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Indice

Capítulo 1
Identidad y vida cotidiana 7
por Sandra R. Fernández

Capítulo 2
Vivir y trabajar en Santa Fe
un día en la vida de… 29
por Sandra R. Fernández

Capítulo 3
Dime dónde vives… y te diré quién eres 45
por Analía García

Capítulo 4
Vestir la cotidianeidad: cuerpos, modas y lugares 77
por Lilian Diodati

Capítulo 5
Cocinar y comer 115
por Paula Caldo

Capítulo 6
La invención del consumo 157
por Sandra Fernández
Capítulo 7 Capítulo 1
El retrato de lo cotidiano
La fotografía como reflejo de la vida 201 Identidad y vida cotidiana
por Lilian Diodati y Gisela Galassi
por Sandra R. Fernández

Bibliografía 229

Una importante socióloga contemporánea –Agnes


Heller– escribió en uno de sus más significativos li-
bros que la vida cotidiana no constituye ni más ni
menos que la «historia» de cada persona dentro de la
sociedad. Es la vida del hombre entero, el hombre
que participa en la vida cotidiana con todos los as-
pectos de su individualidad. En ella se ponen en
«obra« todos sus sentidos, todas sus capacidades in-
telectuales, sus ideas, sus sentimientos, su conoci-
miento del mundo, sus necesidades y sus pasiones.
Esta cotidianeidad se manifiesta, entre otras, en
las formas de la organización del tiempo, el consu-
mo, la recreación, los vínculos, las formas de amar,
de nacer, de enfermar y morir. Cada persona o gru-
po de personas la vivencia de acuerdo a su forma de
comprender simbólicamente el mundo; desde su
concepción del tiempo y el lugar en el que habita,
pero fundamentalmente desde su experiencia social.
Por ello las diferenciaciones en esa comprensión del
mundo se dan a partir del lugar que cada una de es-
tas personas tiene en la escala social, por la distinción
de género, y por el origen y tradición étnicas.
Estas representaciones del mundo le van otorgan-
do a cada grupo social una identidad particular que
10 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 11

se construye históricamente y que puede percibirse lo identitario como algo compartido por distintos
en la constante interrelación que se entabla entre individuos.
ellos. Ello no obsta para que algunos grupos sociales Por otro lado, al ser histórica, la vida cotidiana
–los más poderosos en términos económicos y polí- también nos permite observar los cambios que se
ticos– impongan o intenten imponer a los demás sus van produciendo dentro de una comunidad, pero
concepciones, gustos, ideas; y que muchas veces ade- además las permanencias, las cosas que poco se alte-
más se considere que estas representaciones sean ran en el transcurso del tiempo. Aún en momentos
universales, es decir, las únicas capaces de referenciar que podemos considerar puntos de inflexión –re-
identitariamente a toda la comunidad. Esto no es así, vueltas, crisis políticas o económicas– los sujetos
y aunque no hegemónicas, siempre existen otras for- tienden a resguardar su cotidianeidad, a intentar
mas de ver al mundo y de vivir en él. Algunas veces «conservarla», a defenderla de estos cambios que
estas variadas concepciones entran en conflicto, en afectan de forma sensible su estilo de vida.
otras se construyen en «conversación».
Así las personas se identifican como iguales, pero
también como diferentes. En muchas comunidades Los espacios de la cotidianeidad en Santa Fe
se intenta construir la identidad a partir de la inclu- Ya durante la Confederación Argentina, el espacio
sión del «otro». En otras, por el contrario, lo que se santafesino se había transformado. A la ciudad de
busca es marcar cada vez más la diferencia con ese Santa Fe, de fundación colonial y marcada trayecto-
«otro» –por ejemplo el migrante, el pobre o el ho- ria institucional, se le sumaba por entonces la ciudad
mosexual. De igual modo, en la mayoría de los gru- de Rosario, que bajo el impulso urquicista había cre-
pos sociales, estas dos grandes formas de pensar lo cido a partir de su actividad portuaria. La fundación
igual y lo diferente conviven y mutan a lo largo del y radicación de colonias agrícolas también propicia-
tiempo. ban el cambio, con nuevas poblaciones y la extensión
La vida cotidiana y la identidad no sólo están pro- de sembrados que auguraban el desarrollo agrícola
fundamente interrelacionadas sino que además se regional.
desenvuelven dentro de un espacio construido so- Desde la unificación nacional en adelante, este pa-
cialmente que es común –la ciudad, el poblado, el ba- norama se profundizó: Santa Fe continuó con su
rrio. En el transcurrir de la cotidianeidad se percibe perfil de sede de las autoridades provinciales, Rosa-
al espacio como algo propio, algo característico, algo rio mantuvo su evolución vertiginosa y se multipli-
distinto; un entorno que va determinando cómo ca- caron geométricamente las áreas de colonización en
da persona se apropia del hábitat. Si bien este recur- el territorio provincial. Primero se expandieron por
so es individual, no excluye por supuesto que esa el centro-oeste provincial y luego hacia el sur llegan-
apropiación se produzca a través de mecanismos que do a su punto culminante sobre el cambio de siglo.
son colectivos y que permiten de este modo pensar También se extenderían hacia el norte sobre la línea
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poraría a este proyecto estatal en los primeros años


del siglo veinte, luego de la ocupación del área cha-
queña en los actuales departamentos de Vera, 9 de
Julio y General Obligado, con el consiguiente some-
timiento y redistribución de las tribus que ocupaban
el lugar.
De este modo, en este largo período que va desde
la segunda mitad del siglo XIX hasta 1930, el espacio
social santafesino podría delimitarse en torno de dos
grandes ciudades: Rosario y Santa Fe; una serie de
poblaciones –muchas de ellas cabeceras de departa-
mentos– con un importante caudal demográfico, que
generalmente habían crecido a partir del desarrollo
agrario; otras tantas villas y pueblos más pequeños
de similares características de las anteriores y un es-
Centro de la ciudad de Santa Fe (1890) pacio rural ligado a las actividades agropecuarias de
Archivo Museo histórico Provincial Dr. Julio Marc diversa índole.
A grandes rasgos, la cotidianeidad de los santafe-
sinos se circunscribiría en dos grandes áreas –la rural
y la urbana– las cuales nunca estuvieron totalmente
escindidas y siempre mantuvieron puntos de con-
tacto y vivencias comunes.
del Ferrocarril Central Argentino en su camino ha- Entre 1860 y 1880, las ciudades de Rosario y San-
cia Tucumán y sobre la vera del Paraná. ta Fe mantuvieron muchas características edilicias
Los extremos sur y norte de los actuales límites de que las ligaban a los tiempos anteriores a la unifica-
la provincia tendrían otras características, ligadas ción –en rigor, estas formas eran mucho más comu-
ambas a la expansión territorial sobre lo que por esos nes en Santa Fe que en Rosario.
años se daba en llamar «el desierto». Si la zona del Las casas de las familias acomodadas se encontra-
departamento General López se consolidaría como ban en el casco céntrico pero conservando muchas
área de producción ganadera con sus estancias y sus características coloniales y del primer período pos-
poblados –bastante alejados los unos de los otros– tindependiente, como patios interiores, gruesas pa-
asegurados por el avance sobre los pueblos origina- redes de adobe, las construcciones de una planta, etc.
rios de la norpatagonia en la campaña de 1879; el ex- Las habitaciones de los sectores populares urbanos
tremo septentrional de la provincia recién se incor- se organizaban en los suburbios y sus casas iban des-
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Pueblo Esperanza a fines del siglo XIX


Museo de la Colonización

Ranchos a orillas del río Paraná (Rosario, 1876)


de modestas construcciones de adobe hasta ranchos
de techo de paja, conforme la ciudad se perdía en el
horizonte pampeano. Muchos de estos habitantes vi-
vían en las zonas cercanas al río Paraná, inundables
en épocas de crecida, por lo cual eran evitadas por los
miembros de la las elites.
Pero a partir de la continua y persistente llegada
de inmigrantes durante la década de 1880, esta fiso-
nomía se transformó profundamente. Si bien Santa
Fe pudo prolongar su impronta de ciudad colonial,
Rosario cambiaría de forma sustancial su imagen ur-
bana. Así, las viejas calles de tierra que se convertían
en verdaderos lodazales durante las lluvias, fueron
reemplazadas poco a poco por adoquinados de ma-
dera o piedra, y la creciente población inmigrante
que llegaba a sus calles iría ocupando viviendas, lue-
go conocidas como conventillos, en las secciones del Actual esquina de Laprida y Rioja, Rosario (principios del siglo XX)
centro de la ciudad. Colección Pusso
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«Hay hombres que por su aire, por no se sabe


qué, son simpáticos á primera vista, y lo mismo
pasa con las poblaciones. […] Santa Fe es sim-
pática en seguida. No serán las siluetas, porque
la ciudad es llana como todas las de la Argenti-
na; no será la irregularidad, porque también es
de las de cuadratura; ni la urbanización de las
calles, porque ya nos hemos acostumbrado á
ella; ni la limpieza que domina por todas partes,
ni las casas bajas de techo, ni las tiendas […] se-
rá por que venimos acostumbrados al trajín de
angustia que mueve a otras ciudades y ésta no
trajina tanto, ó porque entre las fijas de casas
regulares y parejas se encuentra aquí de cuando
en cuando una tapia sin estucar con ramas de
naranjo que salen por encima de las paredes
burlándose de la disciplina; que el río, aquí, to-
davía no es puerto, y tiene orillas y campo para Calle Humberto 1°, Santa Fe (ca. 1925)
extenderse; que en los patios, estucados, se per- Archivo Fotográfico del Ferrocarril de Santa Fe 1891/1948
Fundación Antorchas, 1991
miten tiestos con flores, y que las flores no son
de trapo…»
Santiago Rusiñol, Un viaje al Plata, 1911.

«Puede decirse que Rosario se ha hecho á fuer- ro entarugadas de arriba abajo y con subsuelo,
za de panecillos y de hogazas, y como no hay no tendría hermosas tiendas que venden de todo
nada tan sano como el pan nuestro de cada día, y un poco más; no tendría buenos casinos, es-
por eso se ha hecho el milagro de que una ciu- cuelas, Bolsa, parque, paseo con árboles, teatros
dad que hace cincuenta años tenía 8.000 habi- grandes (aunque no llenos), casas con tienda y
tantes, hoy tenga 200.000; que una ciudad que dos pisos (como si en Europa dijésemos seis); no
en aquella época estaba rodeada de indios, hoy tendría, sobre todo, el aspecto de una ciudad que
esté llena de comerciantes (lo cual es una gran va enriqueciéndose á todo correr y progresando
mejora)… al mismo tiempo que se enriquece.»
Sin el pan ó el trigo, ó las fuentes del muelle, no Santiago Rusiñol, Un viaje al Plata, 1911.
tendría las calles que tiene, rectas, es verdad, pe-
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Estas personas que llegaban a fines del siglo XIX


a las dos más importantes ciudades de la provincia
buscaban en ellas sustento y una mejor vida y fortu-
na para su familia. Si bien en estas ciudades encon-
trarían un sinnúmero de actividades para insertarse
laboralmente, de hecho la plaza rosarina era la que
ofrecía mayor cantidad de empleo, producto funda-
mentalmente del dinamismo provisto por el puerto
exportador. Por otro lado, Santa Fe concentraba to-
da la actividad burocrática inherente al funciona-
miento del estado; y de este modo muchas personas
que allí vivían se encontraban vinculadas de forma
directa al empleo público, o en tareas derivadas de
ellas.
En ambas ciudades existía una elite dirigente con
características bastante diferentes. Mientras que en comercio mayorista? (fines del siglo XIX)
Colección Pusso
Santa Fe este grupo poseía raigambre colonial o bien
se habían legitimado durante el primer período pos-
tindependiente, en Rosario su grupo dominante te-
nía directa relación con los llamados «hombres nue-
vos» es decir extranjeros –y algunos migrantes inter- pero las formas en que aquellos encontraron de or-
nos– llegados en su mayoría durante los primeros ganizarse y organizar la protesta sí lo harían.
años del flujo inmigratorio, y aún antes, que habían Los trabajadores saldrían cada vez más a las calles
prosperado rápidamente merced a la acumulación pidiendo por su jornada laboral de 8 horas, por me-
originada sus actividades empresarias y comerciales. joras en su ambiente de trabajo y fundamentalmente
Los primeros, en su mayoría, tendrían un trato más por mejores salarios. El acceso a la ciudadanía de los
fluido con la función pública; los segundos, serían varones, luego de la aprobación de la ley Saenz Peña,
más poderosos en términos económicos y a partir de iba a permitir que muchos hijos de inmigrantes pu-
la creación de corporaciones que los representarían dieran expresarse en las urnas, pero para el conjunto
en la esfera pública. de los sectores trabajadores, esta situación no cam-
Pasado el Centenario, la situación dentro de estas biaría su realidad de vida y trabajo. En especial las
grandes ciudades iría mudando más pausadamente. mujeres trabajadoras serían doblemente marginadas,
En principio, las condiciones materiales de vida de ya que la ley las excluía como ciudadanas y se las di-
los sectores populares urbanos poco se iban a alterar, ferenciaba como trabajadoras, percibiendo más ba-
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jos salarios y ocupando las tareas menos especializa-


das.
Los grupos burgueses se ocuparían especialmente
de la imagen de la ciudad. Desde lo público se encar-
garían de proyectar y construir parques y paseos,
edificios gubernamentales y sanitarios. Desde lo pri-
vado, diseñarían sus nuevas mansiones de estilo eu-
ropeo en las avenidas y boulevares céntricos, así co-
mo edificarían nuevas sedes para sus empresas ya
fueran teatros, fábricas o comercios. Sus negocios se
encontraban en el cenit, y más allá del impacto de la
crisis de 1912 y el posterior inicio de la primera Gran
Guerra, ingresarían a la década de 1920 rodeados de
prosperidad. Mucha de esta prosperidad estaba fun-
dada en los importantes negocios que llevaban ade-
lante con las tierras urbanas. Compradas durante el
Suburbio rosarino (comienzos del siglo XX)
siglo XIX, estas amplias áreas de los suburbios mul- Colección Pusso
tiplicaron geométricamente su valor con el aumento
poblacional que exigía la prolongación de las ciuda-
des en el plano. Viejas zonas de quintas y estancias
comenzaron a lotearse y venderse propiciando el a conformar una franja de población sin los apre-
surgimiento de nuevos barrios, que serían en las dé- mios de los trabajadores ni los ingresos de la burgue-
cadas siguientes hogar para tantas familias trabajado- sía, que se desenvolvería en la ciudad con un hori-
ras y de sectores medios que abandonarían el hacina- zonte de movilidad social importante.
miento del centro para trasladarse hacia su «casa En las poblaciones urbanas más pequeñas, estos
propia» en los límites de la ciudad. Esto llevó a una procesos no fueron tan diferentes a los evidenciados
sucesiva prolongación de las redes de servicios pú- en Rosario y Santa Fe. Un buen número de estas ciu-
blicos, como agua, tendido eléctrico y transporte pú- dades se gestó con el avance de la frontera agraria en
blico con el consiguiente debate en el interior de los la provincia y el desarrollo de estas actividades des-
poderes municipales. bordó en el desarrollo urbano. Así, no sólo se cons-
En este período ingresarían firmemente en la esce- truyeron más viviendas para albergar el crecimiento
na urbana los sectores medios. Pequeños y medianos de la población, sino que estas tareas productivas hi-
comerciantes, profesionales en su mayoría no liga- cieron que se edificaran numerosos establecimientos
dos a la elite, empleados especializados, quienes iban ligados a la transformación de materias primas como
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molinos y pequeños frigoríficos: almacenes de ra-


mos generales, comercios y talleres dedicados a satis-
facer la demanda producida por el furor agropecua-
rio.

«La prosperidad de los colonos se acentuó en


este teatro y la Esperanza se ha transformado
en un pueblo rico, relativamente lujoso, con
grandes molinos, destilerías, numerosas fábri-
cas de cerveza y licores, fundiciones mecánicas
y un comercio activísimo que desvia de Santa-
Fé todo el movimiento de la campaña sembra-
da del Nordoeste al Sudoeste. Molino a cilindros, San Agustín (fines del siglo XIX)
Hay allí, además, establecimientos públicos Museo de la Colonización (Esperanza)

dignos de notarse como hoteles, el tiro suizo, el


edificio propio de la sociedad italiana unione e
Benevolenza y construcciones especiales para
escuelas, juzgado de paz, templo, jefatura polí- ción de trabajadores que en muchos casos además se
tica, etc. incorporaba como jornaleros en las tareas estaciona-
Mas que todos los sorprendentes progresos les del agro.
materiales, me llamó la atención el bien régimen Ninguna de estas transformaciones se hubiera
social, fundado en la intimidad y comunidad operado sin el desarrollo agrario que inundó a Santa
del vecindario.» Fe desde la década de 1880 en adelante. El espacio
Estanislao Zeballos, La región del trigo, rural santafesino había comenzado su mutación con
1887 la creación de las primeras colonias agrícolas de Es-
peranza y San Carlos. De ahí desbordó como proce-
La estructura social se complejizó. Los primeros so en toda el área del centro-oeste, luego sobre la zo-
pobladores criollos e inmigrantes se mezclaron con na central más cercana al río Paraná, extendiéndose
los que fueron llegando paulatinamente al espacio sobre el cambio de siglo hacia el sur provincial.
local. Muchos de los primeros se enriquecieron, en la La ocupación del espacio fue realizada en su ma-
mayoría de los casos, producto de la acumulación yoría por inmigrantes. Sólo unos pocos de ellos lle-
comercial ligada al desarrollo agroexportador. Otros garon a ser propietarios en este período: en su mayo-
tantos fueron ocupando las tareas asalariadas en las ría fueron arrendatarios que se trasladaban en fun-
distintas empresas y negocios, engrosando la pobla- ción del ciclo agrícola previsto por el modelo de cul-
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tivos que propiciaba la producción de cereales y la


provisión de pasturas para la ganadería.
Su unidad productiva era la «chacra». Allí vivía
toda la familia y toda la familia trabajaba en ella. La
chacra no estaba solamente definida por la vivienda
de uso común y la superficie dedicada a los cultivos.
Comprendía una quinta de uso familiar, una parcela
destinada al cultivo de papas y un corral con anima-
les que aseguraran la provisión de leche, huevos, y
carne. Esta economía familiar no era sólo de auto-
subsistencia sino que el excedente muchas veces se
destinaba al mercado, produciendo un ingreso más a Detalle de la cosecha, Esperanza (fines del siglo XIX)
Museo de la Colonización (Esperanza)
la economía familiar.
Si los que eran propietarios –de no mediar algún
desastre natural o la usura del crédito prebancario–
pudieron acrecentar sus bienes, los arrendatarios ru-
rales continuaron en estos años dentro del sistema
que les impedía cualquier atisbo de crecimiento. De
tal modo, fue habitual que estas familias de arrenda-
tarios continuaran con estas rutinas de vida durante dería, mientras que los de extracción inmigrante se
el período tratado. Los efectos de la crisis en el mo- vincularon más a las labores agrícolas. Muchos de es-
delo agroexportador durante los años treinta y las tos últimos fueron los llamados «peones golondri-
transformaciones posteriores sobre este régimen así na» quienes prolongaban su migración estacional a
como las sucesivas líneas de crédito surgidas desde ambas márgenes del Atlántico.
bancos oficiales en la década siguiente transforma- La ocupación efectiva de la cuña boscosa chaque-
rían paulatinamente esta situación. ña después de las campañas de Obligado, dio lugar a
El escenario rural se complementaba con la figura la formación de enormes latifundios, que serían de-
de peón rural. Inmigrante o criollo, el peón rural era dicados la explotación del quebracho colorado sobre
casi siempre un ave de paso, un migrante estacional el cambio de siglo por parte de compañías extranje-
que se movía de un lado al otro con el ciclo de las ras que llegaron a manejar el mercado internacional
siembras y cosechas, o en función de los ciclos vita- del tanino, así como tener el control de casi todo te-
les de la ganadería vacuna. Sin que existiera una es- rritorio de los tres departamentos linderos del Cha-
pecificidad excluyente, los peones de origen criollo co.
se ocuparon en general de las tareas ligadas a la gana-
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«La forestal llegó a constituir un complejo norte de la provincia fueron incorporándose poco a
comparable a los de otras grandes empresas ex- poco a la mano de obra de los cañaverales e ingenios,
tranjeras en los países centroamericanos y afri- en las cosechas de maní y de maíz, pero sobre todo
canos. Sus fábricas de tanino (Calchaquí, crea- como hacheros de quebracho. Las usurpaciones
da en 1914; La Gallareta, en 1918; Santa Felicia, constantes a sus tierras, los abusos de autoridad, las
en 1914-1921; Tartagal, Villa Ana y Villa Gui- estafas a las que eran sometidos como trabajadores
llermina, puestas a funcionar en 1904) eran fueron constantes, por eso no fue extraño que luego
abastecidas por numerosos obrajes en los que del asesinato de uno de ellos por parte de un sargen-
trabajaba el grueso de la mano de obra com- to de la policía se iniciara una rebelión que posterior-
puesta principalmente por correntinos… Pue- mente fue tomada como argumento para uno de los
blos como Las Gamas, Santa Lucía, Olmos, filmes más antiguos del cine nacional –«El último
Colmena, Garabato, Golondrina, Ogilvie, Las malón» (1918), realizado por Alcides Greca.
Garzas, Ocampo y Puerto Piragua […] fueron
fundados por La Forestal como centros secun- «Hace algunos años hice filmar una película ci-
darios para atender las necesidades de los obra- nematográfica en la que reconstruía los episo-
jes. La empresa tenía de hecho el monopolio del dios del malón que los mocovíes dieron a San
transporte y del comercio en esas poblaciones, Javier en el año 1905. Para ello utilicé a los mis-
y sus beneficios se incrementaron al imponer mos indios que habían intervenido en el asalto
… moneda propia para las compras de sus tra- y mezclé la parte histórica con una trama nove-
bajadores en las proveedurías…» lesca. Actuaron en el film indios y blancos, pe-
Santa Fe, el paisaje y los hombres, ro puedo asegurar sin ambages que ninguno de
Rosario, 1971 estos últimos me resultó tan buen artista como
los mocovíes. ¡Con qué naturalidad y con qué
Los trabajadores de los obrajes eran en su mayo- facilidad ejecutaban ante el objetivo el papel
ría migrantes internos, correntinos en su mayoría y que se les había encomendado!»
en menor medida santiagueños y paraguayos. Sus Entrevista a Alcides Greca,
condiciones de vida y trabajo eran durísimas; las Diario Crítica, 1924
proveedurías de la empresa absorbían prácticamente
el total de los salarios, pagados en moneda propia de
la empresa. Esta aguda situación que propició la or-
ganización de grandes huelgas, en especial las reali-
zadas a partir de 1919.
Finalmente los grupos de mocovíes y tobas que se
encontraban ubicados fundamentalmente en la zona
28 Nueva Historia de Santa Fe

Para saber más Capítulo 2

DEVOTO, Fernando; MADERO, Marta (Directores) Histo- Vivir y trabajar en Santa Fe


ria de la vida privada en la Argentina. Tomo II La Ar- un día en la vida de…
gentina plural: 1870-1930, Taurus, Buenos Aires, 1999.
ROLDAN, Diego Del Ocio a la Fábrica. Sociedad, espa- por Sandra R. Fernández
cio y cultura en Barrio Saladillo. Rosario 1879-1940,
Prohistoria Ediciones, Rosario, 2005.
SANTA FE: EL PAISAJE Y SUS HOMBRES, Editorial Bi-
blioteca, Rosario, 1971.
La sociedad santafesina era muy plural y diversa. A
los diferentes paisajes, a las distintas actividades
productivas los encarnaban múltiples actores. Cada
uno de ellos representa una vida particular muy di-
fícil de contar en pocas palabras.
Por ello elegimos una estrategia narrativa alterna-
tiva: la de relatar ficcionalmente un día en la vida de
varias personas, mujeres y varones, trabajadores y
burgueses, inmigrantes y criollos, mostrando su rit-
mo de vida en su paisaje cotidiano.

Un día en la vida de Basilisa


Sobre el alba, cuando el sol entraba de lleno en el
cuarto repleto de chicos del conventillo de calle Tu-
cumán, Basilisa se levantaba. Llamaba también a sus
dos hijas mayores, Pilar y María. Pilar la acompaña-
ría a recoger todos los pedidos de ropa del día. Ma-
ría quedaba encargada de sus otros cinco hermanos
y de componer la pieza hasta el regreso de Basilisa y
Pilar. Con unos mates y unos bizcochos tomados en
el patio salían de ronda recogiendo la ropa blanca de
las casas a las que atendían. Su largo paseo de traba-
jo las devolvía al conventillo donde hincadas sobre
30 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 31

las piletas pasarían buena parte del día al compás de


sus manos, fregando y golpeando para devolver el
blanco al percal de sábanas y manteles.
Basilisa tose alternando en el ritmo de sus labores
las angustias de la tuberculosis. Pilar despliega cada
vez la energía de sus jóvenes 14 años, cerrando sus
ojos ante la imagen de lo que probablemente sea
también su futuro.
La ropa aletea al sol y una vez seca las damas pro-
letarias se disponen a plancharla, siempre en el patio
ante la vista de otras mujeres en iguales tareas, la-
vando, armando cigarros, cosiendo… rodeadas de
niños que corren y lloran. La sociabilidad femenina
de estas mujeres se monta en este patio donde no
existen diferencias entre el trabajo a destajo y el del Lavanderas a orillas del río Paraná, Santa Fe (principios del siglo XX)
hogar; y donde la conversación discurre acompasa- Postal coloreada, enviada en 1909
en Santa Fe, primera ciudad-puerto de la Argentina, Bolsa de Comercio de Santa Fe,
da por los vaivenes de sus labores. octubre de 2003
Conversan entre ellas, miran y son vistas, en es-
pecial por los varones del conventillo que buscan es-
posas o aventuras desde los balcones de las habita-
ciones superiores.
La larga jornada termina cuando luego de otra ca- bre el boulevar. Tiene la ropa prolijamente prepara-
minata de cuadras interminables entregan la ropa da en su vestidor, el personal de servicio la organizó
planchada en los hogares de la gente acomodada del cuidando que estuviera lista para no retrasarlo en su
centro. En sus bolsillos tintinean las escasas mone- salida matinal.
das que recibieron por su largo día de trabajo. El desayuno se hace en familia, prestado por dos
Basilisa piensa si podrá levantarse mañana; la fiebre doncellas que sirven y sistemáticamente retiran el
le golpea las sienes. María ya tiene 12 años, tendrá que servicio de la mesa tendida. A su derecha está su es-
acompañar a Piedad en las tareas del día siguiente. posa, y alrededor de la mesa sus hijos. Sólo falta
Bernardo su hijo mayor, que se encuentra de viaje
haciendo negocios en Tucumán.
Un día en la vida de Alfredo Alfredo se retira de su hogar, lo espera un coche
Alfredo se levanta temprano todas las mañanas. Su que lo llevará a la empresa de importaciones. Allí
cuarto está en la planta alta de su amplia casona so- dará algunas indicaciones al gerente, y partirá rápi-
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damente a la compañía de seguros. Él es miembro de


la comisión directiva y tienen que resolver el ajuste
sobre las primas de los seguros para granizo que se
publicitarán en la próxima temporada de siembra.
También es miembro de la comisión directiva del
Banco Popular. Hoy también se reúnen porque
existen algunos temas pendientes referidos al otor-
gamiento de algunos créditos para los empresarios
locales. Alfredo hablará a favor de su primo Benig-
no, quien necesita un préstamo a una tasa privilegia-
da.
No almorzará en su casa, lo hará en un agasajo de
la Bolsa de Comercio. Allí se organizó una comida
de bienvenida al Secretario de Agricultura de la Na-
ción en su paso por Rosario. Pasadas las tres de la
tarde se despide de los presentes, ya que como con-
cejal de la ciudad tiene que estar en una sesión espe- Reunión social masculina, Rosario (ca. 1920)
Archivo Fotográfico del Club Español.
cial. Los tranways no están cubriendo las nuevas ne-
cesidades derivadas del crecimiento de la ciudad; él
mismo, como empresario que estuvo vinculado al
transporte urbano, sabe de las necesidades de los
nuevos pobladores de los barrios y también del ne- Un día en la vida de Desiderio
gocio que significa extender la línea. Desiderio es un nombre extraño para un indio mo-
Pasadas las cinco camina por el centro de la ciu- coví, pero es el nombre cristiano con el que el padre
dad hacia el Club. Pasará por la barbería y el salón Benigno de San Martín del Norte lo bautizó. Desi-
de fumar. En la sala se encontrará con distintos ami- derio vive con su esposa embarazada y su pequeño
gos con los cuales se pasará los chismes de la sema- hijo en un rancho en los bordes del pueblo. El ran-
na. Hoy no puede quedarse en la sala de tresillo; le cho es alto, construido de adobe y rodeado de hi-
prometió a su esposa ir a la ópera. gueras y plantas medicinales.
Puntualmente llega a su casa, se preparan para sa- Como los otros mocovíes y tobas de la zona, tra-
lir vestidos de gala, él con galera, guantes y bastón, baja en la recolección de maní y maíz. Sabe algo de
su esposa luciendo modelos y joyas traídas en el úl- castellano, lo cual le permite relacionarse con los co-
timo viaje hecho a Paris. lonos. La mayoría le paga con vales de la proveedu-
ría, lo que genera siempre abusos por parte de los al-
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macenares, pero algunos italianos le dan dinero. Es-


to le permite comprar algunas cositas más en el al-
macén de ramos generales.
Su labor de cosechero le impone un ritmo diario
duro y agotador. Pero el está acostumbrado a los
mosquitos y los tábanos; y resiste el calor mejor que
los recolectores blancos. Vestido como cualquier
gaucho trabaja de sol a sol en la plantación.
Cuando algunos centavos extra llegan a su bolsi-
llo, se va al boliche y se los gasta en caña. Su fiel ca-
ballo lo devuelve al rancho. Su mujer no lo contra-
ría y lo arroja en el catre esperando la mañana.

Un día en la vida de Catalina


El viento norte soplaba fuerte inundando a la chacra chacra - Paucke
de calor y tierra. La sequía agobiaba al maíz, pero
también hacía estragos en la huerta. Catalina con sus
cuatro hijos menores trataba diariamente de llevar
agua desde el pozo hasta los surcos secos de sus cul-
tivos. Terminado el ordeñe Catalina disponía el horno
Aquilino, su esposo, trajinaba preparándose para para el pan. Mientras amasaba rezaba rogando por
la cosecha que anunciaba ser pobre, junto con Si- lluvia para el maíz y su huerta, fundamental para la
món –un entenado que vivía con ellos desde hacía subsistencia de su familia. Encargaba a sus hijas el
cinco años y que trabajaba en las labores agrícolas a cuidado del pan, y la alimentación de las gallinas y
la par que él– y Tomás, su hijo mayor de 13 años. patos; y con el mismo paso enérgico comenzaba a
La jornada de Catalina había comenzado a las lavar la ropa.
cuatro y media de la mañana con el ordeñe de su va- La cocina era su reino, y mientras preparaba el
ca, para tener leche fresca en la mesa del desayuno. puchero para el almuerzo, con los duraznos y cirue-
La acompañaba Rosita, una de sus hijas, acercándo- las del monte de frutales preparaba dulces y compo-
le el cubo y trasladándolo con esfuerzo hacia la co- tas para abastecer la despensa durante el próximo
cina de la casa. Esa leche también serviría para hacer invierno. Al mismo tiempo administraba la limpie-
manteca y quizás poder venderla en el pueblo de za de la casa, ordenando a todas sus hijas mujeres,
puerta en puerta. hasta las más pequeñas las tareas de limpieza y aca-
36 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 37

rreo. Los varones más chicos debían encargarse de


la leña, y ante sus gritos reiterados se largaron al
monte cercano en busca de ramas y troncos secos.
Por la tarde aseada la cocina, plancharía la ropa y
alimentaría los pocos cerdos de que disponían. Ro-
sita iría con José otro de sus hermanos al pueblo a
vender algo de la fruta madura que no llegaba a con-
sumirse en la casa y a comprar azúcar y harina. El
camino era largo, el caballo mañero y el sol impla-
cable.
Puesta la mesa, hecha la comida, Catalina sería la
última en sentarse en la larga mesa de la cocina. La
cena volvería a reunirlos a la luz de la lámpara de ke-
rosene, para cerrar la jornada que implacable como
el sol de enero se repetiría casi sin cambios al alba Obreros de un taller de herrería, Rosario (ca. 1920)
Archivo personal de Jorge Mayoli
del día siguiente.

Un día en la vida de Amir ramos generales mejor provisto de la zona. Sus


Amir vino de Damasco. Con trece años pisó el clientes encuentran todo lo que necesitan, desde ha-
puerto de Buenos Aires. No conocía más que unas rina hasta arados, pasando por sogas, martillos y
pocas palabras en castellano, y tuvo que arreglarse puntillas. Es una Babel de cosas y justamente su
como pudo hasta que llegó a Rosario, donde se ha- prestigio se asienta en la variedad de productos de
bía radicado su tío Omar. Con una pequeña ayuda que dispone. Es representante además de algunas
de su pariente, se hizo camino vendiendo puerta a casas comerciales de Santa Fe, Rosario y Córdoba.
puerta por las rutas polvorientas de la provincia. Fi- Atiende a pobres y ricos, y en su libro se asientan
nalmente terminó en Ceres, sobre la línea del Cen- en prolijas columnas los créditos y deudas de sus pa-
tral Argentino en camino a Tucumán. Allí conoció a rroquianos. Su día transcurre en ese vaivén de com-
Pastora, hija de un colono italiano. Formó su fami- pras y ventas, pero también no descuida el despacho
lia y con ayuda de su suegro, montó su comercio del de bebidas, que como un anexo en la esquina, se con-
otro lado del ferrocarril. vierte en el termómetro social y político del pueblo.
Amir se levantaba muy temprano todas y cada También lo utiliza como su oficina de préstamos, ya
una de las mañanas, incluidos los domingos. Su ne- que como tantos otros almaceneros santafesinos,
gocio merece su dedicada atención. Es el almacén de presta dinero. Cuando el ganado no se vende, la co-
38 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 39

secha fracasa, o se necesita algo de plata para alimen-


tar la campaña política, Amir está allí. El interés que
cobra es alto, pero el riesgo que asume es mucho.
Nunca falta comida en su mesa, y alrededor de
ella su esposa y sus siete hijos alineados, prestan
atención a los mandatos y lemas que esgrimidos
desde la cabecera lanza su padre en el almuerzo y la
cena, en pos de asegurar el negocio familiar.
Todas las noches luego de cenar vuelve al boliche:
es el horario oportuno para cerrar las operaciones
financieras. El bebió poco y los clientes mucho, es
más fácil así dibujar un interés de dos dígitos en el
libro de asientos.

Un día en la vida de Ramiro


El trabajo de Ramiro comienza a las 4 de la mañana
Hacheros en el norte santafesino (ca. 1900)
y se prolonga hasta el anochecer. En verano, el calor, Archivo Fotográfico del Ferrocarril de Santa Fe 1891/1948
los mosquitos y las garrapatas, lo torturan. En in- Fundación Antorchas, 1991
vierno, su escasa vestimenta no puede con fríos de
cinco grados bajo cero. En cualquier estación Rami-
ro come una sola vez al día un menú que invariable-
mente es de mate cocido y tortilla de harina y grasa. Ramiro observa a los otros obreros de la planta
Día a día abre un claro en el monte, con sus hú- cubiertos por apenas un chiripá
medas manos de tuberculoso que son un solo callo
amarillento. «sudando entre nubes de vapor junto a las ba-
Cuando vuelve a Santa Ana, el paisaje la chime- terías de difusores, las tinas y los vácum, cor-
nea de sesenta y cinco metros de ladrillo vertical lo tando con el brazo el chorro espeso y caliente
recibe. Todo en el poblado huele a quebracho. El que secaría tomando la forma de las bolsas, la
olor sale de las moledoras que empujan los rollizos cortante dureza del quebracho y su color, antes
hacia las cuchillas de acero que los desintegran, y se de ser embarcado para curtir los cueros y las
esparce por la atmósfera de ciénaga de las piletas y pieles de medio mundo.»
tinas adonde va a parar desde la cinta transportado- Rodolfo Walsh
ra, el rojizo aserrín.
40 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 41

En la barraca se asea como puede, y de allí va a nan del Centro Femenino. Sus escritos se centran en
proveeduría, a comprar a crédito algo de azúcar y la explotación y alienación en el ámbito cotidiano
vino, para endulzar y calmar las penas. Está tan can- del trabajo, la familia y el hogar. La propaganda es
sado que ni la promesa de una mesa de naipes y vi- repartida a las salidas de las fábricas, talleres y aún
no puede arrastrarlo fuera de su catre esa noche. dentro de los mismos conventillos –lugares habitua-
les del trabajo femenino a destajo.
Hoy especialmente, Virginia no puede volver di-
Un día en la vida de Virginia rectamente a su pieza. José fue encarcelado por re-
Virginia vive con su compañero en el conventillo partir propaganda a los estibadores llamando a or-
frente al mercado, desde fines del año pasado. Su ganizarse en sociedades de resistencia. Debe contac-
militancia anarquista ha hecho que fueran expulsa- tarse con alguno de los líderes anarquistas para asis-
dos de otras casas y que les resulte cada vez más di- tirlo y poder sacarlo de la seccional de policía don-
fícil encontrar habitación. A partir de los compañe- de se encuentra detenido.
ros del Centro consiguieron esta pieza que la obliga A todas estas obligaciones Virginia le suma las de
a caminar más cuadras para llegar a su empleo y a las la reproducción del hogar, que ese lunes de agosto
reuniones de la agrupación «Luisa Michel». no serán cubiertas porque la luna sobre el río le re-
Trabaja diariamente más de siete horas como te- cuerda que ya está entrada la noche, sino descansa
lefonista atendiendo más de 100 líneas junto con un poco no podrá levantarse por la mañana.
otras 25 obreras en una apretada sala sin ventanas.
En su mayoría son jóvenes de 16 años en adelante,
sin hijos, ya que es una condición de la empresa no Un día en la vida de José
emplear ni casadas ni viudas. A Virginia esto poco le José había nacido en Ponferrada –España– y había
importa; no está casada con José y no ha pensado llegado a Argentina en 1911. Luego de arribar a
aún en tener hijos; entre su trabajo y la militancia su Buenos Aires, había estado unos meses en Rosario
día casi no alcanza. ocupándose en trabajos temporarios y viviendo en
Su magro salario de 50 pesos mensuales es infe- casa de unos paisanos, pero finalmente se radicó en
rior al de sus colegas varones de la compañía telefó- la ciudad de Santa Fe. Poco a poco se fue asentando
nica. Esto es habitual y aunque ha sido tema de de- en su nueva ciudad y hasta se casó con María la hija
bate con los compañeros militantes es difícil instalar mayor de su compadre Pedro.
la consigna: «a igual trabajo, igual salario». Ahora trabajaba como estibador en el puerto de
De su trabajo va a la sede de la agrupación anar- Colastiné. Sus jornadas de trabajo de más de ocho
quista donde participa desde hace dos años. Su espí- horas pasan en las bodegas de los buques. El se ha
ritu batallador hace que su voz sea habitual en las especializado en este tipo de carga. La «ciencia» de
discusiones y en la letra de los manifiestos que ema- acomodar las bolsas de un solo golpe en las entrañas
42 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 43

del barco lo han convertido en un baqueano y le


permiten ganar unos centavos más por jornal.
Día tras días la misma carga y el mismo paso ace-
lerado, la misma fatiga resistiendo el calor y el ago-
bio del encierro en un espacio saturado de vapor de
agua, del polvillo de los cereales o del azúcar se le
imponen a José, que también día tras día añora más
un poco de descanso.
No ha tenido accidentes, pero muchos de sus
compañeros sí. Resbalarse desde la planchada de
carga, caer al río o a la bodega han lastimado o
muerto a un sinnúmero de estibadores.
Al caer la tarde de vuelta en su humilde casa de
chapa y madera, José se refresca en el patio, se pon-
drá la única ropa de salida que tiene, se engominará
el pelo, se peinará el bigote y dejará a su esposa, pre-
parando la cena. El se va a tomar unas grapas al bar Estibadores en el puerto de Colastiné (ca. 1902)
Archivo Fotográfico del Ferrocarril de Santa Fe 1891/1948
del turco de la esquina, para poder sacarse el amar- Fundación Antorchas, 1991
go sabor del cereal en su boca.

Un día en la vida de Josefina ta casa de una planta que cuenta con todos los servi-
Josefina es oriunda de Esperanza. La posición social cios. Su madre heredó un discreto patrimonio de su
de su familia le permitió acceder al afamado Normal abuelo, un propietario rural de la zona de Desmo-
Nacional de Paraná para cumplir su sueño de estu- chados que supo vender muy bien sus tierras en el
diar magisterio. Una vez que el título legitimó su ciclo expansivo agrícola anterior al 1900. Su herma-
vocación docente pudo ejercerla en distintas escue- na se dedica a «sus labores», siendo la encargada de
las tanto de su ciudad natal como en Santa Fe para realizar la mayoría de las tareas del hogar.
finalmente coronar su carrera con un nombramien- Siempre se levanta muy temprano para preparar
to en el Normal 2 de la ciudad de Rosario donde tu- sus cosas y acicalarse con atención. Los niños y ni-
vo la posibilidad de trabajar junto a la innovadora y ñas que atiende y educa, provienen en general de las
prestigiosa Dolores Dabat. familias acomodadas de la ciudad. Ella debe iniciar-
Josefina vive con su madre y su hermana menor los en las primeras letras y números pero también en
Matilde a pocas cuadras de la escuela, en una coque- la batería de modales y prácticas propias de cada gé-
44 Nueva Historia de Santa Fe

nero, para hacer de los niños hombres de bien y de Capítulo 3


las niñas futuras esposas y madres ejemplares.
Terminada su tarea durante la mañana, vuelve a Dime dónde vives… y te diré quién eres
su casa donde se dispondrá a corregir los cuadernos
de sus pupilos y también preparar las clases del día por Analía García
siguiente.
Sin embargo esa tarde, es una tarde de visita. Re-
cibirán al pretendiente de Matilde –Juan Ignacio–
abogado e hijo de una familia «decente» de Córdo-
ba, conocido de sus primos de Santa Fe. La casa se
puebla de aromas de tortas y confituras para acom- Las viviendas son objetos de la cultura material que
pañar al té de las cinco, y hasta han contratado a una permiten la lectura de diferentes prácticas sociales,
doncella, para que atienda el servicio. comportamientos y modos que adquieren las repre-
La visita transcurre formalmente, bajo la atenta sentaciones de carácter doméstico o íntimo. Las
mirada de la matrona; termina sobre las siete, y des- prácticas de una sociedad requieren de espacios, y a
pedido el galán, las damas se retiran a rezar juntas el partir de ellos podemos comprender los símbolos
rosario. relevantes y las maneras de concebir las relaciones
La cena es frugal después de la opípara merienda. familiares. De ahí que, la expresión material del ám-
La noche se acerca y Josefina reflexiona sobre cuán- bito doméstico permite la incursión en un lenguaje
to extrañará a Matilde cuando se vaya de casa, y como expresión de las necesidades que un grupo di-
también sobre su futuro junto a su madre. señó para dar forma a sus modos de aparecer ante
los otros.
En otras palabras, las casas permiten una lectura
Para saber más y comprensión de las características que un sector
de la sociedad destinó para identificarse. Constitu-
BOOZ, Mateo La ciudad que cambió de voz, Talleres yen testimonios de diferentes signos necesarios para
Gráficos El Litoral, Santa Fe, 1938. la construcción de los espacios de sociabilidad que
BIALET MASSÉ, Juan Informe sobre el estado de la cla- permiten exteriorizar las diferencias, las analogías y
se obrera, Tomo 1, Hyspamérica, Buenos Aires, 1986. las desigualdades sociales. Gente decente, blancos,
WALSH, Rodolfo «Introducción de las notas de investi- indios y mulatos, inmigrantes, obreros y artesanos...
gación sobre el auge y la decadencia de la compañía in- constituyeron mundos de complejos significados,
glesa de tanino La Forestal», Contratiempo, revista de capaces de estratificar los emplazamientos rurales y
pensamiento y cultura, noviembre de 2000. - www.re- urbanos.
vistacontratiempo.com.ar/walsh_forestal.htm.
46 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 47

En una Santa Fe con herencia de orbe indiano...


A raíz de un convenio firmado por el Gobernador En ese entonces, la vivienda podía ser el rancho o
de Santa Fe, Juan Pablo López, llega en 1857 a la la casa de una planta con azotea. La casa que habita-
ciudad de Santa Fe Carlos Beck-Bernard, junto a su ban los Beck era una típica casa colonial de patios: el
esposa Lina, a fin de dar cumplimiento a la obliga- primero daba lugar a la sociabilidad de sus morado-
ción de la compañía colonizadora Beck y Herzog res; los subsiguientes, eran servicio, que hacían a la
fundando la colonia de San Carlos en la provincia. distribución de ambientes para acceder a la cocina,
La familia Beck se instala en una casa de la plaza baños, caballerizas, altillos, entre otros.
mayor de la ciudad de Santa Fe y desde un mirador, Ese mirador le permitió a Lina describir esta ciu-
Lina contempla la ciudad, sus barrancas lejanas y el dad heredera del proceso fundacional. Debemos te-
río que la transita. En su escritura, cinceló el deve- ner en cuenta que, la urbanización de Santa Fe res-
nir de ese orbe indiano y sus costumbres tradiciona- pondió al trazado colonial del esquema en damero,
les, herencia de tiempos coloniales. plano de parrillas de hierro, característica de las ciu-
«Santa Fe desde la azotea» era vista como la ciu- dades hispanoamericanas. Da muestra de las dispo-
dad mejor y más segura de la Confederación Argen- siciones del período fundacional y del esfuerzo de la
tina. En ella, encontraba casas «de aspecto morisco» corona española para disponer de un programa de
en una profusión de árboles frutales que compartían emplazamientos que contemplara, a saber: la elec-
el ambiente de esbeltas palmeras. ción del lugar, la regla de una cuadrícula bien deli-
mitada, la distribución del espacio a partir de una
«La casa que ocupamos es muy amplia y dis- plaza central, plaza mayor o plaza de armas que da
puesta al modo oriental como lo son las casas ubicación al cabildo o ayuntamiento y a las iglesias
antiguas de este país, que conserva los usos y que se abren a partir del trazado de calles que de-
costumbres de Andalucía. Tiene pocas abertu- marcan cuadrados precisos.
ras al exterior y más puestas que ventanas. La Las escenas en los patios de las casas vecinas for-
entrada principal o zaguán conduce al primer man el eje de su cuadro. Del aljibe sacan agua o lle-
patio, a cuyo alrededor se abren las puertas y nan sus tinajas mujeres pardas y mulatas, portadoras
ventanas de nuestras habitaciones. Un hermoso de un chal de colores muy vivos con el que se pro-
parral, formado de cuatro cepas, unas de las tegen del sol. Es ese mismo patio, el que recibe a los
cuales tienen el grueso de un árbol mediano, da niños en los momentos de juego, debajo de los na-
sombra muy grata sobre las baldosas rojas del ranjos, típicos de la región. En estas casas los límites
patio. Porque aquí no se usa la piedra como en entre el interior y el exterior eran bastante lábiles
Buenos Aires. Los techos son de azotea». para las actividades, siendo razonable que lo mismo
Lina Beck-Bernard El río Paraná. Cinco ocurriera con las cosas y las personas envueltas.
años en la Confederación Argentina 1857-1862
48 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 49

tada en cuclillas, ponen a hervir agua en una pa-


va y tiene en su mano, preparado, un mate de
plata. Espera que hierva el agua para cebarlo y
servirlo a las fumadoras. Bajo el mismo corre-
dor, algunas jovencitas bordan y hacen encajes»
Lina Beck-Bernard El río Paraná. Cinco
años en la Confederación Argentina 1857-1862

En Santa Fe, las mujeres se levantaban temprano


para asistir a misa, pasaban la mañana entregadas a
las labores de aguja y a los menesteres de la casa,
hasta entrada la hora de la comida, generalmente a
las dos de la tarde. Luego dormían la siesta hasta las
cuatro, en un ambiente que parecía enmudecerse.
Tras el baño en el río y la toilette en la casa hogare-
ña se presenciaban las visitas. Estos encuentros re-
velaban también la diversidad del espacio social: las
damas que no salían de visitas se sentaban en la
puerta y aquellas calles que por horas aparecían de-
siertas, cobraban nueva vida. Se abrían las puertas y
Casa del la familia Aldao. Santa Fe las grandes ventanas de rejas y con ellas se abría pa-
ca.1930.
Museo Histórico de Santa Fe so a la elegancia. Hasta las casas más pobres eran en-
galanadas.
Había familias muy numerosas de pardos y mu-
latos donde vivían juntas hermanas y primas y aun-
que contaran con un solo vestido de seda, un par de
aros de topacios o perlas y un solo abanico de mar-
«Algo más lejos, una criolla muy elegante ha fil dorado, todas se turnaban para lucirse, cada una,
colgado un espejito de un pilar y alisa y adere- en la puerta de su vivienda.
za sus abundantes cabellos con gracia muy es- En las casas de familias acomodadas había salas
pañola. Algunas mujeres viejas, sentadas bajo que contaban con muebles y dormitorios elegantes.
un corredor, lían hojas de tabaco sobre sus ro- Las diferencias se encontraban en los objetos que
dillas, hacen con ellas enormes cigarros y se po- decoraban los ambientes. Eran típicas las pinturas
nen a fumar. A pocos pasos una indiecita, sen- traídas desde la tierra natal europea; otras incluso
50 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 51

provenían de Córdoba, siendo resaltada permanen- la leche, deliciosa, en una copa de cristal, dora-
temente la devoción religiosa de estas familias en sus da por una joven india, sirvienta de la estancia.»
prácticas. En las antiguas y espaciosas moradas so- Lina Beck-Bernard El río Paraná. Cinco años
lían vivir hasta tres y cuatro generaciones: abuela, en la Confederación Argentina 1857-1862
bisabuela, madre, hijos y nietos. Las mujeres se ca-
saban muy jóvenes y sus maridos se veían obligados Debe asimismo tenerse presente que más allá del
a largas ausencias debido a los trabajos de las estan- río, se confundía el horizonte con la línea verde y
cias, a los llamados de la guerra y permanentes con- ondulada de la selva chaqueña, con sus inmensas so-
flictos con Buenos Aires. ledades y sus indios. Vista con ojos de viajero, Co-
Cuando se paseaba a caballo por el campo, Lina lonia Obligado que se había formado con la presen-
experimentaba la hospitalidad de una familia rural, a cia de 2000 indios mocovíes, llama la atención de
quienes denomina como «criollos» narrando sus Juan Bialet Massé por su excelente labranza y cose-
modos de vida: cha de maíz, como por el orden y la limpieza de sus
viviendas:
«Entramos en la casa, construida de adobes, la-
drillos secados al sol. Un alero, bastante am- «Marido y mujer no invitan a entrar, doy á los
plio, forma una especie de galería. El mobiliario muchachos un puñado de galletas, que es la
no puede ser más sencillo. Las camas son catres gran golosina del indio, y están contentos como
de lona, pero de una limpieza extrema. Están unas pascuas. El rancho es alto, construido de
cubiertas por unas colchas floreadas, de colores adobes que entran en un cruzado de maderas y
vivos, y tienen almohadas de percal rosa con de dos aguas, con mucha caída, amplio y cómo-
fundas de muselina bordadas y adornos de ma- do. –La casa está limpia y bien hecha; hay allí
llas criollas. Adosados a la pared, se ven dos o todo lo que tiene el labrador cuidadoso… yo
tres baúles de cuero, una o dos sillas, una arque- me fijo que hay allí higueras y duraznos, flores
ta, una guitarra o imágenes de santas y de la y plantas medicinales; todo bien cuidado y lim-
Virgen. pio, y una magnífica planta de algodón está di-
Pronto sacan de uno de los baúles dos alfom- ciendo que la colonia puede darlo y bueno.
bras de lana, de espeso tripe, tejidas por los in- Conversando con el indio, advierte de las plan-
dios de Córdoba; extienden una en el suelo y tas medicinales, del trabajo y en equiparación
con la otra cubren el baúl, convirtiéndolo en con un colono italiano «ese indio vale bien un
una especie de diván, donde me brindan asien- colono y tres también»
to. En seguida nos ofrecen mate, que no acep- Juan Bialet Massé Informe sobre
tamos, porque tenemos en horror el tal brebaje el estado de la clase obrera.
[…] Luego van a ordeñar una vaca y nos sirven
52 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 53

En una ciudad utópica, fruto del proceso


urbanizador de las colonias...
En la segunda mitad del siglo XIX, la provincia
transita por un «escenario de progreso» ocupando
un papel protagónico en el crecimiento social y eco-
nómico de la región de la pampa húmeda, mediante
su integración al mercado mundial basada en la pro-
ducción rural.
Santa Fe durante este período quintuplica la ocu-
pación de tierras destinadas a la producción de ali-
mentos. En paralelo, recibe una afluencia de pobla-
ción europea asentada en colonias. Estas caracterís-
ticas del proceso modernizador, basado en el merca-
do y en el comercio, motivaron la formación de un
mundo agrario esencialmente ligado los conglome-
rados urbanos.
La ubicación de las poblaciones santafesinas, en
muchos casos, estaba fundamentada en los caminos
que surcaban los transportes, a partir de una peque-
ña estación de ferrocarril, vitales para el modelo
agroexportador, en tanto enlazaba el hinterland
productivo con las ciudades, puertos del comercio.
Hacia fines del siglo XIX y primeras décadas del
siglo XX, en Santa Fe se fundan centenares de loca-
lidades que devinieron en centros urbanos de im-
portancia. En el compilado de 1901 sobre la provin-
cia realizado por Ernesto Brandt y Guillermo Pom-
merenke, ambos socios de la Sociedad Rural Santa-
Indios tobas, gran chaco, provincia de Santa Fe, 1901. fesina de Rosario que encargó y auspició la propa-
Fuente: H. G. Olds, Fotografías 1900/1943 ganda del progreso santafesino y promocionar la
Ediciones Fundación Antorchas, Buenos Aires, 1998
llegada de inmigrantes, editaron un libro de media-
na dimensión que contenía 280 fotograbados «de lo
más interesante que tiene la provincia, tanto en edi-
ficios públicos como en los privados, y de las prin-
54 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 55

cipales estancias y de los mejores productores», ad- obreros de algunas industrias, principalmente aque-
virtiendo al lector que: llas ligadas a la construcción de viviendas, a talleres
ferroviarios o bien a molinos harineros. También
«La Provincia de Santa Fe ha sido uno de los debe tenerse en cuenta los transportistas, comer-
principales factores de progreso y del grado de ciantes, artesanos e industriales que radicaron sus
prosperidad que ha alcanzado la República Ar- empresas en estos lugares, sumado a aquellos que
gentina. Su clima puro y exento de toda clase de ocuparon cargos en las jefaturas políticas, juzgados
enfermedades endémicas, así como su suelo fér- de paz, municipalidades, escuelas, entre otros.
til y apto a todas las ramas de la industria agro- El presidente de la Central Argentina Land Co.
pecuaria, han hecho de Santa Fe el punto de mi- en un informe que hace referencia a la crisis de 1890
ra de las naciones europeas, las cuales dirigen establecía que:
con marcada preferencia las corrientes emigra-
torias hacia nuestra querida provincia». «Los salarios en el campo no habían subido en
Ernesto Brandt y Guillermo proporción a los precios de la alimentación y la
Pommerenke República Argentina. La Pro- vivienda. Por tal razón, las personas que antes
vincia de Santa Fé en el principio del Siglo XX, invertían sus ahorros en la compra de los lotes
Rosario, 1901. urbanos, sólo tienen ahora lo justo para su sub-
sistencia».
Dirigido especialmente al inmigrante, el compila- The South American Journal, Londres, 7 de
do brindaba datos útiles respecto del precio de la junio de 1890.
tierra en las colonias, lotes de quintas, monto de los
jornales, precio de casas, ranchos o precio de la ha- Las representaciones formales de estas urbaniza-
bitación construida, costos de materiales de cons- ciones en la pampa gringa, recurrían a la cuadrícula
trucción, alquileres, precios de animales y alimen- y las líneas rectas. Se levantaba el tejido urbano so-
tos, vestido, útiles de escuela y costos de asistencia bre un terreno prácticamente plano. En líneas gene-
médica. Completaba la información los costos de la rales, la constitución de estos nuevos conglomera-
construcción, precios de los animales, de plantas y dos respondía a una representación mental de lo ur-
árboles frutales, costos del vestido, útiles de escuela bano. Existieron numerosas reglamentaciones lega-
y la asistencia médica. les para el asentamiento de las colonias: la presencia
La demanda por lotes urbanos procedía de dis- de una plaza central que anexaba en su perímetro
tintas personas. Muchos agricultores preferían resi- numerosas instituciones públicas –Iglesia, escuela,
dir en los centros urbanos y no en las parcelas agrí- comisaría, autoridades locales. Pero más allá de esta
colas que explotaban. Una demanda importante de serie de ordenamientos, actuó un imaginario de ciu-
los lotes provenía de trabajadores rurales o bien de dad, con espacios amplios alejados del hacinamien-
56 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 57

to existente en las principales ciudades europeas o


argentinas, en sí mismas, con la presencia de un am-
plio boulevard y la ausencia de parque público, el
espacio verde de una gran urbe. En este sentido, el
común denominador de estas ciudades santafesinas
configuró la privatización del ámbito del parque, en
tanto que cada morada respiraba del clima soleado
en su propio terreno privado.
Cuando recorrió Colonia Candelaria –actual ciu-
dad de Casilda–, Estanislao Zeballos, alternando su
vocación de escritor con la función pública, señaló:

«Estamos ya en el laberinto de zics zacs forma- Barrio Norte de Rufino, ca. 1900.
dos por las calles perfectamente rectas, anchas y Raúl Bulgheroni, Evolución de una ciudad pampeana a través de las fotografías
de los Della Mattia, de Rufino 1900-1993.
limpias que dividen los cuadros de trigo, de li-
Buenos Aires, 1993.
no, de maíz. Tomamos la calle real [...] dobles
filas de esbeltos y rumorosos álamos [...] Las
calles laterales que caen a la avenida están igual-
mente guarnecidas de de hileras de árboles, ga, existió una urbanización homogénea que hacía
porque éste es el cerco que se exige para las emerger a una ciudad idéntica a su contigua, seme-
concesiones, de tal suerte que se viene a los ojos janzas que podían reflejarse en las estaciones de fe-
el espectáculo de una ciudad del nuevo sistema, rrocarril, sus calles anchas, aceras arboladas, jalona-
la más higiénica ciudad imaginable, formada de das por almacenes de ramos generales y despachos
colosales manzanas o cuadras de dorado aspec- de bebidas, donde la geografía urbana era surcada de
to, con marcos de lozano verdor». polo a polo por la línea férrea, primer esbozo de se-
Estanislao Zeballos, Descripción paración territorial de estas localidades. El ferroca-
amena de la República Argentina. rril dividía siempre las poblaciones en sectores de
La región del trigo, 1883. características diferentes.
A espaldas de la estación del ferrocarril, del otro
La fundación de colonias en la provincia de San- lado de la vía, se encontraba una comunidad de ha-
ta Fe respondió a un tipo de urbanización en serie bitantes en menor medida integrados a estos pro-
ligada a los impulsos económicos y comerciales del yectos urbanos, a pesar de haber sido producto tam-
modelo agroexportador, una variante del modelo de bién, de la práctica del loteo y de formar parte de la
«grilla» de las grandes ciudades. En la pampa grin- cuadrícula de la localidad.
58 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 59

En este clima de modernización de la economía y


constitución de una nueva sociedad, la vida privada
adquirió una nueva redefinición. Prestando aten-
ción a los modos de resolver las técnicas constructi-
vas y las formas de solucionar la vida cotidiana, Es-
tanislao Zeballos continúa su relato sobre Colonia
Candelaria, sosteniendo que las casas de los colo-
nos:

«se suceden paso a paso ocupando los ángulos


de los cuadros, perfectamente alineadas, cons-
truidas con sólida y elegante sencillez, y bajo
planos diversos que revelan a priori las condi-
ciones de fortuna de cada uno»
Casa Colono Federico Bock
Estanislao Zeballos, Descripción amena de Colonia Guadalupe, ca. 1910.
la República Argentina. Museo Etnográfico de Santa Fe
Colección Juan Fco. Seguí
La región del trigo, 1883.

Colonia Candelaria se había convertido para Ze-


ballos en un espectáculo que daba posibilidades de y es dedicado á la cría de hacienda y á la agri-
tierra, semillas, implementos, máquinas, animales y cultura, teniendo 2.000 cuadras sembradas de
dinero al colono, garantizadas por sus cosechas. Se trigo, lino y maíz. La hacienda se compone de
convertía en una especie de lección, en tanto que ha- 1.300 vacas mestizas Durham con reproducto-
bía sido fruto de la obra exclusiva del capital parti- res también Durham, 800 ovejas mestizas Lin-
cular de Carlos Casado de Alisal, quién no recibió coln y 50 yeguas mestizas. Tiene 780 cuadras al-
subsidios oficiales y tuvo como resultado la trans- falfadas, divididas en potreros».
formación de una estancia de diez leguas en una es- Ernesto Brandt y Guillermo Pommerenke
pecie de campiña europea. La Provincia de Santa Fé en el principio del Si-
Para los propietarios implicaba poseer en el mun- glo XX…, 1901.
do rural un solar de estas características:
Por otra parte, no debemos presuponer que no
«ESTANCIA SAN JOSE, DE PROPIEDAD hayan existido distancias sociales en el interior de
DEL SEÑOR MANUEL TORRES.– El esta- muchos de los establecimientos rurales. La vida no
blecimiento tiene 3 leguas cuadradas de campo, era la misma para los peones agrícolas que trabaja-
60 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 61

ban por un jornal: peones permanentes, juntadores La dura jornada de trabajo para los juntadores de
de maíz, desgranadores, de siega y trilla, estibadores maíz comenzaba al amanecer y finalizaba con la
y carreros. puesta de sol. Días de calor, heladas, la persistencia
Los peones permanentes conformaban una po- del rocío que caía sobre las espigas, causaban serias
blación joven, en gran medida masculina, que debía lesiones en la piel. Tras haber finalizado la cosecha,
tener ciertas destrezas físicas para complementar su el padre de familia solicitaba un caballo prestado y
trabajo en las tareas temporales de las cosechas de salía a la búsqueda de otro campo para continuar
trigo y lino. Por otro lado, estaban los peones con- con el transcurso de vida migratoria que envolvía el
tratados. La contratación, en la mayoría de las oca- trabajo temporario.
siones, era concertada verbalmente, pagándose por En 1894, un corresponsal del diario La Nación
el trabajo de manera mensual. En ciertas ocasiones, describía la dureza de estas jornadas al recorrer con
los agricultores que se veían imposibilitados de pa- su relato el área rural santafesina:
gar en efectivo, solían tomar peones «a la réndita»,
es decir otorgándole parte de la cosecha. «El sol canicular, cayendo sobre los trabajadores
La vida de un peón de campo no era sencilla. como plomo derretido, amenaza calcinarlos; en
Ocupados en las tareas de arar, debían levantarse a el suelo caldeado a punto de quemar la suela de
la una de la madrugada para preparar los animales los zapatos, parece despedir fuego: la atmósfera
de tiro y comenzar su rutina de trabajo que se pro- es atmósfera de fragua, un pequeño anticipo de
longaba hasta la media tarde. las del infierno; y sin embargo no menos de cien
Para juntar el maíz, incluso familias enteras aban- mil personas –cosecheros, peones, maquinistas,
donaban sus núcleos urbanos para trabajar a desta- mujeres y niños– trabajan sin darse descanso, de
jo, dependiendo de la cantidad de bolsas recogidas sol a sol, sin comer, bebiendo agua caliente fuer-
por día. Según se había pautado en el contrato, eran temente impregnada de alcohol, en la fatigosísi-
alojadas en los galpones de los campos y su alimen- ma tarea de la siega, que felizmente es obra de
tación obedecía a lo convenido. pocos días, pues si hubiera de prolongarse meses
Sabido es que, sobre la base del cronograma esti- no había hombres bastantes para reemplazar a
val y laboral, muchas familias dejaban su lugar de los que caerían fulminados por las insolaciones y
residencia habitual para ir a trabajar temporalmente los reblandecimientos. ¡Terrible tarea!»
en las cosechas de maíz. La estación otoñal también Diario La Nación, Buenos Aires, 16 de di-
implicaba un momentáneo desarraigo para sus hijos, ciembre de 1894
que debían dejar la escuela y retornar cuando el pe-
ríodo lectivo se encontraba avanzado, distancia in- Para los peones ocupados en las trilladoras, la
salvable que ocasionaba la pérdida del año y la per- faena comenzaba a las cuatro de la mañana, jalonan-
manencia del analfabetismo de la población. do cada cuatro horas un descanso de quince minu-
62 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 63

tos y una hora para almorzar. A las veinte horas, fi-


nalizaba su trabajo, llegaba el descanso. El lecho pa-
ra dormir constituía la misma paja de trigo, a la in- En el advenimiento de ciudades puerto
temperie y en caso de lluvia, el resguardo debajo de ejes del modelo agroexportador...
una casilla o de la misma trilladora. Si tenemos en cuenta una generalización urbana a
Estas diferencias que podían vislumbrarse en el principios del siglo XX en Argentina, las moradas se
transitar de la jornada laboral o de sus prácticas cul- reorientaban siguiendo una alineación que parte de
turales, también tenían puntos nodales de encuentro una plaza central, núcleo de las instituciones públi-
como la llegada, en los días de descanso, del hijo del cas y religiosas –la autoridad comunal, el edificio de
propietario del campo para jugar con los niños de policía, la iglesia y el correo. De tal modo, la cuadrí-
los peones, ir a misa en la Iglesia de la localidad, cula y la intersección de calles formaban un cuadro
concurrir a la misma escuela, entre otros. Ello no en damero, que fueron caracterizados por numero-
implica que se abandonara la demarcación de las di- sos comentarios de viajeros como el francés Jules
ferencias sociales. En el plano de lo simbólico, podía Huret; en su recorrido de Buenos Aires al Gran
reflejarse como en la ciudad de Firmat, en los vitra- Chaco –de 1909– Huret visualizaba ciertos patrones
les de la capilla de la plaza que representan a cada comunes: calles pavimentadas y provistas de aceras
una de las familias originarias del emplazamiento. que se abrían desde la plaza central, tras de sí, el cre-
La evolución de los pueblos, desde luego, no fue cimiento de hierbas y otras calles donde los caballos
homogénea. En la primera etapa de la colonización levantando una polvareda asfixiante. Remarcó las
agrícola –aproximadamente hasta 1880– varios de discrepancias que se rasgaban entre construcciones
ellos atravesaron difíciles circunstancias. Algunos bien blanqueadas del centro, teniéndose en cuenta
declinaron o bien se estancaron como resultado de otras grises de tierra apisonada o de adobe en los ba-
una rápida expansión del transporte que privilegió a rrios, donde tendían a establecerse los trabajadores
los centros urbanos mejor localizados. Por su parte, estacionales o bien otros pobladores procedentes de
San Carlos y Esperanza, presentaron hacia finales las capas más pobres. Quienes vivían cerca o junto a
de siglo los niveles más bajos de analfabetismo y la los varios arroyos o cauces de agua que cruzaban
mejor situación relativa en materia de vivienda de una ciudad en su camino, corrían riesgo de inunda-
toda la provincia. También eran las dos colonias que ción cuando llovía mucho, sumado a la perspectiva
reflejaban el crecimiento de grupos intermedios du- desagradable de ver la basura y los desechos fluyen-
rante el boom cerealero en la provincia. do por sus terrenos. Cuando no se obtenía agua di-
Debajo de estas actividades de mayor dimensión, rectamente de fuentes naturales, como lo hacía la
se movía todo un mundo de pequeños artesanos, mayoría, debían realizarse pozos de extracción en
herreros, albañiles y comerciantes, dueños de me- terrenos de desechos, motivo de numerosas conta-
dios de transporte y de hornos de ladrillo. minaciones.
64 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 65

La elección de las opciones buscadas por la elite modos de vivir las acciones privadas de la mirada
en cuanto a la técnica y los ámbitos diseñados para externa. Mientras las casas de la elite se engrosaban
sus casas creó efectos de prestigio que expresaron en sus servicios y funciones, los sectores populares
las diferencias y las desigualdades respecto de las vi- continuarán transitand
viendas de los sectores populares, dado que estas úl-
timas se resolvían de manera sencilla y austera. «La casa grande suele componerse de: varios
Una manera de concretar estos espacios era re- dormitorios, salón para recibir a las visitas, bi-
suelta a partir de la construcción de ámbitos que ex- blioteca, living-room o salita de confianza,
presaran distinción en sus límites materiales, con boudoir –tocador donde se hace la toilette–,
presencia de objetos de prestigio que remitieran a una sala de billar o para otros juegos, comedor
estilos consagrados en Francia o en Inglaterra. diario y comedor de fiestas, habitación para ju-
Un almuerzo con champagne y café negro aromá- gar con los niños […], habitación para galerías
tico se coronaba con temas de conversación alrede- y varias habitaciones para servicio, cocina, offi-
dor de la belleza, el arte de los mármoles, pintores, ce con montacargas, despensa, cueva para con-
maestros de música, literatos y sus dramas. Se plan- servar los alimentos. La casa mediana es el de-
teaban problemas relacionados con la economía, el partamento de dos o tres dormitorios con li-
alza de las acciones o la habilidad en la política. ving para los niños, dos cuartos de baño, salón
No deja de llamar la atención el número de em- y comedor o living-comedor, cuarto para ni-
pleados en el servicio de una casa de sectores de la ños, office, cocina, dos cuartos de servicio con
elite santafesina, donde existía incluso un sirviente un baño, terraza o galería, un patio con lavade-
por cada miembro de la familia, por lo que en cada ro y un cuarto de enredos. El departamento pe-
hogar podían encontrarse un conjunto de veinte o queño es el que consta de una sola pieza para
más personas. Incluso quienes permanecieran solte- dormir, un living-comedor en el que hay habi-
ros a lo largo de su vida, establecían con los dueños tualmente un diván-cama que se puede conver-
de casa una relación de fidelidad que ha llegado a tir en cama por la noche, mientras durante el
hacerlos acreedores de legados testamentarios. Es día hace oficio de sofá; una cocina, un cuarto de
cierto que en buena parte, la mayoría del personal servicio con toilette, un lavadero».
doméstico estaba constituido por mujeres. En el in- María Teresa López, Cómo hacer
terior de las casas se leía y se jugaba a las cartas. Di- un Hogar Feliz, 1944
ferentes ámbitos de la lectura semanal transitó la no-
vela en las familias de gente «decente» y el folletín Siendo concientes del mostrar la interioridad, pa-
en la clase trabajadora. ra los propietarios, la casa y su hospitalidad debían
El hogar familiar comenzaba a transitar el mundo ser cuidadas hasta en el detalle, puesto que de ello
moderno, estableciendo jerarquías en diferentes nacía y se construía la imagen del solar doméstico
66 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 67

que se prestaba al juego social de exhibición de las


máscaras.
En la ciudad de Rosario, la residencia familiar de
los Estevez, ubicada frente a la plaza del centro cívi-
co, ofrece algunos indicios al respecto. Propiedad
tradicional de los Ibarlucea, fue reconstruida en el
último cuarto del siglo XIX, restaurada y ornamen-
tada en 1924 por los arquitectos Gerbino y Swartz,
cuando el matrimonio de Firma Mayor y Odilo Es-
tevez Yañez resolvió habitarla. Odilo era un inmi-
grante proveniente de Galicia que, al atesorar una
fortuna considerable, aspiraba a formar parte de un
grupo encumbrado de la sociedad.
En el ingreso de la casa y sobre su ala derecha, se Sala de recibo
Casa de la Familia Estevez de Rosario, ca. 1924
encuentra la sala de recibo, un gran recinto francés Museo Municipal de Arte Decorativo «Firma y Odilo Estevez» de Rosario
decorado con objetos y obras de arte provenientes
de Francia, anexada a un parlor, ámbito de conver-
sación más reducido e íntimo. cas, no obstante, al traspasar el patio central, se ac-
En cuanto a su fisonomía, y teniendo en cuenta el cede al ámbito privado, a la cotidianidad de la vida
sector social específico –la burguesía urbana rosari- privada o trato de visitas informales.
na– se desplegaba a modo de escenario el mobiliario La sala de recibo contenía una confluencia de po-
y utensilios que debían reflejar su posición social. sesiones burguesas, una vajilla determinada, de por-
La casa y su dinámica, su lugar de ubicación, el mo- celana de Sevrés o de Limoges usada para la recep-
biliario, como la vestimenta y los modales, constitu- ción de visitas, un mobiliario específico constituido
yen una enumeración de aspectos que identifican a por sillones franceses de estilos Luis XV y Luis XVI
esta burguesía, imponiendo distancia con el resto de de madera tallada y dorados a la hoja. Las paredes
la sociedad. enteladas en seda de damasco –que encierran pintu-
El salón o el decorado de la sociabilidad sin suje- ras del siglo XVIII francés, cortinados en encaje de
tos, pero con una acumulación de objetos caracte- Bruselas, vitrinas y cómodas, réplicas de las existen-
rístico de los salones palaciegos, donde el horror al tes en el castillo de Fontainebleau, esos adornos que
vacío hacía estragos al igual que en París, refleja su el buen gusto sugiere– eran tanto o más importantes
ordenación como espacio que transita de lo público que los mismos muebles, ya que si éstos están por
a lo privado. Quien ingresa, presencia las habitacio- necesidad, aquellos están por placer y para producir
nes que en ocasiones revestían el carácter de públi- placer.
68 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 69

La decoración remataba con una valiosa colec-


ción de abanicos que la dueña de casa acostumbraba
a atesorar y exhibir, algunos con varillaje en carey,
otros en nácar, madreperla y marfil. El tiempo se
marcaba con un reloj estilo Imperio sobre un hogar
de leños realizado en mármol italiano de Carrara.
Candelabros, apliques y arañas de estilo francés, ín-
tegramente realizados en cristal de Bacarat. El piso,
trabajado con taracea de roble, contiene el mono-
grama familiar en cada una de las esquinas del hall
central. Las salas fueron cubiertas con alfombras del
Buen Retiro español, manufacturas que en años an-
teriores eran privativas de los monarcas europeos.
Su ala izquierda era consagrada para el señor, co-
rrespondiéndole en el primer ingreso, el fumoir con
escritorio y biblioteca de ornamentación inglesa pa-
ra recepción de la amistad comercial en su práctica
de fumar y anudar negocios.

En la diversidad del mundo laboral urbano...


En otro margen, el desarrollo del hábitat popular en
el mundo urbano entre 1880 y 1930, estuvo signado
por el conventillo y la vivienda unifamiliar. Por lo
menos hasta 1910, el alquiler fue la forma más usual
de acceder a un techo, cualquiera fuese el tipo de la Conventillo 40 cuartos, propiedad de la Familia Iturraspe
Santa Fe, ca. 1900
vivienda. Con el Centenario, la aspiración a trans- Archivo Intermedio de la Provincia de Santa Fe
formase en propietarios se perfiló como una de las
formas de ascenso social posible y como un rasgo
cultural decisivo en la conformación de los sectores
populares.

Originalmente, el conventillo respondía a una re-


modelación de las casonas tradicionales de los estra-
70 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 71

tos altos de la sociedad que habiendo sido abando-


nadas por la búsqueda de viviendas más conforta-
bles y funcionales. Más tardíamente, se construye-
ron edificios específicamente destinados a obtener
una renta, siendo propiedad de los miembros de la
elite.
Se trataba de un conjunto de habitaciones que se
alquilaban individualmente a una familia o a un gru-
po, como ser de varones solteros, alineadas sobre un
pasillo o galería abierta a un patio lateral.
Al final de las habitaciones, se ubicaban las letri-
nas. Por lo general, no existían cocinas comunes, si-
no que cada inquilino ambientaba un brasero o ca-
lentador a querosén en el interior de su habitación.
En los espacios comunes, se realizaban activida-
des domésticas y no domésticas: además de cocinar,
se lavaba y planchaba la ropa de la familia, se traba-
jaba, puesto que un buen número de actividades la- Remate Barrio Parque Casas, Rosario, 1928
Museo Histórico Provincial «Julio Marc» de Rosario
borales de las mujeres se realizaba a domicilio.
En las condiciones de vida de los recién llegados
a la ciudad, el conventillo fue generalmente la pri-
mera forma de habitación que el nuevo medio le
brindaba. En el apremio de la subsistencia cotidiana, numerosos factores que quebrantaron la viabilidad
importaba más el costo del alquiler que la calidad de del conventillo, como el menor costo de los alquile-
la vivienda. El precio de la habitación equivalía ge- res en los suburbios de la ciudad y el comienzo de
neralmente a un tercio del salario de un trabajador los loteos en zonas urbanas alejadas del centro.
calificado. Por su condición de ciudad portuaria, Rosario
Muchos trabajadores no residían en conventillos, reunía en su centro a la elite y a los sectores popula-
ocupando casas de pensión o subalquilaban habita- res, lo que se reflejaba en la convergencia de los mis-
ciones de viviendas unifamiliares, compartían redu- mos espacios reservado para el ocio. Las damas de la
cidos departamentos o casas de dos plantas para va- «gente decente» compartían la misma plaza con sus
rias familias, en condiciones de hacinamiento que empleadas y familias vecinas. La erradicación de los
no diferían demasiado de aquellos. sectores populares del «centro» fue una de las pri-
Con el transcurrir del siglo XX, convergieron meras tareas que se impuso.
72 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 73

A comienzos del siglo XX, el sueño de la casa que posibilitaran el empleo domiciliario.
propia comenzó a verse materializado para los sec- El patio o jardín daba acceso al cultivo de una pe-
tores populares a través de la compra en mensuali- queña huerta o crianza de animales. Era común en-
dades de un lote de terreno y de la construcción de contrar en ellas, la cría de aves de corral, gallinas, pa-
la vivienda por medio de diferentes estrategias, se- tos en reducidos cañaverales, entre otros, que com-
gún las necesidades y presupuesto familiar. pletaban la dieta familiar.
Artesanos, obreros calificados y empleados –en- Si bien perduró con los años, la casa chorizo fue
tre otros– durante una larga porción de su vida, in- criticada por los planteos higienistas, a causa del re-
virtieron gran parte de su salario en el anhelo de la trete en los fondos, del agua de bombeo y de los
casa propia. obstáculos que aparejaba ante nuevas prácticas de
El acceso a la propiedad de la tierra fue posible higiene personal, dándose comienzo a la promoción
por la oferta barata de tierras privadas suburbanas y de otras tipologías habitacionales como la «casa ca-
las posibilidades de la autoconstrucción. En líneas jón» y los departamentos.
generales, la tipología individual fue la llamada «casa Otra alternativa individual en la urbe era la casi-
chorizo» que, aunque conocida desde fines del siglo lla o rancho. Se trataba de una habitación de adobe
XVIII, tuvo su más rápida expansión en todos los con techo de paja generalmente anclado en terrenos
centros urbanos del país hacia fines del XIX hasta la que no podían comprarse o alquilarse, ubicadas en
década de 1940. Angosta en el frente y extendida ha- parajes inundables o anegadizos.
cia el fondo, sus habitaciones de planta cuadrada se En líneas generales, la Argentina de la segunda
comunicaban en el interior entre sí y con el exterior mitad del siglo XIX y de comienzos del siglo XX,
hacia la galería del patio lateral. En su planteo, no registra un notorio aumento de sus índices de urba-
existía demasiada intimidad: el paso de cuarto en nización. La provincia de Santa Fe, bajo el impacto
cuarto posibilitaba el control y la falta de privacidad. del «boom» inmigratorio internacional, de la emi-
En realidad, se trataba de la tradicional casa de gración de los pobladores de la campaña circunveci-
patio central seccionada en un eje simétrico que la na y al calor de la expansión agroexportadora, cons-
convertía en dos fincas con patio limítrofe. La coci- tituyó un mundo de contrastes, donde convivían
na se encontraba en el fondo y la letrina separada de tanto casas modestas, ranchos, conventillos con
las habitaciones. El patio lateral permitía la entrada mansiones particulares o comercios de moda.
de carros, bicicletas, jardineras de lecheros, entre El interior de la vivienda y su equipamiento defi-
otros tipos de vehículos. El esquema distributivo nía espacios y prácticas que caracterizaban los mo-
permitía su adaptación a las variantes familiares. La dos de la intimidad familiar, espacios que permitían
amplitud de las habitaciones podía ser utilizada por el reconocimiento de los gustos, de sus lecturas, de
varios hijos de familia o bien ser alquiladas a pensio- su conversación, debates políticos y los particulares
nistas e incluso la instalación de medios de trabajo modos de sociabilidad.
74 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 75

«CANCION ANARQUISTA
Yo soy un pobre obrero que cruza
por el mundo
se elevan en mi vista magníficos palacios,
y sólo una cabaña yo tengo por mansión
donde la higiene nunca llegó a mostrar
su influjo
y adonde asoma apenas la clara luz del sol.»

Puerto de Rosario, 1876. Museo Histórico Provincial «Julio Marc» de Rosario


La Voz de la Mujer, 27 de Marzo de 1896

Estas formas de comportamiento analizadas y las


actitudes adoptadas respondieron a factores cultu-
rales que posibilitaron caracterizar los mecanismos
de apropiación del espacio, la construcción de re-
presentaciones, los modos de emitir efectos simbó-
licos frente a otros y las formas de referencias de di-
ferentes posiciones sociales. Estos comportamientos
manifestaron los modos de construir las lógicas de
representación y las disposiciones para aceptar las
nuevas formas de vivir el tiempo laboral y el dedica-
do al ocio.
76 Nueva Historia de Santa Fe

Para saber más Capítulo 4

ASCOLANI, Adrián (Compilador) Historia del Sur Santa- Vestir la cotidianeidad: cuerpos, modas y lugares
fesino. La sociedad transformada (1850-1930), Platino,
Rosario, 1993. por Lilian Diodati
DEVOTO, Fernando; MADERO, Marta (Directores) Histo-
ria de la vida privada en la Argentina. Tomo II La Ar-
gentina plural: 1870-1930, Taurus, Buenos Aires, 1999
FALCON, Ricardo; STANLEY, Myriam (Directores) La his-
toria de Rosario. Tomo 1 Economía y Sociedad, Homo
Sapiens, Rosario, 2001. De la mano de los distintos procesos conducentes a
LOBATO, Mirta (Directora) Nueva Historia Argentina. la consolidación del estado provincial, las transfor-
Tomo V El progreso, la modernización y sus límites maciones se suceden en toda la sociedad santafesina,
(1880-1916), Sudamericana, Buenos Aires, 2000. y por ende también se transforman los cuerpos y sus
percepciones.
El cuerpo puede considerarse como una expre-
sión individual, como una estructura que «habla»,
revelando un sinfín de informaciones, aunque el su-
jeto guarde silencio. En síntesis, el cuerpo actúa co-
mo un instrumento primario a través del cual pue-
den observarse las modificaciones de las peculiari-
dades del desarrollo de las relaciones interpersona-
les, en donde no sólo es importante mirar, sino tam-
bién ser visto.
El cuerpo emite diferentes señales que varían se-
gún los distintos contextos socioculturales, adqui-
riendo distintas connotaciones en cada situación y
espacio particulares. Los cuerpos vestidos cambian,
tal como lo hace la moda. Estas modificaciones con-
viven con persistencias de épocas anteriores, a las
que paulatinamente van invadiendo, conformando
una nueva forma de considerar al cuerpo y en espe-
cial al cuerpo vestido.
En 1860, un viajero italiano, Paolo Mantegazza,
78 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 79

describía minuciosamente la vestimenta del perso- mo una producción estética derivada de los gustos
naje tradicional de estas pampas, el gaucho, [que] ha compartidos en una época que implica la produc-
buscado todo lo que pueda hacerle más cómodo su ción de objetos cotidianos, desde las viviendas o el
vivir. Los pantalones lo aprietan, la corbata lo opri- mobiliario hasta la vestimenta, las alhajas y los auto-
me... rasga en el medio un trozo de paño y pasando móviles. Pero de todos estos objetos de uso diario,
la cabeza por la hendidura hace una especie de casu- el vestido resalta como uno de los elementos más re-
lla que llama poncho; otra tela (chiripá) le ciñe la presentativos, ya que por su contacto directo e ínti-
cintura y cae en amplios pliegues sobre los muslos, mo con el cuerpo, facilita saber quién es y quién
dejando desnudas las piernas, que cubre con botas de quiere ser cada cual.
potro o calzado sin curtir fabricado con el cuero de Porque demostrar quién es cada cual en esta so-
las patas del caballo […] esta manera de vestir es ciedad santafesina en la segunda mitad del siglo
modificada por las modas europeas, que se van infil- XIX, implica también disponer de un espacio en
trando lentamente. El paisaje de la vestimenta, tam- donde ese cuerpo pueda desenvolverse. El uso de
bién se va impregnando con los vaivenes de las mo- ese espacio está en directa relación con el condicio-
das foráneas. namiento impuesto por factores culturales, sociales
Esas transformaciones que se desarrollan a partir y emocionales, así como por la estructura física del
de la segunda mitad del siglo XIX, tienen como co- ambiente y por las variables de la personalidad.
rolario una redefinición de la sociedad civil, una re- Una dama notable de la ciudad de Santa Fe, no se
definición sobre la que no pueden establecerse lími- mostraba ni utilizaba el espacio a su alrededor del
tes precisos, sino más bien unos flexibles y oscilan- mismo modo en que lo hacía una inmigrante recién
tes, paulatinamente construidos sobre los viejos pa- llegada a la colonia Esperanza, o una india mocoví.
rámetros de la sociedad del litoral a los cuales se le En esta utilización del espacio, también la indumen-
adicionan las influencias de la «modernidad». Con- taria representa una importante función de refuer-
vivencias de un pasado reciente, nuevas ideas im- zo, acentuando no sólo el lugar social, sino además
portadas y como resultado, la construcción de dife- las formas de comportamiento de dicho lugar. Para
rentes espacios en donde se pueden observar estas ello basta pensar en cómo esta dama notable puede
modificaciones. Y uno de ellos, aparentemente frí- imponer una sensación de aristocrática distancia al
volo, uno que cincela la configuración social, es la subir por las escalinatas de la catedral de la ciudad
moda, estableciendo una impalpable articulación de capital, una mañana de un domingo cualquiera para
mecanismos que terminan convirtiéndose en ele- ir a misa, vistiendo un voluminoso miriñaque, muy
mentos preponderantes de la vida cotidiana. de moda por estos años .
En virtud de ello, la moda puede caracterizarse El vestido siempre evidencia una significación y
no sólo como un conjunto de normas sociales –usos transmite informaciones relevantes en relación a la
culturales y formas de convivencia– sino además co- edad, al sexo, al grupo étnico de pertenencia. Puede
80 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 81

señalar una actitud hacia los demás, desde la forma- «Todas las bellezas propias de la mujer son de
lidad en el comportamiento al nivel de disponibili- carácter sexual, esto es, subrayan la diversa fun-
dad sexual; al tiempo que también es el vehículo uti- ción que la naturaleza le ha asignado en el gran
lizado para distinguir el status económico y social. misterio de la reproducción.
Esta importancia de la imagen de cada una/o, po- Sexual es la adiposa redondez de sus caderas, de
ne en movimiento una especie de juego de aparien- sus miembros y más especialmente de sus mus-
cias en donde las actitudes, la idea de belleza, y la los.
vestimenta van de la mano y se complementan en Sexual la sutileza de sus articulaciones, sexual la
una tríada en donde el protagonismo del cuerpo es pequeñez de la cabeza, la estrechez de la frente,
absoluto, aunque esté cubierto por las telas más fi- caracteres todos que dan a su cuerpo una singu-
nas y suaves o los paños más burdos y ásperos. lar delicadeza, una voluptuosa elegancia.
Si el vestido es una manifestación individual en el Sexual la estatura más baja que en el macho.
uso de un uniforme común a todos los seres huma- Sexual sobre todo, es la pequeñez de las manos
nos, su «uso» particular junto con los ornamentos y y los pies.
abalorios, implica completar la tarea del embelleci- Sexual el desarrollo de la cabellera que en las ra-
miento, porque embellecerse también significa dife- zas superiores son siempre más largas que en el
renciarse. hombre y aumentan los tesoros táctiles de la
Cuerpos de hombres y mujeres, pero en especial voluptuosidad y varían con su diversa disposi-
de mujeres, ya que en este escenario del mundo, el ción la elegancia de la cabeza, escondiendo, sin
vestido y la moda –de la mano con la idea de belle- ocultar, toda la hermosura del cuerpo.
za– toman al cuerpo femenino como el ámbito pro- Todos estos caracteres de la belleza femenina
picio para su desarrollo. son otras tantas promesas para el hombre que
Poseer belleza implica la posesión de un presti- las contempla.»
gio, uno que se traduce en la sensibilidad y delicade- Paolo Mantegazza, Fisiologia della Donna
za y nada mejor que la piel femenina para expresar- (circa 1880)
las. Una piel delicada que recubre carnes mullidas
para acunar a un niño, que envuelve manos y pies Una piel semejante a una perla, demuestra que la
pequeños, pero fundamentalmente caderas redon- dama en cuestión no sólo ama su casa, sino que sale
das, senos abundantes, propios de la función repro- poco, elemento importante en esta sociedad para di-
ductora. Escotes generosos asociados a la manifesta- ferenciarse de aquellas que, por su tez más oscura o
ción de una buena salud, que al mismo tiempo curtida por las inclemencias climáticas, evidencian
muestran una tez clara, como un criterio indiscuti- una pertenencia social distinta.
ble de belleza. En estos pagos la belleza también puede ser iden-
tificada con una piel no tan nívea, tal como un sin-
82 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 83

número de viajeros europeos lo relatan, extasiados cioeconómicas, el ser atractivo o atractiva, mantener
ante el exotismo de una piel morena y unos ojazos los rasgos juveniles el mayor tiempo posible, fue
negros. George Clemenceau deja constancia de ello: uno de los objetivos de esa sociedad que exaltaba el
séame permitido solamente mencionar unos grandes mito de la eficiencia, de la belleza y de la juventud.
ojos negros cargados de fulgores profundos, una piel
delicadamente dorada bajo la cual bulle una sangre
generosa, y una sonrisa muy suave que permanece Faldas englobadas, mujeres decorativas
joven a toda edad. y hombres públicos
Pero no sólo es el color de la piel un elemento im- El éxito se traduce en el cuerpo de las mujeres a tra-
portante, también lo es el cabello. Abundante y bri- vés de su elegancia y la calidad de sus adornos. Los
lloso, denota el cuidado y el tiempo dedicado a la vestidos se ensanchan y con el apogeo de los miriña-
toilette. Así como el cabello se cepilla con constan- ques –en la primera mitad de la década de 1860– una
cia durante largo rato, del mismo modo se hace más falda podía alcanzar hasta los tres metros de diáme-
frecuente el uso de agua de colonia, ya que las «ema- tro y requerir unos treinta metros de tela. Woodbi-
naciones femeninas» que en épocas pasadas se con- ne Hinchliff, en su Viaje al Plata en 1861, comenta
sideraban afrodisíacas, comienzan a inspirar cierta que en la ciudad de Santa Fe, para hacer tiempo en-
repugnancia como resultado de la gradual difusión tramos en un pequeño café, próximo a la costa del
de prácticas higiénicas. El hombre civilizado y la río, su dueño era un italiano y su esposa una linda
mujer civilizada prefieren eliminar esos olores «ne- francesa […] que era ayudada por su hermana […]
gativos» de su cuerpo, sustituyéndolos por aquellas los vestidos de estas mujeres eran algo raros: de mu-
sustancias etéreas –los perfumes– a las cuales se atri- selina, de corte ajustado en el busto hasta las caderas,
buye un poder purificador, así como la cualidad de en donde se ensanchaban de súbito con enormes mi-
refinar y elevar el espíritu. riñaques.
Ese refinamiento recibe el auxilio de la cosmética, Esto significa que la dama en cuestión puede pa-
arte de épocas inmemoriales cuyo significado decer algunos inconvenientes en su desplazamiento,
–adorno, decoración– proviene del griego, y que co- incluso para ir al lavabo, para lo cual necesita del au-
bró cada vez más importancia. Si bien puede consi- xilio de una doncella que la asista.
derarse como un instrumento empleado como len-
guaje de seducción fundamentalmente por las muje- «Restituta, bella y fresca como una rosa bien
res, representa una prolongación natural de la higie- abierta en todo su esplendor, estaba de pie, ata-
ne; una que en todas sus formas tiende a «exorcizar» viada de gran baile delante...! quedé extasiada!
el cuerpo salvaguardándolo de toda agresión exter- Nunca había visto a una mujer ostentar su be-
na y en particular de las propias –excreción y secre- lleza en el deslumbramiento de una traje de bai-
ción. Conforme avanzaron las transformaciones so- le. Restituta, alta y de majestuoso porte, pare-
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cióme de desmedida estatura. Su busto exhube-


rante, ceñido en la cotilla puntiaguda del corpi- El miriñaque es reemplazado hacia fines de la dé-
ño escotado, emergía de una cascada de hondos cada por el polisón, una armadura menos amplia,
pliegues de brocado de seda que, descendiendo con una cola tipo langosta marina, una especie de
hasta sus pies, apenas dejaba aparecer la punta ahuecador confeccionado con ballenas que general-
cuadrada de los zapatos de cabritilla blanca. La mente es independiente del vestido y permite que
riquísima tela, de un tinte perla o tórtola con éste tenga «vuelo» en la parte de atrás. Los vestidos
reflejos de plata, era de esas que se paraban so- acumulan faldas, volados, lazos, flecos y encajes y
las –según la fraseología de la época– aunque en llevan mangas largas al igual que los ruedos, largos
realidad las sostenían los arcos de los inmensos también y adornados con volados. Los zapatos son
miriñaques. El de Restituta, aumentado con los de varios modelos y aparecen las botas tobilleras. El
pliegues ahuecados de su regio traje, ocupaba pelo largo cae como en torrentes de bucles y de ri-
una respetable circunferencia... nada se me es- zos, se recoge y algunos peinados se rellenan con
capó; todo lo pispé; en su púdico descote, en lí- postizos.
nea recta de hombro a hombro, resaltaban a un La llegada de la máquina de coser mecaniza la
lado dos rosas, una muy blanca y otra muy ro- costura y alienta el consumo de una mayor cantidad
ja, rodeadas de hojas de un verde chillón; plu- y variedad de vestimentas, ya que las damas de so-
mas de loro, seguramente. Eran de pluma las ciedad al disponer a su alcance la gran variedad de
rosas y las hojas. Otro gajo de las mimas flores telas y adornos llegados de Europa que consiguen
enarbolábase en su cabeza. en las tiendas de los centros urbanos, o directamen-
Allá arriba, en el pináculo de sus jopos negros, te en Buenos Aires, ya pueden hacerse confeccionar
lustrosos y compactos por el aceite perfumado; sus prendas –algunas de las tiendas comienzan a es-
todo un frasco de aceite de jazmín habíase de- tablecer sus propios talleres de costura– siguiendo
rramado seguramente en la abundante cabellera los figurines importados de París, añadiendo los de-
de Restituta. Los negros jopos circuían en dia- talles locales propios del buen gusto provinciano.
dema su rostro redondo, terso y fresco, con Desde los anuncios periodísticos se promueve el
chapas encendidas en sus carnosas mejillas, y su acortamiento de las faldas, con el consiguiente uso
boca pequeña y roja sonreía, mientras se calza- de las botitas en cuestión, del mismo modo que las
ba en sus manos gorditas los guantes cortos y crinolinas o polisones con sus formas de pavo real,
estrechos de cabritilla blanca. Sus puños lucían los peinados tipo torta, con los consabidos adornos
anchas y flexibles pulseras de oro, con camafeos de cintas que caen sobre los hombros.
en medallones; una nube de blondas velaba la La indumentaria tradicional infantil, diseñada
parte superior de sus blanquísimos brazos.» con anterioridad a partir de los modelos de adultos,
Elvira Aldao, Recuerdos de Antaño toma otros rumbos y comienza a vislumbrarse la
86 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 87

utilización de líneas y cortes más simples, adecua-


dos a las exigencias físicas de niños y niñas. Esto fue
sobre todo el producto de llevar al plano de la mo-
da un estilo educativo, heredero de los postulados
del filósofo y pedagogo ginebrino Jean Jacques
Rousseau, quien criticaba esa forma de vestir a los
niños como personas mayores. Los llamados ma-
nuales de medicina casera ahondaban en una serie de
consejos para las madres en relación a este tópico.
Así en El cuidado de los niños del Padre Kneipp se
indicaba: debe procurarse que [el vestido] sea siem-
pre adecuado a la edad, desahogado, relativamente
ligero y no muy tupido, para que el cuerpo tenga al-
guna comunicación con el aire...la ropa interior sobre
todo, ha de ser extremada la limpieza, por lo que en
lo posible debe preferirse el lino para las camisas. És-
tas deben ser anchas a fin de que se produzca la me-
nor perturbación en la circulación de la sangre. En el
vestido exterior...désele asimismo suficiente ampli-
tud, sobre todo en la caja del cuerpo... al variar la
forma del vestido [con la edad] no debe perderse de
vista la prescripción en lo tocante a la conveniencia
de evitar la más pequeña opresión del cuerpo. Juzgo Fotografía de Niños - Fotografía Oriental de C. Rodríguez
inoportunos los trajes de soldado, de marinero y Rosario (ca. 1900)
Archivo personal Lilian Diodati
otros que pueden despertar el orgullo y la vanidad
de los niños.
El vestido, los colores elegidos y el arreglo perso- presentación en sociedad. Blanco el vestido de no-
nal se relacionan con la edad de las mujeres. Las ni- via, con un ingrediente que empieza a perfilarse co-
ñas llevan el cabello suelto, las adolescentes lo tren- mo característica del mismo, la cola, un elemento de
zan o cubren con una redecilla, mientras que las jó- extensión espacial, que aumenta la figura humana
venes llevan un peinado muy elaborado. Blanco se- haciéndola aparecer monumental, confiriéndole una
rá el vestido de la primera comunión como símbolo dignidad particular en las apariciones públicas. Ade-
de la pureza e inocencia, una práctica que también se más, con su derroche de tela, la cola se convierte en
repite en el blanco de la muselina del vestido para la una ostentación de riqueza, una riqueza que tam-
88 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 89

Entre las mujeres de los suburbios la moda osci-


la entre las líneas impuestas por las damas de socie-
dad, pero en la campaña sombreros, polisones y fal-
das amplias no combinan con las características del
espacio, aunque sí se evidencia un cambio, se alige-
ran las enaguas y desenvuelven los escotes.
Por su parte los hombres elegantes usan trajes de
levita oscura acompañados con sombreros de copa
alta y ala angosta. En las reuniones elegantes llevan
frac. Para la misma época aún se usa el cavour, cha-
queta hasta la rodilla, de paño oscuro, sin mangas,
con una simple abotonadura y de cuyas solapas sale
una capa corta, tipo esclavina que completa el abri-
go. Se usa sobre el saco permitiendo ver las mangas.
Las camisas llevan pecheras postizas, puños y cue-
Fotografía de Niños, Ceres (ca. 1923)
Archivo personal Sandra Fernández. llos separables que ponen contraste a las corbatas.
La indumentaria masculina del siglo XIX presen-
ta una peculiaridad que puede referirse como una
especie de «renuncia» a los ornamentos, en particu-
lar a partir de fines del siglo XVIII con los aconte-
cimientos de la Revolución Francesa, cuando facto-
bién se muestra en algunas indumentarias de digna- res de carácter esencialmente político y social, inci-
tarios y eclesiásticos. den sobre las formas del traje masculino.
Capítulo aparte para la ropa interior. Con un ori- Los calzones hasta debajo de la rodilla y las me-
gen de prendas prohibidas –alrededor de 1820 se dias se fueron convirtiendo en tabú por sus conno-
impone como prendas para las «muchachas de vida taciones aristocráticas y los pantalones largos hasta
turbulenta» – a fines de siglo alcanza el status de los tobillos adquirieron la dignidad de atributos
lencería, cuando el uso del miriñaque impuso «por «democráticos». El hombre en tanto «sujeto políti-
una cuestión de decencia», el uso del pantalón feme- co», traduce su actuación en el mundo público con
nino, indispensable para cubrir ese sector entre el sobriedad y austeridad en el vestir.
corsé y las ligas surgen toda una serie de prendas, Pero si el hombre tiene su ámbito exclusivo en lo
que confeccionadas en finas y suaves telas se perfila público y político, para la mujer queda reservado el
como el complemento perfecto del vestir de las da- privado y hogareño. La pasividad del papel otorga-
mas acomodadas. do como madre y cuidadora de los niños, se ve re-
90 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 91

forzado por la minuciosidad y el detallismo que de- tan siquiera una guerra, será una muerte anónima,
be emplear en su esfera «natural», la casa, la que de- colectiva, en donde el cuerpo se transformará en ese
be «decorar» y de la que tiene que ser el «principal síntoma putrefacto y contaminador que debe ser eli-
ornamento», es decir que sobre esta división de los minado, apartado. Es una muerte concebida como
lugares propios de cada sexo, sobre la mujer recae un cuerpo que ya fue, una muerte que el mundo de
también el mandato del cuidado del propio aspecto los vivos recluye al rincón de la intimidad, el silen-
y atractivo. cio y el ocultamiento.
Estos son los años en que el territorio santafeci-
no es azotado por la llegada del cólera. En 1867 se
Y las ciudades se tiñeron de negro producen los primeros casos en Rosario. Al respec-
Pero hacia fines de la década del ’60 este cuerpo de to Richard Arthur Seymour en su biografía Un po-
hombres y mujeres que se va cubriendo con los ata- blador de las pampas afirmaba, que «en un rancho
víos diseñados por una moda esencialmente euro- próximo al pantano inmediato a la ciudad y conoci-
pea, sufre aquí, en estas tierras un gran impacto. do con el nombre de laguna de Sánchez, que es el
Uno que desdeña ropajes y adornos. El de la muer- paraje en que se depositaban las basuras de la pobla-
te, una muerte avasallante e imponderable producto ción y a inmediaciones del cual, según testimonios
de las epidemias. de algunos, habían fallecido varias personas en bre-
La aparición de las epidemias marca una notable ve tiempo con los síntomas referidos.» Por su parte
diferencia en relación a la concepción que de la el cónsul británico, el médico Thomas Hutchinson,
muerte tenían nuestros coprovincianos. La muerte establece en la misma ciudad un hospital gratuito
de la primera mitad del siglo XIX, no es una muer- mantenido por su propio peculio, el Sanathorium,
te oculta, por el contrario es una muerte con color, destinado exclusivamente a combatir el cólera, en
con algo de lujuria, producto de una sensibilidad donde pone en práctica un tratamiento, el cual des-
que exalta una modalidad al mostrarla tan natural cribe en una carta a Guillermo Perkins con fecha 12
como la vida. de abril de 1867: «en todos los casos en cuya asisten-
En épocas de violencia, la muerte es frecuente- cia facultativa ha estado a mi cuidado...que ascen-
mente producto de guerras civiles, de confrontacio- dieron en la semana anterior a 135, sólo he tenido
nes políticas que las más de las veces llegan a la san- una mortalidad de 10 al 12%. El éxito que he obte-
gre, de disputas personales que terminan en duelo, nido por mi tratamiento, lo atribuyo muy particu-
de un estilo de vida de que no excluye a la agresión larmente a la precaución que he tomado siempre al
y a la intemperancia como sus características. Pero hacer mis visitas de ir provisto de estimulantes para
la llegada de las epidemias trastoca esta concepción; las fricciones externas de los pacientes, ropas de
ya no será una muerte individual, personificada, re- abrigo, como ser camisetas de franela y algunos tó-
lacionada con tal acontecimiento político, disputa, o nicos considerados como los más eficaces en las pre-
92 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 93

sentes circunstancias, tales como el chlorodyne, torio. Las mismas con su secuela de muerte, inun-
cognac y vino oporto.» dan el ánimo de la población, y si bien la marca del
Esta enfermedad, que si bien en palabras de Sey- cólera en el territorio de Santa Fe no alcanza las pro-
mour tiene relación [con] la gente criolla y en parti- porciones de la provocada por la fiebre amarilla en
cular la de condición social más baja que vivía en los especial en Buenos Aires, no era inusual observar
inmundos ranchitos de los suburbios, no deja de te- –fundamentalmente en los grandes centros urbanos
ner una impronta de gran alcance, ya que sus suce- de la provincia– a un sinnúmero de personas vesti-
sivas apariciones 1867, 1886 y 1894, elevó el núme- das de luto.
ro de afectados a más de 2000, poniendo sobre el ta- Su uso llegó a estar tan extendido, que incluso
pete consideraciones acerca de la implementación de abarcó a los vestidos de novia. Si el familiar había fa-
medidas de salud pública –a la luz de un higienismo llecido recientemente, se confeccionaban en un aus-
cada vez más arrollador. Una salud pública que no tero negro, pero a medida que el enlace se alejaba de
sólo tendrá por objetivo mejorar las condiciones sa- la fatídica fecha o el familiar no era tan cercano, el
nitarias de la población en general, sino que además luto se iba atenuando con pequeños detalles, azaha-
elaborará toda una serie de preceptos que incidirán res y cintas, ya en el vestido o con tocado, guantes o
notablemente sobre la consideración del cuerpo de velo de tul blancos. La moda del luto en los vestidos
los hombres y mujeres de esta sociedad. de novia perdura hasta prácticamente el primer de-
Paulatinamente el cuerpo individual también se cenio del siglo XX. En relación a los trajes de calle
va convirtiendo en un territorio a legislar y uno de femeninos, el luto se guarda rigurosamente en el
los medios por excelencia para llevar a acabo esta ta- primer año, posteriormente, con el transcurrir de
rea es el control del cuerpo –básicamente el femeni- los meses paulatina y gradualmente disminuye y se
no– a través de la medicina. reemplaza el negro por el gris. Para las prendas mas-
Las epidemias también ponen sobre el tapete al- culinas, el luto marcaba el uso de un brazalete ne-
gunas cuestiones relacionadas con el vestir y con la gro, que se cosía en la parte superior de la manga de-
forma de presentarse ante los demás: el luto. Esta recha.
costumbre es una herencia española, que desde el si-
glo XVIII establece normas que reglamentan su uso,
en especial cuando éste debía abarcar a toda la po- Cinturas apretadas, vidas ajustadas
blación a raíz del fallecimiento de algún miembro de Los años 1870, desaparecido el miriñaque –reempla-
la Familia Real. Esta práctica se refuerza, en virtud zado por el polisón– son testigos del retorno de la
de la influencia británica en estos pagos, cuando al «polonesa», una especie de vestido que separa la fal-
enviudar Victoria, la reina de Inglaterra, decide ves- da de abajo y que forma hacia atrás una cola con vo-
tir un luto total. Pero, al mismo tiempo no debe des- lados, encajes u otros adornos. Pero el verdadero
deñarse el impacto de las epidemias en nuestro terri- «rey» de la moda femenina de la época es el corsé.
94 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 95

mente incapacita a la mujer para el desarrollo de


cualquier actividad física útil, reduciendo su vitali-
dad, declamando en forma clara y directa su inhabi-
lidad para el trabajo, aunque por otro lado hace po-
sible esa «recompensa» a través de una serie de ven-
tajas en lo referente a su reputación, derivadas de su
«fragilidad y discreción». El auge del corsé se basa-
ba en su utilidad como signo de bienestar económi-
co, ya que mientras una dama de sociedad luce su ta-
lle avispa, las mujeres de los sectores populares se
«enfundan» en amplias vestimentas que no impiden
sus movimientos, pudiendo realizar así todo tipo de
labores, desde las domésticas hasta las del taller y el
corsé representa para algunas de ellas sólo un lujo
Fotografía de casamiento de luto, Villa Cañas (ca. 1890) festivo.
Archivo personal Lilian Diodati Para los años 1880s. los diseños van simplificán-
dose, a tal punto que desaparecen el polisón y los
drapeados, inaugurando la etapa de las faldas de cin-
tura estrecha y con forma de campana, gracias al es-
tilo de cortado, en muchos paños. Las mismas, fo-
rradas en batista, se acompañaban con una sola ena-
Elemento de tortura a los ojos actuales, es el que gua. El conjunto se completaba con blusas, general-
posibilita a aquellas mujeres tener el «talle avispa», mente confeccionadas en muselina, de cuello alto,
cuando las cinturas de 70 cms. se convierten en unas hermoseadas con jabots de encajes y mangas largas
de 50 cms. Su uso se difunde de tal manera, que aún abullonadas, que terminan en un puño también
las embarazadas se someten a ese calvario de más de adornado con encajes y puntillas. Ambas prendas
diez horas diarias, ya que el usar o no corsé también tienen su complemento en las chaquetas y las boti-
denota la pertenencia social. Una cintura «desatada» tas cerradas un costado, con sus botones al estilo
no sólo tiene implicancias morales, sino básicamen- polaina. Este tipo de traje va modificándose, tornán-
te está informando sobre las actividades y el estilo dose más masculino cerca del comienzo del nuevo
de vida de su portadora. siglo, en especial la falda, que se va angostando y la
Porque si el uso del corsé lastima la carne y pue- chaqueta, que deviene más larga y semientallada.
de alterar la posición de los órganos internos provo-
cando con el tiempo distintas enfermedades, básica-
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gue siendo la prenda elegida, acompañado con un


chaleco de seda blanca, al igual que la corbata o la-
zo, zapatos de charol abotonados y guantes también
blancos. Para otro tipo de reuniones formales, se usa
el jacquet, con camisa blanca, lazo negro, chaleco de
seda gris, al igual que los guantes de cabritilla.
Este traje de la burguesía que consiste en panta-
lones, chaqueta, camisa y corbata, nacido al inicio
del siglo XIX y consolidado en Europa después de
1848, no tiene nada de militar, es deliberadamente
civil, sobrio y oscuro, ya que en un Estado organi-
zado, donde ya no tiene un peso determinante el
empleo de la fuerza de las armas, las normas son es-
tablecidas por el crédito, la astucia, el cálculo o el ra-
cionalismo, en franca oposición con la improvisa-
ción. El carácter y la forma del traje –gris o negro–
que constituye un rasgo propio del «uniforme», es
un símbolo de confianza, responsabilidad y garan-
tía, quizás, en virtud de ello se convierte en prerro-
gativa del empresario burgués y del burócrata, dis-
tinguiéndose así de la «ropa», es decir de la indu-
mentaria tradicional del obrero y del campesino del
siglo XIX y principios del XX.
Fotografía señora sentada (s/d)- Ca. 1900
Archivo personal Lilian Diodati
La distinción
Esta «ropa» no sólo se distingue por la calidad de las
La vestimenta masculina telas y la confección, sino que tiene relación con el
Mientras el saco paulatinamente se va entallando, el «lugar» y las labores realizados por sus usuarios y
pantalón se amplía, con la raya perfectamente mar- sus usuarias. La moda poco tiene que ver con las
cada, y se difunde el uso del chaleco de cinco boto- prendas de los chacareros inmigrantes de las colo-
nes. Las camisas rayadas se combinan con cuellos y nias agrícolas, de los peones criollos, de las obreras
puños blancos intercambiables, impecablemente al- de la Refinería Argentina, de las costureras a domi-
midonados. Para las ocasiones elegantes, el frac si- cilio o la de los indios de los obrajes. Aquí sencilla-
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mente se trata de prendas para vestir, para cubrir un operarias. Para las mujeres «del campo», un intelec-
cuerpo expuesto a tareas generalmente duras y pro- tual como Carlos Lemeé, dedica un importante
longadas. Un cuerpo sobre el que recaen las marcas apartado de su obra de 1895 –El paisano, reflexiones
de los lugares sociales, cuerpos que generalmente no sobre la vida del campo– no sólo a la mujer, sino a
se consideran iguales a los demás. Cuerpos y almas los cuidados que ésta debe llevar a cabo para conse-
que son objeto de la variada gama de recomendacio- guir y mantener un hogar armonioso y adecuado:
nes y consejos de los higienistas y de los forjadores [debe] saber limitar sus necesidades y deseos ,el lujo,
del Estado, quienes en aras de construir una provin- el bienestar llevado más allá de sus recursos absorbe-
cia moderna, encarrilan cuerpo, vida y trabajo. rá las entradas...[debe] saber apartarse de esa emu-
Así, en este fin de siglo, innumerables prédicas de lación insensata que hace que cada una quiera sobre-
médicos y juristas inundan cientos de páginas no só- pujar a su vecina y la que es pobre pretende igualar
lo exponiendo sus postulados para el saneamiento a la que es rica...debe tratar que su casa sea cada día
de las ciudades, la mejora de la salud pública, el con- más agradable a su marido y sus hijos... y [tener] en
trol de las enfermedades, sino que también sus con- cuenta que el estudio del arte de preparar alimentos
sejos llegan al ámbito de la indumentaria y en espe- es incontestablemente más útil a una joven que el es-
cial al de las mujeres y particularmente de las muje- tudio de las modas.
res pobres. Su cuerpo, su cuerpo vestido y su cuer- Pero con la difusión gradual del modelo de vida
po desnudo es objeto de las preocupaciones cientí- burguesa, como símbolo de promoción social, to-
ficas, en pos de uno de los paradigmas de la época, dos los sectores de la sociedad, van adoptando la
la maternidad. forma de vestir de los burgueses, aunque «la moda»,
La idea de una madre amorosa, pura y sencilla se reserve para aquellos sectores más encumbrados de-
construye desde distintos lugares y uno de los prin- talles, adornos, conductas como propias del buen
cipales es el de la medicina, dado el peso de la «na- gusto y la distinción. La difusión de los cosméticos
turalización» de la función femenina, ya que su y productos medicinales de belleza impulsa su ven-
esencia consiste fundamentalmente en ser madre. ta en todo el espectro social, prometiendo restable-
Una naturalización que abarca a todas las mujeres, cer el color natural de la piel femenina, darle vitali-
pero que focaliza su prédica en las más pobres, en dad a los ojos o proporcionar un cambio digno de
virtud de ser ellas las escogidas para llevar adelante ser expuesto. El rostro debe lucir bello con la apli-
una estrategia de familiarización de las clases traba- cación de los afeites adecuados o con los reciente-
jadoras. Este discurso no omite referirse a cómo es- mente promocionados métodos de eliminación del
tas mujeres de los sectores populares deben vestirse vello aprobados por el Consejo de Higiene. Es decir
y comportarse. Así, por ejemplo se recomienda el una estrategia de mercado impulsa la compra de
uso de vestidos tipos túnicas, holgados, largos y ce- cosméticos, en tanto elementos distintivos, al tiem-
rrados al cuello, tipo delantal en color gris para las po que estandariza el tipo de vestimenta.
100 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 101

Mientras se acortan las faldas...


En los albores del siglo XX, el cuerpo de las muje-
res retorna gradualmente a sus formas naturales: el
reinado del corsé se termina y la cintura recupera
lentamente su tamaño. La moda resalta la cada vez
mayor necesidad de libertad de movimiento, y la
utilización de diferentes texturas y diseños, reser-
vando para la haute-couture prendas confecciona-
das en sedas y encajes chantilly, atuendos que se
complementan con la más variada gama de pedrería,
entre las cuales sobresalen los brillantes y las perlas.
Pero quizás la incidencia más notable en las líneas
impuestas por la moda europea, tenga directa rela-
ción con el progreso de la industria textil. Su nota-
ble desarrollo tecnológico, aunado a las transforma-
ciones sociales facilitaron la simplificación de las lí-
neas, convergiendo casi en una uniformidad calcada
del traje masculino, pero dando rienda suelta a la
creación en la confección de las más diversas telas y
diseños, al tiempo de recomendar como comple-
mentos necesarios amplios sombreros con plumas,
y puntillas por doquier emergiendo de las enaguas y
resaltando puños y cuellos. Así algunas tarjetas pos-
tales para enamorados, en los años 1910, se compla-
cen en mostrar en fotografías exultantes de color a
jóvenes damas de mirada soñadora y romántica, que
ataviadas con los designios de la última moda pari-
sina, son objeto de una contemplación extasiada por
parte de sus festejantes masculinos, los cuales no de-
jan de llevar trajes al último grito de la moda londi- Postal coloreada de una pareja (enero 1912)
Archivo personal Lilian Diodati
nense.
Mientras algunas lucen amplísimos sombreros de
colores coronados por un fárrago emplumado, otras
102 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 103

optan por ostentar un cuidadoso peinado con el ca- coqueta, es necesario, es absolutamente indis-
bello recogido, pero todas eligen mostrar puntillas y pensable, acostumbrar, habitual a la mujer de
encajes, más allá de si el traje o vestido es de líneas todas las capas sociales á la actividad y al traba-
sencillas o más rebuscado, con adornos de botones jo, como fuente de virtudes, de bienestar y ri-
o pasamanería. Las puntillas emperifollan cuellos, queza.
remarcan la cintura, ensalzan unas delicadas manos Que se familiarice con todas las labores del ho-
emergiendo de estrechos puños, o revolotean acica- gar, ya sea en la plancha, el lavado, la aguja, el
lando los bordes de las enaguas, otorgándole a la arte culinario, en la manera y modo de atender
ocasión un aire de seducción e ingenuo erotismo, un enfermo, etc, etc.; de manera que sea útil a si
resaltado por las miradas arrebatadas de sus parte- misma y á sus semejantes y no una muñeca de
naires masculinos, quienes en virtud de la ocasión salón, un objeto de lujo.»
visten traje oscuro, cuello palomita, flor en el ojal y Vital Andino, Rincón Norte,
sombrero adornado con cintas. 18 de abril de 1901
Ahora bien, que este cuerpo vestido de las muje- Boletín de Educación de la
res retome gradualmente sus formas naturales, no Provincia de Santa Fe, Núm. 157
significa que sobre ellas no recaiga otro tipo de re-
convenciones que «ajusten» su vida a normas que Este cuerpo más libre se ve favorecido además,
prescriben una vida ordenada, unos principios que por las innovaciones introducidas por dos creadoras
deben regir su conducta moral. Tanto es así que has- francesas que pronto inundarán el mundo con sus
ta el Boletín de Educación de Santa Fe se encarga de diseños. Por un lado los de Madeleine Vionnet que
difundir estos preceptos en sus distintos ejemplares, con sus pliegues oblicuos –corte al bies– permiten
encabezando las diversas secciones con títulos tales no sólo que la prenda posea mayor movimiento, si-
como Lecciones de Economía Doméstica: Deberes no que mantenga la línea del cuerpo. Y por otro la-
de la mujer como ama de casa é importancia que do Cocó Chanel, quien ya para 1915 ha lanzado al
ejerce en el cumplimiento de sus deberes, Educación mercado los chemisiers y los tailleurs, diseñados so-
de la Mujer o Una idea feliz: escuela y taller para ni- bre las sobrias líneas de los trajes ingleses, pero que
ñas. con la incorporación de detalles, tales como lazos,
los transforma en absolutamente femeninos.
«Para formar á la mujer, modesta, sencilla, eco- Pero no todo es diversión y progreso. La guerra
nómica, laboriosa, amable, caritativa, juiciosa, irrumpe en el escenario mundial provocando en el
prudente, discreta, abnegada y virtuosa; en con- plano de la moda una simplificación de estilos y di-
traposición á los vicios de la mujer orgullosa, seños, ya que en Europa la preocupación por el
engreída, despilfarradora, envidiosa, frívola, in- arreglo personal se restringe paulatinamente. Una
trigante, superficial, holgazana, voluptuosa y preocupación que en estas tierras se ve atenuada por
104 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 105

y un chignon adornado con peinetas. Por su parte


los trajes masculinos tienen una chaqueta más corta
y sin hombreras, mangas más angostas, pero más
anchas las solapas y los pantalones incorporan una
especie de pequeña tablita o pliegue que otorga ma-
yor confort, el cual también se ve beneficiado por el
abandono del cuello postizo.
Este siglo XX recién estrenado también trae de su
mano una de sus manifestaciones artísticas más re-
presentativas: el cine. Nacido en pleno auge y ex-
pansión del capitalismo, se incorpora como un rele-
vo al conjunto de prácticas de la diversión, primero
populares, burguesas luego; y con posterioridad, al
Fotografía de un matrimonio, Rosario (ca. 1925)
perfeccionarse como un medio de comunicación a
Archivo personal Sandra Fernández través de la multiplicación de copias, se convierte a
su vez un instrumento divulgador y a la vez creador
de modas y estilos, que dejan de tener su epicentro
en París o Londres para convertirse en internaciona-
la lejanía, pero que no deja de tener su impronta en les; en especial cuando afianzada la industria cine-
la conformación de dos tipos de mujeres y de dos matográfica en Estados Unidos convierta al star sys-
formas de presentar en sociedad su cuerpo. tem, en uno de sus puntales, en donde rutilantes es-
Por un lado perviven las formas más complicadas trellas –tanto femeninas como masculinas– confor-
en el vestir, con el uso de grandes cantidades de tela man un amplio abanico de modelos a imitar en lo
y adornos y por otro, se consolida la mujer que al que se refiere a ropajes, maquillaje y peinados.
elegir líneas más simples para su indumentaria, tam-
bién delinea una relación particular con su cuerpo,
sostenida en una mayor libertad de movimientos y ¡Llenad los pulmones de aire puro!
de ideas: aparecen los vestidos drapeados y faldas Una mención destacada merece la ropa deportiva,
con volados y las túnicas usadas sobre una especie ya que esta liberalización del cuerpo va acompaña-
de funda recta apenas fruncida en la cintura, con da por la difusión de la práctica de deportes como
magas cortas o sin ellas y escotes redondos o en pi- uno de los elementos que más inciden en una vida
co. Las más elegantes llevan un borde de piel o están más sana, incluso reclamada desde los mismos pos-
bordadas con cristales. Este atuendo se complemen- tulados higienistas. El médico porteño y funciona-
ta con peinados que mostraban un cabello ondulado rio nacional Eduardo Wilde –que tiene sus seguido-
106 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 107

res entre los médicos locales– aconsejaba así acerca sombreros de paja con cintas de raso. Este atuendo
de estas actividades: puede completarse con una chaqueta de lana, cerra-
da y con cinturón, que también sirve para otras ac-
Los ejercicios gimnásticos han sido hasta hace tividades al aire libre.
poco sólo permitidos a los varones, cuando en Pero al mismo tiempo no debe desdeñarse el pau-
realidad son las mujeres las que más los necesi- latino incremento de una actividad recreativa, que
tan....bajo el imperio de estos ejercicios sabia- desde el último cuarto del siglo XIX, va cobrando
mente dirigidos, la nutrición se hace mejor, las cada vez más fuerza, a pesar de –o precisamente
secreciones por completo, la piel se pone suave, por– poner en primer plano una visión particular
blanda, de color uniforme y se desprende de de- del cuerpo, un cuerpo que se exhibe a través de un
pósitos sebáceos, granos, etc, los músculos se de- traje de baño. Su instalación definitiva coincide con
sarrollan, los huesos adquieren su dirección nor- el auge de las virtudes curativas del agua de mar, un
mal, la respiración se verifica espléndidamente, mar que notables provinciales visitaban en sus pa-
el pecho de las jóvenes se levanta y a lo hermo- seos, ya sea en las costas locales o directamente en
so del busto se le añade entonces la sanidad y la sus viajes a Europa. La práctica de los baños en el
amplitud de los pulmones, la circulación activa río es registrada por los cronistas de principios del
de la sangre derrama abundantemente la vida siglo XIX, pero se la consideraba fuera de las nor-
en todos los órganos, los capilares se llenan y co- mas del buen gusto y del recato.
loran agradablemente el rostro, el organismo se Los primeros trajes de baño femeninos consisten
convierte en un foco de calor suave, ligeramen- en largas túnicas de mangas tres cuartos, confeccio-
te húmedo, el apetito se despierta y el sueño pro- nados en alpaca o estameña, telas que impiden su
fundo, reparador se apodera del cerebro a horas adherencia al cuerpo en contacto con el agua, guar-
oportunas, procurando al cuerpo un descanso dando así las formas del pudor. Debajo de estas fal-
completo. das asoman unos calzones que llegan hasta los tobi-
llos. El atuendo se complementa con medias negras
El aire puro debe llenar los pulmones y oxigenar y en la cabeza un gorro fruncido con volados y
la sangre de hombres y mujeres y para ello nada me- otros implementos que guardaban la escasa piel ex-
jor que las caminatas, los paseos en bicicleta o la puesta de los rayos del sol, sombrillas, amplios som-
práctica del tenis o el golf. Pero estas actividades re- breros con tules.
quieren de una indumentaria particular. Pantalones Con el transcurso de los años y de la actualiza-
holgados y sujetos debajo de la rodilla para los pa- ción de un cuerpo más «suelto», los trajes de baño
seos en bicicleta, pantalones blancos largos y sacos a remontan un poco las pantorrillas, aunque conser-
rayas para el tenis masculino, mientras que las seño- van las medias, las zapatillas para caminar en el agua
ras lucen faldas portafolio largas en gros, blusas y y el gorrito. Pueden retroceder gradualmente las
108 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 109

Fotografía grupo recreativo - Ca. 1920


Archivo personal de Lilian Diodati

ideas sobre el pudor y el recato, pero tampoco es


cuestión de exponer una blanca piel a la influencia Fotografía Foto Vidiella (Rosario)- Ca. 1920
Archivo personal de Lilian Diodati
del sol, el cual puede transformarla de nívea –sím-
bolo de belleza y status– en una broncínea, propia
de quienes trabajan al aire libre y al sol.
Todos estos elementos terminan confluyendo en Una diferenciación que se ve corroborada por el au-
una moda que puede resumirse en la frase «los años ge en el uso de alhajas, cuellos adornados por colla-
locos», durante los cuales la mujer especialmente res de perlas o alguna otra piedra preciosa que se lu-
modificará notablemente su estilo. Un mayor domi- ce colgando de una cinta de seda, largos pendientes
nio de su cuerpo implica la presencia de figuras pla- de zafiros o brillantes.
nas, vestidos cortos escotados en la espalda y de cin- Ya casi sobre los inicios de los años 1930, estas lí-
tura baja, cabello corto o peinados pegados a la ca- neas simples se ven desplazadas gradualmente por
beza, un maquillaje que resalta los ojos delineándo- otras que recuperan el talle ceñido.
los exageradamente con color negro, destaca la boca En lo que respecta a los caballeros, se impone un
con rouge y colorea las mejillas sin discreción. Atrás tipo de pantalón ancho en la parte inferior y alto de
quedó la mesura del polvo blanqueador que se apli- cintura, el Oxford. Los trajes comienzan a aparecer
caba en el rostro con el propósito de ofrecer una en colores claros para el día y las camisas se usan
apariencia tenue y frágil. El maquillaje se transfor- con un cuello alto y duro con las puntas dobladas
ma en una de las características dominantes de la que se sostienen con una traba debajo de la corbata.
moda, facilitando así la integración social, pero a la
vez colaborando a la diferenciación de los demás.
110 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 111

Lugares guladores sociales, convierten a la ropa en equiva-


Los sucesivos cambios tecnológicos, sociales y cul- lentes del placer, pero fundamentalmente posibilitan
turales, el aumento del nivel de instrucción, así co- que el saber quién es y quién quiere ser cada cual en
mo el tiempo libre favorece la formación de clases esta sociedad santafesina.
emergentes que no se pueden definir ni como bur- En 1910, un viajero catalán –Santiago Rusiñol– se
gueses en el sentido decimonónico, ni como obreros extasiaba ante la perezosa veleidad de la ciudad de
o campesinos, ya que su ética está orientada hacia el Santa Fe, bucólica y tibia en la siesta, contraponién-
consumo; aquí que este traje «burgués» propiamen- dola a la vertiginosa «modernidad «de Rosario, ciu-
te dicho, confeccionado con telas duraderas y cuida- dad hambrienta de negocios. Sus palabras de extran-
dosamente seleccionada va desapareciendo dando jero, dejan entrever la construcción de dos grandes
lugar a los designios cada vez más rápidos de la mo- lugares en la provincia, dos lugares que no sólo re-
da. Una moda, que en tanto delineadora de las ves- miten a dos grandes centros urbanos, sino básica-
timentas –y de las sexualidades– forma parte de esos mente a dos espacios moldeadores de identidades.
conjuntos de representaciones que una sociedad Unas identidades que inexorablemente requerirán la
construye en pos de la generación de imágenes de ayuda de unos cuerpos en los cuales materializarse.
un territorio en particular. Pero Santa Fe, la provincia, es más que esos dos es-
Algunas veces las representaciones sexuadas tie- pacios, aunque sean los más llamativos, los más rim-
nen un peso que va más allá de los proyectos políti- bombantes. No sólo son los cuerpos vestidos de es-
cos; así en las postrimerías del siglo XIX y los albo- tos centros urbanos los que pueblan un territorio.
res del XX, el marketing de las imágenes del cuerpo Un territorio amplio y variado en donde la comple-
y de la ropa sirven como un vehículo para moderni- jidad, la complejidad de lugares asignados a cuerpos
zar la cultura. que deambulan construyendo su propia vida y la de
Esta moda, al crear la ilusión de la elección y la li- la provincia, es el mismo eje de su identidad. Una
bertad, no sólo es capaz de competir con el estilo que se despliega a lo largo del mapa, como en una
europeo, conciliando gustos locales con las tenden- especie de cartografía en la cual, los diversos, disími-
cias del exterior, sino que además fortalece los pro- les, peculiares cuerpos de hombres y mujeres se de-
yectos de un Estado moderno. Porque saber actuar senvuelven y exhiben en la magnificencia de sus ves-
en tanto persona moderna en una provincia que se tidos y en la precariedad de su desnudez.
moderniza, también es una cuestión que se mani- Las lavanderas del puerto de Colastiné, que tra-
fiesta a través de las conductas prescritas y de las bajan más de diez horas al día, las más de las veces
formas de vestir, reforzadas por los proyectos de con una temperatura digna del infierno, ajando sus
educación secular y de una prensa, que dirigen los manos con lejía, o los mismos estibadores criollos
gustos del consumo y controlan los deseos priva- que cargan sobre sus hombros bolsas de hasta 69
dos. La moda y el estilo, «el buen gusto» como re- kg., caminando por rampas empinadas, no tienen el
112 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 113

mismo cuerpo de un escribiente de una casa cereale-


ra rosarina, que luce su característico atuendo de Para saber más
traje, camisa, con cuellos y puños impecablemente
almidonados por otras manos de mujeres de mani- DEVOTO, Fernando; MADERO, Marta (dirs.) Historia de
pulan las pesadas planchas de fundición llenas de la vida privada en Argentina, Tomo II, Taurus, Buenos
carbón humeante. Aires, 1999.
No sólo sus ropas son diferentes, también su piel, GIL LOZANO, Fernanda; PITA, Valeria; INI, María (dirs.)
que aunque como un guante envuelva los mismos Historia de las mujeres en Argentina, Taurus, Buenos Ai-
huesos y los mismos músculos, lucirá diferente en res, 2000.
cada una y en cada uno. Suave, blanca, delicada y SAULQUIN, Susana La Moda en la Argentina, Emecé,
cuidada para unos y unas; morena, curtida, expues- Buenos Aires, 1998.
ta al polvo pegajoso de las refinerías de azúcar o los
mosquitos de los quebrachales, para otros y otras.
Los caballeros de la ciudad capital calzarán botines
cerrados de cabritilla o elegantes polainas, los chaca-
reros arrendatarios que cruzaron mares y cocoli-
chean a medias el castellano, levantarán polvaredas
arrastrando sus alpargatas bigotudas, mientras que
los pescadores más pobres de Reconquista, chapa-
learán descalzos en el agua. Las suizo-alemanas de
San Carlos se levantarán las polleras largas y oscu-
ras para carpir la huerta o dar de comer a las galli-
nas, mientras que las cocottes lucirán sus labios re-
fulgentes de rojo y cubrirán –a medias– sus encan-
tos con sedas para subyugar al festejante. Todos sus
cuerpos –aunque iguales– son diferentes, porque en
definitiva son como «enseres» que permiten vislum-
brar las características, las peculiaridades de las rela-
ciones interpersonales; unas relaciones que mani-
fiestan su singularidad según los distintos contextos
culturales y económicos, adquiriendo en este traji-
nar distintas connotaciones para cada situación y ca-
da espacio.
114 Nueva Historia de Santa Fe

Capítulo 5

Cocinar y comer

por Paula Caldo

Entre el sinfín de prácticas que caracterizan al uni-


verso de la vida cotidiana se encuentra una cuyos
productos seducen, atraen y disciplinan el gusto, la
sensibilidad y las emociones de los sujetos… Sin
más rodeos, se trata del conjunto de las prácticas cu-
linarias y su consecuente resultado: la comida.
Encanta y conmociona al género humano por su
olor, color, sabor, textura y también por los sonidos
ejecutados al masticar, cocinar y cortar…, sonidos
que uno a uno conforman las notas de una sinfonía
cautivadora del apetito. De este modo, el acto de ali-
mentarse resulta una gimnasia que involucra al cuer-
po y a la mente en su integridad. En una rápida lec-
tura puede afirmarse que comer fue y es una prácti-
ca útil a la humanidad para combatir el hambre, pa-
ra la nutrición, en fin, para poder sobrevivir y vivir.
Empero, en una lectura a contraluz, los manjares sa-
cian al unísono tanto las necesidades vitales como
aquellas otras propias del alma, del deseo, de la
identidad. La calidad de los alimentos y las sensa-
ciones producidas por sus sabores y aromas condi-
mentan la vida y el buen vivir de los colectivos so-
ciales…
En los mundillos de la vida cotidiana los sujetos
116 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 117

se apropian de su condición social, de su nombre, dentemente en el espacio cotidiano, en ese día a día,
sueños y pasiones. Es allí donde la comida irrumpe donde por medio de minúsculos actos van hilvanán-
marcando modos, costumbres, formas, ritmos tem- dose los retazos que hacen al ser sociocultural. Es-
porales y preferencias. Sin embargo, las diferencias tudiar la culinaria de una determinada región es in-
comienzan a cristalizar al auscultar los latidos del tentar conocer tanto los modos de procesar y coci-
carácter histórico, cultural y sociopolítico que en- nar los alimentos como la forma en que solidifica
vuelve y constituye a las cosas del cocinar y del co- esa cultura…, al cocinar, los grupos humanos cue-
mer. En esta dirección la síntesis diría: todos cocinan cen indirectamente los parámetros de su sociedad, se
y comen pero no todos lo hacen de la misma mane- cocinan…
ra… Si en su Fisiología del gusto ya Brillat-Savarin Ahora bien, en la cotidianeidad de los países de
se preguntaba «dime qué comes y te diré quién habla hispana la expresión cocina resulta un término
eres», entonces puede incentivarse la sospecha res- polisémico que alude a por lo menos dos campos de
pecto a la condición igualitaria, democrática y gene- significados. Por un lado, el término cocina como
ral de la comida. acción –cocinar– refiere al conjunto de prácticas que
Sin dudas la pregunta por las formas de cocinar y posibilitan la transformación y el procesamiento de
comer trae consigo la problemática de la cultura. los alimentos a los efectos de volverlos aptos para el
No es casual que los antropólogos, tras los rastros consumo humano; por otro, como sustantivo –la
del otro cultural, sean pioneros en detenerse a refle- cocina– indica el ámbito arquitectónico del hogar
xionar sobre las cosas del comer y del cocinar. Ellos cuya exclusiva funcionalidad atañe a las prácticas
advirtieron que en la trastienda de aquellas prácticas culinarias. En dicho espacio se hallan los utensilios
cotidianas, mecánicas, casi ingenuas, yacía oculto al- y herramientas propias del quehacer gastronómico.
gún cofre de sentidos que urgía iluminar. No faltó Este no es el caso de los países de lengua sajona
quien dijera: «cocinar hizo al hombre», lo arrancó que poseen una serie de vocablos para nombrar los
de su condición de homínido introduciéndolo en el mencionados conceptos; kitchen, la habitación don-
orden de la cultura. Tal es así que cuando los indivi- de se cocina, cooker, el aparato para cocinar y coo-
duos se negaron a ingerir la carne sangrienta y ma- king, el arte de cocinar. Aunque de apariencia anec-
loliente de los animales recién muertos y los tallos, dótica, establecer esta diferencia idiomática es útil
raíces y hojas de los vegetales en su condición natu- para introducir uno de los principales rasgos que ca-
ral, se introdujeron en el canal que los conduciría al racteriza a la cocina de los pueblos latinoamerica-
pasaje de lo crudo a lo cocido o, en otras palabras, del nos: se trata de la idea de mezcla, yuxtaposición y
estado de naturaleza al de civilización. fusión detrás de lo que se presume como un todo.
Cocinar es cultivar, civilizar, humanizar. Dicho
acto encierra el ritual que, cual bautismo de fuego,
permite nacer en el cosmos de la cultura. Y es evi-
118 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 119

¿Existe una cocina nacional? tos contingentes de inmigrantes llegados por enton-
La cocina argentina ces. Grupos europeos, esta vez no sólo españoles si-
Entre 1860 y 1930 la sociedad argentina protagonizó no también italianos, ingleses, franceses, alemanes,
el reto de constituirse como tal; de consolidar su Es- suizos, polacos, entre tantos otros, aportaron los sa-
tado Nacional; de cimentar el arco de solidaridades bores de sus patrias. Sabores que sin atrincherarse en
que sostendría el sentimiento de pertenencia de sus el culto a la nación lejana, un poco por gusto y otro
habitantes, por entonces determinado más por las di- por necesidad, entraron en los menúes locales para
ferencias que por las similitudes. Como se advierte, transformarse y transformarlos.
el desafío no era menor y demandaba construir fren- Pese a la citada historia de encuentros y conver-
tes de batalla en todos los blancos del acontecer so- gencias subyace la pregunta sobre la existencia de
cial. Había que saciar la necesidad de transformar una cocina argentina que abraza y hermana las desi-
sentimientos e identidades extranjeros en locales; y gualdades regionales haciendo nacer de la diversidad
en esta acometida el aroma y el encanto de la comi- un todo: la cocina nacional.
da no resultaron componentes residuales. Si bien algunos estudiosos del arte culinario nie-
Los antropólogos Pinotti y Álvarez afirman que gan la existencia de las cocinas nacionales, éstas pue-
«la política de la amalgama triunfó en el lugar menos den considerarse a partir de la matriz ideológica y
previsto por los ideólogos: la cocina». Al revisar la simbólica que envuelve los modos de comer y pre-
historia de la cocina, los gustos y las formas de co- parar los alimentos en cada país. Para su sosteni-
mer se encuentra la prueba de lo antedicho. Desde miento y permanencia, el Estado moderno debió in-
los inicios de la conquista española, mientras algu- ventar las tradiciones, que con el correr del tiempo,
nos buscaban homogenizar con la cruz y la espada, se tornarían sus pilares. Tradiciones entre las cuales
otros –desde un espacio recóndito, tentados por el las preferencias alimenticias tuvieron marcada rele-
llamado del estómago y del paladar– favorecieron vancia. Así, se hizo necesario implementar una taxo-
de manera sutil y casi en silencio, el encuentro entre nomía de platillos y condimentos que constituyeron
dos patrones alimentarios: uno nativo, basado en el las costumbres argentinas. No es casual que cada
consumo de carnes y maíz; el otro, europeo, resal- evento patrio haya sido coronado con un banquete
tando la ingesta de vegetales e hidratos de carbono. compuesto por los platillos nacionales: el locro, las
Desde entonces comenzaron a tallarse los rasgos de empanadas, el asado, los pastelitos, el dulce de leche.
la cocina criolla o hispano-criolla, que trajo consigo El amor se conquista por el estómago y el amor a la
la carne vacuna, el trigo, el pan, el uso de la sal y el patria no es excepción.
gusto por los manjares dulces –herencia árabe. Hasta este punto nada cuestiona la existencia de
Pero la cuestión no cierra aquí: al fin del siglo una cocina nacional. No obstante, el simple hecho
XIX se produjo un nuevo giro en las prácticas ali- de pensar la inmensidad y variedad que caracteriza
menticias al incorporar las tendencias de los distin- al territorio argentino hace trastabillar dicha idea.
120 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 121

ces un paso obligado es reseñar el contexto históri-


co y cultural que distingue al área en cuestión. Los
primeros moradores de estos territorios no amarra-
ban en ningún punto fijo: deambulaban por el relie-
ve tras las huellas de sus presas, deteniéndose en las
márgenes de los ríos a pescar o recolectaban tallos,
raíces y vegetales ofrecidos generosamente por el
suelo. Los pueblos originarios de estas tierras fue-
ron grupos cazadores, recolectores y pescadores,
como los querandíes, charrúas, mocovíes y los
guaycurúes. También tribus como los timbúes, que
combinaron la caza y la recolección con el sembra-
do de maíz, y los chanás que practicaron la pesca.
Desde entonces las sociedades autóctonas transita-
ron el mismo suelo que en tiempos futuros deslum-
Banquete en honor a las autoridades del Departamento braría por su amplio potencial de recursos económi-
de San Cristóbal (1925) cos y comestibles: riqueza agrícola-ganadera en el
Banco de Imágenes Florián Paucke centro y sur, recursos hídricos y la posibilidad de la
pesca en las costas del Paraná y sus múltiples afluen-
Más allá de los intentos del Estado-Nación por sos- tes, y una importante franja maderera y de extrac-
tener «sentimientos nacionales», en el interior de ca- ción de caucho característica de la zona del chaco
da región latían cúmulos de singularidad. De este santafesino.
modo, en la intersección de los deseos e imposicio- La llegada de los españoles erosionó las costum-
nes nacionales con los propios de cada terruño fue- bres y ritmos cotidianos de los nativos. El largo
ron naciendo los sabores regionales. Sabores que se proceso de reducción y erradicación de las tribus
transmitieron de madres a hijas y de boca en boca, puede leerse a partir de dos episodios: el primero,
cual tesoros familiares prolongados por las valijas de marcado por la conquista bajo el signo de la Coro-
la memoria. na Española; y el segundo, caracterizado por las
guerras de la independencia y la larga marcha rum-
La cocina en Santa Fe… bo a la construcción del Estado Nacional. La estra-
esbozos de una cartografía culinaria tegia general de apropiación e inserción llevada a la
Si la propuesta del siguiente apartado invita a descri- práctica por los ocupantes estuvo basada en la cons-
bir las maneras y significados de las formas de coci- trucción de ciudades. Durante el proceso de con-
nar y de comer en la provincia de Santa Fe, enton- quista, los invasores portaban consigo recursos ali-
122 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 123

menticios: semillas –trigo y cebada–, aves de corral,


ganado ovino, caprino o vacuno. Así, ante el naci-
miento de cada núcleo urbano iban gestándose los
parámetros de la vida cotidiana en general y de las
inclinaciones culinarias en particular.
Fue al calor de las calderas y al compás de los so-
nidos del cocinar donde las costumbres europeas
comenzaron a danzar junto a las locales. Allí tuvo
lugar la primera gran manifestación de la cultura na-
ciente. El locro, el asado y el consumo de carnes –en
todas sus variantes– resultaron los componentes
que contaminaron y argentinizaron la dieta de los
recién llegados.
Si se piensa en el ingrediente emblema de la coci-
na nacional, ninguno disputa la primacía de la carne
vacuna. Eduardo Archetti representa con el trián-
gulo cárnico –asados, pucheros y milanesas– el meo-
llo de la alimentación argentina. A esta tríada debe
agregarse por un lado, las tradicionales empanadas,
aporte santafesino a la «cocina nacional». La magni-
tud adquirida por éstas se percibe en todo festejo
patrio, que no resulta completo sin una sugerente
comilona que combine empanadas y asado. Tampo-
co debe omitirse otro platillo a base de carne que
conquistó los sentimientos locales: el Bife a caballo.
Nacido como minuta en los bodegones periféricos
de Buenos Aires, encontró en las mesas santafesinas
adherentes de todas las procedencias sociales. Nadie
resiste a un churrasco con huevo y papas fritas. En
1913, el semanario Gestos y muecas –en su sección
Cátedra culinaria– promocionó como receta, junto
Indias Mocovíes con mortero (principios del siglo XX) a las carnes con salsas francesas, el argentinísimo bi-
Banco de imágenes Florián Paucke
fe con huevo.
124 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 125

Empanadas santafesinas base de zapallo; locro –de maíz, el clásico de los na-
Se pone en una cacerola, grasa fina, una cucha- tivos, o de trigo, con el sello de los conquistadores;
rada por cada empanada, se le agrega bastante humita en grano o chala; postres: mazamorras –de
cebolla, tomates, pimientos, y perejil, se pone al origen afro-argentino– natilla, cuajadilla, bocadillos
fuego para que se cocine un poco, agregándole de papa o batatas, dulce de frutas –sandía, melón,
bastante pimentón; al sacarlo se le eche un poco duraznos, naranjas, mandarinas…– arrope, arroz
de azúcar. Se saca un poco más de la mitad de con leche. La costumbre criolla deparaba banquetes
esta fritura y se pone a enfriar, y en lo que que- donde la cantidad de alimentos primaba sobre la va-
dó se añade la carne de lomo bien picada, sal, pi- riedad y el lujo. Vajillas, utensilios y mantelería
mienta, vinagre, dos dientes de ajo, laurel, co- eran, también, escasamente refinados.
mino, nuez moscada, presas de pollo, tocino, sal-
chichas, azúcar y una gota de salsa inglesa. Se Locro
deja cocer este picadillo, procurando que no se Se pone la noche antes á remojar el maíz ó tri-
reseque […] se hace la masa […] cuando está li- go, luego se cuece en agua y sal hasta que esté
sa, se hacen bollos y se estiran con redondel, po- bien blando, y al mandarlo á la mesa se le pone
niéndoles el picadillo en el medio, una buena un abundante mojo hecho con bastantes cebo-
cucharada de fritura, aceitunas, huevos duros llas, tomates, ajíes, y pimentón, fritos en grasa
en rebanadas, pasas, ciruelas, pedacitos de to- de vaca. A este mojo se le puede agregar tripa
mate crudo, y al ponerlas al horno se les pone un gorda cocida ó charqui de vaca cocido. Este pla-
poquito de grasa encima […] to es especialmente para hacerse en el campo
Marta, La cocinera criolla, en Teófila Benavento, La perfecta
Santa Fe, 1920-1942. cocinera argentina, 1901.
[La receta del locro es tradicional de la culina-
Siguiendo el minucioso listado que esboza Aní- ria prehispánica e ingresó a los recetarios crio-
bal Arcondo en su Historia de la alimentación en la llos incorporando como ingrediente la carne
Argentina puede decirse que la vianda hispano-crio- vacuna en reemplazo del charque de carne de
lla comprendía los siguientes elementos: sopa de guanaco o llama y la variante «trigo» como sus-
arroz; fideos; pan de harina de trigo o fariña (harina tituto del maíz].
de mandioca); puchero; asado de vaca; cordero; ma-
tambre –asado o arrollado con verduras; carbonada; Los párrafos precedentes son sólo una encorseta-
chanfaina; albóndigas; niños envueltos; tortilla; gui- da síntesis que permite recordar al lector las condi-
so de porotos –en este territorio capitula la usanza ciones de posibilidades alimenticias y culturales con
española de los garbanzos; lentejas; ensaladas de las que contaba nuestra región al alcanzar la década
chauchas, verdolaga, papas, coliflor; preparados a de 1860.
126 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 127

Durante los años comprendidos entre 1860 y jos de la tierra de origen les resultó difícil no traicio-
1930 la provincia de Santa Fe en particular y el país nar sus bagajes culturales y fue precisamente en el
en general fueron testigos del ingreso de la mayor discreto mundo de la cocina donde aquellos comen-
ola inmigratoria conocida por la historia nacional. zaron a erosionar. Así, las recetas extraídas de la más
Aquellos grupos humanos trajeron en sus equipajes, honda tradición nacional, al prepararse con ingre-
junto al deseo de hacer fortuna, las herramientas dientes alumbrados en la nueva región, fueron ad-
simbólicas necesarias para que en el devenir de la quiriendo un latente gustito santafesino.
cotidianeidad vayan transformándose las costum- Observando detenidamente la mencionada carto-
bres y gustos locales. grafía, es preciso aclarar que sobre las costumbres
Suponer que la historia de la cocina y las formas del paladar hispano-criollo comenzaron a correr, de
del comer en Argentina están impregnada por un norte sur y viceversa, vientos cargados de aromas y
explícito diálogo con el contexto sociocultural y po- sabores italianos. Italia fue el país que aportó el ma-
lítico que la circunda, permite ver en ella las varia- yor número de vidas y por ende el que influyó con
ciones demográficas en calidad y cantidad, los pro- más énfasis sobre la composición del menú.
cesos de sociabilidad, la complejidad de la vida coti- La vianda italiana imprimió su signo preferente-
diana y las políticas culturales implementadas desde mente en el ámbito rural, en los sectores populares
la agenda estatal. urbanos y en ciertas comilonas privadas y cotidianas
1880 se presenta como la punta del iceberg en cu- de los grupos adinerados. Por el contrario, nunca
ya base se escabullen los sentidos de profundas logró penetrar en los manjares festivos de las elites,
transformaciones en el estilo de la culinaria local. El donde el gusto francés se tornó impermeable. Los
paisaje diseñado a partir de la incorporación de los italianos que arribaron a estas tierras procedentes
inmigrantes marcó una vasta mutación en la fisono- del Piamonte trajeron consigo la clásica bagna-cau-
mía provincial que amerita volver a trazar su mapa da para comer en olla popular, de pie y en tiempos
arriesgando esta vez una especie de cartografía culi- invernales. Los de la región de Lombardía, por su
naria. parte, acentuaron el gusto por el arroz –rissotto– los
quesos y sus sabrosos turrones. También vinieron
Los distintos contingentes de inmigrantes eligie- grupos de friulianos, sicilianos, toscanos y venecia-
ron sus puntos de asentamiento hermanados por la nos, entre otros.
nacionalidad de origen. De este modo y con el co- Cuatro parecen ser las palabras claves de la dieta
rrer del tiempo la provincia presentó un territorio italiana: macarrones, aceite de oliva, ajo y tomate.
salpicado por manchones de grupos de italianos, Por supuesto que las pastas representan el abecé de
alemanes, españoles, suizos, franceses…, que al con- la cocina italiana en Santa Fe: ravioles, tallarines, ca-
vivir en espacios cerrados pudieron conservar atem- nelones, fettuccini, agnolotti, capelletti, lasagna co-
perados sus valores y costumbres. No obstante, le- mo también la polenta, los quesos, aceitunas, el pe-
128 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 129

ceto, las cimas rellenas, las pastas con salsa «al pes- los vascos; las empanadas, tortillas y potajes galle-
to», convenientemente regadas por sabrosos vinos gos; el gazpacho, la sopa de caldo de gallina, el con-
–toscano, chianti, etc. sumo de berenjenas y la combinación de atún con
tomate de los andaluces; la ensaimada de las Islas
Bagna-cauda: Baleares y los embutidos y la costumbre de consu-
Plato característico de la región de Piamonte, mir conejo marinado de los catalanes, entre muchos
Italia. otros manjares.
En un recipiente ubicado en medio de los comen-
sales se ponen a hervir lentamente la manteca, el Paella valenciana
aceite de oliva, abundante ajo picado y anchoas Se pone a freír en aceite pedazos de tocino y un
escurridas y picadas. Sobre la mesa se distribuye pollo tierno cortado en presas, cuando empieza
todo tipo de verduras –troncos de cardo, de acel- a dorarse se le pone ajo y perejil picado, cebolla,
ga, zanahorias, apios, repollos y papas, como así una hoja de laurel, jamón crudo cortado en da-
también trocitos de pollo hervido… dos, chorizos o salchichas en rodajas, fondos de
Álvarez y Pinotti, A la mesa. Ritos alcauciles, dos tomates picados y pelados, sal, pi-
y retos de la alimentación argentina, mienta y azafrán disuelto; se revuelven y se le
Buenos Aires, 1999. echa cuatro pocillos de arroz moviéndolo para
que se cocine parejo; se le pone caldo o agua y se
Paralelos a los manjares y costumbres italianas le agrega mejillones, berberechos, langostinos,
comenzaron a demarcar su espacio las tradiciones chauchas y alverjas; se deja que hierva todo li-
propias de los españoles, asentados mayoritaria- gero y parejo y cuando empieza a espesarse se le
mente en la región centro y sur de la provincia. La coloca encima dos pimientos morrones corados
culinaria española no resultó original en la zona ya en tiritas; se tapa la cazuela y se pone al horno o
que sus preferencias habían sido enunciadas por los con brazas encima hasta su completa cocción.
primeros hispánicos que llegaron a estas tierras, allá Libro del hogar,
por el 1500. Sin embargo, este nuevo flujo marcó los Rosario, s/f.
procesos de contaminación que habían recibido sus
recetas tradicionales. Al puchero que los criollos Tres son las tradiciones que se mezclaron en el
realizaban combinando carne vacuna, porotos y comer de los santafesinos: la criolla, la italiana y la
maíz los recién llegados intentaron regresarlo a la española, guardando un exclusivo lugar para una
tradicional fórmula que mezclaba carne de gallina y cuarta en la mesa de las elites: la francesa. El estilo
garbanzos. Discriminando los aportes de las distin- impuesto por la cocina francesa caracterizó a la bur-
tas provincias españolas, la vianda local incorporó guesía naciente e igualmente dio el perfil a la cocina
las paellas valencianas; el marmitako y el bacalao de internacional.
130 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 131

La cocina distinguida conjugaba platillos costo- un lado se la da vuelta, y lo que esté de los dos
sos, ingredientes importados, la sapiencia de pro- lados se le pone crema ó dulce de membrillo ó
nunciar los nombres en francés y todas las formali- dulce de leche y se dobla como los Pío IX y arri-
dades de la etiqueta. Como estrellas de la vianda ba se le pone azúcar en polvo y se quema con un
francesa se impusieron: langostas, trufas, froi-gras, hierro caliente.
caviar, salmón, las refinadas salsas –bechamel (salsa Teófila Benavento, La perfecta
blanca), bordelesa y financière– los adaptables vol- cocinera argentina, 1901.
au-vent –rellenos de sabores dulces o salados– jun-
to a los eclécticos y permeables crêpes o panque- Sin embargo, las cocinas española, italiana y fran-
ques, las croissants o medialunas, y los vinos espu- cesa no fueron las únicas en imprimir sus huellas so-
mantes, entre otros. Se trataba de manjares bien ce- bre la región. En el departamento Las colonias, la
rrados en las arcas de los grupos acomodados, to- provincia cuenta con una importante presencia de
mando distancia de los hábitos y gustos populares. suizos, austriacos, franceses y alemanes, algunos de
Muchos de los franceses que se establecieron en ciu- ellos procedentes de las orillas del Volga. Esperanza,
dades como Santa Fe y Rosario se abocaron a la in- la primera colonia agrícola de extranjeros fundada
dustria del pan y las confituras. La revista rosarina en el país, estaba compuesta por suizos y alemanes.
Gestos y muecas cuenta entre sus auspiciantes con la Entrando ya en el norte de la provincia se encuentra
panadería y confitería La europea que ya por 1913 una población compuesta por una sugerente misce-
se vanagloriaba de ser pionera en ofrecer a su distin- lánea de nacionalidades: italianos –de las regiones
guida clientela finas confituras, realizadas con hari- del Piamonte, Lombardía y del Friuli, entre otras–,
nas de su molino particular e ingredientes importa- austriacos, españoles, franceses, suizos y alemanes.
dos directamente de Francia. De este modo, el extremo superior de la provincia, a
la hora del banquete, reúne platillos herederos de
Crepes tradiciones culinarias disímiles. De Alemania pro-
Se deslíe en una cuarta de leche ? libra de hari- vienen las comidas a base de repollo –chucrut– y el
na y 8 ó 10 huevos, también 12 si se quiere, una consumo de salchichas y de cerveza; de Suiza, una
cucharada de azúcar en polvo y se bate hasta variada gama de confituras, junto con la cocina aus-
que esté todo bien desleído; si le falta leche se le tro-húngara caracterizada por strudel y el gulash.
agrega un poco más de la indicada porque no
debe ser ni muy espeso ni muy líquido. Se pone Chucrut: «primero se extraen las hojas externas
en una sartén un poquito de grasa ó manteca y y el tronco de un repollo con un cuchillo de ho-
lo que hierva se le echa un poco de pasta que se ja grande. Se pica finamente el repollo, se lava y
debe estirar pronto por toda la sartén para que escurre. Se cubre el fondo de un recipiente pro-
quede muy fina; lo que esté bastante cocida de fundo –preferentemente un tonel de madera o
132 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 133

de barro- con hojas de repollo o vid y se coloca naria se construye en un explícito diálogo con las
sobre ellas el repollo por capas, espolvoreando pautas y prohibiciones religiosas, contando entre
cada una de ellas con sal gruesa y bayas de ene- sus principales tabúes la carne de cerdo. Como ver-
bro. Sobre la última se coloca una capa gruesa sa el Deuteronomio «tendréis por inmundo al cerdo,
de sal y se cubre con todo un lienzo limpio y una porque, si bien tiene la uña hendida, no rumia. No
tapa de madera de un diámetro algo menor a la comeréis la carne de estos animales, ni tocaréis su
abertura del tonel. Se debe disponer de una pie- cuerpo muerto.» Empero, el vínculo cocina-reli-
dra bien pesada, no porosa, sobre la tapa para gión, con sus explícitos prohibidos y permitidos, se
que, con su presión, se forme al día siguiente una hace extensible a todos los credos. También gravitó
capa de agua que deberá mantenerse durante sobre los santafesinos de confesión católica.
toda la fermentación. Después de tres semanas La cocina en tiempos de cuaresma frenaba la ru-
de fermentación estará listo para el consumo». tina de los comensales imponiendo una nueva vian-
Comida de origen alemán. da. En ese lapso del año, quienes se consideraran ca-
Álvarez y Pinotti A la mesa. Ritos y retos tólicos, tenían vedado consumir alimentos que pro-
de la alimentación argentina, 1999. vinieran de animales de sangre caliente. Así, los pre-
parados a base de pescados se tornaban la vedette
La presencia de inmigración inglesa en la provin- del menú. Pero la abstinencia solía extenderse tam-
cia fue temprana y escasa. Se compuso de profesio- bién a la leche, a los huevos y demás productos de
nales que arribaron a estas latitudes persiguiendo el origen animal. La existencia de mandatos que gravi-
cometido de colonizar nuevas tierras. Ellos fueron tan sobre la alimentación lleva a pensar que, muchas
quienes, por el año 1870, se internaron en la región veces, las elecciones o preferencias van más allá de
del chaco santafesino para crear los primeros asen- los alimentos disponibles en el medio para internar-
tamientos humanos del territorio. Los aportes de la se, finalmente, en los dictámenes culturales. Por ca-
cocina inglesa resultaron muy puntuales: salsa so, en tiempos de cuaresma, cerca o lejos de los ríos,
curry, salsa inglesa, el famoso beef-steak de cordero había que consumir pescados.
–la carne ovina resulta un ingrediente privilegiado Finalmente, entre los grupos minoritarios que in-
en esta tradición culinaria– el roast-beef y los insus- gresaron a la provincia se encuentran algunos de
tituibles scons para el té de las cinco de la tarde. procedencia latina que supieron aportar la costum-
Otro grupo que, aunque en número reducido, bre de comer tamales, salsas a base de picantes o ex-
fue tallando su presencia desde los márgenes, fue el plotar todas las acepciones de los pimientos. Otros,
judío. En 1889 se fundó la localidad de Moisés Ville como los árabes, reafirmaron la presencia de los
y, posteriormente, en 1902 Montefiore, ambas com- dulces basados en la masa de hojaldre, las salsas de
puestas por colonos judíos. En su cocina destacan maní, las prestigiosas empanadas árabes y el kus-
dos platillos: varenikes y borsht. Esta tradición culi- kus; los japoneses trajeron consigo la costumbre de
134 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 135

consumir platos agridulces, por ejemplo la carne de narlo […] hiérvase el agua con tres hervores en
cerdo o algún corte de ternera cubiertos con salsas una pava de barro o fierro esmaltado […] en el
frutales. mate ya cebado con la yerba sola, y al dar el
Ya sea en la merienda, desayuno, cena o almuer- agua el primer hervor, se echan, al través de la
zo, cuando la gente come, también bebe… bombilla, dos cucharadas de agua fría. Se pre-
La nueva embestida europea trajo consigo la pre- siona sin revolver, y se deja humedecer la yerba,
ferencia por los vermouth, nuevas variedades de vi- a fin de que la acción del agua fría le arranque
nos blancos y tintos, el clásico champagne, entre su aroma […]»
otros, aportando complejidad al repertorio de vinos Carmen Gazcón de Vela
conocido por los criollos. También la cerveza sentó Juana Manuela Gorriti La cocina ecléctica,
un importante precedente no sólo en el consumo si- 1892.
no en el plano de la industria ya que la ciudad de
Santa Fe y Rosario fueron cuna de destacadas mar- Paulatinamente entre los años 1860 y 1880, sobre
cas de aquel producto. la base de los sabores criollos, se asentó una amplia
Entre las bebidas propias del desayuno y la me- gama de fórmulas culinarias oriundas de distintos
rienda se cuentan las infusiones: el té impuesto por extremos del mundo para conformar lo que se
el gusto inglés, y el chocolate, exquisitez de origen acuerda en llamar la cocina de los santafesinos. Cada
americano que sedujo el paladar europeo. Sin em- una de las recetas que acompañan este apartado ca-
bargo, un renglón especial debe consignársele a la pituló alguno de sus componentes en beneficio de
costumbre criolla de tomar mate… En el campo y sobrevivir y adaptarse a las nuevas condiciones cul-
en la ciudad, poco a poco los nuevos fueron recono- turales y naturales.
ciendo el placer de las mateadas. Difusión que per- Dos ejemplos muy elocuentes resultan ser las crê-
mitió el crecimiento de una importante comerciali- pes de dulce de leche y el locro de trigo. Ya a finales
zación yerbatera en la provincia. del siglo XIX, la genial Juana Manuela Gorriti pen-
só a la cocina argentina como ecléctica, como una
El mate: aunque los días de esplendor hayan pa- gran vasija que, cargada con los sabores de muchas
sado para esta deliciosa bebida, y no recorra ya patrias, al llegar al punto justo de ebullición, daría
los salones de nuestra alta vida en docenas de por resultado una sazón original, propio de este te-
lujosos recipientes colocados en mancerinas de rruño, de lo americano, de lo argentino, de lo santa-
plata, siempre el mate es y será el favorito en los fesino.
retretes, recámaras y dormitorios. Entre las po-
blaciones de la Pampa el mate es casi un culto
[…] y cosa extraña, entre los refinados pasionis-
tas del mate, nadie como ellos sabe confeccio-
136 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 137

La cocina santafesina en plural


lo burgués, lo campesino, lo popular
Hasta aquí fueron reseñados los lineamientos de la
cocina santafesina en singular. Pero, si la propuesta
es recrear lo acontecido en los confines de la vida
cotidiana, aquella amalgama en singular comienza a
mostrar fisuras.
Al menos dos son los caminos que pueden reco-
rrerse para arrojar luz sobre la cocina santafesina en
plural: el primero queda sujeto a la distinción de cla-
se; el segundo se relaciona con las diferencias que se-
paran la vida del campo con la de la ciudad. Sin du-
das no es lo mismo comer en las mansiones empla-
zadas en los laterales del bulevar Oroño rosarino
que en los asentamientos temporarios construidos
por los trabajadores rurales durante el tiempo de la Fiesta de casamiento de Joaquina Cullen
cosecha. Y sí, todos comieron de los frutos del suelo Están presentes Manuelita y Estefanía, Mercedes Álvares
santafesino pero no todos lo hicieron de la misma Comas y Agustina Coll
manera. (ca. 1900)
Banco de imágenes Florián Paucke

a) Entre la mansión y la estancia…


la cocina burguesa Para las elites, comer resultó ser un acto menos
Caviar, salmón, langostas, trufas, hongos, cortes obligado por la necesidad y el hambre que por la so-
de ternera con salsa bordelesa, champagne…, son al- ciabilidad, la distinción y la etiqueta. Imagínese uno
gunos de los integrantes que distinguen dentro del de aquellos banquetes donde se lucían junto a los
universo de las cosas del comer al menú de la bur- exquisitos y variados manjares el brillo de la plate-
guesía. Los burgueses, capitalizando sus condicio- ría, el esplendor de la losa y el blanco inmaculado de
nes de posibilidad, podían viajar por el mundo, sen- la mantelería. Sí, la comida de la burguesía estaba
tarse a comer a la mesa de los más prestigiosos res- marcada por el sello de las formas.
toranes nacionales y extranjeros, y consumir en la Las señoras y señoritas debían ser menos exper-
intimidad del hogar comidas exóticas cuyos ingre- tas en el arte de la gastronomía que en el de las re-
dientes los obtenían personalmente en sus viajes o glas de la urbanidad. Ubicadas en el peldaño del lu-
mediante la importación. jo y de la ostentación, había que aprender a mandar
y brillar con el ejemplo. La gran mayoría de manua-
138 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 139

les, códigos y tratados de urbanidad que circularon y licores.


por el país en general y por Santa Fe en particular, La misma reglamentación se hacía extensible a las
no olvidaron dedicar un capítulo especial a las ma- bebidas. Cada clase de vino debía servirse en una co-
neras de la mesa, las formas de orientar a la servi- pa singular y de acuerdo con el orden del menú. Co-
dumbre y los deberes de una buena anfitriona. Y si pas diferentes para agua, vino blanco o tinto, licores,
era deber de toda ama de casa conocer los pormeno- champaña, coñac. A su vez, lo permitido era acom-
res del arte de la cocina, lo era en función de poder pañar los fiambres con vino blanco seco, los pesca-
mandar y corregir el desempeño del personal do- dos con vino blanco dulce reservando el vino tinto
méstico. para las otras variedades de carnes y pastas, quedan-
El sacerdote rosarino Antonio Ballari es autor del do el champaña para los postres. Empero, en el de-
libro Urbanidad cristiana, uno de los pocos escritos venir de la vida cotidiana de los burgueses santafesi-
sobre el tema editado y difundido en la provincia nos, esta reglamentación y la calidad de la vianda ri-
durante la primera mitad del siglo XX. Al tratadista gió básicamente en los eventos públicos mientras
le interesó el comportamiento de los sujetos en la que en la cotidianeidad todo aquello parecía relajar-
asistencia a los banquetes públicos, ya que en ellos se. En el día a día, siguieron circulando los platos
aparecía cristalizado el acervo cultural de los co- tradicionales del paladar hispano-criollo condimen-
mensales y de los anfitriones. El conjunto de la re- tados con algunas pizcas de sabor italiano.
glamentación que gravita sobre las formas de la me- Urbanidad cristiana resulta un título atinente a
sa hace de aquella un gran cuadro vivo donde todos una de las singularidades de la burguesía santafesina.
los movimientos quedan firmemente pautados: La condición cristiana marcó gran parte de las prác-
cuándo llegar, cómo llegar, cómo sentarse, cómo ha- ticas cotidianas de dicho sector social. Bautismo, co-
cer uso de cubiertos y de la vajilla, cómo disponer el munión, confirmación y casamiento resultaron los
cuerpo –espalda recta y separada de la silla, nunca cuatro momentos que el calendario católico impri-
los codos apoyados sobre la mesa, el tenedor debe mió como esenciales en la vida de los sujetos. Cada
moverse con suavidad del plato a la boca y no vice- uno de ellos era celebrado con suculentas comilonas
versa. coronadas con su pastel, torta o gateau alusivo.
Todo banquete suntuoso merecía informar me-
diante tarjetas impresas el orden de los manjares. Lo El semanario ilustrado rosarino El cronista, en
aconsejado era secuenciar los platos presentando el año 1903, registró que la señora Ana Costa
primero fiambres, en segundo lugar algunas varie- de Macera celebró en su domicilio el bautizo de
dades de potajes y posteriormente los manjares cen- una muñeca que le habían obsequiado a su hija
trales: carnes de pescados, vacunos y aves acompa- María Elena de 9 años. Al ritual asistieron niños
ñadas por ensaladas o legumbres de estación para portadores de conocidos apellidos rosarinos y
cerrar el evento con los postres, frutas, café, dulces la fiesta culminó con la degustación de un sa-
140 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 141

broso chocolate con variadas y coloridas confi- Gas». En ellas, «las más prestigiosas damas rosari-
turas. Religión, clase, ostentación, festejo y co- nas» aprendían a cocinar y a respetar las virtudes del
mida resultan ser los retazos hilvanados por la horno de gas. El relato del cronista parece una cru-
tradición burguesa. zada por la higiene, el ahorro y la modernización de
la vida femenina en particular y de la cultura rosari-
Nadie duda que las mujeres de las clases adinera- na en general. Allí las damas observaban cómo coci-
das, lejos de ingresar en el mundo oscuro, inferior y nar, después se les hacía degustar los manjares pre-
oculto de la cocina, brillaban en el salón. De este parados y se les entregaba una copia impresa de la
modo, el trabajo concreto de la cocina quedaba en receta del día. Al cabo del curso cada alumna tendría
manos los cocineros, preferentemente varones y de su propio compilado escrito de exquisiteces.
origen francés. Ahora bien, tanto en la ciudad de Santa Fe como
La cocina como espacio funcional, destinado al en la de Rosario, residieron familias portadoras de
procesamiento de los alimentos, fue «la parienta po- los apellidos más nobles de la región. Dueñas de una
bre» de las habitaciones de la casa. Por sus olores y vida que oscilaba entre sus estadías en la mansión
vapores, quedaba relegada en el subsuelo o en la urbana, los paseos y vacaciones en sus estancias es-
parte periférica menos visible. Allí cobraba realidad condidas en la extensión rural o las vacaciones en lu-
aquel mundo donde los cocineros y el personal do- gares tales como Mar del Plata, las sierras cordobe-
méstico cumplían el cometido de diseñar y preparar sas o el vecino poblado de Carcarañá. En cada uno
los alimentos para sus señores. El cocinero elabora- de estos sitios variaba la forma y el estilo de la ali-
ba las pócimas que ungirían con el éxito a la anfi- mentación. Justamente, las visitas a las estancias po-
triona. nían a la elite en contacto con lo más íntimo del pa-
La historia de la tecnología hogareña adquiere ladar criollo. Allí las criadas cocinaban locro, maza-
complejidad al correr las primeras décadas del siglo morras, pan casero, churrascos, buñuelos y servían
XX. Pero hasta entonces, cocinar era un desafío mate, bebida siempre dispuesta para calmar la sed de
donde todo quedaba supeditado al ingenio y a las los visitantes. Esto no sucedía en el devenir de la vi-
manos del cocinero. da urbana, donde ciertas costumbres y horarios a la
En materia de tecnología doméstica el período usanza inglesa y el refinamiento francés timoneaban
1860-1930 puede explicarse a través del pasaje de la la escena.
cocina de leña o carbón al horno de gas. A partir de Para los sectores acomodados, el acto de comer
la década de 1920, la aparición de la cocina de gas estaba rodeado por un halo de significados sociales.
trajo una revolución en el mundo de los quehaceres El famoso dime qué y cómo comes y te diré quién
domésticos. Una nota publicada en La gaceta rosa- eres resultaba la pregunta que sometía a prueba a los
rina de octubre de 1929 describe el contenido temá- miembros de la burguesía. Para pertenecer y ser ad-
tico de «las clases de cocina de la Compañía de mitido era necesario manejar las reglas de la etique-
142 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 143

ta, saber pronunciar los nombres franceses de los


platillos y adherir al gusto de los manjares. Degus-
tando sabrosas combinaciones de alimentos se tejían
vínculos sociales, se establecían negociaciones, se di-
rimían los destinos del país, se enamoraban, se pac-
taban matrimonios, se festejaba. Importaba menos
el potencial nutritivo de los alimentos que las for-
mas y negociados de cada encuentro. Así, el costado
simbólico de la comida impregnaba el acto de comer
en general.
Nacida en lo más hondo de la burguesía santafe-
sina, Elvira Aldao describe detalladamente las for-
mas de comer de su clase. En sus Recuerdos de an-
taño –escritos en 1931– parece maravillada por las
diferencias que separaban el comer en la ciudad del
propio de las estancias y poblados rurales. El pato
Los visitantes compartiendo un asado en la estancia santafesina
con salsa de maní es definido por ella como el man- Laguna del monte (ca. 1920)
jar más caro al paladar santafesino. Aquel plato pre- Raúl Bulgheroni Los Della Matía de Rufino. Fotografías, 1900-1993
ferido por su padre era la vedette en las más encum-
bradas fiestas familiares. Cada banquete hilvanaba
una entrada, el potaje, un plato central –que podía rra, el asado, los churrascos con charque, el sabor
ser el pato con la citada salsa o a la naranja– cerran- dulce y la textura crocante de las batatas, los buñue-
do el convite los deliciosos postres: torres de pasta los y pastelitos, los dulces de frutas y el infaltable
de almendras o de naranja, acaramelados, budín del mate. Esta infusión parecía ser extraña a las costum-
cielo, ambrosía con dulce de leche, entre otros. bres burguesas urbanas.
Sin embargo, aquellos platillos capitulaban cuan- En la ciudad, la merienda estaba marcada por la
do las familias se alejaban de la ciudad para internar- tradición inglesa –five o’clock tea– y los desayunos
se en la enormidad del campo. Durante los viajes, con chocolate. El aire del campo permitía liberar a
podía detenerse en algún poblado donde los humil- los sujetos del corsé europeo y regocijarse en la tra-
des hoteles seducían a sus visitantes con bifes a ca- dición local. Las niñas acostumbradas a tomar el té
ballo con pirámides de papas fritas mientras que ya titubeaban ante la imposición de aquel recipiente
en los dominios de las estancias se imponía la coci- que transitaba de boca en boca, pero el paisaje hacía
na criolla. Elvira describe las prácticas culinarias de imperar sus gustos y el mate se volvía la bebida in-
la criada Manuela. El pan casero, la clásica mazamo- dicada.
144 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 145

El mundo rural también posibilitaba el acceso a


las frutas de cosecha casera. No había estancia ni
chacra que no luciera una frondosa huerta. Sandías,
naranjas, limones, mandarinas, melones…, en su
forma natural o en dulces, jaleas, tortas y postres se-
ducían el paladar de los visitantes.

b) La cocina en los sectores rurales


Más allá del casco de las estancias donde anidaba
el encanto aromático de la cocina burguesa se exten-
día un mundo compuesto por sujetos anónimos,
sencillos, que con su trabajo día a día lograron capi-
talizar la riqueza provinciana. Lejos del refinamien-
to, la etiqueta y el protocolo de la burguesía, un cú-
mulo de varones y mujeres fueron delineando sus
propias maneras y formas de comer y cocinar.
Sin embargo, no se puede pensar al cosmos de los
campesinos como un todo homogéneo. Por el con- Los productos de la huerta
trario, en el interior de aquel grupo es preciso de- Naturaleza muerta de Augusto Schiavoni (ca. 1930)
en Isidoro Slullitel Cronología del arte en Rosario, 1968.
marcar distintos rangos a partir de las posibilidades
de disponer sobre la propiedad de la tierra. De este
modo aparecen las figuras del pequeño propietario,
del arrendatario y finalmente la del trabajador que
sólo contaba con el potencial de sus manos.
En la «chacra» la cocina, como espacio funcional, do– que se instalaba en el patio, bajo la sombra de
resultaba ser una habitación retirada del resto de la los árboles.
casa. Solidarios con esta última nunca faltaba el em- La huerta cultivada por las mujeres y niños apor-
plazamiento del horno de barro en el patio y una taba al menú chauchas, zanahorias, cebollas de ver-
habitación, especie de sótano, donde se guardaban deo, papas, tomates, salsifí, acelga, arvejas, habas,
los productos de las carneadas y otras vituallas que sandias, zapallos, duraznos, naranjas, mandarinas y
requerían conservarse a bajas temperaturas. El mo- toda una gama de vegetales y frutas que la magia de
do alternativo de almacenar los alimentos en frío re- la cocinera transformaba en dulces, ensaladas, gui-
sultó ser la fiambrera –caja de madera a cuyo inte- sos, rellenos de pastas, etc. Cercano a la huerta se
rior se accedía por una puerta cubierta por un teji- hallaba el corral de las aves –gallinas, patos, pavos y
146 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 147

gansos. De aquél no sólo se obtenía la carne avícola aprender». La señora disponía de la cocina de leña o
sino también los huevos, indispensables para la re- carbón para la cocción de sus comidas. La escasez de
postería campestre. Finalmente, siempre rondaba recursos materiales obligaba a las familias a alimen-
por el patio una vaca que la señora o los niños orde- tar la cocina con estiércol de vaca, tarea que queda-
ñaban para conseguir el líquido protagonista de mu- ba en manos de los niños, quienes lo recolectaban en
chos manjares y de los desayunos: la leche. El dulce las inmediaciones de la chacra.
de leche, la manteca y los quesos, eran las produc- En el ámbito rural la tecnología doméstica comen-
ciones hogareñas que surgían a partir del procesa- zó a modernizar la escena recién en el ocaso de los
miento de la materia láctea. años 1940s. Hasta entonces, las opciones eran la cita-
Como se advierte, en aquellos núcleos merodea- da cocina o el horno de barro, donde se hacía pan ca-
ba una clara inclinación al autoabastecimiento. Sin sero y tortas… En la memoria de las mujeres que ha-
embargo, de tiempo en tiempo visitaba las chacras bitaron el sur de la provincia de Santa Fe queda el re-
un vendedor ambulante que llevaba en su jardinera cuerdo del aroma y el sabor de las paisanitas, una tor-
algunos ingredientes que no se podían confeccionar ta que se distinguía por llevar pasas de uva.
en casa. Sin dudas la harina resultó ser la perla más Un momento del año que entremezclaba trabajo
preciada de procedencia externa. Era la esencia y fiesta deteniendo la rutina de los campesinos era la
blanca a partir de la cual cobraban realidad el pan carneada. Se trataba de una tradición europea que se
casero, las confituras y las pastas. Éstas últimas fue- trasladó junto con los contingentes de inmigrantes.
ron un emblema del origen italiano que distinguió a La carneada requería del trabajo de los dueños de
gran parte de los inmigrantes llegados a la provincia. casa y de todos los vecinos y parientes más cercanos.
Tallarines, ravioles, macarrones y agnolottis eran las Eran uno o dos días de trabajo que se laureaban con
comidas estrella de los domingos. También forma- grandes bailes y comilonas. De allí no sólo surgían
ban parte del menú campestre las empanadas, el lo- provisiones alimenticias para todo el año sino amis-
cro, la carbonada, los guisos, la polenta, las tortas tades, lazos de solidaridad y hasta amores. Concre-
fritas, los buñuelos, pastelitos, y toda la gama de tamente, la carneada significa la producción de em-
dulces que podían surgir de los frutales de la quinta. butidos en grandes cantidades para cubrir las de-
Si las chacras lindaban con algún asentamiento mandas del consumo anual. De la mezcla de la car-
urbano, los campesinos podían realizar sus compras ne de cerdo con la de vaca condimentada con suge-
en el almacén de ramos generales. En aquellos gran- rentes especias surgían jamones –crudo y cocido–
des comercios los vecinos, residentes urbanos o ru- bondiolas, chorizos, pancetas, morcillas, los sabro-
rales, satisfacían todas sus necesidades. En este am- sos chicharrones para hacer tortas y una reserva de
biente la señora de la casa hundía sus manos en los grasa de cerdo que serviría para las frituras. Este ti-
ingredientes para cocinar. Lo hacía rodeada por sus po de productos distinguió y caracterizó a la vianda
hijas que observaban las acciones de la madre «para de los sectores rurales.
148 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 149

En los márgenes del mundo rural y más allá del María Florencia recuerda la historia de su ma-
espacio habitado por los chacareros se extendía el dre María y cuenta:
propio de los trabajadores. Este estaba compuesto Había mucho trabajo […] íbamos para el lado
por un conjunto de familias que, viviendo en las in- de Venado Tuerto, San Eduardo, María Teresa
mediaciones de los poblados, aguardaban los tiem- […] porque era zona de maíz […] se formaban
pos de las cosechas para trabajar. De año en año, al campamentos que parecían pueblos […] y ma-
ritmo de la recolección del maíz, las familias en ple- má cocinaba para todos…en el suelo hacían co-
no se instalaban en las grandes estancias sedientas de mo una cocina económica […] también se coci-
mano de obra. Allí padre, madre e hijos trabajaban naba al rescoldo… y se cocinaban unas tortas de
codo a codo para ganarse el sustento. A los efectos chicharrón […] recuerdo que de año en año
de sobrevivir durante aquellos meses construían cuando volvíamos al mismo lugar encontrába-
asentamientos precarios –cuyos materiales eran ma- mos unos zapallos enormes que crecían de las
deras y chala. Este panorama hace pensar que los mismas semillas que quedaban en el suelo, de
trabajadores temporarios, en función de los escasos esos de cáscara dura y mamá hacía dulce de za-
recursos, ponían en práctica una dieta alimenticia pallo en unas ollas que tienen tres patitas […]
particular. La madre se encargaba de servir un desa- Entrevista a María Florencia
yuno suculento –un tazón de leche acompañado con Abaca el 31-3-2001
galleta seca– a toda la prole antes de comenzar la ta- Paula Caldo «De historias rurales y pasiones
rea como así también de esperarlos con el almuerzo, femeninas…», 2005.
la cena y una merienda compuesta por el mate y a
veces una olla repleta de tortas fritas, picarones, ros- Puede pensarse que en las dimensiones de la zo-
quitas o buñuelos. na rural santafesina quedaban yuxtapuestas tres for-
No eran muchas las variantes en materia de ingre- mas de cocinar y de comer: la de los estancieros, la
dientes que ofrecía el contexto: los sacos de harina y propia de los chacareros y la de los trabajadores ru-
las reservas de azúcar que llevaban desde sus lugares rales. De una a otra lo que aminoraba era la varie-
de origen y algunos víveres que deparara el azar. dad, la cantidad y las posibilidades de acceder al
Aquí no cabía la posibilidad de cultivar la huerta ni confort y al lujo. De aquellas comilonas pantagrué-
de ordeñar la vaca. Sólo se remitían a consumir los licas que deslumbraron a los viajeros a las propias de
frutos silvestres donados por la tierra. El zapallo era los chacareros y finalmente la de los trabajadores se
el comestible que aguardaba de año en año a los tra- iban delineando la franja y las fronteras culinarias de
bajadores. Con éste las cocineras preparaban dulce, los santafesinos. Los ojos juveniles del inmigrante
locro, guisos, y cuanta variedad de manjares les per- Álvaro Mariani, por el año 1926, hallaron el esplen-
mitiera construir la elasticidad de su ingenio. dor en las mesas de la estancia Quirno de Villa Ca-
ñás. Tanta carne, chocolate, leche, pan dulce, lecho-
150 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 151

nes, ravioles…, todo junto y dispuesto a satisfacer afamadas pastas. Todo aquello regado con vino tin-
las necesidades de los comensales. La historia cuen- to o con alguna cerveza que se permitía para darse el
ta que aquel joven de 16 años con el correr del tiem- gusto.
po se convirtió en propietario de una chacra acce- Entre 1860 y 1930 arribó al país un sinfín de in-
diendo al encanto de los sabores santafesinos. migrantes que en su mayoría procuraron instalarse
Manjares, secretos, recetas diferentes fueron cu- en las inmediaciones de las ciudades. Muchos de
briendo la mesa y el apetito de los lugareños. Mu- ellos, desprovistos de recursos y en magras condi-
chos estudiosos de las prácticas culinarias se niegan ciones laborales, acabaron sus días viviendo en los
a pensar en una cocina nacional o provincial sin es- denominados conventillos y casas de alojamiento.
tudiarla en clave de clase y de emplazamientos geo- Esas residencias cosmopolitas albergaban en su seno
gráficos: desde ahí las recetas que hacen al comer de a todas aquellas familias y sujetos que estuvieran
la mayoría de una provincia adquieren relevancia dispuestos a cambiar unos pocos centavos por un
por sobre las que imponen las páginas de los libros techo. Aunque el único techo que deparaba intimi-
y los menúes de restoranes. dad fuese el del propio dormitorio, ya que el resto
de la casona era compartida con la totalidad de los
c) La cocina en los márgenes de la ciudad: inquilinos. En este panorama, las prácticas culina-
comer en los conventillos rias quedaban reducidas a su mínima expresión.
Al revisar la fisonomía de las grandes ciudades se Puede imaginarse la gran olla sostenida por sus tres
las encuentra atravesadas por un cúmulo de diferen- pies de hierro enclavada en el patio del conventillo,
cias. Estas disparidades cristalizan con mayor fuer- albergando en su interior una mezcla de hortalizas y
za en los espacios capilares de la vida cotidiana. Muy verduras recogidas en el mercado central para paliar
distanciados de las mansiones burguesas, comenza- el hambre de los moradores. Pan, mate, mate coci-
ban a extenderse los sectores populares de la ciudad: do, pastas, polenta con pajaritos, pucheros, y la fa-
obreros, trabajadores temporarios, desocupados, mosa «ropa vieja», que consistía en una mezcla de
ancianos, niños, mujeres que con sus gustos y de- las sobras del puchero, fueron algunos de los inte-
seos también recortaron sus predilecciones alimen- grantes de la vianda de estos individuos.
ticias. Lejos de los dictámenes de la etiqueta, se sen- Muchos de los inmigrantes que arribaron al país
taban a la mesa para ingerir el suculento menú del estaban entrenados en trabajos de neto corte urba-
plato único. Allí las sopas, los guisos –esas extrañas no. En consecuencia, cocineros, mozos, panaderos,
mezclas de los productos que la agudeza del cocine- reposteros y confiteros, fueron algunas de las profe-
ro permitiera fusionar– el puchero, los cortes de siones que caracterizaban a los recién llegados. Vivir
carnes accesibles por su precio –menudencias de los en las zonas periféricas no sólo significaba hacina-
animales– eran parte de la comida cotidiana. La ru- miento y precariedad sino también escasas posibili-
tina se interrumpía con alguna pizza, asadito o las dades para montar un trabajo independiente sólido.
152 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 153

Muchos de los vendedores ambulantes que circula-


ron por las calles de la ciudad provenían de aquellos
sectores. Y fueron las mujeres quienes a partir de sus
dotes culinarias, con frecuencia, hicieron pastelitos,
pastas y tortas para que sus hijos, esposos o ellas
mismas vendieran de puerta en puerta.
La cocina representó una fuente de nutrición pa-
ra la prole como también una entrada de recursos
económicos. Las mujeres de los sectores populares
integraron listas de espera para los puestos de muca-
mas, cocineras, lavanderas…
Una mención especial merece el lechero que,
siendo propietario de algunos surcos en los márge-
nes de la ciudad, ordeñaba sus vacas para luego ofer-
tar la leche de casa en casa. Este tipo de venta en
Santa Fe fue característica de los inmigrantes de
procedencia vasca.
En la bisagra de los siglos XIX y XX en la ciudad
de Rosario fueron germinando una gran cantidad de
conventillos. Los mismos eran instalados en edifi-
cios cuyos propietarios resultaron ser los señores
portadores de los apellidos más ilustres de la región
–léase José Arijón, Mario Cilvetti, entre otros. Allí
vivían inmigrantes de todas las latitudes Quien por
entonces se animó a entrevistar y retratar las cos-
tumbres de esta gente fueron los cronistas de la re-
vista Monos y monadas. En una nota de febrero de
1911 la citada revista se zambulló en los conventillos
del barrio Refinería para retratar las costumbres de
sus moradores, dejando testimonio de la mezcla de
aromas que atravesaba aquellas habitaciones prove-
nientes de la olla comunal en la que bullía la comida «Corazón de vasco»
Caricatura del lechero de origen vasco
que saciaría el apetito de los comensales. Gestos y muecas, Rosario, octubre de 1913
El período estudiado fue observado por el agudo
154 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 155

ojo de los médicos higienístas quienes pasaron re-


vista, entre otras cosas, sobre las prácticas culinarias
de los sectores populares. Esos médicos entendían
que la salud de una sociedad estaba íntimamente
emparentada con los hábitos desplegados en lo coti-
diano. Una buena alimentación sumada a la higiene
de las viviendas evitaría enfermedades físicas y so-
ciales. El médico rosarino Camilo Muniagurría, en
1911, creó el lactarium no sólo para velar por la sa-
lud de los niños indigentes sino educar a las madres.
En dicha institución se les entregaba a los progeni-
tores una canasta con el alimento correctamente es-
terilizado para los retoños. Las políticas higienistas
también gravitaron sobre el modo de procesamien-
to de los alimentos. Una nota publicada en el sema-
nario rosarino Gestos y muecas del año 1913 llevaba
por título Lo que comemos y paso seguido describía
el tratamiento que se le daba a la carne en los mata-
deros. El fin era limpiar a la sociedad y hacerlo des- La estufa de esterilización a vapor del Lactarium dirigido
de los espacios más recónditos. Entre éstos últimos por el Dr. Maniagurría
la cocina ocupó un lugar preponderante ya que co- Monos y monadas, Anuario, 1911

cinar siempre es cocinarse…

Finalmente…
Muchas resultaron ser las palabras vertidas sobre el
comer y el beber de los santafesinos. En estos párra- implica hacerlo uniendo ambas vertientes, donde lo
fos hemos presentado un panorama abierto en dos múltiple se pierde y resignifica junto al todo. No de-
frentes: uno, el que transita por la línea de la alimen- bemos olvidar que cocinar es una acción cotidiana
tación provincial –macrococina– donde se busca compleja que junto al bullir de los alimentos solidi-
bosquejar los lineamientos de una cocina que abra- fica hábitos, gustos e identidades. Entonces, sobre
za a un todo; el otro, en cambio, se bifurca en dis- las mesas de los santafesinos, contiguo a los que
tintas ramas atiborradas de diferencias sociocultura- ellos comen, brotan estelas de lo que ellos son.
les –micrococinas. Pensar la culinaria de una región
156 Nueva Historia de Santa Fe

Para saber más Capítulo 6

ÁLVAREZ Marcelo, PINOTTI, Luisa A la mesa. Ritos y re- La invención del consumo
tos de la alimentación en la argentina, Grijalbo, Bs. As.,
1999. por Sandra Fernández
ARCONDO, Aníbal Historia de la alimentación en Ar-
gentina desde los orígenes hasta 1920, Ferreyra Editor,
Córdoba, 2002.
CALDO, Paula De historias rurales y pasiones femeni-
nas. Una biografía de mujeres trabajadoras, 1920-
1960, Serie Informes III, Edición en CD, Escuela de His- El desarrollo del capitalismo había planteado una
toria, Facultad de Humanidades y Artes, UNR, Rosario, sistemática separación entre productores y consu-
mayo del 2005. midores. Entre ellos había aparecido otra figura, el
comerciante, cuyo objetivo era aumentar cada vez
más esa distancia no sólo para acrecentar sus ganan-
cias, sino también para convertirse en el interpela-
dor excluyente del consumidor.
Sobre mediados del siglo XIX se profundizó el
uso de la publicidad en un intento de establecer una
relación directa y afable con el consumidor, permi-
tiéndole vislumbrar la posibilidad de mejorar su vi-
da cotidiana a partir de la adquisición de bienes, elu-
diendo el conocimiento del mercado que poseía el
comerciante para orientar la compra. La marca del
producto pasó a ser de fundamental importancia,
transfiriendo singularmente el ámbito del conflicto
del comercio al hogar. Así la decisión de la compra
se desarrollaba en un espacio privado, no ya en el se-
no del local comercial. Tal rearticulación de las for-
mas de relación permitió a su vez que la esfera del
consumo emergiera (real o aparente) como un ám-
bito original e independiente donde el mensaje pu-
blicitario debía brindar toda la información necesa-
ria para que los consumidores asumieran autóno-
158 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 159

mamente su rol de expertos. El aviso publicitario


era el elemento central de diálogo en la generación
de un mercado no exento de deseos y conflictos.
La tradición de las publicidades se había desarro-
llado dentro de los medios gráficos de diferente te-
nor (periódicos, semanarios y distinto tipo de publi-
caciones secuenciales) desde el siglo XIX. Su evolu-
ción obedeció a los cánones tradicionales impuestos
por el mundo moderno. La modernidad se observa-
ba tanto dentro del diseño interno como en las es-
trategias discursivas, pero en esencia era el resultado
de un proceso histórico que durante ese tiempo pro-
vocó el surgimiento de una sociedad de consumo. El
vínculo entre el mercado y el consumidor se plan-
teaba, y sigue planteándose, partir de un mensaje
que generado desde un espacio público penetra en el
espacio privado. El consumidor soberanamente rea-
lizaba su elección de compra después recibir ese
mensaje desde los distintos medios resolviéndose en
una compleja trama de deseos, inhibiciones, restric-
ciones, etc.
En Argentina, tan pronto como el país comenzó
a industrializarse, los empresarios establecieron una
línea de acción para intentar minimizar los riesgos
de mantener un stock ocioso, así la idea de interve-
nir sobre las decisiones de los compradores con me-
canismos que fueran más allá del precio final del
producto, se volvió una meta desde la perspectiva de
la oferta: era el consumidor, entonces, quien tenía
que cambiar sus hábitos, si el fabricante le garanti- Monos y Monadas, noviembre de 1910
zaba una satisfacción más efectiva de sus deseos.
Tal como lo afirma Fernando Rocchi, la sofistica-
ción en los medios publicitarios llegó a nuestro país
a partir de la aparición en 1864 de la primera campa-
160 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 161

ña publicitaria organizada por Melville Bagley; sin


embargo sería una excepción. Veinte años más tarde,
producto del crecimiento de los años 1880s. como
de la aguda crisis de 1890, los anuncios eclosiona-
rían en los medios gráficos y en las publicidades de
calle.
Durante los primeros años del siglo XX se asistió
al auge de las grandes campañas y en las décadas de
1920 y 1930 al fortalecimiento de las agencias. Espe-
cíficamente a posteriori de la crisis de 1913 y de la
Primera Guerra, aparece una ola de reactivación pu-
blicitaria, que fundó su desarrollo en el diseño grá-
fico de la publicidad y la estructura del mensaje ten-
diente a «domesticar» discursivamente tanto en pa-
labras como en imágenes al público santafesino.

Un público o varios públicos


La constitución de un público consumidor fue un
proceso que llevó décadas.
En realidad es difícil poder hablar de uno sólo, es
más pertinente pensar en varios públicos, pero inte-
rrelacionados en función de sus gustos y perspecti-
vas de consumo. Un sector con un poder adquisiti-
vo alto no sólo tenía un abanico de posibilidades
dentro de un segmento de consumo, sino una ma-
yor injerencia dentro de varios nichos de productos.
Por el contrario, un público de escasos recursos o
alejado de los vigorosos centros urbanos tenía mu-
cha más concentrada su capacidad de demanda.
La publicidad convocaba al público fundamen- Publicidad tienda Gath & Chaves, 1920
talmente urbano, por ello fue mucho más importan-
te el impacto que esta tuvo sobre el público consu-
midor en ciudades como Rosario y Santa Fe. Esta
162 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 163

batería de anuncios se anudaba con la variada gama


de locales comerciales que, dispuestos en el centro y
los barrios, acercaban a la sociedad los bienes que
comercializaban.
Las poblaciones más pequeñas de la provincia,
muy ligadas al ámbito rural, disponían de los alma-
cenes de ramos generales; nombre engañoso para
definir a un negocio que comercializaba un amplio
espectro de productos que iban desde azúcar o hari-
na hasta herramientas, arados, telas y artículos de
mercería. En estos lugares, el progresivo avance de
la sociedad de consumo permitió que surgieran co-
mercios dedicados a rubros específicos, pero los al-
macenes de ramos generales, mantuvieron hasta
muy entrado el siglo XX, su preponderancia comer-
cial, incorporando ellas también toda la estrategia
publicitaria de las grandes firmas nacionales.
Su vínculo con el medio rural las hacia especial-
mente sensibles dentro de la red de comercialización
en el espacio recional. En muchos casos se conver-
tían en delegaciones de grandes casas de Santa Fe,
Rosario o Buenos Aires, y junto con la venta por ca-
tálogo fueron el eslabón comercial más cercano a la
población rural. Grandes emporios comerciales co-
mo Gath y Chaves estuvieron a la vanguardia en es- Gestos y Muecas, Anuario 1911
te tipo de ventas, asegurando merced a una aceitada
red comercial la llegada de sus catálogos a buena
parte de los hogares santafesinos. desencadenado por la aparición de la «marca» se de-
Este circuito podía llevarse adelante por las mejo- sarrollara eficientemente.
ras en los medios de comunicación, abiertos prime- Las campañas nacionales de productos de consu-
ro por el tendido de las líneas ferroviarias y luego mo masivo se extendían con publicidad callejera y
por la constitución de una profusa red vial que ase- escrita por todo el territorio de la provincia y como
guraba el contacto con los distintos pueblos de la contrapartida el público se volcaba paulatinamente
provincia. Este fenómeno permitió que el proceso al consumo de estos bienes promocionados. Sin em-
164 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 165

bargo, se mantuvo un consumo ligado a los produc- les, vacaciones, antigüedades y joyas lo fueron para
tos regionales muy importante. Los hábitos de con- un público de elite. Entre medio aparecieron otros
sumo de «marca» tardaron bastante en imponerse productos que no contaban con un consumo siste-
primero porque la venta a granel continuó siendo mático durante las últimas décadas del siglo XIX,
sólida sobre todo en productos de primera necesi- pero que en las primeras del XX se masificarían pro-
dad, segundo porque existían usos muy arraigados gresivamente como artículos cosméticos, indumen-
de cocina familiar, tercero porque en muchos casos taria, libros, revistas e insumos para el hogar como
seguía siendo importante la economía de subsisten- lámparas eléctricas, estufas, cocinas a kerosene, etc.
cia ligada a la huerta y a la cría de animales de corral, Los aspectos descriptos eran más evidentes en la
y finalmente porque aunque incipiente la industria moda. Las publicidades de tiendas eran una cons-
de transformación en Santa Fe tenía su peso. En el tante en todas las revistas del momento, aun en los
rubro cervecerías, «Quilmes» debía lidiar con dis- periódicos de tirada diaria. Promociones, publicida-
tintas compañías asentadas en el centro oeste, Santa des de distinto nivel y diferentes atuendos página a
Fe y Rosario, que disputaban el mercado con varia- página recorrían las publicaciones periódicas. Sobre
das marcas y estilos de cerveza, pugnando por satis- fines de la década del Centenario y comienzos de la
facer el paladar del público regional. década de 1920 esta tendencia se agudizaba.
Dentro de las ciudades, el mercado de bienes y Mucho había tenido que ver la primera guerra en
servicios se iba ampliando conforme la estructura la transformación de la vestimenta, y esta transfor-
social se hacía más diversa, como resultado de la po- mación en la moda había atizado la voluntad de las
derosa fuerza migratoria primero y luego en fun- grandes casas para pugnar en pos de un marcado
ción de los visibles efectos de una incipiente movili- más amplio y con mayor capacidad económica. Las
dad social. publicidades afloraron porque además el mercado se
Publicistas y empresarios eran concientes de que transformaba: nuevos zapatos, nuevas faldas, nue-
era imposible intentar vender de todo a todos, por vos cortes de chaquetas, nuevos botones…
esto segmentaron el mercado organizando campa- Las tiendas competían por una dispar clientela
ñas intensivas destinadas a cubrir las necesidades con una amplia diferencia en su rango de compra.
crecientes de la sociedad en su conjunto, y otras más Los avisos iban dirigidos a un público de mujeres y
discretas y puntuales orientadas a satisfacer a públi- varones a veces diferenciado otras apelando a un
cos más exclusivos y con un mayor poder adquisiti- discurso homogéneo en torno de prendas como za-
vo. patos y accesorios.
Los bienes de consumo masivo como cigarrillos, Las tiendas y zapaterías tenían como argumento
bebidas y alimentos envasados fueron los pilares de central de sus avisos la tradicional propuesta esta-
estas operaciones publicitarias y comerciales porque cional de productos de confección, sus novedades
se orientaban a un público muy amplio. Automóvi- textiles para un público de distintas edades y niveles
166 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 167

adquisitivos. Además podían ofrecer objetos de re- posterior comercialización, aunque fue la Primera
galo, y secciones de tapicería –para adorno del ho- Guerra Mundial la que otorgó al producto un pro-
gar– y mercería –para las labores femeninas. tagonismo absoluto en el mundo.
Gath & Chaves anunció en casi todos los diarios La industria nacional se mostró sumamente elás-
y revistas de la provincia. En ellos desplegó un esti- tica afianzando el cultivo y el desarrollo de la manu-
lo muy particular para promocionar sus productos. factura del cigarrillo en el país, mostrándose como
Las colecciones de vestidos y sombreros que se expo- una alternativa «argentina» a los tabacos importa-
nen, dotadas de un ‘chic’ incomparable, tienen el dos. Esto fue posible además por la organización de
mérito de la novedad exenta de extravagancia, tan agresivas campañas publicitarias desde los primeros
de acuerdo con el gusto que caracteriza la elegancia años de surgimientos de las compañías. La Compa-
de nuestras damas. Pero en ese mercado que se am- ñía Piccardo, fundada en 1898, había crecido signi-
pliaba más con el paso de los años, la representación ficativamente en sus dos décadas de funcionamien-
de clase también se anudaba con la imposición de to, incorporando en Rosario en 1919 su primera su-
esa misma representación sobre los otros sectores cursal en el país –estrategia continuada en los si-
sociales. De allí que, en todos los avisos de tiendas, guientes cuatro años en las ciudades de Córdoba
y el de Gath & Chaves no era una excepción, se re- (1921) y Mendoza (1923). En estos años la compa-
calcaban las liquidaciones y la modicidad de precios. ñía multiplicó su oferta con una amplia gama de
Similares estrategias tendrían las casas regionales del marcas, pasando de una venta de tres millones de
rubro. atados en 1919 a catorce millones en 1923.
Los cigarrillos representan quizás el mejor ejem- La eficacia de la táctica publicitaria de las compa-
plo para mostrar el vínculo entre productores, pú- ñías tabacaleras se debía fundamentalmente a la uti-
blico, diseño gráfico y consumo masivo marcado lización de soportes no aprovechados hasta el mo-
por los cambios en los hábitos de consumo de am- mento, como el tranvía o los carros repartidores; so-
plios sectores de la población mundial. portes que sin costos excesivos llevaron la imagen
Si bien la industria del tabaco tenía un desarrollo de las compañías y de sus productos a diferentes lu-
anterior, la difusión masiva del consumo de tabaco gares de la provincia, sin que esto implicara descui-
se produjo a partir de la incorporación del uso de la dar la publicidad tradicional en publicaciones perió-
picadura en un producto armado industrialmente: el dicas, revistas, vallas y murales logrando una unidad
cigarrillo. El siglo XIX se caracterizó por un incre- de imagen que la caracterizó más allá del público
mento del consumo de tabaco paralelo al crecimien- consumidor al que estuviera dirigido.
to de la población y de la renta, evidente entre la po- Publicidades sobre jabones, perfumes y cosméti-
blación urbana y rural. Después de la guerra de Cri- cos circularon con asiduidad en la prensa, así como
mea (1856) el cigarrillo adquirió un auge definitivo, también productos destinados a la «salud» de los
lo que permitió y favoreció su rápida manufactura y consumidores. Por aquellos años apareció un sinnú-
168 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 169

Publicidad de la Cía. Picardo, 1919 Monos y Monadas, enero de 1911


170 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 171

mero de publicidades que anunciaban las virtudes


terapéuticas de distintas grageas, jarabes… y apara-
tos mecánicos y eléctricos, para dolencias que iban
desde gota, hasta trastornos sexuales.
Los diarios santafesinos también publicitaron
asiduamente un sinfín de implementos para el agro
–arados, molinos, desgranadoras, cosechadoras– así
como máquinas y herramientas para talleres, colo-
nos y agricultores.
Los anuncios de libros y artículos de librería fue-
ron menos importantes, en virtud de los cambios
que se manifestaban en la escolarización de la socie-
dad santafesina. Por un lado aparecieron avisos de
librerías dedicadas específicamente al área educati-
va, promocionando textos escolares y universita-
rios, así como bibliotecas de autores universales y
argentinos; y por otro, avisos de útiles escolares y de
oficina. El Orden, 3 de noviembre de 1930
Las publicidades más importantes dentro de los
servicios fueron las dedicadas a los bancos y compa-
ñías de seguros; pero también de compañías como mas de una recuperación económica, los bancos más
las de electricidad, que intentaban difundir cada vez significativos de las plazas santafesinas eligieron
el uso de la energía eléctrica. En plazas urbanas co- anunciar sistemáticamente en diarios y revistas des-
mo Rosario y Santa Fe, la cantidad de bancos era cribiendo exhaustivamente los beneficios de operar
importante, su uso difundido. Tal panorama hizo con ellos, disputándose no sólo el mercado de la
que fundamentalmente luego de la crisis de 1890, el clientela solvente y las administraciones provincial y
nacimiento y extensión de las casas bancarias obede- municipales, sino también el de pequeños ahorristas
ciera a la necesidad creciente de superar las dificul- que veían a estas entidades más cerca de sus necesi-
tades financieras. Bancos públicos –especialmente el dades.
Banco de la Nación y el Banco Provincial de Santa Las diferencias entre tasas de interés y depósitos
Fe– mixtos, como también bancos de capitales pri- mínimos no excedían la pequeña pugna por contro-
vados, extranjeros o nacionales, de origen local o in- lar un mercado que se encontraba complementado y
terregional, se difundieron en las ciudades de la pro- articulado por las distintas casas nacionales y ex-
vincia. Desde fines de 1918, al compás de los sínto- tranjeras. La diferencia fundamental se encontraba
172 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 173

en los radios de acción de cada una de estas entida-


des financieras, en función de giros y operaciones
con otras plazas nacionales e internacionales, que
definían a la postre el tipo de cliente en disputa. Las
casas bancarias radicadas especialmente en Rosario
y Santa Fe mantenían una cartera ligada a la activi-
dad empresaria –comercial e industrial– y también
buscaban consolidar el segmento del ahorro sobre
los medianos y pequeños ahorristas e inversores. La
propuesta de la ampliación regional de su esfera de
acción también podría involucrar a estos sectores
muy ligados al ámbito rural y con lazos en el exte-
rior.
Revista de «El Círculo», Núm. 11 y 12 de 1919
Los seguros habían significado un hito dentro de
la provincia que crecía a fines del siglo XIX al com-
pás del cereal. El espectro de compañías era bastan-
te amplio; por un lado existían empresas extranjeras gar. En Rosario la Sociedad de Electricidad y Angel
directamente radicadas con sucursales en la provin- Muzzio & hijos acompañaban estos paradigmáticos
cia, representantes comerciales de compañías ex- avisos con sus propios anuncios de exposición per-
tranjeras, empresas de capitales porteños o bonae- manente de aparatos eléctricos y lamparitas Philips
renses, compañías netamente de origen local y em- única... que despide luz blanca, apelando también,
presas mixtas, y aún compañías de carácter coopera- pero más discretamente, a los beneficios higiénicos
tivo. Todas ellas disputaban en particular el segmen- de tales usos. De igual modo ventiladores, estufas y
to de los seguros destinados a la actividad agrícola e heladeras eran los protagonistas de esta nueva gama
importadora-exportadora, en especial los contra de artículos para el hogar, que sólo décadas más tar-
granizo y los seguros de carga, y no escatimaban es- de se propagarían por los hogares santafesinos.
fuerzos publicitarios para acrecentar su cartera de
clientes a través de los medios gráficos de la provin-
cia. Un consumo diferenciado
Las compañías eléctricas, por su parte, no sólo Si bien el espectro publicitario intentaba cubrir a un
publicaban sus propios avisos, tendientes a difundir público lo más amplio y heterogéneo posible, tam-
el consumo energético, sino que en muchos casos se bién las estrategias de anunciantes y agencias se
asociaban a terceras empresas para anunciar toda orientaba a segmentar a esos consumidores por su
una nueva gama de productos eléctricos para el ho- poder adquisitivo. Por ello fue común que se pro-
174 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 175

yectaran publicidades destinadas a los sectores más


acomodados de la sociedad santafesina capaces que
de destinar más recursos para satisfacer sus niveles
de consumo.
La mayoría de estas publicidades estaban dedica-
das al deleite y satisfacción física, material y sensi-
ble. Orientadas funcionalmente a los sentidos se en-
contraban muy alejadas de las promociones alrede-
dor de líquidos milagrosos, grageas curativas que
acompañaban a vinos, jabones o tiendas, que apare-
cían en revistas y diarios destinadas a un público
más amplio y corriente.
De este modo «el buen comer y el buen beber»
tanto en el hogar como en los distinguidos salones
sociales específicamente diseñados para el agasajo
representaban un rasgo de continuidad en las publi-
cidades. Vinos finos de Mendoza publicitados por
los representantes en Rosario y Santa Fe (Benegas
Hnos & Cía), vinos de postre importados de Espa- Diario Santa Fe, 1° de febrero de 1914
ña convenientemente expuestos por sus agentes,
agua mineral «Natural» Villavicencio directamente
promocionada desde el escritorio central de la firma
en Buenos Aires, recorrían todos diarios y revistas tisserie Cifré en Rosario y El Club del Orden en
del período. La promoción de productos alimenti- Santa Fe, quienes destacaban la disponibilidad de
cios de sofisticación también recorrían las mismas salones para banquetes, fiestas y «tea rooms», así
páginas. José Polero promocionaba en Rosario a fi- como pequeños salones para comidas íntimas y ma-
nes de la década de 1910 la posibilidad de realizar un teriales completos para atender servicios en casas de
simple llamado telefónico para llevar a la mesa de las familia, asegurando cocina de primer orden con vi-
atentas señoras desde fiambres, pavos y lechones nos nacionales y extranjeros de calidad dentro de un
hasta los más exóticos pero no menos autóctonos marco de irreprochable conducta.
peludos y mulitas, acompañados de quesos, vinos y La diferenciación social y la distinción buscada y
conservas «extranjeros y del país». apropiada por la burguesía claramente se marcaba
La modernidad representada por el teléfono se además en una serie de anuncios interesados en fo-
extendía también hacia servicios como el de la Ro- mentar el uso y difusión de noveles artefactos para
176 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 177

el hogar, y el hogar era la quintaesencia del mundo Si el hogar era el santuario burgués, la casa en
burgués. tanto edificio, era su fortaleza. Lo que se pone de
La casa moderna, mejor aún la residencia burgue- manifiesto en estas publicidades era que la moderni-
sa debía contar con una serie de implementos que dad no sólo se hacia evidente en los aspectos simbó-
reforzaran el confort y mejoraran todavía más las licos, ornamentales, en los bienes muebles, sino des-
condiciones de vida. En muchos casos esto se forta- de la propia construcción; la durabilidad y la solidez
lecía con un espíritu impregnado del discurso no só- eran los mayores elogios para las empresas cons-
lo imperante y sino extensamente difundido del hi- tructoras. Al surgimiento de corralones de materia-
gienismo. les de construcción importados se sumaron casas de
diseño y arquitectura interior que complementaban
«Para gozar de buena salud, es indispensable un la tarea estrictamente constructora.
régimen cronométrico y riguroso de la higiene Desde ellas también se alentaba el consumo sun-
personal para dotar al cuerpo de las energías y tuario de muebles y elementos ligados a la decora-
fuerzas vitales que les son propias y que decaen ción del hogar. Cortinados, muebles de uso habitual
por falta de ventilación en los poros. No hay pero también otros destinados estrictamente a la de-
secretos para tener salud y belleza, sencillamen- coración de las habitaciones, junto con pianos, por-
te instálese un buen cuarto de baño dotado de celanas, bronces, platas, distintos objetos de arte y
todos los adelantos y de acuerdo con su médi- hasta adornos florales se mencionaban en distintas
co, haga uso de sus múltiples aplicaciones...» publicidades en las diferentes revistas de época en la
Revista El Círculo, 1919 provincia.
El hogar burgués por excelencia debía poseer un
Dentro de la línea marcada por el higienismo sinnúmero de piezas en tanto elementos de moder-
puede incluirse la publicidad de la farmacia y dro- nidad y colección que le proveyeran de legitimidad
guerías quienes anunciaban la realización de análi- simbólica y también significaran posesión económi-
sis, esterilizaciones y recetas, en sus locales céntri- ca; ya que las cosas adquirían entidad en relación a
cos. El tradicional comercio de la farmacia acompa- su precio, que pasaba a ser así correlato directo del
ñaba los cambios en el tratamiento médico impo- bienestar. Los objetos devenían algo más que sim-
niendo no sólo la práctica de la receta magistral sino ples útiles: fueron los símbolos del status y de los lo-
incorporando ya el medicamento de laboratorio, gros obtenidos.
con su marca de expendio, así como la atención du- Las mueblerías ofrecían aparadores capaces de
rante todo el día que anticipaba la búsqueda de la contener la platería y la porcelana de uso en comi-
farmacia como complemento médico pero dentro das y agasajos hasta pequeñas mesas o atriles y espe-
de una sociedad de consumo que alejaba un poco jos de diferentes dimensiones. Se sumaba la oferta
más al farmacéutico del paciente. tapizados y alfombras, rubro cubierto además por
178 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 179

tiendas de reconocida trayectoria nacional (Gath &


Chaves) o local (La Favorita, Cassini…) Pero las pa-
redes no sólo se cubrían con telas de importación si-
no fundamentalmente con elementos provistos por
la pulsión coleccionista de estas gentes.
Los productos promocionados por estas publici-
dades reunían dos elementos de síntesis burguesas:
la perdurabilidad y la belleza, aspiraciones asimila-
bles abiertamente con los anhelos vitales, materiales
y sensibles, de cualquier burgués.
El coleccionismo se imponía como una caracte-
rística central dentro de las motivaciones represen-
tacionales de la burguesía. El objeto coleccionable
en la mayoría de los casos no era un bien de uso, era
un bien susceptible de ser mostrado, de ser admira-
do por sus dueños y también por sus pares. En este
juego de intereses lo que se exhibía debía reunir tres
talentos fundamentales: ser bello, ser raro –aquí po-
demos sumar ser antiguo– ser costoso. Su posesión
aseguraba distinción y esa distinción se lograba en el
equilibro entre la fortaleza del dinero, el conoci-
miento o seudo conocimiento de la belleza a través
de la propiedad de valores de clase ligados a una idea
del arte y la cultura.
A las pinturas de caballete se le agregaban además
la oferta de reproducciones de obras artísticas, bron-
ces, porcelanas finas, cristales y esmaltes, valiosa co-
lección de antigüedades, miniaturas, cajas abanicos y
otras [de] época Luis XV, Luis XVI, Renacimiento,
Publicidad tienda Gath & Chaves, 1920
siglos XV y XVI suministrados por casas importa-
doras y por joyerías que cubrían ambas facetas del
comercio. De este modo al cuidado estético y acica-
lamiento del hogar se le oponía especularmente el
adorno del cuerpo. Toda dama que se preciara debía
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exhibir dentro del espacio privado y en los distintos un alto valor agregado que respondía al desarrollo
eventos públicos perlas, brillantes y otras piedras de este tipo de industria a nivel de los países centra-
preciosas. Medallas de nácar y brillantes, cruces, pen- les.
dentifs, gargantillas y toda otra clase de alhajas fi- La industria del automóvil fue incrementando su
nas, cuyos modelos son creaciones exclusivas... ofre- participación dentro del sector manufacturero mun-
cidas por ejemplo por la Joyería Perret «casa que dial de forma geométrica a partir de los primeros
ofrece el surtido más selecto». años del siglo XX. Tales transformaciones también
Pero el cuerpo era un templo burgués que no só- cambian las formas y los contenidos orientados al
lo se adornaba con joyas y vestidos a la moda: tam- mercado ya que aparecen las casas de exposición y
bién era objeto para el placer y para mostrar las pri- venta de automóviles, se comienzan a fabricar ca-
micias estéticas en materia de peinados y tinturas. miones (1901) y vehículos para transporte de pasa-
Ya durante la década de 1910 aparecen anuncios de- jeros (1905). Las fábricas se multiplicaron en los
dicados a la cosmética femenina. Las modernas ins- países centrales durante estos años, augurando su
talaciones de las «maisones» disponían de distintos crecimiento posterior de la mano de las necesidades
salones de massages, de teinture, de coiffure, spe- de la primera guerra mundial así como de la amplia-
ciaux por le lavage et massage de la tête promocio- ción del mercado de consumo. En Estados Unidos
nando el ejercicio de la beaticulture. El salón mo- y Europa, pero fundamentalmente en el primero la
derno de por sí estaba destinado a las señoras de la oferta automovilística se diversifico para contener
alta sociedad santafesina. Desde la ficción del idio- un mercado en crecimiento que necesitaba estos ve-
ma utilizado, pasando por los servicios propuestos, hículos para distintas necesidades como ocio y
todo daba cuenta del perfil trazado por este tipo de transporte. Esta expansión se acompañó con una es-
publicidad. trategia publicitaria que no sólo desplegaba avisos
Los automóviles habían comenzado su inserción en los distintos medios gráficos sino que además hi-
como un bien ligado al esparcimiento y el ocio den- zo su aparición la «revista especializada» en autos,
tro de los sectores acomodados argentinos. En el que se instaló en un segmento del mercado editorial
breve lapso de tres años en el período 1900-1903, de desarrollado tanto por las firmas como por los tem-
simplemente tres autos patentados se llegó a la can- pranos aficionados al automovilismo. Esta forma de
tidad de trescientos, cifra rápidamente superada en ocio permitió que surgieran distintas pruebas de ve-
los años siguientes. Se multiplicaron las actividades locidad o de rally que reforzaban la relación entre el
ligadas a los autos: carreras, revistas especializadas y producto y el mercado.
la multiplicidad de propagandas de automóviles en A pesar de que en estos mismos países producto-
revistas de todo tipo dentro del país. res había un esfuerzo en este período para acceder a
Los vehículos, sus repuestos y accesorios, lo mis- un mercado representado por la middle class y el
mo que sus insumos eran bienes de importación con transporte, en Argentina los vehículos que llegaban
182 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 183

se concentraban en primera instancia en llegar a un sello de distinción, los autos Chandler representa-
público acomodado y segundo en abastecer un dos por la casa Barnes & Cross era el auto para las
transporte automotor en ciernes. familias.
Según el Anuario Estadístico Municipal la ciudad Pero ninguno de estos anuncios reflejaba en sin-
de Rosario se registró por entonces un crecimiento gular aspecto de la representación de clase como las
muy importante en el uso de los vehículos a motor, publicidades de pianos. En tanto mueble, vestía la
concentrándose en automóviles más que en camio- casa con distinción, atributo otorgado fundamental-
nes y vehículos de transporte: «el transporte de per- mente por la condición de catalizador de cultura
sonas se realiza en el radio urbano no ya sólo por que reflejaba el instrumento.
medio de los tranvías sino también con coches y au- Esta doble entrada en la lectura de la significación
tomóviles que se destinan para el uso de sus propie- del piano se acentuaba además en torno del público
tarios ó se alquilan al público». al que iba dirigido: las mujeres y niñas de la casa. La
En la provincia de Santa Fe, al igual que en el res- familia burguesa veía como un preciado bien espiri-
to del país, las publicidades expresaban abiertamen- tual la enseñanza de la música llamada «culta». De
te una serie de señales para el perfil de futuro com- este modo se organizada un circuito sutil que co-
prador. Se hacía hincapié en las virtudes deportivas menzaba con la compra del objeto piano, que loca-
de los vehículos y también en su posibilidad de uso lizado en el salón principal de la casa permitía el de-
en el ámbito rural, resaltándose el escaso consumo sarrollo de las clases impartidas por el correspon-
de combustible de alguno de los modelos. Pero mu- diente profesor –en la mayoría de los casos de ori-
chos otros anuncios como el de Locomobile la ape- gen europeo– o la concurrencia obligada a las acade-
lación era triple e inconfundiblemente moderna: mias musicales diseminadas por los centros urbanos
suntuosidad, innovación y durabilidad. y culminaba en la sesión de interpretación en las ve-
En los autos promocionados por la Moss & Cía, ladas de la tarde o las fiestas nocturnas. Las publici-
aparece como característica excluyente la búsqueda dades de pianos, tanto de casas de Buenos Aires
de la distinción. Conducir o transitar en un Hudson (Otto Beines, Carlos Lottermoser, Mason & Ham-
significaba adjudicarse la distinción que atribuía el lin) como de agencias locales (Breyer & Porfirio)
uso de la marca. Con un oximoron moderno como acompañaban a todas las revistas y diarios de la épo-
telón la distinción, la singularidad estaba dada por el ca.
uso de un sello, una marca de un bien montado en Si la fotografía era el símil perfecto producido
serie y producido por millares para comercializarse desde la modernidad de la pintura de caballete, en
por el mundo. especial desde las fotos sociales en relación al retra-
Si el Peerless era ideal para el andar indistinto por to, las victrolas y fonógrafos lo eran en relación al
el campo y la ciudad, si el Locomobile era durable, piano en particular y a las orquestas en general. So-
versátil y moderno, si el Hudson era el otorgaba el bre fines de la década de 1910 la publicidad de la ca-
184 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 185

sa Pratt de Rosario se encargaba de mostrar las bon- cionando variedades que iban desde juegos y paseos
dades y beneficios que tal instrumento tecnológico hasta deportes, banda y bar, pasando por el teatro y
aporta al hogar: que una Victor-Victrola en el hogar la orquesta. Pero lo más significativo era que todas
hace feliz a todo el mundo! Lo ignora solo quien no estas actividades se promocionaban a partir de una
la posee. Nuevamente la idea de lo moderno se tras- estructura publicitaria que abarcaba la propaganda
luce como imprescindible para la vida de hogar: «En callejera y numerosos avisos en los principales dia-
las expansiones íntimas del hogar, en esas francas y rios y publicaciones periódicas de la época.
alegres tertulias familiares, es la Victor-Victrola el En Rosario, el Gran Café de la Bolsa hacía hinca-
complemento insustituible». pié en sus anuncios de ser el local más amplio y ven-
En los años anteriores a la Primera Guerra Mun- tilado de Sudamérica, con 60 ventiladores y 6 poten-
dial, los cilindros y los discos competían por el fa- tes extractores de aire» disponiendo de «estrenos
vor del público. Dentro de este segmento este tipo diarios de cintas Norteamericanas y europeas junto
de industria proponía dos vías de consumo la del con atrayentes números de varieté acompañado por
instrumento de reproducción y la de los elementos una gran orquesta como número vivo principal. Pe-
susceptibles de ser reproducidos. ro lo más importante resaltado en grandes letras era
Este tipo de publicidades serían el mejor antece- la clara enunciación de un espectáculo altamente
dente para un producto que multiplicado a fines de moral que podía disfrutarse en cómodos palcos para
los años veinte y fundamentalmente a partir de los familias.
años treinta por la radio se consolidará como uno de Otros locales introdujeron en estos años sus
los rasgos más significativos de la cultura de masas anuncios de los estrenos diarios de «cintas», implan-
del siglo XX: la industria discográfica. tando un elemento de ocio singular del siglo veinte
Sin embargo faltarían algunos años para que estos que se masificó en las tres décadas siguientes: el ci-
gustos se masificaran, entre tanto el ocio tradicional ne. Ya desde 1906, emulando las exhibiciones que se
ligado a los espectáculos públicos como el teatro, la realizaban en teatros y salones, algunos bares y con-
ópera, la opereta y zarzuela, así como conciertos de fiterías comenzaron además a proyectar filmes para
cámara o sinfónicos seguía siendo un espacio de asegurar una mayor clientela.
reunión. El público santafesino disfrutaba desde los pri-
meros años del siglo veinte de la exposición de fil-
mes. Por lo tanto, quince años después la audiencia
Ocio y turismo se encontraba ya acostumbrada a la proyección de
La oferta de bares, cafés y confiterías que asegura- películas y numerosas salas y teatros se organizaban
ban además un plus de entretenimiento eran muy para ofrecer cada vez más propuestas. Otro efecto
comunes. En especial en las ciudades de Santa Fe y de la primera guerra mundial fue la retracción del ci-
Rosario, pero también en otras, florecieron promo- ne europeo en su producción y distribución, espe-
186 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 187

cialmente del francés, italiano e inglés; lo que propi- los guiones permitía ir construyendo una muy hete-
ció la invasión por parte de la producción norteame- rogénea audiencia que comenzaba a aficionarse a es-
ricana del mercado argentino y sudamericano, mar- te tipo de espectáculos con su propuesta diaria por
cando una tendencia que fue subrayándose con los todo el centro de la ciudad.
años.
Efectivamente el cine como fenómeno masivo se «CINEMATÓGRAFO LA PLATA de Enri-
impuso durante la década de 1930, sobre todo como que Montesinos
producto directo de su sonorización, con la prolife- La Plata, esq. Córdoba
ración de salas más grandes y en distintos puntos de HOY -VIERNES 14 DE JUNIO DE 1912.
la ciudad, con la distribución feroz de las «grandes» –HOY
norteamericanas con sus famosos press-book y ade- COLOSAL PROGRAMA
más con la aparición de productos cinematográficos Se exhibirá el grandioso estreno en seis partes
argentinos, en especial a partir de 1933. titulado
Los films ofrecidos a fines de la década de 1910 y RESUCITADO
comienzos de 1920 eran mudos, con argumentos Emocionante drama de 1300 mts del tiempo de
muy disímiles, de casas francesas como Pathé, Me- Napoleón
liés o Gaumont, la escuela inglesa de Brighton, la CABEZA DE PARTIDO
productora dinamarquesa Nordisk y la avanzada Serie de la vida tal como es, en tres partes
Hollywoodense con sellos como Selig y Parsons, BEBÉ SE VENGA DE SU CRIADA, cómica;
Biograph, Chaplin y la antecesora directa de la Pa- MUERTO FINGIDO, Cómica, RAPTO EN
ramount, la Zukor-Lasky. AEROPLANO, Dramática, dos partes; ASE-
Las películas de más duración se encontraban ya SINATO DE UN ALMA, en dos partes. Pas-
dentro de un ciclo de industrialización que abarca- cuali; EL DOMADOR DE FIERAS, En dos
ba desde distintos registros geográficos hasta el partes. Selig; ZOÉ TIENE EL CORAZÓN
cambio tecnológico dispuesto, un aparato de distri- SENSIBLE, Estreno; SALVADO POR UN
bución eficiente y la consolidación de un espacio de INDIO, Drama.
comercialización típico de una sociedad de consu- SANCHÉZ RECIBE
mo. Ningún Café del Rosario puede igualarnos en
Los argumentos eran variados, muchas compa- cintas ni estrenos, pues esta casa pasa diaria-
ñías elegían filmar clásicos de su literatura, guiones mente 20 CINTAS»
que representaran el ideal de la nación, así como fil- La Capital, 14 de junio de 1912
mes de aventuras con más o menos arraigo en el dis-
curso real. Se destacaban también los temas bíblicos El público que asistía era muy heterogéneo. La
y algún que otro drama. Esta variedad temática de novedad hacía que buena parte de la sociedad se
188 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 189

acercara a ver «cintas» en cafés, teatros, o lugares es- ga, Del Solar, Sanguinetti, Fragueiro, Rodrí-
pecialmente habilitados para la función. Si en las guez.»
ciudades existían bastantes las salas de proyección La Capital, 25 de junio 1910.
más o menos preparadas en la campaña eran más es-
casas o inexistentes. Ello no impedía que las proyec- «Olimpo. Gran Cía Argentina Podestá Balleri-
ciones o puestas en escena se realizaran en galpones, ni, dirigida por el fundador del teatro nacional
patios o espacios abiertos al aire libre. de Jerónimo Podestá. Figura la primera actriz
Tal heterogeneidad también se expresaba en la va- Blanca Podestá, actores cómicos y dramáticos
riada oferta de estilos y géneros. No sólo era un pú- respectivamente. Hoy debut: El huracán y El
blico ávido de música «culta» u ópera, aun de ópera beso (estreno)»
cómica o zarzuela sino que sus gustos se disemina- La Capital, 20 de julio de 1916
ban por obras teatrales de diferente tipo (comedias,
dramas en italiano o en francés o de autores argen- Lo interesante es que a este sinnúmero de espec-
tinos, sainetes de origen español), actos de magia e táculos iban desde trabajadores hasta los más en-
ilusionismo, espectáculos de «the wild west», fun- cumbrados miembros de la burguesía. Es decir que
ciones de circo criollo con idéntica y masiva avidez. el gusto por estos pasatiempos era bastante similar, a
pesar de algunas excepciones que pudieran suscitar-
«Colón. Watry, el célebre prestidigitador y se. Lo que evidentemente no apuntaba a vincular a
transformista debuta el sábado próximo en el estos mismos sectores eran los costos de abonos y
espléndido coliseo de la calle Corrientes. Omi- entradas generales a las funciones –las diferencias en-
timos los elogios, ya que los méritos que revis- tre un boleto de platea y la mejor ubicación del pa-
ten los originales trabajos de este artista han si- raíso era de entre 5 y 10 veces mayor en costo, a lo
do valorados por el público rosarino en tempo- que había sumar la rebaja de hasta un 50% entre las
radas pasadas.» funciones nocturnas y las matineés. Las diferencias
La Capital, sábado 23 de julio 1910 entre las localidades del teatro, fruto del diseño de
estos edificios que reproducían arquitectónicamente
«Politeama. El circo de la calle Gral Mitre don- los modelos europeos marcados por la tradición
de la troupe de Frank Brown desplegó su mejo- aristocrática, eran profundas. Las distintas plantas
res habilidades para captarse las simpatías del imitaban una escala social, en su representación no
público que llenaba palcos y plateas. Vimos a sólo se evaluaban los montos de los importes en sí de
las siguientes flías: Marc, Rosas Lucena, Agne- ingreso, sino que la distribución simbólica del espa-
ta, Berlingieri, Pimentel, González, Machado, cio era la que otorgaba sentido profundo a esta dis-
Copello, Britos, Lejarza, Pagani, Correa, Cas- posición. El poder verse y reconocerse era excluyen-
tagnino, Podestá, Rouillón, Vila Ortiz, Quiro- te en la evaluación social de la burguesía y también
190 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 191

de los sectores medios más acomodados que tendían seado, en muchos casos esto se logró sustentado en
a acortar las distancias de diferenciación de clase le- un discurso higiénico muy ligado al tratamiento de
gitimándose más que desde lo económico desde su algunas enfermedades que otorgaba a los lugares
potencial intelectual, y de distinción provisto por su marítimos, las montañas, poblados de sol y de aire
educación y formación cultural. puro la cualidad curativa de lo natural.
Así durante todo el siglo XIX en Europa se con-
A lo largo de la segunda mitad del siglo XIX se solidó una pragmática de balnearismo que impulsó
consolidó la idea de las vacaciones como un cambio no sólo a los sectores burgueses sino también a am-
necesario en las actividades de la vida cotidiana y de plios sectores de las capas medias a la búsqueda de
género de vida. El reposo y los beneficios de la na- ocupar un tiempo libre separado del mundo del tra-
turaleza parecen una contrapartida del modo de vi- bajo a través del traslado espacial de las personas.
da urbano e industrial. Este gusto por la naturaleza Todo esto había sido posible de acuerdo con los
no era nuevo, y venía desarrollándose en Europa cambios oficiados por la difusión de los medios
desde el siglo XVIII. Pero lo que sí era nuevo como transportes masivos. Higienismo, modernidad,
subraya con toda razón Henri Boiraud en su estu- ocio, recreación y aventura se articularon en una
dio sobre las vacaciones, «es la inserción de estas simbiosis que aunque arcaica en relación a los pará-
preocupaciones en la organización temporal de las metros del turismo actual, dieron como resultado
actividades humanas». un nuevo fenómeno social. Estas costumbres fueron
Como contrapartida al tiempo del trabajo se re- trasladadas poco a poco a la Argentina y en especial
conocía un tiempo que podía ser dedicado a las va- a la sociedad santafesina.
caciones, es decir al regocijo con la naturaleza, el En un principio las prácticas de traslado en el es-
placer de los viajes y del esparcimiento. En una so- pacio ligadas al ocio en el espacio de la provincia, se
ciedad rural o artesana, el tiempo del ocio se encon- evidenciaban en particular dentro de las familias
traba en su propio lugar teniendo como marco sus acomodadas. La salida a la estancia, la finca, la ha-
actividades normales. En la sociedad urbana e in- cienda era parte de la búsqueda de comodidad para
dustrial, el verano y la naturaleza se asociaban al los veranos en distintas áreas regionales. En muchos
ocio, propagándose por nuevas clases sociales la no- casos significaba la mirada más atenta sobre una de
ción del tiempo libre, con una nueva estructura en la las formas económicas de sostenimiento familiar,
división del tiempo: las vacaciones comenzaron a por otro, una posibilidad de reunión de la familia
ser vistas como una necesidad y se las reivindicó co- más extensa en muchos casos intraregional, lo cual
mo un derecho. Pero antes de este salto se necesitó propiciaba la regeneración de vínculos, de nuevas
de un progresivo paso a paso en la articulación en- estrategias de relación y hasta de alianzas matrimo-
tre ocio y turismo: se debía dotar de significado al niales o comerciales; y siempre como un lugar de re-
«lugar» para convertirlo en algo posible de ser de- generación de tradiciones y costumbres.
192 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 193

Pero la campaña comenzó a resultar un horizon-


te estrecho para el esparcimiento conforme se acer-
caba el nuevo siglo. Por un lado comenzaron a flo-
recer en estos años finales del siglo XIX las mansio-
nes y residencias que se construían en los suburbios
de las grandes ciudades o las residencias solariegas
en otras poblaciones como Carcarañá, Rincón, Tim-
búes, Roldán…
Era común considerar a estos espacios casi rura-
les como lugares de esparcimiento, salud y en tanto
alternativa a la vida urbana, se los veía como un lu-
gar bucólico para el esparcimiento, el encuentro y la
visita.
Por supuesto, los sectores populares urbanos se
encontraban ajenos a estas prácticas de ocio y turis-
mo. Si vida signada por el tiempo de trabajo sólo
permitía escapadas al río o a los arroyos cercanos
que circundaban las ciudades y poblados. Específi-
camente estos eran paseos populares, y tal populari-
dad hizo que la mirada de los empresarios se centra-
Ver dentro de la publicidad del jabón la referencia
a los lugares de veraneo ra en ellos, en pos de constituir un segmento de con-
Diario Santa Fe, 1° de febrero de 1914 sumo del tiempo libre y los balnearios para los sec-
tores más modestos –por ejemplo los baños del Sa-
ladillo en Rosario. Durante el siglo XX estas prácti-
«Viajes inolvidables, realizados en las caracte- cas fueron haciéndose cada vez más significativas, y
rísticas diligencias de la estancia –una para la fa- con el correr de los años se intensificaron para hacer
milia y la otra para el servicio,- que iban a bus- eclosión con el turismo social durante el peronismo.
carnos al Rosario y nos traían de retorno, con Sin ser abandonadas, estas prácticas de traslado
tropilla de caballos manejados por tropilla de cercano fueron acompañadas por parte de la bur-
gauchos –los peones de la estancia-, indispensa- guesía hacia 1880 aproximadamente con el viaje ini-
bles unos y otros para transponer las diez le- ciático y también de residencia al antiguo continen-
guas que la separaban del Rosario». te. Las razones de este tipo de turismo fueron dife-
Elvira Aldao de Díaz, Recuerdos rentes al del público europeo, lo que se buscaba por
de antaño, 1931 parte de la burguesía era complejizar su identidad de
194 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 195

clase, que era imposible de obtener en la provincia. sar de haber dejado a Buenos Aires cuando ape-
A los ingentes esfuerzos de trasladar Europa a las nas tenía cinco años; su madre y su abuela ma-
grandes ciudades Argentinas, se le opuso desde fina- terna habíanselo inculcado».
les del siglo XIX y fundamentalmente hasta la pri- Elvira Aldao de Díaz, Recuerdos
mera gran guerra el ir en busca de Europa. No sólo de antaño, 1931
el directo conocimiento del espacio europeo a través
de paseos, visitas y recorridos, sino el disfrute de al-
gunos segmentos de la cultura burguesa en los pro- Las compañías navieras europeas –y también al-
pios centros de producción como la posibilidad de gunas asentadas en Buenos Aires– habían obtenido
un consumo suntuario de novedad hacían atractivo ventajosas regalías aprovechando los traslados masi-
el viaje. Al respecto Elvira Aldao describe con por- vos de pasajeros producto de la inmigración hacia
menorizado detalle este modelo de viaje y residen- las costas rioplatenses desde distintos puertos euro-
cia en la Paris de la primera guerra. peos. Asimismo se encargaban de promocionar los
viajes de placer que tenían ahora como destino esos
«...Para distraer las tristes noches de ese cruelí- mismos puertos y como protagonistas a una mino-
simo y tétrico invierno [Paris 1916-17] –en el ría selecta representada por la burguesía argentina.
que soportamos fríos excepcionales y dos bom- Sin embargo la primera guerra había marcado un
bardeos aéreos... resolvimos hacer música en el clivaje muy importante que en especial durante los
salón de Muja (sobrenombre familiar de mi so- años iniciales de la posguerra hizo que los destinos
brina María Inés del Campo de Ocampo), con europeos fueran menos apetecidos.
la aprobación estusiasta de su hijo Raulito. Así, varios elementos se conjugaron para que
Muja se dedicó a recordar a Chopin y por con- destinos más cercanos y más profanos fueran un ob-
traste aprendía los modernísimos tangos argen- jeto susceptible de ser publicitados: cambio de ofer-
tinos –en delirante auge en la anteguerra– y las ta de destinos, la justificación higiénica de los trasla-
partituras españolas que había traído de nuestra dos, la perspectiva del ocio como efecto social, el
reciente y larga estada en España... nuevo enfoque en la distribución del tiempo, la bús-
Y por patriotismo –que se exaltaba en aquel Pa- queda de seducir a nuevos consumidores de menos
ris guerrero– y en recuerdo de mi padre que lo recursos que ampliaran como en el teatro las ganan-
tocaba siempre (especialmente en la calle Bue- cias de los viajes de placer.
nos Aires, que estoy rememorando), aprendí el La compañía regenteada por Mihanovich tenía
Himno Argentino [...] que yo nunca lo había una larga tradición en la navegación no sólo interna-
estudiado. Emocionaba a Muja, evocando a su cional, sino además por los ríos interiores –Uruguay
niñez y a su abuelo Aldao, y exaltaba el amor y Paraná– y por ambas bandas del río de la Plata. La
patrio de Raulito, sentimiento fuerte en él, a pe- trayectoria de la compañía en el cabotaje nacional e
196 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 197

internacional de pasajeros era importante ya desde Ltda.) casa central en Buenos Aires, calle 25 de
el siglo XIX, pero en la década de 1910 se superpu- Mayo 199, o bien en la Sucursal en Rosario, ca-
so al tránsito de personas y tráfico de productos la lle Santa Fe 977.»
propuesta turística de sus destinos a los países limí- Revista El Círculo, N° 6, junio de 1919
trofes. Asunción, Paraná, Corrientes, Gualeguay-
chú, Montevideo, Colonia, Carmelo eran varios de Complementando la temporada de invierno, du-
los destinos promocionales. rante los meses de septiembre, octubre, noviembre y
Pero a esta publicidad general de la compañía Ar- diciembre del mismo año y enero y febrero del si-
gentina de Navegación se sumaron los seductores guiente, Nicolás Mihanovich Ltda. insistía con la
avisos de las temporadas de invierno y verano en promoción turística, repitiendo el esquema de la pu-
Paraguay y Uruguay respectivamente. blicidad a página completa y con ilustraciones foto-
gráficas, esta vez de las playas uruguayas.
«Viajes al Paraguay e Iguazú
Los viajes a la Asunción y San Bernardino (Pa-
raguay) y Cataratas del Iguazú, corriente nueva TEMPORADA DE VERANO
que se ha impuesto entre las familias argentinas, Viajes al Uruguay
motiva, en la presente temporada de invierno, Pocitos.- […] Es la más aristocrática. Pocitos
un éxodo de viajeros a esos lugares tan pinto- forma una suntuosísima villa veraniega…
rescos. Carrasco.- […] se reparte con los Pocitos las pre-
Asunción y San Bernardino, verdaderas ciuda- ferencias de la «haute»
des de invierno, reúnen las condiciones espacia- Ramírez.- Es la Playa democrática de Montevi-
les como tal, de un clima sano y benigno y de deo. A ella concurren todas las clases sociales.
temperatura apacible, hacen que sean estas ciu- Influye mucho, naturalmente, la proximidad
dades buscadas por los viajeros... del Parque Urbano, sitio abierto donde el pue-
Estos hermosos saltos de agua son una de las blo encuentra solaz y esparcimiento»
maravillas con que nos ha querido sorprender Revista El Círculo, N° 13 y 14 de 1920
la naturaleza. Dar una idea aunque fuera some-
ra, es difícil; tal es la magnitud de lo bello que En el anuncio de la Compañía Argentina de Na-
produce al turista que los contempla.Superior vegación puede apreciarse otro de los tópicos cen-
bajo todo punto de vista es a las cataratas del trales del ocio y el turismo del siglo XIX: el balnea-
Niágara y a la de Zambese; este detalle basta co- rismo. Consolidada a lo largo de ese siglo, la cos-
mo su mejor elogio. tumbre de ir a la playa se asociaba tanto a la salud
Por informes y pasajes, dirigirse a la Compañía como a la recreación y al esparcimiento. La búsque-
Argentina de Navegación (Nicolás Mihanovich da del sol en la arena, el aire puro y los baños en el
198 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 199

mar, recorrieron Europa en especial durante la se-


gunda mitad del siglo XIX, y se prolongaron como
práctica a América. Un largo proceso de cambios en
torno del uso del espacio de la playa, se evidenció al-
rededor de elementos como el deporte, la moda y lo
más importantes las diferenciaciones de género en el
uso de ese espacio, que por otro lado también se
marcaban en las prácticas deportivas y en el diseño
del vestido.

Como ninguno de los otros anuncios la publici-


dad de la Compañía Argentina de Navegación enhe-
bra los cambios vertiginosos dentro de la sociedad
santafesina de las primeras décadas del siglo veinte.
El tránsito entre la exclusividad a lo masivo, entre la
distinción y la popularidad, bulle en las transforma-
ciones de la sociedad de consumo los cambios en las
prácticas y usos culturales, en la vertiginosa explo-
sión del capitalismo de postguerra marcado ya por
el germen de su propia crisis.

Caricatura de dos balnearistas


Monos y Monadas, enero de 1911
200 Nueva Historia de Santa Fe

Para saber más Capítulo 7

BORRINI, Alberto El siglo de la publicidad 1898-1988, El retrato de lo cotidiano


Atlántida, Buenos Aires, 1998. La fotografía como reflejo de la vida
ROCCHI, Fernando «Inventando la soberanía del consu-
midor: publicidad, privacidad y revolución del mercado por Lilian Diodati y Gisela Galassi
en Argentina. 1860-1940», en DEVOTO, Fernando y
MADERO, Marta (dirs.), Historia de la vida privada en la
Argenitna. La Argentina plural: 1870-1930, Tomo 2,
Taurus, Buenos Aires, 1999.
URÍA, Jorge «El nacimiento del ocio contemporáneo», La fascinación por la imagen
en Dossier La mercantilización del ocio, Revista Historia La primera mitad del siglo XIX fue testigo de la
Social, N° 41, Valencia, 2001. irrupción en el escenario europeo de una expresión
del progreso moderno, que paulatinamente se con-
virtió en una herramienta concreta con un objetivo
particular: documentar el mundo circundante y en
el proceso, transformar la percepción del mismo.
Las primeras fotografías –herederas de la tradición
pictórica– se colaron por los intersticios de este pa-
norama de la modernidad, instalando un lenguaje,
una forma de observar y de «contar» el mundo, po-
sibilitando en una fascinante combinación de luces y
sombras la materialización de esa fantasía tan ansia-
da, «la reproducción de lo real».
Puede decirse que fotografía y modernidad son
sinónimos, ya que uno de los principales propósitos
de la primera fue precisamente dejar constancia de la
segunda, de modo que el fenómeno de producir y
fundamentalmente el de «consumir» imágenes, está
íntimamente relacionado con la autoridad y verosi-
militud prácticamente ilimitadas que trajo consigo
la imagen fotográfica.
Producto de un mecanismo objetivo en sí mismo,
la cámara, la fotografía concretaba esa posibilidad
202 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 203

de «usurpar» la realidad: no era sólo una imagen,


una marca, un rastro directo, sino básicamente una
«copia» de la realidad, pero sin la subjetividad que,
por ejemplo podía adjudicarse a una pintura ejecu-
tada por manos humanas y derivada de las miradas
exclusivas de ojos humanos.
La fotografía «daba a conocer», estableciendo
una nueva noción de lo mostrado, respaldada por la
certeza de que lo que se observa en ella es «lo real,
lo verdadero». La cámara tomó el lugar de la pala-
bra y logró comunicar con una eficacia inédita
«nuevas» perspectivas de la realidad. Santiago y Vicente Pusso
Como producto de los avances técnicos y como Para guardar de recuerdo – circa 1900
un vehículo para observarse, la sociedad moderna Colección Pusso
Archivo Fotográfico de la Escuela Superior de Museología de Rosario
no sólo reprodujo lo real, sino que al mismo tiempo
estableció una especie de reciclaje del mismo. La fo-
tografía develaba y revelaba rostros, gestos y actitu- «tijeras singulares» que recortaban, seleccionaban y
des, las cosas y los acontecimientos se sometieron a apresaban fragmentos de la cotidianeidad.
usos nuevos, al igual que los paisajes, las ciudades y Luces y sombras, que como en un juego de espe-
sus calles se presentaron al ojo del observador de jos, convertían al reflejo en un producto que paula-
una manera nunca antes vista, estableciendo en el tinamente se afianzaba en un mundo que en forma
camino formas inauditas de «re-presentar» al mun- gradual pero inexorable se tornaba un lugar menos
do, adjudicando significados «frescos» que desbor- cerrado, más móvil y dinámico. Y allí, la fotografía
daban las distinciones entre lo bello y lo feo, lo ver- no sólo se asemejaba al «modelo», sino que se trans-
dadero y lo falso, lo útil y lo inútil, el buen y el mal formaba en una extensión del mismo, en un medio
gusto. para adquirirlo, para poseerlo, alcanzando en ese iti-
Una fotografía, en tanto fragmento de la realidad, nerario el carácter de objeto único; porque esta so-
tiene su origen en los deseos de algunos individuos ciedad al expresar su modernidad produciendo y
motivados para llevar a cabo este proceso de «con- consumiendo imágenes, al mismo tiempo construía
gelar» uno o varios aspectos de aquella. Los fotó- un modelo en el cual reflejarse, estableciendo así
grafos, invisibles detrás de la cámara, tornaron en una nueva relación entre imagen y realidad.
absolutamente visible lo que ellos observaban. Se Una primera idea acerca de la eficacia de las imá-
convirtieron en ejecutores de una intromisión en un genes deriva de aquella que afirmaba que éstas po-
instante de los tiempos, al ser los portadores de unas seían las cualidades de las cosas reales, pero desde
204 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 205

entonces, se adjudicaron a las cosas reales los atribu- Pero antes de esta invasión comercial y en estas
tos de la imagen. tierras, la fotografía se afianzó en el país y en espe-
Las fotografías no vuelven inmediatamente acce- cial en la provincia de Santa Fe de la mano de perso-
sible la realidad, sino a sus imágenes, ellas son las najes a veces cubiertos con los ropajes de viajeros,
que posibilitan la confirmación de la existencia de especie de trashumantes que paulatinamente se fue-
esa realidad. ron instalando en los distintos recodos de la provin-
cia para dejar constancia de lo que su ojo-cámara
observaba.
Y cruzaron el Atlántico... Ellos recorrieron los distintos lugares de la pro-
En 1839, en París, «oficialmente» se reconoce el re- vincia, no sólo captando la esencia de los paisajes, si-
sultado de los desvelos de dos pioneros, Niepce y no y fundamentalmente «documentando» la vida y
Daguerre. El procedimiento llamado daguerrotipia las costumbres de estos parajes que a muchos ojos
ofrecía una las maravillas más anheladas, la posibili- podrían resultarles aún exóticos. A caballo, en ca-
dad de fijar una imagen en un soporte particular a rruajes, deambulaban por campos y estancias, pe-
través de un mágico juego entre luces y ciertos pro- queños poblados e incipientes ciudades capturando
cedimientos químicos. rostros, cuerpos, formas de trabajar de criollos e in-
En 1822 Niepce ya había logrado fijar una ima- migrantes, conformando los álbumes de vistas o
gen en una plancha pulimentada de plata, luego de simplemente como postales pegadas sobre cartón, o
una exposición de casi ocho horas; en 1837 Dague- tal vez interesando a los editores que ya incorpora-
rre descubrió el fenómeno de la imagen latente y la ron la fotografía en sus publicaciones. Poco a poco
factibilidad de que ésta pudiera ser revelada por la muchos se van instalando en los distintos centros
acción de los vapores del mercurio, empleando el urbanizados o en vías de urbanización, establecien-
cloruro sódico como fijador. Así nació el daguerro- do así los primeros estudios fotográficos, verdade-
tipo, precursor de la fotografía moderna, un «inven- ros núcleos recolectores de las imágenes de la pro-
to» que evolucionó tan rápido como los tiempos, vincia.
subyugando a propios y ajenos con la posibilidad de Algunos de los primeros estudios fotográficos de
detener un instante el tiempo e inmortalizar una la provincia de Santa Fe fueron los de Augusto
imagen cualquiera, desde una calle hasta los rostros Lutsch en Santa Fe capital, quien lo inauguró en
de los más notables de esa sociedad en constante 1886, el de Donato Stigliano que se instaló en Casil-
progreso. Todo fue tan rápido que, apenas transcu- da hacia 1891, en Cañada de Gómez en 1900 un es-
rridas tres décadas y desperdigada por el mundo la pañol Antonio Vadell abrió sus puertas y en Rufino
flamante invención, en 1888 una empresa norteame- Guiseppe Della Mattia hacia 1904, lugar en el cual
ricana, la Kodak, comenzó a comercializar sus cá- desde 1899 el alemán Amadeo Alexander se estable-
maras de cajón con película incorporada. ció con su Fotografía Argentina.
206 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 207

Por estos primeros estudios fotográficos pasaban


la flor y nata de los pobladores de las localidades,
donde gracias al arte de los fotógrafos y de sus muy
compuestos «escenarios» era posible el registro de
una variedad casi infinita de rostros y gestos.
Así por ejemplo el estudio fotográfico de Giu-
seppe Della Mattia en Rufino –Gran Fotografía Ve-
neciana– constaba no sólo de estudio y laboratorio
propiamente dichos, sino además de salón de expo-
siciones al cual concurrían los vecinos para observar
las novedades sociales o el quehacer comunitario, de
una galería vidriada con los elementos ornamentales
adecuados, de un amplio jardín con canteros, pasi-
llos, pajareras y esculturas que servían como un
marco natural a sus creaciones artísticas. Estudio Fotográfico: Fotografía Veneciana de Giuseppe
Estos escenarios donde se realizaban los retratos De La Mattia (Rufino)
Ca.1910
podían definirse como una verdadera puesta en es- Raúl Bulgheroni Los Della Matía de Rufino. Fotografías 1900-1993, 2000
cena teatral: telones de fondo, ya sean cortinajes de
terciopelo para dar la sensación de una sala señorial
o telones pintados semejando paisajes generalmente
europeos con lagos y montañas; sillas, sillones y bu- otras provincias argentinas. Aparecen mencionados
tacones del más variado estilo para que damas y ca- Fernando Tort (español), Alejandro Witcomb (in-
balleros asienten su humanidad en poses denotando glés, posteriormente radicado en Buenos Aires),
elegancia; taburetes para los niños más pequeños George Alfeld (alemán), César Baroja (español),
–generalmente varoncitos, porque las niñas se que- Eneas Barker (inglés), José Carranza (cordobés), Te-
daban de pie– macetas, macetones y floreros con la lésforo Rojas (correntino), entre otros…
correspondiente cuota de la verde naturaleza; e in- Con el correr del tiempo, el número de estudios
cluso como en el caso del mencionado estudio de como de fotógrafos fue en aumento, tal como lo deja
Della Mattia ¡hasta una oveja embalsamada! sentado el Censo Municipal de octubre de 1900, que
Rosario, con su impronta de progreso y moder- consigna la existencia de cinco casas de fotografía
nidad, fue uno de los lugares que contó con más –todas de importancia– mientras informa que treinta
profesionales y casas dedicadas a la fotografía. El y ocho personas, de distintas nacionalidades, se dedi-
censo nacional de 1869 da cuenta de muchos de caban a esta actividad. Entre ellas se destacan Chute
ellos, la mayoría europeos y algunos oriundos de and Brooks a cargo de Francisco Danforth –casa en-
208 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 209

cargada de realizar el relevamiento fotográfico desti-


nado al anuario editado por Reginald Lloyd en
1911en Londres– y Morchio, Vasalli y Cía –firma que
editó una de las primeras series de tarjetas postales
coloreadas de edificios y paseos de la ciudad.
Esta modalidad de editar tarjetas postales con
vistas de ciudad, que a su vez podían reunirse en ál-
bumes, fue una de las prácticas iniciales de estos fo-
tógrafos de fines del siglo XIX. George Alfeld editó
su álbum Recuerdos del Rosario de Santa Fe en
1866, registrando imágenes de edificios públicos, el
puerto, el mercado, el teatro, sus calles y transeún-
tes, con la peculiar cualidad de «representar» una
ciudad comercial en vías de transformación y mo-
dernización.
Rosario también fue fotografiada por Richard
Gaspary, un francés que se desempeñó como fotó-
grafo oficial de la Facultad de Medicina de París
–considerado como el decano en Rosario por sus
colegas contemporáneos. Sus fotografías cuentan
con un público particular y selecto, que no estaba
abocado a perpetuar su imagen personal, sino al re-
gistro de las grandes empresas. Ingenieros y arqui-
tectos lo buscaban para evidenciar sus emprendi-
mientos y el espacio urbano de la época. Realizó la
documentación oficial completa de la obra del puer-
to de la ciudad, la construcción del ferrocarril Rosa-
rio-Puerto Belgrano, la Facultad de Medicina y el
Jockey Club. Como la fotografía también estaba al
Logo fotográfico: Fotografía Oriental de C. Rodríguez (Rosario)
servicio de la ciencia, fue llamado por la incipiente Ca. 1900
cátedra de Fisiología de la Facultad de Medicina, Archivo Personal de Lilian Diodati.

por su gran pericia en el tema.


La ciudad también se convirtió en objeto de se-
ducción para algunos fotógrafos amateurs entre los
210 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 211

que se destacaron Carlos Boschetti, José Riera y Vi-


cente y Santiago Pusso.
Estos fotógrafos tuvieron la intencionalidad de
documentar toda una época, representaron al sector
progresista e ilustrado de la ciudad, formando parte
de aquella generación de jóvenes que vivieron el
proceso de modernización de la grilla urbana, como
la construcción de mansiones de la burguesía en el
Boulevard Santafecino, la de los edificios públicos
de relevancia, la de teatros, el proyecto del Parque
Molino a cilindros Eysantier y & Compañía (Paso de Santo Tome)
Francés del Independencia y el emplazamiento del Museo de la Colonización
Hipódromo.

Ernesto Schlie orientó su trabajo –en especial a


Colonias Agrícolas: el despertar del progreso través de álbumes– a la documentación de la vida en
Y si de fotografías y de la provincia se trata, es im- las ciudades y colonias agrícolas santafecinas. Estos
posible pasar por alto un apartado muy particular, generalmente los realizaba por encargo, como en el
las de las colonias agrícolas, San Carlos, San Geró- caso del Álbum de Vistas Santa Fe y Esperanza y el
nimo y en especial Esperanza. Sus imágenes se con- Álbum de Vistas Colonias –por pedido de Juan
virtieron en símbolos de la dedicación al trabajo y Francisco Seguí. Más de un centenar de fotografías
del progreso, de la voluntad personal de cada uno de reflejaron de manera sistemática el progreso de la
los inmigrantes recién llegados, en definitiva, de una colonización agraria en buena parte de la provincia
provincia y de un país que se insertaba en el concier- de Santa Fe.
to internacional al abrigo del modelo agroexporta- Por su parte Fernando Paillet se convirtió en el
dor. fotógrafo más destacado de Esperanza durante más
El desarrollo de las colonias, su actividad, los ros- de dos décadas. Su mayor ambición fue la de «mos-
tros de sus pobladores quedaron eternizados por las trar», desde 1905, el transcurrir de los días de la ciu-
cámaras de distintos fotógrafos, pero en especial de- dad, sus paisajes, sus costumbres, así como un regis-
be reconocerse la obra fundamental en este aspecto tro minucioso de cada rincón de Esperanza a través
de dos de ellos, Ernesto Schlie y Fernando Paillet, de los años. La calle, el espacio abierto, sus plazas,
un oriundo de Esperanza que dedicó innumerables sus campos, del mismo modo que una galería de
horas de su vida a registrar con un magnífico crite- personajes esperancinos ilustres y anónimos confor-
rio artístico la vida en la colonia y la de sus habitan- maron con el devenir de los años su nutrido reser-
tes. vorio de imágenes.
212 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 213

porque el progreso ya no era una utopía, sino que ya


estaba allí, en Esperanza, y se podía observar en las
imágenes de la cosecha, de las máquinas a vapor di-
seminadas por el campo, en las grandes estibas de
bolsas de cereal, dispuestas para salir a los puertos
del mundo; en las imágenes de las casas comerciales,
como por ejemplo la de Federico Meiners, formada
sobre la base de la curtiduría y talabartería con todos
sus talleres anexos e instalada en el año 1878 o las de
la casa Ripamonti e Hijos, que comenzó siendo un
almacén de ramos generales allá por 1863.
Retrato de grupo Familiar Logo F. Paillet (Esperanza) Las colonias representaron para el ojo presto de
sin fecha los fotógrafos no sólo un motivo para registrar, sino
Museo de la Colonización
que además contribuyeron con un elemento más –la
imagen– al delinear un costado de la identidad pro-
vincial, la asentada en la capacidad de trabajo de sus
inmigrantes y en las posibilidades económicas de la
«El tiempo y la experiencia me tranquilizarán, actividad agropecuaria.
mi afán por llegara producir un Protrait de hom-
bres, con la maestría de un Chandler, pues llegué
a esta conclusión: De que con las personas dis- La ciudad y el encanto de las «vistas»
tinguidas como modelos, la galería de pose y de- Seguir un itinerario a través de las imágenes de esta
más elementos de que él disponía, yo como ope- Santa Fe a caballo entre dos siglos, cuando el des-
rador, hubiese hecho tanto como Chandler; y en pliegue de la modernidad y de la modernización al-
el caso inverso –dentro de lo relativo– él con mis canzaban a casi todos los rincones de la provincia
modelos, galería de pose y elementos, no hubie- envolviéndola con el manto reconfortante del pro-
ra hecho las cosas que yo hice.» greso, allana el encuentro con una idea de un terri-
Apunte manuscrito de Fernando Paillet, torio, que es más que el reflejo de experiencias indi-
Museo de la Colonización de Esperanza viduales, ya que implica el diseño de una proyección
colectiva del mismo.
Porque registrar esta vida y el trabajo en ellas se Santa Fe con sus paisajes, sus ciudades, el trabajo
convirtió en una especie de medio para «mostrar» a y las fiestas se transforma en un objeto-imagen, uno
propios y ajenos las posibilidades de estas tierras y el que seduce la mirada. Porque la mirada se ha con-
maravilloso porvenir que les esperaba a sus gentes, vertido en algo muy importante, importante para
214 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 215

capturado por la cámara. Y un espacio privilegiado,


seductor por excelencia era la ciudad.
Las fotografías de las distintas ciudades de la pro-
vincia –la avasallante Rosario, la tradicional Santa
Fe capital, o los centros urbanos de la pampa gringa
en crecimiento al amparo de la actividad agropecua-
ria– se convirtieron en un medio, un instrumento
para construir su propia imagen, porque a medida
que delimitaban lo externo, lo que no les era propio,
también delineaban el alcance de lo que sí les perte-
necía: sus calles, sus edificios, sus plazas y sus mo-
Detalle de la Cosecha numentos, sus gentes.
circa.1910
Museo de la Colonización
Santa Fe exhibió orgullosa su catedral, símbolo de
tradición y prosapia, la casa de gobierno y los ele-
gantes edificios públicos como las sedes de la admi-
nistración provincial –los lugares desde donde se
cada uno que requiera los servicios de un fotógrafo «ordena» el territorio–; la estación del ferrocarril co-
con el propósito de realizarse un retrato; importan- mo el emblema de una de las puntas de lanza de la
te para los empresarios quienes desean dejar una in- modernidad, que junto a las del puerto de Colastiné
deleble constancia de sus emprendimientos; impor- conformaban un costado de ese entramado tan pecu-
tante para las ciudades, las que a través de los frag- liar que era Santa Fe capital, el pasado histórico que
mentos de su trazado podrán mostrarse como un convivía con los nuevos aires que llegaban por el río.
dechado de progreso. Importante para el Estado, Esas imágenes muestran aceras angostas, casas de es-
porque a través de las fotografías puede «documen- tilo colonial con sus techos de tejas sobre un cielo
tarse» el desarrollo. cruzado por los hilos del alumbrado público y en las
El ser observado se ha convertido en algo funda- calles el lento desplazamiento del tranway.
mental y conveniente y esa información visual que Rosario, por su parte, se exhibía como una espe-
proporcionan estas fotografías de fines del siglo cie de magnífico «dato de exposición», un dato que
XIX y principios del XX, se inscriben en un con- en definitiva concurría a llenar un espacio, una ciu-
junto de creencias, sentimientos e ideologías corres- dad cuyas imágenes reflejan un diseño construido
pondientes a una situación social, económica y cul- en torno a ideas sobre lo material y lo útil, donde era
tural determinada. Por ende, lo que estas imágenes factible la posibilidad de acceso a la riqueza, que co-
transmiten no es otra cosa que la proyección de una mo maná bíblico, se presentaba como una de las
mirada que posibilita obtener la huella del espacio perspectivas más atractivas de la región.
216 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 217

Imágenes fotográficas de diferentes lugares de la existencia de bordes relacionados con su concep-


ciudad que se constituían en un modo narrativo par- ción del espacio ocupado, en tanto frontera entre el
ticular, inundaban páginas de diarios, revistas, folle- pasado y el presente/futuro.
tos y anuarios en las que sobresalían las del puerto Pero estos «datos de exposición», dignos de mos-
como omnipresente imagen del progreso; las de las trarse, no eran exclusivos de estos grandes centros.
casas comerciales más renombradas, síntomas de un Toda ciudad, grande o pequeña, cerca del río, o aden-
dinamismo arrollador; las de los edificios oficiales trada en la pampa gringa o en los bordes provinciales,
como los representantes de la más flamante elegan- también debía participar de la vorágine del progreso,
cia; las de los rostros de los notables locales, como un progreso que «debía ser» exhibido. Así se delinea-
el marco referencial de un sector social conductor ría una especie de recorrido imaginario por las distin-
de esta pujanza irresistible. tas localidades de la provincia. En casi todas, las mi-
Estas fotografías, al tiempo que expresaban el ca- radas se detendrían en fotografías que aunque resal-
rácter único de la ciudad, manifiestaban la posibili- taban las peculiaridades locales, en su mayoría po-
dad de acceder a determinada información sobre la drían amoldarse a una especie de gran esquema que se
misma, ya que por su intermedio, estos «nuevos de- ocupaba de registrar lo ocurrido en cada lugar. De es-
talles» creaban una visión instrumental de la reali- te modo fueron eternizados la construcción e inaugu-
dad que, sumada a una mirada estética, ponía la cá- ración de edificios singulares –municipalidades, hos-
mara al servicio de un poder –en este caso de una so- pitales, iglesias, casas comerciales, sociedades de co-
ciedad capitalista– que requería imágenes con el lectividades, clubes– las plazas y sus monumentos,
propósito de reunir cantidades ilimitadas de infor- los acontecimientos festivos y conmemoraciones –el
mación para explotar en mejores condiciones las po- desfile del 25 de mayo, las procesiones religiosas, el
sibilidades que otorgaba la naturaleza. día del santo patrono y alguna llegada del tren a la es-
Rosario, reflejada en las fotografías, se interpreta- tación de ferrocarril. Tampoco escaparon al ojo avi-
ba a sí misma no sólo como una ciudad moderna, si- zor del fotógrafo las maravillas de la técnica y del
no como la encarnación de todo lo maravilloso por progreso que hacían su aparición en estas incipientes
venir, ya que, vinculada a una idea fuerza, la de un ciudades: la llegada del primer automóvil, las piruetas
destino inexorable de grandeza, debía su situación a aéreas de algún biplano o la inauguración del alum-
la voluntad de sus hombres. En ellos residía la habi- brado público. Las visitas célebres, personajes impor-
lidad de atrapar no sólo las oportunidades que se tantes de la política, gobernadores, embajadores o
presentaban, sino además la apreciación de las nove- simplemente algún estanciero de renombre nacional,
dades y la rapidez de los cambios, los cuales se no escaparon a la cámara. Todo quedaba registrado
anunciaban en una especie de arco iris cuyos colores como postales del progreso.
reflejaban las ideas de prosperidad, fortuna y posi-
ción social. Unas nociones que daban por sentado la
218 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 219

Atisbando en la intimidad
La visión que proporciona la cámara implica un me-
dio para percibir la realidad, que junto con un sen-
tido estético particular, se relaciona con esa posibili-
dad de separar lo público de lo privado. Por un lado
una cámara facilita una imagen que puede estar al
servicio del poder, el estado o la ciencia, mientras
que por otro permite acceder a una visión revelado-
ra del universo privado.
Así como la fotografía se puede convertir en un

Archivo Fotográfico de la Escuela Superior de Museología de Rosario


«reflejo» de la intimidad, también ese mismo «refle-
jo» juega un papel de objeto simbólico, llevando a
cabo una función específica en el entramado de las
relaciones sociales: «mostrar» al individuo, dejar
constancia de quien es, quien aspira a ser y qué lu-
Vista de Rosario

Colección Pusso gar ocupa en la sociedad. En este aspecto el rol del


Circa 1900

retrato fue preponderante, porque el retrato es co-


mo un enrejado de ánimos que se cruzan y se entre-
lazan.
Delante de esos maravillosos armatostes que fue-
ron las cámaras fotográficas de fines del siglo XIX,
los primeros y las primeras que se plantaron delan-
te suyo participaban de un múltiple encadenamien-
to de propósitos. Por un lado los propios, apuntan-
do a demostrar quién se creía ser ó quiénes querían
ser; y por otro los del fotógrafo, quien registraba en
la imagen, quién creía que era su retratado/a y cómo
esto podía servirle para exhibir su arte.
El retrato individual o de grupo fue el género que
promovió la difusión de la actividad fotográfica.
Los primeros álbumes personales o familiares no
contenían más que retratos, generalizándose alrede-
dor de 1860 cuando el perfeccionamiento técnico
permitió la aplicación del nuevo sistema fotográfico,
220 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 221

convirtió en un elemento visual poderoso. En los


años 1880 comenzó a popularizarse la práctica de
dejar constancia de los grandes acontecimientos fa-
miliares: bodas, nacimientos, la primera comunión,
o aniversarios se convirtieron en objeto de la más
variada gama de fotografías.
Estas imágenes exhibían una intimidad hacia fue-
ra, como si de ellas emanara una especie de aura que
permitía al observador comprender quiénes eran los
retratados y las retratadas y cuál era su lugar en la
sociedad, cumpliendo de alguna manera la función
que antes realizaba un cuadro colgado en una pared
de la sala principal: reflejar la jerarquía, realzarla. El
retrato individual o del grupo familiar en estudio era
Retrato Dama Desconocida una modalidad casi exclusiva de los sectores más
Villa Cañas, circa 1895
Archivo Personal de Lilian Diodati
acomodados. Los pobres que se hacían retratar en
un estudio, encubrían su condición social endomin-
gando sus ropas, razón por la cual su intimidad que-
al utilizar negativos de vidrio emulsionados al colo- daba circunscripta a ciertas imágenes «costumbris-
dión húmedo e impresionados sobre papeles a la al- tas», ya que muchas de ellas eran vendidas como
búmina. postales.
Este flamante método no sólo posibilitó la multi- Si la posibilidad de captar una imagen, era antaño
plicación de las imágenes a gusto, sino que además privilegio de quienes sabían dibujar, la cámara vol-
abarató el costo, contribuyendo a divulgar la prácti- vió esa posibilidad en casi universal y, por su dispo-
ca de hacerse retratar. El formato más habitual de nibilidad, la imagen fotográfica contribuyó a disipar
estas fotografías fue el de «carte-de-visite», peque- el misterio del cuerpo. Allí donde el dibujo idealiza-
ñas imágenes de 9 cm. por 6 cm., que se vendían de ba, la fotografía no logra ocultar las pesadeces, los
a media o una docena, y que el retratado enviaba co- pliegues y las imperfecciones revelando anatomías
mo forma de presentación y recordatorio a parien- ordinarias. Sin embargo, el aparato fotográfico tam-
tes y amigos. Para guardarlas se confeccionan álbu- bién permitía esa eventualidad del «retoque», embe-
mes con páginas de cartón grueso con unas ventani- lleciendo la figura representada. Esta práctica no era
tas caladas en las cuales se colocaba la foto. infrecuente, en especial en las fotografías de algunas
Pero no sólo era importante el retrato individual, damas de sociedad, quienes aparecen delineadas con
también la imagen fotográfica del grupo familiar se trazos dignos del pincel de Leonardo. Sus figuras no
222 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 223

tan esbeltas y curvilíneas brotan de la imagen foto-


gráfica convertidas en verdaderos y gráciles cisnes,
producto del retoque maestro de los fotógrafos.
La naturaleza pública del retrato se manifestaba
de manera tal que la imagen que los retratados te-
nían de sí mismos, estaba en función de la mirada
ajena. Y esto fundamentalmente tiene una estrecha
relación con las fotografías de las mujeres, porque
ellas no sólo debían aparecer bellas, sino que además
esa imagen debía «representar» su esencia. Niñas de
sociedad, jóvenes debutantes, matronas de doble
apellido, imágenes captadas por ese ojo avizor de la
cámara, un ojo que fuerza la mirada, retiene la aten-
ción y «muestra» determinado tipo de imágenes que
tienen el camino allanado por la «naturalización» de Matrimonio con mate y perro
los lugares. Lugares de las mujeres, pero también lu- Circa 1890
Museo de la Colonización
gares sociales.
Las burguesas rosarinas desplegaron ante las cá-
maras sus modelos de París acomodadas en cómo-
das poltronas en un estudio fotográfico o en los pal- mayor soltura y espontaneidad, porque los retrata-
cos de La Ópera; otras paseando por las riberas del dos eran familiares y amigos en ocasiones que po-
río y las santafecinas, tomando el té en un rincón de drían decirse intranscendentes de la vida doméstica.
los jardines de la estancia. Una forma de ser obser- El hecho de que esta sociedad provincial moder-
vadas relacionada con unos modos de transmisión, na considerara a la fotografía como una «copia» de
que apelaban constantemente a la función de la mu- la realidad, hace que se repare en aquella como en
jer en la familia y en los círculos sociales, porque las una especie de talismán que adquiere la capacidad de
fotografías se convirtieron en una metáfora de la fa- ser el depositario de las más variadas emociones y
milia, en un punto de referencia. sentimientos; unos sentimientos que evidencian
La vida familiar doméstica también fue objeto de otro costado de la intimidad, que no tiene que ver
otro tipo de fotografías, las realizadas por los ama- con la vida, sino con la muerte.
teurs, práctica que se generaliza a partir de 1890, A pesar de que la concepción acerca de la muerte
primero entre los más acomodados extendida luego para los años de consolidación de la fotografía se ha
paulatinamente entre quienes detentaban profesio- modificado, dejando de ser considerada natural –co-
nes liberales. Sus fotografías lograban un grado de mo consecuencia básicamente de las modificaciones
224 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 225

acarreadas por las epidemias y su carga de muerte negable necesidad de congelar la imagen del que ya
colectiva– la fotografía de difuntos se extendió co- no existe, tratando de perpetuar su memoria entre
mo una práctica bastante corriente. Tal vez esa posi- los integrantes de otros sectores sociales.
bilidad de eternizar una imagen, congelar el tiempo
y exhibir una imagen sea el punto central. Porque en
estas fotografías no sólo se exhibe el cuerpo muerto, Mundo moderno y trabajo
sino que se apuntaba a darle una apariencia de vida. Los burgueses citadinos exhibieron sus mansiones,
En el caso de los bebés, éstos aparecen en los brazos sus familias, sus tiempos de ocio y sus diversiones.
de sus madres o con los ojos abiertos, en el de los Las páginas de las revistas los muestran engalanan-
adultos, acostados en sus camas cubiertos con man- do los palcos de la ópera o luciendo atuendos casua-
tas como si estuvieran dormidos. les en alguna jornada en el hipódromo. Pero además
La muerte concreta y la muerte anticipada, por- debían mostrarse en sus actividades, en sus oficinas,
que también se revela la antesala, cuerpos enfermos, posando delante del molino harinero, o en la puerta
demacrados, que aparecen en imágenes tratando de de las grandes casas comerciales, rodeados de sus
preservar un hálito de vida para dejar constancia de empleados de cuello blanco.
su presencia. No fue inusual retratar figuras enluta- Los otros, los que calzaban alpargatas, los que
das de un grupo familiar alrededor de otra fotogra- vestían delantales de trabajo, tenían su fotografía
fía, un retrato generalmente del patriarca de la fami- por separado, en los talleres, en los depósitos o en
lia, como si se exhibiera un homenaje póstumo, o la algún patio interno en donde se observan paredes de
necesidad de mostrar a todo un grupo familiar pre- ladrillo sin revocar. La fotografía también dedicaba
sentes y ausentes. su mirada al mundo del trabajo.
Para los más encumbrados, la muerte adquirió la Pero el trabajo no es uno solo, y cada una de sus
imagen de un cortejo fúnebre o de un cuerpo per- variantes implicaba a la vez una toma, una mirada
fectamente arreglado en su ataúd en la ceremonia diferente. Muchas de las fotografías donde se obser-
del sepelio, tal como algunas imágenes muestran las van distintos tipos de trabajadores fueron realizadas
exequias del padre Pujol en la catedral de Santa Fe. por encargo, por los dueños de las empresas, para
Para otros, los más pobres, el cuerpo en un camas- exhibirlas con fines publicitarios en los anuarios lo-
tro tapado con un cobertor con moños negros, algu- cales o internacionales desde donde se desplegaban
nas velas y como fondo los familiares enlutados con las virtudes del progreso comercial y económico lo-
un rosario entre sus manos. Dos formas de mostrar cal, por organismos públicos que reunían imágenes
la muerte a través de la fotografía, el cortejo con su como antecedentes de su actividad y muchas de ellas
pompa para algunos en donde aún en el final del re- fueron instantes capturados por la cámara de fotó-
corrido se mantiene el lugar social y, tal vez con una grafos que registraban cual vistas exóticas a los ha-
cuota de mayor demostración de afecto, con una in- cheros del Chaco santafesino, a los estibadores del
226 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 227

manifestó en la actividad de ese ojo lúcido de la mo-


dernidad y la técnica, el aparato fotográfico, que se
abocaba al registro de las diversas ocupaciones y
trabajos, ya que el entusiasmo por la fotografía tenía
que ver en gran parte con la fe en el progreso, la que
se impuso cuando triunfó el capitalismo industrial,
haciéndola participar plenamente de las formas ca-
racterísticas de desarrollo de la época.

El tiempo congelado
Las fotografías que esta sociedad santafesina produ-
jo, como toda fotografía, es prisionera del tiempo
más que ningún otro arte. Cautiva en un matiz mo-
nocromo, es rehén de un exterior multiforme y de
Fábrica de campanas de Juan Bautista Bellini (San Carlos Centro), 1927
en Producción y Trabajo en la Argentina, Memoria Fotográfica 1860-1960
elementos que le son extraños. Pero a la vez, posibi-
litó al fotógrafo, un hombre de su tiempo, captar to-
da la poesía encerrada en el mundo que vivía, si-
tuando al alcance de su mano un artilugio técnico
puerto de Rosario o Colastiné, a los campaneros de que le confería el prodigio de fijar lo que en el mun-
San Carlos o los chacareros, arrendatarios y peones do exterior siempre cambiante quedara fortuita-
desperdigados por la pampa gringa en plena cose- mente en posición de equilibrio, en un momento
cha, portando las horquillas que les desgajaban las preciso.
manos en la junta del lino, al lado de la máquina a Las imágenes de esta provincia y de sus gentes
vapor, o cargando infinidad de bolsas de cereal en han quedado plasmadas a través del tiempo, para in-
las chatas tiradas por caballos. ducirnos a iniciar una travesía en donde y a través de
El mundo del trabajo también fue objeto del ojo la cual –como un envoltorio de papel se seda que se
de la cámara, capturando esos instantes donde se abre– lo impalpable se materialice y cobre vida con
podía percibir la clase y la calidad del trabajo, deve- la más exquisita minuciosidad de los detalles.
ladas como verdades en una realidad legitimada por
la cámara. Porque el triunfo de la fotografía no sólo
acercó al ser humano a lo real, sino que a su vez re-
forzó la idea de dominio de los mismos sobre el
mundo. Y una forma de dominio precisamente se
228 Nueva Historia de Santa Fe

Para saber más Archivos consultados

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236 Nueva Historia de Santa Fe

Escriben en este tomo…

–Directora del Tomo


SANDRA R. FERNANDEZ
Master en Ciencias Sociales de la Facultad Latinoa-
mericana de Ciencias Sociales, así como Licenciada
y Profesora de Historia egresada de la UNR. En la
actualidad es miembro de la carrera de investigador
de CONICET, y docente de grado y postgrado de
la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR.
Su trayectoria en investigación se ha desarrollado
dentro del campo de la Historia Local y Regional
siendo directora y miembro de distintos grupos de
investigación con proyectos subsidiados por CO-
NICET, Fundación Antorchas y la Secretaría de
Ciencia y Tecnología de la UNR.
Es autora de sendos capítulos en las dos recientes
obras dedicadas a la historia de Rosario y posee nu-
merosas publicaciones en revistas científicas y tex-
tos académicos.

–Colaboradoras
GISELA GALASSI es Profesora de Historia, egre-
sada de la Facultad de Humanidades y Artes de la
UNR. Desarrolla actividades de investigación vin-
culadas a la relación entre identidad, sociabilidad y
238 Nueva Historia de Santa Fe Identidad y vida cotidiana (1860-1930) 239

esfera pública. Forma parte de grupos de investiga-


ción sobre la problemática de la articulación entre la
historia y la literatura.

ANALÍA GARCÍA es Profesora de Enseñanza


Media y Superior en Historia, egresada de la Escue-
la de Historia de la Facultad de Humanidades y Ar-
tes de la UNR. Conservadora de Museos, egresada
de la Escuela Superior de Museología de Rosario.
Becaria de postgrado de CONICET y doctoranda
de la UNR. Es además docente e investigadora de la
UNR y de la Escuela Superior de Museología de
Rosario.

PAULA CALDO es Profesora y Licenciada en


Historia y en Ciencias de la Educación de la Uni-
versidad Nacional de Rosario. Ha investigado sobre
problemáticas socioculturales dedicándose en el úl-
timo tiempo al estudio de la historia de la cocina, la
comida y las maneras de la mesa en argentina.

LILIAN DIODATI es Licenciada en Histora. Se ha


especializado en la articulación entre historia e ima-
gen, particularmente la fotográfica, participando en
investigaciones sobre la problemática de las repre-
sentaciones en imágenes. Es candidata a obtener una
Maestría en la Facultad de Humanidades y Artes
con un proyecto de tesis sobre fotografía y género.

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