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2a. LECTURA y CUEST. Ética Posmoderna y Der. Humanos
2a. LECTURA y CUEST. Ética Posmoderna y Der. Humanos
Miguel Eduardo
Morales Lizárraga
2019
A la historia de la filosofía le sucede algo parecido a lo que le sucede a la historia del arte: a un
movimiento “racional”, le sucede un momento “irracional”. Al arte clásico le sucede el arte
barroco, al cual le sucede el arte neoclásico y así sucesivamente.
En filosofía podemos distinguir una sucesión semejante entre: empirismo, racionalismo,
positivismo, hermenéutica, etcétera. Es esta sucesión temporal lo que hace que, tanto el arte
como la filosofía se desarrollen. Si se mantuvieran las estructuras racionales para siempre, sin
la crítica posracional, habría un estancamiento generalizado. Pero si la crítica no es temporal,
podría haber, incluso un retroceso histórico.
En filosofía como en el arte ni las victorias ni las derrotas son para siempre. Las corrientes
filosóficas y los estilos artísticos, es común, que resuciten transformados o, mejor dicho,
redeterminados. De modo que, tanto uno como otro, la razón y la posrazón solo son
momentos relativos del proceso histórico de la filosofía y del arte, pues el verdadero absoluto
es lo relativo de lo relativo, según Hegel.
Se reconoce que el ser persona es una forma de ser, estar, existir en el mundo, que ese ser
persona es necesario a la permanencia de esa forma de ser, y que debe ser por tanto
respetado y protegido. La ley señala que el ser humano es persona porque reconoce que lo es
y no se es persona porque una ley lo señale o se deja de serlo porque la ley lo omita.
Sabemos que la ética de la modernidad no es solo una, que hay muchas teorías éticas. Pero
también postulamos para efectos de unir estas ideas que la modernidad tiene ciertas
características que son comunes a todas las teorías que han sido producidas y se siguen
produciendo en su seno. Sostendremos que la modernidad está basada en los presupuestos de
una lógica formal, en una metodología más analítica y una actitud más epistemológica, con un
horizonte antropológico basado en el presupuesto del individualismo egoísta y en el
pensamiento cartesiano.
La ética moderna, sostenemos, es una ética epistemológica formal. O sea, su intención es
obtener conocimiento y, por tanto, define a la ética como una ciencia, como una
epistemología particular que estudia un sector particular de la realidad constituido por el
fenómeno moral humano entendido éste a su vez como costumbres, formas de vida, culturas.
El modelo de ciencia de la modernidad, que tomamos para ello es el modelo empírico,
analítico e inductivo, que toma a la realidad como cosas cuantificables y medibles, como
objetos materiales. La ética moderna intentará analizar las costumbres humanas, dividirlas en
sus componentes más simples, los actos reiterados, o tomados en conjunto, como costumbres
o culturas, de las que puede tomar o no también, los conceptos repetidos o comunes a todas
ellas, comparando estos elementos e induciendo definiciones y principios generales en una
especie de síntesis.
Estas operaciones que efectúa la ética moderna, las realiza tomando como guía y estructura de
composición de conocimientos a la lógica formal y sus principios, por lo que, y una vez
establecidos los principios éticos axiomáticos, obtenemos una ética de no contradicción que
pretende coherencia y completitud y que excluye a las formas de vida que no se ajusten a los
parámetros establecidos en los principios inducidos. Este tipo de ética termina siendo
instrumental y pasto fértil para el uso opresivo de sus formulaciones.
Frente y como complemento necesario de una ética moderna, formal, racional, cuantitativa,
de no contradicción, excluyente, planteamos una ética posmoderna material, razonable,
cualitativa, contradictoria e incluyente.
El ser humano es un ser en relación y esas relaciones pueden ser positivas o negativas, de
buena o mala calidad, en el sentido de fomentar la funcionalidad estable y la integridad del
sistema o de desintegrarlo. Los valores son así, cualidades estructurales, emergentes del
sistema relacional humano, de la estructura social y personal del ser humano. Estos pueden
ser positivos como la dignidad y la libertad, o negativos como las dimensiones de la opresión,
la exclusión, marginación, imposición, explotación y violencia.
La ética posmoderna que delineamos es tal que complementa y redetermina la ética
autónoma individualista de la modernidad con la heteronomía y la alteridad “descubiertas” en
la posmodernidad, en la que la otredad toma un lugar muy significativo en la comprensión del
sujeto y de lo que es lo suyo y no lo es. La estructura del sujeto tiene como parte esencial la
estructura social y, ambos, como sistemas funcionales o disfuncionales tienen cualidades
estructurales. La comprensión de la estructura de la sociedad y de la estructura del sujeto
como fractales es importante en este desarrollo.
La libertad y la dignidad no son esencias que estén solamente inherentes en cada individuo
con independencia de su relación de los otros e inclusive como producto de su
independización de la otredad. La libertad no es indeterminación ni la dignidad una excelencia
ontológica que coloque al ser humano por encima de los demás seres de la naturaleza. La
libertad y la dignidad, que son dimensiones interdependientes (no hay dignidad sin libertad y
viceversa) son cualidades estructurales del ser humano sí, pero, al ser parte de la estructura
ontológica del sujeto individualmente tomado, la estructura social que le debe ser
interiorizada (cómo superyó que sirva de base para ir configurando un yo siempre móvil y
transformable), la libertad-dignidad son cualidades que emergen en relación con la otredad,
no en pura autonomía sino también en heteronomía.
La libertad es una dimensión de la responsabilidad, de la respuesta hábil al otro y de la
disposición de responder de manera correcta a la presencia del otro. Esa disposición
actitudinal hacia el otro es el reconocimiento de que es otro que yo, digno de respeto y que de
ese respeto interdepende nuestra propia posibilidad de libertad y dignidad. Libertad no como
independencia e indeterminación sino como determinabilidad y autodeterminabilidad y
dignidad no como una excelencia ontológica (es una simple diferencia) sino como posibilidad
de transformación de sí y del entorno.
La propuesta de Morales Lizárraga (2019), es que las generaciones de derechos humanos han
fracasado en su operatividad o efectividad ya que el marco en el que se insertan de la cultura
occidental y el derecho moderno no les es un suelo propicio o fértil para ello. Mientras el
sistema occidental sea un sistema económico y de consumo, los derechos humanos serán
privilegios que solo las personas con capacidad de consumo podrán comprar.
La teoría generacional es buena para explicar la historia de la concepción de los derechos
humanos en occidente moderno, así como sus reivindicaciones, pero no para explicar su
ontología y su fenomenología. Los derechos humanos supuestos como conceptos
normativizados formalmente en catálogos resultan inoperantes, es decir, no tienen efectividad
ni fuerza, no poseen vigencia sociológica pues el marco cultural en el que surgieron, la cultura
afirmativa que causa malestar, la sociedad capitalista de consumo adictivo no es propicia para
ellos. El objeto del derecho moderno es proteger y dar seguridad a transacciones comerciales,
a la acumulación de capital, no a la protección de personas. Al estar divididos en catálogos y
verse solo como normas jurídicas y estas solo como normas con posibilidad de coacción, los
derechos humanos terminan siendo privilegios del mejor postor.
La teoría unitaria de los derechos humanos está basada evidentemente en la unicidad del
fenómeno como cualidad emergente de las relaciones funcionales humanas. Lo que
conocemos positivado en normas y principios como derechos humanos son las
conceptualizaciones y significaciones de diferentes dimensiones del mismo fenómeno bajo
diferentes circunstancias y disposiciones relacionales humanas. Así, los derechos humanos en
plural son interdependientes, indivisibles, tal como lo son los seres humanos y la humanidad
misma.
La introducción de una concepción como esta de los derechos humanos y del derecho solo es
compatible con un modelo principialista de la Constitución y con un cambio en el modelo de
Estado, es decir, es compatible con lo que se ha dado en llamar neoconstitucionalismo y con
un Estado Democrático y Constitucional de Derecho. El modelo de Estado tradicional, legalista
que identifica derecho con Estado con producción formal monopolizada, que identifica
igualmente Estado con gobierno, gobierno con gobernantes, poder, con dominio y a los
gobernantes como funcionarios, una elite separada del pueblo no es para nada compatible con
la teoría de los derechos humanos que pintamos alineada con la teoría ética que hemos
construido. Los derechos humanos resultan así límites y legitimadores del poder.
La ética posmoderna se caracteriza por la apertura hacia todo tipo de conductas, de morales,
no presenta de límites en el tiempo y espacio; distingue claramente entre ética y moral,
motivo por el cual se aleja de imponer una moral determinada. Las morales son producto del
tiempo, del espacio, de la cultura y, por lo tanto, muy variadas. La ética no. No en el sentido de
que sea única si no de que es compartida, es la condición de posibilidad de toda moral. Esta
constituye una cualidad emergente del ser humano; quien es ético por naturaleza, es y se hace
por virtud de sus hábitos; es permanencia, pero al mismo tiempo en constante transformación.
La ética posmoderna arroja la responsabilidad al ser humano, como aquella virtud de
responder frente al otro, a su llamado, alejándose de cierta manera de la dogmática jurídica,
de las reglas morales y religiosas. El ser humano rige y debe regir su conducta después de
percibir el llamado, cuando se enfrenta al fenómeno y en función de ello, decide el sentido de
su conducta. Los modelos teóricos de la modernidad han perdido crédito, la dogmática, el
método científico, los sistemas axiomáticos, el modelo del hombre según el pensamiento de
occidente, entre otros factores. Por lo tanto, la ética posmoderna debe ser vista desde otra
perspectiva, y utilizar instrumentos poco convencionales, ajenos a la métrica y más apegados
al lado sensible del ser humano. Sentir amor, cariño, gratitud es muy humano; esto no es
posible verificarse a través del método científico y, sin embargo, existe.
El hombre no solo es razón, también sentimiento y pasión, esto debe reconocer al ser humano
como algo particular de él; o suyo y no únicamente como atribuido de éste. Por ello
necesitamos reconocerle su dignidad, y lo inherente al ser humano es su libertad.
CUESTIONARIO
1. Mencione cuatro características de la ética moderna
2. ¿Cuáles son las relaciones positivas o negativas del ser humano?
3. Explique porque es importante la libertad y la dignidad en el ser humano.
4. ¿Opina lo mismo que Morales Lizárraga con respecto a los derechos humanos?
Explique con algún ejemplo.
5. ¿Que indica la ética posmoderna con respecto al comportamiento del hombre?
6. ¿Cree usted que es importante la cultura en un ser humano para normar su
comportamiento ético? ¿Porque?
7. ¿A que se refieren los términos “cultura popular” y cultura de masas”?
8. Señale la teoría generacional de los derechos humanos.
9. ¿Porque los derechos humanos de la primera generación fueron considerados
“subjetivos”?
10. ¿Qué sucedió en la segunda generación?
11. ¿Qué son los derechos humanos colectivos? Dé un ejemplo.
12. ¿Cuál es el fin supremo de los derechos del hombre?