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El concepto de protoinfancia
El concepto de protoinfancia.
Myrtha Hebe Chokler
El término protoinfancia designa entonces el período previo a los tres años, en el que
se operan cambios vertiginosos, y en el que, al mismo tiempo, se constituyen los
cimientos de la personalidad presente y futura. Se integra por la existencia de ejes
Organizadores del Desarrollo 3
que, interactuando dialécticamente entre sí, aseguran y determinan la constitución de
la Persona como sujeto de la humanidad, en un proceso de adaptación activa y de
intercambio entre lo interno y lo externo.
Inmerso en sus propios cambios rápidos, entre ruidos, presiones y movimientos del
cuerpo que lo alberga, nutre y contiene, a una temperatura más o menos constante,
registra confusamente en su propio cuerpo la presión o el roce de los órganos, las
impresiones laberínticas, las tensiones y crispaciones musculares –producto de las
propias oleadas tónicas y los cambios espaciales– y la aceleración de los latidos de la
madre a causa de su excitación, angustia o ansiedad, o bien vive la distensión de la
pared abdominal de ella y las fluctuaciones de los ritmos en las situaciones de
placidez, tranquilidad o desaliento. Está también sometido permanentemente a
cambios hormonales y metabólicos, producidos por las emociones, la calidad de la
alimentación y/o por los tóxicos. Acciona y reacciona moviéndose y reacomodándose
en un espacio cada vez más exiguo, inaugurando el intercambio entre el adentro y el
afuera.
Existe en esa etapa una indiferenciación entre las diversas modalidades sensoriales
que registran sostén, envoltura, interpenetración de las miradas, contacto del pezón
en la boca, palabras melodiosas y plenitud interna. El registro tónico-visceral, de la
sensibilidad protopática, inevitablemente emocional, se carga por ello de significación
transformándose en afecto. Esta experiencia de satisfacción, ligada al proceso
semiótico que le da sentido, proporciona al bebé una intensa vivencia de unidad
interna, que constituye un esbozo de sentimiento yoico de existencia y promueve una
primera organización todavía inestable de la imagen del cuerpo pero que aun así
funda las bases de la identidad.
Esta envoltura continente del entorno, al ser internalizada, opera como una piel, como
una frontera que establece un adentro y un afuera, delimitando, poco a poco, los
espacios psíquicos interno y externo, que sostendrán el proceso de personalización.
Es el concepto de “Yo-piel” de Anzieu. “Yo-piel” que actúa como membrana protectora
y continente, como frontera que limita y como interfaz que conecta y facilita la
comunicación entre lo interno y lo externo.
La presencia indispensable del otro unifica la sensualidad, la sensorialidad y la
motricidad dispersa. Así, el espejo de placer o de inquietud que el adulto le devuelve,
“bordea y da forma”creando signo, sentido y significación. El estado mental
inicialmente caótico del protoinfante oscila entre estados de desorganización,
disociación y dispersión y estados en los que se siente precariamente reunificado en
su persona, en su vivencia corporal y psíquica, ambas indisociables en esta etapa.
Este preciso ajuste del gesto con su efecto instaura entre el movimiento y las
impresiones de las aferencias externas -entre las sensibilidades propio y
exteroceptivas- unos sistemas de relaciones que los diferencian y los oponen en la
medida en que se combinan en series minuciosamente unidas. 14
La reacción circular es, para Wallon, primero un acto que se explica por la ley del
efecto, pero también por el gusto de la repetición, por el placer de reencontrar las
cosas. El acto y su motivación presentan luego diferentes niveles. Los primerísimos
actos impulsivos no tienen motivación psíquica. Sólo se producen como actividad
orgánica. Luego aparecen los actos emotivos cuando los actos impulsivos se registran
unidos a estados de bienestar, de malestar o sufrimiento –a partir de las
sensibilidades íntero y propioceptivas– también ligadas al mundo externo a través de
las sensibilidades exteroceptivas y kinestésicas. Sin éstas el movimiento no
podría entrar en la vida psíquica transformándose en acción.
El efecto es inherente al acto, teniendo cada uno su contenido, su ocasión y su
objetivo. [...] El efecto no es exterior al acto. Es, en cada momento y simultáneamente,
su resultado y su regulador. 15
El niño no busca hasta esa edad, caerse, arrojarse al vacío. Ni tolera fácilmente ver
que el adulto lo haga. Lo llega a soportar en la medida que un otro lo acompañe,
consolándolo...
Es cierto que en el acto compartido con el otro la emoción, el placer del otro, del
adulto, “contagia” al niño por resonancia tónico-emocional. Esta resonancia inevitable
se encuentran en la base de poderosos –y necesarios para el niño- procesos de
identificación. Por lo tanto las fuertes sensaciones propioceptivas que provocan
emociones displacenteras de desorientación, inseguridad y/o de pánico se confunden
con las emociones irradiadas por el otro. En consecuencia se producen gestos y
mímicas que, en la excitación, esconden frecuentemente complejos y contradictorios
afectos, a veces difíciles de codificar o comprender, pero que dejan huellas en el
proceso de construcción de la personalidad.
Luego, hacia el cuarto mes, la mano atrae la mirada cuando se pone en contacto con
un objeto. Las diferencias de sensibilidad táctil, kinestésica provistas por ese objeto
sobre su mano parecen estar inicialmente disociadas de la visión hasta que ésta es
atraída por el objeto en la mano y poco tiempo después guía la mano hacia el objeto.
A partir de entonces el niño palpa, tantea, agarra los objetos a su alcance, los choca
entre sí, los frota contra su rostro, sus labios, los lleva a la boca, los sacude, etc.,
como para experimentar todos los efectos posibles en el campo de todas sus
sensibilidades. La relación entre la visión y la prensión se precisa, para Wallon,
alrededor del final del primer año cuando los campos sensoriales y motores de la
corteza cerebral han sido conectados entre sí y la mielinización piramidal permite el
control cortical sobre la actividad motriz. Es entonces, por lo tanto, que la acción
voluntaria de los músculos extensores de la mano, ajustando el tomar y el soltar,
apoya la posibilidad psíquica de desaferrarse, de dejar ir de sí, de alejar de sí.
1. Se puede pensar también en prototipo: modelo original o primer molde de un producto industrial,
o en protosol: masa cósmica que dio origen a un sistema planetario, o en protozoo, protovínculo,
protorrepresentaciones.
2. Diccionario Enciclopédico de Educación Especial. Madrid, Editorial Diagonal /Santillana, 1985,
p.1142
3. El vínculo de apego, la exploración y apropiación del mundo externo, la comunicación, la
seguridad postural y el orden simbólico. “Teoría de los Organizadores del Desarrollo”, en Chokler,
M. Los Organizadores del Desarrollo Psicomotor, del mecanicismo a la Psicomotricidad Operativa,
Buenos Aires, Ediciones Cinco 1988.
4. Protopática: sensibilidad profunda, confusa, difusa, visceral, ligada siempre a un carácter
afectivo, se acompaña a menudo de euforia o de angustia. H. Wallon, Los orígenes del carácter en
el niño. Los
preludios del sentimiento de personalidad. Trad. Mabel Arruñada. Ed. Nueva Visión., p. 75, 1979.
5. Epicrítica: sensibilidad predominantemente ligada a la exteroceptividad, a través de la cual se
diferencian las cualidades y se conocen las cosas. (Ibidem)
6. Concepto formulado por el Dr. Julián de Ajuriaguerra en sus cursos de “Neuropsicología del
Desarrollo” dictados en el Collège de France entre 1977-1978. Publicado en castellano en La
Hamaca Nº 3-4. Buenos Aires, 1992.
7. Wallon, H., L’enfant turbulent. Stades et troubles du développement psychomoteur et mental
chez l’enfant, Paris, F.Alcan, P.U.F., 1925, passim
8. Para H. Wallon tono muscular y emoción son las dos caras de la misma moneda. La emoción es
la bisagra, que anclada en lo orgánico se engrampa en lo social, en el Otro, para dar origen a los
afectos y
al psiquismo. (N. de A.)
9. D. W. Winnicott, El proceso de maduración en el niño, Editorial Laia, Barcelona, 1975, cap 4,
p.67.
10. E.Bick, “The experience of the skin in early object-relations”, 25 International Congress of
Psychoanalisis, Copenhague, 1967. Publicado in International Psychoanalisis, 49,p.484-486.
Se trata de un período fundamental donde se forman las bases de la personalidad, bases sobre las
que se construyen las experiencias futuras, donde la función postural y la posibilidad de
manipulación juegan un importante papel y operan en la génesis de los primeros tipos de
actitudes y su transformación en operaciones mentales, que se desarrollarán en las edades
siguientes.
Período donde el contacto corporal, el vínculo, la comunicación que se establecen en los primeros
meses de la vida del bebé con adultos en posición de disponibilidad y escucha, son importantes
“organizadores” que posibilitan la conquista de su “cuerpo” y del mundo que habita,
explorándolo a través de su propia acción. (Nota de Euskal Herriko Pikler-Lóczy Sarea)