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PRESENTADO POR:
En el 2012, año del gobierno del presidente Ollanta Humala el caso de Conga
ocupaba las primeras líneas de los periódicos, televisión y murmuraciones en todo
el país y especialmente en la región de Cajamarca, donde hacia énfasis hacia la
rebeldía de un gobierno regional, la movilización de la población exigiendo la no
explotación de sus lagunas, expropiación de sus tierras, etc. insistiendo encontrar
soluciones técnicas; donde el futuro de la inversión y de Cajamarca estaba siendo
discutidos por el estado, las empresas, la sociedad, y la población en general. La
pregunta que todos nos hacemos es ¿Acaso Conga marca una diferencia con los
conflictos socioambientales anteriores? ¿Marcará algún punto de quiebre en la
naturaleza del conflicto y de las protestas, o en las respuestas del Estado o de las
empresas mineras? Se puede afirmar que a partir de este importante caso se han
comenzado a proponer reformas y políticas públicas alternativas, tanto del lado de la
Sociedad Civil, luego de Conga y la Marcha Nacional por el Agua, se ha generado
una iniciativa legislativa de protección de las cabeceras de cuenca y del lado del
Gobierno, se ha creado una Comisión Multisectorial encargada de elaborar un
conjunto de propuestas de reformas normativas orientadas a construir “una nueva
relación con las industrias extractivas”.
Cajamarca es la primera región productora de oro del país. (Minero, 2020). Acoge a
la mina de oro más grande de Sudamérica y paradójicamente es la segunda región
más pobre del Perú. Constituye la cuarta región más poblada y la segunda
ganadera del país. El 67% de la población habita en el área rural y se dedica
principalmente a la agricultura y ganadería. (VIZARRETA, 2013).
Yanacocha realizó la exploración aurífera a cielo abierto por lixiviación con cianuro
en cinco zonas: Cerro Negro, La Quinua, Cerro Yanacocha, Carachugo y Maqui. Su
actividad se desarrolla en cuatro cuencas del departamento de Cajamarca:
Quebrada Honda, Río Chonta, Río Porcón y Río Rejo. Este complejo minero
alcanza las 26.000 hectáreas y se ubica a más de 45 km. al norte del distrito de
Cajamarca, entre los 3500 y 4100 metros sobre el nivel del mar. Hoy en día
representa la mina de oro más grande de Sudamérica no sólo por la extensión que
ocupa, sino también por la cantidad de oro producida, el volumen de agua utilizada,
la cantidad de tierra removida, el alcance de la inversión realizada y las ganancias
obtenidas; llegando incluso a exportar cinco veces más que las demás empresas de
oro nacionales juntas. (VIZARRETA, 2013).
En el año 2006, el gobierno de Alan García promulgó un decreto ley que impide a
los gobiernos locales a promulgar ordenanzas de intangibilidad, es a partir de este
momento que comenzó la tensión entre la población y la falta de seriedad del EIA ya
que este debió haber sido de clase III (detallado) y no de Categoría II (semi
detallada). El estudio hidrogeológico es incompleto y no garantiza la preservación de
los recursos naturales, considera la zona de influencia indirecta igual a la zona de
influencia directa y no establece un análisis en términos de cuencas. Por otra parte,
la población de Celendín sospechó de actos de corrupción entre el gobierno y
Yanacocha. (Perú, 2012)
el 19 de diciembre se llevó a cabo una reunión sin éxito, donde el nuevo primer
ministro Oscar Valdés, acompañado por ministros de Estado, firmó un
documento que hacía mención a una pericia internacional para poner fin a los
problemas. Así que invitó al presidente regional de Cajamarca a hacer lo mismo,
pero al final, se negó. Gregorio Santos señaló más tarde que la reunión no se había
desarrollado conforme a los principios elementales del diálogo.
Durante los últimos días el estado de emergencia siguió siendo riguroso. Y, a pesar
de la presencia militar, desde el escándalo del ataque de la policía contra los
familiares de las víctimas en su funeral, no tuvieron ningún “contacto”. (Perú, 2012).
Los que rechazan las actividades extractivas por razones diversas relacionadas con
el sentido común; con matices conservacionistas de protección ambiental, en
términos generales, posiciones que coinciden con el sentido común de la población,
por lo que circulan con mucha facilidad, y resultan sumamente creíbles y
verosímiles. Dentro de estas posiciones, podemos identificar una serie de discursos
o posiciones como son:
La minería como pérdida social: Para los pobladores urbanos, no articulados con
la actividad comercial del centro, migrantes del interior del departamento,
representados en juntas vecinales y organizaciones como las rondas urbanas, la
minería es una actividad externa, que deteriora el entorno social y afecta las
condiciones de vida de la población. (Echave & Diez, 2013)
Por otro lado, el enfoque de desarrollo rural o territorial parece adecuarse más a las
expectativas de la población, pues enfatiza lo local, la sabiduría de los pueblos
autóctonos y sus tecnologías tradicionales. El desarrollo económico, entonces, es
una idea que, al ser impuesta desde afuera por el Estado y la empresa minera, no
concuerda con la base económica de los pueblos campesinos, la cual no ve los
efectos que dicho desarrollo promete. (Bolaños, 2013).
Muchos fueron los comentarios negativos que envolvieron al estado peruano frente
a su actuación, ya que se lo tildó de un estado ausente, incapaz e incluso abusivo
debido a las decisiones que se tomaron frente a los acontecimientos que los
conflictos ocasionaron.
Sobre el empleo de las fuerzas armadas en el control del orden interno en apoyo de
la PNP al amparo del Decreto Legislativo N° 1095, se tienen diferentes posiciones
de constitucionalistas. Algunos están a favor y otros en contra; sin embargo, la
Defensoría del Pueblo (2012), basada en un pronunciamiento del Tribunal
Constitucional, ha emitido una posición: “El Tribunal Constitucional ha reconocido
que es posible la intervención de las FF.AA. en apoyo al control del orden interno en
zonas no declaradas en estado de emergencia en casos de narcotráfico, terrorismo
y protección de instalaciones estratégicas para el funcionamiento del país. Sin
embargo, señala que la constitucionalidad de estos supuestos depende de que se
precise -mediante una norma con rango legal- los elementos para determinar
cuándo la Policía Nacional se encuentra sobrepasada en sus atribuciones, el plazo
mínimo y máximo durante el cual las FF.AA. pueden apoyar a la Policía Nacional,
los mecanismos de control político y jurisdiccional aplicables a estas situaciones, así
como los mecanismos para asegurar la vigencia y respeto a los derechos
fundamentales. Sin embargo, ninguno de estos aspectos ha sido precisado en el
Decreto Legislativo N°. 1095.” (Constitucional, 2009).
III. CONCLUSIONES
IV. RECOMENDACIONES
V. BIBLIOGRAFÍA
Echave, J. D., & Diez, A. (marzo de 2013). Más allá de Conga. Obtenido de
https://cooperaccion.org.pe/wp-content/uploads/2017/03/00164.pdf
Roxana, Z., & Anahí, D. (2005). “El desarrollo a la vuelta de la mina: Percepciones
sobre desarrollo, pobreza y minería”.