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Abrazando al miedo

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Abrazando al miedo
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ABRAZANDO AL MIEDO
A TRAVÉS DEL PODER DE LA RESPIRACIÓN

Marta Jiménez Barco

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Escrito, diseñado, corregido y maquetado: Marta Jiménez Barco.


Fotografía: Marta Jiménez Barco.
Modelo: Yio Chi Hsu Jiménez.
Primera Edición: Diciembre 2019. Madrid.

Copyright © 2019 Marta Jiménez Barco


Todos los derechos reservados.

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Marta Jiménez es bióloga, terapeuta,


profesora de kundalini yoga y autora del
libro “Tan solo respira” de Ediciones Isthar
Luna Sol.

“La vida está llena de cosas mágicas y esta es una de ellas.

El presente manuscrito se ha convertido en un regalo que te entrego con todo mi


corazón junto con el deseo de aportar mi granito de arena en nuestro crecimiento,
bienestar y aumento de consciencia.

Porque todos somos uno”.


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“Hace ya casi tres años que, tras una bonita y retadora etapa como profesora de
Biología, Geología, Física y Química de Secundaria, me conecté con el cambio que nació
en mí y, uniéndome con lo que estaba sintiendo mi corazón, emprendí este maravilloso
rumbo dando vida al proyecto “Respirando Azul Clarito”

Así, comparto clases de Kundalini Yoga; paso consulta individual utilizando terapias
naturales y gestión emocional; realizo formaciones y charlas cuyo objetivo principal es
el de conectarnos con todo nuestro potencial para conseguir lo que nos propongamos;
organizo retiros en la naturaleza y, en Enero de 2019 se publicó mi libro «Tan solo
respira», de Ediciones Isthar Luna Sol, cuyo tema principal es la importancia que tiene la
respiración en nuestro estado de bienestar.

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Cuando nos conectamos con nuestro propósito de vida, la magia surge. Esta magia,
no es otra cosa que la expresión de todo lo que somos y nace de la confianza”.

«El cambio empieza en cada uno y se expande bella y mágicamente allá por donde
pasa, contagiando a las personas cercanas hasta convertirse en una ola que todo lo
alcanza.»

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ÍNDICE

Prólogo
Introducción
- Expertos aprendices de miedos.
- ¿Qué es el miedo?
- Creando tus miedos.
- ¿Cómo puedo gestionar mis miedos?

PARTE I
1. El poder de la acción
2. Cuando no es estrés, sino miedo.
3. Sanando nuestros miedos.
4. Amarnos y amar en perfecto equilibrio.
5. Control de masas.
6. Todo es perfecto tal y como es.
7. Más allá de la muerte.
8. ¿Qué harías si no tuvieras miedo?

PARTE II
Ejercicios prácticos
- Hazte amigo de tus fobias.
- Pon en contacto a tu mente y a tu cuerpo.
- Medita.
- Crea un espacio de seguridad.
- Abraza al miedo.
- Transforma el miedo en amor.

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Claves importantes
- Obsérvate y escúchate.
- No te juzgues, acepta y deja que fluya.
- Cuando la emoción es demasiado fuerte.
- Disfruta.
- Ama.
- Experimenta.

Notas de la autora
Bibliografía
Datos de contacto

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Para mi amada Yio Chi:


“Cuando el miedo se apodere de ti, simplemente, abrázalo”.

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PRÓLOGO

En las madrugadas, unas horas antes de que salga el Sol, nuestra alma nos habla.
Tan solo hace dos días que mi alma me habló. Podría decir que, más que hablar, me
susurró dulcemente, pero con firmeza… EL MIEDO…

Y ahí estaba, antes de que amaneciera, tumbada en la cama, dejando brotar como un
manantial algo que ya se había estado cocinando a fuego lento en los últimos días en mi
interior.

Una vez más, el Universo me lo había puesto en bandeja. En la última semana, me había
ido dejando una serie de pistas en el camino. Pistas que se habían ido sembrando en mi
corazón y que habían decidido brotar al unísono en ese mismo instante. Mi corazón lo
tenía claro. Y a estas alturas, yo no tenía la más mínima duda de cómo funcionaba esto.
Así que decidí guiarme por él.

Muchas de las personas que acompaño en consulta acuden guiadas por alguna de las
emociones que forman parte de la categoría emocional del miedo: ya sea por sentir
algún bloqueo que les impide llevar una vida saludable, por temor, ansiedad,…

Sentir miedo es natural, todos tenemos miedo en algún momento o circunstancia de


nuestras vidas, pero cuando el miedo impregna nuestro ser coartando nuestra libertad,
es momento de observarlo, escucharlo y comprender lo que el miedo está queriendo
mostrarnos. No se trata de que te hagas amigo de tu miedo. Simplemente tendrás que
comprenderlo y, entonces, desaparecerá.

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En estos últimos años he tenido la oportunidad de adentrarme en el mundo de la


respiración de una manera más profunda y sutil, llegando a comprender el poder que
podemos alcanzar si utilizamos sabiamente este regalo que la naturaleza nos ha
otorgado.

Utilizando la respiración como hilo conductor para abrazar al miedo, entrarás en


contacto con aprendizajes y, tal vez, con el proceso de auto-sanación que te
proporcionará el íntimo y liberador diálogo que se establecerá entre tu respiración y tus
miedos.

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INTRODUCCIÓN

Expertos aprendices de miedos

Comencemos remontándonos al pasado. Súbete a mi máquina del tiempo y


retrocedamos unas cuantas decenas de miles de años…

¿Nos visualizas? Ahí estamos tú y yo, haciendo vida junto con otros miembros de nuestro
clan. En conexión con la madre naturaleza. Expuestos a todo lo que esta nos quiera
mostrar.

Ha sido un día tranquilo. No hace demasiado frío y eso nos ha permitido mantener
gran parte de nuestra energía. Además nos encontramos en una época en la que la
naturaleza nos hace la gracia de brindarnos sus frutos. ¡Nuestro estómago está
satisfecho!

Empieza a anochecer y, junto con el resto, decidimos comenzar a recogernos en


nuestra guarida; una cueva que nos permite mantener el calor por la noche.

Encendemos el fuego en nuestro hogar e iniciamos nuestra rutina habitual de


intercambio de experiencias e historias del pasado mientras, la oscuridad, rota tan solo
por la luz de las llamas, inunda el lugar.

Algunas risas, algunas discusiones y, de repente… ¡un chillido aterrador!

Inmediatamente detenemos toda actividad, agudizamos todos nuestros sentidos y


varios miembros del grupo se asoman, con extrema precaución, al exterior.

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Es un panorama dramático. Aunque, el grupo de felinos que se encuentra disfrutando


del suculento manjar no lo sienta así.

No es algo que suela ocurrir y nos tiene a todos conmocionados. Los padres del pequeño
niño comienzan a emitir sonidos de furia llevados por la más grande de las iras. El grupo
de felinos hace un amago de estampida, pero es más grande su hambre que su miedo y
no están dispuestos a dejar tan fácilmente su deliciosa presa.

La ira e indignación contagia al resto de los miembros del grupo y comenzamos a


arrojar piedras a las fieras a la vez que emitimos chillidos ensordecedores. Estas
terminan huyendo con algún que otro pedazo de su caza entre las fauces.

El silencio nos invade y es tan solo interrumpido por las lamentaciones de los
progenitores del desafortunado niñito.

Bajo el cielo estrellado, su hermana, unos años mayor, se encuentra inmovilizada en la


entrada de la cueva. En su rostro pálido puede apreciarse el terror. Para ella, el tiempo
se ha detenido… no es capaz de realizar ningún movimiento… Acaba de vivir la peor de
sus pesadillas y jamás olvidará la lección. Los demás miembros del grupo tampoco lo
haremos.

Volvamos al presente…

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¿Qué es el miedo?

El miedo es una de nuestras emociones básicas y, como habrás podido comprobar a


través de la historia anterior, es una emoción que nos puede salvar la vida.

En esas circunstancias, si el niño de nuestro supuesto clan hubiese tenido miedo a


salir de la cueva por la noche, momento en el que algunos grandes mamíferos
aprovechan para cazar pequeños animales, no habría sido tan osado y habría
permanecido, junto con el resto del grupo, en el interior.

El miedo es, por lo tanto, una emoción adaptativa asociada a nuestra supervivencia. El
cerebro está diseñado para guardar en su memoria, como si lo grabásemos a fuego,
todas aquellas experiencias que puedan implicar un peligro para nuestra vida.

El miedo es una de las emociones que más irracionalmente se graba a nivel cerebral
y nos lleva a actuar ante una amenaza de manera que la podamos evitar, nos quedemos
paralizados o emprendamos la huida.

Queda entonces claro que, tener miedo, no es negativo, sino natural y adaptativo. El
problema viene cuando los miedos que tenemos son copiados, heredados o creados por
nosotros mismos, es decir, imaginarios. Desafortunadamente, nuestra estructura y
funcionamiento cerebral nos lo van a poner muy fácil para que esto suceda. Y esto, ya
no es adaptativo.

Cuando hablamos de miedo, podemos referirnos al gran universo emocional del miedo,
donde se incluyen emociones similares. Si las ordenamos de menor a mayor intensidad
encontramos: temor, timidez, tensión, ansiedad, angustia, desesperación, miedo,
horror, pánico, terror y pavor.

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Bajo la influencia de todas ellas, el cuerpo va a reaccionar de manera semejante: con el


mismo patrón psicofisiológico, con la misma respuesta bioquímica y con iguales
respuestas corporales y faciales.

De esta manera, ante una situación de miedo, la sangre migra hacia los brazos y
piernas, concretamente a musculatura esquelética en profundidad; la respiración y
ritmo cardíaco aumentan y la digestión se detiene. Así, podremos prepararnos para la
huida, que es una de las acciones asociadas.

Como la sangre disminuye principalmente en el cerebro y en las vísceras del aparato


digestivo (no es momento de pensar ni de hacer la digestión), al sentir miedo podemos
llegar a marearnos e incluso sentir náuseas. Además, la sangre se traslada en

profundidad en la musculatura, lo que explica la palidez de la piel ante este tipo de


situaciones.

Las consecuencias de sentir miedo van aún más allá. En los momentos en los que
sentimos miedo, nuestro sistema inmunológico disminuye su actividad para evitar el
efecto antiinflamatorio en el caso de que se produzca una herida, un corte o similar. Y
más importante todavía, cuando nos encontramos bajo los efectos del miedo, ¡nuestro
estado natural de reparación y auto-curación desaparece!

Cuando estamos relajados o en calma, nuestro sistema nervioso autónomo está


regido por su función parasimpática. En este estado, nuestro cuerpo tiene la capacidad
natural de enfocar gran parte de su energía y recursos a repararse, curarse y auto-
sanarse. Así, es capaz de reparar proteínas dañadas, eliminar células cancerígenas (que
todos tenemos en nuestro sistema en mayor o menor cantidad), puede luchar con
microorganismos patógenos, contra agentes externos contaminantes, etc.

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Sin embargo, bajo los influjos del miedo, la auto-curación pasa a un segundo plano.
Nuestro organismo se centra en sobrevivir y protegerse de aquello que causa el miedo
y que, en último caso, podría llevarnos a la muerte.

Pero nuestro cuerpo no está diseñado para soportar el estado de miedo durante
mucho tiempo. Los elevados niveles de cortisol y la adrenalina que se genera en estos
estados1 y que nos preparan para poder huir o enfrentarnos al posible peligro, pueden
llegar a dañar nuestros órganos internos (hígado, riñones, pulmones, corazón, etc.).
Como consecuencia de estas grandes dosis de cortisol y adrenalina también podemos
sufrir trastornos digestivos debido al cambio en las enzimas digestivas y ácido estomacal
que se produce bajo la influencia del miedo, pudiendo dar lugar a diarrea, estreñimiento
o contracciones del esófago.

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Creando tus miedos

La mayoría de los miedos que sientes son imaginarios, es decir, son creados por ti
con la ayuda de tu imaginación. En muchos casos pueden tener un origen real, pero, que
se perpetúen y repitan en el tiempo, es ya solo fruto, entre otras cosas, de tu sistema
de creencias. Te pondré un ejemplo para que me entiendas mejor.

En un momento determinado de tu vida puedes llegar a vivir una ruptura en una


relación sentimental con tu pareja. Esta ruptura puede ser traumática y exponerte a la
sensación de pérdida de un ser querido, asociada muchas veces a una relación de apego.
Que la relación llegue a su fin puede llevarte a un gran estado de malestar, donde, el
miedo que te causa la pérdida y la sensación de soledad, impregnan todo tu ser.

Pasado el tiempo y superado el “duelo” puedes volver a repetir este patrón


emocional cada vez que te enfrentes a una posible relación de pareja. Tal vez, incluso,
el miedo, que es ahora imaginario, te haga sentir que no vales lo suficiente, que la
posible nueva relación será un fracaso, que la otra persona no sabrá valorarte como
debería y, así, un listado largo de pensamientos y sensaciones que te impedirán avanzar
de manera equilibrada. En estos casos, el miedo que sientes es imaginario. Es
únicamente creado por ti y no tiene por qué ajustarse en absoluto a la realidad.

Pero veamos la parte positiva de los miedos imaginarios. En muchas ocasiones, los
miedos imaginarios pueden ayudarnos a hacer balance de las posibles hipotéticas
situaciones que pueden ocurrir, y así estudiar cuál es la mejor acción que podemos llevar
a cabo. Todo esto puede procesarse desde un estado de calma, dónde nuestra mente
sea consciente de que, simplemente, se trata de hipótesis. Desde el estado calmado,
podremos gestionar nuestras emociones y, por lo tanto, actuar en consecuencia sin que
esto implique un daño físico para nuestro cuerpo y nuestra mente.

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Cuando mi hija era más pequeña, a veces, paseando con ella, me imaginaba que se
adelantaba y un coche la atropellaba. Cuando esto sucedía, pensaba: “tal vez estoy
siendo demasiado catastrófica”. Sin embargo, este pensamiento imaginario, asociado al
miedo a la pérdida de mi hija causado por un accidente, me hacía ponerme alerta desde
la calma, para estudiar la posible situación y ser un poco más precavida.

La mayoría de los miedos imaginarios nunca llegan a ocurrir, y no solo eso, sino que,
cuando estos no son gestionados desde la calma, desencadenan un estado de alarma,
regido por nuestro sistema nervioso simpático, que puede tener consecuencias
perjudiciales para nuestro estado de salud.

¿Tiene esto sentido? Vaya desperdicio de energía, vaya desperdicio de vida... y ¡qué
maltrato para nuestro organismo!

Y como en muchas circunstancias, esto es una pescadilla que se muerde la cola,


pudiendo entrar en un ciclo en el que comienzas a tener miedo de enfermar, de morir,
de los cambios y, finalmente, este miedo puede realmente enfermarte, minándote poco
a poco.

Pero, ¡no quiero sonar catastrófica! Mi intención no es otra que la de hacerte


consciente de los efectos que el miedo causa en ti y ofrecerte soluciones que estén al
alcance de tus manos, o mejor dicho, al alcance del poder que tu respiración consciente
puede ejercer sobre tu estado de salud y bienestar, tanto a nivel físico como mental.

Entrando en un estado de relajación a través de la respiración, podrás activar tu


capacidad de auto-sanación.

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Presta AHORA atención a tu respiración. No intentes controlarla, déjala fluir


libremente, permitiendo que se exprese… Observa el ritmo de tu respiración… siente el
aire rozando tus fosas nasales… acompaña al flujo del aire hasta el final de la inhalación
y de la exhalación… Hazte consciente de las partes de tu cuerpo implicadas en el proceso
de respirar… observa las sensaciones que van aflorando… Permanece así, simplemente
observando y sintiéndote en conexión con tu respiración. Empezando a entablar un
mágico diálogo, sencillo y natural.

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¿Cómo puedo gestionar mis miedos?

Hablemos un poco de gestión emocional.


De manera natural, sin que tengamos que hacer nada, venimos de serie con un
conjunto de emociones básicas. Ya al nacer, tenemos desarrollado prácticamente por
completo, nuestro sistema límbico o emocional.

A la hora de clasificar las emociones, no debemos hacerlo como buenas o malas,


porque no lo son. Digamos que algunas de ellas nos producen una sensación
desagradable como: la rabia, el miedo, el asco o la tristeza; otras dan lugar a sensaciones
agradables: curiosidad, alegría, seguridad y admiración; y una se mantiene en la
neutralidad, pudiendo ser agradable o desagradable: la sorpresa.

DESAGRADABLES AGRADABLES NEUTRAS

Rabia Curiosidad Sorpresa


Miedo Alegría
Tristeza Seguridad
Asco Admiración
Culpa

Tabla 1. Clasificación de Emociones básicas

En diferentes momentos de nuestras vidas, a lo largo de un mismo día o, incluso, en


tan solo un momento, pasamos por distintos estados emocionales. Nos vemos influidos
por las circunstancias que estemos viviendo, por las experiencias del pasado y por las

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expectativas del futuro. Así, las distintas emociones van fluyendo de manera natural,
dando lugar a respuestas específicas asociadas a cada una.

Teniendo en cuenta el concepto de inteligencia emocional, seremos inteligentes


emocionalmente cuando podamos actuar en función de la emoción que más se adapte a
una situación concreta.

Si te encuentras paseando tranquilamente y, de repente, al cruzar por un paso de cebra,


detectas que un coche, en lugar de reducir la marcha y cederte el paso, continúa a la
misma velocidad sin disminuir en absoluto, la emoción que mejor se adapta a esa
circunstancia, es, sin duda, el miedo. Este te permitirá prepararte rápidamente para evitar
o huir del vehículo, impidiendo así un posible atropello. Una vez más estaríamos ante un
ejemplo donde el miedo tiene su función adaptativa.

Pero, ¿qué ocurre cuando se trata de miedos anclados en lo más profundo de nuestro
ser? ¿Cómo nos deshacemos de los miedos que han sido heredados o copiados? ¿Cómo
actuamos ante miedos que condicionan nuestras vidas y nos impiden actuar en libertad?
¿Qué podemos hacer cuando el miedo domina nuestra existencia?…

Aunque en algunos casos es aconsejable encontrar apoyo profesional adicional, sea


este tu caso o no, siempre podrás utilizar una de las herramientas más potentes con la
que cuentas: tu propia respiración. Gracias a este maravilloso regalo que te ha hecho la
naturaleza, tienes al alcance la llave que te ayudará a abrazar tus miedos pudiendo
descubrir en ellos muchísimos aprendizajes.

Tienes el poder, aquí y ahora, de seguir dejándote arrastrar por patrones que te
bloquean y te impiden actuar en libertad, o decidir romper esas cadenas y comenzar a
utilizar tu respiración para conectarte con tu verdadero potencial.

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En los siguientes capítulos, en algunos casos a través de historias basadas en vivencias


reales (algunas de ellas personales), podrás encontrar un espejo donde observar tus
miedos y, poniendo tu enfoque en la respiración, averiguar lo que tus miedos te quieren
mostrar.

Juntos, de la mano, con la finalidad de que encuentres en ti la solución que te permita,


desde el entendimiento y la comprensión de tu corazón, alcanzar un mayor estado de
libertad.

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PARTE I

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Capítulo 1.
El poder de la acción

He experimentado algunos otros en mi vida, pero este lo recuerdo con gran claridad.
Los llaman epifanías, aunque me gusta más denominarlo momento de lucidez o de gran
coherencia. Me ocurrió hace dos años.

Eran aproximadamente las 6.30 de la madrugada. Sentada en el suelo de la pequeña


cocina, con la puerta cerrada para no despertar a mi hija ni a los vecinos, me encontraba
en torno a mi decimoquinto día de cuarentena con una meditación específica 2 cuyo
objetivo es el de conectarte con tu intuición.

Los detalles están grabados en mi cerebro con nitidez. Ese día, me fundí en la
meditación estableciendo una potente conexión entre lo más profundo de mi ser y el
todo que me rodeaba.

Al terminar, algo nuevo formaba parte de mí. Lo tenía claro. Iba a emprender un
nuevo rumbo.

Había pasado ya un mes desde que había empezado el nuevo curso escolar y ¡estaba
agotada!

Recuerdo como, tan solo un mes y medio antes, en un retiro de yoga maravilloso, en
plena naturaleza en los Pirineos, comentaba lo mucho que me gustaba mi profesión de
profesora de ciencias de Secundaria. ¿Qué había cambiado?… Por supuesto, la que había
cambiado era yo.

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Sin haberme dado cuenta de un modo totalmente consciente, algo se había sembrado
en mi interior ese mismo verano, conectándome con una inquietud que ya había surgido
en mí anteriormente hacía veinte años.

Tenía un puesto fijo e indefinido. Desempeñaba un papel importante en la educación


de los alumnos en un colegio con un proyecto fantástico donde me sentía muy valorada
y querida. Pero, me encontraba sin energías, sin motivación, muy cansada…

Combinar la formación de yoga kundalini, la de experta en kinesiología integral, ser


ama de casa, madre y padre a la vez, y profesora de adolescentes a tiempo completo,
me tenía exhausta. ¡Algo me sobraba!

Llevaba ya varias semanas con pensamientos de dejarlo, pero, ¿se trataba solo de un
bache puntual? ¿Debía considerarlo detenidamente? ¿No sería una locura perder mi
puesto sin tener un plan perfectamente estructurado y elaborado?

Cuando los únicos ingresos que entran en tu casa son los tuyos y además tienes una
hija a tu cargo, todas estas dudas carcomen tu cabeza… ¿Y si me equivoco?

Por otro lado, dejar el colegio a tan solo un mes de haber empezado, siendo además
tutora, era una faena para la organización de este. ¿Qué podía hacer?

La falta de respuestas a todas estas preguntas me mantuvo en un estado de


incertidumbre en el que, con frecuencia, el miedo me asaltaba.

Pero, ¡cómo iba a hacer caso omiso a eso tan potente y verdadero que había surgido
en mí!

Fueron unos días difíciles. Cada dos por tres lloraba por las esquinas. Pero no quería
dar marcha atrás. El proceso ya había empezado y tenía que ser coherente, aunando lo

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que pensaba, lo que sentía y lo que tenía que hacer. La decisión estaba tomada y decidí
llevarla a cabo, a pesar del miedo.

Recuerdo la emotiva reunión que mantuve con mis queridas, directora, jefa de
estudios y jefa de departamento. Estoy muy agradecida por el tremendo cariño y la
variedad de alternativas que me ofrecieron para que no abandonase mi puesto.

Con lágrimas en los ojos, lo transmití desde lo más profundo de mi corazón:


-- “Empezaba una nueva etapa”. --

A lo que mi querida directora, contagiada por la emoción, me contestó:


--”Te comprendo perfectamente, eres un pájaro libre, no te podemos retener…
tienes que volar en libertad”.--

Pasaron unas semanas de tremenda incertidumbre con relación al plano económico.


Tenía algunos ahorros, pero estos serían suficientes solo para cubrir algunos meses.

Y surgió la magia que acompaña cuando te encuentras en tu camino. En el último


momento, “los astros se terminaron de alinear” y ¡llegó la solución!

Habiendo dado un plazo de dos meses para atar todos los cabos y acabar el primer
trimestre, me puse manos a la obra y, ni corta ni perezosa, con ligereza en el alma,
encontré al profesor que me sustituiría y comencé a darle forma a mi nuevo proyecto
de vida.

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Hazlo, y si tienes miedo, hazlo con miedo

La diferencia entre una persona valiente o con coraje, y otra que no lo sea, radica,
básicamente, en la capacidad de actuar. Tanto la persona con coraje, como la que no lo
tiene, sienten miedo. Por lo tanto es el hecho de actuar, a pesar del miedo, lo que
diferencia a una persona de otra.

Muchas veces, el miedo nos inmoviliza, nos bloquea y pensamos que no podemos
superar ciertos límites o circunstancias que nos brinde la vida.

¡Enfrentarte a tus miedos no es tarea fácil! A veces, el momento presente no es el


ideal para empezar a realizar una acción. Pero lo importante es que no abandones ese
impulso que te lleva hacia el cambio. A la acción.

Abrázate a esas emociones, a esa energía y, poco a poco, ve creando las


circunstancias ideales para dar el paso definitivo. Y este paso, no es otra cosa que la
suma de pequeñas acciones que te ayudan a enfocarte y a perseguir lo que realmente
quieres.

En todo este proceso recuerda conectarte con tu respiración. Para ello simplemente
tienes que poner tu atención en ello. Observa cómo es en ese instante. ¿Es una
respiración superficial o profunda? ¿Rápida o lenta? ¿Contenida o expandida? En estos
momentos permite que tu respiración fluya libremente, sin control mental.

En el proceso de observación y enfoque en tu respiración, creas el espacio para que


tu mente vuelva a tu cuerpo, prestando atención a tu estado de ánimo y las emociones
que afloran en ese preciso momento. Te haces más consciente de tus verdaderas
necesidades y entras en una comunicación más comprensiva y compasiva contigo

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mismo, donde puedes actuar desde el corazón. Con este acto tan sencillo y poderoso a
la vez, puedes integrar tus pensamientos, tus emociones y tus percepciones sensoriales,
preparando todos tus sistemas para actuar al unísono. En coherencia.

Al centrar tu atención en la inspiración y en la espiración, tu mente deja


automáticamente de pensar y se centra en la experiencia en sí. No piensas en la
inspiración y en la espiración, sino en lo que vives en el momento presente. Haciéndote
consciente de tu propia existencia. Conectándote con tu vida.

Estar vivos es un milagro y, como tal, es algo que puedes celebrar en cada instante.
Observa tu respiración ahora. ¡Detente unos instantes!... ¿Acaso no es maravilloso?
¡Existes! Y eso ¡hay que celebrarlo!

Volvamos a la acción.

Cuando realizas una acción, ya ha habido un trabajo previo de ensayos y errores.


Mentalmente, a través de tus pensamientos, creas las posibilidades que te preparan
para ese temido momento.

Al conectarte con tu respiración podrás ir haciendo pequeños avances y ofreciendo


regalos a tu alma, que cada vez se encontrará en un estado de mayor coherencia. La
respiración actúa como medio de unificación entre lo que piensas, lo que dices, lo que
sientes y lo que haces.

En la mayoría de los casos la falta de acción te hace perder ese estado de coherencia.
Puede que sepas lo que quieres, lo sientes en todo tu ser, pero, ¡no actúas en
consecuencia!

Actuar te permite unirte con todo tu ser, con todas tus partes. Te aleja de la
separación y te ayuda a manifestar lo que vibra en tu corazón. Aquello hacia lo que

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tienes que caminar. Aquello que tienes que recorrer y que forma parte de tu vida. De tu
aprendizaje.

De esta manera, actuando en coherencia, podrás conectarte con la magia de la vida


y, tal vez, ¡con cosas que jamás contemplaste!

Nunca imaginé que iba a poder estar hablando contigo a través de estas palabras.
Sintiéndote al otro lado… Gracias a una acción, a unirme con lo que realmente deseaba
mi corazón, estamos teniendo ahora este diálogo. Para mí, ¡esto es mágico! Sé que estás
ahí, te siento mientras escribo, mientras expreso. Siento la conexión del Todo gracias a
haber creado esta posibilidad. Y es, ¡gracias a ti también! que este momento es real.
¿Acaso no es maravilloso? En estos instantes percibo que el tiempo no existe...

Al pensar en el poder que tiene la respiración, puedo conectarme con la mía y,


simultáneamente, siento la tuya. Como si fuésemos células que forman parte de un
mismo ser.

Si yo he podido alinearme con lo que quería, ¡tú también puedes hacerlo! Puedes
conectarte con lo que quieres. Puedes ir más allá de tus miedos, observarlos, dejarlos
fluir, permitir que te muestren sus enseñanzas y comprender la grandeza de todo esto
porque, tú y yo somos lo mismo. Yo soy tú y tú eres yo. La separación es tan solo una
ilusión en la que podemos vivir anclados.

Al igual que todas y cada una de las células de tu cuerpo actúan al unísono para
conseguir tu mayor equilibrio, siento que con estas palabras, con esta comunicación,
con este diálogo, podemos trabajar juntos para averiguar las enseñanzas que a ambos
nos tienen que enseñar nuestros miedos.

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Capítulo 2.
Cuando no es estrés, sino miedo

Parece mentira, pero en ocasiones, el estrés nos da cierto estatus. Es un signo de lo


muy ocupados que estamos, de todas las tareas que tenemos que hacer, de lo
importante que somos y lo integrados que estamos en esta sociedad ¡tan rápida!

Pero muchas veces el estrés enmascara al miedo.

Los estados de estrés y miedo se entremezclan en muchas circunstancias, siendo el


propio miedo lo que desencadena una respuesta de estrés en nuestro organismo.

La amígdala, parte de nuestro cerebro primitivo o reptiliano, se encarga de gestionar


nuestras emociones básicas, entre ellas el miedo. Esta, no es capaz de distinguir entre
miedo y estrés, de manera que interpreta ambas como ¡una amenaza! Cuando sentimos
miedo, tiene lugar una cascada de reacciones asociadas a la respuesta de estrés. Es decir,
la respuesta de nuestro organismo es la misma al estar estresados que al sentir miedo.
La barrera que separa ambos estados es muy fina.

Y ahora te pregunto: ¿acaso no es miedo, y no estrés, lo que sentimos en ocasiones


en el trabajo? Miedo a fallar, a no demostrar suficiente profesionalidad, a no llegar a los
plazos estipulados, a pedir una reducción de jornada, a perder nuestro puesto. Miedo a

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no llegar a fin de mes, no poder pagar los gastos de nuestros hijos, ni mantener cierto
estatus.

¿Y con las relaciones? Podemos pensar que una relación nos estresa, pero, ¿no es
acaso miedo cuando sentimos que no seremos aceptados tal y como somos? ¿No
sentimos miedo a ser juzgados? ¿A perder nuestra libertad?

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Ansiedad, temor, angustia…

Cuando un porcentaje tan elevado de la población se encuentra bajo los efectos del
miedo en cualquiera de sus formas (temor, ansiedad, angustia, desesperación),
debemos hacer un parón y dedicarle el tiempo y energía que merece.

Cientos de estudios han demostrado la íntima relación que existe entre el miedo y
nuestro estado de salud. Seguramente hayas podido experimentarlo en tus propias
carnes.

¿Recuerdas cómo es tu respiración cuando te encuentras bajo los efectos del miedo?
¿Cómo sientes tu cuerpo? ¿Qué sensaciones tienes y dónde las sientes?

El hacer una auto-escucha, conectándote con tus sensaciones corporales, te permitirá


establecer un diálogo entre tus emociones, tu cuerpo y la energía que se mueve en tu
interior.

Una vez más, para que se establezca una buena comunicación entre todos tus
sistemas, la respiración vuelve a tener un papel protagonista.

A medida que vayas haciéndote más consciente de tu respiración, irás conectándote con
tu verdadero potencial. Esta nueva versión de ti irá entrando en contacto con el coraje y
la valentía que te permitirán acercarte a tus miedos.

Es importante que no te juzgues en el proceso. Cada uno de nosotros somos únicos


y especiales, hemos vivido experiencias distintas y hemos tenido distintos entornos
sociales y familiares. Para algunas personas un acto de valentía puede ser el cruzar un

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océano sin saber lo que les espera al otro lado, mientras que para otras, este mismo
acto de valentía puede encontrarse en el hecho de salir de su casa cada día.

Olvida el concepto de coraje o valentía asociado a los actores de las películas de


acción. La valentía o coraje del que te hablo tiene que ver con un proceso interior que
te permitirá, poco a poco, conectarte con tu respiración para comprender y entender
tus miedos.

Detrás de cada miedo hay un aprendizaje o algo que necesitamos curar. Comunícate
con tu miedo y escucha lo que te quiere decir.

¿A qué tienes miedo?...

Seguramente tu respuesta viene de tu mente. Esto es así la mayoría de las veces.


Estamos acostumbrados a establecer un diálogo con nuestra propia mente. Pero en esta
ocasión, te voy a pedir que pongas el enfoque en tu cuerpo.

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Empecemos, paso a paso, a realizar un enfoque corporal

Tu cuerpo es sabio. Sabe cómo sanarse. Por esto mismo voy a pedirte que empieces a
confiar más en él, y no solo eso, sino que empieces a escuchar todo lo que tiene que
decirte, a su manera.

La respiración es el lenguaje que permite la comunicación entre el cuerpo y la mente.

A través de la respiración, se establecerá una unión perfecta entre tu mente y tu


cuerpo, haciendo que, ambos, coordinados, apunten en la misma dirección. La dirección
de tu salud, estabilidad, equilibrio emocional y, por supuesto, la dirección donde
vibrarás desde el Amor.

Comencemos con el proceso basado en el enfoque corporal o focusing3 que vamos a


desarrollar en 6 pasos:

1. Despeja un espacio:
Imagina por unos instantes que estás en una habitación. En un espacio donde te
encuentres cómodo.

En esta habitación vas a actuar como observador, sin juzgar ni implicarte con lo que
te voy a proponer a continuación.

Comienza haciendo una lista de todas las cosas, situaciones, personas, acciones, etc.,
que te produzcan miedo. Recuerda, no se trata de que sientas la emoción de miedo
ahora, sino de que, desde una posición pasiva, a modo de observador y desde un estado
mental tranquilo y calmado, realices un listado mental de todas las cosas que te
conectan con el miedo.

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Poco a poco, ve amontonando en la habitación, en un lugar donde puedas observar


desde la distancia, todas aquellas cosas que hayas detectado como causantes de tus
miedos. En tu montón de cosas puede que falte alguna. Haz un repaso y tómate tu tiempo
para añadirla al montón.

En una posición emocionalmente neutra, observa ahora tu montón. Desde la distancia,


pero teniéndolo frente a ti.

Tómate ahora unos instantes para pensar cuál es la causa que te genera más miedo
en estos momentos. ¿La tienes? Muy bien, selecciónala mentalmente y continuemos.

Haz varias respiraciones profundas, inhalando y exhalando lentamente y


conectándote conscientemente con tu respiración.

2. Busca una sensación corporal:


Poniendo toda tu atención en tu cuerpo, pregúntale a tu cuerpo cuál es la sensación
que siente ante esta causa que te genera miedo.

Ten en cuenta que, al principio, tal y como estás acostumbrado, las respuestas
vendrán de la mente. En general, podrás saber que son respuestas de la mente por la
rapidez en contestar y la manera automática en la que se produce la respuesta. No es
este el tipo de respuesta que estás buscando. Quieres que sea una respuesta que venga
directamente del cuerpo.

Para ello, vuelve a conectarte con tu respiración. Respira poniendo toda tu atención
en el proceso. Tomándote uno o dos minutos, con una actitud amigable y en conexión
con tu respiración mientras le preguntas a tu cuerpo qué es lo que siente ante este
miedo...

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La respuesta que venga del cuerpo será una sensación, una sensación que sentirás en
algún lugar concreto, tal vez en varios. Continúa respirando de manera consciente
escuchando las sensaciones que afloren directamente desde tu cuerpo. Una vez tengas
localizada la sensación o sensaciones, obsérvala/s durante unos instantes y pasemos al
siguiente paso.

3. Busca una palabra o cualidad que puedas asociar a esa sensación corporal. A modo
de ayuda, algunos ejemplos de cualidades de esas sensaciones podrían ser: pesadez,
nudo, bloqueo, contracción, dolor, punzamiento, calor, etc. Busca la que se asocie a tu
propia sensación corporal.

4. Una vez tengas la cualidad y la sensación corporal, vas a contrastar y comprobar si la


una se corresponde con la otra. Para ello, respira profundamente, y conéctate con tu
sensación corporal para, a continuación adjudicarle la cualidad que has pensado, por
ejemplo, punción intensa. Haz varios contrastes yendo de la sensación corporal a la
palabra-cualidad y volviendo de nuevo a la sensación. ¿Crees que se corresponden la una
con la otra? ¿Están en resonancia? Si es así, continúa con el siguiente paso. De lo
contrario, busca otra cualidad-palabra que se corresponda mejor con tu sensación
corporal.

5. Ya estamos en el penúltimo paso. Ahora toca preguntar. Observa de nuevo tu


respiración, conéctate con ella y pregunta a tu cuerpo: ¿qué es lo que necesitarías para
que esa sensación se sintiera bien? ¿Qué te tiene que decir esa sensación? ¿Qué es lo
que hace que esa sensación se sienta así?

Recuerda que, la respuesta, tiene que venir del cuerpo y no de la mente. Es importante
que te tomes uno o dos minutos, que en ocasiones se pueden hacer
eternos, para escuchar una respuesta que venga directamente del cuerpo.
Generalmente, cuando la respuesta viene del cuerpo sentirás un cambio en la sensación,
tal vez un alivio. Si no fuese el caso, continúa un poco más, recordando la palabra o
cualidad de esa sensación corporal y en conexión con tu respiración.

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6. Por último, simplemente adopta una actitud de recepción. Recibe todo aquello que
surja de tu cuerpo. Sin juzgarlo. Sin intentar controlarlo. Solo recíbelo, abrázalo y déjalo
ser. Mientras lo haces, sigue observando tu respiración; respira más profundamente si
lo necesitas; tal vez más despacio o haciendo pausas. Permite que tu respiración se auto-
regule y actúe ayudándote en el proceso de recibir.

A través de este proceso de poner tu atención o enfoque en las sensaciones que


aparecen en tu cuerpo, te conectas con la oportunidad de dejar que afloren sensaciones
que, tal vez, puedan llevar una temporada contigo sin que lo hayas percibido.

En todo este proceso de enfoque corporal, la respiración es el nexo de unión entre


tus sensaciones corporales y lo que estas te tienen que decir. Sé paciente y repite el
proceso tantas veces como lo necesites. Cada vez que inicies el proceso, conéctate con
la última sensación corporal que hayas tenido (no es necesario que repitas el paso uno).

Podrás observar cómo se van produciendo cambios que, como si de una cebolla se
tratase, irán llevándote, capa a capa, a sensaciones más profundas que te irán liberando
y proporcionando las respuestas que necesitas.

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Capítulo 3.
Sanando nuestros miedos

¿En cuántos momentos de tu vida has experimentado una situación de miedo que
se ha repetido en el tiempo? ¿Cómo de potente es tu imaginación para crear miedos
que no se corresponden con las circunstancias reales? ¿Cómo puede llegar a limitarte
una fobia?

Seguramente te has visto, en más de una ocasión, intentando razonar, buscando la


causa del miedo, intentando disiparlo, pero, ¡el miedo sigue ahí! Haciendo oídos sordos
de tus lógicas explicaciones.

En muchas ocasiones, nuestro cerebro no es capaz de discernir entre la realidad y la


ficción. Por eso, cuando vemos una película o nos cuentan una historia de miedo,
empatizamos de tal manera que, puede que la experiencia vivida a nivel visual y auditivo
se quede almacenada en nuestra mente más inconsciente, que nos generará la señal de
alerta cuando menos lo esperemos.

En estos casos debemos hacer uso de nuestro cerebro racional para establecer una
comunicación, desde la razón, con nuestro cerebro emocional o límbico. Así, mediante
razonamientos lógicos y con una respiración calmada y profunda, podremos enviar el
mensaje a la parte del cerebro donde ha quedado anclada la emoción de miedo. En este

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proceso comunicativo es de crucial importancia nuestra respiración (veremos más


adelante como, en algunos casos, el razonamiento no será suficiente para poder abrazar
a tus miedos).

La emoción del miedo, al igual que el resto de emociones, tiene un patrón


respiratorio asociado que nos pone en alerta, haciéndonos huir o paralizarnos. Esta
respiración asociada al miedo es rápida e irregular.

Cuando te conectes con tus fobias o miedos ten siempre muy presente tu respiración.
Obsérvala atentamente con amor, evocando sentimientos de comprensión y
aceptación.

Inhala lentamente y piensa: “sí, ahí estás miedo. Te observo y acepto las sensaciones
que provocas en mí”; exhala lentamente y piensa: “desde el amor, permito tu existencia,
sin luchar contra ti, para que me enseñes lo que me tienes que enseñar y puedas disiparte
cuando hayas cumplido tu función”.

Por otro lado, las experiencias y aprendizajes que hayamos tenido en la infancia nos
acompañarán durante gran parte de nuestra vida; quedando grabados a través de
conexiones neuronales y produciendo patrones de pensamiento y acción que nos
caracterizan como individuos únicos.

Nuestro entorno familiar y social es por lo tanto muy importante para nuestro
desarrollo madurativo. Un seno familiar donde predomine la libertad de expresión, el
respeto y la seguridad, generará un ambiente de confianza donde el niño podrá crecer
emocionalmente saludable.

Sin embargo, son muchas las familias donde esto no ocurre. Nuestros padres también
fueron niños y, como tales, tuvieron su propio entorno familiar y vivieron unas
circunstancias socio-culturales determinadas. A veces son muchas las generaciones que

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traspasan patrones de pensamiento y hábitos dañinos que, en general, van sanándose


generación tras generación hasta disiparse por completo.

En este caso te animo a que actúes, una vez más, desde el amor, la comprensión, la
aceptación y, sobre todo, desde el perdón, ya que, solo así, podrás experimentar un
proceso de sanación que, no solo te afectará a ti, sino que además actuará sanando a
tus antecesores y a las generaciones venideras.

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Papá, hay un hombre debajo de mi cama

De pequeña, mi gran imaginación, me hizo pasar una temporada bastante


desagradable.

Un día cualquiera en el colegio (debía tener en torno a ocho años), durante el recreo
matutino en el patio, una compañera de clase nos contó la historia de la muñeca
asesina.

Al terminar la historia, interrumpida en algunos momentos por los sonidos de susto


que salían agudamente de la boca de algunas de las niñas, todas comenzaron a gastar
bromas y a simular situaciones en las que se encontrarían a la muñeca.

A mí no me hizo tanta gracia. Esa tarde, al llegar a casa, me quedé paralizada al entrar
en mi habitación.

Al fondo, colgada de la pared, observé, con plena atención, la muñeca de trapo que,
hasta ese mismo día, había pasado prácticamente inadvertida.

Era una muñeca de una abuelita vestida con un traje gris de campesina. Bajo el gorro
de tela, se podían distinguir algunos mechones de pelo blanco.

Sentí una especie de sudor frío recorriendo todo mi cuerpo. Mi mirada se encontró
con los ojos de la muñeca, que, desde la distancia, parecía sonreírme. Estaba siendo
presa del miedo, pero tenía que entrar en mi habitación. Armándome de un valor
forzado por la falta de otra opción, di unos pasos hacia el pupitre sin apartar la vista de
la muñeca que, como si hubiese cobrado vida, me seguía con la mirada.

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Por las noches, antes de dormirme, la muñeca estaba ahí. A pesar de mis ocho años,
intentaba consolarme en vano, queriendo pensar que era fruto de mi imaginación. Pero
algo más potente afloraba incontroladamente y me hacía presa del pánico cuando
menos me lo esperaba.

La muñeca había establecido un silencioso diálogo conmigo que me obligaba a


guardar el secreto para que mi vida no corriese peligro.

Pasarían muchos días, tal vez meses, hasta que me atreviera a expresar mi miedo.

En las vacaciones de Semana Santa, paseando por la playa, me sentí con la suficiente
fuerza, proporcionada, en parte, por la distancia que nos separaba de mi casa, y por lo
tanto de la muñeca. Me encontraba un poco más a salvo y sentí la necesidad imperiosa
de contárselo a mi madre para que esta me ayudara y me consolara.

--Mamá, no sé cómo decírtelo-- sabía que mi madre me consideraba mayor para este
tipo de tonterías y sentía vergüenza de mis propias emociones.
--Tengo miedo de la muñeca que está colgada en mi habitación--
--¿Qué muñeca hija?
--Una de trapo. La que parece una abuelita. Llevo mucho tiempo con este miedo. No me
atrevía a decírtelo—
--Vaya tontería hija. Mira que tener miedo… Venga, no le des importancia--

Me quedé sin respiración. Había traicionado a la muñeca y revelado el secreto a mi


madre. No era esa la respuesta que esperaba. No me sentía protegida y, lo peor de todo
es que, la muñeca se vengaría a mi vuelta.

Mi madre notó, por la expresión de mi rostro, que el miedo que sentía iba más allá
de una simple anécdota, e intentó consolarme desde la razón. Pero la razón poco podía

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ayudarme en esos momentos. Mi miedo estaba anclado en la parte más inconsciente de


mi cerebro, donde la razón tenía difícil acceso.

Seguimos paseando por la playa, mientras disimulaba mi temor a la vuelta a casa.

Una vez en casa, los días transcurrieron y evitaba, en la medida de lo posible, entrar
en contacto visual con la muñeca, que en cualquier momento se tomaría su dulce
venganza.

Por la noche, las uñas le crecían y los ojos le brillaban.

--Marta, ya sé que has contado nuestro secreto… -- Me transmitía la muñeca con una
mueca de media sonrisa.

Me había planteado cogerla y, armada de valor, tirarla a la basura. Pero ese momento
nunca llegaba, además, tal y como decía la historia original, la muñeca volvería en mi
búsqueda. Sabía que estaba sola y esperaba mi muerte en cualquier momento.

Pasaron las semanas y me fui acostumbrando a la rutina de temor. ¡De momento


seguía viva!

Una noche cualquiera, en plena oscuridad, antes de quedarme dormida, escuché


unos sonidos bajo mi cama.

Presa del pánico me quedé inmovilizada, casi sin respirar. ¿Estaba otra vez
alucinando? El silencio me invadió. Me iba a estallar el corazón… no se oía nada…

De repente, dos golpes secos, de nuevo bajo mi cama, me hicieron encogerme y


ahogarme en mi propio pánico. No podía estar imaginándomelo. ¡Había un hombre
debajo de mi cama! ¡A tan solo unos centímetros por debajo de mí! --Papaaaaaaaaa—

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Pensé, pero la voz no podía salir de mi garganta. Además, si lo hacía, el hombre me


mataría. --Tengo que pedir auxilio… Tal vez si lo hago rápido vendrán a ayudarme antes
de que le dé tiempo al hombre a salir de mi cama y matarme--.

Tras unos interminables segundos, y armándome con todo el valor que encontré, casi
sin fuerza, logré llamar a mi padre: --papá… -- Solo silencio… y otro golpe bajo mi cama…
--¡Papaaaaaaaaaa!-- Conseguí chillar con un sonido desgarrador.

Para mi alivio, escuché los pasos rápidos de mi padre, que todavía se encontraba
despierto en su habitación.

La puerta se abrió, dejando pasar la luz del pasillo y trayendo, por unos instantes, la
salvación.

--¡Marta, duérmete ya! Exclamó mi padre, cansado del día y deseando relajarse para ir
a dormir. Y, sin titubear, cerró la puerta.

Estaba sola. Sola en mi habitación. Sola con el hombre bajo mi cama y, colgada en la
pared, la muñeca que, en estos momentos, no tenía ningún protagonismo.

El hombre desapareció de mi imaginación esa misma noche. Sin embargo el temor


por la aparición de la muñeca me acompañaría durante muchos años, más de lo que
habría imaginado en mis peores pesadillas.

Cuando nació mi hija, esta solía despertarse por la noche a causa de una dermatitis,
por sed, o por cualquier otra excusa que pudiera encontrar. Cuando esto ocurría,
siempre me levantaba rauda y veloz para atenderla. De alguna manera, proyectaba mis
miedos en ella, intentando detener la historia. En todos estos momentos, la manera en
la que respiraba estaba muy presente. Mi respiración se volvía profunda, lenta,

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armoniosa. Como si del oleaje del mar se tratase, poco a poco mecía a mi hija en un
vaivén de respiración consciente que terminaba contagiándole hasta calmarla.

Hoy por hoy, observo a mi hija adolescente y me veo reflejada en ella. Es un espejo
donde, al compartir sus miedos, puedo observarme y entender mis miedos imaginarios.
En el consuelo que le proporciono desde el amor, he hallado mi propio consuelo.

Tanto padres como hijos somos grandes maestros. En el momento en que aprendí a
aceptar a todos como son, desde el amor y la comprensión, mis miedos comenzaron a
disiparse.

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El origen de nuestros miedos

Como ya hemos visto, tener miedo es algo natural y, en algunas ocasiones, nos
puede servir para salvar la vida. Pero, ¿en qué momento experimentamos el miedo por
primera vez?

En los nueve meses que pasamos en el útero materno nos encontramos flotando en
un líquido agradable, que nos proporciona un ambiente seguro y donde tenemos todo
lo que necesitamos. ¡No hace falta que nos preocupemos por nada! Simplemente
tenemos que ser y dejarnos cuidar.

Y de repente ¡nacemos!

Entramos en contacto con un nuevo medio, el aire, cuya temperatura no controlamos


y que además es seco. Dejamos de recibir el suministro de nutrientes y oxígeno de la
manera que lo hemos estado haciendo en los últimos nueve meses. Tenemos que buscar
alimento, instintivamente, buscando el pezón de nuestra madre y encima, ¡tenemos que
respirar! cosa que no ha sido necesaria tampoco en nuestro, generalmente grato,
periodo en el interior de nuestra madre.

Al nacer, aparece ya nuestro miedo original: el miedo a lo desconocido, a pasar


hambre, frío, a la supervivencia. ¡Somos seres totalmente dependientes!

Acompañando a este miedo original, surge el deseo original: deseo a estar


acompañados. Deseo a que alguien nos ayude. Y esto, lo arrastraremos a lo largo de
toda nuestra vida.

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En todo el proceso de nacimiento y adaptación al nuevo medio exterior, la respiración


tiene un papel de suma importancia. Y no solo a nivel fisiológico. Cuando nacemos,
tenemos que luchar por nuestra vida expulsando el líquido amniótico que todavía
tenemos en el interior de nuestro sistema respiratorio. Solo así podremos dar nuestra
primera bocanada de aire. Y es la respiración, precisamente, el nexo de unión entre el
espacio de comodidad dentro de nuestras madres y nuestro nuevo entorno.

Este patrón se repetirá durante toda nuestra vida. La respiración será una de las
herramientas principales para poder enfrentarnos a nuevos retos, a nuevas situaciones
desconocidas, a la incertidumbre y, en definitiva, a todos los miedos que se apoderen de
nosotros.

Realizar una respiración consciente será la clave para mirar tus miedos a la cara,
observarlos, comprender sus raíces y abrazarlos tiernamente. La respiración te ayudará
a reconocer el miedo, a hablarle y cuidarlo. Y así, sin lucha, sino a través de un diálogo
amoroso, podrá disolverse poco a poco.

Ahora ya no eres un niño, no dependes de otro adulto para poder sobrevivir, tal y
como ocurría en el momento de tu nacimiento e infancia. En estos momentos cuentas
con todos los recursos que necesitas para poder vivir. Tienes la capacidad para darte
cuenta de que, “lo que ocurrió” y que te causó miedo, pasó en el pasado. Eres
suficientemente fuerte y cuentas con la experiencia necesaria para poder afrontar
nuevas situaciones de manera totalmente distinta a ese momento del nacimiento.
Ahora, ¡tú mismo puedes proporcionarte la ayuda que necesitas! Ayuda que necesita tu
miedo del pasado.

Inhala y piensa: “soy una persona adulta y cuento con los recursos necesarios para
enfrentar cualquier situación”; exhala y piensa: “escucho a mi miedo, aceptando que
forma parte de mi pasado y encuentro consuelo en mi propia respiración”.

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Accediendo a tu inconsciente

Para poder establecer una comunicación con tus miedos, aceptarlos y aprender lo
que tienen que enseñarte, has de saber primero que, muchos de los miedos que sientes,
se localizan en una parte inconsciente de tu cerebro. Es decir, están anclados en una
parte específica de tu cerebro donde el razonamiento no tiene ningún control. En estos
casos, no importa el esfuerzo que quieras hacer desde la razón. Ni que te armes de valor.
Esos miedos seguirán estando ahí porque, como mencionaba, no están sujetos a
razonamiento. Están anclados a través de conexiones neuronales que se han ido
reforzando con el paso del tiempo, y a las que solo podrás acceder a través de la
conexión con tu cerebro emocional; una parte de tu cerebro más inconsciente, dónde
se hallan las memorias implícitas, es decir, aquellas que se encuentran por debajo de
nuestra capacidad de conciencia.

Estas memorias han sido grabadas a través de experiencias que tuvieron unos
ingredientes determinados, entre ellos, patrones de respiración concretos asociados a
la emoción de miedo.

Por eso es importante que, cuando aparecen estos miedos inconscientes que están
fuera del control racional, te conectes con un patrón respiratorio antídoto, asociado a
un estado de calma y seguridad.

Cuando aflore el miedo que proviene del inconsciente, simplemente observa tu


respiración. El control consciente de la respiración hará de nexo de unión entre tu parte
racional y tu inconsciente. La respiración te deja la puerta abierta. Entra por ella y guíala.

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Primero observa cómo es tu respiración en ese preciso momento en el que el miedo


aparece. Sin juicio, desde la neutralidad. ¿Se trata de una respiración acelerada?
¿Contenida? ¿Tiene ritmo? ¿Se ha detenido?...

Permite que todo lo que tenga que surgir, surja. No luches contra ello. Observa
qué partes de tu cuerpo se ven afectadas y, poco a poco, transforma tu respiración en
una inhalación y exhalación más largas, acompañando el flujo del aire hasta el final.
Hazte consciente del movimiento de tu cuerpo a medida que vas alargando la
respiración. Siente como tu respiración se va tornando más fluida y observa los efectos
que esto produce en tu cuerpo.

A través de tu respiración, estás permitiéndote acceder a esas conexiones neuronales


inconscientes desde un lugar más calmado. Al actuar de esta manera, estás
proporcionando nuevos ingredientes a las memorias ancladas, pudiendo revivirlas
desde un estado más relajado.

Respira tu miedo y, amablemente, tráelo a tu momento presente. Reconoce el patrón


más sosegado de tu respiración. Aquí y ahora. Inhala conectándote con la confianza.
Exhala sintiendo gratitud por la oportunidad de cambio que estás generando en este
instante.

La confianza y la gratitud son dos vías de entrada y salida del amor. Cuando inhalas
pensando en confianza, el amor entra en ti. Al exhalar conectándote con la gratitud por
tener la oportunidad de conectarte con tus miedos y así poder crecer, ofrecerás amor.

Cuando te enfrentes a tus miedos, no lo hagas de golpe. Permítete que el proceso


sea tan lento como sea necesario. De manera continua, conectándote poco a poco con
la confianza. ¡Transfórmalo en un reto que te resulte inspirador! Tienes la capacidad de
transmutar la emoción de miedo en emoción de sorpresa. De admiración ante tus
avances.

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Capítulo 4.
Amarnos y amar en perfecto equilibrio

Nuestra vida es una búsqueda constante de equilibrio.

En muchas ocasiones nos dedicamos en cuerpo y alma a cuidar de los demás,


olvidándonos de nosotros mismos. Es entonces cuando nos distanciamos de nuestra
propia esencia, abandonándonos, negándonos la atención y cariño que merecemos.

Cuando esto es así, la balanza se inclina forzosamente hacia un lado y el equilibrio


deja de existir.

También ocurre al contrario, cuando solo nos damos a nosotros y nos convertimos
en el centro irrefutable del todo, sin atender a los que nos rodean. En esta situación
también tiene lugar un desequilibrio.

Por lo tanto, el equilibrio perfecto estaría en la combinación de dar y darnos, sin


abandonar ninguna de los sentidos, equilibrando la balanza y dedicando la misma
atención y, por lo tanto, energía, en nuestro propio cuidado y en el de los demás: “¡igual
hacia dentro que hacia fuera!”.

La manera en la que nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás (en
realidad son dos caras de la misma moneda) es una de las claves para llevar una vida
plena y emocionalmente saludable.

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Todos tenemos alguna herida, más o menos grande, en el corazón. Esta herida puede
haberse originado en nuestra infancia o en alguna experiencia ya de adultos. En
ocasiones, cuando nos relacionamos con los demás, la herida en nuestro corazón
escuece, nos genera sufrimiento y lo que hacemos es volcar este sufrimiento, este dolor,
en las personas con las que nos relacionamos, bien a través del odio, de la ira o con una
actitud vengativa. Esta actitud, esta manera de comportarnos, no es otra cosa que fruto
de la falta de amor en alguno de los aspectos de nuestra personalidad. Para poder
solucionarlo debemos apoyarnos en el gran poder de la compasión empezando por
compadecernos de nosotros mismos.

Solo sanándonos a nosotros mismos, podremos relacionarnos de manera equilibrada


con los demás. Las personas que nos rodean actúan a modo de espejo, mostrándonos
nuestro propio reflejo.

Inhala y conéctate con tu interior, escuchando y sintiendo lo que encuentras en ti.


Pueden ser sensaciones, emociones, pensamientos… Exhala y permítete liberar las
tensiones, los bloqueos…

Inhala entregándote todo el amor que mereces, llenándote de amor y compasión…


exhala y permite que ese amor se expanda más allá de tus límites físicos, impregnando
tu entorno y generando un espacio de seguridad y confianza.

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Bajo la influencia de percepciones erróneas

En la mayoría de las situaciones, nos basamos en nuestra percepción para


interpretar nuestra realidad, sin darnos cuenta de que, como tal, es solo nuestra
percepción. La realidad puede ser distinta. La realidad de las otras personas con la que
nos relacionamos, puede ser completamente diferente a la nuestra o a nuestra propia
interpretación.

En esta falta de comprensión de las otras realidades, se genera sufrimiento, se genera


miedo, y esto, desencadena que actuemos en función de esas emociones que surgen de
nuestro propio desconocimiento.

Te pondré un ejemplo. Cuando queremos hacer una excursión o ir de viaje, en


ocasiones utilizamos mapas (hoy en día nos basamos sobre todo en mapas o rutas de
navegación digitales). El mapa que utilizamos es una representación del territorio que
vamos a recorrer. Y no pasa de ser solo eso, una representación de la realidad, pero no
es la realidad. El mapa no es el territorio.

Entre las personas pasa lo mismo. Cuando observamos o nos comunicamos con otras
personas, podemos ver el mapa de su realidad. Pero esto, es solo una representación de
lo que esa persona es. Su realidad es muy diferente y mucho más compleja. En la
mayoría de los casos, nuestra percepción no es suficiente para poder comprender e
interpretar el mapa que esa persona nos está mostrando.

Cuando te encuentres juzgando a una persona, observa tu juicio y recuerda, el mapa


no es el territorio, esta persona tiene una gran riqueza de circunstancias y experiencias
que desconoces. Muéstrate amable y comprensivo, realizando una escucha activa,
desde tu corazón.

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Detente antes de juzgar, respira profundamente y conéctate con las cualidades de


comprensión, respeto y amor que hay en ti. Tal y como es fuera, también es dentro. Por
lo tanto, para poder expresarlo en la relación con los demás, has primero de hacerlo
contigo mismo. Recuerda ser amable contigo, comprendiendo todo lo que compone “tu
propio territorio”.

Inhala y muéstrate comprensivo contigo mismo; exhala y acéptate tal cual eres.
Inhala y llénate de Amor; exhala y ofrece tu Amor a los seres que te rodean.

En muchas ocasiones es difícil evitar que nos afecten los miedos que otras personas
proyectan. Incluso con la mejor intención del mundo, nosotros mismos o las personas
con las que nos relacionamos, realizamos juicios, basados en nuestras propias vivencias,
que nos hacen adoptar una actitud de defensa ante una posible situación traumática o
que no podemos controlar. En estos casos, ten en cuenta que se trata tan

solo de vivencias anteriores, y no tienen por qué coincidir con la realidad de este
momento presente.

A veces la mayor distancia entre dos personas son los miedos.

Para poder establecer una comunicación correcta y beneficiosa para ambas partes
de la relación, primero hemos de conectarnos con nuestra calma interna a través de la
respiración.

Si te encuentras en esta situación, obsérvate con detenimiento. ¿Qué emociones


despiertan en ti al escuchar juicios de otras personas?

Inhala lentamente y conéctate con tu cuerpo. ¿Dónde sientes esas sensaciones?

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Continúa respirando lentamente y localizando las sensaciones corporales que van


aflorando.

Inhala y, con tu intención, lleva el aire que entra en tu interior hacia la zona donde
sientes esa sensación desagradable. Exhala y relaja el área afectada. Vuelve a inhalar
con la intención de dirigir el flujo de energía de la inspiración hacia el bloqueo que
encuentres, disipándolo lentamente. Exhala y relájate un poco más.

Inhala y llénate de confianza; exhala y proyecta gratitud.

Si realizas este ejercicio durante unos minutos, te encontrarás en un estado de mayor


calma y comprensión. Podrás empatizar con la otra persona, comprendiendo y
abrazando sus miedos, que, sin duda, le llevan a actuar de esa manera.

Sin juicio, y desde la compasión, ten presente que esos miedos no son tuyos. Acepta
que la otra persona pueda expresarlos, pero no los acojas en tu interior. Este puede ser
un buen momento para que, desde la compasión, la calma y el entendimiento, puedas
expresar lo que sientes, y así, contribuir, no solo con tu alivio, sino con el de la persona
con la que has establecido la comunicación.

Cuando el miedo nos invade, nos resulta muy difícil ser compasivos o generosos. Para
poder amar a los demás, es imprescindible que te ames a ti mismo. Solo entonces podrás
proyectar el amor que emana de ti en las personas que te rodean.

Hazte consciente de que eres un ser perfectamente imperfecto. Con sus fallos y sus
virtudes. ¡Hoy es un buen día para que empieces a amarte tal cual eres! sin juzgarte,
mostrando toda tu compasión hacia ti mismo.

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Es importante que sepas que, para conseguir un estado de equilibrio, plenitud y, en


definitiva, felicidad, no es suficiente tener el deseo de amar. Es necesario, también,
entender a la otra persona, ya que sin entendimiento no podrá haber amor. Cuando
entendemos la causa del miedo, este se disipa y es en ese momento cuando el amor
puede resurgir desde tu interior.

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¿Y ahora qué?

“Toda una vida dedicada a los demás” podría ser el título que mejor describiría los días
de Carmen.

Carmen había sido una esposa atenta, ama de su casa, madre de su hija. Cumpliendo
siempre con sus deberes cotidianos para que todo estuviese en orden, no faltase de
nada y todos los miembros de la familia pudiesen tener lo que necesitaban.

Su relación con Fran, su marido, había sido cordial. Carmen había sentido admiración
desde el principio por el carisma y saber hacer de Fran. Sin embargo, las líneas de sus
vidas no se encontraban lo suficientemente paralelas, y este desvío se fue acusando con
el paso de los años.

Tras siete años de altibajos en su relación, el nacimiento de Leire fue el detonante


para que Carmen y Fran decidiesen continuar con su vida juntos.

Y así, compartiendo hogar, pasaron los años y Leire cumplió los dieciocho.

Fue entonces cuando el vacío absoluto inundó el corazón de Carmen.

Harta del frío que emanaba del corazón de su madre, y la falta de comunicación con
su padre, Leire decidió abandonar el nido y marcharse a estudiar a otra ciudad.

Carmen había dedicado sus últimos dieciocho años a atender, a su manera, a Leire. Pero
Leire, de la noche a la mañana, había dejado de formar parte de su vida cotidiana.

Por aquel entonces, la relación de Carmen con Fran se caracterizaba por tener una

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Abrazando al miedo
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comunicación que brillaba por su ausencia. Eran dos extraños compartiendo piso y su
hija ya no estaba.

Ya no había más excusas. No podía seguir poniendo su atención fuera. ¡La vida se la
había jugado! No le quedaba otra que enfrentarse a su propia soledad y, esto, le
aterraba.

¿Quién era Carmen? Ya no era madre de su hija, por lo menos en sus hábitos diarios.
Tampoco se sentía esposa de ese hombre distante que vivía en su misma casa. De
repente todo se había desmoronado y solo podía ver un abismo negro e infinito que
yacía antes sus pies.

Vértigo… soledad… miedo de encontrarse tan solo con ella misma en este Universo
infinito.

Carmen, por primera vez en su vida, no tenía otro remedio que armarse de valor y
encontrarse con su propio Ser.

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Abrazando al miedo
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La proyección de tu interior

Cuando sientes miedo de otras personas, es porque ese miedo se encuentra en ti.
Recuerda que la manera que tenemos de relacionarnos con los demás, es tan solo un
reflejo de nuestra relación con nosotros mismos. Por lo tanto, es necesario que te ames
para poder disipar el miedo que subyace en tu interior. Al amarte, no habrá cabida para
el miedo. Es entonces cuando podrás amar a los demás.

Con el odio ocurre lo mismo. Cuando odias a los demás es porque hay una parte en
ti que odias.

Nuestras relaciones interpersonales no son otra cosa que el propio reflejo de nuestro
propio diálogo interno. Ámate y amarás. Júzgate y juzgarás. Una vez más, ten presente
que, lo que es dentro, es fuera. Nuestro propio universo interior se refleja en nuestra
proyección del universo externo.

¡Sí, tienes la maravillosa oportunidad de crear tu propia realidad! ¿Eliges aceptar esta
responsabilidad?

Por eso es tan importante que empieces amándote a ti mismo. En el caso de que no
lo estés haciendo ya, te animo a que empieces con una presentación entre tu cuerpo y
tu mente.

Comienza realizando una respiración profunda. Inhala llenando tus pulmones; exhala
vaciándolos.

Inhala y salúdate diciendo tu nombre: “Hola… “; exhala y observa la respuesta… Ahora

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Abrazando al miedo
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estás iniciando un diálogo interno con tu propia mente. Tal vez te resulte curioso, incluso
gracioso.

Permítete ser creativo; pregúntate: “¿qué tal te encuentras?”... Observa la respuesta.

Continua. Inhala y pregúntate: “¿no es hora ya de que comience a quererme como


merezco?”... Escucha con atención la respuesta, sin juzgar lo que surja.

Continúa inhalando y diciéndote: “eres la persona con la que voy a pasar el resto de
mi vida… tal vez este sea el momento de empezar a mimarme, a comprenderme, a
perdonarme…”. Exhala y escúchate...

Inhala de nuevo pensando: “Tengo un templo sagrado. Ese templo es mi cuerpo”.


Exhala lentamente y conéctate con tu cuerpo…

Inhala y pregúntale a tu cuerpo: “¿Qué tal te encuentras?”...; exhala y haz una


escucha profunda de las respuestas que salgan directamente de tu cuerpo. Escucha lo
que tu cuerpo quiera expresar.

Permanece así durante un par de minutos o el tiempo que consideres necesario.


Estableciendo un diálogo entre tu mente y tu cuerpo en el que, tu mente baja para
encontrarse con tu cuerpo, que, poco a poco, tras la escucha paciente de la mente,
comienza a expresarse.

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Abrazando al miedo
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La incertidumbre forma parte de la vida

Otra de las causas que más miedo o ansiedad puede llegar a producir, es la
sensación de incertidumbre.

La vida está llena de inseguridades. No es posible vivir en la seguridad continua. No


podemos tener la certeza de cuánto viviremos, de si mañana enfermaremos, si algo le
pasará a nuestros seres queridos, si mi pareja me amará para siempre y, así, un largo
listado de posibilidades.

Y aquí tienes uno de los retos más grandes. Debes aprender a vivir en la
incertidumbre. En la inseguridad. ¡La vida es incierta!

A veces la sensación de incertidumbre será mayor, otras menor, pero de vez en


cuando, incluso cuando no la esperes, terminará apareciendo.

En algunos momentos la incertidumbre se apoderará de ti intensamente, otras lo


hará de manera más sutil. En todos los casos te aconsejo que aprendas a reírte de ella.
Sí, ríete de ella. En realidad tiene gracia que queramos estar en un estado de completa
seguridad. ¿Acaso no es la incertidumbre parte de la sal y la pimienta de la vida? Gracias
a ella tienes la oportunidad de conectarte con la Confianza. Sé que en ocasiones no
resulta nada fácil. Puede que incluso pienses: “¿cómo me voy a reír de la
incertidumbre?... Me ahoga, me paraliza, me estresa… ¡No tiene nada de gracioso!”.

Sí, lo sé, soy consciente de las emociones desagradables que la incertidumbre puede
hacer florecer en ti. Pero ahora te pregunto: “Tu preocupación ante lo incierto, ¿te hará
sentir mejor? ¿Acaso es el antídoto para que la incertidumbre desaparezca…?”.

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Abrazando al miedo
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Aprovecha este reto que la vida, en ocasiones, te quiere ofrecer. Hazte consciente de
la incertidumbre que te invade. Mírala a la cara, frente a frente, sintiéndola en tu
interior. Respira profundamente, creando un espacio para que la incertidumbre deje de
presionar.

Continúa respirando, tan lento como un glaciar y tan profundo como un océano.

Poco a poco conviértete en tu respiración. Permite que tu respiración se haga más


poderosa a la par que amorosa.

Inhala… exhala…

Siente como la respiración comienza a abrazar a la sensación de incertidumbre,


acogiéndola con ternura, aceptando su existencia, otorgándole el mismo cuidado que
requiere un bebé recién nacido, que se estrena en esta vida, y se deja mimar.

Continúa el tiempo que consideres, retomando este ejercicio, de conexión con la


incertidumbre a través de tu respiración, tantas veces como creas necesarias.

La vida es maravillosa tal y como es. No pierdas la capacidad de sorprenderte y


¡permite que los cambios que encuentres en tu camino lleguen a ti!

Al igual que hacen los flexibles juncos cuando son mecidos por el viento, déjate mecer
por tu respiración. Integra los cambios en ti. Inhala todo lo que la vida tiene que traerte.
Exhala lo que ya no es, lo que solo forma parte del pasado.

Tendemos a buscar la seguridad pero, lo cierto es que, la seguridad no existe.

A medida que vayas conectando a través de la respiración con tu parte más sutil, más
espiritual, te darás cuenta de que tu capacidad de aceptar lo incierto aumenta en ti.

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Aprenderás a digerir las inseguridades de la vida. Te volverás automáticamente más


valiente y tus miedos irán disminuyendo.

Cuando comiences a Amar la inseguridad, esta, desaparecerá.

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Miedo de nuestro vacío interior

A veces tenemos miedo de nuestro vacío interior. Nos da miedo quedarnos solos, con
nosotros mismos. Lo he podido observar en mis alumnos adolescentes del programa de
Emoyoga del colegio. No están acostumbrados a mirar hacia su interior, y esto les genera
desconfianza. Sienten miedo por lo que puedan encontrar ahí. También le ocurre lo
mismo a algunos adultos (es el caso de la historia de Carmen).

Sin embargo, una vez que te familiarizas con la sensación de mirar hacia tu interior,
cuando te conectas con ese vacío, cuando llegas a él, ese vacío se convierte en fuente
de vida. Una fuente en la que nutrirte y beber siempre que lo necesites. Tu vacío se
convierte en un remanso de paz donde podrás encontrar la calma. Donde podrás
conectarte con tu centro.

Una vez que percibas así tu propio vacío interior, surgirá “la magia” y podrás
compartirlo con el resto de las personas.

Tu vacío interior puede proyectarse en el exterior. Una vez más: “lo que es dentro, es
fuera”.

Cuando en tu interior encuentras solo oscuridad. Cuando al mirar dentro de ti, solo
encuentras miedo, eso es lo que proyectas en el exterior, y por lo tanto, es también lo
que los demás perciben al observarte. Ese miedo se ve reflejado en las personas que, a
modo de espejo, te devuelve tu propia imagen.

Por eso, es importante que empieces a amar ese vacío que hay en ti. Que te conectes
a través de tu respiración. Busca un lugar cómodo o, si en estos momentos no puedes,
detente tras mis indicaciones, estés donde estés, y dedícate unos instantes:

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Abrazando al miedo
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Comienza haciéndote consciente de tu postura, irguiendo la columna para adoptar una


postura lo más alineada posible. Lleva una mano al pecho, haciendo contacto con la
palma en la zona del corazón. Coloca la palma de la otra mano, encima del dorso de la
que ya está en contacto con tu pecho (una mano sobre la otra). En esta posición,
comienza a observar tu respiración. Siente cómo tu pecho se mueve suavemente al ritmo
de la inhalación y la exhalación.

A medida que vayas profundizando en la sensación que va surgiendo, siente la energía


que emana desde tus manos hacia tu corazón y desde tu corazón hacia las manos. Hazte
consciente de la gran energía que yace en tu pecho, regida por el ritmo constante de tu
corazón.

Continúa inhalando y exhalando, cada vez más lenta y profundamente. Observa las
sutilezas que vayan aflorando. Conéctate con tu grandeza, haciéndote consciente de
que, por si todavía no te has dado cuenta, eres Gran-Diosa, eres Gran-Dioso.

Ese vacío interior está lleno de riquezas. Contiene los mismos tesoros que componen
el Universo. ¡Somos polvo de estrellas! Todos tus átomos, formaron parte, hace miles de
años, de otros astros y, esa energía, se encuentra en ti ahora. ¿Acaso no es
increíblemente maravilloso?

Atrévete a romper las barreras que te limitan. Hazte más flexible y permite que la
propia existencia penetre en tu interior. Conéctate con tu verdadera esencia. Aquello que
vibra desde tu corazón, y comienza a compartirlo con las personas que te rodean.

Somos poseedores de la energía más potente que hay en el Universo, en nuestro


Universo: el Amor.

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Abrazando al miedo
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Para encontrar el equilibrio, este Amor ha de ser proyectado tanto hacia los demás
como hacia nosotros mismos. Descuidar cualquiera de los dos factores nos hará sentir
el vacío en nuestras carnes, un vacío existencial, un vacío del Ser.

Una vez más, ¿eres consciente de que eres parte del Universo? Visualiza tu vida por
unos instantes: los lugares donde has vivido, las personas con las que te has
relacionado… Por un momento, ve más allá…

Tendemos a pensar, yo misma lo hacía, que somos insignificantes, tan solo una mota
de polvo flotando en el Universo infinito.

En mis años de docencia de Biología y Geología, solía transmitirles este concepto a


mis alumnos para que fueran conscientes de la grandiosidad y del lugar que ocupamos
en el 'Todo’.

Hoy sé que la explicación estaba incompleta. Faltaba destacar nuestra propia


grandiosidad, nuestra divinidad. Somos fractales de la creación, es decir, estamos
hechos a imagen y semejanza de la creación y, por lo tanto, somos seres divinos, seres
extraordinarios, sí, ¡polvo de estrellas!

Cuando sentimos miedo de estar solos en el Universo, simplemente tenemos que


reconectarnos con nuestro propio Universo a través de una respiración consciente.

Si prestas atención a tu respiración, podrás adentrarte en tu interior y conectarte con


el latido de tu corazón, cuya vibración forma parte de un pulso aún mayor.

Debes recordar que, eres la imagen y semejanza de la creación y, por lo tanto, posees
la esencia universal en tu interior. Todo lo que anhelas, ¡está ya en ti!

Escucha lo que los anhelos te quieren transmitir. Observa lo que tus emociones
quieren decirte y, con toda tu comprensión, cariño y amor, sin juzgarte, conéctate con el

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Abrazando al miedo
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flujo de tu respiración. Fúndete con el vaivén del movimiento del aire, permitiendo que
tu respiración te acune, te meza, te lleve a un estado de paz donde todo es perfecto. Y
mientras lo haces, llénate de amor.

Una vez que permitas que el amor entre en ti, todos tus sistemas vibrarán en
resonancia con esa energía, con esa secreción hormonal y con esa activación nerviosa
asociada al estado de amor. Si esto ocurre, ya no habrá cabida para el miedo.

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Capítulo 5.
Control de masas

Cuando cumplí veintitrés años, justo al acabar la carrera de biología, creé la


posibilidad de viajar a Vancouver, Columbia Británica, en la costa oeste de Canadá.

Antes de emprender el viaje, una conocida, que había estado en Vancouver una
temporada, me advirtió de los peligros del este de la ciudad, por tratarse de la zona más
conflictiva.

En la agencia de viajes también me lo hicieron saber.

No llevaba ni un mes en Vancouver cuando, gracias a una maravillosa “coincidencia”,


tuve la oportunidad de continuar con mi práctica habitual de artes marciales en el
Chinatown de la ciudad.

Para acceder allí, se podían tomar dos rutas: una más larga desde el centro de la
ciudad, y otra, a modo de atajo, que pasaba por el este de Vancouver.

No me agradaba nada la idea de que las advertencias, que incluso podían encontrarse
en las guías turísticas de la ciudad, condicionasen mi trayectoria. Me lo pensé dos veces
y decidí asistir a mi entrenamiento atravesando la zona “prohibida”.

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Abrazando al miedo
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Al inicio, mi paso era rápido y con mirada al frente. Pero según caminaba, comencé a
darme cuenta de que el peligro no era tal. De pie o sentados en la acera, encontré a
personas de mirada perdida, algunos con sonrisas en el rostro, otros borrachos… El
aspecto general de las personas que allí había era de pobreza, enfermedad y adicción a
distintas drogas. Cada cierto tiempo encontraba una prostituta. Todas, al igual que el
resto de personas, con cuerpos delgados, consumidos por el propio consumo. El miedo
que, previsiblemente, estaba llamado a aparecer, no apareció y dio lugar a un
sentimiento de pena mezclado con compasión y ternura.

Decidí entonces que ese sería mi camino y, haciendo oídos sordos a todas las
advertencias, pude disfrutar cada viernes del regalo de una sonrisa reflejada en el rostro
de aquellas bellas personas.

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Abrazando al miedo
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El miedo puede llegar a ser una herramienta muy potente

La inseguridad e incertidumbre que genera el miedo, resulta muy útil para


establecer un control sobre las personas. Cuanto más miedo haya en la población, más
posibilidades tendrán ciertas personas de ofrecernos seguridad. El miedo se convierte
entonces en un ingrediente fundamental que abre las puertas a la manipulación.

El miedo ha sido, es y será una herramienta muy poderosa de control de masas. Tanto
es así que ha sido utilizado desde que vivimos en sociedad.

Política y religión se han servido de los efectos del miedo para conseguir más afiliados
y obtener los propósitos deseados.

En el caso de la religión (también ocurre en otros ámbitos) basándose en el


sentimiento de culpa, la censura ocupa un lugar de gran importancia. Cuando algunas
personas se sienten culpables por ser censuradas y sobrepasar ciertos límites o normas
establecidas, se convierten en seres fácilmente manipulables. Bajo la culpa, intentan
buscar agradar y, agradando, bajo unas normas impuestas, no estarán más que
actuando de forma alienada, fuera de su ser, sin actuar en coherencia con lo que sienten
o realmente son de manera natural; perdiendo, así, parte de su libertad.

Si fueses aceptado tal y como eres, si te sintieses amado, entonces serías libre, y ¡las
personas libres son mucho más difíciles de controlar!

Pero los creadores de culpa no son solo los políticos o los líderes religiosos. También
podemos encontrarlo en el seno de las familias. Algunos padres pueden generar el
sentimiento de culpa en sus hijos. Esta culpa, finalmente te hace ser más vulnerable y te

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va minando con el paso del tiempo. También esto es una forma de control. Encontrarás
la misma manipulación en determinadas relaciones de pareja, relaciones laborales, etc.

Las noticias que vemos en la televisión, hoy en día extendidas a través de las redes
sociales, nos afectan sobremanera. El efecto que causa el miedo en nosotros nos hace
actuar en grupo de manera irracional. Nos desequilibra, nos genera preocupaciones,
desvía nuestro enfoque y, en definitiva, nos priva de nuestra libertad.

Hace unos cinco o seis años, gracias a un cambio en la organización de los muebles
del salón, aproveché la oportunidad y, comprobando que el cable de antena del televisor
no era lo suficientemente largo para la nueva posición de la tele, decidí dejar la tele
desconectada una temporada.

En la actualidad, la tele sigue sin conexión y esto, nos permite disfrutar de otras
muchas cosas.

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Abrazando al miedo
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¡Cuidado, tiene el ébola!

Aquella mañana había una energía distinta en el cole.

En mi recorrido diario, de la sala de profesores a una de las clases, pude palpar un


alboroto y cierto nerviosismo fuera del habitualmente asociado a los adolescentes:
algún que otro empujón más de la cuenta, más chillidos disonantes… ¡Parecía que los
alumnos habían desayunado fuerte ese mañana!

Fue al entrar en la clase, y tras los minutos necesarios para que todos se sentasen,
cuando me enteré de lo que había pasado. Varios alumnos intentaron expresarse a la
vez, solapando sus voces, por lo que no pude captar el mensaje en el momento. Oía todo
el rato la palabra ébola, pero no entendía muy bien qué estaba pasando.

--¡Profe! Yo seguro que lo he cogido… ¡Me he apoyado en la ventana del metro al


venir al colegio y mi madre me ha dicho que es muy contagioso!--dijo en voz alta una
alumna con miedo en su rostro.
--¡Qué fuerte! ¡Nos vamos a morir toooodos!--expresó otro con cara de sorpresa,
incertidumbre y, cómo no, algo de guasa.

Al parecer, la noticia sobre el contagio con el virus del ébola había estado resonando
durante horas el día anterior en los televisores de los hogares de mis alumnos. Que
hubiese habido muertes de por medio, acentuó la situación, haciendo que mis alumnos
actuasen ajenos a su poder de raciocinio (el de mis alumnos y, seguramente, el de
muchos de sus familiares).

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Aunque la noticia había causado el efecto esperado en la población, dos semanas


después, ya nadie se acordaba del ébola.

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Somos seres sociales

Es en el grupo, en la comunidad, donde podemos encontrar apoyo. Si vamos a una, en


la misma dirección, actuando desde la comprensión, la compasión, la solidaridad y, en
definitiva, desde el amor, el poder que podemos alcanzar será mayor que el de
cualquiera de los ejércitos.

Nuestra actitud y nuestro estado de ánimo son contagiosos. Gracias a las neuronas
espejo, somos capaces de ponernos en el papel del otro. Hasta tal punto que llegamos
a sentir lo mismo que siente la persona con la que interactuamos. Por eso los grupos
son tan potentes y, a la vez, fácilmente manipulables.

Conectarte con tu respiración te permitirá unirte con tu centro y actuar en


consecuencia. Todos los “centros” son maravillosos. Cuando actuamos desde el amor,
todos los seres que hay a nuestro alrededor se verán contagiados. Y de repente, te
encuentras rodeado de personas amorosas que velan por el bien de todos y no son otra
cosa que la proyección y la extensión de ti mismo. Por eso somos Uno. Tenemos esa
capacidad, y este, es otro regalo de la naturaleza. Utilicémoslo sabia y conscientemente
para crecer como personas y, por lo tanto, como comunidad.

La manera en la que nos comunicamos es muy importante. Si actuamos desde el


respeto y la comprensión, las personas que nos rodean sentirán confianza a la hora de
expresarse.

¿Has observado cómo los perros más pequeños ladran más que los grandes? Es un
tema de seguridad. Los perros más grandes se sienten seguros, no necesitan mostrar
sus armas ni defenderse. Actuar desde la seguridad y la confianza es de suma
importancia.

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Cuando actuamos desde la violencia, la agresividad o la ira, tal y como lo hace el perro
agresivo que ladra, lo que realmente estamos haciendo es actuar desde el miedo.

En ocasiones la causa de esa rabia se establece en el sentimiento de injusticia ante


determinadas cosas, personas o circunstancias. Pero la solución no está en la violencia
o la ira, que, tan solo, generarán más violencia. La única solución está en actuar desde
la compasión. Desde la comprensión. Viendo cuáles son las causas de la injusticia, para
encontrar la solución desde el amor.

Dedica 2-3 minutos a conectarte con tu respiración según el siguiente patrón: inhala
y llénate de seguridad, exhala y llénate de confianza.

Puede que tus experiencias pasadas no hayan sido de gran ayuda para fortalecerte y
fomentar la seguridad y confianza en ti. Afortunadamente eres mucho más grande que
tus experiencias pasadas.

Tienes un gran potencial en tu interior y, gracias al poder de la respiración, puedes


conectarte con él y ¡construir una nueva realidad!

El poder de la respiración te lleva a estados que deseas, y es entonces cuando, tu


organismo, empieza a aprender que otra realidad es posible. Tanto a nivel mental-
neurológico, como a nivel físico, por las sensaciones que experimentas con la práctica
de la respiración consciente. Y esto es así porque, al conectarte con tu respiración, te
trasladas, automáticamente, al momento presente. En este momento presente, aquí y
ahora, es donde se encuentra el grueso de tu energía.

Al entrar en conexión con esa energía que forma todo tu ser, te haces consciente del
gran potencial que tienes a tu alcance. A través de esa unión puedes ser capaz de
percibir la inmensidad de posibilidades que tienes ante ti.

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Solo has de observar, respirar, hacerte consciente de tu inmensidad y, conectándote


con lo que vibra en tu interior, crear tu propia realidad.

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¿Experiencia o vivencia?

Hace casi dos años, mi hija Yio Chi vivió una situación de pánico. En este caso el
miedo no era imaginario, sino real. Sin embargo, esa realidad estaba llena de matices e
influencias ajenas.

Aquel sábado, al llegar a casa tras un seminario de formación, encontré a mi hija


sentada en la butaca del salón. Mirándome con cara de terror, se echó en mis brazos y
comenzó a llorar desconsoladamente.

Yo no sabía que estaba pasando, ¿qué le había ocurrido?… Por la manera que lloraba
debía haber sido algo terrible. Con dolor en el corazón le pregunté qué había pasado,
pero ella no podía contestarme… no podía hablar… simplemente llorar y llorar, abrazada
a mí, mientras repetía: “mamaaa… mamaaa… ”.

En ese momento no pude hacer otra cosa que abrazarla entre mis brazos con todo
mi amor y darle todo mi cariño. Me conecté con ella a través de la respiración, con la
vibración de mi corazón y, poco a poco, permitiéndole expresar su emoción, con mi
respiración como guía, fue entrando en un estado de mayor calma y seguridad. Fue
entonces, pasados diez minutos, cuando por fin pude preguntarle: “cariño, ¿qué ha
pasado?”.

Por aquel entonces Yio Chi tenía trece años.

Hacía unas semanas que habíamos decidido que se apuntase a clases de wushu4 para
seguir con mi tradición y la de su padre y, por supuesto, porque a ella le gustaba y llevaba
tiempo pidiéndomelo. Había solo una pega, las clases eran los sábados por la mañana,
coincidiendo con alguno de mis seminarios, y tenía que coger un autobús en casa hasta

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el metro para después hacer trasbordo y caminar unos 10 minutos hasta la escuela de
wushu.

Previamente ensayamos el trayecto juntas un par de veces, en las que yo misma asistí
a las clases. A pesar de las advertencias y temores de mi madre y mi hermana, tanto Yio
Chi como yo, consideramos que estaba totalmente capacitada para realizar el camino
sola.

El camino de ida fue perfecto. Disfrutó de la clase y emprendió el viaje de vuelta.

La clase de wushu era bastante exigente de modo que, antes de meterse en el metro,
entró en una tienda de alimentación para comprar algo de comer y beber.

Desde el interior de la tienda observó cómo un hombre que estaba en la salida, muy
cerca de la puerta, le miraba fijamente sin quitarle ojo. De repente, la inseguridad se
apoderó de ella… se sintió sola… desprotegida…

Armándose de valor, tras pagar, salió por la puerta de la tienda conteniendo la


respiración mientras pasaba muy cerca del hombre que seguía con los ojos clavados en
ella. Buuuufffff, qué situación más desagradable… comenzó a dar unos pasos… ¿Debía
mirar hacia atrás para comprobar que todo estaba bien? ¿Se habría ido el hombre?…

Al darse la vuelta… ¡el hombre estaba ahí!… sin apartar la mirada de ella y siguiendo
sus pasos. ¡¡¡No se lo podía creer!!!… ¿le estaba siguiendo?… tenía que asegurarse, así
que se detuvo. El terror la invadió al comprobar que el hombre se detenía también…
nooooooo… ¿qué podía hacer?… retrocedió sobre sus pasos y, esquivando al hombre,
comenzó a dar marcha atrás. No había ninguna duda… el hombre la imitó, se dio la
vuelta y comenzó a caminar hacia ella… era terrible… en la cara del hombre pudo
apreciar un gesto amenazador, desequilibrado… de locura…

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Yio Chi estaba aterrada. Todavía quedaban unos trescientos metros hasta la boca de
metro… En medio de la ciudad abarrotada se encontraba terriblemente sola.

Con el hombre siguiéndola, llegó hasta el semáforo. El hombre estaba ahí,


amenazador, a su lado…

Tal debía ser la situación y el temor en la cara de Yio Chi que, una joven pareja
acompañada por un carrito con un bebé, le preguntó si estaba sola. Yio Chi les contestó
que sí. Ellos le preguntaron que dónde iba y, sin mediar más palabra caminaron juntos
hacia el metro, asegurándose de que el hombre había desaparecido de su vista.

Cuando terminó de contarme lo que acababa de vivir, mi calma enmascaraba la rabia


que afloraba en mi interior. Pero la rabia no ayudaría en absoluto. Tenía que enfocarme
y hacer todo lo que estuviese en mis manos para transformar aquella terrible vivencia
en una experiencia.

Así, abrazando a mi hija con ternura, me sumergí en un estado de calma que, por
imitación, una vez más, gracias a las neuronas espejo, iría poco a poco impregnando su
ser.

Comencé a respirar más profundamente, haciendo hincapié en el sonido de mi


respiración. Me enfoqué en hacer respiraciones completas de manera que, al inhalar, mi
abdomen se expandiese hacia fuera primero seguido del pecho. Al exhalar, el pecho se
hundía primero y luego el abdomen.

Mi hija fue, poco a poco, contagiándose por el ritmo y profundidad de mi respiración


y sumiéndose lentamente en un estado de relajación que le permitió compartir, ahora
desde la calma, lo ocurrido.

Todas nuestras vivencias están acompañadas de una emoción o grupo de emociones.


Nuestros recuerdos se quedan anclados a emociones concretas que se volverán a repetir

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cuando tengamos vivencias similares en el futuro. Cuando transformamos las vivencias


en experiencias, damos cabida a que nuestro cerebro racional encuentre las
explicaciones y razonamientos pertinentes para quitarle intensidad a la emoción
asociada y, de esta manera, podremos recordar una vivencia con menor carga
emocional. Esto es muy útil cuando la emoción asociada a esa vivencia ha sido
desagradable.

A modo de ejemplo y para que lo entiendas mejor, dos personas que hayan vivido
una misma situación desagradable, por ejemplo un atraco, pueden narrar los
acontecimientos de manera totalmente distinta en función de si esa vivencia se ha
transformado en experiencia o no.

La persona que haya almacenado en su cerebro la vivencia como experiencia podrá


contar los hechos desde la calma del momento, siendo consciente de que lo ocurrido
forma parte del pasado. Sin embargo, la persona que tenga almacenada la información
todavía como vivencia, se conectará con las emociones vividas en el momento del robo
y narrará la historia como si estuviese ocurriendo en el momento presente.

Con determinados miedos y fobias ocurre lo mismo. Por eso era tan importante que,
en ese momento de terror vivido por mi hija, hiciese un acompañamiento guiado para
ayudarle a procesar lo ocurrido sin que se quedase anclado a la emoción del miedo.
Tenía que ayudarle a ganar seguridad en sí misma para que pudiera afrontar, desde la
confianza, una situación similar futura.

Lo que vemos en las noticias y la opinión de las personas de nuestro entorno nos
influye muchísimo. Mi madre y mi hermana, desde una situación más conservadora,
guiadas por el miedo, me reprocharon con un: “te lo dijimos”…

En este caso había un factor externo claro, pero además, las semillas que había
sembrado mi familia en Yio Chi acerca de los posibles peligros, habían florecido en ese
mismo instante, y este, era un miedo de su interior.

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Abrazando al miedo
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¿Era una locura dejar que Yio Chi se expusiese a una posible situación similar futura?

Sabía que no podíamos actuar desde el miedo. No desde el miedo imaginario a que
volviese a suceder. ¿Acaso ya nunca más podría dejar que Yio Chi fuera sola en
transporte público? ¿Sería conveniente esperar más?…

Decidí cancelar el seminario del siguiente sábado para acompañar a Yio Chi en su
trayecto y reforzarle emocionalmente. Lo único que le había faltado a Yio Chi el día del
incidente era el haber tenido más seguridad, haber estado conectada con su centro de
poder y, por supuesto, más experiencia. De alguna manera, su propio miedo, creado por
los miedos de la sociedad y de mi familia, habían incrementado su sensación de
indefensión y vulnerabilidad.

Desde la calma y habiendo ensayado previamente las distintas situaciones, permití


que repitiese parte del recorrido sola mientras yo le seguía unos metros por detrás. En
esta ocasión y en las siguientes (donde yo ya no estaba) Yio Chi estaba preparada.

Gracias a nuestros ensayos, Yio Chi pudo adquirir soluciones. Había integrado la
seguridad que le había transmitido a través de las palabras, pero no había sido solo eso.
Cuando nos comunicamos, de manera inconsciente, utilizamos un montón de
componentes, entre ellos la respiración, que contienen mucha más información de lo
que podamos captar a nivel consciente. Pero, como ya sabes, además, la respiración nos
abre las puertas a un control consciente.

Así, al conectarme con la emoción de seguridad y la calma, a través de una respiración


calmada y profunda, actué como espejo para que, Yio Chi, pudiera integrar esta
información, no solo a nivel consciente, sino también a nivel inconsciente. De esta

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manera, Yio Chi ganó en confianza y repitió el mismo trayecto, en esta ocasión, desde la
seguridad.

Hoy por hoy, Yio Chi se siente segura y, sigue disfrutando de la libertad de poder
desplazarse sola o junto sus amigas.

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Abrazando al miedo
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Capítulo 6.
Todo es perfecto tal y como es

Todas las personas que forman parte de nuestra vida y todas las situaciones que
vivimos, tienen una función o papel en nuestro desarrollo. Nada ni nadie sobra, y están
ahí justo en el momento perfecto para ayudarnos a crecer: tal vez para sanar lo que
tengamos que sanar, para compartir, para crecer juntos, para deshacernos de nuestro
ego, para conectarnos con el perdón o con nuestros límites... Todos y todo tienen su
función. Nada sobra y nada falta. Lo que anhelas aparecerá en el momento oportuno,
justo cuando estés preparado. Pero para ello, seguramente tengas que pasar por otras
situaciones que serán igual de valiosas. Situaciones de las que tengas que aprender.

En ocasiones nos empeñamos en forzar las cosas o, más aún, ponemos todo nuestro
empeño en seguir unos estereotipos que no concuerdan del todo con lo que realmente
somos. Tenemos asumidas etiquetas que, ya desde la infancia, nos fueron otorgadas, y
actuamos según lo que se espera de nosotros, siguiendo muchas veces una apariencia
que dista bastante de la realidad.

Pero es muy importante que sepas lo siguiente: serás más feliz cuando menos
distancia haya entre lo que aparentas ser y lo que realmente eres. Y aún más importante:
¡eres perfecto, eres perfecta, tal y como eres!

Tómate unos instantes para conectarte con tu respiración.

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Abrazando al miedo
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Inhala y siente tu verdadera esencia vibrando en tu interior; exhala y agradece a la


vida el ser quien exactamente Eres.

Inhala y siente el milagro de la vida en ti; exhala y agradece este momento de


conexión con tu Ser verdadero.

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Abrazando al miedo
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La importancia del momento presente

La mayoría de tus miedos se basan en situaciones que podrían ocurrir en el futuro.

Si eres capaz de conectarte con el aquí y con el ahora, esos miedos sobre el futuro se
diluyen instantáneamente. En el instante presente, la mente negativa pierde su poder.
Te conectas con una parte esencial de ti, más sutil.

A través de la respiración, observando el flujo del aire pasando por tus fosas nasales
en la inhalación y la exhalación, puedes conectarte con el momento actual… con el
momento presente… observándote… sin juicio… dejando que tus pensamientos fluyan…
sin apegarte a ellos. Simplemente observa este instante… ¿Cómo está tu cuerpo?…
¿Cómo te encuentras?…

Ve llevando tu atención a la respiración. Utiliza esta respiración para ir atravesando


capas. Conéctate de manera más nítida con lo que te rodea. Conéctate más y más con
tu propio ser… permitiendo, a través de la respiración, que la separación que hay entre
tú y lo que te rodea, vaya poco a poco disolviéndose… diluyéndose…

A medida que te haces más consciente de esta conexión superior con el Todo,
entiendes que todo es perfecto.

Al realizar una respiración consciente estableces una conexión más directa con la
realidad. Tus sentidos se agudizan. Cuando no estás en conexión con tu respiración, la
sensación es similar a observar una imagen borrosa de la realidad. Al conectarte de
manera consciente con tu respiración, la imagen de la realidad se vuelve nítida. Más real.
Es como si pudieses ver con mayor profundidad.

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Abrazando al miedo
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Al terminar las clases de yoga, tras una meditación o al acabar los talleres de
respiración, puedo observar, en los alumnos y en mí misma, la existencia de esa mirada
más profunda, donde todo parece estar mágicamente conectado.

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Abrazando al miedo
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Un músico virtuoso

Rebotando, como una bola de pinball, John había asistido a una terapia tras otra desde
que tenía uso de razón.

Se las sabía todas. Conocía la teoría a la perfección. Pero eso no había podido evitar
que, todavía, a sus cuarenta y cinco años, el miedo dominase su vida.

Como decían algunos de los músicos que habían colaborado con él, John era “el puto
amo”. La naturaleza le había otorgado una superdotación que le permitía combinar las
notas a su antojo, creando melodías de una composición matemática extraordinaria.

No era de extrañar que músicos y compositores del gremio acudieran a él para que,
este, sin esfuerzo aparente, hiciese los arreglos necesarios para que todo fluyese
armónicamente.

Podría decirse que John, a quien solicitaban con frecuencia para participar en
importantes conciertos, tenía la vida cubierta…

Cubierta…, sí. Pero de miedo. Tras cada evento, John acusaba este miedo en todas y
cada una de sus células. Comenzando por una descomposición intestinal compañera de
periplos, y terminando con sus ganas de vivir…

La parte social era la que peor llevaba. Todas esas relaciones a las que se veía
expuesto le minaban sobremanera.

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Abrazando al miedo
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En casa, se sentía a salvo. Tumbado en su cama experimentaba la unión con el Todo,


se sentía en paz. Pero… ¿de qué le servía eso si luego no era capaz de poner equilibrio
en su vida?

Hacía ya unos años que había alcanzado su momento de máxima profundidad.


Habiéndose sumergido en la más absoluta oscuridad, nada le importaba. Su propia
existencia le paralizaba. Sentía pánico de vivir… ¿qué sentido tenía continuar con ello?…

Fue entonces cuando, armándose de valor, decidió dejar todos los medicamentos
que había estado consumiendo durante los últimos años. Necesitaba un cambio radical.

Continuando con su bagaje terapéutico, y alejado ya de la medicina más


convencional, fue recibiendo información de todo tipo: técnicas de respiración, apoyo
psicológico, hipnosis, consejos nutricionales, coaching… pero no era suficiente.

Contaba con un montón de recursos, sí. Recursos grabados en su mente. En su mente


teórica. Se sabía la teoría al dedillo. Conocía todas las explicaciones.

Sin embargo, John, tal vez guiado por la negativa constante de sus padres en su
infancia, había instaurado el mismo patrón. Toda su atención se enfocaba en las cosas
que hacía mal. Ponía toda su energía en resaltar sus fallos, todo lo que no conseguía.
Tenía el poder suficiente para contemplar su vida como un auténtico fracaso. Y por
supuesto, la sensación irrefutable de que todas las técnicas terapéuticas, habían
fracasado con él.

No podía ser que no hubiese salida a todo aquello que sentía. Tenía que haber una
solución diseñada para él… ¿pero qué?

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Abrazando al miedo
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El poder de tus pensamientos

No solo somos lo que comemos, también somos lo que pensamos. Nuestros


pensamientos nos alimentan tanto como los alimentos que ingerimos. Nutren nuestro
ser y nos llevan a estados de ánimo específicos.

Te habrás dado cuenta de que, en muchas ocasiones, entras en pensamientos en


bucle de los que resulta difícil salir. Si esto te ocurre de manera habitual, tienes una
maravillosa oportunidad para comenzar a tomar las riendas de tu mente y guiarla hacia
lugares que sean de tu agrado.

Es muy importante que sepas que tú no eres tu mente. ¡Eres mucho más!

Comprende que tus pensamientos son fruto de tus experiencias, de tus aprendizajes.
Y, te guste o no, tus pensamientos tienen una base crucial en tus experiencias de la
infancia.

Pero, precisamente, en esto radica la magia: puedes elegir quedarte anclado a lo que se
inició en el pasado, o puedes escucharlo, permitirlo, aceptarlo y abrazarlo con el más
amplio amor.

¡Sí, eres tú! con tus virtudes y tus defectos…

¿Cuándo vas a aceptarte con amor incondicional? Eres vida manifestándose en el


Universo infinito. Tú decides si quieres tomar las riendas y comprender la
increíblemente maravillosa que es tu existencia.

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Abrazando al miedo
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Con cada inhalación expande todo tu ser, hazte tan grande como realmente eres…
llénate de la energía del cosmos… de la energía de nuestra madre tierra. Fúndete con la
energía de la que formas parte. Guía tus pensamientos hacia un desarrollo superior de
tu propio ser, que ya es grandioso de por sí y simplemente está esperando pacientemente
a ser reconocido como lo que es, un milagro de la existencia.

Donde pones tu atención, va tu energía.

Es hora de que dejes al lado los fracasos y te centres en todos y cada uno de tus
logros. Por insignificantes que te puedan parecer, darán lugar a otros venideros que te
permitirán alcanzar un estado de mayor plenitud. ¡Confía!

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Abrazando al miedo
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Capítulo 7.
Más allá de la muerte

Muchos de nosotros no somos conscientes de que, tarde o temprano, nos vamos


a morir.

Llegados a este punto, podemos pensar que existen dos planteamientos de vida: vivir
sin ser consciente de que tarde o temprano moriremos; basando nuestra vida en planes
del futuro e intentando negar la muerte. O ser conscientes de que tarde o temprano
moriremos; permitiéndonos así vivir con más alegría, ¡aprovechando el momento!

Tal vez lo que provoque más angustia, no sea la muerte en sí, sino hacer como si esta
no existiera.

Desde pequeños, hemos aprendido a ocultar la muerte con eufemismos, tratándola


como un tabú. Pero no es así en todas las culturas. En algunas, ¡hasta la celebran! Y esto,
cambia el enfoque, dando a la visión de la muerte un giro de ciento ochenta grados.

El miedo a la muerte es uno de los miedos principales del ser humano. Muchos de los
miedos que tenemos están basados en este o tienen su raíz ahí. Intentamos buscar la
máxima seguridad para estar protegidos, para ser precavidos y poder estar viviendo el
máximo tiempo posible. Y no nos damos cuenta de que, esto justamente, nos inmoviliza.

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Abrazando al miedo
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La vida está llena de desafíos, de incertidumbres, de inseguridad. Y, paradójicamente,


cuantos más retos, más desafíos y más incertidumbres encontramos en nuestro camino;
más vivos nos sentimos.

Cuando sientas miedo a la muerte, es el momento de quedarte quieto y observar. No


pongas tu empeño en intentar diluir el miedo, enfrentarte a él o quedarte paralizado.
Simplemente no hagas nada. Permanece observándolo, entrando poco a poco en él.

No hace mucho tiempo que he comprendido el concepto de lo que significa la vida.


Los conceptos de vida y muerte son dos polaridades de lo mismo. La vida no puede
existir sin la muerte y, de igual manera, tampoco podemos entender la muerte sin la
vida.

Cuando vivimos con plenitud y nos sentimos conectados con nuestra verdadera
esencia, podemos dar la bienvenida a la muerte. En cualquier instante.

El vivir con plenitud implica ser consciente de tu propia existencia. Poder saborear la
eternidad en cada momento.

Si nos fundimos con la magnitud real del momento presente, nos daremos cuenta de
que, en cada instante, estamos vivos, completos, saciados. Solo así podremos aceptar la
muerte como una parte más de la vida.

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Abrazando al miedo
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¿Temes no estar viviendo plenamente?

¿Te has preguntado qué es lo que te da miedo realmente? ¿Es la muerte? ¿O es no


estar viviendo la vida como crees que deberías vivirla?…

¿Es, tal vez, miedo al paso del tiempo y poder comprobar que anhelas estar viviendo
otra vida distinta?

Si te conectas al momento presente, a través de tu respiración, podrás comprobar


que el tiempo no existe. Lo que existe en realidad es un presente, ¡un instante eterno!

No es fácil conectarse con el presente. No nos han enseñado a hacerlo. Pero estás
aquí, viviendo la vida y nunca es tarde para conectarte con el aquí y el ahora.

En cada inhalación y en cada exhalación la vida y la muerte confluyen. En cada


instante, vivimos. Pero también morimos.

Si vives una vida con plenitud, no has de temer a la muerte. Si tienes miedo a la
muerte, tal vez sea, AHORA, el momento de empezar a vivir la vida con plenitud.

Soy consciente de que puede ser difícil de aceptar, incluso doloroso, pero, NADA es
permanente. Aceptar la impermanencia, los cambios, las idas y venidas; es un proceso
de coraje hacia nuestro interior.

Paseando con mi madre (las poquitas veces que podemos hacerlo) me maravilla lo
consciente que es del movimiento de la Tierra. Generalmente al atardecer, en alguna
ocasión me ha comentado: “¿No sientes vértigo?… ¡vamos a una velocidad grandísima!

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Abrazando al miedo
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Pero no solo la Tierra alrededor del Sol, sino todo nuestro Sistema Solar a través de
nuestra galaxia y, esta… ¡¡¡a toda velocidad, viajando por el espacio!!!… Nunca estamos
en el mismo sitio… ¿No es maravilloso?… a mí me da mucho vértigo… ”.

Estos comentarios de mi madre me resultan muy graciosos y, sin embargo, no puede


estar más en lo cierto.

Nada es permanente, ni siquiera nuestra posición en el espacio. Nunca pasamos dos


veces por el mismo sitio. ¡Nunca estamos en el mismo sitio!

Con nuestras vidas ocurre lo mismo. Lo único que es permanente es el cambio. El


cambio tiene lugar continuamente en nuestras vidas. Y es nuestra capacidad de
responder, en cada instante, a estos cambios, lo que nos permite seguir avanzando.

La muerte es un cambio más. La gente querida va y viene. Nosotros vamos y venimos.

A veces pienso: “¿qué haría yo sin mi hija?”. Imagino su muerte y la gran tristeza que
se apoderaría de mí… A ella le pasa lo mismo. Muchas veces ha compartido conmigo su
temor a que me muera. Estamos tan unidas la una a la otra que hemos establecido una
relación de apego importante. Sin embargo, poco a poco estamos aprendiendo también
a cortar ese cordón umbilical, que nos permitirá seguir siendo felices y vivir en libertad.

En el momento presente estás vivo. Puede que tus seres queridos estén
contigo. Puede que alguno haya partido…

La capacidad que tenemos de disfrutar en cada momento es magnífica, grandiosa.


Disfruta ahora en este momento de tus seres queridos. No esperes a mañana para
expresar aquello que guardas y quieres expresar. Rompe esa barrera que te permitirá
vivir más en amor y libertad.

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Abrazando al miedo
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Cuando tenemos miedo a la muerte, ¿no es acaso más bien miedo a que la vida se
nos acabe? ¿A no estar viviéndola como tendríamos que hacerlo?

Si temes la muerte de un ser querido, ¿no es más bien miedo a no haber podido
disfrutar con esa persona como os merecéis? ¿A no haber podido comunicar, vivir la
vida, compartir o intercambiar, como debería haber sido?

Pero sobre todo, es miedo a no volver a ver a esa persona, que dejará de formar parte
de tu vida. O por lo menos eso es lo que sientes. Lo que piensas. Sin embargo, es solo
un pensamiento, una idea arraigada al concepto de nacimiento y muerte.

La vida no desaparece, la vida continúa… en otras formas, en otras manifestaciones.


Si te conectas con la energía de la vida, con todo lo que te rodea, con todo lo que hay
en ti, te darás cuenta de que este ciclo de vida y muerte es solo un concepto en nuestras
mentes.

Tus seres queridos, al morir, se transformarán y formarán parte de otras formas de


existencia. Estarán contigo, en los árboles, en el aire que respiras, en la luz que te
ilumina. Seguirán formando parte de ti. De tu Ser, de tu esencia.

Ahora estás vivo, ¡saborea la vida! El momento es aquí y ahora. No esperes a mañana.
Disfruta de la vida para que, cuando la muerte llegue, puedas abrazarla y darle la
bienvenida.

Lo mismo se aplica para un ser querido, disfruta de esa persona, comparte desde el
amor para que, cuando llegue el momento de la despedida, podáis estar seguros de
haber vivido y compartido en plenitud.

Cada vez soy más consciente de la eternidad de la vida, la vida nunca muere,
simplemente cambia de forma. Si logras vencer el apego a esa forma, no tienes nada
que temer. Simplemente disfruta al máximo de este momento, de estar vivo, y agradece

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Abrazando al miedo
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este preciso instante en el que el Universo se expresa a través de tu vida, en un ser divino
y maravilloso.

Inspira y siente la vida en ti. Espira y conéctate con la energía infinita de la que formas
parte.

Inhala haciéndote consciente de que está en tu naturaleza envejecer… está en tu


naturaleza enfermar… y está en tu naturaleza morir…

Así mismo, está en tu naturaleza aceptar los cambios de las cosas. Aceptar los
cambios en los seres que amas.

Inhala aceptando estos cambios… exhala entendiendo y aceptando que estos


procesos de envejecimiento, enfermedad y muerte forman parte de tu vida.

Es a través de esta aceptación cuando el miedo empieza a disiparse y se convierte en


comprensión y aceptación de tu propia naturaleza.

Al inspirar, date cuenta de que no puedes escapar de la enfermedad ni de la muerte,


porque está en tu naturaleza; al conectarte con esta verdad, con esta realidad, te podrás
enfocar en lo que tienes que hacer, en lo que es importante, tanto para tu propio
crecimiento y sanación, como para el de los seres que te rodean, sin perder el tiempo en
poner máscaras y ocultar ese miedo que, inevitablemente, subyace en tu subconsciente.

Mediante la conexión con tu respiración, puedes traer esos miedos a tu mente


consciente. Inspirando y espirando quitas todas las cosas de tu vida que no son
necesarias y que te hacen tapar, ocultar este miedo. Así, te enfocas en lo que debes, en
lo que es verdaderamente importante.

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Abrazando al miedo
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Esta respiración consciente se encontrará con tu miedo. Y al encontrarlo, lo abrazará,


debilitándolo, disipándolo, hasta volverlo una semilla que subyace en el fondo de tu
consciencia, aguardando a ser de nuevo regada.

Puedes repetir este proceso cada vez que el miedo aflore. Si hay algo que riegue la
semilla del miedo haciéndolo aflorar, simplemente conéctate con tu respiración. Hazte
consciente de este miedo, de su presencia. Al inspirar y al espirar, acéptalo, abrázalo y
deja que vuelva otra vez a su estado de semilla.

En realidad, el miedo siempre existe en su forma de semilla. Forma parte de tu


naturaleza. La vida es insegura, incierta. No sabes lo que te va a ocurrir mañana. No
sabes cuándo vas a enfermar. Cuándo te va a llegar la muerte. La pérdida de aquello que
quieres, o de tus seres queridos. No sabes si vas a perder un trabajo o a tu pareja. ¡La
posibilidad siempre existe!

Aceptarlo y respirar de manera consciente, te ayuda a reconocer tu naturaleza y a


pensar que no puedes escapar de ella. Simplemente puedes disfrutar de la vida tal y
como te ha sido dada. Solo entonces los miedos desaparecerán, se debilitarán y podrás
vivir de manera plena. En el disfrute. Siendo feliz.

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Abrazando al miedo
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Capítulo 8.
¿Qué harías si no tuvieras miedo?

Una de las causas principales de tus miedos es la sensación de separación del resto
del Universo. De las cosas que te rodean. De las personas con las que te relacionas.

En realidad, esta sensación de separación, es una ilusión fruto de tus creencias. Fruto
de lo que has recibido. De tu programación. De lo que está estipulado en la sociedad.

Si en lugar de centrar tú empeño en eliminar el miedo, pones todo tu foco,


simplemente en comprenderlo y atenderlo, la emoción del miedo comenzará a
desvanecerse.

Esta comprensión, como ya he mencionado anteriormente, ha de estar basada en el


no juicio, en la aceptación de lo que, simplemente, es. Y así, en este proceso, poco a
poco te adentrarás en un estado donde lo que prevalezca sea el Amor.

Por lo tanto, ten en cuenta que no se trata de una lucha donde pretendas eliminar o
evitar el miedo. Esto solo aumentará la complejidad de la emoción. Recuerda que,
donde pones tu atención, pones tu energía. Si te centras en luchar contra el miedo,
estarás fortaleciéndolo y lo único que puedes conseguir es que se quede más anclado
en las capas de tu subconsciente.

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Abrazando al miedo
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Conéctate con tu respiración. Inhala e integra en ti el aprendizaje que te muestra el


miedo; exhala y agradece el estar viviendo este proceso de aprendizaje.

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El mundo puede ser muy bello. ¿Cómo decides crear el tuyo?

Cuando te conectas contigo a través de la respiración, te haces consciente de tu unión


con el todo, diluyendo la separación. Es entonces cuando te das cuenta de que tienes la
capacidad de crear, de que ¡eres una creadora, un creador!

Al principio puede ser que te vayas haciendo consciente poco a poco. Tal vez con
pequeños actos. Con pequeñas experiencias. Con visualizaciones.

Tus pensamientos son mucho más poderosos de lo que puedas imaginar. Tras estos
se produce un gran flujo de energía que terminará materializándolos.

Al entrar en conexión con el poder de crear tu propio mundo, una nueva puerta
empieza a abrirse en tu interior. Y, una vez abierta, tu despertar es imparable.

A medida que te conectas con tu potencial, te empoderas y te das cuenta de que no


eres una mota de polvo flotando en el Universo, sino que eres una Diosa, un Dios, capaz
de crear tu vida con la frecuencia de tu corazón.

Cuándo ocurre esto, cuando empiezas a vibrar de esta manera, te permites unirte
con tu esencia verdadera, con tu Ser.

Al expandirte a través de la respiración, actúas desde el amor, amándote a ti y a los


demás como si fuesen tú, porque, en realidad, todos formamos parte de un Todo.

Cuando estás en alineación con la energía universal, y todo empieza a fluir, los miedos
pierden su fuerza porque el lugar que ocupaba el miedo ha sido sustituido por el amor.

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Cuando descubras esto, este potencial que tenemos todos y cada uno de nosotros,
comenzarás a maravillarte, observando el momento presente, la magia de cada instante,
la magia que hay en este preciso momento en el que tú y yo estamos conectados a través
de estas palabras. Mi energía está contigo. No existe el tiempo… Ahora mismo me
emociono por la magia de nuestra conexión… esta conexión que estamos teniendo
ahora mismo, tú y yo.

La capacidad de maravillarnos por la sencillez oculta en estas conexiones, nos permite


ascender hacia planos más elevados de vibración, haciéndonos conocedores de esta
Consciencia colectiva universal de la que todos formamos parte.

¡Conéctate con el amor! ¡Conéctate con la vida!

Permite que tu corazón vibre como él ya sabe hacer. Conéctate con tu verdadera
naturaleza, con tu capacidad para asombrarte. Por unos instantes, deja atrás las
palabras, las preguntas. Y, simplemente, Sé.

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Una cuestión de confianza

Alguna que otra vez, mientras escuchaba la radio en el coche, me ha llamado la


atención la manera en la que algunos anuncios de alarmas, presentan su producto. De
forma más o menos sutil, introducen la necesidad en el oyente de protegerse ante el
peligro. ¡Es tan clara la manipulación emocional que se quiere lograr al generar miedo!

En la urbanización donde vivo han robado varias veces. La mayoría de la gente tiene
puertas blindadas. La mía es como de cartón piedra. Creo que podría tirarse abajo dando
una patada.

En la puerta, tenemos dos corazones que decidimos dejar ahí, hace ya unos cuantos
años, tras la celebración de uno de los cumpleaños de mi hija.

Recuerdo algún amigo o familiar diciéndome al salir de casa: “¿no cierras con
cerrojo?”. Mi reacción no era otra que la de quedarme un poco sorprendida. No sentía
esa necesidad. Incluso me extrañaba. Así que mi respuesta, mientras sonreía, era: “Pues
que entren y se lleven lo que quieran. Lo que necesiten”. Curiosamente, las casas donde
más robos ha habido, están dotadas de unas maravillosas puertas blindadas.

En algunos países es tanta la confianza, que dejan las puertas de su casa directamente
abiertas. Es el caso de algunas viviendas en Canadá. Cierto es que nadie tenía la
necesidad de robar. Todo el mundo confiaba. Y es precisamente eso, una cuestión de
confianza. Cuando uno confía en que nadie ni nada puede hacerle daño, cuando confía
en él y en el Todo, sintiéndose parte de un equilibrio, no hay miedo y solo hay lugar para
el amor.

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Abrazando al miedo
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Ve más allá de tus límites mentales

Nuestra conexión con la realidad depende de la manera en la que “miramos” y del


modo en el que respiramos.

Cuando nos relacionamos con nuestro entorno y con las personas que forman parte de
nuestra vida, asumimos que las cosas son como son. Pocas veces nos cuestionamos o
imaginamos una realidad distinta. En la mayoría de las ocasiones vamos con el piloto
automático puesto y nos limitamos a seguir lo establecido, incluso sintiendo que las
cosas pueden ser de otra manera.

¡Este es tu momento para cambiar! ¿Aceptas el reto?

Una de las acciones que más me han conectado con la Vida han sido mis duchas
diarias de agua fría.

Cuando realicé la formación de profesora de kundalini yoga, mis maestros, Devta y


Sarabjit, nos hablaron de las maravillas del Ishnaan5, la ciencia de la hidroterapia. Gracias
a ellos, y a mi querida amiga Laura Santos, comencé a ducharme con agua fría en uno
de los retiros de yoga en los Pirineos. Continué así todo el verano, el invierno y la
primavera. Aunque este sano hábito desapareció durante una temporada de mi vida,
ahora, y desde hace unos meses, gracias a mi querido tío Jesús, he vuelto a integrar esta
maravillosa práctica en mi rutina diaria. ¿Cómo? ¡Simplemente haciéndolo!

Cada mañana, tras un masaje energético con aceite, disfruto de la gratificante


activación que el agua fría proporciona a todo mi organismo. Me hace sentir viva, con

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Abrazando al miedo
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energía, lista para empezar el día. Es un sano hábito que recomiendo introduzcas en tu
vida (hacerlo por temporadas o esporádicamente, sienta de maravilla).

Y este año, en invierno, he dado un paso más. Con la intención de ahorrar energía y
cuidar el medio ambiente, hemos decidido no poner la calefacción y nos hemos hecho
con unos monos muy abrigaditos que mantienen nuestro calor corporal. ¿Qué necesidad
hay de poner la calefacción? Si hace frío, ¡simplemente nos abrigamos! Podría sonar un
poco precario, pero mi experiencia es la de haber superado un límite mental establecido
desde mi infancia y, te puedo asegurar que la sensación de libertad es maravillosa.

Mi relación con el frío no se limita a las duchas y a la ausencia de la calefacción. En


los retiros que organizo en la naturaleza, podemos disfrutar de unos baños exquisitos
en algunas pozas selectas de la Sierra de Gredos.

Bañarse en las pozas en primavera y verano ya es todo un reto. ¿Pero qué me dices
del otoño y el invierno? En el último retiro que organicé, en Octubre, a pesar de haber
coincidido con la ola de frío, uno de los días nos regaló un espléndido cielo despejado.
No pude resistirme y, ni corta ni perezosa, ante el asombro de los asistentes, me despojé
de mi ropa y me sumergí en el agua tal y como vine al mundo.

La sensación de desnudez en plena naturaleza es una de las cosas más maravillosas


que he introducido en mi vida. Bañarme desnuda, sintiendo directamente el contacto
del aire, del sol y del agua en mi piel, ¡es un regalo divino!

Cuando comencé a organizar los retiros en la naturaleza, intentando empatizar con


algunos de los posibles asistentes, me preguntaba sobre el efecto que haría que, la
persona que organiza los retiros, se bañase desnuda, alejándose de la norma habitual
de nuestra sociedad. Pero, como no podía ser de otra manera, decidí seguir a mi
corazón, a mi anhelo y me permití disfrutar de la experiencia desde el primer retiro.
Recuerda, uno es más feliz cuanto menor sea la diferencia entre lo que aparenta ser y lo
que realmente Es.

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Lo que he descubierto ha sido maravilloso. Se genera un ambiente de respeto


máximo en el que los participantes se sienten en plena libertad para hacer lo que
quieran. Algunos se bañan en bañador (cierto es que la mayoría), otros se animan a
despojarse de alguna de las prendas de baño, otros se bañan desnudos porque ya
formaba parte de sus hábitos o habían tenido experiencias similares, y algunos, deciden,
en ese mismo instante, romper sus limitaciones mentales y disfrutar de una experiencia
nueva para ellos. Me consta que el gozo, en cualquiera de los casos, es muy gratificante
a la par que inspirador. El ambiente de respeto y aceptación de la diversidad, nos
permite, como grupo, sumergirnos a un nivel más profundo de confianza y libertad.

Y ahora, mientras escribo estas líneas, ¡decido bañarme en las pozas de agua fría,
independientemente de la época del año! Por supuesto respetando mi ciclo menstrual
y mi estado energético. El cuerpo es sabio y sabe cuándo el frío no es buen compañero.

Allá donde vaya la mente, irá el cuerpo. Por eso, cuando la mente va al cuerpo,
centrándose en las sensaciones físicas, el cuerpo se encuentra con el cuerpo, haciéndose
consciente de sí mismo. Todo está unificado. Te unes con tu energía más potente y eres
capaz de hacer lo que te propongas.

Otra de las cosas que me ha limitado gran parte de mi vida, es mi miopía. Tengo
cuatro dioptrías en el ojo izquierdo y casi otras cuatro en el derecho (aparte de otras
tantas de astigmatismo). A pesar del giro en positivo que ha supuesto para muchas
personas, la operación no es algo que contemple.

Así que, a mi manera, en ocasiones y, desde hace ya algunos años, no hago uso de las
lentillas ni de las gafas para ir a pasear por el campo. Ahora, desde hace unos meses, he
dado el salto también para conducir en momentos puntuales de seguridad. Al hacerlo,
he podido comprobar que ¡veo mucho mejor de lo que creía! Mi mente se encuentra
genial y mi cuerpo también.

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Abrazando al miedo
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Te animo a que tú mismo observes tus propias limitaciones y, hoy mismo, te lances a
romper esas barreras que te privan de tu merecida libertad.

Al superar barreras, al superar tus límites, te das cuenta de que puedes crear tu
propia realidad. Tú eres el creador. Te transformas en un Dios, en una Diosa,
conectándote con la divinidad que hay en ti y que se encuentra omnipresente, en Todo,
en todos.

Todo lo que necesitas para ser feliz lo tienes aquí y ahora. Forma parte de ti.

El proceso de conectarte de manera consciente con tus sensaciones a través de la


respiración, te ayudará a darte cuenta de que el único momento que existe es el de
ahora. Como ya sabes, el pasado ya se fue y el futuro no ha llegado todavía. La única
realidad es Ahora mismo. Todo lo que tienes, todo lo que ocurre, todo lo que Es, es hora.
En el presente encontrarás todo lo que necesitas.

El Universo es abundante y tú eres un rey, una reina, pudiendo disfrutar de su


abundancia, que se manifiesta a través de tu propia Vida.

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Abrazando al miedo
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PARTE II

Ejercicios Prácticos

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Abrazando al miedo
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Aunque a lo largo de los anteriores capítulos has ido poniendo tu enfoque en la


importancia de la respiración para poder abrazar tus miedos, a continuación, te muestro
una serie de ejercicios específicos que puedes poner en práctica siempre y cuando lo
consideres.

Independientemente de que realices estos ejercicios cuando estés en conexión con


la emoción del miedo o no, serán un gran apoyo y te traerán calma, paz, estabilidad y
una gran conexión contigo mismo. Con tu ser.

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Abrazando al miedo
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Hazte amigo de tus fobias

Como ya sabes, muchos de los miedos o fobias que sentimos están almacenados en la
parte más inconsciente de nuestro cerebro. Aquí, el razonamiento tiene muy poco que
hacer. Por eso, mediante este ejercicio, vas a crear un recurso útil que podrás utilizar
cada vez que te veas bajo los efectos de tu miedo. Lo explicaré con un ejemplo para que
sea más fácil de comprender y, tan solo, tendrás que adaptarlo para tu caso concreto.

Imagina que tienes miedo o fobia a los perros. Algunos otros ejemplos podrían ser
miedo a las alturas, a hablar en público, etc. Aplícalo a tu caso concreto.

En el caso de miedo a los perros, un recurso útil para enfrentar una situación con
perros, podría ser la calma o la seguridad. Tomemos por ejemplo, como recurso, la
seguridad.

¿Cuál sería el recurso que necesitarías en tu caso concreto?

A continuación, quiero que pienses en una situación del pasado en la que hayas
experimentado tu recurso. En el caso del ejemplo, una situación donde se haya
experimentado seguridad.

A veces, resulta difícil encontrar o recordar un momento específico. En este caso,


puedes utilizar como modelo a seguir una persona, ya sea conocida o no, donde puedas
apreciar ese recurso. ¿Lo tienes?

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Abrazando al miedo
_____________________________________________________________________________

Ahora, conéctate con ese momento donde sentiste el recurso en ti o en otra persona:
mira lo que mirabas, siente lo que sentías y escucha lo que escuchabas en ese momento
de conexión con el recurso.

Inhala profundamente y nota como todo tu ser se impregna con la sensación que
provoca ese recurso en ti; exhala y observa como todo tus sistemas se mimetizan con ese
momento.

Inhala y siente como tu sistema nervioso se activa para llevarte al estado que estás
buscando; exhala y aprecia como tu torrente sanguíneo transporta las hormonas
necesarias para conectarte con tu recurso.

Una vez más, inhala y siente como todo tu ser vibra con la energía asociada a ese
recurso; exhala y proyecta esa energía por todos y cada uno de los poros de tu piel.

Cada vez que te encuentres ante tu miedo o fobia, repite este patrón de respiración
guiado. Para practicar, puedes comenzar visualizando la situación que causa tu miedo.
Recuerda respirar siguiendo los pasos anteriores.

Con la práctica, aplica este ejercicio a una situación real. Podrás observar cómo, cada
vez más rápido, mediante la conexión entre tu respiración y el recurso que necesitas, tu
mente y tu cuerpo integran progresivamente el recurso necesario, permitiéndote
afrontar tu miedo desde una posición más favorable.

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Abrazando al miedo
_____________________________________________________________________________

Pon en contacto tu mente con tu cuerpo

Como puedes experimentar, generalmente no tenemos la atención puesta en


nuestro cuerpo, sino en pensamientos del pasado o del futuro.

Al llevar nuestra atención a la respiración, automáticamente nos conectamos con


este proceso de inspiración y espiración, permitiendo que nuestra mente vuelva a
nuestro cuerpo.

En este momento, volviendo a nuestro cuerpo, podemos hacernos conscientes de las


necesidades que este tiene. Tal vez detectamos un exceso de tensión, algún dolor
localizado, tal vez nos encontramos nerviosos. Al prestar atención a nuestra respiración
y centrarnos en nuestro cuerpo, volvemos al momento presente. Entramos en un estado
de coherencia donde, mente, cuerpo sentimientos y emociones se aúnan, se encuentran
y pueden entrar en un diálogo armónico que te permita relajarte y encontrar la solución
que está en ti.

Observa tu cuerpo y dedica un minuto a responder cada una de las siguientes preguntas:
- ¿Qué sensaciones aprecias?
- ¿Qué formaciones mentales o pensamientos surgen?
- ¿Qué emoción observas en ti?... ¿Cuál decides regar?

Cada vez que te encuentres bajo la influencia del miedo, repite mentalmente las
preguntas anteriores, llevando la atención a la respuesta que surge tanto de tu mente
como de tu cuerpo. Así y con la práctica, podrás establecer una comunicación más
directa donde, mente y cuerpo vayan, poco a poco, unificándose.

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Abrazando al miedo
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Medita

Meditar está al alcance de todos. Puede que ya lo hagas, o que nunca antes hayas
probado de manera consciente. Y digo conscientemente, porque, sin darte cuenta,
meditas en muchas ocasiones.

Cuando meditamos, nos conectamos con nuestro entorno, con el Universo, y


escuchamos qué es lo que el Universo tiene que decirnos.

Existen muchas maneras de meditar y técnicas distintas que te ayudan a progresar


en la práctica. Lo que encontrarás a continuación, son dos meditaciones que serán de
gran apoyo para trabajar el miedo.

Meditación para la protección y el positivismo6

Cuando empezamos a hablar, una de las primeras palabras que pronunciamos es la


palabra mamá.

Curiosamente, en la mayoría de los idiomas, la palabra mamá incluye el sonido “MA”,


es decir, se usa una palabra muy similar (puedes ir a un traductor online y comprobarlo).
¡Hasta en zulú! que se dice umama. ¿Casualidad? Por supuesto que no.

De manera instintiva y, por lo tanto natural, el sonido “MAAA” invoca compasión y


protección. De este modo, al pronunciarlo, obtenemos la atención y cuidado de nuestra
madre, tan necesarios en esa etapa de nuestro desarrollo.

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Abrazando al miedo
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Existen ciertos sonidos semilla cuya vibración está asociada a determinadas


emociones, estados de ánimo o acciones. Estos sonidos se utilizan en muchos mantras 7
de yoga, de modo que, incluso sin conocer su significado, están haciendo un efecto en
tu mente y química cerebral.

En esta meditación vamos a utilizar el mantra “MAAAAAAAAAAAAA”.

Este mantra te conectará con la energía universal, que te proporcionará compasión


y protección, fortaleciendo tu aura o campo electromagnético.

Cuando nuestra aura es débil, nos sentimos cansados, deprimidos y vulnerables ante
los cambios del entorno. Al fortalecer tu aura estarás preparado para afrontar los
percances externos, te encontrarás en un estado de mayor seguridad y con una actitud
más positiva.

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Abrazando al miedo
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Imagen 1

Siéntate en el suelo (si no pudieses, puedes hacerlo en un sofá, por ejemplo) de


manera que dobles la rodilla derecha y apoyes la planta del pie con los dedos apuntando
al frente. Flexiona la rodilla izquierda de modo que quede apuntando hacia la izquierda,
y la planta del pie izquierdo se apoye en el tobillo derecho (en la imagen podrás verlo
mucho más claro).

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Abrazando al miedo
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Haz un puño con la mano izquierda y colócalo en el suelo, a


modo de apoyo, lo más cerca posible del glúteo, para que
te confiera estabilidad a la vez que te permite tener recta la
columna (Imagen 2).

Ahueca la palma de la mano derecha, con los dedos juntos,


y colócala detrás de la oreja derecha, como si quisieses
ampliar la capacidad de escuchar un sonido tenue. Apoya el
codo derecho sobre la rodilla derecha (como observas en la
imagen 3).

La meditación se realiza con los ojos cerrados, llevando tu enfoque o atención al


punto del entrecejo o tercer ojo, tal y como se dice en yoga.

Inhala profundamente y exhala mientras pronuncias el mantra MAAAAAAAAA. Hazlo


con un sonido largo, suave y completo; como si alguien te estuviera escuchando.

Cuando termines con la exhalación, vuelve a inhalar profundamente y repite el


mantra en la exhalación. Si haces esta meditación en grupo, escucha los sonidos de tus
compañeros y disfruta del solapamiento de sonidos que se produce causado por el ritmo
de cada uno.

Continúa unos minutos y cambia de lado para repetir el mismo tiempo. Con la
práctica puedes realizar la meditación de 11 a 31 minutos cada lado.

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Abrazando al miedo
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Meditación “reflejo resolvente del conflicto interno” 8

En ocasiones estamos sometidos a conflictos internos que nos bloquean y nos


impiden actuar de manera clara. En estos momentos, nuestra energía está dispersa y
perturbada.

Con esta meditación, sostenemos el aire por fuera tres veces más de lo que lo
hacemos por dentro. Así, todos nuestros sistemas se ponen en funcionamiento de forma
cooperativa para encontrar la solución y llevar la energía donde haya prioridad,
pudiendo así responder ante esta “alarma de supervivencia” causada por la falta de aire.

Como consecuencia, nuestro cuerpo pránico (asociado a la canalización del prana o


energía vital), adquiere un nuevo patrón lleno de claridad y potencial para la acción.

Gracias a esta meditación, prepararás tu mente y tu cuerpo de manera eficaz, utilizando


de manera óptima los recursos que tienes.

Para realizar esta meditación, puedes sentarte en una silla, en un sofá o bien en el
suelo (encima de un cojín si te resulta más cómodo) en postura fácil o de semi-loto.

Alinea tu columna, de modo que quede lo más erguida posible, y lleva ligeramente el
mentón hacia el pecho para alargar tu zona cervical.

Tus ojos deberán permanecer entreabiertos una décima parte.

Tal y como podrás comprobar en la imagen 4, coloca las manos en el pecho, de


manera que los dedos se apunten entre sí pero no lleguen a tocarse. Los pulgares
apuntan, de manera natural, hacia arriba.

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Abrazando al miedo
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Imagen 4

En esta meditación, la respiración es la clave. Sigue el siguiente patrón de respiración:


- Inhala profunda y completamente durante 5 segundos.
- Exhala completamente durante otros 5 segundos.
- Tras exhalar, con el aire fuera, retén la respiración durante 15 segundos. Durante la
suspensión de la respiración, detén el movimiento del pecho y mete el punto del
ombligo y el abdomen hacia dentro.
- Continúa con este patrón respiratorio incrementando paulatinamente los tiempos.

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Abrazando al miedo
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- Una vez te hayas familiarizado con la respiración, puedes incrementar los tiempos a
11 minutos y, con la práctica, llegar a 31 minutos o 62 minutos para niveles muy
avanzados.

Para finalizar la meditación, inhala profundamente y estira los brazos por encima de
la cabeza. Relaja la respiración y agita enérgicamente los brazos y las manos durante 15
a 30 segundos.
- Relájate y observa las sensaciones.

Si eres sincero con los tiempos, la meditación será sincera contigo. No obstante, si
encuentras los tiempos muy exigentes, puedes empezar con tiempos más reducidos, por
ejemplo: inhalando durante 2-3 segundos, exhalando durante otros 2-3 segundos y
reteniendo el aire por fuera durante 7-8 segundos.

Un poco más adelante, en el apartado “Transforma el miedo en amor” encontrarás


además una meditación para abrir tu corazón.

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Abrazando al miedo
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Crea un espacio de seguridad

A veces las cosas son sorprendentemente sencillas. Tienes la capacidad de construir


un espacio de seguridad que aparecerá instantáneamente en el momento en el que te
conectes con tu respiración de manera consciente.

Lo único que tienes que hacer es observar tu respiración, llevando tu atención al flujo
de aire en la inhalación y la exhalación. Según vayas haciéndolo comprobarás que ese
espacio de seguridad está en ti. Forma parte de ti. Este espacio te llevará directamente
a la relajación, a la concentración y a la comprensión.

Cada vez que necesites sentirte seguro, busca este espacio de seguridad en tu
interior. Esta isla de seguridad donde tú eres responsable de entrar en conexión con la
vibración asociada al equilibrio, la comprensión y la concentración.

Simplemente detente y observa. Comprobarás como la mente va relajándose y


deteniéndose por sí sola. Las ondas de pensamiento irán calmándose y entrarás en un
estado de conexión con tu cuerpo.

La mente volverá a tu cuerpo en lugar de vagar entre el pasado y el futuro, entre las
preocupaciones y la incertidumbre de lo que será. Porque sabes que en ti, en este
momento, tienes todo lo que necesitas.

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Abrazando al miedo
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Abraza al miedo

Para poder gestionar tus emociones es imprescindible que primero las reconozcas.
Que te hagas consciente de qué emoción está apareciendo y de cómo sientes esa
emoción en tu cuerpo.

Obsérvala...

Una vez que reconoces esa emoción, ya tienes prácticamente todo el trabajo hecho.

Con el miedo puedes actuar de la misma manera. Cuando eres consciente de que
tienes esa sensación de miedo en ti, simplemente debes observar qué es lo que te hace
sentir. Qué es lo que te hace ver…

Es en este momento cuando debes actuar como un mero observador de la emoción


que estás sintiendo. Sin luchar contra ella. Sin avergonzarte de ella. Recuerda que esta
emoción forma parte de ti. Forma parte de todos.

Respira sintiendo esta emoción. Respira la propia emoción y deja que tu respiración,
libremente, haga lo que tiene que hacer.

Poco a poco, al dejar libertad a tu respiración, entrarás en contacto más íntimo con
esta emoción del miedo que, paulatinamente, irá impregnándose con tu estado de
conciencia.

Es entonces cuando, al mirar cara a cara y con ternura al miedo que aflora en ti,
comenzarás a comprender, a comprenderte y a permitir que este aflore sin resistencia.

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Abrazando al miedo
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Cuando tú y tu miedo os encontréis cara a cara, te darás cuenta de que en realidad


este no es tan fiero. Empezarás a comprender que no has de temer que tu miedo aflore.
Podrás empezar a abrazarlo hasta que este, poco a poco, gracias a la calidez de tu
abrazo, se vaya transformando permitiéndote pasar a otro estado emocional.

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Transforma el miedo en amor

Tu mente puede estar en tres estados. El más habitual es el de la mente con


contenidos. Estos contenidos pueden expresarse mientras estás despierto a través de
imágenes, pensamientos y palabras; o mientras estás dormido, generalmente a través
de imágenes.

El segundo estado de tu mente, es la mente sin contenido. Este estado puede


alcanzarse a través de la meditación mediante distintas técnicas, o en muchos casos, de
manera espontánea. En este estado no hay pensamientos ni imágenes.

Por último, el tercer estado, llamado samadhi, se alcanza cuando todo desaparece:
no hay contenido, ni sujeto, teniendo lugar una fusión con el TODO y generándose el
vacío absoluto. Aquí, la consciencia es solo consciente de sí misma, de su propia
existencia. No hay división ni dualidad y por lo tanto, aquí, el miedo no existe. En este
tercer estado los miedos desaparecen y hay una total seguridad y estabilidad. Justo
cuando no se Es.

Para poder llegar a este estado donde el amor fluye libremente, es necesario, entre
otras cosas, que tengamos un corazón abierto.

Es maravilloso cómo podemos comparar nuestro organismo con nuestro propio


planeta.

La Tierra tiene un campo electromagnético, generado por el efecto del movimiento


de metales líquidos en el núcleo terrestre. Este movimiento produce un flujo de
electrones que, finalmente, genera la capa magnética que actúa a modo de escudo y

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Abrazando al miedo
_____________________________________________________________________________

nos protege de la agresiva lluvia de electrones procedentes del Sol. Si no existiera el


campo electromagnético terrestre, la vida, no podría existir tal y como la conocemos
hoy en día.

Con nuestro organismo, y el del resto de los seres vivos, ¡sucede exactamente lo
mismo! En nuestro caso, nuestro campo electromagnético está generado,
principalmente, por nuestro corazón. El cerebro también produce un campo
electromagnético, pero este, es sesenta veces inferior al del corazón.

Nuestro corazón nos proporciona un escudo protector que, a su vez, hace de medio
de intercambio de energía con el medio. Antes de que podamos percibir a nivel mental
cualquier estímulo externo, nuestro corazón ya tiene la respuesta. Por eso hemos de
darle la importancia que se merece.

En ocasiones, puedes sentir que tu corazón está cerrado y que, por lo tanto, no hay
flujo de amor, que es la energía que emana directamente desde nuestro corazón.

Si este es tu caso, haz la siguiente meditación.

Meditación para abrir el corazón10

Para realizar esta meditación, siéntate en postura fácil o bien en una silla o sofá.

Lleva tu barbilla ligeramente hacia el pecho, cierra los ojos y lleva tu atención al punto
del entrecejo.

Es una meditación que se realiza acompañada de un mantra, “SAT KARTAAR”11 en


tres pasos:
- Presiona las manos en postura de adoración en el centro del pecho mientras
pronuncias SAT (imagen 5).

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Abrazando al miedo
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- Separa las manos, como si quisieras separar dos paredes, manteniendo todavía los
codos flexionados, con los dedos hacia arriba y pronunciando el mantra KAR (imagen 6).
- Por último, extiende los brazos completamente, estirando los codos y manteniendo
los dedos hacia arriba, mientras pronuncias TAAR (imagen 7).

Continúa durante unos minutos. Puedes ir incrementando los tiempos con la


práctica.

Imagen 5 Imagen 6 Imagen 7

En esta meditación, el movimiento de brazos se combina con la corriente de sonido del


mantra, permitiendo fundirte en la experiencia (la práctica en grupo aumenta la
intensidad de la experiencia).

El sonido SAT, significa verdad. Es el sonido verdadero del alma, la esencia divina del
ser. KARTAAR es el sonido de la manifestación del Universo, de la fuerza creadora.

Al realizar esta meditación, estamos abriendo nuestro corazón a esa fuerza de


manifestación, entrando para ello en un estado de confianza, donde el dolor, el rencor
y el miedo, quedan atrás.

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Abrazando al miedo
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Y es así, mediante la confianza en el flujo universal, cuando podemos experimentar una


vida consciente y abrirnos a ese flujo maravilloso para aceptar todo lo bueno que nos
tenga que llegar.

Paralelamente y, tras la práctica de esta meditación para abrir tu corazón, presta


atención a tu respiración, observando y sintiendo el flujo del aire entrando y saliendo.
Poco a poco te resultará más fácil alcanzar un estado de relajación que, con la práctica,
te sumirá en un estado cada vez más meditativo y amoroso.

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Abrazando al miedo
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CLAVES
IMPORTANTES

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Abrazando al miedo
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OBSÉRVATE Y ESCÚCHATE

Visualiza la imagen de una persona que observa a un ser querido y, con esa misma
intención, obsérvate a ti mismo. La diferencia es que ese ser querido, eres tú. Al
visualizarte, sal fuera de ti, obsérvate y siente cómo te encuentras. Escucha como si
fueses la persona que más quieres del mundo.

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NO TE JUZGUES, ACEPTA Y DEJA QUE FLUYA

Trátate con ternura, no te juzgues. Compréndete. Perdónate.

Para poder aceptar a los demás o aquello que tenga que venir, es imprescindible que
te aceptes a ti, tal y como eres. Da igual quién seas. ¡Eres tú! Eres lo más importante que
tienes en esta vida, lo más cercano. Aceptarte sin juicio, permitirá que aceptes a los
demás, también sin juicio.

No luches, de lo contrario estarás poniendo tu atención en el miedo. En lo que no


quieres.

El miedo surge en nuestra más tierna infancia. Al estar solos en nuestra habitación,
tenemos hambre, lloramos, tal vez nadie acude, estamos solos y está oscuro. Esto queda
impregnado en nuestra memoria y, pasados treinta, cuarenta, cincuenta años, en la
oscuridad, sentimos miedo, asociado a todo aquello que vivimos en nuestra infancia.
Aceptarlo, como parte de ti, te ayudará a comprender sus orígenes, tal vez desconocidos
para ti, y a llegar a la raíz. Entonces, tan solo tendrás que encender una vela para que la
oscuridad desaparezca. Esa vela es tu capacidad de conectarte con esa emoción a través
de la respiración.

En nuestro código genético está impreso el código genético de nuestros ancestros,


de todo nuestro linaje: padres, abuelos, bisabuelos… Hazte consciente de esto.

Gracias a la epigenética9, hoy sabemos que, con nuestras actuaciones y hábitos,


podemos modificar nuestro código genético. Y este código genético, del que tú eres
responsable, será traspasado también a tus hijos, y estos a sus hijos...

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Abrazando al miedo
_____________________________________________________________________________

¡Tenemos la capacidad de variar nuestro código genético! En este está incluido


nuestro pasado, y a su vez, lo enviaremos al futuro. ¡Piensa lo que esto significa! La
limpieza que puedes llegar a hacer. La gran responsabilidad y el poder que tienes de
crear y transmitir lo que crees.

Cuando te aceptas a ti mismo, podrás darte cuenta de que aceptas a los demás. Pero
es imprescindible primero tu propia aceptación. Y para ello, tienes que aceptar a tus
ancestros y darte cuenta que tus ancestros, aunque forman parte del pasado, están en
ti.

Inspira y conéctate con el momento presente, dándote cuenta de que tus ancestros
han vivido circunstancias distintas a las tuyas. Puede que más desfavorable, o tal vez
mejores. Esas circunstancias específicas, les han llevado a actuar de la manera que
actuaron, tal vez desde el miedo, puede que desde la ira… Pero tú estás aquí y ahora. Y,
al aceptar esas circunstancias, te aceptas a ti, porque tus ancestros están en ti.

Puede que en muchas ocasiones te enfades contigo mismo por entrar en bucle y
tener pensamientos obsesivos. En este caso no tienes que luchar. Lo único que hará la
lucha es que tu atención se centre en esos pensamientos, terminando por reforzarlos.
¡Haz justo lo contrario! Con tus mejores modales, saluda al pensamiento que surja y
despídelo amablemente. Cada vez que aparezca un pensamiento que no te haga sentir
bien, dile hola y adiós cordialmente.

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Abrazando al miedo
_____________________________________________________________________________

CUANDO LA EMOCIÓN ES DEMASIADO FUERTE

Si no tienes mucha práctica, en ocasiones, la emoción es tan fuerte que resulta muy
difícil el poder calmarte a través de la respiración. En este caso, permite que la mente
se calme cambiando de actividad: sal a pasear, canta, baila, pega brincos. Cualquier cosa
es válida para ayudarte a enfocar tu mente y encaminar tus pensamientos hacia una
actividad distinta, quitando, así, el foco de atención de esa emoción que te atormenta.

Cuando se haya disipado la emoción, puedes volver a conectarte con tu respiración y


permitir que los restos de esta vayan desapareciendo y sean aceptados e integrados en
tu ser; permitiéndote entrar de nuevo en un estado de relajación, concentración y
comprensión.

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_____________________________________________________________________________

DISFRUTA

Disfruta de las pequeñas cosas que te ofrece la vida. No esperes a grandes cosas para
disfrutar. Disfruta cada momento. Hazte consciente de tu respiración y permite que cada
pequeño acto de tu vida se convierta en un acto sagrado. Sé el Dios o Diosa de tu propia
creación: date un baño de agua caliente con sal, una ducha de agua fría, permite que los
rayos de sol se reflejen en tu rostro, en definitiva, ¡siente la vida en ti!

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AMA

Una vez que te has aceptado, simplemente por ser quién eres, deleitándote con tu
propia existencia; la transformación, el cambio, vendrá.

Es así, tras la aceptación, cuando podrás empezar a amarte tal y como eres. Y, cuando
esto ocurra, tu enfoque cambiará absolutamente, y lo que proyectarás será totalmente
distinto.

Para amar, es preciso amar primero lo que hay a nuestro alrededor. Cuando nacemos
observamos nuestro entorno, nuestros padres, otros familiares, amigos, cosas que nos
rodean; y es a través del exterior, que empezamos a ser más conscientes de nosotros
mismos. Por eso, amando lo que tenemos alrededor: los árboles, las montañas, el cielo,
el sol, las personas que nos rodean; podremos amar lo que hay en nosotros. Y cuando
el amor entra en ti ya no habrá lugar para el miedo, ya que el amor nos conecta con un
estado de confianza, de seguridad y de sorpresa ante las maravillas de la vida.

Y así, una vez que nos hacemos conscientes de nosotros mismos, debemos amarnos
a nosotros como hemos aprendido a amar lo que tenemos alrededor. Solo amándonos
a nosotros mismos, podremos amar lo que hay a nuestro alrededor. Una vez más, lo que
es dentro es fuera.

Para poder estar en el amor, tiene que existir un proceso previo de comprensión. Sin
comprensión es muy difícil que pueda aflorar el amor.

Siempre hay una explicación para todo. Para las actuaciones de las personas que te
rodean, para tu propia actuación. Todo tiene un origen. Conectarte con ese origen te

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Abrazando al miedo
_____________________________________________________________________________

ayudará a entender y comprender el por qué y, desde la comprensión, podrás dejar que
el amor aflore.

Puede que tus padres fuesen injustos contigo. Piensa que tal vez tus abuelos fueron
injustos con ellos cuando eran niños y es un patrón que han arrastrado, que no han
curado, que tal vez no han comprendido y han vuelto a repetir. Tú tienes el poder de
cortar con esos patrones generacionales y hacerte responsable, aquí y ahora. Toma la
decisión de comprender el origen y empieza a transformarlo en amor.

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Abrazando al miedo
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EXPERIMENTA

Cuando leemos, nos informamos o escuchamos las palabras de otros, de alguna manera,
aprendemos. Pero el aprendizaje más elevado se adquiere solo y exclusivamente a
través de la experiencia.

Por eso, no te limites exclusivamente a leer las palabras del presente libro. No te
limites a quedarte en la teoría. ¡Lánzate a experimentar en tu propio ser y conéctate con
el poder de la respiración!

Llevaba tiempo diciéndole a mi madre: “mamá, cuándo sientas esa sensación de


angustia, de ansiedad, solo respira y fúndete con ese momento de respiración”. Mi
madre siempre me contestaba: “qué razón tienes hija. Sí, sí, lo tengo que hacer”. Por
fin, este verano en uno de esos momentos de angustia causados por sus pensamientos,
me dijo maravillada: “¡Marta, tenías razón! Es impresionante. Respiro, pongo atención
en la respiración y, automáticamente, mi mente se relaja y mi angustia se diluye. Es
maravilloso”. Mi madre había entonces comprendido realmente, a través de la
experiencia, el poder que tiene la respiración consciente.

En tu experiencia, debes enfocarte en el amor. Recuerda que el amor no es otra cosa


que la ausencia de miedo y, por lo tanto, el miedo es ausencia de amor. Si lo que sientes
es miedo, deberías entonces poner tu atención en buscar el amor, empezando a amarte
a ti mismo. Empezando a amar todo lo que te rodea. Vuélvete más amoroso para que
los demás también puedan ser más amorosos contigo. En cuanto empiezas a conectarte
con esta sensación de amor, a irradiarlo y expandirlo, solo encontrarás cosas y seres
amorosos a tu alrededor. Tienes la capacidad de atraer hacia ti, por resonancia, las cosas
que vibren con tu misma energía, con tu misma intención.

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Un gran amigo, etiquetado como agorafóbico, solía decirme: “antes, cuando salía al
exterior y me enfrentaba a determinadas situaciones, me cagaba… Ahora, me sigo
cagando, pero ¡ya no me importa!”.

El miedo nos acompañará toda nuestra vida. Según vayamos creciendo, irán
apareciendo miedos distintos. Lo importante, y lo que marcará la diferencia, será tu
relación con el miedo. Cuando el miedo surja, acéptalo como a un amigo. Abrázalo y
permite que te acompañe hasta donde tenga que hacerlo.

A medida que vayas practicando los pasos de aceptación, no juicio, relajación,


concentración y comprensión; irás marcando un camino que te resultará más fácil de
recorrer cuando surja la ocasión. Será un camino cada vez más conocido y, por lo tanto,
paso a paso estarás más preparado para abrazar a tus miedos.

Así, paulatinamente te irás familiarizando con este proceso de gestión de tus


emociones. Y esto, no es otra cosa que parte de tu desarrollo como persona en el camino
verdadero hacia tu interior.

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Notas de la autora

1. Nuestro sistema nervioso autónomo se encuentra en su función simpática.


2. Indra Nitri (los ojos de Indra).
3. Basado en la Técnica de enfoque corporal o Focusing de Eugene T. Gendlin.
4. Arte marcial chino.
5. No obstante, ten en cuenta que no es aconsejable para algunas personas ni en
algunos momentos. También es importante seguir un protocolo determinado
(consulta los beneficios del Ishnaam y las advertencias antes de realizar la práctica).
6. Enseñada, originalmente, por Yogui Bhajan en septiembre de 1971.
7. Man significa mente o corazón; trang onda o proyección. Los mantras son
fórmulas que alteran los patrones de la mente y la química del cerebro de acuerdo
con las leyes físicas y metafísicas (“El maestro de la era de Acuario”).
8. Enseñada, originalmente, por Yogui Bhajan en octubre de 1979.
9. Rama de la genética que estudia cómo el medio ambiente y nuestras propias
experiencias, afectan a nuestro código genético, pudiendo alterarlo.
10. Enseñada, originalmente, por Yogui Bhajan en 1971.
11. Sat Kartaar es una expresión que Guru Nanak (el primero de los diez gurús sikhs)
pronunciaba cuando algo sucedía, ya fuese bueno o malo. Así, afirmaba que era el
propio Universo el que se manifestaba en cualquier situación.

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Abrazando al miedo
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Bibliografía

Libros
- Aguado Romo, Roberto. Es emocionante saber emocionarse. 4. ª Edición. Madrid.
EOS. 2014.
- Gendlin, Eugene T. Focusing. Proceso y técnica del enfoque corporal. 8ª Edición.
Bilbao. Ediciones Mensajero 2015.
- Osho. Fear Itself. 3ª Edición. Barcelona. Clave. 2018.
- Rankin, M.D., Lissa. The fear cure. 1ª Edición. United Kingdom. Hay House, Inc. 2015.
- Thich Nhat Hanh. Fear: Essential wisdom for getting through the storm. Barcelona.
Kairós. 2013.
- Yogui Bhajan. The Aquarian Teacher. United States of America. Kundalini Research
Institute. 2007.

Internet
- Kai. Congreso Internacional. Más allá del 2012. Madrid. Isthar Luna-Sol. 2012
https://www.youtube.com/watch?v=MKvHfTRKvNU&t
- Merlí. 3ª Temporada. Episodio 14. Cataluña. Veranda TV. Televisió de Catalunya.
2017. Netflix

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Otros títulos de la autora

“Tan solo respira”. Ediciones Isthar Luna Sol. 2019

Podrás adquirir el libro en los talleres y/o charlas de la autora, a través de la web de
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