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89 Así lo aconseja M eini M éndez: L a responsabilidad , p. 188, quien considera más diligente
para el agraviado recurrir a la figura del tercero civilmente responsable que impone una
responsabilidad civil solidaria. En el mismo sentido, Hurtado Pozo/Prado Saldarriaga:
Derecho P en al, PG, II, § 29, n.m. 3270.
90 Vid., con mayor detalle, S chünemann: U nternehm enskrim inalitdt, p. 22 y ss.; Lampe: L a
dogm ática jurídico-p en al, p. 130 y s.; Dannecker: GA 2001, p. 108; Z úñiga Rodríguez:
Bases, p. 240.
91 Vid., Seelmann, en L a responsabilidad p en al, García Cavero (coord.), p. 44.
92 Vid., Z ugaldía E spinar: LH -P eñ a C abrera , I, p. 310 y s.
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1. Fundamento
Las consecuencias accesorias aplicables a las personas jurídicas recogen diver
sas medidas que van desde la suspensión o prohibición de actividades, pasando por
la intervención o el cierre de los establecimientos, hasta llegar incluso a su disolu
ción y liquidación. Su imposición se sustenta en la peligrosidad de la forma como
se encuentra organizada en el sentido de favorecer u ocultar la comisión de futuros
hechos delictivos95. En efecto, la imposición de sanciones penales a los miembros
de las personas jurídicas no elimina la peligrosidad criminal de la estructura organi
zativa, por lo que resulta necesario imponer medidas directamente sobre la persona
jurídica para erradicar o limitar significativamente esa peligrosidad. N o se trata,
por lo tanto, de sanciones penales que responden a la culpabilidad de la persona
jurídica, sino de medidas preventivas impuestas para mitigar el peligro de que su
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2. Naturaleza jurídica
La incorporación legislativa de las consecuencias accesorias aplicables direc
tamente a las personas jurídicas ha llevado a que la doctrina nacional empiece a
preguntarse sobre su naturaleza jurídica. Es evidente que la respuesta a esta cuestión
no sólo tiene un interés académico, sino fundamentalmente práctico, pues la deter
minación de los presupuestos materiales y procesales para su imposición dependerá
indudablemente de la naturaleza jurídica que se le asignen98. Pese a que la decisión
del legislador parece clara en el sentido de que las consecuencias accesorias no son
penas, ni medidas de seguridad, sino un tercer género de consecuencias jurídicas
del delito99, eso no significa que su naturaleza no pueda ser penal o administrati
96 Vid., en la doctrina penal nacional, G arcía C avero : Derecho p e n al económico, PG, p. 974
y s.; A r b u lú R a m ír e z : A ctu alid ad P en al 25 (2016), p. 59; G álvez V illeg a s /D elgado
T ovar : Pretensiones que pueden ejercitarse en el proceso p en al, p. 189; R eyna A lfaro : Gace
ta P en al & Procesal P en al 62 (2014), p. 46 y s.; R o d r íg u e z J im é n e z : A ctualidad P en al 2
(2014), p. 157.
97 Similarmente, Feijoo Sánchez: Derecho p e n al económico, p. 83 y s. desde la perspectiva de
negar la capacidad delictiva de las personas jurídicas.
98 Vid., C a stillo A lva: L as consecuencias, p. 256; Z u ñ iga R o d r íg u e z : Bases, p. 210 y s.
99 Vid., V illa v icen cío T e r r e r o s : Derecho P en al, PG, p. 271; C h u n g a H id a lg o : A ctua
lid a d P en al 4 (2014), p. 129. Igualmente en el Derecho español, B acig alupo , S.: L a
responsabilidad p en al, p. 279; M a r tín ez -B u já n P é r e z : Derecho p en al económico, PG,
p. 538.
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va100. Así, existen planteamientos que les asignan el carácter de sanciones penales, a
diferencia de otros que consideran que se trata, más bien, de medidas preventivas
que, para algunos, tendría una naturaleza penal, mientras que, para otros, sería
administrativa.
100 Sin embargo, R eyna A l fa r o : Gaceta P en al & Procesal P en al 62 (2014), p. 44, evita esta
discusión sosteniendo que tienen una naturaleza sui generis, aunque sin precisar en qué
consiste ese carácter único en su género.
101 Vid., Z ugaldía E s p in a r : R P J 4 6 (1997), p. 327 y ss.; E l M is m o , L H -Peña C abrera, I,
p. 502 y ss. En el mismo sentido, B a c ig a lu po , S.: L a responsabilidad pen al, p. 286; L a
M ism a , en Derecho p e n a l económico, Bacigalupo Zapater (dir.), p. 102.
102 Vid., H urtado Pozo: A n u ario de Derecho pen al, 1996, p. 151; A ba n to VX sq u e z : Derecho
p e n al económico, p. 158; P rado S ald arriaga : L as consecuencias, p. 179; E l M is m o , Con
secuencias ju ríd icas del delito, p. 287; M o n t e s F l o r e s : R P D JP 6, p. 322; S ota S á n c h e z :
G aceta P en al & Procesal P en al 34 (2012), p. 68. De sanciones penales especiales hablan
H urtado P o zo /P ra do S aldarriaga : Derecho Penal, PG, II, § 29, n.m. 3232; N ú ñ e z
P é r e z : Gaceta P en al & Procesal P en al 28 (2011), p. 114; C aro M a g n i : G aceta P en al &
Procesal P en al 95 (2017), p. 60 y s.
103 Vid., Q u isp e A g u e d o : I us Puniendi 6 (2018), p. 272; U r t ec h o N avarro : G aceta P en al &
Procesal P en al 6 (2009), pp. 29 y ss., 37 y s., con fundadas consideraciones críticas.
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penal. Su naturaleza accesoria dice lo contrario. Por otra parte, la persona jurídica
tendría que ser tratada exactamente igual que un imputado en el proceso penal, lo
que no es así, pues se le tiene que incorporar con una audiencia especial, una vez
que se haya formalizado la investigación preparatoria en contra de una persona
natural. Finalmente, si se tratase de una pena, el criterio para decidir la imposición
y el quantum de las consecuencias accesorias sería la gravedad del hecho cometido
(principio de culpabilidad), y no la peligrosidad de una comisión futura de nuevos
delitos.
Está claro entonces que no es más que el deseo de aquellos autores que con
sideran posible una responsabilidad penal de las personas jurídicas, lo que les lleva
a sostener, aunque sea recurriendo a interpretaciones muy discutibles de las dispo
siciones legales, que las consecuencias accesorias son en realidad penas. Esta pre
tensión, sin embargo, no puede hacerse de espaldas a la forma cómo se encuentran
reguladas estas medidas preventivas en la legislación penal. Es evidente que la regu
lación positiva de las consecuencias accesorias impide, al menos de lege lata, consi
derarlas penas. Basta con destacar que no se encuentran incluidas en el catálogo de
penas previstas en el artículo 28 del CP, sino que se agrupan, más bien, en un título
aparte con la reparación civil derivada del delito104. Por lo tanto, las consecuencias
accesorias aplicables a las personas jurídicas constituyen en nuestra legislación pe
nal un tipo de consecuencias jurídicas del delito, pero no son propiamente penas.
Lo acabado de decir encuentra mayor respaldo con la reciente incorporación de
sanciones a las personas jurídicas por la comisión de determinados delitos (Ley
N ° 30424). Si con las consecuencias accesorias era posible sancionar a las personas
jurídicas por cualquier delito, qué sentido habría tenido expedir una ley especial
que las sancione sólo por algunos delitos.
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El otro punto de vista tiene como punto de partida la idea de que lo único
propiamente penal es la imposición de una pena con base en la culpabilidad del
autor, por lo que toda medida impuesta al margen de este criterio no puede ser ge-
nublamente penal. La función del Derecho penal de devolver la vigencia a la norma
infringida, solamente se puede cumplir si el delito se atribuye bajo el criterio de la
culpabilidad. En la medida que las consecuencias accesorias aplicables a la persona
jurídica no se sustentan en su culpabilidad, no son medidas propiamente penales,
aun cuando se impongan en un proceso penal. Estas medidas apuntan únicamente
a evitar el peligro de utilización de la organización de la persona jurídica por parte
de personas naturales para cometer delitos. Por tanto, las consecuencias accesorias
constituyen medidas de carácter administrativo que se imponen en sede penal por
razones de economía procesal114.
C. Toma de p osición
Lo primero que debe indicarse es que resulta incorrecto que se considere, como
punto de partida, que la afirmación de que las consecuencias accesorias no tienen el
carácter punitivo presupone haber negado previamente la posibilidad de imponer
penas a las personas jurídicas. Esta asociación de ideas solamente encontraría razón
para aquellos que pretenden asignarle a las consecuencias accesorias la función de
cubrir los déficits de prevención provocados por la falta de capacidad delictiva de las
personas jurídicas115. En nuestra opinión, sin embargo, las consecuencias accesorias
aplicables a las personas jurídicas se sustentan con independencia de la posibilidad
de imponerles penas, pues su fundamento no radica en la falta de culpabilidad de la
entidad corporativa, sino en la peligrosidad de su organización116. En consecuencia,
en un sistema penal pueden coexistir penas y consecuencias accesorias aplicables a
las personas jurídicas117, siendo necesario únicamente delimitar adecuadamente el
alcance de cada una de estas consecuencias derivadas del delito para evitar un fraude
de etiquetas o, lo que es peor, una sobrerreacción del sistema penal.
En nuestra legislación penal a las personas jurídicas se les puede imponer tanto
penas (Ley N ° 30424), como consecuencias accesorias (artículo 105 del CP). Una
alternativa de delimitación podría ser restringir la respuesta punitiva a los delitos
por los que se admite la responsabilidad de la persona jurídica (cohecho, colusión
114 En una línea similar, C er ez o M ir : Curso, Parte General, II, p. 72 y ss.; G racia M a r t ín :
Lecciones, Gracia Martín (coord.), p. 394. En el Perú, G álvez V illeg a s /D elg ad o T ovar :
Pretensiones que pueden ejercitarse en el proceso pen al, p. 187 y s.
113 Así parece ser la interpretación de C a stillo A lva: L as consecuencias, p. 249 y s.; G álvez
V il leg a s / D elgad o T ovar : Pretensiones que pueden ejercitarse en elproceso pen al, p. 185 y s.
116 Similarmente, M e in i M e n d e z : L a responsabilidad, p. 195.
117 Igualmente, V il c h e r r e z A t o : Ita ius esto, 1, p. 256.
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118 Vid., así, G ó m ez -Jar a D íe z : LH -R odríguez M ourullo, p. 425 y ss. Igualmente, N ieto
M a r t ín , en Cuestiones actuales del Derecho p e n al económico, Serrano-Piedecasas/Demetrio
Crespo (dir.), p. 141 y s.
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Si partimos del hecho de que las consecuencias accesorias no son penas, la cues
tión que debe abordarse decididamente es si se trata de medidas penales o no. Nues
tro parecer es que no. Lo único que puede comunicar en el Derecho penal es la pena,
de manera que la imposición de otras medidas, aun cuando se haga en el marco de
un proceso penal, no las hace, por ese solo hecho, de naturaleza pena. Los efectos de
restablecimiento de la vigencia de la norma que estas medidas pudiesen desplegar en
el terreno penal, constituyen simples reflejos empíricos de la protección, pero no su
fundamento de legitimación. Estas medidas preventivas no revisten el carácter de una
sanción penal119, pues no se sustentan en el hecho cometido por la persona jurídica,
sino en un juicio de peligrosidad sobre la comisión futura de nuevos hechos delictivos
por sus miembros individuales. Se trata, por tanto, de medidas preventivas de carácter
administrativo que se imponen, por razones de conveniencia, en un proceso penal120.
Si se aprecia la regulación positiva sobre las consecuencias accesorias aplicables
a personas jurídicas, se podrá constatar que nuestra interpretación sobre su natura
leza jurídica no resulta incompatible con el tenor legal. Las medidas previstas en el
artículo 105 del C P se corresponden claramente con una situación de peligrosidad
objetiva que autoriza á la Administración a tomar medidas de prevención sobre
bienes o actividades peligrosas de la persona jurídica. La realización de un hecho
antijurídico por parte de sujetos individuales es solamente la ocasión que evidencia
la peligrosidad de la organización de la persona jurídica respecto de futuros delitos.
Si bien inicialmente no se contaba con una previsión legal de la que pudiese des
prenderse con suficiente claridad el fundamento de estas consecuencias jurídicas
del delito, la incorporación del artículo 105-A del CP por la Ley N ° 30077 ha
pretendido cubrir este vacío por medio de diversos criterios para fundamentar y
determinar su imposición. N o obstante, debe reconocerse que la redacción de este
dispositivo legal no ha sido el más feliz, pues simplemente hace una enumeración
de criterios sin precisar cuáles fundamentan y cuáles sólo sirven para determinar la
específica consecuencia accesoria a imponer.
D e los criterios que el artículo 105-A del CP recoge, consideramos que el que
establece el fundamento de la imposición de las consecuencias accesorias aplicables
a las personas jurídicas es el establecido en el inciso 1: Prevenir la continuidad de
la utilización de la persona jurídica en el hecho punible. De ello se desprende que su
finalidad es claramente preventiva, en el sentido de evitar que se vuelva a utilizar
a la persona jurídica en la comisión de un delito. Pero además que el delito no es
cometido por la persona jurídica, sino que ella es utilizada por una persona natural
119 De otro parecer, C a stillo A lva: L as consecuencias, p. 274, quien entiende que las
consecuencias accesorias son sanciones administrativas.
120 Sigue este parecer, Peñ a C abrera F reyre : G aceta P en al & Procesal P en al 10 (2010), p. 70;
R o d r íg u e z J im é n e z : A ctu alidad P en al 2 (2014), p. 157.
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3. Presupuestos
Para establecer los presupuestos necesarios para la imposición de las conse
cuencias accesorias a las personas jurídicas juega un papel determinante el hecho de
que no sean consideradas penas y que tampoco se les asigne un carácter penal. En
este sentido, estas medidas no responden a una situación de necesidad de intensi
ficar un efecto disuasorio o resocializador en la persona jurídica o en sus miembros
individuales. En la m edida que las consecuencias accesorias tienen una naturaleza
administrativa no sancionatoria, sus presupuestos, tanto materiales como proce
sales, estarán orientados simplemente a eliminar una situación de peligro de una
posible comisión futura de nuevos delitos por parte de los ‘miembros individuales
de una persona jurídica.
121 Igualmente, H urtado P o zo /P ra do Sald arriaga : Derecho P en al, PG, II, § 29, n.m. 3256.
122 Vid., S ilva S á n c h e z , en L a respon sabilidadpen al G arcía Cavero (coord.), p. 194; U rtech o
N avarro : G aceta P en al & Procesal P en al 6 (2009), p. 38; P ra do S aldarriaga : Consecuen
cias ju ríd ica s del delito , p. 295.
123 Vid., B a cig a lu po , S.: L a responsabilidad p e n a l p. 286 y ss.; L a M ism a , en Derecho p e
n al económico, Bacigalupo Zapater (dir.), p. 102 y ss.; G racia M a r t ín : Lecciones, Gracia
Martín (coord.), p. 407 y s; M a r t ín e z -B u já n P é r e z : Derecho p e n al económico, PG, p. 545.
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Penal Peruano no requiere que la consecuencia accesoria esté prevista en los tipos
penales de la Parte Especial, por lo que el juez penal estará en capacidad de impo
nerlas en cualquier delito de la Parte Especial124. Solamente resulta necesario que
el hecho punible se vincule a la actividad u organización de la persona jurídica. Si
bien el término “hecho punible” puede abarcar tanto los delitos como las faltas,
el carácter especialmente invasivo de las consecuencias accesorias aplicables a las
personas jurídicas aconsejarían reservarlo para lo hechos graves, es decir, para los
hechos delictivos125.
Los supuestos de vinculación de la persona jurídica con el hecho punible rea
lizado por el miembro individual son fundamentalmente tres. El primer supuesto
de vinculación es que el delito haya sido cometido en el ejercicio de la actividad de
la persona jurídica. Para precisar cuándo se presenta esta situación hay fundamen
talmente dos teorías en discusión. Por un lado, está la teoría del interés que exige
que la actuación delictiva de los sujetos individuales redunde en un beneficio para
la persona jurídica. Por el otro, la teoría de la función que deja de lado el criterio
del interés y se centra en el ámbito funcional de la persona jurídica, de manera que
solamente exige que el delito se haya cometido en el marco de actuación del ente
colectivo. Lo más adecuado es recurrir al criterio funcional, en la medida que el
criterio del beneficio resulta siempre de difícil determinación y verificación126. Lo
determinante no es la utilidad del hecho delictivo para los intereses de la persona
jurídica, sino la realización de este hecho dentro del ámbito de actuación de la
persona jurídica.
Los otros dos supuestos de vinculación de la persona jurídica con el hecho
punible se refieren no a su ámbito de actuación, sino a su organización. El primero
de ellos se presenta cuando la organización de la persona jurídica ha favorecido la
comisión del hecho delictivo. Se trata, como puede deducirse fácilmente, de actos
de cooperación o favorecimiento al delito que se hacen utilizando la organización
de la persona jurídica. En consecuencia, la persona individual que utiliza la persona
jurídica no requiere tener el estatus de autor del delito, sino que basta una impu
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127 Vid., S ilva S á n c h e z , en L a responsabilidad p en al, García Cavero (coord.), p. 195 y s.;
G álvez V illeg a s / D elg a d o T ovar : Pretensiones que pueden ejercitarse en el proceso p en al,
p. 190 y s. Precisa C a st il l o A lva: L as consecuencias, p. 292 que el favorecimiento incluye
no sólo la complicidad, sino también la instigación.
128 Similarmente, C a st il l o A lva: L as consecuencias, p. 293.
129 Vid., C a stillo A lva: L a s consecuencias, p. 281; G álvez V il leg a s /D elg ad o T ovar : Preten
siones que pueden ejercitarse en elproceso pen al, p. 190; R o d r íg u e z J im é n e z : A ctu alidad Pe
n a l ! (2014), p. 157. D e otra opinión, S ilva S á n c h e z , en L a responsabilidad pen al, García
Cavero (coord.), p. 194 y s., a partir de consideraciones sobre el principio de legalidad.
130 Vid., igualmente, Z u g a ld ía E sp in a r : R P J 46 (1997), p. 340 y ss.; B a c ig a lu po , S.: L a
responsabilidad p en al, p. 308; M e in i M é n d e z : L a responsabilidad, p. 198; G racia M a r tín :
Lecciones, Gracia Martín (coord.), p. 409; T a m arit S u m il l a : LH -C erezo M ir, p. 1166;
C a stillo A lva: L as consecuencias, p. 285; G álvez V il leg a s /D elg ad o T ovar : Pretensiones
que pueden ejercitarse en el proceso pen al, p. 189; R o d r íg u e z J im é n e z : A ctu alid ad P enal 2
(2014), p. 157. De otra opinión Z ú ñ ig a R o d r íg u e z : Bases, p. 212; O ctavio d e T o led o y
U b ie t o : LH -Cerezo M ir, p. 1131.
131 De otra opinión, P ra d o S aldarriaga : L as consecuencias, p. 185; E l M is m o , Consecuencias
ju ríd ica s del delito, p. 295; Peña C abrera F reyr e : G aceta P en al & Procesal P en al 10 (2010),
p. 73 y s.; H urtado Po z o /P rado S aldarriaga : Derecho Penal, PG, II, § 29, n.m. 3260.
132 Vid., así Silva Sánchez, en L a responsabilidad p en al, García Cavero (coord.), p. 197 y
s.; M eini M éndez: L a responsabilidad, p. 207. De otra opinión Rodríguez E steves: E l
Derecho pen al, p. 359 y s.
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b. Ju icio de prognosis
En segundo lugar, es necesario que el juez haga, a partir de la forma como está
estructurada la persona jurídica, un juicio de prognosis sobre la probabilidad de que
se cometan futuros hechos delictivos a través o con ayuda de la persona jurídica136.
A este requisito se le conoce también como la peligrosidad objetiva de la estructura
social. Por lo tanto, para que proceda la imposición de una consecuencia accesoria,
la persona jurídica debe estar organizada de una forma tal que permita, favorezca
o encubra la realización de hechos delictivos futuros (por ejemplo, la existencia
de una planta contaminante o la creación de las llamadas sociedades fachada). Es
importante destacar que se trata de una peligrosidad objetiva que, por lo tanto, no
necesita determinar quién es el competente por esa situación de peligrosidad.
La peligrosidad de la organización puede manifestarse en diversos grados. Por
un lado, puede ser que la persona jurídica esté ex profesamente organizada para co
meter hechos delictivos. Por ejemplo, si se ha institucionalizado un sistema de doble
facturación para reducir la base imponible en relación con el pago de los tributos.
Pero puede suceder, por otro lado, que la peligrosidad de la organización se debe a
que el m ism o giro empresarial se mueve en un ámbito de alta probabilidad de co
misión de determinados hechos delictivos (por ejemplo, contaminación medioam
biental, receptación, tráfico de insumos químicos fiscalizados, entre otros), frente a
lo cual la persona jurídica no implementa ningún sistema de prevención de delitos.
En estos casos, la peligrosidad de la organización se dará en la medida que no exista
un sistema de prevención idóneo en relación con la comisión de hechos delicti
vos altamente probables. Bajo estas consideraciones, las consecuencias accesorias
se impondrán a la entidad empresarial por la peligrosidad de la actividad que no es
atajada oportunamente con mecanismos de prevención idóneos137.
C on base en las consideraciones precedentes, resulta evidente que si, por el
contrario, la persona jurídica cuenta con un programa de cumplimiento normativo
idóneo, no será posible sostener la peligrosidad criminal de la organización y, por lo
tanto, no habrá sustento dogmático para imponerle alguna consecuencia accesoria,
más allá del castigo al miembro individual por el delito que haya cometido138. El
que la persona jurídica se encuentre organizada en compliance es un indicio de la
c. Test de proporcionalidad
Com o último presupuesto material, hay que señalar que la imposición de
consecuencias accesorias a una persona jurídica, como toda medida que implique
la restricción de derechos (libertad de empresa, derecho de propiedad, libertad de
contratar), debe someterse al principio de proporcionalidad. En concreto, el juez
debe someter la específica consecuencia accesoria aplicable a la persona jurídica a
un test de proporcionalidad que abarca un juicio de idoneidad, de necesidad y de
proporcionalidad en sentido estricto141.
En el juicio de idoneidad debe tenerse en cuenta no sólo la finalidad pre
ventiva antes señalada de las consecuencias accesorias aplicables a personas jurídi
cas (atajar la peligrosidad de la estructura social), sino también los intereses de los
trabajadores y acreedores de la empresa afectada con dicha medida142. Esta per
meabilidad de las consecuencias accesorias ante aspectos que no tienen un carácter
preventivo-penal, ponen de manifiesto nuevamente que estas medidas no pueden
ser medidas de naturaleza estrictamente penal. En consecuencia, estamos frente a
medidas administrativas que requieren ponderar otros intereses sociales, no sola
mente la peligrosidad de la estructura organizativa de la persona jurídica. El test de
proporcionalidad exige hacer también un juicio de necesidad no sólo para decidir
si se impone una consecuencia accesoria, sino también para elegir cuál de ellas
debe imponerse en el caso concreto. Si la finalidad preventiva se consigue con una
medida extrapenal menos lesiva o con una consecuencia accesoria menos grave, el
juez deberá optar por la menos onerosa para la persona jurídica. Finalmente, debe
hacerse también un juicio de proporcionalidad en sentido estricto, en el que se
determine si existe un desequilibrio manifiesto, esto es, excesivo o irrazonable entre
la medida impuesta y la finalidad preventiva de la norma.
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14$ Vid., así, C astillo Alva: L as consecuencias, p. 307 y s.; Tamari Sumilla: LH -C erezo M ir ,
p. 1168; E spinoza G oyena, en E l nuevo proceso p en al, Cubas/Doig/Quispe (coord.),
p. 316; E l M ismo , G aceta P en al & Procesal P en al 56 (febrero de 2014), p. 122.
146 Vid., E spinoza G oyena: Gaceta P en al & Procesal P en al $6 (2014), p. 122; Reyna Alfaro:
G aceta P en al & P rocesal P en al 62 (2014), p. 50.
147 Admite igualmente la posibilidad de apelación, E spinoza G oyena: G aceta P en al & Procesal
P en al 56 (2014), p. 123.
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b. P arte procesal
La incorporación de la persona jurídica como parte pasiva debe permitirle go
zar de una participación activa en el proceso que asegure el respeto de sus derechos,
sobre todo del derecho de defensa148. Por disposición constitucional, las personas
jurídicas deben tener la posibilidad de defenderse dentro del proceso penal ante la
eventual imposición de una medida restrictiva como es precisamente una conse
cuencia accesoria. En el nuevo Código Procesal Penal se establece el marco adecua
do para garantizar el derecho de defensa de la persona jurídica. Se dice expresamen
te en el artículo 92 que, una vez que la persona jurídica es incorporada al proceso,
se requerirá a su órgano social que designe un apoderado judicial que no puede ser
el imputado por el hecho principal149. Si en el plazo de cinco días de requerido no
designa un apoderado judicial, lo hará el juez. Por su parte, el Acuerdo Plenario
N ° 7-2009 dispone igualmente que, una vez comprendida la persona jurídica en el
proceso penal, ésta sea notificada para que nombre a un apoderado judicial en los
mismos términos que el artículo 92 del N C PP.
El artículo 93 del C PP le reconoce a la persona jurídica todos los derechos y
garantías del imputado, aunque en el segundo párrafo permite que se le impongan
las consecuencias accesorias en rebeldía o. falta de apersonamiento. El Acuerdo Ple
nario N ° 7-2009 hace lo mismo respecto de los procesos penales tramitados con el
Código de Procedimientos Penales, indicando que rigen para la persona jurídica
todos los derechos y garantías previstas para el imputado durante la instrucción y el
juicio oral. El tenor utilizado por el Acuerdo Plenario se inclina abiertamente por
considerar que las consecuencias accesorias son penas que se imponen a las perso
nas jurídicas por su responsabilidad en el hecho punible, tan es así que indica que
la acusación debe pronunciarse específicamente acerca de la responsabilidad de la
persona jurídica. A nuestro entender, como ya se dijo, las consecuencias accesorias
no son realmente penas, por lo que si bien se le reconoce a la persona jurídica un
derecho amplio a participar en las diversas etapas del proceso150, debe quedar claro
que no es, en sentido estricto, un imputado. Por lo tanto, a la persona jurídica no
se le puede extender ciertas garantías o beneficios exclusivos del imputado, como,
por ejemplo, el “derecho” a poder mentir sobre su responsabilidad penal sin que
148 Vid., así, N úñez Pérez : Gaceta P en al & P rocesal P en al 28 (2011), p. 120; Reyna Alfaro:
G aceta P en al & Procesal P en al 62 (2014), p. 50. En la regulación penal española, del mismo
modo, S ilva Sánchez , en L a responsabilidad p e n al de las personas ju ríd icas, García Cavero
(coord.), p. 145; Bacigalupo, S.: L a responsabilidad pen al, p- 289.
149 Destacan lo acertado de esta limitación, G álvez V illegas/D elgado Tovar: Pretensiones
que pueden ejercitarse en elproceso p e n al, p. 211.
150 Vid., así, E spinoza G oyena, en E l nuevo proceso p en al, Cubas/Doig/Quispe (coord.),
p. 318 y s.
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4. Clases
En los diversos sistemas penales existen fundamentalmente dos modelos de
consecuencias accesorias aplicables a las personas jurídicas. Por un lado están las
medidas de control externo que intentan orientar desde fuera la actividad de la
persona jurídica, y por el otro, las medidas de control interno que inciden sobre la
estructura de la persona jurídica151. Las medidas pecuniarias materializan de forma
más clara la forma de control externo, aunque también poseen esta misma orien
tación medidas como el cierre de establecimiento, la suspensión de actividades y
la disolución y liquidación152. Por su parte, las medidas que buscan desarrollar un
control interno sobre la persona jurídica encuentran su mejor expresión en la me
dida de intervención en la estructura organizativa de la persona jurídica. Un repaso
del artículo 105 del CP permite concluir que el modelo de consecuencias accesorias
seguido por nuestra legislación penal se corresponde con un sistema mixto, pues
asume tanto rasgos de control externo como rasgos del control interno.
151 Vid., S ilva Sánchez , en L a responsabilidad pen al, García Cavero (coord.), p. 199. Una.
ordenación distinta realiza G racia M artín , en Lecciones, Gracia/Boldova/Alastuey:
p. 406, quien habla, por un lado, de medidas preventivas de carácter asegurativo y, por el
otro, de medidas coercitivas.
152 Vid., S ilva Sánchez , en L a responsabilidad pen al, García Cavero (coord.), p. 200.
153 De una opinión distinta, Prado Saldarriaga: L as consecuencias, p. 182; C astillo Alva:
L as con secu en cias^. 311.
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154 Vid., S ota Sánchez : G aceta Penal & Procesal P en al 34 (2012), p. 70. Igualmente, en el
Derecho español, Bacigalupo, S.: L a responsabilidad p e n al, p. 302.
155 Limita esta medida a casos de extrema gravedad, D e V icente M artínez, en Cuestiones
actuales de Derecho p e n a l económico, Serrano-Piedecasas/Demetrio Crespo (dir.), p. 200.
156 Destaca su carácter temporal, D e V icente M artínez, en Cuestiones actuales de Derecho
p e n al económico, Serrano-Piedecasas/Demetrio Crespo (dir.), p. 202.
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ciéndolo. En estos casos, tendrá que adquirir los productos que necesita (insumos),
vía una empresa im portadora o recurrir a productos nacionales. N o se le niega la
posibilidad de seguir realizando sus actividades, sino que se limita su intervención
en ciertos sectores específicos. D ada la incompetencia de la persona jurídica para
desenvolverse correctamente en determinado sector, el juez toma la medida cogni-
tiva de suspender sus actividades en ese sector. El aseguramiento es, pues, cognitivo
y no normativo.
159 Vid., Bacigalupo, S.: L a responsabilidad p en al, p. 303; G racia M artín : Lecciones, Gracia
Martín (coord.), p. 410; D e V icente M artínez, en Cuestiones actuales de Derecho p e n al
económico, Serrano-Piedecasas/Demetrio Crespo (dir.), p. 201.
160 Igualmente, S ilva Sánchez , en L a responsabilidad p e n al de las personas ju ríd icas, García
Cavero (coord.), p. 143; Bacigalupo, S.: L a responsabilidad p en al, p. 303; M eini M éndez :
L a responsabilidad, p. 212; N úñez Pérez : Gaceta P en al & Procesal P en al 28 (2011), p. 115;
S ota Sánchez : G aceta P e n al & Procesal P en al 34 (2012), p. 71. Exigen una alta probabili
dad de que vuelva a involucrarse en delitos, H urtado Pozo/Prado Saldarriaga: Derecho
p en al, PG, II, § 29, n.m. 3249.
161 Vid., Gálvez V illegas/D elgado Tovar: Pretensiones que pueden ejercitarse en el proceso
p en al, p. 199.
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nalidad. En ese sentido, los criterios deben ordenarse en función de los juicios que,
de manera general, engloba el llamado test de proporcionalidad.
En el plano de la idoneidad, no hay duda que la finalidad preventiva de la
consecuencia accesoria prevista en el inciso 1 es el criterio esencial. Esta consecuen
cia jurídica del delito debe ser idónea para evitar la futura utilización de la persona
jurídica en la comisión de nuevos delitos. También el criterio de la modalidad y la
motivación del uso delictivo de la persona jurídica previsto en el inciso 2 entra en
juego al momento de decidir cuál de las consecuencias accesorias es la idónea, pues
la peligrosidad objetiva de la persona jurídica solamente se podrá dimensionar ade
cuadamente si se tiene en cuenta cómo dicho peligro se ha concretado en el hecho
punible cometido por sus miembros individuales.
El juicio de necesidad es expresado en el inciso del artículo 105-A del CP, en
donde se establece como criterio de determinación la finalidad real de la organiza
ción, actividades, recursos o establecimientos de la persona jurídica. De esta mane
ra, se podrá establecer si la persona jurídica ha sido creada realmente para desplegar
una actividad lícita, aunque se haya utilizado eventualmente para la comisión de
un delito, o si su finalidad real fue la comisión de ilícitos penales. Este criterio se
concreta en la última parte del artículo 105-A del CP, en donde se señala que la
disolución de la persona jurídica se aplica siempre que resulte evidente que ella fue
constituida y operó habitualmente para favorecer, facilitar o encubrir actividades
delictivas. N o es posible acudir directamente a la consecuencia accesoria más gra
vosa, aunque sea idónea. La medida preventiva de la disolución debe reservarse
únicamente para los casos en los que no haya otra forma de reducir eficazmente el
peligro de comisión de nuevos delitos utilizando a la persona jurídica. Tal situación
se presenta solamente cuando la razón de ser de la persona jurídica es servir a la
comisión de actividades delictivas.
Los criterios previstos en los incisos 3, 4, 5 y 6 del artículo 105-A del CP en
tran a tallar en el juicio de proporcionalidad en sentido estricto. En primer lugar,
no toda situación de peligrosidad objetiva de la persona jurídica justifica la imposi
ción de una medida restrictiva con fines preventivos. Si la peligrosidad está referida
a hechos de escasa gravedad o daño exiguo, entonces no resulta razonable adoptar
una medida preventiva que repercute también en terceros como los proveedores,
acreedores y, especialmente, los trabajadores. Por ello, la peligrosidad de la persona
jurídica debe estar referida a afectaciones relevantes que justifiquen la imposición
de una medida altamente invasiva como son las consecuencias accesorias que, como
ya se dijo, pueden llegar hasta la disolución de la persona jurídica. Pero, en segun
do lugar, la intensidad de la medida dependerá también del tipo de peligro que
encierre la actividad u organización de la persona jurídica. Debe recordarse que la
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167 Como, por el contrario, parece ser la opinión de Prado Saldarriaga: Consecuencias ju ríd i
cas del delito , p. 293 y s.
168 En el mismo sentido, Prado Saldarriaga: Consecuencias ju ríd ica s del delito , p. 294.
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169 Vid., Espinoza G oyena, en E l nuevo proceso pen al, Cubas/Doig/Quispe (coord.), p. 319
ys.
170 Así, Gálvez Villegas/G uerrero López: Consecuencias accesorias del delito , p. 176.
171 Vid., igualmente, Bacigalupo, S.: L a responsabilidad pen al, p. 293.
- 172 Similarmente, Bacigalupo, S .: L a responsabilidad penal, p. 294.
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telar de una consecuencia accesoria implica una injerencia sobre la persona jurídica,
debe tenerse en cuenta también el principio constitucional de proporcionalidad173.
173 Vid., así, con referencias de la jurisprudencia española, Silva Sánchez: In D ret 2/2006
(342), recuperado de www.indret.com. p. 9.
174 Vid., en relación con la ley contra el lavado de activos, Gálvez Villegas/D elgado
Tovar: Pretensiones que pueden ejercitarse en elproceso p e n al, p. 186.
173 Así parecer ser la opinión de E spinoza G oyena: G aceta P en al & Procesal P en al 36 (2014),
p. 118.
176 Vid., Silva Sánchez, en L a responsabilidad p en al de las personas ju ríd ica s, García Cavero
(coord.), p. 143. ,
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