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Don Quijote de La Mancha es una obra que explora distintos formatos y fórmulas comunes
sentimental, la italiana y la poesía lírica amorosa; incluso llega al punto de hacer alusión sí
libro que habla de libros o, mejor dicho, literatura sobre literatura; basta con notar como su
protagonista adopta el estilo de vida de un caballero andante debido a la obsesión que tenía
por estas historias. Todas las referencias mencionadas no se quedan sólo en una parodia,
relación que tienen con la realidad, un tema que desde la antigüedad clásica ha sido objeto
Mi propósito con este trabajo es usar algunos capítulos de la obra de Cervantes para
lograrlo partiré de una breve revisión del concepto de “mímesis” y “verosimilitud” desde el
periodo histórico de Platón y Aristóteles hasta los tiempos de Cervantes, esto servirá para
hacer una comparación entre ambas disciplinas, la cual destacará tanto sus diferencias
Para empezar, hay que aclarar que el concepto de mímesis es usado por primera vez
en la obra de Platón, quien emplea este término con un sentido peyorativo, ya que le sirvió
a él y a muchos otros para dar una explicación al problema del arte desde una visión
valor, en especial la poesía “porque ella representa las apariencias más que las verdades y
nutre los sentimientos antes que la razón.” (Meyer, 62). En pocas palabras, no produce una
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imagen fiel de la realidad, sino que sólo se limita a intentar serlo, lo que, sin ser la intención
imitación de la naturaleza, sólo que se refiere a ella como la técnica que necesita el artista
para distinguir al arte de las demás actividades humanas (1447ª), además de introducir el
concepto de verosimilitud, que se explorará más adelante con mayor detenimiento. Por el
momento basta con mencionar que se refiere a un ajuste que se hace en el argumento para
que sea creíble, teniendo como modelo a seguir las leyes de la realidad (Pérez, 708).
histórica y metafísica, sino por no concordar con la verdad absoluta que presentan los
textos de la biblia, cayendo en lo inmoral; además de temer por sus efectos, que son
Barroco, se apegaría más a los preceptos establecidos por Aristóteles, sin embargo, se
buscaría ir más allá, debido a que la imitación ya no se restringe a sólo crear una
representación apegada a la existencia en sí, sino que consigue separarse de ella para
formar una nueva, un mundo alternativo, una segunda naturaleza, muy propio de los
hombres del siglo XVI que buscaban una forma de trascender en el mundo transformándolo
construye teniendo en cuenta las posibilidades establecidas por el mismo autor, por lo que
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En el caso de Cervantes, el cambio de paradigma respecto a la mímesis representa la
gran propuesta estética de su momento, ejemplo de ello se nota fácilmente en sus obras, en
especial en Don Quijote, por ejemplo, en el capítulo XLVII de la primera parte se presenta
al personaje del canónigo, quien sabe reconocer las cualidades que hacen que una obra
literatura, dependerá únicamente de las proporciones que guarde entre sí, dicho de otra
Más adelante, el mismo Canónigo continúa desarrollando esta idea, terminando por
“Hanse de casar las fábulas mentirosas con el entendimiento de los que la leyeren,
escribiéndose de suerte que facilitando los imposibles, allanando las grandezas,
suspendiendo los ánimos, admiren, suspendan, alborocen y entretengan, de modo
que anden a un mismo paso la admiración y las alegrías juntas: y todas estas cosas
no podrá hacer el que huyere de la verisimilitud y de la imitación, en quien consiste
la perfección de lo que se escribe.” (I, 47, 490 – 491).
Este pasaje termina por reafirmar el interés de Cervantes por lograr un dominio de la
emoción y alegría en el lector con sucesos maravillosos, pero claro, como se ha insistido,
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Con todo lo expuesto hasta este momento se puede afirmar que la nueva visión
creativa que proponen los autores del Renacimiento es también la gran diferencia entre la
deslindar sin problema de la realidad y su verdad. Esta premisa la explora uno de los
primeros capítulos de la segunda parte de la obra, la cual juega aún más con las fronteras
entre lo real y lo ficticio ya que Sancho y don Quijote se entienden a sí mismos como
Mancha dentro del mundo diegético de la novela como un libro de Historia, lo cual llama
obviamente la atención de Alonso Quijano por lo rápido que se escribió así como por los
problemas que él tiene con cómo se cuentan algunas cosas, haciendo alusión, a forma de
queja, el poco parecido con las grandes epopeyas de la antigüedad (II, 3, 566 - 569) a lo que
Carrasco le responde:
“Así es— replicó Sansón—, pero uno es escribir como poeta, y otro como
historiador: el poeta puede cantar o contar las cosas, no como fueron, sino como
debían ser; y el historiador las ha de escribir, no como debían de ser, sino como
fueron, sin añadir ni quitar a la verdad cosa alguna.” (II, 3, 569)
Lo que le explica el joven estudiante a don Quijote, como se vio anteriormente, es algo que
proviene de la tradición aristotélica, pues esta parte pareciera ser una paráfrasis de la
historiador y el poeta no se diferencian por expresarse en verso o e prosa […] sino por esto:
por decir el uno lo que sucedió y el otro lo que podría suceder.” (Aristóteles, 1451b). Ese
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debería ser, aunque imposible pero verosímil, tiene como finalidad causar deleite y alegría
Ahora bien, queda claro que en Don Quijote se aboga por el uso de la verosimilitud,
pero, ¿Qué es lo que hace verosímil a esta obra en concreto? Pues, ciertamente se trata de
un mundo que fue creado por su autor, el cual funciona bajo sus propias reglas,
narración, así como sus defectos; la principal de ellas es sin duda aquello que se le reprocha
La manera en que se nota esta postura dentro del relato es de dos maneras: una en el
nivel del diálogo, es decir, en las interacciones entre los personajes y la segunda se presenta
en el narrador. Del primero sirven de ejemplo los muchos ataques que algunos de sus
actores hacen a la ficción por parecerles un engaño, pero la más directa, pues se construye
sin desdeñar a otras materias, es la siguiente intervención del caballero andante: “La
historia es como cosa sagrada, porque ha de ser verdadera, y donde está la verdad, está
Por otro lado, la segunda es las más recurrente, pues es visible en varios de los
comentarios que hace el narrador, en ellos, a partir de elogios y un constante uso de las
palabras “verdad” o “verdadera”, se insiste en hacer creer al lector que lo que está leyendo
sucedió de verdad, en específico casos como este: “Cide Hamete promete de contar con la
puntualidad y verdad que suele contar las cosas de esta historia, por mínimas que sean.” (II,
48, 908).
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Pese a que todas estas afirmaciones se repitan constantemente no representan un
elogio a la Historia, en realidad son todo lo contrario, ya que se tratan más bien de una
burla en el que la ironía de los sucesos revela sus contradicciones. Con esto, Cervantes
demuestra que dichos problemas la acercan más a la ficción de lo que se podría pensar.
narran las aventuras de don Quijote es la prosa, un hecho que para los lectores del siglo
XXI no causa ninguna confusión, pues mucha ficción es escrita de esta manera, sin
embargo, para la gente del siglo XVI y XVII no era tan sencillo, sobre todo para aquella
que no tenía acceso al conocimiento de la teoría literaria de su momento, sin olvidar que
todos los documentos jurídicos, es decir, de carácter oficial, se escribían de ese modo
La palabra escrita en prosa fue por lo tanto un indicio de veracidad, aspecto que se
ve respaldado por las normas que debían seguir todos los libros impresos legalmente, lo que
bastaba para pensar que el texto que se tenía en las manos había de contar las cosas tal y
como sucedieron, como lo evidencia la idea del ventero respecto a los libros de caballerías,
“¡Bueno es que quiera darme vuestra merced a entender que todo aquello que estos
buenos libros dicen sean disparates y mentiras, estando impreso con la licencia de
los señores del Consejo Real, como si ellos fueran gente que habían de dejar
imprimir tanta mentira junta, y tantas batallas, y tantos encantamentos, que quitan el
juicio!” (I, 32, 325).
Esto demuestra que la Historia no era una cosa que todo el mundo tuviera clara, además de
parecer indicar que la ficción se sobrepone a ella por lo que logra causar en sus lectores.
El segundo y más grave problema que tiene la Historia es que, como menciona
Wardropper, “[...] no es en absoluto tan cierta como nos gustaría que fuera.” (Don Quijote:
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¿ficción o historia?). O por mejor decir, no logra cubrir a la verdad en su totalidad. En Don
Quijote existen una serie de indeterminaciones que respaldan esto, pues hacen que el lector
incluso los propios personajes se muestran escépticos sobre lo que sucedió. El supuesto
“todas las aventuras hasta aquí sucedidas han sido contingibles y verisímiles, pero
esta de cueva no le hallo entrada alguna para tenerla por verdadera […] Tú, lector
[…] juzga lo que te pareciere, que yo no debo ni puedo más” (II, 24, 734).
Es ahí que el autor original reconoce los límites de su profesión, dejando la responsabilidad
en sus lectores, quienes a partir de su criterio deberán decidir si aceptarlo como un hecho
verídico o no. Si la respuesta fuera que no implicaría que la línea que divide a la verdad de
la mentira ha sido borrada, es decir, que no se puede conocer la realidad, una cuestión que
Pero, entonces, si la Historia miente ¿en qué se puede creer? Es ahí que la ficción
toma su lugar, ya que ella no miente porque no dice la verdad, más bien, no le interesa
43). La literatura posee su propia verdad, una verdad poética, ésta va más allá del
empirismo, los datos exactos y las fuentes oficiales. Ella al no restringir la imaginación se
“La poesía, señor hidalgo, a mi parecer es como una doncella tierna y de poca edad
y en todo extremo hermosa, a quien tienen cuidado de enriquecer, pulir y adornar
muchas otras doncellas, que son todas las otras ciencias, y ella se ha de servir de
todas, y todas se han de autorizar con ella” (II, 16, 666).
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El poeta, siguiendo esta lógica, debe ser capaz de abarcar el resto de conocimientos
humanos con los cuales podrá nutrir a su arte para lograr conseguir una verdad elevada.
En este sentido, don Quijote no es sólo una novela detractora de los libros de
caballerías como quiere hacer parecer Cervantes, sino que es también un conjunto de
formas de verdad que se atreven a explorar con profundidad la naturaleza humana a través
de sus personajes. Es por eso que aún hoy en nuestros días se sigue hablando del amor y la
imagen que don Quijote tenía de Dulcinea, o sobre su sincera amistad con su escudero
Sancho Panza, así como de como murió, triste, cuerdo y rodeado de la gente que más quiso.
Amor, belleza, amistad y muerte. Todos son temas que tienen sentido y lo seguirán
filosófico en el que se duda constantemente sobre si aquello que se sabe real, puede
entenderse como tal. A partir de ello, la literatura se ha liberado de cumplir con esta
ambición pues Don Quijote y la ficción en general, con sus propias herramientas, como la
verosimilitud, no se encargan de cubrir una verdad objetiva y exacta como pretende hacerlo
Bibliografía
Aristóteles. Poética, Editado por Teresa Martinez Manzano y Leonardo Rodríguez Duplá.
Madrid: 2020.
Cervantes Saavedra, Miguel de. Don Quijote de la Mancha. Editado por Francisco Rico.
Madrid; México: Real Academia Española, 2015.
Meyer Howard, Abrams. “Orientación de las teorías críticas”. Teoría literaria: Antología
de lecturas. Eds. Adriana de Teresa Ochoa. México: FFyL/Bonilla Artigas
Editores/UNAM, 2010, pp. 143-170.
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Miraña, Rogelio. “Los triunfos de la verosimilitud”. La verosimilitud en el Siglo de Oro:
Cervantes y la novela corta. Newark, Delaware: Juan de la Cuesta, 2002, pp. 19 –
70.
Pérez, Ramón Manuel. “Los filos de la verosimilitud: Cervantes y la ficción moral del siglo
XVII”. Visiones y revisiones cervantinas, 2011, pp. 705 - 716,
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4810603
Wardropper, Bruce. “Don Quijote: ¿ficción o historia?” Centro Virtual Cervantes
https://cvc.cervantes.es/literatura/quijote_antologia/wardropper.htm Consultado el
26 de mayo de 2022.