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Capítulo 1
Identidad y vida cotidiana 7
por Sandra R. Fernández
Capítulo 2
Vivir y trabajar en Santa Fe
un día en la vida de… 29
por Sandra R. Fernández
Capítulo 3
Dime dónde vives… y te diré quién eres 45
por Analía García
Capítulo 4
Vestir la cotidianeidad: cuerpos, modas y lugares 77
por Lilian Diodati
Capítulo 5
Cocinar y comer 115
por Paula Caldo
Capítulo 6
La invención del consumo 157
por Sandra Fernández
Capítulo 7 Capítulo 1
El retrato de lo cotidiano
La fotografía como reflejo de la vida 201 Identidad y vida cotidiana
por Lilian Diodati y Gisela Galassi
por Sandra R. Fernández
Bibliografía 229
se construye históricamente y que puede percibirse lo identitario como algo compartido por distintos
en la constante interrelación que se entabla entre individuos.
ellos. Ello no obsta para que algunos grupos sociales Por otro lado, al ser histórica, la vida cotidiana
–los más poderosos en términos económicos y polí- también nos permite observar los cambios que se
ticos– impongan o intenten imponer a los demás sus van produciendo dentro de una comunidad, pero
concepciones, gustos, ideas; y que muchas veces ade- además las permanencias, las cosas que poco se alte-
más se considere que estas representaciones sean ran en el transcurso del tiempo. Aún en momentos
universales, es decir, las únicas capaces de referenciar que podemos considerar puntos de inflexión –re-
identitariamente a toda la comunidad. Esto no es así, vueltas, crisis políticas o económicas– los sujetos
y aunque no hegemónicas, siempre existen otras for- tienden a resguardar su cotidianeidad, a intentar
mas de ver al mundo y de vivir en él. Algunas veces «conservarla», a defenderla de estos cambios que
estas variadas concepciones entran en conflicto, en afectan de forma sensible su estilo de vida.
otras se construyen en «conversación».
Así las personas se identifican como iguales, pero
también como diferentes. En muchas comunidades Los espacios de la cotidianeidad en Santa Fe
se intenta construir la identidad a partir de la inclu- Ya durante la Confederación Argentina, el espacio
sión del «otro». En otras, por el contrario, lo que se santafesino se había transformado. A la ciudad de
busca es marcar cada vez más la diferencia con ese Santa Fe, de fundación colonial y marcada trayecto-
«otro» –por ejemplo el migrante, el pobre o el ho- ria institucional, se le sumaba por entonces la ciudad
mosexual. De igual modo, en la mayoría de los gru- de Rosario, que bajo el impulso urquicista había cre-
pos sociales, estas dos grandes formas de pensar lo cido a partir de su actividad portuaria. La fundación
igual y lo diferente conviven y mutan a lo largo del y radicación de colonias agrícolas también propicia-
tiempo. ban el cambio, con nuevas poblaciones y la extensión
La vida cotidiana y la identidad no sólo están pro- de sembrados que auguraban el desarrollo agrícola
fundamente interrelacionadas sino que además se regional.
desenvuelven dentro de un espacio construido so- Desde la unificación nacional en adelante, este pa-
cialmente que es común –la ciudad, el poblado, el ba- norama se profundizó: Santa Fe continuó con su
rrio. En el transcurrir de la cotidianeidad se percibe perfil de sede de las autoridades provinciales, Rosa-
al espacio como algo propio, algo característico, algo rio mantuvo su evolución vertiginosa y se multipli-
distinto; un entorno que va determinando cómo ca- caron geométricamente las áreas de colonización en
da persona se apropia del hábitat. Si bien este recur- el territorio provincial. Primero se expandieron por
so es individual, no excluye por supuesto que esa el centro-oeste provincial y luego hacia el sur llegan-
apropiación se produzca a través de mecanismos que do a su punto culminante sobre el cambio de siglo.
son colectivos y que permiten de este modo pensar También se extenderían hacia el norte sobre la línea
12 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 13
«Puede decirse que Rosario se ha hecho á fuer- ro entarugadas de arriba abajo y con subsuelo,
za de panecillos y de hogazas, y como no hay no tendría hermosas tiendas que venden de todo
nada tan sano como el pan nuestro de cada día, y un poco más; no tendría buenos casinos, es-
por eso se ha hecho el milagro de que una ciu- cuelas, Bolsa, parque, paseo con árboles, teatros
dad que hace cincuenta años tenía 8.000 habi- grandes (aunque no llenos), casas con tienda y
tantes, hoy tenga 200.000; que una ciudad que dos pisos (como si en Europa dijésemos seis); no
en aquella época estaba rodeada de indios, hoy tendría, sobre todo, el aspecto de una ciudad que
esté llena de comerciantes (lo cual es una gran va enriqueciéndose á todo correr y progresando
mejora)… al mismo tiempo que se enriquece.»
Sin el pan ó el trigo, ó las fuentes del muelle, no Santiago Rusiñol, Un viaje al Plata, 1911.
tendría las calles que tiene, rectas, es verdad, pe-
18 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 19
«La forestal llegó a constituir un complejo norte de la provincia fueron incorporándose poco a
comparable a los de otras grandes empresas ex- poco a la mano de obra de los cañaverales e ingenios,
tranjeras en los países centroamericanos y afri- en las cosechas de maní y de maíz, pero sobre todo
canos. Sus fábricas de tanino (Calchaquí, crea- como hacheros de quebracho. Las usurpaciones
da en 1914; La Gallareta, en 1918; Santa Felicia, constantes a sus tierras, los abusos de autoridad, las
en 1914-1921; Tartagal, Villa Ana y Villa Gui- estafas a las que eran sometidos como trabajadores
llermina, puestas a funcionar en 1904) eran fueron constantes, por eso no fue extraño que luego
abastecidas por numerosos obrajes en los que del asesinato de uno de ellos por parte de un sargen-
trabajaba el grueso de la mano de obra com- to de la policía se iniciara una rebelión que posterior-
puesta principalmente por correntinos… Pue- mente fue tomada como argumento para uno de los
blos como Las Gamas, Santa Lucía, Olmos, filmes más antiguos del cine nacional –«El último
Colmena, Garabato, Golondrina, Ogilvie, Las malón» (1918), realizado por Alcides Greca.
Garzas, Ocampo y Puerto Piragua […] fueron
fundados por La Forestal como centros secun- «Hace algunos años hice filmar una película ci-
darios para atender las necesidades de los obra- nematográfica en la que reconstruía los episo-
jes. La empresa tenía de hecho el monopolio del dios del malón que los mocovíes dieron a San
transporte y del comercio en esas poblaciones, Javier en el año 1905. Para ello utilicé a los mis-
y sus beneficios se incrementaron al imponer mos indios que habían intervenido en el asalto
… moneda propia para las compras de sus tra- y mezclé la parte histórica con una trama nove-
bajadores en las proveedurías…» lesca. Actuaron en el film indios y blancos, pe-
Santa Fe, el paisaje y los hombres, ro puedo asegurar sin ambages que ninguno de
Rosario, 1971 estos últimos me resultó tan buen artista como
los mocovíes. ¡Con qué naturalidad y con qué
Los trabajadores de los obrajes eran en su mayo- facilidad ejecutaban ante el objetivo el papel
ría migrantes internos, correntinos en su mayoría y que se les había encomendado!»
en menor medida santiagueños y paraguayos. Sus Entrevista a Alcides Greca,
condiciones de vida y trabajo eran durísimas; las Diario Crítica, 1924
proveedurías de la empresa absorbían prácticamente
el total de los salarios, pagados en moneda propia de
la empresa. Esta aguda situación que propició la or-
ganización de grandes huelgas, en especial las reali-
zadas a partir de 1919.
Finalmente los grupos de mocovíes y tobas que se
encontraban ubicados fundamentalmente en la zona
28 Nueva Historia de Santa Fe
En la barraca se asea como puede, y de allí va a nan del Centro Femenino. Sus escritos se centran en
proveeduría, a comprar a crédito algo de azúcar y la explotación y alienación en el ámbito cotidiano
vino, para endulzar y calmar las penas. Está tan can- del trabajo, la familia y el hogar. La propaganda es
sado que ni la promesa de una mesa de naipes y vi- repartida a las salidas de las fábricas, talleres y aún
no puede arrastrarlo fuera de su catre esa noche. dentro de los mismos conventillos –lugares habitua-
les del trabajo femenino a destajo.
Hoy especialmente, Virginia no puede volver di-
Un día en la vida de Virginia rectamente a su pieza. José fue encarcelado por re-
Virginia vive con su compañero en el conventillo partir propaganda a los estibadores llamando a or-
frente al mercado, desde fines del año pasado. Su ganizarse en sociedades de resistencia. Debe contac-
militancia anarquista ha hecho que fueran expulsa- tarse con alguno de los líderes anarquistas para asis-
dos de otras casas y que les resulte cada vez más di- tirlo y poder sacarlo de la seccional de policía don-
fícil encontrar habitación. A partir de los compañe- de se encuentra detenido.
ros del Centro consiguieron esta pieza que la obliga A todas estas obligaciones Virginia le suma las de
a caminar más cuadras para llegar a su empleo y a las la reproducción del hogar, que ese lunes de agosto
reuniones de la agrupación «Luisa Michel». no serán cubiertas porque la luna sobre el río le re-
Trabaja diariamente más de siete horas como te- cuerda que ya está entrada la noche, sino descansa
lefonista atendiendo más de 100 líneas junto con un poco no podrá levantarse por la mañana.
otras 25 obreras en una apretada sala sin ventanas.
En su mayoría son jóvenes de 16 años en adelante,
sin hijos, ya que es una condición de la empresa no Un día en la vida de José
emplear ni casadas ni viudas. A Virginia esto poco le José había nacido en Ponferrada –España– y había
importa; no está casada con José y no ha pensado llegado a Argentina en 1911. Luego de arribar a
aún en tener hijos; entre su trabajo y la militancia su Buenos Aires, había estado unos meses en Rosario
día casi no alcanza. ocupándose en trabajos temporarios y viviendo en
Su magro salario de 50 pesos mensuales es infe- casa de unos paisanos, pero finalmente se radicó en
rior al de sus colegas varones de la compañía telefó- la ciudad de Santa Fe. Poco a poco se fue asentando
nica. Esto es habitual y aunque ha sido tema de de- en su nueva ciudad y hasta se casó con María la hija
bate con los compañeros militantes es difícil instalar mayor de su compadre Pedro.
la consigna: «a igual trabajo, igual salario». Ahora trabajaba como estibador en el puerto de
De su trabajo va a la sede de la agrupación anar- Colastiné. Sus jornadas de trabajo de más de ocho
quista donde participa desde hace dos años. Su espí- horas pasan en las bodegas de los buques. El se ha
ritu batallador hace que su voz sea habitual en las especializado en este tipo de carga. La «ciencia» de
discusiones y en la letra de los manifiestos que ema- acomodar las bolsas de un solo golpe en las entrañas
42 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 43
Un día en la vida de Josefina ta casa de una planta que cuenta con todos los servi-
Josefina es oriunda de Esperanza. La posición social cios. Su madre heredó un discreto patrimonio de su
de su familia le permitió acceder al afamado Normal abuelo, un propietario rural de la zona de Desmo-
Nacional de Paraná para cumplir su sueño de estu- chados que supo vender muy bien sus tierras en el
diar magisterio. Una vez que el título legitimó su ciclo expansivo agrícola anterior al 1900. Su herma-
vocación docente pudo ejercerla en distintas escue- na se dedica a «sus labores», siendo la encargada de
las tanto de su ciudad natal como en Santa Fe para realizar la mayoría de las tareas del hogar.
finalmente coronar su carrera con un nombramien- Siempre se levanta muy temprano para preparar
to en el Normal 2 de la ciudad de Rosario donde tu- sus cosas y acicalarse con atención. Los niños y ni-
vo la posibilidad de trabajar junto a la innovadora y ñas que atiende y educa, provienen en general de las
prestigiosa Dolores Dabat. familias acomodadas de la ciudad. Ella debe iniciar-
Josefina vive con su madre y su hermana menor los en las primeras letras y números pero también en
Matilde a pocas cuadras de la escuela, en una coque- la batería de modales y prácticas propias de cada gé-
44 Nueva Historia de Santa Fe
provenían de Córdoba, siendo resaltada permanen- la leche, deliciosa, en una copa de cristal, dora-
temente la devoción religiosa de estas familias en sus da por una joven india, sirvienta de la estancia.»
prácticas. En las antiguas y espaciosas moradas so- Lina Beck-Bernard El río Paraná. Cinco años
lían vivir hasta tres y cuatro generaciones: abuela, en la Confederación Argentina 1857-1862
bisabuela, madre, hijos y nietos. Las mujeres se ca-
saban muy jóvenes y sus maridos se veían obligados Debe asimismo tenerse presente que más allá del
a largas ausencias debido a los trabajos de las estan- río, se confundía el horizonte con la línea verde y
cias, a los llamados de la guerra y permanentes con- ondulada de la selva chaqueña, con sus inmensas so-
flictos con Buenos Aires. ledades y sus indios. Vista con ojos de viajero, Co-
Cuando se paseaba a caballo por el campo, Lina lonia Obligado que se había formado con la presen-
experimentaba la hospitalidad de una familia rural, a cia de 2000 indios mocovíes, llama la atención de
quienes denomina como «criollos» narrando sus Juan Bialet Massé por su excelente labranza y cose-
modos de vida: cha de maíz, como por el orden y la limpieza de sus
viviendas:
«Entramos en la casa, construida de adobes, la-
drillos secados al sol. Un alero, bastante am- «Marido y mujer no invitan a entrar, doy á los
plio, forma una especie de galería. El mobiliario muchachos un puñado de galletas, que es la
no puede ser más sencillo. Las camas son catres gran golosina del indio, y están contentos como
de lona, pero de una limpieza extrema. Están unas pascuas. El rancho es alto, construido de
cubiertas por unas colchas floreadas, de colores adobes que entran en un cruzado de maderas y
vivos, y tienen almohadas de percal rosa con de dos aguas, con mucha caída, amplio y cómo-
fundas de muselina bordadas y adornos de ma- do. –La casa está limpia y bien hecha; hay allí
llas criollas. Adosados a la pared, se ven dos o todo lo que tiene el labrador cuidadoso… yo
tres baúles de cuero, una o dos sillas, una arque- me fijo que hay allí higueras y duraznos, flores
ta, una guitarra o imágenes de santas y de la y plantas medicinales; todo bien cuidado y lim-
Virgen. pio, y una magnífica planta de algodón está di-
Pronto sacan de uno de los baúles dos alfom- ciendo que la colonia puede darlo y bueno.
bras de lana, de espeso tripe, tejidas por los in- Conversando con el indio, advierte de las plan-
dios de Córdoba; extienden una en el suelo y tas medicinales, del trabajo y en equiparación
con la otra cubren el baúl, convirtiéndolo en con un colono italiano «ese indio vale bien un
una especie de diván, donde me brindan asien- colono y tres también»
to. En seguida nos ofrecen mate, que no acep- Juan Bialet Massé Informe sobre
tamos, porque tenemos en horror el tal brebaje el estado de la clase obrera.
[…] Luego van a ordeñar una vaca y nos sirven
52 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 53
cipales estancias y de los mejores productores», ad- obreros de algunas industrias, principalmente aque-
virtiendo al lector que: llas ligadas a la construcción de viviendas, a talleres
ferroviarios o bien a molinos harineros. También
«La Provincia de Santa Fe ha sido uno de los debe tenerse en cuenta los transportistas, comer-
principales factores de progreso y del grado de ciantes, artesanos e industriales que radicaron sus
prosperidad que ha alcanzado la República Ar- empresas en estos lugares, sumado a aquellos que
gentina. Su clima puro y exento de toda clase de ocuparon cargos en las jefaturas políticas, juzgados
enfermedades endémicas, así como su suelo fér- de paz, municipalidades, escuelas, entre otros.
til y apto a todas las ramas de la industria agro- El presidente de la Central Argentina Land Co.
pecuaria, han hecho de Santa Fe el punto de mi- en un informe que hace referencia a la crisis de 1890
ra de las naciones europeas, las cuales dirigen establecía que:
con marcada preferencia las corrientes emigra-
torias hacia nuestra querida provincia». «Los salarios en el campo no habían subido en
Ernesto Brandt y Guillermo proporción a los precios de la alimentación y la
Pommerenke República Argentina. La Pro- vivienda. Por tal razón, las personas que antes
vincia de Santa Fé en el principio del Siglo XX, invertían sus ahorros en la compra de los lotes
Rosario, 1901. urbanos, sólo tienen ahora lo justo para su sub-
sistencia».
Dirigido especialmente al inmigrante, el compila- The South American Journal, Londres, 7 de
do brindaba datos útiles respecto del precio de la junio de 1890.
tierra en las colonias, lotes de quintas, monto de los
jornales, precio de casas, ranchos o precio de la ha- Las representaciones formales de estas urbaniza-
bitación construida, costos de materiales de cons- ciones en la pampa gringa, recurrían a la cuadrícula
trucción, alquileres, precios de animales y alimen- y las líneas rectas. Se levantaba el tejido urbano so-
tos, vestido, útiles de escuela y costos de asistencia bre un terreno prácticamente plano. En líneas gene-
médica. Completaba la información los costos de la rales, la constitución de estos nuevos conglomera-
construcción, precios de los animales, de plantas y dos respondía a una representación mental de lo ur-
árboles frutales, costos del vestido, útiles de escuela bano. Existieron numerosas reglamentaciones lega-
y la asistencia médica. les para el asentamiento de las colonias: la presencia
La demanda por lotes urbanos procedía de dis- de una plaza central que anexaba en su perímetro
tintas personas. Muchos agricultores preferían resi- numerosas instituciones públicas –Iglesia, escuela,
dir en los centros urbanos y no en las parcelas agrí- comisaría, autoridades locales. Pero más allá de esta
colas que explotaban. Una demanda importante de serie de ordenamientos, actuó un imaginario de ciu-
los lotes provenía de trabajadores rurales o bien de dad, con espacios amplios alejados del hacinamien-
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«Estamos ya en el laberinto de zics zacs forma- Barrio Norte de Rufino, ca. 1900.
dos por las calles perfectamente rectas, anchas y Raúl Bulgheroni, Evolución de una ciudad pampeana a través de las fotografías
de los Della Mattia, de Rufino 1900-1993.
limpias que dividen los cuadros de trigo, de li-
Buenos Aires, 1993.
no, de maíz. Tomamos la calle real [...] dobles
filas de esbeltos y rumorosos álamos [...] Las
calles laterales que caen a la avenida están igual-
mente guarnecidas de de hileras de árboles, ga, existió una urbanización homogénea que hacía
porque éste es el cerco que se exige para las emerger a una ciudad idéntica a su contigua, seme-
concesiones, de tal suerte que se viene a los ojos janzas que podían reflejarse en las estaciones de fe-
el espectáculo de una ciudad del nuevo sistema, rrocarril, sus calles anchas, aceras arboladas, jalona-
la más higiénica ciudad imaginable, formada de das por almacenes de ramos generales y despachos
colosales manzanas o cuadras de dorado aspec- de bebidas, donde la geografía urbana era surcada de
to, con marcos de lozano verdor». polo a polo por la línea férrea, primer esbozo de se-
Estanislao Zeballos, Descripción paración territorial de estas localidades. El ferroca-
amena de la República Argentina. rril dividía siempre las poblaciones en sectores de
La región del trigo, 1883. características diferentes.
A espaldas de la estación del ferrocarril, del otro
La fundación de colonias en la provincia de San- lado de la vía, se encontraba una comunidad de ha-
ta Fe respondió a un tipo de urbanización en serie bitantes en menor medida integrados a estos pro-
ligada a los impulsos económicos y comerciales del yectos urbanos, a pesar de haber sido producto tam-
modelo agroexportador, una variante del modelo de bién, de la práctica del loteo y de formar parte de la
«grilla» de las grandes ciudades. En la pampa grin- cuadrícula de la localidad.
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ban por un jornal: peones permanentes, juntadores La dura jornada de trabajo para los juntadores de
de maíz, desgranadores, de siega y trilla, estibadores maíz comenzaba al amanecer y finalizaba con la
y carreros. puesta de sol. Días de calor, heladas, la persistencia
Los peones permanentes conformaban una po- del rocío que caía sobre las espigas, causaban serias
blación joven, en gran medida masculina, que debía lesiones en la piel. Tras haber finalizado la cosecha,
tener ciertas destrezas físicas para complementar su el padre de familia solicitaba un caballo prestado y
trabajo en las tareas temporales de las cosechas de salía a la búsqueda de otro campo para continuar
trigo y lino. Por otro lado, estaban los peones con- con el transcurso de vida migratoria que envolvía el
tratados. La contratación, en la mayoría de las oca- trabajo temporario.
siones, era concertada verbalmente, pagándose por En 1894, un corresponsal del diario La Nación
el trabajo de manera mensual. En ciertas ocasiones, describía la dureza de estas jornadas al recorrer con
los agricultores que se veían imposibilitados de pa- su relato el área rural santafesina:
gar en efectivo, solían tomar peones «a la réndita»,
es decir otorgándole parte de la cosecha. «El sol canicular, cayendo sobre los trabajadores
La vida de un peón de campo no era sencilla. como plomo derretido, amenaza calcinarlos; en
Ocupados en las tareas de arar, debían levantarse a el suelo caldeado a punto de quemar la suela de
la una de la madrugada para preparar los animales los zapatos, parece despedir fuego: la atmósfera
de tiro y comenzar su rutina de trabajo que se pro- es atmósfera de fragua, un pequeño anticipo de
longaba hasta la media tarde. las del infierno; y sin embargo no menos de cien
Para juntar el maíz, incluso familias enteras aban- mil personas –cosecheros, peones, maquinistas,
donaban sus núcleos urbanos para trabajar a desta- mujeres y niños– trabajan sin darse descanso, de
jo, dependiendo de la cantidad de bolsas recogidas sol a sol, sin comer, bebiendo agua caliente fuer-
por día. Según se había pautado en el contrato, eran temente impregnada de alcohol, en la fatigosísi-
alojadas en los galpones de los campos y su alimen- ma tarea de la siega, que felizmente es obra de
tación obedecía a lo convenido. pocos días, pues si hubiera de prolongarse meses
Sabido es que, sobre la base del cronograma esti- no había hombres bastantes para reemplazar a
val y laboral, muchas familias dejaban su lugar de los que caerían fulminados por las insolaciones y
residencia habitual para ir a trabajar temporalmente los reblandecimientos. ¡Terrible tarea!»
en las cosechas de maíz. La estación otoñal también Diario La Nación, Buenos Aires, 16 de di-
implicaba un momentáneo desarraigo para sus hijos, ciembre de 1894
que debían dejar la escuela y retornar cuando el pe-
ríodo lectivo se encontraba avanzado, distancia in- Para los peones ocupados en las trilladoras, la
salvable que ocasionaba la pérdida del año y la per- faena comenzaba a las cuatro de la mañana, jalonan-
manencia del analfabetismo de la población. do cada cuatro horas un descanso de quince minu-
62 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 63
La elección de las opciones buscadas por la elite modos de vivir las acciones privadas de la mirada
en cuanto a la técnica y los ámbitos diseñados para externa. Mientras las casas de la elite se engrosaban
sus casas creó efectos de prestigio que expresaron en sus servicios y funciones, los sectores populares
las diferencias y las desigualdades respecto de las vi- continuarán transitand
viendas de los sectores populares, dado que estas úl-
timas se resolvían de manera sencilla y austera. «La casa grande suele componerse de: varios
Una manera de concretar estos espacios era re- dormitorios, salón para recibir a las visitas, bi-
suelta a partir de la construcción de ámbitos que ex- blioteca, living-room o salita de confianza,
presaran distinción en sus límites materiales, con boudoir –tocador donde se hace la toilette–,
presencia de objetos de prestigio que remitieran a una sala de billar o para otros juegos, comedor
estilos consagrados en Francia o en Inglaterra. diario y comedor de fiestas, habitación para ju-
Un almuerzo con champagne y café negro aromá- gar con los niños […], habitación para galerías
tico se coronaba con temas de conversación alrede- y varias habitaciones para servicio, cocina, offi-
dor de la belleza, el arte de los mármoles, pintores, ce con montacargas, despensa, cueva para con-
maestros de música, literatos y sus dramas. Se plan- servar los alimentos. La casa mediana es el de-
teaban problemas relacionados con la economía, el partamento de dos o tres dormitorios con li-
alza de las acciones o la habilidad en la política. ving para los niños, dos cuartos de baño, salón
No deja de llamar la atención el número de em- y comedor o living-comedor, cuarto para ni-
pleados en el servicio de una casa de sectores de la ños, office, cocina, dos cuartos de servicio con
elite santafesina, donde existía incluso un sirviente un baño, terraza o galería, un patio con lavade-
por cada miembro de la familia, por lo que en cada ro y un cuarto de enredos. El departamento pe-
hogar podían encontrarse un conjunto de veinte o queño es el que consta de una sola pieza para
más personas. Incluso quienes permanecieran solte- dormir, un living-comedor en el que hay habi-
ros a lo largo de su vida, establecían con los dueños tualmente un diván-cama que se puede conver-
de casa una relación de fidelidad que ha llegado a tir en cama por la noche, mientras durante el
hacerlos acreedores de legados testamentarios. Es día hace oficio de sofá; una cocina, un cuarto de
cierto que en buena parte, la mayoría del personal servicio con toilette, un lavadero».
doméstico estaba constituido por mujeres. En el in- María Teresa López, Cómo hacer
terior de las casas se leía y se jugaba a las cartas. Di- un Hogar Feliz, 1944
ferentes ámbitos de la lectura semanal transitó la no-
vela en las familias de gente «decente» y el folletín Siendo concientes del mostrar la interioridad, pa-
en la clase trabajadora. ra los propietarios, la casa y su hospitalidad debían
El hogar familiar comenzaba a transitar el mundo ser cuidadas hasta en el detalle, puesto que de ello
moderno, estableciendo jerarquías en diferentes nacía y se construía la imagen del solar doméstico
66 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 67
A comienzos del siglo XX, el sueño de la casa que posibilitaran el empleo domiciliario.
propia comenzó a verse materializado para los sec- El patio o jardín daba acceso al cultivo de una pe-
tores populares a través de la compra en mensuali- queña huerta o crianza de animales. Era común en-
dades de un lote de terreno y de la construcción de contrar en ellas, la cría de aves de corral, gallinas, pa-
la vivienda por medio de diferentes estrategias, se- tos en reducidos cañaverales, entre otros, que com-
gún las necesidades y presupuesto familiar. pletaban la dieta familiar.
Artesanos, obreros calificados y empleados –en- Si bien perduró con los años, la casa chorizo fue
tre otros– durante una larga porción de su vida, in- criticada por los planteos higienistas, a causa del re-
virtieron gran parte de su salario en el anhelo de la trete en los fondos, del agua de bombeo y de los
casa propia. obstáculos que aparejaba ante nuevas prácticas de
El acceso a la propiedad de la tierra fue posible higiene personal, dándose comienzo a la promoción
por la oferta barata de tierras privadas suburbanas y de otras tipologías habitacionales como la «casa ca-
las posibilidades de la autoconstrucción. En líneas jón» y los departamentos.
generales, la tipología individual fue la llamada «casa Otra alternativa individual en la urbe era la casi-
chorizo» que, aunque conocida desde fines del siglo lla o rancho. Se trataba de una habitación de adobe
XVIII, tuvo su más rápida expansión en todos los con techo de paja generalmente anclado en terrenos
centros urbanos del país hacia fines del XIX hasta la que no podían comprarse o alquilarse, ubicadas en
década de 1940. Angosta en el frente y extendida ha- parajes inundables o anegadizos.
cia el fondo, sus habitaciones de planta cuadrada se En líneas generales, la Argentina de la segunda
comunicaban en el interior entre sí y con el exterior mitad del siglo XIX y de comienzos del siglo XX,
hacia la galería del patio lateral. En su planteo, no registra un notorio aumento de sus índices de urba-
existía demasiada intimidad: el paso de cuarto en nización. La provincia de Santa Fe, bajo el impacto
cuarto posibilitaba el control y la falta de privacidad. del «boom» inmigratorio internacional, de la emi-
En realidad, se trataba de la tradicional casa de gración de los pobladores de la campaña circunveci-
patio central seccionada en un eje simétrico que la na y al calor de la expansión agroexportadora, cons-
convertía en dos fincas con patio limítrofe. La coci- tituyó un mundo de contrastes, donde convivían
na se encontraba en el fondo y la letrina separada de tanto casas modestas, ranchos, conventillos con
las habitaciones. El patio lateral permitía la entrada mansiones particulares o comercios de moda.
de carros, bicicletas, jardineras de lecheros, entre El interior de la vivienda y su equipamiento defi-
otros tipos de vehículos. El esquema distributivo nía espacios y prácticas que caracterizaban los mo-
permitía su adaptación a las variantes familiares. La dos de la intimidad familiar, espacios que permitían
amplitud de las habitaciones podía ser utilizada por el reconocimiento de los gustos, de sus lecturas, de
varios hijos de familia o bien ser alquiladas a pensio- su conversación, debates políticos y los particulares
nistas e incluso la instalación de medios de trabajo modos de sociabilidad.
74 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 75
«CANCION ANARQUISTA
Yo soy un pobre obrero que cruza
por el mundo
se elevan en mi vista magníficos palacios,
y sólo una cabaña yo tengo por mansión
donde la higiene nunca llegó a mostrar
su influjo
y adonde asoma apenas la clara luz del sol.»
ASCOLANI, Adrián (Compilador) Historia del Sur Santa- Vestir la cotidianeidad: cuerpos, modas y lugares
fesino. La sociedad transformada (1850-1930), Platino,
Rosario, 1993. por Lilian Diodati
DEVOTO, Fernando; MADERO, Marta (Directores) Histo-
ria de la vida privada en la Argentina. Tomo II La Ar-
gentina plural: 1870-1930, Taurus, Buenos Aires, 1999
FALCON, Ricardo; STANLEY, Myriam (Directores) La his-
toria de Rosario. Tomo 1 Economía y Sociedad, Homo
Sapiens, Rosario, 2001. De la mano de los distintos procesos conducentes a
LOBATO, Mirta (Directora) Nueva Historia Argentina. la consolidación del estado provincial, las transfor-
Tomo V El progreso, la modernización y sus límites maciones se suceden en toda la sociedad santafesina,
(1880-1916), Sudamericana, Buenos Aires, 2000. y por ende también se transforman los cuerpos y sus
percepciones.
El cuerpo puede considerarse como una expre-
sión individual, como una estructura que «habla»,
revelando un sinfín de informaciones, aunque el su-
jeto guarde silencio. En síntesis, el cuerpo actúa co-
mo un instrumento primario a través del cual pue-
den observarse las modificaciones de las peculiari-
dades del desarrollo de las relaciones interpersona-
les, en donde no sólo es importante mirar, sino tam-
bién ser visto.
El cuerpo emite diferentes señales que varían se-
gún los distintos contextos socioculturales, adqui-
riendo distintas connotaciones en cada situación y
espacio particulares. Los cuerpos vestidos cambian,
tal como lo hace la moda. Estas modificaciones con-
viven con persistencias de épocas anteriores, a las
que paulatinamente van invadiendo, conformando
una nueva forma de considerar al cuerpo y en espe-
cial al cuerpo vestido.
En 1860, un viajero italiano, Paolo Mantegazza,
78 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 79
describía minuciosamente la vestimenta del perso- mo una producción estética derivada de los gustos
naje tradicional de estas pampas, el gaucho, [que] ha compartidos en una época que implica la produc-
buscado todo lo que pueda hacerle más cómodo su ción de objetos cotidianos, desde las viviendas o el
vivir. Los pantalones lo aprietan, la corbata lo opri- mobiliario hasta la vestimenta, las alhajas y los auto-
me... rasga en el medio un trozo de paño y pasando móviles. Pero de todos estos objetos de uso diario,
la cabeza por la hendidura hace una especie de casu- el vestido resalta como uno de los elementos más re-
lla que llama poncho; otra tela (chiripá) le ciñe la presentativos, ya que por su contacto directo e ínti-
cintura y cae en amplios pliegues sobre los muslos, mo con el cuerpo, facilita saber quién es y quién
dejando desnudas las piernas, que cubre con botas de quiere ser cada cual.
potro o calzado sin curtir fabricado con el cuero de Porque demostrar quién es cada cual en esta so-
las patas del caballo […] esta manera de vestir es ciedad santafesina en la segunda mitad del siglo
modificada por las modas europeas, que se van infil- XIX, implica también disponer de un espacio en
trando lentamente. El paisaje de la vestimenta, tam- donde ese cuerpo pueda desenvolverse. El uso de
bién se va impregnando con los vaivenes de las mo- ese espacio está en directa relación con el condicio-
das foráneas. namiento impuesto por factores culturales, sociales
Esas transformaciones que se desarrollan a partir y emocionales, así como por la estructura física del
de la segunda mitad del siglo XIX, tienen como co- ambiente y por las variables de la personalidad.
rolario una redefinición de la sociedad civil, una re- Una dama notable de la ciudad de Santa Fe, no se
definición sobre la que no pueden establecerse lími- mostraba ni utilizaba el espacio a su alrededor del
tes precisos, sino más bien unos flexibles y oscilan- mismo modo en que lo hacía una inmigrante recién
tes, paulatinamente construidos sobre los viejos pa- llegada a la colonia Esperanza, o una india mocoví.
rámetros de la sociedad del litoral a los cuales se le En esta utilización del espacio, también la indumen-
adicionan las influencias de la «modernidad». Con- taria representa una importante función de refuer-
vivencias de un pasado reciente, nuevas ideas im- zo, acentuando no sólo el lugar social, sino además
portadas y como resultado, la construcción de dife- las formas de comportamiento de dicho lugar. Para
rentes espacios en donde se pueden observar estas ello basta pensar en cómo esta dama notable puede
modificaciones. Y uno de ellos, aparentemente frí- imponer una sensación de aristocrática distancia al
volo, uno que cincela la configuración social, es la subir por las escalinatas de la catedral de la ciudad
moda, estableciendo una impalpable articulación de capital, una mañana de un domingo cualquiera para
mecanismos que terminan convirtiéndose en ele- ir a misa, vistiendo un voluminoso miriñaque, muy
mentos preponderantes de la vida cotidiana. de moda por estos años .
En virtud de ello, la moda puede caracterizarse El vestido siempre evidencia una significación y
no sólo como un conjunto de normas sociales –usos transmite informaciones relevantes en relación a la
culturales y formas de convivencia– sino además co- edad, al sexo, al grupo étnico de pertenencia. Puede
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señalar una actitud hacia los demás, desde la forma- «Todas las bellezas propias de la mujer son de
lidad en el comportamiento al nivel de disponibili- carácter sexual, esto es, subrayan la diversa fun-
dad sexual; al tiempo que también es el vehículo uti- ción que la naturaleza le ha asignado en el gran
lizado para distinguir el status económico y social. misterio de la reproducción.
Esta importancia de la imagen de cada una/o, po- Sexual es la adiposa redondez de sus caderas, de
ne en movimiento una especie de juego de aparien- sus miembros y más especialmente de sus mus-
cias en donde las actitudes, la idea de belleza, y la los.
vestimenta van de la mano y se complementan en Sexual la sutileza de sus articulaciones, sexual la
una tríada en donde el protagonismo del cuerpo es pequeñez de la cabeza, la estrechez de la frente,
absoluto, aunque esté cubierto por las telas más fi- caracteres todos que dan a su cuerpo una singu-
nas y suaves o los paños más burdos y ásperos. lar delicadeza, una voluptuosa elegancia.
Si el vestido es una manifestación individual en el Sexual la estatura más baja que en el macho.
uso de un uniforme común a todos los seres huma- Sexual sobre todo, es la pequeñez de las manos
nos, su «uso» particular junto con los ornamentos y y los pies.
abalorios, implica completar la tarea del embelleci- Sexual el desarrollo de la cabellera que en las ra-
miento, porque embellecerse también significa dife- zas superiores son siempre más largas que en el
renciarse. hombre y aumentan los tesoros táctiles de la
Cuerpos de hombres y mujeres, pero en especial voluptuosidad y varían con su diversa disposi-
de mujeres, ya que en este escenario del mundo, el ción la elegancia de la cabeza, escondiendo, sin
vestido y la moda –de la mano con la idea de belle- ocultar, toda la hermosura del cuerpo.
za– toman al cuerpo femenino como el ámbito pro- Todos estos caracteres de la belleza femenina
picio para su desarrollo. son otras tantas promesas para el hombre que
Poseer belleza implica la posesión de un presti- las contempla.»
gio, uno que se traduce en la sensibilidad y delicade- Paolo Mantegazza, Fisiologia della Donna
za y nada mejor que la piel femenina para expresar- (circa 1880)
las. Una piel delicada que recubre carnes mullidas
para acunar a un niño, que envuelve manos y pies Una piel semejante a una perla, demuestra que la
pequeños, pero fundamentalmente caderas redon- dama en cuestión no sólo ama su casa, sino que sale
das, senos abundantes, propios de la función repro- poco, elemento importante en esta sociedad para di-
ductora. Escotes generosos asociados a la manifesta- ferenciarse de aquellas que, por su tez más oscura o
ción de una buena salud, que al mismo tiempo curtida por las inclemencias climáticas, evidencian
muestran una tez clara, como un criterio indiscuti- una pertenencia social distinta.
ble de belleza. En estos pagos la belleza también puede ser iden-
tificada con una piel no tan nívea, tal como un sin-
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número de viajeros europeos lo relatan, extasiados cioeconómicas, el ser atractivo o atractiva, mantener
ante el exotismo de una piel morena y unos ojazos los rasgos juveniles el mayor tiempo posible, fue
negros. George Clemenceau deja constancia de ello: uno de los objetivos de esa sociedad que exaltaba el
séame permitido solamente mencionar unos grandes mito de la eficiencia, de la belleza y de la juventud.
ojos negros cargados de fulgores profundos, una piel
delicadamente dorada bajo la cual bulle una sangre
generosa, y una sonrisa muy suave que permanece Faldas englobadas, mujeres decorativas
joven a toda edad. y hombres públicos
Pero no sólo es el color de la piel un elemento im- El éxito se traduce en el cuerpo de las mujeres a tra-
portante, también lo es el cabello. Abundante y bri- vés de su elegancia y la calidad de sus adornos. Los
lloso, denota el cuidado y el tiempo dedicado a la vestidos se ensanchan y con el apogeo de los miriña-
toilette. Así como el cabello se cepilla con constan- ques –en la primera mitad de la década de 1860– una
cia durante largo rato, del mismo modo se hace más falda podía alcanzar hasta los tres metros de diáme-
frecuente el uso de agua de colonia, ya que las «ema- tro y requerir unos treinta metros de tela. Woodbi-
naciones femeninas» que en épocas pasadas se con- ne Hinchliff, en su Viaje al Plata en 1861, comenta
sideraban afrodisíacas, comienzan a inspirar cierta que en la ciudad de Santa Fe, para hacer tiempo en-
repugnancia como resultado de la gradual difusión tramos en un pequeño café, próximo a la costa del
de prácticas higiénicas. El hombre civilizado y la río, su dueño era un italiano y su esposa una linda
mujer civilizada prefieren eliminar esos olores «ne- francesa […] que era ayudada por su hermana […]
gativos» de su cuerpo, sustituyéndolos por aquellas los vestidos de estas mujeres eran algo raros: de mu-
sustancias etéreas –los perfumes– a las cuales se atri- selina, de corte ajustado en el busto hasta las caderas,
buye un poder purificador, así como la cualidad de en donde se ensanchaban de súbito con enormes mi-
refinar y elevar el espíritu. riñaques.
Ese refinamiento recibe el auxilio de la cosmética, Esto significa que la dama en cuestión puede pa-
arte de épocas inmemoriales cuyo significado decer algunos inconvenientes en su desplazamiento,
–adorno, decoración– proviene del griego, y que co- incluso para ir al lavabo, para lo cual necesita del au-
bró cada vez más importancia. Si bien puede consi- xilio de una doncella que la asista.
derarse como un instrumento empleado como len-
guaje de seducción fundamentalmente por las muje- «Restituta, bella y fresca como una rosa bien
res, representa una prolongación natural de la higie- abierta en todo su esplendor, estaba de pie, ata-
ne; una que en todas sus formas tiende a «exorcizar» viada de gran baile delante...! quedé extasiada!
el cuerpo salvaguardándolo de toda agresión exter- Nunca había visto a una mujer ostentar su be-
na y en particular de las propias –excreción y secre- lleza en el deslumbramiento de una traje de bai-
ción. Conforme avanzaron las transformaciones so- le. Restituta, alta y de majestuoso porte, pare-
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forzado por la minuciosidad y el detallismo que de- tan siquiera una guerra, será una muerte anónima,
be emplear en su esfera «natural», la casa, la que de- colectiva, en donde el cuerpo se transformará en ese
be «decorar» y de la que tiene que ser el «principal síntoma putrefacto y contaminador que debe ser eli-
ornamento», es decir que sobre esta división de los minado, apartado. Es una muerte concebida como
lugares propios de cada sexo, sobre la mujer recae un cuerpo que ya fue, una muerte que el mundo de
también el mandato del cuidado del propio aspecto los vivos recluye al rincón de la intimidad, el silen-
y atractivo. cio y el ocultamiento.
Estos son los años en que el territorio santafeci-
no es azotado por la llegada del cólera. En 1867 se
Y las ciudades se tiñeron de negro producen los primeros casos en Rosario. Al respec-
Pero hacia fines de la década del ’60 este cuerpo de to Richard Arthur Seymour en su biografía Un po-
hombres y mujeres que se va cubriendo con los ata- blador de las pampas afirmaba, que «en un rancho
víos diseñados por una moda esencialmente euro- próximo al pantano inmediato a la ciudad y conoci-
pea, sufre aquí, en estas tierras un gran impacto. do con el nombre de laguna de Sánchez, que es el
Uno que desdeña ropajes y adornos. El de la muer- paraje en que se depositaban las basuras de la pobla-
te, una muerte avasallante e imponderable producto ción y a inmediaciones del cual, según testimonios
de las epidemias. de algunos, habían fallecido varias personas en bre-
La aparición de las epidemias marca una notable ve tiempo con los síntomas referidos.» Por su parte
diferencia en relación a la concepción que de la el cónsul británico, el médico Thomas Hutchinson,
muerte tenían nuestros coprovincianos. La muerte establece en la misma ciudad un hospital gratuito
de la primera mitad del siglo XIX, no es una muer- mantenido por su propio peculio, el Sanathorium,
te oculta, por el contrario es una muerte con color, destinado exclusivamente a combatir el cólera, en
con algo de lujuria, producto de una sensibilidad donde pone en práctica un tratamiento, el cual des-
que exalta una modalidad al mostrarla tan natural cribe en una carta a Guillermo Perkins con fecha 12
como la vida. de abril de 1867: «en todos los casos en cuya asisten-
En épocas de violencia, la muerte es frecuente- cia facultativa ha estado a mi cuidado...que ascen-
mente producto de guerras civiles, de confrontacio- dieron en la semana anterior a 135, sólo he tenido
nes políticas que las más de las veces llegan a la san- una mortalidad de 10 al 12%. El éxito que he obte-
gre, de disputas personales que terminan en duelo, nido por mi tratamiento, lo atribuyo muy particu-
de un estilo de vida de que no excluye a la agresión larmente a la precaución que he tomado siempre al
y a la intemperancia como sus características. Pero hacer mis visitas de ir provisto de estimulantes para
la llegada de las epidemias trastoca esta concepción; las fricciones externas de los pacientes, ropas de
ya no será una muerte individual, personificada, re- abrigo, como ser camisetas de franela y algunos tó-
lacionada con tal acontecimiento político, disputa, o nicos considerados como los más eficaces en las pre-
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sentes circunstancias, tales como el chlorodyne, torio. Las mismas con su secuela de muerte, inun-
cognac y vino oporto.» dan el ánimo de la población, y si bien la marca del
Esta enfermedad, que si bien en palabras de Sey- cólera en el territorio de Santa Fe no alcanza las pro-
mour tiene relación [con] la gente criolla y en parti- porciones de la provocada por la fiebre amarilla en
cular la de condición social más baja que vivía en los especial en Buenos Aires, no era inusual observar
inmundos ranchitos de los suburbios, no deja de te- –fundamentalmente en los grandes centros urbanos
ner una impronta de gran alcance, ya que sus suce- de la provincia– a un sinnúmero de personas vesti-
sivas apariciones 1867, 1886 y 1894, elevó el núme- das de luto.
ro de afectados a más de 2000, poniendo sobre el ta- Su uso llegó a estar tan extendido, que incluso
pete consideraciones acerca de la implementación de abarcó a los vestidos de novia. Si el familiar había fa-
medidas de salud pública –a la luz de un higienismo llecido recientemente, se confeccionaban en un aus-
cada vez más arrollador. Una salud pública que no tero negro, pero a medida que el enlace se alejaba de
sólo tendrá por objetivo mejorar las condiciones sa- la fatídica fecha o el familiar no era tan cercano, el
nitarias de la población en general, sino que además luto se iba atenuando con pequeños detalles, azaha-
elaborará toda una serie de preceptos que incidirán res y cintas, ya en el vestido o con tocado, guantes o
notablemente sobre la consideración del cuerpo de velo de tul blancos. La moda del luto en los vestidos
los hombres y mujeres de esta sociedad. de novia perdura hasta prácticamente el primer de-
Paulatinamente el cuerpo individual también se cenio del siglo XX. En relación a los trajes de calle
va convirtiendo en un territorio a legislar y uno de femeninos, el luto se guarda rigurosamente en el
los medios por excelencia para llevar a acabo esta ta- primer año, posteriormente, con el transcurrir de
rea es el control del cuerpo –básicamente el femeni- los meses paulatina y gradualmente disminuye y se
no– a través de la medicina. reemplaza el negro por el gris. Para las prendas mas-
Las epidemias también ponen sobre el tapete al- culinas, el luto marcaba el uso de un brazalete ne-
gunas cuestiones relacionadas con el vestir y con la gro, que se cosía en la parte superior de la manga de-
forma de presentarse ante los demás: el luto. Esta recha.
costumbre es una herencia española, que desde el si-
glo XVIII establece normas que reglamentan su uso,
en especial cuando éste debía abarcar a toda la po- Cinturas apretadas, vidas ajustadas
blación a raíz del fallecimiento de algún miembro de Los años 1870, desaparecido el miriñaque –reempla-
la Familia Real. Esta práctica se refuerza, en virtud zado por el polisón– son testigos del retorno de la
de la influencia británica en estos pagos, cuando al «polonesa», una especie de vestido que separa la fal-
enviudar Victoria, la reina de Inglaterra, decide ves- da de abajo y que forma hacia atrás una cola con vo-
tir un luto total. Pero, al mismo tiempo no debe des- lados, encajes u otros adornos. Pero el verdadero
deñarse el impacto de las epidemias en nuestro terri- «rey» de la moda femenina de la época es el corsé.
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mente se trata de prendas para vestir, para cubrir un operarias. Para las mujeres «del campo», un intelec-
cuerpo expuesto a tareas generalmente duras y pro- tual como Carlos Lemeé, dedica un importante
longadas. Un cuerpo sobre el que recaen las marcas apartado de su obra de 1895 –El paisano, reflexiones
de los lugares sociales, cuerpos que generalmente no sobre la vida del campo– no sólo a la mujer, sino a
se consideran iguales a los demás. Cuerpos y almas los cuidados que ésta debe llevar a cabo para conse-
que son objeto de la variada gama de recomendacio- guir y mantener un hogar armonioso y adecuado:
nes y consejos de los higienistas y de los forjadores [debe] saber limitar sus necesidades y deseos ,el lujo,
del Estado, quienes en aras de construir una provin- el bienestar llevado más allá de sus recursos absorbe-
cia moderna, encarrilan cuerpo, vida y trabajo. rá las entradas...[debe] saber apartarse de esa emu-
Así, en este fin de siglo, innumerables prédicas de lación insensata que hace que cada una quiera sobre-
médicos y juristas inundan cientos de páginas no só- pujar a su vecina y la que es pobre pretende igualar
lo exponiendo sus postulados para el saneamiento a la que es rica...debe tratar que su casa sea cada día
de las ciudades, la mejora de la salud pública, el con- más agradable a su marido y sus hijos... y [tener] en
trol de las enfermedades, sino que también sus con- cuenta que el estudio del arte de preparar alimentos
sejos llegan al ámbito de la indumentaria y en espe- es incontestablemente más útil a una joven que el es-
cial al de las mujeres y particularmente de las muje- tudio de las modas.
res pobres. Su cuerpo, su cuerpo vestido y su cuer- Pero con la difusión gradual del modelo de vida
po desnudo es objeto de las preocupaciones cientí- burguesa, como símbolo de promoción social, to-
ficas, en pos de uno de los paradigmas de la época, dos los sectores de la sociedad, van adoptando la
la maternidad. forma de vestir de los burgueses, aunque «la moda»,
La idea de una madre amorosa, pura y sencilla se reserve para aquellos sectores más encumbrados de-
construye desde distintos lugares y uno de los prin- talles, adornos, conductas como propias del buen
cipales es el de la medicina, dado el peso de la «na- gusto y la distinción. La difusión de los cosméticos
turalización» de la función femenina, ya que su y productos medicinales de belleza impulsa su ven-
esencia consiste fundamentalmente en ser madre. ta en todo el espectro social, prometiendo restable-
Una naturalización que abarca a todas las mujeres, cer el color natural de la piel femenina, darle vitali-
pero que focaliza su prédica en las más pobres, en dad a los ojos o proporcionar un cambio digno de
virtud de ser ellas las escogidas para llevar adelante ser expuesto. El rostro debe lucir bello con la apli-
una estrategia de familiarización de las clases traba- cación de los afeites adecuados o con los reciente-
jadoras. Este discurso no omite referirse a cómo es- mente promocionados métodos de eliminación del
tas mujeres de los sectores populares deben vestirse vello aprobados por el Consejo de Higiene. Es decir
y comportarse. Así, por ejemplo se recomienda el una estrategia de mercado impulsa la compra de
uso de vestidos tipos túnicas, holgados, largos y ce- cosméticos, en tanto elementos distintivos, al tiem-
rrados al cuello, tipo delantal en color gris para las po que estandariza el tipo de vestimenta.
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optan por ostentar un cuidadoso peinado con el ca- coqueta, es necesario, es absolutamente indis-
bello recogido, pero todas eligen mostrar puntillas y pensable, acostumbrar, habitual a la mujer de
encajes, más allá de si el traje o vestido es de líneas todas las capas sociales á la actividad y al traba-
sencillas o más rebuscado, con adornos de botones jo, como fuente de virtudes, de bienestar y ri-
o pasamanería. Las puntillas emperifollan cuellos, queza.
remarcan la cintura, ensalzan unas delicadas manos Que se familiarice con todas las labores del ho-
emergiendo de estrechos puños, o revolotean acica- gar, ya sea en la plancha, el lavado, la aguja, el
lando los bordes de las enaguas, otorgándole a la arte culinario, en la manera y modo de atender
ocasión un aire de seducción e ingenuo erotismo, un enfermo, etc, etc.; de manera que sea útil a si
resaltado por las miradas arrebatadas de sus parte- misma y á sus semejantes y no una muñeca de
naires masculinos, quienes en virtud de la ocasión salón, un objeto de lujo.»
visten traje oscuro, cuello palomita, flor en el ojal y Vital Andino, Rincón Norte,
sombrero adornado con cintas. 18 de abril de 1901
Ahora bien, que este cuerpo vestido de las muje- Boletín de Educación de la
res retome gradualmente sus formas naturales, no Provincia de Santa Fe, Núm. 157
significa que sobre ellas no recaiga otro tipo de re-
convenciones que «ajusten» su vida a normas que Este cuerpo más libre se ve favorecido además,
prescriben una vida ordenada, unos principios que por las innovaciones introducidas por dos creadoras
deben regir su conducta moral. Tanto es así que has- francesas que pronto inundarán el mundo con sus
ta el Boletín de Educación de Santa Fe se encarga de diseños. Por un lado los de Madeleine Vionnet que
difundir estos preceptos en sus distintos ejemplares, con sus pliegues oblicuos –corte al bies– permiten
encabezando las diversas secciones con títulos tales no sólo que la prenda posea mayor movimiento, si-
como Lecciones de Economía Doméstica: Deberes no que mantenga la línea del cuerpo. Y por otro la-
de la mujer como ama de casa é importancia que do Cocó Chanel, quien ya para 1915 ha lanzado al
ejerce en el cumplimiento de sus deberes, Educación mercado los chemisiers y los tailleurs, diseñados so-
de la Mujer o Una idea feliz: escuela y taller para ni- bre las sobrias líneas de los trajes ingleses, pero que
ñas. con la incorporación de detalles, tales como lazos,
los transforma en absolutamente femeninos.
«Para formar á la mujer, modesta, sencilla, eco- Pero no todo es diversión y progreso. La guerra
nómica, laboriosa, amable, caritativa, juiciosa, irrumpe en el escenario mundial provocando en el
prudente, discreta, abnegada y virtuosa; en con- plano de la moda una simplificación de estilos y di-
traposición á los vicios de la mujer orgullosa, seños, ya que en Europa la preocupación por el
engreída, despilfarradora, envidiosa, frívola, in- arreglo personal se restringe paulatinamente. Una
trigante, superficial, holgazana, voluptuosa y preocupación que en estas tierras se ve atenuada por
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res entre los médicos locales– aconsejaba así acerca sombreros de paja con cintas de raso. Este atuendo
de estas actividades: puede completarse con una chaqueta de lana, cerra-
da y con cinturón, que también sirve para otras ac-
Los ejercicios gimnásticos han sido hasta hace tividades al aire libre.
poco sólo permitidos a los varones, cuando en Pero al mismo tiempo no debe desdeñarse el pau-
realidad son las mujeres las que más los necesi- latino incremento de una actividad recreativa, que
tan....bajo el imperio de estos ejercicios sabia- desde el último cuarto del siglo XIX, va cobrando
mente dirigidos, la nutrición se hace mejor, las cada vez más fuerza, a pesar de –o precisamente
secreciones por completo, la piel se pone suave, por– poner en primer plano una visión particular
blanda, de color uniforme y se desprende de de- del cuerpo, un cuerpo que se exhibe a través de un
pósitos sebáceos, granos, etc, los músculos se de- traje de baño. Su instalación definitiva coincide con
sarrollan, los huesos adquieren su dirección nor- el auge de las virtudes curativas del agua de mar, un
mal, la respiración se verifica espléndidamente, mar que notables provinciales visitaban en sus pa-
el pecho de las jóvenes se levanta y a lo hermo- seos, ya sea en las costas locales o directamente en
so del busto se le añade entonces la sanidad y la sus viajes a Europa. La práctica de los baños en el
amplitud de los pulmones, la circulación activa río es registrada por los cronistas de principios del
de la sangre derrama abundantemente la vida siglo XIX, pero se la consideraba fuera de las nor-
en todos los órganos, los capilares se llenan y co- mas del buen gusto y del recato.
loran agradablemente el rostro, el organismo se Los primeros trajes de baño femeninos consisten
convierte en un foco de calor suave, ligeramen- en largas túnicas de mangas tres cuartos, confeccio-
te húmedo, el apetito se despierta y el sueño pro- nados en alpaca o estameña, telas que impiden su
fundo, reparador se apodera del cerebro a horas adherencia al cuerpo en contacto con el agua, guar-
oportunas, procurando al cuerpo un descanso dando así las formas del pudor. Debajo de estas fal-
completo. das asoman unos calzones que llegan hasta los tobi-
llos. El atuendo se complementa con medias negras
El aire puro debe llenar los pulmones y oxigenar y en la cabeza un gorro fruncido con volados y
la sangre de hombres y mujeres y para ello nada me- otros implementos que guardaban la escasa piel ex-
jor que las caminatas, los paseos en bicicleta o la puesta de los rayos del sol, sombrillas, amplios som-
práctica del tenis o el golf. Pero estas actividades re- breros con tules.
quieren de una indumentaria particular. Pantalones Con el transcurso de los años y de la actualiza-
holgados y sujetos debajo de la rodilla para los pa- ción de un cuerpo más «suelto», los trajes de baño
seos en bicicleta, pantalones blancos largos y sacos a remontan un poco las pantorrillas, aunque conser-
rayas para el tenis masculino, mientras que las seño- van las medias, las zapatillas para caminar en el agua
ras lucen faldas portafolio largas en gros, blusas y y el gorrito. Pueden retroceder gradualmente las
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Capítulo 5
Cocinar y comer
se apropian de su condición social, de su nombre, dentemente en el espacio cotidiano, en ese día a día,
sueños y pasiones. Es allí donde la comida irrumpe donde por medio de minúsculos actos van hilvanán-
marcando modos, costumbres, formas, ritmos tem- dose los retazos que hacen al ser sociocultural. Es-
porales y preferencias. Sin embargo, las diferencias tudiar la culinaria de una determinada región es in-
comienzan a cristalizar al auscultar los latidos del tentar conocer tanto los modos de procesar y coci-
carácter histórico, cultural y sociopolítico que en- nar los alimentos como la forma en que solidifica
vuelve y constituye a las cosas del cocinar y del co- esa cultura…, al cocinar, los grupos humanos cue-
mer. En esta dirección la síntesis diría: todos cocinan cen indirectamente los parámetros de su sociedad, se
y comen pero no todos lo hacen de la misma mane- cocinan…
ra… Si en su Fisiología del gusto ya Brillat-Savarin Ahora bien, en la cotidianeidad de los países de
se preguntaba «dime qué comes y te diré quién habla hispana la expresión cocina resulta un término
eres», entonces puede incentivarse la sospecha res- polisémico que alude a por lo menos dos campos de
pecto a la condición igualitaria, democrática y gene- significados. Por un lado, el término cocina como
ral de la comida. acción –cocinar– refiere al conjunto de prácticas que
Sin dudas la pregunta por las formas de cocinar y posibilitan la transformación y el procesamiento de
comer trae consigo la problemática de la cultura. los alimentos a los efectos de volverlos aptos para el
No es casual que los antropólogos, tras los rastros consumo humano; por otro, como sustantivo –la
del otro cultural, sean pioneros en detenerse a refle- cocina– indica el ámbito arquitectónico del hogar
xionar sobre las cosas del comer y del cocinar. Ellos cuya exclusiva funcionalidad atañe a las prácticas
advirtieron que en la trastienda de aquellas prácticas culinarias. En dicho espacio se hallan los utensilios
cotidianas, mecánicas, casi ingenuas, yacía oculto al- y herramientas propias del quehacer gastronómico.
gún cofre de sentidos que urgía iluminar. No faltó Este no es el caso de los países de lengua sajona
quien dijera: «cocinar hizo al hombre», lo arrancó que poseen una serie de vocablos para nombrar los
de su condición de homínido introduciéndolo en el mencionados conceptos; kitchen, la habitación don-
orden de la cultura. Tal es así que cuando los indivi- de se cocina, cooker, el aparato para cocinar y coo-
duos se negaron a ingerir la carne sangrienta y ma- king, el arte de cocinar. Aunque de apariencia anec-
loliente de los animales recién muertos y los tallos, dótica, establecer esta diferencia idiomática es útil
raíces y hojas de los vegetales en su condición natu- para introducir uno de los principales rasgos que ca-
ral, se introdujeron en el canal que los conduciría al racteriza a la cocina de los pueblos latinoamerica-
pasaje de lo crudo a lo cocido o, en otras palabras, del nos: se trata de la idea de mezcla, yuxtaposición y
estado de naturaleza al de civilización. fusión detrás de lo que se presume como un todo.
Cocinar es cultivar, civilizar, humanizar. Dicho
acto encierra el ritual que, cual bautismo de fuego,
permite nacer en el cosmos de la cultura. Y es evi-
118 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 119
¿Existe una cocina nacional? tos contingentes de inmigrantes llegados por enton-
La cocina argentina ces. Grupos europeos, esta vez no sólo españoles si-
Entre 1860 y 1930 la sociedad argentina protagonizó no también italianos, ingleses, franceses, alemanes,
el reto de constituirse como tal; de consolidar su Es- suizos, polacos, entre tantos otros, aportaron los sa-
tado Nacional; de cimentar el arco de solidaridades bores de sus patrias. Sabores que sin atrincherarse en
que sostendría el sentimiento de pertenencia de sus el culto a la nación lejana, un poco por gusto y otro
habitantes, por entonces determinado más por las di- por necesidad, entraron en los menúes locales para
ferencias que por las similitudes. Como se advierte, transformarse y transformarlos.
el desafío no era menor y demandaba construir fren- Pese a la citada historia de encuentros y conver-
tes de batalla en todos los blancos del acontecer so- gencias subyace la pregunta sobre la existencia de
cial. Había que saciar la necesidad de transformar una cocina argentina que abraza y hermana las desi-
sentimientos e identidades extranjeros en locales; y gualdades regionales haciendo nacer de la diversidad
en esta acometida el aroma y el encanto de la comi- un todo: la cocina nacional.
da no resultaron componentes residuales. Si bien algunos estudiosos del arte culinario nie-
Los antropólogos Pinotti y Álvarez afirman que gan la existencia de las cocinas nacionales, éstas pue-
«la política de la amalgama triunfó en el lugar menos den considerarse a partir de la matriz ideológica y
previsto por los ideólogos: la cocina». Al revisar la simbólica que envuelve los modos de comer y pre-
historia de la cocina, los gustos y las formas de co- parar los alimentos en cada país. Para su sosteni-
mer se encuentra la prueba de lo antedicho. Desde miento y permanencia, el Estado moderno debió in-
los inicios de la conquista española, mientras algu- ventar las tradiciones, que con el correr del tiempo,
nos buscaban homogenizar con la cruz y la espada, se tornarían sus pilares. Tradiciones entre las cuales
otros –desde un espacio recóndito, tentados por el las preferencias alimenticias tuvieron marcada rele-
llamado del estómago y del paladar– favorecieron vancia. Así, se hizo necesario implementar una taxo-
de manera sutil y casi en silencio, el encuentro entre nomía de platillos y condimentos que constituyeron
dos patrones alimentarios: uno nativo, basado en el las costumbres argentinas. No es casual que cada
consumo de carnes y maíz; el otro, europeo, resal- evento patrio haya sido coronado con un banquete
tando la ingesta de vegetales e hidratos de carbono. compuesto por los platillos nacionales: el locro, las
Desde entonces comenzaron a tallarse los rasgos de empanadas, el asado, los pastelitos, el dulce de leche.
la cocina criolla o hispano-criolla, que trajo consigo El amor se conquista por el estómago y el amor a la
la carne vacuna, el trigo, el pan, el uso de la sal y el patria no es excepción.
gusto por los manjares dulces –herencia árabe. Hasta este punto nada cuestiona la existencia de
Pero la cuestión no cierra aquí: al fin del siglo una cocina nacional. No obstante, el simple hecho
XIX se produjo un nuevo giro en las prácticas ali- de pensar la inmensidad y variedad que caracteriza
menticias al incorporar las tendencias de los distin- al territorio argentino hace trastabillar dicha idea.
120 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 121
Empanadas santafesinas base de zapallo; locro –de maíz, el clásico de los na-
Se pone en una cacerola, grasa fina, una cucha- tivos, o de trigo, con el sello de los conquistadores;
rada por cada empanada, se le agrega bastante humita en grano o chala; postres: mazamorras –de
cebolla, tomates, pimientos, y perejil, se pone al origen afro-argentino– natilla, cuajadilla, bocadillos
fuego para que se cocine un poco, agregándole de papa o batatas, dulce de frutas –sandía, melón,
bastante pimentón; al sacarlo se le eche un poco duraznos, naranjas, mandarinas…– arrope, arroz
de azúcar. Se saca un poco más de la mitad de con leche. La costumbre criolla deparaba banquetes
esta fritura y se pone a enfriar, y en lo que que- donde la cantidad de alimentos primaba sobre la va-
dó se añade la carne de lomo bien picada, sal, pi- riedad y el lujo. Vajillas, utensilios y mantelería
mienta, vinagre, dos dientes de ajo, laurel, co- eran, también, escasamente refinados.
mino, nuez moscada, presas de pollo, tocino, sal-
chichas, azúcar y una gota de salsa inglesa. Se Locro
deja cocer este picadillo, procurando que no se Se pone la noche antes á remojar el maíz ó tri-
reseque […] se hace la masa […] cuando está li- go, luego se cuece en agua y sal hasta que esté
sa, se hacen bollos y se estiran con redondel, po- bien blando, y al mandarlo á la mesa se le pone
niéndoles el picadillo en el medio, una buena un abundante mojo hecho con bastantes cebo-
cucharada de fritura, aceitunas, huevos duros llas, tomates, ajíes, y pimentón, fritos en grasa
en rebanadas, pasas, ciruelas, pedacitos de to- de vaca. A este mojo se le puede agregar tripa
mate crudo, y al ponerlas al horno se les pone un gorda cocida ó charqui de vaca cocido. Este pla-
poquito de grasa encima […] to es especialmente para hacerse en el campo
Marta, La cocinera criolla, en Teófila Benavento, La perfecta
Santa Fe, 1920-1942. cocinera argentina, 1901.
[La receta del locro es tradicional de la culina-
Siguiendo el minucioso listado que esboza Aní- ria prehispánica e ingresó a los recetarios crio-
bal Arcondo en su Historia de la alimentación en la llos incorporando como ingrediente la carne
Argentina puede decirse que la vianda hispano-crio- vacuna en reemplazo del charque de carne de
lla comprendía los siguientes elementos: sopa de guanaco o llama y la variante «trigo» como sus-
arroz; fideos; pan de harina de trigo o fariña (harina tituto del maíz].
de mandioca); puchero; asado de vaca; cordero; ma-
tambre –asado o arrollado con verduras; carbonada; Los párrafos precedentes son sólo una encorseta-
chanfaina; albóndigas; niños envueltos; tortilla; gui- da síntesis que permite recordar al lector las condi-
so de porotos –en este territorio capitula la usanza ciones de posibilidades alimenticias y culturales con
española de los garbanzos; lentejas; ensaladas de las que contaba nuestra región al alcanzar la década
chauchas, verdolaga, papas, coliflor; preparados a de 1860.
126 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 127
Durante los años comprendidos entre 1860 y jos de la tierra de origen les resultó difícil no traicio-
1930 la provincia de Santa Fe en particular y el país nar sus bagajes culturales y fue precisamente en el
en general fueron testigos del ingreso de la mayor discreto mundo de la cocina donde aquellos comen-
ola inmigratoria conocida por la historia nacional. zaron a erosionar. Así, las recetas extraídas de la más
Aquellos grupos humanos trajeron en sus equipajes, honda tradición nacional, al prepararse con ingre-
junto al deseo de hacer fortuna, las herramientas dientes alumbrados en la nueva región, fueron ad-
simbólicas necesarias para que en el devenir de la quiriendo un latente gustito santafesino.
cotidianeidad vayan transformándose las costum- Observando detenidamente la mencionada carto-
bres y gustos locales. grafía, es preciso aclarar que sobre las costumbres
Suponer que la historia de la cocina y las formas del paladar hispano-criollo comenzaron a correr, de
del comer en Argentina están impregnada por un norte sur y viceversa, vientos cargados de aromas y
explícito diálogo con el contexto sociocultural y po- sabores italianos. Italia fue el país que aportó el ma-
lítico que la circunda, permite ver en ella las varia- yor número de vidas y por ende el que influyó con
ciones demográficas en calidad y cantidad, los pro- más énfasis sobre la composición del menú.
cesos de sociabilidad, la complejidad de la vida coti- La vianda italiana imprimió su signo preferente-
diana y las políticas culturales implementadas desde mente en el ámbito rural, en los sectores populares
la agenda estatal. urbanos y en ciertas comilonas privadas y cotidianas
1880 se presenta como la punta del iceberg en cu- de los grupos adinerados. Por el contrario, nunca
ya base se escabullen los sentidos de profundas logró penetrar en los manjares festivos de las elites,
transformaciones en el estilo de la culinaria local. El donde el gusto francés se tornó impermeable. Los
paisaje diseñado a partir de la incorporación de los italianos que arribaron a estas tierras procedentes
inmigrantes marcó una vasta mutación en la fisono- del Piamonte trajeron consigo la clásica bagna-cau-
mía provincial que amerita volver a trazar su mapa da para comer en olla popular, de pie y en tiempos
arriesgando esta vez una especie de cartografía culi- invernales. Los de la región de Lombardía, por su
naria. parte, acentuaron el gusto por el arroz –rissotto– los
quesos y sus sabrosos turrones. También vinieron
Los distintos contingentes de inmigrantes eligie- grupos de friulianos, sicilianos, toscanos y venecia-
ron sus puntos de asentamiento hermanados por la nos, entre otros.
nacionalidad de origen. De este modo y con el co- Cuatro parecen ser las palabras claves de la dieta
rrer del tiempo la provincia presentó un territorio italiana: macarrones, aceite de oliva, ajo y tomate.
salpicado por manchones de grupos de italianos, Por supuesto que las pastas representan el abecé de
alemanes, españoles, suizos, franceses…, que al con- la cocina italiana en Santa Fe: ravioles, tallarines, ca-
vivir en espacios cerrados pudieron conservar atem- nelones, fettuccini, agnolotti, capelletti, lasagna co-
perados sus valores y costumbres. No obstante, le- mo también la polenta, los quesos, aceitunas, el pe-
128 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 129
ceto, las cimas rellenas, las pastas con salsa «al pes- los vascos; las empanadas, tortillas y potajes galle-
to», convenientemente regadas por sabrosos vinos gos; el gazpacho, la sopa de caldo de gallina, el con-
–toscano, chianti, etc. sumo de berenjenas y la combinación de atún con
tomate de los andaluces; la ensaimada de las Islas
Bagna-cauda: Baleares y los embutidos y la costumbre de consu-
Plato característico de la región de Piamonte, mir conejo marinado de los catalanes, entre muchos
Italia. otros manjares.
En un recipiente ubicado en medio de los comen-
sales se ponen a hervir lentamente la manteca, el Paella valenciana
aceite de oliva, abundante ajo picado y anchoas Se pone a freír en aceite pedazos de tocino y un
escurridas y picadas. Sobre la mesa se distribuye pollo tierno cortado en presas, cuando empieza
todo tipo de verduras –troncos de cardo, de acel- a dorarse se le pone ajo y perejil picado, cebolla,
ga, zanahorias, apios, repollos y papas, como así una hoja de laurel, jamón crudo cortado en da-
también trocitos de pollo hervido… dos, chorizos o salchichas en rodajas, fondos de
Álvarez y Pinotti, A la mesa. Ritos alcauciles, dos tomates picados y pelados, sal, pi-
y retos de la alimentación argentina, mienta y azafrán disuelto; se revuelven y se le
Buenos Aires, 1999. echa cuatro pocillos de arroz moviéndolo para
que se cocine parejo; se le pone caldo o agua y se
Paralelos a los manjares y costumbres italianas le agrega mejillones, berberechos, langostinos,
comenzaron a demarcar su espacio las tradiciones chauchas y alverjas; se deja que hierva todo li-
propias de los españoles, asentados mayoritaria- gero y parejo y cuando empieza a espesarse se le
mente en la región centro y sur de la provincia. La coloca encima dos pimientos morrones corados
culinaria española no resultó original en la zona ya en tiritas; se tapa la cazuela y se pone al horno o
que sus preferencias habían sido enunciadas por los con brazas encima hasta su completa cocción.
primeros hispánicos que llegaron a estas tierras, allá Libro del hogar,
por el 1500. Sin embargo, este nuevo flujo marcó los Rosario, s/f.
procesos de contaminación que habían recibido sus
recetas tradicionales. Al puchero que los criollos Tres son las tradiciones que se mezclaron en el
realizaban combinando carne vacuna, porotos y comer de los santafesinos: la criolla, la italiana y la
maíz los recién llegados intentaron regresarlo a la española, guardando un exclusivo lugar para una
tradicional fórmula que mezclaba carne de gallina y cuarta en la mesa de las elites: la francesa. El estilo
garbanzos. Discriminando los aportes de las distin- impuesto por la cocina francesa caracterizó a la bur-
tas provincias españolas, la vianda local incorporó guesía naciente e igualmente dio el perfil a la cocina
las paellas valencianas; el marmitako y el bacalao de internacional.
130 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 131
La cocina distinguida conjugaba platillos costo- un lado se la da vuelta, y lo que esté de los dos
sos, ingredientes importados, la sapiencia de pro- lados se le pone crema ó dulce de membrillo ó
nunciar los nombres en francés y todas las formali- dulce de leche y se dobla como los Pío IX y arri-
dades de la etiqueta. Como estrellas de la vianda ba se le pone azúcar en polvo y se quema con un
francesa se impusieron: langostas, trufas, froi-gras, hierro caliente.
caviar, salmón, las refinadas salsas –bechamel (salsa Teófila Benavento, La perfecta
blanca), bordelesa y financière– los adaptables vol- cocinera argentina, 1901.
au-vent –rellenos de sabores dulces o salados– jun-
to a los eclécticos y permeables crêpes o panque- Sin embargo, las cocinas española, italiana y fran-
ques, las croissants o medialunas, y los vinos espu- cesa no fueron las únicas en imprimir sus huellas so-
mantes, entre otros. Se trataba de manjares bien ce- bre la región. En el departamento Las colonias, la
rrados en las arcas de los grupos acomodados, to- provincia cuenta con una importante presencia de
mando distancia de los hábitos y gustos populares. suizos, austriacos, franceses y alemanes, algunos de
Muchos de los franceses que se establecieron en ciu- ellos procedentes de las orillas del Volga. Esperanza,
dades como Santa Fe y Rosario se abocaron a la in- la primera colonia agrícola de extranjeros fundada
dustria del pan y las confituras. La revista rosarina en el país, estaba compuesta por suizos y alemanes.
Gestos y muecas cuenta entre sus auspiciantes con la Entrando ya en el norte de la provincia se encuentra
panadería y confitería La europea que ya por 1913 una población compuesta por una sugerente misce-
se vanagloriaba de ser pionera en ofrecer a su distin- lánea de nacionalidades: italianos –de las regiones
guida clientela finas confituras, realizadas con hari- del Piamonte, Lombardía y del Friuli, entre otras–,
nas de su molino particular e ingredientes importa- austriacos, españoles, franceses, suizos y alemanes.
dos directamente de Francia. De este modo, el extremo superior de la provincia, a
la hora del banquete, reúne platillos herederos de
Crepes tradiciones culinarias disímiles. De Alemania pro-
Se deslíe en una cuarta de leche ? libra de hari- vienen las comidas a base de repollo –chucrut– y el
na y 8 ó 10 huevos, también 12 si se quiere, una consumo de salchichas y de cerveza; de Suiza, una
cucharada de azúcar en polvo y se bate hasta variada gama de confituras, junto con la cocina aus-
que esté todo bien desleído; si le falta leche se le tro-húngara caracterizada por strudel y el gulash.
agrega un poco más de la indicada porque no
debe ser ni muy espeso ni muy líquido. Se pone Chucrut: «primero se extraen las hojas externas
en una sartén un poquito de grasa ó manteca y y el tronco de un repollo con un cuchillo de ho-
lo que hierva se le echa un poco de pasta que se ja grande. Se pica finamente el repollo, se lava y
debe estirar pronto por toda la sartén para que escurre. Se cubre el fondo de un recipiente pro-
quede muy fina; lo que esté bastante cocida de fundo –preferentemente un tonel de madera o
132 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 133
de barro- con hojas de repollo o vid y se coloca naria se construye en un explícito diálogo con las
sobre ellas el repollo por capas, espolvoreando pautas y prohibiciones religiosas, contando entre
cada una de ellas con sal gruesa y bayas de ene- sus principales tabúes la carne de cerdo. Como ver-
bro. Sobre la última se coloca una capa gruesa sa el Deuteronomio «tendréis por inmundo al cerdo,
de sal y se cubre con todo un lienzo limpio y una porque, si bien tiene la uña hendida, no rumia. No
tapa de madera de un diámetro algo menor a la comeréis la carne de estos animales, ni tocaréis su
abertura del tonel. Se debe disponer de una pie- cuerpo muerto.» Empero, el vínculo cocina-reli-
dra bien pesada, no porosa, sobre la tapa para gión, con sus explícitos prohibidos y permitidos, se
que, con su presión, se forme al día siguiente una hace extensible a todos los credos. También gravitó
capa de agua que deberá mantenerse durante sobre los santafesinos de confesión católica.
toda la fermentación. Después de tres semanas La cocina en tiempos de cuaresma frenaba la ru-
de fermentación estará listo para el consumo». tina de los comensales imponiendo una nueva vian-
Comida de origen alemán. da. En ese lapso del año, quienes se consideraran ca-
Álvarez y Pinotti A la mesa. Ritos y retos tólicos, tenían vedado consumir alimentos que pro-
de la alimentación argentina, 1999. vinieran de animales de sangre caliente. Así, los pre-
parados a base de pescados se tornaban la vedette
La presencia de inmigración inglesa en la provin- del menú. Pero la abstinencia solía extenderse tam-
cia fue temprana y escasa. Se compuso de profesio- bién a la leche, a los huevos y demás productos de
nales que arribaron a estas latitudes persiguiendo el origen animal. La existencia de mandatos que gravi-
cometido de colonizar nuevas tierras. Ellos fueron tan sobre la alimentación lleva a pensar que, muchas
quienes, por el año 1870, se internaron en la región veces, las elecciones o preferencias van más allá de
del chaco santafesino para crear los primeros asen- los alimentos disponibles en el medio para internar-
tamientos humanos del territorio. Los aportes de la se, finalmente, en los dictámenes culturales. Por ca-
cocina inglesa resultaron muy puntuales: salsa so, en tiempos de cuaresma, cerca o lejos de los ríos,
curry, salsa inglesa, el famoso beef-steak de cordero había que consumir pescados.
–la carne ovina resulta un ingrediente privilegiado Finalmente, entre los grupos minoritarios que in-
en esta tradición culinaria– el roast-beef y los insus- gresaron a la provincia se encuentran algunos de
tituibles scons para el té de las cinco de la tarde. procedencia latina que supieron aportar la costum-
Otro grupo que, aunque en número reducido, bre de comer tamales, salsas a base de picantes o ex-
fue tallando su presencia desde los márgenes, fue el plotar todas las acepciones de los pimientos. Otros,
judío. En 1889 se fundó la localidad de Moisés Ville como los árabes, reafirmaron la presencia de los
y, posteriormente, en 1902 Montefiore, ambas com- dulces basados en la masa de hojaldre, las salsas de
puestas por colonos judíos. En su cocina destacan maní, las prestigiosas empanadas árabes y el kus-
dos platillos: varenikes y borsht. Esta tradición culi- kus; los japoneses trajeron consigo la costumbre de
134 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 135
consumir platos agridulces, por ejemplo la carne de narlo […] hiérvase el agua con tres hervores en
cerdo o algún corte de ternera cubiertos con salsas una pava de barro o fierro esmaltado […] en el
frutales. mate ya cebado con la yerba sola, y al dar el
Ya sea en la merienda, desayuno, cena o almuer- agua el primer hervor, se echan, al través de la
zo, cuando la gente come, también bebe… bombilla, dos cucharadas de agua fría. Se pre-
La nueva embestida europea trajo consigo la pre- siona sin revolver, y se deja humedecer la yerba,
ferencia por los vermouth, nuevas variedades de vi- a fin de que la acción del agua fría le arranque
nos blancos y tintos, el clásico champagne, entre su aroma […]»
otros, aportando complejidad al repertorio de vinos Carmen Gazcón de Vela
conocido por los criollos. También la cerveza sentó Juana Manuela Gorriti La cocina ecléctica,
un importante precedente no sólo en el consumo si- 1892.
no en el plano de la industria ya que la ciudad de
Santa Fe y Rosario fueron cuna de destacadas mar- Paulatinamente entre los años 1860 y 1880, sobre
cas de aquel producto. la base de los sabores criollos, se asentó una amplia
Entre las bebidas propias del desayuno y la me- gama de fórmulas culinarias oriundas de distintos
rienda se cuentan las infusiones: el té impuesto por extremos del mundo para conformar lo que se
el gusto inglés, y el chocolate, exquisitez de origen acuerda en llamar la cocina de los santafesinos. Cada
americano que sedujo el paladar europeo. Sin em- una de las recetas que acompañan este apartado ca-
bargo, un renglón especial debe consignársele a la pituló alguno de sus componentes en beneficio de
costumbre criolla de tomar mate… En el campo y sobrevivir y adaptarse a las nuevas condiciones cul-
en la ciudad, poco a poco los nuevos fueron recono- turales y naturales.
ciendo el placer de las mateadas. Difusión que per- Dos ejemplos muy elocuentes resultan ser las crê-
mitió el crecimiento de una importante comerciali- pes de dulce de leche y el locro de trigo. Ya a finales
zación yerbatera en la provincia. del siglo XIX, la genial Juana Manuela Gorriti pen-
só a la cocina argentina como ecléctica, como una
El mate: aunque los días de esplendor hayan pa- gran vasija que, cargada con los sabores de muchas
sado para esta deliciosa bebida, y no recorra ya patrias, al llegar al punto justo de ebullición, daría
los salones de nuestra alta vida en docenas de por resultado una sazón original, propio de este te-
lujosos recipientes colocados en mancerinas de rruño, de lo americano, de lo argentino, de lo santa-
plata, siempre el mate es y será el favorito en los fesino.
retretes, recámaras y dormitorios. Entre las po-
blaciones de la Pampa el mate es casi un culto
[…] y cosa extraña, entre los refinados pasionis-
tas del mate, nadie como ellos sabe confeccio-
136 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 137
broso chocolate con variadas y coloridas confi- Gas». En ellas, «las más prestigiosas damas rosari-
turas. Religión, clase, ostentación, festejo y co- nas» aprendían a cocinar y a respetar las virtudes del
mida resultan ser los retazos hilvanados por la horno de gas. El relato del cronista parece una cru-
tradición burguesa. zada por la higiene, el ahorro y la modernización de
la vida femenina en particular y de la cultura rosari-
Nadie duda que las mujeres de las clases adinera- na en general. Allí las damas observaban cómo coci-
das, lejos de ingresar en el mundo oscuro, inferior y nar, después se les hacía degustar los manjares pre-
oculto de la cocina, brillaban en el salón. De este parados y se les entregaba una copia impresa de la
modo, el trabajo concreto de la cocina quedaba en receta del día. Al cabo del curso cada alumna tendría
manos los cocineros, preferentemente varones y de su propio compilado escrito de exquisiteces.
origen francés. Ahora bien, tanto en la ciudad de Santa Fe como
La cocina como espacio funcional, destinado al en la de Rosario, residieron familias portadoras de
procesamiento de los alimentos, fue «la parienta po- los apellidos más nobles de la región. Dueñas de una
bre» de las habitaciones de la casa. Por sus olores y vida que oscilaba entre sus estadías en la mansión
vapores, quedaba relegada en el subsuelo o en la urbana, los paseos y vacaciones en sus estancias es-
parte periférica menos visible. Allí cobraba realidad condidas en la extensión rural o las vacaciones en lu-
aquel mundo donde los cocineros y el personal do- gares tales como Mar del Plata, las sierras cordobe-
méstico cumplían el cometido de diseñar y preparar sas o el vecino poblado de Carcarañá. En cada uno
los alimentos para sus señores. El cocinero elabora- de estos sitios variaba la forma y el estilo de la ali-
ba las pócimas que ungirían con el éxito a la anfi- mentación. Justamente, las visitas a las estancias po-
triona. nían a la elite en contacto con lo más íntimo del pa-
La historia de la tecnología hogareña adquiere ladar criollo. Allí las criadas cocinaban locro, maza-
complejidad al correr las primeras décadas del siglo morras, pan casero, churrascos, buñuelos y servían
XX. Pero hasta entonces, cocinar era un desafío mate, bebida siempre dispuesta para calmar la sed de
donde todo quedaba supeditado al ingenio y a las los visitantes. Esto no sucedía en el devenir de la vi-
manos del cocinero. da urbana, donde ciertas costumbres y horarios a la
En materia de tecnología doméstica el período usanza inglesa y el refinamiento francés timoneaban
1860-1930 puede explicarse a través del pasaje de la la escena.
cocina de leña o carbón al horno de gas. A partir de Para los sectores acomodados, el acto de comer
la década de 1920, la aparición de la cocina de gas estaba rodeado por un halo de significados sociales.
trajo una revolución en el mundo de los quehaceres El famoso dime qué y cómo comes y te diré quién
domésticos. Una nota publicada en La gaceta rosa- eres resultaba la pregunta que sometía a prueba a los
rina de octubre de 1929 describe el contenido temá- miembros de la burguesía. Para pertenecer y ser ad-
tico de «las clases de cocina de la Compañía de mitido era necesario manejar las reglas de la etique-
142 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 143
gansos. De aquél no sólo se obtenía la carne avícola aprender». La señora disponía de la cocina de leña o
sino también los huevos, indispensables para la re- carbón para la cocción de sus comidas. La escasez de
postería campestre. Finalmente, siempre rondaba recursos materiales obligaba a las familias a alimen-
por el patio una vaca que la señora o los niños orde- tar la cocina con estiércol de vaca, tarea que queda-
ñaban para conseguir el líquido protagonista de mu- ba en manos de los niños, quienes lo recolectaban en
chos manjares y de los desayunos: la leche. El dulce las inmediaciones de la chacra.
de leche, la manteca y los quesos, eran las produc- En el ámbito rural la tecnología doméstica comen-
ciones hogareñas que surgían a partir del procesa- zó a modernizar la escena recién en el ocaso de los
miento de la materia láctea. años 1940s. Hasta entonces, las opciones eran la cita-
Como se advierte, en aquellos núcleos merodea- da cocina o el horno de barro, donde se hacía pan ca-
ba una clara inclinación al autoabastecimiento. Sin sero y tortas… En la memoria de las mujeres que ha-
embargo, de tiempo en tiempo visitaba las chacras bitaron el sur de la provincia de Santa Fe queda el re-
un vendedor ambulante que llevaba en su jardinera cuerdo del aroma y el sabor de las paisanitas, una tor-
algunos ingredientes que no se podían confeccionar ta que se distinguía por llevar pasas de uva.
en casa. Sin dudas la harina resultó ser la perla más Un momento del año que entremezclaba trabajo
preciada de procedencia externa. Era la esencia y fiesta deteniendo la rutina de los campesinos era la
blanca a partir de la cual cobraban realidad el pan carneada. Se trataba de una tradición europea que se
casero, las confituras y las pastas. Éstas últimas fue- trasladó junto con los contingentes de inmigrantes.
ron un emblema del origen italiano que distinguió a La carneada requería del trabajo de los dueños de
gran parte de los inmigrantes llegados a la provincia. casa y de todos los vecinos y parientes más cercanos.
Tallarines, ravioles, macarrones y agnolottis eran las Eran uno o dos días de trabajo que se laureaban con
comidas estrella de los domingos. También forma- grandes bailes y comilonas. De allí no sólo surgían
ban parte del menú campestre las empanadas, el lo- provisiones alimenticias para todo el año sino amis-
cro, la carbonada, los guisos, la polenta, las tortas tades, lazos de solidaridad y hasta amores. Concre-
fritas, los buñuelos, pastelitos, y toda la gama de tamente, la carneada significa la producción de em-
dulces que podían surgir de los frutales de la quinta. butidos en grandes cantidades para cubrir las de-
Si las chacras lindaban con algún asentamiento mandas del consumo anual. De la mezcla de la car-
urbano, los campesinos podían realizar sus compras ne de cerdo con la de vaca condimentada con suge-
en el almacén de ramos generales. En aquellos gran- rentes especias surgían jamones –crudo y cocido–
des comercios los vecinos, residentes urbanos o ru- bondiolas, chorizos, pancetas, morcillas, los sabro-
rales, satisfacían todas sus necesidades. En este am- sos chicharrones para hacer tortas y una reserva de
biente la señora de la casa hundía sus manos en los grasa de cerdo que serviría para las frituras. Este ti-
ingredientes para cocinar. Lo hacía rodeada por sus po de productos distinguió y caracterizó a la vianda
hijas que observaban las acciones de la madre «para de los sectores rurales.
148 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 149
En los márgenes del mundo rural y más allá del María Florencia recuerda la historia de su ma-
espacio habitado por los chacareros se extendía el dre María y cuenta:
propio de los trabajadores. Este estaba compuesto Había mucho trabajo […] íbamos para el lado
por un conjunto de familias que, viviendo en las in- de Venado Tuerto, San Eduardo, María Teresa
mediaciones de los poblados, aguardaban los tiem- […] porque era zona de maíz […] se formaban
pos de las cosechas para trabajar. De año en año, al campamentos que parecían pueblos […] y ma-
ritmo de la recolección del maíz, las familias en ple- má cocinaba para todos…en el suelo hacían co-
no se instalaban en las grandes estancias sedientas de mo una cocina económica […] también se coci-
mano de obra. Allí padre, madre e hijos trabajaban naba al rescoldo… y se cocinaban unas tortas de
codo a codo para ganarse el sustento. A los efectos chicharrón […] recuerdo que de año en año
de sobrevivir durante aquellos meses construían cuando volvíamos al mismo lugar encontrába-
asentamientos precarios –cuyos materiales eran ma- mos unos zapallos enormes que crecían de las
deras y chala. Este panorama hace pensar que los mismas semillas que quedaban en el suelo, de
trabajadores temporarios, en función de los escasos esos de cáscara dura y mamá hacía dulce de za-
recursos, ponían en práctica una dieta alimenticia pallo en unas ollas que tienen tres patitas […]
particular. La madre se encargaba de servir un desa- Entrevista a María Florencia
yuno suculento –un tazón de leche acompañado con Abaca el 31-3-2001
galleta seca– a toda la prole antes de comenzar la ta- Paula Caldo «De historias rurales y pasiones
rea como así también de esperarlos con el almuerzo, femeninas…», 2005.
la cena y una merienda compuesta por el mate y a
veces una olla repleta de tortas fritas, picarones, ros- Puede pensarse que en las dimensiones de la zo-
quitas o buñuelos. na rural santafesina quedaban yuxtapuestas tres for-
No eran muchas las variantes en materia de ingre- mas de cocinar y de comer: la de los estancieros, la
dientes que ofrecía el contexto: los sacos de harina y propia de los chacareros y la de los trabajadores ru-
las reservas de azúcar que llevaban desde sus lugares rales. De una a otra lo que aminoraba era la varie-
de origen y algunos víveres que deparara el azar. dad, la cantidad y las posibilidades de acceder al
Aquí no cabía la posibilidad de cultivar la huerta ni confort y al lujo. De aquellas comilonas pantagrué-
de ordeñar la vaca. Sólo se remitían a consumir los licas que deslumbraron a los viajeros a las propias de
frutos silvestres donados por la tierra. El zapallo era los chacareros y finalmente la de los trabajadores se
el comestible que aguardaba de año en año a los tra- iban delineando la franja y las fronteras culinarias de
bajadores. Con éste las cocineras preparaban dulce, los santafesinos. Los ojos juveniles del inmigrante
locro, guisos, y cuanta variedad de manjares les per- Álvaro Mariani, por el año 1926, hallaron el esplen-
mitiera construir la elasticidad de su ingenio. dor en las mesas de la estancia Quirno de Villa Ca-
ñás. Tanta carne, chocolate, leche, pan dulce, lecho-
150 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 151
nes, ravioles…, todo junto y dispuesto a satisfacer afamadas pastas. Todo aquello regado con vino tin-
las necesidades de los comensales. La historia cuen- to o con alguna cerveza que se permitía para darse el
ta que aquel joven de 16 años con el correr del tiem- gusto.
po se convirtió en propietario de una chacra acce- Entre 1860 y 1930 arribó al país un sinfín de in-
diendo al encanto de los sabores santafesinos. migrantes que en su mayoría procuraron instalarse
Manjares, secretos, recetas diferentes fueron cu- en las inmediaciones de las ciudades. Muchos de
briendo la mesa y el apetito de los lugareños. Mu- ellos, desprovistos de recursos y en magras condi-
chos estudiosos de las prácticas culinarias se niegan ciones laborales, acabaron sus días viviendo en los
a pensar en una cocina nacional o provincial sin es- denominados conventillos y casas de alojamiento.
tudiarla en clave de clase y de emplazamientos geo- Esas residencias cosmopolitas albergaban en su seno
gráficos: desde ahí las recetas que hacen al comer de a todas aquellas familias y sujetos que estuvieran
la mayoría de una provincia adquieren relevancia dispuestos a cambiar unos pocos centavos por un
por sobre las que imponen las páginas de los libros techo. Aunque el único techo que deparaba intimi-
y los menúes de restoranes. dad fuese el del propio dormitorio, ya que el resto
de la casona era compartida con la totalidad de los
c) La cocina en los márgenes de la ciudad: inquilinos. En este panorama, las prácticas culina-
comer en los conventillos rias quedaban reducidas a su mínima expresión.
Al revisar la fisonomía de las grandes ciudades se Puede imaginarse la gran olla sostenida por sus tres
las encuentra atravesadas por un cúmulo de diferen- pies de hierro enclavada en el patio del conventillo,
cias. Estas disparidades cristalizan con mayor fuer- albergando en su interior una mezcla de hortalizas y
za en los espacios capilares de la vida cotidiana. Muy verduras recogidas en el mercado central para paliar
distanciados de las mansiones burguesas, comenza- el hambre de los moradores. Pan, mate, mate coci-
ban a extenderse los sectores populares de la ciudad: do, pastas, polenta con pajaritos, pucheros, y la fa-
obreros, trabajadores temporarios, desocupados, mosa «ropa vieja», que consistía en una mezcla de
ancianos, niños, mujeres que con sus gustos y de- las sobras del puchero, fueron algunos de los inte-
seos también recortaron sus predilecciones alimen- grantes de la vianda de estos individuos.
ticias. Lejos de los dictámenes de la etiqueta, se sen- Muchos de los inmigrantes que arribaron al país
taban a la mesa para ingerir el suculento menú del estaban entrenados en trabajos de neto corte urba-
plato único. Allí las sopas, los guisos –esas extrañas no. En consecuencia, cocineros, mozos, panaderos,
mezclas de los productos que la agudeza del cocine- reposteros y confiteros, fueron algunas de las profe-
ro permitiera fusionar– el puchero, los cortes de siones que caracterizaban a los recién llegados. Vivir
carnes accesibles por su precio –menudencias de los en las zonas periféricas no sólo significaba hacina-
animales– eran parte de la comida cotidiana. La ru- miento y precariedad sino también escasas posibili-
tina se interrumpía con alguna pizza, asadito o las dades para montar un trabajo independiente sólido.
152 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 153
Finalmente…
Muchas resultaron ser las palabras vertidas sobre el
comer y el beber de los santafesinos. En estos párra- implica hacerlo uniendo ambas vertientes, donde lo
fos hemos presentado un panorama abierto en dos múltiple se pierde y resignifica junto al todo. No de-
frentes: uno, el que transita por la línea de la alimen- bemos olvidar que cocinar es una acción cotidiana
tación provincial –macrococina– donde se busca compleja que junto al bullir de los alimentos solidi-
bosquejar los lineamientos de una cocina que abra- fica hábitos, gustos e identidades. Entonces, sobre
za a un todo; el otro, en cambio, se bifurca en dis- las mesas de los santafesinos, contiguo a los que
tintas ramas atiborradas de diferencias sociocultura- ellos comen, brotan estelas de lo que ellos son.
les –micrococinas. Pensar la culinaria de una región
156 Nueva Historia de Santa Fe
ÁLVAREZ Marcelo, PINOTTI, Luisa A la mesa. Ritos y re- La invención del consumo
tos de la alimentación en la argentina, Grijalbo, Bs. As.,
1999. por Sandra Fernández
ARCONDO, Aníbal Historia de la alimentación en Ar-
gentina desde los orígenes hasta 1920, Ferreyra Editor,
Córdoba, 2002.
CALDO, Paula De historias rurales y pasiones femeni-
nas. Una biografía de mujeres trabajadoras, 1920-
1960, Serie Informes III, Edición en CD, Escuela de His- El desarrollo del capitalismo había planteado una
toria, Facultad de Humanidades y Artes, UNR, Rosario, sistemática separación entre productores y consu-
mayo del 2005. midores. Entre ellos había aparecido otra figura, el
comerciante, cuyo objetivo era aumentar cada vez
más esa distancia no sólo para acrecentar sus ganan-
cias, sino también para convertirse en el interpela-
dor excluyente del consumidor.
Sobre mediados del siglo XIX se profundizó el
uso de la publicidad en un intento de establecer una
relación directa y afable con el consumidor, permi-
tiéndole vislumbrar la posibilidad de mejorar su vi-
da cotidiana a partir de la adquisición de bienes, elu-
diendo el conocimiento del mercado que poseía el
comerciante para orientar la compra. La marca del
producto pasó a ser de fundamental importancia,
transfiriendo singularmente el ámbito del conflicto
del comercio al hogar. Así la decisión de la compra
se desarrollaba en un espacio privado, no ya en el se-
no del local comercial. Tal rearticulación de las for-
mas de relación permitió a su vez que la esfera del
consumo emergiera (real o aparente) como un ám-
bito original e independiente donde el mensaje pu-
blicitario debía brindar toda la información necesa-
ria para que los consumidores asumieran autóno-
158 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 159
bargo, se mantuvo un consumo ligado a los produc- les, vacaciones, antigüedades y joyas lo fueron para
tos regionales muy importante. Los hábitos de con- un público de elite. Entre medio aparecieron otros
sumo de «marca» tardaron bastante en imponerse productos que no contaban con un consumo siste-
primero porque la venta a granel continuó siendo mático durante las últimas décadas del siglo XIX,
sólida sobre todo en productos de primera necesi- pero que en las primeras del XX se masificarían pro-
dad, segundo porque existían usos muy arraigados gresivamente como artículos cosméticos, indumen-
de cocina familiar, tercero porque en muchos casos taria, libros, revistas e insumos para el hogar como
seguía siendo importante la economía de subsisten- lámparas eléctricas, estufas, cocinas a kerosene, etc.
cia ligada a la huerta y a la cría de animales de corral, Los aspectos descriptos eran más evidentes en la
y finalmente porque aunque incipiente la industria moda. Las publicidades de tiendas eran una cons-
de transformación en Santa Fe tenía su peso. En el tante en todas las revistas del momento, aun en los
rubro cervecerías, «Quilmes» debía lidiar con dis- periódicos de tirada diaria. Promociones, publicida-
tintas compañías asentadas en el centro oeste, Santa des de distinto nivel y diferentes atuendos página a
Fe y Rosario, que disputaban el mercado con varia- página recorrían las publicaciones periódicas. Sobre
das marcas y estilos de cerveza, pugnando por satis- fines de la década del Centenario y comienzos de la
facer el paladar del público regional. década de 1920 esta tendencia se agudizaba.
Dentro de las ciudades, el mercado de bienes y Mucho había tenido que ver la primera guerra en
servicios se iba ampliando conforme la estructura la transformación de la vestimenta, y esta transfor-
social se hacía más diversa, como resultado de la po- mación en la moda había atizado la voluntad de las
derosa fuerza migratoria primero y luego en fun- grandes casas para pugnar en pos de un marcado
ción de los visibles efectos de una incipiente movili- más amplio y con mayor capacidad económica. Las
dad social. publicidades afloraron porque además el mercado se
Publicistas y empresarios eran concientes de que transformaba: nuevos zapatos, nuevas faldas, nue-
era imposible intentar vender de todo a todos, por vos cortes de chaquetas, nuevos botones…
esto segmentaron el mercado organizando campa- Las tiendas competían por una dispar clientela
ñas intensivas destinadas a cubrir las necesidades con una amplia diferencia en su rango de compra.
crecientes de la sociedad en su conjunto, y otras más Los avisos iban dirigidos a un público de mujeres y
discretas y puntuales orientadas a satisfacer a públi- varones a veces diferenciado otras apelando a un
cos más exclusivos y con un mayor poder adquisiti- discurso homogéneo en torno de prendas como za-
vo. patos y accesorios.
Los bienes de consumo masivo como cigarrillos, Las tiendas y zapaterías tenían como argumento
bebidas y alimentos envasados fueron los pilares de central de sus avisos la tradicional propuesta esta-
estas operaciones publicitarias y comerciales porque cional de productos de confección, sus novedades
se orientaban a un público muy amplio. Automóvi- textiles para un público de distintas edades y niveles
166 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 167
adquisitivos. Además podían ofrecer objetos de re- posterior comercialización, aunque fue la Primera
galo, y secciones de tapicería –para adorno del ho- Guerra Mundial la que otorgó al producto un pro-
gar– y mercería –para las labores femeninas. tagonismo absoluto en el mundo.
Gath & Chaves anunció en casi todos los diarios La industria nacional se mostró sumamente elás-
y revistas de la provincia. En ellos desplegó un esti- tica afianzando el cultivo y el desarrollo de la manu-
lo muy particular para promocionar sus productos. factura del cigarrillo en el país, mostrándose como
Las colecciones de vestidos y sombreros que se expo- una alternativa «argentina» a los tabacos importa-
nen, dotadas de un ‘chic’ incomparable, tienen el dos. Esto fue posible además por la organización de
mérito de la novedad exenta de extravagancia, tan agresivas campañas publicitarias desde los primeros
de acuerdo con el gusto que caracteriza la elegancia años de surgimientos de las compañías. La Compa-
de nuestras damas. Pero en ese mercado que se am- ñía Piccardo, fundada en 1898, había crecido signi-
pliaba más con el paso de los años, la representación ficativamente en sus dos décadas de funcionamien-
de clase también se anudaba con la imposición de to, incorporando en Rosario en 1919 su primera su-
esa misma representación sobre los otros sectores cursal en el país –estrategia continuada en los si-
sociales. De allí que, en todos los avisos de tiendas, guientes cuatro años en las ciudades de Córdoba
y el de Gath & Chaves no era una excepción, se re- (1921) y Mendoza (1923). En estos años la compa-
calcaban las liquidaciones y la modicidad de precios. ñía multiplicó su oferta con una amplia gama de
Similares estrategias tendrían las casas regionales del marcas, pasando de una venta de tres millones de
rubro. atados en 1919 a catorce millones en 1923.
Los cigarrillos representan quizás el mejor ejem- La eficacia de la táctica publicitaria de las compa-
plo para mostrar el vínculo entre productores, pú- ñías tabacaleras se debía fundamentalmente a la uti-
blico, diseño gráfico y consumo masivo marcado lización de soportes no aprovechados hasta el mo-
por los cambios en los hábitos de consumo de am- mento, como el tranvía o los carros repartidores; so-
plios sectores de la población mundial. portes que sin costos excesivos llevaron la imagen
Si bien la industria del tabaco tenía un desarrollo de las compañías y de sus productos a diferentes lu-
anterior, la difusión masiva del consumo de tabaco gares de la provincia, sin que esto implicara descui-
se produjo a partir de la incorporación del uso de la dar la publicidad tradicional en publicaciones perió-
picadura en un producto armado industrialmente: el dicas, revistas, vallas y murales logrando una unidad
cigarrillo. El siglo XIX se caracterizó por un incre- de imagen que la caracterizó más allá del público
mento del consumo de tabaco paralelo al crecimien- consumidor al que estuviera dirigido.
to de la población y de la renta, evidente entre la po- Publicidades sobre jabones, perfumes y cosméti-
blación urbana y rural. Después de la guerra de Cri- cos circularon con asiduidad en la prensa, así como
mea (1856) el cigarrillo adquirió un auge definitivo, también productos destinados a la «salud» de los
lo que permitió y favoreció su rápida manufactura y consumidores. Por aquellos años apareció un sinnú-
168 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 169
el hogar, y el hogar era la quintaesencia del mundo Si el hogar era el santuario burgués, la casa en
burgués. tanto edificio, era su fortaleza. Lo que se pone de
La casa moderna, mejor aún la residencia burgue- manifiesto en estas publicidades era que la moderni-
sa debía contar con una serie de implementos que dad no sólo se hacia evidente en los aspectos simbó-
reforzaran el confort y mejoraran todavía más las licos, ornamentales, en los bienes muebles, sino des-
condiciones de vida. En muchos casos esto se forta- de la propia construcción; la durabilidad y la solidez
lecía con un espíritu impregnado del discurso no só- eran los mayores elogios para las empresas cons-
lo imperante y sino extensamente difundido del hi- tructoras. Al surgimiento de corralones de materia-
gienismo. les de construcción importados se sumaron casas de
diseño y arquitectura interior que complementaban
«Para gozar de buena salud, es indispensable un la tarea estrictamente constructora.
régimen cronométrico y riguroso de la higiene Desde ellas también se alentaba el consumo sun-
personal para dotar al cuerpo de las energías y tuario de muebles y elementos ligados a la decora-
fuerzas vitales que les son propias y que decaen ción del hogar. Cortinados, muebles de uso habitual
por falta de ventilación en los poros. No hay pero también otros destinados estrictamente a la de-
secretos para tener salud y belleza, sencillamen- coración de las habitaciones, junto con pianos, por-
te instálese un buen cuarto de baño dotado de celanas, bronces, platas, distintos objetos de arte y
todos los adelantos y de acuerdo con su médi- hasta adornos florales se mencionaban en distintas
co, haga uso de sus múltiples aplicaciones...» publicidades en las diferentes revistas de época en la
Revista El Círculo, 1919 provincia.
El hogar burgués por excelencia debía poseer un
Dentro de la línea marcada por el higienismo sinnúmero de piezas en tanto elementos de moder-
puede incluirse la publicidad de la farmacia y dro- nidad y colección que le proveyeran de legitimidad
guerías quienes anunciaban la realización de análi- simbólica y también significaran posesión económi-
sis, esterilizaciones y recetas, en sus locales céntri- ca; ya que las cosas adquirían entidad en relación a
cos. El tradicional comercio de la farmacia acompa- su precio, que pasaba a ser así correlato directo del
ñaba los cambios en el tratamiento médico impo- bienestar. Los objetos devenían algo más que sim-
niendo no sólo la práctica de la receta magistral sino ples útiles: fueron los símbolos del status y de los lo-
incorporando ya el medicamento de laboratorio, gros obtenidos.
con su marca de expendio, así como la atención du- Las mueblerías ofrecían aparadores capaces de
rante todo el día que anticipaba la búsqueda de la contener la platería y la porcelana de uso en comi-
farmacia como complemento médico pero dentro das y agasajos hasta pequeñas mesas o atriles y espe-
de una sociedad de consumo que alejaba un poco jos de diferentes dimensiones. Se sumaba la oferta
más al farmacéutico del paciente. tapizados y alfombras, rubro cubierto además por
178 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 179
exhibir dentro del espacio privado y en los distintos un alto valor agregado que respondía al desarrollo
eventos públicos perlas, brillantes y otras piedras de este tipo de industria a nivel de los países centra-
preciosas. Medallas de nácar y brillantes, cruces, pen- les.
dentifs, gargantillas y toda otra clase de alhajas fi- La industria del automóvil fue incrementando su
nas, cuyos modelos son creaciones exclusivas... ofre- participación dentro del sector manufacturero mun-
cidas por ejemplo por la Joyería Perret «casa que dial de forma geométrica a partir de los primeros
ofrece el surtido más selecto». años del siglo XX. Tales transformaciones también
Pero el cuerpo era un templo burgués que no só- cambian las formas y los contenidos orientados al
lo se adornaba con joyas y vestidos a la moda: tam- mercado ya que aparecen las casas de exposición y
bién era objeto para el placer y para mostrar las pri- venta de automóviles, se comienzan a fabricar ca-
micias estéticas en materia de peinados y tinturas. miones (1901) y vehículos para transporte de pasa-
Ya durante la década de 1910 aparecen anuncios de- jeros (1905). Las fábricas se multiplicaron en los
dicados a la cosmética femenina. Las modernas ins- países centrales durante estos años, augurando su
talaciones de las «maisones» disponían de distintos crecimiento posterior de la mano de las necesidades
salones de massages, de teinture, de coiffure, spe- de la primera guerra mundial así como de la amplia-
ciaux por le lavage et massage de la tête promocio- ción del mercado de consumo. En Estados Unidos
nando el ejercicio de la beaticulture. El salón mo- y Europa, pero fundamentalmente en el primero la
derno de por sí estaba destinado a las señoras de la oferta automovilística se diversifico para contener
alta sociedad santafesina. Desde la ficción del idio- un mercado en crecimiento que necesitaba estos ve-
ma utilizado, pasando por los servicios propuestos, hículos para distintas necesidades como ocio y
todo daba cuenta del perfil trazado por este tipo de transporte. Esta expansión se acompañó con una es-
publicidad. trategia publicitaria que no sólo desplegaba avisos
Los automóviles habían comenzado su inserción en los distintos medios gráficos sino que además hi-
como un bien ligado al esparcimiento y el ocio den- zo su aparición la «revista especializada» en autos,
tro de los sectores acomodados argentinos. En el que se instaló en un segmento del mercado editorial
breve lapso de tres años en el período 1900-1903, de desarrollado tanto por las firmas como por los tem-
simplemente tres autos patentados se llegó a la can- pranos aficionados al automovilismo. Esta forma de
tidad de trescientos, cifra rápidamente superada en ocio permitió que surgieran distintas pruebas de ve-
los años siguientes. Se multiplicaron las actividades locidad o de rally que reforzaban la relación entre el
ligadas a los autos: carreras, revistas especializadas y producto y el mercado.
la multiplicidad de propagandas de automóviles en A pesar de que en estos mismos países producto-
revistas de todo tipo dentro del país. res había un esfuerzo en este período para acceder a
Los vehículos, sus repuestos y accesorios, lo mis- un mercado representado por la middle class y el
mo que sus insumos eran bienes de importación con transporte, en Argentina los vehículos que llegaban
182 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 183
se concentraban en primera instancia en llegar a un sello de distinción, los autos Chandler representa-
público acomodado y segundo en abastecer un dos por la casa Barnes & Cross era el auto para las
transporte automotor en ciernes. familias.
Según el Anuario Estadístico Municipal la ciudad Pero ninguno de estos anuncios reflejaba en sin-
de Rosario se registró por entonces un crecimiento gular aspecto de la representación de clase como las
muy importante en el uso de los vehículos a motor, publicidades de pianos. En tanto mueble, vestía la
concentrándose en automóviles más que en camio- casa con distinción, atributo otorgado fundamental-
nes y vehículos de transporte: «el transporte de per- mente por la condición de catalizador de cultura
sonas se realiza en el radio urbano no ya sólo por que reflejaba el instrumento.
medio de los tranvías sino también con coches y au- Esta doble entrada en la lectura de la significación
tomóviles que se destinan para el uso de sus propie- del piano se acentuaba además en torno del público
tarios ó se alquilan al público». al que iba dirigido: las mujeres y niñas de la casa. La
En la provincia de Santa Fe, al igual que en el res- familia burguesa veía como un preciado bien espiri-
to del país, las publicidades expresaban abiertamen- tual la enseñanza de la música llamada «culta». De
te una serie de señales para el perfil de futuro com- este modo se organizada un circuito sutil que co-
prador. Se hacía hincapié en las virtudes deportivas menzaba con la compra del objeto piano, que loca-
de los vehículos y también en su posibilidad de uso lizado en el salón principal de la casa permitía el de-
en el ámbito rural, resaltándose el escaso consumo sarrollo de las clases impartidas por el correspon-
de combustible de alguno de los modelos. Pero mu- diente profesor –en la mayoría de los casos de ori-
chos otros anuncios como el de Locomobile la ape- gen europeo– o la concurrencia obligada a las acade-
lación era triple e inconfundiblemente moderna: mias musicales diseminadas por los centros urbanos
suntuosidad, innovación y durabilidad. y culminaba en la sesión de interpretación en las ve-
En los autos promocionados por la Moss & Cía, ladas de la tarde o las fiestas nocturnas. Las publici-
aparece como característica excluyente la búsqueda dades de pianos, tanto de casas de Buenos Aires
de la distinción. Conducir o transitar en un Hudson (Otto Beines, Carlos Lottermoser, Mason & Ham-
significaba adjudicarse la distinción que atribuía el lin) como de agencias locales (Breyer & Porfirio)
uso de la marca. Con un oximoron moderno como acompañaban a todas las revistas y diarios de la épo-
telón la distinción, la singularidad estaba dada por el ca.
uso de un sello, una marca de un bien montado en Si la fotografía era el símil perfecto producido
serie y producido por millares para comercializarse desde la modernidad de la pintura de caballete, en
por el mundo. especial desde las fotos sociales en relación al retra-
Si el Peerless era ideal para el andar indistinto por to, las victrolas y fonógrafos lo eran en relación al
el campo y la ciudad, si el Locomobile era durable, piano en particular y a las orquestas en general. So-
versátil y moderno, si el Hudson era el otorgaba el bre fines de la década de 1910 la publicidad de la ca-
184 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 185
sa Pratt de Rosario se encargaba de mostrar las bon- cionando variedades que iban desde juegos y paseos
dades y beneficios que tal instrumento tecnológico hasta deportes, banda y bar, pasando por el teatro y
aporta al hogar: que una Victor-Victrola en el hogar la orquesta. Pero lo más significativo era que todas
hace feliz a todo el mundo! Lo ignora solo quien no estas actividades se promocionaban a partir de una
la posee. Nuevamente la idea de lo moderno se tras- estructura publicitaria que abarcaba la propaganda
luce como imprescindible para la vida de hogar: «En callejera y numerosos avisos en los principales dia-
las expansiones íntimas del hogar, en esas francas y rios y publicaciones periódicas de la época.
alegres tertulias familiares, es la Victor-Victrola el En Rosario, el Gran Café de la Bolsa hacía hinca-
complemento insustituible». pié en sus anuncios de ser el local más amplio y ven-
En los años anteriores a la Primera Guerra Mun- tilado de Sudamérica, con 60 ventiladores y 6 poten-
dial, los cilindros y los discos competían por el fa- tes extractores de aire» disponiendo de «estrenos
vor del público. Dentro de este segmento este tipo diarios de cintas Norteamericanas y europeas junto
de industria proponía dos vías de consumo la del con atrayentes números de varieté acompañado por
instrumento de reproducción y la de los elementos una gran orquesta como número vivo principal. Pe-
susceptibles de ser reproducidos. ro lo más importante resaltado en grandes letras era
Este tipo de publicidades serían el mejor antece- la clara enunciación de un espectáculo altamente
dente para un producto que multiplicado a fines de moral que podía disfrutarse en cómodos palcos para
los años veinte y fundamentalmente a partir de los familias.
años treinta por la radio se consolidará como uno de Otros locales introdujeron en estos años sus
los rasgos más significativos de la cultura de masas anuncios de los estrenos diarios de «cintas», implan-
del siglo XX: la industria discográfica. tando un elemento de ocio singular del siglo veinte
Sin embargo faltarían algunos años para que estos que se masificó en las tres décadas siguientes: el ci-
gustos se masificaran, entre tanto el ocio tradicional ne. Ya desde 1906, emulando las exhibiciones que se
ligado a los espectáculos públicos como el teatro, la realizaban en teatros y salones, algunos bares y con-
ópera, la opereta y zarzuela, así como conciertos de fiterías comenzaron además a proyectar filmes para
cámara o sinfónicos seguía siendo un espacio de asegurar una mayor clientela.
reunión. El público santafesino disfrutaba desde los pri-
meros años del siglo veinte de la exposición de fil-
mes. Por lo tanto, quince años después la audiencia
Ocio y turismo se encontraba ya acostumbrada a la proyección de
La oferta de bares, cafés y confiterías que asegura- películas y numerosas salas y teatros se organizaban
ban además un plus de entretenimiento eran muy para ofrecer cada vez más propuestas. Otro efecto
comunes. En especial en las ciudades de Santa Fe y de la primera guerra mundial fue la retracción del ci-
Rosario, pero también en otras, florecieron promo- ne europeo en su producción y distribución, espe-
186 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 187
cialmente del francés, italiano e inglés; lo que propi- los guiones permitía ir construyendo una muy hete-
ció la invasión por parte de la producción norteame- rogénea audiencia que comenzaba a aficionarse a es-
ricana del mercado argentino y sudamericano, mar- te tipo de espectáculos con su propuesta diaria por
cando una tendencia que fue subrayándose con los todo el centro de la ciudad.
años.
Efectivamente el cine como fenómeno masivo se «CINEMATÓGRAFO LA PLATA de Enri-
impuso durante la década de 1930, sobre todo como que Montesinos
producto directo de su sonorización, con la prolife- La Plata, esq. Córdoba
ración de salas más grandes y en distintos puntos de HOY -VIERNES 14 DE JUNIO DE 1912.
la ciudad, con la distribución feroz de las «grandes» –HOY
norteamericanas con sus famosos press-book y ade- COLOSAL PROGRAMA
más con la aparición de productos cinematográficos Se exhibirá el grandioso estreno en seis partes
argentinos, en especial a partir de 1933. titulado
Los films ofrecidos a fines de la década de 1910 y RESUCITADO
comienzos de 1920 eran mudos, con argumentos Emocionante drama de 1300 mts del tiempo de
muy disímiles, de casas francesas como Pathé, Me- Napoleón
liés o Gaumont, la escuela inglesa de Brighton, la CABEZA DE PARTIDO
productora dinamarquesa Nordisk y la avanzada Serie de la vida tal como es, en tres partes
Hollywoodense con sellos como Selig y Parsons, BEBÉ SE VENGA DE SU CRIADA, cómica;
Biograph, Chaplin y la antecesora directa de la Pa- MUERTO FINGIDO, Cómica, RAPTO EN
ramount, la Zukor-Lasky. AEROPLANO, Dramática, dos partes; ASE-
Las películas de más duración se encontraban ya SINATO DE UN ALMA, en dos partes. Pas-
dentro de un ciclo de industrialización que abarca- cuali; EL DOMADOR DE FIERAS, En dos
ba desde distintos registros geográficos hasta el partes. Selig; ZOÉ TIENE EL CORAZÓN
cambio tecnológico dispuesto, un aparato de distri- SENSIBLE, Estreno; SALVADO POR UN
bución eficiente y la consolidación de un espacio de INDIO, Drama.
comercialización típico de una sociedad de consu- SANCHÉZ RECIBE
mo. Ningún Café del Rosario puede igualarnos en
Los argumentos eran variados, muchas compa- cintas ni estrenos, pues esta casa pasa diaria-
ñías elegían filmar clásicos de su literatura, guiones mente 20 CINTAS»
que representaran el ideal de la nación, así como fil- La Capital, 14 de junio de 1912
mes de aventuras con más o menos arraigo en el dis-
curso real. Se destacaban también los temas bíblicos El público que asistía era muy heterogéneo. La
y algún que otro drama. Esta variedad temática de novedad hacía que buena parte de la sociedad se
188 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 189
acercara a ver «cintas» en cafés, teatros, o lugares es- ga, Del Solar, Sanguinetti, Fragueiro, Rodrí-
pecialmente habilitados para la función. Si en las guez.»
ciudades existían bastantes las salas de proyección La Capital, 25 de junio 1910.
más o menos preparadas en la campaña eran más es-
casas o inexistentes. Ello no impedía que las proyec- «Olimpo. Gran Cía Argentina Podestá Balleri-
ciones o puestas en escena se realizaran en galpones, ni, dirigida por el fundador del teatro nacional
patios o espacios abiertos al aire libre. de Jerónimo Podestá. Figura la primera actriz
Tal heterogeneidad también se expresaba en la va- Blanca Podestá, actores cómicos y dramáticos
riada oferta de estilos y géneros. No sólo era un pú- respectivamente. Hoy debut: El huracán y El
blico ávido de música «culta» u ópera, aun de ópera beso (estreno)»
cómica o zarzuela sino que sus gustos se disemina- La Capital, 20 de julio de 1916
ban por obras teatrales de diferente tipo (comedias,
dramas en italiano o en francés o de autores argen- Lo interesante es que a este sinnúmero de espec-
tinos, sainetes de origen español), actos de magia e táculos iban desde trabajadores hasta los más en-
ilusionismo, espectáculos de «the wild west», fun- cumbrados miembros de la burguesía. Es decir que
ciones de circo criollo con idéntica y masiva avidez. el gusto por estos pasatiempos era bastante similar, a
pesar de algunas excepciones que pudieran suscitar-
«Colón. Watry, el célebre prestidigitador y se. Lo que evidentemente no apuntaba a vincular a
transformista debuta el sábado próximo en el estos mismos sectores eran los costos de abonos y
espléndido coliseo de la calle Corrientes. Omi- entradas generales a las funciones –las diferencias en-
timos los elogios, ya que los méritos que revis- tre un boleto de platea y la mejor ubicación del pa-
ten los originales trabajos de este artista han si- raíso era de entre 5 y 10 veces mayor en costo, a lo
do valorados por el público rosarino en tempo- que había sumar la rebaja de hasta un 50% entre las
radas pasadas.» funciones nocturnas y las matineés. Las diferencias
La Capital, sábado 23 de julio 1910 entre las localidades del teatro, fruto del diseño de
estos edificios que reproducían arquitectónicamente
«Politeama. El circo de la calle Gral Mitre don- los modelos europeos marcados por la tradición
de la troupe de Frank Brown desplegó su mejo- aristocrática, eran profundas. Las distintas plantas
res habilidades para captarse las simpatías del imitaban una escala social, en su representación no
público que llenaba palcos y plateas. Vimos a sólo se evaluaban los montos de los importes en sí de
las siguientes flías: Marc, Rosas Lucena, Agne- ingreso, sino que la distribución simbólica del espa-
ta, Berlingieri, Pimentel, González, Machado, cio era la que otorgaba sentido profundo a esta dis-
Copello, Britos, Lejarza, Pagani, Correa, Cas- posición. El poder verse y reconocerse era excluyen-
tagnino, Podestá, Rouillón, Vila Ortiz, Quiro- te en la evaluación social de la burguesía y también
190 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 191
de los sectores medios más acomodados que tendían seado, en muchos casos esto se logró sustentado en
a acortar las distancias de diferenciación de clase le- un discurso higiénico muy ligado al tratamiento de
gitimándose más que desde lo económico desde su algunas enfermedades que otorgaba a los lugares
potencial intelectual, y de distinción provisto por su marítimos, las montañas, poblados de sol y de aire
educación y formación cultural. puro la cualidad curativa de lo natural.
Así durante todo el siglo XIX en Europa se con-
A lo largo de la segunda mitad del siglo XIX se solidó una pragmática de balnearismo que impulsó
consolidó la idea de las vacaciones como un cambio no sólo a los sectores burgueses sino también a am-
necesario en las actividades de la vida cotidiana y de plios sectores de las capas medias a la búsqueda de
género de vida. El reposo y los beneficios de la na- ocupar un tiempo libre separado del mundo del tra-
turaleza parecen una contrapartida del modo de vi- bajo a través del traslado espacial de las personas.
da urbano e industrial. Este gusto por la naturaleza Todo esto había sido posible de acuerdo con los
no era nuevo, y venía desarrollándose en Europa cambios oficiados por la difusión de los medios
desde el siglo XVIII. Pero lo que sí era nuevo como transportes masivos. Higienismo, modernidad,
subraya con toda razón Henri Boiraud en su estu- ocio, recreación y aventura se articularon en una
dio sobre las vacaciones, «es la inserción de estas simbiosis que aunque arcaica en relación a los pará-
preocupaciones en la organización temporal de las metros del turismo actual, dieron como resultado
actividades humanas». un nuevo fenómeno social. Estas costumbres fueron
Como contrapartida al tiempo del trabajo se re- trasladadas poco a poco a la Argentina y en especial
conocía un tiempo que podía ser dedicado a las va- a la sociedad santafesina.
caciones, es decir al regocijo con la naturaleza, el En un principio las prácticas de traslado en el es-
placer de los viajes y del esparcimiento. En una so- pacio ligadas al ocio en el espacio de la provincia, se
ciedad rural o artesana, el tiempo del ocio se encon- evidenciaban en particular dentro de las familias
traba en su propio lugar teniendo como marco sus acomodadas. La salida a la estancia, la finca, la ha-
actividades normales. En la sociedad urbana e in- cienda era parte de la búsqueda de comodidad para
dustrial, el verano y la naturaleza se asociaban al los veranos en distintas áreas regionales. En muchos
ocio, propagándose por nuevas clases sociales la no- casos significaba la mirada más atenta sobre una de
ción del tiempo libre, con una nueva estructura en la las formas económicas de sostenimiento familiar,
división del tiempo: las vacaciones comenzaron a por otro, una posibilidad de reunión de la familia
ser vistas como una necesidad y se las reivindicó co- más extensa en muchos casos intraregional, lo cual
mo un derecho. Pero antes de este salto se necesitó propiciaba la regeneración de vínculos, de nuevas
de un progresivo paso a paso en la articulación en- estrategias de relación y hasta de alianzas matrimo-
tre ocio y turismo: se debía dotar de significado al niales o comerciales; y siempre como un lugar de re-
«lugar» para convertirlo en algo posible de ser de- generación de tradiciones y costumbres.
192 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 193
clase, que era imposible de obtener en la provincia. sar de haber dejado a Buenos Aires cuando ape-
A los ingentes esfuerzos de trasladar Europa a las nas tenía cinco años; su madre y su abuela ma-
grandes ciudades Argentinas, se le opuso desde fina- terna habíanselo inculcado».
les del siglo XIX y fundamentalmente hasta la pri- Elvira Aldao de Díaz, Recuerdos
mera gran guerra el ir en busca de Europa. No sólo de antaño, 1931
el directo conocimiento del espacio europeo a través
de paseos, visitas y recorridos, sino el disfrute de al-
gunos segmentos de la cultura burguesa en los pro- Las compañías navieras europeas –y también al-
pios centros de producción como la posibilidad de gunas asentadas en Buenos Aires– habían obtenido
un consumo suntuario de novedad hacían atractivo ventajosas regalías aprovechando los traslados masi-
el viaje. Al respecto Elvira Aldao describe con por- vos de pasajeros producto de la inmigración hacia
menorizado detalle este modelo de viaje y residen- las costas rioplatenses desde distintos puertos euro-
cia en la Paris de la primera guerra. peos. Asimismo se encargaban de promocionar los
viajes de placer que tenían ahora como destino esos
«...Para distraer las tristes noches de ese cruelí- mismos puertos y como protagonistas a una mino-
simo y tétrico invierno [Paris 1916-17] –en el ría selecta representada por la burguesía argentina.
que soportamos fríos excepcionales y dos bom- Sin embargo la primera guerra había marcado un
bardeos aéreos... resolvimos hacer música en el clivaje muy importante que en especial durante los
salón de Muja (sobrenombre familiar de mi so- años iniciales de la posguerra hizo que los destinos
brina María Inés del Campo de Ocampo), con europeos fueran menos apetecidos.
la aprobación estusiasta de su hijo Raulito. Así, varios elementos se conjugaron para que
Muja se dedicó a recordar a Chopin y por con- destinos más cercanos y más profanos fueran un ob-
traste aprendía los modernísimos tangos argen- jeto susceptible de ser publicitados: cambio de ofer-
tinos –en delirante auge en la anteguerra– y las ta de destinos, la justificación higiénica de los trasla-
partituras españolas que había traído de nuestra dos, la perspectiva del ocio como efecto social, el
reciente y larga estada en España... nuevo enfoque en la distribución del tiempo, la bús-
Y por patriotismo –que se exaltaba en aquel Pa- queda de seducir a nuevos consumidores de menos
ris guerrero– y en recuerdo de mi padre que lo recursos que ampliaran como en el teatro las ganan-
tocaba siempre (especialmente en la calle Bue- cias de los viajes de placer.
nos Aires, que estoy rememorando), aprendí el La compañía regenteada por Mihanovich tenía
Himno Argentino [...] que yo nunca lo había una larga tradición en la navegación no sólo interna-
estudiado. Emocionaba a Muja, evocando a su cional, sino además por los ríos interiores –Uruguay
niñez y a su abuelo Aldao, y exaltaba el amor y Paraná– y por ambas bandas del río de la Plata. La
patrio de Raulito, sentimiento fuerte en él, a pe- trayectoria de la compañía en el cabotaje nacional e
196 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 197
internacional de pasajeros era importante ya desde Ltda.) casa central en Buenos Aires, calle 25 de
el siglo XIX, pero en la década de 1910 se superpu- Mayo 199, o bien en la Sucursal en Rosario, ca-
so al tránsito de personas y tráfico de productos la lle Santa Fe 977.»
propuesta turística de sus destinos a los países limí- Revista El Círculo, N° 6, junio de 1919
trofes. Asunción, Paraná, Corrientes, Gualeguay-
chú, Montevideo, Colonia, Carmelo eran varios de Complementando la temporada de invierno, du-
los destinos promocionales. rante los meses de septiembre, octubre, noviembre y
Pero a esta publicidad general de la compañía Ar- diciembre del mismo año y enero y febrero del si-
gentina de Navegación se sumaron los seductores guiente, Nicolás Mihanovich Ltda. insistía con la
avisos de las temporadas de invierno y verano en promoción turística, repitiendo el esquema de la pu-
Paraguay y Uruguay respectivamente. blicidad a página completa y con ilustraciones foto-
gráficas, esta vez de las playas uruguayas.
«Viajes al Paraguay e Iguazú
Los viajes a la Asunción y San Bernardino (Pa-
raguay) y Cataratas del Iguazú, corriente nueva TEMPORADA DE VERANO
que se ha impuesto entre las familias argentinas, Viajes al Uruguay
motiva, en la presente temporada de invierno, Pocitos.- […] Es la más aristocrática. Pocitos
un éxodo de viajeros a esos lugares tan pinto- forma una suntuosísima villa veraniega…
rescos. Carrasco.- […] se reparte con los Pocitos las pre-
Asunción y San Bernardino, verdaderas ciuda- ferencias de la «haute»
des de invierno, reúnen las condiciones espacia- Ramírez.- Es la Playa democrática de Montevi-
les como tal, de un clima sano y benigno y de deo. A ella concurren todas las clases sociales.
temperatura apacible, hacen que sean estas ciu- Influye mucho, naturalmente, la proximidad
dades buscadas por los viajeros... del Parque Urbano, sitio abierto donde el pue-
Estos hermosos saltos de agua son una de las blo encuentra solaz y esparcimiento»
maravillas con que nos ha querido sorprender Revista El Círculo, N° 13 y 14 de 1920
la naturaleza. Dar una idea aunque fuera some-
ra, es difícil; tal es la magnitud de lo bello que En el anuncio de la Compañía Argentina de Na-
produce al turista que los contempla.Superior vegación puede apreciarse otro de los tópicos cen-
bajo todo punto de vista es a las cataratas del trales del ocio y el turismo del siglo XIX: el balnea-
Niágara y a la de Zambese; este detalle basta co- rismo. Consolidada a lo largo de ese siglo, la cos-
mo su mejor elogio. tumbre de ir a la playa se asociaba tanto a la salud
Por informes y pasajes, dirigirse a la Compañía como a la recreación y al esparcimiento. La búsque-
Argentina de Navegación (Nicolás Mihanovich da del sol en la arena, el aire puro y los baños en el
198 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 199
entonces, se adjudicaron a las cosas reales los atribu- Pero antes de esta invasión comercial y en estas
tos de la imagen. tierras, la fotografía se afianzó en el país y en espe-
Las fotografías no vuelven inmediatamente acce- cial en la provincia de Santa Fe de la mano de perso-
sible la realidad, sino a sus imágenes, ellas son las najes a veces cubiertos con los ropajes de viajeros,
que posibilitan la confirmación de la existencia de especie de trashumantes que paulatinamente se fue-
esa realidad. ron instalando en los distintos recodos de la provin-
cia para dejar constancia de lo que su ojo-cámara
observaba.
Y cruzaron el Atlántico... Ellos recorrieron los distintos lugares de la pro-
En 1839, en París, «oficialmente» se reconoce el re- vincia, no sólo captando la esencia de los paisajes, si-
sultado de los desvelos de dos pioneros, Niepce y no y fundamentalmente «documentando» la vida y
Daguerre. El procedimiento llamado daguerrotipia las costumbres de estos parajes que a muchos ojos
ofrecía una las maravillas más anheladas, la posibili- podrían resultarles aún exóticos. A caballo, en ca-
dad de fijar una imagen en un soporte particular a rruajes, deambulaban por campos y estancias, pe-
través de un mágico juego entre luces y ciertos pro- queños poblados e incipientes ciudades capturando
cedimientos químicos. rostros, cuerpos, formas de trabajar de criollos e in-
En 1822 Niepce ya había logrado fijar una ima- migrantes, conformando los álbumes de vistas o
gen en una plancha pulimentada de plata, luego de simplemente como postales pegadas sobre cartón, o
una exposición de casi ocho horas; en 1837 Dague- tal vez interesando a los editores que ya incorpora-
rre descubrió el fenómeno de la imagen latente y la ron la fotografía en sus publicaciones. Poco a poco
factibilidad de que ésta pudiera ser revelada por la muchos se van instalando en los distintos centros
acción de los vapores del mercurio, empleando el urbanizados o en vías de urbanización, establecien-
cloruro sódico como fijador. Así nació el daguerro- do así los primeros estudios fotográficos, verdade-
tipo, precursor de la fotografía moderna, un «inven- ros núcleos recolectores de las imágenes de la pro-
to» que evolucionó tan rápido como los tiempos, vincia.
subyugando a propios y ajenos con la posibilidad de Algunos de los primeros estudios fotográficos de
detener un instante el tiempo e inmortalizar una la provincia de Santa Fe fueron los de Augusto
imagen cualquiera, desde una calle hasta los rostros Lutsch en Santa Fe capital, quien lo inauguró en
de los más notables de esa sociedad en constante 1886, el de Donato Stigliano que se instaló en Casil-
progreso. Todo fue tan rápido que, apenas transcu- da hacia 1891, en Cañada de Gómez en 1900 un es-
rridas tres décadas y desperdigada por el mundo la pañol Antonio Vadell abrió sus puertas y en Rufino
flamante invención, en 1888 una empresa norteame- Guiseppe Della Mattia hacia 1904, lugar en el cual
ricana, la Kodak, comenzó a comercializar sus cá- desde 1899 el alemán Amadeo Alexander se estable-
maras de cajón con película incorporada. ció con su Fotografía Argentina.
206 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 207
Atisbando en la intimidad
La visión que proporciona la cámara implica un me-
dio para percibir la realidad, que junto con un sen-
tido estético particular, se relaciona con esa posibili-
dad de separar lo público de lo privado. Por un lado
una cámara facilita una imagen que puede estar al
servicio del poder, el estado o la ciencia, mientras
que por otro permite acceder a una visión revelado-
ra del universo privado.
Así como la fotografía se puede convertir en un
acarreadas por las epidemias y su carga de muerte negable necesidad de congelar la imagen del que ya
colectiva– la fotografía de difuntos se extendió co- no existe, tratando de perpetuar su memoria entre
mo una práctica bastante corriente. Tal vez esa posi- los integrantes de otros sectores sociales.
bilidad de eternizar una imagen, congelar el tiempo
y exhibir una imagen sea el punto central. Porque en
estas fotografías no sólo se exhibe el cuerpo muerto, Mundo moderno y trabajo
sino que se apuntaba a darle una apariencia de vida. Los burgueses citadinos exhibieron sus mansiones,
En el caso de los bebés, éstos aparecen en los brazos sus familias, sus tiempos de ocio y sus diversiones.
de sus madres o con los ojos abiertos, en el de los Las páginas de las revistas los muestran engalanan-
adultos, acostados en sus camas cubiertos con man- do los palcos de la ópera o luciendo atuendos casua-
tas como si estuvieran dormidos. les en alguna jornada en el hipódromo. Pero además
La muerte concreta y la muerte anticipada, por- debían mostrarse en sus actividades, en sus oficinas,
que también se revela la antesala, cuerpos enfermos, posando delante del molino harinero, o en la puerta
demacrados, que aparecen en imágenes tratando de de las grandes casas comerciales, rodeados de sus
preservar un hálito de vida para dejar constancia de empleados de cuello blanco.
su presencia. No fue inusual retratar figuras enluta- Los otros, los que calzaban alpargatas, los que
das de un grupo familiar alrededor de otra fotogra- vestían delantales de trabajo, tenían su fotografía
fía, un retrato generalmente del patriarca de la fami- por separado, en los talleres, en los depósitos o en
lia, como si se exhibiera un homenaje póstumo, o la algún patio interno en donde se observan paredes de
necesidad de mostrar a todo un grupo familiar pre- ladrillo sin revocar. La fotografía también dedicaba
sentes y ausentes. su mirada al mundo del trabajo.
Para los más encumbrados, la muerte adquirió la Pero el trabajo no es uno solo, y cada una de sus
imagen de un cortejo fúnebre o de un cuerpo per- variantes implicaba a la vez una toma, una mirada
fectamente arreglado en su ataúd en la ceremonia diferente. Muchas de las fotografías donde se obser-
del sepelio, tal como algunas imágenes muestran las van distintos tipos de trabajadores fueron realizadas
exequias del padre Pujol en la catedral de Santa Fe. por encargo, por los dueños de las empresas, para
Para otros, los más pobres, el cuerpo en un camas- exhibirlas con fines publicitarios en los anuarios lo-
tro tapado con un cobertor con moños negros, algu- cales o internacionales desde donde se desplegaban
nas velas y como fondo los familiares enlutados con las virtudes del progreso comercial y económico lo-
un rosario entre sus manos. Dos formas de mostrar cal, por organismos públicos que reunían imágenes
la muerte a través de la fotografía, el cortejo con su como antecedentes de su actividad y muchas de ellas
pompa para algunos en donde aún en el final del re- fueron instantes capturados por la cámara de fotó-
corrido se mantiene el lugar social y, tal vez con una grafos que registraban cual vistas exóticas a los ha-
cuota de mayor demostración de afecto, con una in- cheros del Chaco santafesino, a los estibadores del
226 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 227
El tiempo congelado
Las fotografías que esta sociedad santafesina produ-
jo, como toda fotografía, es prisionera del tiempo
más que ningún otro arte. Cautiva en un matiz mo-
nocromo, es rehén de un exterior multiforme y de
Fábrica de campanas de Juan Bautista Bellini (San Carlos Centro), 1927
en Producción y Trabajo en la Argentina, Memoria Fotográfica 1860-1960
elementos que le son extraños. Pero a la vez, posibi-
litó al fotógrafo, un hombre de su tiempo, captar to-
da la poesía encerrada en el mundo que vivía, si-
tuando al alcance de su mano un artilugio técnico
puerto de Rosario o Colastiné, a los campaneros de que le confería el prodigio de fijar lo que en el mun-
San Carlos o los chacareros, arrendatarios y peones do exterior siempre cambiante quedara fortuita-
desperdigados por la pampa gringa en plena cose- mente en posición de equilibrio, en un momento
cha, portando las horquillas que les desgajaban las preciso.
manos en la junta del lino, al lado de la máquina a Las imágenes de esta provincia y de sus gentes
vapor, o cargando infinidad de bolsas de cereal en han quedado plasmadas a través del tiempo, para in-
las chatas tiradas por caballos. ducirnos a iniciar una travesía en donde y a través de
El mundo del trabajo también fue objeto del ojo la cual –como un envoltorio de papel se seda que se
de la cámara, capturando esos instantes donde se abre– lo impalpable se materialice y cobre vida con
podía percibir la clase y la calidad del trabajo, deve- la más exquisita minuciosidad de los detalles.
ladas como verdades en una realidad legitimada por
la cámara. Porque el triunfo de la fotografía no sólo
acercó al ser humano a lo real, sino que a su vez re-
forzó la idea de dominio de los mismos sobre el
mundo. Y una forma de dominio precisamente se
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