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CERRAR CICLOS Y DEJAR

IR SIN PERDERSE EN EL
INTENTO

“Te dejo ir porque para estar con alguien que me


quiere a medias prefiero quererme yo, completa”

Marzo de 2019
CONTENIDO
Agradecimientos
Dedicatoria
Introducción
La autoestima
El amor propio
Los valores
El enamoramiento
Idealizaciones
Del enamoramiento al amor
El amor
El amor después del duelo
La pérdida
El Duelo
Fases del duelo:
- Fase de shock/Negación
- Fase de Dolor/tristeza
- Fase de Rabia/Ira
- Fase de culpa
- Fase de Negociación
- Fase de reconstrucción
- Fase de resolución o aceptación
Tiempos del duelo
Duelo patológico
Apego emocional

MI DUELO – Sí, el duelo de Sapio.


Ya pasé por todas las fases del duelo; ¿ahora qué hago?
Recuperando valores

Compilación realizada por: Farley Villalobos


Edición, diseño de cubierta e interior, corrección: Farley Villalobos

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación


de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo
excepción prevista por la ley. Diríjase a DNDA (Dirección Nacional de Derechos de Autor)
si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

2019
AGRADECIMIENTOS

Haber vivido en carne propia todo lo que tú, que me lees, has pasado; me
hace contar con la habilidad de llegar hasta el último rincón tu alma, esa
alma maltratada por un adiós que, al igual que tú, yo tampoco esperaba
pero que llegó y nos hirió; que dejó marcas y se escudó tras un amor que se
desvaneció como si nunca hubiera existido.
Agradezco a Dios por este don con el que me ha premiado y que me ha
ayudado a encontrar la mejor manera de entrar en tu vida y con mis
palabras poder darte una palmada en el hombro para que sepas que, en tu
soledad, no estas sola (o) porque yo estoy contigo a través de mis letras, aun
en la distancia.
Agradezco a mi madre por haberme traído al mundo, por haberme enseñado
todos esos valores que hoy me hacen ser quien soy, por haberme mostrado
la fortaleza a través de la rudeza, por haberme hecho ver lo bonito que es
darle a otro la mano para que no caiga aun cuando nuestro piso tambalee;
le agradezco también por la dicha tan inmensa de llevar su sangre; le
agradezco por absolutamente todo y le pido que desde el cielo me ilumine
en este largo camino que me toca recorrer de su mano y de la mano de todos
los que me leen. ¡Gracias mamá!
Agradezco a la vida por cada tropiezo, por cada caída, por cada montaña
empinada que me ha tocado escalar y por cada raspón de rodillas que me
ha imposibilitado correr; por cada persona que ha llegado a mí, por cada
amor, por cada desamor y por cada duelo; gracias a todo eso y a muchas
cosas más es que hoy puedo volver a sonreír y permitirte que, a través de
mis letras, me conozcas y sepas de muy buena fuente que no existe
absolutamente nada en la vida que no se pueda superar y que; así como yo
lo hice, tú también puedes hacerlo… que sepas que todo lo puedes lograr si
realmente crees, así como yo creo en ti.
Agradezco a cada uno de mis lectores por hacer de este proyecto una razón
para seguir aportando todo mi conocimiento; te agradezco a ti por darme la
oportunidad de llegar a tu vida y de acompañarte en este largo camino que
ahora nos toca recorrer; te agradezco también por la confianza y por el
cariño sincero, créeme que se siente y que fortalece mis ganas de seguir
apostando por eso para que todos podamos ver una luz al final del camino.
Gracias a todos, por todo, desde mi corazón… Farley Villalobos.
DEDICATORIA

Esta guía está dedicada principalmente a ti, que formas parte clave de este
proyecto; a ti, que me lees y que logras comprender en cada una de mis
palabras esa necesidad tan mía de aportar paz a tu vida, esa paz que has
perdido sin quererlo y que es tan necesaria para tu estabilidad emocional;
a ti, por tus mensajes, por todos esos comentarios de apoyo que me hacen
pensar que voy por el camino correcto; a ti, por la confianza y por esta gran
oportunidad que me das de poner mi granito de arena para hacer del mundo
un mejor lugar para vivir… A ti, millones de gracias.
A Dios, por mantenerme con vida y salud; por no abandonarme cuando he
perdido las fuerzas, por no dejarme caer y si es que he caído, por no permitir
que me haga tanto daño al llegar al suelo.
A mi madre y a mi hermano por esos lazos que nos unen y nos permiten
poder llamarnos “familia”; a ella que desde el cielo guía mis pasos y me
protege, a ella que fue mi primera gran maestra y que me enseñó tantas
cosas lindas de la vida y del amor que todos debemos guardarle a nuestro
prójimo. A él, por ocupar la mitad de mi corazón; por el apoyo que siempre
me da para que nunca decaiga, por esos abrazos que me hacen olvidarme
del mundo; por su amor incondicional… ¡Los amo, familia!
A todos los que han estado ahí y que han visto el esfuerzo… Comenzamos
siendo 926 y hoy, ya somos 22.300 almas unidas por una meta: La felicidad
y el bienestar. Estoy segura de que pronto seremos muchísimos más.
A todos los que han creído en esto y a todos los que han creído en mí…
Agradezco también, a todos los que no han creído.
Un día me levanté con una idea e hice de esa idea un proyecto; así nació la
cuenta de Instagram @Sapio_Sensual y aquí seguirá, para todos ustedes.

No se me van a acabar nunca las ganas ni las razones para decirles,


¡Gracias!

Farley Villalobos, 01-02-2019


INTRODUCCIÓN

Confeccionar una guía como la que ahora tienes en tu poder cuando sabes
que existen tantas personas necesitando esta información no es una tarea
fácil, aun así, el estar segura del bienestar y de la tranquilidad que con este
trabajo seré capaz de llevar a todos mis lectores me permite poder sonreír
ante cualquier miedo, ante cualquier duda.
Cerrar ciclos y dejar ir sin perderse en el intento surgió gracias a la
necesidad que sentí y que he sentido desde hace mucho de encender al menos
una luz al que transita por en el camino de la pérdida porque en muchos de
los casos nos sentimos a oscuras y se nos hace imposible ver un futuro por
estar anclados a un pasado que más que otra cosa, solo nos hiere y logra
hacernos mucho daño.
Quienes hemos pasado por un duelo sabemos lo difícil que es divisar un
norte mientras estamos a oscuras; conocemos lo complicado de volver a
levantarnos luego de haberse derrumbado nuestras bases y, peor aún,
comprendemos que en algún momento del camino nos veremos obligados a
pedir ayuda, pero, ¿qué pasa cuando se nos hace difícil conseguir esa
ayuda?, ¿qué pasa cuando no entendemos siquiera lo que nos ocurre y por
esa razón no podemos salir del agujero?, ¿qué pasa con nosotros cuando
nos sentimos solos después de darnos cuenta de lo solos que estamos?
Una pérdida no es cosa de niños cuando de nuestra estabilidad mental se
trata; un duelo no resuelto puede llegar a destruirnos o a hacer que nos
destruyamos al no poder soportar el drama de lo sucedido; un duelo, cuando
el corazón se ha enemistado con la razón y ha hecho huir a nuestra
autoestima haciéndonos perder el amor propio, es algo extremadamente
delicado que debemos tratar con guantes de seda… y con la debida atención
de un especialista.
Sea que hayamos perdido a un amor, a nuestros padres, a un hermano, a
nuestra mascota o nuestro trabajo; un duelo es un asunto al que debemos
darle la importancia y la atención debida para evitar malos resultados.
A ti, que estas leyendo esta guía en busca de esa luz que pueda alumbrarte
el camino te digo: quedan días largos por recorrer hasta llegar a sentirnos
mejor, pero te pido con todo el cariño con el que escribí estas líneas, que no
decaigas… Ten fe y nunca dejes de creer en ti. Sí se puede.
La Autoestima
La autoestima

Los problemas de autoestima son, desde hace mucho tiempo, un motivo de


preocupación y una razón importante para mantener encendidas las
alarmas; hoy en día mucho se habla de tener “la autoestima baja” y de la
necesidad que existe de subirla al querernos a nosotros mismos; quizá a más
de uno le hayan dicho que se le nota que padece de ese problema pero, lo
que también es cierto, es que en los últimos años esa necesidad de mejoría
se ha visto influenciada más que por un deseo propio; por un requisito social
para engranar con el colectivo.
Son muchos los que se sienten conocedores del tema y que llegan al punto
de delimitar y definir a la autoestima, pero, si bien es cierto que esta posee
su definición psicológica y que existe en torno a ella un mundo de
conocimientos y de opiniones encontradas; también es cierto que más allá
de las definiciones que estudiosos del tema y reconocidos psicólogos puedan
darle; el hecho de buscar subir la autoestima se viene tomando desde hace
mucho como una “moda” más que como una necesidad.
Independientemente de cómo la sociedad la vea o la conceptualice; entre
más fácil se nos haga a nosotros reconocer sus tipos y características, más
rápido nos resultará comprender lo que estamos haciendo mal y así poder
trabajar en ello para mejorar.
Quise que el primer punto a tratar en esta guía fuese la autoestima porque
cuando nos encontramos frente a la idea de comenzar con un nuevo amor;
el hecho de tener una autoestima alta es lo que nos ayudará a mantenernos
alejados de ese tipo de relaciones insanas a las que nos hemos
acostumbrado.
Dicho todo esto podemos entonces comenzar acotando, que la autoestima
abarca absolutamente todos los aspectos de nuestra vida, desde el interior
hasta el exterior (el físico), y que no es más que la valoración positiva o
negativa que cada uno hace de sí mismo basándose en sus sentimientos, en
sus pensamientos y en sus experiencias.
Esta valoración no va siempre ajustada a la realidad ya que al formarse
desde la niñez y a lo largo de nuestra vida; viene influenciada por todos los
que se encuentran a nuestro alrededor. Para valorarnos, nos
fundamentamos en un conjunto de percepciones, evaluaciones y tendencias
de comportamiento que van dirigidas hacia nosotros mismos, nuestra
manera de ser, nuestro cuerpo y nuestro carácter entre otros factores; a
modo general, lo conocemos entonces como el valor que nos damos, pero
ese valor, algunas veces se encuentra viciado porque lo que los demás
observan de nosotros -o lo que nosotros pensamos que ven-, resulta crucial
para poder determinar nuestro grado de autoestima. En este caso, ya
pasamos a tocar otros terrenos como lo son la confianza y la seguridad en
nosotros mismos pero que están basados en las influencias del exterior.
Existe algo importante que debemos tomar en cuenta y es que, lo que
determina el estado de salud de la autoestima de una persona es su infancia
porque lo que resultará fundamental para la seguridad emocional de ese
individuo en un futuro, será el soporte positivo o negativo con el que haya
contado desde sus primeros pasos… y eso, los que ya tienen la dicha de ser
padres; es bueno que lo tomen en cuenta.
En todos los ámbitos de nuestra vida, pasando por el ámbito laboral, el
sentimental, por nuestras relaciones sociales o familiares; nos
encontraremos con problemas de autoestima, y es que, una autoestima baja
puede llevarnos desde disminuir nuestro rendimiento en el trabajo hasta una
inseguridad personal que nos genere trastornos emocionales, sin olvidar,
que seríamos más propensos a mantener relaciones de pareja dependientes
y autodestructivas.
Debemos tener muy en claro que la autoestima al no ser innata puede
mejorarse y aumentarse, pero, que más que poder, debemos hacerlo porque
los problemas de autoestima no solo afectan al desarrollo personal. Lo ideal
entonces sería mantener una autoestima alta pero como no siempre nos
encontramos con esto, debemos entonces conocer todos los tipos de
autoestima para que podamos saber cuál es el nuestro.
- Autoestima Alta: es también conocida como autoestima positiva, es
el nivel deseable para que una persona pueda ser consciente de
cuánto vale y reconocer sus capacidades logrando con esto
enfrentarse a los inconvenientes que se le presenten de forma
resolutiva. Cuando tenemos la autoestima alta logramos sentirnos
más satisfechos con nuestra vida y con todo lo que nos rodea.

- Autoestima Media o estable: Las personas con este tipo de autoestima


pueden sentirse capaces y valiosas pero esa percepción de la realidad
es fácilmente modificable por factores variados y en especial por la
opinión de los demás; en este caso esa percepción de sí mismos puede
cambiar al lado opuesto por lo que también se le conoce como
autoestima relativa.

- Autoestima Baja o negativa: Las personas con este tipo de autoestima


terminan sintiéndose ineptos, incapaces, inseguros y fracasados y es
exactamente este el tipo de autoestima que debemos a toda costa
evitar.
La autoestima también cuenta con diferentes componentes como lo son el
cognitivo, el afectivo y el conductual:
- Cognitivo / “Lo que pienso”: incluye la opinión que se tiene de la
propia conducta y la personalidad; es la descripción que tenemos de
nosotros mismos.

- Afectivo / “Lo que siento”: es un juicio de valor sobre nuestras


cualidades personales; el resultado de la valoración que hacemos de
la percepción de nosotros mismos.

- Conductual / “Lo que hago”: es el proceso final de la valoración


anterior que se plasma en la decisión e intención de actuar. Como es
lógico, nuestras acciones vendrán determinadas por la opinión que
tengamos de nosotros mismos.
En cuanto a las áreas de la autoestima, nos encontramos con:
- El autoconcepto laboral que abarca la concepción de uno mismo
como trabajador basado en todas sus experiencias, sus éxitos, sus
fracasos, etc.

- El autoconcepto social que incluye sentimientos de uno mismo en


cuanto a la amistad y es consecuencia de las relaciones sociales, de
su habilidad para solucionar problemas y de la adaptación y
aceptación social.

- El autoconcepto personal y emocional que se refiere al equilibrio


emocional, a la aceptación de sí mismo y la seguridad y confianza en
sus posibilidades.

- El autoconcepto familiar o los sentimientos como miembro de la


familia.
- El autoconcepto laboral que viene siendo la valoración general de
uno mismo y se basa en la evaluación de todas las áreas.
Ahora bien, la autovaloración que hacemos del propio comportamiento
puede hacer referencia a:
1. Las competencias de nuestro comportamiento, es decir, que uno
perciba que sabe hacer las cosas.
2. Nuestra competencia y control sobre el medio para obtener buenos
resultados.
3. La aceptación, el afecto, los cambios, el éxito social que producimos
cuando realizamos una tarea, nos relacionamos con los demás, etc.
4. En la familia, en el trabajo, en las relaciones, en las actividades.
5. Si tenemos una buena autoestima nos sentiremos capaces, valiosos y
de confianza.
Es posible que perdamos el tiempo en algunas ocasiones buscando la
aprobación de los demás y que incluso esto pueda llegar a convertirse en
una auténtica necesidad siendo algo muy importante en nuestra vida; está
claro que a todos nos gusta que nos aplaudan y que no necesariamente
debemos renunciar a esto, pero, la búsqueda de aprobación se convierte en
un problema cuando se trata en una necesidad en vez de en un deseo.
Si tenemos ese tipo de necesidad nos exponemos a llevar muchas
frustraciones en la vida, por eso, debemos deshacernos de ella si queremos
buscar la realización personal. Es imposible vivir en un mundo sin provocar
la desaprobación de la gente, a veces en forma grave. La necesidad de
aprobación se fundamenta en una sola suposición: “No confíes en ti mismo,
confirma todo con otra persona primero”.
Todo esto resulta negativo porque la concesión de apoyo puede llegar a
convertirse en un gran medio de manipulación; como el sentimiento
de lo que valemos como persona se encuentra localizado en los demás,
si ellos se rehúsan a alimentarnos con su aprobación, nos quedamos
sin nada y comenzaremos a pensar que no valemos. Cualquier paso
dado en dirección a la independencia y a la búsqueda de la
aprobación propia es un paso que nos aleja del control de los demás.
La autoestima, como todo, tiene sus enemigos:
1. Creencias y valores:
¿Por qué son tan poderosos las creencias y los valores? ¿Cuál es la
naturaleza de las creencias que hace que los hombres estén tan a menudo
dispuestos a entregar su comodidad, su seguridad e incluso su vida por no
sentirse culpables de obrar mal? Pues se ha dicho que a lo largo de nuestra
historia hemos aprendido un conjunto de valores dañinos, irracionales e
imposibles de llevar a la práctica y es que, si nos acompañamos
continuamente con otros, si nos planteamos las cosas de la vida en términos
rígidos y absolutos donde no existen excepciones y matices, siempre nos
sentiremos frustrados e insignificantes.
Podríamos torturarnos continuamente con muchos pensamientos y también
algunas veces podremos evitar el reto que supone cumplir determinados
objetivos porque nos sentiremos demasiado inseguros y ansiosos; otras
veces nos castigaremos por no cumplir el deber o ni siquiera intentarlo por
considerar que nuestra vida es insípida, que no hay nada importante en ella,
lo que hacemos, es responder de una manera más o menos estable ante
determinadas situaciones con el fin de satisfacer una necesidad.
Tomemos por ejemplo una crítica que hayamos recibido; al hacerlo
supondría enfrentarnos a lo que para nosotros es una realidad, pero ante
ella respondemos poniéndonos tensos, reaccionando a la defensiva,
atacando a la persona que hace la crítica y también tenemos la opción de
callarnos porque realmente no sabemos qué decir para derrotar a la
evidencia de la realidad. Todo esto tiene que ver con las normas básicas de
nuestra conducta, que a veces son inadecuadas o excesivas. Los errores y
los fracasos echan por tierra una norma fundamental en nuestra vida y esto
no podemos tolerarlo: “Debería ser perfecto, no puedo equivocarme, qué
pensarán los demás…”
Cometer un error supone castigarnos con la crítica, pero nunca supone
reforzar un avance o destacar las cosas positivas porque no atendemos a las
cosas positivas que tenemos: “Otra vez me he vuelto a equivocar, no valgo
para nada…”
Las normas dependen de la cultura, del grupo social de referencia, de las
propias ideas, de las situaciones; parte de las creencias que hemos
adquirido de nuestros padres están cargadas de compromiso, honestidad,
generosidad. Otro grupo de creencias está generado por la necesidad de
sentir pertenencia y aprobación de los amigos y para asegurarse su
aceptación, uno aprende a vivir de acuerdo con las reglas y creencias que
rigen áreas como la forma de relacionarse con otra persona; la aprobación
de los amigos va a depender entonces de sus disposiciones a aceptar las
creencias del grupo. Hay otra fuerza que ayuda a configurar las creencias
y es la necesidad del bienestar emocional y físico. Se trata de la necesidad
de autoestima, la necesidad de protegerse de las emociones dolorosas como
el daño o la pérdida.
Un ejemplo de esto sería el de una mujer que cree en el compromiso pleno
a todas las tareas; trabaja muchas horas intentando cumplir citas
imposibles pero su regla de trabajo intenso está protegiendo en realidad su
frágil autoestima, su necesidad de considerarse competente y de ser útil; lo
que ella hace, es escudarse en todas esas obligaciones para no sentirse como
en realidad se siente, inútil e incompetente.
2. Los “Deberías”:
“Deberías ser el perfecto amante, amigo, cónyuge; deberías ser capaz de
encontrar una rápida solución a cualquier problema; no deberías ser capaz
de sentirte dolido, siempre deberías estar feliz y sereno; deberías ser
totalmente competente; deberías saber, comprender y preverlo todo;
deberías estar ocupado siempre porque descansar es perder el tiempo; no
deberías sentir nunca emociones como celos, ira, angustia; nunca deberías
cometer errores; deberías proteger a tus hijos de toda pena…”
Los deberes son tiranos; es la naturaleza absoluta del bien y el mal. Si uno
no vive de acuerdo con sus deberes, debe considerarse malvado e indigno…
Esta es la razón por la que la gente se tortura con los sentimientos de culpa,
esta es la razón por la que la gente se siente paralizada cuando se ve forzada
a elegir entre unas reglas y un deseo.
Veámoslo con un ejemplo: la crítica de una cuidadora con un padre con
discapacidad. Su crítica utilizaba los deberes contradictorios para
mantenerla en conflicto permanente; por una parte, es escritora y goza de
una buena reputación; por otra parte, la crítica le dice que debe dedicar
todo su tiempo a su padre. La crítica le exige que dedique unas horas a
escribir, pero no con la misma dedicación que antes. Los deberes lesionan
su autoestima de dos maneras: 1. Por la regla de dar todo por su padre y 2.
Cuando pasa el tiempo y no se había dedicado a escribir, se criticaba por
no ponerse delante de un cuaderno despreciando su talento.
3. La valía:
Tenemos que partir de la idea de que nadie vale más que nadie; todos nos
hemos sentido valiosos en alguna situación, aunque esta haya sido pequeña
o, aunque haga mucho tiempo que se realizó.
La valía se basa en criterios culturales y personales por lo que varía en
función del momento histórico, del contexto en que nos encontremos y las
características de cada persona. Por ejemplo, algo valioso para una familia
puede ser que los hijos continúen la tradición familiar y estudien lo mismo
que el padre.
La baja autoestima ataca aquello que más valoramos; si valoramos la
inteligencia, la baja autoestima pondrá en tela de juicio nuestra capacidad
intelectual; si apreciamos la belleza no podremos mirarnos al espejo sin ver
nuestras imperfecciones. Sin autoestima los refuerzos que recibimos de los
demás pierden fuerza; es frecuente que las personas con baja autoestima
estén rodeadas de gente que las valora positivamente, pero esto no les sirve.
Aquella persona que rechaza los halagos es porque esconden un cierto
miedo a “despertar la caja de la vanidad que todos tenemos”.
4. Los errores:
El error es el requisito indispensable para el aprendizaje; mediante el error
conseguimos aprender las cosas nuevas. Generalmente cuando uno realiza
una tarea por primera vez es muy difícil que salga bien; en la siguiente vez
o tras repetirlo varias veces, dependiendo de la tarea y de muchos factores
más, se logra aprender a realizarla.
Existen personas con normas excesivamente rígidas que las lleva a tener
ciertos temores y estos, a cometer errores; la crítica excesiva nos enseña a
temer a los errores, llevándonos a tener las siguientes posibilidades:
El perfeccionismo nos lleva a:
1. Abandonar áreas de la vida importantes (hay quienes se centran solo
en el trabajo o solo en la pareja.
2. A estar en continuo estado de insatisfacción, pudiéndoles llevar a un
estado de ansiedad y ciertos problemas de salud.
La evitación nos llevará a:
1. Intentar conseguir los objetivos por la ansiedad e inseguridad que
producen las altas expectativas y el miedo al fracaso.
2. Entrar en un círculo de la inactividad.
El hiper control nos llevará a:
1. Mantener un estado constante de alerta para evitar los errores, lo
cual produce ansiedad y falta de espontaneidad y a no disfrutar de las
situaciones porque, realmente, estamos pendientes de otra cosa.
Sentirnos bien con nosotros mismos no es algo que hacemos después de
corregir todos los errores sino, algo que hacemos a pesar de los errores. La
perfección que aplicamos en diversos aspectos de nuestra vida convierte los
errores en pecados en lugar de avisos, pero si tratamos el tema
adecuadamente, nos será fácil utilizar estos errores en nuestro favor.
Lo importante de todo esto es entender que cuanto más positiva sea nuestra
autoestima, más preparados estaremos para afrontar las adversidades; más
posibilidades tendremos de ser creativos en nuestro trabajo; más
oportunidades encontraremos de entablar relaciones enriquecedoras;
estaremos más inclinados a tratar a los demás con el respeto debido y
estaremos más contentos por el simple hecho de vivir, valorándonos,
respetándonos, dándonos el lugar que merecemos y alejando de nuestra vida
a todos aquellos que pretendan herirnos o desvalorizarnos.
Lo más normal dentro del proceso de duelo es que con el paso de los días,
cuando comenzamos a sentir un poco de calma, somos capaces de darnos
cuenta de cuan baja se encuentra nuestra autoestima, pero como aún
estamos sumidos dentro del drama que acarrea la pérdida; nos sentimos
culpables por creer que también esto ha sido nuestra culpa. Nadie está
exento de proclamarse como “dejado” pero si somos conscientes,
entenderemos que achacarnos una culpa más no nos resultará para nada
positivo. La realidad es que nuestra autoestima ya se encontraba en picada
antes de comenzar esa relación, por tanto, el hecho de haber sido
abandonados por nuestra pareja no debe tomarse como razón única de
nuestra baja autoestima, pero sí podemos utilizar este abandono para
recuperarnos y hacerla subir.
El amor propio

El amor propio es la aceptación, el respeto, las percepciones, el valor, los


pensamientos positivos y las consideraciones que tenemos hacia nosotros
mismos y que pueden ser apreciados por quienes nos rodean; depende de
nuestra voluntad para querernos y no de quienes están a nuestro alrededor
ni de las situaciones o contextos en los cuales nos desenvolvemos. Tenemos
entonces que es el reflejo de cómo es la relación y los sentimientos que
tenemos por nosotros mismos, hacia nuestro físico, personalidad, carácter,
actitudes y comportamientos.
Y es que, solo hay un amor que es para siempre y ese el amor propio; tanto
el amor propio como la autoestima son elementos importantes para que
cualquier persona lleve una vida satisfactoria y la base de todo esto es la
familia; los padres a través del amor, la aceptación y los cuidados que les
proporcionan a sus hijos, les demuestran lo importante que son para ellos.
Conforme se crece, la seguridad, el valor, el respeto y la satisfacción de uno
mismo es lo que se define como amor propio (y, por tanto, como autoestima).
Todo esto debe estar vinculado con el autoconocimiento, que significa saber
cuáles son nuestras cualidades y fortalezas, pero también nuestros defectos
y debilidades.
Si no nos conocemos es porque no nos interesamos en nosotros mismos y
probablemente no nos queramos, pero, si nos amamos, estaremos dispuestos
a saber de nosotros, a aceptarnos y a trabajar para reforzar todo aquello
que nos hace sentir completos, pero también para eliminar o cambiar todo
lo que nos limita. Debemos darnos cuenta de lo que somos por ser nosotros
y veremos que terminaremos por admirarnos.
Una persona dispuesta a enfrentar y a solucionar sus problemas no busca
imitar a nadie, es creativa, extrovertida, independiente, amigable y muy
amorosa; todo esto se debe a que tiene un amor propio y una autoestima
muy positivos y elevados, pero, si no es así, entonces debe hacer los cambios
necesarios y tomar control de su vida porque solo de esta manera tendrá el
poder de alcanzar lo que desee; los resultados se reflejarán mostrándola
como una persona feliz, positiva y segura.
Cuando los individuos reconocemos el amor propio es porque se ha
alcanzado un equilibrio entre el estado anímico y nuestra autoestima; ese
equilibrio, se proyecta al exterior como un sentimiento de bienestar que se
expresa de diversas maneras. En general, se dice que antes de amar a otra
persona debemos primero amarnos a nosotros mismos para así saber
valorarnos y reconocer que merecemos cosas buenas y bonitas a lo largo de
nuestra vida porque somos dignos de amar y ser amados.
La felicidad es la meta principal del amor propio, ser felices por aceptarnos
como somos sin dejar que personas que sean externas y ajenas a nuestra
familia y circulo de seres queridos intervengan.
Como lo vimos antes, la familia y la educación son bases fundamentales
para construir y fortalecer el amor propio porque en el hogar, los padres y
seres queridos son quienes tienen la responsabilidad de afianzar desde
temprana edad la confianza en nosotros mismos y de hacernos entender lo
importante que es aceptarnos tal cual somos, saber conocer nuestras
virtudes y defectos, fortalezas y debilidades.
Las personas que sienten amor propio se caracterizan por ser amigables,
respetuosas, amorosas, independientes, se preocupan por su crecimiento
personal, por su estado de salud, por su formación y por dar lo mejor de sí
en todas las actividades que desarrollen, entre otros aspectos.
¿Sabían que la falta de amor propio alimenta nuestros miedos? ¿se han
puesto a pensar todo lo que depende de que nos amemos? ¿se dan cuenta
del autoengaño al que nos sometemos cuando no nos aceptamos? ¿Se dan
cuenta también de la falta de autenticidad que esto genera?
Cuando no nos aceptamos, nos sometemos a una dependencia emocional
porque el hecho de no amarse a uno mismo puede hacer que no nos
conozcamos ni nos aceptemos y que no nos respetemos por lo cual viviremos
incómodos y no disfrutaremos nuestra vida.
Absolutamente nadie tiene la responsabilidad de completar lo que nos falta;
nos corresponde a nosotros encontrarnos y actuar conforme a lo que nos
sucede en nuestro interior.
Debemos promulgar los mismos valores que sentimos como propios y
trabajar por escucharnos, fomentando nuestra autoestima; solo de esta
manera generaremos relaciones saludables a través de las cuales
lograremos ser las personas que aman de verdad y que son amadas sin
dependencias, es decir, solo si nos queremos y nos valoramos, podremos
forjar una unión vigorosa que no someta y que no sea sometida.
Amor propio y autoestima
Reconocernos, valorarnos, respetarnos, aceptarnos y superarnos cada día
forma parte de nuestra autoestima; si no sentimos amor propio entonces
será muy difícil tener autoestima.
La autoestima es el resultado de la evaluación y percepción que tenemos de
nosotros mismos, en pocas palabras, es el autoconocimiento. La autoestima
se puede mantener y alimentar con felicidad, ajustando el concepto de
nuestra forma de ser, de manera positiva, esto en especial cuando se
experimentan situaciones difíciles a lo largo de la vida, en especial, durante
la adolescencia. Esto forma parte de tener el control de nuestras vidas.
Cabe destacar que tener un alto autoestima o amor propio no es sinónimo
de egoísmo, vanidad o soberbia; lo realmente importante es estar bien con
nosotros mismos y proyectar eso al exterior porque así seremos vistos y
percibidos. Ahora bien, quien carece de autoestima también tiene escaso
amor propio, lo que es grave porque genera desconocimiento de quién es y
qué quiere, así como también produce tristeza, dependencia, inseguridad,
desvalorización, descalificaciones, irrespeto, entre otros sentimientos.
Deja de practicar los 4 hábitos que destruyen tu amor propio
El amor propio está formado por grandes descubrimientos, no es fácil
aprender a amarse, de hecho, solemos comenzar a hacerlo cuando algo nos
hiere profundamente. Así, lo habitual es que durante años maltratamos a
nuestro Yo interior, boicoteándonos sin piedad practicando cuatro hábitos
que merman la capacidad de querernos:
- Dar crédito a lo que piensan los demás: Lo que piensen los demás de
ti es su historia, no la tuya; esto puede resultar evidente, sin embargo,
casi todos caemos en el error de mirar hacia la dirección que nos
sugieren los demás. Trata de conectar con tus percepciones y dale
valor a lo que encuentres.
- Victimizarte: Cuando pasamos por una dificultad tendemos a sentir
lástima de nosotros mismos; esto, obviamente, hace que nos
resignemos y pensemos que no podemos hacer nada para arreglar lo
que sucede. Si dejamos de lamentarnos y empezamos a buscar
soluciones, probablemente encontremos una oportunidad de hacerle
frente a lo que viene; esto nos ayudará a sentirnos más auto eficaces
y, por tanto, satisfechos con nosotros mismos.
- Exigirte más de la cuenta: Cuando nos queremos poco tendemos a
ver la vida a través de modelos ideales. Digamos que nos olvidamos
de las tonalidades grises y nos hacemos partidarios del blanco y el
negro; es decir, si no somos los más guapos, los más delgados y los
más exitosos, entonces somos unos fracasados. Sin embargo, pensar
así es una trampa inconsciente que hace que siempre estemos en
deuda con nosotros mismos.
- Descalificarte: Hablar mal de nosotros mismos es otra manera más
de auto sabotaje. No te atrapes en ese tipo de mensajes, no los uses
para excusarte; permítete mirar tu reflejo de otra manera y avanza.
Lo importante es saber quiénes somos y cómo hemos llegado hasta
aquí, para lo cual solo tenemos que mirar en cuatro direcciones:
hacia adelante para saber a dónde nos dirigimos, detrás para
recordar de dónde venimos, debajo para no pisar a nadie y a los
costados para saber quién nos acompaña y nos cuida.
En la búsqueda de uno mismo se cometen errores y se tienen temores; se
vale tener miedo y caer, pero ¿sabes qué es más valioso? Saber levantarse…
porque no importa cuantas veces te caigas; lo que realmente importa es
cuantas veces te levantes con la frente erguida, sabiendo que lo pudiste
lograr.
Piensa que si al término de cada día de tu vida te sientes orgullosa (o) de lo
que eres, de lo que haces; en tu interior va a reinar la paz porque tus valores
y convicciones han intervenido. Si de lo contrario, los sigues olvidando;
continúas haciéndote a un lado.
Levanta la cara, sonríe, di: “Soy importante”, “valgo mucho”, “Estoy
orgullosa (o) de mí misma (o)”, “Tengo muchas virtudes”, “Mis virtudes
son…”, “Tengo la capacidad para…”, “Yo puedo” y, sobre todo, “Yo
creo”.
Recuerda lo que siempre te digo… absolutamente todo lo puedes lograr, solo
tienes que creer… y yo creo en ti.
¿Tú crees en ti?
Los valores

Nos hemos dedicado a ahondar sobre dos temas de extrema importancia en


lo que al duelo y al cierre de ciclos se refiere, pero no podemos dejar de lado
algo tan significativo como lo es el tema de los valores. Quiero que
prestemos mucha atención a esta lectura para que, ya dentro del proceso de
duelo, se nos haga más fácil el poder identificar qué valores han sido puestos
en juego dentro de la relación, de esta manera, ponerlos de nuevo dentro de
nosotros va a resultar pan comido.
La palabra valores viene del latín “valere”, lo que significa “ser fuerte”.
Este vocablo alude a todos aquellos principios que les permiten a los seres
humanos mediante su comportamiento, realizarse como mejores personas;
es decir, son esas cualidades y creencias que vienen anexadas a las
características de cada individuo y que ayudan al mismo a comportarse de
una forma determinada ayudándonos a preferir, apreciar y elegir entre
varias opciones. También son fuente de satisfacción y plenitud.
Los valores posibilitan la determinación de nuestras prioridades y ayudan a
encaminar la vida del ser humano a una autorrealización; nos proporcionan
una pauta para formular metas y propósitos, personales o colectivos;
reflejan nuestros intereses, sentimientos y convicciones más importantes; se
refieren a necesidades humanas y representan ideales, sueños y
aspiraciones, con una importancia dependiendo de las circunstancias. Los
valores se van formando dentro de nosotros desde que somos pequeños, es
por eso por lo que nuestra familia juega un papel muy importante a la hora
de enseñarnos esos valores; lo que ellos nos muestren será lo que nosotros
pondremos en práctica cuando seamos adultos, es decir, lo que aprendamos
mientras crecemos será lo que definirá nuestra vida (de esto hablaremos
más adelante).
Ahora bien, valores, actitudes y conductas están estrechamente
relacionados; cuando hablamos de actitud nos referimos a la disposición de
actuar en cualquier momento, de acuerdo con nuestras creencias,
sentimientos y valores. Los valores valen por sí mismos, son importantes
por lo que son, por lo que significan y lo que representan y no por lo que
se opine de ellos. Los valores se traducen en pensamientos, conceptos o
ideas, pero lo que más apreciamos es el comportamiento, lo que hacemos.
Al leer todo esto nos preguntaremos, ¿Qué es una persona valiosa? Pues
una persona valiosa es alguien que vive de acuerdo con los valores en los
que cree, esa persona vale lo que valen sus valores y la manera como los
vive. Los valores también son la base para vivir en comunidad y
relacionarnos con las demás personas; permiten regular nuestra conducta
para el bienestar colectivo y una convivencia armoniosa.
Quizá por esta razón tenemos la tendencia a relacionarnos según reglas y
normas de comportamiento, pero en realidad son decisiones; es decir,
decidimos actuar de una manera y no de otra con base en lo que es
importante para nosotros como valor. Decidimos creer en eso y estimarlo
de manera especial.
- Jerarquización de valores:
Los valores se jerarquizan por criterios de importancia; cada persona
construye su escala de valores personales, esto quiere decir que las personas
preferimos unos valores a otros. Los valores más importantes de la persona
forman parte de su identidad; orientan sus decisiones frente a sus deseos e
impulsos y fortalecen su sentido del deber ser.

Cada persona, de acuerdo con sus experiencias, construye un sentido propio


de los valores. Aunque a todos nos enseñen que la honestidad es algo
deseable y aunque todos lo aceptamos como cierto, la interpretación que
haremos de este valor, el sentido que le encontraremos en nuestra vida será
diferente en cada persona.

Los valores y su jerarquización pueden cambiar a lo largo de la vida. Están


relacionados con los intereses y necesidades de las personas a lo largo de
su desarrollo. Los valores de los niños pequeños están definidos en buena
medida por sus necesidades de subsistencia y por la búsqueda de aprobación
de sus padres, los adolescentes guían sus valores personales por su
necesidad de experimentación y autonomía, por ejemplo, amistad, libertad;
mientras que en la edad adulta se plantean nuevas prioridades: salud, éxito
profesional, responsabilidad. Algunos valores permanecen a lo largo de la
vida de las personas.

Entre los valores más comunes se pueden mencionar: responsabilidad,


respeto, audacia, alegría, calma, compromiso, compasión, consistencia,
competitividad, cortesía, creatividad, confianza, disciplina, justicia,
fe, bondad, lealtad, éxito, apoyo, gratitud, entre muchísimos otros.

Los valores pueden variar mucho según las culturas, las familias o los
individuos. Existen diferentes tipos de valores, también
denominados valores universales que se caracteriza o se diferencian por lo
que equivalen; entre ellos están:

- Valores personales: Son aquellos que el individuo considera


imprescindibles y sobre los cuales construye su vida y sus relaciones
con los demás. Estos valores acostumbran a ser una combinación de
valores familiares y valores socioculturales, además de los que el
propio individuo va aportándose a sí mismo según sus vivencias
personales, su encuentro con otras personas o con otras culturas en
las que, aun imperando una escala de valores diferente a la suya, el
individuo encuentre actitudes y conductas que considera valiosas y
las incorpora a sus valores más preciados. A todos estos valores se
les estima como fundamentos o normas indispensables para el
levantamiento de nuestra vida, es decir, los pilares fundamentales
establecidos por sí mismos para vivir, que pueden variar de acuerdo
con la persona.

- Valores socioculturales: Son los valores que imperan en la sociedad


en el momento en que vivimos y que han cambiado a lo largo de la
historia y pueden coincidir o no con los valores familiares. Estos son
principios que se enfocan en el comportamiento de cada individuo
dentro de una determinada sociedad; con el correr de la historia estos
han ido cambiando y variando. Puede ser que la familia comparta los
valores que se consideran correctos a nivel social o que, al contrario,
no los comparta y eduque a sus hijos según otros valores. En la
actualidad, intentamos educar a nuestros hijos en el respeto, la
tolerancia, la renuncia a la violencia, la consideración y la cortesía,
pero vivimos en una sociedad en la que nuestros hijos descubren que
también imperan otros valores muy diferentes, como el liderazgo, el
egoísmo, la acumulación de dinero, el ansia de poder, e incluso el
racismo y la violencia.

- Valores familiares: Hacen referencia a aquello que la familia


considera que está bien y lo que está mal. Tienen que ver con los
valores personales de los padres, aquellos con los que educan a sus
hijos a medida que crecen. Los valores familiares son los primeros
que aprenderán nuestros hijos y, si sabemos trasmitirlos con
paciencia, amor y delicadeza, pueden ser una buena base en la que
apoyar, aceptar o rechazar otras experiencias, actitudes y conductas
con los que se irán encontrando a lo largo de su vida. Estos se refieren
a todos aquellos valores o normas inmersas o que imperan en una
familia, y que permiten relacionarse entre sí; los valores familiares
pasan de generación en generación que definen nuestro
comportamiento dentro del ámbito familiar. Los valores familiares
determinarán, en gran medida, el buen criterio que tenga nuestro hijo
para considerar estos otros valores como aceptables o despreciables,
o para saber adaptarlos a su buen parecer de la mejor manera
posible.

- Valores espirituales: Para muchas personas la religión es un valor de


vital importancia y trascendencia, así como su práctica; de la misma
manera, la espiritualidad o la vivencia íntima y privada de algún tipo
de creencia es un valor fundamental para la coherencia de la vida de
mucha gente. Los valores espirituales pueden ser sociales, familiares
o personales y no tienen que ver con el tipo de religión sino con el
sentimiento que alimenta esa creencia. son patrones de
comportamiento que a través de su práctica permiten que se tenga una
relación con alguna deidad; por ejemplo, en el caso del cristianismo,
los valores espirituales generan que exista una conexión con Dios.

- Valores materiales: son aquellos valores que le permiten a un


individuo la subsistencia, la permanencia o estabilidad,
relacionándose a las necesidades básicas existentes tales como la
vestimenta, la comida, etc., y son importantes en la medida que son
necesarios. En la actualidad, vivimos un alza a nivel social de valores
materiales: el dinero, los coches, las viviendas y lo que todo esto se
asocia como el prestigio, la buena posición económica, etc.

- Valores Organizacionales: son aquellos valores definidos por una


determinada organización o empresa inmersos en su política
empresarial; entre los valores organizacionales se pueden describir:
el trabajo en equipo, la honestidad, justicia, orden, limpieza, etc.

- Valores ético-morales: aluden a aquellos parámetros que posibilitan


a la persona realizarse como mejor persona, que pueden ser
desarrollados y perfeccionados por los mismos a lo largo de la vida.
Son aquellos que se consideran indispensables para la correcta
convivencia de los individuos en sociedad.

Al hablar de valores morales tenemos mucha tela para cortar porque estos
corresponden a las acciones o comportamientos correctos o incorrectos que
permiten diferenciar el bien del mal, lo que se sabe de lo que no, lo justo de
lo injusto; por ende, se puede decir que los valores involucran nuestros
sentimientos y emociones, como por ejemplo, cuando amamos o valoramos
el amor aborrecemos el odio, o cuando estamos de acuerdo con la paz, no
deberíamos estarlo con la guerra y cuando valoramos la libertad no somos
partidarios de la esclavitud. Cada individuo debería identificar sus valores,
y al hacerlo, se dará cuenta de lo que realmente es importante para él. La
educación en estos valores depende, en gran parte, de que se contemplen en
aquellos valores que la familia considera primordiales, es decir, que entre
los valores familiares que se transmitan a los hijos estén los valores ético-
morales imprescindibles:

1. Respeto: Tiene que ver con aceptar al prójimo tal como es, con
sus virtudes y defectos, reconociendo sus derechos y
necesidades. Decir las cosas educadamente, sin herir, violentar
o insultar a nadie son muestras de respeto. La educación en el
respeto comienza cuando nos dirigimos a nuestros hijos
correctamente, de la misma manera que esperamos que ellos se
dirijan a los demás.
2. Sinceridad: La sinceridad es el pilar que sustenta la confianza;
para que nuestros hijos no mientan, no debemos abusar de los
castigos porque los niños mienten por temor a los castigos.
3. Renuncia a la violencia: Que nuestros hijos no sean violentos
depende mucho de que sus padres no griten, peguen o les falten
al respeto.
4. Disposición a ayudar: Conseguir que los niños ayuden a los
adultos y a sus iguales se consigue fácilmente: sólo debemos
aceptar desde el principio sus ganas de ayudar, encomendarles
pequeñas tareas y adaptarlas siempre a su edad y sus
posibilidades.
5. Cortesía: Tiene que ver con el respeto, la consideración y los
modales. No tiene que ver con no poder hacer algunas cosas
porque no es de buena educación, sino en hacerlas diciendo
“por favor”, “gracias” y ¿puedo?
6. Consideración: Tiene que ver con saber renunciar a los
propios intereses en beneficio de los de los demás. Si los niños
ven que sus necesidades se toman en serio, les será más fácil
respetar las de las otras personas.
7. Tolerancia: Tiene que ver con la aceptación y el respeto hacia
la gente que es diferente, a lo que nos resulta extraño,
desconocido o poco habitual.
8. Responsabilidad: Tiene que ver con la confianza que tenemos
en que nuestros hijos sabrán asumir algunas tareas y las
cumplirán. Tiene que ver también con la conciencia de que los
actos o el incumplimiento de estos, tiene consecuencias para
otras personas o para nuestros propios hijos.

Los valores y su importancia en la educación

Al nacer, nuestros hijos no son ni buenos ni malos, desconocen las normas


que rigen su familia o su sociedad. Su conciencia ética se va desarrollando
con el paso de los años, pero necesitan nuestra ayuda ya que no llevan
ningún chip incorporado que les diga si sus actos son correctos o
incorrectos, lo que está bien o lo que está mal; por eso es tan importante
enseñar los valores cívicos que les permitan desarrollarse y convivir en una
sociedad plural.

Todos los padres desean que sus hijos se comporten de forma educada, pero
sin que se conviertan en niños temerosos o conformistas, ni transformándose
ellos en padres exigentes y quisquillosos. Hay algunos valores
fundamentales que todas las personas debemos asumir para poder convivir
unos con otros y que debemos tener siempre presentes y cumplir sin
perjudicar a nadie ya que ellos son las normas de conducta y actitudes según
las cuales nos comportamos y que están de acuerdo con aquello que
consideramos correcto.

Durante sus primeros años los niños aprenden tanteando el terreno y


probando cosas; a través de pequeños actos, van percibiendo qué está bien
y qué no deben hacer. A partir de la edad de 3 años ya saben ver en otros
niños lo que hacen mal y lo que hacen bien: “Miguel se porta mal porque
me da patadas”. A partir de los 5 y 6 años, los niños tienden a mirar a los
adultos y ver en ellos el claro ejemplo de lo correcto, de ahí que intentan ser
como ellos y comportarse como ellos. La adquisición de buenos valores
depende, como casi todo en la vida de nuestros hijos, de sentirse querido y
seguro, de desarrollar lazos estables con sus padres y de tener confianza
en sí mismos. Sólo sobre una base de amor y seguridad podrán aprender a
interiorizar los valores éticos correctos. Lo más importante: el ejemplo que
dan los padres en su forma de relacionarse con los demás, pedir las cosas,
de ceder el asiento, de repartir lo que les gusta, de renunciar a algo, de
defender a alguien, etc.

Un comportamiento de los padres que transmite tolerancia, respeto,


solidaridad, confianza y sinceridad, empapa a los hijos de todos estos
valores y aprenden a actuar respetándolos siempre. Los valores no se
transmiten vía genética, por eso es tan importante tenerlos en cuenta en la
educación. La responsabilidad que tienen los padres en la transmisión de
los valores a sus hijos es crucial, pero deben saber que los valores no se
enseñan independientemente del resto de las cosas, ni a través de grandes
explicaciones o dando una lista con aquellos que consideramos correcto y
lo que no, esperando que nuestros hijos la memoricen; los valores se
transmiten a través del ejemplo práctico, a través de la cotidianidad, de
nuestro comportamiento en el día a día, en aquellos que los hijos observan
hacer a sus padres.

Hacer una lista de valores sería complicado y difícil de terminar, pero


podemos nombrar algunos para que se les haga a ustedes más fácil sacar su
propia lista guiándose por los ejemplos:

- Honestidad - Amistad
- Puntualidad - Humildad
- Responsabilidad - Amor
- Familia - Compasión
- Gratitud - Optimismo
- Sinceridad - Servicio
- Generosidad - Servicio
- Honestidad - Superación
- Decencia - Voluntad
- Solidaridad - Responsabilidad
- Aprender - Paciencia
- Prudencia - Comprensión
- Docilidad - Sencillez
- Autodominio - Bondad
- Sensibilidad - Lealtad
- Sacrificio - Respeto
- Crítica constructiva - Perdón
- Desprendimiento - Alegría

Los padres pueden ayudar a sus hijos a construir valores de múltiples


maneras; enseñándolos entre otras cosas a respetar a los otros en todo
momento, a quererse y aceptarse a ellos mismos tal y como son; y de igual
forma también a los demás, a escuchar a los demás con modestia, a dialogar
sin prejuicios, a cumplir con sus responsabilidades, a colaborar con los
otros, en la medida de sus posibilidades, sin necesidad de que se los pidan y
sin esperar recompensa; a aceptar que pueden estar equivocados y a pedir
perdón a tiempo, a ser coherentes con lo que dicen, lo que piensan y lo que
hacen, a ser auténticos, a dialogar con los demás aceptando sus puntos de
vista y otras opiniones, a actuar sin fanatismos, a tender puentes que los
acerquen a sus semejantes en vez de levantar murallas que los separen de
ellos, a preservar el medio ambiente y, sobre todo; a valorarse y amarse a
sí mismos por lo que son.
Enseñanzas Positivas y Negativas:

- Si un niño vive criticado aprende a condenar.


- Si un niño vivo con hostilidad aprende a pelear.
- Si un niño vive avergonzado aprende a sentirse culpable.
- Si un niño vive con tolerancia aprende a ser tolerante.
- Si un niño vive con estímulo aprende a confiar.
- Si un niño vive apreciado aprende a apreciar.
- Si un niño vive con equidad aprende a ser justo.
- Si un niño vive con seguridad aprende a tener fe.
- Si un niño vive con aprobación aprende a quererse.
- Si un niño vive con aceptación aprende a hallar amor en el mundo.

Para ustedes: El hecho de no haber vivido en una familia


denominada por la sociedad como “perfecta” no nos hace malos;
el hecho de no haber contado con muchos de los factores de los
que hasta ahora hemos hablado, no nos hace menos… Si bien es
cierto que los valores se aprenden desde pequeños, también es
cierto que aún de grandes podemos hacer que todos esos
conocimientos aparezcan, solo tenemos que saber buscar dentro
de nosotros entre esos recuerdos que creemos olvidados y les
aseguro que aparecerán. Los valores que nos entregaron nuestros
padres desde pequeños nos pertenecen por el hecho de haber
vivido con ellos; por el hecho de haberlos puesto en práctica y
porque, ellos son los que nos hacen ser quienes realmente somos.

Cuando estamos en pareja cometemos muchos errores; solemos


entregar esos tesoros tan preciados a la persona que nos
acompaña para que los cuide por nosotros; en algunas
oportunidades dejamos que esa persona haga uso de ellos y
entonces los abandonamos o simplemente los dejamos de lado para
con esto lograr ser amados y aceptados por esa pareja. Cuida tus
valores, protégelos; está bien que veas como un espejo a la
persona que escogiste para que te acompañara en este largo
camino llamado relación, pero no pretendas hacer de esa pareja
una carreta donde puedas llevar tus valores; no los abandones, no
veas a tu pareja como un depósito que puede hacerse cargo de
ellos; son tuyos, debes cuidarlos tú.
El enamoramiento

El enamoramiento es una de las etapas de la vida más difíciles de asimilar.


Seguramente después del duelo, sea la más complicada, aunque mucho más
emocionante y placentera. No a todo el mundo le gusta enamorarse; existen
personas que sienten pánico cuando ven que su felicidad depende de alguien
y que incluso, salen corriendo ante este tipo de situaciones.

Nos encontramos entonces frente a un estado emocional que se caracteriza


por la alegría y la fuerte atracción de una persona hacia otra. Este
sentimiento se manifiesta en los individuos de modo tal que sienten que
pueden compartir todo tipo de acontecimientos de sus vidas. Desde el punto
biológico y bioquímico, tiene su origen en la corteza cerebral, continuando
su recorrido por el sistema endocrino y segregando dopamina, hormona
encargada de generar cambios en el hipotálamo cuya manifestación es
puramente fisiológica.

Estar enamorado se manifiesta en la comunicación de las emociones y los


gestos, de forma motora, sexual, instintiva e intelectual. Estos gestos de los
que hablamos anteriormente se basan en el contacto físico, como
mirarse, hablarse, tocarse y acariciarse. Existen dos tipos de
enamoramiento, el externo y el interno. El enamoramiento externo consiste
en enamorarse de lo que uno aprecia con la vista, es decir, del aspecto físico
de la otra persona. El enamoramiento interno surge cuando uno siente dicho
sentimiento por cómo es el individuo en su interior, sus sentimientos.

Características y síntomas

Las características principales del enamoramiento son sintomáticas, en


primera instancia, el proceso de enamoramiento comienza con una mirada
o atracción física hacia la persona, diferente de las demás, en segundo
lugar, el sujeto siente una fuerte atracción personal que se hace presente
fuertemente cuando se sospecha que la otra persona siente lo mismo, se ve
atraída de forma física y personal hacia el otro sujeto, es decir, que la
atracción es recíproca. También tenemos:

 Deseo de contacto físico: Fuerte anhelo de intimidad y contacto físico


con la persona ya sea un abrazo, un beso, una caricia e inclusive
deseos sexuales.
 Deseo de reciprocidad: Fuerte deseo de que el otro individuo también
esté enamorado de la persona.
 Temor al rechazo: Presentan un fuerte temor a ser rechazados por la
otra persona.
 Falta de concentración: Se pierde la concentración y se
producen descuidos en situaciones cotidianas.
 Pensamientos regulares sobre la otra persona: Intenso pensamiento
con regularidad de la persona de la cual se está enamorado.
 Nervios y ansiedad: Ante la presencia del sujeto, una persona
enamorada manifiesta nervios, aceleración del corazón, tartamudeos,
etcétera.
 Interés por los gustos de la otra persona: Atracción hacia los gustos
que posee la otra persona.
 Atención centrada en la otra persona: Atención completa de la
persona hacia el otro individuo.
 Solo ver lo positivo de la otra persona: Observar solo las
características positivas del sujeto y sin admitir las características
negativas.

Factores que intervienen en el enamoramiento:

 Psiquiatría: Por lo menos en la primera etapa del enamoramiento,


este sentimiento es una reacción química. Nuestro cerebro produce
una sustancia llamada feniletilamina, cuya función es segregar
dopamina, dándole a nuestro cuerpo efectos parecidos a los de las
anfetaminas, produciendo un estado de alegría, excitación y euforia
natural al contar con la presencia de nuestro enamorado.
 Genética: Está en nuestra genética, como seres humanos (animales)
llevamos presente el instinto de la reproducción y la continuación de
la especie.

¿Por qué decimos entonces que estamos enamorados?

Decimos que estamos enamorados porque atravesamos un estado emocional


producto de la alegría, en el cual nos sentimos poderosamente atraídos por
alguien que nos da la satisfacción de poder comprender y compartir las
cosas de la vida y como “estar enamorado” conlleva a que una serie de
emociones y sentimientos salgan a flote, ese estado de felicidad
incondicional nos hace estar en una nube cuando nos sentimos atraídos por
una persona. En esta fase nos sentimos comprendidos y admirados por el
otro y se produce una sensación de afecto mutuo y de reciprocidad además
de querer estar todo el tiempo con esa persona y observar de esa persona
solo sus virtudes y no sus defectos. Vivimos con una sensación de gozo y de
felicidad constante; debido a esa felicidad solemos preocuparnos menos por
los problemas y las cosas malas que veíamos ayer, hoy las vemos de manera
positiva ya que al estar enamorados no nos resultan tan malas. Como ya lo
hemos visto, esta etapa de enamoramiento se da al principio de la relación
y se distingue por un cambio muy marcado en nuestra conducta.

¿Cuánto dura el enamoramiento?

Si bien al principio tenemos grandes cantidades de dopamina y serotonina


recorriéndonos, muchos son los especialistas que aseguran que la etapa de
enamoramiento finaliza cuando los niveles de esta última (hormona de la
felicidad) baja. Su tiempo de duración oscila entre los seis a ocho meses a
dos años. Al principio, el cerebro segrega serotonina y paulatinamente
cuando se va dando la adaptación, los niveles de esta hormona bajan y
comienza a aparecer en el cerebro una hormona llamada oxitocina, que
tiene que ver con una relación más estable.

Cuando el enamoramiento llega a su fin, muchos lo asocian a que “se acabó


el amor” o a que “se terminó la magia”, la realidad es que la intensidad
que caracteriza el comienzo de las relaciones no dura mucho más de un año.
Son muchos los que piensan que, tal como se ve en las películas rosa, el
amor es “para siempre” pero la verdad es que la magia y el enamoramiento
son efímeros. Es totalmente sano y esperable que toda pareja que desee
prosperar en el tiempo avance de casillero y su vínculo se convierta en algo
más profundo y menos intenso porque con el tiempo, la situación debería
cambiar para pasar a un vínculo más profundo que hace disminuir la
intensidad.

El tiempo de duración del enamoramiento es variable, a veces pueden ser


seis meses, a veces ocho o inclusive dos años, pero más tarde que temprano
se termina; para entenderlo de una forma más científica, refirámonos a la
llamada “química del amor”:

1. Dopamina: Permite sentir atracción por el otro, da esa sensación de


placer y seguridad.
2. Oxitocina: Genera recuerdos de emociones positivas, es la memoria
emocional que queda acumulada en el cerebro. Tiene la idea de formar
el vínculo amoroso, se libera durante un abrazo o con los besos y
caricias.
3. Serotonina: Neurotransmisor que está en cantidades abundantes en el
cerebro y que fortalece las neuronas; en el proceso de enamoramiento
no se produce más, pero sí facilita que todos los procesos funcionen
bien.
El tiempo de duración del enamoramiento es un período básico para
establecer todos los límites que serán necesarios a futuro para una relación
madura, formal y con bases firmes que permitan pasar del enamoramiento
al amor propiamente dicho.

Cuando el enamoramiento significa ¡cuidado!


Muchas personas son adictas a estar enamoradas; terminan sus relaciones
cuando la magia de haber conocido a alguien nuevo desaparece, cuando
empiezan a ver defectos en la otra persona y a darse cuenta de que no es tan
perfecta como pensaban.

Eso, por un lado; por otro, uno de los problemas a nivel psicológico que
puede ocasionar el proceso de enamoramiento es una ceguera emocional
donde encaja perfectamente el dicho popular que asegura que “el amor es
ciego” ya que el juicio crítico que todos tenemos en el día a día, en esta
etapa está apagado y se omiten los defectos y fallas de la pareja; para
nosotros la persona que nos gusta no tiene ningún defecto.

Cuando nos encontramos en pleno proceso de enamoramiento no estamos


totalmente en nuestras capacidades cognitivas por lo que tomar en ese
momento decisiones trascendentes como convivir o tener un hijo, dejará a
la pareja expuesta a altas probabilidades de falla o riesgo de
arrepentimiento debido a la particularidad del momento.

Como el enamoramiento es una emoción, puede provocar confusiones en las


relaciones; si se malinterpretan señales que en realidad no son -como creer
que una persona afectuosa o dulce tiene otros intereses en nosotros-,
podemos caer en depresiones o si estando en una relación muy apasionada
se pasa de pronto el enamoramiento, nos damos cuenta de que cometimos
un error.

En las fases del enamoramiento el tiempo no es igual para todos; uno se


puede desencantar antes que el otro, lo que puede provocar desacuerdos y
problemas. Muchas veces oímos de personas que dicen que se enamoraron
de alguien y que no pueden evitarlo, pero la verdad es que nadie tiene
semejante poder sobre nosotros… nadie.
Las idealizaciones

Hay personas adictas al amor que necesitan esa subida de energía que
produce el enamoramiento, y no es extraño porque cuando nos enamoramos
nos convertimos en la persona feliz que siempre habíamos deseado ser.
Idealizar el amor puede llevarnos a necesitar ese estado permanente de
enamoramiento que es imposible mantener en el tiempo. Por otra parte,
idealizar a la persona de la que nos hemos enamorado conlleva varios
riesgos, como la dependencia, la obsesión y también la desilusión. Tener un
exceso de expectativas puede provocar una distorsión de la realidad, más
aún si estamos ansiosos por encontrar el amor.

Estando en una relación corremos el riesgo de inventar en nuestra mente a


una pareja perfecta, creando virtudes que no existen porque el amor es
capaz de transformar la realidad y hace que cuando nos enamoramos,
tendamos a convertir a esa persona en alguien a quien hemos esperado por
tanto tiempo. De esta forma, magnificamos sus cualidades y sus virtudes
hasta convertirle en una persona maravillosa rodeada de perfección. A
veces, incluso, nos inventamos un personaje totalmente distinto del que en
realidad es creándole a imagen y semejanza de ese ideal que siempre hemos
deseado.

Enamorarnos de una idealización del otro y no de la persona que tenemos


en frente, es estar cegados por los anhelos e ignorar a alguien que es real y
puede tener atributos que no sabemos valorar, debemos controlar esa
inclinación inconsciente de depositar nuestros deseos en alguien y querer
transformarlo; si queremos conocer el amor debemos enamorarnos de quien
conocemos, no de nuestra imaginación. Para nosotros, poco importa que
esa persona no sea real, porque en esos momentos la felicidad nos embarga
y no estamos dispuestos a dejar escapar la oportunidad de disfrutar de esa
persona ideal todo el tiempo que podamos (porque ese es el problema, el
tiempo). Con el paso del tiempo el brillo de esa persona especial se va
desluciendo y va apareciendo la realidad en forma de molestos
comportamientos, defectos que antes no estaban y manías insoportables.

En este momento podemos analizar la situación con objetividad para


descubrir si esa persona que ya está adquiriendo tintes de mortal es de
verdad la persona con la que queremos compartir nuestra vida, o intentar
mantener por todos los medios la ficción que nosotros mismos hemos creado.
Debemos tener cuidado con perpetuar la idealización del amor porque tarde
o temprano la realidad se impone.

Solemos tener ideas previamente concebidas acerca de todo, esas


referencias comunes sobre los conceptos nos sirven para entendernos y
ahorrarnos las explicaciones, sin embargo, muchas ideas son prejuicios o
idealizaciones, por lo mismo no debemos aferrarnos a ellos como totalmente
verdaderos.

Algo muy importante para tener en cuenta es que no podemos olvidarnos


que todos tenemos distintos códigos, es decir, los conceptos no funcionan
igual para todos; si actualmente estamos en pareja debemos saber que las
suposiciones no aplican, son solo los consensos hablados explícitamente los
capaces de establecer lo esperable y delimitado dentro de la relación. Los
supuestos son una expresión de la idealización, dando por evidente nuestros
deseos y lo que creemos que es correcto socialmente. Ejemplo: “Se supone
que si estamos con alguien es porque lo queremos y no para engañarlo”
pero ¿quién lo supone? ¿hablaron de infidelidad? ¿por qué esperamos que
sea fiel? ¿escuchamos acaso qué relación quería con nosotros?

La idealización del ex

Quien suele crear su propia versión de las personas lo hace con la actual
pareja, con la anterior y en soledad, por lo mismo, no es difícil imaginar que
al recordar a la expareja seleccionen los mejores recuerdos mezclados con
un toque de fantasía y por eso sufren aún más, se convencen de que han
perdido al amor de su vida y que nunca podrán querer a alguien así. En el
caso que haya sido una mala pareja, olvidan el daño y solo son presas de la
nostalgia, no cuestionan el ¿para qué van a estar con una persona que no
las quería o que prefirió irse con otra?

Las expectativas sirven de alto estándar, como una guía de lo que queremos,
pero es preocupante manipular la realidad para ajustarla a ese ideal. Si
idealizamos de esa manera, debemos saber que esas ideas tarde o temprano
van a romperse, porque no están acorde a la realidad, no tiene más
fundamento que un capricho y eso crea un sufrimiento totalmente evitable.
Debemos aprender a reconocer la realidad y ser felices con ella.

Consecuencias de idealizar el amor

Todo ese tiempo que estemos bajo los efectos de la idealización del amor
será determinante para tu futura estabilidad emocional, así como para la
continuidad o no de la pareja. Que nuestra persona especial pase de
príncipe o princesa azul a sapo no afecta solo a quien sufre esa
transformación radical, sino que el desajuste emocional producido por el
paso de la ficción a la realidad repercute más en nosotros mismos.

Decepción, incomprensión, desánimo y desilusión son los sentimientos que


aparecen una vez que termina el período de idealización. Si antes habíamos
magnificado sus virtudes, ahora corremos el riesgo de exagerar sus defectos,
así que vamos a necesitar mucha fuerza emocional para ver a nuestro amor
con perspectiva. No debemos dejar que nos embarguen las emociones
negativas y retener algunas de esas cualidades que nos enamoraron, lo
importante, es no intentar mantener el ideal ficticio porque corremos el
riesgo de convertirnos en una persona dependiente de ese supuesto amor
perfecto.

No es fácil competir con la perfección y si nos encerramos en la idea de que


esa persona especial es maravillosa, nuestra propia personalidad quedará
anulada por su excelencia. No nos engañemos, todos somos de carne y hueso
y por tanto cometemos errores y tenemos defectos; a pesar de ellos, podemos
seguir enamorados.

Idealizar a alguien es exagerar en positivo las virtudes de esa persona


quitándonos a nosotros mismos valor para otorgarle al otro el poder de la
perfección. Una persona que idealiza a otra suele sentirse inferior y creer
que está ante alguien inalcanzable. El hábito de idealizar a alguien es muy
común en las personas que tienen la autoestima muy baja. Según la
definición que hace la psicología (Freud) de la idealización, esta es un
“proceso que envuelve al objeto; sin variar de naturaleza, este es
engrandecido y realzado psíquicamente. Si uno no se siente valioso
enseguida exagerará en positivo las virtudes de otros. Se podría decir que
la mente piensa algo como: “Si yo no soy valioso, me enamoraré enseguida
de alguien que tenga lo que yo no tengo”. Se puede idealizar en muchos
ámbitos; en relaciones laborales, en lo amistoso, en lo familiar, etc. Pero es
más común que se dé en las relaciones de pareja.

Tocando el tema más a fondo tenemos que, en las relaciones de pareja, es


habitual que al inicio se produzca lo que desde el punto de vista psicológico
se conoce como el pacto de negación, es decir, que se niegue todo lo malo o
todo lo que no nos gusta de la otra persona; este pacto es tácito e
inconsciente. Si bien en algún punto es normal idealizar un poco a aquellas
personas que se quieren, cuando la idealización alcanza un punto extremo,
puede terminar siendo muy perjudicial. Una vez que se ha idealizado
totalmente a la persona, se le pone en un lugar que no todas las personas
están dispuestas a ocupar; el otro puede sentirse a disgusto cuando es
idealizado ya que difícilmente cumplirá con las expectativas que hemos
creado sobre él o ella.
Al ocupar un lugar idealizado, cualquier pequeña traición, un engaño, una
mentira o hasta cualquier problema menor podría convertirse en una gran
decepción debido a que habíamos idealizado totalmente a esa persona.
Cuando se cae del pedestal que ocupaba, el dolor y la frustración que
podemos sentir quienes le considerábamos perfecto (a) pueden ser muy
grandes y podemos tener un fuerte sentimiento de que esta persona nos ha
fallado. La verdad es que esta persona a nuestros ojos era perfecta, en un
instante baja de la perfección a la realidad, o incluso por debajo de ella;
para evitar que esto ocurra, es importante no idealizar a otros ya que nadie
es perfecto.

Cuando idealizamos a otra persona, entramos en una dinámica y en un


proceso psicológico según el cual llegamos a pensar que esa persona es
mucho más de lo que merecemos. Como consecuencia, le permitimos
tomarse determinadas libertades y atribuciones especiales e incluso le
damos prioridad sobre nosotros mismos. Las relaciones deben ser
recíprocas, y nunca es buena una relación en la que uno o una ocupen un
lugar por encima del que ocupa la otra u otro.

Quienes idealizan a su pareja suelen caer en la dependencia emocional,


porque conseguir a alguien que se veía inalcanzable les nubla, haciendo que
se conviertan en esclavos del otro. Ver que han conseguido a alguien que
supuestamente era imposible hace que se entreguen al 200%, la prioridad
de esas personas será la felicidad del otro, complacer sus deseos, etc.… En
estos casos se pierde la individualidad por completo, para convertirse en un
ser incompleto que necesita de su pareja para ser feliz.

Al idealizar a alguien, las personas traspasan la realidad, de modo que las


virtudes exageradas que les otorgan a otros son irreales; eso significa que,
si consiguen intimar con esa persona que han idealizado, poco a poco se les
irá cayendo la venda de los ojos y verán que todos los seres humanos somos
imperfectos. Puede que lo que tanto les gustaba, lo que tanto amaban, un
buen día, cuando comiencen a ver “la realidad”, les deje de gustar, incluso
pueden llevarse grandes desengaños. Quien idealiza se monta una fantasía
en la que atribuye unas características a otro que seguramente no se
correspondan con lo que esa persona es.

La imaginación forma a la persona ideal que le gustaría encontrar, pero


cuando la realidad asoma y se ven los defectos, se ponen los pies en el suelo;
el sueño cae al vacío y todo se viene abajo. En muchos casos, se rompen
parejas por este motivo, personas que afirman que les han fallado, que no
eran lo que parecían, etc. No siempre es verdad, a veces estos desengaños
se producen por idealizar a alguien. No veían la realidad porque en la
fantasía habían formado a la persona perfecta y luego, al intimar más, se
acaba viendo la verdad y los sueños toman menos partido cuando hay un
contacto más íntimo con la persona.

Es seguro que todos hemos idealizado a alguien; por ejemplo, cuando


éramos pequeños y nos gustaba ese cantante, actor, futbolista famoso y
soñábamos con tener un encuentro romántico de película. Como
admirábamos a ese famoso, ya pensábamos que en todas las demás facetas
también sería ideal. Lo cierto es que, aunque alguien sea brillante y tenga
mucha fama, detrás hay más facetas en las que no será tan bueno. Tendemos
a ver como “dioses” a personas que destacan en algún punto y además salen
en los medios de comunicación, sobre todo en la niñez.

Pero no solo ocurre en la niñez, mucha gente idealiza a otros debido a su


baja autoestima. Ven a alguien que les gusta en algún entorno adecuado y
ya piensan que será una buena persona, con un carácter genial, agradable,
con madurez, humanidad, integridad, con buenos valores, etc. Lo cierto, es
que no sabemos nada de otra persona hasta que no la conozcamos de una
manera más íntima.

Mirando el lado humano e imperfecto que todos tenemos y sabiendo que


todos somos iguales y poseemos virtudes y defectos; la diferencia está en lo
que se quiera centrar cada uno y lo que quiera valorarse cada cual. Esa
persona que admiras y creemos que es mejor que nosotros, en realidad es
igual, lo único que hace es lucirse en su buen momento del día, pero si
viéramos sus defectos como todos los tenemos, la bajaríamos del pedestal;
brillará en unas cosas, pero en otras no; va al baño como todos los mortales,
por las mañanas se levanta con cara de sueño o de mal humor. Ha cometido
errores y seguro que tiene secretos inconfesables que nadie debe saber o se
caería su imagen. Esa persona también enferma y tiene mal aspecto, alguna
vez habrá hecho cosas inapropiadas.

Todos tenemos diferentes disposiciones y facetas durante el día, unas horas


para la seriedad y responsabilidad, otras para ser más natural y humano,
otras en las que ir “como un pincel” y otros momentos donde estamos en
pijama, zapatillas y despeinados. Seguramente veamos a esa persona en los
momentos del día donde se muestra su parte más brillante, pero si
conviviéramos las 24 horas con esa persona veríamos como caería el mito.

Al fin y al cabo, somos animales racionales; intentamos dar la mejor imagen,


mostrar lo bueno que tenemos, pero lo cierto es que detrás de lo que las
personas quieren mostrar se esconde la realidad humana e imperfecta que
todos llevamos dentro.
Del enamoramiento al amor

Estar enamorados es experimentar ese sentimiento que nos genera un


intenso placer, incluso haciendo cambiar la composición química de nuestro
cuerpo, produciendo unas sustancias denominadas endorfinas (moléculas
de la felicidad). Estas moléculas son las encargadas de hacer que estemos
constantemente de buen humor, con una radiante sonrisa todo el día, felices
y atontados. Mientras estamos enamorados, sentimos que estamos al lado
de la persona más maravillosa del universo, de la creación más perfecta,
pero ¿cuándo comenzamos a amar? Pues empezamos a amar cuando
dejamos de estar enamorados.

Existen diferencias entre estar enamorado y amar, cuando nos enamoramos,


estamos enamorados de la forma física de la persona, dejando caer aquello
que nos separa de los demás, que hace que no nos sintamos atraídos por
nadie más. Al compartir con la persona que hemos elegido nuestros
pensamientos y sentimientos más profundos, sentimos que hemos podido
realizar una conexión con alguien… pero amar, lleva tiempo.

Se necesita conocer en profundidad a la otra persona, conocer tanto lo


bueno como lo malo, los defectos y las virtudes. A pesar de esto, la sensación
de que enamorarse es un hermoso sentimiento solo dura al principio de la
relación. Se dice entonces que la persona ya no nos genera mariposas en el
estómago o que “ya no es como antes” y obviamente es así, es más, es
necesario que sea así; que haya un cambio y que la pareja madure sin perder
el encanto. ¿serían expectativas realistas, esperar que la pareja siempre siga
siendo como al comienzo?

El amor es otra cosa, sí, el amor requiere conocer a la otra persona, requiere
tiempo, requiere reconocer los defectos del ser amado, requiere ver lo bueno
y lo malo de la relación. No quiere decir que enamorarse no es bueno, sin
embargo, enamorarse es solo el principio. Cuando alguien ama de verdad,
acepta a la otra persona en su totalidad, con sus defectos y sus fallas. Una
persona enamorada (que siente amor verdadero) trata de hacer mejor a la
otra, ayudándola a superar los aspectos negativos de su personalidad.

Es mejor y mucho más sano poner la relación en términos más reales, como,
por ejemplo, pensar en que cambió el compromiso que una de las personas
tenía con la otra; en definitiva, sería como poder ponerlo en términos de
responsabilidad. Si pensamos que el destino de una pareja es
responsabilidad de ambos, entonces ambos pueden resolverlo. Lo cierto es
que nos resistimos a pensar que debemos esforzarnos por el vínculo y
cuidarlo como cuidamos tantas otras cosas.

Como en la mayoría de las relaciones, durante la etapa de enamoramiento


las cosas realmente fluyen y la relación no implica demasiados esfuerzos,
eso hace que nos malacostumbremos a que todo lo que sigue también
debería ser así; lo que ocurre después es que nos cuesta esforzarnos por el
vínculo.

El amor no es ciego

El verdadero amor no es ciego. Cuando amamos a alguien podemos ver sus


defectos y los aceptamos, podemos ver sus fallas y queremos ayudarle a
superarlas. Al mismo tiempo, esa persona ve sus propios defectos y los
entiende. El amor verdadero está basado en la realidad, no en un sueño de
que encontramos a nuestro amor. Encontramos a nuestra alma gemela pero
también los gemelos discuten y también tienen diferencias.

Amor es poner en una balanza lo bueno y lo malo de esa persona y después


amarla. El amor es una decisión consciente, muchas veces oímos de
personas que dicen que se enamoraron de alguien y que no pueden evitarlo,
pero ¿qué se supone, que alguien más tiene poder sobre nosotros? Pues no.

Los inicios en una relación son siempre explosivos; deseo, necesidad


inminente de ver a la pareja… con el tiempo dejamos de sentirlo de la misma
forma, ahí es cuando decimos que el siguiente paso sería conseguir esa
relación madura, formal, y con bases firmes que nos permitan pasar del
enamoramiento al Amor propiamente dicho; y ese paso es la Voluntad.

Cuando iniciamos una relación nos sentimos perdidos por la pareja y una
vez que la conocemos en su esplendor, puede que ya no nos guste o puede
que sí decidamos estar juntos. Cuando esto ocurre, es porque la pareja ha
superado aquella primera etapa y ha entrado a los terrenos del amor
maduro que no es más que la voluntad de dos de estar juntos. El amor es
una característica inherente al ser humano y se relaciona con la afectividad,
desde luego, pero es más que una emoción y un sentimiento, pues también
posee una buena tajada de voluntad: de ese “querer, querer”.

Cuando iniciamos una relación de pareja nos sentimos enamorados, y es


esta sensación la que conlleva una gran atracción hacia la otra persona, el
momento en el que nuestro cuerpo produce una gran cantidad de sustancias
químicas que nos hacen ver el mundo “color de rosa”. En esta etapa,
pasamos buena parte del tiempo pensando en el ser amado y buscamos la
menor oportunidad para pasar tiempo con él o ella.

Decimos que el enamoramiento no es lo mismo que el amor porque éste está


fundamentado en el afecto: simplemente “siento como te quiero”, dado que
nuestro principal signo de ello son todas nuestras sensaciones (agitación,
sudoración, ansiedad, etc.) y emociones (alegría, actitud positiva, euforia).

Estas sensaciones son los motivos por los que la razón se nubla durante esta
etapa. Ahora, cuando el enamoramiento pasa y las sustancias que nos tenían
un tanto nublados de pensamiento o excitados se regulan, comienza la etapa
más importante de una relación de pareja: el amor maduro, la elección
consciente, el deseo de construir una vida en conjunto con una proyección
de vida en común; es entonces que el amor no solo es una cuestión de afecto
sino de voluntad y, por lo tanto, decides o no querer.

La voluntad como el amor son facultades del ser humano, es el acto


consciente de querer hacer algo, un impulso que te lleva, que te mueve, que
te motiva a actuar de determinada manera. Si llevamos esto a una crisis de
la relación de pareja, mi amor por la otra persona se puede ver amenazado;
sin embargo, son mis ganas de querer lo que hace que permanezca en una
relación; es un acto personal de voluntad querer resolver la crisis y afianzar
la relación.

Permanecer con una pareja toda la vida es posible, siempre y cuando ambos
tengan un compromiso de renovar el amor que sienten el uno por el otro: en
el acto consciente de amar, ejerzo la libertad de respetarte y de querer
quererte, principalmente en la crisis, confiando que la situación se
reacomodará y el amor permanecerá.

Para ustedes: Cuando estamos en una relación en la que luego de pasar la


etapa de enamoramiento decidimos seguir al siguiente paso, seguramente
nos encontremos con el amor verdadero que no es más que la aceptación de
lo que verdaderamente es por sobre lo que creemos o lo que queremos que
sea.
El amor

El amor desde la Psicología


Desde el punto de vista puramente psicológico, el amor surge de una
necesidad afectiva y sexual; aunque es el plano social, la cultura y el
momento histórico en el que vivimos, el que juega un papel fundamental en
cómo y de quién nos enamoramos. Sí, efectivamente, si hubieras nacido o
crecido en otro lugar con mucha probabilidad tu “prototipo de pareja” sería
otro.
La forma en la que la sociedad modula y define qué es el amor, cuáles son
los diferentes roles por desempeñar en una relación amorosa por cada una
de las partes y cuál es el mejor partido para “procrear y perpetuar tu código
genético” hace que las ideas que tienes relacionadas con el amor cambien.
“Pescamos los peces que nos son familiares”, sin embargo, nos estamos
perdiendo muchos peces valiosos por miedo. ¿Miedo a qué? A lo
desconocido porque no contamos con una experiencia previa de referencia
que nos sirva de guion a seguir a la hora de concebir a esa persona como tu
pareja o por el juicio público al que supones que serías sometido si se conoce
que esa persona es de la que estás enamorado.
Históricamente se ha tendido a catalogar de forma categórica cómo
deberíamos relacionarnos con el sexo opuesto. Sí, decimos al sexo opuesto
dado que el colectivo LGTB, tristemente, aún sigue siendo omitido o tratado
como un tabú a la hora de hablar de amor.
¿Qué implicación tiene esto? Catalogar a las personas mayores como seres
cándidos e indefensos al igual que ocurre con las personas con
discapacidad, al colectivo gay como “desviados”, etc., conlleva que
neguemos sus necesidades afectivas y sexuales y, por tanto, que tampoco se
les considere como objeto de deseo factible.
Una persona que es psicológicamente abierta, tolerante y está decidida a
compartir su vida con una pareja “no prototípica” tiene muchas más
probabilidades de encontrar ese amor verdadero ya que, al quererse a sí
misma sin tabús y querer al prójimo tal y como es, sin prejuicios ni reservas,
aumenta su autoestima, su esperanza y bienestar. El amor supone una gran
entrega, pero sin perder la identidad. El amor es compartir, aprender,
descubrir.
Manifestaciones del amor
- El amor a los animales y a las plantas nace de un sentimiento
protector
- El amor hacia algo abstracto o inanimado, a un objeto físico, a una
meta, a la patria (patriotismo), al lugar de nacimiento, al honor, a la
independencia (integridad) puede considerarse como amor platónico
en su sentido filosófico. El patriotismo puede ir asociado a la
heroicidad, en cuyo caso constituye un comportamiento de altruismo
respecto a su grupo, que en esencia es un comportamiento de egoísmo
respecto a otro grupo en la medida en que no se considera al otro
grupo de la misma condición.
- El amor hacia un dios o una deidad (devoción) suele nacer de la
educación recibida desde la infancia, y se basa en la fe. Se considera
a Dios como la fuente de todo amor. En la mayoría de los casos, existe
la creencia de que, tras la muerte, Dios premiará de alguna forma a
las personas que la correspondiente religión considere virtuosas.
- El amor universal es ese amor espiritual que, según diferentes
religiones, explica que todas las personas pueden profesar al medio
natural y que los grandes místicos experimentan como expresión
nirvana, éxtasis o iluminación, estados de conexión absoluta con el
universo o con Dios. Es una manifestación sublime en la que se
eclipsan o confluyen el resto de las manifestaciones.

Modelo tripartito del amor romántico


Los modelos biológicos del sexo tienden a contemplar el amor como un
impulso de los mamíferos, tal como el hambre o la sed. Helen Fisher,
investigadora del Departamento de Antropología de la Universidad de
Rutgers, Nueva Jersey, y experta mundial en este tema, describe la
experiencia del amor en tres etapas parcialmente superpuestas: lujuria,
atracción y apego, en cada una de las cuales se desarrolla un proceso
cerebral distinto, aunque interconectado, y regulado hormonalmente.
1. El impulso sexual indiscriminado o excitación sexual: Este
proceso está regulado por la testosterona y el estrógeno en la
mayoría de los mamíferos y casi exclusivamente por la
testosterona en el ser humano, y es detectable
neurológicamente. Suele ser de breve duración, su función es
la búsqueda de pareja.
2. La atracción sexual selectiva, pasión amorosa o
enamoramiento: regulada por la dopamina en los circuitos
cerebrales del placer. Esta segunda etapa es inusualmente
prolongada en el ser humano frente a otras especies (hasta 18
meses). Consiste en un deseo más individualizado y romántico
por un candidato específico para el apareamiento, que se
desarrolla de forma independiente a la excitación sexual como
un sentimiento de responsabilidad hacia la pareja. Recientes
estudios en neurociencia han indicado que, a medida que las
personas se enamoran, el cerebro segrega en crecientes
cantidades una serie de sustancias químicas incluyendo
feromonas, dopamina, norepinefrina y serotonina, que actúan
de forma similar a las anfetaminas, estimulando el centro del
placer del cerebro y llevando a efectos colaterales tales como
aumento del ritmo cardíaco, pérdida de apetito y sueño, y una
intensa sensación de excitación. Las investigaciones han
indicado que esta etapa generalmente termina al cabo de un
año y medio a tres años.
Existen varios significados del amor, pero uno muy acertado consiste en que
el amor es un concepto universal relacionado a la afinidad entre seres,
definido de diversas formas según las diferentes ideologías y puntos de vista
(artístico, científico, filosófico, religioso) e interpretado como un verdadero
sentimiento relacionado con el afecto y el apego productor y propulsor de
emociones, experiencias y actitudes. En el contexto filosófico, el amor es una
virtud que representa todo el afecto, la bondad y la compasión del ser
humano; también puede describirse como acciones dirigidas hacia otros y
basadas en la compasión, o bien como acciones dirigidas hacia otros (o
hacia uno mismo) y basadas en el afecto.
La palabra amor abarca una gran cantidad de sentimientos diferentes, desde
el deseo pasional y de intimidad del amor romántico hasta la proximidad
emocional asexual del amor familiar y el amor platónico, hasta la profunda
devoción o unidad del amor religioso. Las emociones asociadas al amor
pueden ser extremadamente poderosas, llegando con frecuencia a ser
irresistibles.
El amor en sus diversas formas actúa como importante facilitador de las
relaciones interpersonales y, debido a su importancia psicológica central,
es uno de los temas más frecuentes en las artes creativas (cine, literatura,
música). El amor, es la inspiración total a cada acto consecuente para ser
felices y, como un valor, es una fuerte inclinación emocional hacia una
persona; es noble y la fuerza más dinámica que podemos tener para
impulsarnos hacia cualquier clase de bien que conozcamos.
Desde el punto de vista de la ciencia, lo que conocemos como amor parece
ser un estado evolucionado del primitivo instinto de supervivencia, que
mantenía a los seres humanos unidos y heroicos ante las amenazas y
facilitaba la continuación de la especie mediante la reproducción. La
diversidad de usos y significados y la complejidad de los sentimientos que
abarca hacen que el amor sea especialmente difícil de definir de un modo
consistente, aunque, básicamente, el amor es interpretado de dos formas:
bajo una concepción altruista, basada en la compasión y la colaboración, y
bajo otra egoísta, basada en el interés individual y la rivalidad.
El amor es algo que a todos los seres humanos nos inspira y nos motiva,
pero también puede causarnos mucho sufrimiento cuando no es
correspondido. Definir el amor es sumamente complicado, pues existen
diferentes tipos de amor, lo cierto, es que esta definición se convierte en una
ardua tarea debido a que el amor está socialmente influenciado y hay
muchas opiniones y maneras de enfocarlo.

Investigaciones sobre el amor


Antes de ir entrando en materia, es preciso mencionar una serie de
descubrimientos científicos que nos han ayudado a comprender el gran
misterio de la relación de nuestro cerebro con el amor y el enamoramiento;
algunos resultados afirman que el amor y el enamoramiento se alimentan de
varias conductas que ayudan a mantenerlos vivos. Uno de los hallazgos más
importantes de los últimos tiempos es que el amor actúa como una droga en
nuestro cerebro y modifica el funcionamiento de éste. Evidentemente los
factores culturales son importantes, y en mayor o menor medida son
responsables de que ocurran una serie de reacciones químicas a nivel
cerebral pues el amor se alimenta de las expectativas y del concepto de amor
que aprenderemos a lo largo de nuestra vida.
Dejando de lado el factor cultural, los investigadores han encontrado que,
igual que ocurre con las sustancias psicoactivas, cuando nos enamoramos
liberamos grandes cantidades de serotonina que hacen que nuestro estado
de ánimo mejore y causa que tengamos pensamientos obsesivos recordando
constantemente a nuestra pareja. También liberamos una serie de
neuroquímicos como la adrenalina, que nos hace estar más enérgicos, o
liberamos dopamina en grandes dosis, que está implicada en la adicción a
las drogas porque interviene a la hora de reforzar conductas placenteras.
Esta cascada neuroquímica, que puede hacernos sentir en pleno subidón
cuando estamos enamorados, también causa serios problemas cuando
sufrimos un desamor pues podemos acabar deprimidos y obsesionados con
esa persona que tanto hemos amado.

El amor según Sternberg


Uno de los científicos más reconocidos en el campo del enamoramiento y el
amor es Robert Sternberg, que con su “Teoría triangular del amor” describe
los distintos elementos que componen este fenómeno, así como las posibles
combinaciones de estos elementos a la hora de formar los diferentes tipos
de relaciones. Las tres cualidades clave en las relaciones de pareja son:
intimidad, pasión y compromiso.
- Intimidad: La cercanía entre los individuos que componen una
relación es lo que Sternberg nombra intimidad. Dicho en otras
palabras, es la conexión emocional, el afecto y la confianza que hay
entre estos.
- Pasión: Este autor denomina pasión a la energía y la excitación que
existe en la pareja. Es el impulso y la necesidad de estar con el otro,
la atracción física.
- Compromiso: Es una decisión, el querer estar juntos a pesar de los
malos momentos; es tener una visión compartida del futuro.
Estas cualidades se combinan y dan lugar a los diferentes tipos de relación,
la expresión más intensa y gratificante del amor es cuando estos tres
aspectos aparecen juntos. Sternberg afirma que existen 7 formas de amar,
son las siguientes:
- Cariño: El cariño es la amistad auténtica, hay intimidad, pero no
pasión ni compromiso.
- Encaprichamiento: Es una relación interesada, hay compromiso,
pero no pasión ni tampoco intimidad.
- Amor romántico: La pasión y la intimidad hacen que la pareja sienta
gran atracción, pero no hay compromiso.
- Amor sociable: Hay intimidad y compromiso, pero no pasión.
Aparece cuando la relación pierde la química.
- Amor fatuo: No hay intimidad, las personas sienten atracción y
quieren estar juntas, pero no tienen muchas cosas en común.
- Amor consumado: El amor consumado es el más intenso y combina
los tres elementos: intimidad, pasión y compromiso.
El amor como sentimiento universal es uno de los sentimientos más
maravillosos que el ser humano puede experimentar; es intangible, sin
embargo, provoca un estado de paz, tranquilidad, alegría y por lo
consiguiente, un bienestar generalizado. Cuando hay amor hay esperanza,
la perspectiva hacia la vida cambia y las actividades se vuelven positivas
recordando aquel momento o persona con una sensación de felicidad
circunstancial; cada detalle de los acontecimientos causa placer tan solo
por el hecho de pasar por nuestra mente, cada lugar, cada momento y cada
cosa nos hace sentir el amor que vivimos.
Gracias al amor tenemos el valor de afrontar cualquier obstáculo, somos
capaces de perdonar, no se ven los defectos ni los errores, solo se espera
ansiosamente el momento para disfrutar a la persona o las circunstancias
causales del amor que sentimos; no quisiéramos que el tiempo avanzara
para no deshacer aquellos momentos maravillosos.
El sentimiento del amor nos envuelve poniéndonos una venda en los ojos
para no ver defectos; se puede decir que hace que nos enajenemos de la
realidad viviendo un sueño con cosas fascinantes (lo que hace que se logre
el verdadero disfrute).
El amor lo hacemos tan preciado que lo aquilatamos como el elemento más
valioso que existe. El amor nos envuelve con su magia poderosa para
dejarnos llevar por él como el viento a una pluma, nos levanta para vivir y
nos da la fortaleza y fuerza para lograr ser felices, nos abraza con su dulzura
y su ternura removiendo hasta el más oculto de los sentimientos
formándonos una coraza para que nadie, ni nada atente contra él.
Sin embargo, cuando el amor se apodera de nosotros con tanta fuerza, si no
se fortalece termina por difuminarse e irse de nuestra vida para regresar a
nosotros en otro tiempo inesperado. No se sabe el momento en que volverá
a presentarse y más aún cuando se le ha lacerado.
Sin duda el amor se tornará más fuerte y se adherirá a nosotros con fuerza
esperando que lo procuremos, consintamos y le demos su lugar en nuestra
mente y corazón como él se merece; para provocar los tan esperados
momentos inimaginables.
No olvidemos que cuando el amor queda lacerado, él mismo no quiere saber
nunca más de la persona y los momentos que lo lastimaron dejando en él
heridas que solo el tiempo podrá sanar.
Pues bien, es así como cada persona tiene la libertad de escoger y acoger a
su vida ese hermoso valor del amor, que conlleve al goce y disfrute total de
los momentos mágicos que se presentan en nuestra vida.
El ser humano necesita del amor para poder vivir, si no existe el amor en
nuestras vidas, no hay nada; si uno no es capaz de amarse a sí mismo, no
puede amar ni dar amor a los demás porque cuando uno está acostumbrado
a recibir amor, uno se enriquece y se fortalece para vivir nuestra vida y ser
feliz de la mejor manera posible. De uno depende que tanto tiempo se
hospede en nuestra mente y razón; si es a corto, a mediano o a largo plazo,
de tal suerte que sirva de motor para alcanzar nuestros objetivos por
convicción y no por obligación.
Tener el deseo de amar de verdad consiste en preferir a un nuevo amor que
sea capaz de hacernos vibrar de emoción y de placer, haciéndonos
desbordar todo lo que podamos brindarle. Cuando el amor ha sido
lastimado, procurará no darle cabida a esa persona que no lo supo valorar
y tratar con delicadeza, queda hermético e incluso radical.
Aunque lamentablemente nunca llega para quedarse, se va cuando se siente
agredido, pero depende de uno cuanto tiempo se quede en nuestro corazón,
aunque resulte inevitable que se vaya cuando es amenazado y golpeado. No
obstante, para que el amor se hospede en nuestro corazón mucho tiempo,
necesitará de sincera entrega, respeto, comprensión y confianza, además de
la lealtad para quedarse.
Por desgracia, si no hay nada de eso, resultará en vano pedirle que se quede
ya que las actitudes negativas y el comportamiento cruel basado en la
desconfianza y la deslealtad bastará para que simplemente se desvanezca.
El amor hay que llevarlo de la mano, cultivarlo y protegerlo para que sea
fuerte y así poder disfrutar de sus efectos. Es necesario enriquecerlo siempre
a base de muestras de afecto, como caricias, besos, abrazos y acercamientos
sinceros procurando únicamente bienestar.
Las personas somos sujetos con derecho a amar y a que nos amen tal como
somos, no somos objetos de nadie y como sujetos somos dueños de nuestros
propios actos, propietarios de nosotros mismos con la plena capacidad de
controlarnos.
El amor no es una relación, es un estado del ser, tampoco es una
dependencia, el amor no es deseo; cuando se confunde al deseo, se vuelve
motivo de sufrimiento.
¿Qué no es amor? El amor tóxico
Un concepto que se ha hecho popular en la actualidad es lo que se conoce
como “amor tóxico”. Se caracteriza por una serie de conductas de
dependencia emocional o control que convierten la relación de pareja en
dañina. Los miembros de una relación tóxica sufren día sí y día también,
pero ¿cómo es el amor tóxico? El amor tóxico presenta las siguientes
características:
- Dependencia emocional: Al menos uno de los miembros de la pareja
tiene una autoestima baja y su felicidad depende de la presencia del
otro; tiene miedo a encontrarse consigo mismo.
- Codependencia emocional: Similar a la dependencia emocional, pero
el codependiente emocional es adicto a la dependencia de su pareja,
y, por tanto, a la necesidad de ayudarle y preocuparse por su
bienestar.
- Vida social limitada: Los miembros de la pareja dejan de lado sus
amistades y se vuelcan pura y exclusivamente en la pareja.
- Obsesión por la relación: La inseguridad de alguno de los miembros
hace que se obsesione con exceso por la relación.
- Es irracional y poco realista: Es un amor que vive de las expectativas
irreales, lo que causa una tremenda frustración en los miembros de la
pareja.
- Necesidad de aprobación del otro: como la persona se siente vacía,
busca en la pareja la seguridad, estabilidad y comodidad que le falta
en su propia vida.
- Preocupación por el cambio. Uno de los miembros de la pareja no
tolera que al otro le vayan bien las cosas, en gran parte por su propia
frustración.
- Posesivo y controlador: Este tipo de amor no es un amor libre, sino
que alguno de los miembros de la pareja interpreta que la otra
persona es su posesión y se vuelve controlador.
- Celoso: Los celos y los intentos de control forman parte del día a día
de la pareja, lo que les hace tremendamente infelices.
- Es manipulador: Es un amor manipulador, en el que existe chantaje
emocional por parte de alguno de los dos.
- Mala comunicación: La comunicación no es fluida y, por tanto, la
relación no es cordial. La confianza se ha perdido.
- Conflictos excesivos: Los puntos anteriores causan que la relación se
convierta en tóxica y los conflictos sean el pan de cada día.
En las relaciones de la persona con su medio, el amor se ha clasificado en
diferentes manifestaciones; en virtud de ello, pueden aparecer una o más de
las siguientes:
- Amor auto personal: El amor propio, amor compasivo, es, desde el
punto de vista de la psicología humanista, el sano amor hacia uno
mismo; aparece situado como prerrequisito de la autoestima y, en
cierto contexto, como sinónimo de esta. Es algo positivo para el
desarrollo personal e indispensable para las buenas relaciones
interpersonales y no debe confundirse con el narcisismo que conlleva
egocentrismo y que coincide con una autoestima baja.

Para el budismo que califica al ego como una mera ilusión de nuestra
mente, el amor real, amor compasivo, solo existe cuando se dirige
hacia otra persona y no hacia uno mismo. Para el psicoanálisis, que
de forma completamente opuesta al budismo califica al ego como la
única realidad, el amor auto personal siempre es narcisismo, que
puede ser, a su vez, saludable o no saludable.

- Amor incondicional: Es el amor compasivo, altruista, que se profesa


sin esperar nada a cambio. El amor espiritual, predicado por las
diferentes religiones, es el amor incondicional por antonomasia.

El amor maternal, o amor de madre a hijo, se reconoce también como


amor de este tipo, y, por tradición, se considera motivado por un
fuerte instinto que lo hace especialmente intenso; no obstante, hay
también quien cuestiona la existencia de dicho instinto.
- Amor filial: Entre hijos y padres (y, por extensión, entre
descendientes y ancestros).

- Amor fraternal: En su sentido estricto, es el afecto entre hermanos,


aunque puede extenderse a otros parientes exceptuados los padres y
los descendientes.

Nace de un sentimiento profundo de gratitud y reconocimiento a la


familia y se manifiesta por emociones que apuntan a la convivencia,
la colaboración y la identificación de cada sujeto dentro de una
estructura de parentesco.
Desde el punto de vista del psicoanálisis, el fraternal es, al igual que
el amor filial, sublimado, ya que está fundado en la interdicción del
incesto.

- Amistad: Cercano al amor fraternal, es un sentimiento que nace de la


necesidad de los seres humanos de socializar.

El amor al prójimo nace a su vez del uso de la facultad de la mente de


empatizar y tolerar, y constituye la abstracción de la amistad. Para
Erich Fromm, dicho amor al prójimo equivale al amor fraternal y al
amor predicado en la Biblia mediante la frase “amarás al prójimo
como a ti mismo”.

- Amor romántico: Nace de la expectativa de que un ser humano


cercano colme a uno de satisfacción y felicidad existencial. Este
sentimiento idealiza en cierto grado a la persona objeto de dicha
expectativa definida en la psiquis.

- Amor confluente: Amor entre personas capaces de establecer


relaciones de pareja, definido a mediados del siglo XX. Aparece por
oposición al amor romántico: no tiene que ser único, no tiene que ser
para siempre, no supone una entrega incondicional, etc.

- Amor sexual: Incluye el amor romántico y el amor confluente. El


deseo sexual, según Helen Fisher, es diferente del amor romántico y
del afecto. Desde el punto de vista de la psicología humanista, el amor
romántico -y el amor interpersonal en general- está relacionado en
gran medida con la autoestima.
- Amor platónico: Con propiedad, es un concepto filosófico que
consiste en la elevación de la manifestación de una idea hasta su
contemplación que varía desde la apariencia de la belleza hasta el
conocimiento puro y desinteresado de su esencia.

Para Platón, el verdadero amor es el que nace de la sabiduría, es


decir, del conocimiento. Vulgarmente, se conoce como una forma de
amor en que no hay un elemento sexual o éste se da de forma mental,
imaginativa o idealista y no de forma física.
Amor después del duelo

Al principio del proceso amoroso se idealiza al otro hasta tal punto que la
decepción, aunque sea pequeña, resulta inevitable; nadie es capaz de
cumplir las expectativas de los inicios, todos caemos tarde o temprano del
pedestal. Esa caída siempre se vive con dolor, pero también es posible que
contenga aspectos buenos de los que podemos aprender, ¿nos enseña algo?
¿nos hace más fuertes? Ya que resulta inevitable, deberíamos obtener algún
partido de ella.
El enamoramiento necesita de duelo; el amor verdadero acepta a la persona
tal y como es, con todos sus defectos y todas sus virtudes y para lograrlo,
necesariamente se debe llevar a cabo este proceso.
Comencemos con un ejemplo:
Andrea conoce a Diego en una cita a ciegas que resultó un éxito, Diego
quedó prendido de Andrea y comienza el proceso de conquista: llamadas,
correos, mensajes, salidas y pronto se encuentran saliendo todos los días.
Existe una enorme necesidad de estar juntos, los dos se sienten en las nubes,
todo es perfecto, deciden ser novios, son todo lo que soñaron el uno para el
otro, no hay otra persona mejor.
En esencia todas las emociones son impulsos para actuar, planes
instantáneos para enfrentarnos a la vida. La raíz de la palabra emoción es
motere, el verbo latino “mover” además del prefijo “e” que implica
“alejarse” lo que sugiere que en toda emoción hay implícita una tendencia
a actuar. Cada emoción nos hace reaccionar de diferente manera
biológicamente. Por eso cada vez que vemos a la persona que queremos o
deseamos se desatan reacciones que no controlamos.
En el caso de la felicidad hay un aumento de la actividad del centro nervioso
que inhibe sentimientos negativos y favorece la energía disponible.
Fisiológicamente se produce una tranquilidad que ofrece un descanso
general además de buena disposición y entusiasmo. Con el amor, los
sentimientos de ternura y satisfacción sexual dan lugar a un despertar
parasimpático, lo opuesto a lucha o huir, generando un estado de calma y
satisfacción facilitando la cooperación.
Con esto podemos ver que el amor tiene un impacto en nuestro cuerpo,
físicamente suceden cosas en las que no tenemos control, como estas
reacciones son biológicas entonces por ende son variables y no
permanentes; así comprobamos lo que se dice, que el amor se acaba.

El duelo es parte natural en las relaciones


Lo primero que sucede en la pareja cuando termina el enamoramiento es
una crisis y desilusión que permite la evolución y la manifestación de todo
un potencial de maduración para cada uno de los integrantes y la pareja en
conjunto. Todas las parejas que no renuncien a la confrontación con la
realidad, que mantengan un contacto con ella y una comunicación sincera,
pasarán por este proceso tarde o temprano; esto llega cuando se presenta
la exigencia de realizar una relación concreta y de fundar un proyecto de
vida en común.
La fase que sigue ofrece a la pareja una nueva forma de llevar la relación
más dinámicamente. Este empujón a la realidad obliga a la pareja a prestar
más atención a otros objetos, no sólo a sí mismos.
Se trata de un proceso de crisis que permite el volver a tomar un afecto al
mundo externo partiendo de la supuesta inadecuación de la otra persona
que parece no responder a todas las expectativas o deseos que se tienen.
Lo que sigue ahora es hacer un funeral de lo idealizado, en este caso el novio
o novia, y simultáneamente enterrar esta imagen. En este momento se rompe
con toda la realidad psíquica vivida con la persona. Este sacrificio de lo
imaginario es tan doloroso en cuanto a cuántas proyecciones se hayan
hecho de la persona.
Para poder reconocer ahora las imperfecciones y comenzar el duelo se
requiere de mucha energía, se trata de descubrir sentimientos que ahora son
ambivalentes y muchas veces presentados como odio, sin embargo, con la
suficiente recompensa grata al final como para no rechazarlo.
Reconocer a la pareja como persona total significa reconocerlo como
individuo que tiene una vida propia y relaciones con otras personas,
pudiendo experimentar con esto una cierta depresión y angustia.
Esta fase es crítica para la maduración de la relación, no es nada cómoda y
lleva a la tentación de emprender la fuga a través de diversas estrategias.
Cuando se elabora el duelo de manera favorable el proceso avanza
gradualmente permitiendo a la pareja reencontrar su propia capacidad de
juicio y crítica para aproximar entonces en una nueva etapa a la persona
con la realidad. Todo esto mejora considerablemente la comunicación de la
pareja y el funcionamiento de la relación.
Así culmina entonces la etapa de duelo y comienza el amor verdadero, ese
que acepta a la persona tal y como es, con todos sus defectos y con todas sus
virtudes; que está para perfeccionar a la otra persona y sacar de ella lo
mejor de sí misma.

Etapas del amor


En tiempos donde la individualidad y la incertidumbre reinan encontrar el
amor es una tarea difícil. Todos queremos un amor verdadero y duradero,
ya sea que tengamos 20, 30, 40, 50 años o más. Sin embargo, muchos
matrimonios (o parejas) se desmoronan y la mayoría de la gente no sabe por
qué, ellos creen erróneamente que han elegido a la persona equivocada.
Después de pasar por el proceso de duelo tras el fin de una relación, lo que
normalmente ocurre es que empezamos a buscar de nuevo, para repetir el
ciclo.
Las parejas no entienden que existen etapas que se deben cumplir y que la
tercera de ellas no es el fin sino el verdadero comienzo para lograr un amor
real y duradero.

Etapa 1: Enamorarse
Enamorarse es un truco de la naturaleza para que los humanos escojan a un
compañero para que nuestra especie continúe; se siente tan maravilloso
porque estamos inundados de hormonas como la dopamina, la oxitocina, la
serotonina, la testosterona y el estrógeno. Enamorarse también se siente
bien porque proyectamos todas nuestras esperanzas y sueños en nuestro
amado/a.
En esta etapa imaginamos que se cumplirán nuestros deseos, que nos darán
todas las cosas que no recibimos cuando niños y que cumpliremos con todas
las promesas que nuestras relaciones anteriores no pudieron cumplir.
Estamos seguros de que permaneceremos enamorados para siempre y
porque estamos enamorados gracias a las “hormonas amorosas” no
estamos conscientes de la realidad.
Cuando dos personas están bajo las pasiones más violentas, locas,
engañosas y pasajeras, se les exige jurar que permanecerán en esa
condición excitada, anormal y agotadora continuamente hasta que la muerte
los separe.
“Para algunos locos desbocados como yo, el amor es algo que te acciona,
que te hace mover las manos incluso cuando no quieres, que te hace moverte,
que te exalta, que te dinamiza… El que habla de amores controlados no
está hablando de amor”. GP

Etapa 2: Convertirse en una pareja


En esta etapa el amor se profundiza y la pareja se une, es el momento en que
nuestro vínculo con la pareja se profundiza y se desarrolla. Es un tiempo de
unión y alegría, aprendemos lo que le gusta a la otra persona y expandimos
nuestras vidas individuales para comenzar a desarrollar una vida de los dos.
Generalmente es se momento de plena felicidad en que tenemos hijos o
decidimos tenerlos.
En esta etapa más que enamorados, nos sentimos vinculados a nuestra
pareja, nos sentimos más unidos. “El sexo puede no ser tan salvaje, pero es
profundamente satisfactorio”. Nos sentimos seguros, cuidados, apreciados
y valorados, cercanos y protegidos. Solemos pensar que este es el nivel final
de amor y esperamos que siga durando.

Etapa 3: Desilusión
Para demasiadas relaciones es el principio del final, es un período donde
las cosas comienzan a sentirse mal; puede ocurrir lentamente o puede
sentirse como un interruptor que se apaga y todo sale mal. Las pequeñas
cosas comienzan a molestarnos, nos sentimos menos amados y cuidados, nos
sentimos atrapados y queremos escapar.
En esta etapa nos volvemos más irritables, heridos y retraídos; podemos
permanecer ocupados con el trabajo o la familia, pero las insatisfacciones
están. Nos preguntamos dónde se ha ido la persona que una vez amamos,
anhelamos el amor que teníamos antes pero no sabemos a dónde fue o cómo
recuperarlo. A veces uno de los dos quiere irse o bien, continúan juntos,
pero sin sentirse realmente unidos. Nos sentimos enfermos en cuerpo,
mente y alma.
La mayoría se da por vencido aquí, pero la verdad es que, si bien se hunden
muchas de nuestras ilusiones sobre nosotros mismos y nuestra pareja,
tenemos la oportunidad de ser más cariñosos y apreciar a la persona con la
que estamos, no las proyecciones que habíamos puesto sobre ellos como
nuestro “compañero ideal”.

Etapa 4: Creando amor real y duradero


Uno de los dones de enfrentar la infelicidad en la etapa 3 es que podemos
llegar al núcleo de lo que causa el dolor y el conflicto; podemos descubrir
nuestras heridas del pasado -incluso de la infancia- que necesitan curación,
si las encontramos podemos sanarlas y cimentar el camino para una
relación real y satisfactoria. Un trauma de la infancia puede afectar la
manera en que te relacionas con las personas durante la adultez,
especialmente con tus parejas.
Cuando descubrimos nuestras heridas podemos ayudarnos mutuamente a
entenderlas y sanarlas para que las cosas comiencen a fluir otra vez.
Empezamos a vernos el uno al otro como seres maravillosos que habían
sufrido mucho en el pasado y se habían unido para amarse y ayudarse a
sanar sus viejas heridas desde la infancia.
No hay nada más satisfactorio que estar con una pareja que te ve y te ama
por lo que eres. Si tu pareja conoce tus heridas puede entender que tu
comportamiento no es porque eres malo o mala y no lo/a amas, sino porque
has sido herido en el pasado y el pasado todavía vive contigo. A medida que
comprendamos y aceptemos mejor a nuestro compañero, podemos aprender
a amarnos cada vez más profundamente.

Etapa 5: Usando el poder de dos para cambiar el mundo


Nadie tiene que recordarnos que el mundo no está haciendo las cosas bien,
hay guerras y conflictos continuos.
La violencia racial parece estar en todas partes, nos preguntamos si los
humanos pueden sobrevivir y si no podemos encontrar la paz entre dos
personas que se aman, ¿qué oportunidad tenemos para crear un mundo que
pueda trabajar para todos sus pueblos?
Cada pareja tiene la oportunidad de usar el “poder de los dos” para
abordar algunos aspectos de los problemas del mundo que afectan sus vidas.
El secreto para una relación de pareja feliz
Los expertos coinciden en que un matrimonio o relación de pareja estable
no se mantiene por sí solo, sino que requiere compromiso, respeto y mucha
voluntad. No basta solamente con amar al otro y asumir que éste también lo
hace, sino demostrar regularmente que esa persona es importante para ti.
La clave para mejorar y ser feliz en una relación amorosa es ser agradecido;
las muestras de agradecimiento son un factor predictor significativo de la
calidad de la relación.
Si una pareja está experimentando angustia y dificultades en otras áreas, la
gratitud en la relación puede ayudar a promover resultados positivos.
La sensación de sentirse apreciado y creer que la pareja valora quien eres
y lo que haces tiene un gran impacto en cómo te sientes respecto a tu relación
y la fortaleza del compromiso. Todas las parejas tienen desacuerdos y
pelean, lo que distingue a las relaciones que duran de aquellas que no lo
hacen, no es la frecuencia con la que pelean sino cómo pelean y cómo se
tratan el uno al otro en la vida diaria.
Para impulsar tu relación a diario puedes seguir estos consejos:
- Conversa todos los días con tu pareja y escúchala
- Toma la iniciativa, haz algo por él o ella y sin preguntar. Hazlo sin
hacer mucho ruido al respecto; puede ser limpiar el baño o cocinar,
en definitiva, cualquier cosa con lo que puedas aliviarle la carga,
aunque sea de vez en cuando.
- Sorpréndela/o. No tiene que ser algo grande, puede ser un pequeño
regalo o plan con que tu pareja se sienta valorada.
- Felicítalo/a, parece algo pequeño, pero “a menudo olvidamos que
esas pequeñas palabras sobre el trabajo de tu pareja, su vestido nuevo
o su sonrisa puede ser profundamente significativo para tu amado/a
- Pregunta, no te límites a escuchar, participa en la conversación. Si tu
pareja te cuenta algo que sucedió en el trabajo, al día siguiente
pregúntale qué pasó con eso, mostrando que sí le pusiste atención
- No tengas miedo de decir “gracias”, “estoy agradecido” o “me di
cuenta de lo que hiciste”, esas simples palabras muestran que
notamos el esfuerzo que nuestra pareja pone en la relación y que lo
valoramos.
La pérdida

No todo es color de rosa cuando la pareja no logra pasar del


enamoramiento al amor verdadero a través del duelo, cuando no es posible
ese ascenso la relación se acaba y es ahí donde se produce la pérdida.

Todos queremos ser felices y creemos que tener una pareja nos dará esa
felicidad que tanto buscamos; toda va bien mientras la tenemos, pero ¿qué
pasa cuando la relación se acaba?, ¿Cuándo la persona en la que hemos
puesto tantas expectativas y sueños se va de nuestro lado y nos deja porque
no nos soportó?, ¿cómo nos enfrentamos a situaciones como éstas?,¿cómo
vivimos la vida a partir de ese momento? Para la gran mayoría, esta es una
situación muy difícil y dolorosa, aparecen los miedos, las inseguridades,
decepciones, resentimientos y el dolor puede ser muy profundo.
¿Por qué sucede esto?, ¿Por qué sentimos tanto dolor? La gran mayoría
cree que porque hemos perdido a la persona que “nos hace felices” o que
nos da seguridad, amor o compañía, pero ¿qué tal si esta no es la causa real
de nuestro dolor? ¿qué tal si está en nuestras manos el sentirnos bien
independientemente que esa persona esté o no a nuestro lado?

Tiempo de pérdida, tiempo de lágrimas.


Si bien es cierto que la desilusión amorosa la vive cada persona a su manera,
también lo es que gestionar el dolor de una ruptura conlleva un proceso que
hay que atravesar cuando se sufre la pérdida de alguien a quien amamos.
Esto puede convertirse en un renacer y para ello tendrá que concederse
tiempo, no reprimir las lágrimas, dejar estallar la ira y hacerse responsable
-que no es lo mismo que culparse- de la participación que se ha tenido en
la ruptura. En primer lugar, hay que concederse tiempo; con frecuencia las
personas cercanas aconsejan pasar la página rápidamente, pero yo me
pregunto, a ellos ¿quién los mandó a opinar? Una ruptura requiere una
digestión lenta, se ha perdido a la persona en la que se tenían puestos
ideales, sueños, proyectos; estamos obligados a una readaptación.
Cuando vivimos en pareja, nos abrimos al otro, damos y recibimos. La
pareja y la relación ocupan un espacio que se derrumba con la ruptura,
sobre todo para aquellas personas que solo se veían en el espejo que el otro
les proporcionaba.
Después de una desilusión amorosa no solo cambia la forma en que vemos
a nuestra pareja sino también cómo nos apreciamos a nosotros mismos sin
ella. Algo que conviene no reprimir son las lágrimas; cuando se vive un
terremoto interno, los efectos se desbordan y la pérdida del otro levanta olas
de dolor. Es necesario expresar lo que se siente; reprimir el dolor implica
anestesiarse y no poder elaborar psicológicamente lo que nos está pasando.
La reconstrucción del yo, que debe volver a ser independiente y orientarse
hacia el futuro depende de nuestra capacidad de utilizar las emociones para
liberar tensiones internas. Dejar estallar la ira ayuda a liberarnos del otro.
Tras la tristeza viene el tiempo de enfado; la ira sacude el abatimiento ligado
a la conmoción, aleja la depresión y lleva a la acción. Sentirse resentido con
el que se fue protege a nuestro yo. Más adelante hay que hacer frente a las
responsabilidades propias.

Empatía y afecto
Tenemos que buscar la protección adecuada y cuidarnos, es preferible no
frecuentar parejas felices que recuerden lo que no se tiene. La experiencia
se encuentra todavía muy próxima, cuando se vive un duelo, el aislamiento
temporal favorece la evolución del psiquismo y la adaptación a la nueva
situación. Los familiares pueden atribuirse la misión de sostener nuestra
tristeza, pero nada garantiza que lo hagan bien, sobre todo cuando citan sus
propias experiencias.
En el contexto del padecimiento amoroso, no son las palabras del entorno
las que ayudan sino más bien la capacidad de mostrar empatía, afecto,
amistad. También hay que atreverse a tener miedo; miedo de no volver a
amar, pero también miedo a volver a hacerlo. Se teme lo peor y lo mejor,
estos miedos señalan que la historia anterior se está cerrando y que el futuro
se abre. Es también el momento en que se piensa en el pasado con nostalgia
pues ya no es necesario odiar a quien se amó. Activar el desapego y
reconocer que esa aventura fue bella implica no tirar al cubo de la basura
lo que nos constituye: nuestras elecciones, sueños y deseos.
Mientras más nos aferramos a algo que ya no es, más sufrimos, no
podemos controlar cómo actúan otras personas, pero sí cómo nos sentimos
al respecto… Como decía Marco Aurelio, filósofo y emperador romano, “Si
te afliges por alguna causa externa, no es ella lo que te importuna, sino el
juicio que tú haces de ella y borrar este juicio, de ti depende”.
La realidad es que en este momento esa persona ya no está a tu lado y puedes
vivirlo de dos maneras: con sufrimiento, dolor y resentimiento o puedes
aceptar y “amar” esta nueva etapa de tu vida, sacar lo mejor de ella,
disfrutar de TU compañía y apreciar los regalos que esta nueva experiencia
te trae, ¿qué eliges tú?

Para sentirte mejor tras la pérdida


Para lograr esto debemos saber qué es el proceso de duelo, conocer el estrés
que surge ante esta situación, reconocerlo y, sobre todo, saber cómo está
afectando nuestro organismo; este es el primer paso en su manejo y control.
Haz un inventario de los problemas y las cosas que te causan tensión y
estrés, escríbelas y una a una, analízalas y busca alternativas para su
solución.
- Analiza tus pensamientos, tus ideas, tus emociones y tu
comportamiento, vive de realidades y no te refugies en ideas o
fantasías porque retrasas el proceso de duelo y te causa más angustia
y depresión. Deshecha los pensamientos y recuerdos intrusos, cuando
estos aparezcan trata de distraer tu mente en alguna actividad que te
distraiga.
- No te exijas más de lo que puedes dar
- Cuida tu alimentación, el tabaco, el café y el alcohol potencian el
estrés.
- Intenta dormir bien, relájate con un baño de agua caliente, ejercicios
físicos, alguna actividad que te permita descargar tus tensiones.
- Visita al médico para examinar tu estado de salud, no dudes de buscar
ayuda profesional si crees que lo necesitas.
- Habla, di lo que sientes, lo que piensas, saca afuera todo lo que tienes
dentro, esa hostilidad que no te deja estar en paz contigo mismo ni
con los demás; cuanto antes mejor. Aprende a contar lo que te pasa,
duelo que no se habla, duelo que no cicatriza.
- Practica el optimismo.
- Aprende a decir NO cuando algo no te gusta o no te conviene.
- Ríe más. El humor es una de las mejores formas de alejar el estrés y
estimula la producción de una sustancia similar a las hormonas
reductoras del estrés que se liberan a través del ejercicio.
- No seas perfeccionista, no dejes que tu anhelo de perfección y temor
al fracaso te paralicen de ansiedad.
- Controla tu malhumor. La gente que se disgusta en silencio corre aún
mayor riesgo.
- Debes buscar tiempo para almorzar, recrearte y descansar.
- No pospongas, cuando algo deba ser hecho, hazlo de inmediato.
- No generalices.
- No hagas comparaciones inútiles. Toda persona, toda situación es
diferente por más similitudes que le quieras encontrar. La memoria y
la imaginación nos causan malas pasadas.
Te pueden sobrevenir sentimientos de inferioridad, sentir que no vales nada
y por ello sentirte inseguro, hostil, malhumorado, desesperanzado. Levanta
tu autoestima, reconoce tu valer. Tienes todo un futuro por delante, no dejes
que el dolor y el pesar te hundan en la tristeza y la desolación.
- Evita buscar culpables, esto crea odio y resentimiento; acepta la
realidad y los hechos tal como sucedieron.
- Deja de sentirte culpable, el remordimiento y la culpa te crean
angustia y desesperación y no te conduce a nada; la culpa es una de
las emociones humanas más inútiles.
- Tampoco guardes rencor, el rencor te amarga, te mortifica; perdona
y olvida.
- Domina tus deseos de venganza y elimínalos de tu mente, afronta la
realidad, fíjate metas y objetivos reales a corto plazo y utiliza todas
tus energías y recursos para alcanzarlos.
- Vive en paz y deja vivir, cada uno de nosotros somos dueños de
nuestra vida y de nuestro destino.
- Escoge tus luchas cuidadosamente, preocúpate de las cosas que
puedes controlar, no de aquellas que escapan de tus manos.
- Se fiel a tus sueños y esperanzas
- Haz ejercicio, te conviene. Aprende a jugar, utiliza técnicas de
relajación, imaginería, meditación, convierte tus quehaceres en
juegos.
- Busca algún pasatiempo, realiza alguna actividad que te guste,
aprende algo nuevo, intenta arreglar cosas en casa o construye algo.
- No te aísles, comparte más tiempo con tus familiares y amigos.
- Ten presente que la soledad trae amargura y depresión.
- Tú puedes mostrar a la persona que realmente eres, sin afeites, sin
irrealidades, sin engaños ni mentiras.
- Tú puedes buscar formas para levantar tu autoestima, desarrollarte
como una persona adaptada, sana, capaz de dar y recibir afecto.
- Tú eres capaz de todo lo que te propongas, solo depende de ti, de los
esfuerzos que hagas para lograrlo.
Algunos rasgos positivos propios del bienestar psicológico que pueden
mejorar las capacidades y ayudar al bienestar y la salud de las personas
son:
1. Dormir, comer y trabajar bien
2. Mantener relaciones sociales saludables
3. Dominar alguna actividad o tarea
4. Sentimiento de pertenencia y de sentido
5. Control sobre nuestro propio destino
6. Satisfacción de sí mismo y de la propia existencia.

Para ustedes: Pérdidas sufrimos todos los días, cuando nos quedamos sin
trabajo, cuando se nos muere un familiar, cuando discutimos con un amigo
y se rompe la amistad, cuando perdemos a una mascota o cuando se nos va
ese “gran amor”; duele, nadie dijo que no iba a doler, nadie dijo que no
sería triste, que no nos haría daño y sí, nos duele, nos cuesta, sentimos que
no podemos respirar pero señores; de amor absolutamente NADIE se muere,
nadie, ni tú, ni yo, ni los de las novelas ni los de las películas… la vida no
se paraliza con un adiós así que hazme el favor y despierta, los mártires
están completos y ese papel es demasiado para cualquiera de nosotros.
Sí, sí se puede…
El Duelo

El duelo constituye un proceso psicológico normal que se produce tras una


pérdida, una ausencia, una muerte o un abandono y que ayuda a la persona
a adaptarse a esa ausencia y vivir sin la presencia física de ese ser querido.
El proceso de duelo es diferente para cada persona y se vive distinto según
el género y la situación. Se pueden sufrir diferentes síntomas emocionales y
físicos como: ansiedad, miedo, culpa, confusión, negación, depresión,
tristeza, shock emocional, etc.

El dolor por la pérdida se puede experimentar no solo por la muerte, sino


cada vez que en la vida tenemos una experiencia de interrupción definitiva
de algo, de pérdida, de distancia que no podrá ser cubierta. La experiencia
emocional de enfrentarse a la pérdida es lo que llamamos elaboración del
duelo, que nos conduce a la necesidad de adaptación a una nueva situación.

El duelo se trata de una herida y, por tanto, requiere de un tiempo para su


cicatrización. En general se habla de que en el proceso de duelo se
distinguen varias fases, escalones que hay que superar.

Cuando el amor se acaba de manera inesperada, cuando nuestra pareja


decide que ya no depende de ella estar a nuestro lado, que ha dejado de
sentir; cuando esto nos llega sin quererlo, sin esperarlo, nos produce un
dolor difícil de sobrellevar. Todos en algún momento de nuestra vida
habremos experimentado un duelo por pérdida de pareja, es uno de los
duelos más comunes y, sin embargo, uno de los motivos de terapia más
frecuente a todas las edades.

Cuando alguien que creíamos que estaría para siempre nos abandona,
inicialmente surge en nosotros un sentimiento de incredulidad, nos negamos
a creer que lo que estamos viviendo pueda estar pasando, seguido de un
sentimiento de incomprensión ¿Por qué nos ha pasado esto?, ¿Por qué a
nosotros?, sentimiento de culpa, ¿Qué habremos hecho mal?, tristeza y
desesperación. Por lo regular, quedamos con un tumulto de sentimientos y
emociones donde prevalece el dolor, la crisis de llanto y la desgana.
Tratamos de salir de esa situación por todos los medios y por esto, llevamos
a cabo estrategias inadecuadas; si pensamos que el alcohol, las drogas, huir
a otro lugar, consolarnos con relaciones accidentales, nos pueden aliviar,
estamos muy equivocados; no nos ayudarán, nos enfermaremos y tendremos
mayores problemas.

El alcohol y las drogas nos alejan de la realidad, nos hunden y nos


enferman; la soledad deprime, nos aparta de otras personas que nos quieren
y se preocupan de nosotros y también enferma. Tampoco servirá confiar en
personas inadecuadas, charlatanes, gente de poca confianza, pues no nos
aportarán protección, apoyo o soluciones. Es preferible hablar de nuestro
dolor, de nuestros sentimientos con personas de confianza que nos apoyen y
nos comprendan.

Entablar una nueva relación prematuramente, sin haber resuelto el duelo no


es saludable ni para ti ni para la otra persona; “un clavo no saca a otro
clavo”, es probable que cada vez que te sientas “enamorado” en realidad
estés “necesitado”. En lugar de enfrentar el dolor, estarás buscando a una
persona que te cuide o te acompañe para que el tiempo pase más rápido y
no estar solo, pero no a una pareja.

Solemos intentar escapar del dolor aferrándonos a fantasías que poco o


nada tienen que ver con la realidad y posponemos el momento en que
tendremos que enfrentarnos a esa “profunda sensación de fracaso e
insuficiencia” y al “sentido de pérdida” que es parte del proceso que
tenemos que vivir.

Ilusionarnos o tener fantasías es hasta cierto punto normal y su contenido


variará según cual haya sido nuestro papel tanto durante la relación como
en la ruptura: rechazado o rechazador. Nuestra mente muchas veces nos
juega malas pasadas y construimos una imagen de nosotros mismos y de la
otra persona que no se ajusta a los hechos, a las circunstancias, a la vida
que lleváramos con esa persona y a los motivos de la ruptura. Idealizamos,
la desmerecemos, culpamos a otros de la situación, nos culpamos a nosotros
mismos y con esa culpa vivimos infelices añorando algo que ya se perdió y
que probablemente nunca se recupere.

Muchos toman posturas extremas a la hora de asignar culpas; unos se


asumen culpables de todo, de lo que se ha hecho y de lo que les han hecho o
han dejado de hacer, otros no asumen responsabilidades y consideran que
toda la culpa la tiene el otro, asumiendo ser una pobre víctima de las
circunstancias. Se suele además descalificar a la otra persona pensando que
así podremos recuperarnos más fácil de la crisis que estamos atravesando.

Engañarnos a nosotros mismos y utilizar cualquier mecanismo que nos aleje


de la realidad retrasará nuestro proceso de “curación”, ya que, si bien en
un momento podremos “consolarnos” con este tipo de engaño, en nuestro
interior siempre se revelará la parte de nosotros que conoce la verdad. No
es tampoco una solución aislarse, huir y dejarlo todo; el dolor lo llevamos
por dentro, nos seguirá a donde vayamos y eso nadie lo puede cambiar.

Hay personas que insistentemente se mantienen apegados al pasado sin


darse oportunidad para construir un futuro, encuentran la ruptura tan
dolorosa que hacen un pacto consigo para no volver a querer, no volver a
sentir ni volver a amar. Cierran puertas, no se dan oportunidad para
superar su dolor y establecer una relación que le proporcione amor,
compañía, protección, apoyo tan necesario para una vida sana, para una
vida tranquila y feliz. El amar a otras personas y continuar viviendo no
significa querer menos o no querer de verdad.

Algunos se torturan escuchando música o contemplando objetos, lugares


que insistentemente le hacen recordar a la otra persona, sin darse
oportunidad para afrontar la realidad y vivir su dolor con dignidad.

No llames si no quieren escucharte, no busques si no te quieren encontrar,


esto prolonga tu dolor, lo convierte en obsesión, baja tu autoestima y hace
que tu vida y la del otro sean un infierno. Otros reaccionan imponiéndose,
tratando por todos los medios de lograr que se reanude la relación. La
violencia, el chantaje, la manipulación no conducen a nada, nos hacen vivir
un infierno, nos traen graves problemas; estos comportamientos generan
odio, resentimiento y enfermedad.

Debemos permitir que el despecho se elabore, no detenernos, dejar que fluya


y trabajar en nuestras emociones y sentimientos en cada etapa, así como
desarrollar las técnicas necesarias para manejar nuestras emociones;
estacionarse en una de las fases del duelo significa detener el proceso y
seguir sufriendo. Cuando el duelo no se resuelve positivamente, se vuelve
crónico y no nos recuperamos.
Lo que distingue el duelo normal del anormal es la intensidad y duración de
las reacciones en el tiempo; en el duelo anormal el proceso queda bloqueado
y el dolor no es elaborado. Si los sentimientos de fracaso e insuficiencia se
apoderan de nosotros, es importante recordar que somos responsables de
nuestra propia conducta y que no podemos cambiar la conducta de la
pareja, a menos que ésta quiera. Tu única preocupación deberían ser los
cambios que TÚ necesitas hacer en tu vida.

El amor no se obliga, es más saludable vivir nuestro duelo, nuestro


despecho y salir adelante sin rencor, sin culpa, perdonando y olvidando,
viviendo y dejando vivir.

No son los hechos los que nos hacen sufrir sino el significado que le damos
a los acontecimientos es el cómo percibimos, vemos, oímos y sentimos la
experiencia de la ruptura y la separación y cómo esta se graba en nuestra
memoria. El recuerdo ligado a las emociones que hacen que emerjan todos
esos sentimientos y que se reflejen en nuestras reacciones corporales y en
nuestra conducta es lo que nos hace sufrir y nos “engancha” a la situación
y a esa persona que es hoy la causa de tantos sentimientos encontrados, pues
unas veces la amamos y otras la odiamos, unas veces la culpamos y otras
nos culpamos.

De cómo percibimos los hechos depende de nuestra personalidad, de


nuestras experiencias, del control que tengamos sobre nuestras emociones,
de la forma como enfrentamos y resolvemos nuestros problemas y de la
decisión, voluntad y esfuerzo que realizamos para cambiar el recuerdo de la
experiencia vivida.

Buscar explicaciones, una satisfacción, reparación, o la reconciliación


inmediata es con frecuencia imposible –o se tarda demasiado o nunca se
logra–. La herida permanece abierta, nuestro dolor no se cura y nos
convertimos en personas angustiadas, frustradas, amargadas,
malhumoradas, temerosas, pesimistas, solitarias, obsesivas, culpables,
agresivas, conflictivas y enfermas, pues el recuerdo y las emociones
negativas y los sentimientos encontrados, nos causan problemas físicos y
psicológicos. Para liberarnos de la pesada carga del recuerdo que lastima
y limita debemos primero olvidar y luego perdonar.
Fases del duelo

Olvidar es una de las funciones de la memoria que nos permite liberar de


nuestra conciencia el dolor que acompaña las experiencias penosas. El
tiempo para olvidar es muy personal y es involuntario. No se pueden
cambiar los hechos, pero si la experiencia de estos. Es decir, podemos
esforzarnos por transformar el recuerdo y acelerar el proceso del olvido.

La separación conlleva un proceso de duelo de varias etapas antes de sentir


que se han recuperado las fuerzas. Muchas personas se preguntan cuánto
tiempo estarán así y la verdad es que no se puede establecer un tiempo
determinado para decir cuándo podremos estar mejor tras una ruptura de
pareja. Diferentes autores han establecido que el proceso de duelo por una
ruptura de este tipo tiene una duración aproximada de entre seis meses y
dos años. El tiempo de superación dependerá de diferentes factores (cómo
ha sido la ruptura, quién ha tomado la decisión, etc.).

Las personas pasan por diferentes fases después de una ruptura de pareja:

3. Etapa de shock/negación: Se caracteriza por un estado de


choque en donde la primera reacción es el rechazo y la
incredulidad que puede llegar hasta la negación. Salen
nuestros mecanismos de defensa en un intento por amortiguar
el efecto del primer impacto. Él piensa: “Ya quería terminar,
no me sentía cómodo, me daba flojera, ya me había cansado de
ir a los mismos lugares, su familia me daba pereza, fue lo mejor,
pero ya volverá. Ella piensa: “No más pleitos, ya no me va a
hacer enojar, adiós a sus berrinches de celos, que se vaya con
sus amigos a ver si se encuentra a otra como yo; me va a
rogar”. En ese momento es habitual sentir desorientación,
desconcierto, bloqueo, cuesta creer lo que ha sucedido. Pueden
aparecer dificultades para conciliar el sueño, se puede llegar a
perder el apetito y tener una baja motivación para las cosas del
día a día… Esta etapa puede durar de un día a un mes, pero
habitualmente no sobrepasa este tiempo. Ambos niegan que la
ruptura les afectó emocionalmente y despotrican con quien se
deje porque están realmente molestos. En el fondo, tienen la
esperanza de que el otro volverá. La incredulidad es la primera
reacción ante un golpe de este tipo; la negación es un escalón
inevitable que hay que atravesar y del que finalmente hay que
salir para digerir la pérdida. Negar es una manera de decirle
a la realidad que espere, que todavía no estamos preparados.
El impacto de la noticia es tan fuerte que dejamos de escuchar,
de entender, de pensar; puede suceder que en un primer
momento el bloqueo sea tan grande que no podamos ni sentir.
La negación tiene el sentido de darnos una tregua, hay quien
niega la pérdida, pero también hay quien, aceptando
precipitadamente la crudeza de la realidad, lo que en realidad
trata es de negar el dolor.

4. El dolor/tristeza: En esta fase es habitual sentir pena o tristeza


y un sentimiento profundo de decepción no solo por la ruptura
en sí, sino por todo aquello que se ha dejado de vivir con esa
persona; las promesas no cumplidas, los planes de futuro
truncados, la falsa sensación de sentir que se ha fracasado por
no haber podido mantener la relación. Es normal estar de mal
humor, irritable, contestar mal a las personas de más confianza
y sentir incomprensión; pueden aparecer muchas ganas de
contactar con la otra persona, llamarle para oír nuevamente su
voz. Algunas personas quedan ancladas en esta fase pudiendo
desarrollar incluso una depresión. Suele ser en este momento
cuando piden ayuda. Ambos sufren, pero la diferencia está en
que ella tiene una red de apoyo veinticuatro horas: la mamá,
las amigas, las hermanas, las compañeras del trabajo, todas
ellas con quienes tiene interminables sesiones de terapia
mientras que él, o se queda solo tratando de asimilar el golpe,
o se acerca a sus amigos, pero sin hablarlo lo suficiente como
para sanar y eso hace que se acreciente la siguiente etapa.

5. La ira/rabia: Lo primero que debemos hacer con la rabia es


reconocerla y aceptarla para poder sacarla fuera; la rabia
tiene una razón de ser. El dolor ya es una mezcla de enojo y
despecho y en él había pensamientos como “Yo le di todo, me
gasté hasta el último centavo con ella, no se lo merecía,
además es una intensa, me voy con otra que me aprecie”. Para
distraerse, aquí es cuando él sale a beber con los amigos
“porque le aterra la soledad”. La mujer, por su lado, también
despotrica en su contra, pero, a diferencia de ellos, ella
empieza a desmenuzar todo aquellos que falló y se pone a
visualizar lo que quiere en una futura relación. También le da
coraje que él no haya cumplido sus expectativas y decide seguir
sus terapias desahogándose una y otra vez hasta sentirse
completa de nuevo. La rabia es un arma para la supervivencia;
toda la rabia que se queda dentro, que intentamos negar o
esconder, nos acabará machacando.

6. La culpa: Cuando entre nuestras emociones se encuentran el


dolor y la ira, también aparece la culpa o la adjudicación de
la culpa. Se puede sentir la necesidad de buscar el sentido a lo
que ha ocurrido, ¿qué salió mal? ¿quién fue el culpable de la
ruptura? En estos momentos se suele hacer un análisis de la
situación y de todo lo que pudo causar el final de la relación.
Aparecen los autorreproches que el doliente hace por pensar
que no hizo lo suficiente por su ser querido, o bien, busca
responsables externos.

7. La negociación: Ya más calmadas las cosas, ambos lados


empiezan internamente a querer canjear ciertas actitudes por
volver a obtener lo perdido: “Si yo hubiera sido más…quizá si
lo hubiera visto de esta manera…”. Es el momento en el que
fantaseamos con la idea de revertir la situación, se puede llegar
a pactar con quien haga falta hasta incluso con Dios
prometiendo lo que sea necesario. Se buscan formas de hacer
que lo inevitable no sea posible. Esta etapa es breve porque
estar pensando todo el día en soluciones es realmente agotador.
Es un ejercicio de introspección para que, aunque ya sea
prácticamente imposible recuperar ese amor, sirva para
aceptar la realidad.

8. La reconstrucción: Por fin se tiene la sensación de estar más


días bien que mal. Se recupera el control de la vida, se sienten
ganas de cuidarse, de dedicarse tiempo, de salir y conocer
gente. Seguramente es el momento en el que nos sentimos
preparados o preparadas para iniciar una nueva relación.
Después de un tiempo pensando que nunca más volveríamos a
estar con alguien, es normal sentirse con dudas y miedos. La
comparación de las posibles nuevas parejas con las anteriores
es inevitable, pero no podemos olvidar que cada persona y cada
relación es diferente. Llegar hasta aquí suele ser el paso más
complicado, es en este momento cuando la persona se siente
capaz para decir adiós y acepta que la relación ha terminado.
Esto no es nada fácil, es como una montaña rusa de emociones,
muchas veces contradictorias. La persona empieza a sentirse
libre y con energía suficiente para invertirla en estar mejor.

9. La resolución o aceptación: Se comienza una nueva etapa, el


duelo por la ruptura ha finalizado. Es importante tener presente
que las relaciones que han sido importantes para nosotros no
se pueden olvidar, pero con el tiempo llega el momento en el
que se recuerda la relación sin dolor. Llega el momento de
aceptar que las cosas se acabaron; ella sale a renovarse, él, a
buscar nuevos proyectos y ambos entienden (no
necesariamente al mismo tiempo) que nada volverá a ser como
antes; la vida tiene que seguir.

Ante la ruptura de una relación es imprescindible normalizar nuestra vida


lo antes posible y evitar desarrollar pautas de conducta destructivas que el
común de la gente que emplea como paliativo para mitigar su pena. No
dudes en utilizar formas para descargar tu angustia y estrés con ejercicios
físicos, relajación, imaginería, pasatiempos, deportes. Recupera las
actividades que antes te agradaban y habías dejado por tu relación. El fin
es reconstruirse, volver a vivir con plenitud.

No pretendas no vivir o acelerar un proceso que tiene varias etapas y que es


propio de los seres humanos; de nosotros depende que el proceso se acelere
o se retrase. Recuerda que el duelo requiere de tiempo y esfuerzo, que
depende de la situación individual, del tipo de relación que mantuviste con
esa persona, de las circunstancias que rodean a la ruptura de la relación,
de los rasgos de personalidad de quien lo vive, entre otras cosas.
Cicatrizamos más fácilmente nuestra herida buscando información acerca
de lo que es y lo que se siente durante el proceso de duelo, cuánto dura, qué
factores modifican o alteran el proceso de cicatrización. Recordando los
hechos y circunstancias de la ruptura y nuestra vida con la expareja podrán
venir a nuestra memoria los detalles y las cosas que realmente pasaron, esto
nos permitirá traer a nuestra memoria a la otra persona, sin culpa ni rabia.

Para facilitar el proceso de duelo, no busques a tu expareja, rompe contacto


con él/ella, al menos por un tiempo; no dejes que los demás te vengan con
comentarios o chismes, esto evitará interpretaciones de pensamientos o
actitudes que no conocemos y comportamientos que puede que no se ajusten
o que estén muy alejados de la realidad.

Aunque es muy doloroso, esto permite una mayor descarga de angustia y


dolor, es como la cura que se le hace a una herida abierta durante el proceso
de cicatrización. Reconociendo y tratando cada uno de los componentes de
nuestro dolor y realizando actividades para superarlo, la herida se irá
cerrando.

¿Qué hago para soportar la angustia de una pérdida amorosa?

No todas las personas reaccionan igual ante la ruptura amorosa, pensar que
nuestro mundo se ha vuelto confuso e inseguro, que tenemos sentimientos y
emociones encontradas, que sentimos rabia, cólera y tristeza a la vez, es
normal en estas circunstancias.

- Debemos dejar que nuestras emociones fluyan y aceptarlas porque


son propias del duelo. La rabia, la cólera, la tristeza, el desconcierto,
la impotencia son emociones naturales que, así como aparecen
también se agotan y desaparecen. Todos las sufrimos, son parte de
nuestro dolor, si nos oponemos a ellas van a aparecer con más
intensidad y el dolor será más agudo, no lo podremos soportar y nos
enfermaremos.
- Debemos sentir nuestras emociones como algo desagradable que
tiene que suceder y aceptarlas como parte de nuestro dolor, debemos
vivirlas y ver cómo en el futuro nos rendirán muchos beneficios.
- Ante la emoción de rabia, de cólera, debemos vivirla y sentirla sin
hacernos daño ni hacerle daño al otro o a otros. No debemos hacer a
otros recipientes de nuestra cólera; no tenemos derecho aún si el
comportamiento de esa persona nos haya afectado profundamente,
además, no es necesario.
- No debemos darle paso a la ira, si estamos muy cargados de rabia, de
rencor, mejor golpeemos un colchón o un cojín, un muñeco, gritemos,
insultemos con todas nuestras fuerzas siempre y cuando estemos a
solas y no lo hagamos para herir o agredir a otros. No tenemos
derecho a hacerlo.

La violencia, la manipulación, el querer imponer una situación o dirigir


nuestro rencor, nuestra hostilidad hacia otras personas inocentes crea
problemas, causa tristeza y dolor en quien no lo merece. Terminaremos
solos, frustrados, con un dolor más intenso, más insoportable… La tristeza
y la cólera permanecerán sin superarse y la culpa se incrementará por
nuestra actuación.

- Debemos compartir nuestro dolor con libertad y amor, poner nuestra


confianza en familiares y amigos, personas que nos escuchen, nos
comprendan y nos apoyen.
- Disimular nuestro dolor no es bueno; no nos permite la comunicación
con otros que nos pueden acompañar y aliviarlo.
- Revivir la experiencia de la ruptura, de la separación, de nuestro
despecho, facilitará nuestra recuperación. Duelo que no se habla es
duelo que no cicatriza.
- Debemos acercarnos a las personas en plan de amistad, no aislarnos,
aunque ese sea nuestro deseo. Debemos buscar a la gente, no esperar
a que ellos nos busquen a nosotros. Sería excelente si recobráramos
o creáramos un círculo social y nos mantengamos ocupados en
actividades que requieran esfuerzo físico.

Reconociendo y tratando cada uno de los componentes de nuestro dolor


y realizando actividades para superarlo, la herida se irá cerrando.

- No debemos pretender no vivir o acelerar un proceso que tiene varias


etapas y que es normal y necesario.
- Debemos comenzar a asumir el control de nuestra vida, realizar los
cambios necesarios para recuperar nuestra realidad, para levantar
nuestra autoestima, nuestra personalidad, para darle un nuevo
sentido a nuestra vida.

- Debemos observar las oportunidades que tenemos en este momento,


analizar la situación y ver los pros y los contras de la situación;
analizar y ver el lado positivo, aprender de la experiencia, utilizar
todos nuestros recursos biológicos, psicológicos y ambientales para
salir adelante.

- Debemos buscar nuestro bienestar físico y psicológico, esforzarnos


por dormir bien, comer y trabajar bien, mantener relaciones sociales
saludables, dominar o retomar alguna actividad o tarea que nos haga
sentir útil y bien, darle sentido de pertenencia a nuestra vida,
mantener el control de nuestro propio destino, sentir satisfacción de
nosotros mismos y de nuestra propia existencia.

Recuperando nuestra realidad, nuestro sentido de la vida, nuestra alegría


y buen humor y la confianza en el mundo, estaremos estableciendo las
bases para un futuro sano y seguro.

Debemos neutralizar esa carga pesada que es la culpa y el rencor:

- El despecho es el shock, el dolor por la herida que nos causa la


ruptura o la separación del ser amado.
- En toda situación adversa que causa pena y dolor están presentes tres
elementos:
1. La herida, daño o perjuicio causado por la ruptura o separación
2. La deuda, dolor o sentimientos (ira, frustración, amargura, odio,
rencor, culpa, despecho) que acompañan al recuerdo de la
experiencia y que nos engancha emocionalmente al que nos causó
la herida.
3. La cancelación o anulación de la deuda o liberación que deviene
de la satisfacción, reparación, reconciliación, devolución o el
olvido y el perdón.
EL PERDÓN

Transformar el recuerdo significa recordar y contemplar los hechos a


distancia, neutralizando las emociones, colocándolas inclusive en el lugar
de la otra persona, sin juzgar, sin criticar, sin comparar, sin compadecerse,
sin pena ni culpas, eliminando toda emoción anidada en nuestro recuerdo y
que ha determinado la forma como hemos percibido la experiencia para así
estar en capacidad de perdonar, pero ¿qué es perdonar?

- Perdonar es liberar de la deuda o neutralizar (olvidar) las emociones


ligadas al recuerdo de la experiencia o de aquel que nos causó el
dolor, sin embargo, el perdonar no borra el daño, no exime de
responsabilidad al ofensor, ni niega el derecho a hacer justicia a la
persona que ha sido herida. Perdonar es un proceso complejo que
solo nosotros mismos podemos hacer.
- Perdonar no es aceptar pasivamente la situación, dejar hacer a la
otra persona o culparnos a nosotros.
- Perdonar no es olvidar o negar la situación y dejar que el tiempo o
Dios se hagan cargo; tampoco es culpar a otros, a las circunstancias
o al destino.
- Perdonar no es justificar, entender o explicar por qué la persona
actúa o actuó de esa manera.
- Perdonar no es esperar por la restitución, por una satisfacción, por
alguna explicación a los motivos que tuvo la otra persona para dejar
la relación.
- Perdonar no es obligar al otro a que acepte tu perdón o decirle “te
perdono” para hacerlo sentir humillado; tampoco es buscar u obligar
a la reconciliación.
- Perdonar es, en primer lugar, reconocer nuestros errores y
perdonarnos a nosotros mismos, esto es, aceptar lo que no podemos
cambiar, cambiar lo que podemos y aprender a establecer diferencias,
sin remordimientos, sin culpas, sin odios ni rencores.
- Perdonar es buscar la solución a los conflictos apartando de nosotros
todo sentimiento negativo como el rencor, odio, culpa, rechazo,
deseos de venganza, pues son sentimientos inútiles que esclavizan y
crean mayor frustración y desesperanza.
Cuando no perdonamos no tenemos alegría ni paz. Nos volvemos
impacientes, poco amables, nos enojamos fácilmente causando rivalidades,
divisiones, partidismos, envidias.

Cuando no perdonamos, nuestras ideas y pensamientos se vuelven


destructivos, pesimistas, erróneos; perdemos la confianza y respeto por
nosotros mismos, desarrollamos conductas que crean mayores conflictos y
nuestro modo de vida y nuestras relaciones con los demás, quedan
afectadas.

Cuando no perdonamos estamos permitiendo que nuestra salud, nuestro


crecimiento personal, nuestro desarrollo y nuestra vida, esté gobernada
por la decisión y la conducta de alguien que nos dejó y que decidió por la
separación.

Olvidar y perdonar nos permite en primer lugar, controlar nuestras


emociones y reacciones, eleva la autoestima, nos da mayor seguridad y
confianza. Facilita la recuperación de la habilidad para aprender,
discriminar y seleccionar nuestras respuestas ante situaciones futuras.
Aprendemos, además, a actuar con madurez y sabiduría frente a la
adversidad.

Olvidar, perdonar y perdonarnos, aunque doloroso, es deshacernos de la


pesada carga de la culpabilidad, la amargura, la ira que nos embarga
cuando nos sentimos heridos. Es abrir caminos hacia la esperanza de nuevas
oportunidades. Es crecer y desarrollarnos como personas positivas, libres
para vivir en paz y armonía con nosotros mismos y con los demás.
Tiempos de duelo

Existe una interrogante que nos hacemos todos los que pasamos por este
proceso: ¿Cuánto va a durar? ¿Cuándo voy a sanar? ¿Cuándo va a dejar
de doler? Y es que sí, es un proceso normal, pero eso no le quita lo doloroso.
Tras una ruptura de pareja existe una etapa de olvido que es necesaria para
sanar las heridas que quedan abiertas tras el adiós. Cada historia tiene unas
connotaciones concretas y podemos decir que el duelo tiene una duración
de entre seis meses y dos años, pero debemos poner especial cuidado al
primer año posterior a la ruptura puesto que este período es realmente
importante.
Este primer año tiene un valor emocional significativo porque marca el
punto de inflexión personal de una vida llena de recuerdos por momentos
compartidos en pareja a una nueva etapa de soledad; el primer año es una
etapa de cambio puesto que en estos doce meses se celebran también las
primeras fechas señaladas en ausencia de la otra persona: fiestas de
navidad, vacaciones de verano, fechas de cumpleaños, aniversarios, etc.
Este primer año muestra el proceso de autodescubrimiento de aquella
persona que a pesar de tener sus ilusiones rotas y experimentar una
decepción afectiva, siente en primera persona esa gratificante experiencia
de vivir la vida en cada etapa con lo positivo que tiene cada momento.
El proceso de olvido está marcado por la tristeza, sin embargo, esta tristeza
no impide que la persona pueda disfrutar de momentos felices. A lo largo de
un año, la persona ha superado retos importantes vinculados con el proceso
del olvido y estos retos le hacen cada vez más fuerte.
La persona necesita establecer en su vida nuevos hábitos y otras rutinas, por
ello, a lo largo de este nuevo año afianza nuevas costumbres que aportan
una seguridad emocional.
El paso del tiempo también ayuda a observar con mayor distancia la
relación de pareja y esta perspectiva también aporta una mayor objetividad.
Con frecuencia, la persona siente que tras la ruptura se siente mejor consigo
misma.
¿Tardan más los hombres en recuperarse totalmente de una ruptura
amorosa?
Las mujeres experimentan un mayor dolor inmediatamente después de una
ruptura amorosa, pero se recuperan emocionalmente antes que los hombres,
que simplemente siguen adelante pero que quizás nunca se reponen o al
menos esa es la conclusión de una investigación de la Universidad
Neoyorquina de Binghamton y la Londinense University College London en
la que se analizaron las diferencias entre los sexos en respuesta al fin de una
relación amorosa.
Los resultados, publicados en la revista especializada sobre ciencias del
comportamiento Evolutionary Behavioural Sciences, sugieren que las
mujeres sufren un mayor impacto emocional y físico tras la ruptura, sin
embargo, tienden a recuperarse antes y se vuelven emocionalmente más
fuertes. En comparación, según las conclusiones de los investigadores, los
hombres tienden a no recuperarse totalmente sino simplemente a seguir
adelante.
Según Craig Morris, investigador de antropología en Binghamton
University y líder del estudio, las diferencias tienen un fundamento
biológico; “en términos simples, las mujeres evolucionaron para invertir
mucho más que un hombre en la relación.

El por qué evolutivo


“Un breve encuentro amoroso podría conllevar nueve meses de embarazo
seguido de muchos años de lactancia para las mujeres ancestrales, mientras
que los hombres podrían “irse” literalmente unos minutos después del
encuentro sin tener inversión biológica alguna” y este riesgo de una mayor
inversión biológica es el que, en términos evolutivos, hizo que las mujeres
sean más exigentes sobre la selección de una pareja de calidad, por eso la
pérdida de una relación con una pareja de calidad le “duele” más a una
mujer, dijo. Por otro lado, los hombres han evolucionado para competir por
la atención de las mujeres y por eso la pérdida de una pareja de calidad
para un hombre no “duele” tanto al principio, explicó el investigador.
“El hombre probablemente sienta la pérdida profundamente y durante un
período de tiempo muy largo a medida que comprende que debe volver a
empezar a competir de nuevo para reemplazar lo que ha perdido. Según el
autor, los hombres tienden a reaccionar ante una ruptura de una manera
más autodestructiva y esto puede durar meses o años.
Entender el “luto” tras una ruptura
Según Morris, la mayoría de nosotros experimenta una media de tres
rupturas amorosas antes de los 30 años y que al menos una de estas rupturas
nos duele lo suficiente como para afectar sustancialmente nuestra calidad
de vida durante semanas o meses. “La gente pierde trabajos, los estudiantes
no van a clases y algunos individuos pueden desarrollar patrones de
comportamiento extremadamente destructivos después de una ruptura
sentimental”, dijo Morris.
Según el investigador, entender mejor estas respuestas puede ayudar en el
apoyo del dolor tras la ruptura de una relación y para tratar de mitigar sus
efectos en individuos de alto riesgo.

Formas de sobrellevar el duelo


Ninguna forma es más correcta que otra, depende de cada persona, sin
embargo, es importante señalar algunos consejos que pueden ayudarnos a
superar este golpe emocional.
- No reprimir nuestras emociones: Tal y como expresan algunos
autores, “las emociones negativas que son enterradas vivas, nunca
mueren”. Cuando reprimimos las emociones negándoles su
expresión, el efecto de esa inhibición se canaliza hacia adentro. A
largo plazo esa emoción que fue inhibida termina expresándose a
través de otras formas corporales o psíquicas como el insomnio,
dolores musculares, dolores de cabeza, enfermedades psicosomáticas
o en forma de duelo retardado. Este último, es aquel en el que
inicialmente no dan signos aparentes de sufrimiento, pero que, tras
pasar algunos meses, o incluso años, comienzan a manifestarse en la
persona sentimientos de culpa, tristeza, soledad y desesperación, que
pueden ser desencadenados por una situación vital estresante, una
discusión familiar puede ser suficiente para desenmascarar un duelo
no elaborado; es por eso por lo que debemos permitirnos sentir lo que
sentimos, si queremos llorar, permitirnos llorar, no debemos
ponernos tiempo límite. El llanto es un mecanismo natural de defensa
para deshacer tensiones acumuladas, no lo reprimamos, no
intentemos frenar o disfrazar el dolor, busquemos apoyo externo,
escuchemos música con la que nos sintamos identificados, en
definitiva, dejémoslo fluir.
- Dar productividad al tiempo: Sabemos que al principio cuesta
trabajo, no queremos ver a nadie, ni hacer nada, solo queremos
hablar de la que fue nuestra pareja, pensar en los proyectos en común
que no podrán llevarse a cabo, cada vez que suene el teléfono o que
veamos el WhatsApp, tendremos la esperanza de que sea ella/él, y más
entristecidos estaremos cuando veamos que no es así. Nos pasa a
todos, para superar una ruptura no es algo que se logre de la noche
a la mañana; necesitamos tiempo, ¿pero de qué sirve este tiempo si
no hacemos nada con él? Si nos quedamos viendo las cosas que
formaron los buenos momentos, recordando, una y otra vez que no las
tenemos, el sufrimiento y el malestar estarán todo el tiempo. El tiempo
no es el que sana las heridas, somos nosotros, y como empleamos ese
tiempo los que hacemos esto posible.

- Mantenernos ocupados: Una vez pasadas las primeras semanas, es


importante que nos levantemos y planeemos nuestros días, darnos la
oportunidad de decidir qué es lo que queremos hacer hoy, y no solo
pensar que estaríamos haciendo con nuestra pareja hoy o el viernes
si siguiésemos juntos, permitámonos decidir qué cosas agradables
deseamos hacer hoy por nosotros mismos. Esto es importante ya que
cuando estamos tristes por la pérdida, nuestro cerebro funciona de
manera parecida a un episodio depresivo, esto es debido al déficit de
un neurotransmisor llamado serotonina. Cuando los niveles de
serotonina son adecuados, nuestro cerebro es capaz de producir
emociones y pensamientos positivos, mientras que cuando son
demasiado bajos aparecen pensamientos y sentimientos negativos.
Para aumentar los niveles de serotonina, es necesario realizar
actividades, ya sean físicas o psíquicas, aunque lo ideal sería que
combinásemos ambas. Actividades como pasear, estar en contacto
con la naturaleza, ir al gimnasio, hacer yoga, natación, andar en
bicicleta, salir con los amigos, conocer gente nueva, etc. Pensemos en
esta nueva situación como una oportunidad de vivir nuevas
experiencias, no necesariamente amorosas, que hará que volvamos a
recuperar el gusto por estar con nosotros mismos.

- Cambia el entorno: Es importante que reduzcamos la asociación


objeto-recuerdo, almacenando o deshaciéndonos de muchas de las
cosas que están por la casa que nos recuerdan a la que fue nuestra
pareja, las fotografías, las notas con su letra, prendas de vestir… En
ocasiones puede ser útil hacer algunos cambios en el entorno de la
casa, añadir algún cuadro, cambiar el color o la distribución de la
habitación, etc., esto nos proporcionará la visión de un cambio
positivo que hará que nuestro estado de ánimo mejore.

- Finalmente, paciencia: No nos desesperemos si vemos que han


pasado unos meses y seguimos pensando en la que fue nuestra pareja,
tenemos que ser conscientes que esa persona compartió una etapa de
nuestra vida con nosotros, y que es un hecho que no podemos borrar,
que de una manera u otra hemos cambiado, evolucionado y/o
aprendido de ella y junto a ella, incluso si la relación no fue la
deseada, debemos aprender para un futuro que es lo que no queremos
en nuestra vida, que es lo que no queremos repetir. De nada sirve
odiar o guardar rencor a esa persona por mucho daño que nos
causase, eso no nos hará sentir mejor, solo nos producirá más dolor
y si esta persona ya no nos quiere, intentemos no darle el poder de
seguir en nuestra mente. Es cierto que en ocasiones nos gustaría tener
una barita mágica y deshacer el dolor y esos sentimientos que nos
entristecen, pero si esto fuese posible, no tomaríamos conciencia de
lo que no queremos repetir, no sabríamos el valor de las cosas, y no
aprenderíamos de ellas. Recuerda que “no aprendemos de nuestros
éxitos tanto como de nuestros fracasos”. Por eso no desesperemos si
aún está en nuestra mente, aprendamos de nuestros sentimientos, de
nuestras emociones, no guardemos rencor y no intentemos salir
apresuradamente de la tormenta, porque cuando menos lo esperamos,
llegará la calma.
El duelo patológico

En caso de que la tristeza por una ruptura de pareja límite de una forma
negativa la felicidad personal tras más de un año de haber dicho adiós,
puede ser recomendable realizar una terapia psicológica o participar en un
taller sobre crecimiento personal. El duelo es necesario, pero no es
saludable que se torne patológico.
La ruptura en una relación de pareja puede ser una de las experiencias más
dolorosas para una persona, después de la muerte de un ser querido. La
separación es una experiencia emocionalmente traumática y es necesario
que cada una de las partes involucradas pase por un proceso de duelo.
Por supuesto, cada ruptura es diferente y las circunstancias que la rodean
también. En el impacto inicial y en el desarrollo posterior del duelo influyen
muchos factores; no es lo mismo, tomar la decisión conjunta de separarse
tras una decisión unilateral y repentina por parte de uno de los miembros, o
si existen terceras personas involucradas de por medio.
Tampoco lo vive de la misma manera el que toma la iniciativa (parte activa)
ya que en cierto modo ha ido asumiendo gradualmente su nueva situación,
que el otro miembro (la parte pasiva), al que le puede coger totalmente
desprevenido. Esto no quiere decir que el que toma la decisión vaya a sufrir
menos, sino que el impacto inicial no va a ser el mismo.
En cualquier caso, el duelo es una reacción natural y un proceso largo y
doloroso por el que es necesario pasar ante la pérdida de la persona amada.

Un duelo patológico es un duelo complicado – Caso real.


Carla, de 34 años acudió a la consulta tras una ruptura sentimental. Su
pareja había decidido terminar 11 meses atrás tras 5 años de relación
porque decía no sentir lo mismo que al inicio y consideraba que ambos
podían ser más felices siguiendo caminos separados. Vivían juntos y no
tenían hijos
Al principio Carla se sumió en un estado de tristeza y desesperación,
experimentó rabia y surgieron muchos sentimientos de culpa porque
pensaba que había fracasado a la hora de hacer feliz a su pareja. Hasta aquí
todo se puede considerar normal en la elaboración de un duelo.
Al cabo de 5 meses de la ruptura, se puso en contacto con su expareja para
proponerle que se viesen de vez en cuando porque, según le dijo a él, ya lo
tenía superado y podían verse “como amigos”. Él, aunque era un poco
reacio, accedió y aunque solo quedaron en un par de ocasiones, ella siguió
albergando esperanzas de arreglar la situación.
Carla no podía aceptar la realidad, recurrió a todo tipo de conductas que
más que ayudarla a superar su duelo, la hicieron sumirse en una depresión.
Empezó a llamar a su expareja con cualquier motivo, frecuentaba los
lugares donde sabía que se lo podía encontrar, recurrió a todo tipo de
videntes y tarotistas (cuando ella no creía en eso) para que lo ayudasen a
recuperar a su pareja y se aisló totalmente de su entorno social y familiar.
Para ese momento había perdido más de 15 kg, tenía una baja laboral por
trastorno depresivo y abusaba de los ansiolíticos con el fin de poder
“anestesiar” un poco su dolor. Manifestaba de forma continua “no
encontrar un sentido a su vida”.

Apoyo Psicológico
Cuando la persona con el transcurrir del tiempo no registra ningún avance,
sigue sumida en la tristeza y en la desesperanza presentando un deterioro
en su salud; en este punto, estaríamos hablando de un duelo patológico.
En este momento es aconsejable pedir ayuda profesional, con el fin de
ayudar a la resolución ya que, de lo contrario, un duelo complicado puede
acabar provocando un trastorno depresivo o de ansiedad. Hay una serie de
conductas nocivas que pueden llevar a desarrollar otro trastorno
psicopatológico:
- Abuso de alcohol y otras drogas con el fin de evadirse de la realidad.
Esto se convierte en una “trampa psicológica” ya que una vez que la
persona se encuentra fuera de los efectos de la sustancia, el
sentimiento depresivo se hace aún mayor.
- A veces hay una tendencia a desarrollar una serie de conductas
desadaptativas en el intento desesperado de volver con la otra
persona: llamadas continuas de teléfono, envíos de mails, frecuentar
sitios donde puede estar la expareja, etc. Todas estas conductas, lo
único que hacen es dañar la autoestima, el amor propio y conseguir
que el otro miembro de la pareja responda con indiferencia u
hostilidad.
- Uso o abuso de antidepresivos y ansiolíticos. Intentar enmascarar las
emociones que se tienen que sentir en el duelo es un error, ya que
estos sentimientos tienen que fluir necesariamente para poder superar
esta etapa con éxito.
- El descuido general de la salud, los malos hábitos en la alimentación
y en los cuidados básicos, mantenidos a lo largo del tiempo, pueden
hacer que se tenga una mala calidad de vida, entorpeciendo todavía
más la resolución del problema.
En el trance del duelo se pueden sentir emociones como sensación de
fracaso, sentimientos de culpa, envidia hacia amigos o familiares del
entorno que no están pasando por la misma situación, rencor, etc. También
son frecuentes en las etapas iniciales, síntomas físicos como: insomnio, falta
de apetito, dolor de cabeza y otros síntomas de ansiedad. Lo importante es
no quedarse anclado en el pasado y poder empezar a mirar hacia adelante.
Es fundamental ayudar a la persona a que asuma que la relación ha llegado
a su fin para que pueda salir exitoso de esta etapa tan dolorosa.
El apoyo psicológico podrá ayudar a la persona a expresar sus sentimientos,
a eliminar conductas nocivas, a recuperar su confianza y su autoestima y a
identificar pensamientos irracionales que puedan estar interfiriendo en la
resolución del duelo. En definitiva, ayudarle a encontrar de nuevo un sentido
a la vida.

Cuando el dolor de una pérdida amorosa no se procesa


Ante la ruptura de una relación es imprescindible normalizar nuestra vida
lo antes posible y evitar desarrollar pautas de conducta destructivas que el
común de la gente emplea como paliativo para mitigar su pena.
Se intenta escapar del dolor aferrándonos a fantasías que poco o nada tienen
que ver con la realidad y posponemos el momento en el que tendremos que
enfrentarnos a esa “profunda sensación de fracaso e insuficiencia y al
“sentido de pérdida” que es parte del proceso que tenemos que vivir.
Ilusionarnos o tener fantasías es hasta cierto punto normal y su contenido
variará según cual haya sido nuestro papel tanto durante la relación como
en la ruptura: rechazado o rechazador.
El apego emocional

El apego emocional o apego afectivo no es otra cosa que una seria


dependencia hacia la pareja que muchas veces puede ser confundida con
amor. Este tipo de problemas no forman parte de una relación saludable, al
fin y al cabo, ninguna adicción es buena.
La persona con apego a veces se escuda en el enamoramiento o en su
carácter, pero en el fondo, sabe que más que hacerle feliz, esta relación no
le ayuda en su desarrollo personal. El apego se puede deber a un miedo
extremo a perder a la otra persona, temor a estar solos y sin amor.
Es normal que todos tengamos la necesidad de sentirnos amados por la
pareja, pero cuando hay apego, esto se acerca más a la obsesión.

Lo que no perciben las personas que sufren apego, es que por el camino
del amor se han perdido a ellos mismos.
Quienes tienen ese apego a su pareja dejan todo para estar el mayor tiempo
posible con su amor, hacen a un lado a los amigos, sus aficiones, y lo peor,
es que su autoestima y hasta lo que hacen, comienza a depender de su pareja.
¿Crees que puedes estar sufriendo un caso de apego afectivo? Comprueba
el estado de tu autoestima. ¿Todo lo que haces depende de tu pareja?
¿Tienes amigos? ¿Aficiones? ¿O lo has dejado todo para estar con esa
persona el mayor tiempo posible? Analiza todas estas situaciones y
descubrirás si has acabado metido en una mala relación.
Algunos síntomas de apego emocional pueden ser también los siguientes: Si
cada vez que él o ella se equivoca en algo, tú lo defiendes ante los demás, si
hablas más de tu pareja que de tu vida y tus proyectos, si has dejado de lado
que te gustaba mucho hacer, si sientes que la mayor parte de tu tiempo gira
en torno a él; si te sientes a ti misma diciéndote que todo está bien, pero te
sientes nerviosa buena parte del tiempo.

¿Qué hacer para solventar el problema?


Lo mejor es que recurras a la ayuda de un profesional que se asegure de
qué es lo que te ocurre, que sea el encargado de orientarte con tu problema
y de marcarte las pautas a seguir para solucionarlo. Si quieres trabajar en
esto desde ya, enfócate en lo siguiente:
1. Reconoce el problema: El primer paso ya lo has dado, has sido capaz
de darte cuenta de que algo no marchaba bien ni en tu vida ni en tu
relación y has puesto manos a la obra. ¡Bien hecho!

2. Sé consciente de tu sacrificio: piensa en todas las cosas que has


hecho por esa persona a pesar de que a ti te perjudicaban o no querías
hacerlas. Si quieres, elabora una lista, así tendrás una mejor
perspectiva.

3. Refuerza tu autoestima: nada mejor que empezarte a querer de nuevo


para enfrentar a tus problemas.

4. Sola por un tiempo: ya que dependes emocionalmente de tu pareja,


lo mejor es que le des un tiempo a la relación y si quieres vuelvas a
retomarla cuando ya seas tú misma. Debes aprender a estar sola para
conocerte mejor y aprender a ser independiente.}

5. Instrúyete: Te recomiendo informarte sobre estos temas, muchos


autores te pueden ayudar a entenderte y empezar a superar tu
problema.

Pasos para convertir el apego en algo positivo:


1. Debes alejarte de los distractores: Las adicciones emocionales (como
la televisión, las redes sociales, la radio, las revistas) mantienen a la
mente apaciguada; estos pequeños escapes provocan cierto tipo de
pensamiento que deriva en una forma de estar y sentir que los hace
más necesarios mientras prolongan un ciclo de pensamiento negativo.

Piensa en tu serie, programa o grupo favorito, analiza cómo te hace


sentir, si disparan emociones asociadas a esos recuerdos (éstas,
producen pensamientos que alimentan tus sentimientos negativos.
Estos distractores te alejan de la noción de que eres tú quien crea
estas emociones. Mientras más te adentres en este ciclo, más difícil
será sobreponerte a la adicción emocional y separarte del dolor y el
sufrimiento que experimentas.
2. Centra tu atención en lo importante: Cuando estamos en una
situación difícil, comúnmente reprimimos los recuerdos para escapar
del dolor; esto hace que se manifiesten de manera negativa afectando
otros aspectos de nuestra vida. Por este motivo es necesario que se
comience un proceso adecuado de sanación.

Hacer conciencia de nuestros sentimientos y aceptar el dolor nos


acerca a la solución del problema. De esta manera nos podemos
empoderar por medio del crecimiento personal. De las experiencias
negativas se aprende. Debemos entender que no es positivo cargar
máscaras, reconocer nuestro dolor, hablar contigo mismo,
confróntalo e intenta entender por qué te sientes de esa manera,
intenta comprenderte a ti mismo.

3. Sé una persona más consciente: Cuando logras asumir tu dolor, es


momento de que te liberes de los patrones negativos y termines con
los pensamientos cíclicos que no ayudan. Esto, se puede lograr al
comprender, que cada vez que tenemos un pensamiento, generamos
sustancias en nuestro cerebro que provocan reacciones químicas;
también es cierto que podemos volvernos dependientes a esto.

Prolongamos los pensamientos negativos para asegurar que esas


sustancias sigan en nuestro cuerpo. Liberarse de los hábitos negativos
pueden ser tan difíciles como dejar una adicción. Al cambiar nuestra
forma de pensar, podemos cambiar nuestra forma de sentir y generar
reacciones químicas más positivas que sí nos beneficien.
Mi Duelo, sí, el duelo de Sapio

Todas las relaciones experimentan altibajos cuando del “amor” se trata, es


necesario saber diferenciar entre un bajón que es posible superar y una
caída estrepitosa con víctimas fatales; entre ellas, tu amor propio.
¿Qué hacer entonces para salvar a ese amor propio casi muerto cuando
piensas que tu bienestar depende de la persona que está contigo? ¿cómo
liberarte de las cadenas que te impiden volver a ser quien eras y encontrar
la felicidad?
Soltar es la respuesta; soltar y dejar ir. No le temas a la soledad, tenle más
miedo a la dependencia que al estar acompañado de ti misma.
Dejar ir es el principio de un viaje de autodescubrimiento que nos llevará a
reencontrarnos con nosotros mismos, que nos hará libres y seguros para
volver a confiar y a creer en nuestro Yo.
Tú también puedes decir adiós, solo basta querer para poder hacerlo; la
pregunta es, ¿quieres cerrar el ciclo?
En mi página de Instagram subí hace un tiempo el material que leerán
ahora; un proceso que se extendió por un mes y en el que se trabajó
directamente con las emociones producto del quiebre de la relación
pudiendo plasmar día a día esos sentimientos que nacen de la pérdida.
Quiero que se mentalicen y asuman el día de hoy como el día en el que la
relación acabó; como el ultimo día que estuvieron unidos bajo un título a
esa persona; como el día en el que ese ser especial les dijo adiós.
Es imprescindible revivir el drama de lo ocurrido e imaginar que esa ruptura
sucedió hoy y que desde este momento estaremos sumidos en la melancolía
propia de este tipo de situaciones…
No se asusten, algunas veces es necesario hurgar dentro de las heridas
para con la ayuda del dolor, superar las adversidades.
Ningún dolor es para siempre, ningún malestar dura toda una vida,
ningún sentimiento perdura hasta la eternidad… Se puede, yo pude, tú
también eres capaz… Yo creo en ti tal como creí en mí.

Prepárate…
Se terminó, ¿y ahora qué?
Mi primera noche sin ti.

“Las sábanas frías sobre el colchón me recuerdan a cada instante todas


esas promesas rotas que me ha dejado tu adiós…tu alma se ha quedado
conmigo, pero tu cuerpo; ¿dormirá en los brazos de alguien que no soy
yo?”
Han pasado solo horas desde que me dijo adiós sin explicación alguna y con
solo un rostro inexpresivo, tal parece que no es el mismo que una vez me
amó o quizá no soy yo la misma y por eso ha decidido dejarme... De seguro
ha sido mi culpa, de seguro si yo cambiara lo que no le gusta volvería a mí
y seriamos tan felices como siempre lo fuimos.
Se acaba la relación y lo primero que hacemos es culparnos por lo sucedido,
al pensar que ha sido nuestra responsabilidad, creamos en nuestra mente una
falsa esperanza (si somos nosotros los culpables, basta que cambiemos o
eliminemos aquello que vemos como la causa de la ruptura para que todo
vuelva a ser como antes y no, señores, no es así).
La persona que ha decidido estar a nuestro lado nos escogió por quienes
somos, por nuestros valores; ¿Cómo es entonces que nos vemos en la
necesidad de cambiar para complacer a otros? No podemos, no debemos.
Seguido del sentimiento de culpa está la melancolía por lo que "pudo haber
sido" y no será, por lo que pudimos haber vivido o peor, por lo que pudimos
haber dejado de hacer para que esa persona decidiera quedarse a nuestro
lado. Se repite el punto anterior, buscamos eliminar de nuestra personalidad
todo aquello que le moleste al otro (amistades, pasatiempos, etcétera) y con
esto, estamos dejando de ser nosotros mismos y convirtiéndonos en lo que
ese otro quiere que seamos.
Ya son tres las cargas que pesan sobre nuestros hombros cuando la rabia se
une a la fiesta, queremos escribirle un mensaje, insultarle, pero a la vez,
buscamos desesperadamente una forma de hacer que regrese, hacemos
desaparecer a nuestra autoestima y a nuestro amor propio imaginando frases
que pudiéramos decirle para que se conduela de nosotros, para que vuelva y
dejemos de sentirnos tan mal.
Nos castigamos una y otra vez con películas mentales de nuestros mejores
momentos, lloramos la pérdida como si se tratase del fin del mundo,
releemos conversaciones, revisamos su Instagram su Facebook; nos damos
en la herida porque en el fondo, pensamos que merecemos todo lo que nos
está sucediendo y que debemos pagar porque "seguramente algo habremos
hecho mal".
Se fue, te dejó y no hay nada que puedas hacer; cada uno está donde quiere
estar y se va de donde no se siente a gusto, ¿Quieres que alguien que no se
siente a gusto contigo regrese a ti?, ¿vas a permitirle cambiarte para que con
eso te ganes la oportunidad de estar a su lado? Una relación no se trata de
rebajarse por un puesto o de pelear por estar "a la altura" de alguien más; si
se ha ido es porque así lo ha querido y eso también está bien, cada persona
llega a nuestra vida para cumplir un fin y se va de ella cuando lo ha hecho.
Haz algo mucho mejor ya que hoy no estás solo (a), llora, llora mucho y saca
de dentro de ti toda esa rabia, toda esa decepción, todo ese dolor y toda la
melancolía que sientes, llora toda la noche si es posible y cuando ya tus ojos
no den más, duerme... Todo va a estar bien.

“Y sin quererlo me detengo a pensar que no me alcanzó la noche para


comprender qué más pudo haberte hecho falta de mí, para que te
quedaras conmigo”
No puedo creer lo que me está pasando, no lo creo, no lo puedo creer. Quise
haber cerrado los ojos al menos un instante, quise descansar y olvidar todo
este dolor que ahora me consume, quise dejar de recordarte cada segundo
de mi madrugada y no pude, no pude porque por recordarte solo a ti, ya no
me acuerdo ni de mí misma.
El insomnio es el primer síntoma que aparece en estos momentos de
angustia, nos aferramos a la almohada y buscamos revivir -de forma
consciente- todos aquellos recuerdos que ahora son forman parte del pasado;
hurgamos en lo más profundo de nuestra mente tratando de recordar hasta lo
más mínimo, hasta lo más insignificante, hasta lo más estúpido para con esto
castigarnos por “haberle perdido, haberle dejado ir”.
Lloramos al ver fotografías, al leer conversaciones, al buscar algún indicio
de un tercer culpable en sus redes sociales, alguien que se le haya metido por
los ojos y le haya hecho desenamorarse; si no lo conseguimos, lo
inventamos; cualquier cosa es buena para crearnos la película jugando al
detective y así al fin poder decir “me dejó por otra (o)”.
Inmediatamente después de haber creído ver “algo”, lo negamos, nos
decimos a nosotros mismos que nuestra expareja “no sería capaz de algo así”
y en ese orden, repetimos una y otra vez cada pensamiento hasta lograr
terminar desorientados por no conseguir respondernos qué fue lo que pasó
para que haya decidido irse.
A esa hora de la madrugada casi todas nuestras amistades están dormidas,
pero igual, ¿para qué vamos a despertarlos si esto es solo un bajón de
momento? De seguro vuelve -Dios mío, ojalá que vuelva-, quizá ya mañana
me llama y me dice que se arrepintió.
Mis ojos están cansados pero la incertidumbre me mata, no podría dormir
porque, ¿y si no vuelve? y si de verdad me dejó, ¿cómo voy a superarlo?
¿cómo voy a salir adelante después de tanto tiempo juntos? ¿cómo logro
volver a sonreír si ya no estoy a su lado? Necesito que vuelva; necesito hacer
-a como dé lugar- que regrese a mí.
Comienzan las novelas mentales, preparamos el repertorio que le diremos
cuándo entre por esa puerta, cuidaremos cada palabra para que, con ellas, lo
(a) hagamos sentir lo miserable que nos sentimos ahora por habernos
abandonado; de nuevo esa voz en nuestra cabeza nos dice “no va a volver”
y perdemos el control al terminar llorando desconsoladamente.
Toda la madrugada es la misma película, el mismo sentimiento de
desconcierto por no saber sus razones, el mismo dolor, la misma rabia.
Amanece y las ojeras en nuestro rostro nos hacen ver que de verdad hemos
estado sufriendo, al instante sentimos un soplo de satisfacción al vernos
víctimas de esta situación, al final de cuentas, saber que nos ha hecho daño
le hará sentir mal y con eso pagará un poco de lo que hemos vivido (qué
sentimiento tan ridículo).
Nos sentimos cansados, sin ánimos de salir de la habitación, no permitimos
que nuestra mente descanse porque a cada segundo que pasa, vamos
metiéndole más información, más preguntas. Llegamos a un punto clave…
las preguntas.
Nos preguntamos ¿por qué? ¿cómo? y hasta un ¿cuándo? y un ¿dónde? Se
cuelan por ahí, queremos respuestas, necesitamos respuestas para entender
la única cosa que debemos entender; se fue y ya ni el cómo ni el por qué ni
el cuándo ni el dónde nos sirven para NADA, no necesitamos respuestas, lo
que necesitamos es ACEPTAR su decisión y RESPETARLA tal como nos
gustaría que nos aceptaran y nos respetaran si fuésemos nosotros quienes
decidiéramos irnos. ¡Ya lo sé que no es fácil pero tampoco es imposible!
Tú puedes hacerlo.
Y cuando amanece, la mala noche nos pasa factura…
“Las horas pasan lentas mientras no apareces y mi mirada no hace más
que tratar de buscarte hurgando entre el Facebook, el Instagram y el
WhatsApp”
Hoy no he ido al trabajo ni he querido levantarme de la cama en todo el día,
solo he alcanzado a conectar mi Tablet y mi teléfono celular; tu ausencia es
demasiado notoria y el silencio de mi habitación me recuerda que ya no vas
a estar, aún no te conectas al Facebook ni te veo en línea en WhatsApp, pero
te sigo esperando, como antes, como siempre.
Después de toda una madrugada de insomnio queriendo encontrar respuestas
y cuestionándonos por no haber sido lo suficiente como para retener a esa
persona, llega la mañana y con los primeros rayos de sol se disparan en
nuestra mente -de nuevo- un sin fin de recuerdos; aún no creemos que todo
esto haya pasado, aún seguimos confiando, esperanzados en que todo vuelva
pronto a la normalidad. Las 4 paredes de la habitación se hacen testigos de
nuestras lágrimas, nos atrevemos a enviar un mensaje de texto a la oficina
para excusarnos por sentirnos "enfermos" y poder así quedarnos en casa
como quien espera a un tren sabiendo que no va a llegar pero que se queda
en el andén por creer en los milagros.
Ya nos hemos librado de la oficina y hambre es lo que menos sentimos, es
como si se hubiera congelado el tiempo desde aquel adiós, es como si nuestro
cuerpo no necesitara más que saber de ese ser, como si nuestras principales
necesidades hubiesen quedado atrás hasta no tener noticias suyas. Lo
primero que hacemos al estar en este estado, además de llorar y albergar
todos los sentimientos que mencionamos en el fragmento anterior, es
descuidar nuestra alimentación, nuestro aspecto, nuestra higiene y, por ende,
nuestra salud; tal pareciera que nada importara, que todo quedara en segundo
plano, que el mundo hubiera dejado de girar y nosotros hubiéramos dejado
de existir.
Revisamos millones de veces nuestro teléfono celular, verificamos que no
esté -o que esté- "en línea" y al corroborarlo presente, Salimos
inmediatamente de la aplicación como si por estarlo observando hubiese
podido vernos; nuestro estómago se retuerce entre la rabia, el dolor y la
satisfacción momentánea por verle ahí, volvemos a abrir el WhatsApp solo
para sentir con ese "en línea", su presencia nuevamente; las manos nos
tiemblan y entramos a su conversación cientos de veces hasta decidirnos
entre escribirle o no.
Pareciera que volver a tener noticias suyas nos hiciera bien, sin embargo, la
rabia y la impotencia nos carcomen y más preguntas se suman a nuestra
cabeza, ¿cómo es capaz de estar en línea y no escribirme?, ¿puede estar tan
tranquilo (a) sin saber de mí, sin saber si estoy bien, si me afecta todo esto?,
comenzamos a juzgarlo por su ausencia y la ira va apoderándose de nosotros;
ahora son nulas las ganas de alimentarnos o de ver por nuestra salud, ahora
solo queremos insultarle por su frialdad y su falta de sensibilidad.
Ese toro en el que nos convertimos se desploma de repente cuando
nuevamente los recuerdos del ayer vienen a nuestra mente; si en este
momento estaría hablando con nosotros y diciéndonos lo mucho que nos
ama, ¿con quién habla ahora?, ¿en qué se ha convertido?, ¿cómo es capaz de
ser tan indolente? Las lágrimas aparecen de la nada y nos aferramos a la
almohada mientras el seguro de la puerta nos mantiene alejados del mundo
exterior, no hay madre ni hijos que valgan en este momento de desplome, no
hay salud ni hambre ni sed que pueda ser saciada, solo hay confusión,
tristeza, ira, dolor y desesperación.
Después de haber visto tantas veces el teléfono sentimos miedo de volver a
tocarlo, no queremos seguir sufriendo, no queremos volver a sentir todo este
cúmulo de cosas, no queremos seguir aferrados a esa persona y es entonces
cuando cambiamos el WhatsApp por la galería de nuestro celular... ¡Qué
lindas las fotos de su cumpleaños, nos veíamos tan bien, se le veía tanto amor
en la mirada! Las preguntas vuelven a atacarnos, tanto, que por un momento
queremos apagar esas voces en nuestras cabezas para estar en silencio.
Tampoco resistimos el observar las fotografías, es cuando vamos entonces
al reproductor de la Tablet y escogemos su canción favorita, esa que siempre
escuchaba o esa que nos cantaba al oído mientras nos abrazaba. Todo lo
narrado anteriormente forma parte de solo algunas de las formas como el ser
humano busca -y consigue- mutilarse, es una de las formas que usa para
castigarse, para hacerse daño al creerse el culpable de lo sucedido.
Atentamos contra nuestra salud porque no nos importa nada más que él
(ella), descuidamos todo a nuestro alrededor porque pensamos que no tiene
más importancia que lo que estamos viviendo, nos encerramos en nuestra
burbuja queriendo escapar - fingiendo escapar - de la realidad cuando la
realidad, es que nosotros mismos afilamos los cuchillos con los que nos
cortaremos la piel. Leer este tipo de cosas es distinto a vivirlas porque al
estar inmersos dentro de esas circunstancias se nos hace imposible ver la
magnitud del daño que nos hacemos, pero, cuando tenemos en frente de
nosotros líneas que nos explican nuestro comportamiento, es más fácil
entender la gravedad de nuestros actos.
La gran mayoría de las personas que terminan acabando con sus vidas, tienen
la autoestima tan pero tan baja, que les es imposible tomar conciencia de sus
actos y, al estar tan apegado al ser que se ha ido, sienten que sus vidas no
tienen remedio por lo cual el resultado son finales trágicos y lamentables.
Hoy te pongo en frente un espejo para que observes tus actos, para que veas
las fallas, hoy no quiero que sientas ni que llores, hoy quiero que tomemos
conciencia de lo que somos capaces de hacernos cuando no sabemos hacer
un stop y comenzar a pensar en nosotros.

Día 2
“Mis sábados por la mañana eran tan diferentes cuando estabas tú;
encontrarme sin ti en este oscuro lugar me hace comprender que mi
soledad no es tu adiós sino la ausencia de mí misma”

Contigo logré sentirme tan acompañada que me olvidé de seguir brillando


por dentro cada vez que te decía que apagaras la luz.
Hoy no tengo que ir a la oficina y lo agradezco enormemente porque no
estoy de ánimos para ver a nadie; preparo un café y me siento frente a la
mesa con nuestras fotos y un montón de recuerdos que pesan en mi espalda,
llevo dos días sin comer, pero estar tan ocupada entre mis pensamientos
hace que lo olvide, sigo esperando a que aparezcas por esa puerta, a que te
conectes en el Facebook, a que me escribas por WhatsApp; a que vuelvas.
Dos días sin saber de ti me están volviendo loca, me pregunto si habrás
comido, si te estarás cuidando, si estarás durmiendo bien; no me gustaría
que te sintieras mal ni que descuidaras tu salud, recuerdo que yo siempre
estaba pendiente de ti, de tus cosas; recuerdo que te regañaba porque no
debías dejar de alimentarte... Recuerdos; ahora sólo me quedan recuerdos.
Las horas pasan mientras yo sigo ahí con la mirada perdida, ya no lucho en
contra de mis pensamientos, ahora me dejo llevar y siento lo que ellos
quieran hacerme sentir; he perdido las fuerzas que tenía para luchar desde
que te fuiste y lo peor, es que no sé cómo recuperarlas. Un mensaje en el
celular me despierta del letargo, tu mamá me ha escrito para saludarme y
saber de mí; ¿será que ya le dijiste que me dejaste?, ¿lo estará haciendo
entonces por lástima?, no sé si responderle o dejarla ahí, no quiero hablar
con nadie que no sea contigo, pero es tu mamá, quizá conversando con ella
pueda saber de ti.
Decido no responderle por miedo a lo que pueda decirme, no he abierto el
mensaje, pero no apago el celular por si de pronto apareces; me sirvo otra
taza de café y me quedo ahí, con la luz apagada; los rayos del sol están fuera
de mi alcance y así como estoy es como quiero permanecer, en penumbras,
como me has dejado tú.
Otra noche más acompañados del insomnio y de ese montón de recuerdos
que nos golpean mientras se ríen de nosotros, otra mañana más en casa, lejos
de todo el mundo, ausentes de todo y con la mirada en la nada; sencillamente
esperando. Ya cuentan dos los días en los que no hemos tenido tiempo ni
ganas de alimentarnos mientras nuestro instinto maternal se preocupa por el
bienestar de ese (a) que nos dejó; nos preocupamos por ellos aún en su
ausencia, pero somos incapaces de preocuparnos por nosotros mismos por
pensar que "ellos merecen atención" y nosotros no.
Nos seguimos mutilando, nos seguimos haciendo daño, nos seguimos
golpeando con recuerdos de momentos pasados que solo valoramos
nosotros; nos perdemos del mundo como si el mundo se resumiera en una
persona, somos incapaces de preocuparnos nada más que por ellos aun
cuando por eso, dejemos de preocuparnos por nosotros.
Los familiares aparecen, aparecen los amigos en común, aparece toda la
gente que ha estado a su alrededor, pero no aparece esa persona… Nos
sentimos mal y permitimos que circunstancias nos hagan daño porque por
ahora nuestro amor propio es nulo, por ahora nuestra autoestima no existe,
se fue empacada en las maletas de quien nos dejó. Dos días luego de la
ruptura se comienzan a notar las verdades, se comienza a ver quién es
importante para nosotros y quién no, se comienza a observar que toda la
importancia se la hemos dado a ese ser y que nosotros nos hemos convertido
en fantasmas invisibles para nosotros mismos.
Tenemos la desfachatez de preocuparnos por otras personas pasando por alto
a nuestro propio cuerpo, nos volvemos ciegos de “amor”. Al quedar al
descubierto las verdades, dolerá un poco aceptarlas, pero recuerda que no
estoy buscando juzgarte sino, hacer que te des cuenta de los errores y los
fallos que TODOS hemos cometido.
Las noches duelen más porque están llenas de la soledad que me dejaste
tú…
“Cuántas preguntas sin respuesta pueden caber en una botella de vino?
Imagino que la misma cantidad de las mentiras que me bebí de tu copa
mientras me hacías el amor”
Logré comerme una manzana y un pedazo de pan, desde que no sé nada de
ti no siento hambre ni sed y no hago más que llorar mientras suena en la
Tablet la canción que me dedicaste; de seguro estarías aquí conmigo
tarareándola mientras pretendes que bailas y yo me río de tu forma de
bailar... He destapado la botella de vino que me regalaste para mi
cumpleaños, esa que nos tomaríamos la semana que viene para festejar
nuestro aniversario... Si tan sólo estuvieras aquí, tal vez no me sentiría tan
sola.
He abierto la cajetilla de cigarrillos que tenía guardada debajo del colchón
para que no te molestaras al verme fumar, le subí el volumen al máximo a
la música para acompañar a mis recuerdos y fui sirviendo una copa tras
otra brindando en tu ausencia por lo que pudo haber sido y no fue. He
mirado cientos de veces el celular para escribirte un mensaje y cada vez que
te veo en línea cierro la conversación porque sé que ya no te hago falta, eres
tan frío e indolente conmigo que ya me estoy acostumbrando a estar sin ti...
Te miento, no he dejado de pensarte, no te sales de mi mente ni un segundo
y cada sorbo de este vino me recuerda a todos esos encuentros que
comenzaban con una copa y terminaban entre tus brazos.
Duele, como duele esta soledad; quiero beber hasta perder la razón y
olvidarme de lo que alguna vez tuvimos, quiero aferrarme al alcohol para
sacarte de mi mente, quizá así podré borrarte al menos por hoy, aunque sepa
que mañana seguirá doliendo no estar contigo. Ya llevo media botella y las
lágrimas comienzan a rodar por mi rostro mientras el humo del cigarrillo
me lleva lejos, aun cuando contigo es donde quisiera que me pudiera llevar.
Estoy mareada pero no me importa, si no te importa a ti ¿por qué tiene que
importarme? Te has ido y no te culpo, quizá no fui lo suficiente como para
que te quedaras conmigo. Ya no sé ni cuantas veces he buscado tu
conversación en el celular, hoy es sábado por la noche y sí, estoy bebiendo;
un día como hoy estaríamos cenando en algún restaurante o acostados en
casa viendo las películas que nos gustan...
Tenía tantas cosas preparadas para este fin de semana y ahora solo tengo
esta media botella y la caja de cigarrillos que ya está pronta a terminar; me
he sentado en la esquina de la cama porque siento que todo da vueltas, te
extraño y para demostrarlo pienso llamarte para escuchar tu voz:
- Hola, no esperaba tu llamada
- Te extraño, quería decirte que me has hecho mucha falta
- No insistas más por favor, esto no puede seguir… no te hagas más
daño
- ¿Por qué me dejaste? ¿Por qué me tenías que abandonar?
- Deja de beber por favor y no me llames, no quiero escucharte en ese
estado, ¡Quiérete un poco!
- No puedo vivir sin ti…
- Yo ya no quiero estar contigo (fin de la conversación).

Me dejo caer al piso sosteniendo la copa casi vacía y el teléfono celular,


rompo en llanto al escucharlo decir esas palabras tan crueles, no puedo
creerlo; no acepto lo que me ha dicho… Ya no puedo decir mucho porque el
no haber comido bien me ha hecho emborracharme; logro subirme a la
cama y sollozando aferrada a la almohada me quedo dormida después de
mucho llorar.
Como hemos podido observar en la narración, los primeros días son los más
duros porque estamos en una etapa de negación, no aceptamos lo sucedido y
buscamos a como dé lugar que las cosas vuelvan a ser como antes. Un error
muy común que cometemos en esta etapa (además de descuidar nuestra
alimentación y poner en riesgo nuestra salud) es abusar de cuanta droga -
legal o no- se nos cruce en el camino; tenemos la idea errónea de que
ingiriendo alcohol vamos a olvidar el momento y obviamente así sucede, el
elevado grado etílico nos hace perder la noción del tiempo, pero No nos hace
salir del problema.
Cuando estamos bajo los efectos de estas sustancias solemos dar pasos en
falso que resultan negativos para nuestra recuperación. De igual manera,
seguimos en negación y lo repetimos una, dos y tantas veces como lo
creamos conveniente -aun cuando conveniente no puede ser ni será tomar
esta clase de decisiones-.
Día 3
“Mi cabeza da muchas vueltas mientras te sigo extrañando, pero nada
puede dolerme más después de haberte escuchado decir que ya no
querías estar conmigo”
Siento mucha debilidad, no debí haber tomado tanto y mucho menos debí
haber fumado; no tengo fuerzas para levantarme de la cama, aunque quiera
hacerlo, siento ahora un fuego en el estómago que me quema pero que no es
tan fuerte como la pena que tengo por haberte llamado en el estado que
estaba, quizá estés muy molesto conmigo y no quieras hablarme por un
tiempo; siento rabia de haberlo hecho, no debí incomodarte ni hacerte
rabiar.
Me siento mal, de verdad me siento mal y no te hablo a nivel corporal porque
eso es lo que menos me importa; siento vergüenza por mi comportamiento y
entiendo tus palabras y tu actitud hacia mí, me lo merecía, si quizá no te
hubiese llamado en ese estado todo podría haber vuelto a la normalidad.
Quisiera explicarte lo que siento, pero no debo buscarte, no puedo, no
quiero causarte más molestias de las que te causé ayer... Estaba tan sola y
me hacías tanta falta que te juro que me dejé llevar por lo que sentía e hice
cosas que solían molestarte. Es mi culpa, sé que es mi culpa, perdóname...
No te merezco, no soy suficiente para ti.
Después de una noche de recuerdos y vino -o cualquier bebida alcohólica-
nos queda la resaca propia del típico "despecho", las secuelas aparecen sin
dudarlo y más, cuando hemos obviado un instinto tan básico como lo es el
hecho de alimentarnos; nuestro estómago sufre y si ya había comenzado a
ser consumido por nuestros propios jugos gástricos, al sumarle una buena
dosis de alcohol al organismo el resultado es un tremendo ardor estomacal
seguido de un agudo dolor de cabeza, mareos y ganas de vomitar. Aun así,
nada nos importa; todo ese malestar queda en segundo plano porque, para
nosotros es más importante el tan llamado coloquialmente "ratón moral".
Arrepentimiento, vergüenza y decepción son solo algunos de sus
compañeros.
Muy de la mano con todo esto tenemos al maratón de las culpas y a esa forma
tan nuestra de responsabilizarnos, si ya nos habíamos puesto por el suelo,
bajamos hasta el subsuelo; es ahí en la oscuridad donde nos sentimos menos
mal, escondidos de todo el mundo por sentir que hemos hecho algo de
extrema gravedad. Ya no nos importa absolutamente nada que tenga que ver
con nosotros, ahora nuestro eje principal es entender cómo se siente él (ella)
y cuán grande pudo haber sido el malestar que llegamos a causarle con
nuestra llamada y nuestro estado de ebriedad.
Nos sentimos bajos, viles, impuros, como si esa persona fuese parte de la
corte celestial y nosotros, unos simples roedores; si ya no teníamos valor
ahora es totalmente nulo, ni el malestar corporal ni el dolor son suficientes
para "pagar" lo que hemos hecho; exactamente ahí comenzamos a ver todo
"muy claro", pensamos que la única razón del abandono que hemos sufrido
no ha sido otra que nosotros mismos.
Es una conducta totalmente irracional y mis palabras pueden parecer faltas
de tacto, pero, entre más crudas sean mis letras, más fácil será que puedan
comprender dónde exactamente estamos fallando.

Los tres días más largos de toda mi vida…


“Sin ti soy lo que no podía ser contigo, pero si no estoy contigo prefiero
no ser yo para así no estar sin ti”
Tres días de agonía gracias a un amor no correspondido, tres días de agonía
gracias a la carencia de amor propio, tres días de agonía gracias a una baja
autoestima y lo peor, es que sigo esperando a que vuelva.
Mi salud se encuentra en estado crítico porque me he negado a comer por
el abandono, he sumado a todo esto una botella de vino y cigarrillos; como
si fuera poco el estrés mental para añadirle malestar físico.
No entiendo de razones y me culpo por la decisión de él, quiero desaparecer
porque no me amo, mi amor se lo ha llevado quien me dejó y ante el hecho
de no saber qué hacer para remediarlo, decido no hacer absolutamente
nada.
El duelo en sí, por su naturaleza, es un proceso difícil pero su dificultad se
hace mayor porque somos incapaces de actuar de acuerdo con la razón
cuando son cosas del corazón.
Nos hacemos daño psicológico y físico, nos olvidamos de que hubo una vida
normal antes de ese ser y que puede seguir siendo así ahora; preferimos en
cambio seguir arrastrándonos tras los zapatos de quien no quiere estar con
nosotros porque nos hemos cegado de tal manera que decidimos no aceptar.
Así es el ser humano, haciendo todo más difícil de lo que en realidad es.
Día 4
“Si tan solo me hubieses permitido demostrarte que podía ser diferente”

Ya casi culmina la primera semana desde que se originó la pérdida, muchas


han sido las sensaciones que hemos experimentado y muchas las
equivocaciones que hemos cometido; desde descuidarnos en su totalidad
hasta atentar en contra de nuestra propia salud, desde quedarnos en un rincón
esperando hasta hacer una llamada para suplicar una pizca de atención.
Estamos en un proceso doloroso llamado duelo que es totalmente normal aun
cuando otros lo vean como el fin del mundo; no deja de ser difícil de
atravesar y mucho menos dejamos de sentirnos mal ante la pérdida.
Son varias las fases por las cuales debemos pasar para culminar este duelo,
unas más difíciles que otras, pero absolutamente todas, necesarias. No se
producen en un orden específico y tampoco tienen la misma duración.
La clave para comprender las etapas es no sentir que debemos pasar por todas
ellas de forma obligada; va a resultar más útil para nosotros que las miremos
como guías en el proceso de duelo para que nos ayuden a entender esa nueva
situación personal.
Cada persona es un mundo, siente, vive, llora, ríe y se lamenta de manera
diferente. Algunas logran exteriorizar fácilmente sus emociones, otras
experimentan el dolor más internamente y no son capaces de llorar; no todos
somos iguales y, por ende, cada uno vivirá el duelo de manera única.
En mis relatos les he dejado ver, en primer plano, todo mi sufrimiento y mi
falta de autoestima y amor propio; les he hecho revivir historias pasadas o
presentes logrando calar dentro de ustedes y tocar su fibra con mi historia.
Hoy, el vuelto a la oficina, pero sigo aferrada al recuerdo de ese amor,
buscando mil formas para que vuelva y tratando de mil maneras, de encontrar
las respuestas necesarias para calmar mi intranquilidad.
Como hemos podido observar, en estos 4 días iniciales del proceso de duelo,
la primera reacción que mostré tras una pérdida dolorosa fue negar la
realidad; muchos suelen pensar que nada de lo que ocurre a su alrededor está
sucediendo realmente, que sencillamente no puede estar pasando.
Día 5
“Hoy me dices que no después de haber dicho tantos sí, pero para mí, tus
sí valen demasiado como para aceptar ese no”

La fase de negación dentro del duelo es una primera barrera defensiva que
nos lleva a decir y sentir que no queremos, que no puede ser, que debe ser
un error; nos convencemos de que ha habido una equivocación y que la
realidad no es cierta, que no puede estar pasando.
Nuestra reacción inmediata cuando sufrimos una pérdida es levantar nuestros
primeros mecanismos de defensa para postergar el impacto de la agresión
que la noticia necesariamente implica.
La negación entonces es un mecanismo de defensa que nos acompaña a lo
largo de toda nuestra vida y que, ante la noticia de una pérdida, se hace
presente para conceder una tregua entre nuestra psiquis y la realidad.
En la negación existe una búsqueda desesperada del tiempo necesario para
pensar en el futuro de manera más serena, tomando distancia temporal de lo
que sucede, buscando una más saludable adaptación al evento que apareció
demasiado abruptamente.
La negación es un verdadero intento de amortiguar el efecto del primer
impacto porque bloqueamos las palabras y escondemos los hechos.
Es importante acotar que es una reacción normal y una manera de
racionalizar las emociones abrumadoras; esta es una respuesta temporal que
nos lleva a través de la primera oleada de dolor.
Esta fase tiene una función adaptativa la cual permite ganar tiempo para
“digerir” la pérdida, poder seguir cumpliendo con la rutina y obligaciones y
poco a poco ir siendo conscientes de los cambios que ya se han producido y
se producirán; se centra en buscar maneras de solucionar los problemas y así
poder retomar la relación con nosotros y también permite ganar tiempo para
“digerir” la pérdida, poder seguir cumpliendo con la rutina y obligaciones y
poco a poco ir siendo conscientes de los cambios que ya se han producido y
se producirán.
“Entiendo mis culpas, pero no quiero perderte, soy una imbécil por dejarte
ir, pero tú, tú eres un imbécil por no permanecer”

- Necesito hablarte
- ¿qué quieres?¡Ya te he dicho que no quiero hablar contigo! ¡Entiende
por favor! No funciona, ya no te quiero, no me siento feliz a tu lado,
prefiero dejarlo hasta aquí.
- Déjame hablar, por favor… No lo terminemos así.
- ¿Qué vas a decirme? Que lo intentemos, que volvamos a ser lo de
antes… No quiero volver a lo de antes, no quiero estar contigo; ya no
siento nada por ti.
- ¡Eres un idiota! ¡jamás me amaste! Jamás te importé, solo jugaste
conmigo y ahora me dejas… ¡te odio! -rompe en llanto-

Lanza el teléfono contra la almohada luego de colgar la llamada mientras


llora desconsoladamente; su madre se acerca a la puerta del cuarto para
verificar que esté bien pero solo recibe de su parte gritos y un muy mal trato,
pidiendo que la deje tranquila. Lo próximo, es descargar su rabia contra todo
lo que se acerque ya sea un objeto, un animal y hasta un ser querido (familiar
o amigo), pudiendo también reaccionar de esta manera con la persona que
nos ha abandonado.
La etapa de negación no llega sola, a medida que los efectos de haber tratado
de ocultar lo ocurrido comienzan a desgastarse, la realidad y el dolor afloran,
pero como es de esperarlo, no estamos listos para aceptar. La intensidad de
la emoción de dolor se desvía, se reorienta y se expresa entonces de manera
contradictoria; nos encontramos en un estado de descontento por no poder
evitar la pérdida. Buscamos razones, causales y culpables; muchas veces
asumimos toda la culpa como nuestra y también culpamos al que se ha ido.
Si lo miramos desde lo racional sabemos que la persona no tiene la culpa,
pero emocionalmente, podemos estar resentidos con ella por causarnos tanto
dolor al dejarnos. Nos sentimos culpables por estar enfadados y esto nos hace
enfadarnos más todavía.
Hemos vivido hasta ahora la fase de shock y nos encontramos apenas
entrando a la fase de negación en la que nos mantendremos unos días (su
duración va a depender de cada persona).
Estas dos fases van casi siempre de la mano cuando se experimenta un
proceso de duelo y digo casi siempre porque el duelo es un proceso
totalmente personal en el cual las fases que se atraviesan no necesariamente
deben pasarse en el orden en el que se explican; algunas personas viven solo
algunas y hasta pudiera ser que se salten alguna. No debemos sentir que
tenemos que pasar por cada fase de manera estructurada para “estar bien”,
debemos dejar que se vayan presentando sin llegar a inducirlas.
Lo que sí podemos -y es lo que quiero-, es prepararnos de tal manera que
podamos contar con el conocimiento suficiente que nos permita determinar
en qué etapa nos encontramos en este momento y utilizando las herramientas
necesarias, enfrentarla de una forma más positiva, sin hacernos más daño y
logrando dentro de lo posible llegar al entendimiento; comprendiendo que se
trata de un proceso totalmente normal por el cual debemos atravesar y que
no es el fin del mundo sino el comienzo de uno nuevo.
Ya se va viendo una luz al final del túnel cuando sabemos que todo va
mejorando, que esto es necesario y que podemos salir de ahí.

Día 6
“Algunas veces te odio y otras te extraño; es difícil que alguien pueda
entender lo que ni yo entiendo”
No te has atrevido a atravesar esa puerta ni me has enviado un mensaje al
celular, ya no me aparece tu foto de perfil, pero no me atrevo a escribirte
para no molestarte. Te odio por haberme dejado, pero extraño tanto el estar
contigo que toda esa ira que llevo por dentro me hace recordar que te amo
y que me duele no tenerte aquí.
Aún no logro superar el shock que me produjo el haberte perdido, ante el
bullicio de la gente me siento tan solo un espectador; no puedo
concentrarme ni tengo energía, estoy aturdida, paralizada y con los
sentimientos como dormidos, anestesiados. Aunque mi comportamiento
algunas veces podría interpretarse como de serenidad; siento que me
desmorono cuando me doy cuenta de la realidad.
Todo lo narrado anteriormente no es más que un mecanismo de protección
ante la amenaza de un dolor psíquico y confusión intolerables, se trata de un
escape natural y temporal que tiene como finalidad amortiguar el impacto
inmediato y ayudar a ir asimilando la terrible realidad ya que aun cuando
haya una aceptación intelectual de la pérdida, el proceso emocional resulta
ser lento y podría durar días o meses.
Estamos en negación, incrédulos; no renunciamos a la esperanza de que va
a volver porque creemos que no ha ocurrido nada. Como dolientes, solo
podemos pensar en la pérdida y sentirnos paralizados por el miedo; miedo a
perder los nervios y el control, a no poder concentrarnos, a volvernos locos,
a lo desconocido, al futuro. Estamos emocionalmente desorganizados, nos
sentimos solos, tristes, vacíos, confusos, desamparados, desesperados y
llenos de desolación. Lo peor, es que la idea de suicidio no es infrecuente.
Este pánico es normal y es necesario estar conscientes de ello; el dolor es
normal.
Es importante acotar que cada persona pasa su duelo de un modo diferente,
en estos primeros momentos el dolor es aterrador e irregular y se expresa a
través de una gama extensa de sentimientos, con reacciones muy variadas y
a menudo contradictorias. Son frecuentes los sentimientos de oportunidad
perdida y también los de inseguridad; la negación es más marcada en las
personas que han sido dejadas y se nota menos en las que han dejado.
Aparecen desde luego sentimientos de desesperación, enojo, resentimiento y
cólera que siente el doliente hacia las personas; la desolación y el llanto son
muy frecuentes en un primer momento, este es precisamente el tiempo en
que el doliente debe suprimir o ignorar las reacciones de dolor que pueden
retrasar o alterar el duelo. Las emociones que se sienten, al ser identificadas,
sirven de cauce para que las penas fluyan.
El sentido de culpa relacionado con la pérdida aparece como fenómeno de
autocastigo y auto recriminación por cosas que no hizo, no dijo o actuaciones
que hicieron daño a esa persona amada; “si al menos le hubiera tratado más
cariñosamente, le hubiera cuidado más, hubiera tenido más paciencia, le
hubiera expresado cariño con más frecuencia”. Hay un sentimiento de
pérdida de “la vida no vivida”. Ante el rompimiento, cuando nos culpamos
por lo sucedido, existe en nuestra mente la esperanza de que las cosas puedan
cambiar, este adiós nos hace examinar la vida, los propios fallos, errores,
injusticias, lo que se ha hecho o dejado de hacer.
El sentido de culpa sin resolver y las emociones mal interpretadas pueden
llevar al doliente a sentirse mal durante años o a manifestarlo a través de
síntomas físicos; puesto que el pasado no puede cambiarse, hay que aceptarlo
e integrarlo a la propia vida; el aceptar la culpa es una forma de integración.
El doliente está furioso, lleno de ira, rabia y resentimiento, cólera, enojo
contra los que le rodean; indignación con el propio ser querido que se ha ido,
rabia contra sí mismo y contra los demás, depresión y abandono.
La depresión aparece en esta etapa como un fenómeno normal y sano. Es una
necesidad psicológica, un camino lento y tortuoso para llegar a aceptar la
pérdida y forma parte del proceso de decir adiós al ser querido. “El sol luce”
pero está envuelto entre nubes y el doliente no lo ve. Puede ayudarle asegurar
que “las nubes pasan” aunque en estos momentos a él le parezca imposible.
Disminuye de manera importante la autoestima y hasta llegamos a pensar en:
“no me importa mi aspecto físico ni mi salud”, “no valgo la pena”, “no puedo
ser merecedor del afecto de otros”.

Día 7
“Hoy te amo y te odio, no sé si por todo lo que vivimos o por todo lo que
me recuerdas”
Comencé a tomar pastillas para dormir y aunque me siento muy dispersa y
tengo poca concentración, creo que me hacen bien… He salido de mi
habitación y me he encontrado a mamá llorando desconsolada mientras
tomaba su café. Volvieron a mi mente de inmediato todas esas escenas de mi
infancia donde papá gritaba como un loco y ella me tomaba entre sus brazos
y me protegía de todo aquel infierno.
No pude contener las lágrimas al verla, fue como una terapia de shock,
volver al pasado me hizo sentir como me he sentido desde el primer día sin
ti; con tan solo mis recuerdos y todas estas ganas que tengo de irme lejos
hasta que pueda calmar el dolor que llevo a cuestas y que cada día que pasa,
me pesa más.
Preferí volver a mi habitación porque aquí me siento segura y tranquila…
¿cómo no pude ser capaz de retenerte? ¿Por qué mis amistades tienen
matrimonios tan felices y yo no pude hacer que te quedaras conmigo? Si lo
pienso bien, después de haber visto llorar a mamá me doy cuenta de que, al
ver cómo sus lágrimas caían dentro de la taza de café me estaba viendo a mí
misma… Te elegí por ser alguien en apariencia protector, pero me has
dejado sola cuando más te he necesitado; exactamente igual que lo hizo
papá.
Repetí sin darme cuenta la misma relación que tenía con mi padre; siempre
me había sentido muy desamparada y necesitada de aprobación; luego que
mamá se quedara sola no le quedó más remedio que enseñarme a no atarme
a un hombre como lo hizo ella, a ser independiente. Papá era tan protector,
tan preocupado por la familia, pero siempre estaba ocupado y nunca tenía
tiempo para nosotros; peleaban mucho cuando mamá le exigía estar a mi
lado tal como estoy yo ahora exigiéndote que no me dejes.
Es un shock a los sentidos toda esta información; es darme cuenta de que,
sin querer, he escogido a alguien que me dio exactamente lo que tuve cuando
niña; que ante el mundo me protegía y me cuidaba pero que se la mantenía
distante y me hacía sentir tan sola… He repetido contigo la relación que
tuve con mi padre; te he permitido que, como él, me hicieras vivir en soledad.
Cuando nos damos cuenta de que nuestra relación de pareja no es más que el
reflejo de aquello que vivimos en nuestra infancia, nuestro modo de ver las
cosas cambia; si bien nos prometimos jamás ser lo que uno de nuestros
progenitores fue o no repetir la vida que llevaban y que nos hizo tan infelices,
si no tuvimos amor mientras crecíamos, bien podemos pensar que no lo
necesitamos y como nadie puede anhelar aquello que desconoce, nos
sumergimos en relaciones donde somos igual o peor de desdichadas de lo
que hemos sido siempre.
Caemos en el error de aguantar malos tratos, rechazos, de permitirnos ser la
opción de una persona, la (el) otra (o), permitimos que nos dejen y nos
recojan cuantas veces lo deseen, aceptamos humillaciones, soledad, cambios
repentinos de ánimo y/o personalidad, migajas de afecto, y todo porque eso,
fue exactamente lo que tuvimos en nuestro pasado y que pensábamos que
estaba bien, que era lo correcto; así vivían mamá y papá así que así era como
debía ser; no teníamos que aspirar a más porque con poco, era suficiente.
Estamos repitiendo patrones sin quererlo, sin desearlo, sencillamente porque
con esto, tratamos de redimir los errores que creíamos haber cometido en
nuestro pasado con ese progenitor al que hemos escogido para que reviva en
la figura de nuestra pareja; creemos que, dándonos una nueva oportunidad,
podremos curar el daño que ya existe dentro de nosotros y así entonces, sanar
las heridas.
Muy en el fondo estamos conscientes de lo que sucede, sabemos que nos
faltó amor, sabemos que pudo haber más cariño pero, al escoger a alguien
que es tan parecido al progenitor del cual tuvimos más carencias, lo vemos
como si la vida nos estuviera dando una nueva oportunidad de lograr la
aceptación que tanto anhelamos, ese amor que tanta falta nos hizo, ese
abrazo, esos gestos de cariño, esa atención; dejamos sobre la mesa todas
nuestras carencias afectivas creyendo que modificando de alguna forma
nuestro modo de actuar, podremos suplirlas, o peor, lograremos que esa
persona las llene… De ahí es cuando nace la gran mayoría de los apegos.

Sigo pensando que…


“No era tan difícil darte cuenta… tampoco era tan difícil que te quedaras
conmigo”
Lo que ocurrió hoy con mamá me ha mantenido afectada todo el día, una
compañera del trabajo se ofreció a hacerme compañía en casa luego de
invitarme a acompañarlos y que me negara a aceptar; la verdad es que no
quiero salir, un encuentro con el mundo exterior es lo que menos me apetece
cuando lo único que deseo es estar aquí, en mi habitación, y tratar de
conseguirle respuestas a tu ausencia.
Mamá los hizo pasar luego de que yo me lavara la cara para no verme tan
demacrada, sonreían y me hablaban de ser fuerte al mismo tiempo que se
tomaban de la mano como una pareja feliz… al principio traté de no hacer
ni decir nada, no quería incomodarlos con mi historia ni tampoco hacerle
un desaire a Ana que tan gentilmente vino a verme pero, fue demasiado
doloroso verlos juntos y felices y recordar todos aquellos momentos en los
que mi mano se sintió tan segura entre las tuyas; terminé excusándome por
sentirme mal y salí corriendo a la habitación a llorar desconsoladamente.
Te extraño, sé que no estás y que no vas a volver, pero, jodidamente te
extraño.
Cuando creíamos que ya no podíamos pasarla peor de lo que la estábamos
pasando, comenzamos a ser conscientes de cómo ha cambiado y seguirá
cambiando nuestra vida sin la presencia del ser amado y todas las
consecuencias que ello acarrea, consecuencias que no hacen más que
generarnos una tristeza profunda junto con una visión negativa del mundo,
del futuro y de nosotros mismos.
En esta fase se comienza a asumir lo que representa la ruptura; la fase de
tristeza profunda se caracteriza, como su nombre lo indica, por un
sentimiento de tristeza muy fuerte por caer en cuenta de la realidad, pero -
al fin un pero positivo-, no todo es tan malo en esta fase; la tristeza es una
emoción necesaria para que, puedas asumir realmente la pérdida y te
ayudará a conectarte con lo ocurrido y a empezar poco a poco a superar el
duelo.
Deja que tus sentimientos fluyan, deja que las sensaciones salgan, no las
suprimas, no las bloquees, siéntete libre de expresar y soltar todo aquello
que necesites porque al caer en esta fase ya se va viendo el beneficio que
tiene -por lo menos en este proceso- nuestra cuota de sufrimiento.
En el ejemplo claro que hemos narrado, se da un primer contacto por parte
del doliente con el mundo exterior y, para que no ocurra lo que sucedió en
el relato, se aconseja mantenerse al menos por un tiempo prudencial, lejos
de personas que puedan avivar o acrecentar todas las sensaciones que desde
la primera fase habíamos estado experimentando.
Si bien en esta etapa se comienza a aceptar de alguna manera que las cosas
no serán como antes, debemos cuidarnos de acontecimientos que nos hagan
más daño porque nos encontramos aún muy sensibles como para procesar
estas emociones fuertes que el encuentro mismo puede generar.
Es bueno entonces que no frecuentemos “parejas felices” ni uniones que nos
recuerden lo que tuvimos y que hemos perdido; esto, para no culparnos más
del fracaso ni de todo lo que hasta ahora nos hemos estado culpando.

Hagamos un break…

Procesar toda esta información no es fácil, sobre todo si acabamos de pasar


por esto o si estamos atravesando este proceso en el ahora; de cualquier
manera, es absolutamente normal y necesario, aunque duela.
Hace ya una semana que vivimos en carne propia lo que significa el hecho
de ser “dejados” y que comenzamos a tratar un tema bastante delicado y
controversial, un tema que a muchos nos ha mantenido en vela a causa del
dolor propio de este tipo de acontecimiento… El Duelo.
Todo proceso tiene un antes y un después y más este por ser tan peculiar pero
necesario para cada uno de nosotros en este viaje que hemos comenzado
hacia el cierre de ciclos; dejar ir no es cosa fácil cuando tenemos a nuestros
sentimientos involucrados pero, de que se puede, se puede; se los asegura
esta humilde servidora que vivió todo ese traumático proceso (más de una
vez) y que cuenta con todas las ganas, la disponibilidad y el amor para
compartir con ustedes las herramientas que me ayudaron a salir de ese hoyo
sin salida donde creí haberme perdido por un tiempo.
Hoy, antes de darle continuidad a las publicaciones donde explico paso a
paso las sensaciones propias de cada fase del duelo, quiero tomarme un
momento para agradecerles a todos por la confianza que han depositado en
mí y por la oportunidad que me han dado de llegar a sus vidas y ofrecerles
mi apoyo, mi comprensión, mi hombro y un corazón lleno de esperanza y de
la fuerza necesaria para superar esas pérdidas que nos han causado tanto
sufrimiento… Recuerden que absolutamente todo lo pueden lograr, solo
tienen que creer y yo creo en ustedes.
Hoy, no es más que un proceso doloroso del que cuesta salir, pero mañana,
al salir el sol, será parte de un gran aprendizaje, de una enseñanza de vida
que nos ayudará a lograr ser mejores personas cada día y a tener el
conocimiento necesario para desenvolvernos de manera positiva si nos
encontramos en un futuro cara a cara con una situación igual o parecida a la
que vivimos hoy.

Gracias, a cada uno.


Día 8
Otra noche más…
“Ahora que lo pienso, siempre te amé por encima de lo posible porque
nunca me importó darte tanto y que me dieras tan poco”
Un domingo cualquiera se ha convertido en un domingo gris, sin magia, sin
sol, sin vida; se ha convertido en un domingo sin ti.
Le pedí disculpas a Ana por mi conducta de anoche, ella se disculpó conmigo
por haber asistido a casa con su amado aun sabiendo que estoy pasando por
un mal momento; mamá no habla mucho porque teme llorar delante de mí y
yo, me siento mal desde que no estás conmigo.
Ya entendí que no vas a volver, entendí que no quieres nada conmigo, no te
culpo, ¿quién querría algo con alguien como yo? Todo el tiempo que
compartimos juntos, todos los malos momentos en los que estuve contigo,
todo el apoyo que nos dimos y hasta tus malos tratos cuando estabas
molesto; todo lo que aguanté lo has tirado a la basura y lo peor, es que en
una semana no he sabido más de ti desde aquella noche en la que te llamé
mientras tomaba.
No voy a decirte que he dejado de extrañarte, tampoco voy a decirte que no
me hace mal estar sin ti, ¿a quién quiero engañar? No sé hacia donde ir ni
qué hacer, ni siquiera sé si quiero hacer algo. No he dejado de llorar ni de
lamentarme, no he dejado de ver las fotos que subiste en tu Instagram
anoche, con ella. Es linda, no lo puedo negar… Es hasta más linda que yo
con su cabello largo bien arreglado, con su cara fina y esos rasgos sutiles;
no podría competir ni estar a su altura.
Pocas personas saben de esto, no he querido contarlo para que no piensen
mal de ti, por si vuelves… Una de mis amigas, Luisa, con la que no te gustaba
que me viera ni escribiera; no ha hecho más que decirme que pase la página,
que lo supere, que lo acepte y que te deje ir. Ahora que sé que no te importa
lo que suceda conmigo ni cuanto me duela haberte perdido, tan solo espero
que ella te sepa valorar como lo hice yo.
El mundo se nos cae encima cuando comenzamos a aceptar la pérdida,
entendemos que esa persona no desea estar con nosotros, pero como
continuamos negándolo, el dolor crece. Todo a nuestro alrededor nos
recuerda al pasado, los rostros, los escritos de amor que vemos en las páginas
de Instagram, los para siempre que escuchamos en la novela de las 09:00 pm,
las ofertas que ya comenzaron a lanzar por el día de los enamorados; la risa
de los vecinos que se divierten en un domingo común, la cara triste de la
mamá de nuestra protagonista al recordar con su historia lo que le hizo su ex
pareja, la mirada de amor de Ana mientras su marido le acariciaba la mano,
todo nos lleva a un ayer que entendemos que ha quedado en nuestro pasado
y que no volverá pero cuyo final no logramos comprender.
De pronto, nos encontramos con que nuestro (a) amado (a) ha comenzado a
salir con alguien y que poco o nada le importa lo que estamos sintiendo; se
ha dejado ver en sitios nocturnos con su nueva adquisición y lo peor, se ha
atrevido a subir fotos al Instagram y hasta a su perfil de WhatsApp.
El dolor es demasiado, la decepción es muy fuerte como para no
desplomarnos; pensamos en la cara de felicidad de los que nunca quisieron
vernos juntos y recordamos a cada instante la cara de los que nos han dicho
cientos de veces que “pasemos la página”.
Para ellos resulta tan fácil porque no son quienes sufren esta agonía; en estos
momentos lo último que queremos escuchar es que alguien que no está
viviendo lo que nosotros, nos diga qué hacer.
Como llevamos tanto tiempo tratando de buscar razones que nos expliquen
la pérdida, nuestra falta de autoestima nos juega una muy mala pasada; nos
encontramos mil y un defectos delante de la nueva pareja de nuestro ex amor,
nos restamos el poco valor que nos podía haber quedado porque pensamos
que no podemos aspirar a estar a su altura y nos descuidamos aún más. Si
antes nada tenía sentido, ahora nos miramos a nosotros mismos como lo peor
por el simple hecho de no ser quien está ahora con la persona que nos dejó,
pero lo peor, es que nos vemos como alguien que no merece estarlo.
Esta fase, aunque bastante dolorosa, nos acerca más a ese tan preciado
momento de liberación. Sé muy bien que no quieren sentirse así y mucho
menos estar en esta situación, pero recuerden que es un proceso natural y
necesario del que no debemos querer escapar… Todo pasa y se supera.

“Aun cuando los sentimientos sean sinceros, nadie es irreemplazable (y si


no me creen, que te lo pregunten a ti)”
No pude evitarlo y no voy a pedir disculpas, aún no puedo creer que hayas
ido con ella al mismo sitio que frecuentabas conmigo; aún no puedo superar
que los que se decían nuestros amigos te hayan acompañado… En tu
Facebook están todas las pruebas; las etiquetas, las caras felices de todos
los que ahora aprueban a tu nuevo amor y estás tú, abrazado a ella, como
si la amaras de toda la vida, como me abrazabas a mí.
Vi su perfil de Instagram porque no lo tiene privado, revisé sus fotografías
y sus videos, su Facebook, el tiempo que tienen las publicaciones en las que
salen juntos, la rosa que le regalaste el sábado; el mismo sábado en el que
te llamé para escucharte y que me trataste mal, seguramente porque en ese
momento estabas con ella.
Mi sed de saber es más grande que mis ganas de olvidarme de todo, ahora
entiendo muchas cosas, ahora entiendo por qué tenías tanta prisa en irte, es
obvio; ya la tenías a ella.
Desde que se creó el internet nuestra vida cambió, si bien antes podíamos
contar con la tranquilidad que nos aportaba el hecho de estar incomunicados,
ahora esa tranquilidad se ha anulado gracias a la infinidad de información
que podemos encontrar con nuestro amigo Google.
Es obvio que poder tener a la mano todos esos datos puede ser beneficioso,
pero ¿qué tan positivo pueden ser estos recursos para una persona que se
encuentra pasando por un duro proceso de duelo y que, además, recién se
entera que quien acaba de dejarla está saliendo con otra? ¿qué tan beneficioso
puede ser el poder tener en frente fotografías, historias y videos que nos
hagan más daño? El ser humano gusta del dolor porque lo ha visto siempre
como una forma de redimir sus pecados y sus malas acciones.
En estos momentos hurgar en la web para buscar encontrar aquello que no
se nos ha perdido, es estúpido e insano meternos el dedo en la herida para
hacerla sangrar es retroceder y querer ahogarnos en el dolor y la decepción,
es un paso negativo en este proceso de duelo del que lo único que debemos
hacer es salir… pero se trata de salir ganando.
Día 9, 10, 11…
“Fui yo quien te creó y te dio vida en mi mente… dentro de mi cabeza,
siempre fuiste una hermosa ilusión”
Nos pasamos la vida intentando buscar una explicación a lo inexplicable: el
proceso de enamoramiento y sus nefastas consecuencias para la estabilidad
emocional. Hasta los científicos han querido aportar su grano de arena en
esta confusión que reina en el asunto, atribuyendo las locuras de amor a
extraños comportamientos biológicos que hacen que el cerebro se pase de
vueltas hasta que termina desconectándose, y le podemos dar mil
explicaciones, pero la conclusión siempre es la misma; el enamoramiento es
un estado de enajenación mental transitorio y a nosotros nos encanta.
Todo comienza con un cruce de miradas y en ese momento te vuelves loca
(o), en este caso no es un recurso lírico. De pronto tu vida se asemeja a una
montaña rusa de emociones que gira alrededor de esa persona de la que te
acabas de enamorar.
Al menos cuando nos enamoramos estamos más cerca que nunca del
trastorno obsesivo compulsivo al mandar WhatsApp constantes a nuestro
objeto de deseo, y qué decir de esa psicosis de centrar todos tus pensamientos
en él (ella) o cuando intentamos pasar las 24 horas del día con él (ella) y esa
transformación radical que hacemos de la realidad cuando estamos
enamorados idealizando a esa persona hasta convertirla en perfecta. Hay que
reconocer que estamos enfermos, afortunadamente, esta enfermedad mental
tiene cura y el tratamiento es sencillo: tiempo. El enamoramiento NO es
amor.
Aunque no hay tratamientos sin efectos secundarios y, en el caso del
enamoramiento, las consecuencias pueden ser desde una decepción total
hasta la consecución del amor. Y es que, en contra de lo que muchos creen,
el enamoramiento no es amor sino su fase previa porque cuando el
enamoramiento se acaba es cuando el amor puede surgir entre una pareja con
claridad; es el momento de elegir entre el amor o el desamor.
Hay personas adictas al amor que necesitan ese subidón de energía que
produce el enamoramiento y no es extraño, porque cuando te enamoras te
conviertes en la persona feliz que siempre has deseado ser. Sin embargo,
idealizar el amor puede llevarte a necesitar ese estado permanente de
enamoramiento que es imposible mantener en el tiempo. Por otra parte,
idealizar a la persona de la que te has enamorado conlleva varios riesgos,
como la dependencia, la obsesión y también la desilusión, el amor transforma
la realidad.
Cuando nos enamoramos tendemos a convertir a esa persona en el hombre o
la mujer perfectos que hemos estado esperando por tanto tiempo, de esta
forma, magnificamos sus cualidades y sus virtudes hasta convertirles en
seres maravillosos rodeados de perfección. A veces, incluso nos inventamos
un personaje totalmente distinto del que en realidad es, creándole a imagen
y semejanza de ese ideal que hemos deseado.
Poco importa que no sea real, porque en esos momentos la felicidad nos
embarga y no estamos dispuestos a dejar escapar la oportunidad de disfrutar
de ese ideal todo el tiempo que podamos, porque ese es el problema, el
tiempo. Con el paso del tiempo el brillo de nuestro enamorado se va
desluciendo y va apareciendo la realidad en forma de molestos
comportamientos, defectos que antes no estaban y manías insoportables.
En este momento podemos analizar la situación con objetividad para
descubrir si ese ideal que ya está adquiriendo tintes de mortal es de verdad
la persona con la que queremos compartir nuestra vida, o intentar mantener
por todos los medios la ficción que nosotros mismos hemos creado, eso sí;
cuidado con perpetuar la idealización del amor porque tarde o temprano la
realidad se impone.
Todo ese tiempo que estemos bajo los efectos de la idealización del amor
será determinante para nuestra futura estabilidad emocional, así como para
la continuidad o no de la pareja. Pasar de príncipe azul a sapo no afecta solo
al hombre que sufre esa transformación radical, sino que el desajuste
emocional producido por el paso de la ficción a la realidad repercute más en
nosotros mismos.
Decepción, incomprensión, desánimo y desilusión son los sentimientos que
aparecen una vez que termina el período de idealización. Si antes has
magnificado sus virtudes, ahora corres el riesgo de exagerar sus defectos, así
que vas a necesitar mucha fuerza emocional para ver a tu amor con
perspectiva.
No intentes mantener el ideal ficticio porque corres el riesgo de convertirte
en una persona dependiente de ese supuesto amor perfecto, No es fácil
competir con la perfección y si te encierras en la idea de que ese hombre o
esa mujer son maravillosos, tu propia personalidad quedará anulada por su
excelencia. No te engañes, todos somos de carne y hueso, todos cometemos
errores y tenemos defectos.

Día 12, 13, 14, 15 …


“No te culpo por querer irte, discúlpame tú a mí por no querer dejarte ir”
Dentro de las fases del duelo en la ruptura de pareja, la fase de culpa es una
de las más características, es decir, la culpa no surge de manera tan marcada
cuando nos enfrentamos a otro tipo de duelo, sin embargo, en el duelo por
ruptura es una de las fases más notorias y más complicadas de superar.
La culpa nos lleva a darle vueltas a la cabeza respecto a qué podrías haber
hecho o dicho para no haber perdido la relación. El pensamiento obsesivo
dirigido a buscar responsables de la ruptura puede llegar a agotar
psicológicamente a la persona y provocarle un gran estado de ansiedad.
Cargarse con el 100 % de la culpa en una ruptura de pareja es
contraproducente y, sobre todo, muy injusto.
La pareja es un equipo formado por dos personas y la responsabilidad de la
ruptura siempre es compartida. Intenta repartir la culpa que sientas,
entiéndela como responsabilidad compartida y dirige tu mente hacia el
futuro. Ante la ruptura de pareja, al “dejador” le corresponde frecuentemente
ser el blanco de las iras del “dejado”. En el caso de que esté firmemente
convencido de su decisión, este papel será más llevadero, pero en el caso
contrario la ruptura se convertirá en un proceso con más desgaste.
Cuando las relaciones son duraderas los vínculos tienden a ser fuertes.
Existen muchos proyectos, metas complicadas y vivencias compartidas.
Vivir con la misma persona mucho tiempo se convierte, además de en otras
cosas, en un modo de vida, y como tal, romper bruscamente es difícil
normalmente tanto para el dejado como para el dejador. Existen algunas
variables que determinarán la dureza del proceso de ruptura de pareja para el
dejador: La capacidad para soportar la evaluación negativa del otro, el
sentimiento de culpa es difícil de digerir, no es fácil mantener una decisión
sabiendo que si uno hace como si no pasara nada, todo podría olvidarse.
Basta con decir “vamos a intentarlo de nuevo” para que los ánimos se
calmen. Dependiendo de la capacidad para soportar los sentimientos de culpa
por la crítica del otro, así de firme será la decisión. Hay personas que se
muestran incapaces de ser tajantes haciendo que no se cierren las opciones
de una reconciliación. Esta opción conlleva alivio a corto plazo, pero
también cierta tendencia a la cronificación del malestar. Se juntan miedos
hacia cómo será el futuro junto con reproches cíclicos por parte de las
parejas, ya que no pueden acabar de asumir que han sido dejados.
Por tanto, el manejo de la crítica del otro y la capacidad para afrontar el
conflicto es un tema principal para poder materializar una ruptura.
Cuanto más variable sea la decisión, más angustia se producirá en ambos, Se
agolparán los argumentos a favor y en contra de las dos opciones, intentando
sentir una certeza que calme y permita ser consistente a largo plazo. Lo malo
viene cuando uno ve que el otro no es ni un ogro ni una persona perfecta, y
que, por tanto, aunque hay aspectos a favor y en contra, no son
suficientemente buenos o malos como para que se decida con calma y
contundencia.
De nuevo con la culpa de fondo, una variable que marca la dificultad para
decidir en qué condiciones económicas y sociales se queda el dejado. Cuanto
más perjudicado quede, más complicada se hará la decisión. La existencia de
hijos en común frenará tremendamente la opción de la ruptura y será más
dura la decisión debido a las consecuencias.
Puede que exista también la existencia de otra persona, otro proyecto de
pareja que dé seguridad para llevar a término la ruptura porque en muchas
ocasiones, estas relaciones se convierten en puentes hacia otros proyectos
posteriores, no es frecuente que duren a largo plazo, pero cumplen una clara
función de apoyo.
La aparición de celos y sentimientos de posesión hacia el abandonado al ver
que puede perderse definitivamente la posibilidad de seguir lleva a generar
dudas sobre los sentimientos. En ocasiones para dar una nueva opción a la
relación, en otras solo para retrasar el momento de la separación.

Se le escucha decir a ella mientras lo mira a los ojos luego de lograr que,
después de tantas súplicas, él quisiera verla:

Yo te di todo y hasta más allá de todo lo que una persona podría llegar a
imaginar, puse mis ilusiones en ti, mis esperanzas, todas mis ganas de
hacerlo bien… Confié en ti y creí en tus palabras, te creí aun cuando no
quería creerle a nadie ni querer a nadie, te amé y te demostré mi devoción,
mis ganas, mi entrega y mi fidelidad. Yo quería que me hicieras feliz y que
nuestra relación durara para siempre.
A lo que él responde sin vacilar:
Voy a ser sincero contigo como lo he sido desde que nos conocimos… Ya no
te amo, lo nuestro no puede seguir porque ya no me siento bien a tu lado; no
soy feliz, no estoy tranquilo, no tengo paz y lo peor es que, lo que llegué a
sentir por ti se acabó, ya no existe; tú lo mataste. Yo tengo derecho a rehacer
mi vida… Olvídate de mí, no te hagas más daño.
Este es el momento en el que vemos cómo tiran a la basura todos nuestros
anhelos como si no tuvieran la más mínima importancia, como si a ese ser
que está en frente de nosotros no le corriera ni una gota de sangre por las
venas, como si la persona de la que nos enamoramos no estuviera y sí, tienen
toda la razón, ya no está, se esfumó y no tiene ni las ganas ni la intención de
volver.
Caímos bajo al rogar por una conversación, al buscar las mil respuestas a
todas las preguntas que teníamos en nuestra mente, al implorar una cita como
si con eso lográramos que volviera a nuestro lado quien desde hace mucho
tiempo ya se había marchado.
Solo una frase bastó para desatar el infierno, solo un “tú lo mataste” fue
suficiente para acrecentar el daño y la sensación de derrota por no haber sido
capaces de mantener a alguien a nuestro lado. Ya no es solo la culpa que nos
atribuimos nosotros, ahora la cuota de culpa que teníamos creció porque él
(ella) lo dijo y para nosotros, su palabra basta.
Nos creemos los malos de la película y ellos continúan siendo los buenos; el
error fue nuestro y, por tanto, buscamos mil y una formas de hacernos daño
para tratar con esto de minimizar la culpa que ha caído sobre nuestros
hombros -por partida doble-.
Día 16, 17, 18, 19, 20…
“Ahora entiendo por qué dicen que del amor al odio hay un paso”
¿Por qué tenías que decirme tantas mentiras? ¿No te dolía saber que
mientras yo creía en ti, falsedad era lo único que recibía de tu parte? ¿Qué
te costaba ser sincero (a), hablarme con la verdad, como yo siempre te
hablé? ¿Era tan difícil no hacerme sufrir? ¿Lo disfrutabas? ¿Has disfrutado
todo este tiempo de saber cuánto estoy sufriendo? Cobarde, eso eres; un
cobarde.
Cuando la fase de culpa termina, entramos en una nueva fase que, si bien no
deja de ser difícil por la cantidad de sensaciones y de sentimientos
encontrados, es una fase que para nosotros resulta ser un tanto liberadora.
Dentro del duelo en la ruptura de pareja, la fase de rabia es la más beneficiosa
y positiva porque si alguien o algo nos provoca rabia, le evitamos y buscamos
sacarle de nuestra vida; es importante saber que hacer esto ante una ruptura,
es excelente.
Muchas han sido las preguntas que he recibido sobre qué tan positivo -o no-
resulta el hecho de mantener contacto con nuestros ex durante el proceso de
duelo; la verdad, es que se encuentra muy lejos de ser positivo y aun cuando
por ciertas razones debamos verle constantemente, lo mejor será siempre
mantener distancia para no retroceder con estos encuentros ni caer
nuevamente en las fases de culpa o tristeza profunda.
Una vez que dejamos de sentir que todo ha sido nuestra culpa, estamos en
condición de poder repartir responsabilidades y al hacerlo, comenzamos a
sentir rabia. Aunque nos parezca alocado, la rabia dentro del duelo es lo
mejor que nos puede pasar ya que esta al ser bien conducida es un motor
muy poderoso que logra mantenernos lejos del ser perdido, lo que resulta
fundamental para lograr la superación.
En algunas oportunidades el dejador querrá entablar con el dejado una
relación de amistad y sí, esto en un futuro podría ser posible pero dentro del
proceso de duelo definitivamente no.
Debemos utilizar la rabia para pensar en nosotros y cuidarnos, pero no
debemos quedarnos estancados en esta fase porque si lo hacemos, la rabia
podría volverse en contra de nosotros y hasta llegar a destruirnos.
Como muchos de ustedes ya saben, nos encontramos en la recta final; si bien
el duelo (de pareja) puede tener una duración de entre 6 meses a 2 años, he
decidido por cuestiones de tiempo llevarlo al lapso de un mes, así, podremos
determinar de forma más rápida los sentimientos y las sensaciones propias
de este proceso.
Es importante entender que cada persona vive su duelo de forma distinta,
hay quienes se mantienen en cada fase por más tiempo que otros y también,
quienes pasan por alto alguna fase o tienen reacciones totalmente distintas
(por ejemplo, hay quienes lloran desconsoladamente y hay quienes no
derraman ni una sola lágrima). Las fases no siempre se dan en el mismo
orden ya que todos tenemos nuestra propia manera de hacerle frente al
duelo.
No debemos obligarnos a sentir ni tratar de inducir las sensaciones propias
de las fases siguientes para engañarnos creyendo que estamos haciendo bien
el proceso; debemos respetar el tiempo que necesitemos estar en cada una y,
sobre todo, no reprimir lo que sentimos.
Hay fases en las que duraremos más y otras que pasarán casi desapercibidas,
lo realmente importante es saber y entender al tratarse de un proceso normal
y natural, que lo mal que nos sintamos o creamos estar, no es el fin del
mundo.
El proceso en sí es doloroso, pero siguiendo los consejos y prestando
atención a las reflexiones escritas luego de cada día vivido, el dolor será cada
vez menor hasta que podamos entonces decir que lo hemos finalizado.
Se puede, claro que se puede.

Día 21, 22, 23, 24…


“Tengo tantas cosas qué decirte, tanta rabia acumulada por tu partida
que, si te tuviera en frente, podrías saber quién soy”
La rabia nos ciega, nos bloquea, saca de dentro de nosotros lo peor, algunas
veces en los peores momentos… esos momentos son los más tristes porque
nunca lo imaginamos, ¿dejarnos a nosotros? ¿cómo se les ocurre? ¿quiénes
se han creído que son? Y así, podrían seguir las preguntas, porque sí, hay
muchas preguntas, pero no, esas preguntas no tienen respuestas.
La rabia en estos momentos de duelo es un motor verdaderamente fabuloso
porque cuando sentimos rabia lo que menos queremos es saber de esa
persona ni verle y mucho menos escribirle o que nos escriba; solo pensar que
existe nos molesta y queremos quedarnos lejos de él/ella lo más que
podamos… Y está bien, esas ideas están bien.
No se emocionen que tampoco es para tanto… Sí, está bien sentir rabia
dentro del proceso, es natural y necesario, pero no podemos ni debemos
quedarnos mucho tiempo dentro de esta fase porque más allá de ser
beneficioso para nosotros, podría traernos muchos problemas.
Acariciemos a la fiera que llevamos dentro y hasta podría aconsejarles que
la alimenten un poco con algunos recuerdos que nos aumenten la ira, pero
eso sí, ¡No la dejen salir de la jaula! No vayan a estar mandando indirectas
por los estados de WhatsApp ni poniendo fotos que dañen a la otra persona…
La rabia es necesaria, pero como todo lo que comienza, es una etapa que
tiene fin.
Vamos a comportarnos como las personas maduras que somos y vamos a
darnos nuestro lugar… Nos queda poco para terminar este proceso y no
vamos a echar por la borda todo lo que hemos avanzado hasta ahora por una
tontería de niños, ¿verdad que no?
Día 25, 26, 27…
“Ya hace mucho que no estás, pero hoy al despertar me di cuenta de que,
también hacía mucho tiempo que no veía brillar al sol… ¿sabes qué más
descubrí? Que el sol sigue brillando, contigo o sin ti”
Hace mucho que no dormía tan plácidamente, hace apenas unos días que no
estás, pero para mí, parecían meses sin ti… Hace mucho que no recibo en
mi teléfono tus mensajes, o bueno, tus peleas sin sentido y tus quejas por
absolutamente todo lo que hacía -aunque pensara que lo estaba haciendo
bien-. Hacía tanto tiempo que no estaba tan tranquila.
Hacía mucho que no me levantaba en calma ni me preparaba una taza de
café, hacía mucho que no ponía en la radio la música que me gusta -porque
siempre me decías que no la querías escuchar-, hacía mucho que no
desayunaba en paz sin los sonidos del tenedor golpeándose contra la vajilla
a causa de tu mal humor; hacía tanto tiempo que no respiraba a mi
soledad… y está bien.
Hacía tanto tiempo que no estaba conmigo que hoy, me desconozco; olvidé
qué tanta azúcar me gustaba en el café porque siempre estaba apurada
preparándote el tuyo; olvidé que las tostadas con mermelada son mis
favoritas porque a ti te gustaban untadas con queso; hacía tanto tiempo que
no sonreía por mis torpezas al servirme el desayuno porque siempre buscaba
la perfección para no hacerte enfadar.
Hacía mucho que no me ponía ese pantalón blanco ceñido al cuerpo que me
encantaba; he perdido unos kilos gracias al despecho, pero, ahora que lo
veo, me ha sentado muy bien porque hoy ese pantalón me queda como me
quedaba exactamente la última vez que me dijiste que no te gustaba que me
lo pusiera. Hacía mucho que no me maquillaba los labios para ir al trabajo,
que no me arreglaba el cabello como me gusta para que no te sintieras mal
por dejarme salir así… Hacía tanto tiempo que no tenía una cita con mi
propio yo, que hoy que me tengo en frente, siento que me desconozco…
Claro, aún hay tiempo para comenzar, pero ahora sin ti.
Lo más normal de estar dentro de una relación es perder contacto no sólo con
el mundo exterior por temor a represalias de nuestro ser amado sino, perder
contacto con nosotros mismos por tratar de agradar -o no hacer molestar- a
quien está a nuestro lado… Comenzamos cambiando tantas cosas de nuestro
yo que cuando esa persona ya no está, cuando miramos al espejo, lo que
vemos es a un completo extraño.
Día 28, 29…
“¿Cómo voy a culparte por toda esa oscuridad si fui yo quien apagó la
luz y quien cerró hasta las ventanas?
Ni yo misma podía creer que los ojos de todos en la oficina estuvieran sobre
mí, halagaban lo bien que se me veía ese pantalón blanco que tanta rabia te
causaba y me hacían sonrojar cuando se burlaban del color de mis labios;
estos últimos días me descuidé un poco y desde que estaba contigo, no solía
venir vestida de esa manera para que no te molestaras.
La actitud de mis compañeros sin duda me hizo sonreír, fue como un viento
refrescante que dio pequeñas palmadas a mi autoestima para despertarla;
eran esas mariposas dormidas en el estómago que pensé que habían muerto
contigo, fue el llamado de mi jefe a su oficina para felicitarme por mi
actitud… ¡Vaya! Había olvidado lo que se sentía ser yo; la verdad, es que
aún no sé muy bien cómo reaccionar ante mí misma.
De salida de la oficina paré en el puesto de la esquina donde te compraba
las rosas; escogí un botón rojo hermoso y al oler su perfume, recordé todas
aquellas rosas que siempre compraba para mí antes de cambiar el hábito y
comenzar a comprarlas para ti… no sé si soy yo o es que todo a mi alrededor
vibra de una forma diferente; siento una energía distinta, como si todo
hubiera cambiado sin darme cuenta.
Llegué a casa y de una vez, me fui directo a la cocina; quería complacerme
con una rica pasta al estilo mediterráneo y una buena botella de vino; la
verdad es que sí, tengo ganas de celebrar… aún no sé por qué, pero siento
en el aire esa magia extraña, esa que te dice que las cosas están cambiando.
Encendí la radio y le subí todo el volumen a un especial romántico que
ponían en el canal de siempre; por un momento se me hizo un nudo en la
garganta, pero ¿por qué no escuchar ese estilo de música si antes de ti, esa
era la música que me gustaba? Respiré profundo y tomé un sorbo del vino,
esta vez no como lo hice aquella noche; esta vez sonreía porque no
recordaba lo bien que se sentía estar conmigo misma.
Al estar lista la cena puse la mesa para uno; una vela encendida, mi botón
de rosa hermoso y elegante dentro del florero de la sala que tenía más polvo
que mi felicidad; la copa, la música y yo, en una cita para uno donde después
de mí, ya no faltaba nadie más.
Día 30
“Hoy podría seguir encerrada golpeándome contra los barrotes que
representaban tus brazos, pero decidiste irte cariño y créeme, me hiciste
un gran favor”
Vivir la rabia adecuadamente nos ayudará a dar el salto hasta la tan
anhelada fase de aceptación porque las emociones que experimentamos en
la fase de rabia, al no ser completamente positivas o gratificantes, nos
permiten ver lo ocurrido como una experiencia en la historia de nuestra
vida.
Cuando nos encontramos acariciando a la aceptación es cuando
comenzamos a asumir lo sucedido y a pensar en nosotros mismos dirigiendo
la mente hacia el futuro; ya no miramos al pasado como antes ni enfocamos
nuestra vista en el dejador, aceptamos el presente para superar la ruptura y
construir un futuro para y por nosotros.
Cuando ya hemos asumido que la pérdida es inevitable debemos -en parte
por obligación y en parte por necesidad- cambiar nuestra visión sobre la
situación recordando que no es lo mismo aceptar que olvidar. No les estoy
pidiendo que olviden ni que saquen el disco de sus mentes como si nunca
nada pasó; les estoy pidiendo que acepten que hubo alguien y que hubo algo,
pero que ya ese alguien y ese algo no están, que la vida sigue y que tenemos
que seguir con ella.
Muchas han sido las preguntas que he recibido sobre el vaivén en el que nos
mantenemos mientras estamos en el duelo y sí, así ocurre; es muy importante
que podamos tener en cuenta que las fases del duelo en la ruptura de pareja
no son lineales ni tampoco correlativas y esto es algo que se nota
especialmente al inicio del proceso.
A lo que me refiero es, que cuanto más reciente es la pérdida sufrida, más
cambiantes son las fases porque podemos fácilmente pasar de la 1 a la 3, y
luego a la 2 y luego a la 4 o a la 5 o a las demás. No siempre se cumplen
todas las etapas, ni necesariamente ocurren en el orden señalado.
A medida que vayamos trabajando la pérdida y vivamos el duelo, veremos
que, el retroceso se vuelve más raro y que vamos avanzando con más
frecuencia porque ya no nos sentimos tan inseguros y comenzamos a mirar
al futuro con ojos diferentes.
Algo muy importante para tomar en cuenta, en el caso de que los síntomas
no cesen después de los períodos de tiempo estipulados para cada tipo de
duelo y en el caso de que estos síntomas nos provocaran problemas para
desenvolvemos en nuestra vida rutinaria, es muy importante acudir a un
profesional de la psiquiatría y/o psicología porque podríamos estar
sufriendo un episodio de depresión crónico, lo que implicaría un duelo
patológico.
Nota: El proceso de duelo puede durar entre seis meses y dos años; lo resumí
en 30 días para que pudiéramos verlo completo desde su inicio y hasta su
recuperación.

“Cuando una relación termina es normal que lleguemos a creer que se


trata del fin del mundo, es normal que pensemos que desde ese momento
en adelante nuestra vida no tendrá sentido, es normal que creamos que se
nos apaga la luz cuando somos nosotros los que hemos cerrado los ojos;
es normal que nos echemos a morir, que lloremos, que nos molestemos,
que odiemos; es normal que gritemos, que andemos de mal humor, es
normal que nos sensibilicemos, que nos sintamos tristes y que nos echemos
a morir…todo eso es normal, yo lo viví, tú lo has vivido seguramente más
de una vez; todos lo hemos vivido en alguna oportunidad, lo anormal es
decidir quedarnos en ese estado por mucho más tiempo del necesario, y
digo necesario porque sí, lo es; necesitamos pasar por todas estas etapas
para superar la pérdida y sentirnos nuevamente libres del dolor”

¿Viste que no era tan difícil?


Yo sí creía en ti…
Ya pasé por todas las fases del duelo, ¿ahora qué hago?

Recuperando Valores

Y es que el quedarme conmigo, también se merece una historia…


Hoy voy a comenzar a cambiar mi historia, esa que pensaba que se caía a
pedazos con tu ausencia, esa que no tenía más tonos que un gris lúgubre y
sombrío; esa historia que antes de ti tuvo un objetivo y que te prometo que
volverá a tenerlo ahora que no estás.
Lo acepto, no debí haberte dado tanto, no debí permitirte llegar tan lejos
pero no te culpo, yo te entregué las cadenas y te di la llave del candado; yo
me guardé en un búnker envuelto en papel de regalo con una rosa roja y una
pequeña nota que decía: aquí estoy, haz conmigo lo que quieras.
Todos nos equivocamos, de eso no hay duda; tampoco voy a pasar la vida
dándome golpes de pecho por haber perdido el norte de mi “antes de ti”; no
pretendo que me tengas lástima por mis errores y mucho menos que vuelvas
porque ya no me sirven tus migajas de amor… ahora me tengo a mí.
Hoy quiero agradecerte por los momentos vividos y por las sonrisas, por
cada una de las lágrimas y por el aprendizaje; créeme amor mío que, si una
vez lo fuiste todo y más que todo; hoy para mí seré yo quien importe porque
voy a darme todo el valor que era tuyo, y que tiraste a la basura.
Mi duelo comenzó por ti, pero desde hoy, mi duelo va a terminar por y para
mí, de eso, puedes estar totalmente seguro… Me lo prometo… y mientras me
tomo un café voy a decirte algo: ¡Basta! Mi tranquilidad vale más que tus
palabras, tus promesas y tus mentiras.
Llegó la hora de hablarte, pero sin buscarte ni tener que rebajarme
escribiéndote un mensaje o levantando el teléfono para escuchar tu voz…
Lo que tengo que decir, te lo digo desde aquí, donde solo yo lo lea para que
me quede claro porque, a fin de cuentas, soy yo quien debe ponerlo en
práctica…
Ya basta de no amarme, de entregarte a ti el amor que jamás debí haberme
quitado a mí misma.
Ya basta de extrañarte, de querer tenerte conmigo cuando fue a mí a quien
perdí mientras tú fingías estar.
Ya basta de echarme las culpas y de creerte superior ante mis
equivocaciones; basta de defenderte si fuiste tú quien se alejó de mi vida
cuando más creí necesitarte…. Sí, leíste bien, cuando creí; hoy estoy segura
de que no te necesito.
Ya basta de sentirme mal, de recordarte con odio y dolor por haberte
marchado, sí, basta; basta porque odiarte no me va a arreglar por dentro y
la verdad es que tengo demasiado trabajo interno por hacer como para
perder el tiempo teniéndote rabia.
Ya basta de lágrimas y de anhelarte sabiendo que no vas a volver; no te
culpo por irte, pero hoy pienso diferente y, si te fuiste, es porque no debías
estar… Y lo acepto.
Ya basta de recuerdos tristes, basta de releer las conversaciones que
teníamos y basta de mirar tus fotografías; no le veo sentido a este despecho
individual donde me dolía tu adiós mientras tú celebraras diciéndole a otra
un hola.
Hoy, amor, quiero agradecerte… Tu tiempo a mi lado, tus palabras vacías,
tus promesas incumplidas y tus frases de telenovela barata me han enseñado
a ser más fuerte, a creer más en mí, a crecer como persona entendiendo que
todo comienza y termina, pero con la satisfacción de que lo que perdí
contigo, me devolvió lo que había perdido de mí. No se trata de buscar
culpables, no es tu culpa ni la mía, simplemente sucedió porque así debía
pasar y está bien; hoy, puedo al fin decir que “lo acepto”.
Puedes ir en paz y que Dios te bendiga siempre porque yo solo voy a desearte
lo que tengo en mi corazón; que seas feliz y que el destino te dé exactamente
lo que te mereces. Gracias por todo.

RECUPERANDO VALORES
¿Por qué se nos hace tan fácil olvidarnos de nuestros valores cuando
estamos en una relación?
Nuestros valores son los que nos definen, los que nos trazan el camino por
el cual debemos andar, los que nos hacen ser las personas que somos, los
que nos encasillan en un extremo o en otro.
Nuestros valores son los que aprendimos de mamá y papá, los que nos
enseñaron los abuelos y nuestros maestros cuando éramos niños
aprendiendo a vivir... Esos valores son los que llevaremos siempre, hasta la
tumba... Pero tal parece que esos valores pierden importancia cuando al fin
nos decidimos a tener una relación.
Cambiamos nuestras costumbres, nos mutilamos nuestros gustos o nuestras
aficiones, dejamos en último plano nuestras hábitos por no hacer sentir mal
a quién está a nuestro lado o por no iniciar una pelea sin sentido en la que
vamos a terminar sintiéndonos culpables por el simple hecho de ser quienes
habíamos sido desde que comenzábamos a dar nuestros primeros pasos.

Entonces, ¿está bien dejar de ser quienes éramos para tener al lado a un
amor? (Espero que la respuesta sea no), Practica lo siguiente:

Deja de quejarte porque se fue y comienza a dar gracias


Sí, se fue, eso lo sabemos, pero ¿qué con eso?
Somos tan desagradecidos que preferimos quejarnos por absolutamente
todo sin medir las consecuencias de nuestros propios pensamientos; tenemos
salud, contamos con nuestras extremidades, podemos ver, oír, tenemos un
techo que nos da seguridad, una familia que nos ama y se preocupa por
nosotros, tenemos un trabajo que nos provee los medios para poder cubrir
nuestras necesidades, tenemos vida, pero para nosotros, la vida se nos fue
cuando esa persona partió. ¡Pero qué ridiculez!
Seamos un poco más agradecidos por cada cosa que tenemos, agradezcamos
con muchas más fuerzas por lo que ya no está; si no se ha quedado con
nosotros es porque no era su momento ni su lugar; si se ha ido de nuestro
lado es porque ya su tiempo en nuestro destino expiró.
Dolió, fue fuerte, nos hizo daño, pero ya pasó… Sepamos agradecer por
cada cosa vivida porque, aunque cueste entenderlo, cada situación, cada
vivencia, cada decepción, ocurrió para que aprendiéramos una lección. No
nos quedemos en penumbras llorando lo que no será y agradezcamos que
tenemos la oportunidad de salir adelante.
Yo estoy contigo, vamos a recuperar todos esos valores, ¡tú puedes!
YO CREO EN TI… Recuerda que cada lágrima que sale de tus ojos es un
segundo de tu vida que no regresa, así que ¡despierta!
Sí, quiero que despiertes porque, aunque estemos conscientes del significado
de la palabra tiempo y también estemos de acuerdo con aquella frase en la
que hasta los muertos lloran por haberlo perdido; la verdad, es que crecimos
escuchando esa frase de boca de nuestros abuelos y de nuestros padres, pero
tal pareciera que de grande se nos hubiera olvidado.
Somos tan inconscientes que nos pasamos meses y hasta años llevando en
nuestras espaldas la carga de un amor tóxico, de un amor insano, de un
amor que hiere y aún después de que nuestra carga decide por voluntad
propia partir de nuestro lado, seguimos desperdiciando nuestro valioso
tiempo con lágrimas, despechos y sinsabores.

Qué irónica resulta la vida entonces cuando lo tenemos todo, pero ese
todo no nos basta porque nos falta alguien, ¿no?
Vamos por ahí regalando nuestras arrugas, dejándolas tiradas en los tantos
trasnochos en los que no hacemos más que recordar lo que ya pasó… El
futuro no nos importa porque debemos volver atrás las agujas del reloj; el
mañana no existe para nosotros porque vivimos aferrados a un ayer que solo
queda en nuestra memoria porque de la mente de nuestro amado (a), ya se
borró.
Una relación acaba de terminar y nuestro universo dejó de girar por unos
instantes… Somos los únicos que podemos decidir entre vivir en el ayer o
luchar por un mañana. El minutero sigue andando y cuando estemos viejos,
lamentaremos entonces haber perdido el tiempo.

“Algunas veces pedimos al destino amor, pero se nos olvida pedir que ese
amor sea correspondido”

La fase más difícil del mal llamado amor es cuando nos enamoramos, pero
nuestro amor no es correspondido... Cuando el desamor toca a nuestra
puerta, ya no es mucho lo que podamos hacer. Podemos decidir quedarnos
llorando toda una vida por lo que ya no será o levantarnos para seguir
adelante y poder buscar nuestra perdida felicidad.
1. Distráete: No le permitas que controle tu mente, mantente ocupada
(o) con otras actividades.
2. Deja de acosarle: mientras más grande sea la obsesión más
importante será esta persona en tu vida; deja de estalkearle, deja de
revisar su WhatsApp.
3. No lo (a) complazcas: si se conocen bien y te pide que pasen más
tiempo juntos, aprende a decir que No.
4. Deja de ser tan amigable: evita las largas conversaciones, evita las
buenas noches, evita las llamadas telefónicas donde le cuentes hasta
lo más mínimo de ti.
5. Enfócate en sus defectos: dejar de verle como un dios y comenzar a
entender sus defectos te hará pensar un poco en ti al momento de
recaer.
6. OLVÍDATE DE LA INTIMIDAD FÍSICA: Solo vas a sentirte bien
mientras este momento dure, cuando se acabe, vas a volver a tu estado
inicial (y ahora, te sentirás culpable por la recaída).
7. Enfócate en TI: En vez de pensarle, piensa en ti. Mira las diferencias:
estar enamorado y amar NO son lo mismo... Puede que sea una
obsesión.
8. Toma distancia: puede que te resulte doloroso, pero es preferible que
duela un momento a que duela por siempre.
9. Convéncete: el sentimiento que experimentas solo va a mantenerse
vivo si tú así lo decides. Si te convences de que no puede existir un
futuro con esta persona, lo que sientes desaparecerá.
10. ÁMATE: Si sabes que a su lado tu amor propio es nulo, termina de
tomar la decisión de pensar en ti primero que en los demás.

- Asegúrate de trabajar en recobrar la confianza


El valor más importante dentro de todos nosotros se llama confianza y es
uno de los valores responsables del inmenso dolor que acarrea la pérdida.
Cuando comenzamos a tener uso de razón aún sin saber el significado de
este valor, confiamos en primer lugar en nuestros familiares más cercanos,
en nuestros padres, en nuestros abuelos, en nuestros vecinos; luego,
confiamos en nuestros maestros, en nuestros primeros amigos y así, a
medida que crecemos, seguimos confiando en quienes vamos conociendo.
Cuando fijamos la mirada en alguien y nos gusta para tener más que una
amistad, poco a poco vamos regalándole fragmentos de nuestra confianza
y, con la primera decepción, nos vamos cuidando más y más a medida que
pasan los años. Si antes regalábamos nuestra confianza a casi cualquier
persona; ahora somos más cuidadosos con ella para que no nos vuelvan a
herir -bueno, no siempre somos cuidadosos-.
Cuando esa persona se va rompe nuestra confianza y llegamos a sentirnos
defraudados; tenemos mucha rabia y una gran culpa por haberle regalado
a ese amor nuestro más preciado valor... A medida que pasa el tiempo, nos
volvemos más desconfiados, más celosos, estamos más a la defensiva para
que no nos vuelvan a fallar.
Esa persona al irse no se llevó sólo la confianza que le regalamos sino, la
confianza que sentíamos hacia nosotros mismos; su partida nos ha vuelto
más frágiles y nuestra autoestima ya no tiene una base sobre la cual reposar.
Nuestro amor propio se siente vacío porque ya no tiene en qué confiar, ni en
quién; ni siquiera podría confiar en nosotros porque toda la confianza que
era nuestra se la regalamos a otro y ese otro se la llevó.
Este, es el primer valor que debemos recuperar; la confianza en nosotros
mismos (ante todo), esa confianza que nos permitía levantarnos de la cama
y decirnos, "yo puedo con esto". Ya las culpas por lo que hicimos o por lo
que dejamos de hacer sobran; busquemos la forma de hacer que vuelva a
surgir dentro de nosotros esa confianza y cuando esté creciendo, vamos a
cuidarla mucho para no volver a perderla. ¿Cómo harían ustedes para
recuperar o hacer nacer esa confianza?

- En vez de fijarte en otras personas, preocúpate por gustarte a ti


misma (o)
La confianza no es el único valor importante que debemos recuperar porque
la atracción, también es esencial en todas las relaciones. Puede ser física,
intelectual, sentimental, emocional, pero siempre debe existir ya que, sin
ella, no habría relación. Cuando nos enamoramos de alguien es porque ese
alguien nos gusta, bien sea por su inteligencia, por su físico, por su aspecto,
por su olor, por su intelecto, en fin, son miles los motivos por los cuales nos
fijamos en una persona y, por supuesto, por los que las personas se fijan en
nosotros.
Si partimos desde lo físico y nos enganchamos con alguien que goza de un
cuerpo excelente; o si somos nosotros quienes disfrutamos de tener ese
cuerpo excepcional; si ambos tienen esa particularidad entonces de seguro
ambos van a seguir cuidando de su cuerpo pero, si por el contrario uno de
los dos es el agraciado y el otro no, cuando se unan en pareja si el que se
cuida no tiene la autoestima alta, terminará por poner en segundo plano su
preocupación por la salud/la figura fitness e irremediablemente, acabará
perdiéndola.
Lo que ocurre es que, endiosamos tanto a nuestra pareja que renunciamos
a nuestros mejores atributos para que ellos siempre estén por encima de
nosotros.
Ocurre lo narrado y los agraciados de la relación perdemos total interés en
cuidarnos, en comer bien, en hacer ejercicio, en llevar una vida saludable
y... ¡Pum! Al cabo de un tiempo nuestra pareja se desencanta porque "ya no
somos las personas de quienes ellos/ellas se enamoraron" Terminan por irse
de nuestro lado y quedamos nosotros descuidados y pasando por un
doloroso duelo lleno de culpa.
La autoestima nace en casa; el amor propio se cultiva en casa. Si te ocurrió
esto y tu pareja te dejó entonces, manos a la obra; vuelve a tu rutina, cuida
de tu cuerpo, aliméntate sanamente, haz ejercicio, ve al gimnasio, corre,
trota, baila, haz algo para recuperar a quien dejaste de lado... No, no, no
hablo de tu pareja, ¡HABLO DE TI! En vez de estarnos fijando en otra
persona, vamos a darnos amor, vamos a trabajar en nuestro cuerpo, vamos
a salir adelante y a recuperarnos... Mientras estemos vivos, se puede.

- Si te parece que no encuentras luz para seguir, ¡Enciende velas!


Nos encanta ir por la vida quejándonos porque nos sentimos mal, porque no
encontramos la salida o porque se nos apagó la luz, ¿No será que le
cerramos los ojos a la realidad para no ver más allá de nuestras narices, o
que no concebimos el sentirnos bien porque creemos que merecemos sufrir?
¿No será que no encontramos luz porque fuimos nosotros los que golpeamos
la bombilla hasta hacerla estallar? Nos encanta poner todo nuestro esfuerzo
para estar mal y así poder hacernos los mártires ante el mundo porque “nos
hicieron daño”. Levántate del piso y sacúdete las rodillas porque el papel
de mártir no es para ti.
Tienes dos opciones: O comienzas a quererte a ti mismo (a) y te las ingenias
para querer salir de esto (así como buscaste mil formas de que tu ex
volviera) o te quedas en el suelo aferrado (a) a un amor que se fue y que no
va a volver; ¿Qué quieres hacer, sufrir o sonreír? Pues si quieres sufrir mi
labor en tu vida acaba aquí, pero si quieres sonreír, tú mismo (a) vas a
comenzar a darte tu lugar y a pensar en ti y en tu bienestar. Ya te lo dije, los
mártires están completos.
PD: Me disculpas si he sido un poco fuerte, o no, no me disculpes; ¡te lo
mereces! A quererse… ¡vamos! A quererse. Entiende que no te hace falta
que nadie te quiera si te quieres tú mismo (a). Una caja de velas para
alumbrar tu camino vale menos que una botella de licor para pasar el
despecho… Y no da dolor de cabeza.

- Dicen por ahí que el amor entra por la boca… Pues el amor propio
también
Ya bastante tiempo tuviste para dejar de cuidarte y atentar contra tu cuerpo
durante el inicio del duelo al descuidar tu alimentación; es hora de que
pienses en tu estómago y que le des a tu salud la prioridad que merece... No,
tu ex no es tu prioridad, tu salud sí.
Antes de que toda esta pesadilla comenzara - cuando hablo de pesadilla me
refiero a tu relación-, tu forma de tratarte era distinta, si bien quizá no te
preocupabas demasiado por la alimentación, al menos te importaba un poco
que tus jugos gástricos no acabaran por comerse a tus intestinos; ¿por qué
ahora no?, no me lo respondas a mí, respóndetelo a ti mismo (a) porque yo
sé la respuesta.
Si vamos a comenzar este proceso debemos hacerlo bien, ya bastante ha sido
el sufrimiento mental como para sumarle un desgaste físico; ya bastante ha
sido el desgaste físico (por los excesos que tuvimos) como para sumarle
entonces una complicación clínica.
Quiérete, valórate, cuídate; nada te cuesta cuidarte igual o quizá un poco
menos de lo que cuidabas a tu ex (estoy segura de que un poco menos de
eso, aún es muchísimo más de lo que te cuidas ahora). No te saltes las
comidas, desayuna, preocúpate por ti, por tener las energías necesarias
para afrontar este proceso de auto valoración; sí, defiéndete, defiende a tu
organismo, dale nutrientes, cuídalo porque si tu cuerpo te falla por tu
irresponsabilidad, ya no tendrás mucho más que ofrecerte.
Sé bien que vas a decirme que no tienes ganas, pero, si él/ella te invitara a
comer, te apuesto a que te sobrarían las ganas de salir corriendo y mostrarle
que estás bien, que te cuidas y que velas por ti para que no te mire con
lástima al ver todo lo que te has descuidado desde que se fue... Y es que ya
no eres ni la cuarta parte de lo que fuiste cuando comenzaron la relación.

Piensa por un momento en el daño que le harías o quizá en la rabia que a


ella/él le daría ver lo poco que cuidas tu cuerpo y con eso, bastará para que
corras a quererte... Ya que a ti mismo (a) no te importa cómo te ves, hazlo
al menos pensando que a esa persona tampoco le gustaría.
- Préstale más atención a tu autoestima que a sus estados de
WhatsApp
Creo que nadie aquí se ha salvado de ir corriendo a los estados del
WhatsApp de quien se fue, todos hemos caído en la "tentación" de ver sus
actualizaciones y poder saberle presente al menos en la distancia... Bendito
WhatsApp, bendito Instagram y bendito Facebook que aparecieron en
nuestras vidas para hacernos el camino más empinado, ¿no?, pues no.

Muchos me han preguntado... ¿Es inmaduro borrar a mi ex del WhatsApp y


hasta bloquearlo de todas las demás redes sociales? Y mi respuesta siempre
tiene dos vertientes... Si lo que vas a conseguir mientras te la das de Sherlock
Holmes no va a afectar tu psiquis entonces puedes dejarlo, pero si por el
contrario ver sus estados/fotos/videos/actualizaciones te va a quitar la paz
mental que te provee su ausencia, entonces elimínalo. Todo lo que hagamos
en pro de salvaguardar nuestra tranquilidad estará bien hecho y
absolutamente nadie nos puede juzgar.
Deja de estalkearle sus cuentas, enfócate mejor en utilizar el tiempo que
perderías espiándolo (a), para estar pendiente de ti mismo (a)... Con eso,
nos ahorraríamos muchos dolores de cabeza y de corazón.
Deja que viva la vida que escogió vivir sin ti, deja que siga su camino tal
como él (ella) lo quiso, deja que sea feliz, aunque pienses o quieras creer
que, para serlo, le faltas tú. No te mientas más, si se fue pues ¡que le vaya
bonito! Que siga siendo lo que él (ella) quiera ser... Eso también es amor
propio.

Usemos nuestras redes sociales para buscar ayuda, para leer libros que nos
alienten, para escribir nuestra historia, aunque nunca nadie vaya a leerla,
para tomar fotografías y subirlas a las redes, no las usemos para hacernos
más daño, ¿sí? Enfócate más en tu autoestima que en sus estados del
WhatsApp.

- Cuídate de la gente toxica a tu alrededor


Cuando estamos en una situación como esta (sea que estemos en pleno duelo
o saliendo de él), poca falta para que salgan de entre nuestros
amigos/conocidos todos los coach -terapeutas-maestros de reiki-consejeros
amorosos-babalaos y psicólogos que no sabíamos que conocíamos; serán
muchos los que tratarán de dar su opinión para "ayudarnos" a salir del
círculo, pero tengamos especial cuidado con esto porque algunas veces, el
remedio suele ser peor que la enfermedad.
Nosotros somos los únicos que podemos medir la intensidad de nuestro dolor
aun cuando lluevan palabras de aliento acompañadas por un "pasa la
página"; nosotros somos los únicos que podemos saber cuán afectados
estamos por lo que vivimos y, aunque siempre es bueno tener una mano
amiga que nos aliente, muchas veces esa mano amiga por haberte escuchado
llorar durante toda la relación, lo que está es harto (a) de ti y lo que menos
quiere es seguir sirviéndote de paño de lágrimas.
Nunca va a faltar el que te invite un trago para que "olvides las penas" o el
que te incite a buscar otros amores que te sirvan como vía de escape; nunca
va a faltar el que, por ya haber estado en tu lugar, crea que se las sabe todas
y no les preste la atención debida a tus necesidades de ser escuchado (a);
nunca va a faltar el que se alegre de tu desdicha, sencillamente porque
mientras tú gozabas tu etapa de enamoramiento, él/ella se revolcaba en su
soledad... Y como es obvio, tu mal estado le servirá como una brisa fresca
en la cara en tiempos de calor.
Nunca va a faltar el que te dé la espalda y no quiera siquiera escucharte;
nunca va a faltar el que te escuche sólo para enterarse de los pormenores
de tu fracaso y tener un tema de conversación del qué hablar cuando tú no
estés; nunca va a faltar el verdadero amigo que te dé un abrazo y te seque
las lágrimas mientras te escuche llorar, alentándote a salir adelante porque
sabe el valor que tienes.
No van a faltar ninguno de los anteriores, por eso, ten especial cuidado con
quién hablas de tus problemas porque a nadie le gusta ver sonrisas en
rostros ajenos y cuando te ven llorar, se ríen.

- Aprovéchate de los malos momentos y en vez de quejarte, úsalos


para ayudarte a descubrir toda la valentía que hay dentro de ti.
Aquí todos sabemos que un mal de amores duele desde el hígado hasta
la punta del cabello, desde el corazón hasta la razón, en especial cuando
anteponemos los latidos de aquel a los llamados de conciencia de
aquella... Y como en cualquier caída fuerte, nos cuesta salir.
Una mal de amores no es el fin del mundo ni tampoco lo son todas las
adversidades que podamos haber tenido que superar a lo largo de
nuestra vida porque, fíjense ustedes; los que perdimos a un ser querido
lo lloramos, lo sufrimos y nos levantamos porque había que seguir;
quienes han perdido a un hijo lo han llorado, han sufrido y continúan
añorándolo pero aún esa tragedia no les impidió decir: "tengo que
seguir"; quienes perdieron alguna de sus extremidades se las ingeniaron
para sacar el máximo potencial de las que aún conservan y así, podría
escribir mil publicaciones más en honor a aquellos que han logrado
reinventarse después de una pérdida.
Así como nuestro sistema inmunológico es capaz -por sí solo- de superar
una enfermedad utilizando todas sus armas, así mismo debe ser capaz
nuestra mente de enfrentar y superar el dolor de la pérdida que nuestro
gran y tonto amigo corazón nos ha causado. Todos tenemos dentro de
nosotros las fuerzas necesarias para salir adelante y levantarnos después
de caer; el que diga que se cayó y que no pudo levantarse, sencillamente
no lo intentó.
Señores, ustedes son el poder. ¿Se van a decir a ustedes mismos que no
pueden? Porque yo les diré que ¡Claro que pueden! Y el que diga que
no, es un cobarde.

- Deja de ver a tus hijos como la excusa perfecta para no amarte


Cuando quedan niños producto de la relación que ha terminado, pensamos
-o queremos pensar- que se nos hará más difícil desvincularnos... Pero no
tiene por qué ser así.
Si el que se ha ido ha sido el padre, tiene todo el derecho de ver a sus hijos
y de compartir con ellos tal cual como si estuviera aún en una relación
contigo. No debemos cometer el error de castigar al niño con la ausencia de
su padre como si fuera él el culpable del error que cometimos nosotros;
como si queriéndole hacer un daño al que se fue, no le estuviéramos
haciendo un daño peor al que está apenas creciendo.
La etapa más delicada de nuestros hijos son sus primeros años de vida y si
bien debemos tratar de hacer que crezca dentro de una familia lo más
funcional posible, también es cierto que, si su padre no está, podemos
recurrir a los abuelos/tíos/primos para que suplan a esa figura paterna.
Si la que se ha ido es la madre, aplica exactamente lo mismo que acabo de
narrar. No nos enfrasquemos en decir no quiero que mi hijo crezca sin su
padre cuando la verdad, es que lo que no queremos es que ese padre nos
deje a nosotros.
No uses a tus hijos como una forma de retener al que ya se fue porque
terminarás haciendo que se aleje más y a la larga, cuando ya hayas
superado el duelo, te arrepentirás por haberle causado semejante daño a
quien no tuvo la culpa del fracaso de tu relación.
Si nuestros hijos son el fruto de lo bonito que hubo, mejor tratemos de limar
asperezas y aceptar que la unión terminó para que aun habiendo dejado de
ser pareja, puedan seguir una relación paterna armónica con quien más los
necesita.

No uses a tus hijos como una forma de resarcir el daño que la separación te
causó porque con eso, créeme que estarías fallando como padre/madre.
Si la relación ha llegado a su fin, no te escudes en tus hijos para no irte o no
dejarle ir; asume tu rol paterno/materno, pero sabiendo que no existe
reconciliación y que AMBOS, cada uno desde su espacio, deben seguir
luchando por proveerles a esos hijos la mejor educación y el mejor
ejemplo... El ejemplo de dos padres responsables que decidieron separarse
pero que no con eso, dejaron de ser padres.

- Hablar mal de quien estuvo contigo es hablar mal de ti mismo


Cuando comenzamos una relación con alguien, es el ser más maravilloso
que existe sobre la faz de la tierra, pero, cuando se va, termina siendo lo
peor que hemos conocido en la vida... ¿No? Pues sí.
Tenemos la muy mala costumbre de hacer comentarios poco objetivos de la
persona con quien compartimos una vida; maximizamos sus defectos y
minimizamos todas esas cualidades que, al principio, nos tenían muy
enamorados... Y todo, porque decidió irse con otra (o) o porque se cansó de
la relación o sencillamente, porque sí tuvo su dosis de amor propio y escogió
ser feliz a vivir atado (a) a una relación que para nada tenía futuro.
Nos encanta ir por ahí divulgándole a nuestras amistades y a nuestro grupo
social lo mal que lo pasamos en la relación, como si con eso, estuviéramos
haciéndolo (a) quedar mal y estuviéramos quedando nosotros como los
buenos de la película... Pues qué equivocados estamos.
Díganme algo... ¿Creen ustedes que ir por ahí diciéndole a la gente que no
nos amaron, que nos hicieron infelices, que nos humillaron, que nos fueron
infiel, que nos golpearon, que nos maltrataron psicológicamente, que nos
ridiculizaron delante de otros o que simplemente, quien estaba a nuestro
lado era alguien muy muy malo -así como los malos de las películas- y que
además, toda la relación o gran parte de ella, nos hizo sufrir mucho; nos
hará ser respetados y que quedaremos bien delante del mundo?, ¿de verdad
lo creen? Me gustaría saber.
Una persona que después de terminar una relación acusa a otra de todas
esas cosas, no está haciendo más que gritarle al mundo que estuvo tan pero
tan falto de autoestima y amor propio, que no pudo hacer nada para
desligarse de una relación tóxica porque el hecho de ser una persona tan
dependiente hizo que no pudiera salir por sí misma y que no conforme con
eso, tuvo que esperar a que esa mala persona la (o) dejara. ¿Quién queda
mal, tu ex o tú? Piénsalo.
Pensemos mejor antes de hablar de nuestras relaciones porque no estamos
hablando de lo malos que fueron nuestros ex sino de lo débiles y
dependientes que fuimos nosotros mismos... Lo que hablas del otro es lo que
le dice al mundo quién eres tú.

- Si realmente deseas libertad, entonces no sigas aferrándote a las


cadenas
La lucha más fuerte que nos toca librar la tenemos con nuestro propio yo
porque sí es muy cierto que algunas veces queremos correr y vernos libres
de todas las cadenas, pero, no podremos llegar muy lejos si somos nosotros
mismos quienes nos aferramos a ellas.
- Prepárate unas cajas y ve guardando todo lo que dejó en tu casa, no
esperes a que "vuelva" para entregarle sus pertenencias; mételas
debajo de la cama, en el closet, o en algún lugar oscuro donde no las
veas... Comienza de cero y acomoda todas tus cosas como a ti te gusta
verlas y no como a él (ella) le hubiera resultado más cómodo
encontrarlas.
- Desempolva aquellas prendas que no le gustaba que usaras y vístete
para ti, siéntete bien contigo misma (o), con tu cuerpo, comienza a
darte cuenta de lo valiosa (o) que eres y piensa sólo un poco en ti; ya
verás todo lo que dejaste de vivir por temor a discusiones sin sentido.
- Borra sus fotografías del celular o bájalas a la computadora, a un
archivo oculto donde no tengas que verlas siempre; elimina los
mensajes de WhatsApp, ya no te sirven de nada y lo que menos
necesitas en estos momentos son más recuerdos.
- Pon música y disfruta de tu espacio, ese espacio que es tuyo, tan tuyo
como tu propio yo; ese espacio que nunca debiste permitir que fuera
irrespetado. Estás tú contigo (y conmigo), en la soledad de una
habitación que un día fue de dos y que hoy, sigue siendo de dos, pero
con distintos personajes... Tu autoestima y tú.

Ya hace mucho tiempo que se fue y si lo piensas bien, ha sido mejor


así; ahora te tienes a ti y lo bueno, es que para todo y en todo, puedes
contar contigo... No te desaproveches; todo final trae consigo un
nuevo comienzo y una nueva oportunidad de volver a vivir, esta vez,
con más ganas que nunca. Tú puedes.

- Tú eres el único responsable de lo bueno o lo malo que ocurre en


tu vida
El que esté libre de pecado... Yo me imagino que muchos ya estaríamos
coleccionando piedras para cuando llegase el momento de lanzarlas, pero
no, ninguno de nosotros está libre de pecado, o bueno, no estamos libres de
lo que esa mayoría tiene bajo el concepto de pecado. Al menos yo no lo estoy.
Y es que sí, nos encanta ir por la vida con el índice apuntando a todo aquello
que se mueva o que respire para decirles lo bien o mal que lo hacen y peor
aún, para hacerles sentir inferiores por lo que hayan hecho... Y yo me
pregunto, ¿quiénes tenemos derecho a juzgar? Y me respondo...ninguno
tiene ese derecho.
Todos nos hemos equivocado bien sea en una decisión/acción/omisión;
todos hemos tenido que afrontar las consecuencias de esas
decisiones/acciones/omisiones, pero, que venga otro a juzgarme porque yo
decidí/hice o dejé de hacer, eso no lo acepto. Y tú, asume tus
responsabilidades, pero no dejes que nadie te acuse (aplica para amores,
desamores, amistades, familia, et).
A todos nos encanta juzgar y por ahí escuché alguna vez que no debes hacer
a tu prójimo lo que no te gustaría que te hiciesen a ti, entonces, si no quieres
que te juzguen, no lo hagas tú con los demás.

- No te aventures a jugar a los dados cuando se trate de tu felicidad


Tal parece que para nosotros el lugar más cálido y cómodo es ese que se
encuentra entre un sí y un no, ese que no es ni blanco ni negro porque hasta
hemos llegado a sentirnos tan bien con los grises, que no hacemos mucho o
no hacemos nada para decidirnos al encontrarnos frente la paleta de
colores... No decimos no por no herir y terminamos diciendo que sí,
hiriéndonos; no decimos que sí por miedo y terminamos diciendo no por
terror a lo que ese sí podría desencadenar.
Un no, no es ni será nunca malo si de tu felicidad, tu amor propio y tu
estabilidad emocional se trata; un sí, en cambio, podría llevarnos a actuar
por obligación, por culpa o porque hemos llegado a desvalorizarnos tanto
que no nos sale de entre los labios decir que no.
Un no, no es sinónimo de maldad ni de crueldad cuando están en juego
nuestros valores más importantes; un no, no es sinónimo de egoísmo y
mucho menos nos convierte en malas personas si detrás de ese no, se
esconde nuestra libertad.
No les pido que digan no a todo o que dejen de decir sí negándose a lo que
los otros desean; sólo les pido que piensen en las consecuencias de ese Sí
antes de hablar porque algunas veces es preferible ir de frente con un simple
no... Y repito, eso no nos hace malos, nos hace directos, reales y honestos
con los demás y con nosotros mismos. Si vas a pensar en algo, que sea en ti.

- Batalla contra tu mente para superar el dolor o prepárate para que


tus pensamientos te destruyan
Cuando no queremos pensar más es cuando más pensamos, pero ¿qué pasa
cuando lo que no debemos es pensar, pero queremos hacerlo porque nos
encanta hacernos daño?, el ser humano suele ser irracional cuando de temas
amorosos se trata y mientras más debería cuidarse, menos lo hace.
Nuestra mente puede ser nuestra salvadora o nuestra peor enemiga, todo
depende de cómo la utilicemos; ella siempre estará preparada para
enviarnos imágenes del pasado que nos hagan caer y sentirnos mal, pero, si
a eso le sumamos el hecho de estar todo el tiempo pensando en lo que pudo
ser y no fue; en lo que debimos haber hecho y no hicimos; en lo que debimos
haber dicho y no dijimos, todo empeora.
Sé que muchos van a decirme que no pueden dejar de pensar o de recordar;
que no pueden siquiera concentrarse porque su mente no los deja y sí, les
creo que sucede, lo que no les creo es que no puedan ser capaces de decir
¡Basta! Y seguir en sus labores.
Nos gusta sufrir, definitivamente nos gusta sufrir porque pensamos que
sufriendo vamos a ir pagando el karma o que, sintiéndonos mal vamos a
estar mejor pronto o peor aún, cuando pensamos que merecemos sufrir
porque no somos o fuimos suficientes.
Ten cuidado de tus pensamientos, especialmente porque los pensamientos
son cosas que se vuelven tangibles y lo que piensas lo atraes, sin lugar a
duda. Estamos en una nueva etapa donde lo que importa es nuestro yo así
que, busquemos la forma de ir cambiando esos pensamientos negativos e ir
soltando las ideas erróneas que tenemos en nuestro cerebro y que no nos
dejan seguir. Vamos a pensar mejor que en poco tiempo vamos a salir de
ahí; seamos positivos que nada nos cuesta.

- No pretendas que yo te ayude a halar el gatillo si mientras lo intento,


sigues aferrándote al desfibrilador
Todos en algún momento hemos tenido en frente un desfibrilador; es ese
aparato que utilizan en las películas cuando alguno de los familiares del
protagonista sufre un paro cardíaco y mediante una descarga eléctrica, se
le devuelve el ritmo adecuado al corazón.
Yo me tomé a título personal la labor y el compromiso de servirles de
herramienta para cerrar los ciclos; para que pudieran resolver el duelo y
lograran devolver a su sitio su amor propio, pero ¿cómo pretenden que esa
herramienta surta efecto si mientras aprietan el gatillo tienen conectado el
desfibrilador? No se obtienen buenos resultados de esa manera.
Si la relación terminó y estás consciente de eso, deja entonces de guardar
esperanzas y termina de asumir que la pérdida de tu amor propio y que la
caída de tu autoestima han sido tu responsabilidad; entiende entonces que
para volver a ser tú debes dejar de esperar a que la relación "reviva"
porque, cariño, no se puede revivir algo que ya está muerto... Ni con
desfibrilador.
Tómate tú a título personal el trabajar en pro de tu bienestar y dales santa
sepultura a los sentimientos. Si has tomado la decisión de ir de frente con
este proceso, si quieres sentirte bien porque lo necesitas y porque muy en el
fondo sabes que lo único que mereces es estar bien; si ya has sentido la brisa
fresca de la libertad acariciando tu cara, ¿para qué vas a encadenarte a la
pata de la cama del hospital esperando a que ese amor que YA NO EXISTE
reviva?, quiérete un poco.
Y no, no te estoy regañando... Yo intentaré mil y una veces tratar de
ayudarte, aunque en mil oportunidades vuelvas a caer, pero, por tu bien,
pon de tu parte porque hay muchas personas que sí quieren salir y necesitan
atención; yo tampoco pienso estar detrás de ti toda la vida rogándote que te
quieras mientras haya otros tantos esperando por esa herramienta. Valora
la ayuda que se te da y piensa en ti, no por mí; sino por tu bien.
Desconecta el desfibrilador y deja de tener esperanzas en arreglar el pasado
cuando lo único que debes querer arreglar es el desastre que le permitiste a
otro hacer en tu vida. Yo sigo aquí, de pie contigo, luchando, pero ¿tú qué?

- De nada nos sirve poder ver si preferimos taparnos los ojos


Las vendas más difíciles de desatar son aquellas que nosotros mismos nos
amarramos cuando no queremos mirar más allá de nuestras propias
narices... Y es que está totalmente perfecto recaer, es válido retroceder un
poco para con esto tomar mayor impulso hacia adelante, lo que no me
parece válido es que después de darnos cuenta de nuestro valor, prefiramos
cerrar los ojos para seguir presos de una relación tóxica donde nosotros
somos a los que menos quieren.
Y es que no nos quiere nuestro (a) ex al ver que nos hemos encargado de
sentirnos lo poca cosa que no fuimos antes; no nos quiere nuestro (a) ex
porque vio como nos desvalorizamos delante de los ojos del mundo; no nos
quiere nuestro (a) ex porque ante él (ella) éramos unos seres carentes de
autoestima y amor propio pero, ¿saben qué es aún peor que eso?, no lo es
tanto que no nos quiera nuestro (a) ex, no, mil veces peor que eso es que
nosotros tomemos el camino de regreso hacia esa relación y nos sintamos
felices de estar volviendo al infierno.
Eso, exactamente eso, es peor que cualquier cosa.

- Debemos mantener siempre alerta a la razón cuando se trata del


corazón
El corazón es experto en meterse en problemas por no hacerle caso a la
razón y es que, ellos no se la llevan porque al corazón no le gusta que lo
manden y a la razón le encanta tomar decisiones... El corazón es terco y
tonto; siempre se mete donde no lo han llamado, siempre late por quien no
debe y algunas veces, trabaja de más aún en contra de su propia voluntad.
La razón Vs el corazón, difícil, ¿no? Se ve difícil y es que sabemos que las
batallas siempre las gana el corazón, pero ¿qué sería de ustedes si yo les
dijera que la única apta para ganar una batalla sin llevarnos al límite ni
hacernos daño, es la razón?, ¿qué pasaría entonces con el corazón?, ¿qué
trabajo le daríamos?
Sabemos que estamos vivos cuando respiramos, cuando podemos sentir la
brisa en nuestra cara, cuando observamos colores, cuando se nos eriza la
piel; sabemos que estamos vivos cuando nuestro corazón late, cuando
sentimos frío, cuando nos da calor; sabemos que estamos vivos cuando nos
enamoramos, cuando nuestro estómago se llena de mariposas, cuando
suspiramos; muchas son las razones que nos hacen sentir que estamos vivos,
pero, ¿cómo se siente no estarlo? ¿Qué se siente que esa línea de vida se
mantenga totalmente recta? Creo que se siente igual o peor que cuando
perdemos el amor propio.

- Si deseas estar tranquilo con tu propio yo, deja de responsabilizar a


otros por completar lo que te falta
¿Por qué pensamos que otro puede completar esos pedazos vacíos que
tenemos en nuestro interior? ¿Por qué nos aferramos a la idea de
responsabilizar a otros de completar lo que nos falta? ¿Por qué nuestra
pareja tiene que suplir el amor que no nos dieron de pequeños? ¿Por qué
tienen que hacernos sentir protegidos si nosotros tenemos la posibilidad de
protegernos a nosotros mismos? Autoestima y amor propio... Esas son las
respuestas.

La familia y la educación son las bases fundamentales para construir el


amor propio y la autoestima porque en el hogar, los padres y seres queridos
son quienes tienen la responsabilidad de afianzar desde temprana edad la
confianza en nosotros mismos y de hacernos entender lo importante que es
aceptarnos tal cual somos, saber conocer nuestras virtudes y defectos,
fortalezas y debilidades.
Conforme crecemos, la seguridad, el valor, el respeto y la satisfacción de
uno mismo es lo que se define como amor propio y, por tanto, como
autoestima; cuando somos adultos y buscamos comenzar una relación,
cometemos el error de poner en los hombros de nuestra pareja una gran
responsabilidad... La de completar todo eso que desde pequeños nos falta;
lo hacemos sin querer -y algunas veces queriendo- pero sea con intención o
sin ella, resulta negativo para nosotros y para la relación misma.
Como padres - o futuros padres -, tenemos una gran tarea por realizar y es,
no cometer con nuestros hijos los errores que nuestros padres cometieron
con nosotros... Estamos a tiempo.

- Trázate una meta: por cada pensamiento sobre tu ruptura, haz una
repetición del ejercicio que más te guste
Como es difícil -pero no imposible- que podamos dejar de pensar en nuestra
relación pasada, en nuestro ex y en toda esa serie de cosas que pudieron
haber sido y no fueron, vamos a actuar entonces de manera más inteligente.

Cada vez que una de esas tontas ideas llegue a nuestro cerebro, busquemos
algo qué hacer. La actividad física es muy buena para alejar el estrés, para
sentirnos mejor y para que podamos cuidar a nuestro cuerpo; se puede hacer
a cualquier hora, en las mañanas es muy beneficioso porque nos aporta
energía para todo el resto del día y si preferimos hacerlo en la noche,
dormiremos mucho mejor.
Los recuerdos hacen daño cuando son tristes y en este momento del proceso
eso es lo que menos necesitamos. Vamos entonces nosotros a actuar en pro
de nuestro bienestar; cambiemos una idea por unos minutos de ejercicio y
si no podemos ejercitarnos por nuestro trabajo o por las distintas
obligaciones con las que debemos cumplir, busquemos un momento para
relajarnos, ocupemos nuestra mente en cosas beneficiosas como el trabajo,
un nuevo proyecto, nuevas metas, nuevos estudios, cursos; en fin, algo que
nos haga estar lo suficientemente ocupados como para no recordar el
pasado.

Ustedes pueden hacerlo. Yo creo en ustedes.

- Regálate algo que te guste


¿Han escuchado hablar de lo beneficioso que es ir de compras? ¿Han
pensado en lo que se van a regalar aun sin ser un día comercial? ¿Han
imaginado salir a comprar una rosa, una botella de vino, unas velas o
algunos insumos para prepararse una cena especial? ¿Por qué no? ¿Por
qué no pensar en ustedes? ¿Por qué no usar el día como excusa para darse
un capricho? Señores, no todo se basa en escoger lo que le vamos a regalar
a los demás; nosotros también necesitamos de vez en cuando algún regalo.
Por ejemplo, en San Valentín; todos sabemos que es un día comercial, todos
sabemos que es el día mundial de decir te amo y para siempre... ¿Por qué
ese día no nos decimos a nosotros mismos que nos amamos? ¿Por qué no
nos juramos a nosotros mismos un amor para siempre? Creo que sería el
momento perfecto.
No quiero excusas, no quiero que se pongan en segundo lugar… Quiero que
piensen en ustedes, quiero que vayan a la tienda de la esquina -si es que de
dinero se trata- y se compren un chocolate, un dulce, algo... ¡Algo! Quiero
que se regalen algo para ustedes, algo que quieran, algo que les gustaría
tener... Ustedes lo merecen, ustedes lo valen. Como si fuese el día del amor,
¿qué mejor que amarnos a nosotros mismos?

- Utiliza tus manos para algo mejor que secarte las lágrimas;
¡MASTURBATE!
Está claro que cuando sufrimos una pérdida, lo que menos queremos es que
otra persona diferente a nuestro (a) ex nos toque, claro, es normal; si él /ella
era la persona soñada en la cama pues obligatoriamente vamos a recordarle
porque eso tan importante; el sexo, se lo llevó cuando se fue y a nosotros no
nos quedaron ni las ganas.
Está claro que no debemos estar buscando sexo fuera de casa, primero,
porque no es sano -ETS-, segundo, porque un clavo NO SACA A OTRO
CLAVO y nosotros necesitamos al menos 6 meses para poder estar
medianamente listos para INTENTAR darnos una oportunidad... Entonces,
si quien era mi mejor cama se fue y no debo buscar satisfacer mis
necesidades de forma irresponsable, ¿qué hago? ¿Me quedo en casa
secándome las lágrimas? No. No, no y NO.
Cuando poco a poco vamos poniendo en su lugar todos esos valores que
habíamos perdido nuestras hormonas dormidas vuelven a despertar, nos
sentimos más guapas (os), más provocativas (os), sonreímos, disfrutamos de
ser nuevamente nosotros. Ese, es el momento exacto en el que yo les digo,
señoras, señores, ¡Mastúrbense! Sí, estimulen sus genitales.
Intentar un acercamiento íntimo con una nueva persona es difícil luego de
salir de una ruptura, pero, nuestras manos fueron las primeras maestras que
conocimos y ellas son capaces de hacernos volver a vivir esas emociones
perdidas. Conócete, explórate, vuelve a tus momentos de adolescencia y
conéctate contigo misma (o).
La mayoría de las veces, una persona nos llena completamente en la cama
porque gracias a que tuvo suerte, pudo lograr conocer a nuestro cuerpo más
de lo que nosotros nos permitimos conocerlo.
Uses o no juguetes sexuales, lo primero es que tú te conozcas, que vayas
despertando a esas hormonas, que sepas lo que te gusta, que entiendas a tu
cuerpo y comprendas todas las sensaciones; te garantizo que conociéndote
tú, ya no habrá nadie que consiga deslumbrarte tan fácilmente. Tu cuerpo
es tuyo y lo tienes a la mano... ¿Por qué no lo usas? ¿Por qué no piensas en
ti?

- Tener una cita intima contigo también es amarte


Me queda bien claro que para ustedes no es muy normal el hecho de
masturbarse solos porque sienten que les hace falta su ex... Yo quiero en esta
oportunidad invitarlos a que se saquen el chip por un momento y piensen
única y exclusivamente en ustedes.
Es viernes (el cuerpo lo sabe), un trago -o dos- no estarían nada mal; las
luces bajas, una varillita de incienso, una buena música tántrica no muy
alta, la puerta con cerrojo y una película pornográfica podrían servir para
iniciar la velada (si no les gustan las porno, un libro también podría servir),
un consolador (o vibrador), un poco de lubricante caliente, un cubo de hielo
y hasta vendas para nuestros ojos podemos utilizar... El límite, lo ponen
ustedes.
Los que quieran cambiar los juguetes por sus dedos, la palma de sus manos
o por la lengua (en el caso de las chicas), también es válido. Tienen un
mundo de cosas por conocer y solo tienen que dejarse llevar...
¿Qué necesitan? Ganas e imaginación.

Necesito que entiendan varias cosas importantes:

LA NOCHE SOLO DURA UN PAR DE HORAS


El que se fue, es porque ya había estado haciendo su duelo mientras dormía
en la misma cama contigo pero tú no te dabas cuenta, y se fue y cuando se
van, nos queda un vacío en el estómago que no podemos llenar tan
fácilmente.
Cuando venimos de una familia disfuncional donde poco o nada conocimos
lo que era el amor, creemos comprenderlo y hasta practicarlo basándonos
en lo que vemos, oímos, leemos o en lo que aprendemos de los demás, de la
sociedad, de las películas rosa y hasta de las tantas melodías que se
escuchan por ahí, pero con todo y eso; no nos basta para retener a nuestro
lado a quien decimos amar.
Lo damos todo, porque para nosotros es todo, pero para el (la) otro (a)
resulta no ser tan todo, tanto, que nuestro todo termina siendo nada... Es
todo lo que nos enseñaron, lo que conocimos, lo que aprendimos, lo que
pudimos dar; y nos quedamos sin nada, pero para esa persona no era
suficiente, le faltaba más; nuestro todo, no le bastaba.
Eso no significa que no hayamos dado lo suficiente, ni que no hayamos dado
todo lo que podíamos dar; no significa que no hayamos agotado todas
nuestras reservas, que no nos hayamos quedado vacíos por haberlo dado
todo... No significa que seamos unos fracasados ni significa que no seamos
lo suficiente como para haber hecho que nuestro todo valiera de algo; lo que
significa, es que lo que para unos es "todo", para otros está incompleto...
Pero la noche solo dura unas cuantas horas y ya luego sale el sol.

Y es que mi todo, para mí sí era suficiente, porque ¿cómo le pides a alguien


que te dé algo que no conoce?

NO TE MOLESTES POR LO MALO QUE RECIBES DE LAS


PERSONAS, ALGUNOS SOLO DAN LO QUE TIENEN EN SU
CORAZON
Algunas personas recurren a la venganza porque la necesitan para sentirse
bien; están tan dañadas que, para ellos, el devolverte al menos un poco del
"daño" que la relación les causó, es suficiente.
Siempre he dicho que cada quien da lo que tiene dentro de su corazón y que
cada cual actúa como le place, pero, ¿no les parece demasiado estúpido
lanzarle dardos a alguien a quien hoy le tienes rabia cuando ayer fue tu gran
amor y le prometías toda una vida juntos? No sé, quizá esté equivocada pero,
a mi modo de ver, me parece que hacer eso es terminar peor de como ya
estábamos.

Asegurarnos de que nos paguen todo el dolor o que sientan al menos una
parte de lo que nosotros sentimos es un juego de niños, principalmente
cuando quienes comenzamos ese juego fuimos nosotros al decidir que
queríamos estar en esa relación.
Al culpar al otro por tus errores -y de paso, querer hacerle pagar por esos
errores- no estás haciendo más que tratar de escapar de tu propia
responsabilidad... Quizá la única culpa que tiene el otro es de no haberte
dado exactamente lo que tú querías porque no sabía cómo hacerlo, porque
no podía o sencillamente, porque no lo entendía.

DESPIERTA, LA VIDA NO SE PARALIZA CON UN ADIOS


Todo tiene su comienzo, su evolución y su final; absolutamente nada es
eterno.

Nacemos, nos desarrollamos, nuestra vida transcurre e irremediablemente


termina porque así es el ciclo, porque así es como tiene que ser, porque no
somos inmortales y porque debemos dejarle lugar a los otros que vengan a
ocupar el puesto que nosotros tenemos hoy.
Una relación se crea por diferentes razones que ya todos conocemos y
termina esfumándose por otras razones también conocidas.
Hoy, nos gusta algo, amamos algo, deseamos algo y eso no necesariamente
debe significar que ese gusto o ese amor o hasta ese deseo deba durar toda
la eternidad.
Tú, él, ella y también yo tenemos fecha de expiración. ¿La clave? Soltar,
dejar ir... Retener duele más que abrir nuestras manos para dejar que todo
fluya.

TODAS LAS PERSONAS QUE LLEGAN A NUESTRA VIDA SON


MAESTROS DE LUZ, AUNQUE NOS DEJEN A OSCURAS
Todos tenemos algo qué aprender de la misma forma que todos tenemos algo
qué enseñar; todas las personas que se presentan en nuestra vida lo hacen
porque el universo las puso ahí para que aprendiéramos una lección y
cuando lo hemos hecho esas personas llamadas maestros se retiran de
nuestras vidas porque así debe ser, aun cuando su partida resulte ser muy
dolorosa.

Mi lección aprendida fue darme cuenta de que yo sí merezco a alguien que


me ame, que me valore y que me trate como siempre quise ser tratada; mi
lección aprendida fue el sentir la necesidad de ver materializada mi
satisfacción ante ese amor recibido; mi lección aprendida fue el obligarme
a disfrutar de ese amor que tanto pedí al universo; mi lección aprendida fue
valorarme y no permitir que nadie me hiciera daño ni me tratara como un
objeto... Mi lección aprendida fue: "Debo y necesito -porque lo merezco-
comenzar a disfrutar de las cosas buenas de la vida, de las buenas
intenciones de las personas hacia mí, del amor verdadero y del apoyo y la
incondicionalidad que yo misma profeso" y señores; qué duro me resultó
entenderlo.

Para aprender esa lección me llevé por delante los sueños y la sonrisa de
alguien que me amó de forma sincera, que me respetó y que me dio lo mejor
de sí; para aprender la lección herí y maltraté sin clemencia por no creer en
lo que tenía por la sencilla razón de haber resultado dañada en el pasado y
sentirme imposibilitada para "volver a creer"; para aprender esa lección
causé lágrimas, dolor y decepción; para aprender esa lección me volví la
bestia que solo en brazos de la bella consiguió sentirse plena pero que no se
dio la oportunidad cuando debió, de disfrutar de esa plenitud.
Hoy cuento con una lección aprendida y con la tranquilidad de saber que mi
llegada a la vida de esa persona le enseñó también una lección y fue
aprender a amarse y a darse el valor que yo por las gríngolas que llevaba
en la cabeza, no le di.
Hoy, me perdono por todo y te pido perdón, también por todo... Gracias por
el aprendizaje y por los momentos que debido a la necesidad que tuve de
aprender esa lección, ahora se han convertido en recuerdos.

AMATE
¿Qué tan cierto es eso de que para poder amarnos a nosotros mismos
debemos dejar de “amar” o de darle valor al otro? Me parece que no tiene
nada de cierta esta frase.

Cuando comenzamos una relación vemos en el otro una cantidad de valores


que nosotros proyectamos y claro está, algunos de esos valores suelen ser
falsos, pero, los que no lo son, al ser nuestros continuamos valorándolos a
través de la proyección que hemos hecho; ahora no están dentro de nosotros
nada más, sino que se los hemos entregado a esa pareja, pero ¿qué pasa con
ellos? ¿Es cierto que llegamos a un punto de la relación en la que tenemos
que guardar esos valores quitándoselos a nuestra pareja para ponerlos
nuevamente dentro de nosotros y comenzar a amarnos? No señores, no es
así.

Si un valor es mío y yo lo proyecto en ti, seguirá siendo mío pero ahora al


tenerlo tú, serás tú quien comience a ser valioso para mí; claro, no siempre
se da de esta manera porque lo que normalmente ocurre y por lo que
normalmente terminamos acabando la relación es que ese valor que es tan
nuestro deja de serlo cuando pasa a ser exclusivo del otro por deseo propio
(cuando lo delegamos).
Cuando yo te entrego un valor y lo elimino de mi autoestima, te conviertes
es algo importante para mí, pero, cuando las cosas no van tan bien dentro
de la relación llegará un momento en el que yo necesitaré poner ese valor
de vuelta en mí y quitártelo para estar tranquila conmigo misma y, al ya no
tener tú mi valor, dejarás de ser importante... Y ahí es donde terminan las
relaciones.

TODOS SOMOS ESPEJO… MIS ERRORES SON TUS CARENCIAS


Todo aquello que le pedimos a otros es directamente proporcional a todo
aquello que nos falta, aquello de lo que carecemos, aquello que no existe
más dentro de nosotros y es porque sentimos una extrema necesidad de
volver a ponerlo ahí que no nos queda más que exigirles a los que están a
nuestro alrededor que suplan nuestras carencias.
Nadie pide en demasía lo que ya posee, nadie exige que le den algo que está
dentro de sí, nadie quiere que lo abarroten de
actos/sentimientos/sensaciones que tiene en su interior, nadie quiere más de
lo que para sí ya es suficiente... Pero al que le hace falta le hará falta hoy,
mañana y siempre.
Todos somos espejo y mis errores son tus carencias porque para ti mis
errores serán no darte, no demostrarte, no tratarte, no buscarte tanto como
a ti te haga falta y eso es lo que me hace realmente malo ante tus ojos, pero,
se te olvida que tú eres mi espejo y que quien soy es un reflejo de ti.

YO TE LO PERMITO, PERO RECUERDA: LA CULPA SERA


SIEMPRE TUYA
Nos consideramos dueños absolutos de la verdad y en el 99.99% de las veces
nos metemos en el papel de clarividentes por creer que nos las sabemos
todas y peor, por asegurarnos y asegurarles a los otros que lo que ocurrirá
después podrá ser algo completamente controlable y, por ende, controlado,
pero... ¿Cuántas veces se nos ha ido de las manos una situación que creímos
poder manejar? Muchas.
Te lo permito, claro que te lo permito; te abro las puertas de par en par para
que pases, husmees y te pongas todo lo cómodo (a) que quieras porque, al
fin y al cabo, cuando todo esto se descontrole serás tú el (la) único culpable;
sí, ya sé que yo te lo permití, pero ¿si sabías que podías hacerme daño por
qué no decidiste parar? ¿Si estabas consciente de que lo que hacíamos no
estaba bien porque yo terminaría herida (o), bien pudiste decidir no
continuar, ¿verdad? Y es que sí, yo te lo permití pero... Fuiste tú quien eligió
seguir.

Ahora recuerdo que alguna vez te pedí que no te alejaras, que continuaras
con todo y que no te preocuparas porque, yo podría manejarlo; recuerdo
también que te alenté a no dar marcha atrás porque me gustaba eso que
sentía cuando estaba contigo aun cuando bien sabía lo mal que podía
terminar... Insistí y seguí insistiendo para que no te fueras porque sí, yo te
lo permití pero es que en el fondo sentía la tranquilidad de poder levantar
la mano cuando todo acabara para culparte de haberme herido aferrándome
a esa verdad en la que tú pudiste haber reaccionado negándote cuando te
pedía seguir pero no lo hiciste. Si, ya sé que yo lo permití.
Qué fácil es recostarse sobre la pena y el dolor ajeno cuando estando
conscientes de lo que no deberíamos hacer, preferimos hacerlo y terminar
culpando al otro por no huir... Qué fácil es decir "fue tu responsabilidad"
cuando no tuvimos ni la más mínima intención de retroceder mientras
jugábamos con fuego sabiendo que nos podíamos quemar.
Te lo permití, pero cariño, la culpa será siempre tuya… y es que el cuchillo
es tuyo, pero las ganas de hacerme daño son todas mías
Porque sí; nos encanta hacernos daño, nos encanta ir por la vida buscando
cualquier gesto, cualquier palabra, cualquier acción u omisión de los otros
para con eso meternos el dedo en la herida; nos encanta ser y hacernos las
víctimas, nos sentimos como en una novela de esas de los 80 donde peleaban
los malos contra los buenos; nos encanta ser los protagonistas de esas
historias interminables donde los culpables son los demás y nosotros las
"pobres almas" sin darnos cuenta que nosotros mismos somos quienes
empuñamos en contra de nuestros cuerpos esas armas. ¿Y qué ganamos? No
ganamos nada.

SI TE SIENTES CON GANAS DE VIVIR UNA VIDA, COMIENZA


POR LA TUYA
Vive, porque tienes una sola vida y las anteriores o las que vienen después
de esta, no cuentan.
Vive, porque hoy tienes la oportunidad de hacer lo que te plazca como te
plazca y con quien te plazca y a ti es a la única persona que le debe importar.

Vive, porque cada quien está viviendo a su manera y a su estilo sin


preguntarte si apruebas o desapruebas sus formas.
Vive, porque a pocos les gustan las sonrisas en caras ajenas y al único al
que deben importarle esas sonrisas en tu rostro, es a ti.
Vive, porque si te quedas a esperar a que a otros les guste lo que haces o te
permitan poder hacerlo, créeme que vas a terminar muerto.
Si te llena, si te hace feliz, si te saca una sonrisa, si te hace suspirar, vive.
Vive y no te preocupes por el dolor o la decepción y hasta por el malestar
que puedas causarle a otros con el hecho de vivir porque, ¿cuándo has visto
que los otros se preocupen o se cohíban de hacer lo que quieran por no
causarte un malestar a ti? Vive... Y que los demás vivan también. Recuerda:
lo que importa es tu tranquilidad y tu paz mental

… Yo, reflexionando…
Todas las situaciones de la vida tienen un por qué, un cómo, un cuándo y
hasta un dónde; todas tienen una razón de ser, aunque muchas veces nos
cueste aceptarlas o nos parezcan demasiado duras como para que nos estén
sucediendo a nosotros, PERO -y aquí viene un pero importante-, debemos
ser lo suficientemente maduros como para saber diferenciar entre una
situación de verdadero caos y un simple momento de nubes grises que se
termina cuando sale el Arcoíris.
Estoy acostumbrada a ver a mucha gente malhumorada por cada cosa que
les sucede, yo misma estoy acostumbrada a cambiar al modo ogro cuando
lo que quiero no ocurre, pero, ¿de qué nos sirve molestarnos o afligirnos?
¿Para qué preocuparnos más de la cuenta? Lo que tenga que ser será, lo
queramos o no, estemos preparados o no así que... Menos preocuparnos y
más ocuparnos es la clave, recuerden que lo que verdaderamente importa
es nuestra tranquilidad y nuestra paz mental.

QEPD MIS GANAS DE AMARTE MS DE LO QUE YO ME AMO


Antes de decir Te Amo, ámate; antes de darlo todo por alguien más, procura
al menos tener tus necesidades cubiertas; antes de desear la tranquilidad
del otro, preocúpate por estar tranquilo (a); antes de sacrificarte por todos
los que tienes al lado, mírate al espejo y pregúntate si necesitas algo tú.
Antes de anhelar situaciones/momentos/gestos para sentirte completo (a),
date a la tarea de hacerte una introspección para que puedas determinar lo
que te falta; antes de creerte la mentira que te hace pensar que sin esa
persona no eres nada, entiende que nacimos solos y que no necesitamos de
nadie más para ser felices.
Qué manía la del mundo de pensar y creer que sin uno u otro nos vamos a
morir... De amor nadie se muere señores y, sinceramente, tampoco debería
importarnos más la vida de los demás que la nuestra... O ¿es que esos otros
que se han ido van a dejar de vivir para que nosotros podamos estar
tranquilos? Eso, solo lo vemos en Disney.

DEJALO IR
El que se va, ya se había ausentado de alma hacía mucho tiempo, aunque de
piel, seguía compartiendo la misma cama; el que se va, ya tenía su rumbo
fijado hacía largo rato, pero no se atrevía a terminar de alejarse; el que se
va, ya no estaba, aunque estuviera.
El que se queda es el que más sufre porque continúa reclamando la
presencia del ausente aun sabiendo que su alma ha huido y que lo único que
tiene a su lado es un cuerpo vacío que no siente ni quiere continuar estando;
el que se queda, espera paciente un regreso, una vuelta de hoja, una nueva
oportunidad.

El que se queda, anhela que todo vuelva a ser como antes y si lo logra, dará
todo y mucho más de todo lo que pudo dar en el pasado pero, si acaso no
ocurriese de esa forma y ese gran amor se terminara de marchar, entonces
nada habría valido la pena… Para el que se queda, el cobarde siempre será
el que se va.
SIEMPRE HAY ALGUIEN QUE AMA MAS O QUE SE AMA MENOS
¿Cuántas veces han escuchado la frase célebre de telenovela mexicana
"siempre hay uno que ama más"? ¿Y cuantas veces nos hemos puesto a
hacerle a esa frase un análisis semántico buscando otorgarle un significado
que no tiene? Porque señores, no, no tiene que haber uno que ame más y
uno que ame menos, no debe existir tal desequilibrio dentro de la relación.

Supongamos que uno de los dos es el que "ama" más y por ende da más,
siente más, demuestra más; supongamos que ese ser es quien se entrega a
plenitud sin importarle que el otro no ame, no sienta, no demuestre o no dé
más... ¡Qué maravilloso sería! Pero no, no ocurre de esta manera.

Esa frase tan elaborada no la creó aquel que menos ama o que menos siente
o demuestra; esa frase la creó el que está en el otro extremo llorando y
quejándose de estar en esa situación y, ¿para qué la creó? Para auto
justificarse ante su pareja, ante la sociedad y ante el mundo de tener tan
pero tan poco amor propio que se siente incapaz de amarse a sí mismo y en
cambio, lo da absolutamente todo por ese amante esperando que este se lo
retribuya... ese es el momento preciso donde, para no sentir vergüenza ante
todos cuando vean lo poco que se valora, lanza esa frase y sale corriendo
para escapar de toda la responsabilidad.
No existe alguien que ame más, existen personas que se aman menos... O
que no se aman.

DE LO QUE TE DEN, DA… LO QUE NO TE DEN, NO LO


MENDIGUES
El ser humano está acostumbrado a pedir lo que no le dan, a buscar lo que
no existe y a esperar lo que no hay; está acostumbrado a dar el todo por el
todo sin esperar -pero esperando- y fingiendo que de lo que da, no necesita
devolución; el ser humano se ha acostumbrado a mentir y peor aún, a
mentirse; se ha acostumbrado a creerse que la indiferencia no lo afecta y a
pretender que los demás también se crean esa mentira.
Vivimos en tiempos donde para dar es necesario recibir porque no se da más
de lo que se recibe y aun cuando se reciba poco, lo importante en estas
épocas de mentira es contar con algo y no quedarse con las manos vacías.
Estamos acostumbrados a no mirarnos en un espejo, estamos
acostumbrados a huirle a nuestro propio reflejo porque no somos capaces
de observar la valía que tenemos; estamos acostumbrados a creer de
nosotros lo que otros ven porque no podemos siquiera tener una opinión
propia de nosotros mismos; estamos acostumbrados a esperar a que los
demás nos etiqueten para comenzar a ser lo que esos piensan y creen que
somos.

Con lo lindo que es ir por la vida con la convicción de que lo que hacemos
está bien hecho porque lo hicimos nosotros y no porque lo dijeron los demás;
con lo bonito que es que si vamos a dar demos sin que nos importe la
recompensa pero mejor aún, que demos porque queramos y no porque
NECESITEMOS algo de vuelta; con lo lindo que es mirarse al espejo y
amarse más allá de lo demás y de los demás; con lo bonito que es creernos
lo valiosos que somos sin que necesitemos escucharlo de alguien más.

Con lo rico que se siente ir por la vida estando seguros de nosotros mismos
sin pedir lo que no hay, sin exigir lo que no nos dan, sin esperar lo que no
existe; con lo rico que es sentirnos SEGUROS de nosotros mismos y entender
que seguridad también es sinónimo de AMOR PROPIO.

Y bueno… así terminan 147 páginas de regaños y miles de palabras duras –


pero necesarias- para que puedan salir del lugar oscuro donde por voluntad
propia han decidido estar. No existen cosas imposibles, somos nosotros los
que hacemos que las cosas sean imposibles; y cuando caemos en la cuenta
de que no era tan difícil, entonces sonreímos al ver lo fácil que terminó
siendo todo… Vamos a amarnos señores que nada nos cuesta… si no nos
amamos nosotros, ¿entonces quién?

Yo termino aquí, y continúo en Sapio, pero tú prométeme que con este


material vas a ayudarte a salir adelante… lo mereces.
Bibliografía

Para poder finalizar la confección de esta compilación de información


hecha guía, necesité consultar varias páginas las cuales cito a continuación:
https://www.psicoactiva.com/blog/cuando-el-dolor-de-una-perdida-
amorosa-se-procesa/

https://www.diariofemenino.com/articulos/psicologia/autoestima/que-es-
la-autoestima-definicion-significado-y-tipos-de-autoestima/

http://www.cocemfecyl.es/index.php/cuidadores/71-la-autoestima-que-es-
la-autoestima

https://mejorconsalud.com/solo-hay-un-amor-que-es-para-siempre-el-
amor-propio/

http://www.amor.com.mx/amor_propio_y_autoestima.htm

http://www.doctissimo.com/es/bienestar/psicologia/pareja/ruptura/ruptura-
sentimental-duelo-normal-y-duelo-
patologicohttp://www.doctissimo.com/es/bienestar/psicologia/pareja/ruptu
ra/ruptura-sentimental-duelo-normal-y-duelo-patologico

http://conceptodefinicion.de/valores/

http://elvalordelosvalores.com/definicion-de-los-valores/

https://fundaciontelevisa.org/valores/valores

http://www.solohijos.com/web/que-son-los-valores-y-por-que-son-tan-
importantes-en-la-educacion/

http://concepto.de/enamoramiento/#ixzz57Ix1H1QQ

https://buhomag.elmundo.es/my-life/enamoramiento-reaccion-quimica/
http://tecreview.itesm.mx/cuanto-dura-el-enamoramiento/

http://www.elpais.com.co/familia/enamorarse-bueno-o-malo-para-la-
salud.html

http://archivo.elnuevodiario.com.ni/ellas/140537-es-malo-enamorarse/

https://www.diariofemenino.com/amor-sexo/amor/articulos/peligro-
idealizar-amor/

https://lamenteesmaravillosa.com/que-es-la-idealizacion/

https://siempreenamorados.wordpress.com/2015/10/21/el-problema-de-
las-idealizaciones/

http://www.miautoestima.com/psicologia-autoestima-idealizar/#

http://www.proyecto-kahlo.com/2015/01/del-enamoramiento-al-amor/

http://eldiariodelanena.com/como-ser-mejor-pareja/

http://valoresyentorno.blogspot.cl/2010/10/el-valor-del-amor.html

https://es.wikipedia.org/wiki/Amor

https://psicologiaymente.net/pareja/que-es-amor

https://definicion.de/perdida/

https://www.enpareja.com/estilodevida/No-es-amor-es-apego-emocional-y-
esto-lo-delata-20171002-0015.html

https://www.ellahoy.es/pareja/articulo/que-es-el-apego-emocional-o-
apego-afectivo/249419/

https://m.diariofemenino.com/amor-sexo/amor/articulos/enamoramiento-
enfermedad-mental-cura/

https://www.google.cl/amp/s/amp.lamenteesmaravillosa.com/cuales-son-
las-fases-del-duelo-en-la-ruptura-de-pareja/
http://gabinetedepsicologia.com/efectos-emocionales-ante-la-ruptura-de-
pareja-el-dejador-psicologos-madrid-tres-cantos

Agradezco a todos y cada uno de los autores de estos blogs, revistas y


artículos y les dejo por escrito mis respetos y mi admiración por dejar a la
mano tan buen material. Pido disculpas si he omitido involuntariamente la
publicación y los créditos de alguna página web, algún artículo o algún
blog. Si esto fuere así, ruego se comuniquen conmigo a la brevedad para
realizar la inclusión de su (s) respectivo (s) autor (es).
Esta y todas mis guías al igual que mi página de Instagram son el resultado
de muchos años de vivencias, lágrimas y duelos resueltos y no resueltos, que
se convirtieron en lo más preciado que tengo en mis casi 33 años:
Experiencia. Gracias a ti también por estar y formar parte de mí, de Sapio,
de esto… Gracias por la confianza y por las ganas de salir adelante.
GRACIAS UNIVERSO.

Farley Villalobos
Sapio_Sensual

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