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José Carlos Ortega Pedraza Profesor: Miguel Angel Varela Bonilla

Grupo: 2851 Integración Profesional

EL DISEÑADOR INDUSTRIAL COMO EMPRENDEDOR DE NEGOCIOS

El diseño industrial en general es un gran desconocido pero sobre todo y de forma


más particular lo es para los emprendedores de perfil inventivo. Es decir, para todos
aquellos que generan ideas de forma autónoma y que necesitarán de la industria
para materializarlas o llevarlas a cabo.

Si tenemos en cuenta este desconocimiento y lo sumamos al notable incremento de


este tipo de perfiles durante los últimos años, seguramente motivado por la crisis
que ha obligado a muchos a agudizar el ingenio y/o a buscar ingresos por cuenta
propia, podremos entender que nos hallamos ante un gran problema.

Tenemos por una parte los servicios y por la otra los potenciales clientes pero
ambos no pueden llegar directamente el uno al otro porque no existe una
comunicación clara que los conecte.

Esto provoca una situación muy peligrosa para este tipo de emprendedor puesto
que, al no poder recurrir al canal que sería más adecuado, llaman muchas veces a
puertas equivocadas tras las que les espera un arduo y duro camino que suele
desembocar en nefastas consecuencias.

¿Pero a qué problemas se enfrentan estos emprendedores al no poder canalizar


bien sus ideas? Principalmente a derivar, en la mayoría de las ocasiones, muchos
recursos económicos y mucho tiempo de forma innecesaria. Esto significa
probablemente tener que enfrentarse a problemas emocionales provocados por la
frustración y a problemas económicos por haber soportado un elevado sobrecoste,
ocasionado mayoritariamente, por la mala inversión destinada al desarrollo de una
idea que jamás les dará la rentabilidad esperada.

Está claro que muchas veces no son conscientes del problema al que se enfrentan
porque se enrocan en su propia idea y/o invención. Suelen pensar que su idea es
fantástica, única y genial y que les solucionará la vida. Un pensamiento muy habitual
derivado de la ausencia de estudios de mercado u otro tipo de aproximaciones
tangibles preliminares.

Ante este convencimiento es lógico pensar que harán todo lo posible para llevar a
término su empresa. Ya sea contigo o sin ti.Y está claro que no podemos negar que
en algunos casos es cierto que estarán ante una gran idea pero también debemos
de admitir, por desgracia, que estos afortunados solo representan un escasísimo
porcentaje.

La mayoría de las veces, tras un análisis riguroso y objetivo mediante el que


contrastar las aparentes soluciones técnicas-funcionales así como tras evaluar la
“invención” en relación al problema a resolver, su necesidad y el mercado,
seguramente concluiremos que profundizar y/o empeñarse en el desarrollo de esa
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idea será un camino de resultados desastrosos. Tanto desde el punto de vista


económico como en el terreno emocional, como ya hemos dicho.

Y dado que estadísticamente la mayoría de los emprendedores estarán expuestos a


este duro final, es sumamente importante esforzarnos todo lo posible para
acercarles la gestión del diseño industrial y aquellas disciplinas afines que les
permitan disponer de claros datos sobre viabilidad económica, fabricación, mercado,
función, necesidades u otros.

Pero la realidad es la que es. No llegamos a ellos y lamentablemente la mayoría de


emprendedores y/o inventores no disponen ni conocen este tipo de servicios y/o
recursos.

En parte por la reiterada poca divulgación del diseño industrial pero también porque
desde la propia disciplina este tipo de emprendedor que presenta ideas, invenciones
o propuestas sin ninguna estrategia de mercado establecida aunque si con
excesivas lagunas y preguntas abiertas, suponen normalmente tener que aceptar
-por parte del diseño industrial- una serie de problemas, sobreesfuerzos y
responsabilidades que lógicamente muchos no desean asumir. Así pues, los unos
por los otros, seguimos de espaldas.

Los diseñadores industriales somos conscientes de lo mucho que incide para el


éxito de un producto el hecho de haber dispuesto de una clara estrategia y de una
descripción y/o definición detallada y completa de todos los problemas a resolver.

No es lo mismo someter el proyecto a un briefing repleto de pretensiones


proveniente del departamento de marketing de una empresa, que además ha
configurado una estrategia en base al conocimiento de sus productos, de su
mercado y de sus clientes, que someterlo a la idea personal (y habitualmente vaga)
de una persona ajena a los procesos de diseño industrial, las reglas de los
mercados, los productos, sus necesidades y sus particularidades. Cada
emprendedor buscará en medida de su conocimiento y de sus posibilidades
aquellos caminos concretos que considere que son más aptos para llevar a cabo su
idea. Una idea que ha de generar, presuntamente, enormes beneficios.

Por norma general estos emprendedores centralizan todo su valor en la propia idea.
Cuando recurren a los primeros canales sobre los que avanzar para el desarrollo de
sus ideas suelen aportar muy poca información más allá de unos bocetos muy
básicos. Complementados eso si, con muchas explicaciones orales pero que no
suponen, en absoluto, ni soluciones claras ni fiables ni están contrastadas.

Por si fuera poco, algunos no son ni tan siquiera conscientes de que aquello que
describen ya existe y que con un poco de investigación se hubieran podido evitar el
primer desencanto. Delante de la actitud que suelen mostrar es recomendable
advertirles de que deben aprender a gestionar sus propias ilusiones para que éstas
no influyan de forma determinante y exclusiva en la toma de decisiones.
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Suelen reconocerse como "padres" de una idea exclusiva. Postura que queda
sobradamente demostrada en el celo que muestran en hacerla pública sin antes
tener ciertas garantías de confidencialidad. Piensan, por encima de todo, que su
idea y/o invención es brillante y charlando con ellos podemos vislumbrar el potencial
económico que creen poseer entre las manos.

Suelen intentar patentar estas ideas sin un estudio riguroso que les permita saber si
este trámite merece la pena o directamente es inviable. En realidad dan palos de
ciego. Y sobre el desarrollo de la idea suelen tener dos claras posiciones; una es la
de intentar producir ellos mismos las ideas y la otra es la cesión y/o la venta de los
derechos de esa futura patente. Dos posibilidades que suele además crearles un
gran conflicto interno, causado principalmente por este presunto potencial
económico que van a generar. Y se cuestionan que es lo que les resultará más
beneficioso; si lanzarse a fabricar la idea o vender los derechos. No son capaces de
ver que están "vendiendo la piel del oso antes de cazarlo" y que se hallan inmersos
viviendo el “cuento de la lechera”. Por lo menos hasta una verificación profesional y
global de su idea. Algunos, incluso ya con patentes o registros habiéndo asumido a
la brava los primeros gastos importantes, acuden en última instancia -y de rebote- a
estudios de diseño industrial o ingenierías para materializar sus ideas.
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Relación con el diseño Industrial


Estos profesionales que intervienen en el desarrollo de las ideas y que no tienen
necesariamente porqué profundizar en ciertos aspectos, tales como estrategias de
mercado, distribución, redes, etc..., se limitarán simplemente a proyectar aquello
que el propio emprendedor les traslada. Se limitarán, cómo es lógico por otra parte,
a transcribir esas ideas.

Si asumimos el hecho de que solo un pequeño porcentaje supondrán realmente


buenas ideas, reconoceremos que estos procesos aislados, sin estrategia,
supondrán también un gasto absurdo e innecesario porque tan solo demostrarán,
después de trabajar seguramente meses en el proyecto, que es una idea inviable y
el emprendedor se verá obligado a abortar el desarrollo. No sin antes haber
desembolsado un capital importante.

Otros muchos se aventuran a proponer la producción de esas ideas directamente a


pequeñas industrias o fabricantes que, arrastrados y cautivados por la ilusión del
emprendedor, la esperanza en el funcionamiento de la idea y el privilegio de la
exclusividad, participarán en el proyecto derivando recursos propios y ajenos a
costa del emprendedor. Sumando a la ecuación nuevamente el correspondiente
tiempo y dinero. En definitiva, lo importante es reconocer el peso que la promoción
del diseño industrial y la gestión puede tener en el seno de los emprendedores ya
que permite prever caminos infértiles y simular procesos que pueden soportar
perfectamente las empresas pero que están alejados normalmente de las
posibilidades de los emprendedores.

De esta forma, sea cual sea el camino que un emprendedor inicia para hacer
realidad su sueño, sí que sabrá que no debe empezarlo sin un riguroso y
pormenorizado estudio previo de viabilidad (en todos los sentidos) o estará expuesto
y abocado al más rotundo de los fracasos. Por decirlo de forma coloquial podemos
decir que ciertos aspectos de la gestión del diseño industrial les permitirían no
meterse en harina hasta tener el horno listo. Debemos tomar consciencia de la
enorme importancia de todos estos temas. Consideremos que estamos hablando
normalmente de personas físicas con recursos limitados, a las que un fracaso,
sumado a un notable gasto económico, podría afectarles de forma irreversible.

Por esta razón es sumamente importante abrir el diseño industrial a todas sus
posibilidades y ofrecerle a este tipo de emprendedores el más riguroso de los
asesoramientos. Un estudio general estratégico. Así que debemos aumentar los
esfuerzos de la divulgación en esta línea. Y cuando lleguen a nosotros estamos
obligados a ofrecerles sinceridad y profesionalidad. Explicarles que mediante una
correcta gestión del diseño industrial, no gozarán de garantías al 100% pero si que
lograrán evitar gastos injustificados. Y por encima de todo debemos decirles que su
idea podrá seguir una hoja de ruta objetiva que buscará la consecución de unos
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objetivos claros, mucho más fiables y controlables. O en su defecto se podrá


confirmar su inviabilidad minimizando al máximo el impacto.

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