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1. Conozca el libro que va a leer.

Conocer el libro permite un mejor fraseo,


entonación, inflexión e interpretación del texto que se quiere dar a conocer.

2. Mire a los ojos a quienes les esté compartiendo la lectura. No hay que olvidar
que leer es un acto comunicativo principalmente. La mirada refuerza los nexos de
comunicación entre quien lee y quien escucha, transmitiendo al mismo tiempo una
sensación de atención permanente.

3. Conozca los niveles lectores del auditorio. Leerles “Punto a Punto” a un grupo
de niños preescolares o “Chigüiro” a un grupo de adolescentes puede convertirse
en una labor contraproducente. Conocer el nivel lector del auditorio garantiza
escoger con mayor tino las temáticas, contenidos y complejidad del texto a
trabajar. Al tratarse de una lectura en voz alta sin embargo, se puede elegir un
libro con un nivel de lectura más avanzado que el medio del auditorio, esto ayuda
a conservar su interés.

4. La lectura no comienza ni termina en el libro. A medida que vaya realizando la


lectura plantee preguntas y elabore cuestionamientos que favorezcan las lecturas
intertextuales y críticas así como permita a quien escucha un momento para
realizar sus preguntas, expresar sus dudas y plantear su propia interpretación del
texto.

5. Presente el libro. Al igual que una persona un libro tiene un origen, fue realizado
por alguien y publicado por una editorial. Conocer los elementos paratextuales
brinda marcos de referencia que permiten la navegación posterior del lector en
formación.

6. El libro más allá de los valores. Un libro no es sólo un elemento de transmisión


de valores culturales ni formas correctas de comportamiento social. No reduzca la
complejidad del lenguaje, las formas literarias ni la construcción de una trama y/o
personajes a una situación moral.

7. No resuma el libro. No siempre los lectores en formación estarán dispuestos a


escuchar. Es preferible en estos casos suspender una lectura que terminar el libro
resumiéndolo. La angustia no es el mejor sentimiento para ser relacionado con la
lectura.

8. Permita el acceso del lector al libro. Permitir que el lector en formación pueda
retomar el libro posteriormente por su propia cuenta amplia los campos de
significación que se le puede otorgar al texto al tiempo que mejora la familiaridad
que se puede tener con el texto.

9. Acompañe la lectura en voz alta de lectura silenciosa sostenida. La lectura en


voz alta acompañada de la lectura silenciosa sostenida es quizás el mejor sistema
de mejorar la relación lector –texto. Permite que el lector en formación logre al
mismo tiempo tener una relación más personal con los libros. De otro lado le
permite explorar sus intereses de manera autónoma.
10. No sólo de cuentos vive el lector. Se pueden leer muchos tipos de textos
(desde el instructivo hasta el lirico). Amplíele al lector en formación su universo
lector.

Este decálogo (siempre se termina haciendo un decálogo) sólo constituye una


mera guía a tener en cuenta en la realización de la lectura en voz alta. El mediador
de lectura encontrará otras a su paso o encontrará ineficientes algunas de ellas.
La experiencia siempre será la mejor consejera.

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