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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la Educación Superior


Universidad Bicentenaria de Aragua
Facultad de Área de la Salud y Desarrollo Humano
Escuela de Psicología.
Cátedra: Psicometría II.
San Joaquín de Turmero

Funciones Ejecutivas.

Profesor: Alumnos:

Escaraballone Pedro Márquez Verónica C.I: 28.335.446

Escobar Elsa. C.I: 27.276.294

Jiménez Gino. C.I: 26.935321

Sección: “A”

Octubre 2019.
En relación con el comienzo de las funciones ejecutivas, en la segunda

década del siglo pasado, uno de los teóricos más influyentes en el estudio de

la inteligencia humana, definió a la persona inteligente como “aquella capaz

de controlar sus impulsos con el fin de examinar la situación y poder decidir

analíticamente entre las diferentes alternativas que se le presentan”

(Thurstone, 1924).

A finales del siglo XIX, el Médico Estadounidense J. M. Harlow había

descrito el ya célebre caso de Phineas Gage, algunos autores lo describen

como el caso más fascinante asociado al rol de las funciones ejecutivas en la

conducta. Phineas Gage sufrió una lesión en el lóbulo frontal izquierdo

producida por un accidente de trabajo.

Posteriormente a esta situación, hubo cambios significativos en su

conducta, siendo que esta se caracterizaba por la existencia de síntomas

como desinhibición e hiperactividad, que concursaban con alteraciones de

personalidad, (Goldstein, Naglieri, Princiotta y Otero, 2014). Este caso fue

determinante para el surgimiento del interés en el estudio de las funciones

ejecutivas.

Según lo mencionado anteriormente, las funciones ejecutivas son de suma

importancia ya que tienen como principal objetivo que una persona sea

capaz de manejarse a sí misma y de utilizar sus propios recursos con el fin

de conseguir una finalidad, entre las cuales se presentan a continuación:


La inhibición o el autoconcontrol, la flexibilidad cognitiva y la memoria a

corto plazo.

Por esta razón esto funciona en el individuo para mantener la concentración y

analizar las situaciones, mantener y cambiar información que no esté presente.

No obstante, involucran aquellas conductas que van más allá de las habituales

y cotidianas, teniendo la capacidad de reaccionar ante lo inmediato.

Por consiguiente, Barón (2004) definió las funciones ejecutivas como las

habilidades que permiten que un individuo perciba estímulos de su entorno,

cambie con flexibilidad su dirección, responda de manera adaptativa, anticipe

metas futuras, considere consecuencias y responda de forma integrada y con

sentido común.

Del mismo modo: Según Shallice (1988) Las funciones ejecutivas son

procesos cognitivos de alto nivel que nos permiten asociar ideas, movimientos

y acciones simples para llevar a cabo tareas más complejas.

Seguidamente, Bauermeister (2008) Determinó las funciones ejecutivas como

actividades mentales complejas, necesarias para planificar, organizar, guiar,

revisar, regularizar y evaluar el comportamiento necesario para adaptarse

eficazmente al entorno y alcanzar metas.

Estos autores han enfatizado las Funciones Ejecutivas como una herramienta

primaria para un mejor funcionamiento de cada una de las etapas del desarrollo

del ser humano, que comienza desde la infancia hasta la adolescencia.


Vygotsky da inicio a las funciones ejecutivas ya que, planteó la siguiente

teoría:

El lenguaje brinda al individuo una calidad distinta de acuerdo a la cultura en

la que haya nacido. En su planteamiento Vygotsky (1929, 1978, 1986, 1987),

habla que la forma superior de la cognición en los niños es mediada por el

lenguaje.

Vygotsky pudo observar que el contexto cultural tendría un rol determinante

para el desarrollo del lenguaje y consecuentemente para las funciones

cognitivas superiores.

De acuerdo a la teoría de Luria con lo propuesto por Vygotsky, se tomó el

planteamiento del contexto social en el cual el sujeto está sumergido y empezó

formarse lo que sería las Funciones Mentales Superiores.

Luria fue llamado por Vygotsky para estudiar los mecanismos para influir en la

conducta post daño cerebral y ambos especialistas dieron a su investigación un

interés en el desarrollo de las funciones mentales. Se enfocó en su teoría de las

tres bases funcionales, Luria (1969, 1973, 1980). Enlazó conductas como la

inhibición de las respuestas inmediatas, la solución de problemas y la

regulación verbal del comportamiento.


Propuso de igual manera tres unidades funcionales cerebrales: la de alerte-

motivación, la de recepción-procesamiento y la de programación-control-

verificación, la cual fue descrita por Luria de manera detallada.

De esta manera, Luria (1984) reconoce el carácter activo de la conducta,

teniendo en cuenta que no se basa únicamente en la experiencia pasada, sino

que está definida por intensiones futuras. Las funciones cerebrales superiores

le permitían al individuo crear la conducta orientada al futuro

(Intencionalmente) y además de eso acatar a sí mismos.

De acuerdo a esta propuesta, Alexander Luria (1980), es el antecesor más

resaltante del término de “Funciones Ejecutivas”. Diversos autores han

resaltado la aportación de la teoría desarrollada por A. Luria a la

neuropsicología actual.

Brown, (2008), Presentan las dimensiones que se agrupan en lo que son las

funciones ejecutivas las cuales se pueden definir como: activación, lo cual se

conforma por la organización o establecimiento de prioridades e iniciativa para

trabajar.

Concentración: La definen como la regulación voluntaria de la atención.

Esfuerzo se el término como la regulación del estado de alerta y velocidad del

procesamiento de la información.

Emoción: Es la regulación de las frustración y las emociones.


Memoria: Es la memoria de trabajo y organización de la información

adquirida).

Y por última dimensión se encuentra la accion conformado por el

monitoreo y la autorregulación.

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