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Percy G arcía C averò

III. LAS CONSECUENCIAS ACCESORIAS APLICABLES A LAS PER­


SONAS JURÍDICAS
La insuficiencia de las sanciones penales impuestas a los sujetos individuales
para atajar la comisión de hechos delictivos en el marco de las actividades de las per­
sonas jurídicas, es un dato criminológico que se encuentra debidamente compro­
bado. Por un lado, se ha llegado a determinar con una base empírica cierta cómo la
cultura corporativa de las organizaciones puede tornarse en criminògena, al fomen­
tar la materialización de hechos delictivos por parte de sus miembros individuales
en cumplimiento de directrices de conducta desarrolladas a su interior90. Por lo
tanto, sancionar únicamente a los miembros individuales no erradicaría la cultura
corporativa criminogena y, por tanto, el peligro de la futura comisión de hechos de­
lictivos. Por otro lado, se ha demostrado también que la empresa moderna recurre
con mayor frecuencia a la figura de los directivos de banquillo, es decir, a personas
incorporadas a la estructura empresarial con la única finalidad de asumir plena­
mente la responsabilidad penal por los hechos delictivos cometidos desde la entidad
empresarial91. En este sentido, las sanciones penales perderían completamente su
virtualidad preventiva si su imposición se quedase en el directivo individual, pues la
empresa se limitaría sólo a contabilizar el costo de un director de banquillo frente a
los beneficios que le proporcionaría el desarrollo de la actividad ilícita92.
Los datos criminológicos antes mencionados no pueden ser soslayados por
el sistema jurídico-penal, por lo que resulta necesario la previsión de medidas

89 Así lo aconseja M eini M éndez: L a responsabilidad , p. 188, quien considera más diligente
para el agraviado recurrir a la figura del tercero civilmente responsable que impone una
responsabilidad civil solidaria. En el mismo sentido, Hurtado Pozo/Prado Saldarriaga:
Derecho P en al, PG, II, § 29, n.m. 3270.
90 Vid., con mayor detalle, S chünemann: U nternehm enskrim inalitdt, p. 22 y ss.; Lampe: L a
dogm ática jurídico-p en al, p. 130 y s.; Dannecker: GA 2001, p. 108; Z úñiga Rodríguez:
Bases, p. 240.
91 Vid., Seelmann, en L a responsabilidad p en al, García Cavero (coord.), p. 44.
92 Vid., Z ugaldía E spinar: LH -P eñ a C abrera , I, p. 310 y s.

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aplicables directamente a las personas jurídicas, dirigidas a impedir o eliminar


la peligrosidad de su estructura organizativa. Es así que el artículo 105 del GP
incorpora medidas preventivas de este tipo bajo el rubro de consecuencias acce­
sorias. La necesidad de preverlas se hace aún mayor si es que no se cuenta con la
posibilidad de imponer, por lo menos de manera general, sanciones penales a las
personas jurídicas. Si bien estas medidas preventivas se regulan junto con otras de
mayor tradición legislativa como el decomiso, no puede desconocerse la novedad
que constituye su incorporación en las normas generales del Código Penal93. Una
similar orientación legislativa se presenta también en las leyes penales especiales,
en donde se han incorporado dispositivos específicos para aplicar consecuencias
accesorias a las personas jurídicas, como es el caso de la Ley Penal Tributaria
(artículo 17 del D . Leg. N ° 813), la Ley de Delitos Aduaneros (artículo 11 de
la Ley N ° 28008) o la Ley contra el Crimen Organizado (artículo 23 de la Ley
N ° 30077)94.

1. Fundamento
Las consecuencias accesorias aplicables a las personas jurídicas recogen diver­
sas medidas que van desde la suspensión o prohibición de actividades, pasando por
la intervención o el cierre de los establecimientos, hasta llegar incluso a su disolu­
ción y liquidación. Su imposición se sustenta en la peligrosidad de la forma como
se encuentra organizada en el sentido de favorecer u ocultar la comisión de futuros
hechos delictivos95. En efecto, la imposición de sanciones penales a los miembros
de las personas jurídicas no elimina la peligrosidad criminal de la estructura organi­
zativa, por lo que resulta necesario imponer medidas directamente sobre la persona
jurídica para erradicar o limitar significativamente esa peligrosidad. N o se trata,
por lo tanto, de sanciones penales que responden a la culpabilidad de la persona
jurídica, sino de medidas preventivas impuestas para mitigar el peligro de que su

93 Vid., C a stillo A lva: L a s consecuencias, p. 247; Z u ñ ig a R o d r íg u e z : A nuario de Derecho


p en al, Hurtado Pozo, (dir.), p. 474. No obstante, anteriormente se contemplaron medi­
das similares en leyes como la Ley 16183 de represión del contrabando y defraudación de
rentas de aduanas (en el artículo 9 establecía para las personas jurídicas la cancelación en
los registros públicos de la personaría jurídica que gocen y de las licencias, patentes u auto­
rizaciones administrativas o municipales que disfruten). Vid., sobre esto último, H urtado
Pozo: A n uario de Derecho p en al, Hurtado Pozo (dir.), p. 148; P rado S aldarriaga : L as
consecuencias, p. 180 y s.
94 Vid., H urtado Po zo /P rado S ald arriaga : Derecho Penal, PG, II, § 29, n.m. 3221.
95 En este sentido, S ilva S á n c h e z , en L a responsabilidad pen al, García Cavero (coord.),
p. 189; F e ijó o Sá n c h e z : Sanciones, p. 99. Para B o t t k e , en Deutsche W iederuereinigung,
T III, p. 96, este criterio podría fundamentar incluso la imposición de sanciones penales.

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organización pueda ser utilizada por sus representantes o administradores para la


comisión de nuevos delitos.
D e lo anterior se desprende que una consecuencia accesoria es aplicable a una
entidad corporativa si existe un peligro relevante de que su organización facilite
o encubra la realización de hechos delictivos96. El delito cometido por el sujeto
individual pone a la vista del sistema penal una situación objetiva de peligrosi­
dad criminal de la organización que debe ser erradicada de cara a una protección
integral de los bienes jurídicos97. A diferencia de las penas, como puede fácilmen­
te percibirse, la imposición de las consecuencias accesorias se guía por una lógica
abiertamente prospectiva que no depende del delito cometido. Se trata claramente
de consecuencias jurídicas que no tienen un carácter punitivo, sino preventivo. Lo
que se procura es evitar que la persona jurídica pueda ser utilizada nuevamente en la
realización de futuros delitos. D ado que no se trata de penas en sentido estricto, la
peligrosidad de la organización no se atribuye personalmente a la entidad colectiva,
sino que es considerada como una realidad existente y frente a la que se tiene que
hacer algo para evitar que sea utilizada por las personas individuales para cometer
nuevos delitos en el futuro.

2. Naturaleza jurídica
La incorporación legislativa de las consecuencias accesorias aplicables direc­
tamente a las personas jurídicas ha llevado a que la doctrina nacional empiece a
preguntarse sobre su naturaleza jurídica. Es evidente que la respuesta a esta cuestión
no sólo tiene un interés académico, sino fundamentalmente práctico, pues la deter­
minación de los presupuestos materiales y procesales para su imposición dependerá
indudablemente de la naturaleza jurídica que se le asignen98. Pese a que la decisión
del legislador parece clara en el sentido de que las consecuencias accesorias no son
penas, ni medidas de seguridad, sino un tercer género de consecuencias jurídicas
del delito99, eso no significa que su naturaleza no pueda ser penal o administrati­

96 Vid., en la doctrina penal nacional, G arcía C avero : Derecho p e n al económico, PG, p. 974
y s.; A r b u lú R a m ír e z : A ctu alid ad P en al 25 (2016), p. 59; G álvez V illeg a s /D elgado
T ovar : Pretensiones que pueden ejercitarse en el proceso p en al, p. 189; R eyna A lfaro : Gace­
ta P en al & Procesal P en al 62 (2014), p. 46 y s.; R o d r íg u e z J im é n e z : A ctualidad P en al 2
(2014), p. 157.
97 Similarmente, Feijoo Sánchez: Derecho p e n al económico, p. 83 y s. desde la perspectiva de
negar la capacidad delictiva de las personas jurídicas.
98 Vid., C a stillo A lva: L as consecuencias, p. 256; Z u ñ iga R o d r íg u e z : Bases, p. 210 y s.
99 Vid., V illa v icen cío T e r r e r o s : Derecho P en al, PG, p. 271; C h u n g a H id a lg o : A ctua­
lid a d P en al 4 (2014), p. 129. Igualmente en el Derecho español, B acig alupo , S.: L a
responsabilidad p en al, p. 279; M a r tín ez -B u já n P é r e z : Derecho p en al económico, PG,
p. 538.

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va100. Así, existen planteamientos que les asignan el carácter de sanciones penales, a
diferencia de otros que consideran que se trata, más bien, de medidas preventivas
que, para algunos, tendría una naturaleza penal, mientras que, para otros, sería
administrativa.

A. L as consecuencias accesorias com o sanciones p en ales


U n sector de la doctrina, siguiendo el parecer de Z ugaldía E spinar en la
doctrina penal española101, considera que las consecuencias accesorias aplicables a
las personas jurídicas previstas en la legislación peruana son, en realidad, penas102. A
este entendimiento pareció haberse sumado el Acuerdo Plenario N ° 7-2009 (punto
11), al sostener que las consecuencias accesorias aplicables a personas jurídicas son
sanciones penales especiales103. Sin embargo, tal afirmación de la Corte Suprema
no debe ser entendida necesariamente como la asignación del carácter de pena a
las consecuencias accesorias, sino simplemente como el reconocimiento de una na­
turaleza penal. D e otra manera, no se podría comprender lo dicho en la Casación
N ° 134-2015-Ucayali de 16 de agosto de 2016 con carácter de doctrina jurispru­
dencial vinculante, en el sentido de que “el código pen al no regula la responsabilidad
pen al de la persona ju ríd ica . En consecuencia, a la jurisprudencia del máximo tri­
bunal de justicia penal le queda claro que las consecuencias accesorias reguladas en
el Código Penal (y en leyes penales especiales) no pueden ser tenidas como penas.
La posición jurisprudencial tiene pleno sentido, si se tiene en cuenta las parti­
cularidades de la regulación positiva sobre las llamadas consecuencias accesorias. En
efecto, si estas consecuencias jurídicas se concibiesen como penas, su imposición
no debería ser accesoria, es decir, no debería depender de la declaración de culpa­
bilidad de una persona natural o de, cuando menos, la realización de un injusto

100 Sin embargo, R eyna A l fa r o : Gaceta P en al & Procesal P en al 62 (2014), p. 44, evita esta
discusión sosteniendo que tienen una naturaleza sui generis, aunque sin precisar en qué
consiste ese carácter único en su género.
101 Vid., Z ugaldía E s p in a r : R P J 4 6 (1997), p. 327 y ss.; E l M is m o , L H -Peña C abrera, I,
p. 502 y ss. En el mismo sentido, B a c ig a lu po , S.: L a responsabilidad pen al, p. 286; L a
M ism a , en Derecho p e n a l económico, Bacigalupo Zapater (dir.), p. 102.
102 Vid., H urtado Pozo: A n u ario de Derecho pen al, 1996, p. 151; A ba n to VX sq u e z : Derecho
p e n al económico, p. 158; P rado S ald arriaga : L as consecuencias, p. 179; E l M is m o , Con­
secuencias ju ríd icas del delito, p. 287; M o n t e s F l o r e s : R P D JP 6, p. 322; S ota S á n c h e z :
G aceta P en al & Procesal P en al 34 (2012), p. 68. De sanciones penales especiales hablan
H urtado P o zo /P ra do S aldarriaga : Derecho Penal, PG, II, § 29, n.m. 3232; N ú ñ e z
P é r e z : Gaceta P en al & Procesal P en al 28 (2011), p. 114; C aro M a g n i : G aceta P en al &
Procesal P en al 95 (2017), p. 60 y s.
103 Vid., Q u isp e A g u e d o : I us Puniendi 6 (2018), p. 272; U r t ec h o N avarro : G aceta P en al &
Procesal P en al 6 (2009), pp. 29 y ss., 37 y s., con fundadas consideraciones críticas.

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penal. Su naturaleza accesoria dice lo contrario. Por otra parte, la persona jurídica
tendría que ser tratada exactamente igual que un imputado en el proceso penal, lo
que no es así, pues se le tiene que incorporar con una audiencia especial, una vez
que se haya formalizado la investigación preparatoria en contra de una persona
natural. Finalmente, si se tratase de una pena, el criterio para decidir la imposición
y el quantum de las consecuencias accesorias sería la gravedad del hecho cometido
(principio de culpabilidad), y no la peligrosidad de una comisión futura de nuevos
delitos.
Está claro entonces que no es más que el deseo de aquellos autores que con­
sideran posible una responsabilidad penal de las personas jurídicas, lo que les lleva
a sostener, aunque sea recurriendo a interpretaciones muy discutibles de las dispo­
siciones legales, que las consecuencias accesorias son en realidad penas. Esta pre­
tensión, sin embargo, no puede hacerse de espaldas a la forma cómo se encuentran
reguladas estas medidas preventivas en la legislación penal. Es evidente que la regu­
lación positiva de las consecuencias accesorias impide, al menos de lege lata, consi­
derarlas penas. Basta con destacar que no se encuentran incluidas en el catálogo de
penas previstas en el artículo 28 del CP, sino que se agrupan, más bien, en un título
aparte con la reparación civil derivada del delito104. Por lo tanto, las consecuencias
accesorias aplicables a las personas jurídicas constituyen en nuestra legislación pe­
nal un tipo de consecuencias jurídicas del delito, pero no son propiamente penas.
Lo acabado de decir encuentra mayor respaldo con la reciente incorporación de
sanciones a las personas jurídicas por la comisión de determinados delitos (Ley
N ° 30424). Si con las consecuencias accesorias era posible sancionar a las personas
jurídicas por cualquier delito, qué sentido habría tenido expedir una ley especial
que las sancione sólo por algunos delitos.

B. L as consecuencias accesorias como m edidas preventivas


La interpretación doctrinal mayoritaria entiende que las consecuencias acce­
sorias no son penas105, en la medida que no se sustentan en la culpabilidad de la
persona jurídica por el delito cometido. Se trata, más bien, de medidas de carácter
preventivo que buscan eliminar la peligrosidad de su estructura organizativa res­
pecto de la comisión de nuevos hechos delictivos106. A pesar de que el fundamento

104 C a stillo A lva: L as consecuencias, p. 247; A lpaca P ér e z : Gaceta P en al & Procesal P en al 40


(octubre de 2012), p. 63 y s.; R eyna A lfa r o : Gaceta Penal & Procesal P en al 37 (julio de
2012), p. 131.
103 Vid., M a r t ín e z -B u já n P é r e z : .Derecho p e n al económico, PG, p. 538. En la doctrina
nacional, igualmente, A lpaca P é r e z : Gaceta P en al & Procesal P en al 40 (octubre de 2012),
P* 75.
106 Igualmente, Pinedo H idalgo: Gaceta Penal & Procesal Penal 27 (setiembre de 2011), p. 99 y s.

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de las consecuencias accesorias es, para este planteamiento, la peligrosidad, resulta


evidente que no se trata de aquella que sustenta la finalidad curativa de las medidas
de seguridad tradicionales. La peligrosidad de las medidas de seguridad está vincu­
lada claramente a la constitución psico-física de una persona natural, no a la peli­
grosidad organizativa de una persona jurídica107. Por ello, si bien las consecuencias
accesorias son medidas preventivas sustentadas en la idea de la peligrosidad, esta
peligrosidad es entendida de una forma distinta a la que fundamenta las clásicas
medidas de seguridad108. Se trata de una peligrosidad de la forma de organización
de la persona jurídica, en el sentido de favorecer la comisión futura de hechos de­
lictivos. La referencia de esta peligrosidad a la persona jurídica ha llevado a que la
doctrina penal discuta si las consecuencias accesorias se aplican a la persona jurídica
como un sujeto de imputación109 o como un objeto peligroso110. La respuesta a esta
cuestión, sin embargo, no presenta diferencias relevantes a nivel de las consecuen­
cias prácticas111.
Mayor relevancia práctica tiene la discusión sobre la naturaleza preventiva
de las consecuencias accesorias, es decir, si se trata de medidas preventivas de na­
turaleza penal o de medidas administrativas que simplemente se imponen en sede
penal por razones de economía procesal. Los que sostienen que las consecuencias
accesorias tienen una naturaleza propiamente penal112, lo hacen como consecuencia
de haber negado la posibilidad de que las personas jurídicas respondan penalmente,
siendo, por tanto, la finalidad de estas medidas preventivas evitar la futura lesión de
bienes jurídico que no se puede conseguir con la imposición de una pena a la perso­
na jurídica por su incapacidad delictiva. Las consecuencias accesorias desplegarían,
por tanto, una finalidad de prevención general y especial113.

107 Similarmente, V il la v ic e n c ío T e r r er o s : Derecho P en al, PG, p. 271; M e in i M é n d e z :


L a responsabilidad p e n a l , p. 193; M a r tín ez -B u já n P é r e z : Derecho p e n al económico, PG,
p. 339.
108 Igualmente, A lpaca P é r e z : G aceta P en al & Procesal P en al 40 (octubre de 2012), p. 76.
109 Vid., S ilva S á n c h e z , en L a responsabilidad p en al, García Gavero (coord.), p. 182 y s.
110 Vid., así F e ijo o S á n c h e z , en L a responsabilidad pen al\ García Cavero (coord.), p. 232;
R a m ó n R ib a s , en N uevos retos d el Derecho p en al, Faraldo Cabana (dir.), p. 247; C a stillo
A lva: L as consecuencias, p. 276.
111 F e ijo o S á n c h e z , en L a responsabilidad pen al, García Cavero (coord.), p. 254, habla de
diferencias accidentales, secundarias o de matiz.
112 Vid., L u z ó n Pe ñ a : C urso , I, p. 58; O ctavio d e T o led o U b ie t o : LH -C erezo M ir , p. 1129;
F e r n á n d e z T e r u e l o : Estudios, p. 47; M a r tín ez -B u já n P é r e z : Derecho p e n al económico,
PG, p. 540; Ra m ó n R ib a s , en N uevos retos del Derecho p e n al, Faraldo Cabana (dir.), p. 245.
113 Vid., así, S ilva S á n c h e z , en L a responsabilidad p en al, García Cavero (coord.), p. 191, que
considera quedas consecuencias accesorias son medidas de seguridad jurídico-penales.

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El otro punto de vista tiene como punto de partida la idea de que lo único
propiamente penal es la imposición de una pena con base en la culpabilidad del
autor, por lo que toda medida impuesta al margen de este criterio no puede ser ge-
nublamente penal. La función del Derecho penal de devolver la vigencia a la norma
infringida, solamente se puede cumplir si el delito se atribuye bajo el criterio de la
culpabilidad. En la medida que las consecuencias accesorias aplicables a la persona
jurídica no se sustentan en su culpabilidad, no son medidas propiamente penales,
aun cuando se impongan en un proceso penal. Estas medidas apuntan únicamente
a evitar el peligro de utilización de la organización de la persona jurídica por parte
de personas naturales para cometer delitos. Por tanto, las consecuencias accesorias
constituyen medidas de carácter administrativo que se imponen en sede penal por
razones de economía procesal114.

C. Toma de p osición
Lo primero que debe indicarse es que resulta incorrecto que se considere, como
punto de partida, que la afirmación de que las consecuencias accesorias no tienen el
carácter punitivo presupone haber negado previamente la posibilidad de imponer
penas a las personas jurídicas. Esta asociación de ideas solamente encontraría razón
para aquellos que pretenden asignarle a las consecuencias accesorias la función de
cubrir los déficits de prevención provocados por la falta de capacidad delictiva de las
personas jurídicas115. En nuestra opinión, sin embargo, las consecuencias accesorias
aplicables a las personas jurídicas se sustentan con independencia de la posibilidad
de imponerles penas, pues su fundamento no radica en la falta de culpabilidad de la
entidad corporativa, sino en la peligrosidad de su organización116. En consecuencia,
en un sistema penal pueden coexistir penas y consecuencias accesorias aplicables a
las personas jurídicas117, siendo necesario únicamente delimitar adecuadamente el
alcance de cada una de estas consecuencias derivadas del delito para evitar un fraude
de etiquetas o, lo que es peor, una sobrerreacción del sistema penal.
En nuestra legislación penal a las personas jurídicas se les puede imponer tanto
penas (Ley N ° 30424), como consecuencias accesorias (artículo 105 del CP). Una
alternativa de delimitación podría ser restringir la respuesta punitiva a los delitos
por los que se admite la responsabilidad de la persona jurídica (cohecho, colusión

114 En una línea similar, C er ez o M ir : Curso, Parte General, II, p. 72 y ss.; G racia M a r t ín :
Lecciones, Gracia Martín (coord.), p. 394. En el Perú, G álvez V illeg a s /D elg ad o T ovar :
Pretensiones que pueden ejercitarse en el proceso pen al, p. 187 y s.
113 Así parece ser la interpretación de C a stillo A lva: L as consecuencias, p. 249 y s.; G álvez
V il leg a s / D elgad o T ovar : Pretensiones que pueden ejercitarse en elproceso pen al, p. 185 y s.
116 Similarmente, M e in i M e n d e z : L a responsabilidad, p. 195.
117 Igualmente, V il c h e r r e z A t o : Ita ius esto, 1, p. 256.

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desleal, tráfico de influencias, lavado de activos y financiamiento del terrorismo) y


dejar la aplicación de las consecuencias accesorias para los otros delitos. En refuerzo
de esta propuesta se podría decir que la reforma a la Ley N ° 30424, al incluir el
delito de lavado de activos como uno de los delitos por el que la persona jurídica
podría ser hecha responsable, derogó también el artículo 8 de la Ley contra el La­
vado de Activos que preveía la imposición de consecuencias accesorias a la persona
jurídica, lo que cerraría, por tanto, esta posibilidad expresamente contemplada en
la legislación anterior. Este planteamiento no es, sin embargo, indiscutible, pues, si
bien se derogó el artículo que, en la ley penal especial de lavado de activos, preveía
la imposición de consecuencias accesorias a las personas jurídicas, la regulación
general del artículo 103 del CP, aplicable también a las leyes especiales conforme
al artículo X del Título Preliminar del CP, no ha sido expresamente limitada, por
lo que, en principio, las consecuencias accesorias podrían aplicarse a las personas
jurídicas en relación con cualquier delito. Bajo tal hipótesis interpretativa no es
que la pena y la consecuencia accesoria cumplen la misma función, radicando la
diferencia únicamente en el tipo de delito cometido, sino que a cada una le corres­
ponde una función distinta.
U n criterio de distinción como el asumido por la regulación penal española
que aplica las consecuencias accesorias a los entes no personificados no sería de
recibo, pues el artículo 105 del CP está referido expresamente a las personas jurí­
dicas de la misma forma que la Ley N ° 30424. Á mi entender, la única forma de
conseguir una aplicación coherente de las sanciones y las consecuencias accesorias
aplicables a las personas jurídicas sería encontrando el criterio de diferenciación que
evite una imposición conjunta. En este sentido, si las sanciones de la Ley N ° 30424
se sustentan en una responsabilidad penal por el hecho propio, su aplicación deberá
limitarse a aquellas personas jurídicas que, por su complejidad organizativa, tienen
la posibilidad de auto-configurarse y, por lo tanto, de ser penalmente culpables. Por
el contrario, si la persona jurídica no tiene esa complejidad, pero existe el peligro
de que su estructura pueda ser nuevamente utilizada por los miembros individua­
les para cometer un delito, entonces lo que corresponde no es la imposición de
una pena, sino una consecuencia accesoria. Se podría, así, distinguir entre personas
jurídicas inimputables e imputables en función de la complejidad organizativa118.
Contra las primeras se podrá imponer consecuencias accesorias si existe el peligro
de que su organización pueda ser utilizada nuevamente por una persona individual
para cometer o encubrir un delito. Contra las segundas solamente penas si es que
son culpables por estar defectuosamente organizadas.

118 Vid., así, G ó m ez -Jar a D íe z : LH -R odríguez M ourullo, p. 425 y ss. Igualmente, N ieto
M a r t ín , en Cuestiones actuales del Derecho p e n al económico, Serrano-Piedecasas/Demetrio
Crespo (dir.), p. 141 y s.

1102 I ¿deas
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Si partimos del hecho de que las consecuencias accesorias no son penas, la cues­
tión que debe abordarse decididamente es si se trata de medidas penales o no. Nues­
tro parecer es que no. Lo único que puede comunicar en el Derecho penal es la pena,
de manera que la imposición de otras medidas, aun cuando se haga en el marco de
un proceso penal, no las hace, por ese solo hecho, de naturaleza pena. Los efectos de
restablecimiento de la vigencia de la norma que estas medidas pudiesen desplegar en
el terreno penal, constituyen simples reflejos empíricos de la protección, pero no su
fundamento de legitimación. Estas medidas preventivas no revisten el carácter de una
sanción penal119, pues no se sustentan en el hecho cometido por la persona jurídica,
sino en un juicio de peligrosidad sobre la comisión futura de nuevos hechos delictivos
por sus miembros individuales. Se trata, por tanto, de medidas preventivas de carácter
administrativo que se imponen, por razones de conveniencia, en un proceso penal120.
Si se aprecia la regulación positiva sobre las consecuencias accesorias aplicables
a personas jurídicas, se podrá constatar que nuestra interpretación sobre su natura­
leza jurídica no resulta incompatible con el tenor legal. Las medidas previstas en el
artículo 105 del C P se corresponden claramente con una situación de peligrosidad
objetiva que autoriza á la Administración a tomar medidas de prevención sobre
bienes o actividades peligrosas de la persona jurídica. La realización de un hecho
antijurídico por parte de sujetos individuales es solamente la ocasión que evidencia
la peligrosidad de la organización de la persona jurídica respecto de futuros delitos.
Si bien inicialmente no se contaba con una previsión legal de la que pudiese des­
prenderse con suficiente claridad el fundamento de estas consecuencias jurídicas
del delito, la incorporación del artículo 105-A del CP por la Ley N ° 30077 ha
pretendido cubrir este vacío por medio de diversos criterios para fundamentar y
determinar su imposición. N o obstante, debe reconocerse que la redacción de este
dispositivo legal no ha sido el más feliz, pues simplemente hace una enumeración
de criterios sin precisar cuáles fundamentan y cuáles sólo sirven para determinar la
específica consecuencia accesoria a imponer.
D e los criterios que el artículo 105-A del CP recoge, consideramos que el que
establece el fundamento de la imposición de las consecuencias accesorias aplicables
a las personas jurídicas es el establecido en el inciso 1: Prevenir la continuidad de
la utilización de la persona jurídica en el hecho punible. De ello se desprende que su
finalidad es claramente preventiva, en el sentido de evitar que se vuelva a utilizar
a la persona jurídica en la comisión de un delito. Pero además que el delito no es
cometido por la persona jurídica, sino que ella es utilizada por una persona natural

119 De otro parecer, C a stillo A lva: L as consecuencias, p. 274, quien entiende que las
consecuencias accesorias son sanciones administrativas.
120 Sigue este parecer, Peñ a C abrera F reyre : G aceta P en al & Procesal P en al 10 (2010), p. 70;
R o d r íg u e z J im é n e z : A ctu alidad P en al 2 (2014), p. 157.

¿d eas 1103
D erecho P enal - parte general

para cometer un delito. E n consecuencia, decir que las consecuencias accesorias


son sanciones penales especiales no tiene asidero legal, pues no se imponen a la
persona jurídica por haber cometido directamente o a través de sus representantes
o administradores el delito, sino por haber sido utilizada por sus representantes o
administradores en la comisión de un delito. Las consecuencias accesorias son me­
didas preventivas de carácter administrativo ante una situación objetiva de peligro.

3. Presupuestos
Para establecer los presupuestos necesarios para la imposición de las conse­
cuencias accesorias a las personas jurídicas juega un papel determinante el hecho de
que no sean consideradas penas y que tampoco se les asigne un carácter penal. En
este sentido, estas medidas no responden a una situación de necesidad de intensi­
ficar un efecto disuasorio o resocializador en la persona jurídica o en sus miembros
individuales. En la m edida que las consecuencias accesorias tienen una naturaleza
administrativa no sancionatoria, sus presupuestos, tanto materiales como proce­
sales, estarán orientados simplemente a eliminar una situación de peligro de una
posible comisión futura de nuevos delitos por parte de los ‘miembros individuales
de una persona jurídica.

A. P resup uestos m ateriales


La aplicación de una consecuencia accesoria a una persona jurídica no es una
decisión absolutamente discrecional. El juez debe acreditar, en el caso concreto, la
existencia de un conjunto de presupuestos materiales que permitan afirmar que
se cumple con el fundamento de la peligrosidad objetiva de la organización121, así
como justificar la clase y cuantía de la consecuencia accesoria concretamente a im­
poner. Tres son los presupuestos materiales que deben ser tenidos en consideración
a estos efectos.

a. E l hecho prin cip al


Para imponer una consecuencia accesoria es necesario que se haya determi­
nado previamente que una persona individual ha cometido un hecho punible en
el ejercicio de la actividad de la persona jurídica o utilizando su organización para
favorecerlo o encubrirlo122. A diferencia de la regulación española123, el Código

121 Igualmente, H urtado P o zo /P ra do Sald arriaga : Derecho P en al, PG, II, § 29, n.m. 3256.
122 Vid., S ilva S á n c h e z , en L a respon sabilidadpen al G arcía Cavero (coord.), p. 194; U rtech o
N avarro : G aceta P en al & Procesal P en al 6 (2009), p. 38; P ra do S aldarriaga : Consecuen­
cias ju ríd ica s del delito , p. 295.
123 Vid., B a cig a lu po , S.: L a responsabilidad p e n a l p. 286 y ss.; L a M ism a , en Derecho p e­
n al económico, Bacigalupo Zapater (dir.), p. 102 y ss.; G racia M a r t ín : Lecciones, Gracia
Martín (coord.), p. 407 y s; M a r t ín e z -B u já n P é r e z : Derecho p e n al económico, PG, p. 545.

1104 ¿d eas
Percy G arcía C averò

Penal Peruano no requiere que la consecuencia accesoria esté prevista en los tipos
penales de la Parte Especial, por lo que el juez penal estará en capacidad de impo­
nerlas en cualquier delito de la Parte Especial124. Solamente resulta necesario que
el hecho punible se vincule a la actividad u organización de la persona jurídica. Si
bien el término “hecho punible” puede abarcar tanto los delitos como las faltas,
el carácter especialmente invasivo de las consecuencias accesorias aplicables a las
personas jurídicas aconsejarían reservarlo para lo hechos graves, es decir, para los
hechos delictivos125.
Los supuestos de vinculación de la persona jurídica con el hecho punible rea­
lizado por el miembro individual son fundamentalmente tres. El primer supuesto
de vinculación es que el delito haya sido cometido en el ejercicio de la actividad de
la persona jurídica. Para precisar cuándo se presenta esta situación hay fundamen­
talmente dos teorías en discusión. Por un lado, está la teoría del interés que exige
que la actuación delictiva de los sujetos individuales redunde en un beneficio para
la persona jurídica. Por el otro, la teoría de la función que deja de lado el criterio
del interés y se centra en el ámbito funcional de la persona jurídica, de manera que
solamente exige que el delito se haya cometido en el marco de actuación del ente
colectivo. Lo más adecuado es recurrir al criterio funcional, en la medida que el
criterio del beneficio resulta siempre de difícil determinación y verificación126. Lo
determinante no es la utilidad del hecho delictivo para los intereses de la persona
jurídica, sino la realización de este hecho dentro del ámbito de actuación de la
persona jurídica.
Los otros dos supuestos de vinculación de la persona jurídica con el hecho
punible se refieren no a su ámbito de actuación, sino a su organización. El primero
de ellos se presenta cuando la organización de la persona jurídica ha favorecido la
comisión del hecho delictivo. Se trata, como puede deducirse fácilmente, de actos
de cooperación o favorecimiento al delito que se hacen utilizando la organización
de la persona jurídica. En consecuencia, la persona individual que utiliza la persona
jurídica no requiere tener el estatus de autor del delito, sino que basta una impu­

124 Vid., igualmente, C a stillo A lva: L as consecuencias, p. 301.


125 Vid., así, P rado Sald arriaga : L as consecuencias, p. 184. De otro parecer, C astillo A lva:
L as consecuencias, p. 281. El parecer de Castillo Alva ha quedado, sin embargo, sin piso con
la expedición del nuevo Código Procesal Penal, en donde se contempla la posibilidad de
aplicar cautelarmente medidas preventivas para asegurar la finalidad de las consecuencias
accesorias únicamente respecto de delitos [vid., así, E spin o z a G oyena , en E l nuevo proceso
p en al, Cubas/Doig/Quispe (coord.), p. 323 y s.].
126 En el mismo sentido, M e in i M e n d e z : L a responsabilidad, p. 201. Por su parte, C astillo
A lva : L as consecuencias, p. 288 y s., utiliza indistintamente ambos criterios. Sigue, por el
contrario, la tesis del interés, G álvez V illeg a s /D elgado T ovar : Pretensiones que pueden
ejercitarse en el proceso pen al, p. 191.

¿d e as 1105
D erecho Penal - parte general

tación a título de partícipe127. El segundo supuesto de vinculación con la organiza­


ción de la persona jurídica tiene lugar cuando se utiliza la organización para encu­
brir el delito. El significado del término encubrir debe hacerse en un sentido penal,
es decir, mediante una acción que configure el tipo penal de encubrimiento128. En
este sentido, se trata de actos materializados, por lo general, con posterioridad a la
comisión del hecho delictivo.
Com o cuestión general, hay que señalar que el término hecho punible permi­
te incluir también los casos de realización, favorecimiento o encubrimiento de una
tentativa del delito129. Por otra parte, dicho término no debe interpretarse en un
sentido extensivo que llegue hasta la punibilidad de la conducta, pues una interpre­
tación acorde con el fin de protección de la norma debe llevar a entender que, para
imponer una consecuencia accesoria, resulta suficiente que se haya realizado una
conducta que muestre la peligrosidad de la estructura organizativa de la persona
jurídica, lo que se cumple indiscutiblemente con un hecho típico y antijurídico130.
Por lo tanto, no es un requisito necesario para imponer una consecuencia accesoria
una sentencia condenatoria de un sujeto individual131.
En la medida que las consecuencias son, como su propio nombre lo dice,
accesorias, será siempre necesaria la previa determinación del hecho propiamen­
te penal realizado por una persona individual. N o se requiere que se trate de un
miembro formal de la persona jurídica132, a diferencia del comiso de ganancias

127 Vid., S ilva S á n c h e z , en L a responsabilidad p en al, García Cavero (coord.), p. 195 y s.;
G álvez V illeg a s / D elg a d o T ovar : Pretensiones que pueden ejercitarse en el proceso p en al,
p. 190 y s. Precisa C a st il l o A lva: L as consecuencias, p. 292 que el favorecimiento incluye
no sólo la complicidad, sino también la instigación.
128 Similarmente, C a st il l o A lva: L as consecuencias, p. 293.
129 Vid., C a stillo A lva: L a s consecuencias, p. 281; G álvez V il leg a s /D elg ad o T ovar : Preten­
siones que pueden ejercitarse en elproceso pen al, p. 190; R o d r íg u e z J im é n e z : A ctu alidad Pe­
n a l ! (2014), p. 157. D e otra opinión, S ilva S á n c h e z , en L a responsabilidad pen al, García
Cavero (coord.), p. 194 y s., a partir de consideraciones sobre el principio de legalidad.
130 Vid., igualmente, Z u g a ld ía E sp in a r : R P J 46 (1997), p. 340 y ss.; B a c ig a lu po , S.: L a
responsabilidad p en al, p. 308; M e in i M é n d e z : L a responsabilidad, p. 198; G racia M a r tín :
Lecciones, Gracia Martín (coord.), p. 409; T a m arit S u m il l a : LH -C erezo M ir, p. 1166;
C a stillo A lva: L as consecuencias, p. 285; G álvez V il leg a s /D elg ad o T ovar : Pretensiones
que pueden ejercitarse en el proceso pen al, p. 189; R o d r íg u e z J im é n e z : A ctu alid ad P enal 2
(2014), p. 157. De otra opinión Z ú ñ ig a R o d r íg u e z : Bases, p. 212; O ctavio d e T o led o y
U b ie t o : LH -Cerezo M ir, p. 1131.
131 De otra opinión, P ra d o S aldarriaga : L as consecuencias, p. 185; E l M is m o , Consecuencias
ju ríd ica s del delito, p. 295; Peña C abrera F reyr e : G aceta P en al & Procesal P en al 10 (2010),
p. 73 y s.; H urtado Po z o /P rado S aldarriaga : Derecho Penal, PG, II, § 29, n.m. 3260.
132 Vid., así Silva Sánchez, en L a responsabilidad p en al, García Cavero (coord.), p. 197 y
s.; M eini M éndez: L a responsabilidad, p. 207. De otra opinión Rodríguez E steves: E l
Derecho pen al, p. 359 y s.

1106 I £ deas
Percy G arcía C averò

obtenidas ilícitamente, en donde el tenor legal exige expresamente que la persona


natural autor del delito sea un funcionario o dependiente de la persona jurídica.
Basta, por lo tanto, la utilización delictiva de la organización. En la doctrina penal
se discute si debe individualizarse a este sujeto individual o si resulta suficiente
simplemente con determinar que alguien ha cometido un delito en las actividades
o desde la organización de la persona jurídica. Pensamos que una individualización
del sujeto individual no es indispensable.
En cuanto al alcance del término “persona jurídica”, se discute si dicho
término abarca tanto a las personas jurídicas de Derecho privado como a las de
Derecho público. Si bien el artículo 105 del CP no precisa nada al respecto, una
lectura completa de dicho artículo debe llevar a limitar necesariamente el ámbito
de aplicación a las personas de Derecho privado133. En efecto, cuando el artículo
105 del texto punitivo enumera las consecuencias accesorias aplicables, las refiere
claramente a las form as jurídicas de las personas jurídicas de Derecho privado
(sociedades, asociaciones, fundaciones, cooperativas o comités) y no, más bien, a
las de las personas jurídicas de Derecho público. Por contra, el término persona
jurídica puede interpretarse en un sentido amplio que incluya las sociedades de
hecho e irregulares134. El Derecho penal no tiene por qué estar vinculado a una
interpretación accesoria que limite sus posibilidades de actuación. Por otra parte,
la crítica de que las consecuencias accesorias están pensadas más para personas
jurídicas debidamente constituidas resulta cuestionable, pues hasta la propia re­
gulación societaria admite, por ejemplo, que la sociedad irregular pueda ser di­
suelta y liquidada.
Es precisamente a partir de las consideraciones materiales que orientan la
interpretación de los criterios de imputación penal que se explica que el legislador
penal haya incorporado, en la regulación de las consecuencias accesorias aplica­
bles a las personas jurídicas, una cláusula de facticidad en cuanto a la identidad
de la persona jurídica. En efecto, en el último párrafo del artículo 105 del CP se
indica que el cambio de la razón social, la personería jurídica o la reorganización
societaria, no im pedirá la aplicación de estas medidas135. Se trata de evitar que,
con un manejo de las formas jurídicas, se consiga sustraer a la persona jurídica de
las consecuencias accesorias que corresponde imponerle por la peligrosidad de su
organización.

133 Igualmente, N ú ñ e z P é r e z : G aceta P en al & Procesal Pen al 28 (2011), p. 116; G álvez


V illeg a s /D elg a d o T ovar : Pretensiones que pueden ejercitarse en elproceso p en al, p. 191. De
otro parecer, C a st il l o A lva: L as consecuencias, p. 298.
134 De otro parecer en cuanto al tenor legal, C a stillo A lva: L as consecuencias, p. 297; Z ú ñ ig a
R o d r íg u e z : A n u ario de Derecho P en al, 2001, p. 493.
133 Vid., R eyna A l fa r o : Gaceta P en al & Procesal P en al 62 (2014), p. 48 y s.

1107
D erecho Penal - parte general

b. Ju icio de prognosis
En segundo lugar, es necesario que el juez haga, a partir de la forma como está
estructurada la persona jurídica, un juicio de prognosis sobre la probabilidad de que
se cometan futuros hechos delictivos a través o con ayuda de la persona jurídica136.
A este requisito se le conoce también como la peligrosidad objetiva de la estructura
social. Por lo tanto, para que proceda la imposición de una consecuencia accesoria,
la persona jurídica debe estar organizada de una forma tal que permita, favorezca
o encubra la realización de hechos delictivos futuros (por ejemplo, la existencia
de una planta contaminante o la creación de las llamadas sociedades fachada). Es
importante destacar que se trata de una peligrosidad objetiva que, por lo tanto, no
necesita determinar quién es el competente por esa situación de peligrosidad.
La peligrosidad de la organización puede manifestarse en diversos grados. Por
un lado, puede ser que la persona jurídica esté ex profesamente organizada para co­
meter hechos delictivos. Por ejemplo, si se ha institucionalizado un sistema de doble
facturación para reducir la base imponible en relación con el pago de los tributos.
Pero puede suceder, por otro lado, que la peligrosidad de la organización se debe a
que el m ism o giro empresarial se mueve en un ámbito de alta probabilidad de co­
misión de determinados hechos delictivos (por ejemplo, contaminación medioam­
biental, receptación, tráfico de insumos químicos fiscalizados, entre otros), frente a
lo cual la persona jurídica no implementa ningún sistema de prevención de delitos.
En estos casos, la peligrosidad de la organización se dará en la medida que no exista
un sistema de prevención idóneo en relación con la comisión de hechos delicti­
vos altamente probables. Bajo estas consideraciones, las consecuencias accesorias
se impondrán a la entidad empresarial por la peligrosidad de la actividad que no es
atajada oportunamente con mecanismos de prevención idóneos137.
C on base en las consideraciones precedentes, resulta evidente que si, por el
contrario, la persona jurídica cuenta con un programa de cumplimiento normativo
idóneo, no será posible sostener la peligrosidad criminal de la organización y, por lo
tanto, no habrá sustento dogmático para imponerle alguna consecuencia accesoria,
más allá del castigo al miembro individual por el delito que haya cometido138. El
que la persona jurídica se encuentre organizada en compliance es un indicio de la

136 En el mismo sentido, M a r t ín ez -B u já n P é r e z : Derecho p e n al económico, PG, p. 348;


U r t e c h o N avarro : G aceta P en al & Procesal P en al 6 (2009), p. 38.
137 Vid., con mayor detalle, G ar cía C avero : C rim in al Com pliance , p. 139.
138 Igualmente, H u rta d o H u a illa : G aceta P en al & Procesal P en al 7 7 (2017), p. 86 y s.;
R u iz /P a l o m in o : A ctu alid ad P en al 22 (2016), p. 73. Por el contrario, no ve relevancia del
com pliance en la imposición de consecuencias accesorias, C lavijo J ave : Derecho P U C P 73
(2014), p. 644.
Percy G arcía C averò

existencia de un management empresarial cuidadoso139 y, por lo tanto, un argumen­


to irrebatible frente a la pretensión de someterla a alguna consecuencia accesoria.
La existencia de un programa de cumplimiento normativo permitirá tratar el delito
cometido por la persona física como un accidente en las actividades de la persona
jurídica140.

c. Test de proporcionalidad
Com o último presupuesto material, hay que señalar que la imposición de
consecuencias accesorias a una persona jurídica, como toda medida que implique
la restricción de derechos (libertad de empresa, derecho de propiedad, libertad de
contratar), debe someterse al principio de proporcionalidad. En concreto, el juez
debe someter la específica consecuencia accesoria aplicable a la persona jurídica a
un test de proporcionalidad que abarca un juicio de idoneidad, de necesidad y de
proporcionalidad en sentido estricto141.
En el juicio de idoneidad debe tenerse en cuenta no sólo la finalidad pre­
ventiva antes señalada de las consecuencias accesorias aplicables a personas jurídi­
cas (atajar la peligrosidad de la estructura social), sino también los intereses de los
trabajadores y acreedores de la empresa afectada con dicha medida142. Esta per­
meabilidad de las consecuencias accesorias ante aspectos que no tienen un carácter
preventivo-penal, ponen de manifiesto nuevamente que estas medidas no pueden
ser medidas de naturaleza estrictamente penal. En consecuencia, estamos frente a
medidas administrativas que requieren ponderar otros intereses sociales, no sola­
mente la peligrosidad de la estructura organizativa de la persona jurídica. El test de
proporcionalidad exige hacer también un juicio de necesidad no sólo para decidir
si se impone una consecuencia accesoria, sino también para elegir cuál de ellas
debe imponerse en el caso concreto. Si la finalidad preventiva se consigue con una
medida extrapenal menos lesiva o con una consecuencia accesoria menos grave, el
juez deberá optar por la menos onerosa para la persona jurídica. Finalmente, debe
hacerse también un juicio de proporcionalidad en sentido estricto, en el que se
determine si existe un desequilibrio manifiesto, esto es, excesivo o irrazonable entre
la medida impuesta y la finalidad preventiva de la norma.

139 Vid., F e ijo o S á n c h e z : Derecho p e n al de la empresa,, p. 202.


140 Así, S ilva S á n c h e z , en C rim in alidad de empresa y Com pliance, Silva Sánchez (dir.), p. 32.
141 Vid., así, Z ú ñ ig a R o d r íg u e z : A nuario de Derecho Penal, 2001, p. 490; T am arit S u m illa :
LH -C erezo M ir , p. 1167; U r t ec h o N avarro : Gaceta P en al & Procesal P en al 6 (2009),
p. 38 y s.; S ota S á n c h e z : G aceta P en al & Procesal P en al 34 (2012), p. Acuerdo Plenario
N ° 07-2009, punto 17.
142 Vid., en este sentido, F er n á n d e z T e r u e lo : Estudios, p. 54 y s.

¿d e as | 1109
D erecho Penal - parte general

B. P resup uestos p rocesa les


H asta antes de la entrada en vigencia del Código Procesal Penal de 2004,
no se contaba con una regulación de los presupuestos de orden procesal para la
imposición de consecuencias accesorias a las personas jurídicas. Por esta razón, la
jurisprudencia recurrió escasas veces a estas consecuencias jurídicas del delito y,
cuando lo hizo, se apoyó en criterios poco uniformes. D e esta situación da cuenta
el Acuerdo Plenario N ° 7-2009 en su punto 8, precisando que, si bien el Código
Procesal Penal actual cubre el vacío de la falta de operatividad procesal de las conse­
cuencias accesorias aplicables a personas jurídicas, su entrada en vigencia progresiva
deja todavía sin referente legal los casos que se siguen ventilando con el Código de
Procedimientos Penales. Por esta razón, el referido Acuerdo Plenario en el punto
22 establece cuáles son las reglas procesales que deben observarse, en los procesos
ventilados con el Código de Procedimientos Penales, para imponer consecuencias
accesorias a las personas jurídicas, las que se corresponden con los criterios esta­
blecidos en el nuevo Código Procesal Penal, teniendo obviamente en cuenta las
particularidades del viejo modelo procesal.

a. Incorporación a l proceso pen al


Para poder imponer una consecuencia accesoria a una persona jurídica den­
tro de un proceso penal es evidente que previamente debe haber sido incorporada
al proceso a requerimiento de la parte legitimada143. D ada la ausencia de alguna
disposición al respecto en el Código de Procedimientos Penales, la jurisprudencia
se encargó en un primer momento de desarrollar esta exigencia, señalando que las
personas jurídicas debían ser emplazadas e incorporadas al proceso bajo la forma
de “parte pasiva” 144. El Acuerdo Plenario N ° 7-2009 ha consolidado esta línea de
interpretación al exigir primeramente un requerimiento de inclusión de la perso­
na jurídica en el proceso por parte del Fiscal en la denuncia o durante la etapa de
instrucción. Sobre la base de este requerimiento, el Juez Penal comprenderá en el
auto de apertura de instrucción o en un auto ampliatorio o complementario a la
persona jurídica involucrada en el hecho punible como “sujeto pasivo imputado” .
En el caso de los procesos penales ventilados con el Código Procesal Penal de 2004,

143 Vid., R eyna A lfa ro : G aceta P en al & Procesal P en al 62 (2014), p. 49; R o d r íg u e z J im é n e z :


A ctu alid ad P en al 2 (2014), p. 160.
144 Vid., R eyna A lfa ro : G aceta P en al & Procesal P en al 37 (julio de 2012), p. 132 y s. Igual­
mente en la jurisprudencia nacional, el auto de 26 de febrero de 2002 en el Exp. N ° 23-2001
(caso de América Televisión) y la Sentencia de primera instancia de 30 de abril de 2004 del
Exp. N ° 493-02 (caso de la Discoteca Utopía). Ambas resoluciones judiciales son repro­
ducidas parcialmente en la parte pertinente por E spin o z a G o yena : E l nuevo proceso penal,
Cubas/Doig/Quispe (coord.), p. 313 y s.

j
1110 ¿deas
Percy G arcía C averò

la exigencia de incorporación al proceso es clara, pues su artículo 90 exige expresa­


mente el emplazamiento e incorporación de la persona jurídica en el proceso penal
a instancia del fiscal para poder imponerle alguna consecuencia accesoria.
Sobre el requisito del requerimiento fiscal se presenta una cuestión debatible.
Cierto sector de la doctrina se pronuncia, con base en el principio acusatorio, sobre
la potestad exclusiva del Ministerio Público para incorporar a una persona jurídica
como sujeto pasivo145. Por nuestra parte, no consideramos que ésta sea la razón
de la exigencia del requerimiento fiscal de la consecuencia accesoria. Com o ya lo
adelantamos, estas medidas, aplicables a las personas jurídicas, no son penas, sino
medidas preventivas de carácter administrativo, por lo que el fiscal no es el titu­
lar exclusivo para solicitarlas. Sin embargo, en la nueva estructuración del proceso
penal, en donde el fiscal asume y dirige la investigación, es evidente que es éste
quien se encuentra en la mejor posición para poder determinar si se presentan los
presupuestos para imponer una consecuencia accesoria a una persona jurídica. Por
consiguiente, la exigencia del requerimiento fiscal se sustentaría por su posición
en el proceso penal más que por el carácter jurídico-penal de las consecuencias
accesorias.
El Código Procesal Penal establece en su artículo 91 la oportunidad para in­
corporar a una persona jurídica como sujeto pasivo en un proceso penal: Esta in­
corporación debe darse entre la formalización de la investigación y la conclusión de
la misma146. El pedido del fiscal sigue el trámite establecido para los medios de de­
fensa técnica. En la audiencia prevista para estos casos resulta de sustancial impor­
tancia la intervención de la persona jurídica emplazada. Si se aplican las reglas de
los medios de defensa, el auto que resuelve la incorporación de la persona jurídica
como parte pasiva podrá ser apelado, tal como lo establece el artículo 9 del C PP147.
En el caso de los procesos que se rigen por el Código de Procedimientos Penales,
el Acuerdo Plenario N ° 7-2009 establece igualmente que la oportunidad procesal
para incorporar a la persona jurídica como sujeto pasivo va desde la formalización
de la denuncia hasta la conclusión de la instrucción. Sin embargo, la incorporación
la decide el juez sin que se le dé la posibilidad de oponerse a la persona jurídica. El
Acuerdo Plenario simplemente dispone que a la persona jurídica se le notifique su
incorporación como sujeto pasivo.

14$ Vid., así, C astillo Alva: L as consecuencias, p. 307 y s.; Tamari Sumilla: LH -C erezo M ir ,
p. 1168; E spinoza G oyena, en E l nuevo proceso p en al, Cubas/Doig/Quispe (coord.),
p. 316; E l M ismo , G aceta P en al & Procesal P en al 56 (febrero de 2014), p. 122.
146 Vid., E spinoza G oyena: Gaceta P en al & Procesal P en al $6 (2014), p. 122; Reyna Alfaro:
G aceta P en al & P rocesal P en al 62 (2014), p. 50.
147 Admite igualmente la posibilidad de apelación, E spinoza G oyena: G aceta P en al & Procesal
P en al 56 (2014), p. 123.
D erecho P enal - parte general

b. P arte procesal
La incorporación de la persona jurídica como parte pasiva debe permitirle go­
zar de una participación activa en el proceso que asegure el respeto de sus derechos,
sobre todo del derecho de defensa148. Por disposición constitucional, las personas
jurídicas deben tener la posibilidad de defenderse dentro del proceso penal ante la
eventual imposición de una medida restrictiva como es precisamente una conse­
cuencia accesoria. En el nuevo Código Procesal Penal se establece el marco adecua­
do para garantizar el derecho de defensa de la persona jurídica. Se dice expresamen­
te en el artículo 92 que, una vez que la persona jurídica es incorporada al proceso,
se requerirá a su órgano social que designe un apoderado judicial que no puede ser
el imputado por el hecho principal149. Si en el plazo de cinco días de requerido no
designa un apoderado judicial, lo hará el juez. Por su parte, el Acuerdo Plenario
N ° 7-2009 dispone igualmente que, una vez comprendida la persona jurídica en el
proceso penal, ésta sea notificada para que nombre a un apoderado judicial en los
mismos términos que el artículo 92 del N C PP.
El artículo 93 del C PP le reconoce a la persona jurídica todos los derechos y
garantías del imputado, aunque en el segundo párrafo permite que se le impongan
las consecuencias accesorias en rebeldía o. falta de apersonamiento. El Acuerdo Ple­
nario N ° 7-2009 hace lo mismo respecto de los procesos penales tramitados con el
Código de Procedimientos Penales, indicando que rigen para la persona jurídica
todos los derechos y garantías previstas para el imputado durante la instrucción y el
juicio oral. El tenor utilizado por el Acuerdo Plenario se inclina abiertamente por
considerar que las consecuencias accesorias son penas que se imponen a las perso­
nas jurídicas por su responsabilidad en el hecho punible, tan es así que indica que
la acusación debe pronunciarse específicamente acerca de la responsabilidad de la
persona jurídica. A nuestro entender, como ya se dijo, las consecuencias accesorias
no son realmente penas, por lo que si bien se le reconoce a la persona jurídica un
derecho amplio a participar en las diversas etapas del proceso150, debe quedar claro
que no es, en sentido estricto, un imputado. Por lo tanto, a la persona jurídica no
se le puede extender ciertas garantías o beneficios exclusivos del imputado, como,
por ejemplo, el “derecho” a poder mentir sobre su responsabilidad penal sin que

148 Vid., así, N úñez Pérez : Gaceta P en al & P rocesal P en al 28 (2011), p. 120; Reyna Alfaro:
G aceta P en al & Procesal P en al 62 (2014), p. 50. En la regulación penal española, del mismo
modo, S ilva Sánchez , en L a responsabilidad p e n al de las personas ju ríd icas, García Cavero
(coord.), p. 145; Bacigalupo, S.: L a responsabilidad pen al, p- 289.
149 Destacan lo acertado de esta limitación, G álvez V illegas/D elgado Tovar: Pretensiones
que pueden ejercitarse en elproceso p e n al, p. 211.
150 Vid., así, E spinoza G oyena, en E l nuevo proceso p en al, Cubas/Doig/Quispe (coord.),
p. 318 y s.

j
1112 ¿deas
Percy G arcía C averò

ello conlleve un delito de perjurio o falsedad. En este sentido, el apoderado judicial


de la persona jurídica no podrá eximirse de responsabilidad penal si es que en sus
argumentos de defensa utiliza dolosamente datos falsos.

4. Clases
En los diversos sistemas penales existen fundamentalmente dos modelos de
consecuencias accesorias aplicables a las personas jurídicas. Por un lado están las
medidas de control externo que intentan orientar desde fuera la actividad de la
persona jurídica, y por el otro, las medidas de control interno que inciden sobre la
estructura de la persona jurídica151. Las medidas pecuniarias materializan de forma
más clara la forma de control externo, aunque también poseen esta misma orien­
tación medidas como el cierre de establecimiento, la suspensión de actividades y
la disolución y liquidación152. Por su parte, las medidas que buscan desarrollar un
control interno sobre la persona jurídica encuentran su mejor expresión en la me­
dida de intervención en la estructura organizativa de la persona jurídica. Un repaso
del artículo 105 del CP permite concluir que el modelo de consecuencias accesorias
seguido por nuestra legislación penal se corresponde con un sistema mixto, pues
asume tanto rasgos de control externo como rasgos del control interno.

A. Clausura de locales o establecimientos con carácter temporal o defini­


tivo
La clausura de locales o establecimientos de la persona jurídica tiene lugar
cuando existe objetivamente peligro de realización de nuevos hechos delictivos por
la forma como están dispuestos estos locales o establecimientos. Por ejemplo: La
medida de clausura debe tomarse si los locales abiertos al público de la persona
jurídica no reúnen las condiciones mínimas de seguridad exigidas por la normativa
administrativa. N o es necesario que los locales sean de propiedad de la persona
jurídica, ni tampoco que en esos locales se haya realizado el delito que motiva el
proceso penal153. La realización del delito no constituye el fundamento de la conse­
cuencia accesoria, sino la ocasión para poder constatar la peligrosidad de los locales
o establecimientos usados por la persona jurídica.

151 Vid., S ilva Sánchez , en L a responsabilidad pen al, García Cavero (coord.), p. 199. Una.
ordenación distinta realiza G racia M artín , en Lecciones, Gracia/Boldova/Alastuey:
p. 406, quien habla, por un lado, de medidas preventivas de carácter asegurativo y, por el
otro, de medidas coercitivas.
152 Vid., S ilva Sánchez , en L a responsabilidad pen al, García Cavero (coord.), p. 200.
153 De una opinión distinta, Prado Saldarriaga: L as consecuencias, p. 182; C astillo Alva:
L as con secu en cias^. 311.

¿d e as 1113
D erecho Penal - parte general

La clausura de locales o establecimientos puede ser temporal o definitiva. En


caso sea temporal, su duración no puede exceder los cinco años. La clausura defi­
nitiva no significa la pérdida del local o establecimiento, pues el inmueble puede
ser utilizado perfectamente para otros fines o actividades legalmente permitidos. La
legislación penal no establece los criterios para saber cuándo procede una clausura
definitiva y cuándo una temporal154, por lo que quedará al arbitrio del juez esta
decisión. En cualquier caso, parece lógico entender que, por razones de propor­
cionalidad, la clausura definitiva solamente será aplicable cuando no exista forma
alguna de revertir la peligrosidad del local o establecimiento155.
La pregunta que cabe plantearse respecto a la consecuencia accesoria de clau­
sura es si esta medida puede levantarse si las circunstancias que hacían objetivamen­
te peligrosos los locales o establecimientos de la persona jurídica han sido corregidas
o han cesado. Si se defiende el carácter sancionatorio de estas medidas, difícilmente
se podría levantar la medida, salvo que exista una especie de beneficios peniten­
ciarios para las consecuencias accesorias que permitan levantar anticipadamente
el cumplimiento efectivo de la medida. Por el contrario, si se entiende que esta
consecuencia accesoria es estrictamente una medida preventiva, aunque se haya
impuesto en el marco de un proceso penal, la clausura podría ser levantada sin
mayores inconvenientes, pues la peligrosidad objetiva habría desaparecido. N o obs­
tante, en la medida que ha sido el juez penal el que la ha impuesto, el levantamiento
de la medida no podrá ser ordenada por la Administración, sino que se tendrá que
solicitar que sea el mismo juez penal el que proceda a levantar dicha medida. Debe
quedar claro que esta limitación procesal no se debe al carácter jurídico-penal de la
medida, sino al rango de la autoridad judicial.

B. Suspensión de las actividades de la sociedad? asociación? fundación?


cooperativa o comité por un plazo no mayor de dos años
La suspensión de actividades constituye una medida temporal que le impi­
de a la persona jurídica realizar su actividad social, la cual puede durar hasta dos
años156. El fundamento de esta consecuencia accesoria reside en el hecho de que la
conducta delictiva producida en el marco de las actividades de la persona jurídica
puede seguir desarrollándose. Por ejemplo: Si el proceso productivo de la empresa
ha generado productos defectuosos que han perjudicado a los consumidores, es

154 Vid., S ota Sánchez : G aceta Penal & Procesal P en al 34 (2012), p. 70. Igualmente, en el
Derecho español, Bacigalupo, S.: L a responsabilidad p e n al, p. 302.
155 Limita esta medida a casos de extrema gravedad, D e V icente M artínez, en Cuestiones
actuales de Derecho p e n a l económico, Serrano-Piedecasas/Demetrio Crespo (dir.), p. 200.
156 Destaca su carácter temporal, D e V icente M artínez, en Cuestiones actuales de Derecho
p e n al económico, Serrano-Piedecasas/Demetrio Crespo (dir.), p. 202.

1114 ¿deas
Percy G arcía C averò

lógico que mientras no se resuelva estos defectos de organización o se reformule


el proceso productivo utilizado, el peligro de futuros delitos de la misma índole se
mantiene latente. El plazo máximo de la suspensión de actividades se establece con
el ánimo garantista de evitar una medida indeterminada de restricción de derechos
(principio de proporcionalidad). Si cumplido el plazo establecido por el juez la peli­
grosidad objetiva se mantiene, la Administración Pública estará autorizada a tomar
las medidas administrativas correspondientes para controlar dicha peligrosidad.
Si la actividad en cuestión de la persona jurídica que no está sometida a una
autorización administrativa, entonces la imposición de la consecuencia accesoria
de suspensión impedirá que la entidad colectiva pueda realizar esta actividad como
cualquier otra persona. Si se trata, por el contrario, de una actividad que requiere de
una autorización administrativa, entonces la persona jurídica deberá contar con di­
cha autorización, pues, si no la tiene, simplemente no le asistirá el derecho de poder
realizar dicha actividad. En este sentido, la suspensión de una actividad sometida
a autorización administrativa presupone que la persona jurídica cuente con una
autorización legal para poder llevarla a cabo. Queda claro que la suspensión de una
actividad no le impide a la persona jurídica poder desplegar su accionar empresarial
en otro sector o ámbito económico permitido157.

C. Prohibición a la sociedad, fundación, asociación, cooperativa o comité


de realizar en el fu tu ro actividades de la clase de aquéllas en cuyo ejer­
cicio se haya cometido, favorecido o encubierto el delito
La medida de prohibición de actividades de la persona jurídica debe recaer
sobre el ámbito de actuación en el que se ha realizado el delito por el miembro
individual y existe el peligro de que se pueda volver a cometer158. Constituye, en el
fondo, una inhabilitación, la cual no debe entenderse, en este caso, como una pena,
sino como una medida que se impone porque la persona jurídica se ha mostrado
como incompetente para realizar determinadas actividades sectoriales. Esta medida
podrá tener un carácter definitivo o temporal, siendo su plazo máximo de duración,
en este último caso, de cinco años.
A diferencia de la consecuencia accesoria de suspensión de actividades, la pro­
hibición de actividades es parcial, en el sentido que no impide a la persona jurídica
su funcionamiento, sino que la inhabilita en determinados ámbitos de actuación.
Por ejemplo, cuando una empresa ha realizado una defraudación a las rentas de
aduanas en su actividad importadora de insumos y existe el peligro de seguir ha­

157 Así, D e V icente M artínez , en Cuestiones actuales de Derecho p en al económico, Serrano-


Piedecasas/Demetrio Crespo (dir.), p. 202.
158 Vid., en este sentido, G racia M artín : Lecciones, Gracia Martín (coord.), p. 410.

j
¿d eas 1115
D erecho P enal - parte general

ciéndolo. En estos casos, tendrá que adquirir los productos que necesita (insumos),
vía una empresa im portadora o recurrir a productos nacionales. N o se le niega la
posibilidad de seguir realizando sus actividades, sino que se limita su intervención
en ciertos sectores específicos. D ada la incompetencia de la persona jurídica para
desenvolverse correctamente en determinado sector, el juez toma la medida cogni-
tiva de suspender sus actividades en ese sector. El aseguramiento es, pues, cognitivo
y no normativo.

D. La disolución de la sociedad, asociación, fundación, cooperativa o co­


mité
La consecuencia accesoria de disolución de la persona jurídica constituye la
medida más drástica que se le puede imponer a una persona jurídica, en la medi­
da que implica la pérdida de su existencia jurídica159. Por esta razón, esta medida
debe proceder cuando resulta claro que la persona jurídica ha sido creada con fines
únicamente delictivos160. N os estamos refiriendo concretamente a las sociedades
pantalla o fachada, las cuales se utilizan sólo con fines delictivos como, por ejemplo,
para defraudar los tributos o lavar activos de procedencia delictiva161. La existencia
de la persona jurídica ha tenido, en estos casos, un fin exclusivamente delictivo,
de manera tal que su permanencia en el mundo jurídico no tiene ninguna razón
válida. El último párrafo del artículo 105-A del CP es categórico en este mismo
sentido, al disponer la disolución de la persona jurídica cuando resulta evidente
que ella fue constituida y operó habitualmente para favorecer, facilitar o encubrir
actividades delictivas.

E. La intervención de la persona jurídica


El penúltimo párrafo del artículo 105 del CP contempla la posibilidad de una
intervención de la persona jurídica para salvaguardar los derechos de los trabajado­
res y acreedores. Debe tenerse especialmente en cuenta que no se trata de una medi­
da autónoma, sino que debe tomarse de la mano de cualquiera de las consecuencias

159 Vid., Bacigalupo, S.: L a responsabilidad p en al, p. 303; G racia M artín : Lecciones, Gracia
Martín (coord.), p. 410; D e V icente M artínez, en Cuestiones actuales de Derecho p e n al
económico, Serrano-Piedecasas/Demetrio Crespo (dir.), p. 201.
160 Igualmente, S ilva Sánchez , en L a responsabilidad p e n al de las personas ju ríd icas, García
Cavero (coord.), p. 143; Bacigalupo, S.: L a responsabilidad p en al, p. 303; M eini M éndez :
L a responsabilidad, p. 212; N úñez Pérez : Gaceta P en al & Procesal P en al 28 (2011), p. 115;
S ota Sánchez : G aceta P e n al & Procesal P en al 34 (2012), p. 71. Exigen una alta probabili­
dad de que vuelva a involucrarse en delitos, H urtado Pozo/Prado Saldarriaga: Derecho
p en al, PG, II, § 29, n.m. 3249.
161 Vid., Gálvez V illegas/D elgado Tovar: Pretensiones que pueden ejercitarse en el proceso
p en al, p. 199.
Percy G arcía C averò

accesorias anteriormente mencionadas, lo cual condiciona también su duración162.


Sin embargo, el legislador penal ha establecido un plazo máximo de dos años para
evitar cualquier exceso en la imposición de esta medida complementaria a las con­
secuencias accesorias.
La intervención de la persona jurídica en el marco del artículo 105 del CP
debe diferenciarse de otras formas de injerencia sobre la entidad colectiva, En pri­
mer lugar, debe quedar claro que no es propiamente una administración judicial,
sino la existencia de un interventor con finalidades fundamentalmente de super­
visión para que no se afecten los intereses de los trabajadores o acreedores. Del
mismo modo, esta medida tampoco se puede confundir con un embargo en forma
de intervención, pues la intervención no se hace con la finalidad de resguardar
determinados bienes, sino para proteger los intereses de los terceros antes mencio­
nados. La administración de la persona jurídica sigue encargada a sus directivos,
existiendo solamente una especie de órgano de control judicialmente impuesto que
resguarda los intereses de los trabajadores o acreedores durante el cumplimiento de
la consecuencia accesoria.
Un aspecto que conviene precisar es quién resulta la autoridad competente
que debe disponer la intervención de la persona jurídica por orden del juez. D ado
que se trata principalmente de la defensa de los intereses de los trabajadores, esta
autoridad competente será la autoridad de trabajo163. Debe quedar claro que la au­
toridad administrativa no puede dejar de cumplir la orden del juez. Su discreciona-
lidad se mueve solamente en el plano de la ejecución del mandato de intervención.
En ámbitos de actuación sometidos a regulación y control especial por parte del
Estado, parecería más adecuado que el órgano interventor sea el organismo encar­
gado del control del desenvolvimiento de las empresas en el sector, por ejemplo, la
Superintendencia de Banco y Seguros en el caso de las entidades financieras y de
seguros, o la Superintendencia de Mercado y Valores en el caso de empresas que
cotizan en bolsa.

5. Carácter facultativo u obligatorio de las consecuencias accesorias


Un aspecto especialmente discutido en la doctrina penal sobre la aplicación de
consecuencias accesorias a las personas jurídicas es su carácter facultativo u obliga­
torio, es decir, si el juez penal está obligado o solamente facultado a imponerlas. En
la doctrina nacional existen posiciones encontradas en función del distinto tenor
que ha tenido el artículo 105 del CP. Con base en la redacción original, ciertos au­

162 Así, M eini M éndez : L a responsabilidad , p. 210; Prado Saldarriaga: L as consecuencias,


p. 183; C astillo A lva: L as consecuencias, p. 320.
163 Igualmente, M eini M éndez : L a responsabilidad , p. 209.

¿deas 1117
D erecho Penal - parte general

tores consideraron que estas medidas tenían un carácter potestativo o facultativo164,


mientras que con el actual tenor la posición defendida es, más bien, que su imposi­
ción es obligatoria165. En el fondo, consideramos que esta discusión es más retórica
que de contenido, no dependiendo la solución de la manera como eventualmente
se encuentre redactado el artículo 105 del CP.
Si se parte de la idea generalizada de que el juez siempre tiene un margen de
decisión para determinar si se dan los presupuestos que fundamentan una deter­
minada consecuencia jurídica, la imposición de las consecuencias accesorias no es
obligatoria. Pero si se entiende que, en el caso concreto, se dan completamente los
presupuestos exigidos, la imposición será obligatoria, pues el juez no puede dejar de
aplicar sin razón alguna lo dispuesto por la ley. En consecuencia, hay que decir que
las consecuencias accesorias deben ser impuestas por el juez si es que se presentan,
en el caso concreto, los presupuestos materiales y procesales anteriormente desarro­
llados. En donde sí se da un margen de discrecionalidad judicial es en cuanto a la
necesidad de aplicar todas o algunas de las consecuencias accesorias previstas en el
artículo 105 del CP. Pero debe destacarse que esta discrecionalidad no significa ar­
bitrariedad, por lo que el juez deberá justificar esta decisión en un criterio material,
a saber: el principio de proporcionalidad.

6. Los criterios de determinación de las consecuencias accesorias aplica­


bles a personas jurídicas
El artículo 105-A del CP establece los criterios que el juez penal debe tener
en cuenta a la hora de determinar motivadamente la consecuencia accesoria a im­
poner a la persona jurídica en cuyas actividades se ha cometido un delito o cuya
organización haya sido utilizada para facilitarlo o encubrirlo. Para algunos autores
nacionales, la principal razón de la falta de aplicación práctica de las consecuencias
accesorias era precisamente la ausencia de una previsión legal con reglas claras sobre
su determinación judicial166. Por ello, el citado dispositivo se ha ocupado de indi­
car qué referentes debe tener el juez para decir la específica consecuencia accesoria
aplicable a la persona jurídica. Debe hacerse, sin embargo, la precisión de que estas
consecuencias jurídicas del delito no son penas, por lo que su determinación no se
guía por un injusto culpable propio, sino por el principio general de la proporcio-

164 Así, Prado Saldarriaga: L as consecuencias, p. 184; C astillo Alva: L as consecuencias,


p. 304, a lo que se le dio como sustento el principio de mínima intervención. De otro pare­
cer, sin embargo, M eini M éndez : L a responsabilidad, p. 206.
165 Vid., en este sentido, H urtado Pozo/Prado Saldarriaga: Derecho P en al, PG, II, § 29,
n.m. 3255; G álvez V illegas/D elgado T ovar: Pretensiones que pueden ejercitarse en elp ro -
ceso pen al, p.193.
166 Así, P r a d o Sa l d a r r i a g a : Consecuencias ju ríd ica s del delito, p. 288.

1118 £deas
Percy G arcía C averò

nalidad. En ese sentido, los criterios deben ordenarse en función de los juicios que,
de manera general, engloba el llamado test de proporcionalidad.
En el plano de la idoneidad, no hay duda que la finalidad preventiva de la
consecuencia accesoria prevista en el inciso 1 es el criterio esencial. Esta consecuen­
cia jurídica del delito debe ser idónea para evitar la futura utilización de la persona
jurídica en la comisión de nuevos delitos. También el criterio de la modalidad y la
motivación del uso delictivo de la persona jurídica previsto en el inciso 2 entra en
juego al momento de decidir cuál de las consecuencias accesorias es la idónea, pues
la peligrosidad objetiva de la persona jurídica solamente se podrá dimensionar ade­
cuadamente si se tiene en cuenta cómo dicho peligro se ha concretado en el hecho
punible cometido por sus miembros individuales.
El juicio de necesidad es expresado en el inciso del artículo 105-A del CP, en
donde se establece como criterio de determinación la finalidad real de la organiza­
ción, actividades, recursos o establecimientos de la persona jurídica. De esta mane­
ra, se podrá establecer si la persona jurídica ha sido creada realmente para desplegar
una actividad lícita, aunque se haya utilizado eventualmente para la comisión de
un delito, o si su finalidad real fue la comisión de ilícitos penales. Este criterio se
concreta en la última parte del artículo 105-A del CP, en donde se señala que la
disolución de la persona jurídica se aplica siempre que resulte evidente que ella fue
constituida y operó habitualmente para favorecer, facilitar o encubrir actividades
delictivas. N o es posible acudir directamente a la consecuencia accesoria más gra­
vosa, aunque sea idónea. La medida preventiva de la disolución debe reservarse
únicamente para los casos en los que no haya otra forma de reducir eficazmente el
peligro de comisión de nuevos delitos utilizando a la persona jurídica. Tal situación
se presenta solamente cuando la razón de ser de la persona jurídica es servir a la
comisión de actividades delictivas.
Los criterios previstos en los incisos 3, 4, 5 y 6 del artículo 105-A del CP en­
tran a tallar en el juicio de proporcionalidad en sentido estricto. En primer lugar,
no toda situación de peligrosidad objetiva de la persona jurídica justifica la imposi­
ción de una medida restrictiva con fines preventivos. Si la peligrosidad está referida
a hechos de escasa gravedad o daño exiguo, entonces no resulta razonable adoptar
una medida preventiva que repercute también en terceros como los proveedores,
acreedores y, especialmente, los trabajadores. Por ello, la peligrosidad de la persona
jurídica debe estar referida a afectaciones relevantes que justifiquen la imposición
de una medida altamente invasiva como son las consecuencias accesorias que, como
ya se dijo, pueden llegar hasta la disolución de la persona jurídica. Pero, en segun­
do lugar, la intensidad de la medida dependerá también del tipo de peligro que
encierre la actividad u organización de la persona jurídica. Debe recordarse que la

¿deas 1119
D erecho Penal - parte general

consecuencia accesoria no se impone por la gravedad del hecho cometido167, sino


por el peligro que revela el delito cometido por el miembro individual. Si dicho
delito es sumamente grave, pero está excluido que la persona jurídica pueda volver
a ser utilizada para tal fin, entonces la imposición de una consecuencia accesoria no
se encuentra legitimada.
U n último aspecto de especial relevancia es el criterio establecido en el inciso 6
del artículo 105-A del C P para determinar judicialmente la imposición de una con­
secuencia accesoria. Conform e a este dispositivo legal, la reparación espontánea por
parte de la persona jurídica de las consecuencias dañosas del hecho punible, debe
ser considerada a efectos de determinar la imposición o la intensidad cualitativa o
cuantitativa de la consecuencia accesoria. Se trata claramente de un mecanismo de
mitigación de los efectos lesivos que debe ser considerado por el juez al momento
de hacer el juicio de proporcionalidad. Si finalmente es la propia persona jurídica
la que reduce el efecto lesivo del delito cometido por su miembro individual, la
peligrosidad que expresa su organización es sin duda menor que la de aquella que
se desentiende del problema168. En consecuencia, se podrá prescindir de imponer
la consecuencia accesoria o hacerla más benigna por los niveles existentes de com­
pensación de la peligrosidad.

7. La imposición cautelar de consecuencias accesorias aplicables a perso­


nas jurídicas
El artículo 105 del C P no contempla la posibilidad de aplicar cautelarmente
las consecuencias accesorias a las personas jurídicas durante la sustanciación del
proceso penal. Solamente una norma de carácter especial lo contempla, que es
el caso del artículo 314-C del CP que, en los delitos contra el medio ambiente,
permite aplicar, como medida cautelar, la suspensión de actividades y la clausura
del establecimiento. A partir de esta regulación especial se plantea la cuestión de
si dicha posibilidad de imponer cautelarmente una consecuencia accesoria puede
hacerse también en otros delitos. En principio, y en la medida que no se trata de
penas, no se aprecia inconvenientes materiales para extender esta posibilidad a otras
medidas y delitos.
D e todas formas, y para resolver cualquier duda, el nuevo Código Procesal
Penal ha viabilizado de manera general la posibilidad de aplicar cautelarmente las
consecuencias accesorias mediante la regulación de las llamadas medidas preventi­
vas en su artículo 313. U n sector de la doctrina procesal señala que estas medidas

167 Como, por el contrario, parece ser la opinión de Prado Saldarriaga: Consecuencias ju ríd i­
cas del delito , p. 293 y s.
168 En el mismo sentido, Prado Saldarriaga: Consecuencias ju ríd ica s del delito , p. 294.
Percy G arcía C averò

no constituyen, en sentido estricto, medidas cautelares, pues no buscan garantizar


los efectos penales y civiles de la sentencia169. Esta afirmación, sin embargo, parte,
a nuestro m odo de ver, de una limitación de los efectos de la sentencia al ámbito
civil y penal. En la medida que la legislación penal ha incorporado al proceso penal
también medidas administrativas como las consecuencias accesorias, resulta lógico
ampliar también los efectos de la sentencia a la consecución de objetivos de carácter
administrativo. Por lo tanto, si las llamadas medidas preventivas tienen por objeto
garantizar el cumplimiento de la finalidad administrativa de las consecuencias acce­
sorias170, podrá considerárseles también medidas de carácter cautelar.
La finalidad de las consecuencias accesorias es evitar que la peligrosidad objeti­
va de la estructura organizativa de la persona jurídica permita, favorezca o encubra
la realización de hechos delictivos por parte de sus miembros individuales. En la
medida que la duración del proceso penal puede afectar el cumplimiento oportuno
y efectivo de esta finalidad, el Código Procesal Penal ha incorporado atinadamente
las llamadas medidas preventivas. La finalidad instrumental de estas medidas expli­
ca también por qué se contemplan nuevas medidas, no previstas como definitivas,
en el Código Penal, como el nombramiento de un administrador judicial, el some­
timiento a vigilancia judicial y la anotación o inscripción registral del procesamien­
to penal. N o se trata de medidas autónomas, sino de medidas dirigidas a asegurar
la consecución efectiva y oportuna de las finalidades de las consecuencias accesorias
previstas en el Código Penal y en las leyes penales especiales171.
Los requisitos para poder imponer cautelarmente las medidas preventivas a
las personas jurídicas están previstos en el propio artículo 313 del CPP. Por un
lado, se encuentra la exigencia del fum us bonus inris, es decir, que existan suficientes
elementos probatorios de la comisión de un delito y de la vinculación de la persona
jurídica a los supuestos previstos en el artículo 105 del C P 172. Es muy importante,
en cuanto a este requisito, la existencia de prueba suficiente. En segundo lugar, se
exige el periculum in mora o peligro en la demora, el cual puede manifestarse de
dos formas: como peligro criminal (de permanencia o prolongación de los efectos
lesivos del delito, o de comisión de nuevos delitos de la misma clase) o peligro pro­
cesal (peligro concreto de entorpecimiento de la averiguación de la verdad). Si se
cumplen estos requisitos, el juez penal podrá tomar cautelarmente cualquiera de las
medidas previstas sobre la persona jurídica que haya sido constituida en parte pasi­
va dentro del proceso penal. Es evidente que, en la medida que la imposición cau­

169 Vid., Espinoza G oyena, en E l nuevo proceso pen al, Cubas/Doig/Quispe (coord.), p. 319
ys.
170 Así, Gálvez Villegas/G uerrero López: Consecuencias accesorias del delito , p. 176.
171 Vid., igualmente, Bacigalupo, S.: L a responsabilidad pen al, p. 293.
- 172 Similarmente, Bacigalupo, S .: L a responsabilidad penal, p. 294.

¿d e as 1121
D erecho Penal - parte general

telar de una consecuencia accesoria implica una injerencia sobre la persona jurídica,
debe tenerse en cuenta también el principio constitucional de proporcionalidad173.

IV. MEDIDAS PREVENTIVAS PREVISTAS EN LEYES ESPECIALES


Regulaciones especiales de las consecuencias accesorias se encuentra en diver­
sas leyes penales especiales. Por un lado, cabe mencionar ciertas leyes penales espe­
ciales que, en esencia, reproducen los mismos parámetros de la regulación general
del artículo 105 del CP, con algunos cambios mínimos sobre todo en cuanto a la
duración de algunas consecuencias accesorias. Así lo hacen, por ejemplo, la Ley Pe­
nal Tributaria y la Ley de Delitos Aduaneros. La situación es distinta en otro grupo
de leyes penales especiales, en donde la regulación especial de las consecuencias
accesorias desborda el marco general del artículo 105 del CP. Aquí puede mencio­
narse la Ley contra el Crim en Organizado.
Dentro del segundo grupo de leyes penales especiales llaman especialmente la
atención dos aspectos de la regulación de las consecuencias accesorias aplicables a
las personas jurídicas. En primer lugar, la incorporación de la multa y la cancela­
ción de licencias, derechos o autorizaciones como nuevas consecuencias accesorias
que no están previstas en la regulación general174. En segundo lugar, el estableci­
miento de criterios para la imposición de las consecuencias accesorias consistentes
en la gravedad y naturaleza de los hechos o la relevancia de la intervención en el
hecho punible. D e la conjunción de ambos aspectos podría cobrar fuerza la opi­
nión de que se trata, más bien, de penas alas personas jurídicas175, pues estas nuevas
consecuencias accesorias se corresponderían más con las penas de multa e inhabili­
tación que con medidas preventivas, además de usar un criterio retrospectivo y no
prospectivo para decidir su imposición.
A los argumentos precedentes a favor de una comprensión punitiva de las
consecuencias accesorias especiales cabría hacerle la réplica elemental de por qué
seguir entonces llamando de modo distinto a algo que es una pena. Pero no sólo
eso, a la multa también se le ha considerado una forma de control preventivo ex­
terno de la persona jurídica de carácter no necesariamente punitivo176, del mismo
m odo que la cancelación de autorizaciones administrativas puede ser vista como

173 Vid., así, con referencias de la jurisprudencia española, Silva Sánchez: In D ret 2/2006
(342), recuperado de www.indret.com. p. 9.
174 Vid., en relación con la ley contra el lavado de activos, Gálvez Villegas/D elgado
Tovar: Pretensiones que pueden ejercitarse en elproceso p e n al, p. 186.
173 Así parecer ser la opinión de E spinoza G oyena: G aceta P en al & Procesal P en al 36 (2014),
p. 118.
176 Vid., Silva Sánchez, en L a responsabilidad p en al de las personas ju ríd ica s, García Cavero
(coord.), p. 143. ,

1122 ¿d eas
Percy G arcía C averò

una forma de prevenir daños futuros por la falta de idoneidad o capacidad de su


titulár. Por otro lado, la referencia al hecho cometido puede servir para medir la
proporcionalidad en sentido estricto de una medida restrictiva, manteniéndose
el fundamento de su imposición en la peligrosidad objetiva de la organización
respecto de la comisión futura de nuevos delitos similares. Por lo tanto, el tenor
legal no obliga a asumir una visión punitiva de las medidas de prevención mencio­
nadas, por lo que puede mantenerse la comprensión no penal de las consecuencias
accesorias.
Existen, por otra parte, leyes especiales que incorporan diversas medidas pre­
ventivas de carácter fundamentalmente administrativo. Estas medidas están con­
figuradas en función de determinados delitos y apunta a prevenir su comisión en
sectores sociales especialmente sensibles. De lo que se trata con estas medidas es de
reducir la probabilidad de que el autor del delito pueda volver a cometerlo.
En el delito de libramientos indebidos, la legislación comercial y bancaria
prevé ciertas medidas preventivas como la publicidad del inicio y culminación de
un proceso penal contra el girador, así como el cierre de cuentas corrientes por
giro de cheques sin fondos177. En cuanto a la publicidad, el artículo 88 de la L T V
establece que las autoridades jurisdiccionales tienen la obligación de notificar a la
empresa o banco girado y a la Cámara de Comercio Provincial respectiva el inicio
y culminación del proceso penal por libramiento indebido de cheques rechazados
por falta de fondos. Por su parte, el artículo 183 de la L T V señala que los bancos
están obligados a cerrar las cuentas corrientes de quienes hubieren girado cheques
sin fondos178. La SB S publicará por lo menos mensualmente en el Diario Oficial
El Peruano la relación de cuentas corrientes cerradas. Los titulares de las cuen­
tas corrientes cerradas por haber girado cheques sin la correspondiente provisión
de fondos, quedan impedidos de abrir nuevas cuentas corrientes con giro de che­
ques en cualquier empresa del sistema financiero, durante el plazo de un (1) año
contado a partir del cierre respectivo. Durante el mismo tiempo, las empresas del
sector financiero deben abstenerse de otorgar avances o sobregiros en favor de los
titulares cuyas cuentas corrientes hubieran sido cerradas por haber girado cheques
sin fondos. En caso de reincidir por primera vez, dicho impedimento y obligación
de cierre durará tres (3) años. Si se reincide por segunda vez, la inhabilitación será
permanente.
En el caso de delitos que inciden en la idoneidad de los profesores o maestros,
se ha creado por Ley N ° 29988 el Registro de Personas Condenadas con Sentencia
Consentida o Ejecutoriada o Procesadas por Delito de Terrorismo, Apología del

177 Vid., con consideraciones críticas, Castro Salinas: Themis 33, p. 36 y s.


178 Vid., Bramont-Arias Torres: G aceta Ju ríd ica 83-B (2000), p. 34.

j
¿deas 1123
D erecho Penal - parte general

Terrorismo, Delitos de Violación de la Libertad Sexual o Delitos de Tráfico Ilícito


de Drogas. En este registro se inscriben a las personas condenadas con sentencia
consentida o ejecutoriada, o procesadas por cualquiera de los delitos de terrorismo
previstos en el Decreto Ley N ° 25475, por el delito de apología del terrorismo ti­
pificado en el inciso 2 del artículo 316 del CP, por cualquiera de los delitos contra
la libertad sexual previstos en el Capítulo IX del Título IV del Libro Segundo del
Código Penal o por los delitos de tráfico ilícito de drogas.

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