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f , 'guiente, men cion ar cuáles fue ron los cid o en París pocos d ías antes"
principales criterio s qu e le dieron su Pon en ci as excel ent es: mu chas,
DIBUJOS DE
MAURICIO WATSON 35 que algún día formará parte de un li -
bro. y como tal me conmovió y con-
movió también al público. Un mun-
do e nte ro, íntegras las posibilidades
de la desesperación humana (y todo
ello a partir de una banal elucub~a
ció n literaria en torno al adulter io,
aunque como dice el personaje cen-
tral, citando a Monet: "Son las rela-
ciones entre el tema y yo las que me
inte resan"), enorme la capacidad to-
talizadora del cuento que una leyen-
da negra atribuye exclusivamente a
la novela , surgían a borbotones del
relato de Ribeyro . Como en una gran
lección. Y así sucedió con muchos
otros autores, y por eso , al terminar
el coloquio, tras las ponencias cuya
finalidad fue penetrar a fondo en el
secreto de nuestro cuento actual, las
discusiones que permitieron estable-
cer enriquecedores y muy diferentes
puntos de vista en torno a este géne-
ro, y tantas lecturas de calidad inolvi-
dable, quién no regresó a su casa que se le pidiese habría disparado en lo mismo su repajo le ra weltanss-
convencido -si no lo estaba ya an- el espacio de un minuto, muchas, haung la depositab a e n e l cante jon-
tes- de que había que tomar una muchísimas greguerías, con objeto do, a ratos en la zarzuela y el tango.
nueva actitud ante un género que no de rendirle tributo a usted y recor- Usted habría distraído sus be llos ojos
es mayor ni menor tampoco; que es dar , de pasada, la ingeniosidad impe- repasando su disco te ca. Allí fraterni-
y punto, aunque por breve la gente tuosa de su maestro, y de tantos zaban las ca rtagene ra s con las zaetas,
que confunde cantidad con calidad otros, Ramón Gómez de la Serna. los fandanguillos de Huelva con las
haya pensado alguna vez que había Usted, mientras tanto, habría ex- . mineras de Asturias; y des de luego
allí menor creatividad, menos arte, perimentando una instantánea sim- polos y martinete s tenían su nicho
más pereza, y mucho menos grande- patía por Otaola, cuya verbosidad so- propio, sobre todo si el cantado r era
za. lía configurar mundos en los cuales el Don Antonio Chacó n o la Niña de los
absurdo efectuaba, en manera cense- Peines. Ya usted imaginará cómo era
París, mayo 1980 cutiva, 'pero sin atropellarse, un de gitano Otaola, co nd ició n de ser y
streap-tease tras otro hasta producir la estar bien con Dios y con el du e nde.
impresión de que la tierra es un largo Yeso que su patria e ra San Se bastián
filme rodado porla melancolía que que él trasplantó a Madrid, e l que
empuja hacia la resaca de los tiempos después trajo a Mé xico no sin ant es
idos. . . pasar por San Felipe Torres Mo chas,
Usted , en un respiro de Otaola de donde era la ta mbién llo rada
-que también acostumbraba tomár- Marga rita Paz Paredes.
selos- le preguntaría cualquier cosa Amicísimo de Pedro Garfias, Otao-
en relación con el tiempo presente. la durante muchos años reci bió de-
En este punto, él afocaría con la pre- bido a los oficíos de Garfias, leccio-
cisión del humanista los cambios que nes preciosas sob re lo q ue es el jipío
experimenta el mundo . No disimula- y como debe emitirse. "N o, decía
ría su entusiasmo por la gente joven Garf ías frente a no sot ros, ten ie ndo a
empeñada en penetrar en los pro- la vista a Otaola y Juan Rejano , las co-
blemas que nos acoquinan -palabra rraleras de Manolo Car aco l son ad ul-
sobre la que él, de inmediato, haría teración de la verdad de l cante. El ú-
CARLOS ILLESCAS un juego-e. y juntamente con el en- nico que las cantaba de ve rdad , meti-
tusiasmo mostrado daría dos o tres da el alma en el sol negro del jipío
juicios sobre la última novela de au - fue el Niño de Caravaca."
tor español que había leído. Pero no Pero no crea usted que O taola se
. piense usted , exquisita amiga, que la la pasaba en los tablados de l d iario
cita devendría ociosa, sino más bien ex istir entre cante y cante. Trabaja
compareciera ilustrando el tema de también. Y creo que más de lo nece-
CARTAS A LUCRECIA los hombres que a los 18 o veinte sario. Pero así e ra él. Orgulloso de
años de su edad, asumen la tarea de sus tareas en una Oficina cinema-
rescatar ' e l mundo dé manos de tográfica donde no lo en tendían,
Bella y recordada amiga: Otaola, el gran Otaola, casi casi
transnacionales o gorilas que lo
Otao la no hubiera permanecido in- como una réplica empatizan te del
aplastan. Y es que él fue siempre per-
diferente ante los múltiples talentos sona colocada de frente al mundo Barthleby de Herman Mel ville, des-
que usted despliega, y menos aún de las primerísimas horas de la maña-
que nos hiere.
fren te al encanto que rodea su per- Como todos cuantos lo trataron, na, diga usted las se is, se hallaba
sona co mo un subrayado del arte de frente a su escritorio de trabajo.
usted se percataría de su aseo perso-
vivir. Se hubiera entusiasmado y sin Acompañado nomás por los prime-
nal, é ste acentúado po r ropas bien
cortadas a la antigua usanza. Deseo ros co lo res del alba leía todos los li-