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1.- El pueblo de Dios estaba llamado a dar primicias por los primogénitos, los animales
y los frutos de la tierra (Éxodo 22:29, 30; 23:19; Deuteronomio 18:4, 5).
a.- No debían demorarse.
b.- Nadie estaba eximido de dar sus primicias.
2.- A Dios se le ofrece lo menor de las primicias (Números 18:12; Cf. Éxodo 34:26).
3.- Las primicias se destinaban al sostenimiento de los levitas (Números 18:8-13;
Ezequiel 44:30, 31). EN LA ACTUALIDAD ESTAS PRIMICIAS TAMBIEN SE DAN A LOS
MINISTROS QUE DIOS TIENE AL FRENTE DE SU GREY, SU IGLESIA.
Conclusión:
Era la clase especial de sacrificios incruentos, que comprendía también los primogénitos
del ganado, y cuya presentación ya se conocía en los tiempos más remotos (Génesis
4:3ss). Al ofrendar a Dios las primicias y lo mejor de los frutos, se le reconocía como el
Señor, dueño y dador de los frutos del campo; todo se debe a su bendición. Habiendo
consagrado las primicias a Dios, el hombre podía disfrutar con limpia conciencia del
resto de los bienes. El ofrecimiento de las primicias fue regulado por la Ley Mosaica.
Esta hizo de la ofrenda espontánea una obligación religiosa que debía cumplirse frente
al santuario y sus ministros, y distinguió entre las primicias solemnes, traídas por la
nación como un todo, y las que cada individuo debía dedicar al Señor. Había dos formas
y oportunidades para la ofrenda solemne. La primera consistía en presentar delante del
Señor una gavilla de cebada, mecida y acompañada por una ofrenda de dos décimas de
efa de flor de harina amasada con aceite, y una libación de vino.
Se ofrecía el 16 de Nisán, el segundo día de la Fiesta de los Panes sin Levadura, para
iniciar la siega (Éxodo 23:19; Lv 23.9–14; Nm 28.16s). Siete semanas después se
celebraba la verdadera y suprema Fiesta de las Primicias, el Pentecostés israelita,
llamada también la Fiesta de las Semanas. Con ella se terminaba la primera cosecha del
año y la recolección de los frutos. Juntamente con dos «panes de las primicias»,
«mecidos delante de Jehová», se ofrecían siete corderos, un becerro, dos carneros y un
macho cabrío (Lv 23.15–20).
En los tiempos del Nuevo Testamento, en este día Jesús dio pan, después de dar
gracias, a los dos discípulos que iban a la aldea llamada Emaús; y los ojos espirituales
de ellos se abrieron, y reconocieron a Jesús (Lc. 24:13-35). Profecía y cumplimiento
Dios mandó al sacerdote mecer una gavilla de los primeros frutos delante de Jehová,
para ser aceptos, el día (domingo) siguiente del día de reposo. Lv. 23:10-12 Cuando
hayáis entrado en la tierra que yo os doy, y seguéis su mies, traeréis al sacerdote una
gavilla por primicia de los primeros frutos de vuestra siega. Y el sacerdote mecerá la
gavilla delante de Jehová, para que seáis aceptos; el día siguiente del día de reposo la
mecerá. Aquí, los primeros frutos (las primicias) representan a Cristo, que resucitó de
los muertos como primicias de los que habían dormido. 1 Co. 15:20 Mas ahora Cristo ha
resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho.
Una gavilla de los primeros granos, la ofrenda de la fiesta de las primicias, se traía a
Dios el día después del día de reposo, es decir, el domingo; y las primicias representan
a Cristo. Por eso es natural que el día de resurrección, cuando Jesús se levantó de los
muertos, fuera domingo, el día después del día de reposo. Mr. 16:2-6 Y muy de
mañana, el primer día de la semana, vinieron al sepulcro, ya salido el sol. Pero decían
entre sí: ¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro? Pero cuando
miraron, vieron removida la piedra, que era muy grande. […] buscáis a Jesús nazareno,
el que fue crucificado; ha resucitado, no está aquí; […]
La fiesta de las primicias es una sombra del día de resurrección. Como la fiesta de las
primicias se celebraba el día (domingo) después del día de reposo, así también el día de
resurrección ha de celebrarse el domingo como consecuencia del cumplimiento de la
profecía. Por tanto, la fiesta de las primicias, que es el día de resurrección, se celebra
cada año el domingo. Al levantarse de los muertos como primicias de los que habían
dormido, Jesús se ha convertido en la verdadera ofrenda de la fiesta de las primicias,
que pertenece a las siete fiestas de tres tiempos.
Mt. 27:52-53 y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían
dormido, se levantaron; y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él,
vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos.
Los santos que fueron salvos a través del evangelio en aquellos días, llegaron a ser
frutos maduros de la cosecha del trigo; y hoy, nosotros llegamos a ser los frutos
maduros de la última cosecha de otoño (Éx. 23:16).
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