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Para Sartre, la libertad no debe tener ningún condicionamiento: básico ni racional. Cualquier
condición limita la libertad.
El hombre debe ser autónomo, es decir, se otorga sus leyes, su lenguaje, y es más fuerte que su
propia decisión.
Nosotros procedemos de la nada, así que debemos ser capaces de crearnos a nosotros mismos.
Hasta el punto de decidir sobre nuestra existencia.
La existencia precede a la esencia. Así, se puede prevenir a la libertad de ser determinada por la
esencia.
Solo la existencia puede proyectarse fácticamente en el mundo por la propia decisión del hombre.
Todo lo que hacemos, proyectamos, vivimos, todo es decisión nuestra, porque no está definido de
antemano.
Reconocer que el hombre debe inventar su propia identidad, a través de sus libres decisiones y
acciones.
El hombre debe ser libre sin tener referencias existenciales, ni culturales, sin orientación, sin
sentido. El hombre debe otorgar su significado, sus valores. Para recuperar su libertad, se debe
recuperar también su origen.
La negación de Dios es necesaria para reafirmar una existencia de desamparo y hostilidad, pero el
ateísmo no es fundamental en su pensamiento.
La libertad absoluta acaba siendo una utopía que termina con la muerte, como algo propio de la
condición humana finita.
¿Será posible acabar con la condición finita del hombre? ¿Debemos intentar explicar o justificar la
creación del hombre desde un proceso evolutivo en el que por azar surge la autoconciencia?
De acuerdo con Sartre, se puede admitir cualquier justificación, siempre y cuando se puede
analizar de manera coherente.
La libertad no significa obtener lo que se ha querido, sino determinarse a querer por sí mismo.
Somos una libertad que elige ser libre y se crea nuestra verdadera situación cuando asumimos en
libertad el ser y nos fijamos una meta.
Para Sartre, el hombre ocupa el centro de la existencia, por lo tanto, el significado de las cosas es
dado por una invención del individuo humano.
Los fundamentos de la existencia humana son dados por cada acto de elección libre realizada por
cada individuo.
El punto de partida es el principio de inmanencia (es decir, cuando una actividad que pertenece a
un ser se mantiene, perdura y finaliza en ese ser): “no existe otro universo fuera del universo
humano, el universo de la subjetividad”.
La existencia precede a la esencia: el hombre comienza por existir. (Todo ser tiene una esencia, lo
que lo define). El hombre empieza por su existencia. Y se da a sí mismo la esencia. Todos somos
bastardos. El ser nos lo damos nosotros, eligiendo, a través de la praxis.
La conciencia sartreana no tiene nada. El hombre es una nada. El ser es todo aquello que ya es
para siempre.
Para comprender la conciencia en sí y para sí, la comprendemos a través de: El ser en sí es lo que
es y no puede ser otra cosa. El ser para sí es el que se proyecta.
¿Qué es la conciencia para Sartre? Es un absoluto de la existencia, porque no puede ser originada
por algo externo. no hay nada que la condicione. La conciencia es posibilidad y crea su propia
esencia.