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IR SIN PERDERSE EN EL
INTENTO
Marzo de 2019
CONTENIDO
Agradecimientos
Dedicatoria
Introducción
La autoestima
El amor propio
Los valores
El enamoramiento
Idealizaciones
Del enamoramiento al amor
El amor
El amor después del duelo
La pérdida
El Duelo
Fases del duelo:
- Fase de shock/Negación
- Fase de Dolor/tristeza
- Fase de Rabia/Ira
- Fase de culpa
- Fase de Negociación
- Fase de reconstrucción
- Fase de resolución o aceptación
Tiempos del duelo
Duelo patológico
Apego emocional
2019
AGRADECIMIENTOS
Haber vivido en carne propia todo lo que tú, que me lees, has pasado; me
hace contar con la habilidad de llegar hasta el último rincón tu alma, esa
alma maltratada por un adiós que, al igual que tú, yo tampoco esperaba
pero que llegó y nos hirió; que dejó marcas y se escudó tras un amor que se
desvaneció como si nunca hubiera existido.
Agradezco a Dios por este don con el que me ha premiado y que me ha
ayudado a encontrar la mejor manera de entrar en tu vida y con mis
palabras poder darte una palmada en el hombro para que sepas que, en tu
soledad, no estas sola (o) porque yo estoy contigo a través de mis letras, aun
en la distancia.
Agradezco a mi madre por haberme traído al mundo, por haberme enseñado
todos esos valores que hoy me hacen ser quien soy, por haberme mostrado
la fortaleza a través de la rudeza, por haberme hecho ver lo bonito que es
darle a otro la mano para que no caiga aun cuando nuestro piso tambalee;
le agradezco también por la dicha tan inmensa de llevar su sangre; le
agradezco por absolutamente todo y le pido que desde el cielo me ilumine
en este largo camino que me toca recorrer de su mano y de la mano de todos
los que me leen. ¡Gracias mamá!
Agradezco a la vida por cada tropiezo, por cada caída, por cada montaña
empinada que me ha tocado escalar y por cada raspón de rodillas que me
ha imposibilitado correr; por cada persona que ha llegado a mí, por cada
amor, por cada desamor y por cada duelo; gracias a todo eso y a muchas
cosas más es que hoy puedo volver a sonreír y permitirte que, a través de
mis letras, me conozcas y sepas de muy buena fuente que no existe
absolutamente nada en la vida que no se pueda superar y que; así como yo
lo hice, tú también puedes hacerlo… que sepas que todo lo puedes lograr si
realmente crees, así como yo creo en ti.
Agradezco a cada uno de mis lectores por hacer de este proyecto una razón
para seguir aportando todo mi conocimiento; te agradezco a ti por darme la
oportunidad de llegar a tu vida y de acompañarte en este largo camino que
ahora nos toca recorrer; te agradezco también por la confianza y por el
cariño sincero, créeme que se siente y que fortalece mis ganas de seguir
apostando por eso para que todos podamos ver una luz al final del camino.
Gracias a todos, por todo, desde mi corazón… Farley Villalobos.
DEDICATORIA
Esta guía está dedicada principalmente a ti, que formas parte clave de este
proyecto; a ti, que me lees y que logras comprender en cada una de mis
palabras esa necesidad tan mía de aportar paz a tu vida, esa paz que has
perdido sin quererlo y que es tan necesaria para tu estabilidad emocional;
a ti, por tus mensajes, por todos esos comentarios de apoyo que me hacen
pensar que voy por el camino correcto; a ti, por la confianza y por esta gran
oportunidad que me das de poner mi granito de arena para hacer del mundo
un mejor lugar para vivir… A ti, millones de gracias.
A Dios, por mantenerme con vida y salud; por no abandonarme cuando he
perdido las fuerzas, por no dejarme caer y si es que he caído, por no permitir
que me haga tanto daño al llegar al suelo.
A mi madre y a mi hermano por esos lazos que nos unen y nos permiten
poder llamarnos “familia”; a ella que desde el cielo guía mis pasos y me
protege, a ella que fue mi primera gran maestra y que me enseñó tantas
cosas lindas de la vida y del amor que todos debemos guardarle a nuestro
prójimo. A él, por ocupar la mitad de mi corazón; por el apoyo que siempre
me da para que nunca decaiga, por esos abrazos que me hacen olvidarme
del mundo; por su amor incondicional… ¡Los amo, familia!
A todos los que han estado ahí y que han visto el esfuerzo… Comenzamos
siendo 926 y hoy, ya somos 22.300 almas unidas por una meta: La felicidad
y el bienestar. Estoy segura de que pronto seremos muchísimos más.
A todos los que han creído en esto y a todos los que han creído en mí…
Agradezco también, a todos los que no han creído.
Un día me levanté con una idea e hice de esa idea un proyecto; así nació la
cuenta de Instagram @Sapio_Sensual y aquí seguirá, para todos ustedes.
Confeccionar una guía como la que ahora tienes en tu poder cuando sabes
que existen tantas personas necesitando esta información no es una tarea
fácil, aun así, el estar segura del bienestar y de la tranquilidad que con este
trabajo seré capaz de llevar a todos mis lectores me permite poder sonreír
ante cualquier miedo, ante cualquier duda.
Cerrar ciclos y dejar ir sin perderse en el intento surgió gracias a la
necesidad que sentí y que he sentido desde hace mucho de encender al menos
una luz al que transita por en el camino de la pérdida porque en muchos de
los casos nos sentimos a oscuras y se nos hace imposible ver un futuro por
estar anclados a un pasado que más que otra cosa, solo nos hiere y logra
hacernos mucho daño.
Quienes hemos pasado por un duelo sabemos lo difícil que es divisar un
norte mientras estamos a oscuras; conocemos lo complicado de volver a
levantarnos luego de haberse derrumbado nuestras bases y, peor aún,
comprendemos que en algún momento del camino nos veremos obligados a
pedir ayuda, pero, ¿qué pasa cuando se nos hace difícil conseguir esa
ayuda?, ¿qué pasa cuando no entendemos siquiera lo que nos ocurre y por
esa razón no podemos salir del agujero?, ¿qué pasa con nosotros cuando
nos sentimos solos después de darnos cuenta de lo solos que estamos?
Una pérdida no es cosa de niños cuando de nuestra estabilidad mental se
trata; un duelo no resuelto puede llegar a destruirnos o a hacer que nos
destruyamos al no poder soportar el drama de lo sucedido; un duelo, cuando
el corazón se ha enemistado con la razón y ha hecho huir a nuestra
autoestima haciéndonos perder el amor propio, es algo extremadamente
delicado que debemos tratar con guantes de seda… y con la debida atención
de un especialista.
Sea que hayamos perdido a un amor, a nuestros padres, a un hermano, a
nuestra mascota o nuestro trabajo; un duelo es un asunto al que debemos
darle la importancia y la atención debida para evitar malos resultados.
A ti, que estas leyendo esta guía en busca de esa luz que pueda alumbrarte
el camino te digo: quedan días largos por recorrer hasta llegar a sentirnos
mejor, pero te pido con todo el cariño con el que escribí estas líneas, que no
decaigas… Ten fe y nunca dejes de creer en ti. Sí se puede.
La Autoestima
La autoestima
Los valores pueden variar mucho según las culturas, las familias o los
individuos. Existen diferentes tipos de valores, también
denominados valores universales que se caracteriza o se diferencian por lo
que equivalen; entre ellos están:
Al hablar de valores morales tenemos mucha tela para cortar porque estos
corresponden a las acciones o comportamientos correctos o incorrectos que
permiten diferenciar el bien del mal, lo que se sabe de lo que no, lo justo de
lo injusto; por ende, se puede decir que los valores involucran nuestros
sentimientos y emociones, como por ejemplo, cuando amamos o valoramos
el amor aborrecemos el odio, o cuando estamos de acuerdo con la paz, no
deberíamos estarlo con la guerra y cuando valoramos la libertad no somos
partidarios de la esclavitud. Cada individuo debería identificar sus valores,
y al hacerlo, se dará cuenta de lo que realmente es importante para él. La
educación en estos valores depende, en gran parte, de que se contemplen en
aquellos valores que la familia considera primordiales, es decir, que entre
los valores familiares que se transmitan a los hijos estén los valores ético-
morales imprescindibles:
1. Respeto: Tiene que ver con aceptar al prójimo tal como es, con
sus virtudes y defectos, reconociendo sus derechos y
necesidades. Decir las cosas educadamente, sin herir, violentar
o insultar a nadie son muestras de respeto. La educación en el
respeto comienza cuando nos dirigimos a nuestros hijos
correctamente, de la misma manera que esperamos que ellos se
dirijan a los demás.
2. Sinceridad: La sinceridad es el pilar que sustenta la confianza;
para que nuestros hijos no mientan, no debemos abusar de los
castigos porque los niños mienten por temor a los castigos.
3. Renuncia a la violencia: Que nuestros hijos no sean violentos
depende mucho de que sus padres no griten, peguen o les falten
al respeto.
4. Disposición a ayudar: Conseguir que los niños ayuden a los
adultos y a sus iguales se consigue fácilmente: sólo debemos
aceptar desde el principio sus ganas de ayudar, encomendarles
pequeñas tareas y adaptarlas siempre a su edad y sus
posibilidades.
5. Cortesía: Tiene que ver con el respeto, la consideración y los
modales. No tiene que ver con no poder hacer algunas cosas
porque no es de buena educación, sino en hacerlas diciendo
“por favor”, “gracias” y ¿puedo?
6. Consideración: Tiene que ver con saber renunciar a los
propios intereses en beneficio de los de los demás. Si los niños
ven que sus necesidades se toman en serio, les será más fácil
respetar las de las otras personas.
7. Tolerancia: Tiene que ver con la aceptación y el respeto hacia
la gente que es diferente, a lo que nos resulta extraño,
desconocido o poco habitual.
8. Responsabilidad: Tiene que ver con la confianza que tenemos
en que nuestros hijos sabrán asumir algunas tareas y las
cumplirán. Tiene que ver también con la conciencia de que los
actos o el incumplimiento de estos, tiene consecuencias para
otras personas o para nuestros propios hijos.
Todos los padres desean que sus hijos se comporten de forma educada, pero
sin que se conviertan en niños temerosos o conformistas, ni transformándose
ellos en padres exigentes y quisquillosos. Hay algunos valores
fundamentales que todas las personas debemos asumir para poder convivir
unos con otros y que debemos tener siempre presentes y cumplir sin
perjudicar a nadie ya que ellos son las normas de conducta y actitudes según
las cuales nos comportamos y que están de acuerdo con aquello que
consideramos correcto.
- Honestidad - Amistad
- Puntualidad - Humildad
- Responsabilidad - Amor
- Familia - Compasión
- Gratitud - Optimismo
- Sinceridad - Servicio
- Generosidad - Servicio
- Honestidad - Superación
- Decencia - Voluntad
- Solidaridad - Responsabilidad
- Aprender - Paciencia
- Prudencia - Comprensión
- Docilidad - Sencillez
- Autodominio - Bondad
- Sensibilidad - Lealtad
- Sacrificio - Respeto
- Crítica constructiva - Perdón
- Desprendimiento - Alegría
Características y síntomas
Eso, por un lado; por otro, uno de los problemas a nivel psicológico que
puede ocasionar el proceso de enamoramiento es una ceguera emocional
donde encaja perfectamente el dicho popular que asegura que “el amor es
ciego” ya que el juicio crítico que todos tenemos en el día a día, en esta
etapa está apagado y se omiten los defectos y fallas de la pareja; para
nosotros la persona que nos gusta no tiene ningún defecto.
Hay personas adictas al amor que necesitan esa subida de energía que
produce el enamoramiento, y no es extraño porque cuando nos enamoramos
nos convertimos en la persona feliz que siempre habíamos deseado ser.
Idealizar el amor puede llevarnos a necesitar ese estado permanente de
enamoramiento que es imposible mantener en el tiempo. Por otra parte,
idealizar a la persona de la que nos hemos enamorado conlleva varios
riesgos, como la dependencia, la obsesión y también la desilusión. Tener un
exceso de expectativas puede provocar una distorsión de la realidad, más
aún si estamos ansiosos por encontrar el amor.
La idealización del ex
Quien suele crear su propia versión de las personas lo hace con la actual
pareja, con la anterior y en soledad, por lo mismo, no es difícil imaginar que
al recordar a la expareja seleccionen los mejores recuerdos mezclados con
un toque de fantasía y por eso sufren aún más, se convencen de que han
perdido al amor de su vida y que nunca podrán querer a alguien así. En el
caso que haya sido una mala pareja, olvidan el daño y solo son presas de la
nostalgia, no cuestionan el ¿para qué van a estar con una persona que no
las quería o que prefirió irse con otra?
Las expectativas sirven de alto estándar, como una guía de lo que queremos,
pero es preocupante manipular la realidad para ajustarla a ese ideal. Si
idealizamos de esa manera, debemos saber que esas ideas tarde o temprano
van a romperse, porque no están acorde a la realidad, no tiene más
fundamento que un capricho y eso crea un sufrimiento totalmente evitable.
Debemos aprender a reconocer la realidad y ser felices con ella.
Todo ese tiempo que estemos bajo los efectos de la idealización del amor
será determinante para tu futura estabilidad emocional, así como para la
continuidad o no de la pareja. Que nuestra persona especial pase de
príncipe o princesa azul a sapo no afecta solo a quien sufre esa
transformación radical, sino que el desajuste emocional producido por el
paso de la ficción a la realidad repercute más en nosotros mismos.
El amor es otra cosa, sí, el amor requiere conocer a la otra persona, requiere
tiempo, requiere reconocer los defectos del ser amado, requiere ver lo bueno
y lo malo de la relación. No quiere decir que enamorarse no es bueno, sin
embargo, enamorarse es solo el principio. Cuando alguien ama de verdad,
acepta a la otra persona en su totalidad, con sus defectos y sus fallas. Una
persona enamorada (que siente amor verdadero) trata de hacer mejor a la
otra, ayudándola a superar los aspectos negativos de su personalidad.
Es mejor y mucho más sano poner la relación en términos más reales, como,
por ejemplo, pensar en que cambió el compromiso que una de las personas
tenía con la otra; en definitiva, sería como poder ponerlo en términos de
responsabilidad. Si pensamos que el destino de una pareja es
responsabilidad de ambos, entonces ambos pueden resolverlo. Lo cierto es
que nos resistimos a pensar que debemos esforzarnos por el vínculo y
cuidarlo como cuidamos tantas otras cosas.
El amor no es ciego
Cuando iniciamos una relación nos sentimos perdidos por la pareja y una
vez que la conocemos en su esplendor, puede que ya no nos guste o puede
que sí decidamos estar juntos. Cuando esto ocurre, es porque la pareja ha
superado aquella primera etapa y ha entrado a los terrenos del amor
maduro que no es más que la voluntad de dos de estar juntos. El amor es
una característica inherente al ser humano y se relaciona con la afectividad,
desde luego, pero es más que una emoción y un sentimiento, pues también
posee una buena tajada de voluntad: de ese “querer, querer”.
Estas sensaciones son los motivos por los que la razón se nubla durante esta
etapa. Ahora, cuando el enamoramiento pasa y las sustancias que nos tenían
un tanto nublados de pensamiento o excitados se regulan, comienza la etapa
más importante de una relación de pareja: el amor maduro, la elección
consciente, el deseo de construir una vida en conjunto con una proyección
de vida en común; es entonces que el amor no solo es una cuestión de afecto
sino de voluntad y, por lo tanto, decides o no querer.
Permanecer con una pareja toda la vida es posible, siempre y cuando ambos
tengan un compromiso de renovar el amor que sienten el uno por el otro: en
el acto consciente de amar, ejerzo la libertad de respetarte y de querer
quererte, principalmente en la crisis, confiando que la situación se
reacomodará y el amor permanecerá.
Para el budismo que califica al ego como una mera ilusión de nuestra
mente, el amor real, amor compasivo, solo existe cuando se dirige
hacia otra persona y no hacia uno mismo. Para el psicoanálisis, que
de forma completamente opuesta al budismo califica al ego como la
única realidad, el amor auto personal siempre es narcisismo, que
puede ser, a su vez, saludable o no saludable.
Al principio del proceso amoroso se idealiza al otro hasta tal punto que la
decepción, aunque sea pequeña, resulta inevitable; nadie es capaz de
cumplir las expectativas de los inicios, todos caemos tarde o temprano del
pedestal. Esa caída siempre se vive con dolor, pero también es posible que
contenga aspectos buenos de los que podemos aprender, ¿nos enseña algo?
¿nos hace más fuertes? Ya que resulta inevitable, deberíamos obtener algún
partido de ella.
El enamoramiento necesita de duelo; el amor verdadero acepta a la persona
tal y como es, con todos sus defectos y todas sus virtudes y para lograrlo,
necesariamente se debe llevar a cabo este proceso.
Comencemos con un ejemplo:
Andrea conoce a Diego en una cita a ciegas que resultó un éxito, Diego
quedó prendido de Andrea y comienza el proceso de conquista: llamadas,
correos, mensajes, salidas y pronto se encuentran saliendo todos los días.
Existe una enorme necesidad de estar juntos, los dos se sienten en las nubes,
todo es perfecto, deciden ser novios, son todo lo que soñaron el uno para el
otro, no hay otra persona mejor.
En esencia todas las emociones son impulsos para actuar, planes
instantáneos para enfrentarnos a la vida. La raíz de la palabra emoción es
motere, el verbo latino “mover” además del prefijo “e” que implica
“alejarse” lo que sugiere que en toda emoción hay implícita una tendencia
a actuar. Cada emoción nos hace reaccionar de diferente manera
biológicamente. Por eso cada vez que vemos a la persona que queremos o
deseamos se desatan reacciones que no controlamos.
En el caso de la felicidad hay un aumento de la actividad del centro nervioso
que inhibe sentimientos negativos y favorece la energía disponible.
Fisiológicamente se produce una tranquilidad que ofrece un descanso
general además de buena disposición y entusiasmo. Con el amor, los
sentimientos de ternura y satisfacción sexual dan lugar a un despertar
parasimpático, lo opuesto a lucha o huir, generando un estado de calma y
satisfacción facilitando la cooperación.
Con esto podemos ver que el amor tiene un impacto en nuestro cuerpo,
físicamente suceden cosas en las que no tenemos control, como estas
reacciones son biológicas entonces por ende son variables y no
permanentes; así comprobamos lo que se dice, que el amor se acaba.
Etapa 1: Enamorarse
Enamorarse es un truco de la naturaleza para que los humanos escojan a un
compañero para que nuestra especie continúe; se siente tan maravilloso
porque estamos inundados de hormonas como la dopamina, la oxitocina, la
serotonina, la testosterona y el estrógeno. Enamorarse también se siente
bien porque proyectamos todas nuestras esperanzas y sueños en nuestro
amado/a.
En esta etapa imaginamos que se cumplirán nuestros deseos, que nos darán
todas las cosas que no recibimos cuando niños y que cumpliremos con todas
las promesas que nuestras relaciones anteriores no pudieron cumplir.
Estamos seguros de que permaneceremos enamorados para siempre y
porque estamos enamorados gracias a las “hormonas amorosas” no
estamos conscientes de la realidad.
Cuando dos personas están bajo las pasiones más violentas, locas,
engañosas y pasajeras, se les exige jurar que permanecerán en esa
condición excitada, anormal y agotadora continuamente hasta que la muerte
los separe.
“Para algunos locos desbocados como yo, el amor es algo que te acciona,
que te hace mover las manos incluso cuando no quieres, que te hace moverte,
que te exalta, que te dinamiza… El que habla de amores controlados no
está hablando de amor”. GP
Etapa 3: Desilusión
Para demasiadas relaciones es el principio del final, es un período donde
las cosas comienzan a sentirse mal; puede ocurrir lentamente o puede
sentirse como un interruptor que se apaga y todo sale mal. Las pequeñas
cosas comienzan a molestarnos, nos sentimos menos amados y cuidados, nos
sentimos atrapados y queremos escapar.
En esta etapa nos volvemos más irritables, heridos y retraídos; podemos
permanecer ocupados con el trabajo o la familia, pero las insatisfacciones
están. Nos preguntamos dónde se ha ido la persona que una vez amamos,
anhelamos el amor que teníamos antes pero no sabemos a dónde fue o cómo
recuperarlo. A veces uno de los dos quiere irse o bien, continúan juntos,
pero sin sentirse realmente unidos. Nos sentimos enfermos en cuerpo,
mente y alma.
La mayoría se da por vencido aquí, pero la verdad es que, si bien se hunden
muchas de nuestras ilusiones sobre nosotros mismos y nuestra pareja,
tenemos la oportunidad de ser más cariñosos y apreciar a la persona con la
que estamos, no las proyecciones que habíamos puesto sobre ellos como
nuestro “compañero ideal”.
Todos queremos ser felices y creemos que tener una pareja nos dará esa
felicidad que tanto buscamos; toda va bien mientras la tenemos, pero ¿qué
pasa cuando la relación se acaba?, ¿Cuándo la persona en la que hemos
puesto tantas expectativas y sueños se va de nuestro lado y nos deja porque
no nos soportó?, ¿cómo nos enfrentamos a situaciones como éstas?,¿cómo
vivimos la vida a partir de ese momento? Para la gran mayoría, esta es una
situación muy difícil y dolorosa, aparecen los miedos, las inseguridades,
decepciones, resentimientos y el dolor puede ser muy profundo.
¿Por qué sucede esto?, ¿Por qué sentimos tanto dolor? La gran mayoría
cree que porque hemos perdido a la persona que “nos hace felices” o que
nos da seguridad, amor o compañía, pero ¿qué tal si esta no es la causa real
de nuestro dolor? ¿qué tal si está en nuestras manos el sentirnos bien
independientemente que esa persona esté o no a nuestro lado?
Empatía y afecto
Tenemos que buscar la protección adecuada y cuidarnos, es preferible no
frecuentar parejas felices que recuerden lo que no se tiene. La experiencia
se encuentra todavía muy próxima, cuando se vive un duelo, el aislamiento
temporal favorece la evolución del psiquismo y la adaptación a la nueva
situación. Los familiares pueden atribuirse la misión de sostener nuestra
tristeza, pero nada garantiza que lo hagan bien, sobre todo cuando citan sus
propias experiencias.
En el contexto del padecimiento amoroso, no son las palabras del entorno
las que ayudan sino más bien la capacidad de mostrar empatía, afecto,
amistad. También hay que atreverse a tener miedo; miedo de no volver a
amar, pero también miedo a volver a hacerlo. Se teme lo peor y lo mejor,
estos miedos señalan que la historia anterior se está cerrando y que el futuro
se abre. Es también el momento en que se piensa en el pasado con nostalgia
pues ya no es necesario odiar a quien se amó. Activar el desapego y
reconocer que esa aventura fue bella implica no tirar al cubo de la basura
lo que nos constituye: nuestras elecciones, sueños y deseos.
Mientras más nos aferramos a algo que ya no es, más sufrimos, no
podemos controlar cómo actúan otras personas, pero sí cómo nos sentimos
al respecto… Como decía Marco Aurelio, filósofo y emperador romano, “Si
te afliges por alguna causa externa, no es ella lo que te importuna, sino el
juicio que tú haces de ella y borrar este juicio, de ti depende”.
La realidad es que en este momento esa persona ya no está a tu lado y puedes
vivirlo de dos maneras: con sufrimiento, dolor y resentimiento o puedes
aceptar y “amar” esta nueva etapa de tu vida, sacar lo mejor de ella,
disfrutar de TU compañía y apreciar los regalos que esta nueva experiencia
te trae, ¿qué eliges tú?
Para ustedes: Pérdidas sufrimos todos los días, cuando nos quedamos sin
trabajo, cuando se nos muere un familiar, cuando discutimos con un amigo
y se rompe la amistad, cuando perdemos a una mascota o cuando se nos va
ese “gran amor”; duele, nadie dijo que no iba a doler, nadie dijo que no
sería triste, que no nos haría daño y sí, nos duele, nos cuesta, sentimos que
no podemos respirar pero señores; de amor absolutamente NADIE se muere,
nadie, ni tú, ni yo, ni los de las novelas ni los de las películas… la vida no
se paraliza con un adiós así que hazme el favor y despierta, los mártires
están completos y ese papel es demasiado para cualquiera de nosotros.
Sí, sí se puede…
El Duelo
Cuando alguien que creíamos que estaría para siempre nos abandona,
inicialmente surge en nosotros un sentimiento de incredulidad, nos negamos
a creer que lo que estamos viviendo pueda estar pasando, seguido de un
sentimiento de incomprensión ¿Por qué nos ha pasado esto?, ¿Por qué a
nosotros?, sentimiento de culpa, ¿Qué habremos hecho mal?, tristeza y
desesperación. Por lo regular, quedamos con un tumulto de sentimientos y
emociones donde prevalece el dolor, la crisis de llanto y la desgana.
Tratamos de salir de esa situación por todos los medios y por esto, llevamos
a cabo estrategias inadecuadas; si pensamos que el alcohol, las drogas, huir
a otro lugar, consolarnos con relaciones accidentales, nos pueden aliviar,
estamos muy equivocados; no nos ayudarán, nos enfermaremos y tendremos
mayores problemas.
No son los hechos los que nos hacen sufrir sino el significado que le damos
a los acontecimientos es el cómo percibimos, vemos, oímos y sentimos la
experiencia de la ruptura y la separación y cómo esta se graba en nuestra
memoria. El recuerdo ligado a las emociones que hacen que emerjan todos
esos sentimientos y que se reflejen en nuestras reacciones corporales y en
nuestra conducta es lo que nos hace sufrir y nos “engancha” a la situación
y a esa persona que es hoy la causa de tantos sentimientos encontrados, pues
unas veces la amamos y otras la odiamos, unas veces la culpamos y otras
nos culpamos.
Las personas pasan por diferentes fases después de una ruptura de pareja:
No todas las personas reaccionan igual ante la ruptura amorosa, pensar que
nuestro mundo se ha vuelto confuso e inseguro, que tenemos sentimientos y
emociones encontradas, que sentimos rabia, cólera y tristeza a la vez, es
normal en estas circunstancias.
Existe una interrogante que nos hacemos todos los que pasamos por este
proceso: ¿Cuánto va a durar? ¿Cuándo voy a sanar? ¿Cuándo va a dejar
de doler? Y es que sí, es un proceso normal, pero eso no le quita lo doloroso.
Tras una ruptura de pareja existe una etapa de olvido que es necesaria para
sanar las heridas que quedan abiertas tras el adiós. Cada historia tiene unas
connotaciones concretas y podemos decir que el duelo tiene una duración
de entre seis meses y dos años, pero debemos poner especial cuidado al
primer año posterior a la ruptura puesto que este período es realmente
importante.
Este primer año tiene un valor emocional significativo porque marca el
punto de inflexión personal de una vida llena de recuerdos por momentos
compartidos en pareja a una nueva etapa de soledad; el primer año es una
etapa de cambio puesto que en estos doce meses se celebran también las
primeras fechas señaladas en ausencia de la otra persona: fiestas de
navidad, vacaciones de verano, fechas de cumpleaños, aniversarios, etc.
Este primer año muestra el proceso de autodescubrimiento de aquella
persona que a pesar de tener sus ilusiones rotas y experimentar una
decepción afectiva, siente en primera persona esa gratificante experiencia
de vivir la vida en cada etapa con lo positivo que tiene cada momento.
El proceso de olvido está marcado por la tristeza, sin embargo, esta tristeza
no impide que la persona pueda disfrutar de momentos felices. A lo largo de
un año, la persona ha superado retos importantes vinculados con el proceso
del olvido y estos retos le hacen cada vez más fuerte.
La persona necesita establecer en su vida nuevos hábitos y otras rutinas, por
ello, a lo largo de este nuevo año afianza nuevas costumbres que aportan
una seguridad emocional.
El paso del tiempo también ayuda a observar con mayor distancia la
relación de pareja y esta perspectiva también aporta una mayor objetividad.
Con frecuencia, la persona siente que tras la ruptura se siente mejor consigo
misma.
¿Tardan más los hombres en recuperarse totalmente de una ruptura
amorosa?
Las mujeres experimentan un mayor dolor inmediatamente después de una
ruptura amorosa, pero se recuperan emocionalmente antes que los hombres,
que simplemente siguen adelante pero que quizás nunca se reponen o al
menos esa es la conclusión de una investigación de la Universidad
Neoyorquina de Binghamton y la Londinense University College London en
la que se analizaron las diferencias entre los sexos en respuesta al fin de una
relación amorosa.
Los resultados, publicados en la revista especializada sobre ciencias del
comportamiento Evolutionary Behavioural Sciences, sugieren que las
mujeres sufren un mayor impacto emocional y físico tras la ruptura, sin
embargo, tienden a recuperarse antes y se vuelven emocionalmente más
fuertes. En comparación, según las conclusiones de los investigadores, los
hombres tienden a no recuperarse totalmente sino simplemente a seguir
adelante.
Según Craig Morris, investigador de antropología en Binghamton
University y líder del estudio, las diferencias tienen un fundamento
biológico; “en términos simples, las mujeres evolucionaron para invertir
mucho más que un hombre en la relación.
En caso de que la tristeza por una ruptura de pareja límite de una forma
negativa la felicidad personal tras más de un año de haber dicho adiós,
puede ser recomendable realizar una terapia psicológica o participar en un
taller sobre crecimiento personal. El duelo es necesario, pero no es
saludable que se torne patológico.
La ruptura en una relación de pareja puede ser una de las experiencias más
dolorosas para una persona, después de la muerte de un ser querido. La
separación es una experiencia emocionalmente traumática y es necesario
que cada una de las partes involucradas pase por un proceso de duelo.
Por supuesto, cada ruptura es diferente y las circunstancias que la rodean
también. En el impacto inicial y en el desarrollo posterior del duelo influyen
muchos factores; no es lo mismo, tomar la decisión conjunta de separarse
tras una decisión unilateral y repentina por parte de uno de los miembros, o
si existen terceras personas involucradas de por medio.
Tampoco lo vive de la misma manera el que toma la iniciativa (parte activa)
ya que en cierto modo ha ido asumiendo gradualmente su nueva situación,
que el otro miembro (la parte pasiva), al que le puede coger totalmente
desprevenido. Esto no quiere decir que el que toma la decisión vaya a sufrir
menos, sino que el impacto inicial no va a ser el mismo.
En cualquier caso, el duelo es una reacción natural y un proceso largo y
doloroso por el que es necesario pasar ante la pérdida de la persona amada.
Apoyo Psicológico
Cuando la persona con el transcurrir del tiempo no registra ningún avance,
sigue sumida en la tristeza y en la desesperanza presentando un deterioro
en su salud; en este punto, estaríamos hablando de un duelo patológico.
En este momento es aconsejable pedir ayuda profesional, con el fin de
ayudar a la resolución ya que, de lo contrario, un duelo complicado puede
acabar provocando un trastorno depresivo o de ansiedad. Hay una serie de
conductas nocivas que pueden llevar a desarrollar otro trastorno
psicopatológico:
- Abuso de alcohol y otras drogas con el fin de evadirse de la realidad.
Esto se convierte en una “trampa psicológica” ya que una vez que la
persona se encuentra fuera de los efectos de la sustancia, el
sentimiento depresivo se hace aún mayor.
- A veces hay una tendencia a desarrollar una serie de conductas
desadaptativas en el intento desesperado de volver con la otra
persona: llamadas continuas de teléfono, envíos de mails, frecuentar
sitios donde puede estar la expareja, etc. Todas estas conductas, lo
único que hacen es dañar la autoestima, el amor propio y conseguir
que el otro miembro de la pareja responda con indiferencia u
hostilidad.
- Uso o abuso de antidepresivos y ansiolíticos. Intentar enmascarar las
emociones que se tienen que sentir en el duelo es un error, ya que
estos sentimientos tienen que fluir necesariamente para poder superar
esta etapa con éxito.
- El descuido general de la salud, los malos hábitos en la alimentación
y en los cuidados básicos, mantenidos a lo largo del tiempo, pueden
hacer que se tenga una mala calidad de vida, entorpeciendo todavía
más la resolución del problema.
En el trance del duelo se pueden sentir emociones como sensación de
fracaso, sentimientos de culpa, envidia hacia amigos o familiares del
entorno que no están pasando por la misma situación, rencor, etc. También
son frecuentes en las etapas iniciales, síntomas físicos como: insomnio, falta
de apetito, dolor de cabeza y otros síntomas de ansiedad. Lo importante es
no quedarse anclado en el pasado y poder empezar a mirar hacia adelante.
Es fundamental ayudar a la persona a que asuma que la relación ha llegado
a su fin para que pueda salir exitoso de esta etapa tan dolorosa.
El apoyo psicológico podrá ayudar a la persona a expresar sus sentimientos,
a eliminar conductas nocivas, a recuperar su confianza y su autoestima y a
identificar pensamientos irracionales que puedan estar interfiriendo en la
resolución del duelo. En definitiva, ayudarle a encontrar de nuevo un sentido
a la vida.
Lo que no perciben las personas que sufren apego, es que por el camino
del amor se han perdido a ellos mismos.
Quienes tienen ese apego a su pareja dejan todo para estar el mayor tiempo
posible con su amor, hacen a un lado a los amigos, sus aficiones, y lo peor,
es que su autoestima y hasta lo que hacen, comienza a depender de su pareja.
¿Crees que puedes estar sufriendo un caso de apego afectivo? Comprueba
el estado de tu autoestima. ¿Todo lo que haces depende de tu pareja?
¿Tienes amigos? ¿Aficiones? ¿O lo has dejado todo para estar con esa
persona el mayor tiempo posible? Analiza todas estas situaciones y
descubrirás si has acabado metido en una mala relación.
Algunos síntomas de apego emocional pueden ser también los siguientes: Si
cada vez que él o ella se equivoca en algo, tú lo defiendes ante los demás, si
hablas más de tu pareja que de tu vida y tus proyectos, si has dejado de lado
que te gustaba mucho hacer, si sientes que la mayor parte de tu tiempo gira
en torno a él; si te sientes a ti misma diciéndote que todo está bien, pero te
sientes nerviosa buena parte del tiempo.
Prepárate…
Se terminó, ¿y ahora qué?
Mi primera noche sin ti.
Día 2
“Mis sábados por la mañana eran tan diferentes cuando estabas tú;
encontrarme sin ti en este oscuro lugar me hace comprender que mi
soledad no es tu adiós sino la ausencia de mí misma”
La fase de negación dentro del duelo es una primera barrera defensiva que
nos lleva a decir y sentir que no queremos, que no puede ser, que debe ser
un error; nos convencemos de que ha habido una equivocación y que la
realidad no es cierta, que no puede estar pasando.
Nuestra reacción inmediata cuando sufrimos una pérdida es levantar nuestros
primeros mecanismos de defensa para postergar el impacto de la agresión
que la noticia necesariamente implica.
La negación entonces es un mecanismo de defensa que nos acompaña a lo
largo de toda nuestra vida y que, ante la noticia de una pérdida, se hace
presente para conceder una tregua entre nuestra psiquis y la realidad.
En la negación existe una búsqueda desesperada del tiempo necesario para
pensar en el futuro de manera más serena, tomando distancia temporal de lo
que sucede, buscando una más saludable adaptación al evento que apareció
demasiado abruptamente.
La negación es un verdadero intento de amortiguar el efecto del primer
impacto porque bloqueamos las palabras y escondemos los hechos.
Es importante acotar que es una reacción normal y una manera de
racionalizar las emociones abrumadoras; esta es una respuesta temporal que
nos lleva a través de la primera oleada de dolor.
Esta fase tiene una función adaptativa la cual permite ganar tiempo para
“digerir” la pérdida, poder seguir cumpliendo con la rutina y obligaciones y
poco a poco ir siendo conscientes de los cambios que ya se han producido y
se producirán; se centra en buscar maneras de solucionar los problemas y así
poder retomar la relación con nosotros y también permite ganar tiempo para
“digerir” la pérdida, poder seguir cumpliendo con la rutina y obligaciones y
poco a poco ir siendo conscientes de los cambios que ya se han producido y
se producirán.
“Entiendo mis culpas, pero no quiero perderte, soy una imbécil por dejarte
ir, pero tú, tú eres un imbécil por no permanecer”
- Necesito hablarte
- ¿qué quieres?¡Ya te he dicho que no quiero hablar contigo! ¡Entiende
por favor! No funciona, ya no te quiero, no me siento feliz a tu lado,
prefiero dejarlo hasta aquí.
- Déjame hablar, por favor… No lo terminemos así.
- ¿Qué vas a decirme? Que lo intentemos, que volvamos a ser lo de
antes… No quiero volver a lo de antes, no quiero estar contigo; ya no
siento nada por ti.
- ¡Eres un idiota! ¡jamás me amaste! Jamás te importé, solo jugaste
conmigo y ahora me dejas… ¡te odio! -rompe en llanto-
Día 6
“Algunas veces te odio y otras te extraño; es difícil que alguien pueda
entender lo que ni yo entiendo”
No te has atrevido a atravesar esa puerta ni me has enviado un mensaje al
celular, ya no me aparece tu foto de perfil, pero no me atrevo a escribirte
para no molestarte. Te odio por haberme dejado, pero extraño tanto el estar
contigo que toda esa ira que llevo por dentro me hace recordar que te amo
y que me duele no tenerte aquí.
Aún no logro superar el shock que me produjo el haberte perdido, ante el
bullicio de la gente me siento tan solo un espectador; no puedo
concentrarme ni tengo energía, estoy aturdida, paralizada y con los
sentimientos como dormidos, anestesiados. Aunque mi comportamiento
algunas veces podría interpretarse como de serenidad; siento que me
desmorono cuando me doy cuenta de la realidad.
Todo lo narrado anteriormente no es más que un mecanismo de protección
ante la amenaza de un dolor psíquico y confusión intolerables, se trata de un
escape natural y temporal que tiene como finalidad amortiguar el impacto
inmediato y ayudar a ir asimilando la terrible realidad ya que aun cuando
haya una aceptación intelectual de la pérdida, el proceso emocional resulta
ser lento y podría durar días o meses.
Estamos en negación, incrédulos; no renunciamos a la esperanza de que va
a volver porque creemos que no ha ocurrido nada. Como dolientes, solo
podemos pensar en la pérdida y sentirnos paralizados por el miedo; miedo a
perder los nervios y el control, a no poder concentrarnos, a volvernos locos,
a lo desconocido, al futuro. Estamos emocionalmente desorganizados, nos
sentimos solos, tristes, vacíos, confusos, desamparados, desesperados y
llenos de desolación. Lo peor, es que la idea de suicidio no es infrecuente.
Este pánico es normal y es necesario estar conscientes de ello; el dolor es
normal.
Es importante acotar que cada persona pasa su duelo de un modo diferente,
en estos primeros momentos el dolor es aterrador e irregular y se expresa a
través de una gama extensa de sentimientos, con reacciones muy variadas y
a menudo contradictorias. Son frecuentes los sentimientos de oportunidad
perdida y también los de inseguridad; la negación es más marcada en las
personas que han sido dejadas y se nota menos en las que han dejado.
Aparecen desde luego sentimientos de desesperación, enojo, resentimiento y
cólera que siente el doliente hacia las personas; la desolación y el llanto son
muy frecuentes en un primer momento, este es precisamente el tiempo en
que el doliente debe suprimir o ignorar las reacciones de dolor que pueden
retrasar o alterar el duelo. Las emociones que se sienten, al ser identificadas,
sirven de cauce para que las penas fluyan.
El sentido de culpa relacionado con la pérdida aparece como fenómeno de
autocastigo y auto recriminación por cosas que no hizo, no dijo o actuaciones
que hicieron daño a esa persona amada; “si al menos le hubiera tratado más
cariñosamente, le hubiera cuidado más, hubiera tenido más paciencia, le
hubiera expresado cariño con más frecuencia”. Hay un sentimiento de
pérdida de “la vida no vivida”. Ante el rompimiento, cuando nos culpamos
por lo sucedido, existe en nuestra mente la esperanza de que las cosas puedan
cambiar, este adiós nos hace examinar la vida, los propios fallos, errores,
injusticias, lo que se ha hecho o dejado de hacer.
El sentido de culpa sin resolver y las emociones mal interpretadas pueden
llevar al doliente a sentirse mal durante años o a manifestarlo a través de
síntomas físicos; puesto que el pasado no puede cambiarse, hay que aceptarlo
e integrarlo a la propia vida; el aceptar la culpa es una forma de integración.
El doliente está furioso, lleno de ira, rabia y resentimiento, cólera, enojo
contra los que le rodean; indignación con el propio ser querido que se ha ido,
rabia contra sí mismo y contra los demás, depresión y abandono.
La depresión aparece en esta etapa como un fenómeno normal y sano. Es una
necesidad psicológica, un camino lento y tortuoso para llegar a aceptar la
pérdida y forma parte del proceso de decir adiós al ser querido. “El sol luce”
pero está envuelto entre nubes y el doliente no lo ve. Puede ayudarle asegurar
que “las nubes pasan” aunque en estos momentos a él le parezca imposible.
Disminuye de manera importante la autoestima y hasta llegamos a pensar en:
“no me importa mi aspecto físico ni mi salud”, “no valgo la pena”, “no puedo
ser merecedor del afecto de otros”.
Día 7
“Hoy te amo y te odio, no sé si por todo lo que vivimos o por todo lo que
me recuerdas”
Comencé a tomar pastillas para dormir y aunque me siento muy dispersa y
tengo poca concentración, creo que me hacen bien… He salido de mi
habitación y me he encontrado a mamá llorando desconsolada mientras
tomaba su café. Volvieron a mi mente de inmediato todas esas escenas de mi
infancia donde papá gritaba como un loco y ella me tomaba entre sus brazos
y me protegía de todo aquel infierno.
No pude contener las lágrimas al verla, fue como una terapia de shock,
volver al pasado me hizo sentir como me he sentido desde el primer día sin
ti; con tan solo mis recuerdos y todas estas ganas que tengo de irme lejos
hasta que pueda calmar el dolor que llevo a cuestas y que cada día que pasa,
me pesa más.
Preferí volver a mi habitación porque aquí me siento segura y tranquila…
¿cómo no pude ser capaz de retenerte? ¿Por qué mis amistades tienen
matrimonios tan felices y yo no pude hacer que te quedaras conmigo? Si lo
pienso bien, después de haber visto llorar a mamá me doy cuenta de que, al
ver cómo sus lágrimas caían dentro de la taza de café me estaba viendo a mí
misma… Te elegí por ser alguien en apariencia protector, pero me has
dejado sola cuando más te he necesitado; exactamente igual que lo hizo
papá.
Repetí sin darme cuenta la misma relación que tenía con mi padre; siempre
me había sentido muy desamparada y necesitada de aprobación; luego que
mamá se quedara sola no le quedó más remedio que enseñarme a no atarme
a un hombre como lo hizo ella, a ser independiente. Papá era tan protector,
tan preocupado por la familia, pero siempre estaba ocupado y nunca tenía
tiempo para nosotros; peleaban mucho cuando mamá le exigía estar a mi
lado tal como estoy yo ahora exigiéndote que no me dejes.
Es un shock a los sentidos toda esta información; es darme cuenta de que,
sin querer, he escogido a alguien que me dio exactamente lo que tuve cuando
niña; que ante el mundo me protegía y me cuidaba pero que se la mantenía
distante y me hacía sentir tan sola… He repetido contigo la relación que
tuve con mi padre; te he permitido que, como él, me hicieras vivir en soledad.
Cuando nos damos cuenta de que nuestra relación de pareja no es más que el
reflejo de aquello que vivimos en nuestra infancia, nuestro modo de ver las
cosas cambia; si bien nos prometimos jamás ser lo que uno de nuestros
progenitores fue o no repetir la vida que llevaban y que nos hizo tan infelices,
si no tuvimos amor mientras crecíamos, bien podemos pensar que no lo
necesitamos y como nadie puede anhelar aquello que desconoce, nos
sumergimos en relaciones donde somos igual o peor de desdichadas de lo
que hemos sido siempre.
Caemos en el error de aguantar malos tratos, rechazos, de permitirnos ser la
opción de una persona, la (el) otra (o), permitimos que nos dejen y nos
recojan cuantas veces lo deseen, aceptamos humillaciones, soledad, cambios
repentinos de ánimo y/o personalidad, migajas de afecto, y todo porque eso,
fue exactamente lo que tuvimos en nuestro pasado y que pensábamos que
estaba bien, que era lo correcto; así vivían mamá y papá así que así era como
debía ser; no teníamos que aspirar a más porque con poco, era suficiente.
Estamos repitiendo patrones sin quererlo, sin desearlo, sencillamente porque
con esto, tratamos de redimir los errores que creíamos haber cometido en
nuestro pasado con ese progenitor al que hemos escogido para que reviva en
la figura de nuestra pareja; creemos que, dándonos una nueva oportunidad,
podremos curar el daño que ya existe dentro de nosotros y así entonces, sanar
las heridas.
Muy en el fondo estamos conscientes de lo que sucede, sabemos que nos
faltó amor, sabemos que pudo haber más cariño pero, al escoger a alguien
que es tan parecido al progenitor del cual tuvimos más carencias, lo vemos
como si la vida nos estuviera dando una nueva oportunidad de lograr la
aceptación que tanto anhelamos, ese amor que tanta falta nos hizo, ese
abrazo, esos gestos de cariño, esa atención; dejamos sobre la mesa todas
nuestras carencias afectivas creyendo que modificando de alguna forma
nuestro modo de actuar, podremos suplirlas, o peor, lograremos que esa
persona las llene… De ahí es cuando nace la gran mayoría de los apegos.
Hagamos un break…
Se le escucha decir a ella mientras lo mira a los ojos luego de lograr que,
después de tantas súplicas, él quisiera verla:
Yo te di todo y hasta más allá de todo lo que una persona podría llegar a
imaginar, puse mis ilusiones en ti, mis esperanzas, todas mis ganas de
hacerlo bien… Confié en ti y creí en tus palabras, te creí aun cuando no
quería creerle a nadie ni querer a nadie, te amé y te demostré mi devoción,
mis ganas, mi entrega y mi fidelidad. Yo quería que me hicieras feliz y que
nuestra relación durara para siempre.
A lo que él responde sin vacilar:
Voy a ser sincero contigo como lo he sido desde que nos conocimos… Ya no
te amo, lo nuestro no puede seguir porque ya no me siento bien a tu lado; no
soy feliz, no estoy tranquilo, no tengo paz y lo peor es que, lo que llegué a
sentir por ti se acabó, ya no existe; tú lo mataste. Yo tengo derecho a rehacer
mi vida… Olvídate de mí, no te hagas más daño.
Este es el momento en el que vemos cómo tiran a la basura todos nuestros
anhelos como si no tuvieran la más mínima importancia, como si a ese ser
que está en frente de nosotros no le corriera ni una gota de sangre por las
venas, como si la persona de la que nos enamoramos no estuviera y sí, tienen
toda la razón, ya no está, se esfumó y no tiene ni las ganas ni la intención de
volver.
Caímos bajo al rogar por una conversación, al buscar las mil respuestas a
todas las preguntas que teníamos en nuestra mente, al implorar una cita como
si con eso lográramos que volviera a nuestro lado quien desde hace mucho
tiempo ya se había marchado.
Solo una frase bastó para desatar el infierno, solo un “tú lo mataste” fue
suficiente para acrecentar el daño y la sensación de derrota por no haber sido
capaces de mantener a alguien a nuestro lado. Ya no es solo la culpa que nos
atribuimos nosotros, ahora la cuota de culpa que teníamos creció porque él
(ella) lo dijo y para nosotros, su palabra basta.
Nos creemos los malos de la película y ellos continúan siendo los buenos; el
error fue nuestro y, por tanto, buscamos mil y una formas de hacernos daño
para tratar con esto de minimizar la culpa que ha caído sobre nuestros
hombros -por partida doble-.
Día 16, 17, 18, 19, 20…
“Ahora entiendo por qué dicen que del amor al odio hay un paso”
¿Por qué tenías que decirme tantas mentiras? ¿No te dolía saber que
mientras yo creía en ti, falsedad era lo único que recibía de tu parte? ¿Qué
te costaba ser sincero (a), hablarme con la verdad, como yo siempre te
hablé? ¿Era tan difícil no hacerme sufrir? ¿Lo disfrutabas? ¿Has disfrutado
todo este tiempo de saber cuánto estoy sufriendo? Cobarde, eso eres; un
cobarde.
Cuando la fase de culpa termina, entramos en una nueva fase que, si bien no
deja de ser difícil por la cantidad de sensaciones y de sentimientos
encontrados, es una fase que para nosotros resulta ser un tanto liberadora.
Dentro del duelo en la ruptura de pareja, la fase de rabia es la más beneficiosa
y positiva porque si alguien o algo nos provoca rabia, le evitamos y buscamos
sacarle de nuestra vida; es importante saber que hacer esto ante una ruptura,
es excelente.
Muchas han sido las preguntas que he recibido sobre qué tan positivo -o no-
resulta el hecho de mantener contacto con nuestros ex durante el proceso de
duelo; la verdad, es que se encuentra muy lejos de ser positivo y aun cuando
por ciertas razones debamos verle constantemente, lo mejor será siempre
mantener distancia para no retroceder con estos encuentros ni caer
nuevamente en las fases de culpa o tristeza profunda.
Una vez que dejamos de sentir que todo ha sido nuestra culpa, estamos en
condición de poder repartir responsabilidades y al hacerlo, comenzamos a
sentir rabia. Aunque nos parezca alocado, la rabia dentro del duelo es lo
mejor que nos puede pasar ya que esta al ser bien conducida es un motor
muy poderoso que logra mantenernos lejos del ser perdido, lo que resulta
fundamental para lograr la superación.
En algunas oportunidades el dejador querrá entablar con el dejado una
relación de amistad y sí, esto en un futuro podría ser posible pero dentro del
proceso de duelo definitivamente no.
Debemos utilizar la rabia para pensar en nosotros y cuidarnos, pero no
debemos quedarnos estancados en esta fase porque si lo hacemos, la rabia
podría volverse en contra de nosotros y hasta llegar a destruirnos.
Como muchos de ustedes ya saben, nos encontramos en la recta final; si bien
el duelo (de pareja) puede tener una duración de entre 6 meses a 2 años, he
decidido por cuestiones de tiempo llevarlo al lapso de un mes, así, podremos
determinar de forma más rápida los sentimientos y las sensaciones propias
de este proceso.
Es importante entender que cada persona vive su duelo de forma distinta,
hay quienes se mantienen en cada fase por más tiempo que otros y también,
quienes pasan por alto alguna fase o tienen reacciones totalmente distintas
(por ejemplo, hay quienes lloran desconsoladamente y hay quienes no
derraman ni una sola lágrima). Las fases no siempre se dan en el mismo
orden ya que todos tenemos nuestra propia manera de hacerle frente al
duelo.
No debemos obligarnos a sentir ni tratar de inducir las sensaciones propias
de las fases siguientes para engañarnos creyendo que estamos haciendo bien
el proceso; debemos respetar el tiempo que necesitemos estar en cada una y,
sobre todo, no reprimir lo que sentimos.
Hay fases en las que duraremos más y otras que pasarán casi desapercibidas,
lo realmente importante es saber y entender al tratarse de un proceso normal
y natural, que lo mal que nos sintamos o creamos estar, no es el fin del
mundo.
El proceso en sí es doloroso, pero siguiendo los consejos y prestando
atención a las reflexiones escritas luego de cada día vivido, el dolor será cada
vez menor hasta que podamos entonces decir que lo hemos finalizado.
Se puede, claro que se puede.
Recuperando Valores
RECUPERANDO VALORES
¿Por qué se nos hace tan fácil olvidarnos de nuestros valores cuando
estamos en una relación?
Nuestros valores son los que nos definen, los que nos trazan el camino por
el cual debemos andar, los que nos hacen ser las personas que somos, los
que nos encasillan en un extremo o en otro.
Nuestros valores son los que aprendimos de mamá y papá, los que nos
enseñaron los abuelos y nuestros maestros cuando éramos niños
aprendiendo a vivir... Esos valores son los que llevaremos siempre, hasta la
tumba... Pero tal parece que esos valores pierden importancia cuando al fin
nos decidimos a tener una relación.
Cambiamos nuestras costumbres, nos mutilamos nuestros gustos o nuestras
aficiones, dejamos en último plano nuestras hábitos por no hacer sentir mal
a quién está a nuestro lado o por no iniciar una pelea sin sentido en la que
vamos a terminar sintiéndonos culpables por el simple hecho de ser quienes
habíamos sido desde que comenzábamos a dar nuestros primeros pasos.
Entonces, ¿está bien dejar de ser quienes éramos para tener al lado a un
amor? (Espero que la respuesta sea no), Practica lo siguiente:
Qué irónica resulta la vida entonces cuando lo tenemos todo, pero ese
todo no nos basta porque nos falta alguien, ¿no?
Vamos por ahí regalando nuestras arrugas, dejándolas tiradas en los tantos
trasnochos en los que no hacemos más que recordar lo que ya pasó… El
futuro no nos importa porque debemos volver atrás las agujas del reloj; el
mañana no existe para nosotros porque vivimos aferrados a un ayer que solo
queda en nuestra memoria porque de la mente de nuestro amado (a), ya se
borró.
Una relación acaba de terminar y nuestro universo dejó de girar por unos
instantes… Somos los únicos que podemos decidir entre vivir en el ayer o
luchar por un mañana. El minutero sigue andando y cuando estemos viejos,
lamentaremos entonces haber perdido el tiempo.
“Algunas veces pedimos al destino amor, pero se nos olvida pedir que ese
amor sea correspondido”
La fase más difícil del mal llamado amor es cuando nos enamoramos, pero
nuestro amor no es correspondido... Cuando el desamor toca a nuestra
puerta, ya no es mucho lo que podamos hacer. Podemos decidir quedarnos
llorando toda una vida por lo que ya no será o levantarnos para seguir
adelante y poder buscar nuestra perdida felicidad.
1. Distráete: No le permitas que controle tu mente, mantente ocupada
(o) con otras actividades.
2. Deja de acosarle: mientras más grande sea la obsesión más
importante será esta persona en tu vida; deja de estalkearle, deja de
revisar su WhatsApp.
3. No lo (a) complazcas: si se conocen bien y te pide que pasen más
tiempo juntos, aprende a decir que No.
4. Deja de ser tan amigable: evita las largas conversaciones, evita las
buenas noches, evita las llamadas telefónicas donde le cuentes hasta
lo más mínimo de ti.
5. Enfócate en sus defectos: dejar de verle como un dios y comenzar a
entender sus defectos te hará pensar un poco en ti al momento de
recaer.
6. OLVÍDATE DE LA INTIMIDAD FÍSICA: Solo vas a sentirte bien
mientras este momento dure, cuando se acabe, vas a volver a tu estado
inicial (y ahora, te sentirás culpable por la recaída).
7. Enfócate en TI: En vez de pensarle, piensa en ti. Mira las diferencias:
estar enamorado y amar NO son lo mismo... Puede que sea una
obsesión.
8. Toma distancia: puede que te resulte doloroso, pero es preferible que
duela un momento a que duela por siempre.
9. Convéncete: el sentimiento que experimentas solo va a mantenerse
vivo si tú así lo decides. Si te convences de que no puede existir un
futuro con esta persona, lo que sientes desaparecerá.
10. ÁMATE: Si sabes que a su lado tu amor propio es nulo, termina de
tomar la decisión de pensar en ti primero que en los demás.
- Dicen por ahí que el amor entra por la boca… Pues el amor propio
también
Ya bastante tiempo tuviste para dejar de cuidarte y atentar contra tu cuerpo
durante el inicio del duelo al descuidar tu alimentación; es hora de que
pienses en tu estómago y que le des a tu salud la prioridad que merece... No,
tu ex no es tu prioridad, tu salud sí.
Antes de que toda esta pesadilla comenzara - cuando hablo de pesadilla me
refiero a tu relación-, tu forma de tratarte era distinta, si bien quizá no te
preocupabas demasiado por la alimentación, al menos te importaba un poco
que tus jugos gástricos no acabaran por comerse a tus intestinos; ¿por qué
ahora no?, no me lo respondas a mí, respóndetelo a ti mismo (a) porque yo
sé la respuesta.
Si vamos a comenzar este proceso debemos hacerlo bien, ya bastante ha sido
el sufrimiento mental como para sumarle un desgaste físico; ya bastante ha
sido el desgaste físico (por los excesos que tuvimos) como para sumarle
entonces una complicación clínica.
Quiérete, valórate, cuídate; nada te cuesta cuidarte igual o quizá un poco
menos de lo que cuidabas a tu ex (estoy segura de que un poco menos de
eso, aún es muchísimo más de lo que te cuidas ahora). No te saltes las
comidas, desayuna, preocúpate por ti, por tener las energías necesarias
para afrontar este proceso de auto valoración; sí, defiéndete, defiende a tu
organismo, dale nutrientes, cuídalo porque si tu cuerpo te falla por tu
irresponsabilidad, ya no tendrás mucho más que ofrecerte.
Sé bien que vas a decirme que no tienes ganas, pero, si él/ella te invitara a
comer, te apuesto a que te sobrarían las ganas de salir corriendo y mostrarle
que estás bien, que te cuidas y que velas por ti para que no te mire con
lástima al ver todo lo que te has descuidado desde que se fue... Y es que ya
no eres ni la cuarta parte de lo que fuiste cuando comenzaron la relación.
Usemos nuestras redes sociales para buscar ayuda, para leer libros que nos
alienten, para escribir nuestra historia, aunque nunca nadie vaya a leerla,
para tomar fotografías y subirlas a las redes, no las usemos para hacernos
más daño, ¿sí? Enfócate más en tu autoestima que en sus estados del
WhatsApp.
No uses a tus hijos como una forma de resarcir el daño que la separación te
causó porque con eso, créeme que estarías fallando como padre/madre.
Si la relación ha llegado a su fin, no te escudes en tus hijos para no irte o no
dejarle ir; asume tu rol paterno/materno, pero sabiendo que no existe
reconciliación y que AMBOS, cada uno desde su espacio, deben seguir
luchando por proveerles a esos hijos la mejor educación y el mejor
ejemplo... El ejemplo de dos padres responsables que decidieron separarse
pero que no con eso, dejaron de ser padres.
- Trázate una meta: por cada pensamiento sobre tu ruptura, haz una
repetición del ejercicio que más te guste
Como es difícil -pero no imposible- que podamos dejar de pensar en nuestra
relación pasada, en nuestro ex y en toda esa serie de cosas que pudieron
haber sido y no fueron, vamos a actuar entonces de manera más inteligente.
Cada vez que una de esas tontas ideas llegue a nuestro cerebro, busquemos
algo qué hacer. La actividad física es muy buena para alejar el estrés, para
sentirnos mejor y para que podamos cuidar a nuestro cuerpo; se puede hacer
a cualquier hora, en las mañanas es muy beneficioso porque nos aporta
energía para todo el resto del día y si preferimos hacerlo en la noche,
dormiremos mucho mejor.
Los recuerdos hacen daño cuando son tristes y en este momento del proceso
eso es lo que menos necesitamos. Vamos entonces nosotros a actuar en pro
de nuestro bienestar; cambiemos una idea por unos minutos de ejercicio y
si no podemos ejercitarnos por nuestro trabajo o por las distintas
obligaciones con las que debemos cumplir, busquemos un momento para
relajarnos, ocupemos nuestra mente en cosas beneficiosas como el trabajo,
un nuevo proyecto, nuevas metas, nuevos estudios, cursos; en fin, algo que
nos haga estar lo suficientemente ocupados como para no recordar el
pasado.
- Utiliza tus manos para algo mejor que secarte las lágrimas;
¡MASTURBATE!
Está claro que cuando sufrimos una pérdida, lo que menos queremos es que
otra persona diferente a nuestro (a) ex nos toque, claro, es normal; si él /ella
era la persona soñada en la cama pues obligatoriamente vamos a recordarle
porque eso tan importante; el sexo, se lo llevó cuando se fue y a nosotros no
nos quedaron ni las ganas.
Está claro que no debemos estar buscando sexo fuera de casa, primero,
porque no es sano -ETS-, segundo, porque un clavo NO SACA A OTRO
CLAVO y nosotros necesitamos al menos 6 meses para poder estar
medianamente listos para INTENTAR darnos una oportunidad... Entonces,
si quien era mi mejor cama se fue y no debo buscar satisfacer mis
necesidades de forma irresponsable, ¿qué hago? ¿Me quedo en casa
secándome las lágrimas? No. No, no y NO.
Cuando poco a poco vamos poniendo en su lugar todos esos valores que
habíamos perdido nuestras hormonas dormidas vuelven a despertar, nos
sentimos más guapas (os), más provocativas (os), sonreímos, disfrutamos de
ser nuevamente nosotros. Ese, es el momento exacto en el que yo les digo,
señoras, señores, ¡Mastúrbense! Sí, estimulen sus genitales.
Intentar un acercamiento íntimo con una nueva persona es difícil luego de
salir de una ruptura, pero, nuestras manos fueron las primeras maestras que
conocimos y ellas son capaces de hacernos volver a vivir esas emociones
perdidas. Conócete, explórate, vuelve a tus momentos de adolescencia y
conéctate contigo misma (o).
La mayoría de las veces, una persona nos llena completamente en la cama
porque gracias a que tuvo suerte, pudo lograr conocer a nuestro cuerpo más
de lo que nosotros nos permitimos conocerlo.
Uses o no juguetes sexuales, lo primero es que tú te conozcas, que vayas
despertando a esas hormonas, que sepas lo que te gusta, que entiendas a tu
cuerpo y comprendas todas las sensaciones; te garantizo que conociéndote
tú, ya no habrá nadie que consiga deslumbrarte tan fácilmente. Tu cuerpo
es tuyo y lo tienes a la mano... ¿Por qué no lo usas? ¿Por qué no piensas en
ti?
Asegurarnos de que nos paguen todo el dolor o que sientan al menos una
parte de lo que nosotros sentimos es un juego de niños, principalmente
cuando quienes comenzamos ese juego fuimos nosotros al decidir que
queríamos estar en esa relación.
Al culpar al otro por tus errores -y de paso, querer hacerle pagar por esos
errores- no estás haciendo más que tratar de escapar de tu propia
responsabilidad... Quizá la única culpa que tiene el otro es de no haberte
dado exactamente lo que tú querías porque no sabía cómo hacerlo, porque
no podía o sencillamente, porque no lo entendía.
Para aprender esa lección me llevé por delante los sueños y la sonrisa de
alguien que me amó de forma sincera, que me respetó y que me dio lo mejor
de sí; para aprender la lección herí y maltraté sin clemencia por no creer en
lo que tenía por la sencilla razón de haber resultado dañada en el pasado y
sentirme imposibilitada para "volver a creer"; para aprender esa lección
causé lágrimas, dolor y decepción; para aprender esa lección me volví la
bestia que solo en brazos de la bella consiguió sentirse plena pero que no se
dio la oportunidad cuando debió, de disfrutar de esa plenitud.
Hoy cuento con una lección aprendida y con la tranquilidad de saber que mi
llegada a la vida de esa persona le enseñó también una lección y fue
aprender a amarse y a darse el valor que yo por las gríngolas que llevaba
en la cabeza, no le di.
Hoy, me perdono por todo y te pido perdón, también por todo... Gracias por
el aprendizaje y por los momentos que debido a la necesidad que tuve de
aprender esa lección, ahora se han convertido en recuerdos.
AMATE
¿Qué tan cierto es eso de que para poder amarnos a nosotros mismos
debemos dejar de “amar” o de darle valor al otro? Me parece que no tiene
nada de cierta esta frase.
Ahora recuerdo que alguna vez te pedí que no te alejaras, que continuaras
con todo y que no te preocuparas porque, yo podría manejarlo; recuerdo
también que te alenté a no dar marcha atrás porque me gustaba eso que
sentía cuando estaba contigo aun cuando bien sabía lo mal que podía
terminar... Insistí y seguí insistiendo para que no te fueras porque sí, yo te
lo permití pero es que en el fondo sentía la tranquilidad de poder levantar
la mano cuando todo acabara para culparte de haberme herido aferrándome
a esa verdad en la que tú pudiste haber reaccionado negándote cuando te
pedía seguir pero no lo hiciste. Si, ya sé que yo lo permití.
Qué fácil es recostarse sobre la pena y el dolor ajeno cuando estando
conscientes de lo que no deberíamos hacer, preferimos hacerlo y terminar
culpando al otro por no huir... Qué fácil es decir "fue tu responsabilidad"
cuando no tuvimos ni la más mínima intención de retroceder mientras
jugábamos con fuego sabiendo que nos podíamos quemar.
Te lo permití, pero cariño, la culpa será siempre tuya… y es que el cuchillo
es tuyo, pero las ganas de hacerme daño son todas mías
Porque sí; nos encanta hacernos daño, nos encanta ir por la vida buscando
cualquier gesto, cualquier palabra, cualquier acción u omisión de los otros
para con eso meternos el dedo en la herida; nos encanta ser y hacernos las
víctimas, nos sentimos como en una novela de esas de los 80 donde peleaban
los malos contra los buenos; nos encanta ser los protagonistas de esas
historias interminables donde los culpables son los demás y nosotros las
"pobres almas" sin darnos cuenta que nosotros mismos somos quienes
empuñamos en contra de nuestros cuerpos esas armas. ¿Y qué ganamos? No
ganamos nada.
… Yo, reflexionando…
Todas las situaciones de la vida tienen un por qué, un cómo, un cuándo y
hasta un dónde; todas tienen una razón de ser, aunque muchas veces nos
cueste aceptarlas o nos parezcan demasiado duras como para que nos estén
sucediendo a nosotros, PERO -y aquí viene un pero importante-, debemos
ser lo suficientemente maduros como para saber diferenciar entre una
situación de verdadero caos y un simple momento de nubes grises que se
termina cuando sale el Arcoíris.
Estoy acostumbrada a ver a mucha gente malhumorada por cada cosa que
les sucede, yo misma estoy acostumbrada a cambiar al modo ogro cuando
lo que quiero no ocurre, pero, ¿de qué nos sirve molestarnos o afligirnos?
¿Para qué preocuparnos más de la cuenta? Lo que tenga que ser será, lo
queramos o no, estemos preparados o no así que... Menos preocuparnos y
más ocuparnos es la clave, recuerden que lo que verdaderamente importa
es nuestra tranquilidad y nuestra paz mental.
DEJALO IR
El que se va, ya se había ausentado de alma hacía mucho tiempo, aunque de
piel, seguía compartiendo la misma cama; el que se va, ya tenía su rumbo
fijado hacía largo rato, pero no se atrevía a terminar de alejarse; el que se
va, ya no estaba, aunque estuviera.
El que se queda es el que más sufre porque continúa reclamando la
presencia del ausente aun sabiendo que su alma ha huido y que lo único que
tiene a su lado es un cuerpo vacío que no siente ni quiere continuar estando;
el que se queda, espera paciente un regreso, una vuelta de hoja, una nueva
oportunidad.
El que se queda, anhela que todo vuelva a ser como antes y si lo logra, dará
todo y mucho más de todo lo que pudo dar en el pasado pero, si acaso no
ocurriese de esa forma y ese gran amor se terminara de marchar, entonces
nada habría valido la pena… Para el que se queda, el cobarde siempre será
el que se va.
SIEMPRE HAY ALGUIEN QUE AMA MAS O QUE SE AMA MENOS
¿Cuántas veces han escuchado la frase célebre de telenovela mexicana
"siempre hay uno que ama más"? ¿Y cuantas veces nos hemos puesto a
hacerle a esa frase un análisis semántico buscando otorgarle un significado
que no tiene? Porque señores, no, no tiene que haber uno que ame más y
uno que ame menos, no debe existir tal desequilibrio dentro de la relación.
Supongamos que uno de los dos es el que "ama" más y por ende da más,
siente más, demuestra más; supongamos que ese ser es quien se entrega a
plenitud sin importarle que el otro no ame, no sienta, no demuestre o no dé
más... ¡Qué maravilloso sería! Pero no, no ocurre de esta manera.
Esa frase tan elaborada no la creó aquel que menos ama o que menos siente
o demuestra; esa frase la creó el que está en el otro extremo llorando y
quejándose de estar en esa situación y, ¿para qué la creó? Para auto
justificarse ante su pareja, ante la sociedad y ante el mundo de tener tan
pero tan poco amor propio que se siente incapaz de amarse a sí mismo y en
cambio, lo da absolutamente todo por ese amante esperando que este se lo
retribuya... ese es el momento preciso donde, para no sentir vergüenza ante
todos cuando vean lo poco que se valora, lanza esa frase y sale corriendo
para escapar de toda la responsabilidad.
No existe alguien que ame más, existen personas que se aman menos... O
que no se aman.
Con lo lindo que es ir por la vida con la convicción de que lo que hacemos
está bien hecho porque lo hicimos nosotros y no porque lo dijeron los demás;
con lo bonito que es que si vamos a dar demos sin que nos importe la
recompensa pero mejor aún, que demos porque queramos y no porque
NECESITEMOS algo de vuelta; con lo lindo que es mirarse al espejo y
amarse más allá de lo demás y de los demás; con lo bonito que es creernos
lo valiosos que somos sin que necesitemos escucharlo de alguien más.
Con lo rico que se siente ir por la vida estando seguros de nosotros mismos
sin pedir lo que no hay, sin exigir lo que no nos dan, sin esperar lo que no
existe; con lo rico que es sentirnos SEGUROS de nosotros mismos y entender
que seguridad también es sinónimo de AMOR PROPIO.
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