Se puede afirmar desde Bakunin que la libertad es ejercicio social de igualdad.
Esto significa que el ejercicio de la libertad para los anarquistas es la práctica de las autonomías que nos singularizan como actores sociales bajo un amplio marco nivelador. Esta nivelación social refiere a que la sociedad provea de las mismas condiciones económicas y sociales para el autodesarrollo. La autonomía del yo/singularización hace referencia a las capacidades inmanentes y particulares de cada actor, sean físicas o de conciencia. Esta libertad positiva es una libertad individual de hacer lo que consideremos mejor según nuestro marco ético.
La libertad social es una potencia colectiva que implica el ejercicio común de la
gestión de los intereses de la comunidad respetando cada una de las voluntades/libertades individual sin coacción externa o estructuras de dominación implícitas o explícitas permitiendo que el sujeto actúe sin restricciones, la libertad social del anarquismo parte del democrático balance entre estas dos libertades, permitiendo que la autonomía individual y sin límites sea una práctica concreta que se reconoce como potencia desde el Otro.
La libertad social se vincula con la autonomía de todos, trascendiendo así al
pensamiento liberal de mera autonomía individual mediada por el Estado y se convierte en una filosofía de vida que se construye entre toda la comunidad. La libertad se cimenta en la solidaridad puesto que la libertad no significa independencia de la comunidad, de otro modo la comunidad al estar escindida de las opresivas formaciones del Estado se reencuentra consigo misma. Esto significa que la libertad de los anarquistas es incompatible con el ejercicio de la autoridad.
Que es el anarquismo y que podría aportar a una realidad como la mexicana
El anarquismo es una relación social y, por tanto, excede a la simple actividad o
una la filosofía política, pero puesto que, y a pesar de, abreva de estas dos nociones el anarquismo en tanto que relación social les tensiona para volverse un modo de concebir la vida y una actividad por la transformación de la vida cotidiana que en el centro de esa actividad excede la mera transformación de lo cotidiano como acto aislado: es una práctica de libertad en común.
Lo que busca desarrollar el anarquismo es que la sociedad sirva a la humanidad,
como conjunto, y a los individuos singulares y no desde el sentido estatista en el cual cada individuo sirve a la sociedad en un rol específico. La sociedad anarquista se organiza desde la libertad e igualdad de manera racional, ya que se opone a la dominación abstracta de las jerarquías sean naturalizadas o positivizadas en leyes.
La libertad e igualdad de los anarquistas se centra en los aspectos económicos,
sociales y políticos como ejes primarios de la acción libertaria. Llevando esto a la acción de abolir la propiedad privada de los medios de producción y por tanto de la apropiación común y colectiva del capital y la tierra.
La sociedad anarquista se basa en la gestión consensuada y racional de los
recursos y materiales, descarta la violencia impositiva de decretos, leyes y decisiones unipersonales. Ricardo Flores Magón llegó a afirmar que el pueblo mexicano rechaza la autoridad burguesa por forma casi instintiva no hay figura más detestable que la del gendarme, afirmaba. Al mismo tiempo aseguraba que indígenas y mestizos de extracción campesina hacen de su norma natural el apoyo mutuo, la solidaridad y el derecho común de los medios de existencia.
En la sociedad mexicana contemporánea el anarquismo tensiona el espacio de la
política institucional y si bien hay movimientos abiertamente anarquistas, en el contexto nacional es percibible un sentido común anarquista que atraviesa movimientos sociales diversos como lo pueden ser colectivos de madres buscadoras, organizaciones ambientalistas o de defensa de los derechos reproductivos de las mujeres, en los que el anarquismo se muestra implícito en sus contraexigencias al Estado y en sus formas organizativas. Quizá el pueblo mexicano sí sea apto para la anarquía.