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Sagardoy Legal News

Abril 2022

EL FIN DE LA OBLIGATORIEDAD DE LAS MASCARILLAS -O NO- EN LA


EMPRESA
El Real Decreto 286/2022, de 19 de abril, por el que se modifica la obligatoriedad del
uso de mascarillas durante la situación de crisis sanitaria ocasionada por la COVID-19 -BOE de
20 de abril de 2022-, con una entrada en vigor prevista para el mismo día de su publicación,
supone, a priori, el fin del uso obligatorio de la mascarilla en interiores.

Gemma Frabregat Monfort


Of Counsel

Su artículo único se refiere expresamente a la referida modificación de los supuestos de


obligatoriedad del uso de mascarillas durante la situación de crisis sanitaria ocasionada por la
COVID-19.

La obligación de uso de mascarillas (se dice expresamente), hasta ahora regulada en el Real
Decreto 115/2022, de 8 de febrero, por el que se modifica la obligatoriedad del uso de mascarillas durante la
situación de crisis sanitaria ocasionada por el COVID-19, dispuesta en los apartados 1 y 2 del artículo 6 de la
Ley 2/2021, de 29 de marzo, de medidas urgentes de prevención, contención y coordinación para hacer frente a
la crisis sanitaria ocasionada por el COVID-19, queda establecida en lo sucesivo en los siguientes términos:

1. Las personas de seis años en adelante quedan obligadas al uso de mascarillas en los siguientes
supuestos:

a) En los centros, servicios y establecimientos sanitarios según lo establecido en el Real Decreto


1277/2003, de 10 de octubre, por el que se establecen las bases generales sobre autorización de centros,
servicios y establecimientos sanitarios, por parte de las personas trabajadoras, de los visitantes y de los
pacientes con excepción de las personas ingresadas cuando permanezcan en su habitación.

b) En los centros sociosanitarios, los trabajadores y los visitantes cuando estén en zonas compartidas.

c) En los medios de transporte aéreo, por ferrocarril o por cable y en los autobuses, así como en los
transportes públicos de viajeros. En los espacios cerrados de buques y embarcaciones en los que no sea
posible mantener la distancia de 1,5 metros, salvo en los camarotes, cuando sean compartidos por núcleos
de convivientes.

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Eliminándose, en consecuencia, del precepto legal, la referencia a la obligatoriedad en el
uso de mascarilla en cualquier espacio cerrado de uso público o que se encuentre abierto al público,
expresamente contempladas tanto el art. 6.1.a. de la Ley 2/2021, de 29 de marzo, de medidas
urgentes de prevención, contención y coordinación para hacer frente a la crisis sanitaria
ocasionada por el COVID-19 -BOE de 30 de marzo de 2021- como el artículo único, apartado
1.a. del Real Decreto 115/2022, de 8 de febrero, por el que se modifica la obligatoriedad del uso
de mascarillas durante la situación de crisis sanitaria ocasionada por el COVID-19.

Podría interpretarse, en una primera lectura, que a partir del día 20 de abril de 2022, y
más allá de las excepciones prevista expresamente a las que me referiré más adelante, el uso de
la mascarilla deja de poder ser exigible en las empresas cuya actividad no se encuentra
expresamente referida en el mandato legal.

Con todo, esta sería una primera lectura apresurada e incorrecta. De hecho, si bien no
en el articulado, el RD 286/2022, sí se refiere expresamente al uso de las mascarillas en el
entorno laboral. Y lo hace subrayando que, si bien su uso por regla general, no resultará
preceptivo, esta obligatoriedad resultará exigible cuando los responsables en materia de
prevención de riesgos laborales, de acuerdo con la correspondiente evaluación de riesgos del
puesto de trabajo, así lo consideren.

Es decir, que en el referido RD 286/2022 se contemplan dos realidades distintas: de un


lado, cabe referir la realidad de las empresas que en función de su especial actividad quedan
exceptuadas de la voluntariedad en el uso de las mascarillas por mandato normativo; de otro, las
que pueden y deben exigir la mascarilla porque así lo determina el servicio de prevención de
acuerdo con la evaluación de riesgos laborales. Veámoslo.

A) Empresas que quedan exceptuadas de la voluntariedad en el uso de la mascarilla


por mandato normativo:

El RD 286/2022 expresamente determina que sigue siendo preceptivo el uso de la


mascarilla para:

a) Trabajadores, pacientes y visitantes de centros, servicios y establecimientos sanitarios, tanto


públicos como privados en los términos del Real Decreto 1277/2003, de 10 de
octubre por el que se establecen las bases generales sobre autorización de centros,
servicios y establecimientos sanitarios -hospitales, centros de salud, clínicas dentales,
consultas médicas, etc.-. No resultando exigible para los pacientes ingresados
cuando permanezcan en su habitación, parece que aunque esta sea compartida.
b) En los Centros sociosanitarios, será obligatoria para empleados y visitas en las zonas
compartidas. No para las personas que viven en las residencias, pues se presume que
el centro es su residencia habitual, su casa, por lo que para las personas internas que
viven en las residencias no resultará exigible el uso obligatorio de la mascarilla.

c) Trabajadores y usuarios del transporte público, entendiendo como tal el transporte


aéreo, por ferrocarril o por cable, el transporte público de viajeros. Igualmente
resultará exigible en los espacios cerrados de buques y embarcaciones, cuando no se
pueda mantener la distancia de seguridad. No obstante, esta obligación de utilización
de la mascarilla no se mantiene para los andenes y estaciones de viajeros.

B) Empresas que pueden y deben exigir la mascarilla porque así lo determina el


servicio de prevención de acuerdo con la evaluación de riesgos laborales
Las empresas no incluidas en las excepciones expresamente mencionadas en el artículo
único del RD 286/2022 quedan a priori exceptuadas del uso de las mascarillas salvo que el
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servicio de prevención determine lo contrario de conformidad con la evaluación de riesgos
en la empresa.

Es decir, a priori, en el ámbito laboral la mascarilla no será obligatoria. Pero, en función


de ciertas circunstancias concurrentes tales como la buena o mala ventilación; la distancia
entre las personas; la existencia o no de espacios cerrados donde pueda haber
aglomeraciones, etc. puede establecerse su obligatoriedad según determine el servicio de
prevención de riesgos laborales.

Es lo que, por ejemplo, puede ocurrir en lugares como centros comerciales,


supermercados, tiendas, bancos, cines, teatros, museos, bares, restaurantes, centros
educativos o similares donde puede haber confluencia de clientes, al menos, en ciertos
momentos o franjas horarias. En casos como estos, y en cualesquiera otros, industria
incluida, en los que por las características concurrentes en la prestación del servicio y según
la evaluación de riesgos laborales se entienda necesario el uso de la mascarilla por parte de la
plantilla en aras de garantizar la seguridad y salud, la empresa, siguiendo las pautas fijadas
por el correspondiente servicio de prevención de riesgos laborales, exigirá el uso preceptivo
de la mascarilla. En ese caso, la plantilla de la empresa – al margen de lo que
voluntariamente realicen los clientes, proveedores, etc.- deberá cumplir con la orden
empresarial que se emita al respecto, pudiendo ser objeto de sanción cualquier
incumplimiento que se produzca en ese sentido.

Por otra parte, y si bien es el empresario el responsable ex art. 14 LPRL de garantizar la


seguridad y salud en el trabajo y, por tanto, el que debe cumplir con cuanto se determine al
respecto de la obligatoriedad de las mascarillas por parte del servicio de prevención, sería
recomendable, en los casos en los que fuese posible, pactar con la RLT la política que va a
seguir la empresa a este respecto. Fijando en un acuerdo las pautas a seguir respecto al uso
de la mascarilla en el lugar de trabajo, esto es, cuándo y dónde debe ser obligatorio su uso y
en qué condiciones resultará exigible y en que otras se podrá, en su caso, exceptuar la
obligatoriedad en su uso. En aras de mantener cierta paz laboral y una mayor aceptación de
la medida por parte de la plantilla puede ser ciertamente positivo alcanzar un acuerdo entre
la empresa y la RLT a este respecto.

En todo caso, ni la negociación ni el acuerdo con la RLT es obligatoria. La


responsabilidad de garantizar la seguridad y salud en el trabajo recae, como se acaba de
mencionar, en la dirección de empresa, que es la que debe garantizar la seguridad y salud de
la plantilla ex art. 14 LPRL. De donde sigue que, cuando no haya RLT o cuando no se
llegue a un acuerdo con esta, o simplemente cuando no se considere conveniente abrir un
periodo de consulta y negociación, igualmente deberá fijarse por la dirección de la empresa
unas pautas, un protocolo, a propósito del uso u obligatoriedad de la mascarilla en la
empresa de mantenerse su obligatoriedad por parte del servicio de prevención de riesgos
laborales.

De ser así, la plantilla quedará obligada a cumplir con cuanto se fije por la dirección de la
empresa o en el acuerdo con la RLT. Y su incumplimiento será objeto de sanción
disciplinaria de acuerdo con el cuadro de infracciones y sanciones que resulten de
aplicación.

Lo que resulta evidente, una vez más, es que ante la inseguridad jurídica que comporta
toda decisión empresarial como esta, en la que deben tomarse en consideración las
circunstancias concurrentes en cada caso, lo más conveniente e importante es seguir las
pautas que marque el servicio de prevención de riesgos laborales. De hecho, y aunque
implícitamente se deduce de lo hasta ahora expuesto, es importante subrayar que a este
respecto la posible imposición de la obligatoriedad en una concreta empresa debe depender
de cuanto decida el servicio de prevención que es, en última instancia, el responsable de
valorar de acuerdo con la evaluación de riesgos laborales si en un determinado contexto
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estas resultan imprescindibles para garantizar la seguridad y salud de la plantilla. Si el
servicio de prevención, en atención a las circunstancias concurrentes y la evaluación de los
riesos, no entiende que en la empresa en cuestión sea necesario seguir usando la mascarilla,
la empresa no podrá imponer la medida a sus trabajadores, ni siquiera con acuerdo con la
RLT.

Y lo mismo ocurre a la inversa: si el servicio de prevención determina que sí debe ser en


la empresa en cuestión obligatorio el mantenimiento del uso de la mascarilla, la empresa
deberá garantizar que se cumple con estas instrucciones imponiendo su uso obligatorio a
toda la plantilla.

Lo que determine el Servicio de Prevención es fundamental en esta cuestión. No en


balde, como se decía, es el responsable de la seguridad y salud en el trabajo. De ahí que toda
decisión de la empresa a este respeto deba condicionarse a lo que este considere en cada
caso. Solo así se le dota de cierto sentido, objetividad y razonabilidad a la adopción de una
decisión empresarial -u otra- por mandato de una regulación que, por condicionar la
obligatoriedad de una medida -en este caso, la mascarilla-, a las circunstancias concurrentes,
introduce una gran dosis de inseguridad jurídica.

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