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generaciones de ordenadores
1 Primera Generación
2 Segunda Generación
3 Tercera generación
4 Cuarta Generación
5 Quinta Generación
MÁQUINA DE ESCRIBIR
Si te equivocas al escribir, puedes corregirlo pero con corrector
ORDENADOR
Para poner signos por lo regular necesitas ocupar muchas teclas en especial
cuando pones la ñ o cuando quieres poner acento en las letras
MAQUINA DE ESCRIBIR
SIMILITUDES
LA COMPUTADORA
Entrada
Todas las máquinas de escribir tienen un teclado que activa las cartas
cubiertas con tinta. La mayoría - pero no todos - los ordenadores también
tienen teclados que son esencialmente idéntica a la máquina de escribir
teclados. En lugar de activar mecánicamente las cartas, sin embargo, un
teclado de ordenador envía impulsos electrónicos. De hecho, teclados de
computadoras modernas son en realidad menos eficientes de lo que podría
deberse a que las máquinas de escribir no podían moverse tan rápido como la
gente podría escribir sin atascos. Por lo tanto, los teclados QWERTY están
diseñados para poner letras y caracteres de uso común lejos el uno del otro
para mantener el sistema de interferencia. Estos teclados se utilizan en los
equipos a pesar de que los ordenadores no son mecánicos y no tocar como
máquinas de escribir lo hacen.
Usos
Impresión
Una máquina de escribir imprime el momento en que se pulsa una tecla, lo que
significa que no puede eliminar errores. Un equipo que, por el contrario, guarda
la información que puso en él y le permite editar hasta que esté satisfecho con
su copia final, momento en el que se puede imprimir. Así, un ordenador ofrece
a los usuarios un mayor margen de error de una máquina de escribir hace.
Otras partes
Mario Cordero
mcordero@lahora.com.gt
Esa máquina de escribir mecánica, la que se usaba al menos hace tres décadas
(dos acá en Guatemala), es posible que hoy la veamos con añoranza, por esa
persistente actitud romántica que mantenemos ante el arte y la literatura,
olvidando esos insoportables atascos de teclas, y la dureza al teclear.
Hoy día, me parece, que aún persisten escritores de “a máquina”, que, podría ser,
vean con recelo a la computadora, como una “ladrona” de la poesía, como una
máquina inútil, voraz y sin sentimientos (aunque alguien más podría decir que no
hay nada mejor que escribir a mano).
Sin embargo, mi intención no es de la añoranza, sino reflexionar sobre los
cambios puntuales que en la literatura se dio con el paso de la máquina a la
computadora.
Y es que algunos artículos de añoranza, sobre todo esos que hoy día se podrían
vender como “art decó”, son clasificados como artículos de buen gusto. ¿Quién
no quisiera tener aún una buena máquina de escribir? Sobre todo esas portátiles,
de esas que acompañan en las fotos blanco y negro a Julio Cortázar.
En algunas máquinas, no se podía leer qué era lo que se escribía, porque así
estaba diseñada. De todas maneras, una buena maestra de Mecanografía preferirí-
a ese modelo porque así no se acostumbraba a ver.
Sin embargo, para la literatura esto parecía ser un ejercicio positivo, porque
obligaba al escritor a darle a las teclas, sin pensar en nada más que su creación
literaria, para luego obligarse a revisar y corregir. Escribir, revisar y corregir…
Escribir, revisar y corregir… í‰ste parece ser el buen camino. “Nulla dies sine
linea”, decía Eduardo Torres.
Pero luego el cambio fue casi forzado; pocos son los escritores (y las secretarias,
y los vendedores, y las personas) que utilizan la máquina de escribir.
NO HA CAMBIADO MUCHO
Para quienes aún se tiran los cabellos por no entender la computadora, deben
agradecer que algunas cosas no han cambiado. El ejemplo más simple, pero no el
más obvio, es la distribución del teclado. Aunque aún se discuta el porqué los
teclados tienen tal distribución de las letras, lo más probable es que tenga esta
distribución basándose:
c) para mayor velocidad, es decir, ubicar las letras más recurrentes en los dedos
más rápidos (el índice, que normalmente debe pulsar dos teclas en una misma
hilera); sin embargo, algunos aseguran que otra disposición del teclado daría
mayor velocidad al escritor, aprovechando que con la computadora no hay que
preocuparse por los atascos de teclas… Pero, imagínense: ¿quién estaría de
acuerdo en cambiar su forma de escribir? Significaría volver a las academias de
mecanografía.
PERSISTENCIA
Hay cosas que no cambian, y muestra de ello, como en aquellos tiempos en que
se hacían copias al carbón; al final, para especificar que alguien tenía una copia
al carbón, se indicaba al final del documento “cc”.
Estas siglas han permanecido, ahora sin el sentido de que es al carbón, pero sí
para manifestar que un correo electrónico fue enviado, con copia, a otra
dirección.
CAMBIOS
A veces, un texto puede permanecer guardado por tanto tiempo, que tal vez
nunca llegue a conocer la luz del sol a través del papel.
Eso sí, se hace más fácil editar, corregir, guardar, borrar o simplemente eliminar
un texto literario. Si el papel todo lo aguanta, el disco duro (o la USB) aguanta
más.
Y, eso, sólo en cuanto a la edición, en donde un texto puede adquirir no sólo una
forma más presentable, sino que puede representar con mayor fidelidad lo que el
narrador o el poeta desea trasladar.
Tiene sus desventajas, claro, porque todos estos juegos tipográficos se facilitan
con la computadora, pero están destinados a leerse visualmente, y no a ser leídos
en público, es decir, que alguien los lea en voz alta.
Y es que con la computadora surgen nuevos modos textuales: los pies de página,
los tipos de fuente, la alineación, etc.
NUEVOS “Gí‰NEROS”
Tomando en cuenta esto, hay dos recursos que han sido utilizados para la
literatura por Internet. Uno de ellos es la tecnología de los “blogs”; esto se refiere
a una página de Internet, en la cual una persona puede escribir un poema o un
cuento, para que los lectores puedan comentarlo. Es decir, una creación literaria
tiene rápidamente lectura y respuesta. Luego, otra persona puede escribir otro
cuento o poema, para continuar con el proceso. Durante un día, esta dinámica
puede registrar miles de estos movimientos.
Esta tecnología ha sido utilizada en las narraciones, para que se pueda vincular
con otras narraciones.
Los nuevos retos son el integrar las técnicas de la Internet hacia la literatura, y la
literatura hacia la Internet.
Y no sólo la red, sino que también otros recursos, como los mensajes de texto
(así como Cortázar introdujo los telegramas), por ejemplo.
Sin embargo, debo admitir que aún me gusta sacar la vieja máquina de escribir de
su maletín, y teclear la ficha técnica del libro para que quede la bibliografía o,
mucho mejor, escribir a mano…