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SIR EDWARD COKE, EL BONHAM´S CASE


Y LA JUDICIAL REVIEW

FRAnCISCO FERnánDEz SEgADO (*)

SUMARIO: 1. IntRODUCCIón.—2. LA pECULIAR tRA-


YECtORIA púbLICA DE SIR EDWARD COKE (1552-
1634).—3. bREvE ApROxIMACIón AL
pEnSAMIEntO jURíDICO DE COKE.—4. EL CASE
OF THE COLLEGE OF PHYSICIANS O BONHAM´S
CASE (1610). LOS hEChOS DEL CASO.—5. LOS
ARgUMEntOS En qUE SE SUStEntA LA SEntEn-
CIA.—6. LOS pRECEDEntES jURISpRUDEnCIA-
LES En qUE COKE ApOYA SU DICTUM:—A) El
thomas tregor´s Case.—b) El caso Cessavit
42.—C) El caso Annuity 41.—D) El
Strowd´s Case.—E) Breve recapitulación
sobre estos precedentes.—7. LA COntROvER-
tIDA IntERpREtACIón DOCtRInAL DEL CéLEbRE
DICTUM DE COKE En EL CUARtO ARgUMEntO:
¿FORMULACIón DE LA tEORíA COnStItUCIOnAL
DE LA JUDICIAL REVIEW O MERA EnUnCIACIón DE
UnA MáxIMA DE LA IntERpREtACIón EStAtUtA-
RIA?:—A) Algunas consideraciones previas
sobre ciertos precedentes medievales.—b)
La posición proclive a ver en el pasaje de Coke
una máxima de la interpretación estatutaria.—

(*) Catedrático de Derecho Constitucional. Facultad de Derecho. Universidad Com-


plutense
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C) La posición tendente a ver en el dictum la


enunciación de la teoría constitucional de la
judicial review.—D) Algunas reflexiones fi-
nales propias en defensa de la teoría constitu-
cional.
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1. IntRODUCCIón.

La doctrina jurídica viene debatiendo desde hace cerca de un siglo


si el celebérrimo pasaje que se contiene en el Bonham´s Case debe ser
interpretado como la declaración llevada a cabo por el juez Edward
Coke de la facultad judicial de revisión de las leyes del parlamento, que
sería la resultante de la doctrina de que hay principios superiores de De-
recho y justicia que las leyes parlamentarias no deben contravenir, o
simplemente como la encarnación de una máxima o principio de la in-
terpretación legal. Como ejemplos paradigmáticos de una y otra posi-
ción podemos mencionar a plucknett y a thorne. para el profesor de la
“harvard Law School”(1), Coke adoptó su teoría de la judicial review
de una práctica del siglo xIv, cubriéndola con un nuevo espíritu (“filled
it with a new spirit”), producto de su propio genio. El resultado fue real-
mente una nueva doctrina, bien que, según pensaba el propio Coke, re-
forzada con precedentes indiscutibles de la Edad Media, pues Coke
sabía bien que sin tal apoyo esa doctrina no habría tenido ningún valor.

Una decena de años después, thorne, profesor de la “northwestern


University School of Law”, iba a cuestionar frontalmente la tesis de
plucknett. thorne argumentaría que, para el profesor de harvard , en
ninguno de los casos que se mencionaban como posibles precedentes
se planteaba una cuestión constitucional, tras lo que añadía, que tam-
poco tal cuestión se iba a suscitar en el Bonham´s case, para concluir,
que “these cases, then, support no theory of higher law, binding upon
parliament and making Acts that contravene it void”(2). Según thorne,
se trataba meramente de casos de strict interpretation, que parecían
haber producido un resultado distinto del que pretendía el legislador.

no vamos por el momento a detenernos en la polémica, si bien sí


anticiparemos que, independientemente ya de lo que Sir Edward

(1) theodore F. t. pLUCKnEtt: “bonham´s Case and judicial Review”, en Harvard


Law Review (Harv. L. Rev.), vol. xL, 1926-1927, pp. 30 y ss.; en concreto, p. 68. Este ar-
tículo, con igual título, ha sido asimismo publicado en la obra Law, Liberty, and Parliament.
Selected Essays on the Writings of Sir Edward Coke, edited and with an Introduction by
Allen D. boyer, Liberty Fund, Indianapolis (Indiana), 2004, pp. 150 y ss. nuestras citas a
la obra de plucknett van referidas al artículo publicado en la Harv. L. Rev.
(2) S. E. thORnE: “Dr. bonham´s Case”, en Law Quarterly Review (L. Q. Rev.), vol.
54, 1938, pp. 543 y ss.; en concreto, p. 551.
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Coke pretendiera con su dictum en el Bonham´s case, lo cierto y ver-


dad es que en las colonias del otro lado del Atlántico tal dictum llegó
a ser bien pronto una parte esencial de esa facultad de revisión judi-
cial que iban a ejercer los tribunales americanos, anulando normas
legales sobre la base de un conflicto constitucional. Como ha escrito
Sherry(3), “it seems to be fairly widely accepted that Edward Coke
was one of the primary sources of the American institution of judicial
review”. Más aún, el dictum de Coke, también iba a propiciar el test
of reasonableness(4), que es la última razón de ser del poder judicial.
Innecesario es decir, que la fuerza que alienta una idea no es necesa-
riamente objeto de medida por su verdad(5).

Desde el siglo xvII, Coke, “un poeta de la sabiduría judicial y


de la artesanía jurídica, antes que un profeta del cambio”, como
lo ha caracterizado boyer(6), uno de los autores que más ha estu-
diado su pensamiento, se iba a convertir en el guía y garante tanto
de las asambleas como de los individuos del mundo colonial. Ya en
1657, en el caso Giddings v. Brown, el dictum de Coke iba a reci-
bir aplicación práctica al otro lado del Atlántico. En 1721, un tal
jeremiah Dummer, un temprano autor de folletos, le utilizaba
como autoridad en nombre de las colonias, en un opúsculo que fue
favorablemente contemplado en vísperas de la guerra revolucio-
naria(7). Dummer apeló a Coke como alguien que había exaltado
el common law sobre las Admiralty Courts, que quitaban a los co-
lonos sus derechos como ingleses, una cuestión, como fácilmente

(3) Suzanna ShERRY: “natural Law in the States”, en University of Cincinnati Law Re-
view (U. Cin. L. Rev.), vol. 61, 1992-1993, pp. 171 y ss.; en concreto, p. 174.
(4) george p. SMIth, IIº: “Dr. bonham´s Case and the Modern Significance of Lord
Coke´s Influence”, en University of Washington Law Review (Wash. L. Rev.), (School of
Law. University of Washington. Seattle, Washington), vol. 41, 1966, pp. 297 y ss.; en con-
creto, p. 314.
(5) En sentido análogo, Raoul bERgER: “Doctor Bonham´s Case: Statutory Construc-
tion or Constitutional theory?”, en University of Pennsylvania Law Review (U. Pa. L. Rev.),
vol. 117, 1968-1969, pp. 521 y ss.; en concreto, p. 522.
(6) Allen Dillard bOYER: “<Understanding, Authority, and Will>: Sir Edward Coke
and the Elizabethan Origins of judicial Review”, en Boston College Law Review (B. C. L.
Rev.), vol. xxxIx, 1997-1998, pp. 43 y ss.; en concreto, p. 43.
(7) Charles F. MULLEtt: “Coke and the American Revolution”, en Economica (the
London School of Economics and political Science), no. 38, november, 1932, pp. 457 y ss.;
en concreto, p. 468.
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puede comprenderse, completamente pertinente en el período pre-


revolucionario.

En fin, como escribiera Corwin(8), para los investigadores de los


orígenes del Derecho constitucional americano ningún pronuncia-
miento judicial de Coke sobrepasa en interés e importancia a este dic-
tum. Y más adelante, el propio autor iba a compendiar la contribución
hecha por Coke al constitucionalismo norteamericano, a través de su
dictum y del resto de su doctrina, en estos términos:
“In his dictum in Bonham´s Case he furnished a form of words which,
treated apart from his other ideas, as it was destined to be by a series of
judges, commentators, and attorneys, became the most important single
source of the notion of judicial review . This is true even though we of the
present day can see that, in view of the universal subordination of the
common law as such to statute law, judicial review grounded simply on
<common right and reason> could not have survived. But, as if in antici-
pation of this difficulty, Coke came forward with his second contribu-
tion, the doctrine of a law fundamental, binding Parliament and king alike,
a law, moreover, embodied to great extent in a particular document and
having a verifiable content in the customary procedure of everyday in-
stitutions”(9). (En su dictum en el Bonham´s Case, proporcionó una
forma de expresión que, tratada aparte de sus otras ideas, como estaba
destinado a serlo por una serie de jueces, comentaristas y abogados, se
convirtió en la más importante fuente individual de la noción de judicial
review. Esto es cierto aun cuando nosotros, en los días actuales, poda-
mos ver que, a la vista de la universal subordinación del common law
como tal al derecho estatutario, la judicial review, fundamentada sim-
plemente en el common right and reason, no podía haber sobrevivido.
Pero, como si se anticipara a esta dificultad, Coke presentó su segunda
contribución, la doctrina de un Derecho fundamental, vinculante al Par-
lamento y de la misma forma al rey, un Derecho, además, encarnado en
gran parte en un documento concreto y que tiene un contenido verifica-
ble en el procedimiento habitual de las instituciones corrientes).

no ha de extrañar por lo hasta aquí expuesto que jefferson, siglo


y medio después, refiriéndose a la primera parte de los Institutes,

(8) Edward S. CORWIn: “the <higher Law> background of American Constitutional


Law” (II), en Harvard Law Review (Harv. L. Rev.), vol. xLII, 1928-1929, pp. 365 y ss.; en
concreto, p. 367.
(9) Ibidem, pp. 379-380.
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aunque creemos que ello podría ampliarse a la totalidad de la obra


de Edward Coke, escribiera: “Coke´s Lyttleton (sic) was the uni-
versal lawbook of students, and a sounder Whig never wrote, nor
of profounder learning in the orthodox doctrines of the british
Constitution, or in what was called british liberties”(10). (Los Co-
mentarios de Coke sobre Littleton fueron el libro jurídico univer-
sal de los estudiantes, y nunca escribió un Whig(11) más
competente, ni de un más profundo conocimiento sobre las doctri-
nas ortodoxas de la Constitución británica, o de lo que se llamaron
las libertades británicas).

2. LA pECULIAR tRAYECtORIA púbLICA DE


SIR EDWARD COKE (1552-1634).

nacido en el pequeño pueblo de Mileham, cercano a norfolk, el


1 de febrero de 1552, en una familia vinculada con el Derecho (su
padre era abogado), Coke se matriculó a los quince años en el Trinity
College (Cambridge). pronto ganó una excelente reputación como
hábil notario(12). En 1579 ya defendió, y ganó, su primer caso ante
el King´s Bench y en la década que va de 1580 a 1590, todavía a una
joven edad, Edward Coke ya se había convertido en uno de los más
relevantes abogados de Inglaterra(13), lo que se iba a traducir en una
rápida promoción profesional en la esfera pública. Sucesivamente,
fue nombrado magistrado municipal de Coventry, norwich y Lon-
dres, siendo elevado en 1592 al cargo de procurador de la Corona
(Solicitor General) y dos años después, compitiendo para el cargo
nada menos que con Francis bacon, su gran rival, al de Attorney Gen-
eral, puesto que ejercería tanto con la Reina Isabel I como con ja-
cobo I, quien concedería a Coke el título de “Sir”.

(10) Apud Edward S. CORWIn: “the <higher Law> background of American Consti-
tutional Law” (II), op. cit., p. 366.
(11) Los Whigs ingleses fueron un partido creado en el siglo xvII, que después sería
sustituído por los liberales.
(12) Así lo refleja barnes, quien habla de la reputación ganada por Coke como “a mas-
terful conveyancer”. thomas g. bARnES: “Introduction to Coke´s <Commentary on Littleton>”,
en Law, Liberty, and Parliament. Selected Essays..., op. cit., pp. 1 y ss.; en concreto, p. 5.
(13) Allen D. bOYER: “Introduction”, en Law, Liberty, and Parliament. Selected Es-
says..., op. cit., pp. vII y ss.; en concreto, p. vII.
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En 1606 Coke fue nombrado Chief Justice de la Court of Common


Pleas, siendo el primer juez en acceder a este tribunal sin haber ejer-
cido con anterioridad ante el mismo como abogado. En 1613 accedió
a la presidencia del King´s Bench. Aunque nominalmente este nom-
bramiento suponía un ascenso, entrañaba más bien lo contrario (bar-
nes dice que supuso “a veritable kick upstairs”(14)), tanto desde el
punto de vista de sus ingresos como de su poder; también popular-
mente, el cambio de órgano judicial se percibió como una reprimenda
tras la que se vio una estratagema de su omnipresente enemigo Fran-
cis bacon. Coke ostentó su nueva responsabilidad tan sólo durante
tres años, siendo éste un período turbulento para él debido a sus en-
frentamientos con el Rey jacobo I (Rey de Inglaterra entre 1603 y
1625) y con el Arzobispo de Canterbury. A fines de junio de 1616,
Coke fue suspendido de su puesto en el Privy Council, y el 16 de no-
viembre, cesado en la Chief Justiceship(15).

El conflicto acaecido en 1616 entre Coke y Ellesmere, Lord


Chancellor, otro de los grandes enemigos de aquél, en el que se gesta
la definitiva salida de la magistratura de Coke, ha atraído la aten-
ción de los juristas durante más de tres siglos. Aunque formalmente
versó sobre la insistencia de Coke en que el principio de res iudi-
cata impedía cualquier litigio posterior in equity después de la deci-
sión dictada por un common law court, el conflicto entrañaba mucho
más que un debate sobre una cuestión puramente técnica. Como ar-
gumenta Dawson, “the conflict of 1616 represents merely one stage
in a sustained attempt by judicial agencies to impose restraints on

(14) thomas g. bARnES: “Introduction to Coke´s <Commentary on Littleton>”, op.


cit., pp. 14-15.
(15) gray ha considerado el año 1616 como “a landmark in the history of English
equity”, a causa de lo que generalmente viene referido como la lucha de Lord Coke con la
Chancery, esto es, con el tribunal de justicia de la Chancillería. Se suele considerar, que este
enfrentamiento se resolvió por el Rey a través de su Declaración de julio de 1616 en favor
de la Chancery, siendo el desencadenante último del cese de Coke en la magistratura. Re-
cordemos tan sólo que la controversia jurídica de 1616 versó formalmente sobre la conve-
niencia de una intervención judicial equitativa, o en equidad (“equitable intervention”),
después de una decisión judicial sustentada en el common law. Coke se mostraría absoluta-
mente contrario a tal intervención. Cfr. al efecto, Charles M. gRAY: “the boundaries of the
Equitable Function”, en The American Journal of Legal History (Am. J. Legal Hist.), vol. 20,
1976, pp. 192 y ss.; en concreto, p. 192.
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political authority”(16). Con el ataque sobre la High Commission, los


tribunales de common law invadían un área judicial de la Corona es-
trechamente vinculado con cuestiones vitales de la política nacional.
Ya Coke, con su pronunciamiento en el Case of Proclamations, había
sostenido importantes restricciones sobre la facultad de legislar por
decreto real. En junio de 1616, el conflicto alcanzó su punto culmi-
nante en el Case of Commendams, en el que el Rey insistió en su fa-
cultad de aplazar aquellos procedimientos en que los intereses reales
se vieran afectados, frente a lo que Coke, manifestándose en solita-
rio ante la pasividad de los restantes jueces, se opuso, rehusando so-
meterse a la demanda del Monarca, con lo que la ruptura con jacobo
I era ya irremediable.

Se dijo entonces, escribió john Chamberlain, que “four p´s” ha-


bían echado abajo al Chief Justice: “that is, pride, prohibitions, prae-
munire, and prerogative”(17), pero lo que parece claro después de todo
lo dicho, y ha suscitado tradicionalmente el acuerdo de la doctrina(18),
es que el cese se debió fundamentalmente a la exasperación del Rey
resultante de los varios intentos de Coke de limitar la prerrogativa real,
si bien, también pudo jugar un cierto efecto la posición sustentada por
nuestro juez en otro conflictivo litigio, el Bagg´s Case(19).

(16) john p. DAWSOn: “Coke and Ellesmere Disinterred: the Attack on the Chancery
in 1616”, en Illinois Law Review (Ill. L. Rev.), vol. 36, 1941-1942, pp. 127 y ss.; en concreto,
p. 128.
(17) Apud Allen D. bOYER: “Introduction”, en Law, Liberty, and Parliament. Selected
Essays..., op. cit., pp. vII y ss.; en concreto, p. x.
(18) Así, entre otros, james R. StOnER, jr.: Common law and liberal theory. Coke,
Hobbes, and the Origins of American Constitutionalism, University press of Kansas, Law-
rence (Kansas), 1992, p. 15.
(19) Según el informe de este caso elaborado por Coke para sus Reports, el Chief Jus-
tice consideró que el King´s Bench tenía autoridad no sólo para corregir los errores en los
procedimientos judiciales sino también los errores extrajudiciales; para Coke, ninguna in-
justicia ni daño, privado o público, que pudiera producirse quedaba exenta de reparación a
través de la aplicación del Derecho. habiendo delegado el Monarca su autoridad de impar-
tir justicia en su tribunal del King´s Bench, ya no podía ejercerla personalmente. Sosin re-
cuerda que tanto Francis bacon, entonces Attorney General, como el Lord Chancellor
Ellesmere, los grandes enemigos de Coke, incluirían este pronunciamiento judicial entre los
“cinco errores imperdonables” (“five unforgivable errors”) de los Reports. j. M. SOSIn: The
Aristocracy of the Long Robe (the Origins of judicial Review in America), greenwood
press, new York/Westport, Connecticut/London, 1989, pp. 64-65.
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La caída en desgracia de nuestro personaje llegó al extremo de que


se le ordenara la corrección de algunos de sus Reports (a los que nos
referiremos más adelante), quizá de resultas de que sus adversarios le
acusaron de haber publicado en ellos “extravagant opinions” (20). Sin
embargo, la boda de su hija Frances con Sir john villiers, hermano del
favorito del Rey, el Duque de buckingham, (a la que Coke se había
opuesto antes de su cese) tuvo efectos balsámicos en su relación con el
Monarca, retornando a su puesto en el Privy Council, aunque ya nunca
volvería a ejercer funciones judiciales.
En 1621, tras una larga ausencia de casi tres décadas, Coke vol-
vió a la House of Commons, de la que ya había sido miembro, lle-
gando a ocupar incluso el cargo de Speaker (1593). En esta etapa se
convirtió en uno de los líderes más relevantes, si es que no el que
más, de la Cámara, aunque también en ella hubo de afrontar situa-
ciones tan graves como la de ser encarcelado durante siete meses en
la torre de Londres, de resultas de la posición jurídica que defendió
en el parlamento acerca de la vigencia del Derecho establecido por
quienes habían precedido al Rey jacobo I, interpretación que le daba
pie a su vez para sostener que el parlamento seguía gozando de las
prerrogativas, derechos y privilegios que históricamente le habían
sido reconocidos, lo que chocaba con la visión absolutista del Mo-
narca(21). Creemos que bien se puede decir, que Coke fue encarce-
lado por su sistemático rechazo hacia la prerrogativa real y su defensa
de las libertades parlamentarias.

(20) Louis b. bOUDIn: “Lord Coke and the American Doctrine of judicial power”, en
New York University Law Review (N. Y. U. L. Rev.), vol. 6, 1928-1929, pp. 223 y ss.; en con-
creto, p. 229.
(21) vale la pena recordar este enfrentamiento entre jacobo I y Coke, uno de los muchos
que tuvo con el Monarca. En 1621, algunos miembros del parlamento cuestionaron la polí-
tica del Rey respecto a España y a la Iglesia Católica; el Rey les prohibió discutir con poste-
rioridad sobre tales cuestiones. Coke y otros parlamentarios insistieron en la libertad de
expresión y debate de los miembros del parlamento, un privilegio heredado de Reinados an-
teriores, a lo que el Rey replicó que sus privilegios “were derived from the grace and permis-
sion of our ancestors and us (for most of them grow from precedents, which show rather a
toleration than inheritance)”. A sugerencia de Coke, la House of Commons publicó en sus dia-
rios una “protestation”, declarando, “that the liberties, franchises, privileges and jurisdictions
of parliament are the ancient and undoubted birthright and inheritance of the subjects of En-
gland”. Como señala berman, fue esta afirmación de que el parlamento “heredó” sus liberta-
des como un “derecho de nacimiento”, frente a la consideración regia de que las poseía por
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nuestro personaje volvería al parlamento en 1624, para cesar en


1626 tras ser nombrado gobernador (“sheriff”) de buckingham por
el nuevo Rey Carlos I. Elegido de nuevo para el parlamento en 1628,
Coke desempeñó un rol verdaderamente clave en la aprobación del
trascendental texto de la Petition of Rights. Se ha subrayado(22), que
en este debate Coke se inclinó decididamente por identificar el fun-
damental law como due process.

En sus Institutes, término por cierto nada casual, pues al ponerlo,


nuestro Chief Justice tenía en la cabeza la obra homónima de justi-
niano (los Instituta, que junto a las Pandectas y otros textos norma-
tivos integrarían posteriormente el Corpus iuris civilis), Coke pondría
un acento especial en los aspectos procedimentales. buen ejemplo de
ello lo encontramos en la segunda parte de los mismos, en la que pro-
cede a comentar los diversos capítulos de la Magna Charta. Coke
siempre atribuyó una gran importancia a la Carta Magna, lo que en
el fondo era tributario de una visión simbólica o metafórica de la his-
toria, con base a la cual la Carta Magna se visualizaba como un sím-
bolo de la restricción del ejercicio arbitrario del poder. Y es bien
significativo al respecto, que aunque la Magna Carta englobaba con-
venciones y costumbres (como era el caso de los llamados “Articles
of the barons”), en ella, eran las libertades y no las costumbres las
predominantes. Como escribe holt(23), “the Charter was a Charter of
liberties in strict contemporary parlance”. no ha de extrañar por lo
mismo que, según berger(24), Coke considerara que la Magna

“tolerancia real”, lo que condujo a jacobo I a cesar a Edward Coke en su cargo en el Privy
Council y a ordenar su encarcelamiento en la torre de Londres, en la que permaneció con-
finado y virtualmente aislado durante siete meses. harold j. bERMAn: “the Origins of his-
torical jurisprudence: Coke, Selden, hale”, en Yale Law Journal (Yale L. J.), vol. 103,
1993-1994, pp. 1651 y ss.; en concreto, p. 1677.
(22) R. A. MACKAY: “Coke—parliamentary Sovereignty or the Supremacy of the
Law?”, en Michigan Law Review (Mich. L. Rev.), vol. xxII, 1923-1924, pp. 215 y ss.; en
concreto, p. 232.
(23) j. C. hOLt: “the Ancient Constitution in Medieval England”, en The Roots of Li-
berty (Magna Carta, Ancient Constitution, and the Anglo-American tradition of Rule of
Law), edited with an Introduction by Ellis Sandoz, University of Missouri press, Columbia
(Missouri) and London, 1993, pp. 22 y ss.; en concreto, p. 24.
(24) Raoul bERgER: “Doctor Bonham´s Case: Statutory Construction or Constitu-
tional theory?”, op. cit., pp. 535-536.
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Charta anulaba toda ley que la contrariara, algo asimismo predicable,


siempre según el citado autor, del natural law. Una prueba patente de
la primacía que Coke siempre reconoció a la Carta Magna la encon-
tramos en el debate sobre la Petition of Rights, en el que declararía
que, “saving the King´s sovereign power”, “la Magna Charta era
como un compañero, que no tendrá soberano” (“Magna Carta is such
a fellow that he will have no sovereign”)(25), si bien Coke se estaba
refiriendo directamente a la idea de “poder soberano”, que tal como
él la interpretaba, significaba un poder por encima del Derecho, mien-
tras que el poder de prerrogativa era una parte del Derecho. Esta re-
viviscencia, por así llamarla, llevada a cabo por Coke de la Carta
Magna tendría un enorme impacto sobre la teoría constitucional nor-
teamericana. Corwin lo deja muy claro cuando sostiene, que “the
eventual role, indeed, of Magna Carta in the history of American
constitutional theory is due immediately to its revival at the opening
of the seventeenth century, largely by Sir Edward Coke”(26).

Ya en el debate desencadenado en sede parlamentaria con ocasión


de la prisión decretada por el Rey Carlos I (Rey de Inglaterra, Esco-
cia e Irlanda entre 1625 y 1649) de varios caballeros, a los que había
intentado forzarles la concesión de un préstamo, no aduciéndose nin-
guna causa para su encarcelamiento, rechazando los tribunales en el
Five Knights´Case (1627) el habeas corpus requerido para los en-
carcelados, hecho que se halla en la génesis de la acción parlamenta-
ria que desembocaría en la aprobación de la antes mencionada
Petition of Rights(27), Coke, en referencia a la “law of the land”, sos-
tendría, que “the law leaves every man a remedy of causeless impri-
sonment”, mencionándose al efecto el capítulo 29 de la Magna
Charta y el principio del due process. En sus comentarios a la Carta
Magna, Coke conectaría estrechamente la previsión de la misma en

(25) Apud R. A. MACKAY: “Coke—parliamentary Sovereignty...”, op. cit., p. 233.


(26) Edward S. Corwin: “the <higher Law> background of American Constitutional
Law” (I), en Harvard Law Review (Harv. L. Rev.), vol. xLII, 1928-1929, pp. 149 y ss.; en
concreto, p. 175.
(27) “the Five Knights´Case of 1627 ---escribe Christianson--- worked together (junto
a otros factores que ahora no son del caso) to precipitate the debates over the prerogatives
of the crown and the liberties of the subject which took place in the parliament of 1628”. paul
ChRIStIAnSOn: “Ancient Constitutions in the Age of Sir Edward Coke and john Selden”, en
The Roots of Liberty, op. cit., pp. 89 y ss.; en concreto, p. 116.
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18 REVISTA DE LAS CORTES GENERALES

su trascendental capítulo 29 a “by lawful judgment of his peers” (per


legale judicium parium suorum) con lo que bien podríamos tildar con
términos actuales como unas garantías procedimentales que incluían
el juicio por jurados(28).

Al término del mandato parlamentario iniciado en 1628, Coke se


retiró de la vida pública con la finalidad de completar sus Institutes,
obra monumental cuya primera parte se publicó ese mismo año, si
bien las tres restantes partes no aparecerían hasta 1642-1644, una vez
fallecido su autor (en 1634). Ya durante sus etapas como Attorney
General y Chief Justice habían aparecido once volúmenes de sus Re-
ports, cuya trascendencia fue desde el primer momento especialmente
subrayada(29), y lo ha seguido siendo después, lo que se comprende
fácilmente si se tiene presente el hecho paradójico de que la adhe-
sión al precedente judicial en el Derecho inglés no siempre fue acom-
pañada de la conservación de esos precedentes. Desde 1537, en que
se publicó el último Year Book(30), hasta 1865 no hubo actas oficia-

(28) “no Freeman ---establece la Carta--- shall be taken or imprisoned, or be dissei-


sed of his Freehold, or Liberties, or free Customs, or be outlawed, or exiled, or any other wise
destroyed; nor will We not pass upon him, nor condemn him, but by lawful judgment of his
peers, or by the Law of the Land. We will sell to no man, we will not deny or defer to any
man either justice or Right”. El comentario de este Capítulo 29 puede verse en la obra The
Selected Writings and Speeches of Sir Edward Coke, edited by Steve ShEppARD, Liberty
Fund, Indianapolis, Indiana, 2003, vol. two, pp. 848 y ss.
(29) Ya en 1662, en su History of the Worthies of England, refiriéndose a los Reports
de Coke, Fuller escribía, que “they will last to be admired by the judicious posterity whilst
fame hath a trumpet left her, and any breath to blow therein”. Apud j. h. bAKER: “Coke´s
note-books and the Sources of his Reports”, en The Cambridge Law Journal (Cambridge
L. J.), vol. 30, 1972, pp. 59 y ss.; en concreto, p. 59. Este trabajo puede verse asimismo en
la obra Law, Liberty, and Parliament. Selected Essays..., op. cit., pp. 357 y ss. (la cita en p.
357).
(30) Los Year Books comenzaron a circular hacia fines del siglo xIII (baker da como
fecha concreta de aparición del primero de ellos la del año 1280) cuando los fundamentos
del common law establecidos por los jueces de los reinados de Enrique II y Enrique III es-
taban siendo modificados a la vista de los estatutos de Eduardo I, hijo de Enrique III y Rey
de Inglaterra entre 1272 y 1307. hacia el año 1300, estos Reports se habían convertido en
una serie cronológica con una cierta reputación entre los juristas, pues como de nuevo se-
ñala baker, los primeros Year Books eran obviamente una criatura de la nueva profesión ju-
rídica.(j. h. bAKER: An Introduction to English Legal History, Butterworths, 2nd edition,
London, 1979, p. 152). Según vinogradoff, los primeros reports, preocupados por la armo-
nización entre el statute law y el common law, iban a ser de una gran extensión, entrando en
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SIR EDWARD COKE, EL BONHAM´S CASE Y LA JUDICIAL REVIEW 19

les de los casos judiciales(31), por lo que este importante trabajo


debió correr de cuenta de particulares. Y se admite de modo genera-
lizado, que las clásicas fuentes del viejo common law son los Reports
de Edmund plowden(32) y de Edward Coke(33).

3. bREvE ApROxIMACIón AL pEnSAMIEntO jURíDICO DE COKE.

I. El primer rasgo a subrayar en relación al pensamiento jurídico


de Edward Coke es el de su profundo conocimiento del saber clásico;
no era esto, por supuesto, algo inhabitual en la época sino, bien al con-
trario, algo muy común entre los más destacados juristas de los años
isabelinos (Isabel I fue Reina de Inglaterra e Irlanda entre 1558 y 1603).
no ha de extrañar por ello que los escritos de nuestro juez estén reple-
tos de citas de escritores latinos: Catón, juvenal, Salustio, plinio, hora-
cio, Séneca, tácito, virgilio y Cicerón. Las máximas latinas, un conciso
resumen o recapitulación del Derecho, se hallan omnipresentes en sus
obras. no debe sorprender por lo mismo, que en un popular libro de
máximas jurídicas de nuestra época(34), de las 1100 máximas recogi-
das, justamente la mitad se adscriban directamente a Edward Coke.

todos los detalles judiciales. paul vInOgRADOFF: “Constitutional history and the Year
books”, en The Law Quarterly Review (L. Q. Rev.), vol. xxIx, 1918, pp. 273 y ss.; en con-
creto, p. 274.
(31) van vechten vEEDER: “the English Reports, 1292-1865” (I), en Harvard Law
Review (Harv. L. Rev.), vol. xv, 1901-1902, pp. 1 y ss.; en concreto, p. 3.
(32) plowden, que falleció en 1585, llevó a cabo su recopilación de los casos judicia-
les entre la década de 1550 y la de 1570. Sus Commentaries se apartaban totalmente del es-
tilo de los Year Books, al esforzarse sobremanera para verificar todos los detalles de los
casos, informándose al respecto a través de los abogados y de los propios jueces. Cfr. al
efecto, j. h. bAKER: An Introduction to English Legal History, op. cit., p. 156.
(33) Coke comenzó hacia 1580 a anotar las transacciones jurídicas, perfeccionando su
información durante su tiempo de ocio. En 1600 publicó su primer volumen, y poco después,
siendo Attorney General, el segundo y tercero; en 1603 apareció el cuarto y dos años más
tarde el quinto. Los restantes se publicaron entre los años 1607 y 1616. En su metodología,
los Reports de Coke fueron únicos, porque no fueron reports en el sentido estricto del tér-
mino. El propio juez advertía en el prólogo de sus libros, que no elaboraba estos informes
con vistas a su mera mención ante los tribunales, sino también con propósitos educativos.
Cfr. al efecto, van vechten vEEDER: “the English Reports...”, op. cit., pp. 9-10.
(34) Latin for Lawyers, 3rd edition, London, 1960. Cit. por thomas g. bARnES: “In-
troduction to Coke´s <Commentary on Littleton>”, op. cit., p. 22.
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20 REVISTA DE LAS CORTES GENERALES

El estudio de la filosofía jurídica del siglo xvII inglés, compren-


siva de cuestiones tales como la naturaleza de este Derecho, sus fuen-
tes, su relación con la moral y la política..., requeriría un análisis de
los escritos de autores tales como thomas hobbes, Robert Filmer,
john Locke, james harrington y de muchos otros políticos y filóso-
fos jurídicos. Coke iba sin embargo a centrar su preocupación en la
identificación de aquellos factores que habían dado al Derecho in-
glés su naturaleza peculiar. La filosofía jurídica de Coke se iba a cen-
trar de modo específico no ya sobre el Derecho inglés en general sino,
más estrictamente aún, sobre una rama de ese Derecho: el English
common law, esto es, el Derecho que tradicionalmente se aplicaba
por los “royal courts of Common pleas, King´s bench and Exche-
quer”. Coke no intentó desarrollar una teoría del Derecho canónico de
la Iglesia, aplicable en los tribunales eclesiásticos ingleses, o de las
normas mixtas, canónicas y romanistas, aplicadas en una amplia va-
riedad de tribunales ingleses, pese al conocimiento que de ellas tenía.
Es por lo mismo por lo que se considera entre la doctrina(35), que es
a Coke, más que a ninguna otra persona, a quien se debe en Inglate-
rra la extendida idea de que el Derecho inglés, esto es, the law of the
land, tan sólo ha de visualizarse en el English common law, y no,
entre otras ramas del Derecho, en “the law of Chancery”, “the Ec-
clesiastical law”, “the law of Admiralty”, “the law of the Mer-
chants”... etc.

Los muchos escritos de Coke no empecen su primigenia vertiente


como hombre de acción, a lo que quizá se pueda anudar su visión del
conocimiento del Derecho como una ciencia práctica, que alcanza su
fin al formar el juicio de alguien que estudia. Muy posiblemente, en
ello también pudo influir su preocupación por los movimientos cien-
tíficos de la época; está demostrado que la biblioteca de Coke alber-
gaba una gran cantidad de libros de los más relevantes científicos de
la era isabelina(36), aunque su conexión con el movimiento científico
no llegó al extremo de Sir Francis bacon, cuyo rol inspirador de la

(35) Entre otros, harold j. bERMAn: “the Origins of historical jurisprudence...”, op.
cit., p. 1679.
(36) En tal sentido, barbara j. ShApIRO: “Law and Science in Seventeenth-Century
England”, en Stanford Law Review (Stan. L. Rev.), vol. 21, 1968-1969, pp. 727 y ss.; en con-
creto, p. 737.
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SIR EDWARD COKE, EL BONHAM´S CASE Y LA JUDICIAL REVIEW 21

fundación de la Royal Society es bien conocido, aunque, como es-


cribe Shapiro, “the connection between his leadership in science and
his contributions to the legal profession and jurisprudential writings
is not frequently noted”(37).

II. Coke va a configurar claramente su visión del Derecho en el


Epílogo a la primera parte de sus Institutes (parte que se identifica
con el rótulo de “Coke upon Littleton”(38)) a partir del adagio Ratio
est anima legis. tomándolo como punto de partida, escribe:
“Ratio est anima legis; for then are we said to know the Law, when
we apprehend the reason of the Law, that is, when we bring the reason
of the Law so to our owne reason, that we perfectly understand it as our
owne, and then and never before, we have such an excellent and insepa-
rable propertie and ownership therin (therein), as we can neither lose it,
nor any man take it from us, and will direct us (the learning of the Law
is so chained together) in many other Cases. But if by your studie and in-
dustrie you make not the reason of the Law your owne, it is not possible
for you long to retaine in your memorie. And well doth our author cou-
ple arguments and reasons together, Quia argumenta ignota & obscura
ad lucem rationis proferunt & reddunt splendida: and therefore argu-
mentari & ratiocinari are many times taken for one”(39). (La razón es
el alma de la ley; por lo tanto, se dice que conocemos la ley cuando per-
cibimos la razón de la ley, esto es, cuando llevamos la razón de la ley a
nuestra propia razón, y la comprendemos perfectamente como la nues-
tra propia, y entonces, nunca antes, tenemos un excelente e inseparable
dominio y propiedad en eso, que ni podemos perderlo, ni ningún hom-
bre quitárnoslo, y que nos dirigirá (nos encadenamos juntos así al co-

(37) Ibidem, p. 736.


(38) thomas Littleton, junto a Sir john Fortescue, son considerados las principales fi-
guras del renacimiento del Derecho inglés nativo; Littleton por su tratado sobre el derecho
del país (land law), y Fortescue por su exposición de la constitución, uno y otra diferentes
del Derecho romano. para Coke, los Tenures (el tratamiento del Derecho de arrendamien-
tos) de Littleton son “the ornament of the common law, and the most perfect and absolute
work that ever was written in any human science”. Y en cuanto a la obra de Fortescue, De
Laudibus Legum Angliae, escrita entre 1468 y 1471, la encuentra de tal importacia y mérito
(“weight and worthiness”) que debería estar escrita “in letters of gold”. Apud Ellis SAn-
DOz: “Fortescue, Coke, and Anglo-American Constitutionalism” (Editor´s Introduction), en
The Roots of Liberty (Magna Carta, Ancient Constitution, and the Anglo-American tradi-
tion of Rule of Law), op. cit., pp. 1 y ss.; en concreto, p. 5.
(39) El “Epilogue” puede verse en The Selected Writings and Speeches of Sir Edward
Coke, op. cit., vol. two, pp. 742-744. El texto transcrito, en pp. 742-743.
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22 REVISTA DE LAS CORTES GENERALES

nocimiento de la ley) en muchos otros casos. Pero si a través de su es-


tudio y laboriosidad no hace suya la razón de la ley, a Usted no le es po-
sible conservarla en su memoria largo tiempo. Y bien, empareje juntos
nuestro autor argumentos y razones. “Porque los argumentos descono-
cidos y oscuros, a la luz de la razón, se transforman y se presentan res-
plandecientes”, y por eso “argumentar y razonar” son muchas veces
tomados como lo mismo).
Añadamos, que Coke finalizará este epílogo con otra nueva máxima
latina que se comenta por sí misma: Lex plus laudatur quando ratione
probatur.

El Derecho viene a ser así para Coke una ciencia que, con un
cierto sentido aristotélico, se presenta como una ciencia práctica,
uniendo la razón al conocimiento de aspectos particulares, conteni-
dos no en los libros como un cuerpo de conocimiento, sino en las
mentes de los que pueden utilizarla(40). La definición que de la ley,
del Derecho en más amplios términos, hará nuestro juez, recu-
rriendo de nuevo a una máxima latina: Lex est ratio summa, quae
jubet quae sunt utilia et necessaria, et contria prohibet (la ley es la
razón culminante, ---la perfección de la razón, si así se prefiere---
que ordena lo que es útil y necesario y que prohíbe lo contrario) ha
sido una de las más persistentes y fructíferas definiciones que se ha
dado de la ley, pudiendo verse definiciones paralelas en autores tan
diversos como Cicerón, Aristóteles, henry de bracton, jean de ger-
son, el gran teólogo francés de la segunda mitad del siglo xIv y pri-
meros lustros del xv), grocio o Santo tomás de Aquino. Ello no
obsta a que la teoría cokiana de la razón artificial (artificial reason)
se nos presente en la época de Coke como un concepto ciertamente
revolucionario. Ello es patente si se tiene presente que para nuestro
juez, la ley y el Estado existen tranquilamente sin la necesidad de
la presencia del Rey. Esa visión se haría aún más abiertamente re-
volucionaria tras la publicación de los Reports de Coke. De ahí que
se haya podido escribir que “Coke dethroned the monarch only in
the realm of law”(41), aunque también es cierto, y ello debe inex-
cusablemente tenerse en cuenta, que el concepto de reason reflejaba

(40) james R. StOnER, jr.: Common Law and Liberal Theory. Coke, Hobbes, and the
Origins..., op. cit., p. 18.
(41) Allen Dillard bOYER: “<Understanding, Authority, and Will>: Sir Edward
Coke...”, op. cit., p. 92.
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SIR EDWARD COKE, EL BONHAM´S CASE Y LA JUDICIAL REVIEW 23

una tradición muy arraigada en el Derecho medieval; por lo mismo,


se trataba de un concepto que, lejos de ser novedoso, provenía de los
siglos precedentes.

Es bastante evidente que, contemplada la ley desde la óptica de


john Austin, la concepción de Coke podía visualizarse como ininte-
ligible o inadecuada, por cuanto con ella, como acaba de decirse, el
soberano dejaba de tener presencia, mucho menos predominio o pri-
macía, en su definición. para Coke, la “razonabilidad” de la ley era
de algún modo la fuente de su fuerza vinculante, pues a la vista de
sus escritos es patente, que antes que mandato y obediencia, “the
matching halves of positivist jurisprudence”, como las considera
boyer(42) , la “razón artificial” que defiende Coke enfatiza la inteli-
gencia, la responsabilidad y el consenso, y todo ello deja su concep-
ción al margen del poderoso movimiento que se puede apreciar en la
doctrina inglesa de vincular la obligación jurídica creada por la ley
con algún hecho social, sea el “contrato social”, contemplado en In-
glaterra por Locke, sea la “habitual obediencia al soberano”, a la que
aludirá Austin(43). Cualquier intento de comprender la concepción de
Coke desde el punto de vista de la jurisprudencia analítica de los si-
glos xIx y xx estará llamado al fracaso. pero nos hallamos ante
una cuestión que se halla lejos de estar finiquitada, pues todavía hoy
se discute si la ley debe ser un producto de la razón o de la mera vo-
luntad de quien tener poder para dictarla. pero desde luego, estamos
plenamente de acuerdo con Lewis, cuando escribe, que “a definition
of law in terms of <reasonableness> is better able than a voluntaris-
tic one of giving a realistic account of legal obligation”(44).

Esta vinculación entre el Derecho y la razón aparece como una


constante del pensamiento y de los escritos de Coke. Más aún, desde
el punto de vista que primigeniamente nos interesa, el de la judicial
review, tal y como parece sugerirlo alguna mención del Bonham´s
case, el principio más significativo en la comprensión de la ley por

(42) Ibidem, pp. 91-92.


(43) john Underwood LEWIS: “Sir Edward Coke (1552-1634): his theory of <Artifi-
cial Reason> as a Context for Modern basic Legal theory”, en Law, Liberty, and Parliament.
Selected Essays..., op. cit., pp. 107 y ss.; en concreto, p. 109.
(44) Ibidem, p. 120.
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24 REVISTA DE LAS CORTES GENERALES

Coke es su insistencia en torno a la ecuación entre el Derecho y la


razón. Su persistencia en esta relación bipolar entre ley y razón, con-
cebida siempre como artificial reason, esto es, como razón que existe
no por la naturaleza sino por el esfuerzo y la habilidad humanas, se
halla omnipresente en su obra. En otro celebérrimo pasaje, que se
suele considerar como el favorito del propio Coke, éste comienza se-
ñalando, que Nihil quod est contra rationem est licitum (nada con-
trario a la razón es lícito), fundamentando esta premisa en las
siguientes reflexiones:
“For reason is the life of the Law, nay the Common Law it selfe is no-
thing else but reason, which is to be understood of an artificial perfection
of reason, gotten by long studie, observation and experience and not of
every mans naturall reason, for Nemo nascitur artifex. This legall reason
est summa ratio. And therefore if all the reason that is dispersed into so
many several heads were united into one, yet could he not make such a
Law as the Law of England is, because by many succession of ages it hath
been fined and refined by an infinite number of grave and learned men,
and by long experience growne to such a perfection, for the government of
this Realme, as the old rule may be justly verified of it, Neminem oportet
esse sapientiorem legibus: No man (out of his owne private reason) ought
to be wiser than the Law, which is the perfection of reason”(45). (Pues la
razón es la vida del Derecho, más aún, el common law no es en sí mismo
sino razón, que tiene que comprenderse como una perfección artificial de
la razón, conseguido por el estudio durante mucho tiempo, la observación
y la experiencia, y no por la razón natural de los hombres, pues nadie nace
maestro (en la ciencia del Derecho) (nemo nascitur artifex). Esta razón
jurídica es la razón más elevada (summa ratio). Y por lo tanto, si toda la
razón que está dispersa en muy distintas cabezas estuviera unida en una,
no podría sin embargo hacer un Derecho tal como el Derecho de Inglate-
rra es, porque a través de la sucesión de muchas épocas ha sido purificado
y refinado por un infinito número de hombres serios y cultos, y a través
de una larga experiencia se ha desarrollado a tal perfección para el go-
bierno de este Reino, como para que pueda justamente confirmarse la an-
tigua norma de que Neminen oportet esse sapientiorem legibus: Ningún
hombre ---fuera de su propia razón personal--- debe ser más sabio, más jui-
cioso que el Derecho, que es la perfección de la razón).

(45) Apud The Selected Writings and Speeches of Sir Edward Coke, op. cit., vol. two,
p. 701. transcribimos estos textos en su literalidad, lo que, al tratarse de un inglés antiguo,
se traduce en la existencia de palabras que no coinciden totalmente con lo que sería su ac-
tual versión inglesa.
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SIR EDWARD COKE, EL BONHAM´S CASE Y LA JUDICIAL REVIEW 25

La concepción que en el párrafo transcrito manifiesta nuestro per-


sonaje del common law inglés como encarnación del razonamiento de
muchas generaciones de hombres cultos e instruidos, tenía impor-
tantes consecuencias filosóficas, pues representaba un concepto di-
ferente de “razón” del que había prevalecido en la filosofía jurídica
occidental(46). tanto los filósofos escolásticos de los siglos xII al
xv como los filósofos humanistas y neoescolásticos del siglo xvI
habían entendido la “razón” como una facultad natural del intelecto
humano, una capacidad del ser humano para comprender y formarse
un juicio. La razón se contrastaba con la voluntad, que a su vez se
visualizaba como una facultad natural para las emociones, que moti-
vaba a una persona a dirigir su mente o su conducta hacia los objeti-
vos deseados. Los filósofos jurídicos escolásticos habían sostenido
que la “razón” no sólo facultaba a una persona para distinguir la jus-
ticia de la injusticia, sino que también inspiraba qué justicia era pre-
ferible. La “razón”, se venía a sostener, tiende naturalmente hacia la
promoción del bien común, y de aquí que las leyes positivas contra-
rias a la razón no tuvieran ningún derecho a ser observadas. Los fi-
lósofos jurídicos humanistas, tanto católicos como protestantes, no
iban a cambiar de modo significativo esta noción del natural law,
aunque pondrían especial énfasis en la conveniencia de racionalizar
y sistematizar las normas jurídicas en orden a alcanzar unas mejores
políticas públicas.

Ante estas posiciones, Coke, por supuesto, no iba a dudar de la


existencia de una natural reason y de un natural law, definidos por
los filósofos morales y políticos, pero iba a yuxtaponerles un dife-
rente tipo de “razón”, que bien podría denominarse historical reason,
por cuanto para nuestro juez, tal “razón” podría identificarse con el
desarrollo histórico de la tradición nacional, y de modo más especí-
fico, de la tradición del English common law. Y la “razón” en que
éste se basaba era el razonamiento de aquellos juristas, abogados y
jueces, ingleses que Coke consideraba hombres serios, cultos e ins-
truidos, que a lo largo de los siglos habían venido razonando, argu-
mentando, sobre las más diversas materias jurídicas. En coherencia
con ello, Coke iba a defender más que ningún otro pensador, la con-

(46) Cfr. al respecto, harold j. bERMAn: “the Origins of historical jurisprudence...”,


op. cit., pp. 1690-1691.
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26 REVISTA DE LAS CORTES GENERALES

tinuidad ininterrumpida del common law, lo que entrañaba conside-


rar que sus más lejanos precedentes habían sobrevivido. Con todo,
esta posición en absoluto era por entero novedosa, pues ya el Chief
Justice Sir john Fortescue, al que con frecuencia se vincula con Coke,
en su conocida obra De Laudibus Legum Angliae, escrita en los años
1470, había avanzado similar idea. En la mencionada obra se conte-
nían una serie de cuestiones que, como se ha dicho, se adaptaban muy
bien con el estereotipo de una “common law mind”, por lo que en
Fortescue se ha visto una ejemplificación de la tradición jurídica in-
glesa(47).

III. La concepción que acabamos de exponer iba a manifestarse


con meridiana nitidez en un célebre hecho, conocido como las Pro-
hibitions del Roy, que no sólo revela esa visión cokiana del Derecho
como artificial reason, sino que también nos pone de relieve la rei-
vindicación por el Chief Justice de la primacía del Derecho y de su
exclusiva aplicación por los jueces. El enfrentamiento entre Coke y
el Rey jacobo I, que está en el origen de este hecho, nos ofrece una
extraordinaria riqueza de ideas, pero por fuerza hemos de abordarlo
de modo muy esquemático.

El domingo 10 de noviembre de 1608(48) tenía lugar el más so-


nado de los muchos choques que a lo largo de su vida iba a tener
Coke con el Rey. En sus Reports, aparece perfectamente documen-

(47) Christopher W. bROOKS: “the place of Magna Carta and the Ancient Constitution
in Sixteenth-Century English Legal thought”, en The Roots of Liberty, op. cit., pp. 57 y ss.;
en concreto, p. 60.
(48) hay bastantes discrepancias en cuanto a la fecha exacta de la reunión desencade-
nante del enfrentamiento. El 10 de noviembre es la que aparece en los Reports, pero el dato
no es del todo claro. Usher, hace más de un siglo, relativizó un tanto los datos recogidos por
Coke en la parte duodécima de sus Reports, con base en que este volumen se había publi-
cado tras la muerte de Lord Coke, y unos meses después de la misma el Rey ordenó la in-
cautación de los documentos de Coke. no fue hasta 1641 cuando el Monarca accedió a la
petición de uno de los hijos del juez para que su heredero, Robert Coke, los restaurara y en
su caso los publicara. Y no cabe descartar que alguna modificación pudiera ser introducida.
Cfr. al efecto, Roland g. UShER: “james I and Sir Edward Coke”, en The English Histori-
cal Review (published by Oxford University press), vol. 18, no. 72, October, 1903, pp. 664
y ss.; en particular, pp. 664, 667 y 670.
(49) Edward COKE: “prohibitions del Roy” (en part twelve of the Reports), en The
Selected Writings and Speeches of Sir Edward Coke, op. cit., vol. One, pp. 478-481.
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SIR EDWARD COKE, EL BONHAM´S CASE Y LA JUDICIAL REVIEW 27

tado bajo el rótulo ya mencionado, Prohibitions del Roy(49). El Privy


Council se reunía comúnmente la mañana de los domingos en el
“Whitehall palace”, con la asistencia de los jueces de common law y
de los eclesiásticos, y como es obvio, bajo la presidencia del Rey. Ese
día (o quizá el día 13(50)) se producía un enfrentamiento entre el Ar-
zobispo de Canterbury, bancroft, y Coke, que degeneraba en un vio-
lento choque entre el Rey y el propio Chief Justice.

Ante las pretensiones de bancroft de ampliar el conocimiento de


los tribunales eclesiásticos en ciertos ámbitos, Coke iba a intervenir
argumentando que tales tribunales tenían una indiscutida autoridad
para conocer en la medida en que los asuntos temporales no se vie-
sen afectados. pero cuando una cuestión temporal hiciera acto de pre-
sencia en el litigio, éste debía transferirse a los common law courts,
aún en casos de clara naturaleza eclesiástica. tras una breve inter-
vención del Rey alguien, que bowen, biógrafa de Coke, cree que
pudo ser el propio Arzobispo bancroft(51), planteó la delicada cues-
tión (“the touchy matter”) de las propias facultades del Rey. En sus
Reports, Coke no identifica al autor de la siguiente reflexión, expre-
sando tan sólo que el Rey jacobo I fue informado de que:
“When the question was made of what matters the Ecclesiastical Jud-
ges have Cognizance, either upon the exposition of the Statutes concern-
ing tithes, or any other thing Ecclesiastical, or upon the Statute I Eliz.
concerning the high Commission, or in any other case in which there is
not express authority in Law, the King himself may decide it in his royal
person; and that the Judges are but the delegates of the King, and that the
King may take what Causes he shall please to determine, from the de-
termination of the Judges, and may determine them himself” (Cuando se
planteó la cuestión de sobre qué asuntos conocen los jueces eclesiásti-
cos, si sobre la interpretación de los estatutos relativos a diezmos, o sobre
cualquier otra cosa eclesiástica, o sobre el estatuto de Isabel I relativo a
la Comisión superior, o en cualquier otro caso en el que no haya una ex-

(50) bowen, que ha elaborado la que posiblemente sea la mejor biografía de Coke, fija
la fecha del domingo 13 de noviembre. A simple vista, queda claro que existe un error de ca-
lendario, pues bowen se refiere no al día 13, sino al domingo día 13. Dado el rigor de la obra
de esta autora, parece que la fecha que da es la real. Cfr. al respecto, Catherine Drinker
bOWEn: The Lion and the Throne (the Life and times of Sir Edward Coke. 1552-1634), ha-
mish hamilton, London, 1957, pp. 260-261.
(51) Catherine Drinker bOWEn: The Lion and the Throne, op. cit., p. 261.
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28 REVISTA DE LAS CORTES GENERALES

presa autoridad en Derecho (se argumentó que) el Rey mismo podía de-
cidir por su real persona, y que no siendo los jueces sino delegados del
Rey, éste podía quitar de la decisión de los jueces cualquier causa que
quisiera decidir, y podía decidirla por sí mismo). A lo que el Arzobispo
de Canterbury iba a añadir, “this was clear in Divinity, that such Author-
ity belongs to the King by the Word of God in the Scripture”(52) (esto
era claro en la Teología, que tal autoridad pertenece al Rey por la pala-
bra de Dios en las Escrituras).

A ello Coke iba a responder de modo rotundo: “that the King in


his own person cannot adjudge any case, either criminal ---as treason,
felony, & c., or betwixt party and party, concerning his inheritance,
chattels, or goods, but this ought to be determined and adjudged in
some court of justice, according to the Law and Custom of En-
gland”(53). (que el Rey por su propia persona no puede juzgar nin-
gún caso, ni criminal, como traición o delito grave..., ni entre parte y
parte, acerca de su herencia, bienes o mercancías, sino que esto debe
decidirse y sentenciarse en algún tribunal de justicia, según el Dere-
cho y la costumbre de Inglaterra). Coke añadía sentirse enormemente
asombrado (“greatly marvelled”) de que el Arzobispo se atreviera a
informar al Rey de que tal autoridad y poder absolutos pertenecieran
al Monarca por la palabra de Dios(54). El Soberano, añadió Coke di-
rigiéndose al Rey, puede ocupar un lugar en la Star Chamber (Cá-
mara Estrellada), “and this appears in our books”. pero sólo para
consultar con los jueces, no para juzgar (“not in iudicio”). “And it
appears by Act of parliament ---concluiría nuestro Chief Justice---
that neither by the great Seal nor by the Little Seal, justice shall be
delayed; ergo, the King cannot take any cause out of any courts and
give judgment upon it himself...”(55). (Y aparece por ley del parla-

(52) Apud The Selected Writings and Speeches of Sir Edward Coke, op. cit., vol. One,
p. 479.
(53) Apud Catherine Drinker bOWEn: The Lion and the Throne..., op. cit., pp. 261-262.
(54) Cabe recordar que la genérica noción de que curia domini debet facere iudicia et
non dominus, se hallaba sólidamente arraigada en la Edad Media encontrando expresión,
como recuerda Yale, en ciertos límites jurídicos sobre lo que el Rey podía o no podía con-
ceder a través de la delegación o transmisión de facultades jurisdiccionales. D. E. C. YALE:
“Iudex in propria causa: An historical Excursus”, en Cambridge Law Journal (Cambridge
L. J.), vol. 33, 1974, pp. 80 y ss.; en concreto, p. 86.
(55) Apud The Selected Writings and Speeches of Sir Edward Coke, op. cit., vol. One,
p. 480.
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SIR EDWARD COKE, EL BONHAM´S CASE Y LA JUDICIAL REVIEW 29

mento, que ni por el sello real, ni por cualquier otro sello puede la jus-
ticia ser retrasada; por consiguiente, el Rey no puede apropiarse de
ninguna causa al margen de cualquier tribunal y dictar sentencia sobre
ella por sí mismo).

Una vez que Coke expuso diferentes precedentes que apoyaban su


argumentación, el Rey jaime respondió que él pensaba que el Dere-
cho se hallaba fundado en la razón y que tanto él como otros tenían
razón, lo mismo que los jueces, con lo que, de modo implícito, estaba
reivindicando su potestad de, llegado el caso, decidir ciertos casos li-
tigiosos. Frente a ello, Coke, según refleja en sus propios Reports,
iba a replicar de modo brillante y persuasivo:
“That it was, that God has endowed his Majesty with excellent
Science, and great endowments of nature; but his Majesty was not lear-
ned in the Lawes of his Realm of England, and causes which concern the
life, or inheritance, or goods, or fortunes of his subjects; they are not to
be decided by naturall reason but by the artificiall reason and judgment
of Law, which Law is an act which requires long study and experience,
before that a man can attain to the cognizance of it; and that the Law
was the Golden metwand and measure to try the Causes of the Subjects;
and which protected his Majesty in safety and peace”(56). (Que era ver-
dad que Dios había dotado a Su Majestad con una excelente ciencia y
grandes dones de la naturaleza, pero Su Majestad no estaba instruido en
las leyes de su Reino de Inglaterra, y las causas que conciernen a la vida,
a la herencia, a los bienes o fortunas de sus súbditos, no tienen que de-
cidirse por la razón natural sino por la razón artificial y la decisión del
Derecho; que el Derecho es una obra que requiere largo estudio y expe-
riencia antes de que un hombre pueda alcanzar su conocimiento, y que
el Derecho era la vara aúrea y la medida para juzgar las causas de los
súbditos, y que protegía a Su Majestad en seguridad y paz).

Ante tal disertación, según recoge Coke en sus Reports, el Rey se


mostró muy ofendido y dijo, que era traición afirmar (“was treason
to affirm”) que él debía estar sometido a la ley, al Derecho, a lo que
Edward Coke reconoce haber replicado lo que henry de bracton ---
el primer gran jurista inglés, que vivió en el siglo xIII, siendo juez
del King´s Bench durante el reinado de Enrique III (Rey de Inglate-

(56) Apud The Selected Writings and Speeches of Sir Edward Coke, op. cit., vol. One,
p. 481.
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30 REVISTA DE LAS CORTES GENERALES

rra entre 1216 y 1272) y autor del relevante tratado De Legibus et


Consuetudinibus Angliae, escrito entre 1250 y 1256, aunque no se
publicó hasta 1569, obra en la que se puso en contacto por primera
vez el naciente common law con el Derecho romano--- ya había sos-
tenido: Quod Rex non debet esse sub homine, sed sub Deo et lege(57),
o lo que es igual, que el Rey no debe hallarse sujeto a ningún hom-
bre, sino tan sólo a Dios y al Derecho(58). para tener una visión más
completa, quizá convenga recordar, que antes de llegar al trono de
Inglaterra en 1603, jacobo había reinado como jacobo vI en Escocia,
un reino cuyo Derecho se basaba en el Derecho romano. De ahí que
el Rey no estuviese familiarizado con el common law o con sus ra-
cionalizaciones. Su concepto del Derecho provenía de los jueces rea-
les del Antiguo testamento y del Derecho romano escocés. para él,
el Derecho no era sino una expresión de la voluntad regia; por lo
tanto, el Monarca era la fuente del Derecho y su intérprete supremo,
del que los jueces inferiores extraían su autoridad.

En el fondo de todo ello hacía acto de presencia la profunda dife-


renciación existente en la época entre los diversos civil law systems de
la Europa continental, pero también de Escocia, y el English legal
system, diferencias de las que iban a derivar asimismo importantes con-
secuencias políticas. john Wycliffe, en su De Officio Regis (1379), y
posteriormente, y aún en mayor medida, Sir john Fortescue, al que ya
nos hemos referido, considerado un relevante precursor del histori-

(57) El célebre pasaje contenido en el tratado de bracton dice lo siguiente: “the King
himself ought not to be subject to man, but subject to god and to the law, for the law makes
the King. Let the King then attribute to the law what the attributes to him, namely, dominion
and power, for there is no King where the will and not the law has dominion”. Como escri-
biera Corwin, en estas palabras tenemos contenida la característica idea medieval de la au-
toridad, concebida como derivación del Derecho y, por lo tanto, limitada por el mismo.
Edward S. CORWIn: “the <higher Law> background of American Constitutional Law” (I),
op. cit., pp. 172-173.
(58) La consideración antes referida de bracton entrañaba que lex facit regem, térmi-
nos que el propio Coke aprobó. Con ellos quedaba planteada la cuestión de si para Edward
Coke el Rey se hallaba sujeto asimismo al Derecho estatutario, de aprobación parlamenta-
ria. A juicio de Mullett, para Coke, aunque no lo dijera de modo específico, el parlamento
era supremo sobre aquellos atributos regios que no estaban única e inseparablemente liga-
dos a la persona del Monarca. Charles F. MULLEtt: “Coke and the American Revolution”,
op. cit., p. 466.
(59) harold j. bERMAn: “the Origins of historical jurisprudence...”, op. cit., p. 1658.
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SIR EDWARD COKE, EL BONHAM´S CASE Y LA JUDICIAL REVIEW 31

cismo(59), doctrina que había de convertirse en dominante en el pensa-


miento jurídico inglés del siglo xvII, al remontarse (en la ya mencio-
nada De Laudibus Legum Angliae) en su búsqueda de los orígenes del
Derecho inglés hasta costumbres inmemoriales, que incluso se habían
de situar cronológicamente en tiempos anteriores al dominio romano, se
iban a hacer eco de tales divergencias. Fortescue iba a distinguir entre
lo que denominaba el dominium politicum et regale característico de In-
glaterra, y el continental (particularmente francés) dominium regale(60).
Esta divergencia se traducía en que mientras en Inglaterra el Rey care-
cía de poder para cambiar la ley sin lograr el asentimiento del conjunto
del Reino representado en el parlamento, la voluntad del Monarca fran-
cés era absoluta, quedando habilitada por la famosa máxima de justi-
niano, Quod principi placuit legis habet vigorem (Lo que le agrada al
príncipe tiene fuerza de ley). Innecesario es decir, que bajo ese sistema
de civil law los Reyes podían convertirse fácilmente en tiranos, mien-
tras que el English common law establecía una barrera frente a esa de-
generación, encaminada a mantener la libertad del súbdito.

Iv. Un sector de la doctrina ha considerado(61), que la más im-


portante contribución de Coke a la filosofía jurídica inglesa fue su
identificación del fundamental law de Inglaterra con su constitución
no escrita, esto es, con el propio common law. para nuestro juez, el
common law se había encontrado, no se había hecho. Eran el parla-
mento, los jueces y “the King in Council” quienes lo habían encon-
trado, lo que ya nos muestra que Coke iba a adscribir el common law
a una variedad de fuentes. por supuesto, como se acaba de decir, el De-
recho positivo también se integraba en el common law; Coke nunca
dudó de la fuerza vinculante de la legislación, pero él visualizó el De-
recho estatutario, emanado del parlamento, dentro del contexto histó-
rico de los precedentes de los tribunales ingleses de common law, lo
que podía conducir a pensar en la primacía de ese fundamental law
sobre el Derecho positivo.

Entre los ingleses de la época, aún existiendo la idea de un fun-

(60) Richard hELgERSOn: “Writing the Law”, en Law, Liberty, and Parliament. Selec-
ted Essays..., op. cit., pp. 26 y ss.; en concreto, pp. 30-31.
(61) harold j. bERMAn: “the Origins of historical jurisprudence...”, op. cit., pp. 1681
y 1693.
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32 REVISTA DE LAS CORTES GENERALES

damental law, no se hallaba del todo claro qué tipo de reglas o nor-
mas podían considerarse fundamentales, o dicho de otro modo, cuál
era el contenido de ese fundamental law. para algunos, el fundamen-
tal law estaba encerrado en el common law y en esas instituciones
del common law tales como el trial by jury (juicio por jurados), que
se creía que encontraban sus raíces en un remoto, pero puramente in-
glés, pasado sajón, anterior a la conquista normanda(62).

En el “preface” de la cuarta parte de sus Reports, Coke hace al-


gunas consideraciones que no parecen sugerir que alguna forma de
Derecho fuera inmutable, limitándose a poner de relieve que, en oca-
siones, podía ser inconveniente o incluso peligroso innovar ese De-
recho(63). Roscoe pound, el gran Decano de harvard, pudo observar
al respecto(64), que Coke siempre fue consciente de que aunque el
Derecho ha de ser estable y firme, no debe permanecer completa-
mente inmóvil. En el siglo xvII, quizá el único modo de que esta pa-
radoja de la estabilidad y la flexibilidad plástica del Derecho pudiera
resolverse era a través de una consciente reinterpretación, tanto por
los jueces como por los abogados, de los valiosos textos jurídicos
del pasado. Coke se alineó en esta dirección y, en coherencia con
ella, trató de adaptar el common law medieval, contemplado como tal
primariamente a través de la Magna Charta, a las necesidades de su
propia sociedad.

no cabe duda de que la Carta Magna, que henry de bracton, en


su De Legibus et Consuetudinibus Angliae, calificó de constitutio li-
bertatis, una expresión que, como dice Corwin(65), a sabiendas o no,
atribuye a la Carta la consolidación de todas las libertades concretas
en una libertad (“one liberty”), se contempló como la fuente de todas
las fundamental laws del reino. Coke se ocupó de ella y de aquellas

(62) Cfr. al efecto, Shannon C. StIMSOn: The American Revolution In The Law (Anglo-
American jurisprudence before john Marshall), the Macmillan press, London, 1990, p. 15.
(63) El “preface” puede verse en The Selected Writings and Speeches of Sir Edward
Coke, op. cit., vol. One, p. 95.
(64) Roscoe pOUnD: Law Finding Through Experience and Reason, 1960, p. 23. Cit
por george p. SMIth, IIº: “Dr. bonham´s Case and Modern Significance...”, op. cit., p. 300.
(65) Edward S. CORWIn: “the <higher Law> background of American Constitutional
Law” (I), op. cit., p. 177. En algún otro lugar de su obra, bracton habla simplemente de
Constitutio en referencia a la Carta Magna.
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SIR EDWARD COKE, EL BONHAM´S CASE Y LA JUDICIAL REVIEW 33

leyes (statutes) que, a su juicio, más afectaban a los derechos e inte-


reses de Inglaterra, comentando cada una de las secciones de esos
textos. Innecesario es decir que el más significativo comentario está
dedicado a la Carta Magna de 1215, de la que Coke dirá que no era
grande en cantidad, pues con posterioridad a ella se habían aprobado
varias voluminosas Charters, “but in respect of the great importance,
and weightinesse of the matter”(66). pocas líneas después, Coke es-
tablecería un simil que siempre le resultó muy querido, al comparar
la Carta Magna con Alejandro Magno, llamado así no en atención al
tamaño de su cuerpo, pues era un hombre de baja estatura, “but in
respect of the greatnesse of his heroicall spirit, of whom it might be
truly said, Mens tamen in parvo corpore magna fuit”(67). (Sin em-
bargo, grande fue la mente en el pequeño cuerpo). Coke fue, desde
luego, la figura clave en la reviviscencia de la Magna Charta, y el
rol desempeñado en la historia de la teoría constitucional americana
por la Carta Magna, particularísimamente por su capítulo 29, se debe
en gran parte a Coke.

Los escritos de Coke fueron una de las mayores colecciones de re-


glas del common law y posibilitaron que éste pudiera adquirir la posi-
ción relevante que vino a ocupar en el siglo xvII como resultado de los
conflictos constitucionales de la época. Con toda justicia, los escritores
de folletos del siglo xvII vieron a Coke como “the great oracle” de la
tradición del common law(68), a causa de que él había justamente rea-
lizado el decisivo servicio de filtrar esta tradición para su conocimiento
y utilización en ese siglo, y también como es obvio en los sucesivos.
nuestro Chief Justice no sólo ensalzó el common law, al igual cierta-
mente que otros escritores del siglo xvII, sino que, en ocasiones, como
antes se dijo, se refirió a él como un fundamental law, y otras veces lo
identificó con el Derecho natural (“the law of nature”), lo que resulta-
ría meridianamente claro en el importante Calvin´s Case, también co-

(66) “proeme to the second part of the Institutes of the Lawes of England”, en The Se-
lected Writings and Speeches of Sir Edward Coke, op. cit., vol. two, pp. 746 y ss.; la men-
ción transcrita en p. 746.
(67) Ibidem, p. 747.
(68) David Martin jOnES: “Sir Edward Coke and the Interpretation of Lawful Alle-
giance in Seventeenth-Century England”, en Law, Liberty, and Parliament. Selected Es-
says..., op. cit., pp. 86 y ss.; en concreto, p. 87.
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34 REVISTA DE LAS CORTES GENERALES

nocido como the Case of the Postnati (1608)(69). El nuevo plantea-


miento del common law llevado a cabo por Coke facilitó la adaptación
de las reglas de common law medievales a las necesidades del Estado
moderno, y a la par, ayudó a la venidera supremacía parlamentaria.
bacon llegaría a admitir, que si no hubiera sido por los Reports de Coke,
“the Law by this time had been like a ship without ballast” (el Derecho
por esa época hubiera sido como un barco sin lastre)(70).

4. EL CASE OF THE COLLEGE OF PHYSICIANS O BONHAM´S CASE (1610).


LOS hEChOS DEL CASO.

I. no cabe la menor duda de que el Case of the College of Physi-


cians, más comúnmente conocido como el Bonham´s Case, es el más
famoso caso resuelto por el Chief Justice, e incluso el más conocido
de los Reports de Coke(71). Del caso existen dos informes, uno como
es obvio del propio Coke, que presidió el juicio como Chief Justice
del Common Pleas; el otro de brownlow, quien como protonotario
del tribunal se halló presente en las últimas etapas del caso.

El litigio que se formalizó ante el tribunal presidido por Coke lo


fue a través de una acción “for false imprisonment” (por prisión ile-
gal) que presentó thomas bonham contra henry Atkins, george tur-
ner, thomas Moundford y john Argent, doctores en medicina, y john
taylor y William bowden, pequeños terratenientes, todos ellos miem-
bros principales del “Royal College of Physicians” (Real Colegio de
Médicos) de Londres.

El tema de la litis se hallaba lejos de ser trascendente. Innecesa-


rio es decir que su enorme fama deriva del pasaje de la sentencia en

(69) El Calvin´s Case puede verse en The Selected Writings and Speeches of Sir Ed-
ward Coke, op. cit., vol. One, pp. 166 y ss. Sobre este caso, que la autora a la que nos refe-
rimos de inmediato considera que fue central en el debate sobre el poder del parlamento en
los dominios ingleses, cfr. barbara A. bLACK: “the Constitution of Empire: the Case for the
Colonists”, en University of Pennsylvania Law Review (U. Pa. L. Rev.), vol. 124, 1975-1976,
pp. 1157 y ss.; en particular, pp. 1175-1184.
(70) Apud Charles F. MULLEtt: “Coke and the American Revolution”, op. cit., p. 466.
(71) El caso se incluye dentro de la “part Eight of the Reports”. puede verse en The Se-
lected Writings and Speeches of Sir Edward Coke, op. cit., vol. One, pp. 264 y ss.
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SIR EDWARD COKE, EL BONHAM´S CASE Y LA JUDICIAL REVIEW 35

el que tradicionalmente se ha entendido, por lo menos por amplios


sectores de la doctrina científica, que Coke estableció la teoría de que
el Derecho estatutario tiene que respetar unos principios superiores de
Derecho y justicia, o lo que es igual, un fundamental law, por cuanto
éste tiene un carácter vinculante frente a todos los poderes constitui-
dos, incluido el parlamento, y no haciéndolo así puede ser conside-
rado nulo por los tribunales de common law.

La doctrina moderna ha debatido intensamente el exacto signifi-


cado del más célebre y reiterado pasaje de la sentencia, al que nos
referiremos más adelante, si bien, como ya se ha dicho, es patente
que para los hombres de la era de formación de la teoría constitu-
cional americana el significado era muy claro. Como escribe
Schwartz(72), Coke estaba afirmando, como un principio de Dere-
cho positivo, que existía un fundamental law que limitaba a la Co-
rona y al parlamento indistintamente. ¿no había concluido Lord
Coke que cuando una ley del parlamento era contraria a ese funda-
mental law debía ser juzgada nula? ¿no significaba eso que cuando
el gobierno británico actuaba respecto de sus colonias de un modo
contrario al common right and reason sus decretos carecían de
fuerza jurídica?

II. Los hechos del caso creemos que son bien conocidos, por lo
que nos detendremos en ellos de modo esquemático. Sus protago-
nistas serían thomas bonham y el Royal College of Physicians. El
Colegio de Médicos había sido fundado en 1518 bajo la Cancillería
del Cardenal Wolsey. Una ley del parlamento confirmó su charter,
que había sido aprobada durante el reinado de Enrique vIII (Rey de
Inglaterra entre 1509 y 1547). De conformidad con tal ley, el College
obtuvo el derecho a actuar como un tribunal en orden a juzgar a todos
los que practicaban la medicina en Londres, lo que se traducía en la
admisión como miembros de quienes considerara académicamente
cualificados, en la concesión de licencias a quienes, sin una cualifi-
cación académica, hubieren demostrado su experiencia práctica, y en
el castigo de quienes ejerciesen la medicina deficientemente o sin su
autorización. Una ley del primer parlamento de la Reina María tam-

(72) bernard SChWARtz: A History of the Supreme Court, Oxford University press,
new York/Oxford, 1993, p. 5.
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36 REVISTA DE LAS CORTES GENERALES

bién permitió a los dignatarios del Colegio decidir la prisión de los in-
fractores y mantenerlos encarcelados a su voluntad. De esta forma,
como dice Cook(73), la autoridad jurídica del Colegio se alzaba frente
a la pretensión del common law de que para practicar la medicina uno
no necesitaba más que el consentimiento del paciente. Y todo ello, al
margen ya de que las competencias del Colegio para autorizar la prác-
tica de la medicina se superponían con las de los obispos, de otorgar
licencias a los médicos y cirujanos (“surgeons”), y con la capacidad
de las Universidades de emitir licencias para la práctica asimismo de
la medicina y cirugía.

thomas bonham, según los archivos de la Universidad de Cam-


bridge, se había matriculado como becario (“sizar”) en el “St. John´s
College” durante el período de la pascua de 1581. Con toda probabi-
lidad, debió cursar los siete años requeridos en Cambridge para la
obtención del grado de la licenciatura. Incluso es probable que acce-
diera a un título de “medical doctorate” en la propia Universidad a
mediados de la década de los noventa.

Asociado a la “barber-Surgeon´s Company”, y con la intención de


obtener el derecho de administrar “internal remedies”, esto es, ayuda
médica, bonham formalizó una petición ante el parlamento a princi-
pios del año 1605, a lo que el Colegio se opuso. Así las cosas, bon-
ham debió pensar que su mejor estrategia era la de asociarse al
Colegio, a cuyo efecto, el 6 de diciembre de 1605, se presentó por
propia iniciativa ante los “censores”, esto es, los miembros del co-
mitia censorum, del Real Colegio para el pertinente examen, necesa-
rio como antes se dijo para acceder a la condición de miembro del
College. Las respuestas no plenamente satisfactorias a las preguntas
que se le formularon frustró su propósito. El 14 de abril del siguiente
año bonham retornó al examen, calificándosele esta vez sus res-
puestas como “no pertinentes”. Además, de resultas de haber estado
practicando la medicina en Londres durante varios años sin ser miem-
bro del Colegio ni disponer de su autorización, se le impuso por los
censores una multa de 5 libras (una cantidad respetable para la época),

(73) harold j. COOK: “Against Common Right and Reason: The College of Physicians
v. Dr. Thomas Bonham”, en Law, Liberty, and Parliament. Selected Essays..., op. cit., pp. 127
y ss.; en concreto, p. 130.
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SIR EDWARD COKE, EL BONHAM´S CASE Y LA JUDICIAL REVIEW 37

a ser pagada en la inmediata reunión posterior del comitia censorum,


al margen ya de ser amenazado por los censores con la prisión si no
cumplía la obligación contraída. bonham no retornó para un nuevo
examen y continuó practicando la medicina. El 3 de octubre de 1606,
los censores anotaron en las actas del Colegio, que el Dr. bonham
continuaba ejerciendo prácticas contrarias a lo estipulado en los es-
tatutos y leyes que regían el Royal College y tras varias citaciones
sin lograr que se presentara, bonham fue arrestado y condenado a
una multa de 10 libras.

El 7 de noviembre de 1606, bonham se presentó ante el comité de


censores (comitia censorum) acompañado de un Abogado. El presi-
dente del College, henry Atkins, le recordó sus reiteradas desobe-
diencias y le preguntó si acudía para repararlas o para examinarse de
nuevo. bonham adujo que practicaba la medicina y la iba a seguir
practicando sin requerir la autorización del Colegio y sin obedecer a
su presidente, pues ellos careecían de competencia sobre quienes se
habían graduado en las Universidades, cuestión sobre la que el Abo-
gado que le acompañaba incidió, interpretando en ese sentido diver-
sas cláusulas de las normas que regían el College. pero como a simple
vista la ley estaba a favor del Colegio, su presidente y los censores
decidieron enviar a bonham a prisión, situación que había de mante-
nerse a la voluntad de aquéllos al estimar que el médico había incu-
rrido en desacato (“for contempt”). Sin embargo, en una semana, el
abogado de bonham había formalizado un writ of habeas corpus ante
la Court of Common Pleas, que procedía liberarle el 13 de noviembre.

Diversas circunstancias en las que no podemos entrar ahora contri-


buyeron a que se desatara una cierta preocupación entre los dignatarios
del Colegio(74). Ante ello, los miembros dirigentes del College iban a
mantener una reunión en la casa del Lord Chancellor, Ellesmere, a la
que iban a asistir seis relevantes jueces, dos de ellos de la Court of
King´s Bench y otros de la Court of Common Pleas. Significativa-
mente, Coke, presidente de la última, no iba a ser invitado. Sus discre-
pancias con Ellesmere eran harto conocidas. En lo básico, los jueces
presentes se pronunciaron sobre cuestiones generales que podían inci-

(74) Cfr. al respecto, harold j. COOK: “Against Common Right and Reason...”, op.
cit., pp. 135-136.
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38 REVISTA DE LAS CORTES GENERALES

dir sobre el asunto de thomas bonham, inclinándose en favor de las


tesis del College(75), lo que decidió a sus dirigentes a proceder judi-
cialmente contra nuestro médico ante los common law courts. Final-
mente, a principios de 1608, el colegio formalizó la demanda contra
bonham ante el King´s Bench, por doce meses de práctica ilícita de la
medicina, reclamando 5 libras de multa por mes, lo que totalizaba 60
libras, una elevadísima cantidad. De modo bien significativo, la de-
manda era sostenida no por el abogado del Colegio sino por el propio
Attorney General, hobart. El 3 de febrero de 1609, el King´s Bench
hacía público su veredicto, siendo bonham declarado culpable de ejer-
cer la medicina ilícitamente y multado con 60 libras; al negarse a pa-
garlas, bonham fue encarcelado por decisión del propio College.
gray ha explicitado haber encontrado unas evidencias no publi-
cadas de este proceso, aunque también admite haber encontrado unas
actas del mismo en un manuscrito del British Museum con una con-
siderable extensión(76). El propio autor se hace eco de cómo el abo-
gado de bonham, Damport, en ese proceso sostuvo que las leyes
debían interpretarse de acuerdo con la razón (“by reason”) y que no
era razonable (“it is unreasonable”) incluir en los textos legales en
cuestión a los doctores por una Universidad.
III. poco antes de que fuera condenado por el King´s Bench,
bonham pasaba al contraataque, y a tal efecto retornaba ante el tri-
bunal del Chief Justice Coke (la Court of Common Pleas), que ya
antes le había concedido el habeas corpus, presentando en el otoño
de 1608 una demanda contra el Colegio en la que le exigía una in-
demnización de 100 libras por abuso contra su persona y encarcela-
miento injusto o ilegal (“wrongful imprisonment”), aduciendo, que el
College “with force of arms.... took and imprisoned” “against the law
and custom of this kingdom of England”.
Los diversos alegatos presentados ante el tribunal no dejan de
ofrecer interés. Los demandados iban a exponer que las cartas pa-

(75) Fruto de la reunión sería la aprobación del documento “Opinions of Lord Chan-
cellor and judges on question re Charter of College of physicians” (1607).
(76) Charles M. gRAY: “bonham´s Case Reviewed”, en Proceedings of the American
Philosophical Society (Proc. Amer. Phil. Soc.), vol. 116, no. 1, February 15, 1972, pp. 35 y
ss.; en concreto, p. 41.
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SIR EDWARD COKE, EL BONHAM´S CASE Y LA JUDICIAL REVIEW 39

tente que provenían de Enrique vIII les habían constituido en socie-


dad como el Royal College of Physicians, con facultades para multar
a quienes practicaran la medicina en Londres, y en una pequeña área
circundante, sin haber sido admitidos por ellos, además ya de dotar-
les de poderes generales para regir a todos los médicos de Londres y
del distrito, imponiéndoles, llegado el caso, sanciones de multa y pri-
sión, yendo en la totalidad de los casos la mitad de la multa al Rey y
quedando en manos del Colegio la otra mitad. Esta patente fue con-
firmada por una ley del parlamento de 1540, en la que se adicionaba
un mandato general dirigido a todos los carceleros para mantener a las
personas que les confiaran el presidente y el Colegio sin ponerlas en
libertad bajo fianza. Con la Ley de 1540 se pretendía que “none shall
practice here but those which are most learned and expert, more than
ordinary”, añadiéndose que ello respondía a la necesidad sentida por
el Rey de tener un especial cuidado por la salud del pueblo de Lon-
dres, ya que “(it) is the heart of the kingdom”.

Frente a esto, el abogado de bonham iba a replicar mediante una


argumentación que atendía a la intención de las referidas normas ju-
rídicas. Las leyes del College y sus charters pretendían impedir una
mala práctica en el ejercicio de la medicina, como asimismo que se
ejerciese por impostores. Siendo un licenciado en medicina por la
Universidad de Cambridge, thomas bonham era uno de los “grave
and learned men” a quienes la ley trataba de estimular. El hecho de
que poseyera un grado universitario debía por lo tanto eximirle de la
jurisdicción del Colegio. El abogado de bonham concluía que la ley
“doth not inhibe a doctor to practice, but (only) punisheth him for ill
using, exercising, and making (of physic)—it could punish an M. D.
for malpractice but not for illicit practice”(77). En definitiva, según
el letrado, el Colegio podía decretar la prisión de un impostor por
razón de su deficiente ejercicio de la medicina, pero no lo podía hacer
respecto a un doctor culto e instruido como era el caso de su cliente.

Recuerda plucknett(78), que una prolongada discusión se produjo


en el tribunal sobre la cuestión de si los graduados de las Universi-

(77) Apud harold j. COOK: “Against Common Right and Reason...”, op. cit., p. 138.
(78) theodore F. t. pLUCKnEtt: “bonham´s Case and judicial Review”, op. cit., pp.
32-33.
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40 REVISTA DE LAS CORTES GENERALES

dades se hallaban bajo la jurisdicción del Royal College, pues como


Sergeant Doddridge sostuvo, “las leyes de este Reino han tenido
siempre un gran respeto por los graduados de las Universidades, y
esto no es sin motivo”. De hecho, éste sería el argumento nuclear del
defensor de bonham, aunque, como después veremos, el argumento
no fue finalmente tomado en consideración por el tribunal.

Los cinco jueces integrantes de la Court of Common Pleas (Foster,


Walmesley, Daniel y Warburton, además obviamente del Chief Justice
Coke) expresaron sus opinions, como por lo demás era habitual en In-
glaterra, seriatim, esto es, uno tras otro individualmente. Las diversas
actas del caso difieren algo, variando en su grado de complitud; de ahí
que se haya constatado(79) la existencia de alguna inseguridad acerca
exactamente de cómo fue la votación, aunque es evidente que bonham
venció en este litigio, aunque por un ajustado margen de 3-2, y también
es claro que no se le dio la razón con apoyo en los fundamentos que su
abogado había esgrimido ante el tribunal. Mientras Coke y el Justice
Daniel se pronunciaban en contra del Colegio en todas las cuestiones
planteadas, los Justices Foster y Walmesley hacían justamente lo con-
trario, decantándose en contra del demandante en todos los puntos.
Warburton mantuvo una especie de voto oscilante (“a swing vote”).
Este juez había sido uno de los presentes en la reunión que en 1607
había tenido lugar en la casa del Lord Chancellor, a la que aludimos
con anterioridad, y en la que, por unanimidad, los asistentes se habían
pronunciado en favor de la posición del College. Sin embargo, ahora
Warburton se posicionaba en contra de mantener a bonham en prisión,
conformando con Coke y Daniel la posición mayoritaria.

5. LOS ARgUMEntOS En qUE SE SUStEntA LA SEntEnCIA.

I. El Chief Justice, en un momento dado de su sentencia, iba a


mencionar a galeno, el célebre médico griego nacido en pérgamo el
año 129 de nuestra era, pues no en vano su obra, extraída en gran parte
de las teorías de hipócrates y Aristóteles, se mantuvo como principal
fuente del saber médico hasta mediados del siglo xvII. En modo al-
guno era inadecuada esta mención si se recuerda una de sus máximas:

(79) james R. StOnER, jr.: Common Law and Liberal Theory..., op. cit., p. 49.
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SIR EDWARD COKE, EL BONHAM´S CASE Y LA JUDICIAL REVIEW 41

Ubi philosophia definit, ibi medicine incipit (Donde la filosofía ter-


mina, allí comienza la medicina), lo que era tanto como reconocer que
no había nada seguro en las cuestiones médicas. La consideración no
era en absoluto impertinente, pues lo que Coke estaba intentando poner
de relieve con su mención era, que la autoridad que por la charter se
había concedido al College no le otorgaba el deber y la capacidad para
decidir lo apropiado y lo inapropiado del ejercicio de la medicina.

Esa autoridad se plasmaba legalmente en dos facultades separadas


que se contenían en dos cláusulas diferenciadas, concerniendo la pri-
mera de ellas a la práctica ilícita de la medicina (illicite practice), en re-
lación a la cual era indiferente que el ejercicio médico fuera bueno o
malo, y la segunda (única que autorizaba la prisión del ejerciente de la
medicina), a la práctica inadecuada, mala, deficiente (malpractice) (los
jueces habían traducido en 1607 la expresión latina “non bene exe-
quend faciend et utend illa” por la inglesa “not well doing, using, or
practicing physic”). Coke, con una lógica indiscutible, iba a conside-
rar que las dos cláusulas se referían a cuestiones separadas, en vez de
entender la segunda como una suerte de autorización para castigar el
comportamiento contemplado por la primera. Y aquí reside la médula
vertebral de la sentencia.

nuestro Chief Justice iba a inclinar su decisión a favor de bonham


con base en dos razonamientos, cada uno de los cuales, como bien se
ha dicho(80), era suficiente por sí solo: 1) Los censores no tenían
facultad para encarcelar al demandante por cualquiera de las causas
mencionadas ante el tribunal. 2) Admitiendo que los censores tu-
vieran por ley esa facultad, ellos no habían perseguido judicialmente en
forma adecuada su autoridad. En otras palabras, o la ley del parlamento
no otorgaba a los censores la facultad de encarcelar a bonham o, si se
la daba, los censores no habían seguido sus disposiciones en sus ac-
tuaciones contra él.

para resolver la primera y capital cuestión, Coke iba a aducir cinco


argumentos, el cuarto de los cuales es el más célebre pasaje de la sen-
tencia, aquel en el que tradicionalmente se ha visto un reconocimiento
de la autoridad de revisión judicial de las leyes (judicial review). tras

(80) james R. StOnER, jr.: Common Law and Liberal Theory..., op. cit., p. 50.
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42 REVISTA DE LAS CORTES GENERALES

ello, el Chief Justice iba a compendiar sus argumentos en dos máxi-


mas, para terminar planteando, y refutando, las tres posibles obje-
ciones frente a su argumentación. La segunda cuestión es resuelta de
modo más expeditivo, ofreciendo seis argumentos y suscitando, y re-
chazando, una posible objeción.

II. El abogado de bonham, como antes dijimos, centró su argu-


mentación en que como licenciado universitario que era su cliente
debía quedar al margen de la aplicación de la ley que nos ocupa. no
lo iba a entender así el tribunal, que como era lógico abordaba esta
cuestión con carácter previo.

La ley en consideración era lo que se denominaba un estatuto ne-


gativo (“a negative statute”). Los términos de la patente eran claros
cuando determinaban, que nadie practicaría la medicina en la ciudad de
Londres y en su distrito si no fuera admitido por las cartas del presi-
dente y del College, selladas con el sello común. Recuerda thorne(81),
que por aquel entonces era un principio general de la interpretación ju-
rídica que los estatutos (esto es, las leyes aprobadas por el parlamento)
expresados en términos negativos reemplazaban y anulaban (“super-
seded and defeated”) al common law. Ahora bien, un estatuto negativo
no podía ser extendido para incluir casos no previstos, con un perjui-
cio análogo a quien se le aplicara, ni tampoco podía ser limitado para
excluir casos que cayeran dentro de sus expresos términos.

Los demandados, como constataba Coke en su sentencia, se apo-


yaban en el texto de la concesión, ratificado por el estatuto de Enri-
que vIII, que era negativo, y en coherencia con lo que se acaba de
decir, el tribunal no iba a excluir de la aplicación del texto estatuta-
rio a quien, de conformidad con el mismo, no podía ser excluido. El
razonamiento del tribunal es muy claro al respecto:
“They ---se puede leer en la sentencia en alusión a los demandados-
-- did relie upon the Letter of the grant, ratified by the said Act of 14 H.
8. which is in the negative, scil. (scilicet) Nemo in dicta civitate ecerceat
.... dictam facultatem nisi ad hoc per praedict´ praesidentem et commu-
nitatem,.... admissus sit.... And this proposition is a general negative, and

(81) S. E. thORnE: “Dr. bonham´s Case”, op. cit., p. 545.


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SIR EDWARD COKE, EL BONHAM´S CASE Y LA JUDICIAL REVIEW 43

Generale dictum est generaliter intelligendum; and nemo excludeth all;


and therefore a Doctor of the one University or the other, is prohibited
within this negative word Nemo. And many cases were put, where nega-
tive Statutes shall be taken stricte et exclusive, which I do not think ne-
cessary to be recited”(82). (Ellos se apoyaban en la letra de la concesión,
ratificada por la mencionada Ley de Enrique VIII, que está en negativo,
especialmente “Nadie en la citada ciudad.... ejercería la misma facultad
a menos que se le admitiera a ello por el antes mencionado presidente y
comunidad....”. Y esta proposición es una negación general y una decla-
ración general debe entenderse generalmente y “nadie” excluye a todos,
y por lo tanto, a un doctor de una Universidad o de otra le está prohibido
dentro de esta palabra negativa “nadie”. Y muchos casos se podrían pre-
sentar donde los estatutos negativos fueron considerados estricta y ex-
cluyentemente, que no creo necesario que sean mencionados).

De esta forma, una posible vía interpretativa con la que resolver


la demanda a favor de bonham quedaba cerrada. por si hubiese al-
guna duda, otra sección de la Ley de Enrique vIII, que se refería a las
personas que practicaran la medicina fuera de Londres, incidía aún
más, y en la misma dirección, sobre la cuestión. tales personas habían
de ser asimismo examinadas por los censores del College, y obtener
de los mismos la pertinente acreditación, y ello con la sola salvedad
de los graduados por las Universidades de Oxford y Cambridge, a
quienes había de serles permitido el ejercicio de la medicina fuera de
la ciudad de Londres y del área de siete millas que se incluía dentro
de la ciudad, sin examen alguno previo. Como es obvio, el que esta
salvedad no contemplase la ciudad de Londres y el área de siete mi-
llas que la circundaba, que a estos efectos quedaba equiparado a la
misma, dejaba meridianamente claro, que el ejercicio de la medicina
en esa ciudad no eximía a los graduados por Oxford y Cambridge del
preceptivo examen(83).

(82) Apud The Selected Writings and Speeches of Sir Edward Coke, op. cit., vol. One,
p. 270.
(83) El justice Daniel no suscribiría esta interpretación, basándose para ello en un ar-
gumento rebosante de racionalidad y sentido común, al considerar al respecto que: “(A) doc-
tor of Oxford or Cambridge is not restrained by the statute, but may practice in London or in
whatever place he pleases. For an inferior college may not examine him when he has been allo-
wed before by letter approbation....” (Un doctor por Oxford o Cambridge no está restringido
por el estatuto, sino que puede practicar en Londres o en cualquier otro lugar que desee. pues
un colegio inferior no puede examinarle cuando le ha sido permitido antes por una superior
aprobación....). Apud Charles M. gRAY: “bonham´s Case Reviewed”, op. cit., p. 39.
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44 REVISTA DE LAS CORTES GENERALES

III. La mayoría del tribunal, no obstante la indiscutible raciona-


lidad de la interpretación del Justice Daniel, iba a buscar otros cauces
de resolución del litigio. Coke iba a poner la vista en la interpretación
de las cartas patente del College. Como antes se dijo, a tal efecto iba a
atender a las dos cláusulas que tenían relación con la causa sub iudice.
por la primera de ellas se disponía que nadie ejerciera la medicina en
la ciudad de Londres si no era admitido para ello previamente por el
College. Si no obstante carecer de tal autorización se practicaba la me-
dicina, se incurría en un ejercicio ilícito de la misma (illicite practice),
que era sancionado con una multa de 100 chelines por cada mes de
ejercicio. La segunda cláusula establecía que el College ejercería la
supervisión, la investigación, la corrección y dirección de todos los
médicos de la ciudad, incluyendo a todos los médicos extranjeros que
ejercieran en ella, disponiendo al efecto de la facultad de sancionarlos
por una práctica inadecuada (improper practice) mediante la imposi-
ción de multas, encarcelamiento u otras medidas razonables y ade-
cuadas. Coke, anticipémoslo ya, iba a llegar a la conclusión de que los
censores, a la vista de las cartas patente, carecían de la facultad de mul-
tar o encarcelar a un médico competente por la mera práctica ilícita de
la medicina en Londres, esto es, por su ejercicio sin haber obtenido
previamente la pertinente licencia del College. Y para llegar a tal con-
clusión se iba a apoyar en los cinco argumentos siguientes:

A) Las dos cláusulas anteriormente mencionadas eran absolutas,


perfectas y distintas, y en cuanto cláusulas paralelas, la una no se ex-
tendía a la otra, pues mientras a la primera se vinculaba una precisa
sanción de 100 chelines, ninguna sanción definida se vinculaba a la se-
gunda. Coke viene a decirnos, que la intención de los redactores del
estatuto con la segunda cláusula debía ser la de disponer sanciones
para una práctica médica inexperta, inadecuada (malpractice), san-
ciones que variarían en función de los perjuicios causados por esa
mala práctica, por lo que los redactores del texto dejaban al Colegio
la fijación del castigo en cada caso (“the King and the makers of the
Act, ---se lee en la sentencia--- cannot, for so uncertain offence impose
a certainty of the fine, or time of imprisonment, but leave it to the Cen-
sors to punish such offences, secundum quantitatem delicti, which is
included in these words”). El principio de proporcionalidad latía in-
tensamente bajo esta argumentación de Coke, una prueba más de la
modernidad de la argumentación jurídica de este grandísimo juez.
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SIR EDWARD COKE, EL BONHAM´S CASE Y LA JUDICIAL REVIEW 45

b) El daño que deriva de la práctica inadecuada concierne al


cuerpo de la persona, y por lo tanto es razonable que el infractor deba
ser castigado en su propio cuerpo, esto es, con prisión. pero quien
practica la medicina en Londres de buen modo (“but he who practi-
ceth physick in London in a good manner”), aunque lo haga sin li-
cencia, no produce sin embargo ningún perjuicio en el cuerpo de un
hombre. En el fondo de este razonamiento latía, como bien se ha
puesto de relieve(84), una suerte de lex talionis.

C) La primera cláusula (como ya dijimos) establece el plazo de


un mes, de tal modo que una persona no vulnera el estatuto a menos
que practique la medicina en la ciudad de Londres o en las siete mi-
llas que la circundan durante menos de un mes. pero ningún plazo se
fija en la segunda cláusula (“but the clause of non bene exequendo...,
doth not prescribe any time certain”), y si una persona ejerce inade-
cuadamente aunque sea por un plazo inferior a un mes, sin duda, sería
objeto de castigo. Coke aduce además que la ley encontraba una só-
lida razón al hacer esta distinción, pues diversos nobles y caballeros,
al igual que otras personas, iban en diversas ocasiones a Londres
desde otras partes del país, y hallándose en la ciudad se veían afec-
tados por enfermedades, e inmediatamente enviaban a buscar a los
médicos de sus ciudades, pues ellos conocían sus cuerpos y la causa
de sus enfermedades, por lo que añade Coke que “it was never the
meaning of the Act to barr any one of his own physician” (no fue
nunca el sentido de la ley prohibir a nadie su propio médico).

D) Los censores no pueden ser jueces, secretarios y partes (“the


Censors, cannot be judges, Ministers, and parties”); jueces para dic-
tar sentencia, secretarios para hacer requerimientos, y partes para
tener la mitad de la confiscación (esto es, de la multa), “quia aliquis
non debet esse Judex in propria causa, imo iniquum est aliquem sui
rei esse judicem”(porque nadie debe ser juez en su propia causa, es
una injusticia para cualquiera ser el juez de su propia propiedad), y
uno no puede ser juez y fiscal para cualquiera de las partes (“and one
cannot be judge and Attorney for any of the parties”). La idea de que
debía de haber, al menos, tres personas, el demandante, el deman-
dado y el juez, para que pudiera existir un caso judicial y alcanzarse

(84) Allen Dillard bOYER: “<Understanding, Authority, and Will>...”, op. cit., p. 83.
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46 REVISTA DE LAS CORTES GENERALES

una sentencia, e implícita en ella, la de que la decisión no podía al-


canzarse adecuadamente a menos que las tres personas de la trinidad
fueran distintas, estaba perfectamente asumida desde tiempo
atrás(85). henry de bracton, en el siglo xIII, en su ya mencionada De
Legibus et consuetudinibus Angliae, escribiría que un juez sería des-
calificado con base a fundamentos tales como el parentesco, la ene-
mistad o la amistad con una de las partes, o a causa de que estuviere
subordinado en su “status” a una de las partes, o hubiere actuado
como su abogado, si bien parece que bracton tomó prestada esta con-
sideración del Derecho canónico, y no cabe olvidar que mientras los
tribunales eclesiásticos aplicaban claramente estas reglas para la re-
cusación del suspectus iudex, no parece que ese fuera el caso en los
tribunales ingleses, o por lo menos no se menciona ningún caso en
que análogas reglas hubieren sido aplicadas en los Year Books(86).

justamente tras la reflexión precedentemente expuesta, Coke aña-


día el celebérrimo párrafo de esta sentencia:

“And it appeareth in our books, that in many Cases, the Common


Law doth controll Acts of parliament, and sometimes shall adjudge
them to be void: for when an Act of parliament is against Common
right and reason , or repugnant, or impossible to be performed, the
Common Law will controll it, and adjudge such Act to be void”(87).
(Y aparece en nuestros libros, que en muchos casos el common law
controla las leyes del parlamento, y a veces debe declararlas nulas,
pues cuando una ley del parlamento es contraria al Derecho común
y la razón, contradictoria, o imposible de ser cumplida, el common
law debe tener autoridad sobre ella y declarar que tal ley es nula).

(85) Ya Fleta había escrito al respecto: “Est autem iudicium trinus actum trium perso-
narum ad minus, actoris, iudicis et rei, sine quibus legitime consistere non potest”. Apud D.
E. C. YALE: “Iudex in propria causa: An historical Excursus”, en Cambridge Law Journal
(Cambridge L. J.), vol. 33, 1974, pp. 80 y ss.; en concreto, p. 80.
(86) Ibidem, p. 81.
(87) Apud The Selected Writings and Speeches of Sir Edward Coke, op. cit., vol. One,
p. 275. En el texto transcrito en la obra figura el término “somtimes”, que hemos cambiado
por “sometimes” por entender que puede tratarse de un error tipográfico, aunque no des-
cartamos que pueda ser inglés antiguo. por lo demás, mantenemos otros términos que se
reiteran en los textos de Coke y que entendemos que responden a una forma antigua del
idioma.
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SIR EDWARD COKE, EL BONHAM´S CASE Y LA JUDICIAL REVIEW 47

A modo justamente de verificación empírica de la referencia que


hace Coke a unos hipotéticos precedentes jurisprudenciales recogidos
en los Year Books que avalarían su doctrina, el Chief Justice se de-
tiene en algunos antiguos casos. por la importancia de esta cuestión,
la vamos a soslayar de momento, para tratarla en un específico epí-
grafe posterior. tampoco nos detendremos por ahora en las muchas,
y bastante contradictorias, reflexiones a que ha dado lugar este pasaje,

E) El último argumento gira en torno al principio de que nadie


puede ser castigado dos veces por el mismo delito o falta. Coke ra-
zona, que si las dos cláusulas de las cartas patente no fueran distintas,
un médico que ejerciera sin la pertinente licencia e inadecuadamente
sería objeto de una multa de 100 chelines, fijada por el estatuto, una
vez que hubiera practicado la medicina durante un mes, pero también
debería ser castigado al mismo tiempo por la previsión de la segunda
cláusula. pero de ello se seguirían dos absurdos (“two absurdities”). El
primero de ellos sería que una persona debería ser castigada no sólo
dos veces, sino muchas veces por una única falta. Y añade Coke, “the
Divine saith, Quod Deus non agit bis in idipsum; and the Law saith,
Nemo debet bis puniri pro uno delicto” (el teólogo dice, “que Dios no
procede dos veces contra la misma persona”, y el Derecho dice, “nadie
debe ser castigado dos veces por un delito”). Sería absurdo asimismo
castigar por la primera cláusula la práctica de la medicina por un mes
y no por un tiempo menor, y por la segunda castigar la práctica no so-
lamente por un mes sino por cualquier tiempo, incluso por un solo día,
pues si así fuera, el ejerciente de la práctica médica será castigado por
la primera cláusula con una confiscación (multa) y por la segunda con
multa y prisión, sin limitación.

Iv. Estos son los argumentos que nuestro juez presentó para
fundamentar que las dos cláusulas de la patente eran distintas, y que
por lo mismo la facultad del College para decidir la prisión de un
ejerciente de la medicina estaba confinada a los médicos culpables de
una práctica inadecuada o negligente (malpractice). La interpretación
de Coke nos parece por entero pertinente, pues es patente que los su-
puestos contemplados por cada una de las dos cláusulas eran de una
muy dispar gravedad, ya que mientras la primera se refería a una in-
fracción que hoy podríamos tildar de meramente administrativa, la
segunda contemplaba un supuesto incardinable en el ámbito de lo
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48 REVISTA DE LAS CORTES GENERALES

penal. parece perfectamente razonable que sólo a este último caso se


anude la sanción de privación de libertad. De ahí que asista toda la
razón a Rey Martínez, hasta donde conocemos, único autor español
que ha estudiado este tema, cuando considera(88), que la lectura que
Coke va a hacer de los textos legales es una interpretación garantista
de la libertad y por lo tanto moderna, lo que a su vez, siguiendo la es-
tela de thorne, le lleva a considerar el razonamiento del Chief Justice
como de mera legalidad, rechazando implícitamente, esta vez de
modo bastante más discutible, que se trate de un razonamiento que
sustente la doctrina del control de constitucionalidad. Al margen ya
de ello, sobre lo que volveremos más adelante, lo cierto sería que la
argumentación de Coke conducía a la conclusión de que la prisión
del Dr. bonham había sido ilegal, pues el Colegio había invocado su
autoridad para sancionar una mala práctica, no obstante haberse li-
mitado la falta del Dr. bonham, como mucho, a ejercer la medicina
sin la licencia del Colegio.

Con la salvedad del cuarto argumento, de mucha más amplia pro-


yección, los restantes parecen directamente encaminados hacia esa
finalidad de considerar la ilegalidad del encarcelamiento de bon-
ham(89), aunque no faltan autores, como es el caso de Stoner(90),
que consideran que realmente los cinco argumentos se dan en el con-
texto de apoyar una cierta interpretación del estatuto. Aun cuando
pueda admitirse genéricamente esta reflexión, un análisis pausado de
los cinco argumentos, como mínimo, nos pone de relieve, que el
cuarto argumento no parece incidir tanto sobre la diferenciación de las
dos cláusulas del estatuto, cuanto sobre la improcedencia de los cen-
sores para, incluso, imponer multas en cualquiera de los supuestos
contemplados estatutariamente. Este argumento creemos que pro-
yecta su vuelo a una altura muy superior a la de los otros cuatro, y ello
con independencia de la precisa intención que Coke tuviera con el
mismo, tema que trataremos más adelante. podría pensarse que el
cuarto argumento, al referirse a un principio tan esencial a la justicia

(88) Fernando REY MARtínEz: “Una relectura del Dr. Bonham´s Case y de la aporta-
ción de Sir Edward Coke a la creación de la judicial review”, en Revista Peruana de Dere-
cho Público, Año 8, núm. 14, Enero/junio 2007, pp. 47 y ss.; en concreto, p. 57.
(89) De modo análogo se pronuncia S. E. thORnE, en “Dr. bonham´s Case”, op. cit.,
p. 547.
(90) james R. StOnER, jr.: Common Law and Liberal Theory..., op. cit., p. 51.
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SIR EDWARD COKE, EL BONHAM´S CASE Y LA JUDICIAL REVIEW 49

como era el de que nadie puede juzgar el propio caso, principio que
claramente había sido transgredido, estaba dando por cerrado el caso.
pero como aduce la doctrina, lo esencial en esta etapa no era cómo se
había comportado el College, algo que se trataba después, sino cuál
era la ley y, de modo particular, cómo debía aplicarse el estatuto,
dando adecuada respuesta a si las cartas patente y el estatuto confir-
matorio permitían este modo de proceder.

Como ya indicamos, Coke parece compendiar, y a la par funda-


mentar, sus argumentaciones en dos máximas jurídicas(91): lª) “Ge-
neralis Clausula non porrigitur ad ea quae specialiter sunt
comprehensa” (Una cláusula general no tiene que extenderse a algo
que es especialmente mencionado). Y 2ª) “Verba posteriora propter
certitudinem addita ad priora quae certitudine indigent sunt referenda”
(Las palabras subsiguientes, añadidas con el propósito de certeza, tie-
nen que referirse de nuevo a las previas palabras que carecen de esa
certeza). Estas máximas, ciertamente, parecen estrechamente vincula-
das con la interpretación estatutaria. Al referirse a la primera de ellas,
y después de mencionar un ejemplo relativo al Derecho de propiedad,
Coke escribe: “if it be so in a deed, a fortiori, it shall be so in an Act
of parliament, which (as a Will) is to be expounded according to the
intention of the makers” (si fuera así en una escritura, a fortiori, será
así en una ley del parlamento, que ---como un testamento--- tiene que
explicarse de acuerdo con la intención de quienes la han hecho)(92).

6. LOS pRECEDEntES jURISpRUDEnCIALES En qUE COKE ApOYA SU


DICTUM.

Inmediatamente después del celebérrimo dictum de Coke, éste se


refiere a cinco casos que pueden servir de precedentes jurispruden-
ciales en que apoyarlo, si bien los dos últimos pueden en realidad re-

(91) Apud The Selected Writings and Speeches of Sir Edward Coke, op. cit., vol. One,
pp. 277-278.
(92) no vamos a entrar en el análisis del segundo razonamiento de la sentencia, pues
creemos que es marginal al tema central de nuestro estudio, que se vería aún más alargado, e
incluso es secundario para la propia sentencia. Las seis causas mencionadas por Coke, en
que se asienta este segundo razonamiento, son de orden básicamente procesal. pueden verse
en The Selected Writings and Speeches of Sir Edward Coke, op. cit., vol. One, pp. 280-281.
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50 REVISTA DE LAS CORTES GENERALES

conducirse a uno tan sólo, el Strowd´s Case, puesto que tanto éste
como el otro, anónimo, se referían al mismo estatuto. A ellos hay que
añadir el Thomas Tregor´s Case, el caso Cessavit 42 y el caso An-
nuity 41, también conocido como el Case of the Seals. plucknett, y a
partir de él otros autores, se han ocupado de investigar hasta qué
punto los casos mencionados podrían apoyar el célebre pasaje y en
qué sentido. Los Year Books law han servido de base para la investi-
gación emprendida por la doctrina norteamericana, la que más se ha
ocupado del tema.

A) El Thomas Tregor´s Case.

El primero de los casos mencionados en la sentencia es el cono-


cido como Thomas Tregor´s case. La cita de este caso viene a recor-
dar un dictum del juez herle, quien afirmó: “there are some statutes
made which he himself who made them does not will to put into ef-
fect”, términos que en sus Reports Coke reformula así: “Some Sta-
tutes are made against common law and right, which those who made
them, would not put them in execution”(93).

El significado de este caso ha sido objeto de una considerable dis-


cusión. plucknett pondría de relieve(94), que el Chief Justice iba a
citar incorrectamente el dictum al transcribir inicialmente el texto del
Year Book(95) así: “herle saith some statutes are made against law
and right, which those who made them perceiving, would not put
them into execution”. Como es obvio, las palabras en cursivas mues-
tran las interpolaciones de Coke, desconocidas por el original, que
vienen a introducir una cierta idea de un Derecho superior que no pa-
rece que el juez herle albergara, pues el único sentido que razona-
blemente puede otorgarse a las palabras de herle es que algunas veces
el legislador se ha arrepentido de una parte irreflexiva de su trabajo
y se ha mostrado contento de que el mismo se convierta en una “dead
letter”. McIlwain observaría, que el error de Coke pudo deberse a que

(93) Apud The Selected Writings and Speeches of Sir Edward Coke, op. cit., vol. One,
pp. 275-276.
(94) theodore F. t. pLUCKnEtt: “bonham´s Case and judicial Review”, op. cit., p. 35.
(95) En el Year Book el texto original es el siguiente: “Ils sont ascun statutes faitz que
celuy mesme que les fist ne les voleit pas mettre en fait”. Apud Charles M. gRAY: “bon-
ham´s Case Reviewed”, op. cit., p. 47, nota 23.
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SIR EDWARD COKE, EL BONHAM´S CASE Y LA JUDICIAL REVIEW 51

transcribiera de memoria el texto de herle, aunque nos parece más


probable que con esa adición nuestro Chief Justice estuviese tratando
de revelar su propia concepción(96), esto es, ofreciendo una prueba
de la facultad de los jueces de dejar de lado los estatutos que consi-
deraren contrarios al common law.

boudin, de modo rotundo, iba a apuntar que aquí no hay una de-
cisión que declare nula una ley del parlamento, para añadir más ade-
lante un tanto fuera de tono, que “Coke falsified the record in order
to make it appear that the idea of a paramount law and right, superior
to the concrete law of the lawgiver was well recognized in English ju-
risprudence”(97). En definitiva, este primer precedente parece ha-
llarse lejos de ser convincente.

b) El caso Cessavit 42.

El segundo precedente es un caso anónimo impreso por Fitzher-


bert en su “Compendio” (Abridgement), procedente de un Year Book
inédito, e identificado como Cessavit 42. quien sin duda es la mayor
autoridad en el estudio de estos antecedentes, plucknett, considera
que este caso va mucho más lejos en lo que atañe al apoyo a la tesis
de Coke de lo que lo hace el Tregor´s case, y ello no obstante el hecho
de que en el Graunde Abridgement de Fitzherbert este caso no ocupa
sino unas pocas líneas y no muy inteligibles, no obstante lo cual, pos-
teriores investigaciones han ido incrementando su valor. Además, in-
cluso en la forma en que aparece en el texto de Fitzherbert, resulta
claro que la decisión se halla en completo acuerdo con otra de un
caso anterior, Copper v. Gederings, que está recogido en las actas con
mucho más detenimiento.

Sin entrar en muchos detalles, diremos que este caso implicaba


un writ of cessavit formulado en el reinado de Eduardo III (Rey de
Inglaterra entre 1327 y 1377) con base en el segundo Estatuto de

(96) En análogo sentido, MacKay escribe: “It is clearly Coke´s theory, whether or not
it is herle´s”. R. A. MACKAY: “Coke—parliamentary Sovereignty or the Supremacy of
Law?”, op. cit., p. 223.
(97) Louis b. bOUDIn: “Lord Coke and the American Doctrine of judicial power”, op.
cit., p. 238.
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52 REVISTA DE LAS CORTES GENERALES

Westminster. El estatuto facultaba a un señor (lord) para formalizar


un writ de este tipo con vistas a recuperar su propiedad arrendada en
caso de que el arrendatario hubiere dejado de cumplir fielmente el
servicio convenido y de pagar los alquileres sobre la propiedad du-
rante dos años. El texto estatutario disponía, que el derecho de ac-
ción a través de un writ of cessavit pasaría del señor a su heredero. En
el caso en cuestión, falleció el señor y su heredero, ante el incumpli-
miento del arrendatario, presentó el writ, que sin embargo fue recha-
zado por el Chief Justice bereford con fundamento en que si la acción
era admitida, algunos principios generales del common law se verían
alterados, pues de conformidad con el common law las cantidades
atrasadas debidas a su ascendiente o los servicios debidos al mismo
no pertenecían al heredero, que no tenía derecho a recibirlos. bere-
ford iba a esgrimir, que si el writ se hubiera presentado mientras vivía
el señor, el arrendatario hubiera podido entregarle los atrasos y daños
antes de la decisión y mantener así su arrendamiento.

Recuerda plucknett(98), que el juez bereford había tenido la osa-


día en diversas ocasiones de incluir sus propios puntos de vista, mar-
cadamente originales, sobre problemas jurídicos en sus decisiones,
pero en este supuesto se dio la misma decisión medio siglo después en
Cessavit 42, siendo debidamente conservada en los Year Books como
el Derecho definitivo sobre la cuestión. no se trataba pues, de un mero
capricho del juez, sino de una cadena de decisiones judiciales que se
extendía desde mediados del siglo xIv hasta los propios días de Coke.
Y en estos supuestos, los tribunales, claramente, habían hecho caso
omiso del inequívoco significado de un texto estatutario, si bien en el
informe (“report”) del litigio el estatuto no se considera nulo, sino que
simplemente se ignora, lo que, según se ha dicho(99), nos sitúa ante
un caso de interpretación estricta, en conformidad con la cual el su-
puesto de hecho se declara hallarse fuera del ámbito estatutario; el es-
tatuto no es nulo sino tan sólo inaplicable. La alusión que Coke hará
a la nulidad será fruto de su propia cosecha doctrinal. boudin insisti-
ría en este dato de que no hubo decisión declarando nula una ley del
parlamento, como también en que, en sí mismo, el caso no dice nada
acerca de que la ley en cuestión fuera contraria al common right and

(98) theodore F. t. pLUCKnEtt: “bonham´s Case and judicial Review”, op. cit., p. 36.
(99) R. A. MACKAY: “Coke—parliamentary Sovereignty or...”, op. cit., p. 224.
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SIR EDWARD COKE, EL BONHAM´S CASE Y LA JUDICIAL REVIEW 53

reason, concluyendo con un dicho que atribuye a los abogados de su


época: “no opinion covers a multitude of sins”(100).

C) El caso Annuity 41.

El tercer precedente citado por Coke es otro caso recogido por Fitz-
herbert, el llamado Annuity 41(101), un caso decidido durante el vi-
gésimo séptimo año del reinado de Enrique vI (su reinado se extendió
entre 1422 y 1461), que implicaba la interpretación y aplicación del
estatuto De Asportatis Religiosorum, también conocido como el Sta-
tute of Carlisle, promulgado en 1307 por el Rey Eduardo I.

El texto estatutario abordaba un problema jurídico relativo a asun-


tos eclesiásticos que había desencadenado numerosos procesos ante
los tribunales. Muchas casas religiosas pequeñas carecían de un sello
común, por lo que, llegado el caso, contendían con el sello personal de
su director. Así, inevitablemente, surgían problemas, como por ejem-
plo, el de si un documento particular de conformidad con el sello del
abad era una escritura personal del propio abad o, por el contrario, se
trataba de una escritura de la corporación eclesiástica que el abad pre-
sidía, vinculando en tal caso a toda la comunidad y no sólo al abad.
para hacer frente a este problema, el estatuto ordenaba a todas las casas
religiosas de los Cistercienses y de los Agustinos disponer de un sello
común para sus actos corporativos y colocar tal sello bajo la custodia
del prior y de los cuatro hermanos más respetables de la comunidad,
quienes habían de mantenerlo asegurado, al margen del sello privado
del abad, de modo tal que el abad no pudiera usarlo sin conocimiento
de la comunidad. A través de esta fórmula se pretendía lograr que el
sello conventual fuera una prueba infalible de la concurrencia de la
voluntad de la comunidad en el acto de quien estaba a su frente.

El estatuto podía haberse limitado a añadir a la regulación ya co-


mentada los actos conventuales que requerían del sello conventual,

(100) Louis b. bOUDIn: “Lord Coke and the American Doctrine...”, op. cit., pp. 238-
239.
(101) boudin recuerda que este caso es asimismo conocido como Rous vs. an Abbot,
y también como el Case of the Seals. Louis b. bOUDIn: “Lord Coke and the American Doc-
trine...”, op. cit., p. 239.
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54 REVISTA DE LAS CORTES GENERALES

pero fue mucho más lejos, al disponer la anulación de todos los actos
formalizados cuando el sello conventual no se mantuviese bajo la
custodia del prior y de los cuatro hermanos, con lo que se pretendía
poner un freno a los abades que utilizaban el sello conventual sin co-
nocimiento de la comunidad. tal disposición era obviamente de difí-
cil cumplimiento, a menos que existiera una estrecha cooperación
con la Iglesia.

La aludida dificultad se puso formalmente de manifiesto en 1449,


en el caso que nos ocupa, que se originó al recurrir un convento al es-
tatuto en cuestión para requerir la anulación de una escritura que hacía
recaer sobre la comunidad el pago de una renta anual, con base en que
al tiempo en que la escritura se hizo, el abad entonces al frente de la co-
munidad no había mantenido el sello común bajo la custodia estatuta-
riamente prevista. El tribunal consideró, sin embargo, que la escritura
cuestionada era válida, sin atender a las disposiciones estatutarias.

La argumentación del tribunal fue doble. por un lado, consideró la


imposibilidad de cumplir lo requerido por el estatuto, pues si el sello
conventual era mantenido bajo la custodia del prior y de cuatro her-
manos, el abad, que era el miembro superior de la comunidad, se veía
imposibilitado de utilizarlo. por otro, con un argumento más convin-
cente, adujo el tribunal, que con esta disposición estatutaria un con-
vento podía prácticamente evitar cualquiera de los actos en que hubiera
sido parte mediante la simple alegación de que el sello conventual no
se hallaba bajo la adecuada custodia. Como señala gray(102), la falta
en el estatuto era su contradicción o su imposibilidad de cumplimiento
en su sentido más simple. En el texto manuscrito de Coke (del Bon-
ham´s case) a que alude este autor, el Chief Justice habla de un “statute
void for inconvenience and impertinency”, términos que parece que
no deben entenderse como alusivos a un fundamento más amplio que
el de “repugnancy” para la anulación del estatuto.

plucknett ha llamado la atención sobre varias cuestiones(103). Ante


todo, el caso no parece que se cerrara con una sentencia, sino con una

(102) Charles M. gRAY: “bonham´s Case Reviewed”, op. cit., p. 47.


(103) theodore F. t. pLUCKnEtt: “bonham´s Case and judicial Review”, op. cit.,
pp. 39-40.
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SIR EDWARD COKE, EL BONHAM´S CASE Y LA JUDICIAL REVIEW 55

mera resolución; en realidad, según Stoner(104), lo que acontece es


que el “report” del caso tan sólo nos ofrece el debate de los jueces sobre
la cuestión, pero no su decisión. En segundo término, la palabra “void”
no se encuentra usada respecto del estatuto. En tercer lugar, no ha fal-
tado quien, como brinton Coxe, a fines del siglo xIx, especulara (en
su obra judicial Power and Unconstitutional Legislation) acerca de si
la decisión se vio influenciada por consideraciones relativas al Derecho
canónico, aunque esta especulación le parece menos convincente al
profesor de harvard. En fin, la excusa dada por los jueces para su re-
solución (que no sentencia) no será la imposibilidad de aplicar la ley,
como declararía Coke. también Smith entiende(105), que la “impos-
sibility” mencionada en este caso parecía haberse desarrollado más
como una ficción jurídica por los propios jueces que como auténtica
imposibilidad jurídica sustentada en rigurosos principios de Derecho.
todo ello llevó a plucknett a cuestionarse si este caso podía conside-
rarse una autoridad en la que Coke pudiera apoyar su dictum. por su
parte, boudin, de modo inequívoco, considera que este caso carece de
relevancia en cuanto a la cuestión que nos interesa(106).

La escasez de los argumentos que se conocen en pro y en contra


hace arriesgado pensar que se puede llegar a reconstruir el sentir del tri-
bunal sobre la cuestión, todo lo cual conduce a plucknett a concluir
que el caso contiene demasiados factores desconocidos como para ser
utilizado con cierto grado de confianza y seguridad, aunque, manifies-
tamente, no fuera éste el punto de vista predominante ni por parte de
Coke ni de la mayoría de sus contemporáneos. no puede dudarse, que
en el siglo xvII este caso fuera considerado sin duda de ningún gé-
nero un caso digno de ser tomado en consideración en la cuestión aquí
abordada.

D) El Strowd´s Case.

Los dos últimos casos pueden en realidad reconducirse a tan sólo


uno, pues ambos se refieren a la misma norma estatutaria, que se

(104) james R. StOnER, jr.: Common Law and Liberal Theory..., op. cit., p. 56.
(105) george p. SMIth, IIº: “Dr. bonham´s Case and the Modern Significance...”, op.
cit., p. 308.
(106) Louis b. bOUDIn: “Lord Coke and the American Doctrine...”, op. cit., p. 239.
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56 REVISTA DE LAS CORTES GENERALES

identifica como “1 Edw. vI, Chap. 14”, norma que venía referida a
la confiscación de la propiedad de la Iglesia con ocasión de la En-
glish Reformation. Coke se iba a aproximar aquí al tema desde una
perspectiva diferente. En los días de los primeros Year Books, el Rey
era “prerogative”, lo que era tanto como decir, que había un cierto
punto más allá del cual el Derecho ordinario no le era de aplicación.
¿qué ocurría entonces si una norma estatutaria colisionaba con la
prerrogativa de la Corona?

tal situación se originó con ocasión del amplio vuelco de títulos


jurídicos derivado de la supresión con la “Reforma” de las casas re-
ligiosas y de las capellanías(107). De resultas de varios estatutos,
un amplio número de propiedades de tierras pasó a manos de la Co-
rona, permaneciendo en poder de la misma hasta tanto eran otorga-
das a determinados súbditos mediante “royal letters patent”. Muchas
de estas tierras se hallaban sujetas a complejas obligaciones e inci-
dencias que los estatutos intentaban resolver. por ejemplo, muchas
de estas tierras no sólo sostenían a sus propietarios eclesiásticos,
sino que también se hallaban sujetas a diversas rentas o cargas de al-
quiler (“rent charges”), que se habían de pagar a laicos que no se
hallaban vinculados de ningún modo con las fundaciones religio-
sas. Algunas tierras se hallaban sometidas a una peculiar carga co-
nocida como “rent service”, y aquí iban a surgir las complicaciones.
El “rent service” era un alquiler reservado al momento de consti-
tuirse un feudo, que se debía a un señor (“lord”) por su arrendatario
en virtud de su relación feudal y de la lealtad que la misma impli-
caba. no era un precio, sino más bien un servicio feudal, y el señor
podía exigirlo mediante el embargo, (aun cuando no hubiera una
cláusula de embargo en el feudo que le autorizara a ello) pues aun-
que la tierra fuera considerada por el arrendatario en plena propie-
dad, sin embargo, también se consideraba por el señor “en servicio”,
y el señor podía embargarla dentro de su propio feudo. Innecesario
es decir, que cuando una tierra sujeta a este tipo de vínculos jurídi-
cos llegaba a manos del Rey había de sufrir un cambio. El Rey, que
era “prerogative”, no podía rebajarse a realizar servicios a ninguno
de sus súbditos.

(107) theodore F. t. pLUCKnEtt: “bonham´s Case and judicial Review”, op. cit., pp.
41-42.
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SIR EDWARD COKE, EL BONHAM´S CASE Y LA JUDICIAL REVIEW 57

El estatuto para la supresión de las capellanías, en su esfuerzo para


ser tan justo como fuera posible, contenía una salvaguardia general de
los derechos a los alquileres (incluyendo los “rent services”) que tu-
vieren todas las personas en relación con las tierras de la capellanía.
Ello entrañaba un patente conflicto entre la prerrogativa regia y los
derechos salvaguardados por el estatuto, pues la primera extinguía
los alquileres, el segundo los salvaguardaba.

Coke iba a mencionar unos casos acontecidos bajo el reinado de


Isabel I. El primero era un caso anónimo fechado en 1572. El informe
eran tan breve como sigue:
“Memorandum, That it was resolved by the opinion of the Court in
Bench, That the seigniory of obit land, or chartry land, is extinct by
the possession of the King, by the act of I E. 6. (c. 14) notwithstanding
the saving in the act; propter absurditatem & c.”(108). (Que se resol-
vió por la sentencia del Tribunal, que el señorío de la tierra del obi-
tuario o de la capellanía, está extinguido por la posesión del Rey, por
la Ley de Eduardo I, no obstante la salvedad en la ley a causa de su
absurdo).

El breve informe nos sitúa ante un tipo de defecto legal que puede
añadirse a la “impertinence” o a la “impossibility”; nos referimos a
la “absurdity”. La decisión no es tan radical como pudiera parecer,
pues en el “report” se explica más adelante que, aún extinguiéndose
el arrendamiento, los “rent services” que eran parte del mismo po-
dían exigirse por el “lord” al Rey, al que había ido la cesión de la tie-
rra, por medio del embargo. Se daba así una curiosa situación. El
tribunal, con gran atrevimiento, rehusaba reconocer las expresas pa-
labras del estatuto en favor de los “rent services” y los declaraba ro-
tundamente extintos, non obstante la ley, pero lo que se llevaba con
una mano lo restauraba prudentemente con la otra, pues admitía que
el antiguo señor (“the quondam lord”) todavía podía exigir su alqui-
ler por medio del embargo.

El segundo caso, el conocido como Strowd´s case, iba a dar una


respuesta más acorde con sus justas proporciones. El tribunal, en
pocas palabras, iba a resolver la compleja cuestión interpretando

(108) Apud theodore F. t. pLUCKnEtt: “bonham´s Case...”, op. cit., p. 43.


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58 REVISTA DE LAS CORTES GENERALES

“rent service” de modo tal que viniera a suponer su equivalente eco-


nómico, esto es, “rent charge”. Este resultado, como dice
gray(109), podía explicarse por la desgana del tribunal de salvar
una norma estatutaria al precio de un principio establecido por el
common law, especialmente uno relativo a la prerrogativa regia, si
bien, para MacKay(110), no se trataba tanto de un principio del
common law, pues a su juicio ninguno se hallaba implicado, como
tan sólo de un fundamento asentado en el “common sense”, pues el
simple sentido común mostraba que el Rey no podía ser el servidor
de un súbdito.

La decisión viene a ser idéntica a la del caso anónimo inmedia-


tamente antes citado, omitiendo la retórica del mismo, de lo que da
prueba la supresión del párrafo de ese otro caso “notwithstanding the
saving in the act”. Ahora el tribunal procede a interpretar el estatuto
con la consecuencia que unas líneas atrás indicamos, que, recordé-
moslo en pocas palabras, no es otra que la de sustituir los “rent ser-
vices” por los “rent charges”. no obstante, Coke plasmaba en su
“report” que el tribunal había considerado nulo el estatuto en cues-
tión con base en su carácter absurdo y en la imposibilidad de su
cumplimiento.

boudin pondría de relieve(111) que, como una cuestión de hecho,


en ambos casos, el tribunal se había limitado a aplicar las previsio-
nes del estatuto, por lo que difícilmente podían utilizarse por Coke
como precedentes en apoyo de su dictum. ¿porqué recurrió entonces
a ellos Coke? pues posiblemente, en lo que hace al primero de los
casos, por esa afirmación del tribunal de que una ley que hiciera
pagar al Rey un “rent service” no podía ser aplicada por razón de su
absurdo (“because of absurdity”). no otra había sido la posición de
plucknett, quien había manifestado, que en ninguna parte (“no-
where”) de las actas de este caso (el Strowd´s case) aparece el dogma
de Coke de un control por el common law con la consiguiente anu-
lación del estatuto con base en tal fundamento(112).

(109) Charles M. gRAY: “bonham´s Case Reviewed”, op. cit., p. 48.


(110) R. A. MACKAY: “Coke—parliamentary Sovereignty or...”, op. cit., p. 224.
(111) Louis b. bOUDIn: “Lord Coke and the American Doctrine...”, op. cit., p. 241.
(112) theodore F. t. pLUCKnEtt: “bonham´s Case...”, op. cit., p. 44.
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SIR EDWARD COKE, EL BONHAM´S CASE Y LA JUDICIAL REVIEW 59

E) Breve recapitulación sobre estos precedentes.

En una recapitulación sobre los precedentes expuestos, resulta evi-


dente que el Tregor´s case demuestra muy poco, por no decir que
nada, respecto a la supuesta enunciación en el pasaje que nos ocupa
de una teoría constitucional de la judicial review; distinto sería si re-
conducimos el dictum de Coke al marco de la interpretación, pues no
cabe olvidar que la declaración del juez herle en ese caso se sitúa en
el curso de un debate sobre la interpretación de un estatuto. Ahora
bien, tampoco conviene echar en el olvido un aspecto al que se refi-
riera Corwin(113): tras la reflexión del juez herle subyacía la idea,
en absoluto despreciable, de que el propio cuerpo legislativo recono-
cía la fuerza vinculante y anulatoria (“the binding and invalidating
force”) de principios externos al acto legislativo.

El caso Cessavit 42 es, por el contrario, un sólido precedente


para el argumento que ahora nos interesa de Coke. para plucknett,
es sin duda el más claro precedente, aunque no falta quien, como
Stoner(114), considera que este caso recibe en las manos de Coke
una interpretación más limitada que la que le atribuye teóricamente
el profesor de harvard, pues el Chief Justice consideró que la ley
fue anulada tan sólo en cuanto al punto que se hallaba particular-
mente cuestionado (el derecho de los herederos a conseguir una
cierta recuperación de los atrasos debidos a su antecesor), por lo
que el propio Stoner entiende que es probable que el Chief Justice
estuviera reconociendo a los jueces tan sólo la facultad de exceptuar
de los términos generales de un estatuto una situación en la que una
máxima del common law resultara violada, y no hay razón para ex-
cluir que esto pueda considerarse dentro de las reglas de la inter-
pretación estatutaria. Frente a tal visión, boyer considera(115) que
el caso Cessavit 42 es el único precedente que firmemente apoyaba
a Edward Coke. Los Year Books nos situaban con toda claridad ante
un caso que se remontaba tres siglos atrás en el que el tribunal había
rehusado permitir a un demandante mantener una acción que el es-

(113) Edward S. CORWIn: “the <higher Law> background of American Constitutional


Law” (II), op. cit., p. 372.
(114) james R. StOnER, jr.: Common Law and Liberal theory..., op. cit., p. 57.
(115) Allen Dillard bOYER: “<Understanding, Authority, and Will>...”, op. cit., p. 84.
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60 REVISTA DE LAS CORTES GENERALES

tatuto en cuestión permitía, lo que entrañaba que los common-law


judges habían rehusado dar pleno efecto jurídico al texto de un es-
tatuto en vigor.

En cuanto al caso Annuity 41, Smith lo considera(116) de poca


importancia a causa de la extrema arbitrariedad del tribunal, al basar
su decisión en la imposibilidad legal de cumplimiento del estatuto,
opinión harto discutible, mientras que plucknett, más matizada-
mente, señala que aunque se había contemplado como un caso só-
lido, de hecho, es de un significado dudoso(117). En lo que se refiere
al Strowd´s case y al caso anónimo parejo, no ofrecen un funda-
mento que refuerce la premisa básica de Coke. boudin ha sido sin
duda el más ácido y radical de quienes se han pronunciado al res-
pecto, al concluir que los muchos casos alegados por Coke como
fundamento histórico de su dictum han quedado reducidos exacta-
mente a la nada (“the many cases have dwindled to exactly no-
thing”)(118).

Así enjuiciados, podría decirse que estos casos supusieron que


Coke presentara a sus colegas tan sólo dos precedentes reseñables
de una cierta teoría política de la judicial review, uno bastante claro
y otro con evidentes puntos de debilidad. Sin embargo, si ahora ha-
cemos uso de fuentes que en su momento no eran utilizables, el re-
sultado, según admite el propio plucknett(119), es más bien
diferente, y ello por cuanto, aunque los hechos alegados por el Chief
Justice aún pueden ser confirmados por los Year Books publicados,
la teoría de la judicial review supuestamente formulada por Coke
debe más bien atribuirse a su propio pensamiento jurídico antes que
al de sus predecesores medievales en el Common Bench. Dicho de
otro modo, el eminente profesor de harvard termina reconociendo,
que los precedentes jurisprudenciales mencionados en el Bonham´s
case no otorgan un sustento suficiente para que el Chief Justice bus-
que en ellos apoyo para su supuesta doctrina de la judicial review.

(116) george p. SMIth, IIº: “Dr. bonham´s Case and the Modern Significance...”, op.
cit., p. 310.
(117) theodore F. t. pLUCKnEtt: “bonham´s Case...”, op. cit., pp. 44-45.
(118) Louis b. bOUDIn: “Lord Coke and the American Doctrine...”, op. cit., p. 242.
(119) theodore F. t. pLUCKnEtt: “bonham´s Case...”, op. cit., p. 45.
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SIR EDWARD COKE, EL BONHAM´S CASE Y LA JUDICIAL REVIEW 61

En resumen, los precedentes jurisprudenciales expuestos no ter-


minan de ofrecer de un modo determinante el soporte en el que sus-
tentar que en su célebre dictum Coke estaba sentando la doctrina de
la judicial review tal y como iba a ser entendida siglos después en los
Estados Unidos. Incluso, en cierta medida, alguno de ellos podría ser-
vir de apoyo para la tesis de que Coke estaba formulando una má-
xima de la interpretación estatutaria. En cualquier caso, no creemos
que de estos precedentes pueda extraerse un apoyo sustancial para
ninguna de las dos interpretaciones en juego.

7. LA COntROvERtIDA IntERpREtACIón DOCtRInAL DEL CéLEbRE


DICTUM DE COKE En EL CUARtO ARgUMEntO: ¿FORMULACIón DE LA
tEORíA COnStItUCIOnAL DE LA JUDICIAL REVIEW O MERA
EnUnCIACIón DE UnA MáxIMA DE LA IntERpREtACIón EStAtUtARIA?

Llegados aquí, vamos a retornar al trascendental cuarto argumento


para el primer fundamento de la sentencia, en el que se acoge el ce-
lebrado dictum de Coke sobre, supuestamente, la judicial review, pa-
saje que ha venido siendo considerado desde tiempo atrás, por un
buen número de autores, como el acta de nacimiento de esa doctrina
de la revisión judicial de la legislación, aunque hayamos de admitir
que el mismo no deja de suscitar fundadas dudas que oscurecen su
verdadero significado. El pasaje plantea el problema nuclear de la
sentencia, que parece exigir optar entre dos interpretaciones. La pri-
mera es la de que el Chief Justice pretendía decir que hay algún stan-
dard (de Derecho natural o de una parte fundamental del common
law) con el que el Derecho estatutario debe hallarse conforme o, caso
contrario, ser declarado nulo por los tribunales de common law. La se-
gunda, la de que Coke tan sólo pretendía decir, que los estatutos que
dispusieran algo especialmente absurdo, contradictorio, perjudicial o
imposible de cumplir, debían ser interpretados (si el texto dejaba
algún margen para la interpretación) estrictamente, de modo tal que
vinieran a tener un significado más conveniente. Dicho en otros tér-
minos, la opción estribaba en discernir si el pasaje de Coke procla-
maba el principio de la anulación judicial de los estatutos que violaran
el higher law o, por el contrario, se limitaba a enunciar una máxima,
un canon, de la interpretación estatutaria. En juego pues, una tesis
que podríamos tildar de maximalista frente a otra minimalista.
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62 REVISTA DE LAS CORTES GENERALES

Antes de entrar en las diferentes interpretaciones a que el dictum


ha dado lugar, consideramos necesario efectuar unas consideracio-
nes previas acerca de ciertos precedentes medievales, que quizá pue-
den contribuir a arrojar algo de luz sobre esta controversia.

A) ALgUnAS COnSIDERACIOnES pREvIAS SObRE CIERtOS pRECEDEntES


MEDIEvALES.

I. Un pensamiento generalmente común entre los historiadores


del Derecho ingleses y aquellos norteamericanos que han estudiado
el desarrollo medieval del Derecho inglés ha sido su insistencia en la
idea medieval de la supremacía del Derecho, una idea respecto de la
cual no es exagerado decir, que estuvo claramente presente por lo
menos hasta los siglos xvI y xvII. El principio de corte germánico
de que el Estado se hallaba vinculado a actuar de conformidad con la
ley desembocó ciertamente en la visión de la ley positiva como una
criatura del soberano, pero como recuerda Roscoe pound, no cabe
olvidar que todos los soberanos, los del Continente y los de fuera del
mismo, se hallaban sujetos al natural law, y las normas legales que
emanaban de ellos y se situaban en conflicto con el mismo, simple-
mente eran nulas(120). A esta teoría filosófico-jurídica, puesta en una
cierta armonía con el pensamiento teológico, le dio un uso corriente
en su Summa Theologica Santo tomás de Aquino, y el propio De-
cano de harvard estima, que los dos precedentes del reinado de
Eduardo III aportados por Coke en el Bonham´s case podrían res-
ponder a esa idea de que una ley del parlamento contraria al natural
law, o lo que es en cierto modo igual, por lo menos en Inglaterra, a
the law of reason; en definitiva, una ley contraria al common right
and reason, había de considerarse nula.

En análoga dirección, recuerda berger(121), que la doctrina jurí-


dica inglesa de la época consideró que el Derecho natural (the law of
nature) y la Carta Magna anulaban todas aquellas leyes que se halla-

(120) Roscoe pOUnD: “Common law and legislation”, en Harvard Law Review (Harv.
L. Rev.), vol. xxI, 1907-1908, pp. 383 y ss.; en concreto, pp. 390-391.
(121) Raoul bERgER: “Doctor Bonham´s Case: Statutory Construction or Constitutional
theory?”, en University of Pennsylvania Law Review (U. Pa. L. Rev.), vol. 117, 1968-1969,
pp. 521 y ss.; en concreto, pp. 535-536.
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SIR EDWARD COKE, EL BONHAM´S CASE Y LA JUDICIAL REVIEW 63

ban en conflicto con ellas, por lo que la apelación a un fundamental law


frente a un texto estatutario en contradicción con él había de conside-
rarse como algo por entero lógico(122). Y gough, por su parte, ha es-
crito: “Fundamental laws (and Magna Carta itself) were valued for the
protection they afforded against the arbitrary power of kings”(123).
no ha de dejar de atenderse al hecho de que la Carta Magna fue bas-
tante más que una simple reacción contra el gobierno de los Angevi-
nos; fue asimismo una declaración de principios acerca de la
organización del Estado feudal. Y como tal, se diseñó sobre un cuerpo
común de costumbres y experiencias que, con variantes locales, era
compartido por toda Europa occidental y por los Estados latinos de
Europa oriental(124). Y así, la experiencia común se encarnó en re-
glas consuetudinarias y en los law-books, y se formuló asimismo en
los estatutos de aprobación parlamentaria. Especial importancia ten-
dría a estos efectos la confirmación de la Magna Charta por el par-
lamento inglés en 1369. En ese parlamento se expresó de modo
específico, que “was assented and accorded that the great Charter
and the Charter of the Forest be holden and kept in all points; and if
any Statute be made to the contrary, that shall be holden for
none”(125), formulación en la que el gran historiador norteamericano
McIlwain, en su clásica obra The High Court of Parliament, apreció
una clara prueba de que la Carta Magna conformaba un Derecho no
sólo superior, sino también inalterable.

En definitiva, en el Derecho medieval, y también lo corroboraría


gierke, todo acto del soberano que trasvasara los límites diseñados
por el natural law era formalmente nulo y sin efecto. parecen existir

(122) no faltan, desde luego, quienes efectuan determinadas matizaciones, como es


el caso de goebel, quien no cree que pueda suponerse que durante la Edad Media los jue-
ces fueran conscientes de los aspectos constitucionales de sus actividades. Ello no obstante,
goebel admite que el período medieval se caracterizó por una serie de ideas dominantes, y
entre ellas se hallaba la de “supremacy of the law”. julius gOEbEL, jr.: “Constitutional his-
tory and Constitutional Law”, en Columbia Law Review (Colum. L. Rev.), vol. xxxvIII,
1938, pp. 555 y ss.; en concreeto, p. 560.
(123) j. W. gOUgh: Fundamental Law in English Constitutional History, Oxford at
the Clarendon press, reprinted, Oxford, 1961, p. 65.
(124) j. C. hOLt: Magna Carta, Cambridge University press, Cambridge (great bri-
tain), 1992, p. 75.
(125) Apud j. W. gOUgh: Fundamental Law in English..., op. cit., p. 15.
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64 REVISTA DE LAS CORTES GENERALES

suficientes evidencias acerca del asentimiento que hacia tal aprecia-


ción habrían mostrado los primeros juristas británicos. particular re-
levancia tiene el punto de vista de holdsworth, quien admitiría que
aunque los juristas ingleses de la Edad Media reconocían que el par-
lamento era la suprema autoridad legislativa del Estado (“the supreme
law-making authority”), negaban que tal autoridad equivaliera a la
omnipotencia legislativa, pues no sólo la ley aprobada por el parla-
mento era tan sólo una entre las diversas clases de Derecho que en-
tonces se admitían, sino que tales juristas “habrían negado, por
ejemplo, la facultad del parlamento para aprobar una ley que contra-
viniera aquellas fundamental moral rules que parecían ser una parte
de ese law of nature que la natural reason enseña a toda la humani-
dad”(126). Y como antes se dijo, se admite de modo generalizado
que esta creencia de los juristas ingleses medievales fue compartida
por los juristas de los siglos xvI y xvII.

john Fortescue, al que ya nos hemos referido, en su De Laudibus


Legum Angliae (1471), iba a desempeñar un importante rol en lo que
ahora importa, al retrotraer el Derecho de Inglaterra a costumbres an-
tiquísimas, anteriores incluso a la época romana. Al menos desde el
momento de la publicación de esta obra, los juristas ingleses intenta-
ron buscar el elemento de legitimidad del Derecho “not to reason and
the knowledge of universals, but to antiquity and usage”(127). Como
es bastante evidente, este planteamiento conducía a considerar el
common law mejor Derecho que el de ninguna otra nación, pues era
el Derecho más antiguo. La idea de the ancient constitution, que para
pocock(128) entrañaba originalmente una apelación a la fuerza vin-
culante de las antiguas costumbres y una creencia en la condición in-
memorial del Derecho y la Constitución, fundada en una concepción
demasiado privativa del common law y de su dogma de que el De-
recho era costumbre y la costumbre, inmemorial, alcanzaría una
enorme popularidad en Inglaterra a principios del siglo xvII, y se

(126) Cit. por j. W. gOUgh: Fundamental Law in English..., op. cit., p. 45.
(127) David Martin jOnES: “Sir Edward Coke and the Interpretation of Lawful Alle-
giance in Seventeenth-Century England”, en Law, Liberty, and Parliament, Selected Es-
says..., op. cit., pp. 86 y ss.; en concreto, p. 88.
(128) j. g. A. pOCOCK: La Ancient Constitution y el Derecho feudal, Editorial tecnos,
Madrid, 2011, p. 250. En el pensamiento del siglo xvIII, según este autor, ya esta idea había
perdido claramente mucho de su carácter original.
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SIR EDWARD COKE, EL BONHAM´S CASE Y LA JUDICIAL REVIEW 65

admite por la doctrina científica que Edward Coke retomó esta doc-
trina, dándole su más satisfactoria formulación. “Coke´s major con-
tribution to the political and historical development of law ---ha
escrito Lewis(129)--- lay in his insistence upon preserving the me-
dieval idea of the supremacy of law during an age when political spe-
culation was tending to assert the necessity of the supremacy of a
sovereign person or body, which was above the law”. El “mito de la
antigua constitución” alcanzó en el siglo xvII su punto álgido, más
aún, un claro sentido prescriptivo(130). Sin ir más lejos, en 1642, el
parlamento apoyó su resistencia frente al Rey Carlos I justamente en
“the ancient constitution”.

por supuesto, en el pensamiento jurídico británico no iban a faltar


quienes, como thomas Smith, iban a anteponer el poder regio a cual-
quier otra consideración. Aunque Smith, que fue “Regius professor”
de Derecho romano en Cambridge durante el reinado de Enrique vIII,
procuró en su obra más conocida, De Republica Anglorum (1583),
evitar entrar en la relación entre el Derecho positivo y el natural law,
omitiendo asimismo abordar los orígenes y el desarrollo del common
law y su relación con el Derecho positivo, en un momento dado iba a
escribir: “to be short, the prince is the life, the head, and the authority
of all things that be done in the realm of England”(131) . no obstante
haber enfatizado en su obra los poderes del parlamento, Smith dejaba
claramente expuesta su posición en el párrafo transcrito. Es bien co-
nocido que bodino, también en el siglo xvI, fundamentará el poder
absoluto del monarca en su derecho a dar al pueblo las leyes sin su
consentimiento (“the main point of sovereign majesty and absolute
power ---escribe bodino en su clásica obra On Sovereignty--- consists
of giving the law to subjects in general without their consent”). A su
entender, nadie podía por tanto resistir los mandatos del soberano, por
ilegales que los mismos pudieran considerarse desde la óptica de un

(129) john Underwood LEWIS: “”Sir Edward Coke (1552-1634): his theory of <Ar-
tificial Reason> as a Context for Modern basic Legal theory”, en Law, Liberty, and Par-
liament. Selected Essays..., op. cit., pp. 107 y ss.; en concreto, p. 111.
(130) “The word constitution ---ha escrito holt--- acquired this new prescriptive sense
in the course of the seventeenth century”. j. C. h OLt: “the Ancient Constitution in
Medieval England”, en The Roots of Liberty, op. cit., pp. 22 y ss.; en concreto, p. 23.
(131) Apud harold j. bERMAn: “the Origins of historical jurisprudence...”, op. cit.,
p. 1660.
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66 REVISTA DE LAS CORTES GENERALES

fundamental law. Innecesario es decir, que el Rey jacobo I compar-


tiría en plenitud esta doctrina.

II. Muy particular relevancia ha de atribuirse en el siglo xvI a


Christopher St. germain, quien en 1523 iba a publicar una conocidí-
sima obra llamada a ejercer una notable influencia en el pensamiento
jurídico inglés del siglo xvII. nos referimos a sus Dialogues in En-
glish between a Doctor of Divinity and a Student in the Laws of En-
gland, comúnmente llamada Doctor and Student(132). En ella, nos
dice gough , el concepto de reason ocupó el lugar del de law of na-
ture entre los juristas ingleses de su día. Esta publicación iba a venir
a probar, que en los siglos xvI y xvII, incluso antes, en la misma
Edad Media, una noción acerca de la jerarquía del Derecho no era
completamente desconocida para los abogados y juristas ingle-
ses(133). por lo demás, la obra contiene algunas de las semillas que
posteriormente fructificarán y se desarrollarán en la teoría jurídica
inglesa(134), y ello no obstante mantenerse dentro de la tradición de
la filosofía jurídica europea del siglo xvI, que ya comenzaba a se-
pararse de la teología católica-romana y del método escolástico; y
así, aunque St. germain reiterará algunas teorías de corte tomista,
también se situará en otros aspectos en la línea del teólogo y filósofo
francés jean gerson (1363-1429), seguidor de las innovadoras, y en
su época muy controvertidas, teorías del franciscano guillermo de
Ockham (1290-1349).

En este diálogo, St. germain imaginaba una conversación entre


un doctor en teología y un estudiante del common law. El autor mos-
traba una versión de la jerarquía medieval convencional del Derecho
de Inglaterra en la que separaba seis partes. La primera era la ley de
la razón, lo que mostraba lo que se acaba de decir, que el concepto
de reason pasaba a ocupar el lugar de la law of nature entre los ju-
ristas ingleses de la época en que escribe St. germain. A esa law of
reason iba a atribuirle el autor la más alta autoridad, como muestran
estas reflexiones:

(132) j. W. gOUgh: Fundamental Law in English..., op. cit., p. 17.


(133) philip hAMbURgER: “Law and judicial Duty”, en George Washington Law Re-
view (Geo. Wash. L. Rev.), vol. 72, 2003-2004, pp. 1 y ss.; en concreto, p. 9.
(134) harold j. bERMAn: “the Origins of historical jurisprudence...”, op. cit., p. 1659.
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SIR EDWARD COKE, EL BONHAM´S CASE Y LA JUDICIAL REVIEW 67

“It ought to be kept as well among Jews and Gentiles as among Chris-
tian men.... And it is written in the heart of every man, teaching him
what is to be done and what is to be fled. And because it is written in the
heart, therefore it may not be put away,.... and therefore against this law,
prescription, statute nor custom may not prevail. And if any be brought
against it, they be no prescriptions, statutes, nor customs, but things void
and against justice”(135). (Debe mantenerse lo mismo entre los judíos
y los gentiles que entre los cristianos.... Y está escrita en el corazón de
cada hombre, enseñándole lo que debe de hacerse y lo que debe evitarse.
Y porque está escrita en el corazón, por lo mismo no puede apartarse,....
y por consiguiente, contra esta ley, no pueden prevalecer prescripciones,
estatutos ni costumbres. Y si alguna se formulara contra ella, no habrán
de ser prescripciones, estatutos ni costumbres, sino cosas nulas y contra
la justicia).

Del párrafo transcrito creemos especialmente destacable el hecho


de que para St. germain la ley superior determinaba si una inferior era
legítima, y si había un conflicto entre ellas, la inferior era nula. tam-
bién es de reseñar el preponderante lugar que otorga a la razón en el
Derecho inglés. Con base en todo ello, algunos comentaristas mo-
dernos iban a ver en estas ideas una base para que los jueces revisa-
ran la conformidad de la legislación respecto de ese law of reason,
traslación como antes se dijo de la law of nature. Los escritores de la
época anterior a Coke parecían contemplar como perfectamente fac-
tible esta posibilidad, aun cuando, en el caso de St. germain, éste no
parezca visualizarla con un especial entusiasmo.

Coke mencionará Doctor and Student como fuente de autoridad,


conjuntamente con bracton y Fortescue, en un determinado pasaje
del relevante Calvin´s Case (1608), inmediatamente después de afir-
mar que el “jus naturale est, quod apud omnes homines eandem habet
potentiam”(136) (la law of nature es la que tiene el mismo poder entre
todos los hombres), para añadir de inmediato: “And the reason hereof
is, for that god and nature is one to all, and therefore the Law of god
and nature is one to all”. De esta clara referencia a los Dialogues po-
dría inferirse, según berger(137), que Coke iba a emplear el concepto

(135) Apud j. W. gOUgh: Fundamental Law in English..., op. cit., p. 18.


(136) Apud The Selected Writings and Speeches of Sir Edward Coke, op. cit., vol. One,
p. 196.
(137) Raoul bERgER: “Doctor Bonham´s Case: Statutory Construction...”, op. cit., p. 529.
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68 REVISTA DE LAS CORTES GENERALES

de reason como equivalente al de law of nature, pues como antes se


dijo, la law of reason iba a ocupar en el texto de St. germain el lugar
del law of nature. De esta forma, podía perfectamente asumirse en
esa época que un estatuto “against reason” equivalía a “against the
law of nature”.

Si se tiene presente la tendencia del Derecho medieval que aca-


bamos de exponer, que, insistimos, llega hasta el siglo xvII, se puede
entender que Coke se sintiera identificado con esa creencia de que
los tribunales podían derribar aquellos estatutos que juzgaran ofensi-
vos de ese fundamental law de arraigo medieval, lo que era tanto
como decir que los jueces, con su saber jurídico y profesionalidad, los
consideraran contrarios a la razón. La referencia a St. germain hecha
por nuestro Chief Justice dos años antes del Bonham´s case es un
punto de apoyo adicional, que no creemos deba relativizarse por el
hecho de que tal referencia no se encuentre en Bonham. La primacía
con que Coke contemplará a los jueces, en cuanto que ellos se pre-
sentaban como el arquetipo de la “artificial reason”, y sus decisiones
jurídicas eran probablemente mucho más lógicas, profundas y razo-
nadas que los textos promulgados por las legislaturas, no será sino
un argumento adicional a todo lo expuesto, y así puede comprenderse
que existan autores, como boyer, que consideren que, en el Bonham´s
case, Coke no necesitaba ninguna teoría de Derecho natural, sino tan
sólo visualizar que las decisiones judiciales “are more likely to be
considered in greater depth, subtler and more flexible in responding
to the facts of individual cases and crafted with greater professional
skill”(138).

b) La posición proclive a ver en el pasaje de Coke una máxima de


la interpretación estatutaria.

I. En 1938, thorne escribía un breve, pero enjundioso artículo,


en el que iba a rebatir la interpretación de plucknett, al entender que
con su famoso pasaje Coke no pretendía tanto llevar a cabo una re-
visión judicial de la legislación aplicable cuanto establecer un simple
canon de la interpretación estatutaria. A partir de ese momento se iba
a abrir un debate que llega hasta nuestros días y sobre el que se han

(138) Allen Dillard bOYER: “<Understanding, Authority, and Will>...”, op. cit., p. 91.
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SIR EDWARD COKE, EL BONHAM´S CASE Y LA JUDICIAL REVIEW 69

vertido ríos de tinta. por razones obvias, no podemos ocuparnos aquí


del mismo más que en forma extremadamente sintética.

En su análisis de la sentencia, thorne considera que el cuarto ar-


gumento no se dirige a poner de relieve la separación de las dos cláu-
sulas del estatuto tantas veces referidas y, de resultas de la misma, la
imposibilidad de sancionar con la privación de libertad a quien ejer-
ciera ilícitamente la práctica médica. para este autor, el argumento
bien podría entenderse así(139): De igual modo que es absurdo in-
terpretar el estatuto de modo tal que permita sancionar a un médico
que actúa durante un mes sin licencia con una multa de 100 chelines,
y castigarle después con prisión por la única falta de empeñarse en
la práctica no autorizada de la medicina, esto es, castigarle dos veces
por la misma falta, es asimismo absurdo interpretarlo en el sentido
de que permita al College ser juez y parte en un proceso, en cuanto
que puede imponer multas de las que una parte de su cuantía pasan
a su pecunio. Aunque el estatuto otorga al Colegio la facultad de
multar a los médicos que practican la medicina sin la pertinente li-
cencia, cuando se constata que el College tiene un interés directo de
carácter pecuniario en la imposición de esas multas, y por lo mismo
en la causa, sería imposible sin incurrir en un absurdo adherirse a
términos tan inequívocos. por lo tanto, el College no puede multar.
De esta forma, la multa impuesta a thomas bonham no estaba le-
galmente impuesta y, por lo tanto, la prisión que la acompañaba se
hallaba injustificada.

Así visualizado, para thorne, el cuarto argumento del Chief Jus-


tice está lejos de ser un dictum, presentándose por el contrario como
una verdadera parte material de su razonamiento. Dicho de otro
modo, el pasaje de Coke no sería un mero obiter dictum sino una
parte integral de la argumentación encaminada a mostrar que, de con-
formidad con una interpretación adecuada de las cartas patente y del
estatuto que las confirmaba, el Colegio de Médicos no poseía la fa-
cultad que pretendía. Y aunque este argumento está expresado en tér-
minos muy amplios, no visualiza la nulidad del estatuto a causa de un
conflicto entre éste y el common law, natural law o higher law, sino
simplemente el rechazo a seguir un estatuto absurdo a simple vista.

(139) S. E. thORnE: “Dr. bonham´s Case”, op. cit., p. 548.


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70 REVISTA DE LAS CORTES GENERALES

Así entendido, Coke se estaba limitando a sentar un criterio herme-


néutico de aplicación al Derecho estatutario.

El profesor de la “northwestern University” refuerza su tesis acu-


diendo a la interpretación del término “repugnancy” (lo que se justi-
fica por la frase de la sentencia “repugnant or impossible to be
performed”), del que recuerda que era muy familiar a los abogados
del siglo xvII. Una “repugnancy” es una contradicción; ocurre
cuando un estatuto dispone una cosa y después, quizá por descuido,
lo opuesto. Cuando nos enfrentamos a un estatuto contradictorio (“a
repugnant statute”), tenemos primeramente que interpretarlo de modo
tal que evitemos sus palabras (los términos contradictorios como es
obvio), pero si eso es imposible, entonces nuestro autor se decanta por
considerar buenas las primeras palabras, debiendo por el contrario
omitirse las últimas, en cuanto que son éstas las que generan una co-
lisión por razón de su contradicción. Enfrentado a disposiciones con-
tradictorias, un tribunal debe evitar en la medida de lo posible la
colisión antes que dejar caer el estatuto, y de ahí thorne infiere su
conclusión de que “there is no conscious constitutional problem rai-
sed here, but only one of statutory construction. We are looking at a
statute from the point of view of a judge called upon to apply it in a
particular case. Since a provision and its opposite cannot both be ap-
plied, the later contradictory words are regarded as of no effect”(140).

proyectando su reflexión al Bonham´s case, thorne cree que aun-


que no sea técnicamente una contradicción (“a repugnancy”), desde
luego, un estatuto que hace a un hombre juez de su propio caso puede
equipararse a un estatuto contradictorio, y que si no obstante esta cir-
cunstancia Coke hizo tomar forma a su doctrina de un estatuto con-
trario al common right and reason, fue por razón de los precedentes
a los que aludió en la sentencia, no con base en ninguna teoría de De-
recho natural, al margen ya de considerar que el cuarto argumento se
expresa en el lenguaje de la interpretación legal(141).

(140) Ibidem, p. 549.


(141) thorne argumenta asimismo (en Ibidem, p. 550), que dos años después del caso
que nos ocupa, en Rowles v. Mason (1612), Coke se dio cuenta de que common right and
reason y repugnancy eran aproximadamente equivalentes. pero en realidad, un amplio sec-
tor de la doctrina vincula estrechamente el Rowles case con el Bonham´s case; así, para Mac-
Kay, el Rowles case ilustra acerca de cómo la idea de supremacía del common law parece
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SIR EDWARD COKE, EL BONHAM´S CASE Y LA JUDICIAL REVIEW 71

II. Diversas posiciones doctrinales más próximas en el tiempo


parecen inclinarse por la tesis de thorne, aunque la cuestión, como
ya se ha dicho, está lejos de ser pacífica entre la doctrina. Entre la
doctrina norteamericana reciente, Kramer, en un artículo bien cono-
cido, sigue de cerca esta dirección. para el profesor de la “new York
University”(142), los esfuerzos de Coke se dirigieron no a establecer
un control judicial respecto de un fundamental law, sino más bien a
limitar el poder del Rey frente al parlamento. Con su dictum, Coke es-
taba proponiendo una regla de interpretación legal de conformidad
con la cual, una ley que contradijera principios jurídicos estableci-
dos debía interpretarse estrictamente, en ausencia de una clara de-
claración para lo contrario.

En una línea no muy distante se sitúa MacKay, quien cree que


aunque a primera vista el pasaje de Coke parece una afirmación di-
recta de la existencia de un poder muy superior (“a much greater
power”) en el common law, sin embargo, desde el punto de vista
existente en el siglo xvII, el control ejercido por el common law
sobre el Derecho estatutario puede ser fácilmente explicado como
interpretación(143). Ahora bien, MacKay efectua una matización
importante, al entender que Coke no pretende justificar con su pa-
saje la existencia de unos amplios poderes de interpretación para
los tribunales, pues la única razón para la existencia de esta facul-
tad es la de poner los estatutos en conformidad general con el fun-
damental law, que no obstante ser un término algo vago, representa
la razón general y la justicia del Derecho, antes que un cuerpo nor-
mativo definido(144).

haber quedado adherida en la mente de Coke. (R. A. MACKAY: “Coke—parliamentary So-


vereignty...”, op. cit., p. 226). Y en efecto, en Rowles, Coke declaraba que el common law
“corrects, allows, and disallows, both statute law, and custom, for if there be repugnancy in
statute; or unreasonableness in custom, the common law disallowes and rejects it, as appears
by Doctor bonham´s Case”. (Apud Edward S. CORWIn: “the <higher Law> background
of American Constitutional Law” (II), op. cit., p. 374).
(142) Larry D. KRAMER: “We the Court” (the Supreme Court 2000 term. Fore-
word), en Harvard Law Review (Harv. L. Rev.), vol. 115, 2001-2002, pp. 5 y ss.; en con-
creto, p. 25.
(143) R. A. MACKAY: “Coke—parliamentary Sovereignty or the Supremacy of the
Law?”, op. cit., pp. 222-223.
(144) Ibidem, p. 230.
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72 REVISTA DE LAS CORTES GENERALES

Algunos sectores de la doctrina, aún siguiendo en lo básico la línea


interpretativa precedente, han establecido determinadas matizacio-
nes. Stoner ha dedicado una gran atención al tema(145), y aunque se
decanta por la tesis interpretativista, por así llamarla, mantiene una
posición que introduce un notable matiz. para este autor, la celebrada
declaración del Bonham´s case, por la lógica del argumento global,
encaja en un acto judicial de interpretar, no de derribar, un estatuto
(“a judicial act of interpreting, not striking down, a statute”), y el
principio que invoca impregna el caso como un todo; sin embargo, es
difícil negar que la modestia de la forma judicial contradiga algo su
más amplio significado(146). A Coke, como ya señalamos, le gus-
taba decir que la Carta Magna era como Alejandro Magno, magnum
in parvo, esto es, una gran cosa en una pequeña forma, y Stoner se
muestra tentado de aplicar su adagio a las propias palabras pronun-
ciadas en el Bonham´s case. Coke estaría interpretando el estatuto,
pero la máxima jurídica en nombre de la cual lo estaría haciendo no
sería un mero tecnicismo sino un gran principio, como el de que nin-
gún hombre debe ser juez en su propia causa, que en último término
estaría encarnando un higher law.

también gray (que revela en su trabajo haber encontrado entre


los manuscritos del British Museum algún material nuevo sobre el
caso, destacando un manuscrito que, confrontado con las fuentes im-
presas, era capaz de afectar al significado fundamental del mismo)
establece matices de interés. A su juicio(147), cuando Coke actuó
como un juez, decidiendo sobre el caso, por ningún medio defendió
la doctrina de la judicial review, ni excedió los límites de la interpre-
tación jurídica. Dicho de otro modo, como presidente del tribunal,
Coke se limitó en su famoso pasaje a sentar un criterio hermenéu-
tico; Coke tenía en mente una interpretación estricta para evitar un re-
sultado desafortunado. Sin embargo, como redactor del informe sobre
el propio caso, Coke iba a mejorar su propia sentencia. “Coke as re-
porter, ---escribe gray--- reporting his own opinion <improved> it in
such a way as at least to suggest that he wanted to make claims for
something like judicial review”. Al preparar el texto del caso para su

(145) james R. StOnER: Common Law and Liberal Theory..., op. cit., pp. 52-62.
(146) Ibidem, p. 59.
(147) Charles M. gRAY: “bonham´s Case Reviewed”, op. cit., p. 36.
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SIR EDWARD COKE, EL BONHAM´S CASE Y LA JUDICIAL REVIEW 73

impresión, reflexionando acerca del relevante poder y trascendencia


del common law, Coke quiso mostrar lo máximo (“the most”) que
podía hacerse a la vista de las “autoridades”, esto es, de los prece-
dentes, en que él había tratado de fundamentar su pasaje. Y decidió
que tales precedentes o “autoridades” podían efectivamente apoyar
una doctrina de judicial review, aunque Coke no hubiera pensado en
las consecuencias de la misma(148). El propio autor, al analizar las
reacciones que en su tiempo desencadenó el famoso dictum, cree que
hay evidencias que sugieren que la plasmación del mismo en sus Re-
ports se entendió por sus contemporáneos como “a true judicial re-
view position”(149).

C) La posición tendente a ver en el dictum la enunciación de la


teoría constitucional de la judicial review.

La posición doctrinal mayoritaria, no nos cabe duda de ello, sigue


siendo la marcada tiempo atrás por plucknett, esto es, la que, con unos
u otros matices, ve en el dictum de Coke la enunciación de la teoría
constitucional de la judicial review. A partir de ello, no faltan cier-
tas precisiones, ni tan siquiera posiciones más exóticas, por así lla-
marlas, como la de quien, una vez admitida la paternidad de Coke
en lo que se refiere a la judicial review, procede de inmediato a des-
calificarla. paradigmática es al respecto la posición del siempre po-
lémico Crosskey, quien tras admitir que el origen de la idea de la
judicial review parece remontarse más que probablemente al Bon-
ham´s case, tilda de inmediato la idea de Coke como una “ill-foun-
ded idea”(150).

Roscoe pound, el gran Decano de harvard, como ya tuvimos


oportunidad de señalar, no pareció albergar dudas acerca de que el
dictum de Coke parece ser la primera exposición acogida en sus Re-
ports de la teoría de la inaplicación de una ley por su vulneración del
natural law, o lo que es igual, del common right and reason(151).

(148) Ibidem, p. 49.


(149) Ibidem, p. 36.
(150) William Winslow CROSSKEY: Politics and the Constitution in the History of the
United States, the University of Chicago press, Chicago, 1953, vol. II, p. 941.
(151) Roscoe pOUnD: “Common law and legislation”, op. cit., p. 391.
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74 REVISTA DE LAS CORTES GENERALES

Y un profundo conocedor del pensamiento de Coke como es Allen


boyer, no duda en afirmar que la doctrina moderna de la judicial re-
view localiza sus orígenes en la sentencia dictada por Coke en el Bon-
ham´s case(152). Coke, añade en otro momento boyer(153), actuó en
la creencia de que los tribunales podían derribar los estatutos que con-
trariaran el common law, o lo que es igual, aquellas normas que, con
su saber, consideraran unreasonable.

ha sido berger quien de modo más elaborado ha defendido la


tesis proclive a ver en el pasaje de Coke la formulación de la doctrina
de la anulación judicial de los estatutos que violaran el higher
law(154). para berger, describir el pasaje de Coke como un “canon
of statutory construction” de ningún modo agota sus consecuencias;
permanece su afirmación de que una ley que haga a una parte juez
de su propia causa es contraria al common law and reason y por lo
tanto nula. Esta afirmación no está desprovista de un significado
“constitucional” porque haya sido emitida en un proceso de “inter-
pretación”(155). Es cierto, admite berger, que si nos empeñáramos
en forjar una “teoría constitucional”, estaríamos atribuyendo a Coke
un hasta ahora inimaginable intento de conceptualización, pero, con
todo, la vinculación de la etiqueta “interpretación” (“construction”)
al concepto germinal no comporta que el problema constitucional
desaparezca.

En fin, berger entiende(156), y no le falta razón, que es inútil pen-


sar que uno pueda asignar a las palabras formuladas por Coke hace
cuatro siglos un significado definitivo. Los comentarios llevados a
cabo por la doctrina de nuestro tiempo sobre las palabras de Coke le
parecen a berger ingeniosos y debatibles, y a la vista de ello él opta
por el riesgo de ser simplista, interpretando “against reason” como
se hizo por St. germain en Doctor and Student, esto es, como algo
prohibido por el Derecho natural (“the law of nature”).

(152) Allen Dillard bOYER: <Understanding, Authority, and Will>...”, op. cit., p. 45.
(153) Ibidem, p. 85.
(154) Raoul bERgER: “Dr. bonham´s Case”. Appendix A, inserto en la obra del propio
autor, Congress v. the Supreme Court, harvard University press, Cambridge, Massachu-
setts, 2nd printing, 1974, pp. 349 y ss.
(155) Ibidem, p. 350.
(156) Ibidem, p. 368.
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SIR EDWARD COKE, EL BONHAM´S CASE Y LA JUDICIAL REVIEW 75

Otras posiciones doctrinales, con unos u otros argumentos, son


reconducibles a la teoría constitucional. Es el caso de thomas
grey(157) , para quien los términos de Coke en el litigio que nos
ocupa, indudablemente, reclaman para los tribunales ordinarios la
facultad de hacer caso omiso del claro significado de los estatutos
cuando colisionen con el common law and reason. Los estatutos que
violen ese common law and reason son completamente nulos (“ut-
terly void”) y, según este autor, estos no son términos usuales en la
interpretación estatutaria. De modo similar, Mcgovney cree(158),
que el germen remoto del pensamiento que evolucionó en la judicial
review of legislation fue traido al mundo por Sir Edward Coke con
ocasión de su sentencia en el Bonham´s case. tomado literalmente,
el pasaje asume que el parlamento no es una legislatura ilimitada,
pues carece de facultad para promulgar un estatuto contrario a los
principios del common law. En similar la dirección, bowen, bió-
grafa de Coke, sostiene(159), que Coke aprovechó la ocasión que le
dio el Bonham´s case para declarar que el common law se hallaba
por encima del parlamento lo mismo que del Rey. black ha mos-
trado su disconformidad con quienes piensan que Coke no estaba
afirmando con su dictum un deber del tribunal de declarar las leyes
nulas, recomendando a quienes así lo crean que vuelvan a las, al pa-
recer, nunca leídas últimas páginas de su Report del caso, en las que
establece con cuidado el procedimiento a seguir en el futuro por el
Colegio de Médicos, páginas que, según la autora(160), podrían en-
cabezarse con el rótulo de “Rules for Avoiding being a judge in

(157) thomas C. gREY: “Origins of the Unwritten Constitution: Fundamental Law in


American Revolutionary thought”, en Stanford Law Review (Stan. L. Rev.), vol. 30, 1977-
1978, pp. 843 y ss.; en concreto, p. 856.
(158) Dudley Odell MCgOvnEY: “the british Origin of judicial Review of Legisla-
tion”, en University of Pennsylvania Law Review (U. Pa. L. Rev.), vol. 93, 1944-1945, pp.
1 y ss.; en concreto, pp. 1-2. Coke, añade más adelante Mcgovney, “had set an idea loose
in the world, the idea that there was a higher law limiting legislatures and that courts in
their ordinary administration of justice between man and man had power to give judg-
ment according to that higher law in disregard of any legislative act inconsistent with it”
(Ibidem, p. 3).
(159) Catherine Drinker bOWEn: The Lion and the Throne (the Life and times of Sir
Edward Coke. 1552-1634), hamish hamilton, London, 1957, pp. 271-272.
(160) barbara A. bLACK: “the Constitution of Empire: the Case for the Colonists”,
en University of Pennsylvania Law Review (U. Pa. L. Rev.), vol. 124, 1975-1976, pp. 1157
y ss.; en concreto, p. 1208.
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76 REVISTA DE LAS CORTES GENERALES

your own Cause and Other Wise precautions”. En fin, para


Smith(161), con este pasaje Coke estaba sustentando la idea de que
los tribunales permanecían por encima de todos los demás cuerpos
como protectores y encargados de hacer cumplir el fundamental law
(“as the protector and enforcer of the fundamental law”). La idea de
Coke de un Derecho natural superior al Derecho elaborado por el
hombre no era especialmente novedosa; lo que a la par resultaba
nuevo y radical era que a los tribunales les fuera dada la facultad y
el derecho de velar por el cumplimiento de esa superioridad del fun-
damental law. En eso justamente reside la peculiar contribución de
Coke a la judicial review. De esta forma, concluye el mencionado
autor, el célebre dictum se convirtió en la fuente más importante del
concepto de judicial review.

terminaremos recordando la posición de Edward Corwin, sin gé-


nero alguno de duda, el más cualificado estudioso norteamericano
del instituto de la judicial review of legislation, de cuya posición ya
nos hemos hecho eco, por lo que tan sólo diremos que Corwin en-
tiende como algo seguro(162), que con su dictum Coke no estaba
afirmando una simple regla de interpretación estatutaria que debiera
su fuerza a la supuesta intención del parlamento, aunque el estatuto
implicado en el Bonham´s case fuera también interpretado desde
ese punto de vista. Más allá de ello, el Chief Justice estaba dando
fuerza a una norma de Derecho superior (higher law) que él consi-
deraba vinculante no sólo para el parlamento, sino también para los
tribunales ordinarios. no en vano la expresión common right and
reason podía perfectamente equipararse a algo fundamental, a algo
permanente, en definitiva, a un higher law, como por lo demás ven-
dría a corroborar la teoría constitucional americana, que vería fáci-
les de encontrar tales axiomas en el propio Digesto y en el Código
de justiniano.

(161) george p. SMIth, IIº: “Dr. bonham´s Case and the Modern Significance...”, op.
cit., pp. 310 y 313.
(162) Edward S. CORWIn: “the <higher Law> background of American Constitutional
Law” (II), op. cit., p. 372.
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SIR EDWARD COKE, EL BONHAM´S CASE Y LA JUDICIAL REVIEW 77

D) Algunas reflexiones finales propias en defensa de la teoría


constitucional.
I. Aunque creemos que a lo largo de estas páginas ya hemos te-
nido la oportunidad de mostrar nuestro punto de vista acerca del sen-
tido del dictum de Coke, creemos necesario ahora efectuar unas
reflexiones finales que compendien nuestra posición, no sin añadir
alguna reflexión adicional. Digamos ante todo que es bastante difi-
cultoso, si es que no por entero imposible, extraer un juicio absolu-
tamente concluyente de lo que Coke quiso expresar en su célebre
pasaje. Los argumentos de thorne no dejan de encerrar una notable
carga de convicción. pero incluso aunque admitiéramos que en el cé-
lebre pasaje late un principio de interpretación estricta atribuible a
los tribunales de la época en orden a evitar las contradicciones y ab-
surdos a que pudiera conducir un determinado texto estatutario y a
conformar la norma estatutaria a esa idea de la justicia y razonabili-
dad general del Derecho tan arraigada en la época, quedarnos en el
mero principio hermenéutico creemos que resultaría por entero insu-
ficiente. Así lo han admitido incluso algunos autores que han hecho
prevalecer la tesis interpretativista.
Y es que la etiqueta que circunscribe el pasaje a una máxima de
la interpretación estatutaria difícilmente puede cerrar el tema, incluso
si pensáramos que Coke pudo tenerla presente. La regla nemo iudex
in propria causa encarnaba un principio superior, incardinable en un
higher law, y ello, inexcusablemente, debe ser tomado en cuenta,
pues Coke no estaba expresando una regla hermenéutica cuya razón
de ser fuera salvaguardar la supuesta intención del parlamento, sino
más bien proteger algo fundamental, que vinculaba al propio parla-
mento. E innecesario es decir que la propia dicción del pasaje parece
estar reclamando de los tribunales algo que va más allá de una es-
tricta interpretación estatutaria.
Si dejamos de lado el caso propiamente dicho y atendemos a otros
factores que podríamos llamar contextuales, la impresión de que Coke
estaba expresando una teoría constitucional se acrecienta. La tradi-
ción medieval a la que nos hemos referido con algún detalle creemos
que es incontrovertible en lo que se refiere al reconocimiento de la
primacía de un fundamental law. Como ya expusimos, en el Derecho
medieval, todo acto del soberano que trasvasara los límites diseñados
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78 REVISTA DE LAS CORTES GENERALES

por el natural law, verdadero fundamental law, era formalmente nulo


y sin efecto. no vamos a volver a hacernos eco de las numerosas
muestras que de ello hemos aportado. Si recordamos de modo espe-
cífico la obra Doctor and Student, mencionada por Coke como fuente
de autoridad en el Calvin´s case, tan sólo dos años antes del Bon-
ham´s case, podemos pensar que Coke estaba equiparando reason (o
law of reason) con law of nature, lo que tampoco había de ponerse en
exclusiva conexión con la obra de St. germain, por cuanto, como ya
se ha dicho, el concepto de reason iba a ocupar entre los juristas in-
gleses de la época el lugar del law of nature. En cualquier caso, para
St. germain era claro que la law of reason era la fuente jurídica su-
perior y cualquier fuente inferior en contradicción con ella había de
considerarse nula.

II. Si atendemos a su vez al entendimiento que del dictum se


tuvo en la época nos encontramos con datos bien significativos. En
el período en que se enmarca la vida pública de Coke, el parlamento
era un órgano supremo en cuanto órgano jurisdiccional, no habiendo
sin embargo alcanzado aún su superioridad en su calidad de órgano
legislativo. Su supremacía como tribunal de última instancia, frente
al que no había apelación posible, le otorgaba competencia para re-
visar y cambiar cualquier norma estatutaria o cualquier principio
del common law. Ello nos puede hacer comprender, que en esta
época lo que se cuestionaba no era tanto si los tribunales tenían la
facultad de declarar nula, en parte o en su totalidad, una ley del par-
lamento, sino más bíen qué tribunales disponían de tal facultad. Esta
perspectiva aparece claramente puesta de relieve en la alocución
hecha por Lord Ellesmere con ocasión de la prestación de su jura-
mento del cargo de presidente del King´s Bench por Sin henry
Montague, que sucedió en dicho cargo a Edward Coke, una vez que
éste fue cesado por el Rey. En sus palabras, Lord Ellesmere, uno
de los grandes enemigos de Coke, como ya dijimos, recordaba a
Montague la figura de su abuelo, un antiguo Chief Justice de la
Court of Common Pleas:
“He ---decía Ellesmere--- questioned not power for the Judges of this
Court to correct all misdemeanors as well extrajudicial as judicial, not
to have power to judge Statutes and Acts of Parliament to be void, if they
conceived them to be against common right and reason; but he left the
King and the Parliament to judge what was common right and reason. I
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SIR EDWARD COKE, EL BONHAM´S CASE Y LA JUDICIAL REVIEW 79

speak not of impossibilities or direct repugnances”(163). (Él no puso en


duda la facultad de los jueces de este Tribunal para corregir todas las
faltas tanto extrajudiciales como judiciales, ni para tener la facultad de
decidir que los estatutos y leyes del Parlamento son nulos, si ellos los
concibieran contrarios al common right and reason, pero dejó al Rey y
al Parlamento decidir lo que era common right and reason. Yo no hablo
de imposibles o de contradicciones directas).

Esta declaración entrañaba una nada solapada crítica a Coke, an-


tecesor en el cargo de Montague, y a la par suponía una suerte de ad-
vertencia al nuevo presidente para que actuara de otro modo. Si al
margen ya de algún otro supuesto, como el de la contradicción, la co-
lisión de un estatuto con el common law and reason podía entrañar su
nulidad, pero sólo al Rey y al parlamento correspondía decidir lo que
era common right and reason, parecía claro que tal declaración de
nulidad podía hacerse, pero sólo por el Rey y el parlamento, éste en
su condición de High Court. Dicho de otro modo, Lord Ellesmere no
estaba cuestionando que se pudiera derribar un estatuto por contra-
decir un Derecho superior; lo que cuestionaba es que lo pudiera hacer
un tribunal distinto del parlamento, que al fin y a la postre era el ór-
gano jurisdiccional supremo. La objeción del Lord Chancellor a la
doctrina de Coke, que ha llegado a ser equiparada a la que el juez
gibson expresara (en su célebre dissenting opinion formulada en el
caso Eakin v. Raub) frente a la doctrina fijada por Marshall en Mar-
bury v. Madison, da una visión de la problemática en cuestión harto
diferente.

Las críticas de Lord Ellesmere se reiterarían en similar dirección


en otras diversas oportunidades. Así, refiriéndose al Bonham´s case,
tal y como era recogido en los Reports de Coke, Ellesmere, en el Earl
of Oxford Case (1615), argumentaba del siguiente modo:
“It seemeth, by the Lord Coke´s report.... in Dr. Bonham´s case, That
Statutes are not so sacred as that the Equity of them may not be exami-
ned. For he saith, That in many Cases the common law hath such a Pre-
rogative , as that it can controul Acts of Parliament, and adjudge them
void; as if they are against Common Right, or Reason, or Repugnant, or
impossible to be performed.... And yet our Books are, That the Acts and

(163) Apud R. A. MACKAY: “Coke—parliamentary Sovereignty or the Supremacy of


the Law?”, op. cit., pp. 228-229.
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80 REVISTA DE LAS CORTES GENERALES

Statutes of Parliament ought to be reversed by Parliament (only) and not


otherwise”(164). (Pareciera por el informe de Lord Coke en el caso del
Dr. Bonham, que los estatutos no son tan sagrados como para que su
equidad no pueda examinarse. Pues él dice, que en muchos casos el com-
mon law tiene tal prerrogativa, como para que pueda controlar las leyes
del Parlamento y juzgarlas nulas, como si son contrarias al common
right, o a la razón, o contradictorias o imposibles de cumplirse. Y sin
embargo, en nuestros Libros está, que las leyes y estatutos del Parla-
mento deben anularse ---solamente--- por el Parlamento, y no de otro
modo).

A la vista de las reflexiones del Lord Canciller, es claro que lo que


éste criticaba no era que Coke hubiera llevado a cabo un control de
la conformidad de un estatuto con el common right and reason, por
la intrínseca imposibilidad de llevar a cabo esa fiscalización, sino
porque al hacerlo así había invadido una función que le era ajena.
Corwin, tiempo atrás, ya puso de relieve esta misma circunstancia al
escribir(165), que la cuestión contemporáneamente originada por el
dictum no era, como diríamos hoy, entre el poder judicial y el legis-
lativo, sino “between the law declaring power of the ordinary courts
and the like power of the High Court of Parliament”. pero en cual-
quier caso, Ellesmere estaba dando por supuesto que con su dictum
Coke había llevado a cabo un control de la conformidad del estatuto
con ese higher law. La crítica de Ellesmere no venía referida al esta-
blecimiento por el Chief Justice de una máxima de la interpretación
estatutaria, sino a la realización de un control de la conformidad de
un estatuto con un higher law.

III. A idéntica conclusión llegamos si valoramos las reacciones


provocadas por la sentencia de Coke en los años sucesivos. A la vista
de ellas, la idea de la teoría constitucional se refuerza, en detrimento
de la tesis puramente hermenéutica. bastaría con un único ejemplo
para constatarlo, el que nos proporciona el caso Rouswell v. Ivory
(1619), visto ante el tribunal de la Chancillería, del que hay un es-
pecífico documento en el British Museum. En él, el abogado Crewe,

(164) Apud Raoul bERgER: “Doctor Bonham´s Case: Statutory Construction or Con-
stitutional theory?”, op. cit., p. 541.
(165) Edward S. CORWIn: “the <higher Law> background of American Constitutional
Law” (II), op. cit., pp. 373-374.
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SIR EDWARD COKE, EL BONHAM´S CASE Y LA JUDICIAL REVIEW 81

amigo y pariente de Coke, mencionó el Bonham´s case aduciendo,


que de acuerdo con el mismo los tribunales de common law podían
anular (“overrule”) estatutos, y que el Chancellor, del mismo modo,
podía anular leyes del parlamento (“might overrule acts of parlia-
ment”)(166). hay que suponer que una persona, también de la pro-
fesión jurídica, tan próxima a Coke conocería de primera mano lo
que su pariente el Chief Justice quiso decir con su dictum.

La misma idea se entresaca de la actuación de Sir henry hobart,


Chief Justice de la Court of Common Pleas, sucesor de Coke en el
cargo, quien respaldó los puntos de vista de Coke, tomados de nuevo
en su más novedoso sentido, esto es, como punto de partida de la
doctrina de la judicial review. plucknett(167) no sólo no duda de
ello, sino que considera a hobart un inquebrantable defensor del
punto de vista de Coke sobre el common law (“a staunch upholder
of Coke´s view of the common law”), de lo que constituye buena
prueba el caso Day v. Savadge (1615)(168). En la decisión de este úl-
timo caso puede leerse: “even an Act of parliament made against na-
tural equity, as to make a man judge in his own cause, is void in
itself, for jura naturae sunt immutabilia and they are leges
legum”(169) (incluso una ley del parlamento hecha en contra de la
equidad natural, como para hacer a un hombre juez de su propia
causa, es nula en sí misma, pues los derechos de la naturaleza son in-
mutables y son ley de leyes). De esta forma, hobart traía en apoyo
de la interpretación propia de la teoría constitucional del dictum de
Coke a henry de bracton y, en último término, al propio Cicerón.

(166) Apud Allen Dillard bOYER: “<Understanding, Authority, and Will>...”, op. cit.,
p. 86, nota 153.
(167) theodore F. t. pLUCKnEtt: “bonham´s Case and judicial Review”, op. cit., p. 49.
(168) Los hechos del caso Day v. Savadge pueden resumirse así: Savadge, en nombre
de la ciudad de Londres, demandó el pago de ciertos derechos de embarcadero a Day, quien
sostuvo que de acuerdo con la costumbre de la ciudad él no estaba sujeto al pago de tales de-
rechos. Se suscitó así la cuestión de si tal costumbre existía y cómo podía juzgarse su exis-
tencia. La ciudad adujo un antiguo privilegio que, según alegó, le había sido confirmado
por un estatuto de Ricardo II, y que autorizaba a su Secretario-Archivero (“Recorder”) a de-
clarar de viva voz cuáles eran las costumbres de la ciudad, frente a lo que se objetó que tal
procedimiento haría a la ciudad juez de su propia causa (“judge in their own cause”).
(169) Apud Raoul bERgER: “Dr. bonham´s Case”, op. cit., p. 364. Asimismo, en theo-
dore F. t. pLUCKnEtt: “bonham´s Case and judicial Review”, op. cit., p. 49.
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82 REVISTA DE LAS CORTES GENERALES

Aquí, la alusión hecha en el Bonham´s case a “against common right


and reason” (que hobart sustituye por la de “against natural equity”)
permanece aislada, sin verse acompañada por la referencia a la “re-
pugnancy”, y en cuanto a la inclusión de la frase latina, cabe recor-
dar que ya Coke, aunque no en el Bonham´s case, la había
mencionado (en el Calvin´s case), citando la obra Doctor and Stu-
dent. Con su afirmación, hobart daba un paso adelante respecto a
las posiciones sustentadas por Coke, avanzando la teoría de que cual-
quier acto del soberano que quebrantara los límites impuestos por el
Derecho natural era formalmente nulo.

Una confirmación adicional de tal interpretación viene ofrecida


por un tratado publicado en 1627 por el abogado Sir henry Finch, en
que declara: “It is truly said, and all men must agree, that laws in-
deed repugnant to the law of reason are as well void as those that
cross the law of nature”(170).

Iv. para terminar hemos de hacernos eco de uno de los argu-


mentos a los que con bastante frecuencia ha aludido la doctrina pro-
clive a ver en el dictum de Coke un mero principio hermenéutico. Se
trata de una reflexión hecha por el propio Coke en el cuarto de sus
Institutes of the Lawes of England, en donde, al abordar el poder y ju-
risdicción del parlamento, escribe:
“Of the power and jurisdiction of the Parliament for making of laws
in proceeding by Bill, it is so transcendent and absolute, as it cannot be
confined either for causes or persons within any bounds” (El poder y ju-
risdicción del Parlamento para hacer leyes, procediendo a través de pro-
yectos de ley, es tan trascendente y absoluto que no puede confinarse ni
por causas ni por personas dentro de ningún límite), tras lo que añade:
“Of this Court it is truly said: Si antiquitatem spectes, est vetustissima,
si dignitatem, est honoratissima, si jurisdictionem, est capacis-
sima”(171). (De este Tribunal se ha dicho fielmente, que si se considera
su antigüedad, es el más antiguo, si su dignidad, es el más honorable, si
su jurisdicción, es la más extensa).

(170) Apud Raoul bERgER: “Dr. bonham´s Case”, op. cit., p. 365.
(171) “the Fourth part of the Institutes”, Chapter I (“Of the high and Most honoura-
ble Court of parliament”), en The Selected Writings and Speeches of Sir Edward Coke, op.
cit., vol. two, pp. 1062 y ss.; la cita transcrita en p. 1133.
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SIR EDWARD COKE, EL BONHAM´S CASE Y LA JUDICIAL REVIEW 83

En la primera parte del texto transcrito algunos han visto una con-
tradicción con la supuesta formulación por Coke de la doctrina de la
existencia de un higher law vinculante, cuya vulneración por una
norma estatutaria podría desencadenar la nulidad de la misma, contra-
dicción que podría acentuarse si se tiene en cuenta que blackstone,
algo más de un siglo después, usó en sus Commentaries on the Laws
of England el mismo pasaje para expresar la contrapuesta idea de la so-
beranía parlamentaria. Frente a esas consideraciones, nos alineamos
más bien con Corwin , quien siguiendo a McIlwain consideró(172),
que en las páginas de Coke el texto en cuestión no podía tener el sig-
nificado que le diera blackstone, pues como sus propias palabras in-
dican, él clasifica el parlamento, esencialmente (“primarily”) como un
tribunal, aunque sea un tribunal que tanto puede hacer nuevo Derecho
como declarar el viejo, y lo que con ello está describiendo Coke no es
un poder y jurisdicción que se halle facultado para dejar de lado dere-
chos a voluntad, aunque tenga competencia para alcanzar a todas las
personas y causas. Además, las ilustraciones que da del “trascendente
poder y jurisdicción del parlamento” no son, de acuerdo con los stan-
dards actuales, ejemplos de poder legislativo en absoluto, (“are not,
by today´s standards, instances of law-making at all”) sino del ejerci-
cio de una especie de jurisdicción de equidad en casos individuales.

también Smith considera muy dudoso que Coke vinculara el


mismo significado a su afirmación que la que le habría de dar
blackstone. Coke, argumenta el citado autor(173), no reconoció ni
una vez la antítesis entre “adjudication” y “legislation”. Coke consi-
deraba que las leyes que el parlamento promulgaba eran análogas a
las decisiones adoptadas por un tribunal, por lo que, consideradas
como tales, no se contemplaban como normas de una naturaleza in-
violable hechas por una legislatura omnipotente, sino más bien como
decisiones de otro tribunal a las que siempre podía hacérseles caso
omiso si contravenían el fundamental law. De esta forma, para Coke,
el parlamento era supremo con tal de que permaneciera dentro de la
esfera del common law.

(172) Edward S. CORWIn: “the <higher Law> background of American Constitutional


Law” (II), op. cit., pp. 378-379.
(173) george p. SMIth, IIº: “Dr. bonham´s Case and the Modern Significance of Lord
Coke´s Influence”, op. cit., pp. 310-311.
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84 REVISTA DE LAS CORTES GENERALES

poco más puede añadirse. Los argumentos expuestos (en positivo


y negativo) creemos que justifican sobradamente que, aún admitiendo
las dificultades a las que ya hemos hecho mención, nos decantemos
por la interpretación que ve en el dictum de Coke la formulación de
la doctrina de la judicial review.

TITLE: Sir Edward Coke, the Bonham´s case and judicial review

RESUMEN: En 1610, en el cuarto argumento del Bonham´s case,


Sir Edward Coke sostuvo: “Y aparece en nuestros Libros, que en muchos
casos el Derecho común controla las leyes del Parlamento, y a veces
debe declararlas nulas, pues cuando una ley del Parlamento es contraria
al Derecho común y la razón, contradictoria o imposible de ser cum-
plida, el Derecho común debe tener autoridad sobre ella y declarar que
tal ley es nula”.

Durante casi un siglo, la doctrina científica viene debatiendo el sig-


nificado del dictum de Coke, particularmente si debe entenderse como
la declaración de la teoría constitucional de la revisión judicial de la le-
gislación o, por el contrario, como la mera formulación de una má-
xima de la interpretación jurídica. Al margen de este debate, no cabe
duda de que en la mente de los colonos americanos, primero, y en el
pensamiento jurídico americano posterior a la Independencia, después,
el dictum de Coke proporcionó una forma de expresión que, tratada
aparte de sus otras ideas, como estaba destinado a serlo por un con-
junto de jueces, comentaristas y abogados, se convirtió en la más im-
portante fuente individual de la noción de la revisión judicial de la
legislación.

El autor, atendiendo a los muy relevantes precedentes medievales; a


la insuficiencia de la teoría interpretativista, entre otras razones, porque
la regla de que “nadie puede ser juez en su propia causa” encarna un
Derecho superior; a la comprensión del dictum en la época de Coke, y
a la falta de la suficiente solidez de las objeciones opuestas frente a la
teoría constitucional con base en los propios escritos de Coke, sustenta
la teoría constitucional de la judicial review.

ABSTRACT: In 1610, in the fourth argument of the Bonham´s


case, Sir Edward Coke argued: “And it appears in our Books, that in
many cases, the common law controls acts of Parliament, and sometimes
shall adjudge them to be void: for when an act of Parliament is against
common right and reason, or repugnant, or impossible to be performed,
the common law will control it, and adjudge such act to be void”.
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SIR EDWARD COKE, EL BONHAM´S CASE Y LA JUDICIAL REVIEW 85

For nearly a century, the scientific doctrine is discussing the meaning


of the Coke´s dictum, particularly if it must be understood as the decla-
ration of the constitutional theory of the judicial review of legislation or,
on the contrary, as a mere formulation of a maxim of legal interpretation.
In the margin of this discussion, it is unquestionable that in the mind of
the american colonists, first, and in the American legal thinking subse-
quent to Independence, afterwards, the dictum furnished a form of words
which, treated apart from his other ideas, as it was destined to be by a se-
ries of judges, commentators, and attorneys, became the most important
single source of the notion of judicial review of legislation.

The author, taking in consideration the very important medieval pre-


cedents, the insufficiency of the interpretativist theory, amongst other
reasons, because the rule nemo iudex in propria causa embodies a
higher law, the understanding of the dictum in the Coke´s time and the
lack of the sufficient soundness of the objections faced with the consti-
tutional theory and grounded on the own writings of Coke, supports the
constitutional theory of judicial review.

PALABRAS CLAVE: Caso de Bonham, Derecho medieval, Dere-


cho natural, Edward Coke, Parlamento inglés, Revisión judicial de la le-
gislación.

KEY WORDS: Bonham´s case, Edward Coke, English Parliament,


judicial review of legislation, Medieval law, natural law.

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