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El siguiente gráfico muestra que, en el momento del DHS, el ritmo normal día/noche se convierte en
una simpaticotonía permanente. La resolución del conflicto, es decir la conflictolisis (CL), inicia una
vagotonía permanente. La fase vagotónica es interrumpida por la llamada crisis epiléptica o
epileptoide que se produce en el momento álgido de la fase de reparación. Esta crisis (pico
simpaticotónico) es un punto de inflexión crucial en la fase vagotónica. Toda supuesta enfermedad
implica una fase activa y, siempre y cuando el choque biológico haya sido resuelto, una fase de
reparación posterior. Además, si no es interrumpida por una recidiva del choque biológico, cada fase
de reparación tendrá su crisis epiléptica o epileptoide.
A diferencia de las preocupaciones diarias de menor importancia, los choques biológicos sumergen al
individuo en un estado de estrés permanente acompañado de síntomas perceptibles muy específicos.
Los seres humanos pueden soportar numerosos choques biológicos sin desarrollar necesariamente
una enfermedad, siempre y cuando haya tiempo para prepararse con antelación. Esta falta de
preparación frente a un choque biológico predispone al individuo a un estado de inhibición de la
acción que caracteriza a la fase activa del conflicto.
Este estado solo se normalizará una vez que
el individuo haya resuelto el choque biológico. Con esa resolución, el individuo cae en un estado de
reposo, ya que la psique ahora deberá recuperarse. El individuo, por lo general, se siente aletargado y
cansado, pero liberado. Tiene buen apetito, y la temperatura corporal aumenta, a menudo con fiebre y
dolores de cabeza concomitantes. Durante esta fase, el individuo duerme bien, pero por lo general
después de las tres de la madrugada. Esto es lo que llamamos fase de reparación (PCL).
Esta crisis epiléptica o epileptoide es un suceso natural que se ha puesto en marcha a lo largo de
millones de años de evolución. Se produce simultáneamente en cada uno de los tres niveles. El
propósito de esta crisis en la cumbre de la fase de reparación es poner al organismo de vuelta a la
normalidad.
La naturaleza ha desarrollado toda una estrategia para este importante proceso, en el sentido de que
la recidiva repentina del propio choque biológico original significa un retorno final a la normotonía.
La crisis epileptoide puede ser un evento crítico en los casos, por ejemplo, de la lisis neumónica, del
ataque cardíaco, de la embolia pulmonar, de la pérdida de la conciencia, de la diabetes o de la
hipoglucemia, donde a menudo se requiere atención médica de emergencia.
Durante las dos fases (activa y de reparación), el Foco de Hamer (FH) que apareció en el cerebro en
el momento del DHS, será sometido a cambios en su apariencia. Durante la fase activa del conflicto,
el FH se presenta como un conjunto de finos anillos concéntricos mientras que, durante la fase de
reparación, se hincha, se edematiza y se oscurece.
Durante esta segunda fase, y más concretamente en la fase Pcl-A,
se produce un edema cerebral temporal (hinchazón), que puede
ser problemático si, por ejemplo, la masa conflictual (intensidad
del DHS y su duración) es grande, o cuando el edema cerebral se
encuentra en una ubicación desfavorable. Además, el edema en el
FH y el órgano correspondiente pueden hincharse
considerablemente si hay un ‘conflicto existencial o de abandono’
concomitante no resuelto que afecte a los túbulos colectores del
riñón, y que tenga como resultado la retención de líquidos. En la
NMG, esto se denomina “el Síndrome”. En tal caso, el FH
hinchado requiere más espacio, resultando en una compresión del
tejido cerebral adyacente.
Raíles
En el momento del DHS, suele ocurrir algo
importante. En este preciso momento, los ‘raíles’ se
ponen en marcha, mientras que el desarrollo de la
enfermedad ‘sigue’ su curso. Los raíles son
recuerdos sensoriales asociados al DHS, grabados
a través de los cinco sentidos, como si de una
fotografía se tratase. Inconscientemente, en el
momento del DHS, tanto los seres humanos como
los animales registran hasta los datos ambientales
más pequeños como puedan ser sonidos, colores,
olores, sensaciones o gustos, y almacenan estas
huellas de por vida. Si el individuo se vuelve a
encontrar de nuevo con uno de esos raíles, existe la
posibilidad de una recidiva del DHS original.
Para cada SBS, hay una crisis epileptoide que varía de un caso a otro. La expresión
‘epileptoide’ significa que hay otros síntomas que difieren de los síntomas habituales que
encontramos en las auténticas crisis epilépticas. Cada tipo de choque biológico o enfermedad
posee un tipo específico de crisis epileptoide.
Aún más importante es el hecho de que un primer DHS específico pondrá estrictamente al
cerebro en ‘alerta máxima’, pero NO genera verdaderas modificaciones físicas y/o síntomas.
El psicooncólogo y psicólogo clínico francés, Marc Fréchet, comprendió muy bien los trabajos del Dr.
Hamer (el ‘efecto hipnótico’ del primer DHS o alarma/cambio) : “El primer shock produce un cambio en
el cerebro -las esferas o anillos que se ven en el TC cerebral y que son las neuronas afectadas por el
DHS- pero éste, inicialmente, no produce cambios en el órgano. El segundo choque activa el
programa en el órgano, aunque este puede ser activado también por una pista.”) y los explicó en sus
propios términos para hacer bien la distinción entre los choques biológicos:
‘programantes’ (alarma o huella que no produce la ‘enfermedad’, es decir, sin consecuencia a
nivel orgánico) y,
‘desencadenantes’ (es el segundo DHS del mismo tipo, debido a raíles o a una repetición del
mismo choque biológico; es éste el que activa el programa biológico a los tres niveles, es decir,
también a nivel orgánico, y es éste el que nos llevará al choque biológico programante).
Es muy importante identificar el conflicto desencadenante (lo vivido y resentido anterior al conflicto
desencadenante), ya que es el que nos llevará al conflicto programante.
Lo sabemos y, en la práctica, nos interesamos también por la prenatalidad, es decir por los choques
biológicos, raíles y memorias celulares a partir de la vida intrauterina, el nacimiento, los primeros días
de vida, etc.
Lo que contribuye a este modo de ‘alerta máxima’ es el hecho de que los raíles asociados con el
primer DHS específico se registran al mismo tiempo. Tenemos, pues, lo que podría ser identificado
como un conflicto ‘inactivo’ o ‘latente’. En algún momento en el futuro, tan pronto como la exposición a
uno o varios raíles se produzca, o impacte un nuevo DHS que tenga semejanza con el primer DHS
específico, el conflicto se pone automáticamente en lo que podríamos denominar modo
‘desencadenante’, acompañado, ahora sí, de verdaderas modificaciones físicas o síntomas.
Lateralidad Biológica
Por último, un criterio muy importante a considerar en la Nueva Medicina Germánica (NMG) es la
lateralidad biológica. Es imposible trabajar con diligencia en la NMG sin haber establecido si el
individuo es diestro o zurdo. La forma más fácil de determinar la lateralidad biológica es con el ‘test
del aplauso’, en otras palabras, dar palmadas tal y como se hace cuando aplaudimos.
ADVERTENCIA
No obstante, en algunos casos, la prueba no siempre es suficiente. Por ejemplo, si alguien tiene una
debilidad motora, entonces el lado menos dominante comenzará a tomar el control y el paciente usará
ese lado más que el otro. Muchos pacientes que creen que son diestros son en realidad zurdos, y
muchos pacientes que creen que son zurdos son en realidad diestros. Cuando analizamos la historia
clínica de un paciente, antes de la consulta, inmediatamente podemos ver que lo que indica ser su
lateralidad biológica es incorrecto.
Sin embargo, para evitar confusiones, es importante mencionar que la lateralidad biológica NO
está determinada por la mano con la que escribimos o sostenemos el martillo, es decir la
lateralidad mecánica aprendida. Por eso, cuando se considera estrictamente la lateralidad
biológica, no existen los individuos ambidiestros.
En NMG, sería un grave error olvidar verificar con precisión la lateralidad biológica a través del ‘test
del aplauso’ ya que esta es de suma importancia para entender la correlación entre los choques
biológicos, el cerebro (FH), y el desarrollo del cáncer o de la necrosis en el órgano.
La segunda regla de la lateralidad biológica muestra que para ciertos choques biológicos específicos,
los individuos diestros y zurdos no desarrollarán la misma ‘enfermedad’.