasaje de San
Pablo -w— ni gentil, ni judio... ni bárbaro, ni escita, ni aquiiano.
ni lombardo, ni burgoudo. ni a la mano, ni siervo, ni libre: todos no
son más que lino en Ci islo», Pues «si el Señor lia sufrido la pasión,
fue para que con su sangre quedaran juntos los que estaban aleja
dos y desaparecieran las separaciones». ,.Hs posible aceptar —
pregunta a Ludovico el arzobispo— que a «esta unidad, obra de
Dios, se oponga una lal diversidad de leyes que. en una misma
comarca, en una misma ciudad, y hasta en una misma casa,
sucede (¡evidente exageración!) que. de cinco hombres que van
uno jumo al otro, ninguno de ellos, en el terreno de las cosas
humanas, dependa del mismo derecho cuando, en el fondo de si
mismos, en el plano de las cosas eternas, dependen de la misma
ley de Cristo?» N ¿no se impone como conclusión que debe
«transferirse al derecho franco» a cuantos están sometidos ¡i otro
cuerpo de leyes?
’’ C a p ita l i. l. ii" ' l.'-K I 'S Jr l i-.rtoSlu; ii." 139'. ■W.tld kitiiiVn MS-SI'J; n.- U '
Ucl jjii ) S-<1
CAPÍTULO II
Ver l.i . j;,_ ilel uizubtqioilc Treieriv I K-lli. .li- l.ull, I :nlhi:i. ro
Mlíiv:. i C\ I
I ’M ' ii ! :¡:t s\\ o ¿ \ \ insior m If.s ¿V^.viYfr. : V. 2 "'
Simsoii. I. I. |'de MX.
SiiniS'in, i I T"- 120-12.'
Nilh.uC. i. I 2.
II f O R l Al ti I M l t N ' I O Dfc LA UNIDAD DF. G O l l i r k N O
C; I:-, nuil l.irnlsien -lile el en:pci.iiln: a e.iznr: y , en rx.wl i«. u.ier • «saniHe.i general
n I FionviJIe. t a agosto Je! .is.iniMij geueul .ti Xitiyn.eon nueva <al:dn « i
e-jipcrjú. i |í j ij hiLL.z.t .i re? ironiiuC.! I:i reLmnn:l’.i.-ce. ra r.iMeiiit'idf>dv.iJiil-
bie Jet mismo i.rn Hs.iinM ejdlFr.ir.iínri tlSJ.V lu í •■ipu.iliticr.Tc áo< .is-iirMci».
uru en mayo en H ancíuiiy la i»!r.. en novieml'u en Cnmpiégnc \ case el reperorio
lie Hol.mei
.-liaviiVr rvivi/ft. ;ir.o *.11. nii(t !5s.
íi/itii gag, 156.
' U li.muaud Uelnm ari |Bc>murl Dehimare (R i L idee de país j I cp ,linr
cjritin g ie r.n e (París, in S l j.|
11 lin.Miu oad/i. üi’.o >ZI. pjg. IV?
TtM
ni.ieno. al que había cotí nado en Noiimcuilier. \ le devuelve la regen
t a de su mon(Pierio. Finalmente, en el mes de agosto del K22. en
,)casióii de la asamblea general que aquel arto se reunía en Altigny.
junio al Aisnc. decide—«por consejo de sus obispos y de sus proceres»,
según escribe el analista oficioso extender ledas aquellas medidas
Je clemencia y de reconciliación a sus dos hermanos hnslardos que
aún vivían: sacados de los monasterios en donde habían sido reclui
dos el 817, 'u vuelven a la vida activa y pronto van a iccibii cargos
eclesiásticos importantes: el mayor, Drogón. en junio del $23.cuando
apenas tenia veintidós artos de edad, es nombrado obispo de Metz;
el otro. Hugo, se hace cargo, después, de diversas abadías.
W
fc's ció rio que el olecin do aquella confesión quedó un tanto ate-
nuudu por la advorionciu, que inmediatamente présenla ron los
obispos, de que iban a poder neniar como era conveniente, ri el
emperador, como asi se había comprometido, les devolvía las nece
sarias libertades para el cumplimiento de su misión. Pero, final
mente. reconocían haber cumplido con esta muy imperfectamente,
por carecer de una adecuada instrucción religiosa y se acusaban de
haber dado pruebas de un celo insuficiente en lu organización de
las escuelas de sus diócesis, a las que debieron, según declaraban,
haber dedicado más cuidados para (pie precisamente, pudiera for
marse un clero dotado de una sólida cultura 1Confesiones bien
delimitadas, por fallas que los autores terminaban por cargar a ia
cuenta \ responsabilidad de los que no les Imbian proporcionado,
según ellos, lo-, medios financieros para actuar. '■ pero, en fin de
cuentas, confesiones que se asemejaban con las que personalmente
había l.udovico Pío ejemplarizado.
..Hicieron también su confesión.después de los obispos, los pro
ceres del orden laico? Lo ignoramos: pero su caso fue evocado —>
no con excesivo agrado— por los prelados reunidos cu sesión espe
cial M arzobispo de I yon. Acobardo, para responder al deseo del
emperador de conocer los males que debían ser con más urgencia
evitados.se ufana de haberstigerido.porsn parte, resolveren primei
lugar el problema de la apropiación de los bienes de la Iglesia por
los laicos: y hasta nosotros ha llegado, además, a continuación de
la confesión de los obispos, el sumario de varias proposiciones,
entre lasque ligu ra u na que se refiere a los laicos que no concurren a
la iglesia. u
Como se ve. lo que tuvo lugai cu Artigue fue un estimen general
de conciencia. Cada cual hizo allí, o fue obligado a liaeei las confe
siones y los sacrificios necesarios al bien común. Por su personal
acto de contrición, no pensaba realmente el emperador.como se luí
dicho, que humillaba su dignidad imperial, y ningún contemporá
neo le dirigió nunca este reptoche. l'n o d e ellos™5 hasta le felicita
por aquélla actitud que re nova bu (.1 de Teodosio. Al actuar de aquel
modo. Ludo\ ico sólo intentaba señalar con ostentación su ardiente
deseo de una reconciliación de lodos, en beneficio de la paz tan
ansiada \ ri» la cual la unidad imperial nn hubiera sido riño tilia
vana palabra,
Mu
No por esto es menos negable queen Atiigm se acentuó el cari?
religioso del gobierno imperial No sólo la unidad del Imperio se
encontraba fundada en l.i unidad déla fe.y por eso se hablaba como
de cosas equivalentes de la unidad del Imperio y Je la unidad de la
Iglesia, sino que todo se subordina a la causa de la religión, y la Igle
sia acaba por adquirir un lugarprepondcranlecn la vida de! Estado.
Los eclesiásticos son consultados antes que todos los otros conseje
ros; después de la muerte de Benito de Amana, los obispos, el abad
de Corbie. Adalardo. su hermano el monje Wula, ejercen tan conti
nua presión sobre el emperador que éste acabó por no ver ya más
que por sus ojos \ no actuar sino de acuerdo con sus deseos.
¡Que contraste con el reinado de Cario magno! Un lugar de un
clero enteramente a las órdenes del monarca, nos encontramos en
aquel momento con un clero dueño de la situación y con un empe
rador siempre dispuesto a escuchar > a seguir sus consejos. ¿Del
gobierno tic la Iglesia poi el emperador, seiba a pasara un gobierno
tlel Estado por la Iglesia?
CAPÍTULO MI
CAMBIO DE ORIENTACIÓN
DEL GOBIERNO IMPERIAL
2(W
oído hablas. t\ de este lerna sabia va que en su obra había evo
cado a muchas reiuas y emperatrices! Vero, además, todos los con
temporáneos tic Frecullo están Je acuerdo en esto, y la crónica Je
aquel los Jias está abundantemente surtida con el relato Je las aven
turas en que la soberana se vio mezclada. Por otra parte, en su
masería, los escritores del tiempo concuerda» —con sospechosa
complacencia y excesiva tendencia a la simplificación— en hncei
de .Itidil el genio malo del reino.
Sea como sea. su inlluencia sólo se hizo seniii muy lentamente
en los asuntos del imperio; pues no debemos echar en olvido que el
artoN2l aun hacia su marido piestarjuramento a la constitución de!
SI 7 y que la penitencia de Attignv es del mes de agosto del N22 Pero
durante esc mismo arto X22, inmediatamente después de la asam
blea de Attigny. en la que había dado a sus lides una prueba tan
decisiva de su deseo de concordia para conservar la unidad cris
tiana. I udovico Pío enviaba a Italia a su hijo Loiario. asociado
hasta aquel momento con él en el ejercicio del gobierno imperial, \
hacia que le acompañasen en aquella misión, que lema todas las
trazas de un destierro, el monje de Corbie. Wala. hermano del abad
Adalardo, > el gran ostiario del palacio de Aquisgrán. (Jorungo,
encargados ambos de orientarle con sus consejos. °
Pul apariencia, nada ha cambiado sin duda todavía en las dispo
siciones fie año SI 7. Loiario sigue llevando el titulo de emperador;
«Lotario augusto, lujo de mi señor el invictísimo emperador Ludo-
vico» iHlotharius augu&itn hiviciissiml Jomni impiTomm Hludovht
filia'.¡. se lee en la cabecera de »us actas; pero su ¡tetó idad se limita,
en lo sucesivo, a halia.cn donde reúne asambleas generales, publica
sus capitulares v expide diplomas en favor de las iglesias y de los
monasterios de la península. Actúa, salvo el título, como uu sini
pie rey de aquella Italia en donde reside y. al igual que los antignoí
soberanos lombardos, tiene su corte habitualmenie en el norte del
país, ya en Pavía o. con más frecuencia, cerca de esta ciudad, en si
dominio de Congolona. "
Desde allí, invitado por el Soherauo Pontífice, fue a Roma a
comienzos de abril del arto S2j Y allí fue solemnemente consa
grado por el papa Pascual I en la iglesia de San Pedro, el domingo
de Pascua, sin que. no obstante aquella ceremonia, se saliera del
marco de las puramente protocolares ni produjera cambio alguno
:iit
en sus atribuciones. Su estancia en Italia se prolongó hasta el
verano del 825, salvo un breve paréntesis, de mediados del 823 a
comienzos del 824. durante el cual estuvo en relaciones con el reino
Cráneo. Todo sucede, pues, el resto del tiempo, como si. a partir
del arto 822. la presencia de [.otario en la corte imperial, se conside
rase indeseable o. al menos, inútil, y como st. sin modificaren nada
las disposiciones decretadas el 817 para el futuro, prefiriera Ludo-
vico. de momento eonfmai a su primogénito, como a sus hijos
menores, en los limites de un reino particular
>4
en lo» días de Larlomagno. unto más cu;mio a la sazón, se ira la lia
de un régimen legal, definido en un estatuto oficial y regularmente
promulgado Toda la polfiica de los comienzos del reinado con res
pecto a la Santa Sede, se encontraba asi revocada
1 Hrthiv.vr-Miihlbíiehíi. a ” “TTsj.
,|f' De .lili el Via:* Je G itano .il reino li.incu por »s.i \.t'i-Cd i á) que jliuliriK»
más iitrib.l pnjt 'la
11 HOHivi 1 -M n h th a ih ti. u" ',7.Vr
1 Nithsici!. i. í. pátr. S.
215
uainanll;i Cslá constituida poi hombies de ioda clase y. por conse
cuencia, de diversas tendencias. Entre ellos hay simples ambiciosos
que no buscan sino subir, acaparar cargos, llenar sus bolsillos y
aumentar sus propiedades: hay oíros, especialmente clérigos, que
creen poder realizar, gracias a L.otario. sus ideales de purificación
de la sociedad: hasta algunos, todavía más ingenuos, esperan mati
zar por d la unidad que está en peligro—al menos asi lo creen—pol
la ambición de Judit, en quien ven im agente de Satanás.
Emre los primeros de estos últimos estaba el monje Wala. her
mano del abad de Corbie. Adalaido. Encargarlo, después de haber
vuelto a la gracia del emperador. t ') de acompañar a I otario en lia
ba. adquirió sobre éste una influencia que. aun exagerada por su
apologista Pascasio Radberio, ° no parece haber sido pequeña, y
que iba a acrecentarse en el curso de los acontecimientos subsi
guientes. Enire lo pescadores en rio revuelto estaban gomes como el
conde de Tonrs. 1lugo, suegro de I.otario, el conde de Orleáns. Mai-
fndo. y algunos otros personajes poco recomendables cuya inter
vención se hizo pronto inquietante.
Ls cierto que. en nn principio, no pareció que habían sufrirlo
cambio algu no las relaciones entre I alario y su padre. Después de
los compromisos que adquirió en cuanto al niño Carlos, Lotarin fue
enviado de nuevo a Italia, en donde completó la obra comenzada,
desplegando en el antiguo reino Jombaido una actividad <le que nti.s
ofrecen testimonio las numerosas actas promulgadas en su nom
bre. ‘ actividad que fue absorbida, como liemos vislo. * 1 parlas
asuntos del Estarlo pontificio Pero d año X25, durante el verano,
regresó al reino franco, parece que decidirlo a capitalizar el apoyo
que había prometido a la emperatriz ludil para el establecimiento
del jecién nacido.
lina primera satisfacción para su amoi propio fue el que mi
nómbrese añadiera al de su padre ene! protocolo ríe las acias oficia
les: otra.el que las gentes de su sequilo y corte personal, los Wala. los
Hugo, los Mailrido. comenzaran a dar que hablut en el aula impe
rial. v:,Con motivo de las tiestas ofrecidas en el palacio de Ingelliomi
en m iiiodd K26. por el bautismo Jel re\ I-lamido de Dinamarca. U
emperatriz Judit. si hay que aco r al poeta hrmoldn el ¡\egn>.' se
presento en un conejo, llevada precisamente por los condes I lugo >
C u rtas.... AgcbuUu íii Mi-ji.-j, Pmrtri. Un.. I. CtV, coi IS5-|yiic. m eioi.ci: las
:•!«.. V pags 201-203
CY Sin-.Mía, i !. jijes. ’ Sv>-2'»l
V* l./iKtiyfavu . hi . n i i tibie ti. cii Migiti:. f’utn/l inl. i. C X V »m I <>lj
LoLiiriu Pero su avance se hizo con tai lenri Ind que. ence nado cu su
capital. Barcelona, el conde Bernardo, gobernador de la Marca Hispá
nica. eslabn allí reducilio casi a sus solas luer/as para enfrentarse a la
invasión, \ sólo con increíbles esfuerzos logró rechazar al enemigo.
hn el palacio de I udovico Pió se alzó una opinión unánime: la
inercia de Hugos do Mall'rido había sido voluntarla: retrasaron inien-
eionalmente el avance de su ejcrciin. con la esperanza de que. abando
nado a sus propios recursos frente a un enemigo superior en número.
Bernardo sucumbiría. Hijo del conde de Tolosa. Guillermo (o Gui
llen). que en los días de C arlomaenn .se habin distinguido por su valen-
lía cu la lucha contra los vascos > conlra los musulmanes, antes de
morir piadosamente en el monasterio de Gellonc.si| Bernardo era ahi
jado del emperador I.udovico, con quien además estaba emparentado
y en cuya presencia se había casado en el verano del 824. *3’ Al con
fiarle por entonces el condado de Barcelona y la Marca Hispánica
(que algunas veces se llamaba Marca de Septimania). le había dado
el emperador un testimonio de extraordinaria confianza, y los acon
tecí miemos venían a demostrar que la elección había sido acertada.
F n cuanto a la actirud observada por los condes Hugo y Matfrulo.se
e.xplicuha. sin duda, por un delecto de envidia.
Asi. no se hizo esperar su castigo. Una asamblea convocada en
lebrero del 828 en Aquisgrán. juzgó su conducía v, a la vez. latid duque
de Friul, que. casi al mismo liempohnhlu demostrado gran negligencia
en la defensa contra los búlgaros de la marca de Isuia cuya guarda se le
Itabía encomendado I os tres culpables fueron destituidos de sus car
gos y perdieron sus beneficios í,! Peio en el caso de Hugo y de Maifrido.
es fácil descubrir de dónde procedía c! golpe, ya que su desgracia fue
acompañada Je una rápida ascensión del emulo Bernardo, s a uno tic
los primeros de este. Fudes. se le concedió m mediatamente el condado
de OiJeáns. del que se había desposeído .1 Mall'rido ‘,J
\»
palian iillam ase Jíi atención a suscapellaues ya los clérigos Je su
palacio sobre el respeto a las prescripciones canónicas y que invi-
iaiá a los proceres ya los lnncionaros Je la corte a asistir a la misil
los días de tiesta \ n Jar por su parle, ejemplo de asidnitlad a losofi-
t ios divinos i ariic.itJo I9j: le recomendaban comulgar con frecuen
t a (ari. 2ó) \ velar por la selección Je buenos obispos y ¿le buenos
abades dignos de los cargos que se les confiaban (arts. 22-2J): final
mente, y sobre iodo, que velase «por su salvación, por el hicneslarde
iodo el pueblo, por el honor y la estabilidad de la monarquía», poi
|j elección de «consejeros \ Je funcionarios que fuera respetuosos,
en sus relaciones muirías, de los preceptos de caridad, de paz y de
concordia», enemigos del «disimulo y del engaño», «guardianes de
su alma, a la vez quede su cuerpo», «queden ejemplo de honesridad
y de bondad» y conviertan su «sagrado palacio» en casa digna de
respeto |arl. 24).
fc.sie breve resumen de las demandas del sínodo de Parts, del 824.
desvela claramente la evolución realizada y el clima combativo en
que ya se vivía, Lndovico Pío dejaba hablar pero, como lo obser
vaba con despecho un biógrafo del abad Wala doce años después.Sl'
de iodo aquello nada salió, Y esta observación decepcionada era nn
eco ríe la que. el año 83b. presentaban los Padres de un concilio cele
brado en Aquisgiiin al emperador, con estas palabras: «Recorda
mos que en reuniones tinte rio ros, varios artículos fueron discutidos
t elaborados a petición luya con propósito del bienestar \ ¡a salva
ción comunes de IolsJ os órdenes,el eclesiástico y el laico; pera igno
ramos por qué subsecuentes obstáculos aquellos artículos quedaron
relegados al olvido » ,A
r e b e l ió n d e l o s h ijo s y g o l p e d e e s t a d o
DE LOTARIO
- l,hm.
Agotviruu. l.iK r apnlaxiiieut. 2. tu Mipuc. I C1V. col .tu1
HiiMasia R.utbcno. «I. Mieiic. ío 1 I .
Cl SiiilvV.l. |<jjs .Mu
■*’ P íiIiJuvki K.ulK-rh). «Ni. Migr.e,col IMS.
ecl I» IX.
0 ¡ . 3: rtin:<n:t tfd WniU. p ij. H y ln <i/*i»iu« rW(l«i r n la n ilpltuliirul.
i I I . n . " I 1) ' p . l g M . . i t I. .!
“ ’ b i'i Shv. ¡i'i.-i XAH
1*1 Si-rUr. , iiilo S3U.
ys
urgencia de la campaña proyectada; v se \ io en ella un capucho
del cumailcngn Bernardo. Los conjurados se adelantaron inme-
dialamentc en su papel de liberadores dei «emperador y de sus
hijos». ílabia llegado el momento, declaraban, de impedir que el
Imperio se hundiera en las «trampas tendidas por sus enemigos»,v '
) Je desembarazarse del traidor «y de sus cómplices»,w de sacara
Ludovico Pío del estado de «abyección» a que lo tenia reducido «el
insolente Bernardo». ** Una parle de las tropas se dejó arrastrar por
el movimiento Je rebelión y se concentró en Paris. ti hijo segundo
de Ludovico Pió, Pipino de Aquiiania, ganado también a la causa
de los rebeldes, fue en seguida a unirse con ellos después de Haber
restablecido al pasar, en Orleáns. al conde Mailrido. Lotario era
esperado de Italia y su hermano Litis, de Unciera. *
En el palacio imperial hubo pánico. Ludovico Pío hahía salido
para Re mies en los primeros dias de marzo, dando un largo rodeo
por Snint-ümor y por las costas del C anal de la M ancha:" ' la e m p e
ratriz Judit habia quedado sola en Aquisgián con el camarlengo
Bernardo y algunos altos funcionarios. * Baio la amenaza de
muerte que pesaba sobre él. Bernardo huyó a Barcelona apresura
damente; k" \ Judit corrió a refugiarse en un convenio de I.aon. 1
Los rebeldes la sacaron de allí y la condujeron a Compiegne. en
donde Ludovico Pióse miel ¡mió valerosamente al encuentro de los
sublevados; ,’í estos hicieron presión sobre la emperatriz para que
obtuviera de su esposo una espontánea abdicación y una piadosa
retirada a un monasterio. Pero el emperador no está dispuesto a
ceder y pide tiempo para reflexionar A ludil no se le condece este
expediente y Pipino ordena conducirla a la abadía de Santa Radc-
gundn de Poitiers y se la obliga a profesar como monja: al mismo
tiempo se endona en otros monasterios a sus dos hermanos. Con
rado y Rodolfo
Lo presencia de Lotario. que había llegado entre tanto n C uín-
piegne. se obligo a 1 udo vico Pío a que. en lo sucesivo, se plegara a
120
lo?, consejos de sus antiguos consejeros y velara por el manteni
miento de las disposiciones anteriormente decretadas para la salva
ción del Imperio. Seejereieron represalias contra la familia del ex
camarlengo Herminio: su hermano Herbolo fue cegado y deste
rrado con guardas a Italia: su primo Eudes. hasta en lotices conde de
Orleáns. fue deportado. Otros sospechosos fueron detenidos r
encarcelados. Lotario quedó restablecido en la plenitud de sus atri
buciones de emperador asociado y su nombre colocado inmediata
mente después del de su padre en el protocolo de las actas y
diplomas oficiales.
k’' PiivaiMu R:iílli:rto. ccl Mijiuí. enl IK2. Pase p.uoec ju» liiv icsium.
' Simsu". I i pü£s. j 5u-.'55: Rnhnicr-M ulilhavliti. u.” S74,C
"" t . V-iiúiKiiiui. c>!. Micne. ca! '.Wfc,: Nuli.ird, I 3
101 Niihiinl, I, í
h1'' N irhnrJ. I. 3.
I"‘- El .'Vlroiwmu. c>l M i¿ hl-, col
I I lugar de la reunión fue fijarlo por Ludovicü Pío en un.i
commea en la que creía contar con adhesiones más numerosas que 1
en Neustria. v. por prudencia, se dio orden de que iodos los convoca- '
dos se presentaran aili sin armas ni escolias. Con general sorpresa
ci emperador, de repente, se atrevió a hablarde nuevo como señorv
comenzó a vengarse de los que le habían traicionado algunos ni ese5
ames. Como a pesar tic su carácter sagrado, y violando la consigna
decretada, se presentara armado el abad de San Dionisio. Hilduino,
arehicapdlán del palacio imperial, lúe invitado a dar una satisfac
ción y. finalmente, desterrado a Ptulerborn. en Sajorna. A su ve?
resultó ásperamente despedido Wala. al que se pidió regresar a su
monasterio de ( orhie listas dos primeras sanciones llevaron |q
confusión al campo de los partidarios de Lutado. que pasaron con
este la noche siguiente en medio de conciliábulos para empujarle a
un nuevo golpe de violencia Pero I.otario vacilaba y aprovechán
dose de esto. Ludovico lo convocó, también, de manera imprevista
A pesar de la opin ión de sus secuaces, que se sienten perdidos, hora
rio. aturdido. 110 se atreve a inhibirse: comía lo que esperaba, lúe
acogido sin gritos por un padre inclinado al perdón. Sin embargo,
litera resuena el motín. Luis aparece con su hijo ante la multitud vel
tumulto crece, peio el emperador se enfrenta a todo y arenga al pue
blo restableciendo la calma. I udovieo se atreve hasta el punto de
que ordena detener .1 los agitadores y decirle que comparezcan unto
una nueva asamblea general convocada en Aqtiisgrán; hasta uno de
los más constantes seguidores de Wala y de H iklttino. el obispo de
Amiens. Jesse. es destituido stn más; final mente se acuerda autori
zar ¡1 la emperatriz Judit para que vaya a justificarse a Aquis-
gran.
Fn esta ciudad se reunió la asamblea prevista, cuya sesión de
apertura tuvo lugar el 2 de febrero del Sjl Nunca se bahía presen
tado Ludovico Piolan seguro de si mismo, Todos sus lujos estaban a
su lado: la emperatriz Judit hizo una triunfal entrarla en compañía
de sus hermanos C onrado > Rodolfo. Para ir ¡1 buscarla, y recibirla
con todos los honores, el emperador había enviado a su encuentro a
su hijo Carlos y a su hermano bastardo el obispo tic Metz. Dro-
gón. v Con la cabeza erguida, Judit declaró que estaba limpia de
loria culpa con respecto a las insultantes acusaciones que se le
habían hecho, A la pregunta ¿quien quiere sostener la acusación"
110 respondió nadie, y pot ello, de acuerdo con la costumbre t runca
una vez que lu acusarla juró su inocencia, fue inmediatamente resw-
Sobre unir» le jn ie rto r ,U'ie¿ai. para los detalle?, las previsiones \ J -«»■ - dr
Siinsoil. I I i' ú ls . .'ClK'bí'. s Bi'iliniL'r-Mílhlh.iclk'r. n." s 7<*
: Siins ni 1 II. i'jiíi riDhmer-Miinlliaclifv. n.’ st'.i
btccidw en su anterior dignidad. " Implacable se abatió el castigo
<;obre l°s agitadores y los rebeldes tic los últimos meses. La asam
blea decretó la pena de muerte por el delito de alta traición contra
ellos, pero el emperador la conmutó por la de prisión para los laicos
v ja de encierro en monasterios para los clérigos, agregando, en
alpinos casos, la confiscación de bienes y el destierro: Wnla fue
deporiado a orillas del lago de Ginebra. Finalmente, reconocido
¿o»no cómplice. Lotario íue separado una vez más del poder \ su
nombre borrado de las actas y diplomas oficiales, dándosele orden
de regresar a! reino de Italia y de no abandonarlo sin especial
autorización. **•
Asi vino a caerse en un estado de cosas radicalmente opuesto al
que había sido instituido el arto 817: por esto, no sin razón, el biógraló
de Wnla denuncia aquella ruptura ele todos los acuerdos establecidos
\ de los juramentos de fidelidad prestados. f*s De Lotario. emperador
asociado, elemento esencial del edificio tan [venosamente cstniclu-
rado. no se decía una palabra, las cláusulas de aquella acta del K17.
parlas que se había dispuesto previamente la sucesión imperial, eran,
sin posible ambigüedad, tenidas entonces por nulas: los Jos herma-
nns de Lotario. cuyo concurso o. al monos, su neutralidad hubo que
ganarse, fueron recompensados por su acción con un aumento consi
derable de sus filiaros reinos, y un diploma sin recluí, pero que ¿il
parecer no puede situarse más que en aquella sazón, determinaba el
reparto de los Territorios que entonces quedaban ulcerados. *
Su texto es significativo. En efecto, ante todo hay que notar que
el acta eMá casi, de principio a fin. redactada siguiendo la pauta de
la que el año 81)6 sirvió a 1 arlomngno. cuando tenía tres hijos legíti
mos. para disponei el reparto de su Imperio en ires zonas iguales,
según la costumhre franca. De la misma manera, veinticinco años
después. I ndovico Pío ordenaba el reparto de todo su imperio en
tres lotes iguales entre los tres hijos en quienes únicamente con
fiaba. Pipino. Luis y Carlos, con la sola reserva de Italia, que se
dejaba a Lotario —de la misma manera que en el SI3 >e la había
cedido Carlomagno a su nieto Bernardo—. sin que esta vez Ludo-
vico se crea obligado a hacer expresa mención de ello ni a pronun
ciar el nombre de aquel a quien se cede.
A Pipino. el mayor de los tres hijos llamados a beneficiarse del
reparto de los territorios rrancus.se roer\nbu. ademas de Aquitania
'* Agolvirdo, He conipanutohe regunims. e:i Migne. 1‘airol luí . (_ I \ nd. 291-
-9íe C11 l-.iv Eprnufuí 1 V, pugs 220-..21Í
general convocada. con toda premura, en Worms para primeros de
junio. ('.Na lia observado ya San Agustín que es cismático quien se
separe de la sede apostólica? V el papa San León «no lia dicho, a su
vez. que «deja de participar en el misterio divino» el que se atreva a
desviarse do la sede de San Pedro? ¿Cómo podéis sospechar de las
intenciones del papa Gregorio, que ha venido para restablecer la
paz v pura volver a colocar las cosan en el estado en que «por vuestra
voluntad, en nombre de vuestro podci y con el consentimiento de
torio el Imperio, las habías tu mismo colocado y hecho confirmar
por la Santa Sede»-1, preguntaba a Ludovieo Pío el arzobispo de
I.YOii. que terminaba su carta de la manera siguiente.
«•Dígnese ni sublime Prudencia pesar estas palabras del Apóstol: En los /murcio.¡
uUto se presentarán tiempos pclignijos. vw El hienavcuturjd¡ipjp:i firugorui. ya deplo
raba c.Mis policios en una dpoe» en que la silii;iL-<Y>n ero todavía ¡ncoinparahicinerr.é
mejor que ahora, y ¡mdtx'in: Estay Je itil manera sacudido por ¡tu alas J oosle mitnjiit/ne
na i ta jo eoiutuitr a puerto tu vicia semicart oinula i uva .Urea />»■ me fian úiitfiuth
los itst una ifi lientos di Diut Tan pronto la asalta ti oh an pona proa, ew.nn tas nía} espu
mo u i tl, ¡ mar je filia lien en sus t oslados o sopla l,¡ tempestad par la popí), y r n esta inr-
menta mu ptvnia me iéh r.hlig.ntn a tunearme direetamenle sobre i i obstínate coma „
bantíárío ufrtcintilo los llantos ¡ti la tunea la amenuea >/i l olean tilmo poiyn, me doy
rúenla d< i]ueii: t aanta thsíalleee mt ni(itantui i revela lemitiu de las ortos) tinefiilllea
lo tempeu/hlque han i viragos, tes mJileent raivoinid.'71 exhalan la ipieiamlrcilii naufra
g o i/ne se <jvis i/ta * " , Ay I, si ya en roncos l.i nave dé la Iglesia y ¿I maderamen Jeque
es la ¡'.Celia estallan roídos po: la carco m a., qué debemos decir ahora?»
ti Tintineo. Ill, 1.
Gregorio el G rande. Epiw lae (J.ilic-Wi-.tleiiliach. 11." I J 11
l'ascasiu R.-iiíhcnn. etl Migue, col ltijiH óM .
2.". que eran «sus vasallos» y como rales le habían prestado
juramento de fidelidad:
.1.“. que él era el defensor autorizado de la Sede uposiolicn \ no
les pcrmiiía que asumieran esa función:
4". Íes acusaba de impedir al papa ir hasta él:
5. \ a Lotario. en particular, le reprochaba el secuestrar a
Pipi no \ a Luis y haberles arrastrado a la rebelión.
<v le.s acusaba, 10111111101116. de corrupción Je vasallos
Punto par punto contestó Loiarirt:
1. ü. que lanío él como sus hermanos estaban llenos de respeto
para su padres: que de ninguna manera se encontraban en estado
de rebelión contra él. como se decía. >1110 que se acercaban a el como
hijos adictos a solicitar su indulgencia:
2. ". que eran fieles a sus juramentos, dispuestos a cumplir sus
compromisos hacia su sertory que 110 les movía otro deseo que el de
protegerlo contra sus enemigos;
V que.com oasociadoal Imperio por la misma voluntad del
emperador, y enviado por este junto <1 la Santa Sede, tenia que ase-
guiar juntamente con él la defensa del Soberano Pontífice,
4" que. lejos de impedir al papa de ira visiiardl emperador, le
habió ayudado a dejar Italia, mientras que I udovicu Pío ordenaba,
par el contrario, cerrar los pasos de salida de aquel reino:
5., que, lejos de sepa ni 1 al emperador de sus dos hijos Pipiuoy
Luis, se los uaia. cuando su padre los habla expulsado:
6. ", que él había obrado lo mismo con respecto a los vasallos a
quienes el emperador había perseguido, desterrado n encarcelado:
que. «habiendo oído decir siempre que los hombres de valia que lian
hecho méritos ante su soberano, deben ser honrados s recompensa
dos». Umbién se los traía pura que usase con ellos de misericordia.
Lian razonamientos 1¿buscados “ con el propósito ilc desviar las
responsabilidades, imputando al emperador todas las injusticias
P.n verdad 110 vemos por que áiirtíonU M. iiags ’T-.tVlconMdoia |>.n.i i.nihin.i
l:i .101:1 .'ml'iudna LudcvkoPtov laslespue-'ui., deLolano Hi-jml'ioiicumsidei.iLim
lifi entii1:llos pjiee¿. por .iir.i parli-.vtcmtislT.uIn ivcü' ci -I inisnin Sinis.jn, 1 II p;..■. 1
11. • » . 11..1. -te. n él. ;.P(ir qu# íil loiv.es reLliaza re 11eu.u pimío las ...... oles .iIiiiii.iu .■
lu’stte l'.ísc.iüo Radbária en su r.p:'uiphi'.i’ii tru’iiir T .ski niiqiiíiiiv J¿¡ 11 qin-aespienm*
i|ik lia ixaiiiL-Hi.v ei icviii liieral di* irs notas cruzadas lJorr> as|>iclln e- ik’n iimd.i
eiidtoi;.
hijos, jumo ;j Sigolsheim. t-.t 24dc jimio, cuando parecía a punióle
comen/a r la batalla, se anunció al emperador, de manera inopi
nada. la visita del Soberano Pontífice: maniobra suprema desti
nada a salvar las apariencias y a precipita» las deseiciones entre las
gentes que rodeaban a Ludovico Pío. Posiblemente lambién se
daba por descontado, que este Ultimo tuviera un gesto de contrición
que lo arreglara todo, *"■’
La acogida hecha al papa lúe reservada y basta l'tía. Cl empera
dor hizo observar a su visitante, que si no se hahia seguido el cere
monial que era dehido legítimamente al Pontífice, es que tampoco
la visita tenia lugar cu condiciones normales. Después de esto, se
habló. Las conversaciones se prolongaron varios dias y no se puede
evitar la idea de que, además de los dos interlocutores principales,
hubo otros en los pasillos, ya que apenas se había retirado el papa,el
día ilc los apóstoles Pedro y Pablo (29 de junio), llevando proposi
ciones de concierto, citando. Jurante la noche siguiente, el campa
mento de Ludovico Pío se vacia coma por arte de encantamiento
Los légalos, las promesas y las amenazas hicieron su electo.observa
un testigo,"” y. desde el campamento de I udovico Pió al Je sus
hijos, agrega, «corría como un tórrenle do desertores». Je tal
manera, señala olro coetáneo. * que al día siguiente por la
mañana, en el campamento de los rebeldes, al contemplar todas las
tiendas nuevas alzadas alrededor de las de I otario y del Soberano
Pontífice. se atribuyó a milagro, viendo en ello el dedo tic Dios,
pues, por la voluntad de Dios ya no había de prunio sino «un solo
pueblo» que se encontraba por completo unido en ionio a aquel, a
quien el mismo Ludovico Pío habla designado para recibir todos
los sufragios al asociarlo a su poder
Asi. cl «Rolhfcld» o «Campo rojo» se convirtió por la voluntad
divina en «Campo de la negación» o. para liahlai como los con tem
poráneos. en el «Campo de la mentira», el «Lügctifcld»; " y. cuino
observa irónicamente el biógrafo de Víala '* Ludovico se encon
traba solo «con m Judit» y su hi|o Latios.
«Sólo»: era simplificar un poco las cosas Pero el empcradoi
sólo podía contar con un puñado de fieles y. aun entre las tropas
estacionadas a su alrededor iba produciéndose la cólera: m
221
A canlimuivión Je este grandilocuente preámbulo, viene una
evocación encendida de la progresiva abdicación del emperador,
traicionado pot aquella a la que hizo su esposa; de cómo está mujei
joven, sensual y liviana, poco a poco olvidada de su marido, fue
envendo en una vida de libertinajes, al principio disimulados y
luego ostentados sin rudor Sccomen/ó.eserihe. por hablar de ellos
con palahms cncubierlas, en un círetdo reducido: pero pronto se
hizo aquello <ria comidilla del palacio, de! reio y de toda la tierra»,
mientras que «los proceres se lamentaban y juzgaban intolerable
aquel escándalo» No podiendo sopoilat los hijos del emperador
que lamaha afrenta fuera ya más tiempo infligida a su padre, a la
monarquía y a los mismos fraíleos, c u 'o «nomine se había mante
nido hasta entonces sin lacha», unidos en el misino deseo de poner
límite al crimen, arrojaron de palacio a la causante del mal y la
encerraran con peí luiente guarda, haciendo que cambiara sus vesti
da ras reales por d hábito monástico y devulv icrido a su padre la paz
v el honor.
Pero no fue. ¡ay!, por mucho tiempo: pues aprovechando «la
excesiva indulgencia de sus hi jos» c incapaz de resistir a las «tenta
ciones de la carne», cediendo, ademas, a «viles c indecentes adula
ciones». el emperador se dejó arrastrar hasta «volver a llevar
aquella mujer a palacio» y a «colocarla por encima de los consejos y
Je los consejeros». Y desde entonces, «trocado su espíritu», se
dedicó a perseguirá sus hijos con su odio, sembrando la confusión en
el pueblo.nl que constantemente «ha exigido juramentos contradic
torios». «/.Se ha visto jamás cosa semejante? ¡Todos juraron sucesi
vamente fidelidad al emperador padre: luego, por orden suya, til
emperador hijo: luego, también por su mandato, algunos juraron
fidelidad al hermano (el icy Luis): después, casi lodos fueron obli
gados a jurar fidelidad al niño (Carlos) Finalmente, y como si de
nada hubiera servido esto, hizo falta prestar nuevos juramentos
todavía!» ¿Se puede tolerar quesea de esta manera profanado impu
ne mente el nombre de Dios y estén divididos en si mismos los ejér
citos que deberían usarse para combatir a los pueblos bárbaros y
someterlos a la fe cristiana?
...Olí Sifli'l Dios del Cielo y Je la T icrta' ,'po t|»c lias consentido que ni fieU uis-
tianisim o sen «lie nuestro emperadm huya llevado a no discernir s» lo» males que
p o n lo q u icr le ¡in-.ciuiZitnW :i am ar «i .niurlUisqiie le <>Ji.-.ii \ a ociar a aquellos que te
aman.’.ó que debo esperarse Jo el si es vierto. vonto Jonlim iaii :mivitos Je los qoe úe-
nvi'. lama Je elariMJcnciu que a su lado s e hallan ¿entes que slcseun ávidamente el
vsteniiuiio ilc sus hijos y han ¡-.rutado insi.:ins entre ellos para apoderarse Jel empf.
laCof y repártase Ilícito mi reino'.'. Ks evident: ip.ie si Dio» r.o inleivieiie vi Impeiin
L.iei.i en lítanos Je pueblo s extranjeros o>r Jesiiienibiviaen provee lio de una muln-
luil ,:e manos, porque el em perador que debiera haeer j u s t a s ¿tierras venir.: los leve-
barbar»» ..Is picparn injustas u m ita las hijo» qtte 1c am ar.»
«, Que debía hacerse, pues», ame aquellos males crecientes que
el regreso «escandaloso e indecente» de Judit ha desencadenado?
/Disimular? /.Callarse? <X razarse de brazos? Dios, que vela por su
pueblo, no lo lia querido \ ha inalado a los hijos del emperador, y
reunidos éstos de nuevo se pusieron de acuerdo para evitar a su
padre el destino del rey Acab Empujado por su esposa Jczahel.
cometió Acab pecados cuya penitencia le impuso el profeta Elias,
penitencia que no hizo sino retrasar el castigo, ya que. contra su
casa, el Señor suscitó, al cabo, al rey Jehti. Pero Agobardo resentí
para los pártalos filíale.-, de su manifiesto el precedente más deci
sivo, el de Sansón; «Amó. recuerda, una esposa que no le amaba y
que era más obediente a sus enemigos que al amigo que le daba su
amor. Y por haber creído este hombre justo a aquella mujer infiel,
peidió la vida y el gobierno de su pueblo. Y aunque luego le fuera
demello su original vigory terminara con muerte gloriosa tina vida
de ignominia, lo que le permitió alcanzar la vida eterna, jumas reco
bró su mando.» Tras esta evocación transparente, terminaba: «¡Dig
nóse. en consecuencia, nuestro señor. el antes emperador, vclai
piadosamente para no perder el remo eterno de los C icios, ¿I. que
engañado por su esposa, lia perdido el reino terrenal! .» Este reino,
«según la voluntad y el juicio de Dios», ha pasado, en adelante,
eom od mismo emperador lo había deseado, a manos «no de algún
enemigo, sitio de tm (rijo querido»; no le resta sino «entrar en si
mismo, humillarse bajo la poderosa mano de Dios y luiccr peniten
cia». ¡Todos, debemos inclinarnos ante la semencia divina, pues
toda la Tierra, como dijo el Profeta! 1la bacuc, II 2<J). se calla ante el
rostro del Señor1
I
CAPITULO V
241
v|iic trató de solidarizarse con cierto mido al decidir regresar a
Roma sin más im danza.:'16
Además. Pipino de Aquitaiiia y l uis de Baviera se separaron
inmediatamente de su hermano mayor, regresando a sus reinos res
pectivos y comenzando a fechar sus actas no por los artos del nuevo
emperador..sino por los de su propio reinado o. aceesonamenie. pnr
los del emperador destronado/ cuya suerte se dejó a la discreción
de Lola rio.
Sini.suu. l II | f>l.
ÍMinson 1. II. r>ags liU-M. H dlinirr-M illdl'acliei, i¡ l.o i a : Auziíls.
pjgina I lu.
J;' Símsnn i. II. píiii. 0 1-rs'
Vznso 1:1 Astrónomo, «t. ¿ J Mignc. rol «>•4f> y
SiuiMin. i II. i'ili!,-. íO-ftJ. liotimrr-M uldhaeluT, u" O^Im
o: i II i\* IM”. p.igs 51 -55.
C a p im t
Después de señalar brevemente el primordial papel designado a
]a Iglesia guardiana soberana de la religión y de la moral, cuyos
uienospreciadores deben ser sin debilidades condenados por ella a)
castigo, los redactores del documento evocaban los males desenca
denados por la conducía del emperador 1‘ n vez de seguir el noble
ejemplo dado por su padre el ilustre C arlos, de pía memoria. Ludo-
vico «porsu imprevisión y su negligencia)» precipitó el reino «en un
estado tal de ignominia y de envilecimiento, que éste se convirtió
para sus amigos en objeto de aflicción > para sus enemigos en objeto
de burla. Por haber Fallado de esta suene a sus deberes de rey. «irri
tado a Dios y escandalizado a la sania Iglesia», y. en último lugar,
«empujado ni pueblo que le estaba confiado a una guerra civil». Fue
«privado repentinamente de la potestad imperial por un justo juicio
de Dios».
Pero los obispos no lian querido abandonarle sin apoyo a su
irisic suerte; «con autorización del principe I otario», han resuelto
aeerciiT.se a el para «señalarle sus pecados, a fin de conducirlo a una
fume decisión que le permita salvarse». El emperador destronado
se dejó llevar Fácil mente - pidió reconciliarse con su hijo Lola rio y se
sometió a luicet pública penitencia.
Asi. Fue conducido a la basílica de San Medardo de Soissons. y
alIJ.en presencia de una multitud de clérigos y de laicos, entre los que
se hallaba en primera Illa el propio I otario, se tendió en tiei ra delante
del altar mayor, confesó humildemente sus pecados, reclamó el bene
ficio de la penitencia y solicito la absolución de «aquellos h quienes
Dios ha confiado ti poder de atar y de desatar». A las preguntas de
éstos reconoció, dice el proceso verbal, haber cometido realmente las
Faltas que los prelados le lubian imputado y de las que tenia una lista
detallada en las manos. Se confesó de ellas en ocho puntos:
I Culpable de «sacrilegio y de homicidio» poi haber Fallado a
los compromisos adquiridos delante Dios hacia su padre y hacia
el pueblo, haber emplearlo la violencia para con los suyos; habei
llevado a la muerte a su sobrino bernardo: haber desviado la reli
gión hacia lines de venganza personal
2.' «autor de ese ándalo, perturbador de la paz. violador de
juramentos» por haber contravenirlo las decisiones decretadas
solemnemente para la salvaguarda «déla paz. \ tic la unidad» y obli
gado a sus subditos a consumios perjurios al exigirles juramentos
contradictorios;
V violador de los precepros de la religión, por haber, s n inzon
valida, convocado <d ejercito y a la asamblea general en plena
cuaresma:
■1" «violadoi de las leyes divinas y humanas» i una vez mas
«homicida» por haber i im h I i i de represalias con respecto a algunos
M3
de sus líeles que. con toda humildad, le fueron a advertir de los peli
gros que le amenazaban:
5.° perjuro, por los falsos juramentos que exigió y. especial
mente. con el designio ríe demostrar la inocencia de Jiidii;
6° responsable de todas Iris matanzas, rapiñas, incendios y de
todos los saqueos ele los bienes de la Iglesia, ha jo cuyo peso el pue
blo sucumbía;
7. ü responsable también do los arbitrarios repartos a causa de
los cuales había obligado al pueblo a considerar a sus hijos como
enemigos, cuando hubiera debido dedicarse a conservar paternal
mente la concordia entre todos;
8. ' culpable, linalmente. y para colmo de miseria, de haber
incitado al pueblo a una matanza civil, cuando hubiera debido lle
varlo a la salvación > la paz.
Esta enumeración transparentaba, por su misma confusión, el deseo
de impresionar más intensamente los espíritus, aumentando capricho
sa m en te el total de los pecados de que públicamente se obligaba al
emperadora considerarse culpable. Este entregó la lista a los sacerdotes
que habían salido a recibirle: quienes la colocaron encima del altar,
Ludovico se despojó ele su cinturón y de sus armas, que de|xjsiln al pie
del altar, recibió de los obispos el hábito de penitentes fue admitido por
ellos a la penitencia perpetua, esa penitencia de donde —asi terminad
proceso verbal— «ya no se regresa nunca a la vida del siglo».
De esta manera, el emperador habla renunciado espontánea
mente —asi podía pretenderse al menos— a la dignidad impetial y a
la vida del mundo. I a ceremonia, además, bahía tenido lugar en
condiciones de publicidad que garantizaban su valor: de ella duba
le un minucioso proceso verbal y. para mayor seguridad, cada uno
de los obispos presentes fue requerido para añadir ni expediente un
personal testimonio. Foseemos el del arzobispo de i yon. Agohai-
dn. que insiste, con mas detalle > tuerza que el mismo procesa
verbal colectivo, en el carácter espontáneo de la confesión hecha
por el culpable y en su voluntad de definitivo retiro. I n apariencia,
la situación asi creada era clara: no solo había perdido Ludovico el
poder en el «Campo de la Mentira», s i n o que. en adelante, lia
renunciado de manera legal a poseerlo. Forsu voluntario retiñí ?.l
convento de San Medardo, en donde va a seemr visicntlo en oración
v en virtud clcl acta XI7 cuya anulación ínmás había sido pronun
ciada. Lolario es un indiscutible sucesor.
Tal es al menos el aspecto en que se presentaban desde aquel
momento las cosas para el séquito s conejo del primogénito del
emperador destronado.
145
Al sóceme de vengar el honor de su [radie y salvat su persona
Luis y Pipi no se ponían de acuerdo pronto, para realizar una acción
común. Intímelo por .su seguridad, Loiario juzgaba prudente, en
lebrero del 834. alejarse de Aquisgríln, demasiado cercana de Lis
fronteras de Luis de Baviera. y retirarse a París y 1liego al monasterio
de San Dionisio, llevando siempre consigo a su imperial prisionero
Pero la lortunii había cambiado decampo. 1;] 38 de lebrero, bajo la
doble amenaza de las fuerzas conducidas desde el esle por Luis de
Moviera y de otras traídas desde el sur poi Pipino. Loiario huía sin
tener liempo siquiera. aquella vez. de llevarse a su padre o sin atre
verse a ello Q'"1
Liberado como por encantamiento. Ludovico Pío. al dia siguienie
1 1 de marzo del 834)ohtenia de los obispos, en el templo tic San Dio
nisio. la absolución desús pecados y su reingreso en la comunión de
los líeles: luego lúe inmediatamente puesto en posesión de sus vesti
duras y de sus insignias reales \ restaurado en la plenitud de su
potestad. Unicamente el empleo por la candlld ia de una singular
fórmula encabezando las acias y diplomas oficiales —«I udovtco.
por un retorno favorable de la d ivi un clemencia {divina repro/>iiitmic
clementifí) emperador tuigusto»— venia a recordara los líeles la trá
gica nvéjiluiu que. duiame varios meses, había costatlo al empcia-
doi la pérdida de su autoridad. Saludado a svi paso con respeto,
en la asamblea de Quierzy. no sólo por sus dos hijos Pipino \ Luis,
sino poi muchos de aquellos que pocos dias antes le habían aban
donado a su triste suerte, reunido pronto con la emperatriz .ludit.
arrancada también cu Italia de las ganas de sus cautelen >s. Ludovico
Pm podin una vez mas ir a celebra i con gran solemnidad la fiesta de
Pascua a su palacio de Aquisgián el 5 de abril del 834.
Unicamente Loiario y sus partidarios, demasiado comprometi
dos para resignarse a lo inevitable, intentaron un desesperado
esfuerzo para oponerse a la restan ración, de la que iban a serlas pri
meras victimas. I ti grupo de ellos, en el que esiaban el ex conde de
Orlenos. Maifndi). y el conde de Ñames. Lamberto, lograron infli
gir. en los confines de la marca de Ifr emita, una sangrienta derrota a
las tropas imperiales, cuyos jetes principales quedaron muertos en
el campo de batalla, otro grupo, capitaneado personalmente por
Loiario se ¡ipoileró de C halon-sul-Saóne. en donde se distinguió
por sus matanzas Pero, en el mes de agosto o a comienzos de sep
tiembre, el ejército imperial conducido por Ludovico Pío llegaba
con todo su poderio cerca de Blms v corlaba la retirada a las tropas
' Solirc esto y lo qtn jic u í . v iaje Siin.Mc» II. p.'iec Pft-I.M
Texiti en l¡i>. í~ i/.íí.i,1, ti, n. í ,vó. piR* * "-Ss v rn c.(;:n;o .t los hecho- Mil:-
liertfs. Sif.Mia. i 11. p £• l-t-ls"
’■ Sunsún, t II, r\iRS J3~-l-to
>jv- lun. Jhrtui.. jilos SJ5 y Jt.lI•
hit -n mo S,"
-tx
semanas mas tarde, justamente alarmado por la tímida de que loe
vikingos habían saqueado la isla de Wal dieren i el puerto de
Duurstedc en ios Países Bajos. Ludovieo Pío solicitó en vano de los
habitantes de las regiones amenazadas que contribuyeran a la
defensa de su sudo: en plena asamblea general, en Nimega. tuvo
que enfrentarse eon su renuencia. *
(Cómo, en tales condiciones, podía creerse aun en el restableci
miento de aquella atmósfera de ccmlian/a indispensable para
eobei nar en paz?
JJ Wi tu iilu S3"
V. .:ipr<; p.ij; 2-11
• IMi « ir . lilis S.V
,1 ral? de los acomectnueiuosdel S33, v limitarse a su reino de navie
ra: ' IJ cs(o significó la guerra abierta: Luis de Rnviera se lanzó sobre
Francfort en noviembre del 108. \ su padre, en respuesta, unas
semanas después, a comienzos del 8 » . se adelantó contra él con im
ejército para rechazarlo al interior del país bávaio. ‘
,Hacía quien dirigirse entonces para asegurar el porvenir de
Carlos.' Pipino de Aquiiania, debilitado desde hacía algún tiempo
por la enfermedad murió en diciembre del 838. dejando hijos min
menores. <i*6 la ocasión parecía excelente para acrecentar más loda-
via la parle del hijo de Judil. Pero la prudencia más elemental indi
caba entenderse a este respecto con I.otario, el único de los dos hijos
minores que le quedaban, con quien aún no se habían conado lus
puenles de manera oficial. En la primavera del 839. se pudo concer
tar un acuerdo: l.otario fue de nuevo a solicitar perdón ante una
asamblea general, reunida en Worms el 30 de mayo, y entonces se
procedió a un último reparto de toda la herencia imperial en benefi
cio de I otario y de Carlos, dejando al rebelde Luis únicamente
Bu viera. Los letritorios restantes se dividieron en dos partes de valor
sensiblemente igual. \ Lotario. en su calidad de primogénito, fue
invitado a elegir primero la parte que le correspondía De acuerdo
con esta elección, su reino dchla compremier, en conjunto, adeptas
de Italia, todas las regiones situadas al este del Ródano, del Saona y
del Mosa: el de Carlos, las comarcas simadas al oeste de esta linea,
además de la Provenza y de lus condados de Ginebra, Lyon,
Clialon-sur-Saóne y Toul fste reparto entraría en vigor el mismo
día Je la muerte del emperador 1 l os dos hermanos prometían
ayudarse mutua mente: pero no se hablaba para nada de Imperio,
I otario y Carlos quedaban situados en un plano completamente
igual
Después de veintidós años de luchas, en las que constantemente
se había alegado la unidad del Imperio \ de la Iglesia, se volvía a l.i
costumbre ancestral de los repartos en lote.' arbitrariamente delimi
tados. sin consideración pura los supremos intereses de la cristian
dad —a la que. sin embargo, comenzaban a poner por entonces en
serio peligro los ataques de los pirulas normandos— ni para la está
bil idad de los compromisos adquiridos bajo la Je del juramento: y
para colmo de desdichas, el Imperio se hundía en la anarquía \ en
las guerras civiles. Nadie -e sentía seguro del día de mañana: los
s" C f. 143-151
w,> Sims-.m. (. II. púgs.
" MiVi. yijtt 2: 7031 .
1S|
LIBRO TERCERO
•K«
electivamente o hicn se dispone a ocupar: pronto será llamada l uis
el Germánico, que es. lumhicn. la dctwmi unción que corresponde a
sus esperanzas. En cu unto u 1 otario, sólidamente establecido en
aquella Italia en donde desde hace algunos años se acostumbró a
actuar como ti licito, no dejó un momento de llevar el título de empe
rador \ quiere intervenir un calidad de tal cuando menos trata di
solver a posesionarse de todos aquellos territorios que sus herma
nos no podrán defender: pero estaba claro, desde junio del año X-4fi.
que le iba a hacer falta limitar sus pretcnsiones, si querrá evitar que
sos hermanos se alzaran de nuevo contra el.
" s.it'ií IikIoWi .i li'.'fiúi. iej-r l.oi y Hj]plii.:i./.*'fl jw. <kOai-J.j-!<■• ¡/iwnv, l I,
|>-igs i4*-il
C l HriJuni.t-MiililtMvliei.tr uHiS-lil I i.v- i l,
otros temiónos más orientales. Pero no era sino un aplazamiento,
t n cuanto (.pialó concertada la tregua con Carlos. Lotario solvió al
ataque. Un abril del S'41 cruzóel Rincereade Worms ytratódereini-
ciar en las comarcas del río Main la operación que tanto éxito |¿
había proporcionado entre el Mosayel Loira Abandonado por una
parle de sus fíeteles, a los cpie Lotario había logrado atraerse por los
mismos procedimientos que en el reino de Carlos, I nis se vio obli
gado a replegarse dcmro de Baviera.w
Tanto en Francia como en Ciermania. la diplomacia de Lotario
se ingenió para lograr defecciones de los /ir/e/es de sus hermanos,
empleando para ello mayores ofertas de dignidades o bienes v el
imponerse a ellos como el sucesor legitimo de Luden ico Pió en toda
la extensión del Imperio Pero la identidad de peligros que corrían
acercaba instintivamente a Luis W (ktm ánko y a Carlos, futre
ambos luibo conversaciones que condujeron pronto a una alianza
contra el adversario común, ni que su unión tenia todas las probabi
lidades de reducir. En efecto, por los tíos fíenles tuvo Lotario que
ceder terreno. En el oeste, a fines de marzo del S41. ( arlos atraviesa
el Sena.al sur de cuyo rio se habla comprometido a mantenerse pro
visionalmente: después logra apoderarse de París y llegar hasta 7 ro
yes: en mayo avanza hasta C'hillons-sur-Marne.w Poi el esle.
victorioso I uis el 13 de aquel mismo mes en el Ricssgau.cn los con
fines de llaviera. fuerza, por su paite, el paso del Rin y avanza ni
encuentro de su joven hermano I a unión de los ejércitos se verifica
poco después. ‘
Parecía inevitable el choque entre sus dos ejércitos reunidos
con el de Lotario. que había, a su vez. itlo en busca de su sobrino
Pipino II de Aquitania.el rival de Carlos, al surtid Loira, La bata
lla tuvo lugar el 25 de junio en Fonlenoy-en-Puisaye, cerca de
Auxerre. y. después de diversas alternativas finalmente terminó
con ventaja para I uis y Carlos, sin que. no obstante, los venecdo-
ics. también agolados, pudieran perseguir a su hermano en
luga.
Así. pues, este ultimo no se consideró derrotado, desde Aquis-
gran v luego desde l Itionville. adonde se replegó, reemprendió sus
maniobras cerca de los IhtrLw de sus hermanos y. para comenzar,
preparaba una nueva ofensiva contra Carlos Pero esta ofensiva
iniciada en septiembre, terminó con otro fracaso rechazado sobre
■Por i?t jjiiui de Dio>, por la salvación del pueblo ciis-tumi > por mteslr.i
común salvación, rn tamo Dios me conceda vaher > podrí, astillaré en lo sucesivo
ti ésto mi birmano i le aiixiliuiécn todo como se debe. según la equidad, socorrei
i tiii llorín Jiro, siempre i|uc el haga tn mismo conmigo: y jam ás concluiré con
Lnutro nin.eün acuerdo ijne. por mi voluntad, pueda per¡udicjr a mi her
mano
Asi. por vez primera tul vez. aparecían olicialmente los pueblos
como testigos en una lengua inteligible pava todos y quedaban tam
bién asociados a los compromisos adquiridos por sua soberanos. 1.a
alianza 110 se concertaba tan sólo entro lu is \ C arlos, sino entre sn>
fíleles, a quienes, por mecho de una arenga previa, ambos reves
habían explicado el alcance del tratado, utili/ando lambión de lal
>1
Lo que cMe repullo lúe licué poco impul tanda, pues resultó inás
efímero aún que los anteriores, Baste decir que la paite de Luís com
prendía el conjunto de territorios germánicos, con la {"lisia, y la de
Carlos, el de los territorios situados al oeste del Vlosa. mas Aquita-
nia y. verosimilmente. el antiguo país de las burgondos y la
Proven za. ,?CI
I otario intentó entonces un último esfuerzo diplomático para
salvar cuando menos una parte Je lo que ocupaba Refugiado, no en
Italia, como se liabia creído y esperado, sino en Lyon. en donde
pudo reorganizar un ejército, reanudó el hilo de las negociaciones
con sus hermanos. Aceptando, aquella vez. no prevalerse de su
título imperial, u. al menos, no exigir nada en contrapartida, logró
que se aceptase inmediatamente el principio de un reparto teirito-
rial en tres reinos: y. después de los inevitables regateos, se estable
cieron las bases de un acucíelo en una entrevista que los tres
principes celebraron en los alrededores de Mácon el 15 de junio del
S41 Tuvo. nnohslantc. que transcurrir más de un arto de agrias dis-
ptilas y de múltiples conferencias entre los- delegados de los copartí
cipes miles de convertir este acuerdo de principio en un tratado
definitivo, que piulo finalmente sellarse cu una nueva entrevista de
los tres príncipes, en Verdún. en el mes de agosto del 841 Fue el
lamoso tratado de Vcrdtin que. no obstante las modificaciones que
ulteriormente hubo de sufrir, se mantuvo poi mucho tiempo como
mapa territorial de Fu ropa.
Las cláusulas de este tratado, cuyo texto, por desgracia, no se ha
conservado, son las siguientes:
El conjunto de los temiónos que componían el Imperio se
repartía en ires zonas consideradas equivalentes. A Luis, se le
cedían los países germánicos Y sus anexos al norte de los Alpes y al
este de! Rin. completados por los tres condados de Espira. Wormsy
Maguncia, en la orilla izquierda de este rio. asi como todo el país de
los aluminios y la Recia (Crrisones y Fugad ina}: en cambio, quedaba
lucra de esta zona, al norte, toda la Erisia A tarlo s se le entregaban.
Je norte a sur. las regiones situadas al oeste del Escalda, luego todo
lo occidental, a partir de una linea que llegaba a la comarca meri
dional de Camhrai y la Je Sedán, pura pasar en seguida por los
Gemías, el salle superior del Mame, la meseta de Lancees, el Siona
Icor una pequeña cuña sobre la orilla izquierda, a fin de contener
iodo el condado Je C halón), dejando al este los de L.yoii. Vivar y
L'/ege y alcanzando 11nal mente el Pequeño Ródano al sur de
Ni mes. La larga Irania de territorios comprendidos entre el reino
Ve.iscrt a. u d e repartadel "lo snh irl Vi O /M ií/ i 1.i 1>, oag. I.SfcíMfc-
KCtU'c fuiwTiv ilíl S' ' »rt. "5 ( í ¡>m, i t 136. i ... I12r. r¡ :iei<i cte repino del >*5J. jrl.
'fV.y<:/nf V 194. |Mg. ” i
VOaiiMí l.i* surtas .Id Cgínliiinlix üd l-nrM ír d- Tos»l. tx.
L"(. Lot y Hntphen. pii.-. íe
" Idem. r :»gs t'.'-í’tv
capaz tic salvaguaidai la unidad del «pueblo cristiano», cuyo go-
liierno acababan, una vez más. ele repartirse los hijos de Ludovico
pío. Pero.a talla de un emperadoi que tuviera autoridad sobre toda la
cristiandad, la Iglesia y su cabeza se convienen en depositarios de
aquella idea que hasta entonces, había encarnado el emperador. Ya el
año 806. cuando C arlomagno decidió el leparlo de sus Estados entre
sus hijos, la Santa Sede había sido oficialmente informada de ello \ el
papa León III lúe invitado a suscribir el acta, eomn.si Carlnmagno
hubiera comprendido anticipadamente el importante papel que
estaba reservado a la Iglesia, después de el, en c! plano político. I ra
ella, en efecto, la que ante la crisis del poder temporal, arrebatado por
el torbellino de las luchas intestinas, iba en aquella sazón a hacerse
cargo directamente de la defensa de la unidad cristiana y a entregarse
sin desfallecimientos a rehacer, a toda costa, el acuerdo necesario
para salvar la cansa a la que está vinculado >u propio destino.
Por otra parte, fue menos el papado que el alto clero, particular
mente el del reino Je la «Francia occidental» —la actual I rancia—
quien asumió al principio la actitud de defensor de la unión, ante
torio, para salvaguarda de la civilización cristiana. En noviembre
del 84.1. mientras Carlos lucha por doquier con una fatiga ble ener
gía a fin de someter a su autoridad las provincias que el tratado de
Verdiin le adjudico dejándole el cuidado de conquistarlas, el epis
copado franco.cn ocasión de una asamblea reunida en Coulaines,
cercarle Mans. propusoal ¡oven monarca el texto de las deliberacio
nes que el rey. Je buena o de mala voluntad, promulgó inmediata
mente. y aquel texto era significativo."s
Comienza con una evocación ríe los obstáculos que luiu debido
ser vencidos para llegar a restablecer la paz entre los tres hijos de
Ludovico Pió y. por medio de un reparto del remo paterno, permitir
a la Iglesia y al pueblo respirar con sosiego después de tan crueles,
sufrimientos. Pero, continuaba el redactor, el mal subsistía, ) no
podrá ser conjurado más que por «la unión en la obediencia de
Dios.en la veneración Je la Sama Iglesia, en la fidelidad al rey. en lu
voluntad de afirmar y mantener el honor que lees debido, dentro de
la paz. la concordia y la amistad sincera», en otras palabras, pin la
voluntad unánime de restaurare! concierto entre lodos los ensíla
nos en el interior del reino franco. Las decisiones lomadas lo lian
sido en común y están formuladas «con voto unánime», ya que
todos observa el redactor, «no forman sino un cuerpo tic la única
Iglesia» v sólo piensan en el «provecho común».
:t>x
del concilio. liabian sacado como conclusión que ellos icnian la
misión expresa, en consecuencia de las responsabilidades que gra-
liiaban sobre ellos como los únicos intérpretes calificadas de la ley
divina, de guiar la conducía de los reyes por medio de sus uiiverten-
i tus y sus iitnone.uiwiíines y no habían lidiado a ello.
Desde el año S2Ú esia doctrina se hizo habitual. Id obispo de
Orlerins, lonas, uno de los principales redactores de las netas del conci
lio de Pans.la utilizó y propagó casi textualmente en un tratado especial
que. sobre los delicies de los reyes, escribió poco después I mal
mente. las dramáticas peripecias de la lucha emprendida por I udovico
Fio con sus hijos el año N3_’ habían familiarizado a los fieles con la idea
de que el poder de! monarca, líese a su carácter sagrado, sólo [xxlia ser
deten latió por.mi tilular. a condición deque fuera ejercido normalmenle
El año 843 *e lleva en Cotila ines a sus últimas consecuencias tal
docn ina: no solo son invitados los subditos de Carlos a orientar al rey
con mis (tiiiriie/icitu y a protegerlo contra los arrebatos a los que pueda
ceder por debilidad o por ignorancia (art. 5), sino que el soberano, por
el articulo 3. se compromete a gobernar de acuerdo eoit la justicia, que
es la razón misma de su autoridad; «Queremos, declara en términos
precisos, que todos nuestros JideU's tengan por muy cieno que en {«le
la n le no privaremos a nadie, cualquiera que sea su condición o su digni
dad, tic los puestos a que icnga derecho, que no le despojaremos ni |x>r
capricho, ni bajo ninguna pérfida influencia, ni ponina injusta codicia,
sino que usaremos los caminos Je la ¡uslici.i y nos ceñiremos a la razón
y a la equidad. Garantizo a todos, con la ayuda tic Dios, y cualesquiera
que sean su dignidadn su estado.el mnmenimienlo de la ley. tal como la
han tenido m is antepasados en los días Je nuestros antecesores.»
Grande y lurhadorn novedad: no solo la autoridad quedaba
limitada poi la necesidad desomelerse a la ley divina, sino que. ade
más en el caso que nos ocupa, se subordinaba al cumplimiento de
la explícita promesa que debe h aca a sus súbditos de no tipiar
minea los dictados de la justicia, fundamento de su potestad.
Ya no >c Halaba, pues, u n solo del Imperio; los mismos princi
pios sobre los que se había edificado quedaban uno iras otro com
prometidos: después de la ruptura de la unidad be aquí que hasta el
concepto de realeza se tambaleaba anlc Indos dejando de impo
nerse sin discusión. Peni allí estaba la Iglesia para reaudai a quie
nes trataron de olvidarlo, incluso a los reyes, que los anhelos y las
ambiciones personales debían dilunii liarse ante la gran ley de
unión y de concordia a la que ningún fiel de t risto puede sustraerse
y que nada esta perdido micuiras no se ha olvidado.
>1
CAPÍTULO II
RÉGIMEN DE ERATERN1DAD
t 1 1 M.i.phcR. p.ig. i
vida por el derrumbamiento del nono imperial, y de con.juiai los
peligros que. por doquier, la amenazaban desde el exterior.
Hubiera habido o no. desde la conclusión del iraiado de Ver
dón. el proyecto de ulteriores entrevistas de sus firmantes, lo
cierto es que. do acuerdo con los deseos del clero, tuvo lugar una
primera reunión cnirc ellos en el mes de octubre del 844 en c|
palacio tic Ytltz. cerca de Thionville. dentro de los Hshulos de
Lola rio. I as conversaciones se desarrollaron con un espíritu de
cordialidad, al menos apárenle. “ Los prelados de los tres reinos,
reunidos bajo la presidencia del arzobispo Drogon,wl en cuya
diócesis se celebraba el encuentro, sometieron a la aprobación de
los reyes un programa en seis artículos “12 de inspiración seme
jante a los que u n arto antes habían hecho adoptaren Coulaincs a
Carlos J Calvo, los obispos de la Francia occidental, Los conside
ran dos generales que constituyen >u preámbulo son parecidos a
los que figuran en el encahc/amicnLo del acta de Coulaines. Ade
mas se felicita a los reyes por haber comprendido, al lín. la nece
sidad de consultar al clero, único interprete autorizado del
pensamiento de Dios, para ulincei frente al peligro común y pro
veerá la salvación de iodo el pueblo». I n respuesta, pues, a su lla
mamiento. los prelados les liaeen saber.sin rodeos.cuáles son sus
sentimientos:
'74
yendo sm tardanza a cubrir las sedes episcopales vaca mes de uno de
las formalidades canónicas o restituyendo en ellas a sus titulares
anteriores, los obispos injustamente expulsados; vigilando también
la designación de abades regulares en todas las abadías: devol
viendo a las iglesias los bienes de que habían sido despojadas:
renunciando a los abusos de autoridad más escandalosos porcaya
causa padecían los monasterios de (railes o de monjas: aportando,
linalmenlc. el concurso del brazo secular a las medidas de rigor que
el clero creyera necesarias para asegurar la salvación de los líeles;
en una palabra, devolviendo a la Iglesia el honor que le es debido y
avadándola a desempeñar de nuevo y plenamente la eminente fun
ción que le corresponde. Los prelados terminaban haciendo una
invitación a todos, y a los tres monarcas en particular, para que
hicieran penitencia por los errores pasados, «cosa fácil, afirmaban,
si en lugar de la discordia se esinblece la caridad» y si es escuchada
la voz de la Iglesia, que es la del misino Dios.
Dando razón a sus amonestaciones, los tres reyes se comprome
tieron a realizar las reformas deseadas, a mantener en lo sucesivo
entre ellos «un régimen de fraternidad y de caridad mutuas»: y.
pasando, seguidamente, de la teoría a la práctica decidieron enviar
una delegación común encargada de notificar a Pipino II de Aqui-
tariia. al conde de Maníes’, Lamberto, y al «duque de los bretones».
Nnminne. que estaban los tres en rebeldía, su intención de tomar
cnujunlamente contra ellos medidas coercitivas si no se sometían a
Carlos, su legítimo soberano.
Con este sistema se ufanaban de establecer una especie de con-
tlommio /im w rt/ que permitiría al conservación de la unidad cris-
liana puesta en peligro por los repartos.
n*
El 84.5 fue un año.entre todos, verdaderamente somhno. Lustres
hermanos reciben por tumo la visita de aquellos indeseables hués
pedes: pero el reino de Carlos tiene, como siempre, el privilegio de
los ataques más duros. En marzo. ciento veinte naves danesas, al
mundo de un famoso caudillo. Raimar —el Ragnar LoJbiok de las
leyendas escandinavas—, remontan el Sena hasta París, a donde
llegan el domingo do Pascua La ciudad es saqueada lo mismo que
todas las ricas abadías de la región. Incapaz de rechazar a los inva
sores. Carlos, cuyas tropas, concentradas en San Dionisio, son pre
sas del pánico, dehe comprar su retirada pagándoles un enorme
rescate de 7.000 libras de plata. ““ V aun asi no puede impedir que el
enemigo devaste, al regresar, las costas del Canal de la Mancha
ni oponer resistencia, algo después.al saqueo de las de Aquitania y a
l.i loma de Saintcs. realizada por otras bandas. :0l° Ese mismo arto
los piratas atacan los lisiados de I.otario y de Luis, impotentes igual
mente para evitarlas matanzas y las devastaciones: en las coma reas
del Mosa y del Rin inferior " las poblaciones son diezmadas: en el
Ir Iba, Hamburco queda reducida a cenizas.
No es mejor el arto 846 para el reino de Loiario, ya que los Países
Bajos son atacados de nuevo y saqueados por los piratas, que esta
vez extienden impunemente sus devastaciones a toda la región
especialmente al importante puerto lluvial de Duurstede. ' '
Al mismo tiempo tiene Lotario i.|ne hacer fren le. en el extremo
opuesto de su Estado, al peligro musulmán, que no parece menor
i-n efecto, a la sazón los emires de Knirouan que. prácticamente,
lograron hacerse independientes del calila de Bagdad, en lo que hoy
es rúnc/. bajo la dinastía Aghlabida. realizan poco a poco la con
quista de Sicilia, comenzada el 827. y. a la vez que tratan de pasar a
la Italia meridional, comienzan a inquietar con sus corsarios las
provincias ribereñas del Medilciraneu occidental, tanto en Italia
como en Proveriza. Desde el arto >08. los piratas tamícenos van a
saquear las costas proveníales: 11 el 842 remontan el Ródano >
asaltan \rlc- " hacia el 845.se establecen en las islas de Ponza.cn
el golfo ile Gaeia. \ en la de Iscliia, frente al cabo MEeno: ' ' In tilí
nteme. en el mes de agosto del 846 se presentan de pronto en la
’i i
desembocadura del lihej. remontan el rio y tratan de apoderarse
por jOrprc.su de Roma La ciudad propiamente dicha logra recha
zarlos y salvarse, pero. San Pedro, en la orilla derecha del río. que
entonces no poseía defensa alguna, es saqueada. No sólo la vene
rada basílica queda profanada, sino que los piratas musulmanes
roban los ornamentos y las lesoros allí reunidos y se llevan hasta la
piedra del altm bajo el que reposan los restos del Príncipe de los
Apóstoles, fin la opuesta orilla del Tiber. también es saqueada la
iglesia de San Pablo extramuros '
La noticia de aquel acontecimiento produce honda emoción en
toda la cristiandad. Como lo hacía constar, poco después, el mismo
Lotario en tina capitular cuyo propósito eia. precisamente, evitar la
reproducción de semejantes catástrofes.10111 «no cabía la menor
duda: se trataba de un castigo por los pecados» cometidos por los
cristianos «el que* tal desdicha se hubieia abatido sobre la Iglesia; la
misma Iglesia romana, que es la cabecera de la ciistiandad. había
sido entregada en manos de los infieles: finalmente, en todas las
fronteras de los iciitos Je Lotario y de sus hermanos, el pueblo
pagano triunfaba». I,|( En todas las fronteras de los tres reinos, dijo
Lotario I ra eierto. ya que, precisamente en aquel mismo mes de
agosto. I uis el Germánico, que luchaba desde el Rábico basta Hohe-
mia v Moravin con los eslavos paganos, sufría en estas últimas
regiones una aplastante derrota, que el oficioso autor de los Anotes
Fuida. pese a su adhesión al monarca, se ve obligado a confesar
sin rodeos. ,,WJ
En estas victorias de todos los bárbaros que. como vemos por
la capitular citada, se agrupaban entonces bajo la común deno
minación de paganos y. sobre todo, en la profanación de San
Pedro, que afectaba dolorosamente las conciencias cristianas,
todo el mundo vela, con Lotario y sus consejeros, una solemne
advertencia: «En consecuencia, nos parece de necesidad impres
cindible, agregaba Lotario. corregir con ayuda de la misericordia
divina, aquello en que hayamos podido especialmente ofen
derla.» '■'■I
I o que mas urgía era realizar de una vez el programa de c o n c o r
d ia fraternal esbozarlo en Ytiiz el 844 Bajo la amenaza de los peli
gros a que los exponían <us mismas disensiones, [.otario. Luis W
Genw » ico \ Carlos aceptaron reunirse de nuevo el 28 de lebrero del
'SU
piincipios cuya aplicación seguía apla7ando.separa una nueva eor.-
Iciencia. V fue tal la decepción. que el analista oficioso del reino
franco del oeste. el obispo de Troves. Prudencio, tan átenlo siempre
a mi omtlir nada de lo esencial v que casi siempre escribía malic
iando los documentos, no dice una palabra de la asamblea de
Meerssiíii, que es la forma que acostumbra cuando quiere ocultar
un fracaso. u:'
■¡Sil
añu ¿>'47. los normandos devastaban las cosías de Aquitania v
ponían sitio a Burdeos, de cuya ciudad se apoderaron a comienzos
d d S4S. a pesar de una tentativa que hizo Carlos para evitarlo:1111l;i
cuidad lúe robada y los piratas se extendieron hacia el norte hasta
Melle, lugar en donde había una fundición y troquel de monedas
que. sin duda, excitó su codicia y que fue saqueada 1 F.l año í¡47.
oíros piratas invadían los Países Bajos, se apoderaban del gran
puerto lluvial de Dtmrstcde y del país de Reluvio sin que Lotario
pudiera detenerlos. ' 1-1 R4l7 vuelven a aparecer los normandos en
Gascuña y en el Périgord,|,w desde donde posiblemente extienden
sus correrlas hasta I.¡m u g e s.I:n e lS 5 ().h is provincias septentrio
nales de Lotario y las de Carlos son visitarlas nuevamente poruña
concentración numerosa de naves normandas que remontan el Rin,
el W aal. el Pisca Ida y el Lys. Impotente para rechazara los invasores,
se ve obligado Lotario a abandonar, a los caudillos de la expedición,
el puerto de Duurstede y «varios condados» en la comarca del
Rin inferior. '
Aunque parece que en esta época no fue atacado por los nor
mandos. tuvo en cambio Luis ni Germánica que enfrailarse con los
eslavos a todo lo largo de sus fronteras orientales. FU S4S> los
bohemios le infligieron una temblé Jetrota. que el analista oficioso
ríe I ulda trata de explicar ampliamente alegando las circunstancias
atenuantes, sin atreverse, no obstante, a negar la gravedad del
desastre.
Sólo con inauditos esfuerzos logra contenerse a los musulma
nes. a aquellos terribles sarracenos cuya amenaza gravita sobre
lodos los países ribereños riel Mediterráneo occidental, pero, en
paitieular. sobre el reino de Lotario. que es el más próximo a sus
bases de operaciones de 1 nuez y el más atractivo pava ellos a causa
de su riqueza. Ll K4T se extendieron por la provincia Je Rene ven lo.
dirigiéndose otra vez sobre Roma 1,lWsin que. sin embargo, aquel
año llegaran hasta las puertas de la ciudad. La doloroso experiencia
d d verano anterior había darlo sus unios y Lotario había ordenado
que se realizara una colecta en toda la extensión de sus listados para
construir una «solida muralla en lomo a la iglesia ríe San Pedro.» M'
’.X
ül nuevo papa. León IV. que sucedió a Sergio II en los comienzos
del uño 84". se entrego con toda actividad a esta obra y los elevados
muros que entonces se levantaron van a convertir pronto el arrabal
en cuya ext ientidad se yergue la venerarla basílica, en unu especie de
pequeña ciudadela fortificada —la «ciudad Leonina»»— en condi
ciones de contener al invasor |J1 A la vez prescribió 1 otario el
reclutamiento de un fuerte ejercito.compuesto de italianos, francos,
burgondos \ pro vénzales, a cuyo mando colocó a su hijo, el rey de
India. Luis, tslc ejército tenía permisión impedir a los musulmanes
el camino de Roma y de la Italia cenital. |,>4:1 I mismo papa, el dogo
de Veneciayel duque de tícncvcitlo lucro» invitados» participaren
esta movilización general ríe las fuerzas cristianas contra el Inlicl 1W
J
V. en realidad. Roma parecía quedar, provisionalmente, defendida:
pero el 84S los sarracenos saquearon el puerto de lama, cerca de Spe-
zia. en la Italia septentrional; luego.cansando estragos a iodo lo Lugo
de las costas, avanzaron hasta Proven/,a. |IMJ fcl 850. atacaron poi
segunda vez el puerto de Arles, sin encontrar la menor resistencia. ,3,
A estos peligros exteriores se agregaban para cada uno ríe los lies
monarcas otras dificultades de orden interno que colapsaban este,
cuando no les hubieran bastado ni aun todas las fuerzas de que dispo
nían paia enfrentarse con los enemigos de fuera. Hl reino de Carlos
presentaba el espectáculo délas mas lamentable confusión. Ln el mes
de junio del 845 uno que ceder este monarca a su sobrino Pipino la
mayor parte del gobierno ríe Aquiiania a cambio de una promesa de
fidelidad que. como debe pensarse, no icnia Pipino la menoi inten
ción Je cumplir y que, además, ya oslaba rota apenas unos meses des
pués de haber sido hecha Desde el 848 se reanudaron las hostilidades
cnta' lio y sobrino: la lucha se prolongaiá hasta septiembre del 852.
cuando hecho prisionero Pipino por el duque de Gascuña, este se lo
entregue a Carlos, quien se desembarazará de él. enconándole en el
ya famoso monasterio de San Medardo de Soissons. ""
No menores dificultades producían los bretones al rey de
Francia. Ln noviembre del 845. el duque Nontinoe le cansa una
denota en Redon. coi ca de las marismas de tía Non. que a poco cuesta
la vida a Curios y en la que caen muertos gran número de sus hom
bres. •’ Las incursiones bretonas se extienden hasta las cercanías
Air."i rhjrs r t ••
« i mi. ::?-326
Ii.ií fíiiHi:. jrtu Vlv Ini; FuUi. .1 í|n SIS
Cf Rohinui-Mlililb.ichrt n* ll7'J«
C a p ita l. 1, I I . 5 L ' y 1! J . (M j¡s . 8 4 - S S .
L o l y lld lp lli’il. páp. I9s
’ 1 hlun p;U*. t')S.
?8I
tonlianza entro Luise/íVermrimi’o y Carlos: en el curso de una entre
vista que sosii)vieron hacia el mes de mayo, los dos hermanos convi-
niermi públicamente en poner bajo la salvaguarda de aquel de ellos
que sobreviviera al otro, n sus esposas c hijos. 05i
Al año siguiente (el 850). en jumo. Luis e¡ Oermamco visitaba a
Lotarioen Colonia \ luego lo llevaba a cazar algunos días a Wcsll'a-
|ia: sus relaciones aparecían lan cordiales que un analista escri
bía que «muchos se maravillaban de ellas» "
De esla manera se iba creando entre los lies hermanos una
atmósfera de mutua comprensión l’a ra enlazar definitivamenie sus
puntos de visia v sellar por un acuerdo positivo la obra de «concor
dia fraternal» que hasta entonces se había mantenido en el terreno
teórico, se intentó un nuevo acuerdo a comienzos del ario 851 1lacia
ul mes de mayo tuvo lugar.cn el mismo palacio de Meeisscn una
nueva conferencia como la de hacía cuatro arios en el mismo sitio,
cuando se había vanamenle intentado iraductren actos las resolu
ciones lomadas el 844 en Yiltz.
Después de tantas conferencias sucesivas, todo el mundo pare
ció convencido de la idea de una armonía y. en electo, husuiron
algunos días para realizarla. hs cierto que. aún esta vez. como suele
suceder en este genero de reuniones, lodo quedó limitado a enun
ciar algunos principios muy generales: pero se puso más claridad \
más entusiasmo en ello. Los textos que salieron de estas deliberacio
nes reflejan la voluntad unánime de terminar con la* disensiones
generadoras de debilidad v de confusión \<i. lo primero que se
declara 1 1es el olvido del pasados el perdón de las reciprocas ofen
sas: el recuerdo «de todos los males, de todas las contrariedades»
sufridas, «de todas las usurpaciones, maquinaciones, maniobras o
enredos» de que cada uno lia sido vicliuu en mayor o inenoi
medida, será, declaran solemnemente los monarcas, «abolido >
arrancarlo de nuestros corazones» con toda huella de «malicia o de
rencor» (art. I) I: ñire ellos no subsistirán sino sentimientos de «ver
dad lma caridad», exentos <le lodo disimulo y cada uno de los reyes se
prohibirá en adelante intervenir en el reino vecino ni directamente,
ni por medio de una «propaganda solapada» (per oeailun susurro-
f\es) o recurriendo a la calumnia i .ni Además, los tres monarcas
quedan situados en un plano de perfecta igualdad: se tratan entre sí
de pan*, es decir, de iguales (arts - > 3) y se obligan a mudarse en
todas las circunstancias, agregando que. como bueno* hermanos
28?
que m u í . considerarán sinceramente cuino comunes sus Tristezas y sus
alegrías (arl. .1). hsle acuerdo deberá ser mantenido después de lu
muelle de los reyes y hacerse ostensivo a sus hijos (an, ,V|. Ninguno do
los tres contraíanles asilará ni prolegerá a los subditos rebelados de los
otros dos; cada uno do olios deberá, incluso, dedicarse con sus herma
nos a castigarlos (an. 4). Tal compromiso se reloria a los culpables que,
por escapar a las penas eclesiásticas, huían del reino do que dependían
para buscar refugio en uno de los otros tíos (arL 5). Finalmente, para
coronar esto edificio, los monarcas proclamaban su fe en el ideal de
concordia general que el clero, desde la muerte de Ludas ico Fia. no
había cesado de predicar en toda la extensión dd Imperio: concordia
no sólo entre los reyes, sino entre éstos y sus subditos, que Lutado, Luis
v Carlos se comprometían concertadamente a garantizar contra loria
arbitrariedad, concordia de Ios fuU h’S entre si. por la obra común de
restauración de la Iglesia \ del Fslado: comunión de todos en Dios;
alian/a de todos contra los que. fuera cual lítese su raneo, tratasen de
perturbar aquel régimen de paz taris 6. 7 \ 8) Para esta obra de
reforma moral, cada uno de los tres monarcas prometía «<reconocer.sin
tardanza ni excusa los puntos en que ha violado los mandamientos de
Dios», conegirsus faltas y proporcionar con «toda sinceridad» la ple
nitud de su esfuerzo pitra d bienestar de lodos (arl. 7).
Las declaraciones personales que. u no después de otro. I.otario,
Litis y t arlos hicieron al terminar la conferencia para comentar sus
decisiones comunes, con ti imán la impresión sedante que se desprende
del texto que acabamos de analizar. «¡Gracias a Dios —proclama
I.otario. que pateco al fin convencido poi el general impulso—
líenos aquí unidos entre nosotros y con nuestros fuída porque
hemos reconocido que, tanto dentro de nuestros reinos como fuera,
en nuestras maicas fronterizas, esto es una necesidad!» «Como os lo
dice mi hermano —insisle Luise/Ofriutinico—. hay urgente necesi
dad púia nosotros y pata el pueblo cristiano que nos ha sido con
fiado por Dios, de que vivamos unidos y en concordia, esta es la
voluntad de Dios v lo quecumplea verdaderos hermanos. Y porque
hasta ahora liemos fallado a esto han sucedido lanías cosas contra
rias a Dios y lan graves p,na nosotros—: luego se regocija por haber
logrado que la umuiimhhui sea al fin testa arada 1ambién Carlos se
hacía eco de esto > subrayaba la necesidad absoluta de la paz rena
cida los tres se relie re u «al reino» \ no solo a sus reinos respectivos,
el sentimiento do unidad territorial de ese leinn. el Rcgnum Franco-
mm. que sobrevive a las desmembraciones, está grabado honda
mente en sus espíritus _\ en sus corazones. \ este coneeplo se
adhieren con indas sus fuerzas como a un ancla de salvación, sin
pronunciar, pese a lodo, las palabras Impelió o cmperadoi. qite'
resucitarían las discordias.
'M i
lisia nueva > consciente concepción tic la unidad carolingia
demuestra. cuando menas, que lá misma idea do la que halda
nacido el Imperio no había muerto: en esa concordia fraternal más
intensamente proclamada que nunca y cusa necesidad esiahn lan
nítidamente señalada porcada uno de los tres reyes, puede decirse
que aquel imperio sobrevivía a Si mismo.
I I pacto del 851 dio la impresión de que ¡ha acomendar una era
nueva. I I analista oficioso del reino de Carlos, el obispo de Troves.
Prudencio, que ni siquiera había hecho mención en su libro de la
primera conferencia de Meersscn. transcribe, por una insólita
excepción en él. con toda demora, entre las áridas referencias quede
ordinario forman su relato, el texto de las resoluciones decididas de
común acuerdo en la secunda, subrayando con esto la importancia
extraordinaria que le concede.
Pero esto no eia sino una ilusión. Lo que contribuía a acariciarla
era que. por primera vez desde la muerte de Ludovico Pío —se
podría decir que desde el <83?—. I otario, que constantemente había
sostenido una actitud de enemigo irreductible a lodo acuerdo fun
dado en el principio de la cooperación de igual a igual con sus her
manos. parecía al fin conquistado por la idea de una alianza que
pudiera oponerse al avance de los invasores bárbaros y salvar a la
cristiandad de un desastre. Hl lindo imperial que sus hermanos ya
no le discutían, sin por ello concederle la significación de cuaiquíei
atisbo de superioridad en materia política, era suficiente, junto con
la posesión de Aquisgran s la intervención sobre el papado, para
contentar su amor propio: y la consagración imperial que había
obtenido por anticipado para su hijo Luis ll.cn Roma, en el mes de
abril anterior, sin levantar la menor protesta, le había confirmado
en el sentimiento de que a este respecto nadie le causaría molestias
Además, con los años, su punto de vista lendín a modiliearse. I I
ardor juvenil había ido dejando lugar, poco a poco, a una mas insta
apreciación de las cosas. I 185 Les un hombre de cintílenla \ seis o
cincuenta y siete años; tiene tres hijos y dehe pensaren prepararles
ana herencia que esté al abrigo de ambiciones ,,L orno podría logra i
estos! se mantenía en pie ele guerra con sus hermanos ' l’or lo tumo,
su o. ni versión a la idea de la concordia parecía entonces ser
sincera
Peni, poi una mudanza que no dein de producimos sorpresa, es
Luis el (firmón ¡o>.que hasta enlonces había sido apóstol de la paz v
s<' había mantenido siempre dispiicslu a interponerse entie Lutado
y CaiIcs. el que en adelante présenla las mayores reticencias v. muy
propio, después. las mas fuerte rcsisloucia. ¿Ls que. simándose
afectado antes por otros enemigos de los tic ellos sentía menos que
sus hermanos la necesidad de una cooperación’? No se sabe: pero lo
cierto es que apenas se ha firmarlo el acuerdo de Meersseii parece
enojarse con Lotario y con Curios y luego se dedica a imrigar en
contra de éstos I I año 851 mientras Loiario había ido a sostener
con sus fuerzas a Carlos contra los normandos, vemos a Luis en
misteriosos conciliábulos en Colonia con «algunos de los pnSeeres»
ile su hermano mayor: 1" el 85a inicia conversaciones con algunos
subditos de C arlos con un propósito perfecta mente claro, ya que se
trata deque Luis ayude a los amúlanos sublevados en \ ¡¡índoles a>n
propio hijo. Luis el Joven como lo hará en marzo del 854.
Sin embargo, entre Loiario y Carlos la voluntad de cooperación
se afirma más cada día en el curso de entrevistas cuyo objeto ya nn
es formular con brillantez grandes principios, sino iiabajar real
mente en común. Asi ambos reyes se encuentran en San (Juiniin a
comienzos del 851 en Valcnciennes. en noviembre riel 853. y cu
Lieja. en lebrero del 854, y la atmósfera de estas reuniones es
cada vez más cordial. Ln San Quintín.que está en el reino de < arlos,
este prodiga a su huésped testimonios de alecto fraternal que el
obispo de Troves. Ptudencio. se regocija en destacar en mi> Imi
lis. I" 1 Algunos meses más tarde, ambo* luchan unidos junio .<1
Sena contra los normandos que. después de habei saqueado 1-Tisia
v el valle de! hscalda. u": fueron a invernal en la isla de Jeulbs.se. no
lejos de Vernon: sólo se separan ambos hermanos cuntido los pira
tas deciJen poi si mismos replegarse a comienzos del 853: y para
testimoniar su gratitud. L arlos, ames de que su hermano regrese ,i
nu reino, lo elige como padrino ríe su ultima luja que acababa de
nacer a la sazón. I*r
Ln noviembre se reanudan en Valcncicnnes las conversaciones,
v los dos hermanos acuerdan allí el envío de mm/ encargados de
restablecer el orden en >us F.slados b.slos oiivm actúarári pm
\ case el i'iimtn .ie |n> .iu? u'Moi iiiüJii." jii no;- anterior pac
crl !•'
" C 1 \V Vncel t)¡l' .V|)rn[í)/|;(t/T |\']L> l.lf'-IJI
Vejse ¿I preám bulo del strémulo (ic los w.ilu> en.ules en la ti M-
v .\i-c la-creltiriieúiiu.'.xl.' ( ,’t.m oi ari. i <y Je C. silosuifL I \. t-n las Ciirtt'il
II II. ?«■". |MJ{.
lii'hn-.T-MOlili.’Leltei', i. l-íú'/’.
< \ ¡fU u i ; I I . ii íir .y 'tlg s
"Vi
Estas declaraciones recuerdan las de Meersseu. pero con algo de
viril y ile más cíi legó rico que. desgraciadamente, se explica por el
hcclio de que los contratantes no son ya mas que dos y los compro
misos que adquieren se dirigen tanto al bien publico comoconlra d
ausente I nis el (ñnmínica, del qne tanlo Lotario como Carlos
denuncian, uno después de! olro con mayor o menor claridad, la
actitud. Lotario hace constar secamente: «Varias veces en este arto
liemos imitado a nuestro muy amado hermano ! uis a una conver
sación común...: pero como hasta ahora, pese a nuestro deseo y obs
taculizado por causas diversas, ha dilatado su venida, no quisimos
esperarle más tiempo para realizar nuestra unión», mi hermano \
yo: y Carlos, con más franqueza, agrega: «I sla unión la hornos
venido aplazando hasta aluna parque hubiéramos querido que
nuestro dicho hermano (Luis) viniera a encontrarnos para aso
ciarse con nosotros. Pero como, impedido por varias causas, ha des
cuidado venir, decidimos, ante la noticia de litrhideucias que su lujo
trata de fomentar, aliarnos» mi hei mano y yo Sin eluda, esta alianza
estuvo en un principio abierta a Luis. pero, aun Indicándolo, no
vacila Carlos en piectsar que I otario y él consideran ya al G e r /iiü -
ntoj como un adversario, uno de esos «enemigos terrenales» a lo*
que se alude antes, más que como un eventual adliercmc del pació
que han decidido enirc los dos: «Que si nuestro dicho hermano se
retrasa todavía en realizar lo que deseamos y le mandamos (es decir,
unirse a nosotros), estamos decididos a prestarnos mutuo socorro y
ayuda para quedar asegurados por doquier, donde sea necesario de
la pacifica posesión del reino que Dios nos dio.»
A mayor abundamiento, ames de separarse. Lotario y Carlos se
comprometen mismamente bajo la íc de juramentos redactados en
términos idénticas. 1 ' cu los que úntenme me se iniui de la eventua
lidad de enlrur en eucira contra I oís y sus lujos: «A partir de este
día. si nuestro hermano Luis llega a violar el juramento que nos ha
prestado ten Meerssen) o si sus hijos atacan cualquier pane del
iciño que ni recibiste, yo te daré socorro si ino lo pides...» No cabe
iluda de que la idea de concordia general se lia pasado de nuevo
insensiblemente a un Iralado de alianza defensiva dedos de los her
manos contra el tercero, como bahía sucedido doce años antes en
Estrasburgo: pero el acuerdo de I reja señala una verdadera mudanza
de las alianzas: a l uis. el intimo y amado aliado de ( ¡ti los el arto M2.
viene a sustituir ahora 1.era no. su implacable adversan m iel mee doce
años: \ es Luis, en aquella sazón, el que queda expulsado de la alianza
(hmv/uil concertada en nombre de los principios de paz que so creían
necesarios para lograr la salvación del mundo crí'ti.nio.
WO
Ademas, la alianza Je Loo rio y de Ciarlos no quedaba limilada
a la persona de los dos contratantes, sino que se extendía a sus
herederos, a los que garantizaba la integridad territorial de su
herencia. Lolario. el más inmediatamente interesado de los dos en
obtener todas las seguridades sobre este extremo, se laslil/o dar
por Carlos en su declaración: «Si uno de nosotros dos sobrevive a
su compañero, tomará a su cuidado el proteger a los hijos v al
reino del fallecido para ponerlos, con la ayuda de D ios, al abrigo
de las maquinaciones de los adversarios y asegurarla los interesa
dos) su pacifico disfrute» (art 2). Y en los juramentos que cam
bian, como conclusión de sus conversaciones, cada uno de los dos
con Irma ules renueva este compromiso. Es decir, que el rejimim
tínico se ha perdido de vista: el estatuto territorial elaborado en
Vcrdiin el 84a se considera intangible, por lo menos en lo que
concierne a los reinos de Lotario y de Carlos: y ambos monarcas
están de acuerdo para salvaguardar a toda costa la integridad
g u cin sasu alianza contra su tercer hermano y sus hijos, especial
mente contra I uis t'/./ínv/í. dispuesto entonces a conquistar Aqui-
tania.
El acuerdo concertado en l.icja fue mantenido. Cuando I nise/
Joven invadnt repentinamente Aquítania. esforzándose en arrancar
aquel país a Carlos. 1 Lotario realizó con toda urgencia una ges
tión cerca del Gemíanle», con el que se entrevistó en las orillas del
Ri 11 en la primavera del 854 I I primer contacto fue duro. Los dos
hermanos, escribe cu sus ,l«d/e.i el obispo de 1royes. Prudencio,
comenzaron, por «desgarrarse a dentelladas» (sene móntenles om-
h>). luego se dieron explicaciones y se separaron en una aimóslera
de sosiego Después y jtorla intervención de 1 otario, que se apre
suró u ir hasta Altigny. ¡tinto al Aisne. para poner a Carlos al
corriente ríe lo sucedido (junio del 854). se reanuda ron las negocia
ciones entre los tres hermanos con el propósito de un restableci
miento general de la paz y la retirada de Luis «7Jo\en cuya campaña
en Aquitnnia resultaba infructuosa. Cuando esta remad» se pio
lín ¡o. poco después se realizó el acercamiento de ( arlos con I ni.scJ
Germánico, en tales temimos que llegaron a inquietar a Lnlii-
rio. ya enfermo. \ cuya muerte no ofrecía dudas para sus
herm anos.,r'”
Inri ih rliu mo
1 (mi li*■y/n i'o K5-
1 ' tihvi. j. i\i;.i 1 fcdi.i d." la cnuevitls <1; \ 11lgm . t. •; Cu/ iim : : II n !f>t
pjp 1 ’<i-: 1
1 ti l» H ft lú i j ;Vj S.s .S
Es le q u t tl;i cnlendCi P'Udi'ilclO di! IÍIISC-S l-ii 'os til» W.rií»
¡irti' SSS
MI
Efectivamente, el fin de Lotario se aproximaba. Murió el 29 de
septiembre del 855 en el monasterio de Príim. no sin haber dis
puesto su sucesión entre sus tres hijos, pero dejando iras si una
situación complicada que debía, casi inevitablemente, poner en
peligro lodo el edificio tan laboriosamente alzado al precio de tan
tos artos de penosas negociaciones por sus hermanos \ por él.
293
variaron con frecuencia y que resultó tan inconsistente a todos res
pecios que no poseyendo otro nombre tendrá que dársele el de su
rey l.orfiarü regmnn, ¡diluírteme regnum, «reino de Lola rio», «reino
lolanano». denominación que en el sido 8 se transformará final
mente en f^hutnngio. de la que los alemanes lucieron Loihringen y
los franceses «Lorraine» ;í*\
Asi. pues, en adelante, el antiguo Imperio carnlingio era un
mosaico de cinco reinos desiguales y sin cohesión que los anteriores
aeueidos. a pesar de lo1» •solemnes juramentos que los hahian
cerrado, no [>odian proteger mucho tiempo contra los peligros de
nuevos arreglos. Al menos hubiera sido indispensable la alianza de
los tres hijos de Loiario para conjurar las tormentas. Pero los dos
mayores. Luis II y I otario II. se creían ambos lesionados, y los seño
res ile Provenza sosicman al pequeño Curios cuyos hermanos
hubieran querido sacrificar sus intereses. Las discusiones emre
estos tres hermanos que. por una coincidencia de funesto augurio,
llevaban los mismos nombres que los lies rivales de Fontenoy. se
hacían agrias: en el curso de las conversaciones que soslnvicron
¡unios el año 856 en Orbe, al sur del lago de Neuchñtcl. estuvieron a
punto de llegar a las manos: sólo con mucho trabajo logro restable
cerse la paz ente ellos 11
P.ntie Luis el Germánico y Carlos el <alvo, c! acucnlo penosa
mente restaurado el 855 resultaba igualmente muy precario. A
comienzos del verano del 856estalló en el reino de Carlos una rebe
lino que puso cu peligro su poder, entonces se vio a los sublevados
ofrecer el nono discutido a su hermano, igual que los nqniianos 1n
habían hecho el 854. sin queso pueda decir porolra parle, hasta qué
punto oslaban los insurgentes entonces en connivencia con el rey de
Gemianía Comprometido entonces en duros combates con los
bohemios que 1c infligieron en el mes de agosto del 856 terribles pér
didas I uis. ya muy resentido por una campaña conducida el
ario anterior contra los moravos. ' te encontraba imposibilitado
para acoger semejante Huma miento: ¿peni lo hubiera desdeñado on
otras circunstancias?
Gu rante algunos meses pudo, sin embargo, creerse todavía en la
conservación de la concordia, si no en Iré lodos los leyes, al menos
entre Carlos el Ctihu Luis e¡ Germánico > su sobrino I.nimio II
Seguro desde el comienzo ce su reinado del apoyo del Geniiáuio»
>J4
que había ido :i solicitarle en F ranclón durante el otoño del 855
Lotario II le fue a visitar sucesivamente en febrero del 857 a L oblen-
z a lwfl y luego algunos días mas larde (el I de marzo), fue a Sun
Quintín para dar cuerna a su iín Carlos de aquella entren isla
Pese a euaino se dijera, las declaraciones públicas que el lio y el
sobrino hicieron después de esta visita respiran la más cúmplela
confianza o, al menos, ira un i de dar a losyWWe.v reunidos la ilusión
de que nada lia sucedido todavía que pueda lesionar aquella con
cordia. Carlos comienza por recordar que personalmente, desde la
muerte de su padre, «encomió siempre en su amado hermano Luis
los consejos que habla menester» y que «gracias a su intervención, la
unanimidad que conviene a los hermanos» pudo reinar cmre el llo
rado Lotario I y él: después evocaba el acuerdo sellado en l.iejn en
lebrero del 854 y las obligaciones que de ello resudaban para él con
respecto a su sobrino: las dificultades de todo género que le impidicum
llevar a cabo con más anticipación las conversaciones que con csle
«muy amado sobrino» acaban de tener lugar y cu las cuales se ha mani-
feslado la simpatía «que abrigan en su corazón el uno para el olio»
hace alusión, linalmeme, a la entrevista que Lotario II lia tenido
pocos dias antes en Cohleiiza con su «muy amado hermano I uis»
junto a quien halló l.i acogida esperada «lo que —añade— me lia lle
nado de satisfacción». Como demostración, Loiario II y él —declara—
han renovado el pacto de Ligia, han garantizado sus respectivos
remos v se lian comprometido, con la aprobación de sii>/í<7e/ií. a pres
tarse en el futuro la ayuda > la asistencia de que hilván menester
\ su vez, loiario afirma esiai resuello a sostener la palabra
empeñada por su padie en Licia Agrega que, en conformidad con
los acuerdos de Va leuden nes (855). los nríssi de los dos reinos se
entregarán mutuamente los delincuentes huidos de cavia uno de los
listados al oiro: promete ejecutar las clausulas del tratado celebrado
en Meeissen el 851 por los ires hijos de Ludovico Pió y rinde (tome
na je. Iiiuilmeme.il la lyomíiid de sus dos tíos que. según dice, le lacili-
taron ambos su ascensión al irono.
Por lamo.aparenIemente.seguía >¡genteel espíritu de Meeissen.
cuando, de pronlo. en el verano del S5~. llega la uoiicia de que l.ui*
•/ Germánico acabado entrevistarse en I rento) hacia el mes de ¡uliol
con su ocio sobrino, el emperador Luis II. \ había concertado con el
un acuerdo lil analista oficioso del reino de Carlos <•! Cu!yo, el
obispo Je Trov es. Prudencio, presema csle concierto como una res*
2*>7
su encuclillo; desde n11i sigue hasta Chalons-sur-Víame y luego,
por Scns, se dirige hacia Orleáns. para adelantarse a los aquilanos.
reuniendo /niela por todas parles. Ai isado Carlos, acude al peligro
sin poder terminar las operaciones emprendidas contra los norman
dos. El 10 de noviembre, los ejércitos de los dos hermanos se
encuentran tronica frente en Briennc. cerca de! ríoAuhe Alcahode
lies días tic vanas negociaciones, va a comenzarse el combate
cuando, traicionado por una parte de sus tropas, que se pasan al
enemigo. Carlos juzga prudente emprender una retirada precipi
tada hacia Borgoña " r
Después de aquello. el asunto parecía ya claro; los proceres
desertan en masa v se unen a I uis. que en I royes, para recompensar
a los tránsfugas, procede a lina extensa distribución de condados,
obispados, abadías, cargos y propiedades de todo género I ti el
palacio de Aitigny.cn donde se ha instalado seguidamente antes de
liiics de noviembre, recibe una adhesión impórtame: la del mismo
Lolario 11 !,n. que lleno de repentino temor y creyendo, también, que
Carlos elCalvo está perdido, no encuentra, para salvaguardar su pro
pio reino, otra salida que una neta reunión con su lio victonoso.
Pera i'.ihu la Iglesia a apoyar una expoliación tan escandalosa?
En aquella hora en que liasia los fundamentos de aquel orden tan
penosamente restablecido en la cristiandad se ponían de esta
manera en tela vle juicio por la ambición de un principe que por
lanío tiempo se había presentado como defensor de la paz. el alto
clero de la.s (i al ¡as supo hacer oir su voz con una valentía y una
autoridad que. cuando todo parecía perdido, conjuró una vez mas el
peligro, obligando al invasor a abandonar su presa.
VtV
lescrvíulo, hasta el punto de que. aun en el palacio de Attignv Luis
tuvo que limitarse a que le dijera misa el arzobispo telón pese a no
se aquella zona de ml diócesis 1 Cuando fueron convocados a
Keims para celebrar una asamblea general cuya apertura se lijó
para el 25 de noviembre, los prelados se excusaron de acudir Al
menos nos ha llegado la negativa rotunda, hábil, pero firme, que
opusieron al usurpador los obispos de las dos provincias eclesiásti
cas de Ruán y de Keims "* documento capital que fue red achulo
por el arzobispo de Rcims. aquel I linemaro del que anunciamos yu
el impone papel que iba a desempeñar y que durante algún tiempo
fue el portavoz elocuente de la Iglesia.
liste documento, muy amplio, está escrito en l'oima epistolar) va
dirigido al rey Luis, en respuesta a la convocatoria que éste habla diri
gido a los obispos C omienzan ¿slos por atrincherarse en la imposibi
lidad material en que se hallan de contestar en un plazo tan corto y en
un momento de tal conlnsión a la orden que 1 ais les envía; luego ata
can directa mente los problemas planteados por el mismo folleto de
convocatoria del re)1. La reunión, como se anunciaba, tema porubjetu
proveer a «la restauración de la santa Iglesia y a la salvación del pue-
hlo cristiano». Ahora bien, en tales asuntos, señalaban los obispos,
irían mejor las cosas «si os Imbieiais querido mostrar obediente a
nueslVas anteriores observaciones», pues «lo que hemos escrito,
mandado, dicho y hecho, nos fue dictado.. por Dios» Recuerdan par
ticularmente a Luis la sugerencia que le presentaron cinco veces dife
rentes para tina conferencia con Carlos, en la que los dos monarcas,
indcados de sus /nieles, hubiesen examinado en común los remedios
que dehiap aplicarse a los males señalados, lisya tiempo para I uis de
seguir sus consejos v se los formulan poi escrito.
Que. ante todo, se recoucenlrc en si mismo y eonsideie en con
ciencia.sin daroidos j las palabras de los aduladores, el valor de Lo
«excusas y nizones que puede dai para justificar su presencia en el
reino» invadido. Que piense en los cambios, siempre pusihles. de la
foiiuna: «Los que ahora te sonríen cuando consiguen de ti lo que
quieren, sonreirán >i oíros cuando estés en trance de muerte para
Iratar de obtener de ellos lo que hayan obtenido antes de li. peni
podría suceder que traten de conseguirlo cuando tu estés ¡mu vivo»
Igual que aquellos que «organizaban las rebeliones conU.i su
padre», hay ahora quienes lo incitan contra su hermano, con el
tópate de palabras de paz.de salvaguarda de la Iglesia de salvación
\ Je unidad del pueblo iristWHo; peto «el veneno se oculta bajo la
?UI
velat sobre los reyes y dirigirlos por las sendas salvadoras, sino que,
en nombre del Sciior. es ella quien hace a los reyes al verter en sus
frentes los sanios óleos, misión poi la cual su autoridad deja de estar
sometida a los caprichos humanos para no depender sino de Dios.
Pero ,,u quién incumbirá el cuidado de decidir si un rey. en caso de
disputa, está o no calificado para ejercer el poder'.' til la carta antes
citada que escribió, en nombre de los obispos de su provincia y déla
de Riuin. el lamoso 11memoro, se abstuvo este de abordar de frente
el problema; pero en su opinión la respuesta no ofrecía dudas: úni
camente los obispos que realizaron la consagración del rey por
voluntad divina, pueden, porosa misma voluntad, decidir si debe
considerarse a un monarca abandonado de Dios. Y lo que en
noviembre riel 85S se limita H¡neniara a dejar sobrentendido sin
decirlo aún explícitamente, lo aceptará v declarará sin ambages el
mismo Carlos el Calvo algunos mesOs más larde, cu junio del 859.
cuando escriba, o deje que se escriba en su nombre, que habiendo
sido consagrado en la Iglesia de Santa Cruz de Orleáns el 848 dentro
de las formalidades requeridas «no debe ser suplantado ni derribado
del trono, sin. cuando menos, ser oírlo y juzgado por los obispos bajo
cuyo ministerio fue consagrado. y por medio de los cuales da a cono
cer IJios m is juicios De esta manera se desembocaba en un teoría
déla realeza que estaba muy alejada déla que sostenía C'arlomagnoy
por la cual la monarquía quedaba a merced de la Iglesia.
303
ciencia pensadora de la Iglesia de las Gallas y si por algún tiempo
aun sohrcviviód ideal de una cristiandad de Occidente unida frente
a la barbarie, consiguiendo, con frecuencia, triunfar del egoísmo d<:
los monarcas, se debió en gran paite al arzobispo de Reims.
F.n todo caso, a comienzos del arto St.sú. es él sin duda el inspira
dor de la política seguida por el alto clero con el propósito de lograr
una reconciliación general del Occidente: es ¿I indudablemente
quien, desde la primera reunión de los obispos en el concilio de
Metz. el 28 de mayo, cuando se trata de deienninai por escrito las
medidas que con mayen urgencia deben lomarse, maneja la pluma
para hacerlo ' La asamblea.en laque toman parte muchos prela
dos pertenecientes a los de dos reinos de Carlos WCahn y de Lolario.
ambos consultados antes de la reunión y probablemente presentes
en ella se hallaba conmovida por la reciente lucha entre I uiseider-
rnáttko y su hermano o! rey de Francia: deplora los excesos que por
ella han sufrido tanto la Iglesia como el reino de ( arlos y. decidida a
preservar a la cristiandad contra ia vuelta de lan funestos peligros,
resuelve enviar al rey de Gemianía una delegación compuesta par
los arzobispos de Reims.de Ruán, de Colonia v por seis obispos, los
lie Omlanvcs, I non. Mean*, Auxerre. Chálons-sur-Marne \ Metz
bstos delegados tendrán plenos poderes para darle la absolución
bajo las condiciones siguientes: 1 el reydeGcrmíiniadebe recono
cer y confesar los daños que. por instigación tic perversos conseje
ros. Inzo padecer a las iglesias: 2 " ha de prometer hacer penitencia
por ellos v reparar los desaíne ros cometidos: 3 tiene que compro
meterse a concertar la paz con su lierniiiiin t arlos y a vis ir, en
adelante, en armonía, tanto con él como con I otario, en las condi
ciones en que éstos se presten a ello: 4 ü ha de dar la seguridad do
«no volver ya nunca a producir semejante cisma en la santa Iglesia y
la cristiandad»; 5° debe retirar «su protección y sus favoies a los
hombres malignos que lo impulsaron a ofender lan gravemente a
Dios» y. tal como se había comprometido a ello en Mecissen hacerles
comparecer en la próxima asamblea que tcudiasu hei mano Carlos o
su sobrino Lotaria, para que sufran.si ha lug.n .i ello, el castigo a que
se hayan hecho acreedores: ó." debe, finalmente dar su apoyo a la
Iglesia, cuya unidad está por encima de los repartos en reinos, a luí de
que «icniemkmi cuenta los peligros del motílenlo, sea restaurada que
el clero disfrute de los privilegios y de la autoridad a que tiene derecho
y que el pueblo viva en la justicia Ven la paz». Sólo con estas condicio
nes. están los delegados autorizados a darla absolución a Liii&r/O’. <■
inania;; además, lie' an la misión de advertirle que toda reincidencia
le expondría al castigo de Dios y de la Iglesia1
305
palJo u sus opiniones. I I abjomo que so proponen os. según
exponen, restablecer la concordia fraternal entre los rosos Luis y
Carlos \ ponei con olio término al cisma que desgarra la Iglesia y
diside «al pueblo eríMiano». bren te al desmoronamiento de la potes
tad del monarca quieren oponer «la unidad de la Iglesia» (articulo.
I ). V ya. desde el articulo 2 de Ins textos acordados, no sacilun en
precisar su programa en los siguientes léiminos: «Los obispos,
como lo requiere su ministerio y la autoridad sagrada de que están
investidos, deberán mióse para dirigir y corregir a los monarcas, asi
como a los proceres de los diversos reinos y al pueblo a ellos con
fiado. prestándoles el apoyo de sus consejos.» Para conseguirlo,
deberán asistir asiduamente a los sínodos, tal como lo exigen los
cánones. Gracias a esto podran imponerse sus opiniones a los reyes,
tal como sucedió en el pasado: tal es. al menos, la tesis de los prela
dos que. ante el resonante fracaso ele la política de dilecto entendi
miento y de conferencias entre los reves, lian decidido ahora
hacerse cargo personalmente de Ja dirección del mundo cristiano y
de lo> mismos monarcas, lis la idea favorita de Hincmaro. cuya
intervención resulta preponderante y quien va .1 desariollarese con
cepto hasta su muerte.
Sin embargo. Luis el (jermánkv se opone a lodo eso por rio estai
presente ni representado en Savonnicres. P01 lo menos la asamblea
declara con satisfacción (art. 3) que t arlos el Calva y sus dos sobri
nos, Lotario y Carlos de Provvn/a. han resuelto mantenerse unidos
y trabajíii en la obra de salvación emprendida por la Iglesia
I .a condición primera para tal obra era la reconciliación de Luis
el üemuhucti con su hennaiio. pero el fracaso de la negociación de
Woims la hacia difícil. Lotario II. interesado por s u propia .seguri
dad en el restablecimiento de la paz culto sus dos vecinos, parece
que se dedicó activamente a poner lln a su enemistad. I 'na piimeia
entrevista entre ambos tuvo lugai cerca de Andernach. más arriba
de C oblenza. en una isla del Rin. a comienzos dei verano del 854. y
fue un fracaso. Los dos reyes desconfiaban uno del otro hasta tal
punto que se habían hecho acompañar ¡1 la isla elegida para la con
ferencia poi un 1111 mero estrictamente igual de proceres cuya lista
nominal había sido previamente aceptada pm las dos partes. > el
grueso de las dos escoltas se mantuvo vigilante cu las orillas del río
para intervenir, una en la margen izquierda, en ten ¡lorio Je [.otario,
la otra en la derecha, en el de Cicrmania Después de un prolon
gada y estéril disensión, que se centró pniieipalniciile en la icstitu-
ción que Luis reclamaba de los bienes que C arlos .7 Calvo había
dc.qiO'Cido a los que le traicionaran el S'S, fue necesario convenir mi
«I»'
nuevo LMieuentm para el 25 de octubre cerca .le Basileu " .es decir,
una vez más en la fronteia de Gcrmania con el reino de ¡.otario y
como ésle no pudo estar dispuesto para la lecha acordada, se fue
aplazando hasta que logró reunirse ¡a conferencia el I de junio del
KóO. cnC obtenza. con asistencia de los dos hermanos enemigos yen
presencia y con el concurso de su sobrino Lotario Los iros
monarcas llegaron allí acompañados de un numeroso sequilo, en el
que estaban en mayoría losprvcnvs laicos y, especialmente, los con
des pero el lugar elegido fue la sacrisiia de la iglesia de San ( as-
lur, seguramenie bajo la influencia de los piolados que estuvieron al
lado de los reyes y entre los que se cita en primer lugar al arzobispo
de Reim.s. Hincmaro; allí, al cabo de cinco dias de laboriosas discu
siones, se llegó a un acuerdo que según se creía, iba a terminar con la
el apa de sus disentimientos " finalmente, el 5 de junio pudo ser
comunicado por los roses a susjidiic\ aquel acuerdo. Tomando la
palabra en su nombre s en el de su hermano. Carlos WGi/vu recordó
los esfuerzos realizados por I.otario, ante la presión de los obispos,
para restaurar la paz y restablecer entre su hermano > el. «la caridad
y la concordia fraternales, sin la que ningún cristiano puede conse
guir su salvación». Las primeras proposiciones del rey deGennailia
no pudieron ser consideradas, pero las más recientes parecían acep
tables; por todo ello Carlos pedia a los asistentes ratificar el testo de
la convención preparada y que iba a ser leído.
Lse texto, que ha llegarlo hasta nosotros, tiene doce artículos,
ocho de los cuales reproducen simplemente el pacto lirmado en
Mivrssen el 851. De los cuatro artículos nuevos, dos tienen poi
objeto dar a la Iglesia las garantías reclamadas, los otros doscmisii-
tuyen un compromiso entic las peticiones de Luis el Germánico, que
ieelumaha la anulación tic todas las sanciones de orden político o reli
gioso aplicadas a los que se habían pasado a su campo el 85K. y el
rígido mantenimiento de aquellas sanciones, tal como loquería Carlos
el ( alio: se prometían amplias medidas de clemencia después de exa-
minarcada caso particular. Ln otras palabras, se pasaba una esponja,
dentro de lo posible sobre los acontecí mi cutos de tos últimos anos
pata volver al régimen piuclamadoel 851; peni el hecho nuevoei.i que
se trasladaba el poder moderador de los reyes a los obispos, que v ¡iii
a secundarlos en lo sucesivo en el ejercicio de su autoridad.
La aprobación del acuerdo por los fi<leU'\ permitió que el 7 de
junio fuera proclamada oficialmente la convención Los reves juia-
lo
mu dedicarse con toda su voluntad \ toda su cncrcia a «la defensa
de la Iglesia y a la salvación del pueblo cristiano» y también ayu
darse mutuamente para realizar la obra común. Los sobrinos de
Luis y de C arlos fueron expresamente incluidos en la promesa de
ayuda mutua. Después se clausuró la asamblea con las solemnes
declaraciones que hicieron Luis y Carlos ante los asistentes, aquél
en lengua germánica y éste en /omemee t es decir.en francés), con un
resumen cu lengua germánica y una adhesión de Lotario expresada
en lengua germánica también Las declaraciones de Luis y Carlos,
que tienen un contenido idéntieo, dicen, al principio, que encomen
dando a «sus obispos y a sus fideles» el cuidado de hallar una fór
mula de acuerdo, hablan aprobado el texto que estos —es decir,
esencialmente los obispos— le< habían sometido: que. en conse
cuencia. estaban resueltos a vivir todos, en lo sucesivo, hermanos,
tíos y sobrinos, en pleno acuerdo; que «no querían ya. en adelante,
usarcnire ellos masque palabras que agradaban a Dios y servil a su
común salvación igual que a su honor»; que aquellos Je entre ellos
que vinieran a romper este acuerdo deberían ser obligados «a Jar
explicación de ello y castigados tic tal manera que ya nadie más
lucra tentado a hacer nada semejante»; que estaban resueltos a
garantizar a cada cual «en sus reinos respectivos, su ley. su derecho
y su seguridad, como en los tiempos desús antepasados», bajo con
dición de reciprocidad; final me me. que no darían acogida a ningún
perttnhador del orden, mientras no se hubiera justificado, s prohi
birían cometer actos de violencia o de robo en el interior de ninguno
de los reinos
A esta declaración. Carlos, expresándose en lengua mnitinn- y
«elevando la voz» de manera que fuera bien entendido por indos,
agregó mi breve comentario: «Por el amor de Dios, perdonaba a
aquellos que le habían traicionado v se habían pasado a su her
mano». declaraba estar dispuesto a restituirles «sus aludios (o bie
nes propios) \ las propiedades que habían recibido de sus señores ■
con las dos condiciones siguientes: I" que se eotnpronielieran u
conducirse pacíficamente en mi reino y a vivir allí como deben
hacei lo los cristianos en país cristiano: 2.'' que su hermano usaría de
teeiproeidad con respecto a los que habían rehusado deserta i de su
favor Aceptaba examinar con indulgencia la posibilidad de devol
ver a aquellos súbditos suyos que «espontánea memo regio Miran a
su lado» los bienes y las dignidades que por el tenían y que su trai
ción les había hecho peiJer. Luego exhortaba a todo> a regresaren
paz ¡i sus c<i>as
Negociación, redacción de los textos y declaraciones de los
leyes, todo indica con que espíiitu \ bajo que inllucncin se Había
podido al fin realizar el acuerdo. Los que hablan son ios monarcas.
pero mis mismas palabras rellejan el pensamiento Je los i|ue las ins
piraron, aquellos obispos a cuya cabeza se encuentra Hi ñañaro _V
que están resueltos a proveer a la inhibición ile los reyes Por el
momento no se habla para nada de Imperio, sino u n sólo de reinos
múltiples, entre los cuales quieren los prelados mantener una estre
cha cooperación, recordando que representan las parles, no ya de
un único c idéntico «reino franco», sino de una Iglesia una e indivi
sible. Unicamente ella es la que entonces, apelando a la religión ya
los principios de la paz. de que es guardiana. tralii de poner término
a la discordia, l a única comunidad de que se habla es la comunidad
religiosa: al final va a ser ésta la que permitirá salvara la comunidad
política que. pese a todo, sobrevive en potencia entre los esparcidos
miemhros de aquel «pueblo cristiano» del que otrora era cabecera
el emperador.
1
I
CAPÍTULO IV
I D ivorcio uj I.otario II
' Sgt’ti' imio este a$u m :> veas»- l.i ;nu> Jeiall.ida exposi.-'Zin Je R I’-u m i L L
miiü.-r, tlcLr-'»\iiw. pags. U 2 -?'4 y lh ituichomascnnitisa.pviii.iMirli'ceuciici.i.nij?
prncir.im c. Je J L'tilnictic. I sj ¡liprjuuaU ttirohngicMK ptlys S9 ;■ -ics
( tifiriiil. i. II. y -US. púr:». J 6.Í-II".
1 Véase l'rr.ip.irJiil. ¡x «vyiihiw i/r AyiiiV.Yi p.i^-s -W-í"
,ll‘ - It. ii '<)?. píies -If'é-V'f’ y les imias
1,1 -Uin ¡1,'rtin ai'.o SMI. pjp. 53: i'apaui. L l l . n aln p jp . JWv-ISS
I oblcnza. en las que tantas esperanzas se cifraban. y nadie quería
hacerlas fracasar por exceso de precipitación. Pero inmedi a lamente
que fue concertado el acuerdo, en junio, entre Carlos«7CYj/ivj \ I uis
d Cwrniáiiicf). gracias a la intervención Je su sobrino I otario, el
arzobispo Je Rcimv Hi neniare, que pese a las apremiantes sol ici -
tuJes Je que había sido objeto, rehusó participar en el sínodo de
Aquisgrán. !P salió Ünal mente de su mutismo y publicó, sobre el
asunto del divorcio, un amplio tratado. C on rigor estrictamente
jurídico, pero con una rudeza de estilo que en cada linea rezumaba
apasionamiento, el amor dirigía un sistemático ataque contra el
procedimiento seguido, comía la sinceridad de las confesiones
recocidas y conlrn las conclusiones que tan audazmente se habían
obtenido. Solicitaba la reunión de un nuevo sínodo que fuera
auténtica represen lacio n tic toda Io I atropa caiolingia y ante el cual
se volviera a examinar, del principio al fin. todo el proceso.
La política no era extiafta a esta actitud intransigente de Hinc-
mtim y no se puede dudar de ello cuando sobemos que mu) pronto,
con un pequeño intervalo el uno del otro, el abad Huberto y luego su
hermana el reina I euiberca huyeron del reí no «le l otario y hallan in
inmediatamente asilo er. el de Carlos «7 Calvo. de quien llinc-
maro era completamente incondicional. <.t ómo se podía ya dejar de
peiism que al obstaculizare! divorcio el arzobispo de Reims trataba
de Irivorecer .1 su señor, que evidentemente estaba interesado en
Jetar abierta la perspectiva de una sucesión para si por Ial la de heré
delos directos? Por su parte, tampoco Lotariu se dejó engañar por
aquello v en cuanto supo la huida de Huberto se dirigió .1 su 110 1 uis
<7 ofreciéndole Alsacia a cambio Je que le diera su apo
yo, 11Je esta manera volvían otra vez los curotingios a encontrarse
di' i«líelos en «los grupos Inútiles.como antes del acuerdo deCoblenzu.
con la diferencia Je que Loiatio se había pasado del campo del rey
de I lam ia al del icj de Gcrmania.
I I Xíil se acentuó la oposición de los dos grupos, ya qué Carióse/
í alvo, con ubicua violación del pacto «Jo ( oblenza. acogió en su
territorio .1 subditos de I uis .7 (n'/vahiho v Je Lola lio. que estaban
perseguidos o condenados por las autoridades de atrtbo'. monaictis
Algunos Je estos exiliados eran Je gran relevancia; el conde I rnesto
1,1 (»!» K><}>,, uv.nSM.p l.’ Ifioier / .ii'r.i Vil el'P.irÍMit. pajs>. IS4-IW
,u C í CaliiMtte Pii'kituait pie».
14 tu» llt-im urtnSól.páir 56 \p ,irtin lé Sfil e s to s ’iiiilísesliiii leiiactaúiMpíT-
peí llineniaro
' 44 tT «iifint. |Ofi.
U’,: l<i« :iiln v s . pái;> -W-Si.i.
11 k f o t '» aiio i%5'\ pág. v
IJ /./>«: ü’íij stil pag r’i
1 t i P. mp.ifilin. /V ,, >m |’.i¡.'. -S.
<l-t
vi Crmiámev hizo por ¿I 86J. cerca de Curios el Volvo, gestión que
fracasó : j". Loitirio se decidió a icrininarcl caso de Teulherga con la
sola intervención del clero de sus lisiados
Ocho obispos ¡orenos. reunidos en Aqtiisgi á n d 2'J de abril tle 862.
fueron. pues, invitados a pronunciarse de una manera clara y defini
tiva. Al expedienle J d asunto se había agregarlo una memoria justifi-
caliva en la que el rey no vacilaba en hacer intervenir el argumento
dinástico: Teutberga no sóloera una esposa indiga, a la que tal ve/ él
hubiera podido seguir conservando cu ínteres de la paz. sino que poi
su esterilidad comprometía el ftiium de la monarquía. Por mayoría
desoís votos contra dos. el sínodo episcopal reconocía, una ve/ más.
la exactitud ile las acusaciones comía la reina y considerando, ade
más. «que no se podia prohibir,il monarca lomar imijera fin de pro
crear hijosw.se declaraba favorable a la anulación del matrimonio>
concedía autorización a Lotario para contraer oiro nuevo, si lo
deseaba 'l'“. Oneciendo, con iodo, salvar las apariencias, Lolario
hizo que a esta decisión siguieran dos gestiones cerca del Soberano
Pontífice: una.solicitando su aquiescencia y la otra migándole, en
su nomine v en el de su tío Luis viGermánica. que advirtiera a Carlos
Calvo la necesidad de respetar el pacto de Coblenza : Luego, sin
esperar siquiera la respuesta, cuyo sentido no podia ofrecer dudas, se
tasó con su a manto en el verano o en los comienzos de moho del S62 e
hizo proceder, con gran solemnidad, a su coronación
Lra aquello sostenei descaradamente la audacia. Pero, para
imponer esta solución, le hubiera hecho falta contar, al menos, con
el firme apoyo del rey de Gemianía. Ahora bien, si este se encou-
ir.iba unido a mi sobrino poi la misma hostilidad conlra el rey de
I rancia, no tenia razón ni interés alguno en levnntm la hipoteca
que gravaba una herencia de la que no estaba excluido—y el luliiro
iba a Jemosirarlo— y en la que él se encontraba inieresado. Ade
mas, carecía de los medios necesarios para proseguir una política
que conllevaba para él graves riesgos en un momento en que su
poder estaba muy quebrantado por una -serie tic rebeliones que le cos
taba mucho trabajo dominar, especialmente la que. coma vimos 1 \
3H
capitaneara el conde Ernesto en la primavera ¡Icl Xbl luego la de su
propia hijo C.'ultiman, que había podido vencer en la primavera del
¡<62 cediendo una parte de los territorios ocupados por el rebelde
entre el Inn \ Ja marca de Onrinlia y min era Je esperar que este
mal hijo reanudara en poco tiempo las hostilidades En las fron
teras orienlales y septentrionales de su reino, luis <7 fierojd/ije0
tenia, al mismo tiempo, que emplearse a fondo y sin Iregua para
contener a los paganos eslavos " vu los daneses y a otros bárbaros
nuevos, recién llegados a las fronteras de sus Estados, a los húnga
ros. cuyas correrías por los países germánicos dieron comienzo pre
cisamente el S62 l<\ En tales circunstancias, aun habiéndolo
deseado, no estaría en condiciones de intervenir y comprometerse
en favor de sn sobrino Lnijirio.
Sin embargo, tenia interés en no dejar el campo libre a su her
mano, cuya tentativa fracasada sobre la Pro\en/a señalaba con cla
ridad sus ambiciones Así. empleando «formas capciosas», según
dice Hiñe maro 1|V1. logró convencerlo de la necesidad de celebrar
una entrevista que. de común acuerdo, tuvo lugat a comienzos de
noviembre en d reincide 1 otario, en Savonniéres (cerca tic I mili,en
donde ya se habia desarrollado en junio del N.59 lina de las glandes
asambleas episcopales que habían preparado el camino para el
acuerdo de Cohlenza Su objeto era, precisamente, buscar las bases
Je un compromiso que permitiera restablece) la paz.
También entonces la negociación, que fue laboriosa la con
dujeron tos obispos y parece que la acción desplegada por Hiñe-
maro fue preponderante 1íl Antes de aceptar reunirse con I otario,
tanto Carióse/ Calvo como sus obispos. Hiñe maro al frente pusieron
condiciones que tuvieron cuidado de formular poi escrito en un
memorándum que con toda probabilidad lúe redactado por el
obispo de Reims ' Carlos ei Calvo, en cuyo nombre se presentaba
la exposición, hace saber en ella, no sin osadía, que poi su parte
siempre había observado leal mente los compromisos comí aillos en
Cohlenza y poma al mundo por testigo de la taha de palabra tic su
sobrino Lolario No era culpa suya que mise hubieran celebrado las
conferencias previstas por el acuerdo de Cohlenza para reglamett-
516
lar los asuntos comunes y poi eso que siempre había estado dis
puesto a ellas no había vacilado en acudir a la presente reunión.
Inviniendo constantemente los papeles cTiitcncioiialinenie olvi
dado de su propia conducta. Carlos ,*/ Calvo acusaba a su vez a su
sobrino de haber violado ei pacto de Cohlcnza al dar asilo al raptor
de su luja Judit. el conde Rnldiiino. declarado culpable y excomul
gado por los obispos de «L rancia»: le reprochaba, en particular, que
en el asunto de m i matrimonio, no hubiera tenido en cuenta la opi
ni ó n Je los obispos y prescindiera do la del Soberano Pontífice, l o
consecuencia, al tiempo que solicitaba con sospechosa pronlilud el
concurso de LuiselOenminnv —al que llamaba su «único y ainado
hermano»—, ú lili de concertar un acuerdo riel que dependía a la
ve/ «la común salvación de ellos, la salvación \ d honor de su
sobrino > la salvaguarda de todos sus súbditos», reclamaba de I ula
no. antes de iniciar nuevas conversaciones, la categórica promesa
de una sumisión sin reservas al juicio común de los obispos de
I rancia, de Lo retía > de Gemianía. r'.No era aquél un asunto que en
primer plano «interesaba a la generalidad de los cristianos» y des
bordaba. poi consiguiente, la competencia del clero Je un solo
icino? De no cumplirse con esto, terminaba diciendo Carlos, podía
hacer I otario «lo que le gustara», pero no debía contal con él pata
«separarse de Diosa cambio de su amistad ni para ayudara realizai
el mal. pues escrito estaba: «¿Al impío das ayudo y amas oltn enemiga*
<h> Ynlu'iHi ' ( tuj esto luis túmido sobre li lo cólera de Yabvéh 1 ».
Pura vilo del atolladero I.olario se declaró dispuesto a Jai
explicaciones y justificarse y las conversaciones se rea nuda ron.
acordando que ci asunto del divorcio no lucra ya presentado a un
concilio, soto al mismo papa. Con esto, el acuerdo entre los tres
monarcas quedó restablecido oficialmente el 3 de noviembre del
Sb ’ \ cada uno de ellos Iti/o redactar cu este sentido una declina
ción Luis para felicitarse por haber servido de mediador cutre su
hermano v su sobrino y de esta manera restaurado el espíritu de
Meervsen y de < oblen/a: Carlos, para protestar una vez mas de su
constante fidelidad a los compromisos anteriores v tic so ti míe
voluntad de sostener con 1.otario lelaciunes normales de amistad
p tupias de un lio con m i sohrino. siempre que este último estuviera,
en ventad, dispuesto a ellos tal como había prometido: 1 otario, en
fin. para dar gracias a la bondad solicita de su tío Luis \ prometer
conducirse como buen sobrino respecto tic Carlos, en la medida en
que éste nc condujera como buen lio.
1 II Crouiios ,\!.V ’
C'ii/’ílin'. t II n M i.lu í : . pie. lt>t.li::essé'-2S(t.l;ci.ir»ciiiaCc I ul.iri.>i'.es-
pues J í l.i cir.retitiii J i l J de ¡..sviím luí det SíOi
:i/,: frft'in, |m s >. ;f>s-lt)S
ti '
1
\»H. fftriui. afta StiZ. ;'ac-. ñn-H. rel.llu a.-h .lo a la rilum j .le Hlncmaio.
Iun. fU iv.'L Jim SS.V •
hh «i ,iiVi>X'vV |M(> H
»ox> se iha :i percibir bien pronto queeia un hombre no sirio difícil
ilo manejar, sino irreductible cuando se trataba de los principios.
Comenzó, ya el 23 de noviembre, por decidir que el asunto del
divorcio serla sometido de nuevo íil examen de un concilio, ijuc ten
dría lugar en Vletz. pero en el que los prelados del reino de ¡.otario
estarían asistidos por ocho obispos más, a razón de dos por el reino
de Gemianía, dos por el de Francia, dos por el de Proven/a y dos
por Italia, \ que estos dos últimos serian los presidentes por derecho
en entinto llevaban la calidad de legados pontificios. Todo el expe
diente del proceso y el juicio deberían serle en \ indos para su apio
baeión o icvisión antes que la sentencia se considerase definitiva
Sus legados, además, llevaban instrucciones precisas con prohibi
ción de desviarse de ellas.
Diversos acontecimientos —entre ellos uno de primera magni
tud. sobre el que \oh eremos: la muerte de Carlos de Pimenza. el 24
Je enero del S63 y el arreglo de su sucesión—retrasaron hasta el mes
de junio del 803 la reunión del concilio r i . I.ulario aprovechó esa
demora para recurrí i a la diplomacia y a la astucia Especialmente
se las arregló para interceptar las cartas y las instrucciones de que
eran portadores los legados pontificios antes de que estos hubieran
podido dar conocimientos de ellas a los interesados, para que el día
fijado parala reunión sólo los obispos del reino de Lota rio hubieran
recibido las convocatorias previas, y para que el sínodo de ¡unió del
S63 estuviera compuesto, una vez más. únicamente por personas
afectas a (.otario; los mismos legados, más o menos comprados a su
causa, se guardaron bien de hacer nada de lo que les había sido
ordenado. Fu estas condiciones, los prelados lenuidos se hallaron
fácilmente de acuerdo para sentenciar la inocencia de Lolario.
aprohai su conducta condenar a Tcutberga. Hasta llegaron a
admitirlo bien fundado de la tesis paradójica que hacia poco había
decidido Lotario presentar, según la cual WnUIrada habría sitio su
esposa legítima con anterioridad a su unión con Tcutberga. que de
pronto no tenia ya sino el titulo de concubina, de una concubina a la
que no se tenia inconveniente en arrastrar por el lodo
Pintoresca preslidigilactón cuyo único electo lúe que el papa se
nguieia contra todos los que. monarca y obispos, se estaban luir
lando con tanta osadía de el. 5>e encalcaron de llevar a Roma al
C.in¡i> ik' Nlcotj* I J<?1 23 Je nfmi.'nlhTL' J rl *»>.' or. ' VI | .i¡> V.S
!” ii 3-n
/ /, m. p ig '
tn.'i WiWm. jf i ' .stC1. p.ix l*
1 1 V.'.im' t i caria í U‘ Nicolás I a los obispo» J e lic n n n riu . Jvi 31 Ui-. icUi I ic iL
SS' l’h l.i\ kpiHolik-. l VI. pug. 343 nv S?i; la nenio:i.i Je Advcricin, n S upinlc Meo
'.ir**!, p a o . 3 l í \ ! l ‘ Ims iun ,n\n x<<\ pac (d.
II"
Soberano Poníífice las conclusiones a que había llegado el sincnlo
al arzobispo de Colonia. Gumlier. y el de Tiéveris, Teutguldo. Fue
ron recibidos como lo merecían. Después Je conocer los textos que
llevaban los dos arzobispos y haber sometido el caso a un sínodo
reunido en c! palacio de Lctnin. Nicolás, hacia fines de ociubre,
anuló la semencia pronunciada en Metz por los cómplices de aquel
nuevo «bandidaje de tieso», decretó la deposición de (¡imihcr y de
Tculgaklo. suspendiéndoles en su ministerio sacerdotal, conminó a
los otros obispos que se habían reunido en Melz a que hicieran
inmediato acto de contrición bajo pena de las mismas sanciones y.
francamente ordenó sin menor consideración el «crimen del rey
Loiario». si es que todavía, agregaba la bula pontifica, «era posible
verdaderamente llamarle rey», " :-
l 'na carta especial dirigida por el Soberano Pontífice a aquel re\
indigno, destacaba, además, sus sentimientos de dolorosa reproba
ción con respecto u un principe que «soltando la rienda de las pasiu-
n e s . se revolcaba» —romo dice el Salmista (XXXIX, 3 XL. 2)— « e n
el hoyo de miseria y en el fango cenagoso, arrastrando a su ruina a
un pueblo que tenia la misión de gobernar» 4
F.s cierto que los dos arzobispos depuestos i mentaron oponerse
al papa. Llegaron, incluso, a comienzos del Nb4. a empujar al em pe ni
tor l uis 11 para que probara un golpe de tuerza en su favor Amena
zado en su capital. Nicolás 1enfrentóla violencia con incomparable
firmeza de alma. Se retiro a San Pedro, en donde pasó dos dias y «los
noches implorando la divina misericordia, hasta que I uis II íuvu
que ceder ame su iullexible voluntad Cíunlher v I culgaldo con
testaron entonces a las medidas lomadas contra ellos, redactando
una caria de vehemente protesta dirigida al papa ", en l.i que. a su
vez, le acusaban sin temor, con inaudita libertad de urna Devol
viendo. contra el ¡efe supremo de la Iglesia, la acusación que este
había lanzado a los padres del sínodo de Metz. ealitkaban igual
mente de bamlultHi? la brutal parcialidad con la quv. según ellos,
habla realizado el papa el examen de su proceder, con «todas las
puertas cerradas, tmlc una muchedumbre abigarrada en la que los
laicos estaban mezclados con los eclesiásticos»; le reprochaban con
vehemencia haberles juzgado y condenado «sin consideración para
el procedimiento canónico, sin que se presentara ningún acusador,
sin citar testigos, sin discusión, sin defensa, sin la meuoi declar.v-
111 E l p a p a . a k u it r o d e O c < i d e n t e
324
excomunión: fuinlmenie. para mayor segundad. Arsenio se hizo
entregar a WaMnida y se la llevó con él a Italia
bn este asunto iminiaba la voluntad del ¡tapa. Igual mente salta vic
toriosa en todos los dominios de la vida política o religiosa Je la
Europa caiolingia. donde Arsenio liabia tenido el mandato Je inter
venir. Además, el legado había logrado restablecer, entre todos los
principes earolingios. las relaciones pacificas. I na vez resuelto el
asintió Je leulbeiga ni Carlos vi C'aho ni Litis vi Germánico tenían
motivos para mantener en cuarentena a su sobrino, Carlos, por su
parle, accedió a recibirle en Ailignv hacia el mes de agosto, reanu
dando con él las relaciones de amistad acordadas en Cnhlcnza
Carlos y Luis se entreviMamti en seguida en Colonia par confirmar
aillo el legado su armonía Hasta la sucesión de Provenza dejó de ser
motivo de discordia: después de la muerte del rey Carlos, ocurrida en
enero del Sb.V el emperador Luis II. considerando sin valor el tratado
por el quet'l tallecido había reconocido a Lotario II como heredero ll*1.
logró anticiparse a éste.ganándose la fidelidad de una parle de los pro
ceres de Provenza, y final mente se llegó a una transacción entre los dos
pretendientes por medio de un reparto que parece haber tesen ario a
Luis II la Proveu/¡i y las diócesis de nmbinn.Ciap.Grenoble.Mouiiers
y Helley. dejando iodo lo demas para Lotario \ Desde entonces las
relaciones entre Luis 11 y.su hermano se mantuvieron tan cordiales r]ue
en todo momento habla encontrado Lola rio en el rey Italia. Jurante
sus desavenencias con la Sanie Sede, el más seguro y eficaz apoyo.
Hay que agregar spie en aquel momenio tenían los reyes, parece
cada uno en su territorio, tribulaciones bastantes como para no
desear ocuparse de los asuntos generales de la ham pa caí ni i ligia
En Francia, las devastaciones de los normandos hablan alcanzado
alarmantes proporciones y la necesidad de acudí i a la defensa riel
territorio que el rev invocaba el XM v el Mí5 para justificarla absten
ción de sus obispos a los concilios de Roma no era. por desgra
cia. un vano pretexto; los normandos se instalaban en el mismo
cora/oti del reino, en las inmediaciones do París, y se adentraban,
en sus correrías, por el país: no menos osados aparecían en la
cuenca del Loira . adem ás.sabemos que el iev se vein nhligaJoa
lilew, páji?. 16-15 i¿n conde *.• reproduce integrad-,er.te c> icvio .leí tira-
lll il'.'.li. bisel lo Uiiihi: n en Iüs { i II n .llj!, pagí fu¡:i j iV 565
caite del p.ip.i NicoLlí I. »1el 51 d. iivtuliie del 3ST. a UixOiispo* Je CiL-rnunu cu l.i-,
£•• ,, I. 3 t ]'ág. —s ( i r 55j.
i>»>. B < rílll. S ito pág N
lw«f l u i d , .ifiu t\* pÁp. l.“ C C llInnl.i ( c d ic iu ii l‘ ii l:i _. p .irlc i
V'm sc t u j ’/y . póg 5 N
t’C 'lli'jiJin p T ' i v c w . pígs '¿-35
Véase \upm pac '55.
i l Vog^l ihc Xurt>unr.cn p¡lj¡s a)
multiplicar sus esfuerzos para mantener en obediencia a sus súbdi
tos y hasta a su propio hijo Luis el Tartamudo ,J”. También Litis el
Germánico tenia que hacer lYeme a los rebeldes y a las traiciones de
sus hijos y de algunos de sus proceres ,2W En cuanto a Lotario. lo
menos que puede decirse es que los acontecimientos de los últimos
artos hablan puesto a dura prueba su autoridad y su prestigio, I odo
quedaba, por tanto, libre para el papado, que era el grait vencedor
de la llora y parecía estar en condiciones de dictar su voluntad
al Occidente.
' Vv'nsiv fio r eje:»pío. en los -iiin . .ifio M -J. páj». (v-(>v t i relnti» de
l<*. iMinutluosiis ¡tu i i t í ules i|ne sert.ilmon l.i llrit,t,l;i ;■ Rom a el alto S M <lc
Lili.. II
127
I;i gt'nciosa ilusión de una concordia fraternal. cuya animadora
lucra la Iglesia, se habla venido, por fuerza de la realidad, a tener
necesariamente que entregarse, por medio de un caudillo temporal,
a la defensa del patrimonio común de lodos los ensílanos de Occi
dente. Ahora bien, como el peligro más apremiante era el que ame
nazaba a la sede de San Pedro, los papas iban a dedicarse en
adelante, sin descanso, a la tarea de hallar d más calillcado monarca
que pudiera en fien tu rse con aquella situación.
1 " VV.iv I lin t man i vn Ion Iun. Uom i .»U> sW. sn t i tt«l)i>v<-
V íllltlia th t:. «.v, u - IMS*.
1 N h rc -u l'trsnlihlidail v s.i olrcciot). Viiuxt el Líber ¡•oii/tíi'.iili' I II i >hi*n.
r<-r.v
i {>l\tina*. I. VI. 70a i ” 17
JJt
ínJúpoderoso le conceda ia victoria sobre el pueblo sarraceno» y
disponga de esta manera, poi su mediación, «la paz perpetua» al
mundo cristiano.1 "
Ademas de dispuesto a inclinarse profundamente delante de
aquel Luis II. que era, en su concepto, el salvador, se hallaba ade
más Adriano en una situación personal bastante delicada para no
hacer nada que pudiera enajenarle la amistad de m: hombre tan
poderoso. Cuando ascendió al trono pontifical, ya era sacerdote
desde hacia veinticinco artos l5:j \ había estado casado antes ríe
ordenarse Ahora bien, su esposa y su hija seguían viviendo en su
propia casa aun después de su advenimienio al papado, en el pro
pio palacio de J.eirán. y esta situación no dejaba de producirle
embarazo. Asi se supo que en el mes de marzo del S68.en plena cua
resma. su hija se había dejado raptar del palacio de Leii'án pot su
amante, un joven Je nombre Eleuterioy que no era oiru sino uno de
los hijos del obispodeOrta. Arsenio. también casado otrora. I ue
no escándalo sonado, un escándalo en el que Luis II. invitado per
sonalmente por las dos familias afectadas, la del papa y l.i del
obispo de Orla, luvo que intervenir para atenuar los efectos.
Arsenio fue el primero que acudió, presentándose en Henevento.
donde a la sazón eslabn el emperador, para colocarse bajo m i
amparo y. según afirma llincnuiro i::í —que no peca por exceso de
benevolencia cuando se trata del antiguo legado pontificio—. para,
al mismo tiempo, poner su fortuna en lugar seguro: pero, agrega a
renglón seguido, «mientras Arsenio estaba en conversación con los
demonios, dejó este mundo si haber comulgado», también el pupa
entrego el asunto a la jurisdicción de I nis II. rogándole que proce
sara al raptor Posiblemente, nunca se había visto u un papa en una
situación más falsa y, en cierto sentido, más ridicula Pero el inci
dente tuvo un desenlace particularmente dramático. I I mismo
Htncmáro dice que, impulsado rieuterio a los peores excesos poi
nstigación de su propio hermano Anastasio (aquel otro hijo del
obispo Arsenio que estuvo a punto de ser papa y que, después de
ocupar la secretaria de Nicolás I. había sido promovido por Adriano
a la dignidad de «bibliotecario de la Santa Sede»), acabó por dego-
Uarumt después de Otra a la hija s a la mujer del papa. Los icpiesen-
tantes del emperador en Roma aprehendieron ¿ti asesino y lo
hicieron ejecutar: pero es inútil decir que este hecho, que fue de
. l/;« fít nbi .irtu S(»7 p:.¿. vi: Jet papii AUnanu. Lis
£/’n.,«,W. i. VI. ¡'¡ios. (*Ví y sigs
1 if-Ml’itii'. L VI, p.lgs. 1*01 7u2.
.l'iii hiiwt üftii pjgs ‘MLW.
I-1 ..tíiíi Bi HÍm afta S69. i*j¡2i.
U<
por Carlos el Calvo y por I ms vi Gemianía), el problema etc la .suce
sión lotarineia, ya que Loiario no dejaha hijos sino Je su unión,
reputada ilegitima, con Widdrada. ten otra época hubiera podido
Luis II. el más próximo heredero del fallecido, encontrar en aquella
circunstancia una oportunidad excelente para reconstituir en su
provecho ei reino de su padre Loiario Les decir. la ocasión de reunir
de nuevo en un solo Estado los antiguos países trancos del Mosa y
del Rin. con su capital Aquisgran. y la Italia de los reyes lombardos,
en la que reinaba desde hacia veinticinco años. Su titulo imperial, al
que habían proporcionado signilieación sus victorias militares y los
servicios prestados a la cristiandad, hubiera hallado con ello, sin
duda, un brillante complemento. Pero la lucha contra los sarracenos
de la Italia meridional hacia, de momento, imposible para él toda
intervención al norte de los Alpes. Kn parecida situación se encon
traba su lío Luis W Germánico, que había caído tan gravemente
enfermo en Ratisbona como para que los médicos desconfiaran de
salvarle la vida. ’ Magnifica c inesperada fortuna para Carlos el
Calvo que. después de haber negociado rápidamente con los prócc-
les del reino vecino, se encontraba en Metz el 5 de septiembre y se
hacia coronar allí el 9 como tey de la Lotaringia,
I I papa Adriano, siempre dócil auxiliar de Luis II. en cuanto
tuvo noticia de la muerte de I otario envió curtas a los obispos, a los
condes y a los próceres del rey de Lrancia. mJ para pedirles que obs
taculizaran toda tentativa de este genero por parte de su soberano y
les recordaba los derechos imprescriptibles de Luis II a la sucesión
de su hermano También evocaba que Curios se había cómpreme
litio por juramento (especialmente en Lieja el a respetar en
beneficio Je sus sobrinos la independencia del reino concedido a
Loiario I en el tratado de Verdón; exaltaba. una vez más. la admira
ble abnegación de Luís II por la causa de la cristiandad, elogiaba los
merecimientos «de un principe tan grande y de mi emperador tan
piadoso»: amenazaba con anatematizar y. a los obispos, destituir, j
quien no se opusiera a la realización del crimen que L atios medi
taba con (oda certeza. Por carta particular invitaba a Hincmaro
para que empleara s ii ascendiente personal con el rey. a fin de
disuadirlo de realizar aquello. bina hítenle, conminó al mismo
Carlos para que renunciara a ad u ar de aquella manera. Por oirá
parte, había invitado porel mismo correo a los obispos y a los proce-
•|i;i:,FíiUI. 31’.<I M'‘> rrttf (O; •J,i« fíen:/;, .iño SfrM. ;\!t_ |i|>
I/.// Ihn m ¡lito M>V. |'ágs ’ut-liis.
' ' frn.-a,',/. i \ | . p.tgs. *17-731
hhm pag 77tl
< ari.i prr.liJ.i jjiuliz.nl.. por Hmi in.'.ri'cn I iis .-Ijmi ¡i. run. ¡u'.u S(>s. paginas
lili Ilis
res de) reino Iotaringio para que se adhirieran iodos, so pena de ana
tema. «I heredero legitimo, el emperador Luis. «rey. señor y empera
dor de leída la Galia» 1 1
Por una ironía del destino, las carias de Adriano estañan lecha
das el 5 de septiembre, es decir, el mismo Jía en que C arlos<7Calvo
entraba en Metz: sólo después de haber lomado posesión de tina
gran parte del reino de Lomrio II y de haber disfrutado, especial
mente. los honores del palacio de Aquisgrán. lúe cuando el rey de
I rancia recibió a los mensajeros del papa, a los que acompañaba
un embajador de lu is II encargado de apoyarles ensu gestión. Pero
I lincmaro. que estaba en l.orena junio a su rey '' *y a quien debe
mos los detalles de todo esto, observa que Carlos «no cuidó de tal
petición» l2ií ni siquiera se lomó el trabajo de darle respuesta, ai
igual que hicieron todos sus obispos, entre ellos el mismo Hiñe-
maro. 5 lodos sus proceres. Ll lenguaje conminatorio Jel papa
disimulaba mal su \ erdadera debilidad y nadie se dejó engañar Un
cuanto al emperador, cuya cansa defendía con tanto csttisiasmo
Adriano II. estaba demasiado absorbido poi la lucha contra los
musulmanes para que la reclamación que hacia de sus derechos
pudiera intimidar al rey de Francia.
I I único con quien éste pudo contar fue con Luis el lirmiátiictr.
Menos gravemente enfermo de lo que se había creído en un princi
pio, reclamó su parte en la distribución del bolín. Aun antes de que
Lotntio hubiera muerto, ya desde e] año S68. se había puesto de
acuerdo con Carlos el Calvo para repartirse entre ellos, por zonas
iguales, «lodo lo que Dios íes diera de los reinos de sus sobri
nos»; IM v en sepliemhre riel MfW no dejo de recordar a Carlos las
condiciones de este acuerdo, -J- Pero cuando supo que. no contento
con insudarse en ci tciiiiono lotarmgio \ de promulgar en él actas
fechadas en «el año 1 ele su reinado como sucesor del rey Lola-
rio». Carlos, que precisamente había enviudado por entonces leí
ó de octubre), se habia vuelto a casar solemnemente en \quisgr;ln.
el 22 de enero del N70. con una doncella del país. Riquilda o
Riquclda. hija del conde loreno Hivin y sobrina de la reina Teutbcr-
- lix iM h K . i . V I , | i ; i g i 7 ; i - ’ 2 .v
/huí, Iknih, afio WJ, pngs. lid.
' ‘M hl‘ m. i'.ir Itn-lliS i
' t'iv o s m ¡\st?s>lr>|iiií‘. la M'rtiilab.ic<>n uin.vgiirii Ai Iómhi II Viaii-i: iih v\n-
-- cu la> A/)óíi■/,.%' I M. pap ' • iliin*jv 1-Mfu ”2i- i I ’ li ' 'T'.'O 1 1 ?i'i
J| <, ¡liiiil, l II, i!. pagv Ui7-Jb? t-.Me tcUo v|Ui¡ Ito .i l.elia i'.rl S<«S. i slj
Jjliidm*: iliiu -ilciu itii'|> o r!.l .ilmetce./>i>sWri<irft‘«arri p.tjr- l l i n lOV-Mo I>ai: s
lo .uiui.ieri jl arto Sb* | km razones que m u m e y rechaza I i.iliw .li iv. i.i
iit.ul.' nlira
I I ,lii» tu ■mu, i n ' i i i S h ' J p a r : IO S .
*' ISiilinii'i-Mnlilhaelic: n: M.'í
.vi 5
gu, esperando así al raerse a sus nuevos súbditos. I uis amenazó a
su hermano con recu trica las amias si no procedía inmediatamente
al leparlo acolitado. J' No sin esfuerzo pudo Imalmenlc llegarse a
un enlendim lento en Meeisscn. en donde los dos monarcas se en (re
vistaron el S de agosto del 870: el reino de I otario fue partido en dos.
de norte a sur, por una linea de trazado bastante complicado que
dejaba a Luis Aquisgrán. Colonia. Tréveris. Thiomille, Vtelz. Ma
guncia, Alsaeia \ la región del Jura, y a Carlos, las comarcas occi
dentales. I:i" Verdadero despedazamiento en el que no se habla
tenido el menor respeto por el ¡ntenis general ni porta equidad.
La única voz que aún se elevaba en favor del derecho y de los
principios que los dos reyes de P rancia y d c( iermania estaban piso
teando con tanto cinismo, era la del papado. Apenas se había realizado
el reparto de Mecrssen. cuando una lluvia de cartas pontilicias ,-J7
caía sobre Occidente, aunque sin d e d o diferente al producido por
las anteriores e igual que ellas con un retraso en la información yen
la transmisión que acentuaba su carácter inoportuno e ¡nopeinnte:
fechadas el de junio del 87(1. testimoniaban a Luis el Uermúiilto.
con enfadosa impertinencia, felicitaciones por su desinterés, y a
Carlos el Coleo vehemente reproches y amenazas de ¡materna, tan
vanas como las de 869. Conminaban a los obispos, a los proceres v.
personalmente.a llmcmaro para que intervinieran, a lili de salva
guardar los derechos de Luis II que estaba llevando a cabo, «con
grandes fatigas», el combate hermoso «contra los enemigos del
nombre cristiano y para liberar al pueblo de I )ios*> Pero de la elo
cuencia de Adriano, de sus súplicas v Je sus amenazas nadie hi/o
más caso que anteriormente.
Sin embargo. Ilincm aiü.aquien el papa intimaba aexcoimilgai
al rev de Francia si éste no renunciaba a su conquista, se dio, i la
tarea de contestarle. ¡'Pero que respuesta' I n un extenso memo-
nal | J,el inquieto arzobispo, herido en lo vivo.colocaba en su lugar
al Soberano Poní ifice, con un atrevimiento de lenguaje increíble,
participándole la sorpresa que habían producido cu la Gaita -ais
observaciones No faltaban gentes, llegaba ¡t decirle, que recordaban
que los papas, en las horas difíciles en que los lombarJos amena
zaban. habían aceptado con premura que Pipino y sus descen
dientes concurrieran a las armas para salvarles, con esto señalaba,
también, que contra los normandos, las oraciones del sucesor
>5*
El lono de esta caita es tal que, a veces, luí sido considerada apó
crifa. '-1J Pero naja hace pensar esto, lia sido redactada con el
mismo espíritu y casi con el mismo estilo que muchos otros docu
mentos que salieron en aquella época de la curia pontificia.
Recuerda especialmente una carta dirigida unos seis artos antes por
el papa Nicolás 1al emperador bizantino Miguel 111. quetambién se
había permitido tratar de bárbara la lengua latina, a lo que el Sobe
rano Pon ti fice había replicado que los báibaros eran quienes se
ponían en «ridiculo al titularse emperadores de los romanos igno
rando la lengua romana»; |:?- y esta coincidencia no fue electo de la
casualidad, sino la demostración de que en ambos casos el redactor
era la misma persona: es decir, el lamoso Anastasio, protegido de
Luis II. secretario del papa Nicolás I. bibliotecario de su sucesor \
siempre dispuesto a sem rlacausade .su imperial protector. I I sobe
rano deConstaniinupIci se había ido eom irtiendo poco a poco para
los occidentales en «emperador tic los griegos»(Gmirorunt ¡m/wria-
mr) \ más que siempre Litis II podía persuadirse, como lo hacia o
dejaba de declararlo que el veradero «emperador roma tío» era
él.
Es un solo punto y en una calla desgraciadamente perdida a la
que Luis II daba respuesta, atinaba Basilio en el punto neurálgico al
scrtalnr que aquel principe franco que pretendía hablaren nombre
del poderío franco «no reinaba en todo el territorio franco» (in iota
Frouriu) La respuesta ele Luis fue aquí singularmente oscura y
embarazosa: «Rehuimos en todo el territorio franco, pues se puede
decir que poseemos los países que poseen aquellos que son de la
misma carne y de la misma sangre que nosotros»: ' lo quesignili-
caba que. haciendo suya la leoría do la indivisibilidad del imperio
earolineio. que se creía muerta. I ui< se presentaba como dueño y
señor supiemo de todos los reinos francos, ¡jim de aquellos (pie
poseí n su» (tos C arlos e/ ( al\ o y I ui.s<-/ Grnnánko y que el Unge creer
que le deben las mismas consideraciones c igual sumisión a la que
Ludmicó Pió.el R17. reclamaba desús hijos menores respecto de»tt
primogénito, el padre de Luis II
Las hechos desmentían cruelmente semejante pretensión, \a
que Luis II continuaba careciendo de poder al norte de los Alpes:
había tenido que limitarse a protestas platónicas contra la ocupa
ción por sus tios del reino sacante por la i míe ríe de su hermano
I otario II: e» notable que los cronistas oficiosos de Carlos el Cairo v
l.il i-s l.i tesisí Je .'V K..i iiL't.ms/. I for.ptr■ iwltnxirii -MI IX .Ir]
iiioiir >. Im J iil.iifi II ¡i Itnriie h’ MmAiomev en I r iuahn ií/x . I " <ei il.« M il
■l‘t ‘~l. pdp¡ i* ) «£>
1 h 'iw llli . I VI. pág. 5S. linea ’ll
. l V il. p.1j> »*S I ’S: pn^ _JS»T. I I
de Luis el Germánico —Hincmaro. en los Anales de San Berrín v
Meginhardo. en los Anales de Falda— no dediquen ni una sola
palabra para celebrarla loma de Barí, demostrando de esta manera
que' el eco de esta victoria no lúe muy considerable fuera de
Italia.
No por ello era menos cierto que. en los medios de la curia, a los
que pertenecía Anastasio, el supuesto redactor del documento que
acabamos de analizar, la idea imperial tendía, de pronto, a renacer
La defensa de la Iglesia y de la cristiandad requería un emperador:
por esto, el Imperio que se creia muerto iba n resucitar.
CAPITULO VI
i:.«« .-tnrj. B¡nía año S 'l. pie. ] 1S v los restos cítelos cu BrjSniei-Miilhlb.ieher.
r:’ 1:51.3
,;5V Ana. Berlín., arto íP 1. pág. 118
" /í/i.ll pá¿. 11S
1 Aun. Futí, afio 871. páp 74.
Betiincr-Vluhlhachcr. n J
311
dones del mundo político en Occidente, y en todas las cancillerías
ya no se trató de otro asunto que del trono imperial y de su futuro
titular La emperatriz Eneelberga. que parece haber sido una diplo
mática muy hábil y a la que su marido había encomendado el arto
869 las negociaciones con el papa Adriano en nombre de Lotariu II
cuando éste lúe a Italia, se dedicó entonces con singular astucia a
tener engañados y entretenidos tan pronto a Carióse/ Cabo como a
Luis vi Gtimcmico. haciendo brillar engañosamente ante ambos la
esperanza do la sucesión italiana |:,'V Pero, ni mismo tiempo.se rea
lizaba otra negociación por parle de la curia romana y ésta, a espal
das de Luis II. tratando de arreglar el problema según sus intereses,
p.ntre los gritos, las proíeslas lumultunsas. los ilesa líos v las amena
zas que llenan la correspondencia cruzada entonces entre el rey de
I rancia v el Soberano Pontífice, con motivo de una multitud de
asuntos eclesiásticos que los enfrentan ,J. cansa soipresa encon
trar. de pronto, en una carta del año 872 dirigida por Adriano a
Cridóse/Cabo. un pasaje en donde —después de hiperbólicos cum
plí miemos sobre el saber, la piedad, la justicia y la devoción del re\
de Francia, a cuyas dotes afirma el papa audazmente haber rendido
siempre homenaje— ligaran frases como éstas <«le con llamos bajo
sigilo —y esto no debe ser comunicado a nadie, si no es a gentes muy
seguras—, que... si Tu Nobleza sobrevive a nuestro emperador. aun
que nos diera montones de oro. no aceptaremos, m solicitaremos o
acogeremos nunca con pleno agrado en este reino y en el Imperio
romano a nadie que no seas lu mismo... Si ui sobrevives a nuestro
emperador, es a li al que nosotros deseamos... como ¡efe, como rey.
como patricio y como emperador». I;**
De esta manera, no sólo la asignación de la corona imperial se
convertía en un problema que preocupaba a los espíritus, sino que
se comenzaba a pea'ibir que si el papado no estaba, tal como lo
deseara Nicolás I. en condiciones de regentar al mundo cristiano,
tenía, a lo menos, que d esculpe llar una acción esencial en la elec
ción de un nuevo emperador
A este respecto la siluación era bien dikrcnle de lo que habla
sido en la primera mitad del siglo ix Sin duda. Caiiomagno había
ido el año 8011 a hacerse coronar emperador en San l’edro de Roma
perol Soberano Pontifico, pero nadie en aquel momento había pen-
'<ido que al colocarle la diadema sobre la cabeza, en medio de las
aclamaciones de la multitud que llenaba la haolica. había sido otra
IKllim.'-Mjhlb.ichirr. r. 'vWji.
1 MiW a.-1
I.M /T/’i-xlií/íi. I. VII p.l|! ÍK'J, i i- III
• Uw, ts’. i :?-:<•
\un. Ikrtti;, año N?M; llnhinrr-M iihlb-.i'her. v il h
I I —El. papa J uan VIII v i a <okonauón imperial
df C arlos «fl Calvo» (875)
U-l
Pero, a ni us de proceder a la coronación imperial, su imponía la
necesidad, al parecei. de obtenei para Carlos el Gilvo oirá corona
que desde los dias de C'ailomagno siempre había sido previamcnlc
airibiiidH a los Tulliros emperadores: l.i corona real de Italia: y
menos podía concebirse entonces un procedimiento distinto un ¡«mío
el emperador se había convertido en un soberano italiano, Ahora
bien, si es cierto que Carlos vi Calvo era el candidato preterido en
Roma o, mejor dicho, el candidato único, no sucedía lo mismo en
Pavía, en donde la asamblea de los proceres, hacia comienzos de
scptictnbie del 875, se dividió en dos grupos, uno favorable a Carlos
vi Calvo y el otro al primogénito de Luis el Oenmiuka. el principe
Curlomán. cuya candidatura estaba apoyada por la emperatriz
tngelberga rinda tic Luis II. ¡mocando para hacerlo las postreras
\uluntados Je su esposo n"5
Esta indecisión de los oledores tic Pavía dejaba el campo libre a
los pretendientes s la ventaja, evidenlomente. seria pata el más
resuello de ellos. Ni Carlos el Calvo ni el papa perdieron el tiempo.
Mientras tres legados poniificios —los obsipos de Vcllctri. de Porto
v de Arezzo— eran enriados apresuradamente para invitar al rey de
fruncía a ir a Roma para ser coronado emperador \ Carlos, en
cuanto luvo noticia de la muerte Je su sobrino, convocaba con
mgencia una asamblea de proceres en Ponthion. en el camino que
conducía hacia I ¡mures c llalia, tomaba el mando de sus tropas en
1.angres. atravesaba el rio Saona. Tranqueaba la frontera de sus
I simios d I de septiembre y luego, poi San Mauricio del Voláis y el
tiran San bernardo, bajaba a Lombürdla. El 79 de septiembre
estaba en Pavía. hacia retroceder a un primer de si acame uto de
tropas que Luis vi Germánico había enviarlo, a las órdenes du su hijo
menor. Carlos ¡ I Craso, para cortarle el paso al sur de los Alpes; 1'
neutralizaba por gestiones diplomáticas un ejército más importante
que el primogénito del Germánica Curlomán. conducía por el llren-
nero: luego, una vez conseguido el asentimiento de una pane de
los proceres de la Italia septentrional, se encaminaba derechamente
¿i Roma, .i donde el papa le urgía que se presentara, y en donde este
le acogía en la escalinata de San Pedro el 17 da diciembre: final*
mente, era coronado y aclamado emperador de los romanos en la
basílica, d día de Navidad con el mismo ceremonial que' exacta
mente. setenla y cinco años antes se había usado para -u abuelo.
U.-i
J I analista de Fuida. cuyo relato inmsparema con violencia el
despecho producido en el sequilo Je Luis el Germánico \ de su hijo
Calloman, presenta el aeontccimienlo como resultado de una
desenfrenada campada de corrupción, en la que el oro robado por
C arlos el Cairo en la Italia .septentrional produjo, en lo que él llama
«el senado romano», los mismos efectos que en los días de Yugur-
ta. *1 ' Pero, en realidad, había sirio el Soheranu Pon (i fice quien pre
parara y combinara todo y por su rápida decisión proporcionara a
Carlos el (Salvo aquel primer y decisivo iriuufo,
También fue la autoridad de Juan XIII la que le oh|u\o. poco
después, aquella corona real de Italia que. como consecuencia de lu
falla de acuerdo enlrc los proceres de la Lombardia \ para adelan
tarse a sus competidores, tuvo que renunciar a reeibii con anteriori
dad. como lo hubiera requerido el orden normal. Ln el mes de
lebrero del 816 tuvo lugar en Pavía una segunda reunión de los pró-
cert’s del reino de Italia, y el nuevo emperador que concurre a ella es
allí finalmente elegido rey. El acta oficial de la asam blea.i:' que
piesidióel aizobispo de Milán. Ansberto, y en la que tomaron parte,
¡unto con unos diez condes, unos veinlc obispos italianos, en su
mayoría de la Italia seplenirional. señala expresamente que la elec
ción de Carlos como «rey de Italia» se hizo por indicación del Siohe-
rano Ponlifice. quien «por inspiración del Fspiiiiu Samo lo lia
exaltado a la ihginidad imperial» y que los electores han creído por
si mismos obrar «en provecho de toda la santa Iglesia de Dios \ de
su propia salvación» Por todo ello prometen lodos, unánimemente.
,i Carlos fidelidad v obediencia: y. en la reunión que él mismo pre
sidien seguida en el palacio real de Pavía, el nuevo rey solicita, ame
lodo, década uno «honrar y venerar a la santa Iglesia inmana, que
es la cabeza de todas las iglesias y no emprender nada contra sus
derechos y su potestad»: ademas pide a cada uno dedicarse a «sciste-
nercl hrmnrdc... Juan, soberano pontífice y papa univeisal». «aco
ger con el mayor respeto las decisiones» que el Santo Padre
«decrete en nombre de su ministerio apostólico y conformarse a
ellas con la obediencia que se les debe»; no cometer depredación
alguna en los territorios pontificios ni en los patrimonios de la
Iglesia romana, pues, délo contrario, se caerá bajo condena de tri
ple destierro real: y. sólo después, un muy breve articulo recuerda
en dos lineas el «respeto debido al honor del emperador y la ohli-
i>in / ‘iii'i/. j-.V, s 7 \ p ja .s’ |l ti el p.-.lülolóCíl.i cl;ii;i ' rvoc.'-.eiou <lf Stilus-
iv.:: e urbe»! Ytiuil, tu t i m u u r c f i'ih o u n ; v iini'hi'iH ' .■ • a ri'to l..' N eel t )
Ciiy.-nii.l. II. r pjg.i. kW-IINl Sol'10 1.1 .ItlICillicldod de i'SIC IfXtO.v í .im: J
i .ilniene. Dípíormuiei i'¡ie<. :'u t-’iM. cero im sal'cnHv-poi iy,.e lazoiicscl tiutor
iltírsic lil'Ki :tvlia el áoe;iir.fnitu-n o ile cueivilel K’i» I •' más>¡,.v' puededecirse c-
i|iie esinnleiiipora (lin d el «¡cinenie (f ri/u/id i II n 1 ', 7I 1 l.-chaUn u n neis pioci-
-¡oii. cu el mu- Je lebrero
•40
¿ación i le sonielerse a sus mandatos» bajo pena de procesa-
miento.1:''1
•4
comienzos de enero: ' pero la más elemental prudencia aconse
jaba a Carlos no dejai abandonados demasiado tiempo a sussúhdi-
los. Asi. apenas reconocido como el rey de lialia, lo vemos regresar
rápidamente ¡i sus antiguos listados, después de haber delegado d
gobierno de la península al conde de Viena. Roson (hermana de su
esposa Riquelda]. a quien invistió para ello con la dignidad ducal ll,<
Apenas apareció Carlos en I-rancia. la calma, turbada un mo
tílenlo por la fracasada intervención del rey de üermania. se restable
ció. Pero vencido este primer paso.ora necesario triunfar en olro.cl de
hacerse rcconocei como emperador por la totalidad del mundo
franco. A es le efecto se convocó, para comienzos del verano del 876,
mi gran concilio de los obispos de Cínlia. que tuvo lugar en Pontliion
(cerca del actual Vilry-le-FraiKois) del 21 de junio ai 16 de julio. l-,”)
bajo la presidencia del nuevo emperador asistido de los obispos de
Arczzo > de Toscanella. que habían venido a acompañarlo como
legados pontificios desde el mes de abril: *’ ya que en adelante, el
papa, con quien Carlos el Calvo mantiene una estrecha alianza, apa
rece. en cada uno de sus actos, respaldándolo o colocándose a su lado
C¡ncuenta obispos de Francia o fiel antiguo ivino de I.otario con-
cumcron al concilio: pero duran le los veintiséis dias que duró,
todo se hizo como si las deliberaciones hubieran sido preparadas en
Roma i las decisiones hubieran sido decretadas de común acuerdo
cutre el papa y el emperador. No sólo fue esencial la acción desple
gada cu los debates por los Jos legados pontificios, sino que casi todas
las sesiones estuvieron dominadas por la lectura y el examen de caitas
que el Soberano Pontífice habla remitido para felicitara unos, amo
nestara otros. pedirla aprobación de tal o cual medida \ dictar a cada
uno la conducta que habla dcscguii : C'artas e instrucciones com
plementarías llegaron aún Jurante el concilio, traídas piados nue
vos enviados pontificios, uno de ellos el propio sobrino del papa, el
obispo de Gahies. León, apoensario de la Santa Sede '
Al mismo tiempo se dispuso todo de tal manera que los asisten
tes quedaron hondamente impresionados v persuadidos que con la
V4S
proclamación vio Carlos como emperador se abría una nueva ora.
En la sesión de apertura. Carlos se presentó llevando el vestido
tranco lmi compañía de los dos legados: pero, ya en la segunda
sesión, se dio lectura de todos los documentos relativos tamo a su
elección como rey de Italia como a su exaltación al Imperio > se
invitó a la asamblea a dar su aprobación a ellos. Después, poco a
poco, fue modificándose e! ambiente: en la sesión quinta se leyeron
las cartas de felicitación enviadas por el papa al nuevo emperador,
luego, al otro dia, se presentaron los suntuosos regalos que le
enviaba, especialmente, las insignias de su potestad imperial: un
cetro y un bastón de oro: finalmente, en la sesión de clausura, el 10
de julio, apareció el emperador revestido con el traje imperial, según
la moda bizantina, y conducido por los legados pontificios revesti
dos también con los ornamentes eclesiásticos usados en Roma: y la
ceremonia religiosa que señaló el fin del concilio se rodeó Je una
pompa y un ceremonial inusitados en la Galia. I,' ,í
Pero el concilio Jcbiu servir, sobre todo, para ¡ifirmai sólida
mente la autoridad del nuevo emperador sobre el conjunto del
mundo franco. Es probable que fuera invitado Luis el Germánico a
enviara ¡a asamblea ¡i sus obispos, pero él se limitó a enviar a ella ni
arzobispo iic Colonia, a quien se entregó una carta por la que el
papa reprochaba con vehemencia a] clero de Germania el habet
consentido por inercia que su rey invadiera Francia cuando Carlos
t i C tifrfi estaba en Roma pata recibir allí la corona imperial que.
Dios le había reservado. Por oirá parte, el arzobispo de Colonia
iba a la reunión —junto con dos condes del reina dcGenumiiu que
le acompañaban— no para asociarse a las deliberaciones del conci
lio. sino paui proiestai contra la anexión do los Estados de Luis II
por el re> de f runcía a quien Luis él (¡t-nminico recordaba sus ante
times compromisos respecto al eventual reparto Je los territorios
qnccl fnllccimienlodcsiisscihnnosJcj.ini Vacantes. ¡Pero miera
de e.\o precisamente de lo que se i rulaba! I I concilio, por el contra
lto. tenia como nusum ensanchar el campo de acción reservado al
nuevo emperador y por eso. entre los asuntos sometidos a su exa
men, los Inihiu que desbordaban ampliamente el mareo de la Galia
Asi. no vacilaba el papa en liarle conocimiento inicial de la- conde
nas pronunciadas en Roma el 19 de abril contra el obispo de Porto
I ruinoso, el luniwndctth» Gregorio v algunos de los más importan
te-, |viso najes ile la ciudad, acusados de maniobras sediciosa- con
c -' /,/. m p.íe l.in iso td ii del .' ils lu» iiliii do uliol
1 ¿/ifrw/fV l. v il. | ' . i i ¡> . V V J
: !dn, |\ig, >l(i. n ' >
I j rloí . i 41Vii i ti no hal’i.'í silu ln Je Roma p.ir: P a n a li:isi:i el ? <le meso
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1" V ? 11
H " í í ( a li-ie U C . Dif‘io»it>n .< i i v >., í / i $>i i V(W.' | m ie I ’ S.
Ansegiso (ni como la redamaba Carlos. i: 1Este hizo sentaren Jugar
de honor, desde la primera sesión, al arzobispo de Sens. con franco
descórnenlo de Hincmaro. que inmediatanienre elevó una solemne
protesta.' 111 y sucedió con el \ icaruito de Ansegiso lo que otrora con
el de Drogon: su institución nació muerta
Un cuanto a LuisW Germánico y a sus Jáleles hubo que buscar,
para lograr su adhesión, otros medios distintos a habilidades de este
género o a las medidas de intimidación de las epístolas conminato
rias dirigidas por Juan VI11 al episcopado y a los condes de G em ia
nía. I*V
'"b El 28 de agosto una embajada compuesta por représenla tiles
de Carlos el Calvo y por dos legados pontificios, cuyo concurso pare
ció absolutamente indispensable a todos los actos políticos del
nuevo emperador, salía de Francia con destino al reino vecino para
buscar una base de acuerdo con I.uis. sus hijos, sus obispos y sus
proceres. " y tal vez hubiera podido despejarse la atmósfera si tío
hubiera sido porque, no bien había salido la embajada, se supo que
Luis acababa de morir el mismo dia l‘"i en que los delegados se
habían puesto en camino.
Entonces, con aquella vesánica audacia que lo caracterizaba.
Curióse/ Cfilvo no tuvo más que un pensamiento: aprovechar inme
diatamente la ocasión para desquirarsu desgraciarlo retroceso del
año 870 \ reinstalarse en Aquisgrán. que en aquella sazón le había
obligado a evacuar su hermano. " Días después de la muerte de
Luis el Uvrmanico ya estaban sus emisarios en «Lorena». prece
diendo en pocas dins la llegada de sus tropas v la suya personal. A
mediados de septiembre hada su entrada en Aquisgrán v luego en
Colonia.cn donde recibía la noticia de que los normandos remon
tarían el Sena con unos cien barcos grandes. Sin cambiar por ello
sus designios prosiguió imperturbable su camino hacia Maguncia.
Halando, sin duda, de ocupar toda la orilla izquierda del Rut. '"
Esperaba sorprenderá sus sobrinos en medio de la confusión de un
arreglo de la sucesión que aün estaba imprecisa, pese a un repinto,
teórico, que. su padre había hecho el Xó5 en su lawir. V en esto se
equivocaba 1 uis el Jovc». aquel de ellos cuyas posesiones eran las
más directamente amenazadas \ cu lodo caso la» más próximas, ya
que comprendían Sajorna htriugi.i \ la «branda oriental» " se
»5t
simo a orillas del Kin. después de un rano intento de negociación,
que franqueó unte Andernuch, a unos veinte kilómetros más arriba
rieCoblenza. L'n terrible combate tuvo lugar el 8 de ocrub recerca de
esta ciudad. \ en aquella acción Carlos el Calvo luc derrotada
Dura lección para el emperador, que se vio obligado a huir sin parar
iiasla Licja con los restos de su ejército y tuvo que dejar el campa
libre a su sobrino, quien pocos días más tarde hacia de nuevo mi
triunfal entrada en Aquisgrán. 1Destrozado moral y físicamente,
pues estaba enfermo de una pleuresía que por poco el cuesta la
vida. 3!‘ Carlos se dio cuenta, aunque demasiado tarde, que la idea
de una restauración imperial tan completa como la había sorbido
en el arrebato délos primeros triunios se encontraba ya fuera de su
alcance y que, para llevar a cabo la realización de una obra dura
dera. le hacía falla limitar sus ambiciones.
is:
enviara socorros; en vano le animi ¡aba con espanto, pocos shas
más tarde, que. según informes seguros lina Ilota de cien grandes
navios sarracenos navegaba hacia Roma: Boson se mantenía
sordo a aquellas alertas. El duque Lamberto, restablecido en Spo-
leto a instancias del papa, y su hermano Guido, designado adjunto
suyo con la misión, al parecer, de ayudarle en la protección del terri
torio pontificio. solo se preocupaban de sus intereses persona
les. ir fin cuanto a Carlos el Calui. se eiemizahu en la Galia. v
prodigando buenas palabras y promesas difería constantemente su
intervención, }-' Ll 15 de noviembre del X76 le demuestra Juan VIH
su impaciencia y su decepción: ¿no ha sido elegido ( arlos para sei
sosten y defensa de la Sania Sede’.’ El papa solicita de los prela
dos de la (jaita y de la misma emperatriz Riqudda que pongan en
juego su influencia, a fin de apresurar la salida del emperadoi
hacia Italia,
La noticia del desastre de \ndernnch. en octubre, no impidió al
papa renovar sus demandas. En la primavera del 877. recibe C arlos
el Calvo, convaleciente de su pleuresía, la visita de dos legados pomi-
fieios. que le entregan una caria del 10 de lebrero con términos
más apremiantes todavía: los sarracenos realizan correrías en los
alrededores de Ruma: se han apoderado del valle del \niu. a algu
nos kilómetros al norte Je la ciudad; l.i suerte de la cristiandad está
de nueva eu juego «Es que crees que los darlos que sufre nuestra
Iglesia son pequeños'.’» Por desgracia no es asi. precisa el papa, que
se considera en vísperas de sucumbir. V agrega, no me obligues a
«dirigirme a otro lado» y envíame sin dilación al auxilio hace tanto
tiempo prometido. I res dias después, había agregado el papa a
esta carta tina poetada para recorrí a ra su dcsiinataiío que el trono
imperial que le había reservado con perjuicio de sus otros preten
dientes conllevaba obligaciones especiales. ( arlos no podía pretex
tar otros cuidados para sustraerse a su deber con la Iglesia romana,
cuyo peligro sobrepasaba a todos los otros. Lste uigiu: bajo los ata
ques conjuntos de los sarracenos y del duque de Spolelo. la Iglesia
V A.SAM BL h /\ D £ Q W J P R /Y (S77)
isa
itcicll un se poJia olvidar; el largo viaje que iba a em prenda por
segunda vez. el peligio de nuevos ataques a que. bien sabia, estaba
expuesto su reino por parte de sus sobrinos lanío como por los nor
mandos. los liesgos que iba a correr entonces al aventurarse hasta
aquella Italia meridional, en donde el peligro musulmán reclamaba
su presencia y. íinulmenie. In muy escasa confianza que le inspiraba
su li i jo I imelTartamudo. al que necesariamente tenia que conliar la
regencia y del que anteriormente bahía tenido que Inmcntai las trai
ciones. todo eslo constituía para el emperador, enfermo \ enveje
cido prematuramente, un cúmulo de preocupaciones de que nos
dan manifiesto testimonio las decisiones adoptadas en Quierzy. En
aquella ocasión quiso que cada cual adquiriese sus propias respon
sabilidades adhiriéndose por un formal compromiso a las decisio
nes que iba ¡i promulgar; y una feliz casualidad nos lia consenado
el texto, por lo menos parcial, del cuestionario a que fueron someti
dos los proceres reunidos en Quirr/v asi como el de las respuestas
que dieron
I n la mayoría de los asuntos las preguntas y los respuestas son
claras, y el emperador obtuvo de sus tldvh's todas las seguridades
deseados; promesa de respetar los bienes de la Iglesia y las funda
ciones personales del emperador larls. I y 2); aquiescencia a la
designación hecha por él de las personas que van a acompañarle a
Italia (art. .i), confirmación de los juramentes de fidelidad} de leal
colaboración prestados por iodos en los años anteriores (art 4);
garanda de loe bienes personales de la esposa y de los hijos del
emperador (arts. 5 \ 6). aprobación, en principio, de las medidas de
protección que el emperador juzgase pertinentes, en caso de ataque
de sus sobrinos contra su ejército o contra el reino (art. 1).
De acuerdo con stis/We/es.Cuilos decretó, además, las deposicio
nes conservadoras que debían lomarse en su ausencia para los ofi
cios y beneficios que quedaran vacantes (ari. ó); en caso de muerto de
un arzobispo, el obispo más cercano se hará cargo de la diócesis,
junto con el conde de la ciudad cabecera, basta la noli lie ación del
fallecimiento al emperador, en caso de muelle de mi obispo la dió
cesis será administrada poi uu visitad,» designado por el arzobispo,
de acuerdo como con el derecho amónico, visitador que será asis
tido, como en el caso anterior, por el conde que resida en la sede afec
tada hasta set notificado el caso al emperador; en caso de deceso de
un abatí, el obispo y el conde Jel distrito IcnJrán en las mismas con
dicioncs el cuidado provisional del monasterio. 1 a elección de nuevo
tilulai cuestos tres casos, quedará sometida a las reglas habituales,
es decir, suhuidinnda a la aprobación del soberano.
35#
Era de esperar una terrible batalla. Procedente, sin duda del
Bren ñero. C. arlomán avanzaba rápidamente sobre Pavía y Carlos W
Calvo, que esperaba la llegada de importantes refuerzos traídos de
l: rancia, juzgó prudente replegarse al sur del Po. hacia Toriona. en
donde el papa, siempre a su lado, coronó como emperatriz a su
esposa Riquelda. Luego, como el peligro se concretara. Carlos hizo
que ésta \olvicra ti atravesar inmediatamente los Alpes por !¡i más
próxima garganta, la del C enis. llevando su tesoro i;“
C arlomán seguía avanzando y, sin embargo, los relnerzos no lle
gaban. Pronto se tuvo la explicación de este remiso: acababa de pro
ducirse en b rancia un formidable levantamiento capitaneado por
algunos de los jefes militares que mandaban las tropas de refuerzo.
Entre los que figuraban al frente de aquel movimiento estaban el
conde Boson. hernia nú de Riquelda. Hugo, el Abad —uno de los
miembros más distinguidos de la familia Wclf y primo carnal del
emperador—, el conde de Auvemia. Bernardo Plantevelue. el mar
qués de la Septirtiania. Bernardo, y a éstos seguían en la rebelión
otros condes y muchos obispos del reino. De cuantos habían que
dado en Francia, muv pocos, afirma Hinemaro. se mantenían
lióles. |lJ'
I os historiadores han tratado <le descubrir la causa de esta rebe
lión que sorprendía a L arlos WCaho en un momento decisivo. Hay
una incontrastable, superior a todas y resulta ahúmente significa
tiva: el mismo Imperio, con todo lo que implicaba de nuevos tribu
ios. Carlos volvía a Italia el 877 «contra la voluntad de los suyos»,
declara con palabras precisas el autor anónimo de los Anales de
San Vaasr de Arras. Descomento ianlo más explicable cuanto
que la expedición del rey de I rancia era posible gracias al hecho de
haber entregado a los invasores normandos una contribución, cuya
v irgu sobre los tributarios pareció a éstos insoportable. 1 1 <’,Nn era,
en tales circunstancias, una verdadera deserción la ausencia de Car
los? Ya el año S75 le reprochaba Hinemaro haber «abandonado
espontáneamente su reino para marchar a Italia».I-1' dejando a los
MiUis expuestos sin defensa al ataque de los enemigos; " Y asegura
haber Oído entonces al pueblo reprochar al rey «que dejai a el reino
en el momento en que. trastornado en su interior, estaba cer-
«O
solidariamente; v, después <Je haber anatematizado a Lamberto
Je Spulclo y a sus cómplices, abandonó Roma a Fines de abril del
S7N. se hizo a la mar. loco en Genova y desembarcó en Arles el I de
mayo. Desdealli.se hizo acompañar por el conde Bosori liasia Lyon
y siguió después su viaje hacia el none.
Ames de dejar Roma, y luego desde Genova, había dirigido car
ias a los monarcas carolingios *1 para exponerles la gravedad de la
situación e Invitarles a sellar entre ellos una alianza que exigía la
salvación común: además les anunciaba la próxima reunión del
concilio, del que esperaba habría de salir una.solución, por la buena
voluntad de lodos, el angustioso problema del Imperio, condición
primera, según su opinión, para la salvación del papado y de la
Iglesia
Pero ana doble y penosa decepción 1c esperaba a su llegada a
Francia Sucesivamente se enteraba de la enfermedad de dos de los
cuatro reyes carolingios a quienes contaba leñera su lado: ladeC nt-
lonián, al que piometió ir a visitar después del concilio. y la de
Luis el ¡artmmdn, que estaba retenido en Tours por un mal súbito
que por un momento hizo peligrai su vida 1 1Todo lo que pudo
haeei provisionalmente el rev de Francia fue facilitarle el viaje
hasta I roye.v a cuyo obispo dio orden de acogerlo y en donde piulo
ser convocado el concilio para el dia I Je agosto 1 Fn cuanto a
Luis ct Joven y a Carlos el Craso se hicieron los sordos: ni uno ni otro
pensaron siquiera poi un momento en ira T royos \ el papa invoque
resignarse n prometer que les visitaría también después de la cele
bración del concilio, que ya no seria más que un concilio «de las
Galias», pues los obispos de Gemianía, al igual que sus monarcas,
no iban ¡i comparecer en él. u
De apla/.amicnlo en aplazamiento, el concilio, cuya apertura se
habla fijado al principio paia el 2 de julio ’’’ y luego para el I de
agosto, no dio comienzo luisia el 11 de este último mes i aun el
earoh ligio, con cuya presencia había contado el papa, no llegó hasta
varios días después. asi que el efecto que Juan VIII lrulaba de
producir salió fallido: ni un solo monoica estaba allí para la sesión
*1.4
citas ( ¡irloiiiáu \ Carlo.se/Craso, a lin de realizar entre Unios ellos el
acuerdo general deseado por el Soberano Pontifico. 1 ' Do esta
manera, el pudo de I mirón ora.cn su propósito, un preludio para el
restablecimiento de aquella unidad inmea que, desde la muerte de
l iidovico Pío. no había cesado la Iglesia de conliar en conseguir.
Pero la conferencia ptenaría de los reyes enrollarnos proyectada en
Fotiron no piulo celebrarse. Muy enfermo desde hacia liempo. Cado
ma n sufrió un alaque de parálisis a comienzos del 8?S) y perdió el
habla: después de haber acudido a su cabecera, su hermano Luis el
.bren, que creía asegurada para si la sucesión, se dedicó a recoger, anti
cipadamente. las adhesiones de los fideici de Baviera:1* por su parle.
Luis Tartamudo sulrió a comienzos del arto una tan grave recaída de
su dolencia que le fue forzoso abandonar el cuidado del gobierno a su
joven hijo L-tus 111 y no tardó en morir! 10 de abril). '**'Un estas condi
ciones la conferencia proyectada tuvo que ser aplazada .anadie y. tam
bién por este lado, se esfumaron las esperanzas de Juan Mil
365
Nunca iun sombrío so había presentado d horizonte político. La
muerte prematura de Luis el Tanatiituíi). el 10 de abril de 879. a la edad
ile treinta y lies años.,w habla sido en Francia para la monarquía la
sedal ríe un nuevo retroceso. Durante algunos meses reinó en el país
una extrema confusión en medio de la cual los proceres luchaban unos
contra otros con el único propósito de procurarse con las menores pér
didas el máximo de independencia y do ventajas materiales. Algunos
c|iierian asociaral mayor de los hijos del fallecido, a Luis III. que ape
nas contaba dieciséis años de edad y a quien Luis Wlarutimulo habla
encomendado, ntni en vida, del gobierno, su hermano más jov en, en
dos o tres años. Carlomán. Pero nacidos ambos Je una primera unión
considerada ilegitima, fueron descartados a la vez por un grupo levan
tisco que deseaba como soberano al iej de la «Francia oriental», a
luis el Joven Y no sin mucho esfuerzo y después de una amenaza que
este último hizo de invadir Francia, se logró que Luis 111 y Carlomán.
apresuradamente y los dos juntos coronados v consagrados, a Unes del
venino, por el arzobispo de Scns. Ansegbo. en el pequeño monasterio
de Fcrriérc en el Omináis, fueran aceptarlos como reyes después que
sus consejeros cedieron al rey de lt¡ Francia oriental, para desviarle, la
pane de la Lorena concedida a C arlos rl ( ahn en el reparto del 87H 1 1
Además. I nis rl ./oren sólo abandonó sus preiensiones para poder
tener las manos libres por el lado de Baviera, donde acechaba la suce
sión de su hermano Carlomán. entonces moribundo y sm oiro hijo que
un bastardo. Amnlfo. igualmente vigilanie. I>"
Fn tal coyuntura ¿hacia quién podía dirigirse dicazmente
Juan Ylir> Durante algunos meses su correspondencia transparenta su
confusión. Hasta junto del N79, cominua dirigiéndose, a lo menos
para guardar las formas, a Carlomán pidiéndole su ayuda IN-. aun
que sabe desde hace semanas a que atenerse respecto a su salud |,,s
pero, a la vez. aún se cree en el caso, hacia el mes de marzo, de recor
dar a Boson las conversaciones secretas que tuvieron cuando el con-
ciliode Troves y los compromisos que adquirieron ambos entre si y
le pide que detinitivamcnle le haga saber sus intenciones luego.
»in esperar su respuesta, escribe a CarloseV Craso, el 3 de abril, para
decirle que cuenta con él v que le reserva «los honores» quesn soli
citud le ganarán 1 Fn junio vuelve a acosarle pero, en el
. íiih tivtti# ano $79. pá¿. !■*$: An». ntV>$‘9. g.tf -U.
SoHre Kíilci'oles dediueoiiuenlcs seise•b m fie m u .uva \ ’v pÁijs. l-tvl.'1):
U/j 1 ifin *i j-.1e 45 *, el iehili i iH Carbol. piji? t.’.'-JPt*
*M ti», Jk-ni*. . ano $~9. |>¡tg. 1-9. b>!\ F lihl. ¡ u t o S , < ) . p;ig. 9 . V
r./MM 1. Vil. i'iie-. ¡¿M44. n l~‘*. pags tS4-|?S .i |9.l > un
■4, Wi<». \\\e i .L\ nJ i(O
*U íl,V»I |\IL‘. 140. u- 1$'
tac»: r*i«v 136-177. n1liSS
-b f,An, I-L4-MV M' I5U
!fi(i
mismo momento, encargaba al obispo Je Panna Je una misión en
Gemianía y le recomendaba vera allí.si Jebe dirigirse a Carlomán o
a Carlas el Craso, a la vez que precisando que el peligro sarraceno le
obliga a recibir lo antes posible la ayuda «de cualquier monar
ca '" •> A mayor abundamiento) para colmo de precauciones, tam
bién escribe, paralelamente, a Luis el Joven para confiarle que el
apoyo de «sil poderoso brazo» le es indispensable, queespera su lle
gada y que está dispuesto a entregarle «el imperio romano
Hurte estos diversos candidatos posibles no sabe cuál será el
bueno. F.l 0 de mayo declara que no se atreve a alejarse de Roma
porque espera, de un día a otro, la llegada de «un rey de los liun
cos ¿Cuál? No lo prevé todavía con seguridad y, como desean*
lia. advierte al arzobispo de Milán que no acoja como rey a nadie
sin darle cuenta «porque el que dehe ser ordenado emperador dehe
primero haber sido elegido» por el papa Audaz pretensión que
demuestra hasta que punto, aun en medio de la violenta crisis en la
que se debate, se hahia. poco a poco, dejado arrastrar Juan VIII
según sus pretcnsiones, el Soberano Pontífice ya no es solo el
.supremo dispensador de la diadema imperial, sino que a el corres
ponde disponer como dueño de la corona lombarda con el pretexto
de que la dignidad imperial es su natural complemento.
Durante el verano del fi7l). acabaron por esclarecerse las confu
siones. Cediendo a las demandas del papa, que le pidió mantener
sus promesas o retirarlas Carlomán se retira ame su hermano
menor C arlos el Craso, a quien cede sus derechos sobre Italia, ni
mismo tiempo que permite a su otro hermano. I uise/./mm estable
cerse cu Raviera y. en el mes de oclubre.C arlos elC raso ocupa la
Italia septentrional sin tener la cortesía de avisar desús intenciones
al Soberano Pontífice, que se sorprende del procedimiento y llama
la atención al rey de la Al amanta sobre el respeto a las formalidades
Pues, perfectamente lógico consigo mismo. Juan VIH tiene la con
vicción de que debe subordinarse a la aquiescencia pontificia la
coronación dc( arlos como rey de Italia. Convocado por él a Pavía
para el I de noviembre, para deliberar allí en torno a los asuntos de
la Iglesia a de! reino, el papa reclamó, ante lodo, el e n v ió de tiii.t
embajada encargada de notificarle, dentro de las formas obligadas
la llegada de aquel monarca en quien sólo ve un candidato 1 Car
JhS
designando ni papa dos pro lee lores, que —amarga ironía— resulta
ron ser... el nuevo duque de Spoleto. Guido, hijo y cómplice del muy
lamoso Lamberto, y su compañero de pillajes, el marques de i os
ea na. Adalberto l41". .Singulares protectores! Si con Ada Iberio acabó
Juan VIII por llegar a un acuerdo . Guido, apodado la Peste
siguió siendo un implacable enemigo que se burlaba del papa y,
según éste decía, se ponaba como un «ladrón rapa/ IJIV bvidcule-
menlc. era imposible contar con lat personaje para conicner el
avance de los sai ráceos.
Ahora bien, por Ionio que este avance fuera, seguía siendo temi
ble, y la connivencia de los musulmanes con las autoridades civiles
y idigiosas de la Italia meridional se bahía hecho ¡religiosa. Los
obispos de Ñapóles, de Amalli y de Gacla era. también cómpli
ces J Por medio de fuertes sub\endones que gravaban pesada
mente su presupuesto, conseguía el papa temporalmente, ganarse
un aquellos diversos punios auxilios marítimos que le permitían
retrasare! momento fatal: pero aquellas ayudas eran preeaiias y con
írecuencia las subvenciones se gastaban en sano y los interesados se
guardaban el dinero, pero no actuaban 14 J. A veces, también.
Juan VIII lograba la ayuda militar de alguna escuadra bizanti
na pero este lampoco pasaba de ser un remedio provisional, 3
contemplando las Ilotas musulmanas que cruzaban én alia mar
Iré me a Ostia, el desdichado papa volvía a temblar por la suene de
la capital de la cristiandad |11ÉI
bue necesario, sin embargo, que pasara iodo el año SRO en acti
tud de espera y sin contar con otros medios para tener alejados a los
sarracenos que con el concurso de las ilotas griegas -r hasta el
¡.mulo tic que esto despena i a en C arlos el Craso basiames sospe
c h a s11 Kcicnidó en sus Lisiados, el monarca de Alamania no
manilesuiba mucha prisa por haecrel viaje a Roma, pese a las reite
radas ciólas 1en las que el papa le mostraba una impaciencia que
no le impedía, stn embargo, sosténci sus exigencias Ln casi todas
(|.y
sus cartas repetía que Carlos debía hacerse preceder poi un embaja
dor con el quc debían, antes, arreglarse de manera clara las cuestio
nes relativas a los derechos > privilegios de la Iglesia romana, ya que
1j coronación imperial oslaba subordinada a este requisito.
riualm cute.cn noviembre, volvía Carlos a Italia y en diciembre,
lomando la vía Emilia, se dirigía rápidamente a Roma en deudo
entraba en los primeros díasele febrero del 881 antes Je la focha
en que el misino papa lo esperaba, ya que el 25 de enero Juan V]||
oxpre.saha su asombro ante la noticia do que. quemando etapas.Car
los el Craso llegaba sin haberse hecho preceder Je la embajada que
el Pontífice le había incesanierlc pedido como una necesidad.
Envió a mi encuentro legados con instrucciones precisas para notifi
carle su irrevocable voluntad ilu no conferirle el imperio antes de
que se concertara cutre ellos el acuerdo previo con respecto a los
derechos y privilegios de la Iglesia loruuna, \ esto antes do que Car
los traspasara las fronteras del l.slado pontificio 1 Sobre esta
cuestión de principio se mostraba el papa intransigente, ya que. en
electo, ella iba a señalar toda la evolución ulterior de la institución
imperial; \ no hay que dudar de que sólo después Je que Carlos cf
Craso dio ai Soberano Pontífice las garandas reclamadas, fue admi
tido finalmente M para recibir los linnoics de la consagración
imperial en San Pedro de Roma en la primera quincena de febreto
del NNI (posiblemente el 12 de lebrero).
Muy mediocres, para colmo, iban a ser las ventajas que el papa
obtendría de arpie! acontecimiento tanto tiempo y con lauta impacien
cia esperado: u¡ contra los sarracenos ni coima el duque Je Spolcio ni
con Ini nadie, h iai nada el nuevo emperador, pese a las desesperadas
demandas que se le dirigieron 1 abandonando Roma inmediata
mente después de su coronación. I arlos .7 Ow.ru no volvió jamás a la
Italia meridional y ni siquiera a las orillas riel libei. Unica mente la lia-
lia .septentrional tuvo el privilegio de su intermitente presencia. Hs cierto
que pmmeiio enviui soco no a aquellas Aínas ' '. pero nunca cumplió
esta promesa ni volvió avei a Juan VIII si no durante un concilio al que
éste le invitó \ que tuvo lugar en Rávena en l’ehicioilel 882 ; es verdad
que decretó algunas decisiones de pimtipio contra lo.s enemigos de la
Sama Sede, especialmente contra el duque de Spoleto pero en
ni
seguida ve inhibió cada vez más de los asnillos italianos, abando
nando al papa a su irisle suene. Presa (lelas peores dificultades, trai
cionado por todos, sin fuerzas suficientes pura impedir que los
sarracenos, aliados con Ciaeta. se apoderaran del valle dei Ciare-
llanov realizaran algaradasdenlro del territorio rumano. Juan VIII
iba a morir trágicamente el 15 de diciembre del 8S2. envenenado,
según se cree, por uno de sus familiares y luego rematado n nía ni Ha
zos en la cabeza
'71
persona tío aquel Boson. conde de Viena. cunado de ( arlos WfdAvz,
cu ya bulliciosa actividad ya vimos manifestarse desde el aña S76
lauto en la corle de los reyes de T- rancia como en el séquito del papa
Delegado el r ilado año durante algún lienipo por su cuñado como
gobernador de Italia ,iJ. se había casado allí con la bija del empera
dor Luis !l. Lrmengarda M,J. que parece haberle llevado al matrimo
nio algo de aquel genio míngame que poseía su madre, la inquieta
T-nge)belga, y un acrecentamiento —que el ciertamente no nece
sitaba— de proyectos ambiciosos Desde arpie! momento su mala fe
se lúe manifestando por Ih rebelión durante el segundo viaje de Car
los el Calvo a Italia, luego con su actitud ambigua en los dias de Luis
el lorhimtido \ mis tratos secretos con Juan VTII cuando el concilio
de í royos, y con su posición indefinida al advenimiento de Luis Mi
y de C'arloman |Ji\ Sólo trabaja para sí mismo cada vc7 más impul
sado por su esposa, según dice llinemaro. la cual se indignaba ya
que siendo hi ja de un emperador y habiendo estado prometida a un
emperador (ya que por tazones diplomáticas su padre la lutbia tlcs-
tinaclo otrora al emperador bizantino Basilio 1). sólo tuviera por
esposo a un conde u*\ Asi, desde el 25 de abril del 87l>, éste ponía
oren liosamente en una de sus actas este titulo inusitado' «Yo
Roson. que soy lo que soy por la gracia de Dios», mientras el notario
que redactaba este documento de forma insólita se intitulaba con
no nicnot orgullo archicwu iUer. a ejemplo de los jefes de las grandes
cancillerías reales. Además, el año del reinado de los dos principes
que entonces se sentaban en el trono ele Francia, I uis 111 y C'arlo-
mán. y que debiera esta i indicado en la lecha, de acuerdo con la cos
tumbre. no aparecía pata nada. |J!
Su voluntad de no considerarse subdito tic los liijus de Luís el
Tunaimiíb era evidente Tal vez también estuviera Rosna desde
aquel momento resuelto a sostener que aquellos dos jóvenes eran
indignos de la monarquía En todo caso esto fue. sin duda, lo que
creyeron \ quisieron dar a entender, algunas semanas mas tarde, los
seis arzobispos de Viena. I yon. Besimcon. Tarenlatse Arv y Arles,
junto con diecinueve de sus obispos sufragáneos, cuando, reunidos
con cierto numero de/>r<./i c«> en Mamadlo, corva de Vierta del Del
tinado, el 15 de octubre del 87d, confnicron a Hoson la dignidad
real. Declararon en aquella ocasión que le habían elegido rey poi
que la muerte de I ui> el Tunainudo había dejado al reino stn defen-
W-t
girt. Va en los postreras artos del reinado de Carióse/Cu/vo había
redactado. para uso del soberano, todo u ii breve Matado sobre
los derechos y los deberes de la monarquía, tales corno estaban esta
blecidos tradicional mente desde los días de Carlomagno y de Ludo
vico Pío: reitento este lema en una caria dirigida el 877 a l.u isd
Tartamudo '■ug, en la cual se dedicaba a oblenerdel pasado lecciones
aprovechables para el presente. TI 2 de abril del 881. al red¿tctar las
acias de un sínodo episcopal celebrado bajo su presidencia en la
iglesia de Sania Maera de f-ismes. llamaba la atención de l itis III a
quien, de los dos hijos de Litis W Tartamudo, incumbía el gobierno
de la h rancia septentrional, sobre una larga serie de artículos saca-
tíos de las antiguas capitulares, y esto le daba ocasión para evocar
intencionalmcnte ante el joven príncipe, los gloriosos tiempos en
que ( arlomagno reinaba sobre el Imperio, rodeado de sus conseje
ras. tres de los cuales, según afirmaba, estaban siempre junto a él y
con ellos preparaba cuidadosamente todas sus decisiones. Y a ren
glón seguido, te aconsejaba a Luis III que tomara como modelo
aquel ilustre ejemplo, si quería hacer renacer en el rento las tradicio
nes de justicia y las virtudes ancestrales, que eran las únicas que per
mitirían salvarlo del desorden y Je los paganos: pues lie aquí que
bacía tiempo que, en lugar de defenderse contra los normandos, se
había adquirido la costumbre tic contentarse con comprar su reti
rada. arrastrando a la misma ruina, como consecuencia del peso de
los tributos que había que pagai. tanto a las pobres gentes corno a
las iglesias,otrora las más ricas: demasiado hacia también que 'teste
reino, antes noble y grande, eslá dividido en sí mismo». *
Finalmente, el arto 882, después déla muerte de Luis 111. prema
tura mente desaparecido el 5 de agosto de aquel arto, y dirigiéndose a
Cariomán que había quedado como monarca único en el trono de
Francia. Hiñe maro, ya en vísperas de su muerte se cree en e! deber
de dar at joven principe un supremo consejo. La dominación caro-
lingia. le deja entender, se acaba si los reyes no vuelven a bailar el
sentido de la grandeza franca y por ello, en sti Doot'diih'pahitii. no
vacilará |i?l en presentar ante sus ojos v los de »us fídvU ’s un cuadro
completo de la organización poldiea y administrativa del Imperio
IV
matulos pnrn el cual serán movilizados francos, alamanos. lurin-
j>ios. sajones c inlciiso lombardos: el emperador se hace cargo del
mando de sus tropas y en julio se presenta delante del campamento
de los caudillos normandos del Mosa.cn Flsloo; pero, con inmensa
decepción para todos, al cabo de doce dias. se inclina a tratar tam
bién con los piratas y compra, por medio de un fuerte tributo, su
repliegue a Fiisia. en donde queda establecido oficialmente el
duque Godlred a cambio de la vana promesa de su alianza y de su
conversión al cristianismo. No por esto dejan de tenerse espe
ranzasen Carióse/ Craso: y el hecho e.s que si bien desde el asunto de
Flsloo ya no interviene personalmente en la lucha contra los nor
mandos. delega su autoridad militaren un maravilloso caudillo, en
el conde t noque. quien se cubre de gloria en muchos combates y
culmina su fama el año 885 con un ataque audaz: la matanza del
duque Cíodfrcd y de los suyos destrozados en pleno país íj isón por
los guerreros francos que Hnríqne condujo personalmente al cam
pamento enemigo al socaire de nuevas negociaciones. ‘1
Mientras tanto, la situación se ha agravado en el reino del oeste,
en donde Cailoman. después de haber tratado de enfrentarlos a
comienzos del 884. tuvo que resolverse también, por consejo de sus
proceres, a comprar algunos meses de tranquilidad, pagando un tri
buto a los invasores que entonces se encontraban instalados en
Amienv Pero Carlomán no sobrevivió mucho tiempo a la con
clusión de este acuerdo y su muerte accidental el 12 de diciembre del
884. a la edad de dieciocho años. |J‘" dejó a Francia sin rev v
expuesta a los ataques de uu adversario que aceehaha la ocasión
liara volver a avanzar. Adenitis, el país se cncnntruhu en uu estado
de descomposición y de anarquía, como lo demuestran las capí mia
res de los añus 88? y 884 1"’1va no se su he cómo aeabarcon las ban
das armadas.con los robosv con las depredaciones, que no dejaban
desde hacia tiempo de denunciar, por la pluma de Hincmaro. los
eclesiásticos y otros prelados en sus concilios.
Ahora bien, de la descendencia de Luis el Tttrumnttlo sólo vivía
un hijo postumo. Carlos —id que mas larde se apodo el Simple—
nacido de uu segundo matrimonio, pero de una edad tan tierna
(cumplió cinco años en septiembre del 884) y de una legitimidad tan
discutible (aun viv ía al primera esposa de su padre v su matrimonio
con ella no había sido regularmente anulado) que nadie pensaba, al
paiocei.cn h acollos ubi ral trono en tan criticas circunstancias. Por
t'8
consiguiente, la única solución cu la que Unios pensaban era llamar al
emperador el tínico earolingio que estaba, a la sazón, en condiciones
ile reinar; y como esta solución se llevaia todos los sufragios. Callos i'l
Craso lite im itado a trasladarse a Francia paia recibir los ¡nramentos
de lidelidad de sus nuevos súbditos.110- que acudieron en masa a
Ponlhion en el mes de junio del 885. para asistirá la ceremonia. u"'
Esta prontitud se explica sin Ja menor duda por la confianza que
se había puesto otila persona de un emperador al que estamos acos
tumbrados a ¡nzgarieniendoen cuenta las desilusiones de los meses
que siguieran. Pero en loncos sólo se van en Curios a un ¡oven ani
moso a quien hasta entonces había sonreído constante la fortuna,
que. sin que él hubiera cuidado excesivamente de ira buscarla, le
luihia proporcionado el más sorprendente de los triunfos: volvoi a
reagiupai en sus manos torios los territorios .sometidos antigua
mente a un solo soberano; para colmo, su nombre hacia esperar el
regreso de las gloriosas tr adiciones Y probablemente no fue casual
el que por entonces un monje de San fjall. Notker elTaruimutlo, des
pués de liabei pasado por su cenobio el nuevo señor rlc Occidente
en diciembre del ¡Sí>3. se entregue a redactar, para instrucción de
aquel huésped ilustre, no. como lo hizo i lincmaro un D¿ orillar paili
ta. sino una especie de historia edil! can te del gran emperador C arlo-
mágno. de la que quisiera que su homónimo de aquel IIn «le siglo
obtuviera útiles lecciones. Por ridículo que sea. en más de un
pasaje,el librodceste buen «M onjede San Gall»,cuyos relatos algu
nos historiadores han cometido el error durante mucho tiempo de
considerar auténticamente sucedidos, es ¿ti monos a su manera un
curioso testimonio del estado de los espíritus hacia el 885 e. indirecta
mente, de las esperanzas que en más de un medio despertaba el hecho
do que volviera a ascender otro Carlos al trono Je Occidente.
V. 1.A L AIDA
M"' Jhii I ní{j>/. ¿irtu SS-J. pap. 56; Ri-timoii, (.luvm m r. anu SS-t. »•. I k u r/s .
j ' j " . 1 1Z
1|J tria JOAí ' í ano sN5. p.ie 5-1: y. pairi la iccliu mi ¡i íi ,-i ,li- C¡n <K /ii*>
cvo ceiüi en l'ow lunn el 16 lie jum o (lUlhnia-M illilluiclier. r rO il
11 Itolimtr-MOlill'.iiluT. n <l< i V r
Vt'nsc H.ilphrn, tu n ta ¡.ríti^uti. paj¡f.
lisios acantonados. Pero enfermo el jefe normal de Li expedición,
u no de los más poderosos personajes de Ncuslria, Hugo, llamado el
Abad, no le fue posible hacerse careo del mando de las hopas y el
fracaso fue complelo. En unalisla de San Vaast de Arras cuerna que
los normandos acogieron con sarcasmos a los soldados francos:
«¿A qué habéis venido? No debisteis tomaros este Irahajo. Ya sahe-
mos quiénes sois y lo que deseáis: ¿queréis que volvamos a vuestro
país’ De acuerdo: ¡no dejaremos de hacerlo!»
Y. en efecto, algunas semanas más tardo, en el mes de julio del
H85. los normandos se ponían en marcha hacia el sur. llegaban a
Rnán. entraban en la ciudad s luego, apoyados por un» Ilota de sete
cientos grandes barcos, remontaban el Sena y concentraban, en
noviembre, bajo los muros de París, un ejercito de unos cuarenta
niil hombres, el mas poderoso que minea hubieran reunido. "
París resistió heroicamente bajo la dirección del conde Elido y del
obispo CiozIin.Cliando Carlos dCta.\o. cmonccs ocupado cu Ha vie
ra. iri luvo noticia de aquello, despachó en ayuda de la ciudad a su
mejor general.el conde Enrique, que entonces estaba cu la culmina
ción de su gloriosa carrera dopues de su matanza de normandos en
Frisia *' Pero esta ve/ fue menos afortunado. Con una caballería
fatigada y duramente resentida por las inclemencias del tiempo, no
pudo vencer a las tropas normandas que. sólidamente atrinchera
das delante de París, rehúsa ion aceptar halalla campal I o más que
pudo lograr hacia el mes de marzo lite desorganizar su campa
mento, infligirles perdidas en hombres y en caballos y abrirse piw>
hasta la ciudad, en la que introdujo avituallamientos. IJ I n
seguida regresó a buscar refuerzos y a dnrcuenla de la silaución al
emperador, que en aquel momento regresaba de Italia J Pero en
aquel periodo turbulento comcn/amn a manifestarse los ¡ i i l o i i u --
niemes de una monarquía que abarcaba un perímetro lerriiorial
demasiado extenso s que se vein solicitada simultáneamente en
todas las direcciones por necesidades igualmente urgentes \ con
lieeueneia. inconciliables.
Desde Met/, en donde había reunirlo una asamblea general, en
inlio del 8-Só. decidió el emperador marcharon socorro Je Parts ’
A tiñes de agosto terminó la concentración de su ejército en Quievzs.
'■ Util lí./n.M niln.VH'. |U¡!. <q:.(i;n htl,1 nnnSNú, |Wg. litó. AHhurt. Jl.3:~
-2". ji;’i¡¡. X2. noliTncr-MühtlvL-lu.T. ii' I T v i.
■*’' Ahia:: II. p.ig. *)IV \uu I >'(■ . S2: v. p.i.. lecha,
Itohinc.-MtHilpachcr, numi r : _ \i l7 3 3
Ahbon. Le slég.-1ti Piirh 1. .31-A' I’-M?' nv7n
1r - lmi. Fiilil. año í*('. pne in?
Ul* Ablvin. II. .vx- .t-tn, pá¿: ‘Til. li.ll. fn!il ■•.rtn píg. J'ir
>•!*) BiMinler-MClttllrachci, n - r - "U i
1- ■ Um. I'ihl ülV« $$6- pí:¿. Mó: comiir.iacnVn it.- K.i ishmi.
n.i 11'
i »»• I>!IL tu::!.. año no.
381
mundo espiaba los progresos de su enfermedad y acechaba su
muerte. Carlos desconfía de los que le rodean: a comienzos del
verano del 887. despide bruscamente a su caneillei y arch¡capellán,
el obispo Liutwardn.en el que teniapuesta su confianza y, al mismo
tiempo, se separa de la emperairiz Ricarda, por sospechar que sos-
liene relaciones culpables con el citado obispo. ifü Se cierne el des
córnenlo contra aquel emperador enfermo y alucinado.
Fnelotoñoesiallan por doquier las rebeliones: en iranconia.en
Sajonia. en Turingia. en Bavicra. en Suabia: Arnulfo. el hijo bas
tardo de Carlomán con quien se puso en connivencia el destituido
canciller Liutwardo. es invitado por los rebeldes a unirse a ellos.
Se trata de un hombre joven, de unos treinta o cuarenta años que ya
estaba probado en las guerras de Carintia y de Pannonia y también
en la lucha contra los normandos el !SX2. Los rebeldes lo eligen
rey. 14'4 Hn Tribur o Trebur. a unos doce kilómetros al sudeste de
Maguncia, en donde reunió una asamblea general en noviembre, el
emperador es pronto abandonado por lodos. No 1c queda más que
un recurso: entregarse a la generosidad del usurpador, que enn-
sieme en dejarle el disfrute de algunos dominios en Suabia Allí
murió, olvidado de todos, el 13 do enero siguiente, en Neidingen.
cerca de la Selva Negra.1
1 hita, i l o S j r . pags. I l l i - H H c L í m i i i i i N i i U i i u k ’ R i i l i • s l i o i l .1 . p j g . 1 t í : B o l i n r : -
M íllllhk'hfl. n” PW<i
:l h:i: í n i i i . aflo S!'" p!í|(. UHi: ciintinu j c í <!'íi de Raiisbonn, pág, lis.
U óicner'M ahH'achcr. n«* l^tiV/ :i I
1,1 UflluiK’r-MiiMlwhLT. n.” 1'65/i-i/
CAPÍTULO VIH
Puede decirse que con Carlos el Craso tuvo fin el Imperio carolin-
gio. Aún ha de continuar conmoviendo los espíritus el sueúo imperial,
pero el ideal a que había respondido el imperio de un Carlomagno o
de un Ludovico Pío. y que después de ellos había intentado en vano
rehacer la Iglesia, ya no correspondía a ninguna realidad
lil imperio earolingio nació de una progresiva extensión clel
«reino de los francos» /regina» Fmmonun) es decir, de la domina
ción franca hasta los limites del Occidente cristiano, con excepción
de la Gran Bretaña y de Irlanda. Ahora bien, el año 887 la unidad
franca no es más que un recuerdo próximo a borrarse y la estirpe
earolingia. cuyas victorias habían permitidoexienderconsiderabíe-
mente la obra com entada bajo los merovingios, está, a su vez. en
vías de extinguirse.
38»
de Id Ualia. Después de Güilos rl Craso, su res Armillh la deja sola
treme a los noimandos; permite que le arzobispo de Reims. Ful-
quex. presente al conde Iludo un competidor en la persona del
Juque de Spoletu Guido. de quien no podía esperarse que intervi
niera en aquel asunto: permite también sin decir una palabra, que
ambos m ales sean coronados como icyes. Finio en C'ompiégnc. el
2ó de lebrero del MSN. \ Guido en I angies. casi simultáneamente: y
sólo cuando el duque de Spoleio Iracas» rotundameme > el arzo
bispo de Kcims no quiere sahet nada de reconocer a I udo. se decide
el rey de Gennania. presionado por aquel prelado, a intervenir en
I rancia a comienzos de! mes de junio con motivo de la dieta de
Francfort, en la que se ocupa de lo que ocurre en las orillas del Sena
v del Loira " Para el continuador de los ltulles <h Falda. Ludo no
es en aquel momento sino uno de aquellos múltiples reyezuelos que
habiendo usurpado el poder en diversas regiones de «Pumpa»
intentan «portarse como reyes 1+11 Pero algunos días más tarde
Finio oblicué sobre los normandos (el 24 de jtmiol la aplastante vic
toria ile Monifancon en Argona y aureolado por aquel triunfo,
que causó profunda impresión, aceptar ir a Worms. en el mes de
agosto, para visitar al hijo de C arloman. lJtl
Cn tales condiciones, no piensa Anuillo ni por un instante en dis
putar j Finio el titulo real con el que le han obsequiado los t rancos del
oeste: se inehn.in ante su decisión, a la que acaba por adherirse tam
bién basta el misino arzobispo de Reirás Fste último se consuela cnu
pensar que al ir a Worms se conviene Pudo, por esta actitud, en «el
hombre» del curolingio. J'1J lo que. sin duda, es forzar un poco las
cosas. Pero el caso es que. reconocido como rey por Arnulfo.con quien
en ajelante sostiene relaciones diplomáticas normales. Ludo puede
lilañarse de haber vencido los principales obstáculos que hasta enton
ces >e oponían al establecimiento en Francia de una monarquía
evu.iiia j la dinusiia curolingia. ü. mus exactamente, al principio
dinástico, provisionalmente descartado pos liier/a de las circunstan
cias, ha sustituido d nuevo principio, queyu habían querido hacer pre-
idccer los electores de Roson cu Mauladle, el esto es. d de
dirigirse a aquel a quien la voluntad d:\ina designara en cada caso
como al más calificado para asumo la defensa del reino
* t-^i iv. r.vi/r\ F.irn 11 rn¡ ¡i. fr-.tn- <Kmre (I l. F.uik■ «a,
id </,' /Vumv tP-ins. l*Ujj. m-S aoc M‘J ilr o m:svn¡i RtMui.) “K-|ii*
• l«j<i hil,1 ».tnui.,i,.i. i-4» a« Rüiiít'i’iuu ;ir.<i £M*. iu£ n>
1 f'».'. I n.'iil :iñ » > 'S .|i, b* Ahí'i.i!. (’.:m II.-W.•*.''> rué» M_' 11'<•
*'*’ H .'iiv.cr Mílhlhn.híi. i:" • •<.
C.-.UOilfl ir^ui'isp" I-..li|ik's ;i \ililiIIn .-.imÍízjiIii ¿i; l-'i>Kli<jid WiV'i.u i/.
ir.y’ÜM fí.wi- l \ ' V
O-1 Uti’ I /•/< .irto SSS. ir ( (' I I I i ■ .■ ■ mi t i - f n i s í i f i -'
I I Tlli >• | ' . I J . " I l í'- l l 'J
qu
Al sudeste iic la (¡alia había muerto Boson una año miles que
Carlos el Craso, en el mes de enero del 887.1,|'*y todo lia ce creer que
su reino, desde aquella fecha, se había vudlo a colocar baja la auto
ridad del emperador, '**' Pero no por mucho licmpo. I n el mes de
enero del 888 apareció un hombre nuevo, el conde Rodolfo, de la
poderosa familia de los Welf: ya lindar de vm ios condados tleuBor*
goña» —en pnriieular. de los de Ginebra, I a usa na y Sión—. se hizo
proclamar y coronar rey en San Mauricio del Valais. Jesde donde
irá extendiendo poco a poco su dominación por una gran parle de
la Borgoña y hasta momentáneamente sobre Lnrcna y Aisa-
eia. :,|'Nsin que esto sea inconveniente para que en iodo sur del anti
guo reino de Boson. el joven hijo de este último. Luis de Provenza
(cuyo nombre recuerda que está unido por su madre Lrmegarda.
hija del emperador Luis II. a la familia carolingia) se Inign elegir >
coronar rev en Valencia del Dellinadu. durante las meses últimos
del 8l8i.
El acia de esta elección expresa que. ante la anarquía que
reina en el país y los continuos ataques a que eslá expuesto por parte
de los normandos y de los sarracenos, los miembros de la asamblea
juzgaron imposible prolongar más tiempo la situación de un trono
vacan le desde la muerte del emperador Curios > que nadie les ha
parecido más digno de ocupar que el hijo de Rosan. Su corta edad
no le permitirá, sin duda, enfrentarse persa nal mente con los bárba
ros. pero con la as tula de Dios realizará su larca.gi acias a los conse
jos \ al concurso de los proceres láteos y eclesiásticos Jel reino, asi
como a la laboi de su madre. Destacando especialmente que el
¡oven principe es «nieto del difunto emperador I ais. de gloriosa
memoria»» i que «el poderoso emperador Carlos» (Carlos el ( raso)
lo había designado para el trono —lu que parece afirmación bas
tante atrevida—, ios miembros eclesiásticos de la asamblea de
Valencia principalmente los arzobispos de Lyon. Vicnü, Arles y
Embrun, jimio con m i s sufragáneos, apoyados, según declaraban,
en la aquiescencia del Soberano Pontífice > seguros de interpretar
líeImente la voluntad divina, hacían constai que lo elegían tey por
parce cries que cía el que mcjoi respondía a las necesidades de aquel
momento \st. pues, se adhieren una tez mas al nuevo principio
enunciado en Mamadle, ya que. en su opinión, el argumento dinás
tico no es sino una razón más. pero no una razón sitie qua no>t en
A
r n el mes de nombre del mismo año. el iev Rodolfo de Horgoña
cuyas tentativas en Alsaeia habían chocado con la resistencia de las
Iropas de Amullo, se decidió a entablar negociaciones con este y fue
a visitarlo a Ratisbona. con la esperanza de obtener un aneglo
am istoso:1 generalmente.se lia visto en esta gestión una copia de
la de Ludo en Francia, sin que. a decir verdad, la lectura délos textos
obligue a tal conclusión. 1:1 mes siguiente. Arnulfo se pone en
camino hacia Italia, para hacer valer allí sus derechos al reino.
Berengucr de Friul, quien no había todavía logrado triunfal Guido
de Spolcto por aquella lecha, corre a su encuentro hasta Tiento; e s
recibido allí «con clemencia» por el rey de Gcnnauia, quien se
digna «renunciar a no quitarle nada de m i reino», declara el conti
nuador de los Anales Faldeases, inclinado a dar una versión de los
hechos que sea agradable para el amor propio de su soberano. ’
I3e la misma manera, el 890, Lmiengarda se cree cu el deber, antes
de que sea coronado su lujo —el rey niño Luis de Proum /a— de
asegurarse la aprobación de Amu lio y de ella se hace mención explí
cita en el proceso oficial Je la elección.
lista. pues, claro que su calidad de caroliugio. aunque sea bas
tardo, valia Arnulfo un prestigio \ aun una autoridad de tipo .supe
rior a la de torios sus émulos,
i.Se va a sostener esto? Una analista afirma que desde el año 890.
el papa Esteban \ . cuya confianza en Guido de Spolcto liabia
decaído mucho. Inicia saber al rey de Gemianía que le vena con
agrado «visitar la morarla ríe San Pedro \ tomar en mis manos el
reino de Italia para arrancárselo a malos cristianos y a los paganos
que lo amenazaban», 1 Pero por enlonccs tarcas mas urgentes
retenían a Armillo en Alemania, cu donde los normandos. los
moravos v Ja acción levantisca de un hasiardo de t .tilos el ( niso.
bernardo, le estaban produciendo preocupaciones. ' Se veia obli
garlo. por el momento, a desinteresante de aquella Italia en la que
sin embargo, se había preparado para intervenir el año 888
I ntoces se liabia borrado, por un tiempo al menos, ante lietenguet
tic f riul, Pero iba a mostrar menos paciencia con respecto a Guido
de Spoieto.euya ambición no conocía limites.,',No se lanzó esto, una
ve 7 rey de Italia, a reclamui la corvina imperial que el papa Esteban V
tuvo por fuerza que concederle en lebrero vlei 891" , No exigió.
MI l 'r M.MO IMU NTO DFl. I VIH KIO C:\IUJl INcilO !**>
11 U'>Unier\llilill’Mclii-i. paí"
I<iii J-iíiia hiííi s'm
-» l<shm<-r-V1uhll'.ifher, t ivus«
( «/•;/«i ! II i r ’ l^.-JípeciüImemc las pafs. - l!l-2 !? UexIO.l i. .v reptcvír.l.i
H'i.-inn ¡er.i.l.i Ii.is!;i oh<<r <s u üu‘=i:iicai C: ntv¡»m.T-Muhlr>.,tliei. n l»i'í/>
«A»
Raspémosos con la Iradieiün. han acudido todos a su encuentro
hasta el puente Milvin y le acompañan piocesionnlmente a la hasi-
lica de San Pedro.
l u lo alto de la escalinata lo espera el papa I-orinoto. c|uc desde
hace meses esperaba su llegada. ' " Lo recibe como otrora León 111
ñ ( arlomagno. La decoración es igual que hi del dia de Navidad del
año 880. la ceremonia está calcada sobre la de aquella época
Arnnlfo es coronado emperador «según la costumbre de sus antepa
sados» 33 El largo paréntesis ahiciio después de la muerte de Car
los (>l ( ruso se cierra al fin. La historia suelve a comenzar..,
AJ menos esoseercía. Pero únicamente las apariencias son igua
les. Amalló tiene que recurrir a la fuerza para abrirse un camino en
Roma, que entonces estaba en poder de otro emperador, el joven
I uní heno de Spoleto. regularmente entronizado, como vimos, desde
el año NÓ2 por el mismo papa Formoso, de cuyas manos acababa de
recibí i la corona el rey de Cicnnania. Si duda. Lamberto, que suce
dió u su padre Cumio el año 894, no era todavía sino un niño bajo la
miela de su madre \gelmides: pero poseía el titulo imperial: y
frente a aquel rival, sin embargo bien débil, el carolmgio se nos
ofrece con caracteres desdichados. Quince días después de su coro
nación en San Pedro se ve ohligudo a ponerse en campaña para tril
lar de someter, en su propia guarida de Spolelo. al niño en cuyo
nombre se atreven a disputarle el poder.
La tarca sobrepasó sus fuerzas físicas. Bruscamente herido prn
una congestión cerebral, aquel pobre representante de una raza
agolada debe ser inmediatamente conducido a Memnniii.de donde
no volverá a salir. Morirá oscuramente en el mes de diciembre
del año VW.
Esta última experiencia de un Imperio carolingio fue efímera \
el titulo no volverá a serconlerido, después de Lamberlo de Spolcio.
sino a dos insignificantes principes, a los que no proporcionará nin
gún aumento de prestigio: a Luis de Provenza \ ,i Bercnguer ile
I riul, iurdios supervivientes de un miimlo tleliniilv.iiiienie muerto.
H
C A P Í T U L O IX
.101
Je muñera absoluta a iodos los habitantes del Imperio, el de los pos
treros sucesores suyos sólo es una potestad condicionada. I I jura
mento de fidelidad que obliga a cada cual personalmente con
respecto al principe subsiste, pero se adquirió poco a poco la cos
tumbre de no considerarlo válido, sirio en la medirla en que el prin
cipe a su vez. se mantuviera fiel a los deberes de su careo.
Sin duda, el origen de esta reseivu capital debe buscarse en los
acontecimientos que señalaron el reinarlo de Ludovieo l’io: pero
l'ue poco después de su muerte cuando adquiere lo que podemos
llnmai aspecto de regla constitucional. Ya señalamos ' la deci
siva importancia de la asamblea ríe Cmilaincs del año N-U en el
reino de Carlos el Craso y analizamos el articulo en el que el
monarca, al prometer a sus filíeles <«no privar a nadie, cualquiera
que sea su condición o su dignidad, del puesto u que tenga
dcrelto». se comprometía a no emplea! en lo sucesivo «más que
vi as de justicia, ajustándose a la razón y a la equidad» y «garanti
zando a todos el respeto a sil propia lev. Ls decir, al compromiso
del /¡del hacia el rc \. corresponde el del rey con respecto al tuh I, lo
que implica necesariamente para este ultimo la ('acuitad de que
dar redimido de toda obligación si el res taita a la palabra Jada.
Ocho años después, en Meerssen. I,otario. Luis el Ocmn'uiUo \
C arló se /Calvo se hacen solidarios de análogas promesas cuando
declaran: «Que nuestros /hlch-y cualesquiera sean su condición o
su estado, estén seguros que ya jamás los condenaremos ni les pri
varemos de sus dignidades ni les oprimiremos con menosprecio
de la ley. Je la justicia o de la equidad, v que no realizaremos con
tra ellos ninguna maquinación indebida...» Asi. agregaban, serán
para nosotros «verdaderos colaboradores» y nos proporcionarán
«sinceramente su» consejos y sus concursos., corno, en derecho,
debe hacerlo cada uno con respecto a su principe y su señor».
Iguales seguridades se reiteran en ni lidias ocasiones en el curso de
los años siguientes.
Un paso mas en este camino se da el año 858 en el reino de Car
los el Calvo Como se multiplicaran en su lomo las detecciones en
henelicio de su hcrninan Luis<4 Uenmmico. Carlos reclama do
su» súbditos un nuevo juramento Je fidelidad: pero, inmediata-
menie después, tiene, en contrapartida, que prestar ¿1 mi»mo otro
juramento, cuyo texto ha llegado hasta nosotros ' ■»I ambién yo.
i*J5
entínteme en 876.877, 879, 882.88S, con inolivo del advenimiento de
Carlos al Calvo como rey de llalia.de Hoson.en Provenza.y üe Luis
t'f Tartamudo, de Carlomán v de Pudo, en Ernncia. “
- í ii^jiMÍ I ti, m ini? 12Í1. TS-I yss. p¡igi |f n liv| ii\" 3Tu ( y <•
L— Visor Supui p/iji. >S5.
Vírese .Suyj/jj (riji. tus
*■“ Ciipnti]. l II >“ 7211, na*; mu
t n realidad, el vasallaje termino por invadirlo nulo i os princi
pes extranjeros son invitados poi los soberanos carlinsiios a prestar
so sumisión declarándose vasallos I-I ejemplo de Tassiloii de ña viera
intimado por Pipi no Vil el 757 a encomendarse en vasallaje. i;j’ es ini i -
lado en adelante tan ampliamente que la premiación de homenaje
puede considerarse como el modo regular de sumisión empleado en
esos casos «Con las manos ¡untas —escribe con referencia al rey
danés Harnldo el poeta Hrmoldiis Nigellus. contemporáneo de
Ludovieo Pío— se entrega al rey franco al mismo tiempo que su
reino... y el emperador recibe sus manos en la* suyas». ' lo que es
exactamente el rito de homenaje; y esta práctica parece hasta lal
punto natural en la segunda mitad del siglo IX que los analistas se
limitan de ordinario a aludir a ella, sin insistir, al hablar de la ruco-
nu’tuUiíiáH (rotnrinnilatiat de lal o cual principe, es decir, de su
entrada en vasallaje, como de una señal normal de sumisión J
Igual mente ganan sin cesar terreno en las relaciones i menores el
vocabulario vasá Iico v las costumbres que conlleva v supone, fl
hiógralo del abad de C'orbie. Wnla, el cronista Pascasio Radberto,
en un pasaje de su libro escrito poco después del 85!, pone en boca
«le I mímico Pío. el año 83.1. dirigiéndose a sus hijos rebelados;
«Sois niis vasallos/mm vassaU) v me halléis ¡loado fidelidad». lo
que hace suponer que. en opinión de Pascasio. muyen relación como
>e sabe con la vida del siglo, el vasal luje aparecía como la forma
luihiiual de subordinación en una sociedad que ya constituía una
larga cadena de señores y de vasallos vinculados los unos con los
otros por los la ¿os de la fidelidad. «Sabed —declara Carlos el Calvo
después del primer concreso de MccTssen el S47— que queremos
asegurara nuestros táleles sus derechos y no lesionarlos en nada; y.
déla misma manera, os invitamos a asegurai a Mies tros hombie.ssu
derecho y a nu lesionarlos en n a d a » . l o que el mismo monarca
icplteel año Sí»1), con la siguiente fórmula: «Conservaremos a nuestros
/'nieles n mi ley y mi justicia, lal como fueron aplicadas a sus antepa
sados en los días de nuestros antecesores; y queremos y ordenamos
que los vasallos Je nuestros obispos, abades, abadesas, condes v
insultos, vean qtie .se les aplica por sus respectivos señores su lev v la
justicia, tales como ellas lo fueron a sus antepasados por sus señores
en los días de nuestros antecesores». i<!: De esta manera viene a
Véase mi i/ra. pj£ -Ifi
I’ iiii .'Idus Niiuilu». I'itin c s m {¿Hits h fti'ttx. IV vs MSt-MS'S. oU r.ir;ii
(SlR. ISS
1 Cí Wiutr.i IV |'3e.2SH. Minéis, pág. Tu |Pj»ri. !d practica v*.. p t tih.ua ■
' s u pioluhlL-inlüiÍ!'..v o s e SdiiL’h iv Alho>rnoz.<i;> o / i l.p.tgs Mi \ sigs.| | \ Ucl I I
1 ' P nv'm:;) Ri-.Uhcna, ed Miañe, col I6áí>.
Capital i II, n' _'i4. 71. ar¡ 4
/./«»; il ’ 75. pA^. A.*"1 ,1t> 1 y '
w
formarse entóneos toda una jerarquía de señores y do vasallos para
ir a parar, de prado en prado, en cada tina de las partes del antiguo
imperio carolingio. en el rey que se convierte asi en el señor de
los señores.
También las relaciones del soberano con la alta sociedad ecle
siástica se resienten de osla transformación. Ya sea. originalmenle.
en razón de los beneficios anexos a sus cargos -como lo sugiere un
pasaje de los Anales llamados de San Berlín hacia el año K37, en el
que .se hace mención de los «obispos, abades, condes \ vasallos rea
les que poseen beneficios» en los territorios atribuidos a Carlos el
Calvo y que vienen a encomendarse a el. va sea poi simple
extensión Je las prácticas vasálicas. lo cierto es que en la segunda
mitad del siglo ix los reyes' adquieren la costumbre de reclamar a
los obispos, como a los abades, una eneomendación (comnic/ulatto) en
vasallaje, al mismo tiempo que una profesión (professio) de fideli
dad. Asi vemos que al advenimiento de 1 uis el Tanamndo. el año
877 los obispos de su reino le hacen, el illa de su coronación, estas
dos declaraciones, .seguidas una después de la orra: I «Me enco
miendo a ti y 10 encomiendo mi iglesia para que nos conserves la ley
\ la justicia y n o asegures protección tal y como debe hacerlo un rey
con respecto a un obispo y a su iglesia»; 2U«ncclaroquc.il contar de
este día v en adelante, seré fiel a mi señor y rev aquí piesente (isii
wnioríel regínteal. Luis, hijo Je Carlos y de Irmcnirude.s.con todo mi
saber y poder en el ejercicio de mi cargo y que lo ayudaré con mi
concurso j mi consejo, con mi fidelidad v mi sacerdocio, como un
obispo debe hacerlo normalmente para con su señor (seniori sao)».
listas dos declinaciones sucesivas, que se complementaban una
a la otra, demuestran que grado de confusión se había llegado, ya
que la fórmula precedente de cncomcmhción se refiere al rey. en
tanto que ley. mientras la de fidelidad se refiere a él en su calidad de
rev y de señar. Más reveladores todavía de esta confusión muí los tér
minos que empleaba siete años antes el obispo de Lamí, en una
declaración Je fidelidad a Carlos el Calvo, cuyo testo lia llegado a
nosotros: «Seré fiel y obediente ;j mi señor el ley Carlos en el ejercicio
de mi ministerio... como un vasallo /homo) debe serlo respecto a su
señor tsno seniora y un obispo para con su rey'». |W' P.n vano había
alzado mi voz el arzobispo do Reims lliiicmani. el año ¡i5$. contra
esta extensión del régimen de vasallaje a las relaciones de la monar
quía con el episcopado, recordando, con su habitual energía que «los
obispo-, consagrados al Señoi. nn pertenecen a aquella cu legón a de
Aiih físmn.. -ino pug. 1'.
Maicis. pj£>.
rv.ya.-a., i. II. n 283. p¿y. 365.
In ii H i' O ir .irtn 8611 p ig t i»
hombres que. como los laicos, pueden verse obligados a encomen
darse a cualquiera en vasallaje (t/lin vassaloticodebeamnsnoscuUihei
commendaret... o a prestar juramento, lo «pie prohíbe la autoridad
evangélica, apostólica y canónica». ' toda la sociedad, sin exceptuar
a la Iglesia, se vela arrastrada por la corriente de las transformaciones
generales que la convertían en una sociedad de un nuevo cuño.
¡40
Hugo, lujo bastardo del rey Lola lio II de Lo re na. «dándole abadías
y condados en beneficio» (Wahhniieisercomiunns in beneliciion dedil)
Al menos había un hecho cieno, el de que cada ve? que se producía
el embargo tic los bienes de un rebelde que ocupaba una posición
sobresaliente en uno de los reinos, o se llevaba a efecto una redistri
bución de territorios enire los diversos mollineas, cualesquiera que
fueran suscansas.se procedía a un nuevo reparto de cargos y benefi
cios. en el cual iban comprendidos, sin discriminación, condados,
abadías y todas las oirás clases de beneficios y de dignidades. J
Además, estos dos \ ocablos.beneficio* y dignidades, van a relacio
narse Ya. (elidiéndose u ios acontecimientos del aiio B39, el obispo
de Tioyes, Prudencio, opone a los bienes propios ipn>¡>nciascs) reser
vados a I,otario, sus «dignidades beneficiarías, o en beneficio»
(beneficiara honores), es decir, los cargos que tiene en beneficio:|,fi
ile igual maneta, el arzobispo de Kemis. Hincmaro, tremía aiins
más larde, habla de un conde hlroy lAiínilii.s) que posee la aba
día de San Hilario de Poitiers y un gran numero de «oíros cargos
tenidos cu beneficio» (honorabiba beneficio). Los cargos o dignida
des —en primer rango están los cargos condales, abaciales y episco
pales — se asimilan de esta manera a beneficios tinos ponedores
tienen el disfrute de ellos en calidad de vasallos del rt;r. Con clin pierden
la noción de eslar ejerciendo funciones públicas para no lener en
cuerna sino los provechos y la autoridad que obtienen de ellos No
puede, poi lauto, sorprendernos que. en tales condiciones, se diera
una multiplicación de acumulaciones de condados. .1 veces, hasta en
regiones muy alejadas unasdeotiasy que. a ejemplo de los beneficios,
las dignidades condales tiendan a convertirse en hereditarias.
Pn un principio se trató de un fenómeno del que ya anterior
mente. ,<fS a partir del siglo \ ni anuíamos algunos casos excepcio
nales. pero en el curso del siglo ix los ejemplos se hacen más
'recuentes Sea suficiente aquí citar el condado de Auuin. del que
recientes investigaciones han demostrado que durante cu.ilio gene
raciones sucesivas se manluvo en posesión de los descendientes del
conde Thierry. padre del conde de Tolosa. (riiillermo. La eos-
O'** Vóam.'. prir ejemplo en los lun Hertoi. arto Sró ip.ig. SUl o l, .isu ilel comí;
Vl.iluiJo: uño SW-|p:ÍL SI t.i'l e.w>ikU''a:JiiJo Je Vnlcn: suVis" Ip.ie 1wi.elv iso
.ic los .-oiuáiJos Jel reum Je Luis:1 lnanmuJa. iiAnXT'fipap» :tS-|-Wi. i! caso de- los
.uiiCfl.lOí loienesís X ni' sur: sino dipneos ejcmpl.-s entre mirh">.
./>m Vi, oi'i uno ■*». p¡ip. 2u
|S' 1 It/i'ii) uno íhr. pjp 'JO
Verso In Unimtino ittiptin riel si en Ijs Cnpnnl i l . i i I.Úi. j i V.1 psg -
j i:n Bvnin , iiñu Í6?. p;ip. I. Jí-dO: arto NM. pr>g 'XI. I 2_<-2<j, e s .
‘■',l S'u«n; Libro i pag UW
I C.iliVicM,* V »ii, A u n utipire n i' 5o d<: la HiH ii’j.'kUi .U. paprnis
121-1.v segur sus propio'’ira h J¡os. losilel ¡ihaic< hamne. Je L \n/i;is v I Lrvi-
Uaiu Sobro Sun Ciuilk'n. i nipr.i. p.i>;. -IX. n. 5le
lumbre se hizo lan general en 1j segunda mitad del siglo IX que, al
punir pata Italia el ano S77, Carlos el Calvo acepta como cosa nor
mal que tanto en los condados como en los beneficios vasálieos los
hijos sucedan a los padres No es. insistamos, que renuncie a su
derecho de designación iti, minen teoría, a la libertad de elegir: pues
la famosa capitular que promulgó en Quierzv. lejos de ser. como se
ha creído mucho tiempo, la carta constitutiva del feudalismo, tuvo
por objeto, por el contrario, reservar expresamente la libertad de ini
ciativa al soberano, que no abdica ni de la más mínima partícula de
su autoridad: pero si nada aparece cambiado en las antiguas regla
mentaciones sobre los nombramientos condales, está claro que en
lo sucesivo los titulares de estos, igual que los titulares de beneficios,
a los que pronto se dará el nombre de leudos, tienen segura la posi
bilidad de una transmisión hereditaria v se consideran como en
propiedad personal dentro de sus condados Do alo la resistencia
que oponen a los reves que quieren despojarles de ellos. □ año S64.
el conde Aiiluii, Re mauló Planleveluc. distituido por Carlos 17
Cuho. se niega, con las armas en la mano, a ceder sti puesto al
sucesor que el rey ha designado en la persona de Roberto el Fuer
te I a misma escena se reproduce en S67-S68 en Bourges. en
donde el conde Gerardo, destituido también, se enfrenta en com
bate al nuevo titular I frov del que finalmente se desernbar¡t7a poi
medio de un asesinato. Algunos años mas tarde.en Gemianía,
el rev I. tiis el Joven concede un condado de la «marca oriental» a
un personaje extraño a la familia de los titulares anteriores, esta
forma un bloque coma el intruso, le conmina a abandonar «el
condado de >tis padres» > emprendo contra él una Incita a
muerte.
\si detrás del aspecto exterior del Impeiio earolingio. se está
constituyendo un inundo uucvo.el mundo al que llamamos feudal \
que poco a poco eliminará al antiguo.
firm a . j í l u S 7 | |ij^ . U S
( j/ i./iií. i. II. n -’ V .lil. J. pag. Wá
Iai: S a lín aí!o Vio. pág 01
Id o » jrtn SoT. pac. SÍ
Véase Supw . pag. XN>.
Inn. F;iU. Jilos"1) [Mes ¡ ?J,
-lif
CONCLUSIÓN
405
BIBLIOGRAFÍA
407
S chrórs _ n.' 120, Yogel. Dte S arm anm n - n-J 93.
Simsoij = n/* 59 Waitz ó." 124
Thiigan = n " *7.
I TEXTOS
19. MIRON /.'■ ticgi-de(‘m u por les Xornitíitd*. puh. con liad, francesa por
II. Waquc! (París. 1'■M-2. in-8 menor, de los Clon. Irise de Erante/: etl
anterior pur von P. Wmierfeld en la colección de los Pocote hit (soase
u 451, l l\
2(1. Unoilts Ihnliiutni. puh. poi (i W'aii/ (llunnnvor IxNT, in-8.". de los
St ript.
nr per»! i
21, irmale* Euldenu puh, por I Kurze (llannover. 1S9 I. in-S.‘ de los
.Si npt. >c>. peno ).
22 Uníate; Lauresluinienses puh, pin Pcr(¿ en los Man. Gen». Senpinres
i. I, \ pm Kalé en et./oiin’sfu ru tu <hsO/)'eiitl S'ijt> l ittcri(\ iitiuisiiiiiis der
Hemdkttner :o Si. Paul a ñ o ISLJ9.
25. Anuales .Mt’ieiiu.v priores pu h . p o r B. von S i m s o n 1 1l. m u i o e i . 1905,
¡n -8 J. de lo* Si ripi reí. gen» i
2-1 huíales royales, versión p ri m i ti v a ) versión arreglada, puh. p or F K urre
co n el titulo: Ar,nales regia Eraneontm ( l l a n n o v e r , 1595 in-N". de los
Se ript rcr gen»A,
25. Iinuik.i \a m n ses i híñales J 'e.daaim puh. por B vori Sinuoii (ila ii-
iiuver. 19(19. in-x.1. de los Siripi, mr. gente).
2tv F.l AS I RONOMO. I tía fllm ltn o i Pir en \l</)¡ C ana serie d e bis Vi ripio-
rex. i ÍI iH a n n o v e r . 1829, m-foliul. v en M igue. Patín!, lai l. C IV
2“ Oirvmcou Eonuuiehcuse. puh cn.f/tui GlY iii . serie de los Scrtpiores.
i II (Hanuovei. 1826 \ 1829, uHolu.il
409
1
•un
I
MI MAPAS
411
atildones. 194U-194I: i I de l:l sección Mayen dgetn Iti Historiegénératie puh.
por Cí. G lo iz I.
3 a Historia de Italia:
5-1. MAR 1MANN I L. M.J. G esch ich teItitlie n sim M itlekilter. I. II. 2.aparle,
y I, III. 1* y 2.J parles (Golli.i, 1903-1911. 3 vols. in-8.” de la col. Ge.»
chichte der i’nropaiic/icn üluaieii de Hceren y Ukcrl).
55. Kl r.rNCLAl'SZ (A.1. L 'E m p iiv carolingien. Scs origines <7 inmxjor-
m ations {París. 1902, in-M üJ.
56. CAI.MI I I t ( J i.'effoiidrenh-ni ti un em pm - el la m vssa n cc tl'nne
l urot>c IXC-XC. (París. I‘M1. in-16°|.
5“ H istoria d e la Iglesia:
57. (TI I SKC-R, b h rb íli'tier des frankisobeu R eírla s linter Kríning fífip iu
i Leipzig. IS71. in-S.<‘|.
5S. Atlf-L i5> i y SIMSON i H.I. Jitluhüclterlies frdnkisclia, R tirlu t iin n i Kart
dem Grossem ILeipzig. 1883-188$. 2 vols, m - s el lomo I. publicado en
ISKK. es una reluiulicion por B. Siinson de una primera redacción
publicada por S. Abel en 1866).
59. Sl.MSON (Ib). Jaln klich cr des frdiiktscfien Reír lies un ¡el Liulveing iti M
F n n n n u n i Leipzig. 1874-1876. 2 vols. in-P.'1),
60. DÜM.VILLR Ib ). G t s c h i t l i t e t l t s O sllriink.ist.heu R r k h e s ' “ed.. ccnnplc-
ttímenle retundida (I eipzig. 1887- 188$,3 vols. in-8*’!. historia del reino
de Germánia del 840 a'. 918.
¿53 (París, 1910. in-S.6, fas»:. 175 d e la fítbl. Eeola des H um es finales}; la
c o n tin u a c ió n . e n p r e p a r a c ió n .
62. I'AVRI: (E.l. F.udcs, coim e de París ti m i de Frunce ( París. 1893. in S '.
lase. 99 d e la m is m a Uihl.).
63. F.CKI-I (A ). Charles Ir S im p le ( París. 1899. in- 8.°. fase. 12-1 de la m ism a
fítbl.).
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()33 (Paris. 1901. in - 8.a. fase. 131 d e idem).
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3." M onografías:
I IJOl ROÍ OIS (I ). I i tipiniluire di kien y -su r-O ie (P arís. 1885. in-
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74 C lIA U M L ( M) , ¡ á>s origines du d u ch e de lio tn g o g m . i I / h\loirc paliu-
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"5. DOl/.i: iJ.j. /.c g o h rcw em ciii canfratem cl des iris de Lorió te Pteitx el
I niuie de I Empire, en L e rnoven age. arto 189.8, pags 252-285.
" 6. G a SQUET i , \ )./. L m /iire k y zitm in el la irw narebiefiam /ttr París. IS 88.
in - 8.0).
1 1 VY (J . i. / . Im ite m erid u m a lf ei i'Etupiré byztutiin detm is L axenem em de
fia n te L 'jtis tju il la prisa de fía n p a r Us S a n n a n d s, 867-1071 (Paris. arto
1904. in-R". de la fíibl. des Leotes (nii\\aises d d i/iiiw ¡ et de R o m o .
78 H ALPIlüN ( L.)..l pro/nis i/tt <a/iituhdre d e O uiC r:\- sin-Oí: c en la R e m e
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It'u d e d i's C h u ru s (. I.XIX i l ‘X)8). págs. 5-62
8 ?, I O T (F t La ( oiré leiquitaineel lo Sh'inr de H62 a SftO R obenle Fon en
la icvista. i LXWI ( I*915». págs, 473-MO.
m ism a
SS \./.<stríhul.siiux \ornumdui TUgUsedr Frotiee a n x IX' shyie. en
L O T (l
la misma revista. I I XXXV <1924). pdps. 5S-78.
SO 1 OT 11 U ne anace da regué de Charles le C h a m e m a lí. Aórt. e n t
m ayen age. a ñu I9U2
90. POL P ARDIN (R i. l o levre de Lotus U ti fíasil, le Macedóníc/s en / e
woien age añ o 190? el., en la m ism a tívím.'i. a ñ o 1904, pags. 45 y síes..
it>n el tm sm u liiitln u n a respuesla de V. K leinelaus?.
91 P o i |> \RÍ)IN i R.i. I-.iudt-' mi' Thiríom d a principantes honhardes de
fh títh tnirídionah ei de lew -, rappom ijk -i TEmpire franc. en Le nunvn
agí i año- 1906 y 19H7
92. POl AUDIN <R ). li n d e sai lis instituí tatn pola ¡a n a ¡ i adm tnisiraiiics es
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*>,- VOC.fL ( \\ .1. Da Cnrmomieii ¡ma' ¿los franki.se he R enh h r :itr Criin-
ditngder,\'orim»irite 'nn v l l ( I leidelK-rg. 1906. 111 -8 ; . fase I 1de ih i/h l-
h aver li: h o i¡di ungen >
VI HlSlOKI \ di I\ 1ULL8I \
1; (Jhras generales:
2“ H istoria del p a p a d o :
109 Di I i VIS regle tic xattir Bi nott D . lnía n t r ila r,‘!<niin n iotuaiti/w a
! epiiiine iaridtngii'iine ( Nlm es. 1935. in-X i
lili. IM HAR1 131: LA TO t R. I , <eUctiatt: episcopales ilemt I F.ghs, A, I ron, .
ilu l.\ un \ l l ‘ neclc (P arís, 1691. ¡n - S “J,
I I I I T W ItRL HL. <11.1. E lu d e su r les illa linas tiblioliol, \ en I ritm e ¡usqu á
la íw du rt'gue </, Charles le C h a m e (P aris. !9t.(, iti * ' i
|t
111 LESN! ( I*.V I o iucrairhii epnnopale. PnniH Cíí mcnv/niliHun*. prittia/s
en Cumie ¿ten Gcrnniiiic Jcptas la réfortue de saini Honiface } um¡ u a ¡anión
J'H inenntr 7J2-H¡S2 (Lillc, ISKIS, m s ' lusc. de las \fc in a ir c tt i traranx
des Facultes aitholit/ttes Je LilU1)
113. LD'SNE (F..). H isiotredc la proprtéh’et i lesiaxriquc en Frunce 11 lile. I9|u.
1043.6 vols. iii- 8.'\ fases. 6. 10. 30. .11.4 4 .46. SOy 53 «.le la m ism a col ).
114 t LLRC'Q (C. IJf.l. L a législatlon religietnc fratnptc. J e C h a is a Charle-
m ague. É m J e s u r tes acti * de ca n a les 11 les i upunlaires. les u a n its Jothsaiiis
ei les r e t ín manMtitfUfS. S07-M14 1l.o v n m a y l’arís. 1036. i n-M." fase. 38 de
la Reí ueil Je travaux p u h t para les m em bres Jes conferí tices J histonv et de
p h lo lo g ie J e l'Universiu' Je Laurain, 2 “ sene).
115 PERl'L-S ( El . Oir k i a filie he ii /.chuten v u k a n J in g ia lien Rcich i Berlín,
1004, i n - S 0).
116 FLRTLS )F ). Dn ( nprürtge d a karoltngischttn Z iln tira lite s, cn lrchii-
fin U rkuitjeti/brsehung. i 111 (1 0 1 1], págs. 233 y sigs
117 S U T /H J.I.flM i kiirolitigtsehc/chnijieltot, e n la A-n.u krtfi Jet Stiugiw -
S tiftungJiir ktchtsgesihirhte, G cttimiiisuschi . Ihtcihttig. 1 XXI X ( I 000|
p;lgs. ISO y siys.
lx VlARL) (É.i, Ih uniré de la Jin ie m .teuosliqitc, p r tiie ip a h n u a t«tt Fronte
fitufii A Deera J e G raden ( D ijo n . 1000. in-X.').
110 VOlCí I I K. 1. Dte kariili/igist lie k losa rpnhttk a n d Jer \i e th rgutig <l< «vtf-
Inlkisi lien kom ytum * Lah nahte u n J K losurtnhnln r iSiutigarl. I‘M7 in-
X, luso. 00-01 de los Hirckcnrcchili. h:< JiltanJiuiixen pulí pin I Snn/|
F.<tudio biográfico
1 O b ra» generales:
2 J u r a m e n to de fidelidad:
3 “ O r g a n iz a c i ó n adm in istrativ a:
■I 1 Im p u e sto s y p restaciones:
Monedas
417
6.° Organización judicial:
7o I n m u n id a d e s :
S.° Vasallaje:
I
15?. L A Í í AROI- | G de). La itaissumc de l'espiir ¡arque un dóclin du «iim.ii
ag^. t. i: B ilanilti V/// i«.V/t, (Sain<-l, <iul-'l rois-C h áica iis. |.m o I93-1|.in
te»),
158. I )L11 Nl-HN i H.(, Dtc Aitsc/iauuitgcn van Síúul a n d K irth c n n Rcirh di r
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1902. in-8.°)
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chic vam 9. bis zu m 16 J a h rh u m k ri (W eim n r. 1939. 2 veis. in-S.°).
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Hi C arlom .ttin.i
I DI / i R .i. L tnunutm'HH ’iii iiu rttiu l de O tadvrm igni'. P arís 196-T Textos
V hihlIngralTa
I r^ S ir.R iti.l. C lu /riro u ig w colección. ■I.c M e m o ria l des sieelesv. París.
1967 Textos \ excelente b ib lio grafía d o n d e se en c u e n tra , en p a r t i c u l a r
u:id i m p o r t a n t e lisie, de lu* n a b m o s de F. L. GarislifiT.
433
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de contribuciones solicitadas a los mejores especialistas del m undo.
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conjunto de folículos con bibliografía.
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carece de in te rp re ta c io n e s d iscu tibles ni de errores, contieno, sin e m
bargo, en ciertos p u n io s, iitluiciim cs d e m a s ia d o interesa n tes c o m o p a ra
p a sa rla to ta lm e n te p o r alto.
V I AS I\S T I T 1 X I 0 N I S
ü.ANSHOf jh I ). tía. befe1 1¡ .< u n ley C a jiiru h íin * , P¡|il>, 1958. Obra enna
pero d.’stacuhlc. sobre la que conviene meditar v vnlvei con frecuen
cia
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lingemil. V nnrstu ¡¡ungen zu llcuint Uñe fe. Friboiirgeti-Busgau. I9fó, Primer
ensayo estructuralisla sobir la época caroliogia. Difícil, pero apasióname.
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M \ L t il ,|. Les Iresqucs c aro lirig ííim es, M e r e iiv e R I ran ei 195M pues. 4.15 ■
140
Rl INII \ K 1>I | l l i I eglise e a i o l m u i c m i c ilc S a iiu -R n p u er. Mélungis Reía
I inri t I9Ci (i. t. I, pngs M-91
Rl INIIAKDI (I ix L a e a tlte d h ite d e R enns. P n r h . |9u5 b s l a d o d e ' . i s im e s li-
gu d i m e s sob re el m o n u m e n t o c u m l in g i o
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. iirnliiigiaine Putis. 19 (3 IJestacah le.
VIII V ID A SOCIA1
l os estudios -c distribuyen vil dos grandes tendencias, los que insisten aún
nitii lio eti ¡as estructuras m'iiiiicionnles y los que adoptan un panto Je 'isla
roliiltlioiie tille rente y ñuscan penetral en El vida ier.1 Je e-ia sociedad
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126
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F r a n k e n r e ic h » Jnhrhnch fitr H'issenscluifngefclticlue 1963. págs. 41-66
IX LASCILDADES
X. V1UA L C O N Ó M lt A
Joan DEVISSfc.
429
CUADRO GENEALÓGICO SIMPLIFICADO
DE LOS CAROLINGIOS
AKW1F0
nhisjin de Mil?
i MI
G rimoaldci
mayordomo de Palacio de Ausliavia
t 656
Gritón (bastardo)
i 753
Diosón (bastardo)
obispo de Mclr
tS55
---------------1
LUJÜel.dEHMAMrn Cari osFi.CAt.voihijo de Judo)
1KTA ♦ S77
• I I I
11 isri Jiivi n i arios el C raso L c t s llt i T aktami i» i C arlos C arioman
rey d.- 8)sS re. ilc i u k ia rey tS76
(rancia oricni.il * Ji?') de Auuitar.ia
♦Sil.*1 j tSM
I i I
I i M il < ari oman C arios i . Simis i (habido cu segundo tnalrimoniol
rev de Francia lev de Francia rtv de Francia
I Wr2 i sM *<M0
I civ l \ nr l i tramar
rev Je Francia
' 'XI
I
III ARIO
lev de Francia
*086
I
L io V
lev de Frjnc.a
• OS"
INDICE DE NOMBRES
A badía. 18. 125. J27. 135. 142. 162. 183 Alejandría de Egipto, 3 1
205. 22!. 208. 304. 356. 30?. 402. Alodios. 308.
I véase también Motuisurioai. Alpaida. 15.
Abasidas. 74. Alpes. 37. 114. 231. 248,359
Abdcrrahmán I, emir de Córdoba. 16. 75 Abacia. 52. 223. 230-231 241. 2-<9. 257.
AWcrrahirwn II, emir de Córdoba, 217, 313. 336.358. .381. 3S<.
Abel, S., 53-59, («5-78. 80-81. 87. S9. 103. A nniri. nh.spodc. 369.
105. 119, 120. 189. Amann, F., 183,371
Abodriias, 63, 65-67. 80. Amblive, 15.
Woiim ilc! siglo limado de los. 220 Amiens, 376,378
Atab. 239. Amponas, condado de. 77.
Acarreo. U9. Anastasio, bibliotecario de la Santa Sedo,
Acción religiosa. 176. 329.332. 339
Adalurdo, abad de Cmhic, 205. 20?. 216. Ancona. 42.
217. 4110. Andcrnach. 306, 352, .353
Ad.ilni'do, conde, .31J. Angcrs. 15. 284
Adalberto. re arques dcToscana. 362. Abadía de San Albino de. 402.
Adalgis. hijo del rey Desiderio. SS-S9. 95. Artgiibeno, 103, 105, 190. 259.
Adalciso, camarero. 59 Angiltanlo, obispo de Mciz. 133. 181
Atólle»; í/r.) geee/.aitt, 173, 175. Angrarianos o arre ríanos. 58. 6 1.
.-U.Voihi.40. Aniana. 1S9
Adopcronismo, 133. 178, 179. A rio. 353
Adoración de ios imperadores. 10?. Anjou. condailo «le, 402.
Adriano I. papa. 54. 55, 87-91, l(J2. <03. Ansbcno, arzobispo «de Milán. 346,
129. 179. Ansegiselo. 14.
Adnano II. papa. 33!. 342. 344. Anseeiso. arzobispo >i Se-' 323.360.366
Aertinum p:ih::cuni. 130. Amiuquía.
A líclmidcc, esposa de Guido II de Spplcro. 391. concilio de, 173.
Ageo. 219. obispado de, ‘ l
Aglilabida. dinamia, 277. Apeninos. 92.
Agilulfingós. 119. Aquino. 97
Agnbardo. arzobispo de Lvan. 193. 206. Aquisgii.It. ■ >2. 74. 190. 226 228. 245. 240
217. 2.31, 232. 233. 237.'238. 239. 24?. 258. 261, 263. 271. 287. 293, 335-736.
244. 2-18 .343,351.3 5 2.376.
Agustín. San. 34. 175-177. 231 234, asambleas de, 187. 192. *18 228. 249
Aix. arzobispo de. 261. concilios o sínodos de . 7'J. 321, <12.
Arzón. 217. 315.
Abríanla. 13. 52.55. 114. 223. 230. 231. taller de acuñación. 151
241.249. 257. 358 Aquiouri.i. 14. 52. 53. 54. SU. I .4. 3*5 2(>2,
Mámanos. 16. 21.45. 71. 230. 378, 289. 276-277,281.282. 296-297
Alcaide de palacio, (vóase W , ..... r/e ducado de. 15, 16. 17. 18. 71-14. qi.. a '.
Baladoi 48. 53. 118, 119.
Altuino. 65. 70. 73. 78. 102-104. 106. 107. reino do. 78, 81. lis, 129. ix». i% .
109. MO. 112. 131. 133. 135. 136. 184. 229. 251.283. 289. 291
4 AS
Arte. 97. Batiera. 1 1 2.1. 45-46. 34-58. 64, 65. 7|
ArclnoapellAn, I3J. IW, 182. 72. I1J. 110. 141, 358. 365. 166 ISO
Antenas. 52, 263 382.
Arezzo. obispo de. 3J5. 3JK reino de. 120. 18$. i 06. 226. 229. 331
Argonis. 262 Huyci.Oi.. 103,
AruiciS, duque de BenevcntO. 96, 9.8 Raveux. 284
Arles, '.SO, 271. 283, 363. Fkawlie;, L , 154, 159
arzobispo de. 385. Bcuuvais. 377
concilio de. 170, 101 , Belley,di6;e«s .te, 314,32?
Afinamenin, Mil. Benedicto III papa. 329.
Arn. obispo Je Salzburgo. 65. I 10 Beneficio. 45, M2. 151. 162, 167-169 21$
Aniiilfo, obispo de Me La.. |>¡, 266, 305. 314. 356 393 400. 40l 402
Atuulfo, res de Gemianía. después cmpeia- Bencvenio. 327-328.330 3 12. 3-11.
dor 366, 371, 382, ?S4, 383.-M)í. ducado de. 43, 9 ,-9». 95, 12(1-121. 283
Arpiño, 97, Benito,abad de Aldorta. ISO, 192. 205, 2l>9.
Arscniu. obispo de Ohh. 3 2 4 -3 2 5 . 329. 332. Benito, San. (vdase Regla de San ñrnitvi
Arzobispados. 49. 50. 133 183, 192.
Asamblea general, 125, 126 120, 134-139. Bcra, conde de Barcelona. 77
I JO. 1.16, 1%, 197. 205-207 Berenguer. conde en Alemania, 314.
Asiollo. rev de los IfimKirikis, 2J, 27. 28, Bcivnguer, marqués de Friul, 386, 391
72, 37-39, dO-l.i. BéryattH1, 389
Astrónomo. Fl. 118.227. 236 lierrturdü. bastardo de Cíifloi f /fn u n , 1 S|.
Atalas,. se¡ vicios de. 1 11 . 162 388,
Aiila. 70. Bernardo Plánteselas-, cunde de Auvertilu
Atlántico, o. >\iitn. 80. 82. 359.401.
Atmmv, 23 59, 203, 291. 298-299, 3Ja- Bernardo, rev de iloliu. I2D, 129, 188, 196.
325. 347 201-203/2-13.
ieniientui general de, 205. Bernardo I, duque ik Scpinrunia, camarero
J ullo. senescal, 7? de I míos ico Pío. 21$. 223-227,199
Augier. duque. 26, 44 Bernardo II, duque n naiqiid; de
Augvbureu. 55. 231 Sepiimama, 359.
Ansirasii, 14. 21. 52. 55. 12-í. 141, 230, Berre. t.n.dlci Jcl, 17
241, 26.3. Bella, hija de Cjilornagno, 359
Auillil. 16. Beitrjde. esposa de Pipíen <1 B r e ir. 29 86
.• orillado Je. 196. 220.460. Besaniiun. .91.
AnScrie, 1 2-19. arzobispo de. 312
obispo de, HM Ltctusse, 282
\u /ijs. I . 283. 288, Biblinpruün. 407.
V allor.. condado do, l IJ6 2 .1(1 Bidaull lies í'haumcs. 154
Varos. 55. 56 60 69 70-75. 129. IV. Bienes ,1c 1 Iglesia, 18
142, 153. I 6« Bis in, 11 nde. 335
Asmen. 17. Biza-icio ■' Consiantiimpl.i 27-28. 31, 89,
obispo de, 312 112 13, P9, i véase también Impcno
A/udí/go 149 luzeiiiino) 337
Biur.ltnos, ilotas de Un. 354.
Blave 1.8
Bagdad 7-, 2“ 7 Blocli. Man;, 2 6 .1511
Bagnurea, 97 Ulms. 246, 296.
UjIJuino. conde -17 Bohemia. 65. 71, 112.278. 356.
Baleares. ~6 82 Bvthcmtos o checos. 6?. 69. 283.294
Báltico. 55 65. Báhmerscal.l, 69
Bailón 283 Bolonia. 42.
Bando del .«libertino, U3 156 Boitiias.ii. San 18. 22. 23, 24-26. 29. 3?.
B.ncc’on.i. 74. 7”. Id-', : r 2:5, 226 JS-ÍU. o5.
/?,11 /,■»; 1ío Burináud Del-jnilte. 204
R .11 330.337-1.10,3 Ja. Burgoñd. 14. |n. 18. 21.5: 114 141.323,
B.isiie,. 302’ 230. -64. >81.399
ü.iiii'.o I empir.nlni dr Rizando. .«3?-.US. reino de, 385
343. .372 Bm s. khan délos búlgaros, t <11.
Uangcn. II.. 178. Rosoli, cs'Hide de Vierta. lA'' '52. 35°. 3ó3-
Baudot, \1„ 2‘1 366. 372.396
H.iLr.snio • - rev Je Piovenzu. 372, 373, 18J.
Rásame. I6 ,6 9 ." l. 119, 4i.3$«. Botín. 153.
leyes de los. 12! Bnoiucnc, 81
-136
Boutges. 4S. Curtos el Craso. 345, 358. 365-182 1(1.5,
jryohisporte, ISO Carlos el Simple. 378. 389
condado de. IO¡ Carlos, hijo ¿e Cartón 1afino. 67, 68, 78, 113
doren, 55. Carine Martel. 15-21, 52. 63-61 7-, 75.
Hrahamc. 230. 119, 300.
Hrenneio, 145. 75u Carlos, icv de Provenía, 293 294 296. 3U.
Bvcseia J-4 319, 325, 328,
Bresslmi. H.. 133 Carolmgios. ame pasudos de los. 14.
0rcufla.71.S0. J17. 129. 203. Casetas. 76
Breioties. 260. 2Sil. 284 Citsiodoro, 34
Bnuiint, 298. Cíllaltifla. 75.
Brissurthc. 383. Camilo, 53. 172,117
Urunncr, H.. 124, 131. 133, 134. J1. 146. Causas.
M8-M9. 15.1. 159. lili mayores. 158. 161
Búlgaros, 318 menorev 126. 158, I 61
Ktircharri, obispo de WtlrrlHirg. 21. 25 Cen s. mor.le. 37 40, 88. 359, 360.
Burdeos. I". 282, Censos. 146-147.
arzobispo do 25(1 Centena. 126
Butiondos, 262. 283. Centenario 126.
lejos de los, 121. Centuriones, 158
Cerdeíl», 82,
Ceseiui, 4 1
Cagnul. H . UK. Cisa. garuania de la. 92.
Calabria. 19. .338. Ciudad de Dios La. 175-176.
Califas de Bagdad. 74. ' Ciudad Leonina . 283.
Calrceile. J., 21.5. 298. 302. 312-514. 235. Clérigos. clero. 132. U7 MI 178. 180
.342. 346. 147, 35(1, 357. 400. 401. :S4. 193.207. 217.22(1-221.
Cámara riel emperador 130-131 (léase tamhien Iglesia)
Camalero. 13' 223-224. Clmlíiveo, 11.
Campa..... ?63. 327.257. Cloiarin II. 14
CanijiO de IUaj/0 o do majo. 135 ( ohleníH, 59. 260.261,281.295. 297. 315
"Campo de la me nina". 235. 241 317. 322. 325
Canciller, caiuillena, 132, 1.33, 152 372 acácidos de. 306. 7I2-31J.
Canónigos. 102. Cmlr\ Carolinas, 25
Capellanes.capilla. 132. 1,11,217, " I . CodilíciH¡ón de .os texiu- canónicos. ! 13.
Capitación. 146. Colmar. 235.
Capiial.ires, 120, 121, 127, 137. | T 183. enloma. 15. 46. 285. 288. >21 725 536,
37.5. 151,
<lcQu;fifj. 154.357.401. ur/obispiíilo l i e . 304, 33 1, 332 349.
rio Sajorna 50 I , Jilo. II 87.
de lilis. 150 Complane, 46 203. 226 242. 354, 357
(Viptiu, % 97. 3S3.
I ' jmUkiu. 76 Composición. 156. I6J.
Calí" (ícese líi i.r/ii rol Concordia, 13. :(H. 221. 2-1. 251. 26(1
Caribeño. m de Aipiiun .i, I 18 266-2r»9, 370, ' 8Ü. 283-286. ,i(ls 3(17
Caridad. 17 4-17-1, 196 22 I , ’ 6K, 274, 281. Condado. 124. 127. 155 400.
285, 5(81, 307 ( onriadns, 303
Ciiriniia, e.nimios, 65, w, .(J, 196, 758. Conde 124-130, 131 132, 154-158. I6u
382 161.355-356
Carlota agito. 25, 39. 31-187. 190. 191 245. de! palacio, 133. I fíl 1
375. 379. 391 403. ( ondú icrilu si fiscald.i. 376.
C ai lantén, hijo de ( '.vlos Mane!. 21. 32. 45. Condestable. ¡32.
47.-> 168 Contado. conde, hermano de . emperatriz
Carlor.án, lujo de ¡.otario n 314. Jl6 Jodií. 226, 228.
Carloman. hijo de Luis Ci Gen)'.amen. 126. Consagración 26. 29. 34. 38. 1 7 1 1 94. 2 10.
345-746. 359. 369 371. 288. 3C0.302. 35S 545 346. 342. 366.
C.iiloman. hijo de Luis ti iananiuila 366. 36 S. 370. 371. 390
371-775, 37?. 396. Coinlaj’.l'iid I el Grande, emperador, II), 95
Corloinán. hija de Pipíen el Hrt'if 3R 32. Constantino 11. papa. 85
51. 86. Constaminu 1', emperador 24. 27
Caries .1 Calvo 215. 223 224 23j. i3fi Constaniinu VI. emperador, 104. lio, 1 |
2J7, 2>H. 241,249. 250, 255. 331. 3.34 C'nn$Mn|innp!a pairiafcado de 1 litase
156.34 360, 372, 37c toa.ttr, tug Unan « 0 .31 IIJS.
4(81, 401.402. 405 Codsmnza, lago de. 381
477
I ¡tlHt'IIUl fteKCftth'í (Siase Uiltt.o < Ci'flJ- Dogma, 179-1 SI Españoles, cinpcudm fs, 3 - 8 . Francos. 1.3, 14. 26. 37. 38. 46, 4 7 , 5 .1 . ?s
r jt , Deíkum, 63. Espira. 262. 57. ftt. 63. 61. 70, 71. 79, 82, 87 1.71
Cogito, I 'I Dominios. 146. 150 151. (vease también Eslado Pontificio. 29-35, 37 aJ. 89 103, 2.38. 263. 263-266. 333. 373. 378, 383.
C'nrbie. 228. Pairímonwt. 121. 129. 194 I« 6. 211-215 346. 37(1, .189.
Córcega. 82. 02. Donación de Cunswnltno. 30-1.1, 95-96. 386. Fraternidad. 196. 197. 2W. 26». 275. 28d.
Córdoba, 76 Donaciones a la Sania Sede. 30-46. 0|.9¿ Esteban II, papa. 26-27, 32, 33. 37. 41-43. 284, 288. 290. 29,1, 306, 707
emir de "4. 97-98, 194. 89,373. régimen de, 271.
Corleulonj, 210 Dones anuales. 148, 19o Esteban IJI. papa. 85,87.214, FrecuU'o. obispo de t.ideux. 2i(l
Coucsnon. "57 Dr-jve, 6J. Esteban IV papa, 194. ?l3. Fredegano. J 6 , 47.48, 52
Cnulaines, 263, 269. 274 Drognn, nieto de CmiOs Marlel, 23. Esteban V, papo. 386, 388. 389. Frtditi, 156, 163.
(.'outanccs. 304 Drogón. obispo de Mciz 205, 228, J.IK Esiinnes. concilio de, 22, 168 Frísia. 13, 49. 52, 60. 63>65 80. 81 I2<
condado d=, 41/2. 271. 275,35(1 Estil la. 65 23(1. 262. 393. 35S. 378.
Ctenvona, obispo de. 2 0 1 . Dudiesnc. L... U , 92. 1 2 1 . 212 2i4. 2*1 Estrasburgo, 390 Frijones. 15, 16.67,71
Crisriajvlad 122. 328. 329. 332 luramentos de. 259-260, 263. Jcy de los, 6-i. 1 2 1 .
Cristiano, pueblo. IIM-IÜ.V 172-1 73. 180. Damas, A.. 167 Estampes, 249. Fi ¡t/lai, 68 .
183, 184, 188. 97 10X. 260, 767. 268, Dümniler. E . ‘86 , 388, 5X9 Ende*, conde de Orlcans, 218. 227. Frilll, 71.95. I2y.2l8. 39'.
287. 299-300, 306. 307. 308, 122 U 6 , Duque, 130 Elide*, tiuque de Aquitxnla. 15. 16. 17. Frotliter, 202
377.393. DunrMede. 249 . 277, 282 Eudo. «onde de París. después res- de Fulquís, arzobispo de Rcini*. 3»?. 189.
Cristóbal. primicerio de los lioiaiibr-, 83 Francia, 3S0. 383. 389-390, 395 I ulrad. abad de San Dionisio. 24. 25. ,l I -4¿.
Cuhúiilarii 132. Eugeniu II. papa. 212, 214. 133.
Dhbufl. aj/nhi*po de kcitr.s. 242 248, '56 Europa. 105. ] 17, 172 E'j ImkI. abad de San Qtiiiilln 140, (48.
27.3. 276, 303 Averno, 145. Euslci de Cuüianges, 124. 131, 134, 1 3y,
Clralon-fcir-Saóiie, 3112, 2-16. 230. 263. libro, 75-76 l-vcrarHo. morques de Friul. 386. 146. 148-149. 153. 159, 171.
lütlíiliOsiC. |7*J, 191. K(ioí. Arnl.lu\, mulo ik- llmugis, 4"ii Es arca de llulia. 2(1, 90,
Chftldns sur-Mame, 26x. 2'J* W-¡. l-.gcr, 69 Exarcado de Rjveno. 2(1, 25 j0 33, 3S. 40,
Cb&inhf'aiie*. 132, l-gllllltmku. 171, 17,5, -11,87.92-95,97. Gaeta, 357. 369. 371
CIwcoj Oías* Bohemia*!. Ejcicilo. 124, 137 138.139 UO. 16], ,(i>J 1J¡{| Galu 13 14. 17 18,25,27-28,29.32,45.
CfciUlerieolll, 22.23,23 Fllw 58.63, 05-68. 69 80.140.277. 47. SU, 82. 89. 117, 272, 302, 7(11. 305.
Ctmrdepango. obispe de MeU 38 Clixeióíl de. Faetua. 42 45,87 322. 335 336. 343. 34? 35.3. 363. 171 -
obispos, I¡5J I-ano, 4 1 373.376, 379.
papa. 2M..I2H-J29. Pai la. monasterio de. 2 ) I. ( ¡alíela. 16.
Jjuohena l rev de lio'rjusos. 13 14 21 rey 25, 146, 372,3X5, 195, l-anilld. legado del Papa, 368. tralishul, E.. 112. 144. 149. 164.
11K l.lciMerio, linoilcl iibiSfHi (\rwnni 7.12 b'asiradc, esposa de C.ulomagilo. 7 1 | r>y Garre. 81 37fi
D uohcno III. 16. I lias probna. 239 Filtre. I- . 384 Gap. diócesis de. 325
D.ilm.vi.i. 19 Fisión, 376, 378 Felipe, papa intruso. 86 Careliano, 371,386.
Djn.ihu 6') 2|), 7 1 (■nibnmt, Fs'rias, 1 49 Carona. 16, 47, 48, 276.
D,«vió 11 yrslsi-|xi do. 355, Finara. 42, 43. 87. Gasccncí, 47. J 8 . 111. 118. 26(1.
id liO'luo. 7.6 35, 11. 172 IXi, t*J|, diócesis de. 325. Femérc. monasieria de. en el Ciannnis. 366 Gascuña, 17,52, 53,75 IU 117 129.106.
■un bniilía, 97. FeuduliSrno. 402 282. 2S3.
■•4'ren,'imiic dada _ C-jiK'inagit". 103 , Gin», 64 Feudo, 16?, C/jii 124
llM. Erige Ibe rea. espesa del emperador Luis i], IM cjuc. 183. GiiVsn. L-nndesiable, 59.
Deberes de les reyes. 23ü. 269. 375. 332. 341.345. 372. Fisco. 13(1, 146. 150-151. 161-162. Gelasio I, papa, 220 .
|3ei gratla res Erar,coi .mi. 35 Enns. 65.31, Fismis, glesia de Sanio Macra de. 3 J5. Gellóiie. monasterio de, 218.
(telurio. 152. Enrique, sonde, 378. 381 Flandes, 230. Genos a. 261.
[Jo iceVi Fp:scopado, 15. 141. 162. 17». 182, 193. Flore nsia. 96. GcmiLy. slnudii de 44.
OiVilliS. cllezn C.s. 2ü 7 -4, "1,221'. 205 21v 320, 233 342, 269 2.-275. F7oia bi/anlina. griega, 339, 369 (¡crtsrdo. conde di Bourge,*. -01
lOiiiiou, 1 2 1 . 3«jt 302. 315-317. 355. 398. 41XJ Fo.irv, palriarca griego, 329, (iermania, 18. 25. 45. 249. 258. 2(v2, 27’.
LiO'eroiún ríttnsiVn 141.1611 Eneo, duque de briul. 73-74 . Fonicnoy-en-Puisa\e. balall.i de. 2<8 j<H. i|> , 31“ 51 a, 3 2 1 116. .149. Jsii
De-sillero, rey de Ins lombardo*. 42-44.85- Erit-poe. duque de los bretoue*. 284 Forllmpopoli. 41, 358. 363, 367, 387. 3*9 .190.
'XI. *1 LTmsngjrda. hija fiel empelado. Luí- II, ForirivSo. obispo de INitto. 349. Geioltlo.Criildedi Biivien. 57 * I |9
Desmembración del Imperto C tnolinelo. 255 S7Í. 335,388, papa. 389,391. Gerona. 75. 76. 1 29.21"
Deditmo nial. 346- F'moldo el Negro rfm;.iWiiv 216. Fotimikirios. 141, 155. 165. ( illa, bi a de Ludm 1C0 Pío. 'H(i
DflIh'MfnllO 173. 397 É'ourn-cr. P . |79 (iíllierto. sasall 1 de L'uilus* 1 C<Jli.> 379
De el/. 59 Erneslit. sonde. 313. 316. Eouron. entresistu de 364 (imebra, 88
Die/tni*. 14 ; ISO Lr/ueptes-e, 69 Era le*. 275. sondado de. 250. .185.
Dicnitluées. 196. 251, 266. 269, 308. 14 Escalda. 81. 26.3, 2X2. 2X3, FriiiKt'orl. 57, i"í. 203. 25(1. 2 *74. 384 diócesis de 311
' -6. Un Escanciadores. jefe Je loa. 131. concillo de. 7X. lago de. 229,
Dir.amanta. daneses, <ij. C>o 6 *. 80-63, i »o Es-.-l idiiuiMa. escutldirtaVOs SO, 83. ivéasí Fi-msii, 28 114, 257, 2n|. 263. 296. .317, l’iirard. conde de P.uis. 257
782 \<'rp;ülkini> ■>47 (52, 159. 36ii, Ifii, 106, 17-1, 375, Gisela, luja de Pijúnu el Bn 1 - X(>.
Dá í i .í . 136 Eild'us. 278, 282,316. 386. iiéase t.unniéii 384. 390. Godtred. dai|Le nomiattdu. 378
DtOclevialisJ. iu 8 . W W n i í i A . Bm:í í x i a i . I i i i i s . - j , ! ;• •«. media. 293. Godfred, rev de Üuiamar^u. MI XI
O:onyxif-IIi J'Miui:ü COleCsiu 1"9. .W/vc. il enjo.i H7/ vmi oi CíJrníi.'i'i.t. 263. 267 298 Godos.47.77. 2(7-
Disemina ee.csi'Jsdca. 48. I l l 13 . I 1 . España, lii 17. 54. 7-J-77 '24, is'ii.W tsill- r<iVM',’d(r.*. 26.'. 351. 558 Gctnbaud. monje, 227
1X9. 191. ívease ifimhicr Iglptin.- bifn M w t tii. hisfan'.-o. Francon a, 358. 5X2. Gcndrevtile, 324. 77]
139
Cinntran. rey de los franco* 34-35. 335, 340, 342, 351. 359, 364. 372-376
Goda. 230. 378.398
Gozlin, obispo He París. 380. Homenaje. 167, 387,397.402,
Grafio 12«l. Homero de Aquucrán. Ar-giIberio, 190
tiran Bretaña (víase Imtaienaj Horlí. rev de Dinamarca. 279, 281,
Gran San Bernardo, X8, 345, 358, Hostalcius. 134.
Gregorio Nacianceno. San. 232. Huberto, abad de San Mauricio, 3i 1.313,
Gregorio, nomenclador, 352. Muesca. 76.
Gregorio 1. el Grande papa 34. Hueste.
Gregorio II. papa. 18. bando de, o herihan, 141, 143, 162.
Gregorio III, papa. 18. 19, 20. sen icio de, 46.
Gregorio IV. papa. 232, 221. Hugo. abad.359, 380
Grenohle. diócesis de. 325. Hugo, conde de Toun. 216-219
Griegos, 338-339. (víase también Uiianciol- Hugo, hijo baslaido d e Carlornagno, 205
Grifón, hijo de Carlos Marte!, 21, 22, 23, Hugo de Ixnena. 373. 400, 402.
46-48. Hunuiniias, 145
Gmnoaldo. liijode Anquis. 96-98 Heraldo, duque de Aquimnía. 21,47 53.
Grunoaldo 1, hijo de Pipino El Viejo, 1J Hurgaros. 316.
Grinvoaldo íl. hijo de Pipino elJtnen, 15, Hur.nl, 70,
Grosseto.97, lluvelín, P , 149.
Gnbblo, 41.87.
Guenelóo, af/obispo dé Sens. 298-299,
Guil. conde de la mana de Bretaña, 78. Iconoclasia, 19
Guido, hermano de Lamberlo I de Spnieto. fcíl.41.
- M3- Iglesia 34,47-50. 172. 177-181, 191 |93.
Guido III. apodado la l'eile, duque de 207. 217. 219, 220-221, 232-233, 250.
Spolcto, 369, 3S4, 386. 388. 251. 267-269, 273-275, 278, 285, 288
Guillermo o Guíllen, ronde de Tolosa, 218, 298-302, 304. 308. 309. 318. 322, 34Ü
400. 345, 346. 349, 355, 368. 393, 404
Guillermo de Septiinania, hijo de Brroaido I, restauración de la, 22, 23.
399. lile. 77.
Cíunihci, tir/obispo de Colonia. 312, 320, Imbuí de la l'nur, 182
321.329, 333. linda. 42.
Imperio.
bizaminn, 19, 24, 33, 40. 44, ¿5. 9 ’ ,
Ktünaut. 230. 101. IOS. 120, 179, 338-339 (vease tam
Halconeros. 134. hícn M ía te lo ) ,
Haluhen. I... 57, 70. 86. 131. 171,245. 257 carolingio. 114, 120. 383.
261. 266-267, 274-277, 270, 2S1-286. iomano. 104, I I 1-113, 14-1. 171. 272,
330. 376. 379. 33S, 403.
Ilamburgo, 277. Impiedad. I7R.
llar oído, rev de Dinamarca. 216. 397. Impuestos, 145-150.
Harimann, L. M., 386, 389. Inda. 190
Hauck, A.. 63, 65. Ingelheim. 55, 71, 137, 203. 216, 256.257.
Havel, 65. Inglaterra. 189,383.
Helinachai, canciller de Ludovicó Pío. teinos do, 27,
190 Inmunidades. 145. 146. 160.
Herbeno. hermano de bomaiJo de Sepli- Inn, 45
mania. 227. Irnieben 65.
Herencia de beneficios y nficlos. I 25, 357. ]ps. 71.
41X1. Inene, emperatriz de Bizancio, I0y, 112,
Hercshurgo, 58. Irlanda, irlandeses, 65, 79, 189, 383
Hcribln o bando de hueste, 141, 143. 162 Irmengarda, esposa de Luduvito Pío. 194,
Herstal, 52. 209.
tlesse. 46.57-59. irmcnlmdes, 398.
Iteni. 202. Irminstil, 53.
i liidebaldu, obispo de Colunia. 133, 181. Isauiianos. emperadores. 338.
llildcgarda. mujer de Carlomagno, 57. Isclua, 277.
Ililduino. abad de Son Dionisio, 228, 257. Isidoro de Sevilla, ,14,220
30.3, Israel. 35, 172, 184.
Hilirudcs, madre de Tassilou, 45. Isiria. 92.95, 142,
Hincmaro, anobispo de Reims. 131, 276. llalla. 2(1. 21. 37. 40. 58. 82. 85-105. 114.
299, 302. 303. 305, 306, 307, 309. 313. 188. 201 203. 210 211, 216. 223-224.
316. 323-324, 328. 330. 331, 332. 334- 220. 229, 235, 246. 247. 256. 261, 263.
440
1
272, 284. 23V, ,<2X-329, 345. 346. 354, Lorguedoc. 16, I 7, 52, 81.
357, 350. 365, 360-376, 372, 386.JS7 LanlCndo. duque, 45
reino de. 120 Lucsdiceu, roneiliodc. 173
del Sur. 278. 327, ¿30. ,334. 335 336. Ljou. 226.
352. 354, .757, 37n. condado tic, 230.
Itnicr, capellán de Csrlomígoo. 9I obispo de. 304, 398.
Lspñtie. A., 314. 153
Lau-.and.
Jughon de lo» «Miro», 70, 72, 74, 75 candado de, 286.
Jehú. 239 diócesis de. .314.
Jerarquía eelesiáslica, 49 Le Bras, 179.
Jerónimo. San. 232 Lcch, 231.
Jerusalón. 31. IÍI7. Lechleld, 55
Jcssó, obispa de An-.icns. 228 Legislación canónica, 49, 102, 170, 180,
leufoste, 288. 193,214.221.322,350.
JeMbcl. 239. Lengua.
.lona*, obispo de Orlcáns, 269 francesa, 259. 3(J8.
Jcislas. I73. germánica. 259. 308.
luán VIH, papa. 34J-347. 352-354. 358. latina. 3.39.
36I 374, 386 romántica d romance. Irancesa, 259.
Juan, silenciario. 27. 308.
Jiotes pulittcus, Í61 I.cón I. papa. 2.11
Jodií, esposa de Ludovico Fio. 209. 2I5- león III, el Iconoclasia emperador 19,
2I7, 223, 246.255-256. 386. 24.
Judie, Lije de Carlos. elCalvo. 3I7. león III, papa, 65, 102, 106-108, I i0-l 11.
Juicio de Dios. 237. 239. 243. 261. 386 182-183. 193,267.343,391.
Juir.iíges. 56. León IV, papa 283. 28J, 328, 343.
Jun, 336. León, nomenclador. 211
Juramcnio de fidelidad, León, obispo de Gabies. 348.
al rey o al emperador. I I 3, I24. 127. Lísne, E., 49. 148.
I37, 166. 167, 173, 212, 2!4. 232, 235, Lelrán. 31, 86. 90, 102, 103. 21 I, 320, 328
238, 239. 243, 244, 297, 346. 355. 368, .331.352.
393, 402, Leudes, 14.
«I señor, 166, 167. Levllliin, I... 27, 29-30, .33. 37, 38.
Juraincnlu del rey a sus sSíbdilos, 395. 1avisan, W„ 30
Juramcnios de, Lóvy-Bmhl, H , 183.
Estrasburgo. 259-266. Leyes, 113.
Lieja, 290. de los hávanos, i 19, 121.
Jusdcla, 174-176, 260. 304 de los frlsones. 64, 121.
administración de. I 34. gombeln, 198.
funciotumieme de la, 124-125. 127. de los lombardos. 120,
161, 175-176, 214, 26S-269, personalidad de las, 121, 196-199.
organización de la. 153-160. ripuana. 121. 196.
Jusiirtiano. emperador, 19. de los .taimes, 121
Juiiandia, 63. sálica. 121. 198
I iber pontificans, 92.
Libra, unidad de moneda, 152
K airouon, « ñ ir e s d e. 277 Libro dr lot Reyes. 173.300,
Ka7ams. emperadores, 338. Libro Córolinglas, 178.
Kehr. P, 92. Lieja. 52. 288-289. 295.
Kleinclausz, A . 339 juramentos de, 290. 354.
KorneümiinUci. I9<1 obispo de, 178.
Krausc. V., 127. l-imocrs, 282.
Kroell, M.. 160 I inosies, 65, 67. 68,
Lippc. 58.
Litis. 97. 327 328,
Lacio, 327.330. 344. Liudgeiu. obispo. 64
Latín, 59. Liulgaide, esposa de Curlumagno. 105.
Lamberto, conde de Mames, 246, 275-276. Liutwardo, canciller de Carlos el CraAu
284. 382.
Lamberto 1. duque de Spoleio. 353, J62. Lobo, duque de Gascuña. 53.
364. Loira, 247, 257, 289. 296, 326. 384
Lamberlo 11, duque de Spolctu, 3K9 39i Lnmhardía. 129, .345 346. 358, 386. 389
Lnmtres. 345, JR4 Lombardo, reino. 120. 129.
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Salerao. 96, Sura, 97.
Sálica, ley i véase Sorbes o soiabas. 59. 65. 68. M2.
Salomón. 35. Spuleio. duque v ducado de 43, 91. 95.
.Salomón. duque de Iím bretones. 402. 120 121 361. 3711.
Salles Monseñor. 92, Slcincii \3 , con der. 179
Salvación, 171- 244. 2b?, 27J. 284. 290. Sirav-fuil. 141
291 ?(XJ, 307. 331.340. Snirm. abad de Fuida, 54.
Satzburgo, 57. 65. Slinx. I'-. 147.
Samuel, 35..100, 33S. Suahia. 382.
Libro I. (I.- loi Riyes, 26 Sueldo, rm wda. 15 1
San Bernardo, Oran. feS. 345. 358 Stic ionio, 171.
San Dionisio, inoqaMerlo de. 21.28-30, 38. Sulemian ibn Al-Aráis i, 74-75
246. 277, 303 Sbnfelgebllgc. limalla de. 54 45 49. <*g
San Ciad, monasieiio <Je. 37y. Sus.i. paso de. JO-
S,in Ic o ,41. Suauagild,!, madre de Lirifófl. -5
San Marino. 41. Syhurgn, 58
San Mauricio de Valuó, 28. M í 358. 385
San Medardo iych.sc ío Ij .w i j ,,
San Quinlin, 288, 295. 296. 302 Taitwaivc,
Sansón, 239. ar/obispu de. o de M puliere. !72.
Sania Macu. iglesia de Istu-e Fumes i diócesis de, r de Mouucrv 314. 325,
Sarna, 16, 250. 262, Mí. I d»-,ik>n, duque de Bavieia. 10. 45. 46. 54,
Sarracenos miase A/nsu.'ninoeíi 65.70.71 119.121 137,107.397.
Snucourr-en-Vmieii. 177. le uno. 97
Sñfll. 2d. 33. 300 7codeb-lido, duque de los ,ll,míanos. 21
Sownaunmi. 149 Tendón de Bavicra. 55.
Savoniiicirr. 305-306, 316. Teodoro primicerio, 211
Schinitr, riom 189 Teo(tosía I. emperador, 206
Scluilue de Roma. 90 Teodulm. obispa de Orlcán». 105- 06. 201.
ScJiriíii, H . 276. .103, 374-175. Teólanes, crunisla, 12
Schuben, H., von. 6.1. Teología, 177, F9,
.Sedán. 262 Tciiiy, 11
Sedes iiK-UopolilaniLs. 49-30. Teiono páMico. ;30, 153
Sena. 249. 237-259. 277.289, 296 297 731. Temberga, esposa de Lolarin 11, 311. 315,
351.380 ’ ki 3S4 319, 323. 324. 325. 332, 3.35-336.
ScrescJ. 131 1culg.lldo, arzobispo de Tidvrris. 320. 329.
Scnn. I-.. 163. 33.3
Seos. 298. TTiierry, «onde <¡e Aulim. 400
drznhíspc de, 350, Tliicny. cihide franco. 60
Sertor iveasc Vainita). Tliicrry IV. niy incnivinpu» 16. 18
Sepiimanís,47. 33. 76, 114, 218. 230 Thimeon. 377,
Sergio, sccuniiicenu. 85. 86. 1 hlnnvillc. 204.248.2.58, 536.
Serglu II. papa, 271-273, 276 283. Til*íi, 2 '8.
Sicilia. 19.95 112.277. 327. 33* Vi renos. 220. 239. 297
Sickcl. Tli 194 l'lsza. 70
Sirkel. W 125 Tuledo, l 76.
Sigftido. jele noitmmdo. 381. 1olo>a. Ifi 196. 219. 276
SigoMieim. 236 Toniieui 148
Silvcsitc I. papa. 317-32. Tonicok. 260
Símson, H„ 33-Í7, 65 78, 80-81. 87. 89. Tartaria. 237. 359
103, 11)5. 106. 119. 120. 89-I9H. (92. I añosa.76.
201 205. 2i2. 21.3, 216-218. 223-22'J. Tuscnu». 42. 97
231 235-237. lose.mella 97.
Sinigaplia. 41. $7 ubispo de. 34S.
SiiiziS. 260, 261 Tcu!. 250,
Siór. Tours. 7. 52. ISO. 289. 2*36 363.
condado du. 3S5 sínodo Je. 179, 191
diátesis de. 314, T riirw ij. 142.
Souit.l. 97 Titulado de poblju.\le> icheldes, *1
aoíssüns. 25, 37. 52. Tr.ne, 65.
Sar.Medanlndc.242.248.283. frcbia 386
sínodo de. 23, N. *0. 2-12. Irebur ú Tnbur. 382.390
Sn'idaridao. 174,26* Trente. 55, 295. >83.
Soimnc, ,1"1 Tróveos. 56.2? I, 3 '6
1
446
INIMC 1-
ADVERTENCIA ....................................................................
INTRODUCCIÓN ................................................................. 9
LIBRO PRIMERO
I I \0\CIÓN OKI. IMPERIO
447
3. Conquista Je Sajorna ........... .. ........— ..........„......... 57
4. Sumisión Je Elisia ........................................... .......... 63
5. I os pueblos eslavos Je las fronteras orientales ........ 64
6. Sumisión Je los avaros ........... ........ .................... 70
7. Los musulmanes ríe España .......«........ ................. 74
8. Uretaña ..... ................. - ......................—...................... 77
9. Defensa de las costas ..... «........ ................................... 79
It). El reino franco al final del reinado ....................... 82
C AP IV. ANEXIÓN DF.I REINO LOMBARDO ......... 85
I Empresas de Desiderio y nuevo llamamiento del papa
¡t los francos ............... ................... ......................... 85
2. Conquista del reino lombardo ............ ....... .............. 88
3. Nueva «promesa de donación» a la Santa Sede (774) ... 89
4. Aplicación del pacto 774 .............. ....................«........ 94
5. Cario magno, dueño de Italia .... ................................. 98
CAP V EXALTACIÓN DE CAREOMAGNO AL IM
PERIO ............................................................................ 101
1. Car!omíii»nu. Arbitro de Occidente .......... .................. 101
2. Coronación ........... ........................................... ......... ¡06
3. Consecuencias de la exaltación de Carlos al Impe
lí ' ....................... - ....... ............. ..... Ili
CAP. VI. ORGANIZACIÓN POLÍTICA Y ADMINIS-
1R \11\ A ............... .............................. ......................... II"
1. Territorios .... ..................... ...... .................................. 11 1
2 Administración local ......... ......................—.............. 124
3. Adminstración central .......... ........................ ........... I *0
4 Asamblea general .................... ............ .................... 134
5. Juramento de fidelidad .. .... .......... ........................ 138
ó. Cargas militares ............................................... .......... 139
7. Preslaciones \ servicios ............................................... 144
8. Impuestos ...................... ............................... ............... 146
9. Patrimonio, monopolio de lu monejn. Je techos de
cancillería ............................... .................................... 150
10 Justicia .................. - ........................................ -......... 154
11. Inmunidades ......................................................... . 160
12. 3 astíllate ............... «............................. .................... 164
CAP Vil. EL I MPERADOR ................ ........................... 171
1 Principios de gobierno ......... ..................................... 1"1
2. Acción religiosa ........................................................... 176
3. Jefe supremo del clero ................................................ IRI
I IHKO II
VKISITIDES DF.l IMl'HOO H\.H) 1.1 DOVICO HÍll
(flU-8401
149
I.1BRO 111
DESMEMBRACIÓN 1JEI. IMPERIO
45U
4. Carlos «el Calvo», y el peligro musulmán ............. 352
5 Asamblea de Quierzy (877) .... .................................. 354
fi. Fin de Carlos «el Calvo» (877) .................................. 357
CAP. Vil CARLOS «EL CRASO» .................................... 361
1. El papa Juan VIH en busca de un emperador concilio
de Troves (878) .............................................................. 361
2. Elección de Carlos «el Craso» ................................... 365
3. Esperanzas de renovación .......................................... 371
4. Unión junio al emperador contra los bárbaros ....... 376
5. La caída ......................................................................... 379
CAP. VIH. LIQUIDACIÓN DEL IMPERIO CAROUN-
GIO .................................................................................... 383
1. Nacimiento de nuevas monarquías .......................... 383
2. Pretensiones de Amullb de Gemianía ..................... 387
3. Último intento del Imperio Carolingio (896) ........... 390
CAP. IX. EN EL UMBRAL DE UN MUNDO NUEVO... 393
I. Decadencia del principio monárquico ..................... 393
2 Extensión del vasallaje ............................................ 396
3. Confusión de los cargos públicos y de los benefi
cios ................................................................................. 399
4. El principio monárquico sustituido por el vasálico .... 4(J1
CONCLUSIÓN ..........................................„ ......................... 403
BIBLIOGRAFÍA ............................................................. 407
BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA .......................... 421
ÍNDICE DE NOMBRES ...................................................... 435
45